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Tra d u c c i ó n ele

JUAN JOS!t UTHILLA


RICHARD H. POPKIN

LA HISTORIA
DEL ESCEPTICISMO
DESDE ERASMO HASTA
SPINOZA

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MEXICO 118�

1
Primera edic ión en inglés, 1979
Primera edic ión en espaliol, 1983

Creative Commons

The HistonJ of Scepticism from Erasmus to Spinoza


Título original:
© 1 979, R ichard H. Pop k i n
Publicado p o r University of C a l i forn i a Press, Berkeley
I SBN 0-520-03876-2

D. R. © 1 983, FoNDO DE CULTUHA EcoNóMICA


Av. de la Universi dad, 975; 03100 México, D. F.

ISBN 968-16-1247-7

Impreso en México
Con amor a JuuE, JERRY,
MAGGI y SuE
y dedicado a l a memoria
de IMnE LAKATos
RECONOCIMIENTOS

EsTE estudio se h a desarrollado d urante los últimos d iez


años, y no sólo represe nta los resultados de los desc ubri ­
m i e n t o s d e l a ut o r. s i n o t a m b i é n l o s resultad o s d e la
ayu d a , el c on sejo y el aliento d e muchas personas e insti­
tuciones; por tanto, gran placer me causa a provechar esta
oportunidad para pode r dar las gracias a quienes en va­
rias formas m e h a n dado tan generosa ayuda.
Ante todo, deseo expresar mi agradecim iento a l Depar­
tamento d e Esta d o d e los Estados Unidos, que me conce­
dió becas Ful bright Researc h para la Universidad de Pa­
rís en 1 952- 1 95 3 , y p a ra la Univers i d a d de Utre c h t en
1 957-1 958, y a la Ameri can Ph ilosophical Society, q u e me
conced i ó becas en 1 956 y 1 958 para e fectuar mis i nvestiga­
ciones en Francia e Italia. Gracias a estas becas, p u d e te­
ner la oportunidad de examinar y estudiar muchos mate­
riales q ue no se h allan en este país [Estados Unidos] y pude
d ispo ner de periodos l ibres d e mis d e beres de enseflanza,
para concentrarme en l a preparación de este estud io .
D e s d e l a primera edición de esta o bra, he rec ibido be­
cas d e l American Council of Learned Soc i eties, la Ale­
x a n d e r K o h ut F o u n d a t ion, la J o h n S i m o n Gugge n h ei m
Foundation , la American Phil osoph ical Society, l a Memo­
rial Foundation for Jewish Culture y la N ational Endow­
ment for the Humanities, que me h a n ayudado a e n san­
char m i s c o n o c i m ientos y mi comprensión del escepti­
cismo moderno.
Estoy sumamente agradecido, asimismo, a l as muchas
bibliotecas d e los Estados Unidos y de Europa q ue me h an
perm i ti d o e mple a r sus instalaciones, especial mente l a
Biblioth eque Nati onale de Pa rís, la B ritish Library, l a B i­
blioteek van d e Un iversiteit van Utrecht, l a B i b l i oteca
Laurenziana d.e Florencia, la Rij ksbiblioteek de La Haya,
la Biblioteca de la Universidad de Amsterdam, el Institut ·
Cath oliq ue, de l a Biblioteca d e Toulo use, la Newberry Li­
bra ry, d e C hi cago, la Un iversity of California, S a n Diego
7
8 RECONOCI M IENTOS

Library, la Henry Hunti ngto n Library, la William Andrews


C lark Library of University of Califo rnia, Los Angeles y la
Olin Library de la Washington University, St. Louis.
Tengo una especial d euda d e gratitud para con el Insti­
tuto FiJ.osófi c o de la U nivers i d a d de Utrecht y con sus
miembros, los pro fesores Cornelia De Vogel y Karl Kuy­
p e rs, por su bondad al h ab e r logra do q u e este estudio
a pareciera en la serie d e l Instituto. Estoy feliz d e tener
este nexo permanente c o n l a Univers i d a d d e Utre c h t,
donde pasé un año tan grato y provechoso en 1 957-1 958, y
espero q ue este estudio constituya una indicación parcial
d e la gratitud que s i ento hacia l a U niversidad d e Utrecht
y sus filósofos.
Ta mbién tengo una gran d euda p ara con la State Uni­
versity de Iowa, y con el fin ado decano Walter Loechwing
del Graduate College, por su generosidad al poner a mi
d isposición ti empo, materiales y fo ndos para completar
este estud io.
Debo mi pri mer conocim iento e interés e n el escepti­
cismo y el papel q ue d es empeñó e n la filosofía mod ern a a
m i s ma estros, e s pe c i al m e nte a l o s pro fe soí·es J o h n H.
Randall y Paul O. Kristeller, d e la Columbia University, y
Charles W. Hendel, de la Yale Un ivers ity. Alentado por el
profesor Paul Weiss, d e Yale, me atreví a esbozar mis opi­
niones en una serie de artíc ulos que aparecieron e n l a
Review of Metaphysics. V aya m i agradecimiento a los mu­
chos sabios q ue pacientemente d i s cutiero n conmigo te­
mas acerca de la his to ri a del escepticismo, y que me d i e­
ron s u consej o y aliento para esta o bra. Entre otros, d es eo
d a r las gracias al finado abate Robert Lenoble, al finado
padre Julian-Eymard d ' Angers , al padre Paul Henry, al fi­
n a d o profesor Alexandre Koyré , al profesor Herbert Mar­
cuse, al finado profesor Bernard Rochot, a los profe sores
Leonora Cohen Rosenfield, André-Lo uis Leroy, René Pin­
tard , J e a n Orcibal, Hen ri Go uhier y Jean Greni er, al fi­
n a d o Imre Lakatos, al fin ad o Paul Schrecker, al fin a d o
Giorgio Tonelli, a P a u l O . Kristeller (q ue h izo muchas vá­
l i d as sugestiones sobre el man uscrito de este estudio), a
P a u l D i b o n , J . T a n s , a l a fi n a d a C . L o u i s e T h ij s s e n -
RECONOCIMIENTOS 9

Schoute y a Elisabeth La bro u sse. No hay d u d a d e q u e mu­


chas de estas personas no están de acuerd o con algunas
d .e las con clusiones a las que he llegado, pero sus d iscu­
S i o nes c o n migo han s i d o i n a pre c i a bles, ayu d á n d ome a
acl arar y d esarrollar m i s ideas. Asi mismo, deseo dar las
gracias a a lgunos de mis ex alumnos y colegas q ue me h a n
ayudado, especial mente a los profesores Gra h am Conroy,
George Arb a ugh, R i c h a rd Watson, Florence Wein berg
Philip Cummins, Ha rry M. B racken y Th eod ore Wald am :
q u e se h allaban en l a State University of Iowa cuando
e mpecé a escribir esta o bra .
Estoy sum amente agradecido al seii.or J ohn Lowenthal
Y a mi esposa, Juli et, q u e me han ayudado enormemente
en cuestiones d e formación d el man uscrito. Y d eseo ex­
presar mi agradecimiento a la seii.ora Mild red Keller y a
l a seüorita Joan Jones por sus arduos esfuerzos al meca­
nografiar la vers i ón final del manuscrito o riginal. Ta m­
bién d eseo dar las gracias a Melanie Miller por mecano­
grafiar el n uevo materi al para esta e d ición.
Tampoco q uiero d ej ar de expresar mi agradeci miento
al Moden� Scoolman, al Journal of Philosophy y al Archiv fur
Refonnations geschichte, por s u a uto rización para e mple ar
parte del materi a l q ue publiqué en otros estudios.
Por últi mo, y de l a mayor impo rtancia, deseo dar l as
gracias a m i familia -mi esposa Juliet y mis h ij o s Jeremy,
Margaret y Susan- por su fortal eza y paciencia a través d e
tod a s las pruebas, tri bulaciones y viajes d e l a utor y s u
manuscrito . Sin s u afecto, bondad y d i sposición a l s acrifi­
cio, nunca h abría podido completarse este estud io. Sólo
puedo esperar que el estudi o sea d igno de todas las d i fi­
cultades que les ha causado.
También d e seo d ar las gracias a l os profesores Donald
Fra me d e Columb i a Universi ty, John Watkins d e la Uni­
versity of London, y a varios críticos, entre o tros, q ue me
han llamado l a atención hacia varios aspectos que reque­
rían revisión.
25 d e junio d e 1963, La .Tolla, California
Febrero de 1979, St. Louis Missouri

.. \
\
PREFACIO

EL ESCEPTICisMo como visión filosófica, y no como serie d e


dudas concernientes a l as creencias religiosas tra d i c io na­
les, tuvo sus o rígenes en el antiguo pens amiento griego.
En el period o hele nísti co, las d iversas observaciones y ac­
titudes escépti cas d e los primeros pensadores griegos se
desarrollaro n en un conj unto de argumen tos para esta-
blecer si 1 ) n o era posible ningún conocimiento, o 2) si la
evi dencia era insufi ciente e inadecuada para determinar
si e ra posible algún conocimiento, y, por tanto, q u e había
q u e s uspender el j uicio sobre todas las cuestione s relati­
va s al c o n o c i mien to. La pri mera de estas o piniones es: ·

l l a m a d a e s c e p t i c i s m o acad é m i co ; l a segu n d a , e s cepti-


cisma pirro n i a no.
E l e s c e pti c i s m o a c a d é m i c o , l l a m a d o a s í porq u e fu e
form ulado en la Academia Platónica en el siglo m a.C., se
desarrolló a p a rtir de la observación socrática, " Sólo sé
que n o sé nada". Su formulación teórica se atrib uye a Ar­
cesilao, c. 3 1 5-241, a.C., y a Carnéades, c. 2 1 3 - 1 29 a.C., que
e l a boraro n u n a serie d e argu mentos d i rigidos b á s i ca ­
mente contra l as afirm aciones d e conocimiento d e l o s fi­
lósofo s estoicos, para mostra r q u e n o p o d í a conocers e
nad a. Tal como estos argumentos han llegado h asta noso­
tro s , especialmente en los escritos de Cicerón, D i ógenes
Laercio y San Agustín, el o bj etivo de los filósofos escépti­
- c os académicos e ra mostrar, mediante un grupo de argu­
mentos y acertijos d ialécticos, q u e los fi lósofos dogmáti­
cos (es d e cir, los fi lósofos que asegura ban co nocer alguna
verd ad acerca de la verdadera naturaleza de las cos as), no
podían conocer con absoluta certidumbre las proposicio­
n es q ue afirmaban conocer. Los académicos fo rmularon
una serie d e d i ficultades pa ra mostrar q ue la i n formación
que o btenemos por medio de nuestros sentidos p u e de ser 1
enga ñosa, que n o pod emos estar seguros de q u e nuestro
ra zon amiento es fided igno, y que no poseemos criterios ni
11
12 P REFACI O

normas ga ranti zadas p a ra determ i n a r cuál de nuestros


j u icios es verdadero o falso.
El pro blema básico e n cuestión es q ue c ualquier pro­
posición q ue e q u i valga a asevera r a lgún conoci miento
acerca del mundo c ontiene ci ertas afirmaciones que van
más allá de los informes puramente empíricos de lo q ue
nos parece q u e se trata. S i poseyéramos algún conoci­
miento, esto sign ificaría para los escépticos q u e conocía­
mos una proposi ción, a severando alguna afirmación no
empírica, o transempíri ca, de la que está bamos seguros
que no podía ser falsa. S i la proposición pudi era ser fa lsa,
entonces no merecería el nombre de conocimiento, sino
tan sólo el de opinión, e s decir, que así podría ser. Y como
l a evidencia de cualquier proposición semej ante esta ría
basada, segú n los escépticos, en i n fo rmación se nsorial o
en razonamiento, y como estas d o s fuentes h asta ci erto
grado no son dign as d e fe, y como no existe o no s e cono­
cen ningún criterio último o garanti zado del verdadero
conocimiento, enton c es s i e mpre q u e d a alguna duda de
que cualquier proposición no empírica o transempírica
sea absol utamente cierta y por ende constituy a un cono­
cimiento verd adero. Como resulta do, los escépticos aca­
dém icos d ijeron que nada es cierto. La mej or i n fo rmación
que podemos obtener sólo es probable, y d ebe j uzgarse de
acuerdo con las pro ba b i l i d ades. Por c onsigu i e n te , Car­
néades desarrolló un tipo d e teoría de l a verificación y un
tipo de probabilismo ún tanto similar a la teoría del "co­
nocimiento" científico de los pragmáticos y positivistas de
hoy.
El escepticismo de Arcesilao y de Carnéades dominó la
filosofía de la Academia Platónica h asta el siglo r a. C. En
el periodo de los estudios de Cicerón, l a Academia pasó
del escepticismo al eclecti c i smo de Filón de Larissa y An­
tíoco de Ascalón. Los argumentos de los académicos s u b­
sistieron principalmente por la presentación q u e de ellos
hizo Cicerón en sus A cademica y De Natura Deorum, y por
su refutación en l a o bra d e San Agustín Contra Académi­
cos, así como e n el sumari o hecho por Diógenes Laercio;
sin embargo, la sede d e l a activid ad escéptica se trasladó
P REFACI O 13
de l a Aca d e m i a a la escuela d e los escépticos pirrónicos,
q � e probabl � I;wnte estuvo asociada con la escuela Metó­
d i c a de Med1cma, en Alej andría.
El movimiento pirrónico atri buye sus comienzos a la le­
gend aria figura el e Pi rrón de Elis, c. 360-275 a.C. y a su clis­
cípu ! o T i 1:1 ó n , c . 3 1 5-225 a .C. Las c o s a s q ue ;� c u e n tan
.
de Pi rran m d 1can q ue no era un teorizante sino en cam-
bio, un ej emplo �ivo del comp � et � d u bi t � ti �o, d e i hom bre l)
qu � no se com¡� 10 mete con mngu n .lll . .
lCIO q u e vaya más (<01
� lla d e lo q ue simplemente indiquen las aparienci as. Sus
mtereses p arecen h a ber si do bási : ament � éti � o ? y mora- l
les, Y en este c a m p o trato_ d e e vitar la m fe l i c 1 d a d q u e
\•
p u e d e deberse a la aceptación d e teorías de valor, y a j uz-
gar d e acue rdo con ellas. Si tales teorías de valor resulta-
ran � udosas en algú n grado, aceptarlas y apli carl as sólo

(v
pod n a cond ucir a la angustia mental.
El pirroni � m � , como fo �· mulación teórica d el escepti- r
Cisma, e � atn bu1do a Enes1demo, c. 1 00-40 a.C. Los pirróni­
.
cos conside ra ban q u e tanto los dogmáticos como los aca­

]
démicos aseve raban demasiado, un grupo d i c i endo "Algo
puede conocerse", el otro diciendo "Nada p uede cono­
cerse". En c a mbio, los p i rrónicos pro p usieron suspender
el j u i cio en t� da s las c uestiones e n q � e pare � iese h a ber 1 J,
P I . uebas conflictiva s, m el uso l a cuestwn de s i podía s a- /' \
. . _
berse algo o no.
Edificando so bre el ti po de argumentos d es arro l l ados
por Arcesilao y por C arné ad es, Enesidemo y sus sucesores

1
compil aron una serie de "tropos" o modos d e proceder
para producir suspensión de j u icio so bre vari as cu estio­
nes. En los ún icos textos que se han conservado del mo­
vi mi : nto pirrón ico, los de sexto Empírico, se presentan
� n g1 upos d e dwz, . .
ocho, cmco y dos tropos, y cada con­
� u �lto ofrece las razones por las q ue se debe suspender el
>l .lll i C i o acerca d <: tod a preten s i ó �1 �e con oc � m.ien to q u e
. . _
1 {t.
pase d e las apa1 wnc 1 as. Los escepticos P l lTom cos trata-
ba �1 d e no c o mpro m e t � rse en n i ngu n a cuestión, ni s i-
.
qm era la de S I sus p ropiOs argumentos e ran vá lidos. Para
ellos, el escepticismo e ra una capacidad o actitud mental
de oponer la e videncia, en pro y en contra, acerca de tod a
1
M
1
14 PREFACIO

cuestión sobre lo que no era evidente, de tal manera q ue


se pudiese suspender e l j uicio sobre ella. Este estado
mental conducía entonces al e stado de ataraxia, q uietud o
imperturbabilidad, en que el escéptico ya n o se preocu­
paba ni interesaba por lo que estuviese más allá de las
apariencias. El escepticismo era una cura de la enferme­
dad llamad a dogmatismo o precipitac i ó n ; pero, a d i fe­
ren c i a del escepticismo académico, q ue llegaba a u n a
conclusión negativa dogmática a partir de s u s d udas el
esceptic istno pirroniano n � hacía tal afirmac ión, limitá n­
dose a dec 1_ r que el escept1c1smo
_ es una purga q ue lo e limina
todo , incluso él mismo . Así pues, el pirrónico vive indogmá­
ticamente, sigu iendo sus inclinaciones naturales, las apa-
riencias de q ue está consc iente y las leyes y costumbres d e
su sociedad. sin com prometerse nunc a con n ingú n j u ic io
acerca de ellas.
El :novimiento pirró n ico !1oreció por los alred edores
del ano 200 d.C., fecha a proximada e n que vivió Sexto Em-
pírico, y tuvo su principal a uge en la comunidad médica
q ue rode aba a Alejand ría, como antídoto a las teorías
dogmáticas, positivas o negativas, d e otros grupos médi­
cos. Su posición ha llegado h asta nosotros principalmente
en los escritos de Sexto Empírico, en sus Hipotiposis (Li­
neamientos del piTT01úsnw), y e n la obra, más extensa, Ad­
venus mathematicos, e n q ue toda clase de disciplinas,
desde la lógica y las m�temáticas hasta la a strología y la
gramática, son sometidas a una devastación escéptica.
Las dos posiciones escépticas tuvieron, al parecer, muy
poca influencia e n el. periodo poshelenístico. La opinión
pirrónica parece haber sido casi d esconocida en el Occi­
dente, hasta s u redescubrimiento en el siglo xvi, y la opi­
nión académica al parecer fue principalmente conocida y
_
considerada e n la forma e n q u e la trató San Agustín. An­
tes del periodo que estudiaremos, h ay ciertas indicacio­
nes . de � n motzf � scéptico, sobre tod o entre los teólogos
antlrracion, a les, JUdíos, mahometanos y cri sti anos. Este
movimiento teológico, q ue en Occidente culminó en la
obra de Nicolás de Cusa en el siglo xv, se valió de muchos
de los argumentos escépticos para socavar la confianza en
PREFACIO 15
el enfoque racional a la verdad y el conocimiento religio-
sos
E l periodo q u e trataré, 1 500- 1 675, ciertamente no es el
ú nico periodo que h a ejerc ido una repercusión escéptica
sobre el pensamien to moderno. Antes y después d e este
intervalo pueden encontrarse influencias importantes de
los antiguos pensadores escépticos. Pero yo afirmo que el
escept! cismo desem pefl a u n papel especial y diferente en
el pen�do que va desde l a Reforma 41 asta la formulac ión
d e la filosofía cartesiana;) un papel especial y d i ferente,
debido a que l a crisis i ntelectual producida por l a Re-
forma coincid ió e n el tiempo con el redescubrimiento y
reaplicación de los argumentos de los a ntiguos escépticos
griegos. En el siglo xvi, con el descubrimiento d e manus-
critos de Sexto, hay una reanudación del interés e n el e s-
cepti cismo antiguo y en la aplicación d e sus ideas a los
problemas de la época.
La selección d e Erasmo como punto de partid a d e este 1
estudio no se ha hecho porque haya alguna prueba de que i
fue el primero e n rei ntro d ucir materiales escé ptic os grie- ·

gos sino, antes bien, porq ue un problema planteado e n su r '


controversia con Lutero es ejemplo de la c uestió n deci-·
siva de los tiempos, a la cual se aplicaro n los antiguos ar- L
gumentos y teorías e scéptic as.
. �1 hincapié que hacemos en este estudio en la ren ova- T
cwn de i n teré s y consideración de los textos d e Sexto i
Empíric o no pretende menospreciar n i pasar por alto l a i
función colateral d esempeflada por a utores antiguos c omo '
D ióg_enes Laercio o C icerón al hacer que las opiniones e s- .
_
ceptlcas clásicas llamaran l a atención de los pensadores �
de los siglos XVI y XVII. Empero, los escritos d e Sexto pare- j
cen haber d esempeflado u n papel especial y predomi­
n ante para muchos de los filósofos, teólogos y hombres d e
ciencia aquí considerados, y Sexto parece haber sido l a
fuen te, d irecta o indirecta, de muchos de s u s argumentos,
conc eptos y teorías. Sólo en l as obras de Sexto aparece
una presentación completa de l a posición de los escépti-
cos pirróni cos, con todas sus armas d ialécticas enfocadas
contra otras tantas teorías filosóficas. N i l as presentado-
16 PREFACIO

nes del escepticismo académico q u e se encue ntran en Ci­


cerón y e� � an Agustín : n � los re �ú �e � e s de ambos tipos
de escepticismo, academico y p i rromco, q u e vemos e n
D iógenes Laercio, era n lo bastan te ricos para satisfacer a
q t_�i enes se interesaban e n la crisis escéptica del Renací­
miento y l a Reforma. Por tanto, pens adore s como Mon­
taigne, Mersenne y Gassendi buscaro n e n Sexto . m �teria-
les para enfrentarse a los problemas de su propia epoca.
Y, por consiguiente, se puede d escribir mejor l a crisis
como c1·ise pyrrhonienne que como crise academicienne.
Para finales d el siglo X VII, el gran escéptico Pien·e Bayle,
re fl e x io n an d o , p u d o ve r la re i n tro d u c c i ó n ele l o s a r­
gu mentos d e Sexto c o m o e l c o m i e n zo d e l a fi l o so fía
moderna. La mayoría d e los escritores d el periodo q ue
consideramos emplean el término "escéptico" como eq ui­
valente de "pirrónico", y a men udo aceptan la opin ión d e
Sexto, d e q ue l o s escépticos académico s no era n ve rdade­
ros escépticos sino, en realidad, d ogmáticos negativos. (A
este respecto, n otemos q ue el escéptico de fin ales del si­
glo X VII, Simon Foucher, se propuso reanimar el escepti­
cismo académico, y trató de d efenderlo de tales c argos.)
El periodo de la historia del escepticismo consi derado
en este volumen l lega hasta el escepticismo i rreligioso de
Spinoza y su ferviente oposición al e scepticismo episte­
mológico. Mi razón para limitar de esta manera el estudio
es q ue yo creo que e l escepticismo desempeüó básica­
mente una función h asta esta época, y otra después d e
e l l a . El hiperescepti cismo d e Descartes, incluido en su
hipótesis del demonio, inauguró una n ueva fas e de la his­
toria del escepticismo, fase que había d e ser desarrollada
por Pascal, Bayle, Huet y después Hume y Kierkegaard.
También la refutación d e l escepticismo hecha por Descar­
tes h izo que los escépticos volvieran su ataq ue contra su
sistema, y no contra sus enemigos tradicionales. Por con­
siguiente, h ubo que alterar los argumentos escépticos.
adaptá ndolos al nuevo enemigo, y en la última parte d el
siglo x vrn, el escepticismo cambió, de antiescolástico y an­
tiplatónico, a anticartesiano. Spinoza ofreció l a que sería
una de l a s res puestas h abit u a l e s a l escepticismo mo-
PREFACIO 17

derno. También l le vó el método escéptico de Descartes al


á mbito del pensamiento religioso, con resultados d evas­
tadores. Desde Spinoza, una de las principales funciones
del escepti c i smo h a sido oponerse a l a religión tradicio­
nal.
Cuando escribí el prefacio original d e esta obra, hace
q uince aüos, preví que tendría que escribir una serie de
estudios d e la historia del curso subsiguiente del escepti­
cismo epistemológico, incluyendo a los pri ncipal es pen­
sadores que d esempeüan una función en este desarrollo,
desde Spinoza, pasando por Hume y Kant, h asta Kierke­
gaard. Gra n parte d e este material h a sido examinado en
estudios míos, d e mis estudiantes y de otros. Así pues, no
estoy seguro d e que dichos volúmenes sean muy n ecesa­
rios. Mi propio interé s ha pas ado al estudio d e la h istoria
del e sceptici smo re ligioso. Tengo la intención de seguir
este volumen con otro acerca de Isaac La Peyrére y su in­
fluencia, y otro sobre milenarismo, mesianismo y escepti­
cismo.
En e ste estudio, dos términos claves s erán "esce pti­
cismo" y "fi d eísmo", y deseo ofrecer una indicación pre­
liminar sobre cómo deben entenderse estos términos en
el contexto de la obra. Como el término "escepticismo" ha
sido asociado en los dos últimos siglos con l a increduli­
dad, especialmente la incredulid ad en l as doctrinas cen­
trales d e la tradición j ud eo-cristiana, al principio puede
parecer extraü o leer que los escépticos de los siglos xvr y
xvn aseguraban, casi unánimemente, que eran sinceros
creyentes en l a rel igión cristi ana. Más adelante veremos
si lo eran o n o ; pero la aceptación de ciertas creencias no
contradice en sí misma su supuesto escepticismo, ya que
escepticismo significa una visión filosófica q ue plantea
dudas acerca de lo a decuado o fidedigno de las pruebas
que puedan ofrecers e para justificar alguna proposición.
El escéptico, sea en la tradición pirrónica o en la acadé­
mica, desarrolló argumentos para mostrar o sugerir que l a
evidencia, razones o p ruebas empleadas como fundamen­
tos d e n uestras diversas creencias n o eran enteramente
satisfa ctorias. Luego, los escépticos recomendaron la sus-
18 PREFACI O

pensión de j uicio sobre la cuestión d e si estas creenci as


era n ciertas; sin embargo, aún se pueden mantener las
creencias, pues tod a clase de factores persuasivos no de­
ben tomarse como evidencia adecuada de que la creencia
era cierta.
Por tanto, "escéptico" y "creyente" no son c l asifi cacio­
nes opuestas. El escéptico está pl anteando dudas a cerca
de los méritos racionales o evidenciales de l as j ustifica­
ciones dadas a una creenci a ; d u da de q ue se hayan des­
c ubierto o p u e d a n d e s c ubri rse ra z o n e s n e c e s a r i a s y
s u fi c ientes para mostrar q ue algun a creenc i a e n par­
tic ular tenga q ue ser verdad y no pued a ser falsa. Pero el
escé ptico, como c u a l q u i e r otro , p u e d e a c e ptar varias
creencias .
Aquellos a quienes cl asifico como fideístas son perso­
nas escépticas con respecto a la p osibi li d ad de que alcan­
cemos el conocimiento por medios racionales, sin que po­
seamos algunas verdades básicas conocidas por fe (por
ejemplo, verdades no basadas en algun a evidencia racio­
n al). Así, por ejemplo, el fideísta puede n ega r o d udar de
q ue p uedan ofrecerse razones n ecesarias y s u fi c i entes
para establecer la verdad de la proposición "Dios existe",
y sin embargo, el fideísta puede decir que sólo p uede sa­
berse q ue la proposic ión es c ierta si poseemos alguna
información por medio de l a fe, o si creemos en ciertas co­
sas. Muchos de los pensadores a q uienes yo d es eo clasifi­
car como fideístas sostuvieron q ue, o bien había factores
pers u asivos, que podían' inducir u n a creencia, pero no
pmbar ni establecer la verdad de lo que se cree, o bien que
después que se ha e ncontra do o aceptado l a propia fe,
p ueden encontrarse razon es para expli car o aclarar lo
q ue se cree, sin probarlo ni establecerlo.
El fi deísmo abarca un grupo de p osibles o p i n iones,
que van desde: 1 ) la d e una fe ciega que n iega a la razón
toda capacid ad de llegar a la verd ad , o de hacerla verosí­
mil, y que fundamenta toda certidumbre en una adheren­
cia completa e i ncondicional a algunas verdades revela­
das o aceptadas, hasta 2 ) la que da a la fe priori d ad sobre
l a razón. Esta última idea n iega a la razón toda certidum-
PREFACI O 19

bre c om pleta y absoluta de la verdad anterior a la acepta­


ción de alguna proposición o proposicion es por fe (es d e­
cir, admitir q ue todas l a s proposicione s racionales son
d udosas, h asta c ierto grad o, a ntes de aceptar algo por fe),
aun c uando la razón pueda desempeñar alguna función
relativa o probable en l a búsqueda o explicación d e la
verdad. Me parece que e n estas p osibles versiones de fi­
deísmo hay u n n ú cleo común, a s aber, q u e el conoci­
miento considerado como información que n o puede ser
falsa a � erca del m undo, es inalcanzable si 9ta aceptar algo
por fe, y q ue independie ntemente de la fe�.wpueden plan­
tearse dudas escépticas acei�éa d e tod a supuesta afirma­
ción de conocimie nto. Algunos pensadore s, por ej emplo
B ayle y Kierkegaa rd , han hecho presión sobre el eleme nto
de fe, insistiend o en que no puede h aber ninguna rel ac ión
entre lo que se a cepta por fe y c ualquier evidencia o ra­
zón q ue pueda d arse de los artículos d e fe. Pierre J urieu,
q u e primero fue c olega de Bayle y l uego su enemigo, re­
sumió esto al afirmar, Je le crois pm·ce queje veux le croi1·e
[Lo creo p orque q u iero creerlo]. No se piden ni se buscan
más razones, y lo q ue se acepta por fe p uede estar en opo­
sición a lo que es razonable o hasta demostrabl e. Por otra
parte, pensadores c omo San Agustín y muchos de los agus­
tinianos han insistido en que pueden d arse razones de la
fe después de que la hemos aceptado, y de q ue razones que
p ued e n producir l a fe pueden darse antes de la acepta­
ción de la fe, pero no d emuestran la verd ad de lo que se
cree. Yo clasifico como fideístas a las opin iones agustinia­
nas y kierkegaard ianas, ya que ambas reconocen que no
pueden encontrars e ni establecers e verdades indudables
sin. algú n elemento de fe, sea rel igiosa, metafísica o d e
otra índole.
El sentido q ue estoy e mpleando c o n•esponde, en mi-
opinión, al de muchos escritores protestantes que clasifi­
can a San Agustín, Lutero, Calvino, Pascal y Kierkegaard
como fideístas. Algunos escritores católicos, como mi buen
am(go el finado p adre Julien-Eymard d ' Angers, creen q ue
el término "fideísta" debe l imitarse a q uienes niegan a l a
razón todo papel o función e n l a búsqueda de l a verdad,
20 PREFACIO

antes y después de l a aceptación de la fe. 1 En este sentido,


San Agustín y acaso Pascal (y a lgunos inté rpretes d i rían,
q uizá Lutero, Calvin o y hasta Kierkegaa rd ) y a no pod rían
clasifica rse como fi de ístas.
La decisión de cómo definir la palabra "fideísmo" es
en parte terminológica y en parte doctrinal. La palabra
puede ser definida, obviamente, de varias maneras, para
que correspond a a d istintos usos. Pero e n la decisión d e
precisar qué significa e l término inte rviene una d istin­
ción básica entre el pensamiento protestante reformado y
el del catolicismo romano, ya que éste ha condenado al
fideísmo como herej ía, considerándolo como una falla bá­
sica del protestantismo, en tanto q u e los protestantes no
li berales han afirmado que el fideísmo es un elemento
básico del cristianismo fundamental, elemento que surge
en l as enseñanzas de San Pablo y San Agustín. Aunque el
empleo que yo le doy corresponde más al de los escritores
protestantes q ue al de los católicos, no i ntento así prej uz­
gar el asunto en c uestión, ni pasarme a un bando de p re­
ferencia sobre el otro. Al emplear el significado de "fi­
d e ís m o " q ue yo e m p l e o , he segui d o un uso bastan te
común d e la literatura e n i nglés. Además, c reo yo q ue este
uso hace resalta r más el elemento escéptico implícito e n
l a visión fideísta, concebida en términos generales. No
obstante, es obvio que si las clasificaciones "escéptico" y
"fid eísta" se definiera n d e otra manera , entonces varias
figuras a l as que yo clasifico así tendrían que q uedar cla­
sificadas de manera totalmente distinta.
E n este estudio, la a ntítesis d e escepticismo es "dog­
matismo", la opinión de que puede mostrarse una eviden­
cia p ara establecer que al menos una p roposición no em­
píric a no puede ser falsa. Como los escépticos a los que
considera remos aquí, c re o yo que pueden arroj arse dudas
sobre cualesquiera de tales pretensiones d ogmáticas, y
que tales p retensiones se basan, e n última i n stancia, en

' El padre J t\l i en-Eymard d'Angcrs anal i zó algunos d e n uestros d esac uerd os
a este respecto en su crítica d e este estud io, en XVII e Siéc/e, n úms. 58-59 ( 1 963),
pp. 1 05-109.
PREFACIO 21

algún elemento de fe, y no en la evidencia. De ser así, toda


opinión dogmá tica se vuelve hasta cierto punto fideísta.
Empero, s i esto fue ra demostrable, e ntonces el escéptico
estaría seguro de algo, y se volvería do.g mático.
Las simpatías del autor e stán d el lado de los escépticos
que ha e stu d i a do; pero al mostrar cómo c iertos elementos
de su visión conduj e ron al tipo de escepticismo sostenido
por Hume, no es mi intención a bogar por este res ultado
particular d e l desarrollo del nouveau PyTrhonism.e [nuevo
pirron ismo]. E n realidad, s iento mayor afinidad con q uie­
nes se valiero n de las visiones escéptica y fideísta de los
nouvea.ux Pyrrhoniens con propósitos religiosos, antes que
seculares, y he tratado d e hacer resaltar esto en otros es­
tud ios.
Por l a difi c ultad d e consegu i r algunas ele las fue ntes
materiales e n este país, y por el tiempo limitado que pude
pasar trabaj a ndo en las grandes bibliotecas de Euro �)a, he
tenido que depender más de lo q u e yo hu biese q uendo de
trad ucciones (ya fuesen a ntiguas, y de años recientes) y,
en algunos c asos, he tenido que depen � er de c itas ?� es­
tudios modern os. q u e no tuve oportumdad de venflcar.
Sin embargo, e spero que el lector considere este estudi ?
como un intento inicial por revel ar el p apel del escepti­
cismo en el pensamiento moderno, y que otros segu irán
adel ante, corrigiendo los d efectos o deficiencias q ue p ue­
dan encontrar aquí.
I. LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

U NA DE L A s ?ri�cipales vías. por las cuales entraron las opi­


.
niones esceptJcas de la antJgUedad en el pensamiento rena­
c�ntista tardío fue una qu <:rella central d e la Reforma: la
disputa por la n ?�;ma apropiada del conocimiento rel igioso,
o lo que se llamo la regla de fe" . Esta discusión planteó uno
• 1 de los probl � m � s clásicos d e los pirrónicos griegos, el pro­
.., ,-¡ ble ?'l a del cnterw �e l a verd ad.Con el redescubrimie nto, en
el siglo xvi, de escnt ? s .del !:_i rrónicogriego��extoEmpíri co;,
los a r� umentos y opmwnes de los escéptico·s -griegOs Jregii­
·
r�n a formar parte del meollo fil osófico d e las p ugna s reli­
giOsas que por 9 nt.onc.es estaban 9curriendo. El problema
de encoJ�trar un C!Ite�w d e verdad, planteado inicialmente
' en las. d �sputas teoJ2gicas, después surgió con relación al
C (H10CI �1 �e n�o natu �·af,:\cond uciendo a la crise pyrrhonienne
de comienzos . . del siglo XVII.
Las opinio.nes de Martín Lutero y su lucha con Erasmo
pueden considerarse brevemente como indicación de cómo
f�mento_ la Reforma el n uevo problema. No estamos di­
CI � ndo que el asunto surgió tan sólo en la época del rompi­
�uento de �utero con la Iglesia católica; en cambio, esa
ep ? ca c �nstituye un p unto de parti da -arbitrario- para se­
g �Ir l a mfluencia escéptica e n la forma ción del pensa-
..>:.:...�. nuen �o m _oderno, época que n o sólo seüala el conflicto entre
,.

; / ""-l los cntenos del conocimiento religioso de la Iglesia y d e los


' ,:·"'\1 r�f?rmadores, s �no también el tipo de l as difi cultades filo-
/ sofi cas que hab1a de gen erar el conflicto.
:.

-�
· Sólo gradualmente fue 'desarrollándose Lute ro de re-
fo �mador d entro de la estructura id eológica del cat�Iicismo
' a ,Jef� de la Reforma, que llegó a n egar l a autorid ad de la
Iglesia de Roma. En sus primeras protestas contra las in­
u ulgencias, la a utoridad papal y otros principio s caiólicos,
Lute �o arguyó en los términos d el criteri o aceptado de l a
Iglesia, � ue �as proposiciones rel igiosas s e j uzgan por su
conformidad con la tradición d e l a Iglesia , sus c oncilios y
los decretos papales. En las Noventa y cinco tesis, y en su
22

'

'f
1,
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 23

carta al papa León X, trató de most rar q ue, a j uzgarélpor las


norm as de la Igles ia al decid ir tales cuest iones , tenía :'/Ú
razón , y cierta s prácticas ecles iástic as y las j ustifi cacio nes �
que de ellas se d aban eran errón eas.
Sin embargo, e n el Colo q uio de Lei pzig d e 1 5 1 9 , y enyDe sus
m�a l
escri tos de 1 520, El Man�fiesto a la.No bleza Alern
1! r·
.
cautiverio de Babil onia enJa Iglesia, iLu��_ !:_o'dio el paso
d ec.J-
,sivo éll nega r la a utori d ad de la Igles ia en mate ria cono c i-: ' de fe t (
!Yrese ntar un crite rio radic alme nte disti nto del rolló ,
mien to relig ioso . Fue en este perio do cuan d o se desar y)�
·\\1.1 ele ser sólo un refor mado r más q ue ataca ba los abu�o s ��-<
corru pción ele una buroc racia decad ente, i.i�J�-d.e_.t,IJl9:ntos·
G ( vuelt a intel ectua l q ue h abía cde conm
;

' 1 ;l\ 11 1 ismos ele la c iviliza ción occí leáta


l >
nos
over los cimie·

cuenta con horro r


J ¡, S u rival en Leipz ig, Jgha nn Eck,
q ue Lutero :llegó hasta n gar 1a comp leta _auto ridad han
e del
Papa y los conci lio s;·a· affr:rñar q ue Ias doctr in as que
sido cond enad as por los conci lios pued en ser ciert as, y que
losc:on_c ilios pÚed en�er rar, pue_ s sólo están comp Luter uesto s por
hombres} En El ManUiesto a la Noble za Alem ana, o fue
más lejos aún, n egan do que el Papa p udies e ser l a únic a
autoridad en cues tione s relig iosas . Afirm ó, en camb io, que
���\¡to do el crist ianis mo sólo tenía un Evan gelio , u n Sacra-
disce r­
1' 1/ men to, que todo s los crist iano s tiene n "el podeder de fe",2 y q ue
¡ i J n i r y j uzga r lo que es j usto o inj usto en mate ria
la Escri tura es supe rior al Papa al deter mina r l as opini ones
a
as. En de Babi ­
y accio nes relig iosa apro piad Del cauti verio
lonia, Lute ro dej ó más en claro aún su básic a nega tiva del
criterio ecles iástic o de c on ocimi ento rel igioso :

(\\
t' [: . . ]vi que las opini ones tomis tas, sean aprob adas por el Papa o
por el conci lio, sigue n siend o opini ones y no se vuelv en artícu­
\l r los de fe, aun s i un ángel del cielo d ij era lo contr
ario. Pues lo

J/ ' El relato hecho por Eck del Coloq u i o d e L e i pzig de 1 519, t a l como a parece
en ed . por Henry Bettens on, Nueva York y
Documentos de la Iglesia Cristiana ,
Londres, 1 947, pp, 271-272.
El Manifiesto a la Nobleza Alema11a,
" Martín L u tero, tal como aparece citado
en Documentos de la Iglesia Cristiana,
p. 277.
p, 277.
" lbid.,
a,rr\.·y1 �
24 L A: CRISIS I NTEL ECTUA � DE LA REFORMA
- - -
q e se afi rma sin la autoridad de 1 � i � ra üde Iá �eve l ación � � �� �
-

\
,

' -' . od bligado


emostrada puede sostenerse como opinión, pero nadie está
-

a creer en ello. 4
. .

. --
-- --·------- · ······- · - --·

·
�-
'•
·
.
Y fi nal mente, Lutero a severó su nuevo criterio en la
forma más d ramá t i c a c u ando se negó a retra c tarse e n
la Dieta de Worms ele 1 52 1:
S u Maj estad Imperial y Sus Señorías exigen una respuesta sen­
c illa. Hela aq u í, llana y sin ambages. A menos q ue se me con-
venza d e e rror por el testimonio de la Escritura o bien (ya que
no confío en la autoridad no apoyada del Papa o d e los concilios,
p ues es claro que a menudo han errado y a menudo han caído en
contradicción) por man ifiesto razonamiento se me convenza
med iante las Escrituras a las que he apelado, y mi conciencia

f} quede ca utiva por la palabra de Dios, no puedo retractarme y


no me retractaré de nada, pues i r contra nuestra conciencia no
/, es seguro para nosotros ni depende de nosotros. Esto es lo que
sostengo. No puedo hacer o tra cosa. Que Dios me ayude. Amén.''

En esta declaración de libertad cristiana, Lutero dejó


sentado su n uevo criterio d el conocimiento religioso, el de
que la conciencia está obligada a creer que lo q ue lee en la
Escritura es cierto. A católicos como Eck, esto d ebió de
(parecerles totalmente increíble. Durante siglos, a severar
: que una proposición afirm aba una verdad religiosa signifi­
. caba que había sido autorizada por la tradi ción eclesiás-
�Ji ca, por el Papa y por �os concilios. Afirmar q ue estas nor­
mas podian _ ser falsas era como negar las reglas d e la lógica.
El rechazo de los criterios a ceptados eliminaría la única
base para poner a prueba l a verdad d e una proposición
rel i gi osa. Plantear siq uiera l a posibilidad de q u e tales
normas p ud iesen ser falibles era sustituirlas por otro crite-
río, por el cual podrían j uzgarse las normas aceptadas y así,
de hecho, negar toda la estructura por l a cual se había
d eterm inado d urante siglos la ortodoxia.
L utero, El caut-iverio babilónico de la Iglesia. como a parece citado en Docu­
·•

mentos de la Iglesia C1·istiana, p. 280.


L � tero en la D ie ta de W orms, como a parece c itado en Documentos de la Igle­
. ·'
sw Cnstwua, p. 285.
L A CRI SI S I N TELECTUAL DE LA REFORMA 25

Una vez desafiado u n criterio fundamental, ¿ cómo saber


( \ ¡¡ cuál
v)¡i bre q u é base d efender o refutar l as afirm aciones de Lutero?
d e las d istintas p osibilidades d ebe ser aceptad a ? ¿ So-
)).{ Adoptar una posición req u iere otra norma, por la cual j uz-
'/ /:gar el punto e n cuestión. Así, el rechazo de Lutero d e las J�
norm a s de la Iglesia, y su a severación d e su nueva n orma
para d eterminar la verdad religiosa, conduj eron a un ejem- ¡
plo bastante cl aro d e l problema del criterio tal como apa- r'¡ .... u ..
rece e n Sexto Empírico, Bosquejos pirrónicos, II, cap. I V: l"-·'-1> ¡ �-...-
(
..---;
Para decidir la disputa que ha surgido ace rca del c riterio, de-
bemos posee r un criterio aceptado por el cual podamos j uzgar
�\ la disputa; y para poseer un criterio aceptado primero debe
' U,Y� deci dirse la d i sputa a cerca del criterio. Y cuando la discusión
queda reducida así a una forma d e razona miento circular, el
descubri miento del criterio se vuelve i mposible, ya que no les
permitimos [a los fi lósofos dogmáticos] adoptar un c riterio por :!

\�/\ ¡ �t};
1

s uposic ión, m ientras q u e s i se o frecen a j u zgar el c riterio ,


por otro criterio, los obligamos a regresar ad in.fínitum.fl- J . .

---.. -- .
"'h El p roblem a de j u stificar una norma del conocimi �nt_----. C?.. · ¡ i
1
��� verdadero no surge . m ientras no se desafíe una norma(Pero
--
. ci ó ri'i ntelectual, como la q ue esta-
en una... época-'de í;evolu

([
mos considerando aquí, el sólo plantear el problema p uede
producir una insolublec1-ise pyTThonienne, al ser explorado��
\ y fun cionar los d iversos gambitos de Sexto Empírico. La /1
() Caja d e Pandora que Lutero abrió en Leipzig había de tener :/{n
t las consecuen c i as más trascendent ales no sólo e n teología, �../, :

sino en todo el á mbito intelectual del hombre. ¿_



En defensa d e una n orma fundamenta l, ¿qué puede ofre-
·.J¡ =-

cerse como prueba ? El valor d e l a prueba depende del


criterio, y no viceveTsa. Algunos teólogos, como San Ignacio
de Loyola, trataron d e cerrar la c aja, insistiendo en "que
pode mos ser todos de l a misma opinión y en conform i da d
c o n la propia Iglesia; si ella ha definido como negro, algo ��
que a n uestros oj os parece blanco, de manera s i milar, he- r)

\
" Sexto Empírico, Bosquejos pirrónicos,traducidos por e l rev. R. G. B u ry
<Cambridge, Mass., y Londres, 1 939), Loeb Classical L ibrary, L i bro II , cap. 1\', sec. •
20, pp. 1 63-165.
J
j
1
\1 1

26 LA CRISIS I NTELECTUAL DE LA REFORMA

?J OS. � e prom�nci � r q ue es n egro". 7 Sin embargo, esto n o


.JU�tlfi ca el cnten o, ?H��.
q ue tan sólo mues tra lo q ue es.
El probl ema p � rsisti o. Para pod er recon ocer la verd a­
d era fe, se neces itaba un cri teri o. Pero, ¿cómo había de
recon ocers e el criter io veTdadero ? Los innov adore s y los
�}) defen sores de los antigu os s e enfre ntaba n al mism o pro-
bl ? ma_. Por lo general, tratar on de resolv erlo ataca ndo el
ljl c �Iteno d e sus riv�les. Lutero � tacó la autori dad d e la Igle-
vjf s.Ia, mostrando la mcon gruen cia de sus opinio nes. Los cató-
l i cos .trat � ron de �1?stra r lo po' c o digna d e fe q ue es la propia
{¡ concie ncia, Y la dificu ltad de discern ir el verda dero signifi­
� cad ? d.e la Escnt . .
ura sm la guía de la Igl esia. Ambo s bando s
!1 advirt ieron d e 1� catástrofe -intel ectual , moral y religio sa-
que sobrev endn a en caso de adopt ar el criter io del otro.
Uno de los argum entos de los cató Ücos duran te
Re [orma. f�e que el criteri o ele Lutero condu ciría a latoda la
anar­
. r·!
q �ua �·e ligiO �a. Cada q uien podrí a apela r a su propia con­
/ cienci a, Y afirm ar q ue lo que parec ía verd adero era vercla
V:�· r¡
, / : cle !·o. No q eclaría ningu na norma
,
� efi caz ele verd ad. En los
p n meros anos ele la Refor ma, el ráp i d o desarrollo ele toda
11 clase de cr:encia s nueva s, en tre grupo s tales como los pro-
­

1 // f:� as ele �wick au, los anaba ptista .


s y los antitr
, cw onfirm ar esta predi cción . Los initar ios pare­
� reformado res estab
c.ontm uam. ent� ocup ados tratan do ele justif1car su propiano
tlp� ele cnten o s �bJ. :tivo, ind ivid ual, y al mism o tiemp o
aplica ban este c nteno como medid a objeti va por la cual


concle n .aba � como h�rejí as los llama dos ele sus enemi gos a
la COnCie ncia.
En la batal la por establecer c uál criteri o ele era ver­
� d acler? , � urgió una a ctitud escép tica entre c iertosfepensa
!\ res, basica mente como defen sa del catoli cismo . Mient ra d o­

� que I?uc�10 � t eólogo s católi cos trataron el e ofrece r la evi-s


d :ncia histon_ ca para j ustific ar la a utori d ad ele la Iglesi a
(sm P. OdQr nunca mostr a1· q tJe}a�
\ . ��rl}la!, fue plant eada por Erasm o_videnc ia h i stóric a fuese la
ele Rotte rclam-ui1a-siig"ifS-'
t�9n d� la defen sa escé �t� :a ele la fe, defen sa que había ele,
_ ·· _ . -- --·-

'
1

San Ignaci o de Loyol ? ,


Documentos de la lg/esza CnstwReglas para pensar con la
na, regla I 3, pp. 364·365.Iglesia, aparec e citado en
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 27

dominar la Contrarreforma fran cesa. Erasmo, que había


sido uno ele los espíritus guías en la exigencia de Reforma,
entre 1 520 y 1 524 fue más y más apremi ado a atacar abierta­
'
i mente a Lutero. H (Erasmo tenía vari as razones y medios d e

eludir el problema, pero aquí sólo consideraremos el resul-
tado final.) En 1 524, finalmente Eras m o publicó u n libro, De
LibeTo A1·bitrio !1/ATPIBH, atacando las opiniones d e Lutero

,·¡r

sobre el libre a lbedrío. El antiintelectualism o general de
\ �1 Erasmo y su repugnancia ante l as discusiones teológica s
1.1· ��) racionales le llevaro n a proponer u na especie de base es-
\� j '¡ céptica p ara permanecer dentro d e la Iglesia c atólica. S u
·

reacción a los filósofos de la Universidad de París, e n sus


días de estudiante, y su condena e n el Elogio d e l a locura
de aquella búsqueda i ntelectual per se, culminaro n en s u ..._
afirmación, "Los asuntos humanos son tan oscuros y va- '
riados que nada puede conocerse claramente. Ésta fue l a ·

sa.na conclusión d e l os acadé � icos (los es�é pticos �cadé- .


micos), que eran los menos anscos d e los filosofas":' E ste 1

desprecio del esfuerzo i ntelectual iba a unado a s u de


' fensa d e una p iedad cristiana sencilla, no teológica.
De Libem A1·bitr-io comienza con el anuncio d e que el
problema del libre albedrío es uno d e los que contienen
más laberintos. Las controversias teológicas no era n del
, � •1 gusto d e Erasmo, y declara que preferiría seguir l a a ctitud
. 1 !Ú de los escépticos y suspender todo j uicio, especialmen te
"/-• cuando lo permiten l a a utoridad inviol able d e l a Escritura y
·

los d ecretos de l a Iglesia. Dice que está perfectamen te dis­


pu esto a someterse a los decretos, ya entienda o no tales
dec retos, o las razones de éstos. 1 0 La Escritura no es tan
cl ar a como q u iere hacern os creer Lutero, y hay algunos
pa sajes demasiad o oscuros para que el espíritu h umano
pu eda penetrar e n ellos. Los teólogos han discutido inter­
min ablemente sobre esta cuestión. Lutero afirma h aber en­
cont rado la respuesta , y h aber comprend ido correctam ente
la Escritura. Pero, ¿cómo podemos saber si realmente lo ha
' Cf. Introd ucción, por Craig R. Thompson a Desiderio Erasmo, lnquisitio De
Fick Yale Studies in Religion, XV, Ne w Haven, 1 950, pp. 1 -49.
'' Elogio de la Locum,
" Erasmo, traducida por Leonard Dean, Chicago, 1946, p. 84.
'" Erasmo, De Libero Arbit1-i o .llA TPIBH,
Basi lea, 1524, pp. a2-a3.
28 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

¡ logrado? Pueden darse otras inte rpretaciones que parecen


� mucho mejores que las de Lutero. Dada l a dificultad d e
establecer el verdadero significado de la Escritura concer­
n iente al problema del libre albedrío, ¿ por qué no aceptar
la tradicional solución ofrecida por la Iglesi a? ¿ Para qué
iniciar una querella por algo que no podemos conocer con
la men ? r .certez � ? 1 1 Par� � rasmo, lo i �n porta!lt� e s u n a pie­
dad c nstlana, simple, basiCa, un espintu c nsti ano. Lo de-
r más, la supe . r estructura de l a creencia esencial, es dema­
s iado complej a para q ue el hombre pueda j uzgarl a. Por
tanto, es más fácil permanecer en una actitud escéptica
y aceptar la antiqu ísima sabid uría de la Iglesia en estas
cuestiones, q ue tratar de comprender y de j uzgar por uno
mismo.
Esta actitud escéptica, antes que el argumento escép­
tico, surgió de un aborrecimiento a "la comedia d e la gran
locura". No estaba basada, como lo estuvo para Montaigne,
-! en la evidencia de que la razón humana no podí a alcanzar l a
' certid umbre e n n ingún terreno. En c ambio, Erasmo parece
habers e escandalizado por la aparente futilidad d e los i nte­
lectuales en su búsq ued a de l a certidumbre . Toda la ma­
quinaria de estos espíritus escolásticos había perdido de
vista el punto esencial: la simple actitud c ristiana. El tonto
cristia no estaba mucho mejor que los altos teólogos de Pa­
rís, enredados en un laberinto creado por ellos m ismos. Y
así, si nos q uedábamos siendo tontos cristia nos, l levaría­
mos una vid a verdaderam�nte cristiana, y podríamos evitar
todo el mundo de la teología aceptando l as opiniones reli-
giosas promulgadas por la Iglesia, sin tratar de compre n-
d erlas. .
Este inte nto, hecho a c om i e n zos d e l a R e form a , d e
"j ustificación" escéptica d e l a regla católica d e l a fe pro­
vocó una furiosa respuesta d e Lutero, el De Servo Arbitrio,
d e 1 525. El libro de Erasmo, declaró Lutero, era una ver­
güenza y u n escándalo, tanto más cua nto q u e e staba tan
bien escrito y con tanta elocuencia. "Es como si llevára­
mos b a suras o e x c r e m e n tos e n un vaso de oro o d e
11 Ibid., p. a5 y SS.
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 29

plata." �� El error central del libro, según Lutero, e ra que 1 ' ' :

Era s mo no comprend ía que un cristiano no p uede s er es- ((·


céptico. " Un cristiano d ebe[ . . ] estar seguro de lo q u e \
.

afirma, pues d e otra manera no es cristiano ." 1a El cristia­


nismo req u i_�re_)_� (l_!:!!��l!f!.��� d e _ ciertas verd ades porque
)11
_
_

el hombre/�u ��.!.�-�!�_!�;.e � ta completa m.en.te conve�-


� c ido de s u verCfád. El contemd o del conoci miento reh­
gioso, según Lutero, es demasiado importan te para acep­
tarlo bajo palabra. Hemos d e e star absoluta mente seguros
de su verdad.�-� Por tanto, el cristiani smo es la negativa
complet a del esceptic ismo. "Anatem a sea el cristia no q u e
'f n o e sté seguro d e l o que supuestamentea qc uree, y que n o
/ comp re n d a esto. ¿ Có mo p u e d e creer e l l o de que
duda?" 1" Para encontrar l as verdade s, hemos de consul­
tar la Escritu ra. Desde luego, h ay partes que resultan d i­
fíc iles de entend er, y hay -cosas acerc a de Dios q u � n ?
conocemos, y que q uizá no conoce remos; mas esto no _sJgm­
fic a que no poda mos encont rar l a verdad e n la Escn_tur� .
'\ La verd ad religios a central puede encontr arse e n tenm-
0�' nos c laros y eviden tes, y éstos aclara n los ndo puntos m á s
'J oscuros; empero, s i muc ha s cosas �
para alguno s, no es culpa de la
si
Escntu
uen
ra,
s i �
smo
oscura s
de la ce­
guera d e aquéllos que no desean conoce r las verd ades re­
velada s. El sol no es oscuro sólo porque yo pueda cerrar
,

> los ojos y negarm e a verlo. Las doctri n as por l � s cuales ,.;
Lutero y la Iglesia están e n �E_!lictQ�OI�<:!_�ras, s_I estamo s \/ 'J
J disp uestos a conte mplar y �ce�aband J��
.
ue _-:r_�� Y, a >\"\
_

menos que hagam os esto, estare mos Onand o la Re-


n
velación cristiana . 1
Lutero estaba seguro d e q u e había un cuerpo d e ver­
dades religio sas que conoc er, d e que estas verd ades eran
� d e i mport ancia decisi va para los hombres, y de obliga qu� la re­
da a
gla de fe d e Lutero -lo que la concie ncia estaba
('-
·� De Servo ATbitrio, en las Walce de Lutero, Band XVIII Weimar , 1908,
p. 601 .
Lutero,
1" . p. 603.
lbid .
" Ibid., pp. 603-605.
"' lbid., p. 605.
1"Ibid., pp. 606-610.
30 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

91 verdades.
c reer d espués d e leer l as Escrituras- nos mostraría estas
Depender d el c urso escépti co de Erasmo era
n-)J contraríamos
arriesgar demasiado; la posibilidad de e rror era excesiva.
Sólo e n el seguro conocimiento de las órdenes d e D ios en-
la seguridad. Y así, Lutero d ijo a Erasmo
,� que su enfoque escéptico e n realidad implicaba una falta
()\ � total de fe en Dios y que era, e n rigor, una manera d e bur­
:71 l arse d e Él.17 S i así lo deseaba, Erasmo podría a ferrarse a
su escepticismo hasta que D ios lo llama ra . Pero, le adver­
tía Lutero, "el Espíritu S a nto no es escéptico", y no h a
inscrito e n nuestros corazones opiniones inciertas s ino,
en cambio, afirmaciones d e l a índol e más cl ara.1H
Esta disputa entre-.Erasmo y Lut�r_o indica una parte
". '1 de clií�esltu:d!lrá- bá�iJ�a.cte
- - ma cfe[ITitédo}
tiWopTe _ E rasmo
\ estaba dispu es to a no e
-- reco c r q Ü.éno_podía afirmar con
:../). certidumbre lo que era cierto, pero estaba d ispuesto, per
non sequitur, a aceptar la d ec isión de la Iglesia. Esto no
demuestra que la Iglesia tuviese l a autoridad e n materia
de fe; antes bien, indica la cautelosa a ctitud de Erasmo.
Como era i ncapaz de d istinguir con certeza la verd ad de
la mentira, dej aba la responsabilidad a la institución que
dura nte siglos había estado establecien do tal distinción.
Lutero, en cambio, insistía e n l a certidumbre. Había d e­
masiado en juego para conformars e con menos. Y ningún
ser humano podía dar a otra persona la seguridad ade­
cuada. Tan sólo la propia convicción íntima podía j ustifi­
car la aceptación de c�alquier opin i ón religiosa. Desde
luego, un oponente podí a preguntar por qué e s verd a d
aquello q u e n uestras conciencias están obliga d as a creer
por la lectura de las Escrituras. Supongamos que nos en­
contramos obligados a creer en cosas conflictivas: ¿ Cuál
es la cierta ? Lutero insistía e n que la verd a d se .nos im­
pone, y en que el verdadero conocimiento religioso no
contiene ninguna contradicción.

·-

·¡.
1
Así, la regla de fe para los reformadores p arece haber
sido l a certidum bre subj etiva, las obligaciones d e la pro-
1' !bid., p, 605.1
,. !bid., p. 605.
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFOHMA 31

pia concienc ia. Pero este tipo de subj etivismo está ex­
puesto a muchas objecion es. El mundo está lleno d e per­
sonas convencid as d e las cosas más extrañas. El mundo d e
la Reforma tenía, d e sobra , teólogos d e opi niones opues­
tas suscritas cada una por la conciencia de Jos hombres
qu � las afirmaban . A sus oponentes , el n ue �o � riterio del
conocimie nto religioso les parecía apenas dtstmto del es­
cepticismo puro, de hacer de tod as y cada una de l as opi­
niones religiosas tan sólo las opiniones de los creyentes,
sin ningun a certid umbre objetiva. Pese a l a viole i?ta d e-
nuncia de Lutero al escepticism o de Erasmo, llego a ser
afirmación común d e los contrarreformadores que los re-
formadores no eran más que escépticos disi mul ados.
Para aclarar y a poyar l a teoría del conocimie nto reli-
gioso de los reformado res, el siguiente gran jefe d e la _ re­
vuelta contra la a utori d ad de la Iglesia, Juan Calvmo,
intentó en su Institución y en la batalla contra el hereje an-
titrinitario Miguel Servet, elaborar con mayor detalle l a
teoría de la nueva a utoridad en materia d e fe. Al princi­
p io d e la Insti.tuci.ón afirmó Calvino q u e la Igl e s i a no
puede ser j uez d e l a Escritura , ya que la autori ? a� de la
Iglesia repos a sobre algunos versíc ulos d e la B1bha. Po!·
tanto, la Escritura es el venero básico de l a verd ad reh­
giosa .1!1
Pero, ¿ mediante cuáles cánones reconoce�10s l a fe, �
cómo determinamos con certidumbre lo que dtce l a Escn­
tura ? El primer paso es comprender que la Biblia es l a
Palabra d e D ios. ¿ Qu é cánones nos autorizan a deci r esto?
Calvino reconoció que si tratábamos de p robar e � to �o.r la
razón , sólo d esarrollaríamos una petición de pnnc1p10 o
argumentos retóricos.�0 Lo que se req uiere es una prueba
tan completa y persuasiva que no podamos t;>l��tear ya
dudas ni preguntas. Y para excluir toda pos1b1hdad d e
duda o de pregunta, e s a evidencia tendría q u� darse v� ! l­
dez a sí misma. Tal evidencia nos e s dada por tlummacwn_
del Espíritu Santo. Tenemos una persuasión interna, que
'" Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, 2 vols.
'" !bid., pp. 36-37.
32 LA CHISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

nos ha dado Dios, tan imperiosa q u e se convierte en com­


pleta gara ntía de n u e stro conoci miento rel igioso. Esta
persuasión i nterna no sólo nos a segura que la Escritura es
l a Pal a bra de Dios. sino q ue , al leer ate ntamente la Escri­ (
t u ra . nos obl iga a c aptar su conte n ido y c reer en él. Hay, ;
así, una doble il umin ación para los e legidos, siempre q ue :.
ha�·a. pri m ero, la regl a de fe, la Escritura, y, luego, l a re­
gla ele la Escritura, a sabe r, los med ios d e d iscernir su
mensaje y c reer en é l . Esta dobl e iluminación de la regl a
el e fe y s u aplicación nos d a la seguridad completa.

Ta l e s , p o r t a n to , u n a c o n v i c c i ó n q u e n o req u i e re d e ra z o n e s ;
u n c o n o c i m i e nto c o n e l c u a l e s t á d e a c u e rd o l a m ej o r ra zón,
e n q u e e l e s p íritu verd a d e ra mente re p o s a con mayo r s eguri­
d a d y c o n s ta n c i a q u e e n n i ng u n a ra z ó n ; tal es, p o r ú l t i m o , un
s e n t i m i e n to q u e s ó l o p u e d e d a rn o s l a reve l a c i ó n c e l e s ti a l .
H a b l o nad a m e n o s q u e de l o q u e c a d a c reyente e x p e r i m e n t a
d e n t ro de s í m i s m o , a u n q u e m i s p a l a b ra s c a igan p o r d e b aj o
de u n a j u s t a e x p l i c a c i ó n d e l a s u n to . � '

La verd a d re l i giosa s ó l o p u e d e s e r reconoc i d a por


aquéllos a quienes Dios elige. El criterio de si uno ha sido
elegido es una persuasión i ntern a q u e nos capac ita a
examinar l a Escritura y a reconocer las verdades que hay
en ella. Sin la Iluminación Divina no podemos saber con
certidumbre ni siquiera q u é libro es la Escritura, o qué
sign i fica; sin embargo, por la grac i a de Dios se puede
aceptar l a regla de fe establecida en la Cm�f'esión de fe de
las iglesias protestantes de Fmncia. d e 1 559: " Sabemos que
estos l i bros son canónicos, y l a más cierta autoridad de
nuestra fe . no ta nto por consenso comú n y d e la Iglesia
cuanto por la persuasión testi monial e i nterior del Espí­
ritu S anto que nos hace discern irla." 22 Para los elegidos,
" /bid., p. 37.
" . . Confession de foi des églises protestan tes de France. 1 559'', en Eug, e t
E m . Haag. La Fmnce Protest a n t e . To mo X ( París, 1 858). p. 32.Véase tam bién la
. Fa it h . art. 1, q ue declara La autoridad de la Sagrada
..
..
Escri tura ! . ] n depen de del test i m o n i o de n i ngún hombre o i gl esia; sino d e­
\\'est 111 i nster Crm /'e ssión o/'
o
pende e n terame n te de Dios (que es la \'e rdad m i s ma), su verdadero autor¡ ] ...
Toda n uestra persuasión y seguridad de la verdad i n fal i ble y autoridad d ivina
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 33

la Escritura es l a regla de fe y, también se afirmó, la Es­


critura es la regla de la Escritura .
Para los calvin i stas originales, la evidencia fundame n­
(i.� h tal de la verdad d e sus opiniones era la d e persuasión . i_n-
��) terna. Pero, ¿cómo puede uno saber que esta persuas.IOn
intern a es auténtica y no sólo una certidumbre subj etiva,
que fácil mente p u ede ser engañosa ? La i mportancia d e
tener razón e s tan grande q ue, como sostuvo el discípulo
de Calvino, Teodoro d e Beza, n ecesitamos una señal se­
gura e infalible. Esta señal es la "Plena persuasión (que]
sep a ra a los hijos elegidos de Dios de los rép robos, y es la
riq ueza propia d e los santos".�:! Pero la consecuencia e s
un círculo: el criterio del conocimiento religioso es la per­
s u a s i ó n i ntern a , l a garantía d e l a autenti c i d ad d e l a
persuasión interna es que fue causada por. � io.s, y de esto
quedamos a segurados por nuestra persuas10n u� terna.
La curiosa difi c u ltad de gara nti zar el p ropiO conoci­.
\. � miento rel igioso surgi ó agudameríte e n l a controversi a
t: ), con Servet. Allí estaba un hombre aparentemente conven-1
d· ciclo, por persuasión interna, de que no tení � una base bí- ;
I blica l a doctrina d e la Trinidad, y convencido de que l a
··

doctrina d e l a Trinidad era falsa. Pero Calvino y sus se­


guidores estaban tan seguros de la verdad de su propia vi-
sión religiosa que condenaron a muerte a Servet, por he- j
reje . El único defensor d e Servet entre los reforma dos, el
culto Sebastián Castalión, de Basilea, vio que la manera
de a rgüir contra la condena era atacar la pretensión d e
certidumbre de los calvinistas. E n su D e Haereticis, 2� es­
crito poco después de la q uema de Servet, Castalión trató
de d estruir las bases de la completa seguri d ad de Calvino

viene de la o bra i nterna del Espírit u Sar. to, que presta testi monio por Y con l a
...
..
Palabra en nuestros corazones¡ ] N a d a debe agregarse en n ingún momento -ni
por n uevas revelaciones d e l Espírit u ni por tra d ic iones de los hombres[ . ] La
..
Iglesia d e be apelar finalmente a ella¡ . ] l a regla i n falible de i nterpretación de
Documentos de la Iglesia
la Escritura es l a Escrit u ra m isma", aparece c i tado en
C1·istian a, 347.
p.
"' Teodoro de Beza, A Discourse, Ofthe True and Visible Marks ofthe Catholique
Churehe, 44
Lon d res, 1582, p. (no n umerada).
" Sebastián Castalión. De Haereticis, Magdeburgo, 1 554.
34 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

en la verdad de sus c reencias religiosas, sin d estruir al


mismo tiempo la posibilidad d el conocimiento religioso.
El método de Castalión consistió en indicar q ue en re­
ligión hay muchas cosas oscuras en exceso, demasiados
pasaj e s de las Escrituras sumamente op acos para q ue
todo el mundo pueda estar absolutamente cierto d e l a
verdad. Estas oscuras materias habían sido fuente d e con­
troversia durante épocas y, evidentemente, ningun a opi­
n ión era lo bastante manifiesta para que todo el mundo tu­
viera que aceptarla (de otra manera, ¿ por qué h abía d e
conti nuar la controversia, "pues ¿ quién es tan loco q ue
Í\ muera por negar lo que es obvio? ") �5 Sobre la base d e los
desac �� rd os � o ntinuos y la .oscurida ? de las Escrituras,
'\ Castalwn mdico
rl'
_ _ que en realidad nadie e staba tan seguro
1 d e la verdad e n cuestiones religiosas que se j ustificara
L matar a otro por herej ía.
Esta moderada y escéptica actitud y defensa de la di­
vergencia de opinion es p rovocó una respuesta maligna y
violenta. Teodoro ele Beza vio inmediatamente lo que es­
taba en juego, y atacó a C astalión como rean imaclor ele
la N ue va Ac ad e m i a y d e l escepticismo de C arné ades,
q ue trataba ele sustituir las c ertid umbres necesarias al
'1 verd ad e ro c ristiano por p robabilidades e n c uestion es
.---- ¡ religiosas . ��� De Beza insistió e n q ue la existencia de con­
troversias sólo probaba q ue algunas personas se e q uivo­
c aban . Los ve rdad eros c ristianos están persuad idos por la
Revelación, por la Palabra el e D ios, q ue es clara para q uie­
nes la conocen . La introd ucc ión ele la alwtelepsis ele los
escépticos académ icos es enteramente contraria a la fe
cristiana . Hay verdades fij ad as por D ios y reveladas a noso­
tros, y todo el q ue no l as sepa, reconozca y acepte se per­
derá . � ;
Castalión escribió, pero no publicó, una respuesta en
que trataba de mostrar, de manera general, lo poco q u e
Concerning He1·etics, trad. y e d . por Rola nd
, .. Citado d e l a trad ucción a l i nglés,
H. Bainton, N ueva, York, 1935. p. 2 1 8.
"' Teodoro de Beza, De Haereticis a civili Magistratu puniendis libellus, adversis
Ma1tini Belliifarraginem, & Novomm Academicorum sectam (n.p. 1 554), pp. 65-77.
" !bid., pp. 65-6 y 75-7.
j�
LA CRIS I S INTELECTUAL DE LA REFORMA 35

podemos conocer y la manera "razonable" d e juzgar este /t


conocimiento, y l uego a plicó sus modestos cánones a l as t.
controversias d e su tiempo. El De mte dnbitandi es, por
muchas razon es, un libro notable, muy adelantado a su
époc a , ya q ue propone un enfoqu e liberal, científi co y :
:l' ¡
�s ]

1'

caut? loso a los yroblemas i ntelectuales, e.n .contraste con j


el total dogmatismo d e sus oponentes calvmistas.
No puede decirse q u e la teoría de Castalión sea tan es­
céptic a como la de Erasmo, y ciertamente no alcanza el
n ivel de completa dud a de Montaigne. El objetivo del De
arte dnbitandi es indicar lo q ue se debe creer, ya que uno
de los problemas básicos d e l hombre en esta edad de con­
troversia es que c ree algunas cosas que son dudosas, y
duda de algunas cosas que no lo son. Para empezar, hay
muchos asuntos q u e realmente no son dudosos, cuestiones
que cualquier persona razon a ble a ceptaría. Éstas inclu­
yen, para Castalión, l a existencia d e D ios, la bondad de
D ios y la a utenticidad de l a Escritura. Ofrece como evi­
dencia el a rgumento del d esignio y la verosimilitud del
cuadro del mundo q u e muestra la Escritura.� !)
Luego, por otra parte, hay un tiempo para c reer y un l ... ·.

tie mpo para d udar. El tiempo para d udar, en c uestiones ! '

religiosas, llega cuando surgen cosas que son osc uras e


inciertas , y éstas son l as materias e n d isputa . "Pues e s
claro q u e l a gente no disputa acerca d e cosas que son
ao
ciertas y probadas, a men os q ue la gente esté loca."
Pero no podemos resolver las cuestiones dudosas tan sólo
exam inando la Escritura, como d icen los calvinistas, ya
que hay d isputas sobre cómo interpretar l a Biblia, y la
Escri tura es oscura en muchos puntos. En muchas cues­
tiones, dos opiniones contradictorias parecen igualmente
" Sebastián Castalión, De A1te Dubitandi, el texto l atino completo aparece e n
Reale Accade111ia d'Iralia, Studi e Docwnellli. VII. Pe1· la Storia Degli Eretici Italiani
del Seco/o XVI in Europa, ed. D. Canti mori e E. Feist, Roma 1937, pp. 307-403. El
material analizado en el texto fue tomado de la reciente edición francesa. Se­
bastián Castalión, De l'art de douter et de croire, d'ig1wrer et de savoi7·, traducido
Por Chas. Baudouin, Gine bra y París, 1953.
'" Sebastián Castalión, Art de Douter, Livre 1, cap. I-I7, pp. 27-75. Texto l atino,
pp. 307-45.
"" !bid., cap. 1 8, p. 77, texto latino. p. 346.
36 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

p robables, hasta donde podemos cerc iorarnos por los tex­


tos bíblicos.:1 1
Para evaluar una c uesti ó n e n d i sputa, e s n e c e sario
buscar un principio por el cual la verd a d resulte tan ma­
n i fi e sta, tan bien reconoc i d a por todos, q u e n in g u n a
fue rza d e l universo, ninguna probabilidad, p u e d a h acer
posible una alternativa.:1 2 Este principio, afirmó Castalión,
es la capacidad humana d e buen sentido e inteligencia, el
instrumento del j uicio del que debemos confi a r. Aq uí
p:-esentó una fe racional fundamental: q u e tenemos pode­
res n aturales suficientes para evaluar l as cuestiones. El
prcpio Jesucristo, indicó Castalión, resolvía las diferen­
cias valiéndose de sus senti dos y de su razón.aa A los anti­
rac ionalistas, les ofrec i ó Castalión u n a respuesta muy
semej ante a uno de los a rgumentos d e Sexto Empíri co:
Ll ego a h o ra a e s t o s a u to r e s [ p re s u m i b l e m ente c a l v i n i st a s ]
q u e d e s e a n h a c e rn o s creer, c o n l o s oj o s c e rra d o s , c i e rt a s c o ­
s a s q u e están en c o n tra d i c c i ó n c o n l o s s e n ti d o s , y y o l e s p re­
g u n t a ré, a nte todo, s i l legaro n a estas o p i n i o n e s c o n l o s oj o s
c e rrados, e s d e c i r, s i n j u i c i o , i nte l igen c i a n i razón, o s i , antes
bien, contaron c o n la ayuda del j u i c io . S i h a b l a n sin j u i c i o ,
re c h a za re mo s l o q u e d ig a n ; s i , p o r l o c o n t ra r i o , b a s a n s u s
o p i n i o n e s en j u i c i o y razón, e n t o n c e s s e c o n t ra d i ce n c u a n d o
tratan d e pers u a d i rn o s , m e d i a nte s u j u i c i o , d e q u e re n u n c i e­
m o s a l n u e stro .:14

La fe de Castalión en d1U estra capacidad racional para


d e c i d i r l a s c uestiones i b a a u n a d a a u n e s c epti c is mo
acerca de nuestro empleo, e n la práctica de esta capac i­
d a d . Existen dos tipos d e difi c ultades (que s i se toman
demasiado en serio, acabarán por socavar por completo el
criterio de Castalión): una, que nuestras facultades p ue­
d e n ser i ncapaces de funcionar a p rop i a d amente, por
causa de enfermedad o de n uestro i nvol untario mal uso

''' !bid., cap. 22, pp. 87-90, texto latino, pp. 354-56.
"" !bid., cap. 23, pp. 90-1, texto l atino, p. 357.
"'' !bid., caps. 23 y 24, pp. 90-7, texto l atino, pp. 357-62.
'" !bid., cap. 25, p. 97, texto latino, p. 362.
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFOHMA 37

de ellas; la otra, q u e l as condiciones extern as pueden i m­


ped i rnos res o lver un problema. La visión d e un hombre
puede se r mala, o puede negarse a mi rar; o s'u ubicación,
o ciertos objetos pueden bloq uear su visión. Ante estas
posibilidades, Castalión reconoció que no podemos hacer
nada acerca de las condiciones n aturales que pueden obs­
tacul izar n uestro j u icio. Si uno tiene mala vista, . . . ¡qué
lásti ma! No pued en alterarse l as condiciones extern as. A
la luz d e e stas consideraciones prácticas, sólo podemos
aplicar nuestros i nstrumentos de juicio, nuestros sentidos
y n uestra razón, de manera condicionada, siendo "razo­
n ables" e n nuestras evaluaciones sobre l a base del sen­
tido común y la experien cia anterior, y eliminando hasta
donde sea posible l as condiciones controla bles, como la
malicia y el od io, capaces de alterar nuestro juicio.:¡�,
Este escepticismo parcial d e Castalión representa otra
faceta d e l problema del conocimiento, planteado por la
Reforma . Si es necesario descubrir una " regla de fe", una
norma para d istinguir l a fe verd adera d e la falsa, ¿ cómo se
logra esto? Tanto Erasmo cuanto Castalión subrayaron las
d i ficultades en c u estión, especialmente para descifrar el
mensaje d e la E sc ritura. Pero Castalión, e n l ugar d e e m­
plear ios p roblemas escépticos acerca del conoci miento
rel igioso como excusa o j ustificación para aceptar "la vía d �
la a u toridad" d e l a Iglesia, ofreció otras normas, reconoci­
d amente imperfectas: l as capacidades humanas de los sen­
tidos y la razón. Puesto que las limitacion es mismas de su
operación adecuada i mp iden alcanzar cualquier conoc � ­
miento religioso completo y seguro, l a búsqueda de l a certi­
dumbre habrá de ser abandonada, a cambio de la búsqueda
de la razonabilidad. (Así, resulta comprensible que Casta­
lión influyese principal mente sobre las formas más libera­
a (i
les de protestantismo.)

"' !bid.,caps. 27-33, pp. 103-24, texto latino, pp. 366-81.


A t UnitG7'ianis m.
"" 'Cf. Earl Morse W i l b u r, 1-Iis o ry of Vol. l, Cambridge, Mass ..
1947, pp. 205-8, Étienne G i ran. é s e C,astellioH el ! Ré.(orme ��lriHiste_, �-Iaarl c m,
S ba ti n a
1913. espec i a l mente los caps. IX-XI; y El!sa beth Fe1 st H irsc h , Caste l l 1 0 s De a rte
dubitandi and the Pro b l e m of Rel igious Liberty" y J . Lindeboom, "La p l ace de
38 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFOHMA

En las luchas entre el a ntiguo orden establecido de la


Iglesia católica y el nuevo orden de los reformadores, éstos
tuvi eron que insistir en l a completa certidumbre de su
causa. Para realizar su revolución eclesiástica, h ubieron de
sosten er q ue ellos y sólo ellos contaban con los medios
seguros para d escubrir el conocimiento religioso. El rom­
pimiento con la autoridad no estaba e n favor d e un tole ..
rante i ndividualismo en materia de religión, como aquél al
q ue habrían conducido las ideas d e Castalión, sino en favor
de un completo dogmatismo en el conocimiento religioso.
Para npuntalar su caso, los reformadores trataron de mos­
trar que la Iglesia de Roma no tenía n i nguna garantía d e sus
verd ades religiosas p rofesadas, que la norma de la autori­
dad tradicional no llevaba consigo una seguridad de la cer­
! idumbr� absoluta de la posición d e l a Iglesia, a menos que
esta pudiese probar de alguna manera que la autoridad
tradicion al era el c riterio de verdad. Pero, ¿ cómo podría
hacer esto? El intento de justificar una norma requiere
otras normas, que, a su vez, han d e j ustificarse. ¿ Cómo po­
dría establecerse la infalibilidad d e la Iglesia en cuestio­
nes rcli � iosas? ¿Sería infalible la evidencia? Este tipo de
ataque fm almente llevó a los jefes p rotestantes a escribir
acerca del pirronismo de la Iglesia de Roma , e n que trata­
ron de mostrar q ue, utilizando los principios de conocí··
miento rel igioso ofrecidos por la Iglesia, n unca podríamos
estar seguros a) de que la Iglesia de Roma era l a verda dera
Iglesia, Y b) de lo que e ra verdad en materia de religión.a7
(Acaso la cumbre de este tipo de raciocinio fue ra el a rgu­
n� ento de que, s.egúr: la posición de la Iglesia, el Papa y
solo el Pap a es mfali ble. Pero, ¿ quién puede decir q uién
e.s el Papa? . Para j uzgar, el miem bro d e la Iglesia sólo
tiene sus falibles luces. Así p ues, sólo el Papa puede estar
seguro de quien es Papa; los demás miembros no tienen

Casteníon clans l ' h isto i re ele !'esprit", e n Autour d e Micl!el Sr1vet e t d e Sébasticn
Castcllwn, ed. B. Beckcr, Haarle n, I953.
n
"' Cf. Jean La ·Placette. De Insanabili Romanae Ecc!esiae Scepticísmo Disse11atio
qua quod .fí.rma ftde persuadere sibi pont{ cii possint,
Y J ohannes A. Turretin, Pyrrhonismus Ponti.ficus, Leydcn
demonstratur nihil omnino essc
Amsterdam 1696; 1692.
LA CHISIS INTELECTUAL DE LA HEFORMA 39
manera de estar seguros, y, por tanto, no tienen n ingu­
n a manera de desc u brir algunas verdades religiosas.f1H
Por su parte, el bando católico pudo atacar, y atacó a los
reformadores mostran do lo inj ustificable de sus normas Y l a
manera e n q ue l a s p retensiones de certidumbre de los re­
formadores conducirían a un completo subjetivismo Y es­
cepticismo acerca de las verdades religiosas. La clase d e
prueba presenta d a por Erasmo y Castalión se convirtió en
cuña ele apertura: los reformadores aseguran. que la � erdad
se enc uentra en la Escritura, con sólo exammarla sm pre­
juicios; pero el signi ficado d e la Escritura es oscuro, como
lo demuestran las controvers i as, no sólo e ntre sus lectores
católicos y protestantes, sino también l as controversi a s
dentro d e l prop io c ampo protestante. Por tanto, se necesita
un j uez que fij e las norma s de la interpretación apropiada.
Los reformadores d i ce n q u e la conciencia, la luz interior o
algo por el estilo es e l j ue z de la Escritura. Pe ro d istintas
personas tienen distintas luces interiores. ¿Cómo sabremos
quién dice la verda d ? Los calvinistas insiste n en que esa luz
interna es segura cuando ha sido envia d a o guiada por el
Espíritu Santo. Pero, ¿de q u ién es? ¿ Cómo s abremos dife­
renciar el "engaño" de la a uténtica iluminación? Aquí, l a s
únicas normas q u e nos ofrecen los reformados p arecen n o
ser otras que s u s opi n iones privadas: Calvino piensa que
Calvino h a s ido i l u m i n ado. Las opin iones person a l es,
no confirmadas n i confirmables, de varios reformadores no
parecen, realme nte, u n a base para la certidumbre en asun­
tos religiosos. (La reducti.o ad absurdum de la posición de los
reformadores a comienzos d e l s iglo XVII afi rma que e l calvi­
n ismo no es más que pirron ismo e n materia de religión. )
Mientras cada bando trataba de socavar los fundamentos
del otro, y cada u no trataba de mostrar que su rival trope­
zaba con una forma i nsolu ble del clásico problema escép­
tico del criterio, c a d a bando, asimismo, hacía afirmaciones
Lond res,
cap. I X .
' " J can L a Place tte, O.f the Incur able Sccpticism o.f the Chu.rch ofRom e,
1688. < La fecha q ue aparec e e n l a c u bierta es, erróne amen te,1588),
Traité de l 'Autorit é des Sens contre l a Transsubstan tiation , Amste rdam , 1700, pp.
Y Davi d Renau d Bou l l ier, Le
-5 e, Amste rdam,
24 Pyrrhonis me de l'Eglise Romain
1757, 91
p. y SS.
40 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFO RMA

de c e rti dum bre absoluta en sus propias opiniones. Los cató­


licos en contraban la garantía en l a trad ición, los protestan­
tes e n la iluminación que revelaba l a Palabra de Dios en la
Escritura. El tolerante semi escepticismo de Castalión fue
una solución inaceptable en esta búsq ueda de la certid um­
bre. (Debemos notar una excepción: el teólogo moderado in­
glés Wi lliam Ch ill ingworth primero cambió el protestantis­
mo por el c atolicismo, por no enco ntrar suficientes normas
de conoc imiento religioso en el punto d e vista reforma­
do, Y l uego, por la misma razón, a bandonó el c atol ic ismo.
Terminó en u n protestantismo " menos que seguro", apo­
yado tan sólo por su lectura pred i lecta : Sexto Empíri co.) :t!l
El núcleo intelectual de e sta batalla d e la Reforma s e
hall a ba e n l a búsq ueda d e u n a j ustificación d e la verd a d
infalible en religión , mediante algún t i p o de criterio evi­
d ente, o q u e se diera validez a sí mismo. Cada bando pudo
mostra r q u e el otro n o tení a una " regla d e fe" q ue pud iese
_
gara ntizar con absol uta certidumbre sus principios religio­
sos. A lo l a rgo de todo el siglo x vn, al i rse a paga n d o l a lucha
militar entre c atolicismo y protestantismo, se intens i ficó l a
lucha intelectual, poniendo en claro relieve l a naturaleza
del problema epistemológico en c uesti ón. Nicole y Pellison
mostraron una y otra vez q ue l a manera protestante d e exa­
minar el problema era el "camino real d el pirro n i smo".
Nunca pod ría uno decidir con absoluta certeza qué l ibro
e ra la Escritura, cómo interpretarlo, q u é h acer con ella, a
menos que estuviese dispuesto a s ustituir la infalibilidad
d e l a I glesia por la infalibilidad personal . Y esto, a s u vez,
plantearía todo un puñado de espinosos pro blemas escépti­
cos.·t o
En el bando protestante, d i a lécticos como La Pla cette y
Boullier también pudi eron mostrar que el punto d e vist�
católico "intToduce un escepticisnw universal en todo el sistema
"" . C h i l l i ngworth se anal iza en los capítulos 1 \' y \'11, y a l l í aparecen las refe­
rencias.


"' Cf. Pien·e N icole, Les Prétendus Ré.formez convaincus de schisme París 1 684
Y �a u l Pelli �� n-F ntanier, Réjlexions sur les diJ.férends de la ¡·eligion, ' París,' 1 686 .'
Vease tamb 1 en P 1 erre Bayle, DictionnaiTe Histo1·ique et Critique, a rt. Pell ison,
Rem. D .
LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA 41

de la Teligión c1·istiana" . , , Antes de adoptar la "vía de la a uto­


.

rid a d " habríamos de desc u brir si la tradición de la Iglesia


es l a a � téntica. Para des c u brir e sto, se necesitaba una a uto­
ri d a d o un j uez. La Igle s i a no podía ser la a utoridad de s u
pro p i a infalibili d a d , pues e l a sunto e n cuestión era s i l a
Igl e s i a era l a verd adera a uto rid ad e n c uestiones religiosas.
Tod a prueba q ue se ofre c iera de l a situación espec i a l de la
Iglesia req u e riría u n a norm a o criterio d e q ue esta eviden­
c i a e ra c ierta . Y así, ta m b i é n l a vía d e la auto ridad, según se
arguyó, conducía d i rectamente a u n pel igrosísimo pirro­
nismo, pues segú n este criterio no podía estarse re almente
seguro de cuál era la verd a d e ra fe:'�
E l rechazo de los re formados a las normas acepta das d e l
conocimiento religioso planteó u n a pregunta fundamenta l :
¿ c ó m o j ustificar l a s bases d e nuestro propio conocimiento ?
Este p1:oblema dese ncadenaría una cri sis escéptic ? n o � ólo
e n l a teología sino también, poco después, en las ciencias Y
en todos los demás campos del conocimiento humano. Lu­
tero realmente h a bía abierto u n a caja de Pandora en Le ip­
zig en 1519, y se n ecesitaría toda l a fortaleza de los hombres
más sabios de lo s d o s s iglos siguientes p ara encontrar u n a
manera d e cerrarl a (o al m e n o s , para q u e l a gente n o n otara
q u e nunca más p o d ría cerrarse). La búsq ueda de l a certi­
\
dumbre h abía de dominar la te ología y la filosofía d urante t
los dos siglos s iguientes, y por causa de la terrible a ltern� ­
tiva -ce rt i du mbre o pirronismo total- h ubo q ue constrUir
varios grandiosos esquemas d e pensamiento para s uperar
la crisis escéptica. El gra d ual fracaso de estos monumenta­
r
i
les esfuerzos haría q u e l a búsqueda de la certid umbre con­
duj e se a o tras dos búsq uedas: la búsqueda de la fe -el
fi deís mo puro-, y la búsqueda d e l a razonabilidad, o un
"esc eptic ismo mitigado".
Varios de los moderados, q u izás ha rtos de las luchas

" J e a n L a Placette, O.f the Incurable Scepticism o.f the Church o.f Rome, Londres
1 688, verso d e p. A2 en Prefacio.
.., Jean La Placette ' Traité de la Conscience, Amsterdam, 1695, pp. 366-78, Incu­
rable Scepticism o.f tlle Church o.f Rome; Bou l lier, Le Pyrrhonism: de l'Eglise Ro­
maine, pp. 6 1-3, 68, 88-9, 1 22 y 2 1 3-40 y Bayle, Dictionnaire, art. N 1 cole, Rem. C. Y
art. Pellison, Rem. D .
42 LA CRISIS INTELECTUAL DE LA REFORMA

intelectuales de los comienzos del pensamiento moderno,


pudieron ver l a dificultad, y sugiriero n una manera de evi­
ta rla. E n 1665, Joseph Glanvill anunció que "núentras los
hombTes acaricien sus apTehensiones privadas, y todo teTco p1'e­
sumidc levante una cátedra infalible en su pmpio ceTebm, no
pod1·á espeTane nada más que eterno tumulto y desorden" . .,a
Recomendó, como solución, s u escepti c i smo constructivo.
En 1 675, Martin Clifford i n d i c ó que "todos los infortunios
que h a n seguido a la variedad de opiniones d es ata d a d esde
la Refo rma, han procedido e nteramente de estos d o s e rro­
res: el de aunar la Infalibilidad a cualquier cosa q u e consi­
dere mo s la Verd ad, y l a condenación de todo lo q u e cree mos
que e s un error" , y ofreció una solución un tanto similar a la
de Gl a nvill. -H
El meollo del problema fue resumido en e l debate entre
el p ad re católico Hubert Hayer y el pastor protestante D a­
vid Boullier, en la obra d e este último L e Pyrrhonisme de
l'Eglise Ronwine. Hayer mostró que el protestantismo c on­
duce a una incertidumbre completa en la fe rel igiosa, y por
tanto a l pirronismo total. Boullier d e mostró que la preten­
sión católica de conocim iento infalible nos lleva a d escu­
brir q u e n o existe tal conocimiento, y por tanto a l a total
d u d a y pirronismo. La sol ución, insistió Boullier, se hallaba
en mostrarse razonable a la vez en e ienc ia y e n rel igión, y en
reempl azar la búsqueda de u n a certidumbre absoluta e
infalible por una aceptación, un ta nto tentativa de l a certi­
d umbre personal como no1·ma de verd ad , n orma q u e a un­
q ue puede no ser menos i o ·i d eal, a l menos nos permite en
alguna manera li mita d a resolver las d ificultades. �5
El proble ma de l a norma de conocimiento, que l a Re­
forma colocó en lugar principalísimo , fue resuelto de d o s
maneras d i stintas en el siglo x vi: p o r una parte, la s uspen-

,.
"' Joseph Glanvill, Scir ttwm nihil est ; o1· t h e Authors Defence of t h e Vanity of
Dogmati.:ing: Against t ite Exceptions of t he Learned Tito. Albius in /lis late Sci1·i,
Londres. 1665, 6a. página (no n u merada) del prefacio.
" Martín Cl i fford, A 'l'reatise of Hymane Reusan, Lond res, 1 675, p. 1 4.
" Bo u l l ier, Le Py1Thonisme de l 'Eglise Romaine, y Le P. H u bert H ayer, La Régle
Foi vengée des Calomnies des Protestans: et spécialement de cel.les de M. Boullier
Ministre Calviniste d 'Utrecltt, París, 1761.
43
DE LA HEF OR MA
LA CRI SIS INTELECTU AL

ép tic � d e l J U l � l O , pi.O.P u e sta


. . . por Erasm o, ap ela nd o a
sió n esc 1 " raz o-
. na les . po r a o t ra , la sol uc ión e los
la f ' l n otl vos rac w oce r q �
� �:
b �. ca sta lió n o fre cid a d esp ués
d e rec on
m res no po día n Ú ega � ���;:;� �� �
s
�� � r a la cer tid um b �e c
pro � o �1C se � u � e � ll
tra his tor i a int ele ctu al se cn s1s esc ep 1ca � ue ha bía sid
est a S do s sol u c ion es h

ast a la

form . e mo e l ca rac ter pe .
cu .
1 1ar
o

de sen ca de na da po r l a e � cid en te
de es �e de sarrol lo � e e b e e gi n me did a a l ac
his tón co d.e q ue al tl e n: o � esc ép tic a se
!
q u c su r ió l a cri sis
gri e­
Y teo rí s d e los esc ép tic os
red esc ub ne ro n los esc r .1 os
gos, es in?� ort ant.e �!l �h z l � ��� ���; � ;J��
i
1
· · to y el int
a nte el siglo
eré s en
XVI ,y
el esc ep tic ism o p H_r om co · 1 o s red es cu br im ientos de los
acl ara r l a ma nera en q u e , con _ ti cos la cri sis pa só de la
sce p
ant igu os arg um ent o s d e l os e '
teo log ía a la filo sof ía.
II. EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO
GRIEGO EN EL S IGLO X VI

;¡1'
LA INFOR MACió N acerc a del escep ticism o a
ntiguo llegó
nos d e los pens ador es ren acen tistas princ ipalm entea ma­
tres vías: los escri tos de Sexto Emp írico , l a s obra s escé por
cas d e Cicer ón y el relato d e los a ntigu os movi mien tos pti­
cépt icos, que se h alla en las Vidas de los filósofos ilustTes es­
de


Dióg enes Laer cio. Para apre ciar por comp leto la repe rcu­
sión del escep ticismo sobr e el pens amie nto rena
nece sitar íamos conta r con estud ios de cuán do aparcenti sta,
ecieron
estas fuent es, dónd e, a quién , y qué reacc iones p rod ujero n.
Char les B . Schm itt ha hech o esto con l as Acadendca
p� Cicerón, dá � dono s un cu � dro comp let? de su inf1u e1; cia, de
� desd e l a baJ a Edad Medi a hasta el fmal del siglo xvi. 1
> S � hmitt h a desc ubie rto que el térm il: o la � i no sce ticus, q ue
1 hizo surgi_ r el franc es .
_ sceptzque J?
y el mgle s sceptzc apar ece
';t por p rime ra vez en la t rad ucció �1 l atina � e D i�g nes d e
¡1 1 430, y e n dos trad u c c ione . �
s latin as, no Ident ifi c ables ,
d e Sexto , del s iglo ante rior. 2
\
l'
Se nece sitar ía un traba jo tan labo rioso como el efec-
1 tuado por Schm itt para comp letar el cuad ro d e q uién "
/
f Sexto, a Diógenes , y a los escri tores musu lman es y jleyó a
� � Y'

escé pti cos y antirracio nale s, como Alga zel y Juda h Hale vi.s udío
Algu nos de los resul tado9 de Schm itt, a los q ue
pués de las prim eras edic ione s de esta obra , será nllegó des­
/11 r� � os aquí en u n esbozo d e las prin cipa les form as de escepo­
i ncor
.
ticis n;o, espe c1alm p­
ent� . de cómo su form a de pirronismo ! (!
/ 1 a fecto a Euro pa y llego a ser punto centr al en las batal las

f .L �/ i ntele ctual es de fi � ales del siglo XVI. ? menz
.·" I>1 e �ecto d e los
: 1lf-IDWJ mien to rena cent ista.es : ntos de Sexto Emp

1nco
aremos con el
sobre el pen sa-
.·>, '1
Sexto Emp íril:o fue un escri tor hele nísti co oscu ro y ca-
rente de origi nalid ad, de cuya vida y carre ra prác ti came nte
1 Charles B. Schm itt, Cicem Scepticus, La Haya, I972.
12-I3.
' !bid., pp.

