Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. El hecho de la evolución
“En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener
lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos”
(Vicente de Lerins, Commonitorio, 2).
En realidad, hasta fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX,
el desarrollo de los dogmas no se convierte en problema teológico consciente, sino que
adquirió más relevancia como consecuencia del desarrollo de los estudios históricos.
Concilio Vaticano I: Constitución dogmática Dei Filius (1870): capítulo 4 (sobre la fe y la razón)
“Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado,
no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos,
sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino,
para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada.
De ahí que también hay que mantener perpetuamente
aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia
y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia [can. 3].
“Crezca, pues, y mucho e intensamente, la inteligencia, ciencia y sabiduría de todos y de cada uno,
ora de cada hombre particular, ora de toda la Iglesia universal, de las edades y de los siglos;
pero solamente en su propio género,
es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia”.” (DzH 3020)
2. La razón de la evolución
Rahner y Lehmann se refieren a los elementos básicos de la dinámica de la evolución de los dogmas
Rondet apunta también a la liturgia entre los factores del desarrollo dogmático,
debido a que la vida litúrgica de la Iglesia implica toda una doctrina:
“Nacida del dogma, lo manifiesta a su modo
y en algunos casos puede contribuir a su desarrollo”.