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DICCIONARIO DE
F I L OS OF I A
por
N icola Abbagnano
T ítu lo original:
Dizionario di filosofía
© 1961, U n io n e T ip o g ráfica E ditrice T o rin e se , T u rín
ISBN 968-16-1189-ti
tiitpii-Hi rn MrJUáif
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h t t p s : / / t i n y u r l . com /y9m alm m m
ganzl912
PREFACIO
N ico la Abbagnang
Turin, 11 de octubre de 1960
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M.
-------------------------- T------------T
ganzl912
LISTA DE ABREVIATURAS
Aristóteles
An. post.................. Analytica posteriora, ed. Ross, Oxford, 1949.
An. p r..................... Analytica priora, ed. Ross, Oxford, 1949.
Cat.......................... Categoriae, ed. Minuo-Paluello, Oxford, 1949.
De cael.................... De cáelo, ed. E. J. Alian, Oxford, 1936.
De gen. an.............. De generatione animalium, ed. Bekker.
De parí, an............. De partibus animalium, ed. Bekker.
El. sof..................... De sophisticis elenchis, ed. Bekker.
Ét. nic..................... Ethica nicomackea, ed. Bywather, Oxford, 1957.
Fis........................... Physicorum libri VIII, ed. Ross, Oxford, 1950.
M et.................. Metaphysica, ed. Ross, Oxford, 1924.
Poet............... De arte poética, ed. Bywather, Oxford, 1953.
Pol........................... Política, ed. W. L. Newman, Oxford, 1887-1902.
R et.......................... Rethorica, ed. Bekker.
Top......................... Topicorum libri VIH , ed. Bekker.
Arnauld
Log.......................... La logique ou Varí de penser, 1662, en Oeuvres
philosophiques, 1893.
B acon, F.
Nov. org................. Novum organum, 1620, trad. esp. por C. H. Bal-
mori, con estudio prelim inar y notas por R.
Frondizi, 1949.
De augni. scient. De augmentis scientiarum, 1623.
B ergson
Evol. créatr. . .. L’évolution créatrice, 1907, 8? ed., 1911; hay tra
ducción esp.
Deux sources .. Deux sources de la morale et de la religión,
1932; hay trad. esp.
B oecio
Phil. cons........... Philosophiae consolationis libri V, 524; trad.
esp. por Manuel Esteban de Villegas.
C ampanella
Phil. rat.............. Philosophia rationalis, París, 1638.
Cicerón
Acad.................... Academicoriim reliquiae cum Lucullo, edición
Plasberg, 1923; trad. esp.
De finibus.......... De finibus bonorum et malorum, ed. Schiche,
1915.
De leg.................. De legibus, ed. Mueller, 1897.
De nat. deor. . .. De natura deorum, ed. Plasberg, 1933.
* D e o ff................... De officis, ed. Atzert, 1932.
*- De rep................. De república, ed. Castiglioni, 1947.
^ Tuse..................... Tusculanae disputationes, ed. Pohlens, Leipzig,
1918.
tx
«
LISTA DE ABREVIATURAS
Cusa , N. de
Fil. del derecho .......... Grundlinien der Philosophie des Rechts, 1821;
trad. esp. por Benítez de Lugo, 1878, Madrid.
Phanomen. des G eistes. Phanomenologie des Geistes, 1807. Cuando no
se da otra indicación, las obras de Hegel es
tán citadas en la edición originaria: Werke,
Volstándige Ausgabe, 1832-45; trad. esp. de
parte de la Fenomenología del espíritu, 1935.
H obbes
D ecorp................. De corpore, 1655.
De hom ................. De homine, 1658.
Leviath................. Leviathan, 1651; trad. esp.: Leviatán, México,
1940, F.C. E.
H ume
Inq. Conc. Moráis Inquiry Concerning the Principies of Moráis,
1752, ed. por T. H. Green y T. H. Grose, 1879.
Nueva ed.. 1912; trad. esp., 1941 (Investiga
ción sobre los principios de la moral).
Inq. Conc. Undcrst. Inquiry Concerning Human Understanding,
1748; trad. esp., 1939 ( Investigación sobre
el entendim iento humano).
Treatise ................. A Treatise of Human Nature, 1738; ed. Selby-
Bigge, 1896; trad. esp., 1923 ( Tratado de la
naturaleza humana).
H usserl
Ideen ..................... Ideen zu einer reinen Phdnomenologie und
phanomenologischen Philosophie, ed. W. Bie-
mei, Haag, 1950; trad. esp.: Ideas relativas
a una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica, por J. Gaos, México, 1949,
F. C. E., reed., 1962.
Méd. Cari Méditations Cartésiennes, Introduction a la
phénomenologie, 1931; trad. esp. del m anus
crito alemán de las meditaciones I a IV :
Meditaciones cartesianas, por J. Gaos, Méxi
co, 1942, F. C.E.
JASPEES
LISTA DE ABREVIATURAS
P ascal
Pensées ......................... Los números se refieren al ordenam iento de la
ed. Brunschvicg.
P.G ................................... Migne, Patrología Griega, el prim er núm ero in
dica el volumen.
p L................................... Migne, Patrología Latina, el prim er núm ero in
dica el volumen.
Peirce, C. S. (1839-1914)
Coll Pap.......................... Collected Papers, volúmenes I-VI, editados por
C. H artshorne y P. Weiss, 1931-35; volúme
nes VII-VIII, editados por A. W. Burks, 1958.
P latón
Ale., I, II ....................... Alcibiades, I, II.
Ap..................................... Apología Socratis.
Carm................................ Charmides.
Conv................................. Sym posium .
Crat.................................. Cratylus.
Crit................................... Crito.
Crida................................ Cridas.
Def.................................... Definitiones.
E p ..................................... Epistulae.
E utid ................................ Euthydem us.
E u t................................... Euthyphro.
Fed................................... Phaedo.
Fil..................................... Phitebus.
Gorg................................. Gorgias.
Ion ................................. Ion.
Lach................................. Laches.
Leyes ............................. Leges.
OM
LISTA DE ABREVIATURAS
Men................................... Meno.
Parm. ............................. Parmenides.
Pol.................................... Politicus.
Prot.................................. Protagoras.
Rep. ............................... República, ed. Chambry, 1932.
S o f.................................... Sophista.
Teet.................................. Theaethetus.
T im ................................... Timaeus.
Los textos se hallan citados según la edición
de Bum et, Oxford, 1899-1906; hay varias
trads.
P lotino
E nn................................... Enneades, ed. Bréhier,1924; hay trad. esp.
S an Agustín
D eciv.D ei ..................... De civitate D ei; hay varias trads. esp.
Conf.................................. Confessionum libri X I I I ; hay varias trads. esp.
S anto T omás
S. T h .............................. Sum m a Theologiae, al cuidado de P. Caramello,
Turín, 1950; hay varias trads. esp.
Contra Geni.................... Sum m a contra Gentiles, Turín, 1938; hay va
rias trads. esp.
De ver............................... Quaestiones disputatae de vertíate, Turín, 1931;
hay varias trads. esp.
SCHELER
D ieW elt ....................... Die W elt ais Wille und Vorstellung, 1819;
2? edic., 1844; trad. ital. Savi-López y De Lo
renzo, 1914-30; trad. esp.: El mundo como
voluntad y como representación, por E. Ove
jero y Maury M adrid, 1928.
•Scoto E rigena ( si"lo ix)
LISTA DE ABREVIATURAS
SÉNECA
WOLFF
Cosm................................ Cosmología generalis, 1731.
Log.................................... Philosophia rationalis sive lógica, 1728.
Ont.................................... Philosophia prima sive ontologia, 1729
Otras abreviaturas no se registran por ser las comúnmente usadas por
los estudiosos o porque son fácilm ente comprensibles, tal como Ap. por
Apéndice; Fit. por Filosofía o Phit. para Philosophie o Philosophy; Intr.
por Introducción o In troduction; Met. por Metafísica o Métaphysique o
tam bién por Metaphysics o M etaphysik; Op. por Obras; schol. por scholium,
etcétera.
r
1
A
A. I) Las primeras letras mayúsculas indubitable. Dice Boutroux: “El princi
del alfabeto; A, B, I\ fueron usadas por pio de identidad puede ser expresado
primera vez por Aristóteles, principal así: A es A. Yo no digo el Ser, sino
mente en los Analíticos, para indicar simplemente A, o sea cada cosa, cual
los tres términos de un silogismo. Sin quiera absolutamente, susceptible de
embargo, debido a que en su sintaxis ser concebida, etc.” (De l'idée de loi
el predicado se coloca antes del sujeto naturelle, 1895, p. 12).
(A úrtaoxe* ii" B, "A es inherente [o 5) En el simbolismo de Lukasiewicz
‘pertenece’] a B”) a menudo en los Ana la letra "A” se usa como el símbolo
líticos los sujetos son B y r. En la de la disyunción, para la cual se adopta
lógica de la edad moderna, debido a por lo común el símbolo “V” (cf. A.
la costumbre de escribir "A est B”, Church, Introduction to Mathematical
A resulta normalmente el símbolo del Logic, nota 91). G. P.-N. A.
sujeto.
2) A partir de los tratadistas esco Abaliedad, véase ASEIDAD.
lásticos (al parecer en las Introduc- Abderitismo (del alemán Abderitismus).
tiones de Guillermo de Shyreswood, Kant llamó así a la concepción que con
siglo x iii ), la letra A es usada en la sidera a la historia siempre en el mismo
lógica formal “aristotélica" como sím estado, por lo tanto ni en progreso ni
bolo de la proposición universal afir en retroceso. Desde este punto de vis
mativa (véase), según los conocidos ta la historia humana no tendría más
versos llegados hasta nosotros a través significado que la historia de cualquier
de varias redacciones. En las Sum- especie animal y sólo sería más fati
mulae de Pedro Hispano (edit. Bo- gosa (Si el género humano está en cons
chenski, I, 21) dicen así: tante progreso hacia lo mejor, 1798).
A affirrnat, negat E, sed universaliter Abílti ción (gr. anayu)yi]; lat. reductio;
ambae,
I firmat, negat O, sed particulariter ingl. abduction; fran. abduction; alem.
ambae. Abduction; ital. abduzione). Es un pro
cedimiento de prueba indirecta, semi-
3) En la lógica modal tradicional, la demostrativa (teorizado en ..rist., Tóp.
letra A designa la proposición modal, VIII, 5, 159 b 8, y 160 a lls s .; An. Pr. II,
que consiste en la afirmación del modo 25, 69 a 20 ss.), en el cual la premisa
y en la afirmación de la proposición. mayor es evidente, la menor en cambio
Así, por ejemplo: “Es posible que p" es sólo probable o de todos modos más
en la cual p resulta una proposición fácilmente aceptada por el interlocutor
afirmativa cualquiera (Amauld, Lóg., que la conclusión que se quiere demos
II, 8). trar. Si bien se trata en sustancia de
4) En la fórmula "A es A’” o “ A - A", un procedimiento dialéctico más que
usada desde Leibniz como tipo de las apodíctico, ya había sido admitido por
verdades idénticas y que fue adoptada Platón (cf. Menón, 86ss.) para la ma
posteriormente por Wolff y Kant como temática y llegaría asimismo a ser apro
expresión del denominado principio de bado como método de demostración
identidad (véase), A significa un objeto matemática por Proclo (In Eucl., 212,
o un concepto cualquiera. Fichte de 24).
cía : “Cada uno ajusta la proposición Peirce ha introducido el término ab
A es A (como asimismo A = A ya que duction o retroduction para indicar el
éste es el significado de la cópula ló primer momento del proceso inductivo,
gica) sin pensar en lo más mínimo que es el de la elección de una hipó
acerca de si se reconoce como plena tesis que pueda servir para explicar
mente cierta e indubitable” (Wissen- determinados hechos empíricos (Coll.
schaftslehre, 1794, 1). La fórmula ha Pap. 2, 643). G. P.
quedado largo tiempo como expresión
del principio de identidad y asimismo Ah esse ad posse. Es una de las conse-
como tipo de verdad absolutamente quentiae formales (véase c o n s e c u e n c ia )
1
Abierto
Absolutismo
de la lógica escolástica: Ab esse ad re su vida por amor de mí, la salvará”.
posse válet (tenet) consequentia o, con Por lo tanto, la noción de abnegación
mayor rigor, ab illa de inesse valet no es, en los Evangelios, una noción de
(tenet) illa de possibili; o sea: de “ ‘p’ moral ascética; más bien expresa el
es verdadera” resulta " ‘p’ es posible”. acto de la renovación cristiana, según
el cual de la negación del hombre viejo
Abierto (ingl. open; franc. ouvert; ital. nace el hombre nuevo o espiritual.
aperto). Adjetivo frecuentemente adop
tado en sentido metafórico en el len Absolutismo (ingl. absolutism; franc. ab-
guaje común y en el filosófico para solutisme; alem. Absolutismus; ital.
indicar aptitudes o instituciones que assolutismo). Término acuñado en la
admiten la posibilidad de una partici primera mitad del siglo xvm para in
pación o comunicación extensa o, sin dicar toda doctrina defensora del "po
más, universal. Un "espíritu abierto” der absoluto” o de la "soberanía abso
es un espíritu accesible a sugestiones, luta” del Estado. En su sentido político
consejos, críticas que le formulan los originario el término designa: 1) el
otros, y que está dispuesto a tener muy A. utopista de Platón en la República-,
en cuenta, o sea sin prejuicios a tales 2) el A. papal, afirmado por Grego
sugestiones. Una “sociedad abierta” es rio VII y por Bonifacio VIII, reivindi
una sociedad que no limita la participa cando para el Papa, como representante
ción a las instituciones que la caracte de Dios sobre la Tierra, la plenitudo
rizan, a un grupo privilegiado. Bergson potestatis, o sea, la soberanía absoluta
denominó sociedad abierta a la que sobre todos los hombres, comprendi
"abraza a la humanidad entera” (Deux dos los príncipes, reyes y emperadores;
sources, 1932, I). C. Morris ha hablado 3) el A. monárquico del siglo xvn, que
de un "yo abierto” ( The Open Setf, encuentra su defensor en Hobbes; 4) el
1948) y A. Capitini de una "religión A. democrático, teorizado desde Rous
abierta" (Religione opería, 1955). seau en el Contrato social, y que en
Marx y los escritores marxistas se ca
Ab invidia. Así llama Wolff a "las ra racteriza como "dictadura del prole
zones mediante las cuales se suscita el tariado”. Todas estas formas del A. de
odio contra las opiniones de los demás” fienden igualmente, aunque con motivos
(Log. § 1049). Es el argumento prefe o fundamentos diferentes, la exigenci
rido por los "perseguidores” o sea por de que el poder estatal sea ejercido
aquellos "q .e bajo el pretexto de defen sin limitaciones o restricciones. La exi
der la verdad buscan llevar a sus ad gencia opuesta, propia del liberalismo
versarios hacia el peligro de perder la (véase), es la que intenta prescribir lí
fama, la fortuna o la vida” (Ibid., 1051). mites y restricciones al poder estatal.
En el uso filosófico corriente, el tér
Abnegación (gr. óuidij'viiai;; lat. abnega- mino no está restringido ya para indicar
tio\ ingl. sel)denial-, franc. abnégation; una determinada doctrina política, sino
alem. Verleugnung-, ital. abnegazione). que se va extendiendo para designar
Es la negación de sí y la disposición todo o cualquiera pretensión doctrina
a ponerse al servicio de los demás o ria o práctica del absolutismo, en cual
de Dios, con sacrificio de los propios quier campo que se dé. Dice, por ej.,
irtereses. Ésta es la noción que se en Reichenbach (The Theory of Próbabil-
cuentra en el Evangelio: "El que quiera ity, p. 378): "Debemos renunciar a
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo todos los residuos del A. para compren
y tome su cruz, y sígame" (Mateo XVI, der el significado de la interpretación
24); "Si alguno quiere venir en pos de en términos de la frecuencia de una
mí, niéguese a sí mismo, tome cada aserción de probabilidad en torno a un
día su cruz y sígame” (Lucas IX, 23). caso en particular. No hay puesto para
Esta negación de sí mismo no es, sin el A. en la teoría de las aserciones de
embargo, la pérdida de sí mismo, sino probabilidad que conciernen a la rea
más bien el reencuentro del verdadero lidad física. Tales aserciones se usan
"sí mismo", como se explica en el ver como reglas de conducta, como reglas
sículo siguiente del Evangelio de San que determinan la conducta más logra
Lucas: "porque quien quisiere salvar da posible en un determinado estadio de
su vida la perderá; pero quien perdie conocimiento. Quien quiera hallar algo
2
Absoluto
7
A b s tru s o
A b u rrim ie n to
A b s tru s o (Iat. abstrustís [= escondido] ;se diferencia de la demostración osten
ingl. abstruse; franc. abstrus; alem. siva, porque adquiere o admite aquello
abstrus-, ital. astruso). Término peyora que, con la reducción al error recono
tivo para calificar cualquier noción inu cido, quiere destruir; la demostración
sitada o de difícil comprensión; o, como ostensiva, en cambio, parte de premisas
dice Locke (Essay, II, 1?, 8), "las [ideas] ya admitidas. Leibniz denominó demos
más alejadas... de la sensación o de tración apagógica al razonamiento por
cualquier operación de nuestra propia A. y lo creyó útil o por lo menos difícil
mente”. El término es aplicado princi mente eliminable, en el dominio de la
palmente a nociones abstractas; pero matemática (Nouv. Ess., IV, 8, §2).
igualmente se aplica a nociones que se Kant, que adopta el mismo nombre, lo
alejan más o menos del universo ordi justificó en las ciencias, pero lo excluyó
nario del discurso. de la filosofía. Lo justificó en las cien
cias porque en ellas es imposible el
A b s u rd o (gr. arojiov, aSúvatov; lat. üb- modus ponens de concluir la verdad
surdw n; ingl. absurd; franc. absurde; de un conocimiento de las verdades de
alem. Absurd-, ital. assurdo). Por lo sus consecuencias; en efecto, sería ne
general, aquello que no encuentra lu cesario conocer todas las consecuencias
gar en el sistema de creencias al que posibles, lo que es imposible. Pero si
se hace referencia o que se halla en de una proposición puede ser obtenida
contradicción con alguna de tales creen incluso una sola consecuencia falsa,
cias. I-os hombres y los filósofos siem la proposición es falsa. Por lo tanto, el
pre han hecho abundante uso de esta modus tollens de los silogismos conclu
palabra para condenar, destruir o, por ye al mismo tiempo con rigor y con
lo menos, alejar de ellos creencias (ver facilidad. Pero este modo de razonar
daderas o falsas) o también hechos u sólo carece de peligro en las ciencias
observaciones perturbadoras, incómodas en las cuales no se puede cambiar lo
o en todo caso extrañas a los sistemas objetivo por lo subjetivo; es válido, por
de creencias por ellos aceptados o en lo tanto, en las ciencias de la natura
pugna con ellos. No debe llamarnos la leza. En cambio en la filosofía tal true
atención, por lo tanto, que también ex que es imposible; es decir, puede ocu
periencias o doctrinas que más tarde rrir que sea subjetivamente imposible lo
serían reconocidas como verdaderas, ha que no es objetivamente imposible.
yan sido por mucho o poco tiempo con Y, por lo tanto, el razonamiento apagó-
sideradas aosurdas. Así, por ejemplo: gico no lleva a conclusiones legítimas
los antiguos creían que era A. la creen (Crít. R. Pura, Disciplina de la razón
cia en las antípodas, porque no teniendo pura, IV).
la noción de la relatividad de las de
terminaciones espaciales, creían que en Ab universali ad particularem. Es una
las antípodas los hombres deberían vi de las consequentiae formales (véase
vir con la cabeza hacia abajo. En este consecuencia) de la lógica escolástica:
sentido la pdlabra significa "irracio ab universali ad particularem, sive in-
nal”, o sea contrario o extraño a lo definitam sive singularem valet (tenet)
que se puede razonablemente creer, o ccmsequentia; esto es, de "cada A es B”
también "inconveniente”, "fuera de lu valen las consecuencias "algún A es
gar”, etc. B”, "A es B”, "S (si S es un A)
En sentido más restringido y preciso es B”. G. P.
la palabra significa "imposible” {ady-
naton) por ser contradictorio. En este A b u rrim ie n to (ingl. boredom; franc. en-
sentido Aristóteles hablaba de un ra nui; alem. Langweite; ital. noia). Mora
zonamiento por A. o de una reducción listas y filósofos han insistido a veces
al A., esto es, un razonamiento que en el carácter cósmico o radical de
adopta como hipótesis la proposición este sentimiento. "Sin la diversión
opuesta a la conclusión que se quiere —decía Pascal— caeríamos en el A. y
demostrar y hace ver que de tales hi éste nos llevaría a buscar un medio
pótesis resulta una proposición contra más sólido para huir de él; pero la
dictoria con la hipótesis misma (An. Pr., diversión nos deleita y así nos hace
II, 11-14, 61 a ss.). La demostración por llegar inadvertidamente a ia muerte"
A., agrega Aristóteles (Ibid . 14, 62 b 27), {Pernees, 171). Schopenhauer observa-
8
A c a d e m ia
A c a d e m ia f lo r e n tin a
ba que "apenas la miseria y el dolor (gr. ’Axa6r)gEia; lat. Academia;
A c a d e m ia
conceden al hombre una tregua, el A. ingl. Academy; franc. Académie; alern.
se acerca tanto en seguida que por Akademie). Es, en sentido estricto, la
necesidad tiene deseos de un pasatiem escuela fundada por Platón en el gim
po” y, por lo tanto, veía oscilar con nasio, que tomó su nombre del héroe
tinuamente la vida entre el dolor y el Academo y que después de la muerte
A. (Die Welt, I, §57). Con mayor pro de Platón fue dirigida por Espeusipo
fundidad y anticipándose al existencia- (374-339 a. c.), por Jenócrates (339-314
lismo, Leopardi vio en el A. la expe a. C.), por Polemón (314-270 a. C.) y por
riencia de la nulidad de todo lo que Crates de Atenas (270-268 a. c.). En esta
es: "Ahora bien: ¿qué es el A.? —se fase la Academia continuó la tradición
preguntaba—. Ningún mal ni dolor par platónica, ligándola cada vez más es
ticular (aun, más bien, la idea y la trechamente al pitagorismo. A ella per
naturaleza del A. excluye la presencia tenecieron matemát'cos y astrónomos,
de cualquier mal o dolor en particular), entre los cuales el más famoso fue
sino la simple vida plenamente sentida, Eudosio de Cnido. A la muerte de Cra
ejercida con conocimiento, plenamente tes la Academia cambió de rumbo con
presente en el individuo-y ocupándolo” Arcesilao de Pitanes (315 o 314-241 o 240
(Zibaldone, VI, p. 421). Heidegger ha a. c) encauzándose hacia un probabi-
repetido estas anotaciones, vislumbran lismo que tenía sus raíces en la afir
do en el A. el sentimiento que revela mación de Platón acerca del conoci
la totalidad de las cosas existentes, en miento de las cosas naturales que al
su indiferencia. “El verdadero A. —ha no poseer estabilidad y solidez no pue
dicho— no es el que resulta de un libro, den dar origen a un conocimiento es
de un espectáculo o de una diversión table y sólido, sino a un conocimiento
que nos cansan, sino el que nos invade probable. Este punto de vista fue ex
cuando ‘nos aburrimos': el A. profundo tendido a la totalidad del conocimiento
que, como niebla silenciosa, se recoge humano en el periodo que se llamó de
en los abismos de nuestro ‘ser ahí’, la "Academia media” después de Ar
mancomuna hombres y cosas, a nos cesilao y de sus sucesores (de los cuales
otros mismos con todo lo que está en sabemos muy poco). La "nueva Acade
derredor nuestro, en una singular in mia” comienza con Carnéades de Cirene
diferencia. Es éste el A. que revela (214 o 212-129 o 128 a. c.); este rumbo
lo existente en su totalidad” ( Was de sesgo escéptico y prohibilista fue
ist Metaphysik? [¿Qué es metafísica?], mantenido hasta Filón de Earisa, quien
5- ed., 1949, p. 28). El A. en este senti en el siglo i a. c. inició la IV Academia
do se halla muy cercano a la náusea con una dirección ecléctica, en la cual
(véase) de que habla Sartre y que tam se inspiró sobre todo" Cicerón, Pero la
bién es la experiencia de la indiferencia Academia platónica duró todavía mu
de las cosas en su totalidad. Su pre cho tiempo y renovó aún su dirección
cedente puede verse quizás en la melan en el sentido religioso-místico que es
colía (Schwermut) que, según Kierke- propio del neoplatonismo (véase). Muy
gaard. es la desembocadura inevitable a comienzos del año 529 el emperador
de la vida estética. “Si se pregunta a un Justiniano vetó la enseñanza de la filo
melancólico acerca de la razón para ser sofía y confiscó el cuantioso patrimonio
así y qué es lo que le pesa, responderá de la Academia. Damacio, que era su
que no lo sabe, que no lo puede expli jefe, se refugió en Persia con otros
car. En esto consiste la infinitud de compañeros, entre los cuales se cuenta
la melancolía” (Aut Aut; o Entweder- a Simplicio, autor de un vasto comen
Oder L‘‘0 lo uno o lo otro”), 1843, en tario a Aristóteles, pero de allí volvie
Werke [“Obras”], II, p. 171). En este sen ron desilusionados al poco tiempo. La
tradición independiente del pensamien
tido la melancolía es la accidia medie to platónico llegó a su término de tal
val (Ibid II, 168) y es considerada por manera.
Kierkegaard como “el histerismo del
espíritu” así también como el pecado Fue fundada por
A c a d e m ia f lo r e n tin a .
fundamental, por cuanto “es pecado no iniciativa de Marsilio Ficino y de Cosme
querer profunda y sentidamente” (lbids de Médicis y reunió un círculo de per:
p. 171). sonas que veían la posibilidad de reno-
9
I
A c ae c er
A c c id e n te
var al hombre y a su vida religiosa 3) cualquier determinación o cuali
mediante un retomo a las doctrinas dad de un sujeto que pertenezca, o no
genuinas del platonismo antiguo. En pertenezca, a su esencia necesaria.
estas doctrinas los partidarios del pla Los dos primeros significados del tér
tonismo y especialmente Marsilio Ficino mino han sido elaborados por Aristó
(1433-1499) y Cristóbal Landino (que vi teles. “Accidente —nos dice (Top.. I,
vió entre 1424 y 1498) veían la síntesis 5, 102 b 3)— no es ni la definición ni el
de la totalidad del pensamiento reli carácter propio ni el género, pero no
gioso de la antigüedad y también el del obstante pertenece al objeto; o también
cristianismo y, por lo tanto, la más alta es aquello que puede pertenecer y no
y verdadera religión posible. Con esta pertenecer a un solo y mismo objeto,
vuelta a la antigüedad se relaciona otro cualquiera que sea.” Ya que la defini
aspecto de la Academia florentina, el ción expresa la esencia necesaria de
anticlericalismo; contra las pretensio una realidad, o sea la sustancia (véase
nes de supremacía política del papado d e f i n i c i ó n ), el accidente cae fuera de
la Academia defendía el retomo a la la esencia necesaria y, por lo tanto,
idea imperial de Roma y, por lo tanto, puede o no puede pertenecer al objeto
en ella era objeto de frecuentes comen al cual se halla referido. No obstante, el
tarios y discusiones la obra De mo- accidente puede tener una relación más
narchia de Dante (véase r e n a c i m i e n t o ). o menos estrecha con el objeto al cual
queda referido, conform'e con la causa
A c a e c e r (gr. aunfteprixóg; lat. accidens; de esta relación; y Aristóteles, por lo
ingl. occurrence; franc. evénement; tanto, distingue dos significados del
alem. Vorfalí; i tal. accadimento). Un he mismo, los cuales son adoptados en
cho o un evento que tiene cierto carác el curso del Órgano y de la Metafísica:
ter accidental o fortuito o del cual, por 1) El accidente puede ser casual en
lo menos, no se puede excluir tai ca cuanto a que su causa es indetermi
rácter. nada: por ejemplo, un músico puede
A c a ta le p sia (gr. áxaxoú.ryi|>ia; ingl. aca- ser blanco, pero ya que esto no sucede
talepsy; franc. acatalepsie; alem. Akata- necesariamente o en la mayoría de los
lepsie; ital. aeatalesia). Es la nega casos, el ser blanco será, para un mú
ción de la representación comprensiva sico, un "accidente”. Del mismo modo
(cfavxaaía xaxaJ.rinxixri) formulada por es accidental encontrar un tesoro en
Pirrón y pe ■los demás escépticos anti el caso de que una persona excavara la
guos. Significaba el conocimiento que tierra para plantar una planta; ya que
permite comprender y aprehender el encontrar un tesoro no sigue necesaria
objeto que, según los estoicos, era el ver mente a la excavación de un hoyo ni
dadero conocimiento. La acatalepsia es sucede a menudo en similar circuns
la postura del que declara no compren tancia. En este significado (Met., V, 30,
der y, en consecuencia, suspende su 1025 a 14), por lo tanto, el accidente
consentimiento, o sea, no afirma ni nie es todo lo que sucede por azar, o sea
ga (Sexto Emp., Hip. Pirr., I, 25). debido al juego y al entrecruzamiento
de diferentes causas, pero sin una causa
A c c id e n te (gr. ovixftepTixós; lat. accidens; determinada que asegure el acaecer
ingl. accident; alem. Accidenz). Se pue constante o por lo menos relativamente
den distinguir tres significados funda frecuente, pero hay además: 2) el ac
mentales del término, a saber: cidente no casual, o accidente por sí, o
1) una determinación o cualidad ca sea el carácter que aunque no pertenece
sual o fortuita que puede o no perte a la sustancia, y queda, por lo tanto,
necer a un sujeto determinado, al ser fuera de la definición, sí pertenece al
completamente extraña a la esencia objeto debido a lo que el objeto mismo
necesaria (o sustancia) de él; es. Por ejemplo, el tener los ángulos
2) una determinación o cualidad que internos iguales a dos rectos no perte
aun sin pertenecer a la esencia nece nece a la esencia necesaria del trián
saria (o sustancia) de un sujeto deter gulo, como lo expresa su definición; por
minado y que está, por lo tanto, fuera lo tanto, es un accidente. Pero es un
de su definición, se halla relacionada accidente que pertenece al triángulo no
con su esencia, y deriva necesariamen por un azar, o sea por una causa inde
te de su definición; terminable, sino a causa del triángulo
10
Accidente
mismo, esto es, por lo que el triángu sustancia, en cuanto su modo de ser
lo es; y es, por lo tanto, un accidente es el ser inherente (inesse) a algún
eterno (Met., V, 30, 1025 a 31 ss.). Aris sujeto, en oposición al subsistir de la
tóteles ilustra la diferencia del siguien sustancia que no tiene necesidad de apo
te modo (An. Post., 4, 73 b 12ss.): "Si yarse en otra cosa para existir, el tér
mientras uno camina relampaguea, esto mino accidente coincide con el de cuali
es un accidente, ya que el relámpago dad en general, sin referencia al carácter
no ha sido causado por el caminar... casual y gratuito del mismo, que Aris
Si en cambio un animal muere dego tóteles le había atribuido. La termino
llado a causa de la herida, diremos logía de los escolásticos se adhiere
que ha muerto porque ha sido dego habitualmente a este último significa
llado, y no que accidentalmente le haya do, que de ellos pasa a los escritores
ocurrido morir degollado.” En otros modernos, en cuanto utilizan el len
términos, el accidente por sí se rela guaje escolástico. Aun más cercana a
ciona causalmente (y no casualmente) la definición aristotélica que al uso es
con las determinaciones necesarias de colástico es la definición de Stuart Mili,
la sustancia aun cuando no sea parte para quien los accidentes son todos los
de ella. Y en tanto no hay ciencia en el atributos de una cosa que no se encuen
accidente casual, porque la ciencia es tran comprendidos en el significado del
sólo de lo que es siempre o habitual nombre y no se hallan en conexión ne
mente (Met., X, 1065 a 4) y busca la cesaria con los atributos indivisibles de
causa, en tanto que la causa del acci la cosa misma (Logic, I, 7, 8).
dente es indefinida (Fis., II, 4, 196 b Locke y los empiristas ingleses usan,
28), el accidente por sí entra en el ám la mayoría de las veces, en vez de la
bito de la ciencia como se indica en el palabra accidente la de cualidad (véa
ejemplo geométrico del cual se ha vali se). Pero su insistencia acerca de la
do Aristóteles en la Met., V, 30, y en inseparabilidad de las cualidades de
numerosos textos de los Tópicos. la sustancia, que sin ellas se esfuma
A este segundo significado aristoté en la nada, influye sobre el uso ulte
lico de la palabra se puede ligar el rior de la palabra en cuestión: uso que
tercer significado, según el cual desig tiende a reducir o anular la oposición
na, por lo general, las cualidades o los entre accidente y sustancia y a consi
caracteres de una realidad (sustancia) derar los accidentes como la misma
que no pueden estar sin ella, porque su manifestación de la sustanc'a. En ver
modo de ser es “inherente” (inesse) dad este uso se puede encontrar tam
a la realidad misma. Quizás este uso bién en Spinoza, si se admite que la
haya sido iniciado por Porfirio, que de palabra “modo" que adopta sea sinóni
fine el accidente así (Isag., V, 4 a 24): mo de accidente, sinonimia que parece
"Es lo que puede generarse o desapare sugerir la definición que da del modo
cer sin que el sujeto sea destruido.” Esta (Eth., I, def. 5), como “aquello que es
definición se refiere obviamente a la de en otra cosa, por lo cual también se la
finición aristotélica del accidente como concibe”. De cualquier modo el cambio
"lo que puede pertenecer y no perte de significado se halla claramente en
necer a un solo y mismo objeto”. Santo Kant y Hegel. Kant dice (Crít. R. Pura.
Tomás anota correctamente (Met., V, Analítica de los principios, Primera Ana
1143) que en el segundo de los dos sig logía): “Las determinaciones de una
nificados aristotélicos el accidente se sustancia, que no son más que modos
opone a la sustancia. En virtud de esta especiales de su existencia, se llaman
contraposición el accidente es "lo que accidentes. Éstos son siempre reales,
es en otro” (S. Th., III, q. 77, a. 2 ad 1?), porque se refieren a la existencia de la
o sea en un sujeto o sustrato sin el cual sustancia. Ahora bien, si a este real que
el accidente, en el curso ordinario de la está en la sustancia (por ejemplo, al
naturaleza (y, por lo tanto, prescindien movimiento como accidente de la ma
do del orden de la gracia que se mani teria) se le atribuye una existencia
fiesta en el sacramento del altar), no especial, esta existencia se llama inhe
puede subsistir (Ibid., II, q. 77, a. 1 rencia para distinguirla de la existen
ad 1?). Tomado en este significado, se cia de la sustancia que se llama sub
gún el cual el accidente se opone a la sistencia.” Este fragmento adopta la
11
1
9
Accidentis fallada
A cción
terminología escolástica con un signi za la operación misma. En este signi
ficado diferente, ya que los accidentes ficado la extensión del término se halla
son considerados como "modos especia cubierta por la categoría aristotélica
les de existir” de la sustancia misma. del hacer (jcoieív) que tiene su opuesto
I Análoga noción se encuentra en Hegel, en la categoría del padecer o de la
I quien dice (Ene., §151): "La sustancia afección (véase). Se habla, por tanto,
es la totalidad de los accidentes en los de la A. del ácido sobre los metales
i que se revela como su absoluta negati- o del “principio de A. y reacción” o
vidad, esto es, como potencia absoluta de la A. del DDT sobre los insectos;
y conjuntamente como la riqueza de o bien se habla de la A. libre, volun
todo contenido.” Lo que significa que taria o responsable, o sea propia del
los accidentes, en su totalidad, son la hombre y calificada por condiciones
revelación o manifestación misma de determinadas. Producir, causar, elegir,
la sustancia. Por lo demás, Fichte ha crear, destruir, iniciar, continuar, ter
bía expuesto un concepto análogo al minar, etc., son acepciones que entran
aseverar, siguiendo a Kant, que "nin en este significado genérico de acción.
guna sustancia es pensable si no se halla 2) Aristóteles fue el primero que tra
referida a un A... Ningún A. es pensa tó de obtener de este significado ge
ble sin sustancia” (Wissenschaftslehre, nérico un significado específico para
1794, 4 D, 14). Así, pues, el uso de este referirse únicamente a las operaciones
término ha sufrido una evolución para humanas. De tal manera comenzó ex
dójica en el curso de su historia: ha cluyendo de la extensión de la palabra
comenzado significando las cualidades las operaciones que se realizan de un
o determinaciones menos estrechamen modo necesario, o sea de modo que no
te ligadas a la naturaleza de la reali puede ser diferente de lo que es. Estas
dad, desde luego gratuitas o fortuitas; operaciones constituyen el objeto de las
y ha terminado significando todas las ciencias teóricas, matemática, física y
determinaciones de la realidad y, así, filosofía primera. Esta ciencia se re
la realidad misma en su totalidad. fiere a realidades, hechos o eventos que
no pueden ser diferentes de lo que son.
AeddeiitU fallada. Aristóteles (El. sof., Fuera de ellas queda el dominio de lo
5, 166 b) señaló ya la falacia fvéase) posible, o sea de lo que puede ser de
que deriva del hecho de identificar una un modo o de otro modo; pero tam
cosa con su accidente o atributo acci poco todo el dominio de lo posible per
dental ("Si Coriseo es diferente de Só tenece a la acción. De dicho dominio, en
crates y Sócrates es hombre, Coriseo efecto, es necesario distinguir el de la
es diferente de hombre”). Cf. Pedro producción, que es el dominio de las
Hispano, Sttmm. log., 7, 40 ss. G. P. artes y que tiene su carácter propio y
Accidia (lat.acedía; ingl. accidie; franc. su finalidad en los objetos producidos
(Ét. Nic., VI, 3-4, 1149 ss.). Santo Tomás
accidie; alem. Acedie). El aburrimiento distingue la A. transitiva (transiens)
o náusea del mundo medieval: el tor- que pasa del que obra a la materia
por o inercia en que caían los monjes
dedicados a la vida contemplativa. Se externa, como quemar, aserrar, etc.;
gún Santo Tomás, consiste en “entris y la A. inmanente (immanens) que per
tecerse del bien divino” y es una especie manece en el agente mismo, como
de torpor espiritual que impide iniciar sentir, entender, querer (S. Th., II, I,
el bien (S. Th., II, II, q. 35, a. 1). La ac q. 3, a. 2; q. 111, a. 2). Pero la deno
cidia tiene en común con el aburri minada A. transitiva no es más que el
miento el estado que la condiciona, hacer o producir del que habla Aris
estado que no es de necesidad, sino de tóteles (Ihid., II, I, q. 57, a. 4). En estas
satisfacción. Véase a b u r r i m i e n t o . notas tomistas, como en las aristotéli
cas, existe la tendencia a reconocer la
A cción (gr. jiofííjiis; lat. actio; ingl. ac- superioridad de la A. denominada in
tion; franc. action; alem. Tat, Hand- manente que se consuma en el interior
lung; ital azione). 1) Término de sig del sujeto operante; A. que después de
nificado muy general, que denota cual todo no es más que la actividad espiri
quier operación, considerada a partir tual, el pensamiento o la vida contem
del término del cual se inicia o comien plativa. Santo Tomás dice, en efecto.
12
I
que sólo la A. inmanente es "la perfec en filosofía como base para la compren
ción y el acto del agente”, en tanto que sión de la A. en los diferentes campos
la A. transitiva es más bien la perfec en que la filosofía se interesa, esto es, en
ción del término que sufre la A. (Ibid., el campo moral, jurídico, político, etc.
II, I, q. 3, a. 2). Por otra parte Santo
Tomás distingue, dentro de la A. vo A cció n e líc ita y a c c ió n o r d e n a d a (lat. ac-
luntaria la A. imperante, que es la orde tus elicitus et actus imperatus). Según
nada por la voluntad, por ejemplo, ca los escolásticos, la A. voluntaria elícita
minar o hablar y la A, elícita de la es la operación misma de la voluntad, el
voluntad que es el mismo querer. El úl querer, en tanto la A. ordenada es la que
timo fin de la A. no es el acto elícito está dirigida, iniciada y controlada por
de la voluntad sino el imperante, ya que la voluntad, como, por ejemplo, caminar
lo primero apetecible es el fin al cual o hablar (S. Tomás, S. Th., II, I, q. 1,
tiende la voluntad y no la voluntad mis a. 1).
ma (Ibid., II, I, q. 1, a. 1, ad. 2°). Estos
conceptos han permanecido inmutables A cció n , filo s o f ía d e la (ingl. philosophy
y resultan presupuestos de la denomina of action; franc. philosophie de Vac
da filosofía de la A. (véase infra), la tion). Con este término se indican al
cual si bien tiende a exaltar la A. como gunas manifestaciones de la filosofía
camino para entrar en una comunica contemporánea, caracterizadas por la
ción más directa o en una más segura creencia de que la A. constituye el ca
posesión de la realidad o de lo absoluto, mino más directo para, conocer lo Abso
no se preocupa mucho de suministrar luto o el más seguro modo de poseerlo.
un esquema conceptual de ella, esque Se trata de una filosofía de derivaciones
ma que determine las constantes. Esta románticas: el moralísmo de Fichte es
tentativa, en cambio, ha sido hecha' por taba fundado en la superioridad meta
las ciencias particulares y especialmen física de la A. (véase m o r a l í s m o ). La
te por la sociología, en vista de sus exi- primacía de la razón práctica, de la que
gehcias. Así, Talcott Parsons, por ejem Kant había hablado, no tenía signifi
plo, ha determinado el esquema de la cado fuera del dominio moral, pero con
acción. La A. implicaría: 1) un'agente Fichte esta primacía significa que sólo
o un actor; 2) un fin o futuro estado en la A. el hombre se identifica con el
de cosas respecto al cual se orienta el Yo infinito. El símbolo de la filosofía
proceso de la A.; 3) una situación ini de la A. se puede ver expresado en la
cial que difiera, en uno o más aspectos frase de Fausto, en la obra xle Goethe,
que proponía traducir el In principio
importantes, de la finalidad a la cual erat
tiende la A.; 4) un determinado conjun comoVerbum"Al
del Evangelio de San Juan,
principio era la A.”.
to de relaciones recíprocas entre los
precedentes elementos. "Dentro del área estos La filosofía de la A. se relaciona con
de control del actor —dice Parsons— fía adquiere supuestos románticos. Tal filoso
una forma religiosa en
los medios empleados no pueden por lo Francia, por obra de Ollé-Laprune (1830
general ser considerados como elegidos 1899) y Blondel (1861-1949). Para ella
al azar o como dependientes exclusiva la A. es el núcleo esencial del hombre
mente de las condiciones de la A., sino v sólo un análisis de la A. puede de
que deben hallarse sujetos de alguna mostrar las necesidades y las deficien
manera a la influencia de un determina cias del hombre, tanto como su aspi
do factor selectivo y dependiente, cuyo ración al infinito, la que a su vez puede
conocimiento es necesario para la com ser satisfecha sólo por la A. gratuita
prensión del desarrollo concreto de la v misericordiosa de Dios. La suprema
A.”. Este factor es la orientación nor cía de la A. en el dominio religioso fue
mativa, que no falta en ningún tipo transportada al dominio social y polí
de A. efectiva, aun cuando pueda ser tico por Georges Sorel (1847-1922), para
orientado en forma diversa (The Struc- quien la A. quedaba desligada de toda
ture of Social Action, 1949, pp. 4445). limitación de hecho o racional y se re
Este esquema analítico propuesto por conocía como capaz de crearse, por sí, y
Parsons indudablemente responde muy mediante el mito, su propia justifica
bien a las exigencias del análisis socio ción (Réflexions sur la violence, 1906).
lógico, pero puede también ser tomado La creencia de que la A. puede producir
13
A cció n m ín im a
A c ció n r e f l e ja
por sí misma las condiciones de su éxi a adoptarlo. En el Ensayo de Cosmo
to y justificarse de manera absoluta logía Maupertuis escribía: "Es éste el
por sí, constituye el activismo (véase) principio tan sabio, tan digno del Ser
propio de algunas corrientes filosóficas supremo: en cualquier cambio que se
y políticas contemporáneas. produzca en la naturaleza, la suma de A.
Por una de esas no raras ironías de gastadas en este cambio será lo más pe
la historia del pensamiento, precisa queña posible." Sin embargo, el principio
mente una de las corrientes que perte no tiene en la mecánica el significado fi
necen a la filosofía de la A. debería nalista que Maupertuis le atribuía. En la
llevar la noción de la A. a sus límites exposición formulada por Lagrange (Mé-
y encauzarla en una nueva fase inter canique Anatytique, II, 3,6) resulta claro
pretativa. Esta corriente es el pragma que expresa la conservación no solamen
tismo (véase). Si en un primer tiempo te del mínimo sino también del máximo
la A. fue declarada por William James de A. y que por lo demás, tanto el mí
como medida de la verdad del conoci nimo como el máximo deben ser consi
miento y, por tanto, llevada a justificar derados de modo relativo y no absoluto.
proposiciones morales y religiosas teó Desde este punto de vista, Hamilton
ricamente injustificables, los análisis generalizó el principio bajo la forma de
empiristas de James y, mejor aún, los "principio de la A. estacionaria” y bajo
de Dewey, deberían poner a la luz el esta forma el principio dice solamente
condicionamiento de la A. por parte de que en cierta clase de fenómenos natu
las circunstancias que la provocan, su rales el proceso de cambio es tal que
relación con la situación que constituye alguna magnitud física apropiada resul
el estímulo y, en consecuencia, los lí ta un extremo (o sea un mínimo o un
mites de su eficacia y de su libertad. máximo, con mayor frecuencia un míni
Pero desde este punto de vista, la A. mo). Pero el saber cuál sea la magnitud
deja de hallarse ligada únicamente al en cuestión y cuál su mínimo o máximo
sujeto y de encontrar únicamente en es cosa que puede cambiarse de un
él o en su actividad (voluntad) su prin orden de consideraciones a otro.
cipio. Pierde la posibilidad de consumar Acerca del principio de la mínima ac
se y de terminarse en el sujeto mismo ción se ha hablado a veces en psicolo
y de tal manera resulta un comporta gía, en estética y hasta en ética (cf.
miento, cuyo análisis debe prescindir James, Princ. of Psychol., II, pp. 188,
de la división de las facultades o de 239 ss.; Simmel, Einleitung in die Moral
los poderes del alma, en tanto que debe Wissenschaft ["Introducción a la cien
tener presente la situación o el estado cia moral”], 1892, I, p. 58). Tal princi
de cosas a que debe adecuarse. Véase pio no debe confundirse con el principio
ACCIÓN ; COMPORTAMIENTO. metodológico de la economía, que con
cierne a la elección de los conceptos y
(ingl. least action; franc.
A cció n m ín im a de las hipótesis para la descripción de
moindre action; alem. kleinsten Ak- los fenómenos naturales, y no a la ac
tion; ital. azione mínima). El principio ción de la naturaleza o de Dios. Véase
de que “la naturaleza no hace nada ECONOMÍA.
inútilmente" (natura nihil facit frustra)
y sigue el camino más breve y econó A c ció n re c íp ro c a , véase RECIPROCIDAD.
mico. La máxima se encuentra en Aris
tóteles (De An., III, 12, 434 a 31; De A c ció n r e f le ja (ingl. reflex action; franc.
cacl., I, 4, 271 a 32; De Parí. Anim., I, action réflexe; alem. reflexe Bewegung;
5, 645 a 22), es repetida por Santo To ital. azione riflessa). En general, una
más (In III An., 14) y retomada en los respuesta mecánica (involuntaria), uni
tiempos modernos por Galileo, Fermat, forme y adecuada, del organismo a un
Leibniz, etc. Maupertuis formuló en el estímulo externo, o interno al organis
año 1732 el principio desde el punto de mo mismo. Un reflejo es, por ejemplo, la
vista matemático y lo introdujo en la contracción de la pupila al ser estimu
mecánica con el nombre de "ley de eco lado el ojo por la luz o la salivación
nomía de la naturaleza” (Lex Parsi- al ser estimuladas las papilas gustativas
tnoniae). Pero también para Maupertuis por el gusto o la vista de un alimento.
el principio conservaba el carácter fi El arco reflejo se distingue del reflejo,
nalista que había llevado a Aristóteles así entendido, porque es el dispositivo
14
Acción refleja
A cto
A cto d e f u n d a m e n ta c ió n o A cto f u n d a d o r
Acto (gr. Eveoyeia, évxeXéxeia; lat. actus; dominado durante siglos al pensamien
ingl. act; alem. A k t ; i tal. atío). Este to occidental y han entrado a formar
término tiene dos significados: 1) el de parte del lenguaje común. Santo Tomás
acción, en el significado restringido y vuelve a proponer estas distinciones,
específico de esta palabra, como opera con su consabida claridad, a propósito
ción que emana del hombre o de un de la diferencia entre A. y acción, di
poder específico a él inherente (véase ciendo: "El A. es doble, o sea, primero
a c c ió n , 2). En efecto, decimos “A. vo y segundo. El A. primero es la forma y
luntario”, “A. responsable” o "A. del inte Contra geni., II, 59). En otros términos,
lecto”, "A. moral”, etc.; pero no decimos la integridad de la cosa (forma et
"A. de los ácidos sobre los metales” integritas rei); el A. segundo es la ope
o "A. destructivo del DDT”, etc., si bien ración (operado)" (S. Th., I, q. 48, a. 5;
usamos la palabra “acción” en estos toda realidad como tal es A. y, por lo
casos; 2) el de realidad que se ha rea tanto, es A. también la acción, por ejem
lizado o se va realizando, del ser que ha plo, una operación de la voluntad o del
logrado o va logrando su forma plena y intelecto, si bien no se trata, en este
final, en cuanto se opone a lo que es caso, de un objeto existente.
simplemente potencial o posible. En la concepción aristotélica la dis
En el segundo sentido la palabra hace tinción entre materia y A. determina
referencia explícita a la metafísica de el ordenamiento jerárquico de la tota
Aristóteles y a su distinción entre po lidad de la realidad, que va desde un
tencia y acto. El A. es la existencia extremo límite inferior que es la ma
misma del objeto: está con respecto a teria (véase) prima, pura potencialidad
la potencia "como el construir al saber indeterminada, a Dios, que es A. puro,
construir, el estar despierto al dormir, sin mezcla de potencialidad. En efecto.
el mirar al tener cerrados los ojos aun Dios es el Primer Motor inmóvil de los
teniendo vista, v como el objeto sacado cielos y como el movimiento de los cie
de la materia y elaborado perfectamen los es continuo, su motor no sólo debe
te está a la materia en bruto y al ob ser eternamente activo, sino que, por su
jeto aún no terminado” (Met., IX, 6, naturaleza, debe ser actividad, absolu
1048 a 37). Algunos A. son movimientos, tamente privado de potencia. Y dado
otros acciones; son acciones aquellos que la potencia es materia, también se
movimientos que tienen su fin en sí hallará privado de materia y será A.
mismos, por ejemplo, el ver o el enten puro (Met., XII, 6, 1071 b 2"*). La noción
der o el pensar; en tanto que aprender, de A. puro ha quedado como algo fun
caminar, construir, tienen su finalidad damental para la elaboración de la idea
fuera de sí, en la cosa que se aprehen de Dios en el pensamiento occidental.
de, en el punto a que se quiere llegar, Mediante ella se rehacen algunas mo
en el objeto que se construye. La acción dernas "filosofías del A.”, como la de
perfecta, que tiene su finalidad en sí Gentile, que es entendida como la rea
es denominada por Aristóteles A. final lización de la rigurosa y total inmanen
o entelequia (véase). En tanto el movi cia de toda realidad en el sujeto pen
miento es el proceso que lleva gradual sante, o sea en el pensamiento en acto
mente al A. lo que en principio estaba (Teoría general detlo spirito come A.
en potencia, la entelequia es el término puro, 1916) o la de Louis Lavelle (El
final (telos) del movimiento, su cum A., 1937), en la cual Dios es definido
plimiento perfecto. Como tal es también como A. participante y la existencia del
la realización completa, por lo tanto, la hombre como A. participado.
forma perfecta de lo que deviene, la es
pecie y la sustancia. El A. precede a A cto d e f u n d a m e n ta c ió n ó A cto f u n d a d o r
la potencia tanto respecto al tiempo (alem. begründender Akt). Expresión
como respecto a la sustancia, ya que si adoptada por Husserl (Ideen, §7) para
la semilla está antes que la planta, en indicar el procedimiento que permite
realidad no puede derivar sino de una garantizar la validez de una ciencia.
planta. Lo que en el devenir es último, Para el naturalista el A. de fundamen
es sustancialmente primero: la gallina tación es la experimentación que fija
viene antes que el huevo (Ibid., IX, 8, un existente empírico; para el geóme
1049 b 10ss.). Estas distinciones han tra, que no busca la realidad sino posi-
19
A c to m o n o té tic o y a c to p o lité tic o
A d e c u a c ió n
bilidades ideales, tal A. es la visión de sas mediante nuestras ideas, compara
la esencia. mos estas ideas entre s í; y encontrando
que algunas se hallan de acuerdo en
A cto m o n o té tic o y a c to p o lité tic o (alem. tanto otras no, las ligamos y las desli
monothetischer, polythetischer Akt). Así gamos, lo que se llama afirmar o negar
ha llamado Husserl a la conciencia que y, por lo general, juzgar” (Lóg., II, 3).
se constituye en su singularidad trans La noción fue al mismo tiempo usada
formando los elementos plurales en una por Locke para definir el conocimiento
unidad objetiva y a los mismos elemen en general, entendido como "la percep
tos coaligados sintéticamente en la con ción de la conexión y acuerdo o del
ciencia "plural”, respectivamente (Ideen, desacuerdo y repugnancia entre cuales
I, §119). quiera de nuestras ideas” (Essay, IV, 1,
§2). La noción fue criticada por Leib-
A cto , p s ic o lo g ía d e l (ingl. psychology of
niz: “El acuerdo o el desacuerdo no es
the act; franc. psychoíogie de l’act; propiamente lo que se encuentra expre
alem. Akt Psychoíogie). La psicología sado por la proposición. Dos huevos se
propuesta por Franz Brentano en su obra hallan de acuerdo y dos enemigos es
Psychoíogie von empirischen stand- tán en desacuerdo. Se trata aquí de un
punkt (1874; trad. esp.: Psicología, 1935) modo de acuerdo o de desacuerdo asaz
dirigida a la consideración del A. inten particular” (Nouv. Ess., IV, 5). Spinoza
cional que ofrece un determinado con ha hablado de acuerdo (convenientia)
tenido, más bien que este mismo conte entre la idea y su objeto. "La idea ver
nido; por ejemplo, sentir, imaginar, que dadera debe concordar con lo ideado
rer, más bien que las sensaciones, las por ella, esto es, lo que está conteni
imágenes y las cosas queridas. Véase do objetivamente en el entendimiento,
INTENCIÓN.
debe darse necesariamente en la natu
Actualismo (iiigl. actualism; franc. ac- raleza” (Eth., I, 30). Pero para este
tualisme; alem. Aktualitatstheorie ; ital. significado véase verdad .
attualismo). Toda doctrina que reco
nozca como sustancia o principio del Adecuación (lat. adaequatio; ingl. ade-
quation; franc. adéquation; alem. Über
ser un acto o una actividad. Toda doc einstimmung; ital. adequazione). Uno
trina de este género es una forma de de los criterios de verdad es precisa
idealismo y, más precisamente, de idea mente aquel por el cual un conocimien
lismo romámico. A. es, por lo tanto, la to es verdadero si es adecuado al ob
doctrina de Fichte, que reconoce como
principio la actividad del Yo infinito. jeto, al
es decir, si se asimila y corresponde
objeto reproduciendo la naturaleza lo
A. es asimismo la doctrina de Hegel, mejor posible. La definición de la ver
para quien la Idea es actualidad perfec dad como "adecuación del intelecto y
ta de conciencia. En Italia el término de la cosa” fue formulada por vez pri
A. ha quedado restringido al idealismo mera por el filósofo hebreo Isaac Ben
de Gentile, en cuanto resuelve toda rea Salomón Israeli (que vivió en Egipto
lidad en el acto del pensamiento, en el entre los años 845 y 940) en su Líber
"pensamiento en acto” o "pensamiento de definitionibus. La definición fue adop
pensante” ( Teoría generale dello spirito tada por Santo Tomás, quien dio una
come atto puro, 1916). En este sentido, exposición clásica (S. Th., I, 16, 2; Con
Gentile hablaba de la “actualidad” o tra Gent., I, 59; De ver., q. 1, a. 1). Las
"actuosidad” del espíritu como "auto- cosas naturales, de las cuales nuestro
posición”, "auto-creación” o "autocti-
sis”. Este término se considera diferen intelecto recibe la ciencia, constituyen
te del de activismo. la medida del intelecto, ya que éste po
see la verdad sólo en cuanto se con
A c u e rd o (ingl. ae¡eement; franc. con- forma a las cosas. Las cosas mismas
venance; alem. Übereinstimmung; ital. están, en cambio, medidas por el inte
accordo). Esta noción ha servido en la lecto divino, en el cual subsisten sus
edad moderna para definir la natura formas del mismo modo que las formas
leza del juicio o de la proposición en de las cosas artificiales subsisten en el
general. La Lógica de Port Royal afir intelecto del artífice. Por lo tanto, Dios
ma: "Luego de haber concebido las co es la verdad suprema, ya que su pen-
20
A decuado
A d iá fo ra
sar es la medida de todo lo que es y ital. adeguato). El significado de este
de todo otro entendimiento. La no adjetivo no se relaciona siempre con
ción de adecuación (acuerdo, conformi el del sustantivo correspondiente. Puede
dad o correspondencia) es presupuesta significar, por lo general, “proporcio
y adoptada por muchas filosofías, más nado a”. En este sentido decimos que
precisamente por las que consideran al una descripción es adecuada cuando
conocimiento como una relación de no olvida ni omite ningún elemento
identidad o semejanza (véase c o n o c i importante de la situación descrita, o
m i e n t o ). Locke afirma que "nuestro co que una compensación es adecuada si
nocimiento sólo es real en la medida se encuentra en proporción con la im
en que existe una conformidad entre portancia de la prestación, etc. Spinoza
nuestras ideas y la realidad de las co ha hecho un uso constante de la no
sas” (Essay, IV, 4, §3). Kant mismo ción de idea adecuada, definida por él
declara presuponer "la definición nomi en la siguiente forma (Eth., II, def. IV ):
nal de la verdad como acuerdo del "Por idea adecuada entiendo la idea
conocimiento con su objeto”, y se pro que, en cuanto se considera en sí, sin
pone el ulterior problema de un criterio' relación al objeto, tiene todas las pro
"general y seguro para determinar la piedades o denominaciones intrínsecas
verdad de cada conocimiento” (Crít. de una idea verdadera. Digo intrínsecas
R. Pura, Lógica trasc., Intr., III). Hegel para excluir la que es extrínseca, a
hace uso en forma explícita de la idea saber, la concordancia de la idea con
de la correspondencia (Ene., §213): lo ideado por ella.” Aquí, según se ve, la
"La idea es la verdad, ya que la verdad noción de adecuado es tomada de modo
es la respuesta de la objetividad al completamente independiente de la no
concepto, no ya que cosas exlernas res ción de adecuación (véase supra). Spi
pondan a mis representaciones; éstas noza niega explícitamente que la idea
son solamente representaciones exactas verdadera sea la que concuerda con lo
que tengo como este individuo. En la ideado por ella, ya que en tal caso sólo
idea no se trata ni de esto, ni de repre se distinguiría de la idea falsa por la
sentaciones, ni de cosas externas.” Aquí denominación extrínseca y no existiría
Hegel distingue entre la exactitud de diferencia entre idea verdadera e idea
las representaciones finitas, propias del falsa en cuanto a su realidad y perfec
individuo, en cuanto corresponden a ción intrínseca (Ibid., II, 43, Scol.).
objetos finitos, y la verdad del concepto
infinito, al cual sólo puede responder Ad hominem. La lógica ael siglo XVII
la idea infinita: "Lo singular por sí no llamó así a la argumentación dialéctica
corresponde a su concepto: esta limita que consiste en oponer al adversario las
ción de su existencia constituye la afi consecuencias de las tesis menos pro
nidad y la ruina de lo singular.” Tanto bables concedidas o aprobadas por él
en uno como en otro caso el criterio (Jungius, Lógica, 1638, V, 1, 8; Locke,
se mantiene como el de la correspon Essay, IV, 17, 21, etc.).
dencia. De acuerdo con la dirección Adiáfora (gr. áSiacfOQÚ; ingl., franc.,
lingüística de la filosofía analítica con alem.: Adiaphora). Los cínicos y los
temporánea, la noción de la correspon estoicos denominaron adiáfora, o sea
dencia se mantiene como relación de indiferentes, a todas las cosas que no
semejanza entre lenguaje y realidad. contribuyen ni a la virtud ni a la mal
Así, por ejemplo, dice Wittgenstein: dad. Por ejemplo, la riqueza o la salud
"La proposición es la imagen (Bild) de pueden ser empleadas tanto para el bien
la realidad... La proposición, de ser como para el m al; resultan, por lo tan
verdadera, nos muestra las cosas como to, indiferentes para la felicidad de los
son” (Tractatus, 4 021, 4 022). La coin hombres, no por el hecho de que dejen
cidencia de doctrinas tan diferentes a los hombres indiferentes (en realidad,
acerca de esta noción de verdad, se suscitan sus deseos) sino porque la fe
debe a la interpretación del conocimien licidad consiste sólo en el comporta
to como relación de asimilación. Véase miento racional, o sea en la virtud
c o n o c i m i e n t o ; verdad .
(Dióg. L„ VII, 103-104).
Adecuado (lat. adaequatus; ingl. ade- Los estoicos distinguían tres signifi
quate; franc. adequat; alem. adaquat; cados de la indiferencia. El primer sig-
21
A d ia fo rís tic a , c o n tro v e rs ia
Ad judicium
nificado se refiere a todo aquello res dum quid ad dictum simpliciter non
pecto de lo cual no se siente deseo ni valet consequentia-, esto es, si A es B
repulsión, por ejemplo, el hecho de que en relación con cualquier cosa, no se
los cabellos de la cabeza o las estrellas deduce que A sea B en sentido absoluto
se encuentren en números pares. El (Arist., El Sof., 168 b 11; Pedro Hisp.,
segundo, a aquello por lo que se siente Summ. Log., 7, 46). G. P.
atracción o repulsión, pero no más una
que otra, como en el caso de dos mone Ad ignorantiam. Locke llamó así al ar
das idénticas, de las cuales es necesario gumento que consiste en "exigir al ad
escoger una. En tercer sentido, se deno versario que admita la prueba alegada,
mina indiferente "todo aquello que no o que ofrezca una mejor” (Essay, IV,
otorga ni felicidad ni infelicidad, como 17, 20).
la salud y la riqueza o, en otros térmi
nos, aquello de que puede hacerse un A d iv in a c ió n (gr. (icrvTEÍa; lat. divinatio;
buen o mal uso” (Hip. Pirr., III, 177). ingl. divination; franc. divination; alem.
Kant utilizó el término para indicar las Wahrsagung; ital. divinazione). La pro
acciones que se creían moralmente indi fecía del futuro fundada en el orden
ferentes, esto es, ni buenas ni malas necesario del mundo. Fue admitida por
(Religión, I, O b serv acio n es y nota los estoicos que la consideraban, más
pertinente). Véase l a t i t u d i n a r i o ; r ig o bien, como una prueba de la existen
r i s m o ). cia del destino. En efecto, Crisipo
afirmaba que las profecías de los adi
(ingl. adhia-
A d ia fo rís tic a , c o n tro v e rs ia vinos no serían verdaderas si todas las
phoristic controversy; franc. controver- cosas no estuvieran dominadas por el
sie aphoristique; alem. adiaphoristen destino (Eusebio, Praep. Ev., IV, 3, 136).
Streit). La controversia surgida entre De análoga manera, para Plotino, la A.
los luteranos acerca del valor de las es posible debido al orden total del
prácticas religiosas, tales como la misa, universo, gracias al cual cada cosa
la extremaunción, el bautismo, etc., que del universo puede ser tomada como
Lutero había declarado "indiferentes” signo de las demás; y en particular los
para la salvación, y que Melanchton ha astros son como cartas escritas en el
bía aceptado por espíritu de compromiso cielo que, aunque cumplen otras fun
o de paz. La controversia concluyó con ciones, también tienen la de predecir
la "fórmula de concordia” de 1577-1580 el porvenir (Enn., II, 3, 7). La A. fun
que confirmaba el carácter indiferente dada en el determinismo astrológico
o neutro de los ritos y de las cere fue admitida por los filósofos árabes,
monias. especialmente por Avicena, y de ellos
pasó a algunos de nuestros aristotélicos
Adición lóiíi'u (ingl. logteal addition\ renacentistas, Pomponazzi, por ejemplo
franc. addition logique; alem. íogische (De incantationibus, 10).
Adition; ital. addizione lógica). En el
álgebra de la lógica (véase) se llama (lat. adjectivum; ingl. adjec-
A d je tiv o
así a la operación "a + b", que tiene tive; franc. adjectif; alem. Eingen-
propiedades formales análogas a las de schaftswort; ital. aggettivo). En la ló
la adición aritmética (es muy impor gica tradicional, el nombre que indica
tante la excepción "a + a = a"). Inter un modo de la cosa significada en cuan
pretada como operación entre clases to distinta o distinguible de la cosa
"a + b” llega a formar la clase que misma indicada por el sustantivo (Pe
contiene todos y sólo los elementos, dro Hispano, Summ. log., 6.02; Amauld,
comunes y no comunes, de la clase a Log., II, 1). En la lingüística moderna
y de la clase b. Interpretada como ope el A. es la clase de palabras definibles
ración entre proposiciones, "a + b" in por su función de caracterizar la sus
dica la afirmación disyuntiva ("a o b"). tancia, que se dividen en descriptivas
G. P. o limitativas, según sigan o precedan
al nombre (cf. Bloomfield, Language,
A dicto gecundum quid ad dictum gimpli- 1933, pp. 202 ss.).
citer. Es una de las cansequentiae for
males (véase c o n s e c u e n c ia ) de la lógica Ad judicium. Locke llamó así al argu
aristotélica escolástica: a dicto secun- mento que consiste "en el empleo de
22
A d m ira c ió n o a s o m b ro
A d m isió n
pruebas sacadas de algunos de los fun la contemplación imperturbable y beatí
damentos del conocimiento o de la fica de la relación necesaria de todas
probabilidad”. Es la única argumenta las cosas en la sustancia divina. Para
ción válida (Essay, IV, 17, 22). Aristóteles y para Descartes la A. es,
en cambio, la actitud que se halla en
Admiración o asombro (gr. Bcupá^Eiv; lat. las raíces de la duda y de la búsque
admiratio; ingl. wcrnder-, franc. admira- da, y el tomar conciencia de no com
tion; alem. Bewunderung, Staúnen; ital. prender lo que se tiene delante y que,
ammirazione). Según los antiguos, la también en el caso de otras relaciones
A. es el principio de la filosofía. Dice familiares, se nos revela en determi
Platón: "Esta emoción, esta A. es inhe nado momento como inexplicable y ma
rente al filósofo. La filosofía no tiene ravilloso. Kant hablaba de la A. con
otro principio, fuera de éste, y quien referencia a la finalidad de la natura
afirmara que Iris es hija de Taumante, leza, en cuanto no puede ser explicada
a mi manera de ver, no ha trazado equi mediante los conceptos del intelecto
vocadamente la genealogía” ( Teet., 11, (Crít. del Juicio, §62). A su vez Kierke-
155 d). Y Aristóteles: "En virtud de gaard definía la A. como "el sentimien
la A. los hombres empezaron por vez to apasionado del devenir” y la juzgaba
primera a filosofar y aún ahora filo como propia del filósofo que considera
sofan en virtud de ella; desde el prin el pasado como un signo de la no ne
cipio comenzaron por admirar las cosas cesidad del pasado. "Si el filósofo no
en torno a las cuales resultaba más admira (¿y cómo podría admirar una
fácil la duda, más tarde y poco a poco construcción necesaria sin contradic
dudaron también de las cosas mayores, ción?) es por ello extraño a la histo
como por ejemplo, de las inclinaciones ria; ya que donde entra en juego el
de la luna y todo aquello que concierne devenir (que está ciertamente en el
al sol y las estrellas y lo relativo a la pasado), la incertidumbre de lo que
generación del universo. El que duda
y admira sabe que ignora; por lo tan ha devenido con certeza (la incerti
to, el filósofo es también amante del dumbre del devenir) no puede expre
mito: el mito está formado, en efec sarse sino por medio de esta emoción
to, por cosas admirables” (Met., I, 2, necesaria al filósofo e inherente a él
982b 12ss.). A principios de la edad (Philosophische Brocken ["Migajas fi
moderna, Descartes expresó el mismo losóficas”], p. IV. §4).
concepto: "Cuando se nos presenta al
gún objeto insólito, y que creemos nue A d m isió n (ingl. admission; franc. ad-
vo o diferente de lo que antes conoci mission; alem. Aufnahme; ital. ammis-
mos o supusimos que existía, este objeto sione). Una proposición que se acepta
hace que lo admiremos y que quede de otros (en cuanto ya propuesta o a
mos sorprendidos; y esto ocurre antes punto de ser comúnmente aceptada)
de que nosotros sepamos si el objeto a fin de fundar sobre ella un razona
nos es útil o no; la A. me parece ser miento cualquiera o de efectuar una
la primera de todas las pasiones y inferencia cualquiera a partir de ella.
carece de opuesto, porque si el objeto O bien: el acto de tomar una proposición
que se presenta no tiene en sí nada que semejante. La proposición admitida pue
nos sorprenda, no tenemos afección por de ser considerada verdadera, falsa,
él y lo consideramos sin pasión” (Pos- probable o indiferente; si se la consi
sicms de l’áme, II, 53). Acerca de este dera verdadera es denominada axio
punto la diferencia entre Descartes y ma; si se la considera probable, una
Spinoza es grande. Spinoza consideró la hipótesis; indiferente, un postulado.
A. sólo como la imaginación de una cosa Pero puede ser admitida también sólo
singular, en cuanto se halla sola en el con el fin de ser impugnada, mediante
alma (E t h I I I , 52, scol.) y se negó a una reducción al absurdo. La A. se dis
considerarla como una emoción prima tingue de la asunción (véase), en cuan
ria y fundamental, y menos aún como to concierne a una proposición cuya
una emoción filosófica que diera origen elección o propuesta como base de un
a la filosofía. La única actitud filosófica razonamiento ha sido ya hecha por
es, para él, el amor intelectual de Dios, otros.
23
Adopcionismo
Afección
(ingl. adopticmism; franc.
A d o p c io n is m o guirse de ellos partiendo de su uso
adoptionisme; alem. Adoptkmismus; predominante en la tradición filosófi
ital. adozicnismo). La doctrina que ca, uso que se debe a su mayor exten
considera a Cristo, en su naturaleza sión y generalidad, ya que designa todo
humana, como Hijo de Dios sólo por estado, condición o cualidad que con
adopción. Esta doctrina ha aparecido sista en reatizar una acción o en ser
en diferentes ocasiones en la historia influido o modificado por ella. En este
de la Iglesia. Fue propuesta por Teo sentido, un afecto, que es una especie
doro, obispo de Mopsuestia hacia el de emoción (véase) o una pasión, es
año 400; surgió de nuevo en el siglo vm una A. en cuanto implica una acción sú
en algunos obispos españoles, pero fue bita, pero tiene otros caracteres que
combatida por Alcuino y condenada por hacen de ella una especie particular
el Sínodo de Francfort de 794. Esta de afección. Decimos comúnmente que
doctrina implica la independencia de un metal se afecta por el ácido o
la naturaleza humana respecto a Dios que una persona tiene una afección pul
y, por lo tanto, un dualismo de natura monar, en tanto reservamos las palabras
leza humana y divina: dualismo in "afecto” y "pasión” para situaciones hu
admisible desde el punto de vista de la manas, que, sin embargo, presentan un
dogmática cristiana. determinado grado de pasividad en
cuanto son estimuladas u ocasionadas
A d v e n im ie n to , véase H E C H O . por agentes externos.
En este amplio sentido entendió Aris
A d v e n ir (ingl. future; franc. avenir-,
tóteles la palabra nado;, que consideró
alem. Zukunft). Acerca de la primacía como una
del advenir sobre las otras determi plificó conde“llegar las diez categorías y ejem
cortado, llegar que
naciones del tiempo en algunas formas mado” (Cat. 2 a 3); y llamó afectivas
de la filosofía contemporánea, véase (naOriTixat) a las cualidades sensibles
TIEM PO .
dado que cada una de ellas produce
Ad verecundiam. Nombre dado por Loc- una A. de ios sentidos (Ibid., 9 b 6).
ke al argumento que consiste "en invo Aristóteles declaró, por lo demás, al
car las opiniones de hombres que, por principio del De Anima, que la fina
su inteligencia, por su doctrina, por su lidad de su investigación era conocer,
eminencia, por su poder o por alguna además de la naturaleza y la sustancia
otra causa, han adquirido fama y han del alma, todo lo que en ella sucede,
establecido su reputación en grado de es decir, tanto las A. que parecen serle
autoridad ante la opinión” (Essay, IV, propias, como aquellas que tiene en co
17, 19). Es, pues, el apelar a la auto mún con el alma de los animales (De
ridad. An., I, 1, 402 a 9). En dicho texto la
palabra A. (Jtá9ri) designa todo lo que
Afasia (gr. ácpaaía; ingl. aphasia; franc. sucede en el alma, es decir, cualquier
aphasie-, alem. Aphasie). En sentido modificación que sufra. El carácter
filosófico se da este nombre a la acti pasivo de las A. del alma, carácter que
tud de los escépticos en cuanto se abs parecía amenazar su autonomía racio
tienen de pronunciarse, esto es, de afir nal, llevó a los estoicos a afirmar que
mar o negar algo en tomo a todo lo todas las emociones son irracionales y,
"oscuro”, es decir, que no mueva la sen por lo tanto, malas (Dióg. L., VII, 110).
sibilidad de modo que produzca una De aquí la connotación moralmente ne
modificación que lleve necesariamente gativa que asume la expresión "A. del
a asentir. La afasia es así la abstención alma” y que se revela claramente en
del juicio relacionada con la suspen expresiones tales como perturbatio ani-
sión del asentimiento (véase) (Sexto mi o concitatio animi, usadas por Cice
Empírico, Hip. Pin., I, 20, 192ss.). rón (Tuse., IV, 6, 11-14) y por Séneca
(Ep., 116) y que San Agustín (De Civ.
A fe c c ió n (gr. jtáGog; lat. passio; ingl. Dei, IX, 4) toma expresamente como
affection; franc. affection; alem. Af- sinónimos de affectio y affectus (emo
fektion; ital. affezione). Este término, ciones). Pero tanto San Agustín como
que a veces se usa en vez de afecto los escolásticos mantuvieron el punto
(véase) y pasión (véase), puede distin de vista aristotélico de la neutrali
za
Afección
dad de las A. del alma desde el punto sión clásica en su obra Passions de
de vista moral, en el sentido de que l’dme (I, 1, 1650): “Todo lo que se hace
pueden ser buenas o malas, según o que sucede de nuevo es generalmente
que sean moderadas o no por la razón; llamado por los filósofos una afección
punto de vista que Santo Tomás defen respecto al sujeto al cual sucede y una
dió recordando precisamente a Aristó acción con referencia a aquéllo que lo
teles y a áan Agustín (S. Th., II, I, hace suceder; de tal modo que aunmr.
q. 24, a. 2). el agente y el paciente sean a menudo
La noción de modificación sufrida, muy diferentes, la acción y la afección
sea de cualidad o condición, por una no dejan de ser siempre una misma
acción exterior se mantiene en la tra cosa que tiene estos dos nombres en
dición filosófica y en la mayoría de los virtud de los dos sujetos diferentes a
casos se expresa con la palabra passio, los cuales se puede referir." En sentido
que adquirió su significado moderno análogo, Spinoza adoptó el término para
(véase pasión) sólo en la segunda mi definir los que él llama affectus y que
tad del siglo xviii. Así Alberto Magno nosotros llamamos emociones o senti
entiende que la A. es el "efecto y la mientos. Las emociones, en cuanto pa
consecuencia de la acción” (S. Th., I, siones, o sea A., constituyen la impo
q. 7, a. 1). Santo Tomás, que da idéntica tencia del alma y el alma las vence
definición (Ibid., I, q. 97, a. 2), distingue transformándolas en ideas claras y dis
tres significados del término: “El pri tintas. “Un afecto—dice Spinoza (Eth.,
mero, que es el más característico, es V, 3)— que es una pasión, deja de ser
cuando cualquier cosa es alejada de lo una pasión tan pronto como nos for
que a ella conviene según su natura mamos de él una idea clara y distin
leza o su inclinación propias, como ta." En tal caso, en efecto, la idea se
cuando el agua pierde su frío por la distingue sólo racionalmente de la emo
acción del calor o cuando el hombre ción y se refiere sólo a la mente; así
se enferma o se entristece. El segundo deja de ser una A. (Ibid., V, 3): "Todas
significado, que es menos caracterís las ideas, en cuanto se refieren a Dios,
tico, es cuando se pierde una cosa cual son verdaderas... Dios está exento de
quiera, sea o no sea conveniente; y en pasiones, y no es afectado por ningún
tal sentido se puede decir que sufre afecto” (Ibid., V, 17). En el mismo
una acción (pati) no solamente aquel sentido se expresa Leibniz (Monad.,
que se enferma, sino también el que § 49): "Se atribuye la acción a la mó
se cura o en general cualquiera que sea nada en cuanto tiene percepciones
alterado o cambiado. En un tercer sen distintas, y a la A. en cuanto tiene
tido se dice cuando aquello que se percepciones confusas." Y en el mismo
encontraba en potencia recibe lo que él sentido se expresan también Wolff
era en potencia sin perder nada; y en (Ontol., §714) y Crusius (Vermmft-
tal sentido de todo aquello que pasa wahrheiten ["Verdades necesarias de
de la potencia al acto puede decirse razón”], § 66).
que sufre una acción, aun cuando se En un texto de la Antropología (§7)
perfecciona" (Ibid., I, q. 79, a. 2). Cada Kant ha expresado de la manera más
uno de estos significados distinguidos clara la noción de A. como recepción
por Santo Tomás, y que son resumidos pasiva: "las representaciones en rela
en la noción general de A., se pueden ción con las cuales el espíritu se com
encontrar en el uso ulterior del térmi porta pasivamente, por medio de las
no. Passio animi llamaban algunos es cuales el sujeto sufre, pues, una A.
colásticos (cf. Occam, In Sent., I, d. [Affectionl (o de sí mismo o de un
II, q. 8C) a la species intelectiva, o objeto), pertenecen a la sensibilidad; en
sea al universal o concepto. La passto, cambio aquellas que incluyen una ver
en general, es definida por Campanella dadera elección {el pensamiento) perte
(Phil. Radon. Dialéctica, I, 6) como "un necen al poder cognoscitivo intelec
acto de impotencia que consiste en per tual. Aquél es llamado también poder
der la propia entidad. Sea esencial o cognoscitivo inferior, y éste poder cog
accidental, sea en el todo o en la parte, noscitivo superior. Aquél tiene el ca
y en recibir una entidad extraña”. Des rácter de la pasividad en el sentido
cartes ha dado a esta noción su expre interno de las sensaciones; éste, el'
25
J
Afectivo
Afirmación
carácter de la espontaneidad de la aper tura emotiva de la existencia humana
cepción, o sea de la conciencia pura, en general. Véase s e n t i m i e n t o .
de aquel elegir que constituye el pen
samiento; y pertenece a la lógica (esto Afecto (lat. affectus; ingl. affection;
es, a un sistema de reglas del intelec franc. affection; alem. Affektion; ital.
to) así como aquél pertenece a la psi affetto). El uso común entiende con
cología (o sea al conjunto de todos los este término las emociones positivas
actos internos sometidos a leyes natu que se refieren a personas y que no
rales) y funda una experiencia inter tienen el carácter dominante y totali
na”. Estos conceptos resultan funda tario de la pasión (véase). En tanto
mentales para toda la Crítica de la que las emociones pueden referirse a
razón pura, especialmente para la dis personas o cosas, hechos o situaciones,
tinción entre estética y lógica, que des los A. constituyen esa clase restrin
cansa en el siguiente principio: "Todas gida de emociones que acompañan al
las intuiciones, en cuanto son sensi gunas relaciones interpersonales (entre
bles, reposan sobre A.; los conceptos, en padres e hijos, entre amigos, entre pa
cambio, sobre funciones” (Crít. R. Pura, rientes), limitándolas a esa tonalidad
Analítica de los conceptos, I, sec. I). que indica el adjetivo "afectuoso”
Estas anotaciones kantianas se hallan y que, por lo tanto, excluye el carácter
en desacuerdo con la tesis de la escue exclusivo y dominante de la pasión. La
la leibniziana-wolffiana, según la cual la palabra designa el conjunto de actos o
sensibilidad consistía en las represen de actitudes tales como la bondad, la
taciones indistintas y la intelectualidad benevolencia, la inclinación, la devo
en las representaciones distintas; lo ción, la protección, el cariño, la gra
que, según anotaba Kant (Antr., §7, titud, la ternura, etc., que en su conjun
nota), significa que la sensibilidad.con to pueden ser caracterizadas como la
siste en una falta (falta de distinción), situación en la que una persona "toma
siendo así que tiene algo de positivo y cuidado de” o “tiene solicitud para”
de indispensable para el conocimiento otra persona, o en la que esta otra
intelectual. responde positivamente al cuidado o a
En conclusión el término A. entendi la solicitud de que es objeto. Lo que
do como recepción pasiva o modifica comúnmente se llama "necesidad de A."
es la necesidad de ser comprendido,
ción súbita no tiene necesariamente una asistido, ayudado en las propias difi
connotación emotiva y aunque haya cultades, seguido con la mirada benévola
sido frecuentemente adoptado a propó y llena de confianza. En este sentido
sito de emociones y afectos (por el el A. no es más que una de las formas
carácter claramente pasivo de ellos), del amor (véase).
debe considerarse extensible a toda de
terminación, incluso cognoscitiva, que A fin id a d (ingl. affinity; franc. affinité;
presente caracteres de pasividad o alem. Affinitiit; ital. affinitá). Kant
que pueda, de todos modos, contener ha denominado "ley de la afinidad de to
una cualidad o alteración. dos los conceptos” a la regla de la razón
que prescribe "el paso continuo de una
Afectivo (ingl. affective; franc. affectif; especie a otra por medio del aumento
alem. affektiv; ital. affetivo). El sig gradual de su diferencia” (Crít. R. Pura,
nificado de este adjetivo no se relacio Apéndice a la dialéctica trascendental).
na con el de la palabra “afecto", ya que Esta ley, que resume en sí a las otras
designa por lo general todo lo que se dos de homogeneidad (véase) y de
refiere a la esfera de las emociones. especificación (véase) constituye, con
"Estado A.”, "función A”, "condición A.” ellas, la determinación de lo que debe
significan estado, función o condición ser el uso regulador de las ideas de la
de carácter genéricamente emotivo y razón pura.
pueden referirse a cualquier emoción o A firm a c ió n (gr. xaxácpaaig; lat. afirma
afecto. El mismo significado genérico do; ingl. a ffirm a tio n ; franc. affir-
tiene la expresión "vida A.” y la adop mation; alem. Bejahung; ital. afferma-
tada por Heidegger "el encontrarse A.” zione). Término que puede designar
(Befindlichkeit) para indicar la estruc tanto el acto de afirmar, como el con-
26
A fo ris m o
A g n o io lo g ía
tenido afirmado, o sea la proposición A fortiori. Esta expresión significa sim
afirmativa, definida por Aristóteles co plemente "a más fuerte razón” y no
mo "enunciación de algo sobre algo” indica un modo específico de argumen
(De Interpret., 17 a 25). De acuerdo con tar. Algún lógico designa con ella las
esta misma teoría aristotélica, une inferencias transitivas del tipo "x im
dos conceptos en un concepto com plica y, y implica z, por lo tanto x impli
puesto. ca z” (cf. Strawson, Introduction to
La tradición lógica posterior ha con Logicat Theory, 1952, p. 207).
servado sustancialmente esta doctrina y,
por lo tanto, este significado del término Á fric a (ingl. Africa; franc. Afrique;
A.; solamente los seguidores de la teo alem. Afrika). Los filósofos han intenta
ría del juicio como asentimiento (Ros- do a veces justificar "especulativamen
mini, Fr. Brentano, Husserl) conside te”, o sea de acuerdo con su filosofía, la
ran la afirmación como un acto de repartición de los continentes, consi
asentimiento (consentimiento, acepta derándola no como casual o convencio
ción, Bejahimg) respecto a una repre nal, sino como esencial y racional. Así,
sentación o idea. En la lógica mate según Hegel la división del viejo mundo
mática contemporánea, Russell, seguido en tres partes: Á., Asia y Europa, res
por muchos lógicos, ha introducido un ponde a los tres momentos de tesis,
símbolo especial de A. ("K”) que ante antítesis y síntesis. África representaría
pone al símbolo de la proposición afir en esta tríada el momento en el que el
mativa; pero este uso ha sido controver espíritu no ha logrado aún alcanzar
tido, por cuanto, como en la tradición la conciencia y el hombre permanece
terminológica medieval, las expresiones embrutecido en la pasividad y en la
"es verdadero que ‘p’ " y "p” (donde "p” esclavitud (Philosophie der Geschichte,
es el signo de una proposición) han de ed. Lasson, pp. 203 ss.). De la misma
ser considerados sinónimos. G. P. manera, Gioberti vio en la raza africana
"la más degenerada de las tres estirpes
(gr. óupopiagó? = determinación,
A fo ris m o humanas”, ya que “el negro es priva
delimitación; ingl. aphorism; franc. ción de la luz” (Protología, II, p. 221).
aphorisme; alem. Aphorismus; ital. afo
rismo). Proposición que expresa de (ingl. agapism). T érmino adop
A g a p ism o
manera sucinta una verdad, una regla tado por Peirce para designar la "ley
o una máxima concerniente a la vida del amor evolutivo”, en vir id de la
práctica. Al principio la palabra fue cual la evolución cósmica tendería a
usada casi exclusivamente para indicar incrementar el amor fraterno entre los
las fórmulas que expresan, de manera hombres (Clumce, Love and Logic,
pp. 266 ss.).
abreviada y mnemotécnica, los preceptos
del arte médico: por ejemplo, los A. de (ingl. agathology; franc. aga-
A g a to lo g ía
Hipócrates. Bacon expresó en la forma thologie; alem. Agathologie). Nombre
de A. sus observaciones contenidas en usado raramente para designar la doc
el libro I de su Novum Organum, "acer trina del bien como parte de la ética
ca de la interpretación de la naturaleza (véase).
y sobre el reino del hombre” : probable
mente para subrayar el carácter prác A g e n te (gr. ítoiexoió;; lat. agens; ingl.
tico y activo de estas observaciones, agent; franc. agent; alem. Tatige). En
dirigidas a la preparación del dominio general, quien toma la iniciativa de una
del hombre sobre la naturaleza. Schopen- acción o aquel de quien emana o resul
hauer llamó A. sobre la sabiduría de la ta la acción, en contraposición a pa
vida (en los Parerga und Paralipome- ciente que es quien la sufre. Los
na; trad. esp.: Parerga y paralipomena, términos son propios de la filosofía
Madrid, 1926) a sus preceptos para escolástica (véase a c c i ó n ). Para enten
dimiento A., véase e n t e n d i m i e n t o .
hacer más feliz, o menos infeliz, la exis
tencia humana, conservando de tal ma A g n o io lo g ía (ingl. agnoiology). Palabra
nera el significado de la palabra como introducida por J. F. Ferrier (Institutes
máxima o regla para dirigir la activi of Metaphysics, 1856, p. 48) en corre:
dad práctica del hombre. lación con la de epistemología (véase),
27
k.
A g n o sia
A g u s tin ism o
para indicar las dos esferas en que se conciencia; el pensamiento racional y
divide la investigación filosófica. La A. el origen del lenguaje; la libertad del
es la doctrina de la ignorancia, como querer), frente a los cuales el hombre
la epistemología es la doctrina del sa estaba destinado —en su opinión— a
ber. La esfera de la ignorancia se defi pronunciar un ignorabimus, ya que la
ne, así, en relación con la esfera del ciencia no podría llegar nunca a resol
saber, siguiendo el mismo procedimien verlos. En el mismo periodo, la pala
to que más tarde utilizó Spencer para bra fue aplicada también a la doctrina
determinar los límites de lo Incognos de Kant, pues sostiene que el noúmeno
cible (véase). o cosa en sí se encuentra fuera de los
límites del conocimiento humano (véa
(gr. ¿yvcoaía; ingl. agnosy; franc.
A g n o sia se n ó u m e n o ). Sin embargo, esta am
agnosie; alem. Agnosie). La actitud de pliación de la palabra no es del todo
quien profesa no saber nada, por ejem legítima, dada la concepción kantiana
plo, Sócrates, que afirmaba "sólo sé del nóumeno como concepto-límite. For
que nada sé” (Platón, Apot., 21 a) y que ma parte integrante de la noción de A.
el escéptico Arcesilao reforzaba dicien la reducción del objeto de la religión
do que no sabía ni siquiera eso (Cic., a simple "misterio", respecto del cual
Acad., I, 45). son absolutamente inadecuados los sím
bolos utilizados para interpretarlo.
A g n o s tic is m o (ingl. agnosticism; franc.
agnosticisme; alem. Agnosticismus). El A g o n ístic o (gr. dYümoTixó;; ingl. agonis-
término fue acuñado por el naturalista tic; franc. agonistújue). Una de las dis
inglés Thomas Huxley en 1869 (Collected tinciones extraídas por Diógenes Laercio
Essays, V, pp. 237 ss.) para indicar la de los Diálogos platónicos. El A. y el
actitud de quien se rehúsa a admitir ejercitativo serían las dos especies del
soluciones en los problemas que no pue diálogo zetético o inquisitivo; y el diá
den ser tratados con los métodos de la logo zetético y el expositivo serían las
ciencia positiva, y señaladamente, los dos divisiones fundamentales de los diá
problemas metafísicos y religiosos. Hux logos platónicos (Dióg. L., III, 49).
ley mismo declaró haber acuñado el
término "como antítesis de lo ‘gnósti A g re g a d o (ingl. aggregate; franc. agré
co’ de la historia de la Iglesia que pre gate alem. Aggregat; ital. aggregato).
tendía sa' er mucho acerca de las cosas Por lo general, una reunión, un conglo
que yo ignoraba”. El término fue adop merado, un reagrupamiento, una suma
tado por Darwin, que se declaró ag o una cantidad de cosas que, sin em
nóstico en una carta fechada en 1879. bargo, conservan aún su individualidad.
Desde entonces, el término ha sido El término tiene un uso extenso en la
usado para designar la actitud de los matemática y en la lógica matemática
científicos de dirección positivista fren contemporánea (véase c o n j u n t o ) y en
te a lo Absoluto, al Infinito, a Dios y general en las ciencias naturales que
a los problemas correspondientes, posi lo adoptan para indicar, en general, ma
ción señalada por la negativa a profesar sas o agrupamientos de elementos que,
públicamente cualquier opinión sobre hallándose juntos, conserven las propie
tales problemas. Así, puede llamarse dades que tienen separadamente.
agnóstica la posición que Spencer adop A g u s tin is m o (ingl. augustinianism; franc.
ta en la primera parte de sus Primeros augustinism-, alem. Augustinismus). Ba
principios (1862), donde pretendió de jo este término se entiende, más que la
mostrar la inaccesibilidad de la reali totalidad de la doctrina original de San
dad última, o sea, de la fuerza miste Agustín, el conjunto de elementos doc
riosa que se manifiesta en todos los trinarios agustinianos que caracterizan
fenómenos naturales. El fisiólogo ale una de las direcciones de la escolástica
mán Du-Bois Raymond en un escrito (véase), que fuera seguida preferente
de 1880 hablaba de Siete enigmas del mente por los doctores franciscanos, en
mundo (el origen de la materia y de polémica con la dirección aristotélico-
la vida; el nacimiento de la vida; la tomista de los doctores dominicos.
orden ación finalista de la naturaleza; La fisonomía general del A. medieval
el surgimiento de la sensibilidad y de la puede ser expresada por los siguientes
28
t
A lii
A lb e d río o A rb itrio
puntos (cf. Mandonnet, Siger de Bra- lenguaje de la tradición filosófica al ins
bant, 2‘ ed., 1911, I, pp. 55 ss.): a) falta tante como límite o condición del tiem
de una distinción precisa entre el do po, por lo tanto diferente de momento
minio de la filosofía y el de la teo (véase) que es una especie de encuentro
logía, o sea, entre el orden de las verda entre la eternidad y el tiempo. Según
des racionales y el de las verdades Aristóteles, A. es el presente instantá
reveladas; b) teoría de la iluminación neo, sin duración, que hace las veces de
divina, según la cual la inteligencia límite móvil entre el pasado y el futuro
humana no puede actuar sino por la (Fis., IV, 11, 219a 25). La noción re
acción iluminadora e inmediata de Dios, aparece con frecuencia en las especu
y no puede encontrar la certeza de su laciones medievales acerca del tiempo.
conocimiento sino a través de las re A veces, el A. fue concebido como una
glas eternas e inmutables de la ciencia res fluens que en seguida se corrompe
divina; c) preeminencia de la noción y falta y que es sustituida por otra
de bien sobre la de lo verdadero y, por (cf. Pedro Auriol, In Sent., II, d. 2, q. 1,
lo tanto, de la voluntad sobre la inte a. 3). Esta concepción fue combatida
ligencia, ya sea en Dios o en el hom por Occam, que identificó al instante
bre ; d) reconocimiento de una realidad con la posición del móvil cuyo movimien
positiva a la materia, en contraposición to se considera como medida del tiem
con Aristóteles, que ve en ella una pura po (Summutae in libros physicorum, IV,
potencialidad; de lo que se deduce, por 8). En la filosofía contemporánea, el
ejemplo, que el cuerpo humano posee término ha sido adoptado por Husserl
ya su realidad o actualidad, o sea, una para indicar el horizonte temporal de
■forma, independientemente del alma, y las vivencias. Ya que ninguna vivencia
que el alma es, por lo tanto, una forma puede cesar sin la conciencia del cesar
ulterior que se agrega al compuesto vi y del haber cesado, esta conciencia es
viente y animal; de allí la denominada un nuevo instante presente o un ahora.
pluralidad de las formas sustanciales "Esto quiere decir que todo A. de viven
en lo compuesto. cias tiene un horizonte de éstas que
Estos fragmentos unen a los grandes tienen precisamente la forma originaria
maestros de la escolástica franciscana, del ‘A.’ y, en cuanto tales, constituyen
como Alejandro de Hales (c. 1200), Ro el horizonte originario y uno del yo
berto Grossatesta, San Buenaventura, puro, el ahora originario y total de la
Roger Bacon, Duns Scoto y muchos conciencia” (Ideen, I, §82).
otros menores. Algunos de estos rasgos
pueden reconocerse asimismo en doc A isla r (alem. isolieren). En el sentido
trinas filosóficas modernas y contem de abstraer, tal como lo adopta Kant,
poráneas, a las que han llegado a tra véase a b s t r a c c ió n . Wundt distingue la
vés de la tradición medieval o directa abstracción aislante que consiste en se
mente de la obra de San Agustín. parar una parte determinada de una
apariencia compleja, de la abstracción
A hí (alem. Da). Según Heidegger, el generalizante, que consiste en dejar de
ahí del 'ser ahí’ (Dasein) indica no lado, intencionalmente, algunas notas
sólo el hecho de que el 'ser-ahí' (= el conceptuales (Logic., II, pp. 11 ss.).
hombre) se encuentra aquí o allí, esto
es, en cualquier lugar del espacio, sino A lb e d río o A rb itrio (lat. arbitrium ; ingl.
especialmente la apertura del hombre free wilt; franc. arbitre; alem. Willkur).
a la espacialidad, o sea al mundo en El principio de acción en los animales
general (Sein und Zeit, §28; trad. esp.: y en el hombre. Por lo tanto, A. es un
El ser y el tiempo, México, 1962, F.C.E.). término más general que el de voluntad
En otros términos, "ser ahí" significa (véase), que sólo puede ser atribuida
'ser en el mundo', y el ‘ser en el mundo’ al hombre. Dice Kant: "A . es simple
está caracterizado por el encontrarse y mente animal (arbitrium brutum), lo
por la comprensión (véase). que no puede ser determinado sino
mediante estímulos sensibles, o sea pa
A h o ra (gr. r6 vOv; lat. nunc; ingl. now; tológicamente. Pero lo independiente de
franc. instant; alem. Jetzt; ital. ora). estímulos sensibles y que, por lo tanto,
Con este término se entiende en el puede ser determinado por motivos que
29
Alegoría
no sean representados, sino por la ra lada por Hugo de San Víctor en De
zón, se denomina libre A. (arbitrium scripturis, I II ): significado literal, sig
liberum) y todo lo que se relaciona nificado alegórico y significado anagó-
como principio o como consecuencia gico. He aquí la forma en que Dante,
es denominado práctico” (Crít. R. Pura, agregando el significado moral, expone
Doctr. trascendental del método; El la doctrina: “Las Escrituras se pueden
canon de la R. Pura, sec. I). El A. im entender y se deben exponer cuando
plica así una posibilidad de elección, más en cuatro significados. Uno se
que no es, sin embargo, libertad. Para llama literal y es el que no se extiende
libre A. véase l ib e r t a d . más allá de la propia letra; el otro se
denomina alegórico y es aquel que
A le g o ría (gr. á>J.r)YOQÍa; lat. allegaría; se esconde bajo el manto de estas fá
ingl. allegory, franc. allégorie; alem. bulas, es una verdad oculta bajo una
Allegorie; ital. atlegoria). En su primer bella m entira... El tercer significado
significado específico, esta palabra in se denomina moral y es el que los lec
dica un modo de interpretar las Sagra tores deben promover intensamente,
das Escrituras y de descubrir, más allá tratando de que las Escrituras les re
de las cosas, de los hechos y de las sulten útiles, tanto a ellos como a sus
personas de que tratan, verdades per discípulos. El cuarto sentido se deno
manentes de naturaleza religiosa o mina anagógico, o sea, sobre el sentido,
moral. La primera aplicación importan es decir, cuando se expone espiritual
te del método alegórico es el comen mente una Escritura que, aunque sea
tario al Génesis de Filón de Alejandría verdadera en el sentido literal, signifi
(siglo i). Filón no vacila en contra ca, para las cosas significadas, cosas
poner el sentido alegórico al sentido supremas de la gloria eterna: como se
literal y declarar "necio" ( e 8 t| 0 t i s ) a este puede ver en el canto del Profeta que
último. He aquí un ejemplo: “Y rema dice que en la huida del pueblo de
tada en el día sexto toda la obra que Israel de Egipto, Judea se hace santa
había hecho, descansó Dios el séptimo y libre. Aunque, según la letra, esto
día” (Génesis II, 2). Es absolutamente resulte ser manifiestamente cierto, no
necio creer que el mundo ha surgido es menos cierto lo que resulta de ella
en seis días o, en general, en el tiem espiritualmente, o sea, que en la huida
po. ¿Por qué? Porque todo tiempo es un del pecado, el alma se hace santa y libre
conjunto Je días y de noches que son en su potestad” (Conv., II, 1). Pero de
producidos necesariamente por el movi estos tres significados, como Dante mis
miento del sol que se encuentra más mo lo expresa, el fundamental, tanto
arriba y más abajo de la tierra: pero para el teólogo como para el poeta, es
el sol es una parte del cielo, de modo el alegórico. Y en efecto, el Medioevo
que se reconoce que el tiempo es más utiliza la A. como modo de entender
reciente que el mundo." (All. leg., I, 2).
A su vez, Orígenes, el primer autor de la de
función del arte y especialmente
la poesía. Juan de Salisbury decía
un gran sistema de filosofía cristiana,
distinguía tres significaciones en los que Virgilio "bajo la imagen de las fá
textos bíblicos: la somática, la psíquica bulas expresa la verdad de la filosofía
y la espiritual, que se relacionan entre en su totalidad", y Dante (Vita Nuova,
sí como las tres partes del hombre: el 25) definía así el deber del poeta: "Se
cuerpo, el alma y el espíritu (De princ., ría vergonzoso para aquel que rimara
IV, 11). Pero en la práctica, oponía al cosas bajo el ropaje de figuras o de
significado corpóreo o literal el signi colores retóricos, no saber, al ser pre
ficado espiritual o alegórico, y sacrifica guntado, desnudar sus palabras de tal
ba resueltamente el primero al segun ropaje, de manera que pudieran tener
do, en virtud de que sólo el significado veraz entendimiento”.
alegórico constituye la verdad racional En el mundo moderno la A. ha per
que las Sagradas Escrituras contienen dido su valor y se ha negado que pueda
(Ibid., IV, 2). Más tarde, en la Edad expresar la naturaleza o las funciones
Media, llegó a dominar la distinción de la poesía. Se ha visto en ella la
entre tres significados de la Escritura aproximación de dos hechos espiritua
(como se encuentra, por ejemplo, formu les diferentes, el concepto por un lado,
30
A le g ría
A le ja n d rin a , c u ltu r a
la imagen por otro, entre los cuales Pero quizá precisamente por esta con
establecería una correlación convencio notación de “exceso”, el término "jú
nal y arbitraria (Croce); y sobre todo, bilo” ha sido a menudo preferido en
se la ha acusado de olvidar o de hacer el lenguaje religioso. Dante denomina
imposible la autonomía de la imagen constantemente júbilo a la A. de los
poética, que carecería de vida propia bienaventurados (Par., V, 107, 136; VI,
ya que quedaría subordinada a las exi 119; VIII, 85; etc.) y asocia el júbilo
gencias del esquema conceptual al que a la contemplación intelectual: "Luz
debería dar cuerpo. Buena parte de la intelectual llena de amor, Amor de
estética moderna declara a la alegoría, verdad lleno de júbilo, Júbilo que tras
por ello, fría, pobre y fatigosa; y más ciende toda dulzura” (Par., 30, 40).
bien insiste, para la interpretación de La definición de A. ha seguido siendo
la poesía y en general del arte, en el sustancialmente la misma entre los fi
valor del símbolo (véase) que puede lósofos modernos. Descartes la conside
resultar vivo y evocador, dado que la ra como “una emoción placentera del
imagen simbólica es autónoma y tiene alma que consiste en el gozo del bien
un interés en sí misma, esto es, un que las impresiones del cerebro le re
interés que no cambia por su referen presentan como suyo” (Passions de
cia convencional a un concepto o a l’áme, II, 91). Locke repite esta defini
una doctrina. Sin embargo, si se tiene ción (Essay, II, 20, 7), mientras que
en cuenta la potencia y la vitalidad de Spinoza le da un sentido metafísico:
algunas obras de arte de clara estruc "el gozo es una alegría acompañada por
tura alegórica (por ejemplo, de la Di la idea de una cosa pretérita que suce
vina comedia y de muchas pinturas dió sin que se la esperase” (Eth., III,
medievales y renacentistas) es preciso Affectuum, def., 16), en tanto que “la
reconocer que la A. no hace imposible alegría es la transición del hombre de
necesariamente la autonomía y la leve una menor a una mayor perfección"
dad de la imagen estética y que, en (Ibid., III, def., 2). La relación de la A.
algunos casos, también la relación es con la previsión de un bien futuro ha
tricta entre la imagen y el concepto sido subrayada por Bergson (Essai sur
puede no ser mortificante para la pri les données immediates de la cons-
mera ni quitarle vitalidad al arte o cience, p. 8). Desde este punto de vista,
la poesía. T. S. Eliot ha hecho, justa lo opuesto a la A. es la tristeza, que
mente con referencia a Dante, una se debe a una previsión de'agradable
defensa de la A. en este sentido (The para el futuro. Véase e m o c i ó n .
Sacred Wood, 1920, trad. ital., pp. 241 ss.).
(ingl. alexandrian-
A le ja n d r in a , c u ltu r a
Alegría (gr. x«qú ; lat. gaudium; ingl. ism; franc. alexandrisme; alem. Alexan-
joy\ franc. joie; alem. Freude; ital. drismus). Se da este nombre a la cul
gioía). Una de las emociones funda tura del periodo posterior a la muerte
mentales del hombre, tal como han sido de Alejandro Magno (323 a. C .), quien
tradicionalmente enumeradas, a saber, unificó al mundo antiguo bajo el signo
la que consiste en una tonalidad pla de la cultura griega y había hecho capi
centera difusa, a causa de la previsión tal de Egipto a la nueva ciudad de Ale
de' un bien sobreviniente. Los estoicos jandría. La dinastía de los Ptolomeos
oponían la A. al júbilo como un estado quiso hacer de esta ciudad un gran cen
de ánimo no patológico. Dice Cicerón, tro intelectual en el cual confluyeran
expresando la doctrina: "Cuando tene a un tiempo las culturas griega y orien
mos la impresión de hallarnos en po tal, unidas por medio de una lengua que
sesión de un bien, se presentan dos se había convertido en común patrimo
casos: cuando el alma prueba esta im nio de los sabios: el griego. Hombres de
presión de modo conforme a la razón, ciencia y sabios de todos los países se
conservando el estado de calma y de alojaban en el Museo y tenían a su dis
equilibrio, tal condición se denomina posición un material científico y biblio
A.; cuando, en cambio, el alma exulta gráfico excepcional para aquellos tiem
sin fundados motivos y sin medida, tal pos. Más adelante, al Museo se le agregó
condición se puede denominar júbilo la biblioteca, cuyo primer núcleo se cree
exultante o excesivo” (Tuse., IV, 6, 13). que estaba formado por las obras aris-
31
A le j a n d r is m o
Á lg e b ra d e la ló g ic a
totélicas conservadas y que más tarde principio y fin del mundo (Apocalip
resultó riquísima, hasta reunir 700 000 sis I, 8; XXI, 6; XXII, 13, etc.).
volúmenes. La cultura alejandrina se
caracteriza por el divorcio entre ciencia la lógica (ingl. logical alge
Á lg e b ra d e
y filosofía. En tanto que las investiga bra ; franc. algebre de la togique; alem.
ciones científicas, la determinación de Algebra der Logik). Ya Leibniz había
sus métodos y la sistematización de sus intuido la posibilidad de un cálculo
resultados adquieren una gran impor literal afín al del Á. ordinaria, en el
tancia en este periodo, la filosofía re cual, definidas mediante axiomas (muy
nuncia al deber que constituyó su gran similares a les axiomas algebraicos)
deza en la época clásica: la búsqueda ciertas operaciones lógicas (adición, sus
libre de los caminos y las formas de tracción, multiplicación, división, ne
una existencia propiamente humana. Se gación) y determinadas relaciones (im
obstinó en la pretensión de garantizar plicación, identidad) fundamentales e
al hombre, a toda costa, la paz y la indicadas con símbolos tomados de la
serenidad del espíritu; y así se convir matemática, era posible extraer de ta
tió en privilegio de los pocos sabios que tos axiomas, mediante cálculo, todas
logran aislarse del resto de la vida y las reglas de lá silogística tradicional.
de los problemas que la dominan, y se Pero (debido quizá al primado de pre
desinteresan, por lo tanto, incluso de la ocupaciones de contenido intensivo, de
investigación científica. La ciencia de origen filosófico, acerca de la idea pura
la época alejandrina nos ofrece grandes del cálculo) no había llegado a resul
figuras de matemáticos (Euclides, Ar- tados satisfactorios. Y no más afortu
químedes, Apolonio); de astrónomos nadas fueron las tentativas de sus conti
(Hiparco y Ptolomeo); de geógrafos nuadores, por ejemplo, Lambert. Sólo
(Eratóstenes); de m édicos (Galeno). los ingleses del siglo xix (Hamilton,
La filosofía se nos presenta dividida en Boole, Jevons, Venn) e, independiente
dos grandes escuelas: epicureismo (véa mente de éstos, Schroder, lograron fun
se) y estoicismo (véase) y en dos direc dar una verdadera y propia Á . de la
ciones filosóficas sostenidas por escue lógica. Se entiende esta lógica como
las diferentes: el escepticismo (véase) un cálculo literal bivalente, caracteri
y el eclecticismo (véase). Durante este zado : 1) por el hecho de que las ecua
periodo surge la noción, que a veces ciones pueden adquirir solamente los
predominr aún en el habla corriente, de valores 0 o 1; 2) por los axiomas “a +
que la filosofía es una actividad con + a = al’ y “a .a = a" (con todas las
soladora y tranquilizadora que impi consecuencias que de ello resultan);
de al hombre mezclarse en las cosas de 3) por la ausencia de operaciones indi
la vida común y trata de garantizar la rectas, como la sustracción (ya que no
imperturbabilidad del espíritu. es posible equiparar a la sustracción
la negación "— a", no obstante el axio
A le ja n d ris m o (ingl. alexandrinism; franc.
ma, enunciado por Leibniz en su mo
alexandrinisme; alem. Alexandrinism- mento: “a -—<z= 0”). Este mero cálculo
us). Nombre dado, durante el Rena literal no significa nada en sí, ya que
cimiento, a la doctrina de Alejandro se trata de un puro juego simbólico
de Afrodisia sobre el entendimiento ac (precisamente, una "A. booleana” entre
tivo (véase). muchas posibles) pero es susceptible de
A le tio lo g ía (alem. Alethiologie). Nombre
una doble interpretación, que interesa
a la lógica. En primer lugar, los sím
dado por Lambert a la segunda de las bolos a, b, c ... indican clases; los sig
cuatro partes de su Nuevo órgano (1764). nos " + ”, " . ”, indican operaciones entre
Se trata de aquella que estudia los ele
mentos simples del conocimiento y tie clases (véase a d i c i ó n ; m u l t i p l i c a c i ó n
l ó g ic a ) ; a < b se interpreta “la clase a
ne la forma de una especie de anatomía se halla incluida en la clase b” ; el sig
de los conceptos, cuya finalidad es el
logro de los conceptos más simples e no negativo "—a” o “a"’, indica la clase
indefinibles. formada por todos los individuos que
no pertenecen a la clase a; 0 indica la
A lfa -O m e g a . Expresión adoptada en el clase vacía, 1 la clase total o universo
Apocalipsis para designar a Dios como del discurso (véase). La segunda inter
32
Algo
A lm a
prefación es, en cambio, la preposicio la (x), o sea, corresponde a la disyun
nal ; los símbolos a, b, c ... indican pro ción "/ (a) o f (b) o f ( c) o ...”. De donde
posiciones ; los signos " + ", " . ”, indican si f ( x) es un predicado, equivale a la
operaciones sobre proposiciones; “a<.b" fórmula habitual "algún x es / ” o tam
indica la implicación {“a implica £>”); bién "algunos x son f" de la lógica tra
"— a (o a')" indica la negación de la dicional. Ya en los Analíticos de Aris
proposición a; finalmente 0 se inter tóteles, ti; (por lo común en el dativo
preta como "falso”, 1 se interpreta co ti vi en la fórmula tó A xm x(j) B ÚJxápxEI>
mo "verdadero”. De tal manera se funda "A es inherente a algún B”) es usado
una interpretación del cálculo lógico- con este preciso valor, como signo de
algebraico que absorbe en sí, transfor la proposición particular afirmativa.
mándola en disciplina formal y deduc En el latín medieval, al volver a entrar
tiva, la silogística tradicional. La lógica como forma normal de proposición la
matemática, fundada por Frege y Rus- fórmula homo currit, el xls griego, que
sell, y más tarde la lógica simbólica ya en Aristóteles se refería siempre al
contemporánea, que absorbe los elemen sujeto lógico de la proposición, fue
tos más vitales del A. de la lógica, la traducido con el adjetivo aliquis y se
han hecho actualmente insólita. G. P. hizo concordar gramaticalmente con el
sujeto (así aliquis homo currit, pero
Algo (gr. xí; lat. aliquid-, ingl. some- aliqui homines currunt, si bien en ló
thing; franc. quelque chose; alem. Etwas; gica las dos formas resulten perfecta
ital. qualcosa). Un objeto indetermina mente sinónimas), de lo que resulta
do. Dice Wolff: "A. es aquello a lo nuestro "A.” y "algunos". Sin embargo,
que responde una noción determinada” fue la lógica medieval la que le reco
(Ont., §59), lo que significa que es noció claramente la función de opera
aquello a lo que corresponde una noción dor, esto es, de signo no significante
que no incluye contradicción. Baum- que sólo tiene la tarea de modificar
garten se vale de este último rasgo para la denotación del término que sirve de
definir el A. (Met., §8). Y Kant decía: sujeto. G. P.
"La realidad es A., la negación no es
nada” (Crít. R. Pura, Anal, de los Princ., A lg u n o s, véase supra.
Nota a las anfibolías de los conceptos
de la reflexión). Y Hegel: "El ser de Alma (gr. tpux"ñ: lat- anima; ingl. soul;
terminado, reflejo en sí en este carácter franc. áme\ alem. Seele; ’tal. anima).
suyo, es lo que existe, A." (Ene., §90). En general, el principio de la vida,
El concepto se usa actualmente en la de la sensibilidad y de las activida
lógica. Véase c u a n t if ic a d o r . des espirituales (entendidas y clasi
ficadas en la forma que fuere), en
A lg o ritm o (ingl. algorism; franc. algo-
cuanto constituye una cantidad por sí
rithme-, alem. Algorithmus). Cualquier o sustancia. Esta última nota es impor
procedimiento de cálculo. El término tante, porque el uso de la noción de
se deriva del nombre del autor árabe A. se halla condicionado por el reco
del tratado que introdujo en Europa, nocimiento de que cierto conjunto de
en el siglo ix, la numeración decimal operaciones o de sucesos, precisamente
y, al principio, designaba los procedi los denominados "psíquicos" o "espiri
mientos del cálculo aritmético. Más tuales” son las manifestaciones de un
tarde se generalizó, de modo que abarca principio autónomo, irreducible por su
todo procedimiento de cálculo. originalidad a otras fealidades, si bien
A lg u n o (ingl. some; franc. quelque-, está en relación con ellas. El hecho de
alem. einige; ital. quatche). En la ló que el alma sea incorpórea o que tenga
gica contemporánea, "A." o "algunos” es la misma constitución de las cosas
un operador de campo, en el cual el corpóreas, es un problema de menor
símbolo más usado es "( 7 x)”, por ejem importancia, ya que la solución mate
plo, en fórmulas como "(Hx). f (x)", rialista está a menudo igualmente fun
que se lee "existe por lo menos un x dada, lo mismo que su opuesta, en el
tal que f ( x ) es verdadero”. Ello co reconocimiento del A. como sustancia.
rresponde a una suma o disyunción lógi Esta fundamental significación del alma
ca que obra en el campo de validez de la considera, la mayoría de las veces.
33
Alma
sus singularidades y en sus relaciones ciente” (II Rép., def. I), o sea dudar,
recíprocas (In Sertt., pról. q. 1; Quodl., comprender, concebir, afirmar, negar,
I, q. 14; II, q. 12). Mediante estas notas querer, no querer, imaginar, sentir, etc.
se introdujo en la historia de la filo De tal manera, la conciencia es una
sofía el concepto de una experiencia vía de acceso privilegiada, segura de
interna, diferente de la experiencia sen ser absolutamente indubitable, a una
sible o externa, en tanto que se ponía realidad, la sustancia A., que a su vez
en duda la realidad a la que tal expe resulta privilegiada, porque puede ser
riencia debía dar acceso, o sea la rea vir como principio para conocer las
lidad del A. La experiencia interna se otras realidades. La misma conciencia
convertiría con Descartes en el punto es, por lo demás, en cuanto es testi
de partida de la filosofía moderna. monio del carácter pasivo de la facul
La noción del A. como sustancia so tad sensible, lo que hace pensar en una
brevivió a la crisis del Renacimiento. sustancia o realidad diferente del A. y
Ni el materialismo de Telesio ni el de que actúa sobre ella, o sea, en una sus
Hobbes fueron verdaderas y propias ne tancia corpórea o extensa que, luego,
gaciones de la sustancialidad del alma. hace cierta el principio de la veracidad
Telesio admite una sustancia intelecti divina. De tal manera, Descartes ha
va, directamente creada e infundida determinado el desarrollo subjetivista
por Dios en el hombre, sólo para ex de la interpretación del A. como sus
plicar la vida religiosa del hombre, su tancia. Los atributos tradicionales del
aspiración a la trascendencia (De rer. A., tales como la simplicidad, la in
nat., V, 2), pero considera el mismo destructibilidad, la unidad, etc., subsis
"espíritu animal” del que se vale para ten. Pero el camino de acceso a la
explicar la sensibilidad, la inteligencia realidad del A. tiene el privilegio de
y también la vida moral del hombre, ser el más cierto, porque posee la cer
aun siendo de naturaleza corpórea y teza del cogito. Con referencia a esta
producido por el semen, como realidad certeza, la de las otras cosas, o sea la
en sí, como "sustancia” (Ibid., V, 10). de las sustancias extensas, resulta se
En cuanto a Hobbes, declara ilegítimo cundaria y derivada, por ser precisa
el paso, formulado por Descartes, de la mente mediata de la conciencia. Ahora
proposición “Yo soy una cosa que pien bien, este planteamiento es el que do
sa”, que es indubitable, a la proposición mina en todas las doctrinas modernas.
"Yo soy una sustancia pensante”, ya Spinoza y Leibniz traducen ei concepto
que no es necesario que la cosa que cartesiano del A. a términos de su con
piensa sea pensamiento, pues puede ser cepto de realidad. Para Spinoza, el A. es
el cuerpo mismo (III Objections, 2). "la idea de una cosa singular existente
La interpretación materialista del A. no en acto” (Eth., II, 11), o sea, la con
niega que sea una "cosa”, es decir, una ciencia correlativa a un cuerpo orgáni
realidad. co. No se puede decir que el A. sea
Por lo que se refiere a la noción de sustancia, porque la sustancia es una
alma en el mundo moderno, el des sola y es Dios. Pero como idea, el A. es
arrollo decisivo se debe a Descartes, en parte del entendimiento divino infini
cuya doctrina la reafirmación de la rea to, es decir, es una manifestación
lidad del A. se une al reconocimiento necesaria de la sustancia divina (Ibid.,
de un privilegiado camino de acceso a II, 9) y por lo tanto es eterna (Ibid., V,
tal realidad. Este camino de acceso es 23). Para Leibniz el alma es una sustan
el pensamiento o, mejor dicho, la con cia espiritual, una mónada que, como un
ciencia (véase). El cogito ergo sum espejo, representa en sí la totalidad del
revela en forma evidente, según Des mundo, pero en sí misma es simple, o
cartes, la sustancia pensante, o sea, sea, sin parte e indivisible (Manad.,
revela "un ser cuya existencia es más § 1, 56). A diferencia de las otras móna
conocida que la de los demás, de mane das, que son los átomos espirituales
ra que puede servir como principio que componen todas las cosas del uni
para conocerlos” (Lett. a Clercelier, en verso (comprendidas las corpóreas), el
Oeuvres, IV, 443). Ahora bien, el cogito A. es espíritu, esto es, razón, en cuanto
comprende "todo lo que está en mí y posee las verdades necesarias y puede,
de lo cual soy inmediatamente cons de tal manera, elevarse a los actos
37
Alma
reflexivos que constituyen los objetos objetos externos, con todo, se parece
principales de nuestros razonamientos mucho y puede llamársele con propie
( Theod., pref.; Manad., §30). Pero se dad sentido interno" (Ibid., II, 1, 4).
trata de una diferencia de grado, más Con esto Locke ha admitido dos cami
que de calidad: el A. es solamente una nos de acceso, paralelos e independien
mónada más activa y perfecta, en la tes, a dos realidades que se presuponen
cual las apercepciones, o sea las percep independientes y paralelas, o sea el
ciones claras y distintas, tienen una cuerpo y el alma. Hume no ha presu
parte mayor frente a las pequeñas per puesto la distinción de estas dos rea
cepciones o percepciores oscuras y con lidades ni, consecuentemente, ha admi
fusas. La doctrina de Leibniz represen tido la distinción entre los dos caminos
ta, de tal manera, una reducción al de acceso respectivos. La realidad sus
límite, en el sentido espiritual, del prin tancial, ya sea de las cosas materiales
cipio cartesiano que daba privilegio a como la del A. o del yo, es una cons
la conciencia. La “psicología racional” trucción ficticia, que toma el principio
de Wolff, que fue objeto específico de de las relaciones de semejanza y de
la crítica de Kant, no es más que la causalidad de las percepciones que exis
expresión sistemática de la doctrina ten entre ellos (Treatise, I, 4, 2 y 6;
de Leibniz. Inq. Conc. Underst., XII, 1). Pero los
A partir de Descartes, el concepto de ingredientes elementales de dichas cons
"conciencia”, o sea de totalidad o mun trucciones, ingredientes que constituyen
do de la experiencia interna, va gra el único dato cierto de la experiencia,
dualmente obteniendo la primacía en están constituidos por impresiones y
el concepto tradicional de A. Ya Des por ideas y, por lo tanto, son suminis
cartes y Leibniz, aun refiriéndose a trados por la experiencia interna o
las determinaciones del A. como sus conciencia. De tal manera, mientras
tancia, acaban por interpretar a su Hume realiza la demolición escéptica
modo la noción de sustancia: la reali de la noción de A. como realidad o
dad que ellos atribuyen al A. es la sustancia, contribuye, en igual medida,
revelada y testimoniada por los actos, al establecimiento de la supremacía
o por el acto fundamental de la con de la conciencia, cuyos datos se reco
ciencia como pensamiento, apercepción, nocen como los únicos elementos cier
etcétera. Locke, que consideraba que tos del conocimiento humano.
"nos es desconocida la sustancia del La rivalidad entre las dos nociones de
espíritu (como, por lo demás, la del cuer A. y de conciencia llega a su punto cul
po) (Essay, II, 23, 30), ha estimado minante en la crítica que Kant formula
cierta, de manera privilegiada, la con a la psicología racional, esto es, a la
ciencia que el hombre tiene de su pro noción de A. en sus atributos tradicio
pia existencia, atribuyéndola a un "co nales de sustancialidad, simplicidad,
nocimiento intuitivo” que no es más unidad y posibilidad de relaciones con
que la conciencia de los propios actos el cuerpo (Crít. R. Pura, Dial, trasc.,
espirituales (Ibid., IV, 9, 3). Por lo de Paralogismos de la razón pura). La
más, Locke ha reconocido en la expe crítica kantiana afirma que toda la psi
riencia interna o reflexión, una de las cología racional se funda en un "para
fuentes del conocimiento y la ha con logismo", o sea en un error formal de
siderado como "la percepción de las razonamiento o en un "equívoco", en
operaciones interiores de nuestra pro el sentido de tomar como objeto de co
pia mente al estar ocupada en las ideas nocimiento, al cual se aplica la catego
que tiene”. Tales operaciones son la ría de sustancia, el “Yo pienso”, que
percepción, pensamiento, duda, creen es simple "conciencia” y que constituye
cia, razonamiento, conocimiento, volun la primera condición del uso mismo de
tad, etc., o sea, por lo general, todas las categorías. "La unidad de la con
las diferentes actividades de nuestra ciencia —dice Kant— que sirve de
propia m ente... de que se tiene con fundamento de las categorías, es toma
ciencia. "Esta fuente de origen de ideas da aquí por intuición del sujeto, tomado
—agrega Locke— la tiene todo hombre como objeto y al que se aplica la cate
en sí mismo; y aunque no es un sen goría de sustancia.” Es necesario obser
tido, ya que no tiene nada que ver con var que la conciencia a que hace refe'
38
Alma
noción tradicional del A. como sus nas, etc., que constituyen una uni
tancia. versidad se preguntara qué es una
El término fue y aún es usado para universidad y dónde tiene su sede.
indicar el conjunto de las experiencias La universidad no es una unidad que
psíquicas, al ser recogidas en una uni se agregue a los organismos o a los
dad. Así lo entendió Wundt ( Logik, II, miembros que la constituyen y que po
pp. 245 ss.), que comprendió el término sea, por lo tanto, una realidad aparte
unidad como unidad de la conciencia. de tales organismos o miembros. De la
Y así lo entiende también Dewey: "En misma manera el A. no tiene realidad
conclusión, se puede afirmar que cuan fuera de las manifestaciones singulares,
do la palabra A. queda libre de todas de los comportamientos particulares su
las huellas del animismo materialista periores que la palabra designa en su
tradicional, denota las cualidades de las conjunto.
actividades psicofísicas en la medida En conclusión, aun antes de esta últi
en que están organizadas en una uni ma condena, la noción tradicional del
dad. Ciertos cuerpos tienen almas en la A. como una especie de realidad en sí,
misma forma destacada y patente en principio y fundamento de los hechos
que otros tienen fragancia, color y soli denominados psíquicos o mentales, ha
dez. .. Decir con énfasis de una persona bía sido abandonada y reducida a la
particular que tiene A. o mucha A. no noción de una unidad funcional o de
es proferir una vulgaridad aplicable por una especie de coordinación y de sín
igual a todos los seres humanos. Es ex tesis entre tales hechos. Pero bajo esta
presar la convicción de que el hombre forma, la noción nos remite a la no
o la mujer en cuestión tiene en alto ción de conciencia (véase).
grado las cualidades propias de capa
cidad de participar sensitiva, rica y Alma bella (gr. xa^tj ipuxfi; franc. belle
coordinadamente en todas las situa áme; alem. schóne Seele). La expre
ciones de la vida. Igualmente tienen sión tiene origen místico. Ya Plotino
A. ciertas obras de arte, musicales, poé hablaba del A. bella, que es el A. que
ticas, pictóricas, arquitectónicas, mien retorna a sí misma o es sí misma
tras que otras son muertas, mecánicas” (Enn., V, 8, 13), recordando quizá a "la
(Experience and Nature, pp. 293 ss.; belleza en las almas” de la que hablaba
trad. esp.; La experiencia y la Natura Platón refiriéndose a la forma de be
leza, México, 1958, F. C. E.). Pero el lleza superior a la belleza corporal
A. en este sentido ya no es "un habi (Conv., 210 b). La expresión se encuen
tante del cuerpo"; designa un conjunto tra más adelante en los místicos es
de capacidades o de posibilidades, de pañoles del siglo xvi. Una expresión
las cuales cada hombre en particular equivalente (Beauty of the Heart) y la
o cada cosa participa más o menos. misma expresión (belle ame) se en
La última crítica a la noción de A. es la cuentran en Shaftesbury y en La nueva
formulada por Ryle (Concept of Mind, Eloísa (1761) de Rousseau, respectiva
1949) que ha bautizado a la concepción mente. Pero en su significación espe
del A. que remonta a Descartes, como cífica, la expresión fue usada por vez
"espectro en la máquina". En realidad primera por Friedrich Schiller para in
la noción es mucho más antigua, según dicar el ideal de un A. no sólo “virtuo
se ha visto, y debe su fuerza, más que sa” (esto es, cuya voluntad se halle
a su capacidad explicativa, a la garan determinada por el deber), sino "gra
tía que otorga o parece otorgar a de ciosa”, en el sentido de que en ella la
terminados valores. Ryle piensa que la sensibilidad concuerde espontáneamen
noción es fruto de un error categorial, te con la ley moral. "Se denomina A.
que considera que los hechos de la vida bella —dice Schiller— aquella en la que
mental pertenecen a un tipo de catego el sentimiento moral ha terminado por
ría (o clase de tipos o categorías) ló asegurarse todas las afecciones del
gica (o semántica) diferente de la cate hombre, al punto de poder abandonar
goría a la que pertenecen. Tal error es sin temor a la sensibilidad la dirección
parecido al que comete la persona de la voluntad, sin correr nunca el
que, luego de haber visitado las aulas, riesgo de hallarse en desacuerdo con
laboratorios, bibliotecas, museos, ofici las decisiones de ésta... Un A. bella
40
Alma del mundo
no tiene más mérito que el de existir. burla, designando la actitud del que
Con facilidad, como si el instinto eli vive satisfecho con su propia y presunta
giera por ella, ejecuta los deberes más perfección moral, ignorando o descono
penosos para la humanidad, y el sacri ciendo los problemas efectivos, las di
ficio más heroico que arranca al ins ficultades y las luchas que dificultan
tinto natural aparece como libre efecto el ejercicio de una actividad- moral efi
de tal instinto” (Werke ["Obras”], ed. caz. Este viraje de apreciación se debe
Karpeles, XI, 202. Cf. Pareyson, L’este- probablemente a Nietzsche, quien en su
tica detiIdealismo tedesco, pp. 239 ss.). Genalogía de la moral (I, § 10) descri
Kant no rechazó resueltamente este bió a los puros de corazón, a las A. be
concepto de Schiller y, aun atenuán llas que se envuelven poéticamente en
dolo, no negó que la virtud pudiese o sus virtudes, como "hombres del resen
debiese estar acorde con la gracia timiento” en quienes vive un subterrá
( Religión, I, obs. nota). Sin embargo, en neo espíritu de venganza contra los que
la Antropología (I, § 67) adoptó la expre encarnan la riqueza y la potencia de
sión A. bella entendiendo como tal, el la vida. Véase r e s e n t i m i e n t o .
"punto central, en torno al cual el jui
cio estético recoge todas sus aprecia (gr. peyáM! tyuxÉ; Iat.
A lm a d e l m u n d o
ciones acerca del placer sensible, en anima mundi; ingl. world-soul; franc.
cuando éste puede unificarse con la ame du monde; alem. Weltseele; ital.
libertad del entendimiento”. El concep anima del mondo). Noción que por lo
to adquirió gran importancia en el ro común se apoya en la cosmología tra
manticismo. Hegel lo adoptó en la Feno dicional, que concibe al mundo como
menología del espíritu (VI, C, c): el "un gran animal”, dotado, por lo tan
A. bella es una conciencia que "vive to, de un A. propia. Así describió Platón
con ansia de empañar con la acción al mundo en el Timeo e imaginó que el
y con el ser la honestidad de su inte demiurgo había construido y distribui
rior”; que al no querer renunciar a su do geométricamente su alma (Tim.,
refinada subjetividad se expresa sólo 34 b). La noción fue adoptada por los
mediante palabras y que, si desea ele estoicos, que identificaron a Dios con
gir, se pierde en absoluta inconsisten el mundo y lo concibieron como “un
cia. Goethe dedica el VI libro de Los animal inmortal, racional, perfecto, in
años de aprendizaje de Wilhelm Meister teligente y feliz" (Dióg. L., VII, 137).
a la "confesión de un A. bella”, y la Para Plotino, el A. del m .ndo es la
hacía hablar así: "Yo no recuerdo nin segunda emanación del Uno o Dios y
guna orden; nada se me aparece bajo procede del Entendimiento, que es la
figura de ley; es un impulso el que me primera emanación y que también pro
guía, siempre justo; yo sigo libremente cede del Uno. El A. universal ve por un
mis disposiciones y sé tan poco de li lado al entendimiento y por el otro
mitaciones como de arrepentimientos.” a las cosas inferiores o materiales que
El A. bella es una de las figuras típicas ordena y gobierna (Enn., V, 1, 2). En la
del romanticismo: la encamación de la escolástica, el A. del mundo es identi
moralidad, no como regla o deber, sino ficada a veces con el Espíritu Santo.
como efusión del corazón o del instinto. Así lo hicieron Abelardo (Theot. Christ.,
Scheler, aun dándose cuenta del deca I, 17) y algunos representantes de la
dentismo de esta noción romántica, Escuela de Chartres, como Bernardo
cree, sin embargo, que “la antigua Silvestre y Teodorico de Chartres. Du
cuestión acerca de la relación entre rante el Renacimiento esta doctrina fue
el A. bella que quiere el deber ser aceptada ñor Giordano Bruno, que con
ideal y que lo realiza no como deber sideró a Dios como el entend^iento
sino por inclinación, y el comporta universal "que es la primera y principal
miento ‘por deber' al que Kant reduce facultad del A. del mundo, que es forma
todo valor moral, se resuelve en el sen universal de él [del mundo mismo]”
tido de que el A. bella no sólo es de (De la causa, III). Fue aceptada en
parecido valor, sino que tiene un valor general por todos los que admitían la
superior” (Formalismus, p. 226). Pero validez de la magia y que, por cierto,
en el uso contemporáneo la expresión constituyeron un gran número (Corne-
ha adquirido un significado irónico y de lio Agripa, Paracelso, Fracastoro, Car-
41
A lm a, p a r te s d e l
A lte rn a c ió n
daño, Campanella, etc.), ya que la A lte rid a d (gr. ¿teootti;; lat. alteritas,
consideraban como la "simpatía univer alietas; ingl. othemess-, franc- altérité-,
sal” entre las cosas del mundo, que el alem. Anderheit; Anderssein; ital. al-
mago utiliza para sus encantamientos teritá). El ser otro, el colocarse o
y para sus acciones milagrosas. Schel- constituirse como otro. La A. es un
ling se sirvió del concepto del A. del concepto más restringido que el de di
mundo (Sobre el A. del mundo, 1798) versidad y más amplio que el de dife
para demostrar la continuidad del mun rencia. La diversidad puede ser, asi
do orgánico y del inorgánico en un mismo, puramente numérica, lo que no
todo que, a su vez, es un organismo sucede con la A. (cf. Aristóteles, Met.,
viviente. Hegel negó, en cambio, el "A. IV, 9, 1018 a 12). Por otro lado, la dife
mundial”, ya que para él, el A. "tiene rencia implica siempre la determinación
su verdad efectiva sólo como indivi en la diversidad (véase d i f e r e n c i a ) , en
dualidad, subjetividad” (Ene., §391). tanto la A. no la implica. Aristóteles
Con el predominio de la ciencia y de la cree que la distinción de un género en
concepción mecánica del mundo, la no diferentes especies y la diferencia de es
ción de A. del mundo resultó inope tas especies en la unidad de un género,
rante por razones obvias. implica una A. inherente al género mis
mo, o' sea, una A. que diferencia al
A lm a , p a r t e s d e l, véase FACULTADES. género y lo hace intrínsecamente dife
rente (Met., X, 8, 1058 a 4ss.). Plotino
Alógico (ingl. alógicat; franc. alogique; utilizó el concepto de A. para señalar
alem. alogisch). 1) Lo mismo que irra la diferencia entre la unidad absoluta
cional. del primer Principio y el entendimiento,
2) Todo lo que no puede ser reducido que es la primera emanación de él;
a un tipo particular de racionalidad o siendo el entendimiento pensante y pen
de lógica. El sustantivo alógico ha sido sado al mismo tiempo, entendimiento
adoptado por Jaspers en este sentido: en cuanto piensa, ente en cuanto es
"En este punto nace una A. racional pensado, se halla marcado por la A.
(vernunftige Atogik), o sea el movi además de la identidad (Enn., V, I,
miento verdadero de la razón que logra 4). Hegel se sirve del mismo concepto
su finalidad solamente quebrando la y en una manera análoga para definir
lógica del entendimiento” (Vernunft la naturaleza con respecto a la Idea,
que es la totalidad racional de la rea
und Existenz ["Razón y existencia”], lidad. La naturaleza es "la idea en la
1933, IV, 2, trad. ital., p. 128). forma de ser otro (Anderssein)". De tal
(gr. aXAoíojai?; ingl. alteration;
A lte ra c ió n manera, es la negación de sí misma y
franc. attération; alem. Alteration-, ital. es exterior a sí misma: de suerte que
alterazione). Según Aristóteles, una de la exterioridad constituye la determi
las formas del cambio, más precisa nación fundamental de la naturaleza
mente la de la categoría de la cua (Ene., §274). Pero más en general pue
lidad : entendiéndose por cualidad no de decirse que, según Hegel, la A. acom
paña al desarrollo dialéctico total de la
solamente la esencial a una sustancia Idea, ya que es inherente al momento
y expresada en la diferencia específi negatiw, que es intrínseco a este des
ca, sino la que una sustancia o realidad arrollo. En efecto, en cuanto se hallan
recibe o padece (Fís., V, 2, 226 a 23 ss.). fuera del ser indeterminado que tiene
En otros términos, la A. es para Aristó como su negación la pura nada, las
teles la adquisición o la pérdida de cua determinaciones negativas de la Idea
lidades accidentales; como, por ejem resultan a su vez algo determinado, o
plo, hallarse ora en buena salud, ora sea, un "ser otro” de aquello mismo
en mala (Met., VIII, 1, 1042 a 36). Este que niegan. "La negación —no ya como
significado de “cambio cualitativo” ha la nada abstracta, sino como un ser
quedado en el uso filosófico de la pala determinado y un algo— es solamente
bra en cuestión, aun cuando no siempre forma para este algo, es un ser otro”
se ha atenido a la limitación aristo (Ene., §91).
télica que excluía de la A. las cualida
des esenciales. A lte rn a c ió n , véase ALTERNATIVA.
42
A lte rn a tiv a , p ro p o s ic ió n
A m b ie n te
(ingl. alterna-
A lte rn a tiv a , p ro p o s ic ió n tra los del Estado. Comte, al igual que
tive proposition; franc. proposition al- todo el romanticismo (véase), obedece
temative; alem. alternative Proposi a la exigencia opuesta, que se afirma
tion). Con este nombre se suele en el valor preminente de la autoridad
indicar, precisamente, la proposición estatal y, por lo tanto, su,ética pres
molecular disyuntiva "p o q” ("por lo cribe pura y simplemente el sacrificio
menos p es verdadero, por lo tanto si del individuo. Así, pues, no debe asom
no es verdadero p es verdadero q"). brarnos que las doctrinas interesadas
Pero a menudo, en uso no muy rigu en la defensa del individuo hayan con
roso, los componentes de la disyuntiva siderado con hostilidad y desprecio a la
molecular se denominan "alternativos”, moral del altruismo. Nietzsche, identi
uno respecto del otro. Parece que la ficando el amor hacia el prójimo con
palabra alternatio, introducida por los el A., lo hace condenar por Zaratustra.
autores latinos para indicar la propo “Vosotros vais hacia el prójimo huyen
sición disyuntiva, proviene del lenguaje do de vosotros mismos y querréis ha
jurídico. G. P. cer de esto una virtud; pero yo leo bien
a través de vuestro A... Vosotros no
(ingl. a ltr u ism ; franc. al-
A ltru is m o sabéis soportaros a vosotros mismos y
truisme; alem. Altruismus; i tal. altruis no os amáis lo bastante: y he aquí que
mo). El término fue creado por Comte, queréis seducir a vuestro prójimo in
en oposición a egoísmo (véase) para duciéndolo al amor y haceros querer
designar la doctrina moral del positi de su amor” (Also sprach Zarathustra,
vismo. En el Catecismo positivista cap. acerca del Amor del prójimo; trad.
(1852) Comte enunció la máxima fun esp.: Así hablaba Zaratustra, Madrid,
damental del A .: vivir para los otros. 1932). En un terreno más objetivo y
Esta máxima, según sostiene Comte, no científico Scheler (Sympathie, II, capí
es contraria a todos los instintos del tulo I; trad. esp.: Esencia y formas de
hombre indistintamente, ya que éste la simpatía, Buenos Aires, 1942, Losada)
posee, junto a los instintos egoístas, ha negado la identificación (presupues
instintos simpatéticos, que la educación ta también por Nietzsche) del A. y el
positivista puede desarrollar gradual amor. Scheler ha observado que los
mente hasta hacerlos predominar sobre actos que se dirigen hacia los demás,
los otros. En efecto, ya las relaciones en cuanto otros, no son siempre nece
domésticas y civiles tienden a contener sariamente "amor”. La envidia, la mal
los instintos personales, cuando éstos dad, la alegría maligna, se refieren
suscitan conflictos entre los diferentes igualmente a los otros en cuanto tales.
individuos, y a promover las inclina Un amor que hace completa abstracción
ciones benévolas que se desarrollan es de sí mismo se apoya en un odio aún
pontáneamente en todos los indivi más primitivo, o sea el odio hacia sí
duos. El término fue inmediatamente mismo. "El hacer abstracción de sí mis
aceptado por Spencer, en los Principios mo, el no poder soportar el coloquio
de psicología (1870-72), quien cree que consigo mismo, son cosas que nada
la antítesis entre egoísmo y A . se halla tienen que ver con el amor.” En reali
destinada a desaparecer con la evolu dad la máxima del A.: "vivir para
ción moral, y hará que la satisfacción los otros”, tomada al pie de la letra,
de lo particular coincida cada vez más haría de todos los hombres medios para
con el bienestar y la felicidad de los un fin que no existe; es, por lo tanto,
demás (Data of Ethics, §46). Como es contraria a uno de los teoremas mejor
evidente, el fundamento de la ética establecidos de la ética moderna (y de
altruista es naturalista, ya que apela la ética en general), o sea aquel que
a los instintos naturales que llevan al afirma que el hombre no debe nunca
individuo hacia los demás y pretende ser considerado como un simple me
promover el desarrollo de tales instin dio, sino que debe tener siempre tam
tos. Su polo opuesto se halla en la ética bién valor de fin.
individualista del siglo xvm, en cuanto A m a b im u s, véase PURPÚREA.
es una ética que reivindica los valores
y los derechos del individuo contra (ingl. environment; franq.
A m b ie n te
los de la sociedad y en particular con- milieir, alem. Mittel). En el significado
43
Ambiente
mar "A.” a la relación sexual ocasional Los griegos vieron en el A. ante lodo
o anónima. En lo que se refiere a los una fuerza unitaria y armonizadora y
usos indicados bajo la letra c) (o sea A. lo entendieron como fundamento del
a objetos inanimados), resulta claro A. sexual, de la concordia política y de
que aquí la palabra "A." se usa para la amistad. Según Aristóteles (Met., I,
designar un deseo de posesión, cuando 4, 984 b 25 ss.), Hesíodo y Parménides
tal deseo adquiere la forma dominante fueron los primeros en sugerir que el
de la pasión. Y en lo que concierne a A. constituye la fuerza que mueve las
los usos indicados bajo la d) (A. a ob cosas y las lleva y las mantiene juntas.
jetos ideales) es también evidente que Empédocles llama A. a la fuerza que
la palabra "A.” indica aquí cierto com mantiene unidos los cuatro elementos,
promiso moral que señala límites y y discordia a la fuerza que los separa:
condiciones a la actividad del indivi el reino del A. es la esfera, la fase
duo. Por fin, en lo que se relaciona culminante del ciclo cósmico, en la
con la e) (A. a la actividad, etc.), la cual todos los elementos quedan liga
palabra "A.” indica un determinado in dos dentro de la más completa armo
terés más o menos dominante, es decir, nía. En esta fase no existen ni el sol, ni
más o menos incorporado en la persona la tierra, ni el mar, porque no hay otra
lidad del individuo, o asimismo una cosa que un tono uniforme, una divini
"pasión". Por lo tanto, pueden consi dad que goza de su soledad (Fr., 27,
derarse como significados propios e irre Diels). Platón nos ha dado el primer
ductibles de la palabra "A.” los usos estudio filosófico del A.: en él se reco
indicados bajo las letras a), b), f), gen y conservan los caracteres del A.
g). Estos usos revelan de inmediato sexual, pero, al mismo tiempo se genera
algunas afinidades de significado, a lizan y se subliman. En primer lugar, el
saber: 1) el A. designa en cada caso A. es conciencia, insuficiencia, necesi
un tipo específico de relaciones huma dad y, a la vez, deseo de conquistar
nas, caracterizado por la solidaridad y conservar aquello que no se posee
y por la concordia entre los individuos (Conv., 200 a ss.). En segundo lugar, el
que de él participan; 2) el deseo, y A. se dirige hacia la belleza, que no es
particularmente el deseo de posesión, otra cosa que el anuncio y la apariencia
no es necesariamente constitutivo del del bien y es, por lo tanto, deseo del
A., ya que si es discutible si entra o no bien (Ibid., 205 e). En tercer lugar, el
en el A. ’.exual, se debe excluir sin A. es deseo de vencer a la muerte (como
más en los significados expuestos en queda demostrado por el instinto de
las letras b), f), g); 3) el carácter generar propio de todos los animales)
específico de la solidaridad y de la con y es, por ello, la rula por la que el ser
cordia constitutivos del A. no puede mortal intenta salvarse de la mortali
determinarse de una vez por todas, ya dad, sin permanecer siempre igual, co
que resulta diferente conforme a las mo es el ser divino, sino dejando tras
formas o las especies diferentes del sí, en vez de lo que envejece y muere,
A., e implica también diferentes gra algo nuevo que se le asemeja {Ibid.,
dos de intimidad, de familiaridad y 208 a, b). En cuarto lugar, Platón dis
de forma emotiva. Por ejemplo, el A. tingue tantas formas del A. como formas
entre hombre y mujer, el A. entre padre de belleza, comenzando por la belleza
e hijo o el existente entre ciudadanos u sensible para terminar con la belleza de
hombres que se consideran como “pró la sabiduría, que es la más alta de to
jimos”, tienen diferentes fases biológi das y cuyo A., la filosofía, es pues el
cas, culturales y sociales y no se pue más noble (Ibid., 210 a ss.). El Fedro es
den reducir a un mismo tipo o forma justo un intento de demostrar la ruta
de solidaridad, de concordia o de co por la que el A. sensible puede resultar
participación emotiva. Por lo tanto, será amor de sabiduría, o sea filosofía, y
necesario tener presente esta diversidad el delirio erótico convertirse en virtud
en la consideración del uso que del tér divina, que aleja al hombre de los mo
mino han hecho los filósofos, ya que, a dos de vida común y lo lleva a la difícil
menudo, este uso se modela en uno búsqueda dialéctica (Fedro, 265 bss.).
o más tipos particulares de experiencia Esta doctrina platónica del A., en la
amorosa. medida en que contiene los elementos
48
Amor
"El Dios de Abraham, de Isaac y de tiene por la gloria, el pobre por el di
Jacob, el Dios de los cristianos, es un nero, el ebrio por el vino, un hombre
Dios de A. y de consolación, es un Dios brutal por una mujer que desea violar,
que llena el alma y el corazón de aque el hombre de honor por el amigo o
llos que Él posee y les hace sentir por la mujer y un buen padre por sus
interiormente la propia miseria y Su hijos, son especies diferentes de A. y,
misericordia infinita” (Pensées, 556, no obstante, similares. Las primeras
Brunschvicg). Pero es dudoso que en son A. sólo de la posesión de los objetos
éste o en textos similares de Pascal a los que se dirige la emoción y no son
pueda verse algo más que la noción A. de los objetos en sí mismos; las
de que Dios es, en primer lugar y otras, en cambio, se dirigen hacia estos
sobre todo, objeto de A. Malebranche, objetos mismos deseándoles el bien
por su parte, afirma que Dios ha creado {Ibid., 82). La amistad tiene también
al mundo "para procurarse un honor esta naturaleza; además la amistad se
digno de Él" (Recherche de la vérité, halla ligada a la estima de la persona
IX) y hace decir al Verbo: "La causa amada, y por ello no se puede tener
de todo, tanto del bien como del mal, amistad por una flor, un pájaro o un
es mi poder... por lo tanto, me debes caballo, sino solamente por los hom
amar sólo a mí, porque sólo yo pro bres {Ibid., 83). Por lo general, si es
duzco en ti los placeres que experimen timamos el objeto del A. menos que
tas por todo lo que sucede en tu cuer a nosotros mismos, sólo tenemos por
po" (Méditations chrétiennes, XII, 5), él un simple afecto {véase); si lo es
palabras que parecen excluir la doctrina timamos como a nosotros mismos senti
de Dios como A. mos amistad y si lo estimamos más que
Son importantes las notas de Des a nosotros mismos sentimos devoción.
cartes en torno al fenómeno del A. lle El principal objeto de esta última es,
vado a la escala humana. "El A. —nos obviamente, Dios, pero también puede
dice— es una emoción del alma, pro dirigirse a la patria, a la ciudad y a
ducida por el movimiento de los espíri cualquier hombre que estimemos mu
tus vitales, que la incita a juntarse cho más que a nosotros mismos {Ibid.,
voluntariamente con los objetos que le 83). La misma línea sigue el análisis
parecen convenientes.” Al ser produci de Hume, según el cual el A. es una
do por los espíritus, el A., que es una emoción indefinible, pero cuyo mecanis
afección y depende del cuerpo, se hace mo puede entenderse. Su causa es siem
diferente del juicio que también induce pre un ser pensante (ya que no se
al alma, en su libre voluntad, a unirse pueden amar objetos inanimados) y el
con las cosas que cree buenas (Pass. mecanismo por el cual esta causa obra
de l'áme, II, 79). El A. se distingue tiene una doble conexión: una conexión
asimismo del deseo, que se dirige hacia de ideas —entre la idea de sí y la
el futuro; el A., en cambio, permite idea del otro ser pensante— y una re
considerarnos súbitamente unidos con lación emotiva entre la emoción del
aquello que amamos "de manera tal A. y la del orgullo (que es la emoción
que imaginamos un todo del que somos que nos pone en relación con nuestro
sólo una parte y del que la cosa amada yo); o entre la emoción del odio v la
es la otra parte” (Ibid., 80). Descartes de la humildad {Diss. on the Passions,
rechaza la distinción medieval entre A. II, 2). Por lo general los escritores del
de concupiscencia y A. de benevolencia siglo x v i i i insisten acerca de la relación
porque, según nos dice, esta distinción del A. con la benevolencia; que es el
se refiere a los efectos del A., pero no rasgo que ya había destacado Aristó
a su esencia; en cuanto nos encontra teles a propósito de la amistad. Leibniz
mos unidos voluntariamente con cual ha expresado en forma bien clara otra
quier objeto, de la naturaleza que sea, noción del A., que sería repetida en
tenemos por él un sentimiento de bene numerosas ocasiones por la literatura
volencia, que es uno de los principales del siglo x v i i i : “Cuando se ama sin
efectos del A. {Ibid., 81). Hay, sin em ceramente a una persona —nos dice
bargo, varias especies de A., referidas (Op. Phil., ed. Erdmann, pp. 789-790)—,
a los diferentes objetos que podemos no se busca el propio beneficio ni un
amar: el A. oue un hombre ambicioso placer separado del de la persona ama-
52
Amor
da, sino que se busca el propio placer por la máxima cristiana "Ama a Dios
en la satisfacción y en la felicidad de sobre todas las cosas y al prójimo como
esta persona y si esta felicidad no a ti mismo”. Según Kant, el A. de Dios
placiera por sí misma sino a causa como inclinación es imposible, porque
de la ventaja que podría resultar para Dios no es un objeto de los sentidos.
nosotros, no se trataría ya de un A. Y un A. semejante hacia los hombres
sincero y puro. Es necesario, pues, que es perfectamente posible, pero no pue
pueda encontrarse un placer inmediato de ser ordenado, ya que nadie puede
en esta felicidad y sentir dolor ante la amar a otro por precepto. "Amar a
infelicidad de la persona amada, ya que Dios” puede significar, por lo tanto,
aquello que da placer inmediato por solamente "seguir voluntariamente sus
sí mismo es también deseado por sí mandatos”, y “amar al prójimo” sola
mismo, pues constituye (al menos en mente "poner en práctica voluntariamen
parte) la finalidad de nuestros propó te todos los deberes hacia él”, pero aquí
sitos y es algo que entra en nuestra la palabra “voluntariamente" expresa
propia felicidad y nos da satisfac que la máxima cristiana no impone
ción.” Esta noción del A., según Leibniz, más que una aspiración a este A. prác
elimina el contraste entre dos verdades, tico, sin que pueda lograrse por parte
o sea entre aquella que enuncia la de los seres finitos. En efecto, sería
imposibilidad de desear cosa alguna inútil y absurdo "mandar” aquello que
aparte de nuestro propio bien y aque se hace "voluntariamente”; por lo tan
lla que dice que no hay A. sino sólo to, el precepto evangélico presenta la
cuando buscamos el bien del objeto intención moral en su perfección total
amado por sí mismo y no en beneficio "como un ideal de santidad que no
nuestro. Según Leibniz, esta noción tie puede lograr ninguna criatura y que,
ne también la ventaja de ser común al sin embargo, constituye el modelo al
A. divino y al A. humano porque expresa cual debemos procurar acercarnos en
todo tipo de A. "no mercenario” como un progreso ininterrumpido, pero infi
es, por ejemplo, la caritas o "benevo nito” (Crit. R. Práct., I, I, cap. 3) {véa
lencia universal” (Op. Phit., p. 218). De se FANATISMO).
esto resulta que en dicho sentido el A. La doctrina de Spinoza presenta dos
puede dirigirse sólo a "aquello que es conceptos del A., en el segundo de los
capaz de placer o de felicidad” ; de tal cuales sería utilizado por los románti
manera no se puede decir, sino metafó cos. En primer lugar, el A como toda
ricamente, que amamos las cosas in otra emoción (affectus) es una afec
animadas que nos placen (Nouv. Ess., ción del alma (passio) y precisamente
II, 20, 4). Afirmaciones de esta natura consiste en la alegría acompañada por
leza son muy frecuentes en los escritores la idea de una causa externa (Eth., III,
del siglo x v i i i . Wolff dice que el A. es 13 esc.). En este sentido se debe decir,
“la disposición del alma para gozar de la hablando propiamente, que Dios “no
felicidad de los demás (Psichol. empíri ama a nadie, ni tiene odio a nadie.
ca, §633). Y Vauvenargues afirma: "El Pues Dios no es afectado pr ningún afec
A. es complacerse en el objeto amado. to" {Ibid., V, 17 corol.). Pero existe
Amar una cosa significa complacerse en además un "A. intelectual de Dios" que
su posesión, en su gracia, en su aumen es la concepción de todas "las cosas
to, temer su privación, sus decaimien como contenidas en Dios y como nece
tos, etc.” (De Vesprit humain, §24). sidad de la naturaleza divina... bajo
Ninguno de los escritores del si la especie de la eternidad... y sus
glo x v i i i pone en duda el fundamento ideas implican la esencia eterna e in
sensible del A., fundamento que lo finita de Dios” {Ibid., V, 29 scol., 32
diferencia de la amistad. Así, por corol.). Este A. intelectual es el único
ejemplo, dice Vauvenargues: "En la eterno y es aquel con el cual Dios se
amistad, el espíritu es el órgano del ama a sí mismo, ya que el A. intelec
sentimiento, en el A. son los sentidos” tual de la mente hacia Dios es parte
(Ibid., 36). Y Kant parece admitir este del A. infinito con el cual Dios se ama
supuesto al distinguir con precisión el a sí mismo. "De aquí se sigue —dice
A. sensible o "patológico” del A. "prác Spinoza— que Dios, en cuanto se ama
tico” o sea moral, que está dirigido a sí mismo, ama a los hombres y, por
53
Amor
no”. Son recíprocamente independientes gar a vicisitudes interiores que nos com
sólo en cuanto "pueden morir”. El A. es placemos en seguir en detalle, exage
superior a todas las oposiciones y a rando su valor y su importancia. Forma
toda multiplicidad. Estas notas román parte también del A. romántico, ya que
ticas vuelven a aparecer en las obras su propio objeto es lo infinito, o mejor,
de madurez de Hegel. “El A. —nos la infinita unidad e identidad, la insis
dice— expresa en general la conciencia tencia del A. como aspiración, deseo o
de mi unidad con otro, y de tal manera anhelo, que en vez de encontrar satis
yo, por mí mismo, no me encuentro facción en el acto sexual, teme dismi
aislado, sino que mi autoconciencia se nuirse o debilitarse por este acto y
afirma sólo como renuncia a mi ser tiende a evitarlo. La "lejanía” es con
para sí y a través de saberme como la siderada por los románticos como un
unidad de mí con otro o del otro con medio que favorece los sueños volup
migo” (Fil. del der., § 158, adición). “La tuosos; por lo tanto, el A. romántico
verdadera esencia del A. —dice toda se enfría por lo general ante la presen
vía Hegel en sus Lecciones de estéti cia del objeto amado.
ca— consiste en abandonar la concien Pero la concepción romántica del A.
cia de sí, en el olvidarse en otro de se encuentra también en filosofías y
uno mismo y, aún más, en el reencon direcciones diferentes del romanticis
trarse y poseerse verdaderamente en mo o por lo menos que no comparten
este olvido’ ( Vortes. über die Aesthetik, todos sus caracteres. Schopenhauer dis
ed. Glockner, II, p. 149). El A. es tingue con precisión el A. sexual (?oa>;)
"identificación del sujeto con otra per y el A. puro (áyajiri). El A. sexual es
sona” ; es "el sentimiento por el que simplemente la emoción de la que se
dos seres no existen más que en una sirve el "genio de la especie” para favo
unidad perfecta y ponen en esta iden recer la obra oscura y problemática de
tidad toda su alma y el mundo entero” la propagación de la especie (Metaf. del
(Ibid., p. 178). “Esta renuncia a sí mis A. sexual). Pero el "genio de la especie”
mo para identificarse con otro, este no es más que la ciega, maligna y de
abandono en el cual el sujeto encuen sesperada "voluntad de vivir”, que cons
tra todavía la plenitud de su ser, cons tituye la sustancia del universo, su
tituye el carácter infinito del A." (Ibid., "nóumeno”. El A. sexual es, pues, sólo
p. 179). Desde este punto de vista, He la manifestación en forma fenoménica
gel dice también que la muerte de y, por lo tanto, bajo la apai.encía de la
Cristo es "el A. más alto”, en el sen diversidad y de la multiplicidad de los
tido de que expresa "la identidad de seres vivientes, de la única fuerza que
lo divino y de lo humano” ; y es así rige al mundo. En cuanto al A. puro
"la intuición de la unidad en su grado no es más que compasión, y ésta es el
absoluto, la más alta intuición del A.” conocimiento del dolor de los demás.
(Phil. der Religión ["Filosofía de la Pero el dolor de los demás es también
religión”], ed. Glockner, II, p. 304). Esta el dolor del mundo, el dolor de la mis
noción romántica que ve en el A. la ma voluntad de vida dividida en sí
totalidad de la vida y del universo bajo misma y luchando contra sí misma en
la forma de un “sentimiento infinito” sus manifestaciones fenoménicas, más
que es fin en sí mismo, se vuelve a allá de las cuales el A. como compa
encontrar en toda la tradición literaria sión es la percepción de la unidad fun
del Romanticismo y especialmente en damental (Die Welt, I, §67). De tal
la narrativa, comenzando por la Lucin manera, en la teoría de Schopenhauer
da de Schlegel. Puede decirse que esta persiste la noción romántica del A. co
misma noción ha penetrado también mo sentimiento de la unidad cósmica.
en el estilo y en la vida de los pueblos Y también subsiste en el análisis de
occidentales hasta nuestros días; aún uno de sus discípulos, Eduard von Hart-
feoy el adjetivo "romántico” parece ser mann, quien la hace más explícita al
el más apto para definir la naturaleza afirmar que el A. es la identificación del
de un sentimiento exaltado y que tiende amante y del amado; una especie de
a hacerse infinito, en el cual el aspecto ensanchamiento del egoísmo mediante
espiritual y el aspecto sensual se entre la absorción de un yo por parte del otro
lazan y limitan mutuamente, dando lu yo, por lo que el sentido más profundo
55
Amor
J
Amor
de buscar el existir para el otro como como una realidad garantizada por el
objeto-límite, como mundo o totalidad A., resulta en Sartre un proyecto inevi
infinita, buscaré hacerme tratar como tablemente destinado al descalabro. El
un objeto entre los otros, como un ins de Sartre es un romanticismo desilu
trumento que utilizar, en una palabra, sionado y conocedor de su quiebra.
como una cosa. Se tendrá entonces la Sin embargo, en la filosofía contem
actitud masoquista. Pero el masoquis poránea resulta evidente la tendencia
mo es y debe ser un descalabro porque antirromántica tendiente a quitarle al
se tendrá que querer convertir en un A. el carácter de infinitud, o sea, a
simple instrumento inanimado, una co quitarle su naturaleza "cósmica” o "di
sa humilde, ridicula u obscena; se vina” y a circunscribirlo dentro de
deberá, precisamente, quererlo o sea límites más restringidos y precisos.
valer, a esta finalidad, como subjeti Russell ha sacado a luz la fragilidad
vidad libre (Ibid., pp. 346-47). No existe, del A. romántico que pretende ser la
por lo tanto, salvación en el A.: el totalidad de la vida y que, en cambio,
conflicto y el descalabro le son intrín se dirige rápidamente al encuentro del
secamente necesarios. Por lo demás, agotamiento y de la quiebra. “El A. —ha
Sartre ve un conflicto análogo también dicho— es aquello que da valor intrín
en el simple deseo sexual, cuyo "ideal seco a un matrimonio y, como el arte
imposible” define así: "Poseer la tras y el pensamiento, es una de las cosas
cendencia del otro como pura trascen supremas que hacen que la vida sea
dencia y, sin embargo, como cuerpo: digna de ser vivida. Pero si bien no
reducir al otro a la simple facticidad, hay un buen matrimonio sin A., los
porque él está entonces en medio de mi mejores matrimonios tienen una fina
mundo, pero hacer que esta factici lidad que se encuentra fuera del A.
dad sea una representación perpetua El A. recíproco de dos personas es muy
de su trascendencia nulificadora” (Ibid ., circunscrito, muy separado de la comu
pp. 463-64). Y así como el A. puede nidad para ser, por sí mismo, la finali
tender al masoquismo como hacia una dad principal de una buena vida. En sí
ilusoria solución de su conflicto, así el mismo no es una fuente suficiente de
deseo sexual tiende al sadismo, o sea actividad, no es lo suficientemente pros
a la falta de reciprocidad de las rela pectivo como para constituir una exis
ciones sexuales, al goce de ser "poten tencia en la que encontrar una satis
cia posesi i y libre en las relaciones de facción última. Más temprano o más
una libertad aprisionada por la carne” tarde, resulta retrospectivo, es una tum
{Ibid., p. 469). No hay duda de que el ba de alegrías muertas, no es una fuen
análisis de Sartre, asaz rico en suges te de nueva vida. Este mal es inse
tiones y referencias, representa un parable de cada fin que sólo pueda
examen sin prejuicios de ciertas for lograrse por una única emoción supre
mas que el A. puede adquirir y ad ma. Las únicas finalidades adecuadas
quiere, y de los conflictos inherentes a son aquellas que insisten y se proyectan
ellas. Pero se trata de las formas del hacia el futuro, que no pueden ser nun
A. romántico y de sus degeneraciones. ca plenamente logradas, sino que se
El A. del que habla Sartre es el proyecto encuentran siempre in crescendo e in
de la fusión absoluta entre dos infinitos, finitas como la infinitud de la búsqueda
y dos infinitos no pueden más que humana. Sólo cuando el A. se encuen
excluirse y contradecirse. Para Sartre, tra ligado a cualquier finalidad infinita
querer ser amado significa ser la tota de esta naturaleza, puede tener la se
lidad del ser, el fundamento de los riedad y la profundidad de que es
valores, el todo y el infinito: o sea el capaz" {Principies of Social Recon-
mundo o Dios mismo. Y el otro, el ama struction, p. 192). Esto no niega el
do, debería ser un sujeto igualmente A., sino que vuelve a conducir a los
absoluto e infinito, capaz de dar ca límites que lo definen. "Un hombre
rácter de absoluto e infinito a quien —dice todavía Russell— que no haya
lo ama. Los supuestos románticos de nunca visto las cosas bellas en compa
esta impostación resultan evidentes. La ñía de la mujer amada, no ha conocido
unidad absoluta e infinita que el roman en su plenitud el mágico poder que
ticismo clásico postulaba ingenuamente tales cosas poseen. Por lo demás, el
60
Amor
Analysis situs
A n a m n e s is
nos naturales bajo la guía de sus co trico, de palancas perfectas, de gases
nexiones determinantes. ideales, etc. Cada modelo constituye
La lógica y la metodología de la cien un ejemplo de A. en el primer sentido,
cia del siglo xix mostraron desconfian porque lo característico de un modelo
za frente a la A., considerándola por lo es reproducir, entre los propios elemen
general como una extensión de la gene tos, las mismas relaciones de los ele
ralización inductiva que va más allá de mentos de la situación real. Pero los
los lím ites en que ofrece garantía físicos hablan también actualmente de
de verdad. Stuart Mili consideró el A. como de condiciones o de elemento
razonamiento por A. como “una infe integrante de las hipótesis y de las teo
rencia de que lo que es verdadero para rías científicas. Según esta dirección,
un caso determinado es también ver la A. entra en la constitución de una
dadero para un caso en cierta manera hipótesis en cuanto "las proposiciones
semejante, pero no exactamente para de una hipótesis deben ser análogas a
lelo, o sea no similar en todas las cir algunas leyes conocidas”, en este sen
cunstancias materiales. Un objeto tiene tido, la A. no es sólo una ayuda para
la propiedad b ; otro objeto no tiene la la formulación de una teoría, sino que
propiedad b, pero es similar al primero resulta parte integrante de ella. “Con
en una propiedad a que no está ligada siderar la A. como una ayuda para las
con b ; la A. llevará a la conclusión teorías es tan absurdo como considerar
de que este objeto tiene también la la melodía como una ayuda para la
propiedad b. Se dice, por ejemplo, que composición de una sonata. Si la satis
los planetas están habitados porque la facción de las leyes de la armonía y los
tierra está habitada". Según S tu art principios formales de desarrollo fueran
Mili, este modo de argumentar sólo todo lo que se exige para componer mú
puede aumentar, en grado no determi- sica, todos seríamos grandes composito
nable, pero en todo caso muy modesto, res; pero es la ausencia del sentido
la probabilidad de la conclusión; mas melódico lo que nos impide lograr exce
en compensación puede dar lugar a lencia musical por el simple medio de
muchas falacias (Log., V, 5, 6 ). adquirir un manual de música” (N. R.
Pero la lógica y la metodología de Campbell, Physics: The Elements, 1920,
nuestro siglo son mucho menos des p. 130). Por lo tanto, la A. correspon
confiadas con referencia a la A., quizás dería en la física a lo que es el sentido
porque la vuelven a llevar al primer musical en la música; garantizaría la
significado, o sea, a igualdad de rela adecuación de una hipótesis científica
ciones. Por ejemplo, uno de los proce a las uniformidades expresadas o formu
dimientos analógicos consiste en la ladas por las leyes.
creación de símbolos que tengan una
semejanza mayor o menor con las si Analysis situs, véase TOPOLOGÍA.
tuaciones reales, y cuyas relaciones pro
duzcan las inherentes a los elementos (gr. ávánvr)oi?; ingl. reminis-
A n a m n e s is
de tales situaciones. Tales símbolos re cence; franc. réminiscence; alem. Re-
sultan alguna vez modelos mecánicos, o miniscenz; ital. anamnesi). El mito de
sea diseños, esquemas o máquinas que la A. fue expuesto por Platón en el
reproducen las lalaciones en que me Menón, como antítesis y corrección del
dian elementos reales; tales son, por “principio heurístico”, de que no es po
ejemplo, los modelos del sistema solar, sible al hombre investigar lo que sabe
de la estructura del átomo, del sistema ni lo que no sabe, ya que sería inútil
nervioso, etc. Otras veces tales modelos investigar lo que se sabe e imposible in
se obtienen mediante el denominado vestigar cuando no se sabe qué investi
proceso de extrapolación, que consiste gar. A este discurso que “puede ha
en llevar al límite el comportamiento cemos perezosos y resulta grato a los
de un conjunto de casos ordenados en flemáticos”, opuso Platón el mito según
serie, en la que se suponen eliminadas el cual el alma es inmortal y, por lo
gradualmente las influencias perturba tanto, ha nacido y renacido en muchas
doras. Así, por ejemplo, se habla de ocasiones, de modo que lo ha visto todo,
velocidad infinita o de velocidad cero, sea en este mundo o en otro, por lo que,
de masas reducidas a un punto geomé- en determinadas circunstancias, puede
71
A nanquism o
A n a rq u is m o
recordar lo que sabía al principio. "Ya Por lo tanto, hay luz. 2) Si es de día
que toda la naturaleza es similar y el hay luz. No hay luz. Por lo tanto, no es
alma ha aprehendido todo, nada impide de día. 3) Si no es día es noche. Es día.
que recuerde una sola cosa (que es, por Por lo tanto, no es noche. 4) O es día o
lo demás, lo que se llama ‘aprender’), es noche. Es día. Por lo tanto, no es
encuentre en sí todo lo demás si tiene noche. 5) O es día o es noche. No es no
valor y no se cansa en la búsqueda, ya che. Por lo tanto, es día (Hip. Pirr., II,
que buscar y aprender no son más que 157-58; Dióg. L., VII, 80). Adoptando es
reminiscencia” (Men., 80e-81e). Croce tos razonamientos como fundamento de
ha llamado A. al proceso del conoci la dialéctica, esto es, del arte mismo
miento histórico, ya que su sujeto, el de razonar, los estoicos redujeron al
Espíritu absoluto, no tiene otra cosa razonamiento A. hipotético o disyunti
que hacer sino recordar o hacer retor vo, que tiene siempre dos términos, toda
nar aquello que se encuentra en él; y otra especie de razonamiento, negando
las fuentes de la historia (documentos implícitamente que tuviera valor au
y restos) no tienen para el caso más tónomo el razonamiento demostrativo
que esta función de llamada al recuerdo de tres términos, o sea el silogismo
(Teoría e storia della storiografia, 1917, aristotélico.
pp. 12 ss.; La storia come pensiero e Leibniz usó como sinónimo de este
come azione, 1938, p. 6 ; trad. esp.: La término el de asilogístico, para indicar
historia como hazaña de la libertad, un tipo de razonamiento no silogísti
México, 1960, F. C. E., pp. 11-12). co. “Es necesario saber —nos dice—
que existen consecuencias asilogísticas
A n a n q u is m o (ingl. anankism). Término buenas, que no se podrían demostrar
usado por Peirce para indicar el prin en rigor mediante un silogismo sin cam
cipio de la necesidad absoluta en la biar un poco los términos y este mismo
evolución del mundo (Chance, Lcrve cambio de los términos hace que la con
and Logic, II, 5; trad. ital., p. 201). secuencia sea asilogística." Por ejem
plo: “Jesucristo es Dios; por lo tanto, la
Anapodíctico (gr. ávajioSEÍxxiCoc;); lat. madre de Jesucristo es la madre de
in dim ostrativus; ingl. an a p o d tictic; Dios”, o bien "Si David es el padre
franc. anapodictique; alem. anapodik- de Salomón, Salomón es el hijo de
tisch; ital. anapodittico). Literalmente: David” (Nouv. Ess., IV, 17, 4).
no demostrable. Aristóteles denominó
así a las primeras premisas del silo Anarquismo (ingl. anarchism\ franc.
gismo, que llamaba asimismo inmedia anarchisme-, alem. Anarchismus; ital.
tas (É t. Nic., VI, 12, 1 143 b 12; An anarchismo). Doctrina que postula al
post., I, 2, 72 b 27 ss.). Pero la teoría de individuo como única realidad, que, por
los razonamientos apodícticos fue des lo tanto, debe ser absolutamente libre,
arrollada por los estoicos precisamente de modo que toda constricción ejer
en contraste con la teoría silogística de cida sobre él es ilegítima; de donde
Aristóteles. En tanto que los silogis resulta la ilegitimidad del Estado. El
mos y razonamientos apodícticos sacan nacimiento del A. se suele atribuir a
de premisas evidentes una conclusión Proudhon (1809-65), cuya principal pre
no evidente, los razonamientos anapo- ocupación fue la de demostrar que la
dícticos tienen una conclusión evidente justicia no puede ser impuesta al indi
y constituyen la base de todos los otros viduo y es, en cambio, una facultad del
razonamientos, que siempre pueden re yo individual, que, sin salir de su fuero
ducirse a ellos (Sexto E., Hip. Pirr., II, interior, siente la dignidad de la perso
156; cf. Cicer., Tóp., 56-57). Los estoicos na del prójimo como la de su misma
enumeraban cinco tipos fundamentales persona y, por lo tanto, se ajusta a la
de razonamientos anapodícticos y creían realidad colectiva, aun conservando su
que podían reducir a ellos todos los de individualidad (La justicia en la revolu
más, de donde Sexto Empírico deduce ción y en la Iglesia, 1858). Proudhon
que si se eliminaran, toda la dialéctica quería que el Estado se redujera a la
quedaría destruida. He aquí la manera reunión de grupos, formados cada uno
de ejemplificar tales tipos fundamenta por el ejercicio de una función especial
les: 1) Si es de día hay luz. Es de día. y luego reunidos bajo una ley común y
72
A n fib o lia
A n g u s tia
an idéntico interés (Justice, I, p. 481). hecho de que una frase sea expuesta
Este ideal presupone la abolición de la en forma ambigua por su defectuosa
propiedad privada, que en un célebre construcción gramatical. El término A.
escrito ¿Qué es la propiedad? (1840) de ha sido entendido, por lo general, como
finía como un "hurto”. En el dominio una palabra que significa dos o más
de la filosofía, el más importante teó cosas (Sexto Empírico, Hip. Pirr., II,
rico del A. fue Max Stimer (seudónimo 256). En Kant, el término A. es usado
de Kaspar Schmidt, 1806-56), autor de en la expresión "A. de los conceptos de
una obra intitulada Der einzige und reflexión", para indicar el equívoco que
sein Eigentum (1845); trad. esp.: El nace de la confusión entre el uso em
único y su propiedad, Madrid, 1901. pírico intelectual y el uso trascendental
La tesis fundamental de Stimer es que de los conceptos de reflexión, tales
el individuo es la única realidad y el como "unidad” y "multiplicidad”, "ma
único valor y, por lo tanto, la medida teria” y "forma”, y similares (Crítica
de todo. Subordinarlo a Dios, a la hu R. Pura, An. de los Principios, Apén
manidad, al Estado, al espíritu, a un dice). G. P.
ideal cualquiera, así sea el mismo ideal
del hombre, es imposible, ya que todo A n fib o lo g ía , véase ANFIBOLIA.
esto es diferente y opuesto al yo sin
gular; es un espectro del que acaba A ngeles (gr. &yyeloi; lat. angelí; ingl.
por resultar esclavo. Desde este punto angets; franc. unges; alem. Engels).
de vista, la única forma de conviven La teología cristiana dio este nombre a
cia social es la de una asociación pri las "criaturas incorpóreas”, admitidas
vada de toda jerarquía en la cual el por el neoplatonismo, que sirven de inter
individuo entra para m ultiplicar su mediarias entre Dios y las criaturas cor
fuerza y que para él es sólo un medio. póreas (véase dios ). La fuente de la ange-
Esta forma de asociación puede nacer lología medieval es el escrito del seudo
solamente de la disolución de la socie Dionisio Areopagita acerca De la jerar
dad actual; y es, para el hombre, el quía celeste (sec. V). La jerarquía celes
estado de naturaleza, que puede ser sólo te está formada por nueve órdenes de Á.
el resultado de una insurrección que agrupados en tríadas. La primera tría
logre abolir toda constitución estatal. da es la de los serafines, los querubines
Los anarquistas rusos destacaron más y los tronos; la segunda es la de las
adelante el carácter revolucionario del dominaciones, las virtudes y las potes
A. El principal de ellos fue Mijail Ba- tades ; la tercera es la de los principa
kunin (1814-96), autor de numerosos es dos, los arcángeles y los ángeles. Esta
critos entre los que se cuenta el inti doctrina fue aceptada por Santo Tomás
tulado Dios y el Estado (1871) en el (S. Th., I, q. 108, a. 2); y adoptada por
cual afirma la necesidad de destruir Dante en su Paraíso.
todas las leyes, las instituciones y las
creencias existentes. La tesis anarquis Angustia (ingl. dread, anxiety; franc.
ta de la neta y radical oposición entre angoisse; alem. Angst). En su signifi
todos los órdenes políticos y sociales cado filosófico, o sea como actitud del
existentes, considerados como el mal hombre frente a su situación en el
mismo, y el nuevo orden libertario del mundo, el término fue introducido por
porvenir, considerado como el bien to Kierkegaard en su Concepto de la A.
tal, ha sido presentado de nuevo por (Begrebet Angst, 1844). La raíz de la
G. Landauer (Die Revotution, 1923; cf. A. es la existencia como posibilidad
K. Mannheim, Ideologie und Utapie, (véase e x ist e n c ia ). A diferencia del
1929, IV, § 1; trad. esp.: Ideología y uto temor y de otros estados análogos que
pía, 1941) se refieren siempre a algo determinado,
la A. no se refiere a nada preciso: es el
(gr. áncpifloÁía; lat. amphibo-
A n fib o lia puro sentim iento de la posibilidad.
lia; ingl. amphiboly; franc. amphibolie; El hombre vive, en el mundo, de posi
alem. Amphibolie). Aristóteles (El Sof., bilidades, ya que la posibilidad es la
4, 166 a) dio este nombre a uno de los dimensión del futuro y el hombre vive
sofismas in dictione, más precisamente proyectado de continuo hacia el futuro.
a la falacia (véase) que resulta del Pero las posibilidades que se presentan
73
Angustia
75
A n o m ia
A n tig u o s y m o d e rn o s
(ingl. anomy; franc. anomie;
A n o m ia sofos usan A. en sentido peyorativo, para
alem. Anomie). Término moderno, usa indicar una hipótesis gratuita, no con
do preferentem ente por sociólogos firmada por la experiencia (Nov. Org.,
(Durkheim, por ejemplo) para indicar I, 26). En Kant las Antizipationen der
la ausencia o deficiencia de organiza Wahrnehmung (“A. de la percepción")
ciones sociales y, por lo tanto, de reglas designan el segundo grupo de princi
que aseguren la uniform idad de los pios sintéticos a priori del entendimien
acontecimientos sociales. to, que dependen de la regla a priori
de que, "en todos los fenómenos, el
A n o rm a lid a d (ingl. abnormdlity; franc. objeto real de la sensación tiene una
anorm alité; alem. Unregelmassigheit; cantidad intensiva, o sea un grado”
ital. anormalita). Lo contrario a una Véase concepto . G. P.
norma y que, por lo tanto, se sustrae,
en alguna medida, a la función o al Antífasis (gr. úvxícpaai;). En Aristóteles
fin que la norma tiende a garantizar (An. Post., 72 a 12-14, passim), significa
o a lograr. El término tiene un signi “contradicción”, esto es, "una oposición
ficado diferente que el de anomalía (entre dos enunciados) que excluye todo
(véase), ya que ésta no siempre cons camino intermedio". Así, pues, el silo
tituye una anormalidad. La anomalía gismo por A. es, para Aristóteles, el
es una variante imprevista, un caso que concluye en una contradicción. En
que se aleja de la uniformidad reco la lógica estoica es el razonamiento
nocida; puede o no puede ser una que concluye en un dilema, como "es
anormalidad. Por ejemplo, un órgano de día o bien no es de día" (en cam
anómalo es anormal sólo en el caso de bio, en Aristóteles: "si es día, entonces
no hallarse en situación de cumplir con no es día”). G. P.
la función que le es propia. Véase pato
lógico. (ingl. ancients and
A n tig u o s y m o d e rn o s
módem s; franc. anciens et modemes;
(ingl. antecedent; franc.
A n te c e d e n te ital. antichi e modemi). La disputa
antécédent; alem. Antezedens). En lógi acerca de la superioridad de los A. o
ca, el primer término de una conse de los modernos comenzó en el si
cuencia (véase). G. P. glo xvn y se prolongó durante mucho
(lat. antepraedica-
A n te p re d ic a m e n to s
tiempo. Nacida en Italia con los Pen-
menta; ingi. antepredicament; franc. sieri diversi (1620) de Alessandro Tas-
anteprédicam ent; alem. Anteprddica- soni, se desarrolló principalmente en
ment). En la Edad Media se designaba Francia e Inglaterra y versó sustancial
a menudo con el nombre de A. la Isago mente en tomo al concepto de la his
ge a las Categorías de Porfirio. Por lo toria como progreso. La noción de
demás, la misma palabra se aplicaba, progreso, a su vez, tiene su origen pre
naturalmente, a las quinqué voces (o cisamente en esta disputa y especial
categorías de la lógica) tratadas preci mente en el Diálogo de tos muertos
samente en la Isagoge-, género (véase), (1683) de Fontenelle. El concepto ela
especie (véase), diferencia (véase), pro borado en tales discusiones había sido
pio (véase), accidente (véase). G. P. ya expuesto por Giordano Bruno al
afirmar que “nosotros somos más vie
A n tic ip a c ió n (gr. nQÓA.Titpi;; lat. atltici- jos y tenemos más edad que nuestros
patio-, ingl. anticipation-, franc. anticipa- predecesores”, porque el juicio se ma
tion-, alem. Anticipation; ital. antici- dura con el tiempo (Cena delle ceneri,
pazione). Los lógicos estoicos y epicú en "Op. It.". I, 31-32); concepto que
reos designaban con este término los Bacon había expresado a su vez con el
conceptos generales (de género y es lema veritas filia temporis, tomado de
pecie) en cuanto permitían a la mente Aulo Gelio (Nocí. Att., XII, 11): "La
"anticipar” los datos de la experiencia antigüedad —decía Bacon— fue antigua
(Dióg. L., VII, 1, 54). En la filosofía y mayor con referencia a nosotros, pero
moderna, y siguiendo las huellas de la nueva y menor con referencia al mun
polémica epicúrea contra el papel asig do; y precisamente de la misma mane
nado por los estoicos a la A. en el co ra que podemos esperar mucho mayor
nocimiento, Francis Bacon y otros filó conocimiento de las cosas humanas y
76
’l
Antihistoricismo
Antinomias
mayor madurez de juicio en un hombre (ingl. antilogism; franc. an-
A n tilo g is m o
anciano que en un joven —por la expe tilogisme; alem. Antilogismus). Térmi
riencia y el gran número de cosas que no acuñado con palabras griegas (ávxí,
ha visto, oído y pensado—, asimismo de "contra” y /.Ó7 0 ;, "razón”) e introducido
nuestra edad (si tuviera conciencia para indicar actitudes filosóficas hos
de sus fuerzas y quisiera darse a la tiles a la razón discursiva.
experimentación y a la comprensión)
sería justo esperar un mayor número A n tim e ta fís ic o (ingl. antim etaphysic;
de cosas que de los tiempos A., ya franc. antimétaphysique; alem. Anti-
que para el mundo ésta es la mayor metaphysik). Término usado por los
edad, ayudada y enriquecida por infi modernos para indicar una actitud o
nitos experimentos y observaciones” una dirección de pensamiento contra
( Nov. Org., I, 84). Este concepto, repeti ria a las pretensiones de la metafísica
do por Fontenelle, fue el primer núcleo clásica y que, por tanto, rehúsa admi
de la noción de progreso (véase). (Acer tir la validez de una búsqueda que esté
ca de la disputa de A. y modernos, más allá de los confines de la experien
cf. Rigault, Histoire de la querelle des cia y se base en afirmaciones no veri-
Anciens et des Modernes, 1856; J. B. ficables en términos de experiencia.
Bury, The Idea of Progress, 1932, Véase m eta físic a .
cap. IV).
(ingl. antinomies; franc.anti
A n tin o m ia s
(ingl. antihistoricism;
A n tih is to ric is m o no mies ; alem. Antinómica; ital. antino
franc. anlihistoricisme; alem. Antihis- rnie). Con este término, o con el de
toricismus). Término adoptado sobre paradojas, se denominan las contradic
todo por Croce para designar a la ‘Ilus ciones que inician el uso de la noción
tración’ que como "racionalismo abs de todos en la matemática y en la
tracto” consideraba "la realidad dividi lógica. Las A. en este sentido no eran
da en superhistoria e historia, en un ignoradas por la Antigüedad, pues for
mundo de ideas o de valores y en maban parte de los razonamientos inso
un bajo mundo que los refleja, o los lubles o convertibles, en los que se
ha reflejado hasta aquí, de modo fu complacían los megáricos y los estoi
gaz e imperfecto, al que será conve cos y que, a veces, fueron llamados
niente imponerlos de una vez, haciendo también dilemas (véase d ilem a ). Tales
que a la historia imperfecta o a la his razonamientos son tratados en las co
toria sin más, suceda una realidad ra lecciones de lnsolubilia o de Obliga
cional perfecta” (La storia, p. 51; trad. toria, durante la tardía escolástica, y
esp.: La historia como hazaña de la el más famoso de ellos es el embustero
libertad, México, 1960, F. C. E., p. 53). que ya recordaba Cicerón: “Si tú di
Desde este punto de vista, son "anti ces que mientes, o dices la verdad y
históricas” todas las doctrinas que dis entonces mientes, o mientes y entonces
tinguen lo que es de lo que debe ser y dices la verdad” (Acad., IV, 29, 96; trad.
que, por lo tanto, no admiten la iden esp.: Cuestiones académicas, México,
tificación hegeliana de realidad y racio 1944, F. C. E.). Esta paradoja era dis
nalidad. En realidad, la Ilustración no cutida por Occam en el siglo xiv
es "antihistoricismo” sino más bien (Summa Log., III, 38). En la lógica
"antitradicionalismo”, en cuanto cons contemporánea, la primera contradic
tituyó la primera y más radical conde ción de tal naturaleza fue sacada a
na de la tradición como portadora y luz por Burali Forti en 1897, se refería
garantía de verdad. Véase ilu st r a c ió n ;a la serie de los números ordinales
tradición . si la serie de todos los números ordi
A n tilo g ía (gr. ávxdoYla; ingl. antilogy; nales tiene un número ordinal, por
franc. antitogie; alem. Antilogie). Con ejemplo, co, también co será un número
tradicción (véase). A veces, el término ordinal, ya que la serie de todos los
equivale a disputa o a arte de la dispu números ordinales tendrá el número
ta, porque ésta consiste en oponer un m f 1 , más grande que to y co no será
argumento a otro. Antilógicos fue el tí el número ordinal de todos los ordina
tulo de una obra de Protágoras (Dióg. les ("Una questione sui numeri trans-
L., III, 37). finiti”, en Rend. del Circoto Matemático
77
Antinomias
dos son las suministradas por una va grados tendía a eliminar (acerca de
riable aparente que se halla en lugar tales críticas, cf. A. Church, Introduc-
de una función proposicional de grado tion to Mathematical Logic, §59, 588).
uno, y así sucesivamente. De tal ma El propio Bertrand Russell, en la In
nera, se establece la regla de que no se troducción a la segunda edición de los
pueden tratar en el mismo plano pro Principia Mathematica (1925), recomen
posiciones sacadas de funciones de gra dó el abandono del axioma de reduci
do diferente. Por ejemplo, la A. del bilidad.
embustero depende del hecho de que Ramsey propuso, entonces, una divi
la frase "yo miento" sea interpretada sión de las A. en dos categorías: las
en el sentido: "Cualquiera que sea mi antinomias lógicas (en sentido estric
presente afirmación x, x es una menti to), que son las ejemplificadas por
ra", y que esta frase, que denomina Russell y que no hacen referencia a la
mos y, se identifique con la afirma verdad o falsedad de las expresiones; y
ción x. Pero en realidad y es de grado lcS A. sintácticas, ejemplificadas por la
diferente que x, porque x es la variable A. del embustero, que son las que nacen
aparente contenida en y: por lo tanto, de la referencia semántica y pueden,
no puede ser identificada con y. En por lo tanto, llamarse también semánti
otras palabras, cuando se dice "yo mien cas o epistemológicas {Fornidations of
to”, no debe entenderse que la frase Mathematics, 1931). Ramsey observó
misma "yo miento" sea una mentira, que las categorías de la segunda espe
sino que es una mentira cualquier otra cie no se presentan en los sistemas lo-
frase a la cual ella haga referencia. Sin gísticos, sino solamente en los textos
embargo, para hacer posible en mate que los acompañan y que, por lo tanto,
máticas ese tipo de aserciones impropia pueden ser omitidas por la lógica, en
mente expresado con la frase (que da cuanto ésta tiene por objeto la cons
lugar a la A.) “todas las propiedades trucción de sistemas simbólicos. Para
de x", Russell introdujo el axioma de las A. lógicas, en cambio, Ramsey ob
las clases o axioma de reducibilidad. servó que basta la teoría simple de los
Russell decía: “Sea tpx una función, de tipos, cuya regla fundamental, siguien
cualquier orden, de un argumento x do sus sugestiones, formulara Carnap de
que puede ser o un individuo o una la siguiente m anera: "Un predicado per
función de cualquier orden. Si tp perte tenece siempre a un tipo diferente al de
nece al orden inmediatamente superior sus argumentos (o sea, pe tenece a un
a x, escribimos la función en la for tipo de nivel más alto); y, por lo tanto,
ma cp ! x ; y en tal caso denominaremos un enunciado no puede tener nunca la
a cp una función predicativa. Así, la forma 'F (F )’ ” {The Logical Syntax of
función predicativa de un individuo es Language, § 60 a). Esta regla basta para
una función de primer orden; y por evitar las definiciones impredicativas
argumentos de tipo más alto, las fun (véase): de tal manera la teoría de los
ciones predicativas toman el lugar que tipos simples es la que hoy es aceptada
las funciones de primer orden toman generalmente por los lógicos, en lo con
con referencia a los individuos. Admi cerniente a las A. lógicas.
timos, entonces, que cada función es 2) La segunda solución fundamental
equivalente, respecto a todos sus valo de las A. se refiere, en cambio, a las
res, a cualquier función predicativa del A. sintácticas, o sea, semántico-episte-
mismo argumento” (Mathematical Lo mológicas, que son aquellas en las cua
gic, etc., op. cit., pp. 81-82). Russell les concurren los conceptos de verdade
pensó que de este modo salvaba el ro y falso. Esta solución consiste en
concepto de clase de la A., y al mismo considerar dichas A. como proposicio
tiempo creía hacerlo utilizable en su nes indecibles, es decir, como proposi
función fundamental, que sería la de ciones acerca de cuya verdad o falsedad
reducir el orden de las funciones pre la estructura del lenguaje, mediante el
posicionales ; pero el axioma suscitó cual son formuladas, no permite decidir
muchas críticas, que demostraron es ni en un sentido ni en otro. Mediante
pecialmente que tenía por efecto res una extensión del lenguaje considerado,
taurar la posibilidad de las definicio tales proposiciones pueden resultar sus
nes impredicativas, que la teoría de los ceptibles de decisión; pero a su vez tal
79
Antinomias kantianas
extensión puede dar lugar a otras pro logía racional, o sea, de la doctrina que
posiciones indecisas. tiene por objeto la idea del mundo.
Occam había propuesto ya una solu Esta idea, como todas las ideas de la
ción de esta naturaleza cuando, al ana razón pura (véase id e a ), nace de la ten
lizar la paradoja del embustero, reco tativa, ilegítima según Kant, de aplicar
noció el carácter indecidible de los las categorías a sí mismas, esto es, del
enunciados autorreflexivos. De tal ma uso reflexivo de las categorías. La idea
nera, Occam afirmó que no es legítimo de mundo es, en efecto, “la unidad in
sostener que A signifique “A significa condicionada de las condiciones objeti
lo falso”. Es ciertamente posible que A vas de la posibilidad de los objetos en
signifique lo falso, pero precisamente general”. Las "condiciones objetivas,
porque es posible, y solamente tal, no etcétera”, son las categorías y los prin
significa ni lo verdadero ni lo falso cipios derivados de ellas, y la unidad
(Summa Log., III, 38). es también una categoría. Las A. que
Este punto de vista se ha reforzado surgen de este modo son, según Kant,
actualmente por el denominado teore naturales o inevitables: naturales por
ma de Godel, según el cual es imposible cuanto la idea de mundo que les da
probar la no contradicción de un siste origen, aun cuando esté privada de vali
ma logístico mediante los medios de dez empírica y por tanto cognoscitiva,
expresión contenidos en el mismo siste es formada por la razón por un proce
ma. (“Uber formal Unentscheidbare dimiento natural que consiste en aplicar
Sátze der Principia Mathematica und a las categorías las mismas categorías,
verw andter System e”, en Monatsh. que deberían en cambio ser aplicadas
Math. Phys., 1931). Así, puede entender solamente a los fenómenos; inevitables,
se cómo las A. sintácticas nacen cuando porque una vez formada la idea de mun
los predicados verdadero y falso, refe do como la totalidad absoluta, incon
ridos a un lenguaje determinado S, se dicionada, de todos los fenómenos y de
usan dentro de este mismo lenguaje. sus condiciones, no se puede de manera
Por otra parte, la contradicción puede alguna evitar llegar a proposiciones con
evitarse adoptando los predicados ‘ver tradictorias. Kant enumera cuatro A.
dadero (en Si)' y ‘falso (en Si)’ en una que corresponden a Jos cuatro grupos
sintaxis de Si que no es formulada en de categorías, o sea a las categorías
el lenguaje S¡ sino en otro lenguaje S2 según la cualidad, la cantidad, la rela
(Camap, L. gical Syntax of Language, ción y la modalidad. He aquí las cua
§60b). Esto equivale a decir que la tro A.:
afirmación "yo miento” puede ser ver D Antinomia. Tesis: el mundo tiene
dadera en el nivel de un determinado un principio en el tiempo y, en el es
lenguaje y falsa en el nivel de otro len pacio, se encuentra cerrado dentro de
guaje; y que, por lo tanto, queda inde límites. Antítesis: el mundo no tiene
cisa hasta que no se determine el nivel ni comienzo en el tiempo ni límite en
del lenguaje al que es referida. Solucio el espacio, sino que es infinito tanto
nes sustancialmente similares a éstas en el tiempo como en el espacio.
han sido propuestas por Quine (Mathe- 2? Antinomia. Tesis: toda sustancia
matical Logic, 1940, cap. V II; cf. From compuesta consta de partes simples y
a Logicaí Point of View, VII, 3) y por no existe más que lo simple o lo que
Church (Introduction to Mathematical resulta compuesto por lo simple. Antí
Logic, §57). tesis : no existe en el mundo ninguna
cosa compuesta de partes simples y no
A n tin o m ia s k a n tia n a s (ingl. kantian anti- existe en ningún lugar una cosa simple.
nomies; franc. antinomies kantiennes\ 3? Antinomia. Tesis: la causalidad, se
alem. Kants Antinomien). La palabra A. gún leyes de la naturaleza, no es la
significa precisam ente "conflicto de única mediante la cual puedan expli
leyes” (Quintiliano, Inst. Or., VII, 7, 1), carse los fenómenos del mundo. Es ne
pero fue extendida por Kant para indi cesario admitir para explicarlos también
car el conflicto en el que se encuentra una causalidad de la libertad. Antíte
la razón consigo misma en virtud de sis: no hay libertad alguna, ya que en
sus mismos procedimientos. Kant ha el mundo todo ocurre únicamente según
bló de las A. en el campo de la cosmo las leyes de la naturaleza.
80
Antiperístasis
Apariencia
hender. Las cosas se aparecen al sen rencia de las A. mismas, por un lado, y
tido y a la imaginación en su condición la posibilidad de predecir los fenóme
cuantitativa, en tanto que el entendi nos futuros por medio de los pasados
miento abstrae de ellas lo cuantitativo y presentes, por el otro (Op., ed. Erd-
y material (Ibid., I, d. 35, a. 1). Pero mann, pp. 44344).
sólo en el mundo moderno, y a partir Con esto, la A. perdió su carácter
del siglo xvn, reconoce la filosofía ex engañoso y así pudo abrir el camino
plícitamente el carácter real de la apa a la distinción kantiana entre A. (Er-
riencia. Hobbes fue quizá el primero scheimmg) y parecer (Schein). Las A.
en formular claramente este reconoci son los fenómenos en cuanto objetos
miento. “De todos los fenómenos que de la intuición sensibles y de la expe-
nos circundan —dice— el más mara iencia en general y los fenómenos son
villoso es precisamente el de la aparien realidades, es más, las únicas realida
cia. Es cierto que entre los cuerpos des que el hombre puede conocer y de
naturales algunos poseen en sí los ejem las cuales puede hablar. "Yo no digo
plares de todas las cosas, en cambio —afirma Kant— que los cuerpos puedan
otros no poseen los de cosa alguna. Por simplemente ser externos o que mi al
consiguiente, si los fenómenos son los ma simplemente pueda darse en mi
principios para conocer las otras cosas, conciencia de mí, cuando afirmo que las
es necesario decir que la sensación es cualidades del espacio y del tiempo,
el principio para conocer los principios según las cuales, como condición de
mismos y que de ella resulta toda la su existencia, pongo aquéllos y ésta,
ciencia. Para investigar las causas de están en mi modo de intuir y no en es
la sensación, no se puede, por lo tanto, tos objetos. Sería el mío un error, si
partir de otro fenómeno que no sea la hiciera un puro parecer de lo que debo
sensación misma” (De corp., 25, §1). considerar como fenómeno” (Crít. R.
De tal manera, la A. real es identifi Pura, Estética trascendental, Observa--
cada por Hobbes con la sensación y ciones gen., 3). La afirmación: "Los
es así puesta como punto de partida sentidos nos representan los objetos
para la investigación de las cosas no como aparecen, el entendimiento como
creadas por el hombre (del mismo son”, es interpretada por Kant en el
modo, las definiciones constituyen el sentido de que el entendimiento repre
punto de partida de la investigación senta a los objetos en la relación uni
de las cosas creadas por el hombre, o versal de los fenómenos 'lo que no
sea los entes matemáticos y políticos). significa que sean independientes de la
Estas palabras de Hobbes fundamentan relación con la experiencia posible y,
el empirismo moderno. El empirismo, por lo tanto, de las “A. sensibles”)
a la vez que subrayaba el carácter rela (Ibid., Analítica de los principios, capí
tivo y subjetivo de las A. sensibles, las tulo III). La A. fenoménica es, por lo
admitía como el único fundamento del tanto, denominada así sólo para sub
conocimiento humano. Locke observa rayar las conexiones con las condiciones
ba que "si nuestros sentidos se viesen subjetivas del conocer y para distinguir
alterados y fuesen más agudos y des la del hipotético conocimiento nouméni-
piertos de lo que son, las A. y el trazo co, con el fin de poder establecer clara
de las cosas tendrían un aspecto muy mente los límites. Véase f e n ó m e n o .
diferente para nosotros; .. .que no con Por otro lado, la negación misma del
vendría a nuestro ser, o por lo menos, carácter engañoso de la A. ha sido uti
.. ,a nuestro bienestar en esta parte del lizada en la filosofía moderna para
universo en que habitamos” (Essay, II, remachar el carácter absoluto del co
23, 12). “A. sensibles” son las ideas de nocimiento humano. Así, Hegel ve en
que habla Berkeley (Principies, 33) y la A. fenoménica a la propia esencia.
las. impresiones de que habla Hume A. y esencia no se oponen, sino que se
( Treaíise, II, 5). "Fenómenos o apari identifican: la A. no es más que la esen
ciones” son, según Leibniz, todos los cia que existe en su inmediatez. “La
datos de que dispone el sujeto pensan A. —nos dice— es la determinación
te, y la distinción entre A. reales y por medio de la cual la esencia no es
A. ilusorias se hace sólo considerando ser, sino esencia y el aparecer desarro
la vivacidad, la multiplicidad y la cohe llado constituye el fenómeno. La esen
85
Apatía
cia, por lo tanto, no está detrás o los cuales era interpretada a menudo,
fuera del fenómeno; sino que precisa tal como el dualismo entre sensación
mente porque la esencia es lo que y pensamiento o el dualismo entre sub
existe, la existencia es el fenómeno” jetividad y objetividad, etc. La relación
(Ene., §131). Es cierto que, como de total se coloca en el plano objetivo de
terminación "inmediata", la A. está las diferentes experiencias o de los di
destinada, según Hegel, a ser absor ferentes grados de experiencia. Un filó
bida o superada por otras determina sofo que levanta sus construcciones so
ciones, reflejas o mediatas en el des bre un grupo de experiencias o sobre
arrollo dialéctico de la Idea absoluta; un determinado tipo de realidad, al
pero es cierto que toda la doctrina de que, por lo tanto, da primacía y con
Hegel se apoya en el pensam iento sidera fundamental de algún modo, es
de que no existe realidad tan recón llevado a considerar como menos rea
dita que de algún modo no se mani les o significativas o como simplemen
fieste y aparezca. En la filosofía con te “aparentes”, las otras formas de ex
temporánea este punto de vista ha periencia o los otros tipos de realidad. Y
encontrado su mejor expresión en la así, por ejemplo, el que da primacía
obra de Heidegger. “Como significa a la experiencia interior o conciencia,
ción de la expresión ‘fenómeno’ hay es llevado a considerar como menos
por ende que fijar ésta: lo que se mues significativa o de algún modo sólo "apa
tra en sí mismo, lo patente. Tal mos rente” la experiencia externa o sen
trarse lo llamamos ‘parecer ser' (Schei- sible y viceversa. Pero en todo caso,
nen) y así tiene también en griego la también lo que se declara aparente es
expresión phainomenon, esta significa adoptado como A. de alguna cosa; por
ción: lo que ‘tiene aspecto de...’ lo que lo tanto, dotada, ya como A., de un
parece ser.. / . .Sólo en tanto algo en solo grado o medida de la realidad.
general pretende por su propio sentido De manera que la relación entre rea
mostrarse, es decir, ser fenómeno, pue lidad y A. se llega a configurar como
de mostrarse como algo que ello no relación entre realidad e imagen o rea
es, puede 'no más que tener aspecto lidad y símbolo, y en todo caso, entre
de. . . . .Nosotros reservamos termino dos grados o determinaciones objetivas.
lógicamente el nombre de ‘fenómeno’ a
la significación primitiva y positiva de Apatía (gr. cutáBsia; ingl. apathy; franc.
phainomen n, y distinguimos fenómeno apathie; alem. Apathie). El término
de 'parecer ser...’ [A.] como la modifica significa, propiamente, insensibilidad,
ción privativa de fenómeno” (Sein ünd pero el uso filosófico antiguo lo aplicó
Zeit, § 7 A; trad. esp.: El ser y el tiempo, al ideal moral de los cínicos y de los
México, 1962, F. C. E.). Esto no quiere, estoicos, o sea la indiferencia hacia to
sin embargo, decir que la filosofía das las emociones y el desprecio de
contemporánea haya identificado el ser ellas; indiferencia y desprecio logrados
con la A.; más bien ha vuelto a plan mediante el ejercicio de la virtud. En
tear en nueva forma el problema de su este sentido, según el cual la insensi
relación, pasando a considerar esta re bilidad no es una dote congénita y
lación en forma objetiva u ontológica, natural, sino un ideal de vida difícil
esto es, sin referencia a cualquier sub de lograr, los cínicos y los estoicos vie
jetivismo idealista. No sin razón la ron en la A. la felicidad misma (Dióg.
última obra importante en la que se L., VI, 1, 8-11). Kant vio en la A. un
ha debatido el problema de la relación ideal noble, pero agregó que la natu
entre A. y realidad en la forma tradi raleza fue sabia al dar al hombre la
cional, pertenece a un idealista. F. H. simpatía, para guiarlo provisionalmen
Bradley (Appearance and Reality, 1893). te y antes que la razón alcanzara su
Sobre todo debido a la influencia del madurez en él, como una ayuda o apo
planteamiento fenomenológico (véase yo sensible a la ley moral y como un
f e n o m e n o l o g í a ), la consideración de la sucedáneo temporal de la razón (Antr.,
relación entre el aparecer y el ser ha §75). La edad moderna y contemporá
sido sustraída completamente tanto al nea, a pesar de la gran sugestión que
dualismo entre estos dos términos, la ética estoica ha ejercido siempre
como a los otros dualismos, mediante en ella, no es favorable al ideal de la
i
A p eiro n
A p e rc e p c ió n
A., y a q u e t i e n d e a r e c o n o c e r e l v a l o r "debe acompañar todas mis represen
p o s itiv o d e la s e m o c io n e s y a e v ita r , taciones, ya que de lo contrario sería
p o r lo t a n t o , l a c o n d e n a s u m a r i a y to necesario imaginar en mí algo que no
ta l d e la s m is m a s , in c lu id a e n la n o c ió n pudiera ser pensado, lo que significa
d e a p a t í a . Véase e m o c i ó n . que la representación sería imposible
o, por lo menos para mí, lo sería en
Apeiron (gr. obteipov). El infinito, lo absoluto” (Crít. R. Pura, Anal, de los
ilimitado. Según Anaximandro de Mi- conceptos, § 16). La característica fun
leto, el principio y el elemento primor damental de la A. pura es su objetivi
dial de todas las cosas. El A. no es dad; es, por lo tanto, el fundamento
una mezcla de los diferentes elemen de la constitución unitaria de los ob
tos corpóreos, que los comprendería, jetos y de las relaciones que éstos tie
cada uno con sus cualidades determi nen entre sí. En efecto, la unidad de
nantes, sino más bien una materia en un objeto en particular o de los objetos
la que los elementos son aún indis entre sí no está constituida por la rela
tintos y , por lo tanto, más que infini ción subjetiva entre las representaciones,
ta es indefinida o indeterminada (Fr. o sea por la relación que las represen
Diels, A, 9). Esta doble determinación taciones encuentran en la A. empírica
de infinitud en el sentido de inextin- (o conciencia intuitiva), sino por la re
guibilidad y de indeterminación ha que lación objetiva, cuya posibilidad es la
dado, durante mucho tiempo, unida al A. pura o conciencia discursiva (re
concepto de infinito (véase). flexiva). En efecto, a base de la A.
A p e rc e p c ió n (ingl. apperception; franc. empírica sólo se podría decir: "Cada
apperception; alem. Apperzeption; ital. vez que levanto un cuerpo, siento una
apperceziane). El significado específico impresión de peso”, y establecer así
de esta palabra fue aclarado por vez una relación puramente subjetiva, si
primera por Leibniz como conocimiento bien constante, entre el levantamiento
de las propias percepciones. Dice Leib de un cuerpo y la impresión de peso
niz: “La percepción de la luz o del (o sea entre dos representaciones). Esto
color, por ejemplo, de la que tenemos no autorizaría a decir objetivamente:
la A., está compuesta de muchas pe "El cuerpo es pesado.” Sólo es posible
queñas percepciones de las que no te enunciar esta afirm ación porque el
nemos la A.; y un rumor que percibi acuerdo entre el cuerpo y la pesantez
mos, pero al que no prestamos atención, se ha establecido objetivamente por
resulta aperceptible en caso de sufrir medio de la A. pura (Ibid., § 19). En
un pequeño aumento” (Nouv. Ess., II, este sentido, la A. pura es "el principio
9, 4). En tanto que las percepciones son de la unidad sintética” que condiciona
propias también de los animales y las toda otra síntesis, esto es, todo otro
plantas, la A. es inherente al hombre, conocimiento, porque todo conocimien
en cuanto que sus percepciones van to es, según Kant, una síntesis entre
acompañadas por la "capacidad de re un dato sensible y una forma a priori.
flexión". Sin embargo, cuando el hom La A. es el principio originario del
bre queda reducido a un estado de conocimiento en cuanto es la condi
letargo, la reflexión y la A. cesan (Ibid., ción del uso empírico de las categorías.
II, 9, 14). En el mismo sentido fue Kant ha insistido acerca del carácter
considerada la A. por Wolff, que la defi puramente formal de la A. pura, enten
nió como la actividad por la cual nos diendo que no es una realidad psico
percibimos a nosotros mismos como lógica o de otra naturaleza, sino una
sujetos que perciben, y nos distingui posibilidad, la de la unificación de la
mos, por lo tanto, de la cosa percibida experiencia, considerada como "espon
(Psychol. ration., § 13). Ahora bien, ésta taneidad” o actividad subjetiva, es de
es, según Kant, la A. empírica, que se cir, de la inteligencia (Ibid., §25). En
distingue de la A. pura. Con la primera otras palabras, es solamente “la concien
“acompaño con la conciencia a cada cia pura de aquella actividad que cons
una de las representaciones” ; con la tituye el pensamiento” (Antr., §7). De
segunda "las compongo todas, una con la interpretación de la A. pura en senti
otra, y conozco su síntesis”. La A. pura do realista, o sea "'e entenderla no
o “trascendental” es el*"Yo pienso” que como condición o úlidad del co-
87
Apetito o apetencia
A p o lo g e ta s
A p o rta
dionisiaco. Bajo la influencia de la ver de que se tiene noticia (y de la que
dad contemplada, el griego veía en queda sólo un fragmento) es la defensa
todas partes el aspecto horrible y ab presentada al emperador Adriano, ha
surdo de la existencia; el arte vino cia 124, por Cuadrato, discípulo de los
en su socorro, transfigurando lo horri Apóstoles. Justino es el principal de
ble y lo absurdo en imágenes ideales, los Padres A. Otros autores de apolo
en virtud de las cuales la vida se hizo gías son Taciano, Atenágoras, Teófilo,
aceptable (Geburt der Tragodie, §7; Hermias. Con los Padres A. comienza
trad. esp.: El origen de la tragedia, la actividad filosófica cristiana. La te
Madrid, 1932). El espíritu dionisiaco, sis común que defendían es que el cris
modulado y disciplinado por el espíritu tianismo constituye la única filosofía
apolíneo realizó y dio origen a la trage segura y útil y es el resultado último
dia y a la comedia. Más tarde, Nietz- al que debe llegar la razón. Los filó
sche vio en el espíritu dionisiaco el sofos paganos conocieron semillas de
fundamento mismo del arte en cuanto verdad, pero no las pudieron entender
éste "corresponde a los estados de vi plenamente; los cristianos conocen la
gor animal” (Witle zur Machí, §361, verdad plena pues Cristo es el logos,
ed. Króner, 802; trad. esp.: La voluntad o sea la razón misma, de la cual parti
de dominio, Madrid, 1932). El estado cipa la totalidad del género humano.
apolíneo no es más que el resultado La apologética de estos Padres consti
extremo de la ebriedad dionisiaca, una tuye, por lo tanto, la primera tentativa
especie de simplificación y concentra de inserción del cristianismo en la his
ción de la ebriedad misma. El estilo toria de la filosofía clásica.
clásico representa este estado y es la
forma más elevada del sentimiento de (gr. (huma; ingl. aponía; franc.
A p o n ía
dominio. A ejemplo de Nietzsche, aponie; alem. Aponie). La ausencia de
Spengler ha denominado apolínea al dolor, como placer estable y, por lo
"alma de la cultura antigua que ha ele tanto, éticam ente aceptable, según
gido el cuerpo individual presente y la ética de Epicuro (Fr. 2, Usener).
sensible como tipo ideal de la exten
sión”. Son apolíneos "la estática mecá (gr. axóo\\\ia; ingl. aporem;
A p o re m a
nica, los cultos materiales de los dioses franc. aporéme; alem. Aporem). Aris
del Olimpo, las ciudades griegas polí tóteles (Tóp., VIII, 11, 162 a) lo define
ticamente aisladas, el destino de Edipo como un razonamiento dialéctico que
y el símbolo de la falta” (Untergang concluye en una contradicción y que, por
des Abendtandes, I, 3, 2, § 6 ; trad. esp.: lo tanto, no permite establecer cuál de
La decadencia de Occidente, Madrid, las dos partes de la contradicción mis
1934). Esta caracterización, como la del ma se deba elegir.
faustismo (véase), que es correspon A p o ré tic a (ingl. aporetic; franc. aporeti-
diente, es perfectamente arbitraria y que; alem. Aporetik). Así denomina
fantástica. Ñicolai Hartmann (de aporia = duda)
A p o lo g e ta s, véase APOLOGISTAS. al estadio de la investigación filosófica
en que se sacan a la luz los problemas,
A p o lo g é tic a (ingl. apologetics; franc. o sea, todos los aspectos de los fenó
apologétique; alem. Apotogetik). La dis menos que no han sido comprendidos
ciplina que tiene por objeto la defensa y que, por lo tanto, constituyen las
(apología) de un determinado sistema aportas naturales (Systematische Phi-
de creencias. El término se refiere casi losophie ["Filosofía sistemática”], §5).
siempre a la defensa de las creencias
religiosas, por ejemplo, "A. cristiana”. A p o ría (gr. ¿utopía; ingl. aporta; franc.
aporie; alem. Aporia). Este término ha
A p o lo g ista s (ingl. apologists; franc. apo sido usado en el sentido de duda racio
logistas ; alem. Apologeten). Con este nal, es decir, de dificultad inherente
nombre se designan los Padres de la a un razonamiento, y no de estado sub
Iglesia del siglo I I que escribieron en jetivo de incertidumbre. Por lo tanto,
defensa (apología) del cristianismo con es la duda objetiva, la efectiva dificul
tra los ataques y las persecuciones de tad de un razonamiento o de la con:
que era objeto. La primera apología clusión, a la cual pone fin un razona-
91
A posteriori
A p re n d iz a je
miento. Por ejemplo, "Las A. de Zenón mero en ilustrar esta noción, por medio
de Elea sobre el movimiento”, “Las A. de su teoría de la anamnesis: "Siendo
del infinito”, etcétera. congénita la naturaleza en su totalidad
—decía— y habiendo el alma aprehen
A posteriori, véase A PRIORI. dido todo, nada impide que el que re
A p re h e n s ió n (lat. apprehensio; ingl. ap-
cuerda una cosa en particular —que es
prehension; franc. appréhensian; alem. lo que se llama conocimiento— encuen
tre a través de ella todo lo demás, siem
Apprehenzion; ital. apprensione). Térmi pre
no introducido por la escolástica del de laque tenga constancia y no desista
siglo xiv para designar el acto mediante aprehender no porque
búsqueda,
son
la búsqueda y el
más que reminis
el cual se apresa o adopta como objeto
un término cualquiera (concepto, pro cencia” (Men., 81 d). El A., por lo tanto,
posición o cualidad sensible), en cuan se las
debe, según Platón, a la asociación de
cosas entre sí, que permite al alma,
to distinto del asentimiento (véase) con luego de haber afirm ado una cosa,
el cual se lo juzga, es decir, se lo afir
ma o se lo niega. Occam dice: "Entre aprehender otra que con ella se liga.
La teoría sostenida por Herbart no es
los actos del entendimiento, uno es el sustancialmente diferente. El A., para
aprehensivo, que se refiere a todo lo que Herbart, es una apercepción (véase) y
se lleva a cabo como acto de la poten ésta es el fenómeno por el cual una
cia intelectiva, y el otro, que puede de
nominarse judicativo, ya que mediante "masa de representaciones” recoge en
sí una nueva representación, que puede
él el entendimiento no solamente apre conectarse con las demás de algún
hende el objeto, sino que también asien modo (Psychot. ais Wissenschaft ["Psi
te o disiente con él” (In. Sent., Pról., cología como ciencia”], 1824, II, 125 ss.).
q. 1, 0). El acto aprehensivo puede con Análoga teoría fue expuesta e ilustrada
sistir tanto en la formación de. una por Wundt (Grundriss der Psychologie,
proposición como en el conocimiento 1896, pp. 249 ss.; trad. esp.: Compendio
de un conjunto ya formado (Quodl., V, de psicología, Madrid, s. a.) y de Wundt
q. 6 ). La palabra ha sido asimismo pasó a toda la psicología psicofísica.
adoptada por Wolff (Log., §33) y Kant En la psicología contemporánea, el
se valió de ella en la primera edición concepto de A. como asociaciones ha
de la Crítica de la razón pura (Deduc sido ilustrado y colocado sobre bases
ción de los conceptos puros del intelec nuevas por Thomdike, que formuló su
to), al habiar de una "síntesis de la A .” doctrina a partir de la observación de
que consistiría en recoger lo múltiple organismos animales, pero cuyas con
de la representación, de manera que de clusiones fueron pronto extendidas al
ella surgiera "la unidad de la intui hombre. Según Thomdike, el A. es un
ción”. El uso moderno opone, a veces, proceso de tanteo (trial and error)
la A. a comprensión, como conocimien guiado por la operación de premio y
to primitivo y simple que no contiene castigo. Las primeras reacciones a una
ninguna explicación o valoración del situación problemática son dadas por
objeto aprehendido. el azar. Cuando una de estas reaccio
A p re n d iz a je (gr. náBriai;; ingl. tearning; nes tiene éxito, se elige a través de prue
franc. apprendre; alem. Erlernung; ital. bas sucesivas, logrando, por fin, elimi
apprendimento). La adquisición de una nar a las demás. Thomdike ha formu
técnica cualquiera, simbólica, emotiva lado a este respecto la denominada ley
o de comportamiento, es decir, un cam del efecto, según la cual la respuesta
bio de las respuestas del organismo al a un estímulo queda reforzada si es
ambiente que mejore tales respuestas objeto de premio. Según el mismo
a los fines de conservación y desarrollo Thomdike, estos dos factores, la repe
del organismo mismo. Tal es el con tición de la reacción adivinada y el
cepto que la psicología moderna otorga premio, bastan para explicar todos los
al A., aun dentro de la variedad de teo procesos del A. y, por lo tanto, la con
rías que presenta. Este concepto, por lo ducta total del hombre (cf. Animal In-
demás, sólo es la generalización de una telligence: Experimental Studies, 1911;
antigua noción del A., considerado como The Psychology of Wants, Interests and
forma de asociación. Platón fue el pri Attitudes, 1935, especialmente la p. 24).
92
*
A p re s e n ta c ió n
A priori, a posteriori
Más recientemente estas mismas ideas otros” y "lo que es anterior y más noto
han sido generalizadas por Hull, quien rio por naturaleza”, distinción que Aris
ha insistido en los motivos del A., ca tóteles aclaraba de la siguiente m anera:
racterizándolo como un estado de nece "Al decir anterior y más notorio con
sidad. Un estímulo condicionado puede referencia a nosotros quiero referirme
quedar unido a una respuesta que lo a lo que es más cercano a la sensa
sigue, en caso de que ésta produzca ción ; al decir, en cambio, anterior y
una disminución de la necesidad (Prin más conocido absolutamente, quiero re
cipies of Behavior, 1943). ferirme a lo que se halla más alejado
Los psicólogos no se han puesto de de la sensación”. Y ya que los objetos
acuerdo en el sentido de considerar más alejados de la sensación son los
que esta doctrina sea capaz de explicar universales, en tanto los más cercanos
el A. humano (cf. la discusión perti a ella son los singulares, lo primero
nente, en E. R. Hilgard, Theories of absolutamente, o lo primero por natu
Learning, 1948; trad. esp.: Teorías del raleza, es precisamente lo universal {An.
aprendizaje, México, 1961, F. C. E.). La post., I, 2, 72 a lss.). A partir de Alfa-
duda se refiere al problema de si el rabi, la filosofía árabe formuló la distin
A. consiste simplemente en dar res ción entre la demostración propter quid
puestas adivinadas o si implica tam y la demostración quia, que desde Al
bién la elección inteligente de tales berto de Sajonia fueron denominadas
respuestas a partir de determinados demostraciones a priori y demostracio
por qué. Parece difícil excluir del pro nes a posteriori, respectivamente. "La
ceso humano del A. las elecciones inte demostración es doble —dice Alberto—:
ligentes guiadas por las relaciones ex una es la que procede de las causas
presadas por los signos "si”, "pero”, al efecto y se denomina demostración
"como”, "no menos”, etc. Desde este a priori, demostración propter quid o
punto de vista, el hecho de que el hom demostración perfecta y esta demostra
bre comprenda la relación entre los ción hace conocer la razón por la cual
signos y las respuestas, constituye un el efecto es. La otra es la demostración
elemento de A. no reducible a la pura que procede de los efectos a las causas
ley del efecto (cf. M. Wertheimer, Pro- y se llama demostración a posteriori,
ductive Thinking, 1945). demostración quia o demostración no
perfecta y esta demostración nos hace
A p re s e n ta c ió n (ingl. a p p re se n ta tio n ;
conocer las causas por las cuales el
franc. apprésentation; alem. Appresen efecto es” (In An. post., I, q. 9). Los
tation). Término adoptado por Husserl dos términos fueron usuales en toda
para designar la experiencia indirecta la escolástica hasta el siglo x v i i , pre
que el yo tiene de los otros yo. La A. cisamente en este sentido, para indicar
"nos da aquello que, en los otros, les dos especies de demostraciones.
es inaccesible en el original” ; por ella, 2) A partir del siglo x v i i , por obra
"otra mónada se constituye en la mía”. de Locke y del empirismo inglés, los
Es una "apercepción por analogía" (Mé- dos términos adquirieron un significa
ditations Cartésiennes, 1931, §50ss.). do más general, designando, el a priori
A priori, a ^posteriori. Estos dos térmi los conocimientos logrados mediante el
nos han servido para designar los ejercicio de la razón pura y el a poste
elementos de las tres siguientes distin riori, en cambio, los logrados a través
ciones : 1) la distinción entre la demos de la experiencia. Hume y Leibniz es
tración que va de la causa al efecto y tán de acuerdo en oponer, en este sen
la que va del efecto a la causa; 2) la tido, a priori y a posteriori. Dice Hume:
distinción entre los conocimientos ase "Oso afirmar, como proposición gene
quibles mediante la pura razón y los ral que no admite excepciones, que el
conocimientos obtenibles mediante la conocimiento de la relación de causa
experiencia; 3) la distinción entre tau a efecto no es, en ningún caso, lograda
tologías y verdades empíricas. razonando a priori, sino que surge por
1) La primera distinción, que se re entero de la experiencia, cuando obser
monta a la escolástica, se relaciona con vamos que algunos objetos particulares
la distinción aristotélica entre "lo que se encuentran constantemente unidos
es anterior y más conocido por nos- con otros” (Inq. Conc. Underst., IV, 1).
93
A priori, a posteriori
A te n c ió n
pesadas son llevadas al centro y las los cuerpos están compuestos de par
otras, en cambio, rechazadas hacia la tículas duras" y formulaba la hipótesis
periferia. Su peso, que tiende a llevar de que "Dios, al principio, haya dado
los hacia el centro, es, por lo tanto, un a la materia la forma de partículas
efecto de su movimiento vertiginoso. sólidas, dotadas de masa, duras, im
De esta manera se forman infinitos penetrables y móviles, de tales dimen
mundos que se generan y se disuelven siones y figuras, y con tales propiedades
sin cesar. y en tales proporciones con el espacio,
Estos fundamentos, propios del anti que les es posible adaptarse a la fina
guo atomismo, se mantuvieron inmu lidad para la que las ha formado” (Op-
tables en las otras formas de atomis ticks, III, 1, q. 31); pero es muy cierto
mo. La física de Epicuro es una que estas y similares especulaciones
repetición de la física de Demócrito. En caían fuera de la ciencia y pertenecen
efecto, la variante de Epicuro que con sólo a la esfera de las opiniones priva
sidera que los Á. caen en línea recta das de los científicos. En realidad, la
y se encuentran y producen torbelli hipótesis atómica ingresa en la ciencia
nos cuando, sin causa, se desvían de sólo a principios del siglo xix, por obra
la trayectoria rectilínea, no tiene mucha de la química. La ley de las propor
importancia (Cicerón, De fin., I, 18; ciones múltiples, formulada por John
De nat. deor., I, 69). La Edad Media no Dalton, expresaba el hecho de que cuan
utilizó la noción de Á., ya que entonces do una sustancia entra en combinación
la única teoría física aceptada era la con cantidades diferentes de otra sus
aristotélica de las cuatro causas (véase tancia, estas cantidades se hallan entre
f í s i c a ). Y en los principios de la edad sí como los números simples, es decir,
moderna, aun cuando la noción aparece se comportan como si fueran partes
en ocasiones —por ejemplo, en Nicolás individuales. Pero las partes indivisi
de Cusa y en Giordano Bruno {De mí bles no son otra cosa que átomos.
nimo, I, 2)— no es utilizada como ins Por lo tanto, la hipótesis de la compo
trumento de una teoría sistemática sino sición atómica de la materia, como
a partir de Pierre Gassendi. Pero éste, explicación de la ley de las proporcio
al admitir que los Á. son creados por nes múltiples, había sido adelantada
Dios, que los dota de movimiento y guía por Dalton en 1808. Aun cuando sus
y ordena mediante una especie de alma citara de inmediato vivaz oposición,
del mundo, hace que la física epicúrea porque parecía el retorno * una vieja
pierda su carácter materialista y me doctrina metafísica, o sea una derrota
cánico y la transforma en una física de la ciencia por la metafísica, en rea
espiritualista y finalista (Syntagm a lidad era a la sazón una hipótesis invo
Philosophiae Epicuri, 1658). Mientras cada para dar razón de un hecho bien
tanto, Descartes había hecho surgir el comprobado. Y más que una hipótesis,
mecanismo no atomista y había consi la noción misma apareció como una
derado imposible la noción misma del realidad cuando en 1811 la teoría de
átomo. "Si los Á. existieran —dice—, Avogadro (acerca de la uniformidad del
deberían necesariamente ser extensos y número de partículas contenidas en un
en tal caso, aun cuando los imaginára determinado volumen de gas) permitió
mos muy pequeños, podríamos siempre establecer el peso de los Á. con referen
dividirlos con el pensamiento en dos o cia al Á. de hidrógeno, considerado
más partes menores y, por lo tanto, como unidad, lo que dio a los Á. una
reconocerlos como divisibles” {Princ. realidad física (mensurable). La noción
Phil., II, 20). Es probable que a base de Á. debería sufrir una transforma
de esta consideración, Leibniz haya ción radical a partir de la segunda mi
aceptado la noción de un Á. no físico tad del siglo xix, con el estudio de los
sino psíquico, o sea la mónada (véase). fenómenos de los gases enrarecidos y
La ciencia moderna, aun siendo me- de las emanaciones radiactivas. El Á.,
canicista, no se vale del átomo en un indivisible para la química, no era ya in
principio. Es cierto que, en la parte divisible para la física. Hacia 1904
final de la Óptica (1704), Newton adujo Thompson imaginó el primer modelo
un conjunto de razones, es decir, de de A., constituido por una pequeña bola
experiencias, para admitir que “todos electrizada positivamente que encerrase
111
Á to m o p rim e v o
A trib u to
en su interior un determinado número hierve a 100°C” (B. Erdmann, Logik.
de electrones. Pero algunas experien I, 48, 307).
cias de Rutherford demostraban que la
materia es mucho menos compacta de y r e tr ib u tiv a , ju s tic ia (lat. jus-
A trib u tiv a
lo que había hecho suponer el modelo titia attributix, justitia expletrix). Hugo
atómico de Thompson. Por lo tanto, Grocio distinguió dos especies de jus
Rutherford imaginó hacia 1911 la es ticia que corresponden al derecho im
tructura del Á. como un sistema solar perfecto y al derecho perfecto, respec
en miniatura constituido por un núcleo tivamente. La justicia A., que concierne
central electrizado positivamente (com al derecho imperfecto, consiste en dar
parable al sol) y por varios electrones a otro lo que no tiene derecho a pre
que giran a su alrededor (comparables tender: por lo tanto, atribuye algo que
con los planetas). Una ulterior innova antes no tenía la persona. La justicia
ción del modelo del Á. se debió a Bohr, retributiva concierne al derecho per
quien, teniendo presente el descubri fecto y consiste en dar a otro lo que
miento del quantum (cuanto) de ac tiene derecho a pretender, es decir, la
ción, imaginó que el electrón recorre recompensa debida (De iure belli ac
en derredor del núcleo un número pacis, I, 1, 8).
determinado de elipses, pudiendo sal
tar de una elipse a otra, y liberando A trib u to (lat. attributum; ingl. attri-
con este salto un quantum de energía. bute; franc. attribut; alem. Attribut).
El descubrimiento del principio de in El término latino corresponde proba
determinación (véase) demostró, sin blemente a lo que Aristóteles llamaba
embargo, que no es posible observar en "accidente por sí mismo” (An. post.,
toda su integridad la trayectoria de un I, 22, 83 b 19; Met., V, 30, 1025 a 30).
electrón y que, por lo tanto, la noción Indica, por lo tanto, un carácter o una
misma de trayectoria no tiene signi determinación que aun sin pertenecer
ficado físico (nada que no sea observa a la sustancia del objeto, como se ve
ble o mensurable tiene significado fí por la definición, encuentra su causa
sico). Pero entonces el modelo mismo en esta sustancia (véase a c c i d e n t e ). La
del Á. de Bohr perdía su significado escolástica usó el término casi exclusi
físico y dejaba de tener la pretensión vamente para indicar los A. de Dios,
de constituirse en la imagen exacta del como la bondad, la omnipotencia, la
Á. De 192? en adelante, o sea desde la justicia, la infinitud, etc., que también
fecha en la cual Heisenberg descubrió son denominados nombres de Dios (cf.
el principio de indeterminación, la cien Santo Tomás, S. Th., I, q. 33). Este
cia ha abandonado prácticamente toda uso terminológico fue modificado por
tentativa de describir el Á. o de definir Descartes, quien extendió el término a
lo de un modo cualquiera. En el estado las cualidades permanentes de la sus
actual de las cosas, el adjetivo "ató tancia finita. En efecto, Descartes en
mico” se usa solamente para designar tiende por A. las cualidades en cuanto
la escala en la que ciertos fenómenos “inherentes a la sustancia". Por lo tan
pueden ser observados y medidos. to, "en Dios decimos que no existen
propiamente modos o cualidades, sino
Á to m o p rim e v o (ingl. primeval atom). solamente A., porque en Él no debe
La hipótesis cosmogónica que presenta concebirse ninguna variación. Y lo mis
al universo como el resultado de la mo en las cosas creadas, lo que en
desintegración radiactiva de un átomo ellas no se comporta nunca de manera
(G. Lemaitre, The Primeval A., An diferente, como la existencia y la dura
Essay on Cosmogony, 1950). Véase c o s ción, no debe ser llamado cualidad o
m o l o g ía . modo de lo que existe y dura, sino que
debe ser llamado A.” (Princ. Phil., I,
A trib u tiv a , p ro p o s ic ió n (ingl. attributive §56). Esta terminología fue adoptada
proposition; franc. proposition attribu literalmente por Spinoza con la sola
tive; alem. attributáre Satz). La pro corrección de que, desde el momento
posición que atribuye al sujeto una en que no existen sustancias finitas,
cualidad, una condición, una actividad los A. sólo pueden ser de Dios. “Por
o una pasividad; por ejemplo, “El agua A. —dice Spinoza— entiendo aquello
112
A u m e n to y d is m in u c ió n
A u té n tic o , p r o p io
que el entendimiento percibe de la sus salto. Kierkegaard opuso el aut aut,
tancia en cuanto constituye la esencia o sea la forma de la alternativa, a la
de la misma” (Eth., I, 4, def.). "Dios, o forma de la dialéctica de Hegel, en
la sustancia, que consta de infinitos la cual existe siempre conciliación, sín
A., cada uno de los cuales expresa su tesis y armonía entre los opuestos. Véa
esencia eterna e infinita, existe necesa se DIALÉCTICA.
riamente” (Ibid., I, 11). Pero de tales
infinitos A. solamente conocemos dos, A u té n tic o , p r o p io (ingl. authentic; franc.
o sea el pensamiento y la extensión authentique; alem. authentisch). Tér
(Ibid., II, 1-2). Por su inmutabilidad y mino adoptado por Jaspers, conjunta
su conexión con la sustancia divina, mente con el simétrico y opuesto de
los A. a su vez son eternos e infinitos inauténtico (impropio), para indicar
y de su naturaleza absoluta se siguen el ser propio del hombre, en oposición al
los entes infinitos (los modos de la sus extravío de sí o de su propia natu
tancia) necesariamente (Ibid., I, 21-23). raleza, que es la inautenticidad o im
En la filosofía moderna y contempo propiedad. "La A. —dice Jaspers— es
ránea la palabra A. es usada raramente, lo que es más profundo, en oposición
excepto en el significado lógico-grama a lo que es más superficial; por ejem
tical de predicado. plo, lo que toca al fondo de toda exis
tencia psíquica en contra de lo que aflo
A u m e n to y d is m in u c ió n (gr. a ú ll e n ; x a í ra epidérmicamente, o sea lo que dura
qpOícn;; lat. auctio et diminutio; ingl. en contra de lo momentáneo, lo crecido
increase and diminution; franc. aug- y desarrollado con la persona misma en
mentation et diminution; alem. Ver- oposición a lo que la persona ha acatado
mehrung und Verringerung). Según o imitado” (Psychologie der Weltan-
Aristóteles, una de las cuatro especies schauungen ["Psicología de las concep
del cambio, más precisamente, el cam ciones del mundo”], 1925, Intr., §3, 1).
bio según la categoría de la cantidad, Heidegger ha expresado la misma opo
reducible como todas las demás, a la sición, en otros términos: "Y por ser
mutación de lugar (Fís., IV, 211 a). en cada caso el 'ser ahí’ (o sea el hom
bre) esencialmente su posibilidad, pue
A ura vitalis. Término adoptado por Jean de este ente en su ser, ‘elegirse’ a sí
Baptista Helmont (1577-1644) para indi mismo, ganarse y también perderse, o
car la fuerza que mueve, anima y orde no ganarse nunca o sólo parecer ser’
na los elementos corpóreos. que se gana” (Sein und Zeit, 1927, §9;
A u s e n c ia , v é a se NADA.
trad. esp.: El ser y el tiempo, México,
1962, F. C. E.). La posibilidad propia
A u ta r q u ía (gr. avTápKeia; ingl. self-suf- del "ser ahí” es la m uerte: por lo tanto,
ficiency; franc. autarchie; alem. Au- "El ‘ser ahí’ es propiamente él mismo
tarkie; ital. autarchia). La condición en la singularización original del 'es
de autosuficiencia del sabio, a quien le tado de resuelto’ silencioso y presto a
basta ser virtuoso para el logro de la fe la angustia” (Ibid., §64). Por otra par
licidad, según los cínicos (Dióg. L., VII, te, la existencia inauténtica está caracte
11) y los estoicos (Ibid., VII, 1, 65). rizada por "las habladurías, la avidez de
novedades y la ambigüedad” que cons
A u t a u t (Lo uno o lo otro). Título en tituyen el modo de ser cotidiano "anóni
latín de una de las primeras obras mo” del hombre y representan, por lo
de Kierkegaard (Enten-Eller; 1843), con tanto, "el ‘estado de caído’ ‘de’ sí mis
el que expresa la alternativa de dos mo” (Ibid., §38). Pero debe advertirse
formas de vida que se ofrece a la exis que la distinción y la oposición entre
tencia humana o, como expresa Kierke autenticidad e inautenticidad no impli
gaard, de dos "estadios fundamentales ca valuación preferencial alguna. La
de la vida” : la vida estética y la vida inautenticidad forma parte de la estruc
moral. Entre estos dos estadios, como tura del ser, con el mismo título que
entre ellos y el estadio religioso, que la autenticidad. "El ‘estado de caído’
Kierkegaard analizó en Temor y tem del ‘ser ahí’ tampoco debe tomarse, por
blor (1843), no hay transición ni posi ende, como una caída desde un ‘estado
bilidad de conciliación, sino abismo y primitivo’ más alto y puro. De esto no
113
A u tism o
A u to c o n c ie n c ia o c o n c ie n c ia d e sí
sólo no tenemos ónticamente experien turaleza privilegiada, sino que es la con
cia alguna, sino tampoco otológica ciencia que tiene de sí un Principio
mente posibilidades ni hilos conducto infinito, condición de toda realidad. El
res de exégesis" (Ibid., §38). La filosofía término, por lo tanto, no tiene nada que
contemporánea usa ambos términos en ver tampoco con el término conocimien
sentido análogo al de Jaspers o Heideg- to de sí {véase) que designa el conoci
ger. miento mediato que el hombre tiene de
sí como de un ente finito entre los
A u tism o(ingl. autism; franc. autisme-, demás.
alem. Autismus). Término creado por En este sentido se puede decir que
Bleuler (Lehrbuch der Psychiatrie la historia del término comienza con
[‘‘Tratado de psiquiatría”], 1923) para Kant, que lo ha usado de modo inter
indicar la actitud que consiste en la ab cambiable con el término conciencia.
sorción del individuo en sí mismo, con Kant mismo ha resumido su doctrina
la consiguiente pérdida de todo interés al respecto en una nota de su Antro
por las cosas y por los demás. Es un pología (§4): “Si nos representamos la
egocentrismo {véase) patológico. acción (espontaneidad) interna por
A u to c e n tra liz a c ió n (ingl. self-centrality;
la cual es posible un concepto (un pen
franc. autocentralité; alem. Selbstcen- samiento), o sea la reflexión y la sen
tralitat). Expresión adoptada por Dil- sibilidad (receptividad) por la cual es
they en el escrito intitulado La estruc posible una percepción {perceptio) o
turación del mundo histórico. "Como el una intuición empírica, o sea la apre
individuo, así también todo sistema cul hensión, todas ellas dotadas de concien
tural, toda comunidad, tiene un centro cia, la conciencia de sí mismo {apper-
en sí misma. En ellos la captación de ceptio) se puede dividir en la de la
la realidad, la estimación de valor, la reflexión y en la de la aprehensión.
producción de bienes se enlazan en un La primera es una conciencia del enten
todo” {Gesam. Schrift. [‘‘Obras comple dimiento, la segunda del sentido inter
tas”], V I I , p. 154; trad. esp.: El mundo no; aquella es denominada apercepción
histórico, vol. V I I I de Obras, México, pura (y falsamente sentido íntimo), és
1944, F . C. E„ pp. 178-179). La A. de
ta, apercepción empírica. En la psico
logía nos investigamos a nosotros mis
las estructuras históricas se revela mos según las representaciones de
de manera eminente en las épocas, nuestro sentido interno; en la lógica,
cada una de las cuales tiene "un hori en cambio, según lo que la conciencia
zonte cerrado... en el sentido de que intelectual nos ofrece. Así se nos apa
las personas que viven en ellas tienen rece el yo como doble (que puede ser
el patrón de su acción en algo común... contradictorio): 1) el yo como sujeto
una afinidad... El modo de sentir la del pensamiento (en la lógica) al cual
vida anímica, los impulsos que así na se refiere la apercepción pura (el yo
cen, son parecidos. Y también la volun que solamente reflexiona) y del cual
tad escoge fines semejantes, se afana nada se puede decir salvo que es una
por bienes similares y se encuentra representación totalmente simple; 2) el
vinculada de modo análogo” {Ibid., yo como objeto de la apercepción y, por
trad. esp., p. 179). lo tanto, del sentido interno, que inclu
A u to c o n c ie n c ia o c o n c ie n c ia d e sí (ingl. ye una multiplicidad de determinacio
self-consciousness; franc. autoconscien- nes, que hacen posible una experiencia
ce\ alem. Selbstbewusstsein; ital. auto- interna.” La A. no es, por lo tanto, la
coscienza). Este térm ino tiene un conciencia (empírica de sí) sino la con
significado y una historia diferente al ciencia puramente lógica que el yo tie
de conciencia {véase). En efecto, dicho ne de sí como sujeto de pensamiento en
término no significa "conciencia de sí" la reflexión filosófica. Kant habló del
en el sentido del conocimiento (intui yo del que se tiene conciencia en la
ciones, percepciones, etc.) que el hom apercepción pura, en la primera edición
bre tiene de sus propios actos o de sus de la Crítica de la razón pura, como del
propias manifestaciones, percepciones, “yo estable y permanente que constituye
ideas, etc.; ni tampoco en el sentido de el correlato de todas nuestras represen
vuelta a una realidad "interior” de na taciones” ; en cambio, en la segunda edi-
114
A u to c o n se rv a c ió n
A u to d e te rm in a c ió n
ción de la obra, el mismo resulta una pedéutica filosófica (Doctrina del con
pura función formal, privada de reali cepto, §22) decía: "Como A. el Yo se
dad propia, y, sin embargo, condición mira a sí mismo, y la expresión de ésta
de todo conocimiento, más bien "prin en su pureza es: Yo = Yo, o bien: Yo
cipio supremo del conocimiento” en soy Yo”, y en la Enciclopedia (§424):
cuanto posibilidad de la síntesis objeti "La verdad de la conciencia es la A., y
va en que consiste el conocimiento. Pre ésta es el fundamento de aquélla; de
cisamente por su naturaleza funcional o tal manera en la existencia la concien
formal, el yo puro o A. trascendental cia de otro objeto es A.; yo sé al objeto
no es un yo "infinito” y no tiene poder como mío (él es mi representación), por
creador; puede ordenar y unificar el lo tanto en él yo soy yo mismo.” En su
material, pero este material debe serle forma más alta, la A. es "A. universal”,
dado y, por lo tanto, debe ser un mate o sea razón absoluta. “La A., o sea la
rial sensible. Fichte transforma este certeza de que sus determinaciones son
concepto funcional kantiano en un con tan objetivas —determinaciones de la
cepto sustancial; hace un Yo infinito, esencia de las cosas— como sus pro
absoluto y creador y, por lo tanto, con pios pensamientos, es la razón, la cual,
sidera a la A. como autoproducción en cuanto tiene semejante identidad, es
o autocreación. La A. resulta así el no sólo la sustancia absoluta, sino la
principio no solamente de la concien verdad como saber” (Ene., §439): o sea
cia, sino de la realidad misma y prin la razón como sustancia o realidad úl
cipio no en el sentido de condición, sino tima del mundo.
en el sentido de fuerza o actividad pro La A. como autocreación es, por lo
ductiva. Produciéndose a sí mismo, el tanto, creación de la totalidad de la rea
Yo produce al mismo tiempo el no-yo, lidad y queda como noción dominante
es decir, el mundo, el objeto, la natu en el Idealismo romántico, no sólo en
raleza. Dice Fichte: "No se puede pen su forma clásica (a la cual se ha alu
sar absolutamente en nada sin pensar dido), sino también en las formas simi
al mismo tiempo en el propio Yo como lares de la filosofía contemporánea, o
consciente de sí mismo; no se puede sea en el idealismo anglosajón y en el
nunca abstraer de la propia A.” (Wis- idealismo italiano (véase i d e a l i s m o ).
senschaftstehre, 1794, § 1, 7). Pero tal Fuera del idealismo, la noción no puede
A. es en realidad el principio creador ser utilizada y tampoco p. asenta pro
del mundo: "El Yo de cada uno es en blemas, ya que los problemas filosó
sí mismo la única Sustancia suprema", ficos, psicológicos y sociológicos inhe
dice Fichte, criticando a Spinoza (Ibid., rentes a la conciencia de sí surgen
§3, D 6); "La esencia de la filosofía obviamente sólo cuando por tal con
crítica consiste en que un Yo absoluto ciencia entendemos una situación,
es puesto como absolutamente incondi condición o estado de hecho limitado
cionado y no determinable por nada y determinable, no una autocreación
que esté más arriba.” absoluta que es la autocreación del
Esta noción de la A. fue el funda mundo.
mento del idealismo romántico. Dice
Schelling: "La A., de la cual partimos, A u to c o n s e rv a c ió n (lat. sui conservado',
es acto uno y absoluto y con el acto ingl. self-preservation; franc. conserva-
uno, no solamente es puesto el Yo mis tion de soi; alem. Selbsterhaltung; ital.
mo con todas sus determinaciones, sino autoconservazione). Es el bien supremo
también toda otra cosa que es puesta al que tienden todos los seres de la
en general por el Yo... El acto de la naturaleza, según Telesio (De rer. nat.,
A. es al mismo tiempo real e ideal IX, 2). Herbart denomina A. a la reac
y lo es absolutamente. Gracias a ello, ción de un ente a la acción de otro
lo que ha sido puesto realmente, re ente: en el alma el acto de A. es una
sulta idealmente también real y lo que representación (Attgemeine Metaphysik
se pone idealmente es puesto también ["Metafísica general”], 1878, II, §234).
realmente” (System des transzenden-
talen Ideal ["Sistem a del idealismo A u to c tisis, véase ACTUALISMO.
trascendental”], 1800, sec. III, adverten
cia). En cuanto a Hegel, ya en la Pro A u to d e te rm in a c ió n , véase LIBERTAD.
