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Republicanismo, Derechos del Hombre y el Bicentenario

Pasado y presente del “nuevo” concepto de equidad.

Rogelio Álvarez Vicente

Magister en Derechos Humanos por la Universidad de Salamanca

Doctorando en Derechos Humanos. Políticas de Género

Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez

ralvarez@ucsh.cl

Santiago, 2011.

1
Introducción

Pese a los diferentes periodos históricos, personalidades y caracteres de las


múltiples naciones y autores, las tesis “republicanas” fueron desarrolladas
buscando siempre la solución frente a las situaciones de abuso de poder y de
corrupción en que habían caído sus respectivas comunidades (ya fuera la
usurpación del poder por parte de julio Cesar en Roma, los Médicis en
Florencia, los Estuardo en Inglaterra o los Borbones en Francia…o el actual
abuso del mercado y de las entidades financieras en pleno pensamiento único
impuesto por el Neoliberalismo).
Se propugnan así regímenes que preservaran la libertad de los ciudadanos
quienes no deben estar sujetos más que a la ley.
Todos los ciudadanos deberían participar de un modo u otro en la elaboración
de la ley. Siempre que sea posible, los republicanos defienden la participación
directa
Entendían que la comunidad en su conjunto puede discernir mejor lo bueno y lo
útil que cualquiera de sus partes.
No obstante, el Republicanismo clásico no puede confundirse con ningún tipo
de asamblearismo sino que, al contrario, entienden que el control del pueblo
debe ser limitado por las otras formas naturales de gobierno: la monarquía y la
aristocracia.
Un gobierno de “muchos” puede dejarse llevar por el sentimiento, las pasiones
o la vehemencia mientras que un gobierno aristocrático puede luchar por sus
intereses.
Unidos se contraponen y las decisiones serán provechosas para todos.
De cualquier manera, es necesario advertir que “los mejores” serían aquellos
que destacan por su virtud, mérito, honestidad y capacidad…
independientemente de su linaje o fortuna.
Pero toda república madura debía añadir a estos componentes popular y
aristocrático una parte monárquica encargada de aplicar las leyes y de ejecutar

2
las decisiones debido a que el poder ejecutivo requiere celeridad, unidad de
acción y discreción.
Catalogamos así uno de los aspectos más genuinos de la tradición republicana,
la Constitución mixta.
La Constitución mixta daría estabilidad a la comunidad, al conjugar la libertad
del pueblo, con la prudencia de los mejores y la autoridad de los magistrados,
sin que ninguno de los grupos se impusiera a los demás 1 . Pero un adecuado
diseño institucional no era suficiente para conservar la libertad de la república
por lo que se hacía necesario formar ciudadanos virtuosos; es decir, dispuestos
a participar activamente en los asuntos públicos, a anteponer el bien de la
comunidad al privado, a obedecer las leyes y a defender la patria.
Para facilitar la posesión de estas virtudes era necesario que se evitaran las
grandes diferencias de fortuna entre los ciudadanos.
Otro importante valor que los republicanos recuperan es el patriotismo, pues
solo amando a la patria pueden servirla fielmente. Apego no a una entidad
abstracta, sino hacia unas personas concretas con las que vivimos y con las
que compartimos intereses y unas leyes comunes.
Todas estas características republicanas fueron mantenidas por múltiples
autores como Aristóteles, Polibio, Cicerón, Marsilio de Padua, Guicciardini,
Maquiavelo, Milton, Harrington, Sydney, Rousseau, Adams, Marat,
Robespierre… y supusieron una doctrina línea continua durante más de dos mil
años.
No quisiera acabar esta toma de contacto con la evolución del concepto de
“República”, sin destacar que, pese a la existencia de una tradición
pensamiento filosófico – político de signo republicano son varias las
acepciones, fruto de la lógica adaptación a los diferentes tiempos y lugares.
Destaca así el llamado “republicanismo clásico”, que denomina a la tradición
inaugurada por Aristóteles y Cicerón.
El “republicanismo cívico” hace referencia al republicanismo clásico renovado
propio del Renacimiento y que tendrá enorme influencia en el siglo XVIII en
Inglaterra, en los nacientes Estados Unidos o en la Francia revolucionaria.
1
El Republicanismo clásico no es necesariamente antimonárquico. Ruiz Ruiz. Ramón.
“La tradición republicana. Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de Las Casas.
Universidad Carlos III de Madrid. Dykinson).

3
Muestra diferencias tanto respecto al republicanismo clásico como al
republicanismo actual.

4
1. Aparición de las ideas republicanas

Los primeros autores que podemos considerar como republicanos escriben sus
obras con la intención de dar respuesta a los excesos de la democracia
ateniense.
Las ciudades griegas habían visto como durante el periodo arcaico (siglos VIII
– VI a/C) la dirección política pasa de los monarcas, a los nobles. La
“burguesía” enriquecida por el desarrollo del comercio, la pequeña industria, la
introducción de la moneda y las colonizaciones pide su cota de poder y, fruto
del enfrentamiento entre ambos grupos, en muchas ciudades los tiranos se
alzan con el poder.
Tan sólo en Esparta y en Atenas se consigue llegar a una situación de
compromiso entre unos y otros.
El promotor de este acuerdo fue Solón (638 a/ C–558 a/ C) , famoso legislador
considerado el precursor de la democracia ateniense, quien dispuso una
“constitución”2 mediante la cual los derechos políticos no dependían del linaje
sino de la riqueza. Ciertamente sólo los ciudadanos pertenecientes la primera
clase podían aspirar a las máximas magistraturas, todos los ciudadanos
formaban parte de los tribunales populares (Heliaca) y de la Asamblea
( Ekklesia), que elegía los arcontes y aprobaba las leyes.
A este sistema de contrapesos añadió el Areópago, órgano integrado por los
antiguos magistrados, y con facultad para vetar las disposiciones de las
asambleas contrarias a las leyes. Obviamente su intención fue buscar un
equilibrio de poder
Clístenes (570- 507 a/ C), avanzó en el mismo sentido al intentar anular la,
aún, preponderante nobleza organizando los distritos electorales 3. Un siglo

2
Entendida tan solo “como un ordenamiento general de las relaciones sociales y
políticas”. Fioravanti. M, Constitución: de la Antigüedad a nuestros días, Editorial
Trotta, Madrid, 2001)
3
Según la organización de Clístenes, cada tribu estaba compuesta tanto por
habitantes de la ciudad, del interior rural, como de la costa, redistribución territorial que
procuraba que ninguna tribu territorial coincidiera con la zona de influencia de un clan
aristocrático, y que en la nueva tribu no primara un determinado elemento social. Nota
del autor
5
más tarde, algunos líderes atenienses dieron un golpe decisivo contra los
elementos aristocráticos atenienses provocando lo que suele denominarse
como democracia radical:
Las reformas iniciadas por Efialtes (muerto en el 461 a/C) y culminadas por
Pericles (495 a/C- 429 a/C), uno de los políticos y oradores más importantes de
la Atenas clásica.
Todos los ciudadanos acceden a las magistraturas (salvo los “thetes” 4) y la
asamblea se convierte en el poder supremo toda vez que el Areópago fue
despojado de sus prerrogativas, provocándose la tiranía de la mayoría 5
De esta manera se desintegran los valores tradicionales así como las normas
de comportamiento; el espíritu cívico y la sumisión de los ciudadanos a los
intereses comunes de la ciudad se sustituyen por el individualismo y la
búsqueda de la salvación personal
Todo ello da lugar a la aparición de numerosos pensadores que muestran su
desencanto con el sistema político imperante
Dado que la polis entra en crisis, es necesario que los diferentes grupos
sociales lleguen a algún tipo de acuerdo que haga posible la continuidad de la
misma.
Platón (428 – 347 a/C) es el primer representante de esta inusual preocupación
por el ordenamiento cívico que protagoniza el siglo IV a/C de la Grecia clásica.
Critica mordazmente la democracia, de la que nos sentimos tan orgullosos
deudores, por no ser sino la conversión en valores morales de los caprichos del
pueblo. Reivindica constantemente el derecho del más fuerte, del mejor dotado
y califica a la ley como la atadura del fuerte frente al débil
Su constitución ideal (politeia) se consigue formando una sociedad armónica y
funcional, basada en coordinación de diferentes clases, por naturaleza
diferentes:
Los jefes sabios, los guerreros dotados de valor y los artesanos o labradores a
su servicio. Es su sociedad basada en la “justicia” y la “razón”

4
Clase sin bienes raíces. Jornaleros. Nota del autor
5
La Guerra del Peloponeso empobrece a las clases medias, a los comerciantes y
artesanos a causa de la grave crisis del comercio exterior y, en consecuencia, de la
industria. A eso se añade que los campesinos, ante la invasión de los espartanos,
buscan refugio en Atenas, por lo que las clases populares se radicalizan y emplean
sus derechos políticos contra el resto de la población. Ruiz Ruiz Ramón. La tradición
republicana. Dykinson. P 50
6
Platón nos ofrece una sociedad jerárquica, pero al tiempo unificada pues cada
cual realiza su papel.
Es de destacar el desprecio que muestra el filósofo por todo sistema que sea el
resultado de una determinada clase pues las restantes estarán prestas a
destruirla6. (7).

Aristóteles (384 – 322 a/C)

Para Aristóteles el hombre es un animal político; precisamente su pertenencia


a una polis le diferencia de los animales. Visión opuesta a la de los cínicos que
veían en la vida política un obstáculo para la “vida natural”.
Su constitución ideal, debe estar siempre al servicio del beneficio de los
gobernados y debe basarse en las clases medias.
Cree, al contrario que Platón, en el valor de la mayoría; en un gobierno donde
la clase media protege al pobre de la opresión y al rico de la confiscación.
El ciudadano debe respetar las leyes y destacarse por su virtud; hasta el punto
de que su principal función será ocupar los cargos públicos y obedecer la
autoridad.
Establece un criterio moral, pero también social pues excluía a todos los que
aún siendo libres no tenían tiempo ni capacidad para cumplir una función
pública o no aceptasen de buen grado el juego constitucional 7 (8)
Se considera a Aristóteles como el primero de los autores republicanos que
identifica claramente las tres funciones principales de toda república: la
administración de justicia, las magistraturas, y el elemento deliberativo sobre
los asuntos de la ciudad.
Las actividades deliberativas se las otorga al pueblo, pero las ejecutivas , como
requieren de conocimientos específicos las pone bajo dominio de los

6
Según la teoría de la “anacyclosis”, todo régimen puro - monarquía, aristocracia,
democracia tiende inevitablemente a degenerarse: despotismo, oligarquía y
anarquismo respectivamente. Ruiz Ruiz Ramón. La tradición republicana. Dykinson. P
32
7
La esclavitud fue un componente esencial del desarrollo del mundo griego antiguo
durante toda su historia. Fue considerada por los griegos no solamente como
indispensable, sino también como natural: incluso los estoicos o los primeros cristianos
no lo pusieron en entredicho. En la Atenas Clásica la población esclava ocupaba más
de 2/3 de la población. Nota del autor
7
ciudadanos más destacados ( que no tienen por que ser los más ricos, sino los
más virtuosos)
En el mundo romano, Polibio (208? – 126 a/C) realiza la más antigua
exposición sistemática de la constitución romana.
Supone un cambio cualitativo respecto a la concepción de Aristóteles: También
cree en el principio del equilibrio, pero no de la sociedad, sino de los centros de
poder.
De tal manera que denomina a la República romana, al tiempo, monárquica
(cónsules), aristocrática (senado) y democrática (asambleas).
Los cónsules tienen autoridad por encima de todos los magistrados (salvo los
tribunos de la plebe), proponen leyes, tienen autoridad sobre los asuntos de
guerra etc.
El Senado tiene plena competencia en el erario público, controla el poder
judicial, decora la guerra, domina todas las ciudades de Italia….
Las Asambleas8 nombran a los magistrados, sanciona o rechaza las leyes, es
consultado para asuntos importantes. Durante un tiempo, (el medio siglo
anterior a la reforma de los Graco en el 146 a/C), la República romana se
mantuvo equilibrada y parece injusto sobrevalorar el poder de los clanes
aristocráticos del Senado. Se trataba de una democracia imperfecta o
incompleta9 (9) (10).
Cicerón (106 – 43 a/C) realiza su obra en plena agonía de la República romana
(contexto que nos puede recordar al de la crisis griega del siglo IV).Se trata de
un momento en el que el equilibrio de poderes de Polibio ya no parece
suficiente.
Nuestro autor se decanta no por reformas constitucionales sino por la creación
de la figura de un gobernante al frente de la República dotado de unos

8
Es necesario destacar que los Comicios romanos se vieron debilitados por su número
pues mientras que en Grecia sólo existía la Ekklesia, en Roma había dos y
formalmente tres, además la votación secreta sólo se introdujo tardíamente. No tenían
capacidad de iniciativa legislativa, por lo que de su seno no podían partir propuestas,
solo podían votar las propuestas hechas por los magistrados, que por otra parte no
podían discutir ni modificar sino solo aceptar o rechazar. A estos aspectos
antidemocráticos se le añadía el que se fundaban sobre el principio del censo por lo
que los propietarios tenían un mayor peso y por tanto las corrientes conservadoras.
Kovaliov. S. I. Historia de Roma. Akal. Madrid 1979 p 734 y ss
9
Vallespin. F, Historia de la Teoría Política, Alianza Editorial, Madrid, 1990
8
caracteres singulares y sobresalientes. Pompeyo, César y finalmente Augusto
resumen este proceso.
Es necesario señalar que para Cicerón no existe “res publica”, ni “populus”, si
no están gobernados con justicia.Su gobernante ideal procura bienestar,
seguridad y prosperidad a los ciudadanos; defiende la ley y por todo ello será
inmortalizado.
Se advierten las influencias de filósofos griegos y en concreto de Platón; pero
en realidad Cicerón es un pragmático y su propuesta no responde más que a la
urgencia del momento. Su “princeps” virtuoso salvará a la República dentro del
respeto a la Constitución mixta.
Los romanos rechazaban por igual, la monarquía, la democracia y la
aristocracia por lo que la alternativa de Cicerón pareció atractiva (“régimen” de
Octavio; si bien fue transformado al proclamarse Augusto)
Como conclusión debemos subrayar que los antiguos no tenían, pese a lo
dicho, ninguna “soberanía” que limitar ni habían pensado en la constitución
como norma, la norma que en el tiempo moderno sería llamada a separar los
poderes y a garantizar los derechos.
Ellos pensaban más bien en la constitución como en una exigencia a
satisfacer, como un ideal (ético y político) a perseguir, que se hacía más fuerte
en las fases de crisis más intensa, de más clara separación política y social,
como es el caso de la decadencia de la polis griega o de la república romana.
Pero dejan en herencia una gran idea: que una comunidad política tiene una
forma ordenada y duradera si no está dominada unilateralmente por un
principio político preferente; si las partes que la componen tienen la capacidad
de disciplinarse; si, en definitiva, su vida concreta no es mero desarrollo de las
aspiraciones de los vencedores.
Con la llegada de augusto toda inclinación nostálgica hacia los viejos tiempos
de la República dejan de tener sentido (Salustio, Tito Livio etc.) y la filosofía
política, como ya sucediera en Grecia y sucederá en la Italia del Renacimiento,
va a tener por objeto la legitimación y limitación del poder monárquico de los
emperadores (Tácito, Séneca etc.)
Durante los últimos años del Imperio y los primeros de la Edad Media se va
extendiendo la teoría geocéntrica del poder político (San Agustín, S. Tomás)
por la que los monarcas ejercen el poder en representación de Dios. El pueblo

9
ya no tiene ninguna capacidad política y no le correspondía sino obedecer al
monarca.
Ésta fue la concepción política dominante en Europa hasta que se opusieran
las ciudades de la Italia del siglo XIII

2. El Renacimiento: Nace el “humanismo cívico”

Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, la situación política del


note de Italia se configuró de manera muy diferente a la del resto de Europa.
El territorio quedó dividido en comunidades semiautónomas denominadas
“commune”. Ciudades – estado entre las que no existía vinculación alguna,
salvo su herencia cultural común.
En estas tierras no se produjo un verdadero feudalismo pues “la jerarquía de
los señores feudales había sido cortada de raíz y los grandes terratenientes
habían sido obligados a convertirse en simples miembros de las ciudades” 10
Aparece así una “edad de oro del gobierno a pequeña escala y de la
independencia cívica.
Prácticamente toda la tierra está dividida entre las ciudades y se observa que
su vida política es opuesta a la doctrina imperante que representa la monarquía
hereditaria.
Cada “república independiente” estaba regida por un “podestà” elegido por la
ciudadanía y asesorado por dos consejos principales; uno más numeroso de
carácter popular y otro más reducido. Tenía capacidad ejecutiva y judicial, pero
no legislativa, en mano de los consejos.
Este orgullo de autogobierno y libertad se encontraba en peligro tanto por la
amenaza de los emperadores germánicos como de los papas.
Ante los primeros se oponía un fundamento teórico basado en que la ley (de
dominio imperial teórico) debe ceder ante los hechos (la independencia de las
repúblicas).
Frente a los papas, el propio Marsilio de Padua (1275 – 1342) rechaza
cualquier interferencia de la Iglesia en los asuntos temporales.

