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Capítulo 1

LA DEMOCRACIA CLASICA: ATENAS

En el siglo v a.C. Atenas emergía entre muchos


centros de poder rivales griegos, como la «ciudad -
estado» o  polis 1 dominante. Las razones de su
preeminencia
preeminencia y del extraordinario desarrollo del modo de
vida «democrático» no tienen aquí un interés primordial;
sin embargo sí son pertinentes algunos comentarios al
respecto.
Entre los años 800 y 5^0 a.C. se fueron formando

1  Emplearé el término «ciudad-estado», y ocasionalmente «ciudad-república» en


sustitución del término griego polis. En el próximo capítulo se abordarán las razones que
justifican la preferencia de algunos estudiosos por el término «ciudad- república», razones
que tienen relación con el debate sobre el momento histórico en que la idea de «estado»
fue formulada por primera vez.
 

lentamente en efjñ'ilñdb griego lospatrones de. un a, civ ilil izaran n


urbana. NtTme- rosas comunidades pequeñas, a menudo
e relacionadas entre sí, salpicaron la costa,
estrechamente
estrechament c osta,
mientras el interior permanecía prácticamente
deshabitado (cf. Finley, 1963, 1973a; Anderson, 1974, pp.
29-44). En un principio,
principio, estas ciudades estuvieron gober-
nadas por monarquías locales, pero con el tiempo,, a
menndo_tras viaLentos..conf]ictos- acabaron

siendo,dominadas por «clanes» vje- rarquías «tribales». Un


comentarista describe estas ciudades fundamentalmente
como:
 

La democracia clásica: Atenas 28 


núcleos residenciales donde se concentraban los
agricultoress y los terratenientes. En la pequeña ciudad
agricultore
típica de esta época, los agricultores vivían dentro de sus
murallas y cada día salían a trabajar en ios campos,
volviendo de noche, aunque el territorio de las ciudades
siempre incluía una circunferencia agraria con una
población enteramente rural asentada en ella. La
organización social de estas ciudades... estaba basada en

el dominio privilegiado de una nobleza hereditaria sobre


el resto de la población urbana, dominio que se ejercía
normalmente por medio del gobierno sobre la ciudad de
un consejo exclusivamente aristocrático (Anderson, 1980,
pp. 23-24).

El cultivo de la tierra y el comercio


c omercio marítimo
estimularon el desarrollo de aquellas ciudades costeras
especialmente bien situadas, algunas de las cuales
disfrutaron períodos de progresivo crecimiento.
La aparición de «tiranos» o «autócratas» (c. 650 -510
a.C.) quebró la continuidad política de las primeras
 

La democracia clásica: Atenas 29 


ciudades-estado.. Estos tiranos representaban los
ciudades-estado
intereses de todos aquellos que recientemente habían
hecho fortuna con la propiedad de tierras o el comercio e
intercambio. El orden tribal y de «clanes» dio paso a
regímenes más tiránicos. Pero la estabilidad de estos
regímenes era vulnerable, debido a los continuos
cambios en las alianzas y coaliciones. El enriquecimiento
enriquecimiento
de unos pocos no fue acompañado de la mejora de las

condiciones de vida de las clases más pobres,


especialmente de los no-propietarios o de los
propietarioss de pequeñas granjas o «comunidades
propietario
agrícolas». El aumento de la población hizo crecer la
presión sobre los privilegiados, dando lugar a un período
de intensas luchas sociales. Con el fin de preservar el
equilibrio de poder, hubo que hacer a menudo algunas
concesiones en la compleja e intensa vida política de las
ciudades. Las concesiones que se hicieron,
fundamentalmente en Atenas, pero también en el resto
de las ciudades, reforzaron la autonomía económica de

los medianos y pequeños agricultores, así como la de


 

