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Juan García-Haro (1), Henar García-Pascual (2), Marta González González (3),
Sara Barrio-Martínez (4) y Rocío García-Pascual (5).
(1) FEA Psicología Clínica. Centro de Salud Mental de Adultos. Pola de Siero. Asturias.
Servicio de Salud del Principado de Asturias. Asturias. España.
(2) Enfermera Especialista en Salud Mental. Servicio de Salud del Principado de Asturias.
(3) Psicóloga Interna Residente. Servicio de Salud del Principado de Asturias.
(4) Psicóloga General Sanitaria.
(5) Psicóloga. Profesora Asociada Área Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de León.
Abstract: The objective of this article is to present a conceptual alternative to the diag-
nostic-centric approach to suicide and present a non-dualistic proposal of analysis the
data that says that 90% of suicides are due to a mental disorder. It is concluded that
a diagnostic-centric approach is limited regarding the explanation-understanding and
help-prevention of suicide. A radical change in the way of thinking about suicide is su-
ggested. Move from a logic that prioritizes the idea of disease, diagnosis and clinical
symptomatology, to an approach that places the person and his circumstance, with his
subjectivity, suffering, problems and dramas, at the core of understanding of the suicidal
phenomenon.
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Juan García-Haro, Henar García-Pascual, Marta González González, Sara Barrio-Martínez y Rocío García-Pascual
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Para pensar el suicidio más allá de la enfermedad y los diagnósticos: un enfoque contextual-fenomenológico
importante es comprender el suicidio dentro de diferente del sufrimiento clínico. Este sufrimien-
la psicosis, dentro de la depresión, etc. Así, es to tendría su piedra de toque en las experiencias
común en la literatura biomédica del suicido ha- y significados de pérdida, vacío y desesperanza
cer recuentos de porcentajes de muertes asocia- (Paris, 2007). Es por ello que, no resulta una ca-
dos a cada categoría diagnóstica, para estimar el sualidad que sea precisamente la “depresión por
riesgo asociado a cada trastorno. Así, se dice que desesperanza” una de las condiciones clínicas (y
la depresión es el diagnóstico más relacionado existenciales) más relacionadas con el suicidio
con el suicidio y que, el riesgo de suicidio en la (Abramson, Metalsky y Alloy, 1989; Beck et al.,
depresión, es 20 veces superior al esperado en 1990; Dyer y Kreitman, 1984).
población general; en la esquizofrenia es 8-13
veces superior, etc. (Ayuso-Mateos et al., 2012; Como decía Shneidman (1993), “Todos nuestros
Chesney et al., 2014). Del mismo modo, los ma- esfuerzos pasados para relacionar el suicidio con
nuales (Bobes García, et al., 2004) y congresos variables no psicológicas simplistas, como sexo,
de suicidiología se estructuran en torno a los edad, raza, nivel socioeconómico, elementos del
diagnósticos. Con ello, se estaría buscando en historial del caso, categorías psiquiátricas, es-
el diagnóstico psiquiátrico una esencia explica- taban condenados a fallar precisamente porque
tiva del suicidio o de la conducta suicida, como ignoraban la única variable que se relaciona cen-
si ahí “dentro” estuviera la causa “etiológica” tralmente con el suicidio, a saber, el dolor psico-
del fenómeno o la comprensión del mismo. Sin lógico intolerable”.
embargo, esta esencia intra-diagnóstica no exis-
En realidad, puede que el diagnóstico psiquiátri-
te. La esencia del suicidio (si la hay) puede estar
co y la sintomatología clínica no sean más que
más en lo que comparte con otros diagnósticos
un correlato clínico de contextos biográficos aso-
(comunalidad), que en lo que hay de diferente
ciados al estrés y al sufrimiento. Siendo así, en
dentro de cada uno de ellos (distintividad). No
lugar de decir que los trastornos mentales están
en vano, el suicidio y las conductas suicidas apa-
en la base de la conducta suicida, habría que
recen en muchos diagnósticos psiquiátricos de
concluir que los trastornos mentales dibujan la
muy diferente topografía (prácticamente puede
dovela de múltiples nervios de sufrimiento vital-
aparecer en todos), e incluso aparece asociado
psicológico. Como dijo una paciente: “el sufri-
a discapacidades físicas y a enfermedades mé-
miento vital es la causa de la depresión”.