10
Baron. Hans. The crisis of the Early Renaissance. Civic humanism and republican
liberty in an age of classicism and tyranny, Princeton University press, 1966, pag 8.

10
Pese a todo, el aumento de la riqueza producida por el comercio hizo que
numerosos burgueses pretendieran inmiscuirse en el gobierno de las ciudades.
La población que podía participar políticamente en los consejos era ahora
minoritaria por lo que el gobierno republicano se convierte en oligárquico.
Las luchas entre los diferentes grupos no dejan otra salida que la renuncia a la
libertad y al autogobierno favoreciendo gobiernos monárquicos fuertes que
garantizaran la paz y la estabilidad.
Sólo algunas ciudades, como Florencia, resisten al surgimiento de estos
déspotas en defensa de las instituciones de autogobierno.
De esta manera las repúblicas italianas libres de los siglos XIV al XVI asisten al
renacimiento del “republicanismo clásico” que sirvió de inspiración a muchas
teorías republicanas y movimientos políticos que florecerán mas tarde en
Holanda, Inglaterra, los Estados Unidos y Francia.
Surge ahora una abundante literatura política preocupada por la forma de
preservar la concordia cívica, basada en el gobierno en beneficio de todos,
anteponiendo el bien común al particular.
En el siglo XIII se descubre la “Política” de Aristóteles, con lo que se produce
un gran impulso a las discusiones teóricas sobre las ciudades Estado.
Marsilio de Padua (1290-1343) será el teórico más original y el analista más
preocupado por la política cívica italiana. En su obra capital, “El defensor de la
paz”, acoge la organización política de Aristóteles. Si bien para el filósofo
griego lo fundamental era que se atendiera el interés colectivo; para Marsilio
tiene más importancia que se gobernara con el consentimiento de los
gobernados.
Cuando Marsilio define el gobierno denominado “República”, no hace alusión al
gobierno de la mayoría, sino más bien a aquel en el que todos los ciudadanos
participan… pero de modo diferente, teniendo en cuenta “su grado, haberes y
condición”
En los siglos posteriores, en Florencia, Salutati (1331 – 1406), Leonardo Bruni
(1369 – 1444) y otros humanistas comienzan a emplear el concepto de libertad
a la manera clásica para denotar independencia y autogobierno, el respeto por
una serie de derechos individuales para los ciudadanos, la importancia de las

11
capacidades, no de los linajes11. Pero el más grande de los representantes del
“humanismo cívico” será el florentino Nicolás de Maquiavelo (1469 - 1527). Su
“republicanismo queda patente en su obra “Discurso sobre la primera década
de Tito Livio”. No obstante, expondrá sus teorías a favor del gobierno despótico
en la más conocida “El príncipe”.
A juicio de Norberto Bobbio, “El príncipe” es un texto “de política militante”,
escrito con la finalidad de ganarse el favor de los Médicis, que acababan de
recuperar el gobierno de Florencia, y de quienes esperaba recibir un nuevo
cargo en el gobierno de la ciudad12 Nuestro autor, con una evidente e intensa
influencia clásica, expone que toda república debe estar gobernada por los
principales, los medianos y los últimos.
Nos encontramos así ante el un clásico sistema republicano de gobierno, con
su equilibrio de poderes y controles institucionales, en virtud de los cuales
ningún órgano tiene potestad para tomar una decisión sin que otro tenga la
facultad de revisarla.
También destaca la importancia de la búsqueda del bien común, la necesidad
de un ejército formado por los propios ciudadanos, la formación de ciudadanos
virtuosos mediante la participación política, la educación y la religión etc. 13 .No
obstante, ya en el siglo XVI, se imponen las monarquías autoritarias por lo que
el nuevo objetivo de los gobiernos será el de mantener al pueblo no tanto en
estado de libertad sino de seguridad y de paz. Y puesto que estos valores se
logran más fácilmente bajo el gobierno de un príncipe, la monarquía se
considera la mejor forma de gobierno14.

11
Sin embargo, también en Florencia se acaba por sucumbir a la tiranía de manos de
los Medicis. Mantilla Pineda, B. “Maquiavelo redivivo”. Revista de Estudios políticos, nº
165 – 166, mayo – agosto de 1969, pags 10 y 11
12
Bobbio. Norberto. La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento
político. ed. FCE, México, 1996. Pag 64
13
Si bien la religión no debe llevar a soportar pasivamente las injusticias, sino , como
en el Islam, una recompensa del buen combatiente. Candillac de. Maurice. “la filosofía
del Renacimiento, vol 5. Siglo XXI. Madrid 1987. pag 91.
14
Ruiz Ruiz Ramón. “La tradición republicana. Instituto de Derechos Humanos
Bartolomé de Las Casas. Universidad Carlos III de Madrid. Dykinson. P141
12
3. El republicanismo inglés

Aunque la monarquía de los Tudor, que inicia con Enrique VII (1485 – 1509) y
termina con Isabel I (1533 – 1603), fue de hecho absoluta; los miembros de la
dinastía respetaron siempre la tradición constitucional que se remontaba a la
Carta Magna, según la cual la ley se colocaba por encima del rey.
Con la llegada al poder de los Estuardo se defienden ardientemente las teorías
de que el Estado es propiedad del monarca, así como la tesis del Derecho
divino de los reyes.
El absolutismo inglés alcanzaba así expresiones doctrinales no menos
radicales que en el continente. No obstante, en Inglaterra se levantará pronto
una enconada resistencia.
Después del gobierno sin parlamento de Carlos I, su derrota ante los ejércitos
de Oliver Cromwell y su ejecución se declara la “república” en 1649; si bien no
fue más que el reino del parlamento Rump (reducido grupo de diputados que
en realidad no representaban a nadie).
El balance de la primera u única experiencia republicana inglesa es
frecuentemente negativo aparece un nuevo tipo de tiranía dado que no se
respetaron ningunos de los principios republicanos.
De esta manera, bastó la presencia de un general con suficiente fuerza para
que a la muerte de Cromwell impusiera la restauración de la monarquía en la
persona de Carlos II (1660).
La Commonwealth (República) no supuso la puesta en práctica de las ideas
republicanas, pero sirvió para que se desarrollara este pensamiento en
Inglaterra. Entre estos pensadores es necesario destacar a John Milton,
Sydney y a James Harrington sobre todo; considerado como el más importante
de los escritores políticos del interregno, así como el más genuino
representante del republicanismo clásico y del humanismo cívico en Inglaterra.
La tradición republicana italiana se retoma en Inglaterra con la valoración de la
virtud como la única nobleza verdadera y cuya posesión constituye el único
título válido para gobernar.
Pero un grupo de humanistas radicales avanzan en sus ideas e insistirán en la
necesidad de que no sólo los gobernantes, sino todo el cuerpo de ciudadanos,

13
adquiera y practique las virtudes como requisito para conseguir una verdadera
república.
Se recupera así la idea ciceroniana y republicana de que la vida activa era la
forma de vida más elevada; muy superior a la vida contemplativa que sus
contemporáneos defendían. La vida activa debía ser materializada en la
participación en el Parlamento. Se trata del sello distintivo de los humanistas
ingleses.
Otros temas de vital importancia para estos autores serán la necesidad de la
paz, la concordia, el mantenimiento de la libertad.
Son partidarios igualmente de la tradicional fórmula republicana del gobierno
mixto como la mejor solución para la conservación de la libertad. Se decantan
así por una mezcla de los tres tipos clásicos de gobierno (monarquía,
aristocracia y democracia) que estarían encarnados por el Rey, los Lores y los
Comunes15.
Los gobernantes deben respetar escrupulosamente las leyes, el bien común y
la libertad de los ciudadanos
La religiosidad sincera era, sin embargo una clara diferencia que distinguía a
los republicanos ingleses de los clásicos y renacentistas.
E incluso aportaron algunas ideas, como la de los derechos naturales, que no
eran típicamente republicanas.
En definitiva, no estaban tan preocupados por la forma de gobierno como por
su espíritu.
James Harrington en particular, consigue recuperar los argumentos del
republicanismo clásico, convirtiendo en inglesa una tradición italiana y
haciéndola de este modo accesible a los teóricos republicanos americanos del
siglo XVIII.
Además del ya clásico gobierno mixto, aboga por una propiedad equilibrada por
parte de la ciudadanía, aunque no completamente pues eso supondría una
mentalidad democrática, en oposición al gobierno mixto.

15
Los republicanos ingleses, aunque admiraban la forma de gobierno republicana, no
eran necesariamente antimonárquicos. Ruiz Ruiz Ramón. “La tradición republicana.
Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de Las Casas. Universidad Carlos III de
Madrid. Dykinson. P181
14
Tampoco propugnará una igualdad política pues solo unos pocos (los
ciudadanos más virtuosos, más selectos) tienen acceso a las más altas
magistraturas, si bien todos tienen derecho al sufragio activo.
Dado el tamaño y la población de Inglaterra, accede a la representación de los
ciudadanos; pero los representantes siempre buscarán el bien del pueblo.
También destaca la superioridad de la ley…
No obstante, tras la Revolución de la Gloriosa de 1689 y la consiguiente
limitación constitucional del poder del monarca, una concepción alternativa y no
republicana de la libertad comenzó a emerger. El peligro del despotismo ya no
se neutralizaría con la participación de los ciudadanos en el gobierno, sino con
la limitación de los poderes del mismo. Pero puede decirse que el
republicanismo inglés sobrevivió a la década de 1680 pues influyó en la
Independencia de los EEUU y en la Francia revolucionaria

4. El ocaso del republicanismo cívico: la revolución americana

A lo largo de los siglos XVII y XVIII se fueron fundando las trece colonias
inglesas que darían lugar a los Estados Unidos de América.
La mayor parte de estos colonos eran de origen inglés y como tal se
consideraban pues compartían con la madre patria la cultura, la educación y el
mismo Derecho. No obstante, mantenían algunas diferencias con Inglaterra
como la mayor pluralidad religiosa, la variedad racial, la movilidad social y la
igualdad económica y política.
El sistema político imperante en todas las colonias tendía a una contraposición
entre un Gobernador nombrado por la corona y con escaso poder; Las
Asambleas, electivas con un sufragio de entre el 50 y el 80 % de los varones
blancos y con el poder real (aprobación de impuestos, iniciativa legislativa,
distribución del gasto público etc). Un Consejo Privado que actuaba a modo de
cámara Alta y que asesoraba a los altos magistrados y servía de contrapeso al
poder popular.
Por lo tanto, las colonias tenían un sistema de autogobierno que las convertía
casi en Estados independientes.

15
Esta situación cambió después de la Guerra de los Siete Años (1756 - 1763),
en la que G. Bretaña se apoderó de la mayoría de las colonias francesas en
América.
Gran Bretaña, en contra de los colonos americanos quería administrar estas
regiones directamente; al tiempo, como la guerra provocó enormes gastos a la
metrópoli, esta empezó a buscar nuevas fuentes de ingresos. Muchos ingleses
opinaban que las colonias debían contribuir más al saneamiento de las arcas
imperiales.
El aumento de los impuestos y la reacción violenta de los ejércitos ingleses
ante el malestar de los colonos llevó a George Washington, John Adams y
Thomas Jefferson entre otros, a votar por la separación de Gran Bretaña en
1776. Se hacía responsable a Jorge III, monarca inglés, de querer establecer
una tiranía absoluta sobre las colonias.
Las cargas impositivas a las que estaban sometidos los colonos eran diez
veces inferiores a las que gravaban a los ciudadanos de la metrópoli por lo que
no podemos basar la revolución en motivos económicos 16. El origen del
movimiento independentista americano radicaba en la creencia de los colonos
en que sus libertades estaban en peligro como consecuencia de la corrupción
que afectaba a las instituciones políticas británicas
Tradicionalmente se ha considerado que Locke tuvo la mayor influencia en la
ideología angloamericana y que el liberalismo., con su acento en la
individualidad y los derechos privados, era el ideal predominante.
Actualmente se considera predominante la influencia republicana.
De todas maneras, cabe señalar que los argumentos esgrimidos por los
independentistas son deudores de ambas corrientes. Así los colonos invocarán
los “derechos tradicionales” que supuestamente estaban siendo vulnerados,
pero también aluden a las prerrogativas naturales e innatas de todo ser
humano.
En definitiva, en el periodo republicano podemos encontrarnos con citas de la
Antigüedad clásica, la teología cristiana, el empirismo inglés y el racionalismo
europeo.
16
Irónicamente, al finalizar la guerra los impuestos que gravaron a los americanos
fueron diez veces superiores a los anteriores. Higonnet. Patrice. Sister republics. The
origins of french and Americanism. Harvard University Press. Cambridge. 1988. pag
175
16
Según los independentistas, la Corona inglesa se había librado de algunas de
sus restricciones, aumentaba el clientelismo, la división de la clase política, se
había formado un ejército permanente y una iglesia nacional; al tiempo que
aumentaba la preponderancia del lucro privado y el desinterés del pueblo por el
bien público.
Se había así aniquilado así la virtud y la integridad moral de la población. Ante
tal situación no quedaba sino romper con la madre patria y buscar la
restauración de la tradicional Constitución inglesa en Norteamérica.
Se trata por lo tanto de una revolución, la americana, que no fue hecha en
contra del régimen político frente al que se rebelaba sino, muy al contrario, en
defensa del mismo.
Inicialmente y siguiendo las tesis defendidas por John Adams, se aceptó como
el sistema de gobierno más adecuado el formado por la contraposición de
poderes, si bien el verdadero dominio lo mantuvieron las asambleas populares
(a las que podían acceder entre el 70 y el 90 % de la población).
Los hechos demostraron la necesidad de reducir el poder del pueblo y el
fortalecimiento del poder “del uno “y “de los pocos”.
Con la Constitución federal de 1787 entra en crisis la tesis de la diversificación
natural de los miembros del cuerpo político presupuesta por todos los teóricos
republicanos desde Aristóteles.
Se establece un gobierno federal, con un Congreso bicameral. Un senado al
que se le otorgan importantes funciones legislativas, nombramiento de los más
latos funcionarios, así como la aprobación de los tratados internacionales.
La Cámara Baja estaría integrada por representantes del conjunto de la
ciudadanía de la Unión, no de los diferentes Estados. Tendría algunas
funciones legislativas muy equilibradas con las del Senado. Sólo tendría una
función exclusiva, el control del Tesoro Nacional.
Por último, al presidente se le otorgarían amplios poderes tanto en asuntos
internos como externos, en los civiles como en los militares.
Una de las principales conclusiones de esta nueva concepción de la política fue
la definitiva ruptura con las tesis heredadas de la Antigüedad Clásica respecto
al gobierno mixto. El nuevo texto consagraba, en cambio, la teoría de
separación de poderes expuesta por Montesquieu