44
EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 45
no se sabe nada; pero, como único escéptico pirrón ico f (
griego cuyas obras s e han salva � �· llegó a desen� peflar un 1 .
papel importante en l a formacwn del pe � s a nuento mo- 1 <....:
derno. El a ccidente histórico del redescubrumento _ d e sus ( (
,_. obras precisamente e n e � moment? e r: q u � se h a � í a plan- l) )1J
[1 teado el problema e scéptico del entena d i O a las Ideas d e ; \,

�N Sexto una prominencia súbita y mayor de la q u e hubiesen


VI tenido nunca o volverían a tener. De este modo Sexto, rareza
recién descubierta, se metamorfoseó en le divin Se:rte que, a �


finales del siglo xvn fue consi derado como e l padre d e l a
filosofía modern a.a M á s a ú n , al término del .siglo xvi Y du­
rante el xvn, la repercusión de su pensmmento sobre � l
problema del criterio estimuló un � bús�ueda de la : ert1 � /
dumbre que hizo surgir el nuevo ra_cwnalismo a e Rene De_s� tt, . •Ü
e artes y el "esceptic i smo �o)l1struc!�� · d e Petrus Gassend1 Y � -\'
1 Mari n Mersen ne . r-- . \ _..,.
Es posible fechar con gran certeza el com1 � nzo de la
1 infl uencia de Sexto Empírico s � bre el pensamiento r� n a­
centista. Sus escritos fueron casi totalmente desconoci dos 1

en la Edad Media y sólo se sabe de unos cu a ntqs lectores ' /


de sus obras ant � s d e . l a primera p u bl ic ac ión, e n 1 56� . 1 \
¡
\ Hasta entonces, sólo se habían encontrado dos manusc � I-
" tos medievales l atinos d e las obras � � Sexto:. m:o e.n P� r.1�, \\J
/
ele f'inales del siglo xm, una traduccwn de la Hzpotzposzs �n-
N n·ónicas (extraflamente atri_buidas a Ari � �óteles), Y l a_ otra,
�Y' una versión mejor de la m 1sma traduccwn, e n Espana, al
menos cien aii.os d espués.� E n Italia empezaron a e ntrar 1¡ ,
1 ma11uscritos griegos en el siglo x �, y gr�? ualmente fuero �� f...
dise_ minándose por toda Europa:' Por fm, en 1 562, He11 1 1

" Fue Fran<;ois de La Mothe Le V ayer q u ien le l l amó le divin Sexte. Pie rre
. Rem. B ..
Ba\'lc , en su artíc ulo. " Pyrrhon" en el Dict ion mre IIISI01'HJHC et. cntlqlle.
¡
·
· ·
ase\'eró que l a filosofía m oderna comenzaba con la re mtl·oc uccwn d e Sexto · · .

<aun cuand o Bayle fija l a fecha cerca de ocho ai'los d espués d e cuando en reali-
da d ocu rrió).
Y B I-
·

Cf. Bibliothéque Nation ale. París, Ms. Fonds latin


·l 14700,
fols. �3-132;
blio teca Nacional, Madrid. Ms. 101 12,
fols. Este ú l.timo �nan � scnto fue des­
1-30.
cubi erto por e l profesor P. O. Kristeller, de la Colu m b.la Un � \'ei'Slty en
Para la h istoria de l a m ayor parte de los man uscntos, ve.a � e H� rmann Muts­
'•
1955.
.
.
chm a n n , "Die U berlieferung der Schri flen des Sextus Emp1ncus , R/¡e¡ :usclles
Musewn für Pllilolooie, LXIV, 1909,
pp. 244-83.
También h ay dos m anuscntos re-
46 EL R E S U R G I M I E N TO D E L E SCEPTICISMO G R I E GO

Estienne, el gran impresor renacentista, publicó una edi­ la


ción latina de las Hipotiposis, H que fue s egu ida en 1 569 por '::1 q u
una ed ición latina de tod a s las obra s de S exto, pu blicada '1 gu
or el contrarrefo rmador francés Genti a n Hervet. 7 Esta , ;1 au
edición consta de la trad ucción hecha por Hervet de Ad­ ':1 fra
versu.s Ma:thenwticos, y de la de Estienne, de las Hipotiposis. 1 me
. .
La ed1c1on de Hervet fu e re publicad a en 1 601 . H Pero el tos
tex
. Al En
texto griego n o fue publicado h asta 1 62 1 , entonces por l os
hermanos Chouet.!' Además, h ay consid e rables pruebas d e
qu e e n 1590 o 1591 a pa re c i ó u n a trad ucc ión inglesa de las '11 pr
HipotiposiS . 1 11 Otra trad ucción inglesa, d isti nta, aparece en re
n accnlistas de trad u c c i ón l a l i11a d e Sexto ; u n o d e l por
Acll;e1'Sus mathematicos, gu
J o l . L a u re n c i o , V a t i c a n o m s . 2990, fol s. 266-381 . ( E l Proi: S c h m itt ha p u bl i c ad o
� cu
recien temente u n e s t u d i o d e l m a n u s c r i t o d e L a u rc n c i o.) V é a se s u o bra "An
Unstudied FiHecnth Century L a t i n T ra n s l a t i on o f Scxtus E m p i ri c u s by G i ov a n n i am
Lorenz �" e n Cult u ral Aspects qf the Italia n Renaissnnce, Essays in Houour of Paul
: ni
Oskar Kmteller, c d 1 t ado por Cec i l H . Clough, M a n chcster 1 976, pp. 244-261; y el
o t ro d e las 1-lip ? liJ!osis y a l g u n a s p a rtes d e l Adversus mathematicos, por Pctr. de
de
M o ntagna n a , B 1 b 1 Joteca N a z i o n a l e M a rc i a na ( V e n e c i a), c o d . l a t. 267 r3460), fol s . G
� -57. Estoy agra de c i d o a l profe s o r P. O . K r i s t e l l e r p o r d ar m e m u c h a i n fo r m a c i ó n pe
I mportante a c e r c a de e s t o s m a n u s c ri to s .
" S e x t o E m p í r i c o , Sexti Philosophi Pyrrhoniarwn Hypotypwsewn libri IJ/ . . . la­
id
.
tme n unc pl'imum editi, interprete Hem'ico Stephano, París, 1 562. cr
i
. ' Sexto E m p í r i c o : Adversus Mat11 ematicos . . . graece nunquam. Latine 1 unc
pnmum edztwn, Gentwno Heroeto A tm:lio interprete. Eívsdem Sc:rti Pynhonianm1
HYPOTYP,oSEWN libri tres . . . interprete Henl'ico Stephano, París y A m b e rcs 1 569. Re
" E n l a l ista de e d i c i o e s d a d a por J. A . Fabri e i us e n sus Sexti Empirici qu
Opera, Lc 1pz1g, 1 718 .1' Le1pz1g, 1842, así como en l a lista q ue aparece en el artícu­
. . �
l'o
lo s o �re Sexto E mpíric ? e n la Biogmphie Universe/le, V o l . X LI I , París, 1 825 se
a re1. m prcs1 ó n de la e d i c i ó n <le H c rvet en París e n 1 601. No he l o'c a ­ Lo
�c n c 1 o n a u �
l l za?o u n eJ. e m p l a r d e e s t a i m p re s i ó n , y t a m po c o a p a rece e n l a B i bl io th e q u e tr

" Sex� o Empírico, �<�Tol• 'f.¡;.7TflfJ<Xoil Tá �'"'"!J.'"" Empil'ici Opera quae extant . . .
N at w n a l e n 1 en e l M us c o B r i ti11 1 i c o .
cu
Pyn·lzomanun H¡¡potypwsewn libri JI/ . . . Henrico Stephano interprete. Adversus mat­ ha
hematic?s. l_i bri X, . Gentiano Hemeto A m·elio interprete, gmece nunc primum editi . . . co
Esta c d J c J O n fue 1 mprcsa e n 1 62 1 p o r P . y J. C h o uct, y p u b l i c a d a e n vari a s ci u d a ­ no
d es , e n t r e e l l a s París y G i n e bra. of
"' Thomas N as h e s e refiere a t a l t ra d u c c i ó n e n
159 1 , y ta nto N as h c como Row­
l an d s c i tan d e e l l a . Cf. The Works qf' Thomas Nashe, Ed i ta d a s por R o n a l d B . M c ­
ci
Kerrow, Lo n d res, 1 910. Vol. I I I , p p . 254s. y 332, Vol. I V, pp. 428-429. y V o l v, pp.
1 �� Y 1 22, Y E rn cst A . Strath m a n n , Sir Walter Raleigh, A Study in Elizabethan S/cep­ 17
la
li clsm, N u eva York, 195 1 , pp. 226 y ss. H a s t a a h ora no se ha e n co n tra d o n ingú n
m
. . Vé
eJ e m p l a r mayor i n fo rm a c i ó n acerca de esta "tra d u c c i ó n p e rd i d a" .
La " t ra d u c c i ón perdi d a " se ha c o n fu n d i d o fre c u en t e m e n te c o n "Thc Sccp­
Hi
. ti

Sexto, L1bro I . Pro b a b l e m e n te no es de R a l c ig h , y sólo a p a re c i ó i mpresa e n The


t l c k e", �e Sir Walter R a l e igh. Esta o br a es una t ra d u c c i ó n de u n fragm e n t o de
EL R E S U R G I M I E N TO DEL ESCE PTICISM O G R
IEGO 47

Histo ry of Philo sophy de Thom a s Stanl ey, de 655-


1661 [l ] 1<:
s v e c e s e n e l s i glo si-
u e d e s p u é s fu e re i m p re s a tre
iente . 1 Ning una otra edici
1 ón apar eció e n el siglo XVII,

un c u a n d o S a m u e l S o rbie re come nzó u n a tra


1 1 En 171 � , una edic
d u cció_n
ión s � ma- · 1
d e � s- J;l
ance sa, a lrede dor de 1 630.
ente minu ciosa , basa d a en el estud iO de algun os
,

i tis, con el \ U(
s man uscritos, fue prep arad a por J. A. Fabri c
latin as <
¡)
1 " -
xto origi nal y revi sion es de las trad ucci ones
J
Clau de Huar t escr ibió la
n 1 725, un mate máti co
rime ra trad ucci ón fran
llam
cesa
ado
d e las Hipo tipos is, q ue fu e \T
b
impre sa en 1 735. 1 a
La pri mera re feren cia h asta hoy cono cida de q ue al­
carta , des- 1 .�
uien leye ra a Sext o Emp íri co a pare ce en una
ubierta por Sch mitt, d e l huma nista Fran cesco Filel fo a su ¡ \ �
se h a sabid o de
migo Giov an ni Auri s p a , en 1441 . H No
s p i rrón icas ante �
ingú n emp leo sign ifica tivo de l a s idea
presi ón de las Hipot iposis d e Sexto , como no sea el ele
e l a im
o por el
ian Fra nces co Pico dell a Mira ndol a. Pertu rbad
basa do en las
ensa mien to hum anist a del Rena cimi e nto, gos
o s los teólo
deas paga nas, y por el h echo de que tod de
la a utori dad
ristia nos de su époc a d e pe n d i e ran de

d e l a �ec �J a
emains of Sir Walter Ra/eigh, 1 65 1 . Para una d is c u s i ó n c o m p l e t a
/1 Ecn<)a m.
Y 66-67.
fr a n c , Walte r Raleig
u e a p a rece en esta o bra. vé ase Pierre Lc
Sir
eu vre ct les idées, Quebc c 1 968, espec i a l m e n te pp. 48-49
" La d c c i moseg u n d a p a rte d e The Histo111
of Philos ophy. de T h o m a s. Stan ley,
ondres, 1656-5 9, Londr es, 1 687, Londr es, 1 701 y Lon d res. 1 743. contw ne u n a
adu c c i ó n c o m pleta d e l a s Hipotiposis.
. .
ard H. Popki n , " S a m u e l Sorb i c rc ' s Tra n s l a t i o n of Scxtu s E m p l :l­
" Cf. R i ch
us ". en Jouma l of the History o.f Ideas, X I V , 1 953, pp. 6 17-62
1 . Charle s B . S c h m 1 � t
i n é d i t a , m u c h o m á s co mpl eta . por N I ­
a encont rado o t r a tra d u c c i ó n , fra ncesa,
, C f. S c h m itt, "An U n k­
olas el e la Toiso n q u e d a t a de 1 677, apro x i m a d a mente
Scxtu s E :n p i ricus" . Journ al
own Scv entcc nth:Cc ntu ry Fre n c h Tra n s l a t i o n of
f the History of Philosophy, VI, 1 968, pp. 69-76. . . .
11S Fab1'1-
""' Sexto E m pírico , Opera, graece et latine . . . notas add1d 1t Jo. Albe71
us. Lci pzig, 1 718.
"' b Sexto Empí rico, Les Hipoti poses oH Institu
tions pirron iennes , Amstc rda m ,
725. Y Londr es, 1 735, e l Dictio naire des Ouvra ges .4nony mes, d e B a rbicr, a t r i b uye
a trad u c c i ón a C l a u d e H u art, d e G i nebra . Para más i n forma ción acerca de esto,
e n Jounw l of tlze
éase Popk i n , " S o r b i é rc's Tra n s l a t i o n of Scxt u s E m p i r i c us",
Edi­
is tory of Ideas, X I V , 1 953, pp. 620-62 1, y "A C u ri o u s Fc a t u re of thc French
ly, XXXV, 1 956, pp. 350-352.
i o n of Sextus E m p i r i c u s", en Philolog ica/ Quarter
i c us", pp. 245-246.
" Schm itt, "An Unstud i ed Tra n s l a t i o n of Sextus E m p i r
48 EL R E S U R GIM IENTO D E L E S C E PTICISMO G R I E GO

Aristóteles, Pico el menor fue atraído, e n e l ú ltimo d ece­


n io del siglo x v, por las ideas d e Savonaro l a y, al parecer,
por algunas de las tendencias antiintelectuales d e aq uel
movi miento. ! ' Así, Gian Francesco d ec i d i ó d e sacredita r
toda l a tradición filosófic a d e l a antigüed ad pagana y d u­
l�ante un exilio forzoso, alre d e d o r d e 1 5 1 0, se puso a t raba-
, .1 ar en su obra Examen Vanitatis Doct1·inae Gentiunt, publi­
- ' cada en 1520. 1 f>
El li bro comienza con una rev isión d e tod a la fi losofía
\ antigua. En la segunda parte, pasa d e la exposición h istó­
i ,-- rica al análisis teórico d e l pro blema de la certi dumbre . A
_
- .-: parti r d el ca pítulo 20 d e l Libro II, comienza una extensa
k d � scusión d e l pirronismo, basada en las Hipotiposis pi1'-ró­
' rucas, de Sexto Empírico, en q u e resume tod a s sus opi nio-
- n es y añade no poco material anecdótico. El siguiente li­
bro trata del materi al del Contm los Matemáticos d e Sexto,
y los tres últi mos son un ataque a Ari stóteles. 1 i A lo largo
d e tod a la obra, Pi co empleó los m ate ri ales escépticos d e
1 Sexto para demoler toda fi losofía racional y para libe rar a

los ho mbres de la vana aceptación de teorías paganas. La


conclusi ón no era que todo d ebía poners e en d uda sino
•,
antes bien, que el ho mbre d ebía abandonar la fi losofí �
como fuente d e conocimiento, y a brazar la única guía q u e

"' E l p rofesor Donald W e i n s t e i n h a l l a m a d o m i aten c i ó n h a c i a u n sermón d e


S a vo n a ro l a , d e l 11 de d i c ie m bre d e 1 496, en q u e se d i c e q u e e l h o m bre carnal
q ue no tiene i n tereses n i i l u s i ones i n t e l e c t u a l e s (en c o n traste c o n e l h om b re
a n i m a l . q u e cree conocer, pero e1' re a l i d ad no c o n oce), p uede convertirse a l a
v i d a e s p i ritual más fá c i l me n t e q ue e l h o m bre a n i m a l . Cf. G i ro l a mo Savo n a ro l a ,
1,
R o m a . H J55 , Pre d i c a V , pp.
Prediche Sopra Ezechiele. e d i ta d o p o r R o b e rt R i d o l fi ( E d i z i o n e N a z i o n a l e), V o l .
61 -62.
'" El t ítulo c o m pleto de esta o bra e s .J o a n n i s Fra n c i s c i P i c i M i ra n d u l ae Do­
m i n i , et Concord i ae Comitis, Examen Vanítatis Doct1inae Gen tium, et Ve1itatis
Clmstianae Disciplin ae. Distinctu m n Libms Sex. quomm Tres omnem Philosoplw--
110ll Sec t a m Universim . Relic¡ui ATistoteleam: et A1"istote/eis Armis Parliculatim I m­
p u g n a n t Ubicu n c¡ u e A u tem C h ris t i a n a e t A sseri t 11 T et Celebm t u r Disci p l i-n a ,
M i ra n d u l a e . 1520.
La o b n1 fue re im presa con algunos r:am bios menores, en la Opera Onmia de
G w n Francesco Pico. Basi lea 1 573 ( a c t u a l mente, el vo l u m e n II, de l a s o bras d e l
gran Pico).
" U n estud i o d e t a l l a d o d e l a o b ra G i a n Fra n cesco P i c o aparece e n C h a r l e s
B . scl11mtt, Gwn Fmncesco Pico della Mirando/a ( 1 469-1 533), and his Critique of
.
.
Anstotle, La Haya, 1967.
E L R E S U RG I M I E NTO D E L ESCEPTICISMO G R I EGO 49

los h ombres tienen e n este "valle de lágrimas": la Revela­


ción cristiana. 1 8
El pirroni smo cristiano d e Gian Francesco Pico ti e ne
un sabor p a rticular, lo q u e explica, e n parte, el hecho d e
q u e n o lograse llegar a un público extenso y receptivo,
como el q ue Montaigne encontró a finales del siglo xv1. S i
l o s h o m bres e ran i n capaces d e comprender algo p o r me­
dios racionales, o alcanzar con ellos algunas verdades, la
única fuente de c o n ocimie nto que qued aba, según Pico,
era l a Revelación por medio de la profecía. 1 9 Y así, no
conte nto con abogar u n conocimie nto basado tan sólo e n la
fe, como el que nos presenta la Revelación d e Dios i nter­
pretad a por la Iglesia, la idea d e Gian Francesco Pico po­
día conducir a graves peligros en mate ria de pensamiento
re ligioso, al h acer á rbitro s d e la verdad a q u ienes h abían
rec i b i d o el don d e profecía.
Aun cuando Strowski afirme q ue el l i bro de Pico della
Mirandola tuvo gra n éxito y que dominó el pensamiento
1
1'
escéptico d e l siglo xv1,�0 en realidad el l ibro parece h aber
ej e rc i do muy poca influencia, y no llegó a popularizar las
i d e � s d e Se � to Empírico, como lo harí � despué � la "A ? o- r
logie d e Ra1mond Sebond", de Monta1gne.2 1 V1lley d 1 ce
q u e Agrippa von Netteshe i m , a quien estud i aremos más
adelan te e n este m ismo capítulo, empleó materiales de
Pico. S i así fue, Agrippa fue uno de los pocos que lo h icie-

' " Véase, p o r e j e m p l o , e l c a p . 20 d e l Libro 11, y e l L i b ro I I I ; c a p . 2 d e l Libro


III se t i t u l a , " Q u i d S c e pt i c i contra d is c i p l i n a s i n u n ivers u m attulerint, s u m pt i s
argu m e n t i s e x re q u ae d o c tr i n ae praebeatur, ex d o c ente, ex d i scente, ex m o d o
d o c t r i n a e u b i c o n tra i psos n o n n u l la d i c u n tu r , & a l i q u a d i c u n t u r i n l a u d e m
C h r i s t i a n ae d i c i pl i n ae " , Cf. Lou i s l . Bredvol d , T h e Intellectual Milieu of Jolm D 111·
den, U n i v e rs i ty o f M i c h i g a n Pu b l i ca ti on s , Language a n d Literature, V o l . X I I
( A n n Arbo1·, 1934), p p . 28-29; a n d E ug e n i o G a r i n , Der Italienische Hwnanismus.
Berna, 1 94'1, pp. 159-61 .
' " Cf. G a r i n , loe. cit., e s p e c i a l mente p . 1 60.
' " Fortu n a ( Strowski, Mon taigne, Segunda e d i c i ó n , París, 193 1 .
" ' P i e r re V i l ley, Les Sources & L'Evolution des Essais de Montaigne (París,
1908), Vol. II, p. 1 66. Véase S c h m itt, Pico, cap. \ ' 1 para u n examen deta l l ad o de l a
i n fl u e n c i a d e P i c o . El rec i e nte artí c u l o d e S c h mitt, " F i l i p p o Fabri and Scepti­
cism: A Forgotten D e fe n se o f Scotus", e n Storia e cultura al Santo a cura d i An­
t o n i o Poppi, V i n cen za, 1976, pp. 308-31 2, añade a lg u n a i n formación nueva acerca
d e l a i n flu e n c i a d e Pico.
50 EL HES URGJM JENTO DEL ESCEPTJCJSJ\10 GRJEGO

ron . 2 2 En las historias del escepticismo escritas en los si­


glos XVJI y xvm, simplemente se menciona a Pico, pero no
se le e stud ia en las bibliografías sobre el tema. En la h is­
toria del escepticismo de Staudlin, en d o s vo lúmenes, q ue
abarca de Pirrón a Kant, publicada en 1 794 el a utor de­
d i ca a Pi co un par d e fra ses, y concluye dici � n d o : " Y toda
su obra no tiene interés s u fici ente para mere cer aquí ma­
yor caracterización." 2 a
El profe s o r Sc h m i tt n o c o n v i e n e c o n m igo e n e ste
punto . Está de acuerdo en q u e la obra de Pico no tuvo la
repercusión de los escritos d e Montaign e , Bayle o Des � ar­
tes ' pero i � siste en q u e no fue desconocida. Schmitt sigue
.
la m fl u en � Ia, a veces tenue, a veces más importante, de la
.,: o bra de Pico, so bre Nizolius, Castellani el tra d uctor de
Sexto, Gentian Hervet, varios pensad o re � ital ianos meno­
res, l.os � uto res de los come nta rios de Coimbra , Filippo
Fabn, Pi erre Gassend i , Campanella y Leibniz. Es obvio
! q � � Pi co tuvo cierta influencia, pe ro n o fu e d e q u ienes
,� , h i cieron del escepticismo uno de los temas claves d e l a
, época. L a posible influencia d e Pico sobre el más célebre
escéptico Agri ppa von Nette s h e i m será est u d i a da m á s
ade � ante . en este m i s m o capítulo. Pien·e Villey afirmó q u e
Agnppa em pleó m a te ria l e s d e Pi c o , p e ro investiga c i o­
nes recientes han hecho revaluar esta afi rmación. Mon­
ta igne al parecer no conoció siquiera la obra de Pic o . 2 ·1
Nadie más q u e Gian Fran cesco Pico parece h a be r to­
m � d ? n ota de �exto Emp f rico antes d e q u e a pareciera la
e d i c i o_ n de Estienne. Los c ultos h umanistas n o p arecen
h a ber conocido su nombre . Ni aun en el terre n o e n q u e
Sexto pronto cobrarí a verdad era importancia ' a s a ber e n
l a s controversias p o r l o s m é ritos d e l a astrol ogía, ni � un

" ':' i l l ey, op. cít . , p. 1 66 n.l.. muestra q u e resulta sumamente i mprobable que
Montmgne usara la obra de Pico. I n d ica q u e a mbos a u tores toman de Sexto.
pero �abJtualmente los " préstamos" hechos por Montaigne son más precisos. y

· ·1
.
tamb1en q u e Montaigne no se vale de n i nguna de las a nécdotas d e Pico, muchas
de las c uales habrían podido atraerle si· las hubiese visto.
"' C a rl F ne d 1 1 � 1 S tau dl 1' n , Gesch?chte
. .
und Geist des Skepticísmus ( Le i pzig,
1 794), Vol. I, p. 557.
" C. B. Sch mitt, Pico, cap. VI.
1tl
¡
EL RESURG I J\1 JENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 51

Pico d e l l a Mira ndol a,


allí h ay re feren cias a él. El prim er
inclu ye e ntre q u iene s
en su trata do sobr e a strol ogí a , no lo
astro logía .2''
escr i bier on e n ti emp os antig uos sobr e
ecen e n la
Las poca s menc ione s al pirro nism o q ue apar un cono ­
can
lite ratu ra de com ienz os d e l s iglo xv1 no indi
rse, en cam bio,
cimi ento de Sext o, s i n o que pare cen basa
antig uo so bre
en Diógenes Lac rc i o , o en algú n otro texto 'e- . ,
bre del pi-"l
esce pti cism o grie go . La eluc idac ión más céle J
en el Te rcer .
rron ismo en este peri o d o e s l a de Rab cl ais,
'

preg unta a va-


Libr o de GaTgantúa y Pant agru el. Panu rgo -
los inter roga
ríos hom bres culto s s i debe cas arse . Uno d e q u e
capí tulo
dos es Trui llogá n, el fi lósofo . Desp ués de un
una res­
indic a l a d i ficul tad d e obte n er de Trui llogá n
ce un diálo go
pues ta fran ca, el ca pítu lo trein ta y seis ofre
entre el fi lósofo ·y Pan u rgo. El título del capít ulo es: "Con ­
ctico y pi rró­
ti nuac ión de las res p uesta s d e l filóso fo efé
m a rc a a
nico Tru il logá n . " D e s p u é s d e q u e Tru il logá n
a de inte­
Pan u rgo d uran te u n a s c u anta s pági n as, éste dej
rroga rl o. Ento n ces. Garg antú a se levan ta y d ic e :
i a l mente por
Alaba d o s e a D i o s p o r tod a s l a s c o s a s , pero e s p e c
a tal c u m bre ele re fi n a m e nto, m á s a l l á ele
h a be r llevad o a l mundo
fi l ósofo s m á s
d o n d e e staba c u a n d o yo lo c o n o c í, e n q ue hoy los
\
\ c u l t o s y más prud e n t e s no se averg ü enzan ele e¡ u e se l e s vea e J: tr � r
� �� P ? r los porc he s y fro n t i s p i c i o s ele l a s e s c u e l a s el e l a s sectas p i rro­

a . c é p t i c a y e fé c t i c a . ¡ Be n d ito se a e l s a n t o no m-
/ l¡1 11 l c a po rrét i c a. e s
ucho
bre ele D i o s ! En verd a d p u e d o d e c iros q u e en a d e l a nte s e rá m
pescu ezo, c a b a l l o s p or la
m á s l'ú c i l e m p re s a atra p a r l e o n e s por e l
. toros p o r e l hocico , l o bo s p o r l a cola,
crin . bueye s p o r l o s c ue rn o s
tales
e h i \'os por l a b a r b a y a v e s e n v u e l o por l o s p i e s q u e atra par a
h o n rados a m igos
fi ló s o fo s p o r s u s p a l a bras. ¡ Ad i ó s . d ignos. c a ro s y
m ío s ! " ' ;

"' Giova n n i Pico cle l l a M irand ola. Dis¡mt a tiones AdveTsus Astml ogiam Divin a­
vols.
edi tado por Euge nio Garin. Edizio ne Nazion ale, Floren cia, 1 952, 2
Li.bmry
t l'i ccm .
en Pearl Kibre, The o f
Pico Delia Miran do/a , N ueva York. J 936. el n ú mero 673 y el n ú m ero 1 044 se titu­
En la lista de los manus critos de Pico presen tada

lan Tractatus contm m·ithm eticos et contra astmlogos. El n ú m ero 1 044 es atri buido
a Se xto C l l el í ndice
''· Fra n cois Rab c'!a is, Oell l'res de Fmncu is Rabe/a is. edition critiq ue p u bliée
so us la d i rection de Abe! Le f'ran c. t('Xte et notes par H . Cluzot. P. Dela unay J . . •

Pla ttard e t .J . Porchcr < París. 1 93l l. Tomo V . p . 269. 1 , 1 12-1 22.
52 EL RESL'RGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

E l re tra to d � l p i rró n i co q ue p re s e n t a Re b e l a i s e s ,
c_omo bien_ pod1a esper rse I enos d e u n filósofo e scép­
� _, l!
tico q ue de un personaJe com1co. Truillogán no m a rea n i
con�unde a Panurgo med i ante los ga mbitos d i alécticos
hab Itu � les, como lo harí a el filósofo p irró nico de Moliére,
� al,�u no, �on Sgana �elle e n _ Le Mariage Forcé, en el siglo
sigUI � nte. .-. E1� cambiO, el p irrónico de Rabelais alcanza
sus fmes median �e _una serie d e evasiones, incoherencias
Y res puestas esot � r� cas. El retrato no se basa e n materia­
les d e Sexto �mp1nco. Y el comentario d e Gargantúa pa­
rec e , e n realidad, m a l fun d a me ntado. D i rí a se q u e en
aq ue lla :_ �oca no había fil ósofos q ue se considera ran pi-
r rromcos.
_ _ �os comentadores explican l as observaciones
·

1 d e Gargantua a la luz de las Academica de Cicerón que


por .entonces es � aban s.iendo muy estud {adas, y d e l D e in­
. ce1'fztude et vanztate sczentiarwn, de Agrippa von Nettes-
heim, que po� entonces generó cierto interés. 2!1 Sin em­
barg? , 1� termmologí � p arece provenir d e l a presentación
de P1rron que hace Dwgenes Laercio.:1o
·
" La versión que da Moliérc de este relato es mu 1 o
pin ·�ni smo ya q � e. �u f�ló�o �o escéptico aplica varia� �c ��� ���� �. �����e:\��
. ,

. 1
· · · ·
mac1 as d e 1 a tradiC IOn p1rron1Ca a la prcgu t a en cuestwn, de SI ¿debla casarse
Sga n a rcJ l c ? y dcs¡)ués d e mos t .aJ. que esta 1en duda en todas las cuestiones no
·
. l
�;�aa �:��1;0�;cl�a:oa� �1� �: �: =��;i����. �u����c!��:;�.�cln.J.aisiana
.
h � cien d·� � uc
co .se queja, Sganare­
llc le indica que un escéptico no pucd � es t aJ . seguro m Siquiera de que Jo han
golpeado
. o de que le duele · U n post crwr comentador de esto ' F��e· >d n_c· 1� .B lcr- '
l l llg, Cl� s u Commentatio de Pyn·honismo Historico Lci pzig 1 724 p a o qu�
�1so.arfurw debió responder a Sganarclle, "me pal:ecc que �e h�z �ol�:��0' Y poi
e que debo hacerte lo mismo a ti". .
. � Hcnn ce
e par�
Busson, en su "Lc Rationalismc d a n s 1 a lltteraturc . de la
.
.
.rranc:a1sc
Rcnaissancc". 1533-160 1 ' pa�ls. 1 957 ' pp. 234 3�· puso a Rabcla1s como testigo
·
.
importante de que el ����omsmo : .
era una o p l m o n conocida Y bien establecida
en la Fra n c i a de la ép ·
'" Cf. n. 26 en Oeuvres de Rabelais T. V · p. 269 ,· n . .1 9. en RabclaJs, Le Tiers
Livre, cd. Jean Plattard· París 1 929 (L� T�xt: J �Franc;;us), p. 285; Y. Rabelais, The
UTquhart-Le Motteux T¡ �nslati;n oJÍI o� s o ranc¡s Rabel�zs, editado por A. J.
Nock Y C. R. W i lson <Nueva York 1 �; 1 ), ol 11, notas, p. lxxu, n. 7 a cap. XXXVI
"" Cf 0 . . cs L

. .
de os s I ust es, traduc ido por R. D . l·Í i c ks.
Locb ecl :. ¿�����c s Y �:������¡X���1 as� {;;�� �'o� · :1 · .L7�,1 �ro IX, �a p. XI, � P · 474-51 9 . El
escepti c i s mo pirrónico es descrito bJ:�vcm�n� e
. e POI 1 lUman1sta Gll l l l aume
, COI.I.CSpondcncJa) en. s u 0 b ra De A sse, Pans,
Budé
<con quien Rabelais so S t U\0 .
cxxi i . aparentemente basacl o en 0 wgcncs ..
1 54 1 , p .
Lacrcw.
E L HES URG IM IENT O Dr�L ESCE PTIC ISMO

Com o vere mos , l as exte nsas disc usio nes del


cismo a com ienzos del s iglo xvi, con la únic a exce
G H IEGO

esce pti-
pció n de
]
l a d e Gian Fran cesc o Pico d e l l a Mira ndol a, pare cen
Cice
h aber
rón . '1 1 (
e stad o basa das e n info rma ción enco ntra d a en
Luc i a no, D ióge nes Laerc io o Gale no. iene s pasa ron por
Prob able men te el más nota ble de q u
escé ptic os e n este peri odo fue aqu ella c u rios a figu ra ,
Hen ricu s Corn eliu s Agr ippa von Nett eshe i m ( 1486 - 1 535) .
Era un hom bre inte resa do en muc has cosa s, pero espe ­
cial men te e n las c ienc ias ocu ltas Y Una extr aña obr a que

¡
itate scientiarum
escr ibió e n 1 526, D e Ince Ttitu.dine e t van
decl ama tio invectiva . . . h a hec ho que
se le clas ifiq ue com o
un tem pra no escé ptico. La gran difu sión de esta obr a, sus
muc has edic ione s en latí n, así como el e n trad ucc ione s ita­
lian as, fran cesa s e ingl esa s durante sigl o XVI, ade más l.
a Agripp a una ! \
d e s u i nflu enc ia sob re Mon taig ne . han d ado
i n me reci da prom i nen cia e ntre quiepennes des emp ei'la ron un \
pap el en el red esc ubr imi ento del sam i ento escé ptic oj
e n e l Ren acim iento. ba con tra
El li bro es, en real idad , una exte n sa d i atri todo tipo de
todo tipo de acti vida d i ntel ectu al y cont ra

c
, es d e-
arte S u prop ósito , nos dice Agrippa en el prefacio
a los lecto res. come nta dores y enem igos
del
·"Sólo Schm itt ha i nvesthaigado ente leída
m
e ncon trado que fu e una obra exten sam
De A cad e i a . d e Cieerón. y ica·
y q u e n o prod ujo répl icas muy agud as. a lguna s de las cuale s fuero n publ
man uscri to. Véas e Cierro Scep t i c u s.
d a s y algu n as de las cuale s sólo ex isten en
del li bro de Sc hm itt " Las Acad e·

c
El artícu lo de Ezeq u ie l de Olaso . ele crít iea " S t u dies in Pililo ·
Inten wtio nal
cent ista . en
m i c a de Cice rón y la fi losof ía Rena
s más acer ca de la i n O ucnc ia d e
, nos da a lguno s elato
soplz y V J I ( 1 975), pp. 57-68
Cicerón .
"' Acerc a d e los i ntere ses y la te mpes tuosa
carre ra d e Agrip pa. \'!'ase el ar·
ticulo de Ba�·le "Agri ppa" en el 1>
iquc el Cri t ique: la i ntrod uceió
n
i t io uaire Hisror
ppa von Nett eshc im. Die l t
E ite kei 1md
ele Fritz Mau thnc r a su trad ucció n d e Agri ¡¡sscl zri.(t . Mun ieh. 1 9 13.
pp. \' I­
.f! en 1 1 1 1 d die Vert e i d ig u n

¡¡ ¡
U ns iclzer/¡ e i t dcr \Vissen�clw i n Agri ppa 's Thou ght" . e n
ic and Scc p t i c i sm
XLV : y C h a rles G. Naue rt .Jr.. "Mag y Af} l"ippa 's a11d tlw Crisi s o.f
Jcm m a l of t he Histo ry of I deas
. X V I I I . 1957. p p . 1 6 1 -82 in. i ntrod ucció n a Olms .
Rena isscmce TJw g t . i Urba /
d e
na. I l l i n o i s 1965: R. H.
las de Agrip pa y
Popk
los Ensa yos d e Paol a Za mbc­
e d i c i ó n fol orcp rocl u c d a . O p e m
et la Theo logie huma n iste " . en
me
l l i . espe c ialme nte "Co rncil le Agrip pa. l�ras 1969. \'ol. l. pp. 1 1 3·59.
l ti'E t l l lles 1 1 1 1 1/W ilistcs . Tours
Dou.:ie J I I I <' E ta[Jl' J utenu ltÍ<JIIil n
París , 1972. y " l\fagi c a ncl Hacl i c a l Hef' o rmat ion in Agrip pa of
. 60.· 1sh03.e i m". e
Nette
Joun wl o f . ' TI Warll11Tfl (1 71(/
Ie Cow1 a ul d l n st i t u t es. XXX IX. 1 976. pp
5-1 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTIC ISMO GRIEGO

nunciar a qui enes se enorgullecen de la cultura y el cono­


cimiento h umano y que, por tanto, desprecian las S agra­
das Escrituras, por considerarlas demasiado sencillas y
burd a s ; a qu ienes prefieren la escuela d e filosofía a l a
Iglésia de Cristo. a :¡ E fectúa su denuncia presentando u n
panorama de l a s artes y l a s ciencias (incluyen d o tales ar­
tes y ciencias como j ugar a los dados, putañear, etc.), y
anuncia que todas ellas son inútiles, inmorales o cosas
parecidas. Prá cticamente n o presenta ningú n argumento;
tan sólo una condenación de los pecados de que son here­
deras todas las actividades h u manas. Nos dice q u e el co­
nocimiento fue la causa de l a traged i a de Adán, y que sólo
nos ca usará pesares si lo buscamos.

N a d a h a c a u s a d o m á s p e s t e s a l o s h o m b res q u e e l c o n o c i­
m i e n t o : es é s ta la m i s m a p e s t i l e n c i a q u e l l evó a tod a l a h u m a­
n i d a d a la ru i n a , la q u e a rroj ó tod a I n o c e n c i a y n o s h a d ej a d o
s uj e tos a ta nta s c l a se s d e p e c a d o , y ta m b i é n a l a m u e rt e : q u e h a
exti n g u i d o l a l u z d e l a F e , l a n z a n d o a n u estras A l m a s a l a s
c i eg a s t i n i e b l a s ; l a q u e , c o n d e n a n d o l a verd a d , h a c o l o c a do a
l o s e rrores en su tro n o . :¡.¡

La única fuente gen uina de la Verdad es la Fe anuncia


Agrippa. Las ciencias son simplemente opinion � s d e los
hom bres, indignas de fe , y q u e en rea lidad nunca llegan a
establecerse.a5 --'
No sati sfecho con estas d e c l araciones, Agrippa pasa en­
tonces a discutir por turnos cada ciencia y arte, h aciendo
profusas acusaciones a la vil l a n ía d e los hombres d e ciencia
Y artistas. Los gramáti co s son cens urados por haber cau­
sado confusión acerca de la trad ucción adecuada d e la Es­
critura ; los poetas e histori adores son acusados de mentir;
los lógicos. criticados por h acerlo todo más osc u ro ,· los ma-
temáti cos son fustigados por n o ofrecer ayuda para la salva-
ción ni lograr la cnadratura del círculo; los músicos, por

. " Hen ricus Cornel i us Agrippa von Nettesheim, Of th c Vanitie a u d Uncertain­


! le of l u-res cm d Sciences, angl i fieado por J a mes Sanfo rd, Londres, 1 569, p. Aiv.
" /bid., p. 4r.
•·· l uid.. pp. 4v y 5r.
EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 55

fos natur ales


h acer perde r su tie mpo a la gente ; los filóso
por no ponerse de ac uerdo entre sí acerc a de nada; los
metafísicos , por h abe r produ cido herej ías; los médic os, por
matar a sus p acien te s ; y los teólo gos por hilar dema siado
del gado y olvid ar la Palab ra de Dios.
Lo q u e Agri ppa pedía, en cambio , era q ue el hombre
rechaz ara todo conoc imien to, y llega ra a ser un simple cre­
yente en la Revela c i ó n de Dios. " Por tanto, es mej o r y más
prove choso ser idiota s y no saber n ada, creer por Fe y C a ri­
dad y acerca rse así a Dios, q u e sentirse orgull osos y eleva­
dos por las s utilez as de la cienci a y caer en posesi ón de la
Serpie nte." a n Sobre e sta nota termi na el libro, con una con­
denaci ón fi nal de los hombres de cienci a: " ¡ O h , vosotros,
locos y perversos que, rechaz ando los dones d e vuestro Es­
píritu , os esforz áis por a prend er aquel las cosas de Filóso fos
Impío s y mae stros d e errores, que de biera is recib ir de Dios
y del Espíritu Santo ! " a •
Este ej emplo de anti intcle ctuali smo funda menta l ista no
resulta un argum e nto muy genuin ament e filosófi c o en pro
del escepticismo h a c i a el conoc i mient o h u mano , ni con­
tiene un serio anális is episte mológ ico. Algun os comen tado­
res han d ud ado de q u e real mente repres entara el punto de
vista de Agripp a a l a luz de s u interé s en las cienci as ocul­
tas. Otros han consid erado De vanita te más bien como un
a rra nque de ira que como u n serio intent o d e prese ntar
dud as acerca de lo q u e puede sabers e. a H Un estudio más

"' /bid . p . 1 83v.


.

'' cr. �l au thner. op. ci t .. p. xlvii: y Pierre Vil ley, Les Sou rces & I L'o i H lioH des
' ' /bid . . p. 1 87r.
' É .

Essa is d e M on a i g n e Vol. I I , p. 1 76.


t , Mauthne r, op. cit , p. xlvi le llama una "obra
..

de ira" . en tanto q u e lleva el marbete de "una venganza de las ciencias ", en


Sta u dlin . G escl!ichte 1 m d Geist d e s Skept ici.smus, Vol . 1 , p. 558. Algunos de los co­
�cn tad orcs f'ranC' eses son generosos , y dispuesto s a suponer que la obra sea
l ró ni<·a. "es un planfleto irónico contra la estupid ez". Strowsk i, Montaig ne, pp.
132-33. Villey trata de colocar la obra de Agrippa en el género de la l i teratura
Paradój iea del siglo xn Cf. V i ! ley, op. cit .. I I , pp. 1 73-75. La a firm ación que apa­
rcec en Pan os P. Morphos, The Dialogues o.(Guy de Bmés (Johns Hopkins Studies in
R ?n! ance Li c ra t u res Extra V o l u me XXX), Balti more, 1953, p. 77, de q u e "el pro­
t ,

POSI\o de Agrippa fue dt>fende r la p osición protesta nte" está sujeta a d u da, ya
qup al pare cer Agrippa sigui ó siendo católico d urante toda su vida, Y ataca a los
refo rm adores en Van i tie, pp. 20r-v.
56 EL RESURG IM IENTO DEL ESCEPTICISMO GHIEGO

r� : iente, he � h o por Nauert, ha tratado d e mostra r la rela­


c � on �; las I d eas de Agri ppa con lo o culto y s u " escepti­
.
cismo . Indica que por s u desco �1 fi anza de nuestras capaci­
dad � s me ntal es h � manas, Agn ppa buscó l a verd ad por
med iOs mas _ esoten _ cos. Según esta interpretación, De vani­
tate repr� senta una etapa en el desarrol lo del pensamien­
to de Agnppa : en q u e la fe y la Biblia estaban vol viéndose
elemen t � s n: a s. centrales en su búsq u e d a de la ve rd a d
que . segun smtw, _ no podía llevarse a c a bo ta n s ó l o con la
_
razon y la ciencia .:!!!
A 1: esar ?� t ?do, y au nque la obra de Agri ppa no presenta
.
mngun anallsis escéptico d el conoci miento humano, sí re­
� resenta. un � �a � eta d.el res u rgimiento del escepticismo an­
tiguo, Y ej erci ? cierta mfluencia, despe rta n d o nuevo interé s
'! en el pensa �u ento escéptico. Agrippa menciona entre sus

fuentes a Cicerón y a � iógenes Laercio, y acaso se haya


apoyad o en la obra de Gian France sco Pic o ·1 0 No he e ncon­
. trado en su libro ninguna referencia a Sexto Em¡)írico ' aun-
""¡/ q ue S I con t 1ene
. ' algunas secciones q u e bien parecen basa-
/ das . e n tal fuente . -1 1 En cuanto a s u influencia, la o bra de
Agnppa ft� e bien conocida e n el siglo XVI, y fue empleada
por Mo nta1gne como una d e sus fuentes. 1 2 ·

�::Véase Nauert, "Magic and Skepticism in Agn ppa", esp. pp. 1 67-82.
V ! l l �y, . 1 1 , p. 1 66 Y Strowski,
o p. cit . op. cit . . pp. 1 30 y 1 33 n. I dicen esto Pao la
¡ a poya esta opini ? n en s u "A propositis della 'de va ni tatc scicnt l arium

1 11
,
Zamb�IJ
el artJ u m _ d1 Corn ? IJO Agn¡_J pa", � n
.
Rivista c1·itico di storio dclla .filoso.fio XV. 1 960,
.
pp. 166-80. Sc h m 1 1 t cxa m 1 n a m i.n u c io s a m e nte l a s ¡) r u c b a s cl tl d a s e¡ e q u e
"
·' •
·
Agn_ 1) 1 Pico.
��
lll b lcsc emp cae o parte de los materiales de Pico. Sch m itt, pp.
239_24
" P� r ejemplo, el cap. 54 sobre fi loso fía moral se parece a algunas de las
.
d 1scuswncs de texto sobre la variedad del comportam iento mora l · sin embargo
donde Sexto da el ejemplo de q u e " t a m bién entre los egipcios l �s h o m bres s �
� asan con sus herm a nas", P. H. 1 . , 1 53 y 1 1 1 , 205, Agrippa a fi rmó "Emongc thc
thcn 1_ a n s 1 t was lecfu l for a man to m a rry his owne sister' ' Vouir1·c 1, · 72 I' ¡)a-
reccn v a r��� CJC �JP 1 os d e e �to. C Y illcy a firma, como u n h echo,

1
· ' ' · .,
que Agri ppa lomó
1 1 · ¡) · 1 76 . ¡ s e, ¡1accn
.

d e Scxto, s1n of1 eccr nmgu n ejemplo. C f. Vil lcv op. cit.
.
:
Yanas :JCncwnc .· s d� :'I· ITOn en Agn ppa, pero n i ng u n a ind ica gran cono c i miento
. . · •

d e as ucntes PlrronJcas _ op. cit.,


. Nau ert. nota 30, a firma que Agri ppa no cita a
S cxto p orq ue sus o bras a u. n no se habían i m preso
Véas � Strowi; ki, o p. cit.,pp. 1 30 Y 1 33 n. I: y Vi Ú ey, o p. cit., 1 1 , pp. 1 76 y 1 78-80.
Vi ;������� e�� . conv� �cl do de q u c los ��:éstamos de Mont aigne a Agri ppa dcbie­
_
ron p co q u e \ el. con la lormacwn del escepticismo de Montaigne. Para
EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 57

Varios de los otro s estud i os de te mas e scépticos de co­


mienzos del s iglo x vr indican el creciente interés en e l e s­
cepticismo académico, deriva d o principalme nte de Cice­
rón , y no del pirroni smo de Sexto Empírico. El interé s e n el
escepticismo a c a d émico, tal como lo presenta Cicerón e n
s u s Academica, parece haberse desarrollado entre l o s i nte­
resados en la teología fideísta. Hubo un buen número de
teólogos q ue, habiendo den unciado l as luces de la razón
humana, ins istían en q u e el conocimiento sólo podía alc an­
zarse por la fe. El c arden a l Adriano di Corneta había d i c h o
en 1 509 "que s ó l o l a Sagrad a Escritura contiene el verda­
dero conoci miento y q u e l a razón hu mana es incapaz de
elevarse por sus propios re c u rsos h asta el conocim iento
de las materias d ivinas y de la metafísica". 1 :1 Los pensado­
res que compartían esta opinión encontraro n apoyo a mu­
chos de s us argu me ntos en los antiguos escépticos d e la
últi ma época de l a academia pl atónica.
Como lo h a mostrado Busson, figura s como Reginaldo
Po le, Pie rre Bunel y Arnould d u Ferro n e mplearon algunos
de los ingre d i e ntes o afirmaciones d e l escepticismo aca­
démico al plantear s u antirrac ionalismo, y como pre l u d i o a
su llamado fideísta . H Aparecieron varias obras en contra d e
esto s nouveaux academiciens, y s u grupo p a rece haber s i d o lo

l
bastante pod eroso p a ra cre ar la i mpresión d e que el escep­
tici smo académico era una fuerza con la que había q u e
conta r. Pero aparte de la o bra de Teodoro d e Beza con tra e l
nouveaux academ.icien (considera da en e l c apítulo ante rio r),
de la obra de Castalión, y d e l análisis de Gentian Hervet
u n a com paración del escepti cismo de Agri ppa y de Montaig ne, véase Ernst Cas­
sircr.Dos Erlcennt.11isproblem in dC1' Philosop hie und Wissenschoft der neueren Zeit, Y
Band I (Berlín 1 922), pp. 1 92-1 94. ! El problem a del conoc i m ie n to en l a filosol'ia
en la ciencia moderna s, FCE. 3a. re i m presión 1979, p . 2 16.]
..,, Citado de Corncto , De vera p/lilosophia en Henri Busso n, Le Rationa lis me
drms la littemturc .franc,aise, p. 94n. 2.
<�<
d il e­
!bid., pp. 94-106. Busson present a a Du Fcrron algo así como u n fi lósofo
tante y ecléctic o, y no como u n fi deísta serio. Por razones q ue nunca q u edan en
claro, Busson cont i n u a m e n te l l a m a pirron ismo a estas varias opin iones d eriva­
tivas de los escé pticos académ icos, lo que crea c ierta co nfusión con respecto a
có mo se desarrol laron el conoc i m iento y el interés en el esceptis mo gri ego d u ­
ranl'c el siglo X\'1, y produ c e u n a i mpresión engaí'losa de la fuerza y extensió n d e
la tradi ción pirrónica a n te rior a M o n ta igne.
58 EL HES URG II\1 1ENT O DEL ESCE PTIC
ISI\10 GRIE GO
!1 a ce rca de los cal vin ista , .
s
' pre fa cio de su ed ic ' - d Sco mo nue vos aca dem icos en el
r q u e m ere zcan men n a se��� � · � �to, no hay mu chas otras obras
�1 c a rde n a l J aco po S a dol eto , ob is
P o d e- Cat pen tra s, .
am igo de Reg ina ldo Pol e ' esc r'b � 10
.-
una I.es pue sta al esc ept i-
cis mo aca dém ico Phaed �� bus p hiloso hiae,
p ro babl em ente c � m o res ��:a � �� e s u co
z de L au ?
n e spon d e n cia con
. 1 Pole so bre la cues t i ón de si pue l e con
' c ocerse algo p or
"! medios racion ,a les ,,; La ob ra
' bl ica d a en 1 538 . " E·· 11 la p n_ mcrfue com pue sta en 1533. Y pu-
par. te· e1 e l l I' bro, Fed ro pre-
·

sen ta las opi nio nes d e los aca daem ico s, tom ada s p rin cip al -
· _

me nte de- C I' ceron, - Y p rop ugn a la te S I. S f'I d eist - a. Seü ala la -
fut il ida d de l a filo sofÍ a nat ura l . D l. OS
tos de la nat ura lez a ' de Inod o que nun ha ocu ltad o los sec re-
1os. Qu ien
.
es cre en ha bera des . ca IJod reJ
et. to
- no s con oce r-
. algo cerc a de la .
nat ura lez a se contrad icen e SI il1�1 ubJ �
SI110 S y entre SI en sus pri
cip ios V teo ¡·¡' as So'lo por l a f"l Reve l;c wn · n-
a Dio s . no por la filosofía . La I oso Ia · pod e mos conoce r
.

· ·

des esp era do com o 1� filos ° f'1 nat �� � al.mo ral es un caso tan
ser act uar virt uos am en te, no d�i SCll l l.ir � .N � estr a met a deb e
111 d isp uta r ace rca de
. virtud .Y del. bie n . D e. ma
la
se pue de pro bar lo qu s q Uier .
. .
gis �
nera sem eja nte ' la d i a l ec
m útil, sól o u n grupo d f"Igu t a s � Silo mo s por Jos
.
- t Ica
' es
cua les
surdas . Así pue s . a fi rm a � ed �o, a,sol h asta las cos as mas a h­
_ o pod emos con
verd a d por me dio de. la Reve aci ón oce r la
dio d e la filo sofí aY de Dio s, Y no por me-

''' Para una C'l'itie a ele esta ·


. s o b l. a� . l'eas e Schm itt. Cice.ro
'" C f. ibid .. ll · 95 · H·a�. una d Jscu swn
J nteres·a n te. e¡ e esta corre spon clenc '
Scep liclls .

1 1.1 Btl ne 1 . p 1· e 1Te , He m . E .


· · .

, . Cl. .Jaeo po Sado


Dicii 01111W Te de B ·tvle . ' ·
h en el
· ' ·
. .

de/la Sa Jien.-. u !DL' la11d


Elogio .
leto.
usep pe' •1�o!Ta 11 J· n . N a· poles , 1 950, p. 206. trad y
p lulosop lll. a e /
f ·ue p u blic ada orig i na lme nte en
ecl. Anto n1o Alta m ¡11-a 1· 111 1.0 G 1' · ·
< ib11s . · ·

, . 1 aeop
• o S aclol eto. Plwe dms. e n o pew
. l1 e n 1 538.
Ll'o
La obra
. (j l l a e e.rsta 111 o n m ia. Vero na,
1 1 1 . Un res ume n · e¡ ue he
·

s c•gtJJ: el o

1 00· 1 0 1 . La obra tam bién es el e s · en part e . nos. es. el·ac1o en Buss on . op. cit .. pp.
1 738 Vol.
·

f-1/· e 11 1¡ de B m é �
· ¡J · 78 · El
·

" 111 a t en. a 1 en PIwuI


¡
c· ¡' ta 1Jrel'eme nt , en
" P·d nos J>· 11Iorp hos Dialoc¡ll"S
D Hige nes Lae rcio · 1-h
· · • •
·

' •·' Ull ''l JJJ enc•J on al ¡JJ rron isn , n 1 ·


·

· ·.

1·/IS pare ce prov enir ele
a p. 1 68, pero n inguna
Cie·e rón v el e
· C'i m i ento e1 e · . .
. - ·

10 ?
.

J os esu J tos: d e Sext o Emp irico


I n d 1' cac wn de ;¡ J gti n eono .
la n uev a ed ició n el e su es t LI e ·

¡ 10. antc•s e1tad a die e. q Uf' .. es . t·<IS Parad oJas


. B usso n en·

el a el son un resu men ·l c l De 11/CL'T ,


·
.
.
·

o 1.rece n mgu na pru eba en apoyo .�C/CI t I. CJ 1 11 111 " . ej e C' . Agri
. en reali-
. e
l l l 1((}/1 .
1(! . . 1 ppa, pero no
d e esto .
EL HESURGIMIE NTO DEL ESCEPTICISM O GHIEGO 59 )l
¡

1'
J
La segund a parte del li bro presenta la respuest a de S a-
dole to. Para descubri r l a verd a d hemos d e seguir l a verda­ L
dera filosofía; esta filosofía no es la de las Escuelas, sino las ¡
1
anti guas ideas de Platón y Aristótele s, q ue estaban siendo í
revivi das por los humanist as y los paduanos en Italia. Esta 1
verda dera filosofía no tien e las fallas ni la futilidad del ¡,
pensamiento escolástico sino que, a ntes bien, es la fuente ¡
i
de la verd adera sabid uría y virtud. La piedra angular de f'
esta filosofía maravil losa es la razón, y por la razón pode­ ¡
mos descubrir los u niversales. Semej ante descubrimi ento
nos llevará del n ivel d e las opi n iones y las dudas al del t
conocimiento cierto y la felicidad. El objeto propio d e l a
razón e s la verdad, i ncluso y especialme nte la verdad reli­
giosa. Por tanto, l a búsqueda d e la verdad religiosa corres­
ponde también a la verdadera filosofía. Por tanto, e n contra
de lo que afi rman los fideístas académico s, la razón hu­
mana, debidamente emple ada, sí puede d escubrir el ver­
dadero conocimien to, y es capaz de alcanzar h asta e l cono­
cimiento supremo, l a verdad religiosa:1H
La resp ue sta del c arde n a l Sadoleto al esceptic ismo
acad é m ico constituye más un p anegírico sobre los m éritos
ele la filosofía antigua y la razón humana q ue una res­
puesta al desafío. Su fe abrumadora en l as c apac id ad es
del pen s a m i ento rac ion al no p arece basad a e n n ingú n
at� ál�s is gen uino o respuesta a los argumentos de los aca­
d emi cos . Antes bien, ha tratado de desplazar el centro del
ata que, dej a ndo q ue la batería académ i c a c a iga sobre los
e_s colá stico s, m ientras conserva beatíficame nte su con­
fi anz a ínteg ra e n los podere s rac ionales del hombre , si
son de bid a mente e m pleados.
Tan to Bus son como Buckley a firman q ue Sadoleto es­
taba atac ando a los p irrón icos · la ocasión de su ataque, e n
s � op ini ón, indica q u e el esce p ticismo pirrón ico era cono­
Ci do en Fran cia en la primera parte del siglo XVI . 50 Pero e n

'" op. cit.,


Las opin iones positivas el e Sacloleto está n resu m i d as e n B usso n, pp.
1 01·1 03. donde t a op. cit...
P. 78· El rac ional ismo re ligioso ele Sadoleto va más allá de las o p i n iones decla­
mbién se ofreeen \'arias citas. Véase también Morphos,

ra .� s dc los usualmen te clasifi
. cados como pacl u anos.
,1. • C f. , Busson .
op. cit . . p. 233; y George T . Buckley, A t lleísm
in Englis/1
tlle Re-
a¡ssaHcc. ·
Cll lcag o 1 932, p. 1 1 8.
60 EL RESURGI MIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

l a o bra de Sadoleto no h ay n a d a q u e apoye esta afirmación,


q u e m e parece basa d a e n la incapacidad de d istingui r e l
-
pensamiento pirrónico d e l académico. 5 1
1

La o bra de Sadol eto n o parece haber causado mucho


efecto. En 1 556 apareció u n a paráfrasis de ella e n Le Courti­
san second, 52 de Louis Le Caron. Algunas similitudes s uper­
fi ciales entre e l li bro d e Sadoleto y una subsiguiente consi­
derac i ó n del pensamiento a c a dé m i co por Guy d e Brués (q ue
pronto exam in are mos), o frecen i n d i c a c iones sugestivas,
pero n o concluyentes de la influencia de Sadoleto . ''a La
posibilidad de que Montaigne fuese influido por Sadoleto
fue examinada cuidadosamente por Villey, qu ien mostró
que n o era pro bable.5•1
Otro h u m anista contem porá neo d e Sadoleto y q u e pa­
rece h a berse sentido un tanto perturbado por e l fideísmo
basado en e l escepticismo a c ad é mico fue Guillaume Budé.
Le pareció q u e aquello n o sólo estaba arroj ando d ud as so-
'' ' Un caso aún m á s tirado de l o s c a be l l os es el presentado p o r Busson, op. cit..,
pp. 233-4, y Bucldey, op. cit.., p. 1 18, como pru e ba d e que el p i rronismo era co­
rriente en Fra n c i a en l a p r i m e ra m i tad del siglo X \' t . Dicen q ue el poeta
Sai nct-Gelays atacó al pirronismo e n su AdveTtissement SIIT les jugemens d'astmlo­
gie, de 1 546. Todo lo que Sainct-Gelays d ijo fue que sólo hay un camino recto y
m uchos equ ivocados, y muchas opiniones distintas se han ofrecido s obre varios
asuntos. "Esta es la razón de q ue los escépticos d ijeran que todas l as cuestiones
están en d isputa, y que nada hay tan obvio ni tan convenido por todos que n o
pueda s e r debatido y hecho d udoso p o r razones aparentes, así como Anaxí1goras
se ejerc i ta ba probando. med iante u n a d isputa sofística, q ue la nieve es negra."
Me! in de Sainct-Gelays. Oe!WTes completes de Melin de Sainct-Gclays, editado por
Prosper Blancemain, París, 1 873, 3 vols. ( B i bl i othcque Elzévirienne), Vol. I I I , p.
248. Esta o bservación no constituye n i ngún ataque, y ni siquiera una prueba de
conocimiento de la tradición p irrónica.
Le Courtisan second , ou de la t'rai sagesse et des lmwnges de la
" Lou i s Le Caron ,
pllilsophie. Les Dial.ogues de Loys Le Caron , Pm·isien ,
en París, 1 556. Esta obra es
descrita en Busson, Les Sources ct le développement du mtionalisme dans la litt.éra­
ture jimu;aise de la Renaissance ( 1 530- 1 60 1 ), París, 1 922, pp. 4 1 7-8. Acerc a de Le
Cm·on, véase Lucien Pinvert, "Louis le Caron, edit. Charondas ( 1 536- 1 6 1 3)", Re­
vue de la Renaissance, JI ( 1 902), pp. 1-9, 69-76 y 1 8 1 - 1 88.
''" El tema es discutido en Morphos, op. cit., Le
pp. 78-9. La cita en Busson
Rationalisme dans la lit.témture .fmnc,aise, p. 1 0 1 , n.2, muestra que l a ilustración
común d e comparar a Dios con el rey de Persia también aparece en otras obras.
" Cf. Pierre V i lley, "Montaigne a-t-it lu le Traité de l 'éducation de Jacques
Sadolet?" en Bulletin du Bibliophi.le et du Bibliotllécaire, 1 909, pp. 265-78. La suges­
tión fue hecha por Joseph Ded ieu, "Montaigne et le Card inal Sadolet", Bulletin
de littérature eccl.ésiastique , ser. IV, Vol. 1, 1 909, pp. 8-22.
EL RES U RG I MIENTO DEL ESCEPTIC ISMO GRIEGO 61

bre l a s realiz acion es de l a razón huma na, s i n o tambi én


sobre l a s verd ades revel adas:
·Oh Dios o h salvador, miseria, falla vergonzosa e impí a ! Sólo
�on dific �ltad creemos en la Escritura y la Revelación[ . . . ] Tal
es el resultado de frecuentar las ciudades y las multitudes,
sei'loras de todos los errores, que nos ensei'ian a pensar de
acuerd o con el m é todo de la academia y a no dar nada por
cierto, n i siqu iera l o que nos ensei'la l a Revelación sobre los
habitantes del c ielo y el i nfierno.55
dé,
Resu lta d i fícil s a ber a q u ié n estab a criti cando B u
p u e s los a c a d é m i c o s q u e h e mos visto, com ? Fed1 o,
: � xcep­
tú an e l conoc imient o religi oso de su desafio escep tlco.
Un dece nio desp ués se mani festó un inter és más desa­
¡
\ rro l l a do en e l pens amie nto acad émic o � n el círc �
lo que
/ .
rod eaba a Peter Ra mus. U no d e sus a migo s,
este
Omei
tipo
Talo n,
de e s­
1 escri bió u n exten so y
favor able estud io de
sta, mien tras q u e otro,
cepti ci smo y de s u exten sión fideí . ser u n
Guy de Brué s, escri bió un d iá l ogo q u e se prop oma _ �
anal izo
refutac ión d e este p unto d e vista . El prop io Ram us
o
las d i versa s escu elas escép ticas de Filos ofía, empl eand
D iógen es Y otros . Ra­
básic amente mate ri ales d e Cicerón,
cono ­
mus men cionó a Sext o, pero no h ay i n dicac ión de que
i<
verd ader a adhe ­
ciera sus obra s. Ram us n u n ca mo stró una
re nc i a al escep tic ismo acad é mico , � u.nq � � · a su vez, se
encont ró ac u sado d e li OLtveau acade m1cwn . ' '
·
A �a � e- 1 / .
En 1 584, O mer Talo n publ icó u n a obra i_I� titul ada _ J\
ve1 s10n
nú.ca , q u e e ra básic amen te u n a prese ntac wn de la
1
e l ob­
ciceroniana d e l esce ptici smo acad émic o. Al p arece r,
los ata ques de Ram us
jetiv o del libro d e Talo n e ra j ustificar
a los h ombr es 1 1 •
a Ari stóte les y al arist oteli smo y " l ibera r
sofía Y re- \
obsti n ad o s escla vos d e creen cias fij as e n l a filo ·

duci dos a � na indig na servi dum bre ; h acer les comp rend er

Le Rationalismc dans l.a littém tw·cfranc,aise, p. 1 4� , t � mado


'''' Citado e n Busso n. la opinto n que
de De Tnmsi t11 Hellenismi.
de Bu dé. Busso n, p. 1 43, n. 2, interp reta
me n te los dos tr­
Budé está c·o me ntand o como pirron ismo, confun d iendo nueva
pos de teorías escépticas.
,, ¡;Citado enibid.
62 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO G HIEGO

que la verdadera filosofía es l i bre en la apreciación y el


j u icio que da de la s cosas, y no está encadenada a un a
opinión ni a un autor".57
\
.Para alcan : ar. este fi n, Talon siguió la historia d e l movi-
1()/�
miento ac � demico, tal c_o mo fue e :x p l i c a do por Cicerón,
desde Platon h asta Arces1lao y Carneades, y sus raíces en el
pensamiento socrático y presocrático, e ind icó la lógica por
la cual los académicos llegaron a la concl usión d e q u e no
debía j uzgarse de n inguna c uestión. Los académicos, ase­
veró Talon, de acuerdo con Cicerón, " están tan por encima
de l os demás filósofos como los hombres l ibres están por
.
encima de los escl avos, los hombres sabios por encima de
los n ec ios, Y los espíritus fi rmes so bre los e spíritus o bstina­
dos"."H
Esta decl aración de las opiniones de los escé pticos aca­
démicos por un hombre que p are ce haber aceptad o s u fi lo­
sofía es, en apariencia, la pre senta ción más completa y pura
del escepti ci smo a la Cicerón; sin embargo, Talon añadió la
nueva conclusión, que aparece en casi todos los nouveaux
Academiciens y nouveaux Pyrrhoniens de los siglos xv1 y xvii, a
sabe r, la d i stin ción entre u n escepticismo respecto a la
razón y un escepticismo rel igioso.
¿Qué hacer? ¿ Hemos de creer en nada sin un argumento deci­
sivo, hemos de abstenernos de aprobarlo todo sin una razón
evidente? Por lo contrario, en cuestiones religiosas, una fe se­
gura y sólida tendrá más peso que todas las demostraciones de
todos los filósofos. Mi di�ertación sólo se aplica a la filosofía
humana en que es necesario conocer antes de c reer. En cambio,
con respecto a los problemas religiosos, que están más allá del
entendimiento, primero es n ecesari o creer para después al­
canzar el conocimiento. r.n

Una vez más, el razon amiento escé ptico va a unado a un


completo fid eísmo en materia de creencia rel igiosa.
Como resultado d e la obra de su am igo Omer Talon, el

:
': Citado en H enri Busson.
Le Rationalisme dans /.a littérature ji·anc.aise. p . 235 .

·• Le Ratio11alisme. p. 236.
C1tado en Busson,
!bid . 237.
''" Citado en . p.
EL RES U HGIM IENTO DEL ESCEPT ICISMO GRIEGO
63
prop io Peter Ramu s se encon tr� � cusad o de ser nouv_
eau
ieron en ataca r el ansto ­
acadenúci en. Ramu s y Talon convm
y antic ristia na. Talon había
teli smo como visió n acri stia n a
ateos Y
llegad o hasta a tilda r a Ari stóte les de "padr e d e los
un profe sor que enseñ aba e n
fanát icos" . 11 ° Como res puest a,
n d , escrib ió Contr a novam aca­
el Colle ge de Franc e, Gal l a
q ue acusa a los dos antiar isto­
denúc am Petá Rmni oratio, HJ en
a po r
télico s de tratar de ree mpla zar la filoso fía perip atétic
a Acad emia . Desp ués de defen ­
el escep ticism o d e l a Nuev
de irreli gión, Galla nd acusó , a s u
der a Arist ótele s del cargo
de
vez, a Ramu s y a s u amig o de este crime n p o r causa
s u escept icismo .
se dedi­
Todas las demá s secta s, inclus o la del propi o Epicu ro,
ón, mient ras que la Acad emia
can a sa lvagu ardar algun a religi
r toda c reenc ia, religi osa o no, e n .los
se esfue rza por destr ui
h o mb res. Ha empr endid o la guerr a de los Tita­
espírit us de los
en Dios el que sos­
nes contra los d ioses . ¿Cóm o pued e creer
pasa el tiemp o refut ando las
tiene que nada es cierto , el que
toda fe a sus senti dos, el que arrui n�
ideas de otros , el q u e n iega
la autor idad de la razón ? Si n o cree lo que exper iment a y casi
a
toca, ¿cóm o pued e tener fe en la exist encia de la Natu ralez
Divina, tan difícil de conceb ir? -.

El obj' etivo d e Ram us y Talon , segú n Gall an d , sólo podía


s er atac ar el Evan gelio despu és de habe r arrui nado toda la
� fil osofía.H2
Po cos aii.os desp ués otro miem bro del círcu lo ram i sta,
Guy de Brué s, escri b i ó una crític a much o más seren a d e los
nouveaux acadenúciens, e n Les Dialogues de Guy de Brués,
cont1·e les Nouveaux Academiciens, de 1 557. Es proba ble que
el autor provi niera d e una famil ia de j u ristas de Nime s, Y

!bid., 268.
,;,. Citado en p.
'" P. Contm Nopam Academicam Petri Rami oratio, Luteti ae, 1 55 1 . (Hay
un volu men de esta o bra en la Newbe rr:v Libra!')'. Chicag o), Busson , Le
Gal la nd '
Rationa·
lis me d(ms /a litt.érature .fi·anc.aise. 269�71.
pp. indica que Galland sostení a la p osi­
(' i ón p aduana. Thoma s Greenw ood, en su "L'éclo sion de sceptic isme pendan t la
Rcn aissance et les prcmie rs apolog istes", Revue de l'Vniversité d'Ottawa, XVII,
1947. 88, p. niega esto, pero no ofrece ninguna prueba convinc ente. .
'" Cf. Busson ,Le Ration ali.sme dans la li.ttératurefranc.aise, 269-271 .
pp. El pasaJe
citad o apare ce en la p. 271.
64 EL RES URGIMIENTO DE L ESCEPTICISMO GRIEGO

n a ció entre 1526 y 1 536.na Alre d edor d e 1 555 ayudó a Peter


Ramus, traduciendo algunas c i tas de escritores latinos para
l a edición francesa d e la Dialectique, y en l o s Dialogues, De
B rués e mpleó algunos materiales d e Ramus.n·•
Los propios Dialognes son pec u liares, ya q ue l os persona­
j es q u e discuten los méritos d el escepti c i smo académico
son cuatro personaj es contem poráneos de Brués, con q u ie­
n es él estaba con ecta d o : el gra n poeta Pi e n·e de Ronsard,
·
Jean-Anto ine de Ba rf, Gu illaume Au be rt y Jean Nicot, to-
' �� d o s ellos re lacionados con la Pléiade. Ba ·i f y Aubert de­
fi enden la causa ele los escé pticos, mi entras que Ronsa rcl
y Nicot la refutan . Es d i fícil saber si los Dialogues se re l a­
cionan con un medio hi stórico o una d i scusión e fectuada
en tre el gru po el e Ronsarcl . 11:;
Los Dia.logues consiste n en tres di scusiones: la primera
so bre ep istemol ogía y metafísica, l a segun d a sobre ética y l a
tercera sobre derecho . Los escépticos, Ba'if yAubert, argu­
yen que las ideas éticas y j uríd icas son simples opiniones;
esbozan un rel ativismo ético a cerca de todas l a s consi­
d e raciones de valor. Son re futados, de ma nera no muy
c o nvincen te, por Ro n s a rd y N i c ot, pero pare c e n total­
me nte c o m·enc idos y contento s d e q u e el escepti c i s mo
h aya sido re futado. El primer diá logo es e l más filo sófi­
c o . mie ntras q u e los otros d o s pueden re presentar lo q u e
más pre ocupaba a l autor. así como una interesante perca­
tac ión el e lo que puede entra ü a r la aplicación del esce pti­
ci smo a los problemas ele }a ética prácti ca.
" " Para u n a critica ele toda la i n forma c i ó n conocida, ade mas ele algu nas conj e­
t u ras acerca de la biograf'ia ele Guy ele Brués. véase !'an os Paul 1\Jorphos, Tlle
A
Dia logues of G u ¡¡ de Brués. Critica/ Edition 1rit ll a St udy i11 ReHa iss(I IICC Scepticism
a l l (l Rcla t i ¡·isnl. pp. 8-1 9.
" ' Acerca de Hamus �· de Brués. véase l\lorph os. o¡1. cit . . pp. 1 5 - 1 6. y sec. 88
." 1 1 3-1 J..l. de la edición de :\lorphos de los Dia lt!{IIICS conten ida en esta obra : �·
Thomas Gre c mrood . C u y de Bmés. Bil>liot/¡éc¡ u e d 'H u ni (J uisme el Renaissauce. XII.
1 95 1 , pp . 80 ·\' 1 8 1 - I 84.
'''' Acerca de Brués y la Pléiade, véase Morphos, op. pp. 1 9-25 y 7 1-3. Con­
cit.,
c l uye Morphos. "e n presencia d e las pruebas d ispon i bl es. conj eturamos q u e
Brués reproduec el marco de l as reu n io nes y d e l a s d iscusiones c e l e bradas por
Ronsarcl y sus am igos y q u iz<i la natura l eza gen eral de sus con\'ersaeiones. antes
que sus verdad eras posiciones respectivas", p. 7:3. Véase también. Greenwood
"Guy de B <ués". pp. 70-82.
EL RESURGI M I ENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 65

El argumento fi losó fico en pro del escepticismo, pres.<:n­


tado por Ba ·i f e n el primer d i álogo, se basa en la pretenswn
ética d e que los hombres q u e se comportan naturalmente se
encuentran mejor e n un m u n d o moralmente ordenado, ya
que las prescripciones morales en real i d a d son opiniones
de la fa ntasía, que han intro d uc i do ideas tan antinaturales y
malignas como castigos, propiedad privada, etc.00 Ronsard
responde a esto insistiendo e n q ue nuestras normas d e va­
lor están basadas en la razón, y q u e no h ay una bondad
natural y primitiva. n• Esto es desafiado por Ba'if, quien d ice
que las leyes son opinio nes, no basadas en evidencia racio-
nal. H H 1
Esto le lleva a un argume nto general co ntl� a las re alJ za- f \
ciones racionales h u manas, basado en matenales ele C1ce- f
rón y Diógenes Laercio. El argumento de Ba'if n o es tanto el
análisis epistemológ ico de los antiguos escé pticos cuanto
una e n umeración d e toda una d iversidad de opi niones h u­
manas so bre todas las cuestio nes posibles. Está dispuesto a
abandonar una idea e s céptica central , q u e los sentidos son
ind igno s de confi anza, pero insiste en que, aun si fuesen 1
precisos los h ombres de ciencia y los filósofos seguirían j' "-
d isintie i� clo acerca d e tod o ; por tanto, sus opiniones no son -ycu< ' �

objetivas, y n o pasan d e s e r sus .opiniones. S � � recen l istas � -p . ') E '
más l istas para mostrar la vanedad y oposicwn ele las opi-
niones sobre tod a clase ele temas.nn Como resultado, Ba'if
J
sugiere que l a verd a d sólo puede encontrars e en la Escri-
tura. 70 Ba'if apoya su escepticis mo sobre la base de este
cuadro de cómo disienten los hombres sabios.
Si el argume nto en pro del escepticismo carece ele la
fuerza el e la antigu a crítica escéptica el e la razón humana,
¡
1 '

';,' De Bnu:•s, Dialogues. sec. 5-8.


"' 1 /Jid .. Sl'C. 9- 1 0.
"' 1/Jid . . Sec. ] 1 SS.
•P• / lJid .. Diúlogo l . hasta la sec. 97.
'" /bid . . scc. 50 "Todo Jo que Jos hombres han i n\'ent aclo y suponen que sabe1� .
no es mús q ue o p i nión y ensue1i o. sal\'o lo q u e nos ense1i a n las Sagradas Escr.l­
tu ras" . �lorphos insiste en que la opinión de Barl' aquí no es ���� verdadero h­
dei smo . como el de Agrippa, s i no tan sólo una conclusión exped!tl\'a Y tem pora l . 1'
¡
ya que Ba rf' carece de la fe y d e l ardor de Agrippa y de otros ardientes fídeistas.
Cf. Morphos, op . cit., pp. 35 y 77-78. 1* ¡
;:
, ¡

�) ¡

¡¡
11 1

i 1
66 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

l a pefensa de la razón resulta aún más endeble. Ronsard


ind � c a que si � l esceptici smo fuera cierto, los hombres q ue­
danan reducidos a bestias. Pero, por fortuna, los hombres
d � sano juicio sí se ponen de acuerdo, porque sus sentidos,
bren empleado s, son p recisos. El sentido común y e l razo­
nami_ � nto pued � n descubri r las verdades generale s a partir ,
de l a mformac wn _ sensoria l. Nuestro intelecto es capaz
de
conocer las esencias reales, aparte de los sentidos me­
diante cierta clase de con ciencia de las ideas inn atas : Con
esta combinac ión de ingredien tes toma dos de l as teorías •
�el conoc imiento d e Platón y de Aristótele s, Ronsard de- ·

fiende la tesis de que es posible el conocimi ento genuino


aun cuando en ciertas cuestione s quizá no podamos pasa1:
el: tener una buena opin ión. 7 1 Barf a bandona su escepti­
CI � mo Y acepta esta teoría, declaman do, " ¡ Oh miserable Pi­
rron, que lo ha convertid o todo en opinión e indiferen ­
c ! a ! : ' L_os otros dos diálogos siguen una pauta bastante
·�

s11mlar, mtentan do �es � lver, ambos, las opinione s escépti­


cas acerca de las van acwnes de opinión, y tratando de con­
vencer a los escéptic os.
Brué s, en su epístola dedicatoria al Carde nal de Lorena
Y en su p :·efacio, dijo que su objeto e ra salvar a los j óvenes
que p � dies � n ser apartad_o s _d e la religi�n por l as dudas
escep _ tlcas. ,· Como los esceptico s en los Dwlogues ni hace n
_
u�1a v1goro� a defensa ni se rinden ante una respuesta con­
vmcente, smo que simpleme nte abandona n sin mucha re­
sistencia resulta difíciL ver cómo la obra pudo cumplir co n
su pro�)ó.sito declarad o. La mediocri dad d e la respuesta al
escep ticismo ha hecho considera r la posibilid ad de q u e
Bru_es realment e estuviera del l ado escéptico y temeroso d e
d ? c¡ �·lo (aunque no h ay ninguna indicació n d e que ser es­
ceptlco en 1557 le hubiese metido en serias d i ficultade s ). r·l

Otros han insistido en que aun cuando su refutació n de l


" De Bntés. Dialogues. scc. 131-136.
" /bid . . SCC. 139 y
SS.
_"' /bid. . Epístola y Prefacio, pp. 87-92, en la edición de Morphos.
_ C �. Mo¡-� hos, op: cit., p. 7 y Busson, Les Sources et le développemen t., p. 423.
.' '

Ot � a d tscuston
_ del li bro de Brués, en Gcorgc Boas, Dominant Themes of Mode1'1l :
Pltllosophy, N ueva York, 1957, pp. 71-74, concluye con la sugestión de q úc la p ró-
EL HESU HGIMIENTO DEL E SCEPTICIS:\10 GHIEGO 67
escep ticismo es pobre, no puede haber d ud a de que Brués
estab a trat ando de alcanza r el ortodoxo propósi to de l'es­
ponder a l esceptic ismo p ara salvagua rdar a la rel igión de
os dubi tat ivos. , .
;
Pero aun si no podemo s d etermin ar las opinion es del
autor con a lguna precisió n, los Dialogues de B rués son in­
teresa ntes porque m uestran l a atención d espertad a por
as ideas escéptica s y su actualida d en las d i scusione s d e
mediados d e l siglo xvr. En la obra n o hay una seria capta­
ción de la fuerza y n aturaleza d e l escepticis mo griego, po­
sihlelllL . ·�0rque, como lo h a sugerido V il ley, Brués no
· ·

conocw los Irresistib les argumentos de Sexto" sino tan


sólo las presenta cione s menos filosófic as del esceptic ismo
antiguo q u e se e n c ue ntran e n C icerón y e n D i ógenes
Laercio. L a virtud de la obra q uizá se encuentre e n el he-
cho de que "Brués resume e n cierto modo l a inquietud Y l -­

las incertidum bres que estab a n en el aire , y q u e las Aca- J


dernica de Ciceró n ayudaron a poner en claro". Busson y ;n

Greenwood consider an los esfuerzos de Brués como parte


de un gran cua dro d e los primeros apologist as que lucha­
ban contra todo un complejo d e monstruo s ren acentista s,
sal idos del aristoteli smo padua no, del p i rronismo, etc.;
ha cen de Brués un aliado de u n continuo movimiento d e l
siglo XVI que luchaba contra todos los tipos d e irrel igión
" esc éptica".;¡ Más probable es la idea de que su obra re-
pres enta una exploració n provisiona l d el escepticismo, . T
bro tad a al observar l a rel atividad d e las opiniones huma-i
na s Y l as posibles cons ecuencias de esto sobre la moral ;
a_p li ca da, tema que b ie n p udo surgir e n las d i scusiones
ac erca del escepticismo académico y l a supuesta Nueva
A c ad em ia, en el círc u lo que giraba e n torno d e Ramus Y .
fu ndid ad eo n q ue
Brués define los lemas del esceptic ismo puede indiear q u e en
rc?lid ad estab a defendiendo esta opinión, y no refutándola.
'' l
"L' · Véas
· ' 268,
e . por CJ· c mplo G rc c nwood "Guv d e Brués ", p.
,!'e ?s ton clu sccpti cismc"
' '
y Grccnwood ,
97-98.
, pp.
l't
.. crrc V i l lcy , &
Sources L'evolution des Essais de Montaigne, 173 .
Il, p.
:1011
. " B usson, Les Sources et le développement, 419-423;
� u �ecp ticismc", pp. 95-98.
pp. y Grccnwood, "L' éelo­
(Este artículo h a sido casi todo tomado ele B u s­
on, Sin Ind ica rlo. Busson o m ite esta sección en la edición revisada.)
68 EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

de la Pléiade. Brués no parece h aber ten i d o el celo anties­


céptico d e su a ctual admira d o r, e l profesor Gre e nwood. 7 H
L a repercusión de la obra d e Brués fue e s c a s a o nula.
Busson ha citado a P. Boaistau, e n Le théatre du monde, de
1558, como refe rencia al l ibro de B rués contra les nouveaux
academiciens y como fuente. 7!1 Villey ha d emostrado q u e los
Dialogues fueron una de las fuentes de Montaign e. H o
Estas di versa s i n d i c a c i o n e s d e interés e n e l esce pti­
cismo antiguo en la primera parte del s iglo xvi son lo q u e
Villey llamó "pequeños fuegos d e escepticismo q u e arro­
jan un brillo muy pálido y breve y l uego desaparecen rá­
pida mente".HJ Y ninguna de las figuras consid eradas era
parti c ul armente competente como pensador; ninguno d e
ellos parece h aber descu bierto l a verdadera fue rza del e s­
eeptic ismo antiguo, posi ble mente porq u e , con l a excep­
ción del joven Pico, sólo conocían l as presentaciones me­
nos fi losóficas, que habían leído e n Ciceró n y e n D i ógenes
Laercio o, posiblemente, porq u e estaban desconcertados
por la riqueza misma del desacue rd o q u e s i empre h a exis­
tido e ntre los hombres a cerc a de todos l o s temas i ntelec­
tuales.
Sea como fuere, antes d e la publicación de Sexto Empí-
rico, no parece haberse d ado mucha seria co nsideración
fi losófica al e scepti c i s m o . B u s son h a tratado d e h acer
que las pocas obras q ue tratan d e l esceptic ismo acadé­
mico parezcan seüales de un vasto movimie nto inte lec­
tual brotado de la reper.cusión d e l pensamiento paduano
en Francia.H 2 Sin e mbargo, a un q u e hubo sin d ud a cierto
'' Los horrores del esceptic ismo son tema c onstante en "L'éclosion d u scepti-
·

cisme", d e Greenwood .
'" Busson, le
Les Sources et développement, p. 425.
"" Villey,op. cit., 1 1 , p. 172. Las controversias de Talon, Galland y Brués son
examinadas con detalle en Schmitt, Cicero Scepticus, pp . 8 1 - 1 08.
op. cit.,
"' Vil ley, I I , p. 1 65.
'' Esta tesis es afirmada en toda suSources et le développement du Ratio11alisme
y la versión revisada, Le Rationalisme dans la littérature franc,aise. Véase, por
ej emplo, pp. 258 y 438-39, en l a primera, y pp. 233 y 4 1 0- 1 1 , en la última. E n forma
más extrema, esta es la tesis de Greenwood en "L'éclosion du scepticisme".
Tanto V i l ley co m o Strowski minimizan la i mportancia del pensamiento escép­
tico premontaigniano. Véase V i l l ey, op. cit., Montaigne,
I I , p. 1 65 y Strowski, pp.
1 20 y SS.
EL RESURGII\I IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 69

desarrol l o conj unto, e l a ri stotelismo d e los pensadores


ita l i a n o s estaba m u y lej o s d e l p e n s a m i e n to escéptico,
salvo por s u final c o n clusión fi deísta. Los paduanos eran
ra c i o n a l istas confirmados, c uyas opiniones e n fil o sofía
eran resultado d e a cepta r c i erto marco fi l o sófico y las
constru c c iones rac i onales que había d e ntro de él. Por s u
p arte, los e scépticos negaban o dud aban de todo el proce­
d i miento y de las bases de los aristotélicos. E l único punto
d e c o ntacto d e ambos era q u e los artículos de fe n o po­
dían ser apoyados por la evidencia racional y había q u e
creer en ellos, no probarl o s . Los pocos análisis d e l escep­
ticismo anteriores a 1 562 acaso ocurrieran h istórica mente
en el contexto de la influencia paduana, pero las ideas
surgen d e los antiguos estudios sobre el escepticismo. En
lugar de ser l a c u l m i n a c i ó n del aristote l ismo italiano,
como sugiere Busson, parecen deberse a red escubrimien­
tos a i slados d e la fi losofía helenística. Quienes escriben
acerc a del escepti c ismo n o parecen h aberse estu d i a d o
u n o s a otros, ni p a recen interesarse mucho por un serio
análisis fil osófico de los problemas escépticos. Tan sólo
después de la publicación de las obra s de Sexto empezó e l
escepticismo c o m o movimiento filosófi co importante, e n
espec i a l c o m o res u ltado de Michel de Montaigne y d e s u s
d i scípulos.
Al publicar las Hipotiposis d e Sexto, e n 1 562, Henri Es­
tie n n e p lante a sus razo n es para traducir esta obra, así
como s u evaluación. La obra va dedicada a Henri Mem­
mius, con q u i e n al principio bromea, en tono escéptico,
acerca de lo q u e ha hecho. Pasa luego a explicar cómo
l legó a d e s c ubrir a Sexto, y nos informa q u e el aüo ante­
rior había estado m uy e nfermo ; d urante su mal, se d e s a­
n·o l ló e n é l un gran d i sgusto d e l as belles-lettres. U n d í a ,
p o r casualidad, red escubrió a Sexto en una colección de
manuscritos de s u b i blioteca. La l ectura d e la obra l e hizo
re ír, y alivió su e n fermedad (un tanto cuanto, al parecer,
c o m o a firm a b a S e xto, p o rq u e e l escepti c i smo e ra u n a !
, .

purga). Vio c u á n vana era toda cultura, y esto lo curó d e s u


antagonismo haci a las c uestiones científicas, permitién­
dole tomarlas menos e n serio. Al descubrir la temeri d a d
70 EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

d e l d '4matismo, Estienne también descubrió los peligros


de � q �llos filósofos que trataban de j u zgar de tod o , y es­
p � c1ab1ente de las cuestiones teológicas, segú n sus pro­
� � � s n'.rmas. Los escépticos le pareci e ron superi ores a los
filosohs cuyo razonamiento culminaba en opinio n es peli­
grosafi .v ateas.
A la l uz de todo esto, Estienne sugirió en su i ntrod uc­
ción, I>'•i mero, que la o bra podía actuar como cura p ara
los fil ¿·�ofos impíos de la época, haciéndoles despertar a
la cort!ura; segundo, que el libro de Sexto podía servir
como rJ�Jen digesto de filosofía antigu a ; por últi m o , que la
o bra fY,d ía ayudar a los estudiosos i nteresados en cues­
tione s h i stóricas y filológicas.
En f: l caso de que alguien objetara d i c iendo q u e pod ía
ser Pf:l ígroso imprimir l a obra de alguien que h a bía d e­
claradr, l a guerra a la filosofía, Estienne señala q ue Sexto,
al menr,s, no es tan malo como aquellos filósofos que no
son C é'fi;Jces de salvaguard ar sus dogmas mediante argu­
mento s d ecentes; como el razonamiento de Sexto es más
sutil q iJf_! verd adero, no hay razón para temer consecuen­
cias d é1:a strosas, pues la verd a d brillará con más luz por
h aber s í d o atacada por el p i rronismo. H :l
En cr,ntrast e con l a pro mulgación un tanto ligera hech a
por E stíe nne de lo que después llega ría a llamarse "ese
mortal veneno pirrónico", 84 Gentian Hervet ofreció razo­
nes sí m i l ares pero más sombrías para su edición de 1 569.
En su ér>ístola dedicatória a su patrón, el Cardenal de Lo­
ren a , H(: rvet d ijo q u e h a b í a encontrado un m a n uscrito de
Sexto é n l a bibl ioteca del cardenal en una é poca e n q u e
estaba ;Jgotado p o r sus actividades contrarrefo rm i stas y
su obra �obre los Pad res d e la Iglesia. Se llevó el manus­
crito p a ra leerlo en u n viaje, como esparcimiento . Luego,
"" Cf. Pr<: l;,r io por Hcnri Estienne a Sexto Empírico, Pyn·lwniarum hypotypw­
sewn, ed u:�r,n de 1562, pp. 2-8. E s te prefacio fue tra d ucido al francés en las Oeu­
aes cltozb·"'� de Sexto Empírico, trad. J ean Grenier y Geneviéve Goron ' París,
1948, pp. 2l 24.
•·: Frase: llfri l) uida al fi lósofo c a tólico inglés del siglo X VII Thomas White en el
a rticulo Sl>brc "El pirron ismo d e Joseph Glanvil le", en Retrospective Rev ew i ' I,
1853, p. l(J(j
EL HESURGIMlENTO DEL ESCEJYJ'lCISMO GRIEGO 71

segú n i n formó , d e s p u é s de h aberlo l e í d o con increí ble


pl qcer, pensó que e ra una o bra importantís ima, pu � s . mos­
trab a que n ingú n conoc imien to human o puede resisti r los
argum ento s que se le p u e d a n opone r. La ú n i c a certid um­
bre que tenem os es la Revel ación de Dios. En Sexto se
encuen tra n mucho s argum entos contra los pagano s Y he­
rej es ele su época, que tratan d e medi r las cosas por la
razón y q u e no e n t i e n d e n p o r q u e no c re e n . En Sexto
puede enc o ntrarse una res p u esta a d e c u a d a a los nou­
veaux acaderniciens y calvin i stas. El escepti cismo, al con­
trovert ir tod a s las teorí a s h um a n a s , c u ra rá del dogma­ 1
tismo a la gente, le dará h um i l d ad y la preparará a a cep­
tar la doctri n a de Cristo. Hr.
Esta opinió n d el pirron is mo, d e uno ele los j e fes d e l ca­
tolicis mo fra ncés, i n d icaría la direcc ión ele una de sus
mayores influe ncias sobre los tres siguie ntes cuarto s d e
siglo . S i n e m b a rg o , p o c o d e s p u é s d e l a p u b l i c a c i ó n
de Sexto . encon tra mos sefl a les d e q ue se le e staba leyen­
do por ra zones fi l o só ficas y como mate rial i n form ativo
acerca de la filosofí a antigua . U no de q u ienes así lo leye­
ron fue Giord ano Bruno, q u e analizó el pirron ismo en al­
gunos de sus diálogos.
En el d iálogo La Cena de le Ceneri, de 1 584, hay u n a re­
ferencia a los ejettici e pirrorLi q u e profe s a n no ser capaces
de saber nada. H n En e l diálogo Cabala del Cavallo Pegaseo,
de 1585, hay varios comentarios acerca d e los ejettici Y pi­
rroni . Saulin o, e n e l prim e r d i álog , a segura que esto s
? .
Pens a dores y otro s c o mo ellos sostienen q u e el conoci­
m ien to humano es tan sólo una especie d e ignorancia, Y
c o mp ara el escéptico a u n asno, q u e n o q ui ere n i puede
e s co ger ante u n a alternativa. Pasa luego a e logiar el p unto
de vista escéptico, a firmando que el m ejor conocimiento
q ue podem o s tener es que n a d a puede s a b erse n i se sabe;
de manera semej a nte, q ue n ad i e puede s er más que u n
''· Prefa cio d e Hervet en l a ed ición de 1 569 d e l
Adversus Mathematicos, de
Sexto, pp. a2-a3. Este pre facio será considera do después e n relación con el es­
ce pticis mo y la Contrarreforma en Francia.
.'• G iordano Bruno, La de
Cena le Ceneri, Opere Italiane,
en 3 vols. editada por
Gi ovan ni Gentile, Bari , 1 925-1927, 1, p . 36.
72 EL RES URGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO

asno , ni es más q u e un asno. Esta visl u m b re es atri b u i d a a


los socráticos, los platónicos, los ejettici, los pirroniani y
otros como ellos. H7
En el segundo diá logo, S a u l i n o traza una distinci ón en­
tre los -ofettici Y los pi1'·mni, que lu ego desarrol la Sebasto
en u n a evalu ación del escepticismo. Los e.fettici son e q u i­
para d o s a los escépticos a ca d é m i cos, l o s q u e aseveran
qu � nada puede conocerse, mientras que los pirroni ni si­
qmera sa ben o aseguran esto. Lo s piTToni son retratados
como poseedores de un s u p e rior grado d e asnez que los
efet�ici. HH En .e_l subsiguiente discurso de O norio, parte de
la m fo rmacwn y l a fra s e ología parecen venir d i recta­
mente de la o bra de Sexto . Hn Así, Bruno parece h a be r es­
tad o e n c � nta cto con los escritos de Sexto, y haber encon­
trado sus Ideas lo bastante inte resantes para incl uirlas en
sus e studios de los tipos de teorías y comentarlas.
Otro escritor ita l i an o de la é p o c a , Marsi l i o Cagnati,
d octor en medicina y en filosofía, o frece un breve estud io
d e Sexto Y d e sus obras en s u s Variarum Obsen;ationum. d e
1 587. Dedica u n capítulo n o a la biogra fía de Sexto a su
carrera médica, discute s i Sexto fue sobrino d e Pl ut � rco ' n r
Y si fue el mismo Sexto a l q u e se refirió Po rfiri o. El inte­
rés en Sexto p arece ser exclusivamente h istórico no filo­
sófico. Un similar empl eo d e Sexto como fuente l; istóri c a
a pare e � e � las Manuductionis a d Stoicam Philosophimn, d e
Justo LipsiO. Aquí, al an alizar la d ivisión de los filósofos

:: Bruno, Cabala del Cava/lo Pegaseo, en Opere Ita/iane·. I I , p p . 266-7, y 270.