dicas. Sería como buscar en cada pueblo de la
costa asturiana la explicación de su clima lluvio- En contra de lo que se dice, mientras no se asu-
so y vientos galerna, en lugar de hacerlo mirando ma que la gente no se suicida porque está de-
las características climáticas del mar Cantábrico. primida, tenga alcoholismo, o un trastorno límite
Se estaría buscando en lo particular de cada de personalidad, sino porque vive atrapada en
trastorno, la explicación de un problema que la cárcel de contextos vitales problemáticos de
no estaría-ahí, sino en lo común o transversal sufrimiento-límite, ellos mismos causantes de
(transdiagnóstico) a todos ellos. Es decir, habría, sintomatología clínica (desmoralización, consu-
a nuestro juicio, una tercera variable o hilo invisi- mo de alcohol, vivencias de vacío e impulsividad,
ble en la relación trastorno-suicidio que pasaría etc., incluyendo las conductas suicidas), puede
desapercibida, y que convendría explicitar. Esta estar lejos la prevención. En palabras de Shneid-
tercera variable se refiere al sufrimiento o dolor man: “La depresión nunca causa el suicidio, sino
psicológico (Sheidemam); eso sí, no se trataría que merece tratamiento por sí misma, y afirmar
de cualquier sufrimiento psicológico (condición que el suicidio es causado por presentar depre-
necesaria pero no suficiente), sino aquél que sión es un error lógico, una confusión concep-
tendría unas características distintivas; aquel tual” (Shneidman 1993).
que es vivido de forma “intolerable, inescapa-
ble e interminable” (Chiles, Strosahl y Roberts, Las políticas sanitarias de prevención deberían
2019), y donde la persona siente que no tiene la tener en cuenta este enfoque contextual-feno-
capacidad para regular este dolor experimenta- menológico si realmente se quiere hacer una pre-
do (Verrocchio et al., 2016). Se trataría pues de vención integral del suicidio. De acuerdo con esta
un sufrimiento, cualitativa y existencialmente, perspectiva, se trataría de abordar y solucionar
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Juan García-Haro, Henar García-Pascual, Marta González González, Sara Barrio-Martínez y Rocío García-Pascual
los contextos vitales problemáticos, agujeros por gundos estuvieran inoculados frente a la psico-
donde se infiltra el sufrimiento psicológico, y no patología por el hecho de enfrentar problemas
sólo achicar los síntomas que inundan el barco de de la vida (y no sufrieran por ello cierta limita-
la vida. ción en su capacidad de libertad). Se trata de una
falsa dicotomía: patología-normalidad. Todas las
Desvelando una posición dualista del suicidio experiencias y conductas usualmente llamadas
“síntomas” las tienen, y tenemos, las personas
Con todo, quizás, lo más importante de la cita sin diagnóstico formal, porque en realidad no
del 90%, sea lo no dicho. Se refiere a que desde son “déficits” o “trastornos” sino, como dice el
el mismo enfoque biomédico se admitiría que, Marco de Poder, Amenaza y Significado (Johns-
hasta un 10% de las personas que se suicidan, tone y Boyle, 2018), respuestas-estrategias de
estarían libres de determinación psiquiátrica. supervivencia-afrontamiento, con un sentido bá-
De este 10%, que según algunos estudios sería sicamente adaptativo-protector que se activan
mucho más (Hjelmeland, et al., 2012; Hjelmeland ante contextos problemáticos (de invalidación,
y Knizek, 2016, 2017) ni se habla ni se teoriza. rechazo, conflicto, trauma, confusión, etc.). No
¿Por qué? Porque hacerlo llevaría a formular en vano, hay estudios de autopsia psicológica
una compleja red de argumentos en ataurique, que revelan que las persona que se suicidan sin
que colisionarían frontalmente con la casuística trastorno mental aparente también tienen sín-
del 90%. Por eso, cuando se trata el asunto, el tomas clínicos y características de personalidad
modelo biomédico sale por la tangente: se dice similares a las de los sujetos diagnosticados con
que ese 10% (de los adolescentes que se suici- trastorno mental que han realizado actos suici-
dan, de los homicidas-suicidas “machistas”, de das (Hawton y Heeringen, 2009). Nada extraño
los suicidas ante desahucios, de los suicidas que hay en ello; pues siempre hay una continuidad
enfrentan una enfermedad terminal inminente, dinámica entre sufrimiento psicológico normal
etc.) no corresponde a suicidios patológicos. y clínica mental. Es por ello que proponemos
En efecto, la mayoría de defensores del mode- hablar de “psico(pato)logía” de los suicidios. Y
lo biomédico, explican las tentativas y suicidios es que el riesgo de suicidio asociado a los tras-
consumados de los adolescentes como una di- tornos adaptativos (los que padecemos todos
ficultad para solucionar estresores vitales. “En en algún momento) es 14 veces superior al de la
estos casos no detectamos patología mental. población general (Harris y Barraclough, 1997).
