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VALORES Y VIRTUDES
LEY DE YERKES
VALORES Y VIRTUDES...................................................................................................................................4
Paciencia...................................................................................................................................................10
Gratitud.....................................................................................................................................................10
Amabilidad................................................................................................................................................10
Esfuerzo....................................................................................................................................................11
Bondad......................................................................................................................................................11
Perdón.......................................................................................................................................................11
Esperanza..................................................................................................................................................11
Resiliencia.................................................................................................................................................12
Serenidad..................................................................................................................................................12
LEY DE YERKES.............................................................................................................................................14
Modelo de la U invertida..........................................................................................................................16
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA....................................................................................................................21
INTRODUCCIÓN
La virtud es la disposición habitual y firme de ser, hacer y tener el bien. Se adquiere por
medio de la repetición de actos buenos – actos virtuosos – que no solo generan bienestar,
sino el impulso de dar siempre lo mejor de uno mismo en todo lugar y a todo momento.
La virtud es el hábito operativo – actuar – para ser una persona íntegra. Nos referimos a un
desarrollo personal integral encausado al crecimiento armonioso de toda la persona, por eso
al crecer en una virtud crecen las demás porque el ejercicio de una virtud implica la práctica
de otras.
Por ejemplo: La laboriosidad exige ser ordenado, responsable, etc. La Paciencia implica la
tolerancia, la aceptación, la flexibilidad, etc y la Honestidad implica sinceridad, veracidad,
fidelidad, etc.
Los valores son bienes que la inteligencia del hombre conocer, acepta y desarrolla como
algo bueno para sí mismo. No como las virtudes que son acciones que están orientadas
directamente hacia un bien general.
Las virtudes nos llevan al desarrollo personal integral pues disponen de todas nuestras
potencias, todas nuestras cualidades para estar en armonía y orientan a nuestra persona no
solo a nuestros actos hacia el bien.
VALORES Y VIRTUDES
¿Es lo mismo un valor que una virtud? En este artículo podrás encontrar la respuesta
de Carlos Llano Cifuentes, fundador del IPADE y la Universidad Panamericana.
Las virtudes y los valores están presentes desde los inicios de la humanidad, siempre han
existido y siempre existirán. Valores como la bondad, la responsabilidad, la fidelidad, la
sinceridad, la honradez, o virtudes como la prudencia, la justicia, la esperanza … siempre
serán objetivos a los que el ser humano tenderá, algo que buscará para ser feliz y hacer
felices a los demás.
La virtud permite al hombre hacer una obra moral perfecta y le hace perfecto a él mismo.
El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios. (S. Gregorio de
Nisa, beat. 1), (Cat. 1803)
Para orientar a una familia cristiana en las virtudes y valores en los que educar a sus hijos,
iremos paso a paso y comenzaremos por describir las virtudes cardinales (prudencia,
justicia, fortaleza y templanza) y las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), para
pasar después a los valores o virtudes humanas, como la sinceridad, la responsabilidad, la
laboriosidad, el respeto, etc.
Para ejercitar las virtudes, Carlos Llano recomendaba esfuerzo. En una entrevista para el
salón del empresario, decía que “sin esfuerzo no se alcanza nada”. Podemos ser muy
inteligentes o tener múltiples habilidades prácticas pero si no nos esforzamos por ser
mejores personas y forjar nuestro carácter (en esto consiste la ética de acuerdo con su
significado clásico) nuestras metas se convertirán en simples sueños.
“Estas virtudes son fundamentales porqué orientan de un modo fundamental a las cuatro
facultades fundamentales del hombre: entendimiento, voluntad, apetito de bienes arduos y
apetito de bienes placenteros”. (Llano Cifuentes Carlos, Dilemas éticos de la empresa
contemporánea, Fondo de cultura económica,1997 p.146)
“Las virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. Podemos tenerlas desde
que nacimos o podemos adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar con
Dios, pues implican que hemos decidido, libre y voluntariamente, hacer el bien, es decir,
cumplir con el plan de Dios. El objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser semejantes a
Cristo, no es un perfeccionismo, donde la persona elimina defectos porque considera que
no debe de tener tal o cual falla, esto sería un vanidoso mejoramiento de sí mismo.
