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La hipoteca es un derecho real sobre los inmuebles que están afectos al cumplimiento de una
obligación, consagrada en el Código Civil.
Es un préstamo a mediano o largo plazo que se otorga para la compra, ampliación, reparación o
construcción de una vivienda, compra de sitios, oficinas o locales comerciales. La Hipoteca
Legal de la Mujer Casada garantiza todos los créditos presentes y futuros de la mujer contra el
marido, los derechos y créditos están protegidos por la hipoteca de manera general, por todo
crédito que adquiera contra su marido que tenga su causa en el matrimonio.
En República Dominicana existe una hipoteca legal en favor de la mujer casada. Toda mujer
casada puede hacer inscribir este gravamen sobre los inmuebles que pertenezcan a la comunidad
conyugal, presentando simplemente la evidencia del vínculo matrimonial.
Según el Artículo 2121 de CCD, Los derechos y créditos a los cuales se atribuye hipoteca son:
Los de las Mujer Casa, sobre los bienes de su marido. Los de los menores y sujetos a
interdicción, sobre los bienes de su tutor. Los del Estado, Municipio y establecimiento Público,
sobre los bienes de los recaudadores y administradores responsables.
Este privilegio presenta importancia por cuanto el marido no puede hipotecar o vender
un inmueble propio no registrado sin la intervención de la mujer, en vista de que la
intervención de ella es la que produce la liberación de la hipoteca Esta liberación se
produce de dos formas:
Cuando un tercer adquiriente obtiene un bien inmueble propio del marido por medio de
una venta solo puede proceder a iniciar el procedimiento de purga establecido en el
art.2193 CC.
Esta hipoteca legal le es concedida a la mujer casada cual que sea el régimen
matrimonial aunque la finalidad no es la misma. En el régimen de la comunidad y en el
dotal, se presenta y actúa como contrapartida de los poderes que la ley otorga al marido.
En cuanto al carácter clandestino de esta hipoteca el art. 2135 CC dice que la misma
existe independientemente de toda inscripción, sin embargo el art.2136 CC dice que el
marido está en la obligación de realizar esta inscripción sobre sus inmuebles, cuando el
marido no haya procedido a la inscripción y conviene en otorgar privilegios o hipotecas
sobre sus inmuebles sin declarar que los mismos están sujetos a la hipoteca legal de la
mujer casada se hace pasible de ser sometido a la justicia por estelionato (es el hecho de
vender u otorgar gravámenes sobre un mismo inmueble más de 2 veces de manera
fraudulenta).
Igualmente, el art.2139 CC les otorga esta facultad a los parientes del marido o de la
mujer, y a falta de estos a los amigos de la mujer.
Se admite que la hipoteca legal adquiere rango desde la fecha del matrimonio, la
inscripción o transcripción solo tendrá importancia a partir de la disolución del
matrimonio en virtud del art.16 de la ley 29-14 de 1890 al expresar que la hipoteca no
produce efectos ante los terceros sino a partir del día en que se hubiese
hecho la inscripción dentro del año que sigue a la disolución del matrimonio.
Cuando la mujer cede o renuncia a su hipoteca legal el art.17 de la citada ley prevé que
la renuncia o cesión deberá establecerse por acto autentico y los cesionarios no estarán
libres respecto de los terceros sino por la inscripción que hagan de la hipoteca en su
beneficio o por la mención de la subrogación realizada al margen de la inscripción
anterior, en todo caso al ceder la hipoteca se cede con ello el rango con la salvedad de
que las fechas de inscripción determinen el orden para ejercer dichos derechos.
En RD a pesar de que conserva su carácter clandestino el art.2 de la ley 764 del año
1945, es necesario que la mujer haya inscrito su hipoteca para poder concurrir a
la distribución del importe de la venta, y si no está inscrita solo podrá concurrir luego de
la purga de los demás acreedores hipotecarios.
Art. 13.- El acreedor inscrito por un capital que produzca interés o rédito, tiene derecho
a ser colocado durante dos años solamente y por el corriente, en el mismo rango de
hipotecas que para su capital, sin perjuicio de las inscripciones particulares que deban
hacerse, que tengan hipotecas desde su fecha, para los réditos distintos de los
conservadores por la primera inscripción.
