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Australopithecus anamensis

Australopithecus anamensis es una especie de homínido de 4,2-3,9 millones de


años de antigüedad encontrada en Kenia y descrita en 1995 por Meave
Leakey (segunda esposa de Richard, del clan de los Leakey). El nombre de esta
especie proviene de la palabra turkana "anam" que significa lago y fue elegida en
razón de la proximidad de Kanapoi al lago Turkana.

Restos fósiles
El equipo de Tim White encontró en diciembre de 2005 restos de esta especie, en
el sitio Asa Issie, al noreste de Etiopía, en el valle del Awash medio.1 Datados con
entre 4,1 y 4,2 millones de años de antigüedad, son un fémur, fragmentos
de maxilar y algunos dientes, incluyendo el canino más grande hallado entre los
homínidos. Antes se habían encontrado otros 9 fósiles de esta especie,
en Kanapoi (Kenia), la mayoría en 1994; más otros 12 fósiles, principalmente
dientes, encontrados en 1988, en Allia Bay (Kenia)2 y un fragmento
de húmero hallado en 1965 por Bryan Patterson y que fue identificado
posteriormente.3
En agosto de 2019 se anunció el descubrimiento de un cráneo, denominado
oficialmente MRD-VP-1/1, encontrado en 2016 por Yohannes Haile-Selassie en la
región de Woranso-Mille, en Etiopía.456

Características
Sus molares poseían esmalte grueso, por lo que se deduce que no comía solo
hojas y frutos sino alimentos más duros. Vivió en un ambiente forestal, pero más
abierto que el de sus supuestos antepasados, los Ardipithecus ramidus, y se sabe
que sí caminaba de forma bípeda. Presentaban un claro dimorfismo sexual en
tamaño corporal. Es posible que formaran comunidades de varios machos
emparentados, en las que cada uno agruparía un pequeño número de hembras.
Aunque los dientes y una mandíbula presentan similitud con los simios, el
fragmento de húmero es semejante al de los humanos y la parte
de tibia encontrada en 1994 por Kamoya Kimeu y el fémur de Asa Issie son la más
antigua evidencia del bipedismo erecto de los homínidos. Tim White1 considera
que los Australopithecus anamensis muestran una clara descendencia
del género Ardipithecus: "Una forma evolucionó en otra", afirma.
Según algunos autores,7 A. anamensis es el antepasado directo
de Australopithecus afarensis (3,9 - 3 millones de años); se trataría de un claro
ejemplo de anagénesis, es decir, de un cambio progresivo en vez de una
bifurcación (cladogénesis). Sin embargo, la publicación de 2019 con los
descubrimientos de 2016 y sus dataciones conducen a lo contrario, un convivencia
de hasta 100 000 años.4
Homo Habilis: Origen,
Características, Alimentación
El Homo habilis fue considerado el antepasado más antiguo del
género humano tras el descubrimiento de los primeros fósiles. Su
aparición se data, aproximadamente, hace 2,4 millones de años y
no desapareció hasta hace 1,6 millones. Al final de ese periodo,
llegó a coincidir con otros antecesores como el Homo erectus o el
Homo rudolfensis.

Los primeros restos de Homo habilis se dieron en África,


continente en el que aparecieron, posteriormente, otros
yacimientos. El nombre con el que se bautizó a la especie, habilis,
proviene de su capacidad para manipular objetos y construir
algunas herramientas.

Este homínido presentaba una inteligencia superior a sus


antepasados, los australopithecus. Parte de su desarrollo evolutivo
parece ser debido a la introducción de la carne en la dieta. La
mayor cantidad de micronutrientes provocó un aumento de sus
capacidades cognitivas. Los machos presentaban un tamaño muy
superior a las hembras.

El Homo habilis era bípedo, a pesar de que mantenía aún cierta


morfología separada de la humana, con los brazos largos, más
parecidos a los de los grandes simios. Por otra parte, aún
conservaba unos dedos que los capacitaba para subir a los árboles
fácilmente. Solían vivir en grupos, con una estructura muy
jerarquizada.

Origen
El Homo habilis, cuyo nombre esta compuesto por las palabras
latinas “homo” (hombre) y “habilis” (hábil), fue un homínido
antepasado del Homo sapiens. La denominación vino dada por el
hallazgo de restos de utensilios elaborados con piedra, que se
suponen elaborados por miembros de esta especie.

Su origen se sitúa en África, donde apareció hace unos 2,6


millones de años y donde vivió hasta hace 1,6 millones. Ese
periodo se enmarca de principios a mediados del Pleistoceno, en
las edades Gelasiense y Calabriense.