115
Autoevidencia
Autoridad
(ingl. self-evidence; alem.
A u to e v id e n c ia ha quedado como concepto clásico de
Setbstevidenz). Término adoptado a ve la A. En forma más genérica se habla
ces para indicar el cogito cartesiano, en hoy de un "principio autónomo”, por
cuanto es la evidencia o la manifesta ejemplo, en el sentido de un principio
ción inmediata del yo a la conciencia que tenga en sí, o ponga por sí mismo,
(véase). su validez o su regla de acción.
(ingl. autologi-
A u to ló g ic o , h e te ro ló g ic o A u to o b s e rv a c ió n , a u to r r e f le x i ó n , a u lo s c o -
cal, heterólogical; franc. autalogique, p ia , véase i n t r o s p e c c i ó n .
hétérologiqiie; alem. autologisch, hetero-
logisch). A. es el adjetivo que denota (ingl. sel f -ref erence).
A u to -re fe re n c ia
una propiedad que él mismo posee: Con este término, equivalente a reflexi
como polisilábico, común, significan bilidad (véase), se indica en los Princi
te, etc. Heterológico es, en cambio, el pia Mathematica (Introd., cap. II, p. 64)
adjetivo que denota una cualidad que de Whitehead y Russell la característica
él no posee, como: vivo, inútil, ambi común de las antinomias lógicas, en el
guo, etc. La pregunta de si el adjetivo sentido de que éstas nacen del proce
heterológico es a su vez A. o heteroló dimiento por el cual un concepto o nom
gico, hace nacer una de las antinomias bre es aplicado a sí mismo. Véase a n t i
n o m ia s .
lógicas, que fue expuesta por K. Grelling
("Bemerkungen zu den Paradoxien von (lat. auctoritas; ingl. author-
A u to rid a d
Russell und Burali-Forti” ["Observacio ity; franc. autorité; alem. A u to ritá l:
nes a las paradojas de Russell y Burali- ital. autoritá). 1. Cualquier poder ejerci
Forti”], en Abhandlungen der Frieschen do sobre un hombre o grupo humano por
Schule, 1908). Véase a n t i n o m i a s . otro hombre u otro grupo. El término
A u tó m a ta , véase MECANICISMO.
es muy general y ño se refiere sola
mente al poder político. Además de
Autónimo, véase uso. “la A. del Estado”, hay “la A. de los
partidos”, "la A . de la Iglesia” o tam
(ingl. autonomy; franc. auto-
A u to n o m ía bién "la A. del científico x", al cual
nomie; alem. Autonomie; ital. autono se atribuye, por ejemplo, el predominio
mía). Término introducido por Kant provisional de determinada doctrina.
para designar la independencia de la En general, la A. es, por lo tanto, cual
voluntad de todo deseo u objeto de quier poder de control de las opiniones
deseo, y su capacidad de determinarse y de los comportamientos singulares o
conforme a una ley propia, que es la colectivos, a quienquiera que perte
de la razón. Kant opone la A. a la he- nezca.
teronomía, por la cual la voluntad está El problema filosófico de la A. es el
determinada por los objetos de la facul concerniente a su justificación, o sea
tad de desear. También los ideales mo al fundamento en que puede apoyarse
rales de la felicidad o de la perfección su validez. Se pueden distinguir a este
suponen la heteronomía de la voluntad, respecto las siguientes doctrinas fun
ya que suponen que ésta está determi damentales : 1) el fundamento de la A.
nada por el deseo de lograrlos, y no es la naturaleza; 2) el fundamento de la
por una ley propia. La independencia A. es la divinidad; 3) el fundamento
de la voluntad de cada objeto deseado de la A. es dado por los hombres, es
es la libertad en el sentido negativo, en decir, por el consentimiento de aquellos
tanto su legislación propia (como "ra sobre los cuales se ejerce.
zón práctica”) es la libertad en el senti 1) La teoría de que la A. fue estable
do positivo. "La ley moral no expresa cida por la naturaleza es la teoría aris
más que la A. de la razón pura prác tocrática, propia de Platón y de Aris
tica, o sea de la libertad” (Crít. R. tóteles. Según esta teoría, la A. debe
Práct., I, § 8). En virtud de tal A. "Todo pertenecer a los mejores y la natura
ser racional debe considerarse como leza es la que se encarga de decidir
fundador de una legislación universal" quiénes son los mejores. Platón, en
(Grundlegung zur Met. der Sitien \_Fun- efecto, divide a los hombres en dos
¿lamentación de la metafísica de tas clases: los capaces de ser filósofos y
costumbres], II [ B A 7 7 ] ) . Esta noción los que no tienen capacidad Dara ello
116
Autoridad
(Rep., VI, 484 b). Los primeros son mo doctrina expuesta en el capítulo XIII
vidos por una tendencia irresistible a de la Epístola a los romanos de San
la verdad, por naturaleza (Ibid., 485 c); Pablo: “Todos habéis de estar someti
los otros son “las naturalezas viles e dos a las A. superiores, que no hay A.
iliberales” que no tienen nada en co sino por Dios, y las que hay, por Dios
mún con la filosofía {Ibid.., 486 b). La han sido ordenadas, de suerte que quien
división entre los destinados a poseer resiste a la A., resiste a la disposición
y ejercer la A. y los destinados a su de Dios, y los que le resisten se atraen
frirla es, por lo tanto, obra de la natu sobre sí la condenación. Porque los
raleza; la educación de los filósofos no magistrados no son de temer para los
hace más que salvaguardar y desarro que obran bien, sino para los que obran
llar lo puesto por la naturaleza. Esta mal. ¿Quieres vivir sin temor a la A.?
radical desigualdad de los hombres co Haz el bien y tendrás su aprobación,
mo fundamento natural de la A. forma porque es ministro de Dios para el
parte de la doctrina de Aristóteles. "La bien. Pero si haces el mal, teme, que
naturaleza misma —dice— ha ofrecido no en vano lleva la espada. Es minis
un criterio discriminatorio haciendo tro de Dios, vengador para castigo del
que entre un mismo género de per que obra el mal. Es preciso someterse,
sonas se establezcan diferencias entre no sólo por temor del castigo, sino por
los jóvenes y los viejos y entre éstos conciencia” {Ad Rom. XIII, 1-5). Este
unos están destinados a obedecer y documento ha sido fundamental para
otros a ordenar” {Pol., 1333 a). Pero la la concepción cristiana de la A., defen
diferencia entre jóvenes y viejos es sólo dida por San Agustín {De Civ. Dei, V,
una diferencia provisional; los jóvenes 19; cf. V, 21); por San Isidoro de Sevi
se volverán viejos y a su vez manda lla {Sent, III, 48) y por San Gregorio
rán. La diferencia sustancial y funda Magno, que insiste en el carácter sa
mental es la existente entre el pequeño grado del poder temporal, al punto
número de ciudadanos dotados de vir de hacer del soberano un representan
tudes políticas y que, por lo tanto, es te de Dios en la Tierra. La misma tesis
justo que ocupen los cargos de gobier fue adoptada sustancialmente por San
no, y la mayoría de los ciudadanos to Tomás: "Todo dominio deriva de
mismos, privada de tales virtudes y Dios, como primer dominante", dice
destinada a obedecer {Ibid., II, 2, {De Regimine Principum, III, 1). Esta
1261 a). El teorema fundamental de concepción coincide con la primera en
esta concepción de la A. es, por lo tan su carácter negativo, o sea al hacer
to, la división natural de los ciudada que la A. resulte completamente inde
nos en dos clases, de las cuales sola pendiente del consentimiento de los
mente una posee como dote natural el sujetos. Pero se diferencia de la prime
derecho de ejercer la autoridad. El cri ra también por un carácter fundamen
terio por el que se distinguen las dos tal que es la justificación de toda A.
clases tiene poca importancia desde ejercida de facto. En tanto la primera
este punto de vista; lo importante es no exige que la clase destinada a man
la distinción. Todo aristocratismo está dar mande siempre de hecho (y para
de acuerdo con este teorema y con Platón, en efecto, no sucede, así), la
esta concepción de la autoridad. Tam segunda, en cambio, implica que toda
bién está de acuerdo con ella el racis A. ejercida de hecho, al ser puesta o
mo, por ejemplo. Y la comparte Tón- establecida por Dios, es siempre plena
nies al afirmar que existen tres especies mente legítima. Éste es el teorema típi
de dignidades o A.: “la dignidad de la co de la concepción en examen, teorema
edad, la dignidad de la fuerza, y la dig que permite reconocerla aun en las for
nidad de la sabiduría o del espíritu, mas más o menos reconocidamente mis
que se encuentran unidas en la digni tificadas. Cuando Hegel afirma, por
dad del padre cuando protege, exige ejemplo, que el Estado es “la realiza
y dirige” {Gemeinschaft und Gesell- ción de la libertad” o “el ingreso de
schaft, 1887, I, 5; trad. esp.: Comunidad Dios en el mundo” {Fil. del derecho,
y sociedad, 1947). §258, Adición), hace coincidir la que
2) La segunda teoría fundamental es para él es la más alta A. con la realidad
la que funda la A. en la divinidad. Es la histórica del Estado, lo que justifica
117
Autoridad
todo poder de hecho, según la máxima Digesto admitían, por lo tanto, que la
de su filosofía: "Entender lo que es única fuente de la A. es el pueblo ro
el deber de la razón, porque lo que mano (R. W.-A. J. Carlyle, History oj
es, es la razón” (I b i d Pref.). Desde Medieval Political Theory in the West,
este punto de vista, A. y fuerza coin 11, I, 7; trad. ital., pp. 369 ss.; cf. Politi-
ciden y el que posee la fuerza para ha cal Liberty, trad. esp.: La libertad po
cerse valer no puede dejar de gozar lítica, México, 1942, F. C. E., p. 40). Tal
de una A. válida, ya que toda fuerza es es la forma que adquiere en la Edad
querida por Dios o es divina. Media la doctrina del fundamento hu
3) La tercera concepción de la A. se mano de la A. Dice Dante: "El pueblo
opone precisamente a este teorema. La romano, por derecho y no mediante la
A. no consiste en la posesión de una usurpación, admitió la misión del mo
fuerza, sino del derecho de ejercerla; narca, que se denomina imperio, sobre
y tal derecho resulta del consentimien todos los mortales" (De Mon., II, 3).
to de aquellos sobre los cuales se ejer De la misma manera Occam afirmaba
ce. Esta doctrina es obra de los estoi que "el Imperio romano fue ciertamen
cos y halló su primer gran expositor te instituido por Dios, pero a través de
en Cicerón. Su presupuesto fundamen los hombres, o sea a través de los ro
tal es la negación de la desigualdad manos" (Dialogus Ínter magistrum et
entre los hombres. Todos los hombres discipulum, III, tract. II, lib. I, cap. 27;
tienen, por naturaleza, la razón, que es en Goldast, Monarchia, II, p. 899). Oc
la verdadera ley que manda y prohíbe cam creía que la misma A. papal estaba
rectamente y, por lo tanto, todos son limitada por las exigencias de los dere
libres e iguales por naturaleza (Cicer., chos y por la libertad de aquellos sobre
De Leg., I, 10, 28; 12, 33). En tal sen los cuales se extiende y es, por lo tanto,
tido, sólo de los hombres mismos, de la A. de un principado ministrativus y
su voluntad concorde, puede nacer el no dominativus. Y a la pregunta de
fundamento y el principio de la A. cuáles son los derechos y las liberta
“Cuando los pueblos m antienen por des que deben ser respetados por la
entero su propio derecho —dice Cice misma A. papal, Occam respondió que
rón—, nada puede ser preferible, nada son los que corresponden incluso a
más libre, más feliz, desde el momento los infieles, ya sea antes o después de
en que son amos de las leyes, de los la encamación de Cristo, ya que los fie
juicios, de la guerra, de la paz, de les no deben ni deberán hallarse en
los tratados, de la vida y del patrimo condiciones peores en que se encontra
nio de cada uno” (Resp., I, 32, 48). ban los infieles, ya sea antes o des
Cicerón creía que sólo un estado seme pués de la encamación de Cristo (Ibid.,
jante podía ser denominado legítima IX). Marsilio de Padua afirmaba clara
mente república, es decir, "cosa del mente la tesis general implícita en
pueblo” (Ibid., I, 32, 48). Pero, a veces, análogos reconocimientos: “El legisla
el reconocimiento de que la fuente dor, o sea la primera y efectiva causa
de la A. se encuentra en el pueblo, se eficiente de la ley, es el pueblo o el
une al reconocimiento del carácter ab conjunto de los ciudadanos o bien
soluto de la A. misma. Así sucede en el la parte sobresaliente de ellos, la que
Digesto, donde Ulpiano dice: “Lo que manda y decide por su elección o por
gusta al príncipe tiene valor de ley” su querer, en una asamblea general, en
aunque agrega en seguida: "Ya que términos precisos que determinados ac
mediante la ley regia, con la cual regula tos humanos se deben cumplir y otros
su poder, el pueblo le confirió toda su no bajo pena de penalidades o de puni
A. y todo su poder” (Dig., I, 4, 1). Uno ciones corporales” (Defensor pacis, I,
de los típicos teoremas de este punto de 12, 3) Nicolás de Cusa afirmaba no
vista es el carácter de ley que se reco menos explícitamente, refiriéndose a la
noce a las costumbres. En efecto, si las A. eclesiástica: "Ya que todos los hom
leyes no tienen otro fundamento que el bres son naturalmente libres, cualquie
juicio del pueblo, las leyes que el pue ra A. que disuada a los súbditos a
blo aprueba, aun sin escribirlas, tienen hacer el mal y limite su libertad con
el mismo valor que las escritas (Ibid., temor de sanciones, resulta sólo de la
I, 3, 32). Los grandes ju rista s del armonía y del consentimiento de los
118
A u to s u fic ie n c ia
A v e rro ísm o
súbditos, ya sea recibida en la ley es concilio, una afirmación bíblica, la sen-
crita o en la viviente representada por tentia de un Padre de la Iglesia. El
el regidor" (De Concordantia catholica, recurso a la A. es una de las caracte
II, 14). En el mundo moderno, el pre rísticas de la filosofía escolástica, en
dominio del contractualismo {véase) la cual el filósofo particular quiere sen
y del iusnaturalismo {véase) ha deter tirse apoyado y sostenido por la respon
minado la prevalencia de esta doctrina. sabilidad colectiva de la tradición ecle
Y no obstante que actualmente el con siástica. No faltan tampoco en la esco
tractualismo y el iusnaturalism o no lástica rebeliones contra la A. en este
pueden ser invocados como justifica sentido, como la de Abelardo, quien afir
ciones suficientes del Estado {véase) mó que la A. sólo tiene valor en tanto
y del derecho {véase), no se pone en la razón está oculta, pero que resulta
duda la tesis del origen humano de la inútil cuando la razón puede comprobar
A. La misma doctrina de Kelsen, quien por sí la verdad {Theol. christ., III,
atribuye la A. al ordenamiento jurídi ed. Migne, col. 1226). La filosofía mo
co, no es más que una especificación derna se caracteriza por el abandono
de la tesis tradicional. Dice Kelsen: del principio de la A., por lo menos
“El individuo que tiene o ha tenido como principio explícitamente adopta
una A. debe haber recibido el derecho do para la disciplina y la guía de la
de emitir órdenes obligatorias, de tal investigación. De cualquier modo, la A.
modo que otros individuos se vean obli en filosofía representa la voz de la tra
gados a obedecer. Tal derecho o poder dición religiosa, moral, política y tam
sólo puede ser conferido a un individuo bién filosófica, e incluso cuando esta
mediante un ordenamiento normativo. voz no está apoyada por la fuerza de
Por lo tanto, la A. es originalmente la las instituciones políticas que en ella
característica de un ordenamiento nor se fundan, influye en la investigación
mativo” {General Theory of Law and filosófica, ya sea en forma explícita
States, 1945, II, cap. VI, C, h; trad. —mediante el prestigio que confiere a
ital., p. 389). las tesis que apoya— o en forma sola
Pero fuera de este punto de vista for pada y escondida, impidiendo y limi
mal se halla el problema de las formas tando la búsqueda y prescribiendo igno
o de los modos mediante los cuales rancias y tabúes.
puede ser ejercido o expresado el con
sentimiento que da fundamento a la A u to s u fic ie n c ia , véase AUT«aQUÍA.
A., así como también los límites o ex A v e rro ís m o (ingl. averroism; franc.
tensión que puede tener en los sectores averroisme; alem. Averroismus). La
singulares. Es evidente que la A. debe doctrina de Averroes (Ibd-Rosch, 1126-
tener una extensión mayor en la polí 98) tal como fuera entendida e inter
tica que en el campo de la investigación pretada por los escolásticos medievales
científica y, en consecuencia, el consen y por los aristotélicos renacentistas.
timiento que la convalida debe tener Puede compendiarse en los siguientes
distintos límites y extensión y ser ejer puntos fundamentales: 1) eternidad y
cido y expresado en formas y caracte necesidad del mundo; tesis contraria
res diferentes a los del campo científi al dogma de la creación; 2) separación
co. Toda A. tiene como fundamento del entendimiento activo y el pasivo del
el reconocimiento que exprese acepta alma humana y su atribución a Dios.
ción o consentimiento; las modalida Esta tesis, al reconocer sólo una espe
des, las formas y límites institucionales cie de imagen del entendimiento al
o no institucionales de tal reconoci alma humana, la privaba de su parte
miento pueden ser muy diferentes, y más alta e inmortal; 3) doctrina de
constituyen problemas fundamentales la doble verdad, o sea de una verdad
de política general y especial. de razón, que se puede obtener de las
2. En la filosofía medieval, auctoritas obras de Aristóteles, el filósofo por ex
significa una opinión particularmente celencia, y de una verdad de fe, las
inspirada por la gracia divina y, por lo cuales pueden hallarse en pugna entre
tanto, capaz de guiar y corregir el tra sí. La mayor figura del A. latino fue
bajo de la investigación racional. Auc Siger de Brabante, nacido hacia 1235
toritas puede ser la decisión de un y muerto hacia 1281-84.
119
A videz d e n o v e d a d e s
A x io m a
A videz d e n o v e d a d e s(alem. Neugierde). logia propuesto para la misma ciencia
Expresión que utiliza Heidegger para (Kreibig, Psychotogische Grundlegung
designar, con las habladurías (véase) eines Systems der Werttheorie [“Fun-
y la ambigüedad (véase), uno de los damentación psicológica de un sistema
fenómenos esenciales que caracterizan de la teoría del valor”], 1902, p. 194).
el ser del ‘ser ahí’ cotidiano. “El 'ser
ahí- se deja arrastrar únicamente por Axioma (lat. axioma; ingl. axiom; franc.
el aspecto del mundo... pero la A. ... axiome, alem. Axiom-, ital. assioma).
no se cura de ver para comprender lo Originariamente la palabra significa
visto... sino sólo para ver. Sólo busca dignidad o valor (los escolásticos y
lo nuevo para saltar de ello nuevamen Vico adoptaron, precisamente, la pala
te a algo nuevo... no tiene nada que bra dignidad) y fue usada por los ma
ver con la admirativa contemplación temáticos para designar los principios
de los entes... no le importa ser lle indemostrables, pero evidentes, de su
vada por la admiración a la incompren ciencia. Aristóteles formuló el primer
sión, sino que se cura de saber, pero análisis de esta noción, entendiendo
simplemente para tener sabido. Estos por A. "las proposiciones primeras de
dos ingredientes constitutivos de la A., las cuales parte la demostración” (que
el no demorarse en el mundo circun son los denominados A. comunes) y,
dante de que se cura y la disipación en todo caso, los “principios que debe
en nuevas posibilidades, fundan el ter poseer necesariamente el que quiere
cer carácter esencial de este fenómeno, aprender algo” (An. post., I, 10, 76 b 14;
que llamamos la ‘falta de paradero’ ” I, 2, 72 a 15). Como tal, el A. es total
(Seiri und Zeit, §36; trad. esp.: El ser mente diferente de la hipótesis y del
y el tiempo, México, 1962, F. C. E.). postulado (véanse). El principio de no
contradicción es por sí un axioma, es
A x ial, época, véase ÉPOCA. más, “el principio de todos los axiomas”
A x io c é n tric o (ingl. value-centric). Tér
(Met., IV, 3, 1105 a 20ss.). Este signi
mino recientemente introducido en la ficado de la palabra como principio que
filosofía norteamericana para designar parece inmediatamente evidente en vir
la doctrina que afirma la prioridad del tud de sus mismos términos, se mantu
valor sobre la realidad, del deber ser vo inmutable de la Antigüedad a la
sobre el sei, en el sentido de que tam Edad Moderna. "Los principios inme
bién el juicio existencial implica la diatos —dice Santo Tomás (In I Post.,
distinción de valor entre verdad y fal Lee. 5)— no son conocidos por algún
sedad (cf. E. G. Spaulding, The New término medio, sino por el conocimien
Rationalism, 1918, pp. 206 ss.; W. M. to de sus términos. Ya que se sabe
Urban, The Intelligible World, 1929, qué es el todo y qué es la parte, se
pp. 61 ss.). reconoce que el todo es mayor que la
parte, ya que en todas las proposiciones
A x io lo g ia (ingl. axiology; franc. axlo de esta especie el predicado está com
togie ; alem. Axiologie). La “teoría de prendido en la noción de sujeto." La
los valores" fue reconocida, hace algu verdad del A. se manifiesta, en otros
nos decenios, como parte importante términos, por la simple intuición de
de la filosofía; aún más, se la consideró los términos que entran en su compo
como totalidad de la filosofía denomi sición. El ejemplo elegido por Santo
nada “filosofía de los valores” y direc Tomás se presta, en verdad, para reve
ciones conexas (véase valor) cuando, lar particularmente el carácter ficticio
a principios de nuestro siglo, se comen de la evidencia intuitiva, a la que con
zó a usar, para indicarla, la expresión fiaría la validez del axioma. A poca
axiologia. Los primeros escritos en los distancia de Santo Tomás, Occam
que se encuentra tal expresión son anotaba que el principio, “la parte es
los siguientes: P. Lapie, Logique de la mayor que el todo”, no vale cuando
volonté, 1902, p. 385; E. von Hart- se trata de todos que comprenden infi
mann, Grundriss der Axiologie [“Com nitas partes y que no se puede decir
pendio de axiologia”], 1908; W. M. Ur que en la totalidad del universo exis
ban, Valuation, 1909. El término tuvo tan más partes que en un haba, en el
fortuna, que no tuvo el término timo- caso de que en un haba existan infinitas
120
Axioma
modelos, que se denominarán isomor- Azar (gr. aÚTÓpaxov; lat. casus; ingl.
fos. Habrá así: a) una pluralidad de chance; franc. hasard; alem. Zufall;
geometrías; b) una pluralidad de A. ital. caso). Se pueden distinguir tres
para una misma geometría; c) una conceptos del término que se han cru
pluralidad de modelos para una mis zado en la historia de la filosofía.
ma A. 1) El concepto subjetivista, que atri
4) La característica fundamental de buye la imprevisibilidad y la indeter
la A. es la elección y la clara enuncia minación del acontecimiento causal a
ción de las proposiciones primitivas la ignorancia y a la confusión del hom
de una teoría, es decir, de los axiomas bre. 2) El concepto objetivista que atri
que introducen los términos indefini buye el acontecimiento causal a la mez
bles y establecen reglas de uso inde cla o a la intersección de las causas.
mostrables. La elección de las nociones 3) La interpretación moderna, según la
primitivas es la parte fundamental en cual el azar es la insuficiencia de pro
la constitución de una A. Es claro, sin babilidades en la previsión. Este últi
embargo, que las nociones mismas de mo concepto es el más general y el
“primitivo”, "indefinible”, "indemostra menos metafísico.
ble”, son relativas, en el sentido de que 1) Ya Aristóteles (Fís., II, 4, 196b 5)
un término indefinible o'u n a proposi expresaba la opinión de que la fortuna
ción indemostrable en el interior de un es una causa superior y divina, oculta
sistema, pueden resultar definibles o a la inteligencia humana. Los estoicos
demostrables si se modifican las bases equiparaban el A. al error o a la ilu
del sistema. Por ejemplo, en la geo sión, ya que creían que todo sucede
metría euclidiana no se puede demos en el mundo por una absoluta necesi
trar el postulado de las paralelas; pero dad racional (Plac. philos., I, 29). Es
si se renuncia a demostrar el teorema claro que si se admite una necesidad
que enuncia que la suma de los ángu de esta naturaleza, que se sigue de la
los de un triángulo es igual a dos rec divinidad inmanente en el cosmos (co
tos, se puede admitir esta proposición mo creían los estoicos) o del orden
como un axioma y demostrar la uni mecánico del universo, no se puede
cidad de la paralela. Por lo demás, los admitir la realidad de los aconteci
términos no definidos están a menudo mientos que se suelen denominar ac
implícitamente definidos por el conjun cidentales o fortuitos, ni mucho menos
to de los postulados elegidos (defini del azar como principio o categoría de
ción por postulados). Se dice que la tales acontecimientos, y debe verse en
elección de los postulados es Ubre; en ellos la acción necesaria de la causa
reconocida en acto en el universo, ne
realidad debe obedecer a condiciones gando como ilusión o error su carácter
particulares que la limitan notablemen casual. Éste es el motivo por el cual
te (para estas condiciones, véase a x io Kant, que modela sus categorías y sus
ma ). principios a priori en la física newto-
5) Ya se ha expresado que el límite niana, fundada por entero en el prin
fundamental para la elección de los cipio de causalidad, niega la existencia
axiomas es su coherencia o compati del A. y hace así de esta negación uno
bilidad (véase a x io m a ). Sin embargo, un de los principios a priori del entendi
teorema de Godel (1931) ha establecido miento: "La proposición ‘nada ocurre
que una aritmética no contradictoria por un ciego azar (in mundo non datur
implica enunciados no resueltos, y en casus)' es una ley a priori de la natu
tre estos enunciados se encuentra el raleza” (Crít. R. Pura, Analítica de los
de la no contradicción del sistema arit principios, Impugnación del idealismo).
mético. En otros términos, si se perma Hegel, que parte del principio de la
nece en el ámbito de un sistema no perfecta racionalidad de lo real, atri
se puede establecer la no contradic buye el A. a la naturaleza y ve así en
ción del sistema mismo. Éste es uno la naturaleza "una accidentalidad sin
de los límites de la A., aparte de los reglas y desenfrenada” (Ene., §248),
que la corriente intuicionista de los ma pero precisamente en la medida en que
temáticos ha puesto en evidencia. Véase la naturaleza no se adecúa a la sus
MATEMÁTICA. tancia racional de lo real está privada,
123
Azar
125
B
B. En la lógica medieval todos los si moderno el concepto de la dignidad
logismos indicados por una palabra del trabajo manual. Véase c u l t u r a ; r e
mnemotécnica que comience con B n a c im ie n t o .
(Baralipton, Baroco, Bocardo) son re-
ducibles al primer modo de la primera Palabra mnemotécnica usa
B a r a lip to n .
figura (Barbara). (Cf. Pedro Hispano, da por los escolásticos para indicar el
Summ. Log., 4.20.) quinto modo de la primera figura del
silogismo, esto es, el que consiste en
(gr. pavavaía). Esta palabra,
B a n a u s ia dos premisas universales afirmativas y
que en griego significa arte mecánica una conclusión particular afirmativa,
o trabajo manual en general, implica como en el ejemplo: "Todo animal es
una valuación negativa de tal actividad, sustancia, Todo hombre es animal, Por
como cosa grosera y vulgar. Ya Hero- lo tanto alguna sustancia es hombre"
doto (II, 155 ss.) observaba que tanto (Pedro Hispano, Summul. logic., 4.08).
los griegos como los bárbaros se hallan
de acuerdo en considerar inferiores a Palabra mnemotécnica usada
B a rb a ra .
los ciudadanos que aprenden un oficio por los escolásticos para indicar el pri
y a sus descendientes, y a considerar mero de los nueve modos del silogismo
como gente de bien a los que perma de primera figura, que consta de dos
necen alejados de los trabajos manua premisas universales afirmativas, y de
les y se dedican sobre todo a la guerra. una conclusión también universal afir
Jenofonte (Econom, IV, 203) afirmaba mativa, como por ejemplo: “Todo ani
a su vez que “las artes denominadas mal es sustancia, Todo hombre es
mecánicas llevan consigo un estigma so anima], Por lo tanto todo hombre
cial y deshonran nuestras ciudades”. es sustancia” (Pedro Hispano, Summul.
Y Platón hace decir a Calicles en el logic., 4.07; Lógica de Port-Royal, III, 5).
Gorgias (512b) que aun cuando el cons Palabra mnemotécnica usada
B a r b a r i.
tructor de máquinas bélicas pueda ser en la Lógica de Port-Royal para indi
útil, "lo despreciarás a él y a su arte, car el quinto modo del silogismo de
y como un? ofensa lo llamarás banau- primera figura (o sea el Baralipton),
sus y no darías a tu hija como esposa con la modificación de tomar como
de su hijo y no querrías que tu hijo se premisa mayor la proposición en la
casase con una hija de él”. Aristóte que entra el predicado de la conclu
les dice explícitamente (Pol., III, 4, sión. El ejemplo es el siguiente: Todos
1277 ass.) que el poder señorial es pro los milagros de la naturaleza son ordi
pio del que no sabe hacer las cosas narios, Todo lo que es ordinario no nos
necesarias, pero las sabe usar mejor maravilla, Por lo tanto hay cosas que
que sus sometidos. El saberlas hacer no nos maravillan, que son milagros de
es inherente a los siervos, o sea, “a la naturaleza" (Amauld, Logique, III, 8 ).
la gente destinada a obedecer”, y es
cosa tan humilde que "no debe apren Así denominó Vico al estado
B a r b a r ie .
derla ni el buen político ni el buen primitivo, feroz, del género humano, a
ciudadano, a menos que de ellas no partir del cual el temor de lo divino
extraiga una ventaja personal”. Esta trajo paulatinamente el orden del mun
noción de B. permitía la división de la do propiamente humano. "Retomo a
sociedad antigua en dos clases: los la B.” o "B. recurrente”, denominó
que tenían su medio de vida en el tra después a la Edad Media (Scienza
bajo manual y estaban destinados a nuova, dignidad, 56; trad. esp.: Ciencia
obedecer y los que se habían eximido nueva, México, 1941, F. C. E.; Carta a
de la esclavitud del trabajo manual y De Angelis, Opere, ed. Utet, p. 159).
estaban destinados a mandar.
Con algunas excepciones, esta con B a ro c o . Palabra mnemotécnica usada
cepción se mantuvo durante toda la por los escolásticos para indicar al
Edad Media y sólo con el Renacimien cuarto de los cuatro modos del silogis
to comenzó a introducirse en el mundo mo de segunda figura, más precisamen
126
Beatitud o bienaventuranza
te el que consiste de una premisa uni beata, por ser totalmente contemplati
versal afirm ativa, de una prem isa va. A los hombres corresponde una es
particular negativa y de una conclu pecie similar de vida, porque sólo de
sión particular negativa, como en el tanto en tanto se dan a la contempla
ejemplo: "Todo hombre es animal. Al ción; los animales nunca son beatos,
guna piedra no es animal, Por lo tanto por carecer de actividad contemplativa
alguna piedra no es hombre” (Pedro (Ét. Nic., X, 8 , 1178 b 9ss.). Es evidente
Hispano, Summul. íogic., 4.11). que entre los hombres el sabio es el
Se ha querido derivar de esta palabra más beato (Ibid., I, 11, 1101 b 24). En la
la voz "barroco”, usada para designar filosofía postaristotélica y, sobre todo,
la forma de arte o, en general, el espí en la estoica, la B. del sabio es un tema
ritu del siglo x v i i . "No hay duda —ha muy difundido objeto de muchos ensa
dicho Croce— de que la palabra se enla yos (cf. De vida beata de Séneca) y en
za con uno de esos vocablos artificial el neoplatonismo de Plotino, la crítica
mente compuestos y mnemotécnicos, de la felicidad tal como la entienden
con los que se designaban las figuras estoicos y aristotélicos (Enn., I, 4) va
del silogismo en la lógica medieval. acompañada del concepto de una B. in
Entre dichos vocablos (Barbara, Cela- activa, ya que es diferente a toda rea
rent, etc.) dos —por lo menos en lidad exterior. "Los seres beatos son
Italia— im presionaron más que los inmóviles en sí mismos y les basta
otros y resultaron casi proverbiales, a ser lo que son: no se arriesgan a ocu
diferencia de los demás: el primero, parse de cosa alguna, porque ello los
o sea Barbara, porque era el primero, y haría salir de su estado, pero tanta es
además, a saber por qué, Baroco, que su felicidad que, sin elegir, realizan
designaba al cuarto modo de la segunda grandes cosas y hacen mucho al quedar
figura. Digo a saber por qué, ya que inmóviles en sí mismos" (Ibid., III, 2,
dicho térm ino no era más extraño 1). Del neoplatonismo en adelante se
que los otros, ni más retorcido el modo puede decir que el concepto de B. se ha
de silogismo que señalaba: quizá con distinguido en forma cada vez más pre
tribuyó a ello la aliteración con Barba cisa del de felicidad, relacionándose
ra" (Storia dell’etá barocca in Italia, estrechamente con la vida contempla
1925, 2* ed., 1946, pp. 20-21). Aun cuando tiva, con el abandono de la acción y
esta terminología haya sido comúnmen con la actitud de la reflex'ún interior
te aceptada, carece de documentación y del retomo a sí mismo. La tradición
y las únicas pruebas disponibles indican cristiana obró en el mismo sentido, rela
que la palabra barroco se deriva de cionando la B. con una condición o
barocchio, que en Florencia era una estado independiente de las visicitudes
forma de estafa o fraude. Tal es el mundanas, aunque dependiente de la
origen de la palabra en una carta de disposición interna del alma. La doctri
Magliabechi de 1688 (cf. Franco Ventu- na aristotélica de la felicidad propia de
ri, "La parola Barocco”, en Rivista la vida contemplativa, sirvió de modelo
Storica Italiana, 1959, pp. 128-30). a los escolásticos para la elaboración
del concepto de B. Santo Tomás dice
B e a titu d o b ie n a v e n tu r a n z a (gr. gazacpía; que la B. es "la última perfección del
lat. beatitudo; ingl. blessedness; franc. hombre”, o sea la actividad de su más
béatitude; alem. Seligkeit; ital. beati- alta facultad, el entendimiento, en la
tudine). El significado de este término contemplación de la realidad superior,
puede distinguirse del de felicidad o sea la de Dios y de los ángeles. "En
(véase), del que es sinónimo, porque la vida contemplativa el hombre se
designa un estado de satisfacción com comunica con las realidades superiores,
pleta, perfectamente independiente de es decir, con Dios y con los ángeles, a
los problemas del mundo. Aristóteles, los cuales se asimila también en la B.”
que a veces usa indistintamente este Por lo tanto, el hombre obtendrá la
término y el de felicidad, relaciona la B. perfecta en la vida futura, que será
B. con la contemplación y la aplica a totalmente contemplativa. En la vida
la medida que en los diferentes seres terrena el hombre sólo puede alcanzar
vivientes tiene la actividad contempla una B. imperfecta, en primer lugar
tiva. Así, toda la vida de los dioses es por la contemplación y en segundo
127
Behaviorismo
tamiento, en el sentido de hacerlo infa supuesta cada vez que se fija como ta
liblemente previsible. Pavlov mismo rea del arte el perfeccionamiento moral.
subrayaba esta infalibilidad (Ibid., 2) La doctrina de lo B. como mani
p. 133). Pero este presupuesto, de na festación de la verdad es propia de la
turaleza ideológica, ha sido hoy aban edad romántica. "Lo B. —decía Hegel—
donado por el B., que se ha hecho se define como la aparición sensible de
profundamente permeable a la investi la Idea.” Esto significa que belleza y
gación antropológica moderna (psico verdad son la misma cosa y que se dis
logía, sociología, etc.). Véase p s ic o l o g ía .
tinguen sólo porque la verdad es la ma
nifestación objetiva y universal de la
Bello (gr. tó xaXóv; lat. pulchrum; ingl. Idea en tanto que lo B. es su manifes
beautiful; franc. beau; alem. Schón; tación sensible (Vorlesungen über die
ital. bello). La noción de bello coin Aesthetik, ed. Glockner, I, p. 160; trad.
cide con la noción de objeto estético esp.: Estética, Madrid, 1908). Con excep
sólo a partir del siglo xvm (véase e s ción de Hegel, sólo raras veces se ha
t é t i c a ). Antes del descubrimiento de la presentado este punto de vista en forma
noción de gusto, lo B. no se contaba tan terminante. Reaparece, sin embar
entre los objetos producibles y por lo go, en casi todas las formas de la es
tanto la noción correspondiente caía tética romántica y constituye induda
fuera de lo que los antiguos denomina blemente una definición típica de lo B.
ban poética, o sea ciencia o arte de la 3) La doctrina de lo B. como sime
producción. Se pueden distinguir cinco tría fue expuesta por vez primera por
conceptos fundamentales de B., defen Aristóteles. Lo B. se halla constituido,
didos e ilustrados tanto dentro como según el Estagirita, por el orden, por
fuera de la estética, a saber: 1) lo B. una simetría y por una grandeza que es
como manifestación del bien; 2) lo posible abarcar en su conjunto de un
B. como manifestación de lo verda solo vistazo (Poética, 7, 1450 b 35 ss.).
dero; 3) lo B. como simetría; 4) lo Esta doctrina fue aceptada por los es
B. como perfección sensible; 5) lo B. toicos, por ejemplo, por Cicerón: "Así
como perfección expresiva. como en el cuerpo existe una armonía
1) Lo B. como manifestación del bien de formas bien proporcionadas y unidas
es la teoría platónica de la belleza. Se y una buena disposición, que se deno
gún Platón, únicamente a la belleza, en mina belleza, así en el alma la unifor
tre todas las sustancias perfectas, "le ha midad y la coherencia de I .s opiniones
caído en suerte la de ser de vez lo más o de los juicios, unida a una deter
esplendoroso y lo más amable” (Fedro, minada firmeza e inmutabilidad, que
250 e). Por lo tanto, en la belleza y en es consecuencia de la virtud o contiene
el amor que suscita, el hombre en la esencia misma de la virtud, se deno
cuentra el punto de partida para el mina belleza” (Tuse. Disp., IV, 13, 31).
recuerdo y la contemplación de las sus Esta doctrina se hizo tradicional. La
tancias ideales (Ibid., 251 a). Esta doc continuaron los escolásticos (por ejem
trina de lo B. adquiere en el neoplato plo, Santo Tomás, S. Th., I, q. 39, a. 8 ),
nismo un carácter teológico o místico, y la siguieron muchos escritores-artis
porque el bien o las esencias ideales de tas del Renacimiento, al querer des
las que hablaba Platón, se hipostasían cribir lo que su arte intentaba: por
y se unifican, para Plotino, en el Uno o ejemplo, Leonardo en su Tratado de la
sea en Dios; y el Uno y Dios son defi pintura.
nidos como "el Bien”. "El Bien —dice 4) La doctrina de lo B. como perfec
Plotino—, que suministra la belleza a ción sensible es la que da nacimiento y
todas las cosas”, porque lo B. en su afirma a la estética. "Perfección sensi
pureza es el bien extendido y todas las ble" significa por un lado "representa
otras bellezas son adquiridas, mezcla ción sensible perfecta”, por el otro "pla
das y no primitivas, porque resultan cer que acompaña a la actividad sensi
de él (Enn., I, 6 , 7). Esta forma mís ble”. En este primer sentido es concebido
tica o teológica no siempre implica la sobre todo por los analistas alemanes y
doctrina de lo B. como manifestación particularmente por Baumgarten (Aes-
del bien, pero es obvio que tal doctrina thetica ["Estética"], 1750 §§14-18). En el
se halla explícita o implícitamente pre segundo sentido lo entendieron especial-
129
B e n e v o le n c ia
B ie n
mente los analistas ingleses, en primer miento" entre las otras dos facultades
lugar Hume (Essay Moral and Political, (reconocidas desde tiempos de Aristó
1741) y Burke (A Philosophical Inquiry teles): la teórica y la práctica. Véase
into the Origin of Our Ideas of the g u sto ; s e n t im ie n t o .
Sublime and Beautiful, 1756), quienes 5) Como perfección expresiva o cum
intentaron determinar los caracteres plimiento de la expresión, lo B. es, im
que hacen del placer sensible lo que plícita o explícitamente, definido por
se suele denominar "belleza”. Kant uni todas las teorías que consideran el arte
ficó esas dos definiciones complemen como expresión (véase e s t é t ic a , 3). Cro-
tarias de lo B. e insistió sobre lo que ce ha dicho: "Nos parece lícito y opor
aún hoy parece ser su carácter funda tuno definir la belleza como expresión
mental, o sea el desinterés. En conse lograda o, mejor aún, expresión sin
cuencia, definió lo B. como "lo que más, ya que si la expresión no es logra
gusta universalmente y sin conceptos” da, no es expresión” (Estética, 4? ed.,
(Crít. del Juicio, § 6 ) e insistió acerca 1912, p. 92). Y aun cuando, en la obra
de la independencia del placer y lo de Croce, la teoría del arte como expre
B. respecto a todo interés, sea sensible sión se encuentre combinada o confun
o racional. "Cada uno llama placentero dida con la del arte como conocimiento,
—dice— a lo que le satisface, B. a lo la definición que da de la belleza puede
que le gusta, bueno a lo que aprecia ser sostenida como propia por cualquier
o aprueba, o sea que les da un valor teoría del arte como expresión.
objetivo. El placer vale también para
los animales irracionales, la belleza B e n e v o le n c ia , véase BONDAD.
existe sólo para los hombres en su B e n th a m is m o , véase UTILITARISMO.
calidad de animales racionales, y no sólo
en cuanto racionales sino también en B e rg s o n is m o , véase ESPIRITUALISMO.
cuanto animales a la vez. Lo bueno
tiene valor para todo ser racional en B e rk e le ís m o , véase INMATERIALISMO.
general” (Crít. del Juicio, §5). Kant (ingl. biconditional; franc.
B ic o n d ic io n a l
distingue asimismo entre lo B. libre biconditionnel). Este nombre o el de
(pulchritudo vaga) y lo B. adherente
(pulchritudo adhaerens). El primero "equivalencia material” designa por lo
no presupone un concepto de lo que el común, en la lógica contemporánea,
objeto debe ser; por ejemplo, las flores la conectiva "si y sólo si” simbolizada
son bellezas naturales libres. El segun a veces mediante el signo = (cf. Quine,
do sí presupone este concepto, por ejem Methods of Ixxgic, §3). Es evidente que
plo, la belleza de un caballo, de una el B . equivale a la conjunción de los
iglesia, etc., presupone el concepto de dos condicionales "si p entonces q" y
la finalidad a la que se destinan tales "si q entonces p”.
objetos (Ibid., § 16). B ie n (gr. áyaOóv; lat. bonum; ingl. good;
En la doctrina kantiana el concepto franc. bien-, alem. Gut; ital. bene). En
de lo B. quedó reconocido dentro de general, todo lo que posee valor, precio,
una esfera específica, y así resultó un dignidad, mérito, bajo cualquier título
valor, o mejor dicho, una clase de valo que lo posea. B., en efecto, es la pala
res, fundamental. Vino a constituir, al bra tradicional para indicar lo que en
lado de lo Verdadero y lo Bueno, tri lenguaje moderno se denomina valor
nidad ideal, que corresponde a las tres (véase). Un B. es un libro, un caballo,
formas de actividad humana, reconoci un alimento, cualquier cosa que se pue
das como propias del hombre; el enten da vender o comprar; un B. es también
dimiento, el sentimiento y la voluntad. la belleza o la dignidad, la virtud hu
Aun cuando esta división triple fuera mana o una acción virtuosa en particu
considerada por mucho tiempo como lar, un comportamiento aprobable. De
un dato originario de hecho, testimo acuerdo con esta extrema variedad de
niado por la "conciencia” o la “expe significados, el adjetivo Inteno tiene
riencia interior", es en realidad una igual variedad de aplicaciones. Pode
noción nacida en la segunda mitad del mos hablar de "un buen destornilla
siglo x v iii , y derivada históricamente dor” o de "un buen automóvil”, como
de la inserción de la "facultad de senti también de "una buena acción” o de
130
Bien
2) Por otro lado, la teoría subjetivista fección objetiva a que se referían las
del B. es lo inverso simétrico de la tablas de valores de la concepción clá
teoría metafísica. Para ella, el B. no sica griega.
es deseado porque sea perfección o rea Olvidada durante toda la Edad Me
lidad sino que es perfección y realidad dia, la concepción subjetivista del B.
porque es deseado. El ser deseado, o retoma en el Renacimiento, con las
apetecido, define al bien. Así lo defi alusiones a una ética del movimiento
nió siempre Aristóteles (Ét. Nic., I, 1, ( véase é t ic a ). Pero fue afirmada por
1094 a 3). Pero la doctrina no se pre Hobbes en su forma más decidida. ‘Lo
senta en él sin conexiones o mezclas que de algún modo —dice— es objeto
con la doctrina opuesta. En efecto, de cualquier apetito o deseo humano,
cuando debe determinar los criterios es lo que con respecto a él se llama
de preferencia entre varios bienes, re bueno. Y el objeto de su odio y aver
curre a la noción metafísica de perfec sión, malo; y de su desprecio, vil, e
ción, o sea a la noción que es el fun inconsiderable o indigno. Pero estas
damento de la teoría del bien opuesta. palabras de bueno, malo y despreciable
Así, por ejemplo, dice que lo que es B. siempre se usan en relación con la per
absolutamente es más deseable que lo sona que las utiliza. No son siempre
que es un B. para alguno, por ejemplo, absolutamente tales, ni ninguna regla
el curar es preferible a sufrir una ope de B. y de mal puede tomarse de
ración quirúrgica; que lo que es un B. la naturaleza de los objetos mismos”
por naturaleza, por ejemplo, la justi (L e v i a t h I, 6 ). Spinoza aceptó con
cia, es preferible a lo que es B. por entusiasmo este punto de vista. "No
adquisición, por ejemplo, el hombre jus nos esforzamos por nada, ni lo quere
to. Y además "es más deseable lo que mos, apetecemos ni deseamos porque
pertenece a un objeto mejor y más pre juzguemos que es bueno, sino que, por
ciado; así lo que pertenece a la divini el contrario, juzgamos que algo es bue
dad es preferible a lo que pertenece al no porque nos esforzamos por ello,
hombre y lo que corresponde al alma a lo queremos, apetecemos y deseamos”
lo que corresponde al cuerpo” (Tóp., (Eth., III, 9, scol.). Y en el Prefacio al
III, 1, 116 b 17). De tal manera, Aristó IV libro recalca: “Por lo que atañe a
teles delinea un sistema de preferen lo bueno y a lo malo, tampoco indican
cias, que parece orientarse por el ca nada positivo en las cosas, por lo me
rácter de perfección que objetivamente nos consideradas en sí mismas, y no
poseen los bienes y que, por lo tanto, son sino modos de pensar o nociones que
se concilla mal con la definición del B. formamos porque comparamos las co
como objeto de deseo. sas unas con otras. Pues una sola y
Esta definición se hizo válida por pri misma cosa puede ser al mismo tiempo
mera vez y en todo su rigor en los estoi buena y mala, y también indiferente.”
cos, quienes, en efecto, consideraron al A su vez, Locke afirmó que "aquello
B. exclusivamente como objeto de elec que tiene la capacidad de producimos
ción obligatoria o preferencial; y, por placer es lo que llamamos un B. y lo
lo tanto, fueron también los primeros que tiene capacidad de producimos do
en introducir la noción de valor (véa lor llamamos un mal” (Essay, II, 21,42);
se) en la ética. “Así como es propio del definiciones que encontraron asenti
calor calentar y no enfriar, es propio miento en Leibniz: "Se divide al B. en
del B. beneficiar y no dañar”, decían honesto, placentero y útil, pero en el
ellos (Dióg. L., VII, 103). B. en sentido fondo creo que debe ser placentero por
absoluto es solamente lo que es con sí mismo o servir para algo que nos
forme a la razón y, por lo tanto, tiene dé un sentimiento de placer; y, por lo
un valor en sí; pero también son B., tanto, el B. es placentero o úiil y lo ho
aun cuando subordinada o mediatamen nesto mismo consiste en un placer del
te, las cosas que apelan a la elección espíritu” (Nouv. Ess., II, 20. 2). Kant
y que en cuanto tales tienen valor, como aceptó estas notas, agregándoles un ele
el ingenio, el arte, la vida, la salud, la mento importante, esto es, la exigencia
fuerza, etc. (Ibid., 104-05; cf. Cic., De de una referencia conceptual., "El B.
Fin., III, 6 , 20). Esta tabla de los valo —dice— es lo que mediante la razón
res prescindía completamente de la per place por el puro concepto. Denomina-
132
B ie n s u m o
B io lo g ism o
mos buena para, a cualquier cosa (útil) mas relaciones sistemáticas. En el te
cuando place sólo como medio; a la rreno de la noción de valor renacerá,
que gusta, en cambio, por sí misma, sin embargo, en forma apenas alterada,
denominamos buena en sí. En ambas la alternativa entre una concepción ob-
se halla siempre implícito el concepto jetivista y una concepción subjetivista,
de una finalidad, la relación de la ra alternativa que aún hoy constituye uno
zón con la voluntad (al menos, posible) de los temas fundamentales de la dis
y, en consecuencia, el gustar queda cusión moral (véase v a lo r ).
ligado a la existencia de un objeto o
de una acción, es decir, a un interés” (gr. TáyaB óv; lat. summum
B ie n s u m o
(Crít. del Juicio, §4). La presencia del bonum; ingl. supreme good; franc.
concepto o de la norma, es decir, del fin souverain bien-, alem. das hochste Gut).
hacia el cual tiende la cosa o a lo que Noción introducida por Aristóteles para
debe ajustarse, respectivamente, es lo indicar lo deseado por sí mismo y no
que distingue a lo bueno de lo placen en vista de un B. ulterior. Un B. sumo,
tero. Kant anota que un alimento agra cualquiera que sea, es necesario para
dable, aun en caso de ser considerado evitar el proceso al infinito (É t. Nic.,
como "bueno", debe gustar también a I, 2, 1049 a 18). Para Aristóteles el sumo
la razón, esto es, debe ser considerado B. es la felicidad. Los escolásticos apli
con referencia a la finalidad de la nu caron la expresión a Dios mismo (Santo
trición y de la salud corporal. Sin em Tomás, S. Th., I, q. 6 , a. 1). Kant estima
bargo, lo agradable y lo bueno están que el adjetivo "sumo” es equívoco,
ligados, por el hecho de que entrambos ya que puede significar 'supremo’ (su-
dependen, por su objeto, del interés y premum) o ‘perfecto’ {consummatum).
también “lo que es B. absolutamente El B. supremo es la condición primera,
y bajo todo concepto, el B. moral, in originaria de todo B. y, en consecuencia,
cluye el más alto interés. Ya que el es la virtud. Pero el B. perfecto es el
B. es el objeto de la voluntad, es decir, que no es parte de un B. mayor de
de una facultad de desear, determi la misma especie, y en tal sentido la
nada por la razón. Pero querer alguna virtud no puede ser el B. perfecto que
cosa y encontrar placer en su existen es, en cambio, unión de virtud y felici
cia, es decir, tomar interés por ella, dad (Crít. R. Práct., Dialéctica, cap. I I ) .
resultan la misma cosa” (Ibid., in fine). (alem. biogenetisch.es
B io g e n é tic a , le y
En este sentido, el B. es lo que se apre
cia, se aprueba y aquello a lo que se Grundgeseíz). Así denominó el biólogo
reconoce "un valor objetivo" {Ibid., § 5). alemán Emst Haeckel (1834-1919) al
De este modo, en el seno mismo de la paralelismo entre el desarrollo del em
teoría subjetivista del bien, Kant ha brión individual y el desarrollo de la
hecho valer la exigencia objetiva que especie a la que pertenece. En lo que
constituía la fuerza de la teoría meta se refiere al hombre, "la ontogénesis,
física. El bien, para Kant, no es tal o sea el desarrollo del individuo, es
sino por su relación con el hombre, o una breve y rápida repetición (una re
sea en relación con un interés que el capitulación) de la filogénesis, o evolu
hombre tiene en su existencia. Pero ción de la especie a la que pertenece”
esta circunstancia no lo hace total (Natürliche Schópfungsgeschichte, 1868;
mente subjetivo, lo que significa que trad. esp.: Historia de la creación natu
no lo identifica pura y simplemente ral, Valencia, 1905).
con el placer, debido a que al recono (ingl. biologism; franc. bio-
B io lo g is m o
cimiento del B. está ligada la valora logisme; alem. Biologismus). 1) La in
ción conceptual de su eficiencia con terpretación del mundo físico o del hu
referencia a determinados fines, lo que mano por analogía con el organismo
significa constituir el B. como "un va {véase o r g a n i c i s m o ).
lor objetivo”. 2) Lo mismo que vitalismo {véase).
Después de Kant, la noción de valor 3) La metafísica de Hans D riesch
tiende a suplantar la noción de B. en (1867-1941), en cuanto es una "filosofía
las discusiones morales y puede ser con de lo orgánico”. Driesch, en efecto, di
siderada como heredera del concepto vide a la filosofía en "doctrina del
subjetivo de B., ya que posee sus mis- orden” que tiene por objeto la totalidad
133
B io s fe ra
B u d is m o
del mundo inorgánico, y "doctrina de ras es de modo múltiple y dividido"
la vida", que tiene por objeto el mundo (S. Th., I, q. 47, a. 1). Las discusiones
orgánico. El presupuesto de esta sub de los siglos xvn y xvm en torno a la
división es que el organismo no es re- B. de Dios como motivo de la creación
ducible a forma o manifestación del (cf. Leibniz, Theod., II, § 116 ss.) se fun
orden inorgánico o, en otras palabras, daron en un significado más restringi
no es una máquina. Lo que el organis do del término, expresado claramente
mo posee a más de lo que tiene una por Baumgarten: “La B. (benignidad)
máquina, es la entelequia, concebida —dice— es la determinación de la vo
por Driesch como una especie de mó luntad para hacer bien a los demás. El
nada en el sentido leibniziano, que de beneficio es la acción útil para otro,
termina todo el desarrollo de un ser sugerida por la B.” (Met., §903). En
viviente. La entelequia es supraindivi- este sentido, la B. se identifica con lo
dual y suprapersonal: el nacimiento de que Aristóteles llamaba benevolencia
un hombre no es más que la manifesta (eúvoia; Ét. Nic., VIII, 2, 1155b 33).
ción de una entelequia, manifestación Los dos significados del término son
que termina con la muerte. Los indi vigentes en el uso común.
viduos son solamente partes de la vida
suprapersonal de la entelequia (Philo- B o v a r is m o ( franc. bovarisme). Término
sophie des Organischem ["Filosofía de derivado del nombre de la famosa he
lo orgánico"], 1908-1909; Ordnungslehre roína de Flaubert (Madame Bovary,
["Doctrina del orden”], 1925). 1857) para indicar la actitud del que
se crea a sí mismo una personalidad
B io sfe ra (franc. biosphére). Así deno ficticia y busca vivir conforme a ella,
minó Le Roy a la vida en su totalidad, en colisión con su propia naturaleza
en cuanto tiene con los individuos la y con los hechos. El término fue crea
misma relación que el pensamiento con do por Jules de Gaultier (Le bovarisme,
las ideas que produce; en cuanto es la 1902).
fuerza o el principio creador de ellos
(L'exigence idéalistique et te fait de B ra q u ilo g ía (gr. Po“XV/.ovía). En el Pro-
l’évolution, 1927). Con la aparición del tágoras de Platón, Sócrates opone a la
hombre sobre la tierra comienza el rei tendencia de Protágoras de sostener
no de la nmsfera, esto es, el reino del largos discursos, su exigencia de res
progreso espiritual que el hombre reali puestas breves y sucintas, porque es
za en todos los campos, mediante el obvio que solamente por el cambio de
poder inventivo de su pensamiento in frases concisas se hace posible la dis
tuitivo (La pensée intuitive, 1929-30). cusión dialogada (Prot., 334c-335a).
B ira n ism o , véase ESPIRITUALISMO. B ru tis m o (franc. brutisme). Término
adoptado por St.-Simon para indicar la
B o c a rd o . Palabra mnemotécnica usada concepción mecanicista de los fenóme
por los escolásticos para el quinto de nos y que, por lo tanto, es equivalente
los seis modos del silogismo de ter a mecanicismo (véase).
cera figura, esto es, el que consta de
una premisa particular negativa, de una B u d ism o (ingl. buddhism; franc. boud-
premisa universal afirm ativa y de dhisme; alem. Buddhismus). La doctri
una conclusión particular negativa, co na religiosa y filosófica originada en
mo en el ejemplo: "Algún hombre no es las enseñanzas de Gautama Buda (563-
piedra; Todo hombre es animal; Luego 480 a. c. aproximadamente) y que luego
algún animal no es piedra” (Pedro His fue desarrollada en numerosas direc
pano, Summul. Logic., 4.15). ciones en India, China y Japón. Los
principales textos del B. son escritos en
B o n d a d (lat. bonitas; ingl. Goodnes; lengua pali, denominados Tipitaka, y
franc. bonté; alem. Gütigkeit; ital. bon- divididos en tres grupos o canastas,
tá). En su significación más extensa: la que son: 1) el Sutapitaka, que compren
excelencia de un objeto cualquiera (cosa de los Sutras, o sea los discursos o
o persona). Así, por ejemplo, dice San sermones atribuidos a Buda; 2) el Vina-
to Tomás: “La B. que en Dios está yapitaka, que comprende las reglas de
simple y uniformemente, en las criatu disciplina monástica; 3) Abhidhamma-
134
*
B u e n a v o lu n ta d
B u e n s e n tid o
pitaka, que es la canasta de la meta puede ser obtenida por todos los fieles
física, es decir, la sección doctrinaria mediante la piedad y la caridad hacia
de la recopilación. las otras criaturas; de lo que resulta
El B. es el mayor ejemplo de una que el nirvana deja de ser la única li
religión perfectamente atea. Su doctri beración individual, para resultar la
na fundamental se puede resumir en liberación del género humano y, en
las cuatro nobles verdades, que son: general, del mundo. El gran vehículo
1) la vida es dolor; 2) la causa del se difundió, sobre todo, en Tibet, China
dolor es el deseo; 3) la cesación del do y Japón (cf. Das Gupta, A History of
lor se obtiene con la cesación del deseo; Indian Philosophy, I, 1922, pp. 78 ss.;
4) existe un sendero óctuple, que con G. Tucci, Storia delta filosofía indiana,
duce a la cesación del dolor. A su vez 1957, pp. 64ss.; como también la biblio
el óctuple sendero consiste: 1) en la grafía contenida en estas obras).
justa vista; 2) en la justa intención;
3) en el lenguaje justo; 4) en la con B u e n s e n tid o(ingl. good sense; franc.
ducta justa; 5) en la vida justa; 6) en bon sens). Esta expresión, que no debe
el justo esfuerzo; 7) en la justa men confundirse con la de sentido común
talidad; 8) en la justa concentración. (véase), fue usada por Descartes como
El hombre, según Buda, está someti sinónimo de razón en la frase que abre
do a la ley del incesante fluir de la el Discurso del método: "la facultad
vida (dharma) que lo lleva de deseo de juzgar bien y distinguir lo verdade
en deseo, de dolor en dolor, de encarna ro de lo falso, que precisamente se lla
ción en encarnación. Hasta que el hom ma B. sentido o razón, es por naturaleza
bre no se libere del deseo, estará someti igual en todos los hombres”. Esta sino
do al ciclo del renacer (samsara). La nimia no podría ser actualmente ad
liberación del deseo, obtenida median mitida. Por un lado, la razón se aplica,
te las reglas morales referidas y la cada vez más, a técnicas específicas
disciplina ascética (que el B. compartía (véase r a z ó n ) ; por otro lado, el B. sen
con el brahamanismo y con la práctica tido designa un determinado equilibrio
yogui), se alcanza solamente con la di y una determinada moderación en el
solución de la ilusión producida por el juicio acerca de los asuntos ordinarios
deseo (lo que es el karma), con la eli de la vida y en el modo cotidiano de
minación del deseo mismo y con la comportamiento. Sin embargo, a menu
destrucción del apego a la vida, que es do sucede que lo que parece extrava
el nirvana. gante o paradójico al B. sentido, tenga
Las numerosísimas escuelas, sectas, mayor valor de lo que a él se conforma.
direcciones filosóficas que se han origi Porque el buen sentido no puede hacer
nado en el B. se suelen reagrupar en otra cosa que referirse al sistema esta
dos grandes categorías, denominadas blecido de creencias y de opiniones y
pequeño vehículo (hinayana) y gran no puede juzgar sino a base de los valo
vehículo (mahayana), respectivamente. res que en él se incluyen. Con mucha
El pequeño vehículo es el que perma frecuencia tanto la ciencia como la filo
nece estrechamente fiel a las enseñan sofía deben prescindir del B. sentido,
zas de los textos palis. La salvación aunque no puedan prescindir nunca o
queda reservada al monje, esto es, al enteramente de los asuntos cotidianos
que ha seguido el camino de la medita y pequeños entre los cuales el B. senti
ción y que ha logrado el nirvana. Las do debería hallarse cómodamente.
escuelas del pequeño vehículo se han
difundido sobre todo en India, Birma B u e n a v o lu n ta d , véase VOLUNTAD.
nia, Siam, Cambodia y Laos. En cam
bio, según el gran vehículo, la salvación B ueno, véase b ie n .
135
c
C. 1. En la lógica medieval, todos los do, no solamente con el cristianismo,
silogismos indicados con palabras mne- sino también con las doctrinas de Pi-
motécnicas que comienzan con C son tágoras y de Platón, cuyo precedente
reducibles al segundo modo de la pri más antiguo sería (De hominis dignita-
mera figura (Cetarent) (cf. Pedro His te, fol., 138 r). Acerca de la C. cf. H.
pano, Summ. Log., 4.20). Sérouya, La Kabbale, 1947; 2* ed., 1957).
2. En la notación de Lukasiewcz se
usa para indicar el condicional o la im C ada (lat. omnis; ingl. any; franc. cha
plicación lógica, por lo común simboli qué ; alem. jeder; ital. ogni). En la
zada mediante ‘‘V’ (A. Church, Introduc- lógica contemporánea, "C.” es un opera
tion to Mathematical Logic, n. 91). dor de campo, del cual el símbolo más
usado es *(x) por ejemplo, en fórmu
Cabala. Una de las fuentes de la filo las como ' (x)-f (x) que se lee "para
sofía judaica medieval. Kábalah (= tra cada x, f (x) es verdadero”. Correspon
dición) es una doctrina secreta trasmi de a un producto lógico (o conjunción
tida al principio oralmente, y expuesta lógica) operado en el campo de vali
después por algunos rabinos en cierto dez de la (x), o sea a la conjunción
núme' j de tratados, de los cuales dos 7 («) y 1 (b) y / (c ) y ...’. En donde f (x)
nos han llegado íntegra o casi íntegra es un predicado, ésta equivale a la
mente: El libro de la Creación (Yezi- fórmula usual ‘C. x es /’ o también
rah) y el Libro del Esplendor (Zohar). ‘todos los x son f de la lógica tradi
Estos libros (cuya fecha de composición cional. En el latín medieval, entrando
se desconoce) exponen una doctrina pa como forma normal de proposición la
recida a la de los neoplatónicos y a fórmula 'homo currit', el jtá? griego
la de los neopitagóricos de los primeros (que ya en Aristóteles se refería siem
siglos de nuestra era. Dios es, en sí, pre al sujeto lógico de la proposición)
inaccesible, huye a todo conocimiento es traducido mediante el adjetivo omnis
y rechaza toda determinación: es la y se le hace concordar gramaticalmen
negación de toda cosa determinada, te con el sujeto (así "omnis homo cur
el nada de .oda cosa. La luz divina se rit"), de donde resulta nuestro "C." Sin
concentra y se proyecta en rayos que embargo, fue la lógica medieval la que
constituyen las sustancias emanadas o reconoció claramente la función de ope
Números (Sephirot) que forman los rador, esto es, la de signo significante
seres intermedios y el mundo. Las pri que tiene solamente la misión de modi
meras dos sustancias son la Sabiduría ficar la denotación del término que
( Sephir) y la Inteligencia (Logos) que tiene la función de sujeto.
con Dios forman las primeras tres hi- La lógica terminista aclaró particular
póstasis, como también el mundo invi mente el significado de C. como signo
sible que es modelo del mundo visible. distributivo, distinguiéndolo del signi
Los dos mundos se hallan ligados por ficado colectivo, por el cual omnis se
el amor: el mundo inferior tiende al adopta en plural, y entendió por sig
superior y, en respuesta a este impul nificado distributivo el significado por
so, el mundo superior desea y ama al el cual se indica una disposición de la
inferior. La C. tuvo mucho éxito tam cosa que puede obrar como sujeto o
bién en el periodo del Renacimiento, predicado (Pedro Hispano, Summ. Log.,
sobre todo entre los platónicos, en par 12.06).
ticular, en Pico della Mirándola, que En la lógica moderna Frege (Grund-
intentó unificar y organizar, con un gesetz der Arithmetik, 1893, 1, §17) y
nuevo espíritu, la totalidad del saber Russel han hecho valer la distinción
tradicional, viendo en la C. el instru entre C. y todo. Russell considera que
mento adecuado para penetrar en los tal distinción consiste en el hecho de
misterios divinos y, en consecuencia, que una aserción que contenga una
la guía para la interpretación de las variable x, por ejemplo, ‘x = x', puede
Sagradas Escrituras. Por lo tanto, con hacerse valer para todos los ejemplos
sideraba las doctrinas de la C. en acuer o para uno cualquiera de los ejemplos,
136
Caída
Cálculo
sin decidir a cuál ejemplo se hace v e rá n a lle v a r a la a r m o n ía o rig in a ria
referencia. En este segundo caso, se d e l u n i v e r s o . Véase a p o c a t á s t a s is .
hace uso del operador cada. Así, en las
demostraciones de Euclides se conside Caído, estado de (alem. Verfallenheit).
ra, para razonar, un triángulo cual Con este término designa Heidegger la
quiera ABC, sin determinar la especie caída del 'ser ahí' "de sí mismo en sí
del triángulo. En tal caso, el triángu mismo, en la falta de base y el 'no ser'
lo ABC vale como una variable real: de la cotidianidad impropia” [el 'es
es cualquier triángulo, aun cuando siga tado de movimiento' del ‘ser ahí' en su
siendo el mismo a través de la demos ser peculiar!... "La caída no se limita
tración. El operador todos en cambio a ser una determinación existenciaria
se basa en variables aparentes que son del ‘ser en el mundo’. .. hace patente
aquellas que no cambian el valor de al par el carácter de 'estado de movi
la función, de cualquier manera que miento’ y ‘yección’ del ‘estado de yecto’,
sean determinadas. Russell considera que en el encontrarse del ‘ser ahí’ puede
que la distinción entre todos y C. es imponérsele a este mismo.” El estado
necesaria para el razonamiento deduc de C. es aquel en que "vuela el ‘ser
tivo (Mathematical Logic as Based on ahí' a un extrañamiento en que se le
the Theory of Types, 1908, en Logic and oculta el más peculiar 'poder ser' ”
Knowledge, pp. 64 ss.; cf. Principies of [que es la muerte] y se abandona al
Mathematics, §§ 60-61; Principia Mathe- ‘estado de abierto', la cotidiana forma
matica). G. P.-N. A. de ser "caracterizada por las habladu
rías, la avidez de novedades y la ambi
C a íd a (gr. ?>u«omg; lat. casus; ingl. fatt; güedad” (Sein und Zeit, § 38; trad. esp.:
franc. chute', alem. Fatt; ital. cadutd). El ser y el tiempo, México, 1962, F.C.E.).
El mito de la C. del alma humana de
un estado originario de perfección, en (ingl. calculas ; franc. calcul;
C á lc u lo
el cual contemplaba beatamente la ver alem. Berechnung; ital. calcóla). Ac
dad, cara a cara, fue expuesto en el tualmente este térm ino señala todo
método o procedimiento deductivo, o
Fedro (248 a ss.) de Platón y repetido sea el adecuado para efectuar inferen
por Plotino {Eren., VI, 9, 9) y por otros cias sin recurrir a datos de hecho. C.,
neoplatónicos, como tam b ié n por el por ejemplo, son los proced'mientos de
gnosticismo {véase) y por los Padres de la matemática y de la lógica. Este sig
la Iglesia oriental. Orígenes explicó la nificado generalizado del término ya
formación del m undo sensible por había sido adelantado por Hobbes, que
la caída de las sustancias intelectua definía la razón misma como un cálcu
les que habitaban en el mundo inteli lo. "Porque razón —decía— no es más
gible; C. debida a su pereza y a su que un cómputo [C.] (es decir, suma
repugnancia al esfuerzo que la práctica y sustracción) de las consecuencias de
del bien exige. Dios estableció que el los nombres generales convenidos para
bien dependiera de su voluntad y, por la caracterización y significación de
lo tanto, la dejó libre. Su C. (por lo nuestros pensamientos” {Leviath., I, 5).
tanto, la formación del mundo sensi Leibniz denominó "C . filosófico” a la
ble) depende exclusivamente del mal ciencia universal o característica uni
uso de esta libertad {De princ., II, 9, 2; versal {véase), en la que veía el ins
Fr. 23 A). Los gnósticos, en cambio, trumento de la invención conceptual
negaron tal libertad. En el mundo {Op., ed. Erdmann, pp. 82ss.). Carnap
moderno, la teoría de la C. ha sido re distingue entre el C. y el sistema se
adoptada por Renouvier {Nueva mona- mántico, en el sentido de que “en tanto
dotogía, 1899). El hombre, salido de los enunciados de un sistema semántico
las manos de Dios como criatura libre, son interpretados, afirman alguna cosa
ha provocado, por el uso de su libertad, y en consecuencia son verdaderos o fal
su propia caída y al mismo tiempo la rui sos ; en cambio, en un cálculo los enun
na del mundo armonioso creado por ciados son considerados desde un punto
Dios. De la C. podrá aliviarse mediante de vista puramente formal". Para sub
la libertad misma y mediante un suce- rayar tales distinciones, a veces se lla
derse de pruebas dolorosas que lo vol- ma fórmulas- a los elementos de un
137
C á lc u lo c o m b in a to rio
C am po
C. y proposiciones a los elementos de certeza y proidmidad, la fecundidad y
un sistema semántico (Foundations of la pureza del placer (Principies of Moral
Logic and Mathematics, §9). and Legislation, 1789). Véase d e o n t o -
El mismo Carnap ha observado que l o g ía .
los cálculos pueden tomar el nombre
de los signos o expresiones que en ellos C a le n d e s . Palabra mnemotécnica usada
recurren, y en tal sentido se denomina por la Lógica de Port-Royal para indicar
cálculo de los enunciados o de los pre el sexto modo del silogismo de primera
dicados, o bien, cómo es más frecuen figura (o sea el Celantes), con la modi
te, de sus designaciones, o sea de los ficación de tener por premisa mayor la
objetos a los cuales se refieren (Intro- proposición en la que entra el predica
duction to Sem antics, 2a ed., 1959, do de la conclusión. El ejemplo es el
p. 230). En este segundo sentido, el siguiente: “Todos los males de la vida
C. proposicional es el estudio forma son males pasajeros; Todos los males
lizado de los conectivos lógicos (véase pasajeros no son de temer; Luego nin
c o n e c t iv o s ), y sus teoremas están cons guno de los males que son de temer es
tituidos por fórmulas que pueden ser un mal de esta vida” (Arnauld, Logique,
derivadas de las fórmulas primitivas, III, 8 ).
mediante la aplicación sucesiva de las Calor y frío (gr. BequÓv '/ai ijxy.nóv; lat.
reglas primitivas de inferencia. El C. calor frigusque). Esta oposición, corres
funcional, en cambio, tiene por objeto pondiente a la oposición entre luz y
las funciones proposicionales (véase tinieblas, fue introducida por Parmé-
f u n c i ó n ) y adopta, además de las co
nides como principio de explicación de
nexiones, el cuantificador universal la apariencia sensible (Fr. 8-9, Diels).
(véase o pe r a d o r ). El C. de las clases o Dice Aristóteles; “Parménides toma por
álgebra de las clases, se ocupa de cla principios al C. y al frío, aunque él los
ses o conjuntos determinados por medio denomina fuego y tierra” (Fís., I, 5,
de funciones proposicionales o predica 188 a 20). En el Renacimiento, Bernar
dos y, de preferencia, de fórmulas que do Telesio adoptó la teoría, conside
son expresiones en las que acude el rando al C. y al frío como dos fuerzas
símbolo = o ■ (desigual). El álge o "naturalezas activas” que determinan
bra de las clases es isomorfa con el el Universo, una de las cuales reside
C. función- ’, al coincidir con él en su en el sol y la otra en la tierra (De Rer.
significado (véase álgebra de la l ó g ic a ). Nat., I, 3).
En fin, el álgebra de las relaciones es
el estudio formalizado de las relacio C alvo, a r g u m e n to d e l, véase SORITES.
nes (véase).
C a m b io , véase MUTACIÓN.
C á lc u lo c o m b in a to r io , véase COMBINATO
RIA, ARTE. Palabra mnemotécnica usa
C a m e stre s .
da por los escolásticos para indicar el
(ingl. hedonic calcu
C á lc u lo h e d o n ís tic o segundo de los cuatro modos del silo
las). Así denominó Bentham a la tabla gismo de segunda figura; esto es, el que
completa de los impulsos de la acción consta de una premisa universal afir
humana, con el fin de servir de guía mativa, de una premisa universa] nega
a toda futura legislación. La tabla com tiva y de una conclusión universal ne
prende la determinación de la medida gativa, como en el ejemplo: "Todo
del dolor y del placer en general; en hombre es animal; Ninguna piedra es
segundo lugar, una clasificación de las animal; Luego ninguna piedra es hom
diferentes especies de placer y de dolor; bre” (Pedro Hispano, Summul. logic.,
en tercer lugar, una clasificación de las 4, 11).
sensibilidades al placer y al dolor, que C a m p o (ingl. field) franc. champ; alem.
poseen los individuos. En el primer as Feld). Conjunto de condiciones que
pecto, el placer y el dolor son conside hacen posible un acontecimiento o lí
rados como entidades susceptibles de mite de validez o de aplicabilidad de un
ser pesadas y medidas y, por lo tanto, instrumento. El concepto de C., que
sujetas a un C. riguroso. Este C. versa ha llegado a tener una importancia
rá acerca de la intensidad, duración, cada vez mayor en la física, se usa
138
Canon
tanto en uno como en otro caso garan en lenguaje embellecido y que tiene
tiza la presencia del objeto y la confor diferentes especies de adornos distribui
midad de la representación con el ob dos en sus varias partes, imitación cum
jeto. Los escépticos, de Arcesilao en plida por actores y no en forma narra
adelante, pusieron en duda el criterio tiva y que, suscitando el terror y la
de la representación C., negando que piedad, logra la purificación de tales
pudiera tenerse la seguridad de la ver afecciones” (Poét., 1449 b 24 ss.). Es
dad de una representación cualquiera curioso que Aristóteles, no obstante
(Sexto E„ Adv. Math., VII, 162-64). examinar uno a uno todos los elemen
tos de la tragedia, no se detenga, en
Catarsis (gr. jíaSáprn;). La liberación de cambio, a explicar el significado de la
lo extraño a la esencia o naturaleza C., lo que quiere decir que adopta aquí
de una cosa y que, por lo tanto, la per la palabra en el sentido general co
turba o corrompe. El término es de rriente de serenamiento y de calma,
origen médico y significa "purga”. Pla aun sin una total ausencia de emocio
tón define la C. como "la elección que nes; sentido que se encauza en lo que
conserva lo mejor y expulsa lo peor” dice en la Política a propósito de la
( Sof., 226 d). Por lo demás, recuerda música. Aquí observa que cuando algu
la existencia da los libros de Museo y nos son fuertemente sacudidos por emo
Orfeo según los cuales "los adeptos ciones tales como la piedad, el, miedo, el
celebran sacrifici os y persuaden no sólo entusiasmo y oyen cantos sagrados que
a los individuos en particular sino tam impresionan al alma "se encuentran en
bién a las ciudades, de que existen ab las condiciones del que ha sido curado
soluciones y purificaciones de los actos o purificado". Asimismo todas las de
injustos por el camino de sacrificios más emociones pueden sufrir una “puri
y de juegos placenteros, tanto para los ficación y un alivio placentero”. Y "las
vivos como para los muertos". Empé- músicas adecuadas particularmente pa
docles llamó Purificaciones (xáBapgoi) ra producir purificaciones otorgan a
a uno de sus poemas, inspirado precisa los hombres una inocente alegría” (Pol
mente en el orfismo. En Platón el térmi VIII, 7, 1342 a 17). Entre las muchas
no tiene una significación moral y me interpretaciones que de la C. estética
tafísica. El término designa en primer se han dado, prevalece la de Goethe
lugar la liberación de los placeres (Fed (Nachlese zu Aristot. Poetik ["Releyen
67 a, 69 c); u.i segundo lugar la libera do a Aristóteles. Poética”], 1826), según
ción del alma del cuerpo como un se la cual consistiría en el equilibrio de
pararse y retirarse del alma de las ope las emociones que el arte trágico in
raciones corpóreas y la realización, ya duce en el espectador después de haber
en vida, de la separación total que es la despertado en él las emociones mismas
muerte (Ibid., ble). Sobre esto último y, por lo tanto, en el sentido de la
insistiría Plotino, según el cual la virtud serenidad y el apaciguamiento que pro
purifica al alma de los deseos y de; cura. Si bien algo parecido se encuen
todas las demás emociones, en el sen - tra en Aristóteles, es necesario observar
tido de que separa el alma del cuerpo que para él la significación de la C.
y obra de manera que el alma se recoj a estética no es diferente de la de la
en sí misma v resulte impasible (Enrv. C. médica o m oral: una especie de cura
I. 2, 5). de las afecciones (corpóreas o espiritua
En sus escritos de historia natural, les) que no llega a abolirías, sino que las
Aristóteles usó mucho el término en lleva a la mesura en que son compati
su significado médico de purificación bles con la razón.
o purga. Pero lo amplió también por En la cultura moderna el término C.
vez primera y lo aplicó a un fenómeno ha sido adoptado casi exclusivamente
estético, esto es, a esa especie de libe en relación con la función liberadora
ración o de sosiego que el hombre siente del arte. Freud ha denominado en algu
por obra de la poesía y particularmen nas ocasiones C. al proceso de sublima
te por obra del drama y de la música. ción de la libido (véase a m o r ), por el
“La tragedia —dice— es imitación de cual ésta se separa de su primitivo
una acción de carácter elevado y com contenido, o sea de la sensación volup
pleto, de una determinada extensión, tuosa y de los objetos que con ella se
146
C a ta silo g is m o
C a te g o ría
relacionan, para concentrarse en otros tibie de hacerse explícito o de desarro
objetos que serán amados por sí mis llarse (Met. der Sitien, II, Intr., § 18,
mos. A este proceso de C. (de "subli nota). Sostiene, asimismo, que es indis
mación”) se deben, según Freud, todos pensable un C. moral que debió prece
los progresos de la vida social, del der al C. religioso y es independiente
arte, de la ciencia y de la civilización de él (Ibid., §51). El positivismo del
en general, por lo menos en la medi siglo xix demostró cierta predilección
da en que dependen de factores psí por los C. filosófico-políticos. Saint-
quicos. Véase p s i c o a n á l i s i s . Simon compiló uno (C. de los indus
triales, 1823-24) y también uno, que fue
Catasilogismo (lat. catasyllogismus; i tal. famoso, Auguste Comte (C. positivista,
catasillogismo). Contrademostración. El 1852). La causa de ello fue que el posi
término fue usado por Juan de Salis- tivismo se presentó a menudo como una
bury (Metalogicus, IV, 5) con referencia religión "científica”, que debería sus
al verbo contrademostrar adoptado por tituir a la religión tradicional.
Aristóteles (An. Pr., II, 19, 66 a 25).
C a te g o re m á tíc o (lat. categoremata', ingl.
Catástrofe (ingl. catastrophe; franc. ca categorematic; franc. catégorématique;
tas trophe ; alem. K a ta s tr o p h e ; ital. alem. kategorematisch; ital. categore-
catástrofe). Esta noción es recogida por matico). En la gramática y en la lógica
toda teoría que trate de explicar el des medievales se dio este nombre a las
arrollo de una realidad cualquiera me partes del discurso significantes por sí
diante trastornos radicales y totales que mismas, como el sujeto o el predicado,
se sucederían periódicamente. Cuvier en tanto que se denominaron sinca-
(Discours sur les révolutions du gtobe, tegoremáticas (véase) las otras. Es pro
1812) explicó la extinción de las espe bable que la expresión se derive de la
cies animales fósiles mediante C. gene distinción que los estoicos hacían (Dióg.
rales que habrían destruido periódica L., VII, 63) entre "discurso perfecto”,
mente las especies vivientes de cada que es el sentido concluido (por ejem
especie geológica, dando ocasión a Dios plo, "Sócrates escribe”), y discurso im
de crear nuevas. En 1833 el geólogo perfecto, al que le falta algo (por
inglés Lyell en sus Principies of Geol- ejemplo, "Escribe”, que hace nacer la
ogy, propuso la tesis, más tarde umver pregunta "¿Quién?”). En la forma en
salmente aceptada, de que el estado que se generalizó en la lógica me
actual de la tierra se debe, no a una dieval, la distinción aparece por vez
serie de C., sino a la acción lenta, primera en el tratado anónimo, del si
gradual e insensible de las causas que glo xn, De generibus et speciebus,
de continuo obran ante nuestros ojos. editado por Cousin (CEuvres inédites
En el dominio político la teoría de la d’Abélard, p. 531). Tal forma fue des
C. fue aceptada por Sorel (Réflexions pués constante en la lógica (cf. Pedro
sur la violence, 1906) que concibió el Hispano, Summ. Log., 1.05).
paso del capitalismo al socialismo como
una “C.” cuyo trastorno rehuye cual C a te g o ría (gr. xaxevoQÍa; lat. praedica-
quier descripción. Es cierto que Sorel mentum; ingl. category-, franc. caté-
agrega que no es indispensable que tal gorie-, alem. Kategorie-, ital. categoría).
C. se realice (no se ha realizado ni En general, cualquier noción que sirva
siquiera en la espera de los primeros como regla para la investigación o para
cristianos), pero basta que actúe como su expresión lingüística en un campo
un "mito”. Véase a c t i v i s m o ; m i t o . cualquiera. Históricamente el primer
significado atribuido a las C. es rea
Catecismo (ingl. catechism; franc. ca- lista; son consideradas como determi
téchisme; alem. Katechismus; ital. cate- naciones de la realidad y, en segundo
chismo). Kant dividió el método del lugar, como nociones que sirven para
interrogatorio (o erotemático) en mé investigar y comprender la realidad
todo catequístico, que se dirige sola misma. Así las entendió Platón, quien
mente a la memoria del interrogado, y las denominó "géneros sumos” y enu
método dialógico o socrático, que se meró cinco de ellos: el ser, el movi
dirige al contenido de la razón del miento, la quietud, la identidad y la
interrogado y, por lo tanto, es suscep- alteridad (So/., 254 ss.). Como algunos
147
Categoría
de estos géneros están mutuamente li plejos” verdaderos o falsos {De corpore
gados en su conjunto y otros no, de la Christi, 35; In Sent., I, d. 30, q. 2, I).
misma manera las partes del discurso, Por lo tanto, su distinción no implica
o sea las palabras, se ligan en su con una distinción igual entre los objetos
junto, y cuando tal mezcla corresponde reales, ya que no siempre cosas distin
a la realidad el discurso es verdadero, tas corresponden a conceptos o palabras
de otra manera resulta falso (Ibid., distintas. Las C. de sustancia, cualidad
263 ss.). Esta concordancia entre la rea y cantidad, aun cuando sean distintas
lidad y el discurso, por el trámite de como conceptos, significan la misma
las determinaciones categoriales, cons cosa {Quodl., V, q. 23). Esta relación
tituye también la base de la teoría de radical de la realidad de las C. se basa
Aristóteles, quien, sin embargo, parte en la negación total que el nominalismo
de un punto de vista lingüístico y de medieval hacía de toda realidad uni
tal manera las C. son los modos por los versal. Este punto de vista significa
que el ser se predica de las cosas en considerar las C. como simples nombres
las proposiciones y, por lo tanto, los que se refieren a grupos de objetos.
predicados fundamentales de las cosas. La doctrina de Kant nada tiene en
Aristóteles enumera diez que ejempli común con este nominalismo, aun cuan
fica de la manera siguiente: 1) Sustan do se sustraiga igualmente al realis
cia, ejemplo: hombre y caballo; 2) Can mo de la concepción clásica. Para Kant
tidad, ejemplo: dos codos; 3) Cualidad, las C. son los modos por medio de los
ejemplo: blanco; 4) Relación, ejem cuales se manifiesta la actividad del
plo: mayor; 5) Lugar, ejemplo: en el entendimiento, que consiste esencial
liceo; 6) Tiempo, ejemplo: ayer; 7) En mente "en ordenar diversas representa
contrarse, ejemplo: sentar; 8) Tener, ciones bajo una representación común”,
ejemplo: lleva los zapatos; 9) Accio esto es, en juzgar. Por lo tanto, son las
nar, ejemplo: cortar; 10) Sufrir, ejem formas del juicio, o sea las formas en
plo: ser cortado ( Tóp., I, 9, 103b 20ss.; las que el juicio se explica indepen
Cat., 1 b 25 ss.). La relación entre la C. dientemente de su contenido empírico.
y el ser es explicada de la siguiente Por esta razón, las C. pueden ser saca
manera: "Desde el momento en que el das de las clases del juicio enumeradas
predicado afirma una vez lo que una por la lógica formal. "De tal modo
cosa es, oLa vez su cualidad, su canti —dice Kant— surgen precisamente tan
dad, su relación, lo que hace o lo que su tos conceptos puros del entendimiento
fre y el lugar donde está o el tiempo, que se aplican a priori a los objetos de
resulta que todos éstos son modos del la intuición en general, cuantas funcio
ser” {Met., V, 7, 1017 a 23 ss.). Este con nes lógicas hubiera en todos los juicios
cepto de C. como determinación perte posibles de la tabla precedente [o sea,
neciente al ser mismo, de la cual debe en la clasificación de los juicios] por
servirse el pensamiento para conocerlo que dichas funciones agotan completa
y expresarlo en palabras, ha perdurado mente al entendimiento y miden todo
por mucho tiempo y por un largo pe su poder” (Crít. R. Pura, Anal, de los
riodo las escuelas filosóficas o los filó conceptos, § 10). Las C. son los concep
sofos sólo estuvieron en desacuerdo con tos primitivos del entendimiento puro
respecto al número y a la distinción de y condicionan la totalidad del conoci
las categorías. Así, los estoicos las re miento intelectual y la misma experien
dujeron a cuatro- sustancia, cualidad, cia; pero no se aplican a las cosas en
modo de ser y relación (Simpl., In cat., sí y el conocimiento que se vale de ellas
f. 16 d). Plotino volvió a los cinco (esto es, la totalidad del conocimiento
géneros sumos de Platón (Enn., VI, 1, humano) no puede extenderse, por lo
25). En la Edad Media la única alter tanto, a tales "cosas en sí” o "noúme
nativa en la doctrina del fundamento nos”. Sin embargo, las categorías son
real de las C. era el carácter puramente condiciones de la validez objetiva del
verbal de ellas, sostenido por el nomi conocimiento y, por lo tanto, del juicio
nalismo. Occam afirmó resueltamente en el cual se concreta el conocimien
que las categorías no son más que sig to. En efecto, un juicio es una conexión
nos de las cosas, signos simples a partir entre representaciones, pero tal conexión
de los cuales pueden constituirse "com no es subjetiva, por lo tanto, no vale
1 4 8
Categoría
sólo para el sujeto particular que la del ser” fue readoptado por el idealis
efectúa tan sólo por el hecho de que mo romántico y, particularmente, por
se haga de conformidad con una cate Hegel, quien consideró las categorías
goría, esto es, según un modo, una como "determinaciones del pensamien
regla que es igual para todos los su to” y alabó a Fichte por haber afirmado
jetos y que, por lo tanto, da necesidad la exigencia de sus “deducciones”, esto
y objetividad a todo lo que se reúne es, de la demostración de sus necesida
en la percepción (Prol., §22). La doc des (Ene., §43). Pero, en realidad, para
trina de Kant sobre las categorías puede Hegel las determinaciones del pensa
reducirse a dos puntos fundamentales: miento son, al mismo tiempo, las deter
1) las C. se refieren a la relación minaciones de la realidad (debido a la
sujeto-objeto y, por lo tanto, no se apli identidad de realidad y razón que sos
can a una eventual “cosa en sí" que tiene) y habitualmente denomina "mo
caiga fuera de estas relaciones; 2) las mentos" más bien que C. a estas deter
C. constituyen las determinaciones obje minaciones. La única C. que reconoce
tivas de esta relación y, por lo tanto, en verdad como tal es la realidad-pen
son válidas para todo ser pensante samiento, o sea la autoconciencia, el
finito. Kant enumeraba doce C., en Yo o la Razón. En la Fenomenología
cuatro grupos, que correspondían a las (I, cap. V, § 2) dice: "El Yo es la única
doce clases de juicios, a saber: 1) C. de pura esencialidad del ente o la C. sim
cantidad: unidad, multiplicidad, tota ple. La C. que de otro modo tenía el
lidad; 2) C. de cualidad: realidad, nega significado de ser esencialidad del ente,
ción, limitación; 3) C. de relación: esencialidad indeterminada del ente en
inherencia y subsistencia (sustancia y general o del ente frente a la concien
accidente), causalidad y dependencia cia, es ahora esencialidad o simple uni
(causa y efecto), comunidad (acción dad del ente en cuanto éste es solamen
recíproca); 4) C. de modalidad: posi te realidad pensante; o sea que la
bilidad-imposibilidad, existencia-no exis C. consiste en el hecho de que auto-
tencia, necesidad-contingencia. conciencia y ser tienen la misma esen
El concepto kantiano de las C. domi cia." Lo que quiere decir que la C. debe
na aún la filosofía moderna y contem ser considerada como la conciencia y,
poránea si bien los filósofos que más por lo tanto, como la realidad misma
estrechamente observan las normas y no como una determinación del ser
kantianas no se han puesto de acuerdo en general. Esta teoría d^’ Yo, de la
acerca de la "tabla" de las categorías. Conciencia o del Espíritu como única
En general los neocriticistas han inten C. se ha convertido en lugar común de
tado simplificar y unificar esta tabla. todas las formas del idealismo román
Renouvier, por ejemplo, ha considerado tico. Simétrica y opuesta a la de Hegel
la relación como C. fundamental (ya es la doctrina de Heidegger, para quien
que la conciencia es relación) y ve las la C. es la determinación del ser de
otras C. (número, extensión, duración, las cosas y no de la autoconciencia o
cualidad, devenir, fuerza, finalidad, per del Yo. Heidegger distingue, en efecto,
sonalidad) como determinaciones y es a los caracteres existenciarios (Existen-
pecificaciones de la primera (Essai de tialen) que son las determinaciones del
critique génerale, I, 1854, pp. 8 6 ss.). ser y de la realidad humana, del 'ser-
H. Cohén considera como C. fundamen ahí’ (Dasein), de las C. que son “deter
tal la de sistema, porque la unidad del minaciones del ser del ente que no tiene
objeto sobre la cual se funda la unidad la forma del ‘ser-ahí’: eso es, determi
de la materia, es una unidad sistemá naciones del ‘ser ante los ojos’ (Sein
tica (Logik, p. 339). Aun cuando no hay und Zeit, §9; trad. esp.: El ser y el
filósofo de inspiración kantiana que no tiempo, México, 1962, F. C. E.).
haya querido dar su tabla de las C., el La filosofía contemporánea nos ofre
concepto kantiano de las C. ha perma ce, pues, tanto una vuelta a la concep
necido inmutable dentro de la filosofía ción clásica y a la concepción kantiana
moderna inspirada en Kant. Pero tal de la C., como alguna nueva generaliza
concepto no es único en la filosofía ción de su significado: 1) La concepción
moderna y contemporánea. El concepto clásica de la C. como "determinaciones
tradicional de C. como "determinación del ser” ha sido adoptada por N. Hart-
149
Categorial
mann, que considera las C. como estruc cífica. También existen, por lo tanto,
turas necesarias del ser en sí. Tales "C. del sustrato” {Ibid., § 14) que se
estructuras producen la estratificación diferencian en las precedentes C. “sin
del mundo en una serie de estratos. tácticas” (o sea derivadas) en virtud
Existen las C. fundamentales, que per de referirse a sustratos no derivables,
tenecen a todos los estratos del ser o sea de naturaleza concreta e indivi
y son las C. modales; existen también dual: la esencia última dotada de con
las C. opuestas (cualidad-cantidad, con tenido material y el esto que está
tinuo-discreto, forma-materia, etc.), y aquí, que es el puro caso individual sin
en tercer lugar existen las C. de la forma sintáctica {Ibid., §16). En esta
esfera real que determinan los carac concepción husserliana de la C., preva
teres de la efectividad y que se dividen lecen los rasgos realistas, aun cuando
en cuatro grupos, correspondientes al el objeto o las regiones ontológicas de
principio del valor, al principio de que habla Husserl sean siempre objetos
la creencia, al principio de la predeter de la intencionalidad de la conciencia.
minación y al principio de la dependen 3) En alguna otra corriente de la filo
cia (Aufbau der reaten Welt, 1940; trad. sofía contemporánea, en el empirismo
esp.: La fábrica del mundo real, Onto- lógico por ejemplo, las C., en cambio,
togía, III, México, 1959, F. C. E.). 2) La son consideradas como las reglas con
concepción kantiana de la C. como con vencionales que presiden el uso de los
dición del objeto y además el encauza- conceptos. Así lo hace Ryle, por ejem
miento a la concepción instrumental de plo, que denomina “tipo o categoría
la C. misma, aparecen unidas en la lógica de un concepto al conjunto de
doctrina de Husserl. Para Husserl los modos en que, por convención, es
la noción de C. se relaciona con la de lícito servirse del respectivo término”
región ontológica y designa, en general, (Concept of Mind, Intr.,; trad. ital.,
el concepto que sirve para definir una p. 4). En verdad, ésta es la noción
región en general o el que entra a menos dogmática y más general de C.
definir una región particular (por ejem que la filosofía haya formulado hasta
plo, "la naturaleza física”). Los con ahora; pero contiene aún cierto dogma
ceptos que entran a definir una región tismo, porque limita las C. a las ya
en general (adoptados, por lo tanto, en establecidas por el uso lingüístico co
los axiomas lógicos) son llamados por mún, negando implícitamente la validez
Husserl "C. lógicas” o "C. de la re de toda nueva propuesta. Y, sin embar
gión” Tales son los conceptos de pro go, los hombres de ciencia y los filó
piedad, cualidad, relación de cosas, re sofos y, en general, los investigadores
laciones, conjunto, número, etc. Afines han ejercido siempre el derecho a pro
a estas C. son las denominadas "C. del poner nuevas C., esto es, nuevos ins
significado” inherentes a la esencia de trumentos conceptuales de investigación
la proposición. Las C. lógicas y las y de expresión lingüística. De aquí la
C. del significado son analíticas. En necesidad de formular la noción de ca
cambio, los conceptos que entran en la tegoría precisamente como la de tal
construcción de los axiomas regionales instrumento, noción que presenta sobre
son denominados C. sintéticas por Hus todo la ventaja de caracterizar igual
serl. "Los conceptos sintéticos funda mente bien las funciones efectivas de
mentales o C. —dice Husserl— serían todos los conceptos de C. históricamen
los conceptos regionales fundamentales te propuestos.
(referidos esencialmente a la determi
nada región y a sus proposiciones sin C a te g o ria l (ingl. categorial; franc. caté-
téticas fundamentales), y tendríamos gorial; alem. kategorial; ital. catego-
tantos distintos grupos de C. como re riale). Que concierne a las categorías
giones haya que distinguir” {Ideen, I, o se refiere a ellas; por lo tanto, es
§ 16). Las C. tienen para Husserl un diferente de categórico {véase infra)
carácter siempre objetivo, ya que las que significa una determinada especie
regiones ontológicas, que sirven para de justicia. Así N. Hartmann ha deno
expresar los axiomas son luego las for minado "análisis C .” al análisis de los
mas de la objetividad, de la objetividad estratos del ser determinados por las ca
en general o de una objetividad espe tegorías (Der Aufbau der realen Welt,
150
C a te g ó ric o
Causa sui
1940; trad. esp.: La fábrica del mun sean cuales fueren sus deseos (Grundle-
do real, Ontología, III, México, 1959, gung zur Met. der Sitien, II). Véase
F. C. E.). Y se habla de "error C.” para IMPERATIVO.
indicar el cambio de una categoría por
otra (por ejemplo, Ryle, Concept of C a ie n o te ís m o (ingl. kathenotheism; ital.
Mind, I, §2). catenoteismo). Término inventado por
el historiador de las religiones Max
C a te g ó ric o (gr. xaTriYOpmj; ingl. catego- Müller para indicar la doctrina de que
ricat; franc. catégorique; alem. ka- existe un solo dios por turno, o sea
tegorisch; ital. categórico). En general, el monoteísmo de los Vedas, según los
una proposición o un razonamiento no cuales un solo dios gobierna el mundo
limitado por condiciones. Se empezó a por vez, en tanto las otras divinidades
llamar C. al silogismo aristotélico (Sex esperan su turno.
to E., Hip. Pirr., II, 163), después de
que los estoicos elaboraron la teoría C a u sa e je m p la r . La idea en Dios de las
del razonamiento hipotético (véase a n a - causas que se propone crear. Véase
p o d íc t ic o ). Es muy probable que los IDEA.
estoicos hayan considerado que la teo
ría aristotélica del silogismo quedaba C a u sa i n s tr u m e n ta l ( l a t . causa strumen-
absorbida por la teoría de los razona talis; ital. causa strumentate). Esta cau
mientos hipotéticos elaborada por ellos, sa fue agregada a las cuatro causas de
de la misma manera que consideraban Aristóteles (véase c a u s a l id a d ) por el
absorbida en su teoría de los axiomas médico Galeno, quien admitía, sin em
o proposiciones la teoría aristotélica de bargo, la superioridad de la C . final
la interpretación (véase). Pero la lógica sobre todas las otras. Designa lo que
posterior (especialmente los aristotéli es C. en virtud de cualquier otra cosa,
cos) agregó simplemente las determina como el aire, que puede ser C. del
ciones estoicas a las aristotélicas, ha calor, al ser a su vez calentado por
blando así de una proposición C. o de el fuego (cf. Santo Tomás, S. Th., I,
una proposición hipotética, de un silo q. 45, a. 5).
gismo C. y de un silogismo hipotético.
Esta terminología fue introducida por Causa sui. 1. La libertad como autode
Marciano Capella (De nuptiis, §§404ss.) terminación. En este sentido, la no
y por Boecio en la tradición latina. ción proviene de Aristótel s (Ét. Nic.,
Dice Boecio: "Los griegos denominaron III, I, 110 a) y ha sido constantemente
proposiciones C. a las que se pronuncian adoptada para definir la libertad abso
sin ninguna condición, en cambio son luta o incondicionada. Véase l ib e r t a d .
condicionales las del tipo ‘si es de día 2. Plotino definió la In te lig e n c ia
hay luz’, que los griegos denominaron como "la obra de su misma actividad"
hipotéticas”. De la misma manera el (iavxov ávÉoynpa) en cuanto "tiene el
silogismo C. o "predicativo” es el for ser de sí y para sí misma” (Enn., VI, 8 ,
mado por proposiciones C., en tanto que 16). A través del neoplatonismo árabe,
el que consta de proposiciones hipoté especialmente de Avicena, y también
ticas es hipotético, esto es, condicional de la tradición filosófica judaica, este
(De syll. hypot., I, en P. L. 64, col. 833). concepto llega a Spinoza, que da co
Esta terminología se ha conservado mienzo a su Ética, definiéndolo; "Por
a lo largo de toda la tradición lógica C. de sí entiendo aquello cuya esencia
de Occidente y fue aceptada por Kant implica la existencia, o sea, aquello
(Crít. R. Pura, Analítica de los concep cuya naturaleza no puede concebirse
tos, §9), quien a su vez extendió la sino como existente" (Eth., I, def. 1).
distinción misma aplicándola a los im Se trata de una de las muchas expre
perativos, o sea a las máximas de la siones de la necesidad de la naturaleza
voluntad. Denominó C. al imperativo divina, según el concepto que precisa
de la moralidad, que no está sometida mente el neoplatonismo árabe formó
a condición alguna y tiene, por lo tan de Dios (véase). Hegel adoptó la expre
to, una “necesidad incondicionada ver sión spinoziana y le agregó que toda C.
daderamente objetiva", en consecuencia es "en sí y por sí C. sui", en cuanto se
vale para todos los seres razonables, reduce a la C. infinita, que es la sus
151
Causalidad
cosa, de la sustancia (De parí, an., siona una pequeña fuerza en virtud de la
I, 1, 639b 14). La sustancia es la esen cual el efecto se produce con facilidad,
cia necesaria, eternamente actual, prin como cuando se agrega un tercero para
cipio de realidad y también del devenir ayudar a sostener un peso que dos perso
en cuanto éste es el paso de la poten nas llevan fatigosamente. Para los es
cia al acto. La necesidad causal depende toicos la causa por excelencia es la
de la sustancia. "En las cosas artificia sinéctica y, en este sentido, Dios es
les —dice Aristóteles—, siendo la causa causa y constituye el principio activo
una cosa determinada, es necesario ne del mundo (Dióg. L., VII, 134; Séneca,
cesariamente que las otras cosas deter Ep., 65, 2). La filosofía medieval innovó
minadas hayan sido hechas o existan. poco o nada en lo que se refiere al
Así también en la naturaleza, si el hom concepto de la estructura causal (por
bre es esto hará estas cosas y si hace ser sustancial) del mundo. Su contri
estas cosas sucederán estas otras" (Fís., bución mayor fue la elaboración del
II, 9, 200 a 35). En otros términos, la concepto de causa primera en un sen
necesidad por la cual obra una cosa tido diferente al aristotélico, esto es,
cualquiera (de las que Aristóteles dis no como tipo de causa fundamental,
tingue) es la necesidad misma por la sino como primer anillo de la cadena
cual una sustancia (por ejemplo, el hom causal. La elaboración de este concepto
bre como animal racional) es lo que es. fue obra de la escolástica árabe y en
La necesidad causal es, por lo tanto, la particular de Avicena. Sustituyó la es
del ser sustancial, la necesidad por tructura sustancial del mundo, cuya ne
la cual lo que es no puede ser dife cesidad intrínseca constituiría la C., por
rente a como es. A esta necesidad es el ordenamiento jerárquico de las cau
capa solamente lo accidental o causal. sas que tienen su centro en la Causa
Véase azar. primera. Dice, en efecto, Santo Tomás
La doctrina de Aristóteles demuestra (S. Th., II, 1, q. 19, a. 4): "En todas
la estrecha relación entre la noción de las causas ordenadas, el efecto depende
causa y la de sustancia. La causa es el más de la causa primera que de la
principio de inteligibilidad, porque com causa segunda, porque la causa segunda
prender la causa significa comprender no obra sino en virtud de la causa pri
la articulación interna de una sustan mera." El teorema fundamental que
cia, y ésta es la razón por la que una rige esta universal concatenación cau
sustancia cualquiera, por ejemplo, el sal y su carácter jerárquico es el que
hombre, Dios o la piedra, es la que es y Santo Tomás expresa diciendo: "Cuan
no puede ser u obrar en forma diferen to más alta sea una causa, tanto más
te. Por ejemplo, si el hombre es "ani se extiende su poder causal” (Ibid., I,
mal racional" lo que él es o hace de q. 65, a. 3), teorema dé franco origen
pende de su sustancia así definida, que neoplatónico, ya que los neoplatónicos
obra como fuerza irresistible para pro habían reconocido precisamente junto
ducir las determinaciones de su ser y con el carácter universal de la necesi
de su obrar. dad causal la jerarquía de las causas
Para los estoicos, la causa es una fuer mismas a partir de la causa primera
za productiva, esto es, "aquello por obra (Proclo, Ist. teol., 11). Un fruto de esta
de lo cual nace un efecto”. Según Sexto doctrina es el ocasionalismo (véase),
Empírico (Hip. Pirr., III, 14-15), los según el cual la única causa verdadera
estoicos distinguieron entre las causas, es Dios y las denominadas causas se
las sinécdoques, las concausales y los co gundas o finitas son solamente ocasio
operantes. Las sinécdoques son las cau nes de que se sirve Dios para hacer
sas verdaderas y propias, "presentes las efectivos sus decretos (Malebranche,
cuales está presente el efecto, elimina Recherche de la vérité, VI, 2, 3).
das o disminuidas las cuales queda El concepto aristotélico-árabe de un
eliminado o disminuido también el efec orden necesario en el mundo, en el
to”. Las concausales son las causas que cual todos los acontecimientos encuen
se refuerzan recíprocamente en la pro tren su puesto y su concatenación cau
ducción de un efecto, como en el caso sal, es defendido, en el Renacimiento,
de dos bueyes que tiran del arado. La por los aristotélicos como presupuesto
cooperante es, en fin, la causa que oca esencial de su naturalismo. Así Pom-
153
J
Causalidad
tendida en su forma más rigurosa, como quedaran quietas o que la primera vol
negativa de toda posibilidad o libertad viera hacia atrás o escapara de uno
(Mbglichkeit und Wirklichkeit, 1938; de los lados en una dirección cualquie
trad. esp.: Posibilidad y efectividad, On- ra. Todas estas suposiciones son cohe
tología, II, México, 1956, F. C. E.). rentes y concebibles y la que la expe
2) La segunda forma que la noción riencia demuestra como verdadera no
de C. ha adquirido en la historia de la es más coherente y concebible que las
filosofía es aquella que la reduce sus demás." La conclusión es que "todos
tancialmente a la relación de previsi nuestros razonamientos a priori no
bilidad cierta. Las críticas que con ra prueban derecho alguno a esta prefe
ros intervalos sufrió la noción de C. en rencia” ; y que "en vano pretenderemos
la filosofía antigua, tienden a reducir predecir cualquier advenimiento en par
esta noción a la de sucesión o conexión ticular o inferir cualquier cosa o efecto,
cronológica constante, base de la pre sin la ayuda de la observación y de la
visión de los acontecimientos. Así el experiencia” (Inq. Cono Underst, IVj 1).
filósofo árabe Algazali (siglo xi) que Sin embargo, la observación y la expe
intentaba reservar sólo a Dios el poder riencia, con la repetición de determi
causal, negándolo a las cosas, observó nados acontecimientos semejantes, esto
que el único nexo aceptable entre las es, con la uniformidad que revelan,
cosas es una cierta conexión temporal hacen nacer el hábito de creer que tales
y que, por ejemplo, decimos que la com uniformidades se verificarán también
bustión ha sido causada por el fuego, en el futuro y hacen posible, por lo tan
únicamente porque se nos aparece con to, la previsión sobre la cual se funda
juntamente con el fuego (Averroes, la vida cotidiana. Pero a esta previsión,
Destructio destructionum,!, dub. 3). Con según Hume, no la justifica nada. Aun
otra intención Occam, en el siglo xiv, después de haber realizado la experien
se anticipó a la crítica de Hume, afir cia, la relación entre causa y efecto
mando que el conocimiento de una cosa continúa siendo arbitraria (ya que cau
no lleva consigo, y bajo ningún título, sa y efecto son dos acontecimientos
al conocimiento de una cosa diferente, distintos) y, por lo tanto, sigue siendo
de manera que "una proposición como arbitraria la previsión fundada sobre
‘el calor calienta’ de ningún modo se aquella conexión. "El pan que comía
puede demostrar por silogismo, y el co anteriormente me nutría; esto es, un
nocimiento de ella sólo puede ser obte cuerpo con ciertas cualidades sensibles
nido por la experiencia, ya que si no se estaba dotado de fuerzas secretas en
experimenta que a la presencia del calor tal momento, pero, de esto ¿se deduce
sigue el calor en otra cosa, no se puede que otro pan me deba alimentar asi
saber que el calor produce calor aun mismo en otro momento y que cuali
cuando se sepa que la blancura produce dades sensibles similares deban hallarse
blancura” (Sumnrn Log., III, 2, 38). acompañadas en todo momento de igua
Aquí se encuentra claramente anticipa les fuerzas secretas? La consecuencia
do el punto fundamental de la crítica de no parece del todo necesaria” (Ibid.,
Hume, o sea la no deducibilidad del IV, 2). La conclusión de Hume es que
efecto de la causa. Hume comienza, la relación causal es injustificable y
en efecto, negando que entre causa y que la creencia en ella se puede ex
efecto exista tal relación. plicar sólo por el instinto, o sea por la
"Nosotros tenemos la ilusión —dice necesidad de vivir que la exige. Este
Hume— de que en caso de ser traídos análisis de Hume planteó el problema
de improviso a este mundo, podría de la C. en la forma que aún conserva
mos de inmediato deducir que una bola en la filosofía contemporánea. El cri
de billar puede comunicar el movi terio adoptado por Hume para demos
miento a otra.” Pero, en realidad, “aun trar la insuficiencia de la teoría clásica
suponiendo que me nazca por azar el es el de la presunción. La relación cau
pensamiento del movimiento de la se sal debe hacer previsible el efecto, pero
gunda bola como resultado de su cho ninguna deducción a priori puede hacer
que, yo podría concebir la posibilidad previsible un efecto cualquiera; la de
de otros miles de acontecimientos dife ducción es, por lo tanto, incapaz de fun
rentes, por ejemplo, que ambas bolas dar la relación causal. La repetición
156
J
Causalidad
duda fue Occain, en el siglo xiv, quien en actitud de huida y, en efecto, las
negó la diversidad entre la materia que opiniones “desertan del alma humana
compone los cuerpos celestes y la ma y de tal manera no tienen gran pre
teria que compone los cuerpos sub dicamento hasta tanto alguien logre li
lunares, y admitió como única diferen garlas con un razonamiento causal”.
cia entre éstos y aquéllos, el hecho de Pero "cuando se ligan resultan C. y
que la materia de los cuerpos celestes permanecen fijas. He aquí por qué la
no puede ser transformada por la ac C. —concluye Platón— es más válida
ción de agente creado alguno y para tal que la recta opinión y difiere de ella
finalidad se requeriría la acción direc por su conexión” (Men., 98 a). La doc
ta de Dios (In Sent., II, q. 22 B). Pero trina aristotélica de la C. es mucho más
esta crítica de Occam fue ignorada por rica y circunstancial, pero obedece al
sus mismos discípulos y sólo fue resu mismo concepto. La C. es "conocimien
citada después de un siglo por Nicolás to demostrativo”. Por tal se entiende el
de Cusa, quien afirmó que la generación conocim iento que permite "conocer
y la corrupción que se verifican en la la causa de un objeto, esto es, cono
Tierra, se verifican probablemente tam cer por qué el objeto no puede ser dife
bién en los otros astros, porque no rente de lo que es” (An. Pr., I, 2, 71b
existe diversidad de naturaleza entre 9ss.). Por consiguiente, el objeto de
ellos y la tierra (De docta ignorantia, la C. es lo necesario (véase) y, por lo
II, 12). Sin embargo, el fin de la doc tanto, la C. se distingue de la opinión
trina fue la crítica que Galileo formu y no coincide con ella, ya que si coin
lara en los Diálogos acerca de los dos cidiera "estaríamos convencidos de que
máximos sistemas (1632). un mismo objeto puede comportarse en
forma diferente a la que se comporta
Ciencia (gr. é.-uo-nigri; lat. scientia; ingl. y estaríamos convencidos al mismo
Science; franc. Science; alem. Wissen- tiempo de que el objeto no podría com
schaft; ital. scienza). Un conocimiento portarse en forma diferente” (An. Post.,
que incluye, en cualquier modo o me 1, 33, 89 a 38). Por lo tanto, Aristóteles
dida, una garantía de la propia validez. excluye que pueda existir C. de lo no
Damos aquí la limitación expresada con necesario: de la sensación (Ibid., 31,
las palabras "en cualquier modo o me 87b 27) y de lo accidental (Met., VI,
dida” a fin de hacer aplicable la defini 2, 1027 a 20), pues identifica el cono
ción a la C. moderna, que no tiene cimiento científico con el conocimiento
pretensiones de absoluto. Pero el con de la esencia necesaria o sustancia
cepto tradicional de la C. es aquel en (Ibid. VII, 6 , 1031b 5). La más perfecta
el que incluye una garantía absoluta de realización de este ideal de la C. fueron
validez y es, por lo tanto, como cono los Elementos de Euclides (siglo m a.c.).
cimiento, el grado máximo de la certe Esta obra, que ha querido realizar la
za. Lo opuesto a la C. es la opinión matemática como C. perfectamente de
(véase), caracterizada precisamente por ductiva, sin apelar para nada a la expe
la falta de garantía acerca de su vali riencia o a la inducción, fue por muchos
dez. Las diferentes concepciones de la siglos (y en algunos aspectos sigue sien
C. se pueden distinguir conforme con do) el modelo mismo de la C.
la garantía de validez que se le reconoz Los Elementos de Euclides trasmitie
ca. Esta garantía puede consistir: 1) en ron la concepción de la C. de Platón
la demostración; 2 ) en la descripción; y de Aristóteles con mayor fuerza que
3) en la corregibilidad. ía declinación teórica de Aristóteles. Los
1) La doctrina que enuncia que la antiguos no se apartaron de tal deli
C. garantiza la propia validez demos ncación. Los estoicos la repitieron afir
trando sus afirmaciones, o sea estruc mando que "la C. es la comprensión
turándolas en un sistema o en un orga segura, cierta e inmutable fundada en
nismo unitario en el cual cada una de la razón” (Sexto Emp., Adv. Math.,
ellas sea necesaria y ninguna pueda ser VII, 151), o bien "es una comprensión
dejada de lado, agregada o cambiada, segura o un hábito inmutable para
es el ideal clásico de la ciencia. Platón acoger representaciones, fundado en la
comparaba la opinión (véase) a las es razón” (Dióg. L., VII, 47). Santo Tomás
tatuas de Dédalo, que siempre están repitió las notas aristotélicas (S. Th.,
163
Ciencia
II, 1, q. 57, a. 2) y Duns Scoto acentuó una unidad, un todo... Las proposicio
el carácter demostrativo y necesario nes particulares en general no son C.,
de la C., excluyendo de ella todo cono sino que llegan a ser C. solamente en
cimiento privado de tales caracteres y, el todo, gracias a su lugar en el todo,
por lo tanto, todo el dominio de la fe a su relación con el todo” (Ueber den
(Op. Ox., Prol., q. 1, n. 8 ). También Begriff der Wissenschaftslehre ["Sobre
la escolástica posterior, con Occam, el concepto de la teoría de la ciencia”],
mantuvo en pie el ideal aristotélico 1794, §1). Schelling repetía: “General
de la C. (In Sent., III, q. 8 ). mente se admite que a la filosofía con
El surgimiento de la C. moderna no viene una particular forma suya que
ha puesto en crisis este ideal. Por se denomina sistemática. Presuponer
un lado, la necesidad aristotélica fue una forma tal no deducida corresponde
aceptada también por sus adversarios; a otras C., que ya presuponen la C. de
por el otro, persiste la sugestión de la la C., pero no ya a ésta que se propone
matemática como C. perfecta por su como objeto la posibilidad de una C.
organización dem ostrativa y Galileo semejante” (System des transzenden-
mismo colocaba las "demostraciones ne talen Idealismos ["Sistema del idealis
cesarias” junto a la "sensata experien mo trascendental”], 1800, I, cap. I;
cia” como fundamento de la C. (Opere, trad. ital., p. 27). Y Hegel afirmó en
V, p. 316). El ideal geométrico de la C. forma perentoria: "La verdadera forma
domina también en las filosofías de en la que existe la verdad puede ser
Descartes y Spinoza. Descartes quiso sólo su sistema científico. Colaborar a
organizar todo el saber humano sobre que la filosofía se acerque a la forma
el modelo de la aritmética y de la geo de la C. —es decir a la meta, alcanzada
metría, únicas C. que reconoció como la cual pueda abandonar el nombre de
"faltas de falsedad y de incertidumbre” amor del saber para ser verdadero sa
por estar enteramente fundadas en la ber— he aquí lo que yo me he pro
deducción (Regulae ad directionem in- puesto” (Phanom. des Geistes, Prefacio,
genii, II). Y Spinoza denominó C. intui I, 1). Fichte, Schelling y Hegel conside
tiva a la extensión del método geo raban que sólo el saber sistemático, por
métrico a todo el universo, extensión lo tanto sólo la C., era filosofía. Pero el
mediante la cual "este conocimiento concepto de sistema sirvió para carac
procede desde la idea adecuada de la terizar la C. en general y, por lo tanto,
esencia fon..al de ciertos atributos de también la C. de la naturaleza, a muchos
Dios hasta el conocimiento adecuado filósofos del siglo xix. H. Cohén vio en
de la esencia de las cosas” (Eth., II, el sistema la categoría más alta de la
40 scol. 2o). Kant aplicó a este viejo naturaleza y de la C. (Logik, 1902,
ideal un nuevo término, el de sistema p. 339). Husserl consideraba como ca
(véase). "La unidad sistemática —de rácter esencial de la C. la "unidad
cía— es, en primer lugar, lo que hace sistemática” que en ella encuentran los
de un conocimiento común una C., es conocimientos en particular y sus fun
decir, de un simple agregado hace un damentos (Logische Untersuchungen,
sistema”; añadía que se debe entender 1900, I, p. 15) e indicaba en el sistema
por sistema "la unidad de múltiples el ideal mismo de la filosofía, si quiere
conocimientos reunidos bajo una úni organizarse como "C. rigurosa" (Philo-
ca idea” (Crít. R. Pura, Doctrina del sophie ais strenge Wissenschaft, 1910-
método, cap. III; cf. M etaphysische 1911; trad. esp.: La filosofía como cien
Anfangsgründe der Naturwissenschaft cia estricta, 1951). El ideal de la C. como
["Principios metafísicos de las ciencias sistema ha seguido vivo aún mucho
naturales”], Prefacio). Este concepto tiempo después de que las C. naturales
de la C. como sistema, introducido por se hubieron alejado de él y hubieron
Kant, se convirtió en lugar común de comenzado a polemizar en contra del
la filosofía del siglo xix y, aún hoy, "espíritu de sistema”.
recurren a él las filosofías de carácter Aunque hoy puede considerarse des
teológico y metafísico. Ello ha sucedido aparecido el ideal clásico de la C. como
sobre todo porque el romanticismo lo ha sistema cumplido de verdades necesa
hecho suyo y lo ha repetido hasta la rias por evidencia o por demostración, no
náusea. Decía Fichte: “Una C. debe ser se pueden considerar, no obstante, des
164
Ciencia
Ciencia
y expresarlo en leyes. Las notas fun ción. Es obvio que también las enciclo
damentales que da de la C. nueva son pedias de las C. pueden ser conside
las siguientes (cf. especialmente S. N. radas como simples clasificaciones, pero
de 1744, I, Del método; cf. trad. esp. han sido mucho más eficaces en rela
de la 1? ed.: Ciencia nueva, México, 1941, ción al mismo trabajo científico algu
F. C. E.): nas clasificaciones simples presentadas
1) la C. nueva es una "teología civil por los filósofos del siglo xix. La más
razonada de la providencia divina”, o famosa de todas es la propuesta por
sea la demostración del orden provi Ampére en C. del espíritu o naológicas
dencial que se va realizando en la so y C. de la naturaleza o cosmológicas
ciedad humana a medida que el hombre (Essai sur la philosophie des Sciences,
se levanta de su caída y de su miseria 1834). Esta clasificación ha sido muy
primitiva. Vico opone esta teología civil aceptada y a veces adoptada con otros
a la teología física de la tradición, que términos, por ejemplo, como distinción
demuestra la acción providencial de entre C. culturales (humanistas) y C.
Dios en la naturaleza; naturales (Du Bois-Reymond, Kultur-
2) la C. nueva es "una historia de las geschichte und N aturwissenschaften
ideas humanas, sobre la cual parece ["Historia de la cultura y ciencias na
actuar la metafísica de la mente hu turales”], 1878). A su difusión contribu
mana”, es, por lo tanto, la determ ina yó sobre todo Dilthey, quien en su
ción del desarrollo intelectual humano Einleitung in die Geisteswissenschaften
desde sus toscos orígenes hasta la "ra (1883; trad. esp.: Introducción a las
zón toda explicada”. En este sentido es ciencias del espíritu, México, 1949,
también una "crítica filosófica que de F. C. E.) insistió acerca de la diferencia
muestra el origen de las ideas humanas entre las ciencias que intentan conocer
y su sucesión” ; causalmente el objeto, que permanece
3) en tercer lugar, la C. nueva tiende externo, esto es, las C. naturales, y las
a describir "una historia ideal eterna, que, en cambio, tienden a comprender
por la cual transcurren oportunamente al objeto (que es el hombre) y a re
las historias de todas las naciones en vivirlo intrínsecamente, o sea las C.
sus orígenes, progresos, estados, deca del espíritu. A su vez, Windelband dis
dencias y fines”. Como tal, la C. nueva tinguió entre C. nomotéticas, que
es también una C. de los principios intentan descubrir la ley y conciernen
de la historia universal y del derecho a la naturaleza, y C. ideográficas, que
natural universal; tienen en cambio como mira lo singu
4) la C. nueva es, por lo demás, una lar en su forma históricamente deter
filosofía de la autoridad, o sea de la minada y tienen por objeto la historia
tradición, ya que de la tradición dedu (Geschichte und Naturwissenschaften
ce las pruebas de hecho (o filológicas) ["Historia y ciencias de la Naturale
que logran el orden de sucesión de las za”], 1894, más tarde en los Práludien
edades de la historia. ["Preludios”]). En forma más lograda,
Acerca del concepto de la historia Rickert expresó la misma diferencia,
en Vico, véase h is t o r ia . afirmando que las C. de la naturaleza
tienen carácter generalizader en tanto
C ie n c ia s, c la s ific a c ió n d e la s (ingl. clas- que las C. del espíritu tienen carác
sification of Sciences-, franc. classifica- ter individualizader (Die Grenzen der
tion des Sciences-, alem. Klassifikation naturwissenschaftlichen Begriffsbildung
der Wissenschaften-, ital. classificazione ["Los límites de la conceptuación natu
delle scienze). En tanto que una enci ralista”], 1896-1902, pp. 236 ss.). Véase
clopedia (véase) es la tentativa de dar HISTORIOGRAFÍA.
un cuadro completo de todas las dis Desde otro punto de vista, Comte dis
ciplinas científicas y fijar de modo tinguió dos especies de C. naturales:
definitivo sus relaciones de coordina las C. abstractas o generales que tienen
ción y subordinación, una clasificación por objeto el descubrimiento de las
de las C. tiene solamente la intención leyes que regulan las diferentes clases
más modesta de dividirlas en dos o más de los fenómenos y las C. concretas,
grupos según la afinidad de sus objetos particulares, descriptivas, que consisten
o de sus instrumentos de investiga en la aplicación de estas leyes a la
168
C ie n tific is m o
C ín ic a , f ilo s o fía
historia efectiva de los diferentes seres tratados separadamente” (Kleines Lehr-
existentes (Cours de phil. positive, 1830, buch des Positivismus [“Pequeño ma
I, II, §4). Spencer adoptó esta distin nual del positivismo”), 1939, V, 7).
ción y a su vez dividió a todas las C. en
abstractas (lógica formal y matemáti C ie n tific is m o , véase infra c i e n t i s m o .
ca), abstracto-concretos (mecánica, fí (ingl. scientism; franc. scien-
C ie n tis m o
sica, química) y concretas (astronomía, tisme; ital. scientismo). 1) La actitud
mineralogía, geología, biología, psicolo propia del que se vale de los métodos
gía, sociología) ( The Classification of y de los procedimientos de la ciencia.
the Sciences, 1864). Wundt simplificó Éste es el significado que el término
esta clasificación reduciéndola a dos tiene especialmente en inglés (cf. tam
grupos: el de las C. formales (lógica bién Le Dantec, Contre ta métaphysique,
y matemática) y el de las C. reales 1912, p. 51).
(las C. de la naturaleza y del espíritu) 2) La actitud del que da una impor
(System der Philosophie, 1889; trad. tancia preponderante a la ciencia, muy
esp.: Fundamentos de la metafísica. por encima de las otras actividades hu
Sistema de la filosofía científica, Ma manas, o considera que no existen
drid, 1913). Poco diferente es la límites para la validez y la extensión
clasificación triple de Ostwald en C. del conocimiento científico. En este
formales, C. físicas y C. biológicas sentido, el término equivale a positi
(Grundriss der Naturphilosophie ["Bos vismo, pero con una connotación pe
quejo de filosofía de la naturaleza"), yorativa. Dice Bergson: “Nosotros sólo
1908). La distinción entre C. formales hemos pedido a la ciencia que siguiera
y C. reales aún es muy aceptada. R. siendo científica, que no se envolviera
Carnap ha vuelto a proponerla basán en una metafísica inconsciente, que se
dose en que las C. formales contendrían presenta entonces a los ignorantes o a
solamente aserciones analíticas y las los semidoctos bajo la máscara de la
C. reales o factuales contendrían tam ciencia. Durante más de medio siglo
bién aserciones sintéticas (en Er- este C. ha obstaculizado el camino de
kenntniss, [“Conocimiento y error”), la metafísica” (La pensée et te mou-
1934, n. 5; nuevamente publicado en vant, 1934, 3? ed., p. 83).
Readings in the Phitosophy of Science,
1953, pp. 123 ss.). Así interpretada, la Cifra (alem. Chiffre). Es, s gún Jaspers,
clasificación deja intacta, como señala "el lenguaje de la trascendencia”, o sea
Carnap, la unidad de la C., ya que el símbolo mediante el cual el ser tras
"las C. formales de hecho no tienen cendente puede presentarse a la exis
objeto y son sistemas de aserciones au tencia humana sin adquirir, no obstan
xiliares sin objeto y sin contenido" te, caracteres objetivos y sin entrar a
{Ibid., p. 128). formar parte de la existencia subjetiva
Estas últimas palabras de Carnap se (Phil., III, p. 137). Una cosa, una per
explican teniendo presente que a la dis sona, una doctrina, una poesía pueden
tinción entre las diferentes C. no se valer como símbolos o C. de la tras
le puede dar actualmente un carácter cendencia; símbolos y C. son también
absoluto o riguroso. Las siguientes pa las situaciones-límite (véase).
labras de Von Mises expresan bien el
C in e m a to g rá fic o , m e c a n is m o ( f r a n c . mé-
punto de vista más difundido acerca
del tema: "Toda división y subdivisión canisme cinématographique). Nombre
de las C. tiene solamente una impor dado por Bergson al procedimiento del
tancia práctica y provisional, no es pensamiento con referencia al movi
miento; el pensamiento tomaría ins
sistemáticamente necesaria y definiti tantáneas inmóviles en el movimiento
va, o sea que depende de las situaciones y les agregaría un movimiento artificial
externas en las cuales se cumple el externo. En este procedimiento se fun
trabajo científico y de la fase actual daría “la ilusión mecanicista” (Évol.
cié desarrollo de las disciplinas en par Créatr., cap. IV).
ticular. Los progresos más decisivos a
menudo han tenido origen en la aclara Cínica, filosofía (ingl. cynicism; franc.
ción de problemas que se encuentran cynisme', alem. Cynismus; ital. cínica).
en el límite de los sectores hasta ahora La doctrina de una de las escuelas
169
C írc u lo
C írc u lo d e V ie n a
socráticas, más precisamente la fun debe ser confirmado sobre la cosa in
dada por Antístenes de Atenas (siglo IV vestigada tiene necesidad, a su vez, de
a. C.) en el Gimnasio Cinosargo. Es ser encontrado por medio de la cosa
posible que los cínicos derivaran el investigada” (Hip. Pirr., I, 169; cf. Dióg.
nombre de su escuela del de este Gim L., IX, 89). A su vez, Sexto Empírico
nasio, o bien, como lo sostienen otros, cree que todo silogismo es una petición
de su ideal de vida conforme a la sim de principio ya que siempre predomina
plicidad (y a la desfachatez) de la vida la premisa mayor, por ejemplo, “Todos
canina. La tesis fundamental del ci los hombres son mortales” presupone
nismo es que el único fin del hombre la conclusión "Sócrates es mortal” como
es la felicidad y que ésta consiste en la ya comprobada (Hip. Pirr., II, 195 ss.).
virtud. Fuera de la virtud no existen Esta crítica olvida un punto- fundamen
bienes, y fue característico de los cíni tal de la lógica aristotélica, o sea que
cos su desprecio por las comodidades, las premisas del silogismo no se han es
el bienestar, los placeres y la ostenta tablecido por inducción, sino que expre
ción del más radical desprecio por las san la causa o sustancia necesaria de
convenciones humanas y, en general, las cosas. Por ejemplo, cuando se dice
por todo lo que aleja al hombre de la “Todos los hombres son mortales” no
simplicidad natural de la que los ani se expresa la observación de que A, B,
males dan ejemplo. La palabra "cinis C sean mortales, sino un carácter que
mo” ha quedado en el lenguaje común pertenece a la sustancia o esencia ne
para designar precisamente cierta des cesaria del hombre y que, por lo tanto,
fachatez o descaro. es la causa o razón de ser de la con
clusión.
C írc u lo (gr. ñiúXLiy.og /.Ó7 0 ; ; lat. El C. es tomado a menudo como sig
circulus; ingl. circle; franc. cerote; no de la incapacidad de demostrar.
alem. Zirketbeweiss; ital. circolo). La Hegel observó, sin embargo, que "La
demostración en círculo o recíproca filosofía forma un C.”, ya que cada
es, según Aristóteles, la que consiste una de sus partes debe iniciar algo
en deducir de la conclusión y de una de indemostrado, que a su vez es resultado
las dos premisas de un silogismo (esta de alguna otra parte de ella misma
última tomada en la relación de predi (Fil. del derecho, §2, Apéndice). A su
cación inve-sa), la otra conclusión del vez Rosmini (Lógica, 1854, p. 274 n)
silogismo mismo (An. Pr., II, 5, 57bss.). habló de un "C. sólido”, en el cual el
Aristóteles admite la plena validez de conocimiento de la parte supone el co
este procedimiento y establece los lími nocimiento del todo y a la inversa. Y
tes y las condiciones a propósito de Gentile, volviendo a tales ejemplos,
cada figura del silogismo. El C., por cree que el C. —tal como Sexto Em
lo tanto, no tiene nada que ver con el pírico lo demostró respecto al silogis
"C. vicioso” o "petición de principio”, mo— es la característica propia del
que él enumera entre los sofismas extra "pensamiento pensado", esto es, del pen
dictionem, o sea, no dependientes de la samiento como objeto de sí mismo.
expresión lingüística, y que consiste en "Este C. —dice—, que ha sido siempre
tomar como premisa la proposición que el espantajo del pensamiento, será, más
se quiere probar (El. Sof., 5, 167 a 36). bien es, la muerte del pensamiento
Únicamente los escépticos identifica pensante; pero es la vida, la misma ley
ron las dos cosas y creyeron que no fundamental del pensamiento pensado,
sólo todo silogismo es un C., es decir, sin la cual es imposible concebir al
una demostración recíproca, sino que pensamiento pensante” (Log., I, par
es un C. vicioso, una petición de prin te II, VI, §3).
cipio. Adoptaron en este sentido la
palabra diallele, y la enumeraron entre C írc u lo d e V ie n a (ingl. Vienna Circle;
los tropos, o sea entre los modos de franc. Cercle de Vienne; alem. Wiener
suspender el juicio. Sexto Empírico Kreis; ital. Circulo di Vienna). Se da
atribuye este tropo a los que denomina este nombre al grupo de filósofos y
"los escépticos más recientes", entre científicos que se reunió en torno a
los que incluye a los discípulos de Moritz Schlick, profesor de la Univer
Agripa: "Nace el dialele cuando lo que sidad de Viena, entre 1929 y 1937, grupo
170
C ire n a ic o s
C iv iliza ció n
que comprendía, entre otros, a Kurt otro orden se habla de "C. de la técni
Gódel, Philip Franck, Friedrich Waiss- ca", expresión cuya misma especifica
mann, Otto Neurath y Rudolf Carnap. ción implica que no se trata de la
Con el C. de Viena se relacionaba el “C.” sin adjetivos. Es evidente que esta
grupo de Berlín, cuyas cabezas visibles noción se funda en la preferencia que
más importantes fueron Hans Reichen- se da a determinados valores. En pri
bach y Richard von Mises. La revista mer lugar se prefieren determinadas
Erkenntniss, publicada de 1930 a 1937 y formas particulares de actividad o de
dirigida por Carnap y Reichenbach, fue experiencia humana, y en segundo lu
el órgano de esta corriente. Al disol gar se prefieren los grupos humanos
verse el grupo, con la iniciación de las en los que tales formas de experiencia
persecuciones raciales (1938), sus miem y de actividad aparecen más favorable
bros se dirigieron casi en su totalidad mente. Así, no hay duda de que, desde
a los Estados Unidos, donde conti el punto de vista de la noción expues
nuaron fructíferamente su actividad. ta, la única verdadera y propia forma
Uno de los inspiradores del C. de Viena de C. es la del Occidente cristiano,
fue Ludwig Wittgenstein. Sobre las porque sólo entre los pueblos del Occi
ideas filosóficas sostenidas por el C. de dente cristiano han gozado la religión,
Viena, cuya dirección fue antimetafí el arte y el “saber desinteresado” de la
sica y empirista, véase e m p i r i s m o ló ciencia del más relevante favor, salvo
g ic o . Para ulteriores noticias acerca de periodos relativamente breves.
este punto, cf. B a r o n e , II neopositivismo El historicismo relativista y particu
logico, Turín, 1953. larmente la obra de Spengler han res
quebrajado el conjunto de certidumbres
Nombre dado a una de las
C ire n a ic o s. en las que se apoyaba tal noción. Si
escuelas socráticas, fundada por Aris- bien Spengler ha visto en la civilización
tipo de Cirena (siglo IV a. c.) y a la que la forma más alta y madura de una
pertenecían Teodoro el Ateo, Hege- cultura determinada, también ha visto
sías el Abogado de la Muerte y otros. en ella el principio de su fin y ha mos
El interés de los cirenaicos se dirigía, trado que la cultura no es única y que
como el de los cínicos, preferentemen todas las culturas nacen, crecen y mue
te a la moral. Colocaban el criterio de ren como organismos vivos. A su obra
la verdad en la sensación y el criterio se debe la generalización de' concepto de
del bien en el placer. La finalidad del cultura y, también por lo tanto, del
hombre es, en efecto, el placer, y la concepto de C. que sería una fase deter
felicidad no es otra cosa que "el siste minada de la cultura misma. Así entró
ma de los placeres" pasados, presen- en crisis la noción de C., fundada sobre
y futuros. La conclusión de esta acti una determinada jerarquía de valores.
tud es el consejo de pensar en el hoy, El nombre de C. ha comenzado a usar
o sea, en el hoy con referencia al se en plural. Así lo hace, por ejemplo,
momento en el cual cada uno obra o Toynbee, que lo opone al de "sociedad
piensa, dada la radical incertidumbre primitiva” para indicar las sociedades
del futuro. Hegesías dedujo de este que han constituido o constituyen
punto de vista consecuencias pesimis mundos culturales relativamente autó
tas, afirmando que la vida es indife nomos. Toynbee enumera diferencias
rente para el hombre sabio. Cf. las fuen puramente extrínsecas entre C. y socie
tes recogidas en G. Giannantoni, I Ci- dades primitivas. El número de C.
renaici, Florencia, 1958. conocidas es exiguo; Toynbee mismo
enumera veintiuna. El número de so
C iv iliza ció n (ingl. civilizaíion; franc. ci- ciedades conocidas es grande: en 1915
vilisation; alem. Zivilisation; ital. civil- L. T. Hobhouse y otros enumeraron
la). En el uso común, este término seiscientas cincuenta. Las sociedades
designa las formas más altas de la vida primitivas están restringidas en cuanto
de un pueblo y, por lo tanto, la reli al número de sus miembros y a su
gión, el arte, la ciencia, etc., que se con extensión geográfica, y tienen una vida
sideran como señales particularmente breve, a menudo violentamente tron
claras del grado de formación humana chada. Las C., en cambio, son extensas
o espiritual lograda por ese pueblo. En y perdurables; en una palabra, las dos
171
Claridad y distinción
fusión emotiva, porque implica la alte- rencia del C. a la vida emocional, formu
ridad de los sentimientos. Por ejem lado por Scheler y Heidegger, surge del
plo, el sufrimiento de mi vecino y la hecho de que la vida racional les parece
comprensión simpática de él, son dos entregada a técnicas que poco o nada
hechos diferentes, y esta diferencia esta tienen en común con el C. Los resul
blece justo la posibilidad de la com tados obtenidos por Scheler y Heideg
prensión, en tanto nada tiene que ver ger son muy importantes: los primeros,
con ella el hecho de que tanto yo como al permitir sustraer al C. de la esfera
mi vecino suframos la misma afección. de lo inmediato y lo inexpresable, son
Los análisis de Scheler han contribuido negativos; los segundos son positivos, al
a fijar los puntos siguientes: 1) el C. permitir relacionar al C. mismo con
no implica la identidad de las personas la noción de posibilidad. En el análisis
entre las que intercede o la identidad de Heidegger, no solamente ha sido
de sus estados de ánimo o sentimien generalizado el C., ya que resulta apli
tos ; más bien implica la alteridad entre cable a las cosas además de las perso
las personas y entre sus estados respec nas, sino que también, por lo mismo, ha
tivos; 2) la comprensión se funda en dejado de ser antagónico al concepto
la relación simbólica que existe entre de explicación. Comprensión y explica
las experiencias internas- y sus expre ción pueden, en efecto, ser identificados
siones, relación que constituye una es con la noción de posibilidad y, entram
pecie de "gramática universal”, válida bos, entendidos como declaraciones de
para todos los lenguajes expresivos y la "posibilidad d e...’’, de donde lo que
que suministra el criterio último de la se ha dejado en suspenso puede ser
comprensión interhumana. Como Schel llenado por diversas especies de proyec
er, Heidegger conecta el fenómeno de tos y previsiones, en los diferentes cam
la comprensión con la esfera emotiva pos de investigación. Pero este acerca
sobre todo, pero agrega una nota de miento entre explicación y compren
fundamental importancia al análisis de sión y la unificación de ambos en el
este fenómeno, relacionándolo con la concepto de "posibilidad de...” fue san
noción de posibilidad. En efecto, Hei cionado por el mismo desarrollo de las
degger considera la comprensión como ciencias de la naturaleza que, al aban
esencial a la existencia humana (al donar la noción clásica de causalidad,
ser ahí), ya que significa que la exis abandonaban, por lo tanto, el ancla de
tencia es esencialmente posibilidad de la técnica explicativa caudal. La física
ser, existencia posible. "A veces usamos relativista y la teoría cuántica dieron
hablando ónticamente la expresión ‘C. el paso decisivo hacia la eliminación
algo’ en el sentido de ‘poder hacer de la antítesis entre explicación y com
frente a una cosa’, ‘estar a su altura’, prensión. Como anota Carnap, en la
poder algo’. .. En el C. reside existen- mecánica cuántica "C. una expresión, un
ciariamente la forma de ser del ‘ser enunciado, una teoría, significa la capa
ahí’ como ‘poder ser’. El ‘ser ahí' no es cidad de usarlo para la descripción de
algo ‘ante los ojos’ que posea además hechos conocidos o para la previsión
como dote adjetiva la de poder algo, de hechos nuevos” (Founríations of
sino que es primariamente ‘ser posi Logic Mathenwtics, 1939, §25). La "ca
ble’.” Por lo tanto, "el C. tiene en sí pacidad de” es, por lo tanto, lo que
mismo la estructura existenciaria que expresa el significado de la compren
llamamos la proyección" (Sein und Zeit, sión en la física misma. Pero actualmen
§31; trad. esp.: El ser y el tiempo, te la explicación científica se reduce
México, 1962, F. C. E.). La existencia a la posibilidad de la previsión probable
humana, como posibilidad y proyecto, (véase e x p l ic a c ió n ). De tal modo, la
posee en sí misma una transparencia diferencia radical que parecía haber
que Heidegger denomina ‘ver a través’, sido sólidamente establecida por la me
‘estado de iluminado’ y que es la pri todología científica del siglo xix entre
mera manifestación de la comprensión. ciencias del espíritu y ciencias de la
" ‘Intuición’ y ‘pensamiento’ son ambos naturaleza, ha desaparecido. Lo que
derivados ya lejanos del C.” (Ibid., estos dos grupos de disciplinas inten
§ 3 1 ). tan hacer, en relación con sus objetos
Es suficientemente claro que la refe respectivos, es fundamentalmente la
135
Comprensión
Comunicación
misma cosa: determinar las posibilida notación-denotación. Aparte de la ten
des de descripción o de anticipación tativa para distinguir la C. de la conno
(proyección, uso, fruición) que sus ob tación (véase) como esfera de todas las
jetos consienten. notas posibles, además de las expresa
mente connotadas por la definición, la
C o m p re n s ió n (ingl. understanding; franc. noción de C. permaneció en la lógica
compréhension; alem. Versteherr, ital. del siglo xix.
comprensione). El acto o la capacidad 2) A veces, la lógica contemporánea
de comprender (véase). toma la C. como análoga de la denota
ción o de la extensión, en vez de serlo
C o m p re n s ió n (ingl. co m p reh en sio n ; de la connotación o intención. De esta
franc. compréhension-, alem. Inha.lt-, manera define Lewis la C. de un tér
ital. comprensione). 1) La Lógica de mino, como "la clasificación de todas
Port Royal introdujo la distinción en las cosas coherentemente pensables y
tre C. y extensión del concepto; distin a las que el término se aplique correc
ción idéntica grosso modo a la expre tamente” donde por “coherentemente
sada por Stuart Mili mediante la pensable” se entiende todo aquello cuya
pareja connotación-denotación o por aserción de existencia no implique, ex
la lógica moderna con la pareja inten plícita o implícitamente, una contra
sidad-extensión. Decía Amauld, en efec dicción. En este significado, el térmi
to: "En las ideas universales es im no se distinguiría del de denotación o
portante distinguir perfectamente dos extensión, porque ésta es la clase de
cosas, la C. y la extensión. Denomino todas las cosas reales o existentes a las
C. de la idea a los atributos que ella que el término se aplica correctamen
incluye en sí y que no pueden quitár te. La denotación quedaría, por lo tanto,
sele sin destruirla; así la C. de la idea incluida en la C., pero no ésta en aqué
de triángulo contiene extensión, figura, lla. La C. de "cuadrado” incluye no
tres líneas, tres ángulos y la igualdad solamente los cuadrados existentes (que
de estos tres ángulos con dos rectos, son denotados) sino también todos los
etcétera. Denomino extensión de la idea cuadrados posibles o imaginables excep
a los sujetes a los cuales conviene esta tuando los no cuadrados (Analysis of
idea; aquellos que también se denomi Knowledge and Vatuation, 1950, pp. 39-
nan los infeñores de un término gene 41).
ral que, con referencia a ellos, es lla
mado superior; así la idea del triángulo C o m ú n , s e n tid o , v é a se SENTIDO COMÚN.
en general se extiende a todas las dife C o m u n e s , n o c io n e s (gr. y.oivou ívvoiai; lat.
rentes especies de los triángulos” (Logi- notiones communes). Los estoicos de
que, I, 6 ). Esta distinción tenía ciertos signaron con esta expresión los concep
precedentes en la lógica medieval, pero tos universales o anticipaciones (véase)
había sido formulada sólo aproximada que se forman en el hombre natural
mente a partir del siglo xvi (por ejem
plo, por Cayetano, In Porphyrii Praed., mente, y no como productos de una
instrucción específica (Aezio, Plac., IV,
ed. 1579, I, 2, p. 37; cf. Hamilton, 11). La expresión fue adoptada en los
Lectures on Logic, I, 1866, p. 141). La Elementos de Euclides para designar
determinación de la relación inversa los principios evidentes, más tarde de
que existe entre C. y extensión así de nominados axiomas. Véase axioma .
finidas estaba relacionada con la distin
ción misma; a medida que la C. se Comunicación (ingl. c o m m u n ic a tio n ;
empobrece, esto es, resulta más general, franc. communication; alem. Kommuni-
la extensión se enriquece, es decir, el kation; ital. comunicazione). Los filó
concepto se aplica a un número mayor sofos y los sociólogos se sirven actual
de cosas y recíprocamente. Estas dis mente de este término para designar
tinciones y notas tomadas por la lógi el carácter específico de las relaciones
ca, especialmente la alemana del si humanas en cuanto son, o pueden ser,
glo xix (cf., por ejemplo, Lotze, Logik, relaciones de participación recíproca o
1843, § 15), perduraron y a veces fueron de comprensión. Por lo tanto, el tér
expresadas, especialmente por autores mino viene a resultar sinónimo de "co
ingleses, mediante el par sinónimo con existencia” o de "vida con los otros”
186
Comunicación
mentó del uno y de la otra” (Op. Ox., "La naturaleza de lo que es es ser, en
II, d. 3, q. 1, n. 7). Este realismo no el propio ser, el propio C. —dice Hegel—
sufre tampoco cambios importantes en y en esto está, por lo general, la nece
la filosofía moderna. La identidad de C. sidad lógica” (Phanom. des Geistes,
y realidad, posiblemente presupuesta Pref., §3). La Idea absoluta o infinita,
por Descartes, es explícita en Spinoza: la Razón autoconsciente que es la sus
“Un círculo existente en la naturaleza tancia del mundo, no es otra cosa que
y la idea del círculo existente, que "el C. como C." (Ene., §213). "El C.
también es en Dios, es una sola y misma —dice todavía (Hegel— no es lo que a
cosa explicada por diversos atributos” menudo se llama de tal modo y es
(Eih., II, 7, scol.). Un realismo del C., solamente una abstracta determinación
limitado aún a la realidad fenoménica intelectual, es únicamente lo que tiene
(que por lo demás es la única accesible realidad, de manera que él mismo pue
al hombre) es la doctrina de Kant. En da darse la realidad (Fit. del Derecho,
efecto, si los C. empíricos se refieren §1). En la concepción hegeliana la
a las cosas sólo a través de una sensa estructura necesaria de la realidad ha
ción, los C. puros o categorías consti resultado devenir y progreso y se colo
tuyen las cosas mismas en cuanto son ca como Razón infinita y creadora. Aun
percibidas, o sea aparentes en la expe cuando parezca grande la distancia en
riencia. Los C. puros o categorías son tre ésta y la concepción clásica, no lo
al mismo tiempo, en efecto, "formas es desde el punto de vista de la teoría
del entendimiento" y "condición de los del C. Para Hegel, como para Aristó
objetos fenoménicos", y, en consecuen teles, el C. es la esencia necesaria de
cia, constituyen los mismos objetos fe la realidad, aquello que hace que no
noménicos, esto es, los objetos de toda pueda ser diferente de lo que es. En la
experiencia posible (Crít. R. Pura, Ana filosofía contemporánea el idealismo
lítica de los conceptos, § 10). La doctri ha adoptado la interpretación hegeliana
na fundamental del kantismo es, preci del C. como realidad necesaria o ne
samente, el carácter constitutivo de los cesidad real. Así Croce, por ejemplo, lo
C. puros, carácter en el que se funda el concibe como desarrollo, devenir y sis
carácter representativo mismo de los tema, actividad racional y concreta, es
C. empíricos (Ibid., § 16, nota). Es indu píritu o razón (Lógica come scienza
dable que, p 'ra Kant, el C. no constitu del C. puro, 1908).
ye toda la realidad y no es creador de Puede considerarse que la fenomeno
la realidad misma; constituye el orden logía de Husserl es una vuelta a la for
necesario, por el que la realidad se re ma clásica de la interpretación del C.
vela a la investigación científica como en Aristóteles. Husserl acepta la polé
sometida a leyes inmutables. Pero pre mica del logicismo moderno contra el
cisamente por esto, constituye la es psicologismo, que ve en el C. una forma
tructura ósea, la armazón necesaria de ción psíquica (véase). Formación psí
la realidad empírica, es decir, de la rea quica es, por ejemplo, la representación
lidad única que el hombre puede inda que varía de un momento a otro y de
gar y conocer. Desde este punto de vis uno a otro individuo; pero el C. de
ta, la totalidad del armazón del criti número es siempre el mismo y es una
cismo parece dirigirse a la confirmación entidad intemporal. Los C., por lo tan
de la tesis clásica, platónico-aristotélica to, deben ser considerados idénticos a
acerca de la naturaleza del C., su iden las esencias y es mejor hablar, más que
tidad con la sustancia necesaria de la de C., de esencias (que son objetos) y
realidad. Y esta misma tesis, sin las li desde el punto de vista subjetivo, de
mitaciones del fenomenismo kantiano, “intuición de esencias" como acto aná
se encuentra en el idealismo romántico, logo a la percepción sensible (Ideen,
aunque éste acentúa la función creadora I, §§22-23). Así, en la que es la última
del C. y la identifica con el Principio ra formulación histórica de la interpreta
cional infinito, creador y organizador de ción del C. como realidad necesaria, el
la misma realidad. Es lugar común de término mismo de C. es abandonado
la filosofía hegeliana que el C. no es una por impropio, de análoga manera a lo
pura representación subjetiva, sino la que ocurre en el desarrollo de la segun
esencia misma de las cosas, su "en sí”. da interpretación del concepto.
192
Concepto
proferida, que, sin embargo, es una cua del neocriticismo alemán contemporá
lidad única, es universal porque consti neo (y, sobre todo, en la Escuela de
tuye un signo instituido arbitrariamente Marburgo a la que pertenecen Cohén,
para significar pluralidad de cosas” Natorp y Cassirer) y había sido re
(Summa Log., I, 14). La función lógica afirmada como indispensable para las
del C. es la suposición, por la cual el formulaciones del pensamiento mate
C. mismo, en todas las combinaciones mático y, en general, del pensamiento
en que entra, está en vez de las cosas científico, a partir de Bolzano y su Doc
significadas. Debido a la realidad que trina de la ciencia (1837). La elabora
el C. mismo posee en el alma como ción matemática de la lógica llevó a
intentio animae, Occam no se muestra insistir acerca de la naturaleza objetiva
interesado en decidir y parece inclinar y no psicológica del C., como también
se tnás bien por la doctrina extrema que acerca de su naturaleza simbólica. Es
sostiene que ei C. no tiene realidad al tos dos aspectos del C. fueron subra
guna en el alma y que solamente existe yados por Frege. En un escrito de 1890,
eri ella objetivamente, esto es, a título Frege manifestaba que "el C. es algo
de representación o de imagen (In Sent., objetivo, que no es construido por obra
I, d. 2, q. 8 E.). La doctrina de Occam nuestra” y que, por lo tanto, una pro
es típica de la posición empirista con posición como “el número 3 es un
referencia a la naturaleza del C., po número primo” es "algo completamente
sición que tiene, en forma constante, independiente de la circunstancia de
dos principios fundamentales: 1) la na hallarnos despiertos o dormidos, vivos
turaleza significante del C.; 2) su rela o no; una cosa que vale y que valdrá
ción causal con las cosas, de las que objetivamente y por siempre, indepen
sería natural producto en el hombre. dientemente de la existencia o no exis
Esta doctrina, en efecto, se vuelve a tencia de seres que reconozcan o no
encontrar en Locke (Essay, II, 3,§§6-9), esta verdad” ( Ueber das Tragheits-
en Berkeley (P rin cip ie s of H um an gesetz [“Sobre la ley de la inercia”],
ICnowledge, Intr., §§12ss.) y en Hume 1890; en Aritmética e lógica, ed. Gey-
( Treatise, I, 1, 7). Hume invoca a la monat, pp. 211-12). Desde este punto de
costumbre para explicar la génesis psi vista, Frege definía al C. como "el
cológica del C. (Ibid., I, 1, 7); James significado de un predicado" ( Ueber
Mili invoca a la ley de la asociación Begriff und Gegenstand ["Sobre con
psicológica ;Analysis of the Phenomena cepto y objeto”], 1892, §2; ed. Gey-
of the Human Mind, 2■ ed., 1869, I, monat, p. 199) y el significado mismo
pp. 78 ss.) y análogamente lo hace tam como el objeto designado por el signo,
bién Stuart Mili (Examination of Phií. distinguiendo el significado del sentido
of Hamilton, p. 393). que denota "el modo por el cual el ob
Es propio del empirismo considerar jeto nos es dado” ( Ueber Sinn und
la explicación psicológica de la géne Bedutung ["Acerca de sentido y signi
sis del C. como justificación de su ficado”], 1892, §1, ed. G eym onat,
validez, esto es, considerar demostrada pp. 216 ss.). Estas anotaciones de Frege
la validez del C. y la legitimidad de su son muy importantes porque señalan
uso, en virtud de haber demostrado el comienzo de la disolución, lograda
cómo se forma el C. en el hombre, me en buena parte por la filosofía contem
diante el acto de la abstracción (como poránea, de la noción de C. en la noción
pensaba Locke) o de la asociación psi de significado. Ya Husserl (aunque sos
cológica, como lo sostuvieron los empi- tenía un realismo conceptualista) consi
ristas de la primera mitad del siglo xix. deraba los C. como significados (Bedeu-
Pero ya Kant había insistido acerca de fungen: cf. Ideen, I, §10). "Términos
la diferencia entre las dos cosas, dis- o sentidos” denomina a los C. Dewey,
tingiliendo entre la “derivación fisio quien los clasifica bajo este título
lógica” de los C., intentada por Locke, (Logic, cap. XVIII; trad. esp.: Lógica,
y la “deducción” de los C. mismos, o México, 1950, F. C. E., pp. 388 ss.). E
sea de la demostración de su validez identificando al C. con el objeto, en el
(Crít. R. Pura, § 13). La distinción entre mismo sentido de Frege, R. Camap en
validez lógica y realidad psicológica de tendía por C. "todo aquello sobre lo cual
lói C. se mantiene en todas las escuelas se puedan formular proposiciones” (Der
194
Concepto
Logische Aufbau der Welt [“La estruc do aparece fuera de nosotros” (Dióg.
tura lógica del mundo”], 1928, §5). L., X, 33). Esta función descriptiva o
Susan K. Langer, en 1942, dejaba cons reconocedora del C. no es señalada
tancia de la identificación lograda entre a menudo, por ser la más obvia. Re
C. y significado, demostrando la conver cientemente G. Bergmann ha denomi
gencia de muchas corrientes de la filo nado a los C. palabras-caracteres (Char-
sofía contemporánea hacia el reconoci acter-Words) para indicar sus funciones
miento del simbolismo en la ciencia, en descriptivas o referenciales (Philosophy
el arte, en la filosofía y, en general, of Science, 1957, p. 13).
en todas las formas culturales huma 2) La segunda función atribuida al C.
nas (Philosophy in a New Key, 1942, es la económica. A esta función está
cap. III). Quine ha indicado el punto ligado el carácter clasificador del C.
crítico de la transformación de la no mismo. “La variedad de las reacciones
ción de C., al expresar que "el signifi biológicamente importantes —ha dicho
cado es lo que pasa a ser la esencia al E. Mach— es menor que la variedad de
divorciarse del objeto de referencia y los objetos existentes. Por lo tanto, el
contraer nupcias con la palabra” (From hombre ha sido llevado a clasificar los
a Lógical Point of View, II, 1). hechos en los conceptos. El mismo pro
Debe anotarse, sin embargo, que el cedimiento se reproduce en una profe
término C. o sentido es referido con sión, cuando se afrontan hechos que
mayor frecuencia para indicar la con no ofrecen más interés biológico inme
notación y con menor frecuencia para diato (Erkenntnis und Irrtum ["Cono
indicar la denotación. Así Carnap en sus cimiento y error”], 1905, cap. V III; trad.
últimos escritos ha entendido por con franc., p. 136). Con este aspecto, los
cepto la propiedad, el atributo o la fun C. son "signos recopiladores e indica
ción (Introduction to Semantics, 1942; dores de las reacciones posibles del
2r- ed., 1959, §37). Esto constituye una organismo humano en relación con los
excepción a la terminología propuesta hechos” (Mechanik, 1883, p. 510). Éste
por Frege, excepción que actualmente es el carácter en el que se han basado
es recomendada por los lógicos (cf. A. algunos filósofos para negar el carác
Church, Introduction to Mathematical ter teórico de los C. científicos, a favor
Logic, §01, n. 17). Véase s i g n i f ic a d o . de una forma superior o privilegiada de
B) La función del C. puede ser con conocimiento. De tal manera, Bergson
cebida de dos maneras fundamentales ha opuesto la intuición al C. como sim
diferentes: como final y como instru ple esquema económico a los fines de
mental. La interpretación del C. como la acción (Évolution Créatrice, 8 ed.,
esencia le atribuye función finalista, ya 1911, pp. 247ss.). Croce ha denominado
que por esta interpretación el C. no tie por este motivo seudo-conceptos a los
ne más función que la de expresar C. científicos, reservando el nombre
o revelar la sustancia de las cosas. La de C. a la Razón misma (Lógica,
función se identifica desde este punto cap. II).
de vista con la naturaleza misma del 3) La tercera función del C. es la
concepto. En cambio, cuando se admi de organizar los datos de la experien
te la teoría simbólica del C. se admite cia, de tal manera que se establezcan
con ello su instrumentalidad, y esta entre ellos relaciones de naturaleza ló
instrumentalidad puede ser aclarada y gica. Un C., un C. científico sobre todo,
descrita en sus múltiples aspectos. Los no se limita por lo común a describir
aspectos principales son los siguientes: y clasificar los datos empíricos, sino
}) La primera función atribuida al C. que posibilita la derivación deductiva
es la de describir los objetos de la expe de ellos (Duhem, La théorie physique,
riencia a fin de permitir su reconoci pp. 163 ss.). Es éste el aspecto por el
miento. Ésta era la función principal que la formulación conceptual de las
que los epicúreos y los estoicos atri teorías científicas tiende a la axioma-
buían a las anticipaciones (o prolepsis). tización, ya que la generalización y el
Según los epicúreos, la anticipación es rigor de la axiomatización tienden a
"una comprensión, recta opinión, pensa llevar al límite al carácter lógicamente
miento o noción universal ínsita en nos organizador del concepto.
otros como memoria de lo que a menu 4) La cuarta función del C., conside-
195
C o n c e p to -c la se
C o n c ie n c ia
rada actualmente como la fundamental para designar al C. mediante el cual
en las ciencias físicas, es la previsión. se define una clase (véase), o, más
Como ya reconocían los estoicos, la exactamente, la función proposicional
finalidad de un signo es, por lo general, “Fx” cuyas raíces forman la clase, de
la de prever y el nombre de anticipa manera que la condición necesaria y
ción, que los epicúreos y estoicos daban suficiente para que un individuo a sea
al C., expresa precisamente esta fun un elemento de una clase (“pertenezca
ción. Por ella, el C. es un medio o a la clase”) definida mediante una
procedimiento anticipatorio o proyecta función "Fx” es que la proposición "Fa”
dos Para Dewey, anticipa o proyecta la sea verdadera. G . P.
solución de un problema exactamente
formulado {Logic., XX, §1; cf. XXIII, C o n c e p tu a lis m o (ingl. conceptualista;
§1; trad. esp.: Lógica, México, 1950, franc. conceptualisme; alem. Concep-
F. C. E.). Para otros, la función anticipa- tualismus; ital. concettualismo). Nom
dora del C. es el instrumento del cual bre dado en el siglo xix por los histo
se sirve la ciencia “para predecir la riadores de la filosofía medieval a la
experiencia futura a la luz de la expe corriente de la escolástica medieval que
riencia pasada” (Quine, From a Logical los escolásticos mismos denominaran
Point of View, II, 6 ). nominalismo (véase), a fin de distinguir
Los tipos fundamentales de los C. entre el nominalismo extremo de Ros-
científicos, que no son ni descriptivos celino, para el cual el concepto univer
ni clasificadores, cumplen actualmente sal es una simple vox o flatus vocis, y
las funciones de organización y previ el nominalismo de Abelardo, para el
sión. Estos tipos son los modelos, los cual el universal mismo es un discurso
C. matemáticos y los construidos. (sermo) predicable de varias cosas, y
Los modelos constituyen simplifica también el nominalismo posterior que
ciones o idealizaciones de la experien se inspira en Abelardo. Véase n o m i n a
cia y se obtienen llevando al límite los l is m o ; UNIVERSAL.
caracteres o atributos propios de los ob
jetos empíricos. En este sentido, son (gr. ouveíSriaic; ; lat. conscien-
C o n c ie n c ia
modelos los C. de velocidad instantá tia; ingl. conscioussness = C. teórica,
nea, de sistema aislado, de gases idea conscience = C. m oral; franc. conscien-
les y en general los modelos mecánicos. ce; alem. Bewusstsein = C. teórica,
Los C. matemáticos son simplemente gewissen = C. moral; ital. coscienza). El
artificios para introducir procedimien uso filosófico de este término tiene
tos especiales de cálculo y, en este sen poco o nada que ver con su significado
tido, son instrumentos de previsión. El común como conocimiento (véase) que
C. de "onda de probabilidad” inherente el hombre tiene de los propios estados,
a la mecánica cuántica, pertenece a percepciones, ideas, sentimientos, voli
esta especie, como también pertenecen ciones, etc., conocimiento por el cual
a ella los de "campo tensorial”, "espacio decimos que un hombre "es consciente”
curvo”, etc. o "tiene C.” cuando no está adormeci
En fin, los construidos {véase) son do o desvanecido, ni distraído por otros
C. de entidades que no son dadas en la hechos, de la consideración de sus mo
experiencia y tampoco tienen semejanza dos de ser o de sus acciones. El signi
con objetos dados, y cuya existencia ficado que este término tiene en la
consiste simplemente en la posibilidad filosofía moderna y contemporánea, aun
de ser usados como instrumentos de suponiendo genéricamente esta acepción
previsión en el contexto de una teoría. común, es mucho más complejo: es el
Ejemplo de construidos son los C. de de una relación del alma consigo mis
campo, de éter, etc. (P. W. Bridgmann, ma, de una relación intrínseca al hom
The Ix)gic of Modem Physics, 1927, bre "interior" o "espiritual”, por la cual
cap. II; M. K. Munitz, Space, Time and se puede conocer de modo inmediato
Creation, 1957, IV, 2). y privilegiado y, por lo tanto, se puede
juzgar a sí mismo de manera segura
C o n c e p io -c la se (ingl. class-concept). Tér e infalible. Se trata, por lo tanto, de
mino introducido en la lógica por Rus- una noción en la cual el aspecto moral
sell {The Principies of Mathematics) —la posibilidad de autojuzgarse— se
196
Conciencia
Dios, sino la cosa más excelente, que rior del hombre. En efecto, afirma que
es el pensamiento mismo (Met., XII, existen muchas actividades, visiones y
9, 1074 b 30 ss.). acciones muy bellas que no van acom
El reconocimiento de una realidad pañadas por el conocimiento; así, por
interior privilegiada surge solamente en ejemplo, el que lee no tiene necesaria
las filosofías que adoptan como tema mente el conocimiento de estar leyendo,
el contraste entre “interioridad” y "ex sobre todo si lee con atención; el que
terioridad”, o sea las que se entregan obra con valentía no tiene el conoci
a la tarea de separar al hombre de sus miento de obrar con valentía en tanto
relaciones con las cosas y con los otros cumple su acción y así sucesivamente.
hombres (o sea con la naturaleza y con El conocimiento corre el riesgo de debi
el mundo histórico-social) y hacer de él litar las actividades que acompaña:
un “sabio", para quien tal relación es "Por sí solas estas actividades tienen
indiferente, y nace en la filosofía pos más pureza, más fuerza y más vida, de
aristotélica, comenzando por el estoi tal manera que, en el estado de no
cismo. Sabemos que Crisipo había insis conocimiento, los que han logrado la
tido ya acerca de la distinción entre sabiduría tienen una vida más intensa,
el pensamiento y la C. (mrvEÍSricns) del que no se dispersa en las sensaciones,
pensamiento (Galeno, Hipp. et Plat. sino que se recoge enteramente en sí
dogm., V, 215). Esta distinción, con la misma” (Ibid., I, 4, 10). Precisamente
que se inicia también el uso de la pa este "recogerse en sí mismo” es la C.
labra C. en sentido específico, resulta como actitud o condición del sabio que
un lugar común de la predicación mo prescinde de lo externo (de las cosas
ral estoica y luego el tema dominante y de los otros hombres) y mira sólo
y central de la filosofía neoplatónica, hacia lo interno. Contra los estoicos,
que acentuó la separación entre el hom que si bien aconsejan recogerse en uno
bre y el mundo y elaboró, por lo tanto, mismo (Epicteto, Diss., III, 22, 38; I,
como lo hacía paralelamente el cris 4, 18 ss.), toman las cosas exteriores
tianismo, la noción de un testimonio como objeto de voluntad, Plotino dice
interior privilegiado. Filón hizo uso que después de haber dirigido su volun
de la noción de C. en sentido moral tad hacia sí mismo, el sabio no puede
(De virtutibus, 124; De special legibus, buscar la felicidad en las manifesta
II, 49), que aparece, con el mismo sen ciones externas ni buscar el objeto de
tido, en el lit.o del Eclesiastés (X, 20) su voluntad en las cosas externas (Enn.,
V en las Epístolas de San Pablo (Rom. I, 4, 11). Lo que debe hacer es “mirar
II, 15; XIII, 15; II Cor. IV, 2; V, 11). dentro” y ¿qué es este mirar dentro?
En estas últimas significa un testimo Plotino lo dice con referencia a la bús
nio moral autónomo, una manifestación queda de lo Bello —se entiende que es
dirigida por la ley o por una verdad de lo Bello inteligible detrás de lo cual
cualquiera al hombre. Pero la elabora está el Bien mismo, o sea Dios—. Es
ción decisiva de la noción de C. es obra necesario “retom ar a uno mismo” y
de Plotino. En él aparece claramente convertirse en lo que se quiere ver.
la diversidad, y alguna vez la oposi "Nunca podrá el ojo ver al sol sin
ción, entre el conocimiento, como de hacerse semejante al sol, ni un alma
terminada cualidad de los contenidos podrá ver lo Bello sin ser bella. Por
psíquicos, cualidad que Plotino denomi lo tanto, quien quiera contemplar a
na con-sensaciones (cnrvaí<j0 r]fTi?) o con Dios y a lo Bello debe antes hacerse
secuencia ( j m p a >co?.oij0 t it is ), y el "retorno semejante a Dios y a lo Bello” (Ibid.,
a sí mismo”, el "retomo a la interiori I, 6 , 9). En este caso la conciencia se
dad” o también a la "reflexión sobre identifica con la condición misma del
sí” que constituyen la C. propia y verda sabio, "el cual extrae de sí mismo
dera (Enn. V, 3, 1; IV, 7, 10). Aun lo que revela a los demás y se mira
cuando el mismo término (aóvem g) sea a sí, ya que no sólo tiende a unificar
a veces adoptado para las dos cosas se y a aislarse de las cosas exteriores,
(Enn., V, 8 , 11, 23), Plotino establece sino que se vuelve a sí mismo y en
una oposición entre conocimiento y C., cuentra en sí todas las cosas” (Ibid.,
entre la advertencia de lo que se siente III, 8 , 6 ).
o se hace y el acceso a la realidad inte Esta actitud de autoauscultación inte-
198
Conciencia
rior, que para la filosofía pagana era carácter objetivo. El análisis que del
privilegio del sabio, es, en cambio, en término C. hace Santo Tomás, está
la filosofía cristiana, accesible a todo dirigido a aclarar sobre todo su as
hombre como tal. San Agustín obra pecto moral, en relación con el concep
esta conversión a términos cristianos, to de sindéresis; fuera de este signi
o sea universalistas, de la actitud aris ficado la C. es para Santo Tomás el
tocrática del sabio. El hombre espiritual simple conocimiento. "El nombre C.
de que hablaba San Pablo (/ Cor., II, —dice— significa la aplicación de la
16) era el verdadero protagonista de su ciencia a cualquier cosa, de donde
filosofía, cuyo tema fundamental se ex conscire es casi un simul scire. Cual
presa en las célebres palabras: "No quier ciencia puede aplicarse a cualquier
salgas de ti, vuelve a ti mismo, en el cosa, por lo tanto, la C. no indica un
interior del hombre habita la verdad, hábito o una potencia especial, sino el
y si encuentras mudable tu naturaleza, acto mismo que aplica un hábito o una
ve más allá de ti mismo” (De vera reí., noción a cualquier acto particular. Aho
39). San Agustín insiste precisamente ra bien, una noción se puede aplicar
en este ir más allá, en esta trascen a un acto de dos maneras: en primer
dencia, dirigida no hacia lo exterior lugar, para considerar si el acto está
(las cosas y los hombres) sino hacia o ha estado y, en segundo lugar, para
Dios en cuanto principio, norma y me considerar si el acto es correcto o no
dida de la realidad interior misma del lo es. En el primer modo decimos que
hombre. Dios, en efecto, se refleja en tenemos C. de un acto en cuanto sa
el carácter autorreflexivo del alma hu bemos que tal acto ha sido o no ha
mana, que refleja la Trinidad divina sido hecho, y así en el uso lingüístico
en las tres facultades, memoria, enten común se dice: "No tuve C. de este
dimiento y voluntad. "Yo —dice Agus hecho” en el sentido de que no sé si
tín (De Trin., X, 18)— recuerdo tener ha ocurrido o no... En el segundo
memoria, entendimiento y voluntad; modo, la ciencia se aplica a un acto
entiendo entender, querer y recordar, y para dirigirlo, como cuando se dice que
quiero querer, recordar y entender." la C. nos empuja, nos induce o nos
De tal manera no solamente el alma en obliga, o también para examinar el
su conjunto, sino cada aspecto o facul acto hecho, como cuando se dice que
tad del alma se mira a sí misma y la C. nos acusa o nos remuerde, en
se define en su relación puramente cuanto encuentra que lo hecho está
intrínseca consigo misma. Una relación en desacuerdo con la ciencia con la
interior del alma consigo misma es, cual es examinado o bien que la C.
por su carácter inmediato y privile nos defiende o nos acusa en cuanto se
giado, también el conocimiento más encuentra que la acción está conforme
cierto. “En efecto, nada conoce la men con la ciencia misma” (De ver., q. 17,
te tan bien como lo que le es más a. 1). Lo notable en este análisis de
accesible (praesto) y nada hay tan cer Santo Tomás es que aquí toda la noción
cano a la mente como ella misma” de C., ya sea en el significado teóri
(Ibid., XIV. 7). Este tema estaba des co de conocimiento o en el significado
tinado a convertirse en uno de los más práctico de sindéresis o C. moral, es
repetidos en la filosofía medieval y reducida a la aplicación de conocimien
moderna: la certidumbre que lo anima, tos objetivos ("ciencia”). El carácter
el pensamiento, la razón, brota de la privilegiado de la relación intrínseca
propia existencia en la C. de sí, presente de la mente consigo misma es reco
la estructura de la C. misma, como re nocido, sin embargo, por Santo Tomás:
lación intrínseca, directa y privilegiada "Nuestra mente se conoce a sí misma
que no puede ser perturbada, destruida por sí misma en cuanto conoce su pro
o falsificada por nada. En la Edad pia existencia; en efecto, en cuanto
Media, el tema reaparece sobre todo percibe su propia actividad, percibe su
en la tradición agustiniana, lo repiten propia existencia” (Contra Gent., III,
Scoto Erígena (De divis. nat., IV, 9), 46). Pero esta certidumbre privilegiada
San Anselmo (Mon., §33) y otros. El se halla limitada al simple hecho de la
tema tiene, sin embargo, menor relieve existencia del alma; en cambio el alma
en la corriente aristotélica, debido a su no tiene ningún conocimiento privile
199
Conciencia
relación con el objeto externo cae por Leibniz distingue la C., que identifica con
entero dentro de la esfera de la C., que, la apercepción (véase), de la percepción
por lo tanto, no tiene más que “ideas". de la cual es posible no estar clara
De este planteamiento nace el problema mente conscientes (Manad., § 14) y con
del IV libro del Ensayo, esto es, el sidera toda la vida de la mónada, o
problema de justificar la “realidad” del sea de la sustancia espiritual, como
conocimiento luego de haberlo definido puramente interna para la mónada mis
como nada más que la percepción del ma y sólo accesible desde el interior.
acuerdo o del desacuerdo entre las Las mónadas, en efecto, no tienen ven
ideas. “Es evidente —dice Locke— que tanas a través de las cuales algo pueda
la mente no conoce de un modo inme entrar y salir (Ibid., § 7) y, por lo tanto,
diato las cosas, sino únicamente por la “los cambios naturales de las mónadas
intervención de las ideas que tiene acer son interiores desde un principio, por
ca de ellas. Por eso, nuestro conoci que una causa extema no podría influir
miento sólo es real en la medida en en su interioridad” (Ibid., §11). En la
que existe una conformidad entre nues vasta esfera de las percepciones de
tras ideas y la realidad de las cosas. la mónada, la reflexión recorta la es
Pero ¿cuál será aquí el criterio? ¿Cómo fera más restringida de las apercepcio
puede conocer la mente, puesto que no nes que constituyen el yo. “Con el
percibe sino sus propias ideas, si éstas conocimiento de las verdades necesarias
están de acuerdo con las cosas mis y con sus abstracciones, somos lleva
mas?” (Ibid., IV, 4, 3). La sola presenta dos a los actos reflexivos que nos hacen
ción de este problema (sea cual fuere pensar en lo que se denomina yo y a
la forma en que se lo resuelva más considerar que esto o aquello está en
tarde) revela con toda claridad el fun nosotros, y así, pensando en nosotros,
damento conciencialista de la filosofía pensamos en el ser, en la sustancia, en
de Locke, fundamento por el cual la lo simple o en lo compuesto, en la in
filosofía no es más que el análisis de materialidad y en Dios mismo, conci
la C. y no puede dar un paso más allá biendo lo que en nosotros está limitado
de ella. Precisamente esta expresión es y lo que en Él es ilimitado. Estos ac
adoptada por Hume para negar toda tos reflexivos suministran los objetos
“existencia externa”. Dice Hume: “Ya principales de nuestros razonamientos”
que nada es presente a la mente sino (Ibid., §31). Estas palabras de Leibniz
las percepciones, y como las ideas de expresan la tarea de toda filosofía es
rivan de la que por primera vez se piritualista desde él hasta hoy.
presentó a la mente, resulta que para Kant distingue entre la C. discursiva
nosotros es imposible representamos o y la C. intuitiva, que son dos nombres
formarnos la idea de cualquier cosa para indicar la apercepción pura y la
que específicamente sea diferente de apercepción empírica, respectivamente
las ideas y de las impresiones. Fijemos (véase a p e r c e p c ió n ). La C. discursiva
igualmente y, en cuanto podamos, nues es “el yo de la reflexión”, que no con
tra atención fuera de nosotros; lleve tiene en sí ningún múltiple y que siem
mos nuestra imaginación hasta los cie pre es el mismo en todos los juicios, ya
los o hacia los límites extremos del que implica solamente el lado formal
universo y no avanzaremos en verdad de la conciencia. La C. intuitiva es, en
nunca, ni siquiera un paso más allá cambio, la experiencia interior, que in
de nosotros mismos, y no podremos cluye el múltiple material de la intui-„
nunca representamos una especie de ción empírica interna (Antr., I, §7,
existencia que no sea la de las percep anotaciones). Pero aun cuando C. pura
ciones que se presentan en nuestro bre o discursiva y C. empírica comprendan
ve círculo” (Treatise, I, 2, 6 ). Esta todo lo que el hombre es o pueda lo
imposibilidad de sobrepasar el círculo grar, Kant ha hecho el esfuerzo más
de la C. es la primera y más importante logrado para romper lo que, en la filo
consecuencia del uso de la noción de C. sofía moderna, se puede denominar el
para delimitar la esfera de investiga círculo mágico de la C. y para justi
ción de la filosofía. ficar una relación del hombre con el
Tampoco son diferentes las cosas pa mundo. A la observación de que “Yo
ra el nacionalismo poscartesiano. Pero tengo sólo la C. inmediata de lo que
201
Conciencia
Fichte y Hegel están de acuerdo a debe hacerse notar que las cosas re
través del concepto de la Autoconcien sultarían de la misma manera en el
cia (véase), o sea de un Principio ab caso de que la C., en vez de ser efecto,
soluto que creándose a sí mismo crea fuera causa” (Év. créatr., ID ed., 1911,
con ello la realidad misma en su tota pp. 194-95). Y en realidad ésta es, según
lidad. Lo que Hegel entiende por espí Bergson, la verdadera hipótesis. "La
ritu o concepto es precisamente una vida, o sea la C. lanzada a través de
Autoconciencia infinita de este tipo. la materia, fija su atención sobre su pro
La C. y la Autoconciencia resultan las pio movimiento o sobre la materia que
protagonistas de buena parte de la filo penetra y de tal manera se orienta en
sofía del siglo xix y de los primeros el sentido de la intuición o en el sen
decenios del siglo xx. La alternativa tido de la inteligencia." En la primera
entre estas dos nociones es la alter dirección la C. se ha encontrado com
nativa entre espiritualismo e idealis prendida en su envoltura y se ha res
mo, o sea entre la dirección de los que tringido de intuición a instinto. En la
en la C., considerada como finita y segunda dirección, en cambio, al deter
propia del hombre, buscan y creen en minarse como inteligencia se exterio
contrar la manifestación, la revelación riza con referencia a sí misma, pero
o por lo menos la señal-de lo Infinito, y precisamente por adaptarse a los obje
la de los que consideran a la C. misma tos exteriores, llega a circular entre
infinita por ser idéntica, mediata o ellos, a rodear las barreras que le opo
inmediatamente, a lo Infinito. Todo nen y a extender indefinidamente su
el movimiento romántico de la "vuelta dominio. "Una vez liberada, puede, por
a la tradición” hace un llamado, como a lo demás, replegarse al interior y des
su único texto y fundamento, a la con pertar las virtualidades de intuición
ciencia entendida como manifestación que aún dormitan en ella” (Ibid., p. 197).
o revelación inmediata e infalible de La C. es, por lo tanto, el principio
la verdad al hombre. Maine de Biran, lo creador de la realidad y al mismo tiem
mismo que Lamennais, Galluppi, Cou- po manifiesta y revela inmediatamente
sin, Martineau, Rosmini y Gioberti, to tal realidad al interior del hombre.
man la C. como punto de partida y Notas semejantes a éstas son tan
fundamento de la filosofía y la conciben frecuentes y repetidas en la filosofía
como la manifestación o revelación in contemporánea, que es inútil apuntar
mediata de la verdad o de la voluntad las. Aquí interesa fijar las etapas rele
de Dios al hombre. Este principio per vantes del desarrollo de la noción en
manece sustancialmente inmutable en examen; y en la filosofía contemporá
las diferentes formas del espiritualismo nea, la etapa más importante es la
contemporáneo y se puede tomar, aún, constituida por la fenomenología de
como su definición. En la más impor Husserl. El punto de partida y el pun
tante de estas formas, la doctrina de to de llegada de dicha fenomenología
Bergson, la C. como actitud de intros es el del espiritualismo y se identifica,
pección o de auscultación interior, de por lo tanto, con la C. tradicionalmente
búsqueda de los "datos inmediatos”, entendida como actitud de autoauscul-
es la filosofía misma y es también la tación. En efecto, Husserl parte del
realidad, la sola y única realidad. "En cogito cartesiano, o sea de la considera
toda la extensión del reino animal ción de las vivencias (Erlebnisse) "en
—dice Bergson— la C. aparece como toda la plenitud de la concreción con
proporcionada a la potencia de elección que aparecen en su conexión concreta
de que dispone el ser viviente. Ella —la corriente de las vivencias— y en
ilumina la zona de las virtualidades que se funden e integran por obra de su
que circundan al acto, mide el rema propia esencia” (Ideen, I, §34). Pero
nente entre lo que se hace y lo que se para aclarar la naturaleza de las viven
podría hacer. Mirándola desde el exte cias, o sea de la C. en general, Husserl
rior, se la podría tomar como sim se sirve de la noción de intencionali
ple auxiliar de la acción, por una luz dad, que ya había utilizado Brentano
que ilumina la acción, centella fu para definir el carácter de los fenó
gaz que nacería de la fricción entre la menos psíquicos (Psychologie vom em-
acción real y las acciones posibles. Pero pirischen Standupunkt ["Psicología des-
203
f
Conciencia
la otra sobresale hacia afuera; con esta que-proyecta es dominado por la rea
última se junta con lo existente, que lidad que trasciende y que ya está de
por su intermedio resulta objeto. El acuerdo con ella" (Wom Wesen des
conocimiento es relación entre un suje Grundes ["De la esencia del fundamen
to y un objeto existente. En esta rela to"], III). Al mismo tiempo la trascen
ción el acto trasciende la C.” (Syste- dencia constituye también el sí mismo
matische Philosophie [“Filosofía siste propio del hombre, esto es, la identidad
mática”], § 11). De tal modo, la C. pier de cada hombre existente. "En la tras
de su supremacía y su carácter de cendencia y a través de ella es posible
círculo encantado del que era imposible distinguir en el interior de lo existente
salir. El conocimiento es, para Hart- y decidir el qué y cómo es Mismo y
mann, para todos los efectos, el tras el qué no lo es” (Ibid., II). La relación
cender de la C. hacia un objeto que del hombre consigo mismo y con el
existe independientemente de ella. La mundo, descrita en términos de tras
C. pierde también su carácter de infa cendencia, deja de tener los caracteres
libilidad y lo pierde la C. histórica y tradicionales de la C. (clausura en sí
la C. colectiva. Ésta nunca se ajusta misma, inmediatez, autorreflexión, etc.),
a sí misma como lo haría en el caso y así Heidegger puede dejar de lado
de ser una conciencia de un Espíritu hasta el término de conciencia. En un
absoluto. El espíritu histórico revela, sentido más tradicional adopta, en cam
en la mayoría de las ocasiones, su pro bio, la noción de "voz de la C.”. Ésta
pia naturaleza, cuando es ya pasado. es entendida como una relación intrín
"No aparece más a su propia C., sino seca del 'ser-ahí' del hombre y precisa
a otra. A la suya se le esconde detrás mente como una relación por la cual
de lo que ella conoce de él” (Ibid., el hombre es reclamado detrás de la
§19). Sobre la misma línea, pero más existencia anónima y banal del "uno
radicalmente, Heidegger ha realizado un dice”, "uno hace”, etc., a su propio y
análisis de la existencia humana que auténtico "poder ser”, o sea, a su posi
prescinde completamente del térmi bilidad constitutiva última, el ser-rela-
no y de la noción tradicional de C. tivamente-a-la-muerte. "Y ¿a qué resulta
(Bewusstsein). Por otra parte, ha uti el ‘uno mismo’ invocado?: al 'sí mis
lizado e interpretado la noción de C. mo’ peculiar. No a lo que el ‘ser-ahí’, en
moral (Gei issen), o sea, de la "voz el público 'uno con otro’ vale, puede, ni
de la C.". La eliminación de la noción a aquello de que se cura, ni menos a aqué
tradicional de C. se debe al uso que llo a que se ha asido, o en que se ha
Heidegger hace de la noción de tras comprometido, o por lo que se ha dejado
cendencia. en el análisis de la relación arrastrar. El ‘ser ahí’ tal como es, com
del hombre con el mundo. La trascen prendido mundanamente para los otros
dencia no es, para el hombre, un com y para sí mismo, resulta pasado por alto
portamiento entre otros comportamien en esta invocación” (Sein und Zeit, § 56).
tos posibles, es más bien la esencia Por lo tanto, el ser-ahí que comprende
misma de su subjetividad; y el término esta invocación "oye a su más peculiar
hacia el cual trasciende el hombre es posibilidad de existencia. Se ha elegido
el mundo, que en este caso ya no a sí mismo” (Ibid., §58). También aquí,
designa la totalidad de las cosas natu por lo tanto, donde debemos encontrar
rales o la comunidad de los hombres, una relación interconciencial, hay una
sino más bien la estructura relacional relación de trascendencia.
que caracteriza a la existencia humana El análisis existencial de Heidegger
como trascendencia. Trascender hacia asestó un grave golpe a la primacía
el mundo significa hacer del mundo la metafísica de la C., tan tenazmente
proyección de las posibles actitudes y afirmada por la filosofía moderna y
de las posibles acciones del hombre; contemporánea. No solamente deja este
pero en cuanto es tal proyección, el análisis de hacer uso del término o de
mundo comprende de nuevo al hombre la noción de C., sino que la distinción
que se encuentra "yecto" en él y some entre "interno" y "externo”, entre lo
tido a sus limitaciones. "La trascenden que está "en la” y lo que está "fuera"
cia —dice Heidegger— expresa el pro de la C., resulta privada de sentido.
yecto del mundo en forma tal que ío- Pero el caso de Heidegger no es único
206
Conciencia
la opinión, que está a medio camino en se unifica y se hace una sola con el
tre el C. y la ignorancia. Y distinguió objeto conocido. Si el alma y este ob
los siguientes grados del C.: 1) la su jeto siguen siendo dos, el objeto queda
posición o conjetura, que tiene por obje exterior al alma misma y su conoci
to sombras e imágenes de las cosas miento permanece inoperante. Sólo la
sensibles; 2) la opinión creída, pero unidad de los dos términos constituye
no verificada, que tiene por objeto las el conocimiento verdadero (Enn., III,
cosas naturales, los seres vivientes y, 8 , 6 ). La misma interpretación pre
por lo general, el mundo sensible; 3) la valece en la filosofía cristiana y, así,
razón científica que procede por vía constituye el fundamento de las especu
de hipótesis y que tiene por objeto los laciones teológicas y antropológicas
entes matemáticos; 4) la inteligencia más características. Según San Agus
filosófica que procede dialécticamente tín, el hombre puede conocer a Dios, en
y que tiene por objeto el mundo del ser cuanto él mismo es imagen de Dios.
(Ibid., VI, 509-10). Cada uno de estos Memoria, inteligencia y voluntad, en
grados de C. es copia exacta de su res su unidad y distinción recíproca, re
pectivo objeto; por lo que no hay duda producen en el hombre la trinidad divi
que conocer es, para Platón, establecer na de Ser, Verdad y Amor (De Trin.,
en cada caso con el objeto una rela X, 18). Esta noción, con variantes en
ción de identidad o lo más cercana sus particularidades, dominó la totali
posible a la identidad. Aristóteles sos dad de la teología medieval y constitu
tuvo este punto de vista en forma aún yó, asimismo, el fundamento de la an
más rigurosa. Según Aristóteles, el C. tropología. Pero de ella resultaba una
en acto es idéntico al objeto conocido consecuencia importante para el C. que
y, por lo tanto, la misma forma sen de las cosas inferiores a Dios tiene el
sible del objeto, si se trata de C. sen hombre. El reconocimiento del origen
sible y la misma forma inteligible (o divino de los poderes humanos (en
sustancia) del objeto, si se trata'de C. cuanto imágenes de los poderes divi
inteligible (De an., II, 5, 417 a). La facul nos), hace a los poderes humanos rela
tad sensible y el entendimiento poten tivamente independientes de los demás
cial son simples posibilidades de cono objetos cognoscibles y acentúa la impor
cer, pero al realizarse estas posibilidades tancia del sujeto cognoscente. Para
por la acci 'n de las cosas externas Aristóteles, la facultad sensible y el
la primera, por la acción del entedi- entendimiento potencial no son más
miento activo la segunda, se identifican que sus mismos objetos "en potencia” :
con los respectivos objetos y así, oír no tienen independencia alguna frente
un sonido (sensación en acto), por ejem a estos objetos. Pero San Agustín afir
plo, se identifica con el sonido mismo, ma, en cambio, que "todo C. (notitia)
como el entender una sustancia se iden resulta, en un todo, de lo cognoscente
tifica con la sustancia misma. Aristó y de lo conocido” (Ibid., XIX, 12), po
teles, por lo tanto, puede afirmar, en niendo, de tal manera, en el mismo
general, que "la ciencia en acto es idén plano al objeto conocido y al sujeto
tica a su objeto” (De an., III, 7, 431 a l ) . que conoce, como condición del cono
Esta doctrina aristotélica puede ser cimiento. Santo Tomás, aun sancionan
considerada como la forma típica de la do explícitamente el principio de que
interpretación del C. como identidad todo C. resulta per assimilationem
con el objeto. Tal interpretación domi (Contra Gent., II, 77), o per unionem
na el curso ulterior de la filosofía (In Sent., I, 3, 1), de la cosa conocida
griega, con excepción de los estoicos. y del objeto cognoscente afirma que
Para Epicuro el flujo de los simula "el objeto conocido está en el que co
cros (eidola) que se separan de las noce según la naturaleza del cognos
cosas y quedan impresos en el alma, sir cente mismo” (De Ver., q. 2, a. 1; S. Th.,
ve precisamente para garantizar la se I, q. 83, a. 1) y de tal manera el peso
mejanza de las imágenes con las cosas del sujeto viene a equilibrar, en el co
(Ep. a Erod., 51). Y Plotino se sirve nocer, al peso del objeto. Este punto de
de este mismo concepto para aclarar la vista lleva a atemperar la tesis aristo
naturaleza del C. El C. se tiene cuando télica, según la cual el C. en acto es el
la parte del alma con la que se conoce, objeto mismo. Santo Tomás, comen-
218
Conocimiento
pío, la naturaleza humana) y no tiene IV, q. 3). Occam se vale más tarde,
necesidad de especie porque le está di para ilustrar la función lógica del sig
rectamente presente la cosa en persona. no, del concepto de la suppositio que
Sólo el C. abstractivo, esto es, el C. había sido elaborado por la lógica del
intelectual de lo universal, tiene necesi siglo x i i i . Véase s i g n o ; s u p o s i c i ó n .
dad de especie (Ibid., I, d. 3, q. 7, n. 2). En el siglo xvn los principios funda
A esta doctrina hace referencia la esco mentales de esta doctrina fueron repro
lástica del siglo xiv. Durando de Saint ducidos por Hobbes, para quien “las
Pour^ain afirma que la especie es inútil, sensaciones [fundamento de todo C.]
porque el objeto mismo está presente en no son otra cosa que fantasía original,
el sentido y, a través del sentido, tam causada... por los movimientos de las
bién en el intelecto (In Sent., II, d. 3, cosas externas sobre... nuestros órga
q. 6 , n. 1 0 ) y que, por lo tanto, el nos” (Leviath., I, 1; De Corp., 25, §2).
C. universal no es más que C. confuso, Berkeley sustituyó la causalidad de las
en el sentido de que el que tiene el C. cosas externas (que estos filósofos atri
universal de la rosa, por ejemplo, co buían al C.) por la causalidad de Dios;
noce confusamente lo que se intuye la teoría de que las cosas conocidas son
distintamente en aquel que ve la rosa signos mediante los cuales Dios habla
y que está presente (Ibid., IV, d. 49, a los sentidos o a la inteligencia del
q. 2, n. 8 ). Para Pedro Auriol, el objeto hombre, para instruirlo acerca de lo
del C. es la misma cosa externa que que debe hacer (Principies of Knowted-
por obra del entendimiento adquiere un ge, §§ 108-09), es una transcripción teo
ser intencional u objetivo que no es di lógica de esta doctrina del C. En el
ferente de la misma realidad individual ínterin, con el cartesianismo y especial
de la cosa (In Sent., I, d. 9, a. 1). Oc- mente con Locke, se vino formando el
cam, a su vez, transforma la teoría concepto del C. como operación unifi-
escolástica del C. intuitivo, en una teo cadora, función unificadora de ideas, o
ría de la experiencia y afirma la in sea, de estados que caen dentro de la
mediata presencia de la cosa en el conciencia, pero cuyo enlace correspon
C. intuitivo. "En ningún C. intuitivo, ni de o debe corresponder al de las cosas
sensible ni intelectivo —dice— se cons [véase 1) B)l. Eliminada la sustancia
tituye la cosa en un ser intermedio material por Berkeley, y toda especie
entre la cosa misma y el acto de cono de sustancia por Hume, la conexión en
cer, sino que la cosa misma es vista y tre las ideas llegaba a agotar las fun
aprehendida inmediatamente y sin in ciones de la actividad cognoscitiva. Así
termediario entre sí y el acto” (In Sent., Hume piensa que toda operación cog
I, d. 27, q. 3, I). El C. intuitivo per noscitiva es una operación de conexión
fecto, que tiene por objeto una realidad entre las id e a s: o p e ra c ió n de co
actual o presente, es la experiencia nexión es el razonamiento por el cual
(Ibid., II, q. 15, H); el imperfecto, que se muestra la liga que las ideas tienen
concierne a un objeto pasado, deriva entre sí, independientemente de su exis
siempre de una experiencia (Ibid., IV, tencia real, operación de conexión entre
q. 12, Ql. A su vez, el C. abstractivo, que las ideas y el C. de la realidad de he
prescinde de la realidad o irrealidad cho. En el primer caso la conexión es
del objeto, procede del intuitivo y es cierta, porque no depende de ninguna
una intentio o signum. De tal manera condición de hecho; en el segundo
Occam reproduce la interpretación de caso, se funda en la relación de causa
los estoicos: cuando la realidad no está lidad. Pero esta misma relación no tie
presente en el C. "en persona” se anun ne otro fundamento que la repetición de
cia o se manifiesta en el signo. La una cierta sucesión de acontecimientos
validez del signo conceptual, que a dife y el hábito que tal repetición determina
rencia del lingüístico no es arbitrario en el hombre (Inq. Conc. U nderst.,
o convencional, sino natural, precede IV, 1).
del hecho de que es producido natural Este concepto del C. como operación
mente, o sea causalmente, por el objeto de conexión o coligación, que no tiene
mismo, y de tal manera su capacidad nada en común con la identificación
para representar al objeto no es más o la asimilación con el objeto, es deno
que su conexión causal con él (Quodl., minada operación de síntesis por Kant.
2 23
Conocimiento
La síntesis es, en general, "el acto ponden como prístinas fuentes de fun-
de reunir diferentes representaciones y damentación justificativa ciertas intui
comprender su multiplicidad en un C ." ciones en las que se dan en sí mismos
(Crít. R. Pura, § 10). Pero la síntesis y al menos parcialmente, en forma ori
cognoscitiva, para Kant, no es solamen ginaria, los objetos del dominio” (Ideen,
te una operación de coligación entre I, 1). Así la experiencia, que abraza la
representaciones; es también una ope totalidad del C. del investigador de la
ración de coligación con el objeto de naturaleza, es una operación experimen
estas representaciones, por medio de tal a través de la cual un objeto espe
la intuición. "Si un C. debe tener una cífico, la cosa, es dada en su realidad
realidad objetiva —dice Kant—, o sea, originaria. La experiencia es, en este
referirse a un objeto y tener en él sentido, "un acto de jündamentación,
significado y sentido, el objeto debe, nunca reemplazable por un mero ima
de un modo cualquiera, poder ser dado. ginar. Mas para el geómetra, que no
Sin esto los conceptos son vacíos, y si investiga realidades sino 'posibilidades
también con ellos se piensa, este pensa ideales’, no relaciones reales, sino rela
miento de hecho no conoce nada y ciones esenciales, es, en lugar de la
solamente juega con las representacio experiencia, la intuición esencial, el acto
nes. Dar un objeto, si éste a su vez de fundamentación última” (Ibid., §7).
debe ser representado inmediatamente Considerando el C. desde un punto de
en la intuición y no ser pensado indi vista más general, se puede decir que
rectamente, no es más que relacionar "cada forma de ser... tiene esencial
su representación con la experiencia mente sus modos de darse y por ende
(sea ésta real o posible)” (Ibid., Ana sus modos en punto al método de C.”
lítica de los principios, cap. II, sec. II). (Ibid., §79) y la investigación fenome-
Pensar un objeto y conocer un objeto nologica es, según el proyecto de Hus
no es, por lo tanto, la misma cosa. “El serl, el análisis de estos modos de ser
C. comprende dos puntos : en primer como "modos de darse en sí mismo”.
lugar, un concepto (la categoría) por De manera análoga, el conocimiento
el cual puede pensarse, por lo general, es, para Hartmann, un proceso de tras
un objeto, y en segundo lugar, la intui cendencia que tiene su término en el
ción por la que es dado” (Ibid., § 2 2 ). ser "en sí” (Metaphysik der Erkenntnis
La intuición tiene este privilegio: que ["Metafísica del conocimiento”], 1921,
se refiere inmediatamente al objeto y 4í ed., 1949, pp. 43 ss.). En este planteo
que, por medio de ella, el objeto es la contraposición entre actividad y pa
dado (Ibid., § 1). De tal manera, no hay sividad en el conocimiento (oposición
duda de que la operación del conocer que, nacida en Kant, había sido tomada
tiende a hacer presente el objeto en su como motivo polémico por el romanti
realidad; un objeto, se entiende, que cismo, comenzando por Fichte) ha per
es fenómeno, ya que la "cosa en sí” es, dido todo significado. Ya no es cuestión
por definición, extraña a toda relación de distinguir en el conocer entre el
cognoscitiva. aspecto activo, que Kant denominaba
Sin esta limitación relativista, que "espontaneidad intelectual” y el aspec
había sido sugerida a Kant y a toda la to pasivo, que para Kant era el de la
filosofía de la Ilustración por el plan sensibilidad. Ni siquiera se trata de
teamiento cartesiano-lockiano del aná reducir la totalidad del C. a la acti
lisis del C., el concepto del C. como de vidad del yo, como lo ha hecho Fichte
la operación del referirse o del rela y con él toda la filosofía romántica,
cionarse con el objeto y, por lo tanto, que consideraba como "infinita”, o sea
asimismo del proceso por el cual el sin límites y, por lo tanto, creadora a
objeto se ofrece o se presenta en perso esta actividad y como tal la ha exal
na, resulta propio de la fenomenología tado. La perspectiva histórica, que el
y de las corrientes que de ella derivan, mismo romanticismo ha hecho prevale
en la filosofía contemporánea. “A toda cer, en el contraste entre la concepción
ciencia —dice Husserl— corresponde un “clásica”, o sea antigua y medieval,
dominio de objetos como campo de sus según la cual la operación del conocer
investigaciones, y a todos sus C., es estaría dominada por el objeto, y el
decir, aquí proposiciones justas, corres sujeto es pasivo, y la concepción mo
224
Conocimiento
mente, es la aserción válida por la cual embargo, los hombres de ciencia mis
tal operación se pone de manifiesto. mos lo reconocieron y adoptaron explí
Desde este punto de vista, el objeto citamente sólo tiempo después. Esto
del C. no es una entidad externa que comenzó a verificarse al readoptar
deba lograrse o inferirse, sino es "aquel Mach la tesis de que el objeto del C. es
conjunto de distinciones o caracterís un grupo de sensaciones. "Un color
ticas que emerge como constituyente —dice Mach— es un objeto físico hasta
definido de una situación resuelta y es tanto no consideremos, por ejemplo, su
confirmado en la continuidad de la dependencia de las fuentes luminosas
investigación” {Logic, cap. XXV, II; (otros colores, calor, espacio, etc.), pero
trad. esp.: Lógica, México, 1950, F. C. E., si lo consideramos en su dependencia
p. 570). Ya que frecuentemente se usan, de la retina, es un objeto psicológico,
en determinada investigación, objetos una sensación. No es la sustancia, sino
constituidos en investigaciones prece la dirección de la búsqueda lo dife
dentes, estos últimos son entendidos a rente en los dos campos” (Analyse der
veces como objetos existentes o reales, Empfindungen, 1900, 9- ed., 1922, p. 14;
independientemente de la investigación trad. esp.: Análisis de las sensaciones,
misma. En realidad, son independientes Madrid, 1925). Desde este punto de
de la investigación en la que entran vista no son los cuerpos los genera
ahora, pero son objetos sólo en virtud dores de sensaciones, sino que más
de otra investigación de la que son re bien son los conjuntos de sensaciones
sultado. Sin embargo, según Dewey, este los que forman los cuerpos; en efecto,
simple equívoco es la base de la con éstos no son más que símbolos que in
cepción "representativa” del C. "El acto dican tales conjuntos. Parecería con
de referirse a un objeto, que es un esto que Mach se inclinara hacia una
‘objeto’ conocido sólo en virtud de ope teoría representativa del C. Pero en
raciones independientes de ese acto de realidad en su teoría del concepto se
referirse, es tomado en sí mismo como reconoce claramente el carácter opera
un caso de C. representativo a los fi- tivo del C. En efecto, el concepto cien
ens de una teoría del C.” {Ibid.; trad. tífico es, según Mach, un signo que
esp., p. 570). reduce las reacciones posibles del orga
Estas ideas han influido y continúan nismo humano a un conjunto de he
influyendo rr icho en la filosofía con chos. Así, por ejemplo, una ley natural
temporánea y están en la base de la es una restricción de las posibilidades
disolución del problema del C. que es de expectativa, esto es, una determina
una de sus características. La disolución ción de la previsión {Erkenntniss und
de este problema se ha producido a Irrtum, 1905, cap. XXIII; trad. esp.:
favor, por un lado, de la lógica, por Conocimiento y error, 1948). Los mis
otro, de la metodología de las ciencias. mos conceptos habían sido presentados
Especialmente esta última es heredera, por Hertz en sus Principios de la mecá
en la filosofía contemporánea, de pro nica (1894), asimismo sin el abandono
blemas tratados por lo común por la total de la concepción pictórica del
teoría del C. El punto fundamental, C. "El problema más directo, y en
que constituye el objeto de la metodo cierto modo el más importante, que
logía de las ciencias, es actualmente el nuestro C. de la naturaleza debe ser
carácter operativo y anticipador de los capaz de resolver —decía Hertz—, es
procedimientos de que se vale la cien la anticipación de los acontecimientos
cia. Anotaremos aquí sólo los primeros futuros de manera que podamos dispo
reconocimientos históricos que se han ner nuestras cosas presentes de acuerdo
hecho de estos caracteres, remitiendo con esta anticipación. Como base para
a la voz m e t o d o l o g ía su estudio más la solución de este problema, hacemos
detallado. La ciencia los reconoce sólo uso de nuestro C. de los hechos ya acae
en la medida en que se reconoce que cidos, obtenido a través de la observa
su finalidad fundamental es la previ ción causal y del experimento preorde
sión y no la descripción. Ya Francis nado. Al efectuar de esta manera infe
Bacon había reconocido este fin a la rencias del pasado al futuro adoptamos
ciencia, que en la filosofía moderna fue c o n s ta n te m e n te el procedimiento si
reafirmado por Auguste Comte. Sin guiente ; nos formamos imágenes o sím-
226
C o n o c im ie n to d e ai
C o n o c im ie n to , te o r ia d e l
bolos de los objetos extremos y la for conciencia” (Carm., 171 c). Kant afirmó
ma que damos a tales símbolos es la que podemos conocernos a nosotros
de necesarias consecuencias de la ima mismos solamente con el mismo título
gen pensada como las imágenes de las con que conocemos a las otras cosas,
necesarias consecuencias de la natura es decir, sólo como fenómenos; en
leza de las cosas representadas” (Prin efecto, el C. de sí requiere, según Kant,
cipien der Mechanik, Intr.). El desarro como toda otra especie de C., dos con
llo ulterior de la ciencia ha eliminado diciones, a saber: 1) un elemento uni-
el residuo de concepción representativa ficador a priori que en este caso es el
que aún permanecía en las doctrinas yo pienso o apercepción pura (véase);
de Mach y de Hertz. Ya en el año 1930, 2) un dato empírico múltiple, que es
Dirac, uno de los fundadores de la el del sentido interior (Crít. R. Pura,
mecánica cuántica, podía afirmar: "El §24). Los que niegan la realidad de la
único objeto de la física teórica es conciencia reconocen que el C. de sí,
calcular resultados que puedan ser con por modalidad y certeza, no se diferen
frontados con el experimento y, por lo cia de los C. de los otros o de las otras
tanto, es inútil dar una descripción sa cosas (Ryle, Concept of Mind, cap. VI).
tisfactoria de la totalidad del desarrollo
del fenómeno” (The Principies of Quan t e n e r (ingl. awareness;
C o n o c im ie n to ,
tum Mechantes, 1930, p. 7). Al llegar a ital. consapevolezza). En general, la
este punto, la teoría del C se disuelve posibilidad de prestar atención a los
completamente en la metodología de propios modos de ser y a las propias
las ciencias. Esto significa que el pro operaciones y de expresarlas mediante
blema del C. como problema de un el lenguaje. Tal posibilidad es la úni
objeto "externo", obtenido a partir de ca base de hecho sobre la cual se ha
cualquier dato “interno”, se ha ido disol edificado la noción filosófica de con
viendo y en su lugar se ha propuesto ciencia. Platón y Aristóteles, que no
el problema de la validez de los proce tuvieron el concepto de conciencia, co
dimientos efectivos dirigidos a la com nocieron y describieron el C. Véase
probación y el examen de los objetos CONCIENCIA.
en los diferentes campos de investi (ingl. episte-
C o n o c im ie n to , te o r ía d e l
gación. mology, raro: gnoseology, franc. gno-
El saber objetivo,
C o n o c im ie n to d e si.
séologie, raro: epistémologie; alem. Er-
esto es, no inmediato ni privilegiado, kenntnistheorie, raro: Gnoseologie; ital.
que el hombre puede adquirir de sí conoscenza, teoria delta). La teoría del
C. es denominada, asimismo, epistemo
mismo. El término tiene, por lo tanto, logía o con menor frecuencia, gnoseolo-
un significado diferente de autocon- gía. En alemán, el término Gnoseologie,
ciencia (véase), que es la conciencia acuñado por el wolfiano Baumgarten, ha
absoluta o infinita, y también de con tenido poco éxito, en tanto el término
ciencia (véase) que implica siempre Erkenntnistheorie, usado por el kantia
una relación inmediata y privilegiada no Reinhold (V e rsu c h ein er neuen
del hombre consigo mismo, un C. di Theorie des menschlichen Vorstelhmgs-
recto e infalible de sí, y por lo tanto vermogens, 1789) fue comúnmente acep
incomunicable. Platón interpretaba el tado. En inglés, el término epistemology
aforismo socrático, "Conócete a ti mis fue introducido por J. F. Ferrier (Insti-
mo", como invitación a tal C. (y no tutes of Metaphysics, 1854) y es el único
de la conciencia); en efecto, en el Cár- usado por lo común; gnoseology es, por
mides se lo interpreta como invitación lo contrario, muy raro. En francés se
al "saber del saber”, o sea como de adopta comúnmente gnoséology y muy
terminación e inventario de lo que se rara vez ep istém o lo g ie. Todos estos
sabe. "Ni nosotros mismos nos pone nombres tienen el mismo significado;
mos a hacer lo que no sabemos, sino no indican, como ingenuamente se cree
que buscamos a las personas compe a menudo, una disciplina filosófica ge
tentes y nos confiamos a ellas; ni per neral como la lógica, la ética o la esté
mitimos a los que dependen de nos tica, sino más bien la consideración de
otros hacer otra cosa fuera de lo que un problema que nace de un supuesto
pueden hacer bien y de lo que tengan filosófico específico, esto es, en el ám-
227
Consciente
Consecuencia
bito de una determinada dirección filo La teoría del C. ha perdido su pri
sófica. Tal dirección es la del idealismo macía y también su significado desde
(en el sentido 1) véase i d e a l i s m o ), y el que se comenzó a dudar de la validez
problema cuyo estudio es tema especí de uno de sus supuestos, esto es, que
fico de la teoría del C. es el de la el dato primitivo del C. es "interior”
realidad de las cosas o en general del a la conciencia o al sujeto y que, por
"mundo externo”. La teoría del C. se lo tanto, la conciencia o el sujeto de
apoya en dos supuestos: 1) que el C. sea ban salir fuera de sí (lo que por prin
una "categoría” del espíritu, una “for cipio es imposible) para aprehender el
ma” de la actividad humana o del objeto. En su "refutación al idealis
"sujeto”, que pueda ser investigada uni mo", agregada a la segunda edición de
versal y abstractamente, esto es, pres la Critica de la razón pura (1787), Kant
cindiendo de los procedimientos cognos demostró lo infundado de este supues
citivos particulares, de los que el hombre to. Los analistas contemporáneos re
dispone, tanto fuera como dentro de la chazaron también el primer supuesto
ciencia; 2) que el objeto inmediato del de la teoría del C., o sea que el C. sea
conocer sea, como lo había pensado una forma o categoría universal que
Descartes, solamente la idea o repre pudiera indagarse como tal; ellos, en
sentación y que la idea sea una entidad efecto, adaptaron como objeto de inves
mental, que existe por lo tanto sólo tigación los procedimientos efectivos o
"dentro” de la conciencia o del sujeto el lenguaje del C. científico y no el
que la piensa. Se trata, por lo tanto, “C." en general. Por lo tanto, la teoría
de ver: 1) si a esta idea corresponde del C. ha venido a perder su signifi
cualquier cosa o entidad "externa”, o cado en la filosofía contemporánea y
sea existente "fuera” de la conciencia; ha sido sustituida por otra disciplina, la
2) si en el caso de que se responda metodología (véase), que es el análisis
negativamente a tal pregunta, exista de las condiciones y de los límites de
una diferencia, y en su caso cuál, entre validez de los procedimientos de inves
ideas irreales o fantásticas e ideas rea tigación y de los instrumentos lingüís
les. Son los problemas que había ya ticos del saber científico.
debatido Berkeley, tratados de nuevo
por Fichte en la Doctrina de la ciencia (lat. co n sciu s; ingl. cons-
C o n sc ie n te
(1794) y que constituyen el tema domi cious; franc. conscient; alem. bewusst;
nante de una rica literatura filosófica, ital. consciente). Este adjetivo es co
especialmente alemana, desde la segun múnmente adoptado en el sentido del
da mitad del siglo xix a los primeros tener conocimiento (véase); su uso fi
decenios del siglo xx. Por su mismo losófico corresponde, sin embargo, al
origen e impostación, la teoría del C. del término "conciencia”, de donde "es
es idealista. También las soluciones píritu consciente", por ejemplo, signi
denominadas "realistas” son, en reali fica la actitud de la autorreflexión o
dad, formas de idealismo en cuanto las de la búsqueda interior.
entidades que reconocen como "reales” C o n se c u e n c ia (lat. consequentia; ingl.
son, muy a menudo, conciencias o con consequence; franc. conséquence; alem.
tenidos de conciencias. La denominada Konsequenz; ital. conseguenza). El tér
Escuela de Marburgo (Hermann Cohén, mino consequentia llega a la lógica
1842-1918; Paul Natorp, 1854-1924) iden escolástica a través de Boecio (De in-
tificaba a la teoría del C. con la lógica terpretatione, I, P. L., 64?, col. 369). Su
y reducía a tres las disciplinas filosó definición, que varía según los diferen
ficas fundamentales: lógica, ética y es tes lógicos, viene a decir sustancial
tética. Des Erkenntnisproblem in der mente lo siguiente: dos proposiciones
Philosophie und W isse n sc h a ft der "p” y "q” se hallan en relación de
neueren Zeit, 4 vols., 1906-1950; trad. antecedens y consequens (relación que
esp.: El problema del C. en la filosofía se designa justo con el nombre de
y en la ciencia modernas, 4 vols., Méxi consequentia) cuando es imposible que
co, 1948-1957, F. C. E., de Ernest Cas- "q” sea falsa, siendo verdadera "p”. Las
sirer (1874-1945), es la obra más impor consequentiae se dividían en dos clases:
tante dedicada al problema del C. en formales, cuando valían independiente
este significado tradicional. mente del significado de los términos
228
Consecuente
Constante
v por la sola disposición y forma de los cal del saber común y, por consiguien
mismos; materiales, cuando valían úni te, ha dejado de ver en el C., que
camente para aquellos términos dados. afianza este saber, una garantía o un
También se enumeraban muchas reglas valor de verdad. Por lo tanto, sólo en
acerca de las consequentiae válidas y no raras ocasiones apela al consensus gen-
válidas (cf. “ab esse ad posse.ab univer- tium. Una invocación al C. es la que
sali ad particularem, a dicto secundum formula la escuela escocesa del Sentido
quid ad dictum simpliciter..."). En la Común, cuyo jefe es Thomas Reid
filosofía moderna la palabra C. tiene (1710-96) y que está en polémica princi
múltiples significados (y a menudo palmente con el escepticismo de Hume;
también sin un significado rigurosa para superarlo recurre al C. universal
mente definido), pero indica siempre que apoyaría las ideas de sustancia,
al consecuente de un antecedente, al causa, etc., criticadas por Hume (Inves
cual el primero se ligue de algún modo. tigación acerca del espíritu humano
Pero en sentido riguroso "C." es usada según los principios del sentido común,
a veces (por Husserl, por ejemplo), 1764) (véase s e n t id o c o m ú n ). La apela
más o menos en el sentido del término ción al sentido común ha constituido a
medieval consequentia. En general, no menudo una prueba de la existencia de
obstante algunas tentativas poco felices Dios (véase d io s , p r u e b a s de s u e x i s t e n
de Camap (Logical Syntax of Language, c i a ). Por otro lado ha servido también
§ 14), pronto abandonadas por él mismo como fundamento a la noción de dere
(cf. Introduction to Semantics, §37), la cho natural (véase d e r e c h o ). Pero estos
lógica contemporánea evita el término y otros usos eventuales no modifican la
"C.”, prefiriendo los diferentes y menos sustancia de la noción, que es la ten
equívocos sinónimos de im p lic a c ió n tativa de poner al reparo de la crítica
{véase) o inferencia (véase). G. P. los conocimientos o prejuicios que se
creen absolutamente válidos, pero cu
C o n s e c u e n te (ingl. c o n s e q u e n t; franc. ya efectiva universalidad sería difícil
c o n s é q u e n t; alem. konsequent; ital. probar.
conseguente). En lógica, el segundo
término de una consecuencia (véase). Consequentis (fallada). Es la falacia
G. P. (véase), que consiste en suponer inde
bidamente que una consecuencia (véa
C o n se n so u n iv e rs a l (lat. consensus gen-
se) o implicación pueda .ener recipro
tium). En su obra, Aristóteles hace cidad, lo que por lo común no ocurre:
referencia a menudo a la "opinión de "si de A se concluye B, entonces de B
todos” como prueba o contraprueba se concluye A". (Aristóteles, El. sof., 5,
de la verdad; y en la Ética a Nicómaco 167 b 1; Pedro Hispano, Summul. Log.,
(X, 2, 1172b 36) dice explícitamente: 7.58; etc.). G. P.
"Aquello en que todos consienten, de
cimos que es así, ya que rechazar una C o n se rv a c ió n , véase CONATO.
creencia semejante significa renuncia!
a lo que es más digno de fe.” Los es C o n s ig n ific a n te (lat. consignificans). Lo
toicos insistieron, a su vez, acerca del mismo que sincategoremático (véase).
valor del C. universal, por lo que las
"nociones comunes” tuvieron para ellos C o n sp e c ie (ingl. conspecies). Término
una gran importancia, debido al hecho adoptado por Hamilton para indicar
de que se forman de igual manera en las especies coordinadas del mismo gé
todos los hombres, ya sea naturalmente nero, diferentes pero no contradictorias
o por efecto de la educación (Dióg. L., y que, por lo tanto, constituyen nocio
VII, 51). Pero sólo los eclécticos hicie nes discretas o disyuntas, a veces de
ron del C. común el criterio de la verdad minadas también diferentes (véase d i
y Cicerón expresaba precisamente tal f e r e n c i a ) (Lectures on Logic, I, p.209).
punto de vista al afirmar: “En todo ar
gumento, el C. de todas las gentes debe C o n s ta n te (ingl. constant; franc. cons-
ser tenido como ley de naturaleza” tant; alem. tConstante; ital. costante).
(Tusciil., I, 13, 30). La filosofía moderna Término deducido de la matemática,
que tomó impulso con Descartes, ha donde designa la variable dependiente
pretendido instaurar una crítica radi cuyo valor no varía con la variación
229
C o n s titu c ió n
C o n s tru id o
de la variable independiente (véase de la razón pura, en cambio, tienen
f u n c ió n ). En general, se denomina solamente un uso regulador, esto es,
constante toda uniformidad, de impor "el de dirigir al entendimiento hacia
tancia relevante, que pueda ser com una cierta finalidad en vista de la cual
probada en un campo cualquiera. En las líneas directivas de todas sus reglas
física tales uniformidades se denomi convergen en un punto, el cual —aun
nan C. cuando pueden ser expresadas que no sea otra cosa que una idea (focus
por números (cf. B. Russell, Introduc- imaginarias), o sea un punto del cual
tion to Mathematical Phil., 18; trad. no proceden en realidad los conceptos
ital., pp. 223 ss.). En la lógica contempo del entendimiento, por hallarse fuera
ránea el significado del término se de los límites de la experiencia posi
modela sobre el significado matemáti ble— sirve por lo menos para conferirles
co. Como en matemática la C. es, sim la mayor unidad con la mayor exten
plemente, el nombre propio de un nú sión” (Crít. R. Pura, Apéndice a la Dia
mero, de la misma manera en lógica se léctica trascendental). Véase id e a . En
adopta el término C. para indicar un análogo sentido, Husserl adopta la pala
nombre propio que tenga denotación. bra "constitución” al hablar de los
La variable es un símbolo que en vez de "problemas de la constitución de las ob
tener la denotación singular de la C., jetividades de la conciencia", por ejem
es la posibilidad de diferentes valores. plo. Tales problemas consisten, en efec
El límite dentro del cual tales valo to, en ver cómo "las formas fundamen
res pueden cambiar se denomina el tales de posible conciencia” condicionan
rango de la variable. Camap ha obser o, como dice Husserl, predeterminan
vado que para designar las diferentes "todas las posibilidades... (y las impo
especies de C. y de variables se puede sibilidades)” del ser que es objeto de
hacer referencia a su valor de expre la conciencia misma (Ideen, I, § 8 6 ).
sión, como cuando se dice "variable A su vez Camap ha aclarado el con
enunciativa” o "variable predicado”, etc., cepto de constitución desde el punto
o también, como resulta con mayor fre de vista lógico-lingüístico, con el con
cuencia, a sus valores o designaciones, cepto de reconducción. Un objeto o
como cuando se dice "variable propo- concepto se dice reconducible a uno
sicional”, "variable individual”, "variable o más objetos si los enunciados que
numérica”, etc. (Introduction to Seman- conciernen al primero permiten trans
tics, §37). V'ase f u n c i ó n ; n o t a c ió n . formarlos en enunciados que conciernen
al segundo. En tal caso se puede decir
C o n s titu c ió n , véase infra c o n s t it u t iv o . que el primer objeto está "constitui
C o n s titu tiv o (gr. ovmcnixóg; lat. consti do” por los otros (Der Logische Aufbau
tutivas ; ingl. constitutiv; franc. cons- der Welt, §2 ["La estructura lógica del
titutif; alem . konstitutiv; ital. consti mundo”]). La palabra ha entrado a for
tutivo). 1. En la lógica antigua y mar parte del lenguaje común y así se
medieval este adjetivo fue referido a la dice que tiene carácter o función C.
diferencia (véase), que es llamada cons todo lo que entra a condicionar a un
titutiva por referencia a la especie y objeto cualquiera del modo que sea.
divisiva con respecto al género; por C o n s tru c c io n is m o (ingl. constructional-
ejemplo, la diferencia racional, en la ism). La producción y el uso de los
definición del hombre como "animal construidos. El término es adoptado, a
racional", constituye la especie huma veces, por escritores norteamericanos.
na pero divide al género animal en dos (Cf., por ejemplo, M. Dummett, en The
partes, la racional y la no racional (Por Philosophical Review, 1957, p. 47).
firio, Isag., 10; Pedro Hispano, Summul.
Log., 2.12; Jungius, Lógica, I, 2, 45, etc.). C o n s tru id o (ingl. construct). C. o cons
2. Desde Kant el término fue adop trucción lógica es un término usado
tado para designar lo que condiciona frecuentemente por los escritores anglo
la realidad de los objetos fenoménicos. sajones para indicar entidades cu3 ra
Las intuiciones puras (espacio y tiem existencia se cree confirmada por la
po) y las categorías son constitutivas confirmación de las hipótesis o de los
en este sentido porque condicionan todo sistemas lingüísticos a los cuales recu
objeto posible de experiencia. Las ideas rren, pero que no es nunca dir-’ctamen-
230
Consustanciación
Contemplativa, vida
te observable o directamente inferida tisches Leben; ital. vita contemplativa).
de hechos observables. El término ha El ideal de una vida dedicada exclu
entrado en uso desde que Russell enun sivamente al conocimiento. W. Jaeger
ció el principio: "Siempre que sea po (Paideia. Die Formung des griechischen
sible, deben sustituir las construcciones Menschen, I, 1935; trad. esp.: Paideia,
lógicas a las entidades inferidas" (Mys- I, Los ideales de la cultura griega, Mé
ticism and Logic, 1918, p. 155). Los C. xico, 1962, F. C. E., p. 153; cf. también:
están dotados de la que ha sido deno "Sobre el origen y la evolución del ideal
minada existencia sistemática, o sea, filosófico de la vida”, en Aristóteles,
del modo de existencia propio de una trad. esp., México, 1946, F. C. E., pági
entidad cuyas descripciones son analí nas 467 ss.) ha sostenido que la atribu
ticas en el ámbito de un sistema de ción de una vida puramente C. a los
proposiciones; en tanto las entidades filósofos presocráticos mediante anéc
inferidas tendrían existencia real, es dotas y sucesos curiosos (como el de
decir, el modo de existencia atribuido Tales, que caminando con los ojos fijos
a una entidad a la cual puede referirse en las estrellas cayó en el pozo mien
una proposición sintética verdadera (cf. tras la criada Tracia se burlaba de él
L. W. Beck, “Constructions and Infer- porque quiere saber las cosas del cielo
red Entities", en Readings in the Phi- y no ve lo que hay bajo sus pies) es
losophy of Science, 1953, p. 369). Los C. la proyección al pasado del punto de
deberían cumplir todas las funciones de vista platónico-aristotélico que exaltó
las entidades inferidas, a saber: 1) re la vida C. sobre la práctica, y que la
sumir los hechos observados; 2) consti reconoció como única digna del filó
tuir un objeto ideal para la investiga sofo y, en general, del hombre. Se puede
ción, esto es, promover el progreso de- dudar de la exactitud de esta tesis en
la observación; 3) constituir la base lo que concierne a la filosofía plató
para la previsión y la explicación de los nica. que difícilmente podría denomi
hechos (Ibid., p. 371). Es posible, sin narse filosofía contemplativa, ya que
embargo, una convalidación empírica tenía declarada intención política, es
indirecta de los C. "La definición de ciertamente exacta en lo que se refiere
un C. empírico —d ice B ergm an— a Aristóteles (véase f i l o s o f í a ; s a p i e n
de campo eléctrico, por ejemplo, siem c i a ). Una consecuencia del ideal con
pre suministra las instrucciones para templativo de la vida fue el desprecio
poner a prueba, es decir, para determi por la banausia (véase), o sea por el
nar la verdad o falsedad de las aser trabajo manual, y otra de sus conse
ciones en las cuales el C. acude; por cuencias fue la superioridad que se re
ejemplo, ‘Hay un campo eléctrico en conocía a las ciencias denominadas teó
las cercanías del objeto B’ " ("Outline ricas sobre las denominadas prácticas
of an Empiricist' Philosophy of Physics", y, en general, de la actividad teórica.
en Op. cit., p. 27U). "Esta actividad —dice Aristóteles— es
por sí misma la más alta, ya que la
C o n s u s ta n c ia c ió n (Iat. consubstantiatio; inteligencia es la cosa más alta que
ingl. consubstantiation; franc. consubs- hay en nosotros y, entre las cosas cog
tantiation; alem . Konsubstantiation-, noscibles, las más altas son aquellas
ital. consustanziazione). La in te rp re de las que la inteligencia se ocupa."
tación del sacramento del altar que Por lo tanto, la vida C. es una vida
consiste en admitir que la sustancia del superior a la humana. "El hombre no
pan y del vino permanece junto con debe conocer en cuanto hombre, como
la del cuerpo y la sangre de Cristo, algunos dicen, las cosas humanas y
como sujeto de sus accidentes. Tal en cuanto mortal las cosas mortales,
doctrina, siempre combatida por la Igle sino que debe hacerse, en cuanto sea
sia, fue defendida por Occam a prin posible, inmortal y hacer de todo para
cipios del siglo xiv en dos escritos in vivir según lo más alto que hay en él,
titulados De Sacramento Altaris y De que si bien es poco en cantidad, supera
Corpore Christi, y aceptada por Lutero. en fuerza y valor a todo lo demás”
C o n te m p la tiv a , v id a (gr. 0E(OQr)Tixo; (lío;; (Ét. Nic., X, 7, 1177 b 31). Aristóteles,
lat. vita contemplativa; ingl. theoretical en el citado capítulo de la Ética, opo
life; franc. vie théorétique; alem. theore- nía la vida teórica a la del político
Contenido
Contexto
y a la del guerrero, que, sin embargo, píritu C. que se manifestó en todas las
según los antiguos, eran las más altas. direcciones influidas por el romanticis
Sobre esta noción debería desarrollarse mo, se ha visto muy combatido desde
toda la filosofía posaristotélica, desde la mitad del siglo xix hasta hoy. Marx
los epicúreos a los neoplatónicos, que opuso a la filosofía C. la no filosofía
tiende a exaltar la figura del "sabio”, o de la praxis, empeñada en transformar,
sea, precisamente, la del hombre cuya más que en conocer, la realidad misma
vida se compendia o se agota en la ( Tesis sobre Feuerbach, 1845, §3, 11).
contemplación. La filosofía medieval Nietzsche insistió sobre el carácter de
continúa esta tradición. Si el misticis renuncia y de debilitamiento vital de la
mo (véase) ve en la. vida C. el fin del vida C. y del desinterés teórico (Die
hombre y en el camino para llegar a froeliche Wissenschaft, § 345 ; trad. esp.:
ella la única actividad valiosa, toda La gaya ciencia, Madrid, 1905, El gay
la escolástica sostiene, con Santo To saber, Madrid, 1932). Las filosofías de
más (S. Th., II, 1, q. 3, a. 5) que la la acción y el pragmatismo han insis
vida C. no es solamente la beatitud tido acerca de la subordinación del
última y perfecta que se obtendrá en conocimiento mismo a la acción y a
la otra vida, sino también la menor sus exigencias. En fin, el existencia-
e imperfecta beatitud que se puede ob lismo ha visto en las mismas situacio
tener en ésta. Una de las caracterís nes denominadas cognoscitivas, modos
ticas del humanismo y del Renacimien de ser del hombre en el mundo, lo que
to es la ruptura de esta tradición y el priva de sentido a la distinción misma
reconocimiento del valor de la vida entre vida C. y vida práctica. El reco
práctica o activa, del trabajo y de la nocimiento de la ilegitimidad de esta
actividad mundana. Y la Reforma, por distinción es quizá el punto más carac
lo menos en este punto, coincide con el terístico de la filosofía contemporánea.
Renacimiento. Bacon afirmaba, en esta En efecto, por un lado, el conocer en
línea, el carácter práctico y activo del todos sus grados y formas implica la
conocimiento mismo (scire est posse, puesta en obra de métodos, técnicas e
Nov. org., I, 3) en el sentido de que instrumentos que son inherentes a la
se dirige a establecer el dominio del situación humana en el mundo y que,
hombre sobre la naturaleza. Los análisis por lo tanto, se pueden calificar como
de los empiristas ingleses de los si de naturaleza práctica. Por otro lado, la
glos xvn y x v í i i mostraban la relación misma vida C. no es más que una deli
entre el conocimiento y la experiencia mitación de los propios intereses a la
del hombre y, con Hume, la subordina esfera de determinados problemas más
ción de la primera a la segunda. El que a otros y es, por lo tanto, una
siglo x v í i i , siglo de la Ilustración, ve práctica, elegida y deliberada dirección
esencialmente en el conocimiento un de vida. Desde este punto de vista la
instrumento de acción, un medio para exaltación de la vida C. parece más
obrar sobre el mundo y para mejorarlo bien una deformación profesional del
y, por lo tanto, parece abandonarse el filósofo, que considera su propia acti
ideal de la vida C. Tal ideal vuelve a vidad como la más alta de todas.
prevalecer en el romanticismo, para el
cual el conocimiento es el punto final C o n te n id o , véase C O M PR EN SIÓ N .
como los axiomas de la matemática es, por lo tanto, formulado en las nocio
y de la física permiten abstraer sus nes fundamentales de esta metafísica,
objetos (la cantidad y el movimiento, que son las de sustancia (véase), de
respectivamente) de las otras determi esencia necesaria (véase e s e n c i a ) y
naciones a las que están unidos (Met., de causa (véase c a u s a l id a d ). Pero el
IV', 3). Pero Aristóteles hace una doble principio posee también, para el mis
formulación del principio. Una es la mo Aristóteles, una importancia lógica.
estrictamente ontológica, que expresa Aristóteles dice que aun cuando el prin
diciendo: "Nada puede ser y no ser cipio de no C. no se adquiera expresa
simultáneamente” (Ibid., III, 2, 996 b mente por ninguna demostración, se
30; IV, 2, 1005 b 24); la otra es la que constituye en el fundamento del silo
se podría denominar lógica y que se gismo por cuanto, ya sea al poner la
expresa diciendo: "Es imposible para noción de hombre, ya sea al poner la no
la misma cosa y en el mismo tiempo ción de no-hombre, con tal que se admi
ser inherente y no ser inherente a una ta que el hombre es animal, siempre
misma cosa” (Ibid., IV, 2, 1005 b 20); o resultará verdadero afirmar que Calias
bien, diciendo: “Es necesario que toda es animal y no no-animal, Aristóteles
aserción sea o afirmativa o negativa” afirma asimismo que es el fundamento
(Ibid., III, 2, 996 b 29). Aristóteles cree de la reducción al absurdo (An. Post.,
que el principio no es demostrable, pe I, 11, 77 a 10). La estructura silogística
ro que puede ser defendido polémica queda así sostenida, sea en su forma
mente contra sus negadores, entre los positiva, sea en su forma negativa, a
cuales enumera a los megáricos, los cí través del principio de no C., lo que
nicos, los sofistas y los heraclitanos, no nos debe sorprender dado que para
demostrando que si ellos afirman una Aristóteles la estructura silogística re
cosa determinada niegan la negación produce la estructura sustancial del ser.
de esta cosa y así se valen del prin Véase s i l o g i s m o .
cipio (Ibid., IV, 4). Por lo tanto, Aris En la forma dada por Aristóteles, el
tóteles establece el valor del principio principio permaneció por mucho tiem
en sus relaciones con lo determinado po como fundamento de la metafísica
(tóde ti). "Si la verdad tiene un sig clásica. Las discusiones del siglo xm
nificado —dice Aristóteles—, necesaria en tomo a la manera de expresarlo en
mente el que dice hombre dice animal la forma más simple y económica, lle
bípedo, ya que esto significa hombre. varon a la formulación de la máxima
Pero si esto es necesario, no es posible que de inmediato se denominó principio
que el hombre no sea animal bípedo; de identidad (véase), pero no hicieron
la necesidad significa, en efecto, pre vacilar la supremacía del principio de
cisamente esto, o sea que es imposible contradicción. Descartes (Princ. Philos.,
que el ser no sea” (Ibid., IV, 4, 1006 b I, 49) y Locke (Essay, I, 1, 4) aún lo
28). Así, el principio de no C. refirién admitían como verdad indudable, aun
dose al ser determinado permite abs que ignoraban totalmente su valor onto-
traer de este ser aquello que es nece lógico, que para Aristóteles era prima
sario: la sustancia o la esencia sustan rio. Pero fue Leibniz quien hizo pasar
cial; en el ejemplo del hombre, el definitivamente el principio de no C. a la
animal bípedo, que es, precisamente, esfera de la lógica y lo consideró como
la sustancia, la esencia sustancial o la fundamento exclusivo de las verdades
definición del hombre mismo. De tal de razón, en tanto que las verdades de
modo el principio de no C. lleva a hacer hecho se fundaban, en su opinión, en el
de la filosofía primera, que es la ciencia principio de razón suficiente (Monad.,
del ser en cuanto ser, la teoría de la §§31-32). Para Leibniz, estos dos prin
sustancia. Dice Aristóteles: "Aquello cipios se encontraban como fundamento
que desde hace tiempo y ahora y siem de todas las verdades y, por lo tanto, de
pre hemos buscado, aquello que siempre todo el edificio del conocimiento huma
será un problema para nosotros, ¿qué no (Nouv. Ess., IV, 2, 1). Wolff todavía
es el ser?, significa lo siguiente: ¿qué es incluía en la ontología el principio de
la sustancia?” (Ibid., VII, 1, 1028 b 2). no C., pero lo consideraba como un
El significado que en la filosofía de principio natural de la mente huma
Aristóteles tiene el principio de no C. na (Ont., §27). Y Baumgarten halló
239
Contradicción, principio de no
vención (Sexto E., Hipot. Pirr., I, 146). o explícitamente. Así, pudo formularse
El contractualismo de los siglos xvn la tesis fundamental del C. moderno:
y xviii ha hecho familiar la idea de las proposiciones originarias, de las
que el Estado y, en general, la co cuales procede cualquier sistema deduc
munidad civil, así como también las tivo, son convenciones. Lo que quiere
normas y los valores que en ellas se decir: i) no pueden decirse ni verda
originan, son los productos de una con deras ni falsas; 2) pueden ser elegidas
vención o estipulación originaria. Refi a base de determinados criterios que
riéndose precisamente a esta doctrina, dejan todavía cierta latitud a la elec
Hume anotaba que la convención, en ción misma. Por obra del Círculo de
este sentido, deoe ser entendida, no Vierta (véase) y del empirismo lógico,
como una promesa formal, sino como el C. adquiriría la forma, que posee
"un sentimiento del interés común, que actualmente, de una tesis general acer
cada uno encuentra en su corazón” ca de la estructura lógica del lenguaje.
(lnq. Corte. Moráis, Ap. 3) y agregaba: La Estructura lógica del mundo (1928)
"Así, dos hombres mueven las velas de Rodolf Carnap, constituye la pri
de una nave de común acuerdo con mera presentación de esta tesis, que
fines a un interés común, sin ninguna ya había sido preparada por el Trocí a-
promesa o contrato; así el oro y la pla tus logico-philosophicus de Wittgen-
ta se han hecho medidas de cambio; así stein. "La lógica —dice Carnap—, com
el discurso, las palabras, la lengua, se prendiendo en ella a la matemática,
han fijado a través de las convenciones consta de estipulaciones convencionales
y del acuerdo humano" (Ibid., Ap. 3). sobre el uso de los signos y de tauto
Con estas palabras, quizá por vez pri logías que se fundan sobre estas estipu
mera, el concepto de convención se laciones” (Logische Aufbau der Welt,
adoptó en un campo que no era el §107). Carnap ha dado sucesivamente
político. a esta tesis el nombre de “principio de
Pero la extensión del C. al dominio tolerancia de las sintaxis”, porque se
cognoscitivo se verifica sólo en la se trata de un principio que en tanto con
gunda mitad del siglo xix, con el des vierte en inoperantes todas las prohibi
cubrimiento de las geometrías no eucli- ciones, aconseja establecer distinciones
dianas, al desaparecer el carácter de convencionales. "En lógica —dice Car
verdad evidente de los axiomas geomé nap— no hay moral. Cada uno puede
tricos. Dice Poincaré: "Los axiomas construir como quiera su lógica, esto
geométricos no son ni juicios sintéti es, su forma de lenguaje. Si quiere
cos a priori ni hechos experimentales. discutir con nosotros sólo debe indicar
Son convenciones. Nuestra elección está cómo lo quiere hacer, dar determina
guiada, entre todas las convenciones po ciones sintácticas, en vez de argumen
sibles, por hechos experimentales, pero tos filosóficos” (Logische Syntax der
permanece libre y se halla limitada Sprache, 1934, §17). Se puede decir
solamente por la necesidad de evitar la que esta tesis es actualmente muy acep
contradicción” (La Science e t l'hypothé- tada, aun fuera de los lindes del empi
se, II, cap. III). El mismo Poincaré se rismo lógico. La segunda obra de Witt-
negaba, sin embargo, al reconocimiento genstein, In v e s tig a c io n e s filosóficas
del carácter convencional de toda la (1953) la ha llevado a su extremo, afir
ciencia y defendió polémicamente, con mando que todo lenguaje es una especie
tra Le Roy, tal extensión del C. (La de “juego” que parte de determinados
valeur de la Science, 1905). presupuestos de naturaleza convencio
El desarrollo ulterior de la matemá nal; y reconociendo la fundamental
tica ha permitido, no obstante, exten equivalencia de los juegos lingüísticos.
der el punto de vista de Poincaré a Prescindiendo de esta última tesis y
toda la matemática. La obra de Hilbert tomando al C. con la limitación en'que
llegaba a ver en las matemáticas sis por lo común se mantiene, esto es, en
temas hipotético-deductivos, en los cua relación con el campo de la estructura
les se deducen las consecuencias im lógica del lenguaje, es preciso subrayar
plícitas en determinadas proposiciones el hecho de que no implica en nada,
originarias o axiomas, según reglas que como a veces se cree, la perfecta arbi
los mismos axiomas definen implícita trariedad de las convenciones lingüís-
242
C o n v e n ie n c ia
C o p e rn ic a n a , re v o lu c ió n
ticas. Se pueden resumir los funda ejemplo, "todos los hombres son morta
mentos del C. contemporáneo en la les”) se convierte, per accidens, en una
forma siguiente: particular afirmativa (“algún mortal es
1) la elección de las proposiciones ini hombre”); la particular afirmativa y la
ciales de un sistema deductivo (axio universal negativa se convierten simpli-
mas [véase] o postulados [véase]) debe citer, o sea mediante simple intercambio
obedecer a criterios limitativos, que de los términos; la particular negativa
tienen la finalidad de garantizar la no puede convertirse.
re-proponibilidad de la elección misma
a los fines del desarrollo deductivo; C o n v ic c ió n (ingl. conviction; franc. con-
2) la determinación de las reglas de viction; alem . U eberzeugung; ital.
deducción, de las operaciones, de los convinzione). Término de origen ju
procedimientos, se halla igualmente su rídico que designa un conjunto de
jeta a una elección limitada, siempre pruebas suficientes para "convencer”
en vista de la re-proponibilidad de ta al reo, es decir, hacerlo reconocerse
les reglas, procedimientos u opera como tal. En el uso común, el término
ciones ; significa una creencia que tiene sufi
3) las elecciones a que aluden los ciente base objetiva para ser admitida
números 1) y 2) constituyen: a) objeti por cualquiera. En este sentido ha sido
vamente, el campo de investigación definida por Kant: "Cuando una creen
común en el cual los investigadores cia es válida para cada uno, sólo a
se pueden mover; b) subjetivamente, el condición de que esté dotado de razón,
compromiso común de los mismos in el fundamento de esta creencia es ob
vestigadores. jetivamente suficiente y se denomina
C." (Crít. R. Pura, Canon de la razón
C o n v e n ie n c ia , véase ACUERDO. pura, sección III). El carácter objetivo
de la C. contrasta con el carácter sub
C o n v e rg e n c ia , ley e s d e (ingl. COnver- jetivo de la persuasión (véase). Cf. Pe-
gency law). Así denomina Whitehead relmann y Olbrechts-Tyteca, Traité de
el criterio usado por el sentido común Vargumentation, 1958, §6).
y por la ciencia para obtener generali
zaciones fundadas en la observación. C o o rd in a c ió n (ingl. coordination; franc.
"Si A y B son dos sucesos y A' forma c o o rd in a tio n ; alem. K o o rd in a tio n ;
parte de A, B' es parte de B, por lo ital. coordinazione). La idación entre
tanto, bajo muchos aspectos las rela objetos situados en el mismo orden o
ciones entre las partes A' y B’ serán rango en un sistema de clasificación;
más simples que las relaciones entre por ejemplo, dos géneros o dos especies
A y B. Este principio regula todos los están coordinados entre sí, pero no es
esfuerzos por lograr una observación tán coordinados un género y una espe
exacta” (Organization of Thought, 1917, cie.
pp. 146 ss.; The Concept of Nature, 1920, Coordenados se denominan los con
trad. ital., p. 73). juntos ordenados de números que sir
ven para designar entidades geométri
C o n v e rsió n (gr. ávtujTcotpfi; lat. conver cas (puntos, líneas, etc.) o bien las
só} ; ingl. conversión; franc. conversión; características que se utilizan para dis
alem. UmkehriXng-, ital. conversóme). tinguir u ordenar varias clases de ob
En Aristóteles (Anal. Pr., I, 1, 2) y en jetos.
los tratados sucesivos de lógica clásica
(aristotélica), es la operación por la C o p e rn ic a n a , re v o lu c ió n (ingl. copemi-
cual se saca de un enunciado otro (con can revolution; franc. revolution co-
siderado equivalente, aunque la cosa pemicienne; alem. k o p e rn ik a n isc h e
es muy problemática) mediante inter Revolution; ital. rivoluzione copemica-
cambio de las posiciones respectivas de na). Se suele denominar así el cambio
los términos (sujeto y predicado). Na de perspectiva re a liz a d o por Kant,
turalmente esto no es siempre posible, quien, en vez de suponer que las es
y a veces se puede hacer sólo intro tructuras mentales del hombre se mol
duciendo un cambio en el cuantificador dean según la naturaleza, supone que
("todo” o "alguno”). Más precisamente: el orden de la naturaleza se moldea
la proposición universal afirmativa (por según las estructuras mentales. La re-
243
C ó p u la
C o ra z ó n
ferencia a Copémico fue hecha por el de todo lo que de ellas nace, de tal
mismo Kant en el Prefacio a la segun manera que el C. es guía privilegia
da edición (1787) de la Critica de la da del hombre en el dominio de la
razón pura. Dewey ha observado a este moral, de la religión, de la filosofía
respecto que la de Kant fue más bien y de la elocuencia; 2) el conocimiento
una revolución ptolomaica, pues hizo de los primeros principios de las cien
del conocimiento humano la medida cias y especialmente de la matemática.
de la realidad. La revolución C. debería “El C. siente que existen tres dimen
consistir en reconocer que la finalidad siones en el espacio, que los números
de la filosofía no es "la pesquisa de la son infinitos; en seguida la razón de
realidad y el valor absoluto inmuta muestra que no hay dos números cua
bles. .., sino la busca de los valores a drados, de los cuales uno sea el doble
asegurar y de los que participarían to del otro, etc. Los principios se sienten,
dos porque se apoyaría en los cimientos las proposiciones se concluyen: unos y
de la vida social” (The Quest for Cer- otros tienen la misma certidumbre, pe
tainty, 1930, p. 295; trad. esp.: La busca ro obtenida por caminos diferentes”
de la certeza, México, 1952, F. C. E., (Ibid., 282). Solamente el primero de
pp. 271-72). estos dos conocimientos privilegiados
debía continuar siendo atribuido al C.