La ausencia, en este período, de una delimitación real de los inmuebles era uno de los
problemas más serios del sistema, puesto que los inmuebles que se vendían no estaban
mensurados en su mayoría, siendo insuficientes las informaciones sobre la extensión y
los límites de los mismos. Era frecuente que los límites se establecieran por apreciación
del titular o tomando como referencia, ríos, arroyos, trochas, árboles, cercas y caminos
que se encontraban en los alrededores del inmueble. Pero no usar las mismas
referencias, o utilizar referencias difusas o circunstanciales para establecer los límites,
producía confusión en la descripción del objeto, lo que permitía que la misma cosa
fuese transferida varias veces.
Como en todos los sistemas registrales, la inscripción establece la fecha cierta de los
derechos y los hace oponibles a los terceros. En el Sistema Ministerial se cumple el
principio de prioridad, que garantiza la preferencia de los derechos que han llegado
primero al registro, cumpliéndose con la máxima romana:
La Hipoteca Legal se le concede a toda la mujer casada sea cual sea su régimen
matrimonial. En los regímenes de comunidad o régimen dotal, es la contrapartida de los
poderes que la ley da al marido, en el régimen de separación de bienes, garantiza a la
mujer contra la mala ejecución del mandato de administrar sus bienes que la mujer le
haya podido conceder a su marido o contra la gestión que de hecho ejerza el marido.
El Decreto del 4 de enero de 1955 puso fin a la clandestinidad de esta hipoteca, esta, en
todos los casos no adquirirá rango sino a partir de su inscripción que debe ser extendida
las más tardes, so pena de nulidad, dentro del año de la disolución del matrimonio.
MATRIMONIO DE LOS ESPOSOS, CUAL QUE SEA SU REGIMEN
Una de las características principales de este régimen es que solo se dividen los activos
generados durante el matrimonio.
“Hay quienes opinan que este régimen a la vez de ser un régimen Comunitaristas también se
puede encasillar dentro del régimen Separatista por la naturaleza del mismo”
.El Régimen de la Comunidad Universal. Este régimen está establecido en el Art. 1526,
del Código Civil Dominicano, en el régimen de la comunidad universal entran en la
comunidad los bienes muebles e inmuebles, presentes y futuros. Los esposos pueden
igualmente acordar bajo este régimen que a la comunidad entrarán solamente sus bienes
presentes o sus bienes futuros.
El Régimen Dotal. Este régimen está establecido en el Art. 1542 del Código Civil
Dominicano, en este régimen la mujer entrega sus bienes o algunos de ellos a su
marido, y este tiene la administración y el disfrute de los mismos. La mujer además
posee, bienes que no están afectados a las cargas del hogar y que por lo tanto están
fuera de los bienes dotales, de estos bienes la mujer mantiene el goce y la
administración, pero no puede venderlos sin la autorización del marido o permiso
judicial, estos bienes son llamados bienes parafernales. Este régimen es poco usado en
la actualidad.
En cuanto a los bienes Hipotecados; la hipoteca de la mujer casada recae sobre todos los
inmuebles presentes y futuros del marido, también la misma grava el derecho de propiedad del
marido aun cuando este derecho este acompañado de una condición resolutoria, pero la garantía
siguiera la suerte del derecho.
No pueden ser inscritos desde el comienzo del matrimonio sino los créditos resultantes de la
dote y las convenciones matrimoniales (Decreto del 4 de Enero de 1955). El Decreto del 4 de
Enero de 1955, sin pronunciarse acerca del origen de la hipoteca legal, prohíbe las inscripciones
futuras de los créditos de la mujer, salvo lo sé de la dote o los de las convenciones
matrimoniales.
Cuando el marido sea comerciante en la fecha del matrimonio, o cuando sin tener entonces
profesión determinada, se haya convertido en comerciante antes del primer año de matrimonio.
Limita los créditos garantizados a la restitución de la dote y a las liberalidades recibidas durante
el matrimonio, a la reinversión del dinero en otros bienes y a la garantía de las deudas
contraídas por la mujer con el marido.
Los créditos relativos a las ventajas de la convención matrimonial no pueden ser reclamados en
la quiebra o en la regulación judicial del cónyuge sea comerciante en la fecha del matrimonio, o
cuando sin tener entonces profesión determinada, se haya convertido en comerciante antes del
primer año de matrimonio.
La Hipoteca Legal de la Mujer Casada garantiza todos los créditos presentes y futuros de la
mujer contra el marido, los derechos y créditos están protegidos por la hipoteca de manera
general, por todo crédito que adquiera contra su marido que tenga su causa en el matrimonio.