Ib1d., I I , pp. 289-91 . Esta distinción entre los dos grupos no estú de acuerdo
con el uso de Sext? Empírico ni de D i ógenes Laercio. Sexto, en P. H. I, Part. 7,
hac � termmos equivalentes de "escéptico", "zetéti co", "efécli co", y "pirrónico";
_ .
Y D wgenes,
- en I part. 16. usa "eféclico" p ara referirse a lo opuesto d e "dogmú­
trco", abarcando tanto a pirrónicos c u a n to a académicos.
'" Bruno, <: abala, II, p. 291 Y l as notas 4 y 6 de Gentile. El pasaje al que nos
hemos r: fendo :; n l a nota 6 es P. H. I I I, caps. 27-29, párrafos 252-256, especial­
mente pa rra fo 2u2, q ue aparecen trad uci dos casi li teralme nte.
"" Mars i l i o Ca�nati. Vero nensis Doctoris Medici et Philosophi. Variamm Ob­
� �
seroat¡ nu ¡ L1bn Quatuor, Roma 1587, Lib. I II , cap. vr. "De Sexto. quem empiri­
cum a l r q u r vocant", pp. 203-6.
'
"' Este i rritante pro blema aparece por tod a la literatura acerca de Sexto,
X I' ! hasta el siglo X \' l l l. Cagnati, con razón, distingue a Sexto Empí­
.
d.esde el srglo
rico de Sexto de Queronea, sobrino de Plutarco.
EL RESURGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 73

en d ogmáticos, académicos y escépticos, y explicar q u i é­


nes eran los escé pticos y lo q u e creían, Lipsio se refirió
a los escritos de Sexto Empírico."�
Existe u n a interesante o bra de Pedro de Valencia q u e
a l parecer fue p o c o conocida e n s u s días, pero q u e fue
leíd a con aten ción en el s igl o xvm. !':' En 1 596, este autor
publicó A cademica, una h i storia tota l mente o bjetiva d e l
escepti c i s m o a n t i g u o , q u e trataba d e los movi m ientos
académico y pirró n i co hasta la mitad del periodo helenís­
tico.n·r Sexto es, desde luego, una de las principales fuen­
tes, y Valencia d i c e que casi todo e l mundo poseía esta
obra. !'" La posición pirró n i ca es presentada sólo d e ma­
nera general, en tanto q u e ofrece mucho más detalles y
críti ca de las o p i n i ones d e los pri n c i p a l e s pensadores
académicos, Carnéades y Arcesilao. Al fin a l d e la o bra , el
autor expl ica que habría analizado estas c uestiones más
extensamente s i h u b iese d i s p uesto d e l texto griego de
Sexto.
1
Las tra d ucciones latinas, especialmente las de Hervet,
le p a re c i e ro n i n a d e c u a d a s p a ra un e x a m e n s e r i o , y
no q u i so depender de ellas. !"i Valencia afirmó que s u es­
tud io del escepti c i s mo antiguo tendría dos clases de valo­
res, uno filológico, el otro filosófico. Nos ayudaría a com­
prender a varios a u to res a ntiguos como Cicerón, Plutarco
y San Agustín. Más importante aún, e l estu d i o nos haría

'" Juste Lipse, Manuduc tionis ad Stoicam Philosoph iam Librí Tres se val
(Ambere s,
ió d e Sexto
1 604), Lib. II, disert, I l l y I V, pp. 69-76. Isaac Casaubon también
para o btener i n formació n fi lológica e histórica , y tuvo su propio manuscr ito
griego que h oy se encuentra en l a Ki ng's Library. British Museum, que recibió
ele su suegro, Henri Estienne, Cf. M ark Pattison. Isaac Casaubon 1 559-1614, 2" ed.
Oxford 1892, pp. 30-1.
"" En el siglo x v r 1 1, l a o b ra de Valencia apareció en la edición Durand de las
Academiques, Les Académiques ou des Moyens de JugeT du Vrai;
de Cicerón, como
ouvrage ¡misé dans les sources; Pie?Te Valence,
par véase por ejemplo, la edición
de 1 796, de París d e lasAcadémiques, de Cicerón, donde el l ibro de Valencia
Bi­
consti tuye las pp. 327-464. El li bro también fue reducido y comentad o en la
bliotlleque Britannique, X V I I I , oct.-d ic. 174 1 , pp. 60-146.
Academi ca sive De Iudicio ergu t>erum, Ex ipsis
'" Petrus Valentía (Valenci a), ·

¡n'imisfrontibus, Am beres, 1 596.


'"' !bid.,
p. 27.
'"' Ibid.,p. 1 23. La discusión del p irronismo está en las pp. 27-33.
74 EL RESUHGI!\I IENTO DEL ESCEPTICISMO G HIEGO

percatarnos de que los filósofos griegos no encontraron la


verdad. Quienes la buscaran debían d ej a r a los filósofos y
volverse hacia Dios, pues Cristo es el único sabio.11 ¡ Por
tanto, no a causa de los argume ntos escépticos, sino por el
e studio de la historia del escepticismo, el lector, presu­
m i ble me nte, d e bía desc u brir el m e n saj e fid eísta: q ue la
verd a d sólo se encuentra por la fe, no por la razón.
En el bando más filosófico aparecieron dos presenta­
ciones serias -u na de ellas escrita por Sánc hez- y la otra
por Montaigne del p unto de vista escéptico, unos vei nte
años d espués de la primera i mpresión de Sexto. Antes de
examinar las opiniones de Montaigne, q u e será n el tema
del capítulo próximo, d eseo concluir esta revisión del es­
cepticismo del siglo XVI con un análisis de la obra de Sán­
c hez.
El ú n ico escé ptico del siglo X V I , aparte de Montaigne
q ue h a alcanzado cierto reconocimiento como pensador
fue el doctor portugué s Fra n c isco Sánchez (o S a nc hes),
1 552- 1623, q u ién pro fesó e n To ulouse. Su Q u od nihil sci­
tur "H ha sido obj eto d e muchos elogios y de dete n i d o s exá­
menes. Sobre su base el gran pirrónico, Pierre Bayle, e n
u n momento de exageración, d ij o q u e S á n c he z era " un
gran p irrónico". HH
''' /bid., pp. 123-124. "Verum enimueró i l l ud interim his admonem ur, Graecos
h u manumque ingenium omne sapientiam q uaerere sibique & aliis promi ttere,
qua m tamen nec i n venire nec praestare unquam posse. Qui igitur vera sapientia
ind igere se mecu m sentiet, postulet non a b h u i usmod i ph i l osop h i a ; sed a Deo,
q u i d at o m ni bus uffluenter & non i mpropera!. Quod si quis . videtur sapiens esse
in hoc see tllo, fiat stultus, ut sit sa piens: Abscon d i t enim Deus verum sapientiam
a falsae sap ientiae amatoribus, revelat veró paruulis. !psi soli sapienti per Ie­
s u m Christum gloria. Amen". Acerca de Valencia, véase Schmitt, Cícero Scepti­
cus. pp. 74-76.
'" Francisco Sanches, Quod Nil1il Scitur en Sanches, Opera Philosopllica, edi­
tada por Joaquim De Carvalho, Coim bra, 1 955. En la l i teratura al respecto, el
apellido del autor es d ado tanto en la forma port uguesa, Sanches, c ua n to en la
forma española, Sánchez. Al parecer, nació en Portugal de padres j u d íos espa­
iioles que era n conversos. Pasó en Fra nc i a la mayor parte de su vida, donde su
nom bre se escri bía Sanchez.
"" Bayle, Dictionaire, art. "Sane hez, Fran<;ois". Todo el q u e lea hasta aquí en el
D ic cionario de Bayle también d e be leer e l siguiente artículo sobre Thomas
Sanchez, Jésuite Espagnol, antes d e devolver e l l i bro a Jos estantes. Éste es uno
de los artículos más sorprendentes d e todo e l Diccionario. E l fi n d e l a Rem., C.
EL HESU HGIMIE NTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 75

S ú n c h cz nació e n 1 552, en Tuy o en Braga, d e padres


judí os co nvertid os al c ristiani smo. De. b � do a los d ist ��bios
de la é poca, tanto p o l íticos como re hgwsos , l a fam i l i a se
traslad ó a Franc i a , a Burd e o s . El joven Franci sco Sánch ez
e s t u d i ó en el Col lege d e Guye n ne , luego viaj ó por Italia
durant e u n tiempo y fin a l mente re c i b i ó sus grados en
Montp ellier. Llegó a ser profes or de filosofí a Y d e medi­
cina e n Toulou se, d o n d e tuvo gran éxito y llegó a ser fa-
moso. 1 ""
Su obra Quod n11úl scitu1· fue e scrita e n 1 576 Y public ada
en 1581. Este libro d i fiere rad i c a lmente de las o bras a n te­
riorme nte c o n sidera d a s en este mismo capítu lo, ya q u e es
una o b ra fi losó fica por derech o propio ; en ella desarrolla
Súnch ez su escep tic ismo por med io de una crítica inte lec­
tual del aristot elismo , y no recurriendo a la h i storia de la
estupi dez h u m a n a y la varie� ad y oposic iói� d � t � orías an­
teri ores. Sánch ez e m pieza afirma ndo que m s i q U i era s abe
si sabe n a d a. 1 01 Luego proced e, paso a paso , a analiz ar el
conce pto aristo télico del conoc imien to, para mostr ar por
qué ocurre así.

puede ser la fuente de l a s observa c iones d e H ume en A Trcatise of Human Na-


! u n� Selby-Big ge ed., p. 1 1 4, Libro I, Part. I I I . sec. IX.
. . . .
Y Pe­
'"" Para detalles biográfi cos, \'éase el " Prólogo " d e Marce l l n o Menend ez
?
Quod ni/¡il scitu.1·, Que Na _a Se Sabe.
el ma �e­
layo, pp. 7-9 a la traducc ión espaüol a de
Colección Camino de Santi ago no. 9, Buenos Aires, 1 944. Vease tamb1e n
de Opera P/¡i/osop/¡ica,
la donde 111 -
ri al introdu ctorio de Carval h o en su edición
ser 1 551. Tambié n present a buena ca ntl­
dica q u e la feeha de nnc i m ie n to puede
clad de informa ción b iográfic a a l extrai1o li bro de John Owen, Tlle Skept1cs oft/¡e
:�111'
Lon d res, 1 893, ca p. 1 \', a s í c o m o E m i l i en Senche t : �
'

Frcnc/1 RcHclissw¡ce. ssm la i


111<'r 1wde ele Fmncisco Scmche:. París, 1 904, pp. 1-XXXIX . La colecc1o n mas ex­ �1
tensa de datos acerca de S á nchez se encuent ra en las cajas ele papeles de He�ry
Caz ac, localiza das en la bibliote ca del I nst itut Catholi que d e Toulou �se. A.l l l
se
enc uentran muchas claves b i ográfica s. y sugestio nes acerca de l a ev1denc ta es­
c(•ptica entre Jos nuevos cristian os portugu eses en el Collége de Guyenn e q ue
aea so afectara n t anto a Sánche z como a Montaig ne. Los docu mentos de Cazac
ind ican que muchos profeso res y estud iantes del Collége de Guyenn c er? n nue­
vos crist i a nos portugu eses. y que allí se conside raban muchas ideas radical es Y
escépt icas. . .
Asi mismo. sobre Súnchez, véase Carlos Mellizo, "La Preoccup acwn Pedagog1 ca
de Franc i sco Sanche z", en Cuadel'nos Salman tinos de Filosofía. 11, 1 975, pp.
217-229.
' "' Sanche s, Q1wd Ni/¡i/ Scitur, ed. de Carva lho, pp. 4-5. U n extenso resume n
con c itas del latín aparece en Strowski, Montaigne. pp. 1 36-44.
76 EL HESUHGIJ\1 IENTO DEL ESCEPTI CISMO G HIEGO

Cada � i � n.c ia comi � nza con d e fi n iciones, pero , ¿ q u é es


una d e fuu c w_ n ? ¿Indica la naturaleza d e un o bjeto? No.
Tod a s las definicio nes sólo son nominales. Las d efinicio­
nes no son más que nom bres arbi trariamente impuestos a las
cosas de man era c a pri c h o s a , s i n ninguna rel a c i ó n c on
las eosas nom bradas. Los nombres no dejan d e eambi ar,
por lo que euando ereemos estar dieiendo algo aeerea de
la natu raleza de las eosas mediante eombinaeiones d e pa­
la bras y cl e fi n i eiones, sólo estamos enga i'i ándonos a noso­
tros mi smos. Y si los nombres asignados a un o bj eto eomo
un hombre, eomo "animal raeional", sign i fiean todos lo
mismo, entonces son superfl uos y no ayudan a expl i car
lo q u e es su o bj eto . Por otra parte, si los nombres signifi­
can algo d i stinto del obj eto, entonces no son los nom bres
cl el o bj et0. 1 0� Mediante tal análi sis, Sánc hez e l a boró un
profundo nominalismo.
De considerar las d efi n i c i on es, Sánchez pasa a exami­
nar la noción aristotélica de ciencia. Aristóteles d e fi n e l a
cien c i a como "d ispos ición adq uirida mediante demostra­
ción". Pero, ¿ q ué sign i fi ca esto ? Esto es explicar lo oscuro
por lo más oscuro. Los particul ares que se tratan d e ex­
plicar por esta ciencia son más cl aros q u e las ideas abs­
tractas q ue, sup uestamente, deben aclararlos. El parti cu­
lar Sócrates, se entiende mej or q ue algo llamado "animal
ra cional". En lugar d e tratar de los verd aderos particula­
res, estos llamados hombres d e ciencia d i s c uten y arguyen
acerca de un gra n número de nociones abstractas y fic c i o­
nes. " ¿ Llamáis ciencia a esto ?", pregunta Sánchez, y l uego
responde: "Yo lo llamo ignoran cia." 1 11a
Luego pasa a atacar. el método de la ciencia ari stoté­
lica, la demostración. Supuestamente, una de mostración

' "' S a n c h e s. Q u od Nih il Sci t u T. p p . 4-5. Vt>ase t a m b i é n Oll'en. op . c i t . . pp.


630-631 . Strowsld afi rmó q ue su d ist·usión d e los nom bres es la fue n te d e las
ideas. u n tanto extrmi as. d e llle rsenne. �obre e l tema. e n La
Stroll'ski. Mo1 1 t a ig11e. pp. 137-1 38. no. l. En su obra Pascal ct son t c 1 11ps. Vol. 1. París
\'crit é des Sciences.

1907, pp. 212-213, no. l. Stroll'ski afirmó que Sú nchez era el escéptko en q u ien
Merse n n e ha bía estado pensando en su obra. Que esto no es cierto se mostraril
en el anil l i sis ele Mersen n e en u n ca pítulo posteri or.
""' San c h es. Q u od N i h il Sci t llT, pp. 5-6.
EL HES UHGIM IENTO DEL ESCEPTICISMO G H IEGO 77

es un s i logismo que pro d u c e c iencia. Pero este maravi­


lloso méto d o del s i logismo incluye un círculo vicioso, en
lugar d e e ngendrar a lguna info rmación nueva. Para d e­
mostrar q ue Sócrates es m o rtal, argüimos q ue tod o s los
hombres son mo rtales y Sócrates es ho mbre ; sin embargo,
las premisas está n sacadas d e l a conclusión: se necesita el
particular, Sócrates, para tener un concepto del ho mbre y
d e l a m o rta l i d a d . La c o n c l us i ó n e s m á s c l a ra q u e l a
prueba. Asi m i smo, el métod o silogísti co es tal que, par­
tien d o d e las premi sas c orre ctas, puede probarse todo. Es
un medio inúti l y artifi c i a l q ue no tiene nada que ver con
la a d q u i s i c i ó n d e c o no c i m i e nto. 1 11 '1
S ú n c h e z c o n c l uyó q u e l a c i e n c i a no p o d í a ser c e rti­
dum bre a d q u i ri d a por d e fi n i ci ones, ni ta mpoco podía ser
el e s t u d i o de las c a u s a s , p u e s si e l verd a d e ro c o n o c i ­
m i e n t o c o n s i ste e n c o n o c e r u n a c o s a p o r s u s c a u s a s ,
n u n c a llegaríamos a conocer nada. L a búsqueda d e sus
causas seguiría a.d infinitwn c onforme estu d i áramos la
causa d e la causa y así interminable mente. 1 115
En el lugar de lo q u e c o n s i d era ba c o m o fals as nociones
ele ciencia, S á n c h e z propuso q ue la verd adera cie ncia e ra
el conocim i ento pe rfecto d e una cosa ( sciENTIA EST HEI PEH­
FECTA coGN I T I O) . E s t a n o c i ó n , i n s iste, es perfecta m e n t e
clara. El conocimie nto gen uino consiste en l a aprehensión
inmed iata e in tuitiva ele to das las verdaderas cual i d a des
de un o bjeto. Así pues. la c iencia tratará de particulares,
cada uno d e los cuales habrá de entenderse por separado.
Las genera l izaciones están más allá de este n ivel de cer­
tidu mbre c i e ntífi c a , e i ntro d ucen a bstracciones, q u i me­
ra s. etc. El c o n o c i m iento c i e ntífi co d e Sánchez consistirá ,
en su fo rma perfecta, en la ap re hensión experiencia! d e
cada parti cular e n sí mismo y p o r s í mismo. 1 1 1 n
Pero. ha biéndonos puesto a dudar de q u e algo pueda
conocerse por el método ari stotélico, Sánchez analiza en­
tonces su propia teo ría de l a ciencia y muestra q ue, estríe-

' " ' / b i d. . pp. 6-9.


, ,., / bid. . pp. 1 3·1 ·
""; /bid . . pp. 1 5 - 1 7.
78 EL RESURG IM IENTO DEL ESCEPT ICISMO GRIEGO

tamen te h a bland o, los seres huma nos son i n c apace s de


a l c anzar la certid umbre . La cienc ia d e los o bj etos conoc i­
dos uno por uno no puede lograrse, e n p arte por la n atura­
leza de los o bj etos y en p a rte por l a n atural eza del hom
­
bre. Tod as las cosas están relac ionad as entre sí, y no se
les pued e conoc er indiv idua lment e. Hay un núme ro ili
m i­
tado de cosas , tod a s d i stinta s, d e modo q u e no es posi ble
conoc erlas a todas . Y, peor a ú n , l a s cosas c a m b i a n , de
modo que n unca se encue ntran en un estad o final o com­
pleto para que se les p u e d a conoc er en realid ad. 1 0 7
D e l l a d o huma no, S á n c h e z d e d i c ó m u c h o tiemp o a pre­
senta r las d i ficultades q u e impid en al h o mbre o btene r
el
verd ad e ro c o n o c i m i e nt o . N u e stras i d e a s d e p e n d e n
de
n u estros sentid os, que sólo perc i be n los aspec tos super
fi­
ciale s de las cosas , los accid entes , y n u n c a las susta ncias
.
Por su forma ción médi c a , S á n chez tamb ién pudo mostr
ar
c u á n poco d igna de confia nza es n uestr a experiencia sen­
sori a , cómo camb ia al altera rse nuestro estad o de salud ,
etc. Las mucha s imper feccio nes y l imitac iones que Dios
consid eró a propia do poner nos impid en a n uestro s senti­
dos y a n uestro s otros podere s y fac ultade s alcanz ar nunca
el verda dero conoc imien to. 1 0H
La concl u sión de todo e sto, s egún S á n c h ez, es que no es
posibl e llegar al único verd a d e ro conoc imien to cientí fico
sign ifi cativo . Todo lo q ue el hombr e puede alcanz ar es el
conoc imien to l imitad o e i m perfec to d e algun as cosas q u e
s e p resen tan a su experi e n c i a , p o r m e d i o de o bserv ación y
j u icio. Por desgr acia, pocos h ombre s d e cienc ia h a cen uso
de la experiencia , y pocos h o mbres s a b e n cómo j u zgar. 1 0!1
Sánch ez es más i ntere sante q ue n ingun o de los demá
s
escépt icos del siglo XVI, s a l vo Monta igne, ya q u e las ra zo­
nes de sus d u d as no son ni l a s antiin telect uales, como al­
gun as de las de Agrip pa, ni la sospe c h a de q u e el conoc i­
mient o es i nalcan zable tan sólo porq u e h asta ahora los
homb res cultos no se han p u esto de acuer do. Antes bien,

SS.
!bid., p p . 17
1 1"

. SS.
!bid . pp. •23
1 1"

.
""' !bid . pp. 47-53.
EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 79
su afirmación de q u e nihil scitur es pl anteada sobre moti­
vos filosóficos, sobre un rec h a zo del a ri stote l i � mo,. Y s obre
un análisis e p i stemológico d e cómo son el o bJ eto d e l co­
nocimiento y el conocedo r. E n términos generales, l a. c ?_n ­
clusión totalmente n egativa d e Sánche � n o es I � J? OSicwn
del escepti cismo p i rrónico, l a suspens1 ?_ n de J_ �1c1o s obre
si algo puede conocerse, sino, en cambio, el mas maduro
dogmati smo negativo de los académicos. Plantea u n a teo­
ría de la n aturaleza d e l verdadero conocimie.n t? , Y l uego
muestra que no es p o s i ble alca nzar tal conocimiento. �os
pirrónicos, con s u m á s rad i cal esc � pt.icismo,. n o p o d 1 an
aceptar l a teoría positiva d e l conocimiento m l a conclu­
sión d efin itiva de q u e nihil scitur. 1 1 0
Aunque Quod nihil scitur parece pre sent � r u n a V I SlOn
semej ante a l a que s e ha a tribuido a Arces1 � ao Y a Car­
né a d e s l 1 1 s e g ú n C i c e ró n y D i ógen e s Laerc w , S a_ n c hez
también parece d e b e r algo a Sexto Emp.írico, al q u e no
men cio n a e n su o bra. Carvalho ha s ugendo q u e tanto el
estilo como algunos d e los argumentos se derivan d e la
traducción de Sexto hecha por Estienne . 1 1 2 Y e n u n estu­
dio de Sánchez se llega hasta considerarlo como sucesor d e
Sexto . 1 1 a

El experimenta l i smo prop ugnado por Sánchez ha s1do


cons i derado por algunos como prueba de q u e n o e ra u n
verdadero escéptico, sino u n empírico q u e a brí a n uevos
terrenos, allanando el camino a Francis Bacon. Según e � ta
inte rpretación, S á n chez sólo aplica los argumentos escep-

" " Cf. Joseph Moreau, " Do utE> et Savoir hez Francisco Sanchez, en �o � ugie­
e
sisch e Forsclw.ngen des Gorresgesell.sc:haft. Erste Rei he, Aufsdtze zur Portugteszschen
l<.ulw
1
rg�schichte, I, Band, 1960, pp. 24-50.
11
Es interesante q ue e n u n a c arta de Sánchez al matematlco, c l �v 1 us, q.ue
. . .
trata del -nroblema de encontrar la verdad en la física Y las matemat1cas, . �an­
chez fi rm ara el d oc u me nto "Carneades philosophus". Cf. J . ! �arte, "Francis�o
Sunchez el Esceptico d isfrazado de e arnea d es en d I' scusión epistolar con Chns-
· · · ·

tó bal Clavio", Gregorianum, XXI, 1940, pp. 413-451. El texto d e esta carta a p a i.e ce
en la edición de Carvalho d e Sánchez, pp. 146-153.
1
"' Carvalho i ntroducción a Sanches, Opera Plzilosophica, pp. LVII-LIX. . .
F 1te-, pp 1 3 72-96. La ultima
'
· ·
Senchet, Essm sur la méthode de ranczsco Sanc
·
'

seeción compara e l material de Sexto con e l de Sánchez Y afirma q u e Sanchez


Ll • · • •
. .

empl e ó y desarrolló u n a buena parte de aquél.


80 EL RESURGI:\l iENTO D E L ESCEPTICIS!\IO GRIEGO

ticos con el propósito de oponerse a los d ogmáticos aristo­


télicos por entonces en boga, así como Descartes d espués
emplearía el método de l a d ud a. Habiendo d e struido al
en emigo, pudo desarrollar u n a n ueva concepción del co­
nocimiento, la ciencia e mp íric a q ue, segú n d i cen estos in­
té rpretes, habría aparecido e n sus o bras s ubsigui entes. 1 J .l
Sin e m bargo, yo pienso q u e el análisis del conoci miento
del propio Sánchez arroj a d udas s obre esta evaluación. A
d i ferencia de Bacon y d e Descartes, y d e qui en es pensa­
ron co ntar con un medio d e rechazar el ataque escéptico,
Sánchez lo aceptó como d eci sivo y luego, nó para respon­
derle, sino de ac uerdo con él, ofreció su program a posi­
tivo. Este progra ma po sitivo fu e o frecido n o como medio
de a l c a n zar el verd a d ero c o n o c i m i e n t o , sino como el
único sustituto que q ue d a ba , porq u e nihil scitu1', de ma­
nera un tanto similar a como Mersene, más adelante, h a­
bía d e desarrollar su " escepticismo constructivo". 1 1 5
En cu anto a influencia, S á n c hez no parece h a ber go­
zado d e gra n prestigio en s u época. Más avanzado el siglo
xvii a pareciero n en A le m a n i a d o s refuta c io n e s . 1 J n Pero
Montaigne pro bablemente no conoció el Quod nihil scituT,
n i su a utor conoció los Essais. 1 1 7 Al histori ador d e l escep-

" 1 Cf. Owen. op. cit. pp. 640-641 , el


. DictionnaiTe des Sciences philosopiliques,
ed.
Ad. Franck, 2'' ed ., París. 1875, art. Sanchez ( Fra nc;ois), pp. 1524-1525; A. Coral­
n i k. "Zur Gesrhichte der Skepsis. l . Franciscus Sanchez". ATchiv ftiT Geschicllte
der Philosophic. lo clasifica (a Sónehez) como p i rrónico. Strowski, Montaigne,
pp.
1 36 y 143-5; y Senchet, op. cit
. pp. 89-146.
.

" '' Acerca del papel de Sónchez en el d esarrol lo d e l "escept icismo construc­
t i vo", véase Popkin, prefacio a The Problem of CeTtaint¡¡ in English Tlwugltt,
de H.
Van Leeuwen. 1630-80, La Haya, 1963; crítica de Opem Philosophica,
d e Sanchez,
enRenaissancc News. X. 1957, pp'. 206-8: y críticas de las Dissertal ions en forme de
pamdoxe, Isis. LII I de Gasse ndi, 1962, p. 414. Hay u n interesante estu d i o del pa­
pel del escepticismo, tanto de Ped ro Valenc i a como de Franc isco Sánchez en
Marce l i n o Menéndez y Pelayo, Ensayos de CTitica Filos6,{1ca,
Madrid, 1918, Vol. I X
de sus Obms Completas, en e l capítulo i n t i tu l ado "De los orígenes d e l Criticismo
y del Escepticismo y especialmente d e los precu rsores espaJi oles d e Kant", pp.
1 19-221 .
Quod aliquid scituT,
" '; U l rich Wild, Lei pz ig, 1664; y Daniel llartnack, Sane/tez
Alic¡uid Sciens. Stettin, 1665. Lei b n i z t a m bi é n se inte resó a parentemente por
1 1 ' Las posibles conex iones entre Sónchez y l\1ontaigne son exam i n ad as e n Vi­
Sánchez en esta época.

l ley, &
Solll'ces Evolution. I I , pp. 166-69, hasta llegar a u n a conclusión bastante
EL RESURGIMIENTO DEL ESCEPTICISMO GRIEGO 81
ti cismo, de fi nales del siglo xvm Staudlin, n o le impre­
s i o n ó S á nchez como p articul armente interes ante. 1 1 H Tal
parece que sólo en los últimos cien años h a llegado a ser
considerado como "uno de los pensadores más agudos y
ava nzados del siglo xv u", 1 1 11 o aun superior a Montaigne
porqu e , " S á nchez fu e el ú n i c o escéptico q u e al mismo
tiempo fue un pensador positivo", y que, como resultad o,
puede presentarse como precursor de Descartes. 1 2 0
B i e n puede ser q u e la fo rmulación d e l pro blema es­
cépti c o dado por S á nchez esté más cerca del idioma mo­
derno que ninguna de las de sus contemporá neos, incl uso
la de Montaigne, y en s u visión de cómo se d es arrolló la
filosofía se le pueda leer como un precursor de Bacon o
d e Descartes. En realidad, una reciente tra d ucción al in­
glés, aún inéd ita, que yo he visto, del Quod Nihil ScituT de
Sánchez, puede leerse casi como un texto de filosofía ana­
lítica escrito en el siglo xx.
En el resurgimiento del escepti cismo gri ego en el siglo
XVI, el pensador que más a bsorbió la nueva influenci a de
Sexto E mpírico y que aplicó este materi al a los problemas
intelectu ales de su época fue Michel de Montaigne. S u pi­
rroni smo ayudó a cre ar la cTise pyrrhonienne de comienzos
del s iglo X V I I . En el próximo capítulo mostra remos que, a
travé s d e Montaigne, el escepticismo re nace ntista llegó
a ser dec isivo para la formación de la fi losofía modern a,
contra l a opinión q u e sostiene q ue sólo fue un momento
de transición en la h istoria del pens amiento.

negativa. V i l ley aquí, y Strowski en Montaigne, p. 145, indican que es muy posi­
ble que Sánchez y Monlaigne estuviesen emparentados por el lado de la madre
de Monta ignr:. (Después d e i nspeccionar los datos en los documentos de Cazac,
no concluyo yo que Sánchez y Monta igne fueran pri mos lejanos, ya que entre las
fa m i l i a s Sánchez y López h u bo muchos matrimonios. Ambas fam i lias eran des­
ta cadas en Espmi a antes del establec i m i ento de la Inquisición y la expulsión de
los j u d íos, y partic i paron en u n a conj u ración para malar a un jefe de la I n q u isi­
ci ón.)
Geschichte des Skepticismus,
" " Sta u d l i n , I I , pp. 53-57.
" Owen,
" op. cit., p. 640.
"" Coral ni k,op. cit., pp. 193 y 195.
III. MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX
PYRRHONIENS"

MICHEL de Montaigne fue l a figura más importante del re­


surgimiento d e l escepti c ismo antiguo en el s iglo XVI. No
sólo fue el m ej o r pensador y escritor de quienes se intere­
saron en l as ideas d e los académicos y p irró n i c os , s i n o
q u e también fue el q u e s i n t i ó más profu n damente la re-
/Í percusión de la teoría pirrónica d e l a d ud a compl eta, y s u
' ; , aplicación a l o s d ebates religiosos d e s u é p o c a . Montaigne
fue s i m ultá neamente un hijo del Renacimiento y de la Re­
forma . Fue un h umani sta h asta la médula de los huesos,
con un va sto interés y preocupación e n las ideas y valores
de Grecia y de Roma y s u aplicación a las vidas d e los
hombres del mundo d e la Francia d el siglo XVI, q u e tan
rá pid amente estaba cambiando. Fue sensible, como q uizá
n inguno de sus conte mporá neos, al sign i fi cad o vital del
redescubrimiento y l a expl o ración d e la "gloria q u e fue
Grecia y la grandeza q u e fue Roma", así como a l descu­
brimiento y l a exploración d el N uevo Mun d o. En estos d o s
_ mundos recién descubiertos perc i bió Montaigne l a relati­
r vi dad de las realizaciones intelectuales , culturales y so­
¡ ciales del hombre, relatividad que h a b í a de socavar todo
1 el concepto d e l a naturaleza del h o mb re y su l ugar en el
' cosmos moral.
.....
La vida personal de Montaigne fue un microcosmo d e l
macrocosmo religioso d e s u é poca, pues procedía de una
fam i l i a dividida por el c o n fl i cto religioso. S u p a d re era
católico, y s u ma dre e ra una judía recién cristianiza d a . '
El p adre de Montaigne fue u n h o m bre interesado en l a s

' Donald Frame, e n s u rec iente biografía, Montaigne, Nueva York, 1 965, d ice
q ue el 25'/c de sangre j u d ía (la madre de Montaigne era j udía a medi as), pro­
bablemente fue responsable, en cierta medida, de su profu n d a tolerancia, "su
actitud un tanto apa rtada , típica d e los marranos y n atural en ellos hacia la
religión, fue p rá cticada c o n t i n u a y muy c o n c i e n z u d a m e n te por M o n ta igne;
s u incansable c u riosidad, principal pero n o excl usi vamente intelectual, el cos­
mopoli tismo natural en un miemhro de una fam i l i a tan extensa", p. 28.
82
. ,.

.'�'
1l
í
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M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRIION IENS" 83

caprichosas corrientes rel igiosas y teológicas de su época;


pasó mucho tiempo conversando con figuras como Pierre
B u n e l ; estudió l o s e scritos d e Raymo n d S e bond en s u
bú s q ueda del entend imiento y l a paz rel igiosa. E l j oven
Mo ntaigne fu e, como su padre , católi co, pero estuvo pro­
fu n d a m e n te i ntere s a d o en l a s d ivers a s c o rrientes d e l
pensami ento de la Reforma y la Contra rrefo rma. A i n s­
tancias d e su padre , tradujo la obra de Sebond sobre teo­
·¡
logía n atural, q ue era mira d a con malos ojos. Po r s us pro­
pios intereses l legó a conocer íntima mente a figuras tales ·
como el j e fe d e los protestantes, Enri q u e de Nava rra , y el l \
gra n contrarreform a d or j esuita Juan Maldonado. E n s u s ¡,
viaj e s , Monta igne a m e n u d o se detuvo a convers a r c o n
partid arios d e vari a s religiones, y mostró un ávido interé s
p o r s u s o p iniones y prácticas. 2
Muchas facetas de Montaigne se encuentran en su e n- 1 1
sayo más extenso y filosófico, la Apologie de Raimond Se- 6 ·¡1 <
bond, ese asom broso producto de su propia personal crise
pyrrhonienne. A u n q u e , como l o h a mostrado Frame, el p i­
rronismo d e Montaigne es, a l mismo tiempo, anterior y
poste rior a este ensayo,:� s irve como foco lógico d e n uestra
ate n c ión. Vil ley, en su estu d io de las fuentes y del d esa­
rrollo de los Essais de Montaigne, ha mostra d o q u e u n a
gran p a rte d e la Apologie fue escrita en 1575-1576, c u a n d o
Mo ntaigne, al estu d i a r los escritos de Sexto Empírico, e s- ,
taba experimenta n d o el trauma extremo d e ver d isolverse l
todo su m u n d o intelectual e n la duda más completa:' Le- t \
mas y frases de Sexto ap arecen en elementos de su estu-
dio, de modo que pudo meditar en ellos mie ntras com­
p o n í a s u Apo logie . F u e d u ra nte e s t e p e r i o d o c u a n d o +--­
adoptó· su lema, ¿Que sais-je?
La Apologie se desenvuelve en el inimitable estilo zig-
' Véase Michel de Montaigne, Jollnwl de Voyage, editado por Louis Lau trey, 2"
edición, París, 1 909.
' Donald 111 . Fra me, Montaigne's Discover¡¡ 1\fan. Tlle Humani:ation o.f a Hu-
of
1/lcm ist. Nueva York, 1 955, caps. 111 y 1 \'.
El escepticismo de los pri meros ensayos es tratado en detalle por Craig B.
ush .
Br Montaig11e and Ba¡¡le, Va1·iations un tl1e Tlleme uf Skepticis m, La Haya, 1 966,
c-ap. 1 1 1 .
SouTces et EPolulioll,
' Villey, 1 , pp. 2l8 y 365. y 1 1 , pp. 164· 1 65.
84 MICHEL D E MONTA I G N E Y LOS "NO U VEAUX PYRRIIONJENS"

zaguea nte de Montaigne como una serie d e olea das d e es­


cepti c i s m o , con p a u s a s o c a s i o n a l es p a ra c o n s i d e rar y
compendiar los d iversos niveles d e l a d u d a ; pero s u te ma
predom inante es una defensa de una n u eva forma de fi­
deís m o : el pirronismo catól ico. El ensayo empieza con un
re lato, pro ba bleme nte i m p re c i s o , d e c ó mo Montaigne
llegó a leer y a traducir la a u d az o bra d e Sebond , teól ogo
del s iglo xv." El padre d e Montaigne h abía recibido un
ejemplar de la Theologia natumlis, de Pierre Bunel, q u ien
dijo que le h abía salvado d e l a enfermedad del lutera­
nismo, a ü adió Monta ign e, q u e " fá cilmente pod í a degen e­
ra r en un execrable ateísmo".n Ailos después, el padre d e
Monta igne encontró el libro y pidió a s u hij o q ue lo tradu­
j ese al francés. En btoma, Montaigne afirmó q u e el origi­
nal estaba en espaüol, con conclusiones en latín. Así llegó
a surgir la tra d ucción de Montaigne. '
En ade lante , se nos dice, algu nos el e los lectores el e Se-
bond, especialmente las cl a mas, necesitaron ci erta ayud a
para co mprender y aceptar e l mensaje d e l a o bra : que to­
dos los artículos de la rel igión cristiana pueden probarse
por l a razón natural. Se h a n p l a n te a d o dos c o nj u ntos
principales de obj eciones: uno, q ue l a religión cristiana
debe bas arse en la fe y no e n l a razón; y el otro, que las
razones de Sebond n o eran n i muy cl aras ni muy buenas.
El pri mer punto permite a Montaigne d esenvolver s u tema
fideísta, y e l segundo, s u escepti c i smo. Primero afirma
"defender" a Sebond exponiendo una teoría del cristia­
n i s m o b a s a d a e x c l u s i v a m e n te en l a fe ; d e s p u é s , mos­
trando, a la manera d e Pirrón, que, como todo razona­
miento es defectuoso, no d ebe cens ura rse a Sebond por
sus errores. H
·'Véase la edición de .Jacob Ze i t l i n d eTite Essays of Miclwl de Monraiune.
N ueva York 1935, Vol. II, pp. 481-87, espec ia lmente p. 485, para una d i scusión de
este tema. En la Escuela de Me dicina de la U n i vers i dad de To ulousse ocupan
lugares de honor los retratos de Sanchez y Sebond. Se bond d io cú ted ra en Tou­
lousse, y proba blemente. como Sanc hez, era un nuevo crist i a no i bero.
" Montaignc. "Apologie de Raimond Sebond", en Les Es.m is de Michel de Mon­
taigne, e d i tados ¡)or Pierre Villey, Tomo I I , Paris, 1 922, p. 147.
; lbid.,pp. 147-8.
' lbid.,pp. 148-9.
!
. í
1
l
MICHEL DE MONTAIGN E Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON I E N S" 85

¡
La a firmación in i c ial d el men saj e ficl e í sta es presen­
tad a de m a nera pecul iar. Con cierta ironía, Monta igne ex­
cusa e l ra cionalismo teol ógi co de Sebond d i ci e n d o q u e
aun c u a n d o él, Montaigne, no es versado e n teología ' a s u
parecer l a religión se b a s a tan sólo en la fe q u e n os es
dada por la Gra c i a de Dios. Sin e m bargo , no h ay n a d a
m a l o en valerse d e l a ra zón para apoyar l a fe , "pero siem­
pre con esta reserva : no creer que es d e nosotros d e q u ie­
nes depende la fe , ni que nuestros esfuerzos y argumentos
pueden alcanzar un conocim iento tan sobrenatural y d i­
vi no".11 Esto lleva a Montaigne a afi rmar con mayor fu erza
q ue la verd a dera religión sólo puede estar basad a en la
fe , y q u e todo fun d a mento h u mano de la religión es d e ma­
s i a d o d ébil para soportar el conocimiento d ivino. Esto, a
su vez, nos conduce a una d igresión sobre la debil i d ad de
l a religión el e nu estros d ías, porque s e basa en factore s i

1
h u m a n os c o m o l a costum bre y la u b i ca c i ó n geográ fi c a .
" � o mos cri stianos por la misma ra zón q u e somos perigor­
d 1 an os o alemanes." 1 0 Pero si tuviésemos la verdad era luz
el e l a fe , entonces los medios h u manos, como los argumen­
tos d e Sebond, podrían sernos útiles. Así, para "defend er"
la t0.sis d e Sebond según la cual las verd a d e s de fe pueden
demostra rse ra cionalmente, Montaign e e m p i eza por hacer
el e l a pura fe la piedra angular de la religión; l uego con­
cede a l os esfuerzos ele Sebond una catego ría de segunda
clase como a uxiliare s , después, pero no antes, de la acep­
ta ción d e Dios.
Para respond er al segundo cargo . que lo s argum entos
de S c bond son tan endebles que es fá cil superarlos, Mon­
.
taigne ofre ce tod a una variedad d e argumentos escépti­
cos.
E l m e d i o q u e e m p l e o p a ra c o ntener e ste· fre n e s í , y q u e me
p a re c e el m á s a p r o p i a d o , c o n s i ste en a p l a st a r y p i so t e a r l a
a rroga n c i a y e l orgu l l o h u m a n o s ; h a cerles sentir l a i n a n i d a d ,
l a vanidad y l a n a d a d e l h o m b re ; a rra n c a r l e d e l a s m a n o s l a s
m i n ú s c u l a s a rm a s d e su ra z ó n ; h a ce rl e i n c l i n a r l a c a b e z a y
" 1 /Jid . , p. 150.
' lbid., p. 1 55.
"
86 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONIEN S"

morder el polvo ante l a autoridad y reverencia d e l a majestad


divina. Tan sólo a esto corresponden el conocimiento y la sa­
biduría; sólo esto puede tener cierto amor propio, y de allí
robamos aq uello de que nos enorgullecemos. 1 1

�. Para e x c u s a r l a d e bi l i d a d d e l r a zo n a m i e nt o d e S e -
bon d , Montaigne se propuso mostra r q u e el ra zonamiento
de nadie era siquiera un poco mej or, y q u e n a d i e puede
alcanzar ninguna certidumbre por medios ra cionales.
Después d e ofrecer unos cuantos sentimientos antirra-
cionales, tomados de S a n Pablo, Monta igne comienza ya
en serio. El ho mbre piensa q u e él, sin la ayu d a de la Luz
Divin a, puede abarcar el cosmos. Pero no es más que u n a
vana y minúscula criatura, cuyo ego le hace creer q ue él y
solo él comprende el m u nd o , que éste fue hecho y gober­
nado pa ra su beneficio. S i n embargo, c uando comparamos
al hombre con los animales, vemos que n o t i e n e fac ulta­
d e s m a ravi l l o s a s de q u e a q u é l l o s c a r e z c a n , y q u e s u
llamada ra cionali d a d n o e s más q ue otra forma d e compor­
tamiento a n i mal. Para i l ustrar esto, Monta ign e e s c oge
ej emplos d e Sexto Empírico, como el del perro lógico que,
supuestamente, elaboró un silogismo d i syuntivo. N i a u n la
religi ón. dice Mo nta igne, es exclusiva m ente posesión h u­
mana, sino que parece existir entre los elefantes, q u e , se­
gú n parece, oran. 1 2
L a extensa y desmoralizadora comparación d e l h o m bre
y las besti as fue hecha éon el obj eto d e crear u n a actitud
escéptica h acia las preten s io nes intelectuales h umanas.
Las glorias del reino animal son contrastadas con l a vani­
dad, estupidez e inmora l i d a d del m u n d o h um a n o . Mon­
taigne dice que las supuestas realizaciones d e nuestra
razón nos han ayudado a enco ntrar un m u n d o q u e no es
mejor sin o peor q u e el de los animales. Nuestro s conoci­
mientos no nos impiden ser gobernados por funciones y
pasiones corporales. Nuestra llamada s a b i d u ría es u n a
red Y una pretensión q u e n o logra nad a para n os o tros. S i
MICHEL D E MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHON IENS" 87

conte mplamos tod o el rei n o biológico y examinamos l a s


v i d a s d e l o s a n i males y d e l h o m bre, y luego las compara­
mos con las j acta n c i as de los fi lósofo s acerca de las capa­


cidades m entales d e l h o m bre, no podemos dej ar de que­
d ar, abru mados por l a "comedia de l a d emencia superior".
"L<{ peste del h o mb re es l a opinión del conocimiento . Por
ello l a ignoranc i a es tan recomendada por nuestra reli­
gión, como cualidad apro p i a d a a l a fe y la o bediencia." 1 :1
Hasta este punto, el ata q u e escé ptico d e Montaigne h a
sido poco más q u e e l antiintelectualismo d el Elogio d e la
locum, de Erasmo. Ahora se pl antea el argumento en l o s
térmi nos d e la c o m para c i ó n , bastante desastrosa (para el
lector) de hombres y besti as. (Todo el que lea el testimo­
nio de Montaigne h asta este p unto quedará que brantado,
aun c u ando él n o h aya demostrado l a ineficacia de la ra­
zón h u m ana.) Después, el desarrol lo más filosófico de s u
escepticismo seg u i rá a u n b reve panegírico de l a ignoran­
cia, y a otra defe n s a del c ompleto fideísmo. La sabiduría,
dice Montaigne, n unca h a dado n ingún beneficio a n a d i e ,
en tanto q u e los n o bles d e la Naturaleza, los recién d e s­
cubiertos residentes del Brasil, "pasan la vida en admira­
ble simplicidad e ignora n c i a , sin letra s, sin derecho, s i n
rey, sin religión d e ningu n a especie". H El mensaj e cris­
ti ano consiste, según Monta igne, en c ultivar una ignoran­
cia similar, para creer excl usivamente por l a fe .
La participación q u e tenemos en el conocimiento de la ver­
dad, sea cual fuere, no h a sido adquirida por n uestros propios
poderes. Dios nos h a enseñado ello con bastante claridad, por
los testigos q u e ha escogido entre la gente común, s imple e
ignorante, para i nstru irnos en sus secretos admirables. Nue s­
tra fe no es adq u isición n uestra, es u n p uro don de la libe ra­
lidad de otro . N o es por n u e stro raciocinio o por nuestro
entendimiento c o m o hemos reci bido n u e stra religión; es por
autoridad y mando externo. La debilidad de nuestro j u ic io
nos ayuda más e n ello q u e s u fortal eza, y nuestra ceguera,
más que nuestra visión. Por mediación ele nuestra ignoran-

"' !bid., p. 2 14.


14 !bid., p. 218.

:1
1
88 MICHEL DE MONTA IGNE Y LOS "NOUVEAUX PYH HIIO NIENS"

c í a , mi1s q ue de n uestro conocimie nto , estamos e nterado s de


ese conocimiento divino. No es de sorprender q u e nuestros
pod e res naturales y te rre nos no puedan concebir ese conoci­
miento sobrenatural y celestial; n o pongamos nada más q ue
obe d iencia y sumisión . P

En apoyo d e este compl eto fi d eísmo, Montaigne repro­


duce el texto de las Escrituras q u e llegaría a ser el predi­
l ecto d e los nouveaux PyT·rhoniens, l a declamación d e S a n
Pa blo e n I Corintios, c a pí t u l o r , " Po rq ue e s c rito e s tá :
'Arru i n a ré l a sabid uría d e los sabios, y l a intel i gencia d e
los i n tel igentes an ularé. ¿ Dó n d e está el s a b i o ? ¿ Dónde el
escri b a ? ¿ Dónde el d isputador de este m u n d o ? ¿ Por ven­
tura no atontó Dios la s a b i d u ría de este m u n d o ? ' Que,
pues e n la sabid uría de Dios n o conoeió el mundo a Dios
por e l camino de la sabiduría, tuvo a bien Dios por l a n e­
cedad de la predicación salvar a los creyentes" .
Sobre e s t a n o t a in spirad ora. Montaigne e d i fi c ó su se­
gundo grupo de argumentos escépticos, q u e comprenden
una d escripción y una defensa d e l pirronismo, con una
expl icación d e su valor p ara l a religió n . El p i rro ni s m o
queda distinguido, primero , d e l dogmatismo n egativo d e l
escepticismo académico: l o s pirrónicos d u d a n y s uspen­
den el juicio sobre todas l as proposiciones, porque todo
está e n d ud a . Se oponen a c u a l q uier a severa c i ó n , y su
oposición. de tener é xito, mu estra la ignora n c i a d e sus
adve rsarios; de no tener éxito, muestra su propia ignoran­
cia. E n este estado d e cdmpl eta d uda, los pirrón icos viven
de acu erdo con la naturaleza y la costumbre. 1 n Montaigne
consi deró esta actitud como l a mej or de las real izaciones
h u m a n as , y al mismo tiempo, como l a más compatible con
l a rel igión.

No h ay nada en la invención del h ombre q u e tenga tanta ve­


rosimi litud y utilidad. Presenta al h o mbre desnudo y vacío,
reconociendo su debilidad natura l , dispuesto a rec i b i r de
arri ba algún poder externo; despoj ado d e conoci m iento hu-

"' /bid., p . 230.


'" /bid., pp. 236-7.
1
l

MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRHHONIENS" 89

mano, y tanto más apto, por ello, para aloj a r el conocimiento


d ivino e n sí mismo, aniquilando su j uicio, d ej ando así más
espacio para la fe; ni incrédulo ni levantando alguna d octrina
c ontra 1 l as observancias comunes; hu milde, o bediente, ense­
ñable, celoso; e n e migo j u rado de la h e rej í a y, por consi­
gu iente , libre d e las opiniones vanas e i rreligiosas introduci­
das por las falsas sectas . Es una tabla rasa p reparada para
recibir del dedo de Dios las formas q u e a Él pluga gra bar
en ella . 1 7

A q u e l l o s a n t i g u o s p i 1To n 1 c o s n o s ó l o h a bían d e s c u ­
bi erto l a cu mbre d e la s a biduría h u mana, sino también,
como Montaigne y s us d iscípulos asegurarí a n para e l siglo
siguiente, habían a portado la mej o r d e fensa contra l a Re­
fo rma. Como el escéptico completo no tenía ideas p ositi­
va s, tampoco podía tener opiniones e rróneas. Y como e l
pirró n i c o acepta ba l a s leyes y costum bres de s u comuni­
dad, aceptaría e l c atolicismo. Po r último, e l completo es­
céptico se hallaba e n el estado ideal p ara recibir l a Reve­
lación, si Dios así lo quería. La un ión de la Cruz de Cristo
y las d udas de Pirrón formaba la combinación perfecta 1
para apuntalar la ideología de l a Co ntra rreforma fran ­
cesa. 1
Mo n taigne pasa lu ego a contraponer la magn ificencia
del pirronismo con l as interminables d isputas y opiniones
irrel igio sas de l o s fi lósofos dogmáticos d e la antigüedad.
En todo campo d e i nvestigación i ntelectu a l , nos dice, l o s
f'ilósofos tienen q u e confesar, a l a postre, su ignora ncia, o
su incapacidad de llegar a a lgu n a conclusión defi n i d a y
defin itiva . Hasta e n lógica, para d oj as como l a del " me nti­
roso" socavan n uestra confianza. 1 H Peor a ú n , los propios
pirrónicos se pierd e n e n e l caos de las empresas i ntelec­
tuales h umanas, pues si asevera n , como conclusión de su
estudio de las o p i n iones, que d ud a n , h a n aseverado algo
Positivo, que entra en conflicto con sus d u d as. La culpa,
s ugie re Montaigne, está en el carácter d e nuestro i d ioma,
que es afirmativo. Lo que neces itan l o s p irrónicos es un
i
' , /bid. pp. 238-9.
.

'" lbid., 239-66.


90 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYR RHONIENS"

lenguaje negativo, en el c u a l expresar s u s d u d a s , sin a fir­


marlas. ' !!
Cuando contemplamos la triste histori a d e los esfuer­
zos d e los filósofos e n todos los c ampos d e s u interés ' sólo
pode �nos conclu � r, d i ce Montaigne, que "en realidad, la fi­
lo s o fi a no es 1l?a � que poesía sofisticada".211 Todo lo q u e
p1.esentan l o s filosofo s en sus teorías son i n venciones hu­
manas. Nadie descu bre nunca lo que en rea l i d a d sucede
en 1� � aturaleza. En cambio, se aceptan algunas opini ones
t �·ad 1 c10nales como expl icaciones d e acontecimientos va­
r ws, Y se las a � epta como principio de a utorid a d , indiscu­
_ _
tibles. S 1 al ? u1en pregunta a cerca de los principios mis­
I� os, se le d 1 � e que no � e � u.ede di sc utir con la gente q u e
mega l o s pnmeros p n n c 1 p 1 os. Pero, . i nsiste Montaigne
"no puede haber primeros principios para los hombres �
m � n o � 9 ue l a J:? ivin idad los h aya revelado; todo lo dem á s :
pnnc 1p1o, mediO y fi n no s o n más que sueüos y h u mo".2 '
En �ste y �mto, Montaigne está di spuesto a llegar al nú­
cleo fi lo� of1co del as unto: la evidencia pirrónica de q u e
todo esta en d u d a . Quienes a firman que l a razón h umana
es capaz de c_o nocer y de e ntend er las cosas, tendrán que
� ostl�a rnos co �no es eso posible. Si apelan a n uestra expe­
nenc1a, tend I�a n que mostrar qué es lo q u e experimenta­
_
mos, Y, tamb1en, que en realidad experi mentamos las co­
sas q u e cre � mos experi mentar.22 Pero estos d ogmáticos n o
_
pu eden d ec1rnos, po : e) em plo, q u é es el calor, o cu alq u ier
oti.a : �ahd a ? ; en que cons1ste s u verd adera n aturaleza. Y,
_ _
l o mas dec1s _ vo d e todo, no pueden determinar cuál puede

ser la es � n.cia de nuestra fac ulta d ra cional. Todos los ex­
pertos d i s1e11ten en la m ateri a , acerc a de q u é es y d e
dónde está. 2:1
Med iante esta variedad e inestabilidad de opiniones nos lle­
va n como de la mano, tá ci ta mente, a esta conclusión de su

"' !bid., p p . 266-7.


'" !bid., p. 279.
" !bid., p. 285. .
" !bid. , p . 286.
"' !bid., pp. 287-8.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONIENS" 91

c a rácter inconcluyente [ . . . ) n o desean pro fe sar abiertamen­


te la ignorancia y la i m becilidad d e la razón h umana, para no
espantar a los n i ñ o s ; pero nos l o revelan con bastante clari­
d ad , bajo la g u i s a de un c o n o c i miento confuso e i nconse­
cuente.24
,,

N u estra única b a s e para entenderno s a nosotros mis-


mos es la Reve l a c i ón de Dios, "todo lo que vemos sin l a
l á m p a ra d e s u gra c i a s ó l o e s vani d a d y l o cura " . 2 5 S i n
d u d a , no somos m e d i d a s d e nosotros mismos, ni de n a d a
más.
Ante esto, los ac adémicos tratan d e sostener que aun
cuando no podamos conocer la verdad acerca de noso tros
ni de otras cosas, sí podemos a severar q u e algunos j uicios
son más pro b ables q u e otros. Aquí, insiste Montaigne, "la
posición d e los p irrónicos es más audaz y a l mismo tiempo
má s p l a u s i b l e " . 2 6 Si p u di é s e m o s rec o n o c e r siqu i era l a
a p a riencia de la verd ad, o l a mayor pro b a bi l i d ad d e u n
j u i c i o s o b re otro , e n t o n c e s p o d rí a m o s l l e ga r a a lg ú n
acuerdo genera l a c e rc a d e cómo es, o p ro b a blemente es,
una cosa p a rti c ul a r. Pero con cada c a m b i o d e nosotros
mismos cambiamos n uestros j u icios, y siempre h ay d es a­
cuerd o con nosotros mismos n o con los demás. Monta igne
apela, al estilo de los tropos de Sexto, a las infinitas va­
riaciones d e j uicio, y a ü a d e su leit-motif fi deísta : "Las co­
sas que nos llegan d el cielo son l as ú n i c a s q u e tienen el
acento y la autori d a d de la persuasión, las únicas q ue tie­
nen el sello de la verd a d ; no las vemos con n uestros ojo s ,
n i l a s rec i b imos p o r n uestros propios medios." 2 7 Nuestros
pro p i os poderes, n o s mu estra Montaigne, cambian con l a s
condiciones físicas y emoc ion a les, por lo q u e aquello q u e
j u zga m os cierto e n u n momento, nos parece falso o d udoso
e n otro. A la luz d e esto, todo lo que podemos h a cer es
aceptar el conse rvadurismo p i rrónico, o sea, vivir con l a s
leyes y cost u m bres d e n uestra sociedad.
!bid. p p . 291-2.
"' !bid., p . 302
,_, .

'" !bid., p. 314.


" !bid., p. 3 1 6.
il
, 1
1

1
-· --- ------------ -_______..1
92 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRHHONIENS"

Y puesto que no soy capaz de escoger, acepto l a elección de


otros y me q uedo en l a posición en que me puso D ios. De otra
manera, no podría d ej a r de rod a r incesantemente. Así, por la
gracia de Dios me h e ma ntenido intacto, sin agitación ni dis­
turbio de conciencia, en las antiguas creencias d e n u estra re­
ligión, en medio de tantas sectas y divis iones q u e ha produ­
cido nuestro sigloY

Cuando contemplamos las realizaciones cientí ficas del


ho mbre, v e m o s l a m i s m a d i vers i d a d de o p i n i o n e s , l a
misma incapacidad de d e scubrir alguna verd a d . L o s a s­
trónomos ptolomeicos c re í a n q u e los c ielos gira b a n e n
torno de la Tierra, pero Cle antes o Nice tas, y ahora Co­
pérn ico, afirman que la tierra se mueve . ¿ Cómo podemos
saber quién tiene raz ó n ? Y, q u izá d entro de un milen io se
planteará otra teoría q u e ven d rá a derrocar a q uéllas. 2 11
Antes se aceptaron los pri ncipios de Aristóteles, y otras
teorías p a re c i e ro n s a t i s fa ct o ri a s . ¿ Po r q u é h e m o s d e
aceptar ento nces a Aristóteles como l a última p a labra en
c u estiones c i entífi c a s ? E n m e d i c i n a , P a race l s o a rguye
que q u ienes antes practi caban l a med i c i n a en rea l i d a d
mata ban a l a gente; pero é l puede s e r igualme n te n ocivo.
Hasta la geometría, c i e n c i a supuesta mente segura, tiene
sus d i fi c u l t a d e s , p u e s p o d e m o s h a c e r d e m o stra c i o n e s
geométricas ( a l parecer, c o m o l as d e Zenón), q u e entran
en conflicto con n uestra e x p eriencia.;¡() Reciente me nte, los
descubrimientos efectu a d o s e n el Nuevo Mundo quebran­
tan n uestra fe en las leye s q u e se h abían planteado acerca
del co mportam ie nto humano.
De aquí pas a Montaigne a explayarse sobre el tema d el
d é c i m o tropo d e Sexto, l a s v a ri a c i o n e s d e l c o m p o rta­
m i e nto moral, legal y re l i g i o s o . Arm a d o con p r u e b a s
acerca d e los salvaj es d e América, los casos d e la l itera­
tura antigua y las costumbres de la Europa contemporá­
nea, Montaigne nos i mprime el men saj e del re lativismo
ético.:1 1
,, !bid . pp. 324-5.
.

"' !bid . p. 325.


"" !bid., pp. 326-7.
.

"' !bid pp. 329-49.


.•
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 93
Pasa luego a un a specto más te órico del argumento pi-
/ rró n i co, l a crítica del conocimi ento sensorial, "el mayor
cimi ento y prueba d e nuestra ignorancia".'1 2 Todo conoc i-­
mi ento procede de los sentidos que nos d a n nuestra i n ­
formación m á s segura, c o m o " e l fuego calienta". Pero al
mismo ti e mpo, h ay ciertas difi cultades fund amentales en
el conocim i ento se nsori a l , que sólo pueden arroj a rn os a
la d u el a más completa.
Pri mero, pregu nta Montaigne, ¿,tenemos todos los sen­
t i d o s re q u e ri d o s p a ra a l c a n z a r e l verd a d e ro c o n o c i ­
mi e nto ? N o podemos saberlo, y , por l o q u e sabemos, es­
tamos tan lejos de perc i b i r adecuadamente la naturaleza
como un ci ego de ver los colores. "Hemos formado u n a
verdad medi ante la consulta y concurre n c i a de nuestros
c i n co sentidos; pero qu izá n e cesitemos el acuerdo de ocho
o diez sentidos, y su aportación, para perc i b i rla con certi­
du mbre y en su esencia. " '1 :1
Pero a u n si llegá semos a poseer todos los se nti dos n e­
cesarios, h abría u n a enorme d i ficultad, ya que n uestros
sentidos son engañosos e i nseguros e n su operación. Las
diversas ocurre n c i a s de ilusiones nos d an razón para d es­
confiar de nuestros senti dos. Los efectos de las cualidades
sen sorias so bre las pasiones nos indican q u e demasiado
fá ci lmente somos llevados a o p i n i o nes falsas o d udosas
por l a "fuerza y vivacidad" de las experienc ias sensori a­
les. Además, n ue stra experie n c i a sensorial y nuestra ex­
p e ri e n c i a o n íri c a s on ta n p a re c i d as q u e d i fí c i l me nte
p o d e m o s saber c u á l e s c u á l . :11 En segu i d a , Mo n t a i g n e ,
presenta rá pidame nte el tradicional argu mento pirróni­
co. q u e nuestra experi e n c i a sensori a l difiere de la de los
a ni males, q u e las experi e n c i as de c a d a persona d i fi e­
ren en condiciones d i stintas, que nuestros sentidos d i fieren
entre sí y con los de otras personas, etc. Así pues, "ya no
es un mil agro si se nos d i ce que podemos conceder q u e l a
n ieve nos parece blanca, pero que n o se nos p uede obligar
" /bid., p. 349.
"" !bid p. 353.
.•

" !bid., p. 361.


94 M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEA UX PY RRHONIEN S"

a demostrar q u e así es en s u esencia y en verd a d ; y, una


vez q u e brantado este punto de partid a , todo el conoci­
miento del mundo necesariame nte se va por la borda".:! .>
Vemos q ue por medio d e d iversos i nstrumentos pode­
mos d eformar nuestras experiencias sensoriales. Acaso
nuestros sentidos ta mbién h agan esto, y l as c u al i dades
que percibimos estén impuestas a los o bj etos, e n l ugar de
estar realmente en ellos. Nuestros d iversos estados de sa­
lud, s u eii.o, vigilia, etc . , parecen c o n d i c io n ar nuestras ex­
periencias, por lo q u e no tenemos manera de saber q u é
conj u nto corresponde a la verdadera naturaleza d e las co­
sas.
Ahora bien, como nuestra condición acomoda las cosas a sí
misma y las transforma de a c uerdo consigo misma, ya no sa­
bemos qué son en realidad las cosas; pues nada nos l lega si
no e s falsificado y adulterado por nuestro s sentidos. Cuando
el compás, la escuadra y l a regla quedan a un lado, todas las
proporciones obt�nidas mediante ellos, todos los edificios le­
vantados por su medida, también resultan necesariamente
imperfectos y defectuosos. La i ncertidumbre de nuestros sen­
tidos hace incierto todo lo q u e produ cen.:16

La c rítica del conocimiento sensori a l nos c o n d uce al


crescendo de esta sinfo n ía de l a duda, el pro blema del cri­
terio. Si nuestra experiencia senso rial varía tanto, ¿ según
q ué n o rmas hemos de j uzgar cuáles son las verí d i c a s ? Ne­
cesitamos alguna base o bjetiva para j u zgar, pero, ¿ cómo
determinaremos la o bjetivid a d ? " Para j uzgar las aparien­
cias de lo que recibimos de los o bj etos, n ecesitaríamos un
instrumento j ud icial; p ara verificar este i nstrumento, ne­
cesitamos una demostra c i ó n ; p a ra veri fi c a r la d e m o s­
trac i ó n , u n i n strume nto : ya esta m o s e n u n c í rc u l o . " :1 7
Además d e este problema c ircular d e tener q u e j uzgar
el in strumento j uzgador por lo q u e j uzga, también h ay
una d i fic ultad que ge nerará una regresión i nfi nita e n l a

"' Ibid., p . 364.,


"" Ibid., pp. 365-66.
" Ibid., p. 366.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 95

búsqueda de una base para el conocimiento. "Puesto q u e


los senti d os no p u e d e n d e c i d i r n u e s tra d i sputa, e stan­
do ellos mismos llenos d e incertidum bre, e ntonces tiene
q u e ser l a razón l a que lo h aga. No puede e stablecers e
ningun a razón sin otra razó n : y allí e stamos retroced i e n d o
h a sta l o infinito." a H
Así pues, podemos concluir que nuestras ideas se deri­
van de nuestra experiencia s ensorial. Nuestra experien­
cia se nsorial no nos muestra q ué son los o bj etos, sino tan
sólo lo que nos parecen. J uzgar los o bj etos por n uestras
i d e a s re s u l t a un p ro c e d i m i e n t o s u m a m e n te d u d o s o .
Nunca podremos saber s i nuestras ideas o impresiones
sensorias corresponden o no a los o bj etos reales. E s como
tratar de saber s i un retrato de S ócrates tiene un b u e n
parecido s i nunca h e m o s visto a Sócrates.
Estas s u cesivas o l e a d a s de argu menta c i ó n escé pti c a
con d ucen, finalmente, a l a percatación d e que tratar d e
· conocer los seres reales es c o m o tratar d e a s i r e l agua.
Tod o lo que podemos hacer en nuestro estado actual es
seguir adelante por este incierto mundo d e a parien c i as , a
menos q u e Dios decida iluminarnos y ayudarnos. Sólo por
l a Gra c i a d e Dios y no po;r el esfuerzo humano podemos
lograr algún contacto con l a Realidad.:w
En el c urso d e todo s estos vagabundeos, atravesando
tantos niveles y corrientes d e duda, Montaigne logra in­
trod ucir la mayor parte d e los grandes argumentos epis­
te mológi c o s d e los antiguos pirró n i cos, aun c u a n d o d e
manera bastante poco sistemática. Salvo l a crítica de los
signos y las inferencias, prácticamente toca todos los gam­
b i to s y a n á l i s i s de S e xto E m p í ri c o . A u n q u e la mayor
parte de l a Apologie trata de las loc uras de l a humanidad,
de sus desacuerd o s y variaciones, y d e la s uperiorid a d de
las b estia s sobre los hombres, la culminac i ó n del ensayo
e n s u descubrimiento del pozo sin fondo de l a d u d a com­
pleta. El análisis d e l a experiencia sensorial, base para
tod o conocimiento q u e p o d a m o s tener, n o s co n d u ce a l

"" Ibid., p p . 366-7.


"" Ibid., p. 367.
96 MICI-IEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON IENS"
1

pro blema del criterio q ue, a s u vez, nos l l eva a u n círculo


vicioso o a una regresión infi n ita. Hasta t a l p unto q ue , fi­
nal mente, nos damos c ue nta d e q u e ningun a d e n uestras
opiniones tiene alguna certidumbre o base fid e d igna , y
q ue n uestro úni co c u rso consiste e n segu i r a los a n tiguos
pirrón icos y suspender tod o j u icio. Pero, j unto con este
desenvolvimiento, indirecto pero a la vez enérgico de la
crise pyrrhonienne, Montaigne intro d uce constantemente
s u tema fideísta: l a d u d a c ompleta a l nivel racion al, j unto
a una religión basada tan sólo en la fe, y d a d a a nosotros
no por nuestras capacidades sino exclusivame nte por l a
Gracia de Dios:1 0
La Apologie trata l as tres fo rmas de l a crisis escé pti ca
que h a bían de perturbar a los intelectual e s de principios
del siglo XVII, h asta extender fin almente l a cri s i s, de la
teología a tod o s los demás campos d el esfuerzo h umano.
Al principio, Montaigne se extiende hablando de la crisis
teológi ca, e insiste en el pro b l e m a de la regl a d e fe . Por
nuestra incapacidad ra cional para descubrir o j ustificar
una norma de conocimiento religioso, nos o frece e l esce p­
ticismo total como " d e fensa" de l a regla de fe cató l i c a .
Como n o podemos s a b e r por m e d i o s rac i o n a l e s c u á l
norma es l a verdadera, n o s q u e d a mo s , por tanto , e n l a
d u d a más co mpl eta y aceptamos l a tra d i c i ó n ; e s d e cir,
aceptamos la regla d e fe cató l i c a .
En segundo lugar, Montaigne e xtiende la crisis h u m a­
n ista d e l conocimiento, ese ti po de d ud a e ngendrado por
e l red e s cubrim iento de la gran v a ri e d a d d e p untos d e
vista de los pensadores a ntiguos. A l a l u z d e esta vasta
d ivers i d a d de opiniones, ¿cómo podremos saber cuál teo­
ría es verd a dera ? Montaigne h ace más persuasiva esta
clase d e escepticismo ilustra do, no sólo citando a los au­
to res a ntiguos, como l o h a b í an hecho escépticos a nterio­
res, sino ligando los efectos del red escubrimiento d el An­
tiguo Mundo con e l descubrimiento del N uevo Mundo. Al
otro l a d o del Océano Atlántico existía otro un ivers o c ultu-
·"' !bid., pp. 367 y 371 . Un examen mucho más detallado del e le me n to pi rró­
nico de la I V,
Apologie aparece en Brush, Montaigne y Bayle, cap. pp. 62-120.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 97

ral, con d i fe re ntes n o rmas e i d ea les. ¿Sobre q ué norma


pod ríamos j u zgar s i l a vis i ó n d e los nobles salvaj e s era
mej o r o peor que l a n u estra ? E l mensaj e de q ue los méri­
tos de tod as las opiniones h umanas son rel ativos a las cul­
tura s e n que se han pro d u c id o es expres a d o por Mon­
taign e como nuevo tipo de c omprensión escépti c a , que
ha bría de tener tra scendentales e fectos aun cuatro siglos
después.
La tercera y más importante crisis escéptica prec ipi­
tad a por Montaigne fue la crisis del conocimiento cientí­
fi co. En una época en q ue tod a la visión científica de Aris­
tóteles estaba siendo ataca d a , l a extensión d e l as crisis
re ligiosa y human ista a l m u n d o científi co a menazó con
d estru ir las posibil i d ades mismas d e cualqu ier ti po d e
con oc imiento. L a última serie d e dudas de Montaigne, e l
nivel m á s filosófico d e los p i rrónicos, planteó tod a u n a se­
ri e d e pro blemas ace rca de lo fided igno del c onocimiento
sensorial, la verd ad d e los primeros principios, la norma
del conocimiento racional, n u estra incapacidad de cono­
cer a lgo aparte de las aparienci as, y n uestra falta de tod a
evid e n c i a cierta de l a existen c i a o naturaleza d e l mundo
re a l . Estos problemas, seriamente considerados, socava­
ron la confi an za en la capacidad del hombre para d escu­
brir alguna ciencia e n e l sentido aristotélico: las verdades
acerc a del mundo que son c ie rtas.
Pese a la afirmación de Busson, de q u e el total escepti­
cismo de Montaigne n o era nuevo, sino tan sólo una repe­
tición de sus predecesores del s iglo xvi,41 h ay una n ove­
d a d decisiva en la presentac ión de Montaigne, que la hace
rad icalmente distinta y más importante q ue l a d e ningún
otro escéptico del s iglo XVI. En contraste con antiintelec­
tuales como Erasm o, Montaigne desarrolló sus dudas por
medio de raciocinios. A d i fe rencia de sus predecesores
escépticos q u e presentaban básicamente una serie de in­
formes sobre l a vari e d a d de l as opiniones h umanas, Mon­
taigne e l aboró su p i rronismo completo mediante u n a se­
c uen c i a d e n iveles d e d u d a , h a sta culminar en algunas
.., Busson, Sources et Développement, pp. 434-49.
98 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEA UX PYRRHONIENS"

d e c i sivas d i ficultades filosófi cas. Las e rra bundas refle­


xiones de la Apologie tienen un método en su capricho, el
método de aumentar la fie bre de la d u d a , h asta q ue l l egue
a d estruir tod o posi ble b a l u a rte de la a ctivi d ad raciona 1 . ·1 2
La revita l i z a c i ón d e l p i rro n i smo d e Sexto E m p í ri co ,
por o bra d e Montaigne, e n u n momento e n q ue e l mundo
intelectual del siglo X V I esta b a d esplomándose, h i zo d el
nouveau Pyrrhonisme d e Montai gne n o ese callej ó n sin sa­
l i d a que han retratado h i stori a d o res como Copleston y
Weber,·':! sino una de las fue rz a s d ecisivas en l a form ación
del pensamiento modern o . A l extender l a s implícitas ten­
d e n c i a s escépti c a s d e l a cri s i s de la Refo rma, la crisis del
humani smo y la c ri s i s c i e n tífi c a h a sta forma r una total
crise pyn·lwnienne, la gen i a l A pologie de Montaigne llegó a
ser el coup de gTáce d e tod o u n mundo i ntelectu al. Tam­
bién seria la matriz d e l p e n s a mi ento modern o , ya q u e
cond uj o al i ntento d e refutar el nuevo p i rronismo o d e en­
contrar una manera de s a l i r de él. Así, d u rante los siglos
XVII y xvm, Monta ign e n o fue conside ra d o como una figura
de transición, ni como un h o m bre q u e h abía a bandonado
los cam inos reales d e l pens a miento, sino como el funda­
dor de un importante movimiento intelectual que siguió
preocupando a los filósofo s e n s u búsqueda d e l a certi­
d umbre . H
Antes d e dej a r a M onta i gn e, d igamos alguna p al abra
s o bre el i rrita n t e p ro b l e m a de s u s i nten c i o n e s . En el
c urso de los sigl o s e n que ha d esempeñado una función
tan importante e n l a vida i n telectual del mundo mod erno,
pro ba bleme nte sólo i n fe rior a la d e Erasmo, Montaign e h a
s i d o l eído como completamente escépti co, q u e d ud a b a d e
" J u nto con lo q ue se dice aquí, d e be mos conside rar e l reciente
Elaine Lim bruck, ' " Was l\l onta igne R e a l ly a Pyrrh artículo de
d'Hwnanisme et Renais sance, XXXI X, 1 977, pp. 67-80.
Bibl otll u
o n i a n '! " , en i i'iJ e
" Freder ick Coplest on, A Hist0111 of Philosophy, Ochham to Suárez,
Westm i n ster, M a ryland 1953, pp. 228-30 ; y A l fred Vol. I I I ,
N uev a Yor k, 1925 , p. 2 18. Hist01y of Phi/.osophy.
Weber , ·

44 Véase, por ejempl o, el análisi s de Monta igne,


Skepticismus, Geschichte des
en Sttiud l i n ,
Vol . JI: o la eva l u ación de Monta igne en J. H. S.
Abrég�e de la Philosophie, Amste
Histoire
Form ey,
Sce ptlq ues mod erns ", pp. 243- rda m, 1 760, e n su capítu lo sobre "De l a Secte des
248.
M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON IENS" 99

tod o, h a sta d e los l emas religiosos que simulaba defender,


0 , m á s re c i e n t e m e n t e , c o m o s e ri o d e fe n s o r d e 1 � fe .
(" ¡ Monta igne n o cristiano! ¿ Es posible q u e se h aya d 1c h o
j a más esto ? ") 4 5 No es posible eva � uar aquí las pru e b a s
a portadas por a m b o s b a n d o s , pero S I p u e d e n h � cerse u n a s
cuantas o bservaciones que desarrollaremos mas adelante
en este estu d i o .
El fideísmo de Montaigne es compati ble con una Y otra
interpretación. Si Mo ntaigne estaba tratando d e. socavar
e l cri sti anismo o d e defende rl o , pudo h a cer el mismo non
sequituT, a saber, porque todo es dud a , y pm: tanto h�mos
d e aceptar el cristi a n ismo tan sólo sob : e la fe. Tal afi rma­
ción fu e hecha por Hume y por Voltaire, aparentemente
de m a l a fe y por Pa scal y Kierkega ard , aparentemente d e
buena fe . ·H; E l tipo d e pirro n i smo cristi ano a firmado por

" Ca m i l l e Aymon ier, " U n Ami de Mont aigne, Le Jésuite M al donat", Rev11e
Historiqlle de B.onleau.r et du Départment de la Giromle. XXVI II, 1935, p. 25. La
exposición más conocida d e esta i n terpre tación apare :e en la o �ra dc l a b� t �
Maturin Dréano, La Pensée 1'eligieuse de Montwgn � . Pans, I936. Veas � �a�b1e �
_ .
Clémc n t Sclafert, "Montaigne et 1\laldonat", B11llet111 de Lzttémt �l1'� EcclcswstJqu � ,
LII 1 1 95 1 ), pp. 65-93 y I 29-146. Una i nterpretación totalmente d i stlnta de l as o¡� I.­
aparece en Cass1re �, ErkemJ �ms­
_ .
ni oncs de 1\lontaigne en m ateria de religión,
pmblem. I, pp. 1 89-90. Frame, en su reciente artículo "What N ext 1 11 Monta1 � ne
Studies'!" Frenc/1 Ret>iew. XXXVI , 1963, p. 583, asevera, "Con todo lo que s� c� I ce
_
pudiérnmos estar más avanzados de lo q u e estamos. Creo yo que el d ebate h �
acerca del esceptic ismo d e Monta igne y todos los debates acerca de su rellgwn,

terminado -al menos por e l momento- y q u e l a carga de l a s pruebas pesa sobi .


aquel los q u e , según la trad i c i ón de Sainte-Beuve-Armaingaud·Gid ? · ple�¡san
que l\1onta igne era un pérfido incréd ulo". Luego, Frame sen_ ? l a las d ificultades
.
de determi nar cuáles eran las creencias rel igiosas de M ontmgne.
Después de h a ber escrito yo esto. el fi nado Don Cameron Allen rea f 1 r�1° l a
.. .

interpretación irrel igiosa de Monta ignc e n s u � �


Dou t's Bo1111Cll ss Sea. :
B� tmwre
1964. cuyo capítulo 1 1 1 se t itula "Three French Athe1sts: Monta1gne. Cha11 on, Bo-
d i .,
��' C f. D avid H u me,
Dialogues Concerning Natural Religion. edit � d o por N orman
· · ·· ·
Kcmp Sm1th. 2" edicwn. Londres y Ed 1m b urgo 1947 p 228 · Vol ta 1re D1ctwmW11'e
e d i tado por J ul ien Benda y Raymond Nav es, 1, ans ·.
· ,

Pll i/osopllique. . 1 954, a rt .


): notas
. ._
Pensées.
"Foi". p p . 202-3. Bla ise Pasc al. Brunshvicg e d .. con mtrod uccwn
de Ch . 1\'l arc Des Granges (París, 1951), n ú m ero 434. pp. 1 83-6; Y Sorcn h.Ierk.e-
.
'

tra el uc1' el o .P?.r David


.
·
gaard , Pllilosophical Fmgments or A Fmgment o.f Ph1losoph¡¡,
F. S1venson (Princeton, 1946), especial mente c aps. 1 1 1 Y I V e "Interlu d � o Vease ·

ta mbién R. H. Popkin, " H u me and Ki erkegaard", en Jounwl o.f R llgwn, �. XXXI,


C/mstwn. Scholar
1 951 , pp. 274-8i; y "Th eologica l and Rel igíous Scepticism", en :
XXX IX, I956, pp. 1 50-8. . . .
100 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHON IENS"

Montaigne y sus discípulos fue tomado por algunos d iri­


gentes de la Iglesia como l a mej or de las teologías, y p or
otro s como abierto ateísmo:1 7
Cre o yo q u e todo l o q u e podemos h acer, a l evaluar l a
sinceridad d e l o s supuestos fideístas, es h acer u n a conj e­
tura p roba ble, basada en su carácte r y sus actividade�.
Los estudiosos actuales q u e consideran fra udulento el pi­
rronismo cristiano d e los libe1tins del siglo XVII, en tanto
que a ceptan como auténtic o el de Montaigne, se enfrenta
a un problema difícil. Las opiniones de todos ellos son
idénticas. Las personalidades, h a sta donde podemos son­
dearlas hoy, parecen susceptibles d e una i n terpretación a
la vez religiosa y no religiosa. Mi pro p i a opinión e s que
Montaigne, si acaso, era moderad amente religioso. Su ac­
titud parece, antes b i e n , de i n d i ferenc i a o ac eptac i ó n
pasiva, sin ninguna seria e xperiencia o co mpro m i so re­
l ig i o s o . Se o p o n í a a l fan a t i s m o , esp e c i a lmente al q u e
habían mostrado l o s refo rmad ores franceses; pero, a l mis­
mo tie mpo, parece claro q u e no tuvo las c u a l i d a de s espiri­
t u a l e s que c aracteri zaron a tan gra n d e s co ntra rre fo r­
m a d o re s fra n c e s e s c o m o S a n Fra n c i s c o d e S a l e s , e l
Card enal d e Bérulle o San V icente de Paul. ·I H
Sean c u a l es fueren l as c on v i c c i o nes person ales q u e
Montaigne h aya teni d o o n o , sus escritos habían de de­
sempeii.ar un papel enorme en e l mundo i ntelectual del
siglo xvn. La repercusión d e l p i rronismo d e Montaigne se
manifestó, a la vez, d i re c tamente por m e d io de la i nflu en­
c i a de los Essais, que fueron s u m a mente leídos y rei mpre-

" Cf. c aps. 1 \ ' y \'l.