Tampoco es un narcisismo de verse bien, que todos piensen que es lo máximo. La virtud no
es una higiene moral por la cual limpio mi persona”.
“Los valores, por su parte, están orientados al crecimiento personal por un convencimiento
intelectual: sabemos que si estamos limpios, seremos mejor aceptados por los demás;
sabemos que si mantenemos ordenadas nuestras cosas, podremos encontrarlas cuando las
busquemos.
Los valores son bienes que la inteligencia del hombre conoce, acepta y vive como algo
bueno para él como persona”. El valor es todo aquello que se “valora” como bueno, como
deseable, como necesario para la vida. Para alguien puede ser un valor tener un hermoso
automóvil mientras que para otro no lo es en modo alguno.
En este sentido podemos decir que los valores son más ambiguos puesto que no todos
consideran como valor lo que es para otros; las virtudes son de carácter universal y lo que
es una virtud en uno lo es también en otro.
Establecidas las diferencias es importante reconocer que en la vida de fe siempre hay
propuestas hechas por Jesús que, cuando son puestas en paralelo con lo que el mundo nos
presenta, tiende a tener una propuesta que se le asemeja pero no necesariamente se le
equipara. Veamos algunos ejemplos:
La Sagrada Escritura enseña la necesidad del ayuno como remedio eficaz contra la
concupiscencia y como mecanismo de dominio sobre sí mismo; el mundo nos propone la
dieta pero como método eficaz para mantener el control del peso corporal y de una
adecuada salud humana. Primera conclusión: no es lo mismo ayunar que hacer dieta y
menos aún que padecer hambre. Aunque se asemejen en la forma no son iguales en el
fondo.
Jesús invita a la castidad como modo de entender la sexualidad y el cuerpo humano como
instrumentos de santificación y de oblación a Dios y al cónyuge mientras que muchos han
optado por la abstinencia sexual como modo de libertad interior para alcanzar otros fines
que consideran más nobles. No es por tanto lo mismo ser casto que ser abstinente y menos
aún ser asexuado.
Mientras que la dieta y la abstinencia pueden llegar a tener alguna valoración para algunos,
el ayuno y la castidad son en sí mismas virtudes de carácter espiritual para todos. Es
importante saber además que los valores no necesitan de la Gracia de Dios, pues por el
hecho de poseer una ponderación intelectual se viven desde la racionalidad, mientras que
las virtudes, por buscar colaborar en el plan de Dios y la semejanza con Cristo, sí requieren
de la ayuda del Señor, de un auxilio especial de su magnificencia puesto que el hombre por
sus propias fuerzas no las puede alcanzar.
Se puede ser abstinente sin ser casto y hacer dieta sin ayunar. El sentido mismo de cada una
de estas prácticas difieren mucho por la finalidad de su objeto, de lo que pretenden en sí
mismas. Los cristianos no estamos llamados simplemente a cultivar valores (necesarios en
todo ser humano) sino a llenar nuestras vidas de virtudes tanto cardinales como teologales
(aquellas que son cultivadas por el ejercicio disciplinado y perseverante del hombre y las
que son dadas directamente por Dios a quien le ama).
Si nos extendemos un poco más podemos encontrar muchos otros valores que tienen una
semejanza con las virtudes y por ello tienden a ser confundidos por quienes no lo saben.
Hay quienes piensan que es lo mismo el fanatismo que la fe, enamoramiento que amor,
ilusión que esperanza, osadía que valentía, timidez que prudencia, etc.
Todos los seres humanos poseemos valores, todos consideramos que hay valor en algo, que
incluso hay cosas por las que vale la pena morir; pero para alcanzar la perfección no bastan
los valores sino las virtudes.
Dícese de la persona virtuosa aquella “que practica la virtud y obra según ella”. Las
personas con virtudes son personas de valores. La palabra virtud está vinculada a la
bondad y con la disposición a hacer el bien. Si desligamos el concepto del aspecto
religioso, virtud está relacionado con el término de fuerza y de valor, con la capacidad para
hacer algo. La virtud puede ser un aspecto intelectual, más relacionado con la inteligencia y
las habilidades, o moral, más relacionado con el bien y el mal.