La Hipoteca Pupilar: Según Art. 2135 del Código Civil, para asegurarle a los incapaces, los
impúberes, los menores y a los furiosi, el cobro de los créditos resultantes de la mala gestión de
su tutor o curador, le concede en primer término, un privilegio de acción interpersonal, Derecho
de Prelación con respecto a los acreedores quirografarios, pero no un Derecho de Persecución.
Para asegurarles a los incapaces el cobro de los créditos resultantes de la mala gestión de su
tutor o curador, el derecho romano le concedió —en primer término— a los impúberes, a los
menores y a los furiosi unos privilegios interpersonales actiones, que les confería derecho de
prelación con respecto a los acreedores quirografarios64, el cual recibió el nombre de hipoteca
pupilar.
La tutela es una relación legal que permite que una persona se haga responsable por otra.
Existen distintos tipos de tutela. Algunas son designadas por testamento mientras que otras
personas son nombradas tutoras por el tribunal. De igual forma, hay tutelas que son solamente
sobre los bienes o las pertenencias de una persona pero no sobre la persona misma.
En el derecho civil dominicano los incapaces lo son por razón de minoridad de edad o de
interdicción judicial.
El tutor, como administrador de los bienes de otro, debe rendir cuentas, hacer inventario de los
bienes que tiene a su cargo, depositar los fondos en una cuenta bancaria a nombre del menor,
haciendo mención de su minoridad y rendir cuenta al término de su gestión. Puede ejecutar los
actos conservatorios sin autorización del Consejo de Familia; los actos más graves, los de
disposición, no podría ejecutarlos en nombre del menor, sin el consentimiento del Consejo de
Familia. La tutela cesa con la mayoría de edad, la emancipación o el fallecimiento del pupilo.
El Código Civil Dominicano refiere en los artículos que abarcan del 489 al 512 lo relativo a este
tema, indicando en el artículo 489, lo siguiente: “El mayor de edad que se encuentre en un
estado habitual de imbecilidad, enajenación mental o locura, debe estar sujeto a la interdicción,
aunque aquel estado presente intervalos de lucidez”.
Lo referido anteriormente infiere, que las causas de interdicción radican en, la imbecilidad,
considerada como la privación de inteligencia que incapacita a la persona para ejercer sus
derechos por sí misma; y la demencia, consistente en la privación de inteligencia por locura o
idiotismo, existen incapacidades que vienen dadas por la ley a unos sujetos específicos, como es
el caso de los menores de edad, la que es considerada como interdicción legal, a diferencia de la
interdicción judicial, que persigue privar de la capacidad de ejercicio de una persona, que ha
sido sometida a un proceso judicial de forma previa.
HIPOTECA JUDICIAL
El Código Civil había dotado de una hipoteca legal, llamada judicial, a las sentencias de
reconocimiento y de verificación de escrituras. Los créditos establecidos por los documentos
verificados estaban garantizados por una hipoteca en la cual el acreedor que hubiere obtenido
una sentencia en condena contra su deudor, se beneficiaba del privilegio llamado del primer
embargante, que resultaba de la prioridad en la persecución judicial y de la sentencia, ese
privilegio se transformó en hipoteca con el desarrollo de esta institución.
El Decreto del 4 de enero de 1995 ha suprimido la hipoteca resultante de estas sentencias, pero
ha mantenido la hipoteca legal que los redactores del Código unieron a los créditos resultantes
de las sentencias de condena. La Ley del 12 de Noviembre de 1955 (Art.54 del Código de
Procedimiento Civil), para evitar que el deudor organice su insolvencia, durante el
procedimiento, le ha concedido al juez el poder de ordenar ciertos números de medidas
conservatorias, entre las cuales figura la hipoteca provisional.
La hipoteca judicial es definitiva cuando el crédito que sirve de base a la hipoteca provisional
adquiere autoridad de cosa irrevocablemente juzgada o cuando es inscrita originalmente en
virtud del mismo.
Tanto la hipoteca convencional como la hipoteca legal y la hipoteca judicial definitiva pueden
dar lugar a un procedimiento de embargo inmobiliario tendente a la expropiación del inmueble,
el cual es vendido en pública subasta para satisfacer el crédito correspondiente.