'' Recientes investigaciones me l levan a creer que no será posible eval uar
las verdaderas creencias rel igiosas d e Monta igne y de Sanchez hasta que se co­
nozca mucho más acerca de las opiniones y prácticas rel igiosas de lasi'am i l ias
n u e v a s c r i st i a n as refugi a d a s de B u rd eos y Toulousse. ¿ Eran estas fa m i ­
l i as cri pto-judías, a uténticas cristia n as, nominales cristianas, o q u é ? Como Mon­
taigne y Sa nchez crecieron y viviero n entre los nuevos cristianos esparioles Y
portugueses en el sur de Francia, sus creencias "auténticas" probablemente se
relacionaban con las d e q u i e nes los rodeaba n. Algunos de los d atos q u e he en­
contrado parecen ind icar que el cripto-j u daísmo estab a m uy d i fund ido en el sur
de Francia en el siglo x v 1 , especial. mente en Burdeos, y que casi todas las fami­
lias cristianas n uevas eran sospechosas de j u d a izar en secreto.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 101

sos e n los aii.os q u e sigui e ro n a su publicación inicial, �:r y


median te las presentaciones más d i dácticas de los d i sc í­
p u l o s d e M o n t a i g n e , e l p a d re Pi e rre C h a rro n y J e a n ­
Pi erre C a m u s, o b i sp o d e B e l l ay.
Pierre C h a rron es u n a figura olvi d a d a d e l des arro l l o
d e l a fi l o s o fí a m o de rn a ; o lv i d a d a p o rq u e n i su p e n s a ­
mi ento n i su e s t i l o se a l z a ron a las a lturas d e su mentor
Montaigne, y por su rep utación de libe1tinism. Pero en s �
época, y en e l m e d i o siglo q u e siguió a su m uerte, Charron
gozó de u n a i n fl u e n c i a al menos tan gra n d e como la de s u
maestro, a l fomentar e l ro mpimiento con l a tradición, y a l
fo rmar l a i d eol ogía tanto d e l libe1tinage érudit cuanto de l a
Contra rre fo rm a francesa. Como era teólogo profesional,
C h a rron pudo c o n e ctar más sistemática mente el escepti­
ci smo de Montaigne con l a s principales corrientes anti­
rracionales del pensamiento cristi ano, aportando así un
pirronismo cristi a n o más rad i c a l , que u n í a las d u d as d e
Pirrón c o n l a teología negativa de los místi c o s. Asimismo,
como C h a rron e ra u n culto d octor, pudo prese ntar e l caso
d e l nuevo pirro n i s m o de tal manera q u e fue e studi a d o por
quienes h a bían sido preparados e n l as escuelas y no en el
método m á s errático y, para su época más e sotérico, del
Sócrates francés.
¿ Q uién fue Pierre Ch arro n ? Nació en París en 1541, de
una fa m i l i a d e v e in ti c i n c o hijos. De a lgú n modo, logró
asi sti r a la Sorbo n a , d onde estud i ó griego , l atín y filosofí a .
Después, fue a Orl e a n s y a Bourges p ara e stu d i a r derecho,
Y rec i b i ó e l gra d o de d octor. Eje rció e l derecho en París
d urante u n o s c u a ntos a ii. o s , al parecer sin é xito, pues no
te n í a conexiones en l a corte. Se volvi ó entonces a l a teo­
logí a, y l legó a gozar de gran renombre como predicador y
teólogo. La re ina Margarita l o escogió p ara ser su pTedica­
teuT oTdinaiTe, y Enrique I V, desde a ntes d e su conversión
al c atol i c i s mo, a menudo a c u d í a a escuchar sus sermones.

'" Para un estudio det a l l a do de la repercusión de Montaigne, véase AJan M.


The Fortunes uf Montaigne: A Hist 01y of t11e Essays in France,
Boas e , 1 580-1669,
Londres , 1935. y para el periodo q u e siguió i nmed iatamente a la publicación d e
losEssais. Montaigne deuant la postérité,
Picne V i l l ey, París, 1 935.

1 1
1 02 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONIENS"

Dura nte su carrera, Charron fue thélogal de Bazas, Acqs,


Leictoure, Agen, Cahors y Condom, y chanoine y écoldtre de
la igle s i a d e Burd e o s. Pese a s u i n m e n s o é x it o , d eseó
a band onar los a fanes mundanos y retirarse a u n c l a ustro.
Sin e mbargo, a los 48 años, fue rechazado por d o s órdenes,
a causa de s u edad, y se le a consej ó q ueda rse e n e l mundo
secular. En 1 589, no h a biendo sido ad mitido por ningún
cla ustro, ocurrió, para bien o para mal, e l acontecimiento
más i mportante de l a vid a d e Cha rro n : su n u evo encuen­
tro con Michel de Montaigne. 50 Durante los tres años que
¡' le quedaban de vida a Montaigne, Charron estu d ió y con-
!;
:¡ versó con él, adopta n d o como propias las visiones escép-
ticas d el Sócrates francés. Montaigne encontró e n e l pre­
d icador a un ideal hered ero inte l ectual , y le dejó un gran
legado mundano y espiritual, además de a d optarlo como
su h ij o . Mientras Montaigne vivía, el único presente que
hizo a Charron fue una obra heréti ca, el catec i smo del ex­
tremoso reforma dor l i bera l , Ochino. Después d e l a m uerte
de Montaigne, Charron revel ó la importan c i a verdade­
ra d e su legad o, mostra n d o e n sus e s c ri t o s la m agní­
fic a unión de esceptic ismo y catolicismo." 1
La principal fuente para l a información biográfica de
Charron y sus relaciones con Montaigne e s e l "Eloge" a
sus o bras, publicado e n 1 606, después d e s u m uerte, por
Gabrlel Michel de l a Roc h e ma i llet. Reciente m e nte, Al­
fred Soman ha planteado serias preguntas acerc a d e la
exactitud de este relato, en gran parte porq ue n o es posi­
ble verificarlo. Montaigne n unca mencionó a Charron en
''" Conoció a Montaigne al parecer en 1586.
'' ' Para i n formación acerca de· Charro n, véase Jean-Baptistc Sabrié, De l u
'H ­
mmlisme au mtionalisme: PierTe Cllm-ron l'lwmme, l'oeuvTe, l'in.fluence,
( 1 541-1603),
París, 1913. El ej emplar de Oc h í no se enc uentra en la Bibli othéq ue Nationale,
Res, D2.5240. El profesor Jean D. Ch arron rec ienteme nte ha negado l a a fi rma­
ción de que las opiniones de Pien·e Charron h u biesen sido tomadas de Mon­
taigne, y n a JnsJst ldo en la originalidad del pensamiento de Cllarron. Véase su
obra "Did Charron Plagiarize Monta igne? ", en FTencl! Review, XXXIV, 1 961 , pp.
344-51 . A este respecto, véase la respuestn d e l profesor Floyd Gray, " Re f1exions o n
Ch arron's Debt t o Montaigne'', en French Review XXXV, 1 962, pp. 377-82. Sobre la
base de las pruebas prese ntadas, yo a ú n sostengo q u e el escepticismo d e Cha­
rron se deriva básicamente de Monta igne, y que tan sólo está presentado en
forma más organizada, opinión que el pro fesor Gray parece compartir.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LO S "NOUVEAUX PYRRHONIEN S" 1 03

ningún d o cumento q ue se h aya conservado, y los a migos


de Montaigne al p a recer n o conocieron a Charron . Ap arte
del l i b ro q u e Montaigne l e d io , la única otra prueba sól i d a
es q ue C h a rron d ej ó e n s u testamento u n a cantid ad d e d i ­
nero a l a h erma n a d e Montaigne y a su esposo.
Reexaminando los d atos, Soman h a llegado a l a con­
clusión d e q ue C h a rron fue , en realidad, u n teólogo me­
d i o c r e , q u e n o o c u p ó n i n g ú n lugar i m p o rt a n t e en e l
m u n d o d e l a s letras. Sólo p u d o obtener l a protección d e
u n o bispo excé ntrico, C l a u d e Do rmy. Y sus li bros sólo co­
b ra ro n i mp o rtanc i a después de 1620. Lo s nuevos d atos
que s algan a luz nos ayu d a rá n a determinar si l a versión
oficial es correcta, o si l o e s esa revisión q u e ha pedido
So m a n . ''2
Ch arro n empre n d i ó dos vastas o bra s después del de­
ceso d e Mont.a igne. En 1 594, en Burdeos, apareció s u o bra
teológi c a , Les Tmis Veritez; era un ataque a los ateos, pa­
ganos, j udíos, mahometanos y, sobre todo, c a lvinistas. El
gru e s o de l a o b r a e s u n a re s p u e s t a al r e fo rm a d o r
' ¡
: :
Duplessis-Mornay. A l ai1o siguiente, habiendo encontrad o
respuesta, Ch arron publicó una edición m uy a umentada.
La otra o bra, q u e es filosófica, La Sagesse, a pareció en
i :
'
160 1 , y e s un libro que se deriva en gra n m e d i d a d e los
1
'
Essais de Montaign e . Charron murió en 1 603 mientras pre­
!�
paraba u n a vers i ó n revi s a d a y un poco más modera d a de
La Sagesse. S us ene migos en m ateria teológi c a y filosófi c a
emprendieron t o d a una b a t a l l a para i m p e d i r una n ueva
edición; e mpero, en 1 604 apareció la edición a u mentada,
q u e fue seguida por otras incontables ediciones d u rante
la primera m itad d e l siglo XVII . sa
Las Tmis Veritez fueron planea d as, básicamente, como
ataq u e co ntrarrefo rmador a l calvinismo; pero, deseando
allanar el camino a la escena principal, Charron trató de
e l u c idar l a primera verdad, a saber, que Dios existe. Aquí

Bibliotlli!que
''' A l fred S o m a n , "Pierre Charron: A Revaluat ion", en d'Hwna-
11is me et Renaissance, XXXII, 1970, pp. 57-79.
''" Véase, por ejemplo, el gran n úmero de ediciones enumeradas en el capí­
tulo i mpreso de l a Bibliothcque Natíonale; y l a lista no agota los títulos.
1 04 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS"

presentó un "Discurso sobre el conocimiento de D i os", e n


q u e unió el fid eísmo d e Monta igne c o n l a tradición d e l o s
teólogos negativos. Arguyó q u e l a n atura l eza y l a exi sten­
c i a d e D ios eran incognos c i b l es por causa d e "nuestra de­
bilid a d y de la grandeza de Dios".5'1 La i n finitud d e Dios
sobrep asa tod a posi bilidad d e conoc imiento, ya q u e cono­
cer es definir, limitar, y Dios está por encima de tod a li mi­
tación. Los más gra ndes teól ogos y fil ósofos no s a bían d e
D i o s n i más n i menos q u e e l más humi l de artesano. 5'' Y ,
aun si D ios n o fuera infinito, l a d eb i l i da d d e l h o m bre e s
t a l q u e a u n a s í n o podría conocerlo. En suma, C h a rron
m e n c i o n ó a lgunas d e l a s r a z o n e s h a bi t u a l e s , t o m a d a s
principalmente de l a cambi a nte h i storia d e l a s opiniones
h u manas, que arroj a n d u das sobre nuestra capacidad d e
conocer algo natural o sobrenatural, y luego decla ró , " ¡ O h ,
tri ste y mísero q u e es e l h o m bre c o n t o d o s u c o n o c i­
miento ! ¡Oh, presunción loca y demencial d e creer q ue s e
conoce a Dios ! " : H> L a única m a nera posible de conocer a
Dios es conocerlo negativamente, conocer lo q u e no es.57
Positivamente, "el conocimiento verdadero de Dios e s u n a
ignorancia completa de Él. E n focar a Dios es estar con s­
c iente de la luz in accesible y ser a bsorb i d o por ella".'' H
Habiendo unido l a afir-m a ción negativa del teó logo, d e
q u e Dios e s incognoscible porque es infin ito, con l a afir­
mación escéptica de que D i o s es i ncognosci ble por la in­
capacidad del hombre de conocer nada, Ch arron se valió
de este doble fideísmo para a ta c a r a los ateos."n La evi­
d e n c i a q ue ofrecían de que D i os n o existe se basa e n las
d efin i ciones de Dios, d e l as q u e se sacan conclusiones a b­
surd a s . Pero esas definiciones simplemente son ej emplos
de l a presunción humana, pues miden a Dios con varas
'" P i e rre Charron, Les Trois Verite::. París, 1 595, p. 17.
:. :. /bid . .
pp. 1 9-20.
''" C h a rro n. Les Trois Ve1·it ez, Dern iere edition, París. 1 635. p. 15 en Tolltes les '
Oellvres de Pie1·re Clw rnm . París, 1 635.
,; ; /bid . p. 18.
.

''' Charro n. Trois Veritez. París, ed . de 1595, p. 26.


''" Sexto Empírico aparece entre los a teos, en umerado como "Sextus Empyri­
c us, granel professeur du Pyrrhonisme", ibid., p. 67 (p. 67 está erróneamente nu­
merada como 76).
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 1 05

humanas. Sus concl usiones son inúti l es , ya q u e el ateo n o


p u e d e s a b e r de qué está h a b lando.nn
El resto de las Trois Veritez es un típico fol leto contra­
rrefo rmista en q u e Charron, a su tediosa manera, trata d e
mostrar q u e hay q u e creer q u e Dios existe, q u e el cristia­
nismo es la verdadera religión, y que la Iglesia católi c a e s
l a verdadera Iglesia. El a rgumento es básica mente n ega­
tivo, y muestra lo irrazo n a ble de otras opiniones a la l u z
de los testimonios h istóricos como milagros y profecías. E l
prin cipal ata q u e negativo se d i rige contra los calvinistas,
arguyendo q ue fue ra d e l a Iglesia no p uede encontrarse
ningun a verd a d religiosa, no tiene validez n inguna la lec­
tu ra d e las Escrituras, y sólo aceptando l a autorid ad d e l a
Igle s i a puede encontrarse la regla de fe . S e niegan todas
las alte rn a tivas, de i l uminación inte rna y de Escritura ;
aquélla, porq u e es privada, o scura e incierta; ésta, porque
el sentido de la Escritura es indefinido, a menos que lo
interprete l a Iglesia. La Escritura no es más que un con­
j u nto de pala bras cuyo verd a d ero significado sólo puede
d e s c u brir un verd a dero j u e z : la Igle s i a . " ' C h a rro n con­
cl uye con u n a exhorta c i ón a los cismáticos en que los
acusa d e " insoportable orgullo" y "excesiva presunción"
por j uzga r que la tradición religiosa de ta ntos siglos es
errónea, y q u e otra p uede remplazarl a."2 Al arroj ar d u d a s
i
¡
sobre e l cato l i cismo, l o s calvinistas tienen e l desca ro de
hacer d e sus propias míseras y flacas capacidades menta­
les las n ormas de la verd ad religiosa. El calvinismo, segú n
Charron, es la forma más peligrosa de dogmatismo, ya q ue
trata d e h acer d e l hombre l a medida de los asuntos más
importantes,.e in siste en q u e las varas d e medir humanas
deben preferirse a tod as l a s d emás. E l hom bre, sin una
certidumbre aportada por l a Iglesia medi ante s u tradición
Y autori d a d , caerá en la d u d a más completa, porq u e l a
propia fl a q ueza d e l hombre, s i n o c uenta c o n otros apo­
yos, engendra n aturalmente e l escepti c i smo. Por tanto, a l

''" lbid., pp. 67-70.


'" !bid . . Livre Troisieme, esp. pp. 215-49, 280, y 306.
'" /bid., pp. 552-8.
1 06 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS"

destruir la única base sólida q u e tenemos de la verd a d


rel ig� o � a , l o s calvin � stas h a c e n q u e l a religión se apoye en
el J_ U I C I O h u m a no, siempre d u doso, y nos dej a n sin l a me­
nor certidum bre.na
La teoría subyacente e n este c a to l i c i smo q ue sólo se
basa e n el escepticismo más compl eto q ued a mucho más
_ _
exphc1tamente presentada en e l escrito filosófico de Cha­
rron, La Sagesse, y su defensa de é l , Le Petit Tmicté de la
Sagesse. Aquí, el tema prin cipal es q u e e l hombre e s inca­
paz de descubrir toda verd a d , salvo por medio d e l a Reve­
l a c i ó n y, en vista de esto, n u estra v i d a m oral si no es
gu i a d a por l a Luz Divina, debe seguir a l a n atur;leza. Este
tl·� tad o de Charron es poco más q ue la Apologie de Mon­
taigne, en forma más o rganizada. Al o rd e na rl a así , Cha­
rron presentó uno de los primeros escri tos fil osófic os en
lenguaj e mod erno. Asimismo, al desarro l l ar una te oría de
l a moral, aparte d e toda considera c i ón religiosa, l a o bra
de Charron representa uno de los pasos d e importa n c i a en
l � �ep � ración d � la ética y la religión como disciplina filo­
sofl c a mdependi ente. La étic a d e Ch a rron se basó en ele­
mentos estoicos.
� l argumento d e La Sagesse comie n z a con l a proposi­
cwn ? e que "el verdadero conocimiento y el verd adero
.
es tu cl w del hombre es el hombre",H ·I y d e q ue e l e nte ndi­
mie _ nto del h ombre nos conduce, de m anera b astante sor­
prendente, al conocimiento de Dios. Parte d e este tipo de
a utoconocimiento proviene del examen d e las capacida-·
d e s humanas, ante todo d e los sentidos, porq u e las Escue­
l as ensefl a n q ue todo conocimiento nos llega por med i o
el e l o s sentidos._ Entonces, Ch arro n desarro l l a la críti c a el e
M � n ! a i gne a l c o n o ci m i e nt o s e n s o ri a l , m o s t ra n d o q u e
q mza no tengamos todos l o s sentidos necesarios para el
conoc �_ m 1_ e !1to, que h ay ilusiones sensorias, que nuestras
expenencias sensori a s varía n con l as d i stintas condi cio­
nes que h ay dentro de nosotros y en el m u n d o extern o . Por

"" /bid. . pp, 554-8.'


"·' Pierre Charron , La Sagesse.en Toutes les Oeuvres de Pierre Cl�arron. París,
1 635, p. l. <Cad a obra de este vol umen tiene p aginació n separad a.)
MICHEL D E MONTAIGNE Y LOS ''NOUVEAUX PYRRHONIENS" 1 07

tanto, no tenemos m anera de saber q u é sensaciones son


verídicas, y qué sensaciones no lo son; así, no sabemos
cómo o bten er información c ierta por medio d e los senti­
dos.11 ''
T a m p o c o nu estras fa c u l ta d e s rac i o n a l e s s o n fi d edig­
nas. La m ayor p a rte del a rgumento d e Charron se d i rige
contra l a teoría a ristoté l i c a del conocimiento, mostrando
q ue si nuestra raz ó n sólo puede basarse e n información
sensoria, necesari a mente tiene q ue ser tan poco d igna d e
fe como s u fuente. Asimismo , h asta los h o mb res s u pues­
tamente racionales d i s i enten en tod o ; en realidad, no h ay
j u icio hecho por e l h ombre al que no pod amos oponernos
por " buenas" razones. No tenemos normas n i cánones que
nos capaciten a d istingui r l a verd a d de l a mentira. Cree­
mos princ i p almente por la pasión o por l a fuerza d e la
presión d e la mayoría. Además, los grandes cerebros ra­
dicales h a n lograd o poco, aparte de j usti fi c ar opiniones
heréticas o d e d e rrocar ideas a nteriores (como lo han h e­
cho Copérn i c o y Paracelso). Por tanto, bien podemos en­
frentarnos a l hecho de q ue, con tod a nuestra decantada
ra c i o n a l i d a d , s i m p l e m e nte somos bestias, y n i s i qu iera
muy i mpresionantes. En lugar de buscar l a verdad, d e b i e ­
ramos a ce ptar l a decisión de Montaigne, d e que "no h ay
prim e ros p rincipios p ara los hombres, a menos que l a Di­
vin i d a d los h aya revel ado: todo lo demás n o es más que
sueños y h u mo".6 11
E n e l segu ndo l i bro de La Sagesse, Charron presenta su
discouTs de la méthode, los medios p a ra evitar e l e rror Y
d e s c u brir l a v e rd a d , s i l as c a p a c i d a d e s m e n t a l e s d e l
h o mbre s o n tan d é biles y d ud osas. Debemos examinar to­
d a s l as cuestiones l ibre y desapasiona d am e n te ; mantener
todo prej u i c i o y e mo c i ó n a l margen de las d e c i s i o n e s ;
cre a r u n a u n ivers a l i d a d d e criterio, y rec hazar t o d a s y
c a d a u n a d e l as s o l u c iones que se an dudosas.67 Esta acti-
'" /bid., Li bro 1 , c a p . x, pp. 35-9.
"" /bid., Li bro I, caps. X I I I- X L. La c it a aparece en la p. 1 44.
'" /bid. . Libro l l , caps. pp. 1 0-32. Véase también Sabrié, Humanisme au
1- 1 1 , m­

tiona/is me, cap. X I I , esp. pp. 303-319: y R. H. Popkin, "Charron and Descartes: The
Fru its of Systematic Doubt", en Jm.mwl oj' Philosophy, Ll, 1 954, p. 832.
1 08 MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOU VEAUX PYRRHONmNS"

tud escéptica "presta a l a pied a d , l a rel igión y l a opera­


ción d ivina mej o res servicios que todo lo demás",n8 a l en­
señ arnos a quedar vacíos de tod a opinión y a prepara r
nuestras a l m a s para Dios. S i aplicamos e l método charro­
niano de dud a sistemáti c a ha sta h aber l i mpiado nuestro
espíritu de tod a s las opiniones d udosas, e ntonces pod¡e­
mos presentarnos " b l ancos, desn udos y d ispuestos" ante
Dios.nu En este punto, l a Revelación puede ser rec i b i d a y
aceptada exclusivamente por fe. La ventaj a d e esta pre p a­
ra c i ó n p irró n i c a e s q u e " u n a c a d é m i c o o un p i rrón i c o
n u n c a será herej e " . '0 Y c o m o e l efecto d e l m é to d o d e
d u d a es la supre s i ó n d e todas l a s o p i n iones, e l q u e l o
practique no podrá sostene r opiniones e rróneas . L a s úni­
.
cas ideas q u e podrá ten er s erán aquéllas que D ws h aya
decidido imponerle. Si alguien s ugiere que, aparte de no
tener ideas heterodoxas, el p irrónico c h arro n ia n o bien
puede no tener ninguna i d ea y terminar siendo un indijfe­
rent, en lugar de un cristiano, Charron contesta q u e no se
trata de elegir; Dios, s i l e place, nos impondrá la deci­
sión. 7 1
H a biéndose purgado d e todas las o p i n i o nes, e l s a b i o
escéptico vive, aparte d e los mandatos d e D i o s , medi a nte
una momle provisoire, y de a cuerd o con la n aturaleza. ,Esta
moralidad natural nos convierte e n nobles salvaj es, pero
n o puede convertirnos en seres humanos perfectos. Es ne­
cesaria la Grac i a de Dios p a ra a lc a n z a r la virtud com­
pleta ; pero, a falta de esta ayuda, lo mej o r que podemos
h a ce r en nuestra ign o ra n c i a es re chazar todo s u p ue sto
conocimie nto, y seguir a l a naturaleza. Este p rogra m a ,
aunque insuficiente para d a rnos l a salvación, a l me.nos
nos prepara para l a ayu d a divina. Y, mien tras no re ciba­
mos t a l as istencia, h aremos l o mej or que pod amos mante­
niéndonos escépticos y n aturales. 72

n" Charron, L a Sagesse, Li bro l l , cap. 1 1, p. 21.


u 1 1,
n
1
Jbid., Libro I I, cap. p. 22.
loe. cit.Ú
'" Ibid.,
loe. c .: y Charron, Tmicté de Sagesse, París,
" Ibid., 1 635, p. 225. (Esta obra
también es conocida como Petit Tra.icté de Sagesse.)
" Charron, Petit Traicté, p. 226.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PY RRHONJENS" 1 09

Así, d e acuerdo con C h a rron, el pirronismo nos ofrece


la base intelectual d e l fid e ísmo. La percatación de l a in­
c a pa c i d a d del h o m bre p a ra conocer a lgo con c e rt e z a
m e d i ante el s i m p l e uso d e sus fa cultades n os li bera d e
o p i n i on es fa lsas o d u d osas. Luego, a d i fe re ncia d e l cogito
cartesiano, que es d escub ierto en nuestro propio espíri­
t u y enemigo de tod a incerti dumbre, el acto de la Gracia
aporta la única base del con oci miento seguro. Mie ntras
Dios esté activo, aportando l a verd a d revelada, e l h o mbre
estará seguro en su a bsol uta ignoranc i a n atural. Podemos
arroj ar a lo l ej o s tod os los a poyos racionales en l a b ús­
q u e d a de l a certi d u mb re , y agu a rd a r l os del C i e l o . S i
aceptamos, como a l parecer lo hizo Charron, l a i d e a d e
q u e Dios por medi o d e l a Iglesia católica n o s d a u n a reve­
l ación conti nua, podremos combatir toda evidencia y tod a
norma empleada p ara j ustificar una regla d e fe y nunca
perd e r la fe. ;:¡
Maryanne C . H o row itz h a re futado mi i n te rpre ta c i ó n
d el concepto de Cha rron d e l a fuente de l a s a bidurí a . 7·1 H a
ins istido e n q u e un cu idadoso a n á l i s i s textua l reve l a q u e
C h a rro n e ra u n n e o e s to i c o . C r e o yo q u e e s t a m o s d e
acuerd o e n que C h arron fu e muy ecléctico. Tomó ideas
a b u n d a n t e m e n t e de M o n ta ig n e , p e ro t a m b i é n de Du
Vair y d e otros e stoicos, cl á sicos o contemporáneos s uyos.
Muchos de los escritores de esta época, como lo señaló e l
finado Julien Eymard D ' Angers, 7 5 se valieron d e ideas y
materiales estoicos. No o bstante, lo que fue consid erado
como e l mensaj e y el significado de Charron fue e l p i rro­
nismo cristi ano. (La e videncia de por qué cambió c ie rtos
pasaj es no indica q ue estuviera tratando d e alterar sus
opiniones, sino q ue estaba tratando de lograr l a aproba­
ción de s u l i bro.) 76

''' Cf. Popkin, "Charron and Descartes", pp. 832-5.


•·• Maryanne Cline Horowitz, " Pierre Charron ' s V iew of the Source of Wis­
dom", en Jo111"1zal of t.lle HistonJ of Philosopily,
IX, 1971, pp. 443-457.
"' J u l ien-Eymard d 'Angers, "Le stoicismc en Francc dans la prcmicre moitié
du si cele; les origines 1 575-1616", en Etudes fmnciscaines,
nouv. sér. II, d i c . 1951,
pp , 389-410.
; n A l fred Soman, "Methodology in the H i story of Ideas: The Case of Pierrc
110 MICHEL D E MONTAIGNE Y LOS "NOU VEA UX PYRRHONIEN S"

E l completo pirronismo cristia n o d e Ch arron fue con­


s i de rado, como pronto veremos, como a rma de dos filos.
Muchos dirigentes franceses d e l a Contrarrefo rm a l o con­
s i d e raron como una i d e a l base filosófi c a p a ra s u posición
a nte los calvinistas. 77 Otros percibiero n una i n s i d iosa co­
rrosión de tod a creencia, n atura l o sobrenatural, e n el ar­
gumento d e Charron. Un a vez l levado a d ud a r, el escép­
tico seguiría adelante h a sta e l punto en q u e d u d a rí a de
tod o , incluso de las verd a d e s cristi a n a s , h a sta c onver­
tirse en un libeTtin y, una generación después, e n un spi­
nozista.
Así, los a n ti c h a rro n i a n o s sólo p u d i eron ver su o bra
como el "brevi ario de los l i berti nos". ' H El propio Charron
bien pudo ser sincero fi deísta, y no "ate o en secreto ". 7!1 Al
menos, esto parece indicar su larga carrera teológica y su
p i a d oso Discours Chretien. Pero, fuesen cuales fuesen sus
o p i n io nes person ales, Ch arron h a bría de ten e r una in­
flu e n c i a sólo i nferior a la de Montaigne tanto s o bre l a
va ngu a rd i a d e los intelectu a les franceses d e l siglo XVII
como sobre los teólogos ortodoxos de su época. Q uienes
trataro n d e denunci arl o e n los comienzos d el siglo xvn
descu brieron que l a memori a del padre Pierre Charron

Charron " . enJournal of lile History of Philosopily,


XII, 1974, pp. 495-501; la répl ica
de Maryanne Cline Horowitz, "Complementary Methodologies i n the H istory of
Ideas", en el mismo n ú mero, pp. 501-509. Véase también L. Auvray, "Lettres de
Pierre Charron a Gabriel Michel d e la Rochemaillet", en Revue d'Histoire Litté·
raire de la France, l , 1894. pp. 308-329.
" El cardenal du Perron, el obispo Claude Dormy, y S a i nt-Cyran , el jefe jan­
senista, a probaron l a teología d e C harron (aunque a veces con reservas). Esto
será estudiado en el capítulo sigu iente.
'" Así fue considerado por el p a d re Fran<;ois Garasse. S. J., que será estu­
d i ado en el capítulo \'1. Algunas de las críticas de Charron fueron tratad as por
Henri Bremond, "La Folie 'Sagesse' de Pierre Charron", en Le Con-espondant,
CCLII, 1 913, pp. 357-64.
'" Sobre el problema de evaluar a Charro n, véase mi artículo acerca de él en
l a última edición de la Enciclopedia Británica;
J ean Charron ha defendido l a
sinceridad y ortodoxia de l a s opiniones d e Pien·e Ch arron en su o bra The Wis­
dom of Pien·e Charron, An original and orthodox Code of Morality, University of
North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures, No. 34, Chapell
H i l l , 1 96 1 . Y yo he analizado esto con c ierto d etalle en mi crítica de Eugene F.
Rice, J r., 1'ile Renaissance Idea o! Wisdom, en Renaissance News, XII, 1959, pp.
265-9.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 111

contaba c o n u n a e xtra ñ a a l ianza d e poderosos defenso­


res. 8 0
Otro temprano d is cípulo de Montaigne fue Jean-Pierre
Camus (1584-1654), q ue rec i bi ó el d o ctora d o a los d i ecio­
cho a ños, se o rd e n ó sacerd ote pocos años d espués, y fue
ungido o bi spo d e B ellay a los veinticinco años. Fue e l se­
cretario de San Fra ncisco de Sales, y pasó gran p a rte d e
s u vida escribiendo novelas pastorales y a tacando a l a s
órd enes monásti c a s . S u o bra m á s fil osófi c a , Essay Scepti­
que, fue escrita antes de a brazar l a vida rel igiosa, c uando
ten í a d i e c i nueve a ños. Aunque después s e sintió i ncó­
modo record ando s u tono l igero, contení a s u básico p unto
de vista fid eísta. Aunque más adelante llegó a conde nar el
estilo y la forma l i teraria d e Montaignc, nunca renegó d e
las i d e as d e é ste , y h asta d e fendió a s u mento r contra e l
cargo d e ateísmo. H l
E l Essay fue e sc ri to c u a n d o "estaba yo rec ién s al i d o
del taller d e Sexto Empí rico" . H� Es u n i ntento, bastante
novedoso, por imponer l a pirrónica suspensión de j ui c i o,
p a r a pre p a ra rn o s a l a verd a dera fe . C o m o h a i n d i c a d o
Pie rre V i l l ey, " e l temor a l rac i o n a l ismo protestante s e
encuentra en l a b a s e del esceptic ismo d e C amus" ; Ha p o r
tanto, a l s o c a v a r l a s prete n s iones r a c i o n a l e s h u m a n a s ,
ofre ció u n a d efensa fideísta del catolicismo.
E l plante a miento del esceptic ismo por Camus e s único,
aunque, como él fue el primero e n reconocerlo, e l c onte­
nido "no h a sido m á s que u n a condensación de Sexto E m­
pírico", y e l estil o es una i mita c i ón del d e M0ntaigne. H4 E n

"' Cf. cap. 1 \', y la discusión d e l


a.ffaiTe Garasse en e l cap. VI.
The Fortunes Montaigne,
'' Sobre Ca mus, véase c f. Boa se, of pp. 1 1 4-34. (La de­
fensa de Montaigne contra la acusación de ateísmo es tratad a en la p. 120): Vi­
IJcy,Montaigne devant la posté1'ité, Du
pp. 1 85-234; y J u l ien-Eymard d'Angers,
Stofcisme ch1·étien a l'humanisme chrétien: Les "Diversites" de J. P. Camus
0 609- 1618) ( n . p . 1952). El artícul o d e Bayle acerc a d e C a m u s contiene cierto d i ­
vertido material anecdótico.
Les DiveTsitez de Messire
'' J e a n - P i e rre C a m u s , " Essay S c e p t i q u e " , en
Jean-Pierre Canws, Evesque & SeigneuT de Bellay, Prince de /.'Empire, Tomo IV,
París, 1610, Li bro X V, cap. 1 1 1, p. 187v.
Montaigne devant la postérité,
"' V i l ley, p. 202.
"' Camus, "Essay Sceptique", pp. 368r y 1 89r.
1 12 MICHEL DE MONTAIGNE Y LO S "NOUVEAUX PYHRHONIEN S"

lugar d e deambular por los d iversos temas de l a filosofí a


pirrónica, como l o h izo Montaigne, o de fun dirlos e. n u n a
b a terí a de argu mentos b á s i c a m en te contra e l a nstote­
l ismo como lo h i c iera Charron, C a mus creó una vasta es­
truct � ra de hegelianas tesis, a ntítesis y s í ntesis. La tesi s
es e l escepticismo académico: n o p u e d e conocerse n a d a ;
l a antítesis es e l dogmatismo: a lgo p u e d e conocerse ; Y l a
síntesis e s la " in d i ferencia escéptica", l a p irró n i c a sus-
._
pensión de j uicio.
La m ayor parte de l a o bra -tresc ientas páginas d e ella­
está d e d icada a esta tesis. Después de un ataque general a
las bases del conocimiento h umano, especi a lmente a l co­
nocimiento sensorial, med iante los co noeidos a rgumentos
de Sexto y de Montaigne, Camus b o mbardeó las c i u d a d e­
l a s in dividuales d e l dogm atis mo : l a s d iversas c i e n c i a s .
Tomándolas p o r turnos, C amus trató de mostra r q u e exis­
ten d i ficultades teóricas q u e hacen imposible o btener al­
gún conoci miento cierto, que h ay inso l u b le s pro b le m a s
prácticos, y suficientes razones, en c a d a c a s o , para d u d a r
de q u e l a c i e n c i a en cuestión tenga a lgún valor. E s t a e x­
tensa revisión c u bre la astronomía, l a física, l a matemá­
tica, la lógica, l a j urisprudencia, l a astro logía, la políti c a ,
la economía, l a histori a, l a poesía, l a gra m ática y l a mú­
sica e ntre otras d i sciplinas. U n a vez más, se recurre a
Cop é rn ico p ara mostrar q u e a u n los pri me ro s principios
más común mente aceptados son negados p o r algunos. H r, E l
m ateria l empleado varí a d e s d e a rgume ntos d e Sexto Y
anécdotas de Montaigne h a sta d iversas o bservaciones to­
m a d a s de l as ciencias de la é poca.
Después de desarro l l ar l as te sis, Camus hace un tibio
intento en cinc uenta páginas, por defender l a a ntíte sis, es
dec ir, � ostrar q ue existe e l conocimiento c ientífico. Dice
q u e l a anterior batería de objeciones es correcta, p � ro n o
.
decisiva. H a c e c ierto esfuerzo por explicar l a teon a d e l
conocimiento de Aristóteles y su a n á l i s i s d e los errores e
ilusiones sensoriales. El tema general es q u e a u n si l a s
c ie n c i as est á n l l e n a s de a firm a c i o n e s d i scutibles, h ay
"' Jbid .. pp. 190r-335r. Copérnico se menciona en las pp. 268r Y 31 9v.
MICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NOUVEAUX PYRRHONIENS" 1 13

verd ades c ientífic a s d e las q u e no dudaría ningún hom bre


c u e rd o : q u e el fuego es c a l iente, q ue existe un m u ndo,
q ue dos más dos son c uatro, etcétera. H 6
L u ego, C a m us se v u e l v e h a c i a la s í nte s i s , el p i rro­
nismo, que, supuestamente , resulta de l as dos partes ante­
ri ores de su Essay. En veinti c inco páginas esboza bre­
ve me nte la natura l e z a del escepticismo completo , y los
argu mentos básicos sobre los que se a poya : el problema
del criteri o, l a incerti d u mbre de nuestro s sentidos y los
desac uerdos de los d ogmáticos. Muestra l a visión pirróni­
ca de vari.as ciencias, y l uego dice que n o está d i spuesto
a re petir todos l o s d et a l l e s de la primera p a rte, s ugi­
ri e n d o a l q ue esté inte resado q ue lea a Sexto Empírico. H ;
(A l a sazón acababa de aparecer una re impresión d e la
edición de 1569.) HH
Por todo e l Essay s u e n a c o n stante m e nte u n a nota fi­
d e ísta, declarando q u e l a fe s i n razones es l a mejor, pues
no s e levanta s obre u n funda mento tambalea nte que a lgún
nuevo Arq u ímedes p u d i era destruir fác i lmente. Las úni­
cas verdades qué los hombres conocen son a quellas que
D i o s h a q u e r i d o rev e l a r l e s , " to d o e l resto n o es más
que sueúos, viento, humo, opinión". H!l Debemos suspender
tod o j u icio y aceptar l a revelación con humildad. "La a n­
tig u a fe" es nuestra ú n i c a base; no puede descarri arnos,
porq ue viene de D i o s. Quienes se niegan a aceptar este
fi cl eísmo católico y tratan de desarrol lar una vía raciona l
h a c i a l a Fe s ó l o pro d u c e n e rrores, h e rej í a s y teorías
re fo rm ad a s . Ésto s son los frutos de l a van a prete n sión
del h ombre de que su razón puede conduc irlo a l a verdad.
La solución a l os problemas del hombre es d esarrollar la
pirrónica suspensión d e j uicio, que nos l l eva a Dios por­
que, reconociendo nuest11a fl aqueza, nos contentamos con
creer e n lo que Dios nos dice. H n
"; lbid .. pp . 336r-60r.
" lbid., pp. 360r-70v. El comentario sobre Sexto a parece en la p. 368r.
" Cf. capítulo 11, p. 1 8, n. 3.
"' C a m us, "Essay Sceptique", p. 254r. Véanse también pp. 224r-226r. 244v y 278r.
"" lbid.,
pp. 274v, 278r y 335v. Véase también Boase, Tl1e F'oJ"tunes of Moutaigne,
pp. 126-127.
1 14 M ICHEL DE MONTAIGNE Y LOS "NO UVEA UX PYR RHONIENS"

A u n q u e Camus fue una figura i mp ortante en el s igl o


XVII, y s us o bras fueron frecuente mente i mpresas, n o p a­
rece h a ber ej e rc i d o gran influencia s o b re l a m a rej ada
c reciente d e l p irronismo de la época. Representa l a acep­
tación o rtod oxa del pirronismo cri stiano, pero s u o bra d e­
sempeñó poco o ningún papel e n l a crise pyrrhonienne de
l a é p o c a : fue ron Montaigne, Charron y Sexto los q u e soca­
varon la seguridad de los filósofo s , los que s i rviero n de
i nspira c ión y fuente a los e sc épticos y en torno a los c ua­
les se entablaro n las batallas contra la amenaza escép­
tica. El propio Bayle, siempre en busca de h é roes escépti­
cos, recordó a Camus por sus ocurrentes re spuestas a los
m o nj e s , no por su p re s e n t a c i ó n del p i rro n i s m o en l a
forma d e la d ialéctica.!! '
E l n uevo pirronismo de Montaigne y s u s d i sc ípulos, e n
atuendo fid e ísta, tendría enormes repe rcusiones s o b re e l
m u n d o i ntelectual, sobre l a teología, sobre las c i e ncias y
so bre las seudoc iencias. Veremos ahora las indicaciones
d e esta influencia, antes d e examinar a los nouveaux PyTr­
honiens en toda su gloria como vanguard i a i ntelectual d e
Francia.

'" Cf. Bayle, DictionnaiTe, art. "Ca m us", E n Stiiud l i n , Gescllicllte des Skepticis·
mus, a u n cuando Charron es tratado extensanw n tc, Camus no se menciona en el
capitulo "Von Monta igne bis La Mothe le V ayer".
IV. LA INFLUENCIA DEL NUEVO
PIRRONISMO

A FINALES d e l s iglo XVI y c o m ienzos del XVII, fue notable l a


i n fl u e n c i a d e l resurgimiento d e l pirronismo antiguo e n
varios campos del q u e hacer i ntelectual. .
Cha rle s S c h rnitt h a mostrado que e n las cuestiOnes de­
bati d a s e n Oxford s u rgiero n temas pirronianos.' Un caso
q u e q uizá fuera típico de lo q u e estaba ocurrie ndo a m u­
chos j óvenes intelectuales i ngleses d e comienzos d e l s i­
glo X V I I es e l d e J o se p h Mede ( 1586-1 638). Estuvo e n e l
Christ ' s Colleg,e, d e Cambridge, d e 1602 a 1610, y allí estu­
dió fi lología, h istori a , mate máticas, física, botánica, a n a­
tomía, a strología y h asta egiptología (sign i fi c a ra esto lo
que significara en a q uella é p o ca). A pesar d e todos e sto s
conocimientos, "sus lecturas filosóficas lo l levaron a l pi­ _
rronismo". Mas n o pudo aceptar l a posibilidad de q u e el
espíritu no pudiese conocer l a realidad y tan sólo tratara
ideas i l usorias de un mundo externo.2
El j oven Mede se escapó de los l aberintos de un p irro­
nismo total mediante un esfuerzo de voluntad; pnmero,
tratando d e e ncontrar la verd a d e n la física, y luego vol­
viéndose a e stud iar los texto s acerca d e l Milenario en l a
Biblia. M e d e llegó a s e r profesor d e griego e n Cambridge,
y s u o bra maestra, The Key to the Apocalypse, h izo de é l � na
de l a s principales figuras d e l pensamiento milena nsta
h asta bien e n trad o el s iglo X IX. a
E l c a s o d e M e d e , q u e p ro b a b l e m e nte n o e s ú n i c o ,
m u e s tra c ó mo e l p i rro n i s m o i b a triu nfa n d o s o b re l a s
ideas aceptadas a c omienzos d e l siglo x vn. Quizá s u in-

' Charles B. Schm itt, "Philosophy a n d Scie nce in Sixteenth-Century Unive :si­
The cultural Context of Medieval Learnmg
ties: Some Pre l i m i na ry Comments", en
edita'd o por J . E. M urdoch y E. D. Sylla, Dordrec ht, 1 975, p. 501 .
The WoTks of Joseph Mede,
' Joseph Mede, The Autlwr's L�fe,
B. D., Londres, 1 672,
p . 11.
" Mede,Works. Clavis & Commentationes Apocalypticae, p. Ill.
1 15
1 16 LA INFLUENCIA DEL N UE VO PIRRONISMO

fluenc ia más signifi cativa fuese sobre las batalla s teológ i­


cas de la época , cuanto más útiles resultaro n ser los a r­
gume ntos y las ideas del escepti cismo griego . El a rsenal
pirrón ico demos tró ser excele nte depósi to de m u n iciones
para aniqui lar a los advers ari os, y tambié n buen a base d e
una teoría fideísta con l a c ual j ustifica r l a posició n d e l o s
contra rrefo rmadores frances es.
El e m p l e o d i a léctico del p i rro n i s m o , viej o y n u e v o ,
q u e d a caracte rizado en el i n forme acerca d e l gran pole­
mista prote stante inglés W i l l i a m C h i l l i ngwo rth ( 1 602-
1644). Chillin gworth se había pasado del p rotesta ntismo al
catolici smo, y luego al anglica nismo, las d os veces por la
fuerza de los argum entos q u e mostra ban que c a d a una de
estas teo logías conduc ía a una incerti d u mbre tota l e n ma­
teria de rel igión. Aubrey , en su vida del doctor Chilling-
worth, nos d ice que,
Mi preceptor, W . Browne, me ha dicho q u e el d octor Chi­
llingworth no estudió mucho, pero cuando lo hizo, logró mu­
cho en poco tiempo. Encontró gran deleite en Sexto Empíri co .
Solía pasearse por el bosquecillo del colegio, y a l l í se dedi­
caba a la contemplación, y se encontraba con algún necio u
otro, y disputaba y batallaba con él. Así se preparaba de an­
temano. Siempre estaba disputando; lo mismo hacía mi pre­
ceptor. Creo que era una enfermedad epidémica del tiempo,
la c ual pienso que ha pasado de moda, como grosera y pueril.4

Este empleo del p irro'nismo como arma en l a d isputa


se r e fleja e n los escritos d e C h i ll i ngwort h , c o m o p o r
ej e mplo en l a pauta d e a rgumentación e mpleada en sus
Discourses. 5 En cualquier época de controversia es fácil
imagin ar el uso que pod ía d arse al estilo de debate que
ofrecían Sexto y sus nuevos seguidores.
El e mpleo del pirro nismo como medio d e destru ir al
adversario teológico y como defensa de l a propia fe a pa-

' John Á u brey, "Brief Uves ' ', clzie.ny ofContemp oraries, set down by Jolm Aubrey,
between the Years' 1 669 y 1 696, editado por Andrew Clark, Oxford, 1898, Vol. I , p.
173.
'' William Chillingwo rth, Additional Discourses of Mr. Chillingwor th �ever befare
Printed, Londres, 1704.
LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 117

rece en los escritos d e algun a s d e las figuras importantes


de la Contrarreforma e n Francia. Cerca de setenta y cinco
años después d e l Concilio d e Trento, parece h aberse efec­
tuado una a l i a n za entre los co ntrarrefo rmadore s y l o s
nouveaux pyrrhoniens, a l i a n z a desti n a d a a a n i q u i l a r a l
calvinismo c o m o fuerza i ntelectual e n Francia. E l triunfo
de esta entente cordiale se debió, sin d ud a , al hecho d e q ue
d u rante este p e riod o las o p i niones predo minantes e n l a
teología catól i c a d e Francia e r a n básica mente negativas y
agusti n i a n a s ; i b a n contra el escolasticismo, el ra ciona­
lismo y e l calvi nismo, y n o en favo r d e alguna defensa sis­
temática y coh ere nte d e l a fe.r. Como veremos, esa alianza
no sólo se basó e n un a cuerdo temporal de los escé pticos y
los católicos ortodoxos en sus i deas, s i n o q u e también fue
una alianza d e a m istades personales y a d m i raciones mu­
tuas. 7
A med iados d e l sigl o XVII, el movimiento calvinista en
Francia c reció m uy rá pida mente, y en pocos aflos el país
se vio envuelto e n una guerra c ivil, tanto militar cuanto in­
telectual. Para evitar q ue las ciudades del pensamiento
francés cayeran e n manos d e los reformadores, hubo q u e
tomar medidas e n é rgicas. Una de estas medidas fue poner
el pi rro n i s m o a l s e rvicio de l a Igl e s i a . El primer paso
dado en esta d i rección fue l a publicación, en 1569, d e l es­
crito de Sexto Empírico en l atín, por o bra d e uno de los
más destacados católicos fra nceses, Gentia n Hervert, se­
cretario del Card e n a l de Lorena. Como ya h emos d i ch o ,
Hervet, e n s u prefa c i o , afirmó audazmente qu e en este te­
soro de d ud as se encontraba u n a res puesta a los calvin i s­
tas . Ellos estaban tratando d e teorizar acerca de Dios. Al

" Cf. 1-J en ri Busson, La Pensée religieuse .franc_aise de Charron Pascal, d París,
1933: esp. caps. 1 \' y v ; Henri Gouh ier, "La Crise de la lfhéologie a u temps d e
Descartes", e n Revue de Tlzéologie et de Philosophie, 3 " Ser. I V , 1954, pp. 19-54; y
critica del a rtículo de Gouh ier, por J u l i en-Eymard Chesnea u en Dix Septieme
Siecle, núm. 28, j ul i o 1955, pp. 295-7.
' E s t e t e m a t a m b i é n se a n a l i z a en R. H. P o p k i n , " S k e p t i c i s m a n d t h e
co unter-Reformation i n France", en A1·chiv für Re.fomwtionsgeschic!zte, LI, 1960,
pp. 58-87, y en l a versión a breviada fra ncesa, "Sceplicismc ct Contrc-Réformc en
France", Reclzerclles et Débats du centre catholique des intellectuals .franc.ais,
cah icr, núm. 40 octu bre 1962, pp. 151·184.
118 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRON ISMO

destrui r todas las p retensiones h umanas d e racionalidad


por medio del escepticismo, Hervet creía q ue l a s afirma­
c iones calvinistas también serían d e struidas. En c uanto se
percatara el lector de l a vanidad de los i ntentos h umanos
por comprender, se h aría claro el m ensaje fideísta de que
Dios sólo puede conocerse p o r la fe, no por l a razón. H
E l o bj etivo d e c l a ra d o d e Hervet, e m p l e a r e l p irro­
nismo para socavar l a teoría calvinista, y l uego propugnar
el catolicismo sobre una base fideísta, llegaría a ser la
idea explícita o implícita d e muchos d e los principales
enemigos de l a Refo rma e n Francia. Al a d aptar la pauta
del a rgumento de los escépticos a l as unto en c uestión, los
contrarreformadores construyeron "una n ueva m á q u i n a
d e guerra" para red ucir a sus advers arios a un " d esalen­
tad o escepticismo" en q u e n o p o d ían estar seguros d e
nada. Comenzando con el gran teólogo j e s u ita, Juan Mal­
donado, que llegó a enseñar a París a comienzos del d e­
cenio de 1560 (Maldonado e ra a m igo d e Montaigne y d e
Hervet, y parece haber compartido algunos d e s us i deales
fide ístas),9 se desarrolló u n tipo de dialéctica, e special­
mente por o bra de l os polemistas j esuitas, para socavar al
calvi n i smo e n sus p ropias bases, planteando una serie de
d i fic ultades escépticas. E n todo o e n parte, encontramos
este estilo d e a rgumentación, en varios e scritores prepa­
rados o que profesaban e n los colegios j es uitas, especi al­
mente los de Clermont y de B urdeos; por ej e mplo, e scrito­
res como San Francisco de Sales, el Card e n al d u Perron,
el Card enal Belarmino y los p adres Gontery y Veron.

' Genti a n Hervet, prefacio a su edición de Sexto Empírico, Adversus Matl�ema­


ticos, pp, a2r-a2v.
" Avmonier, " U n Ami de Montaigne, Le Jésu i te Maldon at", en Rev. Hist. de
Bordeaux, XXVIII, 1935, pp. 5-25; y Sclafe rt, "Montaigne e t Maldonat", Bu/l. Litl.
Ecclés. LII, 1951, pp. 65-93, y 129-146; acerca de Maldonado y Hervetus, véase
Joannis Maldonati, Opera varia Theologica, Lutetiae, 1677, pp. 2-7 y 1 0-15, donde
a parecen dos cartas de Maldonado a H e rvetus. M a ldonado parece haber estado
preocupado por algunas de las extra ñ as o p i n iones rel igiosas de su a m igo Herve­
tus. Acerca de la carrera de Maldonado, véase .J. M. Pratt, Maldonat et l'Unive¡·.
sité de Pari.s,
París, 1 856. Esta obra i n c l uye e l i n teresante texto d e l discurso
inaugural de Maldonado en París, pp. 556-567, q u e contiene ciertas sugestiones
de fideísmo.
LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 119

El ataq ue comienza c o n el problema d e l criterio, pl an­


t e a d o por l a Refo rma; cómo sabemos cuál es la regla d e
. l a norma por l a c u a l pueda distinguirse l a verd adera fe
fe,
de la falsa fe. Lutero y Calvino habían desafi ado el crite­
rio de la Iglesia, la apelación a la trad ición a postólica es­
crita Y �1� e scrita, los escritos de los Pad res de la Igles i a, o
¡ !¡
l � s decisiones d e l o s papas y concilios . Pero, ¿ cómo saber
S I Lutero y Calvino tenían razón? Tod o lo que ofrecen es
su opinión de que, como la Iglesia puede e rrar y yerra en i
mate rias de fe, p o r tanto, l a regla de fe cató l i c a es i n cierta i '

e indigna de confianza. Pero entonces , como o bservó San


Fra ncisco d e Sales en sus ContToverses, escritas en 1595,
Si l a Iglesia puede errar, ¡oh Calvino, o h Lutero ! , ¿a q u ién
recurriré en mis d i ficultades? A la Escri tura, m e dicen ; pero
¿ q ué haré , pobre d e m í ? Pues con respecto a la Escritur;
misma tengo dificultades. No dudo de q u e deba yo adaptar l a
fe a las Escrituras, pues, ¿ qu ién no sabe qué es la palabra d e
l a verd a d ? Lo q u e m e preocupa e s el entendimiento d e esta
Escritura . 1 0
¿ Quién podrá acl arar lo q ue d ice la Escritura? E s aquí
donde hay una d i sp uta n o sólo entre catól i c o s y refo rma­ : 1
: 1
d ores, sino también e ntre Lutero, Zwinglio y Calvi no. Si l a i 1
1 '

:1 '1
Iglesia yerra, ¿por q u é volvernos a u n o y n o a otro para
encontrar la regla d e fe ? Como planteó el p ro blema San 1 !
Fra ncisco d e Sales, .¡
Pero el absurdo d e absurdos y l a más horrible locura de todas
e s esta : que mientras sostienen que tod a l a Igl esia h a errado
d urante mil años en el entendimiento de la Palabra de Dios
Lutero, Zwingli o y Calvino pueden asegura rse e llos mismo �
d e que l a entienden bien; más aún, que cualqu ier simple pá­
rroco, que predica l a Palabra de Dios, puede sostener q u e
t o d a la Iglesia visible ha errado, que Calvino y todos los hom­
b res pueden errar, y atreverse a escoger y entresacar entre
las interpretaciones de la Escritura la q u e más le plazca, y

:1
estar seguro de ella y mantenerl a como Palabra de Dios; más

"' S a n Francisco de Sales, Les Controverses i n Oeuvres • Tom o I Annecy 1892


• ' '
p. 73.
i
120 LA I NFLUENCIA DEL N UEVO PIRRO N I SMO

aún, q u e vosotros, q u e oyendo decir q u e cualquie ra puede


e rrar en materia d e religión, y a u n toda l a Iglesia, sin tratar
de buscar otras opiniones entre las mil sectas q ue se jac­
tan d r! compre n d e r bien l a Pala bra de Dios y pred i c a rl a
bien, �reéis tan tercamente e n un ministro q ue o s pred ica,
que no deseáis oír nada d istinto . S i c ualq uiera puede errar
en el e n te ndimie nto de l a Escritura, ¿por qué no vosotros
y vuestro ministro ? Estoy asombrado de q u e no viváis tem­
blando y estremeciéndoos. Me asombra q u e podá i s vivi r con
tanta segu ridad en la doctrina que seguís, como si [todos] vo­
sotros no pudiéseis errar, y sin e m bargo sostenéis como cierto
que todo el mundo ha erra d o y puede errar. "

Esta versión inicial de tal estilo de argu mentación pre­


tendía mo strar q u e en cuan to l o s refo rm a d os h ubiesen
admitido q u e la Iglesia p o d ía errar, negando así la tra d i­
cional regla d e fe, podrían ser reducidos a la d e sespera­
ción e scéptica. S i el otro r. riterio d e la verdadera fe es la
Escritura, entonces, segú n S a n Francisco d e Sales, el Car­
denal d u Perron, Pierre C h a rron, e l obispo Camus y otros,
n a d i e puede decir tan sólo por l a Escritura q u é dice o
s igni fica. Todo lo q ue los reforma dos pueden o fre cer s o n
l a s d u d o s a s opiniones d e Lutero, Calvin o y Zwinglio.
El a rma d i aléctica fue tra n s forma d a e n una perfecta
máqu i na de guerra por dos fogosos polem i stas d e la ord e n
j esuita, Jean Gontery y Fra n <;o i s Veron. Este último, cuya
presentación exa m i n aremos, fue uno de los personaj e s
fa bulosos d e l a Contrarrefo rm a . O riginalmente pro fesor
de fi losofía y teología en La Flec he (siendo Desc artes allí
estu d i a nte), o btuvo Veron t a l e s tri u n fo s d e b a t i e n d o y
de smoralizando a los prote stantes, q u e fue li berado de
sus de beres de maestro y d espués d e los d e su orden, p ara
q ue fuese el defe nsor ofic ial en las polémicas por la fe, e n
nombre del rey de Francia. S e l e d io licencia para asistir
a las re unio nes y los servic io s calvinistas y para d ebatir a
los re fo rmados, siempre y d oquier bajo l a protección d el
rey. Así, pronto se convirti ó en el azote de los prote stantes
11 !bid., p. 335.
LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 121

fra nceses, q u e desesperadamente trata ban de evitarlo, a "


él y a s u s ataq ues . 1 2
El método d e Vero n , q u e é l atri buyó a San Agustín ,
c o n sistía e n m ostrar, paso a paso, q u e los calvi n i stas n o
tenían n i nguna base para lla mar artículo d e fe a n i ngun a
d e s u s opin iones, y q u e u n a aplicación siste mática d e u n a
serie de o bj eciones escépticas a l a regla d e fe de l o s re­
fo rmados los lanzaría al más completo y total pirronismo.
El meollo d e la red ucción del calvinismo a l escepticismo
total e ra u n ata q u e al e mpleo de procedimientos rac iona­
les y evi d encias p a ra j ustificar toda a firmación de alguna
verd a d religio s a . Veron i nsistió en que no estab a afir­
mando q u e nuestra s fac ultades o logros racionales fuesen
dud osos, sino ta n sólo que no debían servir como funda­
mento o a poyo de l a fe, l a cual se basa " sól o en l a Palabra
de Dios tal como ha sido plantea da por la Iglesia"Y
El argumento comienza por preguntar a los calvinistas,
' ' ¿ Cómo sabéis, caballero s, que los l i b ros del Antigu o y el
Nu evo Testamento son Escrituras Sagra d a s ? " H La cues­
ti ón de l a canonicidad plantea una d i fi cultad pecu l i ar; s i
los calvinistas sostienen q u e l a Escritura es l a regla de fe,
entonces, ¿ cómo hemos d e j uzgar qué o bra es Escritura ?
La respuesta de C alvino, q ue esto se logra ante todo por l a
persuasión íntima del Espíritu Santo, a dmite que algo dis­
tinto de l a Escritura es l a regla de fe ; y, en segundo l ugar,
plantea el problema de la a utenticidad de la pers u asión
mism a ; es d ecir, cómo d i stinguirla de la locura, del falso
entusiasmo, etc. Hacer esto req ueriría tener un c riterio
" Acerca de la carrera de Veron, véase al abate P. Feret, La Faculté de Tlléo­
looie de Pm·is et ses doct.euTs les plus célébTes, Epoque modeme, Tomo IV, XVII
"Franc;ois Veron", pp. 53-92: y art.
1 1 1,
Siecle, Revue l i t té ra i re , París, 1 906, cap.
"Veron, Franc;ois", en Catlwlic Eucyclopedia, XV, Nueva York, 1912. pp. 359-360,
Bayle, según Haag y Haag, La France protestante, II, p. 3 19, l lamó a Veron, "el
licencioso polemista q u e socava todo el rei no".
'" Franc;o i s Veron, l\Ietlwdes de TraiteT des ContTOverses de Relioion, París, 1638,
Part. I, p. 1 70. (A esta o bra se le l l a m a Oeuvres, ya q u e en rea l i dad es u n a colec­
eión de obras, para evitar confusión con o tros títulos de Veron. También las
referencias a esta o bra está n en la Parte I. La St. Luis U n i ve rsitv- ha tenido l a
bond ad de perm i t i rme e l u s o de s u ejemplar de esta rara obra.)
." Veron, La Victorieuse Metl!ode pour combattTe tous les Ministres: Par la seule
B1ble,París, 1621, pp. 45-6.
122 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO

para j uzga r de la veracidad de la persuasión ínti m a . Tanto


Pierre Charron como San Francisco de S ales ya h abían
señalado la flaq ueza de esta apelación a la p ersuasión in­
tern a.
Ahora, veamos qué regla tienen ellos para separar los li bros
canón icos de todos los d e los demás eclesiásticos. "El testi­
monio", dicen, "y la pers uasión íntima d e l Espíri tu Santo".
¡Oh, Dios, qué escondrijo , qué n i e bla, qué noche! N o q ueda­
mos aquí m uy iluminados e n asunto tan grave e i mportante.
Preguntamos cómo podemos conocer los l i bro s canónicos.
Nos gustaría mucho tener alguna regla para d etec tarlos, y se
nos d ice lo que ocurre e n el i nterio r del alma q u e nadie ve,
nadie conoce, salvo el alma misma y su CreadorY·

Para aceptar la persuasión interna· como regla d e Es­


critura tendríamos q u e esta r seguros de que e ra c a usada
por el Espíritu Santo, q ue n o se trata ba tan sólo de un a
fantasía.
Pero, aun si pudiésemos saber qué li bro es Esc ritura,
¿ cómo podríamos saber lo q ue d ice, y lo q ue, s u puesta­
mente, hemos de creer? El texto, como d ij o uno de los úl­
ti mos us uarios católicos d e l Victorieuse Methode, d e Vero n ,
sólo es "pala bras como d e cera, n i seguras n i p oseedoras
de algún Intérprete cierto, sino que son p a ra j ugar c o n
ellas d ivers amente segú n los caprichos d e l inge n i o " . Hi Y
así, p uesto que los escritos sagrados sólo son pala bras, s i n
ninguna instrucción para leerlas, n ecesitamos alguna re­
gla para interpretarlas. U n a vez más, hay que a b andonar
la calvinista regla d e fe : que la Escritura es l a regla . Y
una retirada a la persuasión interna q u e d a abierta a l a s
mismas obj eciones q u e antes, a s a ber, q u e l a p ersuasión
misma es inverificable o puede ser i l usori a.
Si los calvin istas, en d e fensa propia, d icen q u e están
leyendo razonablemente la E s critura, y sacando las obvias
inferencias lógicas d e lo que dice, entonces son fá ciles
"' S a n Franeisc,o de Sales, Coutroverses, p. 1 69. Véase t a m bién Charron, Trois
1 1,
Ve1·i te:, 1595 ed., Libro III, cap. pp. 2 1 6-21 .
"' John Sergeant, Sure-Footing in Christiauity, or Rational Discourses on tlw Rule
uf Faith, Londres, 1 665, p. 68.
LA I N FLUENCIA DEL NUEVO PIRRON ISMO 123

blancos d e la " má q u i n a d e guerra". Para empezar, tod a


lectura es incierta y puede s e r errónea, a menos que h aya
una regla infalible para su interpretación. Ir más allá de
l a s palabras para sacar i n feren cias, como afirmó Veron
q u e lo h a bían h ec h o los calvinistas al d e rivar todos los
a rtículos d e s u fe , resu lta d e fin itivamente un p rocedi­
miento antiescritural. La p ropia Biblia n o d ice q ue se l a
d e b a interpretar d e esta manera, n i tampoco n o s d a n i n­
gu na regl a de l ógica. En ninguna p a rte e ncontramos ga­
ra ntías de la afi rmación de que las verd a d e s de la religión
d eben basarse e n procedi mientos lógicos. 1 7 Los reforma­
d o s gritab a n que el razonamiento es una capacidad natu­
ral d a d a al h o m b re y, asimismo, que Jesucristo y los Pa­
d res de la Iglesia razonaban lógicamente. 1 H Veron replicó
q u e las reglas d e la lógica h abían sido fij adas por un pa­
ga no, Ari stóteles, y q u e n adie lo h abía n o mbrado j uez d e
las verd a d es re ligiosas, aunque p u d i ese s e r árbitro de l a
a rgumentación válida. N i Cristo ni los Padres de l a Iglesia
afi rmaban q u e s u s ideas fue ran ciertas porque se deriva­
ran de p rocedimientos lógicos; en cambio, las llamaban
ciertas porque era n l a Palabra de Dios. 1 11 Algun os de los
refo rmados replicaban atri buyendo las regl as de inferen-

" Veron, OelwTcs, pp. 1 92-199. En real i d ad. estas afirmaciones aparecen por
todo el texto de Veron, una y otra vez. El mismo t i po de ataque al calvin ismo fue
hecho por el obispo Jean-Pierre Cam us, el montaigniano, en su obra La Demo·
lit ion desfondemens de la doct1-ine protestante. París, 1 639, p. 2. En su obra L'Avoi­
sinement des protestans ue1·s l'Eglise Romaine, Pa rís, 1 640, sugi rió q u e si los
reformadores realme nte creyeran en su regla de fe, no estarían escri biendo co­
mentarios a l a Escrit u ra, sino q ue simplemente c itarían l a Biblia.
Cuando el padre Gontery estaba m anteniendo correspo ndencia con el padre del
escéptico, o bispo Piene Daniel Huet, tratando de convertirlo al catol i c ismo, se­
Ji aló que la Escritura "no h a bla para nada de las reglas de la l ógica". por lo que los
re formadores no tenían ma nera de probar los artículos de su fe tan sólo por la
Escritura C f. Bibl iotheque Nationale Ms. Fonds f'rancais 1 1 909, No. 41.
'' Jean Daillé ,La Foy Fondéesw·/es Saintcs Esc1·itm·es: ContTe les 1WUVcaux Metho·
distes (2a. ed ición, Ch arcnton, 1 661), pp. 55·65; �· Pau l Fcrry, La DemieT désespoiT de
la tmdition contre /'Esc1·iturc. ou est ampleme11t ¡·e,(uté le livre du P. Fmncois Vcl'on
Iesiute, pm· leguel il p1·e teud cnseigne1· d toutepel'Solme, quoy que 11 011 t'C1'See en Tlwolo­
m
oie, ll1l bTe,( &.facile oyen de TeietteT la Parole de Dieu. & C01WaÍ11C1'e les Eglises ¡·efonfles
d'erl'euT & d'abus en tous & un clwcun poi11ct de leurdoct1-i11e, Sedan. 1618, pp. 1 19-20 y
185.
'" Veron, Oeuvres, pp. 1 69-70.
1 24 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PI RHON ISMO

c i a a Zenón, no a Ari stóteles; a esto replicó Veron: " ¡ Gran


o bj eción! Que sea Zenón o algún otro, ¿ re sultará n mej o res
j ueces de nu estras controvers i a s ? " � () C u ando Pierre du
Moulin, uno de los más d estacados protestantes franceses,
contestó en su Elenwnts de la Logique Fmnc.oise que la ló­
gica no se basa en las opin iones de algunos griegos anti­
guos, "pues h ay una lógic a natural, d e la q u e el hombre
hace uso naturalmente , sin incluir n a d a artificial. Hasta
los c ampesinos hacen s ilogismos sin pensar e n ellos",� 1
Veron exclamó, " ¡ Po bre s upuesta rel igión basada en las
regl as de la lógica de Zenón, o en la fuerza d e l razona­
mi ento del campesino! "�2 Algo ta n poco digno de créd ito
como el razonamiento n atural de un campesino d i fíc il­
mente podría aportar u n a base a bsolutamente cierta para
l a fe. Por último, indicó Veron, la aplicación d e los prin­
cipios de inferencia era a veces deficie nte; es d e ci r, a ve­
ces la gente sacaba i n fe rencias erróneas. ¿Cómo podría­
mos estar completamente ciertos, en algún caso dado, de
no h aber cometido un error de lógi c a ? 2;¡ (Comprobar el
razonamiento segú n las leyes d e la lógica conduce al pro­
blema que Hume pla nteó en el Treatise_; ¿ Cómo puede uno
estar seguro de q ue la comprobación fue precisa?)2"1
El núcleo del argumento de Veron contra e l intento de
llegar a la fe religiosa por el razonamiento basado e n el
texto d e la Escritura, q ue d ó resumido e n lo que él l lamó
sus ocho Moyens [Medios]: 1) La Escritura no contiene nin­
guna d e l as concl usiones a las que se h a llegado por las
i n ferencias de los refo rmados. 2) Estas inferencias n unca
se s acan en la propia Escritura. 3) Al sacar infe rencias, se
hace de la razón, no de la Escritura , el j uez de las verd a­
d e s rel igiosas. 4) N uestra razón puede e rrar. 5) La Esc ri-.
tura no nos enseña qu,e todas las conclusiones a las q u e se
'" /bid . . p. 169.
'1 Pi erre Du Moulin. Elements de la Logiq11e Fmnc.oise, Ginebra, 1 625, pp. 3-4.
" Veron. Victorie11se Mctllode, p. 67.
"1
·
Veron, Oeuvres. p. 1 77.
' 1 David Hume, A TTeatisc of Human Natm·e, editado por Selbi-Bigge, Oxford,
1 949, Libro 1 , Parte IV, sec. I, pp. 180-183. Una versión interesante de este pro­
blema, q ue ac a so sea la fuente de H ume, aparece en Pierre Jurieu,Le Vm¡¡ S¡¡steme
de /'Eglise & la veritable Anal¡¡se de la Foy. Dordrecht, 1 686, pp. 277-80.

· · ··-····-··· ··----- -
LA I N FLUENCIA DEL NU EVO PIRHONISMO 1 25

llegue por procedimientos lógicos sean a rtículos d e fe. 6)


Las conclusiones a las q u e l l egaro n los reformado s fue ro n
d e sconocidas d e l o s Padres de l a Iglesia. 7 ) Las conclusio­
nes sólo son probables, en e l mej o r de los casos, y se ha­
llan fun d amentad as e n mala fi losofí a o sofistería. 8) N i s i­
q uiera u n a conclusión n ecesariamente cierta to mada d e
la Escritura es artículo d e fe Y' (Porque " nada es artíc ulo
de fe q u e no haya sido revelado por Dios " Y "
La c l a se de crisis escé ptica q ue Veron estaba trata n d o
d e crea rles a sus a dversarios calvin i stas e ra u n tanto d i s­
tinta de la de Montaigne y Charro n. Éstos, en su absoluto
pirronismo, trataron de socavar tod a s las capacidades ra­
cionales de la humanidad, arroj ando así d udas, j unto con
todo lo d emás, sobre las razones q u e d a b a n los protestan-
"' Veron, Oe11rres. Los ocho moyens9uedan d eelarados con d e ta l l e en l a pri­
lllera parte , se arguye en favor de cada uno. y luego se responde, por t u rnos, a
todas las o bjec iones. Un ejemplo fasc i n a dor d e la aplicación del método de V e­ 1
ron y de la frustración que prod ujo e n su oponente calvinista aparece en las
Acles de la Couference teuue a Caen entre Samuel Bochm-t & lean Baillclwchc. 1
Ministre de la Paro/e de Die11 en /'E[Jlise Rcfonnée et Fnmc,ois Vcron Prcdicatcur des .1
Contl·o,erses. 2 tomos, Saumur, 1630. (El ejemplar que se eneuentra en la' Bi­
b l i ot héque Nationale. D. 221 1 7 perteneció al posterior escéptico e atólico f ran­
eés, Pierre-Daniel Huet, que h abía sido d iscípulo de Bocharts.) Una y otra vez,
los protestantes trat an de probar su argumento apelando a la Eseritura, y Veron
no deja de indicar que las a fi rmaciones protestantes no son idénticas a las pa­
la bras de l a Eserit ura, sino que son i n ferencias de l a Escritura. q u e l a Escrit u ra
no autoriza estas i n ferencias, q u e l a razón puede errar en sus inferencias. etc.
Después d e tratar una y otra vez de probar su a rgumento, los protestantes fi­
nalmente d ij eron, desesperados: "Y en c uanto al punto, planteado por Veron,
d e que nuestra razón es fali ble y puede cometer errores en sus conclusiones, se
repl ieó q ue si debíamos dudar de todas las conclusiones que se saean d e la
Escritura , con motivo d e que la razón es fal i ble, también tendríamos que poner
en d ud a todo J o que leímos en ella en términos precisos, ya que también es
posible que nuestros ojos nos engalien. y el m i sm o es el c aso de n u estras orejas,
y así. no pod ría haber fe al oír la Palabra de Dios. Esto es contrario a lo que el
Apóstol d iee e n térm inos claros, q ue " l a fe es por el oír, y e l oír por l a Palabra".
En suma, sería necesario que d u d á ramos de todo, aun d e est ar vivos.
"Que en realidad es la razón la que saca concl usiones de la Palabra de D i os,
pero la razón clarificada por la l u z de la fe, a la cual las concl usiones son mo ­de s
11
tmcio11CS espi1·itua/es podemsas como las d escribe el Apóstol en I Cori11tios, cap.
2. vers. 4. Es e l easo q ue todos los artículos de nuestra fe q ue son d i recta mente
neeesarios para la salvación quedan probados por conclusiones q u e son tan c l a­
ras que no hay ningún h ombre en sus cinco sentidos q u e no se vea obl igado a .1
aceptar est a evidencia, si l a pasión no J o ha arrebatado", Tomo I, pp. 404-405.
'H Oeuvres,
Veron, p. 143.
1

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---------------------- �1
126 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRO N ISMO

tes para su fe. Veron, en c a m bio, tuvo buen cuidado de n o


abogar p o r e l " escepticismo respecto a l a razón" o el " es­
cepticismo respecto a los sentidos". En c a mbio, i n sistió en
desarrollar un escepticismo a cerca d e los usos del sentid o
y d e l a razón en cuestiones rel igiosas y s u d e b i d a aplic a­
ción e n cualquier caso d a d o . D e esta m an era, trató d e
mostrar que, e n cuanto los reformados h ubiesen a bando­
n a d o a l j ue z i n falible, no podrían tener u n a fe cierta, por­
que n o tenían una defendible regl a de fe. Cada c riterio d e
conocimiento religioso q u e se viesen o bligados a adoptar,
la Escritura, l a persuasión íntima y la razón, se d emos­
traba extremadamente dudosa como regla de fe , pero n o
necesariamente dudosa para o tros fines. Y, la conclusión
fi nal d e su bombardeo mediante " l a máquina d e guerra",
según Veron, era, " ¡ Oh confusa Babil o n i a ! ¡Oh cuán in­
cierta es la supuesta rel igión respecto a todos los puntos
en controvers i a ! " 2 7 Los calvinistas q ue d a b an aislados d e
tod a certidumbre d e conoci miento religioso, porque care­
cían d e c á nones para determ i n a r el verdad e ro conoci­
miento religioso q u e n o pud iese ser socavado por el tipo
de escepticis mo de Veron.
Los apremiados calvinistas intentaro n muchos tipos d e
contraataq ue. E n general, sólo p u d i eron ver e l ata q u e
de Veron como u n esc epticismo tanto a nte l o s sentid o s
c o m o ante l a ra zón, y p o r tanto, pensaro n q u e la solución
a l a s d i fi c u l t a d e s p ro p u e s t a s e s t a r í a en d e stru i r e l
escepticismo. Por ende, 'va rios de los re formados, o bien
trataron de mostrar el co!n pleto y catastrófico pirronismo
q u e resultaría de la aplicación d e l método d e Veron, o de
demostrar que hay un verdad ero conocimiento del mundo,
basado en el empleo de nuestra s fac ultades naturales de
sentido y razó n.
Uno de los grandes polemistas protestantes, J ean Dai­
llé, sostuvo que al pl ante ar d ud as acerca d e lo confiable
de nuestras fac ultades d e ra ciocinio en s u aplicación a
pro blemas específicos, estaba abriéndose un tipo de es­
cepticismo que igualmente podría aplicarse a c ualquiera
" lbid., p. 1 69.
LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 1 27

de n uestros conocimientos racionales. Si l a razón a vece s


es e ngañosa, ¿ có m o podemos esta r seguro s de no errar
respecto a las verd ad e s matemáticas y fís icas, h asta en
verdades tan o bvias como "la nieve es blanca", "el fuego
q uema", etc.? "Juzgad cuál es la desespe ración de estos
metodistas" [qu ienes aplicaro n los métodos de Veron] q u e
e s t á n tratando d e revivir el escepti c ismo completo . 2 8 Para
impedir q u e los p rotestantes j ustificasen su fe po r la Es­
critura , lo destruyen todo, sus propios argumentos, cien­
cias, conocimientos sensori ales, y envuelven a l a e specie
humana "en tin i e blas etern as".2 !' El q ue los sentid o s y l a
ra zón a veces caigan e n el error no e s b ase p ara no tener­
les la menor confianza y p ara no depender de ellos las
más de l a s veces. La persona que pasa de reconocer que
n uestras fac ulta d e s a veces nos engañan a la completa
d u d a de ellos lo mej o r que puede hacer e s i r a ver a un
mé d ico para que le h aga una limpia del c e re bro con el é­
boro.:w Daillé insistió, siguiendo la tradición aristotélica,
e n q ue nuestras fac ultades son fidedignas por naturaleza
y s e d ebe confi a r e n ellas siempre que p revalezcan las
condiciones apropiadas. U n hombre e n bon sens s iempre
puede d e c i r cuándo h a razonado bien. 3 1
E n su clásica o bra, Traicté de l'En1-ploy des Saincts Peres
trató d e mostrar D a i 1 lé cuán endeble era l a base d e la fe
d e los católicos, y cómo el estilo de a rgumen to veroniano
ten d ría resultados devastadores si se aplicaba a las fuen­
tes c atólicas, los Padres de la Iglesi a. Del l ado positivo,
afirmó Daillé, las ideas de los prote stantes eran a cepta­
d as tanto por católico s como por reformados. Lo que es­
taba en d isputa eran las op iniones a dicionales que los ca­
tólicos d e rivaban de los Padres. Allí podía d esarrollars e
u n tipo d e escepticismo acerca del s ignificado de l o s do­
c umentos históricos. No podemos estar ciertos de q u e los
escritos d e los Padres realmente sean o bra de ellos, d e
q u e n o h a n sido alterados, de q ue s ignificaran para los
'" D a i l l é , La Foy Fondée sur les Saintes Escrit.ures, p p . 57-59.
"' lbid., p. 59.
"" Jbid., p . 60.
"' lbid., pp. 63-65.
128 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONI SMO

a utores lo mismo q u e sign ifican para nosotros, q u e los a u­


tores creían o seguían c reye ndo en lo q u e decían, q ue los
a utores habían intentado que s u s observa ciones fue ra n
cons i d e radas como verd ad e s nece sarias o sólo c o m o p ro­
babilidades, y así suce sivamente. a 2 Pero, dijo Dai llé, é l no
iría hasta los extremos a los q u e había llegad o Veron, Y
no pro baría que nu nca podía estarse seguro de lo que hu­
biese dicho algún p ad re, concilio o papa. "Pero dej o a u n
l a d o todos l o s p e q u e fl o s p u ntos, p o r c o n s i d e ra rlos m á s
aprop i ados para p i rrónicos y académicos, q u e desean po­
n erlo todo en d uda, que p a ra cristianos que buscan e n la
sencillez y sinceri d a d de sus c o razones aquello en q u é
basar su fe. ' ' :1 :1
Veron respo n d i ó acusa n d o a D a i llé de no h a ber c a p­
tado el argumento del método, y d e haberse convertid o e n
Daillé, ministTO de ChaTenton, nuevo pinónico e ind�{eTente
en nwter-ia de Teligión. a .¡ El p roblema de la aplicación de la
ra zón a cuestiones específicas no entrai1a el e scepti c i sm o
un iversal q ue D a i l l é prete n d i ó ver, y que D a i l l é " h a com­
batido contra su som bra".:¡:; Las cuestiones que Veron h a­
bía planteado eran dobles. Ante todo, p uesto q ue los cal­
vinistas habían i n s i stid o en q ue la Iglesia erra ba al leer
las Escritu ras, y en que todos los hombres eran fa libles,
entonces, ¿ c ó mo podían estar seguros d e no erra r en sus
p ro p i a s i nterpreta c i on e s p a rti c u l a res d e la E s c ritura?
Esta índole de problema n o se extiende al razonamiento
científi co y mate mático, d ij o Veron, porque allí los p rin­
cipios e inferencias " son evidentes y ciertos". a n Pe ro afir­
mar q u e lo mismo es c i e rto respecto a la lectura protes-

'1' D a i llé. Tmité de /'Employ des Saincts PeTes. ¡mT le lugeme11t eles di.ffeTeliCis. qui
so11t a uio1mi'I1H1J en la Religion. G i ne bra . 1 632. caps. 1-2. S i m i laresSimon.
a rgu mentos
en su
fueron pl anteados por el gran est ud ioso biblieo. padre Richard
Histm·ia Critica del Antiguo Testamento. t raducido por Dodwell. Londres. 1 682. •

con respecto a los textos bíblicos.


u D a i l l é . Employ des Sai11ct PeTes. pp. 62-63. .

1' Veron. Du Vmy .luge et .lugement des Di.f.Terents qui so11t cwiouni 'IIH1f e11 la Re/1-
gion: mi est respo11d11 au siem· Daillé Ministre de Cilarento11. 1WHt'eau Pyn·/10nien. &
indi.f.TeTent en Religion. contmiTe d ses Col/egues & (1 so11 pm1y. París. n. d .
'1'' Veron. Oc1n;res. p. 178.
'1" !bid . p. 177.
.
LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 129

ta nte de la Escritura, " ¿ n o es esto vers e red ucido a la de­


s e s p e ra c i ó n ? ¡ C ó m o ! ¡ Ta ntos Padres Santos no han p o ­
seído sentido c o m ú n , así c o m o ninguno d e nuestros p re­
d ecesore s ! ¿ Y sólo lo poseerán el m i ni stro y su zapatero?
¿ Y estarán segu ros d e e l l o ? , e tc . , ¡y s o b re esta seguridad y
l o c u ra, s e a rriesgará n a la condenaci ón!" a ¡ En este caso,
p a rece el colmo de la p resunción y de la audacia preten­
d e r que sólo los p ro testantes en los ú ltimos c ien años han
estado e n bons sens y han interpretado correctamente la
B i blia, e n tanto q u e tod a la tradición católica ha estado
en el e rror. Y así, conti n uó Veron, el mismo tipo de base
p a ra d u d a r de l a i nterpretación de las Escrituras no con­
d u c e a u n a d u d a más general acerca de todo nuestro co­
nocimi ento.
Por entonces se plante a la segu n d a cuestión. El hecho
d e que nuestros raciocinios p uedan ser "evi d entes y cier­
tos" en algunas c uestion es no s ign ifica q u e lo que parece
e v i dente y cierto sea a rtículo d e fe. Daillé, " este ignorante
co nfunde el no ser m·tículo de fe con ser conocimie nto d u­
d o so". a H Muchas cosas, conocimiento c i entífico, evi d encias
de la rel igión c ristiana, etc . , no son d udosos de acuerd o
c o n Vero n pero, al mismo tiempo, n o s o n a rtículos de fe,
ni l o serán a menos q ue sean revel ados por D ios.:l!J
El con traata q u e d e D a i l l é , cre a n d o u n a m á q u i n a d e
gue rra" contra l o s Padres d e l a Iglesia fue considerado
por Veron como realmente p e ligroso. El tipo de razones
o fre c i d a s p o d í a extend e rse a to d o s los l i bros ' c u ales­
q u i era q u e fuesen, incluso los d e Daillé. " La s mi smas d u­
d a s podrían plantears e so bre si el l ibro d e Daill é real­
mente es d e él, o sólo supuestamente lo es, s obre s i habló
en s u j uventud, etc." ·In Como Vero n se n ega ba a a dmitir
que s u con ocimiento de las p roposiciones religiosas ver­
d a d eras se basa ra en alguna evidencia, interpretación d e
doc umentos o experiencia, s i n o q u e t a n sólo estaba con­
ten i d o e n l a palabra revel ada de Dios, podía o bservar que
,; //Jid . p. 1 78.
1' 1
.

!Jid . . p. 1 77.
0' /bid . pp. 1 70, 1 77 y 1 96-197 y 227.
.

'" Veron, Du Vray Juge et Jugement, p. 13.


130 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRO N ISMO

la m a nera de a rgum e n t a r d e D a i l l é " intro d u c i r í a a l a


secta d e los p i rrónicos, y l a i n d ife rencia e n materia de re­
l igión" . 4 1
Otro p rotestante se levantó para refutar a Veron, cierto
Paul Ferry, q uien consid eró q u e la solución al b ombard e o
de Veron s e hallaba e n l a d e fe n s a d e l a racionalid ad, e n
u n a inve rsión c a s i comp leta d e l a posición calvinista i n i­
c ial. Habiendo intentado p ro b a r q ue los a rtículos d e fe
calvin istas estaban en l a s Escrituras (lo q u e Fe rry en rea­
lidad desaprobó, en vez de establecer, ya que i n d icó q ue
los a rtícul o s simplemente s o n i n terpretaciones razon a­
bles d e l texto);12 Ferry d e fendió el uso d e l a razón p ara
establecer las verd ades rel igiosas. Afi rm ó que tenemos
una d isposición o capacidad natu ral, nuestras fac ultades
racionales, que constituyen un ra sgo básico d e l a natu ra­
leza h uman a y que nos capacitan a conoc e r las cosas. Por
medio de nuestra " experi e n c ia u niversal" podemos saber
que el fuego es caliente y otras verd ad e s naturales; por
medio de nuestros " primeros principios" o "verd a d es que
han nacido con nosotros" conocemos cierta s verd a d e s ge­
nerales como "el todo es m á s grande q u e la parte" ; y p o r
medio d e l "j uicio" podemos d iscernir las consecuencias
lógicas de las verd a d e s q u e conoce mos. Todo e sto aporta
una base indudable de rac i o n al id a d , q u e es conn atural e n
nosotros. Desafiar esta racionalidad nat u ral y fundamen­
tal es tratar d e destrui r n ue stra h umanidad y convertirn o s
en bestias. Hasta el p unto e n q ue tenemos estas capacid a­
des y h abilidades, podemos razonar, partiendo d e lo q u e
conocemos c o n certidum bre, y por tanto, pasar d e l a s ver­
dades religiosas a otras verd a d e s .¡;¡ .

Veron apartó esta defe n s a de la racionalidad si mple­


mente diciendo: " ¿ Quién lo d u d a ? Pero n a d a de esto basta
para establecer un a rtículo de fe, pues n a d a de esto es l a
Palabra de Dios, y c reer no es más que sostener algo como
cierto porque Dios lo h a dic ho." '·' La defensa de l a razón
" !bid., p. 3.
" Fcrry, Dcm1er Desespoir de la Tmdition, pp. 64-68.
"' !bid. , pp. 1 46-148.
" Vcron, Oeuvres, p. 170.
LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 131

no e s el p unto e n c ue stión, sino tan sólo si un a rtículo d e


fe p uede s e r establecido p o r l a razón. Gente como Ferry,
al glorificar nuestras capacidades racionales, se acerca a
adoptar l o que B ayle llamó l a herej í a sociniana, q ue l a
razón e s l a regla d e fe.45 Para Veron, l a razón p u e de s e r
perfectamente s a n a y a d e c u a d a , pero esto n o supera e l
escepticismo res pecto a s u u s o al establecer los artículos
d e fe. Ni siq uiera e l razon a miento teológico, que Veron
reconoció como posi blemente "necesario y cierto" hace
d e sus conclusiones verd ades religiosas, a menos que h a­
ya n sido también revel a d a s p o r Dios. 46
El método vero n i a no p re te n d í a d e spoj a r a los refo r­
mados d e todo criterio p a ra asegurar la verd a d d e s u s
convicciones rel igiosas. Para asegurarse d e q u e los pro­
testantes no pudieran j ustifi c a r s u fe por l a Escritura, o su
razonamien to a p artir de l a Escritura, intro d uj o u n tipo
d e escepticismo parcial, aplicando algunas de las clásicas
téc n icas p irrónicas p ara p roducir l a falta d e certidumbre
completa e n la visión d e los reformados. Co ncluyó l uego ,
"po bre religión, sin certid u m bre, abandonad a a l a d iscre­
ción d e c ualquier c h a pucero " . -1 7 Medi ante u n hábil uso d e
''la .r ueva máquina de guerra", l a fortaleza d e los p rotes­
tantes q u e d ó red ucida, h asta d ej arlos soste niendo un li­
bro cuya a utentic i d a d n o podían establecer, y de c uyo sig­
n i fi c a do nunca podrían estar segu ro s ; sólo s e les d ej aron
las falibles facultades d e l h o m b re para emplearlas en u n a
tarea para la c u a l n o p o d í a n mostrar que p u dieran usar­
l a s . Así, creía Veron, h abía mostrad o lo d udoso d e las
afi rmaciones de los refo rmadores, y q u e su m étodo de es­
tablecer l a s verd a d es rel igiosas sólo conduc iría al escep­
ticismo rel igioso y, q u izás, a l pirron i s mo total.
Los protestantes , sin embargo, vi eron q ue e l mismo en­
foq u e escéptico p o d ía aplicarse contra su i n ventor, y con
los mismos resultados. La "nueva m á q u ina de guerra" pa­
rec i ó tener un peculiar mecanismo d e retroc eso q u e c a u-

"' Bayle, Dictionairc, art. "Socin, Fauste", comentari os fin ales.


"'' Vcron,Oeuvres, p. 1 97.
·" Veron, La Victorieuse methode, p. 58.
1 32 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRON I SMO

saba el extraño efecto de hundir al blanco y al artillero e n


una catástrofe común. S i los refo rmados n o pod ían deter­
m i n a r i n fa l i blemente los verd a d e ros a rtículos d e fe a
partir del texto de la Escritura por m e d i os ra c i onales,
tampo c o podrían los católicos d escu brir algun � verd a ?
religiosa, pues se hallarían c o n frontad os a las mismas d i­
ficultades al tratar d e aseverar el sign i ficado y l a verd a d
de l o q ue habían dicho papas, concilios y Pad re s de l a
Iglesi a . Hasta d o n d e p o d í a n v e r l o s reformados, Veron
había desarrollado un escepti c i smo com pleto para ven­
cerlos, pero, por su a rgu mento, h abía quedado tan derro­
tado como ellos. ·IH
Excl u i d las consec uencias de la Escritura, y los papistas no
serán capaces d e i mp ugnar un sólo lema d e los protestantes,
ni estarán en capacidad de probar el primer Artículo de la fe
romana, a saber, l a pretendida i n fa l i bilidad de s u Iglesia.
Mientras nos arrancan tales armas de nuestras manos, se de­
sarman ellos mismos a la vez. Y a l esforza rse por perj udicar
la causa de l as Iglesias reformadas, socavan por completo la
suya p ropia; pues si n uestros razonamien to s d � esta í � do I e
.
- s o n msig­
son i nsigni ficantes contra ellos, los s uyos tamb1en
nifi cantes contra nosotros, y por este mismo arte se esfuerzan
por q u itar el filo a nuestras espadas y tienen que a rroj ar las
suyas propias:!!'

