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Testa, Daniela Edelvis

Del alcanfor a la vacuna Sabin: la polio en la Argentina


/ Daniela Edelvis Testa - 1a. ed. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Biblos, 2018.
205 pp.; 23 x 16 cm. (Ciudadanía e inclusión)

ISBN 978-987-691-650-9
CP
1. Enfermedad. 2. Vacunación. I. Título.
CDD 614.5490982

A Bilta y Pascual
Cartelón: Pg. 6: El Día Médico, 859.

Diseño de tapa: Renata Biernat


Armado: Hernán Díaz

Agregar. (c) Daniela Edelvis Testa, 2018


© Editorial Biblos, 2018
Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires
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Esta primera edición se terminó de


imprimir en Imprenta Dorrego,
avenida Dorrego 1102, Buenos Aires,
República Argentina,
en junio de 2018.
Acrónimos y siglas

CP

ABRASPP Asociación Brasileña de Síndrome Pospolio


ACIR Asociación Cooperadora del Instituto de Rehabilitación
del Lisiado
AGN Archivo General de la Nación
ALPI Asociación para la Lucha contra la Poliomielitis
ANMAT Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos
y Tecnología Médica
AOI Asociación de Ayuda y Orientación al Inválido
APPA Asociación de Polio y Pospolio Argentina
ARENIL Asociación de Rehabilitación para Niños Lisiados
CDC Centros para el Control de Enfermedades
Cenarel Centro Nacional de Rehabilitación del Lisiado
Cerenil Centro de Rehabilitación para Niños Lisiados (Mar del Plata)
CIE Código Internacional de Enfermedades
CNRL Comisión Nacional de Rehabilitación del Lisiado
COMRA Confederación Médica de la República Argentina
Conarel Comisión Nacional de Rehabilitación del Lisiado
IREL Instituto de Rehabilitación del Lisiado
NFIP National Foundation of Infantile Paralysis (Estados Unidos)
OMCETPAC Organización Mexicana para el Conocimiento de los
Efectos Tardíos de la Polio
OMS Organización Mundial de la Salud
OPS Organización Panamericana de la Salud
SPP síndrome pospoliomielitis
UAM Unión Argentina de Mujeres
Unicef Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
Capítulo 5 Introducción
“¡Todavía estamos aquí!” ....................................................................... 147
“Viejos” pacientes, nuevos problemas........................................................ 150
Lecturas sobre el olvido.............................................................................. 155
El síndrome pospolio en la Argentina........................................................ 161
Activismo en la web.................................................................................... 164

Consideraciones finales ........................................................................ 173

Bibliografía y fuentes ............................................................................ 181

A Cecilio lo conocí por una colega de la universidad que lo conside-


raba como la “historia viva” de la polio: “Si estás estudiando ese tema,
lo tenés que conocer”. Luego de las presentaciones de rigor, él aceptó
con gusto la propuesta de realizar una entrevista. Nos encontramos
en un hospital de rehabilitación. Apenas llegué me recibió con una
cálida sonrisa, me estrechó la mano y me extendió una tarjeta per-
sonal que decía su nombre y, abajo, “ex ortopédico”. El lugar elegido
para la cita había sido su hogar desde los ocho hasta los veinte años.
Allí se rehabilitó, cursó sus estudios y aprendió un oficio. También
fue donde obtuvo su primer empleo y conoció a la mujer que luego
sería su esposa. Al inicio del diálogo, Cecilio me contó que contrajo la
enfermedad cuando tenía tres años y que, cuando comenzó la escuela,
los otros chicos se burlaban de él, le decían “pata de palo” porque
usaba un aparato en una de las piernas. A sus ocho años, los padres
decidieron internarlo en un hogar-escuela de niños “discapacitados”,
para que le “operaran” las piernas, continuara sus estudios prima-
rios y aprendiera un oficio para ganarse la vida. A los catorce, ya era
técnico ortopedista. Enseguida fue empleado por la institución que lo
abrigaba, al mismo tiempo que continuó viviendo allí como “paciente”.
Recuerdo su nostalgia cuando hablaba sobre los animales y los cultivos
de la granja, las prácticas deportivas y las temporadas de verano en
la quinta de Juan Domingo Perón, en San Vicente, donde pasaban
el tiempo entre asados y pileta. Un leve temblor en su voz se hacía
presente cuando repasaba otras vivencias menos gratas, como el día
que llegó a Mar del Plata con el contingente de “discapacitados” y
algunos huéspedes abandonaron el hotel, por miedo al contagio; o el
caso de otros chicos con menos suerte que habían sido “tirados por
ahí” por tener discapacidades graves. Si acaso perduraba algún trazo
de pena, quedaba subsumido en el entusiasmo cuando me relataba
una y otra vez, en detalle, los dos viajes a Europa a las competencias
[ 15 ]
16 Daniela Edelvis Testa Introducción 17