Cópula (ingl. copula; franc. copule; por la filosofía del siglo xix. En el ín
alem. Kopula; ital. copula). El uso pre terin, Kant vio en el C. solamente la
dicativo del ser (véase). tendencia natural que nos hace más
o menos capaces de acoger la ley mo
C o ra z ó n (gr. xapfiía; lat. cor; ingl. ral (Religión, I, 2). Hegel entendía por
heart; franc. coeur; alem. Herz; ital. C. "al conjunto de las sensaciones", o
cuore). Entre los antiguos, solamente sea, de la experiencia inmediata y pri
el pitagórico Alcmeón de Cretona (si mordial del hombre, en el sentido en
glos vi-v a. c.) consideró el cerebro que se dice que "los principios morales,
como sede del pensamiento ("Yo digo la religión, etc., no basta que estén
que con el cerebro nos entendemos”, sólo en la cabeza: deben estar en el
Fr. 17, Diels). Aristóteles cree que el C., en la sensación” (Ene., §400). Por
C. es la sede de las sensaciones y de otro lado, vio en la "ley del C.”, una
las emocione* (De parí, anim., II, 10, figura de su Fenomenología del espíri
656 a; De anim. mot., 11, 703 b), doctri tu, más precisamente la que representa
na que a causa de la autoridad de la rebelión romántica en contra de la
Aristóteles prevaleció durante toda la realidad en acto, contra el orden esta
Antigüedad y la Edad Media, hasta blecido. La ley del C. a su vez no pro
el siglo xvi, cuando los nuevos estudios pone una ley determinada, sólo identi
de anatomía pudieron demostrar que fica a la ley con las exigencias del C.
los nervios parten del cerebro. Pero la singular, y de tal manera pretende que
importancia filosófica de la noción no el particular contenido del C., como
está en este arcaico recuerdo; en rea tal, deba valer universalmente. En esto
lidad, quedó en la historia de la filo está la contradicción de la ley del C.,
sofía como indicio de exigencias diver porque la pretensión de hacer valer
sas. En el Nuevo Testamento significa umversalmente el contenido de un C.
la relación del hombre consigo mis particular choca con la pretensión igual
mo, ya sea en el deseo (San Mateo V, de todos los otros C. particulares. "Así
8, 28), en el pensamiento o en la volun como antes el individuo encontraba abo
tad (I Cor. VII, 37), pero como pensa minable y rígida la ley, ahora encueran
miento y voluntad se consuma en sí abominables y adversas a sus e' cien-
mismo o, por lo menos, antes de mani tes intenciones, a los C. mismos de los
festarse al exterior. El uso moderno de otros hombres.” En realidad, según
la palabra se origina, sin duda, en Hegel, lo rígido y mortificante para el
Pascal, que subrayó la importancia C. en singular no es la realidad efec
de las "razones del C." (Pensées, 277). tiva, sino más bien la ley de los otros
Pascal atribuyó al C. dos especies de C., contra la cual, por lo tanto, resulta
conocimientos específicos: 1) el cono una liberación el recurso a la realidad
cimiento de las relaciones humanas y misma (Phctnom. des Geistes, I, V. B,
244
C o rn u d o , a r g u m e n to d e l
C o rre la c ió n
b). En la filosofía rnoder. a, y en el media entre el teorema y el problema
esplritualismo especialmente, que recu (Pappo, 648, 18 ss.; Proclo, In Eucl.,
rre a menudo a la noción de C., ésta p. 301 F). El término fue extendido por
expresa sustancialmente exigencias de Boecio al lenguaje filosófico (Phil.
carácter moral y religioso. Lotze, en el Cons., III, 10). En el primer sentido el
Microcosmos (1856) comenzó a insistir C. fue denominado a veces ccmsecta-
acerca de las "aspiraciones del C.” o rium (Jungius, Lógica hamburgensis,
las "necesidades del alma”, "del senti IV, 11, 13). La diferencia entre teorema
miento” o "las esperanzas humanas”, y C. desaparece en la lógica contem
como exigencias que debe hacer valer poránea.
la filosofía frente al mecanicismo de la
ciencia; y obviamente tales necesida (lat. forma corporeitatis).
C o rp o re id a d
des y aspiraciones no son más que las Según la tradición agustiniana de la
exigencias metafísicas implícitas en escolástica (véase a g u s t i n i s m o ), es
las creencias morales, como también las la realidad que el cuerpo posee como
creencias religiosas tradicionales. Las ne cuerpo orgánico, independientemente de
cesidades del C. fueron incluidas en la su unión con el alma, y que lo predis
definición misma que de la filosofía pone a tal unión. Así fue definida la
da Wundt, quien veía en ella "la reca noción por Duns Scoto (Op. Ox., IV,
pitulación de los conocimientos par d. 11, q. 3; Rep. Par., IV, d. 11, q. 3).
ticulares de una institución del mundo Se trata de una noción característica
y de la vida que satisfaga las exigen del agustinismo, usada como arma po
cias del entendimiento y las necesida lémica contra el aristotelismo, para el
des del C.” (System der Phil., 4* ed., cual el cuerpo como materia es poten
1919, I, p. 1; trad. esp.: Fundamentos cia y, por lo tanto, carece de sustan-
de la metafísica, Madrid, 1913; Einlei- cialidad o forma.
timg in die Phil., 3- ed., 1904, p. 5; trad. C o rre c tiv a , j u s t i c i a , véase CONMUTATIVO.
esp. Introducción a la filosofía, Madrid,
1911) En estas y en otras expresiones (gr. x á J ip ó ? t i á v x i x E Í n E v a ;
C o rre la c ió n
similares que recorre la filosofía de la lat. correlatio; ingl. correlation; franc.
segunda mitad del siglo xix y los pri corrélation; alem. Korrelation; ital. co-
meros decenios del presente siglo, el rrelazione). Una de las cuatro formas
C. es el símbolo de aquellas creencias de oposición enumerada.' por Aristóte
tradicionales que se pueden resumir les, esto es, la que media entre térmi
en el reconocimiento del orden provi nos correlativos, como la mitad y el
dencial del mundo, o sea, de un orden doble. Los opuestos correlativos no se
dirigido a salvaguardar los valores hu excluyen alternativamente; más bien
manos y el destino del hombre mismo. se llaman uno a otro en el sentido de
Y a menudo, en la filosofía contempo que el doble se dice con referencia a
ránea, el término C. es usado recíproca la mitad y la mitad con referencia al
mente con el de conciencia (véase) doble. Son términos correlativos tam
para indicar la esfera privilegiada en bién la sabiduría y la ciencia que se
que el hombre puede tomar las "reali dicen una en relación a la otra (Cat.,
dades últimas” con absoluta certeza. 10, 11b 23 ss.). En la lógica escolás
C o rn u d o , a r g u m e n to d e l (gr. xfpaxmi;; tica esta relación se expresó diciendo
lat. cornutus). Nombre dado al sofisma que en ella el sujeto y el término pue
de Eubúlides de Mileto: "Lo que no has den intercambiarse; de tal manera, por
perdido, lo tienes; no has perdido los ejemplo, David es el sujeto de la rela
cuernos, por lo tanto los tienes” (Dióg. ción de paternidad, en tanto que es
L., VII, 187). el término de la relación de filiación,
que tiene su sujeto en Salomón; y
C o ro la rio (gr. .tó o ic u a ; lat. corollarium; recíprocamente Salomón es el término
ingl. corollary; franc. corollaire; alem. de la paternidad que está en David
Korollar-, ital. corollario). Lo que se (cf., por ejemplo, Jungius, Lógica, I,
deduce de una demostración preceden 8 , 6 ). Hamelin intentó sustituir la C.
te, como una especie de sobreprecio o por la contradicción, en la dialéctica
ganancia extra (Euclides, EL, III, 1); hegeliana; los opuestos de esta dialéc
o bien, una especie de proposición inter tica son para él opuestos correlativos
245
C o rre s p o n d e n c ia
C osa
y no opuestos contradictorios (Essai está en la imaginación, en el corazón,
sur les Eléments principaux de la Re- en los sentidos, etc. De tal manera se
présentation, 1907, p. 35). puede decir que en esta significación
C. significa un término cualquiera de
C o rre s p o n d e n c ia (lat. adaequatio; ingl. cualquier acto humano o, más exacta
correspondente; franc. correspondance ; mente, un objeto con el cual se tenga
alem. Übereinstimmung o Korrespon- relación de un modo cualquiera. Éste
denz; ital. corrispondenza). La doctri es el significado encerrado en la pala
na según la cual la verdad consiste en bra griega pragma.
la adecuación, el acuerdo o la C. de 2) En un significado más restringido
término a término, entre el pensamien la C. es el objeto natural denominado
to, el conocimiento o las proposiciones asimismo "cuerpo” o “sustancia corpó
lingüísticas, por un lado, y la realidad rea”. El uso del término de este segun
o los hechos por el otro. Es éste el do significado es más bien reciente.
criterio de verdad propuesto por la filo Quizás se remonte a Descartes quien,
sofía clásica y expresado en la defini no obstante, al lado de la expresión
ción escolástica de verdad como corres "C . corpóreas” (chases corporelles) adop
pondencia del entendimiento y la cosa. ta también “ C. que piensa” (chose qui
Véase verdad . pense), queriendo así entender la pala
(gr. <¡p9oeá; lat. corruptio;
C o rru p c ió n bra en el significado tradicionalmente
ingl. corruption; fra n c . corruption-, propio de sustancia (Méd., II, passim).
alem. Vergehen; ital. corruzione). Se Locke prefirió la palabra "sustancia"
gún Aristóteles, la generación consti (“Las ideas de las sustancias son aque
tuye, junto con su opuesta, la realidad llas combinaciones de ideas simples que
de una de las cuatro especies de movi se supone representen distintas C. par
miento, más precisamente, del mo ticulares que subsisten por sí mismas”,
vimiento sustancial, en virtud del cual Essay, II, 12, § 6 ). Se puede decir que
la sustancia se genera o se destruye. sólo gracias a Berkeley el término C. ha
"La corrupción —dice Aristóteles— es suplantado definitivamente al de sustan
un cambio que va de alguna cosa al no cia: "Las ideas impresas en los sentidos
ser de ella, es absoluta cuando va de la por el autor de la naturaleza —dice— se
sustancia al no ser de la sustancia, y denominan C. reales y las suscitadas por
específica ci. ndo va hacia la especifi la imaginación, que son menos regula
cación opuesta” (Fís., V, 1, 225 a 17). res, vividas y constantes, se denominan
Para la doctrina de la C. del hombre con más propiedad ideas o imágenes de
véase c a íd a ; pecado o r ig in a l . las C. que copian o representan” (Prin
cipies, I, 33). A partir de entonces, el
C osa (gr. :ieáYna; lat. res; ingl. thing-, término C. resulta muy frecuente para
franc. chose; alem. Ding). Este término indicar el cuerpo o el objeto natural
tiene, tanto en el lenguaje común como en general. Kant lo extiende aún más,
en el filosófico, dos significados funda distinguiendo las cosas tal como se nos
mentales : 1) el significado genérico, aparecen a nosotros, o sea sometidas
por el que designa cualquier objeto o a las condiciones de nuestra sensibili
término, real o irreal, mental o físi dad (espacio y tiempo) de las C . en
co, etc., con el cual se tenga referen general o C. en sí (véase inira) (Crítica
cia de alguna manera; 2) el específico, R. Pura, § 8 ). Pero fija también el signi
por el cual se denotan los objetos natu ficado del término al tratar el esquema
rales en cuanto tales. tismo trascendental, donde a partir de
1) En el primer significado, la pala la cosalidad o realidad (Sachheit, Rea-
bra es uno de los términos más fre litat) formula el esquema fundamental
cuentes del lenguaje común y también de la categoría de cualidad, en el sen
es muy usada por los filósofos. " C .” tido de que “ C. en general es lo que
puede ser el término de un acto de corresponde a una sensación en gene
pensamiento o de conocimiento, o tam ral” (Ibid., Esquematismo de los con
bién de imaginación o de voluntad, de ceptos puros). De entonces en adelante,
construcción o destrucción, etc. Se pue la historia de la noción de C. se puede
de hablar de una C. que está en la dividir en dos filones fundamentales,
realidad, lo mismo que de una C. que según que se niegue o reconozca un
246
Cosa
determinadas como resultado de la in und Zeit, § 15). Es indudable que Hei
vestigación. Cuando se emplean para degger ha logrado determinar, aún me
llevar a cabo nuevas investigaciones en jor que el instrumentalismo america
situaciones problemáticas nuevas, son no, el modo de ser útil de las cosas, la
conocidas como objetos en virtud de categoría de la manejabilidad que lo de
investigaciones previas que garantizan fine. A su vez Lewis ha puesto a la luz
su asertividad. En la situación nueva las implicaciones lógicas que tal con
son medios para alcanzar conocimiento cepto de la C. lleva consigo. "Adscri
de alguna otra C." {Logic, VI; trad. bir una cualidad objetiva a una C. —ha
esp.: Lógica, México, 1950, F. C. E., dicho— significa implícitamente la pre
p. 138). Dewey ha afirmado resuelta dicción de que si obro de maneras de
mente el carácter instrumental de las terminadas, tendrá lugar una determi
C. y, en general, el de todos los objetos nada experiencia especificable: si yo
de conocimiento. Tanto las “C. direc muerdo esta manzana, su sabor será
tas” como los objetos de la ciencia dulce, si la como, será digerida y no
física "constituidos por un orden me me envenenará, etc. Estas y otras tan
cánico-matemático” son "medios de ase tas proposiciones hipotéticas constitu
gurar o evitar los objetos directos” yen mi conocimiento de la manza
(Experience and Nature, p. 141; trad. na que yo tengo en la mano” {Mind and
esp.: La experiencia y la naturaleza, the World-Order, ed. Dover, cap. V,
México, 1948, F. C. E., p. 119). Estas p. 140). Las expresiones de la forma
determinaciones de Mead y de Dewey S i... entonces se refieren a posibilida
son presentadas como resultados de aná des que trascienden la experiencia ac
lisis empíricos. Heidegger presenta sus tual y que son propias del hombre como
determinaciones como resultado de un ser activo. "El significado del conoci
análisis existencial: la noción de C. es miento —ha dicho aún Lewis a este
por él aclarada como un elemento de respecto— depende del significado de
la existencia humana en cuanto "ser- una posibilidad que no es actual. Posibi
en-el-mundo”. Ser en el mundo significa lidad e imposibilidad, por lo tanto,
‘curarse de’ alguna C. y la C. es siem necesidad y contingencia, compatibili
pre un útil (Zeug), un ‘algo para’. . . En dad e incompatibilidad y algunas otras
cuanto tal, el modo de ser de la C. es nociones fundamentales requieren pro
el de ‘ser a la nano’ y "éste es la deter posiciones ‘S i... entonces', proposicio
minación ontológica-categorial de unos nes cuya verdad o falsedad es inde
entes tal como son en sí". Lo que quiere pendiente de la condición afirmada en
decir que el ‘ser a la mano’ no se agre su cláusula antecedente” {Ibid., p. 142n.)
ga como una cualidad secundaria o ( véase i m p l i c a c i ó n ). El horizonte lógico
extrínseca a la realidad de la C., sino del concepto de C. elaborado por la
que la constituye, es esta misma rea filosofía contemporánea es, por lo tan
lidad. El modo de ser de la C. es el to, el de la posibilidad, expresado por
de ‘ser a la mano’, del ser útil o ins las proposiciones condicionales.
trumento ‘para’. .. Desde este punto de
vista, "la naturaleza no debe compren Cosa en sí (ingl. thing in itself; franc.
derse aquí como lo ‘no más que ante chose en soi; alem. Ding an sich; ital.
los ojos’, ni tampoco como el 'poder cosa in sé). Lo que la cosa es, inde
de la naturaleza’. El bosque es parque pendiente de su relación con el hom
forestal, la montaña cantera, el río fuer bre, para el cual es un objeto de
za hidráulica, el viento es viento ‘en conocimiento empírico, un fenómeno.
las velas’. Con el descubierto 'mundo Ni la expresión ni la noción son pro
circundante’ hace frente la así descu pias y originales de Kant, como se cree
bierta ‘naturaleza’. De su forma de 'ser comúnmente, sino que corresponden al
a la mano’ [la C.) puede prescindirse y "lenguaje propio de la ciencia de la na
determinársela a ella misma simple turaleza en el que h a b ía lle g a d o a
mente en su puro ‘ser ante los ojos’. echar profundas raíces a lo largo de
Mas también a este descubrir la natu todo el siglo x v i i i ” (Cassirer, Erkennt-
raleza le permanece oculta la naturaleza nissproblem, VII, 3; trad. esp.: El pro
como aquello que ‘vive y crea', nos so blema del conocimiento, II, México,
brecoge, se apodera de nosotros” (Sein 1956, F. C. E„ pp. 685 ss.). El origen de
248
Cosa en sí
la noción puede ser, sin embargo, atri son dadas las C. bajo ciertas condi
buido a Descartes, que en los Principios ciones (espacio y tiempo;. De acuerdo
de filosofía (II, 3) se expresa así: “Será con esta dirección fundamental, Kant,
suficiente observar que las percepcio luego de haber establecido la posibi
nes de los sentidos sólo se refieren a lidad del concepto de C. en sí (o noú
la unión del cuerpo humano con el es meno), pasa a distinguir uña doctrina
píritu, y que si bien por lo común nos positiva y una doctrina negativa de los
muestran lo que de los cuerpos externos noúmenos. "El concepto de un noúmeno
nos pueda perjudicar o b e n e fic ia r, —dice—, o sea de una C. que debe ser
no nos enseñan en absoluto, sino oca pensada no como objeto de los sentidos
sional y accidentalmente, lo que las C. sino como C. en sí (únicamente por el
que constituyen tales cuerpos sean en entendimiento puro), no es contradic
sí mismas.” Esta distinción entre las torio de manera alguna, ya que de la
“C. en sí mismas” y las "C. con res sensibilidad no se puede aseverar que
pecto a nosotros”, esto es, como ob sea el único modo de intuición.” Pues
jetos de nuestras facultades sensibles, to de esta manera, si se entiende por
resulta un lugar común en la filosofía noúmeno "al objeto de una intuición
de la Ilustración. D’Alembert (Élém. de no sensible”, o sea creadora o divina, se
Phil., § 19), Condillac (Logique, 5), Bon- tiene el concepto de noúmeno en sen
net (Essai analytique, §242), la repiten tido positivo. Pero en realidad, este
casi con las mismas palabras, y Mau- concepto permanece vacío, porque nues
pertuis (Lettres, IV) la expresa en tér tro entendimiento no puede extenderse
minos que hicieron pensar a Schopen- más allá de la experiencia sino proble
hauer que Kant lo había plagiado. "Una máticamente, es decir, ni con la intui
vez que estemos convencidos —dice ción ni con el concepto de una in
Maupertuis— de que entre nuestras per tuición posible. Por lo tanto, "el con
cepciones y los objetos externos no sub cepto de noúmeno es sólo un concepto
siste ninguna semejanza ni ninguna límite (Grenzbegriff) para circunscri
relación necesaria, se nos deberá con bir las pretensiones de la sensibilidad
ceder que tales percepciones no son y, por lo tanto, de uso puramente nega
otra cosa que simples apariencias. La tivo (Crít. R. Pura, Analítica de los
extensión, que consideramos por lo co principios, cap. III). Esta función pura
mún como el fundamento de todas las mente negativa de la C. -n sí es uno
otras propiedades y que parece cons de los fundamentos de la doctrina kan
tituir su íntima verdad, en sí misma tiana del conocimiento, ya que garan
no es más que fenómeno” (cf. Scho- tiza, en tal doctrina, el carácter finito
penhauer, Die Welt, II, p. 57). (y por lo tanto no creador) del cono
Sobre este punto, como en muchos cimiento humano.
otros, Kant no ha hecho más que ins Pero la filosofía poskantiana apunta
pirarse en la dirección general de la a una rápida liquidación de este con
Ilustración. Sin embargo, su concepto cepto. Ya las Cartas sobre la filosofía
de la C. en sí no fue en su doctrina, kantiana (1786-87) de Reinhold, que eran
como tampoco en el resto de la Ilus una exposición del kantismo que sirvió
tración, un simple memento de la limi por mucho tiempo para modelar la in
tación del conocimiento humano y una terpretación del mismo, reduciendo el
admonición para sacar al hombre de fenómeno a representaciones, conver
las indagaciones metafísicas. Se aclara tían en dudosa o problemática la fun
con rasgos más precisos, en cambio, ción de la C. en sí, que más tarde fue
como un instrumento técnico para cir resueltamente negada por Schulze y
cunscribir los límites del conocimiento Maimón, quienes se basaban en su in
humano. Del principio al fin de la Crí cognoscibilidad. Pero fue Fichte quien
tica de la razón pura, Kant repite que comenzó a deducir las consecuencias
el conocimiento humano es conocimien de esta negación; en efecto, vio que al
to de fenómenos y no de C. en sí, ya eliminarse la condición limitativa cons
que no se funda ya en una intuición tituida por la C. en sí, el conocimiento
intelectual (por la cual tener presentes humano resultaba creador no solamente
a las C. significaría crearlas), sino de la forma, sino también del conte
sobre una intuición sensible, a la que nido de la realidad que constituye el
249
C ósico, e n u n c ia d o
C o sm o lo g ía
objeto, y se transformaba así en la “in mino adoptado por escritores marxis-
tuición intelectual” que Kant atribuía tas, para designar el fenómeno, sobre
sólo a Dios, haciendo de su sujeto, o el cual insistió el propio Marx, por el
sea del Yo, un principio infinito (VYís- cual el trabajo humano (en la econo
senschaftslehre, 1794, §4). Estas trans mía capitalista) resulta simplemente el
formaciones señalan el paso del kan atributo de una cosa: "El carácter mis
tismo, que es una filosofía que lleva el terioso de la forma mercancía estri
cuño de la Ilustración, al romanticismo ba. .. pura y simplemente en que pro
(véase) que es una filosofía del infinito. yecta ante los hombres el carácter
El romanticismo señalaba el ocaso de social del trabajo de éstos como si fue
finitivo de la doctrina de la C. en sí, se un carácter material de los propios
que había sido la insignia de la Ilus productos de su trabajo, un don natural
tración y que le había servido para social de estos objetos y como si, por
expresar la limitación fundamental del lo tanto, la relación social que media
conocimiento humano. La noción de entre los productores y el trabajo co
Incognoscible (véase) que el positivis lectivo de la sociedad fuese una rela
mo evolucionista comparó a veces con ción social establecida entre los mismos
la C. en sí, es en realidad totalmente objetos, al margen de sus productores.
diferente. En primer lugar, tiene, de Este quid pro quo es lo que convierte
hecho, una función opuesta a la de la a los productos de trabajo en mercan
C. en s í; sirve para ofrecer a la meta cía, en objetos físicamente metafísicos
física y a la religión un dominio de o en objetos sociales" (Kapital, I, I, §4;
competencia específica más bien que trad. esp.: El Capital, México, 1959,
para restringir las pretensiones del co F. C. E., pp. 37-38). El término C., para
nocimiento científico. En segundo lu indicar este proceso, ha sido usado y
gar, por consiguiente, lo Incognoscible difundido por G. Lukács (cf. Geschichte
es definido positivamente por la esfera und Klassenbewusstsein ["Historia y
de aquellos problemas que la ciencia conciencia de clase”], 1922; trad. franc.,
considera insolubles, más que negativa 1960, pp. 110ss.).
mente por los límites intrínsecos de
la ciencia misma. En cuanto a la filo (alem. Weltbegriff).
C ó sm ico , c o n c e p to
sofía contemporánea, que ha restableci Kant ha dado este nombre "al con
do o que está restableciendo la doctrina cepto que versa sobre lo que interesa
del límite del conocimiento, este límite necesariamente a todos” como, por
está garantizado, según ella, por la im ejemplo, el de la filosofía como guía
portancia de los métodos o de los crite de la vida, en oposición al "concepto
rios que rigen la validez del conoci escolástico” (Schulbegriff) que sólo in
miento; por lo tanto, ya no tiene teresa a quien tiende a la adquisición
necesidad de la "C. en sí”, propia de la de habilidades especiales (Crit. R. Pura,
Ilustración, para imponer moderación Doctrina del método, III, nota).
a las p re te n s io n e s cognoscitivas del C o sm o g o n ía (gr. xo<moY<ma; ingl. cosmo-
hombre.
gony; franc. cosm ogonie; alem. Kos-
(ingl. thing-sentence).
C ósico, e n u n c ia d o mogonie; ital. cosmogonía). El mito o
En la s e m ió tic a contemporánea, un la doctrina concerniente al origen del
enunciado que no designa signos, sino mundo. Véase c o s m o l o g ía ; t e o g o n ía .
cosas. Lengua C.: una lengua consti
tuida enteramente por enunciados C. (lat. cosmología; ingl. cos-
C o sm o lo g ía
(Morris, Foundations of the Theory of mology; fra n c . cosm otogie; alem.
Sigtts, 1938, §5). Predicados C.: térmi Kosmologie; ital. cosmología). Así de
nos que designan propiedades observa nominó Wolff, y con él la filosofía ale
bles, o sea, términos que pueden ser mana del siglo xviii , a la filo s o fía
determinados por la observación direc de la naturaleza. Wolff definió la C.
ta (Camap, “Testability and Meaning”, como "la ciencia del mundo o del uni
1936-37, en Readings in the Phil. of verso en general, en cuanto es un
Science, 1953, pp. 69 ss.). ente compuesto y modificable” y la di
vidió en una parte científica y una
(franc. réification; alem.
C o sific a c ió n parte experimental (C. generalis, 1731,
Verdinglichung; ital. reificazione). Tér § 1, 4); partes que Baumgarten deno-
250
Cosmología
el triunfo del mecanismo, cuyo ejemplo hacia el rojo’ del espectro de las ga
más conspicuo parecen ser los cielos. laxias, ha llevado a abandonar los mo
4) La cuarta fase de la C. comenzódelos estáticos del universo, como el
en la segunda década de este siglo y de Einstein, al que ya nos hemos refe
se debe al uso de los nuevos instru- rido, y el de De Sitter (cf. de este
mencos ópticos y conceptuales de que último, Kosmos, 1932), a favor de mode
se comienza a disponer en este periodo. los dinámicos, fundados en la noción
Los grandes telescopios y la teoría de de "expansión” del Universo. Eddington
la relatividad de Einstein han sido los y Lemaitre han contribuido en medida
factores fundamentales de esta trans eminente al desarrollo y a la difusión
formación. En un escrito de 1917, Con del modelo del Universo en expansión
sideraciones sobre el universo como un (A. S. Eddington, The Expanding Uni-
todo, Einstein proponía por vez pri verse, 1933; G. Lemaitre, The Primeval
mera una reforma radical de la con Atom: An Essay on Cosmogony; trad.
cepción del mundo que se había venido ingl., 1950). La diferencia entre los dife
formando a partir del Renacimiento y rentes modelos del Universo es expre
que parecía ya establecida; proponía, sada por el mismo Eddington en estos
por lo tanto, considerar el Universo no términos: "En un extremo tenemos el
ya como infinito, sino como finito y, Universo de Einstein sin movimiento
sin embargo, no limitado (como no es y, por lo tanto, en equilibrio. Después, a
limitado un anillo sin engarce, que medida que procedemos a lo largo de
se puede hacer girar ilimitadamente). la serie, tenemos modelos de Universo
Einstein consideraba, pues, el espacio que nos muestran una expansión cada
del Universo como un espacio curvo, vez más rápida hasta que, al otro ex
más precisamente elíptico, en el cual tremo de la serie, llegamos al Universo
una línea recta, suficientemente pro de De Sitter. La proporción de la ex
longada, volvería sobre sí misma y ter pansión aumenta a lo largo de la serie,
minaría por cerrarse. Las propiedades en tanto que la densidad disminuye; el
geométricas del espacio serían deter Universo de De Sitter es el límite en
minadas en este caso por la materia, ya el cual la densidad media de la materia
que de la diversidad de la materia de celeste se acerca a cero. La serie de los
pendería el grado de curvatura del universos en expansión termina enton
espacio. Por otra parte, las observa ces, no por el hecho de que la expan
ciones de Hubble, que fueron posibles sión resulte muy rápida, sino porque
gracias al telescopio de cien pulgadas, no hay nada más que pueda expandirse”
permitían resolver el problema de la (The Expanding Üniverse, 2, §4). Pero
naturaleza de las nebulosas, recono el modelo de Einstein no se adaptaba
ciéndolas como sistemas galácticos in del todo a las observaciones astronó
dependientes y no como partes de nues micas, era muy pequeño para represen
tra propia galaxia. Hubble estableció tar al Universo real. El modelo de
dos hechos de gran importancia. El pri De Sitter satisfacía las ecuaciones sola
mero es que las nebulosas extragalác mente a base de aceptar que el espacio
ticas se distribuyen por el espacio de fuera vacío y que no existiera materia
manera uniforme y homogénea. El se en absoluto; por lo tanto, el modelo de
gundo es que los espectros de estas Lemaitre siguió siendo por algunos años
galaxias muestran un desplazamiento el modelo a que se hacía más frecuente
hacia el rojo ("corrimiento al rojo”), referencia.
desplazamiento tanto mayor cuanto más Después de la segunda Guerra Mun
lejanas se encuentran las galaxias. Este dial, la C. ha sufrido una nueva trans
segundo hecho es interpretado por lo formación. Los matemáticos ingleses
común en el sentido de que las galaxias Hermán Bondi y Thomas Gold propu
se alejan de nosotros y al mismo tiem sieron en 1949 un nuevo modelo del
po unas de otras con una velocidad Universo, tomando su punto de partida
que aumenta con la distancia (Edwin en la paradoja en la que se había dete
Hubble, The Realin of the Nebulae, nido el astrónomo alemán Olbers más
1936). de un siglo antes. La paradoja es ésta:
Este hecho, o mejor dicho, esta inter si las estrellas están uniformemente dis
pretación del hecho del 'corrimiento tribuidas en el espacio y si el espacio
252
Cosmológica, prueba
2S3
C o s m o p o litis m o
C o s tu m b re
C o s m o p o litis m o (in g l. cosmopolitism; adoptaba la palabra Vico: ‘“Es un dicho
franc. cosmopolitisme; alem. Kosmo- digno de consideración el de Dion Cas-
politismus; ital. cosmopolitismo). La sio: que la C. es similar al rey y la
doctrina que tiende a negar la impor ley al tirano y que de ello entiende
tancia de las divisiones políticas y a la costumbre razonable y la ley no
ver en el hombre, o por lo menos en el animada de razón natural” (Scienza
sabio, un "ciudadano del mundo”. "Cos Nuova, 1744, dignidad, 104; trad. esp.
mopolita” respondió ser Diógenes el de la 1? ed.: Ciencia nueva, México,
Cínico a quien le preguntó de dónde 1941, F. C. E.). En el lenguaje contem
era (Dióg. L., VI, 63). Además de los poráneo se entienden por C. los usos
cínicos, los estoicos defendieron el C. (folkways), las convenciones y las prác
en la Antigüedad. "Consideramos a to ticas (mores) que se diferencian entre
dos los hombres connacionales y con sí por la diferente intensidad de las
ciudadanos —decía Zenón—; sea la sanciones que las refuerzan.
vida una y el mundo como una grey
todo unido, criado con una ley común” C o s tu m b re (gr. E0o;; lat. consuetudo',
(Plut., De Alex. virt., I, 6 , 329). El C. ingl. habit, custom: franc. habitude;
como ideal diferente del universalismo alem. Gewohnheit; ital. abitudine). En
eclesiástico, fue también compartido general, la repetición constante de un
por Leibniz (Scritti politici, selección hecho o de un comportamiento, debido
y trad. ital. de V. Mathieu, pp. 14142) y a un mecanismo de cualquier naturale
reaparece en la Ilustración. Kant lo con za, físico, psicológico, biológico, social,
sidera un principio regulador del pro etcétera. Se admite, en la mayoría de los
greso de la sociedad humana hacia la casos, que tal mecanismo se forma por
integración universal y, por lo tanto, repetición de los actos o de los compor
como "el destino del género humano, tamientos y, por lo tanto, en el caso de
justificado por una tendencia natural acontecimientos humanos, por ejercicio.
en tal sentido” (Antr., H e). Decimos "las cosas generalmente se
desarrollan así” para indicar cierta uni
C o sm o s (gr. xoanoc). El mundo como formidad de sucesos, aunque éstos no
orden (cf. Plat., Gorg., 508 a; Arist., sean humanos, y siempre y cuando
Met., I, 3, 984 b 16). Según Diógenes no sea una uniformidad rigurosa y abso
Laercio, fueron los pitagóricos los que luta, sino solamente aproximativa y rela
primero denominaron C. al mundo, pero tiva, susceptible, sin embargo, de auto
él mismo anota que Teofastro lo atri rizar una previsión probable. En este
buía a Parménides, a Zenón y a Hesíodo sentido Aristóteles dice (Ret., I, 10,
(Dióg. L., VIII, 48). La palabra es usada 1369 b 6 ): "Se hace por C. lo que se
indiferentemente en lugar de mundo hace porque se ha hecho a menudo
y la noción relativa constituye una antes” y agrega que: “La C. es en cierta
de las interpretaciones fu n d a m e n ta forma semejante a la naturaleza, por
les de la noción de mundo. Solamente que ‘a menudo’ y ‘siempre’ resultan
Jaspers ha establecido una distinción vecinos; lo natural sucede siempre, la
entre mundo y C .; el C. es la imagen C. a menudo” (Ibid., I, 11, 1370 a 7).
del mundo que cada yo se forma, pero Según lo expresado, Aristóteles ve en
para él mismo no es el mundo como la C. una especie de mecanismo, análogo
suma total de todas las cosas y los yos a los mecanismos naturales, que garan
existentes, o sea como totalidad omni- tiza en cierta medida la repetición uni
comprensiva (Phil., I, pp. 79-80). Véase forme de hechos, actos o comporta
MUNDO. mientos, eliminando o reduciendo, con
C o sm o te o lo g ía , véase TEOLOGÍA, 2.
relación a estos últimos, esfuerzos y
fatigas y haciéndolos así agradables.
C o s tu m b re (ingl. custom; franc. cou- El término ha sido y es constante
ttime; alem. Gewohnheit; ital. consuetu- mente usado con este significado en un
diñe). 1) Lo mismo que hábito (véase). conjunto de disciplinas (biología, psico
2) En sentido sociológico, cualquier logía, sociología) y, en la filosofía mo
postura, esquema o proyecto de com derna, ha sido considerado a menudo
portamiento en el que participen varios como principio de explicación en el co
miembros de un grupo. En este sentido tejo de problemas gnoseológicos o me-
254
Costumbre
tafísicos. Pascal adoptó por primera vez, noción de C. para explicar las obliga
y con este sentido, el concepto en ciones morales, las que no serían exi
cuestión. Insistió acerca de la influen gencias de la razón, sino C. sociales que
cia de la C. en la creencia. "La C. garantizan la vida y la solidez del cuer
(coutume) es aquello que hace nuestras po social (Deux sources de la morále
pruebas más fuertes y más crudas: et de la religión, p. 2 1 ).
inclina al automatismo, y éste arrastra La interpretación de la C. como una
al espíritu sin que él se dé cuenta de acción originariamente espontánea o li
ello... Es necesario adquirir una creen bre que luego queda fijada por el ejer
cia más fácil, que es la de la C. (habi- cicio hasta llegar a repetirse sin la
tude), la cual, sin violencia, sin arte, sin intervención de la razón y de la con
prueba, nos hace creer las cosas e incli ciencia y, por lo tanto, en forma mecá
na la totalidad de nuestras potencias nica, ha hecho posible el uso metafísico
hacia esta creencia, de tal manera que de esta noción, uso que hallamos con
nuestra alma cae naturalmente en ella” bastante frecuencia en la filosofía mo
(Pensée, n. 252). Éste fue el punto de derna y contemporánea, especialmente
vista que un siglo después dio base a la en el idealismo y en el esplritualismo.
filosofía de Hume. Hume definió la C. El primero que ha obtenido partido de
como la disposición (véase) producida este uso para la construcción de una
por la repetición de un acto, para re metafísica de la experiencia interior
novar el acto mismo sin la intervención ha sido Maine de Biran en su escrito
de la razón (Inq. Conc. Underst., V, 1). Influencia de la costumbre sobre la
Y se valió de la C. así entendida para facultad de pensar (1803). En tanto
explicar, en primer lugar, la función las C. pasivas concernientes a las sen
de las ideas abstractas, que consideró saciones producen la disminución de la
como ideas particulares tomadas como conciencia, las C. activas que concier
signos de otras ideas particulares se nen, en cambio, a las operaciones, pro
mejantes. La C. de considerar unidas ducen su mayor facilidad y perfección
entre sí ideas designadas por un único y constituyen, por lo tanto, un instru
nombre, hace que el nombre mismo mento de liberación del espíritu de los
despierte en nosotros, no una sola de mecanismos que tienden a formarse
esas ideas ni todas, sino la C. que tene mediante la repetición de sus esfuerzos.
mos de considerarlas juntas y, por con Esta noción de C., aun expresada en
siguiente, una u otra de ellas según la los términos de la denominada "expe
ocasión (Treatise, I, 1, 7). Hume recu riencia interior” o "sentido íntimo",
rre a la C. para explicar la conexión tiene ya posibilidad metafísica, porque
causal: en virtud de haber visto mu Maine de Biran cree que los datos de
chas veces juntos dos hechos u objetos, esta experiencia llegan a revelar la rea
por ejemplo, la llama y el calor, el peso lidad misma. Esta teoría encuentra eco
y la solidez, somos llevados por la C. a en la doctrina de Hegel, que le ha
esperar uno de ellos en cuanto el otro se dedicado algunos parágrafos de su sec
nos presenta. El conjunto de nuestra ción acerca del Espíritu objetivo, en
vida cotidiana está fundado en la C. la parte dedicada al alma sensible
"Sin la C. —nos dice Hume (Inquiry, (Ene., §§409-10). Hegel dice que me
cit., V, 1)— seríamos totalmente igno diante la C. el alma "tiene el contenido
rantes de toda cuestión de hecho, ex en su posesión y lo retiene en sí de
ceptuando aquellas que se presentan modo que en tales determinaciones no
inmediatamente a la memoria o a los está como sensitiva, no está en rela
sentidos. No sabríamos adaptar los me ción con ellas, distinguiéndose de las
dios a los fines y emplear nuestros po mismas, ni se encuentra inmersa en
deres naturales para producir un efecto ellas, sino que las posee sin sensación
cualquiera. Toda acción daría fin e y sin conciencia y se mueve en su
igualmente la parte principal de la es interior. El alma, por lo tanto, está
peculación.” libre de ellas, por cuanto no se interesa
De manera análoga, pero en un cam y no se ocupa de ellas; y al existir
po diferente, Bergson (volviendo a una en esta forma de posesión, está en con
idea de Renouvier, en la Nouvelle mo- junto abierta a toda actividad y ocupa
nadologie, p. 298) se ha servido de la ción ulteriores (tanto de la sensación
255
C o s tu m b re s
C re a c ió n
como de la conciencia espiritual en ge nismo de la materia" y reducirlo de
neral)”. Hegel ha subrayado la impor nuevo a la espontaneidad espiritual.
tancia de la C. para la vida espiritual,
en lo referente a la función expresada, o (lat. mores', ingl. mores).
C o s tu m b re s
sea la de ofrecer al alma la posesión Las actitudes institucionalizadas en un
de cierto contenido, de manera que grupo social, al cual se aplican eminen
pueda usar tal contenido "sin sensación temente los calificativos de “bueno” y
y sin conciencia”, de tal modo que sen "malo” y que son reforzadas por las
sación y conciencia vuelven a ser li más enérgicas sanciones, por ser con
bres, esto es, quedan disponibles para sideradas como condiciones indispensa
otras operaciones. "La C. —ha dicho— bles de cualquier relación humana. Véa
resulta la cosa más esencial para la se ÉTICA.
existencia de toda espiritualidad en
el sujeto individual a fin de que el C o tid ia n id a d (alem. Alltaglichkeit). Tér
sujeto exista como sujeto concreto, co mino introducido por Heidegger para
mo idealidad del alma, con el fin de que designar "la modalidad ónticamente in
el contenido religioso, moral, etc., le mediata del 'ser ahí’, su indiferenciada
pertenezca como a sí mismo, como esta modalidad inmediata y regular: [que]
alma; no ya en él solo en sí (como no es una nada, sino un carácter feno
disposición), ni como sensación y co ménico positivo de este ente”. Tal modo
mo representación pasajera, ni como del "ser ahí” es el punto de partida de
interioridad abstracta separada del ha la interpretación ontológica, lo que sig
cer y de la realidad, sino en su ser.” nifica que tal interpretación hace refe
Lo que significa que la C. incorpora rencia a las situaciones en que el hom
cierto contenido en el ser mismo del bre se encuentra más frecuentemente
alma individual, como una posesión en el transcurso de la vida (Sein und
efectiva, que se traduce en acción real. Zeit, §9; trad. esp.: El ser y el tiempo,
Sobre las huellas de Maine de Biran, México, 1962, F. C. E.). Véase t é r m i n o
Ravaisson ha propuesto una verdadera m e d io .
y propia metafísica de la C., que expuso (gr. jtoíti<j i ; ; lat. creatio; ingl.
C re a c ió n
en una famosa memoria (Sobre la cos creation-, franc. création; alem. Schop-
tumbre, 1838). En la C., Ravaisson vio fung; ital. creazione). La palabra tiene
una idea sustancial, esto es, una idea un sentido muy genérico en todas las
que se ha trasformado en sustancia, en lenguas, sentido que indica una forma
realidad, y que obra como tal. La C. cualquiera de causalidad productora,
no es un puro mecanismo, sino una tanto la de un artesano, la de un ar
"ley de gracia” en cuanto señala el tista o la de Dios. Pero su significado
predominio de la causa final sobre específico, como particular forma de
la causa eficiente. Permite, por lo tan causación, se halla caracterizado: 1) por
to, entender a la naturaleza misma la falta de necesidad del efecto con re
como espíritu y como actividad espiri ferencia a la causa que lo produce;
tual, ya que demuestra que el espíritu 2) por la falta de una realidad presu
puede hacerse naturaleza y la natura puesta respecto al efecto creado, además
leza espíritu. Permite ordenar todos de la causa creadora (y en este sen
los seres dentro de una serie en la cual tido se dice que la C. es "de la nada”);
la naturaleza y el espíritu representan 3) por la inferioridad de valor del
los extremos límites. "El límite inferior efecto con referencia a la causa y, even
es la necesidad, el destino, si se quiere, tualmente, 4) por la posibilidad de que
pero en la espontaneidad de la natu uno de los términos de la relación, o
raleza el límite superior es la libertad ambos, caigan fuera del tiempo. Las
del entendimiento. La C. desciende del características 1) y 2) diferencian la
uno hacia el otro, aproxima de nuevo C. de la emanación (véase) además de
estos contrarios y, aproximándolos, re las formas ordinarias de la causación.
vela la esencia íntima y la necesaria La característica 3) es común a la C. y
conexión.” Desde Bergson en adelante a la emanación y las diferencia, a las
estos conceptos han sido adoptados en dos, de las formas ordinarias de la cau
el espiritualismo contemporáneo, para sación. La característica 4), de cual-
explicar de alguna manera el "meca quien modo que se verifique, acerca la
256
Creación
más veces o que sucede siempre en de algo de lo que nos damos cuenta; 2) apa
terminadas circunstancias; que son las cigua la irritación de la duda; 3) impli
cosas indicadas como verdaderas por ca el establecimiento de una regla de
una predicación afirmativa y como fal acción, o sea de un hábito. De este
sas por una predicación negativa" (Ana- concepto de la C. Peirce obtenía la re
lysis of the Phenomena of the Human gla que más tarde fue tomada como
Mind [de James Mili], cap. IV, 4, n. 48; principio fundamental del pragmatis
cf. también Syst. of Log., I, 5, 2). Que mo: "Para desarrollar el significado de
por lo demás el juicio importara una una cosa no hemos de hacer más que
C., había sido tesis de Hobbes (De Corp., determinar los hábitos que produce, ya
3, § 8 ), pero para él, la C. consistía que lo que una cosa significa es sim
solamente en considerar que sujeto y plemente el hábito que implica. La iden
predicado eran dos nombres de una tidad de un hábito depende de cómo
misma cosa. Stuart Mili, criticando a nos llevará a elegir, no solamente en
Hobbes en este punto, pretende demos las circunstancias que probablemente
trar que el compromiso implícito en surjan, sino también en las que aun
el juicio no es solamente verbal o lin siendo im probables, puedan surgir”
güístico, sino concerniente al objeto (Chance, Love and Logic, II, 2; trad.
del juicio mismo, o sea a la realidad ital., p. 32).
{Logic, I, 5, 4). Una tesis análoga fue Santayana ha aclarado la relación
sostenida por Franz Brentano desde el de la C. con la parte activa y prác
punto de vista de la doctrina de la in tica del hombre, esto es, con el ham
tencionalidad de la conciencia. Bren bre, el amor, la lucha o en general la
tano afirmó que todo objeto que es espera del futuro. Lo que es creído
juzgado existe en la conciencia de ma no es pura esencia (que como tal es
nera dual, es decir, como objeto repre sólo objeto de intuición), sino una cosa
sentado y como objeto reconocido o existente, y las cosas existentes son da
negado, es decir "creído”. "Afirmamos das solamente en la "experiencia ani
—dice Brentano— que cuando el objeto mal”, es decir, en la relación de acción
de una representación resulta objeto de y reacción, en la cual un organismo se
un juicio afirmativo o negativo, la con encuentra con el mundo. Por lo tanto,
ciencia se refiere a él en una especie la C. en la existencia es, según Santa
de relación completamente nueva. El yana, una "fe animal” (Sc^pticism and
objeto está entonces doblemente pre Animal Faith, 1923, caps. 15-16; trad;
sente en la conciencia, como represen esp.: Escepticismo y fe animal, 1952).
tado y como aceptado o negado, así Por último, otro carácter de la existen
como cuando el deseo se dirige hacia cia ha sido sacado a luz por James: la
un objeto, tal objeto está presente, al capacidad que la C. tiene para provo
mismo tiempo, en la conciencia, ya sea car, a veces, su propia confirmación.
como representado o como deseado” James enunció esta tesis a propósito
( Von der Klassification der psychischen de C. metafísicas, las C. en el orden
Phanomene ["De la clasificación de los y en la bondad final del mundo, por
fenóm enos psíquicos”], 1911, II, 1). ejemplo (The Wilt to Believe, 1897)
Brentano distinguía, por lo tanto, al Con ello quería decir que la vida puede
juicio de la representación como una adquirir un sentido o un valor para
diferente facultad psíquica y lo consi quien crea que lo tiene. Pero fuera de
deraba señalado por el carácter com esta esfera metafísica, el fenómeno
prometido de la C. Husserl denomina de la C. que se realiza a sí misma es
"tético” a este carácter, por el cual hoy ampliamente reconocido y estudia
la C. es un acto "ponente” del ser; a do en las ciencias sociales, como es
dicho carácter de la C. corresponde el reconocido y estudiado por estas mis
carácter “real” de su objeto (Ideen, I, mas ciencias el fenómeno de la "C. sui
§ 103). Los mismos rasgos son atribui cida”, o sea, de la C. que se destruye
dos a la C. en los análisis de Charles a sí misma.
S. Peirce, quien ha subrayado el ca En la filosofía contemporánea, por
rácter comprometido que para la acción lo tanto, la C. queda establecida por las
posee la C. Según Peirce, los caracte siguientes características: 1) la C. es
res de la C. son los siguientes: 1) es la actitud del compromiso en relación
261
C risis
C rite rio
con una noción cualquiera; 2) tal com en los valores y en los modos de vida.
promiso puede hallarse más o menos La creencia de que tal uniformidad ha
justificado por la validez objetiva de ya existido y deberá retomar inevitable
la noción, pero también no ser justi mente es el supuesto del buen éxito
ficado; 3) el compromiso mismo trans que la noción de C. ha encontrado, tal
forma la noción en lo que Peirce deno como aparece en uno de los escritos, en
minaba "hábito de acción”, o sea en que ha sido brillantemente analizada:
una regla de comportamiento; 4) como El esquema de la C. (1933), de Ortega
regla de comportamiento la C. puede y Gasset. Pero el ideal de una época
producir en algunos campos la propia orgánica, en la que no existan ni in
realización o la propia refutación. certidumbres ni luchas, es a su vez un
mito que consuela y que aman los que
Crisis (ingl. crisis; franc. crise; alem. han perdido el sentido de seguridad, ya
Krisis; ital. crisi). Esta noción tan que ninguna época denominada orgá
difundida en el lenguaje común y filo nica, ni siquiera la Edad Media, ha
sófico de nuestros días es de reciente estado exenta de conflictos políticos
origen y probablemente se remonta a y sociales incurables, de luchas ideo
Saint-Simon. En la Introducción a los lógicas, de antagonismos filosóficos y
trabajos científicos del siglo xix (1807) religiosos que testimonian la fundamen
Saint-Simon afirmaba que el progreso tal incertidumbre o ambigüedad de los
necesario de la historia está dominado valores de la época misma. Cuando al
por una ley general que determina la diagnóstico de la C. se añade el anuncio
sucesión de épocas orgánicas y de épo del inevitable advenimiento de una épo
cas críticas. La época orgánica es la ca orgánica, cualquiera que sea, la no
que reposa sobre un sistema de creen ción misma revela con claridad su ca
cias bien establecido, se desarrolla de rácter de mito pragmático, ideológico
conformidad con tal sistema y progresa o político.
dentro de los límites por él estableci
dos. Pero en cierto momento, este mis C rite rio (gr. x p i t í i p io v ■ lat. criterium;
mo progreso hace cambiar la idea cen ingl. criterion; franc. critére; alem. Kri-
tral sobre la cual giraba la época y teriitm; ital. criterio). Una regla para
determina así el comienzo de una época decidir lo que es verdadero o falso, lo
crítica. De tal manera, la edad or que se debe hacer o no hacer, etc. El
gánica de la Edad Media, por ejemplo, problema de un C. adecuado para diri
fue puesta en C. por la Reforma y, gir al hombre se presentó solamente
sobre todo, por el nacimiento de la en el periodo posaristotélico de la filo
ciencia moderna. Auguste Comte repi sofía griega, cuando la filosofía adqui
tió esta distinción (Discours sur l'es- rió un carácter más bien práctico. Así
prit positif, §32). En la mente de Saint- Epicuro hizo de la sensación el C. de
Simon, como en la de Comte y otros la verdad y del placer sensible el C. del
positivistas, toda la época moderna es bien (Dióg. L., X, 31). Los estoicos
de C., en el sentido de que no ha lo hicieron de la representación catalép-
grado aún su organización definitiva en tica el C. de la verdad (Ibid., VII, 54)
tomo a un principio único, que debería y del vivir conforme con la natura
ser dado por la ciencia moderna; pero leza el C. de la conducta (Ibid., VII,
se encamina inevitablemente a la rea 87). Y a su vez los escépticos, al negar
lización de tal organización. Este diag la validez de estos C., establecieron
nóstico ha sido compartido más tarde como su propio C. el de adherirse a
por todos los filósofos y políticos que los fenómenos y vivir según las cos
han adoptado la actitud de profetas de tumbres, las leyes, las instituciones tra
nuestro tiempo. Tanto los que creen que dicionales y las propias afecciones (Sex
la nueva e ineludible época orgánica to Empírico, Hip. Pirr., 21-24). Es claro
será el comunismo, como los que creen que toda filosofía, aun en el caso de que
que tal época se caracterizará por su no elabore una doctrina explícita en
misticismo, están de acuerdo en diag tal sentido, tiende siempre a suminis
nosticar la “C.” de la época presente trar un criterio que dirija al hombre
V en señalar su carácter en la falta de en sus elecciones y, especialmente, en
"organicidad”, o sea, de uniformidad las que tienen importancia decisiva para
2 6 2
C rític a
C u a d ra d o d e lo s o p u e s to s
su vida. Kant ha usado, en lugar de C., Hegel objetó que "querer conocer antes
la palabra canon (véase). de que se conozca es absurdo, tanto co
mo lo era el sabio propósito de un
C rític a (ingl. critique-, franc. critique; escolástico que quería aprender a nadar
alem. Kritik; ital. critica). Término in antes de echarse al agua" (Enciclope
troducido por Kant para designar al dia, § 10).
proceso por el cual la razón emprende Pero esta objeción es infundada, por
el conocimiento de sí misma, esto es, que la C. kantiana no obra en el vacío y
"el tribunal que garantice a la razón con anterioridad al conocer, sino a par
en sus pretensiones legítimas, pero que tir de los conocimientos de que el
condene a las que no tienen funda hombre dispone efectivamente y con
mento”. La C. no es, por lo tanto, “la el fin de determinar las condiciones y
C. de los libros y de los sistemas filo los límites de su validez. No se trata,
sóficos, sino la C. de la facultad de por lo tanto, de aprender a nadar fuera
la razón en general, con referencia a del agua, sino de analizar los movi
todos los conocimientos a los que pue mientos de la natación con el fin de
de aspirar, independientemente de la determinar las posibilidades efectivas
experiencia” ; es también, por lo tanto, que ofrece el nadar, en relación con
"la decisión de la posibilidad o impo las ficticias, que sólo serían peligros.
sibilidad de una metafísica en general
y la determinación de sus fuentes, co C rític a , p sic o lo g ía , véase PSICOLOGÍA, B).
mo de su ámbito o de sus límites"
(Crít. R. Pura, Prefacio a la 1* ed.). La C rític a , h is to r ia , véase ARQUEOLÓGICA, H IS
tarea de la C. es, por lo tanto, negativa TORIA.
y positiva al mismo tiempo; negativa,
en cuanto limita el uso de la razón, C ritic is m o , véase KANTISMO.
positiva porque, dentro de estos límites,
la C. garantiza a la razón el uso legí Nombre dado por Gioberti,
C ro n o to p o .
timo de sus derechos (lbid., Prefacio Protologia (I, pp. 453-54), a la unidad
a la 2* ed.). La C., entendida de tal del espacio y del tiempo puros, tal
manera, era para Kant uno de los debe como son intuidos por el Pensamiento
res de su edad o, como dice a menudo, divino. El C. es Dios mismo porque
de la "edad moderna”, y constituía, en es la posibilidad infinita misma de la
efecto, la aspiración fundamental de la creación; está en el pensamiento di
Ilustración que, decidida como estaba vino y es una especie de modelo eterno
a someter toda cosa a la C. de la razón, del tiempo y del espacio.
no rehusaba someter a la razón misma
a tal C., con objeto de determinar los C ru c ia l (lat. instantia crucis). El uso
límites y de eliminar de su ámbito los común que de este adjetivo se hace en
problemas ficticios (véase il u s t r a c i ó n ). expresiones tales como "experimento
Se puede decir que la Ilustración tomó C .” , "ejemplo C .” , "periodo C .” , en el
esta vía por obra de uno de sus máxi sentido genérico de decisivo, se remon
mos inspiradores, o sea Locke, quien, ta a Bacon (Nov. Org., II, 36), que
como dice en la Epístola al lector que diera el nombre de instancia C. (por
antepone como advertencia a su Es- las cruces que se erigían en las encru
say, concibió el Ensayo como dirigido cijadas para indicar la separación de
a "examinar nuestras aptitudes, y ver los caminos) a los experimentos que
qué objetos están a nuestro alcance permiten elegir, entre varias hipótesis
más allá de nuestros entendimientos”. posibles para la explicación de un fenó
La Ilustración hizo suyo este punto de meno, la verdadera.
vista (véase cosa e n s í ).
El título que Kant había pensado dar Si se indican,
C u a d ra d o d e los o p u e s to s .
a la Crítica de la razón pura, o sea según el uso escolástico, con A, E, I, O
Los limites de la se n sib ilid a d y de la proposición universal afirmativa ("to
la razón (carta a Mark Herz del 7 do hombre corre"), la universal negativa
de junio de 1771) e x p resa muy bien (“ningún hombre corre”), la particular
el significado que ha quedado a la afirmativa ("algún hombre corre”) y,
palabra "C.”. Contra tal signiifcado, por fin, la particular negativa ("algún
263
Cualidad
los neoplatónicos, por ejemplo, admite tesis metafísica, sino más bien una tesis
igualmente la doctrina de la instrumen- metodológica que prescribe la direc
talidad: "Si el alma es sustancia —dice ción y los instrumentos de las investi
Plotino—, será una forma separada del gaciones dirigidas a la realidad del “C.”.
C. o, para decirlo mejor, será lo que se Y precisamente en este sentido ha
sirve del C.” (Enn., I, 1, 4). La doctrina influido históricamente la tesis carte
de la instrumentalidad domina toda la siana, que ha sido durante mucho tiem
filosofía medieval. Dice Santo Tomás: po el supuesto teórico de las investiga
"El fin próximo del C. humano es el ciones científicas sobre cuerpos vivien
alma racional y las operaciones de ella. tes. Sin embargo, desde el punto de
Pero la materia es en vista de la forma vista filosófico, el dualismo cartesiano
y los instrumentos en vista de las ac tenía el inconveniente de plantear un
ciones del agente” (S. Th., I, q. 91, problema desconocido para la concep
a. 3). Constituye una excepción a esta ción clásica del C. como instrumento, o
doctrina la teoría de la "forma de cor sea, el problema de la relación entre
poreidad” propia del agustinismo {véa alma y C. La concepción clásica, en
se) medieval y que consistía en recono efecto, ya sea con la definición del
cer una forma o sustancia independiente C. como instrumento del alma o con la
al C. orgánico. Pero el abandono defi del alma como forma y razón de ser del
nitivo del concepto de la instrumenta C., resolvía a su manera tal problema,
lidad del C, adviene sólo con el dualis ya que en realidad estas definiciones no
mo cartesiano. Por lo común se cree son más que soluciones postuladas por
que la separación instituida por Descar el problema mismo. Pero con el dua
tes entre alma y C. como entre dos lismo entre alma y C., el problema
sustancias diferentes, tuvo como conse salía a luz en toda su crudeza. ¿Cómo
cuencia el establecer la independencia y por qué las dos sustancias indepen
del C. con respecto al alma, punto de dientes se combinan para formar al
vista que no se había presentado antes hombre? ¿Y cómo el hombre que, bajo
de Descartes. En efecto, la instrumen- determinado aspecto, es una realidad
mentalidad del C. supone que el C. no única puede resultar de la combinación
puede hacer nada sin el alma, del mis de dos unidades independientes? La
mo modo que el hacha no sirve para filosofía moderna y contemporánea ha
nada si no se halla empuñada por al brindado cuatro solucio~es a este pro
guien. Pero el reconocimiento de que blema.
el alma y el C. son dos sustancias in 1) La primera de ellas consiste en
dependientes implica, como dice Des negar la diversidad de las sustancias
cartes, que "todo el calor y todos los y en reducir la sustancia corpórea a
movimientos que hay en nosotros perte la sustancia espiritual. Así lo hizo Leib-
necen sólo al C., ya que no dependen niz, que concebía el C. viviente como
del pensamiento en absoluto” (Passions un conjunto de mónadas, o sea de sus
de t’áme, I, 4). Desde este nuevo pun tancias espirituales, reagrupadas en tor
to de vista, el C. aparece como una no a una “entelequia dominante” que es
máquina, una máquina que camina por el alma del animal {Manad.. §70). Des
sí misma. "El C. de un hombre viviente de este punto de vista, "El C. es un
—dice Descartes— difiere del de un agregado de sustancia y no es él mismo
muerto tanto como un reloj u otro au una s u s ta n c ia ” {Op., ed. Erdmann,
tómata (una máquina que se mueve p. 107). Sustancia es solamente el alma.
por sí misma, por ejemplo) cargado Esta solución de Leibniz es el mo
y que contiene en sí mismo el prin delo de otras muchas surgidas en e!
cipio corpóreo de los movimientos en curso de la filosofía moderna y con
función de los cuales fue proyectado temporánea, sobre todo dentro de las
junto con todos los requisitos para corrientes del esplritualismo {véase).
obrar, difiere del mismo reloj o de La expresión clásica de este punto de
la misma máquina una vez rotos o vista se puede hallar en el Microcos
cuando el principio de su movimiento mos de Lotze.
cesa de obrar” {Ibid., §6). Esta afir Las d o c trin a s de Schopenhauer y
mación de la realidad independiente del Bergson pueden ser consideradas va
C. como autómata no es tanto una riantes de esta misma solución. Schopen-
269
Cuerpo
sada, sino más bien de conocimientos pio mundo restringido, sin interés ni
específicos y profundos en alguna rama tolerancia por los que se encuentran
muy particular de una disciplina cien fuera de él. El segundo inconveniente
tífica. Ahora bien, esta situación, de es que los deja desarmados frente a
terminada por la acción de condiciones las mismas exigencias que nacen de
histérico-sociales cuyo cambio o fin es la especialización de las disciplinas. Y,
imposible prever, no puede ser igno en efecto, cuando más a fondo es lle
rada o empequeñecida por los que se vada esta especialización, más numero
ocupan del problema de la C. Por lo sos resultan los problemas que nacen
tanto, es perfectamente inútil erigirse en los puntos de contacto o de inter
contra ella con espíritu profético, opo sección entre diferentes disciplinas, pro
niéndole el ideal clásico de la C. en blemas que no pueden ser afrontados
su pureza y perfección, como formación en el dominio de una sola de ellas y
desinteresada del hombre aristocrático con los instrumentos que ella ofrece.
dirigida hacia la vida contemplativa. En otros términos, la misma especiali
Por otro lado, sería igualmente ignorar zación, que es por cierto una exigencia
o empequeñecer los gravísimos defec imprescindible del mundo moderno, re
tos de una C. reducida a puro apren quiere, en cierto grado de su desarro
dizaje técnico en un campo específico llo, encuentros y colaboración entre di
v restringida al uso profesional de co versas disiciplinas especializadas, en
nocimientos utilitarios. Es obvio que cuentros y colaboración que, por lo
sólo con dificultad podría denominar tanto, van más allá de la competencia
se "C.” una cosa parecida, ya que esta específica y exigen capacidad de com
palabra designa, según se ha visto, un paración y de síntesis, que tal compe
ideal de formación humana completa, tencia específica no suministra.
o sea la realización del hombre en su Es cierto que estos inconvenientes y
auténtica forma o naturaleza humana. problemas no se sienten de igual mane
Competencias específicas, h a b ilid a d e s ra y en el mismo grado de agudización
particulares, destreza y precisión en el en todos los países. Por lo general, se
uso de instrumentos materiales o con puede decir que en los países a rglo-
ceptuales. son cosas útiles, es más, in sajones, que han tenido un desarrollo
dispensables para la vida del hombre industrial y económico más rápido, ta
en la sociedad y de la sociedad en su les problemas son más agudos y en
conjunto, pero no constituyen, ni si cambio lo son menos en los otros paí
quiera de lejos, el sustituto de una C. ses. Pero también en estos últimos, Ita
entendida como formación equilibrada lia por ejemplo, se presentarán tarde
y armoniosa del hombre como tal. Y, o temprano (y, presumiblemente, más
en efecto, la experiencia revela cada bien temprano que tarde) con la misma
día los muy graves inconvenientes de agudeza, cuando debido a las crecien
una educación incompleta y especiali tes exigencias del desarrollo científico
zada, sobre todo en los países donde ha e industrial, la especialización alcance
sido conducida más a fondo, bajo el un estadio avanzado. De cualquier ma
empuje de las ex ig en cias sociales. nera, el problema fundamental de la C.
El primer inconveniente es el de un contemporánea sigue siendo el mismo:
permanente desequilibrio de la perso conciliar las exigencias de la especia
nalidad humana, encaminada en una lización (inseparables de un desarrollo
dirección única y concentrada en tor maduro de las actividades culturales)
no a pocos intereses y, por lo tanto, con la de una formación humana total
incapaz de afrontar situaciones o pro o por lo menos suficientemente equili
blemas que vayan más allá de tales brada. Para responder a este problema
intereses. Este desequilibrio, gravísimo se discute actualmente en torno a la
desde el punto de vista individual (pue noción de una “C. general” que debe
de producir y a menudo produce, den ría acompañar a todos ios grados y
tro de ciertos límites, diferentes formas formas de la educación, hasta la más
de neurosis), es también grave desde el especializada. Es, sin embargo, evidente
punto de vista social, ya que impide o que la solución del problema será apa
limita mucho la comunicación entre los rente, en tanto no se hava logrado
hombres, encierra a cada uno en un pro una clara noción de “C. senerai". No se
Cultura
trata, por razones obvias, de oponer un continuo con las situaciones reales. Es
grupo de disciplinas a otro y de hacer claro que para la formación de una C.
valer las disciplinas históricas o hu que tenga estos caracteres formales, son
manistas como “C. general”, frente a igualmente necesarias la consideración
la especialización de las disciplinas "na histórico-humanista del pasado y el es
turalistas”, por ejemplo. Esto sería aún píritu crítico y experimental de la inves
más inadecuado, por cuanto las mismas tigación científica, como también es
disciplinas denominadas "humanistas” necesario que el uso disciplinado y
no se sustraen al hecho de la especia riguroso de las abstracciones, propio
lización y exigen también un entrena de la filosofía, y asimismo la capaci
miento específico para poder ser enten dad de formar proyectos de vida a
didas y para ser cultivadas con pro largo plazo, inherente también al espí
vecho. Y es también evidente que una ritu filosófico. Desde este punto de vis
C. general no puede estar constituida ta, el problema de la C. general se
por nociones vacuas y superficiales, que coloca, no como delincación de un cu
no suscitarían interés y que, por lo rriculum de estudio único para todos
tanto, no contribuirían a enriquecer y que comprenda disciplinas de infor
la personalidad del individuo y su ca mación general, sino como problema
pacidad de comunicación con los de de encontrar, en todo grupo o clase de
más. Se pueden, sin embargo, indicar actividades especializadas y a partir
con suficiente aproximación las carac de ellas, un proyecto de trabajo y de
terísticas de una C. general que, como estudio coordinado con éstas o com
la clásica paideia, se preocupe de la plementario, que enriquezca el horizon
formación total y auténticamente hu te del individuo y mantenga o reinte
mana del hombre. En primer lugar, es gre el equilibrio de su personalidad.
una C. "abierta”, es decir, una C. tal 2) En el segundo significado, la pala
que no encierre al hombre en un ámbito bra es utilizada actualmente, sobre todo
de ideas o creencias limitado y circuns por sociólogos y antropólogos, para se
crito. El hombre "culto” es, en primer ñalar el conjunto de modos de vida
lugar, el hombre de espíritu abierto y creados, aprendidos y trasmitidos por
libre que sabe comprender las ideas y una generación a otra, entre los miem
las creencias He los demás aun cuando bros de una sociedad particular. En
no pueda aceptarlas ni reconocerles va este sentido, la C. no es la formación
lidez. En segundo lugar, y consecuente de un individuo en su humanidad o en
mente, una C. viva y formadora debe su madurez espiritual, sino la formación
estar abierta al porvenir, pero anclada colectiva y anónima de un grupo social
en el pasado. En este sentido, el hombre en las instituciones que lo definen.
culto es el que no se asusta frente a Con este significado, el término fue
lo nuevo ni rehúsa las novedades, pero usado quizá por vez primera por Speng-
sabe considerarlas en su justo valor, ler, que lo entendió como "la conciencia
conectándolas con el pasado y aclaran personal de toda una nación”, concien
do sus semejanzas y desacuerdos. En cia que, en su totalidad, concibió como
tercer lugar, y por consiguiente, la C. organismo viviente y que, como todos
está fundada en la posibilidad de abs los organismos, nace, crece y muere.
tracciones operadoras, esto es, en la "Toda civilización, todo su surgimien
capacidad de efectuar elecciones o abs to, todo progreso y todo declinar, cada
tracciones que permitan cotejos, valo uno de sus grados o de sus periodos
raciones totales y, por lo tanto, orienta internamente necesarios, tiene una de
ciones de naturaleza r e l a ti v a m e n t e terminada duración, siempre igual, que
estable. No hay C., en otros términos, siempre se presenta bajo la forma de
sin las que se denominan comúnmente un símbolo (Untergang des Abendlan-
"ideas generales”, pero por otra parte des, I, p. 147; trad. esp.: La decadencia
las ideas generales no deben ni pueden de Occidente, Madrid, 1934). Del con
ser impuestas arbitrariamente o acep cepto de la C. así entendida, Spengler
tadas pasivamente por el hombre culto, distinguía el de civilización, que es el
en forma de ideologías institucionaliza perfeccionamiento y el fin de una C.,
das, sino que deben poder ser formadas la realización y, por lo tanto, el agota
de manera autónoma y relacionarse de miento de sus posibilidades cor.stitu-
276
C u ra
C u rs o d e la s n a c io n e s
tivas. "La civilización —dice Spengler— vida que tienden a ser participados por
es el destino inevitable de un cultura. todos los miembros de un grupo o de
Aquí se llega al vértice, desde el cual los especialmente designados”. Véase
se pueden resolver los problemas últi CIVILIZACIÓN.
mos y más difíciles de la morfología
histórica. Las civilizaciones son los es Cura (lat. cura; alem. Sorge). La pre
tados extremos y más refinados a que ocupación en cuanto es, según Heideg-
pueda llegar una especie humana supe ger, el ser mismo del ‘ser ahí’, esto es,
rior. Son un fin: son lo devenido que de la existencia. La C. es la totalidad de
sucede al devenir, la muerte que suce las estructuras ontológicas del 'ser ahí’
de a la vida, la cristalización que su en cuanto es un ser-en-el-mundo; en
cede a la evolución. Son un término otros términos, comprende todas las po
irrevocable, al cual se llega por una sibilidades de la existencia en cuanto
necesidad interna” (Ibid., Introd., §12). vinculadas con las cosas y con los otros
Estas anotaciones, animadas por una hombres, y dominadas por la situación.
falaz analogía entre organismo y grupo Heidegger mismo recuerda la fábula 220
humano que fue sugerida a Spengler de Higinio como “un testimonio pre-
por su explícito biologismo, no han ontológico" de su doctrina de la cura.
tenido éxito, aparte del obtenido entre La fábula termina con las palabras:
los representantes del profetismo con "Cura, quien primero dio forma a este
temporáneo. Pero han mostrado la uti ser, que mientras viva lo posea” (Sein
lidad de un término, como el de C., und Zeit, §42; trad. esp.: El ser y el
para indicar el conjunto de modos de tiempo, México, 1962, F. C. E.). Sin
vida de un grupo humano determina embargo, Heidegger advierte: “La ex
do, sin referencia al sistema de los presión no tiene nada que ver con la
valores al que orientan estos modos ‘pena’, la “melancolía', la 'preocupación
de vida. C., en otras palabras, es un por la propia vida’ que se encuentran
término mediante el cual se puede de ónticamente en todo ‘ser ahí'. Estas co
signar tanto la civilización más evolu sas son ónticamente posibles, así como
cionada como las formas de vida social la ‘incuria’ y la ‘serenidad’ porque el
más toscas y primitivas. El término es ‘ser ahí’ es, ontológicamente compren
adoptado habitualmente, con este signi dido, ‘cura’. Por ser esencialmente in
ficado neutro, por filósofos, sociólogos herente al ‘ser ahí’ el ‘ser en el mundo’
y antropólogos contemporáneos. Y tie es su ser ‘relativamente al mundo’ en
ne la ventaja de no conceder privilegio esencia, ‘curarse d e '” {Ibid., § 12).
alguno a un modo de vida con refe
rencia a otro, en la descripción de un Así denominó Vi
C u rso d e la s n a c io n e s .
conjunto cultural. En efecto, para un co a la "constante uniformidad” demos
antropólogo, una manera rústica de co trada, aun dentro de la variedad de las
cinar un alimento es un producto cul costumbres, por la historia de los dife
tural lo mismo que una sonata de rentes pueblos en cuanto se deja dividir
Beethoven. Puede considerarse como la en las "tres edades, que los egipcios
mejor definición del concepto de C., decían hallarse inmersas en su mundo,
dada hasta hoy, la de Kluckhohn y o sea, la de los dioses, la de los hé
Kelly (en R. Linton, The Science of roes y la de los hombres” (Scienza
Man in the World Crisis, 1945). "La C. nuova, IV; trad. esp. [de la Ia ed.l:
es un sistema históricamente derivado Ciencia nueva, México, 1941, F. C. E.).
de explícitos e implícitos proyectos de Véase r e c u r s o .
S77
D
D. 1) En la lógica medieval, todos los cercanía absoluta (por decirlo así) en
silogismos a los que se aplican palabras que su darse es absoluto por lo que
mnemotécnicas que comienzan con D. respecta a esta serie de grados, es de
son reducibles al tercer modo de la pri cir, es un puro darse la esencia mis
mera figura (Darii). Cf. Pedro Hispano, ma”. En otros términos, la esencia
Summut. logic., 4.20. llega a ser tan transparente en la re
2) En el algoritmo de Lukasiewicz, presentación que ya no hay ninguna
indica la no-conjunción (cf. Alonzo pantalla entre “dado” y "dado en sí
Church, Introduction to Mathematical mismo".
Logic, n. 91).
D a rw in is m o (ingl. darwinism; fra n c .
Dabitis. Palabra mnemotécnica aplicada darwinisme; alem. Darwinismus; ital.
por los escolásticos al séptimo modo darwinismo). La doctrina de la evolu
de la primera figura del silogismo, esto ción biológica, sobre las b ases que
es, al que consta de una premisa uni Darwin enunciara, y fundada en dos
versal a firm a tiv a , de una premisa principios: I ) la existencia de pequeñas
particular afirmativa y de una conclu variaciones orgánicas, que se verifica
sión particular afirmativa, por ejem rían en los seres vivientes por influen
plo: "Todo animal es sustancia, algún cia de las condiciones de ambiente,
hombre es animal; luego alguna sustan algunas de las cuales, por la ley de la
cia es hombre” (Pedro Hispano, Sum- probabilidad, serían biológicamente ven
mul. logic., 4.08). tajosas; 2) la selección natural, por la
cual en la lucha por la vida sobrevi-
Darapti. Palabra mnemotécnica aplica rían los individuos en los que se ma
da por los escolásticos al primero de nifestaran las variaciones o rg á n ic a s
los seis modos del silogismo de ter favorables (On the Origin of Species
cera figura, esto es, al que consta 1859). Del D. forma asimismo parte in
de una premisa universal afirmativa, de tegrante la hipótesis de la descendencia
una premisa universal a firm a tiv a y del hombre de animales inferiores (The
de una conch'sión particular afirma Descent of Man, 1871) y el agnosticis
tiva, por ejemplo: “Todo hombre es mo (véase) frente a los problemas me-
sustancia; todo hombre es animal; lue tafísicos. Véase e v o l u c i ó n .
go algún animal es sustancia” (Pedro
Hispano, Summut. logic., 4.14). Datisi. Palabra mnemotécnica aplicada
por los escolásticos al cuarto de los
D a rii. Palabra mnemotécnica aplicada seis modos del silogismo de tercera
por los escolásticos al tercero de los figura, esto es, el aue consta de una
nueve modos del silogismo de prime premisa u n iv e rs a l a firm a tiv a , de
ra figura, a saber, el que consta de una p rem isa particular afimativa y
una p rem isa universal a firm a tiv a , de una conclusión particular afirma
de una premisa particular afirmativa tiva, por ejemplo: “Todo hombre es
y de una conclusión particular afirma sustancia; un hombre es animal; lue
tiva, por ejemplo: "Todo hombre es go un animal es sustancia” (Pedro His
animal; un ser capaz de reír es hom pano, Summul. logic., 4.14).
bre, luego un ser capaz de reír es
animal” (P ed ro Hispano, S u m m u l. Dato (ing!. given-, franc. donné; alem.
logic., 4.07). Gegeben; ital. dato). En general, el
punto de partida o la base de una
D a rse e n sí m is m o (alem. Selbstgege- investigación cualquiera, el elemento,
benheit). Así ha denominado Husserl el antecedente, la situación de la cual
(Ideen, I, §67), a las representaciones se parte o que se toma como punto de
en las que el objeto es dado de modo apoyo para plantear un problema, efec
claro y visible: "Hay para cada esen tuar una inferencia, formular una hipó
cia, igual que para la nota que responde tesis. El D., por lo tanto, tiene carácter
a cada esencia en lo individual, una funcional; lo que se toma como D. para
278
Dato
un razonamiento en el cual, puestas al sino a lo que resulta “de todo hombre",
gunas cosas, otra las sigue necesaria o sea, por la esencia o sustancia “hom
mente por lo mismo que aquellas son. bre", como resulta de la definición. Y
Diciendo ‘por lo mismo que aquellas por esto es por lo que Aristóteles intro
son’, quiso decir que de ellas se deduce duce la limitación importante de que el
algo y, por otra parte, al decir ‘de ellas silogismo tenga premisas universales
se deduce algo, quiero decir que no es (Ibid., I, 27, 43 b 14). La estructura sus
necesario agregar nada exterior para tancial de la realidad, tal como es acla
que la D. siga necesariamente" (An. pr., rada en la metafísica es, por lo tanto,
I, 1, 24b 17 ss.). Definido en estos tér el fundamento de la teoría aristotélica
minos, el silogismo no es otra cosa que de la D. Las características fundamen
la deducción de una proposición a par tales de la teoría deductiva aristotélica
tir de otra y, por lo tanto, tiene la son, en efecto, las siguientes: a) la
significación muy general que aun hoy multiplicidad de las premisas, resul
se atribuye a la palabra deducción. Pero tante de la función indispensable del
Aristóteles agrega que el silogismo per término medio; b) la universalidad de
fecto es la D. perfecta, es decir, aquella las premisas. Ambas características son
en la cual las premisas contienen todo el fundamento sustancial de la relación
lo necesario a la D. de la conclusión deductiva. En efecto: 1) el término me
(Ibid., §24b 23). Aristóteles distingue dio es indispensable porque la atribu
por un lado entre la D. y la demostra ción de un predicado a una cosa puede
ción, y por otro lado, entre la D. y la sólo hacerse con referencia a la sus
inducción. Se distingue de la demostra tancia de la cosa misma y sólo en
ción, porque la demostración es una virtud de esta referencia puede ser de
D. particular {Ibid., §25b 26) y precisa terminada la cualidad (afirmación o
mente la que tiene ‘‘premisas verdade negación), la cantidad (universal o par
ras, primeras, inmediatas, más conoci ticular) y la modalidad (esencial o
das que la conclusión, anteriores a ella accidental) de la atribución deducida;
y causa de ella” (An. post., I, 2, 71 b 2) la universalidad de las premisas se
18 ss.). Y se distingue de la inducción, deduce del hecho de que deben refe
porque ésta está en oposición con ella rirse al objeto en su totalidad, o sea
por su estructura esquemática (An. pr., a la sustancia o esencia necesaria del
II, 23, 6 8 b 'Oss.). Como fundamento objeto mismo. Esta teoría de la D. do
de la relación entre las premisas y la minó en la filosofía y en la lógica
conclusión, se halla la relación entre antigua, medieval y moderna (excepto
los seis términos del silogismo, que por algunos reflejos de la concepción
Aristóteles expresa con el verbo imdpxErv estoica, a que apuntaremos más adelan
inesse = inherir) cuyo significado es te) y dado que identifica la D. con el
explícito en Aristóteles, al determinar silogismo, puede ser examinada bajo
el modo por el cual se pueden formu este último término.
lar silogismos y se puede adquirir "la 2) Se puede presumir que al decaer
capacidad de producirlos”. A este pro los presupuestos sustanciales que Aris
pósito, dice que es necesario, en primer tóteles había tomado como fundamento
lugar, considerar al mismo objeto como de una teoría de la D. fueran deca
tal y su característica y definición pro yendo también las características de la
pias, y después las nociones que se teoría aristotélica, o sea la multiplici
deducen del objeto, aquellas por las que dad de las premisas y la universalidad
se logra el objeto y por fin las que el de las mismas. Y esto es precisamente
objeto excluye. En otros términos, es lo que ocurre en la lógica de los es
necesario mirar a la esencia o sustancia toicos, quienes, a diferencia de Aristó
del objeto que es precisamente la ex teles, son sensistas. Los estoicos divi
presada por la definición, y a todo lo dían los razonamientos en demostrati
que ella implica o a todo aquello en vos o apodícticos, que concluyen en
lo que está implícita. Esto también ha alguna cosa nueva, e indemostrativos o
sido expresado por Aristóteles, al decir anapodícticos (véase a n a p o d í c t i c o ) que
que es necesario mirar a la totalidad no concluyen en nada nuevo. Pero estos
de la cosa, no a la parte, no a lo que últimos preponderan porque “no tienen
surge "de algún homl*ra”, por ejemplo. necesidad de demostración para ser ha-
284
Deducción
Hados, aunque ellos mismos son demos desacuerdo entre las ideas, relación in
trativos en cuanto concluyen también mediatamente percibida en la experien
los demás razonamientos” (Sexto E., cia: "Inferir —dice— no es otra cosa
Hip. Pirr., II, 140, 156; Adv. dogm., II, sino sacar una proposición como ver
224 ss.). Ahora bien, en los razonamien dadera en virtud de otra proposición
tos anapodícticos (del tipo "Si es de establecida antes como verdadera, es
día, hay luz. Es de día, luego hay luz”), decir, consiste en ver o en suponer esa
la relación que constituye la premisa, conexión de las dos ideas de la prepo
"Si es de día hay luz” es por sí misma sición inferida” (Essay, IV, 17, 4). Tam
clara y no tiene necesidad de demos bién Stuart Mili interpretó la D. como
tración; y es clara, se entiende que se la aplicación a casos particulares de
gún el criterio estoico, por la presencia reglas generales obtenidas por el cami
del hecho que expresa a los sentidos o, no de la inducción. Y por lo tanto ad
por lo menos, por su posible presencia. mitió la posibilidad de que se pueda
El fundamento de la relación deduc razonar aun sin el uso de proposiciones
tiva, por lo tanto, ha cambiado en esta generales (Logic, II, 3, 5ss.).
teoría; no es ya, como para Aristóte 3) La tercera fase o, si se prefiere, la
les, la estructura sustancial de los ob tercera alternativa que se ha presenta
jetos, sino el hecho sensible o sensible do históricamente en la teoría de la
mente verificable, esto es, la evidencia D., es la convencionalista, aportada por
de la representación cataléptica (Dióg. la lógica contemporánea. Según esta úl
L., VII, 45). Por lo tanto, en la teoría tima alternativa, las reglas de la D. no
estoica no hay rastro de las caracte están fundadas ni en la sustancia de los
rísticas que hacen de la teoría aristo objetos a los que hace referencia la
télica de la D. una teoría del silogismo, D., ni en la evidencia sensible de tales
o sea de la necesaria multiplicidad de objetos, ya que son elegidas arbitraria
las premisas y de su universalidad. El mente aun cuando lo sean de manera
haber tomado los estoicos los razona oportuna. Éste es el punto de vista in
mientos apodícticos como fundamenta troducido por Camap en la obra La
les y el haberlos considerado reconduci- estructura lógica del mundo (1928). Esta
bles a razonamientos demostrativos, sig tesis admite "la posibilidad de una li
nifica que pusieron explícitamente el bre elección de las reglas de D.” y. por
dato sensible como fundamento de su lo tanto, el carácter convencional de
teoría de la D. El punto de vista del toda la lógica. Dice Carnap: "La lógica,
hecho ha sustituido aquí al punto de o sea las reglas de la D. (en nuestra
vista ontológico de la teoría aristoté terminología, las reglas sintácticas de
lica. Pero, no obstante lo irreconciliable transformación), se pueden elegir arbi
de estos dos puntos de vista, el es trariamente, son, pues, convencionales
toico no nos ha llegado en toda su cuando son tomadas como base para la
pureza y en cambio ha sido confundido construcción del sistema lingüístico y
y conjugado con el aristotélico. En cuando la interpretación del sistema es
efecto, los peripatéticos (Teofrasto, Eu- impuesta en un segundo tiempo” (Foun-
demo) acogieron eclécticamente la doc dations of Logic and Mathematics, 1939,
trina estoica de la D.. colocándola junto § 1 2 ); es evidente que desde este punto
a la aristotélica y, de tal manera ha de vista la relación en virtud de la
blaron, en forma paralela, de "silogismo cual una proposición resulta de otra,
categórico” y de "silogismo hipotético”, no es dada de una vez por todas, pero
bajo cuya denominación, desconocida puede ser determinada en forma va
por Aristóteles, comprendieron a los riada, mediante reglas o convenciones
silogismos fundados en los razonamien oportunas. A este respecto Carnap ha
tos anapodícticos de los estoicos. Boe distinguido dos modos diferentes de
cio, que nos da estas noticias (De syllo- D.: la derivación, que es más restrin
gismus hypotecticis, I, P. L., 64?, col. 831) gida, y la consecuencialidad, que es más
ha trasmitido en la misma forma, o sea extensa. La derivación es una serie fini
paralelamente, y sobre el mismo plano, ta de enunciados, en la cual cada paso
las dos doctrinas dispares. En la edad es definido, pero no es definida la
moderna, Locke, en forma análoga, fun relación “derivable”, que se define por
dó la D. en la relación de acuerdo o de la totalidad de * cadena de las deriva-
285
D e d u c c ió n tra s c e n d e n ta l
D e d u c tiv o
dones. En una serie de consecuencias, tuviera como finalidad demostrar "el
también cada paso de la serie (o sea la modo en que los conceptos a priori se
relación "consecuencia directa”) es in pueden referir a objetos” y que, por
definida. La derivación es la relación lo tanto, se distinguiera de la "D. em
de D. usada en la lógica y corresponde pírica”, la cual d e m u e s tra "de qué
a lo que se entiende por lo común cuan m a n e ra es adquirido un concepto
do se dice "este enunciado se deduce de por medio de la experiencia y de la
aquél” (The Logical Syntax of Langua- reflexión sobre ella”. Así, la D. empí
ge, § 14). rica se refiere a la posesión de hecho
Las diferentes formas de implicación de un concepto, la D. trascendental a su
(véase) reconocidas por la lógica con uso legítimo (Crít. R. Pura, § 13). La
temporánea, pueden ser consideradas D. trascendental consiste en demostrar
como otros muchos modos posibles de cómo los objetos de la experiencia no
la relación de deductibilidad. Algunos serían tales, esto es, no serían dados
lógicos restringen actualmente la rela como objetos a la experiencia si no
ción de deductibilidad a cierto tipo de fueran pensados según las categorías y
implicación y, precisamente, a la "es que el acto o la función por la cual
trecha” o semántica; así lo hace Lewis, pueden ser originariamente pensados en
por ejemplo (Knowledge and Valuation, las categorías es el "yo pienso” o aper
1946, p. 212). Otros, en cambio, creen cepción pura (véase). Fichte extendió
que para establecer la deductibilidad la exigencia de una justificación así
basta la implicación material, cuyo con entendida a todas las proposiciones de
cepto fue aclarado en los Principia ma- la filosofía. "Todo lo demostrable debe
thematica-, así lo hace Russell (Intr. lo ser demostrado, todas las proposiciones
Mathematical Phil., cap. X I V ; trad. deben ser deducidas, excepto el primero
ital., p. 173). En realidad, todo y cual y supremo principio fundamental que
quier tipo de implicación puede ser es el Yo = Yo (Wissenschaftslehre, 1794,
considerado como relación deductiva, a §7). Hegel atribuía a Fichte el mérito
menos que explícitamente no se tome de esta exigencia: "A la filosofía fich-
como fundamento de la D. la sustancia teana corresponde el profundo mérito
de la cosa o su evidencia sensible, se de haber advertido que las determina
gún la !■ o la 2 ’ de las alternativas con ciones del pensamiento deben mostrarse
sideradas. De^de el punto de vista de la en su necesidad; y que son esencial
comer.cionalidad de la lógica, el con mente deducibles” (Ene., §42). En este
cepto de D. no puede sufrir restriccio sentido, la D. es la demostración de la
nes y, por lo tanto, debe ser extendido necesidad de una determinación y toda
a todas las formas que puedan ser to la doctrina de Hegel está organizada
madas por la relación de derivación o conforme con esta exigencia.
de consecuencia de una proposición a
partir de otra proposición. D e d u c tiv o (ingl. deductive-, franc. dé-
ductif; alem. deductiv; itaL deduttivo).
D e d u c c ió n tr a s c e n d e n ta l (ingl. transcen S iste m a D .t Se indica actualmente con
dental d e d u c tio n ; franc. d é d u c tio n este nombre un discurso que se inicia
transcendentale; alem. transzcndentale con un pequeño número de reglas toma
Deduction-, ital. deduziotte trascenden- das como premisas y que puede regir to
tale). Kant tomó el término D. del da proposición deducida de dicha premi
lenguaje jurídico, en el cual significa sa y de conformidad con las reglas que
la demostración de la legitimidad de la ellas p re sc rib e n (véase a x i o m á t i c a ;
pretensión que se adelanta. En este sen c o n v e n c i o n a l i s m o ). Método D.: se apli
tido habló de la "D. de la división de ca hoy este término al método que con
un sistema” como "prueba de su cum siste en buscar la confirmación de una
plimiento y de su continuidad” (Met. hipótesis por comprobación de las conse
der Sitien, I, inír., § I I I , nota). De aná cuencias previsibles de la hipótesis mis
loga manera, para justificar el uso de ma. Reichcnbach ha demostrado el ca
los conceptos puros o categorías, Kant rácter complejo de este método y su
creyó indispensable una D. (que precisa irreductibilidad a la verdadera y propia
mente por referirse a conceptos puros deducción. Admitir que exista una rela
denominó trascenderá .1 [véase)), que ción D. entre una hipótesis y los datos
Definición
por qué definir al hombre, sino que so triángulo” (An. Post., II, 10, 93 b 28). La
lamente ha de enseñar de qué manera distinción entre D. real y D. nominal
deben definirlo las otras ciencias que no interesaba a la lógica estoica, que no
tratan del hombre. Por lo tanto, el lógi asignaba a la D. el deber de declarar
co no debe asignar ninguna D. del la esencia sustancial; no se encuentra,
hombre, sino por vía de ejemplo, y en por lo tanto, en les autores que toman
tal caso la D. que se ponga como ejem sus materiales con preferencia del es
plo debe ser natural o metafísica” (Ibid., toicismo, como Cicerón (Top., 5, 26ss.)
I, 26). Este punto de vista fue seguido y Boecio (De Deffinitione, P. L. 64",
por la lógica posterior. Jungius distin col. 901-02). También prescinde de ella
guía tres especies de D., la nominal, la Pedro Hispano. Los lógicos nominalis
esencial y la científica, que correspon tas medievales se valen de ella porque
den a los tres significados del término Ies proporciona el modo de definir el
establecidos por A ristó te le s (Lógica, objeto específico de la lógica como esen
1638, IV, II, 6 -8 ; II, 15). Leibniz reivin cia de los signos (véanse los fragmentos
dicaba, en contra de Locke, la distin de Occam expuestos más arriba).
ción entre D. nominal y D. real, diciendo Pero una teoría verdadera y propia
que “la esencia del oro es lo que lo de la D. como declaración de la esencia
constituye y lo que le da sus cualidades nominal sólo se elaboró cuando se em
sensibles, que lo hacen reconocer y que pezó a considerar la esencia nominal
forman su definición nominal, mien como la única esencia posible y, por
tras que nosotros tendríamos la D. real lo tanto, su D. como la única posible.
y causal si pudiéramos explicar su es En este sentido, decía Hobbes; “La D.
tructura o constitución íntima” (Ncuv. no puede ser otra cosa que la explica
Ess., III, 3, 19). Pero antes (en un ción de un nombre mediante un discur
ensayo de 1684) había distinguido entre so.” Cuando el nombre se refiere a un
"D. nominales, que contienen solamente concepto compuesto, la D. es la resolu
las notas para discernir una cosa de las ción del nombre en sus partes más
demás, y D. reales, por las cuales cons generales, de modo que se puede decir
ta que la cosa es posible” (Op., ed. Erd- que la D. es “la proposición cuyo pre
mann, p. 80). Y de esta determinación dicado es resolutivo del sujeto, donde
se valió Wolff para decir que "la D. de la cosa es posible; y, donde no es posi
la que no re. alta que la cosa definida ble, ejemplificativo” (De Corp., 6 , §14).
sea posible se denomina nominal, y De la misma manera, Locke dice que
de la que resulta que la cosa definida “una D. no es sino el mostrar el sentido
sea posible se dice real” (Log., §191); de una palabra por otros varios tér
para dividir las D. nominales en esen minos que no sean sinónimos" (Essay,
ciales y accidentales adaptaba a su ma III, 4, 6 ) y cree que el mejor modo
nera, según lo declara explícitamente, de hacer una D. es “si se enumeran
las nociones escolásticas (Ibid., §192). A aquellas ideas simples que se hallan
su vez, Kant entendía por definir "la combinadas en la significación del tér
exposición originaria del concepto explí mino definido” (Ibid., III, 3, 10). Den
cito de una cosa dentro de sus lími tro de esta tradición, Stuart Mili afir
tes” ; por explícito, la claridad y sufi maba que la D. "es una proposición
ciencia de las notas; por límites, la declarativa del significado de una pala
precisión y por originaria, el carácter bra” (Logic., I, 8 , 1); pueden hallarse
primitivo de la determinación, que no expresiones similares en filósofos y lógi
debe tener necesidad de una demos cos, aun en los recientes, expresiones
tración (Crít. R. Pura, Doctrina del que no admiten la doctrina de la sus
método, I, secc. I, § 1 ). tancia y se inclinan hacia un punto de
2) La posibilidad de la D. nominal vista nominalista. Sin embargo, en la
fue admitida por Aristóteles, como ca mayoría de las ocasiones, la teoría de
mino subordinado y preparatorio hacia la D. nominal se apoya en el presu
la D. real; "Y ya que la D. es la decla puesto de que no puede existir más que
ración de la esencia, existirá también una sola D. para un nombre, y este
la declaración de lo que el nombre sig presupuesto distingue a la teoría en
nifica u otra declaración nominal, por cuestión de la que hemos denominado
ejemplo, lo que s i ^ fíca el nom bre teoría de la esencia-significado.
288
Deidad
sius en términos que hacen referencia trina del D., §E). Bajo este aspecto, el
a la vida moral: "Es necesario hacer D. natural y el D. positivo no difieren
todo lo que haga más larga y feliz y son diferentes sólo en cuanto que el
la vida de los hombres y que sea posible D. natural reposa exclusivamente en
para evitar todo lo que hace infeliz la principios a priori, mientras el D. posi
vida y acelera la muerte” (Ibid., I, 6 , tivo resulta de la voluntad del legisla
§ 21 ). dor (Ibid., Div. de la doctr. del D., §B).
La distinción entre la esfera del D. y En esta doctrina de Kant aparecen
la esfera moral resulta, después de tres puntos importantes: 1) el carácter
Thomasius, un lugar común de la filo primario y fundamental de la norma
sofía. Wolff aportó el primer corolario moral, que es la única ley racional y,
de dicha distinción identificando al D. por lo tanto, la derivación de la norma
natural con la teoría de la filosofía de D. a partir de ella; 2) el carácter
práctica, o sea con la ética, la política "externo”, por lo tanto, imperfecto, de
y la economía (Log., Discursus prel., la norma de D. y, en consecuencia, el
§ 6 8 ). Y Kant, que la adoptó a su mane carácter imperfecto e incompleto de
ra, hizo de ella uno de los fundamentos la acción legal en su confrontación
de la filosofía moral y jurídica moder con la acción m oral; 3) el carácter ne
nas. Pero con el predominio de esta cesariamente coercitivo del D. Estos
distinción, la doctrina del D. natural tres puntos han tenido gran importancia
resultaba útil, el fundamento del D. era en los sucesivos desarrollos de la doc
puesto o reconocido en la moral y el trina del D.: el primero de ellos es,
D. mismo era entendido como una for obviamente, el resultado de la doctrina
ma reducida o imperfecta de moralidad. del D. natural.
Uno de los puntos fundamentales de la Y es también el que inspira un nume
doctrina de Kant es la distinción entre roso grupo de direcciones de la filosofía
legalidad y moralidad. "El puro acuerdo moderna del D. y precisamente a todos
o desacuerdo de una acción con la ley los que parten de la distinción entre
—dice—, sin referencia al que mueve la esfera externa de la acción, como
la acción misma, se denomina legalidad propia del mismo D., y la esfera in
(conformidad con la ley) en tanto que terna de la intención o de la concien
cuando la idea del deber, derivada de cia, como propia de la moralidad. Así
la ley, mueve al mismo tiempo a la ac la teoría del D. come “el m ín im o
ción, se tiene la moralidad (doctrina ético” p ro p u e sta por J e llin e k (Die
moral). Los deberes impuestos por la Social-Ethische Bedeuntung von Recht,
legislación jurídica pueden ser solamen JJnrecht und Strafe ["Significado ético-
te deberes externos, porque esta legisla social de justicia, injusticia y san
ción no exige que la idea del deber, que ción”], 1878) implica al mismo tiempo
es enteramente interna, sea por sí mis la derivación del D. de la moral y la
ma motivo determinante de la voluntad reducción del D. a una esfera moral
del agente y, como tiene necesidad restringida o disminuida. Análoga con
de impulsos apropiados a sus leyes, no cepción sostiene Croce, quien la expre
puede admitir más que movimientos saba con la fórmula de la identidad
externos. La legislación moral, por el de la actividad jurídica con la activi
contrario, aun cuando erija como debe dad económica, identidad que servía
res también las acciones internas, no para distinguir el D. de la moral y
excluye por esto a las acciones exter al mismo tiempo para relacionarlo con
nas, sino que se refiere en general a ella conforme a la solución general
todo lo que es deber" (Met. der Sitien, planteada por Kant (Filosofía de la
I, Intr., §3). Por lo tanto, el D. es “el práctica, 1909, pp. 370 ss.).
conjunto de las condiciones por medio Otro modo de expresar la misma no
de las cuales el arbitrio del uno puede ción del D. puede verse en la doctrina
acordarse con el arbitrio del otro se de R. Stammler, quien considera el D.
gún una ley universal de la libertad” y como tendencia in m a n e n te en todo
puede ser representado como "una obli D. positivo y la moralidad como per
gación general y recíproca”, de manera fección del D. recto, o sea su cumpli
que “D. y facultad de obligar significan miento último 'Lehre vom richtigen
la misma cosa” (Ibid., Introd. a la doc Recht ["La tac i del derecho justo”],
301
D erecho
1902, p. 87). También sobre la misma libertad entendida como arbitrio indivi
línea se mueve el ruso León Petrazycki dual. Hegel, como todo el romanticismo
(Introducción al estudio del D. y de la reaccionario del siglo xix, veía en la
moral, 1905; Teoría del D., 1907), quien libertad del individuo el concepto y
distinguió las normas morales que es la inspiración fundamental de la Ilus
tablecen "obligaciones lib re s ”, o sea tración y de la Revolución francesa,
obligaciones que no confieren a los de contra los cuales pretendía levantar su
más ningún D. o pretensión, de las nor doctrina. Citando la definición kantiana
mas legales, que garantizan tales obliga del D. (véase supra), observaba: "La
ciones respecto de los demás, o sea, dan citada definición del D. contiene la opi
a los otros el D. de pretender lo que nión, particularmente difundida después
la norma garantiza (Law and Morality, de Rousseau, según la cual el querer
trad. ingl., 1955, pp. 46-47). Y última debe ser fundamento sustancial y pri
mente A. L. Goodhart reafirmaba, por mer principio, no en cuanto racional
lo menos en lo que respecta al Common en y para sí, no en cuanto es espíritu
Law anglosajón, el fundamento moral y espíritu verdadero sino en cuanto
del D., entendiéndolo como obligación individualidad particular, en cuanto vo
o deber ser (oughtness) que no puede luntad del singular en su arbitrio par
ser reducido a la constricción externa ticular. Una vez aceptado tal principio,
o a la sanción (English Law and the lo racional —por cierto— puede aparecer
Moral Law, 1953, pp. 18 ss.). solamente como limitador de ésta li
bertad, por lo tanto no como raciona
lidad inmanente, sino sólo como univer
3. E l derecho como fuerza sal externo, formal. Esta visión se halla
De la negación del D. natural y de la desprovista de todo pensamiento especu
conexión de la noción de D. con la de lativo y es recusada por el concepto
constricción externa o de sanción nace filosófico, en cuanto ha producido, en
la tercera concepción fundamental del los cerebros y en la realidad, fenóme
D., que identifica al D. mismo con la nos cuyo horror tiene paralelo sola
fuerza. La característica esencial de mente en la superficialidad del pensa
la fuerza es que garantiza la realización miento sobre el cual se fundaban” (Ibid.,
de la norma, y de tal manera el D. §29). Así, los “horrores” de la Revolur
como fuerza es el D. realizado, o sea ción francesa son un paralelo de la
el D. que encuentra cuerpo y sustancia "superficialidad” por la cual la liber
en instituciones históricamente existen tad es entendida como el deber ser de
tes. El supuesto de esta dirección es, una norma y no como una realidad
por lo tanto, la negación del D. como histórica. Por consiguiente, Hegel cree
‘deber ser’, y así, del ‘deber ser’ mismo, que el D. es algo sagrado sólo porque
es decir, la identificación de norma y es "la existencia del concepto absoluto,
realidad, de ‘deber ser’ y ser. Hobbes de la libertad consciente de sí” y que un
excluye este último punto de la direc D. más alto, o sea más real, subordina
ción doctrinaria en cuestión, ya que no a sí un D. más abstracto, o sea menos
identifica al ‘deber ser’ con el ser y real o imperfectamente real. Así, la
admite un D. natural que es el camino esfera del “D. abstracto” se subordina
de salida racional humano de una situa a la de la "moralidad” y entrambas
ción hostil que amenaza con destruirlo se subordinan a la de la "eticidad”
v no considera tal camino como infali que es la libertad misma "que se ha
blemente garantizado o plenamente rea convertido en mundo existente” (Ibid.,
lizado. La concepción del D. como fuer §142). Y la eticidad culmina en el Esta
za, sobre la base de la identificación do que es la máxima realidad histórica
de deber ser y ser, nace con Hegel. y, por lo tanto, la más alta, la única
Según Hegel, el D. es "una existencia verdadera y definitiva realización del
en general que sea existencia de la D. “La irrupción de Dios en el mundo
voluntad libre” (Fil. del D., §29). Lo —dice Hegel— es el Estado; su funda
que quiere decir que el D. es una liber mento es la potencia de la razón que
tad realizada, y realizada en institucio se realiza como voluntad. En la idea
nes históricas determir idas que, como del Estado no se deben tener presentes
tales, no tienen ya np que ver con la estados particulares, instituciones par
302
D erecho
ticulares, más bien debe considerarse no haría más que oponer las exigencias
por sí misma la Idea, este Dios real” de su entendimiento "finito" a la ra
(Ibid., § 258, Apéndice). Aunque Hegel cionalidad “infinita” de la historia. El
hable del Estado “en sí” que conserva Estado tiene siempre razón. Al D. no
el carácter divino aun en el caso de le queda, desde este punto de vista,
que en sus manifestaciones particulares nada más que la fuerza.
aparezca como imperfecto —como un Algunas de estas características de
hombre conserva su carácter humano la doctrina hegeliana del D., y especial
aunque sea deforme o deficiente—, to mente la reducción del ‘deber ser’ al ser,
dos los estados son, para él, encama que es, pues, la ocultación de la norma
ciones del "Espíritu del pueblo”, por lo en el hecho, son aceptadas también por
tanto son la autoconciencia de un pue escuelas que no se inspiran en la con
blo acerca de su propia verdad y de su cepción general de Hegel. Así, la escuela
propio ser, o la "cultura” de una na histórica del D., cuyo principal repre
ción (Phil. der Geschichte ["Filosofía sentante es F. von Savigny (1779-1861),
de la historia”], ed. Lasson, p. 93). El al considerar al Estado como "la mani
D. no es más que la realización de la li festación orgánica del pueblo” ve en el
bertad en el Estado y existe solamente D. un producto del “espíritu del pueblo”
como ley del Estado. En consecuencia, que halla su realidad en la voluntad
la libertad existe sólo como obediencia común del pueblo mismo ( Ueber den
a las leyes del Estado. “A un Estado Berttf unserer Zeit ["Del destino de
le son pertinentes las leyes y esto sig nuestra época”], 1814). Como última
nifica que la costumbre no s u b siste manifestación del carácter histórico y,
solamente en forma inmediata, sino por lo tanto, nacional del D., los segui
en forma universal, como objeto de un dores de esta escuela aducen la con
saber. El hecho de que esta forma uni sideración de que el D., al tender a
versal sea conocida, constituye la es conservar el orden nacional, contribu
piritualidad del Estado. El individuo ye, en el campo de la historia, a con
obedece a las leyes y sabe que en esta servar y garantizar el orden cósmico
obediencia tiene su libertad; tiene, por querido por Dios. J. Stahl dice que el
lo tanto, en ella relación con su propio D. es "el orden vital del pueblo y espe
querer” {Ibid., p. 99). cialmente de la comunidad de los pue
Durante mucho tiempo la doctrina blos, con miras a la conservación del
del D. natural había afirmado que la orden cósmico establecido por Dios. Es
norma de naturaleza es la voluntad un orden humano, pero al servicio del
misma de Dios o viceversa. Hegel afir orden divino, determinado por una je
ma que Dios ha aparecido o se ha fatura divina y fundado en el permiso
realizado en la historia; es el Estado divino” (Phil. des Rechts ["Filosofía
mismo. La ley positiva se apodera así del derecho”], 1830, II, 1, p. 194). A
de todo el valor y el prestigio que la diferencia de Hegel y de la escuela
tradición atribuía al D. natural. Mien hegeliana, la escuela histórica no iden
tras tanto, a lo largo de toda la tradi tifica el D. realizado (o el Estado)
ción y sobre todo en el mundo moderno, con Dios, pero hace depender de Dios
ya sea que tal D. fuera entendido como el D. mismo y lo justifica en su subor
ley divina o como principio humano de dinación al orden cósmico establecido
razón, era un tribunal de apelación al por Dios.
que el hombre podía recurrir, y recu Se puede considerar que pertenecen
rría de hecho, contra la injusticia o la a la misma dirección fundamental, que
imperfección del D. positivo. En la doc encuentra su mejor expresión en la doc
trina de Hegel no existe tribunal alguno trina de Hegel, todas las doctrinas del
de apelación e incluso la doctrina mis D. que de algún modo encuentran su
ma no es más que la negación de tal origen y fundamento en el "Espíritu
tribunal entendido como fuente de pen del pueblo”, la “Nación” o el "Estado”
samientos "superficiales” y de sucesos y que, por lo tanto, reducen la obliga
“horribles". El individuo está sin de toriedad del D. a la fuerza coercitiva
fensa contra el Estado o el D. positi de una institución histórica cualquie
vo ; no puede desobedecerlos, ni siquiera ra, considerada como un instrumento
puede discutirlos, pues discutiéndolos providencial de orden cósmico o como
303
D erecho
carácter racional, o por lo menos razo- noce bien el parentesco que su “posi
itable de esta orden, en cuanto emana tivismo jurídico” tiene, desde este punto
de un ser inteligente y se dirige a otro de vista, con el iusnaturalismo clásico
ser inteligente. Estos caracteres se vuel y especialmente con la forma que tomó
ven a encontrar asimismo en doctrinas en la filosofía kantiana {Ibid., pp. 445,
aparentemente diferentes de la de Aus- 453), aunque siga diciendo que el posi
tin. por ejemplo en la doctrina socio tivismo rechaza "la particular ideología
lógica de Eugen Ehrlich, para el cual de que se vale la teoría iusnaturalista
“el D. es una organización, es decir, una para su justificación del D. positivo”
norma que asigna a cada miembro de {Ibid., Apéndice. IV, B, h, p. 453). En
la asociación su posición en la comuni realidad no distingue bastante, entre
dad, ya sea de predominio o de suje la fase moderna y la fase antigua del
ción, y sus deberes” (Grundlegung der iusnaturalismo y vuelve así a conducir
Soziologie des Rechts [“Fundamenta- la misma fase moderna del mismo a /a
ción de la sociología del derecho”], noción del orden perfecto y providencial
1913, p. 18). En esta doctrina el concepto de la justicia que caracterizaba la fase
de ordenamiento prevalece sobre el de antigua y que con Grocio entrara en
mando, pero el ordenamiento mismo, crisis. Y en realidad la filosofía política
tanto como el mando u orden de Aus- y jurídica contemporánea todavía no ha
tin, es norma apta para realizar cierta logrado recuperar las enseñanzas fun
forma de convivencia. Kelsen, actual damentales de la teoría del D. natural
mente el más importante sostenedor y especialmente su formulación ius
de la teoría formal del D., recuerda naturalista de Grocio hasta Hume. La
estos antecedentes. Kelsen se separa creencia de que la teoría se funda en
de Ehrlich, porque no cree que el con un concepto "metafísico” o "platónico”
cepto de ordenamiento baste para cons de justicia, al lado de la exigencia de
tituir el D., ya que no siempre el orde eliminar de la consideración "cientí
namiento tiene fuerza para vincular y fica” del D. todo ideal valorativo, ha
se separa de Austin porque cree que tal impedido y obstaculizado esta recupera
fuerza vinculatoria consiste en el deber ción. Pero en realidad el iusnaturalismo
ser del D., o sea en la estructura nor moderno ha hecho hincapié, no en un
mativa del D. mismo, y no en el mando. determinado ideal de justicia, sino en la
Con mayor precisión, para Kelsen el exigencia de que el D., cualesquiera
D. es "la técnica social específica de un que sean las normas particulares sobre
ordenamiento coercitivo” y, por lo tan las que se concreta, resulte eficiente
to, se caracteriza por la "organización para la finalidad de hacer posibles las
de la fuerza” (General Theory of Law relaciones humanas. Según se ha visto,
and State, 1945, I, A, d; trad. ital., Grocio y Hume están de acuerdo sobre
pp. 19 ss.). Según Kelsen, la eficiencia tal exigencia, aun cuando más tarde
de esta técnica está condicionada por su puedan disentir acerca del carácter "ne
coherencia y la coherencia puede me cesariamente racional” o simplemente
dirse partiendo de una "norma funda "útil” y, por lo tanto, razonable, del D.
mental” que es aquella a partir de la Ahora bien, lo que se requiere de una
cual han sido creadas las diferentes técnica, cualquiera que sea, es la efi
normas de un orden jurídico particular. cacia. Y el juicio sobre la eficacia de
"El sistema del positivismo jurídico una técnica no puede fundarse exclu
—dice Kelsen— excluye la tentativa de sivamente en la coherencia interna de
deducir de la naturaleza o de la razón la técnica misma, como lo pretende
normas sustanciales que al estar más Kelsen. Es claro que hay una condición
allá del D. positivo, puedan servirle fundamental que permite a una técnica
como modelo, tentativa que siempre se cualquiera conservar su eficacia, o acre
logra sólo en apariencia y que termina centarla, y es la rectificabitidad de la
en fórmulas que sólo pretenden tener un técnica misma. En efecto, cuando
contenido. Examina en cambio con una técnica cualquiera puede ser opor
cienzudamente los asuntos hipotéticos tunamente modificada para que sea
de todo D. positivo, esto es, sus condi apta a las circunstancias sin cambio
ciones m e ra m e n te formales” (Ibid., sustancial, tal t 'nica está en situación
Apéndice, IV, B, c, p. 443). Kelsen co de conservar e i -ementar su eficacia.
305
D e re c h o s u b je tiv o
D e sa rro llo
Por lo tanto, toda técnica eficaz debe decir que la ley atribuye el D. de hacer
ser autorrectificable y ésta es, en rea todo lo que no es prohibido por ninguna
lidad, la única ventaja que la técnica ley. En este sentido, el D. se refiere
de la ciencia experimental, desde Gali- a nuestra libertad; la ley, en cambio,
leo hasta hoy, posee sobre las otras. implica la obligación que limita la
Desde este punto de vista, el juicio libertad natural” (De iure naturae,
técnico acerca de un particular sistema 1672, I, 6, 3). La distinción se ha man
de D. es el juicio sobre la capacidad de tenido hasta hoy en los mismos tér
este sistema para corregir o eliminar minos.
las propias imperfecciones, hacerse más
agil y, al mismo tiempo, más riguroso. D e riv a c io n e s , véase R E S ID U O S .
Por lo tanto, no es un juicio que con
cierna a la pura coherencia formal del (ingl. development; fra n c .
D e s a rro llo
sistema mismo, ni es un juicio de développement; alem. E n tw ic k lu n g ;
valor que resulte de la confrontación ital. sviluppo). El movimiento hacia lo
de dicho sistema con un preordenado mejor. Aun cuando esta noción tiene
ideal de justicia. Es, sin embargo, un su precedente en el concepto aristoté
juicio concreto y directivo, capaz de in lico del movimiento (véase), como paso
fluir en los desarrollos históricos del de la potencia al acto o explicación de
derecho. lo implícito (Cicerón, Top., 9), su sig
El cuadro precedente de las teorías nificado optimista es propio de la filo
filosóficas del D. nos demuestra que sofía del siglo xix y está estrechamente
está fuera de lugar toda tentativa de ligado con el concepto de progreso (véa
definir las relaciones entre D. y moral se). Su sinónimo más próximo es evolu
de una vez por todas, entendiendo tanto ción (véase), pero este último término
el D. como la moral como dos catego se usa más frecuentemente para indi
rías "eternas” del espíritu. En efecto, car el D. biológico o un D. cósmico que
D. y moral deben ser considerados idén obedece a las mismas causas que el D.
ticos, ya sea desde el punto de vista biológico o tiene analogías con él. Hegel
de la teoría del D. natural como desde usó el término sin referirse a este as
el punto de vista de la teoría del D. pecto particular e hizo de él una de las
como fuerza. Obviamente, la teoría que categorías fundamentales de su filoso
apoya el D. e.i la m o ra l lo distingue fía, ilustrándolo sobre todo con respec
de ella, y es, en realidad, la teoría de to al mundo de la historia. Junto al
esta distinción. En cuanto a la teoría carácter progresivo del D., Hegel sub
formal del D., probablemente permita rayó otro carácter fundamental: el D.
tanto una como otra solución. Véase presupone aquello de lo cual es D., o
ÉTICA. sea el fin hacia el que se mueve y el
principio o la causa de sí mismo. "El
(gr. xó Síxaiov; lat.
D e re c h o s u b je tiv o espíritu —dijo Hegel— que tiene como
uis] ingl. right; franc. droit; alem. teatro, dominio y campo de su realiza
Recht; ital. diritto). Es el significado ción la historia del mundo, no gira en
que la palabra D. adquiere en expresio el juego extrínseco del azar sino que
nes tales como las siguientes: "Declara es en sí, más bien, el determinante
ción de los D. del hombre”, "La ley absoluto... Lo que quiere es alcanzar
garantiza al imputado el D. de defen su propio concepto, pero él mismo lo
derse”, "El D. al resarcimiento de los oscurece, se enorgullece y goza de este
daños”, etc. Pufendorf fue de los pri extrañarse a sí mismo” (Philosophie
meros en explicar con claridad la distin der Geschichte ["Filosofía de la histo
ción entre D. en sentido objetivo, o sea ria”], ed. Lasson, pp. 131-132). En este
como "conjunto de leyes” y D. en el sentido, lo Absoluto es desarrollo. "Lo
sentido subjetivo, o sea como "facultad verdadero es lo entero. Pero lo entero
de hacer alguna cosa, concedida o per es solamente la sustancia que se com
mitida por las leyes”. "Como el hombre plementa mediante su D. De lo Ab
—dice— tiene el poder de hacer todo soluto se debe decir que es esencial
lo que de sus facultades naturales re mente resultado, que solamente al final
sulta, a menos que no se . expresamente es lo que es en verdad y su naturaleza
prohibido por una le’ se acostumbra consiste precisamente en esto, en ser
306
Descalabro
D e sc rip c ió n
efectualidad, sujeto y D. de sí mismo” La verdad (o falsedad) de "el autor
(Phanom. des Geistes, Pref., II, 1). Lo de la Divina comedia era italiano” re
que este concepto posee de nuevo con sulta enteramente establecida por la
respecto al concepto aristotélico del verificación de los tres enunciados pre
movimiento es su aplicación al mundo cedentes. Aun cuando fuera objeto de
de la historia y su extensión a todos muchas correcciones y discusiones en
los aspectos de la realidad. Pero el ca sus detalles, la teoría russelliana de las
rácter finalista, providencialista y sus- D. es actualmente aceptada por la ma
tancialista del D., tal como lo ilustra yor parte de los lógicos. G. P.
Hegel, encuentra precisa comprobación En la lógica tradicional, el término
en la doctrina aristotélica del movi fue empezado a usar por los estoicos, ya
miento. También ésta es finalista y que la noción era ajena a Aristóteles.
providencialista y también exige que Según los estoicos, la D. es "un discurso
lo que se desarrolla esté presupuesto que conduce la cosa a través de las
por el mismo D. De hecho, no significa impresiones de ella" (Dióg. L., VII, 1,
otra cosa la superioridad del acto sobre 60). Esto establece su diferencia con
la potencia, a la que está dedicado un la definición, ya que mientras ésta de
célebre tratado aristotélico (Met., IX, clara la esencia, que es universal, la
8 ) . Véase a c t o . D. conduce a la cosa singular, o sea,
D e s c a la b ro , véase FRACASO.
hace referencia a la individualidad de
la cosa, lo que la distingue de las otras.
(gr. ú;ioYí>a<pii; lat. descrip-
D e s c rip c ió n De Boecio en adelante (De differentis
tio; ingl. description; franc. déscription; topicis, II, P. L., 64?, col. 1187), la D.
alem. Beschreibung; ital. descrizione). comenzó a ser caracterizada, en su con
Esta importantísima noción que tiene frontación con la definición, por el uso
un papel fundamental en toda la cons de caracteres accidentales que concu
trucción del a to m ism o lógico, fue rren en ella. Los lógicos medievales
formulada por Russell (“On Denoting", dedujeron el concepto de la Dialéctica
1905, ahora en Logic and Knowtedge, (cap. 14) de Juan de Damasco (si
1956, pp. 39 ss.; Principia Mathematica, glo vin): "La D. se compone de acci
I, pp. 30 ss.), en relación al hecho de dentes, o sea de caracteres propios y
que en ciertas proposiciones, que tienen accidentales, como, por ejemplo, ‘el
sentido (véase s i g n i f i c a d o ), entran fra hombre es capaz de reír, camina erecto
ses que no denotan. Estas últimas son y tiene las uñas largas’.” Éste es el
precisamente las D.; frases como “el concepto que también aparece en la Ló
autor de la Divina comedia", "el rey gica de Pedro Hispano: "La D. es el
de Francia” (D. determinadas) o "un discurso que significa lo que es el ser
poeta" o "un rey" (D. indeterminadas), de una cosa mediante caracteres acci
las cuales, por sí no significativas, re dentales” (Summ. Log., 5.12). En el
sultan significativas en proposiciones en mismo sentido, decía Occam: "La D.
las que entran como partes (por ejem es un discurso sucinto compuesto de
plo, “el autor de la Divina comedia caracteres a c c id e n ta le s y propios"
era italiano"). El análisis de estas pro (Sumrna Log., I, 27) y una definición
posiciones resuelve las frases en fun casi idéntica era aceptada y difundida
ciones proposicionales o, mejor, en pro por la Lógica de Port Royal ( II, 16) y por
posiciones generales y existenciales, eli Jungius (Lógica Hamburgensis, I, 1,
minando así la aparente referencia a 48). De esta doctrina tradicional, la
un denotado individual. Así "el autor lógica contemporánea sólo acepta el sig
de la Divina comedia era italiano" se nificado general, es decir, el reconoci
resuelve en la afirmación conjunta de miento del carácter individualizante de
tres enunciados: 1) existe por lo menos la descripción. Se puede definir qué
un x tal que x escribió la Divina co es el hombre, pero solamente se puede
media; 2) sólo una persona escribió la describir al hombre que se ha hallado
Divina comedia (es decir, "para todos por la calle en un día determinado. A
los y existe por lo menos una x tal que, esta exigencia de la individuación in
si y escribió la Divina comedia, y = x); tentan responder los lógicos contempo
3) no existe algún x tal que x escribiera ráneos al trat ■ la noción a que se ha
la Divina comedia y x no era italiano. hecho refe rene en la primera parte
307
D e sc rip tiv a , p sic o lo g ía
D e s e s p e ra c ió n
de este artículo. (Cf. también: Camap, D e se o (gr. émOugía; lat. cupiditas; ingl.
Meaning and Necessity, 1946, § 7; Quine, desire; franc. désir; alem. Begeheren;
From a Logical Point of View, 1953, ital. desiderio). Este término tiene dos
pp. 85 ss.). significados: i) el general de apetito,
o sea de principio que impulsa a un
D e sc rip tiv a , p sic o lo g ía , véase PSICOLOGÍA, ser vivo a la acción; para tal signifi
B). cado véase a p e t i t o ; 2 ) el más res
D e sc rip tiv o (ingl. descriptive; franc. dés-
tringido de apetito sensible, que corres
criptif; alem. b esch reib en d e; ital. ponde al griego e.-uBugia y al latín
descrittivo). Además del significado ge cupiditas. En tal sentido el D. es, se
nérico correspondiente al del sustanti gún Aristóteles, “la a p e te n c ia de lo
vo, el adjetivo tiene dos significados placentero” (De an., II, 3, 414b 6). De
polémicos, a saber: 1) aquel por el cual análoga manera Descartes lo definió
la ciencia D. se opuso, a partir del si como "la agitación del alma causada
glo xviii , a la ciencia explicativa o al por los espíritus que la disponen a que
"espíritu de sistema” que pretendía ex rer para el porvenir las cosas que ella
plicar los fenómenos recurriendo a las se representa como c o n v e n ie n te s ”
causas de la metafísica tradicional (cf., (Passions de l'áme, § 86). Y equiva
por ejemplo, D’Alembert, Discours de lente a ésta es la definición de Spinoza:
l'Encyclopédie, CEuvres, ed. Condorcet, "Esta tristeza [por la falta de lo que
pp. 156-157); 2) aquel por el cual, D., en por amor se tiene deseo], en cuanto
la terminología contemporánea, se opo mira a la ausencia de lo que amamos,
ne a persuasivo, como calificación de se llama nostalgia. .. cuanto mayor
significado; distinguiendo el significado es la tristeza... con mayor deseo o
descriptivo de un signo, que consiste apetito [el hombre] se esforzará en ale
en su disposición para producir un co jar la tris te z a " (Eth., III, 36, scol.
nocimiento, del significado persuasivo, cuentran III, 37, dem.). Estos significados se en
que consistiría en producir una respues muchas veces repetidos en
ta de naturaleza emotiva (cf. C. L. Ste- la Algún historia de la filosofía.
nuevo significado ha adquirido
venson, Ethics and Language, 5* ed.,
1950, cap. III, especialmente p. 59). la palabra en la literatura contempo
ránea. Dewey ha definido el D. como
Véase s i g n i f i c a o .
"la actividad dirigida a romper el di
D e sc u b ie rto , e s ta d o d e , véase infra DES que que la retiene. El objeto que se
CUBRIMIENTO. presenta en el pensamiento como meta
del D. es el objeto del ambiente que
D e s c u b rim ie n to (alem. E n t d e c k t h e i t ; en caso de hallarse presente, asegura
ital. scoprimento). Según Heidegger, ría reunificación de la actividad y res
“la posibilidad de ser de todo ente que tauración de su u n id a d ” (H um an
no tiene la forma del '<er ahí' [o sea de Nature and Conduct, pp. 249 ss.). Hei
toda cosa del mundo] para encontrar degger ha relacionado el D. con la na
delante y determinar en un peculiar turaleza del hombre como ser proyec
proceso de descubrimiento a través de tante: "El ‘ser relativamente a las
los entes que hacen frente inmediata posibilidades’ se m u e s tra ... regular
mente al ser de aquellos entes [en el mente como mero desear. En el D.,
mundo]”. Es, según Heidegger, uno de proyecta el 'ser ahí' su ser sobre posi
los caracteres fundamentales de las co bilidades que no sólo no se llega a
sas, en cuanto son ‘a la mano’, por lo empuñar en el ‘curarse de’ sino cuya
tanto, de la mundanidad (Sein und realización ni siquiera se imagina ni
Zeit, § 18; trad. esp.: El ser y el tiempo, espera" (Sein und Zeit, § 41; trad.
México, 1962, F. C. E.). esp.: El ser y el tiempo, México, 1962,
D e s e m e ja n z a (gr. AXXoícoaic; lat. dissimi- F. C. E.).
litudo; ingl. dissimilitude; franc. dissi- D e s e s p e ra c ió n (ingl. desperation; franc.
militude-, alem . U ngleichheit-, ital. d é sesp o ir; alem. Verzweiflung; ital.
dissimiglianza). La falta o imperfección disperazione). Según Kierkegaard es
de semejanza (véase). "la enfermedad mortal", o sea la en
D e se n v o lv im ie n to , v i l ' IESARROLLO. fermedad propia de la persona humana
308
Designado
Destino
y que la hace incapaz de realizarse a cap. III) Bergson ha demostrado el
sí misma. En tanto la angustia se re carácter y la función positiva de la no
fiere a la relación del hombre con el ción de desorden. En efecto, esta noción
mundo, la D. se refiere a la relación sólo expresa la ausencia del orden bus
del hombre consigo mismo y en esto cado, no la ausencia absoluta de orden,
consiste precisamente el yo. En esta y la presencia de un orden diferente
relación, si el yo quiere ser sí mismo, (del mismo modo en que se dice “No
ya que es finito y por tanto insuficien hay versos” cuando se buscan versos y
te a sí mismo, nunca llegará al equili se encuentra prosa). Luego Bergson re
brio y al reposo. Y si no quiere ser duce los tipos fundamentales de orden
sí mismo, choca también aquí con una a dos, los que al sustituirse mutua
imposibilidad fundamental. En uno y mente, hacen hablar de D., tales son
otro caso se debate en la D. que es "el el orden geométrico y el orden vital.
vivir la muerte del yo", o sea la nega "De los fenómenos astronómicos se dirá
ción de la posibilidad del yo en la que manifiestan un orden admirable,
vana tentativa de hacerlo auto-suficien entendiéndose con ello que se pueden
te o destruirlo en su naturaleza (La prever matemáticamente. Y un orden
enfermedad mortal, 1849, especialmen no menos admirable se hallará en una
te parte I, C). También para Jaspers sinfonía de Beethoven, que es la genia
la D. es uno de los aspectos fundamen lidad, la o rig in a lid a d y, consecuen
tales de la existencia (Phil., II, 266 ss.; temente, la imprevisibilidad m ism a”
III, 225 ss.; cf. también Einführting in (Ibid., 8? edic., 1911, p. 244). Véase o r d e n .
Philosophie; trad. esp.: La filosofía,
México, 1953, F. C. E.). D e s p o tis m o , véase GOBIERNO, FORMAS DE.
según Plotino, solamente el alma por ca o mítica para designar a esta nece
cuanto toma por guía a "la razón pura sidad. Fue, por lo tanto, abandonada
e impasible que le pertenece como cosa y sustituida con términos que expresan
propia", esto es, por cuanto adquiere la naturaleza objetiva y causal de la
por sí, y no del exterior, el principio necesidad del mundo, como, por ejem
de la propia acción (Enn., III, 1, 9). plo, precisamente necesidad, dialéctica,
Según Plotino, la providencia es una determinismo, causalidad y en el do
sola; en las cosas inferiores se deno minio de la ciencia la necesidad está
mina D., en las cosas superiores provi sometida a "las leyes eternas e inmu
dencia (Ibid., III, 3, 5). Según Boecio tables de la naturaleza”.
(que con la Consolación de la filosofía Cuando la palabra D. retoma por obra
transmitía estos problemas a la esco de Nietzsche y del existencialismo ale
lástica latina) D. y providencia se dis mán, tiene un nuevo significado: ex
tinguen solamente porque la providen presa la aceptación y la volición de la
cia es el orden del mundo visto por la necesidad, el amor fati. Por primera
inteligencia divina y el D. es el mismo vez, Nietzsche expresó este concepto
orden desplegado en el tiempo. Pero que es muy característico de una deter
en el fondo, el orden del D. depende de minada tendencia de la filosofía con
la providencia (Cons., IV, 6 , 10). A la temporánea. Interpreta la n e c e sid a d
providencia y al D. sólo se sustrae el del devenir cósmico como voluntad de
libre albedrío humano porque las accio reafirmación; desde la eternidad el
nes que de él dependen están incluidas, mundo acepta y se quiere a sí mismo
precisamente en su libertad, en el or y, por lo tanto, se repite eternamente.
den del D. (Ibid., V, 6 ). Esta solución Pero el hombre debe hacer algo más
hubo de inspirar todas las soluciones que aceptar este pensamiento; debe, él
analogas de la escolástica, que conserva mismo, comprometerse en el anillo de
el mismo concepto del D. y de la pro los anittos: "Es necesario hacer el voto
videncia (cf., por ejemplo, Santo To del retomo de sí mismo con el anillo
más, S. Th., I, q. 116, a. 2). Leibniz de la eterna bendición de sí y de la
volvió a proponer la misma solución en eterna afirmación de sí; es necesario
su Teodicea (Theod., I, § 62). tomar la voluntad de querer detrás de
En la filosofía del romanticismo, en uno todo lo que ha acaecido y de que
tanto que Scho^enhauer ve en el D. la rer en adelante todo lo que acaecerá”
acción determinante, en el hombre (Wille zur Machí, ed. 1901, p. 385; trad.
particular y en la historia, de la Volun esp.: La voluntad de dominio, Madrid,
tad de vida en su naturaleza desgarra 1932). Éste es el amor fati en el que
dora y dolorosa (Die Welt, II, cap. 38), Nietzsche ve la "fórmula de la grandeza
Hegel limita el D. a la necesidad me del hombre”. Heidegger no ha hecho
cánica. "La p o ten c ia —dice— como más que expresar el mismo concepto,
universalidad objetiva y violencia con hablando del D. como de la decisión
tra el objeto es lo que se denomina D., auténtica del hombre. El D. es la deci
un concepto que cae en el interior del sión de volver sobre sí mismo partien
mecanismo en cuanto el D. es denomi do de la ‘herencia’, que toma sobre
nado ciego, es decir, tal que su uni sí en cuanto yecto, de las posibilidades
versalidad objetiva no es conocida por pasadas. "La reiteración es la ‘tradi
el sujeto en su propiedad o particula ción’ expresa, es decir, el retroceso a
ridad específica” ( W isse n sc h a ft der posibilidades del 'ser ahí’ ‘sido ahí’"
Logik [La ciencia de la lógica], III, II, (Sein und Zeit, § 74; trad. esp.: El ser
1, B, b; trad. ital., III, p. 199). En este y el tiempo, México, 1962, F. C. E.). En
sentido, el D. es la misma necesidad este sentido el D. es “la historicidad
racional del mundo, pero en cuanto se original del ‘ser a h í'" que "ajustándose
ignora a sí misma y es, por lo tanto, al gestarse implícito en el ‘precursor es
"ciega”. Pero en el mismo periodo ro tado de resuelto’ ” es la historicidad
mántico, desde el punto de vista de propia del 'ser ahí’. "La reiteración pro
una necesidad que es "puramente ra pia de una ‘posibilidad de existencia’
cional”, ya se le interprete como dia ‘sida’ —el elegirse el ‘ser ahí’ su héroe—
léctica o como determimv mo causal, la se funda existenciariamente en el ‘pre
palabra D. pareció derr dado fantásti cursor estado de resuelto’, pues única
310
Determinación
las de la D. (Metalogicus, II, 13). A nificado con el cual los antiguos usaron
una concepción análoga parece hacer esta denominación de una ciencia o
referencia Dante, al comparar la D. con arte, del uso que de él hicieron, se
Mercurio, que es el más pequeño y puede inferir con seguridad que la D.
velado de los planetas; en efecto, "la no era para ellos más que la lógica
D. es menor en su cuerpo que ninguna de la apariencia, o sea el arte sofís
otra ciencia, está perfectamente compi tico de dar a la propia ignorancia, o
lada y terminada en el texto que se más bien a las propias ilusiones volun
halla en el Arte antiguo y en el nuevo, tarias, el tinte de la verdad, imitando
y está más velada que ninguna otra el método de la fundación que la lógi
ciencia, ya que actúa con argumentos ca general prescribe y sirviéndose de su
más sofísticos y probables que ninguna plancha para colorear todo modo de pro
otra” (Convivio, II, 14). Los humanis ceder vacío” (Ibid., Lógica trascenden
tas, a partir de Lorenzo Valla (Dialec- tal, Intr., I I I ; cf. Grundlegung zur Met.
ticae Disputationes, II, Prol. 693) se der Sitien, I). Por otro lado, a este
refieren por lo común a la concepción mismo concepto de la D. se liga la
de la D. como “arte de la disputa" y se noción kantiana de D. trascendental co
acercan, por lo tanto, a la retórica, mo "crítica del entendimiento y de
con la cual Nizolio la identifica explí la razón con respecto a su uso hiper-
citamente (De veris pr.incipiis, II, 5). físico, con la finalidad de develar la
Por otro lado Pierre de la Ramée acen apariencia falaz de sus infundadas pre
tuaba en la D. el aspecto inventivo, que sunciones” (Crít. R. Pura, Lógica tras
ya los antiguos habían reconocido a la cendental, Intr., § IV), o en otros tér
tópica y veía en ella el arte de la in minos, como un kathartikon del enten
vención y, por lo tanto, “la luz misma dimiento (Lógica, Intr., §11).
de la razón” (Dialectique, 1555, pp. 1, 3) La dialéctica como lógica. El ter
69-119). Mas oscilando entre la retórica cer concepto de D. se debe a los estoi
y la doctrina de la invención, la D. se cos, que la identificaron con la lógica
mantenía en el ámbito de la noción en general o, por lo menos, con la parte
aristotélica. de la lógica que no es retórica. En
Pero la más notable etapa histórica efecto, consideraron la retórica como
de esta noción se inició con la obra de la ciencia de hablar bien en los discur
Kant, quien partía, como lo había he sos que conciernen a las “vías de sali
cho Aristóteles, de una devaluación pre da", en tanto la D. es la ciencia de
liminar de la D. como instrumento de discutir rectamente en los discursos
conocimiento. La D. es, para Kant, una que constan de preguntas y respuestas
“lógica de la apariencia”. Esto significa (Dióg. L., VII, 1, 42). Esta identifica
que es "una ilusión natural e inevita ción de la D. con la lógica en general
ble, se fundamenta en principios sub resultó posible por la transformación
jetivos y los cambia por objetivos”, radical que los estoicos hicieron sufrir
ilusión que está, sin embargo, "indiso a la teoría aristotélica del razonamien
lublemente ligada a la razón humana to. Siendo la demostración, para ellos,
y que, por lo tanto, perdura incluso “el hacer servir a las cosas más com
después de descubierta la raíz” (Crít. prensibles para explicar las cosas menos
R. Pura, Dialéctica trascendental, Intr., comprensibles” (Ibid., VII, 1, 45) y sien
I). Son objeto de la D. las tres ideas do las cosas más comprensibles las
del alma, del mundo y de Dios, de las evidentes para los sentidos (Ibid., VII,
cuales la primera es fruto de un para 1, 46), la base de toda demostración
logismo, la segunda muestra su ilegiti eran los razonamientos anapodícticos
midad al dar lugar a antinomias insolu (véase) que se apoyan directamente en
bles y la tercera es indemostrable. Evi la evidencia sensible. El razonamiento
dentemente, el significado kantiano de en general era, pues, para ellos, el que
D. se identifica con el segundo de los consta de premisa y de conclusión, y
significados del término distinguidos tal es también el silogismo (Ibid., VII,
por Aristóteles, esto es, con aquel por 1, 45). Por lo tanto, su teoría del
el cual la D. es el procedimiento so razonamiento no permitía la distinción
fístico. Kant mismo es' olece esta rela entre premisas necesariamente verda
ción : "Aun cuando sf Eferente el sig deras y premisas probables, sobre la
318
Dialéctica
que se fundaba, según Aristóteles, la dis arte de la disputa o también del razo
tinción entre silogismo demostrativo y namiento probable cuando este concep
silogismo dialéctico. La D. se identi to, a partir del siglo x i i , se difunde en
ficó así con la lógica en su totalidad, las escuelas como efecto del mejor cono
que para ellos era una teoría de los cimiento de los Tópicos y de los Elen
signos y de las cosas significadas, y se cos sofísticos. San Isidoro de Sevilla
definía como "la ciencia de lo verda había adoptado el concepto estoico
dero y de lo falso y de lo que no es ni (Etymol., II, 22-24) y el mismo concep
verdadero ni falso” (Ibid., VII, 1, 42). to aparece también en Rabano Mauro,
Por “lo que no es ni verdadero ni falso” que repite las palabras de Agustín: "La
entendían (como resulta del fragmento D. es la disciplina de las disciplinas:
de Cicerón citado más arriba) la rela enseña a enseñar, enseña a aprender y
ción de la conclusión con la premisa, en ella la razón misma manifiesta lo
cuyas condiciones de verdad establece que es, lo que quiere y lo que ve” (De
la D. Clericorum Institutione, III, 20). Abe
Esta interpretación de la totalidad lardo defiende, a su vez, la D. con las
de la lógica como D. no es un simple mismas palabras de Agustín (Ep., 13)
retomo a la concepción platónica de la y Hugo de San Víctor la considera,
dialéctica. En realidad, la lógica estoi según el modelo estoico y junto con la
ca, que giraba en tomo de las deduc retórica, como parte de la lógica racio
ciones anapodícticas (del tipo "Si es nal (Didascalion, I, 12). Todavía en el
de día, hay luz”) no conoce razona siglo xm, Pedro Hispano decía en
miento que no parta de premisas hipo la Summulae logicales: "La D. es el
téticas y las premisas hipotéticas son arte de las artes y la ciencia de las
las que, también según Aristóteles, dan ciencias porque tiene el camino para
carácter dialéctico al razonamiento. La llegar a los principios de todos los mé
doctrina estoica de la D. fue la más todos. En efecto, solamente la D. puede
difundida en la Antigüedad y en la discutir con probabilidad los principios
Edad Media. La adoptó Cicerón, que de todas las otras artes y, por lo tanto,
entendía por D. "el arte que enseña a la D. debe estar en primer término en el
dividir una cosa entera en sus partes, aprendizaje de las ciencias” ( 1 .0 1 ).
a explicar una cosa escondida con una 4) La D. como síntesis de los opues
definición, a aclarar una cosa oscura tos. El cuarto concepto de la D. es el
con una interpretación, a discernir pri formulado por el idealismo romántico
mero y luego a distinguir lo que es y en particular por Hegel, cuyo prin
ambiguo y, por último a obtener una cipio aparece por vez primera en Fichte
regla con la cual se juzgue lo verdadero en la Doctrina de la ciencia, de 1794,
y lo falso y se juzgue si las consecuen como "síntesis de los opuestos por me
cias resultan de las premisas conside dio de la determinación recíproca”. Los
radas” (Brut., 41, 152; cf. asimismo opuestos de que hablaba Fichte eran el
De or., II, 38, 157; Tuse., V, 25, 72; Yo y el No-yo y la conciliación se
Acad., II, 28, 91 [trad. esp.: Cuestiones daba, según Fichte, por la posición del
académicas, México, 1944, F.C.E.]; Tóp., No-yo por parte del Yo y por la deter
2, 6 ). Quintiliano (Inst. or., XII, 2, 13) minación que del No-yo se refleja a
y Séneca (Ep., 1, 1) aceptan este con su vez sobre el Yo, produciendo la re
cepto de la D. que igualmente se vuelve presentación en él (Wissenschaftslehre,
a encontrar en la patrística oriental, §4, E). Pero para Hegel, la D. es "la
en Orígenes y en San Gregorio el Tau naturaleza misma del pensamiento”
maturgo, por ejemplo (De hominis opi- (Ene., § l 1), ya que es la resolución
ficio, 16) y en la patrística latina, por de las contradicciones en las cuales
ejemplo, en San Agustín (De ordine, queda envuelta la realidad finita que,
13, 38). A través de la tradición de estos como tal, es objeto del entendimiento.
escritores y de la obra de Boecio (Ad La D. es "la resolución inmanente en la
Cic. Top., I, P. L., 64°, col. 1047) la noción cual la unilateralidad y limitación de
de la D. como lógica general, según el las determinaciones intelectuales se ex
concepto expuesto, perdura durante to presa como lo que ella es, o sea, como
da la Edad Media, ya que coexiste con su negación. 1 to finito tiene de propio
el concepto más restringido de D. como el hecho de s rimirse a sí mismo.
319
Dialéctica
La D. es, por lo tanto, el alma del va. .. Divisamos, por fin, tierra; no hay
progreso científico y el principio por en Heráclito una sola proposición que
el cual solamente la relación inmanente nosotros no hayamos procurado reco
y la necesidad entran en el contenido ger en nuestra Lógica" (Geschichte der
de la ciencia; así como en ella, sobre Philosophie, ed. Glockner, I, p. 343;
todo, está la verdadera y no extrínseca trad. esp.: Historia de la filosofía, I,
elevación sobre lo finito” (Ibid., §81). p. 258, México, 1955, F. C. E.). Por otro
La D. consiste: 1) en la posición de un lado, fue Proclo quien descubrió el ca
concepto "abstracto y limitado” ; 2) en rácter triádico del procedimiento dia
la supresión de este concepto como algo léctico, considerando este procedimien
"finito” y en el paso a su opuesto; to como la derivación de las cosas del
3) en la síntesis de las dos determina Uno y su retomo al Uno. En efecto,
ciones precedentes, síntesis que con según Proclo, tal movimiento doble
serva "lo que hay de afirmativo en su consta de tres momentos: 1) la perma
solución y en su tránsito”. Estos tres nencia inmutable de la Causa en sí
momentos son denominados por Hegel, misma; ,2) el proceder de ella el ser
momento intelectual, momento dialéc derivado que, por su semejanza con
tico y momento especulativo o positivo ella, permanece junto y al mismo tiem
racional, respectivamente. Pero la D. po se aleja; 3) el retorno o conversión
no es sólo el segundo de estos momen del ser derivado a su causa originaria
tos; es más bien el conjunto del movi (Inst. Theol., 29-31). De tal modo, dice
miento, especialmente en su resultado Hegel, Proclo “no se contenta con de
positivo y en su realidad sustancial. En jarla [la Trinidad] en sus momentos
efecto, la identidad entre racional y abstractos. Lejos de ello, examina por
real, que es el principio de la filosofía sí misma cada una de estas tres de
hegeliana, significa que la naturaleza terminaciones abstractas de lo absolu
del pensamiento es la naturaleza mis to, como una totalidad de la Trini
ma de la realidad. La D . es, por lo tanto, dad, obteniendo así una Trinidad
no sólo la ley del pensamiento, sino la real” (Geschichte der Philosophie, ed.
ley de la realidad y sus resultados no Glockner, III, pp. 73 ss.; trad. cit., III,
son puros conceptos o conceptos abs p. 60, México, 1955, F. C. E.).
tractos, sino "pensamientos concretos”, En la filosofía moderna y contempo
o sea, realidao.s verdaderas y propias, ránea la palabra D. conserva, con mu
realidades necesarias, determinaciones cha frecuencia, el significado hegeliano.
o categorías eternas. Toda la realidad En efecto, por un lado, este significado
se mueve o deviene, según Hegel, dia se conserva en las numerosas ramifica
lécticamente, y por lo tanto la filosofía ciones del idealismo romántico y, por
hegeliana ve en todas partes tríadas otro lado, adopta puntos de vista dife
de tesis, antítesis y síntesis, en las cua rentes al del idealismo, pero que utili
les la antítesis representa la "nega zan todavía la noción en tomo a la
ción”, "el opuesto” o "la alteridad” de cual giraba esta teoría. En la primera
la tesis y la síntesis constituye la uni dirección se puede observar que la de
dad y al mismo tiempo la verdad de nominada "reforma” que Gentile se jac
una y de otra. Hegel vio los anteceden tó de haber hecho a la D. hegeliana, fue
tes remotos de esta D ., cuyo precedente simplemente la distinción entre la D. de
inmediato es, según se ha dicho, Fichte, lo "pensado”, o sea del objeto del pensa
en Heráclito y en Proclo. En efecto, miento, y la D. del “acto pensante”,
Heráclito no solamente concebía lo ab esto es, del conocimiento o del Espíritu
soluto como "unidad de los opuestos", absoluto. Pero cada una de estas dos D.
sino que concibió esta unidad como distinguidas por Gentile, se configura
objetiva o "inmanente al objeto", a como síntesis de los opuestos: síntesis
diferencia de Zenón, que consideraba de objetividades opuestas objetivamen
las contradicciones como puramente te, tal como la D. de lo pensado, sín
subjetivas y que, por lo tanto, fue una tesis del Yo y del No-yo, la D. de lo
especie de Kant de la Antigüedad. "He pensante (Spirito come atto puro, VIII,
ráclito —dice Hegel— es *1 primer pen 6 ). Pero con ello el concepto de la D.
sador en quien nos encr .ramos con la no adquiere nada nuevo. Como tam
idea filosófica en su r n a especulati poco es innovado por la distinción, esta
320
Dialéctica
blecida por Croce, entre el "nexo de los justamente este reconocimiento cons
distintos” (o sea entre las varias catego tituye el punto central de la concep
rías espirituales del pensar, del obrar ción D. de la naturaleza” (Anti-Dühring,
y de sus formas) y la “D. de los opues Pref. a la 2* ed.; trad. esp.: Anti-
tos", que sería la unidad y la posición Dühring, Madrid, 1932, Cénit). Según
entre bello y feo, verdadero y falso, Engels, las leyes de la D. pueden ser
bien y mal, útil e inútil, en el sentido derivadas por abstracción tanto de la
de cada forma espiritual (Lógica, I, historia de la naturaleza, como de la his
cap. 6 ). Por otro lado, la noción de D. toria de la sociedad humana. “No son
ha sido utilizada por Marx, Engels y sus otra cosa que leyes más generales de
discípulos en el mismo sentido que entrambas fases de la evolución y del
Hegel le había atribuido, pero sin el pensamiento mismo” (Dialéctica de la
significado idealista que tenía en el sis naturaleza, Dialéctica; trad. ital., p. 56).
tema hegeliano. Lo que Marx reprocha Con todo ello, la noción de D. siguió
al concepto hegeliano es que la D., para sustancialmente inmutable, como ha se
Hegel, es conciencia y permanece en guido en lo general en los escritores
la conciencia no tomando el objeto, la modernos que de ella hacen uso. Por
realidad, la naturaleza, sino el pensa lo tanto, se puede decir que el concep
miento y como pensamiento. Toda la to 4) de la D. sigue estando caracte
filosofía hegeliana vive, según Marx, en rizado por los puntos siguientes: a) la
la "abstracción” y, por lo tanto, no des D. es el paso de un opuesto a otro;
cribe la realidad o la historia, sino sólo b) este paso es la conciliación de los
su imagen abstracta, que finalmente es dos opuestos; c) este paso (y por lo
puesta como suprema verdad en el "Es tanto la conciliación) es necesario. Este
píritu absoluto” (Manuscritos económi último punto es el que opone en forma
co-filosóficos, III; trad. esp. en E. más radical la D. hegeliana a los otros
Fromm, Marx y su concepto del hom tres conceptos de D., en los cuales la
bre, México, 1962, F. C. E., pp. 180 ss.). ausencia de la necesidad constituye
Marx afirmaba, por lo tanto, la exigencia la característica común.
del paso de la D. de la abstracción a La mayor parte de los filósofos mo
la realidad, del mundo cerrado de la dernos y de todos los que adoptan la
"conciencia” al mundo abierto de la na palabra, hacen referencia a estas tres
turaleza y de la historia. "El hecho tesis. La única excepció: a este respec
de que la D. sufra en manos de Hegel to es Kierkegaard, quien solamente
una mistificación —escribe— no obsta acepta la primera de ellas. Para él la
para que este filósofo fuese el primero D. es en general el reconocimiento de
que supo exponer de un modo amplio lo positivo en lo negativo (Diario, X4,
y consciente sus formas generales de A, 456), una relación entre los opuestos
movimiento. Lo que ocurre es que la que no mengua ni anula la oposición
P. aparece en él invertida, puesta de ca y no determina un paso necesario a
beza. No hay más que darle la vuelta, la conciliación o a la síntesis, sino que
mejor dicho, ponerla de pie, y en segui permanece estáticamente en la oposi
da se descubre bajo la corteza mística ción misma. Así, por ejemplo, dice
la semilla racional” (Capital, I, 1 , Kierkegaard: "El estar solo y el tener
Postscr. a la 2’ ed.; trad. esp.: El capi a todos contra sí es, en sentido dialéc
tal, p. xxiv, México, 1959, F. C. E.). tico, tener todos para sí, porque el
Reanudando la tentativa de Marx, hecho de que todos están contra, ayuda
Engels concibió la D. como síntesis de a hacer evidente el hecho de estar
las oposiciones (aunque relativas y solo” (Ibid., VIII, A 124). Y a menudo
parciales) que la naturaleza realiza en a esta D. sin conciliación la denomina
su devenir. "El reconocimiento —de "D. de la inversión” o "D. doble” (Ibid.,
cía— de que estas oposiciones y dife VIII, A 84; VIII, A 91). Si bien no se
rencias se hallan presentes en verdad puede decir que este uso de Kierke
en la naturaleza, pero con una validez gaard esté conforme al concepto hege
sólo relativa, y que, en cambio tal rigi liano de la D., está estrechamente em
dez y tal validez con las cuales se parentado con uno de sus elementos
presentan es introducida en la natura y, en todo c a \ no propone un nuevo
leza solamente por nuestra reflexión; significado de ‘érmino. Para indicar
321
Dialelo
Dianoético
la relación de oposición no concilia tores (Fedr., 275 c; desconfianza que
da, el término más apto es el de ten quizás había llevado a Sócrates a no
sión (véase). Por otra parte, el carácter escribir nada y a concentrar toda su
opuesto de la D. hegeliana, o sea el de actividad en la conversación con ami
la unidad, ha sido tomado por Sartre gos y discípulos) establece también la
como definición de toda la D.: "La D. superioridad del D. como forma litera
es actividad totalizadora; no tiene otras ria, que intenta reproducir el giro de la
leyes que las reglas producidas por la conversación y, en general, de la inves
totalización en curso y éstas concier tigación asociada. Fue, por cierto, este
nen evidentemente a las relaciones de motivo el que indujo a Platón a man
la unificación con lo unificado, es de tenerse fiel a la forma dialogada en
cir, a los modos de la presencia eficaz sus escritos y a rechazar la pretensión
del devenir totalizador en las partes del tirano Dionisio de reducir su filo
totalizadas” (Critique de la raison dia- sofía a la forma de un sumario (Epís
tectique, 1960, pp. 13940). tola VII, 341 b). La exigencia del D. está
La noción de D., por lo tanto, ha presente, de modo más o menos claro,
asumido en su historia cuatro signifi en todas las formas de la dialéctica
cados fundamentales, emparentados en (véase supra) y no se puede decir que
tre sí, pero diferentes. Aun cuando el esté nunca completamente ausente de
último sea el más difundido actual la investigación filosófica, que más que
mente en la filosofía y al cual hace ninguna otra procede por medio de la
frecuente referencia el uso de la pala discusión de las tesis de los otros y
bra en el lenguaje común ("D. de la de la polémica incesante entre las di
historia”, "D. de la vida política”, "D. ferentes direcciones. Por lo demás, el
espiritual”, "D. de los partidos", etc.), principio del D. implica la tolerancia
es también el significado más desacre filosófica y religiosa (véase t o l e r a n c ia ),
ditado, por haber sido usado como una en un sentido positivo y activo y , por
especie de fórmula mágica que puede lo tanto, no como tolerancia de la exis
justificar todo lo que ha ocurrido en tencia de otros puntos de vista, sino
el pasado y lo que se espera suceda como reconocimiento de su igual legi
en el futuro. Si se ha de hacer en el timidad y como buena voluntad de en
futuro un uso científicamente fructí tender sus razones. En este sentido,
fero de la pal«ora D., este cuarto sig el principio del D. fue una adquisición
nificado no será, por cierto, el que su fundamental que pasó del pensamien
ministre las reglas de tal uso. to griego al pensamiento moderno y
que en la edad contemporánea conser
D ia le lo , véase c ír c u l o . va un valor normativo eminente (cf.
G. Calogero, Logo e Dialogo, 1950).
Diálogo (gr. BiáX-oyos; lat. dialogus; ingl.
dialogue; franc. dialogue; alem. Dialog; (gr. S u tv o T irttx ó ; ; ingl. dianoe-
D ia n o é tic o
ital. dialogo). Para buena parte del tic; franc. d ia n o é tiq u e ; alem. dia-
pensamiento antiguo hasta Aristóteles, no'étik; ital. dianoético). Intelectual. La
el D. no es solamente uno de los mo palabra griega, a d a p ta d a a las len
dos en que puede expresarse el discurso guas modernas, se usa casi exclusiva
filosófico, sino su modo propio y privi mente en la expresión "virtudes diano-
legiado, porque este discurso no es he éticas” que, según Aristóteles, indica las
cho por el filósofo a sí mismo ni lo virtudes propias de la parte intelectual
encierra en sí mismo, sino que es un del alma, en cuanto se distinguen de
conversar, un discutir, un preguntar las virtudes éticas o morales que per
y responder entre personas asociadas tenecen a aquella parte del alma que,
en el común interés de la investiga aun estando privada de razón, puede,
ción. El carácter asociado de la inves en cierta medida, obedecer a la razón
tigación, tal como los griegos la conce misma (Ét. N ic , I, 13, 1102 b). Las vir
bían en el periodo clásico, encuentra su tudes dianoéticas son, según Aristóte
expresión natural en el D. La descon les, cinco: el arte, la ciencia, la cordu
fianza de Platón hacia lo» discursos es ra, la sabiduría, el e n te n d im ie n to
critos, por cuanto no r*' anden a quien (Ibid., VI, 3, 1139b 15). Acerca de ellas
los interroga ni eligen sus interlocu véanse las voces pertinentes.
322
D ián o ia
D ife re n c ia
(gr. fiióvoia). El conocimiento
D iá n o ia método diairético propio de la dialéc
discursivo en cuanto procede derivando tica platónica (Platón, Gorg., 500 d;
conclusiones de premisas. Así define Pot., 302 e; cf. Leibniz, Nouv. Ess., III,
Platón a la D. (Rep., VI, 510b) y así la 3, 10).
define Aristóteles que, por tanto, ve 2) El nombre clásico (cf. Arist., Fís.,
en ella el conocimiento científico "en VI, 9, 239b 18) del primer argumento
cuanto tiene que ver con ‘causas y de Zenón de Elea contra el movimien
principios’” (Met., V, 1, 1025b 25). La to, argumento que se puede exponer
palabra equivale, más o menos, a lo así: para ir de A a B, un móvil debe
que nosotros entendemos por razón en antes recorrer la mitad del trayecto
sentido objetivo e implica, en el uso A-B; y antes aun la mitad de esta
platónico y aristotélico, cierta contra mitad, y así sucesivamente, de tal ma
dicción con el sentido específico de nera no llegará nunca a B (Arist., Fís.,
nous o entendimiento, en cuanto desig VI, 9, 239 b 10; Ibid., VI, 2, 233 a 20).
na la facultad, considerada superior, de
intuir los principios últimos, de los que Dictum, véase s ig n if ic a d o .
surgen los mismos procedimientos ra Dictum de omni et nullo. Es el princi
cionales (véase d is c u r s iv o ).
pio en que se funda el silogismo; lo
D ia n o io lo g ía (alem. Dianoiologie). Así que se predica de todos, se predica
denominó Lambert a la primera de las también de algunos y de los singulares
c u a tro p a rte s de su Nuevo órgano y lo que no se predica de ninguno, no
(1764), esto es, la que estudia las le se predica tampoco de algunos o de
yes formales del pensamiento. Con ella los singulares. Por ejemplo, si todo
no hace más que reproducir la lógica hombre es mortal, también algunos hom
formal de Wolff. bres son mortales y lo es Sócrates
como hombre singular, etc. (Arist., An.
D ia s te m a (gr. Siáarnuo). Precisamente, pr., I, 1, 24 b 26; Pedro Hispano, Summ.
intervalo. En la lógica aristotélica se Log., 4.01; Jungius, Lógica, III, 11, 4-5;
denomina D. a la conjunción del sujeto Wolff, Log., § 346; Kant, Logik, § 63;
con el predicado, o sea a la proposición Hamilton, Lectures on Logic, I, p. 303,
(An. Pr., I, 4, 26 b 21; An. Post., I, 21, etc. Véase s il o g is m o .
82b 7; etc.).
D id á c tic a m o ra l (ingl. ethical didactics;
D ia tr ib a (gr. óiaxoiflTi; lat. diatriba; ingl. franc. didactique moraie; alem. ethi-
diatribe; franc. diatribe; alem. Dia- sche didaktik; ital. didattica morale).
tribe; ital. diatriba). Breve disertación Según Kant, una parte de la doctrina
ética. El término aparece también como moral del método, que concierne al es
título de algunas obras atribuidas a tudio de la virtud. La exigencia de
los estoicos Zenón y Oleantes y a otros una D . moral depende del hecho de que
filósofos antiguos. la virtud no es innata y, por lo tanto,
puede y debe ser enseñada (Met. der
D ib a tis . P a la b ra mnemotécnica usada Sitten, II, § 49).
por la Lógica de Port-Royal para seña
lar el sexto modo del silogismo de pri D ife re n c ia (gr. 8 ia<po(>á; lat. differentia,
mera figura (o sea, el Dabitis), modifi ingl. difference; franc. différence; alem.
cado en el sentido de tomar por premisa Differenz; ital. differenza). La deter
mayor la proposición en la que entra minación de la alteridad. La alteridad
el predicado de la conclusión. El ejem no implica, por su cuenta, determina
plo es el siguiente: “Algún loco dice la ción alguna; por ejemplo, "a es otro
verdad; todo el que dice la verdad me que b”. La D. implica una determina
rece ser seguido; por lo tanto, merecen ción : a es diferente a b en el color o
ser seg u id o s algunos que no dejan en la forma, etc. Esto quiere decir que
de ser locos” (Amauld, Logique, III, 8 ). las cosas pueden diferir sólo en c u a n
tienen en común la cosa en que di k
D ic o to m ía (gr. 8 ixoxo(úa; ingl. dicho- ren: por ejemplo, el color, la rigura, ^
tomy; franc. dichotomie; alem. Dichoto- forma, etc. Según Aristóteles, 9 ue ^
mie; ital. dicotomía). 1) La división tableció claramente estas distincn >
de un concepto en dos partes, según el las cosas d il -en en el genero si
323
D ife re n c ia , m é to d o d e la
D ig n id a d
nen la materia en común y no se trans zierung; ital. differenziazione). El paso
forman una en otra, por ejemplo, en de lo homogéneo a lo heterogéneo que,
caso de ser cosas que pertenecen a di según Spencer, es la naturaleza funda
ferentes c a te g o ría s ; difieren en la mental de la evolución (First Princi
especie si pertenecen al mismo género pies, cap. XV). Véase evolución .
(Met., X, 3, 1054 a 23).
La D. fue incluida por Porfirio en las D ife re n c ia l, n s ic o lo g ía (ingl. differential
cinco voces (véase) o sea, entre los cin psychotogy; franc. psychologie différen-
co predicables mayores. Porfirio deno tielte; alem. differentielle Psychologie;
minó constitutiva la D. respecto de la ital. psicología differenziate). Con este
especie y divisiva, con referencia al gé nombre se indica el conjunto de las
nero; por ejemplo, la racionalidad es técnicas psicológicas que sirven para
la D. que constituye la especie humana comprobar los modos y la capacidad
y la separa de las otras del mismo gé de reacción de un individuo y que, por
nero. Distinguió por lo demás: la D. lo tanto, pertenecen a la parte de la
común, que es la que consiste en un psicología que se ocupa de la persona
accidente separable, por ejemplo, entre lidad y sus aplicaciones, o sea, la psi-
Sócrates sentado y Sócrates no senta cotecnia (véase).
do; ¡a D. propia, que es cuando una D ig n id a d (lat. dignitas; ital. degnitá).
cosa difiere de otra por un accidente Así tradujeron los escolásticos, siguien
inseparable, por ejemplo, por la racio do el ejemplo de Boecio, la palabra
nalidad (Isag., 9-10). Estas distinciones axioma (cf. por ejemplo, Santo Tomás,
se reprodujeron en la lógica medieval In. Met., III, 5, 390). Vico conservó
(Pedro Hispano, Summ. Log., 2.11, 2.12). también la palabra misma, y sus "D.”
Son todavía aceptadas por lo común, expuestas en la p a rte de la Sc i e nz a
tanto fuera como dentro de la filosofía. Nuova (trad. esp.: Ciencia Nueva, Mé
D ife re n c ia , m é to d o d e la (ingl. method xico, 1941, F. C. E.) que intituló "De los
of difference; franc. m é th o d e de la elementos” constituyen los fundamen
différence; alem . differenz Methode; tos de su obra. "Propongamos ahora
ital. método delta differenza). Uno de aquí —dice— los siguientes axiomas o
los cuatro métodos de la investigación D. tanto filosóficos como filológicos,
experimental enumerados por Stuart unas cuantas preguntas razonables y
Mili, precisamente el que expresa la si discretas, con otras tantas definiciones
guiente regla: “Si un caso en el cual claras; las cuales, así como por el
un fenómeno investigado tiene lugar cuerpo animado corre la sangre, deben
y un caso en que no tiene lugar, tie correr y animar esta ciencia por den
nen todas las circunstancias en común, tro, en todo lo que razona acerca de la
salvo una sola que tiene lugar única común naturaleza de las naciones”.
mente en el primero, la circunstancia D ig n id a d (ingl. dignity; franc. dignité;
en la que los dos casos difieren es el álem. Würde; ital. dignita). Como “prin
efecto o la causa, o una parte indispen cipio de la dignidad humana” se en
sable de la ca u sa del fen ó m en o ” tiende la exigencia enunciada por Kant
(Logic, III, 8 , § 2). Véanse concom itan como segunda fórmula del imperativo
c ia ; concordancia ; residuo .
categórico: "Obra de manera de tratar
(ingl. ontological
D ife re n c ia o n to ló g ira a la h u m an id a d , tanto en tu perso
difference; franc. différence ontologi- na como en la persona de otro, siempre
que; alem. ontotogische Differenz; ital. como un fin y nunca sólo como un
differenza ontologica). Es, según Hei- medio” (Grundlegung zur Met. der Sit
degger, la D. entre el ser y el ente, y ien, II). Este imperativo establece, en
consiste en la trascendencia del ser ahí, efecto, que todo hombre, y más bien
esto es, en su relacionarse con el ser todo ser racional, como fin en sí mis
mediante la comprensión de éste (Vom mo, posee un valor no relativo (como
Wesen des Grandes ["Sobre la esencia es, por ejemplo, un precio) y sí intrín
del fundamento”], I; trad. ital., p. 24). seco, esto es, la dignidad. "Lo que
tiene un precio puede ser sustituido
D ife re n c ia c ió n (ingl. di f f r e n tia tio n ; por cualquier cosa equivalente; lo que
franc. différentiation; m. Differen- es superior a todo precio y, que por
324
D ilem a
D io n isia c o , e s p íritu
tanto, no permite equivalencia alguna, puesta del padre fuera falsa y, por tan
tiene una £>.". Sustancialmente, la D. to, cesaría su derecho a la restitución
de un ser racional consiste en el he (Schol. ad Hermog., ed. Walz, IV, p.
cho de que él "no obedece a ninguna 170). Parecido D. es el que se contaba
ley que no sea instituida también por acerca de Protágoras, que demanda a
él mismo”. La moralidad, como con su discípulo Evatlo, de quien, por un
dición de esta autonomía legislativa pacto debería recibir honorarios en
es, por lo tanto, la condición de la D. cuanto ganara la primera causa. Pro
del hombre, y moralidad y humanidad tágoras pensaba que Evatlo debería
son las únicas cosas que no tienen pagarle en cualquier caso: si ganaba
precio. Estos conceptos kantianos re la causa, por el pacto, y si la perdía,
aparecen en el escrito de F. Schiller, por la sentencia. Pero Evatlo podría
De la gracia y la D. (1793): “El domi responderle: "No te pagaré en ningún
nio de los instintos mediante la fuerza caso: si pierdo, por el pacto y si gano,
moral es la libertad del espíritu, y la por la sentencia". En este caso, el D.
expresión de la libertad del espíritu en era para el juez (Aulo Gelio, Noct. act.,
el fenómeno se llama D.” ( Ueber Anmut V, 10).
und Würde en Werke, ed. Karpeles, XI, En la lógica medieval los argumentos
p. 207; trad. esp.: De la gracia y la dig de esta naturaleza se denominaban más
nidad, 1937). En la incertidumbre de bien insotubilia u obtigaticmes (véase
las valoraciones morales del mundo con a n t in o m ia s ). El término se encuentra
temporáneo, acrecentada por las dos en cambio, en la lógica renacentista
Guerras Mundiales, se puede decir que (cf., por ejemplo, L. Valla, Dialect. Dis-
la exigencia de la D. del ser humano put., III, 13) y de ésta pasa a la lógica
ha superado la prueba, revelándose de Jungius (Lógica Hamburgensis, 1638,
como una piedra de toque fundamen III, 29, 1) y a la Lógica de Amauld
tal para la aceptación de los ideales o (III, 16). El D., en este sentido, fue
de las formas de vida instauradas o pro llamado por Hamilton sophisma hetera
puestas, ya que las ideologías, los par zeteseos o sofisma de contra-interrcga-
tidos y los regímenes que explícita o ción ( Lectures on Logic, I, p. 466).
implícitamente han contravenido este 2) Más tarde se ha denominado D.
teorema han demostrado ser ruinosos a cierta forma de inferencia del tipo
para sí y para los demás. siguiente: "Toda cosa es o P o Ai; S no
es M; por lo tanto, S es P (cf. Peirce.
Dilema (gr. S i l . T i m i a ; lat. d i l e m m a ; Coll. Pap., 3.404). Este segundo signi
ingl. dilemma; franc. dilemme; alem. ficado de D. ya fue distinguido del
Dilemma; ital. dilemma). 1) Este tér precedente por Jungius (Log. Hamburg.,
mino (que significa "premisa doble”) III, 29, 10) y es descrito como "silo
comenzó a ser usado por los gramáti gismo hipotético-disyuntivo” por Kant
cos y lógicos del siglo n (cf. Hermóge- (Lógica, § 79) Hamilton (Lectures on
nes, De inv., IV, 6 ; Galeno, Int. log., Logic, I, pp. 350ss.) y otros escritores
VI, 5) para señalar los razonamientos posteriores.
insolubles o convertibles (S.-eoqoi óv-
riciTQEtpovTa) que, según el testimonio (ingl. dimensión; franc. di
D im e n s ió n
de Diógenes Laercio (VII, 82-83), se ha mensión; alem. A u s d e h n u n g ; ital.
llaban con frecuencia en los libros ló dimensione). Con este término se en
gicos de los estoicos. Uno de estos D. tiende todo plano, grado o dirección
era denominado "del cocodrilo": un en que se pueda efectuar una investi
cocodrilo roba a un niño y promete al gación o realizar una acción. Se habla
padre restituírselo en caso de que adi así de "D. de libertad" para designar
vine lo que el cocodrilo va a hacer: los grados de la libertad misma o las
restituir o no al niño. Si el padre direcciones en que puede manifestar
responde que el cocodrilo no lo resti se o de "D. de una investigación” para
tuirá, nace el D. para el cocodrilo; en designar los diferentes planos o niveles
efecto, si no lo restituye haría verda a los cuales puede ser conducida.
dera la respuesta del padre y, por el
pacto, tendría que restituir al niño, D io n isia c o , e s | :i u(alem. diotiysischer
pero si lo restituye haría que la res- Geist). El prii no opuesto al espíritu
325
Diorisma
Dios
apolíneo (véase); fue más tarde en cuatro formas de distinguir histórica
tendido por Nietzsche como la actitud mente las concepciones de D., que apa
inherente al superhombre y como el recen en la historia de la filosofía oc
fundamento de la “trasmutación de los cidental, tienen la ventaja de seguir
valores” que Nietzsche se proponía. En con suficiente fidelidad las articulacio
efecto, Dionisios es, para Nietzsche “la nes históricas de la noción examinada,
afirmación religiosa de la vida total, o sea, los puntos en torno a los cuales
no renegada ni quebrada”. Es, en otros han girado las mayores polémicas.
términos, el símbolo de la aceptación
integral y entusiasta de la vida en to 1. Dios y el m u n d o
dos sus aspectos y de la voluntad de
afirmarla y de r e p e tir la (Witle zur El aspecto por el cual D. es causa,
Machí, ed. 1901, § 479; trad. esp.: La es el aspecto fundamental de D. Las
voluntad de dominio, Madrid, 1932). formas del ateísmo (véase) son nega
ciones de la causalidad de Dios. Pero
Diorisma (gr. 8 iooujp,óg; ingl. diorism; tal causalidad ha sido entendida de
franc. diorisme; alem. Diorismus; i tal. modo diferente a lo largo de la his
diorisma). Enunciación de un proble toria de la filosofía, y según tales di
ma o delimitación de su posibilidad. ferencias es posible distinguir las tres
Término usado por los matemáticos concepciones siguientes: A) D. como
griegos. creador del orden del mundo, o sea
como causa ordenadora; B) D. como
Dios (gr. 0eóg; lat. Deus; ingl. God; naturaleza del mundo, o sea como cau
franc. Dieu; alem. Goít; ital. Dio). Dos sa necesaria; C) D. como creador del
son las cualificaciones fundamentales mundo, o sea como causa creadora.
que los filósofos (y no solamente ellos) A) Dios como creador del orden del
han atribuido y atribuyen a D.: la de mundo. Esta concepción es probable
causa y la de bien. Por la primera, D. mente la más antigua en la historia
es el principio que hace posible el de la filosofía; el primero que la enun
mundo o el ser en general. Por la se ció claramente fue Anaxágoras, que
gunda, es fuente o garantía de todo lo consideró a la Inteligencia como la
que de excel nte hay en el mundo y, divinidad que ordena el mundo (Aecio,
sobre todo, en el mundo humano. Se I, 7, 14). El carácter creador de la In
trata, como es evidente, de calificacio teligencia se reconoce por el hecho de
nes muy genéricas, que adquieren un que Anaxágoras negaba, como lo testi
sentido preciso solamente en el ámbito monia Alejandro (De fato, 2) la existen
de las particulares filosofías que las cia de un destino necesario, lo que
adoptan. Podemos, por lo tanto, dis quiere decir que consideraba a la Inte
tinguir entre sí las varias concepciones ligencia misma como causa libre y,
de D. precisamente por los significados por lo tanto, creadora (véase creación ).
específicos que tales cualificaciones ad Pero no se trataba por cierto de una
quieren, y por lo tanto: 1) con referen creación a partir de la nada, como no
cia a la relación de D. con el mundo, se trató de creación a partir de la nada
respecto al cual D. es causa; y 2) con en la doctrina de Platón y Aristóteles.
referencia a la relación de D. con el Para Platón D. es el Artífice o Demiur
orden moral, respecto al cual D. es go del mundo, cuya potencia creadora
bien. Ya que por lo demás la divinidad está limitada: 1) por el modelo que
puede ser concebida como participa imita y que es el mundo de las sustan
ción de varios entes, o como propia cias o realidades eternas (Tim., 29 a);
de un ente solamente y ya que, por 2) por el molde material que con su
otro lado, se pueden admitir varios ca necesidad resiste su obra inteligente
minos de acceso del hombre a D., se (Ibid., 50 d ss.). Las características de
pueden considerar otras dos formas de la divinidad platónica son, además de la
distinguir las concepciones de D., a potencia superior (pero por los motivos
saber 3) con referencia a la relación expuestos, no ilimitada), la inteligencia
de D. consigo mismo . sea con su di y la bondad. Esta última hace de la
vinidad; 4) con ref ncia a los posi creación un acto libre, que tiene por
bles accesos del b >re a Dios. Estas mira la multiplicación del bien (Ibid.,
326
Dio*
ble, del mundo mismo. Dice Spinoza: el hombre en D.” (Ibid., §564). Desde
"En el orden natural de las cosas nada este punto de vista, la distinción entre
se da contingente, sino que todo está de la “Esencia eterna” y su manifestación,
terminado por la necesidad de la natu es un estadio provisional que es supe
raleza divina a existir y obrar de un rado por el retomo de la manifestación
cierto modo” (Eth., I, 29). Aun cuando a la esencia eterna y por la realización
se pueda distinguir entre naturaleza na de su unidad. En efecto, Hegel distin
turalizante que es D. y naturaleza natu gue tres momentos del concepto de
ralizada, que son las cosas que derivan D.: "en cada uno de los cuales el con
de D. (Ibid., scol.), en realidad la na tenido absoluto se representa: a) como
turaleza no es más que el orden nece contenido eterno que queda en posesión
sario de las cosas y este orden es D. de sí en su manifestación; b) como
"Ya concibamos la Naturaleza bajo el distinción de la esencia eterna de su
atributo de la Extensión, ya bajo el atri manifestación, la cual, mediante esta
buto del Pensamiento o bajo otro cual distinción, resulta el mundo de la apa
quiera, hallaremos un solo y mismo riencia en el cual entra el contenido;
orden, o sea una sola y misma conexión c) como infinito retorno y conciliación
de las causas, esto esu que se siguen del mundo extraño a la esencia eterna,
las mismas cosas unas de otras” (Ibid., como la vuelta de ésta, por la apari
II, 7, scol.). Por esto, D. no es para ción a la unidad en su plenitud” (Ibid.,
Spinoza la Unidad inefable de la cual 566). La realidad plena de D. consiste
brotan las cosas por emanación, ni la en reconocerse realizado en el mundo
Causa creadora del orden, sino este or y a través del mundo.
den mismo en su necesidad. Lo que Este pensamiento, de que la realiza
implica que la derivación necesaria de ción de D. ha sido confiada al mundo, o
las cosas del mundo, unas de otras, por lo menos su realización última y to
según el ideal de la racionalidad geo tal, constituye la inspiración (y la se
métrica, es la misma realización de D.: ñal) dominante en el panteísmo contem
un pensamiento que fue hecho explícito poráneo. Bergson expresa precisamente
en el romanticismo precisamente en re este pensamiento al identificar a D. con
lación con la doctrina spinoziana. El el esfuerzo creador de la vida (Deux
pensamiento de que en el mundo, y sources, p. 235), esto es, con el movi
más precisamente en la necesidad ra miento por el cual la vida actúa fuera
cional del mundo, se revela y, al mismo de sus formas estáticas y definidas,
timpo, se realiza D. mismo, es el pensa hacia la creación de nuevas formas
miento fundamental del romanticismo. más perfectas. Del amor místico por
Podemos encontrar su mejor expresión la humanidad, que es el extremo último
en Hegel, quien comienza insistiendo en del élan vital, Bergson aguarda la re
la necesidad de la revelación de D.: si novación de la humanidad misma y la
D. no se revelara, sería un D. envidioso. reanudación "de la función esencial del
"Cuando en la religión se toma seria Universo, que es una máquina para
mente la palabra D., que es el conte construir dioses” (Ibid., p. 234). La
nido y el principio de la religión, puede expresión "máquina para hacer dioses”
y debe comenzar la determinación del es muy significativa; expresa bien la
pensamiento, y si se negara la revela creencia que espera del mundo la rea
ción a D. no podría atribuírsele otro lización de D. En otros filósofos vuel
contenido que la envidia. Pero si la ven las viejas fórmulas, como la del
palabra espíritu debe tener un sentido, mundo como "cuerpo de D.”, pero vuel
significa la revelación de sí mismo” ven con el nuevo significado de que
(Ene., §564). Ahora bien, esta revela s lo incorporándose a D. se realiza co
ción no es solamente revelación, es la mo tal. Dice Alexander: "D. es la tota
realización de D. como la conciencia de lidad del mundo en cuanto posee la
sí que alcanza al hombre. “D. es D. cualidad de la deidad. De este ser.
sólo en cuanto se conoce a sí mismo; el mundo entero es el cuerpo, la dei
su saber de sí mismo es, por lo de dad es el espíritu. Pero el poseedor de
más, su conciencia de sí en el hombre la deidad ■» es real, sino ideal; como
y el saber que el hombre tiene de D., un D. exist *e real es el mundo infi
que progresa hasta el punto de saberse nito en nist. 'acia la deidad, o, para
331
Dios
adoptar una frase de Leibniz, en cuanto creación del .nundo. A veces, como en
está grávido de la deidad” ( Space, Hegel, D. ya es real en el mundo, en to
Time and Deity, II, p. 535). Por lo das las determinaciones del mundo,
tanto, es el mundo el que debe parir porque es el Espíritu mismo, o sea la
a D., o, sin metáforas, es por la vía de racionalidad consciente de sí que se rea
la evolución natural por la que en de liza en él como tal. Otras veces, D.
terminado momento aparecerá la cua es el término del proceso evolutivo, la
lidad de la deidad que encontrará sus fase en la cual tal proceso logra la uni
tancia en un determinado número de dad o la perfección. En todo caso, el
seres (Ibid., p. 365). Esa misma relación panteísmo contemporáneo ha invertido
entre D. y el mundo ha sido expresada el punto de vista tradicional: no es D.
por Whitehead, con la siguiente antí el que da cuerpo, sustancia o realidad al
tesis: "Que D. sea permanente y el mundo, sino el mundo el que da cuerpo,
mundo pasajero o que el mundo sea sustancia o realidad a D.
permanente y D. pasajero, es cierto. C) Dios como creador. Para quienes
Es cierto que D. es uno y el mundo conciben a D. como causa creadora, D.
muchos o que el mundo es uno y D. mu no es solamente el primer motor y la
chos. Es cierto que el mundo es emi causa primera del devenir y del orden
nentemente real en relación a D. o que del mundo, sino también el autor de la
D. es eminentemente real en relación estructura sustancial del mundo mismo.
con el mundo. Es cierto que el mundo Tal estructura, constituida por las sus
es inmanente a D. o que D. es inma tancias, formas o razones últimas de las
nente al mundo. Es cierto tanto que cosas, no es coeterna con él (como, en
D. trascienda al mundo como que el cambio, lo es en la concepción clásica),
mundo trascienda a D. Es cierto que sino producida por Él mismo. Y es pro
D. crea el mundo o que el mundo crea ducida no por el camino de un proceso
a D.” (Process and Reality, pp. 527- necesario sino por una causalidad libre,
528). Estas antítesis significan que si por la cual el mundo se separa de D.
D. esDera del mundo su realización, el en el acto mismo de resultar su ser de
mundo espera su unidad por medio de Él. Por otro lado, en esta concepción D.
D. "El mundo —dice Whitehead— es la ya no es más el supraser, sino el ser
multiplicidad de las actualidades fini mismo del cual resulta todo otro ser. Las
tas que buscan una perfecta unidad. características de la divinidad se deri
Ni Dios ni el mundo logran un cumpli van, en esta concepción, de la noción
miento estático. Ambos están asidos de creación en su significado propio y
por el último fundamento metafísico, específico (véase creación ). Y debe ha
el avance creador hacia lo nuevo. Cada cerse notar que este significado ha sido
uno de ellos, tanto D. como el mundo, elaborado sólo mediante la tentativa de
es instrumento de la novedad del otro” distinguirlo polémicamente de la orde
(Ibid., p. 529). También para el viejo nación y de la emanación. Las palabras
panteísmo, el mundo, como emanación que en hebreo, en griego o en latín sig
o revelación de D., condicionaba de al nifican crear, tienen, como en las len
guna manera la realidad misma de D. guas modernas, un sentido genérico
"D. no estaba antes de crear todas las que permite referirlas indiferentemente
cosas”, decía Scoto Erígena (De divis. a la obra de un artífice o a la de un
nat., I, 72), defendiendo la coetemidad creador; sólo a través de la elabora
del mundo y de D. Y en efecto: ¿qué ción filosófica, por lo tanto, llegan a
sería un cuerpo fragante que no ema destacarse sus características.
nara perfume o una luz que no irradiara Tal elaboración se inicia con Filón
sus rayos a su alrededor? La no< on de Alejandría (siglo i), quien, por la
misma de emanación hace del mundo interpretación alegórica del Antiguo
y, en general, de todo lo que de D. ema Testamento, definió el concepto de D.
na, parte integrante de D. y condición unas veces en polémica con las doctri
de su realidad. Sin embargo, solamente nas elaboradas por la filosofía griega
en el mundo moderno y comenzando y otras en dependencia de ellas. Por
por el romanticismo (qr atesoró las primera vez, se afirmó que D. sacó al
lecciones de Sninoza) r afirma explí mundo "del no ser al ser” (De vita
citamente que D. es, r lgún modo, la Mosis, III, 8 ) y que es, no solamente
332
lijo»
Dios
En cambio, el ser que es necesario por Para Leibniz, por lo tanto, D. es sus
sí es absolutamente simple, privado de tancia necesaria (Mon., §38). Pocas
posibilidad y de materia: es D. (Met novedades presentan a este respecto las
II, 1, 3). La distinción entre ser nece concepciones que la filosofía moderna
sario y ser posible y la definición de y contemporánea nos ofrecen de D. co
D. como ser necesario fueron introdu mo causa creadora. Se limitan a repetir
cidas en la escolástica cristiana por los fragmentos tradicionales, comen
Guillermo de Auvemia (De Trinitate, zando con el de necesidad, que en la
7) y constituyeron el fundamento de la mayoría de las ocasiones es tomado
teología de San Alberto Magno y Santo como punto de partida para una demos
Tomás de Aquino. Este último expresa tración ontológica. Así lo hace Lotze,
la necesidad del ser divino como iden por ejemplo (Microkosmus, III, p. 457)
tidad de la esencia y de la existencia y siguen sus huellas muchos represen
en D.: D. es el ser cuya esencia implica tantes del espiritualismo contemporá
la existencia. En efecto, todo lo que neo. La única excepción a esta direc
por participación se encuentra en algu ción son Kierkegaard y quienes lo
na cosa, debe ser necesariamente cau siguen en su concepción de D. Según
sado por lo que en ella se encuentra por Kierkegaard, la relación entre D. y el
esencia, por lo tanto, el ser de todas las mundo es incomprensible y sólo puede
cosas es creado o producido por lo que ser esclarecida negativamente con la
el ser por su esencia posee, o sea noción de una diferencia absoluta, de
por el ser necesario (S. Th., I, q. 2, un “salto” entre el mundo y D. (Diario,
a. 3; q. 44, a. 1). La necesidad es, en VIII, A. 414). Por lo tanto, Kierkegaard
otros términos, la naturaleza misma no se sirve de la noción de causa para
de D. Y si bien la proposición "D. es” determinar la relación entre el mundo
que expresa esta definición no es por sí y D., y evita atribuir a D. la categoría
evidente con respecto a nosotros (que de necesidad. D. es “Aquel a quien todo
podemos no entender el significado de es posible” (Die Krankheit zum Tode
D. e interpretarlo como cuerpo, por [“La enfermedad mortal”], I, c; trad.
ejemplo), es evidente en sí —nota se- ital. Fabro, p. 247): esta definición de
cundum se—, es decir, en sí misma D. posibilita la fe, porque es el funda
necesaria (Ibid., I, q. 2 , a. 1 ). mento de la confianza en Aquel que
La carácter." tica de la necesidad, a en todo momento puede encontrar una
la que el pensamiento filosófico llegó posibilidad de salvación para el hombre,
relativamente tarde, fue la fundamental pero excluye la certidumbre que ten
para todas las doctrinas sucesivas de dría por fundamento la necesidad de la
D. Nicolás de Cusa definía a D. como naturaleza divina. Es obvio que desde
"necesidad absoluta” (De Docta ignor., este punto de vista la misma califica
I, 22). Alguna vez esta característica ción de D. como creador del mundo
fue tomada como punto de partida de resulta incomprensible, y afirmarla o
la prueba ontológica, como lo hizo Des negarla es indiferente. Lo mismo vale
cartes para quien “la existencia necesa para la doctrina contemporánea que
ria está contenida en la naturaleza o más se acerca a la inspiración de
en el concepto de D., por lo que es Kierkegaard en este punto: la de Jas-
verdad decir que la existencia necesa pers. Calificar la trascendencia del ser
ria está en D. o que D. existe” (Se- con los atributos tradicionalmente da
condes Réponses, prop. I, Démonstra- dos a D. o como D. mismo es, según
tion). En alguna otra ocasión se niega Jaspers, anular la distancia entre la
la legitimidad de tal prueba, pero se trascendencia y el hombre, o sea, anu
toma igualmente la necesidad como de lar la trascendencia como tal. La única
finición de D., como lo hace Leibni' por cifra o signo de la trascendencia es el
ejemplo. “Es necesario —dice— áuscar descalabro que el hombre sufre en su
la razón de la existencia de" mundo tentativa de llegar a la trascendencia
que es la totalidad de las co^.as contin misma. Tal descalabro es el único signo
gentes, y es necesario buscarla en la auténtico de la trascendencia, la cual
sustancia que lleva la iw'ín de su exis es más bien negada por cada tentativa
tencia en sí y que, r lo tanto, es de acercarla y de hacerla accesible, pen
necesaria y eterna” héod., I, §7). sándola con los tradicionales términos
334
Dios
problema al cual uno y otro dan origen Bayle, los deístas y Leibniz) discutie
es el del libre albedrío, problema ca ron largamente estos problemas, sin
racterístico de esta concepción de D. encontrar para ellos nuevas soluciones
Boecio anticipa el esquema de todas (véase m a l ). Por un lado, Bayle ponía
las soluciones dadas más tarde, afir de relieve la insuficiencia de las solu
mando que las acciones humanas están ciones tradicionales y creía insolubles
incluidas, precisamente en su libertad, tales problemas; por otro, Leibniz vol
en el orden providencial (Ibid., V, 6). vía a proponer las soluciones tradicio
En forma más precisa y circunstan nales insertándolas en su concepto del
ciada la misma solución (a la que por mundo como órdenes espontáneamente
lo común se acoplaron los filósofos organizados y D. como principio de es
medievales) fue nuevamente propuesta ta organización. En virtud de este con
por Santo Tomás, quien por un lado cepto, Leibniz podía admitir un determi-
afirma el carácter integral o totalitario nismo no necesario, en lo que se refiere
de la acción providencial, y por otro a la voluntad humana en el orden pro
cree que la providencia misma es con videncial (Discours de métaphysique,
ciliable con la libertad humana, que §30) y representar, en forma más plau
vuelve a entrar en su cuadro, justo sible, la vieja tesis de que el mal no
como tal. Dice Santo Tomás: “Es inhe existe, esto es, que no tiene una reali
rente a la providencia ordenar las co dad propia, sino que es un indispensa
sas hacia un fin. Luego de la bondad ble, aunque incómodo, ingrediente del
divina, que es un fin separado de las mejor de los mundos posibles (Théod.,
cosas, el bien principal, existiendo en I, §21). Sin embargo, el concepto de D.
las cosas mismas, es la perfección del como "sustancia necesaria” perduraba
Universo, la cual no existiría en caso en Leibniz (Monad., §38) y este con
de no encontrarse en las cosas todos cepto es difícilmente compatible con
los grados del ser. De aquí se concluye la causalidad libre de Dios. Una sustan
que es propio de la divina providencia cia necesaria, como afirmaba Avicena,
producir todos los grádos del ser y, quien por primera vez enunció el con
por lo tanto, para ciertos efectos pre cepto, no puede tener más que una
paró causas necesarias, para que advi causalidad necesaria y comunicar su ne
nieran necesariamente, pero para otros cesidad a todo lo que depende de ella.
efectos preparé causas contingentes pa En su formulación tradicional esta
ra que advinieran contingentemente, concepción de D. se re v e la como
de conformidad con la condición de las una composición sincretista cuyos ele
causas próximas." Por lo tanto, "sucede mentos no son todos mutuamente com
infalible y necesariamente lo que la patibles. Infiere, en efecto, de la con
providencia divina dispone que suceda
así, y sucede, en cambio, de modo con cepción b), el concepto de un plano
tingente lo que la providencia divina providencial, concepto que nace histó
tiene razón de hacer que así ocurra” ricamente de la identificación de D. con
(S. Th., I, q. 22, a. 2). No se trata, el mundo o con su orden. Y combina
obviamente, de una solución exenta de tal doctrina con la de origen árabe,
dificultades, ya que no es fácil enten de D. como sustancia necesaria, como
der cómo la realización de un diseño también con el elemento greco-cristiano-
perfecto y minucioso pueda ser con judío, de D. como causa libre. No debe
fiado, así sea en parte o en parte asombramos que de la composición de
mínima, al comportamiento imprevisi elementos conceptuales tan heterogé
ble de un factor arbitrario. Pero es la neos nazcan contrastes y problemas de
solución constantemente repetida en extrema dificultad. En la misma filo-
el ámbito de esta concepción, la ual fía contemporánea, las soluciones que
tiende a subrayar la libertad je la de tales problemas se ofrecen no son
causalidad divina a los fines dr la solu diferentes de las que se han mencio
ción del otro problema fundair .ntal de la nado y a veces resultan aún menos
teodicea, el del mal, expresado por la vie convincentes al acentuar el carácter
ja fórmula: “Si Deiis est, » nde malum? necesario de la realidad divina, a cau
Si non est, mide bonuw Los autores sa de la influencia del inmanentismo
de los siglos xvii y xvr .especialmente romántico.
338
Dios
Por otra parte, no sería exacto su reciente que el mundo, lo mismo que
poner que el politeísmo, entendido a la el tiempo, pero D. es el anciano y el
manera expuesta, sea una alternativa Demiurgo del mundo" (Legis allegoria
inherente a ia filosofía pagana y que, II, 1-3). En las discusiones trinitarias
por lo tanto, ya no se presente a partir de la edad patrística y de la escolás
de la elaboración cristiana del mono tica, la identidad de D. y de la divini
teísmo. Incluso esta elaboración no lle dad fue el criterio rector para recono
ga a eliminar la rebelión recurrente cer y combatir las interpretaciones que
del politeísmo, ya sea en doctrinas que, inclinaban hacia el triteísmo. Por cier
como la de las cuatro naturalezas de to, la Trinidad se presenta constante
Scoto Erígena, reproducen el esquema mente como un misterio que la razón
neoplatónico, ya sea en las interpreta apenas puede rozar. Pero lo que impor
ciones trinitarias menos logradas que ta poner de relieve es que la unidad
a veces se inclinan al politeísmo. Tal divina se considera atacada solamente
fue, por ejemplo, la de Gilberto de la cuando, con la distinción entre D. y la
Porrée (siglo xn) que tomaba como divinidad, se admite, implícita o ex
base la distinción entre deitas y Deus plícitamente, la participación de la divi
( véase d e id a d ). Por otro lado, toda for nidad misma por dos o más seres
ma de panteísmo, antiguo o moderno, individualmente diferentes. La mejor
tiende a ser un politeísmo, ya que tien exposición de este punto de vista se
de a difundir el carácter de la divi puede ver en Santo Tomás, que de tal
nidad sobre un determinado número manera recapitula una larga tradición
de entes, debilitando al mismo tiempo (cf. también, por ejemplo, Ricardo de
a la separación entre estos entes y San Víctor, De Trin., I, 17). "Aquello
manteniendo la distinción entre divi por virtud de lo cual una cosa singular
nidad y D. Así, para Hegel, las institu es precisamente ‘esta cosa' —dice Santo
ciones históricas en las cuales se rea Tomás—, no puede comunicarse a otros.
liza la razón consciente de sí y, en Por ejemplo, lo que hace que Sócrates
primer lugar, el Estado, son verdaderas sea hombre pueden tenerlo muchos;
y propias divinidades: "El Estado —di pero lo que hace que sea este hombre,
ce Hegel— es la voluntad divina en sólo puede tenerlo uno. Por consiguien
cuanto espíritu real explicándose en for te, si lo que hace que Sócrates seá
ma real y en la organización de un hombre hiciese también que fuese es
mundo” (Fil. del der., §270). Las formas te hombre, por lo mismo que no puede
del panteísmo moderno son aún más haber muchos Sócrates, tampoco po
claramente politeístas. Bergson, Alexan- dría haber muchos hombres. Pues éste
de , Whitehcad (cf. los fragmentos ci es el caso de D., que, según hemos
tados en 1 B), al confiar al mundo el visto, es su propia naturaleza; por lo
poder de realizar a la divinidad, re cual, lo mismo que hace que sea D.,
conocen explícitamente que él, en el hace también que sea este D, Por tanto,
momento de la realización, se concre es imposible que haya muchos dioses.”
ta'a en una multiplicidad de entes (S. Th., I, q. 11, a. 3). Éste es el motivo
'’ivinos. por el cual los teólogos medievales in
b) Monoteísmo. Como ya se ha di sisten acerca de la simplicidad de la
cho el monoteísmo está caracterizado naturaleza divina; tal simplicidad sig
por 1 1 reconocimiento de que la divi nifica, en efecto, nada más que la inco
nidad es poseída sólo por D. y de que municabilidad de esa naturaleza y, por
D v la divinidad coinciden, y no por la lo tanto, la imposibilidad de ser com
presencia de una jerarquía de seres y partida por más de un D. La historia
de un jefe de esta jerarquía. En t ,e de la filosofía no ha agregado mucho
sentido, el monoteísmo aparece f . la a estos conceptos, desde Santo Tomás
historia de la filosofía en Filón e Ale en adelante. La decadencia de la es
jandría. quien afirma que "D. s solita peculación teológica ha hecho que los
rio, es uno en sí mismo y nada hay filósofos sean más bien un tanto impre
similar a D." y que, por lo anto, "está cisos al respecto y, por lo tanto, las
en el orden de lo uno y •' la mónada cualificaciones de monoteísmo y poli
o más bien es la mona en el orden teísmo son adoptadas un tanto al azar,
de D. uno, ya que tod' amero es más limitándose el politeísmo a una mani-
340
Dios
idéntico al del cielo, simétrico, armo debe haber un primer principio del cual
nioso y útil al todo, y la tierra que ha depende la totalidad de la serie. Ya
tenido el puesto central... éste con que la argumentación vale asimismo
cluirá que todo ello no ha sido hecho para las causas finales, conduce a ver
sin un arte perfecto y que el artesano en D. el fin último, o sea el bien supre
de este Universo ha sido y es D.” (Alt. mo, al cual se subordinan todas las
leg., III, 98-99). Obviamente, como cosas del mundo (Ibid., XII, 7, 1072 b 2).
anotara Kant, el argumento concluye Esta prueba puede ser considerada co
en la existencia de un Demiurgo, o mo una transición entre la prueba ideo
sea, del creador del orden del mundo, lógica y la del movimiento y en reali
no del creador del mundo, pero ha dad es interpretada a veces en el
sido utilizado también por los que ad primer sentido, y otras en el segundo
miten la causalidad creadora de D. Su sentido.
fuerza probatoria se apoya en la noción 4) La prueba considerada como más
de orden y precisamente en el carácter sólida por el mundo clásico y medieval
absoluto de esta noción (véase o r d e n ). es la deducida del movimiento. Fue
Ha sido, es y seguirá siendo el argu expuesta por primera vez por Platón
mento más simple y popular, pero no (Leyes, X, 894-95) y vuelta a considerar
por ello el más débil. Stuart Mili in por Aristóteles (Fís., VIII, 1; Met., XII,
tentó expresarlo en forma más riguro 7). En la escolástica latina fue intro
sa, en cuatro partes, conforme a cuatro ducida en el siglo xi por Abelardo de
métodos inductivos: concordancia, di Bath (Quaest. nat., 60). Podemos leer
ferencia, residuos y variaciones conco su exposición más clara y sucinta en
mitantes (Three Essays on Religión, Santo Tomás. Parte del principio de que
1875, con el título "Theism”, 1957, p. 27). "todo lo que se mueve es movido por
En forma no muy diferente a la otro”. Ahora bien, “si lo que mueve
tradicional, el argumento fue adoptado a otro es, a su vez, movido, es nece
por C. S. Peirce que consideró a D. sario que lo mueva un tercero, y a
como el Ens necessarium, creador de éste otro. Mas no se puede seguir inde
los tres universos de experiencia (o finidamente, porque así no habría un
sea el de las puras ideas, el de las cosas primer motor y, por consiguiente, no
reales y el de los signos), cuya existen habría motor alguno, pues los motores
cia puede ser demostrada por el orden intermedios no se m sven más que
de estos tres mundos y por su concor en virtud del movimiento que reciben
dancia (Coll. Pap., 6 , 452 ss.; el escrito del primero, lo mismo que un bastón
es de 1908). Pero no debemos olvidar nada mueve si no lo impulsa la mano.
que el concepto de orden (véase) es un Por consiguiente, es necesario llegar a
concepto relativo por el cual, como un primer motor que no sea movido
observaba el mismo Peirce, “un mundo por nadie, y éste es el que todos en
al acaso es simplemente nuestro mun tienden por D." (S. Th., I, q. 2, a. 3).
do real desde el punto de vista de un Este argumento fue sometido a crítica
animal con el mínimo absoluto de inte ya a fines de la escolástica. Occam
ligencia” y que, por lo tanto, la noción niega la validez de los dos principios
de orden difícilmente sirve para re sobre los que se funda. En efecto, ob
montarse a la de un Espíritu ordenador serva, se puede afirmar racionalmente
(Chance, Lave and Logic, I, 5, 2; trad. que alguna cosa se mueve por sí, como
ital., p 83). el alma, el ángel o el peso mismo que
3) Una variante o determinación de tiende a bajar y que el proceso hacia
lo expuesto es la prueba causal que el infinito a menudo se da en la expe-
puede hallarse en Aristóteles (Met., r ncia, por ejemplo, cuando se golpea
II, 2) y que más tarde es adoptada u l . de los extremos de una longitud
por los autores árabes (Avicena) y por conw ua, la parte golpeada moverá a
Santo Tomás. Se funda en el principio la pai ' más próxima y ésta a otra
de que es imposible remontarse al y así h. sta el infinito (Cent, theot.,
infinito en la serie de las causas ma Concl. I, .') . También esta prueba con
teriales y de las causas eficientes, de cluye solan ’nte en la existencia de un
las causas finales o de las consecuen Primer mote v no en la de una causa
cias y que, por lo tanto, en toda serie creadora y ct -sta finalidad fue adop
3 43
Dios, pruebas de su existencia
tada por Platón y por Aristóteles. Kant debe existir necesariamente una natu
consideró esta prueba como idéntica a raleza superior, al punto de no estar
las dos precedentes y observó la difi subordinada a ninguna otra como infe
cultad de establecer una proporción rior” (Man., 4). El fundamento de esta
precisa entre el movimiento y el motor, prueba es el principio platónico de que
o sea, inducir la existencia y los ca todo lo que posee una determinada
racteres de una Causa infinita del orden cualidad la posee por participación de
y del movimiento. "Yo no creo —ha aquello en que la cualidad misma es
dicho— que nadie tenga nunca la osa inherente de modo esencial y eminente,
día de conocer la relación de la mag por ejemplo, todo lo que es caliente es
nitud del mundo por él observada (por caliente por participación con el fue
extensión y contenido) con la omni go, que es calor por esencia (Fed.,
potencia, del orden cósmico con la 101 dss.). Tal principio fue también
suma sabiduría, de la unidad cósmica admitido por Aristóteles (Met., II, 1,
con la unidad absoluta del creador, 993 b 25), a quien remiten a menudo los
etcétera” (Crít. R. Pura, Dialéctica, ca escritores medievales.
pítulo III, sec. 6 ). 6) La prueba denominada por Santo
5) El argumento denominado de los Tomás ex possibili et necessario, por
grados fue expuesto por Aristóteles en Leibniz a contingentia mundi y por Kant
su diálogo juvenil más importante, el prueba cosmológica, una de las más
que lleva por título Sobre la filosofía: afortunadas, fue expuesta por vez pri
"Por lo general, en las cosas en que se mera por Avicena y se halla estrecha
encuentra lo mejor, también se halla mente ligada a la concepción de D. pro
lo óptimo y ya que existe lo óptimo pia del neoplatonismo árabe. Avicena
en las cosas que de uno u otro modo (Met., II, 1, 2), en efecto, había distin
existen, existirá también en el ser lo guido al ser en necesario y posible, y
óptimo, que podría ser lo divino” (Fr., definió el ser posible como lo que no
16, Rose). Cicerón reproducía lo ex existe por sí, sino que para existir tie
puesto del modo siguiente: "No se pue ne necesidad de otro. Por lo tanto, si un
de afirmar que en todo orden de cosas posible existe, existe algo que lo hace
no exista un término extremo, una existir, pero si esta cosa es a su vez
perfección absoluta. Ya que para una posible reenvía aún a otra que sea cau
planta, para un animal, vemos que la sa de su existencia y así sucesivamente
naturaleza, si no se le opone alguna hasta llegar al ser necesario que es lo
fuerza, sigue su camino y llega al tér que existe por sí. De esta prueba re
mino último, y la pintura, la arqui sulta la definición de D. como ser nece
tectura y las otras artes también logran sario, una definición que puede hallar
un resultado perfecto en sus obras. Lo su antecedente en Aristóteles (Met.,
mismo es para cada naturaleza y por XII, 7, 1072 b 10), pero que adquiere
razones mayores: se debe necesaria diferente sentido en la filosofía árabe,
mente producir y cumplir una forma porque ésta la adopta para afirmar la
absolutamente perfecta” (De nat. deor., necesidad de todo lo que existe y, por
II, 13, 35). Esta prueba fue nuevamente lo tanto, también de lo posible que, si
expuesta por San Agustín (De Civ. Dei, existe, existe necesariamente por la ac
VIII, 6 ) y halló su forma clásica en el ción de una causa necesaria. A pesar
Monologian de San Anselmo. Dice San de la conexión entre esta prueba y el
Anselmo: "Si no puede negarse que al necesarismo árabe, la prueba misma
gunas naturalezas son mejores que fue aceptada por Maimónides (Dahalat
otras, la razón nos persuade que no hay al Hairin [Guía de los descarriados];
una tan excelente que no pueda tenpr trad. franc.: Guide des egarés, II, 1) y
otra superior a sí. En efecto, si e .a por la escolástica latina, en la cual fue
distinción de grados siguiera al nfi- introducida por Guillermo de Auvemia
nito, de modo que no existí' a un (De Trinitate, 7), en la primera mitad
grado superior a todos, la ra 7 n sería del siglo x i i i . A partir de entonces ha
llevada a admitir que el r .mero de sido una de las pruebas a que se recu
estas naturalezas es infinit . Pero ya rre más frecuentemente en la historia
que ello es estimado com' absurdo por de la filosofía. Es esta prueba, y sola
cualquiera que no esté pT ido de razón, mente ella, la repetida con frecuencia,
344
Dios, pruebas de su existencia
349
D is tra c c ió n
D is trib u tiv o
y el asno. Acerca de esta D. había Ya Kant, con muy buen sentido, anota
insistido ya Duns Scoto, que la utilizó ba que es ur.a debilidad, más que una
para expresar la diferencia entre el fuerza del espíritu, el no poderse sepa
individuo y la naturaleza común (Op. rar de algo a lo que se ha dado grande
Ox., II, d. 3, q. 6 , n. 15) y la existente y duradera atención, debilidad que si
entre los atributos divinos (Ibid., I, resulta habitual y dirigida al mismo
d. 8 , q. 4, n. 17). Según Mayrone, este objeto, puede degenerar en locura. La
tipo de D. puede ser puesta por la defi D. como diversión del espíritu es, por
nición, por la división (o clasificación), lo tanto, una condición de la salud
por la descripción y la demostración, ya mental. Por otro lado, el estar siempre
que lo individualizado por cualquiera distraído da al hombre la apariencia
de estos procedimientos se distingue de un soñador y lo hace inútil a la
formalmente de las otras cosas; 4) la sociedad (Antr., I, 47). En este sentido
D. real es la que existe entre las "cosas la palabra equivale a diversión (véase).
positivas", recíprocamente independien 2) Lo contrario de la atención (véa
tes, es decir, tales que la existencia se): la olvidada o deficiente actividad
de una sea posible sin la existencia de selectiva en las relaciones de los obje
la otra; 5) la D. esencial existe entre tos de un campo.
las cosas que pueden separarse, aun
hipotéticamente (por ejemplo, por la (lat. distributio; ingl. dis-
D is trib u c ió n
acción de Dios), como la materia y tribution; franc. distribution; alem.
la forma, el accidente y el sustrato, el Auftheilung-, ital. distribuzione). Una
precedente y el consecuente; 6) la D. de las doctrinas típicas de la lógica
total sustancial (subjectiva) aparece terminista medieval, que aplicó esta pa
entre las cosas que no coinciden en labra a “la multiplicación de un tér
ninguna realidad sustancial; 7) la D. mino común operada mediante un signo
total representativa (objectiva) existe universal, como por ejemplo, en la fra
entre las cosas que no pueden tener se ‘todo hombre corre’; el término corre
el mismo predicado esencial (quidita- es distribuido con respecto a cualquier
tivum) (Formalitates, ed Venetiis, término inferior, por el signo todo"
1517, f. 23-24). Descartes ha simplificado (Pedro Hispano, Summ. Log., 12.01).
notablemente esta complicada tabla de Al concepto de D. se debe la gran
D., reduciéndt as a tres, o sea la real, importancia que los lógicos terministas
la modal y la de razón. La D. real apa acordaban al operador todo (véase).
rece entre dos o más sustancias y Aun cuando la importancia de tal ope
existe cuando se puede pensar una sus rador sea reconocida a veces en la lógi
tancia clara y distintamente sin pensar ca contemporánea, falta en ésta una
en la otra. La D. modal surge entre la doctrina de la distribución.
sustancia y su modo (o manifestación)
o entre dos diferentes modos de la mis (ingl. distributive; franc.
D is trib u tiv o
ma sustancia. La D. de razón es la que distributif; alem. d is tr ib u tiv ). 1) La
se establece a veces entre la sustancia justicia D . es, según Aristóteles, la que
y uno de sus atributos, sin el cual la preside la división de las reservas co
sustancia misma no podría subsistir, o munes y de los bienes, en cuanto tal
entre dos atributos, igualmente inse división debe ser hecha según la con
parables, de la misma sustancia (Princ. tribución que cada uno aporta a su pro
Phil., I, 60-62). La doctrina de las D. ducción (Ét. Nic., V, 4, 1131b 25). Tal
no ha tenido seguidores en la filosofía tipo de justicia es, por lo tanto, similar
moderna y contemporánea. a una proporción geométrica de cuatro
2) Grado de la evidencia. Véase ca términos por lo menos, en la cual las
r id a d . recompensas dadas a dos personas se
relacionen entre sí lo mismo que los
(lat. distractio; : .gl. dis-
D is tra c c ió n respectivos méritos (Ibid., V, 3, 1131 a
traction; franc. distraction-, .iem. Zer- 15). Véase j u s t i c i a .
streulheit; ital. distrazione' 1) La con 2) Ley D. es el nombre dado a cierto
dición en la cual la atenr jn se desvía número de leyes admitidas por lo co
de las ideas o las ocr tciones domi mún en aritmética y en lógica. La ley
nantes y se ve llevad ■ otras cosas. D., por la multiplicación y la adición,
350
D is y u n c ió n
D iv is ib ilid a d
tiene en aritmética la siguiente forma: D iv e rsió n (ingl. diversión; franc. diver-
tissement; alem. Zeitvertreib; ital. di
x x (y + z) = (x x y) -1-(xx z). ver timento). Toda actividad que distrai
ga al hombre de las ocupaciones o pre
En el cálculo de las proposiciones y ocupaciones habituales. Pascal entendió
en el cálculo de las clases existen aná la D. como el medio del que se sirve el
logas leyes distributivas. hombre para sustraerse al conocimiento
D is y u n c ió n (ingl. disjunction; franc.
de la propia desdicha y, por lo tanto,
disjonction; alem. Disjimktion; i tal. yincluyó en la D. asimismo los trabajos
las ocupaciones habituales. "Al no
disgiunziorte). En la lógica escolástica haber
es una prcrpositio hypothetica, formada rancia,podido la
curar la muerte, la igno
desdicha, los hombres han
por dos proposiciones categóricas uni creído mejor no pensar en ello para
das por el signo vel ("Sócrates currit ser felices” (Pertsées, 168, 131, 139, etc.).
vel Plato sedet"). En la lógica contem La búsqueda de ocupaciones, tanto
poránea se aplica el término a una gratas cuanto más absorbentes, demás
proposición molecular formada por dos pectáculos, de entretenimientos, etc., es es
(o más) atómicas unidas por el signo
"V ” ("p V q”). En ambas lógicas, la la consecuencia de esta postura, al decir
de Pascal, aunque en sí misma es de
condición necesaria y suficiente para bilidad e infelicidad, porque hace depen
la verdad de una D. es que, por lo diente al hombre y, por ende, proclive
menos, una de las dos proposiciones a ser perturbado por miles de acciden
que la componen sea verdadera. G. P. tes (Ibid., 170). Voltaire, en polémica
D isy u n tiv o (gr. fiie^euytiévov; lat. disiimc- con Pascal, observaba: “Nuestra con
tivus; franc. disjonctif; alem. disjunkti- dición es precisamente la de pensar en
ve; ital. disgiuntivo). Es el enunciado los objetos externos, con los cuales
que contiene una alternativa, sea en tenemos relaciones necesarias. Es falso
sentido inclusivo, por ejemplo, "Uno u que un hombre pueda desviarse del
otro camino conduce a Roma” ; sea en pensar en la condición humana, ya que
sentido exclusivo, por ejemplo, "O es de sea lo que fuere aquello a que aplica
noche o es de día.” Los estoicos, que su espíritu, lo aplica a algo que se
fueron los primeros en prestar atención enlaza a tal condición. Pensar en sí
a tales enunciados, los entendieron en mismo, haciendo abstri ción de las co
el sentido exclusivo (Dióg. L., VII, 1, sas naturales, es no pensar en nada:
72). digo, entiéndase bien, en nada absolu
El silogismo D. es el que tiene una tamente (Annotations sur les Pensées
proposición disyuntiva como premisa de Pascal, §38). A su vez, Hume reco
mayor. Véase s il o g is m o . nocía que estas consideraciones eran
justas porque "el espíritu no puede pro
D iv e rs id a d (ingl. diversity; franc. diver- curarse por sí solo su D., y busca natu
sité; alem . Verschiedenheit; ita l. di- ralmente fuera de sí objetos que pue
versitá). Toda alteridad, diferencia o dan dar una sensación vivaz y pongan
desemejanza. El término es más gené en movimiento sus capacidades” ( Trea-
rico que estos tres y puede indicar uno tise, II, 1, 4). Éste es un punto de vista
cualquiera de ellos o todos en conjunto. que la psicología moderna apoya tam
Puede también indicar la simple dis bién.
tinción numérica que se tiene cuando
dos cosas no difieren en nada, salvo D iv isib ilid a d (gr. Staígeat;; lat. divisibili-
por el hecho de ser numéricamente tas; ingl. divisibility; franc. divisibilité;
distintas. En este sentido, la D. es la a' m. Teilbarkeit; ital. divisibilitá). La
pura y simple negación de la identidad pi iedad que tiene un todo de poder
y Wolff la definía exactamente dicien ser * scompuesto en sus partes; si el
do que "son diferentes las cosas que no todo b. continuo, estas partes son, a su
pueden sustituirse una a la otra, que vez, div. :bles (Arist., Fís., VI, 1, 231 b
dando sólidos los predicados que se 11). Seguí Kant, una de las antinomias
atribuyen a una de ellas absolutamente cosmológic. • consiste en considerar co
o en determinada c ondi c i ón” (Ont., mo posible imposible la división al
§183). infinito y, po. ~i tanto, posible e impo-
351
1
D iv isió n
D o b le v e rd a d
sible la existencia de partes simples, conjunto, deben agotar el sujeto; 6) los
esto es, indivisibles. Según Kant la anti miembros divisores deben excluirse mu
nomia se resuelve reconociendo que aun tuamente; 7) la D. debe proceder conti
cuando el todo pueda ser dado a la nuamente a través de diferencias inme
intuición, en cambio no es dada intui diatas a diferencias mediatas (Lectures
tivamente la división total, que con on Logic, II, 2* ed., pp. 22 ss.). El estu
siste solamente en la descomposición dio de la D. ha desaparecido de la lógi
progresiva o en la regresión (Crít. R. ca contemporánea, y el concepto de
Pura, Dialéctica, cap. II, sec. 9). D. ha sido sustituido por el concepto
de la disyunción, que es una de las co
D iv isió n (gr. SiaÍQEcn;; lat. d iv is io ; nectivas lógicas. Véase co n ec tiv o .
franc. división; alem. Einteilung; ital.
divisione). El procedimiento de la D. Doble v e rd a d (ingl. double iruth; franc.
que consideró Platón como segunda fa double vérité; alem. doppelte Wahrheit;
se de la dialéctica (véase) y Aristóteles ital. doppia venta). Los escolásticos
dejó a un lado como "silogismo débil” latinos designaron así la doctrina de
(An. Pr., I, 31, 46 a 31), fue nuevamen Averroes én tomo a las relaciones entre
te introducido en la lógica por los es religión y filosofía, e inmediatamente
toicos, que distinguieron por primera se aplicó la expresión a todas las doc
vez entre la D. y la .partición, y defi trinas que se acercaban a ella. Según
nieron la subdivisión como "una D. Averroes, "la religión propia de los
luego de la D.” distinguiendo entre filósofos consiste en profundizar el es
D. en especie y D. por contrario o por tudio de todo lo que es; no se podría
negación (Dióg. L., VII, 61). Esta doc rendir a Dios un culto mejor que el que
trina, que es reproducida sin variacio consiste en conocer sus obras y conduce
nes por la lógica del siglo x i i i (cf., por a conocerlo en toda su realidad” (Munk,
ejemplo, Pedro Hispano, Summ. Log., Mélanges de phil. juive et arabe, p. 456).
5.45) se enriqueció notablemente en los Pero, por otro lado, la investigación
siglos posteriores (Occam, Summa Lo- filosófica no puede ser de todos y la
gicae, I, 34; Jungius, Lógica Hambur- religión del filósofo no puede ser la re
gensis, 1638, IV, 5-7) y fue expuesta ligión del vulgo. La religión que es he
últimamente por Hamilton, que ilustró cha para los más sigue y debe seguir
con amplitud r ;s fundamentos tradicio un camino "simple y narrativo” que
nales. ilumine y dirija la acción. Para Averroes
En primer lugar, la D., como D. ló a la filosofía corresponde el mundo
gica, se distingue de la partición, que de la especulación, a la religión el
es la descomposición de un todo en sus mundo de la acción (Destructio des-
partes, en cuanto es la distinción de ob tructionum, disp. 6 , fol. 56, 79). Según
jetos diferentes que pueden mentarse se ve, el punto de vista de Averroes no
con el mismo nombre. La D. puede ser tiene nada que ver con un fideísmo
hecha sólo a partir de un principio que vulgar que oponga la verdad de la
exprese un carácter esencial del objeto. razón a la verdad de la fe, y se decida
Si los miembros que resultan de una D. por ésta mediante un acto arbitrario
todavía se dividen se tiene una sub o en obsequio a la autoridad. Pero des
división; si un mismo objeto puede pués la expresión de D. verdad sirvió
ser dividido a partir de diferentes prin precisamente para designar tal fideís
cipios, se tienen condivisiones. En fin, mo, ya sea sincero o insincero. Así, en
si una D. tiene solamente dos miembros el último periodo de la escolástica mu
se denomina dicotomía; si tiene tres, chas proposiciones, que se considera
tricotomía, etc., y si tiene muchos ' li- ban imposibles de demostrar, fueron
tomía. Hamilton enunció asimisir las admitidas por la fe, y Duns Scoto deli
siguientes reglas de la D.: 1) 1 ua D. mitó nítidamente la esfera de la fe, que
debe tener un principio; 2) d /e tener se refiere a la acción, de la esfera de la
uno solo; 3) debe ser un ca acter real filosofía, que se refiere a la especula
y esencial de la noción divi' da; 4) nin ción (Op. Ox., Pról., q. 3). Con Occam
gún miembro divisor del medicado de y sus discípulos esta postura resultó
be por sí mismo age r el sujeto; aún más radical, con la reconocida im
5) los miembros divid’ is, tomados en posibilidad de demostrar todas las pro
3 S 2
D o c ta ig n o ra n c ia
D ogm a
posiciones fundamentales de la fe. Oc- callarla o ignorarla oficialmente, se en
cam afirmaba resueltamente que "los cama, aunque sea inconscientemente,
artículos de fe no son ni principios de esa actitud que la tradición filosófica
demostración, ni conclusiones, ni pro ha designado como D. verdad. Tal acti
bables” (Stcmnta log., III, 1), con lo que tud puede ser caracterizada como la
quería decir que no son ni verdades creencia en el carácter aristocrático
evidentes, ni verdades demostradas, ni de la verdad, o sea la creencia de que la
tampoco proposiciones probables. Pero verdad está verdaderamente destinada
no hay tampoco en Occam esa descon a pocos y que los "más” son incapaces
certante actitud propia de muchos ave- de soportarla.
rroístas de los siglos xiv y xv, que
consiste en declarar fríamente, sin la (lat. docta ignorantia).
D o c ta ig n o ra n c ia
menor justificación, que se cree lo con El conocimiento de los límites del pro
trario de lo que se ha demostrado, por pio saber, como principio o fundamento
que así lo quiere la fe o la religión. Juan de un saber positivo. La expresión se
de Jandún (siglo xiv), por ejemplo, de encuentra, quizás por vez primera, en
cía : "Aunque esta opinión de Averroes San Agustín (Ep. ad Probam, 130, 15,
no pueda ser impugnada con razones §28). Aparece alguna vez en la filosofía
demostrativas, digo no obstante lo con medieval, en San Buenaventura, por
trario y afirmo que el entendimiento ejemplo, para caracterizar el éxtasis:
no es numéricamente uno en todos los "Nuestro espíritu es arrebatado, por en
lugares... Pero no demuestro esto con cima de sí, casi por una docta ignoran
ninguna razón necesaria porque no lo cia, en la oscuridad y en el éxtasis”
considero posible y si alguno sabe ha (Breviloquium, V, 6 ). Pero debe su
cerlo, que se regocije (gaudeat). Yo difusión a Nicolás de Cusa que intituló
asevero que esta conclusión es verda en esa forma una de sus obras mayores
dera y la considero indubitable por la (De docta ignorantia, 1440). Tanto en
sola fe” (De an., III, q. 7). Y también Nicolás de Cusa como en los otros, la
a propósito de otros puntos fundamen expresión fue referida a Dios: la D. ig
tales de la fe cristiana repite Juan su norantia consiste en saber que no se
irónica invitación: "que se regocije el puede saber nada de Dios. Dios es, en
que sepa demostrarlo”. Es difícil creer efecto, según Nicolás de Cusa, el infi
en la sinceridad de semejante actitud, nito; por lo tanto, está mera de toda
como es difícil creer en la sinceridad proporción con lo finito, o sea con el
de un Pomponazzi que, después de ha hombre; lo que hace de él algo incon
ber demostrado lo inconciliable entre mensurable con referencia a los pode
destino y libre albedrío, declara explí res humanos y de tal manera que sola
citamente que es necesario creer en la mente puede ser entendido por el cami
Iglesia y, por lo tanto, negar el destino no de la alteridad, o sea negando o
(De jato, Perorat.): una escapatoria a llevando al límite los caracteres cono
la que recurrieron muchos entre los cidos por el hombre (De docta ign., I,
siglos xvi y xvn. En realidad, solamente 3; De coniecturis, I, 13; Apología, p. 13).
este punto de vista (si se puede llamar Véase ig n o r a n c ia .
tal) debería ser designado como "do
ble verdad”, en tanto que para el otro, Dogma (gr. 8 óyaa; lat. dogma; ingl.
representado por Averroes, la verdad dogma; franc. dogtne; alem. Dogma;
es una sola, y la religión y la filosofía ital. dogma). 1) Opinión o creencia. En
no hacen más que expresarla en dos este sentido es usada la palabra por
formas diferentes, una por la especula Platón (Rep., 538 c; Leyes, 644 d), y los
ción, otra por la acción. En una o en est micos la oponen a la epoché o sus
otra forma, sin embargo, la actitud de pena n del asentimiento, que consiste
la D. verdad continúa teniendo también en no . 'finir la propia opinión o creen
hoy sus sostenedores tácitos, ya sea en cia en . a sentido u otro (Dióg. L.,
filosofía, en religión o en política. Cuan IX, 74). . 'ant entendió por D. "una
do se considera que no todas las ver proposición Erectamente sintética que
dades son dichas y proclamadas, que deriva de co ~eptos”, que es un mate
alguna verdad puede ser peligrosa para rna. En otros -minos, los D. son "pro
los "más” y, por lo tanto, es necesario posiciones sint ’as a priori” de natu-
353
D o g m a tis m o
D o n a tis m o
raleza filosófica, en tanto no se podrían buido y que no implica condena alguna
denominar D. las proposiciones del a la actitud relativa. "La justa posición
cálculo y de la geometría (Crít. R. Pura, dentro de la esfera de la investigación,
II, Disciplina de la razón pura, sec. 1). en un buen sentido dogmática, esto
2) Decisión, juicio, y por lo tanto es, pre-filosófica, a que pertenecen to
decreto u ordenanza. En este sentido das las ciencias empíricas (pero no
se entendió la palabra en la Antigüe sólo ellas) consiste en hacer a un lado
dad (Cicer., Acad., IV, 9; Séneca, Ep., con plena conciencia todo escepticismo
94) y se la usó para indicar las creen juntamente con toda ‘filosofía natural’
cias fundamentales de las escuelas y ‘teoría del conocimiento’ y en tomar
filosóficas; más tarde fue aplicada a las objetividades del conocimiento allí
las decisiones de los concilios y de las donde nos encontremos realmente en
autoridades eclesiásticas acerca de ma ellas" (Ideen, I, §26). El D. se opondría
terias fundamentales de la fe. así a la epoché fenomenológica, propia
de la filosofía. Véase e p o c h é .
Dogmatismo (ingl. dogmatism; franc.
dogmatisme; alem. Dogmatismus; ital. D o lo r (gr. Mirn; lat. dolor-, ingl. pain;
dogmatismo). El significado del térmi franc. douleur; alem. Schmerz; ital.
no ha sido fijado por la oposición que dotore). Una de las tonalidades funda
los escépticos establecieran entre los mentales de la vida emotiva, más pre
filósofos dogmáticos, que definen su cisamente la negativa, que a menudo
opinión sobre cada punto, y los filó es tomada como signo o indicación del
sofos escépticos, que no la definen carácter hostil o desfavorable de la
(Dióg. L., IX, 74). Desde este punto situación en la cual se encuentra el ser
de vista, son dogmáticos todos los filó viviente. Véase e m o c ió n .
sofos no escépticos. Un nuevo signifi
cado de D. fue el atribuido a la palabra D o m in a n te , véase RELACIÓN, C ), 4.
por Kant, que identificó el D. con la
metafísica tradicional y lo entendió D o m in a n te , a r g u m e n to , véase VICTORIOSO,
como "el prejuicio de poder progresar ARGUMENTO.
en la metafísica sin una crítica de la D o m in a n te s (alem. Dominanten). El
razón” (Crít. R. Pura, Pref. a la 2* ed.). fisiólogo J. Reinke aplicó este término
Este D. filosótico, que consiste en lan a las fuerzas de naturaleza espiritual,
zar la razón a investigaciones que están inconscientes,
fuera de sus posibilidades, por hallarse lógicamente, y pero que obran ideo
que presiden las funcio
más allá de la experiencia posible, en nes de los organismos y la vida en
cuentra más tarde un incentivo en el
"D. común” que consiste en "razonar general. Estas fuerzas serían conocidas
a la ligera acerca de cosas de las que sólo indirectamente, por sus efectos
nada se comprende y de las cuales (Die Welt ais Tat ["El mundo como
nadie en el mundo jamás entenderá Einleitungrealidad”], 1899, 1957, 7? ed., pp. 273 s s .;
nada" (Ibid.). Desde Fichte, la pala ["Introducción in die theoretische Biotogie
bra se aplica al punto de vista del 1902, pp. 168s s .) .a Véase la biología teórica”],
v id a ; v it a l is m o .
realismo, según el cual la representa
ción es producida por una realidad ex D o n a tis m o (lat. donatismus; ingl. do-
terna y no por el yo (Wissenschafts- natism; franc. donatisme; alem. Dona
tehre, 1794, I, teorema iv); y a partir tismus-, ital. donatismo). La doctrina
de Hegel al punto de vista opuesto de Donato de Casas Negras (siglo m ),
al de la dialéctica, o sea aquel por el que fue uno de los puntos contra los
cual "de dos afirmaciones opuestas n a cuales dirigió su polémica San Agustín.
debe ser verdadera, la otra falsa” Jnc., Tal doctrina afirmaba la absoluta in
§ 32). Estos dos filósofos inici- on así transigencia de la Iglesia frente al Es
la mala costumbre de denr .linar D. tado. Como comunidad perfecta, la Igle
a un punto de vista diferen* al propio, sia no debe tener contacto con la auto
adoptando de tal manera 1 palabra sin ridad civil y las autoridades religiosas
referencia de ninguna U ole a su uso que toleran tales contactos cometen
histórico. Más de acui1' j con este uso traición y pierden la capacidad de ad
es el significado que T jserl le ha atri ministrar los sacramentos. El D. habría
354
Dóxico
D u clio p e r im p o ssib ü e
hecho imposible la formación de la je sentido más genérico. En su De Mona-
rarquía religiosa y, subordinando la va de, Giordano Bruno dicé que del Uno
lidez de los sacramentos a la pureza nace la D. como del recorrido del punto
de vida del ministro, habría expuesto brota la línea, y la D. constituye la
tal validez a una duda continua (cf. San estructura de aspectos fundamentales
Agustín, De baptismo contra ckmatistas, del Universo (esencia y ser, materia y
401; Contra titteras Petiliani donatis- forma, potencia y acto, etc,). En aná
tae, 401; Contra ckmatistas epístola de logo significado usa el término Schel-
imítate ecclesiae, 405, etc.). ling {Werke ["Obras"], I, X, p. 263).
(alem. doxisch). De doxa (opi
D ó x ic o D u a lis m o(ingl. duatism; franc. dualis-
nión). Husserl aplica este adjetivo a me; alem. Duatismus; ital. dualismo).
todos los caracteres inherentes a la El término fue acuñado en el siglo xvm
crencia (o doxa) {Ideen, I, §103). (aparece, probablemente por vez prime
ra, en Thomas Hyde, Historia religionis
D u a lid a d (lat. dualitas; ingl. duality; veterum Persarum, 1700, cap. ix, p. 164)
franc. dualité; alem. Dualitát; ital. dua- para indicar la doctrina de Zoroastro
lita). Relación que liga entre sí dos que admite dos principios o divinida
objetos cualesquiera de modo tal que des, uno del bien, el otro del mal, que
el uno pueda transformarse en el otro continuamente luchan entre sí. Bayle y
mediante operaciones oportunas. Así Leibniz adoptaron la palabra en el mis
por lo menos se define este concepto mo sentido. Christian Wolff, en cambio,
en geometría, donde se denominan dua le da un significado diferente diciendo
les dos figuras que se pueden obtener que "dualistas son los que admiten la
una de la otra, o la recta y el punto, existencia de sustancias materiales y
porque trazar una recta pasando por un de sustancias espirituales" (Psychol.
punto y señalar un punto sobre una rat., §39). Este significado sigue siendo
recta son en sí mismas operaciones el más común y difundido a lo largo
duales. En filosofía la palabra no tiene de la tradición filosófica. Por ello, el
un significado tan preciso e indica, por fundador del dualismo sería Descar
lo general, una pareja de términos en tes, pues reconoció precisamente la exis
tre los cuales hay una relación esen tencia de dos diferentes especies de
cial: por ejemplo, materia y forma, et sustancias, la corpórea y la espiritual.
cétera. Pero el significado de la palabra ha sido
D u a lid a d (gr. 8 ía ;; lat. duatitas; ingl. a menudo ampliado a fin de abarcar
dyad; franc. dyade; alem. Dyas; ital. otras oposiciones reales que los filó
diade). Es, según los pitagóricos, “el sofos han descubierto en el Universo,
principio de la diversidad y de la des por ejemplo, la aristotélica entre ma
igualdad, de todo lo divisible y muda teria y forma, la medieval entre exis
ble y que, ora está de una manera, ora tencia y esencia y, la de todos los
de otra” (Porfirio, Vita Pith., 52). Se tiempos, entre apariencia y realidad.
opone a la mónada que es el principio Arthur O. Lovejoy ha examinado his
de la unidad, del ser idéntico e igual. tóricamente la rebelión contra el D.
En este sentido, Aristóteles dice que {The Revolt against Duatism, 1930)
"el número deriva de la mónada y de insistiendo acerca de la necesidad de
la D. infinita” (Met., XIII, 7, 1081 a 14), alguna forma de D. o, por lo menos,
frase que es tomada por Plotino e in de "bifurcación de la experiencia" que
terpretada en el sentido de que la D. justifique la distinción entre la apa-
es la Inteligencia (nous) porque ésta rie-cia ilusoria y la realidad. Véase
ya manifiesta una composición en la MOl 'M O.
multiplicidad de sus objetos y en la es
cisión entre lo que piensa y lo que D u ctio , 'r im p o ssib ü e , o también: per
es pensado {Enn., V, 4, 2). En sentido contradic yriam propositionem. La re
análogo, Filón había dicho que "la D. ducción al bsurdo de la tesis del adver
es la imagen de la materia y, como ella, sario media fe la demostración de la
dividida y fraccionada” {Alt. Leg., I, contradicción que implica. Adquieie
3; cf. Dióg. L., VIII, 25). En el Rena la forma de lo: ’logismos Baroco {véa
cimiento la noción fue adoptada en ur. se) y Bocardo ( -se) (Jungius, Lógica,
355
Duda
III, 14; cf. Arist., Art. Pr., I, 5, 27 a la D. una fase subjetiva de la investiga
36 ss.). ción. Pero en realidad, la D. cartesia
na no es un elemento de la historia
D uda (gr. ájcopía; lat. dubium\ ingl. privada de Descartes, sino la fase crí
doubt; franc. daute; alem. Zweifel; tica de ese tipo de saber propio del
ital. dubbio). Bajo este término se en tiempo en que Descartes vivió y que
tienden por lo común dos cosas dife a través de él logra reconocer la insu
rentes, pero más o menos conectadas: ficiencia o la labilidad de sus funda
1) un estado subjetivo de incertidum mentos. Es esto lo que Descartes mis
bre, o sea una creencia o una opinión mo reconoce: "No llegaremos a una
no suficientemente determinada o tam mala conclusión diciendo que la físi
bién la vacilación para elegir entre la ca, la astronomía, la medicina y todas
aserción de la afirmación y la aserción las otras ciencias que dependen de la
de la negación; 2) una situación obje consideración de las cosas compuestas
tiva de indeterminación o la problema- son dudosas e inciertas, pero que la
ticidad de una situación, o, lo que es aritmética, la geometría y las otras
lo mismo, su carácter indeciso con re ciencias de esta naturaleza que tratan
ferencia a su posible éxito o a su posi rie cosas muy simples y generales, sin
ble solución. preocuparse de si existen o no en la
Aristóteles reconoció por primera vez naturaleza, contengan algo cierto e in
(por lo menos implícitamente) esta dis dubitable” (Méd., I). Aun cuando la D.
tinción de significados al negar que pueda extenderse (mediante la hipó
la duda pudiera reducirse a la “equi tesis de un genio maléfico que se di
valencia de los razonamientos contra vierta en engañar a los hombres) tam
rios”, ya que tal equivalencia es más bién a las ciencias matemáticas, no
bien lo que puede producir la duda. hay duda de que para Descartes éstas
"Cuando razonamos —dice— en ambas se sustraen, por motivos objetivos, a
direcciones y todos los elementos del la incertidumbre subjetiva y, por lo
discurso nos parecen desarrollarse con tanto, le permiten obtener precisamen
pareja validez en cada uno de los dos te de ellas las reglas fundamentales
sentidos, entonces estamos en D. acerca del método (Discours, II). El carácter
de qué hacer” (Tóp., VI, 145 b 15). La objetivo de la D. es frecuentemente
"equivalencia Je razonamientos opues puesto a la luz en la filosofía contem
tos” es la situación objetiva de inde poránea. Por un lado Husserl conside
terminación ; la D. es la incertidum ra la D. como estado subjetivo, como
bre subjetiva y la incapacidad de deci un modo de darse "un objeto como
sión que comporta. Estos dos aspectos simple apariencia” {Ideen, I, §103).
se vuelven a encontrar, en forma más Por otro lado, para Dewey, la D. tiene
o menos explícita, en la historia de la su raíz en la "situación problemática"
filosofía, pero con predominio del as que estimula o determina la investi
pecto subjetivo, que es considerado pro gación y que la investigación misma
pio o constitutivo de la duda. Así se debe llevar a una nueva situación. "La
deduce de una anotación de Sexto Em investigación, al restablecer la pertur
pírico (Hip. Pirr., I, 7), para quien bada relación entre organismo y am
la D. es "la vacilación para afirmar o biente (que define la D.), no se limita
negar”, aun cuando los escépticos no a remover la D. recurriendo a una
niegan los buenos fundamentos objeti integración adaptativa anterior. Esta
vos de esta vacilación. Y aun sin negar blece nuevas condiciones ambientales
el fundamento objetivo, Santo Tomás que originan problemas nuevos” {Logic,
insiste acerca del carácter subj ivo cap. 2; trad. esp.: Lógica, México, 1950,
de la D. como ignorancia o de' cien F. C. E., p. 50).
cia de información y, por lo t ato, no El valor de la D. en la investigación
lo considera esencial en 1p elección filosófica ha sido admitido por todas
voluntaria (S. Th„ III, q. 1P a. 4). Apa las doctrinas que ven en la filosofía
rentemente prevalece el r ,ácter obje la búsqueda por la adquisición de la
tivo de la D. también er Jescartes, ya verdad más que su posesión y revela
que el curso autobiog .ico de la in ción. También, a veces, se ha creído
vestigación cartesianr arece hacer de que la D. lleva consigo o implica una
356
D u d a h ip e rb ó lic a
D u ra c ió n
certidumbre originaria superior a toda D uda hiperbólica, véase supra DUDA.
D. Es éste el movimiento intelectual
que Descartes difundió en el mundo (gr. a'uov; lat. aevum; ingl.
D u ra c ió n
moderno y sobre el cual fundó la evi duratian; franc. durée; alem. Dauer;
dencia propia de la conciencia. Tal ital. durata). El espacio de vida de una
concepción encuentra su origen en San cosa o de un acontecimiento, esto es,
Agustín: "Todo aquel que sepa dudar, los límites de su existencia en el tiem
sabe la verdad y está seguro de lo po. Así definía Aristóteles la D.: “El
que sabe; por lo que está seguro de término que abraza el tiempo de cada
la verdad. Por lo tanto, quien dude cosa viva y fuera del cual nada de
de la existencia de la verdad tiene en la cosa misma cae naturalmente” (De
sí mismo una verdad, la verdad de la cáelo, I, 9, 279 a 23). La duración abra
que no puede dudar, ya que nada verda za, por lo tanto, la totalidad del espacio
dero es verdadero sin la verdad. Por de vida de una cosa; pero si la cosa de
lo tanto, no ocurre que dude de la que se trata es el mundo, que abraza
verdad aquel que en una ocasión pudo la totalidad del tiempo, la D. es la
dudar" (De vera religiane, 39). Y todos eternidad misma en el sentido de una
recordamos la duda total de Descar indefinida permanencia de la existen
tes que se halla al principio del cogito: cia en el tiempo (lbid., I, 9, 279 a 25).