Esa era prehistórica se caracterizaba, en las regiones africanas


donde el homínido vivía, por la disminución de las luvias hasta
alcanzar un estado de sequía bastante severo.

El Homo habilis, a diferencia de lo que haría el Homo erectus, no


abandonó el continente. Todos los restos encontrados, hasta el
momento, se han localizado allí. Destacan los de la Garganta de
Olduvai, en Tanzania, y los de Koobi Fora. La importancia del
primero de esos yacimientos es tal que a la zona se la conoce
como la “cuna de la humanidad”.

En el momento de su descubrimiento, el Homo habilis fue la


primera especie conocida del género homo.

Descubrimiento
Los descubridores de los primeros restos de un Homo habilis
fueron el paleontólogo británico Louis Leakey y su esposa, Mary
Leaky. Ambos dirigían una expedición científica en Tanzania, en la
zona del Gran Valle del Rift.
En abril de 1964, el equipo encontró una serie de fósiles, sin
pensar que iban a cambiar la historia. Cuando analizaron los
restos, tanto huesos como otros elementos, se dieron cuenta de la
importancia del hallazgo.

El homínido fue bautizado como Homo Habilis, siendo catalogado


como una nueva especie dentro del género humano. En ese
momento, de hecho, fue calificado como el antepasado más
antiguo del hombre, aunque el posterior descubrimiento del Homo
rudolfensis le arrebató esa categoría.

Papel en la evolución
Cuando los Leaky realizaron su expedición, se pensaba que la línea
evolutiva que llevaba hasta el ser humano era muy sencilla. Así,
partía desde el Australopithecus, tras este el Homo erectus y,
después, los neardentales. Finalmente, aparecía el Homo sapiens.

Lo que no se conocía era si había existido alguna especie


intermedia entre los australopithecus y el Homo erectus, ya que no
se habían encontrado ningún resto que encajara entre ellos.

Por otra parte, hasta los años 60 del siglo XX, los únicos fósiles de
Homo erectus se habían hallado en Asia y no se sabía si había una
conexión con África.

El descubrimiento realizado en Tanzania por el matrimonio


británico ayudó a rellenar un poco los huecos que existían en el
conocimiento de la evolución humana.

Los investigadores concluyeron que los restos encontrados


pertenecían a una nueva especie del género “homo”, ya que
cumplía todos los requisitos necesarios: la postura erguida, era
bípedo y tenía habilidades para manejar algunas herramientas. Lo
que se alejaba más de las especies posteriores era su capacidad
craneal, bastante más pequeña.
Las diferencias con el Australopithecus eran muchas, así que el
Homo habilis se consideró como el antecedente más antiguo del
hombre.

Homo habilis y Homo erectus


Hasta hace relativamente poco, se pensaba que el Homo habilis y
el erectus provenían el uno del otro. Sin embargo, unos hallazgos
realizados en 2007 han abierto el debate sobre el tema.
Curiosamente, las autoras del nuevo descubrimiento fueron Louise
y Meave Leakey, hijas del matrimonio que encontró los primeros
restos de la especie.

Las investigaciones de ambas expertas señalan que el Homo


habilis sobrevivió más tiempo del que se pensaba. Esto implica
que, durante unos 500.000 años, convivió con el Homo erectus.

Esto, para algunos científicos, crea la duda de la filiación entre


ambas especies. Otros, en cambio, siguen manteniendo que el
erectus descendía del habilis, sin que la convivencia entre ambos
lo descarte. Lo que si se suele señalar es que existió una lucha,
incruenta, por los recursos. El triunfador fue el Homo erectus, que
acabó sustituyendo al habilis.

Características físicas y biológicas


La principal característica comparativa del Homo habilis es que se
trata de la especie de su género menos similar al ser humano
moderno. Junto a esto, destaca el aumento de tamaño del cráneo
frente al Australopithecus, así como la disminución de muchos de
sus dientes.

Los pies, por su parte, sí son muy parecidos a los del Homo
Sapiens. Por supuesto, también es importante su condición de
bípedo y el andar casi totalmente erguido.

Cráneo
La forma del cráneo del Homo habilis era más redondeada que la
de sus antecesores. En cuanto a los huesos, existen ciertas
particularidades que debieron otorgarle un aspecto muy diferente
al del hombre moderno.

De esta forma, tenía un hueco occipital situado más al centro. La


mandíbula, por su parte, poseía unos incisivos en forma de
espada, bastante más grandes que los que tenían especies
anteriores. Los expertos afirman que la función de estos dientes
era cortar y desgarrar, especialmente la carne.