La democracia clásica: Atenas 30 


otras categorías del campesinado. El estatus de estos
grupos mejoró  aún más, debido a importantes cambios en la
organización militar, que hicieron de agricultores y
campesinos moderadamente prósperos, piezas centrales
de la defensa de la comunidad (véase Mann, 1986). Sería
este cambio, quizá más que ningún otro, el que influiría
en la futura estructura política de las «ciudades-estado».  
Con la expansión de la esclavitud (más adelante se

volverá so-
 

La democracia clásica: Atenas 31 

bre este punto con más detenimiento), un creciente número


de ciudadanos independientes experimentó un aumento

sustancial del ámbito de sus actividades. Fue el


establecimiento de una economía de esclavitud —en la
minería, la agricultura y en ciertas industrias de artesanía— lo
que, tal como ha sido señalado, «permitió el. re pentino
florecimiento de la civilización urbana de Grecia... Frente a los
trabajadoress esclavos el ciudadano libre aparecía ahora
trabajadore ah ora en
todo su esplendor» (Anderson, 1980, p. 31). Las comunidades
urbanas griegas adquirieron un sentimiento ^creciente de
identidad y solidaridad. Se establecieron líneas claras de
demarcación entre «los de dentro» (ciudadanos) y «los de
fuera» (esclavos y otras categorías que incluían a todos
aquellos, sin importar su condición, procedentes de otras
comunidades). Esta identidad se reforzó con la extensión de
la alfabetización, que también benefició a la administración, y
ayudó al control de la población y de los recursos materiales
c ultura de la antigua Grecia siguió siendo
(a pesar de que la cultura
predominantemente
predominantemente oral).
A estos cambios siguieron
s iguieron innova
innovaciones
ciones en las
 

La democracia clásica: Atenas 32 

«constituciones»
«constituciones» de las «ciudades-estado», transformándose
los códigos legales escritos y no-escritos, trasmitidos a lo

largo de generaciones (véase Fin- ley, 1975). Parece ser que


fue a mediados del siglo vi cuando surgió en Quíos el primer
gobierno democrático,
democrático, aunque otros, con sus propias
particularidadess e idiosincrasias pronto le siguieron. Si Atenas
particularidade
destaca como el pináculo de este desarrollo, lo cierto es que
la nueva cultura política se extendió por toda lá civilización
griega, concediéndose nuevos derechos a todos los ciudadanos libres.
Es preciso destacar que el surgimiento de estas primeras
democracias no fue el resultado de un único conjunto de
acontecimientos; más bien, su desarrollo estuvo marcado por
un proceso de continuo cambio a lo largo de muchas
generaciones. Pero la pregunta sigue abierta: ¿por qué este
proceso al que hemos hecho referencia llevó a la creación de un
determinado tipo de democracia? Es ésta una pregunta BifíciL
cúyarespuStalicrés^ñlLbsolútocl
cúyarespuStalicrés^ñlLbsolútoclaf
af a. Entre todos los factores
que pueden señalarse, lo que alimentó un modo de vida de-
mocrático fue quizá el surgimiento de una ciudadanía a la vez
económica y militarmente i ndependiente, en el contexto de
 

La democracia clásica: Atenas 33 

comúñldá- des relativamente pequeñas y compactas.


Loscambibs políticos tuvieron luga r e h e o  nitón ida~des~soc i a 1 y

geográficamente acotadas,
con una población de unos
un os pocos miles
de habitantes, que convivían en estrecha relación, en  un
centro urbano o en sus alrededores2. En estas comunidadesJa
comunicación era relativamente fácil; las~noticias circulaban con
rapidez (aunque, por supuesto, no necé'sariamente
n ecé'sariamente con
exactitud) y- el impacto de cualquier medida económica y
social era prácticamente inmediato. Las cuestionesde
culpabilidad y'responsabilidad política
política eran en este contexto
prácti- camente ineludibles, y el tipo de obstáculos a la
participaciónn polí tica
participació tica que plantean las sociedades grandes y
complejas, no eran todavía signif icativos.
icativos. Estos factores —
tamaño, complejidad y grado de heterogeneidad polí5ca-
: ^sóñ dégmTImpoñ~áñcÍa~eñ~Ia~tgon'a~de la democracia, a
pesar de que, como explicaré más adelante, la desaparición
desa parición
definitiva de la democracia clásica griega no representa la
pérdida de la única oportunidad histórica de una extensa y
plena participación en los asuntos públicos. Pero, una vez
dicho esto, es preciso recordar que, incluso en Atenas, el demos
 

La democracia clásica: Atenas 34 

 enteramente
estaba  enteram compuesto por hombres adultos, con un
estricto origen ateniense3.