deportivas paralímpicas. Cecilio expresa, casi como una conclusión: ha sido definida desde la oms como un problema de carácter urgente.
“No me puedo quejar de lo que me dieron los políticos a mí”. Corrieron En ese sentido, las estrategias de erradicación global representan una
los años, el hogar-escuela pasó de manos de la organización benéfica a de las aristas más conocidas de esta patología en la actualidad y las
depender del Estado y se anexaron algunas salas para transformarlo dificultades en eliminarla evidencian la compleja trama geopolítica
en hospital de rehabilitación. Formó su propia familia y tuvo varios actual en la que se inscribe ese proceso.
hijos. Al momento de la entrevista, ya jubilado, estaba construyendo El desarrollo de un nuevo subcampo de la historiografía, considera-
“de a poco” una casita de fin de semana en la costa, donde le gusta ir do en expansión en las últimas décadas, ha sido fuente de narrativas
seguido a descansar y llevar a sus nietos. en torno a las enfermedades, comprendidas a la manera de un prisma
El testimonio de Cecilio describe una experiencia única que nos que permite estudiar procesos sociales más amplios. De ese modo, a
conduce a muchas otras historias vivas de la enfermedad. Lo singular partir de la historia de la medicina, de la salud pública y de la his-
de su voz no la convierte en una historia aislada. Por el contrario, en toria sociocultural de las enfermedades se ha delimitado un nuevo
ella se replican y se multiplican otras similares de tantas personas que campo académico y de investigación que las convierte en un objeto
sufrieron la enfermedad o estuvieron muy cercanas a ella en tiempos de interés para las ciencias sociales y las humanidades. En esa área,
pasados y en el presente. En sus palabras resuenan ecos más amplios las historias de la salud y de la enfermedad han adquirido un lugar
del contexto político, social y cultural que también constituyen la his- importante en la historiografía latinoamericana y existen estudios
toria de la poliomielitis como una enfermedad cargada de significados que abordan desde heterogéneas perspectivas una amplia gama de
que la trascienden como patología. Algunos de los temas que surgen dolencias. También se han incorporado esfuerzos por rescatar las expe-
de este relato serán analizados en este libro: las actitudes hacia las riencias individuales y colectivas de enfermar y sanar como una forma
personas con discapacidad motriz, el temor al contagio, las modali- de avanzar hacia la inteligibilidad de tales complejidades (Álvarez,
dades de rehabilitación, la politización del problema, las ambiguas Molinari y Reynoso, 2004; Armus, 2007, 2005; Álvarez y Carbonetti,
relaciones entre el Estado y la filantropía, los modos de experimentar 2008; Di Liscia, 2011; González Leandri, 1999; Hochman, Di Liscia
la enfermedad y construir posibles identidades. y Palmer, 2012; Prieto, 1997). No obstante este interesante y variado
La historia de la poliomielitis en nuestro país, así como la de campo en expansión, la escasez de estudios abocados a la poliomielitis
aquellos que la sobrevivieron, han sido relegadas como objeto de es- en la región y, especialmente en nuestro país, es notoria. La insufi-
tudio. Esta vacancia contrasta con su importancia como un tema que ciencia de producción de datos oficiales y de estadísticas disponibles,
interpela el presente a través de actuales y renovados problemas. En la disgregación de las fuentes y cierto registro de la enfermedad como
primer lugar, la presencia de un gran número de personas que han una entidad que ha sido situada en un lugar marginal con respecto a
sobrevivido a la enfermedad ofrece un testimonio –insuficientemente otros sucesos de la historia política argentina son razones que pueden
pronunciado pero tangible- de una enfermedad cuyo ciclo, aún, no se explicar que su relevancia como objeto de estudio se haya difuminado.
ha cerrado. En segundo término, la aparición en la década de 1980 En efecto, algunas historias de la salud pública, así como recientes
del síndrome pospolio ha motivado controversias y disputas entre producciones culturales, han prestado atención a esta enfermedad
médicos, legos y autoridades sanitarias en torno a su reconocimien- desde enfoques tradicionales y la han examinado tras el velo de
to como legítima enfermedad, y al tipo de atención y servicios que eventos políticos determinados o bajo tonalidades celebratorias. La
deberían destinarse a los que lo padecen. Este síndrome se trata de exaltación de la gesta del combate contra la enfermedad, la idea de un
un conjunto inespecífico de síntomas (dolor y debilidad de músculos y supuesto “surgimiento” de la rehabilitación como consecuencia cuasi
articulaciones, depresión e insomnio, entre otros) que puede afectar a unívoca de la epidemia de 1956, la tendencia a la sobredeterminación
aquellos que tiempo atrás adquirieron polio, y ha sido incluido en el de los vaivenes políticos sobre otros aspectos hizo que otras aristas
Código Internacional de Enfermedades (cie) en 2010. Ese campo de permanecieran ignoradas. Sin embargo, esos relatos son importantes
tensiones ha favorecido mutaciones en las relaciones entre médicos y porque revelan aspectos que se procuraba ocultar y posibilitan inte-
pacientes, y propiciado la creación de asociaciones de “sobrevivientes rrogarnos sobre aquellas omisiones y vacíos. Precisamente, desde los
de la polio” con el fin de visibilizar y canalizar sus demandas. En tercer aportes teóricos y metodológicos de la historia social en más de una
lugar, la persistencia de la enfermedad en algunas zonas del planeta oportunidad fue señalada la importancia de repensar los criterios de
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las periodizaciones en las historias de la salud y de la enfermedad y creencias vinculadas a la enfermedad, por momentos aceptada y
en no confundirlas con las temporalidades políticas (Agostoni, 2014; naturalizada, luego temida y posteriormente olvidada, con aquellas
Armus, 2007; Biernat y Ramacciotti, 2013; Valderrama, 2014). Por ideas y definiciones públicas expresadas a través de las voces de los
tanto, considerar la historia cultural y social de una enfermedad en el actores involucrados con el tema? ¿Es posible vincular los procesos
largo plazo, y en tiempos que no se corresponden necesariamente con de atención de la enfermedad con la producción social de sujetos,
los cortes cronológicos tradicionales, resulta una opción metodológica identidades y significados? ¿Cuáles son los legados o las lecciones
que permite narrar la enfermedad anclada en los peculiares avatares aprendidas a partir de las intervenciones sanitarias que se justificaron
que hicieron a su definición, reconocimiento, control y eliminación, a partir de una retórica de combate contra la enfermedad? ¿Cuáles son
en un contexto espacial, cultural y político específico. las reivindicaciones presentes en los reclamos y las reivindicaciones
Si bien la presencia relativizada o marginal de las personas con actuales impulsados por los “sobrevivientes de la polio”?
discapacidad como sujetos de la historia ha comenzado a revertirse La originalidad de este estudio reside en la interrogación sobre
desde hace varias décadas, la situación de estigmatización y me- los entrecruzamientos entre enfermedad y discapacidad motriz, en
nosprecio que como grupo social han sufrido a lo largo del tiempo el abordaje del proceso a largo plazo y en la triangulación de dife-
también permite comprender la subestimación del tema como objeto rentes tipos de fuentes y registros que combinan la historia social,
de análisis (Stike, 1997; Bregain, 2012, 2014; Ferrante, 2014; Ville, política y cultural de la enfermedad. Se constituye entonces como un
Fillion y Ravaud, 2014). Otra de las razones para explicar que esta objeto singular, diferente de otras formas históricas de articulación
enfermedad haya sido postergada en las agendas de investigación es de experiencias, prácticas, ideas y demandas relativas a la salud
atribuida a una consecuencia de la supuesta eficacia del proceso de y la enfermedad. En ese sentido, además de investigar un tema
inmunización, que la ubicó como un problema superado o que aflige escasamente abordado en la Argentina, a lo largo de las páginas de
a personas de países lejanos vinculados a situaciones de guerra y ex- este libro se presentan reflexiones sobre aspectos más amplios, como
trema inestabilidad social. De esta forma, la poliomielitis ha quedado los procesos de construcción social de la discapacidad, la paulatina
entre aquellas enfermedades que pueden ser consideradas “raras” u expansión de los contenidos y beneficios de las políticas sociales,
“olvidadas”, o del tipo de “enfermedades huérfanas”, por las que ya las porosas y fluctuantes fronteras que se establecieron entre la
nadie se preocupa (Ballester Añón, 2008). inclusión, la exclusión y la segregación social de las personas con
Esta investigación reconstruye una historia de la poliomielitis en discapacidad y los argumentos y justificaciones que las sostuvieron.
un marco donde sus manifestaciones y las formas de resolverla (o Asimismo, se recupera un conjunto de recuerdos, objetos y creencias
no) fueron ocasiones y medios de politización, justificaron medidas e que combinaron variados significados y metáforas en un particular
intervenciones, modelaron comportamientos y definieron identidades. “mundo polio” que modeló experiencias, comportamientos, emociones,
Se nutre de los aportes de las historias de la salud y la enfermedad, cuerpos e identidades.
de la historia de las políticas sociales y de los estudios sociológicos Este libro plantea un problema de prolongado aliento cuya evo-
de la discapacidad, pero también de los estudios de género y de la lución queda delimitada en una temporalidad demarcada entre el
salud y la comunicación. alcanfor y la vacuna Sabin, entre perdurables mixturas de creencias
Una de las claves para la definición del problema de investigación populares y conocimientos científicos, mucho más de lo que acude
fue la identificación durante el trabajo de campo de una tradición oral a cronologías atadas a acontecimientos políticos. Por eso, el relato
que enfatizaba la “época de la polio” con un abanico de consideracio- toma como punto de partida y de llegada dos formas de prevenir
nes que iban desde lo más trágico y terrible que le haya sucedido a la el contagio asociadas a esta enfermedad. El alcanfor y las gotitas
población hasta heroicas batallas ganadas por médicos, voluntarios, de Sabin, a veces acompañadas por la delicia del terrón de azúcar,
familiares y pacientes. La emotividad y la vitalidad de las evocaciones traducían en pequeños actos cotidianos de simple apariencia proce-
daban muestras de la intangible presencia de la enfermedad en el sos más complejos y menos evidentes, que constituyen fragmentos
presente y nos llevaron a cuestionar su atribuido estatus de olvida- de la memoria y de la cultura de la prevención de esta dolencia.
da: si así lo fuera, ¿olvidada cuándo, por qué y por quién/es? Luego, Atendiendo, además, a metodologías propias del campo de la histo-
surgieron otros interrogantes: ¿cómo se amalgamaron las ideas y riografía de las enfermedades, se recorre el ciclo de la enfermedad
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a través de sus manifestaciones esporádica, endémica y epidémica no puede considerarse demasiado elevada y evidencia la preocupación
hasta la actual fase de erradicación y retirada de la vacuna Sabin centrada en su potencial discapacitante.
del mercado mundial. No obstante su hipotética antigüedad (que atribuye su origen a
No obstante que la enfermedad fue un fenómeno que afectó de 1.600 años a.C.), la primera descripción científica que la define como
manera alternada distintas áreas del país, de manera puntual e unidad nosológica diferenciada de otras parálisis fue realizada en
intercalada en un comportamiento definido muchas veces como 1784 por el médico inglés Michael Underwood, y su condición epidé-
“caprichoso”, la ciudad de Buenos Aires se presentó como una de las mica fue definida hacia 1890 por el pediatra sueco Oskar Medin. Las
referencias donde se dirimieron y concentraron gran cantidad de diferencias entre brote epidémico y epidemia no suelen ser precisas y
recursos y decisiones políticas relativas a la poliomielitis, que luego muchas veces se utilizan como sinónimos. La cantidad de casos que
irradiaron hacia las provincias. El centralismo porteño puede expli- indica la existencia de una epidemia varía según el agente infeccioso,
carse en que esta enfermedad se trataba de un fenómeno percibido las dimensiones y el tipo de población expuesta, el grado de exposición
como esencialmente urbano. La cercanía a las sedes de poder le daba previa a la enfermedad, así como la época y el lugar donde se presen-
mayor visibilidad, en tanto el contagio parecía desconocer fronteras ta. Así pues, la epidemicidad es relativa a la frecuencia habitual de
sociales y económicas. En este libro se apuesta, entonces, a cruzar la enfermedad y a la zona geográfica y población implicada. Un solo
la escala nacional con la provincial y la municipal, y a buscar otros caso de una enfermedad contagiosa, ausente desde hace largo tiempo
actores postergados u omitidos (Armus, 2010; Biernat, Cerdá y Ra- en la población, requiere su inmediata notificación y una completa
macciotti, 2015; Agostoni, 2016). investigación; dos casos con esas características, asociados en tiempo
La poliomielitis afectó a gran cantidad de personas durante la pri- y lugar, pueden ser suficientes para declarar la existencia de una
mera mitad del siglo xx a través de la aparición de epidemias a nivel epidemia o brote epidémico. Por endemia se entiende la presencia
mundial. Aflige principalmente a niños menores de cinco años, pero regular y permanente de una enfermedad, en un área o región, en
también son susceptibles de contraerla los niños mayores e incluso una proporción no significativa sobre el número de casos habituales.
los adultos. Los sucesivos y graves brotes significaron un cambio en Al contrario que en la Argentina, en Estados Unidos existe un
su forma de comportamiento y modificaron su estatus de enfermedad profuso cuerpo de trabajos académicos sobre poliomielitis. El elevado
endémica para ser percibida como un problema de salud pública re- número de personas afectadas por la enfermedad, el hecho de que las
levante. No obstante su existencia previa, fue recién en ese período vacunas Salk y Sabin fueron desarrolladas en ese país –consideradas
cuando pasó a ser considerada como objeto de políticas sanitarias por como un regalo de Estados Unidos al mundo–, la presencia de la famo-
parte de los Estados. Este cambio en el modo de ser contemplada no sa víctima de la enfermedad Franklin Delano Roosevelt, la creación
se debió solo al incremento en el número de casos o a la mortalidad de la renombrada National Foundation for Infantile Paralysis (nfip)
que era capaz de provocar sino a la cantidad de personas que la y la campaña de recaudación de fondos denominada March of Dimes
sobrevivían con secuelas físicas permanentes. Cabe aclarar que no son temas fundamentales de numerosas investigaciones y ensayos
existe tratamiento específico una vez contraída la enfermedad y que que contribuyen a desarrollar y a afianzar la idea de que la polio
las medidas de sostén para conservar la vida constituyen la única fue un problema especialmente “peculiar” de la sociedad norteame-
forma de atención médica en la fase aguda. El ser humano es el único ricana. Merecen especial atención algunos aportes que analizan la
reservorio y la infección se contagia de persona a persona por vía fecal- relación entre la figura del presidente Roosevelt y el afianzamiento
oral. Se han identificado tres agentes etiológicos de poliovirus: tipo 1 de un conjunto de ideas que sostenían el ideal de rehabilitación
(pv1), tipo 2 (pv2), y tipo 3 (pv3), que son extremadamente virulentos vinculado a la capacidad de caminar, no solo como acción física sino
y producen los mismos síntomas. Según la zona nerviosa lesionada, como equivalente a la obtención de ciertos ideales de normalidad.
varía la aparición de complicaciones: la parálisis de los músculos En una sociedad donde el éxito individual y el horizonte de progreso
respiratorios es la más grave ya que puede comprometer la vida del estaban enfatizados, ese tipo de definiciones cobró un sentido político
paciente. La mortalidad total producida en los momentos en que no y social acentuado. Es posible leer en esos ensayos que las actitudes
se disponía de recursos tecnológicos avanzados para la respiración y los valores culturales compartidos por los especialistas en rehabi-
asistida (pulmotores, camas oscilantes) era del 5% al 10%, cifra que litación, los pacientes y la opinión pública en general sostenían el
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ideal de recuperación de la movilidad de las piernas como indicativo contextos específicos situados en diversos espacios de su extensa
de éxito logrado a partir del esfuerzo personal. La imagen de Roo- geografía cultural y social (Nascimento y Maranhao, 2004; Barros,
sevelt de pie, ejemplificando el resultado de la voluntad individual, 2008; 2009). En los últimos años, se han publicado una serie de con-
contribuyó a reforzar esos preceptos e imágenes, que se tradujeron tribuciones, situadas en la región iberoamericana, que han arrojado
en las formas de dar asistencia a los afectados por la enfermedad interesantes resultados y que suman nuevas realidades concretas,
y en las políticas de discapacidad asumidas por el gobierno. Según propician miradas comparativas y afianzan un estimulante cuerpo
plantea Daniel Wilson (2009), estas acciones estuvieron dirigidas de conocimientos en expansión (Rodríguez-Sánchez, 2015).
a proveer principalmente asistencia médica y relegaron cuestiones Los trabajos específicos dedicados a la poliomielitis en nuestro
relacionadas con la existencia de barreras ambientales afectando, país presentan un panorama en vías de construcción. Los primeros
en consecuencia, el pleno acceso equitativo a los derechos. En ese estudios históricos fueron realizados desde abordajes tradicionales
mismo eje de análisis, Naomi Rogers (2009) describe cómo un mo- de la historia de la medicina; entre ellos se encuentran la tesis doc-
vimiento constituido por sobrevivientes afectados por polio durante toral de Gregorio Oclander (1945) y otros aportes de Alfredo Buzzi y
las décadas de 1920 y 1930 en el Centro de Rehabilitación de Warm Horacio Rossenwurcel (1967) y Julio Lardies González (1973). Desde
Springs (Georgia) discrepó con el discurso público sobre la enferme- el marco de la historia de la salud y la enfermedad, Adriana Álvarez
dad y la discapacidad. Estos activistas protagonizaron, a partir de se encuentra entre las primeras que se ha dedicado a indagar sobre
sus propias experiencias, una campaña de lucha para cambiar los esta temática en el ámbito nacional y provincial, y ha realizado
valores culturales y las imágenes negativas sobre las personas con miradas comparativas entre países de la región. Adrián Carbonetti,
discapacidad como objetos de la caridad y la lástima. A partir de sus Lila Aizemberg y María Laura Rodríguez (2015) observan algunos
acciones, criticaron abiertamente los modos de asistencia y la forma- debates sobre la enfermedad entre médicos e investigadores cientí-
ción de los médicos, de las enfermeras y de los fisioterapeutas, por ficos contextualizados en la ciudad de Córdoba. Karina Ramacciotti
estar enmarcadas dentro de una restringida concepción medicalizada (2009) explora cómo la emergencia de una epidemia de poliomielitis
de rehabilitación, y reclamaron por su plena integración social y durante el gobierno peronista activó estrategias destinadas a limitar
laboral. Como señala Perl Axelsson (2009), en términos estadísticos el impacto político, generó cambios de rumbo en las intervenciones
muchos otros países sufrieron los embates y las consecuencias de sanitarias y marcó las agendas gubernamentales. Juan Pablo Zabala
las epidemias en similar magnitud que Estados Unidos, pero fueron y José Buschini (2008) y Lucía Romero y José Buschini (2012) enfocan
diferentes las experiencias y la concepción sobre la enfermedad. Así el tema desde la historia de la ciencia y la tecnología y articulan rela-
por ejemplo, un conjunto de estudios radicados en España analiza ciones entre conocimiento, representaciones políticas e intervenciones
cómo el franquismo utilizó la circunstancia adversa de la epidemia estatales accionadas durante las epidemias. Carolina Ferrante (2012,
para legitimar acciones de su gobierno, así como también algunos 2014) y María Pía Venturiello (2016) recuperan transversalmente las
grupos profesionales (traumatólogos y ortopedistas) reconocieron voces de personas con discapacidad provocadas por la poliomielitis,
en la presencia de la enfermedad las condiciones favorables para el para explorar los procesos de identidad y de simbolización del cuer-
afianzamiento de nuevas prácticas médicas que disputaron hege- po, a partir de la discusión crítica de los estudios de la discapacidad
monía a otras profesiones de la salud. Del mismo modo, examinan (Barton, 1998; Pantano, 1993, 2009).
los procesos de reorientación que se aplicaron en los programas de En la propuesta de este libro, la construcción del conjunto de
“reeducación de inválidos” que se venían implementando hasta el prácticas sociosanitarias desplegadas con relación a esta enfermedad
momento en un proceso de medicalización que reforzó la consolidación y su proceso de estatización se consideró como una instancia central
del “modelo individual” de discapacidad favoreciendo, a su vez, un de articulación entre Estado, sociedad civil, familias y mercado
estereotipo cultural sobre las personas afectadas por la enfermedad (Rosanvallon, 2011; Castel, 2004). Consciente de que en ese devenir
(Martínez-Pérez, 2009a; Rodríguez-Sánchez y Seco Calvo, 2009; Ba- intervienen también procesos más amplios, relacionados con otros
llester Añón y Porras Gallo, 2009). Desde Brasil, valiosos aportes han cambios del mundo social, económico y político que hacen a la cuestión
contribuido con interesantes análisis y explicaciones que complejizan social, los derechos sociales y la ciudadanía, se lo ha considerado como
la enfermedad como objeto historiográfico y reconstruyen múltiples un campo ideal para rastrear específicamente los posibles legados y
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aprendizajes atribuidos a esta dolencia, así como sus huellas en la problema. La motivación estuvo dirigida, concretamente, a rastrear
memoria y su olvido. qué ideas y principios morales acompañaron los prácticas culturales
Las relaciones entre cuestión social, derechos sociales y ciuda- e institucionales, a identificar y contrastar modalidades asistenciales
danía son categorías que se encuentran implícitas en los procesos y valorar de qué forma y en qué medida contribuyeron a delimitar
de la enfermedad. La cuestión social, como problematización a nivel las fronteras de las responsabilidades y obligaciones adoptadas (o
político de las desigualdades económicas y sociales, civiles y jurídicas, relegadas) entre los actores involucrados. En este sentido, se asume
la observamos con mayor nitidez a través de los picos epidémicos y que todos aquellos procesos que remiten de una manera u otra a
de la presencia de los “inválidos” que evidenciaban los límites de la las problemáticas de las protecciones sociales son esencialmente de
organización social. Los derechos sociales se ven implicados a tra- naturaleza conflictiva (Castel, 2004).
vés de la búsqueda de legitimación y legalización estatal de ciertas El concepto de ciudadanía biológica, de Nikolas Rose (2012), utili-
protecciones que garantizan la vida, de los mecanismos de acceso zado en un sentido amplio y descriptivo, me ha permitido reflexionar
a determinados beneficios y del lugar que asume el Estado en todo acerca de la vinculación entre biología, valor humano y menosprecio
ello. Como sabemos, la beneficencia y la mera asistencia social, de- social, y la creciente importancia de la corporalidad en relación con
finidas como una gracia o una merced concedida por parte de quien las prácticas de identidad y como base de reclamos políticos específicos
la provee, no asegura ningún derecho a recibirla. En ese sentido, el (Pecheny, 2009; Pecheny y Jones, 2002; Pecheny y Manzelli, 2003).
reemplazo paulatino de los mecanismos de beneficencia por otras Desde esta perspectiva, lo que diferencia al ciudadano biológico con-
formas de seguridad social reconocidas como derechos conlleva una temporáneo de los proyectos eugenésicos del pasado está centrado,
misión ética al valorizar moralmente a los individuos (Castel, 2004). entre otros aspectos, en nuevas vinculaciones y territorializaciones
En la Argentina ambas formas de asistencia han convivido a pesar que no están necesariamente ancladas a los conceptos de raza y de
del avance del Estado en el reconocimiento del derecho a la salud. nación, sino al desarrollo de tecnologías que intervienen en el cuer-
Por eso es importante en este trabajo mostrar a las asociaciones be- po, a la generación de nuevas formas de autopercepción basadas en
néficas como precedentes de las formas de asistencia, pero también condiciones biológicas o enfermedades y a la conformación de nuevas
por sus continuidades. Como ha señalado Laura Golbert (2010), la categorías diagnósticas utilizadas para delimitar qué tipo de terapia,
fragmentación del sector salud y la existencia de multiplicidad de empleo, beneficios o seguridades recibirá cada uno (ejemplos recien-
organizaciones privadas dedicadas a atender a los más pobres cons- tes de este tipo de concreciones son la Ley Integral de Trastornos del
tituyen rasgos que comenzaron a delinearse desde hace más de dos Espectro Autista de 2014, la Ley de Celiaquía de 2009 y la Ley de
siglos y se mantienen hasta la actualidad. Obesidad de 2008). En perspectiva histórica, Rose (2012: 270) reco-
Para delimitar esas articulaciones, hemos recurrido a las si- noce el sustrato biológico como algo que estuvo presente a lo largo
guientes categorías: a partir de desarrollos de Donna Guy (2011), del tiempo en distintos proyectos de ciudadanía sobre cuya base se
“performance de la asistencia”, entendida como aquellos actos de sustentaron distinciones entre “ciudadanos reales, potenciales, pro-
beneficencia ritualizados en las distintas modalidades adoptadas por blemáticos o imposibles”.
las filántropas como vías para afianzar sus vínculos comunitarios, Como veremos, justo allí, entre lo potencial, lo problemático y
intereses y definir comportamientos en las poblaciones asistidas. lo imposible, intenta incidir la “rehabilitación como un dispositivo”
También consideramos los aportes de Erving Goffman (1989, 2010), que combina elementos heterogéneos cuya función consiste en solu-
quien define la performance como las acciones “que sirven para influir cionar un problema social “urgente” (García Fanlo, 2011). Proyectos
de algún modo sobre los otros participantes” y a las pautas de acción legislativos, modalidades de gestión y concreciones institucionales se
preestablecidas que intervienen en ellas como “papeles o rutinas”. Por ubican entre esas mismas fronteras. Y es también a cuestionar esas
otra parte, la noción de cruzadas morales, en términos de Howard definiciones hacia donde apuntan los activistas autodefinidos como
Becker (2009), como iniciativas que apoyan causas humanitarias “sobrevivientes de la polio”. Por tanto, combinando esta mirada con
desde una posición moral y social que se considera de alguna mane- la premisa de que las acciones en pos de lograr el reconocimiento
ra como superior, y encauza sus acciones por el bien de otros. Estas por parte de las personas con discapacidad que ponen en juego la
nociones fueron esenciales para demarcar los contornos teóricos del reparación de una mirada históricamente descalificadora hacia un
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grupo social (Ferrante, 2013), hemos construido las principales herra- y negociaciones de distintos actores políticos y de la sociedad civil
mientas para analizar la presencia de la enfermedad en el presente y (Oszlak, 1984; Suriano, 2000; Moreno, 2000; Bertranou, Palacio y
sus anudamientos en el pasado, a través de observar las acciones de Serrano, 2007). Este libro focalizará en las políticas sociales como una
asociaciones de “sobrevivientes de la polio” surgidas en las últimas dimensión de análisis, prestando atención a los sistemas de valores,
décadas. significados y metáforas a la vez que a su capacidad de legitimación
Para comprender la enfermedad como problema de índole pública de un determinado orden social y político.
fue esencial incorporar como mediación transversal la perspectiva de En la Argentina, fueron las mujeres de la Sociedad de Beneficencia
los estudios de la comunicación y la salud. Las nociones de noticiabili- las que estuvieron entre las primeras en generar respuestas institu-
dad y de ciclos mediático-epidémicos resultaron claves para detectar cionalizadas frente al problema de la recuperación y el tratamiento
distancias entre criterios estrictamente epidemiológicos y otros sus- de las víctimas de la enfermedad. Luego, otro grupo de mujeres creó
tentados en motivaciones esencialmente políticas (Waisbord, 2011). en 1943 la Asociación para la Lucha contra la Poliomielitis (alpi),
Asimismo, prestar atención a las formas de comunicar la salud con entidad que ofreció respuestas concretas a las personas necesitadas
relación a las campañas de inmunización masiva y a las cambiantes de asistencia y rehabilitación. Por tanto, para esta investigación son
definiciones y percepciones públicas de la enfermedad representó un especialmente relevantes los aportes en torno a las políticas sociales
instrumento útil para identificar lagunas de la memoria y relativizar y el papel de esas organizaciones en sus procesos de conformación y
interpretaciones sobre los posibles resultados de las intervenciones sus variables contenidos y significados históricos (Barry, Ramacciot-
sanitarias. ti y Valobra, 2008; Eraso, 2009; Pita, 2012). En ese sentido, Laura
Por “significados” sobre la enfermedad entendemos a todas aque- Golbert (2010), quien estudia el proceso de conformación del sistema
llas ideas, explicaciones y valoraciones morales y emocionales que, de protección social a lo largo de dos siglos, ha señalado cómo las
sustentadas en discursos ideológicos y científicos dominantes de cada organizaciones filantrópicas fueron las encargadas de atender las
época, orientaron las prácticas y modelaron los comportamientos. necesidades de aquellos que por distintos motivos eran excluidos
Surcados tanto por saberes científicos como por creencias populares del mercado de trabajo formal y no podían valerse por sí mismos.
y legas, estos significados contribuyen a la construcción social de la Según esta autora, la falta de representatividad política de estos
realidad en el intercambio social, al desarrollo de identidades per- grupos sociales provocó que fueran postergados una y otra vez de la
sonales y sociales y a la edificación de sentidos sobre la enfermedad atención de los sucesivos gobiernos (democráticos o dictatoriales) y
(Rosenberg y Golden, 1992). En ese punto, nos interesa destacar permitió la continuidad de las “viejas prácticas de beneficencia” y de
aquellos que anudaron enfermedad y discapacidad (motriz) relativas numerosas organizaciones de la sociedad civil que recibían subsidios
a determinadas condiciones corporales. del Estado, cuya participación en ese campo tendía a ser mínima,
Con respecto a las políticas sociales, no obstante que desde la his- incluso en períodos de expansión de la protección social. Eduardo
toriografía no existe un consenso acerca de su definición y alcances, Joly (2008), Gildas Bregain (2012) y Carolina Ferrante (2014) coin-
hay cierto acuerdo en entenderlas como aquellas acciones y omisiones ciden en esta explicación en lo relativo a la situación de las personas
llevadas a cabo por el Estado con el fin de resolver los desajustes sur- con discapacidad en nuestro país y al proceso de construcción de sus
gidos como consecuencia de la modernización económica dentro del derechos. Con relación a los procesos de centralización de la infraes-
proceso de constitución y desarrollo del capitalismo. En línea con este tructura social en la organización estatal, surgidos durante la década
marco teórico, se considera el Estado como un ámbito de negociaciones de 1940, la perspectiva de María José Ortiz Bergia (2012) presenta
cruzado por múltiples factores de poder y diversos actores sociales puntos coincidentes con lo presentado anteriormente. En esos años
que pujan por sus intereses (Biernat y Ramacciotti, 2013). Las políti- surgieron en nuestro país normativas y legislaciones a tono con el
cas sociales se establecen como mecanismos de integración y control creciente interés por parte de los gobiernos de controlar y regular el
social con el fin de resolver cuestiones relacionadas con el trabajo, accionar de las asociaciones filantrópicas y de bien público. Sin embar-
la seguridad social, la salud, la educación pública y los servicios de go, dado que este proceso se produjo en forma “incompleta, parcial y
infraestructura urbanos. Por lo tanto, como productos sociohistóricos selectiva” (75), ello no impidió que diversas asociaciones, tanto laicas
serán el resultado de relaciones que expresan tensiones, conflictos como confesionales de variados fines, desarrollaran su participación
28 Daniela Edelvis Testa Introducción 29