Ambos bandos pud iero n pla ntear perplej idades escép­


ticas so bre cómo podía el otro conocer y estar seguro de
que sus opiniones eran Ciertas. Una vez que Ve:on plan­
teó su escepticismo respecto a l e mpleo d e l a razon e n m � ­
teri a rel igiosa, ninguno de los dos bandos pudo y a a d u c i r
una evidencia satisfactoria e n defensa de su pro p i_ a c a u s a .
En cambio ' ambos pudieron concentrar sus esfuerzos . en
aumentar las d i ficultades escépticas de sus adversariOs.
' ' Cf. Gottfried W i l helm Lei bniz, Essais d .; Theodicée s u r la bon �é d e Dieu, la
.
liberté de l'homme et /'Origine du Mal, Amsterd a m , 1 710, p. 74, parralo 62.
&
'" Robert Ferguson, The In terest of Reason in Religion, wit h tlle I mpo1·t Use of
& Belwvers (Lon­
dres. 1675), p. 190-' Véase t a m b ién Joseph Glanvill. AOfOY <H'I J � :, E J A : o, A Seaso­
Scripture-Metaplwrs, a n d the Natw·e qf' the Union betwixt Christ

n able Recommendation and Defence (Jf Reason, I n the AjJairs of Rel!gwn. agamst
I nfidelity, Scepticism, and Fanaticism of all satis, Londres, 1670, pp. 32-33.
LA I N FL UENC IA DEL N UE\'0 PIRRO NISMO
1 33
Pero l a "má q u i n a de guerra " de Vero n, tan adm
i ra d a
e n s u é p o c a por l o s j efe s d e l a Cont ra rrefo rm a n o
s ó l o era,
como lo ha a fi rm a d o Bred vold, 50 u n empl eo estra tégic
o
d e l escep ticism o para recog er el reto d e l c alvin ismo
. An­
tes bien, c reo yo, fue el resul tado d e otra i nflue ncia
más
pro funda del e s ce pti cismo a comi enzos del siglo ·
XVII, la
alian za d e p i rró n i co s y catól icos, en defen sa del c
ri stia­
nism o fid eísta . En estos térmi nos. como verem os, los
cató­
l i co s q u e d a ban a salvo del bomb ardeo escé ptico de
sus
pro p ios c a ñones , ya que no ten ían ningu na posic ión
que
d e fende r. S u o p i n i ón se halla ba arra igada e n u n a a fi rm

c i ó n q ue n o e ra racio nal ni fá ctica, s i n o e n una fe acep­
ta d a e i n d i sputa d a en l a tra d ición c atólic a. Viero n, como
ha bía suger i d o Mald onad o, q u e si d ud a b a n una vez
de
esta fe p o r la a cepta ción tradic ional , enton ces ta mbién
ellos se vería n a rrastrados a las mism as arena s move dizas
en que esta ban tratan do d e hund ir a los reformado s.51 y
así, en much os d e los contr a rrefor mad ores franc eses en­
contr amos un fid eísmo i mpl ícito que como mej o r pod
ía
j ustifi ca rs e era p o r e l fi deísm o expl ícito d e l o s nouveau.x
Pyrrhoniens.
Come nzand o en el s iglo X V I con Herv et y Mald onad
o,
encon tra mos mucha s i n d i cacion es d e q u e las princi pales
figura s c atólic as france sas suscri bían un tipo d e fid e ísmo
cuyo desarr ollo y expre sión teóric a apare cieron en los e s­
cri to s d e Mo nta igne y d e s u s segu i d o res. Herve t, como
hemos visto, en el prefac io a s u traduc ción a Sexto Empí­
ric o , h abía in sistido en el carácter n o racion al de la fe , y
en l a neces i d ad d e creer, antes de sa ber. El escept icismo
ayu d aría a l cristia n ismo d estruy endo al filósofo d ogmá­
ti co, de modo que sólo qued aría la fe como vía a l a verdad
rel igiosa . 52 Y la amista d d e Maldo nado con Monta igne pa­
rece basad a , al menos e n parte, en una simili tud de opi­
n i o n e s . El meollo d e la teolog ía de Mald o n a d o p arece
haber sido libera r la creenc ia religio sa de todos los argu-
''" Bredvo id, I nt ellectu a l Milieu of Dryden , p. 76 y ss.
'' ' John Maldon atus, A Commen tanJ on the Ho/y Gospels. t ra d . por
G. J. D avie .
Londre s, 1888, esp. Vol. I , pp. XIX-XX , y Vol. I I . pp. 1 09-1 10.
''' H e rvet, prefaci o a Sexto Empíric o, Adversus Mathem aticos.
ONIS MO
I 34 LA INFL UEN CIA DEL N U I•; VO PIRR
p resu n c i o � e s d e l � o.mbre
m e ntos d i aléc tico s, n ega r l a s
l as c ues tiOnes reh gwsas .
rac i.on al que trat aba de j uzg ar
fe , tal com o a par ece en l a
La bas e del cris tian ism o es la
ía b asta rno s con resp onde r,
E scri tura y l a trad ició n. " D e b
rist i a n � s, no filó sofos . La Pa­
e n una pala bra , q u e som os c
; y m ient ras ten gam os esto
l abra de Dio s es nue stro l e m a s icta dos de la sim ple
J o d
en cl aro , poc o insi stir emo s en
raz ón n atur al." 5a
form ado res no ofre cen
Muc hos de los dem ás con tra rrs
; pe ro una fe fide ísta parece
d e fensa raci ona l a su pos ició n
lós ofo s a los q u e adm iran. El
s uge rid a por los teól ogo s y fi
.ú s gra nde de los con tr� ­
Carden al du Perron , quiz á s el mism o con vers o a l c atol i­
rreform ado res fran cese s,5· é 1 l m
ió tiem po, e n s � s escritos
ci smo , prá ctic ame nte no pcrd sa, smo que se
a s de su cau
p olém icos , pres enta ndo pru eb .
r 1 � I ade c l:l ado de l a teo­
ded icó prin cipa lme nte a señ ala ?
so. Sm emb argo , el
ient o re hgw
ría calv inis ta del con ocim
ptiv a d e Mon taigne , la
c arden al era ami go de la h ij a ado
a d m irad or de los escritos fi­
señor ita de Gou rnay , y gran
o d e Mon t aign e, Pi erre C h a rron . ''5
deíst as del hijo ado ptiv
on nos i n d i ca s u eva lua­
Cierto rela to acerca d e Du Pcr r
uma na e n c ues tiones re­
ción d e los mé rito s de la razó n h
a � o a cen ar por Enr i­
ligi osas . En u n a ocas ión fue i nvit
q u e III y, a la mes a, pron u n c i ó u n
d i sc �rso e � co ntra .d e l
l a exis ten ci a d e D w s .
ateí smo , ofre c i e n d o pru eba s d e

A CommentanJ on tlw J l o/!1 G ospels,Vol. J I , pp. 420-4 21. E n s u


''" Mald onatu s,
d �uhr a yó I � nec sida � � e l a fe para o b­
discu rso inaug ural e n París , Mald nado sJgm _ f. canc l: d e f1loso fo s como Pla­
tener una comp rensi ón de la teolo gía, y In rn Y la Igles ia a l resol ver l a s c ues­
in l �
tón y A ristót eles comp arado s con l a Escl"i tu pp. 179-1 85, 558-560 Y
Mo.ldonat ct l'Ulli l't"I"Si té de Parfs ,
t i ones teoló gicas . Cf. Pral.

''' En la vida de Du Perro n, que apare ct' l"(>lllO


566. prefa ci o a Les diverses Oeuvres
Parí� . l ti22. se infor ma que el papa d ijo e
n
de l'illustrissime Cardinal Du Perron,
D ios que in s i n· ni carde nal D u Perro n, porq ue é l
u n a ocasi ón, '"Rog uemo s a p

n o s conve ncerá de Jo q u e quiera ", p. 22. a nl, menc iona la a d mira ción de D u
:.:. Jean D uverg ier du Hauranne (Sain t·C'�T etez Capitales contenues en la
La Somme des Fautes•·s ,·r Fauss
Perro n a Charr on en la dt•
Comp agnie de Jesus, París , 1626,
Somme Theologique du Pere Franc,ois Garas
relac iones dt' Du Perr� n con Mlle. de G ? u rnay,
II, p. 324. Acerc a de las
La Filie d'Aliance de MolltCIIfJ1le, Mane de Gou111ay,
Tomo Par1s , 1910.
véase Mario Sch iff,
p. 37.
LA I N FL UENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 135
Cuando el Rey e x p resó su placer y elogió a Du Perron
és � e d ij o , "sire, h oy he p ro bado por razones poderosas ;
evi ? e ntes q u e h ay u n Dios. Mañana, s i place a Vuestra
Ma.1 estad concederme otra a u diencia, le probaré p o r ra­
zones p o d e rosas y evidentes q u e no h ay ningún Dios". El
Rey, .q �� al pare c e r n o e ra cristiano fid eísta, se i rritó, y
desp1d10 a s u h u é s p e d.'•6
Hasta en el c a s o d e l más espiritual de los contrarre­
form � d ores franceses, S a n Francisco d e Sales, h ay algu­
nos signos, aun c u a n d o tenues, de ten d en ci as fideístas.
� unque San �ra n c i sco condenó a "aquellos d e nuestros
ti e mp o s q u e p r o fe s a n p o n e rl o todo e n d ud a ", escogió
como s u secreta rio al p i rrónico cristiano Jean-Pierre Ca­
mus, Y d e d i c ó cierto tiempo a la gu ía espiritual de la he­
re ? e ra de Mo ntaigne, la s e ü o rita de Gourn ay.5 7 E n los
pnmero � escntos _ de S a n Fra nc isco, Les Controverses, c itó
a Montmgne como u n a de l as muy escasas a utori d a des
eontempo:á � �as e n c uestion es religiosas. El li bro, en ge­
neral, defl mtlvamente no es fi d e ísta. Pero en defensa de
l o s m ilagros c ita u n pasaj e , posi blemente i rónico ' d e los
Essais, "para p ro bar l a fe por los milagros". s H
Hay muchas otras ind icaciones de los n ex os entre los
contra rrefo rmadores y el nouveau Pyrrhonisme. Al pare­
cer, � un p a ra sorpresa de Montaigne, el Vati c an o sólo ex­
preso una tenue desaprobación de las opiniones expresa­
das e n los Essais, y le invitó a d e d i c a rse a escribir en
cl e fens.a de l a Iglesia.-··H La mayoría de los d iscípulos d e
� � ntaigi� e a comienzos d e l siglo xvii rec ibieron protec­
cw n Y ahe nt.o de los cardenales Richelieu y Mazarino.(HI El
_
obispo de Boulogne, Claude Do rmy, fue gran admirad o r
de Ch arron, y le ayud ó a obtener una a prob a ción para La
''" Pierre de I 'Estoile, Mémoires-Jotmwux, 12 vols., Tome Deux icme. Joumal de
He_1: r1 III, ! 581-1_586, París, 1 888, entrada de noviembre de 1583, pp. 140-141.
.. . San 1• ranc 1sco de Sales, Carta a M . Celse-Bénigne d e Chantal. 8 Décembre
1610, en Oetw1·es, Tomo XIV (Lettres, Tome I V), Annecy, 1906, p . 377 Boase, For­
tu �ws o.f Montai�ne, p. 61; y Chiff, La Filie d'Alliance de Montaigne, pp. 29-30.
:·: San F�anc1sco de Sales, Controve1·ses, p. 328, y "Notes préparatoires", p. 17.
·· · Monta 1gne, Joumal de Voyage, pp. 250-252 y 274.
. "" Por ejemplo, Gabriel Naudé y Franc,oi s de La Mothe Le V ayer eran prote­
gidos de Richelieu y Mazarino.
1 36 LA INFLlTENCIA DEL N UEVO PIRRON ISMO

Sagesse. El o bi spo tenía tales inclinaciones fid eístas q u e


desaprobó l o s pocos e s fu e rzos d e Charron p o r mod erar s u
pirronismo cri stia n o ante l a oposición q ue encontró e n l a
Sorbo n :;� . 6 1 El confesor d e l rey, e l j esuita Nicolas Caussin,
impri m i 1 una a dapta c i ó n d el nú cleo d el escepticismo fi­
deísta d e Charron e n su o bra La Cour Sainte. 1;2 El carde n al
Bérulle, en s u crítica d e l conocimiento racional, ofrec ió
una opinión n otableme nte p a re c i d a a l a d e Charro n.t;a E n
e l d e cenio de 1620, c u a n d o Charron fue acusado d e ser
" ateo e n secreto" , t ; � fue d e fe n d i d o prim e ro por el padre
Ogier,fi5 y l uego por el gran te ólogo j anseni sta S a i n t-Cyran
(J e a n D uvergier du Ha uranne). Éste, q u ien a firmó que el
Card enal du Perro n le h a b í a recomendado la teologí a de
Charro n , insistió e n q ue , e n general, no era más que buen
agusti nismo, y q u e el pirro n ismo cristiano d e Charron e s­
ta ba en armonía con lo m ejor d e l pensamiento rel igioso,
así como con l a s Escritura s . fi 6
Estas indi c aciones de a p ro ba c i ó n d e l nouveaux Pyrrho-
nisme y de los nouveaux Pyrrhoniens por muchos que los
espíritus más d estacados d e l a Con tra rrefo rma e n Fra n c i a
ilustran, a mi entender, l a i n flu encia b á s i c a d e l resurgi­
miento del escepticismo griego e n la época. El o bjetivo
del p i rronismo cristian o d e hombres como Montaigne y
Charron acaso fuera "au mentar la dista n c i a entre la razón
y la revelación" y "construir una mora l i d a d n o ra cional,
sino racionalista, e n q u e la religión sólo ocupe un lugar
secund ario" .f1 7 No o bstal'l¡te , e l escepticismo d e Montaign e ,

•H Cf. L . Auvray, "Lettres d e Pierre Charron a Gabriel M ic hel d e l a Rochc mai­


Reme d'Histoire Littémire de la Fmnce,
l let", en I, 1894, esp. pp. 323-327.
Fortunes o.f Montaigne,
'" Cf. Boa se, p. 1 86.
n:� C f. Joseph Dedieu. "Survivances et Inl1uences de l ' Apologetique tra d i t i one­
Revue d'Histoire Littéraire de la Fmnce,
lle d a n s les Pensees", en XXXVII, 1 930,
pp. 498-499, n. 3.
'" Por Fran¡;ois Garasse, S. J. en su o bra La
Doct1-ine curieuse des beau:r esprits
de ce temps, ou pretendus tels, París, 1 623, y o bras posteri ores.
J¡¡gement et Censure du Lirre de la Doctrine curieuse de
'" Cf. Fran¡:ois Ogi er,
Franc,ois Garasse, París, 1623.
"" Saint-Cyran, laSomme des Fautes et Faussetez, To mo II, pp. 321-469. Esto
será a n a l i zado en detalle en el c a p ít u l o VI.
'" Jul ien-Eymard d ' Angers, "Sénéque et le Sto!c isme d a n s l ' oeuvre du corde­
lier J . d u Bose", enDi:r-Septieme Siecle, núm. 29, 1955, pp. 376.
LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONI SMO 137

C h a rron , Camus y Sexto E mpírico aportó al mismo tiempo


un méto d o para c ombati r al calvinismo (y también, como
vieron l o s reformados, un método igualmente bueno para
combatir a l catol icismo), y una razón para el empl eo d e l
método. L o s acertijos escépticos ayudaban a destruir a l
a dvers a ri o, en tanto q u e el fideísmo impedía la pro p i a
d estru c c i ó n . L a teorí a escéptica d e l conoci miento rel i­
gi oso prop uesta por Montaigne y sus d iscípulos aportó u n
marco teórico e n q u e l a "máquina de guerra" podía a c ­
t u a r s i n d i sparar al m ismo tiemp o contra el a rtillero ,
m a rco e n que u n total escepticismo e n e l plano racional
se convertía en preparación para l a revel ación de la ver­
1
d a de ra fe.
C o m o e l t i p o d e méto d o escéptico e m p l e a d o por l o s � 1
contra rrefo rmad ores podía aplicarse a c u a l q u ier teoría
del conoci miento rel igioso, la seguridad y la salva c i ó n
consistían en no tener ningun a teorí a . Pod ía n defender s u
c atolicismo tan s ó l o por la fe, en tanto que d emolían a sus
e n e m igos e n red á n d o l o s e n d i fi cu l t a d e s e s c é p ti c a s . Al
aliarse con los nouveaux Pyrrhoniens, los contrarre fo rma­ d
d o res podían re c i b i r m u n i ciones de los e s cépticos, a s í
c o m o u n a "justificación" fid eísta para su propia causa. Ya
1
pod ían gritar los calvinistas q u e tanto protestantes como q
catól icos serían víctimas d e una catástrofe comú n , pues 11
unos y otros tenían q u e basar s us i deas en documentos,
il
decl aracio nes y razonamientos acerca de ellos. Pero, a l
parecer, l o s catól icos pusiero n oídos sordos a estos gritos, ' 1
sin preocuparse, creo yo, porque habían aceptado la afir­
m a c i ó n d e los p i rrón i c o s cristi anos, de tt u e el escepti­
cismo es el camino h a c i a Dios. Los esfuerzos del hombre
sólo p ueden s er negativos: eliminar l a s creencias falsas y
d ud osas de su espíritu. El contenido positivo q u e q uede
es d a d o por Dios, no por el h o mbre . Y mientras Dios esté
del lado católico, las d u d a s general es de Montaigne y las
d u d a s aplicadas d e Veron sólo sirven a la función benefi­
ciosa de c urarnos de fa lsas creencias y guard arnos d e fal­
sas religiones. S i a band onamos el intento de comprender
las m ateri a s religiosas, n os salvaremos de llegar a conclu-
1 38 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRON ISMO

siones heréticas. Dios, mediante la Revelación, nos man­


tiene en la verdadera rel igión. El católico rac ional y el
protestante racional pueden ser demolidos por l a " m � ­
quina de guerra", pero el hombre de fe s e salva por mediO
d e Dios, no por la razón n i por l a eviden c i a . E l verdadero
creyente está a la merced y b �j o l a � r? tección d e D � os.
Tod a desvi ación de la Iglesia tradiciOnal abarcana u n a
decisión humana so bre q u é es correcto o i n correc to en re­
l igión. Para tomar tan importante decisión, habríamos d e
tener razones adecuadas. Por tanto, los contrarrefo rma­
dores y sus a liados escépticos trataron d e mostrar que los
reformados estaban haciendo de la razón la regl a de fe.
Habiendo logrado e sto, trataron de desa_r rollar, y � �� a u n
escepticismo respecto al u s o d e l a razon � n rel Igwn ; ya
sea un escepticismo con relación a la pro p i a razon. _ Mi en­
tras tanto, por lo que concernía a los contrarre �o rmadore s
y l o s escépticos, l a verd adera religión seguía siendo co � s­
tante mente revelada por Dios, por med i o de S u Iglesia.
Permaneciendo en el campo racional, basados en l a Roca
de l a fe podían disparar c ontra los nuevos d ogmáticos, los
calvini ;tas los n uevos d e fensores de la eficacia de las fa­
c ultades r� cionales del h ombre para determinar l a ver­
dad religiosa. A lo largo d e toda la batalla, los católicos
podían sentirse seguros en su fortaleza fid eí � ta, siempre
que Dios, de su lado, desde luego, los sostuviera . . Lo q u �
d ijo l a señorita de Gournay acerca d e s u s c ree�c1as reli­
gio sas y las de Montaigne, también p u d o apl i carse, en
gran medida, a los confrarreformadore s fr�n �� ses. Para
ellos, la piedra de toqu e d e l a verda dera rehgwn era
la Sagrada ley de nuestros padres, sus tra d iciones � su auto­
ridad. Que también pueden sufri r a estos n u evos titanes d e
nuestro tiempo, a estos trepadores que creen poder alcanz �r
el conocimiento de Dios por sus propios medios y c i rc unscn­
birlos, a Él, a Sus obras y a las c reencias d e ellos dentro de
los l ímites de sus medios y su razón, no dese ando aceptar
nada como cierto si no les parece probable. llH

"' Citado en Boase, Fmtunes qf' Montaigne, p. 61.


(:
LA I N FLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO I39

A d e m á s de i n fl u i r s o bre las l u c h a s teol ógicas de la


é p o c a , el res u rgimi ento del p irronismo t a m bién s u rtió
efecto sobre algu n a s de las otras pugn as intelectuales d e
fi n e s d e l Renacimiento, especialmente l a s q u e gira b an en
t o rn o a l as seudociencias de astrología, alqu imia, bruj e­
ría , etc., y las rela c ionadas con el conflicto e ntre las cien­
c i a s aristotélicas y l a " n u eva filosofía". Ya e n 1581 encon­
tra m o s un estudio d el pirronismo en l a obra de Jean Bo­
din, De la Denwnornanie des So1·ciers, donde, c o mo preludio
antes de d i scutir su tema , Bodin consideró n ecesario tra­
tar del problema del criterio, la regla de la verdad, para
mostrar q u e la evidencia q u e podía o frecer era sana. Se
deli ncan tres teorías del conoc imiento : la d e Platón y D e­
mócrito , d e que sólo el intelecto es j ue z de l a verd a d ; des­
p ué s u n b urdo e mpirismo atri buido a Aristóteles, y por
último el total escepticismo d e Pirrón (y también, segú n
Bod in, d e Nicolás d e Cusa). Las tres opiniones, especial­
m e nte el escepti c i smo, son rech azadas en favor de u n re­
fi na dísimo empirismo, al que Bodin llamó la teoría d el
sentido común d e Teofrasto, que dej a lugar a ve rd ades
derivadas d e interpretaci ones de la e xperiencia sen so­
ri al. Sobre esta base j usti fica después su evidencia acer­
ca de la "d emonomanía". fi H
En torno al cambio d e siglo, los adversa ri o s d e l a astro­ !
logía al p a recer empezaro n a intro d u c i r m ateriales d e
Sexto Empírico, especialmente d e su o bra contra l o s as­
tról ogos. En 160 1 , John Chamber se opuso a los astrólogos,
y e m pleó, como parte de su material, algunos artículos de
Sexto. 70 Un defensor de esta "ciencia", sir Chri stopher
Heydon, p u blicó una réplica, en cuya portad a � parece el
nombre de Sexto como e l de aquellos a los q ue respon-

De la Demonomanie des Sorciers,


"" C f. Jean Bodin, París, 1 581. Prefacio, las
púginas déc i m a , onceava y doceava, no nu meradas.
Lon d res 1 601, pp. 1 6 Y
A Treatise against Judicial/ .4strologie,
'" J o h n Cham ber,
HistonJ qf Magic and Experimental Science,
23-24. Lyn n Thorndike, en s u .4 Vol. VI,
l'\ ueva York, 1941, pp. 205-206, dice que Tommaso Giannini, en una obra publi­
cada en 1 61 8, también empleó materia les tomados d e Sexto contra los astrólo­
gos.
140 LA INFLUENCIA DEL NUEVO PIRRON ISMO

derá. i l Uno d e los cargos contra Chamber es n o haber re­


conocido c uánto debía su o bra a Sexto. 7 2 Heydo n s ólo h i zo
un leve esfuerzo por refutar a Sexto, indicando q u e los
pirró n i cos dudaban de todo , y sólo habían cavilado contra
la a strología, así como se oponían a tod a s las d e m á s c ie n­
cias; por tanto, no se les p o d í a tomar e n serio. ;:¡
Un espiritista francés, Pierre Le Loyer, tomó la críti c a
pirró n i ca d e l conocimiento h u m a n o mucho m á s e n serio, y
afl a d i ó una sección d e o nce págin as a sus Discou1·s, et His­
toiTes des SpectTes, en respuesta a esta opinión. ¡.¡ Al pare­
cer, lo que le perturbó fue que los escépticos d u d aran de
lo fi d e d igno de la i n fo rm a c i ó n s ensori a , pues él prete n d í a
basar su a rgumento en tod a una variedad d e testimonios,
como apariciones, etc. Así, Le Loyer empezó por esbozar
la histori a del escepticismo a ntiguo hasta llegar a Sexto
E m p í r i c o (co ntra c uya o b ra , a firmó, " France s c o Pi c o ,
conde d e la Mirandola, sobrino d e Gian Pico, el fénix d e
su época. había escrito y refutado todos los a rgumentos
de los pirróni cos y escéptico s"). ¡� Luego se dedicó a la re­
futación de la crítica escéptica del conocimiento senso­
ri al, ofreciendo básicamente una respuesta aristotélica: que
cuando nuestros sentidos funcionan ade cuadame nte, y e n
condiciones normales, re c i b imos verd adera información y
que, e n caso necesario, n u estro intel ecto puede corregir
los i n formes d e nuestros s e ntidos y, por tanto, o btener un
conocimiento fided igno a cerca d e l mundo sensible. 7(;

" S i r Chri stopher Heydon, A De.Íimce of.Judiciall Astmlogie. In Amwer lo a Trea­


t ise late/¡¡ Publisl1ed b¡¡ M . .Jo/m Clwm ber. Whaein al/ t il ose places of SC1"ipture .
Councells. Fat/1ers. Schoolemen. later Divines, Philosop/¡ers. Histories, Lawes. Consti­
t utions and Rea.�ons dmwne out of Si:rtus Empiricus. Picus, Pererius, Si:rtus ab Tic­
minga , and olhers, against C h is A rte, are pm-ticularl¡¡ Exam in cd: and tlw La w}'ulnes
t/¡crcc<t: by Equimlent Proofes Wana nted, Cambridge, 1603.
" / bid. , pp. 127 y 135.
:0\ / bid., p. 134.
" Pi erre Le Loyer, Discours, et Histoires des Spectrcs, Visions, et Apparitions des
EspJ'Íls. A nges. Denwns. el A mes, se m onslmns visible au:r lwmmes, París, 1605, Li­
&
bro I, cap. \"1, pp. 35-46. Les Scpliques apo¡·rhetiques Philosophes doutew: ceux &
de la seconde academie re./'ul ez, qui disoienl. que les sens h u mains estoienl faux &
nostre inwginati ue fa usse.
" /bid., p. 39. '
;" /bid., pp. 40-46.
LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 141

. Otros testimo n i o s importantes de a fi rmaciones escép­


ticas empleados. en. las batallas contra las s e udociencias
son los ataq ues de los padres Mersenne y Gassendi contr2.
l a alquimia. Mersenne, e n su Vet·ité des Sciences d e 1625,
presentó un diá logo entre un escépti co, un alqui mista y
un fi lósofo cristi a n o , y a un q u e el o bj etivo principal de l a
o bra era atacar el escéptico, este último asesta muchos
golpes al a l q u i mi sta medi ante los h a bituales mate riales
escé pticos tomad o s de Sexto contra la supuesta cien c i a de
l a a l q u i m i a . ;; Gasse n d i , pirrónico declarado por entonces,
escribió una refutación, a petición de Mersenne, en contra ,1
1
del teorizante ro sacruz Ro bert Fludd , en q u e l a a ctitud
escéptica es aprovechada para demoler l a s opiniones de
Fl u d d . i H
En l a s guerras c o ntra la ciencia escolásti c a se e ncu en­
tra n argumentos ya manidos, tomados de la tradición es­
céptica. Tanto sir Francis Bacon como Gassendi e mplea­
ron algunas d e las críticas del conocimiento sensori al en
su l u c h a contra e l aristotelismo de las Escuelas. En reali­
dad, el tipo de protesta d e Ba con contra la fi losofía y las
c i e n c i a s trad i c i o n a l e s fu e c o n s i d e r a d o p o r M e r s e n n e
c o m o una i m itación d e l os pirrónicos. 7!1 Y Gasse1Vd i en su
primera o bra, uno d e l o s d o c umentos antiaristotélicos
más poderosos de l a época, mezcló tod a la a rgumentación
el e la trad ición p i rrón ica en una denuncia general, con­
cl uyendo q ue nada podía s a berse y que ninguna ciencia
era posible, y menos q u e n i nguna la c i e ncia a ristoté lica. Ho
Encontra mos q ue u n a de las características comunes de
los " n uevos fi lósofos" es s u aceptación d e la crítica pirró­
n i c a del _conocimiento sensori al, y su e mpleo como golpe
de cisivo contra el a ristotelismo.
; ; l\larin J\lersenne. L a Verilé des Sciellces, co11tre les septiques 011 P¡¡rrho11iens,
l'a ris. 1()25. Las opiniones que aparecen en esta obra serún estud iadas en el
l' a p i t u lo r n .
; , Petrus Gassen cl i . E.m men Philosophiae Robe11i F/uddi Medici, en Opera Vol.
lll (la obra fue i mpresa por primera vez en 1630); las opini ones de Gassend i
serú n estudiadas en los capítulos \" y 1"11.
;, !\lersenne. La Ve¡·ité des Sciences, Li bro, I, cap. x 1·1.
"' Gassencl i . E:re1·citat iones ))(J mdo:ricae adrersus A 1-iBtote/eos . pub] icado por
pri mera vez en Grenoble, e n 1624; y también en Opem. Vol. III.
1 42 LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO

Pero el escepticismo no s i empre estuvo del l a d o d e los


ángeles. Al mismo tiempo que estaban siendo empleados
argumentos pirrónicos para atacar a los seudocientíficos y
a los escolásticos, a lgunos e scépticos estaban valiéndose
del m ismo material contra l a " n u eva c i e ncia" y l a s mate­
máticas. (Hemos de decir q ue uno de los más grandes e s­
cépticos de fin ales del siglo xvn, Joseph Glanvill, empleó
toda su habilid a d escépti c a en apoyo d e su creencia e n
l a s b ruj a s , d e m o l i e n d o e l d og m a ti s m o d e l a fa c c i ó n
opuesta.) H t Aquéllos a q u i e n e s l la m a ré los " es c é ptic o s
human istas", hom bres co mo Franc:ois d e L a Moth e L e V a­
yer y Guy Patín, así como el pirrónico p u ro, Samuel Sor­
biere, parecen haber apre c i ado poco o nada l a revolu­
ción científica que se esta b a efectuando en torno suyo, y
consideraron las te orías nuevas tan sólo como otra forma
más de dogmatismo, q u e rempl azaba a los anteriores, o
bien ins istiero n en la suspensión d e j u i c i o ante tod as las
teorías científicas, tanto antiguas como n uevas. Patin, rec­
tor de la escuela de medicina de la Sorbona, se opuso a
toda s las innovac iones en l a enseii.anza, e i nsistió en un
conservadurismo p i rrónico, aferrándose a las opiniones
tradicionalmente aceptad a s d e los griegos. H2 La Mothe Le
Vayer consideró tod a forma de i nvestigación cientí fi c a
c o m o forma de arrogan c i a e impiedad h umana, q u e h a ­
b í a n de s e r abandon a d as p o r la d u d a completa y el fi­
deísmo puro. El valor del e sceptici smo para las ciencias,
afirmó, consistía en que un a pro piado adoctrinamiento e n
el pirronismo llevaría a t o d o s a abandonar sus pretensio­
nes c ientíficas. H :l Sorbiere, p a niaguado d e Gassendi, de­
seaba suspender el j u icio aun a nte las h ipótesis c ientífi­
cas si iban más allá de las ap ariencias. H�
Respecto a las matemá ticas, la atmósfera e scéptica de
' ' Véase, por ejemplo, Joseph Glanvill, A Blow at Modern Sadducism in some
Pllilosophical Considerations about Witcllcrqft, Londres, 1 668.
'' C f. Pierre Pie, Guy Patin, París, 1 922, p. XIX y ss.
"' Cf. el ensayo de Franc:ois d e La Mothe Le Vayer " Discours pour montre r
que les doutes de l a Phi l osoph i e Sce pt iq ue sont de grand usage d a ns les scien­
ces", en Oeuvres, París , 1 669, XV, pp. 6 1 -1 24.
"' Samuel So rbiére, Discours sceptique sur le passage du cl!y/e, & le mouvement
du coeur, Leyden, 1 648, pp. 1 53-154.
LA INFLUENCIA DEL N UEVO PIRRONISMO 143

comien zo s d e l siglo X VII al parecer fue lo bastante pode­


ros a para req uerir c ierta defensa de la "re i n a de las cien­
c i a s ". Existe una o bra de Wilhelm Languis, de 1656, sobre
la verd a d de la geometría, contra los escépticos y Sexto
Empírico. Hr, Y Mersenne d e d i c ó la mayor parte de su Verité
des Sciences a exh ibir el gran número y variedad d e las
verdades m atemáticas como el mej o r modo d e "d erri bar
el p i rronismo".H 11
E n térm i n o s generales, el re surgimiento d el e sc epti­
c i s m o griego parece h a ber eje rc ido gran influencia en las
controvers i a s intelectuales d e comienzos del siglo XVII. Su
primera y pri n c i p a l reperc u s ión fue sobre la teologí a ,
pro ba blemente porque el asunto clave en d isputa, la regla
de fe, fij a b a una forma d el clásico pro blema pirrónico del
c ri terio. T a m b i é n el fi d e ísmo implíc ito e n el nouveau
Pyrrlwnisnw sirvió como d e fensa ideal para q uienes se va­
lían de ga mbitos escé pti cos en las controversi a s rel igiosas
de la época. Cuando la ciencia de Aristótel es empezó a
perder su auto rida d , y surgiero n atractivas te orías c i entí­
fi c a s y seudocientíficas, se descubrió otro terreno para la
aplicación d e los a rgumentos p irrónicos. E n este último
c ampo es donde o c u rriría el desarrollo de la clase de cri­
sis escéptica que ya había brota do e n la teología. El nou­
veau Pyrrhonisnw llegaría a e nvolver tod a s las ciencias
h um anas y la filosofía en una completa crisis escéptica,
de la cual s urgiría a la postre la filosofí a moderna, así
como la visión científica de h oy.
N o s volveremos ah ora al clím ax d e l nouveau PyTTho­
nisme, el p unto en que ya no sólo fue u n aliado de l a Con­
trarrefo rma en Francia, y de todo el que participara en
las controvers i as científicas de la época, s i n o la visión
vanguard i sta de la nueva época intelectual q ue ya albo­
rea b a en la Francia de comienzos del s iglo X VII.
''' W i lh e lm Langius. De Veritatibus Geometricis. Libri 1 1 , prior, contra Scepticos &
Sext wn Empiricum &c. Posterio1·, C(mtra Marcwn Meibornium, Copenhage, 1656.
Véase tam bién, Jean-Etienne Montucla, Histoire des Matlle matiques, Vol. I, París,
1758, pp. 23-28. También h ay una c arta i n te resante de Lang a Ismael Bou l l i a rd ,
i n é d i t a , acerca de Sexto y los matemáticos, de fech a 9 de jun i o de 1657. La Haya,
Bibl iothéque N ationale. Ms. Franc:;ais 1 3037, fol . 1 3 1 .
"'' Mersenne;La Venté des Sciences. Livres II-IV.
V. LOS "LIBERTINS ÉRUDITS"

E N LA primera parte del siglo XVII, una forma más extensa


del e sceptic i smo de Montaigne, Charron y Camus floreció
en Francia, brevemente, como i d e a d e los j óvenes brillan­
tes de la época. La vasta aceptación y aplicación del nou­
veau Pyrrhonisn1e hizo resaltar más agu d a mente sus i m pli­
caciones para la rel igión y la ciencia. Esto, a s u vez, hizo
surgir una serie de intentos, que c ulmin aron en el h eroico
frac a s o d e René D es c a rtes, por salvar
· el conocim iento
h u mano destruyend o el esceptici smo.
Los escépticos d e l a pri mera parte d e l siglo XVII, l os
llamados libe1'tins érudits, e ra n , en parte, d escend i entes en
línea d i recta de Montaigne y d e Ch arro n , en parte des­
cen d i entes d e Sexto Empírico y, en parte, sencillamente
antia ristotélicos. En su m ayoría pertenecían, en virtud de
los c a rgos d e sempeñados por Richelieu y Mazari n o, a los
círc ulos intelectuales centra d os e n Pal acio. Era n estudio­
sos h umanistas, d ispuestos a lleva r a Fra n c i a a s u Ed ad
de O ro, libenins d i spuestos a romper con las viej a s tra d i­
ciones y a lanzar una nueva.
Estas figuras, Gabriel Naudé, biblioteca rio de Richeli eu
y de Mazari n o y secretario del card enal B agni; Guy Patín,
culto d octo r e n medicin a que llegó a ser rector de l a Es­
cuela Méd i c a de la Sorbona; Leonard Marandé, se cretario
'
de Richelieu; Franc;ois de La Mothe Le V ayer, profesor
del hermano d e l Rey; Petrus Gassendi, el gran hombre
de ciencia, fi lósofo y sacerd ote, q u e luego fue profesor d e
matemáticas e n el College Royal; Samuel S orbiere, el e d i­
tor de las o bras de Gass e n d i , e Isaac La Peyrére, secreta­
ri o del Príncipe d e Candé, han sido clasificados como los
libenins del mundo intelectual de su época, los l i brepen­
sad o res q u e socavaban l as creenc i a s aceptad as. Se les h a
pi ntad o como hom bres agudos, refin ados y profu n d os , d e­
dicados a una especie d e conspira c i ó n para minar la con­
fianza en l a 'ortodoxia y en l a a utori d ad i ntelectual tradi-
1 44
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 145

cional. Sus ideas se h a n consi derado como el vínculo en­


tre Montaigne y B ayl e y Voltaire e n el d e sa rrollo d e l a
visión mod ern a. S e h a d i c h o que los libenins érudits, a d­
versarios d e l a s uperstición y el fan atismo, duda ban d e
todo , con el propósito d e destruir l o s antiguos caminos, y
tan sólo por d ivertirse. 1 Por ej emplo, el pirrónico de Le
Mariage Forcé, d e Moli e re , es el escépti c o del siglo X V I I
que allana el c a m i n o a l más completo l i b e rtinaj e del es­
p íritu y la moral d el Don Juan de Moliere.
Para q u e e ste c ua d ro d e l libertinage intelectu a l pare­
ciera tan inmora l y risqué como fue ra posible, el retrato
ha bitual de este m ovimiento ha subrayad o l as a ctivi d ad e s
d e s u socie d a d , l a Tétrade, sus débauches pyrrhoniennes y
sus banquets sceptiques, a s í como sus a mi stades con tan no­
to rios l i be rtinos como e l p a d re Jean-J a cq u e s Bouchard , y
su inte ré s en tan " sospechosos" filósofos italianos como
Po mponazzi y CremoninU También se ha h a blado much o
d e l a carta de Guy Patín , e n q u e descri bía los planes d e
todos ellos para una débauche.
Naudé, bi bliotecario del c ardenal Mazarino, a migo íntimo de
Gassendi , como lo es mío, ha dispuesto que los tres vayamos,
cenemos y d urmamos en su h ogar, en Gentilly, el d omingo
p róximo, siempre q ue no vaya nadie más, y q ue celebremos
u na débauche ¡ Pe ro Dios sabe qué débauche ! Naudé bebe regu­
l a rmente sólo agua, y nunca ha probado el vino. Gassendi es
tan delicado que no se atreve a tomarlo, y cree que su c uerpo
se consumiría si l o tomara. Por ello puedo decir al uno y a l
otro este verso d e Ovidio, "Evita el vino, el abstemio elogia e l
a g u a s i n v i n o " . E n c u a n to a m í, s ó l o p u e d o a rroj a r p ó l -
' Cf. J acques Den is. Sceptiques ou Libe1tins de la premiere moitié du XVIJe siecle:
Gassendi. Gabriel Naudé. Gui-Patin, La Mothe-Le Vayer, Cyrano de Bergerac, Caen,
1 884, pp. 5 · i6, y 52-54, Fran<;ois-Tommy Perrens, Les Libe1tin.s en France au XVII'
siecle Parts 1 899, pp. 1 -27 y passim . . ; J .-Roger Charbonnel, La Pensée italienne au
XVJe siecle et le courant liben in (París 1 9 1 9), pp. 49-71 ; y René Pi n ta rd, LeLibe1tinage
émdit dan.s la premiere moitié du XVII', París, 1943, Tomo I, 2" parte y cap. I, 3" pane.
' Perrens, Les Libe1tin.s, Cap. I I ; C harbonnel. La Pensée italienne esp. pp. 49-71 ,
Busson. La Pensée religieuse franc.aise, caps. III y IV; Fortunat Strowsk i , Pascal et
so11 temps. 1" Parte, De Montaigne á Pascal, París, 1938, c a p . I l l; Pintard, Le Liber­
tinage érudit, esp. Tomo I, 2a. Parte, cap. I, y 3a. Parte y Juli en-l;;v mard d 'Angers,
L'Apologétique en France de 1580 á 1 6 70, Pascal et ses précurseur.·· París, 1 954, cap.
1, "Le courant l ibcrti n".
1 46 LO S "LIBERTI NS ÉRU DITS"

vora a los e s c ritos d e estos gra n d e s h o m bres . B e b o muy


poco, y sin em bargo, aquello será una débauche, pero una dé­
bauche filosófica, y q uizá a lgo más. Pues n osotros tres, cura­
dos d e la superstición y l ibera dos d e los males del escrúpulo,
tirano de las conciencias, q uizá vayamos a l santo l ugar. Hace
un año, hice este viaj e a Gentilly con Naudé, sólo con él. - No
hubo otros testigos, n i tenía por q u é haberlos. Hablamos con
toda l i bertad acerca d e tod o , s i n escand alizar a n i ng u n a
a l m a .a
Además d e la revelación d e q u e ninguno de los parti­
c i pantes era bebedor, se encontra ron a q u í sugestiones d e
q ue q u i zá l o s libertins éntdits fuesen esprits .forts, capaces
del l i bertinaj e de Théop h i l e de Viau y Des Barre a ux;' que
escand alizó a la primera mitad del siglo xvn, y q u e se
oponían a la "masa de h u mildes creyentes y a los fi eles
senc illos".:; Sin embargo, un examen de las ideas d e estos
e scépticos nos indicará q ue , cuando mucho, y sólo en u n
sentid o peculia r, o dando una i nte rpreta c i ón especial a l o
q u e propugn aban, se les podrí a clasifi c a r como libe1tins
i nmorales y peligrosos.
N i Naudé ni Pati n eran filósofos. Adoptaban una acti­
tud i m b u i d a e n el escepti c ismo antiguo y moderno ante
c iertos pro blemas, pero no teorizaban con el o bj eto d e d a r
una b a s e a s u actitud. Admiraban gra ndemente los escri­
tos de Montaigne y de Ch a rro n ; Naudé, en su A dvis pour
dresser une bibliotheque, ha sugerido que en una b iblioteca
n o d e bieran faltar Sexto' Empíri c o , Sánchez y Agrippa en­
tre los que habían escrito contra las c i e n c ias.u Pero l a vi­
sión escépti ca q u e aparece en los libros de Naudé y en las

" Gui Patin, Lettres de Gui Patin,ed i tado por Paul Tria i re, Tomo I, París 1 907,
pp. 616-617.
' Acerca de Théofile de Viau y Des Ba rreaux, véase Anto ine Ada m , Tl1éopllilc
de Viau et la libre pensée .fmncaise en 1 620 (París 1 935), y Frécléric Lachévre, Jac­
ques Vallée Des BarTeaux. Sa Vie et ses poésies ( 1 599-1673), París, 1 907, Y
Le Pmr:es
du poetie Tlu!opl1ile de Viau,
2 vols, París, 1 909.
Le Libertinage émdit,
París, 1627. pp. 49 Y 75.
' Pintard, p. 177.
" Gabriel Naudé, AdPis pouT d1·esse1· une bibliotlleqlle.
(Esta o bra a pareció reci entemente en i nglés, r;
Advice on Establis lling a Libm. J•
i ntrod. por Archer Taylor, Berkeley, y Los Ange les 1950. Los pasajes en c uest w n
aparecen en pp. 23 y 36.)
LOS "LIBERTINS É RUDITS" 1 47
l
cartas d e Patin n o merece real mente l a extra vagante eva­
l u a c i ón d e S ai nte-B euve, q u ien llamó a N audé, "el gran
escéptico" que h a b í a q ue colocar entre Montaigne y Ba­
y l e , 7 n i , q u izás, el j u i c i o de Pintard , q u ien ha descrito a
N a u d é como "un i ncréd ulo c ulto". H
E n sus primeras o bras, l a defensa de c iertas person as
fa mosas acusadas d e magi a , Naudé pone bastante e n claro
su actitud escé pti ca. Tanto él como Patin eran i n fatiga­
b l e s h u m a n i stas, profund amente interesados en los gran­
d es a utores, pasad o s y presentes. Para forma rse algún j ui ­
c i o d e l o s méritos d e las opini ones d e vari o s escrito re s
h abía q u e tener " m é todo", y Naudé sugirió q u e " a meno �
q u e reconozca mos algo como j usto y razonable, como re­
su ltado d e un examen dil i gente y de una censura exa cta", H
mej o r h aríamos e n n o j uzgar. A quienes deseasen apren­
der a j uzgar razo n a blemente les recomendó la lectura de
tan excel entes autores críti cos como Charron , Montaigne y
B a c o n . Y como resu ltado d e tod a esta c u i d a dosa lectura
d ijo q u e pro b a blemente te rmin aríamos aceptando "lo co�
rre cto d e los p i rrónicos basado en la ignora n c i a de todos
l os h o m bres ". 1 11 Lo q ue tales estudi o s d e h um a n ismo p are­
cen h aber h echo por Patí n y Naudé fu e volverlos suma­
mente escépticos a nte las supersti ciones corrienteme nte
a cepta d a s , y desconfi a dos d e todo tipo de fan atismo dog­
máti co.
R e specto a la re l i g i ó n , N a u dé generalmente ha s i d o
c o n s i d e r a d o como a t e o , como h o m bre q u e no cre í a e n
nad a ; y Patín, e n el m ej or d e l o s casos, c o m o s incero cató­
l i c o q ue no estuvo d i spuesto a sacrifi c a r sus n ormas inte­
lectuales a la autori d a d de la Iglesi a . Las colecciones d e
' C h a rles A . Sai nte·Beuve . "Ecrivains critiques e t Mora l i stes de l a France, XI.
Gabriel Naudé " . en Rn•11e des De11.1: Mondes. IV, 13'' An né' N. S. 1 843. pp. 755-756.
' l�s t e es el título de la sección sobre Naudé, en Pintare! .
Pa rte. eap. l. secc ión \'. p. 1 56.
Libe11ínage 1!1'1ldit . 2''
'' N a udé. Apologie pour les gmnds Hmnmes soupc:onnez de Magie
1 7 1 2 ). p. -l. Esto no es exaetament e, como afi rmaba R ice, lo m i s m o que e l método
(Amsterd a m
d e la ' d uda d e Desearles. Cf. James V. Rice, Gabriel Naudé
llo¡¡J.-ins Studies in Romance Utemtures and Languages. Jolms
1 600--1653, e n
XXXV. Baltimore, 1 939, p.
(i3.
"' N a udé. Acll'is . p. 1 65 (edición inglesa p. 80).
148 LOS "LIBERTI N S ÉRUDITS"

supuestas o bservaciones d e los dos, la Naudaeana y l a Pa­


tiniana, contienen muchos comentarios críticos d e d iver­
s a s prác ti c a s y o p i n i o n e s re l i g i o s a s . Pero t a m b i é n s e
encu entran a llí s e ñ a le s d e u n a implíc ita teología e n s u
a d m i ración a tantos escrito re s fid eísta s . C uando el carde­
nal B agni preguntó a Na u d é cuál e ra e l m ej or de tod o s los
libros, él contestó que, después de la B i b li a , La Sagesse de
Charron. Se d ice que . el carden a l lamentó no c o nocer la
obra . 1 1 Creo yo q u e es c a s i i mposible d eterminar cuá les
era n las o p iniones religiosas de Na udé y Patin. Acaso fue­
ran verd a deros Libertins, o q u izá fuesen moderados fid eís­
tas, q ue permanecieron dentro d e l bando católico por te�
m o r a l d ogmati s m o p ro t e s ta n te. 1 2 S e a c o m o fu ere, s 1
Naudé realmente fue irreligioso y trató activamente d e
socavar a l a Iglesia católica, logró ocu ltar este aspecto
c o m p ro m etedor a s u s p a t ro n os , l o s c a rd e n a l e s Bagn i ,
Barberini Richelieu y Maza rino. Y tanto Naudé cuanto
Pati n est � vieron tod a s u vida e n constante asociación Y
amistad con destacad a s figuras d e la IglesiaY1
Entre los escépticos humanista s , e l d e mej or formación
filosófica fu e FranGois de La Mothe Le Vayer, cono c i d o
como el "cristiano escéptic o " y como el "in cré d ulo epicú­
reo " . El interés de La Mothe Le V ayer, como a parece e n
s u s e s critos ' s e c e n tró e n d e s a rro l l a r u n a e vi d e n c i a
acerca d e las variaciones d e l comportamiento ético y reli­
gioso en este mundo. Prác ti c a m ente en tod as sus o bras,
que se basan en las i deas d e l "divino Sexto", se pre d i c a
u n t i p o d e fideísmo ciego o pirro n i s mo cristiano puro.
La Mothe Le Vayer había h ere d a do el manto d e Mon­
taigne , las l laves del reino escéptico, de m anos de la seño­
rita d e Gourn ay. Como here d e ro espiritual de Montaigne e
inté rprete del nuevo Decálogo de Sexto, se dedicó a pre-

" Naudaean a et Patiniana , ou Singularitez Hemarqua bles, prises des Conversa­


tiolls de Mess. Naudé. & Patín. 2a. ed . Amsterd a m , 1 703, p. 4. (El catálogo de l a
itor.)
Bibliothé que Nationale presenta a Pierre Bayle como el pro bable ed
" Patiniana. p. 1 1 5.
'" Según Patin, uno de s us mejores a migos fue el fideísta Jean-Pi e rre Camus,
obispo d e Bell ay, Cf. Gui Patin, Con·espondance de Gui Patin, ed itado por
Ar·
mand B rette, París 1 901, p. 1 02.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 149

sentar l a belleza, la s a b i d uría y el a specto práctico de la


epojé escéptica en d is cursos l l enos d e eru d i ción y de buen
h um or. S us realizaciones literari a s , tal como fueron (po r
lo gene ra l , ped antes imitaciones d e Montaigne), l e valie­
ron un p uesto e n la Academie fmne,aise. Sus pretensiones
intelectuales le h iciero n , a l mismo tie m p o , el h é ro e d e
q u ienes tenían tendencias escépti c a s , y e l protegido d e l
c a rden a l Richeli eu. Así, e ntró como pro fesor d e l h erma n o
d e l Rey, el d u q u e d e Anj o u , 1 � e n e l círculo pa laciego,
d o n d e s u extre m o fi deísmo e scéptic o le va lió la i ra de fa­
n áticos tales c o m o Guez d e B a l z a c , Anto i n e Arn au l d y
René Descartes. 1 5
A partir d e s u s Dialogues de Oratius Tu b ero, fec h a d o s
en " 1 506 " , p o r pe culiares razon es d e perversión pedante,
p e ro p u b l i c a d o s a comienzos del d e c e n i o de 163Q, I f> La
Mothe Le V ayer apiló pruebas en favor de la causa pirró­
nica, sobre las va riaciones d e l compo rtam i ento moral, la
d i vers i d a d de las religiones, la vanidad de las ciencias,
las virtud e s de los escépti c os y d e l escepti cismo, etc. S u
obra no e s ni agud amente críti ca n i suma mente teóri c a
s i n o , a ntes b i e n , básicame nte ilustrativa . El mensaj e fi­
deísfa co rre por tod as s u s o bras. La primera epístola d e

' ' Acerca d e l a carrera d e La Moth e Le \'ayer, véase l a i ntrod ucción d e Er­
ncst Tissera n d , a la obra d e la Mothe Le V ayer,Deux Dialogues faits l'imitation el
des anciens, The Fm1wws of Montaigne,
París. 1 922, Boase, cap. X \'III. y Pintard ,
Li/)('J1inage érudit. 2a. Part. cap. I . sec. III. y 3a. Part. cap. III.
' '' Véanse. por eje m p l o , los comentarios acerca d e La Mothe Le Vayer e n
" Lettres de J e a n-Louis G u e z de Balzac", p u b . por Phi l l i ppe Tamizey d e iarro­
que. enCollection de Documents inédils sur l'histoire de France. p11bliées par les
soins du Minis tre de l'Instruction Publique. Mélanges Historiques. Tomo I, París,
La Ve1111 des Payens.
1 873. pp. 393-820; el ata q u e a la o bra de La M otile Le Vayer,
De la necessité de la Foy e11 Jesus-ChriBl
L'll Antoine A m a u l d . erre )JO !ir sa m·é.París,
1 70 1 , Tomo II. esp. pp. 1 81 -221 ; y los comen tarios de Descartes acerca de un
" l i bro perverso" en sus c a rtas a Mersen n e del 15 d e a bril d e 1 630 y el 6 de mayo
d e 1 630, en OemTes de Descartes, publicado por C h a rles Adam & Paul Tanncry,
Tomo I, París, 1897, pp. 1 44-145 y 1 48-1 49. Pintard h a presentado poderosas
Dialogues de
pruebas de q u e e l li bro en cuestión es los La Mothe Le V ayer. en su
o bra ·: Descartes y Gassen d i "
Travaux du IX'' Congres Intemationale de Philosophie
rCouures Descartes) l l , part. 11. 1 937 (
Actualitiés Scieut�fiques et Indust1·ie/les, No.
53 ] ). pp. 1 20-122.
La Motile Le Va¡¡e1·. Gassendi Guy Patín
'" Cf. Pintard. (París n . d.) (
Publicatious
Série des Sciences de
"" / ' U u i z·ersité de Poitiers. l'Ho m m e . No. 5). pp. 5·13.
1 50 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS"

S a n Pablo a los Corintios, el credo quia absurdum d e Tertu­


liano y las ideas de los teólogos negativos son cantados a l
unís dno con l o s "li bros d e o ro" d e Sexto Empírico. 1 7 El
e fecto neto es de un Montaigne i nsípido. Por desgracia, La
Mothe Le Vayer n o era la persona l i d ad que h a b ía sido
Monta igne, ni el gran teóric o q ue e ra Charron. Siendo más
e r u d i t o q u e l o s d o s , s u s o p i n i o ne s i n t e l ectu a l e s eran
mucho menos interesantes.
La mejor presentación de su argumento aparece en a l­
guno d e sus d iscursos. En s u Opuscule ou Petit Traitté Scep­
tique sur cette Fac,on de ParleT, N'avoir pas le Sens Cmnmun,
La Mothe Le Vayer comienza por preguntar si realmente
sabemos algo. No se entienden ni aun las cosas más o b­
vias, como el sol. Qu izá l a s cosas nos parecen reales tan
sólo por su relación con n osotros y con n u e stras faculta­
d e s. Q u izás estemos en l a posición d e tener los instru­
mentos para buscar la verd a d , pero no los medios para
reconocerla. N uestros sentidos no son d ignos de fe, como
fácil mente lo muestran los tropos de Sexto, y no tenemos
norm a garantizada para d i stinguir las experiencias verí­
d i c a s de las otras, " p uesto que sólo hay la imaginación,
que j uzga las a pariencias como mej o r le p arece". Tan sólo
se conocen verdades i n d u d a bles en e l c ielo, n o en las
ciencias h umanas. 1 H
El Discours pour montrer que les Dou tes de la Philosophie
Sceptique sont de grand usage dans les sciences d e s arro l l a
" U n ejemplo d e esto e s l a afirmación fin a l d e s u "Dialogue de l a d iversité
des rel igi� ns' ', donde dice, " Por tanto n o h e sido impert i n e nte n � i m p ío al sos­
tener q u e San Pablo nos enseiió a creer y n o a conocer. y q ue en �erm111 o s de las
visiones realmente aporéticas de que está l l e n a la Sagrada Escn tu ra , se nos d a
como lecciones explícitas sobre la vanidad, y hasta la n u l i d a d de todas l a s c i e n­
cias humanas. como las q u e siempre h a n salido de nuestra escuela escéptica
[ . . . j profesemos audazmente l a honorable ignorancia de nuestro bien amado
Esceptic ismo. ya que sólo é l puede al lanarnos e l camino hacia e l conocimiento
revelado de la Divinidad, y ya q u e todas las demús sectas fi losóficas sólo nos
a partan de ioJ. cnredánrlonns en sus d o g m a s y r· onf•¡¡;,J iendo n i i P st rns Pspíri t u s
con s u s máximas científicas, e n l u g a r de il ustrarnos y p urificar el entendi­
miento". a
CiHcq Dialogues fait l'imitatíon des AncieHS ))(lT Oratius Tuhcro. Mons.
1 67 1 , pp. 329-330.
1 ' Esta obra aparece en el vol umen IX de Fram;is de La Mothe Le Vayer, O eu­
rres de Fram;is de La Motile Le s a Onli11aire ( París 1 669),
Vayer, Co11seilleT d E t t
'

pp. 259-295. La cita a parece en la p. 287.


LOS " LIBERTINS ÉR UDITS" 151
este último tema, conduc ie n d o a la a firm a c ión nih ilista
d e q u e el valor d e l p irro n i s m o para la ciencia se h alla en
que elimina la posi bilid ad de la investiga c i ó n científi ca, y
el interé s en ella. Las c i e n c i a s decis ivas d e los dogmát i­
cos, la lógica, la fís i c a y la ética, son tod a s puestas en
d u d a , b á s i c a mente porq ue nuestra n atura l eza es dema­
siado fl a ca para a lcanza r el conoci miento d e lo d ivino y
d e lo eterno sin ayu d a d e Dios. Y a s í, por d esgraci a, "el
deseo de conocer demasi ado, en lugar d e h acernos más
ilustrad os, nos h u n d irá e n las ti nieblas de una profund a
ign o rancia". 1 H
Tod o el mundo s a be q u e l a lógica está llena de ambi­
gll e d a des, s o fismas y para d oj as. De este modo, La Mothe
Le Vayer presentó una serie d e ideas vulgares y trilladas
acerca d e la lógica y d e los lógicos, sin llegar a e n fren­
tarse a la cuestión d e si puede darse o no u n a buena base
p ara dudar de los principi os y los procedim ientos d el ra­
ciocinio .�o Luego se volvió a la física, y sostuvo q u e tod a
e sta mate ri a es pro blemátic a. Los necios físicos tratan d e
conocerl o todo, y n o se c onocen siquiera a sí mismos. Los
físicos, ya sean d i scípulos de Demócri to, de Aristótel es o
de alguien más, s i mpleme nte apilan conj untos de o p inio­
nes conflicti vas. La difi c u ltad básica en el i n tento de co­
nocer los principi os d e l a Naturale za e s q ue l a Naturale za
es la li bre m a n i festación de la voluntad de Dios, y n o está
sujeta por las regl a s de Aristótel es o de E u c l i d e s . La
única manera de a b arca r las ra zones de por qué ocurren
las cosas es por medio d e l conocimie nto de Dios. Pero los
físicos, negándose a reconocer que tales i n formes sólo
pueden o btenerse por l a vía de l a Revelació n y no por las
po bres fa cultades del hom bre insisten en tratar de i mpo­
ner sus regl as a los actos y las manifest aciones de Dios.
Dios lo puede todo ; por tanto, no hay condi c iones o prin­
cipios necesari os q u e se apliquen a sus activi d a des. Así,
no es posible ningún conocim iento ni cienc i a necesari a
(en este sentido m etafísica ). El intento de descubr ir los

'" La Mothe Le Vayer. Oell'l'res. Volumen XV. p. 88.


'" /bid
pp . 9 1 -95.
..

·¡
1 52 LOS "LIBERTINS É R UDITS "

principios d e la Naturaleza es, e n real i d a d , una espec i e


de blasfemia, u n intento d e restringir y l i mitar l a li bertad
de D i os . Pero los físicos, como e l resto d e nosotro s, pre fie­
ren " culpar a la Naturaleza, y q u i zá s a s u a utor, a ntes q u e
reconocer su igno rancia". 2 1 Y e n l a éti c a ta mbié n se d a el
caso de que no hay un con oci miento d i gno de fe. Tod a s l a s
normas éticas se re lacionan con condicion es, c ulturas, et­
céte ra. 2 2
A l a luz de todas esas re flexiones (y esto es, en genera l ,
l o q u e son, a ntes q u e conclusiones d e a rgumentos ra cio­
nales), podemos reconocer lo dudoso de tod a s las a ctivi­
dades y rea l i zaciones del intelecto h umano.

P o r tanto, no s i n razón he mos sostenido en este p e q u e ü o d is­


curso que las dudas de la fi losofía escéptica son d e gran valor
en las ciencias, ya que la inestabilidad y la i n certidumbre son
obvias en ellas, hasta el grado q u e hemos dicho. En realidad,
el sistema general compuesto por la lógica , la física Y la ética,
del q u e toman sus rasgos considerables todos los estu d i o s
humanos, no es m á s q u e una m a s a d e opiniones re futadas por
aquellos q u e tienen tiempo de examinarlas un poco.n

Para La Mothe Le Vaye r, a d i fere n c i a de sus conte m­


poráneos, Descartes y Bacon, el valor d e l métod o de l a
d uda se halla e n ir d iezmando l a s ciencias, a s í como e l
interés científico. Lo q u e q u eda es la suspensión d e j u i­
cio, en toda s las cuestiones, y l a Revelación Divi n a . " ¡O h
preciosa Epoj é ! ¡ O h , segu ro y agra d a b l e reti ro menta l !
¡ O h , inesti mable antídoto contra l a pres unción d e con o­
cimiento de los pedante s ! " 2 ·'
Esta maravillosa suspens i ó n d e j uicio e s tota lme nte no
dogmátic a . No se basa en l a suposición de q u e nada puede
conocerse. Los pirrónicos no están confes ando q u e h a n
descubierto u n principio seguro e indudable: q u e todo es
inci erto. Los escépticos completos no están s eguros ni aun
" !bid .. p. 1 03. La d iscusión sobre física a pa rece en l as p p . 96- 1 1 4.
" !bid . . pp. 1 1 5- 1 20.
"' /bid . . p. 124.
" La M othe Le V ayer. Petit Tmitlé Sccptiquc sur cette . fm:cm de parler. en Oeu-
.

VTes, Vol . IX. p. 280.


LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 1 53

d e esto . En lugar d e ten er u n a teoría n egativamente d og­


mática, s u s d u d a s consumen hasta eso y los dej an en u n a
completa suspensión d e j uicio, a u n ante l o s méritos d e
d u d a r d e todo.25
Este e s c epti c i sm o tota l tiene dos ven taj a s ; prime ra ,
q u e socava el o rgullo y la confianza de l o s dogmáticos ; y
segund a, q u e está más cerca d el cristianis mo verdadero.
De tod a s las fi losofías a ntigu a s, "no hay n i n guna de ellas
que tan fác ilme nte se a venga con e l cri stianismo como
e l escepti cismo, respetuoso de los c i elos y sumiso a l a
fe" . 2 0 Después d e tod o , ¿ n o fue San Pablo e l que predicó
el esceptic i smo puro como cam ino hacia D i os ? 2 7 Los per­
fectos p i rrónicos están limpios de todos l o s errores, dis­
puestos a recibir la Pal a bra de Dios.
1 1
'
El a lma de un escépti co cristiano es como un campo li mpio y ¡
li bera d o d e malas yerbas, como los axiomas peligrosos de una
i n fi nitud de personas cultas, q ue luego recibe las nuevas go­ 1
tas de la gracia d ivina mucho más felizmente q ue si aún estu­ 1
viera ocupado y l leno de la van a presunción de conocerlo i ¡!1.
1
todo con certi d u m bre y no dudar de nadaY

El escéptico cristiano d ej a s u s d ud a s al pie del a ltar, y


acepta lo q ue la fe le obliga a creer. 2 !'
1
El pirrónico q u e d u d a de todo hasta de la Palabra de
Dios, está c a usando su pro p i a perdición. Ta l re chazo de la 11
Gra c i a de Dios n o s ería res ulta do d e l escepti cismo, sino
!l
del a cto ca prichoso d e un escéptico parti cu la r.:w Y le d e­
j arí a en la tri ste posición d e Pirrón, excluido para siem­ 11
""
la
pre de la s a lvación. Pese a la virtud del s ab i o escéptico,
así como d e su d iscípulo Sexto, les faltaba la Iluminación
'1
Divi n a , y por tanto se condenaron para siempre. a 1 ! 1
i
Los libertins érudits s e pre oc u paron u n p o co a l ver que ' :1
, ... /bid., p. 228.
. ,, !bid . . jJ. 290.
" La Mothe Le Vayer, Pmse Chagrine, en Oeu¡:¡·es. VrJI. IX, pp. 359·60.
,. /bid . . pp. 361 -362.
., ,. 1 bid . . p. 361 .
"' !bid . . pp. 366-367.
"' La Mothe Le Vayer, De la Ve1tu des Payens, en Oeuvres, Vol . V, pp. 226-227.
1 54 LO S " LIBERTINS ÉRUDITS"

s u asociado Isaac La Peyrére esta ba aplicando el escepti­


c i smo a la B i blia en su o bra 1-Iom.bTes antes de Adán, esc ri­
ta a ntes de 1 641 y p u b l ic a d a en 1655. N a ud é , Patin , La
Mothe Le Vayer y Gasse n d i se negaron, con evasivas, a
apoyar la a firmación de L a Peyrére, de q u e la B i blia no es
la h istoria precisa d e tod a la h umanid a d , s ino excl usiva­
mente de los j udíos. E n el capítulo XI veremos el escepti­
cismo de La Peyrére a cerca de la Biblia.
El e s c e p t i c i s m o a n t i i n te l e c t u a l y d e stru c t i v o d e La
Mothe Le Vayer, a un ad o a u n cristianismo completamente
irracional y antirrac ional, por lo general se h a interpre­
t a d o c o m o el c o l m o d e l libeTtinage. A u n q u e q u i z á La
Moth e Le V ayer no contri buyera con mucho a la teoría d e l
nouveau Pyrrhonisme, llevó l a p a uta general d e esta posi­
ción h a sta el extremo absurdo , negand o co mpletamente el
valor d e toda actividad inte l e ctual, e insistiendo e n que la
fe d ebía ser de un ca rá cter totalmente ciego. Casi tod o s
sus intérpretes han concl u i d o q u e su motivo fue presentar
tan ridícula la creen c i a rel igiosa , especialmente la de los
c ri st i a nos, que s u s l e ctores la a bandon aran por com­
pleto . :1 2 Por otra parte, algunos de sus comentado res han
reconocido que la teología d e La Mothe Le Vayer es muy
similar a la de Pascal y Kierkegaard y es esenc ialmente,
a u n q u e un ta nto a c e ntu a d a y e x a gerad a , l a m i s m a d e
Montaigne.aa
Por tanto. h a sido d i fíc i l evaluar la sinceri d a d de La
Mothe Le Vayer. Comenzando con Balza c y Arn au l d en el
s igl o X VII, h a sta críti c o s ' conte mporáneos como Pintard ,
Grenier y J u l i e n-Eymard d ' Angers, ha h abido u n j u i c i o
c a s i u n i forme de q u e este llamado "escé ptico cristiano"
"' Véase. por ejemplo. Busson . La Pensée religieuse fram:aise. pp. 2 1 0-2 1 4. J e a n
Grc n in. "La secptique masqué, L a 111 o the Le Vaycr. " Tall/e Ron de. X XII. 1 949.
pp. 1 5 1 1 - 1 5 1 2 ; J u l ien-Eymard d'Angers "Storcismc et ' l i bert i n age' d a n s l'oeu vre
de Fran<;ois La Mothe Le V ayer", en Repue des Sciences H u nw ines. Fase. 75. j u l .
sept. 1 954. esp. p p . 28 1 -283. y Pintard . Le Lillerlin aoe émdit . pp. 140- 1 47 y 509-5 1 5.
"" Busson. La Pen�ee relioieuse fnm eaisc. pp. 2 1 2-214: Grenier. . "Le scept i q u e
m asq ué", p p . 1 505 y 1 5 1 1 : J u lien-Ey m a rd d 'Angers, "Sénéque et le Stol'cisme
l
dans 1-oeuvre· du cordelier J . d u Bose " e n Di.r- Septii?ute Sié c e . núm. 29, Oct..
1 955. pp. 376-377: Popkin "Theo logical a ll tl R e ligíous Seepticísm", en Christian
Scholor. XXXIX ( 1 956), pp. 1 5 1 - 1 52, y " K ierkegaa rd and Seepticism". en Aloemeen
Nederlamls Tijdschrifi l'oor Wijslleoeerte en Psyclwlogie l. 1 959. pp. 1 26- 1 28.
LOS "LIBimTINS ÉRUDITS" 1 55

e ra e n r e a l i d a d u n " e s c é pti co d i s i m u lado", que n o ten í a


ni el fe rvo r rel i g i o s o d e Pascal n i l a i ntenció n posi ble­
m ente o rto d ox a de M o ntaign e _ a� Los c ríticos han i n d i c a d o
q u e la l ó g i c a d e l a p o s i c i ó n de La Moth e L e V ayer e s
t a l q u e , h a b i e n d o a ba n d ona d o tod a s l as norma s raciona­
les, no nos q u ed a rí a n i nguna base para e s coger el cris­
ti anismo. Pero esto p u e d e decirse de toda la historia del fi­
d e ísmo c ristiano e s c é p t i c o y, como hemos indicado en ca­
pítulos a nteri o re s , puede decirse d e m u c h os escépticos y
co ntrarre formado re s d e l siglo xvr. S i dud amos d e ten e r
algún med io ra c i o n a l p a ra di stinguir la verdad d e l a men­
tira , h a b re m o s s u primid o la base Pélra dar razones a n ues­
tra s cre e n c i a s . ¿ I m p l i c a este tipo de escepti cismo, a un
con res p e c to a l a teo l ogía, algún tipo d e escepticismo reli­
g i o s o ? Yo no lo creo. Si n o hay motivos para creer, ¿ cómo
d ete rmi n a r s i debemos cre e 1: o n o ? H ume y Voltaire pare­
cen h a b e r d ec i d i d o no creer, porque les faltaba evi d encia
para s u fe. Pero este es un non sequ.ituT tan grande como
escoger e l creer. El prin cipio d e que sólo d e bemos creer
a q u el l a s p ro p os i c i o n e s de las que tenga mos evi d e n c i a
a d e c u a d a n o s e s i g u e d e n i n gu n a refl e x i ó n escépti c a ,
a u n q u e b i e n p ue d e ser u n principio generalmente acep­
tado por los h o m b res ''razona bles". Tampoco el pri ncipio
d e Tertul i a n o se sigue d e una consideración de las razo­
nes q u e h ay para d u d a r. El escepticismo completo va en
a m b o s sentidos, de él podemos desembocar en lo "razo­
nable" de la Ilu stra ción, o en la ciega fe del fi deísta. En
uno y otro caso, el a rgument o escép ti co es el mismo. a 5
Al i n di c a r q u e u n a gra n vari e d ad de pensa dores e scép­
ticos han d i cho casi lo mismo q ue La Moth e Le Vayer, y ,_._ ,
que algu nos h an s i d o célebres por su incre d ulidad. y al­ 1
gunos por su fe en el cristian ismo, el problema se convier­
te en e ncon trar las normas npropiadas para d eterm i n a r l a

., ' Cf. l a ci ta d e las o bra s dl' Balzue Y .-\maud . que a pareee e n la nota 2 . p . 92, y
Gre n i e r, " Le sceptique m asqué", J u l í e n-Eyma rd d 'Angers, Stolcisme et "lí­
be rt i n agl'" d a n s 1 ' o e u 1-re d e Fran<:<> b La M o t h e Le Vay e r : y P í n t a rd , Li­
/Jcrt i 1Wffe énul i t , 2a. Parte, e u p. l. Sl'C. l l l. " Un l ' oluptueux íneréclule: La Mothe
LL' Vayer".
''' C f. Pop k í n . "Theologícal aJl(l H('] igious Sceptidsm ", esp. pp. 1 55-157.
1 56 LOS " LIBERTINS ÉRUDITS"

sinceridad o l a intención. Julien Eym a rd d ' Angers, en s u


e x c e l e nte e n s ayo s o bre S tozcisme et " libertinage" dans
l 'oeuvre de Franq.ois La Mothe Le Vayer h a e n c o n tra d o
"pruebas" de s u intención n o rel igiosa e n s u esti l o y e n l a
elección de s u s ej emplos.=l6 J e a n Greni e r h a e n contra d o
"pru e bas" en el p e c u l i a r s a b o r d e s u s e scrito s . : n Ren é
Pint a rd h a encontrado " pruebas" e n s u carrera, sus a so­
ciaciones, etc.aH Otros, como Tisserand, se han contentad o
con l a semej anza de s u a ctitud c o n l a d e algún "raciona­
lista" del siglo xvm.=l!l
Pe ro , a mi parecer, tod a la i n formación acerc a de L a
Mothe Le Vayer e s compatible, sea con l a interpretación
d e sus ideas como l a s d e u n "in créd ulo epicúreo" o como
las de un " escéptico cristia n o " . S u esti l o n o es m á s irónico
ni a nticristiano q u e el de Kierkega ard , n i son más blasfe­
mos s u s ej e mp l o s . El s a b o r de s u s o b r a s d e p e n d e , e n
buena med ida, d e la actitud previa so bre cómo inte rpre­
tarlas. La biografía de La Mothe Le Vayer no res u lta reve­
ladora , ya q u e fue a m igo d e muchas pers o n a s religios as, y
d e m uch as irreligiosas. Así, nos d ej a con el problema d e
hacer alguna conjetura razonable sobre sus móviles e in­
tenciones.
Pese a que una larga tra d i c i ó n clasifi c a a La Mothe Le
Vayer como una d e las figuras claves del libertinage del
siglo x vn, a mí me pare c e perfectamente posible que la
contin ua in sistencia e n e l esceptici smo cristia n o que se
encuentra en sus escritos fuese una opinión s incera, al
menos tan sincera como la d e Montaigne y de C h a rron . En
esto sé que estoy contra tod o s , sa lvo contra el e d itor d e los
Dialogues de La Mothe Le V ayer en el siglo xvm, L. M. Ka­
hle. 40 Pero parece perfectamente posible q ue la idea d e l

'"' J u lien-Eymard d 'Angers, " Storcisme e t ' l i bertinage' dans l'oeu vre d e Fran-
c;ois La Mothc Le Vayer", pp. 259-284.
a; Grenier, "Le scepti q ue masqué", esp. pp. 1 509- 1512.
' Le Libertina.ge érudit,
" Pintard , pa.ssim.
pp. 1 31 - 1 47 y
"" Tisserand, en su introducción a La Mothe Le V ayer. Deux Dialogues. pp. 56-

Introd ucción d e L. M. Kahle, a La Mothe Le V ayer, Cinq Dialogues fa.its á


58. '
4"

l'imitation des anciens, par Ora.tius Tubero, Nouvelle ed.ition a.ugmentée d.'une refuta-
LOS "LIBERTINS ÉRU DITS" 1 57

l l a m a d o libertinage érudit n o fuese destru i r ni socava r el


cri �t � anis�o, s i n o servi r de c i udadela a c i e rto tip o d e ca­
tolicismo l i bera l , e n oposición a la creencia supersticiosa
o a l protestanti s m o fan á tico. Al j uzgar a estas figuras del
siglo XVII por los a rtículos d e fe que sostienen, los crític o s
c on temporá neos q u izás estén introduciendo algu n a s n o r­
m a s actuales q u e e n aq uel tiempo n o era n válidas.
En una é poca en q ue fideístas como Jean-Pierre Camus
p u di eron ser destacad o s clérigos, y en que exis t i ó u n a
gran tolera n c i a d e ntro de l a Igl e s i a (d e s p u é s d e todo
S exto nunca fue p uesto e n el Índice, y Montaigne sólo Id
fue en 1 676), p a re c e p e rfe cta mente p o s i b l e q u e vari o s
pensado res de ten d encias li berales se sintieran m á s a s u s
a n c h a s d entro d e l a Igl e s i a q u e e n el mund o dogm á ti co d e
los reformados. Bien pudieron adherirse a algún tipo d e "cris­
ti a n d a d s e n c i l l a " , q u e ta nto e l l o s c o m o la Igl e s i a d e
s u é poca cons i d eraban c omo una formulación aceptable
del mensaj e cri stiano, formul ación en rea l i d a d más éti c a
q u e religiosa. Además, hombres como L a Mothe L e Vayer,
N a u d é , Patin, todos ellos extremada mente c ultos y aveza­
dos en las vías de la política de las organi zaciones ecle­
si á sticas, bien p u d ieron des preciar l a cred ulidad de los
h o mb res sencillos, y el fu ncion amiento d e las organiza­
ciones rel igiosas a las que pertenecían, sin condenar lo
q u e consid eraban como el meollo del cristia nismo. Lo q u e
estoy sugiriendo e s q u e el l l a m a d o libertinage érudit pudo
ser una inte rpretación errónea de ciertos movimientos d e
la Fra n c i a d el sigl o XVII. Si alguien está d i spuesto hoy a
garantizar l a posibilidad d e q ue el resurgim iento d e l es­
c e pticismo en el siglo XVI fuese más a ntiprotestante que
antirreligioso, y compati ble con el catolicismo, entonces
las i d e as d e La Moth e Le Vayer, Naudé y Patín p ueden
considerarse mej o r como una continuación d e un d es arro­
llo d e l siglo XVI, y no como una defo rmación maliciosa o
deliciosa (según la perspectiva d e cada q u ien) de u n a tra­
d i c i ó n anterior. Acaso no fueran tan profu ndos, incisivos

tion de la Philosop/lie Sceptique ou preserva.tif contre le Pyrrhonisme, Berlín, 1 744,


p p , 9-10.
1 58 LOS "L!BERTIN S ÉRUD ITS"

0 agudos como sus predecesores, pero esto no les impide


haber segu ido la misma tradición.
En contraste con los escépticos humanistas, que en sus
dudas casi se olvidaron de la revolución intelectual q u e
s e e fectuaba a s u alrededor, hubo algunos pensado res d e
tende ncias escépticas q u e ofreciero n s u s argumen tos a l a
luz de los descubrimientos científicos d e la época. Mon­
taigne, Ch arron, Camus, Naudé, Patin y La Mothe L� Va­
yer criticaron la ciencia, pero gen era l.mente e ntendieron
por esto, o bien el concepto ren acentls� a del ho � bre d e
ciencia escolástico, e l aristo télico, o b i e n e l a b igarra d o
grupo de l o s alquimistas, astrólogos, n u m erólogo� , � an­
teístas, etc., del Renac imiento. Algunos de los esc eptlco_s
human istas conocían y a d mira b a n perso nalmente a he­
roes de la revolución científica, como Galileo. Pero s u h a­
bitual visión d e la que llegaría a ser l a " c iencia nueva"
consistía en comentar brevemente a Copérnico o a Para­
celso ' no c o m o descubrido res ele nuevas verd ad es, s i n o
como figuras peculiares q u e negaban las teorías acepta­
das, s ugiriendo así que, si podían desafi � rse hasta las teo­
.
rías científicas más aceptadas, en las ciencias n o q u e d a­
ría nada q u e pudiera considerarse como verdad .
Por o tra parte. pensado re s como Leon ardo Mara n d é ,
Petrus Gassendi y e l d iscípulo d e Gassend i , S a m u e l Sor­
biere ' tenían intereses c i e ntíficos y p a rticiparon e n l a
forma ción d e l a "ciencia nueva". S u escepticismo n o i m­
plicaba socavar y rechazar tod a ciencia, sin n ing� I� a ver­
dadera co mprensión d� la m o n u mental revo l u c w n d e l
pensamiento científico q u e estaba efectuándose a � u al­
rededor. Antes bien, su escepticismo se desarrollo a l a
l u z de estas nuevas i deas.
Mara n d é , uno de los secretarios del c arde n a l Ric he­
lieu, presentó su escepticismo respecto a las c i e� cias en
s u Jugernent des actions hurnaines, d e 1624, ? e d i C a d o a l
Card e nal .4 1 Gran parte d e l argumento d e l li bro parece
tomado de Sexto Empírico, o basado en él. El tema gen e-

" Para i n forn¡ación acerca de Maranclé, véase Boasse, Fortunes of Mo11taigne,


cap. XV.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 1 59

ral d e l a o bra c o n siste e n mostrar por q u é s omos i n ca pa­


ces de d e s cubrir e l conoci miento científico, en el sentid o
el e conocer las cosas tal como realmente s o n . Aceptando
la tesi s aristoté l i c a de que n uestro razonamiento ci entí­
fi co depende de n u estros sentidos, Mara n d é comenzó s u
ataque con una crítica del conocimie nto sensorial. Nues­
tros senti d o s nos d a n una i n formación contradictoria · al­
teran la i n fo rm a c i ó n que nos dan, etc. I l usiones c � mo
la q ue ocurre si nos oprimimos el glo bo del ojo nos indican
que no tenemos manera de d istinguir las percepciones ve­
ríd i cas d e l as ilusorias:12 Así, sólo p o d emos concluir q u e
"nu estros senti d o s [son] demasi ado d ébiles para estudiar
Y comprender lo q ue e s l a verd ad. N i siquie ra pueden re­
presentarnos l a s i mágenes, porque n o h ay rela ción ni si­
militud de lo verd a d ero con lo falso". 4a O bien aceptamos
n u es tros d é b i l e s sentidos, con sus i n formes a c e rc a d e
imágenes cuyas relaciones c o n los o bj etos son indetermi­
n a bles, o tendremos que abandonar por completo el razo­
na miento científi c o . Tod o lo que percibimos son i máge­
nes, no cosas. Y, como después indicó Berkeley, nuestra
i n fo rm a c i ó n s e n s o ri a l n o es más q u e un conj unto d e
ideas; por tanto, ¿ cómo podemos conocer l o s obj etos ex­
ternos? Pen samientos y cosas son tan completamente dis­
tintos q ue ¿ cómo podemos j u zgar la verd ad d e las cosas a
p artir de n uestros deficientes informes sensori ales? Por
tanto, "nuestro conocimiento sólo es vanidad". H
Para tene r una ciencia auténtica n ecesitamos a lgunos
principios segu ro s , pero ninguno de tales nos h a sido reve­
lado. Los principios en q u e conviene n los filósofos sólo
son " pres uposiciones falsa s", 45 i deas i nmateri ales por las
que desean medir las cosas materiales. 46 Q uienes están
d is p uestos a emplear principios y conceptos matemáticos
para llegar al conoci miento científico sólo están h aciendo

" A bate Léonard de Marandé. Jugement des actions humanines , París , 1624, p p .
39 y 52-53.
'" !bid., p. 52.
1 1
!bid., pp. 53-59. La c i ta está en la p. 59.
, !bid., pp, 59-60.
..

"' !bid., p. 60.


I60 LOS "LlBERTINS ÉRU DITS"

más d ud osos sus res ultados. Las matemáticas son acerc a


de o bj etos imaginarios; por tanto, ¿ c ómo se l e s p u e d e apli­
car a las cosas físicas q u e n o tienen las m i smas propieda­
des? No existen puntos físicos s i n longitud , profu n d i d a d o
anch ura, y así sucesiva i tlente . H Las conclusiones matemá­
ticas e ntran en confl i cto con l a i n formación se nsori a l ,
como e n e l caso d e l á ngulo d e contacto e ntre u n c írc ulo Y
una tangente. ·1 H Y los matemáticos, como todos l o s d e m á s
hombres d e ciencia, n o se p o n en d e acuerdo. P o r ej emplo,
algunos dicen que la Tierra es fij a ; otros, como C o p é rn i c o ,
que se mueve. Ambos se sostienen sobre principios rac i o­
nales; por tanto, ¿cómo h emos d e s a b� r q u i � nes tienen ra­
zón ? Toda afirmación científica ha Sido refutada, Y no te­
nemos manera de saber cuál es verd ad era, cuál es falsa.-1 1'
En religión, debemos a c e ptar la Revelación en c u e s­
tiones de fe. Pero p a ra fun d a r las ciencias no contamos
con nada tan seguro. La m ayoría de los principios cientí­
ficos se j ustifican apelando al consenso o consentimie nto
común. Hasta algo tan básico como "uno más uno, igual a
d os" se acepta sobre este terreno; y sin e mbargo, el con­
senso común n o es una norma fi dedigna de verd a d cientí­
fi ca, p ues algo comúnmente a ceptado pued e ser fal so. E n
real idad, n ada es a ceptado por t o d o el m u n d o , p uesto q ue
siempre podrá haber pirrónicos q u e duden de tod o . " " Sólo
podemos conclu ir, "no tene mos nada más cierto q ue la
d uda. Y, en cuanto a mí, s i yo dudo de los argumentos Y de
los principios de la ciencia q ue antes h emos d i sc uti ? o,
quizá dude más aún d e 'l os argumentos q ue he ofrecido
contra ellos"Y
Este pirroni smo, y e l p i rro n i s m o del pirro n i s m o , d e
Mara n d é , representa u n intento d e algui en, bien famili a-
¡; / bici . .
pp. 60-64.
p. 7 1 . Este raso también preocupó a H u me. C f'. E n <¡1ú1·y Co11cc m m ¡¡
.
" /bid ..
I-1H nw11 u 1 1 ders r a 11din¡¡. Sel by-Bigge ed .. Oxf'o rd. 1955. Sec . XII. parte. 1 1 . pp. I 56-

"' Jllaranelé. op. cit . . pp. 7I -75 .


J 57.

.·... / bici
. pp. 76-87. El mismo alio en q ue apareció la obra ele l\l arand é. se pu­
.

blicó e l l i bro d e p erbert de Cherbury, q u e propon ia una norma ele consens o


común.
.-. , Jllarandé. o p . c i t .. 1 06.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 161

rizado con el avance científico de l a época , por desarro­


llar una crise pyrrhonienne respecto a toda c iencia, antigua
y nueva . En el mi smo año, 1 624, apareció un ataque más
trascendente , más mad uro, escrito por uno de los héroes
de la revolución científica: Pie rre Gassendi.
Gassen d i (o q u i zá Gassend),:'2 fue uno d e los prodigios
ele comienzos del siglo XVII. Nació en 1592, en Provenza ,
fue a la e scuela en Digne, y a los dieciséis años estaba
dando clases allí. Después ele estudiar teología en Aix­
en-Provence, enseñó teol ogía en Dign e en 1 6 12. Al recibir
s u d o ctorado en teología, dio conferencias de filosofía en
Aix, y luego fue canónigo en Grenoble. En muy temprana
época de s u vida, Gassen d i comenzó sus extensas investi­
gaciones ci entífi cas, ayudado y alentado por algunos de
los más destaca dos intelectuales de Aix, como Peiresc. El
curso el e filosofía q ue profesaba llevó a Gassencl i a compi­
lar su exten sa crítica d e l a ri stote l i s m o , c uya pri mera
pa rte apareció -su primera p u bli cación- en 1 624, las E rer­ .

citationes Para.doxicae adversus A ristoteleos. Esto fu e se­


g u i d o por d i vers a s o bras c i e n tífi c a s y fi l o sófi c a s , q u e
va lieron a Gassendi la mayor reputación e n el mundo inte­
lectual y le p usieron en contacto con el hombre que ha­
brí a de ser su amigo ele tod a la vi da, el padre 1\Iarin 1\Ier­
senne. En 1 633, Gassendi fue nombrado preboste de la
catedral de Digne, y en 1 645, profesor de matemáticas en el
Coll ege Royal en París. Gassendi se reti ró en 1 648, y falle­
ció en 1 655Y
A pesar de su en orme papel en la fo rmación ele "la
ciencia nu eva" y "la nueva filosofía" , la fama de Gassend i
ha llegado hasta nosotros principalmente por su crítica a
las Meditations de Descartes, y no por sus propias teorías,
qu e dura nte todo el siglo XVII rivalizaron con las d e su
ad versario. También se l e rec uerd a por la función que

·, ,El problema del verdadero nom bre del filósofo es elucidado por Bernarcl
Rochot. en algunos comentarios introcl uctorios a su escrito sobre · · La Vi c. le
caractcre et la formation intel lectuelle'", en el volumen Centre Intern ational ele
Synthése. Piare GassciiCii. 1592-1655, sa v i e et so11 oe11 vre. Paris, 1955. pp. 1 1 -12.
''" Para información acerca d e l a vida de Gassencli, véase Rochot. ''La \'Íe. le
earactcre", y Pintarcl . L e Libe1·t inage émdit, pp. 147-156.
! 62
LOS "LIBERTINS ÉRU DITS"

clese m p e i'l ó haciendo resurgir la teoría atómica de Epicuro .