La hipoteca judicial tuvo su origen en el antiguo derecho francés. El acreedor que hubiera
obtenido una sentencia de condena contra su deudor, se beneficiaba del privilegio llamado del
primer embargante, que resultaba de la prioridad en la persecución judicial y de la sentencia; ese
privilegio se transformó en hipoteca con el desarrollo de esta institución.
Por ende, el origen de la hipoteca judicial no debe buscarse en el derecho romano, sino en el
antiguo derecho francés. Era un principio el que los actos notariales que constituyen obligación
llevaban consigo de plano hipoteca general sobre los bienes del deudor; tenían fuerza
hipotecaria. Por consiguiente, era lógico conceder la misma virtud a los actos judiciales que
comprueban la existencia de obligaciones.
Esta hipoteca le permite al acreedor obtener una garantía que no ha logrado que le
conceda el deudor. Esta también le es ventajosa al deudor en el sentido de que incita al
acreedor, una vez que se beneficia con esa garantía, a diferir del embargo y el remate, a
consentir algunos plazos para que efectúe el pago.
La hipoteca judicial facilita la ejecución de los fallos, ventaja socialmente importante en
esta época en la que la parte que ha triunfado obtiene con dificultad el concurso de la
fuerza pública.
Su finalidad, según expresa la ley del 12 de noviembre de 1955, modificada por la ley del 6 de
febrero de 1957 (Arts.48 a 57 del Código Civil), instituye una serie de medidas conservatorias
adecuadas para impedirle al deudor demandado para el pago el aprovechar los largos plazos del
procedimiento.
En este tipo de hipoteca judicial el juez no puede conceder la hipoteca del Art.54 del Código de
Procedimiento Civil nada más que si el crédito está fundado en su principio, y si la medida
demandada presenta carácter de urgencia, el juez tiene la facultad de conceder o denegar la
medida conservatoria.
LA COMPETENCIA
PROCEDIMIENTO
El Juez conoce ante requerimiento del acreedor, que falla por vía de providencia, sin oír al
deudor, la providencia es ejecutiva no obstante oposición o apelación, se le notifica al deudor
dentro de los 15 días de inscripción y éste puede solicitar al juez de los referimientos la
cancelación la reducción o la limitación en cuanto a los bienes. Al autorizar al acreedor a trabar
hipoteca, el juez debe señalar un plazo para formular su demanda al fondo, de no demandar
dentro del plazo fijado la inscripción será nula.
CARACTERES
La hipoteca judicial de las sentencias de condena está unida, de pleno derecho, por la ley, pese a
su nombre es una hipoteca legal: el tribunal no se pronuncia sobre ella, no tiene el poder de
concederla ni de negarla.
1º. Es necesaria una resolución judicial; poco importa que esa resolución sea contradictoria o
dictada en rebeldía, definitiva o provisional.
2º. La hipoteca está unida a resoluciones judiciales, sin que haya que distinguir según la
jurisdicción que las haya pronunciado, poco importa que la sentencia emane de una jurisdicción
de derecho común o de excepción, de un tribunal, civil, comercial, represivo o administrativo.
3º. Se necesita una condena; pero esa condena puede ser simplemente eventual, ocurre así con la
sentencia que ordena rendición de cuentas.
4º. La resolución de condena debe verificar un crédito; puesto que la hipoteca es necesariamente
el accesorio de un crédito.
Las mujeres casadas tienen los mismos derechos y obligaciones que los hombres en relación
con la hipoteca. Sin embargo, existen ciertas condiciones legales que deben cumplirse al
momento de constituir una hipoteca por parte de una mujer casada.
En primer lugar, la mujer casada debe contar con el consentimiento expreso y por escrito de su
cónyuge para constituir una hipoteca. Este requisito se deriva del artículo 144 del Código Civil
dominicano, que establece que los bienes de la mujer casada no pueden ser objeto de hipoteca
sin el consentimiento de su esposo.
En segundo lugar, la mujer casada solo puede hipotecar bienes que le pertenezcan en forma
exclusiva, es decir, que no sean bienes gananciales. Los bienes gananciales son aquellos
adquiridos durante el matrimonio y pertenecen en común a ambos cónyuges.
Por otro lado, la sentencia de condenación es una resolución judicial que impone una obligación
de pago a una persona como consecuencia de un incumplimiento contractual o de una deuda. En
la República Dominicana, la hipoteca que resulta de una sentencia de condenación tiene las
siguientes características:
• La hipoteca se constituye sobre una bien inmueble propiedad del deudor, que sirve como
garantía del pago de la deuda.