sin escollos y sin perder los beneficios otorgados desde el Estado en de las tareas de cuidados recae en las mujeres, quienes absorben
cuanto a subvenciones y exenciones. Por el contrario, una profusa y gran parte de las responsabilidades del bienestar y la salud de las
variada cantidad de organizaciones constituyeron el campo asociativo familias (Julve Negro, 2006; Pautassi, 2007). Respecto del ámbito
de la época y participaron activamente en los problemas sanitarios sanitario, las mujeres adquirieron un rol central desde sus funciones
y sociales. Esta multiplicación de intervenciones y oferentes habría naturalizadas como madres y cuidadoras. Por esa vía conquistaron
erosionado lentamente el reconocimiento social hacia la caridad e lugares y funciones en una doble lógica que, al tiempo que favorecía la
implicado una competencia sustancial en la distribución de recursos inclusión en espacios públicos y productivos, reproducía mecanismos
estatales y privados. de subordinación y segregación con respecto a otros, de acuerdo con
Las características propias de la polio, que especialmente afectaba estereotipos binarios y jerarquías médicas. Algunas publicaciones
a los más pequeños, nos llevaron a la necesidad de apelar a aquellos recientes analizan desde esta perspectiva las relaciones desiguales
trabajos que analizan el tratamiento de la niñez desprotegida. En lí- de poder en las ocupaciones, tareas y profesiones sociosanitarias;
neas generales, este conjunto de estudios ha desmenuzado las políticas destacan los lazos de subordinación, autonomía y resistencia y cómo la
dirigidas a la infancia, las ideas sobre la enfermedad y la “anorma- dominación sexual patriarcal estructuraba las relaciones y los lugares
lidad” en los niños, tanto en el discurso médico como en los idearios de trabajo, trascendiendo las esferas del hogar (Pozzio, 2012; Biernat,
de época, así como también las diversas propuestas legislativas e Cerdá y Ramacciotti, 2015; Martin, 2015; Martin y Ramacciotti, 2016;
institucionales que se formularon e implementaron. Entre ellos, un Gavrila, 2016; Buschini, 2016).
grupo de trabajos analiza los espacios de socialización y las tensiones Con el fin de establecer relaciones entre enfermedad y discapa-
entre los mecanismos de poder y las estrategias resistenciales que se cidad motriz, nos hemos nutrido de los estudios sociológicos sobre
dirimen entre saberes, prácticas y políticas (Lionetti y Míguez, 2010; la discapacidad, un campo que concita gradualmente la atención
Guy, 2011; Cosse et al., 2011). Otros examinan el cuidado de la salud de investigadores y académicos. Según señala Venturiello (2016), la
de niños que sufren patologías crónicas y discapacitantes (Álvarez, definición de discapacidad es un problema en constante construcción
2010; Álvarez y Reynoso, 2011). También Carolina Biernat y Karina vinculado a diferentes posicionamientos teóricos que presentan una
Ramacciotti (2013) presentan un exhaustivo panorama de la construc- rica dispersión temática y un amplio abanico de perspectivas. En
ción de las políticas sanitaras materno-infantiles durante la primera términos sintéticos, el enfoque tradicional individualista refiere a
mitad del siglo xx. Tales aportes brindaron un marco interpretativo la mirada médica de la discapacidad que la entiende como una defi-
para comprender las lógicas que llevaron a la adopción de determina- ciencia o anormalidad que debe ser corregida por la rehabilitación.
das medidas sobre otras, las ideas que imperaban y fundamentaban El enfoque radical sociopolítico considera que la sociedad es la que
cuáles y qué tipos de cuidados eran considerados adecuados, así como discapacita a las personas, a partir de una diferenciación conceptual
los límites entre aquellos comportamientos considerados normales o entre las nociones de deficiencia y discapacidad. Por último, el enfoque
disruptivos. liberal o interrelacional busca conciliar las perspectivas anteriores y
Vinculados a estas problematizaciones, los estudios de género combina elementos de ambas. Desde la corriente de estudios deno-
advierten sobre la importancia de considerar las distinciones estable- minada Disabily Studies, particularmente en su vertiente inglesa,
cidas en la asignación de roles, recursos y poder determinados por las denominada modelo social de la discapacidad, se sostiene que en las
diferencias sexuales presentes en las estructuras económicas, políti- sociedades occidentales contemporáneas la exclusión social de las
cas y culturales de cada época (Scott, 1993). Desde la historia de las personas con discapacidad constituye una forma de opresión. Autores
mujeres hay una pródiga vertiente de aportes que abren perspectivas como Paul Hunt (1966), Victor Finkelstein (1980), Mike Oliver (1996)
y nuevos interrogantes en ese sentido, que destacan la contribución y Colin Barnes (1996), entre otros, señalaron que la matriz que funda
de las mujeres en diversos escenarios sociales, políticos y académicos. el estigma en la discapacidad reposa en su exclusión del mundo del
Entre las clásicas referencias se encuentran los trabajos de Dora trabajo, operada en el traspaso del feudalismo al capitalismo. Así, en
Barrancos (2001, 2007, 2008), Mirta Lobato (2001, 2007) y Graciela oposición a las conceptualizaciones de la discapacidad como asunto
Queirolo (2003, 2008, 2015). Numerosas contribuciones confluyen en médico, que incapacita para el trabajo, o como cuestión religiosa o
señalar que al momento de la distribución del trabajo la mayor carga caritativa, la discapacidad es comprendida como asunto de derechos
30 Daniela Edelvis Testa Introducción 31