Pero , e n genera l , h asta h a c e m u y poco, l a posición d e Gas­
send i e omo pensador independ ien te h a b í a sido casi olvi­
dada . Quizá se deba esto, e'n parte , a l j u i c i o ex presado por
Desc u rt es so bre é l , y en parte a l hecho de que h a bitual­
mente presentó sus ideas en tomos sumame nte extenso s ,
en latí n , que apenas hoy se está n traduciendo al fra ncés/'4
Pe ro d u rante su vi d a , Gassend i gozó de una carrera in­
telect ual de suma i mporta n c i a , c uyo d esarrollo, a ca so más
q u e el de René Descarte s, i n d i : a e ilust: a "l_a form ac � ó n
del e s pír itu moderno" . Gassend1 comenzo su JOrn ad a filo­
sófi c a com o escéptico, a l p a re c e r baj o la p o d e ro s a i n ­
fl ue nci a d e sus lecturas d e la e d i c i ó n de Sexto publicada
en 1 62 1 , así como por las o bras d e Montaigne y Ch arro n .
Est n fn sc de "pirro nismo científi c o " sirvió c o m o b a s e a los
a t a q u es de Gassendi a Ari stótel e s así como a los seudo­
cien tífi cos contemp oráneos suyos, e hizo de Gasse ndi uno
nsati s­
d e lo s j efes de la Tétmde. Sin embargo , le resultó i
y derrotist a del esceptici smo
fact ori ll la a ctitud negativa
sus conocim ie ntos y s u interé s
h u m a n i st a , so bre tod o por
e ntonces q ue e sta ba bus­
e n l a "ci enci a nueva". Anunció
canel o una via media entre pirronism o y d ogmatism o. La
el
cnco nt ró en su fo rm u l a c i ó n tentativ a e h i potética d
l a c i ón q u e , en muchos aspecto s,
ato mi s mo epicúre o, formu
d e la moderna fi losofía británica .
se ace rc a al empirism o
En cstl' capítulo tratarem os d e las opini ones escé pticas
de Jos pri meros escritos d,e Gass e n d i , y en u n capítulo pos­
terio r ¡¡na lizare mos s u "epicureí smo tentativo" o " escep­
tici smo mitigado ".
Bayll', en su artíc u l o so bre Pirrón, acre d itó a Gassendi
el Ju� b N introducido a Sexto Empírico en el pensamiento
moderno, a b ri e n d o así n uestros oj os ante el h e cho d e
" q u e J n s c u alidades d e l o s cuerpos q ue llaman l a atención
de nuestros senti dos sólo son apariencias"Y' Este ataq u e
,, , E l Rochot h a bía emprend i d o esta tarea. Desde su lamentable d e­
d proyecto
pro l'l·sor
N' SO, se ha i n terrumpido. U n a trad ucción al inglés de una m uestra
n•pl'l'Sl'll l lltinl ele la o bra ele Gassencli ha sido pu blicada por Craig B rush.The
Selt•ftt•d 1\'t>rks of Pierre Ga.ssendi, Nueva York, 1 972.
"' Bayll'. Dictimwire, art. " Pyrrh on", Re m. B.
l
1

LOS "Ll BERTINS ÉRUDITS" 1 63

a l o s intentos d e e d i fi c a r unas ciencias necesari a s y cier­


tas d e l a N a turaleza a p arti r d e nuestra experi e n c i a sen­
sorial es e l p unto d e p a rt i d a del p e n s a m i ento de Gas­
send i . Ya en 1621 anunció su admiración a l pirronismo
viej o y nuevo.5u E n sus conferencias so bre Aristóteles e �
Aix , empezó por emplear el arsenal escépti c o para demo­
ler las afi rmaciones de los d ogmáti c os, y especialmente
las d e Aristótel es. Las E:rerdtationes Pamdo:ricae adve1·s us
A1'istoteleos, de 1624, representan la primera avanzada d e
este ata q u e escéptico contra qu ienes afirman poseer u n
conocim iento d e l a naturaleza d e las cosas, y que n o pue­
den ver q u e tod o l o que en re alid ad conocemos o p od emos
conoce � son apa �·i encias. (Gassendi había planeado publi­
car s u l i bro en siete partes, de las cuales sólo apareciero n
d o s . E s posi ble q u e interrum piera su obra después de o í r
l o s ataques d e algunos de l o s fi lósofos reconocidos contra
unos pocos anti a ristotéli cos q u e ha bía en París, en 1624-
1.62?>-"' En s u obra , Gassendi a fi rmó s i n amb ages q u e pre­
f � n a , con m ucho, la acatalepsia de los académicos y p i rró­
mcos a la arroga n c i a de los d ogmáti cos.r.s
Desde el pri n c i p i o , Gasscnd i se d eclaró d i scípulo de
Sext•J , Y p a ra él, e sto abarca ba dos elemento s prin cip ales:
una d ud a d e tod a s las pretensi ones d e conocimiento del
n� u n d o real , y u n a a ceptación del mundo de la experien­
cia o de l a apari e n c i a como base única de n uestro cono­
cin� i ento naturaJ. 5!1 Después de presentar en el prólogo s u
actit u d escépti c a , Gass e n d i criticó l a insistencia d e los
ari stotélicos en s u modo de fi losofa r. En c a m b i o , p i d i ó

"' C f. La carta ele Gassen d i a Henricus Fabri Pybrac i i a bril de 1621 e n Petrus
' '
Opera Omnia.,
Gassencl i , Lyon, 1658 Vol. VI, pp. 1-2.
. ''
' E � te tema se d iscute en Rochot,Les Tra.va.ux de Ga.ssendi sur Épicure et sur
1 .4tonnsme, 1 6 1 9 - 1 658, París, 1944, cap. I, y en su artíc ulo "La Vie, le caractére",
pp. 1 8-2 ? ; Y en Gastón Sorta is,
La. Philosophie moderne depuis Bacon jusqu' Leib- d
111:. Pans, 1 922 Tomo Il, pp. 32-36.
'· ' G ssend i ,
� E:rercitationes Pa.ra.doxica.e .4dversus .4ristoteleos, Opera.,
en Vol. 1 1 1 .
PrefaciO, p . 99.
Opem,
'''' Cf. La c a rta ele G � sse n d i a Henricus Fabri Pybracci, abril 1 62 1 , en
Vol . VI. p. 1 ; el PrefaciO a Exercita.tiones Para.doxica.e, Opera., en Vol. III pp. 98-
Lettres de Peiresc,
1 04; � la carta ele Gassen d i del 15 de j u n i o de 1 629, en Tom o I V,
pubhc ado por Phillip Tam i zey de Larroque, París, 1 893, en
. . Collection Docu­ de
ments méd zts sur l'histoire de Fra.nee, p. 196n.
164 LOS "LIBERTIN S É RUDITS"

una co mpleta li bertad intelectual, q u e i nc luyera el recono­


cim iento de q u e las doctri n a s d � �ris � óteles no m� rec e n
ninguna pos i c i ón e s p e c i a l o p n � Ilegia? a. Los a i i � tote­
_
licos se han vuelto s imples polemistas fnvolos, Y no mves­
tiga d o res d e l a verd ad . D i sc uten a c e : c a ? e pro bl e m a s
verbales, e n lugar de estu d i a r la expene ncia . .se someten
servilmente a la palabra del Filósofo o d ? sus m terpret _
. _ ? s,
en lugar de pensar por sí mismo s ; sumiswn d � be mos solo
. . _
a Dios no a un filósofo . Las opmwnes de Anstoteles no
son ta � maravillosas q u e merezcan tanto respeto. Y, p a ra
mostrar esto, Gassendi trató de señala r todos l � s <:rrore � �
dudas que se encontraban e n la � te? nas _ de An toteles. ;¡

El segu ndo l ibro d e las ExeTcttatwnes. q :1 � solo � e �u­
blicó después, tn contiene el meollo d e la c i?tica esceptica
del aristotelismo, y de la filosofía dogmatica _ e n general.
El i ntento de descubrir el conoci miento científi c o, e n el
sentido aristotélico, está condenado al fra caso, porque los
principios y l as d e �i n ic. iones só �� pueden ganarse por la
exp eriencia. La úmca mformacwn cla : a q.ue tenemos es
.
la que perc i bi mos. Para l l egar a d e fi m c1ones re ales o
esenc iales de los objetos n ecesitamos algunos conceptos
básicos por los cuales entender las cosas, pero en :c a­
lidad sólo conocemos el o bj eto sensible. De la expenen­
cia n o podemos inducir pro p osi ciones o princ i pios ? e n e­
rales, porque siempre es posi ble q � e d e s � ues _ surJ a un
ej emplo negativo. Aunq � e Gassen d i con oci a la obr? ? e
Bacon este problema, as1 como l a mayon_ a de las opm 1o­
nes q � e aquí expre s a Gassend i , se deriva probablemente
de las d iscusiones de la lógica real izad a s por Sexto.Ht A u n
s i conocemos algunas defi n i c io nes y pri ncipios, .no pode­
mos o bten er un conocimi ento científico por mediO del ra­
zonamiento s ilogístico, ya que, como lo h a n mostrado los
pirrónicos, las premisas d e l silogismo sólo son verd aderas

El:ercitat iones Pamdoxicae. Opem, Vol. III pp. 105-48. lln


La Philosophie modenw, Tomo II PP·
"" Gassend i Lib. l. e n
sumario de t �do esto aparece en Sortais,

" ' Sortais. on cit. Tomo I l , pp. 23-24, y 32; y Rochot, Tr�vau.� de Gassen el' P
1.
28-30.
p
·

9-22 donde se analizan las razones del retraso en la p u bhcac 1 0n.


'
"' Cf. Sexto Empírico , cuestion es p i rrónicas, II, sec. 204.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 165

si de antemano se sabe que la conclusión será verdad era.


La conclusión o bien es parte de la evi d e ncia d e las pre­
misas, caso en el cual el si logismo e s un a rgumento circu­
l ar, o bien el si logismo es i nconcl uso, ya q u e no sabe m o s
si las p re m i s a s s o n ci erta s (este proble ma d e s p u é s fue
pl ante ado por J . S . Mi1l).1;;¡
El clímax d el ataque pirró nico d e Gassendi aparece e n
el últi mo capítulo, in titulado "De q ue n o hay c i encia, y
es pecial mente n o hay ciencia aristotél i c a " . Aq u í emple a
l o s tropos de l o s antiguos pirrónicos, d e Sexto, Agrip p a ,
E n e s i d e m o y o tr o s , p a ra m o stra r q u e n u estro co n o c i ­
mi ento sie mpre está li m itado a l a s apari e ncias d e las co­
sas, y nunca p u e d e trata r d e sus naturalezas verdaderas,
oc ultas e internas. Podemos saber c ómo nos parecen las
cosas, pero no cómo son en s í mismas. A s í, por ej emplo ,
p o r n u e stra e x p eri e n c i a s a be m o s q u e l a m i e l p a re c e
d u lce. Pero n o podemos descubrir s i real mente es dulce. 6 �
La d i stinción hecha por Gassendi e ntre las cual i d a d es apa­
re ntes, cómo n o s parecen las cosas , y las c ualidades rea ­
l e s . qué pro p i e d ades tiene re almente el o bjeto, e s u n a d e
l a s pri meras formulaciones claras d e l a d i stinción entre
e uaFdad primaria y secundaria en la filosofía moderna.{j;,
Puesto que n o podemos conocer n ada " por natu raleza y
en sí mismo, y como res ultado de causas b á sicas, necesa­
ri as e i n fa l i bles",li li no es posible n i ngun a ciencia en e l
sentido d e un conocimiento neces ario d e l mundo re a l .
Todo lo q ue pode mos s a ber d e la n aturaleza e s cómo n o s
parece y, c u a l lo muestran los argumentos escépticos, n o
podemos n i j uzgar ni i n ferir l a s natural ezas reales d e l a s
cosas q u e causan o producen las a pariencias. Las varia ­
ciones de la experiencia sen sorial nos i mp iden d e finir o
d escribir los o bj etos reales sobre l a base d e lo q u e perc i -

Exercitationes Pamdoxicae.
' " Gassc n d i . ! 1 , en Opem. Vol. I I I . pp. 187- 1 9 1 . Véase
t a m bién F. X. Kie11, "Gassend i's Skepti cismus und seine Stell ung zu m Materia­
l b m us". Pllilosopllic/¡es JahTbucll der Gon·es-Gcsellsclla_ft,
VI. 1 893. pp. 27-34.
n • Gassendi, E.<·ercitationes Pamdoxicae. l i b. II. Exer, V I . Opera \'ol . III. p p .
1 92-210.
..... Cf. Kiefl . "Gasse n d i 's Skcpt icismus". pp. 301-305.
';" Gasse ndi, Exacitatioues Paradoxicae. Lib. II.Opem. Vol. III. p. 192.
LOS " LIBERTIN S ÉR UDITS"
166
ecir, de n eces a­
bim os. Por falta de s igno s i n d i c ativo s, es d
a l a real idad , Y
rias i n fere ncia s real es, de l a expe rien cia
co, no tene mos
por los defe ctos d el razo nam ient o silog ísti
as e x p e ri e n c i a s
m a n e ra de raz o n a r a p a rti r d e n u estr
a s u s efec tos. N i
hast a s u s caus as, o a part ir d e s u s caus as
e cono cimi ento
siqu iera pode mos esta blec er un crite rio d
somo s inca pace s de s a ber q ué cons ­
verd adero, por lo que
conc l uir es q u e
tituy e una cien cia. Todo lo q ue pode mos
no pue de cono cers e n ad a . 6 7
la Verd ad
En todo esto , Gass endi n o esta b a desa fi ando
e una base
Divi n a , a la que acep taba prin cipa lmen te sobr
d el sent ido com ún, el mun do d e
fide ísta, ni la info rma ción
ando todo in­
las apar ienc i as.6H Ante s b i e n , esta ba atac
tent o, de Aris tóte les o d e q u ien fuer a, por cons trui r un a
cia q ue tras ­
cien cia nece sari a de la n aturalez a, una cien
n térm inos de
cend iera las aparienc ias y l as expl icara e
s ólo e n la expe ­
caus as no evid ente s. En la expe rien cia y
ci mien to n atur al que po­
rie n c i a , d ij o, se hall aba el cono
Tod o lo d emá s, ya fues en fun­
d ían alca nzar los hom b re s .
nes meta físic as o mate máti cas
d a men tos o inte rpre tacio conj etura
sens oria l, n o es más que
de n uestra info rma ción
o Sam uel Sor­
vana . Com o d ijo d e Gass e n d i s u disc ípul
m uy afirm a­
biere, "est e hom bre c ulto no a seve ra nada
unda sabi ­
tivam ente ; y sigu iend o las máx imas de su prof
ro tege d e l a
d u ría , n o se a p arta de la epoj é, q ue l e p
o todo s l o s
impr uden cia y l a pres unci ón e n que han caíd
d e m á s fi lóso fos" .m'
cam ente en e l
Al prin cipio , Gass end'i se inter esó bási
l cono cimi ento
lado d e struc tivo d e l a c rític a escé ptica d e
desc ubri r u n
cien tífic o, atac ando a tod o el que trata ra de
s. S i t a l cono ­
cono cimi ento ciert o y n eces ario d e l a s cosa
ciertas prem i­
cimi e nto ha de ser dem ostr a ble a p artir de
s d i stint as
sas, o ser evid ente , y s i n e m b a rgo trata r d e cosa

,;, lbid., Lib. II. Excr. VI.


n< Jbid., Lib. II. Exer. VI, p. 1 92. Díscours de M. Sorbiere sur la Comet e,
en
m•
Citado del man uscrito de Sorbié rc,
" Pierre Gassc nd, D c r fran zosisc hc Spath uman ismus und d as
Gerha rd H ess.
Probl cm von Wiss cn und Glaub cn", en Berliner Beitrage :w r Romaníschen Philolo­
gie,
Band IX, Heft 3/4; 1 939, p. 77.
LOS "LIBERTINS ÉRUDITS" 1 67

d e las a pariencias, entonces todo lo q ue se p uede concl u i r


es q ue . " n ada puede conocerse". Comenzando su ata q u e
� o n ��·1stoteles, Gas � e n d i rápidamente l o ensan c h ó para
_
mclun a lo.s nat�rahsta s ren acenti stas, a los platónicos y
a cualesqUiera fi lósofo s q u e a firmaran conocer l a verd a ­
d era naturaleza d e las cosas . ; o
Po r otra parte, e n tanto q u e Gassendi se proclamaba
o d � se.xto ! inc � uyó en su s ituación de d iscípulo
. _
di scipul
u n a aceptac10n _ md 1scuti d a d e l a experiencia como fuente
de todo conocim iento. Y, como una de las grandes figu­
ra s de la. r�vol ución científi c a , Gassendi tra tó de extende r
el conocimiento del hombre media nte u n examen mi nucio­
�? d e 1 � na� ur � leza. En los campos de la astronomía y l a
.
fisiologi a h 1 zo Importantes contribuciones, d escribiendo y
.
d ? s c u br.I e ndo facetas del mundo naturaJ. 7 1 Más a delante
hizo qUiza_ su más grande colaboración a la cien cia mo­
d ? n; a, �1 desarrollar la te oría atómica de Epicuro como
h I p ot � s i s o mode.l o m e c á n i c o , para rel acionar las apa­
Y prede c i r los fenómenos futuros. 72 El lado posi­
.
r Iencias
. vo .
ti d el pensamiento de Gassendi le llevó a hacer un in­
t ? nto por mitigar su pirronismo inicial, haciendo de él un
tip o d e "escepticismo constructivo", y a desarrollar una
tcona _ q u e s hallarí �ntre el completo escepticismo y el
c::_ �
dogmatismo. ··.1 Este ultimo concepto, totalmente desarro­
llado en s u �intagnw, así como la teoría d e l cono c i mien­
to ele su am igo Mersenne constituyen, q uizá por vez pri­
n� cra, l a f� rmu lación de lo q ue puede llamarse la "visión
.
c i c n tl_ fica Ma_ s ad elan te exami nare mo s e sta visión, y
'" Véase, por ejemplo, la o bra d e Gassendi contra el rosacruz Robert Fl udd
E.ra �nen Phzlosophi�e Roberti. Fluddi, la respuesta a Hcrbcrt de Chcrbury, "Ad•
LJ!JJ Um ' D. EdoardJ Hc rbcrtJ Angl i , de Vcritate". y l a Disquisitio llfctaphysica seu
. .
Dubl!atwnes, et Instancwe adversus Renati Ca1tesíi Metaphysicam, todo ello en el
Vol. III de Opera.

� l�xandcr �.oyrc, "L? Savant", en el vol umen Syuthese, Pierre Gasseudi, pp. 59-70,
" Acerca d e l as realizacion es científicas de Gassendi, véase el escrito de

.1 hoc hot, . GasscndJ ct le Syntagma Ph i losoph i c u m " , en Revue de Synthese,


LXVII, 1 950, pp. 72-77, y Rochot Les Travaux de Gassendi
" Cf. El escrito de Rochot, vol u m e n Le philosophe en Synthese, Pien·e Ga.�sendi,
PP : 74-94 � 1 04-1 06, Y Rochot, Les Tmvaux de Gassendi, passim.
_ ' ?1edw quada
� vía ínter Sccpticos & Dogmaticos vidctur tcncn d a " Gas­
sc n d J , Syntagma ¡¡hzlosophicum. Logica, Lib. JI, cap. V, CQ Opera, Vol. J . p. 79.
··
168 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS"

mostraremos q ue acaso fuese el res u ltado m á s fructífero


d e la reperc usión del p i rro n ismo so bre la fi lo sófía m o ­
d e rn a.
Al evaluar la obra de Gassen d i , mucho s de sus comen­
tadore s han d ebatido dos cuesti ones; p r i mera , ¿ fue rea l­
mente escéptico Gassend i ? Y segunda, ¿ fue Gassendi un
libertin ? El problema d e la prime ra gira en torno de lo que
sign i fi q ue ser escéptico. S i , supuestamente, un escéptico
es �n hombre que duda de todo, y niega q ue tengamos o
podamos tener algú n conocimiento, entonces Gassendi de­
fi nitivamente n o fue escépti co, especialmente en sus ú l­
timos escritos, donde negó explícitamente estas ideas y
criti có a los antiguos escépticos. 7 '1 S i n e m bargo, hay un
sentido más fu nda mental de la p a l a bra escéptico, es d e ­
ci r, el q u e duda de q ue puedan d a rs e motivos o razones
n e c e s arios y sufi ci e ntes p a ra n u e s tro c o n o c i m ie nto o
nuestras creencias; o el q u e d ud a de q u e pueda d arse la
evidencia adecuada p ara m ostrar q u e en n i ngunas condi­
c i o n e s pueden ser n u e s tros c o n o c i m i e n tos o n u estra s
creencias falsos, ilusorios o d u d osos. Creo yo q u e en este
sentido Gassend i fue escéptico d u rante toda su v i d a . En e l
c a p ítulo q u e trata d e l " e s c e pti c i smo co nstru c tivo" d e
M e rs e n n e y G a s s e n d i tra t a ré d e d e m o s trar q u e a u n
cuando ambos pensad ores atacan e l escepti c ismo, y pre­
ten d e n re futarl o , s u s o p i n i o n e s p o s i t i v a s e n re a l i d a d
constituyen u n tipo d e p i rron i s mo e p istemológico muy si­
milar al de David Hume. Como d ij o el escritor jesu ita Ga­
briel D aniel, hablando de Gassen d i , "parecer ser un poco

i m iento en e l
" Cf. e l análisis hecho p o r Gassc ndi d e l esceptic ismo y e l conoc ss.:
segundo l i b Syntagma philosophicwn. Logica. tusOpera,
ro d e l en
Fuerit.
Vol. I . p p . 69
1898. Esta
Henri B err.An Jure ínter Sceptico s Gassend us N1onem París.
obra ha sido recién traducid a al francés por B. Rochot. con el título
Du Scepti­
cisme de Gasscmli, París. 1969, Kiel1. "Gassen di's Skeptici smus", pp. 31 1 y 361-362.
Rot'11ot, "Gass end i Les Tmvaux de Gas­
et le Syntagm a Phi losoph icum". pp. 76-77;
seHdi. La Philosopl1ie nwdcme.
pp. 79-80, "Le phi losophe ", pp. 78 ss. y Sortais,
Vol.
pensami ento
l l . pp. 252-257. El estudio más complet o d e que h oy d isponem os del
de Gasscnd i es Olivicr R. Bloch, La Philosopilie de Gassendi (La H aya, 197 1 ).
Scetticismo ed empi1·ismo studi Gassendi.
, su Bari,
Véase t ambién Tul l i o Grcgory
1961. Bloch trata ' de mod i ficar y d e extender algunas interpret aciones d e Grc­
gory y m ías.
LOS " LI BERTINS ÉRUDITS" 169
p i rrón i co en c i e n c i a , lo cual, en mi o p i n i ó n , no e stá mal
_
p ara un filósofo " . 75
La otr � cu � s ti ? n, acerc a del libertinism. d e Gassen d i . re­
s u lta ?! a s d i fi_ c i l de d e c i d i r. Ga s s e n d i fu e sacerdote y
c umpl w con sus de beres religiosos a sati s fa cción de sus
� . �'ue e n términos genera les u n fideísta que
_
s u p e 1�10re
o fre c1a o p i � wnes teológi cas s i milares a las de Mont; igne
Y Charron . _, {, Ta m bi é n fu e miembro de la Tétmde. j u nto con
_
figuras tan � osp echosas como Naudé, Patin y La Mothe Le
V ayer, � a s 1 stio a sus débauches pyrrhonienn es. Tam b i é n
ft� e amigo de al �� nos libertins muy inmorales. como Lu­
ll I C r Y Bou ch.ard . Sus am igos reli gi o sos vi eron en él a un
· · r
. cero c n_ s � Ia w. En vista de esta i
1
Sin � n fo rm a c i ón a p a rente­
n_lCnte con fl i cti va , los co mentadores franceses h a n deba­
tid � exte nsamente le cas Gassendi . Pi nta rd ha r e u n i d o 1
rec � ente �11 ? nte _ los testi monios que p a recen i n d i c a r que
Gassenci I fue l1ber� m de corazón. 7 ' Por otra parte, Rochot
. 1
.
ha argtl l d o qu e mnguna de las prue bas contra Gassend i
cl e m ue � tra su libert i11ism. y que hay pruebas abru mad oras
en scntJdo contra rio. 7 ! '
En ante riores exámenes de la cue sti ón de la s i n ceri­
dad d e los demás llamados libe1tins érudits, he tratado d e
''•Ga briel Dan iel. Vo¡¡age du Monde de Descm1es. tal como e s citado e n Sort a i s
o¡¡.
·

cll. . Vol . J I . p. 257 n . l .


'" C f'. Hocho t. .'.' Le p h i l osophe" en Pien·e Gassendi. pp. 98-99 y 102-1 03, (en p.
� _
8 82. Hochot l l� c! Jea �¡ u e Gasscn di tenía ciertas incli naci ones e mpíricas e n ma­
t ? 1: 1a ele � eol �gJ a). Vease también el capitulo de Hess acerca d e "Wissen und
. _
(,J �:. u be n en P!eiTe Gassencli", pp. 108-158.

' .' ecrc·a ,el � l a a m is � a d ele Gassencli con Lullicr y Boucharcl . l'éasc Rochot,_
.. Ld \ !C ct le c m_a e. té!.e . e n Pzerre Gassendi. Lcttres milicres
pp. 26-32. Gassend i .
ci
fa
Fm? U:Ois Lu/lzcr pen�lant l'hh:er
_ I632-1633, avec intro d uc tion , notes et i ndex par
���� n a ! el Rochot, Pans, 1944, Y Pintard, Le Libc11inage érudit, pp. 191-195 y 200-
'" Pintare! , Le libe11.inage érudit CSJ) ., pp 1 47-56 y 486 502 y t am b"
· • · 1en ¡ os vanos
· ·

nc xos c � tr� Gas��n ? i Y los libati�zs que se estud iará n a lo la rgo d e todo el l i bro ;
� l; l l :� l d , MoclcJ n lsmc· . ll unwn isme, Li bertinagc, Petitc suite sur le · cas Gas­
sc, �: d ! . en R vue d ,li1slo1re
: .
. •
� Littémire de la Fmnce, Aiio 48, 1948, pp, 1-52.
Rochot. 1 rarau:r de Gassemli. pp. 137-1 39 v 192-I94 · "Le Cas Gassenc¡ 1· .. . en
·

R ue d'H'zs·t one
· · · ,

e'V · L'zttéHure de la Frcmce, Aiio 47, 1947' pp. 289-313' Y "La \ . et ¡ e


. . ·
lC
'
,

' e
C"I ra •té l. e ; pp. 23- 54 \' case también el excelente estudio de H e n ri Goull lc
.. . · . · r so -
bre " l e cas G a ss· en d ' " en su crH1ca a Le libe11inage e1'11dit de Pintard La Motile
l
· ·
y
1�· :'�¡¡er. Gassend�, G!IY Patín. en Revue Philosophique de la Fmnce et d� I'É trangcr,
·
C XXXIV (encro·J ll n l o 1944), pp. 56-60.
1 70 LOS "LIBERTINS ÉR UDITS"

. q u e existe una d i ficultad a l trat � r ? e eva l uar las


mo t
�� ��� nls opiniones de los cristi �� os p 1 rromcos: La m a­
.
ve ·t· t.'
yoi P�1. de las razones p ara clasifi carlos como_ m c i.e_ d u­
l � s p e 1 ¡.:1• ros os 0 ej emplares se basan en evaluacwne_s tra­
d i C I O n tl l'S y "culpas por a s o c i a c i ó n " . La s eva l ua c i On es

tradicio nales fuero n formadas, e n general, por n s a d r; ���=


.
m . l l'nte religiosos, como Pascal Y Arnau ' o e .
m ;����� \. 1 t e antirreligiosos, como Voltaire. La mforma � wn
_ -
a cer� a 1 , las vidas y opiniones d e todos l o s llam � d o s l1 � er­
1 �. es compati ble ' e n l o filosófico Y lo psic ologic o ,
_ enH<l�r
tn�s
_
c ? n cu , \1 < u ier interpretac ión de sincendad o d e , m
·

· sm · c e-
j �
·

nd. a d� t.· o el caso d e Gasse n d i es en e � q ue mas se r� ­


·
mer v i o lentar los límites d e la c �·ed u l l d a d para consi­
a : rl o l'Ompletamente insi ncero. S J , como antes lo he su-
. �id
gei � o n•s ulta posible que Naudé, Pa � in y La Mot!1e Le
Vaye r '1.llt's· en fideístas cri stianos a l estilo de Montaigne Y

d e �1 .1. Ton , entonces res ulta aún mas pro b a bl.e q u ? G as-
·

:n
-
vista d e su v i d a rel igiosa, de los testimomos d e
sen 1•
sus a m�1 �t \ S ¡·cligiosos y de sus d e m á s amistades, lo fuera.
·

Tal c o J J H· l 11a planteado el p ro blema el abate L eno bl e,


S I dc:-.- t"•1 1110s ' a toda costa ' penetrar e n el n ú cleo i nterno d e
. 1 gra d.o

r. Y .e
\
Gass · n d i para determ m a r l a reahda d d e s u 1e

?e �lll'
l i lle 7 tinage (en e l q u e no creo), e s n ecesa n
n•rca las cartas de Launoy y de Boulli � u . Ambos � Icen
· o a i: a l l ­
zar
que t, 1 fi n de su vida fue profundamente c nstlan ? , Y sm l a
.
a ngu:-- t t.t d e un libertino a rrepentido. Pero , ¿ cómo J u zgar ( ¡ d e
· ,

nuevo '. l l .¡ corazón secreto de e stos dos tes t 1gos' ?


.

Si so spt•chamos q ue l s dos testigos miente � , así � o �n_o



·1 ·
·
J
Gasseno l. · tropezamos a q u í ' creo yo, con u n a I mposibth-
' ,. da� psi l \'t lógi c a , a menos q u e su ponga m o s q u e los d o s _

a �� gos q•ría n ecesario, e ntonces, d ecir tres) posetan � n


cinismo t ·'�- "'CeiJcional del que, esta vez, n o tenemos n m­
HO
guna J '\\t'ba ".
Eu�a tradición q ue supone q u e tuvo � ue hab ei d u • _

• .
��d ao
. _
p l ICI 1 l• 11 los escritos y l o s a ctos d e los l'l be1tms erud'lts.
� �
.. · ·
"' R o b l' l't ¡,,• nob l c. }� l sto l re t Ph si ue . A propos d e s c o n s e i l s d e M e rse n n e
aux h istol'l <'11" l'l ·d e J 1 11t erven t o n d J a n de Lau n oy d a n s l a q u e re l l e gasse n -
� f
d i ste " , Rcn-• ·
\, I , 1953, p. 125, n . 1
. ''t'L' J¡' stoh"e des Sciences, d
·
LOS "LI BER TIN S ÉR
UDI TS"
171
dep end e, cre o yo, d e l a sup osi
ció n d e q u e n o pue de ofr e­
cers e nin gun a otra exp lica ció
n de s u s ide as. Per o, com o
he tra tad o d e ind i car, s í exi ste
otra pos ibi li dad , a s abe r,
q u e hom bre s com o N a u d é , La
Mo th e Le V aye r y Ga sse n d i
fue ro n s i nce ros c ri sti ano s (au
n q u e q u izá n o pa rti cul a r­
me nte fer voroso s). En a use nci a
de pru eba s a bso lut am ent e
dec i siv as so bre l as verd ade ra s
inte nci one s d e est os hom ­
bres , ¿po r qué hem os de sup one
r l o peo r (o lo me jo r)?, o
sea , que partici pab an e n una con
spi rac ión e n con tra del
cris ti ani sm o. El nú me ro a bru ma
dor d e sus a m igo s ínt imo s
y con tem poráne os n o d es
cub rió nin gun a señ al de i n sin
ri d a d . Y una de las fue nte s bás ce­
ica s d e la s upo sic ión de
libe Ttin age , en cad a cas o, ha sid
o la am ista d con los d em ás;
Na udé fue am igo de La Mo th e
Le Vay er y de Gas sen di;
Gas sen di fue am igo d e Na udé y
d e La Mo the Le Vay e r, etc .
Si s u pié sem os defin itiv a m ente
a) que al me nos u n o de es­
tos hom bre s fu e un gen uin o libe rtin
que tra tab a de soc ava r
el cris tian ism o, y b)_, que los dem
ás a cep ta ban su a m i stad
por cau sa de a), entonc es pod ría
ser s ign ific ati vo el arg u­
men to de "cu lpa por aso ciac ión
". Per o com o es pos ible
q u e cad a uno de los hom bre s en cue
stió
ficle ísta , y muy pro bab le q u e Gas sen n fu e s e un sinc ero
d i lo fue ra, ent onc es
nad a que da ind icad o por el hec ho
d e q ue e stos hom bre s,
todo s ello s p a rtic ipa nte s h asta cierto
gra d o e n los as unt os
de la Igle sia o del esta do c ri stia no,
con opi ni one s s i m ila­
res y rec on oc i d a me nte e s cép tica
s y teo log ía s fi de ísta s,
fues en ínti mos ami gos . (Po d ríam os
men cion ar el hec ho de
q u e tod os, al parece r, fue ro n ín tim
os del p a d re Me rsen -
nc q ue , has ta don de yo sé, n u nc a
ha sido acu sad o de li ber­
tinaj e.) Si con side ram os a los libe
1tins érudits sin ni ngú n
pre j uici o a c erc a de sus inte nto s, ent
onc es, ¿ p ode mos de­
c i d i r pos itiv ame nte , ya sea a p arti
r de sus o p i nio nes , ya
sea de sus carrera s, ya sea d el c írc
ulo de figu ras reli gio-
sas e irre ligi osa s d ent ro d el cua l
se mov ían, si fuer on el
cen tro de una c a m p a ñ a co ntr a el
cris ti a n i s mo, o b i e n
parte de un sinc ero mov imi ent o den
tro d e l a Con trar re­
form a, ten d i e nte a soc ava r el pro test
ant ism o, med ian te su
defens a del fide ísm o?
1 72 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS"

Pero volvamos al material h istórico. El último de este


grupo de pensadores escépticos de comienzos d el s iglo
xv11 al q u e mencion aremos aquí es Samuel Sorb i e re , d i s­
cípulo de Gassend i y d e La Mothe Le Vaye r. Sorb i ere n o
fue u n pensador original s i n o , antes bien, u n repeti d or d el
aspecto más pirrónico d e sus mentores. Acaso e n e l c on­
texto d e la h i stori a del esceptic i s mo fra n c é s lo q u e re­
sulte d i sti nto o novedoso en Sorbiere es q uH le fu e, al mismo
tiempo, protestante y filósofo e s c é ptic o . S i n e m b a rgo,
más adelante superó esta peculiaridad, convirtié n d ose al
cato l i c i smo. Gran parte del éxito d e Sorb i ere en sus pu­
b l i c a c i o n e s d e p e n d i ó de q u e i mp ri m i era las o b ras d e
otros, como las d e Hobbes y d e Gassen d i . Y para l a causa
e s c é p ti c a , trató d e h a c er una trad u c c i ó n fra n c e s a d e
Sexto Empírico, que nunca c o mpletó. x �
En las dos cartas de Sorbi ere q u e contienen los frag­
mentos que se h an conservado de su tra d u c c ión de las Hi­
potiposis de Sexto, i n d i c ó q u e ha bía empre n d i d o esta ta­
rea al salir del colegio para cultivar sus conoc i m i entos
del gri ego , y para aprender un tipo de filosofía que no le
habían enseñado. x:l Evid ente mente llegó a ser un absoluto
admirador y defensor del p i rronismo y, por tanto, un d i s­
c ípulo d e los nouveaux Pyrrhoniens. Con u n a cons istenc i a
casi fanáti c a , continuó d u rante tod a s u vida propugnando
un escepticismo completo ante todas las cuesti o n es q u e
pasaran de l a s apari en ci as, y formulando sus o bs e rvacio­
nes de tal modo que no se le pudiera acusar de tra nsgre­
d i r las dudas de los esc é pticos. En un Discou.rs sceptique
acerca de la circ ulación d e la sa ngre d ij o S orbi e re , "per­
mitidme entonces, Monsieur [ . . . ] pe rman ece r en s uspen­
sión de j u i c i o ante las cuestiones c ientíficas. En otras, en

' ' L o mi smo ocurrió a Élie Diodati. e l mi embro menos fi losófico d e l a 'N tradc.
Cf. Pintanl . Le Libe11inage cmdit. pp, 1 29- 1 3 1 .
' ' Acerca de Sorbiére. 1·eúse André l\1orize. "Samuel Sorbiére ( 1 6 1 0 1 670)". en
Zeitscln·U! /llr fran:ósisclli' Spmc/¡e 1md Litt.emtur, XXXIII, 1 908, pp, 21 4-265; Pin­
tare! .Le Libatinage émdit. p p. 334-335; Popkin, "Samucl Sorbiere ' s Tra n s l ation of
Sextus Empiricus ; · . pp. 6 1 7-61 8. y Sorta is.
La pililosop/¡ie lllodeme. 1 ! . pp, 1 92-228.
"' Samucl Sorbi ére. Letrrcs et Discl/TS de M. De Sorbiére sur rlirerses lllatiéres Cl l­
ricllsl's,París. 1 660. carta a D u Bosc. pp, 1 5 1 - 1 52.
LOS "LIB ERT INS ÉRl'DIT S"
1 73
q u e la rev ela ció n d i vi na nos con
ven ce, 0 en que el deb er
1� os lo ord ena , m e enc ont raré i s
má s a fi rma ti vo. Est as úl­
ti m a s no se enc uen tran d e ntro del
ter1·eno 0 la J· U ri· S d lC-
C I. On
'
d e !'fli· esc � J? t i c ism o". x., Tan sólo cua ·
q u e l a c i rcu lac wn d e la san gre era ndo se 1� m ostr ó
- · ca, y
un a teo 1•1·a en1p1n
no un J· U �· c i· o d e lo q ue estaba má s
allá de l a exp eri enc ia
est uvo d 1sp ues t? a ace pta rla . En
s u rel ato d e su via je �
Ing late rra , Sorbie. re tuvo c u i d a d
.
o en a firm a r que s ó l es ·
t a ba nar ra ndo "lo q ue m e p a reci ó, _

y no lo q ue q u i . �a se
enc uen tre en la rea l i d a d de las z
cos as" . x:; El o b Ispo
e !1 su rep 1 I. c a a la Roy al S o c i ety, con
_ · S prat
_ tra algu nos de l o s ma :
l cvo los com ent ano s d e S o rbie re, lo
cen sur ó por no ma n _
t e n e r su sus pen swn · - d e J· Ui· c i o en asu n tos tale
. s com o si la
e o c m a de Ing l ater ra era mal a. x f)
S o rb � ei�e pare e h a ber s i d o un hom
� bre bien versad o en
l os. mov 1 m 1 e 1tos mte lect ual
� es de su épo ca, y los vio a to­
c I :Js I� ant en : e d o u na c o n tan te
?_ _ � act itud p i rró ni c a . Con
s_ c m :.J ant e VI SIOn , s ? lo pud iero n parece rle s igni fica
�-��� _
_ c � estw nes re lacw nad as
_ con los pro ble mas de la apa ­
tiva s
I I : n c i a . L? � dem as n o era n más q ue va nas sup osic ione s
los d ogn_1at1 cos. S o rbie re no fue un de
teór i co del nou veau
P!J!Tho nzsm, e, s i n o q u e , a nte s b i e
n , rep re s e ntó a la s i ­
g tl lent� �ene �a c i ón q u a bs o rbió aqu
. a p l i c o c asi a utom atic _ � ella s c o n clus ione s y
las ame nte a todo s los p ro blem as con
q u e trop ezo. _
Lo s esc é ptic os fra nce ses de la prim
era m itad del s igl o
�: �� � ¿�� - ;�sc - e¡ i:¡ ue s;¡�· te ¡mssage du cilyle, & le
rl i
· · : , · ��� \�� ��s t e PdSa,Je. apare ce citad o en Sort 111uure111cu t du coeu r.
a i s . La pililoso¡1Jiic
L, . d · ¡
1 1 1 "' 1 <'l'lle . II. p. 1 94.
• - • ·
·
· .·¡ C i : a d o en Vi n cent G u i l l oton.
'S
x·.' " J l.l' J e
"Aut our de l a Relat ion du Voya ge de S
o cle Lang uaues
a m ul'l
¡ . num . 4 . .J U l io. 1 930.
cn Angl eterre 1 663-1 664". el, Smitll Col/cg
.
c Studi es in M m " ·

··· Th omas Spra t. Ubse11:atiu ns


p, 2 1 .
L I I IH 1 re s 1 665 ¡J¡J 275 276 "" Sin
u11 Muus icur de Surbicr·s \'(IJ¡agc imu L'Jlglm¡d·
l : . · em 1Jargo d l'IJo decir le q ue q
1
c1 t, ',1'�\ :m d� l a eoun a mules a 1: o
·

,
· · · - ·
. . u i za su rígida eon-
l l( t · s � �un las l eyes
l'a muy bien con su m uy amad o t ítulo d
e escép­
; 1 1 I.d � . d lgu. �¡ � �1sto o deno;tals � pro
.
fesi ón. antes debie ra h a be r d i scuti do l a
ei 1:a por d e una olla solo e s una fanta sía rgam ente
1 '.'' ' .
. : � 1 e l luego de la coc 1 11a t 1en0 en rea l i d a
, o una cosa
1 ' 1 . 1 1 1 . 0 S I solo e s una apar ienci
a. Esta hubie se sido una dispu ta mús d igna 1'
d buen as cuali dade s para tosta r
u n eseep tlco. q ue concl u i r d�
Ull-'lo, Y p l a ntea r l a l n l t'rmin
clogm <i ti came nte sobre todas l a s I11t1·igas del a/t
1 0 11 ''''5 h a b J <ln Sido
. able q ue re l l a espee ulatil ·a e ntre l a s q u e hasta
e1 �
y los
secta s paeífi eas y pr;íet icas. los llascile's Sur/oiners.
174 LOS "LIBERTINS ÉRUDITS"

xvn se encontraron ante u n a época nueva y optimi sta, en


la que pudieron vivir y prosperar con u n a compl.eta crise
py7Thonienne. Como in t elec t uales d e vanguard i � de s u
.
época, encabezaro n el ata q u e al anticuado dogmatismo d e
l a e scolástica, a l nuevo dogmatismo d e l o s astrólogos y al­
q u i mistas, a las afirmaciones gloriosas de los matemáticos
y hombres de c iencia, al entusiasmo fan á tico d e los calvi­
nistas y, e n general a tod o tipo de teoría d.ogmática : _A lgu­
nos como La Mothe Le Vayer, apilaro n mformacwn to­
ma d a d e l m u n d o c l á s i c o y d e l N uevo M u n d o y, d e s d e
luego, d e l "Divino Sexto" para socavar las ciencias morales.
La Peyrere estaba proyectando d udas sobre algunas d e
las a firmaciones b á s i c a s d e l a B iblia. Otro s , como Ma­
ran d é y Gassendi, se valiero n de las dudas p irrónicas Y de
la nueva i n formación para socavar las ciencias naturales.
La Reforma h abía producido una crise py1·rhonienne en
el conocimiento religioso, en la búsqueda de una seguri­
dad absol uta acerca de las verd a d es rel igiosas. El nuevo
pirronismo había comenzado como medio de d e fender al
catoli cismo destruyendo tod o s los terrenos racionales d e
la c e rti d u m bre re l i g i o s a . D e s d e Monta igne y C h a rron
hasta la Tétmde, se había revelado un abismo d e d udas, no
sólo a través d e los fun d amentos del conocimiento reli­
gios o , sin o también de todo conocimiento .natu ral. . Al co­
menzar la Reforma científica y al ser desafiado el sistema
de Aristóteles, el ata q u e escéptico pronto ensanchó el
pro blema, haciendo de él un ataque a las bases de todo
conoc i m ie nto . En dos órdenes del conoc imiento reve la­
do y natural, d esaparecie ro n los fun d amentos mismos.
No sólo se h abía p l anteado el antiguo problema del
criterio e n la teología, poniendo a los hombres a j ustifica r
una "regla de fe ", sino que la m i sma d i fi cultad se había
manifestado e n el conocimiento natural, o bliga n d o a los
hombres a buscar algun a " regla d e verd a d " . La "n ueva
ciencia" de Copérnico, Kepler, Galileo y Gassendi lo h a­
bía " envuelto todo en d u d a " . Lo s desc ubrimi entos d e l
N uevo M u n d o y del m u n d o clásico habían d ado otras ba­
ses a l escepticismo. Y los nouveaux pyrrhoniens m ostraron
LOS "LIBEHTINS ÉRU VlTS" 1 75
la in � a p a c i d a d del hom bre para
. j usti fi c a r la cie nci a d e
An sto tele s, de l o s nat ura list as
. d e l Ren aci mie nto de l o s
mo ralis tas y tam bié n d e l o s nue
vos hom bre s de � ien cia .
Los ata q u e s a c u m u l a d o s d e los
d � s d e A:Io n t a � gne h asta La Mot he L e
. h um a n i s tas pi rró n i c o s ,
m ; o s Cie n � Ific os, om o Gas sen di y
_ Vay er, y d e los pirr ó­
. � Ma ra n d é, dej a ron s i n
metod<? , cnt eno m b a s e la bús que
da de u n con ocim ien to
g � ra � tiz� d o ace rc a del mu ndo "re
a l ". No pareció pos ible
n mg un tipo de bús que da ra cion al
sas , ya q u <: con tra c ua l q u ier teo
d e l a ver dad de las co­
ría y con tra c u a lq u ie r
d ogm a p o d 1 a m nta rs e tod a una
� batería de arg um ent os
apa ren te m ent e I rre futa ble s. La
crise pyrrhonienne hab ía
a bru mad o la bús que da h uma na de
la certeza ' tan to en el
con oci mien to reli gio so com o en el
c i ent ífic o.

¡
' '
VI. COMIENZA EL CONTRAATAQUE

EN ESTA crítica situación, los hombres de ciencia, los filó­


s o fos y los teólogos, o b i e n tenían que luchar por s u vida, o
b ien tenían q u e abandonar l a búsqueda de l a c e rtidum­
b re. Gra d ualme nte, p rimero e n el campo d e la religión,
después en el d e la ciencia y l a filosofía, se reconoció la
amenaza del p i rron ismo, y se lanzó un contraataque. De
esta p ugna, los fi lósofos m o d e rnos saliero n , como o tros
tantos San Jorges, d is puestos a destruir al dragón d el es­
c e pti c i s m o ; sólo que en este caso el dragón n u n c a fue
muerto y, en re a l idad logró, e n el plazo de u n siglo, devo­
rar a los varios caballero s q u e h abían intentado rescatar
el conocimiento h u mano.
Parti c i pó en esta batalla la paradoj a de que por mucho
q ue los escépticos d i scutiera n y se burlaran , a rroj ando a
los d e m á s a l a duda, n o tod as las c uestiones parecían ser
d udosas. Pese a las críticas d e l escéptico, las ciencias, a n­
tiguas o nuevas, pare c í a n contene r a lgún cono c i m ie nto
real acerca del mundo. Como resultado, la lucha, fue en
p a rte un intento d e reconci l i a r la fuerza de las d u d as de
los p i rrónicos con el c o noc i m iento en ráp i d a exp a nsión
q u e poseían los seres humanos. Para algu n o s pensa dores,
l a batalla no fue tanto una búsqued a d e l a certid u m bre
c uanto u n a búsq ueda de la esta b i l i d a d intelectual en q ue
'
p u d i e ra n aceptarse duda y conocimiento. Para otros, fue
u n a Guerra Santa por s u·p erar l a d uda, de modo q ue e l
h o m bre pudiera estar seguro e n su conocimiento re l igioso
y científico.
Como ocurre demasiado a menu do, los primeros mata­
d ores d e dragones fueron los peores. Los prime ro s a dver­
s a ri o s d e l nouveau Pyrrhonisrne s e m o straron a la vez
i ngenuos y voc i ferantes y, por tanto, no logra ro n captar
s i q u i e ra los pro blemas en c uestión . Estos p rimero s anta­
gonistas o bien se dedicaron más a la invectiva q u e a la
a rgumentación, o bien c ometieron petición de principio su-
176
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 77
poniendo q ue las opiniones d e Aristóteles no esta ban e n
d u d a y, a s í , p o d í a n rec ita das a l o s escépti cos para h acer­
los d esapa recer. Los primeros que tuvieron conciencia d e
l a amenaza d e e ste resurgimiento d e l p i rronismo fueron
astról ogos como sir Christopher Heydon, o bien e s piritis­
tas como Pierre Le Loyer. 1 Este último, como ya h emos i n­
d i c a do, dedicó u n a breve parte de s u l ibro a l a defe n sa d e
l o s espectros, c o m o respuesta a l a c rítica escéptica d e l
conocimiento sensori a l mediante l a apelación a l a epis­
temología aristotélica, l ínea de d e fensa q u e , según vere­
mos en este estu d i o de los a ntiescépticos de la primera
parte del s iglo x vn, fue bastante común.
Pero l a respuesta al esceptic ismo que realmente lanzó
el contraataque fue menos filosófica y m u c ho más bom­
bástica: l a del p a d re Fran<;ois Garasse, de l a Compañía d·e
Jesús. Espantado, al parecer, por el libe1tinage de Théofile
de Viau, y por las cosas escand alosas que oía en e l confe­
sion ario, corrupciones que, según le decían sus p e niten­
tes , h abían sido ca usadas por l a lectura de La Sagesse, d e
C h a rron, Garasse l anzó u n a cruzada contra l a s tendencias
ateas y li berti nas de l a época.2 En 1623, publicó su o b ra La
Doctrine curieuse des beaux esprits de ce temps, ou pretendus
Lels, en q u e , e ntre u n a s e r i e de c a rgos s e n s a c i o nales
afirmó penetra r l a máscara de piedad del p i rronismo ca �
tólico d e Ch arro n , y ver tras ella u n a i rreligión s uma­
mente nociva y peligrosa. La "supuesta piedad" d e Ch a­
rron se presenta como un flaco servicio a su patria y a su
fe. El li bro, de más de mil páginas, ataca a Charron por
su impertinencia y s u ignorancia en c uestion es religiosas '
y su p rincipal arma es la i nvectiva.a
Un d i scípulo d e Charron, el padre Fran<;oi s Ogier, i n­
mediatamente replicó con la misma moneda en su Juge­
ment et Censure du Livre de la Doctrine curieuse de Franc.ois
' A este respecto, véase el cap. I V, p. 83.
' Acerca de Garasse, véase Lachévre, Le Procés du poéte Tlzeophile deViau:
Boasc, Fortunes o}' Montaigne, pp. 164-170; y Joseph Lecler, " Un Adversaire des
Li bc rtins au début d u VIIJ C sieclc-Lc P. Fran¡;ois Garasse, 1585-1631 Etudes
' ,
CCIX, 1931, pp. 553-572.
" Fram:ois Garassc. e
La Doctrine curieuse des beaux esp1'its de temps, ou pre­
tcndus tels, París, 1623.
1 78 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

Garasse criticando el estilo, el carácter, la ignora n c i a d e


Garas s � , etc. Acaso la más q u e mante observac i ó n d e s u
réplica sea, " Garasse, amigo mío, l o que e s t á p or e n c i m a
{ d e nosotros no es para nosotr� s : L a s o � ras d e C h a rron s o n
, ; demasiado elevadas para esp1 ntus baJOS y vulgare s c o m o
L e l vuestro".�
La d u ra crític a de Ogier movió a Garasse a emprender
ataq ues más poderosos. Pri m ero, e n 1 624, volvió a l a carg a
c on su Apologie du PeTe Fmnc.ois GaT?-ssus, d� la G_ om.pagnze
.
de Jesus, pouT son livTe contre les Athezstes & Lzbertzns de nos­
tTe siecle. Aparte de insulta r a su críti co , Ogier, Garasse
trató d e fo rt a l e c e r s u a t a q u e c o n t ra C h a rro n , q u i e n
"a hoga y estrangula dulceme nte los sent i m i e ntos d e reli­
gión, como con una cuerda de seda de fi � o � o fía". r: Ha� d o s
c a pí t u l o s q u e e n u me ra n l a s " p rop o s i c i o n e s 1 m p 1 a s Y
ateas" y las "proposiciones impías y bruta les" tomadas d e
l a Sagesse de Charron.u Por último Garasse, e n 1 625, pu­
blicó s u o bra magna sobre el pro blema, La S omme Theolo­
gique des veritez capitales de la Religion ChTestienne. En l a
d e d icatoria, a l carden al Richelieu, el a utor expl icó por
q ué era necesaria una nueva Suma. " Este título q u e co­
l oco a la cabeza de mis obras, y q u e se utilizó d urante
cu atro 0 cinco siglos, merece revivir, y como los tipos liber­
tinos han ensom brecido nuestra época con nuevas tin i e­
blas ' h emos de buscar n u evas luces q ue i l u m inen l a Ver­
d ad. " • "El terror de los ateos secretos' ' Y de l o s "tipos
incorregi bles y di sparat a dos", de los c u a le s el peor es
Charro n , req uería esta nueva empresa te ológi c a . H Para
d esempeii.ar adecu adamente esta en orme tarea, Garasse
atacó las ideas de tod o y c a d a uno d e los ate o s , todo s ellos

·•
Fran<;ois Ogier, Jugement et Censure du liv1-e de la Doctrine curieuse de Fmn­
cois Gamsse, París, 1623. La cita está en la p. v i i .
· Garasse , Apol.ogie du Pe1·e Franc,ois Garassus, de la Compagnie de .Tesus, pour
.-.

son livre contre les Atlleistes & Li.bertins ele nostre siecle. et repuuse aux censures et
calumnies de /'autur anon¡¡me. París, 1624, p. 135.
'' 1 bid.. caps. 21-22.
m
. .
' Garasse. La Su me Tlwologiques eles reritez capitales de la Rellgwn Cllrestwnne. .
París, 1625, "Advertíssements", p. 7.
" !bid., "Advertissements", pp. 14 Y 34.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 79
"verd a d e ros trogloditas o ratas d e aldea " . !' Casi tod o ti p o
d e o p i n i ón q u e n o s e a l a d e Garasse constituye ateí s m o
d e s d e las i d e a s d e Calvi n o h asta l a s d e l o s p i rróni c o s :
E n umera ci nco clases d e ateísmo, 1 ) el " ataismo furioso y
ra b i oso", 2) el " ateísmo del li berti n aj e y l a corrupción d e
c o s tu m b re s " , 3 ) , e l " a t e í s m o d e p r o fa n a c i ó n " , 4 ) , e l
" ateísmo vacilante o i ncréd ulo y 5), e l "ateísmo brutal, p e­
rezoso Y melancóli co". 1 1' Los pirróni cos, como Charron , s e
encuentran e n el cuarto grupo. "El ateísmo vaci l ante o i n­
cr� d u lo es ese espíritu vagabund o d e los p irró n i c os , q u e
afirma q u e tod a s las c uestiones son i n d i fe rentes y no s e
apasi o na n i e n pro n i e n contra d e D i o s , adoptan d o así
una fría política de dejar las cosas i n d e c i sas. " 1 1 L a gente i
1 .
de este tipo, monstruos que han s u rgido en el siglo xvrr 1 2 i
son i n d i ferentes a la rel igión; n o está n p o r Dios n i por �1
D i ablo. Para ellos, la religión e s cuestión d e convención,
n o as unto seri o . A Garasse no l e preocupó refutar s us ar­
1 1
gumentos d e suspender el j u icio ante cualquier c uesti ó n , : ' ¡

s i n o tan sólo den unci arlos y mostrar l o s h orrores d e la i n ­


d i fe ren c i a religiosa . 1 :1 D e hecho, e l propi o Garasse era un
tanto escéptico a nte la teol ogía ra ci onal, pues n egó que
h u b.� ese pruebas a prim'i de la existencia d e Dios e insis­
ti ó en que la m ej o r ma nera d e co nocer a Dios e ;a por l a
fe . ¡ .¡ Pero s e n egó a creer q ue ésta fuese l a clase d e opi­
n i ón que suscri bían Charron y los p i rróni c os catól icos. En
cambio, consideró que su teoría e ra una suspensión d e
j u icio ante cualq u i er cuestión, incluso religiosa.
La acusación de Garasse, de que el pi rronismo cató­
l i c o , especialmente el de Charron, en realidad e ra una
especie de conj ura atea provocó una controvers i a tormen­
tosa, y colocó el problema del pirronismo y su refutación
en e l centro del escenari o i ntelectual. Garasse c a s i n o
tocó los asuntos fi losóficos e n cuesti ón, y se contentó con

" lúicl.. Libro I, p. 15.


' " 1/Jid . . Li bro I . p. 44.
" 'Jbid., Libro I, p. 45.
" luid. . Li bro I. p. 6 1 .
'" /bid .. Li bro, I . p p . 60-65.
' l uid .. Li bro I, pp. 81-1 1 1 .
'
180 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

poner a los p irrónicos el m arbete de " ateos " . En 1 625, su


Somme Theologique recibió una apro bación oficial, en la
q ue se d eclara b a que la o bra estaba confo rme a l a s d oc­
trina s de la Iglesia católica, y q u e e ra digna de ser publi­
c a d a "para servi r como antíd oto a las imp iedades d e lo s
a ctuales ateos y libertinos". 1 '' Pero pronto fue evidente
q ue Garasse había desafiado la entente cordiale de la Igle­
s i a y los nouveaux Pyrrhoniens, acusando a estos ú ltimos
d e c o n stituir u n a " q u i n t a c o l u m n a " . C o m o re s u ltad o,
uno de los teólogos m á s d i n ú m icos del periodo acudió a
entablar batalla con Garasse, y consiguió la condenación
d e s u Somme Theologique.
J e a n D u verg i e r d u H a u r a n n e ( m á s c o n o c i d o c o m o
S a int-Cyran), jefe fra ncés d e l movi miento j ansenista, ca­
beza espiritual d e Port-Royal y discípulo del carden al Bé
rulle, denunció a Garasse en un enorme escrito, c o mbatió
las o p i n iones d e Gara sse h asta o bl igar a l a Sorbona a
condenar su obra y, fin almente, obligó a callar a l ampu­
loso jesuita. El ataque a Garasse, como lo ha mostrad o Or­
cibal, d esempeñó un papel deci sivo en el desarrollo d el
j ansenismo en Francia y fu e, q uizás, el primer avance de
la cruzada j ansenista. 1 (j En lo teológico, como veremos,
Saint-Cyran estaba comprometido con un tip o de antirra­
c ionalismo no muy lej ano al d e C h a rron, 1 7 y, por tanto s e
mostró disp uesto a hacer causa común con los p irrónicos
católicos.
Tremenda conmoción provocó l a p u b l i c a c i ó n del mo­
n u mental Opus de S a int-Cyran, e n cuatro volúmenes, en
1 626, La Somme des fautes et faussetez capitales contenues en
la Somme Theologique du Pb·e Fmne,ois Gamsse de la Com­
pagnie de Jesus. Se colocaron letre ro s por todo París anun­
ciando la obra. El propio li bro comienza, como el d e Ga­
rasse, con una dedicatori a al cardenal Richelieu. Allí y a
lo largo del l ibro se hacen viol entos cargos y acusaciones

"' !bid., "Ad\·ertissements", p. 56.


16 Cf. Lecler, "Un Adversa ire des Libe rtins", p. 569; y J e a n Orc ibal, Les
Origi­
nes du Jansénisme, Tomo II, París y Lovaina 1947, cap. V.
" Cf. el excelen te estudio de Gouhi er."La Crise de la Théolog ie au temps de
Descartes" , pp. 29-32, y 38 .
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 18 1
contra e l j esuita q u e se atrevió a atacar a los "ate o s secre­
to � " ·
, �� �
nos d c e q ue Garasse "deshonra la Majestad d e
D 1 � s , H q u e . e l autor d e esta S u m a teológica h a d e s­
trmdo l a fe Y l a religión e n todos sus p untos pri n c i p a-
les"·, ! '' q u e 1 as acusac i Ones d e Garasse a Ch arron son tal e s
·
·

q u e · : no s é s i l a s época s p a s a d a s o las é pocas ven i d e ras


h a b : a n d e ver, Y en un sacerd ote, tal tipo d e d es c a ro , o d e
. .
mal � c1a e Ignorancia, domin antes en grado similar". 20 Q u e
el l i bro d e Garasse " e s un monstruo horrendísi m o " ; 2 1 y
q u e s u aut or es "el autor más h orri ble que se haya visto,
.
d a d a� las mn umera bles falsedades con que está n llenos
s u s 1 I bro s : ' 2 Le pare c i ó increíble a Saint-Cyran que u n a
<
ord en religiOsa h u biese permitido l a p u blicación de se­
� .
� <
� �� ante o ra :1 Afirmó q u e Garasse había propagado he­
� e.n � s, h � b1a c itado en falso, ha bía c a lumniado. h a bía sido
unpw e I mperti nente, h abía profe rido bufona das. E n el
cu rso d e s u ataque, Cyran acusó además a su adversario
i : ¡
.i � s u ita de pelagianismo, arrianismo, luteranismo, calvi­
msmo y paganismo.24 1 1
¡ ¡
_ Lo q u e preo c u p a ba a S a i n t-Cyra n . a d e m á s d e l gran ; l
1

num ? ro d e errores en l as c itas e interpretacione s de l a


Escntura , los Pad res d e l a Iglesia y d ivers os teólogos, e ra
el a taq ue de Garasse al pirroni smo fideísta como fo rma d e
at � I_ sm o . Y a avanzado e l segundo vo lumen, a l a n a l i z a r
S a i � t-Cyran ! as opiniones de C harron, declaró q ue n u n c a
h a b i a c o n o c i d o n i l e í d o l o s l i bros d e Cha rron a n tes d e
.

· Cy ran), La So m me des ·{<lllles et fal/s,,etez ¡
¡ '
' ' .Jean D uvergier d u H a u anne (S al!lt-
capitales co11tenues en la Somme TI1eo 1og1q11e
· · Garasse de la Com-
· Fm11C;o1s
d11 Pere
pagme :
. de Jesus '
. �wra Y se�unda. Aun cuando en la portad a se d ice que es una· obra � npagmas
París 1626 Tomo I . D e d 1catona
. •
· · al cardenal R1chelwu ·

pn cuatro
\ olumen es, solo a parecieron dos y u n a versión a breviada del cu arto. A este rcs­
::� Il, p. 263 n. 3 y 280 y
��
�t o �ea _ e ? rc i � � l ,
•. . Origines du Ja.nsénisme, ss. Sobre la
l. a i. J C J o J � I.� c. e pcJon
. de la obra , vease Orc i bal. 1 1 . pp. 2i8-280, v Lceler.
op. cit. ·
. l1 n Ach ersmre des L1. bertins", p. 569.
,. •··: s am t -eyran,
·
Tomo I, Dedicatoria, p. 42.
Somme. des .fa.utes,
Ibul .
. 1. omo I I , Ded 1cat ona a Richelieu, páginas 10 .\' 1 1. '
-. , I?ul., . Tomo I I , "Advis a tours les sc:avans a mateu rs de l a \'Ni té touc h a nt
& . '
1
la relutat10n de la So mm e. Teo 1 og1q u e e1 u Pere Franc:;o1s Garasse . de l a Com pag-
· ·

. 1
. . . .
me de Jcsus .. , 2". pagma.
" !bid. . Tomo II. p. 241.
"' !bid . . Tomo I , Ded icatoria. 49" página ¡ ' ·
. . Tomo IV.
·

" !bid L.
· L.

J
AT AQUE
1 82 CO MIE NZ A EL CO NT RA
n d i a d os p o r Ga ras se c o m o l a s
v e rl o s ata c a d o s y vil i p e
j a má s esc rita s. Pe ro las i nd ica ­
obr as m á s im pía s y ate as
Ch arr on que Ga ras se p res en­
cio nes del pen sam ien to de
l a d e s c ri p c i ó n . A s í , n os d i c e
t a b a no cor res po nd í a n a
um en de l a obra den un cia da y
Sai nt- Cyran, com pró un vol
rm aci one s d e Ga ras se, l a s opi­
enc ont ró que , con tra las afi
co era n san as e inteli gente s,
nio nes del p irró nic o católi
en que l as ten í a n los me jor es
d ign as del elo gio y la est i ma
nci a, ent re ell os el em ine nte
pen sad ore s cat ólic os de Fra
carden a l du Per ron .25 c a s de los j a n s e n i st a s , s u
La s o p i n i o n e s ant ifi l o s ófi y s u ape lac ión a u n a lec ­
nal
opo sic ión a l a teo log ía ra cio
ent e fi deí s ta de San Ag ust ín , llev aro n a
tura cas i puram
poc as d e las a firm acione s jan ­
Sai nt- Cyr an a d esc ubrir no
.21; La i nsi ste nci a d e l esc épt ico
sen ista s bás ica s en Cha rron
e Dio s, l a fla que za de la raz ón
en l a i nco mp ren sib ilid a d d
de me dir a Dio s de acu erd o
hum ana y el pel igro de tra tar
ya da por Sa int -Cy ran com o bu en
con var as hu ma nas fue apo
Sin tra tar d e d efe n d er tod as l as
cri sti a n ism o agu sti nia no.
Cyra n int ent ó mo str ar q ue el
opi nio nes de Ch arron, Sai nt-
óli co rea lme nte era el mis mo
me nsaje del p irro nis mo cat
nistas com o cri sti ani smo ort o­
q ue pre sen ta ban los jan se
ad del h o mb re s i n D i o s . San
d ox o : l a mis eri a y d ebi lid
cit ado para j ust ific ar el cua ­
Ag ust ín es con sta nte me nte
lim itac ion es d ese spe rad as
dro que Cha rron pin ta de las
nto hum ano , y l a nec esi dad
en la bús que da del con oci mie
r a con oce r. L a s o p i nio nes
d e l a Re vel aci ón p a ra l l ega
tom ado por ate ísm o , i nsi ste
mis ma s que Gar ass e hab ía
que san as y tra dic ion a les opi -
S ain t-Cyra n, no era n mú s
nio nes cri stia nas .2 7

"' lbid . . Tomo JI,01-ig


pp. 321-324.
JI. PP· 275- 277; Y Gou hier , "Cri se de l a
n p o r Gou hier de l�rs o p i n i o rw s d P .J nn­
"' Cf. Orci bnl. ines du ja�m'11is me.
Thé olog ie". IJP. 29-3 1 v 5 1 . L a nrc scnt aciú
seni o y Sain t·Cy ran hace periect
amc nte inte ligib le la d e fens a de Cha rron por
hi er, Jos j anse nista s orig inal es esta ban abo­
Sain t-Cy ra n . Com o l o mue stra Goue ficaz . a part ada de toda base filos ófic a. Con·
gand o por u na teolo gía senc illa y e errores Y h erej ías, y l a teol ogía raci onal
d
sider aban la lílosofía com o fuen te i d u m bre.
cam ino a l a com plet a i rl(' Nt
com o el
"' S a int-C yra n, Somme desfaut<'S. 11. pp. 321-4 69.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 83

1 . Como resulta d o d e e sta d e fensa del p irronismo cató -


_
l e o por uno d e l o s teologos más importantes d e la época '
l a contraofensiva- de .
Garasse en contra del esceP t I' ci· smo
e n e on t r?- _u n f'm rap1do Y completo. Saint-Cyran insistió en
··

s � oposi cion _ h asta que, finalmente, la Fac ultad d e Teolo­


gi a de la Sorbo n a condenó a Garasse y sus tirada s · El in­
for �� de l a Sorbon a i n d i ca q ue, por caus a de las q uej as
recibidas, d u ra � t e meses había estudiado y examinado l a
Somme Theologzque h asta q u e , finalmente e n septiembre
de 1 626, h a bía concluido q u e esta o bra d e Franc:ois Ga­
rasse,
Debía � e_r entera �e ? te condenada, porque contenía m uchas
p roposiciOnes here_tiCas, e rróneas, escandalosas y prec ipita­
das, Y mucho � pasaJes de la Sagrada Escritura y de los S antos
Pad �es ma � citados, corrompidos y desviados de su verdadero
se !l tido, e m t; m:n erables bufonadas indignas d e ser escritas o
leidas por cnstianos y por teólogos.2H
Au nque la respuesta del padre Garasse al pirronismo,
! 1
; . 1
median _ e m_ s ultos, acaso � uviese el fin a propiado, su tipo
: _ en arias o bras de la época, en 1 ; 1
1 . 1
de con h a ataq ue se r� fleJO
1
y
que n o hay ac � s � cwn d emasiado violenta p a ra lanzarl a
_
contra los escepticos. Mersenne, sin mencionar a nad i e
p o r s u n o mbre, l o s tildó d e mon struo s i n d ignos d e ser
l l a mad os hombres. Y la temprana polémica d e Mersenne
de 1 623 a 1 625, está llena de todo tipo d e d e n uncias e in �
sultos, como los siguientes:
S e llaman a sí mismos escépticos, y son libe rtinos, indignos
del nombre de h om bre q u e llevan, ya que, como aves m alig­
nas de la noc � e , al no tener un ojo lo bastante fuerte para
soportar l a bnllante l uz d e la verdad, se sacrifican vergonzo­
s a m ente a errores, Y , al l i m i ta r todo el c o n o c imiento d el
h o m bre a la gama de los sentidos y a las apariencias externas
d e las cosas, nos red ucen ind ignamente al estado más vil y a

'' Anon .. Censure. de la SaeTee Faculté de Theologie de París, contre ur¡ /ivTe intitulé
¡..a
L Somme Tileologu¡ue des veritez capitales de la Religion Ci11·estíen11e· ¡Jar R · p ·

ruJ/Cols Gamss us, & P·ans,


c· . , · · 1 626, pp. 3-14. La ella está en las pp. 12-13 Sobre el
·

fo m1 o l1 e esta condcnu, véase Orcibal, Origiues du Jansénísme. II, pp. 263-267.


184 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

la condición más baja de los a nimales más estúpidos, priván­


do nos de tod o genuino discurso y razón. 211

El padre J ean Bouchet, d estacado franciscano, a c usó a


los pirrón icos de llevar a cabo actividades peligrosas Y
subversivas. El extenso tomo d e Bouch er, Les Triomphes de
la R eligion Chrestienne, d e 1 62 8 , p rese nta u n a e xtrañ a
combinación d e una forma modificada d e p irronismo ca­
tóli c o con la más enérgi c a denuncia de las ideas de Mon­
taigne y Charron. Éstos son acusados de impied � d.es, d .e
escri bir li bros peligrosos y e nvenenados, c uyos mentos li­
terarios ocultan la serp iente q u e acecha e n el interior. El
efecto de los escritos de los dos grandes nouveaux Pyrrho­
niens es c omparado al d e l o s em.pyriques, médicos que, n os
dice Bo uchard, mataron d e quinientas a seiscie ntas per­
sonas por cada cinco o seis q u e c u raron.:lo Mas a pesar d e
los e fe ctos nocivos e insid iosos d e los escritos d e Mon­
taigne y Charron, el tipo d e opinión teológi c a que n o s
ofrec e Boucher no es m uy d i stinto. Si l a s verdades religio­
sas h ubieran de basarse e n la ra zón natural, "no poseería­
mos nada segum o sólido, p u e sto q u e vemos los j uic ios na­
turales no sólo tan d ivers os e ntre ellos, sino que l a propia
fa cultad de j uicio es vari able y contrari a a sí misma".a1 No
poseemos una ciencia perfecta porq u e tod o nuestro cono­
cimiento se basa en l a razón y e n los sentidos, y éstos a
menudo nos engañan, y a q u élla e s inconstante y d udosa.:��
Para obtener c ualq uier, conocimiento infalible h emos d e
llegar a é l por l a fe, a través de l a Revelación. L a verd a d
s e d e s c ubre en l a B i bl i a, y n o mediante el e mpleo d e
nuestras míseras facultades.aa

' " 111 e rsenne. Verité des Sciences. Epístola ded icatoria. páginas 2 Y 3. Véase
también Mcrscnne, Quaestiones cel.eberrimae in Genesim, París, 1623, � L'Impi �té
des Deistes, Athees, et Libertins de ce temps, combattue, et re1we1·sée de pomt en pomt
par raisons tirees de la Philosophie et de la Theologie, París, 1624. La crítica genera l
que hace Mersenne del esce pticismo se est u d i ará en el próximo capítulo.
"' .Je a n Boucher: Les Triomphes de la Religion C/1restienne, París, 1628, pp. 1 28·
132.
"' /bid., pp. 99-'1 00.
" /bid., pp, 147-152.
"" /bid., p. 152.
COMIEN ZA EL CONTRAATAQUE 1 85
En un estudio d e las ideas d e Boucher, el padre Julien
Eymard d'Angers ha tratado de mostrar q u e esta a parente
copia de a lgunos de los rasgos del fid e ísmo de Montaign e j·
en realidad era l a opinión o rtodoxa d e la Igl esia c atólica.
Pa ra apoyar este concepto, subraya el hecho de q ue, aun
cuando B o u c h e r n egó que p u d iese h a b e r "argu mentos
evidentes" en materi a d e rel igión, s í aseve ró que había
" a rgu me n tos p r o b a b l es y p e rs u a s i v o s " . A s í, no p o d í a
afirmarse u n a evidencia completamente ci erta para esta­
blecer alguna verd ad rel igiosa; pero , al mismo tie mpo, a
falta de fe, pod í a ofrecers e cierto tipo d e evidencia per­
s u a siva o moral mente c i erta , q u e res ultaba a d e c u a d a
para c onvencer o para a poyar, pero n o p a ra 2sta blecer
una verdad religiosa.:1•1 Esta forma modificada de fid eísmo
realmente no es d i sti nta de l a de Ch arron , p ara q u ien l a
certidumbre d e l as verd a d es religiosas sólo d epend í a d e
l a fe, pero q u e también presentaba m uchas "razones" su­
puesta mente persuasivas para convencernos de estas ver­
d ad es. El fideísmo como epistemología religiosa a l pare­
cer implica la afirmación d e q ue la garantía de la verdad
del conocimiento religios o tan sólo l lega de la fe. Seme­
j a nte aseveración de n ingu n a manera niega que pued a
11 aber tod o tipo d e evidencia s q u e hagan plausi ble o pro­
bable este c o n o c i miento, o q u e p u e d a n c o n d u c i rnos a
creer en el. Pero las evidencias nunca pueden ser ade­
cuadas para esta blecer l a verd a d de las pro posiciones re­
ligiosas.
Este tipo de vi ol ento antiescepti c i smo, a unado a una
aceptación del fid eísmo como el de los nouveaux Pyrrho­
niens también apare ce en las ideas d e Guez d e Balzac, co­
nocido apologista de los j esuita s. En su correspondencia,
Balzac ata c a continuame nte a La Mothe Le Vayer, a q u ien
consid era u n ateo, y a la señorita de Go urnay, que es tra-
"' Cf. J u l i e n-Eym a rd d ' A ngers. "Le ' F i d é isme ' de J. B o uc her. Cordelier
0628)", en É lHdes ji·anciscaines, L. pp. 579·593 . Una interpretación más fideísta
de Boucher a parece en B usson. La pensée ¡·eligieuse, pp. 257·259. y una i nterpre­
tación menos fideísta en Dedieu, "Su rvivances et i nfluences d e I 'Apologétiquc
traditionelle d a ns les ' Pensées ' ", enRev. d'Hist. litt. XXXVII, 1 930. pp. 507-508.
Véase también Boasc, Fortunes o.f Montaigne, pp. 1 74-1 78 .
186 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

tada como person a vana y p re suntuosa.a5 Pero este desa­


grado personal de los d iscípulos vivo s d e Montaigne no
impide a Balzac, e n su Socrate Chrestien, mantener un tipo
de pirronismo cristiano.
Esta Verdad [la que Sócrates esta b a buscand o ] no es otra q u e
Jesucristo: y es este Jesucristo el q u e ha c reado l a s d udas y l a
i rresol ución de la Academia; e l que hasta h a garantizado e l
p i rronismo. V i n o para contener l o s vagos pensamientos d e l
espíritu humano, y para a firma r s u s razona mientos e n el a i re.
Después de muchos siglos d e agitación y disturbios, vi no para
traer la Filosofía a la Tierra, y para ofrecer anclas y puertos
en un Mar que no tiene orilla n i fondo. :11'
Así pues, sin Jesucri sto todo está en duda, y por medios
naturales sólo podemos llegar al escepti cismo c ompleto.
La verdad depende exclusivamente de la fe.
Otro que se ap resuró a denunciar la amenaza e scépti ca
fue Charles Cotin, futuro miem bro de l a Acade mie Fran­
caise. Pero en este caso, s u única preocupación es poner
en c l aro los efectos horri bles y perturbadores d el p irro­
nismo de Montaigne y Charron, y no desarroJ lar también
alguna forma d e pirronismo. En s u Discours a Theop01npe
sur les Forts Esprits du temps, d e 1 629, Cotin d escribió el
terri ble estado de cosas q ue rein aba en París, d onde h a­
bía monstruos, Forts-EspTits q u e p arecían hombres, pero
q u e n ega ban que algo p ued a ser c i erto. y aceptaban sólo
las a parienci as. Estas viles criaturas, creadas por la lec­
tura de Montaigne y d e Charron, deseaban red u cirnos a
simples animales, y someter n uestras almas a n uestros
cuerpos. El resultado de las ideas de estos Forts-Esprits
era l a ra bia y la desesperación. Y, lo m á s temible, había
un número i nfinito d e tales monstruos en existencia .:1 7
Aden¡ás d e las re futacio nes del pirronismo mediante

" '· Cl'. Balzac . "Lettres de Jean-Lo u i s Guez de Ba lzac".


"" Balzac. Soaare Cllresl'ien, D isco urs I, enLes Oeul'res de MonsieuT de Bal:ac.
París 1665. Tomo 1 1 . p. 213. Véase t a m bién Busson, La pensée religieuse. pp. 266-
269.
"; Charles Cot i n, DiscouTs a Tll<.! opompe sw· les F01ts Esprits d11 temps (n.p. 1 629),
pp. 4-28. Mersenne había a fi rmado que en París vivían 60 m il ateos en 1623.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 187
vi l i pend io, d el lla mado a las a rmas de Garasse Mersenne
Boucher, Cotin y otros, empezaron a aparecer � n gran nú �
mer<? de respuestas fi losóficas al nouveau Pyrrhonisme, a
partir d e 1 624, a ñ o d e la primera publicación de Gassen d i .
Estas réplicas pueden clasificarse, poco m á s o menos, e n
tres categorías, a unque algunas de l a s o bras q u e c onside­
ra remos caben e n más de una de ellas: 1) refutaciones b a­
sadas en principio s d e l a fi losofía aristotélica; 2) re fu­
t a c iones q u e reconocen tod a la fue rza y va lidez de los
argu mentos pirrónicos, y lu ego tratan de mitigar l os efec­
tos del escepti c i smo tota l ; y 3) refutacio nes que trata n
de constru ir un nu evo sistema d e fi losofía para recoger
el desafío escépti c o .
El tipo aristotélico d e respuesta a algunos de l os argu­
mentos escépticos fue o frecido, como ya lo i nd icamos, por
Pi e rre Le Loyer en su d e fe11 s a del espiritismo. También
fue empleado por algunos ene migos protestantes de Fran­
c:ois Veron, como Jean Daillé y Pa u l Ferry. Al tratar de '

mostrar lo fi ded igno de cierta información sensorial, o la 1


j ustificación de los procedimientos ra cion ales, estos pen­
sadores habían apelado a l a teoría aristotélica del fun­ 1
ci o n a m i e n to n a t u ra l d e l o s sentidos y l a razón, y a l a
necesidad de encontrar condiciones apro p iadas para el
em pleo d e nuestras fac ultades. En las batallas contra los
nouveaux Pyrrhoni.ens del segu ndo cuarto del s iglo X VII,
aparecieron afirmaciones más ela boradas y completas d e
este tipo aristotélico d e rec hazo del esceptici smo. Uno
d e los ej emplos más claros de este tipo de enfoque es la
respuesta de Pie n·e Chanet a Ch arro n .
Ch anet, un médico protesta nte, pu blicó s u s Considera­
t.ions sur la Sagesse de Charron, en 1 643. En el prólogo, el
autor indicó su preocupación por l a recepción que pu­
d ie s e tener su l i b ro, ya q u e tanta ge nte adm iraba los
escritos de Charron. Pero, comprendía Chanet, no debía te­
ner miedo, puesto q ue sólo estaba exponiendo las opinio­
nes a ceptadas por todo el mundo, las opmiones de las Es­
c u e l a s . La ú n i c a gente q ue n o estaría de ac uerdo, nos
1 88 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

dice, sería la que tomara a Ch arron por S ócrates y a la


Apologie de Raimond Sebond por la Escritura.38
La primera parte de l a o bra de Chanet e stá d ed icad a a
refu tar c i ertas pecu l ia re s asevera c i o n e s escépticas d e
Mon taigne y C h a rro n q u e tra t a n d e l a s s i m i l i t u d e s
de hom bres y animales. Habían sostenido q u e e l hom bre
erraba al pensar q u e o c upaba algún lugar especial o pri­
vilegiado en el esq u ema de todas las cosas, o que el hom­
bre tenía algunas fac ulta des o capacidades q u e no com­
partía con l as besti as, y q u e no h a bía razón para suponer
que los cinco sentid os h umanos con stituye ran l a total idad
de los medios que poseían las criaturas natu rales para ob­
tener conocimiento del mundo. Ch anet trató de mostrar
que l as prue bas ofrecidas en apoyo de estas afirmaciones
(bá s i c a mente materi al anecdótic o , toma d o de Plutarc o ,
Sexto y otros), podían explicarse s i n apelar a l a s d rásticas
afirmaciones de Monta igne y Charron.=1n
E n la segunda parte de su l i bro, Chanet se e n fre ntó al
núcleo filosófico del nouveau Pyrrhonisme, los argumentos
ofrecidos para producir un escepticismo h acia los senti dos
y un escepticismo hacia la razón. Pese a los tropos es­
cépticos acerca de las variaciones, etc., de nuestra expe­
riencia sensorial, hay una base, insistió Ch anet, p ara a se­
vera r la "Certidum bre d e los Sentidos". A veces sí nos
enga üan nuestros sentidos, pero existen condiciones, a
saber, las establecidas e n el De Anima, d e Aristóteles,
que, si se c umple con yll as, hacen que los sentidos sean
incapaces de error o engaflo. S i el órgan o sensorial está
trabajando apropiadamente, si el obj eto se encuentra a una
distancia apropiada, y si e l medio por el c u a l ocurre nues­
tra percepción es como d e be ser, entonces no puede h a-

Considerations sur la Sagesse de Charron,


"" Pi e rre Chanet, París, 1643, Prefacio.
2a. y 3ra. páginas. Busson, La
pensée ¡·eligieuse, pp. 194-195, d ice q ue "Chanet no
parecí a conocer a Montaigne" y no conocía l a Apologie, J o q ue es patente mente
falso. La referencia a Montaigne fue suprimida en l a segun d a edición d e l a obra
de Chanet. Cf. Boase,Fortunes of Montaigne, p. 186 n. 4.
"" Chanet,Considerations, pp. 1 -250. Los varios análisis del s iglo XVII sobre los
méritos de los a nimales, incluso el de Cha net, son tratad os en George Boas, The
Happy Beast in French Thought ofthe Seventeenth Century, Baltimore, 1 933.
COMIENZA EL CONTRAA TAQUE 1 89

b � r e �rores d e l o s sentidos. E n contra d e Charron , quien


� fi rmo q u e a u n . e n l a s m ej ores con diciones pued en enga­
n arno.s los senti ? os,. C h a net insistió en q u e sólo pueden
o c u rn r e rrore s , IlusiOnes o e ngaüos si algo es anormal e n
? l ó rgano, e l medio o l a ubicación o la naturaleza d e l o b­
J eto. C o n sus n o rmas a ri stotélicas procedió entonces a
a n alizar t � dos l o s ej emplos habituales de i l usione s senso­
.
nas o fre cidos p o r los e scépticos. El pro blema del remo
q u e p are c e c urvarse dentro del agua queda explicado por
el hecho d e q u e el medio n o es "como d e biera ser". La
to :re c�adrada q ue e n l a lej anía parece redond a se ex­
P ! 1 c a afirm ando q u e el ó rgano senso rio, el ojo, n o percibe
bzen . l � s formas . r ��tangul ares. Las d obles imáge n es que
percz bun o s o p n m 1 end onos el gl obo del oj o se d e ben a
q u e el órgano sen sorio s e encuentra en estado enfermizo
o antin atural. Los pro blemas de perspectiva son expli­
cados como res ultad o de perc i bir los obj etos desde dis­
tancias i n adecuadas, y así sucesivamente: � �� En tod o esto
Chanet nu nca vio q ue estos ej empl os eran ofrecidos poz:
Charron como desafío a su criterio del conocimie nto sen­
sorio, Y n o como i l ustraci ones de su operación. La pregun­
ta que los escépticos ha bían planteado era : ¿ Hay alguna
m a n era d e d i stingui r l a experiencia sensoria verídica de
la no veríd i c a ? Chanet respondió que sí, basándose en la
n o rm a ari stoté l i c a del conocimiento sensorio. Pero los
e � c épti c o s estaban rechazando la n orma, y pregun tando
como podíamos estar seguros de que eran veríd icas aun
las p ercepciones q ue ocurren con órganos sensorios sanos
Y n ormales, con medios, d i stancias y o bj etos específicos.
1�a �1 sólo � �i rma r un criterio q u e, de ser cierto, nos permi­
t l n a clasificar las percepciones veríd icas y las engaflosas
res ulta una peti ción de p rincipio. a menos q u e también
podamos m ostrar que está j ustificada la norma ari stoté­
lica de conocimiento sensorio.
Lu ego, Ch anet s e enfrentó a las dific ultades escépticas
plantead a s respecto al razonamiento . Aquí, c omo e n sus
afirmaciones acerca d el conocimiento sensorio, sostuvo
_,., C h a ne t, Considerations, pp. 257-272.
190 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

que aun cuando a veces seamos e� gañados, hay algunos


j u ic ios tan evidentes, "que ten d namos que e star locos
para dudar de esta certi d u mbre". 4 1 Existe una norm � «;� el
razon amiento correcto, a s aber, l a s regla s d e la logi c a
aristotélica, y esta norma n o s capacita a d i sting.uir lo q u e
es evidente de l o q u e s ó l o es pro bable. Med i a nte esta
norma podemos re conocer las pre mi s a s ci ertas, Y � m­
plearl a s p a ra desc u brir o tras verd a d e s. Las pre m i s a s
ciertas son a quellas que, o b i e n han sido d e mostradas � or
verdades evidentes, o son tan evidentes que res ultan m­
duda bles. Por tanto, con los cánones d e l a lógica Y el ca­
rácter evidente de verd ades como "el t? d ? es m � yor que
la parte", podemos constru i r un c � noc1m1ento ciCnhflco ,
rac ional. ·12 Una vez más, Chanet deJ a d e l ado los proble­
mas escépticos planteados por Montaigne Y c.h a : ron, al
suponer que no están e n d u d a las teorías de Anstoteles, Y
luego aplicarlas a las dificultades planteadas. ,
E n la Theologi.e Na.tw·elle, del padre Yves de Pans, e n-
con tramos este tipo de aplicac ión d e la respuesta aristoté­
lica al pirronismo, brevemente introd ucido entre otras � rí­
ticas de los libeTtins, a q u ienes atri buye ha ber suspe � d i do
el j u icio ante tod a materia, religiosa o .n atural. Pnmero
plantea el problema de l a a utorreferencia. Cuando los e s­
cépticos dicen que nada es cierto, h ay q _u e .� udar de t� do,
se ven obligados a caer e n u n a c ontradlccwn, pues p ien­
san q u e estas mismas aseverac iones son c i e :tas. �ero en­
tonces, aseveró Yves de París, existe u n mediO meJ o � para
hacer que los escéptico's vean l o errado d e su c a mmo, a
s aber, mostrarles el conocimiento natura l q ue no pueden
rechazar: n uestra información sensori aL Cuando n '! e.stro s
sentidos están operando en estado norma � , en cond1c10.nes
normales, y cuando n uestra fac ultad rac i Onal es debida ­
mente empleada, no ten emos ra zones para dudar, Y p o­
demos conocer la verdad. Así pues, e n lugar de quedarn os
con •·Jos tormentos y d esesperadas angustias d e e stas al­
mas miserables", los escépticos libenins d e ben reconocer

., Ibid p. 29 1'.
.•

" Ibid., pp. 288-304.


-i l

COMIENZA EL CONTRAATAQUE 191


q ue es posible e l conocimiento mediante e l uso apropi a d o
d e nuestras fac u ltades, y q u e no hay n ecesidad de la d u d a
respecto a la info rmación natural o revelada. Tene mos l o s
medios d e descu bri r las verd ades c ientífi cas, y D i o s n o s
h a informado d e la verdad era religión. A s í pues, e n estas
c i rc u n s t a n c i a s el e s c e p ti c i s m o e s estu p i d ez o p e rv e r­
sión.·1:1
Un re ch azo m á s ela borado del pirronismo, aun que e n
vena sim ilar, aparece e n e l Apologeticus jidei d e J ean Ba­
got, de l a Compañía de Jesús, d e 1 644. Las primeras p artes
d e esta o bra tratan de las teo rías p irrónicas y académicas
e n su fo rma c l á si c a , tal como fu e ron p resenta d a s p o r
Sexto, Cicerón, Diógenes Laercio y S a n Agustín. Sólo m á s
a delante s e trata n l a s opiniones d e l o s escépticos moder­
nos, especialmente de Ch arron. Bagot consideró l a s afir­
maciones escépti cas como amenazas para l a fe y, según
o bservó en una n ota marginal, "abundan h oy los pirróni­
cos". ·l ·l Después d e esbozar los argumento s de los escép­
ticos griegos, Bagot ofreció su respuesta, aseverando q u e
h ay algunas verd ades q u e están basadas e n la autorid ad
infalible que las declara, y otras c uya certeza es evidente
y m a n i fi esta, siempre q u e n uestras fac u ltades raciona­
les y sensoriales sean util izad as adecuadam ente y e n con­
diciones norma les. En estos térm inos que d an rechazados
los argum entos básicos ele los escépti cos, y se elabora u n a
detallada teoría el e la verd ad . 45
En algunos otros pensadores ele este periodo a parece
una forma mod ificada del empleo el e las teorías ari stoté­
licas como respuesta al escepticismo. Como vere mos e n

"1 Yves d e París, LaTheo/ogie naturelle, 3" ed. (París 1 641), Tomo I V, pp. 393-
403. < La primera edición del Tomo IV a pareció e n 1636). A l considerar aquí a
Yves de Paris, no pretendo implicar q ue fuera aristotélico e n su fi losofía, s ino
tan sólo que esta partic u l ar critica del escept icismo ilustra el tipo aristotélico
de refutación del pirro nismo. Otras clases de razo nes para rechazar el escepti­
cismo aparecen en d iversos escritos suyos. Para un a nálisis detallado d e la filo­
sofía de Yves d e París, véase Ch arles Chesneau (Jul ien-Eymard d ' Angers), Le
Pi!Te Y1:es de Patis et son temps, 1590-1678, 2 vols., París. 1946.
1 1
.lean Bago t.Apologeticus fidei, París, 1644, Libro I, p. 6.
'·'Ibid. . Prefacio, Libro I, pp. 1-19, acerca del escepticismo, pp. 20-102 acerca
de la teoría de Bagot, y Li bro II, pp. 17-18 trata de Ch arron.
1 92 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

p artes poster iores, alguno s d e los el ement os de l a teoría


a ristoté lica del conoci miento se emple aro n para rec hazar
ciertas afirma ciones pirróni cas, aun por pensad ore s c uyas
ideas genera les no segu ían la tradici ón ari stotéli ca, como
en los ej emplo s del p a d re Mers e n :o e y de Herbe rt d e
Cherb ury. En el vasto proyec to eclécti co d e Charle s Sorel,
La science univers el.le, introdu ce muchos ingre d ientes de l a
teoría aristotélica c o m o parte d e su re chazo al escept i­
cismo j u nto con otros varios tipos d e res p u esta, tomado s
algun � s de ellos, al parece r, de fue ntes de l a época , como
los escrito s de Merse nne.
Sorel fu e un c o n o c i d o e s c ri t o r e h i s to r i a d o r d e l a
época , y amigo d e l libertin érudit Guy Patín. L a pril_nera
part e d e la grandio sa o bra filosófi ca de S o rel, La Sczence
des choses co1porelles, public ada en 1 634, c omien za en el
estilo d e mucho s d e los escrito s de los n uevos pensad ores
del s igl o xvn, lamen tando e l misera ble esta d o de la c t� l­
tura human a, la inutilid ad y estupid ez de lo q u e se ens � na
e n las Escuel as, y ofrecie ndo u n a n ueva panace a, la czen­
cia univers al, "en q u e la Verda d de tod a s las cosas del
mundo se conoce por la fuerza d e l a Razón , y se encue ntra
la refutac ión de los Errores de la Filosofía ordinmi a". ·I H Se
n os d i c e que esta n ueva ciencia será comple tamen te ra­
zonabl e y cierta, y mejora rá a la human i d a d . Tras e �ta_s
fanfarr i as, Sorel analiza dos tipos d e c rític a s d e l a posibi­
lidad de una verdad era ciencia de la natura l eza: una, _ que
p a re c e s e r u n a e s p e c i e de p l a to n i s m o y q u e m ega
q u e pueda haber algún conocim iento re al d e las materia s
de este mundo e insi ste e n q ue sólo se encuen tra la ver­
dad en Mundo C elestia l; la otra es un escepti c ismo q u e afir­
ma q ue no podem os conoce r real mente nada. En vista de
la propag anda inicial a la ciencia ·universa l, e n relac ión e on
l as c ríticas se hacen unas modifi cacion es bastan te extre­
mas. El homb re, nos dice Sorel, puede conoc er acerc a de
las cosas todo lo que sea necesa rio para s u felicid ad. Sus
capaci d ades n aturale s d e sentido y razón p u eden recibir
'
Charles Sorel ,
-w La Science des clwses COlJ)OTeUes, premiéTe paTtie de la Scicnce
h wnaiuc, París, 1 634, portada y prefacio.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE

i n fo rmación y j u zgarla; pero al hacerlo así, bien p uede


1 93 1
haber secretos de l a Naturaleza q u e no se han explicado
ni pueden expli carse. Puede ser d i fícil conocer las esen­
cias de las c osas i ncorpóreas; puede ser i mposible cono­
cer a Di os. Empero, esto n o destruye la p osibilidad de
c on ocimient o sin o q ue, antes bien, n os c a pacita a ver la
falsedad de ci erta s te orías que se han plantead o , y n os
permite c on ocer l os l ím ites del c on ocimie nt o human o.
Podem os saber a l men os l o q u e no p odem os saber, y ha­
cer así una ciencia de n uestra ign orancia. -1 7 S orel estaba
d i spuest o a rec o n ocer un c on ocimiento men os q u e c om­
plet o de t od o, para j ustificar nuestra segu ridad en 1 o que
so m os capaces de e on ocer.
E n partes p osteri ores de su épica presentación de la
ciencia universal, Sorel se e n frentó al desafío escéptico
que, segú n sintió, había que recoger para c apacitarnos a
hacer un uso a prop i ado d e nuestras fac ulta d es y capacid a­
des. ·I H La s Escuelas y los textos de lógica n o ofrecían una
respuesta satisfa ctori a, pero Sorel p ensó que él y Mer­
senne la h abían encontrado. -w Del estudio d e los clásicos
p i rrón i cos, como S exto, y observando que " hay algunos l i­
bertin os q u e los han desenterrado, para perj uicio d e l a
rel igión y d e la sociedad humana'',5 0 Sorel trató de viciar
los argumentos del escepti c ismo, tanto antiguo como mo­
dern o .
C o m o respuesta a las d udas planteadas p or l os pirróni­
cos a cerca de lo fid edigno de n uestro conocimiento sen so­
rio , Sorel o freció un argumento aristotélico. La i n fo rma­
ción q ue rec i ben nu estr o s sentid os extern os d e b e ser
s opesada y j uzgad a p or n uestro "senti d o c omún" para evi­
tar engañ os. Ten e m os t o d a una variación de experi en cias
debidas a la disp osición de l os órgan o s sens ori os, a l tem-
" !bid .. pp. 1 5-27.
" Sorel,La Bibliotheque franc.ois de M. C. Sorel. París, I664, p. 392.
'" !bid., La Science unh•erse.lle..
pp. 33-35, y el Cuarto vol u men de Sorel, intitu­
l adoLa Pe1fection de /'A me . . , París, 1664, Part. II, p. 30.
.