Es simplemente que tienen dificultad para solu- Es decir, que el riesgo de suicidio asociado a la
cionar los problemas y reaccionan de una forma vida humana misma es ya de 14. El suicido sería
inadecuada. La solución que se aplica es un en- entonces, antes que un problema clínico, un fe-
trenamiento psicoterapéutico con un psicólogo y nómeno inherente a la condición humana, esto
la familia para que aprendan que se puede ac- es, a su vulnerabilidad existencial y empírica da-
tuar de otra manera ante la frustración” (Palao das unas circunstancias determinadas.
Vidal, 2018). Con este modo de pensar, se llega
a una posición dualista respecto del suicidio: En esta línea de ampliar el cedazo del modelo
libertad-determinismo, problema-enfermedad, biomédico y diagnosticocéntrico de salud men-
decisión-síntoma, biografía-biología, sociogé- tal, centrado en la presencia o no de “enferme-
nesis-biogénesis, político-patológico (DSM-5), dad mental” como condición para la asistencia
desarrollo-proceso (en sentido de Jaspers), etc. de la ayuda sanitaria, se sitúa: 1) la Guía breve
Se acabaría concluyendo que unos (el 90%) se de diagnóstico psiquiátrico, elaborada por la Or-
suicidan porque tienen una “enfermedad men- ganización Mental Health Europe (2019) y espe-
tal” (por tanto, sin ninguna “libertad”), y otros cialmente 2) la propuesta Marco de Poder, Ame-
(el 10%), porque tienen problemas que no saben naza y Significado, elaborada por la División de
afrontar o que sobrepasan sus recursos, pero Psicología Clínica de la Sociedad de Psicología
son responsables, en definitiva. Como si los pri- Británica (Johnstone y Boyle, 2018). Esta última
meros no tuvieran problemas vitales atascados propuesta, aboga por el abandono definitivo del
por el hecho de estar “enfermos” (y manejaran modelo de “enfermedad-diagnóstico-medicali-
cierta capacidad de responsabilidad), y los se- zación” en los sistemas de atención a la salud
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Para pensar el suicidio más allá de la enfermedad y los diagnósticos: un enfoque contextual-fenomenológico
mental. Propone una reorientación sustancial bricada entre ambos polos. “Pseudosuicidio”
y existencial del sufrimiento psicológico en su (suicidios sin implicación intencional, véase el
contexto vital, y donde las experiencias y con- acto suicida en plena crisis psicótica) y “suicidio
ductas que usualmente llamamos “síntomas”, racional” (suicidios comprensibles psicobiográ-
se pueden entender mejor (con más evidencia y ficamente, véase la persona con diagnóstico de
justicia social), como respuestas-estrategias de cáncer terminal) serían los extremos imagina-
supervivencia-afrontamiento con un sentido-fun- rios de un campo dinámico siempre en tensión.
ción básicamente adaptativo-protector, frente a Ni hay decisiones libres puras, ni deja de exis-
contextos problemáticos (sociales, relacionales, tir siempre un coeficiente, siquiera mínimo, de
existenciales, biológicos), amenazantes o inva- acción-decisión. Los suicidas del subgrupo del
lidantes, en lugar de verlos como “síndromes- 10%, se situarían, de acuerdo a las coordenadas
trastornos-enfermedades mentales” a “tratar” o anteriores, más cerca del polo de la libertad de-
“curar”. cisional que del polo del trastorno mental, eso sí,
sin exclusión de elementos de adversidad y sufri-
Para superar el dualismo miento (incluyendo el azar), pues estos siempre
están presentes en más/menos. Y lo contrario:
Frente a este modelo dualista, y tautológico (son los suicidas del 90%, se situarían más cerca del
suicidios patológicos los que están causados por polo del estado mental disfuncional (que no “en-
enfermedades mentales y son suicidios raciona- fermedad mental”), sin exclusión de elementos
les los que no), se precisaría un enfoque alter- de acción y libertad, pues, como se dijo antes,
nativo que sirva para la comprensión y ayuda siempre hay, incluso en las situaciones más lí-
(cuando sea el caso) del 100% de las personas mites, grados de decisión-acción. Invirtiendo el
que presentan crisis suicidas. dicho existencialista: En el peor de los casos, y
cuando la existencia pareciera reducida a una
El comportamiento humano es siempre multi- única y trágica salida, siempre se puede elegir
determinado. No se puede hablar sin ingenuidad seguir adelante con la vida. Esta idea, de coefi-
en Psicología Clínica ni en Psiquiatría de unicau- ciente de acción-decisión, invalidaría cualquier
salidad ni de linealidad, sino de complejidad determinismo o causalidad biológica o psicoló-
(Morin, 1994, 2005). En un acto de conducta gica. Las dimensiones de la libertad y la fatalidad
singular, idiosincrásico, personal (véase aquí la son como las fibras invisibles que, entrelazadas,
conducta suicida), convergen múltiples y labe- enhebran la cuerda de la vida humana.