y ciudadanía. Desde esta visión, no existe ningún impedimento en El historiador Gildas Bregain (2012) ha recuperado el devenir y las
las personas con discapacidad para trabajar, en tanto ese supuesto conquistas de los portavoces de las personas con discapacidad en el
impedimento es una producción histórica y política derivada de la proceso de definición del “derecho a la rehabilitación integral” y sus
condición del cuerpo discapacitado con respecto a las exigencias de contribuciones en la institucionalización de los instrumentos jurídicos
flexibilidad, independencia y productividad determinadas por el proce- correspondientes. Un grupo interdisciplinario de investigadores con
so de trabajo capitalista. Deborah Stone señala el dilema distributivo sede en la Universidad Nacional de Entre Ríos profundiza la relación
que plantea la discapacidad como una categoría construida por la entre discapacidad y déficit, revisitando las nociones modernas de
sociedad entre diferentes principios distributivos de bienes y servi- normalidad/anormalidad y la construcción del cuerpo deficitario en
cios, según estén basados en el trabajo o en la necesidad. De acuerdo su carácter social e histórico (Angelino y Rosato, 2009). El conjunto de
con ese análisis, “la asignación de ciudadanos al sistema distributivo estudios mencionados constituye antecedentes relevantes para esta
basado en el trabajo o al basado en las necesidades es una cuestión investigación porque contribuye a hacer más inteligible una de las
profundamente política que no se resuelve con la creación de progra- aristas de esta enfermedad, representada en su potencial de producir
mas administrativos formales o delegando la toma de decisiones en parálisis y en la construcción social de la discapacidad. Si bien otros
los profesionales de la medicina (u otros expertos técnicos)” (Stone, abordajes sociológicos (Acuña y Bulit Goñi, 2010; Brogna, 2009; Seda,
1984: 140, citada en Oliver, 2008: 26). Considerar la discapacidad 2011) se han interesado en el impacto económico de la discapacidad,
como categoría distributiva y como límite que separa a las personas las estrategias de prevención y asistencia, el análisis de las políticas
entre el sistema basado en el trabajo o en la necesidad, y cómo son públicas y los contextos normativos, los estudios abocados a los pro-
asignados los bienes y servicios de acuerdo con esos criterios diferen- cesos a través de los cuales se construye la situación de desventaja
ciados, ofrece una perspectiva sensible al análisis del problema tal y la segregación de las personas con discapacidades constituyen una
como está planteado en este libro. de las líneas más exiguas de indagación, a la que pretende aportar
En la Argentina, entre las referencias pioneras desde el campo de la la presente investigación.
sociología se encuentra Liliana Pantano (1993), quien impulsó el desa- Las formas de nombrar a la enfermedad y a las personas que la
rrollo de esta área de estudios en el país. Esta autora ha desarrollado padecieron fueron cambiando a lo largo del siglo. Para referirse a la
interesantes análisis críticos desde el modelo social de discapacidad primera, parálisis infantil, enfermedad de Heine-Medin, poliomielitis,
y de derechos humanos que vinculan discapacidad con ancianidad, polio, el “terrible flagelo”. Para aludir a quienes la padecían, “enfer-
pobreza, educación, inclusión y, más recientemente, reflexiona sobre mitos”, “baldados”, “deformes”, “lisiados”, “inválidos”, “cojos”, “paralí-
los nuevos perfiles profesionales sobre la base de considerar al “pa- ticos”, “improductivos”, “discapacitados”, “sobrevivientes de la polio”,
ciente” como sujeto de derechos y ya no como objeto de intervención, “rengos”, “polios”, “viejos polio”. Por eso, a lo largo del texto, utilizamos
según definían los anteriores enfoques paternalistas (Pantano et al., entrecomillados los vocablos identificados en las fuentes durante los
2015). Carolina Ferrante (2014), a partir de la reconstrucción analítica distintos momentos históricos, considerados como categorías nativas
del campo del deporte para personas con discapacidad, recupera ese en sentido antropológico, es decir, tal como son utilizadas en cada
proceso histórico entre 1950 y 2010 para desmenuzar la emergencia tiempo y lugar por los propios actores. Esas formas de denominación
y conformación de ese campo. En posteriores desarrollos la misma son el reflejo de debates científicos, políticos, ideológicos y culturales,
autora examina la discapacidad como relación de dominación a e indican diferenciaciones de las posiciones que los sujetos ocupaban,
través de las prácticas de mendicidad en la actualidad, en la ciudad valoraciones morales a las que se veían expuestos y, por tanto, revelan
de Buenos Aires y en la II Región de Chile (Ferrante, 2015). Por su miradas que las definían (Pantano, 1993). De igual manera, dado que
parte, María Pía Venturiello (2016) estudia las percepciones sobre las palabras modifican sus significados con el tiempo, se utilizaron
la vida cotidiana, los cuidados y la rehabilitación de personas con “caridad”, “beneficencia”, “filantropía”, de acuerdo con los usos de
discapacidades motrices, y demuestra cómo las situaciones de opre- cada época, intentando rescatar los sentidos propios de esas prácti-
sión social a las que se ven expuestas están vinculadas (entre otras cas situadas en cada contexto particular, y las complejas formas de
condiciones) con la expulsión del mercado de trabajo, situación que las comprender lo estatal y lo público, lo privado y lo civil, en una trama
obliga a desarrollar complejas estrategias de reproducción cotidiana. de actividades asistenciales que entremezclaba diversos ámbitos.
32 Daniela Edelvis Testa Introducción 33

También la utilización del término “voluntarias”, aquí empleado para las mismas personas alcanzadas por la enfermedad las que impulsan
describir ciertas modalidades de participación de algunas mujeres reclamos y reivindicaciones basadas en la construcción de la memoria
en ámbitos sanitarios o sociales durante las epidemias, reflejó una y en la visibilización de la propia existencia como “sobrevivientes de
denominación peculiar en un determinado momento, que no pretende la polio”.
comprender el trabajo no remunerado en su totalidad. Para finalizar, en las conclusiones se retoman los problemas gene-
El corpus de esta investigación está constituido por un denso y rales planteados a lo largo del trabajo y se plantean posibles líneas
heterogéneo conjunto de fuentes médicas, administrativas, legisla- de indagación a futuro.
tivas, periodísticas, fotográficas, orales, audiovisuales y digitales, Esperamos que este libro ayude a generar debates y preguntas
que fueron cuidadosamente analizadas y contrastadas en particular que fortalezcan lazos entre quienes creemos que los entrecruzamien-
y en conjunto. tos entre salud, enfermedad e historia pueden contribuir a hacer un
El libro se compone de cinco capítulos. Su organización es temática mundo menos desigual e injusto y aportan claves para comprender
y obedece al ciclo histórico propio de la enfermedad (endemia-epide- y transformar realidades del presente.
mia-control y eliminación). El capítulo 1 está abocado a las primeras
iniciativas destinadas a asistir y a rehabilitar a los afectados por la
enfermedad. Se identifican modelos asistenciales y métodos de tra-
tamiento, y se explora el papel de algunas mujeres que tuvieron un
importante protagonismo en la provisión de cuidados y de bienestar
físico y afectivo de los niños enfermos: las visitadoras, las enferme-
ras y las voluntarias. El capítulo 2 está dedicado a observar el uso
político de las epidemias y el papel de los medios de comunicación.
Para ello se examinan las epidemias de 1936, 1942, 1953 y 1956. Se
comparan las estrategias de comunicación que fueron desplegadas y
un repertorio de comportamientos “preventivos” que surgieron frente
al temor al contagio. El capítulo 3 contempla la implementación de
un plan nacional de rehabilitación, a partir de la creación, durante
la epidemia de 1956, de la Comisión Nacional de Rehabilitación. Se
analizan los debates sobre los procesos de construcción de las ideas
de “rehabilitación” y cómo se fue conformando un conjunto de ideas y
valoraciones en paralelo a las iniciativas que buscaban plasmarse en
efectivas capacidades profesionales y científicas. El capítulo 4 tiene
como objetivo discutir las campañas masivas de inmunización en la
Argentina a partir de tres operativos masivos, realizados en 1957,
1963 y 1971. Describe pujas y contradicciones entre jurisdicciones
sanitarias de nivel nacional y provincial, y las dificultades para el
desarrollo de las capacidades estatales necesarias para inmunizar a
grandes cantidades de población. Asimismo, se observa el actual plan
de erradicación de la enfermedad en su fase final y el retiro gradual y
simultáneo de la vacuna Sabin del mercado. El capítulo 5 se refiere a
las controversias en torno a la aceptación del síndrome pospolio como
legítima enfermedad. Poco conocida por los médicos, los afectados
sufren las complicaciones del diagnóstico tardío y la insuficiencia de
respuestas adecuadas y oportunas por parte del sistema sanitario. Son
Capítulo 1
La lucha contra la polio:
una cruzada humanitaria

A principios de siglo xx, en la Argentina, la polio era preocupación


solo para algunos círculos médicos y para los que habían tenido la
mala fortuna de conocerla de cerca. Su presencia por estas tierras
aún era esporádica y poco se sabía sobre ella. Dos brotes epidémicos,
en 1936 y 1942, se destacaron por su virulencia, lo que llevó a que se
instalara una paulatina mayor conciencia de la peligrosa existencia
de la enfermedad, que crecía junto con el miedo al contagio, a la
parálisis y a la muerte. Desconocida su vía de transmisión hasta
1948, la polio estuvo entre las enfermedades que pusieron en jaque
la eficacia de la medicina y de la ciencia. En distintas naciones del
planeta se entretejieron debates, disputas y recursos de múltiples
actores, estatales y privados, que abrevaron en la clave retórica de
las heroicas cruzadas para la lucha contra la polio.
En nuestro país, hasta la década de 1940, la mayor parte de las
demandas de atención relativas a esta enfermedad se concentró en el
Hospital de Niños y en la Casa de Expósitos de la ciudad de Buenos
Aires y en el Hospital Marítimo de Mar del Plata, establecimientos
administrados por la Sociedad de Beneficencia (Álvarez, 2010). Un año
después de la epidemia de 1942, surgió alpi, impulsada por un grupo
de mujeres que tradujeron en los hechos motivaciones humanísticas
con otras de carácter médico-científico. Al tiempo que condensaron
ideas de caridad católica y de solidaridad laica, en un encuentro de
racionalidades diferentes, dieron tonalidades de grises a un contexto
de incertidumbre que exigía nuevas respuestas. De ese modo, con el
transcurrir de las epidemias, los avances cognitivos relativos a la
enfermedad y la acumulación de experiencias, desplegaron un hete-
rogéneo conjunto de intervenciones que conformaron una particular
modalidad de asistencia. Esta modalidad combinaba actos materiales
y simbólicos que definieron sujetos destinatarios de caridad y cuida-
dos médicos, instauraron lazos de subordinación social y propiciaron
[ 35 ]
36 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 37

valoraciones morales y pautas de conducta frente a las personas con de respuestas médicas destinadas a reeducar las secuelas que deja-
discapacidad motriz. ba la enfermedad, los destinos sociales asignados y las valoraciones
Como ha demostrado la historiadora Donna Guy (2011), las con- atribuidas a la discapacidad motriz.
tribuciones de instituciones filantrópicas femeninas han sido “pie-
dras angulares” de la posterior construcción del Estado de bienestar
peronista. Los diferentes modos adoptados de performar la caridad, “Hierbas silvestres y miel”
sea fría y distante en el caso de la Sociedad de Beneficencia de la
Capital Federal o basada en la retórica del amor y la proximidad Era la primavera de 1908 cuando María Rosa enfermó de polio.
en la Fundación Eva Perón, se reflejaron en los distintos estilos de Estaba con su familia en la chacra de Merlo, donde acostumbraban
gestionar la asistencia y resultarán esenciales para comprender ir a esperar el verano. Como tantas niñas de diez años, gustaba de
particularidades y contextos (Golbert, 2010). En un sentido similar, correr, hacer acrobacias en el trapecio, hamacarse en el columpio,
Juan Pablo Zabala y Lucía Romero (2012) han señalado continuida- nadar y saltar; esa temporada había aprendido a montar el hermo-
des entre los modelos asistenciales de la Sociedad de Beneficencia y so zaino de su abuelo. Una lluvia inesperada, el cansancio de un
alpi, indicando la pervivencia del modelo asistencial benéfico de las día intenso, los deliciosos platos del almuerzo, nombraron algunos
Damas más allá de la caída de la tradicional institución, a través de la intentos por adivinar las causas del intenso dolor de vientre y la
influencia material y simbólica ejercida por alpi durante las décadas fiebre que una noche la invadieron. Luego, meningitis, inflamación
de 1940 y 1950. Siguiendo ese análisis, la institucionalización de la de la médula estarían en conversaciones de médicos y adultos para
poliomielitis como problema médico y social se constituyó entre dos explicar lo que parecía inexplicable: por qué la fiebre no cesaba y no
modelos supuestamente contrapuestos, basados tanto en prácticas e podía mover las piernas ni rascarse la nariz cuando le picaba. Su
ideología propias de la asistencia benéfica como en aquellas otras que madre adjudicaba la enfermedad a un conjunto de acontecimientos:
vinculaban la asistencia sanitaria y social a los derechos. Entonces, la mala suerte provocada por los ópalos de un collar que su marido
prestar atención a la performance de la asistencia (considerada como le había regalado, al frío que la niña había tomado durante la tarde
un conjunto de prácticas que crean sentidos) nos ayudará a describir y, también, a un sueño que calificaba de premonitorio. Seis décadas
y analizar los modos de tratar la enfermedad y la discapacidad motriz después, siendo María Rosa una escritora consagrada, recordaría su
como una construcción social, histórica y política, en tanto “orienta a candor infantil cuando se enteró de la enfermedad. Había creído que
pensar lo social en términos de prácticas, flujos, cuerpos, emociones, eran dos palabras separadas, “polio” y “mielitis” y, al escucharlas
transformaciones y contradicciones” (Jhonson y Guzmán, 2015). en boca del médico, le habían sonado a “hierbas silvestres y miel”
Comenzaremos el relato a partir de un universo peculiar des- más que a una patología. “Menos bonito” le pareció el otro nombre,
plegado por la escritora argentina María Rosa Oliver. Con su hábil parálisis infantil, y aprendió luego que esta dolencia tenía “un tercer
pluma, ella dejó registro sobre su vida, atravesada, entre otras tantas sinónimo en honor de los médicos que más la estudiaron: el mal de
vicisitudes, por la experiencia de la enfermedad y la discapacidad. Heine-Medin” (Oliver, 1965: 175).
Su particular perspectiva nos conducirá a reconocer emociones, sen- Oliver fue una destacada intelectual de la elite porteña con una
sibilidades y modalidades de tratar la enfermedad que fueron parte conocida trayectoria política como feminista y militante del Partido
de construcciones sociales y culturales sobre la polio al despuntar Comunista (Cosse, 2003; Queirolo, 2003; Valobra, 2008). Su abuelo
el siglo xx. Luego, indagaremos debates, prácticas y creencias en materno, Juan José Romero, fue ministro de Hacienda (entre 1881
torno a la enfermedad, objetivada en las acciones de “lucha contra y 1883, durante la presidencia de Julio A. Roca, y entre 1892-1893,
la polio” (según denominaciones de la época), prestando atención a durante la de Luis Sáenz Peña). Su padre, Francisco Oliver, fue un
dos dimensiones. Una pone interés en las diversas formas de parti- hombre de leyes que ejerció la función de ministro de Hacienda duran-
cipación de las mujeres: sea como socias de entidades o asociaciones te la presidencia de Victorino de la Plaza (entre 1915 y 1916) y que,
con fines altuistas, trabajando como enfermeras, como madres con además, fue diputado nacional y profesor universitario de economía
responsabilidades sociales de cuidado, como personal “voluntario”, o y finanzas. La interesante y vasta trayectoria profesional y política
ejerciendo varios de esos roles a la vez. La otra recupera el entramado de María Rosa como periodista y escritora dejó huellas en el mundo
38 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 39