La Perjection de L'Ame,
''" Sorel, p p . 21-30, ofrece un resumen de las opi niones
d e "Des Pyrrh oniens o u Sceptiques". La c i ta e�tá en la p. 30, donde Sorel t am­
bién d ice que aq uellos libertins eran en número muy escaso, y ten ían m iedo de
expresar sus o p i n i ones en público.
1 94 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

peramento del observad or, a la u bicación del o bjeto y a l


medio por e l cual oc urre l a percepción. Pero nuestros sen­
tidos son capaces de percibir las cualidades d e los o bjetos
tal c o mo son, y nue stro sentido interi or, el "sentido co­
mún" tiene la capacidad de j u zgar c uando los sentidos
dan información precisa, y d e corregir c u a nd o n o es así.
En tod o su detallado examen d e los ej e mplos o frecidos
por los escépticos acerca d e las diferencias entre la per­
cepción humana y l a a n i m a l ( q u e p a re c i ó d i sp u esto a
aceptar sin mayor investigación), y las variaciones de l a
percepción humana, Sorel nunca vio q u e a q uello q u e los
pirrón icos estaban cuestionando era si tenemos a lgun a
manera de saber cuándo y si nuestros sentidos n o s infor­
man con preci sión. En cambio, supuso que podemos reco­
nocer y rec on ocemos algu nas percepciones verídicas, y
que podemos juzgar a las otras en consec uencia. As í, los
pro blemas de perspectiva y de d istancia n o le preoc upan,
ya q u e tenemos estas percepciones fid ed ignas, y al em­
plearlas aprendemos a juzgar y corregir p o r experiencia
las percepciones especiales. Puede h a b e r algu n a s c i r­
c un stancias in sólitas, en q u e acaso lo mej o r sea n o juzga r
en absoluto ; pero, en general, podemos valernos de estas
percepciones p ara evaluar casi cualquier circ u nstancia y,
med i a nte el e m p l e o d e l " s e ntid o c o m ú n " determ i n a r
cómo son l as cosas e n realidad y n o sólo e n apariencia.
Entonces, podemos olvidarnos de todas las cavilaciones
escé pti cas acerca de las experiencias y visiones de los
maniacos o de los de lirantes, puesto que sabemos que esa
gente tiene órganos sensorios corrompidos y, así, ven las
c osas como no son.51
La única base ofrecida p or S orel a su c onsta nte sup osi ­
ción d e que l a gente normal, con órga nos sensorios nor-

l'usage & de la pel:fque


La Scíe11ce lllliverselle de SoTe/, oü il est traité de257-269.
'' ' Cf'. So re!. 'ec­
tion de toutes les clwses du mo11de. To mo I I I , París 1 647, pp. Du Pl eix,
fue el predecesor d e Sorel como Hist01·io gmpile du Ro¡¡, o freció l a m i s ma expli­
cación de las ilusi ones sensoriales, pero no se rell rió para n ada al pirronismo a
este respecto. Cf. Scipion Du Pleix, Cours de Philosophie, reveu, il/ustré & aug­
menté, París, 1632, en la parte intitul a d a "La Physiq ue ou Science des Choses
Nature l les", Libro 8, caps. 1 4-9.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 95

� ales Y : n c � n d i ciones n ormales, tiene sensaciones pre­


C i s a s Y fi ? e d ignas, . o bien una capacidad n ormal para
� ? pesa : � J uzgar lo fided ig1� o de su experiencia, es q ue se­
II a �xh a n o que l os que estan en perfecta c ondición no c o­
noc ieran l a �e r� ad , y sólo la conociera la gente a normal.
Pero los e scepti cos estaban d iciendo q ue no tenemos m a­
J; e r� d e sabe r s i las condiciones q u e consideramos como
opti mas para observar e l mundo son, asimismo, las más
c o rr e c t a s para p e rc i b i r e l estado de c o s a s a u ténti c o .
P � ede s e r e xtrañ o q u e s ólo unos cuantos hombre s excén­
tncos vean l a ? cosas como en realidad son , pero ta m bi é n
es raro q u e solo l a gente c o n visión n ormal p u e d a verlas.
Al ofrecer c o ll} o solución d e las d i ficulta d es escépticas
una � e s c n_ p c w _ n de n u estros pro c e di mi entos n o rmales
para J Uzgar l a o p eración sensorial, Sorel n o se h a enfren­
tado al pro blema de cómo podemos saber q ue n uestra
I� a n e !·a normal y n atural de distinguir l as percepciones
fid e d ignas d e las que n o lo son está de acuerdo con los
rasgos verd ad eros de los o bj etos reales.
E l mism o ti p o d e respuesta, simplemente embellecida
o elaborad � , f�e l a que dio Sorel a tod os los demás argu­
n: ent � s escepticos. ¿ Podem os saber si toda n uestra expe­
nencia n� es m á s q u e un sueño ? Este pro blema, d el que
ta nto partid o h abía de sacar el célebre contemporá neo d e
Sorel, Descartes, e s tratado d esdeñosamente. L a p ersona
n ormal, estando despierta, puede sa ber l a d i ferencia en­
tre el sueño y la vigilia. S i alguien sueña que comió mu­
cho, Y l u e �o despie rta y tiene hambre , puede saber que ha
e �tado sonando. ¿Y eonocemos algo m á s q u e las aparien­
Cias ? e l � s cosas? Aun si sólo perci bimos las superficies o
? Panenci a s d e los o bj etos, podemos j uzgar la naturaleza
mte_rna del o bj eto, así como lo hacemos en los casos ord i­
n a n o s cuando j u zgamos lo que está d entro por lo q u e está
fuera, � cuando J_ Uzgamos cómo es todo un o bj eto a partir
de la VIsta d e sus partes. Los efectos nos ofrecen una base
adecuada para d eterminar las causas. r. 2
L os escépti c os q u e han tratad o d e ge nerar una regre-
" Sorel, Science universelle, Tomo I I I , pp. 270-272.
196 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

swn infinita de dificultades acerca de ir de los efectos a


l as c ausas, de las causas a las causas, y así interminable­
mente, han c reado u n p ro blema falso. Han sostenido q u e
sólo podemos conocer u n o bj eto s i sabemos c om pleta­
mente por qué es lo que es, cuáles son l as c ausas d e tod a s
sus prop iedades. S orel d e sd e ñ ó e ste problema recono­
ciendo, primero, q u e algunas cosas pueden ser inc ognos­
c i bles y otras sólo p a rc i a l mente c ognos c i bles, p e ro d i ­
c i e n d o que pod emos tener u n conocimiento seguro a cerca
de c iertas materias. N uestro conocimiento seguro es todo
lo q u e necesitamos, y podemos o btenerlo de la informa­
ción p erti nente q u e tenemos d isponible, y mediante e l
u s o d e nuestras fac ultades natu rales. 5:l
Tenem o s sufici ente informac ión y fac ul tades adecua­
das p ara crear ciencias. Los pirrónicos n i egan q u e c onoz­
c a m o s algún p r i m e r prin c i p i o c i erto , p a r a e m p l e a rl o
como premisa de nuestro conocimi ento c i e ntífi c o . Sus­
penden el j uicio ante l as verd ades más o bvias: q u e el todo
es más grande q u e la p arte, q u e a lgo, incluso ellos mis­
mos, existe, q u e e l sol brilla, etc . , porque piensan q u e
todo e sto e s incierto. "Aq u í vemos finalmente cuán pern i­
c iosas son sus indiferencias, vemos q u e tienden a s u bver­
tir t od a ciencia, p olíti c a y religi ón . ' ' :;.¡ Per o p osee m os
primeros principios q u e son indiscuti bles, o bien conoci­
dos por la experiencia común de tod a l a h umanidad, o
bien " conocidos por l a luz d e l a Razón". Empleando n ues­
'
tra razón natural podemos descubrir c onoci miento cientí-
fico verdadero a partir d e estos principios ciertos. Los es-
cépticos, para desafiar n ue stro conocimiento c ientífico,
tienen que negar lo fidedigno de n uestros órganos senso­
rios normales y naturales, de n uestro "sentido c omún"
normal, y d e n uestra razón o entend i miento n atural. Pero
pode mos ver que n uestras fac ultades cuentan con la per­
fección necesaria para sus fun ciones y, por tanto, no te­
nemos ninguna razón para preocuparnos por las o bj ecio­
nes d e l os escéptic os a l a p osibilidad de que alcancem os
''" !bid., p p . 272:274.
, , !bid., p. 277.

----------- ----------
¡·
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 197

e l c on o c imient o c ientífi c o . Puede h a ber d i ficultades. pue­


de habe r c osas q ue n u nca c o n ozcamos, pero si t oma m os
gra ndes precauci ones, p od re m os c on oc e r bastante bien
lo q u e n os es necesari o . y c on c ompleta seguridad, de m od o
q u e podremos establecer las artes y ciencias s obre u n a
b a s e fi rme . Nuestro "sentido comú n " y los prime ros prin­
ci pios man ifiestos e ind udables son la puerta d e entra d a
a l conoci mi ento d e l a verdad acerca de l o s objet os.55
Desp ués de este rec urs o a las c ondici o nes v fac u ltad e s
normales y n aturales q u e n o s capacitan a o bten er cono­
ci miento verd a d ero, Sorel presentó otra respuesta a los
p i rrón icos, el pro blema h abitual de la naturaleza contra­
d i ctoria de la posición del escépti co.50 Los es c é pti c o s ,
a fi rmó Sorel, n o pueden ser tan ignorantes como simulan
ser, pues buscan razones a sus ideas, y parecen prefe ri r
a q uellas que ellos ofrecen a l as de l o s d ogmáticos. Están
ci ertos de q ue n a d a es ci erto (afirma ción q ue Sexto, Mon­
ta igne, La Moth e Le Vayer y otros tuvieron buen cuidado
d e evitar); así, h a n encontrado ci erta verd a d , y no pueden
estar completa m ente e n duda.
A q u í p o d r í a m o s j ac ta rnos d e h a b e r d e rro c a d o s u fun d a ­
mento, si s u d octrina n o consistiera e n probar q u e no hay
ninguna opinión que tenga algún fund amento; pero por tanto,
s u opinión q u e d a , entonces, sin ninguna base; y si , para de­
fenderla, afirman q u e tiene algún fundamento , una vez más
e s derrocado por esto, ya que no debiera tener ninguno de
acuerd o con sus máximasY

Así pues, al t omar la p osición del escépti c o c om o a se­


veración defi n i d a , Sorel indicó el c a rá cter autorrefere n­
cial de l a idea, y e l d i lema allí e nvuelto. El pro blema de
plantear l a opinión p irrónica sin e ontra dicc ión e s un o
d e l os pr oblemas más persistentes rec em ocid os p or l os
escéptic os, y u n a de las e ontinuas respuestas ofrecidas
p or sus a dvers ari os.
,,, fbid., p p . 275-281.
,,,; Este puede ser e l ataque que La Moth e Le Vayer respondió al comienzo d e
la segunda p arte d e laProse Cliagrine, Oeurres,
en Tomo I X , p p . 354-356.
·" Sore l ,
Science universelle, Tomo III, p. 281 .

: 1
1 1
: \ 1

¡l

-----
1 98 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

Al emplear element os de la te oría aristotélica del c o­


nocimiento, al insistir en l o a d ecuado del conoci miento
q u e así podemos alcanzar p ara n u estro s propósitos, al
conceder algunas posibles limitaciones a n uestro a bsoluto
y completo entendim iento d e las cosas, y a l mostrar lo
contra d ictorio d e una a severación de escepti cismo com­
pleto, Sorel c reyó haber d estruido l a amenaza pirrónica.
Una variac ión interesante del emple o de las te o rías de
Aristóteles para rechazar el e scepticismo aparece en cier­
tos c omentarios de sir Fra n c i s Bacon (q u e fue llamado
imitador d e los pirrónicos por Mers enne, por su insisten­
cia en algunas de las d ific ultad es escépticas p ara llegar al
verdadero c onoci miento).5H En su o bra Advancement and
Pro.ficiencie of Leaming, Bacon criticó a los escépticos por
representar erróneamente los problemas implícitos en al­
canzar el conocimiento a través d e los sentidos. Se habían
a ferrado (afirmó Bacon) a las ilusion es y los e ngaños d e
los sentidos para "arrancar l a s ciencias d e raíz". L o q u e
n o ha bían visto era q u e las verd adera s ca usas de los erro­
res eran los ídolos, y que l a solución correcta a las d i ficul­
tades estaba en la elección de los i nstrumentos: " Y sin
embargo, ayu da do s por n uestra ind ustri a, los sentidos
pueden ser sufic ientes para las ciencias."�•!l E n otras pa­
l abras, puede darse un conj unto d e condiciones, e n mate­
ria de correcciones de los sentidos, sin ninguna ayuda,
que, a unadas a c iertas refo rmas i nternas, especi fi ca rá n
cuándo son verídicas n uestras percepc i ones a d a ptad as.
Pero n uestro s sentidos natu rales y normales no bastan
para d arnos un conocimiento fidedigno, a menos que va­
yamos a emplear ciertas ayud a s e instrumentos. Así, d e­
bemos adoptar un escepticismo parcial o temporal h asta
que podamos emplear con éxito las ayudas y proce d imien­
tos del Novum Organum.
Tampoco debe causar alarma tal suspensión d e j uicio en una
persona que no mantiene q u e simplemente no puede conoc erse
''" Mersenne a n al izó a Bacon enLa Verité des Sciences, Li bro I, cap. XVI.
'" Francis Bacon, Of the Advancement and P1'0ficiencie of Learning, or the PaTti­
tions of Sciences,
Londres 1 674, Libro V, cap. I I , pp. 1 44-145.
COMIENZA EL CONTRAATAQUE 1 99

nada, sino sólo q u e no p u ede conocerse nada salvo siguiendo


c i e rto c urso y camino; y sin embargo establece provisional­
mente c ie rtos grados d e seguridad para uso y alivio mientras
llega la m ente a un conocimiento de las causas sobre el cual
p ueda descansar. Pues n i aun aquellas escuelas filosóficas q u e
sostenían la imposibilidad a bsoluta de conocer c o s a alguna
eran i n feri ores a las que se atrevieron a declararse. Pero no
proporci onaron ayuda a l sentido y al entendimiento, como lo h e
hecho y o , sino q u e simplemente retiraron toda s u autoridad ' l o
cual es algo totalmente d istinto, casi lo opuesto.61'

L os d i stint os tip os de respuestas arist otélicas a la c ri-


sis escépti ca tienen en común, independi entemente d e
s � s variaciones, l a i d ea d e q u e existen cond i ciones apro­
piad as para las percepciones o el razonamiento, y q ue te­
nemos fa c ultades que, operando adecuadamente en estas
cond iciones, pueden conducirnos al conoc i miento verda­
dero .
P or tanto, n o s e req u iere u n escepticism o respecto a
los sentidos ni respecto a la razón. El tipo d e pru e ba in­
tro d ucida por los e scépticos o bien es falso o bien trata de
condiciones anormales y fac ultades corrompidas.
Los que d ieron este tipo d e respuesta a los pirrónicos
se n egaron a reconocer que los escépticos estaban desa­
fi an d o h asta l o fi dedign o de nu estras fa c ulta des natu­
ra l e s , en las m ej o re s c o n d i c i ones, y también estaban
negando los c riterio s establecidos po r Aristóteles para de­
cidir cuándo estaban fun cionando adecuad amente n ues­
tras faculta des. Bien puede ser que el sistema aristotélico
esté ingeniosamen te construido para evitar los habituales
argumentos escépticos, ya sea espe cificando u n camino
para resolver los problemas sobre la base de una n orma,
q u e no se pone en c uestión, o d esdeñando los argum entos
como abs urdos. Por tanto, según los aristotélicos si a l­
guien realmente está e n d u d a acerca de los pr Í mero s
pri ncipios o d e l criterio, n o está preparado para filo sofar.
En cambio, el nouveau Pyrrhonisme esta ba c u estionando el

" " Bacon,Instauratio Magna, Trad. i ng. en Tlw Worlcs of Francis Bacon ' ed itado
por Spcdd i ng, Ellis y Heath. Vol. VII I, Boston 1836, p. 52.
200 COMIENZA EL CONTRAATAQUE

sistema mismo de los aristotéli cos, q u e no podía ser justi­


ficado ni defendido tan sólo aplicando el si stema.
Los críticos voc i ferantes del escepticismo no se e n fre n­
taro n a los problemas planteados; y los aristotélicos se en­
fren ta ron a ellos si mplemente cometi e n d o de cisión de
principi,) ante los problemas decisivos. Los primero s tra­
taron d e destruir la fuerza del pirronismo simplemente
d e n u n c i á n d o l o. Los segu n d o s trataro n d e resolver los
proble mas tratándolo como p untos q u e h abía q u e de batir
dentro de su propio sistema, como d ificultades q u e había
que resolver medi ante las n ormas q u e aceptaban. No vie­
ron q u e para disipar la crisis escépti c a primero h a bían de
establecer la base d e s u sistema filosófi c o antes d e poder
mostrar que lo que era cierto segú n l a teoría d e Aristóte­
les rea lmente era cierto. En los c apítu los sigui entes exa­
minaré algunos intentos d e recoger el desafío escéptico
mediante una evaluación más seria de los p roblemas bá­
sicos aquí planteados.
VII. EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO
O MITIGADO

Ü TRA MANERA d e enfrentars e a la crisis escéptica c onsisti ó


en formular una teoría q u e p u diera a ceptar toda la fuerz a
del ataq u e escéptico a l a posibili d a d del conocimiento
humano, e n el s e ntid o ?e verd a.des n ecesarias acerca d e A!
1� � a.turaleza d e la realidad, y, sm embargo, admitir l a po- \
s i b i h d a d d e c o n o c i mi en to e n un s e ntido meno r como
V? rdades convincentes O p roba bles a cerca d e las a � arien- r (r
ci as. E.ste tipo de o � inión, q u e ha llegado a ser lo q ue mu­
_
chos fl losofos consi deran h oy como l a vi sión científica, qt(:
fu e p �·esentado p o r primera vez e n el s iglo x vi i, en el
gr ? ndwso ataque de M : rsenne al pirronismo, La Verité des ��
Sczences, con tTe le� �eptzques ou Pyrrhoniens, y después, en ti.'
matica, por Gassendi, buen amigo d e Mer- \�
.
_ siste
forma mas
s � n ne . E n otroE\ escritores, como el teólogo ingl é s Chi­
llmgworth y el escritor franciscano fra ncés Du Bose ' en­
contramos l a búsqueda y una declaración p arcial de este
escep ticismo mitigado. Este intento de encontrar u n a via �((¡)
m.edza entre las ten � encias completamente destru ctivas (•'
del Nouveau Pyrrhonzsme y u n dogmatismo d iscuti ble, h a \

movimientos del p ragmatismo y el positivismo. Pe �o, aun f <b


llegad o a ser p arte decisiva d e la filosofía moderna en los

c � ando � a.s formulaciones m á s teóri c a s d e este escepti­


Cismo miti.gado o cons.tructivo pro ba blemente se ela bora-
ran a comienzos d e l sig� o xvn, h ubo q u e desarrollar y de- 1
<&
r'\ ,1 moler u n n uevo dogmatismo antes d e que fue se aceptada
}1¡ esta n ueva sol u c.i� n a l a cris� pyT·rhonienne. Sól::> después
de l a presentacwn de esta Idea por David Hume, y s u
a : �ptación e n el s iglo XIX, por Mili y Co mte, se volvió filo- 'fJ
¡I?A
soficamente respetable .
. Marin Mersenne ( 1588- 1 648) fue una de las figura s más
Importantes en l a historia del pensamiento moderno, y \

hasta hace poco fue desdeñado y mal e ntendido. 1 Se l e re-
' La o bra monumental del finado a ba te Robert Len oble ha sacado a l u z, p or
201
' ' \

f ' - ,.

\\ 1
.· ....'..
· · ; ,·

202 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

c ue rd a principal mente por s u amistad y corresponden c i a


c o n Descartes, y generalmente se le ha clasificado como
A �un i nt ransigente p � nsador religio � o, c uyo � rasgos s alvado­
l./f11res fueron sus am istades, n o sus Ideas. S m embargo, este
cuadro no corresponde al papel d e cisivo desempeñado
por Mersenne en l a revol ución científica d el siglo XVII.
�\.- Mersenne fue un o de 1 os primer os estudiantes prepa­
}11 rados e n el colegio jesuita .d e La Fle �he, al q u e D e� c arte �
1 asistió en u n gra do posteriOr. Despues, Mersenne mgres o
' �\, : en la o rden d e los Mínimos y llegó a ser u n m od el o d e
/ piedad cristiana y d e sabiduría . S u carrera literaria . c o­
menzó en el tercer decenio del siglo XVII, c o n la publi c a­
\. � � ción d e un grupo de vastas o b.ras ? e polé m i ca c�n ��a tod o
V /.' ene migo concebible d e l a c 1 e n c 1 a y de l a re ligwn : l o s
ateos, l o s de ístas, l o s alquimi stas , l o s naturalistas del Re-
nacimiento, los ca bali stas y los pirrónicos. 2 Después d e
este comienzo Mersenne d e d i có el resto d e su vid a a l a
1 \(¡ labor más con � tructiva de hacer propaganda a la " c iencia
Vj n ueva" mostrando s u amor a Dios e n sus monumentales
servici � s a la revol ución c i entífica. Fue un ho mbre de
ávido i nterés en las c uestiones científicas y seudocientífi­
cas, d esde complej os problemas de física y matemáticas,
fi lol ogía hebrea y teoría d e l a música hasta p roblemas ta-
. . ·
les como "¿De qué alto e ra l a escala de Jacob?", Y " ¿ Po r
-r J q u é l o s hombres sabios gan a n menos din ero q u e l os ton­
.
. ! . tos ? " Mersenne publicó u n gran nú mero d e suma riOs, ex­
.:
plicaciones y sistemas de ' o bra s c ientífi cas, i n cluso las d e '
[\¡ Galileo.a También ayud ó y f�vore ció a toda s las gr� ndes �?
. .
y¡! figuras d e la " nu eva filo sofia", m cl uyen d o , ademas d e
\ U Descartes, a Gassend i , Galileo, Hobbes, Campanella, Her-
r �· b ert d e Cherbury, al archiherej e Isaac La Peyrere Y a mu­
/
c hos otros. S u inmensa c orrespondencia, q u e hoy empieza
primera vez. l a enorme realización e importancia de Mersenne. Véase, espe-
cial mente, Le noble, ( Pa rís, � 943).
Mersenne ou la naissaFce du mécanisme
., Cf. Marin Mersen ne, Quaestiones celeberrimae iu Genesnn,
Pans 1 623; ,
_L lm-
� pieté des Deistes, Athees, et Libertins de ce temps, combattue, et renversée de pomt �n
point par misons tirees de la Pllilosopllie, et de la Tlu!ologie, París 1 624 Y La Venté
des Sciences contre .les Septlques ou Pyrrlwmens, Pans 1 625.
" Véanse, por ejemplo. las c uestiones tratadas en Mersenne, Questions inou¡¡es
ou Recreation des Se,avans, París, 1 634.
EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO 203

a p u blica rse, alentó e i n formó a los hombres d e ciencia


d o q u i er se encontrar a n . 4 En resumen, M e rsenne pro ba - /.f,
blemente contri buyó m á s q u e ninguno d e sus contempo- ¡\ ..:.�
{
rá n eos a a u menta r el conocimien to e interé s en l as enor- 3 \
mes real izaciones científica s d e su época.
La parte de l a a p ortación de l\1ersenne que n os intere­
sará aquí es el nuevo e ntendi mi ento que tuvo de la signi-
1 fi c ación d el conoc imiento c ientífi c o y la i mportanc ia d e
:�; esto a la luz de l a crisis escéptica de su tie mpo. La últi m a
1!;
d e l a s e n o rm e s polém i c as d e Mers e n n e , La Verité des / <!
Sciences contTe les Septiques ou Pyrrhoniens ( 1 625), p retende
re futar los argumentos pirrónicos, pero respond iéndoles
d e una n u eva manera. Lo q u e Mersenne deseaba estable-
cer era que aun si las afirmac iones de los escépticos n o 1
l
¡ pud ieran refuta rse , sin embargo p od ríamos te ner cierto ¡ /� '.
. ti p o de conocimi e nto q u e no está en d isputa, y que es tod o !\ ·
' 1 lo q u e se n eces ita para n uestros propósitos en esta vida. J ·

Este tipo de conocimien to no es el q ue h abían buscado


anteriore s fi lósofo s dogmáticos: el cono c i m iento de l a
verdad era naturaleza de las cosas. Consiste, antes bien,
(0j
l en l a información acerc a de las apari encias, en hipótesis /
,\ � y prediccione s a cerca d e las conexiones d e los aconte cí-
<t'¡
/..
1
mi ento s y el c u rs o futuro de l a experien cia. El conocí- /,
mi ento científi c o y matemático , para Mersenne, no nos l\
daba info rmación acerca d e alguna real idad trasc enden- 11
tal, n i estaba b a s a d o en algu nas verd a d e s meta fí s i c a s "
· acerca de la natural eza d el universo. Planteó una concep-
�? �' ción positivista-pragmática del conocimiento, que omitía
1
/ tod a busca de bases ra cionales de lo que se conoce, y n e- 1 ,

¡!
1 ga ba que semej a nte búsqueda pudiese tri u n far; y sin em- ! ¡ r / ·

bargo ins istía, contra la destructiva fuerza del completo : ( J /


· pirronismo, que n o podía dud arse s e riame nte d el conocí- "-.
_

1 miento científico y matemá ti co.5 -1 .\


La Ve1·ité des Sciences. o bra de más de mil páginas, c o- ,(S
CorTespondance du P. Marin Mersenne,
' Mersenne, publicado por Mme. Paul
Tannery, e d i tado por Cornelis de Waard y la colaboración de René Pintard . To­
}�
mos I-I V. París, 1932-1 955. Estún en preparación otros varios volú menes. Los
doce ya publicados cubren el periodo 1617-1643 .
Me1·s enne,
.-. Cf: Lenoble. pp. 31 0-33.
, 204 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

�- í\1 mienza, como ya hemos indicado, al estilo d e Garasse. En


.1 la carta dedicatori a a l hermano del Rey, Mersenne de­
nunció a los escépticos e n términos muy extremos . Los
acusa d e todo tipo d e opiniones e intencion es vergonzos as
n
y nocivas. Luego, en el prefacio del libro , hace n uevos
cargos, que culminan en la afirmación de que los escépti-
\1 cos son aquellos libeTtins q u e tienen miedo d e mostrar su
_¡l verdadera impiedad. Por tanto, tratan de convencer a los
demás de que nada es c ierto, para poder atacar indirec­
tamen te las ciencias, la religión y la moral. El propósito
de Mersenne al presentar este enorme volumen fue poner
un alto al curso impetuoso del p irronismo . 7 Todo escéptico
· ·; ( que l o lea verá q ue "hay muchas cosas e n l as ciencias q u e
• ./ 1 s o n verdad, y q ue es necesario abandonar el pirronismo s i
� no se q uiere perder el j uicio y la razón".H
, El propi o l i br o c onsiste e n una discusión entre un al­
�� q u imista, un escéptico y un filósofo cristiano, en que tanto
el p irrónico como el �lquimista recibe n su merecido. El
escenario queda preparad o cuando el alq uimista d eclara
que l a alquimia es la ciencia perfecta. El escéptico opone 1
una o bj eción, primero criticando las pretension es de los
alquimistas , luego p resentando un argumento de escepti-
� cismo completo, no sólo acerca de los méri tos de esta par-
t i c u l a r prete n s i ó n d e c o n o c i m i e nto v e rd a d e ro, s i n o
\)1 ace rca d e l a posibilidad d e q u e existan medios por lose
�[
f:\1 que los seres humanos pueden llegar al conocimien to d
[yr, la verdadera n aturaleza d e las cosas. Se presenta u n
breve resumen general tlel argument o p irró nico clásico,
dirigido tanto contra la fil osofía platónica cuanto cont :a
la aristotéli ca. No podemos conocer la verd a dera esencia
d e las cosas, o las Formas Platónicas. Todo lo que cono-
/ cemos son los efectos, las apariencias, nunca las causas
últimas o naturalezas verdaderas. Las causas pueden se­
gui rse hacia atrás, ad injinitum, sin llegar n unca al obj eto
del conocimiento, y a menos que descubramos las causas
H Mersenne, L a Verité des Sciences, ep ístola d ed icatoria. Parle de ella fue ci·
lada en e l cap. VI, pp. 1 1 7-1 1 8.
.. Prefaci � . 2da. página.
' !bid
" /bid.,Prefacio, tercera página.
EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTI VO O MITIGADO 205

últimas, n unca podremos rea lmente captar siquiera las / �


experiencias particulare s con q ue nos enfrentamos.H
Habiend o cedid o al escépti c o la primera formulación
gen e �·a l del c � s � , Mersenne interviene, en el personaj e
_
del filosofo cnst1ano, para hacer su presentación inicial
de un tip o de respuesta al p i rronismo. Ante todo, d i ce, el
p roblema planteado por el escéptico n o demuestra que n o ¡
¡�ueda .: onocers e n ada s i n o , a ntes p�e_l}1l..ql:le.__��l�I?Jl..gden· ¡ (._
con ? �-��-�e unas_ pocas cosas, los efe ctos'\Au n nuestro c o- ·
nocumen to realment e es tan l imitad o tie n e cierto valor
d ? � na variedad p ragmática , ya que "�ste pequeño cono� ¡ fA
C i miento nos basta como guía d e n uestras accio nes". 1 0 n \1
Para salir adelante en este mundo b asta el conocimien to
de los efectos, ya que nos capacita a d i stingui r los o bjetos
cte. Este p unto c onstituye la p a uta general de la respuest�
de Mersen ne en toda la o bra. Los argumentos escépticos
. mu estran que hay algu nas cosas que no podemos c onocer; .1 t '
.
a sab � r, la verd � dera naturaleza de las cosas que filósofo s t \ �
¡ ante - nores hab1an tratad o de comprender. Sin embargo , · \,
pese al hecho d e q t�e n o p u e<]e fund arse esta especie de
1 b � se .!.!1 � t �físicat sí podemos cono-ce r algo acerca d ·e· E1s'· ú
.
o los efectos, a saber, cómo d esempe ñamos Ji
_
apanencias·
cn , el_}n undo d e las sombras.¡'Mersen ne está dispuesto a '
reconocer que no puede llegarse al tipo d e conocimiento
que Platón, Aristóteles, Demócrito y algunos otros h abían
afi_rmad o l?os�e�: Pero c� §�J�i1e?.:q ue da lo mismo(pues-l1ay,

__

_
u �1 a ·especie de c onóéimiento, radicalmeiHe d istinto, que
. S I poseemos y q u e es adecuado para n uestras necesidades
.
. en .est�.llJ._1Jngo. 1 1 -:...�.. -�-- �: : . �'-- ' ' :. .. .. .
__ .. . /
" :.:.::... ::: : ._. . _
· -:- --:. : .: · .. ------ _ . ,-
.. . _ . ....

uc tal man- e ra,'i os problemas de las variaci ones .e Úü> . ·


siones sensorias tan extensa me nte d esarrollados por los ·¡
escépticos bien pueden mostrar que s omos incapaces d e ,1

conocer las cosas e n sí mismas., No obstante, la i nfori1ü1-=.....


..
" /bid pp. 1 - 1 1 .
"' /bid., p . 14.
" La simi litud de algu nas de las opin i ones de Mersenne con a lgunas d e las de
Ch arles Sore l , d e quien h e mos hablado e n e l capít u l o a nterior. se d ebe s i n d u d a
al h e c h o d e q u e e l ú l t i mo e m p l e ó como fu ente e l l i bro de 1\Iersenne. L a s d i fe­
re ncias entre sus opiniones se a n a l i za rá n más adel ante. en este mismo capítulo.
206 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

ción acerca d e cómo d i fieren nue stras experie? c i as en d i-


n feren tescond iciones nos permite f� rmular C I e rtas l eyes
,,> ¡· acerca de las observac i ones sensonas; por eJ_ emplo, l a �
· \?-. l eyes d e la refracción. C � n tales l �yes �cerc a de las a p_a
.-· · rien c i as, podemos corregir o exphcar cierta m _ formacw n
·

sensoria y, por tanto, e l i minar todos los problemas acerc a


de l a s ilusiones. 1 2 Es interesante q u e � e rse � n e par� zc a
....\ haber sido e l primero e n ver q u e las afirmaciOnes P I �ro­
, _
��� --- ; nicas clásicas acerca de l a s d i ferencias entre la expenen­
'\
J
cia animal y l a experi e n c i a humana n o son concluyentes,
� : pues los animales n o se comunican con nosotros p ara de-
· 1/ ; cirnos qué percibenY1 En el c aso d � tod os l?s. m formes
acerca de variaciones d e l comporta miento rehgwso .Y mo­
ral , Mersenne i nsiste e n que, como conoce � o s las r e ?las
divinas y naturales d e cond ucta, no n o s I m porta como
procedan otros pueblos y culturas. 1 4 • • _

En general, Mersenne trató d e e l ab orar la a fl rmacwn


de que en todo campo d e interé s humano se co �,o ; en al-
-. 2
,
: guna s cosas ' como " e l tod o es mayor q u e la p arte , la l u z
al medio d í a es mayor q ue la de las estrellas", " h ay un
.�.
. mu n d o " ' " n o es posible q u e l a m is m a c o s a tenga Y n o
L tenga la misma propiedad", " h ay que ev1 t ar e 1 m al" , etc ·
·
Acaso no h aya refutación filosófica de los argument? s e s-
' .. -·· c é pt i c os, pero h ay m u c h í s i m a s c o s a s q ue n o e s ta n e n
- t,� d u d a . Si somos razonables, nos perc ataremos de q ue algo
_ 1 ; ! se conoce y seremos felices. Si no lo somos, sere mos com ;
pleta mente desgraciados. E l hombre puede llegar has ta
_ .
dudar de las regl as obvias d e la mora l , y volverse un lzbe7-
tin, lo que conduce "de c abeza al infi ��� o con todos los
. .
Demonios, para quemarse etername nte .
Después d e atacar e xte nsament � a l a a l q m m 1 a , Mer_-
senne volvió a su gue rra contra e l p1rromsmo, Y desarr? llo
_
'\)
o ·
su crítica general en forma d e un d etallado c oment a_r� o Y

/{
refutación de las Cuestiones pirrónicas, de S exto Emp1nco,
analizando casi todo e l primer l ibro y p arte del segundo .
" Mersenne, La Ve1'ité des Sciences, pp. 1 6-20.
"' Ibid., p. 20.
" Ibid., p. 2 1•.
,. Ibid., pp. 22-74. La cita está en l a p. 57.
EL ESC EPT ICIS MO CON STR UCT
IVO O MIT IGA DO 207
Los die z tro pos s o n pre sen tad os
y refuta d o s alegan do q u e
exi ste n ley es cie ntífic a s a ce rc a
de l a s var iac ion es sen so­
ri as, eom o los pri nci pio s de la
ópt ica
tod os los des acu erd os y d i fe ren cias , y q ue, a pes ar de
de o p i n i one s, h ay un
a cue rdo com ún en ciertas cue stio
nes . Na die dud a de q u e
e l fuego e s cal ien te o e l h i elo frío
, o d e q ue un ele fan te es
may or q u e una hormig a. Los s ueñ
os o las a l uci nac ion es n o
d a n raz ón al esc ept icis mo , ya q ue,
al des pertar, s i esta mos
e n bue na situ a c i ó n me nta l, rec ono
ce mos la vid a de nue s­
tros sue ños por l o que es. Cua ndo
-----·
e l e scé ptic o ind ica q u e :
l o s die z trop os m ues tran que no
con oce mos las ese ncia s ( ·
de las cos as, e l filó sofo cris ti ano ·

d e Me rse nne d esd eña ', ,


esto con el com ent ario d e q ue
"no es [ . . . ] n ece sari o esta - (!
ble cer alg una v e rd a d " . 1 6 Pes e '
a to
pla nte ada s por S ext o Em pírico , no d a s l a s d i fi c u l tad e s ,, .
estamo s e n dud a d e to-
d � s las cos as, y ten em os me d i os,
com o apa rat os p ara me- 1
d 1 r, C ? I� � os cua les enfren tarn os ,
nes d ific i l es que s urg en. Con los
a alg una s d e las situ aci o-
ins tru me nto s y me di ant el -
J .
el e mp leo d e l eye s que hem os
des cub iert o ace rca de la : "' ·
perspe ctiv a, l a refracc ión , e l e fect
o d e l vin o s obre la vist a, h ' ¡ ·
etc ., pod emo s evit ar pre ocu pac ion
es ace rc a ú � rem os do- 1 \
bla dos , c uel los d e pal om as y torr
es red ond as. Sie n d o ra­
zon ab les, pod emo s enc ont rar man
era s de vivi r pes e a to-
d a s l a s var ia c i o ne s d e l c o m por
ta mi ent o h um a n o . Por
tan to, "to dos l os arg um entos de los
p irró ni c os no son más
que tram pa..s y p a ralo gism os, c on
los q ue no se d ivie iie
uno muc ho tiem po ". 1 7
E l pirr óni c o n o que da aca lla d o p or ,
argu men to a base d e sen tido com ún.
este rec haz o de su
Pero e n vez d e disc u­

tir, o fre ce o tras a fi rma c i o n es tom a
d a s de Sex to, resu ­
mie ndo l a s part es que fal taba n del
Lib ro I, y luego pre- . .
sen tan do algu nos d e los argu men tos
co ntra la p osi b i l i d a d del con ocim ient
clav es del Li bro II
o rac i ona l. Tod o es • · ·
j ·

cue sti ón d e con trov ersi a, y tod o inte


verd a d d e una teor ía o bien con duc
nto por esta blec er l a
e a una regresió n infi - · '
/l
n ita o bien a un razo nam iento c i rcu
lar. E l prim er p unt o es '
"' Ibid., pp. 1 50-151 .
" Ibid., p. 1 53. El mate rial del q u e se trata en este párra fo apar
130-1 56. ece en las pp.
208 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

desde ñ ado indica ndo q u e mucha s de las c ontrov ers ias c i­


tadas por los escép ticos depen den d e lo q u e h aya d icho
a lgun a perso n a estú p i d a . Pero , como Mers en n e a rguye
una y o tra vez, algun a s c uestio nes nunca se d isputa n. Y n o
o c urre ningu n a regres ión infini ta en la expl i cación , por­
q u e h ay algun as cosas evide ntes q u e puede n emple arse
como máxim a s sobre las cuale s edific ar el conoc imie nto
: cientí fico; esto, a su vez, puede verifi carse revi sando ex­
.
perim e ntalm ente las predi ccione s hecha s sobre la base
d e lo que conoc emos. 1 H
. ·

El e s cépt ic o trata d e a firma r su a rgu ment o prese n­


tando el ataq u e de Sexto contra el razo n amien to s ilogís ­
tico. Para que un silogi smo sea cierto , sus prem isas deben
ser c i e rtas. Para mostra r que las prem isas son cierta s, se
req uiere mayo r evide ncia, lo q u e c onduc e o bien a u n a
regre sión infini ta o bien al e mpleo d e concl usion es como
prueb as de las premi sas. Adem ás, no puede sa berse si las
pre misas son cierta s a menos q u e de antem ano se sepa
que l a conclu sión es c ierta. Y para saber que las premi sas
i m p l i c a n la c o n c l u s i ó n , ten d rí a mo s q u e m o s tra r q u e
exi ste u n a e o nexió n en tre las prim era s y l a últi m a , Y
q ue existe una c o nexió n entre la c onexi ón y el sil ogism o .
P o r si est o n o b a stara . ta mbién hay pr oblem as acerc a del
criter i o . Para deter minar si alg o ha sid o dem ostrad o, se
neces itan un j uez y un c riteri o de juici o . Per o , ¿ s o bre q u é
criter i o s e decid irá q u é o q u ién es el j uez o el criter i o ?
Mie ntras e st a s d i fic ultad es n o se re s u e l v a n , sól o P o­
d e m os saber cómo n os parec en las e osas Y'
La ré plica de Merse nne a esta crític a del c on o c imien � o
'1 rac i o n a l consis te en u n a
versió n pragm ática de l a teo n a
1 a ristot élica de las cond icione s aprop
iadas para o btene r
/ 1 conoc i mient o empír ico
e intel ectua l. Sin ofrece r ningú n
a rgume nto señal a que, en realid ad, el homb re es el j uez, Y
c a d a sentid o es j uez de sus propi os o bj etos . Cuand o vemo s
l a l u z del sol al medio día, sabem os q u e es d e d í a , y ningú n
a rgume nto acerc a de criterios o j ue ces esta blece rá u n a
pp. 1 56-162.
pp.
' " Ibid.,
' " Ibid., 1 79-189.
EL ESCEPTICISMO CONSTR UCTIVO O M ITIGADO 209
d i fe rencia . Si e mple amos a propia d ament e nuestr as fac u l­
t a d e s , d e s c u b ri re m o s máxim as genuin as q u e t o d o e l
m u!ldo a cept.a . � o e s neces ario m ostrar induda blemen te
que es el c :Iterw de verd a d para estar seguro d e estas
m a : I m a s . S m re s p � n d e r a las � firmac i o n es escépti c a s ,
�1ei senne mostro_ como, en realida d, decidim os las cues­
ti ones. N os val e m os d e n uestros sentid os, nuestra s re- d
glas, n uestro s instru ment o s , y los evalua m os p or med i o i, 1:
1' · '·

d e nuestra s fac ultades rac i o nales . � ��


_D� 1:1a nera sim ilar, puede n desdeflarse las objeci ones
P i rr? mcas al razonam iento s ilogísti co. Simple m � nte, n o
es cierto q u e l a s conclus iones constituyan algunas d e las
pru � b � s de las premisa s. Las primera s p ueden sugerir
las ultimas. per o nunca establec erlas. La prue b a de l a s
P �'e1:1isas e s . o bien una ind ucción t omad a de materiale s
d i.stm t o � de la c o nclusión , o bien l a evidenci a de las pre­
m i sas. SI el escéptic o real mente d u d a de que hay premi­

1
sas que "se d ucen" el e ntend imient o y le l levan a ciertas
c o n c ;us � ones, ¿ p uede d u d ar también de que s a be q ue
.
d u d a ·. S1 d uda de esto, ¿puede dudar de q ue duda, y así
s u cesiva mente? P or much o q u e debata el e scéptic o , ha brá
de rec on ocer q u e alg o es ciert o. y p or tan t o "es necesar i o
d a r una despe d i d a definit iva a vuestro pirron ism o ". � ! 1
La estruct u ra q ue Mersen ne estaba tra ta nd o d e edifi­
car .en � re la negativa escéptic a de que poseemo s a lgún co­ 1
nocume nto, y la a firmació n d ogmátic a de que p o demos
conocer l a verd a dera natural eza d e las cosas se m uestra
en una digres ión acerc a_ de los méritos de las proposic io­
nes d e Franc1s .
B a con. Este fue acusado d e irse a los dos
e � tr�mos. Los Idolos . sólo son los a ntiguos argumen tos es­
c eptlco s, Y se p u e d e d isponer de ellos d e una ma nera
prá � �ica, a base d e senti d o común. Los p rocedim ientos
p ositivos propues tos por Bacon para descu brir la verdad
son imprá cticos. Además del hecho d e que no están basa­
d o s en un verd a d e ro m é t o d o c i e n tí fi c o , n o to m a n e n
c uenta n uestra total incapaci dad para descu brir l a verda-
"' !bid., pp. 190-195.
" Ibid., pp. 1 96-204. La cita está en l a p. 204.
2l0 EL ESCEPTICISMO CONSTR U CTIVO O MITIGADO

dera n aturaleza de las cosas. Ante '_' cual�squiera fenóme­


nos que puedan considerarse en fllosofla, n o debe p e � ­
sars e que podemos penetrar e n l a n aturaleza de los mdi-
·¡ viduos, n i e n lo que ocurre d entro. d � ellos, pues n uestros
¡ sentid os, sin los cuales el entendimient o � ? puede cono-
. ,i cer n ada, sólo perciben lo q u e es externo .-- .
,,
p n mcr l l ? r � d.e
·
.
Por otra parte. al terminar Merse nnc el
La Verité des Sciences, desdeñando lo � ar� u � entos pirrom­
cos acerca d e la física y la metafísica mdicando nueva­
mente que h ay cosas q u e pode mo � co � � cer, y maneras
prácticas para disipar las d ud as, afirmo , ya no debemos
í suspender el j uicio. Debemos aceptar la verdad e n n ue s­
' tro entendimient o como el adorno y el may?r . tesoro q u e
puede rec i bir; ? e ? tra maner� ' � stará e n tim e blas eter-
, . nas, sin tener nmgun consuelo .-., :
...._
. .
Si esta aceptación d e la fuerza del escepticism o Y este
propuesto medio pragmático . p ara. resolver . las d udas n o
bastaran para eliminar el p nTomsm�, .Mer senne ofr� ce
. entonces su respuesta última al esceptl � Ismo :o.mpleto. el
· .\ vasto cuerpo d e informac_i ó n matemáti � a Y flsic : que s�
l conoce. Ante esto, ¿todavia puede algmen duda � ?· Y asi,
las últimas ochoc ientas páginas d e La Veri.té des Sczences no
son más que una lista de l o q u e se sabe de estos temas, ! ? s
materias sobre las cuales n o h ay necesidad d e susp ei� sion
de j ui c io . Al describir la aritmética Y 1� geo�etna, J U nto
con algunos extraños proble mas d e la fil osofla d e. la � � a­
temáticas, y la "teología1 ' de las matemáticas , el � Ir�omco
descubre gradualmen te que s u con.j unt� de conocimien !os
es "excelente para derrocar al p irromsmo que me !uzo
d ud a r de todas las cosas h asta que tuve la buena fortun a
de encontrarme con vos" ·2 ·1 , •

El tip o d e respuesta q u e Mersenne p res.en � o al esceptl�


cismo h a sido d escrito por Len oble como similar a la refu
tación d e Diógenes a Zen ó n simplemente con ech � r� e a
�- and ar. El pirronismo h a sido refutad o con sólo e xlubir l o
" Jllid., p . 212. E l a n á l i s i s de Fra n c i s Bacon a parece e n l a s P P · 205-2!8.
'" I b i d . , pp. 219-220. La c i ta está en l a p. 220.
" !bid., p. 751 .
E L ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO 211
q u e cono cemo s.�5 Pero los argum ento s en pro del esce pti­
cism o comp leto han sido desd eñad os, antes q
dos.2 0 Como indic ó B ayle, pens ando e n Diógenesue, elrefut
rccu-

rrir a la expe rienc ia d el movi miento n o cons tituy e una . ' '
resp uesta a los argu ment os en cues tión. �7 Y tamp oco el /('
'\
apel a r al cono cimi ento que obvi amen te pose \,
tuye una res pues ta a los argu ment os d e Sextemo o
s cons ti-
Emp írico
Pero Mers enne estab a ansi oso por conc eder e l punt o. .
La
re futac i ó n d e l p irron ismo se p ro pon í a conte ner el as­
pect o d estru ctivo de los escé ptico s h umam stas, de q u i e-
nes d udab an d e todo e inten ta ban susp ende r el ui c io
'"ante cualq uier cue stión . Las cienc ias (c onsid era dasj como
el estud io d e relac iones fenom énica s) y las mate mátic as
(cons idera das como el estud io d e relac iones h ipoté
nos han dado un tipo d e cono cimie nto q u e en reali dad tic as). 1 T _

.._está e n duda , salvo e ntre los locos . Pero el tipo d e segu n o ;


d ades busc adas por los filóso fos dogm áti cos nunc a podrri-...
enco ntrar se p a ra este cono cimie nto. Así, habí a que acepía
tar un escep ti cism o fund amen tal, una d uda de q u e pudi e­­
sen desc ubrirs e algún día fund amen tos ciert os de
que cono cemo s. Pero este escep ti cism o no debí a tod o lo
n-- /
d � rEe, d e una duda conc ern ien e a los fund amen tos o mó-
exte ·

viles a una d ud a d e las cosas mism as que, sean c uales fue- / !¡



-\ '
ren los a rgum entos escép ticos, e n realid ad sí conoc emos . - ··

En un o de sus escrit os p oster i o res. cuand o ya n o estab a


ocup ado e n a tacar e l escep tici s m o , M e rsenn
claro su prop io pirro nism o "epis temo lógic o" o e"teór puso e n ( . ¡ ·

En Les Questions theologiques arguy ó que n o es posib leico". una


' .,
cienc ia d e las verd ad es etern as, y que la cúspi de d e la
sabid uría h uman a es la perca tación de n uestra propi
noran ci a. Tod o lo q u e sa bemo s está abierto a cierta sadig­ u-
d as, y n ingun a de nues tras creen cias pued e estar ade­
cuad amen te funda ment a d a . El h ombr e sabio recon oce
Mersen11e.
''' Lenob l e , p . 32.
''' Charle s Adam, en su breve estudio de la crítica
de Mersen ne al p irron ismo,
i n d i có q u e Merse nne nunca cuest ionó la verdad
apli có en respue sta al escept icismo . Cf. Adam de las leyes científicas que
Descm1es, Vie de Descm1es.
Adam -Tann ery ed., Vol. XII. Paris, I910, p. 131.
en OetnTes de
Dictio nnaire .
" C l'. Bayle , art. Zenon d 'Elée, R e m. K .

i
i
}
1
1
212 EL ESCEPTICISMO CONSTR U CTIVO O MITIGADO

q u e n a d a t i e n e s u fi c i e n t e e v i d e n c i a y c e rt i d u m bre
para poder establecerlo como ciencia, e n el sentido d e u n
organismo d e conocimientos indudables o demostrables.
Pues puede decirse que sólo vemos el exterior, la superfic i e
de l a naturaleza, s i n poder pene trar en .ella, e .. . y 11
···- · -.,
• .
unca pgsee-
-·· --· -· · .

remos ninguna · ..Qtra ciencia q u e la de s u s efectos exteriore �, l


r r s -s1 a :
sin poder encont a las razone d e ell6 _y nsabercoñ10 c
túa n , hasta q u e pl uga a Dios l i b e rarnos d e esta m iseri a y
abri rnos los ojos mediante la luz q u e rese rva a Sus verdade­
ros admiradores.28
En las Questions inouyes, preguntó Mersenne, ¿Podemos
conocer algo cierto en física o en matem.ática.s? Y respondió
que n o podemos explicar l as causas d e los efectos más
comunes, como la causa d e l a luz o la caída d e los cuer­
pos. E n rea l i d a d , n i s i q u i e ra p o d e m o s p ro b a r q u e e l
mundo que percibimos no sólo es mera apariencia. Así,
"no h ay nada cierto en la física, o hay tan pocas cosas
ciertas que resulta difícil d eclararlas".2n En matemáticas,
las verdades sólo son condicion ales. S i hay o bjetos como
tri ángulos, entonces ciertos teoremas geométricos son
o
verdaderos. a
El p i rron i s m o teóri c o d e Mers e n n e , a d e m á s d e s u
vehemente oposición a l escepticismo aplicado, s e expresa
más aún en algunos comentarios de sus corresponsa les y
amigos. Parecen darse cuenta d e que el pirronismo es u n
tema sumamente arduo para Mersenne . Pierre L e Loyer,
que ya había escrito contra el e scepticismo, acusó de esto
a Mersenne, pero cuidadosamente red ujo el golpe aüa­
diendo que estaba_§eguro d e que defi nitivament.e no era
pirrónico. a 1 ,Gassendi:\ quien llegó a comparti r el re5ce¡5ti-::'" · ..___.�---
-.......__.____ -�-

'" Mersenne, Les Qucst.ions t.heologiques, ph¡¡siques. morales et mathenwtiqHcs.


París. 1 634, pp. 9-1 1 , La cita está en la p. 1 1 .
'" Mersenne, Questions ino11yes. pp. 69-71 . La c ita está e n l a p . 7 1 .
"" !bid.,p p . 72-74.
"' Cartas de Pierre Le Loyer a Mersenne, 1 3 de fe brero de 1 627, i mpresas en
Correspondance du P. Mm·in Mersemw, Tomo I, p. 521 , donde Le Loyer dijo, "Veo
que sois un segu id o r d e l a segund a Acad e m i a y de Carnéades, quien cre í a que
se pod ían hacer j u ic ios probables respecto a m aterias propuestas y presentadas
a d iscusión. Y yo me adhi ero a la opin ión de Varrón, que era en pro de l a pri-
. EL E�GJ� ?TICISMO CONSTRUCTIVO O M ITIGADO 213
-----�

C� gQ.n.s�.r:ll ctivo'' _ (]e Mers e�ne,; confesó que é l mismo


__

e ra escépticó, Y que sabía q u e é sto d i s gusta ba a M e r­


senne, pero, d ij o Gassendi, podían llegar a u11 acuerdo, y
vivir sus vidas cotidian as SQb.r� l.J_1l � bas� pr()l:)ábH!'sfa.a�
__ _
_
_

La Mothe Le V ayer, "el cri stian o escéptico'' a ñadió · una


nota dedicada a Mersenne a su Discours Sceptique sur la
Musique, q u e Mersenne h a bía p u blicado como parte d e
u n o de s u s propios li bros, e n que L a Mothe Le Vayer tra­
taba de i ndicar los campos de acuerdo e ntre Mersenne y
los nouveaux Pyrrhoniens.
No he puesto d i ficultades, y he conte mporizado con vos en los
medios de s uspender e l j u i cio, sabedor de que nunca los h a­
béis desapro bado dentro d e los límites del conoc imiento h u- t
mano, y q u e n unca habéis censura d o al escéptico cuando se • \
muestra respetuoso del Cielo y, sometiendo su rac i onalidad a
la o bediencia de la fe, se h a contentado con atacar e l orgullo
de los d ogmáticos mostrando lo incierto d e sus disciplinas. La
misma pala bra puede ser usada por un malvado para cometer
un infame ases inato, y ser e l instrum ento d e u n hecho hero i c o
en manos d e u n h o m bre virtuoso. El q u e permite q ue las
cuestio nes d ivinas sean tratadas d e manera pirrónica deberá
se!' tan condenado c o mo otro elogiado por mostrar q u e lo q u e
s e muestra c o m o lo m á s grande de l a sabid u ría terrena e s u n a
especi e de locura ante D i o s , y q ue todo e l conocimiento h u ­
mano depende de l o s sueíi.os de l a noche.a:l
m era Aca d e m i a . l a c u a l no d i fería de l a segun d a mils q u e en pala bras. y no e n
o bra. No era c o m o l a segu nda, q ue fue la de Arcesilao, y l legó m u y cerca d e l a
de los fi lósofos p i rrónicos. d e q uienes sé q u e estáis t a n l ejos como cerca estáis
d e la fi losofia platónica ·.
"' Carta de Gassend i a Mersen n e, 4 de fe brero d e 1 629, que a pareció como
prefacio del ataq u e d e éste último al rosacruz Robert Fludd. Esta c a rta ;¡ pa rece
en 1 aCmTespo11da11ce du P. Mm·in lllersen nc. Tom o II. pp. 1 84-1 85. en q u e Gasse nd i
d ice. "Y no desconocéis q ue mi escaso y escéptico talento (intelige n c i a ) d i fi c il -­
mente estaría a l a altura de a lgo q u e rea lmente os resu ltara satisfactorio 1 . . . J
" Pues a u n q ue me prohi bís q u e sea p irrónico. y estil is 'acostumbrados siem pre
a urgi rme en ese sentido. como si yo tuviese a lgo q ue pud iera publ icar dognuíti­
camente . por otra parte. sobre l a base de la a m istad h a bé i s de conceder q ue es
lícito tener l a propia vida d i aria y nunca p u b l icar ni a firmar expresa mente
nada.. salvo dentro d e los l ímites de l a mera probabilidad".
"" La Mothe Le V ayer. Discours sceptique sur la nmsique. impreso e n Mersen n e.
(,?uestions lwnnonic¡ues. Dans lesquel/.es sont contenues p/usieurs cl1oses remarqzw­
bles pour la Physique. pour la Momle. & pouT les mliTes scienccs. París, 1634, pp.
161 -162.
214 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

La 1\I othe Le Vayer y Mersenne pudieron c onvenir en


valerse de la espad a escéptica para traspasar al dogmá­
tico; pero el primero deseaba mata�, asi. T? ismo,. al hoT? �re
\ Í.! d e ciencia . Mersenne a c ep tó l a aphcacwn anhmetafisica
\ '¡ del pirro nismo, pero también insistió, . a p � sar d e tod as las
\ · l '\
... dudas escépticas, en l a verdad de las czencws. .
Una nueva faceta de l a carrera de Mersenne I lustra su
,. 1 ! a ctitud : su d e fensa de la teoría p olítica de Hobbes c omo
' < cura contra el pirronismo destructivo. En. �646, � � �senne
escribió al archiescéptico, Samuel Sorbiere , d i c iendo �e
q u e si examinaba el De Cive, d e Hobbes, .esta o.� ral :_hana
ren unci ar a su esceptic i s mo . a -l Lo q u e (�?. ?���� � �!:>�ª-�:le.s-
''] c u b i e rt o . al m. e n o s s_egú n M e rs e n n e , - �_ra..unL<;_!_C:DS i a
· . . ñüeva.\fa· Cie_n cia d e l h o mbre.·: S i el escéptico v e í a lo que
i 1 ·p odía éonocerse en este c a mpo, ya n o plantea �í a d u das,
a u n cuando siguiera siendo cierto q u e no podwn d � rse
bases últimas a su conocimiento y no p ud iera descubnrse
ningún conocimiento d e la verdad era n aturaleza de l as
cosas. .
Mersenn e , a d i fe re n c i a d e C h a r l e s S o rel, q u i e n se
apropió muchas d e sus i d eas,. � staba o �r� ciend o �n tipo
pecul iarmente nuevo d e sol ucwn a la cnsis esceph _ ca. No
afirmó. como Sorel, que podemos poseer un conoci miento
de la Yerdadera n aturaleza de l as cosas, sino q u e no po­
demos conocerlo todo acerc a de l a realidad. En cambio, la
i'r afirma ción de Mersenne fue que, ep_i st_e mol����.E.!.�.E.2. ­
/i ¡ hay solució n �- la cr��-i-� escépticaK Pero est ? n_o negaba el
·; hecho de que en la práctica tenemos conocimie nto, es d e­
r i r informa c i ó n fi d e d i gn a acerca d el m u n d o q u e n o s
r odea. Qu izá n o seam o s capaces d e esta blecer q ue real-
' " Carta dt• :llerse nne a Sorb i ere, 25 d e abril de 1 64 � , i m p re s a e n el prefacio a
Tho rnas !-h>bbes, De Cive Amsterd a m , 1 647, y en Sorta1s. La Phzlos_opl�w_ moderne.
Vol. I l , pp. ::! 1 4-215, d o n d e M e rs e n n e d i j o , " Gustosa mente re n u n c i a r e i S l a s u�­
pensión d t• j u i c i o y d e m á s charla o c i o s a de l o s escépticos c u a nd o os v � a t s o b l i ­
�_


gado a ren>noeer q u e la !í l o s o fía dogm t i c a descansa s bre u n a b a s e l �COI mo­
?
;
De Cwe,

vi ble. Mer>t•nne t u v o los mas altos e logws p a ra e l ele H o bbes, e n t,mt?
_ _
.
q u e Gassend i . a u n c u a n d o a p �·ob ó la obra, al 1 e n o s notó su tend e n r t a t rre t-
a
gws, , \' . t . , est a ba basado ( 11

. . I1
l) •<nrtes c o n d e n ó V I o l e n t a m e n t e el l t bro p or q u e
"m:íxii�:J$ q u e sdn muy m a l a s y s u m a m e n t e p e l igrosas." Cf. S o rta1s, op. c1t., ,
pp. 2 1 4-21ti. y Lc noblc, Mersen11e, p p . 576-578.
EL ESCEPT ICISMO CONSTR UCTIVO O MITIGADO 215
m ente hay un mundo , o q u e en realid ad tiene las propie - !\
d ades q y� experi menta mos, � ero s í podem os desarrol l a r )
__

j
__

l a� <:_iencia_�-.Q� las �_p_al'Í_«: � cia � J q u e tienen un val or pra g -


_
_

mático , y c uyas·'le·yes y descubrim i entos no son d udosos ;


_ _ -'
��J ��--e..!:l _�-�--��.nti � ? e l?_Í. ��:!_l!_��? i �_<> f.!:!.�.d �_m e_}1� a l. . 1;ET-és�
\--cephc
o humam sta destruc tivo, como La Mothe Le Vayer,
q u e estaba dispue sto a aba nd onar la poca guía q u e tuvié­
semos por causa de sus dudas teóricas , era un loco y u n a
amenaz a, tanto como el escépti co e n materia d e religión
que abando na el cristian ismo porq ue no puede d ar a s u s
d octrina s u n fundam ento rac ional a bsol utamen te cierto.
Mersen ne había enc ontrad o una resp u esta al ret o d e l
nouvea u Pyrrhonisme, respue sta q u e llega ría a t e n e r toda
una histori a en tiempo s más recien tes. Los escépt icos ha­
bían plante ado d udas aparen tement e i rresolu bles sobre
n uestra capacid ad d e encontr ar a lguna base cierta e in­
d u dable al conocim iento q u e tenemo s. En lugar de tratar
d e res olver las d udas, Mersen ne trató de s alvar el cono­
c i mi ento mostra ndo que su c onfiabi lidad y uso n o depen­
día de que se descub rieran las bases de toda certidu mbre.
Las rea lizacio nes científi cas no depend en de algún s i s­
tema metafís ico inqueb rantabl e; por tanto. n o s e d e b e
d udar d e ellas, ni d escartarlas p o r falta d e tal base. E l
d ogmátic o y el escéptic o destruct ivo estaban errados: el
primero , por insistir en que podemos· y d e bemos tener u n
conocim iento d e l a realidad ; e l segundo , p o r insistir e n
q u e todo es dudoso. Entre l o s d o s concepto s s e enc uentra
u n a visión nueva, el esceptici smo construc ti\· o, q u e dud a
d e nuestra s capa cidades de encontrar bases para nuestro
c on ocim ient o, mientra s acepta y a u menta el c on o cimien­
t o m i s m o . E l m e c a n i s m o d e M e rs e n n e , su m á q u i n a
del mund o , n o fue plantead o c o m o verdader o cuadro d el
mundo re al, como lo fue para su fa n ático a migo Ren é Des­
c a rtes, sino como hipótesi s para organiz ar y utilizar n ue s­
tro conocim iento. Empezan do con Mersenn e. había sur­
gido u n nuevo tipo de concepto científico , una ciencia sin
metafísi ca, una c i encia q ue, en última instanci a estaba en
2I6 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

duda, pero que para todos fines práctic os e ra verifi cable Y


útil.:!"
D i c h o de o tra ma nera l a c ri s i s escépti ca re s u lta d e
mostra r q u e el tipo d e ce �tid u mbre q u e b u � ca � 1 filósofo
dogmát ico es inalcan zable porque , � n los t � �mmos de .s u
investig ac ión, pueden propone rse c iertas d ific ultad es ! � ­
solubles q u e impiden e l descubr imiento d e u n c o n o c i­
miento absoluta mente cierto e induda ble. Así, corno 1 � re­
conoció Pascal, mientra s h aya dogmáti cos, los escé i? t � cos
tend rá n razón. Pero si elimina mos las normas d ogmatlc as
a cambio del conocimi ento auté ntico, entonces el ataque
pirrón ico q u e d a en ridículo, pues está d es � I�rol l ad o en
té rm inos d e estas grandes demanda s o cond i ciones, esta­

1
blecidas por el filósofo dogmátic o.:1n E n c uanto M� r � enne
hubo cambiado las normas del verdadero conocim iento,
de verd ades evidente s e indud ables o verdade ra s demos­
tracio nes d e ellas, a verd ades psicológ icame nte acepta­
das ' o aun d iscuti bles (q u e pueden ser falsas, de acuerd o
con l a s normas anterior es), enton ces l o s escéptic � s han
perdido su a dversari o, y sus ataques , a � l i � ado.s al tipo d .e
conocim iento d e Me rsenne, se v ue lve Irrisorio s Y cap �l­
chosam ente destruc tivos. El escéptic o "razona ble" pod i a
aband onar s u s dudas ante esta n u eva concep ción d e l co­
nocimie nto y unirse a Mersen ne e n su búsqued a _ � e l a
prese ntac i ón y organiz ación m á s e onvinc.ente y u t l l de
la informaci ón de q u e t o d os esta m os c o nsc ientes, e l desa­
rr oll o de l a visión del mund o e o m o máquina.
Petrus Gassend i, gran h o mbre d e ciencia, asimism o s a­
cerdote y el m ej o r amigo d e Merse n n e , gra d u al me nt e
aceptó � sta actitud d e escepti cis mo "constr uctivo" Y d e­
dicó gran p arte de sus escritos posteri ore s a elab orar una
filosofí a que se hall ara entre el escepti cismo total Y e l
dogmati smo.:1 7 El atomism o de Gassend i fue present a do,

''' U n a consideraci ón m á s detallada de este aspecto de Mersenne a pa rece e n


R . H. Popkin. "Father Mersenne' s W a r aga i n st Pyrrhonism ", en Modem Sclwol­
man, XXXI\', I 956-1957, pp. 6 I -78.
"H Pensées
Bla ise Pascal,
Vol. l, p. 79. Vease
(Ciassiques Garn i er), n ú m . 374, pp. 1 66- 167.
" ' Cf. Gassend Í .
_

Syntagma pl1ilosophicu m. Logica, enOpem,


también la nota 1. p. 1 06, cap. V.
EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO 217

especialmente e n s u forma final, c omo la mej o r explica­


ción del m u n d o de la apariencia. Mucho más q ue Mer­
senne, Gasse n d i trató d e a c larar e n detalle l a s ituación
epistemológica d e su visión mecánica del m und o por m e­
d i o d e u n análisis serio, minucioso y siste mático d e la na­
turaleza del conocimiento. Su magnum opus, el Syntagma,
no trata para n a d a de metafísica; en cambio, trata exten­
s amente lo q u e su héroe, E picúreo, llamó "canónica": l a
fi losofía d e l a l ógica y l a teoría d e l conocimien to. Allí
examina Gassendi las opiniones que origin almen te había
a b ra za d o , las de los p i rrón i c os , y muestra por qué h a
a bandona do s u d uda total a cerca d e l a posi bilidad d e co­
nocimiento.
Después d e pre sentar un c u idadoso re s u men de la teo­
ría escéptica tal como aparece en l os escritos de Sexto
Ernpíri c o,:1H Gassendi, en términos d e l problema del cono­
ci miento tal corno lo presentaron los pirró nicos, trató de
d e fender s u propia componenda e ntre d ogmatismo y es­
cepticismo. La p regunta bá sica es: ¿ existe algún c riterio
absol utamente c i e rto para d i stingui r l a verd ad del error?
Algunas cosas s o n o bvi as e n ciertos momentos. p o r ej em­
plo, "es d e día", m ientras que otras no lo son. Los escépti­
cos, corno todos los d e más, aceptan lo q u e es evi dente o
parec e serl o . El problema s u rge e n conexión con lo q u e
S exto llamó lo n o evi dente, las cosas que e stán o c ultas a
nosotros. Algu n a s de ellas son absolutamente no eviden­
tes, como s i el n ú mero d e estrellas es par o non. (Ésta,
como la m ayoría de las ilustrac.iones empl eadas por Gas­
sendi al analizar el problem a del conoc i m iento , fue to­
m a d a del análisis hecho por Sexto del problema de s i
e xisten s ignos i n d i c ad ores.) Otras s o n naturalme nte n o
evidentes, pero p o d e m o s conocerlas p o r algunos signos o
i ntermed ios; por ej emplo, la existencia de poros en la p iel
puede ser infe ri d a del fenómeno del sudor. Por ú ltimo,
h ay algu n a s cosas que pueden conocerse evidentemente
pero q u e , debido a condici ones tempo rales, están o culta s
a n osotros.:1!1
1 1- 1 1 1 ,
"" Gasse n d i , S¡¡ntagma Logica, Libro I I. cap. en Opera. Vol. 1 pp. 69-76.
'"' !bid., Lib. II, cap. en Opem, Vol. l. pp. 79-81 .
1·,
218 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

L os pro blemas de las c osas q u e p or su naturaleza n o


son evide ntes y las q u e tempora lmente no son evidentes
requ i e ren algunos i nstrum e ntos o criterios p ara q ue p o­
damos con oce rlos. Estos ú ltimos -hasta los escépticos lo
reconocen- pueden discern i rse medi ante "sign os s ugesti­
vos", es deci r, fenómenos constanteme nte unij;los, de tal
modo que cuando perci bimos uno pensamos e n el otro.
Así, c uando vemos humo, e stamos conscientes d e q ue h ay
un fuego, aunque temporalmente esté oculto a nuestras
mirad as. Los pirróni c os conside ran este tipo de con o c i­
miento de lo no evid ente por m e d i o d e señales s ugestivas
como valioso en la vida prá ctica . �o Sin embargo, h ay una
o p o s i c i ó n completa e ntre e s c é pticos y d ogmáticos res­
pecto a las señales por las cuales podemos descubrir lo
que por su naturaleza no es evidente. Los escépticos du­
dan d e que haya algún criterio y de q u e podamos conocer
las c osas más que como se presentan a n osotros. Los d og­
máti cos insisten en q u e podemos descu bri r l a verd ad d e
l a s cosas p o r med i o d e s ignos i n d i cativos:1 1
Gassendi criticó l a o p i n ión d ogmática p arq ue exage­
ra ba el pod er del espíritu h umano. Los secretos de la n a­
tura leza. de las cosas e n sí mismas, están ocultos a noso­
tro s para s i e m pre ; pero , a l m is m o tie mpo , también los
escépticos h an ido dem asiado lejos. Puede d escubrirse un
modo de conocimiento entre los dos bandos opuestos. Es
o bvio que algo existe, y q u e algun as cosas pueden ser y
son conocidas. Así pues, n o procede la d u d a total. Hasta
'
los e s cépticos rec o n o c e n q u e c o n o c e m o s a p a ri e n c i a s .
Pero, asimismo, somos capaces de conocer algo acerca d e
l a naturaleza de l a rea l i d a d por med i o d e las n ormas con
que podemos d iscernir un tipo d e signo i n d i c a do r. Los
sentidos nos permiten conocer el signo visible o aparente,
y n u estra razón n o s c a p a c i ta a i n t e rp reta rl o , d e s c u ­
bri e n d o así el o bj eto o c u lto, no perc i b i d o . A u n q u e l os
sentidos son a veces engañosos y erróneos, mediante un
ra zonamiento minucioso podemos corregir sus e rrores. La
" ' lbid . 1',
. Lib. II, cap. en Opem, Vol. l . p. 81 .
1·,
" lbid., Lib. II, cap. en Opem. Vol. I, p. 79; véase también George S. Brett,
The Philosophy q/' Gassendí, Londres, 1 908, p. 8.
EL ESCEPTIC ISMO CONSTRU CTI VO O M IT I GADO 219

pr� eba d e si estamos razonan do c o rrectam ente y descu­


briendo el verd adero conocimi ento s e e n c uentra e n l a ex­
periencia, med i ante l a verificaci ó n de las prediccio nes.
Las sutilezas escépticas acerca de la vali d ez y de los fun ­
d amentos d e l razonamie nto n o tienen importanc i a , y a q u e
existen ciertos p rincip i o s d e razon amiento, n o d i scuti d o s
p o r nadie, q u e s o n lo bastante evid entes para q u e poda­
mos emplearlos como base de nuestras i n fe rencias. -1 2
Esta respuesta al escepti c i s m o , c om o l a de Mersenn e,
n o n i ega l a fue rza d e l p i rron ismo tal como se aplica a l
conoci miento q u e buscan l o s dogmá ticos, e l cono c i m i e nto
de la verdad e ra natural eza d e las cosas "la verd adera
cualidad q u e está e n el o bj eto '', �a y las ; azones por l a s
c uales l o s o bj etos tienen estas propiedade s. D e h e cho, e l
m i s m o t i p o d e i n fo rm a c i ó n necesaria q u e l o s e st o i c o s
a fi rmaban obte n e r medi ante l o s signos i n d i cadores , ·1 ·1 fue
considerad o como i nalcanzable por Gasse n d i y por los es-
'

cépticos. Pero Gassend i pensó que h a bía un tipo menos


i mpresionan te, p e ro todavía útil del sign o indica dor, q u e
n o s enseil.aba l a c a u s a de l a s a pa ri e n c i a s en té rm i n o s
científicos. A p a rtir d e l a experien c i a , m e d iante u n razo­
namiento c u i d adoso, podemos descu brir l eyes o razone s
q ue n o s expli c a n p o r q u é tenemos l a s percepcione s q u e
tenemos, p o r q u é la m i el n o s parece d ulce, por q u é vemos
ciertos colores. � 5 De acuerdo con las vari a c iones de nue s­
tra e x p e ri e n c i a , p o d e m o s fo rmu l a r a l g u n a s ve rd a d e s
acerca de la forma e n q ue l o s o bj etos s e n os presentan e n
condiciones d i sti ntas, leyes acerc a d e l a s causas d e l a s
vari aciones en lo q u e percibi mos. Gassen d i n o q u i s o con­
cluir que, p uesto que no podemos conocer l a naturaleza
esencial d e las cosas, por tanto no p o d emos conocer n a d a
más a l l á d e lo q u e n o s p arece, o de l as regularid ades o b-
·" Gassen d i , Li bro II, cap. 1', en
S¡¡ntagma, Logica. Opera,
vol. I. pp. 81 -86.
·"' CC Brett. op. cit. ,
p. 12.
"' Véase el a nálisis de Sexto de los s ignos indicativos en cuest iones p irróni­
cas, II, caps. x-x1.
"' Gassendi, Li bro II, cap. 1·, en
S¡¡ntagma, Logiccl, Opera, ss.
también Sortais, La
Vol. I, pp. 81 Véase
Philosophie moderne, II, pp. 91 -96. Brett, cit., pp. 1 0- 1 3, y
op.
Rochot. "Gassend i el l e Syntagma", pp. 76-77.
?.20 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

servables en estas apariencias. Entre e l c o n o c imiento en


el sentido d ogmático, y l as apariencias y signos sugestivos
de los pirrónicos, existe un nivel de c o n o c i miento c ientí­
fico. Este conocimiento se basa en un esc rutin i o estudia­
d amente minucioso d e l a s aparien c i a s , y e n i n terpreta­
ciones y explicaciones racionales de estas apariencias, no
en términos de la naturaleza de los o bj etos reales q ue las
pro d ucen, sino en térmi nos de las condicion es q ue hacen
posible e i nteligible n uestra experi e n c i a . Así l a expl ica­
c i ó n científica, q u e para Gassen d i está e n térmi nos d e u n a
teo ría atómica, explica n ue stra experiencia d e cualidades
sensoriales, pero n o nos d ice nada acerc a de la naturaleza
de las cosas en sí mismas, excepto cómo aparecen e n rel a­
ción con nosotros. Éste e s e l tipo d e o bj eto científico q u e
Gassendi deseaba p royectar a p a rtir de l a s d ud as de lor,
escépticos. Constru imos o apre n d e mo s acerc a de es � os o b­
_
j etos a partir de los signos i n d i ca dores de la expenenc i a .
Luego descri bi mos estos o bj e to s c ientíficos ( l o s á to mos)
en términos de las c u a l i d a des e ncontradas e n la expe­
riencia. Y, por último, g a rantizamos esta explicación ató­
mica en términos de las predicciones verifi c a bles acerca
d e l a experiencia:16 E l atomismo d e Gass � n � i acaso. n o
d i e s e grandes frutos, e n materia de descubrimientos c ien­
tíficos ' n i explicaciones c i entíficas satis factorias, pero al
menos fue un resultado constructivo d e s u p i rronismo, en
contraste con la actitud y l a teoría destructivas y anticien­
tíficas de s u buen a m igo La Moth e Le V ayer:1 7
Al enfrentarse Gass e n d i a u n a teo ría dogmática, a un
c uadro metafísico de la e structura del universo y de nues­
tro conocimi ento d e él, e ntonces l a base p i rrónica de s u

< n Sobre l a s característic as generales de l a s o p i n i ones


p os i ti vas de Gassendi ,
véase, aparte del Syntagma, �
An Jure lnt.er Scepticos Gas endus n o JemtJ
Berr, � : ��
(uerit, 1 1 ; Brett,
Philosopily ofGassendi: Kief1, "Gassend 1's Skept1c1smu s .
pp. 361 -373; Rochot "Gassendi et le Syntagma", "Le Phi losophe", pp. 72-84 Y 1 04-
· esp. cap.

1 05; Sortais.La Philosophie modeme, II, donde se o frece un resumen detallado �


S¡¡ntagma
un a n á l isis del en a rt. II, cap. I V ; y Bloch;
La Philosopilie de Gassendl,
" E l valor c j entifico del tipo de atomismo cual itativo d e Gassen d 1 se an � l!za
esp. segunda parte. . .

en Koyré; "Le Savant"; y Rochot, Les Travaux de Gassend1. sur Éplcure el sur l ato­
mis me.
EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O M ITIGAD O 221

pensamiento s u rgió clara y agud amente, no como equ iva­


l ente d i s fraz a d o de escepti cismo, como en el c a s o de Mer­
senne, sino como franco reconocimiento de c o m pleto pi­
rro n ismo epistemológico. Así, a l consid erar las ideas de
Aristóteles, d e Herbert d e Cherbu ry, d e Descartes o a un
de los físicos matemáticos, a los q ue con sideró como pla­
tónicos o pitagóri c os , Gassendi p ropuso un esceptic i s m o
total a cerca del mundo más a l l á de l a s apariencias. S u
p rim era o bra , d i rigida contra Ari stótel es, con cluía: nihil
sciri. �H Sus comentarios sobre De Veritate, de Herbert, ex­
pre s a d os tanto al auto r como a su amigo común, Diodati,
vuelven a afi rmar este p i rron ismo fund amental . "La ver­
d a d , en mi opin ión, está bien oculta a los ojos d e los h o m­
bres, y me parece a mí que monsiew· He rbert h a ido exce­
s ivamente d e p risa y ha tenido una o p i nión d emas i a d o
eleva d a de s u i d e a c u a n d o c o n tanta i n d e cenc i a cond enó
l os argu ment o s de l os escépti c os . " ·I!I Gassendi l e expli c ó a
Herbert q ue é l , Ga ssen d i , como l o s escépti cos, sólo s abía
d e l a s apariencias cosas como el s abor d ulce d e la miel, y
p od í a e xplicar est o en términ os d e cua l i d ades natura l es
y experienciales. Per o , p or desgracia, más allá d e est o, n o
conocemos n i podremos conocer n unca l a s Yerd a d e s d e la
rea l i d a d . Quienes a firman descu b ri r estas verdades ínti­
mas no l o convencen. " Pero, respecto a l o q ue vos pensá i s
q u e e s l a verd a d de l a cosa, o l a naturaleza íntima d e la
miel, esto es l o que a rd ientemente deseo cono c e r, y que
s igue o c ulto p a ra mí, pese al número casi infi n i to d e li­
bros q u e se h a n publicado hasta l a actual i d ad c o n la p re­
tensión d e comu nicarnos l o q ue ellos llaman u n a ciencia
d e m ostrativa."·' u De manera simil ar, su vast o escrit o s o­
b re Descartes, las Quintas Objeciones, l a s Institu.tio, y los
comentarios so bre la l ógica de Descartes en el Syntagma,
s u brayan tod os ellos lo o bvio d el l ado e s cépti c o d e l as

·' "Véase cap. \', pp. 1 0 1 - 1 03 .


· "'Carta de Gassendi a Diodati. 29 de agosto d e 1 634. reproducida en Mer­
senne, Conespondance du P. Marin Mersenne. Tomo IV. París 1955, p. 337.
'"' Gassen d i , "Ad Li brum D. Edoard i Hcrbeti Angli, De Veritate, Espistola", en
Opem, La p/¡i/osopilie modeme,
Vol. I II, p. 4 1 3 , Véase también S o 1iais, II, pp. 254-
255.
222 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

Meditations, el de la Primera Meditación, y l u ego sosti enen


que el l ado positivo d e la teoría de Descartes, s u preten­
sión de un conocimiento verd adero de la rea l idad, ha sido
burd amente exagerado, y q u e e n re a l i d a d sólo n o s con­
duce a un a opinión sumamente dudosa. S i tratamos d e o b­
tener un verd adero conocimiento d e l a s cosas tan sólo a
parti r d e las ideas claras y d i sti ntas d e nuestro entendi­
m i e n to, i n s i ste Gassend i, s i e mpre estaremos s uj etos a
errores, pues lo que en un momento n os parece claro y
d i stinto acaso n o nos parezca así más adelante. Por causa
d e nuestra debilidad, debiéramos comprender q u e nunca
podremos tomar precauciones suficientes para asegurar
que no hemos sido engañados cuando tratamos de e d i ficar
tan sólo so bre nuestras i d e as. En c ambio, d e bemos vol­
vernos a l a naturaleza, a l a experiencia, en busca d e guía,
y debemos l imitar nuestra búsqueda de conocimiento a lo
que puede descubrirse sobre esta fase . 5 1
L a e xtre ma cautela de Gasse n d i , s u c o n stante depen­
dencia de la experiencia y de la tradición, lo l i mitaron
como pensador c ientífico creador,52 pero l e permitiero n
formu l ar muy plenamente u n a v i s i ón científi c a despro­
vista de tod a base metafísica, un e s cepticismo construc­
tivo q u e pudiera explicar el conocimie nto c i entífico q u e
poseemos o podemos poseer, sin rebasar l o s l ímites d e l
entendimiento humano revelado p o r los p i rrónicos. L a via
media que él y Mersenne desarrollaro n pudo ofrecer u n a
razón adecuada a l os procedi mi entos y descubrimientos
de la ciencia, sin tener que aportar un fund amento i na­
movi b le al n u evo e d i fi c i o d e l c o n o c i m i en to c i e ntífi c o.
Aun c u ando Gassendi elaboró s u n ueva física con gra n de­
talle, probablemente no l l egó a ser l a n ueva cosmovi sión
'' ' Gassendi, Objectiones Quintae, en Descartes, Oeurres, A. T . , Tomo V I I , esp.
pp. 257-258, y 277-279; Gassend i , Disqui.s itio metaphysica seu Dubitationes, et. In.s­
tantiae adversu.s ReJUrti Cm1esii Metaphysicam, et Responsa, en Opem, Vol. III, esp.
pp . 278-284 y 3 14-317; y Syntagma, Logica, Lib. I , cap. XI,y Lib. JI, cap. \' 1,
en
Opera, Vol. I, p p . 65-66 y 90. Véase también, Rochot "Gasse n d i et la 'Logique ' de
Descartes", en Rev. Pililos. de la Fmnce et l'Etranger, Año LXXX, 1955, pp. 300-308.
''' Cf. Koyré. "Le Savant, pp. 60-61, y Rochot, "Gassendi. Sa place dans la pen­
sée d u XVII" sicC!e, en Revue de Synthese, LX, 1940-1 945, pp. 35-45. " Le Ph i l o­
sophe", pp. 1 02- 1 07 , y Bloc h. pp. 279-282 y 485-495.
EL ESCEPTICISMO CONSTRl"CTIVO O MITIGADO 223

ni l a n ueva i d e ología, en p arte por causa d e ciertas l i mi­


taci ones d e l te m pera m ento de su autor' s u falta de la auda­
cia Y del atrevim i ento q u e h abían d e caracterizar a ta n
m o n u m e n ta l e s e xp l o ra do re s de l a n u e v a máq u i n a d e l
mundo como Galileo y Descartes. Gassend i era extrema­
mente con serv a dor, renuente a saltar más allá de la in­
formación experiencia! y las trad i c iones i n telectuales d e
l a h u m a n i d a d . '•a No e st a b a d i spuesto a romper c o n e l
m undo c u alitativo d e la experi enci a ord i n a ria, n i a echar
p o r l a b o rd a la here n c i a d e la s a b i duría hum a n a para
persegui r una n u eva vislumbre y un nuevo marco d e refe­
renc ia. 5 '1 Ten i e n d o menos compren sión d e la naturaleza
de las m ate máticas q u e Mersenne, Gassen d i se m ostraba
e sc é p t i c o ante e l papel que p u d i e sen d e sempe ñ a r e n
n u estro entend i m iento d e l a naturaleza, y temía que e l
�ísico-matemát i c o fuese u n nue\'o t i p o de metafísico, q u e
mtentara retratar l a naturaleza rea l de l a s cosas e n tér­
mi nos matemáticos, como los pitagóri cos y platón i cos d e
l a a ntigüe d a d . 55
Pero fuesen c u ales fuesen sus l i m itac iones, Gassen d i ,
q u i zá más a ú n q ue Mersenne, había realizado u n a de las
revoluciones m á s importantes de los tiempos modernos:
l a separación d e l a ciencia y l a metafísica. Le\'antando s u
nuevo e d i fi c i o sobre u n p i rronismo completo res pecto a
t o d o c on o c i m i e n t o d e la re a li d a d o l a n atura l e za d e
las c osas, pud o d e sarr o l lar un mét od o y u n s i stema d e l a s
ciencias q ue, d e todos los del siglo XVII. es el que más se
aproxi m a a la moderna visión antimetafísica de l o s positi­
vistas y los pragmáticos. Rochot. en sus m uchos estudios
d e l ato m i s mo d e Gassendi, y su 1 ugar en l a historia del

'·" Rochot, "Gasscn d i . Sa place", p p . 35-45.


'' ' Por tan to , Gasse n d i insistió en un atom ismo c ualitativo, antes q u e matemá­
tico, Y conc i b i ó a los á tomos como poseedores de propied ad es e ncon tradas en
.
la experie n c i a ord i naria, y no d e cual idades geométricas p recisas y a bstractas.
Cf. Rochot, Travaux de Ga.ssendi ss.
pp. 196 Véase también la d iscusión d e Koyré,
Rochot Y Lenoble acerca d e l atomismo de Gasse n d i , en el volumen d e l Centre
I ntemational de Synthése, PicrTe Ga.ssendi. pp. 1 08- 1 13 .
'''' Rochot, "Gassen d i et le Syntagma", p. 77. tl
Travaux e Ga.ssendi, p. 1 96; y "Le
p h l. l osophe". p. 87. ( U n a versión i nglesa de una p a rte de este mater i a l aparece
en B rush, Se/ected Writings of Gassendi, pp. 157-278.)
224 EL ESCEPTICISMO CONSTRUCTIVO O MITIGADO

pensamiento científico y fi losó�ico, muestra q u e él fu : el


nexo más importante entre Galileo y Newton, al pasa1 d e
u n a c oncepción d e la " n ueva ciencia" c o m o el ve �·dadero
c u a d ro d e naturaleza, a otro e n el q u e es c o n s iderada
como un sistema h i p otéti c o , basado ta n sólo en l a expe­
ri encia .y verificado por l a experiencia, concepción en q u e
l a c i e n c ia nunca es consi derada como u n c a mino hacia l a
verd a d acerca d e l a realidad. sino tan sólo acerca d e las
aparienci as.'• fi
.
Esta actitud el e escepti c i s m o m i t igad o o c o nstru c t l vo
d e p a rte d e Mersenne y d e Gassendi también aparece, e n
fo rma más embriónica, e n algunos d e sus contempora­ _
neos. El escritor franciscano Jacq ues Du Bosc, q u e a.l pa­
rec e r fue en un tiempo s egu idor del nou ueau Pyrrl1 ?msnw.
consid eró q u e el escepticismo era loa ble como anti � oto al
d o g m a t i s m o . pero q u e c o m o fi losofía era tan pel igro s o
a l m e nos c o m o aq uello a lo q ue se o po n i_ a . L o q ue se nece­
sitaba era algo intermed io, a lo que llamo l 'i ndi;f.l'ére n ce. Los
pirrón icos, "huyendo d e lo exce ? ivo, l: an caído en . l o . exce­
sivamente poc o ; h uyendo de la fantasi a del conocumento,
han c a ído e n la fa ntasía de l a ignora n c i a " . '' ' D _u Bo � c
aceptó como algo sano, la críti ca escépt .i : a d e 1� fi losofJ a
tradici onal, pero su conclusión le parec1o excesiva. El te­
rre n o intermedio, l'ind�[féTence o la 1nédiocrité se encuen­
tra e n una especie de autoanálisis, al co mprender q u e es­
tamos a medio camino e ntre las besti as ignorantes Y los
ángeles omniscientes.''x ,Medi ante una esp : cie d e P repa­
.
ración espiritual, d esarrolla mos un c riteno para d i scer­
nir las verdades intele ctuales y re ligiosas.:;H Así. aunque

:." Véase, especialmente, Hochot, "Gassendi et l e Syn tagma" pp. 7 3 ss. Y " Le

p/u/osoph1 md(/}I!Tell t . 2 \ ols. 1 a J JS 1 643. 2" p,u, . te.