Virtudes hay cientos de ellas. Pero, ¿cuáles son aquellas que nos facilitan una vida plena?
Entendiendo por vida plena esa vida que uno elige, disfruta y con la que tiene la sensación
de que está teniendo una vida que merece la pena vivirse.
Paciencia
La paciencia es la capacidad de saber esperar de forma correcta, sin perder los
papeles. La paciencia puede entrenarse desde pequeños. Responde a un estilo de vida
diferente al que estamos acostumbrados con este mundo acelerado e impulsivo. Ahora todo
es inmediato: la tecnología nos manda correos, mensajes e información desde las antípodas
en cerocoma, y nos vemos obligados a contestar de forma inmediata. Cuando alguien no
consigue lo que desea de forma inmediata, se siente frustrado y “atrapado” en el tiempo. De
hecho la valoración que suele hacer es de estar perdiéndolo. La falta de paciencia impide
vivir de forma plena porque genera en la persona un estado de inquietud, desasosiego y
frustración al no poder complacer de forma inmediata sus placeres. Aprende a esperar,
proponte incluso el ejercicio intencionado de hacerte esperar para coger una galleta, para
contestar un mensaje o para contar algo emocionante a alguien.
Gratitud
La gratitud nos ayuda a valorar todo lo que nos rodea. Con frecuencia nos pasan
desapercibidos detalles y experiencias de la vida. No reparamos en ellos y no les damos
valor. Damos por sentado lo que tenemos y la gente que nos rodea: amor, comida, tener un
coche, tener agua caliente, pasear sin peligro, el colorido del entorno, un abrazo, descansar
viendo una serie, una ducha relajante. Estos momentos se han convertido en normales. Para
practicar el agradecimiento, trata cada día de dar las gracias a detalles antes de acostarte.
Reflexiona o escribe aquello que te reconforta, por pequeño que sea.
Amabilidad
La amabilidad nos abre puertas, permite relacionarnos de forma positiva con los
demás. Los otros se sienten bien y queridos cuando te comportas de forma amable. Ser
amable es fácil, solo necesitas una sonrisa, un volumen de voz conversacional, ser
respetuoso y educado y facilitar las cosas a los demás. Anticiparte a las necesidades de los
demás también es una forma de ser amable.
Esfuerzo
Vivir una vida plena supone alcanzar objetivos que mejoran nuestra calidad de vida,
nuestro estado de salud, la profesión que ejercitamos o incluso las relaciones que
mantenemos. No basta con desear una vida mejor, tenemos que esforzarnos para
conseguirla. Un cambio implica organización, dejar hábitos para aprender otros, realizar
actividades de manera distinta, equivocarse, volver a empezar. El esfuerzo, la capacidad de
trabajo y el sacrificio forman parte del cambio.
Bondad
La persona bondadosa no anticipa que la gente le va a fallar, confía y cree en las
personas a pesar de sus malas experiencias. La persona bondadosa no mide, se entrega y es
generosa. No malinterpreta. Ser bondadoso es compartir lo que tienes, tus ideas, tu trabajo,
tu casa, tu comida, tus valores, tu tiempo. La buena gente está más expuesta a que otros
puedan fallarles, pero viven con más tranquilidad y serenidad que los que están esperando
encontrarse con la deslealtad o el fallo del otro.
Perdón
Perdonar es una de las claves de la paz interior. ¿No os parece que el pedrusco del
rencor es demasiado pesado para cargar con él? El rencor te lleva a sentir ganas de
venganza, a estar pendiente de quien te ha ofendido y a desearle que tenga una mala vida.
No perdonar es una forma de seguir atento a quien te hizo daño y de seguir dándole valor.
Pero cuando perdonas, dejas ir. El perdón no necesita restablecer la relación. Puedes
perdonar a alguien sin que ese alguien se entere que lo has hecho. Perdonar es más una
experiencia interna que te libera del dolor. Para perdonar puedes trabajar la empatía o la
aceptación. Sin más explicación. Y es que no todo tiene una explicación justa.