Ideales y objetivos políticos

El desarrollo de la democracia en Atenas ha constituido


una fuente fundamental de inspiración para el pensamiento
político moderno. Sus ideales políticos —igualdad entre
ciudadanos, libertad, respeto a ía ley y a la JusYicia'-^han

modeíado eí pensamieñto políficoTTe Occidente durante siglos,


a pesar de que algunas ideas céntrales^ cómo~por ejemplo,
ejemplo,
la moderna noción liberal del ser humano
h umano como «individuo»
con «derechos», no pueden remontarse a Atenas. Sin
embargo, el legado de Atenas no fue en absoluto aceptado
sin críticas por los grandes pensadores griegos, incluyendo a
Tucídides (hacia el 460-399 a.C.), Platón (hacia el 427 -347
a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.) que examinaron sus ideas y
cultura (véase Jones, 1957). Sus obras contienen algunos de
los juicios más desafiantes y duraderos escritos sobre las
limitaciones de la teoría y práctica democrática. Es
sorprendente el hecho de que no existe un teórico de la
 

La democracia clásica: Atenas 35 

democracia, en la antigua Grecia, a c uyos escritos e


ideaTpódamos'récürrir
ideaTpódamos'récürrir para los detánésYJustlficaciones
detánésYJustlficaciones de la
23

 polis  democrática clásica. Los conocimientos que tenemos de


esta cultura floreciente provienen
provienen de fuentes tan diversas
como fragmentos de obras, el trabajo de lía «oposición
« oposición
crítica» y los descubrimie
descubrimientos
ntos de historiadore
h istoriadoress y arqueólogos.
arqueólogos. 
Los ideales y objetivos de la democracia ateniense están
extraor- dinariameñte expuestos en la famosa ^ración fúnebre,
atribuida a Pericles, un prominente ciudadano ateniense,
general y político. El discurso,'probablem
rso,'probablemente
ente compuesto por
Tucídides unos treinta años después de que fuera
pronunciado, exalta la importancia y fuerza política de Atenas
(véase Finley, 1972). Hay dos pasajes en concreto que
merecen ser destacados:

Tenemos un régimen de gobierno que no envidia las


leyes de otras ciudades, sino que más somos ejemplo para
otros que imitadores de los de más. Su nombre es

2
 Se estima que
ciudades-estado, teníaAtenas, que vfue
en el siglo durante
entre unyperíodo
30.000 significativo la mayor de las
45.000 ciudadanos.
3 La ciudadanía se concedía en raras ocasiones a los extranjeros, y tan sólo con la
aprobación de la Asamblea, el principal órgano soberano.
 

La democracia clásica: Atenas 36 

democracia, por no depender el gobierno de pocos, sino de


un número mayor; de acuerdo con nuestras leyes, cada cual

está en situación de igualdad de derechos en las disensiones


privadas, mientras que según el renombre que cada uno, a
 juicio de la estimación
estimación pública, tiene en algún respec
respecto,
to, es
honrado en la cosa pública; y no tanto por la clase social a
que pertenece como por su mérito, ni tampoco, en caso de
pobreza, si uno puede hacer cualquier beneficio a la ciudad,
se le impide por la oscuridad de su fama. Y nos regimos
liberalmente no sólo en lo relativo a los negocios públicos,
sino también en lo que se refiere a las sospechas recíprocas
sobre la vida diaria, no tomando a mal al prójimo que obre
según su gusto, ni poniendo rostros llenos de reproche,
reproche, que
no son un castigo, pero sí penosos de ver. Y al tiempo que no
nos estorbamos en las relaciones privadas, no infringimos la
ley en los asuntos públicos, más que nada por un temor
respetuoso, ya que obedecemos
obedecemos a los que en cada ocasión
desempeñan las magistraturas y las leyes, y de entre ellas,
sobre todo a las que están legisladas en beneficio de los que
sufren la injusticia, y a las que por su calidad de leyes no
 

La democracia clásica: Atenas 37 

escritas, traen una vergüenza manifiesta al que las incumple... 