17
No obstante existirá una fuerte corriente anti federalista que buscaba conservar
un orden moral virtuoso amenazado por el comercio y la sociedad de mercado.
En definitiva, se trataba de la “confrontación entre Locke y Rousseau
Los anti federalistas criticaban la falta de verdadera representatividad de la
Cámara Baja a la que sólo podrían acceder los miembros de la aristocracia
natural, los excesivos poderes del Senado, las inmensas facultades del
presidente y el defectuoso control del poder judicial.
De esta manera no veían que los gobernantes tuvieran los mismos intereses
que los gobernados por lo que reclamaron la inclusión de una Declaración de
Derechos.
El resultado de esta nueva forma de entender los asuntos públicos fue una
cultura política liberal centrada en los derechos individuales, el interés privado,
la justicia procedimental y la privacidad y en la que el gobierno representativo y
los equilibrios y controles institucionales liberales triunfaron sobre los ideales
de virtud cívica, de dedicación al bien común y de participación y de
participación política intensa como la fórmula más prometedora para asegurar
el legado de la Revolución.
Los tiempos estaban cambiando rápidamente. Los ciudadanos no podían
participar directamente en el poder debido a las grandes distancias por lo que
empezaron a centrarse cada vez más en su vida privada y dejaron la política a
los políticos.
Aspecto que se vería favorecido por la creciente industrialización de los EEUU
y el aumento del carácter comercial de la sociedad norteamericana.
La política dejó de concebirse como la búsqueda del bien común, para pasar a
ser considerada como una lucha de intereses particulares. Triunfa una visión
realista de la naturaleza humana según la cual se ve como contrario al hombre
el que este sacrifique el propio interés al bien común.
Se empieza a creer que la mejor forma de promocionar el bien de la nación es
permitiendo que cada ciudadano busque individualmente su propio bien, según
su entender. La virtud solo se les exige a los políticos.
De modo que se podía sostener tanto que todo el poder provenía del pueblo,
como que este se había retirado totalmente del gobierno para dejarlo en manos
de sus representantes

18
5. El nuevo republicanismo: La Revolución francesa

La Guerra de los Siete Años, el apoyo del estado francés a los revolucionarios
americanos, los gastos de la Corte…llevaron a Francia a la bancarrota; que, a
la postre, se convertiría en el detonante de la Revolución de 1789.
La sociedad francesa conservaba una enorme desigualdad social heredada del
Antiguo Régimen; lo cual suponía que el Tercer Estado sostuviera
económicamente al país.
Pese a ello, existen especialistas que aceptan la teoría de que fue la riqueza la
causa de la Revolución: la burguesía se había situado a fines del siglo XVIII a
la cabeza de las finanzas, el comercio y la industria; pero su pujanza
económica era frenada por las instituciones feudales y la organización
tradicional y reglamentada de la producción, la propiedad y el comercio.
Ante la situación de caos, Luis XVI convoca a los Estados Generales
exclusivamente para se aconsejado sobre la crisis financiera.
Pronto, los Representantes del Tercer Estado se constituyen en Asamblea
Nacional, afirmando la unidad y la soberanía nacionales.
Pronto se toman las primeras decisiones: se decreta la abolición de los
derechos feudales, la extensión de la obligación de pagar impuestos a las
clases privilegiadas, la venta de los bienes de la iglesia, la igualdad de los
franceses ante la ley y, sobre todo, se proclama la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano.
Todo ello sin olvidar la redacción de una Constitución que habría de reponer los
verdaderos principios de la monarquía 17.(18) No obstante, la tradición
republicana no estaba ausente en la Francia del siglo XVIII como muestran las
ideas de la Enciclopedia dirigida por Diderot entre 1751 y 1772 donde se
expresa lo adecuado del gobierno mixto, de la virtud, el amor a las leyes y a la
patria, la educación del ciudadano, una cierta igualdad entre los miembros de
la comunidad…todo ello con una adaptación a los nuevos tiempos en forma de
una monarquía constitucional ( se evidenciaba la influencia del gobierno
inglés).

Es necesario destacar que al inicio de la Revolución apenas nadie creía que Francia
17

debería dejar de ser una monarquía. Con la excepción de autores como Marat o
Francois Robert. Nota del autor
19
Sin embargo, otros autores, entre los que se encuentran Lafayette, Talleyrand,
el marqués de Condorcet y Turgot, eran partidarios de otorgar todo el poder al
pueblo
Esta corriente resultó triunfante como queda demostrado en las características
de la Constitución de 1791.
Los sucesos que se suceden posteriormente, la no aceptación por parte del
monarca de sus nuevas prerrogativas, las derrotas de Francia, el
empeoramiento de la situación económica provocan el desplazamiento del
poder hacia los sectores más extremistas que deciden la abolición de la
monarquía y la aparición de la República (21 de septiembre de 1792).
Desde 1793 son los jacobinos quienes gobiernan y quienes se disponen a
derrumbar lo que quedaba del Antiguo Régimen. Proclaman una serie de
medidas sociales tales como la educación gratuita, la sanidad pública, los
deberes asistenciales del Estado para con los pobres, ancianos y desvalidos y
la intervención estatal en la economía. Se otorga al pueblo el máximo poder y
protagonismo
Es evidente que la influencia de Rousseau es la predominante en estos
momentos como ejemplifican el pensamiento de Robespierre o Saint-Just
(reivindicación de la participación ciudadana, de la virtud, la soberanía popular,
la identificación del interés individual y colectivo…).
El golpe de Termidor (julio de 1794) hace caminar a la Revolución por cauces
más moderados hasta el punto de que se considera al nuevo régimen como el
origen del liberalismo clásico.
La nueva constitución subrayará los derechos civiles y, especialmente, el
derecho de propiedad y la libertad de comercio. Instituía una libertad
meramente formal y una igualdad tan solo legal, sin alusiones a medidas
sociales. Se reduce la participación política de los ciudadanos al mínimo.
Con la aparición de Napoleón como Primer Cónsul todo velo republicano
desapareció con lo que se completó un círculo similar al de la Roma clásica o
la Florencia del Renacimiento: Se volvía a un régimen absoluto

20
6. El resurgir del Republicanismo

Ya en etapa contemporánea los Estados crecieron en extensión y en población,


las sociedades dejaron de ser agrícolas y se extendió la industria y el comercio
por lo que las tesis republicanas parecían fuera de contexto.
El resultado de esta nueva forma de vida fue el triunfo del Liberalismo, centrado
en los derechos individuales, el interés privado, la justicia procedimental y la
privacidad.
El Liberalismo, contra el despotismo, esgrimirá lo beneficioso de dejar la
política para unos profesionales que velarán por la seguridad y el bienestar del
ciudadano
Ya no se le pedirá al Estado que se ocupe del bien común, sino que nosotros
mismos buscaremos nuestro propio bien.
La libertad es entendida en sentido negativo; en el sentido de no interferencia
del Estado en los asuntos privados de los ciudadanos.
Los autores liberales adaptaron tesis republicanas (la libertad, tanto política
como individual, de los ciudadanos, la importancia del sometimiento a las
leyes, o la creencia en la dispersión del poder político); pero el liberalismo
presenta rasgos que le son propios tales como la renuncia a la participación
directa de los ciudadanos en los asuntos públicos como único medio para
salvaguardar la libertad, la apuesta por el reconocimiento de los derechos
naturales del hombre como instrumento más adecuado para conseguir tal fin; y
la sustitución del gobierno mixto por la separación de poderes.
El Liberalismo concibe que otorgar una gran parte del poder al pueblo tampoco
garantiza la conservación de la libertad. La fórmula que se encuentra será la
proclamación de los derechos naturales del hombre.
De la misma manera, el Liberalismo rechaza el gobierno mixto, toda vez que
vulneraría el espíritu de igualdad que triunfó tras la revolución Francesa de
1789. Todo ello lleva a la adopción de un sistema en el que las funciones
básicas del gobierno (la legislativa, la ejecutiva y la judicial) habrían de ser
localizadas en instituciones separadas, de modo que cada una pudiera
controlar a las demás.
El Liberalismo se convertiría así, a partir de finales del siglo XVIII en la
ideología dominante hasta la aparición del marxismo. Tras el declive de este,

21
en 1989, cuando parecía que el liberalismo iba a alzarse de nuevo a una
posición de dominio, empezaron a surgir algunos intentos de recuperación de
la tradición republicana como respuesta a una sociedad cada vez más
individualista, movida tan sólo por el interés particular en perjuicio del bien
común, del sentimiento de comunidad y, consecuentemente, de la solidaridad.
En la actualidad la legitimidad democrática se haya capturada y sometida al
orden económico globalizado donde la discrepancia o alternativa a la dictadura
del mercado no tiene espacio, razón por la cual el ciudadano se vuelve
indiferente a la “cosa pública”, se desconfía de los partidos políticos y de los
sistemas electorales18, el Estado abandona funciones que venía considerando
como propias (sanidad, educación, creación de infraestructuras, servicios
públicos como la recogida de basuras…) y todo lo público se convierte en
privado, aunque se trate de empresas rentables. Bajo el paradigma neoliberal
cada miembro mantiene afectos divergentes razón por la cual cada uno debe
velar por sus intereses provocando la exclusión social, flexibilidad laboral,
trabajos temporales, competencia laboral desmedida etc. En realidad se han
impuesto por todo el mundo19 las tesis del Consenso de Washington según las
cuales el gasto público debe ser disminuido (empezando por las coberturas
sociales), la reforma impositiva debe privilegiar a las mayores fortunas pues la
economía de la oferta, o economía basada en el principio de estimular la oferta,
se basa en la idea de que si se libera masa monetaria, fundamentalmente con
la reducción de impuestos, ésta se invertirá en la economía en vez de dirigirse
a los productos de consumo, generando nuevas empresas, produciendo un
mayor número de puestos de trabajo y por tanto generando un mayor número
de contribuyentes a las arcas del estado. Fundamentalmente se trataba de una
revisión de la teoría del “degoteo” desarrollada por Andrew Mellon, según la

18
En el sistema electoral chileno, denominado binominal, se eligen a dos candidatos, a
pesar de que los electores tiene solo un voto. Dado el equilibrio de poder en la
mayoría de los distritos, y la condición de que si ninguna lista recibe los dos tercios de
los votos, los elegidos serán los dos candidatos con más votos de las dos listas más
votadas. Angels, A, Elecciones presidenciales, democracia y partidos políticos en el
Chile Post Pinochet. Santiago, Chile, Centro de Estudios Bicentenario, 2005 Pág. 49.
19
Este espectacular auge del neoliberalismo trae consigo , incluso en los países más
desarrollados, una significativa reducción del papel de los actores públicos,
empezando por los parlamentos, la depredación ecológica, la acentuación de las
desigualdades y un sensible repunte de la pobreza y el paro, así como sus
consecuencias sociales: la explosión de la violencia, la delincuencia y la inseguridad.
Ramonet. I. Guerras del Siglo XXI. DeBolsillo. Barcelona. 2004. Pág 25
22
cual, ayudando a las capas ricas de la sociedad, se acaba ayudando a los
pobres. También se impone la liberalización del comercio internacional que
acaba por arruinar a las empresas nacionales etc.
En definitiva cada vez cuenta menos la opinión del pueblo con lo que se
desvirtúa a nuestros sistemas políticos de toda esencia democrática, la
Justicia cuenta con estructuras que impiden que los financieros paguen el daño
que provocan, el medio ambiente es subordinado al lucro inmediato y el
bienestar de la sociedad va desapareciendo lenta pero inexorablemente dado
que los que menos tienen son los que más pagan 20.
Ante este orden de cosas, algunos politólogos y teóricos de la Ciencia Política
pretenden recuperar las tradiciones republicanas que existían con anterioridad
al desarrollo del sistema liberal del Siglo XIX y a su primacía en el XX 21.
Se rescata así el pensamiento de la filósofa política alemana Hannah Arendt
que rápidamente plantea ideas en contraposición con el liberalismo imperante
desde el siglo XIX22.
Arendt es, tal vez, una de las pensadoras más importantes en lo que a la
renovación del concepto de república se refiere pues en una alarde magistral
de conocimiento de las ideas políticas es capaz no solamente de analizar los
sistemas políticos elaborados por algunos pensadores, sean Aristóteles, Le
Bret, Maquiavelo, Montesquieu o Rousseau sino de volver a instalar estos
sistemas dentro de un contexto histórico, de esforzarse por ver como nacieron
20
El Centro de Encuestas de La Tercera señala que un 72 % de los encuestados está
a favor de las movilizaciones estudiantiles, aspecto que ha venido interpretándose
como una crispación general de la ciudadanía contra los gobiernos pos dictatoriales:
detrás de esta indignación no sólo se encuentra el alumnado que reclama una
educación de calidad y gratuita, sino también los padres que soportan deudas con aval
del Estado que los hipotecan de por vida, unos ancianos que ven mermados
sustancialmente los ahorros con los que contaban para sus últimos años de vida, los
enfermos que ven como los servicios de salud no son sino un negocio lucrativo donde
lo que menos cuenta es su propia salud, las mujeres discriminadas por las ISAPRES
(Seguros privados de Salud) al ser más “onerosas” debido a su capacidad para
engendrar vida … Porcentaje obtenido en La Tercera. 1 de agosto. Edición digital.
[http://diario.latercera.com/2011/08/01/01/contenido/pais/31-78543-9-encuesta-refleja-
rechazo-al-lucro-y-apoyo-a-protestas.shtml]. 17/10/11.
21
Ayala Blanco. Fernando y Martínes Hernández David. El renacer de las ideas
republicanas: Socialdemocracia y Republicanismo Cívico.
[http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/02_iv_dic_ene_2008/
casa_del_tiempo_eIV_num02_62_67.pdf] 17/10/11.
22
A juicio de nuestra autora tanto el liberalismo como el marxismo son tradiciones
fundamentalmente antipolíticas pues han sido incapaces de apreciar la dignidad y la
autonomía de la política reduciéndola, en el mejor de los casos, a mera administración
o a pura gestión de la violencia. H. Arent (1966, p10 y ss)
23
y qué representaban para los hombres que vivían en esta época. De esta
manera supera el concepto de “doctrina política” entendida como un sistema
completo de pensamiento que descansa sobre un análisis teórico del hecho
político.
H. Arendt destaca la importancia de la virtud del ciudadano dispuesto a
contribuir activamente en la actividad política de su estado a imagen y
semejanza de los primeros ideales imperantes en las nacientes repúblicas
americanas independizadas de Gran Bretaña en el siglo XVIII. En la actividad
pública preconizada por Arendt es necesario tener en cuenta tanto la diversidad
cultural como la responsabilidad para con el prójimo.
Es difícil obtener denominadores comunes de entre todos los autores que
aparecen intermitentemente durante el llamado “Republicanismo clásico” pero
si podemos destacar algunos tópicos tales como la oposición al poder sin
límites; el énfasis puesto en la importancia de la comunidad política y en la
dignificación de la actividad política; así como la propuesta de una serie de
valores civiles que contribuyen tanto al crecimiento personal como al buen
funcionamiento de la vida colectiva.
Es necesario la aplicación de la ya mencionada virtud y de la solidaridad para
que la república no esté sostenida en la fuerza o en la victoria, sino en el
acuerdo de los hombres pues en el concepto republicano, no solo en el de
Arendt, los ciudadanos, deben entregarse a la colectividad, amar las leyes y así
construir instituciones que expresen su voluntad y su deseo.
Respecto a “la libertad política, se concibe como el derecho a participar en el
gobierno, o no significa nada” 23. Esto supone, al igual que para Aristóteles, que
la libertad de la vida pública requiera de la satisfacción de las necesidades
vitales de los hombres, una tarea que corresponde a la esfera de lo privado en
su capacidad económica.24
Se trata de una libertad positiva pues ser libre significa para Arendt participar
en la constitución y de la defensa de la comunidad política, participar de la