Esperanza
Si no es ahora, ¿cuándo? Hay gente que se desespera con la inmediatez. Cree que si
no tienen ahora lo que desean es mejor no tenerlo. Se enrabietan, se desesperan, pierden la
templanza y la capacidad de espera. Y con ello, pierden también oportunidades. La
esperanza nos mantiene positivos, fuertes y con ilusión. Creer que algo llegará te lleva a
involucrarte con ello, a esforzarte, porque sabes que al final, tienes premio. Y si no, te
queda el aprendizaje de saber esperar y comprometerte con algo. Tener esperanza no es ser
un iluso. Las personas con esperanza no la tienen en que un día les toque la lotería. La
tienen porque confían en las personas, en la ciencia, en los avances, en los cambios. Tener
esperanza no es perder el tiempo en asuntos imposibles. Es no cerrar la puerta mientras
sigues trabajando en tu camino.
Resiliencia
Una vida plena necesita empuje, fuerza, capacidad de reacción. ¿Qué pasaría si ante
los inconvenientes nos quedásemos en el camino, petrificados, anulados y sin recursos?
Llevaríamos una vida marchita, en la zona confortable, sin atrevernos a nada por miedo a
equivocarnos. La persona resilientes es atrevida, positiva, resolutiva, viva y con ganas de
vivir. Acepta que la vida no es justa y utiliza su energía para volver a crear o a inventarse.
Serenidad
Vivir con serenidad no es vivir aplatanado. Es decidir qué ritmo tiene la vida. Es
elegir qué batallas merecen la pena. Es libertad para dar rienda suelta a las emociones o
simplemente contemplarlas. La meditación, la relajación, el ejercicio o la atención plena a
los momentos cotidianos permiten disfrutar con los cinco sentidos y vivir con conciencia.
La serenidad apaga el cerebro multitarea para fomentar estar atento al presente.
Si una persona cuida a su tía enferma porque quiere su herencia, o la cuida porque esta le
cae bien, o simplemente por temor a represalias de la familia se vive el valor de servicio.
De igual manera, se vive el valor del orden si un niño ordena su habitación para no ser
castigado o poder ir a la fiesta. Sin embargo, cuando se es una virtud, en el primer caso la
persona siempre estará dispuesta a cuidar a cualquier enfermo, aun sin conocerlo y en el
segundo caso la habitación del niño siempre estará ordenada sin implicar un premio o
permiso. La virtud es habitual y permanente.
Un valor humano se convierte en virtud cuando esta deja de tener un logro u objetivo
simplemente se realiza por virtud o habito. La virtud del orden comienza con el valor de
orden y su repetición constante se transformara en virtud cuando simplemente se sea
ordenado, sin esfuerzo y sin intención.
El valor va dirigido hacia un acto bueno, la virtud es la permanencia del buen acto.
LEY DE YERKES
La ley de Yerkes-Dodson: la relación entre el rendimiento y la motivación
La ley Yerkes-Dodson sugiere que el rendimiento y la excitación están directamente
relacionados. Esta ley fue desarrollada por los psicólogos Robert M. Yerkes y John
Dillingham Dodson en 1908.
En su experimento, Yerkes y Dodson descubrieron que las ratas podían ser motivadas para
completar un laberinto con descargas eléctricas leves. Sin embargo, cuando los choques
fueron de mayor grado, su nivel de rendimiento disminuyó y simplemente corrieron con la
intención de escapar. El experimento dejó claro que los niveles de excitación ayudaron a
centrar la atención en la tarea en cuestión, pero solo hasta un punto óptimo.
Por ejemplo, se sabe que los niveles de rendimiento disminuyen a partir de un nivel más
bajo de activación. Esto significa que si estás realizando una tarea relativamente simple
puedes lidiar con un rango mucho mayor de niveles de activación.
Tareas simples, como hacer fotocopias o realizar las tareas domésticas, tienen menos
probabilidades de verse afectadas por niveles de activación muy bajos o muy altos. Sin
embargo, en la realización de tareas mucho más complejas, el rendimiento estaría mucho
más influenciado por los niveles de activación bajos y altos.