• La sentencia de condenación debe ser inscrita en el Registro de Títulos para que la hipoteca
tenga validez frente a terceros.
• La hipoteca legal resultante de una sentencia de condenación tiene prioridad sobre otras
hipotecas o gravámenes que pudieran existir sobre el mismo bien inmueble.
La inscripción de hipotecas del pupilo y de la mujer casada se rige por la Ley No. 108-05 sobre
Registro Inmobiliario, que establece los procedimientos para la inscripción de derechos reales
sobre bienes inmuebles.
En cuanto a la hipoteca del pupilo, esta se refiere a la garantía que se constituye sobre los bienes
del menor de edad que está bajo tutela o curatela.
Para inscribir una hipoteca del pupilo en el Registro Inmobiliario, es necesario seguir los
siguientes pasos:
1. Obtener una autorización judicial: Antes de constituir una hipoteca sobre los bienes del
Pupilo, es necesario obtener una autorización judicial que lo permita. El juez deberá evaluar la
situación del pupilo y determinar si la hipoteca es necesaria y conveniente para sus intereses.
2. Elaborar el documento de hipoteca: Una vez obtenida la autorización judicial, se debe
elaborar un documento de hipoteca que contenga los términos y condiciones de la garantía. Este
documento debe ser redactado por un abogado y firmado por el hipotecante y el acreedor
hipotecario.
En cuanto a la hipoteca de la mujer casada, esta se refiere a la garantía que se constituye sobre
los bienes de la mujer casada para asegurar una deuda contraída por el marido. En la República
Dominicana, la mujer casada no puede hipotecar sus bienes sin la autorización de su marido.
Para inscribir una hipoteca de la mujer casada en el Registro Inmobiliario, es necesario seguir
los siguientes pasos:
1. Obtener la autorización del marido: Antes de constituir una hipoteca sobre los bienes de la
mujer casada, es necesario obtener la autorización de su marido. Esta autorización debe ser
otorgada en un documento notarial y debe incluir los términos y condiciones de la garantía.
2. Elaborar el documento de hipoteca: Una vez obtenida la autorización del marido, se debe
elaborar un documento de hipoteca que contenga los términos y condiciones de la garantía. Este
documento debe ser redactado por un abogado y firmado por la hipotecante y el acreedor
hipotecario.
La ley establece que las hipotecas legales de la mujer casada pueden ser inscritas desde el
momento en que se constituyen, y pueden ser demandadas en cualquier momento posterior,
incluyendo desde el momento de su constitución.
Esto se debe a que, en el país, la ley reconoce la capacidad jurídica de las mujeres casadas para
contratar, realizar actos jurídicos y ser titulares de bienes. De hecho, la Ley No. 659 sobre Actos
del Estado Civil establece que el matrimonio no afecta la capacidad jurídica de la mujer, quien
mantiene su plena capacidad para ejercer derechos y contraer obligaciones.
En cuanto a las hipotecas legales, estas se refieren a la facultad que tiene la mujer casada de
hipotecar los bienes inmuebles que le pertenecen en forma exclusiva, para garantizar
obligaciones que ella contraiga de manera autónoma. Esto significa que, aunque esté casada en
régimen de comunidad de bienes, los bienes inmuebles que la mujer adquiera por herencia,
donación o por su propio trabajo o actividad comercial, pueden ser objeto de hipoteca legal para
garantizar deudas que ella haya adquirido por sí misma.
Es importante destacar que para que una hipoteca legal de la mujer casada tenga efectos frente a
terceros, es necesario que se inscriba en el Registro de Títulos correspondiente. Además, si la
mujer casada quiere hipotecar un bien que pertenece a la comunidad de bienes, debe contar con
la autorización de su cónyuge o, en su defecto, obtener la autorización judicial correspondiente.
En resumen, la inscripción de hipotecas legales de la mujer casada puede ser demandada desde
el momento de su constitución, lo que significa que la mujer puede solicitar la inscripción de su
hipoteca en cualquier momento después de haberla constituido. Sin embargo, para que tenga
efectos frente a terceros, es necesario que se inscriba en el Registro de Títulos correspondiente.
HIPOTECAS DEL PUPILO Y DE LA MUJER CASADA
Existen dos tipos de hipotecas que se relacionan con el estado civil de las personas: la hipoteca
del pupilo y la hipoteca de la mujer casada.