23
H. Arendt, 1967, p.230-231
24
Si bien es necesario destacar que esta necesidad llevaba al genial filósofo a
considerar como ”natural” la esclavitud.
Aristóteles. Política Libro primero, Capítulo III, 1253b. Traducción: Carlos García
Gual y Aurelio Pérez Jimenes. Ediciones Altaya, Barcelona, 1993, p.45.
24
formación de las leyes o de su perfeccionamiento, contribuir al bien común, en
vez de dedicarse a los asuntos propios.
Todas estas acciones se realizan bajo el convencimiento de que todos los
individuos humanos son distintos y tienen derecho al reconocimiento y a la
solidaridad respecto a sus necesidades e intereses particulares. Se trata pues
de una “pluralidad de únicos” que lleva al rechazo de identidades colectivas, ya
estén basadas en la raza, la religión o la ideología otro de los aspectos que
separa al concepto republicano de Arendt de los liberales. Es necesario afirmar
que considero este tópico irreal pues XVIII bajo el amparo de la Ilustración y
que reconocían las mismas necesidades a todos los hombres a la luz de la
razón, resultaron por completo irreales, si bien la disparidad cultural o religiosa
no impide que se conciba un conjunto, aunque breve, de derechos como la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 atestigua. De la misma
manera es necesario destacar que la tradición republicana, y la concepción
arentiana no es una excepción, reclama también una conjunción de deberes en
el ciudadano pues la libertad no se entiende como la capacidad para defender
los propios intereses sino el bien público.
De esta manera, para Arendt, la comunidad política surge cuando la ciudadanía
tiene la capacidad para llegar a acuerdos y cumplirlos. Es decir, no basta con
que una un pueblo comparta una lealtad hacia una autoridad comúnmente
establecida25
Es más, para Arendt, parlamentos electos, elecciones libres, libertad de
expresión y de asociación no son sino condiciones previas de la política que
pueden crear una sociedad civil estable, con valores democráticos, pero que no
instaura una forma de vida pública.
Philip Pettit (profesor de Teoría Política y Filosofía en la Universidad de
Princeton) entiende el republicanismo 26 como un sistema de valores y al

25
Kohn W. Carlos. Teoría y práctica del republicanismo cívico: la perspectiva
arentiana. Instituto de filosofía. Universidad Central de Venezuela
http://www.unisinos.br/publicacoes_cientificas/images/stories/pdfs_filosofia/vol6n2/
art_03_carlos_kohn.pdf. 16/10/11
26
Ayala Blanco. Fernando y Martínes Hernández David. El renacer de las ideas
republicanas: Socialdemocracia y Republicanismo Cívico.
[http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/02_iv_dic_ene_2008/
casa_del_tiempo_eIV_num02_62_67.pdf] 17/10/11.
25
Estado como promotor de la “libertad positiva” 27. Esta libertad positiva supone
que un individuo es libre si dispone de las herramientas necesarias para
realizar sus propios planes de vida, autogobierno y realización personal. Por
ello es importante que el individuo pueda participar de la vida colectiva de la
comunidad. La deliberación política, que evite el monopolio de grupos privados,
se presenta así como uno de los caracteres esenciales del republicanismo
actual; es el resurgir del viejo ágora de la Polis.
Para los republicanos la libertad se obtiene a través de las leyes; una libertad
entendida como ejercicio de la ciudadanía.
Respecto al orden jurídico es necesario destacar que los derechos son para los
republicanos acuerdos de la voluntad política predominante, mientras que para
los liberales provienen de la ley superior de la razón 28. Todos los ciudadanos
deben participar activamente en las políticas públicas y en el ejercicio de la
política bien sea mediante los partidos políticos, los sindicatos, las
universidades, los foros públicos etc.
Es necesario destacar que para el liberalismo clásico las diferencias sociales
son el resultado de las capacidades de cada individuo o de las diferencias del
contexto social pero para el republicano se deben establecer desigualdades en
el trato legal y económico para beneficiar a los miembros más desfavorecidos
de la sociedad (clases bajas, pueblos originarios, mujeres, minorías sexuales
etc.).29 Y es que para los Republicanos es necesario que el ciudadano realice
un correcto ejercicio de las virtudes que le son propias como tal, para evitar la
corrupción social y la primacía de los intereses de la élite por encima de los
colectivos. Queda de manifiesto que para los republicanos el proceso
democrático no debe simplemente suponer que el gobierno actúe de acuerdo a

27
La tradición liberal identifica la libertad como una noción “negativa”, como ausencia
de intromisiones en la vida de cada uno. Berlin. I, “Dos conceptos de libertad”, en
Cuatro ensayos sobre la libertad, Madrid, Alianza, 1988.
28
Es necesario destacar el carácter iusnaturalista , y por lo tanto liberal, de la
declaración Universal de los Derechos Humanos (“Considerando que la libertad, la
justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana”). Sin embargo, no es menos cierto que los Derechos no existirían sin
derecho, de ahí la importancia que le han otorgado los diversos Estados a positivizar
estos derechos a través de acuerdos, cartas, tratados, convenios, convenciones etc.
29
Es el origen de las “leyes de cuotas”, entre otras formas de discriminación positiva,
en este caso, en beneficio de la mujer. Nota del autor
26
los intereses de la sociedad, sino que se debe destacar la interacción de todos
los miembros de la sociedad30.
En la actualidad el republicanismo se contrapone decididamente a la falta de
diálogo político imperante en las sociedades actuales y hace hincapié en la
consecución de valores y principios tales como el de libertad, justicia y el
fomento de los derechos y deberes ciudadanos. A este respecto Alan Patten
expone: “Llamamos buenos ciudadanos a los ciudadanos políticamente activos
y motivados por un alto grado de virtud cívica”31.
Presentan así al republicanismo (adaptado a los nuevos tiempos) no sólo como
una alternativa sino como una necesidad.
Un Republicanismo que destaca:
 La necesidad de la deliberación popular, sin la intromisión de grupos
privados con intereses propios para evitar el autoritarismo político o
económico
 El reconocimiento de la igualdad entre los actores políticos, encarnado en
un deseo por eliminar fuertes disparidades en los niveles de participación
política o influencia entre individuos y grupos sociales.
 Importancia de la “virtud” entendida como tendencia del ciudadano para
luchar por los intereses de la comunidad
 Declaración del universalismo, ejemplificado mediante la noción de bien
público.
 Principio de ciudadanía, manifestado a través de los derechos de
participación ampliamente garantizados.

30
“La política es concebida como la forma reflexiva de la vida ética sustantiva, como el
medio por el cual los miembros de comunidades más o menos integradas se vuelven
conscientes de su dependencia mutua y, actuando con plena deliberación como
ciudadanos, conforman y desarrollan las relaciones existentes de reconocimiento
recíproco en una asociación de miembros libres e iguales ante la ley”. Habermas. J.
“Derechos humanos y soberanía popular: las versiones liberal y republicana”, en
Nuevas Ideas Republicanas. Autogobierno y libertad. Barcelona Paidós, 2004. Pág
198. Felix Ovejero, José Luis Martí y Roberto Gargarella
31
Patten. A. “La crítica republicana al liberalismo” en Nuevas Ideas Republicanas.
Autogobierno y libertad. Barcelona Paidós, 2004. Pág 240. Felix Ovejero, José Luis
Martí y Roberto Gargarella

27
7. Derechos Humanos

Es necesario entender el Republicanismo más que como un sistema político,


como una corriente de pensamiento que busca la formación de sociedades en
las que se impliquen todos sus ciudadanos para evitar cualquier atisbo de
corrupción, de predominio de un grupo o de varios de la sociedad sobre el
resto, de autoritarismo político o económico.
El republicanismo es éticamente exigente y por lo tanto el ciudadano debe
tender hacia el cultivo de la honestidad, el mérito, la solidaridad y el respeto por
sus conciudadanos.
Por último, pero no menos importante, si bien el ciudadano se realiza en
comunidad, debe tener cubiertas sus necesidades básicas, aspectos todos
ellos que apelan directamente a la defensa de los Derechos Humanos y que en
las actuales democracias liberales son vulnerados con demasiada frecuencia

CAPÍTULO PRIMERO:

MARCO TEÓRICO

Antes de sumergirnos en el complejo mundo de los Derechos Humanos parece


obligado destacar lo oportuno de disertar sobre la misma idea de Derechos
Humanos.

1. TEORÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS

En la actualidad, con mucha frecuencia se recurre a los Derechos Humanos


para argumentar un sin fin, a veces contradictorio, de intereses y
necesidades32.
Es evidente la carga de autoridad que han conseguido, sobre todo a partir de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, en 1948.
Los diferentes Estados pueden estar más o menos de acuerdo con dicho
concepto pero, públicamente al menos, se les muestra enorme respeto,
especialmente en los países occidentales.
De esta manera, Derechos Humanos, derechos fundamentales, derechos
universales, derechos culturales, ciudadanía.... son términos que están
presentes en los discursos políticos, en los tratados internacionales, en las

32
Consejo General del Poder Judicial, “Consolidación de derechos y garantías: Los
grandes retos de los Derechos Humanos en el siglo XXI” Madrid, Seminario
conmemorativo del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos Consejo General del Poder Judicial, 1999.
28
aulas33, en los medios de comunicación, en las tertulias entre amigos entre
otros. No obstante, enseguida notaremos que pese a tratarse de un concepto a
priori conocido y aceptado por todos, las dificultades para su reconocimiento
real y de facto son muchas
Y es que se trata de un concepto que influye directamente en mundos dispares
tales como el judicial, el histórico, el sociológico, el religioso, el antropológico…
que, a veces, difícilmente se compaginan.

2. ORIGEN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Durante la mayor parte de la historia 34 de la humanidad, tanto en las


comunidades primitivas como en las civilizaciones más importantes, lo que hoy
consideramos violaciones a los Derechos Humanos, eran hechos corrientes. La
conciencia universal de los derechos de las personas nace en la Edad
Moderna, pero no se consolida plenamente hasta la Edad Contemporánea.
Los documentos antiguos (El Código de Hammurabi -1790-1750? a. C.-, el
derecho en la Roma clásica, la Carta Magna inglesa de 1215, e incluso los
precedentes “Habeas Corpus” de 1679 y el “Bill of Rigths” de 1689), pueden
considerarse precursores de las modernas declaraciones de derechos, sin
embargo, no se fundan en derechos inherentes a las personas 35 sino en
conquistas de la sociedad. En lugar de proclamar derechos de cada persona,
se enuncian más bien derechos del pueblo. Más que el reconocimiento de
derechos intangibles de la persona frente al Estado, lo que se establecen son
deberes para el Gobierno36.
De esta manera, la concepción de lo que hoy se conoce por Derechos
Humanos corresponde a una etapa histórica relativamente reciente. Es propia
de los tiempos modernos, es una idea que surge y se consolida a partir de,
fundamentalmente, el siglo XVIII.
La práctica de los derechos fundamentales nace precisamente cuando surge el
Estado moderno, es decir, una forma política peculiar de organización de la
comunidad política dotada de un poder político extraordinario: el
reconocimiento de los Derechos Humanos es la respuesta jurídica a las
amenazas planteadas por este nuevo poder político sin límites. Nacen para

33
Ver AA.VV. La enseñanza de los Derechos Humanos, Valparaíso, Chile,
EDEVAL,1992. Y AA.VV. Lecciones de Derechos Humanos, Valparaíso, EDEVAL,
1997.
34
Ver:
Peces Barba, G, “Sobre el puesto de la Historia en el concepto de los Derechos
Humanos” en Anuario de Derechos Humanos, Nº 4, Madrid, 1986-1987, pp. 219 y ss.
35
Ver Fioravanti, M, Constitución: de la Antigüedad a nuestros días, Madrid. Trotta.
2001
Jellinek.G y otros. Orígenes de la Declaración de derechos del Hombre y del
ciudadano. Editora Nacional. Madrid. 1984.
Marzal, Antonio (ed.), El núcleo duro de los Derechos Humanos, S.L. J. M. Bosch. ed.
2001.
Segovia, Juan Fernando, Derechos Humanos y Constitucionalismo, Madrid, Marcial
Pons, 2004.
36
Nikken. P. “El concepto de Derechos Humanos”. Instituto Iberoamericano de
Derechos Humanos.
29
proteger al individuo frente a los peligros dimanantes de una entidad
poderosísima (definida por Hobbes como “Leviatán”).
Las primeras manifestaciones concretas de declaraciones de derechos
individuales, con fuerza legal, fundadas sobre el reconocimiento de derechos
inherentes al ser humano que el Estado está en el deber de respetar y
proteger, las encontramos en las Revoluciones de Independencia
Norteamericana (1776) e Iberoamericana 37 (primer cuarto del siglo XIX), así
como en la Revolución Francesa de 1789.
Lo que en definitiva desencadenó la internacionalización de los Derechos
Humanos fue la conmoción histórica de la Segunda Guerra Mundial y la
creación de las Naciones Unidas. Surge así la Declaración de Derechos
Humanos aprobada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 38.
Los encargados de poner en marcha las nuevas instituciones supranacionales
después de la Segunda Guerra Mundial 39 entendían que todo orden socio-
político —en este caso de carácter internacional—, se fundamenta en un
código de valores, en unas normas de actuación y en una serie de instituciones
propias que, al ser aceptadas por todos sus componentes, contribuyen a la
estabilidad del sistema y por ende de la sociedad o comunidad en la que debe
actuar. Para que esta estabilidad pueda lograrse y sea consistente, el nuevo
orden que se pretende instaurar —y que nace, como el caso que nos ocupa, de
una situación de paz que debe hacer posible la extensión y consolidación de
los Derechos Humanos en los cinco continentes— debe ser lo más libre y justo
posible.
Los miembros de la comunidad deberían, de esta manera, aceptar esta
concepción y tratarían de organizarse de común acuerdo a través de unas
instituciones (por ejemplo la ONU) que generen, a su vez, unos principios
básicos inalterables (los contenidos en la Carta fundacional de la ONU o la
Declaración Universal de Derechos Humanos, entre otros), de obligado
cumplimiento por todos. Y es que sólo en el siglo XX comenzaron a
consolidarse y a extenderse los derechos sociales, cuya generalización llevó
implícito el avance de la justicia social, caracterizado por una tendencia radical
a la reducción de la desigualdad, que comenzó a percibirse, primeramente en
la extensión de iguales derechos, nacidos directamente de la condición de
miembros de la sociedad y que, por acuerdo social, está garantizada. A partir
de ese momento, se hizo imparable, la lucha contra las desigualdades que
frenan la plena participación ciudadana por medios sociales, políticos o