Si los niveles de excitación son demasiado bajos, es posible tener las sensación de que falta
energía para la realización del trabajo. Pero niveles de excitación que son demasiado altos
podrían ser igual de problemáticos, dando lugar a que sea difícil concentrarse el tiempo
suficiente para completar la tarea.
Modelo de la U invertida
El proceso descrito por Yerkes y Dodson a menudo se ilustra gráficamente como una curva
en forma de campana que aumenta y luego disminuye con niveles más altos de excitación.
Es por eso que ley de Yerkes-Dodson también se conoce como modelo de la U invertida.
Debido a las diferencias de tareas, la forma de la curva puede ser muy variable. Para
tareas simples o bien aprendidas, la relación es monótona y el rendimiento mejora a medida
que aumenta la excitación. Sin embargo, para tareas complejas, desconocidas o difíciles, la
relación entre la excitación y el rendimiento se invierte después de un punto, y el
rendimiento disminuye a medida que aumenta la excitación.
La mitad del gráfico muestra dónde se está trabajando con la máxima eficacia,
cuando se está lo suficientemente motivados para trabajar duro sin estar
sobrecargados.
En cuanto al rasgo de ansiedad, la confianza que una persona tenga en sí misma también
afecta la forma en que maneja cualquier situación. Es más probable que una persona
mantenga la compostura bajo presión si la confianza en sí misma es alta y no cuestiona
repetidamente sus propias habilidades.
Por último, el nivel de dificultad de la tarea es otro factor que influye en el rendimiento
de un individuo. No es lo mismo la dificultad que entraña hacer unas fotocopias que tener
que escribir un informe o un ensayo. En cualquier caso, el nivel de complejidad de
cualquier tarea varía de una persona a otra.
1. Complejidad de la tarea
Si la tarea que tenemos que llevar a cabo es difícil, necesitaremos invertir más
recursos cognitivos (relativos por ejemplo a la atención o a la memoria operativa) que si no
lo fuera. En consecuencia, las tareas complejas requieren un nivel menor de presión para
que se alcance el rendimiento óptimo que las sencillas, puesto que resultan estimulantes por
ellas mismas.
De esto se desprende la idea de que es importante adaptar los niveles de presión ambiental a
la dificultad de la tarea por tal de potenciar la productividad, de modo que los entornos
tranquilos son más recomendables a la hora de realizar actividades desafiantes, mientras
que un ambiente enriquecido puede ayudar a mejorar la calidad al afrontar tareas fáciles.
2. Nivel de habilidad
Como sucede con la dificultad de las tareas, tener en cuenta el nivel de habilidad del
sujeto es trascendental a la hora de determinar cuál es la presión ambiental ideal. Podemos
decir que la práctica en un dominio reduce la dificultad de las tareas que se engloban en
éste, de modo que relacionar estas dos variables puede ser útil al aplicar la ley de Yerkes-
Dodson.
3. Personalidad
Sería reduccionista pensar que modificar el nivel de estimulación o de presión
ambiental sin más puede permitirnos influir en el rendimiento de otras personas de forma
fiable: si lo hiciéramos, estaríamos obviando algo tan importante como la personalidad de
cada individuo.
4. Ansiedad-rasgo
El factor de personalidad que conocemos como “ansiedad-rasgo” hace referencia a
la tendencia a experimentar emociones negativas relacionadas con la ansiedad, como la
inquietud, el miedo y la preocupación. La ansiedad-rasgo constituye el núcleo del
constructo Neuroticismo; en este sentido se opone al factor Estabilidad emocional.
Como se puede suponer, las personas que tienen una tendencia muy marcada a sentir
ansiedad prácticamente siempre reaccionan de forma negativa al incremento de los niveles
de estrés. Igual que sucede en el caso de las personas introvertidas, puede ser un error grave
obviar que las personas con esta característica trabajan mejor con niveles bajos de
estimulación.
Las investigaciones realizadas entre los años 1950 y 1980 han confirmado que existe una
correlación entre los niveles elevados de estrés y la mejora de la motivación y el
enfoque, aunque no se ha establecido una causa exacta para la correlación.