... Por otra parte, nos preocupamos a la vez de los asuntos

privados y de los públicos, y gentes de diferentes


dif erentes oficios
conocen suficientemente la cosa públ ica; pues somos los
únicos que consideramos no hombre pacífico, sino inútil, al
que nada participa en ella, y además, o nos formamos un
 juicio propio o al menos estudiamos co
con
n exactitud los
negocios públicos, no considerando las palabras daño para la
acción, sino mayor daño el no enterarse previamente
mediante la palabra antes de poner en obra lo que es
preciso. (La oración fúnebre de Pericles en Tucídides, Historia de
la guerra del Peloponeso, pp. 255-256, 257-258.)

De estos pasajes se pueden extraer varios puntos

importantes.
Pericles describe una comunidad en la que todos los ciudadanos
puedeñ/e'iriclüso
puedeñ/e'iriclüso déBeH^ participar en la creación y sustentación de
úna vida común. Formalmente, los ciudadanos no tenían que
hacer frente a ningún obstáculo basado en el rango o en la
riqueza para participar en los asuntos públicos. El demos  es
 es el 

poder soberano, es decir, la autoridad suprema que se ocupa


 

La democracia clásica: Atenas 38 

de las funciones legislativ a y judicial. El concepto ateniense de


«ciudadano» implicaba tomar parte en es tas funciones,

 p&rúc'\'p*ndá directamente  en jos asuntos del estado. Tal como dice


Pericles: «consideramos no hombre pacífico, sirio" inútil, al
que nada participa en ella (la cosa
c osa pública)». 
La democracia ateniense se caracterizaba por un
compromiso generalizado con el principio de
 v'r^^~dw5ri[ar^edlcacióri a la ciudad-estado republicana y la
la"l v'r^^~dw5ri[ar^edlcaci
subordinación de la vida privada a los. asuntos públicos y  al
 al bien general.
«Lo público» y «lo privado» se,entremezclaban, si bien, como
sen a 1 a Pe r i c 1 esTla tolerancia era esencial paraquecada
uno pudiera disfrutar «a su manera». Pero el ideal de la
antigua Grecia se inclinaba por la postura según la cual «la
ud del individu es la misma que la virtud
v irtud del ciudadan
virt o o» (Jaeger, citado
por Lee, 1974, p. 32). Los hombres solamente podían
realizarse a sí mismos adecuadamente y vivir
honorablemente como ciudadanos,
ciudadanos, en y a través de la  polis, 
dado que la ética y la polí tica
tica estaban unidas en la vida de la
la
comunidad política. En esta comunidad, el ciudadano tenía
derechos y obligaciones; pero ni esos derechos eAn atributos
 

La democracia clásica: Atenas 39 

del m&viduo pri?2Zfc>, ni 'eSgg'Ofetigacio’nes las imponía un


estado dedicado al mantenimiento de una estructura

destinada a proteger los fines privados de los individuos


(véase Sa- bine, 1963, pp. 16-17). Más bien, los derechos y
obligaciones del ciudadano estaban relacionados con su  
posición social; se derivaban de su  existencia
 existencia como ciudadano:
eran derechos y obligaciones «públicas». La «vida buena»
sólo era posible en la  polis. 
La peculiar distinción moderna que surgió
s urgió por primera
vez con Niccoló Maquiavelo (1469-1527) y Thomas Hobbes
(1588-1679) entre estado y sociedad, funcionarios
especializados y ciudadanos, pueblo y gobierno, no forma
parte de la filosofía política de la ciudad-estado ateniense.