La hipoteca del pupilo se refiere a una hipoteca constituida por un menor de edad que está bajo
tutela o curatela. Esta hipoteca puede ser válida siempre y cuando sea autorizada por el juez de
tutela o curatela, quien deberá evaluar si se trata de un acto conveniente para el pupilo y si se
cumplen los requisitos legales para su constitución.
Por otro lado, la hipoteca de la mujer casada es aquella que se constituye sobre un bien
inmueble que pertenece a una mujer que se encuentra casada en régimen de comunidad de
bienes. En este caso, se requiere el consentimiento expreso y por escrito del esposo para que la
hipoteca sea válida. Este consentimiento debe ser otorgado ante un notario público y puede ser
revocado en cualquier momento.
Es importante destacar que la ley dominicana establece que los bienes adquiridos durante el
matrimonio son bienes comunes, por lo que ambos cónyuges tienen derecho sobre ellos. Esto
implica que la mujer casada no puede constituir una hipoteca sobre un bien inmueble que
pertenezca a la comunidad de bienes sin el consentimiento de su esposo.
En resumen, la hipoteca del pupilo requiere autorización del juez de tutela o curatela, mientras
que la hipoteca de la mujer casada requiere el consentimiento expreso y por escrito del esposo.
HIPOTECA JUDICIAL
La Ley No. 1896 sobre Hipoteca Legal de la Mujer Casada establece que las mujeres casadas
pueden hipotecar sus bienes inmuebles, sin la necesidad del consentimiento de sus esposos, para
garantizar el pago de sus obligaciones personales, siempre y cuando estas obligaciones no estén
relacionadas con el sostenimiento del hogar y la educación de los hijos.
Además, la ley también establece que la hipoteca legal de la mujer casada tiene prioridad sobre
cualquier otra hipoteca, con la excepción de las hipotecas constituidas a favor del Estado.
En cuanto a la hipoteca judicial, esta se refiere a la hipoteca que se constituye sobre un bien
inmueble para garantizar el pago de una obligación derivada de un proceso judicial. En la
República Dominicana, la hipoteca judicial se encuentra regulada por el Código de
Procedimiento Civil, y puede ser constituida por cualquier persona que tenga un interés legítimo
en la obligación garantizada.
En conclusión, tanto la hipoteca legal de la mujer casada como la hipoteca judicial son figuras
jurídicas reconocidas en la República Dominicana y tienen su propia regulación y condiciones
de aplicación.
NO EXISTE PLAZO PARA QUE LA INSCRIPCION PUEDA SER TOMADA
La hipoteca legal de la mujer casada se rige por el Código Civil y la Ley No. 1896 sobre
Registro de Tierras, y en general, no existe un plazo específico para que la inscripción pueda ser
tomada.
De acuerdo con la ley dominicana, la hipoteca legal es un derecho que tiene la mujer casada
sobre los bienes inmuebles que le pertenecen o que adquiera durante el matrimonio, para
garantizar sus derechos y los de sus hijos en caso de divorcio o fallecimiento de su esposo. La
hipoteca legal debe ser inscrita en el Registro de Tierras para que sea oponible a terceros, es
decir, para que tenga validez frente a terceros adquirientes de los bienes hipotecados.
La inscripción de la hipoteca legal puede ser tomada en cualquier momento, siempre y cuando
se cumplan los requisitos y procedimientos establecidos por la ley para la inscripción de
hipotecas en el Registro de Tierras. Es importante mencionar que, aunque no existe un plazo
específico para la inscripción de la hipoteca legal, es recomendable realizarla lo antes posible
para garantizar su validez y evitar posibles conflictos o disputas en el futuro.
Las hipotecas legales de la mujer casada están reguladas por la Ley No. 1896 del 11 de agosto
de 1948, que establece la obligatoriedad de la inscripción de los derechos reales en el Registro
de Títulos para que tengan validez frente a terceros.
Sin embargo, existen diversos acontecimientos que pueden detener el curso de las inscripciones
de las hipotecas legales de la mujer casada. Algunos de estos acontecimientos son los
siguientes:
3. Embargo decretado por un tribunal: Si se decreta un embargo sobre el bien hipotecado por
parte de un tribunal, la inscripción de la hipoteca legal de la mujer casada quedará suspendida
hasta que se levante el embargo.