37
En referencia a América Latina en los dos últimos siglos ver:
Chevalier, François, América Latina. De la independencia a nuestros días, México,
FCE, 1999.
38
Respecto a la Organización de Naciones Unidas y los Derechos Humanos, léase:
AA.VV, Les Nations Unies et le droit internacional humanitaire, Genéve, Pedone, 1996.
Ollero Tassara, Andrés, Derechos Humanos y metodología jurídica, Madrid, Centro de
Estudios Constitucionales, 1989.
39
Respecto a la historia universal del siglo XX ver:
Procacci, G, Historia general del siglo XX, Barcelona, Crítica, 2001.
Skidmore, T, Smith, P. Historia contemporánea de América Latina. América Latina en
el siglo XX, Barcelona, Crítica, 1996.
Ternon, Yves, L´Etat criminel. Les Génocides au XXe siécle, Paris, Seuil, 1995.
Ternon, Yves, L´innocence des victimes. Au siécle des génocides, Paris, Desclée de
Brouwer, 2001.
30
económicos. Así, la conquista de los derechos sociales suponía una igualdad
de estatus que compensaba las disparidades de ingreso y clase” 40.
Con todo el bagaje de derechos civiles, políticos y sociales con los que se
contaba a mediados del siglo XX, los nuevos responsables de la comunidad
internacional —capitaneados por los dirigentes de las potencias vencedoras de
la Segunda Guerra Mundial— se vieron comprometidos en la inmensa tarea de
articular unas nuevas relaciones internacionales, que terminarían mediatizadas
por las consecuencias mismas de la paz y la posterior ruptura de la “gran
alianza” bélica entre el mundo occidental, dirigido por los Estados Unidos, y la
Unión Soviética —impulsora, a su vez, de otro internacionalismo, en este caso
“proletario”—, con la Guerra Fría resultante. No obstante, a partir de 1943,
convertida la Unión Soviética en gran potencia y en aliada de los occidentales
contra el Eje y, sobre todo, al final de la guerra, las coordenadas del nuevo
orden fueron establecidas con la pretensión de respetar y no violar la nueva
realidad internacional salida de la Segunda Guerra Mundial, polarizada entre el
código de valores del mundo occidental, basado en la democracia liberal-
parlamentaria, la economía de mercado y la práctica del Estado de Derecho, y
el código de valores del socialismo real de impronta soviética, basado en el
dominio totalitario del Partido-Estado en todas las esferas de la vida política,
económica y social. A pesar de estas contradicciones, y con el objetivo
supremo de preservar la paz, la comunidad internacional se vio forzada a
diseñar un marco común de actuación mediante la creación de la ONU, e
incluso de aceptar unas normas básicas de entendimiento, que quedaron
establecidas en la Carta de las Naciones Unidas, aprobada en San Francisco el
26 de junio de 1945.
Los representantes se mostraban dispuestos “a reafirmar la fe en los derechos
fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en
la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y
pequeñas”, así como “a crear las condiciones bajo las cuales puedan
mantenerse la justicia” y en virtud de ella “a promover el progreso social y a
elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”. Y a
“realizar la cooperación internacional para la solución de problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y para el
desarrollo y estímulo del respeto a los Derechos Humanos y a las libertades
fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma
o religión”.
Pese a la Guerra Fría, los negociadores fueron capaces de plasmar en no poca
medida todo el corpus sobre derechos civiles, políticos y sociales ya existente,
considerado a partir de ese momento como Derechos Humanos básicos,
inalienables y de carácter universal. Así lo entendieron las nuevas naciones
que alcanzaron la independencia después de la Segunda Guerra Mundial, y
que, en el Comunicado final de la Conferencia Afro-asiática de Bandung (24 de
abril de 1955), declararon “que la cuestión de los pueblos sometidos a la
servidumbre del extranjero, a su dominación y a su explotación constituye una
negación de los derechos fundamentales del hombre, es contraria a la Carta de

AA.VV La protection des droits de l´homme et l´evolution du droit international,


40

Genéve, Pedone, 1998


Maritain, J., Teilhard de Chardin, P. y otros, Los Derechos del Hombre, Barcelona,
LAIA, 1973.
Mourgeon, Jacques, Les droits de l' homme, Paris, PUF, 1978.
31
las Naciones Unidas y obstaculiza la paz y la cooperación mundiales”,
afirmándose en el punto uno de los Diez Principios de la Conferencia su
“respeto de los Derechos Humanos fundamentales, de conformidad con los
fines y con los principios de la Carta de las Naciones Unidas”.
Si bien es cierto que no se consiguió que la Declaración Universal de los
Derechos Humanos41 aprobada el 10 de diciembre de 1948 tuviera carácter
vinculante, sus principios pasaron gradualmente a ser de referencia obligada
en las nuevas relaciones internacionales. No obstante, en la vida diaria de
todos los países del mundo los Derechos Humanos son vulnerados
constantemente.
El texto final de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no recibió
el apoyo de los países socialistas (recelosos ante el carácter individual de los
derechos propuestos en la Declaración), la Unión Sudafricana (debido a su
recientemente estrenado sistema de “apartheid”) y Arabia Saudí (nación en la
que la religión islámica hacia complejo la adopción de principios laicos de
conducta, reconocer la igualdad de sexos entre otros.).
A pesar del éxito que suponía la realización de la Declaración de Derechos
Humanos, ésta no representaba sino a una serie de principios demasiado
generales que pedían a todas luces ser concretados y especificados.
Desgraciadamente, si las posturas se habían acercado debido al
reconocimiento de las barbaries cometidas durante la Segunda Guerra
Mundial, la Guerra Fría dividió nuevamente al Planeta en dos mundos dispares
(el capitalista y el socialista). De esta manera no será hasta 1966 cuando se
firmen diferentes Pactos, aunque su entrada en vigor efectiva se retrasó una
década más, hasta 1976.
Para que el acuerdo fuera posible tuvieron que hacerse importantes
concesiones, por lo que no se suscribirá un solo Pacto, tal y como se pretendió
en un principio, sino dos. El 16 de diciembre de 1966 la Asamblea general de
las Naciones Unidas aprobó el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Es de destacar las brutales consecuencias que tuvo para el mundo comunista
el rechazo de la Declaración Universal de Derechos Humanos: el
comportamiento de la Unión Soviética 42en este terreno influyó decisivamente
para que la represión, el terror y los crímenes por motivos políticos o
socioeconómicos se instalaran en múltiples naciones. A su vez, tampoco
debemos olvidar el apoyo del mundo occidental a las dictaduras anti –
comunistas o la actuación depredadora de instituciones como el Fondo
Monetario Internacional, la OCDE o el Banco Mundial (dominadas por los
países desarrollados) que han provocado una vergonzosa y desigual
distribución de las riquezas en el mundo. Todas estas circunstancias hicieron
de la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos una

41
Al respecto ver Naciones Unidas, Actividades de las Naciones Unidas en materia de
Derechos Humanos, Nueva York, Naciones Unidas, 1986
42
Es necesario destacar que pese a los avances y al reconocimiento de los Derechos
Humanos en el mundo, la Unión Europea no posee un sistema de protección propio
hasta la aparición de la Carta de Derechos Fundamentales de 2000 que entrará en
vigor al tiempo que la Constitución Europea (proceso actualmente detenido debido a
las negativas de Francia y Holanda).
32
tarea inacabada durante sus primeros cincuenta años de vigencia, todo un reto
pendiente para el siglo que recién comienza 43.

3. FUNDAMENTOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

Los Derechos Humanos son, en la actualidad, invocados constantemente; si


bien, no existe similar preocupación social por justificarlos. Se da por supuesta
su validez44.. Pero bajo el aparente consenso occidental sobre la
indiscutibilidad de los Derechos Humanos se oculta una divergencia profunda
sobre su razón de ser, lo cual puede hacernos pensar que estamos hablando
de un concepto poco fundado.
Para algunos, lo importante no es si los Derechos Humanos carecen de
fundamentos a los que apelar, sino que tan solo hace falta un acuerdo sobre
ellos. No obstante como mínimo, los Derechos Humanos se han mostrado
como una herramienta internacional inestimable para transformar la sociedad,
razón más que suficiente para buscar justificaciones racionales de los mismos.
Ciertos especialistas argumentan que no importa encontrar el fundamento, sino
conseguir la efectividad práctica, pero menospreciando el papel de la filosofía y
el análisis de las ideas en el mundo de la cultura. Es evidente que es más
43
Otros documentos destinados a la protección de los Derechos Humanos fueron:
La Declaración del Niño de 1959, La Declaración sobre los Derechos Políticos de la
Mujer de 1959, La Convención sobre eliminación de todas las formas de
discriminación de la Mujer de 1969, La Convención contra la tortura y otros tratos o
penas crueles inhumanas o degradantes de 1984, La Convención sobre los Derechos
del Niño de 1989 etc.
44
A este respecto el profesor Pedro Salazar Ugarte dice: “En 1990, hace casi dos
décadas, Norberto Bobbio publicó un importante libro en el que reunía sus ensayos
sobre los Derechos Humanos: El tiempo de los derechos. En ese volumen, entre otras
cosas, sostenía que, a la luz de la tendencia a la internacionalización que, después de
la Segunda Guerra Mundial, había acompañado a los Derechos, el gran reto de cara al
Siglo XXI ya no estaba en encontrar su fundamentación sino en dotarlos de garantías
efectivas. Hoy, por desgracia, ya entrados en el Siglo XXI, a la luz de la historia
reciente y presente, no podemos decir que se haya logrado.
Ofrezco, de las muchas posibles, sólo tres ominosas pruebas de ello:
Los Estados que, hace veinte años, le daban la espalda a la agenda de los Derechos
Humanos, hoy la siguen ignorando. China y Rusia, por citar dos casos importantes,
son prueba de que su implantación sigue pendiente.
Después del 11 de septiembre de 2001, en aquellos países en los que la agenda de
los Derechos Humanos parecía consolidada, hemos asistido a una regresión
creciente. En los Estados Unidos, para no ir más lejos, ha sido posible la tortura, las
detenciones arbitrarias, la prisión de Guantánamo;
Construcciones modernas y prometedoras como la Unión Europea también son presa
de las tendencias reaccionarias. Ante un fenómeno como la inmigración, por citar el
ejemplo más dramático, lejos de apostar por el universalismo de los Derechos
Humanos, los líderes (con el respaldo masivo de sus poblaciones) han optado por
políticas localistas que rayan en la xenofobia. Para los incrédulos, como muestra de lo
posible, están las medidas “antigitanos” de la Italia de Berelusconi’. Salazar Ugarte, P:
“Una reflexión sobre la fundamentación de los derechos humanos desde el mirador de
la laicidad” en 1° Congreso Internacional de Derechos Humanos celebrado en la
Universidad de Chile, Santiago, Chile entre el 19 y el 21 de agosto de 2008. Inédito.
33
apremiante el respeto efectivo de los Derechos Humanos que su justificación
teórica y por ello debe priorizarse su efectivación; pero no por ello se debe
despreciar la reflexión45.
En principio la reflexión teórica, filosófica, puede tanto estimular los Derechos
Humanos como desincentivarlos. Tal fue en su día el caso de Marx, pues si
bien su pensamiento fue un estímulo para lograr ciertas reivindicaciones
sociales que en importante medida hoy respaldan Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, al mismo tiempo, tuvo una idea negativa del discurso de
los Derechos Humanos de su época que denunció como un instrumento
burgués46; sin embargo, globalmente la búsqueda de una fundamentación
capaz de proporcionar una base moral para los Derechos Humanos fortalecerá
el reconocimiento político – jurídico de los derechos. De hecho, múltiples
fundamentos47 de los que disponemos en la actualidad son suficientes para
45
Respecto a la fundamentación de los Derechos Humanos véase:
Asís, Rafael de, Las Paradojas de los derechos fundamentales como límites al poder,
Instituto de Derechos Humanos, Bartolomé de las Casas, Madrid, Universidad Carlos
III, 2000;Beuchot O. P., Mauricio, Los Derechos Humanos y su fundamentación
filosófica, México, Cuadernos de fe y cultura de la Universidad Iberoamericana, 1987;
Castellano, Danilo, Racionalismo y Derechos Humanos, Madrid, Marcial Pons, 2004;
Ferrari, V, Las Funciones del Derecho, Editorial Debate, Madrid.1989; Haba, E. P.:
“¿Derechos Humanos o Derecho Natural?” en Anuario de Derechos Humanos,
Instituto de Derechos Humanos, Universidad Complutense de Madrid, Nº 2, Marzo de
1983, pp. 203 y ss; Muguerza et alii, El fundamento de los Derechos Humanos,
Madrid, Debate, 1989;Ollero Tassara, Andrés, Derechos Humanos y metodología
jurídica, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989; Rodríguez Paniagua, J.
Mª: “Los Derechos Humanos como obligación” en Persona y Derecho, Vol., 22, 1990,
pp. 234 y s; Serna Bermúdez, P, Positivismo conceptual y fundamentación de los
Derechos Humanos, Pamplona, EUNSA, 1990; Solozabal Echavarrta, Juan José,
«Algunas cuestiones básicas de la teoría de los derechos fundamentales», Revista de
Estudios Políticos, nº 71 —nueva época— (enero—marzo 1991), pp. 87—109, Vergés
Ramírez, Salvador, Derechos Humanos, fundamentación, Madrid, Tecnos, 1997
46
Otros ilustres pensadores contrarios a los Derechos Humanos fueron Bentham y
Burke. Rodríguez Toubes Muñiz. R. Opus Cit. Pág. 99.
Al respecto véase:
Atienza, Manuel, Marx y los Derechos Humanos, Madrid, Ed. Mezquita, Alhambra,
1982; Eymar, Carlos, Karl Marx, critico de los Derechos Humanos, Madrid, Tecnos,
1987; Planty – Bonjour y otros, Droit et liberté selon Marx, Paris, PUF, 1988;
Vernengo, R.: “Enfoques escépticos de los Derechos Humanos” en Anuario de
Derechos Humanos, Nº 6, 1990.
47
Los fundamentos existentes que intentan dar una base firme a los Derechos
Humanos, son múltiples y por lo mismo me limitaré a destacar los caracteres
fundamentales de cada corriente teórica.
Entre las corrientes que no creen en la existencia de una fundamentación podemos
destacar el escepticismo (Squella Narducci, A.: “Democracia y Derechos Humanos” en
Anuario de Derechos Humanos, Nº 7, Instituto de Derechos Humanos, Facultad de
Derecho de la Universidad complutense de Madrid, Madrid, 1990, pp.221 y ss.), que
afirma que las normas morales que supuestamente reconocen los Derechos Humanos
nunca trascienden el marco social, económico y cultural en el que surgen.
Dentro de las fundamentaciones positivas no morales, la más importante es el
positivismo jurídico que declara que sólo las leyes pueden conceder o crear derecho.
Los Derechos Humanos son facultades subjetivas (de los sujetos individuales) que, en
razón de su carácter "fundamental", son jurídicamente reconocidas y garantizadas a
todos los sujetos humanos abarcados por un ordenamiento jurídico nacional o
34
muchas personas (incluyendo políticos, activistas de Derechos Humanos etc.) y
favorecen su “normativación;” de la misma manera puede afirmarse que la
discusión sobre la fundamentación de los Derechos Humanos estimula la
conciencia moral48 de sectores sociales diversos para intentar solucionar la
situación de lo más desfavorecidos y mantener todo lo relacionado con la
dignidad del hombre como tema central de las agendas políticas. Sin embargo,
es innegable que la actuación de muchos Estados demuestra la fragilidad de
muchos acuerdos en defensa de los Derechos Humanos, lo que indica la
conveniencia de seguir buscando argumentos a su favor.