Los incisivos superiores no contaban con diastema, el típico


espacio interdental. En cuanto a los molares, también tenían un
tamaño grande y estaban recubiertos por un esmalte grueso y
resistente.

La cara, por su parte, estaba muy marcada por un menor


prognatismo que los australopithecus, provocando un
achatamiento de las facciones.

Cuerpo
Desde la óptica actual, el Homo habilis no era particularmente
grande. Los hombres de la especie llegaban, más o menos, al 1,40
metros de altura y pesaban alrededor de 52 kilos. Las mujeres
eran bastante más pequeñas, con unos 100 centímetros de altura
y un peso de 34 kilos de media. Esto indica que el dimorfismo
sexual estaba muy marcado.

Las extremidades superiores eran más largos en proporción que


los del ser humano actual, más parecido a los de algunos simios.
Los investigadores afirman que el cuerpo estaba cubierto
totalmente de pelo, por lo que se supone que no se cubrían con
nada frente al frío.

Como todos los bípedos, tenía la pelvis adaptada para mantenerse


sobre las dos piernas. Este hueso era pequeños, provocando una
mayor dificultad a la hora del parto. Esta circunstancia provocaba
que los neonatos nacieran antes, con muchos partos prematuros.

La consecuencia de esa fragilidad de los recién nacidos hizo que la


especie, especialmente las hembras, tuvieran que prestar un
mayor cuidado para que sobrevivieran. Finalmente, esto dio lugar
a que crecieran los lazos sociales, ya que era necesaria la
colaboración el grupo para que los pequeños salieran adelante.

Manos
Al encontrar muchos utensilios junto a los fósiles de Homo habilis,
los expertos procedieron a estudiar las manos y los dedos para
comprobar si tenían la habilidad suficiente para haberlos
construidos. El resultado fue positivo, ya que descubrieron que
tenían la capacidad de prensión de agarre para hacer las
manipulaciones necesarias.

Además, los dedos tenían una curvatura algo pronunciada. Esa


forma indica que el Homo habilis podían trepar y moverse por los
árboles sin problemas.

Aparato digestivo
Aparte del aspecto oseo, el Homo habilis se diferenció de sus
antecesores por su aparato digestivo. De esta forma, su tubo
digestivo se redujo, al igual que el aparato masticador.
El motivo fue el aumento del consumo de nutrientes de más
calidad, especialmente proteínas animales y algunas grasas. A la
larga, aparte de los cambios mencionados, esto provocó un
aumento en la inteligencia de la especie.

Alimentación
La dieta del Homo habilis también es motivo de ciertas
discrepancias entre los especialistas. Todos están de acuerdo en
que, principalmente, su alimentación estaba basada en los restos
animales que encontraba, además de insectos y los vegetales que
recogía. Sin embargo, algunos opinan que se convirtió en cazador.

La manera de averiguar qué tipo de alimentos consumía es


analizando los dientes. Los del Homo habilis eran más pequeños
que los del Australopithecus, pero aún eran lo suficientemente
gruesos para masticar elementos duros. A esto ayudaba la
musculatura de su mandíbula.

Por otra parte, al analizar con microscopio las muescas provocadas


por el desgaste de los dientes, los expertos han concluido que su
alimentación era muy flexible. De esta manera, iba desde raíces,
hojas, plantas, semillas o algunos frutos. Y, por supuesto, la carne.

Las pruebas realizadas a los restos han demostrado que eran


capaces de aprovechar el tuétano de los huesos. Para alcanzarlo
utilizaban algunas herramientas, al igual que para triturar los
vegetales más duros.

¿Cazador o carroñero?
Como se señalaba anteriormente, esta es la gran discusión entre
los especialistas que han estudiado las costumbres del Homo
habilis. Todos coinciden en la importancia de la carne en su dieta,
que tuvo relación con el aumento de la capacidad craneal. En lo
que están divididos es en la manera de conseguir esa carne.
En general, siempre se ha considerado a esta especie como
carroñera en el sentido de aprovechar los restos de animales
muertos que encontraba. Sin embargo, algunos descubrimientos
han llevado a un sector de los expertos a defender que podían
cazar.

La principal prueba presentada por estos son los huesos de


grandes animales encontrados en algunas cuevas. Se trata de
restos de mamuts o búfalos gigantes que, en teoría, habrían sido
capturados por el Homo habilis.

