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CASA ZALSZUPIN, arquitectura, diseño y arte (secreto) en Sao Paulo

María Fluxá

Jorge Zalszupin (Varsovia 1922- Sao Paulo 2020) decía que su vida había consistido en una sucesión de
milagros. Sobrevivió al Holocausto –no así su madre, y sus abuelos–, logró el título de Arquitectura en
Bucarest, llegar a París y embarcarse hacia Brasil. Allí no sólo dejó atrás las ruinas de la Europa de
postguerra, sino que se convertiría en uno de los nombres propios del diseño y la arquitectura brasileña del
siglo XX.

Trabajó estrechamente con Oscar Niemeyer en el mobiliario para los edificios gubernamentales de Brasilia,
pero su obra –geométrica pero también orgánica, elegante y artesanal– ha trascendido el tiempo para
convertirse en iconos del diseño moderno, como su butaca Dinamarquesa, su mesa Pétalas, o su sofá Cubo,
presente en la última campaña de Tiffany’s protagonizada por Beyoncé.

Apasionado por la calidad y variedad de las maderas brasileñas, creó un leguaje propio, geométrico y
sensual, a partir de sus influencias europeas. Así, sus diseños ejemplifican un trabajo en madera ejemplar, de
detalles clásicos y elegante funcionalidad. Desde hace dos décadas, ETEL –la mayor editora de mobiliario
moderno y contemporáneo de Brasil- reedita sus piezas, entre cuyos coleccionadores se encuentran Norman
Foster o Miuccia Prada.

Al frente de ETEL, Lissa Carmona es considerada como la responsable de la internacionalización y


valoración del diseño moderno brasileño. Esa misión de rescate, avivada por su relación profesional y
personal durante veinte años con el maestro, le llevó a crear Casa Zalszupin, tras su fallecimiento en 2019.
“Cuando Jorge se fue, todas sus pertenencias estaban en su casa. Su legado profesional también. Allí estaban
todos sus proyectos, algunos de los cuales no se habían abierto en los últimos 30 años. Había planos de
edificios, de la ciudad, de diseños a mano inéditos, de crónicas, de anécdotas que él anotaba”, explica Lissa
Carmona a Classpaper.

Las hijas no tenían muy claro qué hacer con todo ello. “Acababa de ver la exposición de Enzo Mari, conozco
muy bien las casas-museo, la fundación Achille Castiglioni”, rememora la CEO de ETEL que además de Sao
Paulo, cuenta con galerías en Houston y Milán. “Pensé ‘vamos a hacer una casa museo’. No sólo a la
memoria de su padre, sino como un centro de referencia para la arquitectura, arte y diseño, las áreas en las
que él trabajó. Esa casa, diseñada por él mismo en 1960, es una joya arquitectónica, la vamos a presentar
como está, con las marcas del tiempo, para mostrar cómo vivía, cómo pensó…”, prosigue.

Junto con la galería paulista Almeida & Dale, así como con comisarios independientes, se planteó una
programación inédita que cambia cada 60 días aproximadamente, en la que arquitectura, arte y diseño se
presentan “con profundidad y proximidad”, añade Carmona. De manutención privada, la experiencia es
única debido a “su escala doméstica, con poca gente, son siempre visitas guiadas, la dirección es secreta, no
se divulga por la propia protección y respeto de la casa. Usted entra en el site
(https://www.casazalszupin.com), reserva con antelación, como la Maison du Verre, por ejemplo, y es
gratuito”.

Desde sus primeras andanzas, en la que dejaron la casa desnuda apenas con su mobiliario y obras de arte, a
las exposiciones más recientes, como la de la diseñadora contemporánea Claudia Moreira Salles, pasando
por los diálogos del colectivo Branco Preto con el arte concreto de Brasil, a la retrospectiva del diseñador
carioca Joaquim Tenreiro, llegamos ahora a la celebración del centenario de Zalszupin.

“Es la finalización de un ciclo, con todas las vertientes, todos los secretos”, revela. Así entre Casa Zalszupin
y el Museu da Casa Brasileira se ha presentado el legado del arquitecto desde una perspectiva orgánica y
sintética. Ese es el título de la muestra que define su legado. Así, en la primera se indaga su faceta de
arquitecto: “Sus casas de Guarajá, con esa estética tan española, tan Gaudí, con sus formas orgánicas,
algunas con mosaicos que no eran nada brasileños en aquella época”.

El museo se rinde, en cambio, a su otra faceta: super Pop, super colorido, industrial. “Él era tan elegante y al
tiempo que hacía sus piezas de maderas y cueros nobles, también usaba el plástico. Es la misma persona,
siempre innovando. Con todo lo que la vida le retó, se mantuvo siempre optimista, positivo, buscando la
belleza, y la exposición tiene ese espíritu”, concluye.

FINFINFIN

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