rínticos factores, tanto optativos como condicio-
nados. Entre los factores optativos destacarían Frente al enfoque esbozado, habría líderes de
las razones para actuar (individuales y sociales). opinión del modelo biomédico, que afirmarían
Entre los condicionados estarían los coeficientes que las “enfermedades mentales son enferme-
de adversidad y de contingencia, incluyendo los dades de la libertad” (Suárez, 2010). Bajo esta
contextos sociales (pobreza), familiares (abuso), afirmación, funcionaría una reducción de la con-
relacionales (falta de apoyo) y biológicos (enfer- ducta suicida a pura irracionalidad o pura fisio-
medad física), que inciden en la subjetividad y el patología. Sin embargo, para aliviar a los super-
comportamiento. vivientes de la vivencia de culpa postsuicidio,
se defenderá la idea del coeficiente de libertad
En clínica, como en el resto de la vida humana, antes referido. Se conjugaría así (y acaso sin con-
las cosas no son nunca todo o nada. Siempre hay ciencia de ello) dos ideas incompatibles sobre el
una franja gris o campo procesual. Se precisa un suicidio (elección o enfermedad) sin problemati-
enfoque de la complejidad, dimensional, dinámi- zar la cuestión de fondo.
co y multifactorial. Las crisis, ideas y conductas
suicidas ni son pura enfermedad, sintomato- Sea como fuere, no queda claro qué se entien-
logía, irracionalidad o locura; ni tampoco pura de desde el modelo biomédico por “libertad”,
decisión, libertad indeterminada o racionalidad y lo más importante: cuáles son los criterios
(epitomizado este extremo por el suicidio de los para reconocerla. Invocar la idea de que los
estoicos o de los románticos), sino que hunde trastornos mentales (sin más matices) anulan
su lógica y sentido existencial en la tensión im- la “libertad”, tiene sus riesgos. Es importante
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Juan García-Haro, Henar García-Pascual, Marta González González, Sara Barrio-Martínez y Rocío García-Pascual
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Para pensar el suicidio más allá de la enfermedad y los diagnósticos: un enfoque contextual-fenomenológico
y ayuda-prevención del suicidio. 1. Deja fuera del frimiento, problemas y dramas, en el centro de
análisis y de la ayuda a una cantidad de perso- comprensión del fenómeno suicida. Desde el
nas en riesgo considerable, bajo el comentario punto de vista de la ayuda y prevención, se pre-
lapidario de que no son suicidios patológicos. 2. cisaría orientar la ayuda profesional no sólo ha-
Cae en un dualismo según el cual el suicidio pa- cia el control de “síntomas clínicos”, sino hacia
tológico quedaría reducido a un mero epi-fenó- el abordaje de los contextos vitales problemá-
meno de una enfermedad-como-cualquier-otra ticos y dramáticos que ahogan la existencia de
que en última instancia anularía la capacidad de la persona, lo cual remite no sólo a cuestiones
ser-sujeto. 3. Abona el terreno a prácticas de vi- individuales sino también sociales, culturales y
gilancia de la intimidad. existenciales. Se precisaría un enfoque contex-
tual-fenomenológico que permita “volver a las
Se sugiere entonces un cambio radical en el cosas mismas”, que en nuestro campo son las
modo de pensar el suicidio. Pasar de una lógica personas-ahí-en-el-mundo-haciendo-su-vida.
que prioriza la idea de enfermedad, diagnóstico
y sintomatología clínica, a un enfoque que si-
túe a la persona y su circunstancia, con su su-
Contacto
Juan García-Haro ✉ juanmanuel.garciah@sespa.es ✆ 687 215 167
C/ Alonso Ojeda, 9, 6º B • 33208 Gijón • Asturias, España
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