"En tanto rechazamos así todo aquello Entre los antiguos, por lo tanto, el
de lo que podemos dudar e imagina concepto de D. tiene dos significacio
mos que sea falso, suponemos fácilmen nes, a saber: 1) los términos tempo
te que en efecto no existan Dios, ni el rales que circunscriben la existencia
cielo ni la tierra y que no tenemos de una cosa cualquiera; 2) la prolon
cuerpo, pero no estamos en situación gación indefinida del tiempo, o sea la
de suponer que no existimos en tanto eternidad. Aquí se considera sólo el pri
dudemos de la verdad de todas las co mero de estos significados, ya que el
sas, ya que tenemos tanta repugnancia otro está comprendido en la voz eter
a concebir que lo que piensa no existe nidad (véase).
realmente mientras piensa que, no obs Descartes distinguió el tiempo, como
tante todas las suposiciones más extra número del movimiento, de la D. en
vagantes, no sabremos impedirnos el general y vio en el tiempo solamente
creer que esta conclusión Pienso, luego “cierto modo de pensar sta D. y, por
existo no sea verdadera y consecuente lo tanto, comprender bajo una común
mente no sea la primera y más cierta medida la D. de todas las cosas” (Princ.
conclusión que se presenta al que con Phil., I, 57). Y Spinoza no hizo más que
duce sus pensamientos con orden" expresar el mismo concepto cartesiano
(Princ. Phil., I, 7). La certeza ligada al definir la D. como "la existencia de
a la D. es la misma certidumbre del las cosas creadas, en cuanto persevera
cogito y está sujeta a las mismas obje en su realidad” (Cogitata metaphysica,
ciones. Véase cogito . I, 5) o como "la continuación indefi
La filosofía contemporánea, aun cuan nida del existir” (Eth., II, def. 5).
do ha insistido acerca del aspecto ob Locke, en cambio, explica la noción
jetivo de la D. y por lo tanto también de la D. a través del fundamento de
acerca de su extensión a todas las la experiencia interna. La D. sería la
situaciones que pueden constituir el generalización de esta experiencia, co
punto de partida de una investigación mo la extensión es una generalización
cualquiera, tiende a hacer menor uso de la experiencia de la distancia obte
de la D. “hiperbólica” (como se deno nida por medio de la vista o del tacto.
minó a la D. cartesiana) y a considerar “Ql nuestra noción de la sucesión y
la D. circunscrita a una situación o de i duración —dice Locke— pro
tarea determinada. En otros términos, ceda. .. le la reflexión sobre el curso
la D. no aparece actualmente como la de las iu as que vemos aparecer una
iniciación absoluta o el primer prin tras otra t nuestra mente, me parece
cipio de la investigación filosófica, sino llano” (Essai II, 14, 4). A lo que Leib-
más bien como la condición por la cual niz observaba ’ue "una serie de percep
una situación suscita o exige tal inves ciones despiert an nosotros la idea de
tigación. la D., pero no sustituye. Nuestras
3 5 7
Duración
358
E
E. 1) En la lógica formal “aristotélica” losóficas: 1) la dirección seguida por
se utiliza esta letra como símbolo de la la escuela estoica a partir de Boezo
proposición universal negativa (Pedro de Sidón (muerto en 119 a. c.), por la
Hispano, Summ. Log., 1.21). Academia platónica a partir de Filón
2) En la lógica modal tradicional, de Arisa (siglo i a. c.) y por la escuela
la proposición modal que afirma el aristotélica a partir de Andrónico de
modo y niega la proposición, por ejem Rodas (siglo i a. c.), así como también
plo: "Es posible que no p”, donde p a través de sus discípulos y, en primer
es una proposición c u a l q u i e r a (Ar- término, Cicerón. El criterio del que
nauld, Log., II, 8). se valieran los eclécticos de esta direc
3) En la notación de Lukasiewicz, ción fue el acuerdo común de los hom
E es usada para indicar la equivalencia bres (consensus gentium); 2) el esplri
de las proposiciones (A. Church, Intro- tualismo romántico de Cousin, que
duction to Mathematical Logic, n. 91). adoptó este término para indicar su
G. P. - N. A. método dirigido a llevar a la luz de la
conciencia las verdades que en ella
E c c e id a d (lat. haecceitas; ingl. haeccei- se hallan implícitamente contenidas
ty; franc. hecceité-, ital. ecceitá). Tér (Du vrai, du beau et du bien, 1853,
mino creado por Duns Scoto a partir Pref.).
del adjetivo haec, que indica una cosa
particular, para designar la individua (ingl. ecology; franc. ecologie;
E c o lo g ía
ción, la cual consiste en una "última ital. ecología). El estudio de las rela
realidad del ente”, que determina y ciones entre el organismo vivo y su
"contrae" la naturaleza común (com ambiente, que constituye parte funda
puesta de materia y forma) a una cosa mental de la biología; o bien el estudio
particular, ad esse hanc rem. El prin de las relaciones del hombre como
cipio es invocado por Duns Scoto para persona y su ambiente social, que cons
explicar la manera como la “naturaleza tituye parte de la sociología. La pa
común”, que es indiferente tanto en la labra es moderna y la usan principal
universalidad como en la individuali mente los anglosajones
dad, origina la cosa individual. El tér
mino no se halla en el Opus Oxoniense (gr. olxovouía; lat. oecono-
E c o n o m ía
que es el mayor comentario de Duns mia; ingl. economy-, franc. economie-,
Scoto a las Sentencias de Pedro Lom alem. Oekonomie, Wirtschaft; ital. eco
bardo, pero en cambio se encuentra en nomía). El orden o la regularidad de
los Reportata parisiensia (II, d. 12, q. 5, una totalidad cualquiera, ya sea una
n. 1, 8, 13, 14); más tarde fue frecuente casa, una ciudad, un Estado o el mun
mente usado por la escuela escotista. do. En el Nuevo Testamento la palabra
Véase i n d i v i d u a c i ó n . es usada a veces para indicar el plan
providencial (San Pablo, Ep. a los efe-
E c le c tic is m o (gr. éxXextixti áÍQEcris; ingl. sios I, 10). Y Orígenes denominó "E."
eclecticismo franc. eclectisme-, alem. a la encarnación del Verbo, ya que ella
Eklekticismus; ital. eclettismo). 1) La ha restituido al mundo, providencial
dirección filosófica que consiste en ele mente, su orden y su regla verdadera
gir de las doctrinas de diferentes filóso (Contra Cels., II, 9).
fos las tesis que más se aprecian, sin Pero por lo menos por lo que se
cuidarse mucho de la coherencia de es refiere a las totalidades finitas, el or-
tas tesis entre sí ni de su relación cor de mejor es el que realiza el máximo
los sistemas de origen. El término se resu ‘ado con el mínimo esfuerzo y,
encuentra en Diógenes Laercio (Proem., de tal •nanera, en la historia de la filo
21), que lo refiere a un oscuro filósofo sofía la 'egla del mínimo esfuerzo ha
de Alejandría, Potámones, y fue adop sido ente dida como "principio de la
tado por Brucker (Historia critica phi- E.”. Tal | incipio, como regla metó
losophiae, II, p. 193). Se aplica por lo dica, no se onfunde con el principio
general a las siguientes direcciones fi de la acción mima (véase) que es, en
359
Economía política
los hombres garantiza la realización del misma línea siguen las críticas de Sis-
orden económico y que es la tendencia mondi en sus N o u vea u x Principes
egoísta. Smith considera que los hom d'Économie politique (1819). Y se expli
bres tienden a obrar, en todas las cir ca el surgir de las primeras doctrinas
cunstancias, conforme a su verdadero socialistas que, aun reconociendo la
interés y que al hacerlo así no sólo realidad del orden económico, preten
realizan su beneficio privado sino tam den intervenir en él y dirigirlo hacia
bién el bien colectivo. El orden natural un mejor éxito. Así Saint-Simon (L'In-
obra, en otros términos (y como ya lo dustrie, 1817; L'Organisateur, 1819-20)
habían considerado los fisiócratas), co delineaba los principios de un orden
mo un orden providencial y la armonía económico ideal, fundado en el indus
entre el interés general y el interés trialismo, pero exento de los defectos
privado está garantizada por anticipa propios del orden natural. En la nueva
do; Smith no considera posible una sociedad, organizada según este ideal,
oposición entre los dos intereses. Fue no deberían existir clases, sino sólo tra
éste el principio clásico del liberalismo bajadores, y toda nación resultaría una
económico, del que Smith enuncia las única asociación productora, con la fi
exigencias fundamentales, a saber: la nalidad de lograr, mediante trabajos
negación de toda tarea económica del pacíficos, la máxima prosperidad. Otros
Estado y el reconocimiento de la com socialistas como Owen, Fourier, Blanc,
petencia como la gran fuerza reguladora se distinguen de Saint-Simon al preco
de los valores económicos. Los sucesi nizar una organización social en la cual
vos análisis de los economistas demues los individuos, reunidos en grupos au
tran, sin embargo, que no en todos sus tónomos (la asociación cooperativa de
aspectos camina el orden económico por Owen, el falansterio de Fourier, el ta
sí mismo y que no siempre la acción ller sociat de Blanc) conservan cierta
de las fuerzas que lo rigen resulta independencia y no dejan de lado el
benéfica. En An Essay cm the Princi poder de iniciativa como sucede en
pies of Population (1798) (trad. esp.: la asociación única de que habla Saint-
Ensayo sobre el principio de la pobla Simon. Sin embargo, el ataque contra
ción, 1951, F. C. E.), Malthus hacía ver el fundamento mismo del orden libe
que el desequilibrio que tiende a pro ral, o sea contra la propiedad privada
ducirse entre e' crecimiento de la po de los medios de producción, fue formu
blación y el crecimiento de los medios lado por Proudhon. En el escrito Qu’est-
de subsistencia (los cuales aumentan ce que la propriété? (1840), Proudhon
en proporciones muy diferentes; el pri afirmó que "la propiedad es un robo”,
mero supera en gran medida al segun no en el sentido de ser en su origen
do) no es restablecido sino a costa de el fruto de una apropiación violenta,
muy graves males, como epidemias, sino en cuanto da al que la detenta
guerras y flagelos sociales. Ricardo en el derecho de gozar y de disponer,
sus Principies of Political Economy como de algo propio, los frutos del
(1817) (trad. esp.: Principios de econo trabajo y de la capacidad de los de
mía política en Obras, I, II, México, más. Sin embargo, la doctrina del orden
1958, F. C. E.) aclaraba algunos contras natural encontró precisamente hacia
tes esenciales entre el interés general mediados del siglo xix sus dos máxi
y el privado. Así el fenómeno de la mos representantes en Bastiat y Stuart
renta rural demuestra que el propie Mili. El primero la interpretaba en
tario de la tierra está interesado en el sentido finalista, considerando que el
aumento rápido de las necesidades y orden natural está organizado con mi
en que sean elevados los costos de 1 s ras a la perfecta autonomía social y
productos agrícolas (condiciones mae reafirmando así el principio de la esen
aumentan la renta agraria) y P- ' t al cial bondad de las fuerzas que obran
manera lo que le beneficia a é’ empo en el orden mismo (Harmonías écono-
brece a los otros ciudadanos El aná miques, 1849). El segundo, en los Prin
lisis del salario obrero mo .raba cla cipies of Political Economy (1848)
ramente el antagonismo en* e el salario (trad. esp.: Principios de ecotiomía
y el beneficio, por el cual no no puede política, México, 1943, F. C. E.), afir
aumentar sino a expenr del otro. La maba el carácter mecánico del orden
362
Economía política
natural y veía la garantía del mecani nismo, sino un organismo que lleva en
cismo de este orden en la naturaleza sí una ley de sucesión según la cual
de la fuerza que lo produce: la ten pasa por diferentes grados de desarro
dencia al bienestar individual. Por lo llo. Por lo tanto, la ciencia económica
tanto, las leyes de la E. y en particular debe tener en cuenta este desarro
las leyes de la producción de los bie llo; debe ser la descripción' de la natu
nes, conservan un carácter de necesi raleza económica y de las necesidades
dad y en sus relaciones mutuas la única de un pueblo, o sea “la anatomía y la
actitud posible es, por parte del Estado, fisiología del orden económico”. La es
el laisser faire. En efecto, todo lo pro cuela histórica, que es el más importan
ducido por el hombre debe obedecer te reflejo del romanticismo en el do
a las condiciones impuestas por la na minio de la E., a veces ha acentuado
turaleza. Ya sea que el hombre lo quie (sobre todo por obra de Hildebrand)
ra o no lo quiera, los productos por él la diversidad de los organismos econó
creados quedarán limitados por la suma micos nacionales, negando que la E.
de los productos anteriormente acumu clásica hubiera descubierto las leyes
lados (el capital) y, dada esta suma, económicas naturales válidas en todo
serán proporcionales a la energía y a tiempo y país. Pero en la misma histo
la habilidad del hombre, a la perfec ria de los organismos económicos la
ción de las máquinas empleadas y al escuela intentó precisamente hallar el
juicioso uso de la división del trabajo orden único o, según dijera otro repre
(ley del capital). Lo quiera o no lo sentante de la misma, Karl Knies, “la
quiera el hombre, una cantidad doble única ley general del desarrollo de
de trabajo no producirá, en el mismo la humanidad”, que determina la his
terreno, una cantidad doble de produc toria de las naciones en particular. Si,
tos (ley de los rendimientos decre por lo tanto, el concepto de organismo
cientes). En cambio la distribución de permitía acentuar algunos caracteres
la riqueza es una institución exclusiva que el concepto del mecanicismo deja
mente humana que depende de las le ba en la sombra —el desarrollo y la in
yes y de las costumbres civiles, que dividualidad histórica de los sistemas
varían en diferentes tiempos y países económicos— y destacaba con ello la
y que pueden variar cada vez que los dificultad de lograr los lineamientos de
hombres io quieran. Stuart Mili, por un orden económico universal, la exi
lo tanto, como toda la corriente del gencia de este orden y su descubrimien
utilitarismo (véase), es partidario de to quedó también como fundamento
reformas radicales en este campo, a de la E. política para la escuela histó
pesar de ser reformas dirigidas a unir rica. Permaneció como tal también pa
el máximo de libertad individual con la ra lo que, desde determinado punto de
mayor justicia en la distribución de las vista, es la inversión de la E. clásica,
riquezas naturales. Este reconocimiento esto es, para el marxismo. Y, en efecto,
de Stuart Mili —que la distribución de el paso, según Marx inevitable y nece
la riqueza no está determinada nece sario, de la sociedad capitalista a la
sariamente por el mecanismo del orden sociedad comunista, sería producido
económico— ya es una infracción grave precisamente por el funcionamiento del
al principio del orden mecánico. No obs mecanismo económico y su necesidad
tante, este principio y la concepción de es la misma que la preconizada por
la E. política que se basa en él, resistió las leyes de este mecanismo. Como el
los dos fuertes ataques lanzados en la capital (en el sentido exacto de la pa
segunda mitad del siglo xix contra la E. labra, o sea como medio de procurarse
clásica por la escuela histórica y por el una plusvalía con el trabajo obrero
marxismo. La primera, fundada por c ceden te) ha nacido con la destruc-
Wilhelm Roscher (Grundriss zu Vor- ck>. del artesanado y del trabajo libre,
lestmgen über die Staatswissenschaft que i. a constreñido a las grandes ma
nach geschichtlicher Methode [“Bos sas pr 'etarias a vender la fuerza de
quejo para lecciones acerca de la eco trabajo ’eterminando la concentración
nomía del Estado, por el método his y la pote cia del capital, de la misma
tórico’’], 1843) partía del principio de manera es mismo proceso de concen
que el orden natural no es un meca tración y c refuerzo del capital, con-
363
Economía política
tiene un objeto para satisfacer una ne Sozialwissenschaften und der politi-
cesidad. Esta teoría del valor había schen Okonomie insbesondere [“Inves
tropezado con varias dificultades, pero tigaciones acerca de los métodos de
solamente por obra de Jevons, Menger la economía social y de la economía
y Walras, fue sustituida por una nueva política en especial”] (1883), que fue
doctrina, que es la de la utilidad mar una crítica decisiva a la escuela histó
ginal. La característica de esta teoría rica de la economía. Menger observó
es que para ella el valor es "la impor que el punto de partida y el punto de
tancia que atribuimos a determinados llegada de toda actividad económica
bienes concretos o cantidades de bie están rigurosamente determinados pol
nes por el hecho de que sabemos que la situación económica actual. En efec
la satisfacción de nuestras necesidades to, las necesidades inmediatas de cual
depende de la posibilidad de disponer quier sujeto económico están determi
de tales bienes" (Menger, Grundsatze nadas por su naturaleza y por la evolu
der Volkswirtschaftslehre [“P r i n c i- ción que ha sufrido; los bienes que
pios de la economía de los pueblos”], dicho sujeto tiene a su disposición es
1871). El valor nace, por lo tanto, de tán igualmente determinados por la
la limitación de los bienes respecto situación económica. Entre estos dos
de las necesidades y solamente esta polos se desarrolla la actividad econó
limitación confiere carácter económi mica del individuo. Ahora bien, aun
co a los bienes. Los bienes que tienen cuando los puntos de partida y de lle
cantidad ilimitada, el aire, por ejemplo, gada de la actividad económica sean
no tienen valor económico, ya que la algo dado, no por ello está rigurosa
disponibilidad de una fracción de tales mente determinado a priori el camino
bienes no tiene utilidad alguna. Con que el individuo debe seguir en la
estas consideraciones se establece la realidad para llegar a la satisfacción
condición fundamental para la existen de sus necesidades. “El albedrío, en
cia del valor económico, o sea la efecto, el error y otras causas pueden
rareza o escasez de los bienes dispo hacer, como de hecho lo hacen, que el
nibles. Y se establece también una re hombre tenga libertad para seguir dife
lación entre escasez y valor, por la rentes caminos. Es cierto, sin embar
cual, a medida que se aumenta el nú go, que dadas tales premisas, uno solo
mero de las fracciones disponibles de es el camino más conveniente” (Ibid.,
una mercancía, el valor de cada frac Ap. 6). Por lo tanto, si en cualquier E.
ción singular de la misma mercancía son posibles innumerables direcciones
disminuye. En este sentido el valor de la actividad del sujeto económico,
de una mercancía consiste en lo que la dirección más conveniente es sólo
Jevons denominaba “grado final de uti una: la económica y ella sola es riguro
lidad” ( Theory of Political Economy, samente determinable. A la dirección
1871, cap. 3), Walras "rareza” (Ele- "realista” inherente a la escuela his
ments of Puré Political Economy, tórica (y que tomando como objeto
1874; trad. ital., p. 103) y Marshall de consideración “los fenómenos reales
denominaría "utilidad marginal” (Prin de la E. humana” no podía nunca lle
cipies of E., 1890; cf. Obras escogidas gar a "leyes exactas”), opuso Menger
en trad. esp., México, 1949, F. C. E.), o la dirección "exacta” que "examina los
sea en la utilidad de la última fracción fenómenos de la economicidad, fenó
de la mercancía que satisface una ne menos rigurosamente determinados, y
cesidad. Walras definía en términos así llega a establecer no las leyes exac
matemáticos la utilidad marginal como tas de los fenómenos reales, que en
"la resultante de la utilidad efectiva p rte son, efectivamente, antieconómi-
en relación a la cantidad poseída" (Ele- co. sino las leyes exactas de la econo-
ments of Puré Political Economy, micidad” (Ibid.). La E, exacta de que
su Corso di E. política (1896, §26) hablaba Menger fue denominada "E.
daba al mismo concepto el nombre de pura” p *■ Walras, como también por
“ofelimidad elemental”. Los supuestos Maffeo F italeoni (Principi di E. pura,
de esta teoría fueron claramente enun 1889) y pt Vilfredo Pareto. Este úl
ciados por el mismo Menger en sus timo, como 'o había hecho Menger,
Untersuchungen über die Methoden der insiste acei de la necesidad de
Economía política
ortodoxos hasta nuestros días, su com sólo una parte, en tanto las demás de
pleto fracaso en lo que atañe a la po penden de otros individuos. Pero el
sibilidad de predicción científica, ha éxito general depende al mismo tiempo
dañado enormemente al través del tiem de todas las variables. Ahora bien,
po el prestigio de sus defensores; por “esta situación —anota Morgenstem—
que al parecer, después de Malthus, los no puede ser de ninguna manera de
economistas profesionales permanecie finida como un problema fundamental,
ron impasibles ante la falta de con cualesquiera sean las limitaciones y
cordancia entre los resultados de su las condiciones accesorias en las cua
teoría y los hechos observados; una les se pueda pensar. Nos encontramos
discordancia que el hombre común y aquí frente a una situación lógico-ma
corriente ha dejado de observar, con temática, que la matemática no había
el resultado de una creciente renuencia sabido hasta ahora representar de ma
a conceder a los economistas esta mani nera alguna, para no hablar más tarde
festación de respeto que tiene con otros de la E. teórica. No tiene nada de
grupos científicos cuyas conclusiones común con el cálculo de las variacio
teóricas son confirmadas por la observa nes, con la teoría de las funciones, etc.,
ción cuando se aplican a los hechos." En sino que constituye una novedad de
particular y con referencia al problema naturaleza efectivamente conceptual.
de la ocupación, Keynes observaba que Es necesario, por lo tanto, examinar la
"puede suceder muy bien que la teoría posibilidad de resolver el problema de
clásica represente el camino que nues la manera en que se debería comportar
tra E. debería seguir; pero suponer un individuo o una empresa, para que
que en realidad lo hace así es eliminar su comportamiento pueda ser conside
graciosamente nuestras dificultades" rado ‘racional’. La palabra ‘racional’ no
(The General Theory of Employment, tiene por ahora significado alguno en
Interest and Money, 1936, cap. 3, § 3; esta construcción y lo podrá tener sola
trad. esp.: Teoría general de la ocupa mente en caso de encontrar una teoría
ción, el interés y el dinero, México, que pueda ser empleada en todas es
1958, F. C. E.). Pero el mismo Keynes tas situaciones económicas” (“Teoría
utilizaba ampliamente los procedimien dei giochi”, en La in d u str ia , 1951,
tos de la teoría clásica, que conside p. 319). Dada esta situación, la teoría de
raba verificables en determinadas con los juegos rechaza toda analogía con los
diciones (Ibid., cap. 24, §3). Y en sistemas físicos porque considera que
realidad, solamente en los últimos años en la física no existe nada que corres
se ha subrayado, en el campo de la E., ponda a las situaciones típicamente
una nueva dirección que abandona re económicas y para elaborar sus proce
sueltamente el presupuesto de la teoría dimientos de cálculo se sirve de un
del equilibrio, basado en la infalibili modelo completamente diferente, o sea
dad y en la omnisciencia del sujeto de los juegos de estrategia. En estos
económico. La denominada "teoría de juegos la victoria del individuo depende
los juegos" parte, en efecto, del pre más que de sus jugadas, de las de los
supuesto de que el individuo no con otros y de una componente casual.
trole todas las variables de las cuales Todo jugador tiene la elección entre di
depende el resultado de su comporta ferentes estrategias, o sea entre dife
miento. En efecto, no se encuentra rentes modos mediante los cuales puede
nunca en la misma condición que Ro- jugar su partida. Diremos que se com
binson Crusoe que conoce perfectamen porta "racionalmente” cuando, entre
te sus necesidades y los elementos que todas, elige la estrategia "óptima”. La
deben s e r v i r p a r a satisfacerlas y determinación de esta estrategia resul
que, por lo tanto, controla todo aquello ta de especiales procedimientos mate
de lo cual depende su utilidad total. máticos c o n fundamento estadístico
En la realidad económica la situación (Neumann y Morgenstem, Theory of
es completamente diferente, porque en Gomes c id Economic Behavior, 1944).
ella varios individuos están en mutua Por lo ta. to estos procedimientos exi
relación y el éxito del comportamiento gen un coi *únto de observaciones eco
de cada uno de ellos depende de dife nómicas de ran riqueza, a partir de
rentes variables, de las cuales controla las cuales pi ’an ser realizadas gene-
367
E c o n ó m ic a
E dad
ralizaciones inductivas. Como quiera worth— no es el Arquetipo del arte
que se juzguen los detalles técnicos de divino, sino solamente el E. y la im
esta doctrina, es cierto que represen pronta o la firma viviente de la sabi
ta, en la economía contemporánea, la duría divina que a través de él obra
primera ruptura decisiva con los su exactamente, según su arquetipo y, en
puestos dogmáticos de la teoría del efecto, tampoco comprende la razón
equilibrio, y la puesta en marcha hacia de lo que hace” (The True Intellectuat
la determinación de la técnica del com System of the Üniverse, I, 1, 3). La
portamiento racional en las situaciones palabra fue adoptada con el mismo sig
de escasez, que permita la predicción de nificado por Berkeley: “Reconozco un
los comportamientos efectivos. doble estado de cosas, una E. y na
tural, el otro arquetipo y eterno. El
E c o n ó m ic a (ingl. eco n o m ics; franc. primero fue creado en el tiempo; el
éco n o m iq u e; alem. ükonomik; ital. segundo existía en la eternidad en el es
económica). 1) Con este nombre de píritu de Dios” (Dial, between Hylas
signan muchos autores contemporáneos and Phitonous, ed. Jessop, III, p. 254).
la ciencia de la economía, ya que esta Y Kant distingue un intelecto arqueti
palabra, en efecto, evita la ambigüe po, que es el divino, que crea a los
dad del término "economía" que puede objetos pensándolos y un intelecto E.
indicar tanto la ciencia como su ob que es el humano o finito, y no crea
jeto. dor, sino discursivo (Crít. del Juicio,
2) Así denomina Croce a la parte de II, 77).
la filosofía de la práctica que tiene
por objeto las acciones utilitarias y E c u a c ió n ló g ic a (ingl. logical equation;
económicas, entre las cuales coloca no franc. equation logíque; alem. logische
sólo las acciones denominadas común Gleichungen; ital. equazione lógica). En
mente como tales, sino también el de la lógica algebraica o álgebra de la ló
recho, la política, la ciencia, etc. (Filo gica (véase) se designa con este térmi
sofía delta pratica E. ed Etica, 1909). no una fórmula que contiene el signo
Pero esta acepción del término no ha " = ", a la izquierda del cual se encuen
tenido éxito. Véase e c o n o m í a . tran letras (términos) conectadas me
diante operaciones lógicas y a la dere
E c p íro s is , véase c o n f l a g r a c ió n .
cha el símbolo "0” o bien “1”. La
(gr. év-Géaig; franc. ecth ése;
E c te s is
solución consiste en la eliminación de
alem. Ekthesis; ital. ectesi). Exposi las incógnitas, según técnicas elabora
ción del significado de un término das por los diferentes algebristas lógi
(Arist., An. Pr., I, 34, 48 a 25), o presen cos. G. P.
tación de un ejemplo (Ibid., I, 6, 28 b E d a d (gr. yévog; lat. aetas; ingl. age;
14; Crisipo, en Stoic. Fragm., II, 7). franc. age; alem. Zeitalter; ital. etá).
Leibniz designó con este término el La noción de la sucesión de E. diferen
enunciado de un teorema geométrico tes en la historia de los hombres sobre
y el trazado de la figura, que preparan la tierra ha sido utilizada a menudo
la demostración (Nouv. Ess., IV, 17, 3). por los filósofos. Su primer documento
Ectipo (ingl. ec ty p e ; franc. ectyp e; literario, en el mundo occidental, es
alem. Ektyp; ital. ectipo). Término probablemente el dejado por Hesíodo
introducido por los platónicos de Cam en Las obras y los días. Hesíodo dis
bridge para indicar la naturaleza en tinguía cinco E. del mundo: 1) La E.
cuanto diferente y dependiente de Dios del oro, en la cual los hombres vivían
y como principio del orden y de la como divinidades, sin inquietudes, al
regularidad del mundo. Ya que Dios abrigo de la fatiga y de la miseria y en
no hace directamente todo y como, por la abundancia de todos los bienes; 2) la
otra parte, nada adviene por azar, debe E. de la plata, inferior a la primera
existir un principio (Plástic Nature, y en la cual los hombres carecían ante
Nature, Spiritus naturae) o e cumpla todo de sabiduría y rehusaban honrar
la parte de la providencia ivina en lo a los dioses; 3) la E. del bronce, en la
que se refiere a la regcl idad de los que los hombres fueron sobre todo
fenómenos. "La natural i —dice Cud- guerreros, violentos y brutales; 4) la
Edad
su vez: "El E. es parte esencial del trad. esp.: Investigaciones lógicas, Ma
alma aristocrática y por egoísmo en drid, 1929) para indicar todo lo que
tiendo la fe inquebrantable en que, a se refiere a las esencias, que son el ob
un ser semejante a nosotros, deban es jeto de la investigación fenomenológica.
tar sujetos otros seres y deban sacri Véase f e n o m e n o l o g ía .
ficarse a nuestro ser” (Jenseits von Gut
und Bose, 1886, § 265; trad. esp.: Más Eidola, Véase ÍDOLOS.
allá del bien y del mal, Madrid, 1932). Eidos. Este término es uno de los
Scheler ha dado la mejor caracteriza que Platón aplica a la idea y Aristó
ción del E., distinguiéndolo del amor teles a la forma. En la filosofía contem
de sí o filautia. El E., según lo que poránea Husserl lo ha utilizado para in
nos dice, no se dirige en efecto al yo dicar la esencia que se hace evidente
individual como objeto de amor sepa mediante la reducción fenomenológica
rado de todas las relaciones sociales. (véase f e n o m e n o l o g í a ). Para los signi
El egoísta no se comporta como si es ficados clásicos de la palabra véase
tuviera solo en el mundo, pero está f o r m a ; id e a ; e s p e c ie .
de tal modo absorbido por su yo social
que se aferra únicamente a sus pro (ingl. exemplary; franc. exem-
E je m p la r
pios valores o a los que pueden resul plaire; alem. exemplarisch; ital. esem-
tar suyos. Esta actitud es contraria a plare). Lo que funciona como modelo
la del amor de sí,' que se dirige prin o arquetipo, en el sentido de ser objeto
cipalmente a los valores por sí mismos de imitación y, por lo tanto, causa for
( Simpathie, II, cap. I, § 1; trad. esp.: mal o ideal de lo que la imitación
Esencia y formas de la simpatía, Bue produce. Las ideas platónicas han sido
nos Aires, 1942, Losada). llamadas a veces causas ejemplares,
2) Lo mismo que solipsismo (véase). justo por la forma de causalidad que
se les atribuye en c u a n to m odelos.
Egología (ingl. egology; franc. égoto Kant observó que algunos productos
gie; alem. Egologie; ital. egología). Se del gusto valen como e je m p la re s.
gún Husserl, la esfera propia del ego, "De lo que se ve que el modelo
obtenida mediante la epoché egológica, supremo, el prototipo del gusto, es una
que se abstrae de todo lo que perte simple idea que cada uno debe sacar
nece a los otros yoes, en el campo de de sí mismo y según m cual debe juz
la propia experiencia fenomenológica gar todo lo que es objeto de gusto”
(Méd. Cart., § 44). (Crít. del juicio, § 17).
Egotismo (ingl. egotism; franc. égotis- E je m p la r is m o (ingl. exemplarism; franc.
me; alem. Egotismus; ital. egotismo). exemptarisme; alem. Exemplarismus;
Término de origen inglés, difundido en ital. esemplarismo). La doctrina según
el continente por Stendhal que lo usó la cual las cosas y los seres del mundo
en el título de sus recuerdos autobio son imágenes o copias de ejemplares
gráficos (Souvenirs d'égotisme, 1892, es o arquetipos que constituyen un "mun
critos en 1832). La palabra significa la do inteligible" o subsistentes en la
excesiva importancia concedida a uno mente divina. El E. se encuentra en
mismo y a los hechos de la propia el p lato n ism o , en el neoplatonismo,
vida y la tendencia a hablar mucho de en San Agustín y en la escolástica.
sí (cf. acerca de la historia de la pala
bra el prefacio de H. Marteneau a la E je m p lif ic a c ió n (ingl. exemplificaticm;
edición de los Souvenirs, de Stendhal, alem. exemplifizierung). En general, la
París, 1950). La palabra fue usada por referencia de un objeto cualquiera a
G. Santayana ( E g o t i s m in Germán un concepto (significado, esencia, cla
Philosophy, 1915) en el sentido de sub se, etc.).
jetivismo o culto del yo.
E je m p lo (ingl. example; franc. exem-
Eidético (ingl. eidetic; franc. eidéti- ple\ alen". Beispiel; ital. esempio). En
que; alem. eidetisch; ital. eidetico). Aristótele; el itaoáSeivna es una induc
Término introducido en la filosofía con ción apare* *s o retórica, que parte de
temporánea por Husserl, a partir de un enuncian particular y pasa a tra
las Logische Untersuchungen (1900-01; vés de un eni riado general en el cual
373
Élart vital
Elección
es generalizada la primera premisa. cualquiera una posibilidad determina
La lógica medieval usa "E." por sime da, con preferencia a las otras. El con
tría con el entimema (véase), para cepto de elección está estrechamente
designar una generalización inductiva ligado al de posibilidad (véase) y de
que parte de lo particular y termina tal manera no sólo no existe E. donde
en lo particular omitiendo la premisa no hay posibilidades (ya que la posi
universal. bilidad es precisamente lo que se ofre
ce a una elección), sino que tampoco
É lan vital. Según Bergson, la concien hay posibilidad donde no hay elección,
cia en cuanto penetra en la materia ya que la anticipación, la proyección
y la organiza realizando en ella el mun o la simple previsión de las posibilida
do orgánico. El É. vital pasa “de una des son elecciones. Por otro lado, el
generación de gérmenes a la genera concepto de E. es una de las determi
ción sucesiva de gérmenes por inter naciones fundamentales del concepto
medio de los organismos desarrollados de libertad (véase).
que forman el nexo de unión entre los El concepto de elección está de con
gérmenes mismos. Se conserva sobre tinuo presente en Platón que, en el
las líneas evolutivas entre las cuales mito de Er, hace depender el destino
se divide y es la causa profunda de las del hombre de la E. que cada uno hace
variaciones, por lo menos de las que de su propio modelo de vida: "No
se trasmiten regularmente, se suman existía —dice— nada necesariamente
y crean nuevas especies" (Év. créatr., preordenado para el alma, porque cada
8 ‘ ed., 1911, p. 95). La formación de la una debería cambiar conforme la E.
sociedad, al principio cerrada y luego que realizaba" (Rep., X, 618 b). Pero es
abierta, la religión fabuladora y la reli sólo Aristóteles quien nos ha dado el
gión dinámica son. según Bergson, los primer análisis exhaustivo de la E.,
ulteriores productos del mismo É. vital, distinguiéndola: 1) del deseo, que
o sea de la conciencia (Deux sources, es común también a los seres irracio
IV, trad. ital., p. 295). Véase d u r a c ió n . nales, en tanto la E. no lo es (Ét. Nic.,
Eleatismo (ingl. eleaticism; franc. etéa- III, 2, 1111b 3); 2) de la voluntad, por
tisme; alem. Eleatismus; ital. eleatis- que se pueden querer también las cosas
rno). La doctrina de la escuela que imposibles, por ejemplo, la inmortali
floreció en Elea (Magna Grecia) entre dad, pero no se pueden elegir (Ibid.,
los siglos vi y v a. c., doctrina que fue 1111b 19); 3) de la opinión, que tam
preparada por Jenófanes de Colofón, ela bién puede referirse a las cosas impo
borada por Parménides y seguida y sibles, por ejemplo, a las eternas, y
defendida por Zenón y Meliso. Los fun que no dependen de nosotros (Ibid„
damentos de esta doctrina son los si 1111b 30). A estas determinaciones ne
guientes: 1) La unidad, la inmutabi gativas, Aristóteles agregó la determi
lidad y la necesidad del ser, expresada nación positiva de que la elección “va
mediante la frase: "Sólo el ser es y no siempre acompañada por la razón y por
puede no ser” (Fr. 4, Diels); 2) el ac el pensamiento” (Ibid., 1112a 15), a la
ceso del ser al único pensamiento racio cual se puede agregar la otra fúnda-
nal, la condena del mundo sensible y mental, que resulta de las determina
del conocimiento sensible como apa ciones negativas: la E. sólo concierne
riencia. Estos dos principios del E. han a las cosas posibles. Esta última deter
sido un elemento importante de la fi minación, que es la fundamental, fue
losofía griega posterior y en especial explícitamente subrayada por Santo
de la de Platón y Aristóteles y han Tomás, quien repite en lo sustancial
sido una de las alternativas que recu el análisis aristotélico (S. Th., II, 1,
rren con mayor frecuencia a lo largo q. 13, a. 5).
de la historia de la filosofía. La noción de elección ha sido siem
pre muy utilizada por los filósofos, en
(gr. aípeois, Jtooaípeaig; lat.
E le c c ió n especial en la discusión del problema
électio; ingl. choice; fra' c. choix', de la libertad (véase), pero no ha sido
alem. Waht; ital. scelta). £1 procedi frecuentemente sometida a análisis. A
miento mediante el cual ¿ toma, hace partir de Kierkegaard, la filosofía de
propia, decide o r e a l i z - de un modo la existencia ha subrayado el valor
374
Elección
una cosa que posee en sí, formal o deseo natural (Ét. Nic., VII, 13, 1153 a
eminentemente, todo lo que entra en 14) le atribuyó la misma función de
la composición de la piedra, o sea que restitución o restablecimiento de una
contiene en sí las mismas cosas u otras condición natural y, en consecuencia,
más excelentes, que están contenidas consideró doloroso lo que aleja violen
en la piedra" (Méd., III, 2; II Rép., tamente de la condición natural y, por
def. IV). Y a su vez Spinoza: "Entien lo tanto, es contrario a la necesidad y
do por ‘eminentemente’ cuando la causa a los deseos del ser vivo (Ret., I, 11,
contiene toda la realidad del efecto 1369 b 33). Precisamente desde este
más perfectamente que el efecto mis punto de vista, Aristóteles nos ha dado
mo” (Rep. Cart. Princ. Phil., I, ax. 8 ). en el II libro de la Retórica uno de
Al generalizar la noción y expresarla los más interesantes análisis de las E.
en términos negativos, decía Wolff: de que dispone la historia de la filo
"Por E. se entiende al ente que, ha sofía. Véase, por ejemplo, lo que dice
blando con precisión, no está, allí don acerca del miedo (Ret., II, 5, 1382 a
de, sin embargo, hay algo que hace 20 ss.): "El miedo es un dolor o una
sus veces y que propiamente no puede agitación producida por la perspectiva
serle atribuido” (Ontol., §845). de un mal futuro que pueda producir
muerte o dolor.” En efecto, anota Aris
E m o c ió n (gr. jrá-ftoc;; lat. affectus o pas- tóteles, no se temen todos los males
sio; ingl. emotion; franc. émotion; sino solamente aquellos que pueden
alem. Affekt; ital. emozione). En gene producir grandes dolores y destruccio
ral se aplica este nombre a todo es nes e incluso éstos sólo en el caso de
tado, movimiento o condición por el no ser muy lejanos, sino que aparezcan
cual el animal o el hombre advierte como inmediatos e inminentes. Los
el valor (el alcance o la importancia) hombres, en efecto, no temen las cosas
que una situación determinada tiene muy lejanas: todos saben que deben
para su vida, sus necesidades, sus in morir, pero hasta que la muerte no se
tereses. En este sentido la E., como les avecina, no se preocupan. El miedo
decía Aristóteles (Ét. Nic., II, 4, 1105 b disminuye o se elimina igualmente en
2 1 ), es toda afección del alma acom condiciones que hagan menos temibles
pañada de placer o de dolor, y en la los males o los hagan aparecer cbmo
que el placer y el dolor son la adver inexistentes. Y, por lo .anto, la riqueza,
tencia del valor que tiene para la vida el poder, la abundancia de amigos, ha
o las necesidades del animal el he cen a menudo a los hombres despre
cho o la situación a la que se refiere ocupados de los males, audaces y des
la afección misma. De tal modo las E. preciativos. De este análisis emerge
pueden considerarse como la reacción claramente a la luz el concepto de la
inmediata del ser vivo a una situación E. como "índice” de una situación, o
que le es favorable o desfavorable; sea del valor que ésta tiene para la exis
inmediata en el sentido de que está tencia del hombre.
condensada y, por así decirlo, resumi Para Platón y Aristóteles las E. tie
da en la tonalidad sentimental, pla nen un significado, porque tienen una
centera o dolorosa, la cual basta para función en la economía de la existen
poner en alarma al ser vivo y disponer cia humana en el mundo. Para los
lo para afrontar la situación con los estoicos, en cambio, no tienen signi
medios a su alcance. ficado ni función alguna. La doctrina
La primera teoría de las E. en este estoica es, a este respecto, la más típica
sentido fue quizá enunciada por Pla y radical entre las que niegan el signi
tón en el Filebo: se produce el dolor ficado de las emociones. Su fundamen
cuando la proporción o la armonía de to es que la naturaleza ha proveído de
los elementos que componen al ser modo perfecto a la conservación y al
vivo es amenazada o comprometida y bien de los seres vivos, dando a los
se produce el placer cuando tal pro animales el instinto y al hombre la
porción o armonía es restablecida (17, razón. Las E., en cambio, no son pro
31 d, 32 a). A su vez Aristóteles, al vocadas por ninguna fuerza natural,
considerar el placer relacionado con son opinione' o juicios dictados a la
la realización de un hábito o de un ligera y, par ’□ tanto, fenómenos de
379
Emoción
del objeto, en tanto las palabras "odio" I, 27). Esta acción de los espíritus so
y "amor”, implican la presencia. Lo bre el cuerpo está regulada por la glán
que, en cambio, no se desea ni se odia dula pineal, en la cual, según Descar
se dice que se desprecia y el despre tes, reside el alma y que, por lo tanto,
cio, así, es una especie de inmovilidad es también la sede de las E. (Ibid., 34).
del corazón, un retraerse a sufrir la La función natural de las E. es la de
acción de determinadas cosas. La to incitar al alma a permitir y contribuir
nalidad placentera o dolorosa de una a las acciones que sirven para conser
E. garantiza su función vital. "Esta var el cuerpo o hacerlo más perfecto.
moción que se denomina apetito —di Por esto la tristeza y la alegría son las
ce Hobbes— y, en su manifestación dos E. fundamentales. Por la primera,
deleite y placer es, a juicio mío, una el alma queda advertida de' las cosas
corroboración de la noción vital y que dañan al cuerpo y así toma odio
una ayuda que se le presta: ^n conse hacia lo que le causa tristeza y desea
cuencia, aquellas cosas que causan de liberarse de ello. En cambio por la ale
leite se denominan, con toda propie gría el alma queda advertida de las
dad, jocundas (á juvando) porque ayu cosas útiles al cuerpo y de tal manera
dan o fortalecen; y las contrarias mo toma amor por ellas y deseo de adqui
lestas, ofensivas porque obstaculizan rirlas y conservarlas (Ibid., 137). Todo
y perturban la moción vital" (Leviath., esto supone obviamente la separación
I, 6 ). El placer o deleite es, por lo de alma y cuerpo, o sea la noción de
tanto, el sentimiento del bien, la mo alma como “sustancia" independiente,
lestia o desagrado, el sentimiento del ya que reduce la E. a una preocupa
mal y todo apetito, deseo o amor está ción que el alma nutre con referencia
acompañado por un placer mayor o al cuerpo, o sea hacia su vida y con
menor, como todo odio o aversión está servación. La diferencia entre las E.,
acompañado por un dolor mayor o según Descartes, no depende de la di
menor. Entendidas así, las E. contro ferencia de objetos, sino de los modos
lan la total conducta del hombre y la diferentes en que los objetos mismos
voluntad misma, según Hobbes, no es nos dañen o nos ayuden o en general
más que "el último apetito o aversión tengan importancia para nosotros. El
inmediatamente próxima a la acción modo de acción habitual de las E. con
o a la omisión correspondiente” (Ibid., siste en disponer al alma o desear las
trad. esp., p. 48) y la deliberación que cosas que la naturaleza nos hace sentir
precede a la voluntad no es más que "la útiles y persistir en este deseo, como
suma entera de nuestros deseos, aver también producir la excitación de los
siones, esperanzas y temores”. Aquí la espíritus vitales que facilita los movi
función determinante de las E. sobre mientos corpóreos que sirven para la
la conducta total del hombre encuen obtención de tales cosas (Ibid., 52).
tra un primer reconocimiento. Descartes considera que existen sola
Aun cuando Descartes comparta el mente seis E. simples y primitivas,
punto de vista estoico (según el cual esto es, el asombro, el amor, el odio, el
la fuerza del alma consiste en vencer deseo, la alegría y la tristeza y que
las E. y frenar los movimientos del todas las demás están compuestas de
cuerpo que la acompañan, en tanto su estas seis o son especies de ellas. Re
debilidad consiste en dejarse dominar chaza la distinción tomista entre pasio
por ellas, de manera que se ve solici nes que pertenecen a la parte concu
tada en uno y otro punto y entra a un piscible y pasiones que no pertenecen
combate contra sí misma), la teoría a tal parte (Ibid., 6 8 ); y es extraño
de las E. que expone en las Pasiones que no admita el temor ni la esperanza
del alma tiene los mismos puntos fun en el número de las E. fundamentales.
damentales que las doctrinas de Tele- En cambio, incluye entre ellas el asom
sio y Hobbes. Según Descartes, las E. bro, o sea “la súbita sorpresa del alma
son afecciones, o sea modificaciones que la lleva a considerar con atención
pasivas causadas en el alma por el los objetos que le parecen raros y ex
movimiento de los espíritus vitales, es traordinarios" (Ibid., 70). Ésta es la
decir, de las fuerzas r .ecánicas que 1 única E. que no va acompañada de mo
obran en el cuerpo (Pe .ions de t’dme, vimientos corporales porque no tiene
382
Emoción
por objeto el bien o el mal sino sola distintas cesan de ser afecciones (Ibid.,
mente el conocimiento de la cosa que V, 3) para resultar ideas sub specie
nos asombra. Lo que no quiere decir aetemitatis, en el orden geométrico
que esté privada de fuerza, ya que el de la Sustancia divina. Son, entonces,
asombro de la novedad, que es inhe determinaciones de la naturaleza divi
rente a esta E., refuerza enormemente na y derivan de ella (Ibid., V, 29, scol.).
todas las demás (Ibid., 72). Este punto de vista coincide sustan
Si para Descartes la E. concierne al cialmente con el de los estoicos, ya que
alma solamente por su relación con se resuelve negando la función de las
el cuerpo, para Spinoza es, en cambio, E. en la economía de la vida humana
un modo de ser total que comprende en el mundo. Y la misma negación está
al alma y al cuerpo, ya que éstos, en implícita en la doctrina de Leibniz
efecto, son para Spinoza dos aspectos que sólo ve en las E. signos de imper
de una sola realidad. Spinoza hace deri fección que impiden al alma ser un
var las E. del esfuerzo (conatus) de la dios. “Se tiene razón —dice— en lla
mente para perseverar en el propio ser mar, tal como lo hacían los antiguos,
por un tiempo indefinido. Este esfuer perturbaciones o pasiones aquello que
zo se denomina voluntad cuando sólo consiste en los pensamientos confusos
se refiere a la mente y se denomina que tienen algo de involuntario y de
deseo (appetitus) cuando se refiere al incógnito; lo que, en el lenguaje co
mismo tiempo a la mente y al cuerpo mún, se atribuye, no sin razón, a la
(Eth., III, 9e, scol). De tal manera, el lucha del cuerpo y del espíritu, porque
deseo es la E. fundamental. A él se nuestros pensamientos confusos repre
unen las otras dos E. primarias, o sentan el cuerpo o la carne y constitu
sea la alegría y el dolor; la alegría yen nuestra imperfección” (Op., ed.
es la E. por la cual la mente por sí Erdmann, I, p. 188). Esta noción de
sola o unida al cuerpo logra una mayor las E. como “pensamientos confusos”,
perfección y el dolor es la E. por la que llegan al alma a través de su rela
cual la mente desciende a una perfec ción con el cuerpo y que constituyen,
ción menor (Ibid., III, 11, scol.). El por lo tanto, la imperfección del espíri
amor y el odio, pues, no son más que tu finito y creado, fue seguida por toda
la alegría y el dolor acompañados la escuela leibniziano-wolffiana. La no
por la idea de sus causas extem as; de ción implica obviamente que las E.
tal manera el que ama se esfuerza no tienen un carácter propio y espe
necesariamente en tener y conservar cífico en relación con las representa
la cosa amada y el que odia en alejar ciones cognoscitivas y, por ello, no
y destruir la cosa odiada (Ibid., III, tienen tampoco un significado, excepto
13, scol.). En estas caracterizaciones el de representar la imperfección del
las E. se relacionan con el esfuerzo alma humana.
de la mente y del cuerpo hacia la per Una línea de pensamiento que va
fección, ya que, en efecto, siendo para desde Pascal, a través de los moralis
Spinoza dos manifestaciones de la Sus tas franceses e ingleses (La Roche-
tancia son eternas como ésta y, por lo foucauld. Vauvenargues, Shaftesbury,
tanto, no pueden ser verdaderamente Butler), hasta Rousseau y Kant ha lle
amenazadas por nada y, de tal manera, vado al reconocimiento de la catego
las E. no pueden ser la advertencia ría del "sentimiento" como principio
de esta amenaza. De rílí el escaso peso autónomo de las E. y a la elaboración
que el miedo y la esperanza tienen en de la noción moderna de “pasión” co
el análisis de Spinoza. Estas dos E. mo E. dominante, capaz de penetrar y
son reducidas al amor y al odio (Ibid., de dominar toda la personalidad hu
III, 18, scol. 2) y reconducidas a “cau mana. Ya se ha visto que para Hobbes
sas accidentales" (Ibid., III, 50). Todas todas las formas de la acción volun
las E., por lo tanto, en cuanto son taria pasan a través de las E. y están
afecciones o modificaciones pasivas determinadas por ellas, y así la volun
(passiones), están destinadas a des tad misma no es más que una E. que
aparecer como tales, ya que son ideas logra tener la mejor parte. Esta tesis
confusas destinadas a resultar ideas dis es compartida por la dirección a la que
tintas, y una vez que resultan ideas hemos hecho "aferencia. Por primera
383
Emoción
vez Pascal ha puesto por delante "las no el animal. Todo lo que es hecho por
razones del corazón que la razón no el animal como tai es hecho solamente
conoce” ( P e n sé e s , 277), ha insistido a través de alguna afección o E. tal
acerca del valor y la función del "senti como, por ejemplo, el temor, el amor,
miento” como un principio por sí que el odio que lo mueve. Y ya que es im
también es fuente de conocimientos es posible que una afección más débil
pecíficos (v é a s e s e n t i m i e n t o ) y ha con prevalezca sobre una más fuerte, de la
siderado no eliminable el conflicto en misma manera es imposible que allí
tre la razón y las E. o, en todo caso, donde las afecciones o E. son más
imposible de solucionar mediante la fuertes y forman, por su fuerza o su
eliminación de una de las dos partes número, el partido más considerable, el
en conflicto (Ibid., 412-13). Vauvenar- animal no se incline hacia el mismo
gues ha subrayado la naturaleza de las sentido. Según este balance de las E.,
E. de la siguiente manera: "Nosotros debe, por lo tanto, ser gobernado y con
deducimos de la experiencia de nues ducido a la acción” (Characteristics,
tro ser una idea de grandeza, de placer, 1749, Treatise IV, book II, part I,
de poder, que quisiéramos aumentar sect. 3). En,otros términos, la presencia
siempre y sacamos, en la imperfección de las E. es, según Shaftesbury, lo que
de nuestro ser, una idea de peque- distingue al animal de un puro y sim
ñez, de sujeción, de miseria que inten ple mecanismo de tipo cartesiano. La
tamos reprimir: he aquí todas nuestras clasificación que Shaftesbury da de las
pasiones... De estos dos sentimientos emociones (en el lugar citado) es carac
unidos, o sea del de nuestras fuerzas terística de su moralismo optimista.
y del de nuestras miserias, nacen las En primer lugar, existen las afecciones
más grandes pasiones, ya que el senti naturales que conducen al bien públi
miento de nuestras miserias nos impe co; en segundo lugar, las autoafeccio-
le a salir de nosotros mismos y el sen nes que conducen al bien privado, y en
timiento de nuestras reservas nos alien tercer lugar las que no tienden ni al bien
ta a ello y nos transporta con la público ni al bien privado, sino a sus
esperanza. Pero los que sienten sólo su contrarios y, por lo tanto, deben ser
miseria sin su fuerza no se apasionan denominadas afecciones innaturales. El
nunca lo suficiente, porque no osan concepto sobre el cual insiste es el del
esperar nada, n' se apasionan los que balance o del equilibrio de las E., por
sienten su fuerza sin su impotencia, lo cual habla de una "economía de las
ya que tienen muy poco que desear E.” a los fines de la conservación de
y de tal manera se presenta una espe las criaturas y así, por ejemplo, una
ranza de coraje, de debilidad, de tris criatura que no posee fuertes medios
teza y de presunción” (De l’esprit hu- de defensa e stá sujeta a un alto
main, 22). El supuesto de estas notas grado de temor, o sea de aquella E.
es que no sólo es imposible compren que obra de manera que pueda salvarse
der a la naturaleza y al comporta por la fuga frente a los peligros.
miento del hombre prescindiendo de Kant introdujo por primera vez y en
las E., sino también que las E. mis forma explícita la categoría del senti
mas tienen una función rectora sobre miento como autónoma y mediadora
la conducta total del hombre y, por lo entre las tradicionalmente admitidas
tanto, tienden a resultar "E. dominan de la razón y de la voluntad. De tal ma
tes”, según la expresión de Pascal nera, ha reconocido claramente el signi
(Pensées, 106). Shaftesbury es quizá ficado y la función biológica de las
quien más ha contribuido a difundir E., no obstante ser llevado por su teoría
este punto de vista en el campo de la moral a simpatizar con la tesis de los
filosofía. "De ningún animal —dice— estoicos que consideraban las E. como
se puede decir con propiedad que obre enfermedades del alma. “Las E. —ha
sino a través de las afecciones o de dicho— es un predominio de las sen
las E. propias del animal. En efecto, saciones, al punto que llega a suprimir
en las convulsiones en las cuales una se el dominio del alma (animus sui
criatura se golpea o golpea a los otros, compus); por lo tanto es precipitada, o
lo que obra es un simple mecanismo, sea, crece rápidamente hasta hacer im
una máquina, una pieza .e relojería y posible la reflexión” (Antr., §74), en lo
Emoción
que las manifestaciones corporales de orgánicos sin tener significado emocio
ben interponerse entre uno y otro y nal alguno. La fiebre, la exposición al
que la fórmula más racional consis aire frío, producen a menudo acelera
te en decir: estamos afligidos porque ción del corazón, aumento de azúcar
lloramos, irritados porque golpeamos, en la sangre, descarga de adrenalina,
asustados porque tememos, y no que erección del vello. La asfixia obra de
lloramos, golpeamos y tememos por la misma manera en el momento de la
que estamos afligidos, irritados o asus excitación. La reducción de azúcar en
tados, según los casos. Sin los estados la sangre por obra de la insulina pro
corporales que la siguen, la percepción voca una reacción hipoglicémica, ca
tendría una forma puramente cognos racterizada por palidez, aceleración del
citiva, pálida, descolorida y privada de corazón, aumento del azúcar en la ori
calor emotivo. Podremos entonces ver na y sudores intensos. Y, por lo tanto,
al oso y juzgar oportuno huir, recibir el es difícil comprender de qué manera
insulto y decidir obrar, pero no proba las reacciones que no tienen en sí mis
remos realmente ni miedo ni cólera” mas valor emocional alguno, en la
(The Theory of Emotions, 1884; trad. mayor parte de los casos en que se pro
franc., p. 61). La fuerza de esta teoría ducen, adquirirían en otros casos el
está en la observación de que si en el carácter de verdaderas y propias E.
caso de alguna E. violenta se prescinde Pero el defecto principal de la teoría,
de todas las sensaciones de síntomas precisamente como "teoría”, es que no
físicos, no queda residuo alguno, nin explica efectivamente la función de las
guna (sustancia mental) emotiva, sino E. No explica, pongamos por ejemplo,
simplemente un estado de percepción por qué ver un oso y comprobar que
intelectual. "No puedo imaginar —de no está enjaulado ni encadenado, hace
cía James— qué es lo que quedaría temblar y empalidecer.
de la E. de miedo, si no estuviera pre En otros términos, no explica el ca
sente el sentido del latido acelerado rácter biológico de las E., su finalismo
del corazón, del respirar afanoso, del parcial o relativo sea como quiera, pero
temblor de los labios, del doblarse de aún lo bastante evidente en determi
las piernas, de la piel de gallina y nado número de casos. Precisamente
de los estremecimientos viscerales. ¿Al desde este punto de vista, Dewey y la
guno puede representarse un estado de escuela psicológica á . Chicago (y es
irritación sin la ebullición del pecho, el pecialmente Stanley Hall), vuelven a
sonrojo de la cara, la dilatación de las adoptar las ideas de Darwin, conside
narices, el apretar de los dientes, el rando las E. como el regreso modifi
impulso a la acción violenta, esto es, cado de determinados movimientos te-
un estado de irritación que dejara in leológicos y las vuelven a reducir a
móviles y relajados todos los múscu manifestaciones residuales de instintos
los, tranquila la respiración y plácido ancestrales. Así, por ejemplo, los movi
el rostro? En este caso de la E. no mientos para aprehender, para morder,
quedaría más que un juicio frío y des para rasguñar que se manifiestan en
apasionado según el cual una deter la cólera, serían restos de actos pro
minada persona o ciertas personas me pios de los animales salvajes de los
recen el castigo por sus vilezas.” Se cuales descendemos. El movimiento de
puede decir que durante dos o tres dece llevar la cabeza erguida sería todavía
nios sucesivos, los estudios experimen un recuerdo ancestral, ya que tal mo
tales acerca de las E. han estado inspi vimiento se encuentra efectivamente en
rados por esta teoría. Pero justo en el los animales con cuernos y en los pri
dominio de los hechos experimentales meros vertebrados acuáticos o terres
ha encontrado las primeras objeciones tres que se servían de la cabeza para
decisivas. Sherrington demostró que la alejar los obstáculos. Estas teorías in
expresión visceral de las E. es poste dudablemente vuelven a integrar a las
rior a la acción cerebral que inter E. en su naturaleza biológica, pero
viene junto con el estado psíquico conducen a no ver en ellas otra cosa
(1908) y Cannon (Feelings and Emo que un residuo que ahora no tiene la
tions, 1928) observó que las E. visce significación de un movimiento instin
rales se producen en muchos estados tivo, aunque originariamente signifi-
cativo. Tal residuo estaría constituido biológica y da lugar a las formas pato
por lo que la herencia ha permitido lógicas. Freud considera también que
sobrevivir de los movimientos instin la situación, de la que son señal la
tivos que tenían un significado ofen angustia y un estado afectivo en gene
sivo o defensivo en los animales que ral, puede no ser un acontecimiento
los poseían pero que, más tarde, han presente; puede tratarse de una impre
dejado de tenerlos. La teoría total se sión profunda o latente y que perte
funda de tal manera en la hipótesis nezca a la prehistoria de la especie y
de una trasmisión hereditaria de mo no a la individual. De tal manera se
vimientos instintivos y sobre el postu puede decir que el estado afectivo pre
lado de que las E. derivan de tales senta la misma estructura que una
movimientos, más que de la situación crisis de histeria, ya que, como ésta
frente a la cual adquieren el signifi última, es el residuo de una reminis
cado de reacciones o respuestas. cencia inconsciente. La crisis de his
La referencia a tal situación consti teria puede compararse a un estado
tuye, en cambio, el punto caracterís afectivo individual de nueva forma
tico de las más importantes teorías ción y el estado afectivo normal puede
contemporáneas. Para ellas la E. no se ser considerado como la expresión de
agota en la subjetividad como un sim una histeria genérica, que ha llegado
I ple "estado de alma" o conjunto de
estados de alma, ya que incluye siem
pre una relación con circunstancias ob
a ser hereditaria (Einführung irt die
Psychoanalyse, 1917, cap. 24; trad. esp.:
Introducción al psicoanálisis, en Obras,
jetivas que le confieren su significado II, Madrid, 1948, pp. 263-64). En otros
específico. Desde este punto de vista términos, la conducta emotiva se pro
la E. es un comportamiento o el ele duce en el caso en que las E., en
mento de un comportamiento dirigido vez de transformarse rápidamente, co
If a afrontar la situación o a huir de
ella, a resolver el problema que pre
mo preparación para la acción, se des
arrollan en acto afectivo como E.,
senta o a eludirlo. Se puede considerar obrando como inhibición, represión o
al psicoanálisis como un primer encau- censura del acto mismo. En tal sentido
zamiento para una interpretación de se explica su analogía con el histerismo
las E. en este sentido; en efecto, que es, a menudo, la represión para
ha puesto en evidencia el significado de no revivir un recuerdo desagradable.
los hechos psíquicos con referencia Como el sueño es a veces una fuga ante
a las situaciones que los han determi la decisión que hay que tomar, como la
nado. Así, por ejemplo, Freud ve en la enfermedad de ciertas muchachas es a
angustia, en primer lugar, una prepa veces una fuga ante el matrimonio, así
ración para afrontar el peligro, que se la cólera es frecuentemente la fuga
manifiesta con la exaltación de la aten ante una situación desagradable y el
ción sensorial y de la tensión motriz. desvanecimiento debido al miedo es
Este estado de espera o de preparación la fuga ante una perspectiva desagra
es biológicamente útil ya que sin él dable, la búsqueda de un refugio ilu
el sujeto se encontraría expuesto a sorio.
graves consecuencias. De él derivan, En sentido análogo, Janet ha carac
por una parte, la acción motriz, la fuga terizado la E. como la "reacción del
y, en grado superior, la defensa activa; descalabro”. La E., para Janet, es el re
por otra parte, lo que es experimentado troceso brutal hacia una forma de con
como estado de angustia. Si el desarro ducta inferior, menos apta para la
llo de la angustia está contenido dentro situación e incapaz de afrontarla. Ya
de límites restringidos, la angustia mis que el más bajo de los comportamien
ma no es más que un apéndice, una tos psíquicos es la agitación convulsiva
simple señal de peligro y la totalidad acompañada por modificaciones de las
del proceso de transformación del es funciones respiratoria y circulatoria,
tado de preparación angustiosa en ac la E., cuando es suficientemente pro
ción, se cumple rápida y racionalmente. funda, origina precisamente convulsio
Cuando, en cambio, el desarrollo del nes o simples modificaciones viscera
estado de angustia excede ciertos lími les. Pero no se trata de un nuevo
tes, resulta contrario a la finalidad retroceso mecánico: un idiota no pro-
388
Emoción
Emoción
gún Sartre, ésta es una transformación tanciales en común. Es bien cierto que
del mundo, y precisamente una trans los filósofos se valen más tarde de
formación a través de la magia. "Cuan estas teorías para obtener tramas o
do los caminos trazados resultan muy generalizaciones de naturaleza ontoló-
difíciles o cuando de hecho no vemos gico-metafísica, pero en cierto modo
la vía, no podemos demorarnos más en éste es su derecho. La concordancia
un mundo tan urgente y difícil. Todas de estas teorías adquiere un signifi
las vías están clausuradas y, sin em cado importante, porque demuestra que
bargo, es necesario obrar. Entonces in en el terreno del análisis interpreta
tentamos cambiar al mundo, es decir, tivo de los modos fundamentales de
vivir como si las relaciones de las cosas experiencia, es posible llegar a un acuer
con sus propiedades no estuvieran re do entre el científico y el filósofo, no
guladas por procesos deterministas sino menor que el acuerdo entre científico
por la magia” (Ibid., p. 33). Así, por y científico. Como ulterior ejemplo de
ejemplo, el desmayo frente a un peli este acuerdo mencionaremos la teoría
gro inminente no es más que la nega de las E. presentada por Kurt Gold-
ción del peligro, la voluntad de ale stein, médico y fisiólogo especialista
jarlo. "La urgencia del peligro ha ser en lesiones cerebrales (cf. Der Aufbau
vido como motivo para una intención des Organismos ["La estructura del
aniquilante que ha ordehado una con organismo”], 1934; trad. franc.: La
ducta mágica. Y, en efecto, yo he ani structure de l'organisme, París, 1951).
quilado el peligro, en cuanto estaba en Goldstein considera que la adaptación
mi poder hacerlo. No se trata de un del organismo al ambiente ocurre por
juego, sino de una creencia, de una pequeñas "reacciones de catástrofe” que
cosa seria, como queda demostrado por no pueden ser evitadas en la lucha del
las expresiones orgánicas de las E.” organismo con el mundo. Cuando estas
En la E., la conciencia tiende a com catástrofes o choques pasan de una
batir los peligros o a modificar los ob determinada medida, toman el signifi
jetos, sin distancia y sin utensilios, cado de un comportamiento defectuo
mediante modificaciones absolutas y so del organismo, de un peligro para su
masivas del mundo. Este aspecto del capacidad de obrar, para su existencia.
mundo es enteramente coherente, dice Se está entonces en presencia de gra
Sartre, se trata del mundo mágico. ves reacciones de catf-trofe que desde
"Denominaremos E. a la caída brusca el punto de vista subjetivo revisten la
de la conciencia en lo mágico. O, si se forma emotiva de la angustia. La an
prefiere, hay una E. cuando el mundo gustia se distingue del miedo por la
de los utensilios se desvanece brusca falta de un objeto determinado: es sin
mente y el mundo mágico toma su objeto. En el miedo nos encontramos
puesto. Por lo tanto, no es necesario en presencia de un objeto, al cual nos
ver en la E. un desorden pasajero del oponemos y del cual podemos intentar
espíritu, que vendría a perturbar desde desembarazarnos o del cual podemos
fuera la vida psíquica. Al contrario, se huir; tenemos conciencia tanto de este
trata del retomo de la conciencia a objeto como de nosotros mismos y
la actitud mágica, una de las grandes podemos examinar el modo como he
actitudes que le son esenciales, con la mos de comportamos frente al objeto,
aparición del mundo correlativo, el fijar la mirada sobre la causa del
mundo mágico. La E. no es un acci miedo, que en realidad se halla en el
dente, es un modo de existencia de la espacio y ante nosotros. En la angustia,
conciencia, una de las maneras por en cambio, el enfermo "vive la impo
las que comprende (en el sentido hei- sibilidad de ponerse en relación con
deggeriano de verstehen) su ser-en-el- el mundo, sin saber por qué. Es el sen
mundo” {Ibid., p. 49). timiento de una sacudida que afecta
Es significativo el hecho, que resulta tanto a la existencia del mundo como
de las precedentes exposiciones, de que a la propia. No puede tomar conciencia
las teorías de las E. presentadas por los de su yo más de lo que pueda tomarla
científicos y las presentadas por los fi del objeto, ya que la conciencia del yo
lósofos no difieran radicalmente entre no es más que el correlato de la con
sí y que presenten muchos rasgos sus ciencia del objeto... La angustia apa
393
Emoción
tada y defendida por Mach (Analyse mejándose así a los médicos empíricos
der Empfindungen, 1900; trad. esp.: que tienen sólo práctica y nada de
Análisis de las sensaciones, Madrid, teoría. En las tres cuartas partes
1925). de nuestras acciones somos sólo empí
ricos, por ejemplo, cuando esperamos
(ingl. empiricism; franc.
E m p ir is m o que mañana sea de día, obramos empí
empirisme; a le m . E m p i r i s m u s - , ricamente porque deducimos lo que ha
ital. empirismo). La dirección filosó ocurrido siempre. Sólo el astrónomo
fica que apela a la experiencia co juzga el fenómeno con la razón. Pero
mo criterio o norma de la verdad y que, el conocimiento de las verdades nece
por lo tanto, es la que adquiere la sarias y eternas nos distingue de los
palabra "experiencia” en su segundo simples animales y nos procura la ra
significado. En general, tal dirección zón y las ciencias, elevándonos al cono
está caracterizada por los siguientes cimiento de nosotros mismos y de
rasgos: 1) niega el absolutismo de la Dios" (Monad., §§28-29). La razón,
verdad o, por lo menos, de la verdad en este sentido, es infalible. Si como
accesible al hombre; 2) reconoce que facultad humana puede engañarse, co
toda verdad puede y debe ser puesta mo “concatenación de las verdades y
a prueba y, por lo tanto, eventualmen de las objeciones en buena forma, es
te modificada, corregida o abandona imposible que la razón nos engañe”
da. El E., por lo tanto, no se opone a la (Théod., Disc., §65). Precisamente a
razón o no la niega sino dentro de los través de estas anotaciones de Leibniz,
límites en los que la razón misma pre hemos recibido con toda probabilidad
tende establecer verdades necesarias, nuestro concepto del E., del raciona
o sea tales que valgan absolutamente lismo y, también, de su contraste. La
de manera que sea inútil o contradic tesis del nacionalismo (véase) es que
torio someterlas a control. Con estos la razón, no como facultad, sino como
rasgos el E. fue por vez primera carac "concatenación de las verdades”, es
terizado por Sexto Empírico, que a necesaria en el sentido de que no pue
partir de ellos reconocía su parentesco de ser diferente de como es, y por lo
con el escepticismo, y estos mismos tanto, no puede sufrir invalidación ni
rasgos han seguido siendo característi exige confirmación. La tesis del E. es
cas fundamentales de toda doctrina que que tal necesidad no subsiste y que, por
haya sido llamada más tarde empiris- lo tanto, toda y cualquier "concatena
ta, en sus peculiares determinaciones. ción de la verdad” debe poder ser
Dice Sexto Empírico que el médico puesta a prueba, examinada y, en algu
empírico, o mejor dicho metódico, "no nos casos, modificada o abandonada.
afirma nada temerariamente en tomo A este rasgo fundamental del E. —a
de los hechos oscuros sino que, sin partir de él— se agregan otros, con
presumir si sean o no comprensibles, los cuales de tanto en tanto ha estado
sigue los fenómenos y de éstos toma históricamente asociado, y en especial
lo que parece beneficiar, conformán los siguientes:
dose a la manera de los escépticos”. 1) La negación de todo conocimien
Es común a la medicina metódica y al to o principio innato, o sea tal que
escepticismo, agrega Sexto Empírico, haya de ser reconocido como necesaria
la falta de dogmas y la indiferencia mente válido, es decir, independiente
en el uso de las palabras, y es común mente de todo testimonio o examen.
también la regla de seguir las indica Este rasgo, establecido por Locke en
ciones de la naturaleza y las suminis el primer libro del Ensayo, ha sido
tradas por las necesidades corporales una de las más llamativas caracterís
(Hip. Pirr., I, 236-41). A algunos siglos ticas del E. en el siglo xvm y a veces
de distancia, Leibniz daba el mismo ha servido para definirlo, aunque sea
concepto de E., pero oponiendo con sólo una consecuencia que de él se
precisión el procedimiento racional al deriva.
empírico: “Los hombres —escribía— 2) La negación de lo "suprasensible",
obran como las bestias, en cuanto la entendiéndose bajo este término toda
concatenación de sus percepciones se realidad que no se pueda confirmar o
efectúa sólo mediante la memoria, ase examinar de un modo cualquiera. Aho
398
Empirismo
y la lógica son precisamente conjun que antes de ser publicada (1953) había
tos de tales tautologías. circulado en Inglaterra en forma pri
A) La tendencia que reconoce como vada y había comenzado a inspirar el
tarea de la filosofía los análisis en el trabajo filosófico de un grupo de pen
lenguaje científico cuenta sobre todo sadores. La tesis de esta obra es que
con los nombres de Rudolf Camap y todo lenguaje es una especie de juego
Hans Reichenbach. Las obras de este que sigue determinadas reglas y que
último pertenecen a la metodología de todos los juegos lingüísticos tienen el
la ciencia. Ha estudiado los Funda mismo valor. Por lo tanto, la única re
mentos filosóficos de la mecánica cuán gla para la interpretación de uno de
tica (1944) y la Teoría de la probabili estos juegos es, según Wittgenstein, el
dad (1949) como fundamento de la uso que de él se hace y ya que la filo
inducción, considerando a la probabi sofía no tiene otra tarea que el análisis
lidad misma como fundada exclusiva del lenguaje, la aclaración de las expre
mente en la frecuencia estadística. A siones lingüísticas en su uso corriente
su vez Rudolf Camap ha dirigido pre es la tarea propia de la filosofía. A
ferentemente su atención a la matemá esta dirección han aportado importan
tica y a la física (La estructura lógica tes contribuciones Alfred Ayer, que ya
del mundo, 1928; La sintaxis lógica del en 1936, en su libro Lenguaje, verdad
lenguaje, 1934; Fundamentos de la lógi y lógica, presentó al público inglés las
ca y de la matemática, 1939; Introduc tesis fundamentales del Círculo de Vie-
ción a la semántica, 1942; Formali- na y Gilbert Ryle, quien, en su Concep
zación de la lógica, 1943; Significado y to del espíritu (1949), ha analizado con
necesidad, 1947; Fundamentos lógicos este criterio la noción de espíritu, de
de la probabilidad, 1950; La continui mostrando que para entender y aclarar
dad de los métodos inductivos, 1952). la expresión del lenguaje común a la
Tanto en la filosofía de Carnap como que recurre, no hay necesidad ni de
en la de Reichenbach confluye la di postular la realidad sustancial del alma
rección matemática de la lógica con ni de admitir que la conciencia cons
temporánea y especialmente e l. forma tituya un acceso privilegiado a tal reali
lismo de Hilbert, según el cual el tra dad. La importancia de esta corriente
bajo de las matemáticas consiste en consiste en el hecho de que intenta
elaborar deducciones, según reglas de aclarar, por el análi is del lenguaje
terminadas, mediante otras proposicio común, las situaciones más comunes
nes tomadas convencionalmente como y comentes en las cuales el hombre,
fundamentales y denominadas axiomas considerado sólo como "animal parlan
(véase). Camap ha ampliado este prin te", llega a encontrarse. Bajo este as
cipio a toda la lógica, considerándola pecto el E. lógico es auténticamente
como un conjunto de estipulaciones una forma de E. que identifica el mun
convencionales acerca del uso de los do de la experiencia con el mundo de
signos y de tautologías que se fundan los significados propios del lenguaje
en estas estipulaciones (Logische Auf- común. Sin embargo, no siempre y no
bau der Welt ["La estructura lógica del en todos sus discípulos, presenta este
mundo”], §107) y dan así lugar al con carácter la dirección en cuestión: a
vencionalismo (véase) típico de la filo veces se esteriliza en discusiones bi
sofía contemporánea. Acerca de las zantinas y fastidiosas acerca de la in
contribuciones de esta dirección a no terpretación de expresiones lingüísticas
ciones filosóficas y científicas funda sustraídas a su contexto y, por lo tan
mentales como las de concepto, causa, to, carentes del significado y del al
número, probabilidad, como en general cance que tienen en tal contexto y
a la metodología de las ciencias y a la también de las auténticas posibilida
lógica, ver los artículos respectivos, des interpretativas que sólo son sumi
como también e n c ic l o p e d ia . nistradas a través del contexto. A este
B) La tendencia que reconoce como propósito Bertrand Russell (que es con
tarea de la filosofía el análisis del len siderado todavía como uno de los fun
guaje común encuentra su punto de dadores de la escuela) ha condenado
partida en la segunda obra de Wittgen- claramente la tendencia verbalista de
stein, las Investigaciones filosóficas, esta dirección, que hace inútil y tedio
401
Enajenación
tales: la lógica, la física y la ética, la simples ya que, en tanto que los fenó
Edad Media permaneció sustancialmen menos orgánicos dependen de los in
te fiel al esquema enciclopédico de orgánicos, estos últimos no dependen
Aristóteles, haciéndolo culminar en la de los primeros. La física inorgánica,
teología, a la cual todas las demás a su vez, será al principio física celeste
ciencias quedaban subordinadas (Santo (o astronomía) y más tarde física te
Tomás, S. Th., I, q. 1, a. 5). Francis rrestre, o sea física propiamente dicha,
Bacon, en el siglo x v ii , proyectó una y química. Existiría una división aná
E. fundada en la tripartición entre loga en la física orgánica: habrá una
ciencias de memoria, ciencias de fan física orgánica o fisiológica que se re
tasía y ciencias de razón (De Augm. fiere al individuo y una física social
Scient., II, 1). Esta distinción fue acep (o sociología) que se refiere a la es
tada por D’AIembert y puesta como pecie). La E. de las ciencias estaría, por
base de la Enciclopedia. Dice D’Alem- lo tanto, constituida por cinco disci
bert: "La memoria, la razón y la ima plinas fundamentales: astronomía, fí
ginación son las tres maneras diferen sica, química, biología y sociología. De
tes por las cuales nuestra alma obra tal E. no forman parte ni la matemá
sobre los objetos de sus pensamien tica ni la psicología: la matemática
tos. .. Estas tres facultades forman las porque es la base de todas las ciencias
tres divisiones generales de nuestro y, por lo tanto, no puede tener un
sistema y los tres objetos generales de puesto aparte; la psicología, porque no
los conocimientos humanos: la histo es una ciencia en cuanto se funda en
ria, que se relaciona con la memoria; una pretendida "observación interior”
la filosofía, que es el fruto de la ra que es imposible ya que presupondría
zón ; las bellas artes, que la imaginación al individuo dividido en dos partes, una
hace nacer” (Discours préliminaire de observadora y otra observada (Cours
l’Encyclapédie, en (Euvres, ed. Condor- de Phil. Positive, I, pp. 75 ss.). Esta E.
cet, p. 112). No obstante, la E. francesa, de Comte ha sido ampliamente acep
cuyo espíritu ilustrado se inspiraba so tada por la cultura moderna y contem
bre todo en el empirismo, no insistió poránea, incluso fuera del positivismo,
acerca del carácter total y definitivo porque tiene en cuenta la situación y
del sistema de las ciencias, sino que los trabajos reales de las ciencias, aun
entendió la E. antes que nada como en los casos en que Comte pretende
tentativa de abrazar en síntesis rápida imponer a tales ciencias restricciones
y completa los resultados del saber o limitaciones insostenibles. A ella se
positivo. Y ésta fue precisamente la opuso la E. de las ciencias de Hegel
principal función de la E., a la cual que es la mayor expresión del roman
se debió la enorme difusión que los ticismo idealista. Para Hegel existen
resultados de las ciencias y la crítica solamente tres disciplinas fundamen
racionalista de la tradición obtuvieron tales, que son: la lógica, la filosofía
en toda Europa en el siglo xvm. Este de la naturaleza y la filosofía del espí
mismo concepto de E. fue tomado en ritu. Todas estas ciencias tienen por
el siglo sucesivo como fundamento pa objeto la Idea, o sea la conciencia in
ra la definición misma de la filosofía finita de sí: la primera considera a
por obra del positivismo, el cual, no la Idea en y para sí, o sea antes de
obstante, lo redujo con Comte a siste su desarrollo en el mundo; la segunda
ma, a partir de lo que consideraba su considera a la Idea en su "ser otro”,
descubrimiento fundamental, o sea la o sea en su exteriorizarse y enajenar
ley de los tres estadios. Comte graduó se en el mundo de la naturaleza; por
las ciencias en el orden por el cual fin, la tercera considera a la Idea que
habían entrado históricamente en la "retoma a sí misma”, o sea que toma
fase positiva e hizo ver que este orden conciencia de sí como principio crea
es también el que va desde una sim dor de todo (Ene., § 18). Pero en esta
plicidad y generalidad mayor hacia una E. no tenían lugar las ciencias posi
simplicidad y generalidad decreciente. tivas, tal como se vabían venido cons
Comienza dividiendo la física en in tituyendo en su a1 onomía. Tales cien
orgánica y orgánica y observa que la cias, para Hegel, no tienen valor de
primera estudia fenómenos mucho más verdad porque todas ellas están fun-
404
Enciclopedia
dadas en elementos que Hegel denomi han sido meras iniciativas filosóficas
na "accidentales” y que, por lo tanto, no unilaterales, de las que se han servido
pertenecen a la sustancia racional del filósofos de determinadas tendencias.
mundo y, por lo mismo, a la Idea No han sido verdaderas y propias E. en
(Ibid., § 16). Hegel se sirve de ellas el sentido de que no han ejercido ac
únicamente para adquirir un material ción alguna de coordinación efectiva
que más tarde elabora por su cuenta entre las investigaciones de las cien
dentro del esquema enciclopédico que cias particulares y de integración de
se ha descrito, pero sin considerar para sus resultados en un sistema de cono
elaborarlo los métodos de investiga cimiento. Algunos filósofos y científicos
ción y de comprobación de los que se contemporáneos de dirección neopositi-
han servido las disciplinas particulares. vista y neoempirista tienden a consti
La E. positivista de Comte y la E. tuir precisamente una E. en este senti
idealista de Hegel han constituido, en do. Para ello han trabajado y trabajan
la segunda mitad del siglo xix y en los en una E. internacional de la ciencia
primeros años del siglo xx, los dos unificada, de la cual, a partir de 1938,
modelos fundamentales a los cuales se han publicado varios volúmenes,
han hecho referencia los filósofos. Pero cada uno dedicado a los principios fun
es necesario observar que en tanto que damentales de una disciplina científica
la E. de Comte intenta comprender en determinada. Pero es necesario obser
sí las ciencias y disciplinas efectivas, var que en esta misma tentativa no
tal como se han venido constituyendo existe suficiente acuerdo en cuanto a
históricamente con la autonomía de sus la manera misma de entender la uni
métodos y la complejidad y riqueza dad de la ciencia, que algunos (Neu-
de sus resultados, la E. de Hegel ex rath, por ejemplo) e n tie n d e n como
cluye y rebaja a simple fase prepara combinación de los resultados de las
toria o provisional el conjunto de tales diferentes ciencias y como intento de
ciencias, sustituyéndolas por un con axiomatizarlas en un sistema único; y
junto de especulaciones metafísicas que por otros, como unificación en el cam
sólo tienen sentido a partir de deter po de la lógica o en el campo de la
minados supuestos. A este segundo tipo semiótica (Morris) o desde el punto
de E. pertenece también la enunciada de vista del método mismo de la cien
por Croce a partir de la distinción de cia (Dewey) (cf. Encyclopedia of Uni-
dos formas del espíritu, la teórica y fied Science, I, 1, 1938). En realidad
la práctica y de la división de cada parece hoy utopía querer volver a en
una de ellas en dos grados, conoci contrar y exponer, de una vez por
miento de lo individual y conocimiento todas (como siempre lo ha hecho la
de lo universal, volición de lo indivi metafísica) la unidad de las ciencias,
dual y volición de lo universal. Croce dado que las ciencias mismas no sopor
distingue la estética, que tiene por tan por largo tiempo una disciplina
objeto el conocimiento individual, o determinada y cada una se reserva a sí
sea el arte; la lógica, que tiene por misma la más amplia libertad de in
objeto el conocimiento de lo univer vestigación, de organización y de len
sal, es decir, la filosofía; la económica, guaje. Por lo tanto, la exigencia enci
que tiene por objeto la volición de lo clopédica de la filosofía se presenta
individual y que, por lo tanto, com actualmente como realizable más que
prende el estudio de todo lo útil y, en la forma tradicional de una "uni
entre otros, del derecho, de la econo ficación" de las ciencias, en la forma
mía, etc., y la ética, que tiene por más libre y menos comprometedora
objeto la volición de lo universal {FU. del reconocimiento general de la posi
delta Prat., 1909, II, cap. 1). También bilidad de las relaciones múltiples en
en esta E. quedan excluidas y rebaja tre las ciencias y de la investigación
das las ciencias de la naturaleza a y de la determinación de tales rela
simples instrumentos prácticos que su ciones en su campo. Y una de las ta
ministran, m e d i a n t e "seudoconcep- reas fundamentales de la filosofía con
tos”, el medio de economizar energía siste aún en tal reconocimiento, inves
para la acción {Lógica, II, cap. 6 ). tigación y determinación. Véase m e t a
Tanto la E. de Hegel como la de Croce f ís ic a ; CIENCIAS, CLASIFICACIÓN DE LAS.
405
E n e rg é tic a
E n e rg ía
E n e rg é tic a(ingl. e n e r g e tis m ; franc. tante en el desarrollo de la noción de
energétisme; alem. Energetik; ital. ener E. adviene hacia mediados del si
getismo). El monismo de la energía, o glo xix, con el descubrimiento debido
sea la reducción de toda sustancia a Mayer (1842) y a Joule (1843) del
a energía. La E. fue sostenida por principio de conservación de la E. (o
Helmholtz, que la presentaba como un primer principio de la termodinámica)
ideal de la ciencia (véase e n e r g í a ) , pe que establece la equivalencia entre E.
ro se difundió sobre todo en Inglaterra mecánica y calor. Esta equivalencia
por obra de William Rankine (1820-72). demostraba que el calor es una forma
Hacia fines del siglo pasado y comien de E. y, en consecuencia, extendía el
zos del nuestro fue defendida por el concepto de E. fuera del dominio me
fundador de la química física William cánico. La generalización fue realizada
Ostwald (1853-1932) cuyos escritos prin por Helmholtz en su famosa memoria
cipales son: La energía y sus trans Sobre la conservación de la fuerza
formaciones, 1888; La superación del (1847). Helmholtz ha hecho prevalecer
materialismo científico, 1895; La ener el uso del término E. que era usado
gía, 1908; El imperativo energético, antes en forma indistinta con el de
1912. Ostwald consideraba como espe fuerza; por lo demás ha considerado
cificación del concepto de energía el como E. toda entidad que pueda ser
concepto mismo de vida y hacía co convertida en otra forma y ha carac
rresponder, en el campo de las ciencias terizado la E. por la indestructibili
formales, el concepto de función al con dad, carácter por el cual se comporta
cepto de energía (Grundriss der Natur- como cualquier otra sustancia, ya que
philosophie [“Bosquejo de filosofía de no puede ser creada ni destruida. Des
la Naturaleza”], 1908). Véase c i e n c i a s , de este punto de vista los científicos
CLASIFICACIÓN DE LAS. comenzaron a hablar de numerosas for
mas de E .: E. magnética, eléctrica,
E n e r g ía (ingl. energy; franc. energie; química, acústica, etc., y la E. resultó
alem. Energie; ital. energía). 1) Cual la segunda sustancia de la física con
quier capacidad o fuerza apta para pro iguales títulos que la primera, es de
ducir un efecto o cumplir un trabajo. cir, con la materia. No obstante, tanto
En este sentido, E. es sinónimo de en la ciencia como en la filosofía, se
actividad (véase, y de fuerza (véase); ha realizado el intento de reducir tam
se habla de E. "espiritual”, tanto como bién a E. la materia y este intento
de E. "material”, de E. “nerviosa", de dio origen a la energética (véase
E. “física”, etcétera. supra).
2) Como concepto físico, se entiende La tercera etapa conceptual impor
por E. la capacidad de cumplir un tante de esta noción se presentó con
trabajo y por trabajo se entiende el la teoría de la relatividad y con la
desplazamiento del punto de aplicación mecánica cuántica. Con la reducción
de una fuerza. Estos conceptos fueron de la materia (véase) a densidad de
claramente formulados sólo en la pri campo (véase) ha cesado el dualismo
mera mitad del siglo xix. Sin embargo, entre las dos sustancias tradicionales
la distinción entre E. potencial (o de de la física clásica. Por un lado, por lo
posición) y E. cinética (o de movimien tanto, parece que la ciencia ha acogido
to) se debe a Leibniz, que la expresaba el principio de la energética, ya que la
en 1686 en un& memoria intitulada materia ha dejado de ser una sustancia
Demonstratio erroris memorabitis Car- por sí presente. Pero, por otro lado,
tesii como la distinción entre fuerza puede decirse que la energética misma
viva y fuerza muerta. Leibniz conside ha quedado fuera de juego, porque el
raba a la fuerza viva igual al producto concepto fundamental no es ya el de
del “cuerpo” (o sea de la masa) por E. sino el de campo (véase), y toda
el cuadrado de la velocidad, fórmula distinción cualitativa entre materia y
que fue más tarde corregida en el sen E. o materia y campo no tiene razón
tido de considerar a la fuerza viva de ser (cf. A. Einstein-L. Infeld, The
como igual al semiproducto de la masa Evoluticn of Physics, I I I ; trad. esp.: La
por el cuadrado de la velocidad. física, aventura del pensamiento, Bue
La segunda etapa conceptual impor nos Aires, 1943, Losada).
406
E n ig m a s
E n sí
E n ig m a s (ingl. riddles; franc. énigmes; presión en el primer sentido. Platón
alem. Ratsel; ital. enigmi). Se denomi habla de lo "bello mismo”, de la "se
naron enigmas del mundo, en la lite mejanza misma”, etc. (expresiones que
ratura filosófica de los últimos dece a menudo han sido traducidas a las
nios del siglo xix, los problemas que lenguas modernas como "bello en sí”,
por ser insolubles por parte de la cien "semejanza en sí”, etc.) para indicar
cia, se creían destinados a quedar sin lo bello, la semejanza, etc., fuera de
respuesta. En 1880 el fisiólogo alemán sus relaciones con las cosas de que
Émile Du-Bois Reymond, enumeraba forman parte (Fed., 65 d, 75 c; Farm.,
Siete E. del mundo: 1) el origen de la 130 b, 150 c, etc.). Aristóteles adopta la
materia y de la fuerza; 2) el origen expresión en el mismo sentido, para
del movimiento; 3) el surgimiento de indicar una cualidad o una sustancia,
la vida; 4) el orden finalista de la por ejemplo, "animal”, que se consi
naturaleza; 5) el surgimiento de la sen dera independientemente de las rela
sibilidad y de la conciencia; 6) el ori ciones con sus especies (cf., por ejem
gen del pensamiento racional y del plo, Met., VII, 14, 1039 b 9). Este signi
lenguaje; 1) la libertad de querer. Fren ficado sirve también de base al valor
te a estos E., Du-Bois Reymond consi que Hegel dio a la expresión, indi
deraba que se debía pronunciar no sólo cando con ella lo abstracto o inme
un ignoramus, sino también un ignora- diato, privado de desarrollo, de re
bimus. Algunos años más tarde el bió flexión, de relación. "En sí” es, por lo
logo Ernst Haeckel en un escrito que tanto, el concepto en su inmediatez,
tuvo enorme difusión, intitulado Die tal como es considerado por la primera
Weltratsel (1899); (trad. esp.: Los E. parte de la lógica, esto es, por la
del universo) proclamó que tales E. ha "doctrina del ser” (Ene., §83), en
bían sido resueltos por el materialis el sentido de que no es por sí (véase),
mo evolucionista (véase m a t e r i a l i s m o ). o sea no resuelto en la conciencia. En
Aun cuando la palabra se adopte toda tal sentido, Hegel dice: "Se dice que
vía con fines retóricos, resulta impro las cosas son en si en cuanto se abs
pia para expresar la actitud del hombre traen de todo ser para otro, lo que ge
moderno frente a los límites o a la neralmente significa: en cuanto son
imperfección de su conocimiento del pensadas sin determinación alguna o
mundo. E. significa precisamente "adi como si no tuvieran” ( iVissenschaft der
vinanza” y la expresión E. del mundo Logik ["La ciencia de la lógica”], I,
parece indicar que el mundo, como una I, sec. I, cap. II, B, a; trad. ital., p. 124).
gigantesca adivinanza, tiene una sola Con referencia al primer significado,
solución que, en caso de ser hallada, Hegel usó la expresión para indicar
eliminaría todo problema. Ésta es, cier lo que es en potencia, o sea lo que se
tamente, una visión asaz pueril. En el conoce como posibilidad, como capaci
mundo no hay E., ni en plural ni en dad. "Distinto de lo ‘en sí’ es, en este
singular, sino solamente problemas pa sentido, lo ‘para sí’ que es la realidad
ra los cuales existen soluciones más o la efectividad de un objeto por el
o menos adecuadas, nunca definitivas y cual el objeto mismo, en su devenir, se
siempre sujetas a revisión. duplica, para poder retom ar a sí” (cf.
Geschichte der Philosophie, I, Intr., A,
E n o e m á tic a (ingl. ennoematic). Térmi 2; trad. esp.: Historia de la Filosofía,
no aplicado por Hamilton a la doctrina México, 1955, F. C. E.).
del concepto (Lectures on Logic, I, 2) En la edad moderna, comenzando
1866, p. 130). por Descartes, la expresión tomó de
preferencia el significado de "indepen
E n sí (gr. atinó; lat. in se; ingl. in itsclf; dientemente de la relación con el suje
franc. en soi; alem. an sich; ital. in to cognoscente”, sobre todo en la ex
se). Lo que se considera sin referencia presión cosa en sí (véase).
a otra cosa, a saber: 1) independiente De manera análoga, Sartre ha enten
mente de las relaciones con otros obje dido por "ser en sí” al ser objetivo, en
tos; 2) independientemente de la rela cuanto es exterior e independiente
ción con el sujeto considerado. de la conciencia, mientras que deno
1) Platón y Aristóteles usan la ex mina a la conciencia ser para sí (L'étre
407
Ente
Entendimiento
et le néant, pp. 30, 115 ss.). En sentido cierta perfección o autosuficiencia que
más restringido, N. Hartmann ha en las hace orígenes de sus acciones in
tendido como ser en sí de los valores ternas y, por así decirlo, automi incor-
su "independencia de la opinión del porei (Monad., § 18). En la filosofía
sujeto" (Ethik [“Ética”], * ed., 1935, contemporánea, el término ha sido
p. 149). Significado, éste, bastante fre adoptado de nuevo por el biólogo Hans
cuente en el uso filosófico. Bolzano Driesch que ha hecho girar en tomo
había hablado de una "proposición^ en de él su teoría del vitalismo (véase).
sí”, de la "representación en sí” y Para Hans Driesch la E. es el principio
de la "verdad en sí”, entendiendo por de la vida en los seres animados: un
“en sí” en estas expresiones el puro factor espiritual, irreductible a los
significado lógico-objetivo de la propo agentes físico-químicos (El alma como
sición de la representación o de la factor elemental de la na tu ra leza ,
verdad, independientemente de su ser 1903; Der Vitalismus ais Geschichte
pensadas o expresadas (Wissenschafts- und Lehre [“El vitalismo"], 1906).
lehre [“Teoría de la ciencia”], 1837,
§§ 19, 25, 48). E n te n d im ie n to (gr. voü;; lat. intellectus;
ingl. understanding; franc. intelligen-
E n te (ingl. being; franc. étre; alem. ce; alem. Verstand; ital. intelletto). El
Seiendes; ital. ente). Aquello que es, término ha sido constantemente usado
en cualquiera de los significados exis- por los filósofos en un doble significa
tenciales de ser. A veces, pero rara do, a saber: 1) En un significado ge
mente, la palabra es usada para desig nérico, como facultad de pensar en
nar sólo a Dios y así lo hace Gioberti general y 2 ) en un significado específi
en su fórmula ideal: “el E. crea lo co, como una particular actividad o
existente" (Introduzione alio studio técnica del pensar. En este segundo
della fil., II, p. 183), donde "E.” está significado el término ha sido enten
en vez de Dios, como ser necesario y dido a su vez de tres maneras dife
"existente” para las cosas creadas. Por rentes, a saber: a) como E. intuitivo-,
lo común, la palabra es usada en sen b) como E. operativo; c) como E. com
tido más general. Dice Heidegger: prensivo o inteligencia.
“Pero E. llamamos a muchas cosas, y 1) En general Platón y Aristóteles de
en distinto sentido. E. es todo aque finieron al E. como facultad de pensar.
llo de que hablamos, que mentamos, Platón, en efecto, da el nombre de E. a
relativamente a lo que nos conducimos la actividad que piensa (Sof., 248 e-
de tal o cual manera; E. es también 249 a) y que, por lo tanto, da límites,
aquello que somos nosotros mismos y orden y medida a las cosas (Fil., 30 c;
la manera de serlo” (Sein und Zeit, Tim., 48 a) y denomina pensamiento'
§2; trad. esp.: El ser y el tiempo, ( vóticti; ) al conjunto de la ciencia y
México, 1962, F. C. E.). En este sentido de la diánoia, o sea a las actividades
muy general, se usa actualmente la superiores del alma en cuanto se opo
palabra entidad (véase). nen a la conjetura y a la creencia,
tomadas juntas bajo el nombre de opi
E n te le q u ia (gr. ¿vrelixeia; lat. ente- nión (Rep., VII, 534 a). A su vez Aris
lechia; ingl. entelechy, franc. entélé- tóteles declara entender por E. "aque
chie; alem. E n te le c h ie ; ital. ente- llo por lo cual el alma razona y com
lechia). Término empleado por Aris prende” (De An., III, 4, 429 a 23). Este
tóteles para indicar el acto final o significado genérico del término había
perfecto, o sea la cumplida realización sido usado ya, por lo demás, por Par-
de la potencia (Met., IX, 8 , 1050 a 23). ménides (Fr., 16, Diels) y por Anaxá-
En este sentido, Aristóteles definió al goras (Fr. 12, Diels). Y es obvio que
alma como "la E. de un cuerpo orgá todos los que, como Anaxágoras, Platón
nico" (De an., II, 1, 412 a 27). El tér y Aristóteles, atribuyeron al E. la fun
mino que Ermolao Bárbaro traducía ción de ordenador del universo lo en
al latín como perfectihabia (Leibniz, tendieron, no como una actividad o
Théod., I, §87) fue adoptado por Leib técnica específica, sino en el signifi
niz para indicar las sustancias simples cado más genérico de actividad pen
o mónadas creadas, en cuanto tienen sante, esto es, capaz de elegir, coor-
408
Entendimiento
geliano, como la facultad que tiene por plícitamente entre E. en sentido gené
objeto específico lo inmóvil, inerte, rí rico y E. como facultad específica que
gido y muerto y que, por lo tanto, es se encuentra junto al juicio y la ra
radicalmente incapaz de comprender zón. "La palabra E. —decía— es enten
el movimiento y la vida. De tal modo, dida asimismo en sentido más particu
la oposición hegeliana E.-razón se sus larizado, cu ando e s tá subordinado,
tituía por la oposición E.-vida o E.-con- como miembro de una división, al
ciencia, que ha inspirado y aún inspira E. entendido en sentido más general,
algunas manifestaciones de la filosofía esto es, a la facultad superior de cono
contemporánea (Evol. créatice, 1907). cer constituida por E., juicio y razón”
Sin embargo, fuera de estas antítesis {Antr., I, § 40). En este sentido espe
estereotipadas, la noción del E. como cífico, el E. es la facultad de juzgar, y
facultad de pensar en general ya no se el juicio que le compete es el juicio
encuentra en la filosofía contemporá determinante, o sea el juicio cuyas le
nea, en la cual ha sido más bien sus yes entran a constituir el objeto natu
tituida por la noción de pensamiento ral en general (y precisamente la for
o razón {véase). ma de tal objeto). Estas leyes han sido
2) El reconocimiento del significado “prescritas a priori” al E., esto es, da
genérico de E. se ha conjugado, unas das en su mismo funcionamiento {Crít.
veces y otras, con el reconocimiento R. Pura, Analítica de los conceptos,
de un significado específico. Se pueden secc. í; Crítica del Juicio, Intr. § IV).
distinguir tres interpretaciones funda En este sentido específico, como facul
mentales de la función específica del tad de juzgar, el E. no es inductivo en
E„ a saber: 1) el E. intuitivo; 2) el E. el sentido de estar en relación directa
operativo; 3) el E. comprensivo o in con el objeto; es pues, una relación
teligencia. mediata con el objeto porque en cuanto
a) La noción del E. intuitivo fue juicio acerca de una representación es,
elaborada por Aristóteles, quien .consi según la expresión de Kant, "la repre
dera el E., además de ser, en general, sentación de una representación". Pero
la facultad "por la cual el alma razona es inductivo en el mismo sentido en
y comprende”, como una particular que es inductivo el E. específico de
virtud dianoética, o sea un hábito ra Aristóteles; está en relación inmediata
cional específico. Como tal, es la fa con leyes o principios fundamentales
cultad de intuir los principios de las que constituyen la organización de la
demostraciones, principios que no pue ciencia y de la estructura de sus obje
den ser tomados ni por la ciencia, que tos. La diferencia entre el punto de
es solamente un hábito demostrativo, vista aristotélico y el punto de vista
ni por el arte y la sabiduría que con kantiano se puede expresar de la ma
ciernen a "las cosas que pueden ser de nera siguiente. Desde el punto de vista
otra manera”, o sea que están privadas aristotélico, el E. tiene la tarea de for
de necesidad (Ét. Nic., VI, 6 , 1140 b mular los primeros principios que se
31 ss.). Además de tales "deficiones utilizan en la ciencia demostrativa y
primeras”, el E. tiene también la tarea de percibir su evidencia. Desde el pun
de intuir los "términos últimos", esto to de vista kantiano, el É., al realizar su
es, los fines a los cuales debe subor tarea, que es la de juzgar, pone en movi
dinarse la acción {Ibid., VI, 11, 1143b). miento los principios que lo constituyen
Y junto con la ciencia, el E, constitu aun sin necesidad de formularlos explí
ye la sabiduría "que es al mismo tiem citamente. Estas dos alternativas son las
po c i e n c i a y E. de las cosas más únicas que se han presentado históri
excelsas por naturaleza” {Ibid., VI, 7, camente en la interpretación del E.
1151 b 2) y que, por lo tanto, es la más como facultad intuitiva específica.
alta realización del hombre. b) La concepción operativa del E. ha
Esta función de intuir los principios sido presentada por Bergson, que la
comunes del razonamiento, específica ha injertado en el concepto romántico
del E., fue admitida por Santo Tomás del E. entendido como facultad de lo
(S. Th., I, q. 8 , a 1) y por muchos otros inmóvil. Desde este punto de vista, el
escolásticos, junto a la genérica de E. es "la facultad de fabricar objetos
“pensar". Kant, a su vez, distinguía ex artificiales, en particular utensilios,
410
Entendimiento activo
ral, suscitado por el amor a las divi Shaftesbury, establece por vez primera
nidades, a la justicia, a la verdad, a la el contraste entre E. e ironía, que fue
gloria, del fuego, del deseo y del alien uno de los temas preferidos por el
to de las intenciones aguzan los senti Iluminismo del siglo xvm y uno de los
dos; y en el azufre de la facultad de temas del Iluminismo de todos los tiem
pensar encienden la luz racional con pos. Shaftesbury ha insistido acerca de
la cual alumbran más que de ordina la capacidad liberadora de la risa:
rio; y éstos ya no vienen, por fin, a "Estoy seguro —dice— de que existe
hablar y obrar como vasos o instru sólo un camino para salvaguardar a
mentos, sino como eficientes y princi los hombres y preservar la cordura del
pales artífices” (Degli eroici furori, mundo: la libertad espiritual. Ahora
III). Pero también este E. natural o bien, el espíritu no será nunca libre
intelectual tiene, según se ve, el mismo si no existe una libre ironía, porque
carácter que el otro: da a los sentidos contra las graves extravagancias y los
y al pensamiento una potencia sobre humores biliosos no existe otro reme
humana, 'lega a abolir los límites en dio fuera de éste” (A Letter on Enthu-
los cuales el hombre se ve "ordinaria siasm, 2; trad. ital., Garin, p. 44). La
mente” recluido y es tomado como razón y lo sólidamente apoyado en
justificación de la infalibilidad y de la razón, no deben temer al ridículo;
la impecabilidad del hombre mismo. La pero el ridículo es una potente arma
doctrina del E. no es, por lo tanto, com contra la apariencia que no es sustan
patible con el reconocimiento de los cia y, por lo tanto, contra el saber
límites propios del hombre. Cuando, ilusorio y la virtud hipócrita. La obra
desde la segunda mitad del siglo xvn de Voltaire se ha inspirado precisa
en adelante, con el empirismo y la mente en esta directiva fundamental.
Ilustración, tales límites quedan clara Voltaire mismo afirmaba que el E. "es
mente reconocidos, el E. es reconocido ante todo la herencia de la devoción
también por lo que e s : una justifica mal entendida" y solamente reconocía
ción del dogmatismo y de la intoleran a los poetas un "entusiasmo razonable”
cia. Como tal lo reconoce Locke en un (Dictionnaire philosophique, art. "En-
famoso capítulo del Ensayo (IV, 19). thousiasme”, 1765). Las Cartas persas
El E., que no está fundado ni en la de Montesquieu son otra manifesta
razón ni en la revelación divina, no ción de la misma ter. 'encia. En Kant
es más que una presunción de infali la crítica del E. se convirtió en la
bilidad; la luz a la que los entusiasmos crítica del fanatismo, y la lucha con
apelan es un “ignis fatuus que los tiene tra el fanatismo fue el punto de mira
encerrados en este círculo: es una re fundamental de su actividad filosófi
velación, porque lo creen firmemente ca (véase f a n a t i s m o ). Pero por una de
y lo creen firmemente porque es una las no raras ironías de la historia, esta
revelación" (Ibid., IV, 19, 10). Este lucha debería preludiar una de las ma
círculo es, según Locke, todo lo que el yores explosiones de E. fanático que
E. llega a encontrar en su apoyo. la historia de la filosofía recuerde.
Leibniz estaba de acuerdo con Locke, Nos referimos al romanticismo. Y
al aducir cierto número de ejemplos no nos asombra encontrar la defensa
de E. fanático y observar: "Las disen del E. en uno de los manifiestos del
siones de estas personas entre sí debe romanticismo europeo, o sea en la Ale
rían convencerlas de que su pretendido mania de Madame de Staél (De t'Alle-
testimonio interior no es efectivamente magne, 1920, p. 603).
divino, y que tiene necesidad de otras En la filosofía contemporánea, Jas-
señales para ser justificado” (Nouv. pers ha dado una definición del E.
Ess., IV, 29, § 16). Más tarde Leibniz acorde con el concepto tradicional, y
se adhería a las ideas expresadas por una apreciación positiva. “En la acti
Shaftesburv (Récueil de diverses piéces tud entusiasta —ha dicho— el hombre
sur la philosophie, la religión naturelle, se siente tocado en su más íntima
l'histoire, les mathématiques, etc., de sustancia, en su essncialidad o —lo que
Leibniz, Clarke, Newton, etc., Lausana, es lo mismo— se siente aferrado y
3' ed„ 1759, II, pp. 311-34). conmovido por la totalidad, por la sus-
La Epístola sobre el E. (1708), de tancialidad, por la esencialidad del
415
Enumeración
Epicureismo
mundo” ( P s y c h o l o g i e der Weltan- tido, parece ser la inducción de que
schauungert ["Psicología de las concep hablara Aristóteles. Véase i n d u c c i ó n .
ciones del mundo"], I, C; trad. ital.,
pp. 138 ss.). Jaspers ha distinguido, sin (ingl. sentence; franc. ¿nort
E n u n c ia d o
embargo, al E. del fanatismo en el sen eé ; alem. Aussage-, ital. enunciato). Los
tido de que, en tanto que el entusiasta lógicos medievales, a ejemplo de Cice
"está obstinado en mantener firmemen rón (Tuse. Disp., I, 7, 14; De jato, X,
2 0 ) traducen como enuntiatio el aristo
te sus ideas, pero se halla 1 vivo y vital
en la apercepción de lo nuevo”, el fa télico d . i o t f a v o i c o t.óyoq cutoqpavxLX Óg,
nático "está encerrado en una fórmula definido como ese Xóyo5 (oratio: voz
determinada o en una idea fija” (Ibid., significante, d iv isib le en partes sig
p. 162). nificantes a su vez, las cuales están
unidas o divididas) que puede ser ver
E n u m e r a c ió n (ingl. enumeration; franc. dadero o falso. En este sentido, "E.” es
énumération; alem. Aufzahlung; ital. sinónimo de proposición (véase). En la
enumerazione). La cuarta regla del lógica formal contemporánea, es usado
método enunciada por Descartes en a veces en ,el sentido del latín medie
la segunda parte del Discurso: "Hacer val : enuntiatio, pero en la mayoría
en todo momento E. tan completas y de las veces (desde Camap, Logische
revisiones tan generales como para es Syntax, en adelante) adquiere el valor
tar seguros de no omitir nada.” Así lo de "conjunto de signos, constituido se
expresa la regla concerniente al exa gún determinadas reglas sintácticas
men de los resultados del procedimien (propias, en cada ocasión, de cada len
to racional, más que el descubrimiento guaje particular) mediante el cual se
de tales resultados. Un alcance aún expresa una proposición”. Sin embar
mayor tiene la regla correspondiente go, ya que no se decía que todos los
(la VII) en las Regulae ad directionem E. expresan proposiciones (ciertamente
ingenii, en las que la E. es identificada no es así en los E. privados de sen
con la inducción: “Esta E. o inducción tido y se discute si lo es en los E. que
es, pues, la investigación de todo lo expresan juicios de valor), "E.” indica
que se refiere a una determinada cues más bien algo similar a la proposición
tión, búsqueda tan diligente y cuidada de la gramática y a la fórmuta de la
hasta el punto r'j que de ella conclui matemática, o sea el X ó y o ; de Aristó
mos con certeza y evidencia no haber teles o la oratio perfecta de los lógicos
descuidado nada... Por enumeración medievales: un conjunto de signos con
suficiente o inducción entendemos so forme ’a ciertas reglas sintácticas y que
lamente aquella de la cual se concluye puede te n e r un significado completo
una verdad con mayor certeza que con en sí mismo. (Esta segunda condición,
cualquier otro género de prueba, salvo impuesta por los lógicos medievales, es
por la simple intuición.” Con esto pa aceptada por algunos contemporáneos
rece que Descartes hacía referencia al como Bloomfield y Gardiner, pero los
mismo procedimiento que Bacon ha lógicos puros la impugnan.) G. P.
bía denominado "E. simple”, y en el
cual había visto una forma imperfecta E o n e s (gr. o í m v e ; ) . Término adoptado
de inducción. Tal inducción es, en mente por los gnósticos (siglo 1 1 ) y especial
efecto, para Bacon, “un expediente pue a Dios,por Valentín, para designar sea
ril, que da conclusiones precarias y emanan sea a los seres "eternos” que
que se expone al peligro de los casos 13.89). de él (Clemente, Strom., IV,
contrarios y concluye como puede, a
través de menor número de pruebas E p a g ó g ic o (gr. ixayttiywóc; ingl. epago-
del necesario”. A ésta, Bacon opone la gic; franc. épagogique; alem. epagogik;
verdadera inducción, que procede me ital. epagogico). Inductivo. Véase i n
diante eliminaciones y exclusiones y es d u c c ió n .
similar al procedimiento diairético de
Platón (Nov. org., I, 105). La crítica E p ic u r e is m o (ingl. epicureanism; franc.
de la inducción por E. simple fue más é p i c u r é i s m e ; alem. Epikureismus;
tarde repetida por Stuart Mili (Logic, ital. epicureismo). La dirección filosó
III, 3, §2). La E. simple, en este sen fica que tiene como jefe a Epicuro de
•116
E p ie ik e ia
Época
Samos, que fundó su escuela en Atenas viéndose lo menos posible de lo sobre
en 306 a. c. Los rasgos característicos natural, deja a la naturaleza todo lo
del E., que comparte con las otras di que sigue al primer comienzo” (Crít.
recciones filosóficas de la edad alejan del Juicio, §81). Kant mismo denomi
drina la preocupación de subordinar nó "E. de la razón pura” a su propia
toda la investigación filosófica a la doctrina, en cuanto admite que las ca
exigencia de garantizar al h o m b r e tegorías del entendimiento constituyen
la tranquilidad del espíritu, son las si el fundamento de la posibilidad de la
guientes: 1) el sensualismo, o sensoria- experiencia, en oposición con la tradi
lismo, es decir, el principio por el cual cional, según la cual la experiencia es
la sensación es el criterio de la ver la que posibilita las categorías (Crít.
dad y el criterio del bien (por lo cual R. Pura, §27). Véase p r e f o r m a c ió n .
éste se identifica con el placer); 2) el
atomismo, mediante el cual Epicuro Epiquerema (gr. émxeÍQTlna; l3t. epichi-
explicaba la formación y el cambio de rema; ingl. epicheirema; franc. épi-
las cosas por la unión y desunión de los c h é r é m e - , alem. Epicheirema; ital.
átomos y el nacimiento de las sensa epicherema). El término, que significa
ciones como la acción de estratos de "empresa” o "tentativa", fue definido
átomos, provenientes de las cosas, so por Aristóteles (Tóp., VIII, 11, 162a 16)
bre los átomos del alma; 3) el semi- como "razonamiento dialéctico" (véase
ateísmo, pues Epicuro consideraba que d ia l é c t ic a ) . En realidad, el término e s
los dioses existen, pero no tienen pa usado más adelante por el propio Aris
pel alguno en la formación y en el tóteles para indicar el artificio q u e con
gobierno del mundo. siste en esconder o exponer sólo imper
fectamente algunas premisas de la
Epieikeia, véase EQUIDAD. propia argumentación. Por esto en
la lógica moderna el término E. ha pa
E p if e n ó m e n o ( i n g l . epiphenomenon; sado a indicar un presilogismo (véase),
franc. epiphénoméne; alem. Epiphano- cuyas premisas se han expresado en
menon; ital. epifenómeno). Algunos po forma incompleta. G. P.
sitivistas ingleses, como Huxley, Clif-
ford, etc., aplican este término a la E p is ilo g is m o (ingl. episyttogism; franc.
conciencia considerada como un fenó épisyllogisme; a l e m Episyllogismus;
meno secundario o accesorio que acom ital. episillogismo). Ün silogismo que
paña a los fenómenos corpóreos, pero toma como una de sus premisas la
que es incapaz de obrar sobre ellos. conclusión de otro silogismo. Este últi
Véase m a t e r ia l is m o . mo se denominará entonces prosilo
gismo (véase). Kant usó la expresión
E p ig é n e s is (ingl. epigénesis; franc. épi- per episyllogismos para indicar, en una
génése-, alem. Epigenese-, ital. epigene- cadena polisilogista, el sentido que va
si). Nombre dado por Raspar Friedrich hacia lo condicionado y la expresión
Wolff a su teoría acerca de la genera per prosyltogismos para indicar el sen
ción de los organismos animales y tido que va hacia las condiciones. Las
según la cual los órganos de un ser dos expresiones son adoptadas en la
viviente no están preformados en el dialéctica trascendental para aclarar
óvulo o en el embrión, sino que se el procedimiento mediante el cual la
originan ex novo de una materia indi razón llega a las ideas trascendentales,
ferenciada (Teoría de la generación, que se tienen procediendo per prosyllo-
1759). Esta teoría que Wolff apoyaba gismos, cuando la serie de las condi
con la observación microscópica de los ciones, o sea la totalidad de las premi
órganos de las plantas y del embrión sas, se considera dada y c umpl i da
del pollo fue una grave objeción a la (Crít. R. Pura, Dialéctica, I, sec. 2).
teoría del preformismo, defendida en Véase p o l i s i l o g i s m o .
el mismo siglo por Malpighi y Bonnet.
Kant observó, con referencia a esta E p is te m o lo g ía , véase CONOCIMIENTO, TEO
teoría, que ofrece la ventaja de reco RÍA DEL.
nocer una acción propia a la natura
leza, naturaleza que es diferente al Época (gr. éjtoxfi; ingl. epoch; franc.
simple desarrollo y de tal modo "sir- époque; alem. Epoche; ital. época). En
117
Epoché
monedas puedan tener curso al mismo se puede negar sin negar la verdad
tiempo y en el mismo mercado, porque misma. Platón, por lo tanto, abandona
se sabe que "la moneda buena des la tesis eleática de la necesidad del
plaza a la mala”. El E. puede consistir, ser y define al ser como posibilidad
por lo demás, en juzgar un objeto a (dynamis, Sof., 247 e). Como posibili
partir de un criterio extraño al objeto dad, el ser no es ni uno ni muchos, ni
mismo o, mejor, a ese campo de obje movimiento ni inmovilidad, etc., sino
tos al cual pertenece, o también en que puede ser una u otra cosa; y todo
juzgar a partir de un criterio apro está en ver cuáles son sus determina
piado a un objeto que, sin embargo, no ciones que puedan unirse y permanecer
se deja distinguir por tal criterio. Te juntas y cuáles, en cambio, las no sus
nemos un E. de la primera especie ceptibles de ello. La ciencia que estudia
cuando se quiere decidir acerca de la las combinaciones posibles de la forma
realidad de un hecho a partir de un (o géneros) del ser —ciencia análoga
criterio moral ("No debe, no puede, a la gramática que estudia las combi
haber sido así”). Se tiene un E. de la naciones posibles de las letras y a la
segunda especie cuando se quiere deci música que estudia las combinaciones
dir acerca de la verdad o falsedad de posibles de los sonidos— es la dialéc
los postulados o proposiciones iniciales tica (véase). Dicho esto, el E. es sim
de las ciencias o de enunciados no sig plemente una combinación de determi
nificativos. En general, se puede deno naciones del ser o de p a l a b r a s que
minar E. todo juicio o valoración que expresan tales determinaciones, combi
contravenga al criterio que se reconoce nación que no se ajusta a las reglas
como válido en el campo a que se re de la dialéctica y que, por lo tanto, une
fiere el juicio, o bien a los límites de o combina aquello que no puede ser
aplicabilidad del criterio mismo. Por lo combinado o unido a partir de tales
tanto, lo contrario de un juicio erró reglas. Por lo tanto, el que dice una
neo no es un juicio "verdadero”, como falsedad, no dice "lo que no es” (lo
se cree comúnmente, sino más bien un que sería imposible) sino algo diferente
juicio "recto”, "correcto”, “exacto” o de lo que e s: expresa una combina
"regular” y lo opuesto del E. se podría ción de formas (géneros y especies)
denominar rectitud o corrección. La que no está conforme con las posibili
posibilidad del E. supone dos condi dades de relación objetivas de tales
ciones: a) que exista, y sea aplicable formas. El E. es como un conjunto
en la situación dada, un criterio vá de letras sin sentido o un conjunto de
lido de juicio; b) que tal criterio no sonidos sin armonía (Sof., 263). Esta
sea necesario e infalible. Sin la condi doctrina platónica del E. es adaptada
ción a) no existiría posibilidad de dis por Aristóteles a los principios de su
tinguir al E. de lo que no es E. Sin filosofía. Aristóteles parte de una defi
la condición b) el E. sería imposible nición del E. que repite la platónica
desde un principio. del Sofista: "El E. es la negación de
Platón intentó satisfacer estas con lo que es o la afirmación de lo que no
diciones con la doctrina del E. expues es” (Met., IV, 7, 1011b 26). Pero "lo
ta en su Sofista. Observó correctamente que es" no es lo mismo para Aristó
que el E. es imposible desde el punto teles que para Platón. Para Platón es
de vista de los eléatas y de sus discí la "posibilidad”, para Aristóteles es la
pulos, quienes consideran que "el ser "sustancia" o realidad necesaria. Por
es” y que el no ser no puede ser ni lo tanto, Aristóteles intenta definir la
pensado ni expresado. En efecto, en tal posibilidad del E. justo en las confron
caso cualquier cosa que se diga, se dice taciones de la sustancia, tomada aquí
acerca de algo que es y, por lo tanto, se en su aspecto de esencia necesaria
dice la verdad. Pero si es así, entre (Quod quid erat esse). Aristóteles vuel
el sofista y el filósofo, entre el charla ve a confirmar la tesis platónica de
tán y el investigador honesto, no ha que el E. es posible sólo donde hay
bría diferencia alguna y la investiga "combinaciones”, "síntesis” de elemen
ción misma sería i nútil. En otros tos diferentes. Donde no hay intelec
términos, la posibilidad del E. condicio ción de lo indivisible no existe posi
na la investigación de la verdad y no bilidad de E.; esto se verifica siempre
Error
Error
las ideas inadecuadas y confusas”. Así tad. Ya se ha visto que San Agustín
por ejemplo, los hombres se engañan comenzó por considerar al E. como un
porque c r e e n ser libres, porque son alejamiento voluntario del orden de
conscientes de sus acciones, pero igno cosas establecido por Dios. La idea del
ran las causas que las determinan. Así carácter voluntario del E. termina por
también erramos al considerar cerca prevalecer en la última fase de la es
no al Sol porque una afección de nues colástica: Duns Scoto y Occam la de
tro cuerpo implica la esencia del Sol fienden. En efecto ambos entienden la
en cuanto el cuerpo es afectado, y no voluntad como la facultad de cumplir
porque ignoremos su verdadera distan actos opuestos, por cuanto es absoluta
cia (Eth., II, 35, demostr. y scol.). El mente libre. Por lo tanto, a ella co
E., por lo tanto, no consiste en la sim rresponde el asentimiento dado a una
ple imaginación (que es la potencia proposición y, por ende, también la fa
de imaginar cosas no existentes) sino cultad de asentir a proposiciones fal
en una falta de conocimiento o sea en sas o de disentir de proposiciones ver
la falta de la idea que excluya la exis daderas (Occam, In Sent., II, q. 25,
tencia de las cosas que [el alma] ima L). En particular Occam considera
gina como presentes para ella (Ibid., que el asentimiento de la vol unt a d
II, 17, scol.). Leibniz afirma lo mismo debe seguir necesariamente a la eviden
aunque use otra terminología o sea la cia intuitiva de los primeros principios
terminología tradicional, reconociendo de la demostración, de las verdades
como causa del E. una causa "deficien empíricas o de las conclusiones de las
te”, es decir la limitación o imperfec demostraciones, pero que, por otra
ción de la naturaleza humana ( Théod., parte, se puede asentir a lo que carece
I, § 20). Para el idealismo romántico, el de toda evidencia (Ibid., II, q. 25, Y)
E. significa lo "finito”, lo "negativo", y precisamente en estos casos se deter
lo “accidental”, es decir, lo destinado mina la posibilidad de error. Esta doc
a ser borrado del medio y a "encontrar trina fue reproducida sustancialmente
su verdad” en el Infinito, en lo Nece por Descartes con la tesis que enuncia
sario y en lo Positivo de la conciencia que "la voluntad es más extensa que
absoluta de sí. De tal manera, propia el entendimiento y que, por lo tanto,
mente hablando, no existe el error. puede asentir también a aquello que
Como decía Gentile, expresando bien mediante el entendimiento no tiene cla
la posi ci ón del idealismo romántico ridad y distinción suficientes; la volun
acerca de este punto, "el E. es E. en tad —dice Descartes— puede de algún
cuanto está superado, en cuanto, en modo parecer infinita porque nosotros
otros términos, se enfrenta a nuestro no percibimos nada que pueda ser ob
concepto como su no-ser. Por lo tanto, jeto de otra voluntad, ni siquiera de la
es como el dolor, no una realidad inmensa de Dios, a lo que nuestra
opuesta a la realidad que es el espíritu voluntad no pueda extenderse. Esta
(conceptus sui) sino que es la misma es la causa por la cual llevamos de
realidad desde su realización, en su ordinario la voluntad fuera de lo que
momento ideal” (Teoría dello spirito, conocemos clara y distintamente y
cap. 16, § 8 ). Ésta es la típica solución cuando abusamos de tal manera, no es
dialéctica (en el sentido hegeliano del de extrañar que caigamos en el enga
término) del problema del E.: el E. ño” (Princ. Phil., I, 35). Análogamente,
es el momento negativo, destinado a Locke decía que "el E. no es una falla
ser "superado" o "convertido en ver de nuestro conocimiento, sino un equí
dad” desde el momento positivo y con voco de nuestro juicio que presta su
creto: no existe como E. asentimiento a lo que no es verdade
2) La segunda solución típica del proro”. Y enunciaba cuatro razones del
blema del E. consiste en atribuirlo a asentimiento erróneo, a saber: 1) falta
una facultad que no sea el entendi de pruebas; 2) falta de habilidad en
miento, pero capaz de obrar sobre él emplearlas; 3) falta de voluntad para
y de desviarlo de su recto funciona usarlas; 4) falsas medidas de la proba
miento. bilidad (Essay, IV, 20, § 1). También
a) La p r i m e r a alternativa en este Rosmini atribuye el E. a la voluntad
sentido es la que lo atribuye a la volun y considera que se debe a la ausencia
423
E s c á n d a lo
E s c e p tic is m o
del elemento ideal (Idea del ser) o del filosofía no elaboran una teoría del E.
elemento real (sentimiento o sensa por el mismo motivo por el cual no la
ción) de la percepción intelectiva (Nuo- elaboró Hegel, o sea porque no admi
vo saggio, § 1356-59). Pero dado el plan ten la posibilidad del error. Para otras
teamiento general de la teoría de Ros- corrientes, en cambio, el motivo es
mini, que identifica la idea del ser diferente. Han reconocido la intrínseca
con la "forma de la razón”, la primera falibilidad (véase) de los procedimien
especie de E. parecería implicar el po tos cognoscitivos de que dispone el
der de la voluntad para disociar la hombre y, por lo tanto, la posibilidad
razón misma de su propia "forma". En del E. no se distingue de la posibili
fin, el mismo Croce ha aceptado esta dad misma del conocimiento. En cierto
teoría del error. "El que comete un sentido, este punto de vista significa
E. no tiene ningún poder para torcer, un retomo a la teoría platónica del E.
desnaturalizar o corromper la verdad, o, por lo menos, a su supuesto de que
que es su pensamiento mismo, el pen las determinaciones del conocimiento,
samiento que obra en él como en to como las del ser, han de ser considera
dos y, aun más bien, en cuanto el das, no como necesidades, sino como
E. toca al pensamiento, es tocado: pien posibilidades (véase).
sa y no yerra. Tiene solamente el po
der práctico de pasar del pensamiento (ingl. scandal; franc. scan-
E s c á n d a lo
al hacer, y un hacer no es ya un pen dale; alem. Sk a n d a t ; ital. scandalo).
sar, es abrir la boca o emitir sonidos Kierkegaard convirtió el escándalo en
a los cuales no corresponde un pensa una categoría religiosa, definiéndolo
miento o lo que es lo mismo, un pen como "el pecado de desesperar de la
samiento que tenga valor, precisión, remisión de los pecados”. Que el pe
coherencia, verdad" (Lógica, 4* ed., cado pueda ser perdonado es, para el
1920, pp. 254-55). entendimiento humano, lo más impo
b) La otra alternativa de esta solu sible de todo; la religión, desde este
ción es que el E. se debe a la sensibili punto de vista, es la "posibilidad del
dad o, por lo menos, a la acción de la escándalo” (Die Krankheit zum Tode
sensibilidad sobre el entendimiento. ["La enfermedad a muerte”], II, B, B;
Ésta es la doctrina de Kant al respec trad. ital., Fabro, p. 347; cf. Diario, X1
to. Un juicio err neo —y el E., tanto A, 133).
como la verdad, puede hallarse sólo en
el juicio— es el que confunde la apa (ingl. eschatology; franc.
E s c a to lo g ía
riencia de la verdad con la verdad mis eschatologie; alem. Eschatologie; ital.
ma. Esta confusión no sería posible si escatologia). Término moderno que se
el hombre no tuviera más facultad aplica a la parte de la teología que con
que la del entendimiento. Pero como sidera las fases “finales” o “extremas”
el hombre tiene sensibilidad además de de la vida humana o del mundo: la
entendimiento, no puede evitar la in muerte, el juicio universal, la pena o
fluencia oculta de la sensibilidad sobre el castigo ultramundanos y el fin del
el entendimiento. Y de esta influencia mundo. A veces los filósofos han adop
nace la posibilidad de cambiar lo sub tado el témiino para indicar la consi
jetivo, o sea la apariencia de la ver deración de los estadios finales del
dad por la verdad misma (Lógica, Intr., mundo o del género humano (cf. Re-
VII). Esta teoría kantiana vuelve a nouvier, Nouvelle Monadologie, 1899,
hacerse presente en algún filósofo con VII, 139-40).
temporáneo. Así por ejemplo, C. I. E s c e p tic is m o (gr. axsjctixil áycoYii; ingl.
Lewis considera que el E. se debe a la scepticism; franc. scepticisme; alem.
combinación de los datos mediatos de Skepticismus; ital. scetticismo). Con
la experiencia con sus interpretaciones este término, que significa búsqueda,
o integraciones habituales, de natura se entiende la tesis que enuncia que es
leza intelectual (Analysis of Knowledge imposible decidir acerca de la verdad
and Valuation, p. 26). o falsedad de una proposición cualquie
En general, la teoría del E. no re ra. El E. nada tiene que ver con el re
cibe mucha atención en la filosofía con lativismo o con las doctrinas que enun
temporánea. Algunas corrientes de esta cian que todo es verdadero o que todo
4 2 4
i
E s c e p tic is m o
respuesta (a la misma pregunta), que a todas las respuestas que pueden dar
enuncia lo que la cosa no puede dejar se a la pregunta ¿qué es? Si un hom
de ser y es el por qué de la cosa mis bre responde a la pregunta "¿Qué es
ma, como cuando se dice que el hombre lo que eres?” : "Un músico”, su res
es un animal racional y se quiere decir puesta no expresa en verdad lo que es
que el hombre es hombre porque es ra por sí mismo, siempre y necesariamen
cional. Los principios fundamentales ex te, o sea en su sustancia. En efecto,
puestos fueron establecidos por vez pri podría muy bien no ser músico y ha
mera por Aristóteles, que es el fundador biendo comenzado a serlo puede cesar
de la teoría de la E., como también es de serlo. Pero si responde que es "ani
el fundador de la teoría de la sustancia. mal racional”, entonces expresa aque
Es cierto que Aristóteles encontró pre llo que no puede no ser o que es nece
cedentes de esta teoría en Platón, que sariamente como hombre. Expresa, por
a su vez la tomó de Sócrates. "Mien lo tanto, lo que Aristóteles denomina
tras te rogaba definir la virtud inter to ti en einai (quod quid erat esse):
na —reprochaba Sócrates a Menón— tú que es la sustancia misma considerada
te cuidas bien de decirme qué es lo fuera de su aspecto material (Met.,
que ella es y afirmas que toda acción VII, 7, 1032 b 14). Esta segunda res
es virtud si es hecha con una parte puesta es la única que puede valer
de virtud, casi como si hubieras ya como una definición de la E. del hom
dicho qué es la virtud en su totalidad bre, en tanto que todas las demás
y yo la debiera reconocer luego de determinaciones que pueden ser dadas
h a b e r l a tú reducido a fragmentos" por la E. no valen como definición
(Aien., 79 b). En tales palabras, la exi porque no expresan lo que el hombre
gencia de que Menón diga qué es la es de suyo o necesariamente (Ibid.,
virtud en su totalidad, es la exigencia VII, 4, 1029 b 13). También, por lo tan
de enunciar la E. necesaria, o lo que to, sólo la E. necesaria o sustancia es
la virtud no puede dejar de ser en cual el verdadero objeto del saber o de la
quier circunstancia. Ésto es, justo, lo ciencia. En esto apoya Aristóteles la es
que Aristóteles denominará sustancia. tructura necesaria de la realidad, lo que
Pero no toda E., o sea no toda res constituye el objeto específico de su
puesta a la pregunta ¿qué es?, es una teoría de la sustancia (véase).
definición de este tipo. Dice Aristóte Las precedentes consideraciones nos
les: "Quien indica la E., a veces in muestran cómo la teoría de la E., aun
dica la sustancia, a veces una cualidad, siendo diferente de la de sustancia,
a veces una de las otras categorías. puede conducir a ella y ser considerada
Cuando refiriéndose a un hombre se como su propedéutica. Por lo tanto, no
dice que es un hombre o un animal, nos debe asombrar que en la historia
se entiende su E. como sustancia. Cuan sucesiva del término, su significado
do, en cambio, refiriéndose al color haya sido a menudo identificado con
blanco se dice que es blanco o es un el de E. sustancial o sustancia. Tam
color, se entiende la E. como cualidad. bién el lenguaje común, en el cual se
Igualmente si se hace referencia al sedimenta a menudo el significado fi
tamaño de un codo, afirmando que es losófico de una larga tradición, adopta
el tamaño de un codo, se entiende que el término casi exclusivamente en el
su E. es cantidad. Y lo mismo puede sentido de E. necesaria. Así, pues, será
decirse en los otros casos” ( Tóp., I, 9, preciso distinguir los dos significados
103 b 27). Por otra parte Aristóteles enunciados, que el mismo Aristóteles
opone precisamente la E. sustancial a ha ilustrado perfectamente, a saber:
la E.: "El enunciado —dice— siempre 1) la E. como respuesta a la pregunta
concierne a algo, como también la afir ¿qué es?; 2) la E. como sustancia.
mación, y siempre es verdadero o fal 1) El significado general y fundamen
so ; el entendimiento, en cambio, no tal del término puede ser admitido y
es tal sino que es verdadero si enuncia adoptado también por los filósofos que
a la E. según la E. sustancial, y no es no comparten la teoría de la sustancia.
verdadero si la enuncia con relación Pero los estoicos, que no admitieron
a alguna cosa” (De An., III, 6 430 b 26). la teoría de la sustancia, evitaron tam
Con ello no pone en el mismo plano bién (según nos consta) el término E.
429
Esencia
Ésta fue la teoría que prevaleció en en los primeros escritos, y declara ha
la Antigüedad y fue aceptada durante berla abandonado sólo en 1768, en el
toda la Edad Media, incluso por los escrito Acerca del primer -fundamento
adversarios de Aristóteles (cf. Occam, de la distinción de las regiones en el
Summulae physicorum, IV, 20; Quodl., espacio. En este escrito declara insu
I, 4). Dicha teoría fue defendida en el ficiente la concepción del E. como or
Renacimiento por Campanella (De sen- den de las coexistencias: "Las posicio
su rerum, I, 12) y aceptada y expuesta nes de las partes del E. en relación
de nuevo por Descartes según los tér entre sí —dice— presuponen la región
minos de su geometría. Descartes esta según la cual se ordenan en tal rela
blecía entre el lugar y el E. una diferen ción, y entendida del modo más abs
cia sólo nominal, en cuanto que "el tracto la región no consiste en la re
lugar señala la situación en forma más lación que una cosa tiene con otra en
expresa que el tamaño o la figura, y, el E. (lo que propiamente constituye el
por lo contrario, pensamos más en es concepto de posición), sino en la rela
tos últimos cuando hablamos del E.’\ ción del sistema de estas posiciones con
Pero las dos cosas son idénticas: “Si el E. cósmico absoluto.” Sin embar
decimos que una cosa está en un deter go, la concepción posicional del E. nun
minado lugar, queremos decir tan sólo ca es totalmente abandonada por el
que está situada de una manera deter pensamiento filosófico posterior. Parece
minada con respecto a otras cosas; presupuesta, en lo que puede revelarse
pero si agregamos que ocupa un deter a través del carácter genérico y con
minado E. o un cierto lugar, entende fuso de los conceptos adoptados, por
mos, además, que posee un tamaño y las teorías i d e a l i s t a s del E. (véase
una figura tales que pueden llenarlo infra). Y ha hallado una defensa enér
exactamente” (Princ. Phil., II, 14). Por gica y muy lúcida en el análisis de
consiguiente Descartes negó la existen Heidegger, quien ha afirmado que "ni
cia del vacío (Ibid., II, 16), como la el E. es en el sujeto ni el mundo es
negó Spinoza, que compartía la misma en el E.”, pero que el sujeto mismo,
noción del E. (Eth., I, 5, scok). A su o sea la realidad humana, el ‘ser ahí’,
vez Leibniz defendió esta concepción es espacial en su naturaleza. Y es espa
contra Newton y los newtonianos. “Si cial porque, en su ser en el mundo, en
el E. es una pr. piedad o un atributo sus relaciones con las cosas, está domi
—decía—, debe ser la propiedad de nado por la cercanía o por la lejanía
alguna sustancia. El E. vacío limita del útil 'a la mano’, o sea por un con
do, que sus sostenedores suponen entre junto de relaciones espaciales posibles
dos cuerpos; ¿de qué sustancia sería que "la intuición formal” del E. "des
propiedad o afección?” (IV’ Lettre á cubre como el E. puro, en una serie
Cíarke, 8; Op., ed. Erdmann, p. 756). gradual que va desde la morfología
Pero la vieja concepción encontró en pura de las figuras espaciales, pasando
Leibniz una nueva y feliz expresión, la por el analysis situ, hasta la ciencia
expresión en términos de la noción de puramente métrica del espacio” (Sein
orden, que debería ser la clásica. "Yo und Zeit, §§23-24; trad. esp.: El ser y
considero al E. —decía Leibniz, pole el tiempo, México, 1962, F. C. E.).
mizando contra Newton y los newtonia b) La segunda concepción del E. es
nos— como algo puramente relativo, la que lo considera como el recipiente
del mismo modo que el tiempo, o sea gradual que va desde la morfología
como un orden de las coexistencias, Esta concepción nació con el atomis
tal como el tiempo es un orden de las mo antiguo y su teorema fundamental
sucesiones. Ya que el E. señala en tér es la existencia del E. vacío y su infi
minos de posibilidad un orden de cosas nitud. Demócrito había expresado ya
que existen al mismo tiempo, en cuanto este teorema, afirmando que los áto
existen en conjunto, sin entrar en sus mos se mueven en el E. vacío y que
modos de existir” (III' Lettre a Clarke, este E. es infinito (Fr., 3840, Diels).
4; Op., ed. Erdmann, p. 752). La defi Epicuro heredó esta concepción (Epís
nición de Leibniz fue a d o p t a d a por tola a Heródoto-, cf. Dióg. L., X, 67),
Wolff (Ontol., §589) y por Baumgarten que fue defendida por Lucrecio Caro
(Met., §239). Kant mismo la defiende, (De rer. nat., I, 950 ss.). La misma
436
Espacio
menos de inercia como los gravitacio- Dios será el lugar de todas las cosas"
nales se explican mediante cambios en (Adv. Mathem., II, 33). La filosofía ju
la estructura métrica del campo: "En día alejandrina hace suya esta concep
lugar de un sistema de referencia rígi ción, que se encuentra todavía en los
do y fijo (como se ha observado justa libros de la Cábala. En el siglo xvn, fue
mente) existe ahora ocasión para veri aceptada por Campanella (De sensu
ficar las variaciones en la curvatura rerum, I, 12), por Henry Moore (Enchi-
del E. o bien, lo que es lo mismo, el uso ridion Metaphysicum, I, 8 ) y por Spino-
de criterios no euclidianos de medida za que concibió la extensión como un
y de cálculo en diferentes partes del atributo de Dios y afirmó, por lo tanto,
campo como un todo, según las varia que "todo lo que es, es en Dios" (Eth.,
ciones en la densidad de la materia I, 15). Newton mismo habló del E. co
y de la energía... Prescindiendo del mo del sensorium, o sea del órgano
campo, por lo tanto, no existe nada y, mediante el cual Dios mueve las cosas
contrariamente incluso a la relatividad (Opticks, 3* ed., q. 98; Dover publ.,
espacial, ni siquiera el E. vacío. En p. 403), concepto que fue muy criticado
este sentido el campo, en la visión por Leibniz en sus espístolas a Clarke
de Einstein, sustituye como concepción y fue aceptado en el siglo xvm por
unitaria tanto a la materia (ponderable muchos escritores, incluso Clarke mis
o imponderable) como al E.” (M. K. mo. Se puede considerar como última
Munitz, Space, Time and Creation, 1957, manifestación de este punto de vista
VII, 1; trad. ital., pp. 112-13). Para la doctrina de S. Alexander, según la
dójicamente, por lo tanto, la concep cual el E. y el tiempo son la sustancia
ción más actual del E. no es más que misma del Universo y de Dios, y guar
la renuncia implícita al concepto de dan entre sí la misma relación que
E. y el encaminamiento hacia el uso existe entre el cuerpo y el espíritu.
de otros conceptos, menos ligados a Desde este punto de vista, en efecto,
abstracciones tradicionales y más ap el E. sería el "cuerpo” de toda la rea
tos para describir los resultados de la lidad, por lo tanto, de Dios mismo que
observación. está en la cima de la realidad (Space,
2) El problema de la realidad del Time and Deity, 1920).
E. ha dado lugar a tres diferentes b) La tesis de la subjetividad del
soluciones: a) 1 - tesis de la realidad E. fue adelantada por vez primera por
física o teológica del E .; b) la tesis Hobbes, que lo definió como "la ima
de la subjetividad del E .; c) la te gen de la cosa existente en cuanto
sis de que el E. es indiferente al pro existente, esto es, en cuanto no se
blema de la realidad o irrealidad. considera otro accidente de ella sino
a) La tesis de la realidad física osu aparecer fuera del sujeto imagi
teológica del E. es inherente a la filo nante” (De Corp., VII, §2). El análisis
sofía antigua. Ya sea que concibieran que Locke hizo del E. como de una
el E. como lugar o posición, ya que lo idea compleja de modo, tiene también
concibieran como recipiente, los anti por presupuesto su reducción a una
guos creyeron en la realidad del E. y idea (Essay, II, 13, 2), reducción que
lo consideraron como un e le m en to es todavía más radical en Berkeley,
o una condición del mundo o bien un por la polémica que condujo contra
atributo de Dios. En tanto que para el concepto newtoniano del E .: "La
Platón, para Aristóteles y para los epi consideración filosófica del movimien
cúreos, el E. es un constituyente del to no implica el ser de un E. absoluto,
mundo, para los neoplatónicos resulta distinto de lo percibido por los sentidos
Dios mismo. Esta concepción es atri y referente a los cuerpos; es claro que
buida por Sexto Empírico a los peri tal cosa no puede existir sin el espíri
patéticos: "Parece que para los peripa tu, a partir de los mismos principios
téticos, el primer dios es el lugar de que demuestran una tesis similar res
todas las cosas. En efecto, según Aris pecto a todos los otros objetos de los
tóteles, el primer dios es el límite de sentidos” (Principies of Human Know
los cielos... Y desde el momento en que ledge, I, 116). A partir del mismo presu
el límite de los cielos es el lugar de puesto, Hume afirmó que "la idea del
todas las cosas dentro de los cielos, E. o de la extensión no es más que la
458
Espacio
fecta realización de esa belleza que la consistir, según sus palabras, "en el
naturaleza adquiere sólo de modo par análisis comparado del mecanismo del
cial y casual (System des transzenden- acto del escritor y de las otras condi
taten Idealismus [Sistema del idealis ciones menos definidas que este acto
mo trascendental], 1800, VI, § 2; cf. el parece exigir” (Variété, 1944, V, p. 292).
escrito "Las artes figurativas y la natu Con el nombre de poética se indica a
raleza”, 1807, en Werke ["Obras”], VII, menudo hoy en día el conjunto de las
pp. 289 ss.). reflexiones que un artista hace acerca
Sin embargo, se ha realizado recien de su propia actividad o acerca del
temente también en Alemania, un in arte en general y si con el uso de esta
tento de separar la ciencia del arte de palabra no se intenta aludir a una
la doctrina de lo bello con el objeto forma menor de E., depuesta o provi
de instituir sobre bases positivas una sional, el uso mismo no suscita obje
"ciencia general del arte” (E. Utitz, ciones.
Grundtegung der allgemeinen Kunstwis- La historia de la E. presenta gran
senschaft ["Fundamentación de la cien variedad de definiciones del arte y
cia general del arte”], 2 volúmenes, de lo bello. Si bien cada una de estas
Stuttgart, 1914 y 1920; M. Dessoir, Aes- definiciones tiene por regla la preten
thetic und allgemeine Kuntswissen- sión de expresar de modo absoluto la
schaft ["La estética y la ciencia gene esencia del arte, actualmente se va
ral del arte”], Stuttgart, 1923). Tal abriendo paso la idea de que la mayor
ciencia tendría como objeto el arte en parte de ellas sólo expresan tal esen
sus aspectos técnico, psicológico, mo cia, desde el punto de vista de un
ral y social, dejando, en cambio, a la problema particular o grupo de proble
E. la consideración de lo bello, consi mas. Por ejemplo, resulta bastante cla
deración tradicional en ella que se con ro que la definición del arte como imi
sidera, por lo demás, insuficiente para tación es la solución a un problema
explicar todos los fenómenos artísticos, totalmente diferente de aquel al que se
por cuanto al arte de los primitivos, por presenta como solución la definición
ejemplo, y buena parte del arte moder del arte como placer; en efecto, la
no parecen escapar de la categoría de primera concierne a la relación entre
lo bello. Estas consideraciones, sin em el arte y la naturaleza, la segunda a la
bargo, no parecen ser decisivas. La relación entre el arte y el hombre. Las
noción de "bello” está muy extendida teorías E. no pueden, por lo tanto, ser
en el uso común y también en el culto presentadas sino con referencia a los
(propio de los críticos de arte y de los problemas fundamentales de los cuales
filósofos) para calificar cualquier obra son (o pretenden ser) la solución, y
de arte lograda, aun cuando represente es necesario, ante todo, plantear cuá
cosas o personas que, por sí mismas, les son dichos problemas para poder
no podrían ser consideradas "bellas” indicar, a propósito de cada uno de
según los cánones corrientes. No se ha ellos, las soluciones más importantes
reconocido, por lo tanto, lo oportuno que han sido o son propuestas actual
de una separación entre la E. como mente. Ahora bien, los problemas fun
ciencia filosófica de lo bello y la cien damentales en tomo a los cuales se
cia del arte como tal (cf. B. C. Heyl, pueden reagrupar todos los que se de
New Bearings in Esthetics and Art baten en el dominio de la E. y que,
Criticism, 1943, pp. 20 ss.). Por lo de por lo tanto, permiten orientarse en la
más, problemas de orden psicológico, variedad de las direcciones de esta
moral, etc., son debatidos cada vez más ciencia son tres, a saber: 1) la relación
en el dominio mismo de la E. y no entre el arte y la naturaleza; 2) la re
parece que exijan ser tratados aparte. lación entre el arte y el hombre; 3) la
Por lo tanto, la propuesta en cuestión tarea del arte.
ha servido solamente para subrayar la 1) Muchas definiciones del arte son
exigencia de que la E. incluya, para su determinaciones de la relación entre
consideración, tales problemas cada vez el arte y la naturaleza (o, en general, la
más. Más éxito ha tenido la propuesta realidad). Ya que se puede entender
de Paul Valéry para distinguir una el arte como dependiente de la natura
poética en la E., poética que debería leza, como independiente de ella o co-
453
f
Estética
Estética
Estética
cia de grado entre ellas y las represen y, en general, la fantasía es tanto más
taciones racionales (que son daros y fuerte cuanto más débil es el raciocinio
distintas), lo que, como Kant observó (Ibid., I, Elementos, 36). Kant, por fin,
a menudo, no es una distinción sufi sellaba el acta oficial de nacimiento de
ciente entre sensibilidad e inteligencia la “facultad del sentimiento” y a tal fa
(Crít. R. Pura, § 8 ; cf. Crít. del Juicio, cultad le atribuía el juicio E. intentando
Intr., § III). Pero es muy cierto que, determinar, por consiguiente, sus ca
aunque con conceptos i mper fect os, racteres (Crít. del Juicio, Intr., § I II ).
Baumgarten tenía como punto de mira La E. contemporánea asigna, por lo
precisamente la reivindicación de la común, el arte a tal facultad. Según
autonomía de la esfera sensible. A Santayana, "la belleza es un placer con
la misma esfera reducía Vico a la poe siderado como la cualidad de una co
sía, en polémica con los "imaginados sa” y, por lo tanto, es siempre "una
Principios de la poesía, desde Platón emoción, una afección de nuestra natu
y su discípulo Aristóteles hasta los Pa raleza volitiva y valorativa” (The sense
tricios, Escalígeros y Castelvetris de of Beauty, 1896, §11). Igualmente, para
nuestros días" (Se. Nuova, 1744, II, De Dewey, el arte no es "una forma de
la metafísica poética; trad. esp. de la sentimiento” independiente. "Es una
1? ed.: Ciencia nueva, México, 1941, emoción inducida por un material ex
F. C. E., II, p. 12). La tesis de estos presivo. .. no es la naturaleza, pero es
autores era, según Vico, que la poesía la naturaleza transformada, al entrar
fuera "Mente motriz infinita”, o sea en nuevas relaciones que provocan una
"metafísica razonada y abstracta", en nueva respuesta emocional" (Art as Ex-
tanto la tesis de Vico es la de que la perience, 1934, cap. IV; trad. esp.: El
poesía fue metafísica "sentida e ima arte como experiencia, México, 1949,
ginada" en la forma que podía serlo F. C. E.).
como propia de los hombres en los que 3) El tercer punto de vista desde
"el uso nulo o escaso de raciocinio con el que pueden considerarse las teorías
lleva robustez de los sentidos; ésta estéticas es el de la tarea (o deber)
causa viveza de fantasía; y una fanta que se atribuye al arte. Todas estas
sía vivida es pintora excelente de las teorías caen dentro de dos grupos fun
imágenes que graban los objetos en damentales que c o n s i d e r a n al arte:
los sentidos” (Ibid., 1744, II, De la me a) como educación; f¡) como expre
tafísica poética; trad. esp., II, 1, p. 11). sión. Como educación, el arte es ins
Ahora bien, según Vico los estudios de trumental, como expresión es finalidad.
metafísica (o sea conocimiento) y poe a) La teoría del arte como educa
sía se hallan totalmente opuestos entre ción es, sin duda, la más antigua y la
s í: "aquélla purga la mente de los más difundida. Platón condenó el arte
prejuicios mozos, y ésta del todo la imitativo porque no lo consideró educa
sumerge en ellos y la tiene como ver tivo sino más bien antieducativo (Rep.,
tida ; resiste aquélla al juicio de los X, 605 a-c), pero aceptó y defendió las
sentidos, y ésta lo toma por su norma formas artísticas en las que vio útiles
principal; aquélla enflaquece la fanta instrumentos de educación (Ibid., III,
sía, y ésta la exige muy corpuda; cuida 395 c). Aristóteles afirmó que "la músi
aquélla, solícita, de no convertir el es ca no debe ser practicada por un único
píritu en cuerpo, y ésta no hay cosa tipo de beneficio que de ella pueda re
en que más se huelgue que en dar cuer sultar, sino para usos múltiples, ya que
po al espíritu; por lo cual los pensa puede servir para la educación, para
mientos de aquélla son totalmente abs procurar la catarsis y, en tercer lugar,
tractos y los conceptos de ésta son más para el reposo, el alivio del alma y la
bellos cuanto mayor es su cobrada cor suspensión de las fatigas” (Polít., VIII,
pulencia. .. mas ésta se emplea en in 7, 1341 b, 35). Lo que dice de la música
ducir a perturbadísimos afectos” (Ibid., vale obviamente para todas las artes, y
trad. esp. cit., II, p. 65). La fantasía, también la catarsis (véase) y la diver
que es el órgano de la poesía, es definida sión son asimismo en sí procedimientos
por Vico como la facultad que "altera educativos. El concepto del arte co
y adultera” las cosas (Ibid., De la in mo educación perduró durante toda la
alcanzable facultad poética de Homero) Edad Media y no cambió sensiblemente
459
Estética
ni tampoco fue innovado por las discu petido por ('roce, quien reconoce que
siones estéticas del Renacimiento. La el conocimiento E. se conserva en el
acentuación del carácter catártico del conocimiento filosófico, como se con
arte no es más que la acentuación de serva en el arte la exigencia moral o
su utilidad educativa. Tampoco Vico la conciencia del deber (Breviario de
dudaba de ella al insistir acerca de los E., III). A las teorías que ven en el
"tres trabajos que debe hacer la poe arte un instrumento educativo para los
sía grande, o sea el de volver a encon fines de la moral y del conocimiento,
trar fábulas sublimes de acuerdo al se han agregado ahora las que ven en él
entendimiento popular, y que inquieten un instrumento de educación política.
excesivamente, para conseguir el fin Estas doctrinas son las que hablan del
que ella se ha propuesto, el de enseñar compromiso (en g a g em en t) pol í t i co
al vulgo a obrar virtuosamente, tal del arte y que exigen que el artista
como ellos [los poetas] se enseñaron asuma una directiva política precisa
a sí mismos” (Se. Nucrva, II, De la que coordine su obra con las clases o
metafísica poética; trad. esp. [de la 1 ? los grupos sociales más numerosos y
ed.]: C iencia nueva, México, 1941, menos privilegiados (o con los partidos
F. C. E.). Éste es todavía el punto de que los representan o pretendan re
vista tradicional que hace del arte un presentarlos) y le ayuden en el esfuer
instrumento de perfeccionamiento mo zo de .liberación y, por lo tanto, de
ral. Pero la misma teoría del arte como conquista y de conservación del poder
conocimiento pertenece al ámbito de político. Esta tesis, que es propia de
una concepción instrumental o educa las doctrinas estéticas que se inspiran
tiva del arte. Hegel lo ha expresado en la ideología comunista, no es, filo
con toda la claridad deseable. Inten sóficamente hablando, más escandalosa
tando determinar la finalidad del arte que las doctrinas tradicionales, que
en la introducción de sus Lecciones proponen como tarea del arte la educa
sobre la E., eliminó las teorías por las ción moral o cognoscitiva. Es cierto
que la finalidad del arte fuera imita que la política tiene exigencias más
ción o expresión (y en tal casq sería cambiantes y más arbitrarias que la
verdadera la fórmula del arte por el moral o el conocimiento, y de tal
arte) o perfeccionamiento moral, para manera el engagement político corre
insistir acerca dr ' punto de que la fina el riesgo de limitar de manera más
lidad del arte es la educación hacia la drástica que el engagement moral o
verdad, a través de la forma sensible, cognoscitivo las direcciones en que se
con la cual el arte reviste a la verdad pueden cumplir o desarrollar las ten
misma, y que el perfeccionamiento mo tativas artísticas y, por lo tanto, blo
ral es una consecuencia inevitable de quear anticipadamente tentativas que
la educación teórica. "Es necesario ad podrían resultar fecundas. Pero la auto
mitir —dice Hegel— que el arte debe nomía, o sea el carácter finalista y no
revelar la verdad en la forma de la instrumental del arte, no está garan
representación sensible, que debe re tizada tampoco por la doctrina que ve
presentar la oposición reconciliada [en en el arte un compromiso cognoscitivo
tre forma sensible y contenido de ver o moral.
dad] y que, por lo tanto, tiene su objeto p) La teoría de la expresión con
final en sí mismo, en esta representa siste en ver en el arte una forma final
ción y manifestación” (V o rlesu n g en de las experiencias, de las actividades
über die Aesthetik [Lecciones sobre la o, en general, de las actitudes humanas
estética], ed. Glockner, I, p. 89). Pero (véase e x p r e s i ó n ). Lo característico de
la educación hacia la verdad no es la actitud expresiva es que plantea
menor que la educación moral y el como finalidad lo que para otras acti
deber del arte es, según Hegel, el de pro tudes es un medio. Por ejemplo, ver,
ducir la muerte del arte, esto es, el que es un medio para orientarse en el
paso a esas formas superiores de reve mundo y para servirse de las cosas,
lación de la Verdad absoluta que son resulta una finalidad en el arte, ya que
la religión y la filosofía (Ibid., III, el pintor no quiere más que ver y hacer
pp. 579 ss.). Con alguna atenuación o ver. Por lo tanto, se dice también que
confusión, este punto de vista fue re la expresión aclara y transporta a otro
460
Esteticismo
dieron al más alto lugar el nombre go siempre vivo que se enciende a in
de É. que resulta del hecho de que tervalos y a intervalos se apaga” (Fr.,
‘corre siempre’ por una eternidad de 30, Diels). Parménides, en cambio, ex
tiempo. Anaxágoras, sin embargo, en presó el segundo: “El ser no fue ni
tendió mal el nombre, y cambió el É. será, sino que está en el presente todo
por el fuego" (De Cael„ I, 3, 270 b 20). junto, uno, continuo” (Fr., 8 , Diels).
El É. fue llamado más tarde, pero no Platón se opuso explícitamente a los
por Aristóteles, “quinto cuerpo”, "quin dos significados: “De la sustancia eter
ta sustancia” o "quinto elemento” (Pía- na —dice— decimos equivocadamente
cit., I, 3, 22; 2, 25, 7; 2, 6 , 2). En el que era, que es y que será, en tanto a
mismo sentido aristotélico el Epinómi- ella en verdad no le corresponde más
des atribuido a Platón (981 c, 984 b) que el es, y en cambio el era y el será
hace mención del É. Los estoicos, a su se deben predicar sólo por la genera
vez, identificaron el É. con el fuego de ción que procede en el tiempo” (Tim.,
Heráclito, pero atribuyéndole la mis 37 e). Aristóteles utilizó ambos concep
ma función y la misma dignidad que tos. Por un lado, en efecto, el mundo
Aristóteles. "Más en alto que todos fuera del cual no hay ni espacio, ni
está el fuego, que denominamos É., del vacío, ni tiempo, abraza la total exten
cual está constituida tanto la primera sión del tiempo y es eterno (De Cáelo,
esfera inmóvil de los cielos como las I, 9, 279 a 25). La E., en este sentido,
otras esferas móviles” (Dióg. L., VII, es duración (altúv). Por otro lado, las
137). Cicerón expresó de esta manera sustancias inmóviles, los motores del
la teoría estoica: “Del É. surgen innu cielo, son eternos en otro sentido: en
merables astros llameantes, de los cua el sentido de estar fuera del tiempo.
les el primero es el sol que todo ilu “Los ent es et e r nos ( t u aeí ovxa) en
mina con su luz esplendorosa y es cuanto eternos —dice Aristóteles— no
muchos tantos más grande y más ex están en el tiempo; en efecto, no están
tenso que la Tierra entera, después los abrazados por el tiempo ni su ser es
otros astros de desmesurado tamaño” medido por el tiempo; el signo de esto
(De nat. deor., II, 36, 92; Acad., I, 7, es que no sufren efectivamente la ac
25; trad. esp.: Cuestiones académicas, ción del tiempo, no estando en el tiem
México, 1944, F. C. E.). La noción perdu po” (Fís., IV, 12, 221 b 3).
ró en la tradición medieval en estos Esta distinción aristotélica ha per
términos mientras se creyó en la dife durado como clásica Plotino identifi
rencia de naturaleza entre sustancia có la E. (aloro) con el modo de ser
celeste y sustancia sublunar, diferencia propio del mundo inteligible, o sea con
que fue negada por Nicolás de Cusa “lo que persiste en su identidad, está
por vez p r i me r a (De docta ignor., siempre presente a sí mismo en su to
II, 12). talidad, que ahora no es esto y luego
El nombre fue exhumado por Fres- aquello, sino que, en su conjunto, es
nel en los primeros decenios del si perfección indivisible, como la de un
glo xix, para designar un hipotético punto en el cual se unen todas las lí
medio elástico que sirviera de soporte neas sin expandirse fuera de él: un
a las ondas luminosas. La hipótesis punto que persiste en sí mismo en su
del É. se mantuvo en la física hasta identidad y no sufre modificaciones,
que la teoría de la relatividad general que existe siempre en el presente, sin
de Einstein la hizo inútil. pasado ni futuro, sino que sea lo que
es y lo sea siempre” (Enn., III, 7, 3).
Eternidad (gr. ouSiórr);, alcóv; lat. aeter- Plotino repite a este propósito la ano
nitas; ingl. eternity; franc. éternité; tación parmemdeana y platónica: eter
alem. Ewigkeit; ital. eternitá). El tér no es lo que no era ni será, sino que
mino tiene dos significados fundamen solamente es. San Agustín planteó su
tales : 1) duración indefinida en el análisis del tiempo en la oposición en
tiempo; 2) intemporalidad como con tre el tiempo y la E. (Cotif., XI, 11;
temporaneidad. La filosofía griega co De civ. dei, XI, 4, 6 ). Y Boecio expresó
nocía ambos significados. Heráclito correctamente la distinción entre los
expresó el primero, al afirmar que el dos conceptos de E.: “Lo que sufre la
mundo "ha sido siempre, es y será fue condición del tiempo —decía— aunque
465
Ética
sea como creía Aristóteles en el caso está concebida desde el punto de vista
del mundo, no tiene ni principio ni de una E. así entendida. Hegel niega
fin y, asimismo, si su vida se prolonga que la E. pueda ser entendida negativa
en la infinidad del tiempo, no puede mente como abstracción o negación del
creerse eterno sin embargo. En efec t i e m p o o c o m o si llegara después
to, aun siendo infinita, su vida no com del tiempo (Ene., § 258). La E. es para
prende ni abraza la propia duración ín él el totum simul de las determinacio
tegra, ya que no comprende ni abraza nes de la Idea. "La Idea, eterna en
todavía el futuro y ya no abraza más y para sí, se realiza, se produce y se
al pasado. Por lo tanto, sólo lo que goza a sí misma eternamente como
abraza y posee igualmente en su tota espíritu absoluto” (Ibid., § 577).
lidad la plenitud de una vida sin lími "Intemporalidad” y “presente eterno”
tes, de manera que no le falte nada son las expresiones que acuden con
del futuro y nada le haya huido del mayor frecuencia incluso en la filoso
pasado, sólo éste es el ser que se debe fía contemporánea, al utilizar la noción
considerar eterno: necesariamente se de eternidad. La última expresión es
posee por entero en el presente y posee la que se encuentra en la obra de
en el presente la infinitud del tiempo” Lavelle, por ejemplo, intitulada El tiem
(Phil. Cons., V, 6 , 6 -8 ). Después de po y la E. (1945) como también en otros
Boecio, la distinción se convirtió en un muchos idealistas y espiritualistas con
lugar común de la filosofía. Santo temporáneos. Pero ya Me Taggart ha
Tomás fijó con todo cuidado la termi bía observado que concebir la E. como
nología pertinente. La E. como “total, “eterno presente” es una metáfora lio
simultánea y perfecta posesión de una del todo apropiada, porque siempre sig
vida sin límites” se caracteriza: 1) por nifica hacer referencia al tiempo, dado
la ausencia de pr i nci pi o y de fin; que el presente es una parte del tiem
2) por la ausencia de sucesión, en cuan po y presupone pasado y futuro. Y
to es un eterno presente. La duración había propuesto, por su cuenta, consi
(aevum), en cambio, es inherente a las derar lo eterno como situado en el fu
cosas que están sujetas al movimiento turo, al final o en la consumación de
local y, por lo demás, son inmutables los tiempos (en Mind, 1909, p. 355). Y,
como lo es el cielo y es, por lo tanto, en efecto, es actualmente bastante cla
algo intermedio entre la E. y el tiempo ro que la concepción 2) de la E. tal
(S. Th. I, q. 10, a. 1, 5). Este concepto como ha sido expresada, con impresio
de la E. fue precisado también por el nante uniformidad desde Parménides
racionalismo moderno. Spinoza identi a nosotros, no es más que una imagen
fica la E. con la existencia misma de reducida del tiempo: es el tiempo
la sustancia, en cuanto está implícita mismo reducido a una de sus determi
en su esencia y, por lo tanto, es nece naciones, y precisamente, a la contem
saria. Y aclara: “Tal existencia en poraneidad (el totum simul) que, como
efecto, se concibe, lo mismo que la es sabido, no es sólo temporalidad, sino
esencia de la cosa, como una verdad temporalidad mensurable. En cuanto a
eterna y por esto, no puede explicarse la concepción de la E. como aevum,
por la duración, o el tiempo, aunque o sea como duración temporal indefi
se conciba que la duración carece de nida, tropieza con las objeciones que
principio y fin” (Eth., I, def. 8 , expli ya Kant exponía en su crítica a la cos
cación). Por lo tanto "concebir las co mología racional del siglo xvm. Véase
sas bajo la especie de la E. (sub specie COSMOLOGIA.
aeternitatis) es concebir las cosas en
cuanto se conciben como entes reales Ética (gr. riGixá; lat. ethica; ingl. ethics;
en virtud de la esencia de Dios, o franc. éthique; alem. Ethik; ital. etica).
sea, en cuanto implican la existencia En general, la ciencia de la conducta.
en virtud de la esencia de Dios” (Ibid., Existen dos concepciones fundamenta
V, 30). Leibniz afirma, en contra de les de esta ciencia, a saber: 1) la que
Locke, la precedencia de una "idea la considera como ciencia del fin al
de lo absoluto” que sería el fundamen que debe dirigirse la conducta de los
to de la noción de la E. (Nouv. Ess., hombres y de los medios para lograr
II, 14, 27). Y toda la filosofía hegeliana tal fin y derivar, tanto el fin como los
466
Ética
el fin hacia el cual debe dirigir su con minación de lo que Hegel denomina
ducta. Toda la É. medieval se man "eticidad” (Sittlichkeit), o sea la mora
tiene fiel a este esquema. Así, por lidad que encuentra cuerpo y sustancia
ejemplo, toda la É. de Santo Tomás en instituciones históricas que la ga
está deducida del principio "Dios es rantizan, en tanto que la "moralidad”
el último fin del hombre” (S, Th., II, (Moralitat) es, por sí misma, simple
2, q. 1, a. 8), principio del cual se de mente intención o voluntad subjetiva
duce la doctrina de la felicidad y la del bien. Pero a su vez, el bien no es
de la virtud. Se puede distinguir una más que "la esencia de la voluntad en
instancia crítica contra este planteo en su sustancialidad y universalidad” o
el punto de vista de Duns Scoto y de bien "la libertad realizada, el absoluto
muchos escolásticos del siglo xiv, o sea final del mundo" {Ibid., §§ 13942), o
que las normas morales se fundan en sea el Estado mismo. De tal manera
el puro y simple mandamiento divino, se puede decir que para Hegel la mora
salvo precisamente la norma que im lidad no es más que la intención o la
pone obedecer a Dios, que sería la úni voluntad subjetiva de realizar lo que
ca "natural” (Op. Ox., III, d. 37, q. 1; se encuentra realizado en el Estado. El
cf. Occam, In Sent., II, q. 5 H). Y, en concepto del Estado es el punto de par
efecto, esta apelación al arbitrio divino tida y el punto de llegada de la É. de
es el resultado de la reconocida impo Hegel. La É. de Rosmini se conforma
sibilidad de deducir de la naturaleza a la É. tradicional del fin, según la
del hombre el fin último de su con cual el bien se identifica con el ser, por
ducta (Op. Ox., IV, d. 43, q. 2, n. 27, 32). lo que la máxima fundamental de la
Pero con ello no se abrió todavía una conducta se puede formular así: "Que
alternativa diferente a la investigación rer o amar al ser dondequiera se lo
ética. conozca, según el orden que presenta
En la filosofía moderna, los neopla- a la inteligencia” {Princ. delta scienza
tónicos de Cambridge adoptan la con morate, ed. nac., p. 78). Pero ya sea que
cepción estoica de un orden del Uni la realidad se defina como Ser o que
verso que vale también para dirigir se defina como Espíritu o Conciencia,
la conducta del hombre y, por lo tanto, la estructura de las doctrinas morales
insisten sobre lo innato de las ideas que pretenden deducir la moral de los
morales, como, ^.n general, de todas fines, demuestran una gran uniformi
las ideas generales o directivas que el dad de procedimientos y de conclusio
hombre posee (Cudworth, The true In- nes. Considérense, por ejemplo, en la
tell. System, 1678, I, 4; More, Enchiri- filosofía contemporánea, la É. de Green
dion, 1679, III). La filosofía romántica y la de Croce. Según Green, la Con
dio la forma más radical a esta con ciencia infinita, o sea Dios, es ab aeter-
cepción de la É. Fichte exige que toda no todo lo que el hombre tiene la
la doctrina moral se deduzca de la posibilidad de llegar a ser y, por lo tan
"determinación de sí mismo del Yo” to, el Bien o el Fin supremo que es el
(Sittenlehre {Doctrina de la moral], objeto de la buena voluntad humana;
Intr., §9). El fin de la moral es para bien que la razón tiene el deber de
él, por lo tanto, la adecuación del yo concebir y de colocar como fundamen
empírico al Yo infinito, adecuación to de su ley (Prolegomena to Ethics,
que nunca es completa y que, por lo 3* ed., 1890, pp. 198, 214). Por lo tanto,
tanto, provoca un progreso hacia el in querer el bien significa querer la Con
finito, la progresiva liberación del yo ciencia absoluta, intentar la realiza
empírico de sus límites (Ibid., en Werke ción de lo presente en ella. Del mismo
[“Obras”], II, p. 149). Según Hegel, el modo, la actividad É. es para Croce
fin de la conducta humana, que es “volición de lo universal”, pero lo uni
al mismo tiempo la realidad en la cual versal "es el Espíritu, es la Realidad
tal conducta se integra y perfecciona, en cuanto es verdaderamente real, o
es el Estado. Por lo tanto, la É. es para sea en cuanto es unidad de pensamien
Hegel una filosofía del derecho. El to y de querer; es la Vida en cuanto
Estado es "la totalidad ética", Dios rea es tomada en su profundidad como
lizado en el mundo (Fil. del Derecho, unidad misma; es la Libertad, si una
§258, Apéndice). El Estado es la cul realidad así concebida es perpetuo des-
468
Ética
muchas que, utilizando el mismo pro y para lo que les sea favorable” (Anón.
cedimiento, tienden a conservar y jus Jambt., 6 , 3). En estas formulaciones
tificar las tablas de los valores tradi se tiende a sacar a luz el mecanismo
cionales, deduciéndolas de la natura de los móviles que son fundamento de
leza del hombre o de la estructura las reglas del derecho y de la moral:
del ser. para sobrevivir, el hombre se conforma
2) La segunda concepción fundamen con tales reglas y no puede obrar de
tal de la É. es la que se configura otra manera. En tales formulaciones
como una doctrina del móvil de la el móvil de la conducta humana es el
conducta. La característica de esta deseo o la voluntad de sobrevivir. En
concepción es que en ella el bien no otras formulaciones de esa naturaleza,
se define por su realidad o perfección, este móvil es el placer. Aristipo afir
sino solamente como objeto de la vo maba que sólo el placer es deseado por
luntad humana o de las reglas que la sí mismo y veía la confirmación de
dirigen. Y en tanto que en la primera esto en el hecho de que los hombres,
concepción las normas se deducen del desde la infancia y sin deliberada vo
ideal que se considera propio del hom luntad, buscan el placer y cuando lo
bre {la perfección de la vida racional han logrado no buscan otra cosa, en
según Aristóteles, el Estado según He- tanto que huyen del dolor, que es su
gel, la sociedad cerrada o abierta según opuesto (Dióg. L., II, 8 8 ). El mismo
Bergson, etc.), en la segunda concepción significado de simple reconocimiento
se tiende ante todo a determinar el de lo que es, de hecho, el móvil de la
móvil del hombre, o sea la regla a conducta humana, tiene el principio
la que obedece de hecho y, por consi de la É. formulado por Epicuro: “Pla
guiente, se define como bien aquello cer y dolor son las dos afecciones que
a que se tiende en virtud de ese mó se encuentran en todo animal, una fa
vil o que está conforme con la regla vorable, la otra contraria, a través de
por la cual se expresa. Así, cuando las cuales se juzga lo que se debe elegir
Pródico de Queos formulaba su moral y lo que se debe rechazar” (Dióg. L.,
en forma de proposiciones condiciona X, 34).
les o de imperativos hipotéticos, crea Esta concepción de la É. desapareció
ba una É. del móvil que figura entre durante toda la E^ad Media y sólo
las primeras. Decía: "Si quieres que los reapareció en el Renacimiento. Lorenzo
dioses te sean benévolos, debes vene Valla la presentó por vez primera en
rar a los dioses. Si quieres ser esti De voluptate, afirmando que el placer
mado por los amigos debes beneficiar es el único fin de la actividad humana
los. Si deseas ser honrado por una y que la virtud no consiste en otra
ciudad, debes ser útil a la ciudad. Si cosa que en la elección del placer (De
aspiras a ser admirado por toda Gre vol., II, 40). Telesio representaba la
cia, debes esforzarte en hacer bien a otra alternativa tradicional de la mis
Grecia, etc.” (Jenof., Memor., II, i, 28). ma concepción, deduciendo del deset
Del mismo modo, es una É. del móvil de la propia conservación, que está en
la concebida por Protágoras, cuando todo ser, las normas de la É. (De rer.
reconoce que el respeto recíproco y nat., IX, 2). De modo riguroso y siste
la justicia son las condiciones para la mático, Hobbes hizo de este mismo
supervivencia del hombre. Éste es principio el fundamento de la moral
el sentido del mito de Prometeo, que y del derecho. "El primero de los bie
Platón hace exponer a Protágoras en nes —escribe— es la propia conserva
el diálogo homónimo (Prot., 322 c). Y el ción. En efecto, la naturaleza ha pre
escrito sofista que lleva por nombre visto que todos deseen el propio bien,
Anónimo de Jámblico refuerza este pero para que sean capaces de esto es
punto de vista. "Aunque hubiera, que necesario que deseen la vida, la salud
no lo hay, un hombre invulnerable, in y la mayor seguridad posible de estas
sensible, con un cuerpo y un alma de cosas para el futuro. En cambio, de
acero, sólo podría salvarse, ya que todos los males el primero es la muer
de otra manera no podría resistir, alián te, en especial si va acompañada por el
dose a las leyes y al derecho y apo tormento, ya que los males de la vida
yándolas, usando su fuerza para ellas pueden ser tantos que, si no se prevé
471
Ética
esp.: Teoría de los sentimientos mo exigencia de obrar según una máxima
rales, México, 1941, F. C. E.). que los demás puedan hacer propia.
Resulta evidente que la doctrina mo Aun cuando esta fórmula pueda pa
ral de Kant ha querido insertarse pre recer más rigurosa y al mismo tiempo
cisamente en esta tradición y ser una más abstracta que las adoptadas por
doctrina del móvil y no del fin, por el los filósofos ingleses, su significado es
hecho de que responde a las carac el mismo. Lo que una y oirá quieren
terísticas fundamentales de una doctri sugerir como principio o móvil de la
na del móvil. En efecto, en primer conducta es el re c o n o c im ie n to de
lugar, Kant considera que "el concepto la existencia de otros hombres (o como
del bien y del mal no debe ser deter quería Kant, de otros “seres raciona
minado primeramente por la ley moral les”) y la exigencia de comportarse
(de la cual, al parecer, debería ser el en sus confrontaciones a base de este
fundamento), sino sólo después de ella reconocimiento. La fórmula kantiana
y a través de ella” (Crít. R. Práct., I, del imperativo, por la cual se debe tra
1, 3). Esto quiere decir que Kant com tar a la humanidad, en la propia per
parte la concepción 2) del bien, que sona tanto como en los otros, siempre
corresponde a una É. del móvil. En se también como fin y nunca sólo como
gundo lugar, es precisamente a partir medio, no es más que otra expresión de
de los móviles (Bestimmungsgründe) esta misma exigencia, que los moralis
como clasifica Kant las diversas con tas ingleses denominaban "sentido mo
cepciones fundamentales del principio ral” o "sentido de humanidad”. Desgra
de la moralidad (I b i d I, 1 , § 8 , nota 2 ). ciadamente, los desarrollos que la filo
En tercer lugar, la ley moral es consi sofía moral de Kant ha sufrido a partir
derada por Kant como un hecho (fac- de Fichte se han apoyado más frecuen
tum) porque "no se puede deducir de temente en su arsenal dogmático y ab
datos precedentes de la razón, por ejem solutista que en su planteamiento fun
plo, de la conciencia de la libertad”, damental y en la sustancia de sus doc
sino que se impone por sí misma como trinas morales Tales doctrinas, como
un sic voto, sic iubeo (Ibid., §7). De el planteo del que dependen, están de
tal modo Kant ha transferido el móvil acuerdo con la É. del siglo xvm, o sea
de la conducta del “sentimiento” a con la dirección moral de la Ilustra
la "razón”, utilizando el otro aspecto ción; pero no está d* acuerdo con tal
del dilema propuesto por los moralistas dirección la oposición establecida por
ingleses. Con esto ha querido garanti Kant entre el mundo moral y el mundo
zar la categoricidad de la norma moral, natural y, por lo tanto, entre la É. y la
o sea lo absoluto del mandato, por lo ciencia de la naturaleza. En la doctrina
cual se distingue de los imperativos de Kant, este contraste es el resultado
hipotéticos de las técnicas y de la pru del arsenal absolutista de su É., o
dencia. Por esta exigencia, la É. kan sea de ese aspecto por el cual llega
tiana comparte indudablemente con la a ser la criatura predilecta de los meta-
primera concepción de la É. la preocu físicos moralistas del siglo xix y el pre
pación fundamental de anclar la regla texto para innumerables (e inoperantes)
de la conducta en la sustancia racio disquisiciones en torno a lo absoluto
nal del hombre. Pero si se prescinde de del deber y el acceso, que éste permiti
esta preocupación absolutista (que debe ría, hacia una Realidad superior incon
ponerse en la cuenta del "rigorismo” dicionada (la realidad del “noúmeno”),
kantiano), la É. de Kant se presenta sin ninguna relación con la fenoménica
como muy afín a la de los moralistas y condicionada de la naturaleza. Aún
ingleses del siglo xvm (hacia los cua hoy, en la É. de Kant, los amigos y
les, por lo demás, no ha ocultado su los adversarios ven exclusivamente este
simpatía Kant en los escritos precríti aspecto la mayoría de las veces; los
cos), no únicamente en su planteamien primeros para exaltarla como dársena
to fundamental sino también en sus segura de todas las certidumbres con
resultados. Si el sentimiento al que cernientes a la vida moral, los segundos
apelaban los moralistas ingleses era la para condenarla como el baluarte de
tendencia a la felicidad de los demás, las ilusiones metafísicas en el campo
la razón, a la que apela Kant, es la moral. Pero una consideración de esta
473
É., que se sustraiga de tales alternati a su realización, a instintos sun.páticos
vas y la observe en el cuadro de la É. que, según Comte, la educac.ón puede
del siglo x v i i i (con la cual comparte desarrollar gradualmente h a'í¿ hacerlos
el planteo y que pretende fundar con predominar sobre los instintos egoístas
necesidad rigurosa), permite quizá una (Catechisme positiviste, 1852, p. 48).
valoración más adecuada de ella. En La É. biológica de Spencer hace suya
efecto, puede abrir el camino a una uti esta tesis. Spencer ve en la moral la
lización de los análisis kantianos con adaptación progresiva del hombre a sus
vistas a un planteamiento de la É. como condiciones de vida. Lo que al hombre
técnica de la conducta, independiente de en particular le parece deber u obliga
supuestos metafísicos. ción moral es el resultado de las expe
En el ínterin, la É. del móvil adqui riencias repetidas y acumuladas en el
ría, en el clima positivista, la pretensión sucederse de innumerables generacio
de valer como ciencia exacta de la con nes : es la enseñanza que tales expe
ducta. Ya Helvetius decía: "He creído riencias han suministrado al hombre
que se debe tratar a la moral como en su tentativa de adaptarse cada vez
a todas las otras ciencias y hacer una mejor a sus condiciones vitales. Spencer
moral como una física experimentar" prevé también una fase en la cual las
(De Vesprit, 1758, I, p. 4). Pero esta acciones más elevadas, requeridas por
pretensión caracteriza ante todo al uti el désarrollo armónico de la vida, lle
litarismo del siglo xix cuyo indiscutido garán a ser tan comunes como ahora
jefe es Bentham. Según Bentham, los lo son las acciones iríferiores a las que
únicos hechos que pueden servir como nos lleva el simple deseo; en tal fase,
fundamento del dominio moral son el por lo tanto, la antítesis entre egoísmo
placer y el dolor. La conducta del hom y altruismo perderá su sentido (Data
bre está determinada por la expectativa of Ethics, §46). Se puede decir que la
del placer o del dolor y éste es el É. del evolucionismo no es más que
único motivo posible de acción! Sobre la expresión, usando los términos del
estos fundamentos, la ciencia de la optimismo positivista, de aquella É.
moral resulta exacta como la matemá fundada en el principio de la autocon-
tica, si bien mucho más intrincada y servación que Telesio y Hobbes intro
extensa (Introduction to the Principies dujeron en el mundo moderno.
of Moráis and Legislation, 1789, en En la filosofía contemporánea, esta
Works, I, p. V). Desde este punto de vis concepción de la É. no ha sufrido cam
ta, conciencia, sentido moral, obliga bio ni ha realizado progresos sustan
ciones morales son conceptos ficticios ciales. Bertrand Russell se ha limitado
o "no entidades". La realidad que tales a reproducirla en la forma más sim
conceptos ocultan es el cálculo del pla ple y común, afirmando que "la É. no
cer y el dolor, cálculo en el cual reposa contiene afirmaciones ya sean verda
el comportamiento moral del hombre, deras o falsas, sino que consiste en
y mediante el cual Bentham quiso es deseos de cierta clase general” (Reli
tablecer los principios, suministrando gión and Science, 1936; trad. esp.: Re
la tabla completa de los móviles de ligión y ciencia, México, 1951, F. C. E.).
acción, tabla que debía servir como Decir que algo es un bien o un valor
guía a toda futura legislación. En rea positivo es otro modo de decir "Me
lidad, la obra de Bantham inspiró la gusta” ; y decir que algo es malo sig
acción reformadora del liberalismo in nifica expresar igualmente una actitud
glés y todavía hoy sus principios están personal y subjetiva. Russell considera
incorporados en la doctrina del libera posible, sin embargo, influir en los pro
lismo político. El utilitarismo de James pios deseos, estimulando algunos y re
Mili y John Stuart Mili no es más que primiendo o destruyendo otros. Y con
la defensa, la ilustración de las tesis sidera también que "por el cultivo de
fundamentales de Bentham. El positi deseos grandes y generosos los hom
vismo se inspiró en el mismo punto de bres pueden ser llevados a actuar de
vista: la moral del altruismo, de la acuerdo con la felicidad general de la
cual se hizo portavoz Comte y cuyo humanidad". Pero es claro que esta
principio es la máxima "Vivir para los posición es contradictoria: si la É. sólo
demás”, se confía también, en cuanto tiene que ver con deseos, falta todo
474
motivo a cnicrio para preferir o para f 1 r,aria
hacer prevalecer uno de ellos sobre los ' 1 - crezca
otros. Y asi, se ha perdido, en la £. 7 ’ ' ■ ¡«-quisa de
de Russell, uno de los aspectos funda la rt- .!: ¡nmu-
mentales de la É. inglesa tradicional, o tabh . !f "t-í’pncia reprobónta
sea la exigencia de un cálculo de tipo la io* ' n-u ]>*=£. mos entré
benthamiano, es decir, de una discipli game! ■. i,.. <r. ufíi¡>: cH- mayor vita-
na de la selección entre los deseos o, lid-ui. I : »vi- vuiej:' s a ase
para decirlo mejor, entre las alter gurar y V- :,;;e ¡ I » ‘parían todos,
nativas posibles de conducta. Precisa porque se a;-wy5rría or. los c- - •- n:os de
mente también a este punto de vista la vida social', a una pesquisa en la
tan mutilado se ha aferrado la concep cual ia filosofía carr-n;. aria rivales,
ción de la £. predominante en el po sino colaborado-os, on los hombres de
sitivismo lógico, según la cual los ju i buena voluntad" (T he Q uest for Cer-
cios éticos no hacen más que expresar tainty, p. 295; liad, esp.: La busca de
*los sentimientos del que habla y es, la certeza, México, 1952, F. C. E., pági
por lo tanto, imposible hallar un crite nas 271-72). Estas consideraciones de
rio para determinar su validez" (Ayer. Dewey circunscriben, por cierto, el te
Language, Truth and Logic, p. 108; cf. rreno en el que debe moverse la inves
Stevenson, Ethics and Language, p. 20). tigación ética contemporánea, pero no
Obviamente esto no es más que el ofrecen, sin embargo, instrum entos efi
mismo punto de vista de Russell, se caces para esta busca. En la E. con
gún el cual la £. consiste en deseos temporánea falta aún una teoría gene
y no en afirmaciones verdaderas o fal ral de la moral que corresponda a la
sas; es éste un punto de vista que teoría general del derecho (véa se), o
señala la renuncia a la comprensión sea una teoría que considere la moral
de los fenómenos morales más bien como una técnica de la conducta y
que un paso hacia esta comprensión. se aplique a considerar las caracterís
Más fecundo parece el punto de vista ticas de esta técnica y las modalidades
de Dewey, cuya É. se relaciona con por medio de las cuales se realiza en
la noción de valor. Dewey comparte grupos sociales diferentes. Obviamente,
en buena medida, con la filosofía del una teoría general de la moral no par
valor (véase), la creencia de que los tiría de una tarea preventiva en rela
valores no sólo son objetivos sino tam ción con una tabla de valores determ i
bién simples y, por lo tanto, indefini nada: su tarea sería sim plem ente la
bles. pero no comparte con ella la creen de considerar la constitución de las
cia de que sean absolutos o necesarios. tablas de los valores que se ofrecen
Los valores son, según Dewey cualidades al estudio histórico y sociológico de la
inmediatas sobre las cuales, por ende, vida moral y de descubrir, en caso de
no hay nada que decir y que sólo me ser posible, las condiciones form ales
diante un procedimiento crítico y re o generales de tal constitución. Pero
flexivo pueden ser preferidos o pospues podría (y debería) utilizar ampliamen
tos (Theory of Valuation, 1939, p. 13). te la É, del siglo xvm y, en general, la
Pero son fugitivos y precarios, negativos É. de la motivación y presentarse como
y positivos y también infinitam ente di la continuación de tal concepción.
ferentes en sus cualidades. De aquí A propósito de las relaciones entre
la importancia de la filosofía que, como moral y derecho, se reafirma aquí lo
una ''crítica de las críticas", tiene en que se dice con referencia al derecho,
primer lugar la finalidad de interpre es decir, que tales relaciones pueden
tar los acontecimientos para hacerlos ser configuradas de diferentes mane
instrumentos y medios de la estima ras, pero nunca especificadas com o re
ción de los valores y, en segundo lugar, laciones de heterogeneidad o indepen
la de renovar el significado de los va dencia recíproca. La £., como técnica
lores mismos ( Experience and Nature, de la conducta, parece a primera vista
Pp. 394 sí . ; trad. esp.: La experiencia más extensa que el derecho como téc
y ¡a naturaleza, México, 1948, F. C. E„ nica de la coexistencia. Pero si s e
Pp. 324 ss.). Esta tarca de la Filosofía r e f le x io n a que to d a e s p e c ie o f o r m a
«tá condicionada por la renuncia a de la conducta e s una f o r m a o vspv-
r
É tic a s, v irtu d e s
E to lo g ía
cié de coexistencia, o recíprocamente, el aquí, la religión tiende a una exis
se ve en seguida que la distinción de tencia fuera de aquí; 2) la ética se
los dos campos es mera materia dé con dirige al hombre, la religión a Dios;
veniencia para delimitar problemas par 3) la ética afirma la autonomía de los
ticulares, grupos de problemas o campos valores, la religión los subordina a la
específicos de consideración o de estudio. voluntad de Dios; 4) la ética se funda
en la libertad humana, la religión tras-
(gr. f|9m<h ÓQETaí; lat.
É tic a s, v ir tu d e s fiere toda iniciativa a Dios (Ethik,
virtutes morales; ingl. ethical virtues; 1926; 3? ed„ 1949, pp. 811-17).
franc. vertus morales; alem. ethische
Tugenden; ital. etiche, virtü). Son, se (ingl. etiology-, franc. étio-
E tio lo g ía
gún Aristóteles, las virtudes que corres logie; alem. Aetiologie). La búsqueda
ponden a la parte apetitiva del alma, en o determinación de las causas de un
cuanto moderada o guiada por la razón fenómeno. El término es usado casi
(Et. Nic., I, 13, 1102b 16) y que consis exclusivamente en medicina.
ten en el justo medio (véase m e d i a n í a )
entre dos extremos de los cuales uno (ingl. ethnography; franc.
E tn o g r a f ía
es vicioso por exceso, el otro por de ethnographie; alem. Etnographie-, ital.
fecto (Ibid.. II, 6 , 1107 a l ) . Las virtudes etnografía). Lo mismo que etnología
É. son la fortaleza, la templanza, la li (véase .infra).
beralidad, la magnanimidad, la humil
dad, la franqueza y, en fin, la justicia E tn o lo g ía (ingl. ethnology; franc. ethno-
que es la mayor de todas (Ibid., III-V). logie; alem. Ethnotogie; ital. etnolo
gía). Una de las disciplinas del tronco
E tic id a d (alem. Sittlichkeit). Hegel dis sociológico. Tiene por objeto los mo
tingue la E. de la moralidad (Morali- dos de vida de grupos sociales todavía
tat); la moralidad es la voluntad sub existentes o de los que se conserva
jetiva, o sea individual o privada del una documentación abundante. La E .
bien, la E. es la realización del bien se dirige, sobre todo, al estudio de los
mismo en realidades históricas o insti pueblos "primitivos". No se distingue
tucionales, que son la familia, la so de la sociología más que por la acen
ciedad civil y el Estado. La E., dice tuada tendencia de sus cultivadores a
Hegel, “es el coi.cepto de libertad, con insistir acerca de los caracteres indi
vertido en mundo existente y naturaleza viduales de los grupos sociales estu
de la conciencia de sí” (Fit. del dere diados y, por lo tanto, a prescindir de
cho, § 142). Las instituciones éticas tie los problemas sociológicos generales.
nen una realidad superior a las de la na Por este aspecto, la investigación etno
turaleza, porque se trata de una reali lógica se puede considerar a mitad de
dad "necesaria o interna" (Ibid., § 146). camino entre la sociología y la historio
La más alta manifestación de la E., el grafía.
Estado, es el mismo Dios que ha entra E to lo g ía (del gr. SBog; ingl. ethology;
do en el mundo, un "Dios real” (Ibid., franc. éthologie; alem. Ethologie-, ital.
§258, Apéndice). Esta distinción entre etología). Término acuñado por Wundt
moralidad y E. se ha mantenido solamen para designar el estudio histórico des
te en el ámbito de la escuela hegeliana. criptivo de las costumbres y de las
[Abbagnano utiliza aquí la traducción representaciones morales (Logik, II, 2,
que Croce da de los términos hegelia- 369). El término no ha tenido mucho
nos; los krausistas, en cambio, solían éxito y es usado muy raramente. El
traducir Sittlichkeit por "moralidad” y estudio descriptivo de las costumbres
Moratitát por "ethos” (E.).] es parte integrante de la sociología.
(alem.
É t i c o - r e l i g i o s a s , a n tin o m ia s E to lo g ía (del gr. f¡0o;; ingl. ethology,
ethisch-religiosen A n tin o m ie n ). Las franc- éthologie; alem. Ethologie-, ital.
antítesis que expresan el conflicto en etología). Término acuñado por Stuart
tre el punto de vista ético y el punto Mili para designar la ciencia que estu
de vista religioso. Fueron enunciadas dia las leyes de la formación del carác
por Nicolai Hartmann del modo si ter. Tales leyes resultarían de las ge
guiente; I) la ética está radicada en nerales de la psicología, aplicadas, no
476
E u b u lía
E v e n to
obstante, a las influencias que las cir Mesina (siglos iv-iii a. c.), autor de una
cunstancias ambientales tienen en la Sagrada Escritura, traducida al latín
formación del carácter. La E. se dis por Ennio, en la cual se quería demos
tinguiría de la sociología en cuanto la trar que los dioses son hombres de
primera sería la ciencia del carácter valor, ilustres o poderosos, divinizados
individual y la segunda la ciencia del después de su muerte (Cicer., De nat.
carácter social o colectivo (Logic, VI, deor., I, 119).
5, §3). La palabra no ha tenido éxito,
en tanto la palabra caracterología (véa E u n o m ía (gr. Eirvogía). El "buen orden
se) ha sido aceptada casi universal humano” opuesto a la Ivybris, o sea
mente para designar la misma ciencia. a la actitud del que desconoce los lí
mites de los hombres y el puesto subor
E u b u lía (gr. eúPovXía; lat. eubulia). Es, dinado que éstos tienen en el mundo
según Aristóteles, la buena delibera (Plat., Sof., 216 b).
ción, o sea- el juicio correcto acerca de
la correspondencia de los medios a los E u p r a x ia (gr. evirga^ía). El comportarse
fines. El deliberar bien es propio de bien, es decir, ordenadamente o según
los sabios y la sabiduría constituye, las leyes. Jenofonte aplica esta palabra
precisamente, el juicio verdadero en al ideal moral de Sócrates (Mem., III,
tomo a tal relación de los medios al fin 9, 14). Aristóteles adopta la misma pa
(Ét. Nic., VI, 9, 1142b 5). En el mismo labra en oposición a dispraxia, que indi
sentido la definió Santo Tomás (S. Th., ca la conducta desordenada (Ét. Nic.,
I, II, q. 57, a. 6 ). VI, 5, 1140b 7).
Eucosmía (gr. eüxoauía). Comportamien (gr. Eirtalía). La conducta bien
E u ta x ia
to ordenado, buena conducta (cf. Arist., ordenada o conforme al orden cósmico.
Pol, IV, 1299 b 16). Es un co n cep to e sto ic o (Stoicorum
Fragmenta, 111,64), que Cicerón se detu
E u c ra s ía (gr. evxqoujíoi). Temperamento. vo a ilustrar (De Officis, 1,40,142; trad.:
Más precisamente: justa mezcla de los De los deberes, México, 1945, F. C. E.).
elementos que com ponen el cuerpo
(Arist., De parí, an., 673 b 25; Galeno, E u tim ia (gr. EvOupía; lat. tranquillitas).
VI, 31, etc.). Título de una de las obras de Demó-
crito, que significab. la satisfacción
E u d e m o n ía , véase FELICIDAD. tranquila, diferente del placer, y que
consiste en la ausencia de temores, de
(ingl. eudemonism; franc.
E u d e m o n is m o supersticiones y de emociones (Dióg.
eudémonisme; alem. Eudamonismus; L., IX, 45). Los latinos tradujeron el
ital. eudemonismo). Toda doctrina que término como tranquillitas (Séneca, De
asume la felicidad como principio y tranquillitate animi, II, 3).
fundamento de la vida moral. Son eu-
demonistas, en este sentido, la ética E v a n g e lio e te r n o (lat. evangelium aeter-
aristotélica, la estoica y la neuplatóni- num). Orígenes adoptó esta expresión
ca, la ética del empirismo inglés y de para designar la revelación de las ver
la ■
:Ilustración. Kant considera que el dades más altas que Dios hace a los
E . es el punto de vista del egoísmo sabios en todas las épocas del mundo,
(véase) moral, o sea la doctrina “del y que puede completar y corregir la
que restringe todos los fines a sí mismo revelación contenida en el E. histórico
y no ve nada útil fuera de lo que a él (De princ., IV, 1; In Johann., I, 7).
aprovecha” (Antr., I, §2). Pero este
concepto del E. es muy restringido (ingl. event; franc. evénement;
E v e n to
porque en el mundo moderno, a partir alem. Geschehen; ital evento). En la
de Hume, la noción de felicidad tiene física contemporánea, una porción del
un significado social que, por lo tan continuo espacio-temporal. En este sen
to, no coincide con egoísmo o egocen tido una cosa, por ejemplo, un cuerpo,
trismo. Véase f e l ic id a d . es un evento. El concepto fue aclara
do por Einstein en 1916 (Teoría especial
E u h c m c r is m o (ingl. euhemerism; franc. y general de la relatividad, § 27). Desde
evhémérisme; alem. Evhemerismus). La entonces ha aparecido como un con
doctrina de Euhémero o Evémero de cepto fundamental de la física: el E.
477
\
E v id e n c ia
Estos conceptos han dominado buena esta expresión se pueden entender dos
parte de la filosofía moderna, por ha cosas diferentes: 1) la teoría biológica
ber sido aceptados por Locke, que- hace _de la transformación de las especies
depender de la intuición del acuerdo vivas, de una en otra, que es la hipó
o del desacuerdo de las ideas “toda la tesis fundamental de las disciplinas
certidumbre y la E. de nuestro cono biológicas de un siglo a este parte;
cimiento” (Essay, IV, 2, 1) y por Leib- 2) la teoría metafísica del desarrollo
niz (Nouv. Ess., IV, 11, 10). El carác progresivo del universo en su totalidad,
ter subjetivo de la E. y su conexión que es una hipótesis admitida o presu
con una facultad humana más o me puesta por muchas doctrinas filosófi
nos misteriosa o milagrosa denominada cas modernas y contemporáneas. Aun
intuición, se ha conservado en toda la cuando estos dos significados hayan
filosofía moderna y sólo la filosofía obrado históricamente de modo recípro
contemporánea ha retornado al antiguo co, es oportuno considerarlos por sepa
concepto de la E. objetiva. rado. Para el segundo, véase el artícu
La crítica de que la E. "nos grita lo EVOLUCIONISMO.
como voz mística que viene de un mun El término E. fue introducido proba
do mejor: ¡aquí está la verdad!” ha blemente por Spencer en su ensayo
sido hecha por HusserI, quien define sobre el Progreso de 1857, pero ni la
la F.. como un “llenarse la intención”. palabra ni su concepto, habrían tenido
Esto significa que se tiene la E. cuan el éxito que tuvieron sin los éxitos
do la intención de la conciencia, diri del t r a n s f o r m i s m o biológico, que se
gida a un objeto, se llena por las deter iniciaron con el Origen de las especies,
minaciones por las cuales el objeto de Charles Darwin (1859). La obra de
mismo se individualiza, se define y, por Darwin (como lo demuestra su éxito
último, aparece presente a la concien sin precedentes) era, desde cierto pun
cia misma en propia persona (Logische to de vista, más bien una conclusión
Untersuchungen, II, § 39; trad. esp.: que un principio: la conclusión de un
Investigaciones lógicas, Madrid, 1929; largo trabajo de investigaciones y de
Ideen., I, § 145; Erfahrung tmd JJrteil varias tentativas de generalización. La
["Experiencia y juicio”], p. 12). En doctrina tradicional de la inmutabili
consecuencia, en toda la filosofía con dad (o fijeza) de las especies vivas
temporánea inspirada en la fenomeno había sido el reflejo, er. el dominio bio
logía, la E. ha readquirido su carácter lógico, de la doctrina de la sustancia
objetivista, y con ello vuelve a designar (véase) o sea de la doctrina de la ne
el presentarse o manifestarse de un ob cesidad de la estructura ontológica del
jeto como tal, cualquiera que sea el mundo. Esta doctrina prevaleció por
objeto y cualesquiera que sean los mé obra de Aristóteles en el mundo de la
todos con los cuales se pretenda garan filosofía y de la ciencia antigua y me
tizar o certificar su presencia o mani dieval, y así se explica por qué la hi
festación. En este sentido, Scheler ha pótesis de una transformación de la
hablado de "E. preferencial” para indi especie, presentada, aunque fuera en
car las relaciones jerárquicas objeti forma fant ás tic a, por Anaximandro
vas de los valores que guian y sugieren (seudo Plut., Strom., 2) y por Empédo-
las elecciones humanas (Formalismus, cles (Fr., 56-61, Diels) no dejó huellas.
p. 87). Del mismo modo a veces se lla Todas las formas sustanciales, según la
man evidentes proposiciones analíticas metafísica aristotélica, son inmutables
o tautológicas cuya verdad resulta de por el hecho de ser necesarias, lo que
sus términos, como, por ejemplo, "El quiere decir que no pueden ser ni crea
triángulo tiene tres lados”. das ni destruidas. Como formas sus
tanciales, las especies vivas participan
(ingl. evolution; franc. évo
E v o lu c ió n de tales características. Este principio
lution; alem. Evolution; ital. evoluzio- aristotélico, con la única corrección de
ne). La palabra conserva todavía su la creación divina, constituyó por mu
sentido genérico de desarrollo (véase), chos siglos la armazón general de la
pero a menudo se la usa para designar investigación filosófica y científica.
una doctrina particular que se deno Sólo a partir del principio del si
mina "teoría de la E.”. Ahora bien, con glo x v i i i algunos naturalistas comen-
«79
r
E volución
sólo los aspectos favorables y progresi des evidentes no han sido aprovechadas
vos de las transformaciones vitales, y los intervalos entre las especies vi
sino también los desfavorables y. nega vas no siempre se han llenado. "La
tivos. La primera consecuencia de regla de que todas las oportunidades
este punto de vista es el reconocimien de la vida tienden a ser utilizadas no
to de que es inútil y científicamente es una regla sin excepciones. La extin
ilegítimo dar privilegio a un factor evo ción de los dinosaurios precedió con
lutivo, por ejemplo, a la selección na mucho a la readquisición de sus mu
tural, y considerarlo como el único y chos modos de vida por parte de los
fundamental, conforme lo han hecho mamíferos y no parece que todos ha
los neodarwinistas. La segunda conse yan sido readquiridos. Los ictiosaurios
cuencia es el abandono completo del se extinguieron muchos millones de
punto de vista finalista, que exige la años antes de que los delfines y sus
presencia de un objetivo final en la E. parientes hubieran aprovechado esta
(cf., por ejemplo, J. B. S. Haldane, oportunidad. No hay razón evidente
The Causes af E., 1932). para que el modo de vida de los amo-
3) La eliminación de todo prejuicio nites, tan numerosos otrora, no pueda
de necesidad en la consideración del ser seguido a c t u a l m e n t e por grupos
ciclo vital de las especies biológicas: igualmente abandonados, pero que en
su nacimiento, desarrollo y muerte no vano se buscarían hoy en el mar. Se
obedece a esquemas preestablecidos y han extinguido muchos tipos que han
mucho menos se modela según el ciclo dejado abierto un modo de vida, una
del organismo en particular. Normal oportunidad que no ha sido inmediata
mente un cierto tipo de organización mente aprovechada porque ningún otro
persiste en tanto sus relaciones de adap grupo tiene una base estructural o una
tación al ambiente continúen siendo reserva de mutaciones apropiadas para
posibies A veces, la misma especifica el cambio” (Ibid., pp. 185-86). No obs
ción de la adaptación produce la ex tante, el número muy alto de las posi
tinción, ya que hace al organismo no bilidades utilizadas explica los produc
apto para afrontar aquellos cambios del tos más logrados y complicados de la
ambiente de importancia mayor que E.; por ejemplo, entre las innumerables
los comunes. En este caso, obviamen soluciones al problema de la fotorrecep-
te, la extinción del grupo es provocada ción, dos soluciones resultaron mejo
por la misma tendencia a la adapta res: el ojo del octopus (que es un
ción, que es un factor de supervivencia. molusco) y el del hombre. Pero tam
4) Finalmente —y es la característi bién las otras funcionan muy bien a su
ca más importante de la teoría general propio nivel. Esto demuestra que la
de la E.— el uso de la noción de po complejidad de un órgano no ha sido
sibilidad permite evitar la dogmatiza- proyectada de antemano como un plan
ción que presentan las alternativas: por realizar, sino que es el producto
orden-desorden, finalidad-azar, y así del aprovechamiento de posibilidades
sucesivamente. La vida tiende a apro favorables que se han presentado.
vechar las posibilidades que se le ofre 5) Las características específicas de
cen. Algunos científicos han conside los fenómenos vitales no son ignora
rado el aumento de la suma total de das u olvidadas por la teoría de la E.,
la materia viviente en el mundo como pero no son tomadas como funda
la ley principal de la E. (A. J. Lotka, mento para afirmar la tesis de la "irre-
en Human Biology, 1945, pp. 167 ss.). ductibilidad” o de la "originalidad” de
Esto quiere decir que la vida parece la vida. Tal tesis, en efecto, desacon
aprovechar todas las posibilidades dis sejaría continuar el sometimiento de
ponibles. Simpson, a este respecto, ha los fenómenos de la vida a los instru
bla de la "naturaleza esencialmente mentos objetivos de investigación de
oportunista del proceso de la E." (The los que dispone la ciencia y, en conse
Meaning of Evolution, 1949, cap. 12). cuencia, acabaría con la investigación
Sin embargo, tampoco en el aprovecha biológica. Ésta, por lo tanto, utiliza los
miento de las oportunidades que se le instrumentos a su disposición y consi
ofrecen, aparece tal proceso como per dera "explicado” sólo lo que puede lo
fectamente sistematizado. Oportunida grarse con ayuda de tales instrumen
482
Evolucionismo
tos. Es éste un materialismo metódico lela” (First Principies, § 145). Esta de
que poco o nada tiene que ver con el terminación de la evolución como paso
materialismo doctrinario del siglo xix. de lo homogéneo indiferenciado a lo
Véase v id a ; v it a l is m o . heterogéneo diferenciado, fue sugerida
indudablemente a Spencer por la evo
E v o lu c io n is m o (ingl. e v o lu tio n is m ; lución biológica, que parece ir desde
franc. évotutianisme; alem. Evolutio- la amiba a los organismos superiores.
nismus; ital. evoluzionismo). Con este Según Spencer el sentido general de la
término debe entenderse no ya la teo evolución es optimista. La evolución
ría general de la evolución como cua es un progreso y, más aún, un progreso
dro fundamental de las investigaciones necesario que, en lo que se refiere al
biológicas (respecto a lo cual, véase hombre, terminará solamente con "la
e v o l u c ió n ), sino el conjunto de doctri más grande perfección y la más com
nas filosóficas que ven en la evolución pleta felicidad” (Ibid., § 176). A dife
el rasgo fundamental de todo tipo o rencia de lo ocurrido en la teoría de
forma de realidad y, por lo tanto, el la evolución biológica, la cual desvincu
principio adecuado para explicar la rea ló muy rápidamente la noción de evo
lidad en su conjunto. El E., en otros lución de la de progreso, en el E. filo
términos, es una doctrina metafísica, sófico el sentido optimista y necesario
que concierne a la realidad como un de la noción de progreso siguió siendo,
todo y aun cuando se valga de las hi durante mucho tiempo, el rasgo funda
pótesis y de los resultados de la teoría mental de la evolución. Tanto el E.
biológica de la evolución, su tesis va materialista como el E. espiritualista
mucho más allá de lo que cualquier comparten esta característica.
teoría científica puede legítimamente Ninguna de estas direcciones logra
hacer válido. En este sentido, el E. ha una reelaboración del c o n c e p t o en
sido tomado como esquema fundamen cuestión. Cuando Ardigó define la evo
tal de muchas metafísicas, ya sea ma lución como "el paso de lo indistinto
terialistas o espiritualistas. El rasgo a lo distinto” (Opere, 1844, II, p. 350)
fundamental que estas metafísicas dis considerando, por lo tanto, más bien
ciernen en la evolución es el progreso. el desarrollo psíquico que el biológico
Para ellas, evolución significa esencial como modelo evolutivo, los rasgos for
mente progreso. Así lo fue, por cierto, males de la evolució- no cambian: es
para Spencer, que inició la serie de siempre, y solamente, progreso univer
las metafísicas evolucionistas con un sal necesario. El E. materialista encon
ensayo publicado en 1857 con el título tró en el biólogo alemán Emst Haeckel
de Progreso. El progreso reviste, según su mayor representante. Su obra Die
Spencer, todos los aspectos de la rea Welt Rdtsel, 1899; trad. esp.: Los enig
lidad. "Ya se trate —dice en el citado mas del mundo, Valencia, s.a.) fue en
ensayo— del desarrollo de la tierra, los primeros decenios de nuestro si
del desarrollo de la vida en su super glo, el catecismo de este materialismo,
ficie o del desarrollo de la sociedad, que veía grados de la evolución de la
del gobierno, de la industria, del co materia en todas las formas de la rea
mercio, del lenguaje, de la literatura, lidad, grados ordenados progresiva
de la ciencia o del arte, siempre en el mente. Por otro lado, el E. espiritualis
fondo de todo progreso está la misma ta, que ve en las diferentes formas
evolución, que va de lo simple a lo de la realidad grados de desarrollo de
complejo a través de sucesivas diferen un principio espiritual, se inició con
ciaciones”. En los Primeros principios, Wilhelm Wundt, que reconoció en la
Spencer daba esta definición de la voluntad este principio espiritual (Sys
evolución: "La evolución es una inte tem der Phil., 1889; trad. esp.: Fun
gración de materia y una disposición de damentos de la metafísica, Madrid,
movimiento concomitante, en que la 1913). Análogo pensamiento inspiró la
materia pasa de una homogeneidad in obra del francés Alfred Fouillée, quien
definida e incoherente a una hetero veía en la idea-fuerza el sustrato de
geneidad definida y coherente y duran la evolución (L'E. des idées-forces,
te la cual el movimiento conservado 1890). Pero indudablemente la más no
se somete a una transformación para table manifestación del E. espiritua-
483
E x a c to
E x c e p c ió n
lista es la doctrina de Bergson, quien el contexto de la evolución biológica.
ha visto en la evolución el producto de Por lo tanto, la hipótesis de que la
un impulso vital que es conciencia, li realidad constituye un proceso con ta
bertad y creación (Évolution créatrice, les caracteres no encuentra eco en el
1907). En el mismo sentido, C. Lloyd saber científico y debe considerarse co
Morgan habló de evolución emergente mo una pura hipótesis metafísica, más
(1923), sosteniendo que cada fase de la allá de toda posibilidad de comproba
evolución no es el mero resultado me ción, así sea indirecta. A partir de más
cánico de las fases precedentes, sino o menos el año 1930, con la declinación
que contiene un elemento nuevo que de la idea de progreso (véase) a cau
evidencia el carácter progresivo y crea sa de condiciones culturales e histó
dor de la evolución misma. ricas bien determinables, también el
Pero el concepto de la evolución concepto de evolución perdió mucha
como progreso constituye asimismo el de su fascinación para los filósofos,
trasfondo o supuesto de otras doctrinas los cuales, aun utilizándolo cuando tie
que no consideraron, sin embargo, la nen necesidad de un cuadro simple y
evolución como tema fundamental de optimista para sus especulaciones, no
sus elucubraciones. Así, la n o c i ó n se detienen ya a reelaborarlo y acla
de evolución emergente fue usada por rarlo.
Alexander en su libro Space, Time and
Deity [Espacio, tiempo y deidad] (1920) Exacto (ingl. exact; franc. exact; alem.
para explicar el desarrollo total de la exakt; ital. esatto). Se denomina así
realidad de la que espacio y tiempo un procedimiento (u operación) en el
(que se relacionan entre sí como ma cual se reducen al mínimo las proba
teria y espíritu) serían la sustancia. Y bilidades del error o el margen de error
el concepto de proceso, considerado que la situación comporta. En este sen
como fundamental por Whitehead (Pro- tido se denomina E. una medida que
cess and Reality, 1929) no es más que tiene un grado suficiente de aproxima
el mismo concepto de evolución, mez ción (o sea un mínimo de error) o una
clado con el concepto hegeliano del de previsión que se encuentre suficiente
venir, en tanto que la evolución en mente comprobada por los hechos. En
sentido naturalista es el trasfondo de general la exactitud en este sentido es
toda la obra de Santayana (cf. espe tá garantizada por la observación de las
cialmente el Realm of Spirit, 1940; reglas técnicas que guían el uso de
trad. esp. en Los reinos del ser, México, los procedimientos válidos en un cam
1959, F. C. E.). Estas citas deben ser po determinado, y así se denomina E.
consideradas sólo como ejemplos de la todo procedimiento puesto en acción
vastísima difusión que el E. ha tenido de conformidad con su propia técnica,
en la filosofía moderna y contemporá o sea según las “reglas del arte". Las
nea y, por lo tanto, en todas las for ciencias "E." son las que se valen
mas de la vida intelectual. La creencia exclusivamente de estos procedimientos.
de que la realidad es un proceso úni
co, continuado y necesariamente pro E x c e p c ió n (ingl. exception; franc. ex-
gresivo se lee entre líneas en doctrinas ception; alem. Ausnahme; ital. eccezio-
filosóficas muy dispares y ha influido ne). 1) A pesar de que hay en la Anti
poderosamente en el planteamiento de güedad algún rastro de una ética de
investigaciones históricas, sociológicas, la E., como la expresada por Calicles
morales, etc. Esta creencia, sin em en el Gorgias y por Trasímaco en la
bargo, no ha sido fundamentada y en República de Platón, o sea de una ética
el único dominio en el que se sostiene que no vale para "los más" (oi polloi),
una teoría de la evolución con prue sólo en la filosofía contemporánea ad
bas de hecho, o sea en el dominio bio quiere el carácter de la "excepcionali-
lógico, la evolución ha perdido preci dad" un relieve ontológico y metafísico
samente los caracteres que los filósofos más que moral o religioso. Es un moti
demuestran apreciar'm ás en ella: la vo introducido por Kierkegaard y Nietz-
unidad, la continuidad, la necesidad sche, el primero de los cuales ha in
y el progreso. Ninguno de tales carac sistido en Temor y temblor acerca del
teres es considerado actualmente en carácter de "E. justificada” que el ele-
484
E x c e p tiv a , p ro p o s ic ió n
E x is te n c ia
gido de Dios presenta en relación a la dimiento” o la E. "en la realidad" o
ley moral (como es el caso, de Abra- de E. "en sí” (la de la sustancia) o de
ham), y el segundo ha insistido acerca E. "en otro” (la de las cualidades o
del carácter de excepcionalidad del su accidentes de la sustancia). Todos es
perhombre, al cual la "voluntad de tos casos no tienen en común más que
dominio” confiere un destino en el mun una determinada delimitación del sig
do que se sustrae a toda regla. Jaspers, nificado del ser, delimitación que en
entre los existencialistas, ha insistido el dominio de las ciencias exactas se
acerca de la "excepcionalidad de la exis hace a partir de definiciones precisas.
tencia” que siempre es individualizada, Así, en el campo de la matemática se
singular, inconfundible y que, por lo toma por "E.” a menudo y de Hilbert
tanto, no puede hacerse objetiva ni su en adelante, la ausencia de contradic
peditada a límites o a normas (Phit., ción. Cuando en matemática se sostie
II, 1932, p. 360). ne que la solución de un problema
2) En significado lógico véase c u a n - existe, se entiende solamente que nin
T IF IC A C IÓ N DEL PREDICADO. guna contradicción impide admitir la
E. de la solución. Un teorema de E.
E x c e p tiv a , p ro p o s ic ió n (franc. proposi- es la prueba rigurosa de que la solu
tion exceptive; ital. eccettuativa, propo- ción existe (en este sentido) aun en
sizione). La Lógica de Port Royal dio el caso de no haber sido descubierta
este nombre a la proposición "que afir todavía. Éste es el criterio al que sigue
ma una cosa de todo un sujeto excep adherida por lo menos una escuela de
tuando una parte de él”, por ejemplo: matemáticos contemporáneos, la de los
"Según los estoicos, todos los hombres formalistas, cuyo jefe es, precisamente,
son locos menos los sabios” (Amauld, Hilbert. La otra escuela, la de los
Logique, II, 10, 2). intuicionistas, cuyos jefes son Brouwer
y Heyting, toma como criterio de E.
E x c lu s iv a , p ro p o s ic ió n (franc. proposi- en matemática la posibilidad de la
tion exclusive). La Lógica de P ort construcción, y considera que no se pae-
Royal dio este nombre a la proposición de hablar de entes matemáticos que no
que afirma que un atributo conviene se puedan construir. En uno u otro
a un sujeto y solamente a é l: Por ejem sentido, sin embargo, el concepto de E.
plo, "la virtud es la única nobleza” se define con precisión en el ámbito
(Arnauld, Logique, II, 10, 1). de la matemática, y hablar de E. en un
E x is te n c ia (gr. tó íijiaqxEiv; lat. existen-
sentido diferente no tiene significación
tia; ingl. existence) franc. existence; alguna. Pero, por otro lado, es fácil ver
que este mismo concepto de E. no tie
alem. Existenz, Dasein; ital. esistenza). ne
En general, cualquier delimitación o por sentido lo
fuera de la matemática y,
tanto, no puede extenderse a
definición del ser, es decir, un modo campos diferentes. Si de la matemática
de ser delimitado y definido. Este sig se pasa a la física, se ve en seguida que
nificado, que es el más general, puede la E. de los entes de que ella habla está
ser tomado como uno de los significa
dos particulares del término del cual implícitamente definida y en todo mo
pueden enunciarse tres: 1) un modo mento por las operaciones de medida
de ser determinado o determinable; o de control que sirven para establecer
2) el modo de ser real o de hecho; 3) el su observación. Análogamente, la E.
modo de ser propio del hombre. de que puede hablarse en el dominio de
1) Como modo de ser determinado la lógica es la definida por las opera
o definido en cierta manera, el término ciones a las cuales el objeto lógico pue
es habitualmente tomado por el len de ser sometido y, por lo tanto, se re
guaje común de la terminología de las duce por último también a la ausencia
ciencias particulares. En efecto, en la de contradicción. Las ciencias deno
matemática se habla de la E. de entes minadas "morales” se fundan asimismo
matemáticos y existe un "teorema de en definiciones implícitas o explícitas
E.”. Análogamente se habla de una E. de la E. En derecho, una ley "existe"
"lógica” o "conceptual” o también de en caso de haber sido formulada, apro
una E. "fantástica", como los escolás bada y promulgada en los modos y for
ticos hablaban de la E. "en el enten mas previstas por la Constitución del
4 0 5
Existencia
Existencialismo
una fuerza infinita (Humanidad, Ra índice de las diferentes categorías usa
zón, Absoluto, Espíritu, etc.) de la cual das por las dos direcciones para la
es sólo manifestación. El E. afirma interpretación de la realidad; entienden
que el hombre es una realidad fini por categoría un instrumento de análi
ta, que existe y obra por su propia sis, o sea un instrumento para la des
cuenta y riesgo. El romanticismo afir cripción y la interpretación de la reali
ma que el mundo en el que el hombre dad misma. Se ha dicho que el análisis
se encuentra, como manifestación de existencial es análisis de relaciones;
la misma fuerza infinita que obra en el éstas se acentúan en tomo al hombre,
hombre, tiene un orden que garantiza pero salen inmediatamente fuera de
necesariamente el resultado final de las él (por encima de él) en virtud de co
acciones humanas. El E. afirma que el nectarlo (de modos diferentes, que es
hombre está "yecto en el mundo", o necesario determinar) con la realidad
sea abandonado a su determinismo, que o con el mundo de que forma parte o,
puede hacer vanas o imposibles sus ini en otras palabras, con los otros hom
ciativas. El romanticismo afirma que la bres o con las cosas. Ahora bien, estas
libertad, como acción del principio infi relaciones no son de naturaleza está
nito, es infinita, absoluta, creadora y tica; no son, por ejemplo, solamente
capaz de producciones nuevas y origi relaciones de identidad, de semejanza,
nales en todo momento. El E. afirma etcétera. Las relaciones del hombre con
que la libertad del hombre es condi las cosas están constituidas por las po
cionada, finita, embarazada por muchas sibilidades que el hombre posee (en
limitaciones que pueden esterilizarla en medida más o menos amplia, según las
cualquier momento o hacerla recaer diferentes situaciones naturales e his
en lo que ya ha estado o ya está he tóricas) para adoptar las cosas y para
cho. El romanticismo afirma el pro manipularlas (con el trabajo) con vis
greso continuo e inexorable de la huma tas a sus propias necesidades. Y las
nidad. El E. desconoce o ignora la relaciones con los otros hombres con
noción misma de progreso, porque no sisten en posibilidades de colaboración,
puede discernir garantía alguna en ella. de solidaridad, de comunicación, de
El romanticismo tiene siempre cierta amistad, etc., posibilidades que tam
tendencia espiritualista, tiende a exal bién tienen grados y formas diferentes,
tar la importancia de la interioridad, según las diferentes condiciones natu
de la espiritualidad, como asimismo de rales, sociales e históricas. Ahora bien,
los valores denominados espirituales, el hecho de que algo sea posible, sig
con menoscabo de lo terrenal, mate nifica que yo espero esto o lo proyecto
rial, mundano, etc. El E. reconoce sin activamente. Las posibilidades huma
pudores la importancia y el peso que nas tienen, por lo tanto, y en general,
para el hombre tienen la exterioridad, el carácter precursor (porque están diri
la materialidad, la "mundanidad" en gidas hacia el futuro) de la espera o
general y, por lo tanto, las condiciones de la proyección, y las reglas que las
de la realidad humana comprendidas disciplinan, desde las de la ciencia y
en estos términos: las necesidades, el la técnica a las de la costumbre, la
uso y la producción de las cosas, el sexo, moral, el derecho, la religión, etc., sir
etcétera. El romanticismo considera in ven para dar a espera y proyecto cierto
significantes ciertos aspectos negativos fundamento, cierta garantía de éxito.
de la experiencia humana, como el do Así, por ejemplo, las reglas de la téc
lor, el fracaso, la enfermedad, la muer nica sirven para garantizar que un de
te, porque no tocan los principios infi terminado objeto (una casa, una má
nitos que se manifiestan en el hombre quina) pueda ser construido o produ
y, por lo tanto, "no existen” para ellos. cido de tal modo que satisfaga una
El E. considera que tales aspectos son determinada necesidad; las reglas de
particularmente significativos para la la moral sirven para garantizar que las
realidad humana y los toma como cen relaciones humanas puedan desarrollar
tro para su interpretación. se en la forma más pacífica y ordenada
La antítesis en que llegan a encon posible, etc. La espera o el proyecto
trarse los temas fundamentales del E. siguen siendo, sin embargo, lo que son,
frente a los del romanticismo es un o sea posibilidades cuya realización es
491
Exietencialismo
más o menos segura, pero no infalible mor y temblor, 1843; Diario, passim.).
(una casa puede ser o resultar más De tal modo, si bien Kierkegaard plan
o menos cómoda para sus habitantes, tea la totalidad del análisis de la exis
una máquina puede resultar equivoca tencia humana en la categoría de lo
da o inservible, las relaciones huma posible, entiende lo posible exclusiva
nas pueden desarrollarse del orden al mente en su aspecto amenazador y
desorden, de la paz a la hostilidad, etc.). negativo; ve en lo posible más que
Por lo tanto, la categoría fundamental, “lo que puede no realizarse”, "lo que
descriptiva e interpretativa de que se es imposible que se realice". La filo
vale el E., es precisamente la de lo sofía de Heidegger ahonda la misma
posible. interpretación. Si bien Heidegger ha
Las diferentes direcciones del E. pue puesto bien a luz, en análisis que hoy
den reconocerse y distinguirse por el son clásicos, el hecho de que la exis
significado que dan a la categoría de tencia es trascendencia y proyección,
lo posible y al uso que de ella hacen. ha hecho ver, asimismo, cómo la tras
Por lo tanto, se pueden distinguir tres cendencia y la proyección son al final
direcciones principales, que toman res imposibles, ya que la trascendencia está
pectivamente como fundamento: 1) la más acá de lo que debería trascender
imposibilidad de lo posible; 2) la nece y la proyección está dominada y anu
sidad de lo posible; 3) la posibilidad lada por lo que ya es o ha sido. El
de lo posible. carácter de la existencia que termina
/) Ya hacia mediados del siglo xix, por prevalecer en la filosofía de Hei
Kierkegaard insistió sobre la importan degger es la efectividad o facticidad,
cia de la categoría de lo posible, y por la cual el 'ser ahí’ es yecto en el
es, por lo tanto, a Kierkegaard a quien mundo, en medio de los otros entes,
vuelven los filósofos de la existencia al mismo nivel y con ello abandonado
con mayor agrado. Pero Kierkegaard a ser lo que de hecho es. De tal modo,
insistió asimismo sobre el aspecto nuli- la existencia puede ser sólo lo que ya ha
ficador de lo posible, lo que convierte sido. Su posibilidad no es ‘estado
sn problemáticas y negativas, tanto las de abierto' hacia el futuro, recae en el
relaciones del hombre con el mundo pasado y no hace más que volver a dar
como las relaciones del hombre consigo perspectiva al pasado mismo como fu
mismo y las relac.ones del hombre con turo. Por lo tanto, el trascender, el
Dios. En efecto, según Kierkegaard, las proyectar, es una imposibilidad radi
relaciones del hombre con el mundo cal, una nada nulificadora. Como alter
están dominadas por la angustia, que nativa auténtica queda solamente el
hace sentir al hombre que lo posible proyectar o precursar esta misma nada.
carcome y destruye toda expectativa Esto es el “ser relativamente a la muer
o capacidad humana, desbarata todo te”, o sea "encontrarse ante la nada de
cálculo y destreza mediante el juego la posible imposibilidad de su existen
del azar y las posibilidades insospe cia” (Sein und Zeit, §53; trad. esp.:
chadas (Begrebet angst ÍEl coricepto El ser y el tiempo, México, 1962,
de la angustia], 1844). La relación del F. C. E.). La "posibilidad de la imposi
hombre consigo mismo, que constituye bilidad" sería una contradicción en los
el yo, está dominada por la desespe términos en caso de que aquí posibi
ración, en la cual el hombre llega a lidad no significara "comprensión”. La
encontrarse porque persigue una posi existencia es esencial, radicalmente
bilidad luego de otra sin detenerse, o imposible; lo que es posible es la com
porque agota sus posibilidades limita prensión de esta imposibilidad. El ‘ser
das y el porvenir se cierra ante él (La relativamente a la muerte' es, justo,
enfermedad mortal, 1849). La misma tal comprensión.
relación con Dios, que parece ofrecer La característica de la filosofía de
al hombre un camino de salvación de la Heidegger (por lo menos en su prime
angustia y de la desesperación (porque ra fase, que es la única que se puede
"a Dios todo le es posible"), no puede designar como existencialista) es, según
ofrecer ni certeza ni reposo ya que, a se ha visto, la transformación del con
su vez, está privada de absoluta garan cepto de posibilidad, como instrumento
tía y dominada por la paradoja (Te del análisis de la existencia, en el de
Exietencialismo
o examinado por cualquiera que esté dades de hecho, es decir, entre verda
en posesión de los medios adecuados des q u e se f u n d a n únicamente en
y tener determinados medios aptos relaciones de las ideas entre sí y ver
para examinarlo significa que éstos pue dades que en cambio resultan de la
dan ser puestos en acción tanto por los experiencia. La ciencia moderna, a par
que creen como por los que no creen tir de Galileo, ignora en efecto esta
en la existencia del objeto mismo, pues distinción, que tampoco es introduci
la eficacia de los medios no depende da por la distinción kantiana entre jui
de una u otra de tales creencias. Ne cios analíticos y sintéticos, porque tal
gativamente, esta noción de E. está se distinción concierne no a la validez de
ñalada por: 1) la falta de distinción los juicios mismos, sino a la diferen
entre verdades de razón y verdades de cia entre juicios explicativos y juicios
hecho o entre enunciados analíticos y extensivos, o sea entre juicios que no
enunciados sintéticos; 2) la falta de agregan nada al conocimiento del su
postulación de una u n i d a d empírica jeto y juicios que, en cambio, agregan
elemental. nuevas notas (Crítica R. Pura, Intr., 4).
Podemos decir que esta noción de E. Kant, en efecto, elabora un concepto
ha sido destacada por la práctica mis de E. por el cual la E. misma es irre
ma de la investigación científica des ductible a la simple intuición sensible.
de sus comienzos. La "sensata E.” de La E. es, para Kant, el conocimiento
Galileo, que nunca se separa del razo efectivo y, por lo tanto, incluye la to
namiento matemático, tiene este carác talidad de sus condiciones. Dice Kant:
ter operativo de examen y no puede "Toda E. encierra, además de la in
ser interpretada como recurso a la in tuición de los sentidos por la cual algo
tuición inmediata. El mismo fundador es dado, también el concepto de un
del empirismo moderno, o sea Francis objeto que es dado o que aparece en la
Bacon, ha entendido la E. como campo intuición y, por lo tanto, a base de todo
de las comprobaciones y de los exáme conocimiento experimental hay concep-
nes ejecutados intencionalmente. De tos_ de objetos en general como con
cía Bacon: "La E. que se nos presenta diciones a priori y, en consecuencia, la
espontáneamente se denomina caso y validez objetiva de las categorías como
si es buscada expresamente toma el conceptos a priori se apoyará en el he
nombre de expeiimento. Pero la E. cho de que sólo por ellas es posible la
vulgar no es otra cosa que, según se E. (según la forma del pensamiento)”
dice, una escoba desatada, un proceder (Ibid., Analítica, 14). Y todavía: "La
a tientas, como el proceder de quien E. se apoya en la unidad sintética de
camina de noche de un lado a otro con los fenómenos, o sea en una síntesis,
la esperanza de acertar el camino jus según conceptos, del objeto de los fe
to, en tanto que sería mucho más pru nómenos en general, sin la cual nunca
dente y útil esperar el día o encender sería conocimiento, sino una rapsodia
una luz y de tal manera localizar el de percepciones que nunca se podrían
camino. El verdadero orden de la E. adaptar en conjunto en el contexto re
comienza al encender la luz, con él gular de una conciencia (posible) en
más tarde aclara el camino, empezan teramente unificada y, por lo tanto,
do por la E. ordenada y madura y no tampoco en la u n i d a d trascendental
ya por la intermitente y de cualquier necesaria de la percepción. La E. tie
modo; p r im e ro deduce los axiomas, ne, pues, como fundamento los princi
más tarde realiza nuevos experimen pios de su forma a priori, o sea las re
tos” (Nov., Org., I, 82). En otros tér glas universales de la unidad de la
minos, la E. debe incluir un orden para síntesis de los fenómenos, reglas cuya
valer como fuente o control de los co realidad objetiva puede hallarse siem
nocimientos y este orden es, según pre en la E. como sus condiciones ne
Bacon, de naturaleza intelectual, aun cesarias y más bien, su misma posibi
cuando más tarde deba servir de freno lidad” (Ibid., Analítica, 2, sec. 2). E. no
o de regla al entendimiento mismo es, por lo tanto, la "rapsodia" de las
(Ibid., I, 101). El rasgo fundamental percepciones sensibles sino el orden y
de esta concepción es la falta de dis la regularidad del conocimiento, ese
tinción entre verdades de razón y ver orden y esa regularidad que constitu
502
Experiencia
algunas de las exigencias que una teo más restringida, correspondiente a las
ría metodológica de la E. debería tener dos fases del pensamiento de Carnap,
presente, son un impulso demasiado con la distinción entre analítico y sin
genérico a esta teoría. Por otra parte, tético. "Los dos dogmas —dice— son
constituye una condición preliminar de idénticos en su raíz. Vemos que, por
la misma la crítica hecha por Quine lo general, la verdad de los enunciados
a los dos "dogmas” fundamentales del depende, obviamente, tanto del lengua
empirismo, o sea a la distinción entre je como del hecho extralingüístico y
enunciados analíticos y enunciados sin notamos que esta circunstancia obvia
téticos y a la reducción sensualista. termina por producir, no lógica, pero
Acerca del primer punto, Quine distin sí en este caso naturalmente, el sen
gue los enunciados lógicos (ejemplo: timiento de que la verdad de un enun
"Ningún hombre no casado está casa ciado es analizable en un componente
do”) cuya verdad permanece inmutable lingüístico y en un componente factual.
mientras no se cambie el uso de las Si somos empiristas, el componente
partículas lógicas (no, si, entonces, etc.) factual debe de volvemos a conducir a
y las otras verdades denominadas ana un conjunto de E. de comprobación. En
líticas (ejemplo: "Ningún soltero es el otro extremo, donde el componente
casado”), denominadas así en virtud lingüístico es el único que importa, un
de que determinadas palabras se toman enunciado verdadero será analítico. Mi
como sinónimos (en este caso: "sol sugerencia es que ésta es una necedad
tero’' y "no casado”). Ahora bien, los y que la raíz de esta necedad consiste
procedimientos para establecer la sino en hablar de un componente lingüís
nimia son dos: 1) la definición, pero tico y de uno factual en la verdad de
ésta, salvo para el caso de nuevas anota todo enunciado individual. Tomada co
ciones introducidas con convenciones lectivamente, la ciencia tiene una doble
explícitas, no hace más que aclarar dependencia del lenguaje y de la E.,
relaciones de sinonimia precedentes; pero esta dualidad no puede ser lle
2) la intercambiabilidad salva veritate vada sino a los enunciados particula
(que es el criterio propuesto por Leib- res de la ciencia” (Ibid., II, 5). Desde
niz); pero "nada garantiza que la coin este punto de vista, el saber puede ser
cidencia extensiva entre ‘soltero’ y comparado a un tejido gris, negro por
‘hombre no casado’ se funde en el sig los hechos y blanco por las convencio
nificado más que en un estado de hecho nes lingüísticas, que se han entrecru
accidental, como ocurre en la coinci zado, pero en el cual no hay hilos del
dencia extensiva de ‘criatura con un todo blancos ni tampoco hilos del todo
corazón’ y ‘criatura con riñones’ ” negros ("Carnap e la veritá lógica”, en
(From a Logical Point of View, II, 3). Riv. di Fil., 1957, n? 1), o bien a un cam
La intercambiabilidad presupone la si po de fuerza cuyas condiciones limítro
nonimia, aunque sin fundarla. Tam fes son la experiencia. "Un conflicto
poco la analiticidad puede estar mejor con la E. en la periferia —dice Quine—
fundada por las reglas semánticas de ocasiona un reacondicionamiento en el
un lenguaje artificial, ya que tales re interior del campo. Los valores de ver
glas defínen lo analítico para el len dad deben ser redistribuidos sobre al
guaje en cuestión, pero no el signifi gunas de nuestras aserciones. La reva
cado de analiticidad, que es presupues loración de algunas aserciones implica
to. La conclusión de Quine es que "no la de alguna de las otras, en virtud de
se ha establecido un límite entre enun sus conexiones lógicas, no siendo a su
ciados analíticos y enunciados sintéti vez las leyes lógicas más que otras
cos. Que tal distinción debe ser hecha determinadas aserciones del sistema y
es un dogma no empírico de los empi- ciertos otros elementos del campo...
ristas, un artículo metafísico de fe” Pero el campo total es así determinado
{Ibid., II, 5). El segundo dogma de los por las condiciones límites, o sea por la
empiristas es la reducción de los enun E. ya que hay mucha amplitud en
ciados empíricos a términos de E. in la elección referente a las aserciones
mediata, o sea a datos sensibles. Quine que deben ser revaloradas a la luz de
muestra la relación de esta tesis, ya una E. contraria en particular” (From
sea en la forma más amplia o en la a Logical Point of View, II, 6 ). Por
504
E x p e r ie n c ia p u r a
E x p e r im e n ta l
car significa suministrar el por qué damental y coincide con la que se deno
de su ser o de su acontecer. mina en términos modernos E. genéti
De estos cuatro significados, es al ca, ya que ésta recurre a la causa
cuarto al que se refiere el problema eficiente que, en último análisis, coin
específico de la naturaleza de la E. Las cide con la causa final. En este senti
diferentes doctrinas que la filosofía y do, la E. causal se identifica con la
la metodología científica han propuesio demostración (véase), en cuanto es de
acerca de la naturaleza de la E. ver mostración de la necesidad. Hegel no
san en su totalidad acerca del signi hizo más que repetir, acerca de este
ficado del porqué y sobre las posibles punto, la doctrina aristotélica al afir
respuestas que tal significado puede te mar que "la demostración de la nece
ner. Desde este punto de vista, se sidad" es tarea de la filosofía especu
pueden distinguir dos especies funda lativa y ver sólo en ésta la satisfac
mentales de técnicas explicativas, que ción de la necesidad propia de la ra
son: A) la técnica explicativa causal; zón. Pero este concepto de la E. no
B ) las técnicas explicativas condicio es solamente propio de la metafísica:
nales. ha sido referido con frecuencia a la
A) Existen dos tipos de E. causal ciencia misma. Y mientras Meyerson
que corresponden a los dos conceptos afirmaba, en contra del análisis positi
fundamentales de causalidad que se vista de la ciencia, que ésta no busca
han ido alternando en la tradición filo sólo la previsión sino la E. de los fe
sófica y científica (véase ca usa lid ad ), a nómenos, reducía la E. misma a la iden
saber: a) el concepto de la causalidad tificación, ya que sólo la identificación
como deducibilidad; b) el concepto de permite la deducción del fenómeno.
la causalidad como uniformidad. Dado “Debemos —dice—, en virtud de la cau
que ambos conceptos de la causalidad sa o razón y con la ayuda de una pura
pretenden hacer posible una previsión operación de razonamiento, poder con
infalible, se puede entender por esque cluir el fenómeno. Es lo que se deno
ma de E. causal en general toda téc mina una deducción. La causa, enton
nica que permita la previsión infalible ces, puede ser definida como el punto
de un objeto. Pero como la previsión de partida de una deducción de la cual
infalible sólo es posible cuando se tra el fenómeno es el punto de llegada"
ta de objetos necesarios, o sea tales que (De Vexplication dans les Sciences, 1927,
no puedan no ser o no puedan ser en p. 6 6 ; cf. Identité et realité, 1908; cf.
forma diferente de la que son, la E. también A. Caso, Meyerson y la física
causal es en todo caso la demostra moderna, México, 1939, F. C. E.). Por
ción de la necesidad de su objeto. Des otra parte, el mismo positivismo había
de este punto de vista afirmar "x ha llevado la E. al dominio de la deduc
sido explicado” significa afirmar “x ción. Dice Stuart Mili: “Se dice que
ha sido demostrado en su necesidad” un hecho individual está explicado
y, por lo tanto, “x era infaliblemente cuando se indica su causa, o sea la ley
previsible". A partir de esta base co o las leyes de causación de las que es
mún, se pueden distinguir: a) la téc ejemplo su producción... Y de manera
nica explicativa causal que recurre a análoga, una ley o uniformidad de na
la deducibilidad; b) la técnica explica turaleza se considera explicada cuando
tiva causal que recurre a la unifor se indica otra ley o pluralidad de leyes
midad. de las que tal ley es un caso y de las
a) La técnica explicativa que recu que puede ser deducida" (Logic, III,
rre a la deducibilidad es la de la meta 12, 1). Por lo demás, una de las más
física clásica, aristotélica en p r im e r importantes tentativas de "lógica de la
lugar. Aun cuando Aristóteles haya dis E." en el ámbito del positivismo lógi
tinguido cuatro especies de causas, re co, la de C. G. Hempel y P. Oppenheim,
conoce a los efectos de la E. la prima obedece a la misma inspiración. Deno
cía de la causa final como razón de minando exptanandum al e n un cia do
ser, sustancia o forma del objeto (De que describe el fenómeno que debe ser
Parí. An„ I, 1, 639 b, 14; 642 a, 17; cf. explicado, y explanans a la clase de
c a usalidad ). La E. finalista es, desde enunciados que son aducidos para dar
este punto de vista, la primera y fun cuenta del fenómeno (la preferencia
507
Explicación
preexistente” (An. Post., I, 1, 71a 1). sar. De aquí resulta que no es necesario
Boecio subrayó la importacia de esta pensar en una semejanza recíproca en
máxima (P .L., 64°, col. 741) que habría tre E. y cosa, no obstante mantenerse
de ser un lugar común de la escolás cierta analogía de todas las relaciones"
tica. Locke consideró falaz la máxima, (Quid sit Idea, Op., ed. Gerhardt, VII,
convencido de que el fundamento del p. 263). Estas notas de Leibniz señalan
conocimiento era el conocimiento in la extensión del término E. a toda
tuitivo (Essay, IV, 2, 8 ). Pero Leibniz especie o forma de la relación entre
reivindicó, en contra de Locke, la vali el símbolo y su designación y consti
dez de la máxima, en cuanto expresa tuyen, por lo tanto, también el comienzo
el procedimiento de las matemáticas del uso del término para significar
(Nouv. Ess., IV, 2, 8 ). "frase”, "enunciado" o “fórmula”, etc.
En el fragmento citado, Leibniz ob
(lat. expressio; ingl. expres-
E x p r e s ió n serva además que "algunas E. poseen
siorr, franc. expressiort; alem. Aus- un fundamento natural, en tanto que
druck; ital. espressione). En sentido otras, como las palabras del lenguaje
general moderno, la manifestación me o los signos de cualquier naturaleza,
diante símbolos o comportamientos dependen, por lo menos en parte, de
simbólicos. El término fue introducido una convención arbitraria”. Y agrega
en la terminología filosófica en la se que la idea es una E. en este sentido.
gunda mitad del siglo xvn, cuando Si bien la idea de la circunferencia
empezó a sustituir al término aparien no es similar a la circunferencia tal
cia para indicar esa relación entre Dios como es en la naturaleza, dice, se pue
y el mundo por la cual se ve en el de, sin embargo, deducir de las prime
mundo la “manifestación” de Dios. Spi- ras verdades, que serán sin duda con
noza y Leibniz usan el término en este firmadas por la experiencia referente
sentido. Spinoza dice que un modo de a la circunferencia real” (lbid., p. 263).
la expresión y la idea de este modo Con ello había comenzado la historia
es “una sola y misma cosa, pero expre moderna del término que con Kant en
sada de dos modos; esto parecen ha traba en el dominio de la estética. Kant,
berlo visto como a través de una niebla en efecto, hizo uso del concepto de E.
algunos hebreos, y son los que sienten para la clasificación de las bellas artes.
que Dios, el entendimiento de Dios y "Se puede decir en gi jeral —escribe—
las cosas por Él entendidas son une que la belleza (de la naturaleza o del
y lo mismo” (Eth., II, 7, scol.). Leibniz a arte) es la E. de las ideas estéticas; la
su vez considera a las sustancias espiri diferencia entre naturaleza y arte es
tuales o mónadas como "E. o manifes que en éste la idea puede ser ocasio
taciones” de Dios (Disc. de Met., §9, nada por un concepto, en tanto en la
14; Mon., §60). Pero con Lebniz co naturaleza bella es suficiente la re
mienza también la historia moderna del flexión sobre una intuición dada, sin el
término, que es llevado del dominio concepto de lo que el objeto debe ser,
metafísico al dominio antropológico y para suscitar y comunicar la idea de
adoptado para designar un comporta la que el objeto se considera como E."
miento particular del hombre, aquel por Por lo tanto, para una clasificación de
el cual el hombre habla o se vale de las bellas artes nos podemos servir
símbolos. Dice, en efecto, Leibniz: “El de "la especie de E. de la que los
modelo de una máquina expresa la hombres se sirven al hablar, para comu
máquina misma y, así, un dibujo plano nicarse, lo mejor posible, no solamente
en perspectiva expresa un cuerpo en sus conceptos sino también las sensa
tres dimensiones, una proposición ex ciones”. Y ya que esta especie de E.
presa un pensamiento, un signo un nú consiste en la palabra, en el gesto y
mero, una ecuación algebraica un círcu en el tono, Kant distingue las artes de
lo u otra figura geométrica y a todas la palabra, las artes figurativas y las
estas E. es común el hecho de que pue artes del bello juego (música). "Se po
da llegarse, desde la simple conside dría hacer —agrega Kant— asimismo
ración de las relaciones de la E., al una dicotomía, distinguiendo, entre las
conocimiento de las propiedades corres bellas artes, las que expresan el pensa
pondientes de lo que se quiere expre miento y las que expresan la intuición.
511
Expresión
del vino (De diligendo Deo, 11, 28). y el tiempo, México, 1962, F. C. E.). Des
Del mismo modo consideran el É. los pués Heidegger ha visto en los É. tem
Victorinos. Según Ricardo de San Víc porales las m an i f e s t a c i o n e s del ser
tor, es la culminación del último grado (Was ist M etaphysik?, 6 - ed., 1951,
de la ascensión a Dios, o sea de la p. 14; trad. esp.: Qué es metafísica,
enajenación de la mente a sí misma Madrid, 1933). Análogamente, Sartre
(De praeparatione ad contencplationem, habla de la “relación extática interna"
V, 2). Y San Buenaventura, a su vez, ve como de la "fuente de la temporalidad”
en el É. la elevación de sí por enci (L’étre et le néant, p. 256). Véase t i e m
ma de sí, hasta llegar a la fuente del p o , 3).
amor supraintelectual. Es un estado
de docta ignorantia, en el cual la oscu Extensión (gr. Siáaxaai^; lat. extensio;
ridad de los poderes cognoscitivos re ingl. extensión; franc. extensión; alem.
sulta luz sobrenatural (Breviloquium, Ausdehmmg; ital. estensione). El carác
V, 6 ). La noción pasó inalterada a los ter fundamental de los cuerpos físicos,
místicos alemanes del siglo xiv (Eck- en cuanto están dotados de las tres
hardt, Heinrich Suso, Tauler). Giordano dimensiones del espacio. A partir de
Bruno usó la terminología mística del este carácter, Aristóteles definió el
É. ( raptas mentís, excessus mentís) en cuerpo (Fís., III, 5, 204 b 20). Descartes
su diálogo Degli eroici furari para indi no hizo más que expresar este mismo
car la conjunción del intelecto "heroi concepto cuando vio en la E. "la natu
co" con “el propio objeto que es la raleza de la sustancia material, como
primera verdad o la verdad absoluta” el pensamiento constituye la naturale
(I, 4), la cual es, pues, la naturaleza za de la sustancia pensante” (Princ.
misma. Phil., I, 53). Spinoza consideró la E.
En la edad moderna, el É. en este como uno de los atributos fundamen
sentido ha atraído sobre todo la aten tales de Dios, o sea de todo lo que se
ción de los psicólogos y los psiquia sigue de su esencia (Eth., II, 2). Pero
tras, que no han sabido ver diferencia ya Occam en el siglo xiv había sacado a
alguna, salvo en el contenido intelec luz el carácter fundamental de la E.
tual, entre el É. religioso y el É. de como atributo de los cuerpos. "Es im
terminado por condiciones anormales posible —escribía— que la materia no
de la vida psíqui a o por drogas (cf. J. tenga E.; no hay materia que no tenga
H. Leuba, The Psychotogy of Religious una parte distante de otra parte, de
Mysticism, 1925, en especial el cap. IX). donde si bien las partes de la materia
Según Pierre Janet, el É. se caracteriza pueden unirse entre sí, tal como, por
en todo momento por tres cosas: 1) la ejemplo, las del agua o del aire, nunca
supresión casi completa de la actividad pueden existir, sin embargo, en el mis
motriz y disposición a la inmovilidad; mo lugar. Ahora bien, la distancia re
2) una actividad más o menos grande cíproca de las partes de la materia
del pensamiento interno; 3) un gran es la E.” (Summulae Physicorum, 1,
sentimiento de gozo (De l'Angoisse a 19). Precisamente como característica
VExtase, 1928, p. 497). del cuerpo, la E., según Hobbes, es el
2) Desde Heidegger y Sartre se ha espacio real, o sea la grandeza misma
llamado É. (en el sentido literal del del cuerpo, diferente al espacio imagi
término, como “estar fuera” o “salir nario que es el espacio puro o simple
fuera”) a las tres determinaciones del o espacio vacío (De corp., 8 , 4). Las
tiempo, o sea el pasado, el presente y notas de Leibniz no son muy distintas.
el futuro, en cuanto cada una de ellas La E. es, junto con la antitipia (véas:),
se mueve o va hacia la otra, el presente uno de los caracteres fundamentales
hacia el pasado, el presente hacia el de la materia. Es la continuidad en el
futuro, el futuro hacia el presente. Dice espacio por la cual sus modificaciones
Heidegger: “La temporalidad es el ori constituyen la variedad de los tama
ginal juera de sí, en y para sí mismo. ños y de las figuras (Op., ed. Erdmann,
Llamamos, por ende, a los caracteriza p. 463). Locke identificó, como ya lo
dos fenómenos del advenir, el sido y el hiciera Descartes, la E. con el espacio
presente, los É. de la temporalidad" (Essay, II, 13, 3).
(Sein und Zeit, § 65; trad. esp.: El ser Con Berkeley, la E. comienza a ser
514
E x te n s ió n e in te n s ió n
E x te n s iv o e in te n s iv o
5 1 7
F
F. En la lógica medieval, los silogis que el oro, el empeño o el capricho les
mos cuyos nombres mnemotécnicos co acalorara la fantasía y de esa manera
mienzan con esta letra pueden reducir con sus alegorías eruditas más bien
se al cuarto modo de la primera figura las hicieron F. Los doctos no entendie
(cf. Pedro Hispano, Summ. Log., 4. 20). ron a los primeros autores de esas F.,
ya que no los podían entender por su
F a b ric a c ió n (franc. fabrication). Según ordinaria e ignorante naturaleza y, más
Bergson, la actividad propia de la in bien, debido a esta misma naturaleza
teligencia. En efecto, ésta tiene "la concibieron las F. como verdaderas na
facultad de fabricar objetos artificia rraciones. .. de sus cosas divinas y hu
les, en particular utensilios para hacer manas" (Se. Nuova, II, De la metafísica
otros utensilios, y de variar indefini poética; trad. esp. [de la 1* ed.]: Ciencia
damente la F." Desde este punto de nueva, México, 1941, F. C. E.). Esta
vista, la verdadera definición del hom idea de Vico ha quedado como funda
bre no es Homo sapiens, sino Homo mento de la moderna filosofía de las
faber (Év. créatr., 11> ed., 1911, p. 151; formas simbólicas. Véase m i t o .
Pensée et Mouvant, 3* ed., 1934, p. 97).
F a b u la c ió n (franc. fabulation). Bergson
F á b u la (lat. jabula; ingl. fable; franc. dio este nombre a la facultad o al acto
fable; alem. Fabel; ital. fabuta). A par creador de ficciones o supersticiones,
tir del Renacimiento, la convición de en el que consiste, esencialmente, la
que las “F. antiguas" tenían un valor religión estática, que busca, justo por
de síntoma o de revelación indirecta de medio de ficciones más o menos con
la verdad, condujo a una reinterpreta soladoras, defender la vida contra el
ción de los mitos antiguos, que a veces poder disgregador de la inteligencia
se plegaron (como se ve en las obras de (Deux Sources, cap. II).