de la cultura y de la literatura argentina. No obstante sus extensos de los mejores tratamientos. Se embarcaron en la primera travesía
aportes en diferentes ámbitos, en esta oportunidad se hará foco en de vuelta a Europa del flamante transatlántico italiano Principessa
aquellos matices que relatan en primera persona la experiencia de la Mafalda, uno de los más veloces y lujosos de la época (unía Argentina
enfermedad, los modos de tratarla (de acuerdo con los conocimientos con Génova en catorce días y era el preferido por las clases pudientes
médicos y los recursos económicos, culturales y simbólicos disponi- argentinas, uruguayas y brasileñas).
bles para las clases altas) y los esfuerzos personales y familiares por En Francia no encontrarían métodos diferentes a los que se prac-
adaptarse a los desafíos de llevar adelante la vida con una parálisis ticaban en Buenos Aires (electroestimulación y masajes) por lo que,
motriz irreversible. siguiendo el consejo del joven médico Mariano Castex, que estaba per-
Entre el grupo de especialistas argentinos, uno de los primeros feccionando sus estudios en París, se dirigieron a Alemania. Primero
en interesarse por esta enfermedad fue el neurólogo José Antonio a Heidelberg, luego a los baños termales de aguas ácido-sulfúricas
Esteves, quien a partir de su labor asistencial en el Hospital de Niños de la Selva Negra. Una vez que comprobaron que los efectos de la
había consignado la presencia de dieciocho casos en 1903. Dos tesis de cura termal eran nulos o imperceptibles, continuaron sus consultas
doctorado en Medicina, la de Genaro Sisto (1895) y la de Octavio Pico médicas en Múnich y Berlín. Visitaron Estocolmo, donde recurrieron
(1903), sentaron los primeros antecedentes académicos locales que al renombrado profesor Oskar Medin. Suecia había sufrido en 1906
otorgaron relevancia científica al tema. También el higienista Gregorio el azote de una grave epidemia y pensaron que allí encontrarían
Aráoz Alfaro y el neurólogo Mariano Alurralde habían estudiado un las mejores masajistas diplomadas. Entre los múltiples itinerarios
brote observado en 1909. Unos años después, en 1916, el director del emprendidos para encontrar una cura o mejores resultados en la re-
Hospital de Niños en ese entonces, Eliseo Ortiz, dispuso por primera cuperación, los miedos y las incertidumbres, no faltó la búsqueda del
vez el aislamiento durante el período agudo y fundó posteriormente, milagro, que no sucedió, en la gruta de Lourdes. Finalmente, luego
junto con Alberto Marque, el Instituto de Fisioterapia (en el Hospital de dos años de combinar placeres turísticos con diversas prácticas
de Niños) con el fin de tratar las secuelas de la enfermedad. Las técni- terapéuticas, muchas de ellas dolorosas y agobiantes, la familia em-
cas de tratamiento de las que se disponía en ese entonces consistían prendió el regreso. Una cirugía correctora de la posición deforme de
en estimulación eléctrica sobre los miembros paralizados, masajes uno de sus pies y un nuevo equipamiento, constituido por una órtesis
y estiramientos musculares. Si bien en nuestro país se conocían las larga que sujetaba sus piernas y parte del tronco, fueron resultados
técnicas mencionadas, los recursos humanos capacitados eran esca- de esa travesía y le permitirían a María Rosa caminar con ayuda
sos. Basta mencionar que los primeros cursos de masajistas habían de bastones y abandonar por ratos la silla de ruedas. Además, una
comenzado en el Hospital de Clínicas en 1906. Dirigidos por un grupo masajista sueca dejó su país natal para continuar los tratamientos
de médicos entre los que se encontraban Octavio Fernández, Manuel de la niña en Buenos Aires.
Terrizano y Enrique Romero Brest, constituyeron los antecedentes de La parálisis de sus piernas no impidió movimiento e intensidad
la formación de los kinesiólogos, que comenzará como carrera univer- en la vida de María Rosa; siempre acompañada por (al menos) una
sitaria en 1938. El primer servicio público especializado en parálisis asistente personal, se convirtió en una incesante viajera, fue corres-
infantil se organizó en el Hospital de Niños en 1939. ponsal y traductora de notables escritores e interlocutora apreciada
Como era costumbre en las familias de clase alta porteña, María por las figuras culturales más relevantes de su tiempo. Así, fue capaz
Rosa fue educada en su hogar por varias institutrices europeas. En de instalarse con su silla de ruedas en un viejo avión soviético biplano
la vivienda familiar de dos plantas, recibía las visitas de los médicos que la llevó por Rusia y por China, donde llegó a conocer personal-
y los tratamientos para aliviar la parálisis de sus piernas. Como la mente a Mao Tse Tung. Oliver secundó a Victoria Ocampo durante
evolución del estado de la niña evidenciaba una grave parálisis per- muchos años en la revista Sur, junto con quien fundó la Unión Argen-
manente que le impediría caminar, los padres apelaron a todos los tina de Mujeres (uam) en 1936, la cual presidió desde 1938. Surgida
recursos que pudieron para sobrellevar la situación. En 1909, una vez en sus inicios para oponerse a los contenidos regresivos en cuanto
pasado el período agudo de la enfermedad y probados los pocos recur- a los derechos de las mujeres del proyecto de reforma del Código
sos terapéuticos disponibles por estas latitudes, la numerosa familia Civil presentado por el presidente Agustín Justo (1932-1938), esta
Oliver emprendió un largo viaje de dos años por Europa en busca organización multipartidaria se convirtió en una de las impulsoras
40 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 41

de la participación política femenina. La uam estaba encabezada por El método Fitte


figuras de la intelectualidad, por dirigentes y obreras comunistas y
militantes católicas (Oliver, 1969: 348-354; Valobra, 2008). Ferviente Dentro del grupo de médicos que adherían a las nuevas técnicas
antifascista, ayudó a la España republicana y protegió a perseguidos de rehabilitación, el papel del cirujano ortopédico Marcelo Fitte fue
y exiliados. También fue asesora en la Oficina Coordinadora de Asun- uno de los más influyentes. En 1929 fue designado como médico por
tos Interamericanos creada por el gobierno de Franklin Roosevelt la Sociedad de Beneficencia en el servicio de cirugía del Hospital de
en 1940. El vínculo con Estados Unidos cambió fundamentalmente Niños; un año antes obtuvo el cargo de profesor adjunto de la cátedra
durante los años del macartismo y de la Guerra Fría, cuando pasó a de Ortopedia de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad
ser considerada persona no grata en dicho país (Oliver, 2008). de Buenos Aires, donde había comenzado como adscripto en 1924
En el relato de María Rosa, rodeada de cuidados familiares amoro- (Fitte, 1938).
sos, se refleja la aceptación de su condición con algunas limitaciones El cirujano sostenía que el tratamiento ortopédico precoz era el
naturalizadas correspondientes a su parálisis. En la discapacidad recurso más eficaz y adecuado para tratar la poliomielitis. Se basaba
motriz, el atributo estigmatizador suele resultar evidente y “natural”: en la intervención temprana desde la fase aguda, la utilización de
el uso de muletas, sillas de ruedas, órtesis, bastones y la exhibición aparatos ortopédicos, las cirugías correctivas, la reeducación muscular
del cuerpo lesionado o paralizado expresan una supuesta anormalidad y los masajes (en mesa o en el agua), la constante vigilancia de las
que distingue a esa persona y la ubican en la categoría de potencial posiciones adecuadas del cuerpo y el atento control periódico de la
desacreditable. No se trata, sin embargo, de atributos que adquieren evolución del paciente. El galeno tenía una opinión asumida, no muy
esa naturaleza por sí mismos, sino del lenguaje de las relaciones que alejada del resto de la opinión académica y pública, que acentuaba el
hace que sean honrosos o ignominiosos por sí solos (Goffman, 2010: rol privilegiado de las mujeres como mediadoras entre el mundo de los
16). Por tanto, las consecuencias de vivir con una discapacidad varían enfermos y el mundo médico (Di Liscia y Maristany, 1997). En 1938,
de acuerdo con el nivel socioeconómico y las redes sociales con las en su propuesta de organización para un servicio de poliomielitis,
que cuentan las personas y las familias, quienes ven delimitadas las señalaba la importancia de las visitadoras, basado en las condiciones
posibilidades de acceso a los recursos de salud según las trayectorias físicas y espirituales femeninas, esenciales para el éxito de un proyecto
de clase social y las oportunidades de sociabilidad (Venturiello, 2016). sanitario moderno que estuviera a la altura de otros similares en el
Para aquellos de condiciones más humildes, el cuidado cotidiano de un mundo. Fitte destacaba, además, la necesidad de crear “verdaderos
niño o niña con polio sin duda significaba un esfuerzo de largo aliento servicios elásticos”, capaces de responder a epidemias desiguales en
que consumía gran parte de sus ingresos y energías para solventar magnitud. Esa elasticidad estaría dada por la capacidad de aumentar
los tratamientos y gestionar los obstáculos sociales que dificultan la rápidamente el número de camas en el hospital y por el seguimiento
vida cotidiana de las personas con discapacidad y sus familias. Para de los “enfermitos” en sus respectivos domicilios, que sería realizado
algunos más desfavorecidos, la mendicidad, el aislamiento (en sus por la visitadora “que seguirá al niño como si estuviera internado, sin
propios hogares o asilos) y el abandono eran parte de las estrategias necesidad de cargar con el costo de la internación” (Fitte y Masucci,
de supervivencia de sus familias (Álvarez, 2010). Dentro de estas 1939: 140; Fitte y Masucci, 1938).
acciones, vivir de la limosna y el ocio improductivo, entendidos como No solo el deseado carácter de elasticidad era un rasgo que se
acciones meramente individuales, inquietará profundamente a médi- materializaría a través de las visitas al hogar; también el pretendido
cos, legisladores y benefactores. La “improductividad” como condición alcance social de la medicina, aquel que iba más allá de las acciones
adjudicada a los “lisiados” será uno de los argumentos que impulsará de curar o mejorar a los enfermos, recaía en ellas. Por un lado, en
la búsqueda de soluciones sanitarias, sociales, y también morales, estas mujeres que atravesaban las puertas del hogar y del hospital,
para evitar la decadencia de estos futuros ciudadanos. como mediadoras entre los asistidos y la institución sanitaria a la
que representaban; por el otro, en las madres, que continuarían esas
atenciones en el ámbito doméstico.
Las reeducadoras, bajo la supervisión del médico, eran las en-
cargadas de movilizar miembros paralizados, aplicar masajes, es-
42 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 43

timular movimientos y evitar las malas posturas que conducirían a en brazos, etc.” (agn, legajo 113, 1942) sumaba a los requerimientos
malformaciones. “Escasas pero laboriosas”, se formaban desde 1939 materiales otro cariz de carácter intangible, la dimensión ética del
en el servicio de parálisis infantil, dirigido por Fitte. El servicio tenía cuidado (Venturiello, 2015). Traducido en la necesidad de disponer de
sesenta plazas y estaba organizado a semejanza de los servicios de tiempo y de brazos capaces de consolar llantos y de mecer criaturas,
rehabilitación de Estados Unidos: contaba con dos visitadoras, cuatro este aspecto del cuidado, que atravesaba y trascendía el número de
reeducadoras, tres masajistas, tres enfermeras especializadas y tres camas disponibles y las fronteras del saber médico, era considerado de
médicos; disponían de una piscina para realizar los ejercicios (agn, tal naturaleza que hacía al específico “conocimiento de las señoras”;
legajo 113, 1940). fue, además, el fundamento para pedir que se contratara personal
Así las cosas, a pesar de contarse con algunos recursos sanitarios, extraordinario, excluyentemente femenino (agn, legajo 113, 1942).
la epidemia de 1942-1943 representó una coyuntura difícil. En las Reeducadoras, enfermeras, visitadoras y ayudantas tendrían un
casi tres décadas que iban desde 1906 hasta 1932 se consignaron papel nodal en los “etcétera” del cuidado que serían esenciales a los
2.680 casos. Durante la década siguiente la curva ascendió a 2.435. “modernos” tratamientos de rehabilitación.
Durante ese año, con 2.280 víctimas, en solo algunos meses la enfer- Los procesos de medicalización de la crianza y la maternidad,
medad se había cobrado casi la misma cantidad que en los últimos sumados a la maternalización política de las mujeres (Nari, 2004) y
diez años (Argentina, Secretaría de Salud Pública, 1947: 757). Si bien las preocupaciones por la desnatalidad, presentes desde mitad de la
ese número de casos se distribuyó en el transcurso de varios meses, década de 1930, conformaron el marco de ideas en que los pediatras, a
tal magnitud requirió medidas especiales. En esas circunstancias, partir de 1940, comenzaron a propiciar una “nueva sentimentalidad”
para noviembre de 1942 las inspectoras del Hospital de Niños y de en torno a los pequeños (Biernat y Ramacciotti, 2013; Rustoyburu,
la Casa de Expósitos habían autorizado medidas preventivas y pre- 2015). Esas ideas presentaban nuevas lógicas y pautas de cuidado
paratorias para enfrentar la epidemia a través de la habilitación del que se pronunciaban a favor de un mayor contacto físico con bebés
pabellón Tamini y de la contratación de personal en forma provisional y niños, y veían con buenos ojos el tenerlos en brazos y estimularlos
y extraordinaria. afectivamente a través de las sonrisas y de la voz. Ello se vio reflejado
Por otro lado, desde la Asistencia Pública de la ciudad de Buenos en los consejos médicos prodigados fundamentalmente a las madres y
Aires, su director Raúl Cibils Aguirre, aunque aún no reconocía ofi- también en las prácticas de cuidado de asilos e instituciones sanitarias
cialmente la existencia de un brote epidémico, también se preparaba (Rustoyburu, 2015; Briolotti, 2015, 2016). Hacia 1938, el pediatra
para hacer frente a las contingencias posibles. Dispuso para ello de la austríaco René Spitz había iniciado sus experimentaciones con niños
“reserva” de dos salas para niños y niñas respectivamente y otra para internados en asilos; sus hallazgos sobre las nefastas consecuencias
adultos en el hospital Muñiz, y habilitó una sección especial para rea- del hospitalismo y el marasmo serán muy influyentes en la organiza-
lizar análisis de líquido cefalorraquídeo, necesario para el diagnóstico ción de los servicios sociales y sanitarios infantiles a partir de 1945.
diferencial. Además, siempre con fines preventivos, recomendaba la En el ámbito nacional, será el pediatra Florencio Escardó uno de los
coordinación de acciones entre las distintas reparticiones sanitarias y que impulsarán estas ideas y estará entre los primeros en autorizar
llamaba a los médicos a que cumplieran con el deber de denunciar a la la permanencia en las salas de las madres junto a los niños durante
Asistencia Pública todo caso de parálisis infantil de acuerdo con la ley los períodos de internación (Rustoyburu, 2012, 2015).
12.317 de declaración obligatoria. En consonancia, durante ese mismo
mes, el Departamento Nacional de Higiene convocó a la creación de
una Comisión Permanente de la Parálisis Infantil con representantes El método Kenny
de distintos centros científicos y administrativos (entre ellos Juan J.
Spangerberg, Raúl Cibils Aguirre, Alfredo Sordelli, Alois Bachmann, En plena epidemia de 1943, el gobierno de Estados Unidos envió
Pedro de Elizalde, Juan Garrahan y Ramón Arana). a Buenos Aires una comisión en colaboración especial para aplicar el
Ciertamente, la complejidad propia de asistir a niños pequeños método Kenny en nuestro país. Conformada por un médico ortopédico,
y la necesidad de “alimentarlos, darles de beber frecuentemente, Rutherford John, y dos nurses especializadas, Mary Steward-Kenny
asearlos, moverlos de posición en sus camitas, muchas veces cargarlos (sobrina de la enfermera Elizabeth Kenny, creadora del método que
44 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 45