Las hipotecas legales de la mujer casada se rigen por la Ley No. 834 de 1978, que establece que
la mujer casada puede hipotecar los bienes de su propiedad, pero requiere del consentimiento de
su cónyuge para hipotecar bienes gananciales.
Es importante destacar que, en cualquier caso, la hipoteca legal de la mujer casada tiene un
límite máximo del 50% del valor del bien, excepto si se trata de una vivienda familiar, en cuyo
caso se permite una hipoteca del 70% del valor del inmueble.
En resumen, si la mutación en provecho de un tercero sobre un bien hipotecado por una mujer
casada se refiere a un bien de su propiedad exclusiva, ella puede hacerlo sin necesidad del
consentimiento de su cónyuge. Sin embargo, si el bien es ganancial, se requiere el
consentimiento de su cónyuge o la autorización judicial correspondiente. Además, la hipoteca
legal de la mujer casada tiene un límite máximo del 50% o 70% del valor del bien, dependiendo
de si se trata de una vivienda familiar o no.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que, según el Código Civil de la República
Dominicana, las hipotecas legales de la mujer casada se extinguen automáticamente en el
momento de la muerte del cónyuge. Sin embargo, si la mujer casada ha registrado su derecho de
hipoteca en el Registro de Títulos antes de la muerte de su cónyuge, su derecho de hipoteca se
mantendrá y se podrá ejecutar sobre el bien hipotecado en caso de que el deudor fallecido no
haya dejado suficientes bienes para pagar sus deudas.
En este contexto, si los herederos del deudor aceptan la herencia bajo beneficio de inventario o
vacancia, están limitando su responsabilidad personal por las deudas del fallecido a los bienes
que hayan heredado. Es decir, si los herederos aceptan la herencia bajo beneficio de inventario o
vacancia, no podrán ser responsables personalmente por las deudas del fallecido que excedan el
valor de los bienes heredados.
Es importante tener en cuenta que este es un tema complejo y que, en caso de tener dudas o
consultas específicas sobre su situación personal, es recomendable buscar asesoramiento legal
de un abogado especializado en derecho de familia y sucesiones en la República Dominicana.
Tercer acontecimiento:
Antes de la promulgación de esta ley, las mujeres casadas en la República Dominicana estaban
sujetas a restricciones legales en relación con la propiedad de bienes inmuebles. El Código Civil
de 1884 establecía que la mujer casada no podía vender, hipotecar ni donar bienes inmuebles sin
el consentimiento de su esposo. Esta disposición se mantuvo en vigor hasta la promulgación de
la Ley No. 1266 en el año 1937, que permitió a las mujeres casadas disponer de bienes
inmuebles por sí mismas en caso de necesidad o de urgencia.
Sin embargo, la Ley No. 1266 todavía establecía limitaciones en la capacidad de las mujeres
casadas para hipotecar bienes inmuebles sin la autorización de su esposo. Esta situación se
mantuvo hasta la promulgación de la Ley No. 201-04 en el año 2004, que finalmente eliminó la
restricción y permitió a las mujeres casadas hipotecar bienes inmuebles sin la necesidad de la
autorización de su esposo.
La hipoteca legal de la mujer casada es un mecanismo legal que permite a las mujeres casadas
garantizar las obligaciones contraídas por su cónyuge en beneficio de la familia. Esta figura se
encuentra establecida en el artículo 140 de la Ley No. 659 sobre Actos de Estado Civil y en el
artículo 143 de la Ley No. 834 del Código Civil.
En caso de una quiebra del deudor, la hipoteca legal de la mujer casada es una garantía
preferente que le permite a la mujer proteger sus derechos en la propiedad que ha sido
hipotecada en su beneficio.
Si se produce la quiebra del deudor, la mujer puede ejercer su derecho de retener la propiedad
hipotecada hasta que se haya cumplido con la obligación garantizada. Además, la mujer casada
Tiene derecho a solicitar el pago de su crédito garantizado en la quiebra del deudor antes que
otros acreedores comunes.
Es importante tener en cuenta que la hipoteca legal de la mujer casada no se extingue por la
quiebra del deudor, por lo que la mujer puede seguir ejerciendo su derecho a retener la
propiedad hasta que se cumpla con la obligación garantizada.
En resumen, en caso de una quiebra del deudor en la República Dominicana, la hipoteca legal
de la mujer casada le permite a la mujer proteger sus derechos en la propiedad hipotecada y
garantizar el pago de su crédito antes que otros acreedores comunes.