Capacidad craneal
Durante el tiempo en el que vivió el Homo habilis su cerebro creció
desde los 550 centímetros cúbicos hasta los 680. Esto supone un
50% más de la capacidad craneal que tenía el Australopithecus, un
avance evolutivo notable.

Comparado con el ser humano actual, la capacidad del Homo


habilis era bastante reducida. Hay que tener en cuenta que el
Homo sapiens llega a los 1450 centímetros cúbicos, más del doble
que la de su antepasado.

Evolución
Algo que destaca en este asunto es el mencionado aumento de
capacidad craneal que tuvo la especie. La conclusión más
generalizada es que la dieta basada en carne tuvo mucho que ver
con el incremento de inteligencia.

La ingestión de proteínas animales pudo dar lugar al desarrollo


del cerebro, tanto en tamaño como en capacidad. Esto,
posteriormente, se vio muy incrementado en el Homo erectus que,
además, contó con la ventaja de manejar el fuego.

Herramientas utilizadas
Dado que el nombre de la especie proviene de su habilidad para
manejar instrumentos con habilidad, queda claro que el Homo
habilis fue capaz de fabricar algunos utensilios útiles para su vida
cotidiana.

Los restos encontrados en los yacimientos habían sido elaborados


con piedras. Según los expertos, los utilizaban para cortar, triturar
o cazar animales.

Puntas de piedra
El Homo habilis usaba adoquines de piedra volcánica para fabricar
puntas fuertes y resistentes. Como se señalaba anteriormente, la
estructura muscular de sus manos les permitió adquirir la habilidad
suficiente para crearlas con sus manos.

El método, rudimentario, era sujetar una de las piezas con una


mano, golpeándola con una segunda piedra más fuerte que la
primera. Así, poco a poco, conseguía dar forma a la herramienta,
creando unas puntas afiladas.

El homínido usaba dichas puntas para muchas cosas, como romper


los huesos y extraer el nutritivo tuétano. Además, también podían
atarlas en palos o huesos, formando una especie de lanzas
pequeñas a las que daban diferentes usos, incluido la defensa.

Cuchillos
Aparte de las mencionadas puntas, han aparecido en los
yacimientos unas primitivas herramientas hechas con hueso.
Parece que su propósito era doble: cortar y machacar. Los más
antiguos datan de hace 2,5 millones de años y los científicos los
asocian al manejo de carne proveniente de animales grandes.

Forma de vida
La estructura social de este homínido era muy jerarquizada. En la
cúspide se encontraba un macho dominante, con los otros machos
y las hembras por debajo de él en importancia. Las investigaciones
apuntan a que el trabajo se había especializado, con tareas
diferenciadas para cada individuo.

El hábitat del Homo habilis era la sabana africana. A pesar de ser


una zona con árboles, el número de los mismos era reducido. Este
hecho puede explicar porqué empezaron a resguardarse en
cuevas. Al no perder la capacidad de trepar, como demuestra la
forma de los dedos, el homínido podía usarlos para huir de los
depredadores.

A diferencia del Homo erectus, que se desplazó hasta abandonar el


continente, el habilis parece haber sido más sedentario, formando
grupos organizados y, más o menos, estables.

Socialización
La socialización del Homo habilis era más compleja que la de las
especies que lo antecedieron, con una existencia más comunitaria.

Una de las razones para ello fue la necesidad de cuidar a los recién
nacidos, ya que la forma de la pelvis femenina provocaba que
tuvieran un canal de parto estrecho; de ahí que exista una
prematuración de los neonatos, es decir, se adelantan los
nacimientos y tenían crías prematuras.

Esto llevó a que, según algunas fuentes, este homínido fuera el


creador de lo que hoy se denomina “hogar”. Los cuidados
especiales que necesitaban las crías, que además no podían
agarrarse a las madres como hacen los primates, provocó un
reparto de roles: las hembras se quedaban cuidándolos, mientras
que los machos salían a buscar alimentos.

Lenguaje y fuego
A pesar de que no hay ninguna evidencia de que el Homo habilis
pudiera hablar, sí presenta en su físico un elemento que significó
una evolución en ese sentido.
Así, los cráneos encontrados muestran una circunvalación de Broca
muy desarrollada. Esto significa que, aunque no dominaran un
lenguaje estructurado, si podían comunicarse con sonidos.

En cuanto al fuego, se cree que el Homo habilis lo conocía, pero


que era incapaz de encenderlo ni de dominarlo. Hasta el momento
no han aparecido pruebas de que lo utilizaran, aunque fuera
aprovechando el provocado por algún rayo u otro evento natural.

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