Giordano Bruno) a significados filosó
ficos particulares. Bacon y Vico señala F a c tic id a d (franc. facticité; alem. Fakti-
ron las actitudes fundamentales acerca zitat; ital. effettivitá). Según Heideg-
del valor de las F. mismas. Para Bacon ger, el carácter de la existencia yecta
las F. son algo intermedio entre el si en el mundo, es decir, abandonada en
lencio y el olvido de las edades perdidas tre los hechos o al nivel de los hechos
y la memoria y la evidencia de las y de su determinismo. "La ‘factici
edades más cercanas de las que posee dad’. .. es un carácter del ser del ‘ser
mos testimonios escritos. "Las F. —es allí’ acogido en la existencia, aunque
cribió— no son ni un producto de sus inmediatamente repelido. Ante el ‘que
edades ni fruto de la invención poéti es' de la ‘facticidad’ no podemos encon
ca, sino reliquias casi sagradas, consi tramos nunca en una intuición. El ente
deradas como brisas de tiempos me del carácter del 'ser ahí' es... un ‘en
jores, que de la tradición de las más contrarse’ afectivamente de alguna ma
antiguas naciones han llegado hasta las nera” (Sein und Zeit, §29; trad. esp.:
trompas y flautas de los griegos” (De El ser y el tiempo, México, 1962, F.C.E.).
sapientia veterum, 1609, pref.). Bacon, En este sentido, la F. es diferente de la
por lo tanto, propendía a ver en las F. efectividad (véase) que es el “factum
un significado alegórico que habría sido brutum de algo ‘ante los ojos’ ”. En
hermético de intento. Ésta es precisa sentido análogo, Sartre ha llamado F.
mente la tesis que un siglo después al hecho de la libertad, esto es, al hecho
negara y combatiera Vico, según el de que la libertad no puede dejar de
cual las F. son tales sólo desde el pun ser libre y no puede ser inexistente, por
to de vista de los doctos, en tanto que lo cual la libertad misma se identifica
para los pueblos primitivos que las con la necesidad del fracaso (L’étre et
crearon eran verdaderas narraciones. le néant, p. 567).
"Los filósofos —dice Vico— dieron a
las F. interpretaciones físicas, morales, F a c u lta d e s (gr. tyoxfj?, eífio?, pópiov; lat.
metafísicas o de otras ciencias, según facultas-, ingl. faculty; franc. faculté-,
518
Facultades
de las F. fue una de las partes más en error. De tal modo desaparece el
cultivadas de la lógica medieval, pero problema total de la inducción y de
ha perdido casi toda importancia en la la validez de las leyes de la naturale
lógica moderna. Una buena mitad de za (Logic of Scientific Discovery, § 6 ).
las Summulae togicales (siglo xm ) Cf. e x p e r i e n c i a ; v e r i f i c a c i ó n .
de Pedro Hispano está dedicada a la im
pugnación de las F. Pero ya en la Lógi F a ls o (gr. jioeu8 ó; ; lat. falsiim; ingl. fal-
ca de Port Royal se le dedica un solo se; franc. faux; alem. falsch; ital.
capítulo (el xix de la parte III), que es falso). Véase f a l i b i l i s m o ; verdad .
casi la veinteava parte de la totalidad
de la obra. En la lógica contemporánea Familia (ingl. family, franc. famille;
esta parte ha desaparecido por comple alem. Familie; ital. famiglia). Interesa
to, ya que las antinomias (véase) no aquí registrar sólo el uso lógico y me
pueden ser reducidas a sofismas, y de todológico de este concepto, uso muy
ellas se ocupa precisamente tal lógi reciente por lo demás. Una "F. de
ca. Bajo el nombre de los sofismas en conceptos” es un conjunto de concep
particular se hallará lo que la lógica tos entre los cuales existen diferentes
antigua y medieval entendía por ellos. relaciones no reducibles, sin embargo,
G. P.-N. A. a un concepto único o principio. Es
justo lo que existe entre los miembros
F a la n s ie r io (ingl. p h a la n s te r y ; franc. de una F. humana, que no siempre
phalanstére). Término adop tado por tienen una única propiedad en común
Charles Fourier para designar su orga y que, aun cuando la tengan, no reúne o
nización social utópica: un grupo más agota toda la semejanza familiar. El
o menos de 1600 personas que viven uso de esta noción implica, por lo tanto,
en régimen comunista, libertad sexual la tarea de intentar la investigación
y reglamentación de la producción y de nuevas relaciones entre los concep
del consumo de los bienes (Tratado de tos, sin que sea necesario reducir tales
asociación doméstica y agrícola o teoría relaciones a un tipo único. El primero
de la unidad universal, 1822). en proponer y adoptar la noción exami
nada fue Wittgenstein, P h ilo so p h ica l
F a lib ilis in o (ingl. fallibilism). Término Investigations, §110. Esta obra es de
creado por Peirce para indicar la acti publicación reciente (1953), pero sus
tud del investigador que considera po conceptos fundamentales se conocían
sible el error en todo instante de su desde algunos años atrás y Waismann
investigación y que, por lo tanto, inten usó el concepto de F. en su Introduc
ta mejorar sus instrumentos de inves ción al pensamiento matemático (Ein-
tigación y de control (Coll. Pap., 1.13; führung in das mathematische Denken,
1.141-52). Dewey ha subrayado la impor 1936; trad. ital., 1939). Respecto al mis
tancia de esta actitud (Logic., cap. II; mo concepto, cf. Abbagnano, Possibilita
trad. esp.: Lógica, México, 1950, F.C.E.). e liberta, 1956, passim.
El término aparece actualmente con
frecuencia en los escritores norteame F a n a tis m o (ingl. fanaticism; franc. fa-
ricanos. natisme; alem. Fanatismus-, ital. fana
tismo). Esta palabra (de fanum = tem
F a ls if ic a b ilid a d (ingl. / a ls ific a b ility ; plo) se ha usado a partir del siglo xvm,
franc. falsificabilité; alem. Falschung- en sustitución y a la vez que entusiasmo
smóglichkeit; ital. fasificabilita). Cri (véase) para indicar el estado de exal
terio sugerido por Karl Popper para la tación del que se cree penetrado por
aceptación de las generalizaciones em Dios y, por lo tanto, inmune al error
píricas. Según Popper, el método empí y al mal. En el uso moderno y con
rico es aquel que "excluye los modos, temporáneo, " F .” ha sustituido a “en
lógicamente admisibles, de evadir la tusiasmo", para indicar la certeza de
falsificación”. Desde este punto de vis quien habla a nombre de un principio
ta, las afirmaciones empíricas pueden absoluto y que, por lo tanto, pretende
decidirse sólo en un sentido, o sea en que sus palabras tengan esta misma ca
el sentido de la falsificación y pueden lidad de absoluto. Ya Shaftesbury de
ser sometidas a prueba sólo mediante cía: "Y es éste [el entusiasmo] lo que
tentativas sistemáticas de encontrarlas ha hecho nacer la denominación de F .
521
Fantasía
ral se puede decir que "Cada uno me totélica, y extendiéndolos a la genera
rece tanta F. según la virtud, sentido lidad de los hombres.
y capacidad de obrar que posea y se A partir del Humanismo, la noción
puede acudir al testimonio de la divi de F. comienza a ligarse estrechamen
nidad, que es feliz y beata no por los te —como lo había estado en los cire-
bienes exteriores sino por sí misma, naicos y epicúreos— con la de placer.
por lo que es por naturaleza" (Pol., VII, El De voluptate de Lorenzo Valla gira
1, 1323 b 8). Por lo tanto, la F. es más sobre esta conexión, y tal relación se
accesible al sabio, que se basta a sí acentúa en el mundo moderno. Sobre
mismo con mayor facilidad (Ét. Nic., ella c o n c u e r d a n Locke y Leibniz.
X, 7, 1177 a 25), pero a ella deben ten Locke dice que la F. "es en su grado
der en realidad todos los hombres y máximo el más grande placer de que
las ciudades. seamos capaces y la desgracia, el do
La ética posaristotélica se ocupa, en lor mayor; y el grado mínimo de lo
cambio, exclusivamente de la F. del que llamamos F. es ese estado en que,
sabio; la precisa división que los estoi libres de todo dolor, se goza de un
cos formulan entre sabios e insensa placer presente en grado de no poder
tos hace, en efecto, obviamente inútil satisfacernos con menos” (Essay, II,
ocuparse de estos últimos. El sabio es 21, 42). Y Leibniz: "Yo creo que la F.
el que se basta a sí mismo y que, por es un placer duradero, lo que no po
lo tanto, es el único que encuentra dría suceder sin un progreso continuo
su F. o más bien su beatitud. Plotino hacia nuevos placeres” (Nouv. Ess., II,
reprocha a la noción aristotélica de 21, 42). La noción de la F. como pla
F. el hecho de que, como consiste, cer, como suma o mejor como "siste
para todo ser, en el cumplimiento de su ma" de placeres, según la expresión
función y en el logro del propio fin, del viejo Aristipo, comienza a adquirir
puede aplicarse muy bien no sólo a con Hume un significado social: la
los hombres, sino también a los anima F. resulta placer que se puede difun
les y a las plantas (Enn., I, 4, 1 ss.). dir, el placer del mayor número, y en
Y Plotino reprocha a los estoicos la in esta forma la noción de F. se convier
coherencia de colocar la F. en inde te en la base del movimiento reforma
pendencia de las cosas externas y al dor inglés del siglo xix. En el ínterin
mismo tiempo er. agregar como objeto Kant, que consideraba imposible po
de la razón justo estas mismas cosas. ner a la F. como fundamento de la
Para Plotino la F. es la vida misma; vida moral, aclaraba sin embargo con
por lo tanto, si bien pertenece a todos eficacia tal noción, sin recurrir a la
los seres vivientes, pertenece en el de placer. “La F. —dice Kant— es
g r a d o más eminente a la v i d a más la condición de un ser racional en el
completa y perfecta que es la de la mundo, al cual, en el total curso de su
inteligencia pura. El sabio, en quien vida, todo le resulta conforme con
se realiza tal vida, es un bien por sí su deseo y voluntad” (Crít. R. Prácti
mismo y no tiene necesidad más que ca, Dialéctica, Secc. 5). Por lo tanto,
de sí mismo para ser feliz, no busca se trata de un concepto que el hombre
las otras cosas o, por lo menos, las bus no obtiene de los instintos y no resulta
ca sólo por ser indispensables a las co de lo que en él es animalidad, sino
sas que le pertenecen (por ejemplo, al que se forma de modos diferentes y
cuerpo) y no a él mismo. La F. del cambia a menudo y, también a menu
sabio no puede ser destruida ni por el do, cambia arbitrariamente (Crít. del
fracaso, ni por enfermedades físicas y Juicio, §83). Kant considera que la F.
mentales ni por ninguna circunstancia forma parte integrante del sumo bien,
desfavorable, como no puede ser au el cual es para el hombre la síntesis
mentada por las circunstancias favora de virtud y felicidad. Pero como tal, el
bles (Ibid., I, 4, 5 ss.): por lo tanto, sumo bien no es realizable en el mun
es la misma beatitud de que gozan los do natural y no es realizable bien sea
dioses. La filosofía medieval insistió porque nada garantiza en este mundo
en estos conceptos y, a veces se los la perfecta proporción entre moralidad
apropió, adaptándoles (como lo hizo y F. en que el sumo bien consiste, o
Santo Tomás) la propia doctrina aris bien porque nada garantiza la satisfac
528
Felicidad
ción plena de todos los deseos y ten noción kantiana y que la hizo inservi
dencias del ser racional en que la F. ble, saben que la F., al depender de
consiste. En el mundo natural, por lo condiciones y circunstancias objetivas
tanto, Kant declara imposible la F. y además que de las actitudes del hom
es remitida a un mundo inteligible que bre, no puede pertenecer al hombre
es "el reino de la gracia" (Crít. R. Pura, en su singularidad, sino al hombre en
Doctrina del método, cap. II, Secc. 2). cuanto miembro de un mundo social.
Kant tuvo el mérito de enunciar, en Y si relacionan la F. con el placer dis
primer lugar, de modo riguroso la no tinguen un placer de otro, admitiendo
ción de F. y, en segundo lugar, el de la identificación sólo en el ámbito de
demostrar que tal noción es empírica esos placeres que son socialmente com-
mente imposible, o sea irrealizable. En partibles. En la tradición cultural in
efecto, no es posible que se satisfagan glesa y norteamericana, la noción de
todas las tendencias, inclinaciones, vo F. ha permanecido así viva y ha inspi
liciones del hombre, porque por un lado rado, además del pensamiento filosó
la naturaleza no se preocupa de salir fico, el pensamiento social y político.
al encuentro del hombre en vista de El principio de la máxima felicidad ha
tal satisfacción total y, por otro lado, sido por mucho tiempo la base del libe
porque las mismas necesidades e incli ralismo moderno de cuño anglosajón.
naciones no se detienen nunca en la La Constitución norteamericana ha in
quietud de la satisfacción (Crít. del cluido entre los derechos naturales
Juicio, § 83). Reducida al concepto de inalienables del hombre “la búsqueda
satisfacción absoluta y total —acerca de la F.”. A esta tradición se liga Ber-
del cual insiste también Hegel (Ene., trand Russell, que ha sido uno de los po
§ 479480)— la F. resulta el ideal de un cos que actualmente defiende la noción
estado o condición inalcanzable, excep de F., si bien en un libro de carácter
to en un mundo sobrenatural y por popular (La Conquista de la F., 1930).
intervención de un principio omnipo Lo que Russell agrega, como algo nue
tente. Por lo tanto, no nos debe asom vo, a la noción tradicional de F. (ade
brar que toda aquella parte de la filo más del persuasivo análisis que hace
sofía moderna que ha pasado por el de las actuales situaciones de "infelici
filtro del kantismo haya olvidado la dad”), es una condición que considera
noción de F. y no haya utilizado para indispensable, o sea la multiplicidad de
el análisis lo que la existencia humana los intereses, de las relaciones del hom
es y debe ser. No obstante, el empi bre con las c o s a s y con los otros
rismo inglés había iniciado con Hume hombres, y por lo tanto la eliminación
(como ya se ha dicho) un nuevo des del " eg oc en tri sm o”, del enclaustra-
arrollo de la noción en sentido social, miento en sí mismos y en las propias
desarrollo que es propio del utilitaris pasiones. Se trata de una condición
mo. Hume observó que "en la alabanza que coloca a la F. al lado opuesto de
de alguna persona benéfica y humana” aquella autosuficiencia del sabio, que
no se deja nunca de poner a la luz los antiguos habían destacado más.
"la F. y la satisfacción que a la socie Por otro lado los filósofos, al no po
dad humana resulta de su acción y de der utilizar la noción de F. como prin
sus buenos oficios” (Inq. Conc. Moráis, cipio de la vida moral, se han desinte
II, 2). Y por lo tanto había identifica resado, por lo general, de la noción
do lo moralmente bueno con lo útil y misma. A este desinterés ha contribui
beneficioso. Más tarde Bentham adop do también la tendencia, nacida con
tó, como fundamento de la moral, la el romanticismo y por largo tiempo
fórmula de Beccaria: "La máxima F. dominante, a exaltar la infelicidad, el
posible del mayor número posible de dolor, los estados de perturbación y de
personas” fórmula en la que también insatisfacción como experiencias posi
se inspiraron James Mili y Stuart Mili, tivas e intrínsecamente gozosas. En
acentuando cada vez más su carácter efecto, la F. en los grados y en las
social. En estos autores no se encuen formas en que se puede considerar
tra un concepto riguroso de F., pero realizable, es un estado de calma, una
no se encuentra tampoco en ellos ese situación de equilibrio por lo menos
entumecimiento y absolutismo de la relativo, de satisfacción parcial y to-
529
F e n o m é n ic o , fe n o m e n o ló g ic o
Fenóm eno
davía efectiva, que es directamente lo nalismus; ital. fenomenísmo). La doc
opuesto de la inquietud romántica. La trina que enuncia que el conocimiento
filosofía contemporánea no se ha de humano está limitado a los fenómenos,
tenido hasta ahora a analizar la noción en el significado 2) del término. La pa
de F. en los límites en que puede ser labra designa, sin embargo, tanto las
vir para describir situaciones humanas filosofías que admiten la existencia de
efectivas y para orientarlas. Y sin em una realidad diferente del fenómeno
bargo, demuestra que se trata de una (como la de Kant o de Spencer), como
noción importante, el hecho de que al las filosofías que niegan toda realidad
gunas nociones negativas, tales como fuera de la del fenómeno (Renouvier,
"frustración”, "insatisfacción”, etc., tie Hodgson). El término fue acuñado en
nen gran importancia en la psicología el siglo xix. Pero la filosofía fenome-
individual y social tanto normal como nista nació en el siglo xvm y es la fi
patológica. Estas nociones y otras aná losofía de la Ilustración.
logas indican, en efecto, la ausencia
más o menos grave de la condición, F enóm eno (gr. xá cpaivó|xeva; ingl. phe-
que la palabra F. designa tradicional nomenon; franc. p h én o m én e; alem.
mente, esto es, por lo menos una rela P hanom en; ital. fenómeno). 1) Lo
tiva satisfacción. Y la importancia de mismo que apariencia (véase). En este
las mismas para el análisis de estados sentido, el F . es la apariencia sensible,
o condiciones más o menos patológi que se opone a la realidad, de la que,
cos, denuncia la importancia que la co por otro lado, puede ser tomado como
rrespondiente noción positiva tiene la manifestación; o al hecho, al que
para las condiciones normales de la puede ser considerado idéntico (véase)
vida humana. h e c h o ). Éste es el significado que por
lo común adquiere la palabra en el
F e n o m é n ic o , fe n o m e n o ló g ic o (ingl. phe- lenguaje usual (incluso cuando alude
nomenal, p h en o m en o lo g ica l; franc. a una apariencia paradójica e insólita,
phénoménal, phénoménologiqne; alem. monstruosa por ejemplo) y es también
phanom enaí, phattomenologisch; ital. el significado que tiene en Bacon (en
fen o m é n ic o , fen o m en o to g ico ). La el De Interpretatione n a t u r a e proe-
distinción entre los dos adjetivos, que tnium, 1603), en Descartes (Princ. Phil.,
no deben confundirse, ha sido clara III, 4), en Hobbes (De Corp., 25, § 1)
mente expresada por Heidegger: " 'Fe y en Wolf (Cosm., § 225).
noménico’ se llama lo que se da y es 2) A partir del siglo xvm y en rela
explanable en la forma peculiar de ha ción con la revaloración de la aparien
cer frente al fenómeno; de aquí el cia como manifestación de la realidad
h a b la r de ‘estructuras fenoménicas’. a los sentidos y al entendimiento hu
Fenomenológico’ se dice todo lo que manos, la palabra F . comienza a desig
entra en la forma de mostrar y expla nar el objeto específico del conoci-
nar y lo que constituye los conceptos rhiento h u m a n o , j u s t o en cuanto
requeridos en esta disciplina" (Sein aparece bajo particulares condiciones,
und Zeit, § 7 C; trad. esp.: El ser y el características de la estructura cognos
tiempo, México, 1962, F.C.E.). En otros citiva del hombre. En este sentido, la
términos, se puede hablar de “objeto noción de F. es correlativa a la de
fenoménico” o "realidad fenoménica”, cosa en sí (véase) y la exige por oposi
pero se debe hablar de "investigación ción. A medida que se reconoce que
fenomenológica", de "epoché fenomeno los objetos del conocimiento se revelan
lógica", etc. El adjetivo fenoménico en los modos y en las formas propias
califica al objeto que se revela en el de la estructura cognoscitiva del hom
fenómeno, el adjetivo "fenomenológico” bre y que, por lo tanto, no son las
califica el manifestarse del objeto en "cosas en sí mismas”, o sea las cosas
su "esencia”, como asimismo la inda como podrían ser o como son fuera de
gación de lo que hace posible este ma la relación cognoscitiva con el hom
nifestarse. bre, el objeto del conocimiento huma
no se configura como F ., o sea como
F e n o m e n í s m o (ingl. phenomenalism; cosa aparente en dichas condiciones, lo
franc. phénoménisme; alem. Phanome- que obviamente no quiere decir cosa
530
r
F e n ó m e n o o r ig n a r io
F e n o m e n o lo g ía
có con la filosofía (Croce, Teoría e sío- Por lo tanto, es necesaria una ciencia
ria delta storiografia, 1917; La storia en la cual coincidan el hacer y el saber
come pensiero e come azione, 1938; servirse de lo que se hace, esta ciencia
trad. esp.: La historia como hazaña de es la F. (Eutid., 288e-90d). Según este
la libertad, México, 1960, F. C. E.). concepto, la F. implica: 1) la posesión
En realidad, la historia filológica es o la adquisición de un conocimiento
la historia de los historiadores, en tan que es, al mismo tiempo, el más válido
to la historia especulativa no es más y extenso posible; 2) el uso de este
que la concepción providencialista del conocimiento en beneficio del hombre.
mundo histórico, que nada tiene que Estos dos elementos concurren con fre
ver con la historiografía científica (véa cuencia en las definiciones que se han
se h i s t o r i o g r a f í a ). El adjetivo filológi dado de la F. en épocas diferentes y
co no puede ser aplicado tampoco a desde diferentes puntos de vista. Se
formas romas y mal logradas de histo encuentran, por ejemplo, en la defini
riografía, ya que la F. en nada es res ción de Descartes, según el cual “esta
ponsable de ellas. Y tampoco la función palabra, F., significa el estudio de la
de conservación y de renovación del sabiduría, y por sabiduría no se entien
material documental y de las fuentes de sólo la prudencia en los negocios
que Nietzsche denominójiísíoriff arqueo sino un perfecto conocimiento de todas
lógica (véase) es un tipo inferior de las cosas que el hombre puede cono
historia, porque sólo es posible a base cer, ya sea para la conducta de su vida,
de un interés inteligente que guíe las o para la conservación de su salud y
oportunas elecciones y le haga servir la invención de todas las artes” (Princ.
a la obra de la crítica y la reconstruc Phit., Pref.). Se hallan de nuevo en la
ción históricas. definición de Hobbes, para el cual la F.
es, por un lado, conocimiento causal,
(gr. <iiloaócfriua; lat. philoso-
F ilo s o fe m a por el otro utilización de este conoci
phema; ingl. philosopheme; franc. phi- miento a beneficio del hombre (De
tosophéme-, alem . Philosophem; ital. Corp., 1, 2, 6 ) y en la de Kant, que
filosofema). En general, discurso filo define el concepto cósmico de la F. (o
sófico. En la lógica de A ristó te le s sea el concepto que interesa necesaria
(Tóp., VIII, 11, 162a 15) es el "razona mente a todo hombre) como el de “una
miento demostrativo". Fuera de la ló ciencia de la relaci'n de todo conoci
gica: concepto o lugar común filosófi miento al fin esencial de la razón hu
co. En este segundo sentido es usado mana” (Crít. R. Pura, Doctr. trascen
por el propio Aristóteles (De cáelo, II, dental del método, cap. III). Este fin
13, 294 a 19) y por la tradición pos esencial es la "felicidad universal” : la
terior. F., por lo tanto, "refiere todo a la sa
biduría, pero por el camino de la cien
F ilo s o f ía (gr. cpiA-ooocpía; lat. philoso- cia” (Ibid., in fine). No tiene signi
phia\ ingl. p h itosophy; franc. philo- ficado diferente la definición que de
sophie-, alem. Philosophie; ital. filoso la F. formula Dewey, como “crítica
fía). La disparidad de las F. se refleja, de los valores”, o sea "crítica de las
obviamente, en la disparidad de los sig creencias, instituciones, costumbres y
nificados de " F . ” , lo que no impide usos bajo el punto de vista de su re
reconocer algunas c o n s ta n te s. Entre percusión sobre el bien” (Experience
ellas, la que mejor se presta para re and Nature; trad. esp.: La experiencia
lacionar y articular los diferentes sig y la naturaleza, México, 1948, F. C. E.,
nificados del término, es la definición p. 331). Estas definiciones (que aquí
que aparece en el Eutidemo platónico: se aducen sólo como ejemplos) se pue
La F. es el uso del saber para ventaja den reducir a la fórmula platónica que
del hombre. Platón observa que de na hemos citado al principio. Tal fórmula
da serviría la posesión de la ciencia de tiene la ventaja de no hacer referencia
convertir las piedras en oro si no nos a la naturaleza y a los límites del sa
supiéramos servir del oro; de nada ser ber accesible al hombre o a las fina
viría la ciencia que nos hiciera in lidades que puedan dirigir su uso. Por
mortales si no supiéramos servimos de lo tanto, tal saber se puede entender
la inmortalidad, y así sucesivamente. sea como revelación o posesión, sea
537
Filosofía
entre sí como los miembros de un ani vilegio de ser "la consideración pensan
mal (Dióg. L., VII, 40). te de los objetos" (Ibid., §2). El cono
Esta concepción, que identifica el sa cimiento preliminar o preparatorio es
ber total con la F. y no reconoce que el que se apoya en representaciones; el
haya o pueda haber un saber auténtico conocimiento verdadero y propio se tie
fuera de ella, ha sobrevivido también ne cuando, mediante la F., "el espíritu
en la constitución de las ciencias par pensante, a través de las representa
ticulares en disciplinas autónomas y ciones y trabajando por encima de ellas,
se ha conservado sustancialmente in progresa hacia el conocimiento pensan
mutable, en determinadas corrientes fi te y al concepto” (Ibid., §1). Es evi
losóficas, hasta nuestros días. La defi dente que, expresado en esta forma, el
nición que Fichte diera de la F. como concepto de F. como totalidad del sa
una "ciencia de la ciencia en general” ber es una profesión de soberbia filo
( über den Begriff der Wissenschafts- sófica, extraña a este mismo concepto
lehre oder der sogenannten Philosophie en la edad clásica. En esa edad, en
["Sobre el concepto de la teoría de la efecto, tal concepto obraba como espe
ciencia o de la llamada filosofía"], cífico empeño de las disciplinas cien
1794, § 1 ) no deja autonomía alguna a tíficas puestas por él en la esfera de
las ciencias particulares ya que, según la búsqueda desinteresada y acicatea
tal definición, la doctrina de la ciencia das y sostenidas en su constituirse con
"debe dar su forma no sólo a sí misma ceptual. Pero en la concepción del idea
sino también a todas las otras ciencias lismo romántico, las ciencias particu
posibles" y constituir así, el "sistema lares fueron rebajadas a la función de
cumplido y único en el espíritu huma una mera maniobra exenta de cual
no” (Ibid., § 2). Esta pretensión per quier validez intrínseca. A esta misma
maneció inmutable en todas las defini función reducen la ciencia tanto el
ciones que de la filosofía diera el idea idealismo como el espiritualismo. La
lismo romántico. No tienen distinto definición de la F. como "teoría gene
significado las anotaciones de Schel- ral del espíritu” lleva a Gentile a con
ling, según el cual la tarea de la-F. es siderarla como la conciencia que de sí
aclarar el acuerdo (que más tarde es mismo tiene el Yo absoluto, conciencia
identidad) de lo objetivo y de lo sub de la que son una falsa abstracción los
jetivo, esto es, de la naturaleza y del conocimientos empír -os, fundados en
espíritu, y en llevar así a cumplimien la distinción entre objeto y sujeto y
to la "tendencia necesaria de todas las de los objetos entre sí (Teoría generale
ciencias naturales” (System des Trans- dello spirito, 1916, cap. 15, §2). Y, a
zendentalen Idealismus [“Sistema del pesar de su formulación menos osten-
idealismo trascendental”], 1800, Intr., tosa, la definición dada por Croce de
§ 1 ). Hegel afirmaba explícitamente que la F. como "metodología de la histo
"los objetos sobre que versan... las riografía", implica la misma soberbia
c ie n c ia s e sp e c ia le s son, ante todo, filosófica. Para Croce, el conocimiento
los objetos finitos y los fenómenos” histórico es el único conocimiento po
(Geschichte der Philosophie, Intr., B, sible, dado que la historia es la única
§2;'trad. esp.: Historia de la filosofía, realidad: por lo tanto, la reducción de
México, 1955, F. C. E., I, p. 59) y que la F. a metodología de tal conocimien
"una cosa es el proceso de origen y to equivale a negar que el saber cien
los trabajos preparatorios de una cien tífico sea conocimiento, y, en efecto,
cia, otra cosa es la ciencia misma” en para Croce no es un saber sino un con
la cual aquéllos desaparecen para ser junto de expedientes prácticos (La sto-
sustituidos por la "necesidad del con ria, 1938, p. 144; trad. esp.: La historia
cepto” (Ene., §246). Esto quiere decir como hazaña de la libertad, México,
que sólo la F. es ciencia porque sólo 1960, F. C. E.; Lógica, 1908, I, cap. 2).
ella demuestra "la necesidad del con Por otro lado, el esplritualismo con
cepto”, utilizando y manipulando a su temporáneo sigue de preferencia el mis
manera (como lo hiciera Hegel en rea mo camino. Bergson hace de la intui
lidad) el material proporcionado por ción el órgano de la F. ya que ve en la
las llamadas ciencias empíricas. Por intuición “la visión directa del espíritu
lo tanto, Hegel reservaba a la F. el pri por parte del espíritu” (La pensée et
541
Filosofía
le mouvartt, 3’ ed., 1934, p. 51), o sea el F., ya que niegan a las ciencias par
instrumento para sacar, inmediata e ticulares autonomía de estructura y
infaliblemente, esa "duración real” que de validez (Phil., I, pp. 53 ss.; Existenz
es la realidad absoluta. Su reconoci phil., 1938, Intr.; trad. esp.: La filoso
miento de la ciencia como conocimien fía desde el punto de vista de la exis
to adecuado del mundo material o de tencia, México, 1953, F. C. E.). Una
las "cosas” es puramente ficticio, ya que devaluación aún más radical de las
ni la materia ni las cosas tienen para ciencias particulares es realizada por
Bergson realidad como tales, porque no Heidegger, para quien los supuestos de
son más que conciencia y la concien la ciencia moderna constituyen el ol
cia sólo puede ser auténticamente co vido del ser, la reducción del hombre
nocida por la conciencia misma: "Son a sujeto y del mundo a representación
deando su propia profundidad, ¿no pe ("Brief über den Humanismus” [“Car
netra también acaso la conciencia en el ta acerca del humanismo”], en Platos
interior de la materia, de la vida, de la Lehre von der Wahrheit ["Doctrina de
realidad en general? Se podría contes Platón de la verdad”], 1947, p. 8 8 ).
tar sólo en el caso de que la conciencia 2) La segunda concepción de la F.
se agregara a la materia como un acci como juicio acerca del saber, es la que
dente, pero creemos haber demostrado tiende a resolverla en las ciencias par
que una simple hipótesis es absurda ticulares, confiándole a veces la fun
o falsa, según el lado por donde se la ción específica de unificar las ciencias
tome, contradictoria en sí m ism a o mismas o de recoger sus resultados
contradicha por los h ech o s” (Ibid., en una "visión del mundo”. El origen
pp. 156-57). El concepto de F. como de esta concepción se puede ver en
conocimiento p riv ile g ia d o (sea cual Bacon, quien concibió la F. como una
fuere el título sobre el cual se apoye ciencia que, en primer lugar, dividiera
posteriormente el privilegio) no es más y clasificara las ciencias particulares y
que una de las tantas expresiones del que luego diera a tales ciencias la pose
viejo concepto de la F. como saber úni sión de sus métodos, del material por
co y absoluto. Las llamadas tenden disponer y de las técnicas para utilizar
cias "metafísicas” del pensamiento mo este material a beneficio del hombre.
derno se caracterizan precisamente por En el De Dignitate et augmentis scien-
este concepto de a F. Husserl expone tiarum (1623), al esbozar el plan de
el ideal cartesiano de la F., que de una enciclopedia de las ciencias sobre
clara propio, en estos términos: "Re bases experimentales, Bacon confiaba
cordemos su idea directriz [de las Me a la "F. primera”, que considera como
ditaciones de Descartes]. Su objetivo "ciencia universal y madre de las otras
es una reforma completa de la F., que ciencias”, los axiomas que no son pro
haga de ésta una ciencia de una funda- pios de las ciencias particulares, pero
mentación absoluta. Esto incluye, para que son comunes a varias ciencias (De
Descartes, una reforma homologa de Augm. Scient., III, 1). Hobbes, a su
todas las ciencias. En efecto, éstas vez, identificó la F. con el conocimien
son, según él, simples miembros subor to científico. "La F. —dice— es el co
dinados de la ciencia universal y única nocimiento, a d q u irid o a través del
que es la filosofía. Sólo dentro de la correcto razonamiento, de los efectos
unidad sistemática de ésta, pueden las o fenómenos a partir de los conceptos
ciencias llegar a ser genuinas ciencias” de sus causas o generaciones o, recí
(Médit. Caries., 1931, §1). Esta inter procamente, el conocimiento de las ge
pretación de Descartes (que no es del neraciones posibles, adquirido a partir
todo exacta) es, en realidad, la inter de los efectos conocidos” (De Corp., I,
pretación husserliana de la relación §2). De este concepto de la F., en coin
entre la F. y la ciencia, interpretación cidencia con el conocimiento científico
que hace desaparecer a las ciencias y y como tarea de aclararlo y extenderlo,
queda sola la filosofía. resultó el uso inglés del término, sobre
A este mismo concepto recurren, a el cual ya Hegel llamó la atención
pesar de reconocer la validez del mé (Ene., § y nota; Geschichte der Phil.,
todo científico, las consideraciones de Intr., A, 2; trad. esp.: Historia de la
Jaspers en torno a la naturaleza de la filosofía, México, 1955, F. C. E., I, p. 58)
542
Filosofía
otros” (Ibid., IV, 21, §§2-4). En esta y determinar sus límites. El neokantis-
división de las ciencias falta la F., lo mo contemporáneo ha modificado de
que quiere decir que la F. no es para la doctrina de Kant el punto concer
Locke una ciencia en el mismo senti niente a la religión y, manteniendo el
do en que lo son la física, la ética o la concepto de la F. como crítica del sa
lógica, o sea como conocimiento de ber, reconoce tres disciplinas filosóficas,
objetos, sino juicio acerca de la ciencia a saber, la lógica, la ética y la estética,
misma, esto es, crítica. Este punto de entendiendo por lógica, la mayoría de
vista es uno de los filones principales las veces, la teoría del conocimiento.
de la F. moderna y contemporánea. Esta doctrina fue defendida por la de
Hume reconocía la tarea de la F. aca nominada escuela de Marburgo (Cohén,
démica o escéptica, que profesaba, en Natorp, Cassirer), como también por el
la "limitación de nuestras investigacio kantismo francés (Renouvier, Brunsch-
nes de las materias que mejor se adap vicg). La primacía que la gnoseología
tan a la restringida capacidad del en o teoría del conocimiento ha tenido en
tendimiento humano" (Inq. Corte. Un- la F. contemporánea (y no solamente
derst., XII, 3). La limitación del conoci entre las corrientes neokantianas) es
miento es tomada por Kant como fun una consecuencia del concepto de la
damento de la validez del conocimiento F. como crítica del saber. La gnoseolo
mismo, según un concepto que ya fuera gía o teoría del conocimiento (véase}
utilizado por Locke. Para Kant, en efec está caracterizada, sin embargo, por
to, las condiciones a priori del conoci supuestos y problemas particulares y,
miento (intuiciones puras, categorías), por lo tanto, el concepto de la F. como
o bien las condiciones a posteriori (el crítica del saber no implica la identi
dato empírico o intuición), determi ficación de la F. con la doctrina del
nan y limitan las posibilidades cog conocimiento o gnoseología. En efecto,
noscitivas, en el sentido de que no tal concepto subsiste, aun después de
solamente excluyen determinados cam la crisis y del abandono de la gnoseo
pos de investigación, sino que también logía del siglo xix, en forma de aná
fundan la validez o la efectividad de lisis de los procedimientos efectivos
las posibilidades mismas. Kant expre del conocimiento científico y determi
só todo el campo de la F. con las nación de sus límites y de su validez.
siguientes preguntas: 1) ¿Qué puedo Este análisis es el Urna propio de la
saber?; 2) ¿qué debo hacer?; 3) ¿qué m e to d o lo g ía (véase). Por lo tanto,
puedo esperar?; 4) ¿qué es el hombre? la metodología puede ser considerada
"La metafísica —agrega Kant— respon como la última encamación de la F.
de a la primera pregunta, la moral a la en el concepto de crítica del saber.
segunda, la religión a la tercera y la an Como parte de la metodología o como
tropología a la cuarta, pero en el fondo, ulterior restricción de su tarea, se pue
todo esto se podría incluir en la antro de entender la definición de la F. como
pología, pues las tres primeras pregun "análisis del lenguaje”, que fue pro
tas se refieren a la última. El filóso puesta por vez primera por Wittgen-
fo, en consecuencia, debe poder deter stein en el Tractatus logico-philosaphi-
minar : 1) la fuente del saber humano ; ctts (1922). Wittgenstein, que atribuye
2) el ámbito del uso posible y útil de "la totalidad de las proposiciones ver
todo el saber y, por fin, 3) los límites daderas” a la ciencia natural, niega que
de la razón” (Logik, Intr., III). La la F. sea una ciencia natural y esta
objeción de Hegel a este punto de vista palabra, según nos dice, "debe signifi
en el sentido de que "querer conocer car algo que está por encima o por
antes de conocer es no menos absurdo debajo de las ciencias de la naturaleza,
que el sabio propósito de aquel esco no al lado de ellas” (Trocí., 4, 111).
lástico que quería aprender a nadar an Entonces resulta tarea de la F. la cla
tes de arriesgarse al agua” (Ene., § 10), rificación lógica del lenguaje. "La F. no
es una pura boutade. Ya que la F. como es una doctrina, sino una actividad.
crítica presupone el saber nadar, y que Una obra filosófica consiste esencial
exista ya un saber constituido (el de la mente en dilucidaciones. Fruto de la
ciencia), a partir del cual se puedan F. no son las ‘proposiciones filosóficas',
investigar las posibilidades de conocer sino la aclaración de las proposiciones.
545
Filosofía
La F. debe aclarar y delimitar con pre han sido emprendidos con finalidades de
cisión las i d e a s que de o t r o modo lucro o de política, sino sólo por mor del
serían, por así decirlo, turbias y confu conocimiento. Platón mismo oponía el
sas” (Ibid., 4, 112). espíritu científico de los griegos al
II) La filosofía y el uso del saber. El amor de lucro propio de egipcios y fe
segundo punto de vista para buscar nicios (Rep., IV, 435 e). Y el hecho
constantes en los significados atribui de que la búsqueda del saber no se su
dos históricamente a la F. y, por lo bordine o se pliegue a fines extraños
tanto, realizar divisiones o articulacio es cosa que resulta de la misma noción
nes de tales significados, es el expresa de esta búsqueda, tal como se vino a
do en la segunda parte de la definición configurar en la antigua Grecia (cf. I,
que se ha tomado como punto de par B ). Pero ya en la narración relativa a
tida de este artículo, esto es, aquel que Pitágoras, que procede de un escrito
considera que la F. es el uso humano de Heráclides Póntico (Dióg., L., Proe-
del saber. Dos han sido las interpre mium, 1 2 ) en el cual se pretende jus
taciones fundamentales dadas históri tificar el nombre de F., hay algo más
camente a este aspecto de la F., esto que la simple exigencia del desinterés
es: a) aquella según la cual la F. es de la búsqueda. Según tal tradición,
contemplativa y constituye una forma recogida por Cicerón en las Tusculanas
de vida que es finalidad en sí mis (V, 9), Pitágoras comparaba la vida a
ma; b) aquella según la cual la F. es las grandes fiestas de Olimpia, donde
activa y constituye el instrumento de algunos concurrían por negocios, otros
m o d ific a c ió n o de rectificación del para p a r t í c i p a r en las c a r r e r a s ,
mundo natural o humano. Según la otros para divertirse y, por fin, algunos
primera interpretación, la F. se agota solamente para ver lo que sucede: es
en el individuo que filosofa; para la tos últimos son los filósofos. Aquí se
segunda interpretación la F. trasciende ha subrayado el alejamiento entre el fi
al individuo y concierne precisamente lósofo, interesado sólo en ver, o sea
a las relaciones con la naturaleza o con en contemplar desinteresadamente, y
los hombres, por lo tanto, con la vida la humanidad común, dedicada a sus
humana asociada. Para servirse de un cosas. La superioridad de la contem
término de claro significado histórico, plación sobre la acción se halla, por
se puede denomi ar "iluminista” a esta lo tanto, implícita en esta narración,
segunda interpretación de la F. que probablemente tenía la finalidad
a) El concepto de la F. como con de enaltecer mediante la autoridad de
templación es inherente, en primer lu Pitágoras, el concepto de la F. que se
gar, a las F. de tipo oriental que ponen formaba por entonces en la escuela
como finalidad de la F. la salvación de Aristóteles. El carácter contempla
del hombre. La salvación es, en efecto, tivo de la F. (que nada tiene que ver
la liberación de toda relación con el con el carácter desinteresado de la in
mundo y, por lo tanto, la realización vestigación en general), como una de
de un estado en el cual toda actividad las respuestas posibles al problema del
es imposible o carece de sentido. En uso humano del saber, fue por primera
Occidente, el concepto de la F. como vez afirmado y justificado por Aristó
contemplación no fue la primera forma teles. Tal carácter está fundado, en
que adquirió el trabajo filosófico (fue efecto, en la naturaleza necesaria del
en cambio la de la "sabiduría" o sea, objeto de la F. que es lo que “no puede
de la F. activa y militante), pero sí fue ser sino lo que es” {Ét. Nic., VI, 3,
la primera caracterización explícita de 1139 b 19). Desde este punto de vista,
este trabajo. El fundamento de tal ca la F. es saber y no sabiduría, ya que la
racterización es la naturaleza "desin sabiduría consiste en deliberar bien,
teresada” de la investigación filosófica. pero nada hay que deliberar en tomo
Cuando Heródoto (I, 30) hace decir al a las cosas que no pueden ser de otra
Rey Creso dirigiéndose a Solón: “He manera {Ibid., VI, 5, 1140 a 30). A
oído hablar de los viajes que filoso partir de esta base, Aristóteles estable
fando has realizado para ver muchos ce un contraste entre sabiduría y sa
países” alude obviamente al carácter piencia {véase). Hombres como Ana-
desinteresado de estos viajes, que no xágoras y Tales son sapientes y no sa
5 *6
Filosofía
bios: no indagan acerca de los bienes filosofía. Cuando Spinoza dice: “El va
humanos, no conocen lo que les beneficia rón fuerte de ánimo considera en pri
a sí mismos sino solamente cosas excep mer término que todo se sigue de la
cionales, maravillosas, difíciles y divi necesidad de la naturaleza divina y por
nas. "Nadie—dice Aristóteles— delibera ende, todo lo que piensa que es moles
en tomo a lo que no puede ser de otra to, malo y además todo lo que le pa
manera o en tomo a las cosas que no rece inmoral, horrible, injusto y des
tienen un fin o cuyo fin no es un honesto, nace de que concibe las cosas
bien realizable" (Ibid., VI, 7, 1041 b 10). mismas desordenada, mutilada y con
Pero, desde este punto de vista: ¿cuál fusamente” (Eth., IV, 73, scol.) expresa
es el posible uso del saber? Solamente en su forma clásica el concepto con
uno: la realización de una vida con templativo de la F. Y cuando Hegel
templativa, esto es, dedicada al conoci afirma que la F., como el buho de
miento de lo necesario. La actividad Minerva que inicia su vuelo hacia el
contemplativa es, por lo tanto, consi crepúsculo, llega siempre a cosas he
derada por Aristóteles como la más chas y, por lo tanto, demasiado tarde
alta y beatífica: hace del hombre algo para decir cómo debe ser el mundo,
superior al hombre mismo porque es expresa el mismo concepto (Fil. del
conforme a lo que de divino hay en él Derecho, Prefacio). En efecto, tanto
(Ibid., X, 7, 1177 b 26). La doctrina para Hegel como para Aristóteles y Spi
de Aristóteles ha fijado así los puntos noza el objeto de la F. es lo necesario
en tomo al uso humano del saber: 1) y su tarea es, precisamente, la de mos
la F., en cuanto tiene por objeto lo trar la necesidad de lo que existe, o
necesario, no ofrece al hombre nada sea la racionalidad de lo real (Ene., §
que hacer y, por lo tanto, es contem 12) Desde este punto de vista, la F. es
plación; 2) la contemplación es una la justificación racional de la realidad,
forma de vida individual privilegiada, entendiéndose por realidad no sólo la
porque es la beatitud misma. Las dos de la naturaleza, sino también la de
tesis son típicas de esta concepción las instituciones histórico-sociales, o
de la F., que aparece con frecuencia sea las del mundo humano. No muy
en la historia del pensamiento occiden diferente, desde este punto de vista,
tal y domina en toda la F. griega pos resulta el concepto que de la F. tenía
aristotélica, que cultiva el ideal del Schopenhauer. “Reflejar abstracta, uni
“sabio” o sea de aquel en quien se rea versal y limpiamente en conceptos la
liza la vida contemplativa. Epicúreos, total esencia del mundo —decía—, y
estoicos, escépticos y neoplatónicos con- así, como imagen refleja, llevarla ha
cuerdan en considerar que sólo el sa cia los conceptos de la razón: perma
bio puede ser feliz porque sólo él, como nentes y siempre dispuestos: ésta y no
puro contemplador, es autosuficiente. otra cosa es la F.” (Die Welt, I, § 68).
El fin que estos filósofos atribuyen a En la F. contemporánea el concepto
la F. es individual y privado, o sea la de la F. como contemplación perdura
realización de una forma de vida que en la fenomenología y en el espiritua-
encierra al sabio en sí mismo y en su lismo. La fenomenología es el esfuerzo
contemplación solitaria. También des por alcanzar, mediante la epoché, el
de este punto de vista, la F. es, obvia punto de vista de un "espectador des
mente, un esfuerzo de transformación interesado”, o sea el de un sujeto que
o de rectificación de la vida humana a su vez no esté sometido a las mis
y, por lo tanto, no es verdad al pie de mas condiciones limitativas que toma
la letra la afirmación de Aristóteles en consideración. Dice Husserl: "El yo
de que nada tiene que hacer. Esta que medita fenomenológicamente [pue
afirmación significa solamente que no de] llegar a ser, no sólo en algunas
modifica la estructura del mundo, del particularidades, sino con universali
conocimiento que concierne al mundo dad, ‘espectador desinteresado’ de sí
y de las formas de vida asociada, en mismo y como incluido en esto, de toda
tantc que puede modificar la vida del objetividad que ‘exista’ para él, y tal
individuo haciéndolo sabio y beato. como exista para él” (Médit. Cartés., §
A través de estos rasgos es fácil re 15). El punto de vista del espectador
conocer la actitud contemplativa en desinteresado es, obviamente, el punto
547
Filosofía
Y agregas que, siendo la metafísica la resan a los menos, todo ha sido discu
única ciencia libre, el filósofo quiere tido y analizado o, por lo menos, agi
que la especulación preceda en todo a tado. Una nueva luz sobre algunos
la acción... Pero la verdadera sapien objetos, una nueva oscuridad sobre mu
cia no consiste, como creen, en pura chos otros, han sido el fruto o la con
especulación. Si quitas la prudencia no secuencia de este fervor general de los
encontrarás ni el sabio ni la sabidu espíritus, como el efecto del flujo y
ría ... ¿Llamarás, en efecto, sabio, al reflujo del océano es el de llevar hacia
que haya conocido cosas celestes y di la orilla unas cosas y alejar otras”
vinas, pero no haya procurado por sí (CEuvres, ed. Condorcet, p. 218). El
mismo, ayudado a los amigos, a la fa concepto ilustrado de la F. fue com
milia, a los parientes y a la patria?” partido por Kant, según el cual la F.,
Con el mismo espíritu Leonardo Bruni al determinar las posibilidades efecti
en el Isagogicon Moralis disciplinae vas del hombre en todos los campos,
(1424) afirmaba la superioridad de la debe iluminar y dirigir al género hu
F. moral sobre la F. teórica. mano en su debido progreso hacia la
La afirmación de esta concepción ac felicidad universal (Recensión a las
tiva de la F. caracteriza el comienzo "Ideas sobre la F. de la historia" de
de la Edad Moderna. Los humanistas Herder, 1784-85; cf. Crítica R. Pura,
creían que sólo la F. moral era activa. Doctrina trascendental del método, ca
Para Bacon tam bié: es activa la F. pítulo III, in fine).
que tiene por objeto la naturaleza, El romanticismo, que insiste acerca
porque está dirigida al dominio de la del carácter necesario (por ser racio
naturaleza. Y Bacon no duda en deno nal) del ser, constituyó, en su conjun
minar "pastoral" a la misma F. de to, una vuelta a la concepción contem
Telesio, que mucho apreciaba y en par plativa de la filosofía. El m is m o
te seguía, porque le parecía que "con positivismo, que p re te n d ió explícita
templaba al mundo plácidamente y casi mente reafirmarse en la doctrina ba-
por ocio” (Works, III, p. 118). Hobbes coniana del saber como posibilidad de
insistió acerca de la misma función de dominio de la naturaleza, no permane
la F. (De Corp., I, § 6). Descartes a ció siempre fiel al reconocimiento del
su vez la consideró como dirigida a con carácter activo de la F. Si para el
seguir la sabiduría y la ciencia de positivismo (véase) de cuño social (St.-
todo lo que resulta útil o ventajoso al Simon, Proudhon, Comte, Stuart Mili)
hombre (Princ. Phit., pref.). La mis la F. es sobre todo un instrumento de
ma finalidad rectora y correctiva atri transformación de la sociedad huma
buyeron a la F. Locke y los iluminis- na, para el positivismo evolucionista la
tas. Con Locke, la F. resulta crítica del F. tiene carácter más contemplativo
conocimiento y esfuerzo de liberación que activo. La defensa del misterio, que
de ignorancias y prejuicios por parte Spencer coloca entre las tareas de la
del hombre. Y así se mantiene en la F., o sea el reconocimiento de la inso
Ilustración del siglo xvm, que ve en lubilidad de los denominados proble
la F. al esfuerzo de la razón por cam mas últimos, lleva a la F. al mismo
biar el mundo humano, liberándolo de plano contemplativo de la religión. La
los errores y haciéndolo progresar. discusión en tomo a la solubilidad o
D'Alembert describió así la acción que insolubilidad de los denominados "enig
la F. ejercía en su tiempo: "Desde los mas del mundo” cae por entero en el
principios de la ciencia profana hasta plano de la F. contemplativa. El posi
los fundamentos de la revelación, des tivismo de Ardigó, tanto como el mo
de la metafísica hasta las materias de nismo m a te r ia lis ta (Haeckel) o el
gusto, de la música a la moral, desde evolucionismo espiritualista (W undt,
las disputas escolásticas de los teólo Morgan, etc.) son igualmente contem
gos hasta los objetos del comercio, de plativos. En realidad, el clima román
los derechos de los príncipes a los tico se hace presente en el positivismo
de los pueblos, de la ley natural a las y en el idealismo y tanto aquél como
leyes arbitrarias de las naciones, en éste se dirigen hacia el concepto de la
una palabra, desde las cuestiones que F. como contemplación de una reali
llegan a la mayoría hasta las que inte dad necesaria. Una protesta contra tal
549
Filosofía
concepto la constituye el "nuevo ma también desde otro punto de vista. Peir
terialismo” del que se hizo partidario ce niega explícitamente el su p u e sto
Marx, polemizando, por otro lado, con mismo de la F. como contemplación,
tra el materialismo teórico de Feuer- o sea el carácter necesario de lo real.
bach. "Los filósofos —decía— hasta Peirce demuestra, en efecto, cómo la
ahora solamente han interpretado el regularidad y el orden de los aconte
mundo: ahora se trata de transformar cimientos, lo mismo que las conexiones
lo" (Tesis sobre Feuerbach 11). Pero condicionales entre los hechos mismos,
aun cuando Marx insista acerca del nada tienen que ver con la necesidad,
empeño de transformación que debe que implicaría la posibilidad de la pre
caracterizar a la F. como tal, el funda visión infalible (Chance, Love and Lo
mento mismo de la F. como contem gic, II, cap. 2). La definición de la F.
plación se mantiene en su doctrina. como "crítica de los valores”, dada por
Tal fundamento es, en efecto, la ne Dewey (Experience and Nature, p. 407;
cesidad de lo real y para Marx la trans trad. esp.: La experiencia y la natura
formación de la sociedad, esto es, el pa leza, México, 1948, F. C. E., p. 331) ex
so de la sociedad capitalista a la socie presa, precisamente a partir de supues
dad sin clases, tendrá lugar "con la tos establecidos por Peirce, la función
fuerza inexorable de un proceso natu rectora de la F. Según Dewey, la tarea
ral” (Capit., I, 24, §7; trad. esp.: El de la F. es la antigua, que se encuen
capital, México, 1959, F. C. E.). A partir tra en el significado etimológico de la
de esta base, la tarea de la F. parece palabra, o sea búsqueda de la sabidu
ser la de una profética f'asandra más ría, de donde la sabiduría difiere del
bien que la de promover y orientar conocimiento por ser "la aplicación de
la transformación misma. En este as lo conocido a la conducta inteligente
pecto, el kantismo se sustrae a veces de las cosas de la vida humana" (Pro-
al clima romántico. Renouvier, en Ucra blems of Man, 1946, p. 7). La definición
nia, se propone eliminar "la ilusión de dada por Morris no tiene un significa
la necesidad preliminar por la cual el do diferente: "Una F. es una organiza
hecho cumplido sería el único, entre ción sistemática que co m p re n d e las
todos los imaginables, que habría po creencias fundamentales: creencia acer
dido acaecer” ( Ut'ironie, 2‘ ed., 1901, ca de la naturaleza del mundo y del
p. 411). La "F. analítica de la histo hombre, acerca de lo que es el bien,
ria” tiene, según Renouvier, la tarea sobre los métodos a seguir en el cono
de determinar las concatenaciones ge cimiento, sobre el modo en que la vida
nerales de los hechos históricos para debe vivirse" (Signs, Language and
dirigir el desarrollo de la historia mis Behaviour, 1946, VIII, §6; trad. i tal.,,
ma (Intr. á la phit. analitique de Vhis- p. 314). En efecto, para Morris como
toire, 1864, pp. 551-52). Por otro lado, la para todo el pragmatismo, la creencia
determinación de. la F. como "concep no es más que una regla de compor
ción del mundo”, determinación que la tamiento y la F., como organización
F. sufrió en la segunda mitad del si de las creencias fundamentales, cons
glo xix por obra de pensadores prove tituye, por lo tanto, lo que Sartre ha
nientes del kantismo y del positivismo, denominado "el proyecto fundamental
tiene un claro significado contemplati de vida”. En la obra misma de Sartre
vo. Contra la interpretación contempla se puede discernir el paso de la con
tiva de la F. se ha erigido el pragma cepción contemplativa de la F. expre
tismo desde su origen, en forma polé sada en L'&tre et le néant (1943) a la
mica, según se puede ver en el ensayo activa o iluminista expresada en la Cri
Cómo hacer claras nuestras ideas (1878) tique de la raison dialectique (1960).
de C. S. Peirce. En este ensayo, Peirce En el primer escrito, Sartre proyecta
afirma que toda la función del pensa ba una investigación denominada "psi
miento es la de producir hábitos de coanálisis existencial" cuya finalidad
acción (o creencias) y que, por lo tan era la "de sacar a luz, en una forma
to, el significado de un concepto con rigurosamente objetiva, la elección sub
siste exclusivamente en las posibilida jetiva por la cual cada persona se hace
des de acción que define. Pero estas persona, esto es, se hace anunciar a sí
afirmaciones de Peirce son importantes misma lo que ella es" (L'&tre et le
5S0
Filosofía
ma de los organismos animales (Fís„ ciencia de la lógica], III, sec. II, capí
II, 8, 198 b 17). Contra este modo de tulo III; trad. ital., pp. 216ss.). Pero en
razonar, Aristóteles observa que lo que realidad, como lo prueban los textos
sucede siempre o la mayoría de las ve hasta ahora citados, no existe en la
ces no se puede explicar por el azar, historia de la filosofía una doctrina de
aunque supone la necesidad de acción una finalidad extrínseca e impuesta por
del fin (Ibid., II, 9, 200 a 5). Pero en un e n te n d im ie n to extramundano, ya
Aristóteles no se encuentra esa forma que Aristóteles, tanto como los estoicos
popular de teleología que se inicia con y Santo Tomás entienden por finalidad
los estoicos y que consiste en mostrar del mundo la razón de ser propia del
que las cosas del mundo han sido he mundo, su necesidad inmanente, y San
chas por la naturaleza a beneficio del to Tomás identifica explícitamente a la
hombre. El fundamento de esta teleo impressio de Dios en la naturaleza con
logía fue expresado por Cicerón: "¿Para la "necesidad inherente a las cosas”.
quién, por lo tanto, se podría decir que Una finalidad, si es tal, es siempre
ha sido realizado el mundo? Evidente inmanente a la totalidad de lo que cons
mente para los seres vivientes dotados tituye la organización. Y como ya anota
de razón, esto es, para los dioses y ba Aristóteles, bajo este aspecto el F. no
para los hombres; no existe nada su cambia, ya se trate de totalidades natu
perior a ellos, en efecto, dado que la rales o de totalidades artificiales; en
razón es superior a todo: de esta ma la construcción de una casa el fin pe
nera resulta creíble que el mundo y netra el material del que se sirve y le
todo lo que en el mundo existe ha sido pertenece de manera no diferente a
hecho para los dioses y para los hom la de las partes de un organismo (Fís.,
bres” (De nat. deor., II, 133). Dada su II, 9, 200 a 34). En todos los casos el
estrecha relación con la teología, se en F. es, para adoptar la expresión hege-
tiende por qué el F. ha sido siempre liana, el concepto mismo en su exis
un fundamento de la metafísica teo tencia y la realización de un concep
lógica. Los escolásticos insistieron acer to que desde el principio dirige y go
ca de la superioridad causal del fin, que bierna esta misma realización. Por lo
denominan "causa de las causas". San tanto, la polémica contra "el entendi
to Tomás, siguiendo las huellas de Aris miento extramundano” de Hegel, es una
tóteles, resuelve la necesidad propia de polémica teológica, la oposición de
los movimientos naturales en la causa una tesis panteísta a una tesis teísta,
lidad del fin. "La necesidad natural pero no concierne al F. Diferente sig
inherente a las cosas y que las dirige nificado tiene la distinción entre fina
—dice— llega a las cosas mismas im lidad interna y fin a lid a d e x te rn a
presa por Dios en cuanto las dirige a formulada por Schopenhauer, quien, sin
un fin, del mismo modo que la nece embargo, mantiene sin cambios el con
sidad con que la flecha se mueve y por cepto tradicional de F., no obstante su
la que es dirigida hacia el blanco, ha tesis acerca del carácter irracional y
sido impresa a ella por quien la ha lan desordenado de la fuerza que rige al
zado y no pertenece a la flecha" (S. Th., mundo. Para Schopenhauer, la finali
I, q. 103, a. 1). Éste es, justo, el pensa dad interna es “la armonía de todas
miento fundamental que domina y hace las partes de un organismo singular,
extraordinariamente u n ifo rm e s todas de modo tal que su conservación y la de
las teorías finalistas que enriquecen la su especie se presenta como la finali
historia de la filosofía hasta nuestros dad de esta misma armonía" (Die Welt,
días. A Hegel le pareció una gran no I, §28). Por otro lado, no constituye
vedad su propia doctrina del fin, como una innovación del F. tradicional la
"concepto mismo en su existencia" y doctrina que Bergson formula al res
la finalidad como una determinación pecto. Bergson se ha pronunciado, a
inmanente a la naturaleza misma; en propósito de la finalidad orgánica, tan
efecto, opuso esta doctrina a la que con to contra el "mecanismo radical” como
sideraba propia de la tradición, de un contra el "F. radical” y en ambos ha
entendimiento "extrahumano” que des reconocido la negación del carácter "im
de el exterior impone sus fines a la previsible" o "creador” de la evolución
naturaleza (Wissenschaft der Logik [La vital. La armonía —dice— debe encon
5 5 7
Finalismo
trarse detrás más bien que delante de y, por lo tanto, un ser que produzca
esta evolución. “El futuro no está con en forma análoga a la de la causali
tenido en el presente bajo la forma de dad de un entendimiento. En el primer
un fin representado. Sin embargo, una caso quiero afirmar alguna cosa del
vez realizado, explicará al presente co objeto y me veo obligado a demostrar
mo el presente lo explicaba, y aun me la realidad objetiva del concepto que
jor; deberá ser considerado más como admito; en el segundo caso la razón
un fin que como un resultado. Nuestra no hace más que determinar el uso de
inteligencia tiene el derecho de consi mis facultades cognoscitivas, de confor
derarlo abstractamente desde el punto midad con su naturaleza y con las con
de vista habitual, ya que ella misma es diciones esenciales de su alcance y de
una abstracción que resulta de la causa sus límites” (Crít. del Juicio, §75).
de la cual emana" (Évol. créatr., 8- ed., Desde el segundo punto de vista, que
1911, cap. 1, p. 57). Pero tampoco esta es el propuesto por Kant, el F. no es
determinación bergsoniana innova mu más que un concepto regulador del uso
cho en el concepto clásico del F., cuya del entendimiento humano, uso opor
naturaleza no consiste, como lo cree tuno y necesario por el hecho de que
Bergson, en negar los caracteres impre éste encuentra límites bien precisos en
visibles o nuevos que emergen en el la explicación mecánica del mundo y
curso de la realización del fin, sino es llevado, por lo tanto, a recurrir a
únicamente en admitir la causalidad una consideración complementaria. És
del fin mismo y en considerar esta ta, sin embargo, no puede ser válida
causalidad como principio de explica como una explicación y su única fun
ción, La doctrina de Bergson no trae ción es la de ayudar a buscar las leyes
innovación alguna en estos dos puntos particulares de la n a tu ra le z a (Ibid.,
y se puede reducir, por lo tanto, a la §78). Este punto vista kantiano (que
concepción clásica del F., como vuelven recientemente ha sido renovado por N.
a la misma concepción las doctrinas Hartmann, Philosophie der Natur, 1950;
que, aun admitiendo el mecanismo, lo trad. esp.: Filosofía de la naturaleza,
consideran incluido y subordinado al F. Ontologia, IV, México, 1960, F. C. E.),
general de la naturaleza, tal como lo en tanto que niega todo valor cognos
hacen Leibniz (Op., ed. Gerhardt, III, citivo y científico al F., le reconoce una
p. 607; IV, p. 284), Lotze (Mikrokos- especie de validez subjetiva, entre es
mus, 1856, I) y con ellos muchos espiri tética y moral, validez debida a la
tualistas contemporáneos. limitación inevitable del conocimiento
Una innovación significativa del F. humano.
adviene solamente con la interpretación Obviamente la interpretación kantia
kantiana. Esta interpretación, en efec na del F. se apoya en la tesis própia de
to, niega la segunda tesis del F. mis los adversarios del F., esto es, en la
mo, o sea la tesis por la cual explicar negación del poder explicativo del F.
un fenómeno significa aducir la fina mismo. Solamente esta negación cons
lidad. Para Kant, la explicación de Jos tituye en realidad el abandono del F. y
fenómenos puede ser solamente causal sólo las razones que lo apoyan cons
y el juicio teleológico refleja y no de tituyen su auténtica crítica. El F., en
termina, esto es, escoge no un elemento efecto, no es una generalización em
de las cosas, sino un modo subjetivo de pírica a partir de la consideración de un
representárselas, inevitable para el hom determinado número de ejemplos te-
bre. “Hay una absoluta diferencia entre leológicos y, por lo tanto, ni siquiera
decir que la producción de determi una "disteleología”, o sea un elenco
nadas cosas de la naturaleza —o tam de casos contrarios al F., es una crí
bién de toda la naturaleza— no es po tica decisiva del F. misr o. La doctrina
sible sino mediante una causa que se de Platón y de Aristóteles al respecto
determina a obrar según fines y decir y en especial la de este último, de
que, según la particular naturaleza de muestra claramente el fundamento del
mi facultad cognoscitiva yo no puedo F., que es la creencia de que la única
juzgar acerca de la posibilidad de las explicación posible de los acontecimien
cosas y de su producción sino conci tos es la que aduce la finalidad de la
biendo una causa que obre según fines que resultan. En efecto, la finalidad,
558
Finalismo
(Met., VI, 1, 1025 b 18) y que, por lo sede natural de los elementos y a los
tanto, el modo en que la F. considera cuales, por lo tanto, los elementos
las sustancias depende de la naturale mismos vuelven luego de haberse ale
za de los movimientos de que están jado. Según Aristóteles, estos lugares
dotadas. Ahora bien, de los cuatro mo están determinados por el peso de los
vimientos distinguidos por Aristóteles elementos. En el centro del mundo
(sustancial, o sea de generación y co está la tierra que es el elemento más
rrupción; cualitativo, o sea cambio; pesado (como resulta, por ejemplo, del
cuantitativo, o sea aumento o disminu hecho de que la piedra cae o se hunde
ción; local, o sea traslación; Fís., VIII, en el agua). Alrededor de la tierra
7, 261 a 26), el movimiento de trasla está la esfera del agua y en derredor
ción es el primero y fundamental y de la esfera del agua la del aire, que
todos los otros pueden efectivamente aún es más ligera, como lo demuestra
ser explicados mediante la traslación el hecho de que una burbuja de aire
de los cuerpos (Ibid., VIII, 7, 260 a-b). en el agua sale a la superficie. Alre
La determinación de las diferentes sus dedor de la esfera del aire está la del
tancias físicas debe, por lo tanto, ha fuego, que es el elemento más ligero,
cerse a partir del movimiento de trasla como lo demuestra el hecho de que
ción que es propio de cada una de las llamas encendidas sobre la super
ellas. Ahora bien, el movimiento de tras ficie de la tierra tienden hacia lo alto,
lación es de tres especies: de lo alto o sea hacia la esfera que está por en
hacia el centro del mundo, del cen cima del aire. Sobre esta base, Aris
tro hacia lo alto, en tomo al centro tóteles d e te rm in a los caracteres del
o circular. Los dos primeros movimien mundo: es único, porque los elementos
tos son contrarios entre sí y (dado que se espesan cada uno en su esfera, fi
la generación y la corrupción consisten nito por ser perfecto y completo y,
en pasar de un contrario a otro) son como tal, también ordenado hacia un
propios de los cuerpos sujetos a la ge único fin, que es Dios mismo. Esta
neración y a la corrupción, o sea de los doctrina, fundada en pocas, pero co
cuerpos terrestres o sublunares com munes experiencias, es admirable por
puestos de cuatro elementos: agua, aire, su elegancia y simplicidad y fue la
tierra y fuego. El movimiento circu mayor expresión, en el pensamiento
lar, no tiene cont arios porque moverse antiguo, de una síntesis de los conoci
de derecha a izquierda o de izquierda mientos naturales. Frente a ella, la F.
a derecha circularmente no modifica la atomista de los epicúreos y la F. pan-
circularidad del movimiento m ism o teísta de los estoicos tienen más ca
(De cael., I, 4); será entonces propio rácter de especulación que de conoci
de la sustancia que compone los cuer miento científico. Tal es, en efecto, el
pos ingenerables e incorruptibles, o sea juicio que hicieron los científicos anti
los cuerpos celestes, y esta sustancia guos, que las dejaron completamente
es el éter. De los cuatro elementos que de lado, para volver en cambio cons
componen el mundo sublunar dos, aire tantemente a la F. aristotélica, en la
y fuego, se mueven de lo bajo hacia que el propio Tolomeo, en el siglo I I ,
lo alto y dos, agua y tierra, de lo alto injertó su astronomía. La F. aristoté
hacia lo bajo. La F. aristotélica es, lica dominó sin rival por muchos siglos
por lo tanto, una F. cualitativa en el y a pesar de las dudas de algunos
sentido de que considera un determi escolásticos del siglo xiv; se la aban
nado movimiento propio de un deter donó sólo a partir de Leonardo, Copér-
minado elemento y establece así una nico, Kepler y Galileo Galilei, a quienes
precisa división cualitativa de los ele se debe la primera organización de la
mentos entre sí y e n tre todos los ciencia moderna.
elementos y el éter. De esta considera 2) El segundo concepto fundamental
ción resulta el principio general de la de la F. es el que la considera como el
F. aristotélica que e s: "Cada elemen estudio del orden experimental de la na
to, no siendo impedido se mueve hacia turaleza. A este concepto contribuye
su esfera” (Fís., IV, 1, 208 b 10), prin ron los aristotélicos del Renacimiento,
cipio que implica o establece la exis con la defensa de la necesidad del
tencia de lugares absolutos que son la orden natural, los platónicos renacen
5 6 2
Física
tistas y, en especial, Nicolás de Cusa, número posible son los fines de todos
con la afirmación del carácter mate nuestros esfuerzos, considerando como
mático del orden natural y, por fin, la absolutamente inaccesible y privada de
magia con su pretensión de aprehender sentido la búsqueda de las denomina
y ejercer un dominio efectivo sobre la das causas, ya sean primarias o fina
naturaleza. El concepto de la natura les” (Cours de Phil. Positive, lee. I,
leza, ya claro en Galileo, es el de un §4). Las leyes no son, en efecto, otra
orden objetivo, escrito en caracteres cosa que expresiones del orden nece
matemáticos, necesaro y exento de sario de la naturaleza.
finalidad, aprehensible por la experien El concepto de la F. como teoría del
cia. Sobre este concepto de orden se orden natural se opone al concepto de
fundó la noción de armonía que Kepler la F. como teoría del movimiento, por
puso como base de la ciencia de la su pretensión de limitarse a describir
naturaleza (Harmonices mundi, 1619, la naturaleza en su orden, en vez de
IV, 1). La obra de Newton llevó a su exp lica rla en sus causas. A partir
madurez el pertinente concepto de la de Newton la descripción se opuso a la
F. Tarea de la F. resultó explícita y explicación, como tarea propia de la F.
únicamente la descripción del orden O bien, lo que tiene el mismo signi
natural. La F. aristotélica, como teoría ficado, se considera la explicación a la
del movimiento, se dirigía al estudio que la F. debe aspirar legítimamente,
de las causas del movimiento, las cua como la determinación de una relación
les coincidían con las sustancias (for entre dos fenómenos de conformidad
mas o causas finales) de las cosas. a una ley, lo que es, en este caso, lo
Newton aclaró el sentido por el cual que en otro aspecto sería una simple
la determinación del orden natural de descripción. Este concepto de la F. tie
be ser objeto de la ciencia, negando ne, por lo tanto, y como característica
precisamente, en polémica con la cien propia, el reconocimiento de las rela
cia aristotélica, el hecho de que la F. ciones necesarias entre los fenómenos,
fuera ciencia de las causas (Optics, en los que se concreta o toma cuerpo
1740, III, q. 31). En 1764 Kant describió el orden natural, como tam b ién la
el concepto newtoniano de la ciencia creencia en la experimentación, o sea
en la forma siguiente: "Con experien la comprobación empírica de tal rela
cias seguras y llegado el caso también ción. El concepto iel orden natural
con el auxilio de la geometría, se deben coincide con el de la causalidad ne
buscar las reglas según las cuales se cesaria (véase c a u s a l id a d ) y, por lo
desarrollan determinados fenómenos de tanto, con el de la previsión infalible
la naturaleza” ( Untersuchung über die de los fenómenos naturales. Si la na
Deutlichkeit der Grundsátze der natür- turaleza es el orden necesario, la F.,
lichen Theologie und der Moral ["La como estudio de este orden, puede es
distinción de las bases de la teología tablecer reglas que permiten la previ
natural y de la moral”], 1763, II). Es sión infalible de los fenómenos. Esta
tas reglas son las leyes naturales, leyes creencia ha constituido la base de la
que subrayan el orden de los fenómenos F. clásica hasta los primeros decenios
naturales, esto es, el modo necesario del siglo xx y ha regido, por lo demás,
y por lo tanto uniforme y constante en la hipótesis fundamental en la que se
que se relacionan mutuamente. Des fundaba: el mecanicismo (véase). Esta
cribir esta conexiór es la tarea de la hipótesis tenía, entre otras cosas, la
física. La Ilustración y el positivismo ventaja de hacer posible una descrip
hicieron prevalecer este concepto de la ción visual del curso de los fenómenos,
F., en el que insistió D’Alembert (Ele- una descripción que apelaba a imáge
ments de phit., 1759, §4) y que es la nes visuales y que pretendía represer
base de la noción de la ciencia expre tar con tales imágenes (o sea mediar
sada por Comte. "El carácter funda partículas en movimiento) la est'
mental de la F. positiva —decía este tura efectiva de los fenómenos,
último— es el de considerar todos los precisamente de esta pretensic
fenómenos como sujetos a leyes natu menzaron a surgir las primerr
rales invariables, cuyo descubrimiento cultades cuando, con la F. re7
preciso y cuya reducción al mínimo el concepto de campo (véase
563
Física
ser racional (Ét. Nic., I, 7). Por lo thode sociologique, 1895) como la rela
demás, insiste sobre el carácter fina ción entre una institución y las nece
lista y realizador de la F .: "la F. es el sidades de un organismo social, o sea
fin —ha dicho— y el acto es la F.” como la actividad por la que una ins
(Met., IX, 1, 1050 a 21). En este senti titución contribuye al mantenimiento
do, la palabra tiene un uso frecuente, del organismo. Con el mismo espíritu,
tanto en el lenguaje científico como Radcliffe-Brown define la F. de una
en el común. En filosofía, Kant deno actividad social recurrente (como por
minó F. a los conceptos en cuanto “se ejemplo, el castigo de los crímenes o
fundan en la espontaneidad del pen una ceremonia fúnebre) como "la par
samiento, así como las intuiciones sen te que juega en la vida social como un
sibles se fundan en la receptibilidad todo y, por lo tanto, la contribución
de las impresiones". En otros térmi que adopta al mantenimiento de la
nos, los conceptos son F. porque son continuidad estructural" (Structure and
actividades, operaciones y no modifi Ftmction in Primitive Society, 1953,
caciones pasivas como las impresiones p. 180). EL significado de operación o
sensibles. La F. conceptual es defini de acción dirigida a un fin y capaz de
da, por lo tanto, por Kant como "la realizarlo, predomina en todas estas
unidad del acto de ordenar diversas re nociones.
presentaciones comunes" (Crít. R. Pura, 2) Del significado precedente se ha
Anal, trasc., cap. I, sec. I). En sentido separado el significado matemático a
análogo, Husserl entiende por F. la ac fines del siglo xvn por obra del grupo
tividad de la conciencia en cuanto diri de matemáticos del que formaba parte
gida a un fin y de tal manera la con Leibniz y probablemente el mismo Leib-
sideración f unci ona l s u s t i t u y e a la niz (Mathematische Schriften [“Escri
descripción y clasificación de las viven tos matemáticos”], ed. Gerhardt, I,
cias singulares, "aparece la considera p. 268), pero la primera tentativa de
ción de lo singular bajo el punto de una definición del concepto fue reali
vista ‘teleológico’ de su F., hacer po zada por Jean Bemouilli en 1718 (cf.
sible la u n i d a d sintética” (Ideen, I, Opera, 1742, II, p. 241). Los matemáti
§ 8 6 ). La distinción introducida por C. cos definen actualmente de diversos
Stumpf entre fenómenos y F. psíqui modos el concepto de F., pero, por lo
cas tiene el misino fundamento: las general, se puede decir que es una
F. son operaciones, en tanto los fenó regla que conecta las relaciones de un
menos son modi f i c a c i one s pasivas determinado término o de un grupo
(Erscheinungen und psychischen Funk- de términos con otro término o gru
tionen ["Fenómenos y funciones psí po de términos. En la F. se distingue la
quicas”], 1907). Scheler introdujo la variable dependiente que es la F. misma
misma distinción entre estados y F. y las variables independientes o argu
emotivas: la F. es la reacción activa mentos (véase), cuyas variaciones se
en las confrontaciones del estado emo admiten como dadas o determinables
tivo, en el sentido, por ejemplo, en el por arbitrio. Dice Peirce: "El que una
cual la simpatía es una F. que no pre cantidad sea la F. dada de determi
supone una modificación emotiva pa nadas cantidades que valen como argu
siva en la persona que la prueba (Sym- mentos, significa de c i r simplemente
pathie, I, cap. 3). El concepto de ope que sus valores están en una deter
ración dirigida hacia un fin o capaz de minada relación con los valores de
realizar un fin es también el implícito los argumentos o que una proposición
en el uso que de la noción hacen las dada es verdadera del conjunto to
ciencias biológicas y sociales. En bio tal de los valores en su orden. De
logía, la F. es la operación mediante cir simplemente que una cantidad es
la cual una parte o un proceso del uria F. de otras determinadas signi
organismo contribuye a la conserva fica no decir nada, ya que de todo
ción del organismo total (cf., por ejem conjunto de valores se puede decir lo
plo, Bertalanffy, Modem Theories of mismo. Esto, sin embargo, no hace
Development, Nueva York, 1933, pp. 9ss., inútil la palabra F., como el decir de
184 ss.). Y en sociología ha sido defi un conjunto de cosas que entre sí tie
nida por Durkheim (Regles de la mé- nen alguna relación no hace inútil la
576
Función proposicional
580
fu s ió n
F u tu r ic ió n
Fusión (ingl. fusión; franc. fusión; alem. (ingl. futurition; franc. fu-
F u tu r ic ió n
Fusión; ital. fusione). Término adop turition). Así denomina Leibniz a la
tado por la psicología para indicar una determinación de los acontecimientos
forma de asociación. Scheler ve en la futuros, en cuanto hace posible a Dios
F. afectiva un indicio de la unidad su previsión infalible ( Théod., I, §37).
metafísica del mundo de la vida, uni (V éase p r e d e t e r m i n i s m o ). Or t ega y
dad que aunque no elimina exige la Gasset adopta el término para indicar
diversidad de personas ( Sympathie, I, la orientación de la vida humana ha
cap. 4, §§3-5). cia el futuro.
581
G
Gegenstandstheorie. La teoría de los Berkeley (P rin c ip ie s af Knowledge,
objetos, especialmente en la forma que Intr., §12) y por Hume (Treatise, I,
ha tomado por obra de A. Meinong. 1, 7). Leibniz mismo aceptó la palabra y
Véase o b je t o . el concepto correspondiente, aunque
afirmara que de ellos no resulta la
(gr. yeveoi; ; lat. generado;
G e n e ra c ió n negación de las esencias universales.
ingl. generation; franc. gén éra tio n ; "La generalidad —decía— consiste en
alem. Erzeugung; ital. generazione). Se la semejanza de las cosas singulares
gún Aristóteles, "el cambio que va del entre sí, y esta semejanza es una rea
no ser al ser del sujeto según la contra lidad” (Nouv. Ess., III, 3, 11). Stuart
dicción", esto es, el paso de la negación Mili aceptó esta terminología, distin
de la cosa a la cosa misma. La G . puede guiendo nombres individuales o singu
ser absoluta, y en tal caso es el paso lares y nombres G.; estos últimos, se
del no ser al ser de la sustancia, o gún anotaba, hacen posible aseverar
calificada, y en tal caso es el paso proposiciones G., o sea "afirmar o ne
del no ser al ser de una cualidad de la gar algún predicado de un número
sustancia (Fís., V, 1, 225 a 12 ss.). Lo indefinido de cosas a un tiempo" (Lo
opuesto de la G. es la corrupción (véa gic, I, 2, §3). Este significado no pre
se). G . y corrupción constituyen la valeció en la lógica contemporánea.
primera de las cuatro especies del cam Ésta considera como singular un tér
bio, a saber, el cambio sustancial (lbid., mino cuya connotación impide su apli
225 a 1). Véase d e v e n ir . cación a más de una cosa real y consi
dera como general un término que en
G e n e ra l (ingl. general; franc. généraV, este sentido no es singular. "La cues
alem. gemeingültig; ital. generóle). Es tión de si un término concreto es sin
ta palabra ñie introducida en el uso gular o G. —dice Lewis—, es una cues
moderno por el empirismo inglés que tión de su connotación, no de su de
la aplica al resultado de una operación notación, aun en el caso de que el
de abstracción, por lo tanto, algo dife término singular no pueda denotar más
rente a lo univr sal, entendido como que una cosa única. ‘El objeto rojo
naturaleza originaria o forma sustan sobre mi mesa’ es un término singular
cial. "Las palabras —dice Locke— se y 'Objeto rojo sobre mi mesa’ es un
convierten en G . al hacerse de ellas término G., independientemente de los
signos de ideas G., y las ideas se con objetos rojos que se encuentran sobre
vierten en G. cuando se les suprimen mi mesa” (Analyse of Knowledge and
las circunstancias de tiempo y de lu Vatuadon, p. 45). En este sentido, lo
gar y cualesquiera otras ideas que pue G. no tiene nada que ver con lo uni
dan determinarlas a tal o cual existen versal: éste se obtiene con el uso del
cia particular. Por esta manera de abs operador todos y se refiere a la deno
tracción se habilita a las ideas para tación, no a la connotación de un tér
representar a más de un solo indivi mino. En consecuencia, una proposi
duo ; cada uno de los cuales, puesto que ción G. es lo que se llama una función
encierra conformidad con la idea abs preposicional (véase f u n c i ó n ) , en la
tracta, es, según comúnmente se dice, cual se deja el sujeto como indeter
de esa clase” (Essay, III, 3, § 6 ). La minado. También Dewey insistió acer
idea es G., por lo tanto, en cuanto re ca de la diferencia entre G. y univer
sultado de la abstracción; la genera sal, negando que la proposición "si
lidad es obra del entendimiento, aun humano, entonces mortal” equivalga a
cuando le corresponda la semejanza la proposición “todos los hombres son
de las cosas naturales. Ya que no exis mortales”. "La conversión es ilegítima
ten naturalezas o formas universales, —dice Dewey— porque una cosa es, ló
lo universal se reduce a lo G. y Locke gicamente, establecer pr oposi ci ones
usa a veces los dos términos como acerca de rasgos o características que
sinónimos (lbid., III, 3, §11). El tér describen un género con abstracción
mino fue aceptado en este sentido por de cualquier singular dado del género
582
G e n e ra liz a c ió n
G é n e ro
y otra cosa, radicalmente diferente, es mero de ellos ver, por ejemplo, Conv.,
tablecer una proposición acerca de abs 190 c; para el segundo, Conv., 191c;
tracciones en tanto que abstractas” Ale. /., 120 e). Platón aclaró en particu
(Logic, XIX, §2; trad. esp.: Lógica, lar el tercer significado, que es el más
México, 1950, F. C. E., p. 420). estrictamente filosófico: "Toda figura
es similar a otra figura, porque en el
G e n e ra liz a c ió n (ingl. g e n e ra liza tio n ; G. todas las figuras forman un todo.
franc. générálisation; alem. Verallge- No obstante, las partes del G. son con
meinerung; ital. generalizzazione). La trarias entre sí o son muy diversas
operación de abstracción que da lugar unas de otras” (Fit., 12 e). Este signi
a un término o a una proposición ge ficado es también el más importante
neral. Algunas veces se denomina G. para Aristóteles, y por él puede deno
también la inducción (véase) o la cons minarse al G. (junto con la especie)
trucción de una hipótesis (véase) que, sustancia segunda. Dice Aristóteles:
con mayor propiedad, deberían denomi "Sólo las especies y los G., después
narse operaciones de universalización. de las sustancias primeras, se llaman
De G. se habla sobre todo en el domi adecuadamente sustancias segundas y
nio de las matemáticas. "Extender un sólo ellas, en efecto, manifiestan la
dominio mediante la introducción de sustancia primera de las cosas que pre
nuevos símbolos de modo tal que las dican. Sólo se podrá, de hecho, expli
leyes que valen en el dominio originario car con propiedad lo que es un hombre,
continúen siendo válidas en el dominio aduciendo la especie o el G. y al decir
más extenso, es uno de los aspectos del que es un hombre se lo explicará me
procedimiento matemático característi jor que llamándolo simplemente ani
co de G. La G. de los números natu mal. Pero en el caso de que se aduzca
rales a los racionales satisface tanto la algún otro p r e di c a do diciendo, por
necesidad teórica de remover las res ejemplo, que es blanco o que corre, se
tricciones por la sustracción y la divi dirá algo ajeno al objeto en cuestión”
sión, como la necesidad práctica de (Cat., 5, 2b 28 ss.). En otros términos,
que los números expresen los resul los G. y las especies son "sustancias
tados de determinadas medidas. Tal segundas" porque entran en la defini
extensión del término de número re ción de la "sustancia primera”, o sea
sulta posible con la creación de nuevos de una esencia nr-esaria (véase s u s
números bajo la forma de símbolos t a n c ia ). "Ya que ia sustancia es la
abstractos, como 0, 2, 3/«” (Courant- esencia necesaria y la expresión de ésta
Robbins, What is Mathematics?, II, 2; es la definición... y ya que, por lo
trad. ital., p. 109). demás, la definición es un discurso y
un discurso tiene partes, es necesario
G é n e ro (gr. yévoq; lat. genus', ingl. distinguir cuáles son partes de la sus
genus; franc. genre; alem. Gattung; tancia y cuáles no, y si éstas son tam
ital. genere). Aristóteles distinguió tres bién partes de la definición y así vemos
significados del término: 1) genera que ni lo universal ni el G. es sus
ción, y en particular "la generación tancia” (Met., VIII, 1, 1042a 16 ss.).
continua de seres que tienen la misma El G. no es sustancia, pero sí compo
especie”, en cuyo sentido se dice "el nente de la esencia necesaria, que es
G. humano” ; 2) estirpe o raza como la sustancia.
"primer motor” o "lo que ha llevado De este planteamiento aristotélico sur
al ser la cosa de una misma especie” gió la disputa medieval de los univer
y en tal sentido se habla del G. de los sales (véase). Los universales son el
helenos, en cuanto descienden de He G. y la especie. La otra alternativa
leno o del G. de los jonios en cuanto fundamental para la solución de la
descienden de Jonio; 3) el sujeto al disputa fue ofrecida por los estoicos,
cual se atribuyen las oposiciones o las que definieron el G., nominalmente,
diferencias específicas y en tal sentido como "la conjunción de nociones dife
el G. es el primer elemento de la defi rentes y permanentes, como por ejem
nición (Met., V, 28, 1024 a 30ss.). Estos plo, animal, que comprende a todos
tres significados habían sido usados en los animales con sus especies” (Dióg.
algunos casos por Platón (para el pri L., VII, 60). En la filosofía moderna
583
r
G e n é tic a
y contemporánea la palabra G., como teres del organismo. Por lo demás, los
la de especie, es todavía ocasionalmen genes están dispuestos en un orden
te usada, pero sin las implicaciones definido en las partes de la célula lla
ontológicas que tenía para Platón y madas cromosomas.
Aristóteles. Por lo demás en la lógica No todas las características de un
ha sido sustituida del todo por el con organismo apto son determinadas por
cepto de clase (véase). los genes; por otro lado, la acción re
cíproca entre los genes hace que algu
Genética (ingl. genetics; franc. généti- nos caracteres tiendan a desaparecer
que; alem. Genetik; ital. genética). (y se denominan recesivos) y otros a
Una de las ci enci as biológicas más reforzarse (y se denominan dominan
recientes y mejor organizadas, que tes). Por lo tanto, un único gene puede
más han contribuido al progreso de los ejercer efectos dispares en el organis
estudios biológicos. Su objeto especí mo y el mismo efecto puede ser pro
fico es la trasmisión de las caracte ducido por combinaciones dispares de
rísticas hereditarias de los organismos genes. Estas dos comprobaciones qui
de una generación a otra y, por lo tan todo carácter de necesidad a la
tanto, también los cambios que los orga trasmisión de las características orgá
nismos sufren en sus características nicas. Los genetistas aplican la palabra
hereditarias. El fundador de la G. mo expresividad a la medida en la cual se
derna fue el abate austríaco Gregor manifiesta el efecto de un gene deter
Mendel, quien publicó en 1866 los re minado en el individuo que posee tal
sultados de algunas de sus experiencias gene. Y denominan p e n e tra c ió n de
acerca de la hibridación de varias es un gene al porcentaje de individuos
pecies de guisantes y formuló las que que, en posesión del gene, manifiestan
aún se llaman "leyes de Mendel”. Es su efecto. El uso de estos términos
tas leyes expresan un hecho experimen demuestra que entre la posesión del
tal, que se opuso a la creencia univer gene y su efecto (o sea determinada
salmente admitida hasta ese momento. característica física) no hay relación
Así, por ejemplo, se creía que de dos de necesidad, sino solamente una rela
progenitores, uno de piel blanca y el ción estadística, mediante la cual pue
otro con piel negra, se engendraban den determinarse las condiciones en
hijos de piel more~a y que estos indi cada caso. El gene mismo no obra
viduos, unidos con otros de piel more como causa infalible, o sea como fuer
na engendraban vástagos morenos, co za que produce determinados efectos en
mo si los dos caracteres o tipos de forma necesaria. Las condiciones que
"sangre” se hubieran mezclado para delimitan sus efectos son: 1) la acción
siempre, como se mezclan la leche y recíproca de los genes entre s í; 2) el
el café, que no pueden luego separarse. ambiente.
Las leyes de Mendel, en cambio, afir La dirección a la cual obedecen estos
man que los vástagos provenientes de principios fundamentales de la G. mo
la unión de individuos con caracteres derna tiene el nombre de neomende-
diferentes, si bien presentan una mez lismo. En oposición a ella, un grupo
cla de tales caracteres, no los trasmiten de científicos rusos ha sostenido la
a sus sucesores, en los cuales los ca doctrina de Michurin, a la que el apoyo
racteres mismos se separan en propor de Lysenko dio por algunos años la
ciones estadísticas cada vez más defi aprobación oficial de la ciencia soviéti
nidas. La G. moderna indica con el ca. El michurinismo es una forma de
nombre de gene al corpúsculo germinal lamarckismo, es decir, parte de la
portador de una determinada caracte creencia del poder creador del ambien
rística física. El gene es una unidad te biológico. "La herencia —dice Ly
y, por lo tanto, no es mezclable. Las senko— es el efecto de la concentra
características heredadas por un orga ción de las condiciones exteriores, asi
nismo son el resultado de la acción miladas por el organismo en una serie
recíproca de sus genes. Habitualmente de generaciones precedentes.” Esto no
uno o dos pares de genes son los prin es más que el postulado de la rigurosa
cipales responsables de las variaciones causalidad del ambiente. El michuri
que se observan en particulares carac nismo niega, por lo tanto, todos los
584
Genético
Genio
instrumentos conceptuales del proba- del siglo xix el adjetivo en cuestión,
bilismo mendelista, o sea la no-heren especialmente cuando se refiere a cien
cia de los caracteres adquiridos y la cias o a partes de ciencias, tiene un
existencia misma del gene. Contra la te significado relacionado con el de evo
sis f u n d a m e n t a l de esta doctrina, lución (véase) y se llama una teoría G.,
J. Huxley ha observado: "Los lamarc- en general, a la consideración del des
kianos y los michurinistas tienen ra arrollo evolutivo de aquello a lo que
zón cuando sostienen que existe una la teoría se refiere (por ejemplo, "psi
relación entre el ambiente y los ca cología G." = estudio de la evolución
racteres de adaptación del organismo. psíquica).
Pero se equivocan cuando suponen que
esta relación es simple y directa. Es Genio (ingl. genius; franc. génie; alem.
compleja e indirecta: los cambios resul Genie; ital. genio). A partir de la
tan completamente al azar y la selec segunda mitad del siglo xvn se aplicó
ción conserva los pocos que favorecen este término (que originalmente indi
a los individuos en ese particular am caba, según Varrón, "la divinidad en
biente. Es éste un dato de hecho cien cargada de cada una de las cosas gene
tífico que ninguna consideración a priori radas y que tiene capacidad de generar
puede alterar" (Soviet Genetics and las”, San Agustín, De Civ. Dei, VII, 13),
World Science, trad. ital., p. 151). En al talento inventivo o creador en sus
realidad, como ha demostrado el citado manifestaciones más altas. Ya Pascal
libro de Huxley (que es uno de los usa la palabra en este sentido: "Los
mayores representantes de la G. moder grandes genios —dice— tienen su im
na), el apoyo dado por los científicos perio, su grandeza, sus victorias y no
rusos al michurinismo nada tiene que tienen necesidad de los éxitos materia
ver con la ciencia y es ejemplo de la les que no tienen relación con lo que
sujeción política de la ciencia. ellos buscan" (Pensées, 793). Y La Bru-
yére decía: “Es menos difícil'a los
Genético (ingl. genetic; franc. généti- grandes genios e mp e ñ a r s e en cosas
que; alem. genetisch; ital. genético). grandes y sublimes que evitar toda
Que pertenece a la generación o se suerte de errores” (Caracteres, 1687,
efectúa a través de la generación. En cap. I). La noción de G. fue restrin
este ú l t i mo s e nt i do Hobbes habló gida al campo del -te por la estética
de una definición genética o por gene- del siglo x v iii . Kant (que probable
rationem. “La razón por la cual —dice— mente se inspira en una obra inglesa
las cosas que tienen causa y generación de Gerard, Essay on Genius, 1774) de
deben definirse a través de la causa fiende este punto de vista. "El talento
y de la generación es ésta: el fin de descubrir —dice— se llama G. Pero
de la demostración es la ciencia de este nombre se da solamente a un
las causas o de la generación de las artista, o sea al que sabe hacer algo
cosas y si esta ciencia no se tiene y no al que conoce y sabe mucho, y
en la definición no se podrá tener no se le da a un artista que solamente
tampoco en la conclusión del silogis imita, sino al capaz de producir su
mo que parte de ella” (De Corp., VI, obra de manera original y, en fin, se le
§13). Más tarde la noción pasó a la da sólo cuando su obra es magistral,
lógica de Wolff, que entendió por defi esto es, cuando merece ser imitada
nición genética "la que expone la géne como ejemplo” (Antr., §57). Éste es el
sis de una cosa, o sea el modo como significado de la definición que Kant
puede realizarse” (L o g §195). El con da del G. en la Crítica del juicio, como
cepto de esta definición está ligado al el "talento (don natural) que da la re
principio expuesto por Hobbes en el De gla al arte”. Como talento, el G. rehuye
Homine (X, §5) en el sentido de que toda regla, pero como creador de ejem
sólo puede existir ciencia demostra plares se distingue de toda extravagan
tiva a partir de las cosas que se pueden cia. Es naturaleza porque no obra ra
producir (como los entes matemáticos cionalmente, y es naturaleza que da
y los entes morales o jurídicos) porque regla al arte. Kant observa que justo
de éstas se conoce la causa con segu por estas últimas características "la
ridad. A partir de la segunda mitad palabra G. ha sido derivada de genius,
585
G e n io
G estaltpsychologie
G im n o s o fis ta s
paralela a una recta dada, lo que da considerarse "geométricas" dependen
lugar a una G. simétrica y opuesta a del grupo de operaciones que se con
la de Lobachevski y Bolyai. La G. eu- sidere como fundamental. Al variar
clidiana es válida para el espacio de este último varía también el significa
curvatura constante nula. La G. de Lo do del término G. Cayley ha demos
bachevski es válida para el espacio de trado que el grupo fundamental de la
curvatura constante negativa. La G. G. proyectiva es más amplio que el de
de Riemann es válida para el espacio de las G. métricas. Una ulterior amplia
curvatura constante positiva. En esta ción se realiza al pasar de la G. pro
última G., una recta no puede ser alar yectiva a la topología (o analysis situs
gada al infinito ya que es finita y ce [véase]) que estudia las propiedades
rrada; y es la G. válida sobre la super invariables con r e f e r e n c i a al grupo
ficie de una esfera (puesto que se muy general de las transformaciones
consideran sólo dos dimensiones) y, por continuas.
lo tanto, el modo más natural de des Por lo tanto, es fácil darse cuenta de
cubrir el mundo para un navegante. la diferencia del p l a n t e o conceptual
De tal manera la G. euclidiana resulta de la G. contemporánea con referencia
un caso particular de una G. mucho a la G. clásica. A diferencia de esta
más extensa y general, pero el verda última, la G. contemporánea no pre
dero significado de este descubrimien supone el objeto de su estudio (o sea
to se aclaró sólo algunos años después, el espacio) y, por ende, no presupone
mediante la utilización de un concepto que tal objeto tenga propiedades nece
que había usado desde sus comienzos sarias, expresables en definiciones uní
la denominada G. proyectiva, o sea el vocas, en a xi omas evi de nt es y en
concepto de transformación. La G. pro postulados inevitables. En cambio se
yectiva cuyas primeras notas se en consideran como objetos de la G. las
cuentran en los trabajos de Gaspar propiedades que resultan invariables a
Monge (1746-1818) introdujo una nueva través de grupos de transformaciones,
operación —la proyección— que per pero al mismo tiempo se intenta rea
mite transformar una figura eh otra, lizar tipos de transformaciones siem
cuyas propiedades pueden ser deduci pre diferentes y considerar, por lo
das de las de la primera. El carácter tanto, invariantes caJ a vez más genera
peculiar de tales propiedades, como fue les. La estructura lógica de esta G., ob
demostrado por Poncelet (Tratado de viamente, nada tiene que ver con la
las propiedades proyectivas de las fi lógica aristotélica ni con la estructura
guras, 1822), consiste en su invariabi de la G. euclidiana. Poincaré describió
lidad, o sea en seguir siendo las mis esta estructura como la de sistemas
mas a través de las transformaciones hipotético-deductivos (véase c o n v en c io
que las figuras sufrían con la proyec n a l is m o ). Por cuanto la forma lógica
ción. En 1874 la G. de posición de de tales sistemas es extremadamente
Staudt, al realizar una exposición rigu rigurosa y evita acudir a elementos u
rosa de la G. proyectiva, demostraba operaciones intuitivas, ha perdido el
que ésta podría absorber en sí toda la carácter de la necesidad racional pro
ciencia geométrica. En e s t a misma pio de la G. clásica y su objeto no es
línea, Félix Klein dio el paso decisivo una sustancia racional, sino las inva
con su programa de Erlangen, o sea con riantes que pueden ser obtenidas a
la introducción al curso que dio en través de operaciones oportunas, pero
dicha Uni ve r s i da d en 1872. Según libremente elegidas.
Klein, la G. no es más que el estudio
de las propiedades invariables respecto G estaltpsychologie, v é a se PSICOLOGÍA.
a un grupo de transformaciones, en
tendiéndose por grupo de transforma G i m n o s o f i s t a s (gr. YDgvo<io<piaTaí; lat.
ciones un conjunto de transformacio gymnosophistae; ingl. gymnosophists;
nes en el cual junto a cada transfor franc. gymnosophistes; alem. Gymnoso-
mación está c o n t e n i d a también la phisten; ital. gimnosofisti). Los "sa
inversa (o sea la que destruye el efec bios desnudos" de la India; los escri
to de la primera). Desde este punto tores griegos dieron este nombre a los
de vista, las propiedades que han de faquires (Aristóteles, Fragm., 35; Es-
589
rr
Giobertismo
Gobierno, formas de
trabón, 16, 2, 39; Plutarco, Atex., 64, hicieron del conocimiento la condición
etc.)- Pirrón, fundador del escepticis de la salvación, de donde les vino el
mo, debió haber visitado a los gimno- nombre, que por vez primera fue to
sofistas en la India e i m i t a d o sus mado por los ofitas o serpentinos, que
costumbres (Dióg. L., IX, 61). después se dividieron en numerosas
sectas. Éstas utilizaban textos religio
G io b e rtis m o , véase ONTOLOGISMO. sos atribuidos a personajes b í b l i c o s ,
por ejemplo, el Evangelio de Judas, al
G lo ria (lat. gloria; ingl. glory; franc. que hace referencia San Ireneo (Adv.
gtoire; alem. Glorie; i tal. gloria). En haer., I, 31, 1). Otros escritos semejan
la terminología bíblica y en la de la tes se han encontrado en traducciones
escolástica medieval, la G. es, por un coptas, la más importante de las cua
lado, el honor que el hombre rinde a les es la Pistis Sophia (editada en 1851)
Dios y por otro la recompensa que Dios que expone, en forma de diálogo en
da al hombre admitiéndolo en el gozo tre el Salvador resucitado y sus discí
de sí. En este último sentido, Santo pulos, María Magdalena en especial, la
Tomás dice que la G. es "la perfecta caída y redención de Pistis Sophia, un
fruición de Dios” (S. Th., III, q. 53, a. ser perteneciente al m u n d o de los
3). Y precisamente en este sentido, eones (véase), como también el cami
Spinoza identificó con la G. de que ha no para la purificación del hombre me
bla la Biblia al amor intelectual de diante la penitencia. Los principales
Dios: "y este amor o beatitud se llama gnósticos de los que tenemos noticia
en los libros sagrados G. y no sin ra son Basílides, Carpócrates, Valentín y
zón. Pues este amor, ya se refiera a Bardesanes, cuyas doctrinas son cono
Dios, ya al alma, puede llamarse jus cidas por las refutaciones de San Cle
tamente satisfacción del ánimo, porque mente de Alejandría, San Ireneo y San
ésta no se distingue en realidad, de la Hipólito. Una de las teorías más típi
G.” (Eth., V, 36, scol.). cas del G. es el dualismo de los princi
pios supremos (admitido, por ejemplo,
G n ó m ic o (ingl. gnomical; franc. gnomi- por Basílides), según las concepciones
que; alem. gnomisch; ital. gnómico). orientales. La tentativa de unión entre
Se dice de quien se expresa mediante los dos principios del bien y del mal
breves sentencias morales, como lo hi da como resultado el mundo, en el cual
cieran los Siete Sabios (véase s a b io s ) se unen las tinieblas y la luz, pero con
que precisamente fueron denominados preponderancia de las tinieblas.
gnómicos.
G n o s io lo g ía (lat. gnosiología). Término-
G n o s e o l o g í u , véase CONOCIMIENTO, TEO acuñado por Calov en sus Scripta Phi-
RÍA DEL. losophica (1650) para indicar una de
G n o s tic is m o (gr. yvüxnq; ingl. gnosti- las dos disciplinas auxiliares de la me
cism; franc. gnosticisme; alem. Gnos- tafísica (la otra es la noología [véase]),
ticismus; ital. gnosticismo). Se deno a saber, la que tiene por objeto "lo
mina así la dirección de algunos grupos cognoscible en cuanto tal". Se deno
filosófico-religiosos que se difundieron minaron gnostólogos algunos aristoté
en los primeros siglos después de Cris licos protestantes que enseñaron en las
to por Oriente y Occidente y que pro universidades alemanas en la primera
dujeron una rica y variada literatura. mitad del siglo xvn. Sobre ellos, cf.
Esta literatura, a excepción de unos Peterson, Geschichte der aristotelischen
cuantos escritos conservados en tra P h ilo so p h ie im p r o te s ta n tis c h e n
ducciones copias, se ha perdido, y sólo Deutschland ["Historia de la filosofía
nos es conocida a través de fragmen aristotélica en Alemania protestante”),
tos citados por los Padres Apologetas Leipzig, 1921; Campo, Cristiano Wotff,
que los refutan. El G. es el primer in Milán, 1939, I, pp. 144 ss.
tento de crear una filosofía cristiana,
intento llevado a cabo sin rigor siste G o b i e r n o , f o r m a s d e (gr. av.r,naxa
mático, mediante la mezcla de elemen jtol.ixsíag; lat. republicae jormae; ingl.
tos cristianos, míticos, neoplatónicos y f o r m s of government; franc. formes
orientales. En general, los gnósticos de g o u v e r n e m e n t ; alem. Staatsver-
590
Gobierno, formas de
inmutable, cuáles hombres quería ad lible y sigue a la buena voluntad hu
mitir a la salvación y cuáles dejar en mana. En realidad ésta y análogas dis
ruina. A los que llama a la salvación tinciones no sirven más que para justi
decimos que los recibe por su miseri ficar el carácter no rigurosamente de
cordia gratuita, sin referencia alguna terminista de la G. en el sentido de que
a su propia dignidad. Por el contra ponga a salvo, como quiera que sea, la
rio, el ingreso en la vida está prohibido libertad humana y con ello también re
a todos aquellos que quiere abando serve a los réprobos (y solamente a
nar a la condena y ello sucede por su ellos) la responsabilidad de su conde
juicio oculto e incomprensible, aunque na. Toda la disputa gira en tomo al
sea justo y equitativo” (Institution de significado de libertad (véase) y ya
la religión chrétienne, 1541, 7). El Au- que ambas partes consideran la libertad
gustinus (1641) de Jansenius contiene como autocausalidad, pero ninguna de
una tesis idéntica a ésta acerca de la las dos considera tal causalidad como
G. Véase jansenismo. primaria o absoluta, la sustancia de la
2) El segundo punto de vista es el disputa se reduce a bien poco desde
que se formuló en la Edad Media y que el punto de vista conceptual. Para una
fue expuesto en la obra de San Ansel o para otra doctrina, la causa primera
mo, Concordia de la presciencia de la de todo y, por lo tanto, también de la
predestinación y de la G. de Dios con libertad o de la salvación humana, es
el libre albedrío (1109), por ejemplo. Dios. Pero la disputa no es verdadera
San Anselmo afirma que la predesti mente conceptual sino religiosa o ecle
nación de Dios no tiene presente la siástica. La defensa de un cierto grado
libertad humana ya que Dios no pre de libertad humana en relación a la G.
destina a nadie violentando su volun tiende a acentuar la importancia de la
tad, sino que deja siempre la salvación acción me d i a d o r a de la Iglesia, en
en poder del predestinado. Sin embar la cual el hombre puede hallar siem
go, en virtud de su presciencia, no pre pre, desde este punto de vista, una
destina sino a aquellos de los que anti administración comprensiva de la G.,
cipadamente conoce la buena voluntad esto es, la ayuda sobrenatural para la
(De Concordia prescientiae, etc., q. 2, salvación. Por otro lado, la acentuación
3). Una solución análoga fue la dada del carácter determinista o necesario
por Santo Tomás. "La preparación del de la G. tiende a poner al hombre di
hombre a la G. —dice— tiene a Dios rectamente a la vista de Dios y de su
como móvil, al libre albedrío como voluntad inescrutable, ya que el peca
movimiento. Se puede considerar bajo do, desde este punto de vista, no puede
dos aspectos: bajo el primero, por el ser perdonado por una acción media
cual depende del libre albedrío, no im dora, sino que, por lo contrario, es sig
plica la necesidad de obtener la G. por no evidente de la falta de la G. y, por
que el don de la G. excede a toda lo tanto, de condena futura. También
preparación de la virtud humana. De fes comprensible que este segundo pun
la segunda manera, por la cual tiene to de vista aparezca, como ha ocu
como móvil a Dios, implica la necesi rrido con el jansenismo, en el seno
dad de obtener la G. que es ordenada fnismo del catolicismo cuando, en nom
por Dios, aun cuando no se trate de bre de un cierto rigorismo moral, se
una necesidad resultante de coacción, quiere insistir acerca del carácter de
sino de la infalibilidad en cuanto la gravedad del pecado y no se está dis
intención de Dios no puede dejar de puesto a considerarlo como un obs
tener efecto” (S. Th., III, q. 112, a. 3). táculo fácil a la salvación.
En el periodo de la contrarreforma
Luis de Molina, en el escrito Liberi (lat. gradas; ingl. grade; franc.
G ra d o
arbitri cum gratiae donis, divina praes- grade; alem. Grad; ital. grado). La im
cientia, providentia, praedestinatione et portancia de esta noción se debe a su
reprobatione concordia, volvió a pro relación con la de infinitesimal y, por
poner la solución tomista distinguiendo lo tanto, comienza con Leibniz que de
la G. suficiente dada a todos los hom ella hace un uso metafísico, aparte del
bres, como condición necesaria de la matemático y físico. Los escolásticos
salvación, de la G. eficaz, que es infa la utilizaron, sin embargo, al hablar de
594
Gramática
597
Gusto
Gusto (ingl. taste; franc. goüt; alem. timiento. Si en el estado sano del
Geschmack; ital. gusto). El criterio o órgano hay una completa o considera
canon para juzgar los objetos del senti ble uniformidad de sentimientos entre
miento. Ya que sólo en el siglo xvm, se los hombres, podemos deducir de ello
reconoció el sentimiento (véase) como una idea de la perfecta belleza, del
facultad en sí, distinta de la facultad mismo modo como la apariencia de los
teórica y de la práctica, la noción de G. objetos a la luz del día, ante los ojos
se determinó en el mismo periodo como de un hombre sano, es considerada
la del criterio al cual adapta o debe como el verdadero y real color de los
adaptarse tal facultad en sus valoracio objetos, incluso si tanto de día como
nes. Bien pronto se atribuyó a la facul de noche el color es sólo un fantas
tad del sentimiento la estética como ac ma de los sentidos” (Essays, I, p. 272).
tividad propia, y así se entendió por A su vez, E. Burke decía: "Con la pa
gusto, sobre todo, el criterio del juicio labra G. no entiendo otra cosa que esa
estético y, con este sentido, ha quedado facultad o esas facultades de la mente
la palabra en el uso corriente. En su que se impresionan por las obras de
significado más general, el G. es defi la imaginación y de las bellas artes y
nido por Vauvenargues como "la dis que se formula un juicio acerca de
posición a juzgar rectamente los obje ellas” (A Philosophical I n q u i r y into
tos del sentimiento” (Intr. a la connais- the Origin of Our Ideas of the Sublime
sance de Vesprit humain, 1746, 12), y and Beautifut, 1756, Intr.; trad. ital.,
por el propio Kant, en la Antropología p. 47). Para Kant, el G. es una especie
(§ 69), donde dice: "El G. (en cuanto de sentido común (véase); es más bien
es una especie de sentido formal) lleva el sentido c o m ú n en su significado
a la coparticipación del propio senti más exacto, ya que se puede definir
miento de placer y dolor para con los como "la facultad de juzgar sobre lo
demás e implica la capacidad, placen que hace universalmente comunicable
tera por el hecho mismo de tal copar al sentimiento suscitado por una de
ticipación, de sentir satisfacción, (com terminada representación, sin i a me
placencia) en común con otros”. En diación de un concepto” (Crítica del
su sentido estético más estricto en Juicio, §40). Por lo tanto, la universa
tendió Hume el r en algunos de sus lidad del juicio de G. no es la del jui
Ensayos morales y políticos (1741), aun cio intelectual, porque no se funda en
c u a n d o lo relacionó estrechamente el objeto, sino en la posibilidad de la
con el sentimiento en general. La be comunicación con los otros. En otros
lleza es, en efecto, un sentimiento y, términos, el juicio de G. es universal
como todo sentimiento es justo, no 5 ÓI0 por el hecho de fundarse en la
refiriéndose a nada fuera de sí, todo comunicabilidad del sentimiento (Crít.
espíritu percibe una belleza diferente. del Juicio, § 39). Kant distinguió tam
Pero esto no impide que exista un cri- bién entre el G. como facultad de
ierii del G. porque hay una especie juzgar y el genio como facultad pro
de s e n t i d o común que restringe el ductora (Ibid., § 48). Croce identificó
valor del viejo lema "No se puede dis estas dos f a c u l t a d e s , considerando
tinguir acerca de G.”. Se puede deter idéntico el proceso de creación y el
minar un criterio del G. sólo recurrien de reproducción de una obra de arte
do a las experiencias y a la observación (Estética, cap. 16). Pero esto no hace
de los sentimientos comunes de la na cambiar el concepto del G. y, en rea
turaleza humana, sin pretender que en lidad, la estética moderna y contempo
cada ocasión estén los sentimientos ránea ha conservado o reproducido con
de los hombres de acuerdo con tal cri modificaciones sin importancia (desde
terio. "En cada criatura —dice Hume— el punto de vista conceptual) la noción
hay un estado sano y un estado defec de G. que los tratadistas del siglo x v i i i
tuoso y solamente el primero nos da elaboraron y cuyas características fun
un verdadero criterio del G. y del sen damentales hemos expuesto.
S 9 á
H
Hábito (gr. lat. h a b í t u s ; ingl. presa así: "Esa especie de actividad
habit; franc. disposition; alem. Fertig- humana influida por la actividad pre
keit; i tal. abito). El significado de esta cedente y que en tal sentido es adqui
palabra debe considerarse distinto al rida, que contiene dentro de sí un
de costumbre (véase) o disposición determinado orden o una determinada
(véase) con los que se confunde fre sistematización de los menores ele
cuentemente. Significa una inclinación mentos de acción; que se proyecta, di
constante o relativamente constante a námica en calidad, dispuesta a mani
hacer o a obrar de una manera deter festarse abiertamente y que obra en
minada. Por ejemplo, el "hábito de alguna forma subordinada y escondida
decir la verdad” es un acto deliberado, aun cuando no sea actividad obvia
que en este caso resulta el empeño mente dominante. Hábito, aun en su
moral de decir la verdad. Y otra cosa uso ordinario, es el término que deno
es la "costumbre de decir la verdad” ta más estrictamente que ninguna otra
que implicaría un mecanismo adapta palabra estos hechos” (Human Nature
do para hacer repetir frecuentemente and Conduct, 1921, pp. 40-41). Dewey
la acción en cuestión. Así, "el hábito consideraba que los términos "actitud”
de levantarse temprano a la mañana” y "disposición” resultaban igualmente
es una especie de compromiso que pue adecuados para este concepto y en rea
de costar esfuerzo y resultar penoso; lidad estos dos últimos términos son
"la costumbre de levantarse temprano muc ho más u s a d o s que hábito y
a la mañana”, en cambio, no resulta un con significado muy semejante.
esfuerzo debido a que se transforma
en un mecanismo consuetudinario. Habladurías (alem. G e r e d e ). S e g ú n
La palabra fue introducida en el len Heidegger, uno de los modos de ser
guaje filosófico por Aristóteles, quien del hombre en la vida cotidiana y anó
(Met., V, 20, 1022, 10) la definió como nima (junto con la avidez de noveda
"una disposición de acuerdo con la des [véase] y la ambigüedad [véase]).
cual algo se halla bien o mal dispuesto Habladurías no es ,n término despec
ya sea hacia sí mismo o hacia otro; tivo; por el contrario, indica un fenó
así, por ejemplo, la salud es un hábito, meno positivo que constituye "la for
ya que es una disposición semejante”. ma de ser [impropia] del comprender
En este sentido cree que la virtud es e interpretar del 'ser ahí' cotidiano. Lo
un hábito, por cuanto no es una “emo hablado 'por' el habla traza círculos
ción” (como la codicia, la ira, el mie cada vez más anchos y toma un carác
do, etc.), ni tampoco una potencia como ter de autoridad. La cosa es así por
sería la tendencia hacia la ira, hacia que así se dice”. (Sein und Zeit, § 35;
el dolor, hacia la piedad, etc. La vir trad. esp.: El ser y el tiempo, México,
tud es más bien la disposición para 1962, F.C.E.).
afrontar bien o mal emociones y po
tencias; por ejemplo, la tendencia a Haecceitas, véase ECCEIDAD.
perdonar los impulsos de la ira o a mo
rigerarlos (Ét. Nic., II, 5). El mismo H echo (ingl. f a c t ; franc. fait; alem.
significado es adoptado por Santo To Tatsache; ital. fatto). En general, una
más que lo expone del siguiente modo posibilidad objetiva de verificación, de
(Contra Gent., IV, 77): "El hábito y comprobación o de control y, por lo
potencia se diferencian en esto: por tanto, también de descripción o de pre
la potencia somos capaces de hacer visión objetiva, en el sentido de que
algo; sin embargo, por el hábito no cada uno puede hacerla propia en las
nos volvemos capaces o incapaces para condiciones adecuadas. "Es un H. que
hacer algo, sino hábiles o inhábiles x”, significa que x puede ser verifica
para aquello que podemos hacer bien do o comprobado por cualquiera que se
o mal”. encuentre en posesión de los medios
Hasta ahora, el concepto no ha su adecuados, o que puede ser descrito o
frido cambios notables. Dewey lo ex previsto de modo controlable. La no
599
Hecho
Met., V, 1, 1013 a 16; 1913 b 20; Fís., distinguir los siguientes significados es
II, 3, 195 a 18), la definió en su signi pecíficos :
ficado específico excluyéndola del cam 1) El antecedente de una proposición
po de las premisas necesarias: "Lo que hipotética, condicional, de un razona
es necesario que sea y es necesario que miento anapodíctico o de un silogismo
aparezca como necesario, no es una H. hipotético. La lógica estoica, a diferen
ni un postulado”, dice (An. Post., I, cia de la lógica aristotélica, dio prefe
10, 76b 23). Axiomas y definiciones rencia a las proposiciones hipotéticas
constituyen las premisas necesarias del y a los razonamientos anapodícticos,
silogismo e II. y postulados, las no ne conforme al planteamiento general de
cesarias. En particular, las H. estable la lógica como dialéctica. Véase l ó g ic a ;
cen la existencia de las cosas defini d ia l é c t ic a ; c a t e g ó r ic o ; a n a p o d íc t ic o .
das. Las definiciones, afirma, deben 2) Una proposición originaria, consi
solamente hacemos comprender lo que derada como fundamento de un discur
de ellas se dice; las H. establecen la so científico, por ejemplo, un postulado
existencia, para deducir las conclusio o axioma de la matemática. En efecto,
nes (I b i d I, 10, 76b 35 ss.). Por consi de tales postulados o axiomas no se
guiente, los razonamientos fundados en afirma ni se niega la verdad, sino que
H. presuponen una especie de conven se les reconoce como válidos en la me
ción o acuerdo preliminar (An. Pr., I, dida en que hacen posible el discurso
44, 50 a 33) y no tienen el valor proba matemático. En tal sentido, las mate
torio de los fundados en las definicio máticas se denominan sistemas “hipo-
nes (Ibid., I, 23, 40b 22). tético-deductivos”. Pero proposiciones
Esta determinación de la H. como análogas a los postulados o axiomas
premisa de grado o cualidad inferior, de las matemáticas y, como ellas, to
o sea privada de la necesidad inheren madas hipotéticamente, se pueden ha
te a las premisas auténticas, es caracte llar en todas las ciencias que han lo
rística de la posición de Aristóteles. No grado cierto grado de elaboración con
se encuentra en Platón. Según Platón, ceptual.
las premisas deben ser escogidas a base 3) Una condición cualquiera. Tal es
de un juicio comparativo, que se orien el significado del término en la expre
ta hacia la "más fuerte" o "mejor” en sión ex hypothesi. Aristóteles habla de
tre ellas (Fed., 100a; 101 d). Platón lo que es "necesario or H.”, o sea en
hace observar que las matemáticas y, virtud de una determinada condición
en general, las disciplinas propedéu (Fís., II, 9, 199b 34ss.).
ticas, no se mueven a través de H., 4) La explicación causal de los fe
sino que las "dejan inmóviles por no nómenos. En este sentido fue usada la
ser capaces de dar razón de ellas” (Rep., palabra a me n u d o d u r a n t e los si
VII, 533 c). E H. se llaman, en el Par- glos xvn y xvm. Locke advertía "debe
ménides, todas las posibles vías de la mos cuidarnos que el nombre de princi
investigación, sin que se destaque nin pios no nos engañe, ni se nos imponga
guna con una designación diferente haciéndonos recibir por verdad incues
(Parm 135 e). Platón declara a veces tionable lo que en realidad no es, en
que "indaga por el camino de las H.”, el mejor de los casos, sino una conje
como lo hacen los geómetras, esto es, tura muy dudosa, tales como son la
razonando así: "Si se verifican algunas mayoría (casi dije todas) de las H.
condiciones se obtendrá un determina formuladas en la filosofía natural” (Es-
do resultado, pero si no se verifican, say, IV, 12, 13), de lo que resulta obvio
el resultado será diferente” (Aien., 87 a). que para Locke la H. es la que enuncia
El uso de las H. en filosofía establece los "principios”, esto es, las causas
una diferencia importante entre la filo de los fenómenos. Aún más explícita
sofía de Platón y la de Aristóteles, en mente decía Leibniz: "El arte de des
lo que concierne al procedimiento de la cubrir las causas de los fenómenos, o
filosofía misma y, en general, al del las verdaderas H., es como el arte de
saber científico. Pero tal diferencia descifrar, en el cual a menudo una
cae dentro de la noción general de H., ingeniosa conjetura abrevia mucho el
como más arriba se ha expresado. Y camino” (Nouv. Ess., IV, 12, 13), donde
en el ámbito de tal noción se pueden son identificadas “H. verdaderas" y
607
H ip o té tic o
po, que degrada a "filólogos" (véase primer lugar por el abandono de con
f i l o l o g ía ), afirmó: "Para conocer l o ceptos tales como "mundo histórico” o
sustancial, es necesario acceder por "historia universal”, por el reconoci
sí a la razón... La filosofía, en la certe miento de la pluralidad de las formas
za de que lo que impera es la razón, se del conocimiento histórico y de su de
convence que lo acaecido hallará su pendencia del material documentario
lugar en el concepto y no alterará la disponible y de los principios que guían
verdad, como está de moda actualmen la selección historiográfica. Desde este
te y con particularidad entre los filó punto de vista, el conocimiento histó
logos que, como se dice con agudeza, rico auténtico versa siempre sobre ob
introducen en la historia elementos pu jetos delimitados o delimitables, nunca
ramente a priori" (Op. cit., p. 8 ). Es sobre la totalidad de la historia y nun
lo que Croce entendía al identificar ca es juicio acerca de tal totalidad, de
historia e historia de la filosofía ( Teo manera que excluye como privados
ría generóle dello spirito, 1920, XIII, 14). de sentido los conceptos de progreso,
2) Es independiente de las limitadecadencia, etc., entendidos en sentido
ciones del material historiográfico y absoluto. Aun cuando la Antigüedad
de los instrumentos de investigación, griega nos haya dejado excelentes ejem
por lo tanto puede prescindir de cual plos de la H. en este sentido (en la
quier historia escrita o que pueda ser obra.de Tucídides y en la de Polibio,
escrita. Fichte consideró la historia por ejemplo), los fundamentos de la que
a priori completamente independiente hoy se denomina metodología historio-
de la historia a posteriori, que es la del gráfica han comenzado a aclararse úni
historiador (Op. cit.). Hegel afirmó que camente a partir del Renacimiento y
para conocer la realidad sustancial de han encontrado su definición, por par
la historia es necesario "llevar consi te de historiadores y filósofos, sólo en
go la conciencia de la razón: no ojos los últimos años. Tales fundamentos
físicos, no un entendimiento, sino el pueden recapitularse del modo siguien
ojo del concepto, de la razón” y, por te:
lo tanto, confiarse a un modo de pro 1) El conocimiento histórico es pers-
ceder rigurosamente a priori (Phil. der pectivista, aleja de sí el pasado y quiere
Geschichte [Filosofía de la historia], entenderlo en su tiempo y lugar, pero
I , p. 8 ) . Croce f j Ió de una "anam no asimilarlo o reducirlo al presente.
nesis" del Espíritu universal que teje El reconocimiento de la alteridad en
la historia y por el cual las fuentes tre la experiencia histórica y la rea
de la historia misma sirven sólo como lidad histórica, entre el sujeto histórico
ocasiones de recuerdo (Teoría e storia y el objeto histórico, entre el presen
delta storiografia, p. 16). El mismo te y el pasado, es una de las condicio
Heidegger comparte esta concepción de nes fundamentales de la investigación
la historia cósmica. Advierte que "his histórica. Constituye la contribución
toria del mundo” significa, en primer que el humanismo ha aportado a la me
lugar, "el gestarse histórico del mundo todología histórica. En tanto que la
en su unidad esencial, existente, con Edad Media ignoraba la perspectiva
el 'ser ahí’, y en segundo lugar "el ges histórica, haciendo de los hechos y de
tarse histórico ‘intramundano’ de lo ‘a los acontecimientos más heterogéneos
la mano’ y lo ante los ‘ojos’ ” ; en ambos y lejanos, hechos y acontecimientos
sentidos la historia cósmica es indepen contemporáneos, el humanismo ha in
diente del conocimiento historiográfico tentado entender el pasado como pasa
(Sein und Zeit, §75; trad. esp.: El ser do, la antigüedad como antigüedad,
y el tiempo, México, 1962, F. C. E.) y una y otra cosa como una y otra cosa
de tal manera, "la ‘selección’ de lo que (cf. E. Garin, Medioevo e Rinascimen-
haya de resultar objeto posible para la to, 1954, II, 5). La exigencia de "re
historiografía es ya hecha en la elección vivir" el pasado, de hacerlo “retom ar”
existencia! fáctica de la historicidad sería falsificadora de la historia, si se
del 'ser ahí’ en que radicalmente surge la tomase al pie de la letra (cf. H. I.
y únicamente es la historiografía” (Ibid., Marrou, De la connaissance historique,
§76). 1954, pp. 43 ss.), como sería falsifica
B ) La H. pluralista caracterizada en dora, si se tomase al pie de la letra, la
618
Historiografía
exigencia presentada por Croce (Teoría en tales hechos, el reflejo de los ins
e storia della storiografia, pp. 3 ss.; La trumentos que los comprueban (véase
storia come pensiero e come azione, h is t o r ia ). En primer lugar, todo hecho
1938, p. 5; trad. esp.: La historia como histórico está individualizado por dos
hazaña de la libertad, México, 1960, parámetros fundamentales, cronológico
F. C. E.), según la cual toda historia y geográfico. En segundo lugar, el ma
debe ser entendida como “historia con terial documental de la Ft. tiene carác
temporánea”. Un corolario de la exigen ter individualizante. Un documento,
cia de la perspectiva histórica es el una moneda, una inscripción se refieren
alejamiento del pasado, que Nietzsche siempre, cada uno, a un hecho único,
consideraba propio de la historia críti y lo mismo un testimonio. En tercer
ca (colocada junto a la historia arqueo lugar, tienen carácter individualizante
lógica que “conserva y venera” y la los criterios de selección historiográ
historia monumental que exalta y alien fica, porque tienden a poner en eviden
ta, Unzeitgemasse Betrachtungen, 1873, cia un hecho entre los demás, a sub
I I ; trad. esp.: Consideraciones intem rayar el significado o la importancia y,
pestivas, Madrid, 1932), alejamiento que por lo tanto, el carácter de algún modo
Nietzsche entendió como el abandono "singular” o “único”. La unicidad del
del pasado y el encaminamiento del hecho histórico ha sido criticada a ve
presente por nuevas rutas y que, por ces como un supuesto carácter metafí-
cierto, constituye una de las enseñan sico de la realidad histórica (cf. los
zas de la H. Pero hay también un ale textos citados en la voz h is t o r ia , 4, a),
jamiento del presente inherente a la pero no puede suscitar objeciones si se
actitud historiográfica sobre el cual in la entiende como el resultado del ca
sistiera sobre todo la Ilustración y que rácter individual de los instrumentos
fuera expresado por P. Bayle con fa historiográficos. Se puede decir que el
mosas palabras: “El historiador —de grado de individualidad del hecho his
cía— debe olvidar que es oriundo de un tórico resulta del grado del éxito que
determinado país, que ha sido criado la investigación historiográfica obten
en una determinada comunidad, que ga. Un hecho parece irrepetible cuando
debe su éxito a esto o aquello y que es la investigación historiográfica ha logra
tos o aquellos son sus parientes o sus do reconstruirlo en su individualidad
amigos. Un historiador en cuanto tal cumplida; pero est; individualidad es
carece, como Melquisedec, de padre, un ideal historiográfico más bien que un
madre o genealogía” (Dictionnaire, art. hecho.
"Usson”, rem. F.). El ideal propuesto 3) El conocimiento histórico es se
por Bayle es difícil de realizar (por lectivo. Éste es uno de los puntos uni
no decir imposible) ya que, como reco versalmente admitidos en la metodo
nocen actualmente los historiadores logía historiográfica (R. Aron, Intro-
(cf., por ejemplo, Marrou, op. cit., ca duction a la philosophie de l’histoire,
pítulo II), la intervención activa de los 1948; 1952, pp. 131 ss.; P. Gardiner, The
intereses y de las orientaciones del his Nature of Historical Explanation, 1952,
toriador, condiciona siempre y en cual pp. 104ss.; M. Bloch, Apologie pour
quier medida, los resultados de su l'histoire, 1952, p. 2; cf. trad. esp.: In
investigación y hasta el descubrimiento troducción a la historia, México, 1952,
de los hechos. No obstante, toda la téc F. C. E.; H. I. Marrou, De la connais-
nica de la indagación historiográfica sanee historique, 1954, pp. 209ss.; W.
tiende, no ya a desencarnar o deshu Dray, Laws and Explanation in History,
manizar al historiador, como lo quería 1957, pp. 98ss.; J. H. Randall, Nature
Bayle, sino a limitar y disciplinar la and Historical Experience, 1958, pp. 25,
intervención de sus intereses en la in 45, etc.). El carácter selectivo de la H.
vestigación. es reconocido también por K. Popper
2) El conocimiento histórico es in (The Poverty of Historicism, 1944, §31)
dividualizante, porque los instrumentos y por el marxista L. Goldmann (Scien
de que se vale son individualizantes. La ces humaines et philosophie, 1952, p. 4).
individualidad o la unicidad (irrepeti- J. H. Randall ha ilustrado de la manera
bilidad) que con frecuencia se reconoce siguiente la función de la elección en
a los hechos históricos es, en realidad, la H .: "El historiador debe realizar una
6 1 9
elección. Debe elegir, entre la infinita de que estos intentos de limitación de
variedad de las relaciones que los he la elección historiográfica, y especial
chos pasados revelan, aquello que es mente la marxista, han llamado polé
importante o fundamental para su his micamente la atención acerca de hechos
toria particular. Si la selección no que podían ser o eran dejados de lado
debe ser sólo aquello que al historiador y, por decirlo así, han dirigido la vista
le parece importante, si no debe ser del historiador hacia una dirección in
subjetiva y arbitraria, debe tener, sin sólita. Pero en última instancia y si se
embargo, un focus objetivo en algo que toman como principios absolutos para
deba ser hecho, en alguna cosa que con la limitación de las elecciones, nie
sidere como obligatoria o impuesta a gan la pluralidad de las elecciones, im
los hombres, en alguna Aufgabe o fa- piden su rectificación y en definitiva
ciendum, en algún trabajo que debe logran falsear la historia, ocultando es
realizarse” (Op. cit., p. 60). La posibi feras de hechos que no son los que ellos
lidad de la selección no se funda en prefieren.
la posibilidad de que el pasado cambie. 4) El conocimiento histórico no se
“No se trata de que el pasado en sí dirige a la explicación causal sino a
pueda cambiar, sino que puede cambiar la explicación condicional. Aunque no
I la selección que el presente realiza del falta quien insista todavía acerca del
pasado. Lo que es significante o im carácter causal de la explicación his
portante en el pasado de toda cosa cam tórica (cf., por ejemplo, Hempel, en
bia a medida que la cosa misma cambia Readings in Philosophical Analysis, ed.
y se desarrolla” (Op. cit., p. 36). La Feigl y Sellars, 1949, pp. 459 ss.; Gar-
elección historiográfica interesa así, en diner, op. cit., pp. 65 ss.), la opinión de
primer lugar, a los hechos, pero intere que las nociones de causa y de ley tie
sa también y al mismo tiempo a las nen escasa posibilidad de aplicación en
hipótesis que se incorporan en la mis el dominio historiográfico (como, por
ma verificación de los hechos. La elec otro lado, también en el dominio de la
ción de una hipótesis no le es necesaria física) tiende a prevalecer entre los
mente sugerida al historiador por sus metodólogos de la historia. El escrito
propias simpatías o por sus orientacio citado de W. Dray es, en este sentido,
nes; algunas veces, como sucede en el particularmente importante (véase acer
caso de Tucídide la hipótesis que pro ca de este punto el artículo explica
yecta y que encuentra verificada por c ió n ). La preferencia concedida a la
los hechos es contraria a todos sus de explicación condicional quita toda su
seos. El pluralismo de las elecciones, importancia al contraste entre explica
o sea la posibilidad de efectuar dife ción y comprensión que pareció expre
rentes elecciones historiográficas y de sar, durante algún tiempo, el contraste
cambiar y corregir las ya efectuadas, entre las ciencias de la naturaleza y
es una de las condiciones del conoci las ciencias del espíritu. En efecto,
miento histórico. Algunas veces los fi tanto la explicación como la compren
lósofos han intentado limitar, en prin sión consisten en la determinación de
cipio, la pluralidad de las elecciones, o la posibilidad del objeto. Véase com
sea establecer un principio que en cada p r e n s ió n .
caso oriente, unilateralmente, la selec 5) El conocimiento histórico se diri
ción historiográfica. Así lo hizo Hegel ge a la determinación de posibilidades
afirmando que la historia es "historia retrospectivas. Ésta es una consecuen
del espíritu”, obligando, de tal mane cia de la renuncia de la H. al esquema
ra, a la elección del historiógrafo a causal (que supone la necesidad del ob
detenerse en las ideas y a declarar his jeto histórico) y de su recurso al esque
I tóricamente inexistente todo el resto. ma condicional. Este esquema consiste
Así lo ha hecho también el materia en la determinación de posibilidades
l lismo histórico (véase) al ifirmar que
la historia es, en primer lugar, histo
o, si se quiere, de probabilidades re
trospectivas. Ya Max Weber reconoció
ria de las "relaciones de producción esta característica como propia del co
de trabajo” y que todo el testo es "su nocimiento histórico: "La consideración
perestructura”, o sea que no determina del significado causal de un hecho his
sino que resulta. No hay duda alguna tórico —decía— comenzará ante todo
020
i
H o lism o
H o m b re
con el siguiente problema: si excluimos 2) K. Popper denominó H. a la ten
el curso de los acontecimientos del com dencia de los historicistas a sostener
plejo de los factores considerados como que el organismo social, como el bio
condicionantes, o bien lo mantenemos lógico, es algo más que la simple suma
en un sentido determinado, ¿habría total de sus miembros, y es también
podido, a base de reglas generales de algo más que la simple suma total de
la experiencia, tomar una dirección las relaciones existentes entre los miem
de algún modo diferente en los puntos bros (The Poverty of Historicism, 1944,
decisivos para nuestro interés?” (Kriti- § 7 ).
sche Studien auf dem Gebiet der kul-
turwissenschaftlichen Logik ["Estudios H o lo m e ria n o s (ingl. holomerians; alem.
críticos en el campo de la lógica de las Holomerianer). Nombre dado por Hen-
ciencias de la cultura”], 1906; trad. ri Moore a los que creen que el alma
ital-, en II método delle scienze storico- reside en la totalidad del cuerpo más
sociali, p. 223). Seguramente todo his bien que en una parte del mismo
toriador reconocería como insensata la (Enchiridion Metaphysicum, I, 27, 1).
tentativa, realizada por Renouvier en
Ucronia, de imaginar "el desarrollo de (gr. avGycu.io;; lat. homo; ingl.
H o m b re
la civilización europea tal como hubie man; franc. homme; alem. Mensch;
ra podido ser y no ha sido”. Pero, como ital. nomo). Las definiciones del H.
dice R. Aron: "Todo historiador, para pueden reagruparse bajo los títulos
explicar lo que ha sido, se pregunta lo siguientes: 1) definiciones que se sir
que podría haber sido. La teoría se ven de la confrontación entre el H. y
limita a dar forma lógica a esta prác Dios; 2) definiciones que expresan una
tica espontánea del hombre común" característica o una capacidad propia
(Op. cit., p. 164; cf. Marrou, op. cit., del H.; 3) definiciones que expresan,
p. 181). Aun cuando los historiadores y como propio o inherente del H., su
los metodólogos de la historia sigan ha capacidad para autoproyectarse.
blando de "causa”, el sentido que dan 1) Las definiciones del primer grupo
a esta palabra no tiene nada que ver son de naturaleza religiosa o teológica,
con su significado tradicional. Por lo pero también pueden encontrarse en
tanto, sería oportuno que un cambio doctrinas que nada t^nen que ver con
terminológico siguiera al ya ocurrido lo religioso o lo teo,^gico. Toda defi
cambio conceptual (cf. una bibliogra nición de esta naturaleza se formula
fía selecta acerca de la metodología a partir del dicho del Génesis "Díjose
historiográfica en Theory and Practice entonces Dios: hagamos al H. a nuestra
in Historical Study; a Report of the imagen y a nuestra semejanza” (Géne
Committee on Historiography, 1942, y sis I, 26). Estas palabras han servido
cf. acerca de los autores considerados a menudo como punto de partida para
en este artículo: P. Rossi, Storia e sto- las especulaciones acerca del alma y
ricismo nella filosofía contemporánea, especialmente acerca de la separación
1960). del alma (véase alm a ). En realidad, es
una definición explícita del H. y como
H o lis m o (ingl. holism; franc. totalisme; tal fue considerada por los teólogos
alem. Holismus; ital. olismo). 1) Una de la Reforma. Por lo demás, ya Aris
variante de la doctrina de la evolución tóteles, al hablar de la vida contem
emergente (véase) que consiste en la plativa, se había referido a un "ele
inversión de la hipótesis mecanicista mento divino” del H., que resulta exce
y en considerar que los fenómenos bio lente en el compuesto que constituye
lógicos no dependen de los físico-quí el H., v que lo hace virtuoso y beato
micos, sino estos últimos de los pri (Ét. Nic., X, 6 , 1177b 26). Pero en la
meros. Esta hipótesis no es más que tradición filosófica este tipo de defini
una forma apenas enmascarada de vita ción del H. ha sido siempre de inspi
lismo. Cf. J. C. Smuts, Holism and ración bíblica. Sobre el H. como ima
Evolution, 1927; J. S. Haldane, The gen de Dios insistieron Calvino (Insti-
Philosophical Basis of Biology, 1931; tutio, I, 15, 8 ) y Zwinglio (Deutsche
Driesch, Zur Kritik des Holismus ["Pa Schriften ["Escritos alemanes”], I, 56)
ra la crítica del holismo”], 1936. y el mismo concepto, a través de las
621
Hombre
conforme al sentido específico que dan 1945, F. C. E., p. 60). Esta caracterís
a la palabra razón. Así, por ejemplo, la tica se hallaba presente, en verdad, en
definición de Rosmini, "el H. es un su el mismo término griego, que significa
jeto animal dotado de la intuición del razón: logos, en efecto, es el discurso
ser ideal indeterminado” (Antropología, racional o la razón que se hace discur
§23), expresa lo mismo que la defini so. En la filosofía contemporánea la
ción tradicional, por cuanto, según Ros definición sirve para expresar el poder
mini, la "percepción del ser ideal in condicionante del lenguaje, esto es, del
determinado” es la razón (Nuovo Sag- comportamiento simbólico en todas las
gio, §396). La definición de De Bonald, actividades del H. Este poder difícil
famosa durante un tiempo: "el H. es mente podría ser exagerado y la defi
una inteligencia servida por órganos” nición en examen es, a justo título, una
((Euvres, 1864, I, p. 41; III, p. 149) no de las más difundidas y aceptadas en la
es otra cosa que una paráfrasis de la filosofía contemporánea. No obstante,
definición tradicional en cuanto en ella no puede ser entendida en el sentido de
el "servicio de los órganos" equivale prescindir de la característica de la
a la "animalidad”. Y la aún más fa autoproyección que el tercer grupo de
mosa definición de Pascal: "El H. no definiciones reconoce al H.
es más que un junco, el más débil de la Una segunda y más específica deter
naturaleza, pero es un junco pensante” minación, considerada a menudo como
(Pensées, 347) puede ser considerada definición del H., es la naturaleza po
también como una variante de la defi lítica, o sea sociable, del H. mismo. Ya
nición tradicional, variante en la cual mencionada por Platón (Def., 415 a),
la connotación de la fragilidad natural esta determinación está estrechamente
del H. ha tomado el lugar de la "ani ligada, en Aristóteles, a la naturaleza
malidad”. Por otro lado, Descartes dejó racional del H. "El que no puede en
a un lado la animalidad y redujo el H. a trar a formar parte de una comunidad
pensamiento, como conciencia inmedia o el que no tiene necesidad de nada,
ta: "Yo no soy, precisamente hablando, bastándose a sí mismo, y no es parte
más que una cosa que piensa, o sea un de una ciudad: o es una bestia o es un
espíritu, un entendimiento o una ra dios” (Pot., I, 2, 1253 a 27). Es evidente
zón” (Med., II). Pero la animalidad, que, para Aristóteles, racionalidad y
en la definición tradicional, sirvió, por politicidad del H. esidn estrechamente
un lado, para explicar la obvia limita relacionadas y así permanecen para to
ción de la actividad pensante del H. y, dos los que, más tarde, se basarían en
por otro lado, para reconocer en el H. esta definición. Hobbes, que comba
un ser terrestre o mundano, que tiene tió esta definición, la entendió como
necesidad de órganos. Husserl, en el si significara: "El H. es apto, desde el
sentido cartesiano, ha dicho: "Si el H. nacimiento, para vivir socialmente", y
es un ser racional (animal rationale), afirmó que en este sentido es falsa, por
lo es solamente en la medida en que que el hombre resulta apto para aso
toda su humanidad es una humanidad ciarse solamente gracias a la educa
racional, en la medida en que se en ción (De Cive, I, 2, y nota). Pero el
cuentra orientado, en forma latente, significado más cbvio de la definición
hacia la razón o bien, abiertamente, ha en examen es que el H. no puede menos
cia la entelequia que le es revelada que vivir en sociedad y, en este senti
y que guía ya conscientemente, por una do, ni siquiera Hobbes duda de la exac
necesidad esencial, hacia el devenir hu titud fundamental de tal significado.
mano” (Di Krisis der europaischen Wis- Sin embargo, esta definición no fue pro
senschaften und die transzendentale puesta para determinar la naturaleza
Phanomenologie ["La crisis de la cien del H. en su totalidad.
cia europea y la fenomenología tras Con la pretensión de expresar la to
cendental”], 1954, pp. 13-14). La última talidad del H. se presenta, en cambio,
y más novedosa versión de la vieja la definición de Bergson: "Si pudié
definición es la del H. como animal ramos despojamos de nuestro orgullo,
simbólico, o sea como animal que habla si para definir nuestra especie nos atu
(Cassirer, Essay on Man, cap. II; trad. viéramos estrictamente a lo que la pre
esp.: Antropología filosófica, México, historia y la historia nos presentan co
623
Hombre
H o m in is m o
H o m o lo g ía
III, 3, 302 b 3; Met., I, 3, 984 a 14; cf. nas. Denominó "ley de H.” al enuncia
Dióg. L., II, 8 ; Lucrecio, De rer. nat., do que expresa que "Dos conceptos,
I, 830; Sexto Empír., Adv. Math., X, 25). aun cuando sean diferentes entre sí,
pueden estar siempre subordinados a
(alem. Hominismus). Tér
H o m in is m o un concepto más alto o que, en otros
mino creado por Windelband para in términos, las cosas más dispares de
dicar el relativismo, esto es, la doctri ben, en ciertos respectos, ser simila
na que enuncia que el hombre es la res”. Junto a esta ley, Hamilton enun
medida de todas las cosas. Véase rela ció asimismo "la ley de heterogenei
t iv is m o . dad”, s e g ú n la cual "todo concepto
contiene otros conceptos y, por lo tan
Definición dada por Berg-
H o m o fa b e r. to, aun dividido, se desciende siempre
son del hombre, en cuanto vio en la hacia otros conceptos y nunca a los
inteligencia, que es la característica individuos o que, en otros términos,
fundamental del hombre, la facultad las cosas más homogéneas o similares
de fabricar instrumentos no organiza deben, en ciertos respectos ser hetero
dos (La pensée et le mouvant, 1934, p. géneas o disímiles”. Estas dos leyes
105). Véase i n t e l i g e n c i a . gobiernan, según Hamilton, toda la cla
sificación de las cosas en géneros y
H om o hom o. Es la definición que del especies (Hamilton, Lectures on Logic,
sabio dio el humanista francés Ch. § 40; vol. I, 2? ed., 1865, pp. 209-10).
Boville (1470 o 1475-1553, aproximada
mente) en su libro Sobre el sabio. El ( gr. 6 u o i o i’ a i a,
H o m o m s ía -h o m o u s ía
sabio es la perfección del hombre por ógovaía). Se dice que toda la disputa
que es el hombre que se ha formado teológica que dio lugar al Concilio de
con su inteligencia y ha adquirido con Nicea (325) versó en torno a una iota,
ciencia de sí mismo y del mundo (De o sea a la diferencia entre la homo-
Sapiente, 22). iusía, la doctrina de Arrio que admitía
sólo una semejanza entre la sustancia
(ingl. h o m o g e n e i t y ;
H o m o g e n e id a d de Dios-Padre y la del Logos y la ho-
franc. Iwmogénéité; alem. Homogenei- mousia, o sea la doctrina de San Ata-
tat; ital. omogeneitá). La relación en nasio que admitía la consustancialidad
tre cosas que pert ecen al mismo gé de Dios-Padre y el Logos. La decisión
nero (por ejemplo, blanco y negro), del Concilio a favor de la homousía
que tienen la misma composición (por estableció el principal fundamento dog
ejemplo, las partes de un objeto com mático de la teología cristiana.
puesto por el mismo material), que
tienen entre sí partes similares, o sea H o m o lo g ía (gr. óutú.oyía; ingl. homolo-
que se corresponden en sus términos gy; franc. homotogie; alem. Homolo-
(por ejemplo, dos relojes construidos gie; ital. omotogia). 1) Para los estoi
del mismo modo). Spencer usó el tér cos, el término técnico que indicaba
mino en el sentido de indiferenciación el acuerdo con la naturaleza como re
y definió la evolución como el paso de gla fundamental de la conducta (Es-
lo homogéneo a lo heterogéneo, o sea tobeo, EcL, II, 76, 3), término que Ci
de lo indiferenciado a lo diferenciado cerón tradujo como convenientia (De
en p a r t e s entre sí diferentes (First Fin., III, 6 , 21).
Principies, § 145). 2) La H. es actualmente un concepto
Kant denominó "principio de la H.” científico definido en forma diferente
a la regla de la razón que intenta bus en las diferentes disciplinas. En geo
car unificaciones conceptuales cada vez metría se denominan homólogos los
más e x t e n s a s , o sea géneros cada elementos que se corresponden en dos
vez más altos, regla que resultaría de figuras similares. En biología se de
oposición simétrica a la regla de la nominan homólogos los órganos que se
especificación (véase) y con ésta con corresponden en relación con la tota
cluiría en la ley de la afinidad (véase) lidad del organismo, aun no teniendo
(Crit. R. Pura, Apéndice de la dialécti la misma función (como sucede, en
ca trascendental). Hamilton repitió cambio, en los organismos análogos).
sustancialmente estas nociones kantia Véase a n a l o g ía .
r>26
F
H o m o n im ia
H o riz o n te
H o m o n im ia (ingl. h o m o n y m y ; franc.H o riz o n te (gr. jtepiéxov; lat. h o r i z o n ;
homonymie; alem. Homonymie; ital. franc. horizon; alem. Horizont; ital.
omonimia). En Aristóteles, se designa orizzonte). El limite que circunscribe
así la ambigüedad de un término, o sea la posibilidad de una búsqueda, de un
el hecho de que el t é r m i n o mismo pensamiento o de una actividad cual
sea usado para denotar cosas diferen quiera, un límite que se puede despla
tes. La H. de la frase se denomina an- zar, pero que se vuelve a presentar
fibolia (véase). Véase e q u ív o c o ; u n í luego de cada desplazamiento. El tér
voco . mino fue introducido en filosofía por
Anaximandro (siglo vi a. c.) que con
H o m o te ís m o (ingl. homotheism; alem. sideró al Principio (lo infinito o apei-
homotheismus; i t a l . omoteismo). Lo ron) como lo que "abraza todas las
mismo que antropomorfismo (véase). cosas y las dirige” (Arist., Fís., III, 4,
Término creado por Emst Haeckel. 203 b 11).
En el sentido moderno, el concepto
H o n o r (ingl. honor; franc. h o n n e u r ; fue aclarado por Kant, que entendió
alem. Ehre; ital. onore). Toda mani por horizonte el límite o la medida de
festación de consideración y estima tri extensión del conocimiento, y distin
butada a un hombre por otros hombres, guió un horizonte lógico, que concierne
como también la autoridad, el prestigio a los poderes cognoscitivos en relación
o el cargo mediante los cuales se le re con el interés del entendimiento; un
conoce. Los antiguos consideraban el H. horizonte e s t é t i c o , que concierne al
como uno de los bienes fundamentales gusto en relación con el interés del
de la vida social, y Aristóteles recono sentimiento, y un horizonte práctico,
ció que existe una virtud en relación al que concierne a lo útil, en relación con
H., como hay una virtud (la liberalidad) el interés de la voluntad. En general
en relación al dinero. Tal virtud es la "el horizonte concierne al juicio y a la
magnanimidad (véase), cuyo exceso es determinación de lo que el hombre
la ambición y cuyo defecto es la estre puede saber, logra saber y debe saber”
chez de alma (Ét. Nic., II, 7, 1107 b 20). y puede ser objetivo, en cuyo caso es
Esta acentuación de la importancia del histórico o también racional, o subje
H. considerado como “el premio de la tivo, en cuyo caso as universal o abso
virtud y del hacer bien” (Ibid., VIII, luto o también p^ticular o privado
14, 1163 b 3) es resultado de la ética (Logik [Lógica1, Intrd., § VI, A).
griega, de la cual pasó a la costumbre La noción reaparece en la filosofía
y al derecho en la tradición occidental, contemporánea y, en primer lugar, en
a través de su planteamiento aristocrá Husserl, que entendió por H. "todo el
tico. La "respetabilidad” es, en el mun campo temporal y fenomenológico del
do moderno, lo correspondiente a este yo puro, que éste puede recorrer par
antiguo concepto. Es bastante obvio, tiendo de cualquiera de sus vivencias
sin e m b a r g o , que "el bien hacer” en las tres dimensiones del antes, el
(euEQYsma) cuyo premio, además de la después y lo simultáneo” (Ideen, I, §
virtud, debería ser el H. según Aristó 82), y luego en Jaspers, por quien ha
teles, incluye una buena dosis de con pasado al uso filosófico corriente. Dice
formismo a los prejuicios dominantes Jaspers: “Nosotros siempre vivimos y
en el grupo o en la clase social que pensamos en un H. circunscrito. Por
confiere el H. y la moderna analogía el hecho mismo que se trata de un H.,
del H., la respetabilidad, no incluye tenemos el presentimiento de un H.
una dosis menor de conformismo. No más vasto, que comprende a su vez al
debe asombrarnos que el H. haya su H. alcanzado; surge así el problema
gerido a menudo y continúe sugirien de un H. que abraza a todo otro H.
do acciones inmorales, malvadas o ver (H. envolvente, das Umgreifende). El
daderos d e l i t o s , ya sea en la vida H. envolvente es un H. en el que se
privada o en las relaciones entre los nos ofrece todo tipo determinado de
pueblos, en los cuales el H. ha tenido realidad y de verdad, pero es también
a menudo una parte predominante en aquello en lo que está comprendido
suscitar o en mantener vivos los con todo H. en particular tanto como en el
flictos. H. que todo envuelve y que ya ni si-
627
Hórmica, teoría
Humanidad
quiera es pensable como H.” (Vernunft bre, en el significado aristotélico inhe
und Existenz ["Razón y existencia”], rente a la metafísica clásica. En tal
1935, p. 29). En tanto el concepto de sentido Santo Tomás decía: "H. signi
H. envolvente, que es el de H. de todos fica los principios esenciales de la es
los horizontes posibles, es propio de la pecie, tanto formales como materiales,
filosofía de Jaspers, el de H. puede prescindiendo de los individuales. Pues
ser útilmente adoptado por cualquier se dice H. en cuanto que alguien es
dirección filosófica para indicar los lí hombre, y el hombre es alguien, no por
mites de validez de una investigación sus principios individuales, sino sólo
determinada, o el tipo de validez a la porque tiene los principios esenciales
que aspiran los instrumentos de los que de la especie" (Contra Gent., IV, 81).
se sirve (cf. C. D. Buras, The Horizon 3) El género humano, esto es, la es
of Experience, 1934; Abbagnano, Pos- pecie humana como entidad biológica.
sibilitá e liberta, 1956, pp. 95 ss.). En tal sentido se habla de la historia
o de las vicisitudes de la H. sobre esta
(ingl. hormic theory).
H ó rm ic a , te o r ía tierra o de la evolución biológica de
Nombre dado comúnmente en la lite la humanidad, por ejemplo.
ratura anglosajona a la teoría según la 4 ) La síntesis hipostasiada de la his
cual las emociones dependen de deter toria o de la tradición del hombre,
minados instintos fundamentales (óen'í según el concepto de Comte, que la en
= instinto), que se hallarían en la base tiende como "el conjunto de los seres
de toda la actividad psíquica. La teo pasados, futuros y presentes que con
ría ha sido sostenida por G. F. Stout, curren libremente a perfeccionar el or
J. Dewey, S. Alexander, T. P. Nunn den universal” (Politique positive, IV,
(que usó por vez primera la expresión) p. 30). En tal sentido, la H. constituye,
y, principalmente, por W. McDougall. según Comte, un Gran Ser, o sea una
Cf. J. C. Flugel, Studies in Feeling and especie de divinidad que no es más
Desire, Londres, 1955. Véase e m o c i ó n . que el mismo mundo histórico hipos-
tasiado. Comte quiso instituir el culto
H uevo (gr. coóv; ingl. egg; franc. ceuf; de este gran ser (véase g r a n s e r ).
alem. Ei; ital. uovo). El primer prin 5) La naturaleza racional del hom
cipio del mundo, según la teogonia ór- bre, en cuanto dotada de dignidad y,
fica (Orphicorum fragmenta, 53, 54 por lo tanto, en cuanto debe valer como
Kem). La consideración del mundo fin en sí misma. Éste es el significado
como un gigantesco animal sirve de que la palabra posee en la segunda
base a este mito, que tiene numerosos fórmula del imperativo categórico de
precedentes orientales. Acerca de es Kant: "Obra de manera de tratar a la
tos precedentes y del mito mismo, cf. H. (Menschheit), tanto en tu persona
A. Olivieri, C i v i l t a greca nell’Italia como en la persona de todos los demás,
meridionale, 1931, pp. 3-32. siempre como fin y nunca sólo como
medio” (Grundlegung der Metaphysik
(lat. humanitas; ingl. hu-
H u m a n id a d der Sitien [Fundamentación de la me
tnanity; franc. humanité; alem. Huma- tafísica de las costumbres'], II). La H.
nitat, Menschheit; ital. umanita). El en la persona de los hombres es el ob
término tiene los siguientes significa jeto propio del respeto (véase) que,
dos principales: según Kant, es el único sentimiento
1) La forma acabada, el ideal o el moral (Met. der Sitien, II, § 11).
espíritu del hombre. En este sentido, 6) La disposición a la comprensión
adoptaron los antiguos la palabra hu de los demás o a la simpatía hacia los
manitas, que corresponde al griego pai- demás. En este sentido el término ha
deia y de la cual ha surgido el nombre sido óptimamente definido por Kant:
y el concepto mismo de hutnanismo "H. (Humanitat) significa, por un lado,
(véase infra). En s e n t i d o análogo, el sentimiento universal de la simpa
Humboldt consideró como fin de la tía, por el otro, la facultad para comu
historia "la realización de la idea de nicar, íntima y universalmente, dos
la H." (Schriften, IV, p. 55; trad. esp.: propiedades que en su conjunto cons
Escritos políticos, México, 1943, F.C.E.). tituyen la sociabilidad propia de la H.
2) La sustancia o la esencia del hom (Menschheit) por la cual se diferencia
Hnminiimn
del aislamiento animal” (Crít. del jui conocimiento de su puesto central den
cio, § 60; cf. Antr., § 8 8 ). tro de la naturaleza y su destino de
d o m in a d o r de la naturaleza misma
H u m a n is m o (ingl. h u m a n ism ; franc. (Manetti, Pico della Mirándola, Ficino).
humanisme; alem. Humanismus; ital. 2) El reconocimiento de la historici
umanesimo). El término es usado para dad del hombre, o sea de los nexos
indicar dos cosas diferentes, a saber: del hombre con su pasado, relaciones
I) el movimiento literario y filosófico que por un lado sirven para conectarlo
que tuvo sus orígenes en Italia en la con tal pasado y, por el otro, pitra dis
segunda mitad del siglo xiv y que de tinguirlo y oponérsele. Desde este pun
Italia se difundió a otros países de Eu to de vista, es parte fundamental del
ropa y constituyó el origen de la cul H. la exigencia filológica, que no sola
tura moderna; II) cualquier movimien mente constituye la necesidad de des
to filosófico que considere como fun cubrir los textos antiguos y de restable
damento la naturaleza humana o los cerlos en la forma auténtica, estudian
límites y los intereses del hombre. do y relacionando los códices, sino
I) En su primer significado, que es también la necesidad de encontrar en
el significado histórico, el H. es un as ellos el auténtico significado de poesía
pecto fundamental del Renacimiento o de verdad filosófica o religiosa que
{véase) y justo el aspecto por el cual contienen. La admiración y el estudio
el Renacimiento es el reconocimiento de la Antigüedad no habían sido aban
del valor del hombre en su plenitud y donados durante la Edad Media, pero
el intento de entenderlo en su mundo, lo que constituye el signo caracterís
que es el de la naturaleza y de la his tico del humanismo es la exigencia de
toria. En este sentido el H. se puede descubrir el rostro auténtico de la An
remontar a la obra de Francesco Pe tigüedad, liberándola de los añadidos
trarca (1304-74). Los principales huma que la tradición medieval había acumu
nistas italianos son: Coluccio Salutati lado en ella.
(1331-1406), Leonardo Bruni (1374-1444) 3) El reconocimiento del valor hu
Lorenzo Valla (1407-57), Giannozzo Ma- mano de las letras clásicas. Éste es el
netti (13964459), León Bautista Alberti aspecto que da su nombre al H. Ya en
(1404-72), M a r i o Nizolio (1498-1576). tiempos de Cicerón de Varrón la pa
Entre los humanistas franceses: Char labra humanitas significaba la educa
les Boville (1470 o 1475-1553), Michel de ción del hombre como tal, lo que los
Montaigne (1533-92), P i e r r e Charron griegos denominaron paideia, y se re
(1541-1603), Francisco S á n c h e z (1562- conocían en las "buenas artes” las dis
1632), Justus Lipsius (1547-1606). Entre ciplinas que forman al hombre por
los humanistas españoles se recuerda serle propias al hombre mismo, dife
a Juan Luis Vives (1492-1540) y entre renciándolo de los otros animales (Aulo
los alemanes a Rodolfo Agrícola (1442- Gelio, Nocí, hit., XIII, 17). Las buenas
1485). Los asuntos fundamentales del artes, que aún hoy se denominan dis
H. pueden ser expuestos así: ciplinas humanísticas, todavía no te
1) El reconocimiento de la totalidad nían para el H. valor de finalidad sino
del hombre como ser formado de alma de medio para la "formación de una
y de cuerpo y destinado a vivir en el c o n c ie n c ia verdaderamente humana,
m u n d o y dominarlo. El curricidum abierta en toda dirección, a través del
medieval de los estudios era realizado co n o c im ie n to histórico-crítico de la
por un ángel o por un alma desencar tradición cultural” (Garin, L’educazio-
nada. El H. reivindica para el hom ne umanistica in Italia, p. 7). Véase
bre el valor del placer (Raimondi, Fi CULTURA.
delio, Valla), afirma la importancia del 4) El reconocimiento de la natura
estudio de las leyes, de la medicina y lidad del hombre, esto es, del hecho de
de la ética, en contra de la metafísica que el hombre es un ser natural para
(Salutati, Bruni, Valla), niega la su el cual el conocimiento de la natura
perioridad de la vida contemplativa leza no es una distracción imperdona
sobre la activa (Valla). Se detiene ble o un pecado, sino un elemento in
mucho en la exaltación de la dignidad dispensable de vida y de éxito. El
y de la libertad del hombre, en el re reflorecimiento del aristotelismo, de la
6 2 9
H u m a n ita ris m o
H u m ild a d
magia y de las especulaciones natura tencia y de vanagloria (Filipenses, II)
listas (por obra de Telesio, Bruno y y vio el modelo en Cristo que se rebajó,
Campanella) es el preludio de la cien con la encarnación, hasta el hombre
cia moderna. (Ibid. II, 3-11). Del mismo modo, San
II) El segundo significado de la pa Agustín habla de la H. con preferencia
labra no siempre tiene estrechas rela en relación con la via humilitatis, que
ciones con el primero. Se puede decir es la encamación del Verbo para la
que para éste el H. es toda filosofía que redención de los hombres, y en tal sen
hace del hombre, de acuerdo con el tido opone la H. cristiana a la sober
viejo dicho de Protágoras, "la medida bia de los platónicos, que sabían mu
de las cosas”. Precisamente en este chas cosas, pero que i g n o r a b a n la
sentido y con referencia al dicho de encamación (Conf., VII, 9). Santo To
Protágoras, F.C.S. Schiller denominó H. más consideró la H. como la parte
a su pragmatismo (Studies in Huma- de la virtud "que atempera y frena el
nism, 1902). En el mismo sentido, pero ánimo para que no tienda sin medida
para rechazarlo, lo ha entendido Hei- hacia las cosas más altas" y vio en ella
degger, que lo ha visto como la direc el complemento de la magnanimidad
ción de la filosofía que hace del hom que "confirma el ánimo contra la deses
bre la medida del ser y subordina el peración y lo lleva a perseguir las co
ser al hombre, en lugar de subordinar, sas grandes según la recta razón” (S.
como debería hacerlo, el hombre al Th., II, 2, q. 161, a. 1). Pero es obvio
ser, y ver en el hombre sólo "al pastor que, en este sentido, la H. no es más
del ser” (Holzwege ["Los caminos del que la magnanimidad misma en el sig
bosque”], 1950, pp. 101-102). En un sen nificado aristotélico (véase m a g n a n i
tido análogo, Sartre ha aceptado la m i d a d ) y que nada tiene que ver con la
calificación de H. para su existencialis- H. en el sentido que le otorgara San
mo (L’existentialisme est mi humanis- Bernardo.
me, 1949). Los filósofos han polemizado a me
En líneas más generales se puede nudo contra la H. en el sentido medie
entender por H. cualquier dirección fi val o han intentado darle un significa
losófica que tenga en cuenta las posi do compatible con la ética clásica.
bilidades y límite del hombre y que, Spinoza negó que la H. fuera una
sobre esta base, proceda a una nueva virtud y la consideró una emoción pa
dimensión de los problemas filosóficos. siva en cuanto nace del hecho de que
"el hombre considera su impotencia.
H u m a n ita ris m o (ingl. humanitarianism; Pues si suponemos que el hombre con
franc. humanitarisme; alem. Humani- sidera su impotencia por el hecho de
tat; ital. umanitarismo), véase f i l a n que entiende algo más potente que él
t r o p ía . y con este conocimiento limita su po
tencia de obrar, ...n o concebimos sino
( gr. x o L tE iv o q p Q o o ú v ri; lat. hll-
H u m ild a d que el hombre se entiende a sí mismo
militas; ingl. humility; franc. humilité; distintamente, o sea, que es favoreci
alem. Demut; ital. umilta). La actitud da su potencia de obrar... Por lo tan
de voluntaria abyección, típica de la re to ...no es una virtud, sino una pa
ligiosidad medieval, sugerida por la sión" (Eth., IV, 53). Kant distinguió
creencia en la naturaleza miserable y entre H. moral, que es "el sentimiento
pecaminosa del hombre. En este sen de la pequeñez de nuestro valor en
tido, la H. es exaltada e ilustrada por relación con la ley", y la H. espuria,
San Bernardo de Claraval: "La H. es que es "la pretensión de adquirir, me
la virtud por la cual el hombre, con diante la renuncia a cualquier valor
verdadero reconocimiento de sí, se tie moral de sí, un valor moral oculto".
ne a sí mismo por vil” (De gradibus La pretensión en superar a los demás
kumilitatis et superbiae, en P. L., 182?, rebajándose a sí mismo es una ambi
col. 942). En este sentido, la H. fue ción opuesta al deber hacia los demás
desconocida en el mundo antiguo. El y el servirse de este medio para obte
mismo San Pablo, que adoptara por ner el favor de otros (Dios, hombre o
vez primera la palabra, la entendió lo que sea) es hipocresía y adulación
como ausencia del espíritu de compe (Met. der Sitien, II, § 11). A su vez.
630
Humor, o estado de ánimo
H ystero n p ro tero n
Hegel afirmó que la H. “es la concien La injusticia no es más que una forma
cia de Dios y de su esencia como de H. porque es la transgresión de los
amor" (P h ilo so p h isch e Propadeutik justos límites en relación con los demás
["Propedéutica filosófica”], § 207; cf. hombres. En este sentido, decía Hesío-
Philosophie der Religión [Filosofía de do: "La justicia, cuando ha logrado
la religión], ed. Glockner, II, p. 553). su término, triunfa sobre la H.: el
Por otro lado, la protesta de Nietzsche, tonto comprende solamente cuando ha
que ve en la H. simplemente un as sufrido” (Op„ §§216-17). Y Platón con
pecto de la "moral de los esclavos", sideró que hay H. siempre que "la me
está obviamente dirigida contra el tí dida del gusto” es superada y que, por
pico concepto medieval de la H. (cf. lo tanto, la H. tiene muchas caras, mu
Werke, ["Obras”], VII, pp. 348 ss.). chas partes, lo mismo que muchos nom
bres (Fedro, 238 a). Aristóteles dio un
H u m o r , o e s ta d o d e á n im o (ingl. mood; significado más restringido al término,
franc. humeur; alem. Stimmung; ital. entendiéndolo como la ofensa gratuita
umore). Un estado emotivo que no tie hecha a los demás por el único placer
ne objeto o cuyo objeto es indetermi de sentirse superior, es decir, la inso
nable y que, por lo tanto, se distingue lencia (Ret., II, 2, 1378 b 23).
de la emoción verdadera y propia. Esta
distinción ha sido propuesta por W. Cerf lly le s e n s ib le (alem. Ely le sensuell).
("H. y emociones en el arte” en Rivista Husserl ha indicado con este término
di Filosofía, 1954, pp. 363 ss.) y parece los contenidos sensibles (colores, soni
oportuna para individualizar, en la vasta dos o también placeres, dolores, impul
gama de los estados emotivos, los esta sos, etc.) que, privados por sí mismos
dos que se encuentran bajo el nombre de referencia intencional, adquieren tal
de H. El H. no tiene objeto intencio referencia en la vivencia y, de tal ma
nal, en el sentido de que no existe un nera, son distintos en su forma inten
H. d e... como existe miedo de... o una cional y al mismo tiempo están unidos
alegría d e ..., etc. Tiene una causa o a ella (Ideen, I, §85). Véase infra h y -
una razón, pero no se refiere a un ob LÉTICOS, DATOS.
jeto en particular y no constituye la
advertencia del valor biológico de una H y lé tic o s, d a to s (alem. hyletische Data).
situación. En tal sentido, Cerf ha afir En la terminologí de Husserl, son los
mado que en el arte no existen emocio constituidos por los contenidos sensi
nes sino solamente humores. bles y que comprenden, además de las
Acerca del significado existencial del sensaciones denominadas extemas, tam
H. ya había llamado Ja atención Hei- bién los sentimientos, los impulsos, etc.
degger: "El hecho de que los sentimien En este sentido las consideraciones y
tos puedan trastocarse y enturbiarse só los análisis fenomenológicos dirigidos
lo dice que el ‘ser ahí' es en cada caso a este elemento material, se denomi
ya siempre en un estado de ánimo”. nan hylético-fenomenológicos, así como
En el mal H. "el estado de ánimo ‘cae los relativos a los correspondientes mo
sobre’. .. La exégesis fenomenológica mentos noéticos se denominan noético-
ha de dar al 'ser ahí’ mismo la posibi fenomenológicos (Ideen., I, §85).
lidad de ‘abrir’ originalmente, deján
dole que se interprete a sí mismo” H yste ro n p ro tero n . Estos términos, co
(Sein imd Zeit, §29; trad. esp.: El ser mo los de hysterologia y protysteron,
y el tiempo, México, 1962, Fondo de se comenzaron a usar en el siglo iv
Cultura Económica). a. c. por obra de los gramáticos grie
gos y latinos (por ejemplo, Querobosco,
H ybris (gr. vpgig). Con este término, Trop., 27; Servio, ad Vergitium, A, 9,
que no se puede traducir a las lenguas 816) para indicar la figura retórica que
modernas, entendieron los griegos una consiste en decir primero lo que debe
violación cualquiera a la norma de la ría ser dicho después, como cuando se
medida, esto es, de los límites que dice "Está bien y está vivo.” Leibniz
el hombre debe mantener en sus rela adopta el término en el mismo sentido,
ciones con los otros hombres, con la considerándolo equivalente a rebours y
divinidad o con el orden de las cosas. lo opone a círculo vicioso (Nouv. Ess.,
H ystero n p ro tero n
6 3 2
I
I. 1) En la lógica formal "aristotéli cosas se parecen a ellas y son imágenes
ca”, esta letra es usada como símbolo de ellas; y la participación de estas
de la proposición particular afirmativa otras cosas en la especie no consiste
(Pedro Hispano, Summ. Log., 1, 21). más que en ser imágenes de la espe
2) En la lógica modal tradicional cie” (Ibid., 132 d). En el mismo diá
I. designa la proposición modal que logo, Platón nos dice qué cosas admite
niega el modo y afirma la proposición. como I., cuáles son las que no admite y
Por ejemplo, "No es posible que p", cuáles son las que dudaría admitir:
donde p es una proposición afirmativa "¿A ti te parece que existe una seme
cualquiera (Arnauld, Log., II, 8 ). janza en sí, separada de la semejanza
G. P.-N. A. que nosotros tenemos y uno y muchos
en sí y otras cosas por el estilo? —A
I d o e l l o , véase p s i c o a n á l i s i s . mí me parece que sí —dice Sócrates.
—¿Y admites que exista —volvió a de
I d e a (gr. ISéa; lat. idea; ingl. idea; cir Parménides— la especie de lo justo
franc. idée; alem. Idee; i tal. idea). en sí, de lo bello en sí, del bien en sí
Este término ha sido usado con dos sig y de otras cosas semejantes? —Sí —res
nificados fundamentales diferentes, a pondió Sócrates. —¿Y admites que exis
saber: 1) como la especie única in- ta una especie del hombre separada de
tuible en una multiplicidad de objetos; nosotros y de todos nuestros semejan
2) como cualquier objeto del pensa tes, una especie en sí del hombre, del
miento humano, o sea como represen juego, del agua? —Siempre he tenido
tación en general. En su primer signi dudas —respondió Sócrates— de si con
ficado la palabra fue utilizada por Pla viniera o no reconocer estas especies
tón, Aristóteles, los escolásticos, Kant, como las otras. —Y de las cosas que
etcétera. En su segundo significado fue parecieran hasta ridiculas, como cabe
empleada por Descartes, los errtpiristas llo, fango, suciedad y todas las demás
y buena parte de los filósofos moder que carecen de valor o son viles: ¿tú
nos; y así es comúnmente aceptada en pones en duda, ta_’bién, de que haya
las lenguas modernas. o no una especie de. cada una de ellas,
1) Según su primer significado, la I., separadas de las cosas correspondientes
como unidad visible en la multiplici que podamos manejar? —Ciertamente,
dad, tiene, con referencia a la multi no —respondió Sócrates—: estas cosas
plicidad misma, un carácter privilegia son tal como nosotros las vemos y
do, por el cual es considerada a me sería absurdo creer que exista una es
nudo como la esencia o la sustancia de pecie de ellas” {Ibid., 130 b-d). De este
lo múltiple y a veces como su ideal o su fragmento del Parménides resulta la
modelo. Es éste, claramente, el punto existencia de tres clases de objetos:
de vista platónico. Que la I. sea la 1) Objetos de los cuales se puede afir
unidad visible en la multiplicidad de mar con seguridad que existen I. Ta
los objetos y, por lo tanto, también les son: a) los objetos matemáticos:
su especie (eidos) es doctrina que Pla igualdad, uno, muchos, etc.; b) los va
tón atribuye a Sócrates, en el Parmé- lores: lo bello, lo justo, el bien, etc.
nides. "Creo que tú creas ser una espe 2) Objetos de los cuales es dudoso que
cie única cada vez que muchas cosas existan I.: tales son las cosas naturales
se te aparecen, grandes por ejemplo, como el fuego, el agua, el hombre.
y tú puedes abrazarlas con una sola 3) Objetos de los cuales se tiene la
mirada: una única y misma I. se te seguridad de que no existen I. y tales
aparece entonces como estando en to son las cosas viles o, en general, las que
das las cosas y, por lo tanto, consideras carecen de valor. Ahora bien, se puede
que lo grande es unidad” (Parm., 132 a). sin más tomar al pie de la letra esta
Como unidad, Platón considera la I. co especie de confesión platónica, ya que
mo el ejemplar de las cosas naturales: una mirada a los otros diálogos de
"Estas especies —dice— se hallan como muestra que siempre ha hablado de I.
ejemplares en la naturaleza y las otras en los sentidos que corresponden a las
633
Idea
letras a) y b) ; que a veces ha admitido, ria y esto vale para el bien y para las
o mejor introducido, con la finalidad que Platón denominaba I., lo mis
de formular determinadas demostra mo que para las otras cosas. Dice Aris
ciones, formas naturales como el calor, tóteles: “La ciencia de una cosa con
el frío, la enfermedad, la fiebre (Fed.. siste en reconocer la esencia necesaria
105 bss.) o formas artificiales como la de la cosa misma. Esto es cierto con
del lecho (Rep., X, 597 b), en tanto que referencia al bien como a todas las otras
nunca ha hablado, sino para excluirlas, cosas, y de tal manera si el bien no
de formas correspondientes a la ter tuviera la esencia necesaria del bien,
cera clase de objetos. Y de esto se pue no tendría el ser y no sería uno. Lo
de entender lo que Platón pensaba al mismo vale para todas las otras cosas,
afirmar (como lo hacía todavía en la fa las cuales son lo que son por su esencia
se crítica [Parm., 135 b] ) la existencia necesaria o no son nada, y así si su
de las I. “separadamente de las otras esencia no es, nada de ellas es" (Ibid.,
cosas”, o sea, de la multiplicidad de VII, 6 , 1031 b 6 ). En otros términos, el
las cosas mismas. Existen I. de concep status ontológico de las I., si poseen
tos matemáticos o de valores y las I., alguno, es el de todas las otras cosas:
por lo tanto, como Natorp lo había re son reales porque son sustancias y no
conocido (Platos Ideenlehre ["Doctrina por ser unidades o valores. Por lo tan
de las ideas de Platón”], 1903), no son to, las' I. como formas o especies son,
supercosas, o sea objetos trascendenta según Aristóteles, ciertamente reales,
les cuya existencia se modela sobre la pero son reales sólo en cuanto las for
de las cosas aun constituyendo una mas o especies son sustancia de las
esfera aparte, sino más bien normas, cosas compuestas (véase f o r m a ) . La
reglas o leyes. Desde este punto de teoría aristotélica de la sustancia (véa
vista, el hecho de estar "separadas” se) hizo posible a Aristóteles el quitar
de las otras cosas, significa simplemen la primacía ontológica a las dos deter
te la independencia de la regla con re minaciones a las que Platón, en las
ferencia a las cosas que puede juzgar. primeras fases de su filosofía, la había
Y que son reglas significa: 1) que son reservado, esto es, a la unidad o al va
criterios para juzgar a las demás cosas lor. La teoría de las I. no tiene ya
en el sentido de eme la igualdad per validez para Aristóteles,' en el sentido
mite juzgar si do. josas son iguales o de que las I. no constituyen sustancias
no y de tal manera: lo bello por las privilegiadas y, mucho menos, ejem
cosas bellas, etc., por ejemplo (Fed., plares o modelos de las cosas. Pero a
7 4 ss.); 2) que son causas de la cosa la palabra I. le reserva el mismo sig
en el sentido de que son las razones nificado que Platón le había dado: el
por las cuales las cosas "se generan, de una unidad que es, al mismo tiem
se destruyen y existen” en cuanto cons po, perfección o valor.
tituyen “el mejor modo de existir, de En el curso histórico sucesivo del
modificarse o de obrar” (Ibid., 97 c). término, las determinaciones míticas
En fin, en correspondencia con las dos y populares que el mismo había reci
clases de I. admitidas por Platón, o bido en la filosofía platónica —como
sea las I. matemáticas y las I. valores, modelo, arquetipo, perfección, etc.— ter
Platón admitía dos órdenes de conoci minaron por prevalecer. La escolástica
miento científico: el conocimiento dia- judía y platónica consideró las I., por
noético, que es propio de las ciencias tales determinaciones, como los objetos
propedéuticas, que son precisamente las propios de la Inteligencia divina y las
ciencias matemáticas y el conocimiento identificó con la Inteligencia misma.
intelectual o filosófico, que es propio Ya Filón las consideraba como las "po
de la dialéctica (Rep., VII, 531 dss.). tencias incorpóreas" de las que Dios
La repetida crítica que de esta doc se sirve para formar la materia (De
trina formula Aristóteles (Met., I, 9, Sacrif., II, 126). Plotino las identificó
990 b ss.; xiii y xiv passim), está di con la Inteligencia misma y justo con
rigida a su punto central: las I. no la Inteligencia "en el estado de reposo,
son principio de explicación ni causas. de unidad y de calma, que luego es dis
Causa y principio de explicación es so tinguida, pero no separada de la Inte
lamente la sustancia o esencia necesa ligencia que contempla y piensa" (Enn.,
6 3 4
Idea
estado, que es también denominado por "percepción”, porque "el nombre de per
Hegel “la realidad de la I." (Fil. del cepción parece indicar que el alma pa
Derecho, §258, Apéndice). Ésta no era dece en virtud del objeto; en cambio,
más que una traducción en términos el concepto parece expresar una acción
modernos de la identidad que el anti del alma” (Eth., II, def. 3). Por otra
guo platonismo estableció entre la I. parte, ya Hobbes había definido la I.
como objeto inteligible y la Inteligen como “la memoria y la imaginación
cia. El idealismo contemporáneo, aún de las magnitudes, de los movimien
inspirándose en Hegel, no ha seguido tos, de los sonidos, etc., y también de
en este punto la terminología hegeliana su orden y de sus partes, cosas que si
y ha llamado a la razón consciente de bien son solamente I. o imágenes, o
sí Espíritu, Absoluto o Conciencia, más sea cualidades internas del alma, apa
bien que I. En todos los demás as recen, sin embargo, como externas y no
pectos, la noción de I. sigue ligada, en d e p e n d ie n d o del alma misma” (De
este sentido, a la noción platónica de Corp., 7, § 1). Pero indudablemente la
ejemplar o arquetipo eterno y ello tanto difusión de este significado del térmi
para los que la aceptan como para los no se debe a Locke (Essay, I, 1, 8 ), que
que la niegan. lo hizo prevalecer en el empirismo in
2) De acuerdo con su segundo sigglés y en la Ilustración, a través de la
nificado fundamental, el término indica cual ingresó al uso común. Para Locke,
cualquier objeto de pensamiento. Des como para Descartes, la I. es el objeto
cartes innovó en este sentido el signi inmediato del pensamiento: la I. es
ficado del término, transformándolo de "el objeto del acto de pensar” (Ibid.,
"objeto interno” del pensamiento divino II, 1, 1). En el prefacio a la 4? ed. del
en "objeto interno” del pensamiento Ensayo, Locke insistió acerca de la
humano. En este sentido, Descartes conexión de la I. con la palabra. "He
dice que por I. se entiende "la forma elegido estos términos —decía— para
de un pensamiento, por cuya inmediata designar, primero, algún objeto inme
percepción tengo conocimiento de este diato de la mente, que ella percibe y
pensamiento” (Resp. II, def. 2). Ello tiene delante como algo distinto del
significa que la I. expresa ese carácter sonido que se usa como signo suyo, y,
fundamental del msamiento por el en segundo lugar, para dar a enten
cual es inmediata'mente conocedor de der que esa I. así determinada, es de
sí mismo. Según Descartes, toda I. tie cir, que la mente tiene en sí misma
ne, en primer lugar, una realidad como y que conoce y ve allí, está fijada sin
acto del pensamiento y esta realidad cambio alguno a un nombre, y que ese
es puramente subjetiva o mental. Pero, nombre está determinado para esa idea
en segundo lugar, tiene también una precisa" (Ibid., trad. esp., pp. 13 ss.).
realidad que Descartes denomina esco Estas notas se mantuvieron como fun
lásticamente objetiva, en cuanto re damento de la noción, que en este as
presenta un objeto: en este sentido, las pecto vino a identificarse con la de re
I. son "cuadros” o "imágenes” de las co presentación. Decía Wolff: "La repre
sas ( M é d ., III). Esta terminología fue sentación de una cosa se denomina I.
ampliamente aceptada en la filosofía en cuanto se refiere a la cosa, esto
poscartesiana. La Lógica de Port-Royál es, en cuanto se la considera objetiva
la hizo suya, entendiendo por I. "todo lo mente” (Psychol. empírica, §48). La
que está en nuestro espíritu cuando Ilustración alemana aceptó este signi
podemos decir con verdad que concebi ficado del término propuesto por Wolff
mos una cosa, cualquiera que sea la y que, más tarde, según se ha dicho,
manera de concebirla” (Amauld, Log., fue impugnado por Kant. Pero en este
I, 1). La aceptaron también Malebran- segundo significado el término no se
che (Rech. de la ver., II, 1) y Leibniz, distingue de representación y los pro
que consideró las I. como "los objetos blemas relativos son los del conoci
internos” del alma (Nouv. Ess., II, 10, miento en general. No obstante, hay
§2). Spinoza, a su vez, entendió por I. un significado por el cual la palabra I.
“un concepto del alma, que el alma (que por lo demás es la única usada
forma por ser una cosa pensante” y en el lenguaje común) continúa distin
prefería la palabra “concepto” z la de g u ién d o se de "representación” y es
636
■
Id e a g e n era l
Id e a l
aquel por el cual, tanto en el lenguaje humana (Crít. del Juicio, §17). Este
común como en el filosófico, indica el concepto del I. como de una perfección
aspecto anticipatorio y proyector de concretada en un tipo o en una forma
la actividad humana o, como dice De- de vida, pero no realizada, ha resul
wey, una posibilidad. "Una I. —dice tado un concepto común que reaparece
Dewey— es, en primer lugar, la anti cada vez que se acentúa la separación
cipación de algo que puede ocurrir: entre el deber ser y el ser. Hegel, que
señala una posibilidad" (Logic, II, 6 ; negó esta separación, utilizó la noción
trad. esp.: Lógica, México, 1950, F.C.E., de I. sólo en el dominio de la esté
p. 128). En este sentido, el término con tica, ya que concibió al arte como “la
serva también actualmente una utili intuición concreta y la representación
dad específica que le es propia. del Espíritu absoluto en sí como la del
I.” (Ene., §556). El desapego a la rea
Id e a g e n e ra l, véase GENERAL. lidad, que es la característica del I.,
queda para Hegel limitado al mundo
(ingl. ideaticm; franc. idéa-
Id e a c ió n del arte, porque en este mundo la Idea
tion; alem. Ideation; ital. ideazione). o Razón consciente de sí no llega a
Término usado por Husserl en las In realizarse en su forma propia, pero
vestigaciones lógicas (1900-01) p a ra aparece, en las formas sensibles de la
designar lo que después denominó "in naturaleza, como el I. que de algún
tuición eidética" o “in tu ic ió n esen modo está sobre estas formas (Vorle-
cial” (Ideen, I, §3). Véase f e n o m e n o sungen über die Aesthetik ["Lecciones
l o g ía . de estética”], ed. Glockner, I, pági
(lat. ideatum). El objeto propio
Id e a d o
nas 112 ss.). En la religión y en la filo
de la idea (en el sentido 2). Spinoza, sofía, en cambio, que son las formas
que entiende por idea adecuada la que espirituales en las cuales la Idea tiene
tiene "todas las propiedades o deno su más alta realización, la noción de I.
minaciones intrínsecas de una idea ver no halla lugar. En la filosofía contem
dadera”, advierte: "Digo intrínsecas pa poránea (la cual, a pesar de restablecer
ra excluir la que es extrínseca, á saber, la distinción entre el deber ser y el
la concordancia de la idea con lo ideado ser, propia de la filosofía del siglo x v i i i ,
por ella" (Eth., II, def. 4). rehuye considerar el deber ser, por un
lado, como encam 'o en una forma
I d e a l (ingl. ideal; franc. idéal; alem. perfecta y, por el otro, como inaccesible
Ideal; ital. ideale). Es la noción, sur en la realidad), la noción —que se ca
gida en el siglo xviii, de una encarna racteriza por estos dos aspectos— ha
ción cabal, pero no real, de la perfección caído en desuso y ha sido sustituida
en un determinado campo. La noción por la noción de valor (véase). A este
fue claramente expresada por Kant, respecto ha dicho Dewey: "Esta noción
quien la distinguió de la de idea. "La de la naturaleza y del oficio de los
virtud y con ella la sabiduría humana, ideales combina en un todo contradic
en toda su pureza —dice Kant—, son torio lo que hay de vicioso en la se
ideas. Pero la sabiduría (del estoico) paración entre deseo y pensamiento...
es un ideal, es decir, un nombre que Sigue el curso natural de la inteligen
existe sólo en el pensamiento, pero cia inquiriendo por un objeto que uni
que corresponde plenamente a la idea fique y satisfaga el deseo, después
de la sabiduría. Como la idea da la cancela la obra del pensamiento consi
regla, el I. sirve así de modelo... Si derando al objeto como inefable y no
bien no se puede atribuir realidad obje proporcionado a la acción y a la expe
tiva (existencia) a los I., no por ello riencia presente” (Human Nature and
deben ser considerados quimeras, es Conduct, II [, 8 ; p. 260).
más, ofrecen un criterio a la razón
que tiene necesidad del concepto de lo Ideal (ingl. ideal; franc. idéal; alern.
perfecto en su género para valorar pro ideal, ideellc; ital. ideale). El adjetivo
porcionalmente y medir el grado y el tiene tres significados fundamentales
defecto de lo imperfecto” (Crít. R. Pura, que corresponden: 1) al significado 1
Dialéctica, cap. III, sec. I). En el domi de Idea, en cuyo caso designa lo for
nio de la estética el I. es la figura mal o perfecto en el sentido de que
637
Id e a lid a d
Id e a lis m o
pertenece a la idea como forma, espe la doctrina platónica de las ideas. Dice
cie o perfección; 2) al significado 2 Leibniz: "Lo que hay de bueno en las
de Idea, en cuyo caso significa lo que hipótesis de lipicuro y de Platón, de
no es real porque pertenece a la re los más grandes materialistas y de los
presentación o al pensamiento. Hegel más grandes idealistas, se reúne aquí
mismo hace uso de este significado del [o sea en la doctrina de la armonía
término cuando afirma que el idealis preestablecida]” (Op., ed. Er d ma n n ,
mo consiste en afirmar que “lo finito p. 186). Este significado del término,
es I.", o sea no real (Wissenschaft der que a veces se llama "I. metafísico”
Logik [La ciencia de la lógica], I, I, en el sentido de que es una hipóte
sec. I, cap. II, nota 2); 3) al término I., sis en tomo a la naturaleza de la rea
en cuyo caso designa lo perfecto, pero lidad (y precisamente la que consiste
irreal. en afirmar el carácter espiritual de la
realidad misma) no ha tenido, sin em
Id e a lid a d (ingl. ideality, franc. idéalité; bargo, fortuna. La palabra ha sido usa
alem. Idealitat; ital. idealitá). Término da, de preferencia, en los dos signi
introducido por Kant para designar la ficados siguientes: 1)1. gnoseológico o
subjetividad de las formas de la intui epistemológico, propio de diferentes co
ción, como también la de las catego rrientes de la filosofía moderna y con
rías ; en este caso se trata de I. tras temporánea; 2) I. romántico, que es
cendental, en el sentido de que tales una corriente históricamente determi
formas son condiciones del conocimien nada en la filosofía moderna y contem
to (Crít. R. Pura, §3). En la primera poránea.
edición de la Crítica, Kant afirmó: "La 1) En el sentido gnoseológico (o epis
existencia de todos los objetos de los temológico) el término fue usado por
sentidos externos es dudosa. A esta in vez primera por Wolff: "Se denomina
certidumbre denomino 7. de los fenó idealistas —dice— a los que admiten
menos externos y denomínase I. a la que los cuerpos tienen sólo una exis
doctrina de esta I.” (Ibid., 1* ed., Para tencia ideal, en nuestras almas y, por
logismos de la Razón Pura, IV). Hegel lo tanto, niegan la existencia real de
invirtió este concepto de I., afirmando los cuerpos mismos y del mundo” (Psy-
que con él no se entiende la negación chol. rationatis, §36). En el mismo sen
de lo real, sino ás bien su conser tido dice Baumgarten: "El que admite
vación [Ene., §403). “La I. —dice— en este mundo sólo espíritus es un
puede ser denominada la cualidad de idealista” (Met., §402). Kant introdujo
la infinitud”, esto es, la cualidad de lo definitivamente en filosofía este signi
real porque, según Hegel, sólo el infini ficado del término. "El I. —dice— es
to es real y en cambio lo finito no lo es la teoría que declara la existencia de
(Wissenschaft der Logik [La ciencia de los objetos en el espacio simplemente
la lógica], I, 1, cap. 2, II Pasaje). Ni- dudosa e indemostrable o falsa e im
colai Hartmann adoptó la palabra en posible ; el primero es el I. problemático
un sentido más cercano al de Kant. de Descartes, que declara indudable só
Distinguió entre la I. independiente, lo una afirmación (assertio) empírica,
que pertenece a objetos irreales aunque o sea ‘Yo soy'; el segundo e s el I. dog
subsistentes en sí, como los lógicos y mático de Berkeley, que considera el
matemáticos y como los valores y la espacio con todas las cosas a las cuales
I. adherente que, en cambio, pertenece se adhiere como condiciones imprescin
a las formas ideales que constituyen la dibles, como algo en sí mismo imposi
esencia de lo real (las leyes o rela ble y declara, por lo tanto, que las cosas
ciones esenciales que lo constituyen) en el espacio son simples imaginacio
(Metaphysik der Erkenntniss ["Metafí nes” [Crít. R. Pura, Analítica de los
sica del conocimiento’’], 1921, cap. 62). principios, Refutación del I.). Kant de
nomina material a este I. para distin
Id e a lis m o (ingl. ideatism; franc. idéalis- guirlo del I. trascendental o formal
nte; alem. Idealismus; ital. idealistrto). [Prol., §49), que es su propia doctrina
Este término fue introducido en el len de la "idealidad trascendental” del es
guaje filosófico hacia mediados del si pacio, del tiempo y de las categorías;
glo xvii y al principio se lo aplicó a doctrina que permite justificar el rea
638
Idealismo
7). En otros términos, como por lo que "el objeto de una idea no es el
demás dice Aristóteles mismo, las co objeto de otra idea” (Nouv. Ess., IV, 2,
sas son idénticas sólo "si es idéntica la § 1). La lógica contemporánea ha re
definición de sus sustancias” (Ibid., petido estas notas de Leibniz con po
X, 3, 1054 a 34). La unidad de la sus cas variaciones (Camap, Der logische
tancia, por lo tanto, de la definición Aufbau der Welt ["La estructura lógica
que la expresa es, desde este punto de del mundo"], § 159; Quine, From a
vista, el significado de la identidad. Logical Point of View, 1953, VIII, 1).
Desde este mismo punto de vista, pue 3) La tercera concepción de la I. es
de ser, como lo anota Aristóteles, una aquella según la cual la I. misma puede
I. accidental como cuando dos atribu ser establecida o reconocida a base
tos accidentales, "blanco" y "músico”, de cualquier criterio convencional. Se
por ejemplo, se refieren a la misma gún esta concepción no se puede afir
cosa, al mismo hombre, supongamos; mar de una vez por todas el significado
pero esta I. accidental no significa de de la I. o el criterio para reconocerla,
modo alguno que el hombre (en gene pero se puede, en el ámbito de un de
ral) sea blanco o músico (Ibid., V, 9, terminado sistema lingüístico, deter
1017 b 27). Este concepto de la I. como minar de modo convencional, pero apro
unidad de la sustancia o (lo que es lo piado, tal criterio. Esta concepción fue
mismo) de la definición de la sustan presentada por F. Waismann en un ar
cia, se conservó y todavía aparece en tículo de 1936 ("Uber den Begriff der
muchas doctrinas. Hegel lo hizo suyo, Identitat" ["Acerca del concepto de la
definiendo la esencia como "I. consigo identidad”], en Erkenntniss, ["Conoci
misma”, y, por lo tanto, la I. como miento”], VI, pp. 56 ss.), sobre todo en
coincidencia o unidad de la esencia contraposición a la definición formula
consigo misma (Ene., §§ 115-116). Tal da por Camap y es, por cierto, la que
concepto de la I. es, por lo tanto, aná responde mejor a las exigencias del
logo y correspondiente a la interpre pensamiento lógico y filosófico. Desde
tación del ser predicativo como inhe el punto de vista de esta concepción,
rencia (véase s e r ) y de la esencia como lo importante es declarar, cuando se
esencia necesaria (véase e s e n c i a ). habla de I. el criterio que se adopta
2) La segunda definición es la de o al que se hace i srencia.
Leibniz, que acerca el concepto de I.
al de i g u a l d a d (véase). "Idénticas (lat. iden-
I d e n tid a d d e lo s in d is c e rn ib le s
—decía Leibniz— son las cosas que pue titas indiscernibilium; ingl. identity of
den sustituirse una a otra salva veri- indiscernibles; franc. identité des in
tate. Si A entra en una proposición ver discernibles; alem. Identitüt der Unun-
dadera y al sustituir en ésta B por A, terscheidbaren; ital. identitá degli in-
la nueva proposición continúa siendo discernibili). El principio metafísico
verdadera, y lo mismo acaece en cual que excluye que en la naturaleza haya
quiera otra proposición, A y B se dicen dos cosas absolutamente similares. Ya
idénticas y, recíprocamente, si A y B conocido por los estoicos (cf. Cicerón,
son idénticas, la sustitución a que se 4cad., III, 17, 18; trr.d. esp.: Cuestiones
ha h e c h o referencia puede hacerse” académicas, México, 1144, F.C.E.), rea
(Specimen Demonstrandi, Op., ed. Erd- pareció en el Renacimiento ("Dos cosas
mann, p. 94). Una definición análoga no pueden ser absolutamente iguales
fue aceptada por Wolff que definió en el universo"; Nicolás de Cusa, De
como idénticas “las cosas que pueden Docta Ignor., II, 11) y fue defendido e-
sustituirse una a la otra, permanecien ilustrado por Leibniz que se vanaglorié
do a salvo cualquiera de sus predica de su descubrimiento y del principio dg
dos” (Ontol., § 181). A base de este razón suficiente, como dos principios
sentido de la palabra I. se comenzó a que "cambian el estado de la metafí
hablar con Leibniz, de proposiciones sica, que en virtud de ellos resulta real
i dént i cas, que Leibniz distinguió en y demostrativa" (/V Lett. a Clarke, Op.,
afirmativas, del tipo "Toda cosa es lo ed. Erdmann, pp. 755-56). Leibniz lo
que es"; negativas, las regidas por el expresó diciendo simplemente: “No hay
principio de no contradicción (véase) individuos indiscernibles" o "Poner dos
y dispares, que son aquellas que dicen cosas indiscernibles significa poner lo
641
I d e n tid a d , filo s o f ía d e la
I d e n tid a d , p r in c ip io d e
mismo bajo dos nombres” (Ibid., ed. tité; alsm. Identitatsphilosophie; ital.
Erdmann, pp. 755-56). "Si dos indivi filosofía dell’identita). Así denominó
duos fueran completamente similares Schelling a su filosofía, en cuanto de
e iguales y, en suma, al punto de no fine lo Absoluto como la I. del objeto
poder ser distinguibles —dice—, no ha y del sujeto, de la naturaleza y del
bría principio de individuación y no espíritu, de lo inconsciente y de lo
habría siquiera, osaría decir, distinción consciente (Werke ["Obras”], II, 1, pp.
e n t r e diferentes individuos" (Nouv. 371 s s . ) . Véase n a t u r a l e z a , f i l o s o f ía
Ess., II, 27, § 3). Para Leibniz éste DE LA.
es un argumento contra la existencia
de los átomos (de los átomos mate (lat. principium
I d e n tid a d , p rin c ip io d e
riales, se entiende), que serían justo identitatis; ingl. law of identity; franc.
idénticos por definición. Aceptado y p r i n c i p e d'identité; alem. Satz der
defendido por Wolff (Cosmot., § 246-48) Identitat; ital. principio d'identitá). El
y por toda la escuela wolffiana, como reconocimiento explícito de este prin
también, aun cuando a su manera, por cipio como uno de los principios lógi
Hegel (Ene., § 117), el principio, en cos u ontológicos fundamentales, al
cambio, fue rechazado por Kant. “En lado de los de no contradicción y del
dos gotas de agua —decía— se puede tercero excluido, es muy reciente, ya
abstraer completamente de toda dife que no se remonta más allá de Wolff.
rencia interna (de cualidad y de can Aristóteles ignora el principio de I. y
tidad), pero basta que ellas sean intui lo ignora toda la tradición medieval.
das a la vez en lugares diferentes para El mismo Leibniz considera el enun
considerarlas como numéricamente di ciado "toda cosa es lo que es” como
ferentes. Leibniz cambió los fenóme tipo de las verdades idénticas afirma
nos por cosas en sí, por lo tanto por tivas, sin reconocer a tal enunciado la
intelligibilia o sea por objetos del en c a t e g o r í a de principio, que atribuye
tendimiento puro (si bien los llamó sólo al de no contradicción y al de
fenómenos porque los consideraba re razón suficiente (Théod., I, § 44; Ma
presentaciones confusas) y así su prin nad., § 31-32, 35). Dice: "Las verdades
cipio de los indiscernibles permaneció primitivas de razón son aquellas que
inatacable” (Crít. °. Pura, Analítica de denomino, bajo un n o m b r e general,
los Principios, Apéndice). En otros tér idénticas, porque parece que no hacen
minos, el principio de la I. de los in más que repetir lo mismo sin decirnos
discernibles, sería válido para objetos nada nuevo. Las verdades idénticas
del entendimiento puro y no para fe pueden ser afirmativas o negativas. Las
nómenos que están ya lo suficiente afirmativas son, por ejemplo, como la
mente individualizados en su posición siguiente: Cada cosa es lo que es, y
en el tiempo y en el espacio. En la otros ejemplos semejantes en los cua
filosofía contemporánea hay pocas hue les A es A, B es B” (Nouv. Ess., IV, 2,
llas de este principio. Algunos lógicos § 1). Por lo demás, el reconocimiento
lo admiten, pero lo interpretan a su de la certeza de las proposiciones idén
manera. Quine, por ejemplo, lo expone, ticas era bien viejo y ya se encuentra
con el nombre de "máxima de la iden en Santo Tomás. "Es necesario —decía
tificación de los indiscernibles”, en este último— que sean evidentes por
esta f o r m a : "Objetos indiscernibles sí mismas las proposiciones en que se
uno de otro dentro de los términos de afirma lo idéntico de sí mismo; el
un discurso dado deben ser construi hombre es hombre; y también aquellas
dos como idénticos por tal discurso” en que el predicado está incluido en
(From a Logical Point of View, IV, 2). la definición del sujeto, como el hom
Otros lo consideran indemostrable y bre es animal" (Contra Gent., I, 10).
admiten que es lógicamente posible Por otro lado, Leibniz conocía tam
para dos cosas tener en común todas bién la fórmula general de la I., lo
sus propiedades (Black, Problems of mismo que Locke, quien la enumeraba
Analysis, 1954, I, 5). entre las máximas cuyo carácter inna
to se llega a reconocer por la univer
Id e n tid a d , filo s o f ía d e la (ingl. identity- salidad del asentimiento que suscitan.
philosophy; franc. phitosophie de l'iden- “ ‘Lo que es, es’ y ‘es imposible que
642
Identidad, principio de
la misma cosa sea y no sea’. Dos prin tradicción, y así esta fórmula comenzó
cipios... que me parece, entre todos a recibir, por parte de los lógicos del
tendrían el mayor derecho al título de siglo xiv, un reconocimiento de ese ran
innatos”, decía Locke (Essays, I, II, go que tradicionalmente sólo había re
4). Tanto Locke como Leibniz parecen conocido al principio de no contradic
referirse a la fórmula de la I. como ción.
a una máxima bien conocida y recono No obstante, sólo con Wolff, según se
cida, pero que todavía no tiene el ran ha dicho, se comenzó a reconocer ex
go de principio ontológico o lógico. plícitamente el valor de principio al
Ahora bien, tal fórmula había comen enunciado de la I. Wolff lo expuso bajo
zado a circular en la escolástica del si el nombre de "Principio de la certeza”
glo xiv y, sobre todo, en los ambientes y lo dedujo del principio de no contra
escolásticos y occamistas, en la tenta dicción. "Ya que es imposible —dice
tiva de reducir el principio de no con en su Ontología (1729)— que una mis
tradicción (que seguía siendo recono ma cosa sea y no sea al mismo tiempo,
cido como primer principio ontológico) Toda cosa, en tanto es, es; o sea: si A
a su expresión más simple y económi es, es también verdad que A es. Niega,
ca. Esta tentativa es una manifesta en efecto, que A sea, en tanto es; de
ción característica de ese uso del prin bes entonces conceder que A. al mis
cipio de economía ( v é a s e ) , tomado mo tiempo es y no es, lo que se con
como guía metodológica por Occam y trapone al principio de no contradicción
por muchos escotistas. Dice, por ejem y, por lo tanto, no puede ser admitido,
plo, Antonio Andrés (muerto en 1320): a base de este principio” (Ont., § 5 5 ).
"Digo que este principio ‘Es imposible Wolff relacionó el principio con la no
que~ la misma cosa simultáneamente ción de necesidad (Ibid., § 288) y no
sea y no sea’ no es absolutamente pri le reconoció el carácter originario que,
mero o sea el primer prim ero... Si en cambio, atribuyó al principio de no
se pregunta cuál es absolutamente el contradicción y al de razón suficiente.
primer conjunto y el primer primero, Baumgarten hizo dar todavía un paso
digo que es éste: ‘El ente es ente’. adelante al principio de I. acogiéndolo
Este principio, en efecto, tiene térmi después del de no contradicción (que
nos absolutamente primeros y últimos para él seguía sier ’ > “el primero ab
que, por lo tanto, no se resuelven en soluto”), pero al mismo nivel, como
términos precedentes; más bien toda "Principio de posición o de I.”. Y lo
disolución de conceptos se relaciona expresó en la forma siguiente: “Todo
con el concepto del ente, como con el posible A, es A, o bien, todo lo que es,
absolutamente primero entre los con es; o bien, todo sujeto es predicado
ceptos esenciales" (In Met., IV, q. 5). de sí mismo" (Met., § 11). A su vez,
Buridán a l u d í a a ésta o similares Kant, en la Nueva dilucidación de los
tentativas de reducción del principio primeros principios del conocimiento
de no contradicción a una fórmula más metafísico (1755) decía: "Dos son los
simple, que más tarde sería la de la principios absolutamente primeros de
I.: "Algunos, comprendiendo la priori todas las verdades, uno, de las verda
dad más bien según la simplicidad que des afirmativas, o sea la proposición
conforme a la evidencia y la certidum ‘Lo que es, es’, el otro de las verdades
bre, dicen que las proposiciones cate negativas, o sea la proposición ‘lo que
góricas preceden a las hipotéticas y que no es no es'. Y ambas proposiciones
las asertóricas preceden a las modales, se denominan comúnmente principio de
etc. Y en consecuencia ponen un único I.” (Nova dilucidatio, prop. II).
gran orden de principios indemostra Con esto, hizo el principio de I. su
bles. El primer principio sería 'El ente ingreso oficial entre los principios fun
es’, de donde seguiría ‘el no ente no es’. damentales de la lógica (si bien en su
Luego vendría 'El ente es ente’, de don origen, con Wolff y Baumgarten, fue
de ‘el no ente no es ente', etc." (Jn un principio ontológico). Fichte lo uti
Met., IV, q. 13). Desde el punto de vis lizó c o m o una proposición absoluta
ta de la simplicidad y de la economía, mente "cierta e indubitable" (Wissen-
la fórmula de la I. parecía, por lo schaftslehre, 1794, § 1). Y como prin
tanto, más primitiva que la de no con cipio i n d u b i t a b l e del pensamiento
643
Ideología
se). Ahora bien, por I. se entiende, logía. Se entiende por ella, en sentido
para el caso, al conjunto de esas creen particular, "al conjunto de las imita
cias, en cuanto no tienen otra validez ciones más o menos deliberadas de
que la de expresar una determinada una situación real, con cuyo exacto co
fase de las relaciones económicas y, nocimiento contrastan los intereses del
por lo tanto, de servir a la defensa de que sostiene la I. misma”. En sentido
los intereses que prevalecen en cada más general, se entiende por I. la to
fase de estas relaciones. Precisamente tal "visión del mundo” de un grupo
en este sentido, la I. fue por vez pri humano, una clase social, por ejemplo.
mera estudiada en el Tratado de socio El análisis de la I. en el primer sen
logía general (1916) de Vilfredo Pareto, tido debe hacerse —según Mannheim—
a pesar de que en esta obra Pareto no en el plano psicológico; el análisis de
adopta el término I. (que sin embar la I. en el segundo sentido debe ha
go, había usado en los Sistemas socia cerse en el plano sociológico (Ideology
listas, 1902, pp. 525-26). La noción de and Utopia, 1953 [P ed., 1929], II, 1;
I. corresponde, en Pareto, a la noción trad. esp.: Ideología y utopia, México,
de teoría no-científica, entendiéndose 1941, F.C.E.). En uno y otro caso, la
por esta última toda teoría no lógico- I. es, según Mannheim, la idea que es
experimental. Una teoría, según Pare capaz de insertarse en la situación, de
to, puede ser, en general, juzgada: 1) dominarla y de adaptársela. "Las 1.
por su aspecto objetivo, es decir, en —dice— son las ideas que trascienden
relación con la experiencia; 2) por su la situación y que nunca lograron, de
aspecto subjetivo, esto es, por su fuerza hecho, realizar su contenido virtual.
persuasiva; 3) por su utilidad social, o Aunque a menudo se convierten en los
sea por su utilidad para el que la pro motivos bien intencionados de la con
duce o la acoge ( Trattato, § 14). Las ducta del individuo, cuando se las apli
teorías científicas o lógico-experimenta ca en la práctica se suele deformar
les se valoran objetivamente, pero no su sentido. La idea cristiana del amor
en otras formas, por cuanto su finali fraternal, por ejemplo, sigue siendo, en
dad no es la de persuadir (Ibid, § 76). una sociedad basada sobre la servidum
Por lo tanto, sólo las teorías no cien bre, una idea irrealizable y, en ese
tíficas se valoran a base de los otros sentido, ideológica, aun cuando se re
dos aspectos. Ciencia e I. pertenecen conozca que puede i- :uar como moti
así a dos campos separados, que nada vo en la conducta del individuo” (Ibid.,
tienen en común: la primera, al campo IV, 1). En esto la I. sería diferente de
de la observación y del razonamiento, la utopía que, en cambio, llega a reali
la segunda al campo del sentimiento zarse. Como se ha observado a me
y de la fe (Ibid., § 43). La importancia nudo (cf. Merton, Social Theory and
de esta distinción ha sido justamente Social Structure, 1957, pp. 489 ss.), el
subrayada; por una parte hace imposi criterio así sugerido por Mannheim
ble considerar como verdadera una para la distinción entre I. y utopía
teoría persuasiva o también considerar (que ha de establecerse post factum),
persuasiva (o útil) una teoría verda esto es, la realización, incluye un círcu
dera y, por otro, permite "comprender lo vicioso, ya que el juicio acerca de la
antes de condenar y distinguir entre educación de la realización, es decir,
el estudioso de los hechos sociales y el la valoración de esta adecuación, po
propagandista o el apóstol” (Bobbio, dría sólo hacerse a partir de una dis
"Vilfredo Pareto e la critica della I.", tinción preventiva entre I. y utopía.
Riv. di Fil., 1957, p. 374). Desde el La característica de ambas doctrinas
punto de vista del análisis de la I. la mencionadas es la oposición entre la
doctrina de Pareto ha establecido un í. y las teorías positivas, o sea en
punto importante: el de la función tre la I. y la ciencia, según Pareto,
de la I. que es, en primer lugar, la de y entre la I. y la utopía (la teoría que
persuadir, esto es, de dirigir la acción. se r e a l i z a ) según Mannheim. Aun
Este punto es dejado de lado por otro cuando Pareto distinguió el juicio acer
t e ó r i c o de la ideología, Mannheim, ca de la validez objetiva de una teoría
quien ha distinguido un concepto par y el juicio acerca de su fuerza de per
ticular y un concepto universal de ideo suasión v sobre su utilidad social, la
I d e o g rá f ic a s , c ie n c ia s
íd o lo s
oposición que formuló, entre I. y teo infundada, tanto una creencia realiza
ría científica, lo llevó a constituir dos ble como una creencia no realizable. Lo
clases nítidamente diferentes de teo que hace de la I. una creencia no es,
rías. Ahora bien, resulta bastante evi en efecto, su validez o falta de validez,
dente que si una teoría científicamente sino sólo su capacidad de control de
verdadera no tiene por ello mismo fuer los comportamientos en una situación
za persuasiva (fuera del campo de los determinada.
científicos competentes), es también
claro que una teoría evidentemente I d e o g rá f ic a s , c ie n c ia s , véase CIENCIAS,
falsa desde el punto de vista científico, CLASIFICACIÓN DE LAS.
no puede tener por mucho tiempo fuer
za de persuasión. Actualmente, por (ingl. ideoscopy). Nombre
Id e o s c o p ia
ejemplo, nadie establecería una forma dado por Peirce a "la descripción y
de propaganda cualquiera acerca de la clasificación de las ideas que pertene
no existencia de los antípodas. La fuer cen a la experiencia ordinaria o que
za de persuasión de una teoría no es surgen naturalmente en relación con
atacada de modo invariable por la teo la vida ordinaria, sin referencia a su
ría misma, sino que depende del con validez o invalidez, o a su psicología
texto social en que la teoría obra o en (Cotí. Pap., 8.328).
la que se le hace servir. La verdad
o no verdad científica de la teoría (alem. Eidolologie). La doc
Id o lo lo g ía
es, por cierto, un elemento de este con trina que estudia los ídolos, o sea las
texto, que constituye, como los otros apariciones en la conciencia y es, según
elementos, la fuerza persuasiva de la Herbart (Atlgemeine Metaphysik [“Me
teoría. Es necesario, por lo tanto, sub tafísica general”), 1828, I, 71), una par
rayar que el significado de una I. no te de la metafísica, junto con la meto
consiste, como lo han considerado los dología, la ontología y la sinecología.
escritores marxistas, en el hecho que
exprese los intereses o las necesidades (gr. £Í5ü>Xa; lat. idola, simula-
Id o lo s
de un grupo social, ni consiste en su era-, ingl. idols; franc. idoles; alem.
verificabilidad o no verificabilidad em Idole\ ital. idoli). La doctrina de los í.
pírica, ni en su validez o falta de va fue expuesta en la Antigüedad por De-
lidez objetiva, sit simplemente en su mócrito y es aquella según la cual la
capacidad de controlar o dirigir el com sensación y el pensamiento son produ
portamiento de los hombres en una cidos por imágenes corpóreas que pro
situación determinada. El alcance ideo vienen de lo externo (Estobeo, IV, 233).
lógico del principio adoptado por Mann- Los estoicos adoptaron e hicieron suya
heim como ejemplo, el amor fraternal, esta doctrina (Ep. a Erod., 46-50; cf.
no consiste en el hecho negativo de que Lucrecio, De rer. nat., IV, 99, etc.). En
tal principio no se realice en una socie diferente sentido, la teoría reaparece
dad basada en la servidumbre, sino en en Francis Bacon. Los 1., según Bacon,
el hecho de que precisamente en una no son instrumentos de conocimiento,
sociedad basada en la servidumbre, tal sino obstáculos al conocimiento mismo:
principio permita controlar y dirigir la son "falsas nociones" o "anticipaciones”,
conducta de un gran número de per o sea prejuicios. Las especies de los í.,
sonas. según Bacon, son cuatro. Dos de ellas
En general, por lo tanto, se puede radican en la propia naturaleza huma
denominar I. a toda creencia adoptada na y Bacon las llama idola tribus e
como control de los comportamientos co idola specus. Los 1. de la tribu son
lectivos, entendiendo el término creen comunes a todo el género humano y
cia (véase) en su significado más am consisten en suponer, por ejemplo, una
plio, como noción que compromete la armonía mucho mayor de la que hay
conducta y que puede tener o no vali en realidad en la naturaleza, en dar im
dez objetiva. Entendido así, el concepto portancia a algunos conceptos más que
de I. resulta puramente formal, ya que a otros, etc. Los I. de la cueva depen
puede ser adoptada como I. tanto una den de la educación, de los hábitos y
creencia fundada sobre elementos ob de los casos fortuitos en que cada uno
jetivos, como una creencia totalmente llega a encontrarse. Así. la importancia
646
Ignava ratio
Ila c ió n
que Aristóteles atribuyó a la lógica, lue enumeradas por Aristóteles (El. Sof.,
go de haberla inventado, es un 1 . de 6 , 168 a 18), más precisamente, la que
esta especie. Los I. de la plaza derivan consiste en la ignorancia de lo que se
del lenguaje, que se sirve a menudo de debe probar contra el propio adversario
nombres de cosas inexistentes (como (cf. asimismo, Pedro Hispano, Sumnud.
fortuna, primer móvil, órbita de los Log., 7.54 y Arnauld, Logique, III, 19, 1).
planetas, etc.) o de nombres de cosas Véase f a l a c ia .
que existen, pero que son confusas (co
mo generar, corromper, grave, ligero, I g u a ld a d (gr. Uió t i ) ;" lat. aequalitas;
etcétera). Los I. del teatro, en cambio, ingl. equality; franc. egatité; alem.
resultan de las doctrinas filosóficas o Gleichheit; ital. eguaglianza). La rela
de demostraciones erradas y Bacon los ción de sustitución entre dos términos.
llama así, porque compara los sistemas Por lo general dos términos se dicen
filosóficos a fábulas que son como mun iguales cuando pueden ser sustituidos
dos ficticios o escenas de teatro. A es uno por otro en el mismo contexto, sin
te respecto distingue tres falsas filoso que cambie el valor del contexto mis
fías : la sofística, cuyo mayor ejemplo mo. Este significado de la palabra fue
es Aristóteles; la empírica, cuyo mayor establecido por Leibniz (Op., ed. Ger-
ejemplo es el alquimismo; la supers hardt, VII, p. 228), en tanto que Aris
ticiosa, que es la que se mezcla con tóteles limitó el significado de la pala
la teología y de la que Platón es el me bra misma al ámbito de la categoría
jor ejemplo (Nov. Org., I, 38-45). Esta de cantidad y consideró iguales a las
doctrina baconiana de los í. ha sido cosas "que tienen en común la canti
recientemente considerada como un an dad” (Met., IV, 15, 1021a 11).
tecedente del moderno concepto de ideo La noción de I. así generalizada (o
logía (Mannheim, Ideology and Utopia, sea como sustitución), se presta a com
1929, II, 2; trad. esp.: Ideología y uto prender tanto las relaciones puramente
pia, México, 1941, F. C. E.). formales de equivalencia o de equipo
lencia, como las relaciones políticas,
Ignava ratio, v é a s e RAZÓN PEREZOSA. morales y jurídicas que se denominan
de igualdad. Así, por ejemplo, la I. de
Ig n o ra b im u s, véase ENIGMAS. los ciudadanos frente a la ley se puede
reducir a la sustitución de los ciuda
I g n o r a n c ia (lat. ignorantia; ingl. ignor- danos mismos en la„ situaciones previs
ance-, franc. ignorance-, alemT Unwis- tas por la ley, sin que cambie el pro
senheit-, ital. ignoranza). La imperfec cedimiento de la ley misma; de tal
ción del conocimiento y, más precisa manera, por ejemplo, el reo de un deli
mente, la imperfección de defecto, in to d en las circunstancias c puede sus
separable del conocimiento humano y tituirse por cualquier otro reo del mis
que se debe a los propios límites del mo delito en la misma circunstancia,
hombre. Kant distinguió la I. en obje sin que se modifique el procedimiento
tiva y subjetiva. La I. objetiva consiste de la ley. Del mismo modo se puede
en el defecto de conocimientos de he describir la I. moral o jurídica como
cho y es I. material, o en el defecto aquella por la cual un x que se encuen
de conocimientos racionales y es I. for tre en determinadas condiciones posea
mal. La I. subjetiva es I. docta o cien prerrogativas o posibilidades no dife
tífica, que es la del que conoce los rentes de las poseídas por cualquier
límites del conocimiento ( véase docta otro x en las mismas condiciones. Es
i g n o r a n c i a ), o es I. común, que es la I. claro que un juicio de I. se puede pro
del ignorante. Kant agrega que la I. es nunciar solamente a base de un deter
disculpable en las cosas en que el cono minado contexto y, precisamente, a
cimiento sobrepasa el horizonte común, base de la determinación de las condi
pero es culpable en las cosas en que el ciones a las que deben satisfacer los tér
saber es necesario y alcanzable (Lógica, minos, para poder ser reconocidos como
Intr., VI). Este estudio de Kant con sustituibles (cf. Peirce, Coll. Pap., 3.
serva aún hoy su validez. 42-44).
Ignoratio elenchi (gr. üyvoux). Ilación (lat. illatio; ingl. illation; franc.
Una de las falacias extra dictionem illation-, ital. illazione). En Apuleyo y
I l ía c e
I l u s t r a c ió n
Boecio, este término traduce el estoico (ingl. illusion; franc. illusion;
I lu s ió n
¿jtupoQÓ, o sea, indica la proposición en alem. Illusion; ital. illusione). Una apa
que se concluye un silogismo. El tér riencia errónea que no cesa al ser re
mino desaparece en la lógica medieval, conocida como tal; por ejemplo, ver
en la que es sustituido por el de con- quebrado un bastón sumergido en el
clusio, pero vuelve a aparecer en la agua. Es una doctrina antigua que nos
edad moderna para indicar, sea la com viene de los epicúreos (Dióg. L., X,
pleja operación mental-discursiva por la 51) y muy repetida también en tiempos
que se llega a establecer una determi recientes, la de que las I. no pertene
nada proposición o ya sea la misma cen al sentido como tal sino al juicio
proposición. G. P. basado en el dato sensible; pero esta
consideración tiene actualmente menor
I lía c e , véase PÚRPURA. importancia, en cuanto que ni la filo
I lim ita d o (ingl. boundless; franc. illi- sofía ni la psicología consideran útil
m ité ; alem. unbegrenzt; ital. illimitato). una distinción precisa entre datos sen
La distinción entre infinito e ilimitado sibles y funciones intelectuales. Kant
fue formulada por Aristóteles, que de definió la I. como "ese juego que per
nominó a lo ilimitado "infinito por se manece incluso cuando se sabe que el
mejanza”. En tanto que en lo infinito presunto objeto no es real” ( Antr.,
siempre se puede tomar una nueva §13). Y definió la I., en este sentido,
parte, parte que es siempre nueva, en como actividad dialéctica de la razón.
lo I. la parte que se puede tomar no "En nuestra razón (considerada subje
es siempre nueva. Un anillo sin en tivamente como facultad cognoscitiva
garce es un ejemplo de I., ya que se humana) hay reglas fundamentales y
puede seguir siempre a lo largo de su máximas de su uso que tienen todo el
circunferencia, en efecto, pero se pasa aspecto de principios subjetivos; por
siempre por los mismos puntos (Fís., ello la necesidad subjetiva de una de
III, 6 , 207 a 2). Esta distinción, aban terminada conexión de nuestros con
donada durante siglos, ha sido adopta ceptos en virtud del entendimiento es
da de nuevo por Einstein, quien afir considerada como necesidad objetiva
mó que el mundo es finito y al mismo de la determinación de las cosas en sí
tiempo I., precisamente en el sentido mismas. I. que no se puede evitar, como
aristotélico ( Über -'ie spezielle und no se puede evitar que el mar nos pa
die allgemeine Rela-.vitatstheorie, 1921, rezca en el centro más alto que en la
§31; trad. esp.: Teoría de la relativi playa porque lo vemos mediante rayos
dad especial y general, Madrid, 1928; que son más altos que éstos, o como
cf. Eddington, The Nature of the Phy- aun el propio astrónomo no puede im
sical World, 1928, pp. 80-81). pedir que al salir la luna le parezca
más grande, si bien no se deja engañar
I ló g ic o (gr. fil-oyo?; lat. alogus; ingl. por esta apariencia" {Crít. R. Pura, Dia
álogicál; franc. alogique; alem. Ato- léctica, Intr., I). Los calificativos "na
gisch). Lo que carece de razón o no tural” e "inevitable" que Kant atribuye
se puede expresar o explicar racional a la I. trascendental, pero que son
mente: lo mismo que irracional. Éste atribuibles a cualquier I., no hacen más
es el uso clásico del término (Platón, que expresar el carácter fundamental
Gorg., 501a; Conv., 202 a; Teet., 205 e; de la I. misma, por el cual la I. (a
Sof., 238 c, sec.; Arist., Ét. Nic., X, 2, diferencia del error) no aminora al ser
1172 b 10). El término griego (lo mismo reconocida como tal.
que el latino) sirve también para desig
nar las magnitudes inconmensurables (ingl. Entightenment; franc.
I lu s tr a c ió n
que denominamos irracionales (Arist., Philosophie des lumieres; alem. oufkla-
An. Post., I, 10, 76 b 9; Euclides, EL, rung; ital. Itluminismo). La dirección
X, def. 10, etc.). El uso moderno ha filosófica definida por el empeño en
intentado, raramente y sin éxito, dis extender la crítica y la guía de la
tinguir I. de irracional. razón a todos los campos de la expe
I l u m in a c ió n , véase LUZ. riencia humana. En este sentido, Kant
ha escrito: "La Ilustración es la libera
I lu m in is m o , véase infra il u s t r a c ió n . ción del hombre de su culpable inca
648
Ilustración
paño (Summ. Log., 2.09). Santo To si existieran los átomos de Demócrito,
más habla de un I. vago (vagum), que pero entonces no existiría tampoco di
corresponde a la individualidad de la ferencia entre dos diferentes I. de la
especie y de un I. singular: “El I. vago, misma figura y de la misma magnitud”
el hombre, por ejemplo, significa una (Nouv. Ess., III, 3, § 6). El supuesto
naturaleza común con un determinado de esta doctrina es que en la natura
modo de ser que compete a las cosas leza existen solamente I. o sea cosas
en particular, esto es, que es subsis singulares; supuesto que, junto con los
tente por sí y distinto de los demás. otros puntos principales, fue expresado
Pero el I. singular significa, en cambio, con toda claridad por Wolff. Éste co
algo determinado y que distingue: así mienza afirmando que el I. es "lo que
el nombre Sócrates significa esta car percibimos con el sentido interior, con
ne y este rostro" (S. Th„ I, q. 30, a. 4). el sentido externo o que podemos ima
El I. vago no es, pues, más que la uni ginar en cuanto es una cosa particular”
dad distinguible sólo numéricamente (Log., § 43), para proceder a la defini
de otras unidades. Y así, en efecto, lo ción del I. como “el ente determinado
definía Duns Scoto: “I., o sea uno en en todas las relaciones (ens omnimode
número, se dice a lo que no es divisi determinatum) o sea en el cual están
ble en muchas cosas y_que se distingue determinadas todas las cosas a él inhe
numéricamente de toda otra” (In Met., rentes” (Ibid., § 74). Esta noción de I.
VII, q. 13, n. 17). como lo absoluta o infinitamente de
No obstante, en el propio Duns Scoto terminado ha sido utilizada a menudo
existen las premisas de un concepto di por la metafísica moderna. Fue justo
ferente del I. Éste está caracterizado, esta noción la que permitió a Hegel
en su modo de ser o sea en su singula (y a muchos otros más tarde, siguien
ridad, por una determinación última o do su ejemplo) hablar de "I. universal"
"última realidad" de la naturaleza que sin caer en una contradicción en los
lo constituye (véase in d iv id u a c ió n ) y, términos. "La tarea de acompañar al
de tal manera, incluye un conjunto ili I. desde su estado inculto hasta el sa
mitado de determinaciones, en virtud ber —dice Hegel— debería entenderse
de las cuales la naturaleza común se en su sentido general que consistiría en
contrae hasta resultar este determina considerar al I. u "'versal, el Espíritu
do ente. Desde este punto de vista, el consciente de sí, en su proceso de for
I. no se caracteriza por su indivisibili mación. Por lo que concierne a la re
dad, sino por la infinitud de sus deter lación de esos dos modos de individua
minaciones. Este concepto es clara lidad, en el I. universal todo momento
mente e x p r e s a d o por Leibniz. "Aun se muestra en el acto en que obtiene
cuando pueda parecer paradójico —de la forma concreta y su propia configu
cía— es imposible tener el conocimien ración. El I. particular es el espíritu
to de los I. y encontrar el medio para no cumplido: una figura concreta en
determinar exactamente la individua todo, cuyo ser determinado domina una
lidad de una cosa, a menos que no se sola determinación y en la cual las
la considere en sí misma. En efecto, otras están presentes solamente a tra
todas las circunstancias pueden retor vés de escorzos" (Phanomen. des Geis-
nar; las diferencias mínimas nos son tes, Pref. II, § 3; trad. ital., I, p. 24).
insensibles, el lugar o el tiempo más Desde el punto de vista del concepto
que ser determinantes, tienen necesidad de I. como infinitud de determinacio
ellos mismos de ser determinados por nes, Hegel podía hablar por cierto de I.
las cosas que los contienen. Lo que es universal, ya que una infinitud de
más importante en esto es que la in determinaciones puede ser justo sólo
dividualidad implica a lo infinito y que de un I. absoluto o infinito. Frente a
sólo quien sea capaz de comprenderlo él el I. finito se caracteriza, como dice
puede tener el conocimiento del princi Hegel, por una sola determinación, ante
pio de individuación de esta o de aque la cual las otras están presentes sólo
lla cosa, que resulta, para comprender como escorzos. Bergson hace referen
lo sanamente, de la influencia que to cia al mismo concepto del I., al afir
das las cosas del universo tienen unas mar que "la individualidad comporta
sobre otras. Es cierto que no sería así una infinitud de grados y que en nin
665
Inducción
También en esta imagen el I. es aque 1947, pp. 174-75). Las Paradojas del I.
llo de lo que se puede tomar siempre (1851) de Bemhard Bolzano señalan
una parte, y lo que se toma es siem el primer impulso decisivo hacia un
pre finito pero siempre diferente. Este nuevo concepto del I.
concepto del I. es esencialmente nega b) El segundo concepto del I. es el
tivo; consiste en no agotar determina de I. categórico o (como se dice con
das magnitudes sujetas a determinadas menor propiedad) actual, al cual sólo
operaciones que son las de la compo la matemática moderna ha dado for
sición, esto es, del agregado de una ma rigurosa. A este concepto se ha
parte siempre nueva y de la división encaminado aun ella misma a través
en partes siempre nuevas. La primera de las discusiones tradicionales acer
operación tiende a lo infinitamente ca de los denominadas paradojas del I.
grande, la segunda a lo infinitamen Ya Roger Bacon, para refutar la infi
te pequeño, esto es, a lo infinitesimal nitud del mundo, hacía ver que si se
(véase): ambas definen el concepto de admite el I. se debe concluir que la par
I. como no agotamiento de partes den te es mayor que el todo al cual perte
tro de partes. Pero así entendido el nece (Opus tertium, ed. Brewer, 41,
concepto es obviamente negativo, ya pp. 141-42). Y parecidos argumentos se
que caracteriza la inagotabilidad o in repitieron con frecuencia en la escolás
cumplimiento de una serie. Justo a este tica del siglo xiv. Pero tal escolástica
propósito Plotino observaba que el I. nos ofrece también, con Occam, una
es lo que no puede ser agotado en su respuesta a dichos argumentos e indi
magnitud o en el número de sus partes ca el camino que será seguido más tar
(Erm., VI, 9, 6). Y Kant, desde el mis de por la matemática de la segunda
mo punto de vista, decía: "El verdadero mitad del siglo xix. En efecto, afirma
(trascendental) concepto de la infini Occam: “No es incompatible que la
tud es que la síntesis sucesiva de la parte sea igual o no menor a su todo
unidad en la medición de un quantum porque ello sucede cada vez que una
nunca puede ser cumplida" (Crít. R. parte del todo es I. ... Sucede también
Pura, Dialéctica, cap. 2, sec. 2). Esta en la cantidad discreta o en una multi
especie de I. es la que los lógicos de plicidad cualquiera, en la cual una
la Edad Media 11; aron I. sincategore- parte tenga unidades j i o menores de
mático (syncathegorematicum), que es las contenidas en el todo. Así en todo
el I. entendido como disposición (no el universo no hay partes en número
cualidad) de un sujeto y diferente del mayor que en un haba, porque en un
I. categoremático, que sería el I. como haba existen infinitas partes. De tal ma
cualidad o como sustancia (Pedro His nera el principio de que el todo es
pano, Summ. Log., 12.57; Occam, In mayor que la parte vale sólo para todos
Sent., I, d. 17, q. 8). Éste es también el los compuestos de partes integrantes fi
I. que la matemática del siglo xvm y nitas” (Cent. Theol., 17 C; Quodl., I,
de la primera mitad del siglo xix defi q. 9). Esta valiente limitación del valor
nió mediante el concepto de límite (o de un axioma, que por entonces parecía
sea como el campo de las series, de las evidente, no tuvo continuadores duran
sucesiones, etc.), pero al cual los mate te mucho tiempo. El mismo Galileo,
máticos de esa época no reconocieron para evitar la posibilidad de una igual
el rango de un tipo de magnitud por sí dad entre la parte y el todo (a propó
misma. En una carta de 1831 decía sito de la relación entre los cuadrados
Gauss: "Protesto contra el uso de una y la serie natural de los números)
magnitud I. como algo completo, uso afirmó que “los atributos de ‘igual’,
que nunca es admitido en la matemá ‘mayor’ y 'menor' no tienen lugar en
tica. El I. es solamente una fagan de los I. sino solamente en las cantidades
parter y, si se quiere ser riguroso, debe terminadas” (Scienze nuove, Op., VIII,
hablarse en cambio de límites a los p. 79), dejando de tal manera inalte
cuales algunas relaciones se acercan rada la verdad del pretendido axioma,
Jo que se quiera mientras a otras rela que cayó y fue declarado fruto de una
ciones les es permitido crecer más allá generalización falaz (cf. Russell, Prin
de toda medida" (cf. Geymonat, Storia cipies of Mathematics, 1903, p. 360) sólo
e filosofía dell'analisi infinitesimale, cuando George Cantor (en los Mathe-
6 7 4
Infinito
matische Anrtalen, entre 1878 y 1883) nal I. que siempre había sido negado
y Dedekind (Continuidad y números como contradictorio, ingresó en la ma
irracionales, 1872; Qué son y qué deben temática, lo que debería resultar bien
ser los números, 1888) enunciaron un pronto fuente de nuevas dificultades y
nuevo concepto del I. Éste consiste problemas, dificultades y problemas que
en considerar como definición del I. constituyen las "paradojas" de la lógi
exactamente lo que hasta entonces ha ca moderna, aun cuando no fueran to
bía parecido la "paradoja" del I. mis talmente desconocidos por la lógica an
mo, o sea la equivalencia de la parte tigua (véase a n t in o m ia s ). Pero el con
y del todo. Se puede ilustrar esta con cepto de I. matemático no ha sido
cepción recurriendo al ejemplo dado modificado por el estudio de estas pa
por Royce (The World and the Indivi radojas ni por las sol uci ones pro
dual, 1900-01; cf. el ensayo complemen puestas.
tario “Lo uno, los muchos y el I." agre 2) El segundo concepto de I. es de
gado al volumen I de la obra). Supon naturaleza teológica y surgió en el últi
gamos que exista una carta geográfica mo periodo de la filosofía griega con
idealmente perfecta, de tal manera que Filón y Plotino. Este último distinguió
si ,4 es el objeto reproducido y A' la entre la infinitud del número que es
carta geográfica, ésta se halle en rela "inagotabilidad” (Enn., VI, 6, 17) y la
ción con A de modo tal que para cada infinitud de lo Uno que es, en cambio,
elemento particular de A, esto es, a, "lo ilimitado de la potencia” (Ibid.,
b, c, pueda determinarse en A' algún VI, 9, 6). Este concepto es frecuente
elemento correspondiente a', b’, cf, con mente usado por la escolástica medie
forme al sistema de proyección elegido. val, aunque con menor precisión de
Supongamos, por lo demás, que esta lenguaje. Santo Tomás, luego de haber
carta geográfica sea diseñada dentro observado que los primeros filósofos
y por encima de una parte de la super tuvieron razón al considerar I. al prin
ficie de la región reproducida, por ejem cipio de las cosas, “considerando que
plo, de Inglaterra. Si este mapa es, co del primer principio emanan I. cosas”,
mo debe serlo por hipótesis, idealmente distingue el I. de la materia, que es
perfecto, debe representar todo lo que imperfección porque la materia sin for
hay en la superficie de Inglaterra y, ma es incompleta, el I. de la forma
por lo tanto, la carta geográfica misma. que, en cambio, es perfección por ser
La representación de esta última, si propio de la forma que no recibe el
es a su vez perfecta, deberá contener ser de otro sino de sí misma, o sea
como parte de sí a su representación de Dios (S. Th., I, q. 7, a. 1). Denomi
y así sucesivamente, sin límite. Un nar I. a la forma de por sí subsistente
sistema similar es claramente I., no parecería querer significar que el I. es
en cuanto es inagotable, sino en cuanto lo que, para ser, no tiene necesidad
es autorrepresentativo o, como mejor se de otro y, por lo tanto, es ilimitada po
dice, autorreflexivo. En términos mate tencia de ser. No muy diferente es el
máticos, un conjunto autorreflexivo es sentido que parece tener la tesis de Duns
el que se puede poner en correspon Scoto acerca de la infinitud como modo
dencia biunívoca con algún subconjunto de ser propio de Dios. Duns observa
suyo. Éste es precisamente el caso de que si se dice que Dios es sumo, se le
la serie natural de los números, que se da una determinación que le compete
puede poner en correspondencia biuní con referencia a las cosas que le son
voca con sus subconjuntos, por ejem diferentes: es sumo entre todas las
plo, con los cuadrados, con los números cosas existentes. Pero si se dice que
primos, etc. es I., se entiende que es sumo en su
La potencia común de dos conjuntos naturaleza intrínseca, esto es, que tras
entre los cuales existe una relación bi ciende todo grado posible de perfec
unívoca es, según Cantor, el "número ción (Op. Ox., I, d. 2, q. 2, n. 17). Aquí
cardinal” de los dos conjuntos. Este la infinitud parece expresar el “quo
número se denomina transfinito cuan maius cogitari nequit" de San Anselmo,
do el conjunto resulta equivalente a o sea el ser las perfecciones de Dios
una parte propia o subconjunto. De tal fuera de todo grado alcanzable por las
manera, el concepto de número cardi perfecciones finitas. La distinción car-
675
I n f i n it o , ju ic io
I n f l u e n c ia o in f lu j o
tesiana entre I. e indefinido (véase) el mundo y lo domina y, por lo tanto,
que reserva a Dios el atributo de la es potencia ilimitada (Ene., §6). Es
infinitud, parece coincidir mejor con bien conocido el uso que el propio Hegel
la distinción entre el I. teológico y el y toda la filosofía romántica del si
I. matemático, distinción que también glo xix han hecho de este concepto
se encuentra en Locke (Essay, II, 17, 1) del I., que ha servido para justificar la
y en Leibniz (Nouv. Ess., II, 17, 2). realidad en cuanto tal, el hecho, y
Pero en la filosofía moderna el concep para rechazar la pretensión del entendi
to de I. como no limitación de la po miento "abstracto" de juzgar a la rea
tencia, aparece de hecho con Fichte. lidad misma, de oponerse a ella y de
Para Fichte, el Yo es I. en cuanto "está i n s e r t a r s e en ella con un empeño
puesto por su propia absoluta activi de transformación. La noción de la
dad”, o sea en cuanto su actividad no infinitud de potencia, en efecto, es
encuentra límites u obstáculos. Colo aquella por la cual la realidad, toda
cando, al mismo tiempo, un no-Yo, el realidad, es en cualquier momento to
Yo se limita y resulta finito. Pero por do lo que debe ser, dado que el princi
último, "la finitud debe ser anulada: pio que la rige no carece de la potencia
todos los límites deben desaparecer y necesaria para su propia e integral rea
debe quedar solamente el Yo, como Uno lización.
y como Todo" (W is se n s c h a fts le h r e 3) El tercer concepto del I. es el
[Doctrina de la ciencia], 1794, II, §4, equivalente metafísico del concepto ma
D). La oposición hegeliana entre "fal temático tradicional del I. mismo. Ya
so I.” y “verdadero I.” constituye la se ha visto que para Aristóteles el I.
mejor ilustración de esta noción de I. nunca puede ser cumplido y que, por
en la filosofía moderna. La falsa infi lo tanto, no puede nunca ser un todo;
nitud es la infinitud matemática del es parte, o sea incumplimiento y no
progreso hacia el I., ya que éste "se agotamiento. Aristóteles, por lo tanto,
detiene en la declaración de la contra se oponía a Meliso que denominó I. al
dicción contenida en lo finito, ya que todo y daba razón a Parménides, que
éste es tanto una cosa como otra" lo había considerado finito (Fís., 6,
(Ene., § 94). El progreso al I. dirige 207 a 15). Pero tales determinaciones
más allá de lo fin5'1'), pero no alcanza son las que ya Platón había reconocido
nunca este más ah- y, por lo tanto, su como propias del I .: I. es lo que privado
negación de lo finito es un "deber de número o de medida, es suscepti
ser" que nunca es un "ser”. El verda ble de lo más y de lo menos y, por lo
dero I. disuelve esta contradicción, nie tanto, excluye el orden y la determina
ga la realidad de lo finito como tal y ción (Fil., 24a-25b). Éste es el concepto
lo resuelve en sí mismo. El verdadero metafísico del I. propio de los griegos,
I., en otros términos, es lo que es, es la por hallarse estrechamente relacionado
realidad; "es y es determinada mente, a su ideal moral, basado en el orden y
existe, está presente. Solamente el fal en la medida. Históricamente hablan
so I. está más allá, siendo sólo la nega do, este concepto no ha superado los
ción de lo finito como tal... La verda límites establecidos por Grecia en la
dera infinitud tomada así en general, edad clásica.
como un ser puesto como afirmativo
en contra de la negación abstracta, es (alem. unendlicher Ur-
I n f i n it o , ju ic io
la realidad en un sentido más elevado teil). Kant denominó así a las propo
que la que antes se había determinado siciones en las cuales el predicado está
como simple realidad. La realidad ha constituido por una negación, por ejem
adquirido aquí un contenido concreto. plo, "el alma es no-mortal” (Logik, §22;
Lo finito no es real, en cambio el I. Crít. R. Pura, §9). El término I. ya
sí lo es” (Wissenschaft der Logik [Cien había sido aplicado por la lógica medie
cia de la lógica], I, I, sec. I, cap. II, C; val a los nombres negativos, por ejem
trad. ital., pp. 161-62). En este sentido plo, no-hombre (cf. Pedro Hi spano,
el I. es, para usar una frase del mismo Summ. Log., 1.04).
Hegel, la “fuerza de la existencia” (Fil.
del Derecho, §331, Apéndice), o sea la o i n f l u j o (lat. influxus, in-
I n f l u e n c ia
fuerza por la cual la razón reside en fluentia; ingl. influx; franc. influence;
676
I
In g e n io
I n h ó s p ito
alem. Einfluss; i tal. influsso). La ac que depende de la disposición natural
ción ejercida por lo incorpóreo sobre del sujeto y no de la enseñanza”, y
lo corpóreo. Cardano distinguía en este distinguía entre un I. comparativo y un
sentido entre I. y cambio (o mutación) I. logicizante (Antr., I, §54).
que es la acción de un cuerpo sobre
otro cuerpo, y también entre I. y aflato (ingl. naivete; franc. na'ive-
I n g e n u id a d
(soplo) que es la acción de lo incor té\ alem. Naivetüt; ital. ingenuitd). El
póreo sobre lo incorpóreo y que se des siglo x v iii empezó a usar este término
arrolla exclusivamente en el alma (De para indicar un determinado modo de
Sübtilitate, XXI, en Opera, 1663, III, expresión estética. "La I. —decía Kant—
pp. 669b-670a). El término ha sido apli es la expresión de la originaria since
cado a: ridad natural de la humanidad contra
1) la acción determinante de los as el arte de fingir, que resulta así una
tros en el destino y en los hechos de segunda naturaleza” (Crít. del Juicio,
los hombres, como mediadora de la ac §54). La I. no puede confundirse con
ción divina (cf., por ejemplo, Nicolás la franca simplicidad que no disimula la
de Cusa, De Docta Ignor., II, 12; Pico naturaleza sólo por no c o mp r e n d e r
della Mirándola, Adv. Astrologiam, VI, lo que es el arte de vivir en sociedad.
2 passim); Es más bien una naturaleza que se
2) la acción de gobierno de Dios so asoma o que se revela en el arte mismo
bre el mundo. En este sentido Cam- (Ibid., §54). En estos conceptos se ins
panella habla de tres "grandes I.” en piró Schiller en su ensayo Poesía inge
las cuales se concreta la acción de Dios nua y poesía sentimental (1795-96). “Lo
y que son la necesidad, el destino y ingenuo —decía Schiller— es la repre
la armonía (Met., IX, 1; Theol.. I, 17, sentación de nuestra infancia perdida,
a. 1); que para nosotros sigue siendo lo más
3) la acción del alma sobre el cuerpo. querido y, por lo tanto, nos llena de
En este sentido fue usada la palabra en cierta tristeza y que en su conjunto es
los siglos x v n y x v i i i . Dice Leibniz: la de la suprema perfección del ideal,
"Queriendo sostener esta opinión vul que, por lo tanto, nos excita en ina
gar de la I. del alma sobre el cuerpo sublime emoción” (Werke ["Obras”],
mediante el ejemplo de Dios que obra ed. Karpeles, XII, p 108). En este sen
fuera de él se hace a Dios muy seme tido, a la poesía ii.^jnua se opone la
jante al alma del mundo” (IV Lettre poesía sentimental: el poeta ingenuo
a Clarke, §34). Esta doctrina es deno es naturaleza, el poeta sentimental bus
minada por Baumgarten (Met., §761) ca la naturaleza (Ibid., p. 125).