llevaba su nombre) y Ethel Gardner, llegaron a la ciudad el 16 de aceitada y sobre ellas se colocaba una tercera capa de franelas secas.
marzo. El médico permanecería en Buenos Aires durante cuatro se- Esta capa de tres vendajes se renovaba cada dos horas pero, si los
manas, y las enfermeras, quienes se alojarían en el Hospital de Niños, dolores eran muy acentuados, se podían cambiar cada quince minutos
dos meses. John se alojó en un hotel para mantener una supuesta durante doce horas. La técnica se aplicaba sobre los niños sin ropa
posición de neutralidad ante las disidencias locales sobre el método. en camillas adecuadas a sus tamaños; para agilizar el secado de los
Su paga casi cuadruplicaba la de las enfermeras, 750 pesos por mes fomentos se habían adquirido tres máquinas eléctricas de secado
para él y 200 para ellas (Rogers, 2013: 61, n. 184). (agn, legajo 113, exp. 9355).
Durante su permanencia, que finalmente se extendió de dos a De cara al golpe militar del 4 de junio de 1943 la nfip recomendó
cuatro meses, las nurses americanas no podían hacer declaraciones interrumpir la estadía de las nurses en Buenos Aires y dispuso su
públicas por “cuestiones de disciplina”, quedando ello en la voz del inmediato regreso a Mineápolis. Similar reacción fue adoptada desde
médico que encabezaba la misión (La Prensa, 16 de marzo de 1943). la Fundación Rockefeller, que suspendió abruptamente sus programas
Su función sería asistir a los niños internados en el pabellón Tamini de capacitación de enfermeras y otros estímulos a la investigación
al tiempo de enseñar el método a seis reeducadoras formadas pre- médica que venía desarrollando en la Argentina. Además, habían
viamente en el “método Fitte”. Luego se agregaron otras postulantes trascendido rumores que acusaban a las nurses Kenny y Gardner
seleccionadas entre enfermeras, kinesiólogas y masajistas experi- de distraer tiempo de sus labores en la atención privada de niños de
mentadas. Si bien el modelo de formación británico, junto a la figura familias pudientes que, aunque fueron desmentidos, alimentaron el
emblemática de Florence Nightingale, había tenido un impacto inicial malestar y los malos entendidos. Finalmente, con el aval y el dinero
en la formación de enfermeras en la Argentina, durante el primer provisto por Elizabeth Kenny, ya que la nfip había retirado el financia-
tercio del siglo surgieron escuelas que incorporaban influencias nor- miento, las enfermeras permanecieron en Buenos Aires hasta pasado
teamericanas, como la de la Standard Oil en Tartagal (Salta) y una el pico más grave de la epidemia (Rogers, 2013). Las ideas de carácter
escuela dependiente de la Universidad Nacional del Litoral en la nacionalista y antinorteamericano de las autoridades entrantes y la
ciudad de Rosario (Santa Fe), financiada por la Fundación Rockefe- política de neutralidad adoptada en el conflicto de la Segunda Guerra
ller. El persistente problema de la capacitación de enfermeras había provocaron el alejamiento de las relaciones formales entre Estados
favorecido que algunas instituciones como la Sociedad de Beneficencia, Unidos y Argentina. En el ámbito nacional, las autoridades dictato-
el Hospital Italiano y el Rivadavia dictaran cursos a su personal, sin riales aplicaron cesantías a profesores universitarios, intelectuales o
llegar a establecer escuelas (Martin, 2015). A través de este tipo de personalidades de la cultura que fueran sospechados de tener ideas
estrategias, en un contexto de complejización del sistema sanitario “extranjeras” (Ramacciotti, 2017).
que se veía puesto a prueba una y otra vez frente a las epidemias, se En un perdurable clima de incertidumbre biocientífica, en Buenos
establecieron flujos y circuitos que incorporaron otras metodologías Aires también se jugaban controversias acerca de cuáles eran los méto-
y prácticas terapéuticas en la región. dos adecuados para tratar la enfermedad. Estaban los procedimientos
En efecto, este procedimiento de reeducación muscular, ideado tradicionales, que prescribían la inmovilización y la fisioterapia, y los
por la enfermera australiana Elizabeth Kenny a partir de su amplia más innovadores, que apostaban, por el contrario, a la movilización
experiencia con esta enfermedad desde 1911, se aplicaba en Estados precoz, los masajes y la hidroterapia, incluyendo la utilización de
Unidos desde 1940. Aunque el método no tenía valor curativo, se antibióticos y la experimentación con sueros y vacunas. En ese con-
utilizaba para combatir las secuelas, aliviar el dolor, evitar contrac- texto, la presencia de las reeducadoras norteamericanas tuvo amplias
turas y deformaciones y reeducar a aquellos pacientes que recobraran repercusiones en la prensa local y en los países vecinos, que motivaron
movimientos. Se trataba de una actividad laboriosa que requería mayores demandas de atención y excedieron la capacidad de respues-
tiempo y atención personalizados. Se necesitaban paños de tela, agua ta del sistema. A modo de ejemplo, desde la ciudad de Concordia, en
caliente, recipientes, escurridores, toallas y camillas especiales. La la provincia de Entre Ríos, se solicitó la derivación al Hospital de
tarea consistía en envolver los miembros afectados con franelas de Niños de la Capital de veinte pequeños para que recibieran ese tipo
algodón mojadas en agua hirviendo, escurridas previamente para de tratamiento porque allí, como en otras provincias, se carecía “de
evitar las quemaduras. Luego, esas envolturas se cubrían con seda medios para la reeducación”; de esos pequeños fueron aceptados solo
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diez, por falta de camas. También en la misma provincia, desde la asignados, por considerarse finalizada la epidemia. De esa forma,
ciudad de Victoria se solicitó una “reeducadora del servicio del doctor los saberes acumulados durante la urgencia fueron relegados; la
Fitte” para que fuera a capacitar y a dar tratamiento, en ocasión de inestabilidad en el mantenimiento de programas y las reducciones
un brote de la enfermedad. El pedido se fundamentaba en razones presupuestarias constituyeron un serio límite para el sostenimiento
humanitarias y además por la “imposibilidad de obtener los servicios de acciones preventivas y de rehabilitación en un marco donde las
de reeducadoras que no sean las que se desempeñan en el servicio del coyunturas políticas tendieron a constituirse en un freno para la
doctor Marcelo Fitte” (agn, legajo 113, exp. 9355). Durante mayo, la evolución de las políticas sanitarias.
enfermedad se manifestó en la zona de la ciudad de Misiones, por lo En ese momento, la Sociedad de Beneficencia enfrentaba serias
que la Sociedad de Beneficencia envió a esa localidad a dos enfermeras dificultades financieras para mantener los servicios en condiciones, a
reeducadoras, María Brisuela y Lucía Duarte, para que trabajaran lo que se agregaba la regularización obligatoria de la jornada laboral
en conjunto con la delegación sanitaria enviada por el Departamen- de ocho horas exigidas por las nuevas disposiciones de la Secretaría de
to Nacional de Higiene. En cuanto a los países vecinos, el gobierno Trabajo y Previsión (agn, legajo 113, 1942-1943). Luego de la denomi-
chileno había becado la estadía en la Argentina de una enfermera y nada “revolución de junio de 1943”, desde esa Secretaría encabezada
una kinesioterapeuta para que aprendieran el método de las nurses por Juan Perón se implementaron una serie de medidas destinadas
extranjeras, a la vez que había solicitado el envío de una reeducadora a favorecer a los trabajadores que significaron una profunda refor-
del servicio de parálisis infantil para instruir a reeducadoras chilenas, mulación de la regulación estatal en materia laboral (entre ellas, los
corriendo los gastos a cuenta de la Embajada trasandina. Ello se debía convenios colectivos de trabajo, el Estatuto del Peón de Campo y los
al “prestigio del servicio de parálisis infantil dirigido por Florencio Tribunales de Trabajo) e implicaron el incremento de las mecanismos
Bazán y Marcelo Fitte”, siendo ellos “preferidos antes que enviarlas de regulación y control en los ámbitos de trabajo (Palacio, 2013).
a Estados Unidos”. Por su parte, desde el Ministerio de Salud de El creciente interés de Fitte por dedicarse a la recuperación de las
Uruguay, una delegación sanitaria encabezada por el médico Ricar- secuelas paralíticas de la polio demandaba recursos durante períodos
do Caritat también había sido consignada para estudiar el método prolongados que por ese entonces la Sociedad de Beneficencia no
Kenny en el servicio de parálisis infantil de Buenos Aires. Además, podía resolver. El médico refería preocupación por aquellos niños de
una de las “reeducadoras de Fitte”, Elena T. de Albino, había viajado las provincias y de escasos medios, para quienes el regreso al hogar
en abril de 1943 para perfeccionarse durante tres meses en Estados representaría la imposibilidad de un tratamiento correcto y aseguraba
Unidos. Una densa red de relaciones científicas al interior de la región que en tales condiciones “serían rápidas víctimas de deformaciones,
latinoamericana evidenció que no se trataba de una recepción pasiva lo que esterilizaría el esfuerzo ejecutado” (agn, legajo 113, Nota a las
y unívoca de influjos de otros hemisferios sino que, por el contrario, se Inspectoras, 24 de diciembre de 1943). Si bien el pabellón Tamini se
estableció un dinámico campo de intercambios que congregaba mul- reabriría con el brote de 1945 y, junto con la sala xvi, serán impor-
tiplicidad de actores. Además, seguramente las barreras idiomáticas tantes espacios de práctica, investigación y docencia de las nuevas
fueron un factor importante al momento de establecer trayectorias y técnicas desarrolladas por el ortopedista, como veremos a continua-
circuitos de formación en la región (Ramacciotti, 2017). ción, será en otro ámbito y en alianza con el grupo de mujeres que
En síntesis, a partir de la llegada de las nurses norteamericanas organizaron alpi, donde logrará afianzar su experiencia y canalizar
el ortopedista logró fortalecer su proyecto asistencial a partir de la sus vastas aspiraciones.
provisión de insumos y equipamiento, la contratación de personal y Como se ha señalado, la maternalización del mercado de trabajo
la capacitación de enfermeras, reeducadoras y visitadoras. Luego de y las ideas sobre la supuesta naturaleza femenina y la masculina
pasada la epidemia y con el fin de apreciar mejor los resultados de esta se reflejaron en la organización social del trabajo. Así, en la división
nueva técnica, el médico había solicitado continuar las actividades del trabajo sanitario, los médicos se ocuparían de lo científico y las
de reeducación con el fin de capitalizar los esfuerzos y aprendizajes enfermeras, de lo empírico. Como “profesión atajo” tempranamente
invertidos y, también, de asistir a los enfermos de otras epidemias, feminizada en nuestro país, la enfermería (junto con el magisterio,
pasadas y futuras. Sin embargo, sus reiterados pedidos no fueron asistentes de laboratorio y parteras) representaba una de las vías
contemplados y se suspendieron los recursos “extraordinarios” antes para el desempeño laboral de las mujeres (Martin, 2015). Siguiendo
48 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 49