internacional. (Respecto a la controversia existente entre iuspositivistas e


iusnaturalistas ver las obras incorporadas en el apartado bibliográfico de esta
investigación:
Fernández, E, (1984); Serna, Bermúdez, P, (1990);Prieto Sanchís, L, (1990); Robles,
G (1992); Pérez Luño, A, E (1993 y 1995); Beuchot O. P., M, (1995); Peces-Barba
Martínez, G (1998););
El positivismo jurídico extremo critica la idea de que los Derechos Humanos cuenten
con un fundamento sustantivo universal. (Francisco Laporta afirma que se produce
una contradicción conceptual cuando se afirma que los Derechos Humanos son
producto del orden jurídico y simultáneamente que son universales. Arguye que la
condición de sujeto de un sistema jurídico excluye la noción de universalidad toda vez
que hoy día un sistema jurídico positivo cuyas normas sean universales es una
empresa imposible. Laporta, F, Sobre el concepto de Derechos Humanos, Biblioteca
virtual Miguel de Cervantes págs. 10 – 11, n°4 1987.
Son destacables los artículos que realizan a modo de respuesta tanto Antonio Perez
Luño como Manuel Atienza y Juan Ruiz Manero:
Pérez Luño, A, Concepto y concepción de los Derechos Humanos (acotaciones a la
Ponencia de Francisco Laporta). Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. n°4 1987.
Atienza, M y Manero, J, R, A propósito del concepto de Derechos Humanos de
Francisco Laporta. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. n°4 1987.
El positivista insiste en que si los Derechos Humanos son solo valores, no son
derechos, pero si son derechos, son derechos fundamentales. Respecto a los
derechos fundamentales léase:
Alexy, R, (1993);Massini, Carlos Ignacio (1987); Bockenforde, Ernst-Wolfgang, (1994);
Perez Luño, A. E. (1984)
Dentro de las fundamentaciones morales formales debemos subrayar las que
destacan el consenso moral como medio para basar la existencia de los Derechos
Humanos; se trata de conseguir normas válidas para todos los miembros de una
comunidad.
El profesor Pérez Luño, en una especie de camino dual entre iusnaturalismo e
iuspositivismo, propone una tesis diferente basada en el consenso y las necesidades.
De esta manera propone definir los Derechos Humanos como un conjunto de
facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de
dignidad, la libertad y la igualdad humana, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional.
La fundamentación consensual defiende el hecho de que los derechos recogidos en
las Constituciones y en el Derecho positivo en general no son sino resultados socio -
históricos. La originalidad de esta idea radica en que se propone demostrar la
incondicionalidad de los Derechos Humanos, pero evitando el recurso a la metafísica o
a la divinidad, al que tan reacios son los escépticos de los Derechos Humanos.
“Recordemos que el papel de las necesidades humanas en la formación del consenso
ya había sido recogido por Habermas, como pone de relieve Pérez Luño, pero no con
la incidencia que éste último demanda. Rodríguez Toubes Muñiz.” R. Opus cit. Pág.
35
Las fundamentaciones de los Derechos Humanos están muy lejos de ofrecer
una base cierta y hasta cierto punto estable de los Derechos Humanos 49.

Estas diferentes concepciones hacen, como bien lo expresa Gregorio Peces


Barba, que se manifieste un enorme “pluralismo” en la definición del concepto
de Derechos Humanos y en las implicaciones sociales económicas y políticas
que pueden derivarse de este.

Entendemos que no procede en esta investigación un recuento pormenorizado


de las diferentes teorías de fundamentación de los Derechos Humanos.
Bastará decir que permanentemente, y a los efectos de la misma, partiremos

190.
Tenemos que destacar igualmente el llamado Constructivismo, cuyo máximo
representante lo encontramos en el filósofo argentino Carlos Santiago Nino. Para Nino,
los Derechos Humanos son instituciones derivadas de la moral, por lo que la
fundamentación de aquéllos exige la posibilidad de justificar los juicios morales.
Solo es posible una moral crítica transcultural, y por ende una fundamentación
universal de los Derechos Humanos, en la medida en que detectemos, formalicemos y
apliquemos rasgos comunes en las distintas prácticas sociales del discurso moral.
Dentro de las fundamentaciones morales sustantivas (es decir las basadas no en
normas reconstruidas artificialmente a partir de otros elementos o de otra norma más
básicos; cuando tiene contenido material) se encuentras diversas tendencias.
La fundamentación axiológica es el modo tradicional de justificar moralmente los
Derechos Humanos, o más en general la idea de que todos los seres humanos
merecen un respeto en cuanto tales.(Para una comprensión más profunda del
concepto de los DDHH basados en la laicidad ver: Salazar Ugarte, P: “Una reflexión
sobre la fundamentación de los derechos humanos desde el mirador de la laicidad.” En
1°Congreso Internacional de Derechos Humanos celebrado en la Universidad de
Chile, Santiago, Chile, entre el 19 y el 21 de agosto de 2008 . Inédito.
Respecto a la fundamentación axiológica ver: Hervada, Javier (editor), Juan Pablo II y
los Derechos Humanos, Pamplona, EUNSA, 1982.
El Iusnaturalismo, muy relacionado con la teoría anterior, es toda doctrina ético –
jurídica que afirma la existencia de un orden normativo objetivamente válido (o con
validez intersubjetiva), el cual a su vez sirve de criterio valorativo para los
ordenamientos jurídicos positivos. Por tanto, es iusnaturalista toda fundamentación de
los Derechos Humanos que sitúa el origen de éstos en un orden normativo cuya
validez es anterior y superior a la del derecho positivo. Respecto al Derecho natural
véase: Delgado Pinto, José: De nuevo sobre el problema del Derecho Natural.
Salamanca. Eds. Universidad. 1982).
Por último el utilitarismo es una teoría moral, según la cual la corrección o incorrección
de una acción depende de la bondad o maldad total de sus consecuencias, que se
mide según su contribución a incrementar la utilidad o el bienestar. Concepto que
puede dañar, en si, a los propios Derechos Humanos.
48
Ver: Ruíz Miguel, A. (1990), pp. 149 y ss.
49
Respecto a la problemática que suscitan los Derechos Humanos puede verse, entre
otros:
Fernández, E, (1984); García-Huidobro Correa, J, (1987); AA.VV., (1990); AA.VV
(1997); Fariñas Dulce, M. J, (1997 y 2000); Fernández García, E,( 1997); Ibid,(2001).
Balta, Paul, (2006).
36
del discurso consensuado al efecto en la sociedad internacional dejando para
otros este constructivo debate.

4. CONCEPTO DE LOS DERECHOS HUMANOS

En una investigación como la presente es necesario que concretemos el


concepto de Derechos Humanos del que partimos dado que no todo discurso
igualitario o humanista es identificable sin más con el discurso de los Derechos
Humanos y es posible una delimitación conceptual en consonancia con los
trabajos realizados a tal fin por la ONU, referente de primera línea en nuestra
investigación.
En el preámbulo de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU,
aprobada por la Asamblea en 1948 se define a los Derechos Humanos como
“facultades iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana,
que estipulan la dignidad y el valor de la persona humana así como la igualdad
de derechos de todos los seres humanos”. Es necesario destacar que se
entiende por persona humana al ser racional con capacidad moral (conciencia
para diferenciar el bien del mal) para actuar.
La concreción de estas facultades se identifica con el grueso de los derechos
reconocidos en los documentos internacionales rotulados “de Derechos
Humanos”, especialmente la mencionada “Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948, el “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de 1966” y el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”
del mismo año, todos ellos aprobados en el seno de la ONU. En lo que
concierne a Europa hay que añadir el importante “Convenio para la Protección
de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales” aprobado en
1950 en el seno del Consejo de Europa. No obstante hay que destacar que no
solo los derechos que aparecen en tales textos son Derechos Humanos y que
existen diversos convenios internacionales en que estos se desarrollan 50.
Los Derechos Humanos difieren de los llamados Derechos Fundamentales,
que son aquellos derechos subjetivos garantizados con rango constitucional
que se consideran como esenciales en el sistema político que una Constitución
determinada funda y que están especialmente vinculados a la dignidad de la
persona humana. En algunos países pueden ser explícitos, implícitos o tácitos.
La complejidad, competencia y eficacia de las técnicas de protección de los
ordenamientos jurídicos (debido a las acciones procesales, el reforzamiento
institucional de sus normas, el aparato institucional de la fuerza), comparadas
con las de otros sistemas normativos morales o sociales han provocado, a
juicio de Laporta, la confusión entre derechos y técnicas de protección de los
derechos51. En la actualidad, los Derechos Humanos tienen una carga emotiva
50
A este respecto Francisco Laporta advierte contra el peligro de aumentar la lista de
Derechos Humanos toda vez que “cuanto más se multiplique la nómina de los
Derechos Humanos menos fuerza tendrán como exigencia, y cuanto más fuerza moral
o jurídica tengan más limitada ha de ser la lista de Derechos que la justifiquen
adecuadamente” Laporta, F, “El concepto de Derechos Humanos”. Biblioteca virtual
Miguel de Cervantes. Doxa (publicaciones periódicas N° 4 – 1987, Pág. 1. [http:/
www.cervantesvirtual.com]. 17 de febrero de 2009.
51
Laporta, F, “El concepto de Derechos Humanos”. Biblioteca virtual Miguel de
Cervantes. Doxa (publicaciones periódicas N° 4 – 1987, Pág. 1. http:/
37
que supera en fuerza a la de cualquier otro concepto moral, debida al amplio
consenso existente sobre la necesidad de reconocer y respetar ciertos valores
amplios de la persona humana.
La importancia de los Derechos Humanos como punto de referencia se debe
en buena medida a que integra los niveles ético, político y jurídico. Su función
tradicional, que todavía les da parte de su atractivo, era la de servir de límites al
poder52. En la imagen actual los Derechos. Humanos no se limitan a actuar
como límites al poder, sino que además tienen una función de promoción de
ciertas condiciones de vida para sus titulares, lo que equivale a una actuación
positiva de transformación social, además de una función legitimadora del
poder que los reconoce, respeta y protege.
Hay que destacar el carácter dialéctico de los Derechos Humanos pues
defienden lo que es absolutamente necesario para ser tratado como “hombre”,
pero son relativos a la sociedad; están sometidos a tensiones, pero su
historicidad impide jerarquizarlos de una vez por todas; son ideales con una
carga utópica, pero al tiempo impulsan la justicia y el progreso social y humano
y son recogidos en las leyes democráticas y aplicadas por muchos jueces al
resolver conflictos.
Hay acuerdo en sostener que los Derechos. Humanos son derechos subjetivos
en su forma técnica, que son complejos y ambiguos en su presencia social y
que son históricos en su concreción política. Pero al margen de esto, no hay
acuerdo en reconocer su naturaleza primordial, su género o categoría: De esta
manera unos hablan de los Derechos Humanos como derechos positivos,
fundamentales, morales…
Entre otros muchos filósofos del Derecho, Rodríguez Toubes 53 se inclina por su
naturaleza moral, lo cual significa que se trata de valores que existen como
derechos ya antes de su reconocimiento en los ordenamientos jurídicos
positivos. Los Derechos Humanos serían así una clase especialmente
importante y protegida de los derechos morales, con ciertos rasgos peculiares
como la universalidad, la relevancia vital, la vocación de reconocimiento
jurídico, entre otros.
A medio camino entre los defensores del carácter moral o el positivista de los
Derechos Humanos, Perez Luño los define como “conjunto de facultades e
instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la
dignidad, la libertad y la igualdad humana, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e
internacional”54.
Profundizando aún más en la naturaleza de los Derechos Humanos podemos
relacionar la noción “tener un derecho” con tener reconocido un ámbito de la
voluntad propia; o bien con el hecho de tener un espacio del propio interés

www.cervantesvirtual.com.. 17/02/2009
52
Sin embargo, para Nikken, los D. Humanos son resguardados, en exclusiva, frente al
poder, no frente a los individuos. Nikken. P. “El concepto de Derechos Humanos”.
Instituto Iberoamericano de Derechos. Humanos. San José de Costa Rica. 1994.
53
Rodríguez Toubes Muñiz. J. La razón de los derechos. Perspectivas actuales sobre
la fundamentación de los Derechos Humanos. Tecnos. Madrid.1995. Pág. 33.
54
Perez Luño. A. E. “Delimitación conceptual de los Derechos Humanos”, en el vol. de
su edición Los Derechos Humanos. Significación, estatuto jurídico y sistema,
Universidad de Sevilla, Sevilla, 1979, p. 43.
38
aceptado, lo que significa una racionalidad que haga al hombre capaz de
decidir (voluntad) o de reconocer su interés.
Se ha objetado que siguiendo la teoría de la voluntad no puede reconocerse
derechos a los niños o a los discapacitados psíquicos, lo cual sería una
paradoja a todas luces monstruosa. No obstante, los derechos de los niños se
encuentran resguardados debido a que se apela a su potencialidad como
adultos, si bien se les recorta algunos derechos como el del voto, para el que,
ostensiblemente, no se encuentran preparados. Respecto a las personas con
minusvalía psíquica, también le son reconocidos todos los derechos, salvo
aquellos que escapan totalmente a su capacidad (derecho a ocupar un cargo
público por ejemplo).
Respecto a la teoría del interés es necesario saber que no todos los derechos
son beneficiosos (tener derecho a una herencia con deudas). Cabe discutirse si
no habrá colisión de interés: en concreto el del interés individual ( que subyace
a todos los derechos subjetivos) con el interés general; sin embargo el discurso
internacional de los Derechos Humanos considera que el bien común es un
bien jurídico a proteger o, aún refiriéndose a particulares, ciertos derechos
individuales pueden ser entendidos como derechos colectivos (derecho de los
pueblos, de los niños, de los ancianos, de las mujeres), si bien algunos autores
los conciben como derechos concedidos a los grupos con el fin de que les sean
reconocidos a los individuos que los componen 55. No falta quien entienda, por
otra parte, que los derechos comportan deberes, si bien no hay en ello
unanimidad. Mientras Rodríguez Toubes no encuentra razones para negar que
los derechos implican (de alguna manera) deberes para con los demás 56.
Francisco Laporta niega la tesis de la “correlatividad entre derechos y deberes”
en su sentido más fuerte pues otorga, en su opinión, a los deberes una
prioridad impertinente respecto a los derechos. En su opinión las obligaciones
aparecen debido a la existencia previa de los derechos y no a la inversa 57
El aumento profuso de los Derechos Humanos reconocidos por la sociedad
internacional y la propuesta de añadirles otros hace pensar a algunos que, a la

55
Rodríguez Toubes Muñiz. R. Opus Cit Pág. 64.
56
Rodríguez Toubes Muñiz. R. Opus Cit pag. Pág. 48.
57
Laporta, F, “El concepto de Derechos Humanos”. http:/ www.cervantesvirtual.com.
Pág 3. 17 de febrero de 2009
39
postre, el discurso se banalizará y/o que es necesario reformularlos y redefinir
un denominado “núcleo duro” de Derechos Humanos 58.