"sistema de la I. física”. Y a la misma Fuera del dominio de la estética, el
"opinión vulgar" hace referencia, para término ha sido usado a veces para
rechazarla, también Kant (De mundi caracterizar las c r e e nc i a s filosóficas
sensibilis, etc., IV, § 17). del hombre común. Se llama "realis
mo ingenuo" la creencia común en la
(lat. ingenium; alem. Witz).
I n g e n io realidad de las cosas. Y aun cuando,
Tomando de nuevo uno de los signi en este uso, el adjetivo tenga cierto
ficados tradicionales del término, Giam- tono despectivo, la crítica más reciente
battista Vico denominó I. a la facultad ha demostrado que no s i e mpr e las
inventiva de la mente humana. Opuso, creencias ingenuas son las más débiles.
por lo tanto, el I. a la razón cartesia Véase realism o .
na, y de igual manera opuso al arte I n h e r e n c ia , véase SER, 1, A).
cartesiano de la crítica fundada en la
razón, la tópica, como arte que discipli ((alem. unheimlich) El "sen
I n h ó s p ito
na y dirige el procedimiento inventivo tirse I." es, según Heidegger, uno de
del I. El I. tiene más fuerza produc los aspectos de la angustia (véase).
tiva, respecto a la razón, conforme con Sentirse I. significa “no sentirse en
la capacidad demostrativa que posee casa propia” (“no en su casa”) en el
con respecto a ella (De nostri temporis mundo y en sede ontológico-existencial
studiorum ratione, § 5). Kant, a su vez, éste es el "fenómeno más originario"
entendía por I. al talento, o sea a “la (Sein urtd Zeit, §40; trad. esp.: El ser
superioridad del pode r cognoscitivo, y el tiempo, México, 1962, F. C. E.).
677
In in te lig ib le
I n m a n e n c ia
In in te lig ib le (lat. inexplicabilis; ingl. propósito el verbo evujtáoxei-v que sig
unintettigibte; franc. in in te llig ib le ; nifica inherir, como parte esencial o
alem. unverstandlich; ital. inintelligi- constitutiva. Spinoza adoptó el adjetivo
bile). 1) En sentido estricto, aquello en el mismo sentido, afirmando que
cuyo porqué o cómo no se llega a "Dios es causa inmanente, pero no tran
aprehender, o sea aquello cuya causa, sitiva, de todas las cosas”, entendiendo
condición o significado es inaprehen- con ello que “Dios es causa de las
sible: lo inexplicable (cf. Cicer., Acad., cosas que son en él” y que no hay
III, 29, 95; trad. esp.: Cuestiones aca ninguna cosa "fuera de Dios” (Eth.,
démicas, México, 1944, F. C. E.). El tér I, 18). La distinción aristotélica reapa
mino, por lo tanto, tiene un significado reció en los wolffianos (cf. Baumgar-
diferente y más preciso que inconcebi ten, Met., §211). Es evidente que en
ble (véase), que indica sólo una in este sentido la I. significa la perma
compatibilidad genérica con la razón. nencia del fin, resultado o efecto de
Leibniz mismo estableció la diferencia una acción, en el agente.
entre lo que no se entiende y lo incon 2) El segundo significado del térmi
cebible (Nouv. Ess., Avant-propos, Op., no es el que Kant adopta con el adje
ed. Erdmann, p. 202). Análoga diferen tivo correspondiente, denominando in
cia ha sido establecida entre los dos manentes a "los principios cuya apli
términos por Peirce (Chance, Love and cación se tiene, en todo y por todo, en
Logic, II, 2; trad. ital., p. 137). los límites de la experiencia posible”
2) También se denominan así los dis que, por lo tanto, se oponen a los prin
cursos escritos o hablados que resultan cipios "trascendentes” que sobrepasan
oscuros, confusos, y no bien expresa estos límites (Crít. R. Pura, Dialéc
dos a los fines de la comunicación. tica, Intr., I; Prót., §40). En este sen
tido la I. significa la limitación del
(ingl. in m a n en ce; franc.
I n m a n e n c ia uso de determinados principios al do
immanence; alem. Immanenz. ; ital. im- minio de la experiencia posible y la
manenza). El término puede significar: renuncia a extenderlos fuera de di
7) la presencia del fin de la acción en cho uso.
la acción misma o del resultado de una 3) El tercer significado de I. fue es
operación cualquiera en la misma ope tablecido por el idealismo poskantiano.
ración; 2) la Iir .ación del uso de Dice Jichte: "En el sistema crítico, la
determinados principios a la experien cosa es lo puesto en el Yo; en el dog
cia posible y el rechazo a admitir co mático, aquello en que el Yo mismo
nocimientos auténticos que superen los está puesto; el criticismo es, por lo tan
límites de tal experiencia; 3) la diso to, inmanente, porque pone todo en el
lución de toda realidad en la conciencia. Yo, el dogmatismo es trascendente por
1) El primer significado es aquel se que llega aún fuera del Yo” (Wissen-
gún el cual los escolásticos hablaban schaftslehre, 1794, I, § 3, D ; trad. ital.,
de una acción inmanente, o sea que p. 77). Esta terminología, que es segui
"permanece en el agente", como el en da por Schelling, hace del adjetivo “in
tender, el sentir, el querer, en cuanto manente” la característica del punto
diferente a la acción transitiva (tran- de vista del idealismo absoluto, por el
siens) que es, en cambio, la que pasa cual nada existe fuera del Yo. Es, sin
a una materia externa, como el segar, embargo, evidente la analogía de este
el calentar, etc. (cf. en todo, Santo significado con el spinoziano, según el
Tomás, S. Th„ 1, q. 14, a. 2; q. 18, cual la acción de Dios es inmanente
a. 3; q. 23, a. 2; q. 27, a. 1; etc.). Esta porque no llega fuera de Dios mismo.
distinción no hacía más que expresar En este sentido la I. es la inclusión
la que Aristóteles había establecido en de toda la realidad en el Yo (Absoluto
tre movimiento (xívrim?) y actividad o Conciencia) y la negación de toda
(évÉQYEia) en el libro IX de la Meta realidad fuera del Yo. En el mismo sen
física (6, 1048 b 18), considerando como tido, Gioberti habló de "pensamiento
movimiento a la acción que tiene su inmanente” (Protologia, I, p. 173) e in
fin fuera de sí, y actividades a las sistió acerca de la inmanencia del
acciones que tienen su fin en sí mis idealismo italiano entre las dos guerras.
mas. Aristóteles había adoptado a este Es común a estos tres significados
678
Inmanencia, filosofía de la
Inmediato
del término el concepto de que lo in autoconciencia. En tal sentido, son doc
manente es lo que, formando parte de trinas inmanentistas el idealismo ro
la sustancia de una cosa, no subsiste mántico, el idealismo gnoseológico y
fuera de la cosa misma. En tal sentido todas las formas del conciencialismo.
se dice comúnmente "justicia inmanen 2) El término es también usado para
te” para indicar la justicia inherente indicar la doctrina de la inmanencia
al proceso mismo de los acontecimien en el significado 1 y en tal sentido equi
tos, o "peligro inmanente” para indicar vale a panteísmo (véase).
el peligro propio de una situación de 3) Algunas veces, especialmente en
terminada. francés, se adopta el término para sig
nificar el método de la inmanencia
filo s o f ía d e la <.ingl. ittl-
I n m a n e n c ia , (véase supra).
manence phitosophy; franc. philosophie
de Vimmanence; alem. Immanenzphilo- In m a te r ia lis m o (ingl. im m a t e r ia tis m ;
sophic; ital. filosofía dell'immanenza). franc. immatériatisme; alem. Immate-
Con esta expr esi ón señaló Wilhelm rialismus; ital. immaterialismo). Tér
Schuppe (1836-1913) el punto de vista mino creado por Berkeley para indicar
fundamental de su filosofía, según la la doctrina de la negación de la exis
cual "el mundo está en la conciencia", tencia de la realidad corpórea y de la
pero esta conciencia no es individual, reducción de ésta a ideas impresas en
sino "la conciencia en general”, o sea los espíritus finitos directamente por
el contenido común de las conciencias Dios (D ialogues between Hylas and
individuales (Grundriss der Erkermtnis- Philonous, I I I ; Works, ed. Jessop, II,
theorie und Logik ["Bosquejo de teo pp. 259 ss.). La doctrina fue denomi
ría del conocimiento y lógica”], 1894, nada y se denomina más comúnmente
2? ed., 1910, §31). idealismo (en el sentido /.). El argu
mento fundamental aducido por Ber
I n m a n e n c ia , m é to d o d e la (ingl. method keley en favor del I. es que las cosas
of immanence-, franc. méthode d’im- y sus pr opi e da des no son más que
m anence; alem. Immanenzmeíhode; ideas, las cuales, para existir, tienen
ital. método dell'immanenza). Nombre necesidad de ser percibidas (esse est
dado por Blondel, Laberthonniére y percipi) y que, por lo tanto, el pensar
otros al método de apologética religio cosas que no sear Tercibidas equivale
sa, que tiende a demostrar que lo di a definirlas como no pensadas”, pre
vino es de alguna manera inmanente cisamente en tanto son pensadas. La
en el hombre, por lo menos bajo for diferencia entre las ideas reales, que
ma de necesidad, aspiración o exigen- son las cosas, y las ideas simplemente
fcia (Blondel, Lettre sur les exigences imaginadas, que por lo común son de
de la pensée contetnporaine en matiére nominadas ideas, consiste pues, según
d’A pologétique, 1896; Laberthonniére, Berkeley, en el hecho de que las pri
Essais de philosophie religeuse, 1903). meras son producidas en nuestro espí
Le Roy ha dado a este método una ex ritu por Dios y las segundas son produ
presión aún más generalizada, denomi cidas por nosotros mismos. Por lo
nándolo "principio de I.” y expresándolo tanto, la más simple percepción de una
en la forma de que "todo es interno a cosa es en realidad la percepción de
todo, y que en el mínimo detalle de una acción de Dios sobre nosotros e
la naturaleza o de la ciencia el análisis implica la existencia de Dios; de don
vuelve a encontrar toda la naturaleza de, si se admite la materia, se debe
y toda la ciencia" (Dogme et critique, atribuir a la materia la causalidad de
1907, p. 9). Véase a c c i ó n , f il o s o f ía de l a . las ideas mismas y se puede prescindir
de Dios. El materialismo es, por lo
I n m a n e n tis m o (ingl. im m a n e n tism ; tanto, el fundamento del ateísmo y de
franc. immanentisme; alem. Immanen- la irreligión, como el I. es el funda
tismus; ital. immanentismo). 1) Se mento de la religión ( P r i n c i p i e s of
indica con este término la doctrina que Human Knowledge, I, 92 ss.).
admite la inmanencia en el significa
do 3, o sea que niega cualquier realidad I n m e d ia to Suecos; ingl. im m e d ia te ;
o ser fuera de la conciencia o de la franc. im m é d ia t; alem. unmittelbar;
679
Inmediato
ital. immediato). Con este término se Husserl y por otro, la intuición simpa-
califica por lo general todo objeto que tética de Bergson: la primera tiene por
puede ser reconocido o afirmado sin objeto a las esencias, la segunda a la
la ayuda de algún otro objeto: por conciencia en su duración (véase i n t u i
ejemplo, una idea que puede ser perci c i ó n ). Ambas intuiciones se definen por
bida sin la ayuda de otra idea; un su carácter I.: en efecto, aprehenden
hecho que puede ser comprobado sin sus respectivos objetos, sin necesidad
la ayuda de otros hechos, una proposi de intermediarios.
ción que puede ser denominada ver Hegel, que es probablemente el crí
dadera sin recurrir a otras proposicio tico más radical del privilegio de la
nes, etc. Así, Aristóteles denominaba inmediatez, denominó “filosofía del sa
1. a la p emisa "a la que no antecede ber I.” a la filosofía de la fe de Jacobi.
ninguna otra” (An. Post., I, 2, 72 a 7). Ya Kant había polemizado contra esta
o sea la premisa cuya verdad es to filosofía, rehusando admitir que la fe
mada sin recurrir a las verdades de o una actividad sentimental o I. cual
otras premisas. En un sentido análo quiera del hombr e pudiera proceder
go, Descartes manifestaba entender por fuera de los límites de la razón que
pensamiento "a todo lo que está de tal son, por lo demás, los mismos de la
forma en nosotros que lo percibimos experiencia posible (Was heisst: Sich
inmediatamente por nosotros mismos” in Denken orientieren? [¿Qué significa
( // Resp., def. 1), donde la palabra in orientarse en el pensamiento?], 1786).
mediatamente le servía, según declara, Pero la crítica de Kant se dirige en
"para excluir las cosas que siguen y especial contra el fanatismo (véase),
dependen de nuestro pensamiento”. To que ve implícito en esta posición. La
davía en forma análoga, Locke enten crítica de Hegel se dirige propiamente
día por conocimiento intuitivo la per contra la inmediatez. Según Hegel, la
cepción por la mente del "acuerdo o forma de la inmediatez "da a lo uni
el desacuerdo de dos ideas por sí solas versal la unilateralidad de una abstrac
[de un modo inmediato], sin interven ción y de tal manera Dios resulta la
ción de ninguna otra” (Essay, IV, 2, 1). esencia indeterminada, pero Dios no
Forma parte de un concepto de in puede d e n o mi n a r s e espíritu sino en
mediatez así entendido la pretensión cuanto se conoce, mediándose en sí con
de que lo I. no tenga necesidad de sigo mismo. Sólo de tal manera es
otra cosa para al nzar el reconoci concreto, viviente, espíritu; el saber de
miento de su validez. Así para Descar Dios como espíritu contiene en sí, pre
tes, la i n m e d i a t e z del pensamiento cisamente por ello, la mediación” (Ene.,
constituye la validez misma de la pro § 74). La mediación (véase) es, según
posición Yo soy, y para Locke la in Hegel, el retomo de la conciencia so
mediatez de la relación de las ideas bre sí misma, la conciencia de sí, que
hace a esta relación más cierta que la es la forma última y suprema de la
mediata, o sea demostrativa (Ibid., IV, realidad y que, por lo tanto, Hegel iden
2, 4). Es pues inútil recordar que las tifica con Dios. Negar la mediación
premisas inmediatas de Aristóteles tie significa, por lo tanto, según Hegel, ne
nen validez necesaria como principios gar la superioridad de la conciencia
primeros de la demostración. Análogo de sí sobre la conciencia. Lo I. es la
privilegio es, por lo general, reconocido forma más simple de la conciencia, es
a las formas de conocimiento I., por "el intuir abstracto” que es el intuir
ejemnlo, a la intuición. Kant atribuía en el cual lo que se intuye (la concien
a la intuición el privilegio de ser "la I. cia) se considera diferente de lo intui
presencia del objeto” (Pról., § 8), pero do (el objeto de la conciencia). Esta
al mism^ tii mpo negaba que fuera una crítica es, según se ve, una crítica in
intuición "no sensible”, o sea una intui terna de la filosofía hegeliana; forma
ción que fuera algo más que una mo parte integrante de esta filosofía, pero
dificación pasiva, que una afección. no es utilizable fuera de ella. En el
Pero la filosofía moderna y contempo mundo contemporáneo, en el cual el do
ránea ha hablado a menudo de una minio del saber tiende a ser cubierto
intuición no sensible y basta recordar, por las diferentes disciplinas científi
por un lado, la intuición eidética de cas, lo I. ha perdido sus privilegios,
680
Inmoralismo
Inmortalidad
aunque por razones que nada tienen lugar común en la patrística y en la
que ver con las adoptadas por Hegel. escolástica y, fuera de la disputa de los
El objeto de una investigación cientí aristotélicos, se conserva como lugar
fica nunca es un objeto inmediato, en común en el Renacimiento. También
el sentido de que la validez de tal ob los naturalistas del Renacimiento ad
jeto no puede ser admitida sino me mitieron la I. (Campanella, De sensu
diante el auxilio de instrumentos o rerum, II, 24; Bruno, De Tr-iplici míni
procedimientos más o menos complica mo, I, 3). Telesio mismo admite, jun
dos, por lo tanto de modo indirecto y to al alma material que es la única
mediato. Hasta los objetos de la vista, que preside las operaciones humanas
que c o n s t i t u í a n tradicionalmente el (comprendida la moralidad) y que es
modelo mismo de los objetos I., han mortal, un alma divina, que es el su
perdido este carácter en la psicología jeto de la aspiración del hombre a lo
contemporánea, que tiende a sacar a trascendente y que es inmortal (De rer.
luz las complejas estructuras y los pro nat., V, 2). La demostración de la I.
cedimientos mediatos de la percepción es una de las finalidades declaradas de
(véase}. la filosofía de Descartes y continúa
siendo un punto importante de la de
(ingl. immoralism; franc.
I n m o r a lis m o Leibniz (Théod., I, 89) y de la filosofía
im m o ra lism e ; alem. Lmmoralismus; alemana p r e k a n t i a n a (Baumgarten,
ital. immoralismo). Expresión adopta Met., § 776). La I. del alma permanece
da por Nietzsche para expresar su po estrechamente ligada también a todas
sición de antagonismo f r e n t e a las las formas monadológicas del esplritua
relaciones de la moral tradicional y su lismo moderno y contemporáneo, ya
intento de realizar una “trasmutación que es evidente que la mónada, se la
de los valores". "Se sabe cuál es la considere creada o increada, es inmor
palabra —decía Nietzsche— que me he tal en todo caso.
preparado para esta lucha, la palabra 2) La teoría de la I. parcial encuen
in m o r a lis ta ; se conoce también mi tra su origen en Aristóteles. Después
fórmula: más allá del bien y del mal” de h a b e r distinguido entre entendi
(Wilte zur Machí, 1901, § 167, c; trad. miento activo y pasivo, Aristóteles dice
esp.: La voluntad de dominio. Madrid, que "el entendimiento activo” es sepa
1932.) rable, impasible y ■ mezcla porque es,
por su sustancia, acto y que por ello
(ingl. immortality; franc.
I n m o r ta lid a d sólo “es inmortal y eterno” (De An.,
immortalité; alem. V n s te r b lic h k e it; III, 5, 430 a 17). Por su "impasibilidad”,
ital. immortalitá). Una de las creen el entendimiento activo no conserva
cias más difundidas en las filosofías las determinaciones particulares, por
y en las religiones de Oriente y de Oc lo tanto, no se identifica con la totali
cidente. Desde el punto de vista filo dad del alma humana que comprende
sófico, puede adquirir dos formas di también al entendimiento pasivo. Esta
ferentes : 1) la creencia en la I. de la doctrina fue incorporada por los estoi
persona individual, esto es, del alma cos a su metafísica, según la cual el
humana en su totalidad; 2) la creen alma del hombre es una parte del Es
cia en la I. de lo que la persona indi píritu cósmico y, como éste, es inmor
vidual tiene en común con un principio tal (Dióg. L., VII, 156). Oleantes afir
eterno y divino, o sea solamente de la mó más tarde que todas las almas
parte no personal del alma misma. perduran hasta la conflagración final,
Será necesario, pues, considerar como si bien Crisipo creía que sólo las al
punto 3) las pruebas adoptadas por los mas de los sabios duran hasta aquel
filósofos en cuanto a la inmortalidad. momento (Dióg. L., VII, 157).
1) La I. del alma individual fue ad El aristotelismo árabe adoptó, en la
mitida por los órficos, los pitagóricos Edad Media, una doctrina parecida a
y Platón. Los eclécticos (cf. a este res ésta. Averroes dio un paso más allá
pecto Cicer., Tuse. Disp., I, 26-35) la que Aristóteles con referencia a la re
admitieron igualmente, como también lación entre el entendimiento y el res
la admitiera Plotino (Enn., III, 4, 6). to del alma humana: no sólo el enten
La I. del alma individual resulta un dimiento activo, como lo considerara
Inmortalidad
simple signum de la I., ha sido fre glo x v i i i , si bien otra parte de la mis
cuentemente repetido. ma Uustracicn pensara, con Voltaire,
VII) El séptimo argumento es el queque "la mortalidad del alma no es con
presenta a la I. como una exigencia traria al bien de la sociedad, como lo
de la vida moral del hombre. Este ar probaron los a n t i g u o s hebreos, que
gumento no tuvo mucho éxito en la creían en el alma material y mortal’’
Antigüedad y, más bien, fue el motivo, (Traite de Métaphysique, 6). Kant no
a menudo inconfesado, que indujo a hizo más que volver a la tesis de Rous
los filósofos a buscar pruebas que de seau, tomando a la I. como uno de los
muestren la inmortalidad. Duns Scoto, postulados de la razón práctica. La I.
a este respecto, negó que las razones del alma y la existencia de Dios son,
deducidas de la aspiración del alma a según Kant, las condiciones para la rea
la beatitud eterna y a una justicia re- lización del sumo bien, esto es, la unión
muneradora del bien y del mal fueran de virtud y felicidad. En efecto, sin la
decisivas. En efecto, debería conocer continuación indefinida de la vida hu
se, por lo menos, y por obra de la ra mana más allá de la muerte, la reali
zón natural, el hecho de que la beati zación de la santidad mediante el pro
tud eterna resulte el fin conveniente greso indefinido no sería posible y, por
de nuestra naturaleza, pero no es así; lo tanto, el hombre no resultaría nun
y en cuanto a la necesidad de un pre ca digno de la felicidad. Pero para
mio o de un castigo, se puede decir Kant el postulado no es una verdad
siempre que cada uno encuentra su teórica, sino una necesidad del ser mo
remuneración suficiente en la acción ral finito: en otros términos, las con
buena misma y que la primera pena sideraciones morales no demuestran la
del pecado es el pecado mismo (Op. I., pero muestran que es una aspira
Ox., IV, d. 43, q. 2, n. 27, 32). La I. del ción legítima del que obra moralmente
alma, por lo tanto, le parecía a Duns (cf. Postulados de la Razón Práctica).
Scoto una pura verdad de fe, no sus VIII) En fin, un viejo argumento,
ceptible de demostración. Pomponazzi aunque siempre renovado, de la I. es el
no hizo más que asumir este punto de obtenido del consensus gentium. He
vista en su crítica del argumento mo aquí como lo exponía Cicerón: "Si el
ral {De imm. animae, 14). En la filo consenso universal es voz de la natu
sofía moderna es .e argumento, sin raleza y todos en todas partes están
embargo, el que ha tenido más fortu de acuerdo en considerar que exista
na, lo que se explica fácilmente debido algo que interesa a los difuntos, tam
a que con el declinar de la metafísica bién nosotros debemos ser del mismo
antigua, las pruebas basadas en la cau parecer, y si consideramos que aquellos
salidad y sustancialidad del alma han dotados de un alma superior por inge
perdido su valor. En la "Profesión de nio o por virtud están en la mejor con
fe del Vicario de Saboya” {Emilio, IV) dición para reconocer la fuerza de la
Rousseau llegó a afirmar la inmate naturaleza, porque son perfectos por na
rialidad y, por lo tanto, la I. del alma, turaleza, es verosímil —dado que todos
basándose precisamente en la exigen los mejores se preocupan mucho de la
cia de una justicia que no siempre se posteridad— que exista algo cuya sen
ve realizada en el mundo. "Aun cuan sación están destinados a tener después
do no tuviera otra prueba de la inma de la muerte” {Tuse. Disp., I, 15, 35).
terialidad del alma —decía— que el Hace tiempo que el problema de la I.
triunfo del malo y la opresión del justo ha dejado de ser un problema vivo de
en este mundo, ello sólo me bastaría la filosofía. No tanto porque su solu
para no dudar. Una contradicción tan ción positiva esté ligada a una filosofía
manifiesta, una disonancia tan estri particular, la metafísica de la sustan
dente en la armonía del universo, me cia, sino también y antes que nada por
llevaría a reflexionar que no todo ter dos razones. La primera es que la di
mina para nosotros con la vida y que rección de la ética moderna ha elimi
todo vuelve a entrar en el orden con nado de la moral toda dependencia de
la muerte’’. Rousseau fue, en este as una sanción ultramundana y de tal
pecto, la voz elocuente de buena parte manera ha eliminado el primero y más
de la Ilustración y del deísmo del si inmediato interés en la solución posi-
I n n a tis m o
In q u ie ta d
tiva del problema de la I. La segunda En este sentido, el I. reapareció en
es que la moderna dirección de la fi el platonismo renacentista, del cual se
losofía, al considerar ilegítimo o sin puede considerar una c ont i nuaci ón
sentido el extender el análisis filosófico el platonismo inglés del siglo xvn, con
más allá de la esfera de existencia o tra cuyas tesis fundamentales se diri
de experiencia aprehendible mediante gen críticas en el primer libro del En
los instrumentos que el hombre posee, sayo de Locke. El I. fue reasumido
ha negado en principio la legitimidad en Inglaterra un siglo después por la
y la eficacia del debate mismo acerca escuela escocesa del sentido común
de la I. Por lo tanto, no nos debe (véase) y más precisamente por Reid
asombrar que este problema haya sido y Dugald Stewart. Pero ya Descartes y
tratado escasa y pobremente por la fi Leibniz le habían dado un nuevo sig
losofía moderna y contemporánea, so nificado. Para Descartes algunas ideas
bre todo después de Kant. Su interés son innatas como "capacidad de pensar
se ha venido limitando a la esfera de y de comprender las esencias verdade
la religión y de la apologética religiosa. ras, inmutables y eternas de las cosas"
(Méd., III; Lettre á Mersenne, 16-VI-
Innatismo (ingl. innatism; franc. inna- 1641, (Euvr., III, 383). Y Leibniz tam
tisme; alem. Nativismus; ital. innatis bién consideró innatas las verdades que
mo). Doctrina que expresa que existen se revelan inmediatamente como tales
en el hombre conocimientos o princi a la luz natural, sin tener necesidad
pios prácticos innatos, esto es, no ad de otra verificación (Nouv. Ess., I,
quiridos mediante o por la experiencia 1, 21). En este sentido, el I. dejó de
y anteriores a ella. El modelo de todo ser una especie de escultura que el
I. es la doctrina platónica de la anam alma lleva consigo al nacer, según
nesis (véase): "Ya que el alma es in la imagen que Cicerón había adoptado
mortal y ha nacido muchas veces y ha (De nat. deor., II, 4, 12). Al viejo ada
visto todas las cosas, ya sea aquí como gio escolástico: "Nihil est in intellectu,
en el Hades, no hay nada que no haya quod prius non fuerit in sensu", Leibniz
aprendido y de tal manera no nos debe agregó la limitación "nisi ipse intellec-
asombrar que pueda recordar, ya sea tus", queriendo decir con ello que el
sobre la virtud o sobre otras cosas, alma dispone por ¡ cuenta de catego
aquello que conocía antes” (Men., 81 rías, tales como el ser, la sustancia,
c). Pero la forma con la cual el I. ha lo uno, lo mismo, la causa, la percep
pasado a la tradición filosófica es la ción, el razonamiento, etc., que los sen
dada por los estoicos, quienes admitían tidos no podrían suministrarle (Nouv.
como criterio de verdad, junto a la Ess., II, 1, 2). No es grande la distancia
representación cataléptica, la anticipa entre esta forma de I. y la doctrina kan
ción, que es “la noción natural de lo tiana (que, sin embargo, es común no
universal” (Dióg. L., VII, 54). Cicerón designar con este término) de la no-
expuso así su punto de vista: "La na derivación de las formas a priori del
turaleza nos ha dado llamas minúscu conocimiento a través de la experien
las y nosotros, bien pronto desgastados cia. El I. pertenece actualmente al nú
por malas costumbres y por falsas mero de las doctrinas que no se discu
opiniones, las apagamos para hacer de ten más, en virtud de no debatirse ya
saparecer la llama de la naturaleza. Y. los problemas cuyas soluciones dan.
por cierto, en nuestra índole se hallan En la filosofía moderna, cuando se ad
innatas las semillas de la virtud y, si mite que algo precede a la experiencia
les fuera posible desarrollarse, la mis (como lo hace, por ejemplo, el idea
ma naturaleza nos guiaría hacia una lismo hegeliano), este algo no es un
vida feliz” (Tuse., III, 1, 2). Esta espe conjunto de ideas o de virtualidades,
cie de I. se liga con la teoría del ins sino toda la razón o la totalidad del
tinto (véase) propia de los estoicos y espíritu. Cf. A p r i o r i .
es readoptada por doctrinas que tie
nen la intención de poner fuera de I n q u i e t u d (ingl. uneasiness; franc. in-
duda determinadas c r e e nc i a s funda quiétude; alem. Unruhe; ital. inquie-
mentales de naturaleza teórica o prác tudine). Locke ha dado un significado
tica. filosófico preciso a este término, en-
685
Insolubilia
Instante
tendiendo por él el malestar de la men (véase), que es el límite o la condición
te "con motivo de la ausencia de cual del tiempo, ya que representa una espe
quier cosa cuya presencia le causa un cie de encuentro o de compromiso en
goce” (Essay, II, 20, 6). En la segunda tre el tiempo y la eternidad. Esta no
edición del Ensayo Locke vio en la I. ción puede remontarse a Platón. "El I.
así entendida el móvil principal de la —decía— parece indicar la transición
voluntad humana. "Después de mirar entre dos cambios inversos. En efecto,
la cosa por segunda vez —decía Locke— el paso del movimiento a la quietud
me parece que lo determinante de la y viceversa, no tiene lugar a partir de
voluntad no es, según se supone gene una inmovilidad que es todavía inmó
ralmente, el más grande bien a la vista, vil o del movimiento que es aún móvil.
sino que es algún malestar (y en las La naturaleza un poco extraña del I. se
más de las veces el malestar más pre asienta en medio de la quietud y el mo
mioso) que el hombre experimente... vimiento, aun no encontrándose en el
A ese malestar podemos llamarle, co tiempo, circunstancia que lo constituye
mo lo es, un deseo, porque es un mal en el punto de llegada o de salida de
estar de la mente a causa de un bien lo que se müeve hacia lo estar inmóvil
ausente" (Ibid., II, 21, 31). Leibniz aco y de lo que está inmóvil hacia el movi
gió favorablemente esta tesis de Locke miento” (Parm., 156 d). En otros térmi
(Nouv. Ess., II, 20, §6)> que también nos, para Platón el I. no es ni el tiempo
fue aceptada y utilizada por Condillac ni la eternidad, ni el movimiento, ni la
(Traite des sensations I, 3, §2). quietud, sino que se halla en medio
de ellos y constituye su punto d^ en
Insolubilia. A partir del siglo xiv, la cuentro. Esta noción reaparece en Kier-
lógica medieval aplica este nombre, o kegaard, quien vio en el I. la súbita
el de impossibilia, a los razonamientos inserción de la eternidad en el tiempo
que la lógica megárico-estoica llamaba y, por lo tanto, la súbita inserción de
ambiguos o convertibles, o también di la verdad divina en el hombre, o sea el
lemas (véase) y más tarde antinomias nacimiento de la fe (Philosophische
(véase). Brochen ["Migajas filosóficas”], capí
tulo IV; cf. IV erke [“O bras”], II,
In s ta n c ia (gr. Ivcrr-aig; lat. instantia', pp. 108, 116 ss.). El carácter instantáneo
ingl. instance\ fr.„ic. instance-, alem. de la fe excluye que pueda ser suscitada
Instanz; ital. istanza). 1) En la lógica o p r o d u c i d a por procedimientos de
aristotélica, la I. es "una premisa con demostración o de persuasión. De allí
traria a otra premisa” (An. Pr., II, 26, la polémica de Kierkegaard contra la
69 a 36). Aristóteles enumera cuatro I. iglesia oficial danesa. Polémica que
fundamentales: el ataque a la premi condujo a tiavés de un periódico al
sa del adversario, una nueva premisa, que intituló, precisamente, El Instante.
una premisa contraria a la del adver El concepto del I. retorna en el exis-
sario y la apelación a decisiones prece tencialismo alemán, pero sin la reso
dentes (Tóp., VIII, 10, 161 a 1; Ret., II, nancia religiosa que tenía en Kierke
25, 1402 a 34). gaard. Dice Jaspers: “El I. vivido es
2) Bacon denominó I. a casos par el hecho supremo, calor de sangre, in
ticulares experimentales de un deter mediatez, vida, presente corpóreo, tota
minado fenómeno, del calor, por ejem lidad de lo real, única cosa verdadera
plo, y denominó “tablas de las I." al y concreta. En vez de partir desde el
elenco de tales casos (Nov. Org., II, presente para perderse en el pasado o
10ss.). Véase t a b l a . Stuart Mili siguió en el futuro, el hombre encuentra la
a veces esta terminología (Logic., III, existencia y lo absoluto en el I., que
9, 1, passim). sólo puede dárselo. Pasado y futuro
son oscuros abismos informes, tiempo
I n s t a n te (gr. t o e^aícpvrig; lat. momen- indefinido, en tanto el I. puede ser la
tum\ ingl. instant; franc. instant; alem. abolición del tiempo, la presencia de
Augenblick; ital. attimo). Según el sig lo eterno (P sych o lo g ie der Weltan-
nificado específico, propio de una de schauungen ["Psicología de las concep
terminada tradición filosófica, el I. ciones del mundo”], 1925, I, 3; trad.
tiene un significado diferente del ahora ital., p. 132). El propio Jaspers pone
686
Instinto
winianos, sino también por los que han arrollarlos totalmente, elementos que
elaborado la teoría de los reflejos con originalmente se compenetraban” (Évol.
dicionados, quienes consideran el I. co c r é a t r 1911, 8? ed., pp. 190-91). La evo
mo un reflejo condicionado complejo lución vital ha alejado mutuamente
(cf. Pavlov, Los reflejos condicionados; inteligencia e I., especializando al I.
trad. ital., p. 273). El defecto de la teo en la tarea de utilizar o también en
ría es que las variaciones casuales di la de construir instrumentos organiza
fícilmente podrían explicar la forma dos y a la inteligencia, en cambio, en la
ción de I. tan perfeccionados y com de fabricar y adoptar instrumentos no
plejos, como los I. de los insectos. organizados (Ibid., p. 152). La especiá-
b) La segunda teoría explicativa tie lización del I. depende, según Bergson,
ne como punto de partida la forma del hecho de que el I. es, precisamente,
ción de estos I. más complejos, y con la utilización, para un fin determinado,
sidera al I. como inteligencia degrada de un instrumento determinado, de un
da o mecanizada. Esta doctrina, pre instrumento que en general resulta de
sentada por Romanes (Mental Evojution una enorme complejidad de detalle aun
in Animal, 1883), fue muy aceptada por cuando de funcionamiento muy sim
la psicología de fines del siglo pasado. ple. Los instrumentos fabricados por
Equivale a hacer del I. un hábito for la inteligencia son, en cambio, mucho
mado y perfeccionado a través dei des menos perfectos, pero pueden cambiar
arrollo de una especie animal. Wundt continuamente de forma y adaptarse a
en especial contribuyó a la difusión de las nuevas circunstancias. Esto expli
la doctrina. "Los I. —dice— son movi ca también por qué el I. no es cons
mientos que originalmente surgen de ciente o es consciente en mínima parte:
actos de voluntad simples o compuestos la conciencia, en efecto, mide el residuo
y que después, durante la vida indi entre la representación y la acción (o
vidual o en el curso de un desarrollo sea entre las diferentes posibilidades
general, se mecanizan en todo o en de obrar y la acción efectiva). En el I.
parte” (Grundzüge der physiotogischen este residuo es mínimo, ya que sólo
Psych. [“Fundamentos de la psicología una mínima parte es dejada a la elec
fisiológica”], 4* ed., 1893, II, pp. 510 ss.; ción (Ibid., p. 157). Scheler, haciendo
cf. System der Phil., 2* ed., 1897, p. 590; referencia a esta doctrina de Bergson,
trad. esp.: Sistema de filosofía cientí en cuanto tiende » dar razón de los I.
fica, Madrid, 1911). Esta concepción ha más complicados (por ejemplo, el de
sido utilizada a veces por los filósofos, los himenópteros que paralizan, picán
con miras a una metafísica espiritua dolos, pero sin matarlos, a arañas o
lista (cf., por ejemplo, Renouvier, Nou- escarabajos para colocar en ellos sus
velle Monadologie, 1899, p. 83), pero huevos (cf. Fabre, Souvenirs entomologi-
contra ella existe el hecho bien com ques, I, 3? ed., 1894, pp. 93 ss.), declara
probado de que los hábitos adquiridos considerar probable que "en jo s actos
no son trasmisibles por herencia y instintivos de esta especie, en los cua
que no basta para explicar la formación les nos encontramos en presencia de
de I. perfeccionados la herencia de la una c onc a t e na c i ón finalista, lógica,
disposición para contraer hábitos, que de las fases de actividad de plurali
en algunos casos parece estar compro dad de seres, no se trata más que de
bada (Mac Dougall). una exageración anormal de lo que es
c) La tercera teoría explicativa es la verdadera fusión afectiva en la es
la que reduce el I. al sentimiento y en fera de la actividad humana" (Sympa-
particular a la simpatía. “I. es simpa thie, cap. I). Ésta es una aceptación
tía”, dice Bergson. “En los fenómenos sustancial del punto de vista de Berg
del sentimiento, en las simpatías y son con la corrección de que lo que
antipatías irreflexivas, experimentamos Bergson denomina simpatía debe enten
en nosotros mismos, bajo una forma si derse más bien como fusión afectiva
bien un poco vaga y todavía demasiado (para la diferencia entre las dos cosas,
penetrada de inteligencia, algo de lo véase s i m p a t í a ) . La doctrina de Berg
que debe suceder en la conciencia de un son ha sido muy aceptada por los filó
insecto que obra por instinto. La evolu sofos, pero ha hallado escasa repercu
ción ha alejado uno del otro, para des sión entre los fisiólogos y los psicó
689
Institución
logos. Sigue siendo una de las posibles esforzado” (Burt, "The Case of Human
alternativas para la explicación del I. Instincts” en la revista cit., 3* parte;
Éste, en efecto, puede ser reducido a cf. J. Flugel, Studies in Feeling and
una u otra de las dos actividades que Desire, Londres, 1955). Tal negación
por lo común se consideran directrices del I. se refiere sobre todo al hombre.
de la conducta humana, esto es, la Katz había dicho: "En el hombre, los
inteligencia y el sentimiento. La inter I. determinan sólo la fuerza de un
pretación b) intenta reducir el I. a la impulso a la acción y su esquema gene
inteligencia y la interpretación c) in ral. Este esquema es indefinido y varía
tenta reducirlo al sentimiento. de ocasión a ocasión y en<re uno y
B) En la psicología contemporánea, otro individuo. Por ejemplo, en todos
el influjo de la dirección gestaltista, los niños, el I. del juego se desarrolla
en tanto que determina el definitivo y florece en un determinado momen
abandono de la teoría de los reflejos to y más tarde desaparece. Pero el
que tendía a resolver el I. en activi modo en que los niños juegan de hecho
dades elementales (que serían justo las varía enormemente. A pesar de ello,
acciones reflejas), ha favorecido tam precisamente en la infancia el hombre
bién el abandono de toda teoría expli se halla sujeto con más fuerza a la
cativa y el recurso a teorías descripti influencia de los I. Más tarde su con
vas, fundadas sobre amplia base de ducta de vida está tan controlada por
observaciones. Desde este punto de vis las fuerzas externas que su base ins
ta, la descripción del I. más aceptada tintiva apenas puede distinguirse. A
es la formulada por G. E. Muller, que diferencia de los animales, no pasa su
oportunamente ha modificado una de vida dentro de la seguridad de los I.,
finición de MacDougall: “El I. es una pero tiene la capacidad para formár
disposición psicofísica que depende de selos por sí mismo” (Animáis and Men,
la herencia y a menudo está completa trad. ingl. de la op. cit., p. 173). Así se
mente formada al nacer el animal, otras comprende por qué el I ha dejado de
veces, en cambio, se forma tras un de ser el factor explicativo primario de la
terminado periodo de desarrollo; esta conducta de los hombres y también
disposición guía al animal a otorgar de la de los animales. En la sociolo
particular atencic a objetos de una gía, el I. ha sido invocado, durante
determinada especie o de un cierto cierto periodo, como factor formativo
modo y a sentir, luego de haberlos per dominante de la cultura o de sus as
cibido, un impulso hacia una actividad pectos fundamentales. Pareto atribuía
determinada y en conexión con ellos” al I. las acciones "no lógicas” (Sociolo
(cf. D. Katz, Mensch und Tier ["Hom gía generale, 1923, § 157). Thorstein Ve-
bre y animal”], 1948; trad. ingl., p. 171). blen recurría frecuentemente al I. en
Definiciones de esta naturaleza hacen sus explicaciones sociológicas, por ejem
inútil hasta el nombre de I. que, en plo, al I. de la eficiencia, al I. animis-
efecto, algunos psicólogos tienden a ta, etc. (cf. The Instinct of Workman-
sustituir con otros términos menos ship and the State of Business Enter
comprometidos por un uso secular (pro prise, 1904). Este punto de vista no
pensión, tendencia, por ejemplo). A puede ser ya sostenido. "La cultura
veces se insiste acerca del carácter no es instintiva en ningún aspecto: es
totalitario de la disposición instintiva, exclusivamente aprendida. A partir de
considerándola como un "esquema uni la publicación del I. de Bemard en 1924,
tario", que crece y disminuye como un ha sido imposible aceptar toda teoría de
todo (cf. R. B. Cattell, Personality, los I. como explicación del esquema
Nueva York, 1950, p. 195). Otras veces cultural universal o como solución de
se duda hasta de que sea oportuno algún problema cultural” (G. P. Mur-
usar el concepto de I. (acerca de este dock, en R. Linton, The Science of Man
argumento, cf. el simposio pertinente in the World Crisis, Nueva York, 7* ed.,
en el British Journal of Educational 1952, pp. 126-27; cf. también The Study
Psychol., noviembre de 1941). O tam of Man; trad. esp.: Estudio del hom
bién se proyecta una concepción "esta bre, México, 1959, F. C. E.).
dística del I.”, según la cual es sola I n s titu c ió n (lat. institutio; ingl. insti
mente "el factor de un grupo innato y tuí ion; franc. institution; alem. An-
690
I n s tn im e n ta lis m o
I n te le c tu a lis m o
statí; ital. istituzione). 1) La lógica na el valor de una magnitud como
terminista medieval da este nombre suma de partes infinitesimales conside
a la adopción de un nuevo vocablo radas en número siempre creciente. En
en el curso de la discusión y por el biología, significa el grado de unidad
tiempo que ésta dura (cf. Occam, o de solidaridad entre las diferentes
Summ. Log., III, 3, 38). La finalidad partes de un organismo, esto es, el gra
de esta adopción es la de hacer más do en el que tales partes dependen
conciso el lenguaje o el discutir acerca una de otra. De modo análogo, en psi
de una cosa desconocida; también la de cología significa el grado de unidad o
engañar al interlocutor o permitirle res desorganización de la personalidad y en
ponder más fácilmente a las objeciones. sociología el grado de organización
En este último sentido es una de las de un grupo social.
obligaciones (véase). Spencer, en los Primeros prindpios
2) En la sociología contemporánea (1862) veía en la I. una de las caracte
el término es de uso frecuente y ha rísticas fundamentales de la evolución
sido tomado por Durkheim, por ejem cósmica, en cuanto es el paso de un
plo, como el objeto específico de la estado indiferenciado, amorfo e indis
sociología, definida justo como "cien tinto, a un estado diferenciado, for
cia de las instituciones” (Régtes de la mado y unificado (F irst P rin cip ies,
méthode sociologique, 2* ed., p. xxm). §94).
La I. se ha entendido a veces como un
conjunto de normas que reglan la ac I n te le c tib le (lat. intellectibilis). Lo que
ción social (como para el caso lo hace no es sensible y no tiene relación con
Durkheim); otras veces y en sentido lo sensible y en este sentido es dife
más general, como "cualquier actitud rente de lo inteligible (véase) que pue
suficientemente establecida en un gru de asemejarse a lo sensible o hallarse
po social” (cf. Abbagnano, Probtemi di comprendido en él (In Porphirium I,
sociología, 1959, IV, 2). P. L., 64, col. 11). La distinción, estable
cida por Boecio, fue readoptada por
I n s tr u m e n tá b a n lo , véase PRAGMATISMO. Hugo de San Víctor. Lo I. es lo divino
o lo que de divino hay en el hombre,
I n s t r u m e n t o (ingl. instrument; franc. el alma, por ejeL lo (Didascalion,
instrument; alem. Werkzeug; ital. stru- II, 3, 4).
mento). La palabra ha sido difundida
por Dewey que la aplica a todo medio In te le c to . Lo mismo que inteligencia.
apto para conseguir un resultado, prác Véase e n t e n d i m i e n t o , 2, c.
tico o teórico, en cualquier campo de
la actividad humana. Dice Dewey: “En In te le c tu a lis m o (ingl. inteltectualism;
su condición de término general, ins franc. intellectualisme; alem. Intellek-
trumental significa la relación de me tualismus; ital. intellettualismo). Tér
dios a consecuencia, como la categoría mino aplicado por Hegel a la filosofía
básica para la interpretación de las de Plotino, interpretando el éxtasis co
formas lógicas, mientras que operado- mo un rebasamiento del contenido de
nal representa las condiciones por las la conciencia sensible; es "el pensa
cuales se hace que el objeto 1) sirva miento puro”. "La idea de la filosofía
como medio y 2) funcione realmente co plotiniana —decía— es, por tanto, un
mo tal medio al efectuar la transfor I. o un elevado idealismo, el cual, sin
mación objetiva que constituye el fin embargo, por el lado del concepto, no
de la investigación" (Logic, I, 2; nota; es aún un idealismo acabado” (Ge-
trad. esp.: Lógica, México, 1950, F. C. E., schichte der Philosophie, I, sec. III,
p. 28). Plotino; trad. esp.: Historia de la filo
sofía, México, 1955, F. C. E., III, p. 38).
I n te g r a c ió n (ingl. integration; franc. in- El término es ahora usado polémica
tégration; alem. Integration; ital. inte- mente por las filosofías de la vida y
grazione). Este término tiene signifi de la acción para designar la dirección
cados específicos diferentes en diferen contraria a ellas, esto es, aquella se
tes ramas del saber. En matemática, es gún la cual el entendimiento (el pen
el proceso en cuyo límite se determi samiento o la razón) tiene una función
691
Inteligible
Intención
predominante en el conocimiento y en de la naturaleza, por lo tanto no empí
la conducta del hombre. Este término ricas, sino fundadas únicamente en la
ha sido muy usado por el intuicionismo razón” (Grundlegung zur Metaphysik
bergsoniano, por la filosofía de la ac der Sitien [Fundamentación de la me
ción, por el modernismo, por el pragma tafísica de las costumbres], III). En
tismo, o sea por todas esas filosofías este sentido el mundo I. es el mundo
que tienden a disminuir el valor del moral.
entendimiento como camino de acceso En sentido más específico, se deno
a la verdad o como guía de la conduc mina I. a lo que puede ser entendido
ta y a considerar mucho más impor o comprendido, correspondiendo a los
tantes la intuición, la simpatía, el ins significados 2,c, de e n te n d im ie n to
tinto, la vida, la voluntad, etc. A veces (véase).
el término se ha contrapuesto a volun
tarismo (véase) para indicar la prima I n te n c ió n (lat. intentio; ingl. intention;
cía atribuida al entendimiento sobre franc. intention; alem. Gesinnung; ital.
la voluntad y en este sentido ha sido intenzione). En sentido estricto, la in
adoptado también con la finalidad de tencionalidad en el dominio práctico,
caracterizar históricamente determina esto es, la referencia de una actividad
dos puntos de vista. Se ha hablado así práctica (deseo, aspiración, voluntad)
del I. de Santo Tomás y del volunta a su propio objeto. En este sentido,
rismo de Duns Scoto, aludiendo al di la intencionalidad del acto moral pue
verso peso que tienen, para estos filó de ser reconocida por cualquier doc
sofos, las dos actividades humanas fun trina moral. No obstante, la insistencia
damentales; se trata, sin embargo, de acerca del valor de la I. como con
significados y caracterizaciones poco dición de la moralidad es uno de los
precisas. rasgos característicos de la ética fina
lista, en cuanto se distingue de la ética
In te lig ib le (gr. v o t it ó ; ; lat. intelligibilis; del móvil (véase é t i c a ) . En la ética del
ingl. intelligible; franc. intelligible; móvil, en efecto, la moralidad de la
alem. intelligibel; ital. intelligibile). En acción se juzga por su eficacia para
general, el objeto del entendimiento o producir el bienestar, la felicidad, etc.
intelecto. Aristóteles dijo: "todos los En la ética finalista, en cambio, la bon
entes son sensible o I." (De An., III, dad de la acción se mide por la direc
8, 431b 21). Lo I. es el objeto del inte ción que el sujeto imprime a la acción,
lecto, al igual que lo sensible es el obje que es precisamente la intención. Santo
to de los sentidos. Esta simetría es man Tomás dice con justicia a este respecto
tenida por todos los filósofos que admi que "la I. es el nombre del acto de la
ten la distinción entre sensibilidad y voluntad, estando presupuesto el orde
entendimiento. Platón denominó I. a namiento de la razón que ordena algo
la esfera del conocer que comprende la hacia un fin" y que "la I. pertenece
diártoia y la ciencia, en cuanto es dis primaria y principalmente a lo que se
tinta de la esfera de la opinión, que dirige hacia un fin”, por lo que ella
comprende la c o n j e t u r a y creencia es precisamente "el acto de la volun
(Rep., VII, 534 a). Para el neoplato tad” (S. Th., II, 1, q. 12, a. 1). En este
nismo el mundo I. comprende las tres sentido, la I. es inherente a la ética
primeras hipóstasis, o sea lo Uno, el finalista. Por lo tanto, esta noción no
Intelecto y el Alma del mundo (Ploti- se encuentra en la ética aristotélica,
no, Enn., II, 9, 1). Según Kant, el en la cual el análisis del acto mo
mundo I. es el mundo del cual el hom ral es realizado a base de una ética del
bre forma parte como "actividad pura”, móvil; tampoco se halla en todas las
o sea en cuanto no influido por la sen éticas del mismo género, por ejemplo,
sibilidad, sino que obra a base de la en el utilitarismo. Por otro lado, la
espontaneidad de la razón. "Por una moral teológica tiende antes que nada
parte —dice Kant— el hombre, al per a insistir acerca del valor de la I. Abe
tenecer al mundo sensible está someti lardo decía: "Dios tiene en cuenta no
do a las leyes de la naturaleza y, por las cosas que se hacen, sino el ánimo
otra parte, al pertenecer al mundo I., con que se hacen y el mérito y el valor
está sometido a leyes independientes del que obra no consiste en la acción,
692
Intencionalidad
cional u objetivo, esto es, tomado como menos psíquicos entendidos como un
término de la I. cognoscitiva (Ibid., I, grupo de fenómenos que coexisten jun
d . 23, a. 2). El esse intentionate o to con otros fenómenos denominados
esse apparens, como también lo deno físicos. Dice Husserl a este propósito:
mina Auriol, es el manifestarse de la “La peculiaridad de las vivencias (Er-
cosa a la I. cognoscitiva de la mente lebnisse) que se puede llamar justa
(Ibid., I, d. 9, a. 1). Sin embargo, esto mente el tema general de la fenomeno
le pareció a Occam una inútil esgrima logía de orientación objetiva, es la I.
entre el entendimiento y la cosa (In Es ésta una peculiaridad esencial de
Sent., I, d. 27, q. 3CC). Para Occam la esfera de las vivencias en general,
el acto cognoscitivo es una intentio, en cuanto que todas las vivencias par
en el sentido que se refiere directa ticipan de algún modo en la I. ... La I.
mente a la cosa significada. Como in es lo que caracteriza la conciencia
tención, el concepto no es más un signo en su pleno sentido y lo que autoriza
que se halla en lugar de una clase de para designar a la vez la corriente en
objetos, cualquiera de los cuales pue tera de las vivencias como corriente
de sustituir al concepto mismo en los de conciencia y como unidad de una
juicios y razonamientos en los que se conciencia” (Ideen, I, §84). Después
encuentra (Ibid., I, d. 23, q. 1, D; Husserl mismo ha hablado de "función
Quodl., IV, q. 35; Summa Log., I, 12). intencional" por la cual la vivencia se
La I., como referencia al objeto, que refiere no solamente a su objeto sino
dó reducida así, por la escolástica me también a sí misma y , por lo tanto, es
dieval, a la referencia del signo a su conocimiento de sí (véase f u n g e n t e ).
designado y, durante mucho tiempo, De todos modos, en el ámbito de la
dejó de ser utilizada como noción au fenomenología la I. era tomada como
tónoma. Sólo en el siglo xix, Franz la característica fundamental de la
Brentano exhumó esta noción para to conciencia y como tal ha quedado en
marla como característica de los fe buena parte de la filosofía contempo
nómenos psíquicos (Psichologie van em- ránea, en especial en la fenomenología
pirischen Standpunkt ["Psicología des y en el existencialismo (véase c o n c i e n
de el punto de vista empírico], 1874; c i a ). El concepto de trascendencia (véa
trad. esp.: Psicología, Madrid, 1935). se), mediante el cual Heidegger ha
Éstos se pueden lasificar según las definido la relación entre el hombre
características de sus I., o sea de su y el mundo no es más que una genera
referencia al objeto: en la representa lización de la I. Dice Heidegger: "Si
ción el objeto está presente simple se considera todo relacionarse con el
mente, en el juicio es afirmado o ne ente como intencional, entonces la I.
gado, en el sentimiento es amado u es posible solamente con el fundamen
odiado. Todos estos actos se refieren to de la trascendencia, pero, obsérvese
a un "objeto inmanente” y son actos bien, ni I. y trascendencia se identifi
intencionales, pero su I., o sea su refe can, ni ésta se funda en aquélla” (Vom
rencia al objeto, es diferente en cada Wesen des Grundes ["De la esencia del
uno de ellos. Brentano fue el primero fundamento"], I; trad. ital., p. 24).
en considerar que el objeto de la I.
pudiera ser, indiferentemente, real o I n te n s ió n y e x te n s ió n (ingl. intensión
irreal y después, en la Klassification and extensión; franc. intensión et ex
der psychischen Phdnomene [“Clasifi tensión; alem. S i n n und Bedeutung;
cación de los fenómenos psíquicos"] ital. intensione e estensione). Esta pa
(1911), afirmó que el objeto de la I. es reja de términos fue introducida por
siempre real y que la referencia a un Leibniz para expresar la distinción que
objeto real es indirecta, o sea, realiza la Lógica de Port Royal había expre
da a través de un sujeto que afirma o sado mediante la pareja comprensión-
niega al objeto mismo. Husserl se ins extensión (véase) y que la lógica de
piró en estas ideas de Brentano, to Stuart Mili expresaría mediante la pa
mando la noción de I. como la defini reja connotación-denotación. Dice Leib
ción de la misma relación entre el su niz: "El animal comprende más in
jeto y el objeto del conocimiento en dividuos que el hombre, pero el hombre
general y no como señal de los fenó comprende más ideas y más formas;
694
Interacción
Interés
el uno tiene más ejemplares, el otro do el último aplicado a puntos de vista
más grados de r e a l i d a d , el uno tie que toman en consideración la denota
ne más extensión y el otro más I.” ción de las proposiciones y prescinden,
(Nouv. Ess., IV, 17, § 9). El uso de en lo posible, de sus significados in-
estos dos términos fue adoptado por tensionales. Por otra parte, el adjetivo
Hamilton: "La cantidad interna de una intensional, a p l i c a d o sobre todo al
noción, su /. o comprensión está cons cálculo de las proposiciones o de las
tituida por diferentes atributos, de los funciones proposicionales (véase) signi
cuales el concepto es la suma, o sea fica que se toman en consideración las
por varios caracteres relacionados por modalidades de las proposiciones, de
el concepto mismo en un individuo to las cuales, en cambio, prescinde la con
talmente pensado. La cantidad exter sideración extensiomd, que se limita a
na de una noción o su extensión está examinar las funciones de verdad de
constituida por el número de objetos las proposiciones mismas (Camap, Lo
pensados mediatamente a través del gical Syntax of Language, § 67; Russell,
concepto” (Lectures on Logic, t ed., Inquiry into Meaning and Truth, 1940,
1866, I, p. 142). El uso de estos dos cap. 19). Véase e x t e n s io n a l id a d , t e s i s
términos prevalece también en la lógica DE LA.
contemporánea, que los ha referido a
la distinción establecida por Frege en In te ra c c ió n , véase ACCIÓN RECÍPROCA;
tre sentido y significado. "Pensando TRANSACCIÓN.
en un signo —decía Frege— debemos
ligarle dos cosas distintas, es decir, no I n te r é s (ingl. in te r e s t; franc. intérét;
sólo el objeto designado que se deno alem. In te r e s s e ; ital. interesse). La
minará significado de dicho signo, sino participación personal en una situación
también el sentido del signo, que de cualquiera y la dependencia que de
nota el modo mediante el cual tal ob ella resulta para la persona interesada.
jeto nos es dado" ("Uber Sinn und Se trata de un concepto moderno, que
Bedeutung” ["Sobre sentido y significa Kant utiliza en el dominio de la esté
do”], 1892, § 1; trad. ital., en Aritmé tica, con la finalidad de afirmar el ca
tica e lógica, p. 218). Obviamente, el rácter "desinteresado” del placer esté
objeto es la extensión, el sentido es la tico. Dice Kant: "Se llama I. el placer
intensión. La distinción es repetida o que logramos coi a representación de
presupuesta por casi toda la lógica con la existencia de un objeto. Este pla
temporánea. cer, por lo tanto, siempre tiene rela
La I. de un término es definida por ción con la facultad de desear ya sea
Lewis como "la conjunción de todos en cuanto es su causa determinante
los otros términos, cada uno de los o en cuanto es necesariamente atinente
cuales debe ser aplicable a lo que el a tal causa. Pero cuando se trata de
término es correctamente aplicable". juzgar si una cosa es bella, no se quie
En tal sentido la I. (o connotación) re saber si su existencia importa a
está delimitada por toda correcta defi nosotros o algún otro, sino solamen
nición del término y representa la in te cómo la juzgamos al contemplarla”
tención del que lo usa, por lo tanto, el (Crít. del Juicio, § 2). Hegel a su vez
significado primero de "significado”. al definir el I. como "el momento de
La extensión, en cambio, o denotación la individualidad subjetiva y de su ac
de un término es la clase de las cosas tividad”, entendía con ello la presencia
reales a las cuales el término se aplica del sujeto en la acción (Ene., § 475).
(Lewis, Analysis crf Knowledge and Va- La noción de I. ha sido utilizada sobre
luation, 1950, pp. 3941). Las mismas todo en el dominio de la pedagogía. El
determinaciones son dadas por Quine: I. es aquí la participación del educando
la I. es el significado, la extensión en el saber, por la cual el saber apa
es la clase de las entidades a las cua rece al educando mismo como útil.
les el término puede ser atribuido con Esta había sido una de las reglas pro
verdad (From a Logical Point of View, puestas para la educación en el Emi
II, 1). lio de Rousseau. Pero fue Herbart quien
Los adjetivos intensional y extensio- utilizó sistemáticamente la noción de
nal son usados en forma análoga, sien I., indicando como finalidad de la edu-
695
Interesante
Interpretación
qación la plurilateralidad de los inte I n t e r f e n ó m e n o (ingl. intcrphenomenon).
reses. Según Herbart, el I. se halla en Término c r e a d o por H. Reichenbach
medio del ser espectador de los hechos para indicar los hechos subatómicos no
y en el intervenir en ellos; en otros observables, esto es, no inmediatamen
términos, es una participación aún no te inferibles de la observación; por
totalmente activa o comprometida. El ejemplo, el movimiento de un electrón
interés, por lo demás, se distingue del 0 de un rayo luminoso desde la fuente
deseo en el hecho de que mientras el hasta el encuentro con otra materia.
objeto de éste último no existe toda "Hechos de esta especie se introducen
vía, el objeto del I. está ya presente y a través de cadenas de inferencias de
real (Allgemeine Padagogik, 1873, II, tipo mucho más complicado. Se cons
I, 2, § 3; trad. esp.: Pedagogía general, truyen bajo la forma de una interpola
Madrid, 1935). E n t r e los pedagogos ción dentro del mundo de los fenóme
c o n te m p o rá n e o s Dewey ha insistido nos y la distinción entre fenómenos e
acerca del valor del I., definiéndolo I. es lo análogo, en la mecánica cuán
como “el acompañamiento de la iden tica, a la distinción entre cosas obser
tificación, a través de la acción, del yo vadas y las no observadas” (Philosophic
con algún objeto o idea, por el camino Foundations af Quantum Mechanics, I,
de la necesidad de tal objeto o idea 6 ; cf. también en trad. esp.: La filo
para el mantenimiento de la autoex- sofía científica, México, 1953, F.C.E.).
presión" (Educational Essays, ed. por J.
J. Findlay, p. 89). Desde este punto I n te r io r id a d , véase EXTERIORIDAD.
de vista, el esfuerzo que en pedagogía
se suele oponer a veces al I., implica (gr. pETaxóopa; lat. inter-
I n te r m u n d o s
una separación entre el yo y el objeto mundia). Los espacios entre los mun
que debe ser aprehendido o dominado. dos, en los cuales, según Epicuro, ha
Según Dewey los caracteres del I. son bitan los dioses (Dióg. L., X, 89; Cice
la actividad, la proyectividad y la pro- rón, De Div., II, 17, 40; De nat. deor.,
pulsividad. Por el primero, el I. es di 16-19).
námico, es decir, lleva a la acción. Por
el segundo, el I. tiene su propia finali I n t e r p r e ta c ió n (gr. éop,riveía; lat. inter-
dad fuera de sí, en -'gún objeto o mira pretatio; ingl. in te r p r e ta tio n ; franc.
al cual se ata. Pv-,. el tercero, el I. in te r p r é ta tio n ; alem. Interpretation,
significa una realización interna o un Auslegung; ital. interpretazione). En
sentimiento de valor (Ibid., 90-91). Esta general, la posibilidad de referir un sig
concepción del I., que es uno de los no a su designado o también la opera
p u n t o s focales de la pedagogía de ción mediante la cual un sujeto (intér
Dewey, ha influido poderosamente en prete) refiere un signo a su objeto
la teoría y en la práctica de la educa (designado). Aristóteles denominó I. al
ción de todos los países de Occidente. libro en el cual estudió la relación de
los signos lingüísticos con los pensa
(ingl. in te r e s tin g ; franc.
I n t e r e s a n te mientos y la de los pensamientos con
in té r e s s a n t; alem. interessant; ital. las cosas. En efecto, para él, las pala
ínteressante). Kierkegaard ha subraya bras son "signos de las afecciones del
do la importancia de este concepto, alma, que son las mismas para todos
considerándolo como “una c a te g o ría y que constituyen las imágenes de ob
límite en los confines de la estética y jetos que son idénticos para todos” y,
de la ética y, por lo tanto, como la por lo demás, consideró como sujeto
categoría del punto crítico". Así, por activo de esta referencia al alma o al
ejemplo, Sócrates fue el más interesan entendimiento (De Interpr., 1, 16 a,
te de los hombres que han vivido y su 1 ss.).
vida la vida más interesante de las vi Boecio, a través de quien pasó esta
vidas. Pero tal existencia le fue asig doctrina a la escolástica latina, enten
nada por la divinidad y, en la medida día por I. "cualquier voz que significa
en que debió conquistarla por sí, debió algo por sí misma”, incluyendo, por lo
conocer penas y dolores (Furcht und tanto, entre las I. los nombres, los ver
Zittern [“Temor y temblor”], en Werke bos y las proposiciones y excluyendo
[' Obras1 1. I I I 131) las conjunciones, las preposiciones y,
696
Interpretación
por lo tanto, es independiente del que gar a una crítica radical de los textos
rer mismo de Dios. El I. representa bíblicos y a la tentativa de reducir a
así la reivindicación, en el campo mo mito toda la doctrina de la religión
ral y político, de la autonomía de la (David Friedrich Strauss, 1808-1874). La
razón que el cartesianismo afirmó en religión misma fue considerada por
el campo filosófico y científico. Véase Ludwig Feuerbach (1804-72) como "la
DERECHO. autoconciencia del hombre, o sea como
Iz q u ie r d a h e g e lia n a (ingl. hegeliatl le ft; la proyección en la divinidad de lo
franc. sinistre hégélienne-, alem. Hegel- que el hombre quiere ser". En el plano
ische Linke-, ital. sinistra hegeliana). histórico-político, la I. hegeliana opuso
Mientras que la derecha hegeliana (véa a la concepción hegeliana de la historia
se) es la escolástica del hegelianismo, como racionalidad absoluta, la interpre
la I. hegeliana tiende a oponer a la tación materialista de la historia mis
doctrina de Hegel esos rasgos o carac ma que la considera en función de las
teres del hombre que no encontraron necesidades humanas (K. Marx, 1818-
en ella un reconocimiento adecuado. En 1883; F. Engels, 1820-95). Véase m a t e
el plano religioso esta tendencia da lu r ia l i s m o h is t ó r i c o
706
J
(ital. Borla). Vico habla de
J a c ta n c ia mayor número posible de personas en
la jactancia de las naciones, que con el seno de la Iglesia. El 31 de mayo
siste en creer "que algunas han encon de 1653 una bula del Papa Inocen
trado antes que otras las comodidades cio X condenó las cinco proposiciones
de la vida humana y conservado las en las cuales la Facultad Teológica de
memorias de sus cosas desde el prin París había condenado la doctrina del
cipio del mundo” y de la jactancia de Augustinus de Jansen. Antoine Arnaud
los doctos, "los cuales creen que lo que y los denominados "solitarios de Port
ellos saben es tan antiguo como el Royal" se pronunciaron a favor de Jan-
mundo" (Scienza Nuova, 1744, D. 3, 4; sen y como consideraron que las cinco
trad. esp. [de la 1’ ed.l: Ciencia nueva, proposiciones condenadas no expresa
México, 1941, F. C. E.). La jactancia de ban el pensamiento de Jansen, la con
los doctos ha impedido el reconocimien dena, por lo tanto, no se refería al
to del mundo histórico como algo de jansenismo. Pascal publicó en 1656 sus
bido a "hombres bestias”, y ha condu Cartas provinciales en defensa de esta
cido a atribuir el origen de dicho mun concepción. El J. continuó circulando
do a "hombres sabios” que habrían durante algún tiempo en ambientes in
obrado reflexivamente. telectuales y religiosos de Italia y Fran
cia (cf. F. Ruffini, Studi sul giansenis-
J a in is m o (ingl. jainism). Una de las mo, Florencia, 1947).
sectas filosóficas de la India antigua,
que tomó el nombre de su fundador Jaque, véase FRACASO.
Mahavira (siglo v a. c.), llamado Jiña,
o sea "el Victorioso". Admite una plu J e r a r q u í a (gr. U(>apxí“ ; lat. hyerarchia;
ralidad de realidades o sustancias, divi ingl. hierarchy; franc. hiérarchie; alem.
didas en dos grupos antagónicos: las Hierarchie; ital. gerarchia). En sentido
sustancias vivas y las materiales (cf. estricto, el orden de las cosas sagra
Tucci, Storia delta FU. indiana, 1957, das, o sea de los entes o de los valores
pp. 55 ss.). supremos. El concepto (aunque no el
término) es neopla nico (cf., por ejem
J a n s e n is m o (ingl. jansenism; franc. jan- plo, Plotino, Enn., III, 2, 17), pero fue
senisme; alem . Jansenism us-, ital. introducido en la filosofía occidental
giansenismo). La doctrina del obispo por dos escritos del seudo Dionisio
Comelius Jansen (1585-1638) expuesta Areopagita, aparecidos a principios del
en su obra Augustinus. Tal doctrina siglo xiv e intitulados Sobre la J. celes
es un intento de reforma católica me te y Sobre la J. eclesiástica. El primero
diante un retomo a las tesis de San de estos escritos contiene el orden de
Agustín con respecto a la gracia. Según las inteligencias angélicas (véase á n
Jansen, la doctrina agustiniana impli g e l e s ), el segundo hace correspon
ca que el pecado original arrebató al der la J. angélica a la eclesiástica, que
hombre la libertad de querer y lo hizo también se divide en tres órdenes:
incapaz del bien e inclinado necesaria el primero, constituido por los miste
mente al mal. Sólo Dios concede la rios: bautismo, eucaristía, sagradas ór
gracia de la salvación a los elegidos, denes; el segundo, constituido por los
por los méritos de Cristo. Jansen opuso órganos que administran los misterios:
estas tesis a la teoría moral eclesiásti el obispo, el sacerdote, el diácono; el
ca, en especial la jesuíta, según la cual tercero, constituido por los que a tra
la salvación está siempre al alcance del vés de estos órganos son conducidos
hombre, que viviendo en el seno de la a la Gracia: catecúmenos, energúme
Iglesia, posee una gracia suficiente que nos, penitentes. En forma más general
lo salva, en caso de ser auxiliada por la se indica actualmente con este término
buena voluntad. Ésta era la tesis del cualquier orden de valores o de auto
jesuíta español Molina (1535-1600), en ridad: por ejemplo, "la J. de los valo
la que los jesuítas basaban su acción res", "la J. burocrática”, "la J. del
de proselitismo, dirigida a conservar el partido”, etcétera.
707
J u d í a , filo s o f ía
J u d ic a tiv a , f a c u lta d
J u d í a , f ilo s o f ía (ingl. jewish philosophy-, fase pertenecen Isaac Israelí (que vivió
franc. philosophy juddique; alem. jü- en Egipto entre los siglos ix y x), Saa-
dische Phitosophie; ital. filosofía giu- dia (siglo x), Selomó ibn-Gabirol, que
daica). La filosofía J. es una filosofía los escolásticos latinos conocieron con
de tipo escolástico (véase f i l o s o f í a ; el nombre de Avicebrón, autor de una fa
e s c o l á s t ic a ) que consiste esencialmen mosa obra intitulada Fuente de la vida
te en el intento de interpretar la tra (siglo x i) y Moisés Ben Maimón, llama
dición religiosa J. en los términos de do Maimónides (siglo xn), autor de la
la filosofía griega y, más precisamen Guia de los descarriados (Dalatat al-
te, en la neoplatónica o la aristoté hairin).
lica. Por lo tanto, la filosofía J. nace Los temas fundamentales de esta
cuando el judaismo entra en contacto segunda fase de la escolástica J. son
con el helenismo y, con mayor preci los siguientes: 1) la utilización del
sión, en el siglo II a. c. Una de sus neoplatonismo árabe, especialmente de
primeras manifestaciones es la secta la filosofía de Avicena, para la demos
de los esenios, de la que hablan Filón, tración de la existencia de Dios; 2) la
Josefo y Plinio y a la cual parecen per negación de la necesidad, característi
tenecer los documentos recientemente ca de la filosofía árabe y, por lo tanto,
encontrados en las cercanías del Mar la crítica de las dos doctrinas que sur
Muerto (1947) y que se suelen denomi gían de esta necesidad, o sea: a) la
nar "rollos del Mar Muerto" (cf. Wil- eternidad del mundo, con la consiguien
son, E., The Scrolls from the Dead Sea, te defensa de la creación como co
1955; trad. esp.: Los rollos del Mar mienzo de las cosas en el tiempo por
Muerto, México, 1956, F. C. E., y Bur- obra de Dios; b) el riguroso determi-
rows, The Dead Sea Scrolls, New York, nismo astrológico y la reafirmación de
1956; trad. esp., México, 1956, F. C. E.). la libertad humana. Estas tesis acer
Esta secta muestra un profunda afini can mucho la escolástica J. a la cris
dad con el neopitagorismo, al punto de tiana, que defiende f i l os óf i c a me nt e
hacer suponer que se haya desarrollado creencias religiosas análogas. La esco
bajo la influencia de los misterios ór- lástica cristiana utilizó, por lo tanto, la
fico-pitagóricos. Estaba constituida por filosofía J. y especialmente la de Mai
varias comunidades sometidas a una mónides (cf. J. Guttmann, Die Phil. des
disciplina severa y comprendía un de Judentums ["La filosofía del judais
terminado número de reglas ascéticas. mo”], Munich, 1933).
Desde el punto de vista doctrinario,
los esenios interpretaban alegóricamen Judicativa, facultad (gr. xpiTixóv; lat.
te el Viejo Testamento conforme con judicium o vis judicativa-, ingl. judg-
una tradición que remontaban a Moi ment; franc. jugement; alem. Urteils-
sés ; creían en la preexistencia del alma kraft; ital. facolta giudicativa). La po
y en la vida después de la muerte, ad sibilidad de elección o de decisión que
mitían divinidades intermedias o demo define el comportamiento de los seres
nios y la posibilidad de profetizar el animados y en particular de los hom
futuro. Filón de Alejandría (que vivió bres. Ya Aristóteles definió el compor
en la primera mitad del siglo i d. c.) tamiento animal precisamente median
es la mayor personalidad filosófica de te esta posibilidad, que considera "fun
este periodo de la filosofía J. y su inten ción del p e n s a mi e n t o y de la sen
to es dar una interpretación alegórica sación”, como también mediante la
de las doctrinas del Viejo Testamento posibilidad del movimiento (De an., III,
mediante conceptos de la filosofía grie 9, 432 a 15). En particular, vio en el juz
ga. El resultado de esta interpretación gar a la operación misma del entendi
es una forma de neoplatonismo muy miento (Ibid., III, 4, 429b 10ss.). Este
parecida a la desarrollada en Alejan significado se ha mantenido en la tra
dría misma por obra del neoplatonismo dición filosófica y, por lo tanto, en el
(véase). lenguaje común. El juzgar consiste en
La segunda fase occidental de la filo preferir, elegir, decidir, anticipar, pro
sofía J. es la que se desarrolla en la yectar cada vez que las circunstancias
Edad Media, principalmente en España, lo exigen. "Tener juicio” significa sa
durante la dominación árabe. A esta berse manejar oportunamente en las
708
Juego
raleza" (De Cive, I, § 15). En nuestros dos criterios se pueden aducir como
días, Kelsen opuso a la J. como "ideal fundamento de un juicio objetivo acer
irracional” la paz como medida empí ca de un orden normativo, ya que ta
rica de la eficiencia de las leyes. "Una les criterios no son válidos como fines,
teoría —ha escrito— puede formular absolutos o relativos, sino como con
una afirmación a partir de la experien diciones de validez de un ordenamiento
cia; únicamente un orden jurídico que cualquiera. El primero, ya bien cono
no sólo satisfaga los intereses de uno cido en la tradición filosófica, es el de
a expensas de otro, sino que logre un la igualdad como reciprocidad, por la
compromiso entre los intereses opues cual cada uno debe poder cuidarse de
tos, que reduzca al mínimo las posibles los otros cuando los otros se cuidan
fricciones, puede contar con una exis de él. Siempre que la tradición filosó
tencia relativamente duradera. Sólo un fica ha definido (como lo ha hecho a
orden semejante se hallará en situa menudo, de los pitagóricos en adelan
ción de asegurar una paz social a los te) la J. como igualdad, ha creído, la
que a él se hallen sujetos, sobre una mayoría de las veces, insistir precisa
base relativamente permanente. Y si mente en el carácter por el cual la J.
bien el ideal de J. en su significado es reciprocidad en el sentido aclarado
originario es algo muy diferente del (cf., por ejemplo, Hobbes, Leviath., I,
ideal de paz, existe una precisa ten 14; De Cive, III, § 6 ). El segundo cri
dencia a identificar los dos ideales o, terio se puede sacar del carácter fun
por lo menos, a sustituir el ideal de damental que asegura la validez del
J. por el de paz" (General Theory, cit., saber científico en el mundo moderno:
I, I, A, c, 4; trad. itál., p. 14). la autocorregibilidad. Como el conoci
Esta tendencia, compartida por mu miento científico es tal sólo por el he
chos que c o n s i d e r a n irrealizable el cho de estar organizado con miras a
ideal de J. entendido como felicidad su propio control y, por ello mismo,
o libertad, tiende a juzgar la eficacia a la p r o p i a corregibilidad, un orden
de las normas a base de su funcionali normativo es tal (o sea, resulta efi
dad negativa, esto es, de su capacidad ciente como orden) sólo si se organiza
para evitar los conflictos. Sin duda con vistas a la propia corrección even
está más conforme ” 1 espíritu positivo tual.
de una teoría del .erecho que quiera Los dos criterios apuntados pue
considerar como objeto propio sólo la den también ser reducidos uno a otro,
técnica de la coexistencia humana. Pero con oportunas variantes. Pueden dar
en realidad ya el iusnaturalismo mo a la palabra J. un significado igualmen
derno, a partir de Grocio, había lo te lejano del ideal trascendental y de
grado (por lo menos en este punto) una la aspiración sentimental, como de la
generalización mayor, exigiendo de las justificación interesada de los ordena
normas del derecho natural que sirvie mientos en vigor. No debe olvidarse
ran tanto para la paz como para la tampoco que la defensa más eficaz y
guerra y pudieran, por lo menos en radical de un orden determinado ríe
parte, valer en cualquier condición o varietur ha sido hecha no para demos
situación humana. Por lo tanto, tam trar o intentar demostrar la J. del
bién la paz puede parecer, desde el mismo, sino simplemente ignorando y
punto de vista de una teoría general eliminando la noción misma de J. Tal
del derecho, un fin muy restringido noción, por lo demás, fue completa
para juzgar de la eficacia (o sea de la mente ignorada en la filosofía del de
J. ) de las normas de derecho. La gue recho de Hegel, que considera al Es
rra, como los conflictos individuales tado como Dios que se ha realizado en
y sociales, las competencias, etc., son el mundo y que niega hasta la posibi
situaciones humanas recurrentes, aun lidad de discutir, en cualquier aspecto,
que no sean deseables y, por lo tanto, el orden jurídico. "El derecho -—decía
un juicio objetivo y libre de prejuicios Hegel— es algo sagrado en general,
sobre las normas de derecho debe me porque es la existencia del Concepto
dir su eficiencia también en relación absoluto” (Fil. del derecho, § 30). El
con tales situaciones y las posibilida uso del concepto de J. en el significa
des de superarlas. En realidad, sólo do 2) es el ejercicio del juicio, que
7 1 6
J u s tif ic a c ió n
J u s to m e d io
debe estar en la posibilidad de todo reflexión sobre ella. La deducción tras
hombre libre, acerca de los órdenes cendental consiste en demostrar de
normativos que lo rigen. Que tal juicio qué modo los conceptos a priori se
no pueda actualmente ejercerse a base pueden referir a o b j e t o s . La deduc
de nociones tautológicas o ideales qui ción metafísica consiste, por último,
méricos es un hecho reconocido. Pero en mostrar "el origen a priori de las
es también un hecho el que puede o categorías en general mediante su per
debe ser considerado como objeto de fecto acuerdo con las funciones lógi
una disciplina específica que lo haga cas del pensamiento” {Crít. R. Pura,
positivo y, en lo posible, riguroso, sin § 13, 26). Para Kant, la verdadera J. de
sustraerlo de sus condiciones empíri un concepto es la deducción trascen
cas. Y en esta forma el concepto de J. dental, en cuanto consiste en mostrar
puede aún reasumir la función que la posibilidad de referencia del concep
siempre ha tenido, que es la de un to a un objeto empírico. Hegel, por lo
instrumento de reivindicación y de li tanto, cambió el concepto de la J. al
beración. identificarla con la exigencia de mos
Para la distinción de las diferentes trar la necesidad del concepto. "La ra
especies de J., véanse los artículos: zón subjetiva —dice— exige su ulterior
ATRIBUTIVA Y RETRIBUTIVA, JU ST IC IA ; CON satisfacción con referencia a la forma
MUTATIVO ; DISTRIBUTIVO. y esta forma es, en general, la necesi
dad" {Ene., § 9). Y agrega: "Este pen
J u s tif ic a c ió n (ingl. justification; franc. samiento del modo de conocimiento
ju s tific a r ía n ; alem. Rechtfertigung; que es conocimiento filosófico, tiene
ital. giustificazione). Este término, de necesidad, considerado tanto en el as
origen teológico, fue introducido en la pecto de su necesidad como de su capa
filosofía como sinónimo de la deduc cidad de conocer los objetos absolutos,
ción kantiana (véase d e d u c c ió n t r a s c e n de ser justificado. Pero la J. es ella
d e n t a l ). La J. concierne a la cuestión misma un conocer filosófico que, por
del derecho a usar determinados con lo tanto, tiene lugar sólo dentro de la
ceptos. Tal cuestión es el fundamento filosofía” {Ibid., § 9). Por lo tanto,
del planteamiento crítico mismo de el concepto de J. da lugar a dos alter
la filosofía kantiana. "Todos los meta- nativas según las modalidades que se
físicos —decía Kant— quedan solemne exigen a la J. misma: /) la demostra
y legítimamente suspendidos en sus ción de la necesidad de un concepto,
funciones hasta tanto que no hayan res esto es, la demostración de que no pue
pondido a la pregunta: ¿son posibles da no ser y no pueda ser más que del
los conocimientos sintéticos a priori?, modo que es; 2) la aclaración de la
ya que sólo esta respuesta puede dar posibilidad de un concepto con referen
les la a u to riza c ió n para hablar en cia a un campo determinado, esto es,
nombre de la razón pura” (Prol., § 5). la determinación de la posibilidad de
Autorización, legitimación, son los tér uso del concepto mismo. La filosofía
minos que Kant adopta para expresar contemporánea se inclina a admitir y
la exigencia de la J. El que un con a usar este segundo significado del tér
cepto sea adoptado no es, según Kant, mino, el cual es el único que rige des
una J. del derecho a adoptarlo. Con de un punto de vista no idealista y
referencia a los conceptos es necesario considera que un concepto está justifi
distinguir, como lo hacen los juristas, cado en los dos casos siguientes: a)
una cuestión de hecho y una cuestión cuando su uso en un contexto formal
de derecho {quid iuris). Esta última (matemático o lógico) no lleve contra
es, precisamente, el objeto de la J. o dicciones; b) cuando el concepto pue
deducción. Kant distingue a este res da ser referido a un objeto controlable
pecto una J. empírica, una J. trascen (como sucede en los contextos reales,
dental y una J. metafísica. La deduc o sea en los campos de los conocimien
ción empírica consiste en demostrar el tos empíricos).
modo en que un concepto es adquirido
por medio de la experiencia y de la J u s to m e d i o , véase MEDIANÍA.
717
K
K. La lógica de Lukasiewicz utiliza la minar las condiciones que garantizan
letra K para indicar la conjunción sim (y limitan) la validez de la ciencia y,
bolizada por lo común con un punto en general, de las actividades huma
Cf. A. Church, Introáurtion to nas; 3) la distinción fundamental, en
Mathematical Logic, n. 91. el dominio del conocimiento, entre los
problemas concernientes al origen y al
K alokagalia (gr. xaA.oxaYa6 ía). El ideal desarrollo del conocimiento del hom
griego de la perfecta personalidad hu bre y el problema de la validez del co
mana. nocimiento mismo, esto es, la distin
Se pueden dar dos definiciones de ción entre el dominio de la psicología
este ideal: 1) como virtud interna; (Kant dice "fisiología”, Crít. R. Pura,
en este sentido, es el ideal platónico. § 1 0 ) y el dominio lógico-trascendental
Platón no usa el término en general y o lógico-objetivo, en el cual tiene lugar
cuando lo usa (quizá conforme al sig la cuestión de iure de la validez del
nificado corriente), lo aplica a los ri conocimiento, irresoluble en el terreno
cos (Rep., 569 a), pero su punto de de facto. Esta distinción equivale al
vista está expuesto en la Ética Eude- descubrimiento de la dimensión lógico-
mia (VIII, 15) y en los Magna Moralia, objetiva del conocimiento que debería
donde se dice: “No por equivocación inspirar a la filosofía de los valores,
se denomina K. a lo perfectamente bue a la Escuela de Marburgo, al logicismo
no. Bueno y bello se denomina en de Frege y, por intermedio de Bolzano,
efecto, lo totalmer fuerte, es decir, a la fenomenología de Husserl. En ge
con coraje y que tiene todas las demás neral se puede decir que la polémica
virtudes... El hombre bello y bueno contra el psicologismo (véase), en la
no está corrompido por los otros bie que participan también la matemática
nes, por ejemplo, por la riqueza y por y la lógica modernas, encuentra su
el poderío” (Magna Mor., II, 9, 1207 origen histórico en el neokantismo; 4)
b); 2) como virtud magnánima (véase el concepto de la ética fundada en el
m a g n a n i m i d a d ). Dice Aristóteles: “Es imperativo categórico y el del impera
difícil ser magnánimos y, en efecto, no tivo categórico como forma misma de
es posible sin K.” (Ét. Nic., IV, 3, 1124 la razón en su uso práctico.
a 4). Estos puntos fundamentales constitu
yen los lugares comunes de todas las
(ingl. kantism; franc. kantis-
K a n tis m o formas del K. y del neokantismo. En
me; alem. K a n tia n is m u s ; ital. kan- cambio no constituyen puntos caracte
nismo). La doctrina de Kant, cuyos rísticos o dominantes del K. los funda
principios fundamentales han influido mentos de la doctrina kantiana acerca
en la filosofía moderna y contemporá del arte, de la teología y de la religión.
nea, y que se pueden recapitular del Véanse los artículos respectivos.
modo siguiente: i) el planteo crítico
(véase c r í t ic a ) del problema filosófico Karman, véase BUDISMO.
y, por lo tanto, la condena de la metafí
sica como esfera de problemas que es Kennético (ingl. kennetic). Neologismo
tán fuera de las posibilidades de la ra acuñado por A. F. Bentley (del escocés
zón humana; 2) la determinación de la ken o kenning que significa conocer)
tarea de la filosofía como reflexión so que lo aplica a la investigación tran-
bre la ciencia y en general sobre las ac saccional (Inquiry into Inquires, 1954).
tividades humanas, con el fin de deter Véase t r a n s a c c ió n .
718
L
L. Pospuesto o antepuesto a términos siglos fue doctrina oficial de la Iglesia
como concepto, verdad, etc., significa y todavía en el siglo xn el canonista
lógico. En general, como dice Camap, Esteban de Tournai la expresó con ex
un L-término, por ejemplo "L-verdade- trema precisión (Summa Decretorum,
ro”, se aplica cada vez que el térmi Intr.). El principio expresado en esta
no radical correspondiente, "verdade doctrina siguió siendo el mismo al in
ro", por ejemplo, se aplica por razones vertirse los papeles, es decir, cuando
simplemente lógicas, en contraste con la doctrina fue invocada para defen
las razones de hecho (Introduction to der el poder político contra el poder
Semantics, § 14). eclesiástico, como lo hiciera Juan de
París en su tratado Sobre la potestad
(ingl. taicism; franc. la'icis-
L a ic is m o regia y papal (1302-3), como lo haría
me). Con este término se entiende el Dante, algunos años más tarde, en el
principio de la autonomía de las acti De Monarchia y como lo hicieron Mar-
vidades humanas, o sea la exigencia silio de Padua en el Defensor Pacis
de que tales actividades se desarrollen (1324) y Guillermo de Occam en sus
según reglas propias, que no le sean escritos políticos. Es verdad que las
impuestas desde fuera, con finalidades doctrinas políticas y eclesiásticas de
o intereses diferentes a los que ellas estos escritores eran diferentes y algu
mismas se dan. Este principio es uni nas veces opuestas entre sí, pero es
versal y puede ser legítimamente invo evidente que la teoría de los dos pode
cado a nombre de cualquier actividad res no es más que el llamado a la au
humana legítima, entendiéndose por ac tonomía de las respectivas esferas de
tividad “legítima” todas aquellas que actividades, y que este último no toma
no obstaculicen, destruyan o imposibi su fuerza de la particularidad de las
liten a las demás. Por lo tanto, no doctrinas, sino del reconocimiento de
puede ser entendido sólo como la rei la autonomía, que es el principio del
vindicación de la autonomía del Esta L. Este principio resulta una exigencia
do frente a la Iglesia, o para decirlo fundamental en k ida civil de las co
mejor, frente al clero, ya que ha ser munas i t al i anas, francesas, belgas y
vido también, como lo demuestra su alemanas (cf. Salvemini, Studi storici,
historia, en la defensa de la actividad Florencia, 1901; Pirenne, Les Villes du
religiosa contra la actividad política y mayen áge, Bruselas, 1927; De Lagarde,
aún se utiliza con esta finalidad, en La naissance de t’esprit Idique, au dé-
muchos países; sirve también para sus d in du moven áge, Lovaina-París, 3*
traer la ciencia y, en general, la esfera ed., 1956); el Renacimiento y la Ilus
del saber, a las influencias extrañas y tración no son más que dos etapas su
deformadoras de las ideologías políti cesivas de su progresiva prevalencia
cas, de los prejuicios de clase o de en la vida política y civil de Occidente.
raza, etc. Pero, como se ha dicho, el principio
El Papa Gelasio I que, a fines del
siglo v, expuso la teoría de las "dos del L. no es sólo válido en las relacio
espadas” en un tratado y en algunas nes entre la actividad política y la
cartas, fue probablemente el primero actividad religiosa. En la primera mi
en apelar con claridad al principio del tad del siglo xiv, Guillermo de Occam
L., desconocido por la Antigüedad clá reivindicó con enérgicas palabras la au
sica ya que ésta no conoció conflicto tonomía de la investigación filosófica.
alguno de principios entre las diferen A propósito de la condena de algunas
tes actividades humanas. La teoría de proposiciones de Santo Tomás hecha
las dos espadas, esto es, de los dos por el Obispo de París en 1277, decía:
poderes distintos, derivados ambos de "Las aserciones principalmente filosófi
Dios, el del papa y el del emperador, cas, que no conciernen a la teología, no
sirvió a Gelasio I para reivindicar la deben ser condenadas o interdictas por
autonomía de la esfera religiosa en re nadie, ya que en ellas cada uno debe
lación a esa política. Durante muchos ser libre de decir libremente lo que
719
Laicismo
revelaría de modo primario o prefe ción anterior” (De Vinégalité parmi les
rente. Se pueden distinguir así: a) la homrnes, I; cf. asimismo el ensayo
teoría de la interjección-, b) la teoría "Sobre el origen de las lenguas”, en
de la onomatopeya; c) la teoría de la CEuvres, 1877, vol. I). Pero el problema
metáfora; d) la teoría de la imagen con que se tropieza esta doctrina es
lógica. precisamente el del paso de una lengua
a) La teoría de la interjección, que constituida por simples gritos o inter
Max Müller (Lectures on the Science jecciones a una lengua objetiva, cons
of Language, 1861, cap. 9; trad. ital., tituida por términos generales o abs
p. 363) llamó la teoría del puh-puh, tractos. Aun en el mundo moderno no
fue expuesta por primera vez por Epi- ha faltado quien haya visto el origen de
curo: "Las palabras —dice— no son estos sonidos en la interjección, soni
creadas, en principio, por convención, dos que gradualmente purificados y or
sino que es la misma naturaleza hu ganizados, se transforman en lenguaje
mana la que, influida por determina verdadero y propio. Así, por ejemplo,
das emociones y en vista de determi lo pensaba O. Jespersen (Language, its
nadas imágenes, hace que los hombres Nature, Development and Origin, 1923,
emitan el aire en forma apropiada a pp. 418 ss.) y con mayor rigor aún ha
sus emociones e imágenes particula sido presentada la misma tesis por
res. Las palabras son, en principio, di Grace de Laguna, que ha intentado de
ferentes, por la diferencia de perso finir mejor el paso de la interjección
nas, hecho que también depende de los al L., como un proceso de objetivación,
lugares, pero después se hacen comu por el cual las expresiones emotivas
nes para que sus significados sean van siendo sustituidas por los aspectos
menos ambiguos y más rápidamente percibidos de las situaciones efectivas
comprensibles" (Dióg. L., X, 75-76). Lu (Speech, its Function and Develop-
crecio expresó el mismo concepto en ment, 1927, pp. 260 ss.). Pero lo difícil
forma más sucinta: “La natuialeza im de comprender es precisamente este
pele a los hombres a emitir los dife proceso de objetivación y purificación
rentes sonidos del L. y la utilidad de los gritos emotivos, tanto más cuan
conduce a dar a cada cosa su nombre” to que las mismas doctrinas que ape
(De rer. nat., V, lf*~~28). En la época lan a ellos han sacado a luz y recono
moderna, la doctrina reapareció en Con- cido explícitamente la diferencia entre
dillac (Sur Vorigine des conmdssances las palabras y las interjecciones (que
humaines, 1746, I, §§lss.) y fue ex no se distinguen de los gritos anima
puesta brillantemente por Rousseau. “El les), como también el hecho de que las
primer L. del hombre —decía este úl palabras se afirman en perjuicio de
timo—, el L. más universal y más enér las interjecciones.
gico y el único del que tenía necesidad b) La teoría de la onomatopeya, que
antes de que tuviera que persuadir a Max Müller (Lectures on the Science
los hombres reunidos, es el grito de of Language, 1861, cap. 9) denominó
naturaleza. Ya que tal grito era arran teoría del bau-bau, es la que afirma que
cado por una especie de instinto en las las raíces lingüísticas son imitaciones
ocasiones apremiantes, para implorar de sonidos naturales. La teoría fue co
socorro en los grandes peligros o ali nocida por Platón, el cual la critica
vio de los males violentos, no era muy observando que "en tal caso los que
usado en el curso ordinario de la vida, imitan el balido de las ovejas, el qui
en el cual reinan sentimientos más quiriquí de los gallos y el grito de los
moderados. Cuando las ideas de los otros animales darían tal nombre a
hombres comenzaron a extenderse y a los animales cuyas voces imitan” (Crat.,
multiplicarse y se estableció entre ellos 423 c). La teoría fue defendida por Her-
una comunicación más estrecha, y se der en su Tratado sobre el origen
buscaron signos más numerosos y un L. del L. (1772), pues considera los sonidos
más extenso, se multiplicaron las in naturales (por ejemplo, el balido de un
flexiones de la voz y se agregaron los cordero) como los signos de los cuales
gestos que, por su naturaleza, resultan se vale el alma para reconocer el objeto
más expresivos y de los cuales el sen en cuestión. “El sonido del balido,
tido depende menos de una determina anotado como señal diferenciadora, se
726
Lenguaje
convierte en el nombre del cordero. La nueva, México, 1941, F. C. E.). Los pri
señal así entendida, por la cual el alma meros poetas, según Vico, dieron "los
se refleja claramente en una idea, es la nombres a las cosas mediante las ideas
palabra. ¿Y qué es la totalidad del L. más particulares y sensibles, constitu
humano sino un conjunto de tales pa yendo las dos fuentes, la de la meto
labras?” (Werke ["Obras”], ed. Suphan, nimia y la de la sinécdoque” (Ibid.,
V, pp. 36-37). La principal objeción en Corolarios en tomo a los tropos, 2).
contra de esta doctrina ha sido formu En consecuencia, los primeros hombres
lada por los filólogos: no es cierto que concibieron la idea de las cosas a tra
el origen de todas las raíces lingüísti vés "de caracteres fantásticos de sus-
cas sea onomatopéyico. Ni siquiera en lancias animadas y cambiantes” y se las
la formación de los nombres de los ani explicaron "con actos o cuerpos que
males, en la cual podría suponerse el tuvieron relaciones naturales con las
principio onomatopéyico como más efi ideas (como, por ejemplo, la tiene el
caz, ha tenido, en verdad, una función acto de segar tres veces o tres espigas
dominante. En contra de esto más tar para significar tres años)”. Esto, según
de se presenta la objeción filosófica, Vico, es fácil de observar en la lengua
que ya Platón había adelantado, en el latina, "que ha formado casi todas las
sentido que una cosa es la imitación voces por trasposiciones de naturale
de un sonido y otra la imposición de un zas, por propiedades naturales o por
nombre. Sin embargo, el principio de efectos sensibles”, pero "generalmente
la onomatopeya ha sido muchas veces la metáfora forma el mayor cuerpo de
utilizado por los filólogos para explicar lenguas para todas las naciones” (Ibid.,
la formación de las palabras origina Corolarios en tomo a los tropos, 2).
les en lenguas diferentes y su distri En forma menos fantástica esta teoría
bución en distintos grupos. El mismo se encuentra en Hamann, según el cual
Cassirer admite como primera fase de el L., que es "el órgano y el criterio
la expresión lingüística un estadio mi- de la razón”, no es una simple colec
mético, en el cual "los sonidos parecen ción de signos, sino "el símbolo y la
acercarse a la impresión sensorial y revelación de la misma vida divina"
reproducir su diversificación lo más (Schriften ["Es-ritos"], II, 19, 207,
fielmente posible” (Phil. der symboli- 216). En el sigu xix la teoría de la
schert Formen [Filosofía de las formas metáfora, aun sin el planteamiento me-
simbólicas, trad. esp. en preparación, tafísico o teológico con que aparece en
F.C.E.l. 1923. I. can. 2. §21. Hamann, es el lugar común de las doc
c) La tercera forma de la doctrina trinas denominadas del din-don, o sea
de la naturalidad del L. es la que lo del carácter resonante de la naturaleza
considera como metáfora. Las tesis ca humana. Así, Max Müller afirmó que
racterísticas de esta teoría son las si el L. es el producto de una "facultad
guientes : 1) el L. no es imitación, es creadora, que da a cada impresión,
creación. Esta tesis distingue esta teo cuando penetra por vez primera en el
ría de la onomatopéyica; 2) la creación cerebro, una expresión fonética”, y que
lingüística desemboca en imágenes, que los fonemas así creados más tarde se
siempre son individuales o particula seleccionan y combinan naturalmente
res, y no conceptos o términos genera por el proceso histórico de formación
les; 3) lo que la creación lingüística del L. mismo (Lectures, cit., 9; trad.
expresa no es un hecho objetivo o racio ital., p. 394). El carácter metafórico
nal, sino un hecho subjetivo o senti del L., al recurrir a términos ambiguos
mental y tal es, justo, el objeto del o equívocos, favorece (según esta teo
lenguaje. Vico expresó, con estas ca ría) el origen y la formación del mito.
racterísticas, por vez primera, esta teo “En el L. humano —ha dicho Max
ría, afirmando que "el primer hablar” Müller— es imposible expresar ideas
no fue "un hablar según la naturaleza abstractas sino en forma de metáfora
de las cosas”, sino "un hablar fantás y no se exagera diciendo que todo el
tico por sustancias animadas, que fue diccionario de la religión antigua es
ron consideradas divinas en su mayor taba hecho de metáforas... De aquí
parte” (Scienza nuova, II, De la lógica una fuente continua de equívocos, mu
poética; trad. esp. [de la 1‘ ed.]: Ciencia chos de los cuales han sido consagra
727
Lenguaje
dos por la mitología y la religión del objeto pensado” (Sexto E., Adv. Math.,
mundo antiguo” (Contributions on the VIII, 80). La característica de esta doc
Science af Mytkology, 1897, I, 68 ss.). trina es la de que dirige su atención
Esta relación de! L. con el mito había no tanto hacia los signos singulares
sido ya formulada por Vico que, no o palabras, sino hacia sus conexiones
obstante, no había equiparado la forma sintácticas, esto es, hacia las reglas de
ción del mito a un vicio del L. Las su uso en las proposiciones y en los
modernas doctrinas del mito (véase) razonamientos y, por lo tanto, en las es
niegan esta equiparación, pero mantie tructuras formales del lenguaje. A esta
nen la relación del mito con el L. En dirección pertenece precisamente la teo
sentido análogo, Croce ha establecido ría que hemos denominado del conven
la relación del L. con el arte en gene cionalismo aparente o cojo, o sea la
ral. El L. tiene, para Croce, una natu teoría que enuncia que, si bien los sig
raleza fantástica o metafórica y, por nos lingüísticos en particular son elegi
lo tanto, está más estrechamente ligado dos al arbitrio, sus modos de combi
con la poesía que con la lógica. "El narse no son arbitrarios sino naturales
hombre —dice Croce— habla en todo o necesarios, porque corresponden a los
instante como el poeta, porque como el modos de combinarse de los conceptos
poeta expresa sus impresiones y sus sen mentales, que a su vez corresponden a
timientos en la forma denominada fa los modos de combinarse de las cosas.
miliar o de conversación, que no está Esta teoría, adelantada por Aristóteles,
separada de las otras formas que se ha sido reproducida varias veces por el
denominan prosa, prosa-poética, narra empirismo moderno y contemporáneo
tiva, épica, dialogada, dramática, lírica, (véase supra). En esta forma, la doctri
melódica, cantada, etc., por abismo al na se caracteriza por la inserción, en
guno." Un abismo existe, sin embargo tre el signo lingüístico y la cosa, del
(y Croce lo ha afirmado más tarde), concepto mental, a través del cual el
entre la expresión poética que apacigua propio signo lingüístico, en sus modos
y transfigura el sentimiento y es, por de combinación, participa de la necesi
lo tanto, un conocimiento, y los otros dad objetiva de las cosas. Un funda
tipos de expresión (sentimental o pro mento análogo contiene la afirmación
sista) que, vinculad estrechamente al de la naturalidad del L. formulada por
sentimiento y a la idea, no realizan Fichte en los Discursos a la nación
la transfiguración propia de la expre alemana (1808), donde sostiene que
sión auténtica y, por lo tanto, no pue "existe una ley fundamental según la
den tampoco denominarse L. Son, según cual todo concepto adquiere un soni
Croce, solamente "sonidos articulados” do, a través de los órganos; un sonido
(La poesía, 1936, pp. 9ss.). Esta conclu preciso y no otro” (Reden an die
sión a la que Croce, no sin coherencia, deutsche Nation, IV ; trad. esp.: Discur
ha llegado, nos muestra los límites de sos a la nación alemana, Madrid, 1900),
la teoría en examen. Ésta se encuen o la formulada por Hegel que anuncia
tra en la incapacidad de explicar el que "el L. da a las sensaciones, insti
paso del L. metáfora al L. conceptual, tuciones y representaciones una segun
del L. que es grito, gesto u otro "ca da existencia, más alta que la existen
rácter poético” (según la expresión de cia inmediata, una existencia en lo uni
Vico), al que es estructura, organiza versal, que tiene vigor en el dominio
ción y regla. de la representación” (Ene., §459).
d) La cuarta forma de la doctrina Pero la tesis de la naturalidad del L.
de la naturalidad del L. es la que lo reaparece en su forma rigurosa y, por
considera como la expresión o la ima lo tanto, en sus teoremas clásicos, sólo
gen de la esencia o del ser de las en la lógica matemática contemporá
cosas. Esta doctrina es muy antigua, ya nea. Ésta, en efecto, ha reafirmado el
que su primera manifestación es la principio de una relación de término
teoría de Antístenes, según la cual "el a término entre los signos lingüísticos y
L. es lo que manifiesta lo que era o es” las cosas, principio que los cínicos ex
(Dióg. L., VI, 1, 3). Los estoicos a su presaron diciendo que el L. es lo que
vez afirmaron que "hablar significa manifiesta lo que una cosa era o es.
pronunciar un sonido que significa el Este principio, que hace del L. una
728
Lenguaje
escritura fonética (en letras) parece baladizo y que, por lo tanto, sea nece
una imagen de nuestro L. hablado. Y, sario servimos también de un medio un
no obstante, estos símbolos nos demues tanto ordinario, esto es, de la conven
tran también en el sentido ordinario ción, para damos cuenta de lo apro
del término, imágenes de lo que repre piado de los nombres” (Crat., 435 c).
sentan” (Ib id , 4.011). Buena parte del Los nombres de los números, por ejem
empirismo lógico y de la filosofía con plo, difícilmente podrían, según Platón,
temporánea en general, comparte o ha considerarse naturales en el sentido de
compartido esta doctrina del L. como ser similares a lo que indican. Pero si
imagen lógica del mundo. La objeción ni la convención ni la naturaleza, es
fundamental en su contra ha sido muy decir, ni la desemejanza entre la pala
bien expresada por Max Black: "No bra y la cosa ni la semejanza constitu
hay más motivo para que el L. deba 'co ye el significado: ¿qué es lo que en
rresponder’ o 'semejarse' al ‘mundo’, cada caso lo constituye? El uso. Dice
que para que el telescopio con el cual Platón: "Si el uso no es una conven
el astrónomo estudia el mundo deba ción, sería mejor decir que la semejan
semejarse a éste” (Language and Phi- za no es el modo por el cual las pala
losophy, V, 4; trad. ital., p. 173). bras tienen significación, sino más bien
Es interesante confirmar que en el el uso; éste, en efecto y en lo que
otro extremo de la filosofía contempo parece, puede tener significación tanto
ránea, o sea en el extremo metafísico mediante la semejanza como mediante
o ultrametafísico, se tiene un concepto la desemejanza” (Crat,, 435a-b). Platón
análogo del lenguaje. Heidegger no ad ha expresado aquí una tesis fundamen
mite, por cierto, la relación de términos tal de la lingüística moderna: solamen
entre sí, entre los elementos del L. y te el uso es el que establece o, para
los elementos del ser, sino que afirma, decirlo mejor, el que constituye el sig
con igual energía que Wittgenstein, el nificado de las palabras. Pero esta te
carácter apofántico del L. con referen sis presupone la otra, la del carácter
cia a la totalidad del ser. En este sen instrumental del lenguaje, tesis esta úl
tido ha denominado al L. "la casa del tima que Platón ha expresado diciendo
ser”. Y ha agregado: "Discurrir acerca que el L. es un instrumento y que,
de casa del ser nc .gnifica, en absolu como todos los instrumentos, debe ade
to, transferir la imagen de la cosa al cuarse a su finalidad (Crat., 387 a).
ser; algún día será posible, partiendo Desde este punto de vista, el uso es
de un adecuado pensamiento de la esen la elección repetida o convalidada que
cia del ser, llegar a comprender lo que ha conducido a forjar un determinado
signifiquen casa y habitar” ("Brief über instrumento lingüístico y, como todos
den Humanismus” [Carta sobre el hu los otros instrumentos, también los ins
manismo'], en Platos Lehre von der trumentos lingüísticos pueden resultar
Wahrheit ("Doctrina de la verdad de más o menos perfectos y adecuados a
Platón”], 1947, p. 112). En otros térmi la finalidad. Se justifica así lo que,
nos, el L. es la inmediata revelación según Platón, es el fundamental teo
del ser y el hombre tiene acceso al ser rema filosófico en tomo al L.: la fali
a través del lenguaje. bilidad del L. mismo, la posibilidad
3) La tercera doctrina fundamental de decir lo que no es (Sof., 261b). La
del L. es la que lo interpreta como un característica común de las doctrinas
instrumento, o sea como un producto precedentes es, según se ha visto, la
de elecciones repetidas y repetibles. Es negación de este teorema. La tesis de
ta doctrina fue presentada por primera la convencionalidad excluye que el L.
vez por Platón. Frente a las dos tesis pueda incluir el error, porque una con
opuestas acerca de la convencionalidad vención no puede tener más que el mis
y de la naturalidad del L., Platón evita, mo valor que otra. La tesis de la natu
en el Cratilo, decidirse a favor de una ralidad excluye que el L. pueda incluir
de ellas. "Me gusta —dice— que en lo el error, porque debe reconocer que el
posible los nombres sean semejantes a L. representa, en cada caso, lo que es y
las cosas, pero temo que, para decirlo está, por lo tanto, siempre en la ver
con Hermógenes, esta atracción de la dad. Ambas tesis excluyen que el L. se
semejanza nos lleve a un terreno res pueda juzgar o que tenga sentido el jui-
730
Lenguaje
restringido para designar las uniformi humana no importa una precisión ab
dades reducidas a su expresión más soluta, sino que solamente exige que
simple" (Logic, III, 4, § 1). Esta con la realidad sea representada en forma
cepción ha dominado todo el positivis aproximada, en sus relaciones con nos
mo clásico y ha entrado en crisis so otros, por un sistema de constantes
lamente con el re c o n o c im ie n to del simbólicas denominadas L. (Science et
carácter económico de las L. naturales, philosophie, 1899-1900). La misma te
formulado por Mach. sis, en una exageración casi caricatu
3) El concepto de L. natural como resca, se puede hallar en Croce: "Pre
convención nace con el fundamento de cisamente porque estas L. —decía—
la función económica que Mach había son nuestras construcciones y dan lo
reconocido al conocimiento científico. móvil como fijo, no solamente no son
A este respecto había afirmado el ca irreprensibles y sufren a veces excep
rácter subjetivo de las L. naturales. So ciones, sino que, por lo demás, no exis
lamente nuestros conceptos y nuestra te un hecho real que no sea excepción
intuición —decía— prescriben L. a la a su L. naturalista". Sucede así por
naturaleza. “Las L. naturales son las no existir uniformidades rigurosas y
restricciones que nosotros, guiados por un osezno nunca es del todo igual a
la experiencia, prescribimos a nuestra sus progenitores. "De donde se podría
espera de los fenómenos” (Erkenntniss definir: las L. inexorables de la natu
und Irrtum [Conocimiento y error], raleza son L. que en todo momento
cap. 23; trad. franc., p. 368). El progreso son violadas y, por lo contrario, las L.
de la ciencia conduce a una restricción filosóficas son las que en todo mo
creciente de las posibilidades de previ mento son observadas... Las ciencias
sión, esto es, a su creciente determi naturales, que no suministran conoci
nación v precisión. Este reconocimien mientos verdaderos, tienen aún menor
to del carácter económico o utilitario derecho (si es lícito expresarse así) a
de la ciencia ha sido muy subrayado en hablar de previsión" (Lógica, II, cap.
la filosofía de Bergson y en el pragma 5; 4" ed., 1920, p. 218). Contra la natu
tismo. La primera, al atribuir sólo a raleza convencional de las L. se ex
la inteligencia la función vital de fa presó Poincaré en polémica contra Le
bricar objetos y de orientarse en el Roy. La L. no es una creación arbitra
mundo natural, hacía de la ciencia, que ria del hombre de encia, sino la ex
es la creación de la inteligencia, “la presión, aproximada o provisional, de
auxiliar de la acción" (Bergson, La una acción constante que permite la
pensée et le mouvant, 3* ed., 1934, p. previsión. Es muy cierto que a veces
158) y no podía reconocer a las L. cien alguna L. es elevada como principio y
tíficas validez teórica alguna. El prag de tal manera sustraída al control de
matismo, a su vez, generalizando la te la experiencia y a la incesante revisión
sis de la instrumentalidad del conoci que ésta comporta, pero en tal caso la
miento, alentó la interpretación de las L. deja de ser verdadera o falsa para
L. científicas como simples instrumen resultar solamente cómoda y el control
tos de la orientación práctica del hom continúa siendo ejercido en las rela
bre en el mundo. Algunas formas del ciones que e x p re sa n "el hecho bru
espiritualismo y del idealismo han in to de la experiencia” (La vateur de la
terpretado esta función económica de Science, p. 239). Poincaré observa tam
la ciencia como signo de la inferiori bién que "el científico crea en el hecho
dad teórica de la ciencia misma (a ve sólo el lenguaje en el cual lo enuncia",
ces de la totalidad del pensamiento pero que, una vez enunciada una pre
discursivo) en relación con la filosofía dicción en un determinado lenguaje,
y sus órganos específicos. Eduard Le “no depende evidentemente de él que
Roy, llevando al extremo la crítica de la predicción misma se realice o no se
Bergson, afirmó el carácter convencio realice" (Ibid., p. 233). La misma crí
nal de la ciencia y, por lo tanto, la tica fue formulada a la tesis del ca
naturaleza arbitraria de sus leyes. La rácter convencional de las L. cientí
tarea de la ciencia es, según Le Roy, ficas de Moritz Schlik. Utilizando la
la de hallar constantes útiles y las en distinción entre enunciado y proposi
cuentra por el hecho de que la acción ción, la cual es un enunciado dotado
735
L ey b io g e n é tic a
L ey p s ic o fís ic a
de significado (en cuanto cumple real der, con el mismo derecho que la pri
mente la función de la comunicación), mera, el título de L. verdadera, o para
Schlik considera que "el contenido hablar más rigurosamente, de L. acep
propio de una ley natural consiste en table” (Ibid., p. 280). Estos conceptos
el hecho de que a ciertas reglas grama se han mantenido básicamente inmuta
ticales (las de una geometría, por ejem bles en la filosofía contemporánea. Las
plo) corresponden algunas proposicio observaciones de Schlick contra la con-
nes definidas, como descripciones ver vencionalidad de las L. naturales y a
daderas de la realidad”. Ya que este favor del carácter simbólico de las L.
hecho es totalmente invariable con re mismas, constituyen una confirmación
ferencia a todo cambio arbitrario de sustancial del punto de vista de Duhem.
las reglas gramaticales, no se puede Una L. es siempre un enunciado gra
realizar la reducción de las L. de natu matical y presupone siempre la gramá
raleza a meras convenciones lingüísti tica del lenguaje en que se expresa,
cas. Sólo las proposiciones son verda pero aun cuando tal gramática pueda
deras o falsas, no los enunciados. Los ser considerada como convencional, no
enunciados, en efecto, quedan sujetos lo es el significado de la L. en cuanto
a modificaciones arbitrarias, pero esto se refiere a relaciones entre hechos,
no concierne al que se preocupa del cuya constancia se puede verificar y
conocimiento de los hechos. Mediante que son tales como para hacer posible
la ayuda de las reglas de los símbolos una previsión probable. Aun cuando
(cuya gramática debe, por cierto, co- la teoría de Duhem haya sido formu
necer porque sin ella los enunciados lada antes del reconocimiento del ca
carecerían para él de sentido) puede rácter probabilista de la ciencia, lo que
siempre llegar hasta las proposiciones denominaba "aproximación de las L. de
genuinas, cuya verdad no depende de naturaleza", deja el camino abierto a
las p re d ile c c io n e s de los símbolos” lo que hoy se llama carácter probabi
(Geseíz, Kausálitát, und Wahrschein- lista de las L. mismas. Más bien, la
lichkeií ["Ley, causalidad y probabili función que la metodología de las cien
dad”], Viena, 1948; ahora en Readings cias tiende hoy a reconocer a la L.
in Phil. of Science, 1953, pp. 181 ss.). científica en forma cada vez mayor es
4) Las críticas de Poincaré y Schlick la capacidad de previsión. “Una pro
a la tesis de la r uraleza convencio posición —ha dicho Peirce— no puede
nal de la L. científica parten de lo que ser denominada ‘ley de naturaleza' has
se puede denominar la cuarta concep ta que su capacidad de previsión no
ción fundamental de la L. misma, o haya sido puesta a prueba y confirmada
sea la concepción de la L. como rela de tal modo que no quede ninguna
ción simbólica entre los hechos. Esta duda acerca de ella” ( Valúes in a Uni-
tesis fue expresada por vez primera verse of Chance, p. 290). Una L. es, en
por Duhem en su libro sobre la Teoría general, una fórmula para la previsión.
física y fue resumida así: “Una L. de Desde este punto de vista, la L. deja
física es una relación simbólica cuya de tener el carácter de necesidad que
aplicación a la realidad concreta exige la primera y la segunda interpretación
que se conozca y se acepte todo un le reconocían. Su validez se mide por
conjunto de teorías” (Théorie physique, su eficiencia y esta eficiencia por la
1906, p. 274). Esto quiere decir que los posibilidad de obtener con ella previ
términos simbólicos que una ley pone siones que resulten suficientemente co
en relación son abstracciones produci rrectas.
das por el trabajo lento, complicado y
concienzudo que ha servido para ela L ey b io g en ética, véase BIOGENÉTICA, LEY.
borar las teorías físicas y que este tra L ey d e lo s tr e s e s ta d io s , véase POSITI
bajo nunca está definitivamente hecho. VISMO.
“Toda L. física —dice Duhem— es una
L. aproximada; en consecuencia, para L ey ole la m ín im a acció n , véase ACCIÓN
el lógico riguroso no puede ser ni ver MÍNIMA.
dadera ni falsa; toda otra L. que re L ey m o d a l, véase MODAL, LEY.
presente las mismas experiencias con
la misma aproximación puede preten L ey p sico física, v é a se PSICOFÍSICA.
736
Liberalismo
Libertad
la acción del Estado al dominio que del Estado (como el radicalismo inglés
el liberalismo clásico quería reservar del siglo pasado) y partidos que lo han
exclusivamente a la iniciativa indivi exaltado (como la denominada “dere
dual: el dominio económico (Principies cha histórica” en la Italia del posresur
of Political Economy, 1848; trad. esp.: gimiento), partidos que han negado
Principios de economía política, Méxi toda ingerencia del Estado en materia
co, 1951, F.C.E.). El ensayo Sobre la económica (como todavía lo hacen al
libertad (1859) de Stuart Mili tendía, gunos p a r t i d o s liberales europeos) y
al mismo t i e m p o , a excluir a la li partidos que, en cambio, invocan la
bertad del número de las condicio intervención del Estado en la iniciati
nes i ndi s pe ns abl e s para el ejercicio va y en la dirección de los negocios
de la actividad moral, jurídica, eco económicos, y, en fin, partidos que
nómica, etc. (según la concepción del consideran la libertad como condición
L. clásico) y a hacer de ella un ideal indispensable de toda actividad huma
o un valor en sí, esto es, indepen na y partidos que la han relegado al
diente de las posibilidades que ofre ámbito de los puros "valores”. Estos
ce. Ello no quita que el escrito sea contrastes son la manifestación eviden
una de las más nobles y apasionadas te del carácter complejo de la doctrina
defensas de la libertad misma. liberal. Y a su vez este carácter de
El siglo xx en sus primeros decenios pende del estado aproximativo y con
ha visto la continuación de este L. es- fuso con que ha sido tratada la noción
tatalista. Tanto el idealismo inglés que debería ser fundamental para el
como el idealismo italiano insistieron L.: la noción de libertad. El recurso
acerca del carácter divino del Estado. casual o subrepticio a una u otro de
Así lo hizo Bemard Bosanquet en el los conceptos de libertad elaborados en
escrito The Philosophicat Theory of la historia del pensamiento filosófico
the State (1899) y así lo hizo Gentile ha hecho confusa y oscilante la idea
identificando el estado con el Yo ab liberal en política y a veces la ha con
soluto (Genesi e struttura delta societá, ducido a la defensa o a la aceptación
postumo, 1946). La inspiración hegelia- de la falta de libertad. Véase l ib e r t a d .
na prevaleció por lo demás también
en la doctrina de f'-oce, el cual, sin Libertad (gr. é / . E u á e o í a ; lat. libertas;
embargo, se manti j fiel al ideal clá ingl. freedom, tiberty; franc. liberté-,
sico de la libertad, de lo cual dio tes alem. Freiheit; ital. liberta). El término
timonio práctico en el periodo fascis tiene tres significados fundamentales
ta. Para Croce, en efecto, el L. es la que corresponden a tres concepcio
doctrina misma del desarrollo dialéc nes que se han intercalado en el curso
tico de la historia, que todo absuelve de su historia y que pueden caracteri
y justifica, incluso el absolutismo y la zarse del modo siguiente: 1) la concep
negación de la libertad (Etica e polí ción de la L. como autodeterminación
tica, 1931, p. 290). Se puede consideraro autocausalidad, según la cual la L.
una manifestación de esta misma for es ausencia de condiciones y de lími
ma de L. (con el cual se relaciona di tes; 2) la concepción de la L. como
rectamente a través de Hegel) al pro necesidad que se funda en el mismo
pio socialismo marxista. Véase mate concepto que la precedente, o sea en el
ria l ism o . de autodeterminación, pero que atri
Los partidos políticos que desde prin buye la autodeterminación misma a la
cipios del siglo xix en adelante han totalidad (Mundo, Sustancia, Estado)
enarbolado la bandera liberal se han a la cual el hombre pertenece; 3) la
inspirado en una u otra de las direc concepción de la L. como posibilidad
ciones fundamentales citadas, esto es, o elección, según la cual la L. es limi
en el individualismo o en el estatalis- tada y condicionada, esto es, finita. No
mo. Por lo tanto, muchas direcciones constituyen conceptos diferentes de L.
políticas dispares y a veces opuestas las formas que adquiere en los dife
han podido apoyarse en el L. (acerca rentes campos, por ejemplo, la L. me
de ellas ver De Ruggiero, Storia del L. tafísica, la L. moral, la L. política, la
europeo, 1925). En efecto, se han ba L. económica, etc. Las disputas meta
sado en él partidos que niegan el valor físicas, morales, políticas, económicas,
738
Libertad
gina 284). Una concepción análoga se luntad a los motivos sólo para sostener
puede encontrar en el Mikrokosmus de que la voluntad crea o constituye los
Lotze (I, pp. 283 ss.) y, con alguna ate motivos y les confiere la fuerza deter
nuación, en la Noiivelle Mcmadologie, minante de que disponen. Pero de tal
de Renouvier (pp. 24ss.). El esplritua modo la autodeterminación queda como
lismo francés con Sécretan, Ravaisson, la definición de la L. La doctrina de
Lachelier, Boutroux, Hamelin, se atie Sartre tampoco tiene un sentido dife
ne estrictamente al mismo concepto. rente. Para él, la L. es la elección que
"Cuando se ha comprendido bien —dice el hombre hace de su ser propio y del
Boutroux— el mecanismo, éste antes mundo. "Pero precisamente por tratar
que envolvemos es nuestro medio de se de una elección —dice Sartre—, esta
acción sobre las cosas. Aprehendemos elección, en la medida en que se efec
el mecanismo físico gracias al meca túa, designa en general otras eleccio
nismo psíquico y al mecanismo socio nes como posibles. La posibilidad de
lógico, que deüenden de nosotros. El estas otras elecciones no es ni explícita
conocimiento de las leyes de las cosas ni planteada, sino subdividida en el sen
nos permite dominarlas y así, antes que timiento de injustificabilidad y se ex
perjudicar nuestra L., el mecanismo la presa en el hecho de lo absurdo de mi
hace eficaz.” Por lo tanto, no sólo las elección y, por consiguiente, de mi
cosas intemas dependen de nosotros, ser. Así mi L. devora mi L. Al ser libre,
como lo quería Epicteto, sino también yo proyecto mi posibilidad total, pero
las externas (De l’idée de loi naturetle, pongo, por ser libre y poderlo anular,
1895, pp. 133, 143). Desde este punto de este primer proyecto y lo confino en el
vista, el motivo no es la causa nece pasado” (L'étre et le néant, p. 560).
saria de la acción humana: la voluntad Pero una elección que nada tiene que
da su preferencia a un motivo más que elegir, esto es, que no está limitada
a otro y el motivo más fuerte no es tal por condiciones determinadas, es una
independientemente de la voluntad, si elección sólo de nombre y en realidad
no justo en virtud de ella (La contin- es una autocreación gratuita. La doc
gence des lois de la nature, 1874, p. 124). trina de Sartre no hace más que llevar
El concepto bergsoniano de L. no hace a límites extremos el viejo concepto de
más que afirmar esta misma tesis. la L. como autoci alidad.
Bergson sostiene que el concepto de la A este concepto apelan tanto el in
L. que defiende está situado entre la determinismo como el determinismo.
noción de L. moral, o sea de la “inde Lo que el determinismo niega y el in
pendencia de la persona frente a todo determinismo afirma es la posibilidad
lo que no es ella misma” y la noción de una causa sui. Se ha visto cómo
de libre albedrío, según la cual lo li Kant mismo la consideraba imposible
bre "depende de sí como un efecto en el dominio de los fenómenos y la
depende de la causa que lo determina llevaba al dominio del noúmeno. Así
necesariamente". Contra esta última lo hace también Schopenhauer, que con
concepción, Bergson objeta que los ac sidera válidas las razones aducidas por
tos libres son imprevisibles y que, por Priestley en su Doctrina de la necesi
lo tanto, no se les puede aplicar la dad filosófica (véase d e t e r m in is m o ), y
causalidad, según la cual causas igua afirma que la L. como autocausalidad
les tienen efectos iguales. La L. sigue es sólo de la voluntad como fuerza
siendo, por lo tanto, indefinible y es nouménica o metafísica, de la voluntad
identificada con el mismo proceso de como principio cósmico (Die Welt, I,
la vida consciente, o sea con la dura § 55). En general, el determinismo con
ción real (Essais sur tes données im- siste en considerar universal el alcan
médiaíes de la conscience, 1899, pági ce del principio de causalidad en su
nas 131 ss.). Pero en realidad el con forma empírica y, por lo tanto, en negar
cepto de libre albedrío se basa precisa la causalidad autónoma. En este sen
mente en la imprevisibilidad de los tido Claude Bemard afirmaba la inercia
hechos humanos (los denominados "fu de los cuerpos vivientes, como la de
turos contingentes”) y en la autocausa- los inorgánicos, esto es, la incapaci
lidad de la voluntad. La doctrina berg- dad que tales cuerpos tienen de darse
soniana niega la indiferencia de la vo por sí el movimiento y veía en el reco
74 1
Libertad
a obrar; pero necesaria, o mejor, com- Apéndice). Esta L. real que es la reali
pelida, la que es determinada por otra dad misma del hombre es el Estado, el
a existir y operar de cierta y deter cual justo por ello, es considerado por
minada manera” (Eth., I, def. 7). En Hegel como "Dios real” (Fil. del dere
este sentido solamente "Dios es causa cho, §258, Apéndice). El Estado es "la
libre porque sólo Él existe por la sola realidad de la L. concreta" (Ibid.,
necesidad de su naturaleza y obra por §260). Esto significa que "es la reali
la sola necesidad de su naturaleza” dad en la cual el individuo tiene y
(Ibid., I, 17, corol. II), en tanto el hom goza su L., pero en cuanto el individuo
bre, como toda otra cosa, está deter mismo es ciencia, fe y voluntad de lo
minado por la necesidad de la natura universal. Así el Estado es el centro
leza divina y se puede creer libre sólo de los otros aspectos concretos de la
en cuanto ignora las causas de sus voli vida, esto es, del derecho, del arte,
ciones y de su apetito (Ibid., I, ap.; de las costumbres, de las comodidades.
II, 48). Sin embargo, el hombre mismo En el Estado la L. se realiza objetiva
puede ser llamado libre si es guiado y positivamente". Esto no significa que
por la razón (Ibid., IV, 66, scol.), esto la voluntad subjetiva del individuo se
es, si obra y piensa sólo como parte realice mediante la voluntad univer
de la Sustancia infinita y reconoce en sal que, por lo tanto, sería un medio
sí la necesidad universal de ella (Ibid., para ella, sino más bien que la volun
V, VI, scol.). En otros términos, el hom tad universal se realice a través de los
bre resulta libre mediante el amor in ciudadanos, que bajo este aspecto son
telectual del alma a Dios (que es pre sus instrumentos. "Son más bien el de
cisamente el conocimiento de la necesi recho, la moral, el Estado, y sólo ellos
dad divina), amor que es el amor mis la positiva realidad y satisfacción de la
mo de Dios con que Dios se ama a sí L. El albedrío del individuo no es L.
mismo (Ibid., V, 36, scol.). Ninguna in La L. que está limitada es el albedrío,
novación aporta a este punto de vista que concierne al momento particular
la elaboración y amplificación realizada de las, necesidades” (Philosophie der
por la filosofía romántica. Schelling Geschichte [Filosofía de la historia],
afirma explícitamente la coincidencia ed. Lasson, I, p. 90). Esta coincidencia
de libertad y necesidad. "Lo Absoluto de L. y necesidaa le lleva a atribuir la
—dice— obra por medio de toda inte L. misma solamente a lo Absoluto o
ligencia en particular, esto es, su acción a su realización en el mundo, que es el
es también absoluta en cuanto no es ni Estado, ha quedado por un lado para
libre ni exenta de L., sino lo uno y lo caracterizar todas las doctrinas de deri
otro al mismo tiempo: absolutamente vación romántica, y, por otro lado, ha
libre, y por lo tanto también nece sido utilizada, fuera del ámbito de tales
saria” (System der transzendentalen doctrinas, para la defensa del absolu
Idealismus (Sistema del idealismo tras tismo estatal y el rechazo del libera
cendental], IV, E). Las Indagaciones lismo político. Gentile y Croce compar
filosóficas sobre la esencia de la L. hu tieron tal doctrina, el primerc iden
mana (1809) del propio Schelling, tras- tificando la L. con la necesidad dialéc
fieren a Dios, o mejor a la naturaleza tica de lo Absoluto (Teoría generale
o fundamento de Dios, el acto por el dello spirito, XII, § 20), el segundo
cual el hombre elige esa naturaleza o identificando la L. con "la creación de
fundamento por el cual se determinará las fuerzas que se denominan indivi
toda inclinación o acción suya. La ten duales y que coinciden con la unidad
dencia a atribuir a lo Absoluto la L. de lo Universal” (Storiografia e idealita
y a identificarla con la necesidad, se morale, p. 58). Pero la compartió tam
revela así como la característica propia bién Martinetti, quien afirma que la L.
de la concepción romántica. Hegel, a no es más que la espontaneidad de la
este respecto, opone “el concepto abs razón y que la espontaneidad de la ra
tracto de la L ”, o sea la L. como exi zón no es más que la necesidad misma
gencia o posibilidad, a la "L. concre y, de tal manera, en cada caso se iden
ta" que es la “L. real" o "la realidad tifican L. y espontaneidad, espontanei
misma” del espíritu o de los hombres dad y concatenación necesaria (La li
(Ene., §482; Fil. del derecho, §33, berta, 1928, p. 349). De manera diferen
743
Libertad
los motivos de la elección que pueden es clara: tiende, por un lado, a garan
restringir aún, hasta la unidad, el ran tizar el determinismo de los motivos,
go de las posibilidades objetivas. Por negando el libre albedrío como auto-
lo tanto, este concepto de L. es una causalidad de la voluntad y, por otro
forma de determinismo, si bien no lo lado, tiende a garantizar la L. del hom
sea de necesidad: admite la determi bre contra el determinismo riguroso.
nación del hombre por parte de las De mejor manera, Locke logró expresar
condiciones a las que responde su acti este mismo concepto en el terreno po
vidad, sin admitir que a partir de tales lítico, negando, contra Filmer, que la
condiciones la búsqueda pueda ser infa L. consista en hacer lo que le parece a
liblemente previsible. cada uno y afirmando: "La L. natural
Este concepto de L. quedó totalmente del hombre debe hallarse inmune de
olvidado en la Antigüedad y en la Edad todo poder superior sobre la tierra
Media, por la preponderancia del con y en no someterse a la voluntad o a
cepto de L. como causa sui. Al reapa la autoridad legislativa de alguno, no
recer, a principios de la edad moderna, supeditada a la voluntad o autoridad
adquirió, en polémica con la noción de legislativa del hombre, sino sólo tener
libre albedrío, la forma de negación la ley de naturaleza por su norma. La
de la L. de querer y de la afirma L. del hombre en sociedad consiste en
ción de la L. de hacer. En esta forma no hallarse bajo más poder legislativo
es expuesto por Hobbes, quien identi que el establecido en la nación por con
fica la voluntad con el apetito y afirma sentimiento, ni bajo el dominio de nin
que no se puede dejar de querer lo que guna voluntad o restricción de ninguna
se quiere (no se puede dejar de tener ley, salvo las promulgadas por aquél
hambre cuando se tiene hambre, dejar según la confianza en él depositada”
de tener sed cuando se tiene sed, etc.), (Two Treatises on Government, II, 4,
pero se puede hacer o no hacer lo que 21; trad. esp. [del 2o tratado]: Ensayo
se quiere (comer o no comer cuando se sobre el gobierno civil, México, 1941,
tiene hambre, etc.). Existe, por lo tan F. C. E., p. 14). En el estado de natura
to, una L. de hacer, no una L. 'de que leza, la L. consiste en la posibilidad
rer (De Homine, 11, §2; De Corp., de elección limitada por la norma de
25, §13). naturaleza, que e -na norma recíproca
Esta doctrina fue sustancialmente que prescribe reconocer a los otros las
acogida por Locke, quien dice que la mismas posibilidades que se reconoce
L. consiste "en que seamos capaces de uno a sí mismo (Ibid., II, 2, 4). En la
actuar o de no actuar, a consecuencia sociedad, la L. consiste en la posibilidad
de nuestra elección" (Essay, II, 21, 27). de elecciones delimitadas por una ley
Pero en Locke la doctrina misma se establecida por un poder destinado a
complica y resulta confusa, porque por tal efecto por consentimiento de los
un lado distingue entre el apetito y la ciudadanos. En otros términos, la L.
voluntad que considera constituida por política presupone dos condiciones:
un poder de elección, de preferencia 1) La existencia de normas que cir
o de indiferencia (o sea de suspensión cunscriban las posibilidades de elec
del deseo, Ibid., II, 21, 48), y por otro ción de los ciudadanos; 2) La posibi
lado admite que tal elección, prefe lidad de los ciudadanos mismos para
rencia o indiferencia está determinada controlar, en una medida determinada,
necesariamente por el motivo (que iden el establecimiento de estas normas.
tifica en un primer tiempo con el deseo Desde este punto de vista el problema
del bien, en un segundo tiempo con el de la L. política es un problema de
malestar propio del deseo, por el bien medida, la medida en la cual los ciu
ausente; Ibid., II, 21, 31). Por lo tanto, dadanos deben participar en el control
no se ve cómo, desde este punto de de las leyes y la medida en la cual
vista, pueda hablarse de L. de hacer tales leyes deben restringir sus posibi
o de no hacer, dado que la elección lidades de elección. Éste ha sido siem
misma o la preferencia acordada a una pre el problema del liberalismo clásico
u otra de estas alternativas está nece- y de todo liberalismo auténtico, anti
riamente determinada. De todas mane guo y moderno. Montesquieu volvió a
ras, la intención de la doctrina de Locke proponer la doctrina de la L. política
745
Libertad
de Locke en el Esprit des tois (1748, ración de la elección, sino a sus conse
XI, 34). Hume y la Ilustración reto cuencias. ¿Qué es lo que éstas tienen
maron la doctrina de la L. filosófica. de propio? Esto: que nos dan el con
El primero afirmó: "Por L. no podemos trol de las posibilidades futuras que
significar más que un poder de obrar se nos abren. Este control es el núcleo
o de no obrar según la determinación de nuestra libertad. Sin él, somos lle
de la voluntad, esto es, que si delibe vados hacia atrás, con él caminamos
ramos permanecer firmes podemos ha en la luz” (Human Nature and Con-
cerlo y si deliberamos movemos, lo duct, 1922, p. 311). La L. de que ha
podemos hacer igualmente” {Inq. Conc. bla Heidegger como “trascendencia” y
Underst., VIII, 1) y al mismo tiempo “proyección” del hombre en el mundo
sacó a luz el determinismo de los mo es también una L. finita, por hallarse
tivos, sin el cual las leyes y las san condicionada y limitada por el mundo
ciones resultarían inoperantes. La Ilus mismo en que se proyecta (Vom Wesen
tración, al decir de Voltaire, volvió a des Grundes ["De la esencia del funda
la misma doctrina: la L. de indiferen mento"], 1949, III; trad. ital., pp. 64 ss.).
cia es "una palabra privada de senti Esta doctrina de la L. se ha reforzado
do”, ya que significaría que en el hom y ha resultado más clara y coherente
bre hay "un efecto sin causa”. Se es desde que la ciencia misma a partir del
libre de hacer cuando se tiene el poder cuarto decenio de nuestro siglo, aban
de hacer (Dictionnaire philosophújue, donó el ideal de la causalidad necesaria
art. "Liberté"). Kant mismo se valió y de la previsión infalible. La prepon
del concepto de L. finita para definir derancia del concepto de condición so
la L. jurídica o política: es “la facul bre el de causa, de la explicación proba-
tad de no obedecer a otras leyes exter bilista sobre la explicación necesaria,
nas excepto a aquellas a las cuales pue que como efecto del principio de inde
do dar mi consentimiento" (Zum ewigen terminación se ha subrayado en la fí
Frieden, II, art. 1, n. 1; trad. esp.: La sica atómica (véase c a u sa lid a d ; c o n d i
paz perpetua, Madrid, 1933). La concep c ió n ), ha hecho obviamente anacrónica
ción de un determinismo no necesario la conservación del esquema necesario
es tradicional en la orientación empi- para la explicación de los hechos hu
rista. Stuart Mili d ostro que el fata manos. Al mismo tiempo, la oposición
lismo surge de un concepto de la nece entre ciencia y conciencia, entre la exi
sidad que no se reduce al de la de gencia de la causalidad inherente a la
terminación. Ésta significa solamente primera y el testimonio de L. propio
“uniformidad de orden y capacidad de de la segunda, ha llegado a perder su
predicción”. Pero los sostenedores de significado. Por un lado, se ha visto que
la necesidad "sienten como si existiera la conciencia no testimonia una L. ab
un nexo más fuerte entre las voliciones soluta ni puede hacer valer absoluta
y sus causas, tal como si, cuando se mente un testimonio cualquiera al res
dice que la voluntad está gobernada por pecto; por otro lado, se ha visto que
el equilibrio de los motivos, se dijera la ciencia no exige la causalidad nece
algo además de la afirmación que se saria que autorizaría la previsión infa
puede, conociendo los motivos y nues lible de los hechos, sino un determi
tra habitual susceptibilidad hacia ellos, nismo condicionante que autoriza la
predecir el modo en que obraremos” previsión probable de los acontecimien
(Logic, VI, 2, §2). Dewey traduce esta tos mismos. La conclusión es que el
misma doctrina a los términos del prag concepto de la L. como autocausación
matismo, esto es, de un empirismo (como todavía aparece en Bergson y
orientado hacia el futuro. "Se conside Sartre) es tan poco sostenible como el
ra a veces —dice— que si se puede de concepto del determinismo como nece
mostrar que la deliberación determina sidad. De igual manera, en el plano
la elección y está determinada por el político, el concepto de la L. como po
carácter y por las condiciones, no hay der de hacer lo que se guste y el de
L. Esto es como decir que una flor no la L. como poder absoluto de la totali
puede llevar fruto porque resulta de la dad a la cual el hombre pertenece (Es
raíz y del tallo. La cuestión no con tado, Iglesia, raza, partido, etc.) son
cierne a los antecedentes de la delibe igualmente engañadores. La L. es ac-
746
Libertarismo
Libertinismo
tualmente, como en los tiempos en que de los límites y de las condiciones que,
se formuló por vez primera su noción en un campo y en una situación deter
en el mundo moderno, una cuestión de minada, pueden hacer efectiva y eficaz
medida, de condiciones y de límites la posibilidad de elección del hombre.
en cualquier campo, desde el metafí-
sico y psicológico al económico y polí Libertarismo (ingl. líbertarianism). Lo
tico. Se insiste actualmente en el he mismo que a n a r q u i s m o . Libertario
cho de que la L. h u m a n a es "una (ingl. libertarían; franc. libertaire): lo
libertad situada, una L. encuadrada en mismo que anarquista. Véase anar
lo real, una L. bajo condición, una L. q u is m o .
relativa” (Gurvitch, Déterminismes so
ciaux et liberté humaine, 1955, p 81; Libertinismo (franc. libertinisme). La
cf. también, en trad. esp.: La vocación corriente antirreligiosa que se difun
actual de la sociología, México, 1953, dió sobre todo en los a mbi e nt e s de
F.C.E.). A veces se expresa este con Francia y de Italia en la primera mi
cepto diciendo que la L. no es una elec tad del siglo xvn y que constituye la
ción, sino más bien una "posibilidad reacción, en gran parte subterránea, que
de elección”, esto es, una elección de acompaña en dicho periodo al predo
tal naturaleza que una vez efectuada minio político del catolicismo. Tal co
puede ser todavía y siempre repetida rriente no tiene ideas filosóficas bien
en relación a una situación determina determinadas. A ella, en efecto, perte
da (Abbagnano, Possibilitá e Libertó., necieron católicos sinceramente apega
1956, passim). En esta forma, la L. dos a la Iglesia que, sin embargo, con
puede reconocerse como propia de to sideraban imposible aceptar la armazón
das las actividades humanas ordenadas doctrinaria, tales como Gassendi, Gaf-
y eficaces, también y principalmente frel, Boulliau, Launoy, Marolles, Mon-
de los procedimientos científicos, cu conys; p r o t e s t a n t e s emancipados de
yas técnicas de control consisten pre toda preocupación religiosa, como Dio-
cisamente en posibilidades de elección dati, Prioleau, Sorbiere y Lapayrére, y
en el sentido indicado. Un procedimien escépticos declarados, que volvían a
to válido es un procedimiento que pue las doctrinas del paganismo clásico o,
de ser eficazmente adoptado por cual por lo menos, a ' formas que habían
quiera en circunstancias adecuadas, es adquirido en el Humanismo renacen
una " p o s i b i l i d a d de elección”, que tista, como Guyet, Luillier, Bouchard,
se presenta a quienquiera que se halle Naudé, Quillet, Trouller, Bourdelot, Le
en condiciones apropiadas. Análogamen Vayer. A propósito de L., no se puede
te, las L. políticas son posibilidades de hablar, por lo tanto, de un cuerpo de
elección que aseguran a los ciudadanos doctrinas coherentes, sino más bien
la posibilidad de elegir. Un tipo de de un determinado número de temas
gobierno es libre no ya si ha sido ele comunes, que pueden ser recapitulados
gido por los ciudadanos, sino si per del modo siguiente:
mite a los ciudadanos, dentro de deter 1) La negación de la validez de las
minados límites, una continua libertad pruebas de la existencia Dios y de la
de elección, en el sentido de la posi posibilidad de entender y defender los
bilidad de mantenerlo, modificarlo o dogmas fundamentales del cristianismo.
eliminarlo. Las denominadas "institu 2) La negación de la moral eclesiás
ciones estratégicas de la L.”, como las tica y, en general, de la moral tradi
L. de pensamiento, de conciencia, de cional y la aceptación del placer como
prensa, de reunión, etc., están dirigidas guía o ideal para la conducta de la
precisamente a salvaguardar a los ciu vida. El significado que la palabra li
dadanos la posibilidad de elección en bertino tiene en el uso corriente pro
el dominio científico, religioso, político, cede, precisamente, de este aspecto.
social, etc. Por lo tanto, los problemas 3) La aceptación de la doctrina del
de la L. en el mundo moderno no orden necesario del mundo, tal como
pueden ser resueltos por fórmulas sim había sido elaborada y defendida por
ples y totalitarias (como serían las su los aristotélicos del Renacimiento y, en
geridas por un concepto de L. anár consecuencia: a) la negación de la li
quica o necesaria), sino por el estudio bertad humana; b) la negación de la
717
r
Libertismo
Liceo
inmortalidad del alma; c) la negación que llegó a expresarse sólo renegando
de la posibilidad del milagro, interpre de sí” {Le Libertinage érudit dans la
tado como fruto de la imaginación o premiére moitié du xvii siécle, 1943, I,
como hecho natural insólito. Estos pun p. 576).
tos de doctrina relacionan el L. con el
aristotelismo del Renacimiento. Libertismo (franc. libertisme). Término
4) La tesis de que la religión es, en adoptado por Bergson (en Revue de
general, un producto de la impostura Metaph. et de Morale, 1900, p. 661) en
de las clases sacerdotales. lugar de la expresión más común de
5) La aceptación del principio de la “Filosofía de la libertad", para indicar
"razón de Estado", o sea del maquia el esplritualismo francés del siglo xix,
velismo político. en el cual se inscribe la doctrina mis
6) El desenmascaramiento de creen ma de Bergson.
cias y prácticas religiosas, lo irrisorio
de ellas y, a veces, su traducción en Libido. Término que aplican Freud y
imágenes obscenas. los psicoanalistas a la tendencia sexual
7) El fideísmo, o sea la declarada en su forma más general e indetermi
aceptación, sincera o no, de las creen nada. En su primera época, Freud sos
cias tradicionales, en contraste con las tuvo la tesis de que “la L. era en igual
conclusiones de la razón, según el prin sentido la manifestación energética del
cipio de la "doble verdad” que había amor, como el hambre la del instinto
sido propio del aristotelismo renacen de conservación” {Einfiihrung in die
tista (y también del averroísmo me Psychoanalyse, cap. 21; trad. esp.: Es
dieval). quema del psicoanálisis, en Obras II,
8) El carácter aristocrático atribuido p. 30, Madrid, 1948). En este sentido,
al saber y, en particular, a la reflexión las primeras manifestaciones de la L.
filosófica, y los límites impuestos a su se r e l a c i o n a n con otras funciones
difusión y a su uso para evitar que vitales: en el lactante, por ejemplo, el
entraran en conflicto con los intereses acto de mamar procura un placer in
del Estado y de las instituciones a él dependiente del placer que proporcio
ligadas. na el alimento y que es buscado aparte.
Este último pur establece sobre Freud, por lo tanto, designó la zona
todo la diferencia radical entre L. e buco-labial como "zona erógena” y con
Ilustración {véase) que consiste preci sideró el placer proporcionado por el
samente en quitar todo freno a la crí acto de mamar como un placer sexual.
tica racional, en llevarla a todo campo Más tarde, reconoció dos clases de ins
(por lo tanto también al campo polí tintos en la vida anímica. "Ambas cla
tico, aparte del religioso) con la vo ses de instintos, el Eros o instintos
luntad de hacer partícipes de sus resul libidinosos y el instinto de muerte, ac
tados a todos los hombres y de dirigir tuarían y pugnarían entre sí desde la
los hacia el mejoramiento de su forma primera génesis de la vida.” Así, pues,
de vida. Sin embargo, no hay duda que para Freud nada se gana con admitir
el L. es un anhelo importante que con una única L. primordial que puede ser
juga el espíritu del Humanismo y el sexualizada o asexualizada, tal como
de la Ilustración. Su mejor historia lo hizo Jung (Ibid.. pp. 442 ss.; cf. C.
dor, R. Pintard, resume así su juicio G. Jung, Wandlungen und Symbole der
acerca de él: “Si se cree, como todo Libido ["Transformaciones y símbolos
conduce a admitir, que el empuje del de la L.”l, 1925).
espíritu filosófico de fines del siglo x v i i Libre albedrío, véase LIBERTAD.
es, en buena medida, continuación del
Renacimiento del siglo x v i i , es nece Liceo (gr. A ú x e i o v ) . Nombre dado, por
sario también llegar a la conclusión de el lugar en el que se estableció (el si
que el L. triunfante de un Fontenelle tio consagrado a Apolo Liceo) a la Es
o un Bayle, no habría existido sin el L. cuela de Aristóteles, o Peripato. Al
militante de un Le Vayer, un Gassendi morir Aristóteles, la escuela fue diri
y un Naudé, que fue también un L. do gida por Teofrasto de Ereso, hasta su
loroso, excitante, combatido, embara muerte (288 o 286 a. c.), quien la enca
zado por escrúpulos y por temores y minó sobre todo a la organización del
748
Limitación
Límite
trabajo científico y a las investigacio al sujeto c la proposición. W. Hamil
nes particulares. Teofrasto fue sucedi ton considero en cambio que la restric
do por Estratón de Lampsaco, que la ción se aplica al predicado y denominó
dirigió durante dieciocho años; des L. a la restricción sólo en expresiones
pués la escuela continuó su trabajo a como “La virtud es la única nobleza"
través de numerosos representantes de (Lectures on Logic, 2* ed., p. 262).
los que sólo nos quedan noticias y
fragmentos escasos. En el primer siglo Límite (gr. jtéQa;; lat. l i m e s ; ingl.
antes de Cristo, Andrónico de Rodas limit; franc. tim ite; alem. Grenzc; ital.
publicó las obras esotéricas de Aristó limite). Aristóteles distinguió perfec
teles, con lo que comenzó una nueva tamente, y enumeró, los diferentes sig
forma de actividad filosófica: el co nificados del término (Met., V, 17,
mentario de los escritos del maestro. 1022 a 4 ss.), que son los siguientes:
En esta actividad se destacó especial 1) El último punto de una cosa, o
mente Alejandro de Afrodisia, que vi sea el primero fuera del cual no existe
vió alrededor de 200 d. c. (cf. Wehrli, parte alguna de la cosa o más acá del
Die Schule des Aristóteles, Texte und cual está toda parte de la cosa. Ac
Kommentar [“La escuela de Aristóte tualmente este concepto se expresa di
les, Textos y comentario"], Basilea, ciendo que el L. es un punto que no
1944 ss.). puede ser logrado o que es una mag
nitud tal que la diferencia entre ella
Limitación (lat. limitatio; ingl. limita- y los elementos de la serie infinita a
tion; alem. Limitation, Begrenzung). que pertenece, sea o siga siendo infe
La lógica del siglo xvn comenzó a dar rior a toda magnitud asignable (cf.
este nombre a lo que la lógica medie Peirce, Cotí. Pap., 4.117; Jorgensen, A
val denominó restricción ( restrictio, Treatise of Formal Logic, III, pp. 87 ss.).
cf. Pedro Hispano, S u m m u l . Logic., 2) La forma de una magnitud o de
11.01) o sea a la reducción de un enun una cosa que tiene magnitud.
ciado a un significado más restringido. 3) El término: ya sea el terminus ad
Dice Jungius, por ejemplo: “Se dice quem o punto de llegada o a veces, el
que un enunciado queda limitado cuan terminus a quo, o punto de partida.
do es sustituido por otro enunciado 4) La sustancia la esencia sustan
que declara que el predicado conviene cial de una cosa, yn que éste es el L.
al sujeto en una parte o accidental de conocimiento de la cosa y, por lo
mente, no inmediata pero sí media tanto, también de la cosa misma. En
tamente. Por ejemplo: ‘el etíope es este sentido, L. significa condición. Para
blanco' está limitado por ‘el etíope Aristóteles, la condición del conoci
es blanco en los dientes' ” (Lógica Ham- miento y del ser mismo de la cosa es
burgensis, 1638, II, 8, 8). En el mismo la sustancia o esencia necesaria. Véa
sentido se expresa Wolff que, sin em se e s e n c i a ; s u s t a n c ia .
bargo, distingue entre proposición res El uso que Kant hizo de la palabra
trictiva y limitada, en cuanto la L. se se relaciona con el primer significado
considera ab intrínseco, esto es, de la del término. "Un L. —escribió— en los
parte misma del sujeto, como en el caso seres extensos, presupone siempre un
del enunciado acerca del etíope, en espacio que está fuera de una cierta
tanto la restricción se toma ab extrín superficie determinada y la incluye en
seco, como en el enunciado “El aire sí; el confín, m cambio, no tiene ne
es ligero con respecto a los fluidos” cesidad de esto, sino que es una pura
(Lógica, § 1106). Kant ha denominado negación que cualifica una magnitud,
L. a la tercera categoría de la cuali en cuanto no es una totalidad absoluta
dad, que es “la realidad unida con la y perfecta. Ahora bien, nuestra razón
negación” (Crit. R. Pura, § 11), y que ve, de algún modo, en torno a sí, un
corresponde al juicio infinito, o sea a espacio para el conocimiento de las co
la proposición que afirma un predica sas en sí, si bien nunca pueda tener
do negativo (I b i d § 9). Véase i n f i n i conceptos determinados y esté pura
to , j u i c i o . mente limitada a los fenómenos" (Prol.,
En todos estos casos, la L. es consi § 57). En este sentido Kant denominó
derada como una restricción aplicada concepto-límite al concepto de nóume-
749
Lírico
Locura
no en cuanto sirve "para circunscribir L. profética, que es el fundamento de
las pretensiones de la sensibilidad y, la mántica, o sea del arte de predecir
por lo tanto, es de uso puramente ne- el futuro; b) la L. purificatoria, que
gativo” (Crít. R. Pura; Anál. de los consiste en alejar los males por medio
Principios, cap. 3; véase cosa e n s í ). de purificaciones y de iniciaciones en
Lo que en este sentido tiene L. es lo el presente y en el porvenir; c) la L.
finito en el significado 4? del término. poética, inspirada por las musas (Ibid.,
244 a, 245 a) y finalmente la forma
Lírico (ingl. lyric; franc. lyrique; alem. más alta o sea d) la L. amorosa, que
lyrisch; ital. Urico). Adjetivo aplicado envuelve al hombre en el recuerdo de
por Croce a la expresión artística como la belleza ideal, despertada en él por
expresión del sentimiento. "Lo que da las bellezas de las cosas del mundo
coherencia y u n i d a d a la intuición (Ibid., 249 e). Es evidente que las tres
—dice Croce— es el sentimiento: la primeras formas de L. son formas de
intuición es en verdad tal sólo porque inspiración divina, que pueden ser re
representa un sentimiento y sólo por ducidas al en tu s ia s m o (véase). El
él y de él puede surgir... Ética y lí amor, en cambio, es L. en un sentido
rica, o drama y lírica, son divisiones diferente, o sea como aspiración al
escolásticas de lo indivisible: el arte es ser auténtico, revelado en su manifes
siempre lírico, o sea ética y dramática tación "más amable y más evidente”,
del sentimiento” (Breviario di Estética, la belleza. Ahora bien, éste es ya el
1912, en Nuovi saggi di estética, p. 28). segundo significado de locura.
El lirismo constituye para Croce el 2) En el segundo significado, la L.
carácter subjetivo o romántico del arte. es, en efecto, amor a la vida en su
simplicidad, opuesta a la sabiduría ar
Litigiosas. Nombre dado al dilema de tificiosa y árida y a la ciencia del que
Protágoras y de su discípulo Evatlo sabe todo, menos vivir y amar. El Elo
(Aulo Gelio, Nocí. Att., V, 10). Véase gio de la locura (Stultitiae laus, 1509)
DILEMA. de Erasmo de Rotterdam es la defensa
más famosa de este segundo significa
Lockismo (ingl. tockianism). La doctri do del término. He aquí como esboza
na de Locke tomad* como la expre Erasmo el retrato del sabio estoico:
sión típica del en .isrno (véase). "Es sordo a las voces de los sentidos,
Locuacidad (gr. á8olea-/ía; lat. loquaci- no siente emoción alguna, el amor y
la piedad no hacen ninguna impresión
tas; ingl. loquacity; franc. loquacité; en
alem. Redseligkeit; ital. loquacita). Se nadasusecorazón
le
duro como diamante,
escapa, nunca duda, su vista
gún Aristóteles, uno de los caracteres es de lince, pesa todo con la máxima
de los ancianos, más interesados en el exactitud, nada perdona; halla en sí
pasado que en el futuro (ya que éste mismo su felicidad, se cree
les promete poco) y que, por lo tanto, rico del mundo, el único sabio,el elúnico
úni
gozan evocándolo en sus pláticas (Ret., co rey, el único libre; en una palabra
II, 13, 1390 a 6). se cree el todo y lo más curioso es
Locura (gr. popía; lat. stuititia; ingl. que es el único que se cree tal”. Ahora
fólly; franc. folie; alem. Wahn; ital. bien, se pregunta Erasmo, ¿quién no
pazzia). Lo que Platón denominara la preferiría en vez de este sabio, a "un
L. buena, o sea la L. que no es enfer hombre cualquiera, sacado de la mul
medad o perdición, ha sido entendido titud de hombres locos, quien, aun sien
de dos maneras diferentes, a saber: 1) do loco, supiera mandar u obedecer a
como inspiración o don divino; 2) como los locos y hacerse amar por todos y
amor a la vida y tendencia a vivirla en que fuera complaciente con la mujer,
su simplicidad. bueno con los hijos, alegre en los ban
1) El primer significado es el que quetes, sociable con todos los que con
Platón le atribuye en el Fedro, afir vive y, por fin, que no se creyera
mando que "los mayores bienes nos extranjero a todo lo humano?” (Ibid.,
son otorgados por medio de una L. que 30.) La L. de que habla Erasmo es la
es un don divino” (Fr., 244 a). Esta L. simplicidad de la vida, se contenta con
se manifiesta en cuatro formas: a) la nutrir ilusiones y esperanzas o, en el
750
Lógica
doctrina del razonamiento (categórico blema de los universales, llega por vez
o bien hipotético, apodíctico o también primera a fijar el plano propio de la
dialéctico), A estas partes de origen L., a través de un profundo comenta
aristotélico o (por intermedio de Boe rio del texto boeciano; la L. es scientia
cio) estoico, el pensamiento medieval sermocinalis, los términos de la L. son
agregó algunas doctrinas que constitu sermones, por lo tanto, palabras, dis
yen un aporte original a la tradición cursos, pero no meros sonidos (flatus
lógica del Occidente —la doctrina de vocis, como parece que sostuvo Rosee-
la designación y denotación (de pro- lino), más bien palabras con una inten
prietatibus terminorum), la doctrina de ción (intentio) significativa, es decir,
los signos lógicos y de las proposicio llevadas a significar cosas o mejor cua
nes moleculares (de syncategoremati- lidades, dadas en la experiencia. Desde
bus), la doctrina de la implicación ma entonces se delinean en la L. medieval
terial (de consequentiis)— todas doc dos corrientes o métodos (viae): la
trinas que pertenecen a la parte de la via antiqua (o antiquorum) fiel a la tra
L. que hoy se denomina "semántica". dición r e a l i s t a , ontologizante por lo
Para comprender las transformacio tanto, y la via moderna (o modemo-
nes ocurridas en el curso de la propia rum), que desarrolla una L. "terminis-
Edad Media, no sólo en la tradición ta”, o sea puramente sermocinalis, don
doctrinaria sino también en el ámbito de los términos del discurso son toma
mismo de objetos cubierto con el hom dos como tales, independientemente de
bre de "L.” es necesario tener presen toda hipótesis metafísica acerca de la
tes algunas consideraciones. Más preo existencia real o de la inexistencia real
cupado por crear la nueva disciplina de su objeto. Éste fue, en resumen, el
que por fundarla, y aún más preocupa punto de vista que se impuso en la
do por crear las doctrinas básicas con L. a partir del siglo xm y con el cual
miras a aplicarlas a problemas filosó se plantearon los textos escolásticos
ficos más “concretos” (principalmente de esta disciplina en uso hasta los co
en la metafísica y en la ética) que por mienzos de la Edad moderna, tales
desarrollarlas y exponerlas sistemática como las Summutae Logicales de Pedro
mente, Aristóteles dejó a la L. no sólo Hispano (siglo x i i i ), habiéndose difun
sin un nombre pro'-o, sino también dido la convicción de que el problema
equívoca en su sta s como disciplina mismo de 1os universales pertenece
y no muy bien determinada en relación más bien a la metafísica y a la gnoseo-
a su materia subiecta. ¿Qué son los logía que a la L. propiamente dicha, la
objetos de que se ocupa la L.? ¿Entida cual es relativamente indiferente a las
des reales, o bien pensamientos o for eventuales respuestas dadas a tal pro
mas del discurso? el problema se plan blema. No obstante, se planteó otra
tea ya en la tardía Antigüedad. Con distinción, que en buena medida, ha
referencia a los universales (catego llegado hasta nuestros días, y es la re
rías, géneros, especies) que parecen ferente al objeto mismo de la L. La
constituir propiamente los elementos discusión versa acerca de si el objeto
en que se resuelve el discurso lógico: de la L. son los hechos mentales (Duns
¿son sustancias reales o no?, Porfirio Scoto, pero también Santo Tomás y por
plantea el problema en la Isagoge, Boe otra parte algunos nominalistas) o si,
cio intenta una solución que, sin em por el contrario, no se trata de actos
bargo, se cierra en círculo y no resulta mentales sino de formas estructurales,
satisfactoria; de ahí la disputa medie intencionalmente dirigidas a la cons
val entre los realistas (Bernardo de titución de contenidos semánticos, pero,
C h a r t r e s , Guillermo de Champeaux, como formas, independientes tanto de
San Anselmo de Aosta, etc.), que afir tales contenidos como de los actos
man la existencia real de los univer mentales mediante los cuales se apre
sales y que, por lo tanto, hacen de la henden tales contenidos (Buridán y sus
L. una especie de ontología, y los no continuadores de los siglos xiv y xv:
minalistas (Roscelino, Abelardo y más Alberto de Sajonia, Nicolás de Autre-
tarde Guillermo de Occam), que niegan court, Marsilio de Inghen, etc.). Esta
la subsistencia ontológica de los uni última posición sería la que, retomada
versales. Abelardo, al discutir el pro en la edad contemporánea por E. Hus-
752
Lógica
erl (y de modo menos claro por B. ple, en cierto sentido, este proceso,
Russell y por L. Wittgenstein), deter intentando con el Novum O r g a n o n
minaría el actual renacimiento de la (cuyo nombre mismo es programático)
concepción de la L. como L. formal una reforma radical de la L., concebi
pura. da exclusivamente como metodología
Pero entre tanto se planteó otro pro científica general. Descartada casi por
blema. La L.: ¿es ciencia o arte? Esto entero la tradición lógica peripatético-
e s: es una disciplina que como las ma escolástica (que tenía su centro en la
temáticas, por ejemplo, expone relacio teoría formal del silogismo), también
nes objetivas subsistentes entre sus ob de la L. humanista (de la Ramée, etc),
jetos (v. gr., entre las premisas del entresaca los aspectos más estrictamen
silogismo y su conclusión) o bien ¿es te metódicos, con la finalidad de crear
una técnica para obtener discursos co un "instrumento” para guiar y encua
rrectos y verdaderos? En general, los drar la investigación científica. Por
lógicos medievales consideraron que es ello cambia totalmente la antigua no
una y otra cosa y también, como arte, ción de "L.".
al mismo tiempo una preceptiva (ló El desinterés por el formalismo ló
gica docens) y un ejercicio activo de gico, y en consecuencia, el interés por
discusión, controlado por tales precep los problemas gnoseológicos, psicológi
tos (lógica utens). La reacción huma cos y metódicos de una Lógica utens,
nista contra la escolástica lleva, en el se acentúa en el curso de la Edad mo
campo de la L., a una exaltación de derna y así durante los siglos x v i i , xvm
este último aspecto y a una áspera po y xix la "L.” resulta el nombre escolar
lémica contra el formalismo tradicio de una serie heterogénea de enseñan
nal (Coluccio Salutati, Lorenzo Valla, zas filosóficas y los manuales de esta
etc.). A la L. "inglesa” o (o sea termi- "materia" (de este título) exponen va
nista), que a menudo se perdía en rias y diferentes cosas: junto a la si
estériles argucias y cavilaciones en su logística tradicional (aunque a menudo
enseñanza y en el ejercicio escolástico reducida a pocos rasgos y conservada
(como la antigua erística en los tiem más por razones de tradición que por
pos de Platón y de Aristóteles), se opo un interés real), contienen anotacio
nía una L. retórica, por lo común de nes metódicas, esbozos de teoría del
inspiración ciceroniana, como búsque conocimiento, an„ ;is de ciertos con
da de los medios de persuasión me ceptos generales, etc. A este respecto
diante el discurso y, al mismo tiempo, es típico el Art de Penser de los maes
disciplina erística que guía en la bús tros de Port Royal, conocido también
queda de las verdades en el campo de con el nombre de Logique de Port
las cosas naturales y humanas (histó Royal, que por mucho tiempo fue el
ricas y éticas). Este movimiento de re texto más importante de esta discipli
forma de la L. culmina en el ramismo na y el modelo más o menos fielmente
(de Petrus Ramus, o sea Pierre de la seguido y compendiado por los otros
Ramée). Junto a esta corriente se debe tratados.
recordar también otra, de inspiración Sin embargo, el “renacimiento” de la
peripatética, que floreció en Padua en geometría euclidiana, iniciado en el si
el siglo xvi y tuvo sus exponentes en glo xvi y triunfalmente proseguido (por
Fracastoro y Zarabella, quienes centra lo menos en lo que concierne al aspecto
ron sus investigaciones en el proble lógico-formal) casi hasta nuestros días,
ma, apenas e s b o z a d o en el estudio vuelve a proponer, junto al modelo del
aristotélico, de la inferencia inductiva, "rigor” euclidiano, el problema de fijar
de sus dificultades y de sus supuestos. las estructuras discursivas de las que
También en estos lógicos (si bien na resulta y que constituyen dicho rigor.
turalmente, en forma menos drástica Descartes (Regulae ad directionem in-
que en los retóricos humanistas) decre genii, Discours de la méthode) y más
ce el interés por las estructuras forma tarde Pascal (Esprit de géometrie y Art
les del discurso deductivo, a favor de de persuader) comienzan a extrapolar
una concepción pragmática y metodo en forma de reglas metódicas algunos
lógica de la ciencia de la L. A comien aspectos de ese “rigor”, basándose, aún
zos del siglo x v i i Francis Bacon cum en polémica con la silogística tradicio
753
1 Á (Í M
nal, en el mismo terreno de investiga plo. Pero más que en estas tentativas,
ción de las formas estructurales de un quizá sobrevaloradas por los lógicos
lenguaje perfecto (en este caso, el len matemáticos de nuestro siglo, la impor
guaje matemático). Por lo tanto, vuel tancia de Leibniz para el renacimiento
ven a plantear algunos problemas fun de la L. tras la crisis iniciada con el
damentales de L. formal, tales como el Humanismo, está en la idea, amplia
problema de la definición (nominal y mente desarrollada por sus discípulos
real) y el de la validez de la reduc alemanes del siglo x v i i i (Lambert,
ción de axiomas. Al mismo tiempo Hob- Wolff, Crusius), de una "arquitectónica
bes, partiendo también del euclidismo de la razón” (ya no concebida psico
de la nueva ciencia (galileana) de la lógicamente, sino de modo que preludia
naturaleza, dio un paso decisivo hacia el punto de vista "trascendental” de la
la concepción de la L. formal moderna filosofía posterior) que se explica en
pura. Hobbes, en efecto, introduce la las formas y estructuras del discurso;
muy fecunda idea del raciocinio como "arquitectónica” que constituirá el ob
"cálculo lógico”, o sea como combina jeto propio de la L. La herencia leibni
ción y transformación de símbolos se ziana es recogida más tarde por Kant,
gún ciertas reglas, las cuales ya pa el cual en la Logik distingue precisa
recían —y cada vez lo parecerán más— mente esta disciplina, tanto de la psico
como convencionales (de cualquier ma logía (con la cual tendían a confundirla
nera que se entienda más tarde tal los iluministas) como de la ontología
"convencionalidad”). Aparece, por lo (con la cual tendían a confundirla al
tanto, en la historia del pensamiento gunos leibnizianos —en particular Cru
ese convencionalismo destinado más sius—), afirmando el carácter de doc
tarde a mostrarse como punto de vista trina formal pura —pero no del discur
más eficaz para eliminar de la L. todo so y más bien del pensamiento, de don
supuesto dogmático y metafísico, para de resulta la posibilidad de recaer en
liberarla de las contaminaciones psico- una especie de psicologismo trascenden
logistas (que seguirían obstaculizando tal, ínsito en el kantismo. En efecto, co
su desarrollo hasta casi nuestros, días) mo es sabido, junto a la L. formal pura,
y a colocarla como disciplina de las Kant pone una L. trascendental como
estructuras formales ^"1 discurso "rigu doctrina de las funciones puras del
roso” según determ ados modelos lin conocimiento; los idealistas, en par
güísticos ideales. Pero el punto de vis ticular Fichte y Hegel, acentúan tal
ta convencionalista no estaba destinado interpretación psicológico-trascendental,
a influir inmediatamente en el pensa disolviendo ambas partes de la L. kan
miento lógico moderno que, a partir tiana en la parte trascendental e inter
de los filósofos antes nombrados, toma pretando luego esta última como una
más bien la idea del cálculo lógico basa especie de "metafísica de la mente"
do en la distinción de las ideas en sim o del “pensamiento". Desde entonces
ples y complejas y en la analogía (mera en vastas zonas de la filosofía contem
mente formal) entre ciertas operacio poránea, todas ellas más o menos in
nes lógicas y ciertas operaciones aritmé fluidas por el idealismo, el término
ticas. Representando los términos con "L.” perdió totalmente su sentido tra
símbolos genéricos (por ejemplo, letras dicional para volver a la acepción ilus
del alfabeto: a, b, c, ... , x, y, z; X, Y, Z ; trada de "filosofía del pensar” en gene
y similares) y las operaciones lógicas ral. El final del siglo xix presenta pre
con símbolos varios (a menudo toma cisamente este cuadro. La L. es enten
dos en préstamo a la aritmética: +, dida como una "teoría del pensamien
x, = ; etc.) se puede intentar el des to” y, por lo tanto, tratada con méto
arrollo de una doctrina matemática dos naturalistas por los positivistas (por
(formal) del discurso. Leibniz hizo va ejemplo, Sigwart, Wundt, etc.), o con
rias tentativas en esta dirección, aun métodos metafísico-trascendentales por
que todas infructuosas y pronto aban los idealistas. Edmund Husserl (Logi-
donadas; tentativas de esa naturaleza, sche Untersuckungen, I, 1900-01; trad.
también infructuosas, fueron realizadas esp.: Investigaciones lógicas, Madrid,
en el seno de la escuela leibniziana, por 1929) ha criticado a fondo este punto
Lambert, Holland, Castillon, por ejem de vista y, volviendo a las ideas de un
7S4
Lógica
y clases. El cálculo de las clases, por jor, el esquema general (por ser mera
lo tanto, no es ya una doctrina funda mente simbólico) de tal lenguaje y se
mental de la L., pues deriva del de las gún tal esquema se deberían construir
funciones preposicionales y, no obstan más adelante lenguajes o fragmentos
te, dada su importancia muchos lógi de lenguajes científicos, en los cuales
cos contemporáneos le dedican aún un deberían traducirse y analizarse según
capítulo aparte (y puede decirse lo mis las estructuras lógicas de tal lengua
mo con referencia a las relaciones). A je los enunciados de las disciplinas par
continuación Wittgenstein en el Trac- ticulares en examen. Bajo esta luz la
tatus, enunciará una especie de segun L. simbólica russelliana ya no queda
da tesis extensional para las proposicio estrechamente ligada a las matemáti
nes, distinguiendo proposiciones atómi cas como tales: es la L. tout ccntrt,
cas (o sea simples) y proposiciones un instrumento de análisis científico
moleculares (esto es, complejas), afir en general. Y fue aplicada también al
mará que estas últimas dependen todas, análisis filosófico por el mismo Rus
por su verdad o falsedad, de la verdad sell, por Wittgenstein, por Wisdom y
o falsedad de los componentes atómicos de inmediato (con un decidido aban
más las reglas semánticas de las ope dono de los supuestos metafísicos del
raciones de composición (por ejemplo, atomismo lógico russelliano) por los
el enunciado "p o q" es verdadero si, y empiristas lógicos.
solamente si, por lo menos p o q es ver Pero el programa russelliano, centra
dadero), de lo cual resulta un equilibrio do en la noción de lenguaje ideal, fue
del cálculo proposicional a partir de sometido a ásperas críticas, sobre todo,
determinados diagramas lógicos mera aunque no exclusivamente, por parte
mente combinatorios. Partiendo de es de los "analistas del uso" de Oxford.
tos principios, en el periodo entre las Por otra parte, en otros sectores (por
dos guerras mundiales, algunos lógicos, ejemplo, en la escuela alemana que
principalmente polacos, intentaron ela desciende de Hilbert y de Scholze, y
borar lógicas polivalentes, en las cuales en la escuela polaca de Lukasiewicz y
los enunciados fuera de 1 ("verdadero”) Tarski) los intereses matemáticos y el
y 0 ("falso”) pueden adquirir otros va interés por la L. misma como discipli
lores intermedios. altaba todavía a na estrictamente matemática, mantu
los Principia, dirigidos exclusivamente vieron preponderancia. De esto resultó
a la fundación de la aritmética de los una escisión (por ahora sólo parcial)
números naturales, un tratado de la de la L. en una serie de disciplinas
lógica modal, o sea un cálculo de valo cada vez más formalizadas y matema-
res modales, tales como "posible”, "ne tizadas, con los problemas, asaz com
cesario”, etc., la cual hubo de ser inten plicados, inherentes a la formalización
tada más adelante por lógicos como de una disciplina matemática funda
Lewis y Von Wright. mental (la metamatemática), por la
La L. matemática tenía dos finalida cual no se puede usar otro lenguaje
des primordiales: 1) constituir la disci formalizador sin caer en un círculo,
plina matemática fundamental, de la de donde surgieron los problemas,
que todas las otras matemáticas, según afrontados por Gódel, Hermes, Tarski
la tesis logicista sostenida precisamente y en buena parte también por Camap.
por Frege y Russell, deberían constituir En cambio, en el seno de la ex escuela
ramas más o menos complejas, pero con de Viena, ahora escuela de Chicago,
el mismo material conceptual y redu- y bajo la influencia de otras corrien
cibles al mismo; y 2) constituir (según tes (neopositivismo inglés, pragmatismo
el programa formalista de Peano, des americano) la L. se ha orientado, por
arrollado más tarde por D. Hilbert) obra sobre todo de Morris, Camap y
métodos de equilibrio riguroso y de con Hempel, en sentido más analítico-filo-
trol lógico de las disciplinas matemá sófico, tendiendo a resultar parte de
ticas verdaderas y propias. La L. resul una disciplina mucho más amplia, la
ta así un instrumento de análisis filo semiótica o teoría general de los signos
sófico. Por obra de Russell y Wittgen (cuya teoría del lenguaje es la parte
stein constituye una especie de lengua más interesante), creada por Ch. W.
je ideal o perfecto, o para decirlo me Morris con el doble empuje de la sín-
756
Logicismo
Logoa
tesis lógica de Camap y de la Lógica na matemática por excelencia. Con
de Dewey. Abandonado todo supuesto esta convicción Dedekind, Frege y Rus
conciencial o mental y toda veleidad sell realizaron sus célebres análisis del
metafísica, la ciencia del pensamiento concepto de "número” (entero), preci
resulta ciencia del lenguaje, o sea de samente para definirlo sólo mediante
un típico y fundamental comportamien nociones (símbolos) de la lógica mate
to humano. El análisis lógico resulta mática. Al L. se oponen el formalismo
análisis lingüístico, pero lo que la tra y el intuicionismo. Véase m a t e m á t ic a .
dición consideraba como dimensión
"L.” es solamente una dimensión del (ingl. logical; franc. logique;
L ó g ic o
lenguaje, o mejor dos (como distin alem. logisch; ital. lógica). 1) Lo mis
guieran Morris y Camap, en una formu mo que racional.
lación muy aceptada, pero actualmente 2) Lo que concierne a un determi
controvertida), la dimensión sintáctica, nado tipo de lógica. En este sentido
por la cual los signos que componen se denomina actualmente "verdad ló
el discurso (el lenguaje) se conectan gica" a la verdad que consiste en la
entre sí según reglas de formación y enunciación de una tautología, confor
transformación (derivación) relativas me al concepto de la lógica como estu
sólo a la forma del discurso mismo y dio de las tautologías. Véase l ó g ic a ;
la dimensión semántica, por la cual el razón.
todas, y para todas basta y prevalece otros” (San Juan I, 14). Al elaborar
sobre todas” (Fr. 114, Diels). Los estoi la teología cristiana, los Padres de la
cos se apropiaron esta concepción, pues Iglesia insistieron en los dos puntos si
vieron en la razón el "principio activo” guientes : 1) la perfecta paridad del
del mundo que anima, ordena y guía Logos-Hijo con el Dios-Padre; 2) la
a su principio pasivo, que es la mate participación del género humano en
ria. "El principio activo —decían— es el L. mismo en cuanto razón: "Nos
el L. que está en la materia, o sea otros aprendemos —dice Justino, por
Dios: él es eterno y a través de la ejemplo— que Cristo es el primogénito
materia es el artífice de todas las co de Dios y que es el L., del cual parti
sas” (Dióg. L., VII, 134). El L. así enten cipa todo el género humano” {Apol.
dido, o sea como principio formador Prima, 46). Contra los gnósticos, discí
del mundo, es identificado con el des pulos de Valentín, para los cuales el
tino por los estoicos (lbid., VII, 149). L. es el último de los Eones y, por ha
En el mismo sentido afirma Plotino: llarse más cercano al mundo está des
"El L. que obra en la materia es un tinado a formarlo, Ireneo afirma la
principio activo natural: no es pensa igualdad de esencia y de dignidad en
miento ni visión sino potencia capaz tre Dios padre y el L., y la de ambos
de modificar la materia, potencia que con el Espíritu Santo {Adv. haeres.,
no conoce, pero que obra como el sello II, 13, 8). Sobre estos conceptos se fun
que imprime su forma o como el ob darían las formulaciones dogmáticas
jeto que reproduce su reflejo en el del siglo iv, especialmente las decisio
agua; así como el círculo se origina nes del Concilio de Nicea (325) en torno
desde el centro, de igual manera el a los dos dogmas fundamentales del
poder vegetativo o generador recibe, cristianismo, la Trinidad y la Encama
por otra parte, su potencia productora, ción. Pero mientras tanto, la noción
o sea de la parte principal del alma, la de L. continuó oscilando entre la inter
cual se la comunica modificando al alma pretación que exige la perfecta paridad
generadora que reside en el todo” {Eren., del L. con Dios y la que, en cambio,
II, 3, 17). En tal sentido, el L. es el establece una cierta diferencia jerár
propio Intelecto divino como ordenador quica entre las dos hipóstasis. La doc
del mundo: "De la ' ..eligencia emana trina de Orígenes —que fue el primer
el L. y emana siempre, a tal punto gran sistema de filosofía cristiana (si
que el Intelecto está presente en todos glo m )— se inclina más bien hacia la
los seres” {lbid., III, 2, 2). Esta con segunda interpretación. Orígenes afir
cepción ha servido de modelo a todas ma que del L. se puede decir que es
las formas del panteísmo moderno. Véa el ser de los seres, la sustancia de las
se DIOS. sustancias, la idea de las ideas. De Dios
2) La doctrina del L. como hipóstasis no se pueden decir tales cosas por estar
o persona divina encuentra su primera más allá de todas estas cosas {De
formulación en la obra de Filón de Princ., VI, 64). Por lo tanto, el L. es
Alejandría. En esta doctrina, el L. es un coeterno con el Padre, el cual no sería
ente intermediario entre Dios y el mun tal si no generase al Hijo, pero no es
do, el trámite de la creación divina. eterno en el mismo sentido. Dios es la
Dice Filón: "La sombra de Dios es su vida y el Hijo recibe la vida del Pa
L., del cual se sirve como instrumento. dre. El Padre es el Dios, el Hijo es
Dios creó el mundo. Esta sombra es casi Dios {In Joann., II, 1-2). Según ya se ha
la imagen derivada y el modelo de las dicho, los concilios de la Iglesia se pro
otras cosas. Ya que como Dios es el nunciaron contra esta interpretación,
modelo de su imagen o sombra que que siguió siendo base de tentativas
es el L., de igual manera el L. es el heréticas, a menudo renovadas en el
modelo de las otras cosas” {Leg. Alt., curso de su historia.
III, 31). El cristianismo identifica al L. La doctrina del L. ha perdurado co
con Cristo. El prólogo del Evangelio mo doctrina religiosa. Los filósofos han
de San Juan, al lado de las funciones recurrido a ella sólo cuando han que
que ya Filón atribuía al L., agrega la rido dar un ropaje religioso a sus doc
determinación precisamente cristiana: trinas. Así lo hizo Fichte en la segunda
"El L. se hizo carne y habitó entre nos fase de su pensamiento. En la Intro-
758
r
L u c h a p o r la v id a
L uz
ducción a la vida beata (1806) Fichte, L. que resultaba de los nuevos plantea
recurriendo al prólogo del Evangelio mientos de la ciencia. “Las palabras
de San Juan, quiere mostrar el acuerdo ‘L.’ y ‘espacio’ —decía— no significan
entre su idealismo y el cristianismo y, nada que difiera verdaderamente de los
por lo tanto, reconoce en el L. lo que cuerpos que estimamos se hallan en
denomina la Existencia o la Revelación algún L. e indican sólo su magnitud
de Dios (fuera de ella queda el Ser de y su figura y cómo se encuentran si
Dios): o sea el Saber, el Yo, la Imagen tuados entre los demás cuerpos. Es
de la cual es fundamento la vida divina necesario, en efecto, para determinar
(Werke ["Obras”], V, p. 475). esta situación, referirse a otros cuer
pos que consideramos inmóviles, pero
L u c h a p o r l a v id a, véase SELECCIÓN. pudiendo tales cuerpos ser diferentes,
podemos decir que una misma cosa, en
L u g a r (gr. xó.to;; lat. locus; ingl. place; el mismo tiempo, cambia y no cambia
franc. lieu: alem. Orí; ital. luogo). La de L.” (Prirtc. Phil., II, 13). Descartes
situación de un cuerpo en el espacio. usa aquí el ejemplo del hombre que se
Existen dos doctrinas acerca del L.: encuentra sentado en una barca que
1) la aristotélica, según la cual el L. es se aleja de la orilla: el L. de este
el límite que circunda al cuerpo y es, hombre no cambia con referencia a la
por lo tanto, una realidad por sí mismo ; barca, pero sí cambia con referencia
2) la moderna, según la cual el L. es a la ribera. Con estas observaciones,
una determinada relación de un cuer que expresan la relatividad del movi
po con los otros. miento (relatividad galileana) se logró
1) Según Aristóteles, el L. es "el pri el concepto moderno de L. como refe
mer límite inmóvil que abraza un cuer rencia de un cuerpo a otro considerado
po” (Fís., IV, 4, 212 a 20) o, en otros como sistema de referencia.
términos, es lo que abraza o circunda
inmediatamente al cuerpo. En este sen L u g a re s , véase TÓPICA.
tido se dice que un cuerpo está en el
aire porque el aire circunda al cuerpo L u lia n o , a r te (lat. ars lulliana; ingl.
y está en inmediato contacto con él. tullic a rt; f r a n c . art lullien; alem.
Esta concepción se mantuvo por mucho Lultische Kuns ' En sentido estricto,
tiempo en toda la filosofía medieval y el ars magna de *.Jmundo Lulio (1235-
es repetida, en sustancia, aun por los 1315), o sea la ciencia universal que
críticos de la física aristotélica, Oc- enseña a combinar los términos para
cam por ejemplo (Summulae in libros el descubrimiento sintético de los prin
Phys., IV, 20; Quodt., I, 4). Según esta cipios de las ciencias. A diferencia
concepción, existen "lugares naturales” de la lógica aristotélica, el ars magna
que son aquellos en los cuales un cuer quiere ser un procedimiento inventivo
po está naturalmente o a los cuales que no se detiene a resolver las ver
retoma cuando se ha alejado: "Una dades conocidas, sino que procede a
cosa —dice Aristóteles— se mueve, na descubrir las nuevas. La noción de este
tural o no naturalmente, y los dos mo arte, que halló en el Renacimiento se
vimientos están determinados por luga guidores entusiastas, entre ellos Agri
res propios y por lugares extraños. Un pa, Bovilio y Bruno, fue adoptada de
L. en el cual la cosa permanece o hacia nuevo por Leibniz, que la denominó
la cual se mueve, pero no por su natu Característica general. Véase c a r a c t e
raleza, debe ser el L. natural de alguna r í s t i c a .
otra cosa, tal como nos lo muestra la
experiencia” (De Caet., I, 7, 276 a 11). Luz (lat. lux\ ingl. light; franc. lu-
Toda la física aristotélica se apoya en miére; alem. Licht; ital. tuce). Una
este teorema. Véase f ís ic a . tradición filosófica, que probablemente
2) La teoría aristotélica de los lugares tiene su lejano origen en la tradición
fue sometida a una crítica decisiva por persa que adoró en Mitra al "Espíritu
Galileo en los Diálogos de los máxi de la luz” (cf. Cumont, Oriental Reli-
mos sistemas (1632, Jomada segunda). gians in Román Paganism, trad. ingl.,
Descartes expresó, pocos años más tar p. 155), hace de la L. una realidad pri
de y con toda claridad, el concepto de vilegiada de naturaleza incorpórea, un
759
Luz
medio de comunicación entre las regio los diferentes elementos. Esta forma
nes superiores del mundo y el hombre. primera es la L. “La L. —dice— se
Las características salientes de esta difunde por sí en todas las direcciones,
doctrina son las siguientes: 1) la L. es de modo que, desde un punto luminoso,
una realidad superior privilegiada, que se genera inmediatamente una esfera
es Dios mismo o es de Dios; 2) la L. es de L. lo mayor posible, a menos de
incorpórea y resulta un intermediario que le presente obstáculo algún cuerpo
entre el mundo incorpóreo y el mundo opaco. Por otro lado, la corporeidad
corpóreo; 3) la L. es la forma general es lo que tiene por consecuencia nece
(o sea la esencia o la naturaleza) de saria la extensión de la materia en las
las cosas corpóreas. Las primeras dos tres dimensiones” (De inchoatione for-
tesis son de carácter religioso y de ge marum, ed. Baur, 51-52). Roberto iden
nuino origen oriental. Lr tercera es tificaba así la difusión instantánea de
filosófica y característica del agustinis- la L. en todas las direcciones con la
mo medieval. tridimensionalidad del espacio y, por
En la filosofía occidental, la metafí lo tanto, la L. con el espacio. Casi en
sica de la L. es introducida por Par- los mismos términos, San Buenaventura
ménides. "Ya que todas las cosas se afirmó que la L. no es un cuerpo, sino
denominan L. y noche, y porque la L. la forma de todos los cuerpos. “La
y la noche están presentes en esta o en L. es la forma sustancial de todo cuer
aquella cosa, según sus posibilidades, po natural”. Todos los cuerpos partici
el todo está lleno de L. y al mismo tiem pan más o menos de ella y según su
po de invisibles tinieblas y la L. y las participación tienen mayor o menor dig
tinieblas son iguales porque ninguna nidad y valor en la jerarquía de los se
prevalece sobre la otra” (Fr. 9). La sus- res. Es el principio de la formación ge
tancialización de la L. se observa con neral de los cuerpos; su formación
frecuencia en las Ennéadas de Plotino, especial se debe a la llegada de otras
donde a veces no resulta fácil distin formas, elementales o mixtas (In Sent.,
guir entre la L. como metáfora y la L. II, d. 13, d. 2, q. 1-2). En la segunda
como sustancia (por ejemplo, Eñn., V, mitad del mismo siglo xm, la Perspec
3, 9; IV, 3, 17). Es evidente en las es tiva de Witelo expuso ideas muy simi
peculaciones de los .ósticos, que son lares. “La acción divina se realiza en
de directa ascendencia maniquea: "An el mundo por intermedio de la L. Las
tes de que el universo visible tuviera sustancias inferiores reciben de las su
origen, subsistían dos principios supre periores la L. derivada de la fuente
mos : uno bueno, otro perverso. La se de la divina bondad; en general, el
de del primero, del Padre de la gran ser de cada cosa resulta del ser divino,
deza, se hallaba en la región de la L. toda inteligibilidad resulta del intelec
Y se multiplicaba en cinco hipóstasis: to divino y toda vitalidad de la vida
el Intelecto, la Razón, el Pensamien divina. De todas estas influencias, el
to, la Reflexión, la Voluntad" (Buo- principio, el medio y el fin es la L.
naiuti, Frammenti gnostici, 1923, p. 55). divina, de la cual, por la cual o hacia
En uno de los libros de la cábala, el la cual se disponen todas las cosas”
Zohar, la L. es entendida como la sus (Perspectiva, ed. Baeumker, pp. 127-28).
tancia que a veces aparece como cielo La óptica, que estudia las leyes de la
y, por lo tanto, como el elemento en difusión de la L., resulta así la totali
el que se disolverán los otros al fi dad de la física, por cuanto la totalidad
nal de los tiempos (cf. Serouya, La del mundo físico está determinada por
Kabbale, París, 1957, pp. 346 ss.). Esta la difusión de la L. (Ibid., p. 131). Qui
doctrina pasó a la filosofía hebrea me zá la última manifestación de esta fí
dieval y, de ella, a la escolástica cris sica o metafísica de la L. sea el pro
tiana. En ésta, fue característica de yecto de Descartes de d e s c r i b i r el
la dirección agustiniana, defendida es mundo desde el punto de vista de la
pecialmente por los franciscanos. En el L. “Así como los pintores, que al no po
siglo xm Roberto Grossatesta afirmó der representar en el cuadro todas las
que todos los cuerpos tienen una forma diferentes fases de un cuerpo eligen
común, la cual se une a la materia una de las principales que ponen a la
primera, antes de su especificación en L. y sitúan en la sombra a las otras y
760
Luz, lumen
Luz, lumen
que hace "deiforme” a la criatura ra el "buen sentido o razón” que en las
cional, esto es, la hace capaz de ver primeras líneas del Discurso del mé
la esencia divina, y niega que la L. de todo es denominado “la cosa mejor dis
gloria pueda ser una disposición natu tribuida del mundo”, y del cual dice
ral del hombre (Ibid., I, q. 12, a. 5); en los Principios de filosofía (I, 30):
y que pueda serlo el lumen gra.tiae, o "La facultad de conocer que nos ha
sea la gracia justificadora (Ibid., I, q. sido dada y que nosotros denomina
106, a. 1). mos L. natural no percibe más que ob
El significado agustiniano del con jetos verdaderos, en cuanto los aper
cepto de L. o sea aquel según el cual cibe, esto es, en cuanto los conoce
es la iluminación continua por parte clara y distintamente”. Leibniz a su
de Dios, se conserva en las doctrinas vez afirma que "la L. natural supone
que, en el mundo moderno y contem un conocimiento distinto” (AToitv. E ss .,
poráneo, se basan en el agustinismo. I, 1, 21) y Christian Wolff entendía
Son las doctrinas según las cuales el por "L. del alma” la “claridad de las
conocimiento es una "visión en Dios”. percepciones” (Psychol. empírica, § 35).
Así lo era para Malebranche (Recher En estos usos, la expresión nada tiene
che de la vérité, III, 2, 6), para Rosmi- ya de su significado tradicional, es
ni (Nuovo Saggio, § 396) y para Gio- decir, una luz que viene de fuera o de
berti (Introd. alio studio delta fil., II, lo alto a revestir la mente humana y a
p. 175). Por otro lado, o sea a lo largo guiarla. La L. natural es aquí sólo la
de la segunda interpretación, la L. na claridad del pensamiento humano. Leib
tural termina por perder toda conexión niz dice, hablando de la máxima “Es
teológica. El título que Descartes dio necesario seguir la alegría y evitar la
a un diálogo que quedó incompleto y tristeza”, que "se trata de un principio
que había de resumir su filosofía, de innato, pero que no forma parte de
muestra cómo entendía la noción en la L. natural, ya que no se conoce, en
examen: "Búsqueda de la verdad me efecto, en modo luminoso" (Nouv. Ess.,
diante la L. natural que, por sí y sin I, 2, 1). El significado que la expre
el auxilio de la religión y de la filoso sión "las L." adquiere en el periodo de
fía, determina las o^'niones que debe la Ilustración es precisamente el acla
tener un hombre ' tiesto sobre todas rado por Leibniz. Las L. son la clari
las cosas que puedan ocupar su pensa dad de la crítica racional llevada en to
miento y penetra hasta en los secretos dos los campos posibles del saber y con
de las ciencias más curiosas”. La L. siderada como criterio rector del pensa
natural, entendida de esta manera, es miento y de la conducta del hombre.
7 6 2
M
Macrocosmos, véase MICROCOSMOS. la consideraba Pico della Mirándola
{De Hominis Dignitate, fol. 136 v) y
Madre (gr. p/iÍTrie). Según Platón, la así la consideraban todos los naturalis
madre del universo es la materia amor tas del Renacimiento, Johannes Reuch-
fa, como el padre es el modelo eterno lin, Heinrich Comelius Agrippa, Theo-
similar al cual lo crea el Demiurgo. phrastus Paracelsus, Girolamo Fracas-
"A esta madre y receptora de todo lo toro, Girolano Cardano, Giovambat-
creado, visible y sensible, no debemos tista della Porta, tienden todos por
denominarla ni tierra ni aire ni fuego igual a quitar el carácter diabólico que
ni agua ni otra cosa que nazca de és la Edad Media había atribuido a la M.
tos y de las cuales éstos nazcan, sino y hacer de ella la parte práctica de
más bien una especie invisible y amor la filosofía. Della Porta distinguió cla
fa, capaz de recoger todo, partícipe de ramente entre M. diabólica, que se
lo inteligible y difícil de concebir” vale de las acciones de los espíritus
( Tim., 51 a-b). inmundos, y M. natural, que no sobre
Magia (gr. paYixi) tíyyp; lat. m a g i a ; pasa los límites de las causas natura
ingl. magic; franc. magie; alem. Magie; les y cuyas operaciones sólo parecen
ital. magia). La ciencia que pretende maravillosas por el hecho de permane
dominar las fuerzas naturales con los cer oculto el procedimiento (M a g i a
mismos procedimientos con los cuales naturalis, 1558, I, 1). Esta distinción
se someten los seres animados. El su fue repetida por Campanella, quien, por
puesto fundamental de la M. es, por lo lo demás, distinguió también una M.
tanto, el animismo y su mejor defini divina que obra en virtud de la gracia
ción es la dada por Reinach como “la divina, como la de Moisés y la de los
estrategia del animismo” (Mythes, Cui otros profetas {Del senso delle cose e
tes et R e l i g i o n s , II, Introdv p. xv). della M., 1604, IV, 12). Acerca de la M.
Instrumentos de esta estrategia son los en el Renacimiento, cf. Garin, Medioe
encantamientos, los exorcismos, los fil vo e Rinascime^to, 1954, cap. III.
tros, los talismanes, mediante los cua El progreso de . ciencia, al eliminar
les el mago se comunica con las fuer el supuesto de la M. o sea el animis
zas naturales, celestiales o infernales y mo, dejó sin base alguna a la estrate
las hace obedecerle. El carácter vio gia de asalto con que operaba. Francis
lento o subrepticio de las operaciones Bacon, que es también el mayor here
mediante las cuales se lleva a las fuer dero de la exigencia operativa que la
zas naturales a la obediencia, es otra M. representaba, compara a la M. mis
característica de la M., que es una es ma con los romances caballerescos del
trategia de asalto, que quiere conquis ciclo del rey Arturo y la considera como
tar de un solo golpe, a diferencia de derivado de la metafísica que indaga
lo que habría de ser la estrategia de la las formas, en tanto que de la física,
ciencia moderna, que tiende a una con que es la investigación de las causas
quista gradual de la naturaleza y pres eficientes y materiales nace, como cien
cinde de los medios violentos o enga cia operativa, la mecánica {De augm.
ñosos. scient, III, 5). Por lo tanto, en el mun
La M. es de origen oriental y se di do moderno, la M. ha desaparecido del
fundió en Occidente en el periodo gre horizonte de la ciencia y de la filoso
corromano (cf. F. Cumont, Oriental fía. En lo que se refiere a esta última,
Religions in R o m á n Paganism, cap. constituye una excepción la obra de
VII). Perduró más o menos en forma Novalis quien, en el periodo románti
oculta durante la Edad Media para co, defendió un "idealismo mágico" se
retomar a la plena luz con el Renaci gún el cual son M. en buena parte las
miento, cuando se la consideró a menu actividades humanas más comunes.
do como el cumplimiento de la filosofía Dice, por ejemplo, Novalis: "El uso
natural, o sea como la parte de ella que activo de los órganos no es más que
permite al hombre obrar sobre la natu pensamiento mágico, taumatúrgico o
raleza y dominarla. Así, por ejemplo. uso arbitrario del mundo de los cuer-
763
f
M a g n a n im id a d
M a g n itu d
pos; en efecto, la capacidad no es más cuerpo, ya que los cuerpos pequeños
que magia, enérgica capacidad de pen serán graciosos y proporcionados, pero
samiento” (Fragmente, § 1731). Nova- no bellos” (Ét. Nic., IV, 3, 1123 b 7).
lis expresaba así el principio de su idea La insistencia sobre esta virtud es el
lismo mágico: "El mago más grande signo de la persistencia, en Aristóteles,
sería el que supiera también encantar de la ética aristocrática arcaica (cf.
se a sí mismo, hasta el punto de que Jaeger, Paideia, I; cap. I; trad. esp.:
sus propias magias le pareciesen fenó Paideia. Los ideales de la cultura grie
menos extraños y autónomos. ¿Y no ga, I, México, 1962, F.C.E.).
podría ser éste nuestro caso?” (Ibid
§ 1744). M a g n itu d (gr. uéye Go s ; lat. magnitudo;
Pero si bien ha desaparecido del mun ingl. magnitude; franc. grandeur; alem.
do de la filosofía y de la ciencia, la M. Grosse; ital. grandezza). Según Aris
se ha conservado como una de las ca tóteles, la cantidad mensurable, como
tegorías interpretativas de la sociología diferente de la multiplicidad (aunque
y de la psicología. Sobre la función correspondiente a ella) que es la can
de la M. en el mundo primitivo, dice tidad num erable. Aristóteles agrega
M a l i n o w s k i : "La M. suministra al que en tanto que la multiplicidad es
hombre primitivo un número de actos divisible potencialmente en partes no
y de creencias rituales ya hechas, una continuas, la M. es divisible en partes
técnica mental y práctica definida, la continuas. M., por lo tanto, son el lar
cual sirve para superar los obstáculos go, lo ancho, y la profundidad (Mét.,
peligrosos en toda empresa importante V, 13, 1020 a 7). Kant hizo de la M. un
y en toda situación crítica... Su fun principio de la razón pura, precisamen
ción es la de ritualizar el optimismo te un "axioma de la intuición”, pero
del hombre, la de reforzar su fe en la mantuvo el concepto sin cambios: "La
victoria de la esperanza sobre el mie percepción de un objeto como fenó
do” (Magic Science and Religión, ed. meno —dice Kant— es posible sólo me
Anchor Books, p. 90). Pero la actitud diante esa unidad sintética de la mul
primitiva no es sólo la del hombre tiplicidad de la intuición sensible dada,
primitivo: el hombre civilizado recae por la cual la unidad de composición
en ella en determir as circunstancias, de lo múltiple homogéneo es pensada
que van desde la falta de técnicas ade en el concepto de una M., esto es, los
cuadas para afrontar situaciones difí fenómenos son, en su totalidad, M. y
ciles hasta la incapacidad de encontrar mejor aún, M. extensivas, porque de
y utilizar estas técnicas. Por lo tanto ben ser representados como intuicio
son frecuentes en la vida de cada día nes en el espacio y en el tiempo". El
las creencias mágicas, aunque a me ser M. extensivas significa, según Kant,
nudo no sean confesadas. Y no sin ra que “las representaciones de las par
zón Sartre ha llamado comportamien tes hagan posible la representación del
to mágico a la reacción emotiva pato todo y que, por lo tanto, la precedan”,
lógica que a veces se encuentra en la concepto que a su vez hace a la ma
base de las perturbaciones mentales. temática aplicable a los objetos de la
Véase e m o c i ó n . experiencia (Crít. R. Pura, Anal, de los
principios, cap. II, secc. III, 1). Todo
M agnanim idad (gr. pr)Ya7oi()i'xía; lat. esto quiere decir que la M. es una
m a g n a n im ita s ; ingl. magnanimiíy; cantidad empírica a la cual puede apli
franc. magnanimité; alem. Grossmuth; carse la matemática, esto es, es mensu
ital. magnanimita). Según Aristóteles, rable. En el pensamiento matemático
la virtud que consiste en desear gran moderno la relación entre la noción de
des honores y en ser digno de ellos. M. y la de mensurabilidad se ha man
Aristóteles destaca esta virtud ya que tenido, pero a veces se la invierte. Así
acompaña y "hace mayores” a todas lo hace Russell, según el cual la M.
las demás. "El que es digno de cosas es la “propiedad que varias cosas men
pequeñas —dice— y se considera digno surables pueden tener en común”. Y
de ellas, será moderado, pero no mag agrega: “La creencia en que hay una
nánimo ; la M. es imprescindible en propiedad semejante, que pertenece a
la grandeza como la belleza en un gran cada uno de los términos de un deter-
764
Mal
M al ra d ic a l
M a n e ra
juicios es necesario, además del sen los medios para evitar el desequilibrio
tido, también la razón" (Ibid.). No entre la una y los otros. Malthus tenía
obstante, Kant estaba de acuerdo con presente el desarrollo de la Norteaméri
la teoría subjetivista y consideraba que ca inglesa y observa que allí la pobla
el bien y el M. no pueden ser deter ción tendía a crecer según una pro
minados independientemente de la fa gresión geométrica, duplicándose cada
cultad volitiva del hombre, lo que quie veinticinco años, en tanto que los me
re decir que no son reales o irreales dios de subsistencia tendían a crecer
por sí mismos. La filosofía moderna según una progresión aritmética. Según
y contemporánea comparte esta direc Malthus, el desequilibrio que de ello re
ción. Para ella el M. es, simplemente, sulta hace intervenir los medios repre
un disvalor, esto es, el objeto de un sivos (la miseria, el vicio y otros flage
juicio negativo de valor y, por lo tanto, los sociales) que siegan la población y
implica la referencia a la regla o nor no existe otra manera de evitar la ac
ma en la cual se funda el juicio de ción de tales medios que sustituirlos
valor (véase valor). Así , por ejemplo, por medios preventivos, es decir, el con
un terremoto es un M. si destruye vidas trol de los nacimientos. Malthus veía,
humanas o fuentes de subsistencia o de por lo tanto, como único remedio a los
bienestar para el hombre, pero no lo males sociales, la abstención del matri
es si no lo hace, ya que en tal caso monio de todas aquellas personas que
no entra en conflicto con el deseo o con no se hallen en situación de proveer al
la exigencia humana de la superviven mantenimiento de los hijos, recomen
cia y del bienestar. De cualquier modo dando al mismo tiempo "una conducta
que se quiera considerar tal exigencia, estrictamente moral durante el periodo
se expresa en reglas o normas, con las de esta abstención”. Esta doctrina ha
cuales pueden entrar en conflicto tan planteado un problema que sigue vivo
to los acontecimientos naturales como en la sociedad contemporánea, tenien
los comportamientos humanos. Tales do en cuenta la enorme proporción de
a c o n te c im ie n to s o comportamientos aumento de la población mundial.
se denominan males, no porque ten 2) En general, se refiere a la teoría
gan un especial status metafísico, sino y la práctica del control voluntario de
fundándonos en tal '•"'aflicto. la natalidad.
Precisamente as:' .uterpretó Kant al
mismo "M. radical” de la naturaleza Manera (ingl. manner; franc. maniere;
humana como una máxima en que se alem. Manier; ital. maniera). A partir
funda el comportamiento de todos los del siglo x v i i i se aplicó esta palabra a
seres racionales finitos, esto es, como una forma particular, de menor valor,
la máxima de alejarse, ocasionalmente, de la expresión artística, más precisa
de la ley moral (Religión, I, 3). Tal mente a la que es producto de una bús
máxima no expresa más que la posibi queda exenta de originalidad. Dice
lidad de contravenir las normas mo Kant: "La M. es una especie de adulte
rales propias del hombre y, por lo tan ración, que consiste en la imitación de
to, define el M. radical como la po la originalidad y, por lo tanto, en ale
sibilidad general del disvalor en la jarse en lo posible de los imitadores,
conducta del hombre. pero sin poseer el talento para ser por
sí mismo ejemplar... Lo precioso, lo
M al r a d ic a l, véase supra MAL.
buscado, lo afectado que quieren dis
M a ltu s ia n is m o (ingl. m a lth u sia n ism ; tinguirse de lo común, pero que per
franc. malthusianisme; alem. Malthu- manecen sin alma, semejan los modos
sianismus; ital. inalthusianesimo). 1) del que se escucha a sí mismo o se
La doctrina económica de Thomas Ro- mueve como si estuviera en escena”
bert Malthus (1766-1834) expuesta en (Crít. del Juicio, §4). En el mismo sen
el Essay on population ( 1798; trad. esp.: tido, Hegel definió la M. como la forma
Ensayo sobre el principio de la pobla de arte en la cual el artista, en vez de
ción, México, 1951, F.C.E.), que reco conservarle su "objetividad" intenta ab
noce en principio la diferente propor sorberla en su individualidad "particu
ción de aumento entre la población lar y accidental”, oponiéndola, por lo
y los medios de subsistencia y considera tanto, a la originalidad, que es la "ver
768
M a n ife s ta c ió n
M a q u ia v e lis m o
dadera objetividad" de la obra de arte —dice Cicerón— afirman que sólo el
(Vorlestmgen über die Aesthetik, ed. sabio puede ser divino. Crisipo define
Glockner, I, pp. 391 ss.; trad. esp.: Es la M. con estas palabras: la facultad
tética, Madrid, 1908). de conocer, de ver y explicar los sig
nos mediante los cuales manifiestan
(ingl. m a n i f e s t a t i o n ;
M a n ife s ta c ió n los dioses su voluntad a los hombres"
franc. manifestation-, alem. Manifesta (De Divin., II, 63, 130).
tion-, ital. manifestazione). Lo mismo
que expresión, revelación o fenómeno Maquiavelismo (ingl. machurveliamsm;
(véase), en el sentido positivo de este franc. machiavélisme; alem. Machia-
último término. velismus; ital. machiavetlismo). La doc
trina política de Maquiavelo o el prin
(ingl. manicheism; franc.
M a n iq u e ís m o cipio en el cual está convencionalmente
m anichéism e-, alem . Manichaismus; resumida.
ital. manicheismo). La doctrina del sa La finalidad explícita de la doctrina
cerdote persa Mani (lat. Manichaeus), política de Maquiavelo es indicar la
que vivió en el siglo iii y que se pro vía por la cual las comunidades polí
clamó el Paracleto, esto es, el que debía ticas en general (y en particular la ita
llevar la doctrina cristiana a su per liana) pueden renovarse conservándose
fección. o conservarse renovándose. Tal camino
El maniqueísmo es una mezcla fantás es el retomo a los principios, conforme
tica de elementos gnósticos, cristianos con la concepción que el Renacimiento
y orientales, basada en el dualismo de (véase) tenía acerca de la renovación
la religión de Zaratustra. Admite, en del hombre en todos los campos. El
efecto, dos principios, uno del bien o retorno a los principios de una comu
principio de la luz, el otro del mal nidad política presupone dos condicio
o principio de las tinieblas. Estos prin nes, a saber: 1) que los orígenes histó
cipios están representados en el hom ricos de una comunidad sean clara
bre por dos almas, una corpórea que mente reconocidos, lo que sólo puede
es la del mal, la otra luminosa- que es lograrse mediante una investigación
la del bien. El predominio del alma histórica objetiva; 2) que se reconozcan
luminosa se puede lograr por medio de en su verdad e, *iva las condiciones
una ascética particular que consiste a partir de las eludes o a través de
en un triple secreto: abstenerse del las cuales debe realizarse el retomo.
alimento animal y de los discursos im La objetividad historiográfica y el rea
puros (signaculum oris); abstenerse de lismo político constituyen así los dos
la propiedad y del trabajo (signaculum fundamentos del maquiavelismo origi
manus); abstenerse del matrimonio y nario. El segundo de ellos hace de Ma
del concubinato (signaculum sinus). El quiavelo el fundador de la ciencia em
M. se difundió ampliamente por Orien pírica de la política, esto es, de una
te y Occidente y perduró hasta el si disciplina empírica que estudia las re
glo xvn. Su gran adversario fue San glas del arte de gobierno sin otra pre
Agustín que dedicó numerosas obras ocupación que la eficacia de tales re
a refutarlo. Cf. H. C. Puech, Le mani glas. De la doctrina política de Maquia
chéisme; Son fondateur, Sa doctrine, velo forman parte integrante el con
París, 1949. cepto de la fortuna, o sea del azar que
(gr. uavxixij tiIxvti; ingl. man
M á n tic a con su imprevisibilidad constituye siem
de; franc. mantique; alem. Mantik). pre una condición de la actividad po
La visión anticipada o la ciencia de las lítica, y el concepto relacionado con
cosas futuras. Así definió la M. Cicerón éste del empeño político, por el cual
(De Divin., I, 1), quien menciona y los hombres “no se deben nunca aban
discute sobre todo la forma en que donar”, en el sentido de que no deben
entendían tal ciencia los estoicos. Para desesperar ni renunciar a la acción,
ellos la M. se funda en el orden nece sino insertarse activamente en los acon
sario del mundo, o sea en el destino, tecimientos cuyo éxito, dada la presen
ya que interpretando tal orden se pue cia del azar, nunca está predetermina
den anticipar los acontecimientos que do (acerca de la doctrina de Maquiavelo
el mismo determina. "Los estoicos y sus interpretaciones, cf. G. Sasso, N.
769
r
M a ra v illa
M a te m á tic a
Machiavelto, Storia del suo pensiero tivo” (Fil. del der., §140, d; cf. acerca
político, Nápoles, 1958). de M., F. Meinecke, Die Idee der Staats-
Por maquiavelismo se entiende tam rason in der neueren Geschichte ["La
bién el principio en el que, convencio idea de la razón de estado en la histo
nalmente y a partir del siglo xvn, se ria contemporánea”], 1925; trad. ingl.,
resume la doctrina de Maquiavelo, esto Machiavellism, 1957).
es, que "el fin justifica los medios”.
Tal máxima, no obstante, no fue formu M a ra v illa , véase A D M IR A C IÓ N .
lada por Maquiavelo, que no considera
al Estado como fin absoluto y ni tam M a rx ism o , véase C O M U N IS M O ; M A T E R IA
poco dotado de una existencia supe L IS M O d ia l é c t ic o ; m a t e r ia l is m o H IS T Ó
rior a la del individuo (en el sentido RICO.
en que lo haría, por ejemplo, Hegel,
Fil. del der., §337). Maquiavelo, por (alem. Mehr-
M ás-v id a, m á s - q u e - v id a
lo demás, dirigió todas sus simpatías Leben, Mehr~ats-Leben). E x p resio n es
hacia la honestidad y la lealtad en la acuñadas por G. Simmel para indicar
vida civil y política y, por lo tanto, el proceso de la vida y las formas a
admiraba los estados que se regían o que da lugar, respectivamente. Como
se habían regido por estas virtudes, por “M.-vida”, la vida es el proceso que
ejemplo, los romanos y los suizos. Sin supera continuamente los límites que se
embargo, su finalidad era, según se ha opone a sí misma. Como “M.-que-vida”
dicho, formular, basándose en la expe la vida es el conjunto de las formas
riencia política antigua y nueva, reglas finitas que emergen del proceso vital
de gobierno eficaces, y consideró que y se le oponen (Lebensanschauung [In
tal eficacia es independiente del ca tuición de la vidal, 1918, pp. 22-23).
rácter moral o inmoral de las reglas
mismas. Por otro lado, se dio cuenta M asa, véase m a t e r ia , 6.
de que la moral y la religión pueden (gr. MaBriuatmj; lat. mathe-
M a te m á tic a
ser, y a veces son, fuerzas políticas que matica; ingl. mathematics; franc. ma
condicionan, como todas las otras fuer thématique-, alem. Mathernatik; ital.
zas, la actividad política y su logro, matemática). Las definiciones filosó
aunque a veces no s- jde así y la ac ficas de la M. expresan, por un lado,
ción política se h . _e eficaz también orientaciones diferentes a la investiga
ejerciéndose en sentido contrario a las ción matemática, por otro lado, mo
leyes de la moral. Ya que este caso dos diferentes de justificar la validez
era el más frecuente en la sociedad y la función de las M. en el conjunto
(en especial en la italiana y la fran de las otras ciencias. Pueden distin
cesa) de su tiempo, a la cual llamó, guirse cuatro definiciones fundamenta
pues, "corrompida”, y ya que la fina les: 1) la M. como ciencia de la can
lidad de Maquiavelo era sobre todo la tidad; 2) la M. como parte de la ló
aplicación de sus reglas políticas a gica; 3) la M. como ciencia de lo posi
la sociedad italiana para la constitu ble ; 4) la M. como ciencia de las cons
ción de un Estado unificado, se explica trucciones posibles.
su insistencia acerca de ciertas máxi 1) "Ciencia de la cantidad” fue la
mas inmorales de conducta política, primera definición filosófica de la M.
insistencia mal expresada o generali Implícita en las consideraciones de Pla
zada en la máxima que enuncia que el tón sobre aritmética y geometría —con
fin justifica los medios. Esta máxima sideraciones que tendían sobre todo a
fue en realidad propia de la moral sacar a luz la diferencia entre las mag
jesuítica. Hegel la cita en la forma nitudes percibidas por los sentidos y
que tomó gracias al padre jesuíta Bu- las magnitudes ideales que son el ob
sembaum (1602-68): "Cuando el fin es jeto de la M. (Rep., VII, 525-27)—, esta
lícito, también los medios son lícitos” definición fue claramente formulada
(Medidla theologiae moralis, IV, 3, 2); por Aristóteles. "El matemático —de
y la justifica ya sea formalmente, como cía Aristóteles— construye su teoría por
expresión tautológica, ya sea sustancial medio de la abstracción, prescinde de
mente, como "conciencia indetermina todas las cualidades sensibles, tales
da de la dialéctica del elemento posi como el peso y la liviandad, la dureza
770
M atem ática
por Hilbert y Bemays (Grundlagen der matik und Physik, 1931, pp. 173-98). Es
Mathematik [“Fundamentos de la ma te teorema de Godel ha tenido gran
temática”], I, 1934; II, 1939), la M. pue resonancia en la M. moderna. Ha sido
de construirse como un simple cálculo, posible, hasta ahora, formular la de
sin exigir interpretación alguna. Resul mostración de la no contradictoriedad
ta, entonces, un sistema axiomático de algunas partes de la M., por ejem
( véase a x io m á t ic a ) en el cual: 1) todos plo, de la aritmética (formulada por
los conceptos de base y todas las rela Gentzen en 1936), pero las cosas no
ciones de base estén completamente han ido más allá por este camino y,
enumerados y se remita a ellos, me de tal modo, la "ciencia de lo posible”
diante una definición, todo concepto se encuentra actualmente con que su
ulterior; 2) se enumeren completamen tarea más difícil es la de demostrar
te los axiomas y de ellos se deduzcan la "posibilidad” de sus partes. En cuan
todos los demás enunciados, conforme to a la posibilidad de toda la M. como
a las relaciones de base. En un sistema sistema único y total, está, obviamen
semejante, la demostración matemáti te, excluida por la formulación misma
ca es un procedimiento puramente me del teorema de Godel. Éste ha demos
cánico de derivación de fórmulas, pero trado, asimismo, el límite de la axio
al mismo tiempo se agrega a la M. for mática, al demostrar que ningún sis
mal una metamatemática que está cons tema axiomático tiene “todos” los axio
tituida por razonamientos no formales mas posibles y que, por lo tanto, pueden
en tomo a la M. "De tal modo —ha ser descubiertos continuamente nuevos
dicho Hilbert— se realiza, mediante principios de prueba. Otra consecuencia
cambios continuos, el desarrollo de la del teorema de Godel es una limita
totalidad de la ciencia M., de dos ma ción de las capacidades de las máqui
neras: derivando de los axiomas nue nas calculadoras, cuya construcción se
vas fórmulas demostrables, mediante ha facilitado mucho por el concepto
deducciones formales; por otra parte, formalista de la matemática. Se pvede,
agregando nuevos axiomas y la prueba en efecto, construir una máquina para
de no contradicción, por medio de razo resolver un problema definido, pero no
namientos que tienen un contenido." una máquina que sea capaz de resolver
Las M. constituyen, entonces, un sis todo problema ( ' E. Nagel-G. R. New-
tema perfectamente autónomo, esto es, man, Godel's Proo,, 1958, pp. 98 ss.).
que no presupone un límite o guía fue 4) La cuarta concepción fundamen
ra de sí y que se desarrolla en todas tal de la M. es la que la considera como
las direcciones posibles, entendiéndose la ciencia que tiene por objeto la posi
por direcciones posibles las que no lle bilidad de la construcción. Se trata,
van a contradicciones. como es evidente, de la noción kantia
Por lo tanto, es esencial a este con na de la M. como "construcción de con
cepto de la M. la posibilidad de deter ceptos"; por lo tanto, esta dirección es
minar la posibilidad (o sea la no-con- llamada comúnmente intuicionismo, pe
tradictoriedad) de los sistemas axiomá ro sus precedentes se pueden entrever
ticos. Pero precisamente esta posibili en la polémica antiformalista de Poin-
dad fue puesta en duda por un teorema caré, en la obra de Kronecker ( Über
descubierto por Godel en 1931, según den Zahtbegriff [“Acerca del concepto
el cual no es posible demostrar la no de número”], 1887), en la tendencia er.i-
contradictoriedad de un sistema S con pirista de algunos matemáticos fran
los medios (axiomas, definiciones, re ceses (Borel, Lebegue, Bayre), en el
glas de deducción, etc.) que pertenecen filósofo vienés F. Kaufmar.n, etc. Se
al mismo sistema S ; sino que para rea gún Brouwer, que es uno de los princi
lizar tal demostración es necesario re pales representantes del intuicionismo,
currir a un sistema Sv más rico que S la M. se identifica con la parte exacta
en medios lógicos ("Uber formal un- del pensamiento humano; por lo tanto,
entscheidbare Sátze der Principia Ma- no presupone ciencia alguna, ni siquie
therruztica und verwandter Systeme” ra la lógica, sino que exige más bien
["Sentencias formales indecidibles de una intuición que permite apresar la
los Principia Mathematica y sistemas evidencia de los conceptos y de las con
afines”], en Monatschrifte für Mathe clusiones. Las conclusiones, por lo tan-
773
Materia
una cosa, o sea del sujeto del cual se ge la M. sea "potencia operadora” (S. 77»,
nera la cosa no accidentalmente” (Fís., I, q. 44, ad. 3o) e insiste acerca de su
I, 9, 192 a 31). Como sujeto, ka M. "es imperfección o incumplimiento con re
lo que permanece a través de los cam lación a la forma (Ibid., I, q. 4, a. 1),
bios opuestos, como por ejemplo, en el La escolástica agustiniana, aun recono
movimiento lo móvil permanece igual ciendo cierta realidad actual a la M. y
aun encontrándose aquí o allá, a inter negando, por lo tanto, que fuera una
valos, y en el cambio cuantitativo per "casi nada” o una pura "posibilidad
manece igual lo que resulta más pe de ser”, no innova el concepto. Duns
queño o más grande, y en el cambio Scoto, por ejemplo, a pesar de recono
cualitativo permanece igual lo que a cer a la M. cierta realidad (entitas) la
veces está en buena salud y a veces considera, sin embargo, como "recep
no” (Met., VIII, 1, 1042 a 27). En su tora de todas las formas sustanciales
aspecto de sujeto, la M. carece de for y accidentales”, según el concepto aris
ma, es indeterminada, por lo tanto, de totélico (Op. Ox., II, d. 12, q. 1, n. 11) y
suyo incognoscible (Ibid., VII, 11, le niega potencia activa, negando tam
1037 a 27; VII, 10, 1036 a 8), caracteres bién la presencia en ella de las razones
poseídos de modo eminente por la "M. seminales (Ibid., d. 18, q. 1, n. 3). Desde
prima", o sea por la M. que no cons este punto de vista, la pasividad o re
tituye el material (el bronce o la made ceptividad sigue siendo la característi
ra, por ejemplo) de que está hecha la ca fundamental de la M. A esta carac
cosa, sino el sujeto común e incog terística recurrieron también algunos
noscible de todos los materiales (Ibid., naturalistas del Renacimiento como,
IX, 7, 1049 a 18 ss.). El concepto de la por ejemplo, Paracelso (Meteor., 72) y
M. como concepto pasivo fue adoptado Telesio, para quien la M. es la "masa
por los estoicos que caracterizaron jus corpórea” destinada a sufrir la acción
to así a la M. (Dióg. L., VII, 134). Por de las dos "naturalezas operantes”, el
este carácter de pasividad, que la dis calor y el frío (De rer. nat., I, 4). Esta
pone a recibir la acción creadora de la concepción fue compartida por Locke
Razón divina (el principio activo), ios que concibió la M. como “una masa
estoicos denominaron “sustancia prime muerta e inactiva” (Essay, IV, 10, 10)
ra” a la M. (Dióg. L„ VII, 150; cf. Sé y aún hoy rt "arece con frecuencia
neca, Ep., 65, 2). Plotino no hizo más en la filosofía y >. el pensamiento co
que llevar al límite esta concepción de mún. Vuelve, por ejemplo, en Berg-
la M. afirmando que "no es alma, ni son, para quien la M. es la detención
intelecto, ni vida, ni forma, ni razón, potencial del movimiento de la vida y
ni límite (ya que es ausencia de lí la considera definida por su "inercia"
mite), ni potencia (¿qué es lo que po que la opone a lo "viviente” (Évot.
dría crear?). Privada, como está, de Créatr., 8< ed, 1911, pp. 216ss.).
todos los caracteres, no puede ni siquie 2) El concepto de la M. como poten
ra serle atribuido el ser en el sentido, cia se entrecruza, en Platón y Aristó
por ejemplo, en que se dice que existe teles, con el de la M. como sujeto. Pla
un movimiento o quietud; es, en ver tón dice que la M. "no pierde nunca
dad, el no ser, una imagen ilusoria la propia potencia” (Tim., 50b). Aris
de la masa corpórea y una aspira tóteles identifica la M. con la poten
ción a la existencia” (Enn., III, 6, 7). cia. "Todas las cosas producidas ya sea
Este concepto de la M. fue constante por la naturaleza o por el arte tienen
mente usado con fines teológicos. En M, ya que la posibilidad que cada una
la patrística lo repiten Orígenes (Con tiene de ser o de no ser es, para ca
tra Cets., III, 41; De Princ., II, 1) y San da una de ellas, su M.” (Met., VII, 7,
Agustín. Este último la considera, con 1032 a 20). Pero la potencia no es, según
forme al concepto clásico, como "ab Aristóteles, sólo esta pura posibilidad
solutamente informe y exenta de cua de ser o de no ser; es una potencia
lidad” y "próxima a la nada”, pero, sin operativa y activa; "Una casa existe
embargo, como existente en cuanto do potencialmente si no hay nada, en su
tada de la capacidad de poder ser for material, que le impida resultar una
mada (Conf.. XII, 8; De nature boni, casa y si no hay algo que deba ser agre
18). Santo Tomás a su vez niega que gado, eliminado o cambiado... Y las
Materia
cosas que en sí mismas tienen el prin bilidad —decía Nicolás de Cusa— debe
cipio de su génesis existirán por sí estar contraída y no debe ser absoluta,
cuando nada externo se los impida” ya que si la tierra, el sol y las otras
( Met., 9, 7, 1049 a 9 ss.). Esta autosufi cosas no estuvieran escondidas en la M.
ciencia de la potencia para producir como posibilidades contraídas, no ha
la cosa, por la cual la M. no es sólo el bría razón para que llegaran al acto
tosco material, sino una capacidad efec en vez de no llegar” (De docta ignor.,
tiva de producción, expresa un concepto II, 8). En otros términos, sólo por la
que ya no, es el de la M. como pasi presencia, en estado contraído, de posi
vidad o receptividad. Como potencia bilidades determinadas en la M., lle
operadora, la M. no es un principio ne gan estas posibilidades con la creación.
cesariamente corpóreo. Plotino que, se Es un concepto sobre el cual Giordano
gún se ha visto, reduce la M. por un Bruno habría de fundar el de la M.
lado al no ser, por otro la identifica, como principio activo y creador de la
como potencia, con el infinito (En., II, naturaleza: "Esa M. para ser actual
4, 15). Y admite (al lado de la M. sen mente todo lo que puede ser, tiene to
sible, una M. inteligible que permanece das las medidas, tiene todas las espe
siempre idéntica a sí misma y posee cies de figuras y de dimensiones y ya
todas las formas y de tal manera le que todas no tienen ninguna, porque
falta la razón de transformarse (Ibid., lo que es tantas cosas diferentes, es
II, 4, 3). De esta doctrina surge la necesario que no sea cosa alguna en par
tradición que insiste acerca de la acti ticular.” En este sentido la M. coincide
vidad de la M., tradición que pasa a con la forma (De la causa, IV).
través de Scoto Erigena (De Divis. nat., 3) El concepto de la M. como exten
III, 14) y que muestra una nueva fase sión fue defendido por Descartes. "La
en la doctrina de Avicebrón acerca de naturaleza de la M. o la de los cuerpos
la composición hilomórfica universal. en general —decía— no consiste en ser
Según Avicebrón, también las cosas es una cosa dura, pesada, coloreada o que
pirituales están compuestas de M. y de algún otro modo toca nuestros sen
forma y la M. se identifica con la pri tidos, sino solamente en ser una sus
mera de las categorías aristotélicas, la tancia extensa, en ancho, largo y pro
sustancia en cuanto "•'ostiene' a las fundidad” (Princ. phit., II, 4). Este con
otras nueve categor j (Fons vitae, II, cepto fue muy aceptado en el siglo xvm.
6). Sobre el fundamento del carácter Hobbes, por ejemplo, identifica la M.
activo o creador de la M., David de primera de los aristotélicos con el cuer
Dinant pudo identificar a Dios con la po en general, esto es, con el "cuerpo
M. (San Alberto Magno, S. Th., I, 4, considerado prescindiendo de cualquier
q. 20; Santo Tomás, S. Th., I, q. 4, a. 8). forma y de cualquier accidente, excep
Pero la M. conserva su carácter de ac tuando sólo el tamaño o extensión y
tividad también en la escolástica agus- la actitud para recibir forma y acciden
tiniana, que al mismo tiempo insistía tes” (De Corp., VIII, 24). Este mismo
en reconocer una realidad positiva a la concepto del cuerpo en general como
M. y su presencia de ella aun en los materia es aceptado por Spinoza, que
seres espirituales, conforme con el con también lo identifica con la extensión
cepto de Avicebrón. San Buenaventura, (Eth., II, def. 1).
por ejemplo, dice: "La razón seminal Hay motivos para creer que esta
es la potencia a c tm ínsita en la M., y definición de la M. sea la implícita en
esta potencia activa es la esencia de la hipótesis atomista. El término "M.”
la forma, ya que de ella se genera la se encuentra, según es evidente, por
forma mediante el procedimiento de primera vez en Aristóteles en su signi
la naturaleza que no produce nada de la ficado filosófico, pero el propio Aristó
nada” (In Sent., II, d. 18, a. 1, q. 3). Este teles habla, con referencia a Demócri-
concepto de la M. se trasmitió al Rena to, del "cuerpo común de todas las
cimiento a través de Nicolás de Cusa, cosas” y afirma que, según Demócrito,
que considera a la M. como la "posi tal cuerpo difiere, en sus partes, en
bilidad indeterminada” en la cual exis magnitud y figura (Fís., III, 4, 203 a
ten, en forma contraída todas las cosas 33-203 b 1). Ahora bien, "magnitud y fi
del universo. "La disposición de la posi gura” no son más que extensión. Por
Materia
lo demás, Aristóteles enumera tres dife de la M. resultó uno de los temas co
rencias entre los átomos, o sea la figu munes de la Ilustración y de la polé
ra, el orden y la posición (Met., I, 4, mica de los iluministas contra Descar
985 b 15), pero figura, orden y posición tes. Decía Diderot: “No sé en qué sen
no son más que extensión. Extensión es tido los filósofos han supuesto que la
también la figura, a la cual, según Epi- M. sea indiferente al movimiento y
curo, se reducen todas las cualidades al reposo. Es cierto, en cambio, que
del átomo (Dióg. L., X, 54). Por lo tan todos los cuerpos gravitan unos sobre
to, la hipótesis atomista implica el con los otros, que todas las partículas de los
cepto de la M. como extensión. Acerca cuerpos gravitan unas sobre las otras,
de tal concepto, por lo demás, insistió que en este universo todo está en tras
Guillermo de Occam en el siglo xiv: lación o in nisu o en traslación e in nisu
"Es imposible que haya M. sin exten al mismo tiempo” ("Principes phil.
sión, ya que no es posible que haya M. sur la Matiére et le Mouvement”, en
que no tenga las partes distantes una CEuvr. phil., ed. Vemiére, p. 393). Ésta
de la otra, de donde, si bien las par fue también la concepción aceptada por
tes de la M. pueden unirse como se Kant. "La M. —decía— llena un espacio
unen las del agua y las del aire, no no por su pura existencia, sino me
pueden hallarse, sin embargo, en el mis diante una particular fuerza motora":
mo lugar” ( Summulae physicorum, I, una fuerza repulsiva de todas sus par
19; Quodl., IV, q. 23).- tes (Metaphysische Anfangsgründe der
4) El concepto de la M. como fuerza Naturwissenschaft, II, Lehrsatz, 2, 3;
o energía es defendido, por vez prime trad. esp.: Principios metafísicos de las
ra, por los platónicos de Cambridge ciencias naturales, Madrid, 1921). El
del siglo xvn y más tarde aceptado por concepto romántico de la M. como fuer
Leibniz y m uchos filósofos del si za o actividad, como se encuentra ex
glo xviil. Según Cudworth, la M. es una presado en Schelling, por ejemplo, no
naturaleza plástica, o sea una fuerza es más que la amplificación de esta
viviente que es directa emanación de doctrina. Las tres dimensiones de la M.
Dios (The True Intellectual System of están determinadas, según Schelling,
the Universe, I, 1, 3). H. More a su vez por las tres fuerzas que la constituyen,
reduce, con Descartes, la M. a exten o sea, por la . rza expansiva, por la
sión, pero identifica la extensión mis fuerza de atracci. i y por una terce
ma con el espíritu, disolviéndola en ra fuerza sintética, que en la natura
partículas indivisibles que den omin a leza corresponden al magnetismo, a la
mónadas físicas y que nada tienen de electricidad y al quimismo, respectiva
material (Etichiridion metaphysicum, I, mente (System der transzendentálen
8, 8; I, 9, 3). Estas consideraciones me Idealismos [Sistema del idealismo tras
tafísicas tomaron un significado más cendental], III, cap. II, Deducción de
preciso por obra de Newton y Leibniz. la materia; traducción italiana, pági
Newton consideró imposible admitir nas 109 ss.). Más genéricamente Scho-
que "la M. esté vacía de toda tenaci penhauer identificó a la M. con la
dad, roce de partes y comunicación de actividad (Die Welt, I, §4; trad. esp.:
movimiento” y la consideró, por lo El mundo como voluntad y como re
tanto, en muy estrecha relación con las presentación, Madrid, 1928). En el do
"fuerzas” o "principios” que se mani minio científico este punto de vista
fiestan en la experiencia (Opticks, 1704, se ha realizado como energismo (véase
III, 1, q. 31). Leibniz considera que la e n e r g é t ic a ). G. Ostwald sostuvo, a fines
M. está constituida, además de la ex del siglo pasado, la inutilidad perfecta,
tensión, por una fuerza pasiva de resis para la ciencia de la naturaleza, del
tencia que es la impenetrabilidad o concepto de M. y su sustitución por
antitipia (véase) (Op., ed. Erdmann, el concepto de energía (Die Überwind-
pp. 157, 463, 466, 691). La misma doctri ung des wissenschaftlichen Materialis
na fue aceptada por Wolff, que definió mos ["La superación del materialismo
la M. como "un ente extenso provisto de científico"], 1895).
fuerza de inercia" y consideró que po 5) Mientras que la reducción reali
seía por sí misma una fuerza activa zada por Berkeley de la M. a percep
(Cosmol., §§ 141-42). Esta interpretación ciones o ideas no se puede denominar
777
Materialismo
tifica, por lo tanto, con el fisicalismo suya (1748), pero el concepto se en
(véase) y no implica ninguna afirma cuentra asimismo expresado en la obra
ción acerca de la existencia de la ma de David Hartley, Observations of Man
teria (cf. Erkenntnis [Conocimiento], (1749) y en la de Joseph Priestley, Dis-
1931, p. 447). Tal M. no implica ni si quisitions Retating to Matter and Spirit
quiera la deducibilidad de las leyes (1777). El Systéme de la nature de
biológicas y psicológicas a través de Holbach es quizá la mejor expresión
las leyes físicas. La unificación de las de este punto de vista, según el cual
leyes de la ciencia es, sin duda y desde todas las facultades humanas son mo
este punto de vista, una meta de la dos de ser y de obrar que resultan del
ciencia misma, pero no se puede ex organismo físico del hombre, a su vez
cluir ni prever que esta meta sea logra determinado por la máquina del Uni
da (Camap, Logical Foundations of the verso. Una forma más restringida y es
Unity of Science, 1938, p. 61). pecífica de este M. es la que adquiere
3) En su significado práctico o mo en la obra del médico francés Pierre
ral, el M. es un término que pertenece Cabanis, Rapports du physique et du
al lenguaje común más que al filosó moral de l'homme (1802) que insiste
fico. Se habla, en efecto, de "época en la dependencia de las actividades
materialista”, de "tendencias materia psíquicas respecto del sistema nervioso.
listas” o del "materialismo" de grupos Hacia mediados del siglo xix, esta de
o círculos de personas para indicar la pendencia causal de los poderes espi
tendencia al bienestar o, más exacta rituales humanos del sistema nervioso
mente, de una ética que considera al pareció a muchos filósofos científicos
placer como única guía de la conducta. un hecho establecido. El M. de esta
El término filosófico apropiado a esto época se basa precisamente en este
es hedonismo (véase). El hedonismo hecho. El zoólogo Karl Vogt en un es
acompaña a menudo al M., pero no crito de 1854, La fe del carbonero y la
necesariamente. La ética de Epicuro y ciencia (Kohlerglaube und Wissen-
de los materialistas del siglo xix es schaft, 1854) afirmó que "el pensamien
hedonista, pero no lo es la étjca de to tiene con el cerebro la misma re
Demócrito. Por lo demás, el hedonismo lación que la bilis con el hígado o
puede ser inherente p '"¡osofías no ma la orina con los riñones”, afirmación
terialistas y así, po ejemplo, fue acep que coincidía con la del historiador y
tado por los cirenaicos y por los empi- literato francés Hipolite Taine: "El vi
ristas del siglo x v i i i . En su forma extre cio y la virtud son producidos como
ma, sin embargo, el hedonismo consti el vitriolo o el azúcar, y todo dato
tuyó una manifestación característica complejo nace del encuentro de otros
del M. psicofísico del siglo x v i i i que, datos más simples de los cuales de
en este punto, fue una continuación pende" (Histoire de la litíérature an-
del libertinismo (véase). La obra de glaise, 1863, Introd.). Otra forma más
Helvetius, De l'esprií (1758) es particu atenuada o, si se quiere, más distin
larmente significativa a este respecto, guida de la misma doctrina es aquella
porque co ntiene una indiscriminada según la cual la conciencia es el epi
exaltación del placer, como asimismo fenómeno de los procesos nerviosos,
otra obra, anterior algunos años, de en el sentido de que aunque es pro
La Mettrie, L art de jouir ou l’école ducida por ellos no obra sobre ellos,
de la volupté (1751). lo mismo que la sombra no obra so
4) El M. psicofísico consiste en afir bre el objeto que la produce (Huxley,
mar la estrecha dependencia causal Clifford, Ribot). La Hi storia del M.
de la actividad espiritual humana de la (Geschichte des Materialismos, 1866)
materia, esto es, del organismo, res de Friedrich Albert Lange basa su ex
pecto del sistema nervioso o del cere posición precisamente en el M. psico
bro. Esta tesis se presentó en diferen físico, en el cual ve un saludable me
tes formas d u r a n t e los siglos x v i i i mento contra la pretensión de extender
y xix. Una de estas formas es la con el saber humano más allá de ciertos
cepción del hombre máquina. La expre límites. El M„ según Lange, renace
sión fue usada por el francés La Met siempre que el hombre olvida estos lí
trie como título de una obra famosa mites y pretende dar valor objetivo a
780
Materialismo dialéctico
una ciencia que es primera con refe ontología, aunque sin renegar o aban
rencia a am bas... Sólo la ciencia pri donar el primero.
mera tiene por objeto las cosas sepa La M. teológica surge aún siempre
radas e inmóviles. Si bien todas las que se la hace corresponder a un ser
causas primeras son eternas, estas co primero y perfecto, como una ciencia
sas son eternas de modo especial, por igualmente primera y perfecta. M. teo
que son las causas de lo que, de lo lógica es, por lo tanto, la de Plotino,
divino, nos es accesible. Por consiguien que opone las ciencias que tienen por
te, existen tres ciencias teóricas: la objeto lo inteligible o sea la realidad
matemática, la física y la teología, ya suprema, a las ciencias que tienen por
que si lo divino está en todas partes, objeto lo sensible. “Entre las ciencias
está especialmente en la naturaleza más que están en el alma racional —dice—
alta y la ciencia más alta debe tener algunas tienen por objeto las cosas sen
por objeto al ser más a lto ... Si no sibles y si bien se pueden denominar
existieran otras sustancias aparte de las ciencias, aunque les convendría mejor
físicas, la física sería la ciencia pri el nombre de opiniones, resultan de
mera; pero si hay una sustancia inmó las cosas y son sus imágenes. Las
vil, ésta será la sustancia primera y otras, las verdaderas ciencias, tienen
la filosofía la ciencia primera y, como por objeto lo inteligible, llegan al alma
primera, también la más universal, por a través del intelecto divino y nada
que será la teoría del ser en cuanto ser tienen de sensible” (Emú. V, 9, 7). Esta
y de lo que el ser en cuanto ser es o división de la realidad en dos dominios,
implica” (Met., VI, 1, 1026 a 10). La uno de los cuales es superior y privile
última frase nos hace ver cómo Aris giado y el otro inferior y derivado, es
tóteles entrecruza el concepto de la M. el supuesto característico de la M. teo
como ontología con el concepto de la lógica, que pretende tener como objeto
M. como teología. Este último, sin em propio la realidad primaria y privile
bargo, es completamente diferente del giada. M. teológica es, por lo tanto, la
otro. Basándose en él, el objeto de la doctrina de Spinoza, por cuanto tiene
M. es precisamente lo divino y la prio como objeto el orden necesario del
ridad de la M. se fund" en la priori mundo, o sea Dios mismo (Eth., II,
dad que el ser divir^ iiene sobre toda 4647). Y M. teológica es la filosofía de
otra forma o modo de ser. Las cien Hegel que considera tener como propio
cias se gradúan, desde este punto de objeto a Dios mismo: "La filosofía tie
vista, por la excelencia o la perfección ne su objeto en común con la religión,
de sus respectivos objetos y la excelen porque objeto de ambas es la Verdad,
cia o la perfección de tales objetos se y en el sentido más alto de la palabra
miden por la confrontación entre ellos por cuando es Dios, y sólo Dios es la
y el ser divino. Éste es el criterio que Verdad” {Ene., § 1). Por lo tanto, frente
Platón siguió en el ordenamiento de a la filosofía todas las otras ciencias
las ciencias, dando preponderancia a la quedan en condición de inferioridad:
ciencia que tiene por objeto "lo óptimo su objeto es lo finito, o sea lo irreal,
y excelente", o sea la perfección misma en tanto el objeto de la filosofía, o sea
(Fed., 97 d), y graduando por referencia Dios, es lo infinito. Dice Hegel: “Por
a ésta todas las demás (Rep., VII, lo que se refiere a las ciencias especia
525 a ss.). Esta concepción confinaba, les, tienen por elemento el conocer y
sin embargo, a todas las ciencias que el pensar, que son también el elemento
diferían de la M. a un nivel de irre propio de la filosofía; pero los objetos
mediable inferioridad y lograba no ya sobre que versan estas ciencias son, an
justificar las otras ciencias, o sea fun te todo, los objetos finitos y los fenó
dar su validez y ennoblecer sus in menos. Una colección de conocimientos
vestigaciones, sino más bien devaluar sobre este contenido quedará, de suyo,
las en la confrontación con la cien eliminada del campo de la filosofía; a
cia primera y con el carácter sublime ésta no le interesan ni este contenido
de su objeto. Éste fue, probablemente, ni la forma que reviste” (Geschichte
el motivo por el cual Aristóteles co der Philosophie, Einleitung, B, 2, a;
menzó en cierto momento a insistir trad. esp.: Historia de la filosofía, I,
sobre el otro concepto de la M. como México, 1955, F. C. E., pp. 57 ss.). Y es
O 794
Metafísica
evidente que no obstante las explícitas c i a ) ; b) una determinada teoría del sei
protestas antimetafísicas, es también predicativo y precisamente la de la in
una M. teológica la filosofía del espíri herencia ( véase s e r , 1 ) ; c) una deter
tu de Croce, cuyo objeto es la Historia minada teoría del ser existencial y, pre
eterna del Espíritu universal: una rea cisamente, la de la necesidad (véase
lidad sublime, frente a la cual caen ser, 2 ).
al rango de apariencias particulares o Las proposiciones precedentes expre
de accidentalidades empíricas los ob san la forma más madura que la M.
jetos de todas las otras ciencias (Teoría adquirió en la obra de Aristóteles y,
e storia della storiografia, 1917; La sto- más precisamente, en los libros Vil,
ria como pensiero e come azione, 1938; VIII, IX de la Metafísica. Expresan,
trad. esp.: La historia como hazaña de por lo tanto, la M. como teoría de la
la libertad, México, 1960, F. C. E.). En sustancia, entendiéndose por sustancia
fin, M. teológica es la filosofía de Berg- “lo que un ser no puede no ser”, o sea
son, que pretende "dejar a un lado los la esencia necesaria o la necesidad de
símbolos” y entrar en contacto directa ser (véase s u s t a n c i a ). El principio de la
mente con una realidad privilegiada, M. en este sentido es el principio de no
de naturaleza divina, que es la corrien contradicción. Solamente este principio,
te de la conciencia (“Introduction á la en efecto, permite delimitar y reconocer
métaphysique”, en La pensée et le mou- el ser sustancial. "Aquellos —dice Aris
vant, 3* ed., 1934, pp. 206 ss.) y que, co tóteles— que niegan este principio des
mo tal, se opone a la ciencia, deno truyen completamente la sustancia y
minada simplemente “auxiliar de la ac la esencia necesaria, ya que son com-
ción" (Ibid., p. 158). Toda forma de pelidos a decir que todo es accidental
espiritualismo o conciencialismo tien y que no existe cosa alguna como el
de, más o menos claramente, a una ser hombre o el ser animal. Si en efec
M. teológica de esta naturaleza. to existe algo como el ser hombre, esto
2) La segunda concepción fundamen no será el ser no hombre o el no ser
tal es la de M. como ontología o doc hombre, sino que éstas serán negacio
trina que estudia los caracteres funda nes de aquélla. Uno solo es, efectiva
mentales del ser, los caracteres que mente, el significado de ser y éste es
todo ser tiene y no puede dejar de su sustancia, i. Hicar la sustancia de
tener. Las proposiciones principales una cosa no es mas que indicar el ser
de la M. ontológica son las siguientes: propio de ella” (Met., IV, 4, 1007 a 21).