las ideas de Karina Ramacciotti y Adriana Valobra (2015), entre las intervención en disputa que se venía conformando en nuestro país.
variadas razones (ideológicas, institucionales, económicas, culturales, Desde principios de siglo médicos, kinesiólogos, ortopedistas, edu-
etc.) que llevaron a excluir o incorporar a las mujeres a las prácticas cadores y profesionales de otras disciplinas actuaban en torno a la
sanitarias deben considerarse, también, ciertas coyunturas críticas rehabilitación e intentaban consolidarse como especialistas.
que actuaron a favor de la feminización. En ese panorama de ideas No es redundante mencionar que esas controversias y sus resulta-
y en el marco de una emergencia sanitaria que afectaba a niños de dos concretos demuestran que la organización del trabajo deviene de
corta edad, resultaba casi obvio e incuestionable que ante la necesidad relaciones sociales preexistentes, reproduce las desigualdades entre
de incrementar el personal auxiliar se apelara a las enfermeras para varones y mujeres y adquiere importante peso al definir los alcances
aplicar las modernas técnicas médicas. A medida que aumentaban e incumbencias de las actividades (Ramacciotti y Valobra, 2015). En
los casos, se abrían nuevos cargos, siempre de carácter “provisorio y ese sentido, las ideas de Kenny sobre la naturaleza de la poliomielitis
extraordinario” y sujetos a la evolución epidemiológica. habían suscitado no pocas polémicas entre los especialistas. No solo
¿Qué manos mejores que las femeninas para maniobrar los porque cuestionaban los conocimientos consensuados por la medici-
pequeños cuerpos paralizados, aliviar su dolor y llevar adelante la na, que la entendían como una enfermedad de tipo neurológica, sino
pesada jornada laboral que implicaba, entre otras tareas, trabajar porque procedían del mundo fáctico e intuitivo, considerado como
con agua hirviendo, tolerar llantos infantiles, mecer cunas, etc? La esencialmente femenino y opuesto a lo científico. Sobre la base de su
ecuación concertaba la aptitud y la capacidad de abnegación y sa- amplia experiencia clínica, y ejerciendo una autonomía que iba más
crificio para el cuidado, esencializados como atributos propios de las allá del cumplimiento de las indicaciones del médico, la enfermera
mujeres, con bajos sueldos y condiciones laborales de precariedad. concebía la enfermedad como una alteración de los músculos y de la
Ramacciotti y Valobra (2015) explican el interés de las mujeres en piel. Su teoría señalaba que esta dolencia producía espasmos muscu-
ocupar ese tipo de cargos públicos en un conjunto de razones que lares como consecuencia de la inflamación y del dolor, y que eran esos
combinan la atracción por obtener un ingreso, aun siendo exiguo, espasmos, al ser tratados en forma inapropiada, los causantes de la
con la desvalorización del propio trabajo, basado en la concepción del “invalidez” que quedaba como secuela de la enfermedad.
aporte monetario femenino como complementario al de los varones Si Kenny estaba en los cierto, la parálisis no era entonces una
y en la naturalización de las tareas asumidas. Esta combinación las consecuencia natural e inevitable, sino el resultado del tratamiento
llevaría a postergar sus derechos laborales y a aceptar desventajosas tradicional de inmovilización aplicado por los ortopedistas. Fueron
condiciones de trabajo. muchas las controversias entre los médicos que, aunque reconocían la
Como se ha mencionado, el pequeño grupo de enfermeras es- eficacia del método, especialmente en cuanto a la reducción del dolor,
pecializadas del Hospital de Niños tuvo un rol destacado durante no aceptaban el marco interpretativo de la enfermera (Rogers, 2013).
la epidemia de 1942; aun bajo la tutela del médico, estas mujeres Los “hombres de ciencia” devaluaban las ideas de esta mujer de “gran
fueron solicitadas especialmente por su experticia, realizaron viajes firmeza de carácter y profundamente justa y tesonera”, por considerar
de perfeccionamiento al exterior y capacitaron a otros en diferentes sus argumentos como no científicos y basados exclusivamente en la
ciudades. No obstante, en 1944, los cursos de reeducación pasaron empiria. Sin embargo, reconocían que aun “sin preparación científica
a ser privativos de los kinesiólogos. Una vez logrado cierto prestigio esencial ni conocimientos de la medicina pero con un conocimientos
y reconocimiento social basado en el manejo experto de la técnica, y notable acerca de la anatomía de los músculos”, había impulsado una
antes de que las enfermeras pudieran aspirar a la hegemonía de su necesaria renovación de los métodos de tratamiento además de lograr
administración, la reeducación fue designada por los médicos como una amplia aceptación entre familiares y una importante difusión en
función privativa a otro grupo profesional. Luego de ser probada la variadas latitudes (Berg, 1949: 181).
técnica y finalizada la emergencia, las enfermeras fueron reubicadas Este debate entre la ortopedia tradicional y el método Kenny no
en el plano subordinado de los “etcétera” del cuidado, tan invisibles se vio reflejado de igual modo en las fuentes locales analizadas. Al
como esenciales en las complejidades cotidianas de la asistencia de contrario de las ideas de su autora, que consideraba que su método
los pequeños enfermos. Esta exclusión puede ser comprendida dentro no debía resultar nunca complementario a otros sino que debía ser
de los procesos de profesionalización y feminización de un campo de valorado como un método original, este fue ampliamente aceptado e
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incorporado a las prácticas en combinación con otras técnicas tera- fueron fundamentales en el proceso de construcción de un sistema
péuticas. En cierto modo, esto puede ser interpretado como un fracaso de intervenciones que se iría afianzando a lo largo de un camino de
para Kenny, al quedar su metodología bajo el dominio del médico ensayo y error. Ayudar a los niños desamparados era un elemento fun-
ortopedista que era quien prescribía las diversas técnicas (hidrote- damental de la “moderna cruzada religiosa” de las mujeres católicas,
rapia, calor, masajes, yesos, etc.) a las auxiliares especializadas. Así, para quienes la performance de la caridad como cruzada implicaba
la reeducación quedó puntualizada como tarea de los kinesiólogos y “el ejercicio de un deber impuesto por Dios” (Guy, 2011: 104). En ese
la faena de las vendas calientes o fomentaciones, en manos de las marco de ideas, la cruzada humanitaria asumida por alpi incluyó
enfermeras. un conjunto de medidas de tipo médico-social tendientes a favorecer
y poner en práctica las novedades de la medicina en el campo de la
poliomielitis. Para ello, no solo brindaron una estructura institucional
alpi: mucho más que un método asistencial, sino que destinaron esfuerzos en fomentar la continua for-
mación del equipo de profesionales y su participación en intercambios
A pocos meses del derrocamiento del presidente conservador Ra- científicos. La idea de la rehabilitación basada en la sugestiva frase
món Castillo, en un clima social de gran descontento, con una opinión evangélica “¡Levántate y anda!” sería la inspiración de sus acciones
pública pendiente de los acontecimientos de la Segunda Guerra y con y el correlato moral de la concepción biologizada de la deficiencia
un sistema político carente de legitimidad, los habitantes de la ciu- como problema individual (Testa, 2012). Si bien las ideas evangélicas
dad de Buenos Aires resistían el embate de un brote de poliomielitis, representaban la fuente de legitimidad moral y el marco valorativo
que se había iniciado a fines de 1942 y se mantuvo hasta mediados que respaldaban las acciones y coloreaban el discurso de la institución
del año siguiente. Una nueva iniciativa femenina inspirada en ideas –que se preocupaba no solo por la salud física sino también por la
filantrópicas constituyó en 1943, en la Capital Federal, la Asociación salud moral y espiritual de sus asistidos y familias–, las inquietudes
para la Lucha contra la Parálisis Infantil, alpi, entidad que canalizó por apoyar los avances de la medicina y la rehabilitación se llevaron
sus esfuerzos en la necesidad de encontrar soluciones a los efectos gran parte de sus esfuerzos y la mayoría de sus intervenciones, que
posteriores de la polio: “Dos jóvenes señoras que sentían los sufrimien- avanzaron gradualmente hacia una mayor complejidad, variedad y
tos de la enfermedad en carne propia, porque lo sentían en sus hijos, alcance. El otorgamiento de becas de perfeccionamiento, la continua
decidieron ocuparse de las familias pobres en las mismas dolorosas participación de representantes de la entidad en eventos científicos
circunstancias” (alpi, Memorias institucionales, 1944). internacionales y nacionales, la divulgación de materiales educativos
Las primeras reuniones que dieron impulso a la organización de y de prevención sobre el contagio dirigidos a la población en general,
esta Asociación se realizaron en la residencia de los esposos Juan demuestran el interés en apoyar el desarrollo del conocimiento en
Bernardo Sullivan y Juana Berthet, ubicada en un acomodado barrio el área y en posicionarse como una entidad de referencia en el tema
porteño. Allí sentaron las bases de la entidad y tuvo lugar la prime- (alpi, Memorias institucionales, 1943).
ra reunión de los socios fundadores. El matrimonio Sullivan brindó Las señoras de alpi se reunieron, en principio, desde la sensibilidad
apoyo económico no solo con importantes y sostenidas donaciones basada en sentimientos religiosos hacia una situación de enfermedad
particulares, sino también a través del aporte monetario de La Fo- que afectaba, en algunos casos, directamente el seno de sus propias
restal Argentina SA, presidida por aquellos años por Juan Bernardo familias. Aún resultaba incierta la posibilidad de controlar el conta-
Sullivan (esta empresa argentina de origen inglés se instaló en 1872 y gio de la enfermedad y se hacía necesario implementar los onerosos
explotó 1.500.000 hectáreas de quebrachales del Chaco para exportar y prolongados tratamientos de rehabilitación entre las familias más
tanino, postes y durmientes para el ferrocarril). pobres. Al momento en que surge alpi en 1943, la Sociedad de Bene-
Desde ese ámbito, estas mujeres se involucraron activamente y ficencia había sufrido un primer embate a partir de la determinación
de forma pública con el problema a través de una “cruzada moral” del presidente de facto Pedro Ramírez de traspasar la distribución de
destinada a promover los principios de la rehabilitación y sus alcances los subsidios del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto al del
(Becker, 2009). La trayectoria institucional de alpi muestra claros Interior. Además, con intenciones de lograr una mayor racionalización
indicios de la raíz cristiana de algunas ideas y materializaciones que y control se había creado una comisión para investigar la actividad
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filantrópica privada. Luego, al pasar los hospitales a depender de Balparda, Aída de Ludueña y Delia Barbosa, quienes trabajaron allí
la recientemente creada Dirección Nacional de Salud Pública y de gratuitamente en sus horas libres durante un año. Se instalaron en
quedar la Sociedad de Beneficencia, al igual que las demás entidades una sala prestada, en la sede de la Asociación de Ayuda y Orientación
privadas, bajo la égida de la Secretaría de Trabajo y Previsión, debía al Inválido (aoi), dirigida por el médico José María Jorge. A partir
entonces la centenaria institución por primera vez rendir cuenta de ese momento alpi ampliaría su capacidad prestacional sin prisa
ante dos organismos estatales. Esto marcó el inicio de un proceso pero sin pausa, lo que no impidió que mantuviera su colaboración en
de debilitamiento político que continuó con la intervención de la cada ocasión epidémica, particularmente con los establecimientos
Sociedad a fines de septiembre de 1946 y su posterior cierre en 1947, infantiles mencionados. Durante los brotes epidémicos era usual
acompañado por la transferencia de los establecimientos que había que alpi financiara parte de los sueldos del personal “extraordina-
administrado a otras dependencias gubernamentales (Guy, 2011). rio”, comprara insumos y medicamentos, brindara apoyo logístico y
Como hemos señalado, las dificultades de las Damas para conseguir monetario para traslados y asumiera el acompañamiento afectivo de
el financiamiento y la incertidumbre con respecto a la posibilidad familiares y enfermos.
de continuar gozando de los subsidios estatales atentaban contra la alpi estaba conducida por una comisión directiva compuesta por
continuidad de las experiencias de un grupo de especialistas médicos un grupo de señoras, un médico como asesor técnico y una comisión
que desarrollaban actividades en los hospitales públicos y que, se- honoraria consultiva de médicos que se convocaba en situaciones
guramente, vieron con buenos ojos la posibilidad de afianzar nuevos extraordinarias. Si bien en la administración de la entidad y la toma
vínculos y recibir apoyo de otras organizaciones. Así pues, a través de decisiones las señoras no reconocieron autoridad masculina, en los
de una alianza médico-social, reflejada en la figura de su primera espacios de participación que ofrecían a las otras mujeres les asigna-
presidenta, la asistente social Marta Ezcurra, y en la dirección médica ron un lugar subalterno con una doble sujeción. En primer lugar, a
asumida por Marcelo Fitte, alpi conformó gradualmente un modelo ellas mismas como simbólicas representantes de la clase dominante.
de asistencia que combinaría la intervención pública, la filantropía En segundo lugar, al poder médico, mundo regido en su mayoría por
basada en sentimientos religiosos y la ciencia, a tono con una larga varones y representante de un saber considerado científico y legítimo,
continuidad histórica que asociaba al Estado y a los organismos priva- que mejoraría las naturales condiciones femeninas para el cuidado. Se-
dos en la distribución de las responsabilidades del cuidado de los niños, rían ellos los que las capacitarían en conocimientos específicos. Estos
pobres y enfermos (Guy, 2011). El histórico conflicto que entrelazaba primeros cursos bosquejaron la demanda y los antecedentes para la
a médicos y Damas al ritmo en que la corporación médica crecía y posterior creación de centros de formación de profesiones consideradas
pretendía ganar peso en la administración sanitaria encontró en la “colaboradoras de la medicina”, como terapia ocupacional y terapia
alianza con estas nuevas administradoras la oportunidad de acceso a física. Es posible mencionar que algunas de las mujeres que participa-
un sistema de control y administración que quizá ellos consideraban ron en las primeras comisiones directivas de alpi y se capacitaron en
más a tono con los avances de la medicina y de la ciencia. las técnicas especializadas para tratar las secuelas de la enfermedad
Las primeras acciones de alpi se tradujeron en prestaciones de (masajes, fomentaciones del método Kenny y reeducación muscular)
ayuda a los enfermos que se asistían en los hospitales de la ciudad de fueron esposas e hijas de médicos que se habían especializado en tratar
Buenos Aires a través de la provisión de aparatos ortopédicos, dinero la polio. A pesar de que ellas ocuparon los cargos jerárquicos que se
para traslados, ropas y medicamentos; a modo de suturar las falencias organizaron en torno a esas actividades, mantuvieron un vínculo de
del sistema público, especialmente las salas de polio del Hospital de subordinación determinado por la valoración de esas tareas, conside-
Niños y de la Casa de Expósitos. Sus prestaciones tendían, además, a radas de menor rango profesional y académico. La elección de ejercer
apuntalar a las familias para que continuaran los tratamientos luego una ocupación en función de acompañar el desarrollo profesional del
de superada la etapa aguda de la enfermedad. Recién a fin de agosto marido o el padre reflejaba los valores de la época, que otorgaban a
de 1951 alpi comenzó a brindar prestaciones médicas directas, cuando las mujeres un lugar secundario con respecto a ellos (Pozzio, 2012;
inauguró su propio servicio de rehabilitación Marcelo Fitte (consistía Queirolo, 2008, 2015; Martin, 2015). En la búsqueda de recursos hu-
en consultorios externos y el servicio de las visitadoras) a cargo de manos que se plegaran a su causa, recurrieron al reclutamiento de
José Luis González, Elena T. de Albino y tres reeducadoras, Olga de otras mujeres de clases medias y de sectores populares que participa-
54 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 55