Otras tendencias son partidarias de no jerarquizar los Derechos Humanos, toda


vez que cada uno de ellos es inherente a la persona. De la misma manera, es
muy conocida la paradoja que algunos descubren en los Derechos Humanos
pues si bien muchos suponen un límite a la actuación del Estado… necesitan la
fuerza de este mismo Estado para ser respetados.

De la misma manera, hablar de universalidad supone, para algunos, imponer


unas normas (que muchos tachan de Occidentales), por encima de países,
creencias, sistemas políticos o culturas tremendamente diferentes.

A ello debemos añadir que el Estado de Derecho que defienden, no es


aceptado en grandes regiones del globo y con toda naturalidad, no es visto sino
como una intromisión de las potencias 59. No obstante, dada la quiebra en la
que han caído las ideologías y el carácter sectorial de las grandes religiones,
válidas solamente para sus comunidades de fieles, no nos quedan sino los
Derechos Humanos como lenguaje internacional capaz de remontar por su
propia naturaleza toda sectorialidad.

58
Ver: Laporta, F, “El concepto de Derechos Humanos”. http:/
www.cervantesvirtual.com. Pág 1. 17 de febrero de 2009.
59
Respecto a la sociedad actual y los Derechos Humanos ver, entre otros:
Martínez Quinteiro, M.ª Esther: "Crisis de la modernidad y Derechos Humanos" en
Wickham, CH. y otros: Las crisis en la Historia. Salamanca. Eds. Universidad. 1995.
Martínez Quinteiro, M.ª Esther: "La Unión Europea y los Derechos Humanos. Viejos y
nuevos retos. En Bringas López, M.ª Isabel y Rodríguez Pajares, Emilio Jesús: 50
años de historia de la integración europea.1951-2001. Burgos. Universidad Popular
para la Educación y la Cultura de Burgos. Asociación del Fomento de Educación de
Adultos. 2001.
40
5. CARACTERES ESENCIALES DE LOS DERECHOS HUMANOS.

Reconocer los Derechos Humanos supone aceptar la existencia de atributos


inherentes a la persona, que no son una concesión de la sociedad ni dependen
del reconocimiento de un Gobierno. Todo ello supone adentrarnos en el
complejo mundo de los caracteres de los Derechos Humanos.

5.1. UNIVERSALIDAD

Por ser inherentes 60 a la condición humana, todas las personas son titulares de
los Derechos Humanos y no pueden invocarse diferencias de regímenes
políticos, sociales o culturales 61como pretexto para ofenderlos o
menoscabarlos. A pesar de la circunstancia señalada y, sin duda, como el fruto
de la opinión pública internacional y de las organizaciones no
gubernamentales, la Declaración adoptada en Viena el 25 de junio de 1993 por
la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, explícitamente afirma que el
carácter universal de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales
“no admite dudas”

60
“Fueron los clásicos iusnaturalistas los que atribuyeron a los derechos
fundamentales del ser humano los caracteres de inviolabilidad, inalienabilidad e
imprescriptibilidad, que siguen siendo invocados hasta la actualidad y que no ameritan
discusión alguna” Moreira, E, “Definición y características de los Derechos Humanos”,
Ponencia dictada en el II Simposio de Derechos Humanos, Universidad Central del
Ecuador, Ecuador)
61
Si bien es cierto que los Derechos Humanos tienen muchos problemas en la
actualidad para traspasar culturas. Como dice Maturana: “Nosotros tendemos a vivir
un mundo de certidumbre, de solidez perceptual indisputada, donde nuestras
convicciones prueban que las cosas sólo son de la manera que las vemos, y lo que
nos parece cierto no puede tener otra alternativa. Es nuestra situación cotidiana,
nuestra condición cultural, nuestro modo corriente de ser humanos”. Maturana, H y
Varela, F, El árbol del conocimiento, Editorial Lumen Humanitas, Buenos Aires, 2004.
41
5.2. INALIENABLES

Los Derechos Humanos pertenecen en forma indisoluble a la esencia misma


del ser humano; no pueden ni deben separarse de la persona y, en tal virtud,
no pueden trasmitirse o renunciar a los mismos, bajo ningún título 62.
Inalienable quiere decir estrictamente que “no puede ser renunciado”; de esta
manera, los Derechos Humanos se le adscriben al individuo al margen de su
consentimiento, o contra él63.

62
Organización Internacional del Trabajo, [http://www.ilo.org].27/02/2009.
63
Para Laporta esta característica se contrapone con la tendencia de extender los
Derechos Humanos. “Haríamos bien en no trivializar los Derechos Humanos, apelando
a ellos sin ton ni son o extendiendo los catálogos y las generaciones arbitrariamente.
De ello puede depender no sólo el que sean reconocidos, sino sobre todo el que sean
efectivamente realizados en algún momento de la historia de la especie humana “).
Laporta. F, El concepto de Derechos Humanos.
Otros caracteres de los Derechos Humanos son:
El carácter de inherencia o de consustancialidad es reconocido particularmente en el
mundo actual. Los caracteres de la indivisibilidad e interdependencia de los derechos
humanos, según los cuales todos los derechos humanos deben ser respetados
simultáneamente y la vigencia de unos derechos comporta necesariamente la vigencia
de otros, han sido esbozados recientemente por la doctrina internacional, después de
la culminación de la Guerra Fría y del surgimiento de una nueva era histórica-
filosófica-política, en la cual el enfrentamiento ideológico Este-Oeste, pasó a un
segundo plano para el concierto internacional. Un ejemplo claro de esta
interdependencia es la necesidad de gozar de una alimentación adecuada para
proteger el derecho a la vida y a la salud. Kofi Annan, Secretario General de la ONU
subraya a este respecto: "Los derechos humanos son la base de la existencia humana
y de la coexistencia y son universales, indivisibles e interdependientes. Los derechos
humanos son los que nos hacen humanos. Son los principios con los cuales creamos
la morada sagrada de la dignidad humana". Estos conceptos fueron ya anteriormente
formulados en la Declaración y Plan de Acción de Viena, con ocasión de la
Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993, documentos que incluyeron
también otra característica vinculada estrechamente con las dos anteriores y todavía
en debate por algunas corrientes filosóficas y jurídicas, cual es el de la integralidad de
los derechos humanos, según la cual, todos los derechos humanos gozan de igual
jerarquía y cumplimiento con independencia de la generación que se le atribuya. El
haber incursionado en la era de la globalización ha fortalecido aún más el carácter de
la progresividad de los derechos humanos que, aún cuando se encontraba implícito en
otras etapas históricas, se refuerza en la época contemporánea. Los complejos
fenómenos que enfrenta actualmente la humanidad, particularmente en lo que
respecta al incremento de la pobreza, de los conflictos internos, la xenofobia y las
prácticas de racismo y otras formas de intolerancia, hacen vislumbrar que la
humanidad deberá asumir los derechos humanos y cuidar de su adecuado
cumplimiento. Moreira, E, “Definición y características de los Derechos Humanos”,
Ponencia dictada en el II Simposio de Derechos Humanos, Universidad Central del
Ecuador, Ecuador.

42
5.3. ABSOLUTOS

Los positivistas, en el contexto de la Ilustración, pretendieron otorgarles a los


Derechos Humanos el carácter de absolutos, como lo demuestra la
Declaración francesa de 1789. Irónicamente aplicaban el concepto
iusnaturalista de que por ser naturales, los derechos humanos son absolutos.
En la actualidad, el carácter absoluto de los Derechos Humanos encuentra
difícil acogida toda vez que múltiples Constituciones de Estados democráticos y
la propia declaración de Derechos Humanos de la ONU admiten cláusulas
limitadoras o suspensivas. De la misma manera la necesidad de hacer
compatibles la aplicación efectiva de los distintos Derechos Humanos supone
la prevalencia de uno u otro en circunstancias concretas. Para conseguir esta
armonización la Hermenéutica de los Derechos Humanos ha recurrido al
principio de ponderación de bienes, que constituye una práctica consolidada en
la aplicación jurisdiccional de los derechos humanos (De admitirse el carácter
absoluto de los Derechos Humanos, en su sentido fuerte, se inferiría una
consecuencia particularmente sorprendente…que la Declaración Universal de
las Naciones Unidas o la Convención Europea, por poner dos ejemplos, no
hablan realmente de Derecho Humanos. Tal conclusión podría fácilmente
extenderse a nuestra vigente Carta constitucional en la que existen importantes
cláusulas limitadoras de los derechos fundamentales – arts. 16.1; 20.4; 33.2 y
37.2) e incluso una cláusula de suspensión (art. 55), por lo que a tenor de esas
premisas tampoco nuestra Ley de leyes sería un texto que hablara realmente
de derechos humanos. 64. La tendencia actual borra todo carácter absoluto a
los Derechos Humanos. No obstante, es necesario destacar que las razonables
limitaciones de los Derechos Humanos, en el contexto de sociedades
democráticas y pluralistas, han sido utilizadas por los Estados para la violación
o inobservancia del legítimo ejercicio y goce de los derechos individuales.

64
Pérez Luño, A, Concepto y concepción de los Derechos Humanos. Opus cit. Pág 8.
43
6. CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

La clasificación de los Derechos Humanos puede hacerse siguiendo ciertas


convenciones de los especialistas que, solo aparentemente, se basan en un
enfoque historicista, tomando en cuenta la protección progresiva de los
Derechos Humanos65.
La clasificación más conocida es la que distingue las llamadas tres
“generaciones”, a la que en los últimos tiempos se tiende a añadir una cuarta y
una quinta.

6.1. LA PRIMERA GENERACIÓN DE DERECHOS

La “primera generación” de Derechos surge con las primeras liberales y en


Europa cristaliza con la Revolución Francesa, en reacción contra el
absolutismo. Se encuentra integrada por los denominados derechos civiles y
políticos. Imponen al Estado el respeto de ciertos derechos (a la vida, a la
libertad, a la igualdad, a la propiedad etc.).Por eso se les denomina derechos
“negativos” o de abstención66.

6.2. LOS DERECHOS DE SEGUNDA GENERACIÓN

Los derechos de “segunda generación están constituidos por los Derechos, que
algunos consideran de tipo individual o subjetivos y otros denominan colectivos,
los Sociales, Económicos y Culturales 67. Surgen como resultado de la
Revolución Industrial, a partir de una tradición de pensamiento humanista y
socialista; son de naturaleza económica y social, e inciden sobre la expresión
de igualdad de los individuos. A fines del siglo XIX y principios del XX, debido al
auge del movimiento obrero y a la aparición de partidos de ideología socialista,
65
Léase al respecto:
Ara Pinilla, Ignacio: Las transformaciones de los Derechos Humanos. Madrid. Tecnos.
1990.
66
Squella Narducci, A.: “Democracia y Derechos Humanos” en Anuario de Derechos
Humanos, Nº 7, Instituto de Derechos Humanos, Facultad de Derecho de la
Universidad complutense de Madrid, Madrid, 1990, pp.221 y ss.
67
Ver Abramovich. Victor y Curtis Christian, Los derechos sociales como derechos
exigibles. Madrid,Trotta, 2006.
Contreras Peláez. Francisco J Derechos sociales: Teoría e ideología, Madrid, Tecnos,
1994.
44
se empieza a calificar a los derechos civiles como meras libertades formales, si
no se garantizan, a su vez, este tipo de derechos. Esta segunda generación de
derechos hace pasar de la democracia formal a la democracia material; del
Estado de Derecho al Estado Social de Derecho. (Es el caso de la Constitución
alemana de Weimar de 1919). Requieren la actuación del Estado y su
exigibilidad está en relación con las posibilidades económicas del mismo.

Sería necesario destacar algunas reflexiones ante la problemática que plantea


la integración de los DESC debido a que es una de las piedras angulares de
nuestro estudio:

Es palpable el consenso general 68 en cuanto a que el reconocimiento de los


Derechos Económicos, Sociales y Culturales 69
no es un mero catálogo de
buenas intenciones por parte de los Estados. Se trata de derechos que nacen a
raíz de la ratificación por Estados de ciertos tratados internacionales de
Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de las Naciones Unidas (1966) que en 2009 fue ratificado
por 160 Estados miembros de la ONU 70 y las normas establecidas por
organismos especializados como la Organización Internacional del Trabajo.
Corresponden a aquellos derechos que hacen posible que los individuos logren
alcanzar un nivel de vida adecuado conforme a los estándares universales de
calidad de vida humana y, en términos generales, buscan abarcar áreas como
la igualdad entre hombres y mujeres, el resguardo de los derechos del niño y
del anciano, la accesibilidad y las condiciones de empleo dignas, la seguridad
social, el disfrute de la cultura y condiciones de vida mínimas (salud, vivienda,
educación, alimentación, medio ambiente no contaminado entre otros).