Puesto que la ciudad-estado celebraba la noción de una


ciudadanía, activa e involucrada en un proceso de auto-
gobierno, los gobernantes debían ser los gobernados. Todos
los ciudadanos se reunían para debat ir, decidir y hacer
efectiva la ley. El principio de gobierno era el principio de una
forma de vida: la  participación directa. El proceso de gobierno mismo
estaba basado en lo
 

La democracia clásica: Atenas 40 

que Pericles llama «estudiar con exactitud»* es decir la disertación libre y s in


limitaciones,'pTnüi'fizacta'porlaWgdña~P3TñB:cHio^t ttoodos por igual í hablar en
lOsambleá soberana (Finley 1973b, pp. 1 8 -19'). Las" decisióñes y las leyes
descansaban, así se creía, en la convicción — la fuerza del mejor argumento— y no
en la mera costumbre, en el hábito o en la fuerza bruta. La ley del estado era la ley
del ciudadano. Todos eran iguales ante la ley, por lo que, en palabras de Pericles,
«ño Tnfrmgimosdadeysrfarl'ey se contrapone
contrapone a la tiranía y la libertad; por to tanto,
implica el respeto a la ley. En las acertadás pálaBras cle un contemporáneo: «El
ateniense no se imaginaba a sí mismo como totalmente exento de restricciones,
restricciones,
sino que trazaba una distinción tajante entre la restricción que es una mera sujeción
a la voluntad arbitraria de otro hombre y la que reconoce en la ley, una norma
merecedora de respeto y que, por ende, en este sentido, se impone por sí misma»
(Sabine, 1982, p. 26). Si la ley se formula adecuadament
adecuadamente
e en el marco de la vida en comú¿7

impone legíTimameñfe ohédTéhcia. En este sentido, la noción de «imperio de la


leyíTpóFeT proceso y el gobierno constitucional, encuentra su primera expresión en
la política de la ciudad-estado.
Parece ser que los atenienses se enorgullecían en su mayoría de una vida
politica «libre y abierta», en la que los ciudadanos podían desarrollar y realizar sus
capacidades y habilidades. Se reconocía abiertamente que no todo el mundo tenía
la habilidad para ordenar y dirigir, por ejemplo, la armada o la marina ateniense: se
admitían las diferencias respecto a la habilidad y al mérito. Pero cuando Pericles
proclama con orgullo «la ciudad entera es la escuela de Grecia», egtáhablando, por
encima de todo, de una forma de vida, en la  cual «cualquieratenien.se puede lograr una
personalidad completa en los más distintos aspectos y dotada de la mayor flexibilidad, y al
mismo tiempo el encanto personal» (Tucídides, Historia de la guerra del Pelo- poneso, pp. 258-
259). A través de su independencia, de su estatus, de la educación, del arte, de la
religión, y sobre todo de la participación en la vida común de la ciudad, el individuo

 
La democracia clásica: Atenas 41 

podía desarrollar sus «facultades materiales» y el telos  (meta


 (meta u objetivo) del bien co-
mún. La justicia consistía precisamente en afianzar y desarrollar el papel y el lugar
del ciudadano en lia ciudad-estado.
Una de las descripciones más potables de la democracia antigua se
enctíe5tiaTñ1a~?^i?^TdF^^^5teles
enctíe5tiaTñ1a~?^i?^TdF^^^5teles (escrita entreTTT35~ylT323 a.C.), un Jibro que,

en términos generales,
generales, no constituye en ningún caso una defensa franca de las
instituciones democráticas. El texto analiza «las pretensiones, los fundamentos
éticos y los propósitos» de la democracia, y hace una clara
c lara referencia a las
características fundamentales
fundamentales de un número de democracias griegas. El segundo
párrafo contiene probablemente el más fino y sucinto relato de las instituciones de
la democracia clásica. El texto merece ser ampliamente citado4:

El fundamento del régimen democrático es la libertad (en efecto, suele decirse


que sólo en este régimen se participa de la libertad, pues éste es, según afirman, el
ñn a que tiende toda democracia). Una característica de la libertad es el ser
gobernado y gobernar por turno y, en efecto, la justicia democrática consiste en
tener todos lo mismo numéricamente y no según los merecimientos, y siendo esto
lo justo, forzosamente tiene que ser soberana la muchedumbre, y lo que apruebe la
mayoría, eso tiene que ser el fin y lo justo. Afirman que todos los ciudadanos deben
tener lo mismo, de modo que en las democracias resulta que los pobres tienen más
poder que los ricos, puesto que son más numerosos y lo que prevalece es la
opinión de la mayoría. Esta es, pues, una característica de la libertad, que todos los
partidarios de la democracia consideran como un rasgo esencial de este ré gimen.
Otra es vivir como se quiere; pues dicen que esto es resultado de la libertad, puesto
que lo propio del esclavo es vivir como no quiere. Este es el segundo rasgo esencial

4 Enia concepción de Pericles del principio democrático de igualdad hay un lugar para el reconocimiento explícito del
mérito. El texto de Aristóteles destaca, por el contrario, el hecho de que la idea democrática de igualdad implica igualdad de
condición y de resultado. La discusión de Aristóteles sobre estos dos tipos de igualdad en la Política  es
  es una de las primeras
manifestaciones de esta importante distinción (véase Política,
Política, pp.
 pp. 82-83).

La democracia clásica: Atenas 42 

de la democracia, y de aquí vino el de no ser gobernado, si es posible por nadie, y


si no, por turno. Esta característica contribuye a la libertad fundada en la igualdad.
Siendo éste el fundamento y tal el principio de la democracia, son pro
cedimientos democráticos los siguientes:
siguientes: el que
q ue todas las magistraturas sean
elegidas entre todos; que todos manden sobre cada uno, y cada uno en su turno,
sobre todos; que las magistraturas se provean por sorteo, o todas, o las que no

requieran experiencias
experiencias o habilidad especiales; que no se funden en ninguna
propiedad, o en la menor posible; que la misma persona no ejerza dos veces
ninguna de las relacionadas con la guerra; que las magistraturas sean de corta
duración, o todas o las más posibles; que adminis tren justicia todos los ciudadanos,
elegidos entre todos, y acerca de todas las cuestiones o de la mayoría de ellas, y de
las más importantes y principales, por ejemplo, la rendición de cuentas, la
constitución y los contratos privados; que la asamblea tenga soberanía sobre todas
las cosas (o las más 
importantes),
importantes), y los magistrados en cambio no tengan ninguna, o sobre las
cuestiones menos importantes...
importantes... Es también democrático pagar a todos los
miembros de la asamblea, los tribunales y las magistraturas, o si no a los
magistrados, los tribunales,
tribunales, el Consejo y las asambleas principales, o a aquellas
magistraturas que' requieran una mesa común. (Además, como la oligarquía se
define por el linaje, la riqueza y la educación, las notas de la democracia
parecen ser las contrarias a éstas: la falta de nobleza, la pobreza y el trabajo
manual.) Además, ninguna magistratura democrática debe ser vitalicia, y si

alguna sobrevive de un cambio antiguo, debe despojársela de su fuerza y


hacerla sorteable en lugar de electiva. Estos son, pues, los rasgos comunes a
todas las democracias (Aristóteles, Política, páginas 249- 251).

Para el demócrata, la libertad y la igualdad están, de acuerdo con


Xristóta&Tunlcias
Xristóta&Tunlcias deTórma inextricable.
inextricable. Hay''dos criterios dé lib ertad: a) el «ser