1) Existen determinaciones necesarias Desde este punto de vista, la sustancia
del ser, esto es, determinaciones que es objeto de la M. en cuanto constituye
ninguna forma o modo de ser puede el principio de explicación de todas las
dejar de tener. 2) Tales determinacio cosas existentes. Dice Aristóteles: "La
nes se hallan en todas las formas y sustancia de cada cosa es la causa pri
en todos los modos de ser particulares. mera del ser de esta cosa. Algunas co
3) Existen ciencias que tienen por ob sas no son sustancias, pero aquellas
jeto un modo de ser particular, aislado que son tales son naturales y están pues
en virtud de principios adecuados. tas por la naturaleza, y de tal manera
4) Debe existir una ciencia que tenga es claro que la sustancia es la natura
por objeto las determinaciones necesa leza misma y que no es elemento sino
rias del ser, también reconocibles en principio” {Ibid., VII, 17, 1041 b 27). La
virtud de un principio adecuado. 5) Es sustancia en este sentido no es una
ta ciencia precede a todas las demás realidad privilegiada o sublime que con
y es, por lo tanto, ciencia primera en fiere a la ciencia de que es objeto,
cuanto que su objeto está implícito una dignidad superior. En cuanto sus
en los objetos de todas las otras cien tancias, Dios y el entendimiento (como
cias y en cuanto que, por consiguiente, dice Aristóteles, Ét. Nic., I, 6, 1096 a 24)
su principio condiciona la validez de o también Dios y una brizna de hierba
todo otro principio. La M. que se ex (como se podría decir) tienen el mismo
presa en estas proposiciones implica, valor y las ciencias que los toman como
regularmente: a) una determinada teo objetos, la misma dignidad. En un frag
ría de la esencia y más precisamente mento famoso de las Partes de los ani
la de la esencia necesaria (véase e s e n males, Aristóteles reconoció explícita
7VS
Metafísica
mente la igual dignidad de todas las Dios del ser de las criaturas en las cua
ciencias en cuanto tienen por objeto les, en cambio, la esencia y la existencia
la sustancia. "Las sustancias inferiores son separables (Ibid., I, q. 3, a. 4). La
—dice Aristóteles— al ser más numero determinación de los caracteres sus
sas y más accesibles al conocimiento, tanciales del ser en general no concier
tienen la primacía en el campo cientí ne por lo tanto a Dios, sino a las cosas
fico, y como están cercanas a nosotros creadas o finitas. Con ello la M. pierde
y más conformes a nuestra naturale su prioridad, que pasa a la teología,
za, su ciencia termina por ser equiva considerada como una ciencia en sí,
lente a la filosofía que tiene por objeto originaria, que deriva sus principios di
las cosas divinas... En efecto, también rectamente de Dios. Y así la teología
para el caso de las menos favorecidas "no obstante que tome algo de las otras
desde el punto de vista de la aparien ciencias, no las considera como supe
cia sensible, la naturaleza que las ha riores, sino que las utiliza como inferio
producido otorga alegrías indecibles a res y sirvientes, cosa que también
los que saben comprender sus causas hacen las ciencias arquitectónicas, que
y que por su naturaleza son filósofos” emplean las auxiliares, y así la ciencia
{De Parí. Art., I, 5, 645 a 1). Es obvio civil utiliza la militar” {Ibid., I, q. 1,
que, desde este punto de vista, la prio a. 5, ad. 2?). Con la negación del carác
ridad de la M. no consiste en la exce ter analógico del ser, obra de Duns
lencia de su objeto (como es el caso Scoto,. se vuelve a reconocer la prio
de la M. teológica), sino sólo en el ridad de la M. Duns Scoto, en efecto,
hecho de que la M., al tener como ob define la M. como "la ciencia primera
jeto específico la sustancia, permite en de la sabiduría primera", o sea del ser
tender los objetos de todas las ciencias, (/?? Met., VII, q. 4, n. 3). El ser que es
ya sea en sus caracteres comunes y objeto de la M. es, según Duns Scoto,
fundamentales, ya sea en sus caracte el ser común, común a todas las criatu
res específicos; sin la sustancia, en ras y a Dios, por cuanto no se trata
efecto, y sin el ser y la unidad que le de un género que tendría todavía una
pertenecen, por ejemplo, "toda cosa extensión muy restringida. La comuni
quedaría destruida, ya que toda cosa es dad del ser comprende el total dominio
y es una” {Met., XI. 1095 b 31). En de lo inteligible y la ciencia del ser;
otros términos, toan ciencia es, como la M. es, por lo tanto, la ciencia pri
tal, estudio de la sustancia en alguna mera y más extensa {Op. Ox., I, d. 3,
de sus determinaciones, por ejemplo: la q. 3, a. 2, n. 14). La característica de
sustancia en movimiento para la físi este punto de vista de Scoto es que
ca, la sustancia como cantidad para la distingue con toda claridad entre la
matemática. La M. es la teoría de prioridad de valor que pertenece a
la sustancia en cuanto tal. la teología y la prioridad lógica que,
La prioridad de la M. sobre las otras en cambio, pertenece a la metafísica.
ciencias es, desde este punto de vista, Esta distinción es mantenida en el
una prioridad lógica y no de valor. Y curso ulterior de la historia de la M.
se trata de una prioridad lógica fun ontológica. En el siglo x v i i , empezó a
dada en la prioridad ontológica de su darse a tal M. el nombre que le es pro
objeto específico. Consiste en el hecho pio de ontología. Este nombre se en
de que todas las otras ciencias supo cuentra en el Schediasma Historicum
nen la M. del mismo modo que todas (1655) de Jakob Thomasius (padre de
las determinaciones de la sustancia pre Christian) y es justificado por Clauberg
suponen a la sustancia; ahora bien, la del modo siguiente: "Así como se deno
reforma de Santo Tomás a la M. aris mina teosofía o teología la ciencia que
totélica en el siglo xm tiende a restrin se ocupa de Dios, de igual modo la
gir la superioridad lógica de la M. Se que versa no en tomo a este o aquel
gún Santo Tomás, la M. como teoría ente denominado con un nombre espe
de la sustancia no incluye a Dios entre cial o distinguido de los demás por una
sus objetos posibles, en cuanto Dios no determinada propiedad, sino en tomo
es sustancia (S. 77?., I, q. 1, a. 5, ad 1?). al ente en general, parece que pueda
La identidad de esencia y existencia denominársela ontosofía u ontología”
en Dios distingue nítidamente al ser de {Op. Phil., 1691, I, p. 281). Una onto-
796
Metafísica
Misticismo
critos de Dionisio el Areopagita (se co, Juana de Arco, etc. (cf. H. Dela-
gunda mitad del siglo v), que se inspi croix, Études d’histoire et de psycho-
ran en el neoplatónico Proclo. En tales logie du mysticisme, París, 1908; J. H.
escritos se acentúa el carácter místico Leuba, The Psychotogy of Religious
del neoplatonismo original, o sea de la Mysticism, 1925).
doctrina de Plotino. Para ello, se in La indagación mística consiste esen
siste por un lado en la imposibilidad cialmente en definir los grados progre
de llegar a Dios o de alcanzar una co sivos de la ascensión del hombre hacia
municación cualquiera con Él mediante Dios, en ilustrar con metáforas el es
los procedimientos ordinarios del saber tado de éxtasis y en intentar promover
humano; desde este punto de vista no tal ascenso mediante discursos edifi
se puede hacer más que definir a Dios cantes apropiados. Los grados de la as
negativamente (teología negativa). Por censión mística son habitualmente tre s:
otro lado, se insiste en una relación ori el pensamiento (cogitatio) que tiene
ginaria, íntima y privada, entre el hom por objeto las imágenes provenientes
bre y Dios, relación en virtud de la del exterior y está dirigido a consi
cual el hombre puede volver a Dios y derar la huella de Dios en las cosas;
unirse por fin con Él en un acto supre la meditación ( meditado) que es el
mo. Este acto es el éxtasis, que Dioni recogerse del alma en sí misma y que
sio considera como la deificación del tiene por objeto a la imagen misma
hombre. de Dios y la contemplación (contempla-
El esquema de toda doctrina mís tio) que se dirige a Dios mismo. Estos
tica es el expuesto, que el seudo Dio grados son ilustrados y subdivididos
nisio tomó de ios escritos neoplatóni- en forma diferente por los místicos,
cos y que contiene también muchas hue que por lo común dividen cada uno
llas de las creencias orientales a las de estos grados en otros dos, enume
cuales dichos escritos debían una parte rando así con el éxtasis siete grados de
de su inspiración. El M. medieval se ascensión. Por ejemplo, según San Bue
presenta a veces como una alternativa naventura, el pensamiento puede consi
que excluye el camino de la investiga derar las cosas en su orden objetivo
ción racional, como lo f1 ' en San Ber (ler. grado) o en la aprehensión que de
nardo de Claraval (siglo xn), en quien ellas hace el alma humana (2o grado).
la defensa de la vía mística va acom La meditación puede contemplar la ima
pañada por la polémica en contra de la gen de Dios en los poderes naturales
filosofía y del uso de la razón en gene del alma: memoria, entendimiento y
ral. Otras veces, en cambio, se admite voluntad (3er. grado), o bien en los
y reconoce tanto el camino místico co poderes que el alma adquiere gracias
mo el de la especulación escolástica, a las tres virtudes teologales (4? grado).
como lo hicieran los Victorinos (Hugo, La contemplación puede considerar a
Ricardo) en el mismo siglo xii. Y los Dios en su primer atributo, o sea en
mismos caracteres conserva el M. en su ser (5? grado) o bien en su máxi
San Buenaventura, que cultiva por ma potencia, que es el bien (6° grado)
igual la especulación filosófica y la (Itinerarium mentís in Deum, 1259).
mística. Por otra parte, la gran corrien Más allá de estos grados está, para
te del M. especulativo alemán del si todos los místicos, el éxtasis (véase) o
glo xiv (Maestro Eckhart, Tauler, Hein- excessus mentís, definido a veces como
rich Suso, etc.) está de nuevo en posi “docta ignorancia’’ (véase), considera
ción polémica contra toda tentativa de do en todo caso como el "deificarse
adoptar la razón en el campo religio del hombre”, o sea la unión del hom
so, pero su característica es la de ser bre con Dios.
una especulación acerca de la fe, con Desde un punto de vista filosófico-
siderada como el trámite de la comu religioso es importante la apreciación
nicación directa entre el hombre y que del M. hiciera Kierkegaard. El
Dios. Están así por completo fuera místico es, según Kierkegaard, “el que
del dominio de la filosofía, pero no del se elige a sí mismo en un aislamiento
de la mística, los místicos prácticos completo”, esto es, en su aislamiento
del cristianismo como Santa Teresa, del mundo y de las relaciones huma
Santa Catalina de Siena, San Francis nas (Aut Aut ["O lo uno o lo otro”],
806
M istific a c ió n
Mito
en Werke ["Obras"], II, p. 215), pero análogo, se dice que se tiene un con
al hacerlo así comete cierta indiscre cepto mistificado de la libertad cuando
ción con referencia a Dios. Ya que, en se hace coincidir la libertad con la ne
primer lugar, desdeña la existencia, cesidad y así se la niega implícitamen
la realidad en la cual Dios lo ha pues te, etcétera.
to y en segundo lugar, degrada a Dios
y a sí mismo. "Se degrada a sí mismo Mito (gr. uú6os; lat. mytus; ingl. myth;
porque siempre es una degradación ser franc. mythe; alem. Mythos; ital. mito).
esencialmente diferente a los otros de Aparte de la acepción general de "re
bido a una simple accidentalidad, y lato", tal como se usa la palabra en
degrada a Dios porque hace de Él un 'a Poética (I, 1451b 24) de Aristóteles,
ídolo y de sí mismo un favorito en su por ejemplo, se pueden distinguir, des
corte" (Ibid., Werke ["Obras”], II, pá de el punto de vista histórico, tres
gina 219). significados del término, a saber: i ) el
En la filosofía contemporánea, el M. del M. como forma atenuada de inte
ha sido defendido por Bergson, quien lectualidad; 2) el del M. como forma
ve en el M. la "religión dinámica", o autónoma de pensamiento o de vida,-
sea la religión que continúa el empuje 3) el del M. como instrumento de con
creador de la vida y que tiende a crear trol social.
formas de vida más perfectas para el 1) En la Antigüedad clásica el M.
hombre. "El amor místico —dice Berg fue considerado como un producto in
son— se identifica con el amor de Dios ferior o deformado de la actividad inte
por su obra, amor que ha creado to lectual. Al M. se le atribuyó, a lo sumo,
das las cosas y está en situación de la "verosimilitud” frente a la "verdad”,
revelar, al que sepa interrogarlo, el mis propia de los productos genuinos del
terio de la creación. Está compuesto entendimiento. Éste fue el punto de
de una esencia más metafísica que mo vista de Platón y de Aristóteles. Pla
ral. Quisiera, con la ayuda de Dios, per tón opone el M. a la verdad o al relato
feccionar la creación de la especie hu verdadero (Georg., 523 a), pero al mis
mana y hacer de la humanidad lo que mo tiempo le reconoce cierta verosimi
podría haber sido en seguida, si se hu litud que, en i rtos campos, es la única
biera podido constituir definitivamente validez a la que p lede aspirar el dis
sin la ayuda del hombre." En otros tér curso humano (Tim., 29 d) y que, en
minos, el restablecimiento de la "fun otros campos, expresa aquello de lo
ción esencial del universo, que es una cual no se puede encontrar nada mejor
máquina destinada a crear divinida ni más verdadero (Gorg., 527 a). El M.
des” (Deux Sources; trad. ital., pp. 256, constituye también para Platón la "vía
349) puede deberse al salto místico. humana y más breve" de la persuasión
Esta interpretación del M. dada por y en conjunto su dominio está repre
Bergson en nada se diferencia del pan sentado por la zona que se halla fuera
teísmo (véase) común. del estrecho círculo del pensamiento
racional y en la cual no es lícito aven
Mistificación (ingl. mystification; franc. turarse sino con suposiciones verosí
mystification; alem. Mystification; ital. miles. Sustancialmente Aristóteles tie
mistificazione). La interpretación de un ne la misma actitud frente al M. El M.
concepto en modo oscuro, falaz o ten se opone a veces a la verdad (Hist. An.,
dencioso. Por ejemplo, decía Marx: "La VIII, 12, 597 a 7), pero a veces es tam
M. en que yace la dialéctica en manos bién la forma aproximada e imperfecta
de Hegel, no excluye de modo alguno que la verdad adquiere cuando se da
que él haya sido el primero en exponer la razón de una cosa "en forma de M.”,
amplia y conscientemente las formas por ejemplo (Ibid., VI, 35, 580a 18).
generales del movimiento de la dia A este concepto del M. como verdad
léctica misma" (Correspondencia Marx- imperfecta o disminuida se conjuga, a
Engels; trad. ital., V, p. 28). Según menudo, su atribución de una validez
Marx, la dialéctica de Hegel estaba moral o religiosa. Se supone que lo
"mistificada" porque había sido inter que el M. dice no es demostrable ni
pretada en forma idealista en vez de claramente concebible, pero su signifi
serlo en forma materialista. De modo cado moral o religioso, es decir, lo que
807
I
M ito
enseña con respecto a la conducta del entendimiento. Vico expresó por vez
hombre, con respecto a los otros hom primera este concepto de M.: "Que las
bres o a la divinidad, resulta claro. fábulas en su origen fueron narracio
Así Platón dice en el Gorgias, con re nes verdaderas y rigurosas (por lo que
ferencia a los M. morales que allí se la fábula fue definida como vera narra-
exponen: "Quizá estas cosas os parezcan tio), las cuales nacieron inconvenien
M. de mujeres viejas y las consideréis tes en la mayoría de los casos y, por
con desprecio. Y no estaría fuera de ello, luego se hicieron impropias, por lo
lugar el despreciarlas si con la inves tanto, alteradas, seguidamente invero
tigación pudiéramos encontrar otras co símiles, más adelante oscuras, luego
sas mejores y más verdaderas. Pero escandalosas y al final increíbles, lo
tampoco vosotros tres, tú, Polo y Gor que constituye siete fuentes de la difi
gias, que sois los más sagaces griegos cultad de las fábulas” (Se. N., II, Prue
de hoy lográis demostrar que convenga bas filosóficas para el descubrimiento
vivir otra vida distinta a ésta” (Gorg., del verdadero Homero, IV; trad. esp.
527 a-b). Análogamente, se atribuye un [de la 1* ed.]: Ciencia nueva, México,
significado religioso al M. cuando con 1941, F. C. E.). La verdad del M. no
este nombre se designan creencias de es, por lo tanto, una verdad intelectual
terminadas como, por ejemplo, cuando corrompida o degenerada, sino una ver
se dice "M. cosmogónico”, "M. soterio- dad auténtica, si bien diferente a la
lógico” o "M. escatológico", etc. En el intelectual, es decir, de forma fantás
lenguaje común prevalece esta acepción tica o poética: "Los caracteres poéti
del significado llevada a su forma ex cos en los cuales consiste la esencia
trema, esto es, como creencia dotada de las fábulas, nacieron por una nece
de validez mínima y de escasa vero sidad de la naturaleza, incapaz de abs
similitud; en este sentido se denomina traer las formas y las propiedades de
mítico lo que no es obtenible o es ‘sujetos’ y, en consecuencia, debió ser
contrario al criterio del sentido común, la manera de pensar de pueblos ente
por ejemplo, "una perfección mítica”. ros, los que fueron puestos en tal ne
Al ámbito de esta interpretación del cesidad de naturaleza, que está en los
M. pertenecen las denominadas teorías tiempos de su mayor barbarie” (Ibid.,
naturalistas que domina* on en Alema VI). Desde este punto de vista, "los
nia durante el siglo pasado. Según es poetas debieron ser los primeros histo
tas teorías, el M. es un producto de la riadores de las naciones" (Ibid., X) y
misma actitud teórica o contemplativa los caracteres poéticos tienen signifi
que luego dará lugar a la ciencia, y que cados históricos que fueron, en los pri
consiste en considerar un determinado meros tiempos, trasmitidos de memoria
fenómeno natural como clave para la por los pueblos (Ibid., IX).
explicación de todos los otros fenóme El romanticismo se apropió de este
nos. Los fenómenos astronómicos, los concepto del M. y lo amplificó en una
meteorológicos y otros han sido aduci metafísica teológica. La Filosofía de la
dos de vez en cuando con esta finali mitología de Schelling vio en el M.,
dad. Más recientemente otra escuela considerado como la religión natural
sociológica ha visto en el M. sobre todo del género humano, una fase de la auto-
el recuerdo de los acontecimientos pa rrevelación de lo Absoluto. El M. forma
sados. En uno y en otro caso estas "ex parte integrante del proceso de la teo-
plicaciones naturalistas” del M. no ha fanía y no tiene nada que ver con la
cen más que reducirlo a una forma naturaleza o, mejor dicho, tiene que
imperfecta de actividad intelectual. ver con ella sólo indirectamente, en
2) La segunda concepción del M. es cuanto la naturaleza misma es la reve
aquella según la cual es una forma lación de Dios. El M. es una fase de
autónoma de pensamiento y de vida. la teogonia que está fuera y por en
En este sentido, el M. no tiene una cima de la naturaleza, porque es la
validez o una función secundaria y manifestación de Dios como concien
subordinada con referencia a la con cia de la naturaleza o relación de ella
ciencia racional, sino función y validez con el yo (Werke ["Obras”], II, I, pá
originarias y se coloca en un plano ginas 216 ss.). Fuera de estas especu
diferente, pero de igual dignidad, al del laciones pertenecientes precisamente al
808
M ito
efecto, "x puede ser mortal". Otra su titativos; 2) la tentativa de reducir la
gestión de Russell (Ibid., p. 231) es la M. a un valor de verdad de la propo
identificación de lo necesario con sición; 3) la tentativa de predicar las
lo analítico, esto es, con afirmaciones M., una de la otra.
del tipo "x es x". Carnap, a su vez, ha /) La primera tentativa consiste en
usado precisamente esta interpretación hacer corresponder enunciados univer
al intentar una construcción de la M. sales a las proposiciones necesarias y
a base del concepto de necesidad ló enunciados particulares a las proposi
gica, o sea de la analiticidad y definir ciones posibles. Así “todos los hombres
la posibilidad como la negación de tal deben morir” y "algunos hombres son
necesidad (Meaning and Necessity, artistas”, sería el equivalente de “los
§39). Apenas es necesario anotar que hombres pueden ser artistas". Estas
esta interpretación equivale a la nega transcripciones son sin duda insuficien
ción pura y simple de las M. mismas tes, porque ni la proposición necesaria
y no puede valer como una lógica de ni la posible expresan hechos como las
ellas. Por lo demás, Quine ha demos correspondientes proposiciones univer
trado las dificultades inherentes a to sales y particulares (cf. A. Pap, Semctn-
dos los estudios de las M. fundados, tics and Necessary Truth, 1958, p. 368),
como el de Carnap, en la cuantifica- ya que la proposición posible tiene un
ción (From a Logical Point of View, significado distributivo ("todo hombre
VIII, 4). puede ser artista") que quedaría exclui
Acerca de la distinción de las M. o, do de la correspondiente proposición
como actualmente se dice, de los va particular. Así, es evidente que ningu
lores modales de las proposiciones, la na transcripción de esa naturaleza es
más antigua y acreditada tabla de ta posible respecto a proposiciones moda
les valores es la formulada por Aristó les singulares del tipo "x puede ser”,
teles en el De Interpretatione, que com proposiciones que todavía se encuen
prende seis: verdadero, falso; posible, tran en todas las ramas de la ciencia,
imposible; necesario, contingente (De cada vez que se trata de hipótesis, pre
interpr., 12, 21b). Esta lógica dé seis dicciones, probabilidades, anticipacio
valores permaneció inrm able durante nes, etcétera.
la Edad Media (cf. por ejemplo, Pe 2) La segunda confusión es aquella
dro Hispano, Summ. Logic., 1.30) y ha por la cual la M. se alinea entre los
sido desarrollada y defendida también valores de verdad de las proposiciones:
por lógicos contemporáneos, Lewis, por ésta es una confusión de la cual han
ejemplo (A Survey of Symbolic Logik, dado ejemplo aun las llamadas lógicas
1918). A veces los valores modales han de las M. Ahora bien, los valores de
sido reducidos a cinco, al identificarse verdad de las proposiciones (verdade
la posibilidad y la contingencia (por ro, falso, probable, indeterminado, etc.)
ejemplo, O. Becker, “Zur Logik der pertenecen a un nivel diferente a la M.
Modalitaten” [“Acerca de la lógica de que es una determinación de la pre
las modalidades”], en Jahrb. fiir Phil. dicación, esto es, de la relación entre
und Phanom. Forschung, 1930, pp. 496- sujeto y predicado de la proposición.
548). Lukasiewickz y Tarski, a su vez, Los valores de verdad pertenecen a la
han construido una lógica con tres M.: esfera de la referencia semántica de
verdadero, falso y posible (cf. los ar las proposiciones; las M. pertenecen a
tículos en Comptes Rendus des Séances la estructura relacional de las propo
de la Société des Sciences et Lettres de siciones mismas. Por lo tanto, indican
Varsovie, 1930, pp. 30, 50, 176). Carnap si tal estructura puede ser o no dife
ha aceptado las seis M. de la tradición rente de lo que es, o sea, indican si el
aristotélica (Meaning and Necessity, contenido de un enunciado (su signi
§39). ficado) puede ser o no diferente a co
El concepto mismo de M. es muy mo el enunciado lo expresa. Las M. fun
poco claro en estas doctrinas de la ló damentales son, por lo tanto, dos y so
gica contemporánea. Aquí se pueden lamente dos: posibilidad y necesidad,
indicar sólo las confusiones más fre con sus opuestos no-posibilidad e impo
cuentes; i) la tentativa de reducir los sibilidad. Modifican los valores de ver
enunciados modales a enunciados cuan dad de las proposiciones en el sentido
J 812
M o d e lis m o
M o d e rn is m o
de limitarlos o extenderlos, pero no se tángulo”. Y puede haber una necesidad
confunden con tales valores, ya que la verdadera y una necesidad falsa, que
predicación recíproca supone, así, la di es el absurdo. Estas anotaciones exigi
versidad de los niveles y se puede decir rían desarrollos analíticos adecuados.
"necesariamente verdadero” o "posible Para ulteriores observaciones, véase n e
mente verdadero”, precisamente porque cesario ; posible .
posibilidad y verdad, verdad y necesi
dad, pertenecen a dos esferas diferentes M o d e lis m o (ingl. modalism; franc. mo-
y no se excluyen entre sí. dalisme; alem. Modalismus). Así se de
3) La tercera confusión es la inherennomina la interpretación de la Trini
te a la tentativa de predicar las M. dad cristiana, que consiste en ver en
una de la otra. Esta tentativa es con las tres personas divinas tres modos o
tradictoria, como la de predicar uno manifestaciones de la única sustancia
de otro los valores de cantidad o de divina. Esta interpretación ha sido
verdad de las proposiciones. El teorema siempre condenada como herética por
fundamental a este respecto es el que la Iglesia cristiana, que insiste en la
reconoce el carácter alternativo de las igualdad y la distinción de las perso
modalidades. Pero este teorema ha sido nas divinas. En el siglo m , el M. fue
por lo común desconocido o ignora sostenido por Sabello. Pero también
do por los lógicos de la M. a partir de se ha visto una especie de M. en la
Aristóteles. Éste, en efecto, se preocu doctrina de Scoto Erígena y de Abe
pó de predicar las M. una de la otra, lardo, a quien combatió San Bernardo
afirmando, por ejemplo, que aquello (De Erroribus Abelardi, 3, 8). Otro
que es necesario debe también ser po nombre para designar la misma here
sible desde el momento que no se pue jía es monarquismo.
de decir que es imposible que sea
(De Int., 13, 22 b 11). Pero esta afirma M o d e lo (ingl. model; franc. modéle-,
ción lleva a considerar lo necesario alem. Modell; ital. modello). I) Una
mismo como posible, o sea corrto no de las especies fundamentales de los
necesario o también lleva a dividir en conceptos científicos (véase concepto ),
dos el concepto de posible (que es el más precisan; -nte el que consiste en
camino seguido por Aristóteles) por la especificación de una teoría cientí
el reconocimiento de una especie de fica tal que consienta la descripción
posible que se identifica con lo nece de una zona restringida y específica
sario (véase po sib le ). Por otro lado, del campo cubierto por la teoría mis
la afirmación recíproca (que Aristóte ma. El M. no es necesariamente de na
les ilustró con el famoso ejemplo de turaleza mecánica (aun cuando los M.
la batalla naval) de que lo posible es mecánicos parecieron indispensables a
necesario en el sentido de que hay la ciencia del siglo xix) y tampoco
necesariamente un posible (por ejem debe tener por necesidad el carácter
plo, mañana necesariamente habrá o de la "visualización”, que a veces se ha
no habrá una batalla naval) equivale exigido. La ciencia moderna ha genera
a hacer necesaria la indetermina lizado la noción de M. precisamente
ción y a negar lo posible como tal. para sustraerla a estas limitaciones y
En efecto, “Es necesario que x sea po hacerla servir para finalidades mayo
sible” significa que x debe mantenerse res (cf. Munitz, Space, Time and Crea-
indeterminado sin realizarse nunca, pe tion, IV, 3; trad. ital., p. 57).
ro en tal caso x no es un posible. Estas 2) Lo mismo que arquetipo (véase).
antinomias o paradojas surgen por el
desconocimiento del carácter exclusivo M o d e rn is m o (ingl. modernism; franc.
de las diferencias modales que, en vir modernisme; alem. Modernismos). Una
tud de este carácter, constituyen alter tentativa de reforma católica que tuvo
nativas inconciliables. Por otro lado, cierta difusión en Italia y en Francia
los valores de verdad pueden ser pre durante el último decenio del siglo xix
dicados de las M. y así hay un verdade y el primero de nuestro siglo, y que
ro posible, por ejemplo, cuando se dice fue condenada por el Papa Pío X en la
"el hombre puede ser blanco” y un falso encíclica Pascendi del 8 de septiembre
posible como "el hombre puede ser rec de 1907. Esta tentativa se inspiraba en
813
M o d e rn o
M o d ific a c ió n r e p ro d u c tiv a
las exigencias de la filosofía de la ac investigación de que dispone la búsque
ción (véase) que consiste en tomar de da filológica, lo que quiere decir que
esta filosofía el significado que debe se la considera y estudia como un do
darse a los conceptos fundamentales de cumento histórico de la humanidad, así
la religión: Dios, revelación, dogma, sea de carácter excepcional y funda
gracia, etc. El M. se inspira sobre todo mental. Ésta fue la convicción, tanto
en las ideas de Ollé Laprune y de Blon- de Loisy como de los que en Italia
del, aunque éstos fueron ajenos al mo aceptaron este punto de vista del M.
vimiento, y cuenta con los nombres y especialmente Buonaiuti.
de Lucien Laberthonniére, Alfred Loisy 5) El cristianismo no puede condu
y Edouard Le Roy. En Italia especial cir, en el campo de la política, a la
mente adquirió la forma de crítica bí defensa de los privilegios del clero
blica ( Salvatore Minocchi, Ernesto Buo- o de otros grupos sociales, sino sólo
naiuti) y de crítica política (Romolo al progreso o al ascenso del pueblo,
Murri), en tanto que la polémica filo cuya vida en la historia es la mani
sófica se limitó a reproducir con escasa festación misma de la vida divina. Ta
originalidad las ideas del M. francés. les fueron sobre todo las ideas políti
Los fundamentos pueden ser expuestos cas defendidas por Romolo Murri. Cf.
así: E. Buonaiuti, Le modernisme cathoti-
1) Dios se revela inmediatamente que, 1927; J. Riviére, Le modernisme
(sin intermediarios) a la conciencia del dans l’eglise, 1929; Garin, Crortache di
hombre. "Si —dice, por ejemplo, Laber filosofía italiana, 1943-1955, 1956.
thonniére— el hombre desea poseer a
Dios y ser Dios, Dios ya se ha dado (lat. modernas; ingl. m odem ;
M o d e rn o
a él. He aquí cómo en la misma natu franc. modem; alem. modem). Este
raleza pueden encontrarse y se encuen adjetivo, aceptado por el latín posclá
tran las exigencias de lo sobrenatural” sico y que significa precisamente "ac
(Essais de philosophie retigieuse, 1903, tual" (de modo = actualmente), fue
p. 171). Este principio disminuía o anu usado en la escolástica, a partir del
laba la distancia entre el dominio de siglo xm , para indicar la nueva lógica
la naturaleza y el de 1? gracia y tam terminista designada como via moderna
bién entre el hombre y Dios, haciendo frente a la via antiqua de la lógica aris
de Dios el principio metafísico de la totélica. Designó también al nominalis
conciencia humana. Tal es el funda mo, estrechamente conectado con la
mento del denominado "método de la lógica terminista. Dice, por ejemplo,
inmanencia”, o sea del método que quie Walter Burleigh: “Si bien lo universa]
re encontrar a Dios y a lo sobrenatural no tiene existencia fuera del alma, co
en la conciencia del hombre. mo dicen los modernos, sin embargo,
2) Dios es, sobre todo, un principio etcétera” (Expositio super artem vete-
de acción y la experiencia religiosa rem, Venetiis, 1485, f. 59 r; Prantl, Ge-
es, ante todo, una experiencia práctica. schichte der Logik ["Historia de la
Este punto, que se toma también de la lógica"], III, pp. 255, 299, etc.).
Acción (1893) de Blondel, equivale a En el sentido histórico, en el cual
hacer coincidir la religión con la mo la palabra es usada actualmente por lo
ral, que es una de las tesis fundamen común y por el cual se habla en este
tales de Loisy (La religión, 1917, p. 69). diccionario de “filosofía moderna", indi
3) Los dogmas no son más que la ca el periodo de la historia occidental
expresión simbólica e imperfecta, por que comienza después del Renacimien
que guarda relación con las condicio to, o sea a partir del siglo xvn. Dentro
nes históricas del tiempo en que se del periodo M. se distingue a menudo
establecen, de la verdadera revelación, el "contemporáneo", que comprende los
que es la que Dios hace de sí mismo últimos decenios.
a la conciencia del hombre. Tal fue el
punto de vista que Loisy defendió en M o d e rn o s , véase ANTIGUOS Y MODERNOS.
el más famoso escrito del M., L'évangile
et l’égtise (1902). (alem. repro
M o d ific a c ió n r e p ro d u c tiv a
4) Deben aplicarse a la Biblia, sin li duktive Modifikation). Así ha llamado
mitación alguna, los instrumentos de Husserl a las representaciones de las
814
M odo
M o m e n to
cosas " . .por medio de exhibiciones en mo "lo que es en otra cosa y cuyo
que los matices o escorzos mismos, las concepto se forma del concepto de la
apercepciones e igual los fenómenos otra cosa en la que es" {Eth., I, 8,
enteros de un cabo a otro, están modi scol. 2). Sin embargo, el M. resulta por
ficados reproductivamente" {Ideen. I, necesidad, según Spinoza, de la natura
§44). leza divina y, por lo tanto, se distingue
del atributo no por su ausencia de ne
M odo (gr. -tQ(wto;; lat. modas-, ingl. cesidad sino por su particularidad: M.
mood; franc. mode; alem. Modas). Con o afecciones son las cosas particula
este término se han entendido: res y los pensamientos en particular
1) Las diferentes formas del ser pre que expresan los atributos de Dios, el
dicativo. Véase m o d a l id a d . pensamiento y la extensión {Ibid., I,
2) Las determinaciones no necesarias 25, scol.; II, 1).
(o no incluidas en la definición de una 3) Las formas, las especies, los as
cosa). En tal sentido entendía ya el pectos, las determinaciones particula
M. la lógica medieval (cf., por ejemplo, res de un objeto cualquiera. Este sig
Pedro Hispano, Summ. Logic., 1.28). nificado es el más general y común y
Reaparece en Descartes que lo aplicó el menos preciso.
a las cualidades secundarias cambian 4) La especificación de las figuras
tes de las sustancias y las opuso a los del silogismo conforme a la cualidad
atributos que, en cambio, constituyen y a la cantidad de las premisas. Véase
las cualidades permanentes o necesa f i g u r a ; s i l o g is m o .
rias. "Ya que —dice— no debo concebir
en Dios variedad alguna o cambio, yo Así se de
M odus p o n e n s, m o d u s tollens.
digo que en él no existen M. o cua nominaron, en la lógica del siglo x v i i ,
lidades, sino más bien atributos, y tam los dos modos del silogismo hipotético,
bién lo que en las cosas creadas es siem en cuanto el primero, puesto el ante
pre constante, como la existencia y la cedente, pone el consecuente (si A es,
duración de la cosa que existe y dura, es B ; pero A es, por lo tanto, es B) y
lo llamo atributo y no M. o cualidad" el segundo, sacado el consecuente, sa
{Princ. Phil., I, 56). Este concepto fue ca también el antecedente (si A es, es
repetido por Spinoza (Eth., I, def. 5) y B ; pero A no es, por lo tanto, no es B)
por Wolff, quien dice: "Lo que no re (Jungius,- Lógica, 1638, III, 17, 10-11;
pugna a las determinaciones esenciales, Wolff, Lógica, 409-10).
pero no está determinado por ellas se
denomina M.” {Ont., §148). Por otro (ingl. molecular
M o le c u la r, p ro p o s ic ió n
lado, la Lógica de Port Royal definió proposition; franc. proposition rnolécu-
el M. sin distinguirlo del atributo o laire-, alem. molekutar Satz; ital. pro-
de la cualidad como "lo que. siendo posizione molecolare). Término que en
concebido en la cosa v como tal no tra en uso con el Tractatus de Wittgen-
pudiendo subsistir sin ella, la determi stein y que corresponde a la propositio
na a ser de una cierta manera y a hypothetica de la lógica boecio-escolás-
hacerla nombrar análogamente” (1,2). tica. Es una proposición formada por
De esta definición Locke aceptó la anota dos o más atómicos {véase) ligados
ción según la cual el M. no puede sub por determinadas constantes lógicas,
sistir independientemente de la sustan como "no”, "y", "o”, “implica” ("si...,
cia y, por lo tanto, definió los M. como . . . ”) (negación, conjunción, disyunción,
"esas ideas complejas que, por com implicación), y otras. En la lógica rus-
puestas que sean, no contengan en sí selliana corresponden a las proposicio
el supuesto de que subsisten por sí mis nes moleculares las proposiciones fun
mas, sino que se les considera como cionales. G. P.
dependencias o afecciones de las sus
tancias. Tales son las ideas expresadas M o lin is m o , véase GRACIA.
por las palabras 'triángulo', 'gratitud',
‘asesinato’, etc." {Essay, II, 12, 4). (ingl. moment; franc. mo
M o m e n to
Al ámbito del mismo concepto co ment; alem. Moment; ital. momento).
rresponde el significado que Spinoza 1) Concepto mecánico: la acción ins
atribuye al término, entendiéndolo co tantánea de una fuerza sobre un cuer-
815
M ónada
M o n a rc ó m a c o o m o n a rc o m a q u is ta
po; así lo define Kant (Metaphysische te iguales (véase id e n t id a d de l o s i n
Anfangsgründe der Naturwissenschaft Toda M. constituye un
d i s c e r n i b l e s ).
[Principios metafísicos de las ciencias punto de vista acerca del mundo y es,
naturales], Nota sobre la mecánica; por lo tanto, todo el mundo desde
Crít. R. Pura, Analítica de los Princi un determinado punto de vista (Mona-
pios, B, in fine). dotogie, 1714, §57). Las actividades fun
2) Concepto temporal: "esta porción damentales de la M. son la percepción
de duración en que no advertimos nin y el apetito, pero las M. tienen infi
guna sucesión es la que podemos lla nitos grados de claridad y distinción y
mar un instante" (cf. Locke, Essay, II, así las que tienen memoria constituyen
14, 10). Véase i n s t a n t e . las almas de los animales y las que tie
3) Concepto dialéctico: una fase o nen razón constituyen los espíritus hu
determinación del devenir dialéctico; manos. Pero también la materia está
así, por ejemplo, posibilidad y acciden constituida por M., por lo menos la ma
talidad son "los M. de la realidad” teria segunda, ya que la materia pri
(Hegel, Ene., §145); la condición, la mera es la simple potencia pasiva o
cosa y la actividad son "los tres M. de fuerza de inercia (Op., ed. Gerhardt,
la necesidad" (Hegel, Ibid., §148); el III, pp. 260-61). La totalidad de las M.
ser y la nada son “los M. del devenir” es el universo. Dios es “la unidad pri
(Hegel, Wissenschaft der Logik [La mitiva o la sustancia simple originaria
ciencia de la lógica], I, I, sec. I, cap. I,
de la cual son producto todas las M.
C, nota 2; trad. ital., vol. I, pp. 87 ss.),
creadas o derivadas, que nacen, por
etcétera. Este concepto del M. como decirlo así, de la fulguración continua
fase dialéctica es el más común en la de la divinidad en cada momento"
filosofía contemporánea. (Man., §47).
4) Concepto lógico: fase o estadio de Los rasgos de esta doctrina de Leib
una demostración o de un razonamien niz aparecen siempre que los filósofos
to cualquiera. recurren al concepto de M. Y se en
cuentran también, sustancialmente, en
M ó n a d a (lat. m o n a s ; ingl. monad; las doctrinas metafísicas del esplritua
franc. monade; alem. ’fonade). En lismo contemporáneo. Considérese el
cuanto tiene un significado distinto sabor leibniziano del siguiente fragmen
al de unidad (véa¿e), el término se to de Husserl: "La constitución del
aplica a una unidad real e inextensa, mundo objetivo implica esencialmente
por lo tanto, espiritual. Giordano Bru una armonía de M. y, con mayor pre
no adoptó por vez primera el término en cisión, una constitución armoniosa par
este sentido, concibiendo la M. como ticular en cada M., en consecuencia, una
el mínimum, o sea como la unidad in génesis que se realiza armoniosamente
divisible, que constituye el elemento en las M. particulares” (Méd. Cari.,
de todas las cosas (De Mínimo, 1591; 1931, §49). Véase e s p i r i t u a l i s m o .
De Monade, 1591). El término fue adop
tado con el mismo sentido por los neo- M o n a d o lo g ía (ingl. monadology; franc.
platónicos ingleses y por H. More en monadologie; alem. Monadologie; ital.
especial, quien elaboró el concepto de monadología). Título dado por Leibniz
las “M. físicas”, inextensas, por lo tan a la breve exposición de su sistema
to, espirituales, como componentes de que compuso a pedido del Príncipe Eu
la naturaleza (Enchiridion Metaphysi- genio de Saboya en 1714. El término
cum, 1679, I, 9, 3). A partir de 1696, designa aun la doctrina de las móna
Leibniz lo utilizó para designar la sus das. Kant intituló M. Physica a un
tancia espiritual como componente sim escrito de 1756. Y desde entonces el
ple del universo. Según Leibniz, la M. término aparece con frecuencia (cf.,
es un átomo espiritual, una sustancia por ejemplo, Renouvier y Prat, Nou-
privada de partes y de extensión y, por velle Monadologie, 1899).
lo tanto, indivisible. Como tal no se
puede disgregar y es eterna y sólo Dios M o n a rc ó m a c o o m o n a r c o m a q u is ta (ingl.
puede crearla o anularla. Toda M. es monarchomachist; franc. monarchoma-
diferente de otra, ya que en la natura chiste; alem. Monarchomache; ital. mo-
leza no existen dos seres perfectamen narcomacho). Nombre dado en el si-
816
Monarquía
Monotelismo
glo x v i i a los partidarios del derecho bién en el título de una de las más
natural, ya que combatían el absolutis antiguas revistas filosóficas america
mo monárquico. El nombre aparece por nas, The Monist, fundada en 1890 por
vez primera en el título de la obra Paul Carus.
del católico escocés William Barklay,
De regno et regáli potestate adversus ( i n g l . monophylelism;
M o n o file tis m o
Buchananum, Brutum, Boucherium, et franc. monophylétisme; alem. Monophy-
reliquos monarcomachos, París, 1600. letismus). La doctrina según la cual to
das las especies vivientes surgen de un
M o n a rq u ía , véase GOBIERNO, FORMAS DE. único tronco originario. La doctrina
contraria se denomina polifiletismo.
M o n a rq u is m o , véase MODALISMO.
M o n o f¡s is m o (ingl. monophysism; franc.
M o n á stic o . Vico denominó así, filóso monophysisme-, alem. Monophysismus).
fos M. o solitarios, a los estoicos y a los Interpretación herética del dogma cris
epicúreos, por cuanto "quieren el ador tiano de la Encarnación: el Verbo o
mecimiento de los sentidos” y "niegan Cristo tiene una sola naturaleza, la
a la providencia, aquéllos dejándose divina. Tal interpretación fue sostenida
arrastrar por el hado, abandonándose en el siglo v por Eutiquio, quien se
al azar y los segundos opinando que las oponía al nestorianismo (véase) que
almas humanas mueren con los cuer afirmaba la herejía contraria; el M . fue
pos”. Vico opone a los filósofos M. los condenado por el Concilio de Calcedo
filósofos políticos y en especial los pla nia en 451.
tónicos, que coinciden con los legisla
dores en la admisión de la providencia M o n o g e n is m o (ingl. monogenism; franc.
y de la inmortalidad, como también en monogénisme; a l e m . Mcmogenismus).
la moderación de las pasiones (Scienza La doctrina según la cual todas las
Nuova, 1744, Degnita, V; trad. esp. [de razas humanas vivientes descienden de
la 1* ed.]: Ciencia nueva, México, 1941, un único tronco. La doctrina contraria
F. C. E.). se denomina poligenismo.
M o n e rg is m o , véase SINERGISMO.
M o n o p s iq u is n . _ ( i n g l . monopsychism;
M o n ism o (ingl. monism; franc. monis- franc. monopsych: m e; a l e m . Mono-
me; alem. Monismos). Christian Wolff psychismus; ital. monopsichismo). La
llamó "monistas” a los filósofos "que doctrina averroísta de la unidad del
admiten un único género de sustancia” alma intelectiva en todos los hombres.
(Psychol. rationalis, §32), comprendien Véase e n t e n d i m i e n t o a c t iv o .
do en ellos tanto a los materialistas
como a los idealistas. Pero aunque a M o n o s ilo g ism o ( i n g l . monosyllogism;
veces la palabra se haya usado para franc. motiosyllogisme; a l e m . Mono-
designar también a estos últimos o, por syilogismus; ital. monosillogismo). Ra
lo menos, algún aspecto de sus doctri zonamiento constituido por un solo si
nas, el término ha sido monopolizado logismo y denominado así por oposición
por los materialistas y cuando se usa a polisilogismo (véase).
sin adjetivo que lo califique designa
precisamente al materialismo. Esto se M o n o te ís m o (ingl. monotheism; franc.
debe probablemente al hecho de haber monothéisme; a l e m . Monotheismus).
sido adoptado por uno de los más popu La doctrina de la unicidad de Dios.
lares autores de escritos materialistas, Véase d io s , 3, b).
es decir, por el biólogo Emst Haeckel
(Der Monismus ais Bend zwischen Reli M o n o te lis m o (ingl. m o n o t h e l e t i s m;
gión und Wissenschaft, 1893; trad. esp.: franc. monothélétisme; alem. Monothe-
Et monismo como nexo entre la reli letismus). Interpretación herética del
gión y la ciencia, Madrid, 1893). En este dogma de la Encamación, según la cual
sentido, se usó el término en el nombre existe en Cristo una sola voluntad, la
de la Asociación Monista Alemana divina, que constituye el lazo de unión
(Deutsche Monistenbund), fundada en de las dos naturalezas que hay en él,
1906 por Haeckel y Ostwald, como tam la divina y la humana. Tal herejía fue
817
M o n ta ñ is m o
M o rp h é in te n c io n a l
sostenida por Sergio, Patriarca de Cons- morales. Kant opuso la M. a la legali
tantinopla, en el siglo vi y condenada dad. Esta última es el simple acuerdo
por el VI Concilio Ecuménico de 680. o desacuerdo de una acción con la ley
moral sin referencia al móvil de la ac
(ingl. montanism; franc.
M o n ta ñ is m o ción misma. La M. consiste, en cambio,
montanisme; alem. Montanismus). Sec en considerar como móvil de acción a
ta cristiana del siglo II, llamada así por la idea misma del deber (Metaphysik
su fundador, Montano, ex sacerdote de der Sitien, I, Intr., §3; Crít. R. Práct.,
Cibeles, quien pretendió introducir en I, 1, 3).
el cristianismo el culto entusiasta de su En el sentido hegeliano, la M. se dis
secta de origen: los montañistas vivían tingue de la eticidad (véase) por ser la
en continua agitación en espera del in “voluntad subjetiva”, esto es, individual
minente retorno de Cristo. Tertuliano y privada del bien, en tanto que la eti
perteneció algún tiempo a esta secta. cidad es la realización del bien en ins
tituciones históricas que lo garanticen
M o n u m e n ta l, h is to r ia , véase ARQUEOLÓGI (Ene., §503; Fil. del derecho, 108). M.
CA, HISTORIA. y eticidad se relacionan entre sí como
lo finito y lo infinito, lo que quiere
(lat. moratia; ingl. moráis; franc.
M o ra l decir que la eticidad es la "verdad"
morale; alem. Moral; ital. morale). de la M., del mismo modo que lo infi
1) Ijo mismo que ética (véase). nito lo es de lo finito.
2) El objeto de la ética, la conducta
dirigida o disciplinada por normas, el (ingl. moralism; franc. mo-
M o ra lis m o
conjunto de los mores. Con este signi ralisme; alem. Moralismus). 1) La doc
ficado se usa la palabra en las siguien trina que hace de la actividad moral la
tes expresiones: "la moral de los pri clave para la interpretación de toda
mitivos”, "la moral contemporánea”, la realidad. El término fue adoptado
etcétera. en este sentido por Fichte en la expo
M o ra l(gr. ; lat. moralis; ingl. sición de la Wissenschaftslehre de 1801
moral; franc. moral; alem. moral; (§26; en Werke ["Obras”], II, p. 64) y
fue aceptado y difundido por autores
ital. morale). Este adjetivo tiene en franceses de fines del siglo pasado.
primer lugar los dos significados que 2) En el lenguaje común, y con fre
corresponden a los 'si sustantivo mo cuencia cada vez mayor en el filosó
ral, a saber: 1) pertinente a la doctrina fico, el término designa la actitud del
ética; 2) pertinente a la conducta y, que se complace en moralizar acerca
por lo tanto, susceptible de valoración de todas las cosas, sin esforzarse por
M. y, en especial, de valoración M. po comprender las situaciones a las cuales
sitiva. Así no sólo se habla de actitud M. se refiere el juicio moral. En este sen
o de persona M., para indicar una acti tido, el M. es un formalismo o confor
tud o persona moralmente valiosa, sino mismo moral, que tiene poca sustancia
que se entienden con las mismas ex humana. Cf. A. Banfi, "M. e moralitá",
presiones cosas positivamente favora L'uomo copernicano, 1950, pp. 279 ss.
bles, es decir, buenas.
Más tarde se ha dado al adjetivo, (alem. intentwnale
M o rp h é in te n c io n a l
en inglés, francés e italiano, el signi Morphé). Así llama Husserl el carácter
ficado genérico de "espiritual”, que aún intencional de los datos hyléticos (véa
conserva en ciertas expresiones. Hegel se) de las experiencias vividas, o sea
llama la atención sobre este significado los datos constituidos por contenidos
con referencia al francés (Ene., §503). sensibles o por actos emotivos o voli
Y tal significado perdura todavía, por tivos. En este caso "los datos sensibles
ejemplo, en la expresión "ciencias mo se dan como materia para conforma
rales”, que son las "ciencias del espí
ritu”. ciones intencionales u operaciones de
dar sentido en diversos grados" y así,
(lat. moralitas; ingl. morali-
M o ra lid a d por ejemplo, una valoración, una voli
ty; franc. moralité; alem. Moralitát; ción, un acto de agradecimiento tiene
ital. moralitá). El carácter propio de claros significados intencionales, apar
todo lo que se conforma a las normas te de ser datos hyléticos (Ideen, I, § 85).
818
M o tiv a c ió n
M o v ie n te
(ingl. motivation; franc. mo conocido por aquel sobre el cual obra,
M o tiv a c ió n
tivation; alem. Motivation-, i tal. moti- y se llama a veces móvil (franc. mobil)
vazione). 1) La causalidad del motivo. al M. que no tiene carácter "racional”,
Schopenhauer fue el primero en distin esto es, que no puede ser considerado
guir precisamente esta forma de la cau como "razón” de la elección.
salidad de la razón y la causalidad de Ya Aristóteles había dicho: "Ya que
la razón del ser ( Über die vierfache hay tres cosas: primero, el motor; se
Wurzel des Satzes vom zureichenden gundo, aquello que lo mueve y tercero,
Grunde, 1813, §§20, 29, 36; trad. esp.: lo que es movido, resulta que el mo
La cuádruple raíz del principio de la tor inmóvil es el bien práctico, el motor
razón suficiente, Madrid, 1911). Dice que es también movido es la facultad
Schopenhauer: "La eficacia del motivo apetitiva y lo que es movido es el
viene a ser conocida por nosotros no animal” (De An., III, 10, 433 b 14). El
sólo desde fuera como la de todas las M. es entendido aquí como un motor
otras causas y, por lo tanto, sólo me único e inmutable que es el bien, fin
diatamente, sino también desde lo in al que tiende la vida del animal. Pero
terno, de modo inmediato... De aquí en el mundo moderno ya no se habla
resulta la importante proposición: la M. de motor en este sentido, se habla, en
es la causalidad vista desde lo inter cambio, de M. Wolff entendía con este
n o ... Es necesario, por lo tanto, pro término "la razón suficiente de la vo
poner la M. como una fuerza especial lición o de la nolición" (Psychol. em
del principio de la razón suficiente en pírica, § 887); definición que, se puede
el obrar, esto es, como la ley de la M.” decir, no ha sufrido cambios, salvo en
(Ibid., §43). Aun sin el carácter privi el diferente grado de determinación
legiado que Schopenhauer le reconocía atribuido al M. El problema, de estos
como revelación inmediata del modo diferentes grados de determinación es
de obrar intrínseco de la causalidad, el problema de la libertad (véase). Por
la M. indica la acción determinante otro lado, la importancia del concepto
del motivo, sean cuales fueren los lí de M. para la explicación de la con
mites que se pongan a tal determina ducta humana ha sido a veces puesta
ción. Los problemas de la M. son, por en duda er 'a filosofía contemporánea.
un lado, de naturaleza psicológica y Dewey, por ejemplo, ha afirmado que
conciernen al modo de obrar de los “todo el concepta de M. es en verdad
motivos en cuanto se presta a ser ob extrapsicológico”. Ninguna persona de
servado por los instrumentos de que buen sentido atribuye los actos de un
dispone la psicología; por otro lado, animal o de un idiota a un M. y es ab
son de naturaleza filosófica en cuanto surdo preguntar por lo que induce a
conciernen a los límites o modalidades un hombre a la actividad. “Pero cuan
de la determinación y, por lo tanto, la do tenemos necesidad de conducirlo a
libertad y el determinismo (véase). obrar de un modo específico más bien
2) Husserl ha denominado M. a las que de otro, cuando queremos dirigir
conexiones de la experiencia que con su actividad hacia una dirección espe
dicionan la posibilidad de la experi cífica, entonces la cuestión del M. es
mentación ulterior. "La posibilidad de pertinente. El M. es, entonces, el ele
la experimentación [de la cosa] —dice— mento del conjunto total de la activi
no quiere decir nunca una vacía posi- dad humana que, al ser suficientemen
sibilidad lógica, sino una posibilidad te estimulado, dará lugar a un acto con
motivada en el orden de la experiencia. consecuencias específicas". En ot ros
Este mismo es de un cabo a otro un términos, el M. es más que un factor
orden de M. que acoge M. siempre nue de explicación de la conducta humana,
vas y transforma las ya formadas” un instrumento para orientarla y guiar
(Ideen., I, § 47). la (Human Nature and Conduct, pp.
199-20).
M o tiv o (ingl. motive; franc. m o t i f ;
alem. Motiv; ital. motivo). La causa M o to r, véase d io s , p r u e b a s de s u e x i s t e n
o la condición de una elección, o sea c i a ; MOVIMIENTO.
de una volición o de un acto. El M.
puede ser más o menos claramente re M o v ie n te , véase MOTIVO.
«19
M ó v il, p r i m e r
M o v im ie n to
M óv il, p r i m e r (gr. jtpftxov xmitóv; lat. fundamental es la del motor, por cuyo
primum m o b i l e ; ingl. first mobile; contacto se g e n e r a el movi mi ent o.
franc. premier mobi l e; alem. primar "Cualquiera que sea el motor —dice
Bewegliches; ital. primo mobile). Así Aristóteles— siempre aportará una for
denominó Aristóteles al primer cielo, ma —sustancia particular, cualidad o
cuyo movimiento le es comunicado di cantidad— que será principio y causa
rectamente por el primer motor o mo del M. cuando el motor mueva, así
tor inmóvil y que, por lo tanto, es como la entelequia en el hombre hace
tan simple, ingenerado e incorruptible del hombre en potencia un hombre”
como el primer motor {De cael., II, 6, {Ibid., III, 2, 202 a 8). La física aris
288 a 14 ss.). El propio Aristóteles com totélica es, de principio a fin, una
para con el primer M. la facultad ape teoría del M. en este sentido (véase
titiva del alma, como comparó el bien f í s i c a ). S u teorema fundamental, "todo
con el motor inmóvil {De An., III, 10, lo que se mueve es movido por algo"
433 b 14). El primer M. es el cielo que (Ibid., VII, 1, 256 a 14) lleva a la teoría
Dante denomina "cristalino”, o sea diá del primer motor inmóvil del universo.
fano o transparente y más allá del cual Véase d io s , p r u e b a s d e s u e x i s t e n c i a .
admite el cielo empíreo o sede de los 2) En sentido específico, el M. local
beatos (Conv., II, 4; Par., 30, 107). o traslación. Aristóteles afirma la prio
ridad de este M. sobre los otros tres.
(franc. mobilisme). Palabra
M o v ilism o En efecto, los otros M, pueden ser re
moderna (cf. Chide, Le mobilisme mo- ducidos a este último que, por otra
derne, 1908) y poco usada, pero se parte, es el único que puede pertenecer
presta para expresar la actitud filosó a las cosas eternas, o sea a los astros
fica de los que Platón llamó los "fluen- (Fís., VIII, 7, 260 b). Las especies del
tes” {Teet., 181 a), es decir, los que ad M. local caracterizan, según Aristóteles,
mitían que todo cambia y que nada los elementos del universo, comprendi
permanece, o sea, en la Antigüedad, los do el constitutivo de las sustancias ce
discípulos de Heráclito y, en la filoso lestes o sea el éter, que se mueve con
fía moderna, los filósofos del devenir M. circular (véase f í s i c a ). Esta doc
{véase). trina del M. permaneció invariable du
rante mucho tiempo, dado que la filo
(gr. xívricn?, lat. motus; ingl.
M o v im ie n to sofía antigua y medieval la repitieron
motion; franc. m o u v e m e n t ; alem. sin modificaciones sust anci al es . Una
Bewegung; ital. movimenío). 1) En ge teoría del M. que tuvo fortuna en el
neral, un cambio o proceso de cual último periodo de la escolástica fue la
quier especie. Este significado corres elaborada por Duns Scoto, sobre la for
ponde al del término griego. Platón ma fluente. Según Duns Scoto, un cuer
distinguió dos especies de M., la alte po que se mueve adquiere algo en todo
ración y la traslación {Teet., 181 d), instante, pero no adquiere el lugar, que
Aristóteles distinguió cuatro, esto es, no es un atributo suyo, sino que reside
además de las dos precedentes, el M. en los cuepos que lo rodean, más bien
sustancial (generación y corrupción) y una especie de determinación cualita
el M. cuantitativo (aumento y dismi tiva, análoga al calor que es adquirido
nución) (Fís., III, 1, 201 a 10). Para por el cuerpo que se calienta. Esta de
las especies particulares del M., véanse terminación es el donde (ubi). El M.
los artículos correspondientes. es, por lo tanto, la pérdida o la adqui
El M. en general fue definido por sición continua del donde y, en este
Aristóteles como "la entelequia de lo sentido, es una "forma fluente" (Quodl.,
que está en potencia" {Fís., III, 1, 20 a q. 11, a. 1). La doctrina fue criticada
10), definición célebre a través de los por la escolástica de fines del siglo xm
siglos. Con ello se quiere decir que el y del xiv. Occam la sometió a una crí
M. es la realización de lo que está en tica radical, considerando al M. como
potencia y así, por ejemplo, la cons el cambio de la relación de un cuerpo
trucción, el aprendizaje, la curación, el con los cuerpos circundantes (Quodl.,
crecimiento, el envejecimiento, son rea VII, q. 6). Éste es el concepto que pre
lizaciones de p o t e n c i a s {Ibid., 201 a valeció en la edad moderna por obra
16). En el M. así entendido, la parte de la ciencia. Descartes lo expresó del
820
M uerte
ocaso del sol que es, al mismo tiempo, defecto corpóreo" (S. Th., II, 2, q. 164,
el orto del sol en otro lugar (Die Wett, a. 1). Pero este segundo aspecto, que
I, § 65). es propio de la teología cristiana, per
b) El concepto de la M. como fin del tenece precisamente al concepto de la
ciclo de vida ha sido expresado de di M. como posibilidad existencial.
ferentes maneras por los filósofos. Mar c) El concepto de la M. como posi
co Aurelio lo entendía como reposo o bilidad existencial implica que la M.
cesación de los cuidados de la vida, no es un acontecimiento particular, que
concepto que aparece con frecuencia se ubica en la iniciación o en el tér
en las consideraciones de la sabiduría mino de un ciclo de vida propio del
popular en tomo a la muerte. "En la hombre, sino una posibilidad siempre
M. —decía Marco Aurelio— está el re presente a la vida humana y de tal
poso de los contragolpes de los senti naturaleza que determina sus caracte
dos, de los movimientos impulsivos que rísticas fundamentales. A la considera
nos arrojan aquí y allá como mario ción de la M. en este sentido ha lle
netas, de las divagaciones de nuestros vado, en la filosofía moderna, la deno
razonamientos, de los cuidados que de minada filosofía de la vida y Dilthey
bemos tener para el cuerpo" (Solilo en especial. "La relación que determi
quios, VI, 28). Leibniz concibió el fin na de un modo más profundo y general
del ciclo vital como disminución o de el sentimiento de nuestra existencia
cadencia de la vida. "No se puede —ha dicho— es la relación entre la vida
—decía— hablar de generación total o y la M., pues la limitación de nuestra
de muerte perfecta, entendida riguro existencia por la M. es siempre decisiva
samente como separación del alma. Lo para nuestro modo de comprender y
que denominamos generación es des de valorar la vida” (Das Ertebnis und
arrollo y aumento y lo que llamamos die Dichtung, 5? ed., 1905, p. 230; trad.
muerte es decadencia y disminución” esp.: Vida y poesía, México, 1953, F.C.E.,
(Mon., § 73). En otros términos, con pp. 161-162). La idea importante que
la M. la vida disminuye y desciende a Dilthey aquí expresa es la de que la M.
un nivel inferior al de la apercepción constituye "una limitación de la exis
o conciencia, en una espe ’e de “atur tencia” no ya en cuanto constituye el
dimiento”, pero no cesa (Principes de término, sino en cuanto constituye una
la nature et de la gráce, 1714, § 4). A condición que acompaña todos sus mo
su vez, Hegel considera la muerte como mentos. Esta concepción que reprodu
el fin del ciclo de la existencia indivi ce de alguna manera, en el plano filo
dual o finita por su imposibilidad de sófico, la concepción de la M. de la
adecuarse a lo universal. “La inade teología cristiana, ha sido expresada
cuación del animal a la universalidad por Jaspers mediante el concepto de
—dice— es su enfermedad original y la situación-límite, esto es, de una "si
es el germen innato de la muerte. La tuación decisiva, esencial, ligada a la
negación de esta inadecuación es, pre naturaleza humana en cuanto tal e ine
cisamente, el cumplimiento de su des vitablemente dada con el ser fi ito”
tino” (Ene., § 375). Por último, el (Psyehologie der W elta n sc h a u u n g e n
concepto bíblico de la M. como castigo ["Psicología de las concepciones del
del pecado original (Génesis, II, 17; Ro mundo”], 1925, III, 2; trad. ital., p.
manos, V, 12) es, al mismo tiempo, su 266; cf. Phit., II, pp. 220 ss.). Basán
concepto como conclusión del ciclo de dose en estos precedentes, Heidegger
la vida humana perfecta en Adán y el ha considerado la M. como la posibili
concepto de una limitación fundamen dad de la imposibilidad existenciaria.
tal que la vida humana ha sufrido a "La cadente cotidianidad del 'ser ahí’
partir del pecado de Adán. Dice Santo conoce la certidumbre de la M. y sin
Tomás a este respecto: "La M., la en embargo esquiva el ‘ser cierto’. Pero
fermedad y cualquier defecto corporal este esquivarse atestigua... que la M.
dependen de un defecto en la sujeción tiene que concebirse como posibilidad
del cuerpo al alma. Y como la rebe más peculiar, irreferente, irrebasable y
lión del apetito carnal al espíritu es la cierta”. (Sein und Zeit, § 52; trad.
pena del pecado de los primeros pa esp.: El ser y el tiempo, México, 1962,
dres, tal es también la M. y todo otro F.C.E.). Desde este punto de vista, o
822
M u ltip lic a c ió n ló g ic a
M undo
sea como posibilidad, "la M. no da al nigfaltigkeit; ital. motteplicitá). Lo que
'ser ahí’ nada que realizar ni nada que es múltiple es variado: los "muchos”
como real pudiera ser él mismo. La M. en oposición al “uno", sobre los cuales
es la posibilidad de la imposibilidad de versaban de preferencia las discusio
todo conducirse a . .. de todo existir... nes dialécticas del siglo iv a. c., si nos
En el ‘precursar’ la M. indeterminada atenemos a los testimonios de Platón
mente cierta se expone la existencia a (Fil., 14 d). Platón mismo estableció
una amenaza constantemente surgente el concepto de lo múltiple, que no es el
de su ‘ahí’ mismo... Mas el encon de la dispersión ilimitada, sino el del
trarse capaz de mantener la amenaza número, el cual, como decía Platón, es
constante y absoluta que para el ser más al mismo tiempo uno y muchos, por
peculiar y singularizado del 'ser ahí’ que es el orden de una M. determi
asciende de este mismo es la angustia. nada (Fil., 18 a-b) (véase n ú m e r o ) . El
En ésta se encuentra el ‘ser ahí’ ante sentido de esta palabra ha vuelto a
la nada de la posible imposibilidad de ser el de una dispersión desordenada
su existencia." (Ibid., § 53). La expre- en algunos usos modernos, por ejem
sión usada por Heidegger al definir la plo, cuando Kant lo usa para designar
M. como "la posible imposibilidad de la “materia" del conocimiento, es de
la existencia” puede, con derecho, pa cir, del contenido sensible, en su esta
recer contradictoria. Ha sido sugerida do desordenado o tosco, independien
a Heidegger por su doctrina de la im te del orden y de la unidad que recibe
posibilidad radical de la existencia: la por obra de las formas a priori de la
M. es la amenaza que tal imposibilidad sensibilidad y del entendimiento (Crít.
hace pesar sobre la existencia misma. R. Pura, § 1).
Si se quiere prescindir de esta inter
pretación de la existencia en términos M undano (gr. xoogixóc; ingl. wortdly,
de necesidad negativa, se puede decir mundane; franc. mondain; alem. welt-
que la M. es "la nulidad posible de las lich; ital. mondano). Este adjetivo se
posibilidades del hombre y de la total utiliza casi exclusivamente en relación
forma del hombre” (Abbagnano, Strut- con el significado e de la palabra mun
tura d e l l ’e s i s t e n z a , 1939, § 98; cf. do (véase i¡.,'ra), es decir, designa lo
Possibilitá e liberta, 1956, pp. 14 ss.). que pertenece al nm po de actividades,
Ya que toda posibilidad puede, como de intereses o de comportamientos aje
posibilidad, no ser, la M. es la nulidad nos a la vida religiosa y a veces en
posible de cada una y de todas las po antagonismo con ella. En tal sentido,
sibilidades existenciarias y constituye se dice “sabiduría M." o "ciencia M.”
la limitación fundamental de la exis para designar conocimientos o actitu
tencia humana como tal. des que nada tienen que ver con las
preocupaciones religiosas. A este signi
(ingl. logical mul-
M u ltip lic a c ió n ló g ic a ficado general se refiere el significado
tiptication; franc. multiplication logi- más restringido del término, según el
que; alem. logische Multiplikation; ital. cual es "M.” lo que pertenece a la vida
moltiplicazione lógica). En el álgebra brillante o a las costumbres del "gran
de la lógica (véase) se denomina así a mundo”, o sea de las clases privilegia
la operación "a-b”, que goza de propie das. El sustantivo mundanidad tiene
dades formales análogas a las de la también los dos significados expuestos.
M. aritmética (aunque es muy impor
tante la excepción "a-a = a”). Inter M undo (gr. xóago?; lat. mundus; ingl.
pretada como operación entre clases, world; franc. monde; alem. Welt; ital.
"a-b” llega a formar la clase que con mondo). Con este término se puede
tiene todos y los únicos elementos entender: a) la totalidad de las cosas
comunes a las clases a y b. Interpre existentes [cualquiera que sea el signi
tada como operación entre proposicio ficado de existencia (véase)) y en este
nes, "a-b” indica la afirmación conjun sentido la palabra se usa sin adjeti
tiva, simultánea (“a y b"). G.P. vos; b) la totalidad de un campo o la
pluralidad de campos de investigación,
M u ltip lic id a d (gr. xa jtoiJ.á; ingl. multi- de actividades o de relaciones, como
pticity; franc. multiplicité; alem. Afán- cuando se dice "M. físico”, "M. históri-
823
Mundo
co”, "M. artístico”, “M. de los nego dad del cuerpo, que es un continuo,
cios” o también "M. sensible”, es decir, está ora en este orden o en esta dispo
aprehensible por medio de los órganos sición y ora en otra, y si la constitu
sensoriales o "M. intelectual”, o sea ción de la totalidad es un M. o un
aprehensible por medio de los instru cielo, entonces no será el M. el que se
mentos intelectuales. En este sentido genere y se destruya, sino solamente
se habla también de "M. ambiente” sus disposiciones" (De Cael., I, 10, 280 a
para indicar el conjunto de las relacio 19). Aristóteles quiere decir en este
nes de un ser viviente con las cosas fragmento que el M. es la constitución
circundantes o la situación en que se (o estructura) de la totalidad (su or
encuentra, pero la palabra no tiene sig den), y que tal constitución o estruc
nificado diferente al de ambiente (véa tura permanece invariable aunque sus
se); c) la totalidad de una cultura, partes singulares se dispongan en forma
como cuando se dice "M. antiguo”, "M. diferente. Ello equivale a definir el
moderno”, "M. primitivo” o "M. civil”; M. como el orden inmutable del uni
d) una t o t a l i d a d geográfica, como verso. De manera análoga, los estoicos
cuando se dice "Nuevo M.” para desig distinguieron el universo (xo jtáv) como
nar a América o "Viejo M.” para de la totalidad de todas las cosas existen
signar a Europa; e) la totalidad de lo tes, comprendido el vacío, del M., con
extraño a la religión. Con este sentido siderado como "el sistema del cielo y
aparece la palabra constantemente en de la tierra y de los seres que están
el Nuevo Testamento (Mateo IV, 8; en ellos” ; en este sentido el M. es Dios
XVI, 26; Juan I, 10; VII, 7; XII, 31; mismo (Estobeo, Ecl., I, 421, 42 ss.).
etc.); y la "sabiduría del M.” es opues Esta interpretación del M. prevaleció
ta, como estulticia, a la sabiduría de en la Antigüedad y fue adoptada por la
Dios (Corintios I, 20). La noción de filosofía cristiana, la cual hallaba en
M. en este sentido es común en todos ella un punto de partida oportuno para
los autores cristianos y a ella se hace las demostraciones de la existencia de
también referencia cuando se deno Dios (cf., por ejemplo, San Agustín,
mina "sabios del M.” a los que "se va De Ordine, I, 2). Solamente entró en
len de la razón natural”, orno lo hace crisis cuando la noción de orden pasó
Occam (Summa togicae, III, 1). a incorporarse a la de naturaleza, más
De estos significados, los más espe que a la de M., y entonces se dio pri
cíficamente filosóficos son los dos pri macía al concepto de totalidad.
meros, que se reflejan en todos los 2) Los primeros en exponer el con
demás. El significado d) es puramente cepto del M. como totalidad que abraza
amplificativo o retórico y el significa todas las cosas fueron los epicúreos.
do e) es puramente religioso. Por lo "El M. —decía Epicuro— es la circun
tanto, se pueden distinguir tres con ferencia del cielo que abraza todos los
ceptos fundamentales de M.: 1) el M. astros, la tierra y todos los fenómenos”
como orden total; 2) el M. como tota (Dióg. L., X, 88). Pero sólo en la filo
lidad absoluta; 3) el M. como totali sofía moderna prevaleció este concep
dad de campo. Los significados 1 y 2 to, tomando el lugar del concepto más
son articulaciones del significado a) antiguo de M. como orden. Dice Leib-
el significado 3 es el significado b). niz: "Denomino M. a toda la serie y a
1) Se dice que Pitágoras fue el pri toda la colección de todas las cosas
mero en denominar cosmos al M. para existentes, para que no se diga que un
señalar su orden (Estobeo, Ecl., 21, mayor número de M. pueden existir
450; Fr. 21, Diels), pero lo cierto es que en diferentes tiempos y lugares. Sería
ésta es la interpretación del concepto necesario, en efecto, contarlos a todos
que prevalece en la filosofía griega. en su conjunto como un solo M. o, si
Platón la acepta (Gorg., 508 a). Y Aris se prefiere, para un solo universo”
tóteles, que distingue entre el todo (xó (Théod., I, § 8). Desde este punto de
;iáv), en el cual puede cambiar la dis vista el M. es "el conjunto total de las
posición de las partes y la totalidad cosas contingentes” (Ibid., I, § 7) y la
(xó o/.ov) en la cual las partes tienen elaboración sucesiva del concepto ha
posiciones fijas (Met., V, 26, 1024 a l ) , insistido en especial, en este concepto
dice con referencia al M.: "Si la totali de totalidad absoluta. Por lo tanto, las
824
Mundo
Música
y traducirla al lenguaje sonoro del sen cas musicales, un carácter que hace
timiento. Aún hoy se renuncia difícil de la M. un arte en el sentido moderno
mente al anhelo de esta configuración del término (véase e s t é t i c a ) . El con
romántica de la M., la cual permite, cepto de técnica expresiva es expresa
a los que la entienden, sentirse arre do por Kant mediante la noción de
batados por un horizonte místico en el "bello juego de sensaciones”, del que
cual los acordes musicales son palabras se vale para definir tanto la M. como
de una divinidad escondida. la técnica de los colores. Kant observa
2) La característica de la segundaque "no se puede saber con certeza
concepción fundamental de la M. es la si un color y un sonido son simples
identidad entre la M. y sus técnicas. sensaciones placenteras o si en sí mis
Tal identidad fue expresamente aclara mos son un bello juego de sensaciones
da por Aristóteles, con el reconocimien que contengan en cuanto juego, por lo
to de la multiplicidad de las técnicas tanto, un placer que depende de su for
musicales. "La M. —decía— no se prac ma en el juicio estético”. Algunos he
tica con miras a un único tipo de bene chos, y especialmente la falta de sensi
ficio que de ella puede resultar, sino bilidad artística en algunos hombres y
para múltiples usos, porque puede ser la excelencia de tal sensibilidad en
vir para la educación, para procurarse otros, llevan a considerar las sensacio
la catarsis y, en tercer lugar, para el nes de los dos sentidos, vista y oído, no
reposo, alivio del alma y la suspensión como simples impresiones sensibles,
de las fatigas. De ello resulta que es sino como “el efecto de un juicio for
necesario hacer uso de todas las armo mal en el juego de muchas sensacio
nías, pero no de todas del mismo modo, nes”. En todo caso, "según se adopte
empleando para la educación las que una u otra opinión para juzgar el prin
tienen un mayor contenido moral, para cipio de la M. será diferente la defini
escuchar luego la M. que resulta de ción y se definirá, como lo hemos hecho
otras que incitan a la acción o inspi nosotros, como un bello juego de sensa
ran a la emoción” (Pal., VIII, 7, 1341b ciones (del oído) o como un juego de
30 ss.). Estas consideraciones que, en sensaciones placenteras. Según la pri
su aparente simplicidad, parecen ex mera definición la M. es considerada
cluir una interpretación filosófica de sin más como arte bello, la segunda en
la M., expresan en realidad el concepto cambio es considerada, por lo menos
de que la M. es un conjunto de téc en parte, como arte placentera" (Crít.
nicas expresivas, que tienen finalida del juicio, §51). El concepto de “bello
des o usos diferentes y que pueden ser juego de sensaciones” tiende ya a ex
indefinida y oportunamente variados. presar una noción sintáctica de la M.
Y este concepto es, en realidad, el único y, en general, una noción por la cual
que ha ayudado y sostenido el des la investigación sintáctica puede ser di
arrollo del arte musical. Reapareció en rigida libremente hacia todas las direc
el Renacimiento y fue expresado por ciones (lo que está implícito en la pala
Vincenzo Galilei: “Los hombres intro bra "juego”).
dujeron el uso de la M. por el respeto Hacia mediados del siglo xix esta no
y la finalidad en que todos los eru ción se formuló más rigurosa y clara
ditos están de acuerdo; y que no nace mente en el escrito de Eduard Hans-
más que de la voluntad de expresar lick, Lo bello musical (1854) que es
con la mayor eficacia los conceptos de hasta ahora una de las más importan
su alma, en la alabanza a los dioses, tes obras de estética musical. Hanslick
a los genios y a los héroes —como toma posición en contra del concepto
sucede con el canto llano eclesiástico, romántico de la M. como "representa
origen del canto a más voces—, para ción del sentimiento”. El objeto propio
imprimirlos con igual fuerza en la men de la M. es más bien lo bello musical,
te de los mortales, para su comodidad entendiéndose con ello "una belleza
y utilidad” (Dialogo delta M. antica e que, sin depender y sin tener necesidad
delta moderna, 1581; ed. Fano, 1947, de contenido exterior alguno, consiste
pp. 95-86). En estas palabras de Galilei únicamente en los sonidos y en sus
aparece asimismo claramente reconoci conexiones artísticas. Las ingeniosas
do el carácter expresivo de las técni combinaciones de los sonidos bellos, sus
829
Música
831
I
N
N. La lógica de Lukasiewicz usa la le en hábitos imposibles de desarraigar,
tra N para indicar la negación, que por que lo hacen morir de aburrimiento en
lo común se simboliza mediante ~ , otros pueblos, a pesar de hallarse en me
de tal manera Np significa ~ p (cf. A. dio de placeres de los que estaba pri
Church, Introduction to Mathematical vado en su país" (Considér. sur le gou-
Logic, n. 91). vernement de Pologne, III). Pero fue
sobre todo en la época de la restaura
N a c io n a lis m o (ingl. nationalism; franc. ción posnapoleónica cuando el concep
nationalisme; a 1e m . Nationalismus; to de nación comenzó a tomar impor
ital. nazionalismo). El concepto de na tancia dominante como uno de los pro
ción comenzó a formarse a partir del ductos o el producto fundamental de
de pueblo, que dominó en la filosofía esa "tradición", a la que, en ese pe
política del siglo xvm, cuando se acen riodo, se atribuía el origen y la con
tuó, con este concepto, la importancia servación de todos los valores funda
de los factores naturales y tradiciona mentales del hombre. Los Discursos a
les en perjuicio de los voluntarios. El la nación alemana (Reden au die deut-
pueblo (véase) está constituido esen sche Nalion, 1908) de Fichte, que son
cialmente por la voluntad común, que el primer documento del nacionalismo
es la base del pacto originario; la na alemán, ven en el pueblo alemán “al
ción está constituida esencialmente por pueblo que tiene derecho de llamarse
nexos independientes de la voluntad de el pueblo sin más, a diferencia de las
los individuos; la raza, la religión, la ramas que de él se separaron, como
lengua y todos los demás elementos lo indica, por lo demás, la palabra
que pueden comprenderse bajo el nom alemán, por sí misma" (Reden, VII),
bre de “tradición". A diferencia del y consideran asegurado, mediante la
"pueblo", que no existe sino por la deli misma providencia de la historia, el por
berada voluntad de sus miembros y venir de este pueblo superior. Mediante
como efecto de esta v luntad, la na la noción de "espíritu de un pueblo”,
ción nada tiene que ver con la voluntad Hegel llegó a la total elaboración del
de los individuos: es un destino que concepto de nación. "El espíritu de un
grava sobre ellos y al cual no pueden pueblo —decía Hegel— es un todo con
sustraerse sin traición. En estos tér creto: debe ser reconocido en su deter
minos, la nación comenzó a ser con minación... Se desarrolla en todas las
cebida claramente sólo a principios del acciones y en todas las direcciones de
siglo xix y el nacimiento del concepto un pueblo y se realiza hasta lograr go
coincide con el nacimiento de esa fe zar de sí mismo y comprenderse a sí
en los genios nacionales y en los desti mismo. Sus manifestaciones son reli
nos de una nación en particular, que gión, ciencia, arte, destinos, hechos.
se denomina nacionalismo. Todo esto, y no el modo por el cual
El concepto de pueblo permaneció li un pueblo está determinado por natu
gado a los ideales cosmopolitas del si raleza (como podría sugerir la deriva
glo xvm. Pero ya en Rousseau se en ción de natío de nasci) suministra al
cuentra la condena de estos ideales y pueblo su carácter" (Phil. der Geschich-
la sujeción de Rousseau al concepto de te [Filosofía de la historia], ed. Lasson,
ciudad-estado, tal como se realizó en la p. 42). En el espíritu de un pueblo se
Grecia antigua, lo llevó a condenar encarna cada cierto tiempo el Espíritu
el idealismo del siglo xvm. Al mismo del mundo, la Razón universal que pre
tiempo, esta adhesión anacrónica, lo side los destinos del mundo y determi
condujo a exaltar el valor del estado na la victoria del pueblo, que es la
nacional. "Son las instituciones nacio mejor encamación de sí misma. En
nales —afirmó— las que forman el ge este concepto del espíritu del pueblo
nio, el carácter, los gustos y las cos como encarnación o manifestación de
tumbres de un pueblo, las que lo hacen Dios en el mundo y, por lo tanto, del
ser él y no otro, las que le inspiran carácter fatal y providencial de la vida
ese ardiente amor de patria fundado histórica de la nación, están ya com
«32
I
Nada
del objeto de que hablaba Kant (Crít. mismo sentido caracteriza la materia
R. Pura, Anal, de los Princ., Nota a la San Agustín: "Si se pudiera decir que
Anfibolia de los conceptos de la re- la N. es y no es algo, diría que ésta
flexión). De la N. así entendida se ha es la materia" (Conf., XII, 6, 2).
hecho un uso teológico y metafísico El tercer uso es propio de la filosofía
sobre todo: por un lado, ha servido moderna y está dirigido a resolver el
para definir a Dios, cuando se ha que ser en el devenir o la posibilidad en
rido insistir acerca de su heterogenei imposibilidad. A la primera finalidad
dad con relación al mundo o para de se dirige la concepción de la N. soste
finir la materia, cuando se ha querido nida por Hegel, quien observa correc
insistir acerca de su heterogeneidad tamente que el viejo dicho, Ex nihiío
con relación a las cosas, y por otro nihil fit, no expresa más que la nega
lado, ha servido para introducir en el ción del devenir y afirma contra esta
ser una condición o un elemento que negación la indisolubilidad y la con
explicara determinados caracteres su vertibilidad recíproca del ser y de la
yos. nada. “Del ser y de la N. —escribe—
El primer uso se encuentra con fre debe decirse que en ningún lugar, ni
cuencia en la teología negativa. Ya en el cielo ni en la tierra hay algo
Scoto Erígena identificó a Dios con la que no contenga en sí tanto al ser como
N. porque Dios es Superessentía (o a la nada. Sin duda, en cuanto se ha
sea, está por sobre la sustancia) y por bla de una determinada cosa y de algu
que la N. es, por otra parte, “la nega na cosa real, esas determinaciones no
ción y la ausencia de toda esencia o se encuentran ya en su verdad com
sustancia, y, por lo tanto, de todas las pleta, en la que están como ser y como
cosas creadas en la naturaleza” (De N., sino que se encuentran en una de
divis. nat., III, 19-21). Esta doctrina fue terminación ulterior y entendidas co
muy repetida durante la Edad Media; mo positivo y negativo, por ejemplo...
y N., "N. de la N." o "quintaesencia Pero lo positivo y lo negativo contie
de la N." se llama a Dios en el Zohar, nen, el primero el ser y el segundo
uno de los libros de la cábala (cf. Sé- la N. como base abstracta de ellos. Así
rouja, La Kabbate, París., 1957, p. 322). hasta en Dios la cualidad, o sea la
Dios fue denominado "una N. super- actividad, la creación, la potencia, etc.,
presente” por el Maestro Eckhart (Op., contiene esencialmente la determina
ed. Pfeiffer, p. 139) y, "una N. eterna” ción de lo negativo; estas cualidades
por Boehme (Mysterium Magnum, I, consisten en la producción de otro"
2). En todas estas declaraciones, la N. (Wissenschaft der Logik [“La ciencia
expresa la negación total de las for de la lógica”].. I, sec. I, cap. I, C, nota I;
mas de ser conocidas, que se consi cf. Ene., §87). La característica de una
deran inadecuadas a la naturaleza de doctrina semejante es el teorema que
Dios. enuncia que la N. es el fundamento
Al segundo uso del concepto de N. de la negación y no ya la negación de la
recurrieron los neoplatónicos, para acen N. Este teorema es expresado por He
tuar la diferencia entre la materia y gel en el fragmento citado, cuando dice
las cosas, esto es, entre el carácter que lo positivo y lo negativo contienen
informe de la una y las determinacio la N. como base abstracta. En la filo
nes de las otras. Así para Plotino la sofía contemporánea el mismo teorema
materia es el no-ser, porque está pri es explícitamente expuesto por Heideg-
vada de corporeidad, de alma, de inte ger. “Es la N. —dice— el origen de la
ligencia, de vida, de forma, de razón, negación y no lo contrario” (Was ist
de límite, de potencia, o sea de todos Metaphysik”, 1949, 5? ed., p. 33; trad.
los caracteres que el ser posee. "Es ne esp.: “¿Qué es metafísica”, en Cruz y
cesario decir —afirma Plotino— que Raya, Madrid, sept. 1933). Desde este
es no-ser, pero no en el sentido del punto de vista, la N. es “la negación
movimiento que no es la quietud o a radical de la totalidad de lo existente”
la inversa, sino que es verdaderamen (Ibid., p. 27), o sea, es N. absoluta.
te el no-ser, una imagen o fantasma Pero al mismo tiempo constituye el
de la masa corpórea y una aspiración fundamento del ser y del ser del hom
a la existencia” (Enn., III, 6, 7). En el bre precisamente, en cuanto este ser
834
Nada
Naturaleza
sas extemas” y de "causalidad N.” nición pueden ser reducidos todos los
para decir “causalidad extema”. significados del término (Met., V, 4,
4) Las ciencias N. se denominan ac 1015 a 13). En este sentido la N. es no
tualmente así en relación sobre todo sólo causa, sino causa final (Fís., II, 8,
con el significado 4 de la palabra na 199 b 32). La tesis del finalismo de la
turaleza. N. se encuentra por lo común ligada
a este concepto.
N a tu ra le z a (gr. <pi5ais; lat. natura; ingl. Tal concepto, que es, en suma, la
n a tu re ; franc. n a tu re ; alem. Natur; síntesis de los dos conceptos fundamen
i tal. natura). Para definir este término tales de la metafísica aristotélica, los
se ha usado un conjunto de conceptos, de sustancia y de causa, dominó por
emparentados de diferente manera en mucho tiempo en la especulación occi
tre sí, Los principales son los siguien dental y nunca ha sido abandonado del
tes: 1) el principio del movimiento o todo a favor de conceptos diferentes y
la sustancia; 2) el orden necesario o la concurrentes. Por su causalidad, la N.
relación causal; 3) la exterioridad, en es el poder creador mismo de Dios: es
cuanto se opone a la interioridad de N. creadora. Pero dado que tal causa
la conciencia; 4) el campo de encuen lidad es inherente a las cosas que pro
tro o de unificación de determinadas duce, la N. es la totalidad misma de
técnicas de investigación. estas cosas, es N. creada. Esta distin
1) La interpretación de la N. como ción que se encuentra en Scoto Erí-
principio de vida y de movimiento de gena, aunque sin sus términos pertinen
todas las cosas existentes es la más tes (De Divis. nat., III, 1), fue introdu
antigua y venerable, y ha informado el cida en la escolástica latina por Ave-
uso corriente del término. "Dejar ha rroes (De Cael., I, 1) y ampliamente
cer a la N.”. “abandonarse a la N." aceptada (cf. Santo Tomás, S. Th., II,
"seguir a la N.”, etc., son expresiones 1, q. 85, a. 6). Spinoza no hizo más que
sugeridas por el concepto de que la N. exponerla nuevamente casi en los mis
es un principio de vida que atiende a mos términos (Eth., I, 29, scol.). En
los seres en los que se manifiesta. En esta distinción, el concepto de N. crea
este sentido, la N. fue definida explí da se relaciona precisamente con el
citamente por A r i s t ó t e l e s . “La N. otro significado sube "dinado, que es el
—dice— es el principio y la causa del de la N. como el universo o el con
movimiento y la calma de la cosa a la junto de las cosas naturales, concepto
cual es inherente al principio y por sí, que coexiste (porque es su resultado)
no accidentalmente” (Fís., II, 1, 192 b con el de la N. como principio de mo
20). La exclusión de la accidentalidad vimiento y coexiste también, según se
sirve, como lo explica el propio Aristó verá, con el de la N. como orden, por
teles, para distinguir la obra de la N. que designa en este segundo caso a la
de la obra del hombre. La N. puede N. “material” (materialiter spectata).
ser también la materia, si se admite, La exaltación especulativa que de la
como lo hacían los presocráticos, que N. hizo el naturalismo del Renacimien
la materia tiene en sí misma un prin to apeló al concepto de la N. creadora
cipio de movimiento y de cambio, pero o universal. Nicolás de Cusa decía:
en verdad es este principio, por lo tan "Es el Espíritu difuso y contraído por
to, la forma o la sustancia de la cosa, todo el universo y por todas sus partes
en virtud de la cual la sustancia mis en particular, lo que se denomina N.
ma se desarrolla y resulta lo que es La N. es, por lo tanto y de cualquier
(Fís., II, 1, 193 a 28 ss.). Éste es el mo modo, la complicación de todas las co
tivo por el cual la N. adquiere el sig sas que se generan a través del movi
nificado de forma o sustancia o esencia miento” (De docta ignor., II, 10). Y
necesaria: una cosa posee su N. al lo Giordano Bruno afirmaba: “La N. es
grar su forma, cuando es perfecta en Dios mismo o es la virtud divina que
su sustancia. En conclusión, la mejor se manifiesta en las cosas” (Summa
definición de la N. es, según Aristóte Termirvorum, en Op. latine, IV, 101). En
les, la siguiente: "La sustancia de las el mismo sentido Spinoza identificó a
cosas que tienen el principio del movi la N. con Dios (Eth., I, 29, scol.). Este
miento en sí mismas” y a esta defi concepto de la N. se mantuvo durante
837
Naturaleza
sus últimos sostenedores se puede men que de su concepto falta de suyo toda
cionar a Whitehead, que entiende por forma”. Hegel reconoce que la N. está
N. "un conjunto de entes en relación”, sujeta a “leyes eternas”, pero esto no
con lo que destaca la relación y atri la salva: la N. es peor que el mal.
buye a la filosofía natural la tarea de "Cuando la accidentalidad espiritual, el
"estudiar cómo se conectan los dife arbitrio, llega hasta el mal, el mal es
rentes elementos de la N." (The Con- algo infinitamente más alto que los mo
cept of Nature, 1920, cap. I-II; trad. vimientos regulares de los astros y la
i tal., pp. 13, 28). inocencia de las plantas, porque aquel
3) La tercera concepción de la N. es que de tal manera yerra es siempre es
la que la entiende como la manifesta píritu” (Ibid., § 248;. Es cierto que no
ción del espíritu o como un espíritu toda la filosofía romántica comparte
disminuido o imperfecto, hecho “exter la condena que Hegel formula a la na
no", "accidental” o "mecánico", esto turaleza. Schelling es llevado más bien
es, degradado en sus verdaderos carac a exaltar la N. misma, a considerarla
teres. Esta concepción se encuentra como parte o elemento de la vida di
claramente expresada en Plotino. "La vina. En un escrito de 1806, reprochó
sabiduría —dice— es el primer térmi a Fichte el considerar a la N. con el
no, la N. es el último. La N. es la ima sentimiento del más grosero y demen
gen de la sabiduría y es la última parte te asceta, o sea como una pura nada,
del alma y como tal no tiene en sí más o desde un punto de vista puramente
que los últimos reflejos de la razón... mecánico y utilitario, es decir, como un
La inteligencia tiene en sí toda cosa, instrumento del que el Yo absoluto se
el alma del universo recibe las cosas sirve para realizarse a sí mismo (Werke
eternamente y ella es la vida y la eter ["Obras”], I, VII, pp. 94, 103). Y en
na manifestación del intelecto, pero la realidad al considerar a la N. como
N. es el reflejo del alma en la mate manifestación de lo Absoluto, Schel
ria. En ella, o también antes de ella, ling no insistió tanto acerca de la in
la realidad termina ya que ella es el ferioridad de la manifestación con re
término del mundo inteligible y, apar ferencia al Principio que se manifiesta,
te de ella, no hay más que imitaciones” sino más bi i acerca de la estrecha
(Enn., IV, 4, 13). Que la N. sea la ma relación entre los dos. Ésta es la otra
nifestación, en el sentido de “exterio- alternativa que ofrece la concepción de
rización”, con lo que de disminuido o la N. de la que aquí tratamos. En
degradado tiene la exterioridad frente efecto, se puede insistir por un lado
a la interioridad de la conciencia, re acerca de los aspectos por los cuales la
sulta ser el concepto de la N. que es N. se distingue del espíritu y de algu
compartido (como lo fuera en el pasa na manera se opone a él, o sea acerca
do) por todas las metafísicas espiri de la exterioridad, la accidentalidad, el
tualistas. Tal concepto reaparece en la mecanismo. Pero, por otro lado, tam
teosofía renacentista y se expresa, por bién se puede insistir sobre el aspecto
ejemplo, en Jacob Boehme (De Signa por el cual la N., como manifestación
tura rerum, IX). Pero fue el romanti del espíritu, presenta sus mismos ca
cismo sobre todo el que lo amplificó racteres esenciales. Así lo ha hecho
y difundió. Decía Novalis: "¿Qué es la Schelling. Pero con mayor frecuencia
N. sino el índice enciclopédico sistemá prevalece la primera alternativa. El es-
tico o el plano de nuestro espíritu?” piritualismo francés del siglo pasado
(Fragmente, n. 1384). Y Hegel expresó ha compartido casi unánimemente la
del modo más riguroso y completo tesis que Ravaisson expresa al final
este mismo concepto. “La N. —decía— del Rapport sur la philosophie en Fran-
es la idea en la forma del ser otro", ce au xixe siécle (1868), o sea que la
esto es, de la “exterioridad" {Ene., N. es el degradarse de un Principio
§ 247). Como tal, no muestra libertad espiritual, que es espontaneidad y li
alguna en su existencia, sino sólo nece bertad, en mecanismo y necesidad. Esta
sidad y accidentalidad. Por lo tanto concepción ha prevalecido también en
"en la N., no sólo el juego de las for el espiritualismo de nuestro siglo, a tra
mas está dominado por una acciden vés de Bergson. La N. como exteriori
talidad sin reglas y desenfrenada, sino dad o espacialidad, es una degrada-
839
N a tu ra le z a , c ie n c ia s d e la
N a tu ra le z a , e s ta d o d e
ción del espíritu. Así expone Bergson técnicas de la observación. Actualmen
el proyecto d e . una teoría del conoci te se puede entender por “N.” el cam
miento de la N.: "Sería necesario, me po objetivo al cual hacen referencia
diante un esfuerzo sui generis del es tanto los diferentes modos de percep
píritu, seguir la progresión o más bien ción común como los diferentes modos
la regresión de lo extraespacial degra de la observación científica (tal como
dándose en espacialidad. Situándonos es entendida y practicada en las dife
al comienzo en el punto más alto de rentes ramas de la ciencia natural). En
nuestra propia conciencia para dejar este sentido la N. no se identifica con
nos caer poco a poco más tarde, tene un principio o con una apariencia me
mos el sentimiento de que nuestro yo tafísica ni con un determinado siste
se extiende en recuerdos inertes, exte ma de relaciones necesarias, sino que
riorizados unos respecto a los otros, en puede ser determinada, en cualquier
lugar de tenderse en un querer indivi fase del desarrollo cultural de la hu
sible y agente. Pero esto es sólo la manidad, como la esfera de los objetos
iniciación, etc.” (Évol. Créatr., 1P ed., posibles de referencia de las técnicas
1911, p. 226). El mismo sentido de de de observación que la humanidad po
gradación tiene la N. en la filosofía see. Se trata, como es obvio, de una
de Gentile, para quien es el "pasado concepción funcional y no dogmática,
del espíritu” y es, por lo tanto, un lími que hasta ahora no ha sido objeto de
te abstracto que el espíritu vuelve a indagaciones metodológicas suficientes
comprender en sí y del que "se enseño para su clarificación, pero que parece,
rea” ( T e o r i a generóle dello spirito, sin embargo, ser requerida por la fase
XVI, 18). actual de la metodología científica.
4) La cuarta concepción de la N. es
la que se puede entrever como presu N a tu ra le z a , c ie n c ia s d e la , véase CIEN
puesta o implícita en las operaciones CIAS, CLASIFICACIÓN DE LAS.
efectivas de la investigación científica
y en algunos análisis de la metodología N a tu ra le z a , e s ta d o d e (ingl. State of
científica contemporánea. Así, la N. es nature; franc. état de natura; alem.
definida en términos de ' impo (véase) Naturzustand; ital. stato di natura). La
y, más precisamente, es el campo al condición del hombre antes de la cons
cual hacen referencia y en el cual se titución de la sociedad civil, según la
encuentran (o a veces chocan) las téc doctrina del contractualismo (véase).
nicas perceptivas y de observación de Ya en Platón, en el III Libro de las
que dispone el hombre, de las cuales Leyes, existe la noción de la condición
las primeras no son menos complejas en la que se encontraron los hombres
que las segundas, no obstante aparecer después de que inmensas catástrofes
como "naturales” o sea tales que es destruyeran las ciudades: "Ésta —dice
posible ponerlas en obra sin el concur Platón— es la condición de los hom
so de proyectos deliberados. El arte bres después de la catástrofe: una infi
que da siempre algo que "ver” o "sen nita, pavorosa soledad, la tierra inmen
tir”, incluso cuando pretende ser "abs sa y abandonada, muertos casi todos
tracto” y, por lo tanto, prescindir de los animales y los bovinos, sólo queda
las formas que son ofrecidas por lo ge ron, a los pastores, como mísero resto
neral por la percepción común, hace para recomenzar la vida, algún grupo
constantes referencias a las técnicas de cabras” (Leyes, III, 677 e). Ésta no
perceptivas. La ciencia natural que, a es la descripción de una condición idí
pesar de iniciar su trabajo a través de lica como no lo fuera tampoco la con
la percepción, se a l e j a rápidamente dición que Hobbes considera propia del
de ella ya sea por sus instrumentos de estado de N.: la de la guerra de todos
observación, ya sea por los objetos contra todos. ". . . durante el tiempo
que logra individualizar (por ejemplo, en que los hombres viven sin un poder
"masa”, "energía”, "electrones”, "foto común que los a t e m o r i c e a todos
nes”, etc.), algunos de los cuales se —decía Hobbes— se hallan en la con
comportan en forma muy diferente a dición o estado que se denomina gue
las "cosas” objeto de la percepción co rra; una guerra tal es la de todos con
mún, también hace referencia a las tra todos” (Leviath., I, 13). Esto sucede
840
Naturaleza, filosofía de la
porque los hombres, siendo iguales por dió ya por estado de N. "aquel en el
N., tienen también los mismos deseos cual no hay justicia distributiva algu
y "si dos hombres d e s e a n la misma na” (Met. der Sitien, I, § 41 [Metafísica
cosa... tratan de aniquilarse o sojuz de las costumbres]). Y Hegel demos
garse uno a otro”. (Ibid.). La funda tró el equívoco por el cual se inventó
ción del Estado, o sea de un poder so el estado de N. como una condición de
berano, es el único medio para salir de hecho en la cual fuera válido el dere
la condición de guerra inherente al es cho natural, equívoco debido al hecho
tado de naturaleza. de interpretar la expresión "derecho na
Por otro lado, ya Séneca, en la An tural” en el sentido de derecho exis
tigüedad, exaltó el estado de N. como tente en N., más que como derecho
una condición perfecta del género hu determinado por la N. de la cosa" (Ene.,
mano. En la nonagésima Epístola a § 502). A partir de Hegel, la noción de
Lucilio, Séneca describe la edad de estado de N. dejó de interesar a los
oro en la cual los hombres eran inocen filósofos. Ha seguido siendo, sin em
tes y felices y vivían sencillamente, sin bargo, una noción a la cual apela vo
lujos superfluos. Por lo demás no te luntariamente el hombre común y que
nían necesidad de gobierno y de leyes es utilizada por las doctrinas políticas
p o r q u e voluntariamente obedecían a utopistas, que a menudo proyectan el
los más sabios. Pero en un determinado estado de N. como una perfección del
momento, el progresó mismo de las ar porvenir; como lo hacen también, a
tes llevó a la avidez y la corrupción, veces, las imaginaciones novelescas de
contra las cuales se hizo necesaria la la fantasía científica (science-fiction).
institución del Estado. La exaltación
del estado de N. es un tema dominan (ingl. philoso-
N a tu ra le z a , filo s o f ía d e la
te de la filosofía del siglo xvm y halla phy of nature; franc. philosophie de la
su máxima expresión en la obra de nature; alem. Naturphilosophie; ital.
Rousseau. Locke ya había considerado, filosofía delta natura). Esta expresión,
en polémica con Hobbes, al estado de diferente de la tradicional, "filosofía
N. como un estado de perfección. Ese natural”, que designa a la física o a
estado —dijo— "no es otro que el de las ciencias naturales en general, fue
perfecta libertad para ordenar sus ac utilizada por vez primera por Kant para
ciones, y disponer de sus personas y designar una disc.plina netamente di
bienes como lo tuvieren a bien, dentro ferente de la ciencia misma. Por filo
de los límites de la ley natural, sin sofía de la N. o metafísica de la N.
pedir permiso o depender de la volun entendió Kant, en efecto, la disciplina
tad de otro hombre alguno” (Second que "abraza todos los principios racio
Treatise On Government, II, 4; trad. nales p u r o s que resultan de simples
esp.: Ensayo sobre el gobierno civil, conceptos (por lo tanto con exclusión
México, 1941, F.C.E.). Pero fue sobre de la metafísica) del conocimiento teó
todo Rousseau quien exaltó la perfec rico de todas las cosas” (Crít. R. Pura,
ción del estado de N. sobre el funda Doctr. trasc. del método, cap. III). Así
mento de que en tal condición el hom entendida, la filosofía de la N. es una
bre obedece solamente al instinto, que de las dos partes fundamentales de la
es infalible (De l’inégalité parmi les filosofía, siendo la otra la filosofía mo
hommes, I). "Todo lo que sale de las ral ; y comprende sólo los principios a
manos del Creador es perfecto, todo se priori sobre los cuales se Linda el co
pervierte en las manos del hombre”, nocimiento de la N., o sea los funda
así comenzó Rousseau su Emilio. En mentos de la física y de las otras cien
Rousseau mismo, por lo demás, esta cias teóricas de la N., pero ya no las
exaltación del estado de N. contrasta leyes, que es tarea de la física hallar
con el valor reconocido al Estado civil en la N. misma (Ibid.; cf. Crít. del
fundado en el contrato social y, en Juicio. Intr. I).
realidad, la noción del estado de N. A partir de Kant, la expresión filoso
constituye para Rousseau el criterio o fía de la N. designa una disciplina que
la norma para juzgar a la sociedad tiene por objeto a la N., pero que no
presente y delinear un ideal de progre es la ciencia. De esta manera fue en
so. Después de Rousseau, Kant enten tendida por Schelling, quien dedicó a
841
Naturalismo
ticas por Leibniz. Debemos subrayar puesta por Leibniz. Wolff reelaboró, en
que, según este concepto, ha sido Dios efecto, esta distinción y a su vez distin
quien ha elegido las leyes de la natu guió: a) lo absolutamente N., que es
raleza que constituyen la necesidad físi “aquello cuyo opuesto es imposible o
ca, y su elección ha sido dictada por el i mpl i ca contradicción” (Ont., §279;
hecho de que eran las mejores posibles; b) lo hipotéticamente N. que es “aque
y la necesidad hipotética, según Leib llo cuyo opuesto implica contradicción
niz afirma, nada tiene que ver con la o es imposible sólo en una hipótesis
necesidad absoluta, que es la imposi dada o bajo una condición determi
bilidad de lo contrario (Nouv. Ess., II, nada” (Ont., §302); c) lo moralmente
21, 13). Leibniz se vale de esta distin N. que es "aquello cuyo opuesto es
ción para defender la libertad de Dios moralmente imposible” (Phil. pratica,
y la del hombre y, al mismo tiempo, I, § 115). La diferencia entre lo absolu
para salvar la infalibilidad de la pre tamente N. y lo hipotéticamente N.
visión divina: "La verdad que expresa consiste en que el primero excluye la
que yo escribiré mañana, no es, en contingencia y el segundo no la ex
efecto, necesaria. Pero supongamos que cluye (Ibid., §§317-18). A diferencia de
Dios la prevea, entonces es N. que se Leibniz, Wolff no reduce, sin embargo,
verifique, esto es, es necesaria la con la necesidad hipotética a la necesidad
secuencia de que se realice, desde el mo moral, o sea a la libertad, sino que la
mento en que ha sido prevista, por ser identifica con la regida por el princi
Dios infalible y esto es lo que se deno pio de razón suficiente, o sea con la
mina una necesidad hipotética" ( Théod., causalidad (Ibid., §§320ss.). Wolff mis
I, § 37; cf. Discours de Mét., 13). La mo afirma que esta doctrina suya de
diferencia entre esta doctrina de Leib la necesidad es idéntica a la tradicio
niz y la tradicional consiste en que esta nal y en particular a la de Santo To
última reconocía como una especie de más (Ibid., §327), o sea a la definición
necesidad, que se podía retrotraer al de lo N. como lo que no puede ser de
significado fundamental del término, otra manera y ciertamente lo es, salvo
la que Leibniz considera como libertad en lo que ataña al reconocimiento de la
y elección o sea la necesidad hipoté necesidad n.^ral. Esta doctrina fue
tica. En otros términos, Leibniz res simplemente reproducida por Kant, que
tringió el significado de la necesidad también distinguió "la necesidad mate
a lo que Aristóteles y la tradición aris rial en la existencia” que consiste en
totélica consideraban como la necesi la conexión causal, de la necesidad
dad "primaria”, "absoluta” o "natural”, "formal y lógica en la conexión de los
y que Leibniz denominó "geométrica” o conceptos” (Crit. R. Pura, Anal., II,
"metafísica”. La definición leiLniziana cap. II, sec. 3, Postulados del pensa
de esta necesidad como "aquello cuyo miento empírico), y de estas dos espe
opuesto es imposible" o "aquello cu cies de necesidad distingue aun la "ne
yo opuesto es contradictorio”, sirve jus cesidad moral” como constricción u
to para limitar su extensión sólo a las obligación, que es el deber (Crít. R.
verdades matemáticas y a un restrin Práctica, I, Libro I, cap. III). La nece
gido número de verdades metafísicas. sidad material es la necesidad real
Éste es el resultado importante y dura o hipotética. Dice Kant: "Todo lo que
dero de la introducción del concepto sucede es hipotéticamente necesario:
de necesidad moral por parte de Leib he aquí un principio que subordina el
niz. En cuanto a este concepto, desde cambio en el mundo a una ley, o sea
el momento en que excluye la necesi a una regla de la existencia necesaria
dad y es la definición misma de la sin la cual no existiría la naturaleza”
libre determinación, lo único que se (Crit. R. Pura; t. c.). Y en realidad la
le puede objetar es la impropiedad del relación causal sigue siendo para Kant
nombre, ya que no es, en absoluto, "hipotética", porque la considera abier
"necesidad”. ta por los dos lados y no le parece
No obstante, precisamente como tipo legítimo considerarla cerrada formando
o especie de necesidad, entró en la filo una totalidad o serie absoluta. Obvia
sofía del siglo xvni, junto con la dis mente, si ello ocurriese, la necesidad
tinción de las formas de lo N. pro hipotética resultaría necesidad absoluta
845
Necesario
cal Theory, 1952, p. 22). Camap, al ob ratura contemporánea (cf. por ejemplo,
servar que el concepto de necesidad K. Britton, en P r o e e e d in g s of the
lógica es entendido comúnmente en el Aristotelian Society, 21?, 1947). Como
sentido que se aplica a una proposi también retoma en ella la doctrina
ción p "si y sólo si la verdad de p está que enuncia que las proposiciones ana
fundada en razones puramente lógicas líticas (o tautologías) que constituyen
y no dependientes de la contingencia las "verdades necesarias” de la lógica
de los hechos o, en otras palabras, si no son más que reglas lingüísticas o,
la consideración de no-p conduciría a con mayor precisión, reglas semánti
una contradicción lógica, independien cas. En efecto, el enunciado "todos los
temente de los hechos", ha identifica solteros son no casados” puede ser in
do a la necesidad lógica con la verdad terpretado como una regla para el uso
lógica y ha definido la verdad lógica, de la palabra "soltero" y una regla sa
siguiendo las huellas de Leibniz, como cada a su vez del uso. La objeción que
la verdad válida en todos los mundos a veces se formula a estas doctrinas
posibles o, en su terminología, es váli en el sentido de que quitarían el rango
da en cualquier descripción de estado de "proposición” a la verdad N., por
de un sistema. Su definición de la des que una proposición es siempre verda
cripción de estado aclara este concep dera o falsa en tanto que una regla no
to: "Una clase de enunciados en Slf que lo es, sino que es más bien útil, con
contiene para cada enunciado atómico veniente, correcta, etc. (cf., por ejem
este enunciado o su negación, pero no plo, Pap, Op. cit., pp. 179 ss.) no es muy
ambas cosas, y ningún otro enunciado, concluyente porque sólo demuestra la
es denominado una descripción de es incompatibilidad entre esta interpreta
tado en S1( porque obviamente da la ción de la verdad N. y el concepto tra
completa descripción de un posible es dicional de proposición.
tado del universo de los individuos c) La tercera interpretación de la ne
con respecto a todas las propiedades y cesidad lógica es la dada por Quine,
relaciones expresadas por los predica según la cual sería la inmunidad acor
dos del sistema. Así, las descripciones dada a ciertas proposiciones en la ma
de estado representan los mundos po temática y e,, la lógica, en cuanto, por
sibles de Leibniz o los posibles estados el carácter centra1 que ocupan en el
de cosas de Wittgenstein” (Meaning sistema, su revisión perturbaría enor
and Necesity, 2; § 39). Ésta es la ex memente al sistema mismo que, en
presión más rigurosa que la tesis de la cambio, tendemos a conservar en lo po
reducción de la necesidad a analitici- sible en los rasgos fundamentales. Des
dad haya recibido. Pero, sin embargo, de este punto de vista, N. significaría
no ha estado exenta de críticas (cf., no "lo que no puede ser de otra ma
por ejemplo, Quine, From a Logicat nera”, sino más bien "aquello que no
Point of View, II; A. Pap, Semantics se puede hacer a menos que”, no por
and Necessary Truth, pp. 150 ss.). que sea imposible dejarlo de lado, sino
b) La segunda interpretación de la porque resulta preferible. Esta inter
necesidad lógica es aquella que reduce pretación está fundada en el rechazo
los enunciados a los cuales se aplica de la distinción entre verdades analí
tal necesidad, a simples regías, reglas ticas (o de razón) y verdades sintéti
de transformación o, más simplemente, cas (o de hecho) sobre la cual se fun
r e g l a s lingüísticas. La doctrina que dan, en cambio, las interpretaciones a
enuncia que las "verdades necesarias” que hacemos referencia en a) (Quine,
de la matemática no son más que re Methods of Logic, p. xm ; From a Lo-
glas de transformación, esto es, reglas gical Point of View, II y VIII). Esta
que p e r m i t e n la inferencia de una interpretación equivale obviamente a la
fórmula en otra y permite, por lo tan eliminación del concepto mismo de ne
to, la s us t i t uc i ón recíproca de las cesidad.
fórmulas (por ejemplo, la famosa pro d) La cuarta interpretación es la que
posición de que hablaba Kant: "7 + lo considera como una propiedad in
+ 5 = 12"), fue ya expuesta por el Círcu trínseca de las proposiciones, conside
lo de Viena, en especial por Schlick, radas como objetos, en el sentido de
y reaparece con frecuencia en la lite Camap y, precisamente, una propiedad
847
Necesarismo
que las proposiciones poseen con an el hombre es animal racional” o "Todo
telación a la formulación de las con hombre p u e d e ser animal racional”
venciones lingüísticas. Desde este pun (Quodt., V, q. 15). Ya que solamente
to de vista, "explicar la necesidad de convenciones lingüísticas de otra natu
los principios tradicionales de la infe raleza pueden limitar oportunamente
rencia deductiva en términos de con el rango de posibilidades a las que hace
venciones lingüísticas significaría poner referencia una proposición, es bastante
el carro delante de los bueyes”. Ésta claro que este concepto de necesidad
es la tesis de A. Pap (Semantics and es totalmente reducible a convención.
Necessary Truth, en especial cap. 7; cf.,
también "Necessary Propositions and N e c e sa rism o ( i n g 1 . necessitarianism ;
Linguistic Rules”, en Archivio di Filo franc. nécessitarisme). Este término,
sofía, 1955, pp. 63-105). En esta doc muy poco usado en español o italia
trina la necesidad lógica no se distin no, pero que en inglés tiene una larga
gue de una qualitas occulta. tradición, es muy útil para indicar el
De estas cuatro interpretaciones la conjunto de las doctrinas que, como
única que no equivale a la negación de quiera que sea, dan un puesto eminente
la necesidad misma es la primera, que al concepto de lo necesario y se valen
identifica a la necesidad con la anali- sistemáticamente de él. Pueden ser enu
ticidad o tautología. Se trata de una meradas por lo menos tres doctrinas
interpretación estrechamente ligada al fundamentales de esta naturaleza:
concepto que de la tautología expone 1) La doctrina que admite el destino,
Wittgenstein: "Entre los posibles gru o sea el orden finalista o providencial
pos de condiciones de verdad se dan del mundo, esto es, un orden que de
dos casos extremos. En uno, la propo termina necesariamente todas las cosas
sición es verdadera para todas las po y garantiza a cada cosa el mejor lo
sibilidades de verdad de las proposicio gro. Esta doctrina puede llamarse pro-
nes elementales y, en este caso, deci videncialismo o fatalismo, pero este
mos que las condiciones de verdad son último nombre es usado sólo por los
tautológicas. En el otro caso la propo que la combaten o, por lo menos, por
sición es falsa para toda tas posibili los que combaten algunos de sus aspec
dades de verdad: las condiciones de tos ( véase d e s t in o ; fatalidad; providen
verdad son contradictorias” (Tractatus, cia ). El significado de necesario al cual
4.46). Por consiguiente “la tautología tal doctrina hace referencia es el a) de
no tiene condiciones de verdad porque Aristóteles y el c) de Santo Tomás.
es incondicionalmente verdadera y la 2) La doctrina según la cual el orden
contradicción en ninguna condición es del mundo consiste en la conexión cau
verdadera” (Ibid., § 4.461). Esto equi sal universal, doctrina que hace refe
vale a decir que una afirmación incon rencia a lo necesario en el significa
dicionalmente verdadera (o sea una do a) de Aristóteles, d) de Santo To
tautología, una proposición N. o como más, b) de Leibniz, Wolff y Kant. Esta
se la quiera llamar) es la que agota el doctrina es el determinismo riguroso o
rango de las posibilidades. Éste es clásico, que más bien se debería deno
también el significado de la doctrina minar causalismo. Véase causalidad;
de Camap acerca de la verdad lógica DETERMINISMO.
como "descripción de estado", es decir, 3) La doctrina que enuncia que la
como verdad válida para todos los mun necesidad constituye el significado pri
dos posibles y para todos los posibles mario y fundamental del ser y lo utiliza
estados de cosas. Desde este punto de como criterio para la valoración y el
vista, hay necesidad siempre que es análisis de todas las cosas existentes.
posible enumerar todas las posibilida Este significado de N. es, por cierto, el
des y necesidad equivale, prácticamen más importante y fundamental y a
te, a omniposibilidad. Por lo demás, él debería referirse el término de pre
ésta no es doctrina reciente. Occam, ferencia. Lo necesario es, para tales
en el siglo xiv consideraba N. sólo las doctrinas, la categoría fundamental, el
proposiciones condicionales o equiva horizonte general que abraza todos los
lentes o aquellas en tomo a lo posible, instrumentos de investigación y de ex
por ejemplo: “Si e x i s t e el hombre. plicación de los que es posible servirse.
848
Necesidad
Muy a menudo tales doctrinas no ad respecto al modo de ser propio del hom
miten la necesidad en el sentido de las bre, de la posibilidad que ofrece para
doctrinas 1) y 2): Aristóteles y Santo comprender y describir su existencia.
Tomás, por ejemplo, que pueden ser El problema de la disciplina de las N.,
considerados como representantes muy es decir, el de la limitación cualitativa
importantes de esta doctrina, aun ad o cuantitativa de ellas, es el problema
mitiendo la necesidad del destino no mismo de la virtud, particularmente
admiten la necesidad causal absoluta; de la virtud ética y su desarrollo his
sin embargo son necesarias en el sen tórico debe ser expuesto precisamente
tido de que para ellos el significado en el artículo virtud (véase). El pro
fundamental del ser es la necesidad y blema, puede ser, en cambio, conside
tal significado está presente en la cons rado aquí. Parece que Platón, en la
trucción de todos los conceptos funda Antigüedad, tendió al reconocimiento
mentales de su filosofía. En el mismo del valor de la N. Tal parece ser el
sentido es necesarista la doctrina de significado de la importancia que re
Hegel y todas las doctrinas que se ins conoce al amor, que entendió en el Ban
piran en el idealismo romántico. Pero quete (204-205), en su más amplio sig
el andamiaje conceptual del N. se di nificado, como carencia o búsqueda de
funde mucho más allá de esta o de lo que falta. Por lo demás, Platón
aquella doctrina, ya que conceptos ta atribuyó a la N. el origen del Estado,
les como los de causa o de sustancia, en la República (II, 369 b ss.): "Cuan
con todas sus derivaciones que, por lo do un hombre toma consigo a otro
demás, son numerosísimas, dominan hombre en vista de una N., y otro hom
todavía vastas zonas del discurso co bre a otro, en vista de otra N., y la
mún, científico y filosófico y se sirven multiplicidad de N. reúne en la misma
de su sentido de necesarismo en el residencia a muchos hombres que se
análisis de la ciencia y de la filo asocian para ayudarse, damos a tal so
sofía. ciedad el nombre de Estado". Menos
explícita es la función que la noción
(gr.
N e c e sid a d Í
x o e «
ol o ; lat. ne-
v ú y x t i de N. tiene en la filosofía de Aristó
cessitas; ingl. n e e d ; franc. b e s o i n ; teles, que no ignora, por cierto, el peso
alem. Bedürfniss; ital. b i s o g n o ) . En que tiene en ia vida particular y aso
general, la dependencia del ser vivien ciada del hombre ( orno lo demuestra
te, en cuanto a su vida o sus intereses, particularmente en su Política), pero
cualesquiera que sean, de otras cosas no le atribuye una función específica;
o seres. Se habla en este sentido de el origen mismo del Estado se halla
"N. materiales” o "corpóreas” y de "N. para él en la exigencia de la realización
espirituales”; de "N. de disciplina” o de una vida feliz, que significa sobre
de "reglas" y de "N. de libertad”, de todo una vida virtuosa (Pol., VII, 2,
"N. de afecto” y de "felicidad”, de "ayu 1324 a 5, ss.). La filosofía posaristoté
da", de "comunicación” y así sucesiva lica se desinteresa de las N., aunque
mente. Todo tipo o forma posible de Epicuro prescribe su satisfacción (Max.
relación entre el hombre y las cosas o capit., 26; Fr. 200, Usener), ya que está
entre el hombre y los otros hombres, muy ocupada en delinear el ideal del
puede ser considerada bajo el aspecto sabio, entregado a la vida puramente
de la N., la que implica la dependencia contemplativa. Y para interpretar la
del ser humano de tales relaciones. En realidad humana no se valen de la N.
la historia de la filosofía la noción ni la filosofía medieval ni la moderna,
de la N. ha sido tratada desde dos que prefieren dar importancia a los
ángulos visuales: 1) con m a y o r fre elementos o caracteres que hacen re
cuencia desde el punto de vista moral, saltar la independencia del hombre con
esto es, desde el punto de vista del referencia al mundo, en vez de apun
problema de la actitud que debe tomar tar hacia la dependencia del hombre
se frente a las N., limitarlas o alentar respecto al mundo. Hegel, aunque ha
las o de qué manera y en qué grado ble de un “sistema de N.” prefiere in
limitarlas; 2) menos frecuentemente, sistir acerca del aspecto según el cual
desde el punto de vista de la importan la N. es dominada por el hombre, en
cia y del significado que la N. tiene vez de dominarlo: “El animal tiene un
N e g a c ió n
N e g a tiv o
ámbito limitado de medios y de modos Zeit §§39ss., cf. §20; trad. esp.: El ser
para apagar sus N., que son, al mismo y el tiempo, México, 1962, F. C. E.). La
tiempo, limitadas. El hombre, a pesar noción de necesidad que surge de estas
de esta dependencia, demuestra, al mis notas no es la de un estado provisio
mo tiempo, su superación de la misma nal de falta o de deficiencia (se tiene
y su universalidad, sobre todo median necesidad del aire, aunque no exista
te la multiplicidad de las N. y de los eñ abundancia), sino más bien de una
medios y después mediante la descom existenciaridad determinada esencial
posición y la distinción de la N. con mente por la facticidad, que caracte
creta” (Fil. del Der., § 190). La primera riza de manera específica al hombre y,
afirmación clamorosa de la importan en general, al ser finito en el mundo.
cia de las N. para la interpretación de
lo que el hombre es o puede ser, se N e g a c ió n (gr. óuióqpaai;; lat. negatio;
puede vislumbrar en la filosofía de ingl. negation-, franc. négation; alem.
Schopenhauer, que, en consecuencia, Vemeigung, Negation-, ital. negazio-
interpretó la N. como carencia y por lo ne). Término que puede aplicarse
tanto como dolor, como la voluntad de tanto al acto de negar como al con
vida que constituye la esencia noumé- tenido negado, o sea la proposición ne
nica del mundo. "La base de toda vo gativa, denominada en griego ájiócpaai?
luntad es N., carencia, o sea dolor, al (lat. negatio: Boecio) y definida co
que el hombre está vinculado desde su mo "enunciado que separa algo de al
origen, por naturaleza" (Die Welt, 1819, go” (De Interpr., 17 a 26), en cuanto
I, §57). Fuera de la metafísica, en el que, según la misma doctrina aristo
terreno de la antropología, L. Feuer- télica, separa o aleja dos conceptos.
bach insistió en la estrecha relación Sustancialmente, la tradición lógica ha
de la N. con la naturaleza humana conservado esta doctrina y, por lo tan
(Grundsatze der Philosophie der Zu- to, este significado del término N. So
kunft [“Principios de la filosofía del lamente los partidarios de la teoría
futuro"], 1844). Marx, en sus escritos del juicio como asentimiento (Rosmini,
juveniles (Economía y filosofía, 1844; Fr. Brentano, Husserl) consideran la N.
Ideología alemana, 1845 .846) acentuó como acto de denegación (rechazo, re
la importancia de las N. y, por lo tan pudio, Vemeinung) de una representa
to, del trabajo dirigido a satisfacer ción o idea. En la lógica simbólica con
las, hasta hacer de ello el tema funda temporánea la N. está representada por
mental de su antropología (véase per un símbolo especial (el símbolo " ~ ”)
sona). En la filosofía contemporánea, que, antepuesto al símbolo de una pro
aparte del marxismo, la importancia posición "p", transforma a ésta en la
de la noción de N. para la interpreta afirmación de que "p" es falsa (Russell)
ción de la realidad humana, es subra o en una nueva proposición (molecu
yada por el naturalismo, por un lado, lar), función de verdad de "p" y pre
y por el existencialismo por el otro. De- cisamente (en la lógica de dos valores)
wey, por ejemplo, al insistir en la “ma en la proposición que es falsa cuando
triz biológica" de toda actividad hu "p” es verdadera y verdadera cuan
mana y, por lo tanto, también de la do "p" es falsa (Wittgenstein, Camap).
lógica, ve en la N. el estado de per G.P.
turbación del delicado equilibrio orgá N e g a tiv o (gr. o u c o q i a T i x ó i ; ; lat. negativus;
nico y su cambio en la búsqueda ten ingl. negative; franc. négatif; alem.
diente a restablecerlo (Logic, cap. II; negativ; ital. negativo). Lo que efectúa
trad. esp.: Lógica, p. 41, México, 1950, o implica una negación, esto es, una
F. C. E.). Por otro lado, Heidegger al exclusión de posibilidades. Una enti
definir al "ser-en-el-mundo", estructu dad N., por ejemplo, una proposición,
ra existenciaria del hombre como cura no implica que subsista la entidad posi
(véase), insiste en la dependencia del tiva correspondiente a la que luego se
mundo, que el hombre tiene, como el agregue la negación, sino que es sim
"ser en el mundo, abierto-cayendo, pro- plemente la exclusión de una posibili
yectante-yecto, al que en su ser cabe el dad y, en la mayoría de las veces, de
mundo y en el ser con otros le va el más una posibilidad formulada sólo con el
peculiar poder ser mismo” (Sein und fin de excluirla.
850
N e o c ritic ism o
N e o p ita g o ris m o
N e o p la to n is m o
N e o rre a lis m o
Apolonio de Tiana, Nicómaco de Ge- Debe anotarse que el "platonismo"
rasa y sobre todo, Numenio de Apamea del Renacimiento es, en realidad, un
(siglo I d. C.)• Las doctrinas de estos N. que repite, con algunas variaciones,
autores no tienen originalidad, pero las tesis arriba expuestas. Las varia
presentan rasgos que resultaron propios ciones que caracterizan al N. renacen
del neoplatonismo (véase infra). tista (el de Nicolás de Cusa, Pico della
Mirándola y Marsilio Ficino) se refie
(ingl. n eo -platonism ;
N e o p la to n is m o ren a la mayor importancia atribuida
franc. néo-platonisme; alem. Neuplato- al hombre y a su función en el mundo,
nismus). La escuela filosófica fundada conforme al espíritu general del Rena
en Alejandría por Ammonio Saccas en cimiento (véase).
el siglo ii d. c. y cuyos mayores repre
sentantes son Plotino, Jámblico y Pro- N e o p o sitiv ism o (ingl. n eo-positivism ;
clo. El N. es una escolástica y, por lo franc. néo-positivisme; alem. Neuposi-
tanto, utiliza la filosofía platónica (fil tivismus; ital. neopositivismo). 1) Lo
trada a través del neopitagorismo, del mismo que empirismo lógico (véase).
platonismo medio y de Filón) para la 2) A veces se ha denominado así al
defensa de verdades religiosas, o sea de bergsonismo (Le Roy, Un positivisme
verdades que se consideraban revela nouveau, 1901).
das al hombre ab antiquo y por él re-
descubiertas en la intimidad de la con N e o rre a lis m o (ingl. new realism; franc.
ciencia. Los rasgos fundamentales del néo-realisme; alem. Neureatismus; ital.
N. son los siguientes: neorealismo). Con este término se de
1) el carácter revelado de la verdad signan las corrientes del pensamiento
que, por lo tanto, es de naturaleza reli contemporáneo que toman como ban
giosa y se manifiesta en las institucio dera la negación del idealismo gnoseo-
nes religiosas existentes y en la re lógico (véase), o sea la negación de
flexión del hombre sobre sí mismo; la reducción del objeto del conocimien
2) el carácter absoluto de la trascen to a un modo de ser del sujeto. El
dencia divina, por la cual Dios, consi idealismo gnoseológico fue el elemen
derado como el Bien, está í^era de toda to dominante de la filosofía del si
determinación cognr-cible y es consi glo xix, ya que era compartido no sólo
derado inefable; por el idealismo romántico sino tam
i) la teoría de la emanación, es de bién por el esplritualismo, el neokan-
cir, de la derivación necesaria de to tismo y, en general, por todas las filo
das las cosas existentes, a partir de sofías conciencialistas. De esta tenden
Dios, que resultan cada vez menos per cia general fueron excepciones, al prin
fectas a medida que se alejan de Él, cipio, la filosofía de la inmanencia de
y la consiguiente distinción entre el G. Schuppe y la obra de Ostvald Külpe
mundo inteligible (Dios, Intelecto y (Einleitung in die Philosophie [Intro
Alma del mundo) y el mundo sensible ducción a la filosofía], 1895). Pero una
(o material) que es una imagen o apa nueva historia del realismo comenzó
riencia del otro; a partir del ensayo de G. E. Moore, "La
4) el retomo del mundo a Dios a refutación del idealismo", publicado en
través del hombre y su interiorización el Mind de 1903. De inmediato defen
progresiva, hasta llegar al éxtasis, o sea dieron el realismo en Inglaterra, B.
la unión con Dios. Russell y S. Alexander, en tanto que en
En el N. se suelen distinguir: la Es Norteamérica, un volumen colectivo
cuela Siria fundada por Jámblico, la publicado en 1912 e intitulado precisa
escuela de Pérgamo a la que pertene mente El nuevo realismo, afirmó la te
cen, entre otros, el emperador Juliano, sis de un realismo actualizado, tesis
llamado el Apóstata, y la escuela de que en otra forma se volvió a propo
Atenas, cuyo mayor representante fue ner algunos años más tarde en los
Proclo. Pero las doctrir is fundamen Ensayos de realismo crítico (1920), pu
tales del N. ejercieron, y siguen ejer blicados por otro grupo de filósofos
ciendo, una profunda influencia en mu norteamericanos. En el primer grupo,
chas direcciones del pensamiento filo la figura más conocida fue la de W. P.
sófico. Montague, en el segundo la de G. San-
852
N e o to m ism o
N ew to n ig m o
modo de existencia especial propio de una cualidad a una cantidad del mis
las entidades matemáticas es definido mo género que se considera como uni
por las mismas proposiciones matemá dad” (Arithmetica Universalis, cap. 2).
ticas : "Es estrictamente cierto —dice Una definición análoga a ésta es dada
Aristóteles— que existen entidades ma por Wolff, según la cual "el N. en ge
temáticas y que son tales como las neral tiene con la unidad la misma
matemáticas d i c e n que son” (Ibid., relación que una recta cualquiera pue
XIII, 3, 1077 b 31). Aristóteles quiere de tener con una recta dada” (Ont.,
decir que las entidades matemáticas § 406). Esta definición, lo mismo que
tienen una existencia análoga a las en la de Newton, hace del N. la operación
tidades de la física, ai movimiento, mediante la cual se establece una rela
por ejemplo, que son abstraídas de las ción de medida.
causas sensibles, pero no son separa Kant no hizo más que expresar el
bles de ellas. Desde este punto de vis mismo concepto general afirmando que
ta, el número es "una pluralidad me el N. es un esquema (véase), y más
dida o una pluralidad de medida” y la precisamente, que es "la representa
unidad no es un N., sino que es me ción que comprende la sucesiva adi
dida del N. (Met., XIV, 1, 1088 a 5), ción de uno a uno (homogéneos)” (Crít.
definición que repite la platónica y R. Pura. Anal, de los Principios, cap.
que anticipa la euclidiana ya mencio I). La novedad del concepto kantiano
nada. es que el N. no es una operación em
2) La segunda fase conceptual de la pírica, o sea realizada sobre el material
noción de N. se puede remontar a Des sensible, sino una operación puramen
cartes. “El N. que consideramos en te intelectual que obra sobre lo múlti
general —dice— sin reflejarse sobre ple dado a la intuición pura (del tiem
algo creado, no existe fuera de nues po), el cual es absolutamente homo
tro pensamiento, como no existen to géneo. E s t o h a c e al N. un tanto
das las demás ideas generales que los independiente de la experiencia y do
escolásticos comprenden bajo el nom tado de un género de validez que no
bre de universales” (Princ. PhiL, I, 58). es la validez empírica, pero el N. siem
En otros términos, el í ' es una idea, pre es, sin embargo, una operación del
un acto o una manifestación del pen sujeto. En tanto que esta concepción
samiento. La definición que de aquí kantiana reaparece en numerosas oca
resulta es la de operación: el N. es siones en la filosofía del siglo xix,
una operación de abstracción realizada Stuart Mili volvió al concepto del N.
sobre las cosas sensibles. Este concep como operación empírica de abstrac
to del número se encuentra repetida ción. "Todos los N. —decía— deben
mente en la filosofía moderna. Hobbes ser N. de algo, ya que no hay N. en
colocó al N. entre las cosas "no exis abstracto." Por lo tanto, los N. son
tentes" que son sólo "ideas o imágenes” producidos por una "inducción real, por
(De Corp., VII, § 1). Locke ve en el una inferencia real de hechos a he
N. la idea más simple y más universal chos” y tal inducción queda oculta
...los modos del número se produ solamente por su naturaleza compren
cen... "repitiendo [esta idea] de la siva y por la consecuente generalidad
unidad en nuestra mente, y adicionan del lenguaje utilizado (Logic, II, 6 , 2).
do las repeticiones... tenemos [sus] Las posiciones de Kant y de Stuart
ideas complejas” (Essay, II, 16, 2) y en Mili perduran, en cierta forma, como
el mismo sentido Leibniz dice que el típicas en esta fase subjetiva del con
N. es una idea adecuada o cumplida, cepto de N. Para Kant, el N. es una
esto es, J‘una idea tan distinta que to pura operación intelectual y una gene
dos sus i ngr e di e nt e s son distintos” ralización empírica para Stuart Mili:
(Nouv. Ess., II, 31, 1). Berkeley afirma en todo caso pertenece a la esfera de
que el N. “es enteramente la criatura la subjetividad. Las doctrinas de Can
del espíritu" (Princ. o Human Kncnv- tor y de Dedekind pertenecen al ám
ledge, I, 12). Newton afirma que por bito de esta concepción del N. Para
N. es necesario enten er "no tanto la Cantor el N. está fundado en la facul
multitud de las unida es como la rela tad del pensamiento de agrupar los
ción entre la cantil id abstracta de objetos y de abstraer por su naturaleza
862
Número
y su orden, dando lugar así al N. car “Cuando se tiene una relación de tér
dinal, o también sólo por su natura- mino a término entre todos los térmi
' leza, dando así lugar al N. ordinal. A nos de una colección y todos los tér
su vez, Dedekind fundó el concepto minos de otra, decimos que las dos
de N. en la operación de aparear o colecciones son similares. Entonces po
unir las cosas en su conjunto. Aun demos ver que dos colecciones simila
cuando resulten fecundas, desde el pun res tienen el mismo N. de términos y
to de vista matemático, estas nociones definir el N. de una colección dada
mantienen el concepto de N. en el ám como la clase de todas las colecciones
bito de la subjetividad. similares a ella. De aquí resulta la
3) La tercera fase conceptual de la siguiente definición formal: ‘el N. de
noción de N., la fase según la cual los términos de una clase dada se de
el N. es objetivo pero no real, se inició fine como la clase de todas las clases
con el escrito de Frege acerca de los similares a la clase dada’” (Our Know-
Fundamentos de la aritmética (1884). tedge of the Extemal World, 3- ed. 1926,
Frege reconoció el carácter conceptual cap. 7; trad. franc., p. 163). La defini
del N., pero con tal carácter le reco ción de Russell, formulada a partir
noció la objetividad. Ello excluye, en tanto de los Principies of Mathematics
primer lugar, que el N. sea una opera (1905) como de los Principia Mathe-
ción o una realidad psicológica, una matica, que publicó en 1910 en colabo
idea en el significado que el término ración con Whitehead (las dos obras
tenía en el siglo xvm. “El N. no cons fundamentales de la lógica matemática
tituye un objeto de la psicología, ni contemporánea), ha tenido vasta aco
puede considerarse como un resultado gida en la filosofía y en la matemática
de procesos psíquicos, en forma análo contemporáneas. No obstante a veces
ga a como no se considera como tal parece ser muy restringida para las po
al Mar del Norte —dice—. Formulo una sibilidades de desarrollo de la matemá
precisa distinción entre lo objetivo y tica actual, que no quiere permanecer
lo palpable, real y que ocupa un espa ligada a un concepto de N. que de cual
cio. Por ejemplo, el eje terrestre y el quier manera r e s u l t e preconstituido
centro de gravedad del sistema solar por ella.
son objetivos y, no obstante, no se diría 4) La cuarta fase es la realizada en
que son reales como lo es la tierra” estrecha relación con la axiomática mo
(Die Grundtagen der Arithmetik [“Los derna y se puede relacionar con los
fundamentos de la aritmética”], § 26; nombres de Peano, Hilbert, Zermelo,
trad. ital., pp. 70-71). La matemática Dingler. Para ella, el N. es un signo
había establecido ya la insuficiencia de definido por un adecuado sistema de
la de f i ni ci ón de N. como colección axiomas. Dice, por ejemplo, Dingler:
de unidades: esta definición, en efecto, “Nosotros nos construimos una serie
llevaría a excluir que 0 y 1 sean N. de signos (signos gráficos) siempre re
(Aristóteles lo reconocía en lo que se prodúceles y que debe poseer las si
refiere al 1; Met., XIV, 1, 1088 a 5). guientes propiedades: a) la serie tiene
Frege considera la extensión (véase) un primer término; b) la serie posee
del concepto como base de la definición una regla de construcción enunciable
de N. y admite que "el concepto F es de modo finito, tal que a) está siempre
igualmente numeroso que el concepto determinado unívocamente cual térmi
G toda vez que exista la posibilidad de no de la serie y está inmediatamente a
poner en relación biunívoca a los ob la derecha de un término ya señala
jetos que caen bajo G y a los que caen do; P) cada término de la serie es di
bajo F". Así formulado, el problema ferente de todos los términos que lo
da la definición de N. siguiente: “El preceden a la izquierda” (Die Methode
N. natural que corresponde al concep der Physik [“Los métodos de la fí
to F no es más que la extensión del sica”], 1937, cap. II. 3, § 2; trad. ital.,
concepto ‘igualmente numeroso' a F” pp. 137-38). ! ste punto de vista puede
(Ibid., § 6 8 ; p. 134). Esta definición de ser resumido de la siguiente manera:
Frege ha sido expresada nuevamente a) no existí un único objeto o enti
por Russell en términos más bien de dad denomim la "N." de la cual sean
clases que de conceptos. Dice Russell: especificacioni los números definidos
863
N u m in o so
N yaya
en los diferentes sistemas numéricos; terrible que inspira temor y venera
b) La validez de los diferentes siste ción, conciencia que sería la base de la
mas numéricos depende solamente de experiencia religiosa de la humanidad
la consistencia intrínseca de cada sis (Das Heilige, 1917; trad. esp.: Lo san
tema, tal como es definida por los axio to, Madrid, 1925).
mas fundamentales;
c) el concepto de N., tal como resulta Uno de los grandes sistemas fi
N y a y a.
en el ámbito de un sistema numérico, losóficos de la India antigua, caracte
no está ligado a una interpretación rizado por la importancia que en él
determinada, sino que es susceptible adquiere la doctrina del conocimiento
de i n t e r p r e t a c i o n e s indefinidamente y de sus objetos. El N. enumera cua
variables. El N. en otros términos, tro medios de conocimiento: percep
no está privado en efecto de interpre ción, inferencia, analogía o testimonio;
tación (como un signo que no signifi define el conocimiento verdadero como
que nada) y no se halla ligado a una el que no está sujeto a contradicciones
única interpretación privilegiada, sino o dudas y que reproduce al objeto tal
que se caracteriza por la posibilidad como es y se detiene a determinar
de diferentes interpretaciones. el elenco de los objetos cognoscibles y
Esta noción del N. es la habitual de sus rasgos característicos. Entre
mente presupuesta por los más recien éstos incluye tanto al mundo físico con
tes d e s a r r o l l o s de la matemática sus elementos, como al hombre en su
(véase). cuerpo y en sus actividades espiritua
les, como asimismo al espacio y al
(ingl. numinous; alem. Nu-
N u m in o so tiempo, Dios y, en general, a las con
minose). Así denominó Rudolf Otto diciones de existencia de las cosas fí
a la conciencia de un mysterium tre- sicas o espirituales (cf. G. Tucci, Storia
mendum, o sea, de algo misterioso y delta filosofía indiana, 1957, pp. 112 ss.).
864
o
O. La lógica formal "aristotélica” usa cosas naturales, que serían "la O. de
esta letra como símbolo de la proposi la voluntad” en el sentido de ser "la
ción particular negativa (véase A). voluntad objetiva o sea, que resulta re
G.P. presentación” (Die Wett. I, § 18, 25,
etc.).
O b e d ie n c ia (lat. oboedientia; ingl. obe-
dience; franc. óbéissance; alem. Gehor- Objetividad (ingl. o b je c tiv ity ; franc.
sam; ital. obbedienza). Es, según Spi- o b je c tiv ité ; alem. Objektivitdt; ital.
noza, el significado específico de la fe. oggettr’itá). 1) En sentido objetivo:
Ésta, en efecto, consiste "en tener, en carácter de lo que es objeto. En este
tomo a Dios, aquellos sentimientos, sin sentido Husserl habló de una "O. prís
los cuales viene a menos la O. a Dios tina que tendría el privilegio de re
y que, en cambio, son puestos nece presentar la cosa misma, frente a las
sariamente c u a n d o se pone la O.” propiedades, relaciones, etc. de la cosa”
(Tract. theologicus-politicus, cap. 14). (Ideen, I, § 10). Véase o b je t o .
Esta reducción de la fe a la O. es una 2) En sentido subjetivo: carácter de
expresión de la dirección doctrinal que la consideración que intenta ver el ob
reduce la fe a acto práctico. Véase f e . jeto tal como es, prescindiendo de las
preferencias y de los intereses del que
O b je c ió n , (ingl. objection; franc. óbjec- los considera y basándose solamente
tiott; alem. Einwurf; ital. óbbiezione). en procedimientos intersubjetivos de
Un argumento cuya conclusión contra comprobación y de control. En este sig
dice una tesis determinada. Ya Leib- nificado, la O. es el ideal de la inves
niz observó que la verdad no puede tigación científica, ideal al que se acer
sufrir por obra de "O. invencibles”. "Es ca en la medida en que dispone de pro
necesario —decía— ceder siempre a las cedimientos adecuados.
demostraciones, sea las que se propon
gan para afirmar, sea las que se ade Objetivismo 'ingl. objectivism; franc.
lanten en forma de objeciones. Y es o b je c tiv is m e ; alem. Objektivismus;
injusto e inútil querer debilitar las prue ital. oggettivismo). Cualquier doctrina
bas de los adversarios con el pretexto que admita la existencia de objetos (sig
de que son sólo O., ya que el adver nificados, conceptos, verdades, valores,
sario tiene el mismo derecho y puede normas, etc.) v á l i d o s independiente
invertir los nombres, honrando sus ar mente de las creencias y de las opinio
gumentos con el nombre de pruebas y nes de los diferentes sujetos.
rebajando los nuestros con el nombre Objetivo (ingl. objective; franc. objec-
despreciativo de O." (Théod., Discours, tif; alem. Objetktiv; ital. obbiettivo).
§ 25). 1) Lo mismo que objeto, cuando la pa
O b je ta c ió n (alem. Objektation). Según
labra se adopta en el sentido de fin o
Nicolai Hartmann, el término significa finalidad (véase o b j e t o ).
"resultar objeto para un sujeto” y de por 2) En el sentido específico propuesto
fine la naturaleza del conocimiento. La cuanto Meinong, es el objeto del juicio, en
resulta diferente al objeto de
O. es lo contrario de la objetivación; la representación. Así, por ejemplo, se
aquélla es la transformación de alguna dice: "Es cierto que existen las antí
cosa subjetiva en objetiva, en tanto que podas”, el O. está constituido por "que
la objetivación expresa el proceso por existen las antípodas”. El O. no es
el cual un objeto independiente del existente necesariamente. Si A no es,
sujeto resulta objeto de conocimiento el no-ser de A es un O. con el mismo
(Systematische Philoscrphie [Filosofía título que el °er de A (Ueber Annah-
sistemática], 1931, § 11). men ["Sobre 1 s asunciones”], 1902, pp.
142 ss.).
Objetidad (franc. óbjectité; alem. Ob-
jektitát). Término usado por Schopen- Objetivo (ingl. tbjective; franc. objec-
hauer para definir al cuerpo y a las tif; alem. objei iv; ital. oggettivo). Lo
865
Objetivo
866
Objetivo, idealismo
Objeto
al acuerdo universal en el juicio de tos al plano del lenguaje conciencia-
gusto (Crít. del Juicio, 22). lista en el cual el uso de las palabras
3) Estas consideraciones kantianas"externo" e "interno” encuentra alguna
permiten el paso hacia el tercer signi justificación. Véase exterioridad; rea
ficado fundamental de O., o sea de ser lidad.
“válido para todos”. Este significado,
muy difundido en las escuelas kantia Objetivo, idealismo (alem. objektiver
nas e idealistas contemporáneas, fue Idealismos). Uno de los tres tipos fun
bien expresado por Poincaré: "Una rea damentales de filosofía, esto es, de in
lidad completamente independiente del tuición del mundo, según Dilthey y,
espíritu que la concibe, la ve o la sien precisamente, la que se funda en el
te, es una imposibilidad. Un mundo sentimiento y está dominada por la ca
externo en este sentido, aunque exis tegoría del valor. En este tipo de filo
tiera, nos sería inaccesible. Pero lo que sofía comprendía Dilthey a Heráclito,
denominamos realidad O. es, en últi los estoicos, Spinoza, Leibniz, Shafts-
mo análisis, lo que es común a plurali bury, Goethe, Schelling, Schleierma-
dad de seres pensantes y podría ser cher, Hegel, y consideraba el panteísmo
común a todos" (La valeur de la Scien como propio de ella (Das Wesen der
ce, 1905, p. 9). Poincaré refirió esta Philosophie ["La esencia de la filoso
consideración a las matemáticas, pero fía”], 1907, III, 2; trad. ital., en Critica
casi al mismo tiempo el concepto mis delta Ragiane Storica, p. 469). Véase
mo de objetividad se hizo valer en la IDEALISMO DE LA LIBERTAD; NATURALISMO.
metodología de las ciencias sociales
por Max Weber, quien observó que “la Objeto (lat. obiectum; ingl. o b j e c t ;
verdad científica es la que es válida franc. objet; alem. O b j e k t ; Gegens-
para todos los que buscan la verdad” tand; ital. oggetto). El término de una
y que también en las ciencias sociales operación cualquiera, activa o pasiva,
hay resultados que no son subjetivos práctica, cognoscitiva o lingüística. El
en el sentido de ser válidos para una significado de la palabra es muy gene
sola persona y no para las otras (“La ral y corresponde al significado de
objetividad en las ciencias sociales y cosa (véase) O. es el fin al que se tien
en la práctica social”, 1904, en The Me- de, la cosa que se desea, la cualidad
thodology of the Social Sciences, 1949, o la realidad perc'bida, la imagen de
p. 84). Este tipo de objetividad se de la fantasía, el significado expreso o el
nomina actualmente intersubjetividad concepto pensado. La persona es O. de
y su condición fundamental es recono amor o de odio, de estima, de conside
cida por la posesión y uso de técnicas ración o de estudio y, en este sentido,
especiales de procedimiento que, en un el yo mismo es o puede ser O. Toda
determinado campo, garanticen la prue actividad o pasividad tiene como tér
ba y el control de los resultados de mino o límite un O., calificado en re
una investigación. “Válido para todos” lación al carácter específico de la acti
significa, por lo tanto, también "inter vidad o de la pasividad. Junto a este
subjetivamente válido” o "conforme a significado muy general y fundamen
un método calificado”. Y al mismo tal, según el cual el término es insus
concepto de O. se relacionan los signi tituible, a veces se encuentra en el len
ficados de "independiente del sujeto” guaje filosófico y en el común, un sig
y de "exterior a la conciencia”. Lo O. nificado más restringido o específico,
en el sentido de ser válido para todos según el cual el O. es tal sólo en caso
es, en efecto, independiente de este o de hallarse provisto de una validez
de aquel sujeto, esto es, de sus particu particular, por ejemplo, si es “real” o
lares preferencias o valoraciones y, por "externo” o "independiente”, etc. (véa
otro lado, el único medio que un suje se objetivo ). Sin embargo, este segundo
to particular tiene para disciplinar o significado no elimina, sino que presu
para frenar sus preferencias y valora pone el prim o.
ciones es el de recurrir a procedimien La palabra fue introducida en la
tos de método c a l i f i c a d o s . En fin, filosofía por is escolásticos del si
la equivalencia entre O. y externo es la glo xm. Fue aramente definida por
transcripción de estos mismos concep- Santo Tomás, i lien dice que "el O. de
867
Objeto
una potencia o un hábito es aquello por con la idea. Así yo digo: "el concepto
lo cual (sub cuius ratione) las cosas de una inteligencia suprema es una
dicen relación a tal potencia o hábito, simple idea, esto es, su realidad obje
como el hombre y la piedra dicen re tiva no debe consistir en que se refiera
lación a la vista por el color, y de aquí directamente a un O. (ya que su valor
que lo coloreado sea el O. propio de objetivo no puede ser justificado de
la vista” (S. Th„ I, q. 1 , a. 7). Esta este modo), sino que es sólo un esque
noción de O. fue adoptada sustancial ma, ordenado según las condiciones de
mente por Duns Scoto, quien definió la máxima racionalidad del concepto
el O. de un saber como la materia de una cosa en general" (Crít. R. Pura,
(subiectwn) del saber mismo en cuan Dialéctica, Apéndice). Estas considera
to aprehendida o conocida. Una ma ciones de Kant reafirman que la idea
teria cognoscible resulta, según Duns, de la razón pura, hablando con preci
un O. conocido mediante un hábito in sión, no tiene O. porque el O. es sólo
telectual relativo a este objeto (Op. el empírico (la cosa natural) y la idea
Ox., Prol., q. 3, a. 2, n. 4). Jungius no se refiere sólo indirectamente a un
hizo más que expresar la misma noción grupo de tales objetos. Con todo, este
de modo simple al afirmar: "Se dice significado específico del O. no elimi
O. a aquello en tomo de lo cual se na, ni siquiera para Kant, el significado
vierten las facultades, los hábitos, y general y fundamental. Kant, en efec
sus actos" (Lógica, 1638, I, 9, 37). Wolff to, no considera únicamente el con
a su vez decía: "O. es el ente que ter cepto de O. como el concepto "más
mina la acción del agente o en el cual alto" en filosofía ( véase el final de este
terminan las acciones del agente, por artículo), sino que también habla de
lo que es casi un límite de la acción" una "distinción de todos los objetos en
(Ont., § 949). general en fenómenos y nóumenos", y
Este significado sigue siendo funda considera al nóumeno mismo como "el
mental en el uso que del término se O. de una intuición no sensible” admiti
ha hecho en la filosofía moderna y da hipotéticamente, en cuanto pudiera
contemporánea. La cuestión del carác ser propia de un entendimiento divino
ter real o ideal del O. en general o de (Crít. R. Pura, Anal, de los Princ., cap.
una clase específica de O. (de los 0 . III). Por lo demás, para Kant, aparte
físicos o cosas, por jjemplo) no ha in del O. del conocimiento, existe "el O.
fluido en él. Asi el O. del conocimien de la razón práctica” que es "la repre
to puede ser considerado como una sentación de un O. como un efecto po
idea (según quería Berkeley) o una re sible mediante la libertad” (Crít. R.
presentación (de acuerdo con Schopen- Pr&ct., I, Libro I, cap. 2), lo que quie
hauer), como una cosa material (se re decir que el O. es, en este caso, el
gún quería la escuela escocesa del término o el resultado de una acción
sentido común) o un fenómeno (como libre. Lo que en todo caso constituye
quería Kant), pero siempre es, como el O. es su función de límite o término
O., el término o límite de la operación de una actividad o de una operación
cognoscitiva. Sin embargo, precisamen cualquiera. Tal noción no falta tam
te Kant inicia el uso restringido del poco en las formas más radicales del
término, de acuerdo con el cual el O., idealismo y para el mismo Fichte el
o más exactamente el O. del conoci O. es, en efecto, el límite de la activi
miento, es de preferencia el O. "real" o dad del Yo. "El Yo se pone a sí mis
“empírico". En efecto, dice K ant: "Hay mo como limitado por el no-yo”, dice
una gran diferencia entre ser algo dado (Wissenschaftslehre, 1794, § 4, A) y el
a mi razón como O. absolutamente o no-yo no es más que el O. (Ibid ., § 4,
sólo como O. en la idea. En el primer E, III). De manera análoga, toda otra
caso, mis conceptos determinan al O., determinación que los filósofos puedan
en el segundo no hay realmente más dar acerca de la naturaleza del O., ad
que un esquema, al cua’ no se le atri quiere como punto de partida su defi
buye directamente algúr 0 ., ni siquiera nición general. Por ejemplo, el 0. pue
hipotéticamente, sino ue sirve sólo de ser considerado como ua dato (tal
para representar otros ' . en su unidad como lo hacen habitualmente los em-
sistemática, por medie de su relación piristas) o como un problema (como lo
868
Objeto
hacen los kantianos, por ejemplo, Na- indicamos con ella” (Über Sinn und
torp, Platos Ideenlehre, p. 367; trad. Bedeutung ["Sobre el sentido y el sig
esp.: Platón, en "Los grandes pensado nificado"], 1892, § 3) y con ello quería
res”, Madrid, 1925), pero puede ser decir que el O. es el término o el lí
una u otra cosa únicamente en caso de mite de la operación lingüística, esto
ser considerado como el límite o el es, del uso del signo. A su vez Wittgen-
término de la actividad cognoscitiva. stein dijo: “El nombre variable 'x' es
En la filosofía contemporánea, el re el signo propio del seudoconcepto ob
currir a la noción de intencionalidad jeto. Cada vez que el término O. (‘cosa’,
(véase) ha permitido reconocer en for ‘entidad’, etc.) se usa correctamente,
ma clara el carácter general de la no se expresa en el simbolismo lógico por
ción de objeto. Brentano, que por vez el nombre variable" (Tract. logico-phi-
primera ha vuelto a usar tal noción, los., 4.1272). No muy diferente de ésta
dice que "todo fenómeno psíquico in es la noción de 0. expuesta por Dewey,
cluye en sí algo como O., si bien no para el cual el O. es el resultado de
siempre del mismo modo. En la repre una operación de investigación. "Ha
sentación hay algo representado, en el blaremos de 'O.' (object) —dice— para
juicio a l g o reconocido o negado, en designar cuanto ha sido producido y
el amor algo amado, en el odio algo ordenado en forma estable por medio
odiado, etc.” (Psyckotogie vom empiri- de la investigación; prolépticamente los
schen Standpunkt, 1874, I, p. 115; trad. ‘objetos’ son los objetivos de la inves
esp.: Psicología, Madrid, 1935). Y Hus- tigación. La aparente ambigüedad que
serl ha generalizado el concepto, dis supone el empleo de la expresión ‘O.’
tinguiendo el O. del "O. aprehendido". a estos fines (ya que la palabra se apli
"Es de o b s e r v a r —ha dicho— que ca regularmente a cosas observadas y
O. intencional de un acto de conciencia pensadas) no es más que aparente. Por
(tomado tal como es en cuanto pleno que las c o s a s existen para nosotros
correlato de éste) no quiere decir en como O. cuando han sido previamente
modo alguno lo mismo que O. aprehen determinadas como resultado de la in
dido (erfasstes). Solemos introducir sin vestigación” (Logic., cap. 6 ; trad. esp.:
más el estar aprehendido en el concep Lógica, México, 1950, F.C.E., p. 138).
to de O. (de O. en general), porque, Es fácil ver que la diferencia entre es
tan pronto como pensamos en él o de tas definiciones de O. es sólo la dife
cimos algo de él, hacemos de él un rencia entre las actividades o las ope
O. en el sentido del 0 . aprehendido. raciones que se consideran; el O. es el
A una cosa no podemos, sin duda, es término del significado, si se considera
tar vueltos de otro modo que en el de el lenguaje y, en general, el uso de los
la aprehensión, e i g u a l a todas las signos; es el término de una operación
objetividades simplemente representa de investigación, si se considera la in
bles. .. Pero en el acto del valorar es vestigación científica y así sucesiva
tamos vueltos al valor, en el acto de mente, pero en todo caso es (como
la alegría a lo que alegra, en el acto ya lo consideraban los escolásticos) el
del amor a lo amado, en el obrar a la término o el límite de una operación
obra, sin aprehender nada de esto” determinada. La palabra O. es, por lo
(Ideen, I, § 37). Paralela y análogamen tanto, el término más general de que
te Meinong defendió el significado muy dispone el lenguaje filosófico. A este
general de la noción de 0. (Gegens- respecto, Kant tuvo razón al afirmar
tand) dividiéndola en las dos clases que si "el más alto concepto del cual
de los O. de la representación u objetos se suele partir en una filosofía trascen
(Objekte) y de los O. del juicio u ob dental es la división de posible e im
jetivos (Objektive) (Über Annahmen posible”, ya que toda división presu
["Sobre las asunciones”], 1902, pp. 142 pone un concepto a separar, "debe ser
ss.). Casi al mismo tiempo, en el domi aducido un co'cepto aún más alto y
nio de la lógica matemática, Frege de éste es el conc pto de un O. en gene
fendió una n o c i ó n sustancialmente ral, tomado pr blemáticamente y sin
idéntica del O., identificándolo con el decidir si tal c jeto es algo o no es
significado. “El significado de una pa nada" (Crít. R. ¿ ira, Anal, de los Prin
labra —dijo— es el O. que nosotros cipios, Nota a la anfibolias de los con-
869
Objetos, teoría de los
Observación
ceptos de la reflexión). Es obvio que el empeño por el cual el interlocutor
el concepto de O. no coincide entera admite en la discusión algo que antes
mente con ninguna de sus especifica no admitía. Ésta es la definición dada
ciones posibles. Las cosas, los cuerpos por Occam ( S u m m a Log., III, 38).
físicos, las entidades lógicas y mate Occam admite seis especies de obliga
máticas, los valores, los estados psí ciones : la institución, la petición, la po
quicos, etc., son todos O. especificados sición, la deposición, la duda y el sit
o especificables por medio de modos verum.
de ser particulares o por particulares La institución (institutio) consiste en
procedimientos de comprobación, pero dar al vocablo un nuevo significado du
ninguna de estas clases de O. posee rante el término de la disputa y no en
una objetividad privilegiada y ninguna otro (Summa Log., III, III, 38). La
se presta para expresar, en su ámbito, petición (petitio) consiste en obligar al
la característica del O. en general. interlocutor a este o aquel acto que
concierne a su función, por ejemplo, a
Objetos, teoría de los (alem. Gegens- conceder una proposición (Ibid., III,
tandstheorie). Así denominó A. Mei- III, 39). La deposición (depositio) es la
nong a la ciencia que considera los obligación de sostener una proposición
objetos en cuanto objetos, esto es, pres como falsa (Ibid., III, III, 42). La
cindiendo de sus especificaciones (rea duda (dubitatio) es la obligación de
lidad o irrealidad, etc.). Esta ciencia sostener algo como dudoso (Ibid., III,
no es la metafísica en el sentido tra III, 43). Para la posición y el sit verum
dicional porque considera la totalidad véanse los artículos respectivos.
de los O. existentes, que solamente
constituyen una pequeña parte de los Observación (ingl. observation; franc.
objetos posibles (cf. Ü b e r Annahmen observation; alem. Beobachtung; ital.
[“Sobre las asunciones”] 1902; Gegens- osservazione). La comprobación o la
tandstheorie [ " T e o r í a del objeto”],verificación de un hecho, ya sea que
1904; Zur Grundlegung der allgemeinen se trate de una comprobación espontá
Werttheorie ["Fundamentación de la nea u ocasional, ya sea que se trate de
teoría de los valores”], 1923). Véase una comprobación metódica o proyec
objetivo ; objeto . tada. La O. se ha restringido a veces
al primer significado, en cuyo caso se
Obligación (lat. obligatio; ingl. obliga- opone la experiencia o el experimento
tion; franc. obligatian; alem. Verpflich- como comprobación deliberada o metó
tung; ital. obbligazione). 1) El carác dica (cf. C. Bemard, Introduction á
ter constrictivo dado por una ley jurí t’étude de la médecine expérimentale,
dica o por una norma moral a una 1865, I, cap. 1). Y a veces ha sido res-:
relación interpersonal. Este carácter es tringida al segundo significado, en cuyo
diferente a la necesidad (véase) por la caso se opone la experiencia ingenua,
cual es imposible que la cosa sea u primitiva, común u ocasional (en tal
ocurra de otra manera; la O. no im sentido se adopta a menudo el término
pide, en líneas generales, que la rela en el lenguaje científico contemporá
ción que regula sea de otra manera, neo). De esta manera, se pueden com
pero implica en este caso, la interven prender en el término ambos signifi
ción de una s a n c i ó n . A veces el cados y distinguir: 1) la O. natural,
carácter obligatorio de la sanción se que es aquella en la cual las condicio
expresa mediante la noción de necesi nes de la O. no se proyectan ni son
dad moral o ideal (véase necesidad ) proyectables; y 2) la O. experimental
sin que con ello se pretenda reducirla (o experimento) que es la O. proyec
a la necesidad verdadera y propia. So tada, caracterizada por el control de
lamente Bergson ha intentado reducir las variables. En e s t e segundo tipo
sustancialmente la O. a la necesidad de de O. se puede obrar sobre la variable
hecho, entendiendo por 3. las costum independiente y se puede estudiar el
bres sociales y por O. en general "el correspondiente comportamiento de la
hábito de contraer hábi js ” (Detix Sour variable dependiente, o sea, de la fun
ces, cap. I). ción de enlace.
2) En la lógica ten inista medieval, Toda O., ya sea natural o experimen-
870
Obstáculo
Ocasionalismo
tal, presenta la división entre sistema Obstáculo (ingl. o b sta cle; hindrance;
observante y sistema observado. La va franc. obstacle; alem. Hindemiss; ital.
lidez de esta división ha sido puesta ostacolo). El límite de una actividad.
a prueba (y confirmada) por la física Así definió Fichte al O.: “¿Qué signi
cuántica, con referencia a las relaciones fica una actividad determinada y cómo
de indeterminación (véase), o sea de la resulta así?: simplemente por el hecho
acción que el sistema observante ejer de que se le opone un O.” (Sittenlehre
ce sobre el observado. Bohr y Heisen- [Doctrina de la moran, 1798, Intr., §
berg han demostrado que, en tanto VI; Werke ["Obras"], IV, p. 7). Cf. R.
que el límite entre sistema observante Le Senne, Obstacle et Valewr, 1934.
y sistema observado no es rígido, en
el sentido de que son posibles descrip Obversión (ingl. obversion; franc. ob-
ciones diferentes de un mismo fenó version; alem. Obversion; ital. obver-
meno, en las cuales tal límite está si sione). Este término, de reciente ori
tuado en f o r m a diversa (cf. Bohr, gen (y debido probablemente a Jevons,
"Wirkungsquantum und Naturbeschrei- Elementary Lessons in Logic, p. 85)
bung” ["El cuanto de acción y la des designa la transformación de una pro
cripción de la naturaleza”] en Natur- posición en una proposición equipolen
wissenschaften, 1929 [26] pp. 484-85), no te mediante la doble negación; por
puede venir a menos sin que venga ejemplo, la transformación de la pro
a menos el carácter físico del sistema. posición "todos los hombres son mor
Se puede, en efecto, evitar calcular tales” en " n i n g ú n h o m b r e es no
la acción perturbadora del sistema ob mortal”.
servante incluyendo, en el cálculo, a Ocasión (ingl. oCcasion; franc. occa-
este mismo sistema. Pero ya que tam sion; alem. Gelegenheit; ital. occasio-
bién así la indeterminación subsiste ne). La situación que provoca o facilita
a causa de la O. de este último, sería la intervención de una acción libre.
necesario incluir t a m b i é n nuestros Causas ocasionales: las causas conside
ojos en el sistema observado. En este radas como ocasiones para la acción
caso, anota Heisenberg, “se podría tra directa de Dios (véase infra ocasiona
tar cuantitativamente la cadena de cau l is m o .
sas y efectos sólo cuando se considera Kierkegaard ha destacado el valor de
ra la t o t a l i d a d del universo como la O. como "categoría de lo finito”,
sistema observado; pero entonces la que puede ser "ya sea pretexto, ya sea
física desaparecería y quedaría sólo un causa”. En este sentido, la O. es "la
esquema matemático. La subdivisión última categoría, la verdadera catego
del mundo en sistema observante y sis ría de transición de la esfera de la idea
tema observado impide, así, la precisa a la de la realidad” (“Los primeros
formulación de la ley causal” (Die amores”, Aut Aut, trad. franc., Prior y
Physikalischen Prinzipien der Quanten- Guignot, pp. 186 ss.).
theorie ["Los principios físicos de la
teoría de los cuantos”], 1930, IV, 1). Ocasionalismo (ingl. o c c a s io n a lis m ;
Como el mismo Heisenberg, anota, por franc. occasionatisme; alem. Occasio-
"sistema observante” no se debe en nalismus; ital. occasionalismo). La doc
tender necesariamente al observador trina que enuncia que la causa de to
humano, sino que p u e d e entenderse das las cosas es sólo Dios y que las
también una placa fotográfica o un apa denominadas causas (segundas o fini
rato cualquiera. Por lo tanto, la divi tas) son sólo ocasiones de las cuales
sión entre sistema observante y siste se vale Dios para hacer efectivos sus
ma observado, que la física considera decretos. Esta doctrina fue defendida
indispensable para dar significado físi por vez primera por la secta filosófica
co (o sea no puramente matemático) árabe de los mutazilitas (cf. Maimó-
a sus enunciados, no equivale a la tra nides. Guía de los descarriados (inde
dicional distinción filosófica entre ob cisos) [More ' ’ebüchim), I, 73) y reapa
jeto y sujeto, con la cual, por lo de reció más tar e en la época cartesiana
más, contrasta t a m b i é n la afirmada dentro del g, 'po de pensadores que
movilidad del límite de demarcación quisieron utili ir la doctrina de Des
entre los dos sistemas. cartes para de mder las creencias re-
871 /
Occamismo
Óntico
ligiosas tradicionales, entre los que se fía, etc. Véanse los artículos correspon
cuentan Louis de La Forge, Gerard de dientes.
Cordemoy, Johann Clauberg y Amold
Geulincx, que vivieron en el siglo xvn. Oculto (ingl. occutt; franc. occutte;
Geulincx fue el mejor expositor de la alem. Okkult; ital. occulto). Lo que se
doctrina, que tiende a negar sustancial esconde a la vista y que, por lo tanto,
mente al hombre todo poder efectivo puede ser descubierto sólo por quien
en el mundo, y atribuir tal poder a tenga una segunda vista, en el sentido
Dios. Contra el O. se alinearon, en cam de estar iniciado en una forma supe
bio, Spinoza y Leibniz, en tanto que en rior del saber. Ciencia oculta en este
su defensa escribió Nicolás Malebran- sentido es, en primer lugar, la magia.
che, quien llegó a la conclusión de que Comelius Agrippa en el De occulta phi-
el conocimiento humano, al no poder losophia (1510) incluía en la magia to
ser producido por las cosas (que no son das las ciencias posibles. Pero ciencias
causas), es una visión de las cosas en ocultas se denominan actualmente tam
Dios (Recherche de la vérité, 1674-75). bién la teosofía, la parapsicología, etc.,
ya sea porque tienen relación con fenó
Occamismo (ingl o c k h a m ism ; franc menos que se consideran manifestacio
occamisme; alem. Ockhamismus; ital. nes de fuerzas O., ya sea porque se
occamismo). Desde el siglo xv se ha considera que el estudio de tales fenó
aplicado este término a la dirección menos debe ser reservado a los inicia
que Occam hizo prevalecer en el últi dos en un orden superior de conoci
mo periodo de la escolástica medieval, mientos esotéricos. Cualidades O. se
dirección caracterizada por los siguien comenzaron a denominar, a partir del
tes rasgos fundamentales: 1) el empi siglo x v ii , las causas formales y finales
rismo, o sea el privilegio acordado a la del aristotelismo y de la escolástica,
experiencia (o "conocimiento intuiti pretendiéndose subrayar con esta ex
vo”) para la prueba y el control de la presión que el hecho de apelar a tales
verdad; 2) el nominalismo, o sea la ne causas equivalía a apelar a factores
gación de la realidad de los universales desconocidos de los fenómenos mismos
y su reducción a signos m u ra le s; 3) y, por lo tanto, incapaces de explicar
el terminismo, es decir, la lógica de la los. "Los aristotélicos —decía Newton—
suposición (véase), p^ra la cual los con dieron el nombre de cualidades O. no
ceptos son términos que están en lugar a las cualidades manifiestas, sino a
de las cosas reales; 4) el escepticismo las cualidades que suponían se halla
teológico, según el cual se considera ban en los cuerpos como causas des
imposible demostrar o racionalizar las conocidas de efectos manifiestos” (Op-
verdades de la fe y se atribuye un va ticks, 1704, III, 1, q. 31).
lor sólo probable a las pruebas mismas Ofelimidad ( i n g l . ophelimity; franc.
de la existencia de Dios. Lutero, con ophélimité; alem. Ophelimitat; ital. ofe-
referencia a este último punto, se lla limitá). Término creado por Vilfredo
mó occamista y fue considerado como Pareto (Cours d’économie politique,
tal. Los demás puntos fueron defen Lausanne, 1896), para designar la cua
didos e ilustrados por la escolástica de lidad fundamental de los objetos eco
la segunda mitad del siglo xiv y de los nómicos, esto es, el valor de uso, que
primeros decenios del siglo xv. no siempre coincide con la utilidad;
por ejemplo, un estupefaciente tiene O.,
Ocultas, cualidades, véase OCULTO. pero no utilidad.
Ocultismo (ingl. occultism; franc. oc- Oligarquía, véase GOBIERNO, FORMAS DE.
cultisme; a l e m . Okkultismus; ital.
occultismo). La creencia en fenómenos Omnipotencia, omnisciencia, véase TEO
que se consideran produc’dos por fuer DICEA.
zas ocultas, o en la valid : de las cien Onirología. La interpretación de los sue
cias ocultas. Por 0., po lo tanto, se ños. Véase sueño .
puede entender tambié el conjunto
de tales ciencias, esto f , la magia, la óntico (ingl. onde; franc. ontique;
astrología, la parapsicc )gía, la teoso alem. ontisch; ital. ondeo). Existente;
872
Ontogénesis
Ontologismo
este adjetivo tiene un significado dife a g u s t in is m o ; ocasionalism o ). El O. re
rente del de ontológico, que se refiere aparece, sin embargo, en el cuadro del
al ser categorial, esto es, a la esencia retomo romántico a la tradición que
o a la naturaleza de lo existente. Así, domina la filosofía europea, en la pri
por ejemplo, la propiedad empírica de mera mitad del siglo xix, y brota de
un objeto es una propiedad Ó., la posi dos conceptos estrechamente relaciona
bilidad o la necesidad es una propiedad dos, el de revelación y el de tradición;
ontológica. La distinción ha sido sub en efecto, la intuición del énte es enten
rayada por Heidegger: " ‘Ontológico’ dida como la revelación que el ente
en el sentido que la vulgarización filo hace de sí mismo al hombre.
sófica ha dado a la palabra (y que se El O. de Rosmini limita esta reve
abre paso en la confusión radical) sig lación a la noción general del ser o
nifica lo que, en cambio, debería ser "ser posible”, entendido como forma
denominado Ó., esto es, una actitud elemental y originaria de la mente hu
hacia el ente, tal como para dejarlo ser mana y como condición de todo cono
en sí mismo, en lo que es y como es. cimiento, que sería síntesis entre la
Pero con todo ello aún no se ha plan idea del ser y un dato sensible (Nuovo
teado el problema del ser, ni tampoco saggio sull'origine delle idee, 1830,
se ha logrado lo que debe constituir §§492, 537). El acto del conocimiento
el fundamento para la posibilidad de así entendido es la percepción intelec
una ‘ontología’ ” (Vom Wesen des Grurt- tiva (véase). Gioberti, en cambio, con
des ["De la esencia del fundamento"], sidera que Dios se revela al hombre
I, n. 14; trad. ital., p. 23). (a lo intuido) en su misma actividad
creadora y ve lo intuido mismo expre
Ontogénesis, véase BIOGENÉTICA, LEY. sado plenamente en la fórmula "el Ente
crea lo existente”, que relaciona tres
Ontología, véase METAFÍSICA. realidades: la Causa primera, las sus
Ontológica, prueba, véase DIOS, PRUEBAS
tancias creadas y la acción creadora
DE SU EXISTENCIA.
(Intr. alio studio delta fil., 1840, II,
p. 183). Tanto Rosmini como Gioberti
Ontologismo (ingl. ontologism; franc. se contrapon n a la filosofía moderna,
ontologisme; alem. Ontologismus; ital. a la que acusan de subjetivismo, de
ontologismo). La doctrina según la psicologismo y de anulación, pero en
cual "el trabajo filosófico no comienza realidad, según se ha dicho, su doc
en el hombre sino en Dios, no sale trina es de cuño resueltamente román
del espíritu al Ente, sino que descien tico y encuentra sus antecedentes en
de del Ente al espíritu” (Gioberti, la filosofía del segundo periodo de
Intr. alio studio dalla fil., 1840, II, Schelling, en la de Schleiermacher y
p. 175). El O. se opone al psicologismo, otros epígonos románticos. La filoso
que sigue el camino opuesto y que se fía de P. Carabellese puede ser consi
considera propio de la filosofía moder derada como continuación del O. en
na, a partir de Descartes. La tesis fun la filosofía contemporánea, ya que ha
damental del O. es que el hombre po intentado conciliar a Rosmini con
see una visión o intuición inmediata Kant. Carabellese considera a la con
o directa del ente, del ente genérica ciencia, que es el punto de partida y
mente entendido como noción general el único fundamento de la filosofía,
del ser, como lo considera Rosmini, como el conocimiento que el sujeto
o del ente entendido como el propio tiene del ser, pero a diferencia de Ros
Ente supremo, o sea Dios, como con mini y de Gioberti, considera al ser
sidera Gioberti. Esta tesis fundamental como absolutamente inmanente a la
llega a los mitologistas a través del conciencia misma. Sin embargo, tam
agustinismo escolástico —que había in bién Carabellese denomina Dios a tal
sistido siempre en la iluminación di ser y considera a Dios como el funda
recta del entendimiento humano por mento de la ( ijetividad de todas las
parte de Dios— y, más inmediatamen cosas particul. 'es que la conciencia
te, de los ocasionalistas y de Malebran- puede apreheni :r (Critica del concre
che, que redujeron toda especie de co to, 1921; II pr blema teológico come
nocimiento a la visión en Dios (véase filosofía, 1931).
i
873
Ontoteología
Operador o cuantificador
Ontoteología, véase TEOLOGÍA, 2. el concepto es sinónimo al correspon
diente conjunto de operaciones. Si el
Operación (lat. operatio; ingl. opera concepto es físico, como la longitud,
tion ; franc. opération; alem. Operation; las operaciones son operaciones físicas
ital. operazione). 1) Actividad en gene reales, como por ejemplo, las operacio
ral. Éste es el significado que el tér nes mediante las cuales se mide la lon
mino tuvo en la Edad Media, cuando gitud; si el concepto es mental, como
se lo usó como traducción del griego por ejemplo la continuidad matemáti
¿vépveia que vale como actualidad o ca, las operaciones son operaciones
actividad. En este sentido empleó San mentales, es decir, aquellas mediante
to Tomás la palabra (por ejemplo: las cuales determinamos si un agre
S. Th., II, 1, q. 3, a. 2) y que da validez gado dado de magnitudes es conti
al principio que enuncia que "el modo nuo” (The Logic of Modern Physics,
de operar de cada cosa sigue su 1927, p. 5). Según se ve, las operacio
modo de ser" (Ibid., I, q. 89, a. 1). nes a las que Bridgman hacía referen
2) Función en el significado 1, esto cia son las expuestas en los significa
es, la actividad caracterizada por una dos 4 y 1, pero su doctrina ha sido
cierta finalidad y propia de un deter extendida con referencia a cualquier
minado ser. En tal sentido se dice, pqr especie de operación y ha sido utili
ejemplo, que "la O. de la física es la zada, sobre todo, por los psicólogos,
de calcular resultados que pueden ser fuera de la física (cf. S. S. Stevens,
confrontados con el experimento” o que “Psychology and the Science of Scien
"la O. de la ciencia es demostrar”, et ce”, en Readings iri Phitosophy of
cétera. Science, 1953, pp. 158-84). A partir de
3) Función en el significado 2: re esta extensión de la doctrina del O. y,
lación o correlación. En este sentido por consiguiente, del concepto de ope
se habla de O. matemáticas o lógicas. ración, los únicos caracteres reconoci
4) Técnica manual, o sea procedi bles al tipo de operación que puede
miento manipulador que ha de efec valer como significado de los concep
tuarse según reglas determinadas: por tos científicos son los de la publicidad
ejemplo, O. de medida, C de produc y repetibilidad: el primero concluye el
ción, etcétera. carácter privado de determinadas acti
vidades puramente mentales, el segun
Operacionalismo ( i n g l . operationism; do prescribe la intersubjetividad de las
franc. opérationisme; alem. Operation- operaciones mismas. Sin embargo, ac
ismus; ital. operazionismo). La doc tualmente se pone en duda que el cri
trina según la cual el significado de un terio operacionalista pueda ser válido
concepto científico consiste únicamen para todos los conceptos científicos
te en un determinado conjunto de ope (cf., por ejemplo, G. Bergmann, Philo-
raciones. P. W. Bridgman ha propues sophy of Science, 1957, pp. 56 ss.).
to por vez primera esta doctrina, que
ilustró con un ejemplo que sigue sien Operador, o cuantificador (ingl. opera-
do clásico: "Sabemos lo que entende tor; franc. opérateur; alem. Operator;
mos por longitud, en caso de poder ital. operatore). En lógica: un símbolo
decir cuál es la longitud de cualquier impropio [o sincategoremático (véase)],
objeto, y el físico no requiere nada que puede ser usado, junto con una
más. Para encontrar la longitud de o más variables y con una o más cons
un objeto debemos realizar determina tantes o formas, para producir una nue
das operaciones físicas. El concepto de va constante o forma. Ésta es la defi
longitud queda, por lo tanto, fijado nición dada por A. Church (Intr. to
cuando las operaciones mediante las Mathematical Logic, 1956, §06), y es
cuales se mide la longitud son fijadas; la definición más genérica, pues per
esto es, el concepto de longitud impli mite comprender en el ámbito del tér
ca nada más y nada me os que el con mino, además de los cuantificadores,
junto de las operaciones por las cuales también: el operador de abstracción o
se determina la longit d. En general, abstractor (que es indicado con una
por un concepto no ei endemos nada variable precedida por la letra X), y al
más que un conjunto ■ ; operaciones y cual según algunos lógicos se reducen
874
Opinión
universal. Así, en su novela hace hablar que es la más general, fue expresada
al Doctor Pangloss, maestro de “meta- por Leibniz en un fragmento del Dis
físico-teólogo-cosmolonigología": "Está curso de metafísica (1668) por vez pri
demostrado que las cosas no pueden ser mera, en la siguiente forma: "Lo que
de otra manera, ya que estando todo pasa por extraordinario lo es sólo con
hecho para un fin, todo está necesaria referencia a algún O. particular esta
mente dirigido hacia el mejor fin. No blecido entre las criaturas ya que, en
tad bien que la nariz ha sido hecha cuanto al O. universal, todo es perfec
para llevar anteojos y así tenemos an tamente armonioso. Ello es tan verda
teojos, etc.”. Leibniz había dicho que dero que no sólo no sucede en el mun
"Dios ha elegido el mundo más perfecto, do nada que se halle absolutamente
esto es, el que al mismo tiempo es el fuera de la regla, sino que no se podría
más simple en hipótesis y el más rico ni siquiera imaginar algo que sea tal.
en fenómenos” (Disc. de mét., § 6 ), y Supongamos, en efecto, que alguien se
que “si en el mundo no hubiera el mí ñale una cantidad de puntos en el papel
nimo mal, ya no se trataría del mundo, de una manera cualquiera: yo digo que
que, considerado en su totalidad y es posible encontrar una línea geomé
sumado, fue considerado como el me trica cuya noción sea constante y uni
jor por el creador que lo eligió" (Théod., forme conforme a una determinada re
I, 9). Esto puede ser expresado en la gla, de tal manera que pase por todos
frase con la cual Cándido concluye sus estos puntos precisamente en el O. con
desafortunadas peripecias: "Vivimos en el cual la mano los ha trazado. Y si
el mejor de los mundos posibles”, frase alguno traza una línea continua, ya sea
que sigue siendo la expresión popular recta, curva o de otra naturaleza, es
del optimismo. posible encontrar una noción o regla
El O. es siempre inherente a todas o también una ecuación común a to
las doctrinas que admiten el finalismo dos los puntos de esta línea, en virtud
universal y, en especial: 1) a las doc de la cual los cambios mismos de la
trinas espiritualistas de trasfondo teo línea se explican. Así, por ejemplo, no
lógico, como son la metafísica aristo hay rostro alguno cuyo contorno no for
télica y la escolástica, el leibnizianis- me parte de ma línea geométrica y que
mo y las formas modernas y contem no pueda ser trazado de un solo trazo
poráneas del conocimiento espiritualis por medio de un determinado movi
ta; 2) a las doctrinas (en el sentido miento regulado. Pero cuando una re
romántico del término) que comparten gla es muy compleja lo que le pertene
el principio de la coincidencia entre ce pasa por irregular. Así, se puede
realidad y racionalidad (principio que decir que de cualquier modo que Dios
significa lo que Voltaire expresó al de hubiera creado al mundo, el mundo ha
cir que "las cosas no pueden ser de otra bría sido siempre regular y con un O.
manera"), de las cuales es típica la general” (Discours de mét., § 6 ). En
doctrina de Hegel. Lo opuesto al O. no este sentido el O. consiste simplemente
es el pesimismo que, tal como fue en la posibilidad de expresar por una
formulado por Schopenhauer, si bien regla, o sea de un modo general y cons
afirma que "la vida es dolor”, consi tante, una relación cualquiera que inter
dera al mundo, en su totalidad, de mo cede entre dos o más objetos cuales
do finalista, como organizado con mi quiera. En este sentido la noción de O.,
ras al orden mejor (Die Welt, I, §28), por lo tanto, no se distingue de la no
sino la negación del finalismo median ción de relación constante. Pero éste
te el reconocimiento del carácter im es solamente el significado muy gene
perfecto, accidental y problemático de ral de la noción misma. En su ám
los órdenes que se encuentran en el bito se pueden distinguir tres nociones
universo. específicas: /) el O. serial; 2) e1 0 . to
tal; 3) el grado o nivel.
Orden (gr. xá|ig; lat. ordo; ingl. otder; 1) El O. ser 1 es el propio de la rela
franc. ordre; alem. Ordnung; ital. or- ción de ante: y después. Aristóteles
dine). Una relación cualquiera entre observó que es i relación se encuentra
dos o más objetos, que pueda expre donde hay un rincipio, porque en tal
sarse mediante una regla. Esta noción, caso las cosas rneden hallarse más o
877
Orden
organisme; alem. Organismus; ital. or ran este cuerpo como una máquina
ganismo). El cuerpo vivo respecto a lo que, salida de las manos de Dios, está
que específicamente lo distingue del incomparablemente mejor ordenada y
no-vivo. El concepto de O. fue formu tiene en sí movimientos más admira
lado por vez primera por Aristóteles bles que los de las que pueden ser
del modo siguiente: “Si el hacha debe inventadas por los hombres” (Dísc., V).
cortar el leño, debe necesariamente ser En efecto, un reloj o una máquina no
dura, y si debe ser dura, debe por ne existen sin finalidad y, equiparando
cesidad ser de bronce o de hierro. Aho el O. a una máquina, Descartes no se
ra bien, exactamente del mismo modo, proponía negar su finalidad sino sim
el cuerpo, que es un instrumento co plemente presentar la tesis de que la
mo el hacha —ya que, sea en sus partes estructura finalista del O. depende, no
en particular o entendido en su tota ya de una fuerza exterior al O. mis
lidad, cada una tiene una finalidad— mo o sea del alma, sino de la variedad
debe por necesidad ser hecho de deter y de la coordinación de las partes, o
minada manera para cumplir su fun sea de la organización misma. Por otra
ción” (De Parí. An., I, 1, 642 a 10). En parte, también Leibniz, que insistió
esta noción, el rasgo fundamental es acerca del ordenamiento finalista del
que toda la estructura del O. está su universo, considera al O. como una má
bordinada a su función, esto es, sobre quina. "Todo cuerpo orgánico —dice—
vivir como O. y de este rasgo resulta es una especie de máquina divina o de
el otro, que enuncia la subordinación autómata natural que sobrepasa infi
de las partes al todo. Por ello Aristó nitamente a todos los autómatas artifi
teles dice, con referencia a la com ciales" {Mon., § 64). Kant fue el pri
posición de los animales, que una casa mero en distinguir la finalidad de un
no existe con vistas a los ladrillos autómata o de una máquina de la del
y a las piedras, sino que ladrillos y O. "En un reloj —observa Kant— una
piedras existen con vistas a la casa parte, es el instrumento que sirve al
(Ibid., II, 1, 646 a 27), y que "la cien movimiento de las otras, pero no es
cia de la naturaleza se ocupa de la la causa eficiente de la producción de
composición y de la totalidad de la sus las otras: si bien una parte existe con
tancia y no de las partes, que no pue vistas a las otras, no existe por inter
den existir separadamente de la sus medio de ellas. Por lo tanto la causa
tancia misma” {Ibid., I, 5, 645 a 33). productora del reloj y de su form a...
La subordinación de las partes al todo, está fuera de él, en un ser que puede
que es por sí la sustancia, ha perma obrar según las ideas de un todo posi
necido como la característica funda ble mediante su causalidad". En cam
mental del O. Pero esta característica bio, en el O. "toda parte es concebida
está obviamente determinada por la como existente sólo por intermedio de
estructura finalista del O. Justo por las otras y para las otras y el todo, es
que éste debe adaptarse en su totalidad decir, como un instrumento (órgano)”,
a su fin y subordinarse a él, las par como "un instrumento que produce las
tes del O. deben estar subordinadas a otras partes y es recíprocamente pro
la totalidad del O. mismo. A partir de ducido por ellas”. En otros términos,
Aristóteles, por lo tanto, el concepto las partes de un O. son, al mismo tiem
de finalidad ha seguido siendo el fun po, causa y efecto la una con respecto
damento de la noción de O. y conti a la otra y todas con respecto a la
núa como tal también cuando, con Des totalidad del organismo. En tal senti
cartes, se comenzó a considerar el O. do, el O. no posee la simple fuerza mo
como una máquina. "Los que saben triz, como la máquina, sino que tiene
—decía Descartes— la cantidad de au también "una fuerza formadora tal que
tómatas o máquinas móviles que el se comunica a las materias que no la
ingenio humano puede construir sin tienen y a las que, por lo tanto, puede
utilizar más que unas :uantas piezas organizar; una fuerza formadora que
en comparación con la i .ultiplicidad de se propaga y que no puede ser explicada
huesos, músculos, nerv >s, arterias, ve con la facultad del movimiento sola
nas, etc., que se encuei ran en el cuer mente" {Crít. del Juicio, § 65).
po de cada uno de n sotros, conside Estas notas kantianas, que aclaran
880
Organismo
muy bien el finalismo intrínseco del O., tear; es una negación más que una rea
hacen de algún modo inútil el finalis lidad positiva” (Év. créatr., 8? ed., 1911,
mo total de la naturaleza y lo hacen p. 102). La realidad positiva es sólo el
pasar a segundo plano. La organización empuje vital, o sea la conciencia.
finalista del O. puede ser, en efecto, La disputa metafísica entre finalismo
comprendida y admitida independien y mecanicismo o entre materialismo y
temente del finalismo universal de la vitalismo no influye en el concepto de
naturaleza. Sin embargo, las especula organismo. Lo que a partir de Kant
ciones de la filosofía romántica acerca se ha convenido en denominar "finali
del organismo, aun partiendo de los dad interna" del O. no ha sido puesto
conceptos kantianos, tienden precisa en duda ni siquiera (como se ha visto)
mente a resolver la finalidad intrínseca por los que concebían al O. como má
del O. en la finalidad universal o, me quina. Por otra parte, la disolución de
jor dicho, a extender la primera a la la finalidad intrínseca del O. en el
totalidad del universo. Así, por ejem finalismo cósmico, grata a todas las
plo, dice Schelling: "En el producto na formas del vitalismo y, en general, a
tural todavía está unido el producto todas las interpretaciones metafísicas
que, en el obrar libremente, se ha se del O., no ayuda en nada a aclarar el
parado en beneficio del fenómeno. Toda concepto de O., porque no hace más
planta es enteramente lo que debe ser; que dar, al apelar a una tesis genérica,
lo libre es en ella necesario y lo nece una solución aparente al problema de
sario libre... Solamente la naturaleza entender las formas específicas de ac
orgánica da la completa imagen de la ción de la finalidad orgánica. Los bió
libertad y 'de la necesidad reunidas en logos contemporáneos, por lo tanto, tien
el mundo exterior” (System des Trans- den a p o n e r s e fuera de la antítesis
zendentaten Idealismus [“Sistema del entre mecanismo y finalismo. Goldstein
idealismo trascendental"], V ; trad. ital., considera inútil apelar a la entelequia
p. 289). Aún más arbitrariamente, He- como al finalismo cósmico, pero con
gel considera como primer O. a la tie sidera indispensable insistir acerca de
rra por ser "un sistema universal de la acción del O. como totalidad. Esto
cuerpos individuales” (Ene., § 338), y conduce a a 'mitir el finalismo interno
afirma que, aunque la vitalidad natural del O. mismo: "La hipótesis de una
se fragmente en la multiplicidad de los determinada tarea —dice— es super-
animales vivientes, éstos, "en la idea, flua para la comprensión del O., pero
son una sola vida, un único sistema la hipótesis de una finalidad determi
orgánico de vida” (Ibid., § 337). Aquí nada (la realización de la esencia del
el O. no se considera en sus rasgos es O.) es muy fecunda para nuestra com
pecíficos, sino simplemente como di prensión del O.” (Der Aufbau des Or-
suelto en el finalismo cósmico. Y a ganismus ["La estructura del organis
este mismo resultado llega la doctrina mo”], 1934, p. 264). Más recientemente,
de Bergson, que ve en el O. el resul Simpson ha dicho: “Sabemos que el
tado de un empuje vital (o corriente fuego no es un elemento o principio
de conciencia) que penetra y sujeta a separado, sino que es un proceso y una
la materia bruta. Lo que desde el pun organización de la materia, por el cual
to de vista de la ciencia es una “má la conducta de la materia es diferente
quina”, desde el punto de vista de la fi de la que está en el no-fuego. Del mis
losofía es el equilibrio logrado por el mo modo, la visión materialista no se
empuje vital en su esfuerzo formador. abandona cuando la vida se considera
"Para nosotros —dice— el conjunto de como un proceso y una organización en
una máquina organizada, si bien repre la cual la conducta de la materia es
senta el conjunto del trabajo organiza diferente de la que se halla en los esta
dor (aunque tampoco esto sea verdade dos no vivientes” (The M e a n i n g of
ro más que en forma aproximada), las Evolution, 1952, p. 125). Por otro lado,
partes de la máquina no corresponden la capacidad el O. para explotar las
a las partes del trabajo, ya que la ma posibilidades i oportunidades que su
terialidad de la máquina no representa estructura, sus >ropias variaciones o el
más un conjunto de medios adecuados ambiente m is i o le ofrecen, lo que
sino un conjunto de obstáculos a sor Simpson denon na el oportunismo de
881
Ó rg a n o
O rig e n
la vida, no es más que la misma "fina de Aristóteles, a saber: el libro de las
lidad intrínseca" de la que hablan los Categorías, el libro de la Interpreta
otros biólogos. Ésta había sido también ción, los dos libros de los Primeros ana¡-
reconocida por uno de los fundadores líticos. los dos libros de los Analíticos
del Círculo de Viena, Moritz Schlick. posteriores, los ocho libros de los Tó
"Un grupo de procesos o de órganos picos y el libro de los Elencos sofísti
—dijo— es denominado f i n a l i s t a con cos. En otras dos ocasiones aparece la
referencia a un efecto definido, si este palabra Ó. como título de libro: en el
efecto es el efecto normal en la coope Novum Organum (1620) de Francis Ba-
ración de los procesos o de los órganos. con, que explícitamente opuso su lógica
El acento se pone aquí en la coopera a la aristotélica, y en el Neues O. (1764)
ción ; en un caso e s p e c í f i c o , estos de J. H. Lambert, filósofo iluminista
procesos, dependientes de las circuns alemán con quien Kant mantuvo una
tancias, pueden suceder de varios mo importante correspondencia. El uso de
dos, pero son dependientes uno del otro tal término no tiene, sin embargo, una
y ligados en su conjunto, de modo que relación precisa con la tarea atribuida
producen siempre aproximadamente la a la lógica (véase).
misma suerte de efectos” ("Naturphi-
losophie”, en Die Phitosophie in ihren O rie n ta c ió n (ingl. o r i e nt at i on; franc.
Einzelgebieten, Berlín, 1925; trad. ingl., orientation; alem. Orientierung; ital.
en Readings in the Philosophy af Scien orientamento). Este término fue intro
ce, 1953, p. 529). Este concepto de fina- ducido en filosofía por Kant, que lo
lismo no tiene, por cierto, nada que aplicó al problema del mundo en el cual
ver con la tesis del finalismo universal la razón debe conducirse fuera de los
y se trata de un finalismo limitado, límites, asaz restringidos, del saber em
específico, que actúa mediante tenta pírico, esto es, del conocimiento efec
tivas y se logra solamente en determi tivo: "Orientarse en el pensamiento en
nados casos y no por el infalible plan general —dice Kant— significa: dada
universal en el cual todos los seres la insuficiencia de los principios obje
encuentran su salvaguardia. Pero la de tivos de la razón, determinarse en el
finición misma de O. re 'alta un fina dominio de lo verosímil, según un prin
lismo así limitado, tanto ahora como cipio s u b j e t i v o de la razón misma”
en tiempos de Aristóteles. (Was Heisst: sich im Denken Orientie-
ren? ["Qué significa orientarse en el
O r g a n o (gr. ÓQyavov; lat. organum; ingl. pensamiento?"], 1786, A, 310). Kant ex
organ; franc. o r g a n e ; alem. Organ; cluyó el hecho de que el hombre pueda
ital. organo). En el sentido específico orientarse a partir de la fe o de un
de la biología, de la que el término ha supuesto saber intuitivo. El término ha
pasado a la filosofía, el O. fue definido sido adoptado por Jaspers, que intituló
por Aristóteles a partir de la función "O. filosófica en el mundo”, al primer
que cumple y por analogía con el ins volumen de su Filosofía (Phitosophie,
trumento inorgánico: "Todo instrumen 1932). La O . en el mundo, se tiene, se
to —dice— y toda parte del cuerpo tie gún Jaspers, cuando el hombre se con
ne un fin p r o p i o , o sea una acción sidera a sí mismo como un elemento
específica propia... Como la hoz ha o cosa del mundo, entre innumerables
sido hecha para segar (pero no la siega elementos o cosas e intenta hallar, de
para la hoz), de manera que el segar es tal manera, su camino. Pero la O. en
su función específica, de igual modo el fila sólo a la ruptura del mundo en
cuerpo está hecho para el alma y las una multiplicidad de perspectivas cós
partes del cuerpo tienen, cada una y micas (Phil., I, pp. 69 ss.). Fuera de
por naturaleza, su función propia” (De estos significados específicos, el térmi
Parí. An., I, 5, 645 b 12). Este concepto no es ampliamente usado, con signifi
se ha mantenido tanto en la biología, cado muy poco preciso, en el lenguaje
como en la filosofía y / -i todos los de común y filosófico contemporáneos.
más campos en que : lera adoptado. O rig e n (lat. origo; ingl. origin; franc.
ó r g a n o n (gr. óovavov; at. organum). origine; alem. Ursprung; ital. origine).
Título aplicado, por li ¡ comentaristas El término tiene dos significados, que
griegos, al conjunto de las obras lógicas a menudo se confunden: 1) comienzo,
882
O rto g é n e s is
O tro
acto o fase inicial; 2) fundamento o gicas debería estar proscrito en filoso
principio. El "retomo a los O.”, que fue fía, si bien es legítimo en las ciencias
ra el rasgo característico del Renaci experimentales (Crít. R. Pura, Doctri
miento (véase) es una noción fundada na trasc. del método, cap. 1, sec. 4).
en el intercambio de los dos significa
dos. Y en el mismo intercambio se O tro (gr. 0r)TTipov; ingl. o { h e r; franc.
fundó la importancia de los denomina autre; alem. Artdere; ital. altro). Uno
dos problemas de origen, tal como se de los cinco géneros máximos del ser,
debatieran en los siglos x v i i i y xix: el enunciados por Platón en el Sofista y
O. de las ideas, de la vida, del lengua que son: el ser, la quietud, el movi
je, de las especies vivientes, etc., ya miento, lo idéntico, lo O. El motivo
que en los problemas así formulados el para admitir a lo O. como un género
O. no significaba sólo el nacimiento en por sí mismo es el siguiente: la quie
el tiempo sino también el principio o el tud y el movimiento, ambos son y, por
fundamento del objeto cuyo O. se bus lo tanto, bajo el aspecto del ser, son
caba. El mismo significado equívoco idénticos; pero son también diferentes
tuvo la palabra en el antiguo problema uno del otro y esta diferencia es exac
del O. del m al: Si Dios existe, ¿de dón tamente como es su identidad (debido
de viene el mal? Y si no existe, ¿de al hecho que ambos son). Lo O. (lo
dónde viene el bien? (cf. San Agustín, diverso) es, por lo tanto, un género
Can}., V I I , 5). "Juicio de O.” denomi igualmente originario e irreducible de
nó H. Cohén al juicio en el cual algo los otros cuatro (Sof., 254 ss.). El reco
es dado, no como material bmto, sino nocimiento de lo O. como un género
como lo que el pensamiento mismo sumo es muy importante, porque per
puede encontrar, como el signo x de la mite a Platón resolver la antinomia,
matemática que significa, no lo inde propia de la sofística y de la erística
terminado sino la determinabilidad (Lo (véase), según la cual es imposible de
gic, 1902, p. 83). cir lo falso porque lo falso es lo que
no es, y decir lo que no es, significa
(ingl. orthogenesis). La doc
O rto g é n e s is decir nada, o no decir. Desde este pun
trina que enuncia que la evolución de to de vista, -1 error debería ser decla
la vida sigue una línea recta o tiende rado inexistente y no habría siquiera
a seguirla. Las interpretaciones dadas diferencia posible entre el filósofo, que
por los biólogos a este concepto son dis se preocupa por establecer la distinción
pares; sustancialmente la O. es la te entre verdad y error, y el sofista que
sis defendida por los que admiten el no se preocupa de ello en absoluto. Ad
finalismo de la vida. A veces, pero más mitido en cambio lo O. como género
rara vez, el punto de vista opuesto a sumo, el no ser podrá ser interpretado,
la O. se denomina poligénesis, que es no ya como la nada sino como lo O.
el reconocimiento de líneas de evolu del ser y precisamente del ser del que
ción diferentes y dispares en los fenó se habla; por ejemplo, decir que algo
menos de la vida (cf. G. G. Simpson, es no grande o no bello significa sim
The Meaning of Evolution, 1952, p. 132). plemente decir que es algo O., diferen
O s te n siv o (gr. S eixtixó ; ; lat. ostensivas; te de lo grande y de lo bello, pero no
ingl. ostensive; franc. ostensif; alem. por eso que es lo opuesto del ser, o sea
ostensiv; ital. ostensivo). Así se califi la nada (Ibid., 257 b ss.). Esta afirma
can las pruebas directas, o sea las que ción de la realidad del no-ser, en cuan
verifican positivamente la verdad de to a lo O., o diferente, es presentada
una tesis, para distinguirlas de las prue por el extranjero de Elea, que es el
bas indirectas, que tienden a probar una principal protagonista del Sofista, como
tesis negativamente, con la demostra una especie de "parricidio” respecto a
ción de la falsedad de su contrario. Las Parménides, que había afirmado que
pruebas indirectas se denominan apa- únicamente e1 ser es y el no ser no es
gógicas (véase a b d u c c i ó n ; r e d u c c i ó n ). (Ibid., 242 d) Estas notas platónicas,
La distinción a p a r e c e en Aristóteles en especial la categoría de "O.”, han
(An. Pr., I, 23, 40 b 27) y se reproduce sido con frec encia adoptadas poste
en Leibniz (Nouv. Ess., IV , 8 , 2). Se riormente para esclarecer la noción de
gún Kant, el uso de las pruebas apagó- nada (véase).
883
Otro, problema del
mos una comunicación cualquiera que nificado sólo cuando se han constituido
nos sea hecha. Entre lo mío y lo otro en el campo de lo no psíquico (opuesto
existe siempre una conexión muy es a lo psíquico) y del ‘tú’ ” (Der Logische
trecha y ellos se determinan y se con Atcfbmt der Welt [“La estructura lógica
dicionan uno a otro, sin que las esferas del mundo"], § 65). Estas anotaciones
respectivas se dejen fijar, sin embargo, nos demuestran que un punto de vista
nunca en forma rígida, como se prueba solipsista (véase s o l i p s i s m o ) que pre
por el hecho de que a menudo no sabe tenda fundarse sobre datos o certidum
mos decir si determinada experiencia bres inmediatas, o sea cayendo en el
psíquica nos viene de nosotros mismos ámbito mismo de la conciencia perso
o de otros (Ibid., III, cap. III). Esto nal, es cada vez más difícil de sostener
equivale a negar el carácter privado y en la filosofía contemporánea. Y tam
rígidamente subjetivo del Yo (véase) bién una filosofía como la de Sartre,
y a reconocer que se mueve, desde su según la cual la otra existencia es tal
constitución y en todas sus manifes en cuanto no es la mía y de tal manera
taciones, dentro de una red de relacio la relación interpersonal es una rela
nes intersubjetivas que lo constituyen ción de negación recíproca y sólo la ne
de verdad y dentro de la cual se recor gación es "la estructura constitutiva
tan las esferas correlativas de lo "mío” del ser otros” (L'étre et le néant, p.
y de lo "tuyo”. Este punto de vista se 285), se presenta como un abandono ra
encuentra con frecuencia, y asimismo dical del solipsismo o sea como un tras
dentro de diferentes escuelas, en la fi cender del cogito. "Lo que nosotros
losofía contemporánea. Mead afirma llamamos, a falta de un término mejor,
que "el hombre resulta un yo en su ex el cogito de la existencia de los otros,
periencia sólo cuando su postura recla se confunde con mi propio cogito. Es
ma una actitud correspondiente en sus necesario que el cogito me eche fuera
relaciones sociales". La autoconciencia de él sobre el O., como me ha echado
misma o el yo no es otra cosa, en este fuera de él hacia el en-sí sin revelarme
caso, que la actitud generalizada de los una estructura a priori que apuntaría
otros a nuestro respecto. "Tomamos el hacia el otro igualmente a priori, pero
papel de aquello que puede ser deno descubriendo en mí la presencia con
minado lo otro generalizado y al hacer creta e indudable de éste o el otro
esto, aparecemos como objetos socia concreto como ya se me ha revelado
les, como yo” (Phil. of the Present, en mí, mi existencia incontrastable,
p. 185). contingente y, no obstante, necesaria y
Por otra parte, Camap ha expresa concreta” (Ibid., pp. 308-09). La obje
do un punto de vista muy semejan ción que puede formularse a esta pre
te a éste, insistiendo acerca del carác sentación es que si todo acaece en mí,
ter secundario y derivado de la dis como dice Sartre, la existencia de los
tinción entre el yo y el tú. "La misma otros como otros es todavía inaprehen-
caracterización de los elementos funda sible. Pero esta consideración demues
mentales de nuestro sistema constitu tra la dificultad en romper el cerco
tivo, psíquicamente propios, o sea como mágico de la conciencia una vez admi
'psíquicos' y como ‘míos’ adquiere sig tido como válido.
885
p
P , p . En la lógica contemporánea, se ficar la P.-significado, que es la misma
indica con P un determinado cálculo de aunque se repita muchas veces y en
las proposiciones y con p (y las letras tal sentido podemos decir, del mismo
que siguen en orden alfabético, q, r, libro, que está compuesto de cinco mil
etc.) una proposición singular. palabras. En el p r i m e r sentido, por
ejemplo, la P. está, si se repite diez
P a id e ia , véase CULTURA. veces en una página, significa diez pa
labras y en el segundo sentido es una
P a id o lo g ía (ingl. paidology; franc. pé- sola palabra. Peirce propuso denominar
dology; alem. Paidologie; ital. pedolo a la palabra en el primer significado
gía). La ciencia exacta de la educación, token (signo o ficha) y en el segundo
en oposición a la pedagogía que sería s i gni f i c a do t y p e (tipo) (Coll. Pop.,
el arte empírico de la educación. Éste 4.537). Otros hablan, al mismo respec
fue, al menos, ei significado dado al to, de signo y símbolo, respectivamente
término por aquellos que lo introduje (cf. M. Black, Language and Phitosophy,
ron: el alemán O. Chrisman (Paidolo VI, 2).
gie, 1894) y el francés E. Blum (cf. sus
artículos en Revue Philosophique, mayo P a l i n g e n e s i a (gr. xaXiyyeyeaía; ingl.
1897, noviembre 1898). La P. debería patingenesis; franc. palingénesie; alem.
tener como supuesto la psicología ex Palingenesie; ital. palingenesi). Según
perimental y deducir de ella los instru los estoicos, el renacimiento del mundo
mentos de la educación, con relación a después del fin de un ciclo de vida
las diferentes edades del hombre. Este (Nemes, De nat. Hom., 38; cf. Marco
concepto no ha caído en desuso y es Aurelio, Soliloquios, XI, 1: "el periódi
más bien el fundamento de buena par co renacer del mundo"). La palabra ha
te de la psicología contemporánea, sido usada a menudo en este o en aná
pero el término P., luego de breve boga, logo sentido (por ejemplo, por C. Bon-
ha sido abandonado. net, Palingértésie philosophique, 1769, y
por Gioberti, Protologia, 1857) y a ve
P a la b r a (lat. verbum; ingl. word; franc. ces también en sentidos restringidos o
parole; alem. Wort; ital. parola). 1) particulares, para designar el renacer
Según la distinción que Saussure hizo del alma o, en sentido retórico, para
prevalecer, entre P., lengua (véase) y indicar cualquier renovación radical
lenguaje (véase), la P. sería la manifes (véase a p o c a t á s t a s is ).
tación lingüística del individuo. A di
ferencia de la lengua, que es una fun P a n a n im is m o . Lo mismo que animis
ción social, registrada pasivamente por mo (véase).
el individuo, la P. es "el acto indivi
dual de voluntad y de inteligencia en (ingl. pancalism; franc. pan-
P a n c a lis m o
el cual conviene distinguir: 1) las com calisme). Término aplicado por J. M.
binaciones en que el sujeto parlante Baldwin a su propia doctrina, según la
utiliza el código de la lengua para ex cual la belleza, como objeto de la ac
presar su pensamiento personal; 2) el tividad estética, realiza la conciliación
mecanismo psicológico que le permite entre la actividad cognoscitiva y la ac
e x te rio riz a r e s t a s combinaciones” tividad práctica, unificando el mundo
(Cours de Linguistique Générale, 1916, de la experiencia (cf. Genetic Theory
p. 31). of Reality, being the Outcome of Ge
2) El término P. tiene una ambigüe netic Logic, as Issuing in the Aesthetic
dad que los lógicos han puesto en cla Theory of Reality calted Pancalism,
ro. En efecto, la P. puede ser por un 1915).
lado un hecho singular, que es nuevo
cada vez que se repite y en tal sentido (ingl. pancosmism; franc.
P a n c o s m is m o
decimos, por ejemplo, qi e un libro está pancosmisme). Lo mismo que mate
compuesto de cincuent . mil palabras. rialismo. El término fue usado por
Por otro lado, el térm ío puede signi Grote para designar la doctrina de los
886
P a n e n te ís m o
P a n p s iq u is m o
P a ra p s ic o lo g ía
P a r le
mentó falso en la forma (véase también determinado nombre, modificando el
En Kant, "P. de la razón pura"
f a l a c ia ). caso, como gramático, que deriva de
designa la falsa argumentación de la gramática y valeroso, de valor (Cat.,
psicología racional, que se ilusiona cre I, l a 11). Los P. tienen en común
yendo poder deducir del simple "yo entre sí la esencia expresada por la
pienso” determinaciones materiales, pe definición (cf. Boecio, In Cat., I, P.L.
ro a priori del concepto (idea) de 64, col. 167; Pedro Hispano, Summ.
"alma”. Log., 3.01; Jungius, Lógica Hamburgen-
sis, I, 2, 16). En este sentido, son si
P a ra p s ic o lo g ía (ingl. psychical research ; milares a los sinónimos o unívocos.
franc. métapsychique; alem. Parapsy- Aristóteles considera los P. como una
choíogie, Metccpsychik; ital. metapsichi- determinada especie de objetos desig-
ca). El examen sin prejuicios y con cri nables, junto a los anónimos o equí
terio científico, de las facultades hu vocos y a los sinónimos o unívocos.
manas, reales o imaginarias, que resul Véase u n ív o c o y e q u ív o c o .
tan inexplicables a partir de las hipó
tesis generalmente reconocidas. Ésta es P a r s im o n ia , le y d e la , véase ECONOMÍA.
por lo menos la definición que de esta
ciencia dan sus cultivadores más serios. Parsismo (ingl. parsism; franc. parsis-
Los fenómenos que investiga abarcan me; alem. Parsismus; ital. parsismo).
dos categorías fundamentales, la de La religión dualista de los antiguos per
los denominados fenómenos mentales, sas. Véase m a l Ib); z o r o a s t r is m o .
que consisten en informaciones adqui
ridas mediante medios ultranormales o (gr. uipoc; lat. pars; ingl. part;
P a rte
fenómenos de percepción extrasensorial franc. part; alem. Teil; ital. parte).
y los fenómenos físicos o prodigios, por Aristóteles distinguió tres significados
ejemplo, objetos que flotan en el aire, principales del térm ino: 1) lo que inicia
golpes, rumores, etc. La P. intenta es la división de una cantidad y, en este
tablecer la realidad de tales fenómenos sentido, dos es P. de tres, a menos
y presentar hipótesis adecuadas para que se restrinja el significado de parte
explicarlos. Cf. D. J. Wes,, Psychical a la unidad de medida, en cuyo caso
Research Today, Lordon, 1954. sólo uno (y no dos) es P. de tres; 2) lo
que inicia la división de un género que
P a r e n é tic a (gr. jtaQai/vexixr] téxvt] ; lat. no sea una cantidad y en tal sentido
praeceptiva; ingl. parenetic; franc. pa- son partes las especies de un género;
rénétique; ital. parenetica). Según los 3) lo que inicia el análisis de una pro
estoicos, la parte de la moral que con posición que vale como definición y,
siste en suministrar preceptos prácti en este sentido, el género es P. de la
cos para la conducta en las diferentes especie (porque es la especie la que
circunstancias: lo mismo que precep es definida) (Met., V, 25, 1023 b 12).
tiva (cf. Séneca, Ep., 95). Parenético: Santo Tomás a su vez denominó P.
exhortatorio. cuantitativas a las P. conforme al sig
nificado 1 de Aristóteles; P. esenciales
P a ré n te s is (ingl. parentheses; franc. pa- a las de los significados 2 y 3 (S .T h .,
renthéses; alem. P a ren th ese; ital. I, q. 76, a. 8; III, q. 90, a. 2). Y a ellas
parentesi). En lógica y en matemática, agrega: la P. subjetiva “en la cual está
los P. son un signo de asociación. Así, presente, simultánea e igualmente, la
en la expresión [n — (x — y)] los P. total virtud del todo como la total vir
internos sirven sólo para mostrar la aso tud del animal, en cuanto se conserva
ciación de las partes x — y de la expre como tal en cualquier especie animal”
sión. En la terminología de la fenome y la P. potencial “en la cual está pre
nología contemporánea "poner entre P." sente el todo según su esencia total,
significa realizar la suspensión o epoché como la total esencia del alma está
fenomenológica. Véase e i i c h é . presente en cada una de sus potencias”
(S. Th., III, q. 90, a. 3). Pero es bastante
P a r ó n im o (gr. jtagcóvujiog lat. denomina- obvio que estas dos últimas especies de
tivus). Así denominó A istóteles a los P. han sido escogidas con fines teoló
objetos, cuya designacir i resulta de un gicos. Otras distinciones se han intro-
890
P a rtic ió n
P a r t ic u l a r
ducido para otros fines, como la distin cosa que la de ser imágenes de ellas”
ción entre la P. próxima y la P. remota, (Parm., 132 d). Platón mismo no dio
según que entre la P. y el todo caiga una determinación más precisa acerca
o no caiga otra P. (cf. Jungius, Log., I, de este importante concepto de su filo
9, 11-12), y entre la P. alícuota y la sofía. Al mismo, sin embargo, recurrió
P. alicuante, según que la repetición la metafísica medieval, cuando se tra
de la P. llegue exactamente a dar el tó de distinguir "el ser por esencia”
todo o resulte menor o mayor que él en que pertenece solamente a Dios y el
un punto determinado (cf. Wolff, Ont., "ser por P.” que pertenece a las cria
§360). turas, distinción que garantizaba la su
La mayor parte de estas distinciones bordinación del ser de las cosas al ser
ha caído actualmente en desuso y el de Dios. "Así como lo que tiene fuego
mismo concepto de P. al venir a menos y no es el fuego, está encendido (igni-
el viejo axioma que enunciaba que "la tum) por P. —dice Santo Tomás—, así
P. es menor que el todo” (véase i n f i también lo que tiene existencia y no
n i t o ), ha dejado de ser definido par es la existencia es el ser o cosa por P.”
tiendo del todo y actualmente se lo (S. Th., I, q. 3, a. 4). Pero el amplio uso
define mediante un determinado tipo que de este concepto se hizo en la meta
de relación. Así Peirce dice: “Una P. de física tradicional, no ha contribuido
una colección, d e n o mi n a d a el todo mucho a aclararlo y ha quedado inde
de ella, es una colección tal que toda co finido y oscuro, como lo era en Platón.
sa que sea u de la P. es u del todo, pero 2) L. Lévy-Bruhl ha hecho un uso
algo que es u del todo es u de la P." extenso del concepto de P. para ilus
(Coll. Pop., 4.173). trar la mentalidad de los primitivos.
En el ámbito de esta mentalidad, la P.
P a r tic ió n (gr. nEquinóg; lat. partitio; sería anterior a la distinción entre las
ingl. partition-, franc. partition-, alem. cosas que se participan. "La P. no se
Partition; ital. partizione). Los estoicos establece entre un muerto y un cadá
entendieron con este término "el orde ver más o menos claramente represen
namiento de un género en sus lugares” tados (en cuyo caso tendría la natura
(Dióg. L., VII, 1, 62) o sea, la enumera leza de unt relación y debería ser po
ción de las partes que componen el sible aclararla mediante el entendimien
todo, como cuando se enumeran los to); no resulta, pues, de las representa
miembros del cuerpo humano y distin ciones, no las presupone, sino que es
guiéndola, por lo tanto, de la división, anterior a ellas o, por lo menos, simul
que es la enumeración de las especies tánea. Lo dado al principio es la parti
pertenecientes a un género (Cicer., cipación” (Les carnets, I).
Top., 5-7, 28, 30). Véase d iv is ió n .
(gr. v.axá. néoog; lat. particu-
P a r t ic u l a r
(gr.
P a r tic ip a c ió n ; lat. parteci- laris; ingl. particular-, franc. par-
patio; ingl. participation; franc. parti- ticülier; ital. particolare). Que es una
cipation; alem. Teilnahme, Partizipa- parte o pertenece a una parte. La pro
tion-, ital. partecipazione). 1) Uno de posición P. fue definida por Aristóte
los dos conceptos usados por Platón les del modo siguiente: “Denomino P.
para definir la relación entre las cosas a la proposición que expresa la inhe
sensibles y las ideas; el otro es el de rencia a algo o la no inherencia a
presencia o parusía (jtapoucúa). "Nada todo” (An. Pr., I, 1, 24a 13). Lo contra
hace bella una cosa —dice— sino la rio de la proposición P. es la universal
presencia o la P. de lo bello en sí, sean (véase). La lógica medieval indicó con
cuales fueren los caminos o el modo la letra / la proposición P. afirmativa
en que presencia o P. tengan lugar” y con la letra O la proposición P. nega
(Fed., 100 d). Más tarde Platón enten tiva. Una proposición P. de la forma
dió la P. como imitación: "A mí me "algunos F son G” se puede leer de di
parece que las ideas se hallan como ferentes modi s : “algún F es G”, "algo
ejemplares en la naturaleza y que los es al mismo tiempo F y G", "algo
demás objetos se semejan a ellas y que es un F es un G”, "hay un FG”,
son sus copias, y que esta P. de las "existen FG", "FG existe”, etc. (cf. W.
cosas en las ideas no consiste en otra v. O. Quine, M'thods of Logic, §12).
891
P a r u s ía
P a s ió n
P a r u s ía , véase PARTICIPACIÓN. campo moral lo que el movimiento es
en el campo físico” (De Vesprit, III,
P asad o , véase T IE M P O . 4), y Condillac definió la P. como "un
P a s ió n (ingl. passion; franc. passion; deseo que no permite tener otros o que,
alem. Leidenschaft; i tal. passione). Es por lo menos, es el dominante” (Traite
te término puede significar: 1) lo mis des sensations, I, 3, 3). Kant nos ha
mo que afección, o sea modificación dado a este propósito las determina
pasiva en el sentido general del griego ciones más precisas. La P. es la incli
irado; y del latín passio (para este sig nación que impide a la razón compa
nificado, véase a f e c c ió n ) ; 2) lo mismo rarla con las otras inclinaciones y de
que emoción (véase) y en tal significa tal manera realizar una selección entre
do ha sido usado casi universalmente ellas (Antr., §80). Por lo tanto, la P.
hasta el siglo xviii, en que se determi excluye el dominio de sí, esto es, im
nó el significado específico que actual pide o hace imposible que la voluntad
mente posee, o sea 3) la acción de se determine a base de principios (Crít.
control y de dirección ejercida por una del Juicio, §29). Kant insiste, con
emoción determinada sobre la persona anotaciones felices, acerca de la capa
lidad total de un individuo humano. cidad de la P. para dominar toda la
En este sentido, que es el único pro conducta del hombre, de adueñarse de
pio y específico, es empleada actual su personalidad. A diferencia de la emo
mente la palabra. Así, la expresión fran ción, que es precipitada e irreflexiva,
cesa, que ha resultado internacional, la P. toma tiempo, y reflexiona, para
amour-passion, indica una forma de lograr su finalidad, aunque pueda ser
emoción amorosa que domina la per violenta. La emoción es como una ola
sonalidad y arrolla los obstáculos mo que destroza el dique, la P. es como una
rales y sociales (cf. también Crime de corriente que excava cada vez con ma
passion o “Delito pasional”). En las yor profundidad su propio lecho. La
frases “P. del juego”, "P. de las muje emoción es como una ebriedad que se
res”, "P. del dinero”, el significado de satisface, si bien le sigue el dolor de ca
una dirección dominante y global im beza; la P., en cambio, es como una
preso a la personalidad total es igual enfermedad por intoxicación o por de
mente claro, como ; claro en las ex formación, que tiene necesidad de un
presiones "P. política”, "P. religiosa”, médico interno o externo del alma, el
etcétera. El concepto nace con el aná cual, sin embargo, no sabe prescribir
lisis de los moralistas de los siglos xvii por lo demás una cura radical sino
y x v i i i , que han puesto en evidencia solamente paliativos (Antr., §74). Por
la tendencia de las emociones a pe el peligro que la P. representa para la
netrar en la personalidad y dominarla. elección racional y la libertad moral
Pascal decía: "Cuando se conoce la P. del hombre, Kant rechaza toda exalta
dominante de alguien, se está seguro ción de las P. Y cita la frase: "Nada
de agradarle” (Pensées, 106). En dicha grande se ha hecho en el mundo sin P.
expresión, el adjetivo "dominante” ex violentas”, para comentarla de esta ma
presa bien el carácter de la pasión. Las nera: "Esto se puede admitir respecto
Máximas de La Rochefoucauld insis a diferentes inclinaciones, esto es, para
ten, con cierto cinismo, sobre este ca aquellas que la naturaleza viva (y tam
rácter dominante de las pasiones ("Si bién la del hombre) no puede hacer
resistimos nuestras pasiones es más por de menos, como de una necesidad natu
debilidad que por nuestra fuerza”, 122), ral y física. Pero que ellas puedan y
y Vauvenargues en el Discours sur la aun deban resultar P., no ha sido que
liberté (1737) dijo: “Para resistir a rido por la Providencia. Explicarlas
la P. sería necesario por lo menos desde este punto de vista puede ser
querer resistir. Pero: ¿hará nacer la P. concedido a un poeta, per ejemplo a
el deseo de combatir a la P., en au Pope, quien escribió: ‘Si la razón es
sencia de la razón vencida y dispersa?” una brújula, las P. son los vientos’,
Y agregaba: "Las P. han aproximado la pero el filósofo no puede admitir este
razón a los hombres" (Réftexions et principio ni siquiera para valorar las P.
máximes, 154). En el mismo espíritu como un artificio provisional de la Pro
declaró Helvetius: "La P. son en el videncia, la cual las habría colocado
l ‘ 892
P a siv o
P a té tic o
en la naturaleza humana antes que los Geschichte, ed. Lasson, pp. 63 ss.; trad.
hombres hubieran llegado a un grado esp.: Fitosofía de la historia universal,
c onv e n i e n t e de civilización” (Antr., Madrid, 1928). Desde un punto de vista
§80). diferente, Nietzsche exaltó también la
El romanticismo acepta y hace suyo P., pues veía como síntoma de debi
el concepto de la P. que Kant y los lidad al "miedo a los sentidos, a los
moralistas franceses elaboraran, con deseos y a las P., cuando éste llega a
cepto según el cual no es una emoción desaconsejarlos” y veía en la P. domi
o un estado afectivo particular, sino nante "la forma suprema de la salud",
más bien el dominio total y profundo porque en ella "la coordinación de los
que un estado afectivo ejerce sobre sistemas internos y su trabajo al servi
toda la personalidad (o “subjetividad”) cio de un mismo fin son realizados de
del individuo. Pero por otro lado, el mejor manera, lo que es, más o menos,
romanticismo invierte la valoración ne la definición de la salud” (Wille zur
gativa que Kant había dado de la P. Macht, ed. Kroncr, § 778; trad. esp.: La
Y es significativo que quien expresara voluntad de dominio, Madrid, 1932).
con mayor rigor el punto de vista ro Un punto de vista equidistante entre
mántico a este respecto, o sea Hegel, la condena y la exaltación de la P. pa
no haya hecho más que invertir las va rece prevalecer en la cultura contem
loraciones kantianas. Hegel define la P. poránea. Así, por ejemplo, se expresa
como "la totalidad del espíritu prác Dewey: “La fase emocional apasionada
tico en cuanto se coloca singularmente de la acción no puede ni debe ser eli
en una de las muchas determinaciones minada con ventaja de una razón exan
limitadas que c o n t r a s t a n entre sí” güe. Más pasiones, no menos, es la res
(Ene., §473). Y agrega: "La P. con puesta. .. La racionalidad no es la fuer
tiene en su determinación el estar con za que debe evocarse contra impulsos
finada a una particularidad de la de y hábitos, sino más bien el logro de
terminación del querer, en la cual se una armonía que obra entre diferentes
sumerge la total subjetividad del in deseos” (Human Nature and Conduet,
dividuo, sea luego cualquiera el conte pp. 195-96).
nido de esta determinación. Pero por
este carácter formal, la P. no es ni (gr. rodhyuxó;; lat. passivus; Ingl.
P a s iv o
buena ni mala: su forma expresa sólo passive-, franc. p~ssif; alem. passiv;
que un sujeto ha puesto en un conte ital. passivo). Que sufre una acción, que
nido único todo el interés vivo de su es afectado por algo. Es el adjetivo
espíritu, del ingenio, del carácter, del correspondiente a afección (véase) y
gozo. Nada grande ha sido realizado, contrario a activo. Véase a c c ió n .
ni puede serlo, sin P. Sólo una mora
lidad muerta y muy a menudo hipó P a s to r a l, filo s o f ía (lat. pastoralis philo-
crita, ataca la forma de la P. en cuanto sophia). Así denominó Bacon a la filo
tal” (Ene., §474). Aquí, en tanto que sofía "que contempla plácidamente al
se insiste acerca del carácter total de mundo, y casi por ocio”, reproche que
la P. que limita a un único contenido formuló también a la filosofía de Tele-
o determinación, "la total subjetividad sio (Phil. Works, III, §45).
del individuo”, esto es, "el interés vivo
de su espíritu, etc.”, se vuelve a la Patético (ingl. pathetic; franc. pathéti-
frase criticada por Kant y se declara que-, alem. pathetisch; ital. patético).
expresión de una moralidad muerta o F. Schiller dio este nombre a una de
hipócrita a la condena kantiana. Y lo las especies de lo sublime (véase) prác
curioso es que Kant había criticado por tico y, precisamente, a la que resulta
anticipado otro rasgo característico de de un objeto en sí mismo amenazador
la filosofía de Hegel: la justificación para la naturaleza física del hombre
de las pasiones como instrumentos de la y, por lo tanto, doloroso. Lo sublime
providencia económica, como "astucias” práctico contemplativo, en cambio, es
de la Razón infinita para realizar sus aquello en el cual lo temible y, por lo
finalidades, tesis que resulta una de las tanto, la sublimidad, no está en el ob
más características de la filosofía de jeto y es su contemplación la que ins
la historia de Hegel (Philosophie der tituye el temo- (Vom Erhabenen, zur
893
Patológico
Pecado
weiteren Ausführung einiger Kantischen y gnósticos (Justino Mártir, Taciano,
Ideen [Sobre lo sublime], 1793; Uber Atenágoras, Teófilo, Ireneo, Tertuliano,
das Pathetische ["Sobre lo patético”], Minucio, Cipriano, Lactancio). El se
1793). gundo periodo, que va del siglo I I I has
ta aproximadamente el año 450, se ca
Patológico (ingl. pathological; franc. pa- racteriza por la formulación doctrinaria
thologique; alem. pathologisch; ital. de las creencias cristianas. Es el pe
patología?). Lo que es una enfermedad riodo de los primeros grandes sistemas
o la manifestación de una enferme de filosofía cristiana (Clemente de Ale
dad. El uso específicamente filosófico jandría, Orígenes, Basilio, Gregorio Na-
de este término es el que Kant hizo al cianceno, Gregorio Niseno, Agustín). El
designar con él todo lo que concierne tercer periodo, que va de la mitad del
o constituye “la facultad inferior de siglo v hasta fines del siglo viii, se
desear”, esto es, el conjunto de las in caracteriza por la reelaboración y sis
clinaciones humanas naturales. Desde tematización de las doctrinas ya formu
el punto de vista kantiano, no P. es ladas y por la falta de formulaciones
sólo la denominada “facultad superior originales (Nemesio, Seudo Dionisio,
de desear”, o sea la razón práctica en Máximo Confesor, Juan de Damasco,
cuanto independiente de todas las incli Marciano Capella, Boecio, Isidoro de
naciones sensibles (Crít. R. Práctica, Sevilla, Beda el Venerable). La heren
§3, scol. I). J. Bentham denominó pa cia de la P. fue recogida, a comienzos
tología a la consideración y clasifica del renacimiento carolingio, por la esco
ción de los móviles sensibles de la lástica {véase).
conducta, indicando con tal término
"la teoría de la sensibilidad pasiva”, Paz (ingl. peace; franc. paix; alem.
en tanto que denominó dinámico al Friede; ital. pace). La definición más
"uso posible, por parte del moralista famosa de la P. es la dada por Cice
y del legislador, de los mismos móvi rón en las Filípicas: “Pax est tranquilla
les para determinar la conducta hu libertas” {Phil., 2,44, 113), definición
mana en vista de la máxima felicidad repetida en numerosas ocasiones. En
posible” (Springs crf Actioi, 1817). un orden más general, la P. ha sido
definida por Hobbes como cesación del
Patrística (ingl. paL.stic; franc. patris- estado de guerra, o sea como la cesa
tique■ alem. Patristik; ital. patrística). ción del conflicto universal entre los
Se da este nombre a la filosofía cris hombres. Por lo tanto, "esforzarse por
tiana de los primeros siglos. Consiste la P." es, según Hobbes, la ley funda
en la elaboración doctrinal de las creen mental de naturaleza {Leviath., I, 14).
cias religiosas del cristianismo y en Como Hobbes, Kant consideró que el
su defensa contra los ataques de los estado de P. entre los hombres no es,
paganos y contra las herejías. La P. en efecto, un estado de naturaleza y
se caracteriza por no distinguir entre que, por lo tanto, debe ser instituid?
religión y filosofía. La religión cris porque "la falta de hostilidad no sig
tiana es, para los Padres de la Iglesia, nifica aún seguridad y si ésta no está
la expresión cumplida y definitiva de la garantizada por un vecino a otro (lo
verdad que la filosofía griega había lo que sólo puede suceder en un estado
grado sólo imperfecta y parcialmente. legal), éste puede tratar como enemigo
En efecto, la Razón {lagos) que se hizo al que haya requerido en vano tal ga
carne en Cristo y que se tiene en la rantía” {Zum ewigen Frieden, 1796,
palabra por Él revelada plenamente §2; trad. esp.: La paz perpetua, Madrid,
a los hombres, es la misma en la cual 1933).
se inspiraron los filósofos paganos e
intentaron traducir en sus especula Pecado (lat. peccatum; ingl. sin; franc.
ciones. péché; alem. Sünde; ital. peccato). La
La P. se suele dividir, por lo común, trasgresión intencional de un manda
en tres periodos. El primero, que llega miento divino. El término tiene una
hasta el siglo m aproximadamente, es connotación preferentemente religiosa.
tá dedicado a la defensa del cristia P. no es la trasgresión de una norma
nismo contra sus advr sarios paganos moral o jurídica, sino la trasgresión
894
Pecado original
de una norma que se considera impues más riguroso —dice— está bien lejos
ta o establecida por la divinidad. El de ser un mérito. Pero, por otra parte:
reconocimiento del carácter divino de ¿cómo se puede encontrar una concien
una norma y la intención de violarla, cia esencial del P. (que por lo demás
son los dos elementos de este concep es indispensable para el cristianismo)
to, elementos sin los cuales el concepto en una vida totalmente inmersa en la
mismo se confunde con los de culpa, trivialidad, tan reducida al burdo re
delito, error, etc., que expresan la tras- medo de los demás, que es casi impo
gresión de una norma moral o jurí sible darle un nombre, que está de
dica. masiado desprovista de espíritu como
El concepto de P. fue elaborado en para poderla denominar P.?” (Ibid., II,
estos términos por la teología cristiana: B, Agr. A; trad. ital., p. 328).
San Agustín definió el P. como "lo di
cho, hecho o deseado contra la ley (lat. peccatum origína
P e c a d o o r ig in a l
eterna”, entendiendo por ley eterna la le; ingl. original sin; franc. péché ori
voluntad divina, dirigida a conservar gine!; alem,. Erbsünd; ital. pecoato
el orden del mundo y hacer que el origínale). Las discusiones filosófico-
hombre desee más el bien mayor y teológicas en tomo al P. original han
menos el bien menor (Contra Faustum, tenido regularmente por objeto el mo
XXII, 27). Y Santo Tomás no hizo más do por el cual tal P . fue trasmitido
que aceptar esta definición anotan por Adán a los demás hombres. San
do que la ley eterna es doble para el to Tomás enumeraba dos hipótesis
hombre: "Una próxima y homogénea, principales aducidas para la solución
la razón, y otra lejana y primera, es de este problema, a saber: la hipó
decir, la ley eterna, que es como la ra tesis del traducianismo (véase), se
zón del mismo Dios” (S. Th., II, 1, gún la cual "el alma racional se tras
q. 71, a. 6). Santo Tomás insiste por mite con el semen y de tal manera
un lado en el consentimiento, por el de un alma manchada proceden tam
cual se podría definir el P. mediante bién almas manchadas” ; la hipótesis
la sola voluntad, si no fuera porque tam de la herencia, según la cual "la culpa
bién los actos externos pertenecen al P. del padre 2 comunica a sus descen
mismo y, por lo tanto, deben ser men dientes, sin que el alma del padre pase
cionados en su definición (Ibid., ad 2°). a los hijos, mediante la comunicación
Por otro lado, insiste acerca del pun de los defectos corporales”. Ambas hi
to de que todo P. es, como tal, un P. pótesis parecieron insostenibles a San
contra Dios, aun cuando los P. contra to Tomás, quien enunció la suya, dicien
Dios constituyan, desde otro punto de do que "todos los hombres nacidos de
vista, una categoría especial de P. (S. Adán pueden ser considerados como
Th., II, 1, q. 72, a. 4, ad 1?). un solo hombre, en cuanto poseen la
Se puede decir que este concepto de misma naturaleza participada de aquél,
P. ha permanecido invariable a tra lo mismo que todos los miembros de
vés de los tiempos. Kant lo repite, defi una comunidad civil son considerados
niendo el P. como "la trasgresión de como un solo cuerpo y la comunidad co
la ley moral en cuanto mandamiento mo un solo hombre” (II, 1, q. 81, a. 1).
divino” (Religión, sec. IV; II, sec. 1, c) Algunos siglos después, en su Teodicea
y lo repite Kierkegaard, afirmando que (1710), Leibniz enumeraba las mismas
el P. está delante de Dios y que con hipótesis (Théod., I, §86), que han se
siste "en querer ser desesperadamente guido siendo las hipótesis entre las
uno mismo o en no querer desesperada cuales oscila el pensamiento teológico.
mente ser uno mismo”, lo que significa Por lo demás, sólo Kant y Kierke
que consiste en la desesperación de no gaard dieron una interpretación filo
tener fe (Die Krankheit zum Tode ["La sófica (y no teológica) del P. original.
enfermedad mortal”], II, cap. I; trad. Kant observó que no es necesario con
ital., Fabro, p. 300). Lo que Kierkegaard fundir el problema del origen temporal
agrega es el carácter excepcional del P., de una cosa con el de su origen racio
que corresponde al carácter excepcio nal; al problema del origen temporal
nal de la fe. El P. no es de todos los intenta responder la doctrina bíblica
días. "Ser un pecador en el sentido del P. original pero al problema del
895
Pedagogía
a); de tal manera la P. es una purifi que lo comete” (De Cive, 1642, XIV, §
cación o liberación que debe ser que 7). La filosofía jurídica de la Ilustra
rida por el mismo culpable. Este oficio ción se apropió este concepto. Aparece
purificador es reconocido a menudo de nuevo en Samuel Pufendorf, quien
por los que ven en la P. la restitución asigna a la P. la tarea principal "de
de la justicia. Si Kant afirmaba que alejar, con su severidad, a los hombres
"la P. no puede ser nunca decretada de los pecados" (De iure naturae, 1672,
como un medio para lograr un bien, ya VIII, 3, 4), sin excluir sin embargo, la
sea en provecho del criminal mismo, enmienda del reo (Ibid., VIII, 3, 9).
ya sea en provecho de la sociedad ci Pero fue en especial Cesare Beccaria
vil, sino que debe serle aplicada sólo quien h i z o prevalecer este concepto,
porque ha cometido un delito” (Met. formulado como base de la obra Dei
der Sitien, I, II, sec. 1, E; p. 142), ne diritti e delle pene (De los derechos y
gando así toda conexión entre las dos de las penas, 1764). Según Beccaria,
concepciones de la P., Santo Tomás la P. no es más que el motivo sensible
mismo reconocía, en cambio, tal con para reforzar y garantizar la acción de
cepción. "Las P. de la vida presente las leyes y de tal manera “las penas
—decía— son medicinales y así cuando que sobrepasan la necesidad de conser
una P. no basta para contener al hom var el depósito de la salud pública son
bre, se agrega otra, como hacen los injustas por su naturaleza” (Dei diritti
médicos que adoptan diferentes medi e delle pene, § 2). Desde el mismo pun
cinas cuando una sola no es eficaz” (S. to de vista, Bentham consideró la P.
Th., II, 2, q. 39, a. 4, ad 3o). De manera como una de las varias especies de san
análoga Hegel afirmaba que la P. no ciones (véase) que tienen la función
es sólo la conciliación de la ley con de ser "estimuladoras de la conducta
sigo misma, sino también la concilia humana" en cuanto “trasfieren la con
ción del delincuente con su ley, esto ducta y sus consecuencias a la esfera
es, con la ley “conocida y válida para de las esperanzas y de los temores: de
él y en su protección", conciliación en las esperanzas de un excedente de pla
la cual el delincuente encuentra “la ceres, de los temores que prevén an-
satisfacción de la justicia y su hecho ticipadamei-.e un exceso de dolor”
propio” (Fil. del Der., § 220). (Deontology, 1834, I, 7). La denomina
3] La tercera concepción de la P. da "Escuela posiuva italiana” (Lom-
es la que le atribuye el oficio de la de broso, Ferri, etc.) ha dado validez a
fensa social. Desde este punto de vista los mismos conceptos fundamentales,
la P. es a) un móvil o estímulo para la defendiéndolos con cierto éxito en las
conducta del ciudadano; b) una con disputas filosófico-jurídicas en tomo al
dición física que pone al delincuente derecho penal.
en la imposibilidad de dañar. Los filó No hay duda de que la mayor parte
sofos han acentuado sobre todo el pri de los juristas, de los filósofos del de
mer carácter. Ya Aristóteles anotaba recho y también de los códigos y los
que todos los que no tienen por natu derechos positivos vigentes en las di
raleza una índole liberal, y son los ferentes naciones del mundo, se inspi
más, se abstienen de actos vergonzosos ran en una concepción mixta o ecléc
sólo por el miedo a las personas. "Los tica de la P. considerándola, la mayoría
más —dice— o b e d e c e n a la necesi de las veces, desde los tres ángulos
dad más que a la razón y a las P. más visuales aquí presentados. Este sincre
que al honor” (É t. Nic., X, 9, 1180 a tismo no presenta dificultades desde
4; cf. 1179 b 11). Pero lo que Aristóte el punto de vista teórico, aun en el caso
les consideraba un móvil para las almas de que los tres puntos de vista no ten
serviles es tomado, por la concepción gan en (re sí el mismo grado de homo
de la P. en examen, como el móvil úni geneidad. Los dos primeros se ligan
co y fundamental. Hobbes afirma que bastante bien entre sí y se encuentran
“es ineficaz la prohibición que no vaya de hecho también frecuentemente uni
acompañada por el temor a las P. y es, dos, en tanto que el tercero pertenece
por lo tanto, ineficaz una ley que no a un orden diferente de pensamiento;
contenga ambas partes, la que prohíbe los dos primeros se inspiran en una
cometer un crimen y la que castiga al ética del fin, M otro en una ética del
899
Pensamiento
móvil (véase ética). Pero las dificul decir "esa clase de operación de la
tades comienzan en el terreno práctico, mente acerca de sus ideas” (o sea P.
cuando se trata de establecer la me discursivo en el cual la mente es ac
dida de la P. En efecto, en este cam tiva) y prefiriendo por lo tanto la pala
po las t r e s diferentes concepciones bra "percepción” (Essay, II, 9, 1). El
manifiestan su heterogeneidad. Desde mismo significado fue aceptado por
el primer punto de vista, todas las in Leibniz que definió al P. como "una
fracciones al orden de la justicia son percepción unida a la razón, percepción
equivalentes: un insignificante hurto que los animales, en cuanto podemos
rompe este orden tanto como un delito ver, no poseen" (Op., ed. Erdmann, p.
perpretado con engaño o violencia. Des 464) y observó que se podía tomar el
de el segundo punto de vista, se nos término P. también en el significado
lleva a creer que la P. como la purga, más g e n e r a l de percepción, en cuyo
es tanto más eficaz cuanto más fuer caso el P. pertenecería a todas las en-
te sea. Y sólo desde el tercer punto telequias (por lo tanto, también a los
de vista, como ya lo notara Hegel, o animales) (Nouv. Ess., II, 21, 72). La
sea desde el punto de vista del daño tradición de este significado se inte
a la sociedad civil, se dejan graduar rrumpe con Kant y ya no reaparece
las P. con una medida oportuna (cf. en la filosofía moderna.
Hegel, Fil. del Der., § 218). Por lo tan 2) El segundo significado es aquel
to, en este terreno la confusión o la por el cual el término designa la acti
mezcla de los diferentes conceptos de vidad del entendimiento en general,
P. no es inocua y es el motivo princi en cuanto es distinta de la sensibilidad,
pal del desorden y de las desigualda por un lado, y de la actividad práctica,
des existentes en los sistemas penales por otro. En este sentido, Platón adop
vigentes. ta a veces la palabra vóriai;, por ejem
plo, cuando designa con ella el total
P e n s a m i e n t o (gr. vÓ T)m ;, fiiávoux; lat. conocimiento intelectivo, que compren
cogitado; ingl. tkought; franc. pensée; de ya sea el P. discursivo (fiióvoia), ya
alem. Denkert; ital. pensiero). Se pue sea el entendimiento intuitivo (voü;)
den distinguir los siguienl_s significa (Rep., VII, 534 a) y a veces la palabra
dos del término: 1) cualquier actividad Suívoux, como lo hace al definir al P.
mental o espiritual; 2) la actividad del en general como el diálogo del alma a
entendimiento o de la razón en cuanto través del camino de preguntas y res
es diferente de la de los sentidos y de puestas, afirmaciones y negaciones y
la voluntad; 3) la actividad discursi cuando, temprano, tarde o súbitamente,
va; 4) la actividad intuitiva. se determina y afirma y ya no duda
1) El significado más amplio del más, entonces decimos que ha llegado
término, por el cual se entiende con a una opinión” (Teet., 190 e, 191 a; cf.
él cualquier actividad espiritual o el Sof., 264 e). En el mismo sentido ge
conjunto de tales actividades, fue in neral, Aristóteles a d o p t a la palabra
troducido por Descartes. "Con la pala Siávoia como cuando dice: "Pensable
bra ‘pensar’ —decía— entiendo todo significa aquello de lo cual hay un P.”
lo que sucede en nosotros de tal modo (Met., V, 15, 1021 a 31).
que lo percibimos inmediatamente por Este significado, que es el más ex
nosotros mismos: por lo tanto, no sólo tenso (después del precedente), se ha
entender, querer, imaginar, sino tam conservado en la tradición y es compar
bién sentir es lo mismo que pensar” tido por todos aquellos que admiten
(Princ. Phil., I, 9; cf. Méd., II). Este la noción del entendimiento como fa
significado es conservado por los car cultad de pensar en general: en reali
tesianos (cf. por ejemplo, Malebranche, dad las dos nociones coinciden. San
Recherche de la vérité, I, 3, 2) y acep Agustín (De Trin., XIV, 7) y Santo To
tado por Spinoza, que incluye entre más (S. Th., II, 2, q. 2, a. 1) admiten
los modos del P. "el amor, el deseo este significado genérico junto al es
v toda otra afección del alma” (Eth., pecífico de P. discursivo (véase infra).