68
No obstante, algunas corrientes infravaloran la importancia de los Derechos
Económicos y Sociales argumentando que el derecho tiene límites y su principal
cometido es el de limitar el poder político. Por ello, el velar por los DESC, sería
demasiado y se correría el riesgo de que el Derecho no cumpliera bien su misión.
Martínez Estay, J,I. “Fundamentos de los Derechos Humanos”, en I° Congreso
Internacional de Derechos Humanos. Celebrado en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile, Chile, entre el 19 y 21 de agosto de 2008. Inédito.
69
Chile firmó el pacto e 16 de septiembre de 1969 y lo ratificó el 10 de febrero de 1972.
70
En la actualidad, 160 países han ratificado el PIDESC, con la notable ausencia de
Cuba, EEUU y la Unión Sudafricana. Naciones Unidas. Conjunto de tratados.
http:/treaties.un.org. 20 de febrero de 2009.
45
La legislación y jurisprudencia de muchos países y la tendencia a incluir estos
derechos en las reformas constitucionales o legislativas demuestran que estos
derechos se pueden hacer cumplir mediante recursos legales. Sin embargo, la
aceptación de derecho, no comporta el cumplimiento de hecho pues queda
mucho por hacer para que estos derechos se equiparen a los civiles y políticos
en lo que se refiere a su exigencia jurídica nacional e internacional. Es
necesario añadir que uno de los problemas en la aplicación de los DESC, es
que requiere ciertos niveles de riqueza relativa para hacer posible garantizar
los mínimos de estos derechos. Este concepto plantea parte de la discusión a
la que nosotros queremos hacer frente:
En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena (1993) se declaró
la indivisibilidad, interconexión e interdependencia de todos los Derechos
Humanos Por ello, la discusión en torno a los DESC, en tanto derechos que
posibilitan un nivel de vida adecuado para las personas, nos aproxima al
debate sobre nuestra realidad social y particularmente en torno a la calidad de
vida de ciertos grupos sociales desfavorecidos.
Ya la Declaración Universal de la ONU, de 1948, consagra el derecho a la
seguridad social (artículo 22), al trabajo (artículo 23), al descanso (artículo 24),
a la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales (artículo 25), y a la educación (artículo 26). Sin embargo, estos
Derechos Económicos, Sociales y Culturales quedaron en la práctica reducidos
a una expresión de deseos en muchos países.
Ningún derecho es efectivo hasta que la persona a la que se le niega puede
recurrir a la justicia para hacerlo valer y los mecanismos internacionales de
defensa de los Derechos Humanos trabajosamente creados en los últimos
sesenta años le permiten recurrir a la protección internacional cuando se violan
sus derechos civiles y políticos, pero no los otros, como si fuera diferente ser
víctima de la violencia y “del temor” -a la tortura, la prisión indebida, la censura,
la desaparición forzada y tantos etcéteras- que de “la miseria” 71. No obstante,
en la actualidad, no faltan juristas que sostengan que no tienen la misma
entidad que los Derechos civiles y políticos. Algunos sostienen públicamente
que el derecho tiene límites y su principal cometido es el de limitar el poder

Bissio, R. “El derecho a no ser pobre: luz verde al protocolo facultativo del PIDESC”.
71

Red del Tercer Mundo. Montevideo.


46
político. Por ello, el velar por los DESC, sería excesivo y se correría el riesgo
de que el Derecho no cumpliera bien su misión 72, pues al depender de los
recursos de un país, se vuelve imposible hacerles justiciables; bastando para
promoverlos la utilización de herramientas políticas o la exigencia a través del
voto de la justicia social y el aprovechamiento de la capacidad de iniciativa
legislativa de los ciudadanos
Otros autores tachan las anteriores visiones de neoliberales y conservadoras y
afirman que los DESC deben reconocerse como derechos totales,
perfectamente justiciables y que deben ser no sólo reconocidos sino
garantizados por el Estado.
La división entre Derechos Civiles y Políticos, y Económicos, Sociales y
Culturales se produce con la Guerra Fría, momento en que en Latinoamérica
los DESC son entendidos como una obligación interestatal; es decir, que los
países ricos debían ayudar a los pobres (EE.UU pertenece a la OEA).
Tras la Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos
(también llamada Pacto de San José de Costa Rica) 73 algo cambia, pues los
DESC quedan formulados de forma un tanto vaga, expuestos a la
progresividad y a la dependencia de los recursos económicos de los Estados.
Solo queda la posibilidad de dejar tales derechos bajo la supervisión de la
Comisión Americana o bien, optar por un camino provisional que puede ser el
de interpretar que los Derechos Civiles y Políticos bastarán para impulsar los
económicos, sociales y culturales.
Pareciera que la dificultad de implementar los DESC puede empezar a
reducirse desde el 18 de junio del presente año (2008), ya que el Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó en Ginebra la resolución
A/HRC/8/L. 2/Rev.1/Corr.1 titulada “Protocolo Facultativo al Pacto Internacional
de Derechos Económicos Sociales y Culturales (PIDESC)” que de obtener las
ratificaciones precisas permitiría que puedan presentarse denuncias
individuales o colectivas ante la comunidad internacional cuando los derechos
de la persona o de los colectivos a salir de la miseria sean violados.

72
Martínez Estay, J,I. Ponencia en el Primer Congreso de Derechos Humanos.
Facultad de Derecho. Universidad de Chile. 21 de agosto de 2008. Inédito.
73
El Pacto fue suscrito el 22 de noviembre de 1969 y entró en vigor el 18 de julio de
1978. Organización de los Estados Americanos. [http:www.oas.org]. 20-02-2009.
47
A juicio de Amnistía Internacional, la mayor organización civil de defensa de los
Derechos Humanos, éste es “un hecho histórico en la lucha por asegurar a las
víctimas el acceso a la justicia”, ya que “las violaciones a los derechos a la
salud, la educación, la vivienda adecuada, la comida, el agua o el saneamiento
son sentidas más severamente por los grupos marginados y las personas que
viven en la pobreza”. También el Papa, a través de su representante en
Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, felicitó a Catarina de Albuquerque, la
diplomática portuguesa que presidió las trabajosas negociaciones
intergubernamentales dirigidas a lograr la aprobación del protocolo, ya que
“históricamente los Derechos Económicos, Sociales y Culturales han sido
considerados demasiado vagos para ser considerados por la justicia como
base de quejas individuales y, en este sentido, eran vistos como derechos de
segunda clase”.
El nuevo texto legal, que entrará en vigor una vez que sea ratificado por diez
países, genera un mecanismo internacional de quejas y un procedimiento de
investigación permanente, similares a los existentes para los restantes pactos
de Derechos Humanos, a los que pueden recurrir las víctimas que no tienen
acceso a la protección de la justicia en su país, no cuentan con la posibilidad
de hacerlo o enfrentan demoras injustificadas en sus demandas a nivel
nacional.
Los derechos para los cuales el sistema internacional ya admite protección son
aquellos que exigen que los Estados se abstengan de violarlos: no torturar, no
censurar, no expropiar a nadie de sus propiedades. Cuando se trata de pasar
de la no violación a la acción positiva, educando, sanando o proveyendo agua
potable, eso implica gastos que, como expresó el delegado de Estados Unidos,
“deben ser realizados de acuerdo con los recursos disponibles y, por lo tanto,
no pueden ser sujetos a adjudicación judicial”.
La Convención de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) no
condena a ningún país por ser pobre o porque muchos de sus ciudadanos y
ciudadanas lo sean, pero sí reclama la “realización progresiva” de estos
derechos “al máximo de sus recursos disponibles y sin discriminación” 74. Así,
toda regresión o reducción en la prestación de servicios públicos esenciales sin

74
“El derecho a no ser pobre: luz verde al Protocolo Facultativo del PIDESC”, Julio
2008.
48
una plena justificación es una clara violación de los Derechos Humanos contra
la cual ahora las víctimas tendrán la posibilidad de recurrir ante un mecanismo
internacional. Japón insistió en las discusiones en la necesidad de elaborar
normas que reconozcan las diferencias entre países y la India demandó
criterios para determinar a qué obliga realmente la “realización progresiva” de
estos derechos. Son temas difíciles, tal como lo fue abolir la esclavitud o
reconocer a las mujeres el derecho al voto, que no era obvio cuando hace
sesenta años se aprobó la Declaración Universal. Pero ahora la mitad pobre
del mundo puede reclamar ante un juez su derecho a no vivir en la miseria.
6.3. LOS DERECHOS DE TERCERA GENERACIÓN

En la categoría de los Derechos de Tercera Generación entran los Derechos de


los pueblos o de Solidaridad 75, que se manifiestan a partir de la década de los
años sesenta del siglo XX. En el año 1966, las Naciones Unidas mencionan en
sus Pactos Internacionales los primeros derechos colectivos: El “derecho al
desarrollo” y “Derecho a la Libre Determinación de los Pueblos”. Esta vez, su
motor impulsor serán las reivindicaciones de determinados colectivos que
reclaman legítimos derechos. Se comienzan a configurar en forma de
declaraciones sectoriales que protegen los derechos de grupos discriminados,
de edad, minorías étnicas o religiosas, países del Tercer Mundo, afectados por
alguna de las múltiples manifestaciones que cobra la discriminación económico
- social. Se trata de incentivar el progreso social y elevar el nivel de vida de
todos los pueblos, en un marco de respeto y colaboración mutua entre las
distintas naciones de la comunidad internacional. Gracias a ello se ha
desarrollado el concepto de diálogo Norte – Sur, el respeto y la conservación
de la diversidad cultural, la protección del medio ambiente, la conservación del
patrimonio cultural de la humanidad etc.

Los Derechos de Tercera Generación pertenecen, por lo tanto, a grupos


imprecisos de personas que tienen un interés colectivo común y requieren para
su cumplimiento de prestaciones tanto positivas (hacer, dar), como negativas

75
Respecto a los Derechos Humanos de Tercera Generación ver Jiménez, Eduardo
Pablo, Los Derechos Humanos del la Tercera Generación, Buenos Aires, EDIAR,
1997.
49
(no hacer). Son responsables de su cumplimiento los diferentes Estados o la
Comunidad Internacional.

6.4. LOS DERECHOS DE CUARTA GENERACIÓN

En los albores del siglo XXI, el desarrollo de las nuevas tecnologías 76 de la


información vinculadas a la revolución de las telecomunicaciones ha planteado
una nueva problemática. Las denominadas TIC (Tecnologías de la Información
y Comunicación) han revolucionado tan intensamente nuestras relaciones
sociales como en su momento la Revolución Industrial. La existencia de
oportunidades, pero también de amenazas, en esta nueva sociedad hace
perentorio la necesidad de crear garantías normativas y poner en marcha
políticas públicas.

En definitiva, los derechos de cuarta generación se sostienen en la necesidad


novedosa de conseguir que todos los individuos accedan a las tecnologías de
información y comunicación, asegurar el flujo de intercambio de información
mediante la transparencia de conocimientos y estimular la innovación y
formación de capital humano.

De esta manera se podrá iniciar el camino para eliminar las diferencias


socioeconómicas existentes y podremos evitar la aparición de nuevas formas
de exclusión, reduciendo la disparidad entre los países subdesarrollados y los
desarrollados.

Robert B. Gelman propuso en 1997 la Declaración de los Derechos Humanos


en el Ciberespacio, basada en los principios que inspiran la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

76
Respecto a los Derechos Humanos y la sociedad del desarrollo ver:
González, G, (coord.), Derechos Humanos: La condición humana en la sociedad
tecnológica, Madrid, Tecnos, 1999.
Goulet, D, Ética del desarrollo. Madrid, IEPALA, 1999.
Halpern, Pablo, Los Nuevos Chilenos y la batalla por sus preferencias. Santiago, Chile:
Editorial Planeta, 2002.
Jonas, H, El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización
tecnológica, Barcelona, Herder, 1995.
50
En la actualidad la denominada “brecha digital de género”, es decir el desigual
acceso de mujeres y hombres a los TIC, es objeto de particular atención.

6.5. LOS DERECHOS DE QUINTA GENERACIÓN

Inmersos en el mundo de la Globalización, las estructuras políticas,


económicas y sociales evolucionan constantemente; lo mismo sucede con las
necesidades de las personas. De esta manera se toma conciencia de la
importancia que el deporte tiene para el ser humano
Se entenderá por deporte todo tipo de actividades físicas que, mediante una
participación, organizada o de otro tipo, tengan por finalidad la expresión o la
mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales
o el logro de resultados en competiciones de todos los niveles 77.
El deporte favorece la salud y el bienestar en la sociedad, proporciona un
entorno propicio a la educación y la socialización, fuente de oportunidades para
establecer contactos e integrarse en la sociedad, contribuye sustancialmente al
desarrollo y al mantenimiento de sociedades democráticas integradas por
ciudadanos activos, desempeña un papel cada vez más importante en la
economía de los países, ccontribuye a la realización de principios como la
tolerancia, es un aliado de pleno derecho en la sociedad, y debe ser
considerado, por lo tanto, como un elemento esencial en la elaboración de las
políticas, especialmente en los ámbitos social, económico y de la salud 78.
La Asamblea general de la UNESCO, el 21 de noviembre de 1978, adoptó la
Carta Internacional de la Educación Física y del Deporte; su primer artículo
proclama el acceso a la educación física y el deporte como derecho
fundamental de todo ser humano indispensable para el desarrollo de su
personalidad, tanto en el marco educativo como en otros aspectos de su vida
social.

77
Carta europea del Deporte, aprobada por la VII Conferencia de Ministros
responsables de deportes de todos los países europeos celebrada en Rodas, los días
14 y 15 de mayo de 1992.
78
García Cirac, Mª Josefa, “Derechos Humanos de Quinta Generación”, en curso de
doctorado “Pasado y presente de los Derechos Humanos”, Salamanca, 2007.

51
8. Bibliografía

 Baron. Hans. The crisis of the Early Renaissance. Civic humanism and
republican liberty in an age of classicism and tyranny, Princeton University
press, 1966.
 Berlin, Isaiah: “Dos conceptos de libertad”, en Cuatro ensayos sobre la
libertad, Madrid, Alianza, 1988.
 Bobbio. Norberto. La teoría de las formas de gobierno en la historia del
pensamiento político. Fondo de Cultura Económica. 2006.
 Candillac de. Maurice. “la filosofía del Renacimiento, vol 5. Siglo XXI.
Madrid 1987
 Fioravanti. M, Constitución: de la Antigüedad a nuestros días, Editorial
Trotta, Madrid, 2001.
 Habermas, Jürgen: “Derechos humanos y soberanía popular: las versiones
liberal y republicana”, Nuevas ideas republicanas
 Higonnet. Patrice. Sister republics. The origins of french and Americanism.
Harvard University Press. Cambridge. 1988
 Hinder. H y Hilgemann W. Atlas Histórico Mundial. De los Orígenes a la
Revolución Francesa. Istmo. Madrid. 1985)
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 Mantilla Pineda, B. “Maquiavelo redivivo”. Revista de Estudios políticos, nº
165 – 166, mayo – agosto de 1969
 Ovejero Félix, Martí, José Luis, Gargarella, Roberto (comp.): Nuevas ideas
republicanas. Autogobierno y libertad, Barcelona, Paidós, 2004.
 Patten, Alan: “La crítica republicana al liberalismo”, Nuevas ideas
republicanas
 Pettit, Philip: Republicanismo: una teoría sobre la libertad y el gobierno,
Barcelona, Paidós, 1999.
 Ruiz Ruiz. Ramón. “La tradición republicana. Instituto de Derechos
Humanos Bartolomé de Las Casas. Universidad Carlos III de Madrid.
Dykinson
 Sabine. George. H. Historia de la teoría política. Fondo de Cultura
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 Sartori, Giovanni: ¿Qué es la democracia?, Madrid, Taurus, 2003.
 Vallespin. F, Historia de la Teoría Política, Alianza Editorial, Madrid, 1990

52

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