La democracia clásica: Atenas 43 

gobernado^y gormar por turno», y CF2bj el «vivir como se quiere». Para poder
establecer el primer criterio"como prmcípió eféctivó cie gobTernó, lá ígualdad es
esencial: sin la «Igualdad numérica», «la multitud» no puede ser soberana. De
acuerdo con los demócratas clásicos «la igualdad numérica», es decir, el re parto
equitativo de Ta práctica del gobierno, es posible debido a que a) la participación se
remunera de tal forma que los individuos no se ven perjudicados como resultado de
su participación política; b) todos los votos tienen el mismo peso, y c) en principio
todos tienen las.jni.smas posibilidades de acceder-a un cargo público. Entendida (' así¿J d  
igualdad es el fundamento práctico de la libertad. Es también sujfundamento moral, ya que la
cree5cIáPe~que todos debeñpartí - 7 cipar poFjffl a le n e lgobi e  rn o, justifica el
primeFcHtenoBeTIbertad («ser gobernados y gobernar por turno»). Mientras que este
fuerte compramrsa'Con lá”'igualdád puede entrar en conflicto (taL como han
argumentado muchos, incluido Aristóteles) con la libertad, en cuanto a su segunda
acepción («vivir como se quiere»), los demócratas sostienen que deben existir
ciertos límites a la eleccíoñ, si no se' qmere Aiiliria nbertacTcle un ciudadano interfiera
injustamente en la libertad de otroT^IHñpreycüañdocada ciudadañotenga la opor -
deAsergober nado y gobernar por turno», los riesgos asociados con la
tunidad deAsergober
igualdad podrán minimizarse y, por lo tanto, podrán cumplirse ambos criterios de
libertad. De acuerdo con Aristóteles, l a democracia clásica implica-
lihertad^jdgdibeiaadúmfiUGadguflldad
lihertad^jdgdibeiaadúmfiUGadguflldad (una
( una cuestión que le llevó a expresar serias
reservas sobre la democracia}!
Características institucionales

Las instituciones descritas por Aristóteles en su segundo párrafo clarifican, aun


más, la naturaleza radical de la democracia antigua. No es de extrañar que Marx y
Engels lo tomaran como fuente de inspiración; ellos describen su modelo del
orden democrático ideal de tal forma que la Comuna de París en 1871 parece
presentar un número significativo de características comunes con Atenas. La

La democracia clásica: Atenas 44 

figura 1.1 represen


representa
ta la estructura institucional de Atenas.
'j'| La ciudadanía en su conjunto constituía el órgano soberano -fundamentaLde
Atenasr'la-asa'mblearrLa-arsamblea-se Teunía más de cuáféñfá
veLbs^aLáño'yT^nfanirr qQAmmTte~6:'d0(Lxiücfádaños
qQAmmTte~6:'d0(Lxiücfádaños (el mínimo de
ciudadanos cuya presencia se requ ería para que las actas de los asuntos fueran
consideradas válidas). Todos los grandes asuntos, como la estructura legal para el
mantenimiento defordeñ pufrlfeDTTgg~~fiHamzgFTTu^Tnpusiriórr-dÍTecrar^^^cuestiones

internacionáTes^mcIüyeñdo
internacionáTes^mcI üyeñdo la valoración de la actuación derejérciíóy la'marina,
el establecimiento de alianzas, la decla ración de guerra o la firma de la paz) eran
llevados ante la asamblea de ciudadanos para su debate y discusión. La asamblea
decidía sobre los compromisos políticos del estado ateniense. A pesar de que
siempre se buscaba la unanimidad (bomonoia ) en la creencia de que los problemas
podían resolverse de forma adecuada para el interés común, se reconocía la
posibilidad de la existencia de grandes diferencias de opinión y de
enfrentamientos de intereses individuales. La asamblea permitía que los asuntos

espinosos se aprobasen por la regláde la mayofía, tras1Ina~voí ácí oñ o ñ fórma 1


(Larsen, 1948). La votación era una forma fié Eácer explícitas las diferencias de
parecer, así como un procedimiento para legitimar la resolución de asuntos
importantes y/o urgentes. Los griegos inventaron el procedimiento de la votación
formal probablemente para legitimar las decisiones ante posiciones enfrentadas
enfrentadas..
Pero el ideal siguió siendo el del con senso, y no está claro que ni siquiera una
mayoría de los asuntos fuese votada (véase Mansbridge, 1983, pp. 13 -15).
La asamblea era un órgano demasiado grande
gra nde como para redactar su propia