II, axioma III). Locke se refirió a este El P., en este sentido, constituye la
significado aun anotando que en inglés actividad propia de una determinada
la palabra pensar prop amente quiere facultad del espíritu humano en cuan
900
Pensamiento
tés de Varrie, 1759, XIV, 195-96) y por tinguió la P. de los otros actos inten
la escuela escocesa del sentido común, cionales de la conciencia por el rasgo
especialmente por Reid (Inquiry into que permite "aprehender" el objeto
the Human Mind, 1764, VI, 20). En vir (Ideen, I, §37). La cosa misma está
tud de ella la sensación se redujo a la presente en su ser en la percepción,
idea simple de Locke: a una unidad como está presente en la cosa el sujeto
elemental producida directamente en que percibe (cf. G. Brand, Welt, Ich
el objeto por la acción causal del ob und Zeit [‘‘El mundo, yo y el tiempo”],
jeto. La P., por otro lado, resulta un 1955, 3). Sólo diferente en apariencia
acto complejo que incluye una multi es la noción bergsoniana de la “P. pu
plicidad de sensaciones, presentes y pa ra”. Dice Bergson: “La P. no es más
sadas, como también su referencia al que una selección. No crea nada y su
objeto, o sea un acto judicativo. Ya tarea es eliminar del conjunto de las
Kant, identificando la P. con la intui imágenes todas aquellas que yo no hu
ción empírica (Prol., § 10), dice que es biera captado suficientemente y lue
el conocimiento objetivo o sea el re go, de las imágenes consideradas igua
sultado de la actividad judicativa ejer les, todo lo que no interesa a las nece
cida sobre lo múltiple sensible, había sidades de la imagen particular que
considerado que el acto judicativo es denomino cuerpo” (Matiére et mémoire,
taba incluido en la P. La presencia de p. 235). De este modo, la P. delinearía,
un juicio en la P. resulta un lugar en el vasto campo de las imágenes con
común en la filosofía del siglo xix. He servadas en la conciencia, el objeto
gel no hizo más que llevar al límite determinado para servir a las necesi
esta tesis, al considerar la P. y la cosa dades de la acción, y que delimita la
que es su objeto, como un producto de acción posible de mi cuerpo. Pero tam
lo Universal, o sea de la Conciencia bién así la tarea de la percepción si
o del Pensamiento. “Para nosotros o gue siendo la de aprehender o deli
en sí —decía— lo Universal como prin near un objeto.
cipio es la esencia de la P. y, en con El concepto de P. al que estas doc
tra de esta abstracción, el percipiente trinas hacen referencia, es bastante uni
y lo percibido, ambos dist'atos, son lo forme : la P. es el acto mediante el cual
inesencial” (Phanomen. des Geistes, I, la conciencia “aprehende” o "coloca”
Conciencia, II). Pero fuera de esta te un objeto y este acto utiliza un deter
sis extremista (que ha sido repetida minado número de datos elementales,
hasta hace poco tiempo por las escue o sea de sensaciones. Tal concepto su
las idealistas), la distinción entre sen pone, por lo tanto: 1) la noción de con
sación y P. y el reconocimiento del ciencia como actividad introspectiva o
carácter activo o judicativo de la P. autorreflexiva; 2) la noción del objeto
ha tenido como base su referencia al percibido como una entidad singular
objeto externo. Así lo hizo Hamilton, perfectamente aislable y determinada;
que se inspiró en la doctrina de la es 3) la noción de unidades elementales
cuela escocesa (Lectures on Metaphy- sensibles. El abandono de estos tres
sics, 5’ ed., 1870, II, PP- 129ss.), y así supuestos caracteriza la nueva fase del
lo hizo Spencer que mucho contribuyó problema de la P. propia de la psico
a la difusión de este punto de vista logía y de la filosofía contemporáneas.
(Principies of Psychology, 1855, §353). 3) Para el tercer concepto, la P. no
Bolzano (Wissenschaftslehre [Doctrina es más que la interpretación de los
de la ciencia], 1837, I, p. 161), Brentano estímulos, esto es, el reencuentro o la
( Psychologie vom empirischen Stand- construcción de sus significados. Esta
punkte, 1874, I, 3, § 1; trad. esp. [par definición es una fórmula simplifica
cial]: Psicología., Madrid, 1935), Helm- da y genérica para expresar los rasgos
holtz (Die Tatsachen in der Wahrneh- más evidentes que reconocen a la P.
mung ["Los hechos de la percepción”], las teorías psicológicas contemporáneas.
1879, p. 36) subrayaron la acción del F. H. Allport ha enumerado (y anali
pensamiento o del entendimiento en zado críticamente) trece teorías de tal
la P. y Brentano identificó la P. misma naturaleza (Theories of Perception and
con el juicio o la creencia (loe. cit.). the Concept of Structure, 1955). Es ne
En sentido no diferenfe, Husserl dis cesario, sin embargo, observar que pro
904
Percepción
puestas, como lo son casi todas, por separado, no presentan sus mismos ca
psicólogos investigadores que las han racteres, que son los de la máxima sim
formulado como generalizaciones expe plicidad y claridad posible y de la máxi
rimentales, rara vez representan alter ma simetría y regularidad posible. A
nativas que se excluyan mutuamente, veces tales caracteres han llevado a
en tanto que la mayoría de los casos no los gestaltistas a admitir la denomi
hacen más que poner en evidencia o nada teoría del "todo determinante”,
considerar como fundamentales facto esto es, la teoría que enuncia que el
res o condiciones que un determinado todo trasciende sus partes y determina
orden de investigaciones ha sacado a dinámicamente las partes mismas se
luz. Se pueden, no obstante, distinguir gún sus propias leyes. El todo se ase
dos grupos de teorías: a) las que in meja así a la "cosa” de que habla
sisten acerca de la importancia de los Husserl, en relación a la P. trascenden
factores o de las condiciones objetivas ; tal, en cuanto la esencia de la cosa
b) las que insisten acerca de la impor integra en sí, y al mismo tiempo tras
tancia de los factores o de las condi ciende, la totalidad de sus apariciones.
ciones subjetivas. Ésta es la teoría de la P. sustancial
a) Al primer grupo de doctrinas per mente aceptada en la Phénoménologie
tenece en primer lugar la psicología de la perception (1945; trad. esp.: Fe
de la forma (Gestalttheorie) que es nomenología de la percepción, México,
sustancialmente una 'teoría de la P. 1957, F.C.E.) de M. Merleau-Ponty. Una
La psicología de la forma se inicia importante variante de ella es la teoría
con el trabajo de Max Wertheimer del campo topológico de Lewin, según
acerca de la P. del movimiento (1912) la cual el individuo, reducido a un
y tiene como representantes principa punto privado de dimensiones, es so
les a Wolfgang Kóhler (Gestalt Psycho- metido a la acción de las fuerzas que
logv ["Psicología de la forma”], 1929) obran en el campo, y que siente como
y Kurt Koffka (Beitrage zur Psycho- extrañas a su cuerpo. En esta condi
logie der Gestalt ["Contribución a la ción, el individuo se considera en "lo
psicología de la forma”], 1919). El ob comoción”, es decir, como moviéndose
jetivo polémico de la psicología de la hacia una i eta positiva o como aleján
forma se ha dado en los supuestos 2 dose de una meta negativa. El espacio
y 3 de la concepción tradicional de la P. en el que adviene este movimiento es
Ha demostrado, en primer lugar, que el denominado “espacio de vida”, o
no existen (salvo como abstracciones ar sea la región en la que el individuo tie
tificiales) sensaciones elementales que ne experiencia de su acción, un espacio
entren a componer la P. de un objeto que no tiene propiedades métricas o
y, en segundo lugar, que no existe un direcciones determinadas y que, por
objeto de P. como entidad aislada o lo tanto, es topológico, en el sentido
aislable. Lo que se percibe es una tota de que puede tener en todo momento
lidad que forma parte de una totalidad. cualquier dimensión o forma geomé
La psicología de la forma se ha dedi trica, aunque conserve las propiedades
cado a determinar las "leyes” por las que hacen posible el movimiento (Le
que se constituyen tales totalidades, win, Principies of Topological Psycho-
esto es, las "leyes de organización”. logy, 1936). Pueden considerarse como
Éstas son las de proximidad, semejan variantes de esta teoría: la teoría de
za, dirección, buena figura, destino co Hebb, que hace corresponder al campo
mún, clausura, etc., leyes que pueden perceptivo un campo fisiológico, o sea
ser vistas de hecho también en expe un “mecanismo de acción neutral se
riencias muy simples, por ejemplo, las lectiva”, que tomaría su puesto, para
que revelan la tendencia a reagrupar toda P. particular, en algún punto del
al mismo tiempo, en una percepción sistema nervioso central (The Organ-
única, signos similares o suficientemen ization of Behavior, Nueva York, 1949),
te cercanos o que constituyen una fi y la teoría del "campo tónico-senso
gura regular. La afirmación fundamen rial”, según la cual "las propiedades
tal de la teoría de la forma es que la perceptivas de un objeto están en fun
P. concierne siempre a una totalidad ción del modo con el cual los estímulos
cuyas partes, al ser consideradas por provenientes del objeto modifican al
903
Percepción
al Hijo, etc. (De Trin., VII, 6). Boecio 2) A partir de Descartes, mientras
dio, en tomo a este argumento, la defi se debilita o viene a menos el recono
nición de P. que fue la clásica durante cimiento del carácter sustancial de la
toda la Edad Media: "P. es la sustancia P., se acentúa su naturaleza de rela
individual de naturaleza racional” (De ción y especiamente de autorrelación
duabus naturis et una persona Christi, o relación del hombre consigo mis
3, P.L., 64, col. 1345). Pero como anota mo. El concepto de P. en este sentido
ra Santo Tomás (S. Th., I, q. 29, a. 4, se identifica con el de Yo como con
contra) el mismo Boecio admitió que ciencia y se analiza de preferencia a
"todo perteneciente a las P. significa propósito de lo que se llama la identi
relación” y, por lo demás, no había otro dad personal, o sea la unidad y la
modo para aclarar el significado de las continuidad de la vida consciente del
P. divinas, como no fuera aclarar las yo. Locke afirma que la P. “es un ser
relaciones entre ellas, como también pensante inteligente dotado de razón
sus relaciones con el mundo y con los y de reflexión y que puede conside
hombres. Por lo tanto, Santo Tomás, rarse a sí mismo como el mismo, como
en uno de sus textos más notables por una misma cosa pensante en diferentes
su claridad y fuerza filosófica (pres tiempos y lugares; lo que tan sólo hace
cindiendo del significado teológico-reli- en virtud de su tener conciencia, que es
gioso), en su dilucidación del dogma algo inseparable del pensamiento y que,
trinitario, restablece el significado del me parece, le es esencial ya que es im
concepto de P. como relación, afirman posible que alguien perciba sin percibir
do al mismo tiempo la sustanciali- que percibe” (Essay, II, 27, 9). La P. es
dad de la relación in divinis. "Pero en identificada aquí con la identidad per
Dios no puede haber más distinción sonal, o sea con la relación que el hom
que la que proviene de las relaciones bre tiene consigo mismo y ésta con
de origen. Además la relación en Dios la conciencia. Leibniz está de acuerdo
no es como un accidente adherido con Locke acerca de este punto, pero
a un sujeto, sino que es la misma esen insiste también en la identidad física
cia divina, por lo cual es subsistente, o real como otro componente de la P.,
ya que la esencia divina subsiste. Lue aparte de la identidad moral o de la
go, por lo mismo que la deidad es conciencia (Nouv. Ess., II, 27, 9). La
Dios, la paternidad divina es el Dios relación consciente del hombre consigo
Padre, que es una P. divina. Por con mismo resulta de aquí en adelante la
siguiente, la P. divina significa la rela característica fundamental de la P.
ción ‘en cuanto subsistente'. Esto es, Dice Wolff: "La P. es el ente que con
significar la relación por modo de sus serva la memoria de sí, esto es, que
tancia, que es una hipóstasis subsisten recuerda ser lo mismo que fue prece
te en la naturaleza divina; aunque lo dentemente en este o aquel estado”
que subsiste en la naturaleza divina (Psychol. rationalis, §741). Y Kant afir
no sea cosa distinta de la divina natu ma análogamente: “El hecho de que
raleza” (S. Th., I, q. 29, a. 4). De tal mo el hombre pueda representarse su pro
do, junto al carácter sustancial o hipos- pio yo lo eleva infinitamente sobre
tático de la P., se subrayó enérgicamen todos los seres vivientes de la tierra.
te su significado de relación. Esto por lo Por esto es una P., y conforme a la uni
que se refiere a las P. divinas. Por lo que dad de conciencia persistente a través
se refiere a la P. en general, Sto. Tomás de todas las alteraciones que puedan
afirma que, a diferencia del individuo tocarlo, es una sola y misma P.” (Antr.,
que en sí es indistinto, “P., cualquie § 1). Estas anotaciones se repiten in
ra que sea su naturaleza, significa lo numerables veces en el curso del si
que es distinto en aquella naturaleza, glo xix y en los primeros decenios del
y así, en la naturaleza humana signifi xx. Lotze afirm a: “La esencia de la
ca esta carne, estos huesos y esta alma, P. no se reclama a una pasada o pre
que son los principios que individúan sente oposición del yo en sus relacio
al hombre” (Ibid., I, q. 29, a. 4). Por lo nes con el no yo, sino que consiste en
tanto, también en su sentido común un inmediato ser por sí” (Mikrokos-
la P. es, según Santo Tomás, distin mus, I, 1856, p. 575). Y Renouvier: "La
ción v relación. conciencia toma el nombre de P. cuan
910
Persona
P e rs p e c tiv a
P e r s u a s ió n
fue usado por primera vez por Schleier- el m i s m o concepto que posibilidad
macher (Reden ["Discursos”], 1799) y (véase), pero desde un punto de vista
más tarde por G o e t h e , Feuerbach, más genérico y menos comprometido,
Teichmüller, etc. ya que pueden parecer perspectivas co
2) Una doctrina metafísica, o sea la sas que no tienen bastante herencia
teoría según la cual el mundo está como para ser posibilidades auténticas.
constituido por una totalidad de espí En la filosofía contemporánea el tér
ritus finitos que en su conjunto cons mino ha sido usado en especial por
tituyen un orden ideal en el cual cada Ortega y Gasset, Blondel y Mannheim,
uno de ellos conserva su autonomía. aunque sin una clara formulación con
Esta concepción fue presentada por vez ceptual. Por perspectivismo (alem. Pers-
primera con el nombre de P. por G. H. pektivismus) entendió Nietzsche la con
Howison, en polémica con Royce y en dición por la cual "todo centro de
general con el idealismo absoluto (en fuerza —y no solamente el hombre—
la discusión publicada bajo el título construye todo el resto del universo
The Conceptkm of God, 1897). Después partiendo de sí mismo o sea prestando
Renouvier (Le Personnaíisme, 1903), W. dimensiones al universo, forma y mo
E. Hocking y otros escritores en los delo medidas por la propia fuerza”
Estados Unidos, donde se creó una re (Werke [“Obras”], ed. Kroner, XVI,
vista destinada a defenderla (The Per- § 636). El término se ha usado a veces
sonalist, 1919) usaron el término para para designar la filosofía de Ortega y
designar la misma concepción funda Gasset.
mental. En este sentido, el P. no es
más que un espiritualismo monadoló- (gr. ávyívoia; lat. perspica-
P e rs p ic a c ia
gico de índole leibniziano-lotziana y el citas; ingl. perspicacity; franc. perspi-
término P. se aplica en Norteamérica, cacité; alem. Scharfsinn; ital. perspica
en efecto, a la doctrina que en Europa cia). Rapidez de mente, según Platón
se denomina espiritualismo (véase). (Carm., 160 a); justeza de mira, según
3) Una doctrina ético-política, que in Aristóteles (Ét. Nic., VI, 9, 1142 b 6).
siste acerca del valor absoluto de la La primera definición recoje la rapidez
persona y de sus relaciones de solida del proceso .ntelectivo, la otra su buen
ridad con las otras personas, en con éxito y parecen ser definiciones com
traposición al colectivismo por un lado, plementarias. En cambio Kant definió
que tiende a ver en la persona nada la P. como "la capacidad de notar las
más que una unidad numérica, y con más pequeñas semejanzas y deseme
tra el individualismo, por otro lado, janzas”, capacidad que da lugar a ob
que tiende a delimitar las relaciones servaciones que se llaman sutilezas o
de solidaridad entre las personas. En también bizantinismos, cuando son inú
este sentido, el término ha sido adop tiles (Antr., I, § 44). Véase sagacidad.
tado por E u g e n Dühring en su Ge-
schichte der National-Okonomie ["His P e r s p ic u id a d (lat. p e rsp ic u ita s; ingl.
toria de la economía nacional”] de 1899 perspicuity; franc. perspicuité; alem.
y adoptado d e s p u é s de la segunda Perspicuitat; ital. perspicuitá). Término
Guerra Mundial, por E. Mounier (Le latino que traduce el término griego
personnaíisme, 1950) y, siguiéndole, por ÉváoyEia (cf. Cicer., A ca d ., II, 6, 17;
numerosos p e ns a dor e s católicos que trad. esp.: Cuestiones académicas, Mé
sostienen el P. metafísico. En la orato xico, 1944, F.C.E.). Véase evidencia.
ria más bien confusa, que es la carac
terística dominante de esta dirección, P e r s u a s ió n (ingl. persuasión; franc. per
el rasgo conceptual que se logra entre suasión; alem. Überredung; ital. persua-
ver es el concepto de la persona como sione). 1) Una creencia cuya certeza
autorrelación o conciencia. se apoya sobre todo en bases subjeti
vas, o sea privadas e incomunicables.
Perspectiva (ingl. prospect; franc. pers- La distinción entre P. y enseñanza ra
pective; alem. Perspektive; ital. pros- cional fue ya establecida por Platón.
pettiva). Una anticipación cualquiera "El pensamiento —decía Platón— se ge
del porvenir: proyecto, esperanza, ideal, nera en nosotros por el camino de la
ilusión, utopía, etc. El término expresa enseñanza y la opinión por el camino
913
P e rs u a s iv o
P e s im is m o
de la P. El primero siempre se funda considerada como la forma superior de
en un razonamiento verdadero, la otra la certeza, por estar relacionada con la
carece de esta base. El uno perma verdad objetiva misma. Así lo ha he
nece íntegro frente a la P., la otra se cho Heidegger, que la ha entendido
deja modificar" ( Tim., 51, e). Kant como "un modo de certidumbre” y pre
expuso claramente este mismo concep cisamente el que se funda en el mismo
to: "Si la creencia tiene su funda ‘ente descubierto’ o sea como un 'man
mento en la naturaleza particular del tenerse en la verdad’" (Sein und Zeit,
sujeto, se denomina P. La P. es una § 52; trad. esp.: El ser y el tiempo,
simple apariencia porque el fundamen México, 1962, F. C. E.). Análogamente
to del juicio, que está únicamente en Jaspers ha colocado la P. por encima
el sujeto, es considerado como objeti de la "confirmación pragmática” y de
vo. Por lo tanto, un juicio de tal natu la "evidencia constrictiva" como el ter
raleza tiene sólo una validez privada cero y último grado de la verdad ob
y la creencia no se puede comunicar” jetiva (Vermmft und Existenz ["Razón
(Crít. R. Pura, Doctrina del método, y existencia"], 1935, III, § 3). Por otro
cap. II, sec. 3). Sobre esta base, el lado se ha insistido acerca del carácter
punto de comparación que permite dis "emotivo” de la P. en el sentido de que
tinguir entre P. y convicción (véase) apelaría a motivos "no racionales” (C.
es "la posibilidad de comunicar la L. Stevenson, E t h i c s and Language,
creencia y volverla a encontrar válida 1944, cap. 6). El resultado de estas in
para la razón de cada hombre" (Ibid.); dicaciones es el carácter privado y en
la convicción es comunicable, la P. no cierta medida incomunicable de la P.
lo es. La distinción kantiana ha sido o, para decirlo mejor, de los motivos
aceptada y simplificada por C. Perel- que fundamentan la creencia en que
mann y L. Olbrechts-Tytecha: “Nos pro consiste.
ponemos denominar persuasiva una ar 2) El acto o el procedimiento de per
gumentación que pretende ser válida suadir, o sea el inducir a la persuasión.
sólo para un auditorio particular y de
nominar convincente a la que se cree (gr. raB avóv; lat. persuasibile;
P e rs u a s iv o
pueda obtener la adhesión de todo ser ingl. persuasiva, franc. persuasif; alem.
racional" (Traité de l’argumentation, iiberzeugend; ital. persuasivo). El cri
1958, § 6). A veces s ' ha distinguido la terio de la verdad defendido por los
P. de la convicción cuando se ha con escépticos de la Nueva Academia y en
siderado que incluye el sentimiento primer lugar por Caméades. Persuasiva
además de la razón y que, por lo tanto, es la representación que parece verda
ella sola pueda comprometer lo que dera, que puede también ser falsa, pero
Pascal denominara “el autómata", esto es en la mayoría de los casos verda
es, los comportamientos afectivos y dera. Decía Caméades: "Ya que rara
habituales del hombre. Decía Pascal: vez nos encontramos con el caso de
"Nosotros somos autómatas tanto como una representación verdadera, no debe
somos espíritu y de ello resulta que el mos rehusar la creencia en la repre
instrumento por medio del cual se sentación que dice la verdad en la
realiza la P. no es la sola demostra mayoría de los casos: en efecto, juicios
ción" (Pensées, 252). D’Alembert ex y acciones se regulan sobre lo más ge
presó muy bien este punto de vista: neral” (Sexto Emp., Adv. Math., VII,
“La convicción importa más al espíri 175). La representación persuasiva, se
tu, la P. al corazón; se dice que el gún los discípulos de Caméades, debe
orador debe no sólo convencer o sea ser también coherente y ponderada, si
probar lo que enuncia, sino también bien estos caracteres no agregan nada
persuadir, o sea tocar y conmover. La a su persuasividad (Ibid., VII, 184).
convicción siempre supone alguna prue
ba y la P. no siempre la supone... Se (ingl. pessimism; franc. pes-
P e s im is m o
nos persuade fácilmente con lo que simisme; alem. P e ssim ism u s; ital.
causa placer; a veces nos dolemos por pessimismo). En general, la creencia
estar convencidos de lo que no que en que el estado de las cosas, en al
ríamos creer" (CEuvres posthumes, 1799, guna parte del mundo o en su tota
II, p. 89). Otras veces, la P. ha sido lidad, es el peor posible El término
914
P e titio p rin c ip ii
Pirronismo
comenzó a ser usado en Inglaterra, a esencia del optimismo (véase) se en
principios del siglo xix, como antítesis cuentra justo en el finalismo, y el P.
de optimismo. La tesis del P. podría, pretende ser la antítesis del optimismo.
por lo tanto, ser expresada como la
inversión de la del optimismo, con P etitio p rin c ip ii. Es la muy conocida
la afirmación de que nuestro mundo fatocia (véase), ya analizada por Aris
es el peor de los mundos posibles. Pero tóteles (Top„ VIII, 13, 162b; El. Sof.,
expresado en esta forma, el P. es toda 5, 167 b; An. pr., II, 16, 64 b), que con
una metafísica y sólo se podría hablar siste en presuponer para la demostra
de P. con respecto a la filosofía de ción un equivalente o sinónimo de lo
Schopenhauer y de sus discípulos. Pero que se quiere demostrar (cf. Pedro
por lo común, se habla de P. también Hispano, Summ. Log., 7.53). G. P.
en un sentido más limitado y parcial,
cuando se presenta, cuando menos, una P ie d a d , véase COMPASIÓN.
de las siguientes tesis:
1) En la vida humana los dolores P ie tis m o (ingl. pietism\ franc. piétisme;
superan los placeres y la felicidad es alem. Pietismus; ital. pietismo). Una
inalcanzable. En esta forma defendió reacción en contra de la ortodoxia pro
el P. el cirenaico Hegesias, denomi testante que surgió en Europa septen
nado "el abogado de la muerte" (Dióg. trional, en especial en Alemania, en la
L., II, 8, 94). segunda mitad del siglo x v i i . El jefe
2) En la vida humana los males su de este movimiento fue Philipp Jacob
peran a los bienes, de tal modo que Spener (1635-1705) y una de sus figu
es un conjunto de sucesos malos, inno ras más eminentes fue el pedagogo
bles o repugnantes. En esta forma, August Franke (1663-1727). El P. que
fue defendido el pesimismo por el pa ría volver a las tesis originarias de la
dre apologista Amobio a principios del Reforma protestante: libre interpreta
siglo xvi; la existencia misma del hom ción de la Biblia y negación de la teo
bre le parece a Amobio inútil para la logía, culto interior o moral de Dios
economía del mundo, que permanecería y negación del culto externo, de los
inmutable aun en el caso de que el hom ritos y de toda organización eclesiás
bre no existiera (Adv. naciones, II, 37). tica, empeño en la vida civil y negación
3) Toda vida es, en general, mal o del valor de las ienominadas "obras”
dolor. Ésta es la tesis del P. metafí- de naturaleza religiosa. De esta última
sico, tal como lo sostienen el budismo característica resulta el que las institu
antiguo y Schopenhauer (Die Welt, I, ciones educativas del P. hayan acogido
§§ 57 ss.). muchas enseñanzas de carácter prácti
4) El mundo en su totalidad es la co y utilitario (cf. A. Ritschl, Geschich-
manifestación de una fuerza irracional ; te des Pietismus ["Historia del pietis
según Schopenhauer, de una "voluntad mo”], 3 vols., 1880-86).
de vida” que se desgarra y se tortura
a sí misma (Ibid., I, §61); según E. P ir r o n is m o (ingl. p y rrh o n ism \ franc.
Hartmann, de un principio inconscien pyrrhonisme; alem. Pyrrhonismus). La
te que progresivamente, al resultar forma extrema del escepticismo griego,
consciente, destruye las ilusiones que tal como fue defendida por Pirrón de
reinan en él (Philosophie des Unbewus- Elis, que vivió en tiempos de Alejan
sten ["Filosofía del inconsciente"], dro Magno (a quien siguió en su expe
1869). dición a Oriente) y que falleció en el
Todas las formas del P. niegan la año 270 a. c. Conocemos sus doctrinas
posibilidad del progreso y, en general, a través de los Silloi (versos gracio
de toda mejora en el campo específico sos) de Timón de Flío y de las expo
en el que se hacen valer. Lo que no siciones de Diógenes Laercio y de Sex
niegan es, en cambio, el carácter fina to Empírico. La tesis fundamental del
lista del mundo, que es admitido y P. es la necesidad de suspender el asen
defendido tanto por Schopenhauer (Die timiento. Ya que las cosas son inasi
Welt, I, §28) como por Hartmann (Op. bles para el hombre, la única actitud
cit.; trad. franc., II, p. 65). La cosa es legítima es la de no juzgar ni la verdad
tanto más extraña por cuanto que la ni la falsedad, ni la belleza ni la feal-
915
Pistia sophia
P la c e r
dad, ni la bondad ni la maldad, etc. (hestia) del cual el Sol sería un reflejo.
El no juzgar significa también el no Esta doctrina es la primera alusión a
preferir o el no rechazar y de tal ma lo que habría de ser, en la edad mo
nera la suspensión del juicio es, por derna, el sistema copemicano.
sí misma, ataraxia, o sea ausencia de Cf. I Pitagorici, Testimoniante e fram-
perturbación. Diógenes Laercio cuenta menti, al cuidado de María Timpanaro
que Pirrón caminaba sin mirar y sin Cardini, Florencia, 1958 y la bibliogra
esquivar nada, afrontando carros, pre fía en el mismo contenida.
cipicios, perros, etc. (Dióg. L., IX, 62).
Se volvió al P. más tarde, entre fines Placer (gr. r|8ovfi; lat. voluptas; ingl.
del último siglo a. c. y fines del siglo II pleasure-, franc. plaisir; alem. Lust;
d. c. por obra de Enesidemo de Cnosos, ital. piacere). P. y dolor constituyen
que enseñó en Alejandría, de Agripa las tonalidades fundamentales de cual
y del médico Sexto Empírico. Este úl quier tipo o forma de "emoción”. La
timo, que desarrolló su actividad entre determinación de sus características
los años 180 y 210 d. c., nos ha dejado depende de la función que se atribuya
tres escritos: Hipotiposis pirroniana, a las emociones y está, por lo tanto,
Contra los dogmáticos, Contra los mate relacionada con la teoría general de
máticos, que constituyen la summa de las emociones mismas. Aquí hay que
todo el escepticismo antiguo. La tesis observar que en la tradición filosófica
pirroniana de la suspensión del asenti la palabra conserva un significado di
miento es mantenida rigurosamente, ferente del de felicidad, aun cuando se
pero se toman como guía para la con relacione con ésta; el P. es, en efecto,
ducta de la vida la apariencia sensible el índice de un estado, condición par
y las normas de la vida común (Hip. ticular o temporal de satisfacción, en
Pirr., I, 21) (cf. Mario dal Pra, Lo scet- tanto la felicidad es un estado cons
ticismo greco, 1950). tante y duradero de satisfacción total
o casi total. Véase felicidad.
Pistia sophia. Según la cosmogonía de La más famosa definición del P. fue
los gnósticos, es el último de los eones la dada por Aristóteles que utilizó,
(véase), o sea de las emar ciones, el por lo demás, conceptos platónicos
eón caído, que da origen a la materia (Rep., IX, 583ss.; Fil., 53c): "El P. es
(Hipólito, Phitosophu.nena, VI, 30ss.). el acto de un hábito conforme a la
Véase gnosticismo . naturaleza" (Ét. Nic., VII, 12, 1153 a
14), definición en la que debe recor
(ingl. p y th a g o re a n ism ;
P ita g o r is m o darse que hábito significa "disposición
franc. pythagorisme; alem. Pythagoreis- constante”. Esta definición sirvió a Aris
mus; ital. pitagorismo). La doctrina de tóteles para separar al P. de su relación
la antigua escuela pitagórica, doctrina con la sensibilidad, ya que un hábito
que poco o nada debe a su fundador puede ser tanto sensible como no sen
Pitágoras, del cual se sabe poco y que sible. A partir del Renacimiento, la
probablemente no escribió nada. Las función biológica del P. fue la función
tesis características del P . son las si en la que se fundaron sus definiciones.
guientes : Telesio lo considera como lo que favo
1) la doctrina de la metempsicosis rece a la conservación del organismo
(véase), en la cual se fundaban las (De rer. nat., IX, 2). Descartes definió
creencias místicas y los ritos de la la alegría, considerada como una de
secta; las seis emociones fundamentales, como
2) la doctrina de que los números "la emoción placentera del alma en la
constituyen los principios o los elemen que consiste el goce del bien que las
tos constitutivos de las cosas, doctri impresiones del cerebro le representan
na que a través del platonismo ha pre como suyo” (Passions de t'áme, §91).
sidido también los comienzos de la Spinoza afirmó: "Por alegría entiendo
ciencia moderna; la pasión por la cual... pasa el alma
3) la doctrina de que los cuerpos a una mayor perfección" (Eth., III, 11),
celestes (que los pitagóricos considera que es una paráfrasis de la definición
ban diez por razones de simetría) giran aristotélica. En tanto que Hobbes vol
todos en tomo a un fuego central vió a una definición biológica, viendo
916
P la n o
P lu r a lis m o
en el P. el signo de un movimiento útil f i n a l e s l a r e a l i z a c i ó n d e l a j u s t i c i a
al cuerpo, trasmitido por los órganos e n l a s r e l a c i o n e s e n t r e l o s h o m b r e s
sensibles al corazón (De Corp., 25, 12). y , p o r l o t a n t o , e n t o d o h o m b r e e n
Nietzsche afirmaba: "El P.: sensación p a r t i c u l a r . Véase sa b e r .
de un aumento de potencia” (Wilte zur 3) La doctrina de la dialéctica como
Machí, ed. Króner, §660; trad. esp.: procedimiento científico por excelencia,
La voluntad de dominio, Madrid, 1932). esto es, como método por el cual la
Frente a estas teorías del P. que pue indagación asociada llega a reconocer,
den denominarse positivas, se encuen en primer lugar, una única idea y, en
tra la teoría negativa de Schopenhauer, segundo lugar, pasa a dividir a la única
según la cual el P. es la mera cesación idea en sus articulaciones específicas.
del dolor, y de tal manera es conocido Véase d ia l é c t ic a .
o sentido sólo mediatamente, por el Éstos son también los tres puntos en
recuerdo del sufrimiento o de la priva los que Aristóteles se enfrenta a Platón
ción pasados (Die Welt, I, §58). y que no sólo señalan la distancia en
La psicología moderna ha conserva tre P. y aristotelismo, sino que han
do los rasgos tradicionalmente recono sido, a través de los siglos, los caracte
cidos al P. Por lo tanto, ha reconfir rísticos del P. mismo. Como es obvio,
mado su función biológica, pero al mis no agotan la doctrina original de Pla
mo tiempo ha confirmado, por observa tón que, por lo tanto, ño coincide con
ción, el carácter activo que Aristóteles el "P.”.
reconocía al P. (cf. J. C. Flugel, Studies Debe hacerse notar que las tesis arri
in Feeling and Desire, 1955, pp. 118 ss.). ba expuestas no caracterizan al deno
minado P. del Renacimiento. Pero en
P la n o , véase e s t r a t o . realidad, este P. es un neoplatonismo,
que se funda en las tesis fundamenta
P lá s tic a , n a tu r a le z a (ingl. plástic nature; les del neoplatonismo antiguo (véase).
franc. nature plastique; alem. plastische
Natur; ital. natura plástica). La fuerza Pleroma (gr. jtWiQWfia). Según el gnós
P. o formadora, dirigida y emanada de tico Valentín (siglo n), la totalidad
Dios, pero diferente a Él, y a la que de la vidi divina en cuanto plena o
se confía la tarea de ordenar a la ma perfecta ( San Ireneo, Adv. haer., I,
teria. Es el concepto de la naturaleza 11, 1 ) .
ectipo admitido por los platónicos de
Cambridge. Véase e c t ip o . P lu r a lis m o (ingl. pluralism; franc. plu-
ratisme; alem. Pluralismus; ital. plura
P la to n is m o (ingl. platonism; franc. pla- lismo). 1) A partir de Wolff, este tér
tonisme-, alem. Platonismos; ital. plato mino se ha opuesto a egoísmo (véase)
nismo). Los elementos de la doctrina como “el modo de pensar por el cual
platónica que han sido tomados, a par no se abraza a todo el mundo en el
tir de Aristóteles, como característicos propio yo, sino que nos consideramos y
de tal doctrina, pueden ser recapitu comportamos sólo como ciudadanos del
lados del modo siguiente: mundo” (Kant, Antr., I, §2). Pero mien
1) La doctrina de las ideas, según tras que el término "egoísmo” designa
la cual objeto del conocimiento cientí una actitud moral, ya que para la doc
fico son entidades o valores que tienen trina metafísica correspondiente pre
un status diferente al de las cosas natu valece el de solipsismo (véase), el tér
rales y se caracteriza por la unidad mino P., por el uso que de él se hizo
y por la inmutabilidad (véase id e a ). A más tarde, adquirió un significado meta-
partir de esta doctrina, el conocimiento físico, pasando a designar la doctrina
sensible, que tiene por objeto las cosas que admite una pluralidad de sustan
en su multiplicidad y cambio, no tiene cias en el mundo. La expresión típica
el más mínimo valor de verdad y sola de tal doctrina es la monadología de
mente puede obstaculizar la adquisi Leibniz y, en este sentido, el término
ción del conocimiento auténtico. reaparece en algunos espiritualistas
2) La doctrina de la superioridad de modernos (J. Ward, The Realm of
la sabiduría sobre el saber, o sea del Ends or Pluralism and Theism, 1912;
fin político de la filosofía, cuya mira W. James, A Pluratistic Universe, 1909).
917
P lu s v a lía
Pneum a
James ha insistido sobre todo en la el trabajo asalariado y del cual se apro
exigencia que el P. presenta: la de con pia el capitalista (cf. Kapital, I, sec. 3;
siderar al universo, más que como una trad. esp.: El capital, México, 1946-47,
masa compacta en que todo está deter F.C.E.).
minado en el bien o en el mal y no hay
lugar para la libertad, como una espe P n e u m a (gr. j r v E ü u a ; lat. spiritus; ingl.
cie de república federal en la que los pneuma; franc. pneuma; alem. Pneu
individuos, si bien son solidarios entre ma; ital. pneuma). El término recibió
sí, conservan su autonomía y libertad. un significado técnico a través de los
El universo pluralista es, según James, estoicos que lo entendieron como espí
un pluriverso o multiverso: su unidad ritu o soplo animador por el cual Dios
no es la implicación universal o la obra sobre las cosas, ordenándolas, vivi
integración absoluta, sino continuidad, ficándolas y dirigiéndolas. "A los estoi
contigüidad y concatenación, es una cos les parece —dice Diógenes Laer-
unidad de tipo sinequista, en el sentido cio— que la naturaleza es un fuego,
dado a esta palabra por Peirce (A Plu- artífice dirigido a la generación, o sea
ralistic Urtiverse, p. 325). Un universo un P. de la especie del fuego y de la
así hecho se diferencia del universo actividad formadora" (VII, 156; Plut.,
monadológico de Leibniz precisamente De Stoic. repugn., 43, 1054). Virgilio
por el carácter no absoluto ni necesario aludió a esta concepción con los ver
de la unidad que lo constituye. Dios sos famosos: "Spiritus intus alit To-
mismo es finito en el universo plura tamque infusa per artus, Mens agitat
lista. molem et toto se corpore miscet" {En.,
2) En la terminología contemporánea VI, 726), versos a los que recurrió Gior-
se da a menudo este nombre al reco dano Bruno para ilustrar su concepción
nocimiento de la posibilidad de solu del Intelecto artífice o "herrero del
ciones diferentes de un mismo proble mundo” {De la causa, principio e uno,
ma o de interpretaciones diferentes de II). Los magos del Renacimiento ha
una misma realidad o concepto, de una blaban de igual modo del espíritu por
diversificación de factores, de situacio el cual el alma del mundo obra en to
nes o de desarrollos en el _iismo cam das las partes del universo visible (Agri
po. Así se habla de "P. estético” cuando pa, De Occulta philasophia, I, 14). En
se admite que una oora de arte pueda sentido estoico, había sido entendido
ser hallada “bella” por motivos dife el P. en el libro de la Sabiduría (I,
rentes, que no tienen nada en común 5-7, etc.). Y en sentido análogo, habló
uno con el otro. Y se habla de P. socio San Pablo del "cuerpo espiritual [pneu
lógico cuando se admite o se reconoce mático] que oponía al animal, como lo
la acción de una pluralidad de grupos vivo, vivificador y que resucitará in
sociales relativamente independientes corrupto luego de la muerte” (/ Cor.,
entre sí. 44 ss.). En la tradición cristiana, P. no
es más que el Espíritu Santo, del cual
P l u s v a l í a (ingl. surplus-vaíue; franc. Santo Tomás decía: "En los seres cor
plus-value; alem. Mehrwert; ital. plus- póreos, el nombre de ‘espíritu’ parece
valore). Uno de los conceptos funda que significa un como impulso o mo
mentales de la economía de Marx. Ya ción, pues llamamos espíritu al aire
que el valor se genera por el trabajo espirado y al viento, y precisamente lo
y no es más que trabajo materiali propio del amor es mover e impulsar
zado, si el empresario otorgase al asa la voluntad del amante hacia lo ama
lariado el valor total producido por su do. .. Por consiguiente, como una per
trabajo, no se tendría el fenómeno, sona divina procede por vía del amor,
netamente capitalista, del dinero que con el cual Dios es amado, es conve
genera dinero. Pero como el empresa niente que sea llamado Espíritu San
rio da al asalariado, no el valor pro to” (S. Th., I, q. 36, a. 1). En fin, de la
ducido por éste, sino sólo el costo de su misma doctrina del espíritu vivificante
fuerza-trabajo (es decir, lo que basta resulta la de los espíritus "psíquicos”,
para producirla, el mínimo vital) se "animales" o "corpóreos” que fueron
tiene el fenómeno de la P. que no es más admitidos por la medicina antigua
que la parte del valor producido por {véase infra p n e u m á t i c o s ) y por la me-
918
P n e u m á tic a
P o e sía
dieval, y a los cuales los filósofos hacen cado por Wolff al conjunto de la psi
referencia a menudo. Santo Tomás (Irt cología y de la teología natural (Log.,
Sent., IV, 49, 3; cf. S. 77?., I, q. 76, a. 7, 1728, Disc. Prel., §79). Crusius adoptó
ad. 2°) y más tarde Telesio (De rer. nat., el término para indicar "la ciencia
V, 5), Bacon (Nouv. Org., II, 7; De de la esencia necesaria de un espíritu
Augm. Sciettí., IV, 2), Hobbes (De Corp., y de las distinciones y cualidades que
25, 10) y en especial Descartes (que pueden ser dadas a priori” (Entwurf
volvió a exponer por su cuenta la doc der notwendigen Vermmftwahrheiten
trina en las Passions de l’áme, I, 10) ["Bosquejo de las verdades necesarias
mencionaron los espíritus animales. de razón”], §424). Rosmini excluyó de
En el sentido común de aire o há la P. la consideración de Dios y la
lito, la palabra fue usada, en cambio, restringió al estudio de los "espíritus
por algunos filósofos que consideraron creados”, esto es, del alma humana y
al alma como aire, por ejemplo, Anaxí- de los ángeles (Psicol., 1850, §27).
menes, para el cual la doctrina no es D'Alembert restringió el término para
más que un corolario del principio significar “la primera parte de la cien
de que todo es aire (Fr. 2, Diels) y por cia del hombre”, o sea "el conocimiento
Epicuro (Ad. Herod., 63). especulativo del alma humana”, que
indicó también con el nombre de meta
P n e u m á tic a , véase PNEUMATOLOGÍA. física particular. El conocimiento de
las operaciones del alma, en cambio,
(gr. jTVEvgáxDíoi; lat. spiri-
P n e u m á tic o s constituía, para D'Alembert, el objeto
tates; ingl. pneutnatics; franc. pneuma- de la lógica y de la moral (Discours
tiques; alem. Ptteumatiker; ital. pneu- préliminaire de l’Encyclopédie, en (Eu-
matici). Con este término se han indi vres, ed. Condorcet, 1853, p. 116). Kant
cado: 1) los partidarios de la escuela observó, a este propósito, que la psi
médica de Galeno, el cual, inspirándose cología racional nunca podrá llegar a
en los estoicos, identificó el pneuma ser P., es decir, verdadera y propia
(véase supra) como el principio de la ciencia, del mismo modo que la teo
vida, distinguiendo el pneuma psíquico, logía no puede llegar a ser teosofía
que tiene su sede en el cerebro, el pneu (Crit. del Juicio, §89). El término, en
ma zoótico o animal, que tiene su sede la actualidad, ha caído completamente
en el corazón y el penuma físico o en desuso.
natural, que tiene su sede en el hígado,
y atribuyendo a cada uno de ellos fun P o d e re s d e l E s ta d o , véase ESTADO.
ciones especiales en el organismo; 2) a
algunos Padres de la Iglesia y algunos Poesía (gr. noÍTitn;; lat. poesía; ingl.
gnósticos, que insistieron en la distin poetry; franc. poésie; alem. Dichtung;
ción, que se encuentra en el Nuevo ital. poesía). Una forma final de la
Testamento entre cuerpo animal y cuer expresión lingüística, de la cual el rit
po P. y sobre la superioridad de este mo o la música es condición esencial.
último; 3) a algunos químicos de los Se pueden distinguir tres concepcio
siglos xvii y xvm (Boyle, Black, Caven- nes fundamentales, que son: 1) la P.
dish, etc.) que iniciaron las investiga como estímulo o participación emoti
ciones acerca de los gases y descubrie va; 2) la P. como verdad; 3) la P.
ron elementos y compuestos gaseosos. como modo privilegiado de expresión
lingüística.
P n e u m a to lo g ía , o p n e u m á tic a (ingl. pneu- 1) La concepción de la P. como es
m atology, fra n c . pn eu m a to lo g ie, tímulo emotivo fue expuesta, por vez
pneumatique; a l e m . Pneumatologie, primera, por Platón: "La parte del al
Pneumatik; ital. pneumatología o pneu ma que en nuestras desgracias particu
mática). Leibniz introdujo el término lares nos esforzamos por frenar, que
"pneumática” para indicar "el conoci tiene sed de lágrimas y quisiera suspi
miento de Dios, de las almas y de las rar y lamentarse a su gusto, siendo
sustancias simples en general” (Nouv. ésta su naturaleza, es precisamente
Ess., Avant-propos, Op., ed. Erdmann, aquella a la cual los poetas dan satis
p. 199). El término quería significar facción y complacencia... Con referen
"ciencia de los espíritus” y fue apli cia al amor, a la cólera y a todos los
919
Poesía
las cosas realmente acaecidas, sino "las las expresan) tienden al conocimiento
cosas posibles según verosimilitud y de las representaciones sensibles (Me-
necesidad" (Ibid., 1451a 38). Por lo ditationes phitosophicae de twmnullis ad
tanto, "es más filosófica y más elevada poema pertinentibus, 1735, §§ 1-9). La
que la historia porque expresa lo uni determinación "sensible” aclara el ca
versal, en tanto que la historia expresa rácter de la P., por el cual tiene por
lo particular. Se tiene lo universal, en objeto representaciones claras, sí, pero
efecto, cuando a un individuo de una confusas: en tanto que las representa
determinada índole se le ocurre decir ciones claras y distintas, esto es, com
o hacer determinadas cosas a partir pletas y adecuadas, no son sensibles
de la verosimilitud y la necesidad y a y por lo tanto ni siquiera poéticas, has
esto es a lo que tiende la P., que da ta el punto de que filosofía y P. no se
nombre al personaje precisamente a par encuentran al mismo tiempo, requirien
tir de tal criterio. En cambio se tiene do la primera esa distinción de concep
lo particular cuando se dice, por ejem tos que la segunda rechaza fuera de su
plo, lo que hizo Alcibíades y lo que le dominio (Medit., cit., §14). De análoga
ocurrió” {Ibid., 9, 1451 b 1, 10). Estas manera afirmó Vico: “La sabiduría
famosas determinaciones aristotélicas poética, que fue la primera sabiduría de
equivalen a poner a la P. en la esfera las gentes, debió comenzar con una
de la verdad filosófica, ya que ésta reco- metafísica, no razonada y abstracta co
je la esencia necesaria-de las cosas, y la mo actualmente se da en los adoctri
esencia, en el dominio de las vicisitu nados, sino sentida e imaginada como
des humanas, está constituida por las debería ser en tales hombres primeros,
relaciones de verosimilitud y necesidad puesto que no tenían razonamiento al
que son objeto de la P. Por lo tanto, guno y todos tenían robustos sentimien
no tiene un grado de verdad inferior tos y muy vigorosas fantasías” (Se. Nno-
a la filosofía sino que posee la misma va, 1744, II, De la sabiduría poética;
verdad que la filosofía en el dominio trad. esp. cit.). Pero fue Hegel el que
que le es propio y que es el de los dio su mejor expresión a esta tesis.
hechos humanos. Esta concepción de "La P. —escribió— es más antigua que
la P. ha dominado en la tradición filo el lenguaje m prosa artísticamente for
sófica, en la cual pueden distinguirse mado. Es la representación originaria
dos interpretaciones fundamentales: A ) de lo verdadero, es el saber en el cual lo
se puede entrever en la P. una verdad universal todavía no ha sido separado
por grado o por naturaleza, diferente de su existencia viva en lo particular,
de la intelectual o filosófica; B) se en el cual la ley y el fenómeno, la
puede entrever en la P. la verdad filo finalidad y el medio todavía no se han
sófica absoluta. opuesto uno al otro, para luego ser co
A) La primera posición es la posición nectados de nuevo con el razonamien
de la cual ha nacido la estética mo to, sino que se comprenden uno en el
derna. Baumgarten afirmó que el ob otro y a través del otro. Por lo tanto,
jeto estético, la belleza, es "la perfec la P. no se limita a expresar un con
ción del conocimiento sensible en cuan tenido ya conocido por sí en su uni
to tal” y que, por lo tanto, no coincide versalidad, a través de la imagen, sino,
con el objeto del entendimiento, o al contrario, conforme a su concepto
sea, con el conocimiento distinto (Aes- inmediato, permanece en la unidad sus
thetica ["Estética”], 1750-58, § 14). Co tancial en la cual todavía no se ha he
mo perfección del conocimiento sensi cho una separación semejante o esta
ble, la belleza es universal, pero de blecido una relación de tal naturaleza”
una universalidad diferente a la del (Vorlesungen über die Aesthetik ["Lec
conocimiento, porque abstrae del orden ciones sobre estética”], ed. Glockner,
y de los signos y realiza una forma III, p. 239). Con ello la P. (como el
de unificación puramente fenoménica total dominio del arte) sigue siempre
(Ibid., §18). En particular, la P. es, para Hegel fuera o por debajo de la
según Baumgarten, "un discurso sen filosofía, sólo en la cual se revela u
sible perfecto" y de tal forma que sus obra la Idea en su naturaleza verda
diferentes elementos (las representacio dera, que es universalidad o razón, no
nes, sus nexos, las voces o signos que inmediatez o imagen; sin embargo, la
921
Poesía
Vfesen der Dichtung, 1936, § 5; trad. Dewey ha insistido acerca de los mis
esp.: Arte y poesía, México, 1958, F.C.E., mos caracteres de la expresión poética.
pp. 108-109). Como lenguaje originario, "Mientras no haya diferencia —dice—
la P. es la verdad misma, es decir, la que pueda definirse exactamente entre
manifestación o desvelación del Ser prosa y P., hay una laguna entre lo
(Hotzwege ["Los caminos del bosque"], prosaico y poético como límites extre
1950, pp. 252 ss.). mos de tendencias en la experiencia.
3) La tercera concepción fundamen Uno de ellos realiza el poder de las
tal es, a primera vista, menos filosó palabras para expresar lo que está en
fica que las otras, porque no consiste los cielos y en la tierra y bajo los ma
en reconocer a la P. una tarea deter res mediante la extensión; el otro por
minada en una metafísica particular la intensión. Lo prosaico es una cues
ni en relacionarla con una determi tión de descripción y narración de
nada facultad o categoría del espíritu detalles acumulados. Lo poético invier
o en reservarle un puesto en la enci te el proceso. Condensa y abrevia, dan
clopedia del saber humano, sino sola do así a las palabras una energía de
mente en poner a la luz determinados expansión casi explosiva." Por lo tanto,
rasgos que la P. posee en sus más "cada palabra en la P. es imaginativa,
logradas realizaciones históricas, y en como lo era en la prosa, hasta que
resumirlos en una definición genera- las palabras se gastaron por el uso,
lizadora. Todavía éste es el único pro para convertirse en meros signos” y
cedimiento que puede dar lugar a una “la fuerza imaginativa de la literatura
definición funcional de la P., es decir, es una intensificación del oficio idea
a una definición que se preste para lizador desempeñado por las palabras
expresar y para orientar el efectivo tra en el habla ordinaria” (Art as Expe-
bajo de los poetas. Por lo tanto, a tal rience, 1934, cap. 10; trad. esp.: El arte
definición han contribuido los poetas como experiencia, México, 1949, F.C.E.,
mismos, más que los filósofos, aun p. 214). La intensión, de que habla De
cuando también éstos a veces hayan wey, no es una intensidad emotiva,
sabido recoger aspectos importantes de sino una intensidad expresiva, esto es,
ella. Obviamente, desde este punto una carga nayor del significado de
de vista, la P., por lo menos a pri las palabras no desgastadas por el uso.
mera vista, no es más que un deter Ahora bien, de un siglo a esta parte,
minado modo privilegiado de expre muchos poetas, reflexionando sobre su
sión lingüística, privilegiado en virtud propio trabajo, han dicho que a la P.
de una especial función que se le reco se le debe confiar la función que tiende
noce. Tal privilegio del modo poético a conservar y restablecer la carga de
de la expresión es frecuentemente lla significado en el lenguaje, pulirlo y
mado "libertad”. Kant, después de ha mantenerlo eficaz, renovarlo y perfec
ber dicho que "las artes de la palabra” cionarlo. Las tesis fundamentales de la
son la elocuencia y la P., afirma: "La concepción de la P. elaborada o presu
elocuencia es el arte de tratar una puesta por los poetas modernos, pueden
tarea del entendimiento como si fuera ser recapituladas del siguiente modo:
un libre juego de la imaginación; I) La independencia de la P. de toda
la P. es el arte de dar a un libre finalidad interesada o utilitaria. Este
juego de la imaginación el carácter carácter fue expresado mediante la
de una tarea del entendimiento” (Crít. fórmula del arte por el arte, a la cual
del Juicio, § 51). Aquí la noción de "jue se adhirieron en el siglo pasado artis
go” sirve para subrayar el carácter libre tas como Flaubert, Gautier, Baudelaire,
de la actividad poética con relación a Walter Pater, Oscar Wilde y Alian Poe.
cualquier fin utilitario, y la noción de El objetivo en contra del cual se di
"tarea del entendimiento" significa la rige esta fórmula es la subordinación
disciplina que la P. se impone aun en de la P. a la emoción, a la verdad o al
la libertad de su juego. Desde este deber; su significado positivo es la li
punto de vista, la función de la expre bertad de la P. en el sentido en que
sión poética es la liberación del len lo afirmara, por ejemplo, Kant. "Com
guaje de sus usos utilitarios y su ela poner simplemente versos, escribir una
boración en una disciplina autónoma. novela, esculpir el mármol son cosas
923
Poesía
que estaban bien antes (dice Flaubert), III) El carácter objetivo de la be
cuando no existía la misión social del lleza, por el cual se encuentra fuera de
poeta. Ahora bien, toda obra debe tener la emoción vivida. Decía Flaubert:
su significado moral, una enseñanza "Cuanto menos se siente una cosa, tan
bien adosada; es necesario que un so to más aptos somos para expresarla
neto tenga un alcance filosófico, que tal como es (tal como es siempre, en
un drama pisotee los dedos a los mo sí, en su universalidad, liberada de to
narcas y que una acuarela mejore las das sus contingencias efímeras). Pero
costumbres. La manía de abogar se es necesario poseer la facultad de ha
insinúa en todas partes al mismo tiem cerla sentir a nosotros mismos, facul
po que la de discutir, perorar y aren tad que no es otra cosa que el genio”
gar” (Lettre á Louise Colet, 18 de sep (Lettre a Louise Colet, 6 de julio de
tiembre de 1846). Y Gautier proclamaba 1852). Y T. S. Eliot ha recalcado: "La
en el editorial introductorio del pe P. no es un libre movimiento de la emo
riódico L’artiste (14 de diciembre de ción, es una fuga de la emoción; no
1856): "Creemos en la autonomía del es la expresión de la personalidad, sino
arte; para nosotros el arte no es un la fuga de la personalidad. Pero natu
medio para una finalidad; un artista ralmente sólo aquellos que poseen per
que persigue un objetivo diferente a sonalidad y emoción saben lo que se
la belleza no es, para nosotros, un quiere decir cuando se apunta a la
artista.” La fórmula del arte por el necesidad de la fuga de estas cosas...
arte es, por lo tanto, en sustancia, La emoción del arte es impersonal. Y
la defensa de la P. contra toda tenta el poeta no puede lograr esta imperso
tiva de hacer de ella un instrumento nalidad sin rendirse por entero a la
de propaganda para una finalidad cual obra que debe hacerse” (The Sacred
quiera. Wood, 1920). En el mismo sentido,
II) El reconocimiento de la belleza Ungaretti ha dicho: "Toda mi activi
como único fin de la poesía. Ya que dad poética, desde 1919, se ha desarro
el arte no puede estar subordinado al llado en tal sentido; un sentido más
bien, a lo verdadero o a cosas que objetivo... o sea una proyección y una
pretendan tener tales ca acteres, per contemplación de los sentimientos en
manece la belleza como su finalidad los objetos, un intento de elevar a ideas
única y, precisamente, la belleza for y mitos la propia experiencia biográ
mal, esto es, independiente de los con fica” {La térra promessa. Nota de Leo-
tenidos que le son ofrecidos por la ne Piccioni).
emoción y por el entendimiento. Dice IV) El carácter constructivo de la
Flaubert: "¡Poeta de la forma! He aquí P. y construido de la belleza. Acerca
la gran palabra injuriosa que los utili de ello han insistido Poe, Baudelaire
tarios arrojan al rostro de los verda y Valéry. El primero ha descrito la
deros artistas... No existen bellos pen construcción de una P. como una es
samientos sin bellas formas y vice pecie de trabajo artesano ("The Philo-
versa... Se reprocha al que escribe sophy of Composition” en Works, ed.
con buen estilo el dejar de lado la Harrison, XIV, p. 196). Por su parte,
idea, el fin moral, como si la tarea Baudelaire insistió acerca del concep
del médico no fuera la de curar, la del to del arte como composición: "Todo
pintor la de pintar, la del ruiseñor el universo visible —ha dicho— no es
cantar y la finalidad del arte no fuera, más que un almacén de imágenes y
ante todo, lo bello” (Lettre á Colet, de signos a los cuales la imaginación da
18 de septiembre de 1846). Y Poe afir un puesto y un valor relativo; es una
maba: "La P. como arte de la palabra especie de forraje que la imaginación
es la creación rítmica de la belleza. debe digerir y transformar” (“Salón
Su único árbitro es el gusto y con el de 1859”, (Euvres, ed. Le Dantec, II,
entendimiento o con la conciencia sólo p. 232).
tiene relaciones colaterales. A menos En nuestros días es, sobre todo, Va
que sea por azar, no se ocupa en ab léry el que ha insistido acerca del
soluto ni del deber ni de la verdad” carácter del arte como construcción:
("The Poetic Principie”, Works, ed. Har- “Las creaciones del hombre —ha di
rison, XIV, p. 275). cho— son hechas en vista del propio
924
Poesía
las ciudades y las que, y hasta qué teoría del Estado, quiso tener, al mis
punto, cada ciudadano debe aprender” mo tiempo, carácter descriptivo y nor
(Ét. Nic., I, 2, 1094 a 26). Este concepto mativo. Así Treitschke subrayó su ta
de la P. se mantuvo por mucho tiempo rea en este sentido: "La tarea de la P.
en la tradición filosófica. Hobbes, por es triple: en primer lugar debe inves
ejemplo, decía: "La P. y la ética, o sea tigar, por observación del mundo real
la ciencia de lo justo y de lo injusto, de los estados, cuál es el concepto fun
de lo equo y de lo iniquo, se puede de damental del Estado; en segundo lu
mostrar a priori en cuanto los princi gar, indagar históricamente lo que han
pios con los cuales se puede juzgar lo querido los pueblos en la vida polí
justo y lo equitativo o sus contrarios, tica, lo que han producido y conseguido
o sea las causas de la justicia, las le y el porqué lo han conseguido; y en
yes o las convenciones, han sido hechos tercer lugar, haciéndolo así, lograr des
por nosotros mismos" (De Hom., X, cubrir algunas leyes históricas y esta
§5). En este sentido, Althusius intituló blecer los imperativos morales” (Poti-
su tratado de derecho natural Política tik, 1897, Intr.). Como ya lo era en la
methodice digesta (1603), y como tra obra de Treitschke, la P. como teoría
tados de P. fueron considerados todos del Estado ha sido a menudo una teo
los escritos acerca del derecho natural. ría del Estado como fuerza y, en efec
Véase d e r e c h o . to, tal es el significado de toda divi
2) El segundo significado del térmi nización del Estado (véase).
no es el expuesto en la Política de Aris 3) La P. como arte o ciencia de go
tóteles. "Es evidente —dice Aristóte bierno es el concepto que expresara y
les— que existe una ciencia a la que defendiera Platón en el Potítico con el
corresponde indagar cuál es la mejor nombre de "ciencia regia" (Pol., 259 a-
constitución, cuál, más que otra, es ade b) y que Aristóteles tomó como tercera
cuada para satisfacer nuestros ideales, tarea de la ciencia política. "Una ter
cuando no existen impedimentos exter cera rama de la investigación es la que
nos, y cuál se adapta a las diferentes considera el modo en que ha surgido
condiciones para ser puesta en práctica. un gobierno y el modo en que, una vez
Ya que es casi imposible que muchos surgido, puede ser conservado el mayor
puedan realizar la mejor forma de go tiempo posible" (Ibid., IV, 1, 1288 b27).
bierno, el buen legislador y el buen Éste fue el concepto de la P. cuyo cru
hombre político deben saber cuál es la do realismo acentuó Maquiavelo con
mejor forma de gobierno en sentido las famosas palabras: "Y muchos se
absoluto y cuál la mejor forma de go han imaginado repúblicas y principa
bierno dentro de determinadas condi dos que nunca se han visto ni cono
ciones” (Pol., IV, 1, 1288 b 21). En este cido en verdad. Porque es tan discu
sentido la P., según Aristóteles, tiene tible, a partir de cómo se vive el cómo
dos tareas: 1) la de describir la forma se debería vivir, que el que deja lo
de un Estado ideal; 2) la de deter que se hace por lo que se debería hacer,
minar la forma del mejor Estado posi aprende más bien su ruina que su pre
ble en relación con determinadas cir servación, porque un hombre que en
cunstancias. Y, efectivamente, la P. co todas partes desee hacer profesión de
mo teoría del Estado ha seguido el bueno, conviene que arruine a muchos
camino utópico de la descripción del que no son buenos. De donde a un
Estado perfecto, según el ejemplo de príncipe le es necesario, queriéndose
la República de Platón o el más realista mantener, aprender a poder no ser bue
de los modos o vías para mejorar la no y usarlo y no usarlo según la nece
forma del Estado, que es el que el mis sidad” (Princ., XV). En este sentido
mo Aristóteles siguió en una parte de Wolff definió la P. como “la ciencia
su tratado. Las dos partes, sin embar de dirigir las acciones libres en la so
go, no pueden distinguirse siempre. ciedad civil o en el Estado” (Log., Disc.,
Cuando, a partir de Hegel, el Estado §65). Y ésta es la ciencia o el arte
comenzó a ser considerado como "el político a que se hace frecuente refe
Dios real” (véase e s t a d o ) y el carácter rencia en el discurso común. Refirién
de la divinidad del Estado fue aceptado dose precisamente a este concepto,
por la escuela histórica, la P., como Kant decía: "Aun cuando la máxima:
928
P o litic is m o
Poner
La honestidad es la mejor política im a la ciencia de la sociedad humana
plique una teoría que la práctica des en este sentido. De esta manera justi
graciadamente desmiente, sin embargo, ficaba el término: "Denominamos cien
la máxima igualmente teórica la hones cia política al estudio de las tenden
tidad es mejor que toda P., está sobre cias expresadas [o sea de las ‘leyes o
toda objeción y es, también, la condi tendencias psicológicas constantes, a las
ción indispensable de la P.” (Zum ewi- cuales obedecen los fenómenos socia
gen Frieden, Apéndice, 1; trad. esp.: les’]. Y hemos elegido esta denomina
La paz perpetua, Madrid, 1933). Hegel, ción por ser la primera que se usara
por otra parte, decía: "En un tiempo en la historia de la sabiduría humana,
se discutió mucho acerca de la antí porque todavía no ha caído en desuso
tesis entre moral y P. y de la exigencia y también porque el nombre nuevo de
de que la segunda sea conforme a la sociología que, después de Comte, adop
primera. En este punto conviene sólo taron muchos escritores, aún no tiene
anotar en general que el bien de un una significación bien determinada y
Estado tiene un derecho muy diferente precisa y, en el uso común, comprende
al del bien del individuo y que la sus todas las ciencias sociales” (Elementi
tancia ética, el Estado, tiene su exis di scienza política, 1922, I, I, §11). Pero
tencia, esto es, su derecho, inmediata en este sentido el término resulta ac
mente en una existencia no abstracta, tualmente impropio.
sino concreta y que sólo esta existencia
concreta, considerada por preceptos mo P o litic is m o (franc. potitismo; alem. Po
rales (y no una de las muchas propo li tismus). La primacía o la importan
siciones generales) puede ser principio cia excesiva que las exigencias políti
de su obrar y de su comportamiento. cas adquieren a veces, en la vida mo
Antes bien, la vista de la presunta derna, con respecto a las otras exigen
culpa que la P. debe tener siempre, en cias, o sea a las exigencias científicas,
esta presunta antítesis, se funda toda artísticas, morales, religiosas, etcétera.
vía en la superficialidad de las con
cepciones de la moralidad, de la natu P o litiz a c ió n . Lo mismo que politicismo
raleza del Estado y de sus relaciones (véase supr, ). Se usa corrientemente
desde el punto de vista moral” (F/7. en algunos países americanos, la Ar
del Derecho, §337). Estas palabras de gentina, por ejempio.
Hegel son la confirmación del princi
pio del maquiavelismo. Lo que Hegel P o lito m ía (franc. potytomie; alem. Pciy-
denomina la existencia del Estado no tomie). La división no dicotómica. Kant
es más que la realidad efectiva de Ma- observa que la P. exige la intuición o
quiavelo que la P. debería siempre tener la intuición a priori, como sucede en
presente. Aun cuando Hegel declarara matemática, o la intuición empírica,
superada la antítesis entre P. y moral, como en las ciencias de la naturaleza.
el contraste entre las dos exigencias En otros términos, la P. es siempre
está todavía vivo en la práctica polí empírica, en tanto que la dicotomía,
tica y en la conciencia común y las fundada como está en el principio de
formas de equilibrio, por ellas logra no contradicción, es a priori (Logik
das, aún son provisionales e inestables. [Lógica!, §115).
4) Por último, el cuarto significado P o liz é te s is , véase INTERROGACIÓN MÚLTI
de P. es el que comenzó a tener a par PLE.
tir de Comte y que se identifica con
el de sociología. Comte denominó Sis P o n e r (gr. xi.0r|vai ; lat. ponere; ingl.
tema de P. positiva (1851-54; cf. Prime posit; franc. poser; alem. Setzen; ital.
ros ensayos; trad. esp., México, 1942, porre). Este verbo ha sido usado en el
F. C.E.) a su mayor tratado de sociolo lenguaje filosófico con dos significa
gía, en cuanto considera que los fenó dos diferentes: 1) aseverar o admitir
menos políticos están sujetos, tanto en como hipótesis; 2) poner en ser, pro
su coexistencia como en su sucesión, ducir.
a leyes invariables, cuyo uso puede per 1) El primer significado es el que ya
mitir influir en los fenómenos mismos. Platón y Aristóteles usaron: el primero
G. Mosca entiende por P. precisamente en el sentido de establecer una hipó-
929
P o r im p o s ib le
P o r sí, o p a r a sí
tesis (Teet., 191c), el segundo en el 18, 1022 a 24 ss.) enumeró cinco signi
de establecer una premisa (An. Pr., I, ficados del término:
I, 24 b 19) o admitir una tesis (Top., 1) se dice que una cosa es por sí en
II, 7, 113 a 28). Correspondientemente, lo que ella es en virtud de su esencia
la palabra posición significa general necesaria o sustancia. Así, por ejem
mente aserción y Kant afirma que la plo, Calías es por sí lo que es sustan
existencia puede ser puesta, es decir, cialmente, o sea, un hombre;
aseverada o reconocida, no deducida 2) se dice que una cosa es por sí en
(Der einzig mógliche Beweisgrund zu lo que ella es en virtud de una parte
einer Demonstraticm des Baseins Goí- de su esencia necesaria, o sea en vir
tes ["El único fundamento posible para tud de una parte de su definición (ya
una demostración de la existencia de que la definición expresa la esencia
Dios’’], I, §2). El verbo se usa por lo necesaria). En tal sentido, se dice que
común actualmente, de modo especial, Calías es por sí animal porque “ani
en el sentido de considerar como hipó mal” es parte de la definición de Ca
tesis o como axioma (véase). lías ;
2) En el sentido de P. en ser, pro 3) en tercer lugar, se dice que una
ducir o crear, fue usado el verbo por cosa es por sí en lo que ella es en vir
Fichte: “El ser cuya esencia consiste tud de una de sus cualidades o deter
simplemente en que se pone a sí mis minaciones primarias. En tal sentido, se
mo como existente, es el Yo, como dice que el hombre es por sí vivo, en
sujeto absoluto. En cuanto se pone es; cuanto la vida es una de sus determi
y en cuanto es, se pone; el Yo, por lo naciones primarias (siendo parte del
tanto, es absoluta y necesariamente pa alma, que es sustancia deí hombre);
ra el Yo” (Wissenschaftslehre [Doc 4) se dice por sí a lo que no tiene,
trina de la ciencia], 1794, § 1). Este uso o de lo que no se considera, una causa
se conserva en toda la tradición del externa. En este sentido el hombre es
idealismo romántico y, en general, en por sí en cuanto hombre, o sea en
toda filosofía que identifique razón y cuanto su causa es su misma sustancia
realidad y, así, al acto lógico del P. y no en cuanto es animal o bípedo,
con el acto real del producir. etcétera;
5) se dice que es por sí la cosa en
P o r im p o s ib le , véase ABSURDO. lo que le pertenece propiamente o le
pertenece solamente a ella. En tal sen
P o r lo c o m ú n (gr. ¿ni xó nota; ingl. tido, se puede decir que el alma piensa
m ostly; alem. zumeist; ital. per lo por sí.
piü). Es la expresión que Aristóteles Estos cinco significados, en realidad,
adopta para caracterizar lo accidental, pueden reducirse al primero, esto es,
que es lo que sucede "por lo común", al significado por el cual se dice que
mientras lo necesario sucede "siempre” es la cosa por sí, lo que es en virtud de
( Met., VI, 2, 1026 b 30). Heidegger adop su sustancia. En efecto, el significa
ta la expresión para indicar el con do 2 se refiere a las partes de la sus
junto de los modos de ser cotidianos tancia, el significado 3 a las cualida
o banales que constituyen el "término des o determinaciones que resultan de
medio" (véase) (Sein und Zeit, §9; la sustancia, el significado 4 y el 5
trad. esp.: El ser y el tiempo, México, a la causalidad propia de la sustancia.
1962, F.C.E.). El significado fundamental o genérico,
según el cual es por sí lo que es en
P o r sí, o p a r a sí (gr. xaft’aúxó; lat. per virtud de su sustancia, ha seguido sien
se; ingl. by itself; franc. par soi; alem. do el significado al cual se ha hecho
für sich; ital. per sé). Lo que es en referencia con mayor frecuencia en la
virtud de su sustancia y no por otra historia de la filosofía. Éste es, por
cosa, o lo que está en la conciencia y ejemplo, el significado que atribuyen
para la conciencia. Éstos son los dos a la expresión tanto Santo Tomás co
significados fundamentales del térmi mo Duns Scoto. Santo Tomás afirma
no, que se hallan en Aristóteles y He- que "Dios es el ser por sí subsistente”
gel, respectivamente. (S. Th., I, q. 44, a. 1), en cuanto el ser
A) Por su parte, Aristóteles (Met., V, pertenece a la esencia o sustancia de
930
P o rís tic o
P o s ib le
Dios (Ibid., I, q. 3, a. 4), y que el alma 1) Cualquier garantía respecto a la
no puede corromperse porque es "for posibilidad de disposición y de uso
ma por sí subsistente” (Ibid., I, q. 75, de una cosa. Éste es el concepto de
a. 6 ). Duns Scoto reserva el ser por Kant: "Lo que es jurídicamente mío
*51 a la forma total y perfecta en la cual (meum juris) es aquello con lo que es
entran todas las partes, pero que a su toy ligado de tal manera que el uso
vez no es parte (Quodl., q. 9, n. 17). que otro pudiera hacer sin mi consen
Ambos filósofos designan, por lo tan timiento me dañaría. La P. es la con
to, como por sí al ser sustancial, si dición subjetiva de la posibilidad del
bien Duns Scoto restringe su signifi uso en general” (Met. der Sitten, I,
cado, aún más que Santo Tomás. §1). La noción de P. se refiere, por lo
B) El segundo significado fundamentanto, a la relación entre el hombre
tal del término es el que Hegel le ha y las cosas y expresa una determinada
atribuido como ser actual o efectivo garantía (que puede tener significados
[en oposición a en sí (véase), ser posi y límites muy diversos) de la posibi
ble] y, por lo tanto, como ser que se lidad de uso que un individuo deter
ha desarrollado por la reflexión y la minado tiene en relación a una cosa
conciencia. Dice Hegel: "Decimos que determinada. Sólo impropiamente pue
alguna cosa es para sí en cuanto quita de referirse la noción de P. a las rela
el ser otro, su relación y su comunión ciones entre las personas.
con otro, esto es, en cuanto ha recha 2) En el significado más general, el
zado y ha hecho abstracción de él... término designa cualquier relación pre
La conciencia contiene ya en sí y como dicativa y existencial; se dice, por ejem
tal la determinación del ser para sí en plo, "La cosa x posee la cualidad a"
cuanto se representa un objeto que o "El objeto x posee la existencia”. En
siente, intuye, etc., y en cuanto, por este sentido, el uso del término corres
lo tanto, tiene en sí el contenido del ponde al que Aristóteles hiciera opo
objeto mismo. Pero la conciencia de niéndolo a privación (cf. Met., X, 4,
sí es el ser para sí realizado y situado, 1055 a 33). Véase p r iv a c ió n .
ya que en ella el aspecto del referirse
a otro, a un objeto externo, está supe P o s ib ilid a d véase POSIBLE.
rado” (Wissenschaft der Logik, I, I, 3,
A [Doctrina de la lógica)). En este sen Posible (gr. t ó 6 -vaxóv; lat. possibilis;
tido, la conciencia es para sí porque ingl. possible-, franc. possible; alem.
ha anulado o quitado del medio a otra Móglich; ital. possibile). Lo que puede
cosa (el objeto externo) y la ha resuel ser o no ser. Esta definición nominal
to en su propio contenido interno. En la está habitualmente presupuesta en las
filosofía contemporánea Sartre ha reto definiciones conceptuales que se han
mado este concepto, denominando "ser dado del término, pero sólo estas últi
para sí” o sin más “para sí” a la con mas permiten el estudio de los pro
ciencia en cuanto es la anulación o blemas propios de la noción. Las de
"la nada” del objeto, o sea del en sí finiciones conceptuales de P. pueden
(L’étre et le néant, pp. 115 ss.). El mis ser: A) definiciones negativas, de na
mo significado se atribuye a la expre turaleza lógica; B ) definiciones positi
sión de Merleau-Ponty (Phénoménolo- vas. A su vez estas últimas pueden
gie de la perception, 1945; trad. esp.: ser: 1) definiciones de la posibilidad
Fenomenología de la percepción, Méxi real; 2) definiciones de la posibili
co, 1957, F.C.E., pp. 405 ss.). dad objetiva. Las tres clases de defini
ciones que así resultan corresponden
P o rís tic o (ingl. poristic; franc. poristi- casi perfectamente a las tres especies
que; alem. poristik). De porisma = co de P. que Aristóteles distinguiera en
rolario. El término designa lo que es la metafísica: "Lo P. significa: 1) lo
un corolario o concierne a un coro que es necesariamente falso; 2 ) lo que
lario. es verdadero; 3) lo que puede ser ver
P o rv e n ir, véase ADVENIR. dadero” (Met., V, 12, 1019 b 30).
1) Las definiciones negativas de lo P.
P o s e s ió n (ingl. possession; franc. pos- son de naturaleza lógica y lo definen
session; alem. Besitz; ital. possesso). como lo que es necesariamente falso
931
Posible
puesta es, precisamente, una doctrina los medios para asegurar los bienes
experimental. Sin embargo, en el mis —excelencias de todo género— en la
mo artículo Peirce declaró que frente existencia experimentada" (The Quest
a la extensión de significado que el P. of Certainty, 1929, p. 37; trad. esp.:
había recibido por obra de W. James La busca de la certeza, México, 1952,
y de F. C. S. Schiller, prefería el tér F.C.E., p. 33, nota). Desde este punto
mino pragmaticismo para indicar su de vista, Dewey compartía el experi-
propia concepción, estrictamente meto mentalismo de Peirce porque conside
dológica, del P. ("What Pragmatism raba que "la experimentación entra en
Is", The Monist, 1905; Cotí. Pap. 5, 411- la determinación de toda proposición
437). El mismo Peirce distinguió así garantizada" (Logic, 1939, p. 461; trad.
dos versiones fundamentales del P., esp.: Lógica, México, 1950, F.C.E.) y
que pueden caracterizarse de la mane aclaraba el carácter operativo-instru-
ra siguiente: 1) un P. metodológico, mental de generalizaciones, considera
que es sustancialmente una teoría del das como medios para pasar de una
significado; 2) un P. metafísico que situación indeterminada a una situación
es una teoría de la verdad y de la determinada, que convierte los elemen
realidad. tos de la situación original en un todo
1) El P. metodológico no pretendeunificado (Logic, cap. VI). Por lo tan
definir la verdad o la realidad, sino to, son bastante obvios los estrechos
sólo ser un procedimiento para deter parentescos de este tipo de P. con la
minar el significado de los términos metodología científica contemporánea y
o, mejor aún, de las proposiciones. De en particular con el operacionismo (véa
cía Peirce en el artículo de 1878 (que se), por un lado, y por el otro, con los
por lo común se considera como la fe planteamientos fundamentales de la ló
cha del nacimiento del P.): “Es impo gica simbólica. Acerca de este último
sible tener en la mente una idea que aspecto insistieron los pragmatistas ita
se refiera a otra cosa que no sean los lianos Giovanni Vailati y Mario Calde-
efectos sensibles de las cosas. Nuestra roni. El primero observó a este respec
idea de un objeto es la idea de sus efec to que el punto de contacto fundamen
tos sensibles... De modo que la regla tal entre lógica y P. "está en la común
para lograr el último grado de claridad tendencia a considerar el valor, y el
en la aprehensión de las ideas es la significado mismo, de una aserción co
siguiente: Considerar cuáles son los mo algo íntimamente relacionado con
efectos, que se puedan concebir con el empleo que de ella se pueda o desee
un alcance práctico, que pensamos tenga hacer para la deducción y la construc
el objeto de nuestra concepción. La con ción de determinadas consecuencias o
cepción de estos efectos es la total grupos de consecuencias” (“Pragmatis
concepción nuestra del objeto” (Chance, mo e lógica matemática”, 1906, en II
Love and Logic, I, 2, § 1). El principio método delta filosofía, p. 198). Estas
del cual se saca esta regla metódica palabras definen bien el carácter fun
es que “la total función del pensamien cional del P. de inspiración metodo
to es la de producir hábitos de acción”, lógica.
esto es, creencias. La regla propuesta 2) La concepción del P. metafísico
por Peirce, por lo tanto, le fue sugeri es la de W. James y de F. C. S. Schiller
da por la exigencia de hallar un proce y sus tesis fundamentales consisten en
dimiento experimental o científico pa reducir la verdad a utilidad y la rea
ra fijar las creencias, entendiendo por lidad a espíritu. La segunda de estas
procedimiento científico o experimental tesis fue compartida por el P. meta-
el que no recurre al método de la auto físico con buena parte de la filosofía
ridad o al método a priori (Ibid., I, 1, contemporánea y James mismo reco
§2, pp. 9 55.). Al mismo tipo de P. se noció y puso de relieve el acuerdo sus
puede decir que pertenece el de Dewey, tancial de su filosofía con la de los
que para evitar todo equívoco prefirió espiritualistas franceses y especialmen
el término de instrumentalismo (véase). te con Bergson. La primera tesis es la
“La esencia del instrumentalismo prag característica de esta forma de prag
mático —escribió— consiste en concebir matismo. Su supuesto es el principio
a ambos, conocimiento y práctica, como que tiene en común con el P. metodo
941
Praxis
del suceso en cuestión. Pero tal suceso secuencia, esto es, considera las fre
nunca es un acontecimiento singular cuencias mismas como dependientes de
y, por lo tanto, la P. calculada de esta las condiciones experimentales y, por
manera no servirá para prever el re lo tanto, como constituyendo una cua
sultado de la próxima tirada de la mo lidad disposicional del ordenamiento
neda y para permitir elegir su apuesta experimental. Dice Popper: "Todo or
a un jugador, por ejemplo la P. de denamiento experimental es adecuado
esta naturaleza es válida para clases para producir, en caso de repetirse la
de acontecimientos y no para aconteci experiencia varias veces, una secuen
mientos particulares. No se puede, por cia con frecuencias que dependen de
ejemplo, hablar de la P. que un indi este ordenamiento particular. Estas fre
viduo cualquiera tiene de morir dentro cuencias virtuales pueden llamarse pro
del año, aun cuando se conozca el lí babilidades. Pero ya que las P. depen
mite de frecuencia de la mortalidad den del ordenamiento experimental,
en el grupo al cual pertenece (cf. tam pueden ser consideradas propiedades de
bién de Von Mises, Kleines Lehrbuch este ordenamiento. Caracterizan la dis
des Positivismus ["Pequeño tratado del posición o propensión del ordenamien
positivismo”], § 14). Reichenbach ha to experimental para dar origen a cier
afirmado a este propósito: “La aserción tas frecuencias características, cuando
concerniente a la P. de un caso par el experimento se repite varias veces”
ticular t i e n e un significado ficticio, ("The Propensity Interpretaron of the
construido mediante la transferencia de Calculus of Probability, and the Quan
significado del caso general al caso tum Theory”, en Observation and In-
particular. La adopción de los signifi terpretation. A Symposium of Philoso-
cados ficticios se justifica no por mo phers and Physicists, ed. Kórner, 1957,
tivos cognoscitivos sino porque sirve a p. 67). La ventaja de esta interpreta
las finalidades de la acción, consideran ción sería la de c o n s i d e r a r como
do tales aserciones como provistas de fundamental “la P. del resultado de un
significado” ( Theory of Probability, p. experimento en particudar con referen
377). La otra característica fundamen cia a sus condiciones, más bien que a
tal de la teoría es la elir inación del la frecuencia de los resultados en una
principio de indiferencia, esto es, de serie de experimentos” (Ibid., p. 68).
la P. a priori. La teoría estadística de la Popper acerca este concepto al de cam
P., en efecto, no puede decir nada con po (véase) y observa que en este caso
referencia a la P. de una clase de he una P. puede ser considerada como
chos sin haber determinado previamen "un vector en el espacio de las posibi
te las frecuencias del hecho mismo y, lidades" (Ibid.). Obviamente, esta in
por lo tanto, un grado de P. cualquiera terpretación tiende a disminuir la dis
puede ser determinado solamente a tancia entre los dos conceptos funda
posteriori, después de haber realizado mentales de probabilidad.
la determinación de las frecuencias
(Reichenbach, op. cit., § 70, pp. 359 ss.). (ingl. probabilism; franc.
P ro b a b ilis m o
La teoría colectiva o estadística de probabilisme; alem. Probabilismus; ital.
la P. ha sido ampliamente aceptada probabilismo). 1) El escepticismo de la
en la filosofía contemporánea (cf., ade Nueva Academia, el cual, aun negando
más de los escritos citados, los de J. lo existencia de un criterio de verdad,
O. Wisdon, Foundations of Inference in reconoció un criterio suficiente para
Natural Science, 1952, y el de Braith- dirigir la conducta de la vida, en lo
waite, Scientific Explanation, 1953). que Arcesilao denominó lo plausible
Una determinación ulterior de esta doc (Sexto E., Adv. Math., VII, 158) y Car-
trina fue formulada por Popper, con néades lo probable (Ibid., VII, 166; Hip.
miras principalmente a su utilización Pirr., I, 33, 226).
en la teoría de los cuantos. Como se 2) La doctrina, a la cual hizo fre
ha dicho, la P. estadística no concier cuente referencia la casuística de los
ne a hechos particulares sino a clases jesuítas del siglo xvn, que consideraba
o secuencias de hechos. Popper pro que no era suficiente para no pecar,
pone considerar como decisivas las en casos en los que la aplicación de la
condiciones en las que se produce la regla moral es dudosa, atenerse a una
952
P r o b a b le
P r o b le m a
opinión probable, entendiéndose por opi bién la duda sea, en cierto sentido, un
nión probable la sostenida por algún problema. Es más bien el carácter
teólogo. A este respecto observó Leib- propio de una situación que no tiene
niz: “El defecto de los moralistas rela un único significado o que incluye, de
jados, ha sido en b u e n a medida el cualquier manera, alternativas de cual
haber tenido una noción demasiado li quier especie. Un P. es la declaración
mitada y muy insuficiente de lo pro de una situación de este género.
bable, que han identificado con lo opi Tal es el sentido de la- definición
nable de Aristóteles", en tanto que lo aristotélica: "P. es un procedimiento
probable es, según Leibniz, un concep dialéctico que tiende a la elección o al
to mucho más extenso (Nouv. Ess., IV, rechazo, o también a la verdad y al
2, 14). El P. tuvo, especialmente en el conocimiento" ( Top., I, 11, 104 b). En
siglo xvir, innumerables variantes, en esta definición las palabras "elección”
tre las cuales se pueden recordar: el o "rechazo" indican las alternativas que
probabiliorismo, según el cual, en los se presentan a los problemas de orden
casos en que la aplicación de una re práctico, mientras que "verdad" y "co
gla moral es incierta, resulta necesario nocimiento” d e s i g n a las alternativas
seguir la opinión más probable y no teóricas. Aristóteles ejemplifica su de
una opinión probable cualquiera, y el finición diciendo que un P. del primer
tuciorismo según el cual es necesario género es si el placer es o no un bien,
atenerse a la opinión que se conforma y un P. del segundo género es si el
a la ley. Se trata de doctrinas y dispu mundo es o no eterno (Ibid., 104 b 8).
tas que no tienen significación fuera Ya que, donde hay P., hay también si
de la casuística jesuita del siglo xvn logismos contrarios, los P. pueden na
(cf. A. Schmitt, Zur Geschichte des cer, según Aristóteles, sólo donde falta
Probabilismus ["Acerca de la historia un discurso concluyente: en otras pa
del probabilismo”] ; 1904). labras, el P. pertenece al dominio de
3) La dirección de la ciencia con la dialéctica, o sea de los discursos pro
temporánea que reconoce el carácter de bables, no al de la ciencia. De todos
probabilidad a un n ú m e r o extenso modos, el P. conserva, para Aristóteles,
de conocimientos o a todos. Véase c a u el carácte. de indeterminación que le
s a l id a d ; c o n d i c i ó n ; d e t e r m i n i s m o . es conferido por la alternativa. En
el uso matemático del término, este
P r o b a b le (ingl. probable; franc. proba carácter ha ido atenuándose. La lógica
ble; alem. wahrscheinlich; ital. pro- medieval descuidó el análisis y la defi
babile). 1) Un acontecimiento o una nición de esta noción y cuando la mis
proposición con un suficiente grado ma comenzó a atraer de nuevo la aten
comparativo de confirmación o de ve ción de los lógicos (siglo xvn), el signi
rosimilitud (véase pr o b a b il id a d , 1). ficado que le atribuyeron está deducido
2) Una clase o secuencia de aconte de las matemáticas. Así Jungius dice
cimientos con determinado grado de que "el P. o la proposición problemá
frecuencia r e l a t i v a (véase p r o b a b il i tica es una proposición principal que
dad , 2 ) . enuncia que algo puede ser hecho, de
3) Lo considerado verdadero por la mostrado o encontrado" (Lógica Ham-
mayoría o por los más competentes. burgensis, 1638, IV, 11, 7). Leibniz ano
Este es el concepto de endoxon que taba que “por P. los matemáticos en
Aristóteles puso como fundamento de tienden las cuestiones que dejan en
la dialéctica (véase), y que nada o poco blanco una parte de la proposición"
tiene que ver con las dos nociones pre (Nouv. Ess., IV, II, 7). Y precisamente
cedentes. apelando al uso matemático, Wolff de
finió el P. como “una proposición prác
P r o b le m a (gr. nQÓfS/.r)u.u; lat. problema.; tica demostrativa", entendiendo por
ingl. problem; franc. probléme; alem. "proposición práctica” la proposición
Problem; ital. problema). En general, "por la cual se afirma que algo puede
toda situación que incluya la posibili- o debe ser hecho" y excluyendo explí
da de una alternativa. El P. no tiene citamente el significado aristotélico del
necesariamente carácter subjetivo; no término (Log., § 276, 266). No muy
es reducible a la duda, aun cuando tam diferente de ésta es la definición de
953
1
P ro b le m á tic a
P ro b le m a tic is m o
Kant: "P. son proposiciones demostra titutivas. Un análisis análogo a éste
bles que necesitan pruebas o son tales en su estructura fundamental es el
como para expresar una acción cuyo formulado por G. Boas, que defíne el P.
modo de realización no es inmediata como "la conciencia de una desviación
mente cierto" (Logik, § 38). de la norma” (The Inquiring Mind,
También en el pensamiento moderno 1959, p. 56). Al análisis de Dewey se
la noción de P. ha sido y es una de le agrega, sin embargo, una determina
las más olvidadas. Los filósofos, aun ción fundamental, o sea el reconoci
hablando continuamente de P. y con miento del hecho de que un P. no es
siderando como su tarea la resolución eliminado o destruido por su solución.
de un determinado número de P. y, es Un “P. resuelto" no es un P. que no
pecialmente, de los que ellos mismos habrá de presentarse más como tal, sino
definen como "máximos”, no se han que es un P. que continuará presentán
cuidado demasiado de analizar la co dose con probabilidades de solución. El
rrespondiente noción. La mayoría de descubrimiento de una medicina que
las veces el P. ha sido considerado cura una enfermedad es la solución de
como una condición o situación sub un P.; pero con ella el P. no se elimina,
jetiva y confundido con la duda. El ya que la enfermedad continuará pre
mismo Mach lo definió en este sentido, sentándose y lo que la solución permi
como "el desacuerdo entre los pensa te es, por lo tanto, la posibilidad, den
mientos y los hechos o el desacuerdo tro de determinados límites garantiza
de los pensamientos entre sí” (Erkennt- dos, de resolver el P. todas las veces
niss und I r r t u m [Conocimiento y que se presente. Precisamente a partir
error], cap. XV; trad. franc., pp. 252- de este carácter del P. se habla de la
253). Sólo recientemente se ha recono problematicidad de los campos en los
cido en la Lógica (1939) de Dewey, el que el P. se presenta. Y en este sentido,
carácter de indeterminación objetiva el P. no sólo es diferente a la duda
que define al P.; Dewey vio en el P. la que, una vez resulta eliminada y sus
"propiedad lógica primaria". El P. es tituida por la creencia, sino también
la situación que constituye el punto de al interrogante el cual, una vez encon
partida de cualquier investigación, es trada su respuesta, pierde su signifi
decir, la situación indeterminada. “La cado.
situación no resuelta o indeterminada
podría llamarse situación problemática P ro b le m á tic a (alem. problematik). Una
se hace problemática en el proceso serie ordenada o sistemática de pro
mismo de ser sometida a investigación. blemas.
La situación indeterminada viene a P ro b le m a tic id a d . Carácter de un cam
existir por causas existenciales, lo mis po de investigaciones en el cual la so
mo que ocurre, por ejemplo, en el des lución de los problemas no elimina
equilibrio orgánico del hambre. Nada los problemas mismos. Por ejemplo,
hay de intelectual o cognoscitivo en la “P. de la experiencia" es el carácter por
existencia de tales situaciones, aunque el cual, en la experiencia, los problemas
ellas son la condición necesaria de las que se consideran resueltos no son
operaciones cognoscitivas o investiga más que posibilidades de soluciones pro
ción... El resultado primero de la in yectadas anticipadamente, con alguna
tervención de la investigación es que garantía de éxito, de los problemas que
se estima que la situación es problemá van surgiendo. El término es adoptado
tica” (Logic, cap. V I; trad. esp.: Lógica, con frecuencia en la filosofía contem
México, 1950, F.C.E., pp. 125 ss.). La poránea, aunque sin aclaraciones ex
enunciación del P. permite la anticipa plícitas.
ción de una solución posible que es
la idea y la idea exige el desarrollo de Término difundido en
P ro b le m a tic is m o .
las relaciones inherentes a su signifi Italia por Hugo Spirito para designar
cado, lo que constituye el razonamiento. la doctrina de "vida como búsqueda” :
En fin, la solución efectiva es la deter una vida condenada a buscar la ver
minación de la situación inicial, esto dad sin encontrarla y, por lo tanto, a
es, el logro de una situación unificada oscilar entre el dogmatismo y el escep
en sus relaciones y distinciones cons ticismo (La vita come ricerca, 1937).
954
P ro b le m á tic o
P ro fu n d o
P r o b le m á tic o (ingl. problematic; franc. por ejemplo, Santo Tomás, S. Th., III,
problématique; alem. problematisch). q. 14, a. 5); “P, al infinito” para indi
1) Lo que es un problema o concierne car el ascenso de una causa a otra sin
a un problema. detenerse (Ibid., I, q. 46, a. 2).
2) Lo que no implica contradicción, 2) Devenir o desarrollo, por ejemplo,
pero tampoco garantía de su verdad y, "el P. de la historia". En este sentido
de tal manera, puede ser arbitraria es usado el término por Whitehead
mente afirmado o negado. Éste es el para i n d i c a r el devenir del mundo
significado que Kant atribuyó al tér (Process and Reality, 1929).
mino: “La proposición P. es la que ex 3) Una concatenación cualquiera de
presa sólo una posibilidad lógica (no hechos, por ejemplo, el "P. de la diges
objetiva) o sea una libre elección para tión" o "el P. químico”.
considerar tal proposición como váli
da" (Crít. R. Pura, § 9). "Denomino P. P r o d u c c ió n (gr. jto Í E c n g ; lat. productio;
a un concepto que no contiene contra ingl. production; f r a n c . production;
dicciones y que, como limitación de alem. Production; ital. produzione). Lle
conceptos dados, se relaciona con otros var al ser a cualquier cosa que podría
conocimientos, pero cuya verdad obje no ser. Platón definió como arte pro
tiva no puede ser conocida de manera ductivo "toda posibilidad que resulte
alguna” (Ibid., Analítica de los Princi causa de generación de cosas que an
pios, cap. III). tes no eran" (So/., 265 b), y Aristóteles
vio en la P. la tarea propia del arte,
P ro c e s ió n (gr. nqóo6o?; lat. processio; distinguiéndola de la acción y del sa
ingl. procession; alem. Procession; ital. ber: "Todo arte concierne a la genera
processione). Según los neoplatónicos, ción y busca los instrumentos técni
la derivación de las cosas a partir de cos y teóricos para producir una cosa
Dios, en cuanto tal derivación da lugar que podría ser o no ser y cuyo prin
a realidades de categoría inferior, que cipio reside en el que la produce y no
semejan a aquéllas de las cuales pro en el objeto producido" (Étic. Nic.,
vienen. "Toda P. se cumple por vía de VI, 4, 1140 a 10). Desde este punto de
semejanza de las cosas segundas con vista, la P. se distingue de la acción,
referencia a las primeras” dice Proclo que es la operación que tiene su fina
(Ist. Theol., 29; cf. Plotino, Enn., IV, lidad en sí misma, ’ na diferencia acer
2, 1, 44; V, 2, 2; Scoto Erígena, De di ca de la cual insistiera Santo Tomás
vis. nat., III, 17, 19, 25). La teología (véase a c c i ó n ). El platonismo disminu
cristiana adoptó la misma noción para yó sin embargo, esta diferencia. Pío-
determinar la relación entre las per tino afirmó que para la naturaleza "ser
sonas divinas. A este respecto Santo lo que es significa producir. Es con
Tomás distinguió entre una processio templación y objeto de contemplación
ad extra, en la cual la acción tiende ha porque es razón y ya que es contempla
cia algo exterior, y la processio ad in- ción y objeto de contemplación y de
tra, por la cual la acción tiende a algo razón, produce. La P. no es más que
interior, como sucede en la P. que va contemplación" (Enn., III, 8, 3). Estas
desde el entendimiento hacia el obje menudo consideraciones han sido repetidas a
to del entender, que permanece dentro lista, lo desde un punto de vista idea
del entendimiento mismo. En este sen definiciónque no quita que la mejor
tido debe entenderse, según Santo To ga siendo ladeldefinición término en cuestión si
aristotélica.
más, la P. de las personas divinas de
Dios Padre (S. Th., I, q. 27, a. 1). P r o d u c to ló g ic o . Es la figura (a - b) re
P ro c e s o (lat. processus; ingl. process;
sultante de una multiplicación lógica
franc. processus; alem. Process; ital. (véase). G .P .
processo). 1) Procedimiento, modo de Proeresis, véase ELECCIÓN.
accionar o de obrar. Por ejemplo, "el
P. de composición y de resolución” para P r o f u n d o (ingl. profound; franc. pro
indicar el método que consiste en des fond; alem. tief; ital. profondo). Lo
cender de las causas al efecto o en que tiene un significado escondido o
ascender del efecto a las causas (cf. inexpresable. El término ha adquirido
955
Progreso
siglo xviii, con Voltaire, Turgot y Con- lineal; 2) todo término de esta serie
dorcet prevaleció en la concepción de es necesario en el sentido que no puede
la historia. Pero solamente el siglo xix ser diferente de lo que es; 3) todo
vio la afirmación total del concepto, término de la serie realiza un incre
que en los primeros decenios fue el mento de valor sobre el precedente;
estandarte del romanticismo y adquirió 4) toda regresión es aparente o cons
el carácter de la necesidad. El concep tituye la condición de un P. mayor. A
to de la necesidad del plan progresivo veces, como sucede en la filosofía de
de la historia fue expuesto por Fichte de Hegel, se limitan las condiciones de va
manera enérgica: “Cualquier cosa que lidez de la proposición 3 porque se admi
existe realmente —dice— existe por ab te que la historia constituye un círculo
soluta necesidad y existe necesaria en el cual las fases más altas, ya rea
mente en la precisa forma en que exis lizadas, constituyen las condiciones de
te.” Esta necesidad es racionalidad pu las más bajas, de manera que éstas po
ra: "Nada es como es porque Dios lo seen la misma racionalidad o perfec
quiera arbitrariamente así, sino porque ción que el todo (cf. Hegel, Wissen-
Dios no puede manifestarse de otra schaft der Logik ILa ciencia de la ló
manera... Comprender con clara inte gica], I, I, I, cap. II, nota I, "El pro
ligencia lo universal, lo absoluto, lo greso infinito"; Croce, La storia come
eterno e inmutable, en cuanto guía de pensiero e come azione, 1938, p. 25;
la especie humana, es tarea de los filó trad. esp.: La historia como hazaña
sofos. Fijar de hecho la esfera siempre de la libertad, México, 1960, F.C.E.).
cambiante y mutable de los fenómenos Pero ninguna de estas cuatro tesis pue
por los cuales procede la segura mar de encontrar un apoyo en las reglas de
cha de la especie humana es tarea del la metodología historiográfica que per
historiador, cuyos descubrimientos son miten delimitar, actualmente, el campo
sólo causalmente recordados por el fi denominado "historia”, y ninguna de
lósofo (Grundzüge des gegenwartigen ellas es compatible con tales reglas.
Zeitalters, 1806, 9; trad. esp.: Los ca La idea del P. cae, por lo tanto, fuera
racteres de la edad contemporánea, Ma del dominio de la historiografía cien
drid, 1935). Idéntica concepción fue de tífica y, por otra parte, la creencia en
finida por el positivismo, que con Au- el P. se ha debilitado mucho en la
guste Comte exalta al P. como la idea cultura contemporánea por la experien
rectora de la ciencia y de la sociología, cia de las dos guerras y por el cambio
considerándolo como “el desarrollo del que éstas han producido en el dominio
orden” y extendiéndolo también a la de la filosofía, desmantelando la direc
vida inorgánica y animal (Politique ción romántica cuyo fundamento era.
positive, 1851, I, pp. 64 ss.). On the Ori- Por lo tanto, y en el estado actual de
gin of Species (1859) de Darwin, dio los estudios, esta idea puede ser con
una base positiva o científica al mito siderada válida sólo como una espe
del P., aduciendo pruebas en favor de ranza o un empeño moral para el por
un transformismo biológico interpreta venir, no como un principio rector de
do en sentido optimista y progresivo. la interpretación historiográfica. Acer
Y la obra de Spencer, First Principies ca del periodo áureo de la creencia en
(1862), utilizó la noción de P. para una el P. cf. J. B. Bury, The Idea of Pro-
interpretación metafísica, que preten gress, 1932. Véase h i s t o r i a .
día ser positiva o científica, de la total
realidad. P r ó jim o (gr. t o v n / , r | a i o v ; lat. proximus;
Éstas son sólo las etapas principales ingl. neighbour; franc. prochain-, alem.
de la afirmación de un concepto que ha Nachste-, ital. prossimo). En la inter
dominado todas las manifestaciones de pretación que el Evangelio de San Lu
la cultura occidental del siglo xix y cas (X, 29-37) da de la máxima bíblica
que todavía permanece como trasfondo “Amarás a tu P. como a ti mismo” (Le-
de muchas concepciones filosóficas y vitico XIX, 18), P. es el otro en gene
científicas. Las principales implicacio ral, independientemente de todo nexo
nes de la noción son las siguientes: de raza, de amistad y de parentesco, en
1) el curso de los hechos (naturales cuanto tiene misericordia para con nos
e históricos) constituye una serie uni- otros y nosotros la tenemos para con
9 5 7
P ro le g ó m e n o s
P r o p io
él. Lo que quiere decir que se debe proprio). 1) Una determinación que per
tener la misericordia para cualquier tenece a toaa una clase de objetos y
hombre en cuanto tal, de cualquier ma pertenece siempre y solamente a esta
nera que se encuentre con nosotros y clase, no formando parte, sin embargo,
no queda restringida a un círculo pre de su definición. Éste es el sentido fun
determinado de personas. damental del término, tal como fue
aclarado por Aristóteles ( Top., I, 5,
P ro le g ó m e n o s (ingl. prolegomena; franc. 102 a 18) y que entró a formar parte
prolégoménes; alem. Prolegomena; ital. de la tradición lógica (cf. Amauld,
prolegomeni). Estudio preliminar, in Log., I, 7; Jungius, Lógica Hamburgen-
troductivo y simplificado. El término se sis, I, 1, 33). En este sentido lo P.,
encuentra en el título de algunas obras aunque no constituya parte de la esen
de filosofía como la de Kant (Prolego cia sustancial de una cosa, está estre
mena zu einer jeden künftigen Meta- chamente relacionado con tal esencia
physic, 1783; trad. esp.: P. a toda me o de algún modo resulta de ella. El
tafísica del porvenir que haya de poder ejemplo adoptado por Aristóteles es
presentarse como una ciencia, Madrid, el poder aprender la gramática: esta
1912). determinación es P. del hombre en el
P ro le p s is , véase ANTICIPACIÓN. sentido de que quien es capaz de apren
der la gramática es hombre y es hom
P r o p e d é u tic a (gr. jtpoitaiSsía; ingl. pro- bre el que es capaz de aprender la
paedeutics; franc. propédeutique; alem. gramática: las dos determinaciones
Propadeutik; ital. propedéutica). Ense "hombre” y "capaz de aprender la gra
ñanza preparatoria. Así denominó Pla mática” son recíprocas. En este sentido
tón a la enseñanza de las ciencias espe lo P. es una determinación privilegiada
ciales (aritmética, geometría, astrono que se halla entre la esencia y las de
mía y música) con referencia a la dia terminaciones accidentales.
léctica (Rep., VII, 536 d). Y así se deno 2) El mismo Aristóteles, sin embar
mina también actualmente la parte in go, denomina propias también las de
troductoria de una ciencia o un curso terminaciones accidentales, al distin
de estudios preparatorios. guir entre lo P. por sí "que es estable
P r o p e n s ió n (lat. p-opensio; ingl. pro-
cido con referencia a todos los objetos
pensity; franc. propensión; alem. Neig- ylossepara al objeto en cuestión de todos
ung; ital. propensione). Tendencia, en del otros, como en el caso en que lo P.
el significado más general. Hume usó el que hombre puede
sea el ser un animal mortal
recoger el saber”, y lo P. res
término para definir la costumbre:
"Siempre que la repetición de un acto o pecto a otro "que es lo que distingue
al objeto no de todo otro objeto sino
de una operación particular produce solamente de algún objeto dado" (Top.,
una P. hacia la renovación del acto V, 1, 128b 34). Lo "P. por sí” es lo P.
o la operación sin la constricción de en el sentido restringido, o sea la de
un razonamiento o de un proceso inte terminación que pertenece siempre a
lectual, decimos que esta P. es el efec todo objeto dado y solamente a él, en
to del hábito” (Inq. Conc. Underst., tanto que lo P. "respecto a otro” fue
V, 1). distinguido por Porfirio (a partir de
P r o p ie d a d (ingl. property; franc. pro- las mismas consideraciones aristotéli
priété; alem. Eigenschaft; ital. proprie- cas) en tres distintas determinaciones,
tá). 1) La determinación o caracterís a saber: a) lo que pertenece a una
tica propia de un objeto en uno de los sola especie, pero no a todos los indi
sentidos del término propio (véase). viduos de la especie y en este sentido
2) Cualquier cualidad, atributo o de el ser filósofo es P. del hombre; b) lo
terminación que sirva para señalar un que pertenece a todos los individuos
objeto o distinguirlo de los demás. de una especie, pero no a una especie
P r o p ie d a d c o n m u ta tiv a , d is tr ib u tiv a , véa
solamente y en este sentido el ser bípe
se CONMUTATIVO; DISTRIBUTIVO. do es P. del hombre; c) lo que perte
nece a todos los individuos de una sola
P r o p io (gr. íSiov; lat. proprium; ingl. especie, pero no siempre; y en este
proper; franc. propre; alem. eigen; ital. sentido el encanecer es P. del hombre.
058
Proporción
Proposición
Porfirio enumeró como cuarto signi los Analytica Priora llega a designar,
ficado al más restringido (Isag., 12, ya sea en las premisas del silogismo
12 ss.). Los cuatro significados de Por o la P. en el sentido de cbtócpavaig, sien
firio fueron habitualmente reproduci do definida como "Xóyog que afirma o
dos por la lógica medieval (cf., por niega algo de alguna cosa". Y a esta
ejemplo, Pedro Hispano, Summ. Logí definición seguía una clasificación de
celes, 2.13), pero a partir de la Lógica las jtpoxaaeig que, si bien no idéntica,
de Arnauld (1,7), aun haciéndose refe es similar a la de las áixóqpavoEig en el
rencia a las cuatro distinciones de Por De Interpretatione (allá: afirmativas,
firio, se prefirió limitar el concepto de negativas, en torno a universales pre
P. al más restringido. Y en realidad, dicados universalmente, en tomo a uni
en su significado amplio, el concepto versales predicados no universalmente,
de P. puede incluir cualquier determi en tomo a individuos; aquí: afirmati
nación, atribuida a un objeto bajo cual vas, negativas, universales, particula
quier título y, por lo tanto, pierde toda res, indefinidas). Es, por lo tanto, evi
característica o utilidad específica. De dente que jtoóxamg ha sustituido a
cualquier modo, la noción está estre ójtótpavoig. Este último término, tanto
chamente ligada a la institución de la como el término estoico que es su si
lógica aristotélica y a la estrecha rela nónimo, a¡=ícoga (Crisipo, en Diógenes
ción de ésta con la teoría de la sus Laercio, VII, 66, lo define como "lo
tancia, por lo que ha decaído en la negado o afirmado por sí mismo, tal
lógica contemporánea. como sucede en ‘es de día’ y ‘Dione
pasea’ ”), cede frente a jtpóxaaig, y así
Proporción, véase ANALOGÍA. en el latín de los lógicos medievales
el término propositio se impone frente
Proposición (ingl. proposition; franc. a la menos afortunada expresión enun-
proposition; alem. Satz; ital. proposizio- tiatio, y se lo define (Pedro Hispano,
ne). Aristóteles aplica a la P. dos tér Summ. Logic., 1.07) como "oratio verum
minos diferentes: Xóyog «.-totpavxixóg o vel fálsum significaos indicando, ut
simplemente ánóqpavaig (De Interpreta- ‘homo currit'", donde oratio traduce el
tione, 16 b 26 ss.) y jtpóxacrig (Analytica aristotélica Xóyog, y se introduce la fun
Priora, 24 a 16ss.). En el primer texto ción indicativa para diferenciar la pro
se define el Xóyog como una voz signi positio de otros tipos de oratio perfec
ficante por convención, pero divisible ta, tales como la imperativa, la deside-
en partes a su vez significantes (deno rativa, la condicional, etc.
minadas ‘términos’: el nombre y el En la Edad Moderna, la fuerza de
verbo) que unen (o dividen) tales par la tradición medieval conserva durante
tes, atribuyendo una a la otra o negan mucho tiempo el término propositio
do tal atribución, pero se observa que (también el alternativo enuntiatio que,
no todos los Xóyoi son de tal naturaleza por ejemplo, se encuentra a menudo
que competa a ella el ser verdaderos en las Regutae cartesianas), que pre
o falsos (por ejemplo, las plegarias son fieren constantemente los matemáticos
Xóyoi, pero no compete a ellas el ser y los lógicos de la matemática (como
verdaderas o falsas), y que los que lo Pascal, en Art de persuader, y Leibniz);
son, resultan tales en función del modo pero el gradual prevalecer de concep
mediante el cual dividen o unen los ciones y puntos de vista intelectuales,
términos. El Xóyog que puede ser ver que concentran el interés, más que en
dadero o falso es, por lo tanto, el la forma de los enunciados, en los ac
X. dbto<pavxocóg, o simplemente ájióqjavcig tas mentales, hace que en la literatura
(de donde el latín enuntiatio), que se lógica llegue a difundirse triunfalmen
define de esta m anera: "el a . es una te el término juicio (véase) en tanto
voz significante que afirma según los que se conserva el vocablo P. como
tiempos del verbo". El otro término sinónimo del precedente, o bien (ya
(jtpóxaaig) del cual resulta el latín pro- en la Logique de Port Royal y luego
positio, aparece ya en los De Interpreta- constantemente en la lógica francesa,
íione y en los Tópica, para designar uno alemana e italiana de los siglos xvn
de los ángulos del problema (elección y xviii) se lo define técnicamente como
entre dos P. contradictorias). Sólo en la expresión verbal del juicio, “juicio
OSO
P ro p o s ic ió n a tr ib u tiv a , e tc.
P ro te n c ió n
expresado con palabras” (así, por ejem notar un símbolo verbal compuesto que
plo, Amauld, Log., II, 3; Wolff, Log., obedece a determinadas reglas morfo-
§42; Genovesi, Ars togico-critica, II, lógico-sintácticas; " P . ”, en cambio, de
14; Hamilton, Lectures ott Logic, I, nota el contenido significativo común
pp. 226 ss.; etc.). En este sentido, el a un conjunto de enunciados declara
término P . fue conservado por los tivos (denominados statements en in
gramáticos para indicar la oratio per glés) en la misma o también en dife
fecta en general, o sea la frase com rentes lenguas, que resultan sinónimos,
pleta y con significado cumplido (que o sea que tienen el mismo significado,
expresa, por lo tanto, un "pensamiento” significan la misma cosa. G. P .
o "juicio”). En cambio, en el sentido
lógico original, el término P . (alem. P ro p o s ic ió n a tr i b u t iv a ; a tó m ic a ; c o m p a
Satz; ingl. proposition) se conserva vi r a tiv a ; d is c e r n id o r a ; s e c u n d a r ia ; véanse
vo en la tradición matemática (no en los adjetivos pertinentes.
Italia, sin embargo, donde se prefirió
en general el vocablo teorema) y de P r o p o s ic ió n fu n c io n a l (ingl. functionat
ésta volvió a la lógica formal pura proposition; franc. proposition fonctio-
(matemática) contemporánea, aunque nelle; alem. Funktionellsatz; ital. pro-
definido en forma diferente. posizione funzionale). Con este término
La dirección antipsicologista y anti se designan las P . moleculares (o sea
verbalista adoptada por los reforma P . complejas, compuestas de P . sim
dores de la lógica formal pura contem ples mediante los simples conectivos
poránea (Bolzano, y más tarde sobre lógicos ‘no’, 'o', ‘e’, ‘implica’) cuya ver
todo Husserl, Frege y Russell) ha he dad (o falsedad) sea función de la
cho que el término “ P . en sí” (Satz an verdad o falsedad de los componentes
sich) quedara aislado, o también sim únicamente. El problema de si exis
plemente " P .” en sentido lógico-puro, ten P . moleculares no funcionales ha
para indicar el contenido lógico de un sido muy discutido en la lógica con
juicio prescindiendo de los actos psi temporánea : contra la tesis extensional,
cológicos del juzgar y de la variedad sostenida principalmente por Wittgen-
de formas lingüísticas me liante las stein —según el cual todas las P . mo
cuales tal pensamiento (pensado) pue leculares son funciones-verdades de los
de ser expresado. Es.a nueva acepción componentes— Russell y otros han sos
del término se ha mantenido también tenido la posibilidad de P . compuestas
en la elaboración de la lógica formal que no son funciones, como, por ejem
realizada por autores, tales como, en plo, "A cree p” (donde ‘A’ es un nom
primera línea R. Camap, A. Church y bre de persona y 'p' una P .) . G. P .
toda la pléyade de los nuevos lógicos
contemporáneos, poco dependientes (o P ro p o s ic io n a l, c á lc u lo , f u n c ió n , véase
cálculo ; f u n c ió n p r o p o s ic io n a l .
solamente en origen dependientes, pero
luego emancipados) de la dirección de P r o p r in c ip ia . Término adoptado por
pensamiento encabezada por Husserl y Campanella para indicar los dos prin
Frege. Así, pues, el hecho de encon cipios que constituyen las cosas finitas,
trarse el interés de los nuevos lógicos o sea el Ser y el No-ser (Met., II, 2, 2).
en el lenguaje y en el análisis del len Véase p r im a l id a d .
guaje ha tenido como resultado la ten
dencia a distinguir (olvidando toda P ro s ilo g is m o , véase POLISILOGISMO.
referencia mentalista) entre el enuncia
P ró ta s is , véase PROPOSICIÓN.
do (alem. Aussage; ingl. sentence) y la
proposición. En tanto que en los co (ingl. protensity; alem. Pro-
P r o te n c ió n
mienzos de este movimiento (Russell) tention; ital. protensione). Duración
se volvió a la definición tradicional de de conciencia. Término introducido por
" P .” como "lo que puede ser verdade Kant, el cual observó: “La felicidad
ro o falso” (acepción todavía frecuen es la satisfacción de todas nuestras
temente usada por neopositivistas y protenciones, tanto extensivas en su
pragmatistas), la escuela que derivó de multiplicidad, como intensivas, esto es,
Carnap (cf. Intr. to Semantics [1942], con referencia al grado y también pro
1959, p. 235) usa "enunciado” para de tensivas con respecto a la duración”
P ro to c o lo
P ro v id e n c ia
(Crít. R. Pura, Doctrina del Método, adoptado sobre todo por los sociólogos,
cap. II, sec. II). Husserl ha denomi para indicar la filosofía de los pueblos
nado inmediata P. "lo exactamente ho primitivos, esto es, la filosofía que se
mólogo de la inmediata retención y P. expresa en la forma del mito (véase).
la expectativa reproductiva en su sen
tido más propio, que es lo homólogo P ro to lo g ía (ingl. protology; franc. proto-
del recuerdo" (Ideen, I, §77). logie; alem. Protologie; ital. protolo-
gia). Término adoptado por algunos es
P ro to c o lo (ingl. protocot; franc. proto critores italianos de principios del si
cola alem. Protokolt; ital. protocollo). glo xix, especialmente por Ermenegildo
Término introducido por el Círculo de Pini (P., 3 vol., 1803), para indicar lo
Viena para indicar el registro del dato que Fichte denominaba doctrina de la
inmediato o experiencia directa (sen ciencia o ciencia de las ciencias. El tér
sación, percepción, emoción, pensamien mino fue empleado por Vincenzo Gio
to, etc.). Las "proposiciones protocola berti para su última obra, de publica
res" son las que contienen únicamente ción postuma (P., 1857). Gioberti de
P. y, por lo tanto, hacen directa refe finió la P. como "la ciencia del ente
rencia a los datos inmediatos. Las pro inteligible intuida por el camino del
posiciones protocolares, por cuanto son pensamiento inmanente”, ciencia que
el instrumento de toda verificación está en la base de toda otra ciencia
empírica, no tienen a su vez necesidad y también es anterior a la ontología.
de verificación porque su verdad está El uso de este término se detuvo en
garantizada por el P. que contienen y Gioberti.
que las hace relacionar inmediatamen
te con el date? empírico (cf. R. Carnap, Proton pseudos (gr. jiq ü it o v i |)e 6 8 ó s ) . La
en Erkenntnis ["Conocimiento”], II, falsedad de la premisa mayor en cuan
1931, pp. 437 ss.). La noción de P. perma to determina la falsedad del silogismo
nece ligada a la fase del neopositivismo (Aristóteles, An. Pr., II, 18, 66 a 16).
que exigía, para declarar significante a
una proposición, la verificación directa P ro to te s is (ingl. protothesis; franc. pro-
de la proposición mediante P. Pero tothése; alem. Protothese; ital. proto-
Carnap mismo, a partir del escrito Tes- tesi). Térn ino adoptado por W. Ost-
tability and Meaning (1936) limitó esta wald para indicar las hipótesis suscep
exigencia, afirmando que los enuncia tibles de verificación experimental en
dos, para ser significativos, deben ser el estado actual de la ciencia y que,
confirmables, esto es, contener sólo "pre por lo t a n t o , se distinguen de las
dicados-cosa observables”. Estos predi que no lo son (Die Energie und ihre
cados-cosa ya no son P., esto es, datos Wandlungen ["La energía y sus trans
de la experiencia inmediata, sino más formaciones”], 1888, § 68). En realidad,
bien nombres de cualidades elementa ninguna hipótesis es, como tal, directa
les (por ejemplo, "rojo”). Para una mente verificable. V é a s e h i p ó t e s i s ;
crítica del concepto de P. en el mismo t e o r ía .
ámbito del positivismo lógico, cf. K.
Popper, Logik der Forschung ["Lógica P r o to tip o (gr. j i q (d tótut :o v ; lat. prototy-
de la investigación”], 1934; trad. ingl., pus; ingl. prototype; franc. prototype;
1959, § 26. Véase e x p e r ie n c ia . alem. Prototyp). Modelo originario. Lo
mismo que arquetipo (véase).
P r o to d o x a , c re e n c ia (alem. Urglaube).
Husserl ha introducido este término, P r o tr c p tic o (gr. jtpoTgEjraxós). Exhorta
que significa creencia primitiva, para ción a la filosofía (cf. Plat., Eutid., 278
designar la certeza de la creencia, que c; Crisipo, Stoicorum Fragmenta, III,
"es creencia pura y simplemente en 189). La palabra fue usada como título
su pleno sentido”, o sea, la referencia de un libro por Aristóteles, Epicuro,
cierta de la creencia a un objeto exis Oleantes y otros.
tente (Ideen, I, § 104). Véase c r e e n c ia .
P ro v id e n c ia (gr. ngóvoia; lat. providen-
P r o t o f i l o s o f ía (ingl. protophilosophy; tia; ingl. providence; franc. providence;
franc. protophilosophie; alem. Protophi- alem. Versehung; ital. provvidenza). El
losophie; ital. protofilosofia). Término gobierno divino del mundo, que habi-
961
P r o v id e n c ia lis m o
Proyecto
tualmente se diferencia del destino, en Proyecto (ingl. plan; franc. p r o j e t ;
cuanto es considerado como existente alem. Projekt, Entwurf; ital. progetto).
en Dios mismo mientras que el destino En general, la anticipación de las po
es dicho gobierno visto a través de las sibilidades, o sea cualquier previsión,
cosas del mundo (véase d e s t i n o ). La predicción, predisposición, plan, orde
noción de P. forma parte integrante el namiento, predeterminación, etc., como
concepto de Dios como creador del también el modo de ser o de obrar del
orden del mundo o como este orden que recurre a las posibilidades. En
mismo (véase d i o s ). Para los problemas este sentido, en la filosofía existencia-
relacionados con el concepto de P., véa lista el P. es el modo de ser constitu
se m a l ; t e o d ic e a . tivo del hombre o, como dice Heideg-
ger (que fue el primero en introducir
Providencialismo (ingl. providentialism). la noción) su "constitución ontológico-
1) La confianza en la acción de la pro existencial" (Sein und Zeit, § 31; trad.
videncia. esp.: El ser y el tiempo, México, 1962,
2) La doctrina que ve en la historia F.C.E.). Heidegger ha insistido asimis
un orden o un plan providencial. Véase mo en la tesis de que "en la proyec
HISTORIA.
ción se p r o y e c t a la posibilidad en
Proyección (ingl. projection; franc. pro- cuanto posibilidad, permitiéndole ser
jection; alem. Projektion; i tal. proie- en cuanto tal... Y sólo porque el ser del
zione). Término aplicado con frecuen 'ahí' debe su constitución al compren
cia, en la psicología del siglo xix, a la der con su carácter de proyección, sólo
referencia de la sensación al objeto, re porque es lo que llega a ser o no llega
ferencia mediante la cual se localiza a ser, puede decirse... ¡Llega a ser
el objeto en el espacio circundante, lo que eres! (Ibid.). En otra parte,
en c u a n t o la sensación se verifica Heidegger ha dicho que el P. del mun
sólo en el órgano del sentido. A la di do, en que consiste precisamente la
fusión del término contribuyó sobre existencia humana, está anticipadamen
todo Helmholtz (Physiotogische Optik te dominado por el mismo estado de
["Manual de óptica fisiológica”], 1867, hecho que intenta trascender y por lo
p. 602). Actualmente el tér lino ha caí tanto t e r m i n a por reducirse y ade
do en desuso, ya que el problema mismo cuarse a este estado de hecho (Vom
se plantea en otros términos, debido al Wesen des Grvmdes ["De la esencia del
nuevo concepto de percepción (.véase). fundamento”], 1929, 3; trad. ital., pp.
Técnicas proyectantes se denominan 67 ss.). Sartre ha repetido sustancial
hoy las técnicas de comprobación psi mente estos conceptos de Heidegger,
cológica que consisten en presentar al insistiendo, sin embargo, acerca de la
sujeto un material (especialmente figu gratuidad perfecta de los "P. de mun
ras) de significado ambiguo, que el do" en los que consiste la existencia.
sujeto puede interpretar según sus ten Ha denominado "P. fundamental” o
dencias, necesidades o represiones y "inicial" al constitutivo de la existen
cuya interpretación puede revelar, por cia humana en el mundo y lo considera
lo tanto, el estado del sujeto. El más continuamente modificable a voluntad.
conocido de estos artificios proyectan "La angustia que, al ser develada, ma
tes es el introducido en 1921 por el sui nifiesta a nuestra conciencia nuestra
zo Rorschach (cf. H. H. Anderson, y libertad, testimonia la modificabilidad
G. L. A n d e r s o n , An Introduction to perpetua de nuestro P. inicial” (L’étre
Projective Techmques, 1951). et le néant, 1943, p. 542).
En el psicoanálisis se usa el concepto Aun cuando sea característica de la
de P. para describir el proceso median filosofía existencial, la noción de P. ha
te el cual un sujeto atribuye a otro llegado a formar parte de la termino
sujeto las actitudes o sentimientos de logía filosófica y científica contempo
que se avergüenza o que, de todos mo ránea, aun independientemente de sus
dos, le resulta difícil o penoso reco relaciones con dicha filosofía. Ha de
nocerse a si mismo (cf. J. R. Smithies, mostrado ser útil para expresar aspec
"Analysis of Projection”, en British tos importantes de las situaciones hu
Journal of Philosophy of Science, 1954, manas, ya sea de las más generales
p. 120). analizadas por la filosofía, ya sea de
962
Prudencia
Prueba
las específicas que constituyen el obje entre dos ideas se llaman P., y cuan
to de las ciencias antropológicas; psi do, por medio de esas pruebas, se per
cología, sociología, etc. cibe llana y claramente el acuerdo o
el desacuerdo, a eso se llama demos
Prudencia prudentia; in g l. pruden-
(la t. tración, puesto que dicho acuerdo o
ce; prudence; a le m . Klugheií;
fra n c . desacuerdo le ha sido mostrado al en
ita l. prudenza), véase s a b id u r ía . tendimiento y a la mente se le hace
ver que así es y no de otro modo”
Prueba (gr. tExprigiov; lat. p r o b a t i o ; (Essay, IV, 2, 3). Pero la doctrina de
ingl. proaf; franc. preuve; alem. Be- Locke señala un giro importante en la
weis; ital. prava). Un procedimiento historia del concepto de P. porque ad
adecuado para establecer un saber, esto mite, por vez primera, la posibilidad de
es, un conocimiento válido. Constituye P. p r o b a b l e s . La probabilidad —dijo
P. todo procedimiento semejante, cual Locke— no es sino la apariencia de
quiera que sea su naturaleza: mostrar un tal acuerdo o desacuerdo [entre
ad oculos una cosa o un hecho, exhi ideas], por la intervención de P. cuya
bir un documento, aportar un testimo conexión no es constante e inmutable,
nio, efectuar una inducción son P., o, por lo menos, se percibe que lo sea,
como lo son las demostraciones de la pero que es o parece serlo así por lo re
matemática y de la lógica. El término gular, y basta para inducir a la mente
es, por lo tanto, más amplio que el de a juzgar que la proposición es verda
demostración (véase): las demostracio dera o falsa, más bien que lo contrario"
nes son P., pero no todas las P. son (Ibid., IV, 15, 1). Por su parte Wolff, si
demostraciones. El concepto fue cla bien identifica la P. con el silogismo,
ramente establecido por Aristóteles: la d i s t i n g u e de la demostración en
"Dicen que la P. es lo que produce el cuanto sería un silogismo "que se vale
saber”, escribió, y por lo tanto, distin sólo de premisas que son deficiones,
guió entre P. e indicio o signo, que da experiencias indubitables y axiomas”
solamente un conocimiento probable (Lógica, § 498). Pero fueron sobre todo
(An. Pr., II, 27, 70 b 2). Y en la Retó Hume y Kant los que establecieron las
rica agregó: "Cuando se piensa que distinciones f u n d a me n t a l e s en este
lo que se ha dicho no puede ser refu campo. Hume propuso distinguir to
tado, se piensa que se ha aportado una dos los argumenl >s en demostraciones,
P., en cuanto una P. es siempre de P. y probabilidades, entendiendo por P.
mostrada y perfecta”, y el silogismo "aquellos argumentos extraídos de la
mismo es una P. necesaria en este sen experiencia que no sufren duda y obje
tido (Ret., I, 2, 1357b 5). El mismo ciones” (Irtq. Conc. Underst., VI, nota):
concepto de procedimiento que estable en esta distinción las demostraciones
ce o descubre un conocimiento fue estarían limitadas al dominio de las
expresado por los estoicos en la defini puras conexiones de ideas. A su vez
ción del signo indicativo como de "un Kant distinguió cuatro especies de P.:
enunciado que procediendo en sana co 1) la P. lógica rigurosa, que va de lo
nexión descubre cuanto sigue” (Sexto general a lo particular y es la demos
E., Hip. Pirr., II, 104), o en la defini tración verdadera y propia; 2) el razo
ción del r a z o n a m i e n t o demostrativo namiento por analogía; 3) la opinión
como del que, "por medio de premisas verosímil; 4) la hipótesis, esto es, el
convenidas, descubre, a través de la retomo a un principio explicativo sim
deducción, una conclusión no manifies plemente p o s i b l e (Crít. del Juicio,
ta” ( Ibid ., II, 135). Los procedimien § 90). Afirmó que las P. demostrativas
tos a que se hace alusión en estas o apodícticas se encuentran sólo en el
definiciones son P. en cuanto son "des dominio de las matemáticas, ya que
cubridores”, es decir, en cuanto produ éstas proceden mediante la construc
cen (y justifican) conocimientos. En ción de los conceptos y que los princi
el siglo xvii, Locke reprodujo a su ma pios. empíricos de P. no pueden dar
nera, sobre el supuesto cartesiano de ninguna P. apodíctica (Crít. R. Pura,
la superioridad de la intuición, este con Doctrina del Método, cap. I, sec. II).
cepto de P.: "Esas ideas intervinientes Ésta es sustancialmente una aceptación
que sirven para mostrar el acuerdo del punto de vista de Hume. Dewey
963
Psicoanálisis
también ha aceptado este punto de vis medio de una de las reglas de inferen
ta, observando que hay “por una parte cia" {Intr. to Mathematical Logic, 1956,
lo que se llama demostración racio § 07). Wittgenstein ya había dicho a
nal, que es asunto de consecuencia rigu este propósito: "La P. en lógica es sólo
rosa en el discurso. Por otra, existe la un expediente mecánico para recono
demostración ostensiva {mostración)." cer con mayor facilidad la tautología
( Logic, cap. X II; trad. esp.: Lógica, cuando está complicada” {Tractatus lo-
México, 1950, F.C.E., p. 270). La dis gico-philosophicus, 6.1262).
tinción entre demostración o "P. lógi La teoría matemática de la P. es en
ca", "deductiva” o "necesaria” y la P. sustancia la reducción de la P. a la P.
en general se encuentra con frecuen de la no contradicción. Ahora bien,
cia en muchos autores (cf., por ejem un teorema establecido por K. Gódel
plo, W. Hamilton, Lectures on Logic, en 1931 afirma que se puede solamente
1866, II, p. 38; G. Bergman, Phitosophy probar, mediante la ayuda de una par
of Science, 1957, p. 4). Pero mientras te de las matemáticas, la no contradic
que el análisis de los procedimientos ción de una parte más restringida de
de P. usados por las ciencias en par las matemáticas mismas, pero no se
ticular (por lo tanto de la noción de P. puede probar la no contradicción del
en general) ha recibido poca atención conjunto de las matemáticas o de una
por parte de los filósofos metodológi parte más extensa que ellas. Así, por
cos y no ha hecho progresos, la noción ejemplo, se puede demostrar la no
de P. lógica ha sido elaborada repeti contradicción de la teoría de los nú
damente por matemáticos y lógicos. Los meros enteros partiendo de la teo
principios de la "teoría de la P." fue ría de los números reales, pero no
ron establecidos por D. H i 1b e r t del recíprocamente (cf. Carnap, Logical
modo siguiente: "Una P. es una figura Syntax of Language, 1937, § 35-36; Qui
que como tal debe estar delante de ne, Mathematical Logic, 1940, cap. 7).
nosotros y consta de consecuencias de El teorema de Gódel lleva, como obser
rivadas s e g ú n el esquema siguiente va Quine, una nueva rama de la teoría
S matemática a su madurez y esta rama
S-» T es la conocida como metamatemáti-
ca o "teoría de la P." cuyo objeto es
~ T ~ la misma teoría matemática (Methods
en el cual cada una de las premisas, of Logic, § 41). Este teorema establece,
esto es, las fórmulas S y S -» T es un sin embargo, que una P. de la cohe
axioma, esto es, está puesto directa rencia es siempre relativa, porque su
mente como tal o c o i n c i d e con la resultado vale sólo mientras se admite
fórmula final T de un razonamiento lle la coherencia del sistema a partir del
gado antes a la P., es decir, consiste cual se realiza (cf. Quine, From a Lo
en la consideración de tal fórmula fi gical Point of View, pp. 99 ss.). Cf.
nal. Se denomina susceptible de P. a igualmente E. Nagel y J. R. Newmann,
una fórmula cuando es un axioma, o Gódel's Proof, 1958. Véase matemática.
sea cuando se la toma como un axioma
mediante un acto de posición o tam Psicoanálisis (ingl. psychoanatysis; franc.
bién si es la fórmula final de otra P.” psychoanalyse; alem . Psychoanalyse;
("Die logischen Grundlagen der Ma- ital. psicanalisi). Con la palabra P. se
thematik”, en Mathematische Annalen, entiende: 1) un método de curación
1923, p. 152). En otros términos, una para determinadas enfermedades men
P. lógica es un procedimiento que con tales; 2) una doctrina psicológica; 3)
siste en una manipulación de fórmu una doctrina metafísica; en fin, y más
las, manipulación que a su vez es un a menudo, cierta mezcla desordenada
conjunto de fórmulas. Dice Church: de esas tres cosas. Los fundamentos
"Una secuencia finita de una o más del P. fueron dados por su fundador
fórmulas bien formadas es una P. si mismo, Sigmund Freud, y resumidos
cada una de las fórmulas bien forma así en la introducción de una de sus
das de la secuencia es un axioma o es obras más importantes: “1) los proce
inmediatamente inferida de las pre sos psíquicos son en sí mismo incons
cedentes fórmulas de la secuencia por cientes y los procesos conscientes no
961
Psicoanálisis
Psicología
Público
Purismo
Frieden [La paz perpetua], apéndi concepto de P. se confundió a menudo
ce II). con el de nación en el nacionalismo
del siglo xix. Véase n a c io n a lism o ; es
Público (ingl. public; franc. publique; p ír it u NACIONAL.
alem. óffentlich; ital. pubblico). El ad
jetivo es usado en sentido filosófico Puente de los asnos (lat. pons asinorum;
(especialmente por los autores anglo ingl. asses' bridge; franc. poní aux ánes;
sajones) para designar los conocimien alem. Eselsbrücke; ital. ponte degli asi-
tos, o los datos o elementos de cono ni). Así fue denominado, debido a su
cimiento, disponibles para cualquiera aparente dificultad, un diagrama cons
en condiciones adecuadas y que no truido por el lógico Pedro Tartareto
pertenecen a la esfera privada e incon (cuya actividad literaria se extiende
trolable de la conciencia. En este sen entre 1480 y 1490) que tenía la finalidad
tido, P. es lo que Kant denominaba de ayudar al estudiante a encontrar el
objetivo (véase), o sea lo que puede término medio en las diferentes figu
ser compartido igualmente por todos ras del silogismo. El diagrama ha sido
y, por lo tanto, también expresado o nuevamente expuesto por Prantl, Ge-
comunicado mediante el lenguaje (cf. schichte der Logik ["Historia de la
B. Russell, Human Knowledge, II, 1; lógica”], IV, p. 206. El término se am
trad. ital., p. 81). plía a veces para indicar un punto difí
cil de cualquier enseñanza o doctrina.
Pueblo (lat. populus; ingl. people; franc.
peuple; alem. Volk; ital. popolo). Una Punición, véase PENA.
comunidad humana caracterizada por Punto (lat. punctum; ingl. point; franc.
la voluntad de los individuos que la point; alem. Punkt; ital. punto). Leib-
componen para vivir bajo el mismo or niz admitió, junto al P. matemático
den jurídico. El elemento geográfico y al P. físico, el P. metafísico, que es
no es suficiente para caracterizar el la sustancia espiritual, como elemento
concepto de P., como ya decía Cice constitutivo del mundo. De esta mane
rón : “P. no es cualquier conglomerado ra distinguió las tres especies de P.:
de hombres reunidos d cualquier "Los P. físicos son indivisibles sólo
modo, sino un conglomerado de gente en apariencia, los P. matemáticos son
asociada por el consentimiento a un exactos, pero sólo son modos: única
mismo derecho y por una comunión mente los P. metafísicos o de sustan
de intereses” (Rep., I, 25, 39). Al P. se cia, constituidos por las formas o al
opone, por lo tanto, la plebe, que es el mas, son al mismo tiempo exactos y
conjunto de personas que viviendo con reales y sin ellos no habría nada real
el P. no participan en el mismo orden porque en las verdaderas unidades no
jurídico. Por otro lado, el concepto existiría multiplicidad” (Systéme nou-
de P. se distingue del concepto de na veau de la nature, 1695, §11). Los P.
ción porque ésta contiene un conjun metafísicos no son más que las móna
to de elementos necesarios que en la das (véase).
nación se consideran como formado- Purificación, véase CATARSIS.
res de la noción de un común des
tino, al cual los individuos no pue Purismo (ingl. purism; franc. purisme;
den sustraerse legítimamente. El con alem. Purismus; ital. purismo). 1) En
cepto de nación comenzó a formarse sentido moral: "especie de pedantería
del concepto de P., a partir de Mon- referente a la observación del deber
tesquieu, cuando se aclararon las cau considerado en el sentido más amplio”
sas naturales y tradicionales (clima, (Kant, Met. der Sitien, Doctrina de la
religión, tradiciones, usos y costum virtud, I, §7).
bres, etc.) que contribuyeron a formar 2) En sentido lingüístico: especie de
lo que Montesquieu denominara "es pedantería referente a la pretensión
píritu general” o "espíritu de la na de conservar a una lengua su forma
ción” (Esprit des lois, XIX, 4-5). La clásica u originaria.
diferencia entre P., nación y plebe fue 3) En sentido metafísico: forma de
claramente establecida por Kant (Antr., pedantería referente a la muy rigurosa
II, El carácter del pueblo), pero el separación entre las facultades huma-
972
Puro
P y k n a to m e n
ñas. En este sentido la palabra fue usa yo empíricamente condicionado y en
da por G. C. Hamann como título de cuanto su actividad prescinde por com
su escrito Metacrítica del P. de la ra pleto de la experiencia (Wissenschafts-
zón (1788, postumo) en el cual repro tehre, 1794, III, §5, II). Este uso es
chaba a Kant esta forma de pedantería. constante en el idealismo de inspira
ción romántica. Gentile denominó ac
Puro (ingl. puré-, franc. pur; alem. to P. al pensamiento pensante, por
rein; ital. puro). 1) Lo que no está cuanto es independiente de toda con
mezclado con cosas de otra natura dición o contenido empírico (Teoría
leza, o, más exactamente, lo que está generale dellospirito come atto P., 1920).
constituido de manera rigurosa con 3) En el lenguaje común se dice P.
forme a su propia definición. Esta una ciencia o una disciplina tratada
segunda definición explica el muy am teóricamente, esto es, sin referencia a
plio uso que los filósofos hacen de este sus aplicaciones posibles y de esta ma
adjetivo, en cuanto, al definir un obje nera P. resulta lo contrario de apli
to, deben a menudo distinguir entre cado. Ya Hamilton anotaba la impro
las condiciones en que el objeto apa piedad de este uso (Lectures on Logic,
rece rigurosamente conforme a su pro I, 1866, p. 62).
pia definición y las condiciones en que,
en cambio, se aleja de ella en alguna P u rp ú re a , ilíace, a m a b im u s, é d e n tu li.
medida: en las primeras condiciones, Términos mnemotécnicos de la lógica
el objeto es denominado puro. Anaxá- tradicional para expresar la equivalen
goras denominó P. al entendimiento cia de las cuatro proposiciones mo
porque "él solo, entre todos los entes, dales representadas cada una por una
es simple y no mezclado” (Arist., De sílaba en el orden siguiente: posible,
an., 405 a 16). Platón habla de un pla contingente, imposible, necesario. La vo
cer "P.", es decir, no mezclado con el cal que se encuentra en cada sílaba,
dolor (FiL, 51a, 52c), Descartes de o sea A, E, I o V indica si el modo
la matemática "P.” (Med., VI), Leibniz debe ser afirmado o negado y si la
de la "P." razón (Op., ed. Erdmann, proposición debe ser afirmada o ne
pp. 229-230, etc.), como también Wolff gada. A sigr;fica la afirmación del mo
(Psychot. empírica, §495). "Acto P.” se do y la afirmación de la proposición;
ha llamado al primer motor de Aristó E la afirmación d(' modo y la nega
teles en cuanto es actividad perfecta, ción de la proposición; 7 la negación
privada de potencia; pero la expresión del modo y la afirmación de la propo
no es aristotélica (cf. Met., XII, 6, sición; U la negación del modo y la
1071b 22; 8, 1074 a 36). negación de la proposición. De tal ma
2) Kant denominó P. o "absoluta nera, las cuatro proposiciones indica
mente P.” a un conocimiento "en el das con la misma palabra son equipo
cual, por lo general, no se encuentra lentes, y de tal forma si una es verda
mezclada experiencia o sensación algu dera las otras también son verdaderas
na y que, por lo tanto, es posible com (Arnauld, Log., II, 8). Por ejemplo, si p
pletamente a priori” (Críí. R. Pura, es una proposición cualquiera, en la
Intr., §VII). En este sentido, la ra palabra Purpúrea se tiene:
zón P. “es la que contiene los princi Posible = U = No es posible que no p.
pios para conocer alguna cosa absolu Contingente = U = No es contingente
tamente a priori”. Una ciencia de la que no p.
Imposible = E = Es imposible que
razón P. no es una doctrina, sino una no p.
crítica, por cuanto no puede dar un Necesario = A = Es necesario que p.
sistema completo de la razón P. y sólo Análogamente en las otras palabras.
puede tener función negativa, "sirvien
do para depurar, no para alargar, nues Así denominó E. Haeckel
P y k n a to m e n .
tra razón y para librarla de los erro a los átomos, dotados de movimiento
res" (Ibid.). En este sentido lo opuesto y de sensibilidad, a los que conside
de P. es empírico. El adjetivo fue raba elementos constitutivos de toda
usado en el mismo sentido por Fichte, forma de ser en cuanto son producidos
que denominó P. al Yo absoluto (o por el condensarse (picnosis) de la ma
su actividad), en cuanto es diferente al teria primitiva ( Weltratsel, 1899).
973
Q
Q u a d riviu m , véase CULTURA; ARTE. falacia lógica, es decir, la duplicidad
de significado de uno de los términos
Q uaestio. El método de estudio propio empleados en el razonamiento, como
de la escolástica medieval a partir del en el ejemplo tomado de Séneca: "Mus
siglo xn. El primer ejemplo del mé (el ratón) es una sílaba; el ratón
todo es el Sic et non de Abelardo: una (mus) roe el queso; por lo tanto, la
colección de opiniones (sententiae) de sílaba roe el queso" (Ep„ 48). Véase
Padres de la Iglesia, dispuestas por pro EQUIVOCACIÓN.
blemas, de manera que las diferentes
sentencias aparezcan como respuestas Quididad (lat. quidditas; ingl. quiddity;
positivas o negativas al problema pro franc. quiddité; ital. quidditá). Término
puesto (de ahí el título, que se traduce introducido por las traducciones lati
sí y no). En su forma madura, la Q. nas (del árabe) de las obras de Aristó
está constituida por las siguientes par teles, hechas en el siglo xn, como co
tes: 1) el enunciado (ejemplo: “Utrum rrespondiente a la expresión aristotélica
deum esse sit per se notum"); 2) el tó t i fjv eIw c u ( quod quid erat esse).
elenco de razones a favor de la tesis El término significa esencia necesaria
que será rechazada por el autor (Ad (sustancial) o sustancia. Véase e s e n c ia ;
primum sic proceditur, Videtur quod su sta n cia .
deum esse sit per se notum ); 3) el elen
co de razones que militan a favor de Quietismo (ingl. quietism; franc. quié-
la tesis opuesta (Sed contra; . . . ); tisme; alem. Quietismos; ital. quietis
4) la enunciación de la solución ele mo). La creencia en que el estado de
gida por el autor (Conclusio); 5) la gracia o de unión con Dios se puede
ilustración de tal solución; 6) la refu obtener mediante el abandono total de
tación de las tesis aducidas a favor la propia voluntad a la voluntad de Dios,
de la solución rechazada, en el orden fuera de todo rito o práctica religiosa.
en que han sido aducidas [Ad primum El Q. es propio de muchas direcciones
ergo dicendum ... Ad secundum...). religiosas, pero el término fue acuñado
El orden medianil, el que se trataban con referencia a la forma que adquirie
las cuestiones era suministrado por al ra en el seno del catolicismo, por obra
gún texto al cual toda colección servía de Miguel de Molinos (1627-1696) cuyas
de comentario: algún libro de la Bi tesis fueron condenadas por el papa
blia, alguna obra de Boecio o de Aris Inocencio XI en 1687.
tóteles o, más frecuentemente, las Sen
tencias de Pedro Lombardo. Quaestio- Quietivo (ingl. quietive; franc. quiétif;
nes quod tibetates o, más simplemente, alem. Quietiv). Así denominó Schopen-
Quodlibeta eran las colecciones de las hauer, por analogía y antítesis de moti
cuestiones que los aspirantes a gra vo, al conocimiento filosófico en cuanto
duarse en teología debían discutir dos lleva a la negación de la Voluntad de
veces al año (antes de Navidad y antes vivir, o sea al ascetismo; tal negación,
de Pascua) acerca de cualquier tema, de en efecto, "penetra luego que todo el
quolibet. Las quaestiones disputatae conocimiento del propio ser ha resul
eran, en cambio, el resultado de las tado Q. de todo querer” (Die Welt,
disputationes ordinariae que los profe I, §68). Un Q. en este sentido resulta
sores de teología tenían durante sus también el arte, como contemplación
cursos acerca de los más importantes desinteresada de las ideas platónicas
problemas filosóficos y teológicos (cf., (Ib id ., I, §70).
acerca de estos argumentos, Martin
Grabmann, Die Geschichte der scho- Quiliasmo (ingl. chiliasm; franc. chi-
lastiscken Methode [“Historia de los tiasme; alem. Chialismus; ital. chiíias-
métodos escolásticos"], 1911, nueva ed., mo). Q. o milenarismo se denomina a
1956). toda creencia en el advenimiento de
una renovación radical del género hu
Q u a tern io te r m in o ru m . Expresión usa mano y en la instalación de un estado
da para indicar el tipo más común de de perfección definitivo. El Apocalip
974
Quinque voces
Quodlibeta
sis de San Juan es el mayor docu do a través de la versión y comenta
mento de una creencia semejante, rios boecianos a esta obra.
creencia que fuera muy frecuente en
los primeros tiempos del cristianismo Q u in ta e s e n c ia (lat. q ui nta essentia\
y que a menudo volvió a presentarse ingl. quintessence-, franc. quintessen
en la Edad Media. Joaquín de Fiore ce; alem. Quintessenz; ital. quinta es-
(siglo x n ) preconizó el inminente adve senza). 1) El éter, esto es, la sustancia
nimiento de una tercera época de la que, según Aristóteles, compone los
historia humana, la del Espíritu Santo cielos, en cuanto es diferente a los cua
(Concordia Novi et Veteris Testamenti, tro elementos que componen los cuer
IV, 35). Kant habló de un Q. filosófico pos sublunares. Véase éter.
"que espera un estado de paz perpe 2) El extracto corpóreo de una cosa
tua, fundada en una liga de las nacio obtenido mediante el análisis alquimis
nes como república mundial” (Retigión, ta de la cosa misma con la separación
I, 3). Véase historia . del elemento dominante de los otros
elementos, que están mezclados en ella.
Quinqué voces. Son los cinco conceptos Según Paracelso, en la Q. están ocultos
generales o cinco tipos de predicado los arcanos, o sea las fuerzas operantes
universal (por lo tanto, denominados de un mineral, de una piedra precio
también "predícales”) de la lógica clá sa, de una planta, y de ellas se sirve,
sica: género, especie, diferencia, propio por lo tanto, la medicina para producir
y accidente. Su distinción y problemá las curaciones (De Mysteriis naturáli-
tica tienen su núcleo en los Tópicos bus, I, 4). También actualmente se adop
de Aristóteles, pero su estudio formal ta el término en este sentido para in
y explícito como categorías fundamen dicar el principio activo de *una cosa
tales de toda la ciencia de la lógica o su parte más pura.
se encuentra en la Isagoge de Porfirio.
Pasaron a la lógica medieval sobre to- Quodlibeta, véase OUAESTIO.
975
R
R a c io c in io , véase RAZONAMIENTO. dió “al R. del juicio, el cual no to
ma de la naturaleza sensible sino lo
(gr. Xoyotós; lat. rationalis, ra-
R a c io n a l que también la razón pura por sí puede
tionalibis; ingl. rational; franc. ration- pensar, o sea la conformidad a la ley”
nel; alem. vernünftig; ital. razionaíe). y que, por lo tanto, se opone al misti
1) Lo que constituye la razón o con cismo y al empirismo de la razón prác
cierne a la razón, en cualquiera de los tica, en igual forma (Crít. R. Práctica,
significados de este término. I, cap. II, De la típica del juicio puro
2) Lo mismo que razonable, por ejem práctico). De manera análoga, habló en
plo, “animal R.". "comportamiento R.". el campo estético de un “R. del princi
3) Que tiene por objeto la razón, es pio del gusto” (Crítica del juicio, §58).
decir, su forma o su procedimiento. Y, por fin, caracterizó como R. su pun
En este sentido, Séneca (Ep., 89, 17) to de vista en materia religiosa. "El
y Quintiliano (Inst., XII, 2, 10) dero- racionalista —decía—, en virtud de su
minaron "filosofía R." a la lógica, co mismo titulo, debe mantenerse dentro
mo lo hicieran más adelante también de los límites de la capacidad humana.
Wolff (Philosophia rationalis sive lógi Por lo tanto, nunca tomará el tono
ca, 1728) y otros. resuelto del naturalista y no preten
derá ni la posibilidad ni la necesidad
(ingl. rationalism; franc.
R a c io n a lis m o de una revelación... ya que acerca de
rationalisme; a l e m . Rationalismus; estos puntos ningún hombre puede
ital. razionatismo). En general, la acti decidir cosa alguna mediante su razón”
tud de quien se confía a los procedi (Religión, IV, sec. I).
mientos de la razón para la determi Por otra parte, Hegel fue el primero
nación de creencias o técnicas en un en caracterizar como R. a la direc
campo determinado. El término fue ción que va de Descartes a Spinoza
usado desde el siglo xvn para designar y Leibniz, oponiéndolo al empirismo
tal actitud en el campo relipioso: "Hay de la dirección encabezada por Locke.
una nueva secta difundida entre ellos Entendió por R. la "metafísica del en
I presbiterianos e i n ’ependientes] y es tendimiento", o sea la tendencia hacia
la de los racionalistas: lo que les dic la sustancia, por la cual se afirma una
ta la razón lo tienen por bueno en el única unidad en contra del dualismo
Estado y en la Iglesia, mientras no y también un solo pensamiento, del mis
encuentren algo mejor” (Clarendon, mo modo en que los antiguos afirma
State Papers, II, p. XL, en fecha 14-X- ban el ser (Geschichte der Phüosophie,
1646). En este sentido, Baumgarten de ed. Glockner, III, pp. 329 ss.; trad. esp.:
cía: “El R. es el error del que elimina Historia de la filosofía, México, 1955,
en la religión todas las cosas que están F.C.E.). La oposición entre racionalis
sobre la propia razón” (Ethica philo- mo y empirismo se fijó más tarde en
sophica, 1765, §52). los esquemas tradicionales de la histo
Kant fue el primero en considerar ria de la filosofía, aun cuando el pro
el término como insignia de la propia pio Hegel advirtiera su carácter aproxi-
doctrina y extenderlo desde el campo mativo. En cuanto al R. religioso, Hegel
religioso a los otros campos de inda afirmó que es "lo opuesto a la filosofía
gación. Denominó R. a su propia filo por el contenido y por la forma, pues
sofía trascendental (en el escrito de vacía el contenido, despuebla el cielo
1804 acerca de los “Progresos de la me y lo degrada todo a relaciones fini
tafísica”, Werke ["Obras”], V, 3, p. 101), tas; y su forma es un razonar no libre,
en tanto que llamó noologistas o dog no un comprender” (Ibid., I, p. 113;
máticos a los filósofos que la historio trad. esp., p. 78). A partir de estas notas
grafía alemana del siglo xix denomi históricas se puede decir que el tér
nara más tarde racionalistas, o sea, por mino en cuestión puede ser entendido
un lado, Platón y, por el otro, los vvolf- en los siguientes significados:
fianos (Crít. R. Pura, Doctr. del Méto 1) como R. religioso designa algu
do, cap. IV). En el campo moral, defen nas direcciones protestantes o un pun-
976
z'
R a c io n a liz a c ió n
R a c ism o
to de vista acerca de la religión simi minismo racial y de la raza superior
lar al enunciado por Kant; encontró allí fácil difusión, resolvién
2) como R. filosófico, el término de dose en el apoyo al prejuicio antisemi
signa precisamente la doctrina de Kant ta y en la creencia de que existe una
(que lo hiciera suyo) o bien la direc conjura judía para la conquista del do
ción metafísica de la filosofía moderna minio mundial V que, por lo tanto, el
de Descartes a Kant; capitalismo, el marxismo y, en general,
3) en su significado genérico, puede las manifestaciones culturales o políti
ser adoptado para designar cualquier cas que debilitan el orden nacional son
dirección filosófica que apele a la ra fenómenos judíos. Después de la pri
zón, pero en esta acepción tan vasta el mera Guerra Mundial, el R. fue para
término puede indicar las filosofías los alemanes el mito de consuelo, la
más dispares y carece de toda capaci evasión de la depresión de la derrota
dad individualizante. y Hitler hizo de él el fundamento de su
política. La doctrina fue elaborada por
R a c io n a liz a c ió n ( i n g l . rationalizatiorr, Alfred Rosenberg en el Mito dei si
franc. rationalisation; alem. Rationali- glo xx (1930). Rosenberg afirmó un
sierung; ital. razionalizzazione). 1) Así riguroso determinismo racial. Toda
se ha denominado a veces el proceso manifestación cultural de un pueblo de
por el cual las ciencias de la natura pende de su raza. La ciencia, la moral,
leza tienden a constituirse como dis la religión y les valores que ellas des
ciplinas teóricas adoptando los proce cubren y defienden dependen de la ra
dimientos de la matemática, proceso za y son las expresiones de la fuerza
que se supone perfectamente realizado vital de ella. Por lo tanto, también la
en la mecánica racional (cf. Husserl, verdad es siempre tal, sólo para una
Ideen, I, §9). El ideal de la R. ha sido raza determinada. La raza superior es
sustituido actualmente por el de la axio- la aria, que desde el norte se difundió
matización. Véase a x i o m á t i c a . en la Antigüedad por Egipto, India,
2) Término del cual se valen a me Persia, Grecia y Roma y produjo las
nudo los psicólogos y los sociólogos pa antiguas civilizaciones, civilizaciones
ra indicar la tendencia a buscar argu que decayeron porque los arios se mez
mentos y justificaciones a creencias claron con razas inferiores. Todas las
que toman su fuerza de emociones, in ciencias, las artes, las instituciones fun
tereses, instintos, prejuicios, costum damentales de la vida humana han si
bres, etc., y no de dichos argumentos. do creadas ñor esta raza. Frente a ella
R a c ism o (ingl. racialism; franc. racis- está la antirraza parásita judía, que
me; alem. Rassismus; ital. razzismo). ha creado los venenos de la raza: la
La doctrina según la cual todas las democracia, el marxismo, el capitalis
manifestaciones históricoi-sociaks del mo, el intelectualismo artístico y tam
bién los ideales de amor, de humildad,
hombre y sus valores (o disvalores) de de igualdad difundidos por el cristia
penden de la raza, y que enuncia la nismo, que representa una corrupción
existencia de una raza superior (“aria” romano-judaica de la enseñanza del
o "nórdica”) destinada a ser guía del ario Jesús. El conjunto de esta doc
género humano. El fundador de esta trina fue explícitamente presentado co
doctrina fue el francés Gobineau en su mo un mito por el marxismo, mito
Essai sur l’inégalité des races humaines difundido y mantenido por la misma
(1853-1855), dirigido a defender a la aris fuerza vital de la raza. Esto no quiere
tocracia frente a la democracia. Hacia decir que no se haya intentado racio
principios del siglo xx un inglés ger- nalizarla, dando una base científica al
manófilo, Houston Stewart Chamber- concepto de raza que era su fundamen
lain, difundió el mito del arianismo en to. Pero en realidad justo el uso que
Alemania (Die Grundlagen des XIX el R. hace de la noción de raza re
J a h r h u n d e r t s [“Las bases del si vela la inconsecuencia de la doctrina
glo xix"J, 1899), identificando la raza desde el punto de vista científico y
superior con la germana. El antisemi filosófico.
tismo databa de antiguo en Alemania El concepto de raza es hoy unánime
y, por lo tanto, la doctrina del deter- mente considerado por los antropólogos
¥77
R a d ic a lis m o
Raíz
como un expediente clasificatorio apto por cinco expertos de genética y por
para suministrar el esquema zoológico seis antropólogos pertenecientes a seis
dentro del cual pueden ser situados los naciones diferentes. Consiste en la ex
diferentes grupos del género humano. posición de los fundamentos de que he
Por lo tanto, la palabra debe quedar mos hablado (y sobre los cuales cf.
reservada sólo a los grupos humanos se Ruth Benedict, Race, Science and Po-
ñalados por diferentes características litics, 1940; y Ralph Linton, The Scien
físicas que pueden ser trasmitidas por ce of Man in the World Crisis, 7* ed.,
herencia. Tales características son prin 1952). Pero en realidad el R., en cual
cipalmente: el color de la piel, la esta quier lugar que se encuentre y de
tura, la forma de la cabeza y del ros cualquier manera que se trate de jus
tro, el color y la calidad de los cabe tificar, pertenece a la categoría de lo
llos, el color y la forma de los ojos, la que Weblen denominara psiquiatría apli
forma de la nariz y la estructura del cada, o sea el arte de explotar para
cuerpo. Tradicional y convencional fines particulares un determinado pre
mente se distinguen tres grandes ra juicio existente. En este caso se trata
zas, que son la blanca, la amarilla y de un prejuicio extremadamente perni
la negra, o sea la caucásica, la mon cioso, porque contradice y obstaculiza
gólica y la negroide. Por lo tanto, los la tendencia moral de la humanidad ha
grupos nacionales, religiosos, geográfi cia la integración universalista y por
cos, lingüísticos y culturales no pueden que convierte los valores humanos, co
ser denominados "razas” bajo ningún menzando por la verdad, en hechos
concepto y no constituyen raza ni los arbitrarios que expresan la fuerza vital
italianos, ni los alemanes, ni los ingle de la raza y así no tienen sustancia
ses, ni lo fueron los romanos o los propia y pueden ser manipulados arbi
griegos, etc. No existe ninguna raza trariamente con los fines más violen
"aria" o "nórdica”. No existe prueba tos o abyectos.
alguna de que la raza o las diferencias
raciales influyan de un modo cualquie (ingl. radicalism; franc. ra-
R a d ic a lis m o
ra en las manifestaciones culturales dicatisme; alem. Radikatismus; ital.
o en las posibilidades de de'trrollo de radicalismo). 1) El positivismo social
la cultura en general. Tampoco existe que se desarrolló en Inglaterra entre
prueba de que los gru pos, en los cuales fines del siglo xviu y la primera mitad
se puede distinguir el género humano, del siglo xix, y que contó entre sus
difieran en su capacidad innata de des representantes filosóficos a Jeremy
arrollo intelectual y emocional. Por el Bentham (1748-1832), James Mili (1773-
contrario, los estudios históricos y so 1836) y John Stuart Mili (1806-1873).
ciológicos tienden a reforzar el punto Esta dirección utilizó el positivismo
de vista que sostiene que las diferencias filosófico, el utilitarismo moral y las
genéticas son factores insignificantes doctrinas económicas de Malthus y Ri
en la determinación de las diferencias cardo, para sostener reformas "radi
sociales y culturales entre diferentes cales” en el orden del estado y en el
grupos de hombres. Se han verificado sistema de distribución de las riquezas.
grandes cambios sociales sin que, de Fea.se liberalismo.
ninguna manera, estén relacionados con 2) En forma más genérica, el tér
cambios de tipo racial. Tampoco exis mino es usado actualmente para de
te prueba alguna de que las mezclas de signar cualquier tendencia filosófica o
razas produzcan resultados desventajo política que proponga una renovación
sos desde un punto de vista biológico. radical de los sistemas vigentes, o sea
Es muy probable que no existan y que un cambio en los principios sobre los
nunca hayan existido, a través del tiem que se apoyan los sistemas de las creen
po, razas "puras". Los resultados so cias o de las instituciones tradicionales.
ciales de las mezclas de razas tanto R a íz (gr. pí^copa; ingl. root; franc. rá
buenos como malos, pueden ser atri eme-, alem. Wurzet; ital. radice). Tér
buidos a factores sociales. mino que se aplica frecuentemente, en
Una declaración acerca de la raza el lenguaje filosófico, a un primer prin
fue emitida en 1951 en París por la cipio o un elemento último. Empédo-
unesco por una comisión compuesta cles denominó R. a los cuati o elemen-
978
R a m if ic a d a , te o r ía d e lo s tip o s
R azón
tos (agua, aire, tierra y fuego) que 2) Fundamento o R. de ser. A veces
componen las cosas (Fr., 6, Diels) y se considera como "R.” a la sustancia
desde entonces los filósofos se han ser misma o a su definición, ya que la R.
vido a menudo del mismo término para de ser de una cosa es su esencia nece
indicar elementos o principios. Schopen- saria o sustancia, expresada en la de
hauer, por ejemplo, intituló a una de finición. Éste es un significado frecuen
sus disertaciones La cuádruple R. del te en la filosofía aristotélica o de ins
principio de razón suficiente (1813). De piración aristotélica. Para ello véanse
aquí el adjetivo radical que desde en los artículos esencia ; fundamento ; for
tonces indica lo que concierne a un ma; SUSTANCIA.
principio o lo que constituye un princi 3) Argumento o prueba. En este sen
pio. “Mal radical” denominó Kant a tido, se dice que alguien "ha presenta
la tendencia del hombre hacia el mal, do sus R.” o que "es necesario escu
tendencia que es inherente a su mis char las R. del adversario”. A este signi
ma estructura moral (cf. Religión, ca ficado se refiere también la expresión
pítulo I). Y radical se denomina actual "tener R.", que significa tener argu
mente un análisis que se remonta a mentos o pruebas suficientes y, por lo
los principios o a los primeros oríge tanto, estar en lo verdadero. Respecto
nes. Así Husserl, por ejemplo, insistió a este significado, véase argumento;
en la radicalidad de la filosofía en cuan prueba.
to ciencia de los verdaderos principios 4) Relación en sentido matemático.
y de los primeros orígenes. “La ciencia En este sentido se habla también ac
de lo radical, debe ser radical también tualmente de "R. directa” o "R. inver
en su método y bajo todo aspecto” sa" (en español, italiano y francés), en
(Phil. ais strenge Wissenschaft, 1911; tanto que el término latino ratio es em
trad. esp.: La filosofía como ciencia pleado en este sentido en inglés. Res
estricta, 1951). pecto a este significado, véase relación.
En el significado de guía de la con
R a m if ic a d a , te o r ía d e lo s tip o s , véase AN ducta humana en el mundo, la R. puede
TINOMIAS. tener dos significados subordinados, es
to es: A) como facultad general de
R a n g o (ingl. range; franc. rang; alem. guía; B ) como procedimiento especí
Rang; i tal. rango). Término empleado fico de conocimiento.
a veces por los lógicos para indicar el A) Éste es el sentido fundamental,
conjunto de las entidades, cuyos nom que da a la palabra un poder significa
bres pueden ser sustituidos por las va tivo que hace siglos que la ha hecho
riables de una fórmula. El R. de una emblema de la investigación libre. La
proposición es el conjunto de los esta R. es la fuerza que libera de prejuicios,
dos de cosas con respecto a las cuales del mito, de las opiniones arraigadas
la proposición es verdadera. El R. de\ pero falsas, de las apariencias y que
significado de un predicado P es el con permite establecer un criterio universal
junto de los valores de x para los cua o común para la conducta del hombre
les “Px" es verdadero o falso (cf., es en todos los campos. Por otro lado, co
pecialmente para este uso, A. Pap, Se- mo guía propiamente humana, la R.
mantics and Necessary Truth, 1958, es la fuerza que permite al hombre li
passim). berarse de los apetitos que comparte
con lós animales, sometiéndolos a con
R a z a , véase RACISMO. trol y manteniéndolos en la justa medi
R a z ó n (gr. Xóyo;; lat. ratio; ingl. rea- da. Ésta es la doble función atribuida
son', franc. raison \ alem. Vernunft; ital. a la R. desde los pródromos de la
ragione). El término tiene los siguien filosofía occidental. La polémica de He-
tes significados fundamentales: ráclito y Parménides contra las opinio
1) Guía autónoma del hombre en tones de la mayoría, es decir, en contra de
dos los campos en los que es posible las creencias establecidas, falaces y dis
una indagación o una investigación. En cordantes entre sí, es conducida a nom
este sentido, se dice que la R. es una bre de una R. como único criterio de
“facultad" propia del hombre y que dis guía para todos los hombres. Dice He-
tingue al hombre de los otros animales. ráclito: “Es necesario seguir lo univer
979
Razón
sal, o sea lo común a todos, y siendo estoica de la R. según la cual es, como
la R. común, vive la mayoría como si dice el mismo Séneca (Ibid.), "una
cada uno tuviese un pensamiento pro parte del espíritu divino infundida en
pio” (Fr., 2, Diels). Y Parménides: el cuerpo del hombre”, no le quita su
"Aleja tu pensamiento de este camino autonomía y, por el contrario, la exalta
de búsqueda y no te lleve hacia ella y confirma. En estos conceptos se ins
la costumbre de dejarte guiar por ojos piró sin duda San Agustín en el elogio
que no ven, y por oídos y lengua zum de la razón que es materia de los últi
bantes, antes juzga con la R.” (Fr., 1, mos capítulos del De Ordine: “La R.
33-37, Diels). Por otro lado, Platón y —dice— es el movimiento de la mente
Aristóteles oponen la R. a la sensibili que puede distinguir y relacionar todo
dad, como fuente de las creencias co lo que se aprende” (De Ord., II, 11,
munes (Platón, Fed., 73 a; Aristóteles, 30). Es la fuerza creadora del mundo
Met., I, 1, 980 b 26), tanto como a los humano: ha inventado el lenguaje, la
apetitos que el hombre tiene en co escritura, el cálculo, las artes, las cien
mún con los animales (Platón, Tim., cias, es todo lo que de inmortal existe
70a; Aristóteles, Ét. Nic., I, 13, 1102b en el hombre (Ibid., II, 19, 50). El entu
15). Tanto en uno como en otro caso, siasmo de San Agustín por la R. se
la R. tiene a la vez una función nega explica fácilmente, ya que para él la
tiva y otra positiva: negativa en rela vida es búsqueda y la R. es el princi
ción con las creencias infundadas y pio que instituye y dirige la búsqueda
con los apetitos animales, positiva en y la hace fecunda.
el sentido de dirigir las actividades hu El neoplatonismo había subordinado,
manas de manera uniforme y constan sin embargo, la R. al intelecto, consi
te. Pero fueron sobre todo los estoicos derado superior a ella por estar dotado
los que hicieron prevalecer la doctrina de un carácter intuitivo o inmediato
que enuncia que la R. es la única guía que lo transforma en directa visión de
de los hombres. Establecieron, en efec la verdad. Según Plotino, la R. ema
to, una especie de división simétrica na del intelecto “en cuanto éste se
entre los animales y los hombres; a halla presente en todos las cosas que
los animales les es dado como guía el existen” (Enn., III, 2, 2). En otros tér
instinto, que los lleva a conservarse minos, la R. es la función formadora
y a intentar lo ventajoso para ellos; a y plasmadora del intelecto y para dis
los hombres les es dada la R. como poner todas las cosas del mundo, ya
la más perfecta guía y, por lo tanto, sean buenas o malas, en su propio or
para ellos vivir conforme a la natura den, debe adaptarse a la materia (Ibid.,
leza significa vivir conforme a la R. III, 2, 11-12). En este sentido, la R. es
(Dióg. L., VII, 1, 85-86). Estos concep la técnica de la creación y del gobierno
tos constituyeron uno de los puntos del mundo, ya que ella hace que los
cardinales de la cultura clásica. Cice seres creados no se destruyan recípro
rón decía: “La R., mediante la cual camente y que concuerden y se combi
nos diferenciamos de los brutos, por nen entre sí de la mejor manera. "La R.
medio de la cual podemos conjeturar, —dice Plotino— hace que cada ser obre
argumentar, rebatir, discutir, conducir o padezca según necesidad y no por
a término y formular conclusiones, es, azar o en forma desordenada” (Ibid.,
por cierto, común a todos, diferente II, 3, 16). Este concepto de la supe
por preparación, pero igual en cuanto rioridad del intelecto o entendimiento
facultad de aprender” (De Legibus, I, fue heredado por la escolástica medie
10, 30). Y Séneca exaltó la R. por su val que llega a identificar al entendi
inmutabilidad y universalidad. “La R. miento con la R. en el sentido general
—decía— es inmutable y firme en su de guía (cf., por ejemplo, Santo To
juicio porque es señora de los sentidos más, S. Th., I, q. 29, a. 3, ad. 4o; q. 79,
v no esclava de ellos. La R. es igual a a. 8). Pero la R. queda más tarde su
la R. como lo justo es igual a lo justo; bordinada al entendimiento debido a
por lo tanto, también la virtud es igual su carácter discursivo, que parece in
a la virtud porque la virtud no es más ferior al carácter intuitivo que posee
que la recta R.” (Ep., 66). Desde este del entendimiento (véase infra). Más
punto de vista, también la metafísica tarde, el mismo Bacon consideró a la R.
*»8ñ
Razón
como una actividad particular del en una disertación que estime merecedo
tendimiento (junto con la memoria y ra de su asentimiento” (Essay, IV, 17,
la fantasía) y más precisamente co 2). Mediante esta determinación, la R.
mo la actividad cuya tarea consiste en quedó calificada para la función que
dividir y componer las nociones abs le encomendó la Ilustración del si
tractas “según la ley de la naturaleza glo xvin, o sea la de valer como prin
y la evidencia de las cosas mismas” cipio de crítica radical de la tradición
(De Augm. Scient., II, 1). De tal mane y de una renovación igualmente radi
ra sólo con Descartes vuelve la R. a cal del mundo humano. Kant intentó
ser guía fundamental del hombre. realizar plenamente el ideal iluminis-
Identificando a la R. con el buen ta de la R. Por un lado, identificó la R.
sentido, Descartes restablece el concep con la misma libertad de crítica ("So
to clásico de la R. y sobre tal concepto bre la libertad de crítica reposa la exis
plantea el nuevo problema del método. tencia de la R. que no tiene autoridad
“La capacidad de juzgar bien y de dis dictatorial, pero cuya existencia es siem
tinguir lo verdadero de lo falso, que pre nada menos que el acuerdo de ciu
es justo lo que se denomina el buen dadanos libres, cada uno de los cuales
sentido o la R., es naturalmente igual debe poder formular sus dudas y hasta
en todos los hombres; por lo tanto, la su veto sin impedimento”). Por otro
disparidad de nuestras opiniones no re lado pretendió llevar a la R. misma
sulta del hecho de que las unas son frente a su propio tribunal e instituir
más razonables que las otras, sino sólo aquella "crítica de ia R. pura” que "no
del hecho de que conducimos nuestros se mezcla en las controversias que se
pensamientos por diferentes caminos y refieren inmediatamente a los objetos
no consideramos las mismas cosas. No sino que es instituida para determinar
es suficiente tener el espíritu sano, sino V juzgar los derechos de la R. en gene
que lo principal es aplicarlo bien” (Dis- ral” (Crít. R. Pura, Doctrina trasc. del
ccnirs, I). Estas famosas palabras han método, cap. I, sec. II). La definición
reintroducido en el mundo moderno el de Whitehead concuerda con el con
concepto antiguo (y especialmente es cepto iluminista de la R.: “la función
toico) de la R. como guía común del de la R. -s promover el arte de la
género humano. De tal modo, Spinoza vida”, en el sentido de que la R. ten
podía asombrarse de que se quisiera a dría la tarea de ol -ar sobre el ambien
veces “someter la R., don máximo de te para promover formas de vida más
Dios y luz verdaderamente divina, a las satisfactorias y perfectas (The Func-
palabras” y de que no se considerase íiou of Reason, 1929, cap. I). Lo que,
un delito "el hablar indignadamente de a primera vista, parece ser la máxima
la R., que es el verdadero testimonio garantía ofrecida para la eficacia de
del Verbo de Dios, y declararla co la R., o sea el creer que tiene su sede
rrompida, ciega e impura” (Tract. íheo- en la realidad y la domine de manera
logico-poliíicus, cap. 15). A su vez, Leib- que no haya realidad que no sea racio
niz insistió en la vieja tesis de que la R. nal ni racionalidad que no sea real,
pertenece al hombre y sólo a él (Nouv. constituye más bien el abandono de la
Ess., IV, 17, 3). Y Locke reconoció a función rectora de la R. Hegel, que
la R. una determinación fundamental afirmó de modo más riguroso este pun
que constituye la única innovación au to de vista, negó también la función
téntica que su concepto moderno pre rectora de la R.: “Lo que está entre
senta en relación con el concepto clá la R. como espíritu autoconsciente y la
sico : el ser, por lo tanto, instrumento R. como realidad presente, lo que dife
del conocimiento probable más que del rencia esa R. de ésta y no deja encon
conocimiento cierto. “Porque, así como trar la satisfacción en ésta, es el obs
la R. —decía Locke— percibe la nece táculo de alguna abstracción que no
saria e indubitable conexión que existe se ha liberado y no se ha hecho con
entre todas las ideas o pruebas en cada cepto. Reconocer a la R. en el presen
paso de una demostración que produz te, y por lo tanto gozar de él: tal re
ca el conocimiento, así, también, per conocimiento racional es la reconcilia
cibe la conexión probable entre todas ción con la realidad que la filosofía
las ideas o pruebas en cada paso de permite a los que ha advertido la exi
981
Razón
logia encuentra su origen en Hume, que sólo más tarde, en el ámbito del Círcu
por primera vez distinguió precisamen lo de Viena, con la obra de Wittgen-
te entre las "relaciones de ideas” y las stein (1922). El fundamento de esta
"cosas de hecho”. "A la primera clase obra es la reducción de la R. al len
pertenecen las ciencias, tales como la guaje. Wittgenstein aseveraba que "las
geometría, el álgebra y la aritmética proposiciones de la lógica son tautolo
y, dentro de poco tiempo, toda propo gías” ( Tractatus logico-philosophicus,
sición cierta intuitiva [en el sentido 1.6), que “las proposiciones de la lógica
lockiano] o demostrativamente... Las no dicen nada” (se trata de las pro
proposiciones de esta clase se pueden posiciones analíticas) (Ibid., 6.111). Y
descubrir mediante una pura operación agregaba: "La característica especial de
del pensamiento y no dependen de co las proposiciones lógicas es el hecho
sas que existen en algún lugar del uni de que del solo símbolo se puede reco
verso” (Inq. Conc. Underst., IV, 1). En nocer que son verdaderas y este hecho
verdad Hume no afirmó explícitamen encierra en sí toda la filosofía de la
te el carácter tautológico o (como se lógica. De igual manera uno de los
dice en términos kantianos) analítico hechos más importantes es que la ver
de las proposiciones que expresan sim dad o falsedad de las proposiciones no
ples relaciones de las ideas entre sí, lógicas no se puede reconocer sólo
pero sí lo presupone de algún modo por la proposición” (Tract., 6.113). De
insistiendo en el hecho de que las pro tal modo el procedimiento racional
posiciones que expresan -cosas de hecho considerado como propio de tales dis
no son lógicamente deducibles una de ciplinas y que según Hume tenía por
la otra. Aún más, para formar la con objeto relaciones de ideas solamente (o
cepción de la R. en examen, ha inter sea, ideas de la lógica y de la matemá
venido también otro componente con tica), ha sido reducido a la tautología.
ceptual, expuesto por vez primera por Según Wittgenstein, las proposiciones
Hcbbes y que es la reducción de la R. de la lógica, lo mismo que las de la
a cálculo de las proposiciones verbales. matemática (Ibid., 6.21) nada dicen.
"Porque R. —dice Hobbes— no es sino Ello no quiere decir, sin embargo, que
cómputo (es decir, suma y sustrac sean inútiLs, ya que revelan la iden
ción) de las consecuencias de los nom tidad de significado que" existe bajo
bres generales convenidos para la ca formas preposicionales diferentes y, por
racterización y significación de nues lo tanto, pueden ser usadas para la
tros pensamientos: empleo el término transformación de una proposición en
caracterización cuando el cómputo se otra que tenga el mismo significado,
refiere a nosotros mismos y significa pero diferente forma. No obstante, nin
ción cuando demostramos o aproba guna de las proposiciones de la lógica
mos nuestros cómputos con respecto y de la matemática suministra infor
a otros hombres” ( Leviathan, I, 5). Es mación alguna sobre el mundo. La re
ta idea de Hobbes llegó a su realiza ducción de la R. a procedimiento tauto
ción sólo a partir de mediados del si lógico tiene, por lo tanto, los resulta
glo xix con la fundación de la lógica dos siguientes: I) son racionales, en
matemática per G. Boole (Laws of el sentido propio del término, sólo los
Thought, 1854), quien por vez primera procedimientos formales de la lógica
demostró la imposibilidad de reducir y de la matemática (como parte o to
el razonamiento matemático a las for do de la lógica) y por lo tanto coinci
mas de razonamiento descritas por den racionalidad y logicidad; 2) racio
Aristóteles, y comenzó a construir una nalidad y logicidad nada tienen en co
lógica en estrecha relación con los pro mún con la realidad. Por lo tanto, este
cedimientos del cálculo. Los éxitos concepto de la R. constituye la inver
que esta lógica, registrara más tarde, sión simétrica del concepto b) que ha
por obra sobre todo de Frege y Rus- identificado en cambio racionalidad y
sell (véase l ó g ic a ) , constituyen un in realidad y ha opuesto ambas concep
dispensable antecedente histórico para ciones a la pura formalidad lógica, la
el concepto de la razón en examen. El que se declara privada del valor (acer
hecho de que tal procedimiento tuvie ca de la concepción en examen, cf. R.
ra carácter tautológico pareció claro von Mises. Kleines Lehrbuch des Posi-
98Ó
R a z ó n d e E s ta d o
R a z o n a b le
tivismus ["Pequeño tratado del positi ampliar un Estado", o sea "un dominio
vismo’’], 1939, §10; J. R. Weinberg, firme sobre los pueblos”. Pero, en rea
An Examination of Logical Positivism, lidad, la expresión ha pasado a indicar
1950, cap. II). el principio del maquiavelismo vulgar,
Las cuatro alternativas típicas que lo que fue obra de Botero mismo que, a
ha seguido hasta ahora la teoría de la pesar de su oposición a Maquiavelo,
R. son claramente insuficientes frente hizo suyo el principio del fin que jus
a la tarea que la R. se asigna como tifica los medios en materia política.
guía autónoma del hombre en todos Véase m a q u i a v e l is m o .
los campos. La primera de ellas se ha R a z ó n p e re z o s a (gr. ÚQvóg Xóyoc; lat.
agotado históricamente y el abandono ignava ratio; alem. faule Vernunft). El
de la lógica en que se expresaba no es
más que un signo de este agotamiento. razonamiento o el argumento que lleva
La b y c hacen imposible la determi a la inercia. Ya Platón denominó pe
nación de procedimientos rigurosos y rezoso al argumento sofístico de que
la b pone en peligro a la función rec es inútil investigar, ya que no se puede
tora misma de la razón. La d hace buscar ni aquello que se sabe (ya que
posible el desarrollo de una disciplina se sabe) ni aquello que no se conoce,
autónoma que es la moderna lógica ya que no se sabe qué buscar (Men.,
matemática, pero es muy restringida 86 b). Pero bajo el nombre de R. pere
para expresar las tareas de la R. en to zosa nos ha sido trasmitido especial
dos los campos; pero es posible, en mente un argumento de probable ori
todos los campos, servirse de las téc gen megárico, expuesto por el estoico
nicas lógico-matemáticas construidas Crisipo (Plutarco, Moralia, II, p. 574e;
sobre el fundamento de la R. como cf. Stoicorum Fragmenta, II, p. 227) y
tautología, aunque no todos los proce que Cicerón ha referido así: "Si tu
dimientos que puedan definirse como destino es curarte de esta enfermedad,
racionales pueden reducirse a tales téc curarás lo mismo si recurres a un mé
nicas. Un procedimiento racional es, en dico que no recurriendo a él. Igual
general, el que permite al hombre do mente, si tu destino es no curar de
minar la situación, afront r sus cam esta enfermedad, no curarás, lo mismo
bios y corregir los errores eventuales si recurres a un médico, que si no re
del procedimiento .nismo. Por lo tan curres. Ahora bien, tu destino es una
to, la racionalidad de un procedimiento u otra de estas cosas, por lo tanto, de
se puede determinar sólo en relación nada sirve recurrir al médico” (De Fato,
con la situación específica que tal pro 12, 28). Leibniz se refirió a veces a
cedimiento permite afrontar. Y la con este viejo argumento megárico o es
sideración de la R. lleva en seguida toico (Théod., I, 55). Kant, en forma
(como quería Husserl) a la considera más genérica, denomina R. perezosa a
ción de las esferas o de los campos "todo principio que lleve a considerar
específicos, respecto a los cuales sólo como absolutamente cumplida la pro
pia búsqueda de manera que la R. se
se puede decidir la racionalidad de un tranquilice, como si hubiese terminado
procedimiento. Desde este punto de del todo su tarea” (Crít. R. Pura, Dia
vista, la teoría de la R. puede ser sumi léctica, Apéndice a la dialéctica tras
nistrada hoy en día, no por una meta cendental: De la mira final, etc.). En
física de la R., sino por las investiga este sentido más general, la expresión
ciones metodológicas y críticas que, a se emplea con frecuencia aun actual
través del examen de los procedimien mente.
tos autónomos de que dispone el hom
bre en los campos particulares de in R a z ó n p u r a , véase PURO.
vestigación, lleguen a las condiciones R a z ó n s u f ic ie n te , véase FUNDAMENTO.
generales de su proyectabilidad.
R a z o n a b le (lat. rationabilis o rationalis-,
Giovanni Botero, que
R a z ó n d e E s ta d o . ingl. reasonable; franc. raisormable;
introdujo la expresión como título de alem. vernimftig; ital. ragionevole).
un libro suyo (Delta R. di Stato, 1589), 1) El que tiene la posibilidad de uso de
la consideraba como "la noticia de los la razón y en este sentido se dice que el
medios aptos para fundar, conservar y hombre es un animal razonable. San
986
)
R a z o n a m ie n to
R a z o n e s s e m in a le s
Agustín afirma que los doctos "deno de alguna otra cosa, significa razonar
minaron R. (rationabilis) al que usa en el sentido más extenso del término”
o puede hacer uso de la razón, racional (Logic, II, I, 1). Stuart Mili excluía
( rationalis) a lo que es hecho o dicho del ámbito del R. sólo "los casos en los
por la razón" y, por lo tanto, considera cuales la progresión de una verdad
que es necesario denominar raciona hacia otra es sólo aparente porque el
les, por ejemplo, a los discursos o a los consecuente es una mera repetición
sermones y R. al que los hace (De Or- del antecedente” (Ibid., II, 1, 3) e iden
dine, XI, 31). Pero esta distinción no tificaba razonamiento e inferencia. Pe
rige mucho, ya que los antiguos deno ro esta descripción ha caído en desuso
minaron racional también al hombre corriente, pues actualmente el R. com
(cf., por ejemplo, Quintiliano, Inst., V, prende también las inferencias tauto
10, 56). Y por lo demás también deno lógicas que se consideran propias de la
minamos actualmente R. a lo que es matemática y de la lógica (cf. P. F.
conforme con la razón. Strawson, Intr. to Logical Theory, 1952,
2) Lo que es conforme a la razón y pp. 12 ss.). Por lo tanto, la ilustración
a las reglas que prescribe en un deter de los significados del término se puede
minado campo de indagación o en ge encontrar en los artículos que consti
neral. En este sentido, Locke habló de tuyen la extensión del término en cues
lo "razonable del cristianismo”. Y se tión y especialmente en los siguientes:
habla de una “R. certeza” para desig DEDUCCIÓN, INDUCCIÓN, PRUEBA, DEMOSTRA
nar que se puede deducir de las reglas CIÓN, INFERENCIA, SILOGISMO, ARGUMENTO,
del campo al cual se hace referencia, ANALOGÍA.
pero que no es absoluta. Dewey dice: Sin embargo, la clasificación funda
"La ‘racionalidad’ es cuestión de rela mental de los R. es la que los divide
ción entre medios y consecuencias... en R. deductivos y R. inductivos. Esta
Resulta razonable buscar y escoger distinción, ya establecida por Aristóte
aquellos medios que, con el máximo les (An. Pr., II, 23, 68 b 13) se conserva
de probabilidad acarrearán las conse por lo común hasta ahora, y a veces
cuencias que tenemos en vista” (Logic, con nombres apenas cambiados. Así, por
I; trad. esp.: Lógica, México, 1950, ejemplo, * airee hablaba de R. explica
F.C.E., pp. 22-23). tivos analíticos o deductivos, por un
En ambos significados, el término R. lado, y por otro de R. amplificativos,
(como el correlativo de racionalidad) sintéticos o inductivos (Chance, Lave
implica una connotación limitativa, and Logic, I, 4, 3) que son justo los
que excluye en primer lugar la infa nombres a los cuales se recurre con
libilidad de la razón y, en segundo lu
gar, incluye la consideración de los lí mayor frecuencia para indicar las dos
mites y de las circunstancias por las especies fundamentales del R.
cuales la razón misma debe obrar. Por R a z o n a m ie n to a p a g ó g ic o , véase APAGÓ-
lo tanto, "ser R.” significa, en el len GICO.
guaje común, darse cuenta de las cir
cunstancias y de las limitaciones que R a z o n a m ie n to p o r a n a lo g ía , véase ANA
éstas implican, con la renuncia a una LOGÍA.
actitud, teórica o práctica, de absolu
tismo. R a z o n e s s e m in a le s (gr. Xóyoi cotequoi-u x o í ;
lat. ratkmes seminales). Aquellas par
R a z o n a m ie n to (gr. Xoyiogói;; lat. ratio- tes de la R. divina de las que surgen
cinatio; ingl. reasoning; franc. raison- las cosas. Según los estoicos, así como
nement; alem. Vernunft-schluss; ital. todo ser viviente es producido por una
ragionamento). Cualquier procedimien semilla, también toda cosa es produci
to de inferencia o de prueba, por lo da por una partícula de la R. divina,
tanto, cualquier argumento, conclusión, que, por lo tanto, es una semilla racio
inferencia, inducción, deducción, ana nal. La noción subraya la predetermi
logía, etc. Dijo Stuart Mili: "Inferir nación de lo que se genera (Aecio,
una proposición de una o más proposi Plac., I, 7, 33; cf. Estobeo, Ecl., I, 17,
ciones precedentes, creer, o pretender 3). Los neoplatónicos (cf. Plotino, Enn.,
que se cree, en ella como conclusión II, 3, 16) y San Agustín (De diversis
9 8 7
Reacción
Realidad
quaestionibus 83, q. 46) se hicieron pro ferencia, por Duns mismo o por sus dis
pia esta cuestión. cípulos, haecceitas. El término debía
luego pasar a significar el esse in re
(ingl. reaction; franc. réac-
R e a c c ió n de la escolástica en el sentido en que
tiorr, alem. Reaktiorr, ital. reazione). San Anselmo, por ejemplo, entendía
1) Una acción igual y de sentido con pasar, mediante la prueba ontológica,
trario a una acción determinada. En del esse in intellectü del "Ente del cual
este sentido, se usa el término en la no se puede pensar nada más grande”
física newtoniana. a su esse in re (Prosl. 2), o bien en
2) En psicología: cualquier respues el sentido en que los escolásticos ha
ta a un estímulo. Tiempo de reacción: blaban del universal in re, o sea incor
el intervalo de tiempo entre el estímulo porado en las cosas. Lo opuesto de R.
y la respuesta. es, por lo tanto, idealidad, que indica
3) En política: el movimiento que el modo de ser de lo que está en la
tiende a anular o neutralizar los efec mente y no es o no puede ser, o no está
tos de una revolución o de un cambio todavía incorporado o puesto en ac
cualquiera o, asimismo, a hacer pre ción en las cosas. La referencia a las
ventivamente imposible todo cambio. cosas es evidente también en expresio
nes tales como "definición real” para
Real (lat. realis; ingl. real) franc. réel; indicar la definición de la cosa y no del
alem. real; ital. reate). 1) Que se re nombre y “derechos reales” para indi
fiere a la cosa. Por ejemplo, "defini car derechos que conciernen a las co
ción R.” es la definición de la cosa sas y no a las personas.
y no de su nombre. El problema que la noción de R. ha
2) Lo que existe de hecho. En este planteado directamente es el de la exis
sentido, lo R. se opone a lo ficticio. tencia de las cosas o del "mundo ex
3) Herbart denominó reales a los terno”. Este problema nació con Des
entes efectivamente existentes, "cuya cartes, o más bien con el principio car
naturaleza simple y propia nos es des tesiano que enuncia que el objeto del
conocida, pero acerca de cuyas condi conocimiento humano es sólo la idea.
ciones internas y externas pedemos ad Desde este punto de vista, resulta inme
quirir una cantidad de conocimientos diatamente dudosa la existencia de la
que puede aumenta; al infinito”. Tales R. cuya idea parece apuntar, pero no
entes no se relacionan entre sí, de ma es prueba, como no es prueba un cua
nera que toda relación entre ellos debe dro de la R. de la cosa representada.
ser considerada como accidental (zn- Para justificar la R. de las cosas, Des
fallige Ansicht) que no califica y no cartes recurrió a la veracidad de Dios:
modifica su naturaleza (Einleitung in en su perfección, Dios no puede enga
die Philosophie ["Introducción a la fi ñarnos y no puede permitir que en nos
losofía"], 1813, pp. 152ss.). otros haya ideas que no representen
R e a le s , c ie n c ia s, véase CIENCIAS, CLASIFI
nada (Méd IV). Pero Descartes había
llegado a la existencia de Dios, aparte
CACIÓN DE LAS.
de la reelaboración de la prueba onto
R e a lid a d (ingl. reality; franc. réalité; lógica, también por admisión del prin
alem. Realitat, Wirktichkeit; ital. reali- cipio de que "debe existir en la causa
ta). 1) En su significado propio y espe eficiente y total por lo menos tanta R.
cífico, el término designa el modo de como existe en el efecto”, un princi
ser de las cosas, en cuanto existen fuera pio a partir del cual la idea de Dios,
de la mente humana o independiente que es la idea de la perfección máxi
mente de ella. La palabra realitas fue ma, debe tener como causa un ser
acuñada en la escolástica tardía y pre que tenga tanta “R.” como la que tiene
cisamente por Duns Scoto, quien la la idea que representa, o sea Dios mis
usó para definir la individualidad, que mo (Ibid., III). El desarrollo ulterior
consistiría en la "última R. del ente”, del problema llevó a la negación de la
que determina y contrae la naturaleza realidad. El empirismo inglés, con Ber-
común ad esse hanc rem, a la cosa en keley y Hume volvió a llevar la reali
particular (Op. Ox., II, d. 3, q. 5, n. 1). dad de las cosas a su ser percibidas y,
Esta realitas fue denominada de pre por lo tanto, la negó como modo de
Realidad
creencia en la realidad del mundo ex samente un "ser ahí” (indicando el ahí
temo”], en Gesammelte Schriften ["Es su relación ccn el mundo), el problema
critos reunidos’’], 1890, V, 1). La resis de la R. resulla el problema del mundo
tencia definiría el modo de ser de la en el cual las cosas del mundo se pre
R., o sea el de las cosas y la experiencia sentan al hombre o están en relación
de esta R. sería, de acuerdo a ello, vo con él. Según Heidegger, este modo de
litiva y práctica más que cognoscitiva. ser es la "simple presencia”, ya que
Scheler aceptó esta interpretación de la existencia es el modo de ser reser
la R. (Die Wissensformen und die Ge- vado al ‘ser ahí’, esto es, al hombre.
setlschaft, 1926, pp. 455 ss.; trad. esp.: "Si el término R. mienta el ser de los
Sociología del saber, 1935). Una tesis entes ‘ante los ojos’ dentro del mun
sustancialmente análoga fúe presenta do —(res) y no se comprende con él
da por Santayana en el libro Escepticis ninguna otra cosa— ello significa para
mo y fe animal (1923) en el cual de el análisis de este modo de ser lo
mostró que la creencia en la R. se debe siguiente: sólo será posible traducir
a experiencias puramente animales (el en conceptos ontológicos el ser de los
hambre, la lucha, etc.) y se justifica entes intramundanos, una vez aclarado
sólo por tales experiencias. El mismo el fenómeno de la ‘intramundanidad’.
Santayana presentó esta misma noción Mas éste se funda en el fenómeno del
de la R. en los Essays in Critical Rea- mundo, que por su parte es inherente,
lism (1920), publicados por siete filó como elemento estructural del 'ser en
sofos estadounidenses. Véase r e a l i s m o . el mundo’, a la estructura fundamental
En la filosofía más reciente el pro del ‘ser ahí’. El ‘ser en el mundo’ está a
blema de la R. casi ha dejado de ser su vez ontológicamente inserto en la to
el problema de la "existencia” de las talidad estructural del ser del 'ser ahí’,
cosas, para resultar, siempre con ma que se caracterizó como cura” (Ibid.,
yor exclusividad, el problema del modo § 43, b). Precisamente porque el ser
de ser específico de las cosas mismas. del ‘ser ahí’ o sea la existencia humana
Las elaboraciones de este problema si es cura, los entes diferentes entre sí
guen la alternativa abierta por las doc de los que esta existencia se cura, esto
trinas que reconocen el ci-ríicter no es, las cosas (cuyo modo de ser es la
simplemente cognoscitivo de la expe R.) se caracterizan por la utilizabilidad.
riencia de la realidad. Heidegger ha "La forma de ser de estos entes es el
negado explícitamente el predominio de 'ser a la mano'. Mas no debe compren
la conciencia del cual nace el problema derse en el sentido de un mero ‘ca
de la existencia de las cosas. “Creer rácter de percepción’. .. El ‘ser a la
en la R. del ‘mundo exterior’, con de mano’ es la determinación ontológico-
recho o sin derecho, probar esta 'rea categorial de unos entes tales como son
lidad’, satisfactoria o insatisfactoria ‘en sí” ' (Ibid., § 15). De tal manera
mente, presuponerla, expresamente o Heidegger ha aclarado el carácter ins
no, semejantes intentos, que no son trumental de las cosas, carácter por el
dueños de su propio terreno ‘viendo a cual pueden valer como medios para
través’ de él plenamente, presuponen el hombre. Pero Heidegger considera
un sujeto que empieza por carecer de que este carácter no pertenece a las
mundo o no estar seguro del suyo y cosas con referencia a sus relaciones
que, por tanto, necesita en el fondo con el hombre sino que constituye su
asegurarse primero de uno”. (Sein und ser "en sí”, su esencia. Prescindiendo
Zeit, § 43, a; trad. esp.: El ser y el de esta pretensión, el análisis de Hei
tiempo, 1962, F.C.E.). El problema de degger puede ser considerado como una
la e x is te n c ia del mundo externo o caracterización del modo de ser de las
de las cosas se elimina por sí mismo, cosas o de la "R.”, entendida en su
por lo tanto, al ser eliminado el su significado propio y específico. Por otro
puesto falaz del "sujeto sin mundo” o lado, este mismo análisis ha demostra
sea el supuesto de que el hombre no sea do el carácter arbitrario del "problema
siempre y ante todo un ser en el mun de la R.” como fuera entendido a par
do. Reactualizado esto, que es el ca tir de Descartes, como problema de una
rácter fundamental del modo de ser R. "exterior” a la conciencia. En efec
del hombre, que es por lo tanto preci to, ha demostrado que tal problema
990
Realidad
surge del supuesto de una tesis filosó el ser en uno cualquiera de sus signifi
fica infundada, esto es, de la tesis de cados existenciales. Así en la obra de
un “sujeto sin mundo” o en otras pala Bradley, Appearance and Reality (1893)
bras, de una existencia del hombre que el contraste anunciado en el título
no c o n s i s t e en la relación con el es el contraste entre el aparecer y el
mundo. ser, ya que no está limitado a la R.
Es significativo anotar que casi al en su sentido específico, o sea al modo
mismo tiempo que estos análisis de Hei- de ser de las cosas. En el mismo sen
degger, el mismo problema de la R. tido, pero con acentuación crítica ha
externa fue d e c la ra d o un "seudopro- entendido el término Dewey: "En la
blema” desde un punto de vista total más breve de las fórmulas 'R.' resulta
mente diferente, o sea por el del Círcu lo que deseamos que sea la existencia
lo de Viena. Camap (Scheinsprobleme después de analizar sus defectos y de
irt der Philosophie; das Fremdpsychi- cidir qué es lo que los suprimiría; ‘R.’
sche und der Realismus-streit ["Proble es lo que sería la existencia si nues
mas aparentes en la filosofía; lo psí tras preferencias racionalmente justifi
quico ajeno y la discusión en torno al cadas estuviesen tan cabalmente arrai
realismo”], 1928) y Schlick (Positivis gadas en la naturaleza que agotaran y
mos und Realismus ["Positivismo y rea definieran el ser íntegro de ésta, vol
lismo”], recog. en Gesammette Aufsatze, viendo innecesaria la busca y la lucha.
1938) rechazaron tanto la tesis de la El resto (y como siguen existiendo
irrealidad del m u n d o externo como empíricamente la perturbación, la lu
la de su R., considerándolas seudo-afir- cha, el conflicto y el error, existe un
maciones, en cuanto ni una ni otra se resto) al quedar excluido por defimción
prestan a una verificación experimen de la plena R., se describe a un grado
tal. Pero el Círculo de Viena no pre u orden del ser que se afirma que es
sentó ninguna solución nueva del se metafísicamente inferior; a un orden
gundo aspecto del problema de la R., diversamente llamado apariencia, ilu
aspecto que es el más legítimo, o sea sión, espíritu mortal o lo simplemente
el del problema del modo de ser de las empírico, en oposición a lo que es real
cosas. Acerca de este punto se limitó, y verdadera_nente" (E x p e rie n c e and
y sus continuadores se limitan aún, a Naiure, cap. II, p. 54; trad. esp.: La
volver a proponer la añeja tesis de experiencia y la naturaleza, México,
Mách { A n a l y s e der Empfindungen, 1948, F.C.E., pp. 49-50).
1900; trad. esp.: Análisis de las sensa 3) En contraste con posibilidad, po
ciones, Madrid, 1925) que enuncia que tencialidad y, a veces, también con
las cosas están compuestas por los mis necesidad, la palabra significa actuali
mos elementos últimos, las sensacio dad o efectividad o lo que se ha ac
nes, que componen al yo y que éstos tuado o efectuado y posee la existencia
elementos últimos son en sí neutrales, de hecho. El término alemán Wirktich-
o sea ni objetivos ni subjetivos. Obvia keit [traducido por efectividad], como
mente esta tesis no tiene en cuenta distinción de Realitat, tiene este sentido
el carácter específico de la R. de las específico, aún cuando no siempre los
cosas y no tiene en cuenta el porqué filósofos se atengan estrictamente a
un conjunto de tales elementos neu esta distinción. En este sentido la pala
tros adquiere, en cada caso, las carac bra designa una de las categorías de la
terísticas de una "cosa” o de un “yo”. lógica de Hegel. “La R. es la unidad
Aparte del significado hasta aquí se inmediata, que se ha producido, de la
guido en sus diferentes interpretacio esencia y de la existencia o de lo in
nes, la palabra R. es también usada por terno y de lo externo” {Ene., § 142),
lo común en los otros significados que con lo que Hegel entiende decir que
se considerarán a continuación, pero la R. es la esencia que se ha realizado
que deben ser considerados secundarios como existencia o lo interno que se
por ser designados con otros términos ha manifestado efectivamente en lo ex
del diccionario filosófico con más pro terno. Acerca de la distinción entre
piedad. Wirklichkeit y Realitat insistió Lotze en
2) En contraste con apariencia, ilu su Mikrokosmus (III, p. 535). N. Hart-
sión y similares, R. significa a veces man a su vez ha utilizado la distin-
991
R e a lid a d p r e s u n tiv a
R e a lism o
ción, e n tre v ie n d o en la efectividad a ellas opuesta y de la cual dependan
( Wirklichkeit) el sentido primario del en su existencia e m p í r i c a ” (Wíssen-
ser (Móglichkeit und Wirklichkeit, 1938 ; schaftslehre, 1794, § V, II). Schelling
trad. esp.: Posibilidad y efectividad, en habló a su vez de un idealismo realista
Ontología, II, México, 1956, F.C.E.). Véa (Real-Idealismos) o de un R. idealista
se SER. (Ideal-Realismos) (Werke ["Obras”], I,
X, p. 107) en el mismo sentido que
(alem. prasumptive
R e a lid a d p r e s u n tiv a Fichte. A partir de entonces, el R. ha
Wirklichkeit). Así ha denominado Hus- sido calificado y definido en las formas
serl a la R. de las cosas en relación más diferentes y casi siempre las doc
con la “R. absoluta” o sea necesaria, trinas que lo han tomado como insig
de la conciencia (Ideen, I, § 46). nia también han calificado como rea
listas a las doctrinas del pasado que
R e a lis m o (lat. realismus; ingl. realism; estaban de acuerdo con sus puntos de
franc. réalisme; alem. Realismus; ital. vista. Así, por ejemplo, Platón ha sido
realismo). El término comenzó a usar clasificado como realista porque ad
se hacia fines del siglo xv para indi mite la realidad de las ideas (sea lo
car la dirección más antigua de la que fuere lo que esto signifique), pero
escolástica, en oposición a la dirección ha sido también definido como idea
denominada “moderna” de los nomina lista en cuanto se trata, justo, de ideas.
listas o terministas. El primero en Similares notas (y las disputas que
adoptarlo fue, probablemente, Silvestre hacen surgir) no son más que pérdidas
Mazolino de Prieria en el Compendium de tiempo. Menos inútil es quizá acla
dialecticae de 1496 (cf. Prantl, Geschich- rar el significado de las más conoci
te der Logik ["Historia de la lógica”], das formas que el R. ha adquirido en
IV, p. 292). El R. afirmaba la realidad la filosofía moderna. En tal caso, ade
de los universales (géneros y especie) más de las ya recordadas, se pueden
entendiendo, no obstante, de diferentes considerar las siguientes:
maneras esta realidad misma. Véase a) El R. empírico de Kant ha tomado
UNIVERSAL. varios nombres, permaneciendo sustan
En el sentido más general y moder cialmente el mismo o sea como el re
no, el término usado por Kant en la conocimiento de la existencia de las
primera edición de ' a Crítica de la Ra cosas independientes del acto de co
zón Pura, para indicar, por un lado, la nocer. W. Hamilton denominó a este
doctrina opuesta a la que él defiende punto de vista R. natural o presenta-
y que considera al espacio y al tiempo cionismo y lo consideró propio de la
independientes de nuestra sensibilidad, escuela escocesa de la cual derivaba su
lo que constituye el R. trascendental filosofía (véase p r e s e n t a c i o n i s m o ). El
y, por otro lado, su propia doctrina, que famoso artículo de G. E. Moore publi
admite la realidad externa de las cosas cado en el Mind de 1903 e intitulado
y que es el R. empírico. “El idealista “La refutación del idealismo” se inspi
trascendental —decía Kant— es un rea ra en idéntico punto de vista: defiende
lista empírico y reconoce a la materia, la independencia entre el objeto cono
como fenómeno, una realidad que no cido y el acto psíquico por el cual se
tiene necesidad de ser deducida sino conoce tal objeto. Esta independencia
que es inmediatamente percibida” (Crí fue reconocida como tesis del R. inge
tica R. Pura, 1- ed., Dialéctica trascen nuo (alem. naiven Realismos) por G.
dental, Crítica del cuarto paralogismo Schuppe (G ru n d riss der Erkenntnis-
de la psicología trascendental). El tér theorie und Logik [“Bosquejo de teoría
mino entró en el uso filosófico con del conocimiento y lógica”], 1910, pp.
Kant para designar doctrinas de inte 1-2). O. Külpe denominó al mismo pun
rés actual y no simplemente histórico. to de vista R. científico (Die Realisie-
Fichte afirmó que "la doctrina de la rung ["La realización”], II, 1920, p. 149).
ciencia es realista” porque “demuestra En tanto que J. Maritain, que ha defen
que es absolutamente imposible expli dido la misma forma de R. como la
car la conciencia de las naturalezas que mejor responde a la tradición to
finitas si no se admite la existencia mista, la ha denominado R. crítico
de una fuerza independiente de ellas, (Distinguer pour unir, 1932, p. 149). Por
R e c e p tiv id a d
R e c ip ro c a c ió n
fin, el mismo tipo de R. es denomi ser, que no resulta modificado o cali
nado materialismo por los filósofos sos ficado por ella; 2) el ser está constitui
tenedores del materialismo dialéctico do no sólo por cosas, sino también por
y así lo hace Lenin, por ejemplo (Ma objetos ideales o abstractos o por va
terialismo y empiriocriticismo, 1909). lores.
Esta misma forma de R., sin adjetivos d) El R. crítico defendido en un vo
o con diferentes adjetivos, se encuen lumen colectivo por un grupo de pen
tra con frecuencia en la filosofía con sadores norteamericanos (D. Drake, A.
temporánea y se puede reconocer fá O. Lovejoy, J. B. Pratt, A. K. Rogers,
cilmente en el existencialismo, en el G. S a n tay a n a , R. W. Sellars, C. A.
instrurnentalismo, en el empirismo ló Strong, E s s a y s in Critical Realism,
gico y en todas las corrientes filosófi 1920) s o s tie n e fundamentalmente el
cas que consideran el pensamiento cien punto de vista defendido por Santaya
tífico como punto de partida. na, según el cual el objeto inmediato
b) El R. transfigurado (transfigured del conocimiento es una esencia (véa
Realism) de H. Spencer: “El R. en el se), en tanto la existencia nunca es
cual nos empeñamos es el que simple inmediatamente aprehendida o intuida,
mente asevera que la existencia obje sino que es simplemente afirmada,
tiva está separada y es independiente puesta o reconocida por exigencias emo
de la existencia subjetiva. Pero no afir cionales y prácticas que Santayana de
ma que cada uno de los modos de la nominó fe animal (Scepticism and
existencia objetiva sea en realidad lo Animal Faith, 1923; trad. esp.: Escepti
que parece ni que las relaciones entre cismo y fe animal, 1952).
los modos sean objetivamente lo que
parecen. Por lo tanto, este R. se dis (ingl. r e c e p tiv ity ; franc.
R e c e p tiv id a d
tingue netamente del R. crudo y para réceptivité; alem. Receptivitat. ital. ri-
señalar la distinción se puede denomi cettivita). La posibilidad de las afec
narlo con propiedad R. transfigurado” ciones (véase) o sea la de acoger o
(Principies of Psychotogy, § 472). sufrir acciones. En este sentido, Kant
c) El nuevo R., defendido en ,un vo considera la sensibilidad como “la R.
lumen colectivo por un grupo de pen de nuestro -4nimo para recibir represen
sadores estadounidenses (E. B. Holt, taciones, esto es, para sufrir afecciones
W. T. Marwin, W. P. Montague, R. B. de un modo cualqi "era” (Crít. R. Pura,
Perry, W. B. Pitkin, E. G. Spaulding, Lóg. trasc., Intr., I). Lo mismo que
The New Realism; 1912). Esta forma pasividad. Es lo contrario de espontar
de R. se basa en el principio que enun neidad (véase) o actividad (véase).
cia que la relación cognoscitiva no mo
difica a los entes entre los cuales se R e c e p to r (ingl. receptor). Término de la
establece y que, por lo tonto, el hecho psicolojgía contemporánea que indica
de que los entes conocidos se nos apa cualquier órgano o estructura por el
rezcan sólo en relación con nosotros, cual recibe el organismo los estímulos.
no implica que su ser se agote en esta Son R. tanto los órganos de los sen
relación. Según el nuevo R., entes ob tidos (por ejemplo, el ojo, el oído, etc.)
jetivos son también los conceptos abs como las estructuras nerviosas que re
tractos de los que se vale la ciencia y ciben estím u lo s por la piel, por los
el error mismo es un hecho objetivo músculos, por las articulaciones, etc.
debido a una distorsión fisiológica. Un Los primeros se denominan exterocep-
punto de vista análogo a éste y como tores, los segundos propioceptores. A
éste inspirado por las corrientes de la veces se habla de enteroceptores para
fenomenología y del logicismo ha sido indicar los R. situados en las visceras.
defendido por Nicolai Hartmann en una (lat. reciprocatio; ingl.
R e c ip ro c a c ió n
serie de obras a partir de los Grundzüge recip ro ca tio n ). En la lógica del si
einer Metaphysik der Erkenntnis (1921; glo xvn, un modo de refutación que
trad. esp.: Rasgos fundamentales de consiste en usar contra el adversario el
una metafísica del conocimiento, Bue mismo argumento que éste ha usado,
nos Aires, 1950). Constituyen el R. de demostrando así que el argumento mis
Hartmann las dos tesis siguientes: 1) mo es vicioso (cf. Jungius, Lógica Ham-
la relación cognoscitiva es extrínseca al burgensis, 1638, VI, 16, 20).
993
R e c ip ro c id a d d e a c c ió n
R e c titu d
Reciprocidad de acción (ingl. reciprocity ; p. 482) de Lotze: "La acción recíproca
franc. reciprocité; alem. Wechsetwir- de las sustancias finitas en el mundo
kung; ital. reciprocitá d'azione). Es el se puede entender sólo en el caso de
principio de la relación universal de las que sean partes de una sustancia infi
cosas en el mundo, principio por el cual nita que las abraza a todas en sí mis
constituyen una comunidad, un todo ma.” Esta noción se encuentra con fre
organizado. La acción recíproca, por lo cuencia en las concepciones espiritua
tanto, no tiene nada en común con el listas del mundo y no es más que la
principio de acción y de reacción enun transcripción, en términos moderniza
ciado por Newton. Kant hace de la dos, de la simpatía universal (véase
acción recíproca un principio puro del s i m p a t í a ) que las concepciones mágicas
entendimiento y ve en ella la tercera (véase m a g i a ) admitían entre las cosas
analogía de la experiencia (véase), que del mundo. No nos debe asombrar, por
se expresa diciendo "todas las sustan lo tanto, que Schopenhauer afirmara
cias, en cuanto pueden ser percibidas que "la acción recíproca no existe",
en el espacio simultáneamente, están ya que "presupondría que el efecto fue
entre sí en una acción recíproca uni ra a su vez la causa de su causa y que
versal”. Así como la sucesión temporal lo que sigue sea al mismo tiempo lo
encuentra su fundamento en la rela que precede” (Über die vierfache Wur-
ción causal, de igual manera la simulta zet des Satzes vom zureichenden Grun-
neidad temporal encuentra su funda de, 1813, § 20; trad. esp.: La cuádruple
mento en la R. de acción entre las sus raíz del principio de la razón suficiente,
tancias. Kant dice: "Sin comunidad 1911).
toda percepción (de los fenómenos en
el espacio), se separaría de las otras y R e c íp ro c o (ingl. reciprocal; converse;
la cadena de representaciones empíri franc. réciproque; alem. reciprok; ital.
cas, o sea la experiencia, debería co reciproco). En lógica se denomina re
menzar desde el principio en cada nue cíproca a la proposición obtenida me
vo objeto, sin que la precedente pudiera diante la conversión de la proposición
coaligarse o encontrarse con ella, en lo dada, o sea mediante el cambio del su
más mínimo, en relación temporal” jeto con el predicado. El término la
(Crít. R. Pura, Analítica de los princi tino tradicional para tal proposición es
pios, III, 3). El sentido de la relación el de conversa, que fue adoptado por
recíproca es más adelante así aclarado Boecio (De syltogismo categórico, P.
por Kant (loe. cit.): "La palabra Ge- L., 64, col. 804; cf. Hamilton, Lectures
meinschaft [= comunidad] tiene un on Logic, II, p. 259). En cambio por
doble significado, es decir, puede signi "inversa” se entiende comúnmente la
ficar tanto communio, como commer- n e g a tiv a de una proposición. Véase
cium. Aquí nos servimos de tal palabra CONVERSIÓN.
en el segundo sentido, como comuni R e c o n c ilia c ió n , véase SÍNTESIS.
dad dinámica, sin la cual, incluso la
espacial (communio spatii) nunca po (ingl. recognition, <u>
R e c o n o c im ie n to
dría ser conocida empíricamente”. No knowledgment; franc. reconnaissance;
nos debe causar asombro que la filoso alem. Anerkennung; ital. riconoscimen-
fía de la naturaleza del romanticismo to). 1) En general, conocer algo como
haya dado preferencia a esta noción, de lo que es. En este sentido se dice, por
carácter nítidamente metafísico y espi ejemplo: "Lo he reconocido por un
ritualista. Schelling a f i r ma (System ladrón.” O bien "Reconozco lo justo de
der transzendentalen Idealismos ["Sis esta observación.”
tema del idealismo trascendental”], p. 2) Uno de los aspectos constitutivos
288) que "La relación de causalidad no de la memoria en cuanto le son dados
es construible sin la acción recíproca” los objetos como ya antes conocidos.
y Hegel (Ene., § 154 ss.) ve en el paso Véase m e m o r i a .
de la causalidad a la acción recíproca
el paso de la necesidad a la revelación (gr. ÓO0ÓTT15, «axóoBtooi?; lat.
R e c titu d
de la necesidad, o sea a la libertad. rectitudo; ingl. rectitude; franc. recti-
Lo que esto significa se expresa con tude; alem. Rechtlichkeit; ital. rettitu-
toda claridad en el Microcosmos (III2, dine). El criterio o la medida racional
994
R e c u e rd o
R e d u c ib ilid a d , a x io m a d e
de las cosas, esto es, el principio para sos, retomo que se verifica cuando los
juzgarlas. Platón dice, por ejemplo, remedios que la Providencia dispone
que “La R. del nombre es la que nos contra la corrupción de los estados fal
muestra la cosa tal como es” (Crat., tan o no obran eficazmente. El R. con
428 e), entendiendo que éste es el cri siste en la vuelta de los hombres al sal
terio para juzgar acerca de la correc vajismo, en su retomo a la dureza de
ción del nombre. Aristóteles usa en el la vida primitiva que los dispersa y
mismo sentido la expresión recta ra los reduce, hasta que el escaso número
zón ( 6 q 0 o ; \óyo<;) e identifica a la recta de hombres que quedan y la abundan
razón con la sabiduría (Ét. Nic., VI, cia de las cosas necesarias a la vida
13, 1144 b 23). Pero fueron sobre todo hacen posible el renacimiento de un
los estoicos los que dieron un significa orden civil, nuevamente fundado en la
do técnico al término, entendiéndolo religión y en la justicia (Scienza Nue
como "la conveniencia o el bien mismo, va, 1744, Conclusión; trad. esp. [de la
que consiste en lograr el acuerdo con 1* ed.]: Ciencia nueva, México, 1941,
la naturaleza” (Cicer., De Fin., III, 14, F.C.E.).
45). Ya que el acuerdo con la natura
leza es el criterio de toda valoración, R e d u c c ió n (ingl. reduction\ franc. ré-
la R. no es más que este criterio. En duction; alem. Reduktion; ital. riduzio-
sentido análogo, Duns Scoto denominó ne). 1) La transformación de un enun
rectitudines a las proposiciones teoló ciado en otro equivalente más simple
gicas, en cuanto suministran el conoci o más preciso o tal que logre revelar
miento del recto comportamiento del la verdad o la falsedad del enunciado
hombre frente a Dios (Op. Ox., Pról., originario. En este sentido se habla de
q. 4, n. 31). “R. al absurdo” o de "R. a los pun
En nuestros días, Heidegger ha opues tos esenciales”, etc. Véase a b d u c c ió n .
to la R. a la verdad entendida como 2) La explicación que consiste en con
revelación del ser. Según Heidegger, fue siderar determinados órdenes de fenó
Platón el que hizo prevalecer por vez menos como sujetos a las leyes, mejor
primera el concepto de la verdad como establecidas o más precisas, de otro
R., es decir, como criterio del juicio orden de fenómenos; por ejemplo, la
humano y, por lo tanto, fue Platón el que consiste en considerar los fenóme
que preparó el terreno para el naci nos orgánicos coi o sujetos a las leyes
miento del subjetivismo moderno” ("Die de los fenómenos físicos y estos últi
Zeit des Weltbildes”, 1938, en Holzwege mos como sujetos a las leyes de los
["Los caminos del bosque”], 1950, pági fenómenos mecánicos. Acerca de este
na 84). tipo de explicación, cf. E. Nagel, "The
Meaning of Reduction in the Natural
R e c u e rd o , véase MEMORIA. Sciences”, en Science and Civilisation,
ed. R. T. Staufer, 1949, pp. 99-138).
R e c u r r e n c ia (ingl. recurrence; franc. ré- 3) Por R. fenomenológica entendió
currence; alem. Recurrenz', ital. rico- Husserl a la propia epoché fenomeno
rrenza). 1) Lo que vuelve a acaecer o lógica, o sea la neutralización de la
se repite a intervalos, regulares o irre actitud natural o la puesta entre parén
gulares. En este sentido se denomina tesis del mundo (Ideen, I, §§56ss.). A
recurrente un acontecimiento que se veces, más particularmente, entendió
repite, más o menos del mismo modo, por R. al momento positivo de la epo
a intervalos dados.
2) Se aplica también este término al ché, esto es, el de la reflexión interna
razonamiento reflexivo o que se refiere sobre el acto, que busca aprehender al
a sí mismo y que da lugar a las anti acto mismo en su intencionalidad (cf.
nomias lógicas. Véase a n t i n o m i a s . especialmente Die Krisis der europai-
3) En matemática, se entiende por schen Wissenschaften [“La crisis de las
“razonamiento por R.” al principio de ciencias europeas”], 1954, p. 247).
la inducción matemática. Véase i n d u c 4) Para R. a los principios, véase re
c ió n MATEMATICA. to r n o , 2.
995
Reduplicación
Reflexión
(gr. ¿jtocvafitjiXcoffi;; lat. re-
R e d u p lic a c ió n el entendimiento tiene de sí; 2) como
duplicatio; ingl. reduptication; franc. conciencia; 3) como abstracción.
réduplication; i tal. reduplicazione). Con 1) Aunque sin usar el término R.,
este término que significa predicación Aristóteles admite el hecho obvio de
repetida se indicaban en lógica algunas que el entendimiento “puede pensarse
palabras usadas para relacionar el pre a sí mismo” (De An., III, 429 b 9). Los
dicado con el sujeto, por ejemplo: co escolásticos expresaron esta posibilidad
mo, en cuanto, en la calidad de, etc. con el término “R.”. Santo Tomás dice:
Ejemplo: "el hombre como animal es "Ya que el entendimiento reflexiona so
mortal”. Las proposiciones en que recu bre sí mismo, según esta R. entiende
rre la R. se denominan reduplicativas tanto su entender como la especie me
(Aristóteles, An. Pr., I, 38, 49 a 26; diante la cual entiende” (S. Th., I, q. 85,
Duns Scoto, In An. Pr., I, 35, en Opera, a. 2). Y también atribuye a la R. una
I, p. 32,7 a ; Jungius, Lógica Hamburgen- función específica, ya que el entendi
sis, II, 11, 22). miento, que tiene por propio objeto lo
universal, no puede entender lo particu
(ingl. reference; alem. réjé-
R e fe re n c ia lar sino reflexionando sobre sí mismo
rence; alem. Bericht• i tal. rifenmen y considerándolo, para abstraer lo uni
ia). 1) En general, el acto de poner un versal (Ibid., I, q. 86, a. 1). Pero, sin
objeto cualquiera en una relación cual embargo, la R. no es considerada aún
quiera con otro objeto. En este sentido por los escolásticos como fuente autó
el término tiene un significado muy noma de conocimiento. Esto ocurre por
extenso: un mismo objeto, por ejem vez primera con Locke.
plo, un comportamiento, puede ser re 2) Con Locke se inicia el concepto
ferido a su autor, a sus efectos, a su de la R. como conciencia. Según Locke,
fin, a sus intenciones, a sus condicio la segunda de las fuentes principales (la
nes, etc. El sentido específico de la R., primera es la sensación) de las que
o sea de la relación que ella establece, el entendimiento extrae sus ideas es la
es aclarado o sugerido por el contexto R., entendida como "la percepción de
en cada caso. las operaciones interiores de nuestra
2) Más particularmente se denomina propia m ente..., cuando el alma refle
R. al acto que establece la relación en xiona sobre ellas y las considera, pro
tre el símbolo y su objeto, o sea el veen al entendimiento de otra serie de
acto de la interpretación (véase). So ideas que no podrían haberse derivado
bre todo Ogden y Richards han sido de cosas externas: tales las ideas de per
los que difundieron en este sentido el cepción, de pensar, de dudar, de creer,
uso del término, e identificaron sin más de razonar, de conocer, de querer, etc.”
la R. con el pensamiento y ambos con lo (Essay, II, §4). Locke denomina asimis
que ellos denominaron el significado mo sentido interior a la R., la cual, en
cognoscitivo (The Meaning of Meaning, este sentido, no es más que la concien
10? ed., 1952, pp. 9 ss.). En el ámbito cia, nombre que le fue aplicado a me
de este significado, los autores mis nudo por los filósofos ingleses poste
mos han denominado referendo (refe- riores. La definición de Vauvenargue»:
rendi) al vehículo o al instrumento de "La R. es el poder de replegarse sobre
un acto de R. y referente (referent) las ideas, de examinarlas, de modifi
al objeto hacia el cual el acto de R. carlas o de combinarlas de modos dife
se dirige. rentes; es gran principio del razona
miento, del juicio, etc.” (Intr. á la con-
R e fe re n te , véase R EFE R EN C IA .
naissance de t'esprit humain, 1746, I, 2)
R e fle ja , a c c ió n , véase A C CIÓ N R E F L E JA .
y la de Leibniz: “La R. no es más que
la atención a lo que está en nosotros,
Reflexión (ingl. reftection; franc. ré- en tanto que los sentidos no nos dan, en
flexion; alem. Reflexión; ital. riflessio- efecto, lo que nosotros llevamos ya con
ne). En general el acto o el procedi nosotros” (Nouv. Ess., Avant-propos),
miento con el cual el hombre toma en tienen el mismo significado, o sea: la
consideración sus mismas operaciones. R. es conciencia. Con este término, pre
Este concepto ha sido determinado de cisamente, fue definida por Kant. "La
tres modos: 1) como conocimiento que R. (reflexio) —dijo— no mira a los
996
a
Reflexión
1940; trad. esp.: Los reinos del ser, tencia o realidad. Acerca de este pun
México, 1959, F.C.E.). to, la doctrina de Aristóteles es igual
mente confusa. Aristóteles distinguió
R e in o d e los fin e s , véase F IN E S . tres especies de R.: 1) las R. cuanti
tativas, como las expresadas por doble,
R e ite ra c ió n , véase R E P E T IC IÓ N . mitad, etc.; 2) las R. potenciales que
R e la c ió n (gr. xó jiqó; ti; lat, ad aliquid,
consisten en una potencia activa o pa
relatio; ingl. relation; franc. relation', siva, como el ser causa o causado, cor
alem. Retalian; ital. retazione). El mo tar o ser cortado, etc.; 3) las R. que
do de ser o de comportarse de los tienen su término en un objeto real,
objetos entre sí. Esta definición no es como la medida con referencia a lo
más que una simple aclaración verbal mensurable, el conocer con respecto a
del término, que en general no puede lo cognoscible, la sensación con refe
ser definido de otra manera, es decir, rencia a lo sensible (Met., V, 15, 1020 b
25). Esta distinción parece implicar ya
definido fuera de las interpretaciones la existencia de R. reales, las de las
específicas que los filósofos le han da especies segunda y tercera y, en efecto,
do. Ésta es, por lo demás, la definición el mismo Aristóteles dice: "algunas R.
rectificada que Aristóteles diera de la se encuentran necesariamente dentro
R., como aquello “cuyo ser consiste en o en tomo de las cosas a las que se
comportarse de una determinada ma refieren” y "que tal es el caso de la
nera hacia algo cualquiera" (Caí., 7, disposición, de la posesión y de la si
8 a 33), que coincide “sustancialmente metría” {Top., IV, 4, 125a 33). Sin em
con la de Peirce: “La R. es un hecho bargo, buena parte del capítulo de las
acerca de un determinado número de Categorías dedicado a las R. debate el
cosas” (Coll. Pap., 3.416). problema de si entre las R. hay sustan
Los dos problemas fundamentales cias, y la conclusión, si bien no categóri
que ha planteado el concepto de R. y ca, es negativa: por cierto no existen,
de cuyas soluciones dependen las deter entre las R., sustancias primeras y tam
minaciones del concepto mismo, son bién las sustancias segundas difícilmen
los siguientes: 1) En el concepto de te se puede decir que sean R. (Cal.,
relación ¿deben considerarse incluidas 7, 8b 15). Por 1 demás, uno de los
las determinaciones sustanciales (esen argumentos aducidos por Aristóteles en
ciales y cualitativas) o tales determi contra de la doctrina de las Ideas es
naciones deben ser excluidas del con que llevaría a admitir la realidad de
cepto mismo? 2) ¿Constituyen las R. en las R. y allí donde "la R. es menos que
tidades reates o son sólo entidades todas las cosas, naturalezas o sustan
mentales? Es obvio que los problemas cias, resulta después la cualidad y can
resultan interdependientes y acerca del tidad y es, más bien, una determina
fundamento de las respuestas que han ción de la cantidad, según se ha dicho,
recibido en el curso de la historia se pero no materia” {Met., XIV, 1, 1088 a
pueden distinguir tres doctrinas funda 21). Es obvio que, en este caso, Aris
mentales: A) la doctrina que admite tóteles sólo considera las R. de la pri
la objetividad y la realidad de las R.; mera especie, pero su afirmación no
B) la que niega la realidad y la obje
tividad de las R.; C) la que admite la está condicionada por limitación algu
objetividad de las R., pero no su rea na. Por lo tanto, no es de extrañar que
lidad. a Aristóteles hayan apelado luego tanto
A) Platón admitió ciertamente la ob los que negaban como los que afirma
jetividad de las R., pero es dudoso que ban la realidad de las R. Plotino re
admitiera su realidad. “Quiero que ad produjo la doctrina aristotélica con las
mitas —dice— que de algunos entes mismas confusiones (Enn., VI, 1, 6).
se deba decir que son únicamente per La escolástica cristiana la estilizó en la
sí y otros, en cambio, que se hallan distinción entre R. de razón, R. poten
siempre en R. con otros” (Sof., 255 c-d). cial y R. real, distinciones que corres
Pero los entes en R., como lo diferente ponden exactamente a las especies dis
y lo idéntico, no son el ser (Ibid., tinguidas por Aristóteles. Pero la esco
255 c-d), lo que también podría querer lástica cristiana tenía intereses teoló
decir que no tienen, como tales, exis gicos, y hubo, ñor lo tanto, de utilizar
1001
Relación
del dedo con referencia a las otras par C) La tercera concepción fundamen
tes del cielo existirían otros tantos nue tal de las R. es la que las considera
vos respectus en estas partes, que son como objetivas, aunque no reales. Oc
infinitas y, por lo tanto, infinitos nue cam, que fue el crítico más decidido
vos accidentes” (Quodl., VI, q. 8; In de la realidad de las R., había afir
Sent., II, q. 2, Y). Por motivos análo mado asimismo, y a su manera, el ca
gos, todo cuerpo contendría infinitas rácter objetivo. "No es el entendimien
realidades, ya que todo cuerpo puede to —decía— el que hace a Sócrates si
ser considerado doble con respecto a milar a otro hombre, como no es el
su mitad y esta mitad doble de su mi entendimiento el que lo hace blanco”
tad y así sucesivamente (Quodl., VI, (In Sent., I, d. 30, q. 1 P), lo que quiere
q. 10; Summa Log., I, 50). Sin embar decir que la R. como intención o con
go, Occam no afirmó el carácter pura cepto del alma, se refiere a más cosas
mente mental de las R., como lo había aisladas o es pluralidad de cosas aisla
hecho Avicena (véase supra). Esta doc das "como el pueblo es pluralidad de
trina se rehizo en el ámbito del carte hombres y ningún hombre es pueblo"
sianismo. Fue defendida por Locke, que (Ibid.). Sin embargo, en estas afirma
consideró las R. como ideas complejas, ciones, como en las de Locke y otros
consistentes "en la consideración y com que insistieron acerca de la referencia
paración de una idea con otra” (Essay, objetiva de la R. (como concepto o
II, 12, 7) y reconoció explícitamente su idea) tal referencia es entendida como
carácter subjetivo, aun no excluyendo referencia a la realidad.
su referencia a las cosas. " .. .no tenien La característica de la doctrina mo
do los modos mixtos y las R. otra reali derna al respecto es que la objetividad
dad que la que tienen en la mente de de la R. no implica su realidad, esto
los hombres, nada se requiere de esa es, que el reconocimiento de la obje
clase de ideas para que sean reales, sino tividad de la R. no significa que inter
que estén formadas de tal manera que venga en todo caso entre cosas o enti
haya una posibilidad de existencia con dades reales. Este sentido de la R. está
forme a ellas” (Ibid., II, 30, 4). Leib- estrechamente relacionado con el sig
niz, a su vez, afirmó que la realidad nificado que el ser predicativo ha ad
de las R. es mental o fenoménica (Nouv. quirido en la lógica contemporánea
Ess., II, 12, 7) y que, por lo tanto, "tie (véase ser). Desde este punto de vista,
nen una realidad dependiente del espí la totalidad de la matemática y la to
ritu, como las verdades, pero no del talidad de la lógica han sido definidas
espíritu de los hombres, porque hay como "ciencias de la R.” (véase lógi
una inteligencia suprema que las deter ca; matemática). En particular y por
mina a todas en todos los tiempos" lo que se refiere a la lógica, tanto el
(Ibid., II, 30, 4). De conformidad con cálculo proposicional como el de las
este mismo concepto, Wolff definió la clases pueden ser considerados como
R. como "lo que no conviene a la cosa versando exclusivamente en R., desde
absolutamente, pero que se entiende el momento que R. son los conectivos:
sólo cuando es referida a otra cosa” e, o, no, s i... entonces, de los que se
(Lógica, §856) y añadió que la R. "no ocupa el cálculo proposicional y R. son
agrega realidad alguna al ente” (Ibid., las entidades de las cuales se ocupa el
§857). La subjetividad de las R. es, álgebra de las clases. No obstante,
más tarde, el principio fundamental del el cálculo de las R. constituye también
kantismo ("Si suprimiéramos nuestro una rama específica de la lógica con
sujeto o incluso sólo la naturaleza sub temporánea, rama que ha adelantado
jetiva de los sentidos en general, toda especialmente gracias a E. Schróder
la naturaleza, todas las R. entre los (Algebra der Logik, 1895) y a Peirce
objetos en el espacio y en el tiempo, ("The Logic of Relatives”, 1897, Coll.
e incluso el espacio mismo y el tiempo Pap., 3.456-526). En este sentido restrin
desaparecerían”; Crít. R. Pura, §8) y gido, se entienden por R. las funciones
en el mismo principio (la mayoría de proposicionales, diádicas o poliádicas,
las veces considerado implícitamente) o sea con dos o más variables, que se
está fundada buena parte de la filoso escriben en la forma f ( x, y) o, con
fía contemporánea. mayor frecuencia, en la forma xRy.
1003
R e la c ió n d e c o sas
R e la tiv id a d , te o r ía d e la
Las características más generales de Mathematical Phitosophy, 1918. Para
la R. en este sentido son las siguien los aspectos matemáticos, cf. W. v. O.
tes : Quine, Methods of Logic, 1952, especial
1) Si i? es tal que intercede no sola mente §40.
mente entre x e y, sino también en
tre y y x, la R. se denomina simétrica. R e la c ió n de c o sa s, véase ESTADO DE COSAS.
Simétrica es, por ejemplo, la R. entre
dos hermanos. En el caso contrario (ingl. relational; alem. rela-
R e la c io n a l
la R. se denomina asimétrica. Las R. tional; ital. relazionate). Lo que es una
"primera”, “después”, “a izquierda de” relación o concierne a una relación. El
son asimétricas. adjetivo excluye el significado relati
2) Si R es tal que cuando x tiene vista que el término relativo (véase)
la R. R a y e y tiene la R. R a z, tam puede tener. Por lo tanto, es usado so
bién x tiene la R. R a z, se dice tran bre todo por los filósofos que, aun in
sitiva. Son transitivas las R. “menor”, sistiendo acerca de la importancia de
"precede”, “a izquierda” ; es intransitiva la relación, no pretenden llegar a con
la R. de paternidad. clusiones relativistas. N. Hartmann ha
3) Si R es tal que ningún término distinguido, a este respecto, entre rela-
está en la R. R consigo mismo, la R. cionatidad y relatividad y así, por ejem
se denomina aliorrelativa. Son aliorre- plo, los valores están en relación con
lativas las R. "hermano”, "marido”, el hombre y con su mundo sin perder
“padre’, etcétera. su absoluta irrelatividad (Ethik, 1949,
4) Si R es tal que, dados dos térmi p. 140). El término relacionismo se usa
nos diferentes del campo, x e y, puede en Italia para indicar-una filosofía que
interceder entre x e y o entre y y x. considera la relación como el hecho
la R. se denomina coherente. Es cohe esencial del universo y del hombre,
rente la R. "mayor o menor", no es pero sin implicaciones relativist. cf.
coherente la R. “antepasado”. E. Paci, Dell’esistenzialismo al re. »■
5) El término x que tiene la R. R. nismo, 1957, pp. 45 passim).
a uno o más términos (y, 7 ..) se de R e la tiv id a d , te o r ía d e la (ingl. theory O,
nomina dominante, en tanto se llaman relativity; franc. théorie de la relati-
dominantes inversar los términos con vité; alem. Relativitátstheorie; ital.
los cuales el término x tiene la R. R, teoría delta relativita). Con este tér
o sea los términos y, z, etc. En la R. de mino se entienden dos cuerpos de doc
"paternidad", padre es la dominante, trina formulados por Einstein, el pri
hijos son las dominantes inversas. mero en 1905 con el nombre de R. es
6) El campo de una R. consiste en pecial y el segundo en 1913 con el nom
el conjunto de la dominante y de las bre de R. general. La R. especial gira
dominantes inversas. En el caso de la en tomo al reconocimiento que la elec-
R. de paternidad, el campo es el con pión de un sistema de referencia, indis
junto padre-hijos. pensable para realizar medidas, puede
7) Se dice que una R. implica otra, influir en los resultados de estas me
si ésta es válida cada vez que la pri didas y que no habiendo un sistema de
mera es válida. referencia privilegiado (o "absoluto”)
Estas nociones elementales definen como lo había creído la física clásica,
la naturaleza objetiva, pero no real, de es indispensable, por un lado, especifi
las R. tal como son constantemente car el sistema respecto al cual se rea
usadas por la lógica y por la matemáti liza la medida y, por el otro, hallar
ca contemporáneas. Se trata de carac fórmulas de transformación que hagan
terísticas que generalizan al máximo la válidas tales medidas también para
noción de R., permitiendo incluir en otros sistemas. La R. general es, sus
ella, y aclarar con ella, los conceptos tancialmente, la extensión del principio
más dispares (cf. Whitehead y Russell, de R. a todos los sistemas, aparte de
Principia mathematica, vol. I, 1925). los inerciates, para los cuales vale la R.
Para una exposición sumaria de la no especial y es, por lo tanto, y en sustan
ción de las R. en relación a los con cia, una teoría de la gravitación que
ceptos fundamentales de la matemática reduce la gravitación misma a una de
cf., del mismo Russell, Introduction to formación del continuo cuatridimensio-
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Relativismo
tiza la verdad o bien considera como ce a cero su valor intrínseco. Esta doc
continuamente confirmadas las creen trina fue sostenida por vez primera pea
cias por testimonios sobrenaturales, lo Critias, uno de los Treinta Tiranos de
mismo que las instituciones con las Atenas. Según Critias, "los antiguos
cuales se identifica, lo que vale igual legisladores fingieron la divinidad co
mente. Por lo tanto, desde el punto de mo una especie de inspector de las
vista de la filosofía, el reconocimiento acciones humanas, tanto buenas como
del origen divino o del valor absoluto malas, para que ninguno hiciera objeto
de la R. se realiza mediante la tesis de de injuria o traición a su prójimo, por
que la R. es revelación. Esta tesis es, temor a una venganza de los dioses”.
se puede decir, nada más que la expre Esta estratagema fue considerada ne
sión filosófica del valor absoluto que cesaria por el hecho de que "las leyes,
la R. se reconoce a sí misma. Este si bien desvían a los hombres del cum
punto de vista ha sido expresado con plimiento de abiertas violencias, no im
toda claridad por Hegel: “En el concep piden que las cometan a escondidas"
to de la verdadera R. —dijo—, o sea y de tal manera "cualquier hombre in
de la R. cuyo contenido es el Espíritu genioso y experto inventó para los hom
absoluto, está implícito esencialmente bres el temor hacia los dioses para que
que sea revelada, es decir, revelada por esto constituyera un espantajo para los
Dios” (Ene., §564). Y Hegel agrega que, malvados, aun para las cosas que a es
“si a Dios se le negara la revelación, condidas hicieran, dijeran o pensaran"
no quedaría otro contenido que atri (Sexto Emp., Adv. Math., IX, 54). Con
buirle que la envidia. Pero si la pala cepciones análogas se encuentran a me
bra espíritu debe tener un sentido, tal nudo en la historia de la filosofía y
sentido significa la revelación de sí” se pueden reconocer en el libértinismo
(Ibid., §564). El concepto que de la R. y en algunas corrientes de la Ilustra
diera Schleiermacher no es diferente: ción y del marxismo.
"El universo es una actividad ininte 3) La doctrina del origen humano de
rrumpida y se nos revela en todo mo la R. es la que la considera como una
mento. Toda forma que produce, todo formación humana, que tiene sus raí
ser al que da, por la plenitud dé vida, ces en la situación del hombre en el
una existencia particular, todo aconte mundo. Esta doctrina no se empeña
cimiento que pare d su seno siempre en atribuir una validez determinada a
rico y fecundo, es una acción que ejer la R. y está empeñada en compren
ce sobre nosotros y así, aceptar cada derla como un fenómeno humano y a
cosa en particular como una parte del expresarla en un concepto lo bastante
Todo, toda cosa finita como una ex amplio para comprender sus dispares
presión de lo Infinito, en ello consiste manifestaciones. La consideración de
la R.” (Reden über die Religión ["Char la R. desde este punto de vista se ha
las sobre la religión”], 1799, II). La mis orientado hacia dos tipos de explica
ma doctrina se puede expresar diciendo ción. El primero ha considerado la R.
que la R. es la experiencia de lo divino como una forma de satisfacción de la
y que, como toda experiencia, revela la necesidad teórica, o sea de la nece
realidad de su objeto. Este es el con sidad de conocimiento. El segundo ha
cepto que Bergson diera de la R. autén considerado la religión como sugerida
tica, o sea del misticismo: "Si las al hombre por la situación en que se
semejanzas exteriores entre los místi halla en el mundo y, por lo tanto, sus
cos cristianos pueden depender de una tancialmente por sus necesidades prác
comunión de tradiciones y de enseñan ticas. Una solución del primer tipo
zas, su acuerdo profundo es señal de fue la dada por Epicuro, que vio el ori
una identidad de intuición que se pue gen de la R. en las imágenes de los
de explicar más simplemente por la sueños y en la necesidad que el hom
existencia real del ser con el cual se bre tiene de explicar la regularidad de
creen en comunicación” (Deux sources, los movimientos celestes (Lucrecio, De
III). rer. nat., V, 1167ss.). La R. sería más
2) La doctrina del origen político contemplativa que práctica. Hobbes fue
de la R. reduce la R. misma a una es el primero en reconocer su origen prác
tratagema política, y por lo tanto redu tico. Haciendo suyo el dicho de Esta-
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Religión
ció "Primus in orbe déos fecit timar" conciencia que el hombre tiene de la in
( Theb.. III, 661) Hobbes reconoció la finitud de su ser y no de la limita
causa principal del surgimiento de ción" (Wesen der Christenthum [“La
la R. en el temor que produce en el esencia del cristianismo”], 1841, § 1).
hombre la incertidumbre del futuro, De análoga manera Max Müller veía
"...cuando se está seguro de que exis la existencia de la R. en la capacidad
ten causas por todas las cosas que han potencial humana para “aferrar lo in
sucedido o van a suceder, es imposible finito” ( Vorlesungen über den Vrsprung
para un hombre que continuamente se und die Entwicklung der Retigion
propone asegurarse a sí mismo contra [“Origen y evolución de la religión”],
el mal que teme y procurarse el bien 1880, p. 28). Aun cuando con estas ex
que desea, no estar en perpetuo anhelo presiones se pretendiera subrayar el
del tiempo por venir. Así que cada hom origen humano de la R., todavía se ha
bre, y en especial los más previsores, cía uso de conceptos que servían mejor
se hallan en situación semejante a la para expresar el origen divino y el va
de Prometeo.” La R. nace, según Hob lor absoluto de la R. misma. Por otro
bes (Leviath., I, 12) de este estado de lado, también en el campo de la inves
temor, como asimismo de la esperanza tigación sociológica, que comenzaba a
de ver asegurados los bienes de que se examinar las formas que la R. adquie
tiene necesidad y del deseo de lograr re entre los pueblos primitivos, se ma
un completo conocimiento del mundo. nifestó la tendencia a considerar la R.
Una doctrina análoga, aunque en for desde el punto de vista de la contem
ma más articulada, fue expuesta por plación, interpretándola como una con
Hume en la Historia natural de la re cepción del mundo (o filosofía) vulgar,
ligión (1757). La R. no surge de la con si bien no privada de determinada co
templación, sino del interés del hom herencia. E. B. Tylor vio la esencia
bre por los hechos de la vida, y por lo de la R. primitiva en el animismo (véa
tanto, de las esperanzas y de los ince se)i, o sea en la creencia en seres espiri
santes temores que le agitan. Suspen tuales que se consideran presentes en
dido entre la vida y la muerte, entre todas las cosas y como causa de todos
la salud y la enfermedad, entre la los acontecimientos (Primitive Culture,
abundancia y la privación, el hombre 1871). La R. sería, así, una metafísica
atribuye a causas secretas y descono de la naturaleza. En cambio, según
cidas los bienes de que goza y los ma Durkheim, sería una metafísica de la
les que de continuo lo amenazan ("Na sociedad; para Durkheim “es el mito
tural History of Religión”, II, en Es- que la sociedad hace de sí misma”, en
says, II, p. 316). Voltaire expuso el el sentido de que “la sociedad es la
mismo concepto así: "Es natural que realidad que las mitologías se han re
un país, asustado del trueno, afligido presentado bajo formas muy diferen
por la pérdida de sus mieses, maltra tes, pero que es la causa objetiva uni
tado por el país vecino, sintiendo todos versal y eterna de esas sensaciones sui
los días su debilidad, sintiendo en to generis de que está hecha la experien
do momento un poder invisible, haya cia religiosa” (Formes étémentaires de
dicho finalmente: ‘Existe fuera de nos ta vie retigieuse, 1937, p. 597). Esto quie
otros un ser que nos provoca el bien re decir que la R. primitiva consiste en
y el mal’ ” (Dictionnaire philosophique, atribuir a una supuesta realidad los
1764, art. "Religión”, II). mismos caracteres de la sociedad pri
Esta doctrina sufrió un eclipse hasta mitiva, o sea los caracteres que la so
los primeros decenios del siglo xx. Por ciedad primitiva considera esenciales
un lado, en efecto, el concepto román para sí misma. Estas tesis de Durkheim
tico de la R. como revelación o senti se fundan, sobre todo, en una inter
miento de lo infinito fue compartido pretación del totemismo. El tótem es,
también por los filósofos que negaban según Durkheim, el símbolo de la fuer
la validez de la R. Así, por ejemplo, za que sostiene al individuo, fuerza que
Feuerbach, transformando la teología es la sociedad misma, y en verdad la
en antropología, afirmó: "La R. es la sociedad primitiva toma de ésta todas
conciencia de lo infinito, por lo tanto sus categorías para la interpretación
no es ni puede ser otra cosa que la del mundo. De tal modo, la R. con
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Religión
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Representación