ban como “voluntarias” en distintas funciones de cuidado y asistencia En un contexto en el cual la expansión hospitalaria de las décadas
directa, de manera más o menos comprometida (Freidenraij, 2010; de 1940 y 1950 no concretaría las demandas de creación de un hospi-
Castro, 2009). Las “cruzadas morales”, entendidas en términos de tal estatal especializado en esta enfermedad, alpi extendió pequeñas
Becker (2009), son iniciativas que apoyan causas humanitarias en filiales en otras ciudades del país. Aunque insuficientes, estos centros
las cuales sus “emprendedores morales” lo hacen desde una posición delegados en manos privadas significaron un avance en cuanto al
moral y social que consideran superior, y encauzan sus acciones por incremento de esos servicios al mismo tiempo que acompañaron el
el bien de otros. Al inicio, constituyen un interés amateur, pero luego letargo de un mayor compromiso por parte del Estado en estas cues-
pueden convertirse en un trabajo a tiempo completo para llegar a tiones. alpi amplió su ayuda a las provincias a través de dieciséis
generar una gran organización dedicada a la causa. Por tanto, una filiales, de las cuales cinco dependían de la filial de Córdoba.
cruzada resulta exitosa cuando logra un nuevo conjunto de normas
y de agencias que aseguran su misión.
A tono con estos fines, las estrategias recaudatorias de alpi fueron Tabla 1. alpi y sus filiales, 1943-1961
desplegadas como verdaderas “cruzadas morales y humanitarias”
Filiales alpi Año de creación
dedicadas a la misión de lucha contra la parálisis infantil. Así, a las
alpi Central (ciudad de Buenos Aires) 1943
formas tradicionales basadas en donaciones, legados y eventos a be-
Córdoba Capital 1945
neficio organizados en el marco de espacios de sociabilidad de la elite
Santa Fe 1946
porteña (como la Sociedad Rural, el Club de Polo o el Jockey Club),
incorporaron las colectas callejeras y otros tipos de eventos populares Salta 1954
a través de las cuales recaudaban no menos importantes cantidades Tucumán 1955
de dinero. Nuestras “emprendedoras morales”, a diferencia de otras Nueva Chicago (zona oeste, ciudad de Buenos Aires) 1956
asociaciones privadas, no contaban con subsidios estatales. Utilizaron Villa María (subfilial Córdoba) 1956
un amplio bagaje de instrumentos recaudatorios, entre ellos las téc- Guaymallén (subfilial Córdoba) 1956
nicas de publicidad (eran asesoradas por la International Advertising Marcos Juárez (subfilial Córdoba) 1956
Service, que gestionaba ante avisadores de radios y revistas la cesión San Francisco (subfilial Córdoba) 1956
de espacios de publicidad sin cargo) a partir de las cuales difundían los Río Cuarto (subfilial Córdoba) 1956
fines y los servicios de la entidad, a la par que convocaban a colaborar. Rafaela (Santa Fe) 1956
La colecta callejera se realizaba una vez al año durante dos Tres Arroyos (Buenos Aires) 1956
semanas; comenzaba con una misa en la basílica del Santísimo Sa- San Salvador de Jujuy 1957
cramento y en ocasiones también con un festival de música popular. Chacabuco (Buenos Aires) 1957
Se exhibía el glamour de sus benefactores más elegantes en foto- Chivilcoy (Buenos Aires) 1958
grafías y en programas de radio y televisión, a la vez que se ponían Suipacha (Buenos Aires) 1961
a disposición las alcancías. Radio del Estado, Splendid, Belgrano y
Excelsior difundían frases de propaganda y destinaban minutos de Fuente: elaboración propia basada en las memorias institucionales de alpi (1943-1962).
aire en apoyo a las colectas. Era frecuente la participación de actores
y artistas conocidos, entre los que se encontraron Luisa Vehil, Nené
Cascallar y Elena Lucena, quienes, junto con otros famosos, salían a Cierto es que, desde fin del siglo xix y principios del xx la actividad
la calle a recaudar donaciones. El recuento de lo colectado se hacía voluntaria en tareas de asistencia a la niñez convocaba a mujeres de
con la colaboración de entidades bancarias (Banco de la Nación, Banco diverso origen y posición social, al tiempo que reflejaba la ausencia
Argentino de Comercio y Nuevo Banco Italiano) y el contralor de la de espacios de profesionalización de ocupaciones acordes a la per-
Dirección Nacional de Asistencia Social. El despliegue publicitario cepción de género de la época. Avanzado el siglo xx, la posibilidad de
alcanzaba buenos resultados, tanto que en ocasiones superaban lo ocupar lugares en las universidades y en el mercado laboral se había
esperado (alpi, Memorias institucionales). incrementado significativamente y las mujeres profesionales fueron
reemplazando “eventualmente” a las trabajadoras “voluntarias”. Así
56 Daniela Edelvis Testa La lucha contra la polio: una cruzada humanitaria 57

pues, en el caso argentino la “performance de la caridad”, entendida cómo ayudar al otro a ayudarse a sí mismo” (Favelukes de Kohan,
como una experiencia de empoderamiento y de acumulación de reco- 1959: 684). Para ello era necesario el asesoramiento de profesionales
nocimiento social, constituyó un aporte esencial en la construcción de servicio social, medicina, piscología y otros especialistas. Una de
de un andamiaje de medidas y de políticas sociales que resultaron las tendencias acentuaba el perfil ideal de la voluntaria, que contenía
esenciales en el “tardío” proceso de construcción del estado de bien- una larga lista de virtudes coincidentes con los requeridos para otras
estar peronista (Golbert, 2010; Guy, 2011). En un contexto proclive profesiones feminizadas: discreción, prudencia, inteligencia, serie-
a una mayor afiliación a los sindicatos y al paulatino cierre de las dad, etc. Otras voces señalaban que, si bien el “voluntario” traía “las
asociaciones benéficas, alpi combinó prácticas tradicionales con distracciones y las fiestas, las salidas, los placeres y regalos, es decir
otras consideradas innovadoras para la época (alpi, Memorias insti- la alegría que tanta falta hace en la vida monótona y rutinaria del
tucionales; Anales del iii Congreso, 1959). De ese modo, a la vez que enfermo” (Saslavsky, 1959: 680), no eran solo fines altruistas y valo-
legitimaban nuevos puestos de trabajo rentados para las mujeres, en res espirituales los motores, sino que también se buscaba canalizar
tanto kinesiólogas, psicólogas, reeducadoras, terapistas ocupacionales y reparar culpas inconscientes, saldar frustraciones o compensar la
y enfermeras, también mantuvieron y propiciaron las prácticas de falta de reconocimiento en otros ámbitos. Enunciaban también, sin
“voluntariado” como uno de los puntales institucionales, esenciales a ambages, el papel sustitutivo del “voluntariado” frente a la insuficien-
su cruzada contra la enfermedad. No se trataría ya de un “volunta- cia de personal y a las “fallas” de organización del Estado, alegando
riado” necesariamente basado en ideas religiosas o de caridad, sino que muchas de las situaciones precarias de los servicios sociales y
que las intenciones humanísticas serían tamizadas por la ciencia. sanitarios se resolvían solo por su ayuda:
Avanzada la década de 1950, la organización formal del volunta-
riado dentro de la estructura sanitaria a través de departamentos o ¿Falta la maestra por enfermedad y no se puede pedir re-
cuerpos de voluntarias representó uno de los elementos distintivos de emplazante por reglamento? Se pide a un voluntario. ¿Hay que
una forma de asistencia que se consideraba como “muy perfeccionada intensificar un tratamiento, por ejemplo, hacer fomentos? Se
y basada en los más modernos conceptos de la medicina” (Bell, 1959: pide a un voluntario. ¿Existe una situación de crisis y se van
las enfermeras por sueldos demasiados bajos? Se intensifica la
669). A modo de ejemplo: el servicio de voluntarias del Hospital de
ayuda voluntaria. ¿Hay una huelga del personal? Ayudan los
Niños se organizó luego de la epidemia de 1956 y pasó a ser parte voluntarios. ¿Faltan fondos para los instrumentos necesarios
de la estructura institucional en 1959. En ese mismo año también a la rehabilitación de un paciente? Se pide a los voluntarios.
fue creado en San Isidro el servicio de voluntarias para hospitales (Saslavsky, 1959: 680)
Damas Rosadas, que aún perdura. Según algunos de sus impulsores,
la función que estas mujeres desempeñaban era suplementar y nunca El papel del “voluntariado” (en su mayoría femenino) canalizó
suplantar al profesional. Se trataba de un “voluntariado” en cierto necesidades afectivas y estableció un mundo de sociabilidades que
modo cuasi profesionalizado, en el sentido que requería cumplir con tensionaron los límites de los espacios de “inclusión excluyente”, los
requisitos de formación y entrenamiento, además de contar con un adentro-afuera de las organizaciones especializadas en rehabilita-
determinado perfil personal y vocacional. ción (Ferrante, 2014; Ferrante y Venturiello, 2014). Constituyeron,
En el iii Congreso Argentino de Rehabilitación realizado en Buenos además, núcleos de profesionalización que precedieron y justificaron
Aires y Mar del Plata en 1959, una mesa redonda estuvo destinada la demanda de nuevas especialidades de la rehabilitación, concebida
exclusivamente a este tema. Coordinada por Alice de Bell, miembro como una ciencia y una filosofía, que consideraba en sus fundamentos
de la comisión directiva de alpi, se desplegaron matices en cuanto a y fines no solo aspectos médicos y sociales, sino también psicológicos,
la función y naturaleza del “voluntariado”. Sobre la base de las ideas emocionales y espirituales.
de profesionalización de la asistencia social, este tipo de actividad se A través de los años, alpi se convirtió en un actor importante en el
oponía al tradicional concepto de “beneficencia” que obedecía a “impe- establecimiento del modelo de la rehabilitación en la Argentina. Las
rativos de orden religioso, moral o simple sentimiento de solidaridad estrategias de comunicación y su capacidad de capitalizar la confianza
humana” y se enmarcaba dentro del conjunto de procedimientos y de la opinión pública resultaron aspectos distintivos, especialmente al
técnicas basados en conocimientos científicos tendientes a “saber momento de ser instrumentadas algunas políticas desde agencias del
58 Daniela Edelvis Testa

Estado. Un aspecto destacable es el hecho fundacional de haber sido Capítulo 2


creada a partir de madres de niños de familias que enfermaron con
polio. Aunque, por supuesto, la mera presencia de la enfermedad no Epidemias
disminuyó la distancia social que pudiera existir entre las filántropas
y los asistidos; sin embargo, el “sufrimiento de la enfermedad en carne
propia” establecía un territorio existencial de dolor compartido más
allá de las condiciones de clase. Sus contribuciones fueron importantes
al momento de impulsar avances en la lucha contra la enfermedad,
al proveer servicios de rehabilitación en diversas ciudades del país
que, aunque acotados y puntuales, extendieron ciertas cuotas de
bienestar a algunos niños que de otra manera no hubieran accedido
a tales prestaciones. Este conjunto de prácticas e ideas convergieron
Este capítulo trata mucho más acerca de creencias, temores y falta
en contextos favorables a su implementación, en una trama que com-
de certezas que de virus, curvas estadísticas y epidemiología. Si bien
binaba acción e inacción, atávicos temores y tecnologías “modernas”,
se toman en cuenta escenarios y coyunturas políticas y el estado de
y que, como intentaré demostrar a continuación, se vieron impulsadas
los desarrollos cognitivos sobre la enfermedad y las determinaciones
cíclicamente cada vez que sucedía una epidemia.
históricas y contextuales, su propósito es recuperar los relatos, las
metáforas y sensibilidades que se entramaron en las estrategias des-
plegadas frente a los brotes de la enfermedad por médicos, filántropas,
autoridades sanitarias y prensa. Son cuatro los momentos epidémicos
que se observan: 1936, 1942-1943, 1953 y 1956. El primero representó
el reconocimiento público del carácter epidémico de la enfermedad en
el país, los dos siguientes indican picos cuantitativos que alcanzaron
cierto consenso público y científico acerca de su gravedad. El último
fue el de mayor impacto en cuanto a número de infectados y precedió
a la llegada de la vacunación antipoliomielítica al país, hecho que,
de alguna manera, demarcó un hito en la historia de la enfermedad.
En la primera mitad del siglo xx, las epidemias de poliomielitis
fueron parte de la experiencia urbana en variadas latitudes. Tratada
con mayor o menor visibilidad, exagerada o negada, la presencia de
esta enfermedad afectó cíclicamente la vida cotidiana de los habi-
tantes de muchas ciudades. La primera epidemia reconocida como
significativa fue en Suecia en 1887 –aunque se habían denunciado
otras manifestaciones epidémicas desde 1840 (y hubo más reportes
hasta 1909) en ese país–, siguieron Alemania, Noruega, Suecia, Fran-
cia y Austria, y la enfermedad también se extendió a otros países de
Europa y Australia. En Estados Unidos los primeros golpes de esta
dolencia fueron en 1907 con 2.000 casos y en 1916 con más de 27.000;
en 1952 alcanzó el pico máximo con 57.000 niños y adultos afectados
(Oshinsky, 2005: 22 y 161; Campos et al., 2010: 17).
En la Argentina estuvo presente en forma endémica desde fin de
siglo xix y comenzó a recrudecer paulatina y exponencialmente en
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