ágéñdá, báó'ertes~bün^ad'OTes“fi‘e“ la legislación y ser el ", fcenffofierecqpción de


lánniem'raiciíttivaisr'o
lánniem'raiciíttivaisr'o propuestas politices.  ¿/El  «Consejo de los Quiñi en tos» ásu m
í a' 1 a responsabilidad de orga- nizar~y~propoñeFlas decisiones publicas: ayudado a su vez por
r~y~propoñeFlas

el «Comité de 50», más eficaz, con un presidente a la cabeza (que sólo 

La democracia clásica: Atenas 45 

LOS CIUDADANOS
(Atenienses varones mayores de veinte años)

(Repartidos entre unos cien distritos territoriales locales o demor.


unidades de gobierno local)

 ASAiMBLE
 ASAiMBLEA
O Ec
 Eccl
cles
esid 
id 
 )  
 )
(El principal órgano soberano, con un mínimo de cuarenta sesiones
al año y un quorum de 6.000 ciudadanos en las sesiones plenarias
y en otras Ocasiones especiales)

1
(A)
i
CONSEJO DE LOS 500 (Comité ejecutivo y de gobierno' de la asamblea,
compuesto por los varones mayores de treinta años)

V
DIEZ GENERALES MAGISTRADOS ---- ►TRIBUNALES 
MILITARES (Grandes jurados
(B)  ■ *- (C) (Cargos normalmente populares de más
desempeñados por un consejo de 201, y a menudo
de diez) por encima de los
501 ciudadanos)
(A) (A) 
COMITE DE 50
(Para guiar y hacer propuestas al Consejo)

PRESIDENTE DEL COMITE


(Mandato de un día)

 Mé
 Méto
todo
doss de elec
elecci
ción
ón o sele
selecc
cció
iónn

(A)  Losdemos elegían candidatos en proporción aproximada a su tamaño, para que les representasen en el Consejo o enotros
órganos. La elección inicial se hacía al azar. Lo
Loss «elegL dos» pasaban a formar parte de una lista de candidatos. Finalmente, los candidatos
que desempeñarían realmente el cargo eran seleccionados, de nuevo por sorteo, de esta lista. Este método pretendía igualar las probabilidades
de todos de acceder a un puesto. Los mandatos de los cargos públicos eran cortos, sin posibilidad de reelección. Se pagaba a todos los
candidatos elegidos por sus servicios, al igual que la asistencia a la asamblea en determinadas ocasiones.
(B)  Elegidos por elección directa de todos ios ciudadanos y susceptibles de posteriores reelecciones.
(C)  El comité se formaba por rotación de los miembros del Consejo, que desempeñaban el puesto durante una décima parte del
mandato anual.

FIGURA 1.1 La democracia clásica: Atenas. (Basado en la constitución de Clíste- nes, reformada el 507 a.C.)
Fuentes-. Finley
Fuentes-.  Finley (1963, 1983); Sabine (1963); Anderson (1974).

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podía ocupar el puesto por un día )- . Mientras que los tribunales estaban organizados
teniendo en cuenta criterios similares a la asamblea, las funciones ejecutivas de la
ciudad eran desempeñadas por los «magistrados», pero incluso su poder era difuso,
ya que un consejo de diez personas ejercía estos cargos. Casi todos los funcionarios
eran elegidos por un período, no renovable, de un año. Más aun7~ion el fin
de~evi'tar tosrpeligróslle
tosrpeligróslle la pMífi^áufocráticá cTdé clientela, asociada a las
elecciones directas, se desplegaron una va riedad de métodos de selección,
incluyendo la rotación de puestos, el sorteo, el sorteo por grupos y la elección
directa, que garantizaban la responsabilidad de los administradores políticos y, en
términos más generales, del sistema estatal en su conjunto.

El exclusivismo de la democracia antigua

Las extraordinarias innovaciones


innovaciones de la democracia ateniense radican, en gran
medida, en su carácter exclusivista. La  polis  clásica se caracterizaba por su unidad,
solidaridad y participación, y por una ciudadanía sumamente restrictiv
restrictiva.
a. El estado

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