, p. 1
philo sop he". pp. 10 2-1 07. . . . .
.. . . . .
:.; Jacq ues Du Bosc. Le ,, .·
·
J 2.:t. Véase también C. Chesneau (.J u l i en-Eymard d'Angers ). " U n Precurseur d e
Pascal" l e Fra n e i sca i n .J acques Du Bosc. en X VI I ,. Sii'cle. n ú m . 1 5. 1 952. pp. 426-
448. d o n d e se a nal izan las o p i n i ones de Du Bosc. y se dan muchas c 1 tas. Incl uso
esta. Según SorlJericma ou les peusées cr t ques de ii M. ele Sor/Ji :re. P.:n·
�·ec� H:illles M.
Gmrerri París. 1 695, art. " Bosc". pp. 55-56. Du Bosc e ra m11 1go 1 nt 1 m o d e l nou-
\'t•au pynhon ien". S¡¡muel Sorbi('re.
.. , . .
:" .J u l ien-Eyma rcl ci ' Angers, ".Jacq u e s cl u Bosc . pp. 429-4.�6.
·,, /bici . pp. 436-444. y espec ia lmente las citas dadas en las pp. 443-444.
.
EL ESCEPTICISMO CONSTH UCTIVO O MITIGADO 225

rec o n o c i e n d o toda la soli dez d e l d i q u e pirroniano, D u


Bosc insisti ó , sin embargo, e n q u e hay u n a vía h acia cierto
conocimiento posifivo i m porta nte, especialmente teoló­
gico y moral. Esta clase d e escepticismo mitiga do ha s i d o
recién analizado por Julien-Eym a rd d ' Angers c o m o u n ba­
n·u nto de la fi losofí a de Blaise PascaJ.nu
Otra indicación d e esta aceptac ión d e l os a rgument os
pirrón icos, j unto con una solución constructiva, aparece
en los es c ritos d el teól ogo libe ral inglés. William Chi­
Ili ngwo rth . Después de llega r a captar por c o mpleto el
mensaj e d e S exto Empíri co. y de ver cómo los razona­
mien tos escé pticos s o cava ban l a búsq u e da de la c e rti­
d u m b re , tanto en tre católi cos como e n tre protesta ntes,
ha bía vuelto al seno protestante, trata ndo de j usti fi c a r
esta posición e n términos d e u n a especie de pro babilismo
edificado sobre la a ceptación de un p i rroni smo último.
Esta visión mod erada del conocimi ento religioso, un tanto
similar a la de Castalión, ha bía d e desempeüar un papel
importante al d esarrollar l a base d e la fi losofía cuasi em­
pírica d e va ri os teól ogos a nglicanos, como Wilkins y Ti­
llotson.
Chill ingworth vio que los c atólicos esta ban exigiendo un
tipo de certi d u m bre, e l conocimiento infa li ble, c omo base
d e la rel igión, y que tal certidum bre era in alcanzable, no
sólo en este terreno, sino también e n cualq uier otro. P0 ro,
una vez reconocido esto, la conclusión no era la duda com­
pleta de tod as las cuestion es, sino, a ntes bien, una acepta­
ción de u n gra do inferior de eviden cia, l a c erti dum bre mo­
ral . Nuestros sentidos a veces pueden enga üarnos , nuestro
razonamiento a veces puede ser defic iente, nuestros j uicios
pueden no ser infalibl es, y acaso no seamos capaces de
encontra r una base dem ostrati va de lo q u e sabemos; pero,
de tod os modos, tenemos suficientes segurid ades, por l o
q u e podemos utilizar l a info rmación q u e posee mos para
formar j uicios razon ables y moralme nte c iertos. n 1 La per-
"" 1 /Jid . .
pp. 445-448.
Pmtestaut s.
The Religio11 of the
"' W i l l iam C h i l l i n gworth. A Sqf'e
Wa¡¡ lo Salva­
t o n , en
i The Worlcs of Wil/iam Chilliugwort h.
Lon d res 1 704, p. 1 08. " Pues, aunque
m i s senti dos pos i b l e mente me engalien a \'eces, s i n embargo tengo certez¡¡ bas-
1

1
226 EL ESCEPTIC ISMO CONSTRU CTIVO O MITIGADO

sona q u e desee mayor certidum bre q u e é sta h a b rá d e es tar


_
loca. " Pues, así como es irrazonab le el maestro que pide
para sus conclusion es un asentimie nto más fue rt � d e l o que
merecen sus argument os, así considero como sabiO pre �� n­
tuoso e indisciplin ado al que desea, para u n a concluswn ,
argum entos más poderosos de los que puede o frecer la ma­
teri a . " "� Una vez rec on ocid o que n o puede enc o ntrarse � na
certid u mbre infali ble o matemát ica respecto a matenas
científicas o rel igiosas, entonce s no h e m os de suspe n d er el
j uicio sino. en cambio, proceder a j uzgar los pro blemas de
acuerdo con el grado de seguri dad q u e p u e d a obteners e .
Esta teoría de Chillingw orth contiene las s e m i l l a s d e u n a
l arga trad ición que ha bría de desarrol lars � � á s a � el_antado
el siglo xnr en Inglaterra como l a sol u c w n pra ctica del
sentido común a la crisis escéptica. na
El esceptic ismo mitigado o co nstructivo re ¡�resenta un_a
nueva vía, posibleme nte la más cercana a los metodos empi­
ricos y pragmáti cos conte mporá n eo s , . d_e e n frentarse al
abismo de duda que habían a bierto la cnsis d e l a Reforma Y
l a revo l u c i ó n científi c a . ( F u e n ueva e n s u é p o c a , a un
cuando obviamen te repite algunas de las actitudes d e pen­
sadores griegos como Carnéa_des.) Pa ra_ algunos, la é poca d e
_ _
Montaigne y de Lutero y Calvmo h a b l a maugurad o u n a b u s­
queda de la certi du mbre, una demanda de un fu nd amento

tante de que v e o l o q ue 1·co y siento lo q u e siento. Nuestros j u eces n o. s o n i nfal i ­


bles e n s u s j u i c i os, y sin embargo e s t ú n bastant.c seg�1ros d e q ue JUzgan con
j ustieia y de que proecdcn de acóe rdo con la Ev1dencw q u e l � s es plm� tead � ,
� uando condenan a un ladrón o a un asesino al cad also. U n V I aJero �10 sw m p 1 e
esta eie rto de su camino. sino q ue a menudo s e equ ivoca ; ¡,debe s egu 1 r�e de ello
que no puede ten er ninguna segu ridad d e que Clwring-Cmss es su c a m 1 11o d esd e
el Temple h asta White-Ha/1?"
. .
" ' Hay muchas simi litudes ron las opiniones de C h ! l l 1 11gworth en John ,. l 1 l 1 o t-
"' Jbid., Prefacio, segu nda pagina.

S o n . 'I'J 1e R ¡ ,• / 1., 0r
" Fai t h . John W i l ki ns.
Of
Jigióll , y Joseph Glanvill Essays 011 Seveml I m po 1·t a n t S u b,¡ects 111 JJ} 11.1 osop
t !w Principies (llld D11 1les o.f Natu ral Re-
111.J
• •
• .

and Re Ú qion. El li bro del profesor Henry Van Leeuwen. The Pmblem o.f Certa m t y
i n E¡¡g/i�h TJw uoJ1 t , 1 630-1 680, L a H aya, 1 963, trata, c o n gra n c� � talle, d � l desarr� ­
llo y la i n l1uencia de la teoría de C h i l l ingworth. La re percuswn d e su '.d � a sc� b1 e
l a teoría j u rídica inglesa se analiza en Theodore Waldman . "The �ng111 of the
Concept o f Reasbnable Doubt ' ", en .Joumal Q( t !w Ji¡st.onJ Q /_ Ideas, XX, � 959, PP ·
·
299 ·3 1 6 , y en Robert Todd C arroll, The Philosophy Q( B1slwp St1llma!Ieet 111 1ts Se­
¡•en teeH t h Cen tmy Cont e.1· t , La Haya, 1 975 .
EL ESCEPTI CISMO CONSTRU CTIVO O M ITIGADO 227

absol utamente ciert o para e l conocimien to hum a no. Según


otros, la bú sq ueda sólo fue d e estabil i d a d , de u n mod o de
vivir una vez a bandonada l a búsqueda de un terre no i nfali­
ble p ara el conocimi e nto, y d e un modo d e vida q u e p u d iese
aceptar tanto las d ud a s i ncontestabl es de los nouveau:r
Pyrrhoniens como l o s d escubrim ientos indisc u ti bles d el
nuevo mundo intelectua l d e l siglo xvn. Mersenne y Gas­
sendi trataron de reconcilia r el tri unfo escépti co sobre los
dogmá ticos con el tri u n fo mecan i c ista s obre e l aristote­
l i smo y e l naturalism o renacentis ta. Encontraro n tal recon­
c i l i a c i ó n no e n un n u evo d ogmatismo, ni e n una metafísica
materi a l i sta, sino en l a co mprensión de q u e las d udas pro­
puestas por los pirrónicos no afecta ban en abso l uto Da Veri­
té des Sciences, siempre que las ciencias fueran i nterpreta­
das como siste mas hi potéticos acerc a de l as aparienc ias, no
como verdaderas des cripc iones de la rea l idad; como guías
prá ct i c a s p a ra la a c c i ó n , n o c o mo i n fo rm a c i ó n ú l t i m a
acerca de la verda dera n a turaleza de l a s cosas. L a crise
pyrrhonienne fundamentalm ente n o podía ser res uelta p e ro,
al menos, podía ser tolerada u olvi d a d a, si lográbamos rele­
gar J as d udas al problema d e la filosofía d ogmática, m i e n­
tra s buscábamo s el conocimien to c ientífi c o como guía p a ra
la v i d a práctica. La crise pyrrlwnienn e ten dría conse c u e n­
cias d e s astro s a s si se a ceptaba l a concl usión del escéptico
h um a n i sta destructivo y se extendían las propias d ud a s a la
ciencia y aun a la rel igión. Pero podía tener resultados
benéficos si se limitaba a l a esfe ra epistemol ógica como
medio d e eliminar la vana b ú sque d a dogm á tica de una cer­
tidumbre absol uta, mientras se dej aba li bres a l o s hombres
d e ciencia y a l os teól ogos para d escubrir Yerd a des acer­
c a d e l a s aparienc ias.
Esta actitud de escepticism o c o nstructi\' o o mitigad o
está e n agudo contraste con las nuevas visiones metafísicas
d e algunos de los "nuevos c ientífi c os" como Gal i leo, C a m­
panella y Descartes, o con la actitud científica q u e había d e
desarroll arse c o n la I lustración. Aunque Galileo, Campan e­
l l a y Descartes podían afirmar ocasi onalmente, por razones

J
228 EL ESCEfYI'ICISMO CONSTR UCTI VO O MI TI GADO

tácticas, que sus teorías sólo eran hipot é ti cas, u·• Y q u e exis­
tía u n nive l de conoci miento acerca d e las esencia s que el
h ombre nunca podría conocer ,1m a l mism o tie mpo parecen
compart ir una convicc i ón d e q u e el h o m bre es capaz de
alcanzar el verdadero conocimi ento d el mundo real, Y que
el cu a d ro mecanic ist a del univers o e s u n a descri pción pre­
cisa de la forma en que realmen te op e r a la n atural eza. En
opinión de Galileo y de Campan ella, D io s nos ha dado J.as
facultad es necesarias para alcanza r el e onocimi en �o ? e la
natural eza de l as cos as. Sin e mbargo , n u estro conocmuento
sólo es parcial , a d i ferenci a de Su comp leto conocim iento.
Empero, no tenemo s razone s para c ue st i o nar o dudar de l ?
que conoce mos ni tampoc o para l i m i t a r nuestro con oci­
miento a las a parien c i as , e n vez d e la re n l i d a d . nn La cri sis
escéptic a parece no haber a fectado a esto s pensad ores. de­
j á ndolos tan sólo con d udas a cerca de I n b ú squeda aristoté ­
lica de la certid umb re, pero no de la b ú s q u eda misma.
Desca rtes criticó a Galile o p o r ser d e masiad o m odesto
en sus pretensio n es, y por n o ver qu e las verd ades � c. la
ciencia nueva descansan sobre un fun dn mento metaf1s1 co
cierto, q u e garantiza s u apl icabil i dad a la realidad, Y qu �
ofrece la seguridad completa que s e p a r a estos descu bri­
mientos de las meras o p i n i ones o infor m a c i ó n pro bable. Al

Tlle Defensc of Galileo. Murhcmari ?.1:


cian F/on:llcc,
l·hsto1'¡¡
S r ll d ii'S w
'" Cf. Tomaso Campanel la,
traducida por Grant McColley, en Smit/1 College XXI I . num.s.
11 1
Dia/.ogo sopm i du c 11111>>1 1111 S1st �m1 del ll! �nHlo
3-4 , 1 9 3 7 ; p. 70 ; y Gali l eo Gal i lei,
Le Opel'e de Galileo Galilei. Ecl i zone' Nazionale , Vol. \' 1 1. Flo ren c i a 1933, Gwrnat �
Pri ma, p. 127 y Giornata Quarta, pp. 487-488; y en l a t•d il' iún ingle� a Gali leo. Gali·
lei, Dialogue on Uze GTeat WoTld Systems , ecl. por G i urgit• d e Sant i l lana, Clu cngo,

E11 ro¡ >c'ti ll


1 953, F i rs t Day. pp. 1 12- 1 1 3 , y Fourth Day, pp. 470-47 1 . . .
A HiSt01'!f o.f Modem
,;:, J ames Col l i ns, en su 1'111/osoplly. l\lllwauke e,
1954, p. 82, d ice que Galileo afirmó que no poden ' w pt•Hdra · en "la verdmler ae
VC:• a'l' tambwn Campanel la.
�.
esencia de las sustancias 11atum/cs". op.
A. T . TonH• I X , Med. IV. p. 44.
i ntrínsec a
cit., p. 21 y DescartesMediations. Oe1w1·es, en
op. cit. pp. 1 8, 24-25, 30 .y 32; Galile o . ,\/¡¡ssiul' i Sistcmi. Giornata
Prima . pp. 128- 129 (edici ón inglesa, Firs t U ay, p. 1 H l . \'é anse también los co·
,;,; Campanel la,

Hurtt. Tlle Metapllys1cal FvuH­


Anchor ed., N ll l'\'11 Yt• rk: 1955, pp. 82-�3 : Y �.1
mentarios de este pasaje, de Gal i leo, en Eclwin A.
dations of Modem Physical Scie!lce ,
excelente análisis ele Leonardo Olsc h k i , en su "G a l i k t• '' Plu losophy of Sr.wnce •

en Philosopllical Review, LII ( 1943) , p p . 349-365, esp. p. :l58. donde examma por
q ué Gali leo no puede ser considerado como escé pti l'tl.
EL ESCEfYI'IC! Sl\10 COi\STRUCTI \'0 O M ITIGADO 229

aprobar el u s o dado por Galileo al méto d o matemá tico ' c o-


mentó D e s c a rtes,
Convengo enteramen te con él en esto, y afi rm o que n o hay otros
medios de descu bri r la verdad. Pero me parece q ue le fa lta
mucho ya q u e continuam ente hace d igresi o n es. y no se detiene
a explicar u n a c uestión por completo, lo que m uestra q ue n o ha
cxa1�1inado las cosas de manera ordenada , y q u e , sin h a ber
considera do la c ausa primera de la naturalez a, tan sólo ha b us­
cado las razones d e algu nos efectos partic u l ares, y así, ha
construido unos ci mientos. Ahora bien, hasta el punto en que su
manera de filosofar está cerca de la verdadera, hasta ese grado
pueden reconocerse más fác ilmente sus faltas, así como es más
fúcil ver c u á n d o se h a extravi ado l a gente que a veces sigue el
camino recto, q ue c uá ndo se extravían los que nunca han tran­
sitado por él.�; ;
E n el c a s o d e l os tres pen sad ore s . Gal i l e o. Campanc l l a y
Descartes, a un q ue puede h a ber c ie rto desa cuerdo sobre l a
base de l a s ve rdades d e l a " c ienc i a nueva", n o h ay n i nguna
d ud a d e q ue l a "cien c i a nueva'' e s verd a d era, y verd adera
acerca d e l a n aturaleza real del m u n d o físico. No hay un
pirronism o e p i stemológi co, sino u n a especie d e realismo.
La ciencia no es, pues, el desenlace c onstructivo d e la duda
completa , s i n o una especie de conocimi ento q ue no e stá
abierto a c uestiones , al nivel teóri co ni al filosófico.
Un siglo d e s pués h a bía de pre valecer un tipo de vis i ó n
filosófica q u e , de otra manera. se apartó de l a via 1nedia
de los escépticos constructivos o mitigados. El cientismo el e
varias figuras d e l a Ilustración . como Condillac y Condor­
cet, consi deraría al p i rron ismo como una espee i e d e docta
ignorancia que h a bría p o d i d o j usti ficars e en la é p oca som­
bría Y metafí s i ca de c o m i en zos del sigl o X V I I, pero que no
tenía lugar en la era il ustrad a del siglo xvm. La s razones
p ara d u dar s u p uestamente h a bían caído e n el olvido, ya q u e
el progreso d e l a ciencia h a bía revelado a l mu ndo verda­
dero y rea l . H H
Ocut•res.
"' Descartes . c a rta a 1\lersenne. 1 1 ele oct ubre el e 1 638. e n
!1,
A. T. Tomo
p. 380.
,;, Al m e n os. personas c o mo Concl i l l ar. Conclorcct. H a rtlcy y H e n ry H o m e
( Lord Kames) a fi rm aron q u e e s t o e ra lo q u e o c u rría.
,.,

230 EL ESCEPTI CISMO CONSTR UCTIVO O MITIGADO


Pero , como lo habían visto Mersenne y Gasse n d i , las rea­
lizaciones de la ciencia de n ingu n a m a nera refuta ban el
pirronismo, a menos q u e el escéptico fuese lo b � st.ante l o co
0 lo bastante impío para d u d ar de los descubrumentos d e
los hom bres d e ciencia, así como d e sus bases. Estas últim a s
estaban abiertas a la d u d a , y habían s i do socavadas p o r e l
ataque del nouveau Pyrrhonism.e. Pero l a s p ri meras eran tan
convincentes y fi dedignas c o mo sie mpre. La verd a d d e l a s
ciencias n o esta ba e n c uestión, per o esta verd a d , según
los escéptic os mitiga d os, sól o p od í a ser apre c i a d a en
térm i n os d e la crise pyrrhonienne, y n o c o m o u n a res-
puesta rae i onal y fi l osófica a ella. . _

El triunfo del escepti c i s m o c o nstructiv o c om o nucle o d.e


la m oderna vi sión e mp í ri c a y p ragmática, el reconoci­
miento de que no p ueden o btenerse fund a mentos a bs olu­
tamente ciertos para nuestro conoc i miento, y sin e mbargo,
que poseemos normas para evaluar la confi ab i l i d ad y apli­
cabilldad de lo que hemos descubierto acerc a del mundo,
hubieron de aguardar al s u rgimiento y la decadencia d e un
n uevo dogmatismo. Aunque Mer� enne y Gassend i f.u eron
muy leídos y aprobados en s u propia época, l a aceptaciOn _ de
_
s u tipo de visión filosófi c a como con cepto 1 mpo rta1� te no
lleg ó hasta q ue se h i c ieron varios i n tentos p o r poner. fm a l a
cTise pyrrhonienne levantando un nuevo fun d a � ento mtelec­
tual a la certid u m bre humana. D urante un ti empo, los es­
cépticos constructivos q u ed a ro n en la sombra, m ie ntras en
el centro del escenario s e rep resentaba u n n uevo d ra m a
metafís ico y nuevos siste m a s s e proponían c o m o respuesta
al desafío escéptico. Y d espués de que nuevos s i stemas,
co m o los de Herbe rt de C h e rb u ry, Jean d e Silhon Y René
Descartes tuvieron el m is m o destin o d e los anteriores, en­
tonces e l escepticismo constructivo pudo ser absorb i d o por
la co rri ente principal d e la fi losofía.
VIII. HERBERT DE CHERBURY
Y JEAN DE SILHON

N I Herbert d e Ch erb ury ni Jean d e S i l ho n apre c iaro n s u fi­


cientemente hasta q u é grad o el nouveau Py11·Jwnisme h a bía
socavado l a s bases del con oc i mi ento h u mano; pero cada
uno d e ellos vio q u e h abía que e n frenta rse a él, y e n fren­
tarse de una m anera nueva . El pri mero propuso un método
muy elabora d o para desc ubrir la verd a d ; el segundo trató
de presenta r algun as verd a des fu n d amentales de las q u e no
pudiera d u d a rse. Y, como lo vio el más grande de los adver­
sarios del e s cepticismo, René Descartes, cada uno falló d e
m anera d e c i s i va porque n o comprendió e l proble m a b á s i c o
en cuesti ó n .
Eduard o , lord Herbert de Cherbury ( 1 583-1 648). fu e e l
embaj ad o r d e Inglaterra en Fran c i a d e 1 6 1 8 a 1 624, 1 don d e
entró e n contacto tanto c o n l a corriente d e l a s i d eas escép­
ticas c o m o con l os intentos q ue se h acían por conten erl a. Es
probable q ue en aquella é poca también conociese a Mer­
senne, d el q u e se c ree q ue traduj o al fra ncés e l libro d e
Herbert, 2 y a Gassend i , a q u i en se sabe q u e l e entregó un
ej emplar d e s u obra . :1 También fue amigo del d i plomáti co
Diodati , m i e mbro d e la Tétrade. l a sociedad de libertins éru­
dits. Estando Herbert en París. enseñó su m an uscrito a G ro­
c í o, q u i e n co nocía bien los escritos de Sexto Empíri c o . ·1
Finalmente, en 1 624, después de años de trabajar en su o b ra

' Edward, Lord H erbert d e Cherbury, De Vc¡·itate. trad. Meyrick H. Carré, Bris­
tol , 1 937 Introd. d e Carré. pp. 1 0- 1 1 . El mejor estudio de H e rbert de Cherbury es
el d e Mario Rossi,La Vita. le opere, tempi di Edoardo llerbat di Chirbw¡¡.
i 3 vols ..
Florencia, 1 947.
' Cf. Lcnoble, Mersenne, pp. 561 -563.
" Gassend i , carta a Elic D i od ati. 29 de agosto de 1 634, en Mcrscnnc, Correspon­
dance. I V , p p . 335-340, y carta a Hcrbcrt de Chcrbury, en Gasscnd i , Opem III.
4 1 1 -4 1 9 .
' Hugo Grocío se re fiere a Sexto en De Jure Be/li Ac Pací.s. trad. Francis W.
Kclscy, Oxford, 1 925, Li bro I , XII. p. 4 2 , Libro II, VII, p . 233. y XXVI1 1 . p. 256.
Hcrbcrt, en su Autobiography, cd. Sidncy Lec, s egunda e d. (Londres, n.d .). p. 1 33,
menciona h a ber mostrado el man uscrito de De Veritatc a Grocio y a Tilcnus. Hay
231
232 HERBERT DE CHER B U HY Y .JEAN DE SILIION

maestra (q ue había comenzado e n 1 6 1 7 , d es d e antes de s u


embaj ada en París) l l e n o d e m i e do y te mblando p o r s u posi­
ble re cepción, Herbert c reyó ver una s e ü a l de los cielos, y
publicó De Veritate . "
Este l i bro em pieza e on un c u a d r o d e l triste estad o d e la
cultura de la época, el caos d e las creencias y e l exceso de
controversias. Hay algu n o s q u e dicen q ue podemos cono­
cerl o todo, y hay q u i e n es d i cen q u e n o podemos conocer
nad a. Herbert in sistió en q u e él no pertenecía a ninguna d e
estas e scuelas sino que, a ntes bien, sostenía q u e podía co­
nocerse algo. Lo que se n eces ita para reconocer y evaluar el
conocimiento que tenemos es una d e fin ición de la verd ad ,
u n criterio d e l a verd a d y un método p ara descubrir la
ve rd a d . Cuando haya mos d escubierto todo esto, no tendre­
m os pacienc ia c o n el escep ticism o p orq u e c omprende­
re m os que existen ciertas c o ndic i o ne s e n que nue stras fa­
cu ltad es s on capaces d e c o n ocer l os o bj et o s . n
L a primera pr op osición d e D e Veritate e s an unciada au­
daz me nte : "la verd a d e x iste". Nos d ice Herbert: "El único
o bj eto de esta proposición e s aseverar l a existencia d e la
verd a d contra l os imbéciles y los escéptico s." • Habiendo
ado ptado e sta actitud e n oposición al men saj e d e los no­
veaux Pyrrhoniens, Herbert procedió a mostrar lo q u e es la
verd a d , y cómo se la puede alcanzar. Hay c uatro tipos d e
verd ades, l a verd ad d e l as cosas como realmente son e n sí
mismas (ceritas rei), la verd ad de las cosas como nos parecen
a nosotros (veritas appare,ntiae), y, por últi mo las ve rd a d es
intel e ctuales, las Nocion es Comunes por las cuales j uzga­
mos n uestras verd ades subj etiva s, las apari encias y concep-
th. Londre s,
una nueva edición d e l a Atl l obirigrapll¡¡. editada por J . M. Shu ttlewor
1 976.
ucción.
'' Herbe rt. A tt t obiogmp l!¡¡. edición Lee, pp. 1 33-1 34. y De Veril(!( e. introd
p. 1 1 .
" He rbert. De Veri t a t e . pp. 75-80. "Aquello s. pues. q u e el udan tnnto d e todo que
a firmnn q ue es i mposi ble conocer algo, no compren den la condic ión por l n cual
nuestras fac ultades se ponen ele conformid ad con Jos o bj etos", p. 80.
' /bid .. p. 83. En la edic ión francesa de De la Verité (n. p. 1 639), p. 1 0. est
n frase
dice, "No tengo otra i ntención en estn proposici ón q u e a firmar q u e ln \'erd ncl
existe, contra l a impertine ncin e i ns e nsatez ele los escéptico s". El texto latino
d ice "Ex propositio ne istá q uae cont ra i nsanos & Sccpticos institu ítur". D e Veri­
tale. (n. p . 1 656), p. 9.
HERBERT DE CHER B U H Y Y J EA N DE S I LBO N 23a

tos (veritas intellectus). La primera clase d e verd a d es a bs o­


l uta; es " l a cosa tal como e s",' y e s ésta la que estam o s
trata n d o d e conocer p o r medio d e las tre s clases condicio­
nales d e verd a d , las que se encuentran m á s en el c o nocedo r
q u e en e l obj eto mismo. Parti endo d e l a i n forma ción q u e
tene �nos so bre como _ n o s p a rece e l obj eto, nuestra tarea
consi ste en d escubrir una n o rma o criteri o por el cual de­
.
term m a r cuándo n u estra i n form a ción s u bj etiva es con­
form � a 1� verd a d d e la cosa en sí. Lo q ue conocemos por l a s
a p � nencias p u e d e ser engañoso c o m o g u í a sobre q ué es e l
o b,J � to re a l . L a a pariencia, como tal, siempre e s gen uina; e s
? e c.Ir, a p arece t a l como a parece. Pero n o e s n eces ari amente
mdicacwn _ d e cuál puede s e r la ve rd ad de la cosa misma.!'
D e manera s i m i l a r, los conceptos q u e nos forma mos sobre
la base d e las experi encias q ue ten emos son enteramente
n uestros Y p u e d en coincidir o corresponder, o no, a las cosas
de � as q u e sup uestamen � e son conceptos. " S i el órgano sen­
sor! o e s llnperfe
_ : t ? , o S I es d e mala calidad, si el e spíritu
esta lleno de preJ U icios engañosos, el concepto q u e d a ente­
rament � vic i a d o . " 1 11 Así, la ú ltima c la se d e verd a d , la ver­
d a d d e l mtelecto , se n ecesita para " d ec i d i r e n vi rtud d e s u
capacidad innata o s u s Nociones Comunes, si nuestras fa­
c ulta d es s ubj etivas h a n ej ercitado s u s percepciones bien o
mal". 1 1 �or esta norma o criteri o podemos j uzga r s i h ay
c onfo rm i d a d � ntr� la verdad d e la cosa y las verdades subj e­
tivas ? e apanencia y concepto y, por tanto, si poseemos
.
.
conocimi ento o bj etivo.
Tra baj osame nte. Herbert p r oce d e ent o nces a d etallar '
paso a paso, el método para llegar a l as distintas clases d e
verdad s u bj etiva o condicional, para reconocer l a s Nocio­
nes Comunes o n o rmas para evaluar si las verdades s u bj eti­
vas se c o n fo rman a la verdad de las cosas y, por últi m o , para
.
aplicar toda e sta maquinaria a la búsqued a de la verd a d .
Como a todo nivel h ay d i ficultades q u e h an s i d o plante a d a s
por l o s e sc épticos, hay q u e h acer una evaluación minuciosa
" Hcrbert, De Veritate, Cal'l'é, ecl., p . 84.
!1/bici .. p. 84.
"' /bid., p. 86.
" lbicl., p. 86.
234 HERBERT DE C HERBURY Y J EAN DE S I LHON

de las condiciones neces arias para precisar tod a clase de


verd a d . Herbert empieza por o frecer cuatro condic iones
que el o bj eto debe satisfacer para ser cognoscible, presen­
tando algunas de é stas como Nociones Comunes, verd ades
innatas o universal mente admitidas. Estas condiciones es­
1
pecifican que lo q ue va a conocerse d ebe caer dentro de la
gama y tener las características con que pueden tratar nu es­
tras facultades y capacid ades. Luego, para q u e la aparien­
cia del obj eto pueda ser puesta en conform i d a d con el o b­
jeto, se esta blece una n ueva serie d e condiciones, e n gran J
parte basada en el análi sis aristoté l i co d e los medios para 1
obtener la verd adera percepción. Se nos o fre cen regl as q u e l
espe c i fican cuándo el o bj eto está en circ unstancias tales
q ue p odemos o btener una apropiada apariencia o seme­
1i

1
j anza de él. Muchos de los casos engañosos de la percepción
planteados por los escépti cos pueden expl icarse como de­
bidos a la ausencia d e una o m á s d e las condi cionesY
Cu and o un apropiad o o bjet o de c on ocim ient o es perci­
bido en estas condiciones, de modo que p ue d e obtenerse 1
una verd adera aparie n c i a , ento n c e s s o m o s c a paces, en
condiciones especifica bles, de o btener u n ve rdadero con­
j
cepto de la cosa. Puede suponerse que la a pariencia está
"en una precisa confo rmi d ad externa con su original", 1 :1 y
que aquello que se requ i e re entonces es un m e d i o d e preci­
sar cuándo nu estra idea inte rn a del o bj eto se conforma
exa ctamente a la verd adera apariencia. Se presentan otra s
opin i ones d e Aristóteles rel acionadas c o n l as condiciones
apropiadas del órgano sensorio y e l métod o a prop i ad o para
la formación de concepto s . Esto elimina l as d i fi c ultad e s
planteadas p or los escépti cos b a s a d a s en l a s i deas q u e nos
formamos d e las cosas cuando hay algún d e fe cto en nuestros
órganos de la sensación y la razón, como la i ctericia q u e
influye so bre los colores, o la embriaguez q u e i n fl uye so bre
nuestros conceptos de las cosas. 1 �
Herbert asevera q ue c u a nd o se sati sfacen l as e o n d i c i o­
ncs de la verda dera apariencia y l os verd a de ro s conceptos,
" /bid . . p p . 90-1 00.
"' / bid . . p. 1 01 .
' 1 lbid., p p . 1 02-104.
1
1 H EHBERT DE CHEHB LTRY Y J EAN DE SILHON 235

¡
J � ntonces nos e n contra m os en pos ic ión d e o btener verd a d e s
./ I ntelectuales ind iscutibles. La aparie n c i a s e c o n form a 0
1 correspond e al obj eto. El concepto se c o n forma o corres­
ponde a la a p a rienc i a . Entonces el intelecto puede llega r al
verd ad e ro c o n o cimiento a cerca d el objeto j uzgan d o s i el
con ce pto se r � laciona con la cosa misma. "Es i mportante
notar que �1 mtelecto nunca se engaña cuando está p re­
sente un vb] eto real, o cuando se c u mple c o n las verdad eras
J regl a s de la conform i d ad . Cuando está p resente u n o bj eto
1 real, a u n cuando se tome d e la memoria, y c uando se satisfa­
l cen l a s verdad e ras c o n d i c i on es. sostengo yo que el intelecto
asevera la verd ad h a sta en sueños." 1 s
i La base d e e sta gra n seguridad d e que puede e o n ocerse
algo a ce rca d e l m u n d o real es la teo ría d e las Nociones
Comunes. Por s í solas, nuestras fa c ultades de senti-do y ra­
zón, por muy bien q u e estén .trabaj ando, se rían i n s u fi c i e n­
tes para gar � ntizarnos alguna \'erd a d ace rca de los o bj etos,
pues excl usiva me nte por estas fa culta d es n unca p o d ríamos
decir s i está bamos � n la situación d escrita por los escépti­
_
cos, VIVI_ end o e n un I l u sorio unh·ers o menta l o. al m enos ' en
uno cuya obj etivi dad nunca podríamos d eterminar o si e s­
tá b a m o s e n p o se s i ó n d e algun a s verd a d es a c e � ca d e l
m u n d o . E l pue nte entre el mundo reve l a d o a nosotros p o r
n u estras fa cultades s u bj etivas y el m u n d o real consiste en
l as N ? ciones Comunes que nos c apacitan a j uzgar de la
veracidad d e n uestra visión d el mundo. Po r estas verd a d e s
inn � t � s, " n u estro s espíri � us q ued an capacitados a l lega r a
d e c isiOnes sobre los acontec im iento s q ue o c u rren e n el tea­
tro del m un d o " . Y sólo med iante su ayud a puede el inte­
l � cto " l l ega r a � e � i d i r si n uestras facultades s u bj etivas
tienen un conocimien to preciso de los h e chos". y es em­
pleándolas c o m o podemos d istingu ir la ve rdad de la men­
tira . Hi
¿ Qué s on est o s tes o r o s, e stas N oci ones C omunes? "Ver­
d ad e s del intele cto, e ntonces, con ci ertas Nocion es C o m u­
n es que se encuentran en tod as las perso n a s normales; l a s
, ,., luid., p . 1 0 1 .
' " luid . . pp. 1 05- I oo.
236 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

cuales nociones son, por d e c i rlo a sí, constituyentes d e todo


y se d e rivan de la sabid uría un iversal y están i mp resas en e l
alma p or l os d ictad o s d e l a naturaleza misma." ' 7 L o q u e n o
se conoce con ayuda d e estas ideas i nnatas " no p u e de de­
mostrarse q u e sea verd a d e n sentido estricto". ' H Estas ver­
dades fundamentales del i ntelecto no pueden ser negadas
más q ue por locos, idi ota s u o tros q u e son incapaces de
comprenderlas. Si estamos en n uestro sano j u i c i o tenemos
q ue a c eptarlas, a menos que pre fi ramos la i ncertid u mbre
para s iempre. ' !' La primera prueba, básica, de s i a lgun a
proposición es una de estas i n d ud ables Nociones Co munes
es si h a obtenido o no el co nsentimiento un iversal. En este
caso, n ada podrá convence rnos de su falsed ad. A menos q ue
se acepte esta norma, no h a brá estabili dad en el actual
torbellino de opiniones c o n ni ctivas en materia de re ligión y
de c i encia. "La masa miserable y aterroriza da no tiene re­
fugio , a menos q u e se esta b lezca algún inc onmov i ble fun­
damento de verdad, basado en el a sentimien to un ive rsal, e l
c u a l p uedan buscar entre las d ud a s de l a teo logía o d e la
fi l os ofía:·�o Así pues, proclamó Herbert, "p o r tant o , en m i
opinión, d e b e tomarse al Consenti m i e nto un ive rs a l c omo e l
pri n c i p io y fin de la teología y l a filosofía". � ' Dios n o s ha
dado provi dencial mente tod a s e stas verdades; por tanto,
son d ignas de fe, además de ser la ú n i ca base que poseemos
para o btener el conocimie nto del mundo rea l.
Vari os pasajes parecen i n d i c a r q u e e l esquema d e Her­
bert para descubrir las verd ades q u e son un iversal mente
a ceptadas es la simple inspección empírica. Para encontrar
la Noción Común de Ley, nos d ice, hemos de investigar y
desc u brir aquellas leyes " q u e son ap robadas por todo e l
mundo".�� Los argumentos q u e Locke había de emplear con-

1 7 l biri . •p. 1 06.


p. 1 15.
1 1' l bid., p. 1 1 6.
" l bid . .

"' lbid., p. 1 17.


" l bid., p. 1 18.
" lbid., p. 1 2 1 . Véase también pp. 1 19 y 1 39 donde H c rbcrt a firma, "En conse­
cuencia, tomo el criterio básico d e l I nstinto Natural, como consenso u n i versal
(dej a ndo a parte a las personas q u e está n fuera de s u ju icio, o son mentalmente
incap aces)".
HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE S I LHO;-I 237

tra la teoría d e �e rb e rt están ya previsto s . No hay q u e


. .
exammar a l o s IdiOtas ni a los l ocos, p u e s l a s Nociones
Comunes sólo s e e n c u e ntran en la gen t e norm a l . (Esto,
d e s d e l u ego, c rea un p roblema que Herb e rt no reconoció '
a saber, ¿ cómo s a bemos q u i é n es normal? Si es por el h ec h o
d e q ue algu ien convi e n e en una Noción Común e ntonces
¿ có m o expre.sa �11os estas verd ades i n natas , para � mpezar? )
D e man era s i m i l ar, q u edan d e scontad os i n fantes y embrio­
nes, porque s � n regu la dos i nconsc i e ntemente por Dios.� a
Pero, al exa m m a r a l a gente mad u ra y norma l d e tod a s
partes, encontramos q u e existen algunas i de a s compartid a s
P o r todos, c o m o la d e q u e h ay una caús a pri m e ra y un propó­
Sito ? n el m un d o . � -� No podemos saber por q u é te nemos estas
.
NociOnes Comu nes, así como no pod emos explicar por q u é
te nemos nuestras experiencias sensorias. Todo l o qu e po­
d e mos o bservar e s que las tenemos, y que son un i versales.
"Todo e l que persistente y tercamente prefiera rechazar
estos p rin cipios i ? ual mente podrá tapars e l a s orej as, cerra r
l os OJ OS y desp oJ arse el e t o d a humanidad. " �:.
. � on l a s Noc � o n e s Comunes podem o s llegar a una convic­
cwn, a la certi d u m bre matemática, que ele o tra ma nera n o
podríamos lograr. Quien es tratan el e o btener conocimiento
J� e d i a nte los sentidos externo s no p u eden i r "más allá de l a
ca .scara extern a de las cosas", y l o m i smo podrían "tomar
ali mentos por l a s orej as".�n Pero n u estras ideas in natas
n � estro i nsti nto natu ra l , nuestras Nociones Comunes n o �
o f recen una base para alcan zar la certid u mbre. Nuestro
r � zon ami ento l ógico y nuestra inte rpretac i ó n de la expe­
.
n encw como fue n te el e información a cerca d el mundo real
ti enen como fun d a me n tos e stos pri n cipios, y estos princi­
. son tan fun d a mentales que no es posible cl uclar cl e ello s
pios
s i n destru ir toda posi b i l i d a d d e con o c i miento. Así, nos d i ce
Herbert, "estas Nociones ej ercen u n a autoridad tan pro-
1 1 9 Y 1 25. Véase .Jo h n Lockc. �\ 11 Essa¡¡ Co11cerui11g H u m a n Ull dc¡·s­
..
"' !bid .. p p .
tmulmu. en \Vorks of.Jolm Locke. 1 1 a . ed . . Londres. 1 812. Vol. l. Li bro I . c a ¡J 2 ¡Jp .
1 3-32.
" Herbert. De Vrri t a t c . p. 1 26.
, ;, 1 /J i d . . p . 1 3 1 .
.
, , , /bid . p. 135.
238 HERBERT DE CHERBURY Y J EAN DE SILHON

fun d a q ue cualesquiera q u e dud ase de e l l as trastornaría


todo el orden natura l y se despoj arí a de su humanid ad. No
es posible d isputar estos principios. Mientras se les en­
tien da, es i mposible negarlos". 2 7
S i n profundizar más e n l a e omplicada te o ría de Herbert
de Cherbury, podemos verla como u n inte nto de respuesta
al pro blema del conocimiento planteado por los escé pticos,
que contiene un método e l abora d o para e stablecer apa­
riencias y con ceptos precisos o ciertos, y q u e luego ofrece
las Nociones Comunes como la norma, larga mente buscada,
para j uzgar la verdad de nuestra información más fid �­
digna. Tod a persona norm a l p osee la norma, o la regla de fe.
(Si n o está consciente de e l l o, puede enc ontra rla, d escrita y
codifi cada, en De Ve1·itate.) Por tanto, todo l o que tenemos
q ue h acer es, primero, asegurarnos d e q ue se s atisfacen las
cond i ciones apropiadas de percepción y formación de con­
cept os, y l ueg o emplear la apropiada N oción C o mún o
N oc i o nes, obteniend o así u n c on ocimient o q u e está en
c o nformidad c on l a c osa misma. P o r tant o, aunque t odas
nuestras id eas s on subjetivas, ten e m o s una n orma p or
la c u a l j uzgar c uánd o tienen una re ferencia o bj etiva, y así
p od e m os descubrir algun a s verd a des auténticas. La re­
gla de fe q ue da garantizada p or su universali dad y p or l a
c onvicción de certidumbre q u e implanta e n n os otros, así
c om o p or e l hech o de que t o d o c uesti onamiento d e la
norma te ndría co nsecuen c i as d e sa stro sas, d e struye ndo
l a po sibilidad misma de ,tod o conocimie nto o bj � tivo .
Este nuevo sistema p ara e nfrentarse a l a cnse pyTrho­
nienne queda o bvia mente expuesto a o bjeciones escépticas
casi a todo nivel. Puede d u d ars e, y se ha dudado, de que
existan algunas Nociones Comunes, algunos principios so­
bre los que h aya consenso universal. Los antiguos p irróni­
cos trataron de mostrar que tod a creencia fun d a me ntal, sea
en lógica, metafísica, ciencia, ética, etc., ha sido refutada
por algu ien. Herbert bien puede desdeñar esto afirmando
que sus impugnadores d e b ieron de e sta r locos. Pero esto
plantea otro problema escépti co : ¿Cómo s a bemos q uién
" I bid., p . 1 40.
HERBERT D E C HERBURY Y JEAN DE SILHON 239


e � t loco Y � u i é � ? o l o está, sin com eter peti ción d e pri n c i­
P I O . . A u n S I p u diesemos aceptar l a a firm ac i ón d e q u e h ay
NociOnes C o m u � es. q u e tod o el m undo acepta, p odríamos
p erma n e cer escepti c o s ante e l esq uema general de Herbert
a cerc a del conocimiento o bj etivo. ¿ Por q u é lo q ue tod os
a ceptamos ha d e ser d e c i s ivo para d escu brir cómo es e l
mundo re � l ? A u n s i p u d i ésemos establecer n orma s fid e di g­
n a s para J u zgar l a precisión d e l o s d atos (aunque tambi é n
podemos d u d a r d e q u e l a s condiciones d e Herbert s e a n l a s
adec � � d a s), y � i tuvi é s e mo � c onceptos aprop iados (aun q u e
tam b 1 e n podn amos c u e stio n ar q u e las a firmac i o nes d e
Herbert son l a s correctas), y aun c u a n do todo s estuviésemos
d e acuerdo en cómo aplicarl as, ¿ q ué nos reve l a rí a esto
a c erca de l a verdad d e l a s cosas e n sí m i smas? Cuand o
Herbert apela. a nue stro sentimiento d e c e rtid u mbre y a
nuestra necesidad d e a ceptar su e s q uema s i quere mos te­
ner algú.n conocimiento rea l , come te petic i ó n de p rincipio.
Y aun S I esta m o s de a cuerdo con s u teoría acerca d e las
verd a d e s de a p � ri e n c i a , l a s \'e r d a d e s d e co n c e p t o s y
las verd ades d e mtelecto, a ú n no podemos sabe r s i pue­
d e haber al �un as verd ades d e cosas. Y mientras n o poda­
mos deter f!lu � ar estas últimas, ¿ c ó m o hemos de s a ber s i
l o s procedimientos p ropuestos por Herbert culminan e n
e l d e s c u b ri m i e n to d e l c o n o c i m i e n t o g e n u i n o a c e r c a
d e l mundo rea l ?
. Aun q u e e l antídoto d e Herbert d e Cherbury a l escepti­
c Ismo parece q ue fue b i e n rec i bido en su época,28 fue some­
_
tido a d � vasta d o ras crític � s, mucho antes de Locke, por
?ass � n d i _Y Descartes. E l pnmero l o atacó como dogmatismo
m d : te� d i bl e � u e en real i d a d no h a b í a lograd o vencer a l o s
escepticos ; m i e � tras q u e e l ú ltimo l o atacó p o r consi dera rl o
u �1 d ogmatismo m a d e c u a d o q u e no l ograba refutar al pirro­
msmo por no h a be rse e n fren tado al p roblema fund amental
en c uestió n .
Hasta nosotros han l lega d o dos versiones d e las o bj e c io ­
nes d e Gassen d i , u n a d e ellas, u n a c a rta bastante cortés a

'" Gassen d i i n fo rmó q u e el Papa tenía una alta opinión d e ello. Véase la c a rta
d e Gassend i a Diodati, en Mersenne, Correspondance, IV, p. 336.
240 HERBERT DE HERBU RY Y JEAN DE SILHON

Herbert, que n u nc a le envió, en q u e p lantea algu n a s cues­


tiones básicas; y la otra, e s c rita a su a m igo c o m ú n , D i o d ati,
q u e contiene una a i rada d en u n c i a . La s egu n d a p a rece re­
pre se ntar la verdadera o p i n i ó n q u e Gassend i tenía d el
nuevo sistema filosófico d e Herbert p ara e n frentarse al
desafío escéptico, a saber, q u e este esquema no e ra más que
un l a berinto d e confusiones que n o l ogra ba n a d a . Primero,
Gassen d i se mostró e scand al izado de q u e ta nta gente, i n­
cluso e l Papa, hubiese elogiado e l De Veritate. (Pero, como
veremos pronto, Gassendi, e n s u carta a Herbert, a p i l ó ex­
travagantes cumplidos al a utor y a s u l i bro.) La verd a d q ue
Herbert afirmaba haber d e s c u b ie rto fue declara d a d esco­
noc i d a e i ncognosc i ble por Gassendi. Sin saber l o q ue la
verd a d real mente es, pue d e d i scern irse que Herbert no
la h a encontrado y no h a contestado a los escépticos. Así
como podemos saber q ue e l rey n o está n i e n A i x n i e n Mar­
sella sin saber defin itivamente d ón d e e stá, podemos ver
que l� ay algo errado en los e s q u e m a s de Herbert, s i n necesi­
dad de tener un co ntra dogmatismo p ara s ustituirlo.2 !J Todo
lo q u e podemos d e c i r del nuevo s i ste ma e s q ue "no es
más q ue una e spec ie d e d ialéctica q ue bien puede tener
sus ventaj as, pero q ue n o nos i m p ide h ac er, si q ueremos,
otros c ien esquemas de valor s i m i lar, y q ui z á de mayo r
valor".:w
Habiendo hecho e stos c o m e ntarios, Gasse n d i formuló
entonces, brevemente, u n a d i ficultad escéptica que, en su
opinión, red ucía a nada todos los esfuerzos d e Herb ert de
Cherb ury. Segú n su esque·ma, el criterio o n orma de verdad
es e l i nstinto natural y n u e stras facultades i n te ri ore s (las
Noc i ones Comunes), por l a s q u e c a d a uno d e nosotro s p ue d e
j uzgar de la verdadera naturaleza d e l a s c o s a s . � e.ro, s i esto
es así, ¿ cómo explicar "la gran d i vers i d a d de o pmwnes q u �
se h a n encontrado casi respecto a todo ? " C a d a persona e sta
conve ncida por su propio i nstinto n atura l y sus fac u ltades
i nteriores. Si se vale d e los med ios de Herbert p ara expl icar
l a d i screpanc i a , c a d a q u ie n d e c l arará q u e e l o tro "no es

p p . 330-337.
p. 337.
'" /bid.,
"" /bid.,

-
--- _
_
__ _ __ ____________ _.-.
H E RBERT DE CHERBURY Y JEAN DE S ILHON 241

s ano ni completo", y cada quien cre e rá esto sobre l a base d e


sus propias verdades d e intelecto. A s í pues, todos l legarán a
u n c a l l ej ó n si n salida, p u esto que c a d a q u i e n pens a rá , n atu­
ral mente, q u e tiene l a razón, y ape l a rá a l a s mismas n orm a s
i ntern a s . No tendrá n un c riterio para d eterm inar c u á ­
les serán l a s o p i n i o n e s correctas, p ues, " ¿ Q uién será j ue z
d e ello y podrá pro b a r q ue tiene e l d erec h o d e n o ser con­
sidera d o como parte d e n i nguno d e los bandos en p u g­
n a ? ":1 1
Mientras existan d e s acuerdos prácticamente respecto a
tod o tem a , el mismo problema escéptico q u e había surgido
d urante l a Refo rma viciará también l a fil o s o fía de Herb e rt.
Cada i n di v i d u o puede e ncontrar s u bj etiva mente l a verda d
d e l a s cosas, d e acuerd o c o n las n ormas que l leva den­
tro de sí; pero, ¿quién h a de juzgar la verd a d cuando d i feren­
tes personas e stán en desacuerdo y cada u n a está subjeti­
vamente conve n c i d a ? Herbert i n s i stió en que h abía un
a cuerdo unive rs a l sobre c i e rtas c uestiones básicas, salvo
para i d i otas, n i ñ os en primera infan cia, etc. Pero, entonces,
¿ quién o qué p uede ser e l j uez de la cord u ra , la salud men­
tal, la mad urez menta l , s i cada uno d e los bandos e n pugna
afi rma poseer estas c u alidades ? Por tanto, concluyó Gas­
sendi, e l esquema de Herbert era i n c apaz de d eterminar l a s
verd a d e s d e l a naturaleza, p ues esta ba b a s ado e n una n o r­
m a tan d é b il e i nconstante como e l instinto natural o l a
convi c c i ó n i n te rna.:1 2
L a otra carta de Gassendi, d irigid a al prop i o aut o r, d es a­
rrolla e n forma mucho más elabora d a y gen eral una especi e
d e crític a s i m i la r. D ice, e n e fecto, q ue Herbert n o h a refu­
tado el escepti c ismo, y q ue p ueden plantearse di fic ultades
escépticas q ue socaven el valor d e s u complejo esquema.
Después d e e l ogiar desmesuradamente al autor, llamán­
dolo "tesoro d e Inglaterra", s u rgido p ara suceder a Francis
Bacon, Gassend i mostró q u e una vez establecida l a tradi­
c ional d i stinción escépti c a e ntre la verdad d e las cosas e n s í

p . 337.
p. 338.
'" !bid.,
" 2 /bid.,

.-.____
242 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON
y l a verd ad d e las apariencias, entonces el esquema d e
Herbert n o ayudaría ni e n l o mín i m o a e.xtender n u : st.ro co­
nocim iento de l as apariencias a l a realidad. De lo umco d e
q u e tenemos conciencia es d e cómo parecen l as � osa s , q u <:
l a m i e l parece dulce y el fuego caliente. Tratar d e Ir mas_ alla
del c o nocim iento de e stas apariencias e s exhibir una m al­
hadada propensión mental porque, h asta a hora, sólo Dios
conoce la verdadera naturaleza d e las cosas. Tod a la ma­
q u i n aria del D e Veritate n o nos revela la verda d en su pure z�
sino que, antes bien, sólo muestra � � s acerc a de las condi­
c i o n es en q u e se nos aparece, cond iciOnes en q u e podemos
o btener u n conocimiento adecuado y útil acerca d e la expe­
rie ncia, pero no las cond iciones � n � u : des.c u br� mos l a � o
condic ion ada veritais 1·ei. Como lo mdico a Dwdah, la teona
de las Nociones Comunes re almente n o re suelve nada, ya
que, ante t od o , n o hay un acuerd o u niversal s o bre l o �
problemas, y, en segund o l ugar, n o tenem os n orm a s 11 1
.
criteri os para determinar de q �ién serán las N o c I O nes
C o m u n es q u e p u e d a n s e r m e d i d a o regl a de ve rd a d .
Por e o nsiguiente, sigue e n p i e l a c risis escéptica, Y t o d o
l o q ue p od e m o s h acer e s buscar las verdades d e a p a­
riencia olvidá n d o n os d e l gran d i os o esquema d e Herbert
acerca d e tip os d e verdad, e ondici ones d e verdad, N o c i � ­
nes C omunes, etc., q u e n o n os ayudan en nada a descubnr
cuánd 0 n uestra experiencia y n uestros e onceptos se re-
l ac i o nan o se e onforman al mund o real.=�=�
.
O tra crítica p osiblen1ente más incisiva del De Ventate
fue expresada por René Descartes quien, en contraste c o n
Gassendi veía con oj os m uy favorables s u o bj etivo d e re­
futar el � scepticismo y, por tanto, estaba m á s consciente
d e su falla fundamental. Mersenne había enviado a Des­
cartes un eje mplar del l i bro d e Herbert e n 1 639, Y re cibió
u n a c rítica detallada d e la obra. El l ibro, o bservó Descar­
tes , trata d e "un tema e n e l q u e yo he trabaj ado toda m i
vid a", pero "sigue u n camino m uy d istinto d e l q u e y o h e
seguido". El básico p unto d e d i ferencia e ntre l a o bra d e
" " Carta d e Gassend i a Herbert, Gassendi, Opem, III. p. 4 1 1 Y ss.
HERBERT DE CHERBt:RY Y JEAN DE SILHON 243

Descartes y l a de Herbert fu e q u e este último estab a tra­


tando d e d e s cu brir lo q ue es la verd a d , mient ras q u e el
primero insistía en q u e n unca h abía ten ido n i nguna d u d a
o d i fi c ultad a este respecto , porq u e la verdad "es u n a n o­
ción tan tra s cend ental mente c l a ra q u e es i mpos i b l e no
conocerla". a 4
E l problema fun d amental del enfo q u e de Herbert, tal
como lo veí a Descartes, era q u e si no c onoc í a mos d e an­
tem a n o lo q u e es la verd ad, n o tend ríamos manera d e
apre nderlo. ¿ Por q ué h a bíamos d e aceptar l o s resultados
d e Descartes a m enos q u e estuviésemos seguros de q u e
era n ciertos ? Si p u d iéramos decir q ue e ran ciertos , ten­
drí a m os q u e conocer ya lo que e ra l a verdad p a ra recono­
cer q u e el e s q uema de De Veritate era u n méto d o para me­
dir o descubrir la verd a d . El problema así plantea d o es
similar al d e l Menón de Platón y al de una de las críticas
hec h as a la "vía de examen" c a lvin ista : ¿ Có m o pod e mos
encontra r l a verda d por medio de un conj unto de opera­
ci ones, a m en os q u e sepa m os q u é estam os buscand o?as El
único conoci miento q u e podemos o btener en este terreno
es el e mpleo de l a pala bra ; c ó m o se usa en francés el
término verité. Pero ninguna definición n os ayuda a cono­
cer l a naturaleza d e la verdad. E sta n oción, como varias
o tras i d e a s fun d a m entales, como figura, tamaño, m ovi­
miento, lugar y tiempo, sólo pueden conocerse por intui­
ción. Si intentamos d e fi n irl a s "las o s cu recemos, h asta
confu n d i rn o s por compl eto". El hombre que camina por
una h a bitación comprend e lo que es el movimiento m ej o r
q u e l a pers o n a que aprende l a d efini c i ó n e n u n libro d e
texto. A s í , s u pu estamente, oc urre a l a verdad. E l hombre
q ue h a experi mentado o h a conocido u n a verd ad puede
comprender el pro bl ema d el con ocimiento mej or que l a
persona q u e t rata d e establecer un grup o d e definiciones
y pro cedimientos p a ra descubrir una verd ad . Herb e rt t e-
'" Re n é Descartes, carta a 111 e rsenne. 1 6 d e octubre de 1 639, en Descartes,
Oeuvres, editada por Adam-Tannery, Vol. II, pp. 596-597.
"'' !bid., p. 597. Compárense con el Me11óll de Platón y c o n los artíc ulos de Bayle
Nicolle, Re m. C. y Pellisson, Re m. D & E. en el Díctiomwire.
244 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

n í a muchos a paratos de m e d i ción, pero no po ? í a � a be r


l o q ue med í a . D e sc artes c o m e n z ó c o n l a conc i e n c i a d e
u n a verd ad ' y c o nstruyó s u m e d i d a d e l a verd a d a par­
tir d e ella. Herbert podía tene r u n c ri te rio, pero no P ? ­
d í a d ecir s i e ra e l criterio d e l a verd a d . Descartes pose1a
un a verd ad, e l cogito, p ara poner a p ru e b a con e l l a s u
criterio. atl
E n cuanto al pro p i o c rite ri o d e Herbert, Descartes l o
encontró exp uesto a una grave o bj eción. Herbert "toma e l
consenti m i ento u n i vers a l c o m o regla d e sus verd a des".
Pero mucha gente ("por ejemplo, todo s l o s que conoce­
mos") pueden convenir en los m ismos e rrores, por l o q u e
el c o n senti m i ento universal, n o e s forma fi d e d igna. L a re­
gla d e verdad de Descartes, la ley n atural, es l a m isma e n
t o d o s l os h o m bres, y s i l a e m p l e a n c o nvendrá n t od o s
en l a s mismas verd ades. Per o e o m o p ráctica mente nadie s e
vale d e s u luz n atural, res ulta muy pro bable q u e mucho
de l o que la gente cree h oy sea d udoso o e rróneo, y q u e
algunas verdades q ue p u e de n conocerse nunca h ayan s i d o
reconocidas o pensadas.n A d e m á s , e l insti nto natural, q u e
Herbert e mpleó c o m o fue nte fund amental d e las Nociones
Comunes, no necesariamente e s buena guia q u e debamos
seguir. La parte de nuestra inclinación natural q ue se de­
riva de nuestra naturaleza corpórea o animal puede ser
engañosa, mientra s que sólo es d igno de confianza el i ns­
tinto natural, q u e es la l u z n atural. a8 Así pues, la n orma
i ntro d u c i d a por Herbert, b a s a d a en el c o n s e n ti m i e n to
común del i nstinto n at u ral puede d a r malos resultados.
Son prevalecientes los e rrores universales, y nuestras n a­
tura lezas animales pueden l levarnos a creer todo tipo d e
cosas q u e pueden o n o ser ciertas.
Desde d os l ad os d i stint os, e l del escéptic o mitigad o y
el d e l dogmático completo, l a respu t: sta de Herbert d e
Cherbury al escepticismo resultó fal l i d a . Gassendi vio . q u e
el n uevo esquema no descubría la verd a d de l as cosas y e n
"" Descartes, carta a Mersenne, 16 de octubre de 1639, OeuvTes, A. T. II, p. 597.
"' !bid.,
pp. 597-598.
"" !bid.,
p. 599.
HERBERT DE CHERB URY Y JEAN DE SILHON 245
rea l i d a d cond ucía a u n a esp e c i e de e sceptic i smo ya q ue ,
en realidad, no h abía un acuerdo universal e n n a d a . Des­
cartes vio q ue H e rbert h abía p artid o de una base falsa y
ofrecía un criterio i n a d ecuad o . Para d errotar el escepti­
c i s m o d eb emos saber lo que e s la verdad, y no buscarla
por un conj unto de procedi m ientos c uya relación con la
búsqueda n o puede d etermin a rse. Y también hemos d e
poseer un criteri o de verdad q ue no p ueda confu n d i r l o
verdad ero con lo falso o l o d u d o so.
S i Herbert n o h a bía o freci d o una s ol ución s atisfact oria
.a la crise pyrrhonienne, o tros s e mostraron d is puestos a in­
tentarlo. D o s aüos d espués de la prim e ra publicación del
De Veritate, Jean d e Silhon, extra üa figura ecléctica, entró
en l a liza. E ra uno de los j óvenes brillantes q ue h a b ían
ayu d a d o a R i c h e l i e u y a M a z a rino a e d i fi c a r la n u eva
Fra n c i a , y e ra amigo de René D escartes, de Guez de Bal­
zac y de m uchos de q uienes e staban combatiendo a los
monstruos que amenazaban a l a religión. La respuesta de
S i l h o n al e sceptic ismo a pareció como parte de un extenso
programa a p ologético, en contra de un enemigo que es­
ta ba ya a l a s puertas, contra el ateísmo que le rod e a b a . La
resp uesta d e Silhon es i nteres ante no sólo por su lugar en
la h i storia del contraataque a los nouveaux Pyrrhoniens,
sino tam b i é n por ciertas notables semej anza s con el pen­
samiento de Descartes, así como por alguna s ideas que
Pasc a l acaso tom a ra de él.
C o m o mej or puede e ntend e rs e e l p l an gen eral de la
o bra d e S i l h on es dentro del m ovimie nto apologético de
su época. En todas partes hay q uienes d u d an de la verda­
dera religión. Para d efender la fe, no b a sta con señal ar lo
q u e D i os req u iere que cream o s . Antes hay q u e esta ble­
cer q u e existe un Di os y que p os eem os qn alma inm o rtal.
Per o antes de p oder llegar a e stas verd a des básicas, hay
que e l i m i n a r una de las causas d e l a irreligi ó n : el escep­
ticism o . L o s pirrónic os n i egan l a p osi bilidad misma del
c on oc i mient o ; p or tant o, ante s d e p oder c o n ocer las d os
verd a d e s b á sicas d e l a religión, hay q u e m o strar q u e es
p os i b l e el c o n ocimiento en gen eral, y lueg o , q ue p ue d e
,
246 HERBER T DE CHERB UHY Y JEAN DE SILHON

a l c a n zars e este e on o c i m i e n t o e n p a rti c u l a r . A s í p u e s ,


sól o p uede alcanz arse l a meta a p ol ogétic a d e s p u é s d e
refuta rau e l pirron ism o d e M ontaigne .4 0
Antes d e exami nar l a res p u e st a d e S i l h o n a l p irro­
nismo , deseo añadir unas c uantas p a la bras , como p a rén­
tesis ' acerc a de la extrañ a interpr etación. o fre. c i d a por.. el
célebr e sab i o francé s F ortuna t Strows k1, q me n ac uso a
S i l h o n de ser un l i brep e n s a d o r como N a u d é . E l ú n ico
elem ento apolog éti co q u e Strow ski pudo percib ir fue q u e
S i l h o n estaba hacien do l a a pologí a de l a polític a d e s u pa­
trón el carden al Richel i e u . Str owsky clasifi c ó a S i l h on
entr� 1 os pe ores vill an o s de la é p oca p orqu e , d ij o , en pri­
mer l ugar, Silh on era un " escrit or me di ocre" (l o c u a l , aun­
que es c iert o , n o muestr a q ue fue ra insince ro) y, e n segun­
d o, que era un plagiar i o, que se r obaba ideas de la.s o bras
inéd itas de Descartes ("Silho n lo saquea desvergo nzada­
mente "). Pe ro, aun si esto fuera cierto, n o resulta ría gran
prue b a de libertinage. Ademá s, como veremo s, e xi ste u n a
grave d ificulta d al determ i n ar s i S i l h o n o Descartes es e l
respon sable de s u s i d e a s comun es. Sea c o m o fue re , n a d a
del texto de Silhon ni lo q u e sabemo s d e é l i n d i c a q u e e n
re alidad estuvie se en c on tra d e l a causa a po logétic a, o
que fuese indifere nte a e l l a ; s i n o , antes b i e n , q u e a su
pro p i a , d é b i l man era, e s t a b a trata n d o de c o n t e n e r l a
marea del escept icismo y l a irrelig ión.41
La c ampañ a de Silh o n c omenz ó e n 1 626 c on la public a­
ción d e su o bra Les Deux Yeritez , título q u e rec uerda l a de
"" 1\'lonta igne siempre es e l v i l l a no en los a n á lisis que hace Silhon del escep­
ticismo. En su primera obra también había hecho comentar ios m alignos acerca
de Charrun. pero se d isculpó por e l l o en l a h oj a de erratas Les Deux
de su obra
Veritez de Sil/ton. L'une de Dieu, et sa Providenc e. L'aut1·e de l'Immortalíté de l'Ame,
París, 1626, donde dijo: "Alguna s personas respetabl es han tomado a mal que yo
censurara un poco a Charron en Introd ucción a la Segunda Verdad. Lo siento, Y
deseoso de que nadie se ofend i era por mis escritos, yo h a bría e l i m i nado l a
causa s i ello Ilu Diera estado en m i p oder." C f. Boase.
Fortunes of Monwigne, pp.
165-166.
·'"Acerca del plan apologétic o general d e Silhon, veáse Ernest Jovy, Pascal et
Silhon (Études pascaliennes Il), París, 1927, pp. 9-16;Libertina.ge
Julien Eym a rd d 'Angers,
67-68.
Pascal et ses Précurseurs, París, 1954, p. 86; y Pintard, Pascal et, pp.
son Temps, 3a.
" Para la interpret ación de Strowski, véase su obra
Parte, pp. 282-286.

1
h
,, H ERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON 247
Charron. Al principio, en su Discours Premie1·, S i l hon atacó
la opinión, a cepta d a h asta por algunos cristianos, de q ue
n o h ay c i e n c i a d e n a d a , y d e q u e es lícito dudar de todo.
Los cristian o s tienen las Escrituras q u e les i n forman d e
cosas visibles que p ueden cond u c i r a verdades i nvis i b l e s,
y les i n d ican q u e , por tanto, no d eb en ser escépticos. Y l os
fi l ó s o fo s c o nocen " prop osiciones y má ximas i nvesti d as
c on tanta c l a ridad y q u e l levan e n s í mismas tanta evi d en­
c i a que al m i s mo tiempo q u e se concib e n qued amos con­
venc i d o s de e llas, y e s i mposible que e xi sta un entend i­
mie nto q ue p u d ie ra rech azarlas".42 Como ejemplos d e ta­
les verd ades o freció Silhon "todo es, o no es. Que todo l o
q u e tiene ser o bien l o tom a d e s í mismo o lo h a rec i b i d o
d e otro. Que e l tod o es mayor q u e s u s p artes, etc.". 43 D e
a q u í p o d e m o s s a c a r i n fere ncias.
El p i rrón i c o , si a ú n n o está e o nven c i d o, o bien s a be
q u e n o puede h a be r ciencia, y por tanto p osee u n a ciencia
consistente e n esta verd ad , o no sabe que no puede h a b e r
c ienci a , y por tanto n o tie n e razón para h acer e s t a afirma­
ción. " En c u a nto a esta cadena y ri stra de dudas del señor
Montaigne e n favor del p i rronism o, logra lo contrario de
l o q ue se pro ponía, y deseando p ro bar q u e n o hay cono­
cimiento para humillar l a van i d a d que a men u d o inspi ra
é ste e n nosotro s , h a ce nuestro entendim i e nto capaz d e un
pr ogre s o infi n i t o de acci ones."44 El últim o punt o plan­
teado p o r S i l h on era s i m i l ar a uno de Herbert, a saber, e l
apelar a la n aturalidad d e nuestras capacidades razona­
d oras, a nuestra inclinación natural a aceptar l a rac i o­
n a l i d a d . Sup o n i end o que estas tendencias han si d o im­
plantadas en n os otr o s p or la Naturale z a , ¿, hab rían s i d o
implantadas en n os otros si n o n os c onduj e ran a la verd ad ? ·'"
En s u pri m er esfuerz o p or \'encer a 1 o s pirrónic os, Sil­
hon q uedó lej o s de s u o bj etivo: o bien cometió p etición d e
principio, o bien perdió d e vista e l argumento principal.
E l pirrónico n o estaba cuestiona n d o que alguna s proposi-
. , Jcan de Silhon, Les Deux Ve1·i tez, p . 16.
"'/bid., 16-17.
pp.
" !bid., 18.
p.
" !bid., 18-20.
pp.

1
h
248 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

ciones parezcan ciertas, sino q u e tengamos la eviden c i a


adecuada de que lo son. Estab a tratan d o d e evitar la a fi r­
mación positiva de q u e n ad a puede c o nocerse, y e n cam­
bio suspendía el juicio sobre l a cuestión. Y por ú ltimo , e l
pirrónico fácilme nte podía cuestionar l a suposición d e
Silhon d e que nuestras facultades son resultado d e una
benévola Natura, y q u e , p o r tanto, se puede confiar e n
ellas.
Después d e este ataq u e inicial c ontra el pirr o nism o ,
Silhon empe zó a ver q ue s u a rgumento acaso n o fuese
adecuado para la tare a d e derrotar e l escepticismo, s i su
op o n ente realmente estaba determi n ad o . Así pues, en
su segund o libro d e 1634, De l'I mnwrtalité d e l'Ame, o frece
un a rgumento mucho más profundo e .i nteresante, q ue re­
flej a, quizá, su conocimiento del j oven René Descartes, ·H> o
p o s i blemente d e a lgú n p i rró n i co t a n agu d o c o m o La
Mothe Le VayerY Después de dedicar cien páginas a la
teoría maquiavélica de que la doctri n a d e l a i nmortalida d
se i nventó por razones p olític as e n su Discours Second
presenta Silhon u n a Refutación del pirronismo y de las ra­
zones que Montaigne presenta para estableceTlo. Su propó­ ·I H

sito, al a n aliza r el escepticismo, fue el m ismo de a ntes :


para mostrar que Dios existe, y que e l a l m a es inmortal ,
primero es necesario mostrar q u e es posible el conoci­
miento. Si hay q u ien duda del conocimiento, e ntonces se
puede dudar d e que la Revelación p roceda de Dios, y en­
tonces se desvanecerá •toda certid umbre. Las dudas que
los e scépticos plantean acerca d e n uestro conocimie nto
sensorial son de graves consecuencias p a ra e l cristiano,
ya que su conocimiento religioso depende de signos de
Dios tales como los milagros de Cristo, q u e se conocen por
·"'Acerca d e l a s rel aciones de Silhon con Descartes, véase Charles Adam, Vie
& Oeuvres de DescaTtes en Descartes, OeuvTes, A. T. XII pp. 463n-466n; Leon Blan­
chet, Les Antécédents llist.oriques du "Je pense. done .ie suis", París, 1920, pp. 34-35.
" Aunque no menc ione a sus contemporáneos, Silhon, como importante fun­
cionario del gobierno. probablemente conoció a La Mothe Le Vayer, Naudé y
otros.
'" Silhon. De '
L'Imm ortalité de /'a me.
París, 1634, p. 101.
La Motile Le V ayer
también escribió un tratado sobre el tema, con el título de Petit DiscouTs Cln·es­
tien de l'Immortalité de /'Ame.
HERBERT D E CHERB URY Y JEAN DE SILHON 249
medio d e l ? s s enti?os.4l� Por tanto , "si los cri stianos q ue
han p :otegido el p irromsmo hubiesen p revisto las conse­
cuen �I :s d _e � ste error, no �udo d e que lo habría n a bando­
nad � . 0 NI siqmera _ Monta1gne, s ugiere S ilhon, realmente
creyo por completo en el p i rron ismo, sino que sólo esta ba
atacando la p resunción d e la gente que trataba d e razonar
en exceso. 5 1
. �1- ataque a l pirr o nism o q u e m ostrará que "ésta es u n a
VISI ? n �xtravagante, y un error i nsoportable e n la razón
ordmana, Y c ontrario a la expe riencia " 52 comienza c o n
u n a exte � sa � ersión d e l a rgumento d e q � e a severar q u e
no hay c��ncu:: de nada es algo q u e lleva en s í su propia
destrucc10n. �I ?e s a be que esto es cierto, entonces tene­
mos un conocimiento, y si no, entonces, ¿ por qué hemos de
suponer q u� la ignoranc i a es la medida o regla de tod a s
la � cosas? S I l a proposición "No hay ciencia d e nada" e s
e�Idente o d emostrable, entonces hay a l menos una c ien­
Cia, a saber, la que contiene este verd adero principi0. s a
E� este punto, después d e volver a un terreno y a trillado,
S 1 l h o n o bs ervó q u e Mo n t a ig n e n o h a bí a c a í d o e n l a
tran:tp a ! y a q � e e l p i rrón ic o Montaigne era d emasiado
dubitativo e I rresoluto p a ra a firmar s i q uiera q ue n a da
puede � a?erse .. P� r? esta defens a , afirma Silhon, condu ce
a una n diCula mfm itud d e dudas sobre s i tenemos la cer­
teza d e que d e be�os dudar de q u e dud amos, y así infini­
tamente. Cualq mera q u e tenga sentido comú n y razón
� uede ver _q u e o bien hemos de tener "un conocimiento
fmal expenmentad o c om o c iert o e infali ble"'' 4 p or el c u al
comprendemos evidente y necesari amente, ya sea que s a­
bemos a lgo, o q ue no lo sabemos, o bien tenemos dud as. y
en este p unto habrá terminado l a defensa de Montaign e .
Per o sup ome? _ d o que el pirronism o sea una o p i n i ó n
I,azona ble, consideremos si_ nuestros sen ti dos y nuestro
"' Silohn, Immonalité. pp. 103-107.
' " !bid., 107-108.
pp.
"', !bid., 108.
p.
, , !bid 108.
p.
' " !bid.,' 109-112.
pp.
" !bid., 113.
p.
...
250 HERBERT DE CHERBU RY Y JEAN DE SILHON

entendimiento son tan débiles y falaces como afi rman los


escépticos. Tenemos, como Silhon l o había a firmado pre­
viame nte en sus Deux Veritez, principios básicos que, en
cuanto son presentados a n uestro entendimiento "él los
comprende y se apodera de e l lo s sin ninguna d i fi c u l­
tad",55 por ej emplo, todo es necesario o contingente; el
todo e s mayor q u e sus partes, etc. Sólo l a gente resuelta a
negarlo tod o puede negar estas verda des. Los demás po­
demos emplear esto como fundamento para desa rrollar
l as c iencias.5 6
Silh on procedió ent onces a desarr ollar la última parte
de sú respuesta, a partir d e su volumen anterior. La natu­
raleza cometería un grave error si poseyésemos esta vio­
lenta inclinación a conocer y el conoc imiento fue ra i mpo­
sible. Nuestras artes y ciencias p ara encontrar la verda d
serían superfluas s i no hubiera verdad. No puede haber
ciencias o a rtes de cosas i mposibles y, por tanto, s i tene­
mos ciencias y a rtes, deben tener obj etivos posibles. El
hecho de que tengamos reglas de lógica para descubrir
verdades y para d i stingui rl a s d e las mentiras parece re­
querir cierto conocimiento a partir del cual c onstrui r las
reglas, así como el dibuj a r los mapas del N uevo Mundo
req ui rió que éste ya hubiese sido descubierto.5í Así pues,
, ,', '
cometiendo petición d e principio, Silhon insistió en que,
puesto que te nemos un c riterio que aceptamos c o m o
c ierto ' debemos poseer l a verd ad ; s i n embargo, no v i o q u e
el criterio a ú n podía ser negado, a menos que ya conocié­
semos c ierta verdad y pudiésemos mostrar que las normas
en uso realmente eran las medidas apropiadas para ella.
Después d e est o, Silh on se enfrentó al que e onsideraba
"el principal a rgumento de Montaigne", lo e ngaíi.oso de
nuestros sentidos. S i no hay nada en el intel ecto que no
esté primero en los sentidos, y s i los senti d os son falaces o
engaíi.osos, entonces todo n uestro razonamiento es inse­
guro. Silhon enumeró el tipo d e prueba s planteadas por

,,,, !bid., p. 117


.•

,,,; !bid., pp. 117-122.


57 !bid., pp. 123-127.
.
HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON 251
Montaigne: ilusiones, enfermeda d , locura, sueíi.os, y l uego
preguntó si Montaigne tenía razón. 58 Si l a tenía, esto e qui­
valdría a una blasfemia, pues negaría la bonda d y compe­
tencia d e nuestro Creador. Debemos c reer en l o fidedigno
d e nuestro s s entidos, pues "la confu s i ón es d emasiado
grande para pensar que Dios no supo cómo prevenirla·, y
sería i nj urioso a Su bondad y c ontrario a los testimonios
infinitos que tenemos d e Su amor pensar q ue n o lo q uiso
así".511 La sabiduría y la bond a d d e Dios req uieren q u e
nuestros sentidos s e a n precisos. Pero, entonces, ¿ c ó m o
explicar los c asos d e Montaigne? Silhon expli c ó que l a s
ilusiones se debían a l mal uso d e . nuestros s entidos, d e
acuerd o con e l aná l isis a ristoté l i co. S i l o s sentidos están
fun c i on a n d o bien y se l e s e m p l e a en l a s c o n d i c io n es
apropiadas, n o fal la rán. Las i l u s iones son, todas ellas,
"casos fortuitos y raros, c osas a ccidentales a l a vista y
contra rias a l orden q ue la naturaleza h a implantado p ara
Hu
su operación". La razón y una b uena operación sens oria
pueden eliminar tod a posibilidad de engaíi.o c uando per­
cibimos un remo d o blado, etc. También puede resolverse
fácilmente e l problema de los s ueños. La gente rac i onal
puede notar la dife rencia entre e l sueíi.o y la vigilia, y por
tanto no h ay verd adera difi cultad. C ua ndo d espiertan,
pueden saber que su experiencia a nterio r fue parte d e un
sueíi.o. Lo mismo puede decirse d e las extraíi.as experien­
cias q u e tiene el hombre cuando está e brio o enfermo. 6 1
En este punt o, Silh on anuncia, triunfante, que ha refu­
tado l a afirmación d e que todo nuestro conocimiento es en­
gaii.oso e incierto; pero, posiblemente por sus conversacio­
nes c on Desca rtes, Silh on c omprendió q u e un escéptic o
verd a d e r a m e nte d e te r m i n ad o n o q u e daría e o nvenc i ­
d o p or su supuesta refutación d e M ontaigne. Para satis­
facer a l más renuente d e los pirrónicos, Silhon tuvo q u e
encontrar un a rgumento final, " a q uí está el conocimiento
c ierto, e n cualquie r sentid o que se le considere o cuando
' " !bid., p. 153.
"' !bid., p. 156.
Hll
IH
Jbid., p. 167.
Jbid., pp, 168-176.
252 HERBERT DE CHERBUR Y Y JEAN DE SILBO N

se le examine, y d e l q u e e s i mposible q u e d u d e y no esté


seguro un hombre c apaz de reflexión y razón".02 Este co­ "

noc i m iento cierto e s que cada persona puede decirnos


que existe, que tiene ser. Aun s i sus sentidos son engaño­
sos y aun si no puede d istingui r las alucinaciones, las
i magin aciones y los sueños de las experiencias reales, el
hombre no puede engañarse a j uzgar "que existe" y afi r­
mar "q ue no existe".0a Habiendo presentad o l a que parece
una anticipación, o un préstamo d e l a refutación carte­
siana del escepticismo, Silhon explicó entonces por qué
un hombre no puede negar s u propia existencia. La expli­
cación indica que ha perdido d e vista por completo la na­
tura l e z a d e c i siva d e l cogito. S il ho n d e c l a ra q u e D i o s
puede hacer algo a partir d e la nada, "pero hacer algo q u e
no existe, actuar como si exi stiera, implica una contradic­
ción. Y esto es lo que no tolera l a naturaleza d e las cosas.
Esto es lo completamente i mposible".1H
Por c onsiguiente, según Silh on, l o innegable de nues­
tra existencia no se d ebe a la verdad del cogito, q u e es
indud able. Su indudabilidad depende de su derivación de
una p retensión metafísica d e que todo lo q u e actúa existe.
Si yo pensara que yo existía, y sin embargo no existiera,
ésta sería una contradicción de la ley metafísica y, al pa­
recer, ni siquiera Dios puede contradecirla. Hasta en l a
presentación final del argumento d e Silhon, en su D e la
Certitude des Connoissances humaines, de 1 66 1 , después d e
haber tenido amplia oportunidad de estudiar los escritos
de Descartes, siguió d eri'v ando su cogito d e l principio d e
q u e o peración o acción s upone existencia, y q u e n i si­
quie ra Dios puede hacer que actúe lo que no existe.fi5
En su respuesta al escepticismo, Silh on parece haber
visto que la verdad o certid umbre d e l a propia existencia
era significativa y, asimismo, q u e pod í a emplears e esta
112
!bid., p. I 78.
!bid., pp. I 78- I 79.
¡¡:¡

"' !bid., p. I 79.


"'' Silhon, Le Mini.stTe d'Estat. 3a. Parte. De la Certitude des Connoi.ssances hu­
maines, Amsterdam, I 662, p . 41 (La B i b l i othcque Nationale también. tiene u n a
e d i c i ó n d e su obra de I66I).
HERBERT DE CHERBURY Y J EAN DE SILHON 253

verdad pa_ra establecer la existencia d e Dios. 6 a Pero n o


comprendió p o r qué o cómo esta certid u mbre decisiva re­
"
1
f� � aba el escepticismo, y por tanto no comenzó la revolu­
cion _ d e l . I? ensamiento que, tres años d espués, l ograría la
p � bhcac10n d � Descartes . Al derivar el cogito d e una má­
x i ma � etafi_ s i c a , q u e nunca h a b í a d e m o st ra d o é l q u e
fuese CI �rta, permitió _ _ a l escéptico dar l a m isma respuesta
que podi a op � ner a todas l as refutaciones del tipo d e S il­
_
h � n a l pirronismo. A saber, ¿cómo sabemos que las pre­
misas e m p lead � s son ciertas, cómo s abemos que las reglas
_
d e la logica mide_n l a verdad y la falsedad, que nuestras
fac ultades sensonales son producto de un Creador bené­
v? lo, que nuestros sentidos son precisos en ciertas con d i­
ciOnes, � que todo lo que actúa existe? A menos que S il­
hon p udie se o frec � r pruebas de sus premi sas, el escéptico
contmuana _ sostemendo sus d udas. En el mejor de los ca­
s ? s, todo lo que Silhon había logrado a l introducir el co­
gzto era det� � l a r un hecho curioso (aunqu e casi se pierde
en la confus10_n d e � texto_ d e Silhon), que parece i mposi ble
negar l a propi a existencia. Y, sí h abía que reconocer e sto
ent� nces hab ��a a l menos una cosa que el escéptico n �
podia refutar. ' Pero estaba reservado a s u meditabundo
amigo, . René Des : artes, ver las inmensas impli caciones
del cogzto �· a p a �t � r d e él, c onstrui r un nuevo dogmatismo.
La teona positiva d el conocimiento, d e Silhon es com­
pletamente ecléctic a y no muy i nteresante, salv� por u n
par d e elementos que habían d e desempeñar u n papel e n
� a s luchas c_ ontra e l p i rronismo , espe c i a l me nte e n l a s
Ideas d e Blaise Pascal. Para mantener q u e podemos cono­
c_e r ve �d_a � es genuinas, Silhon mod i ficó el dicho ari stoté­
lic o, n2h2 l m m.tellectu
_ . .. , manteniendo q u e la verdad i m­
_ _
plica umversales, no particulares sentidos, y que pueden
alcanza_r� e verd a � es infalibles y c iertas sin ninguna i n­
form � c iOn sen s ona, ya que "nuestros Entendimientos n o
son m tan pobres n i tan estériles como c reen algunos".fiH

''" Silhon, Immorlalité , p . I 80; De la Ce11itllde, p . 4 1 .


::: A.cerca d e l cogito de Silhon, véase Blanchet, Antécédents. p p . 34-37.
' S l l hon, Immortalité. p. 1 84.
254 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

Hay algunos principio s q u e no neces � tan "otra ilumi n a­


ción p ara ser conoci dos",nn y que nadie puede n egarse a
consentir. Éstos p ueden aplicarse para ? btener � n mayor
conocimiento por medio d e demonstratwns physzque �, e �
que l as conclusiones están rel acionadas con los pnnci­
pios ciertos "por un vínculo indisoluble" � en que .l as con­
clusiones emanan d e los principios y reciben "la mfl � en­
cia y l a luz d e todos los principio.s de que dependen ' : - · o
Por desgracia, la clase d e �ertidumbre c ompleta I : sul­
tante de demonstrations physzques es sumamente r� I a Y,
por tanto, Silhon introduj o un grado menor. de certidum­
bre l a de demostrations morales, para explicar l a m ayor
parte de lo q ue conocemos. En contraste con la clase de
conocimiento más cierto, del que no se p u � de dudar, esta
otra índole es concluyen te, "pero n o ev1dent � m e nte, Y
donde el entendimiento no ve con bast� n ! : c landad P ? ra
no po der dudar de ello n i tomar . _ una lop1mon opuesta
. ll'" SI le
viene el deseo, y si alguna paswn lo � eva hacia a I : 11
. w nes �El .

peso d e todos los m a teria les, auto n d a d es Y o p m


.
produce una convicción e n una demonstratw� morale, pero

nunca produce l'évidence q ue sería necesan.a par� alc a�­
zar la certidumbre completa. Y como este tipo mas .debil _
de demostración sólo se forma cuand o se ha examm � do
tod a la i n fo rmación d i sponible, n i ngun a demon�tr?'twn
morale puede entrar en confl � cto con ?� ro con � c i�Iento
que ya poseamos. S i h ubiese mforma.c w n conflictiva, n o
podríamos l legar a ninguna concluswn. _ Por tanto, u n a
.
demonstration morale, aunque n o a bs olutament� C I � rta,
nos ofrece un tipo d e certidumbre l o bastante fidedign a
para d arnos u n conocimient? _ ver� ader? , a menos q ue per
·

zmpossz"ble, toda la informacwn dispomble a nosotros . . de


alguna manera p udiese formar p arte d e una consp1rac � o_ n
p a r a descarria rnos, "es i mposible q u e l a Dem�n�tratwn
Physique nos engañe nunca [ . . . ] Tampoco ocurn ra nunca
que falle la Moral". í2

"" !bid., p. 184.


'" !bid., p. 18�.
7J !bid., p. 189.
7t !bid., pp. 193·I94.
1 H ERB ERT DE CHE RBl.RY Y
JEA N DE SIL HON
255
c_u� lqu ier a q u e s � a a p z d e dis
. � � c u rs o rac i ona qu e
est e li bre d e los p reJ UIC IOs mc ulc ado s por l a edu cacl,ión y
la cos tum bre , y q u e sop e se cui dad
ció n . d isp on i ble , l leg ará a las m osa me nte l a info rm a­
me di.o de ! a s denwnstmtzon . ism as con clu sio nes por
s mo ral es. Si, a pes ar d e e sto
alg uie n a u n se p reo cup a por ,
pue dan ser con vin cen tes per oq ueng e est as dem ost rac i o n es
pren der q u e est e tip o de con oci mie aílo sas , d e berá c om ­
por Dio s, e n Su sa bid urí a y Su bon nto nos ha sid o d ado
may orí a de los pro ble ma s a los q ue dad , para res olv er la
dar de lo con fiab le d e est a cla se de nos enfren tam os. Du ­
fem ar e ont ra Di os, acu sarl o de permit con oci mie nto es bla s­
má s rac i ona l de c om p ort am ien t o n os ir que nue stra for ma
nes gra ves e imp ort ant es. •a Y p or ext rav íe en cue sti o­
tra t ion s mo ml es s o m os c
me di o de las denwns­
ond uci d o s a la rel igió n cri stia n a.
Si cxa min am o s la i n for ma ció n h istó
dis p on i ble , "de spu és de hab er c ons rica , étic a y bíb lica
cue sti one s, e n t onc es n o hay ent ide ra d o t oda s e sta s
e ndi mie
p oc o de sen ti d o c om ún y que n o sea nt o que ten ga un
pas ión , que p ued a i n fer ir algo d isti nto a rra stra d o p or la
gió n cris tia n a nos ha lleg a do inm edi atad e que sól o la rel i­
Los j udí os tien en d em asia dos pre j uic me nte d e Dio s". '"
edu cac ión ; los pro tes tan tes son dem asia ios , por cos tum bre y
no mira n la evi den cia . Pero qui ene s sondo dis cut ido res y
den ver que sól o el c rist i ani smo est á raz ona ble s p ue­
trations momles, y q u e est os tipo apo yad o e n demons­
s d
fici ent es para j ust ific ar nue stro s a cto se dem ost rac ión son s u­
revela la verdad e n tod a su firm eza . has ta que Dio s n o s
El últi m o ras go d e la te o ría p o siti \'a de
pro ble ma d e la dec isió n cua ndo Silh o n trat a del
suficie nte par a con str uir uno u otr o tip no ten em os info rma ció n
Nu est ra e l e c c i ón s e bas a , a q u í , e n o d e dem ost rac ión .
apu est a de Pas cal . S i tan to ''Di os exi alg o similar a l a
exi ste" son igu alm ent e dud oso s, y "El alm ste " com o "Di os n o
"El alm a es mo rtal " son igu alm ente dud a e s inm orta l " y
tar por cre er e n las alte rna tiva s rel igio sas oso s, deb em os op­
porque , aun q·ue
..
"' /bid p p . 195· 196.
,, /bid . . p.
204.
256 HERBEHT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

no sean capaces d e n i nguno d e los dos tipos d e demostra­


ción, no hay n ingún riesgo q u e c orre r si resultan falsas.
Pero s i son ciertas, sí hab rí a un riesgo e n la a ltern ativa no
religiosa. 75
Silh on c oncluyó indicand o que aunque n o n os guste,
somos tales que tendremos poco conocimie nto basado e n
demonstmtions physiques, y no podemos cambiar e ste e s­
tado d e cosas. Hemos d e vivir n uestras vidas por medio d e
dernonstmtions rnorales, q u e hacen d e nuestras vid as u n
j uicio, puesto q u e sólo p o r nuestra voluntad, q u e n o s h ace
consentir, somos llevados a verd ades importantes como l a
d ivinidad d e Crist o, la verd a d d e la religión cri stia n a y
la inm ortalidad del alma. ;¡¡
La respuesta de Silh on al escepticism o probablemente
es aún menos satisfactoria que la de Herbert de Cherbury.
Recurrió repetid amente, o bien al hecho d e q u e ciertas
cosas se daban por sentadas, o bien a la afirmación de que
plantear dudas en ciertos p untos equ ivaldrí a a blasfemar
contra la sabiduría y l a bondad d e Dios. Pero el escéptico
fácilmente podía cuestionar las premisas metafísicas o los
argumentos en que había petición de princ ip io, o frecidos
por S ilhon, a menos que éste pudiese mostra r q ue tenían
que ser ciertas aquellas proposiciones que ya daba por
sentadas. Hasta podía d u d arse d e las de nwnstrations physi­
ques, o bien n egando l a evidencia de Jos principios e m­

1
pleados como premisas, o bien n egando que realmente
fueran demostrativos. Las denwnstrations nwrales, como

1
había tenido que reconocer su a utor, no llegaban a la cer­
tidumbre requerida para vencer a los pirrónicos, a menos
que se aceptaran las o p i niones d e Silhon acerc a de l a

¡
fuente d e nuestras fac u ltades y la bondad d ivina. Y e n
esto l o s escépticos, desde l o s tiempos m á s antiguos h asta
los modernos, ya habían planteado d udas suficientes para
requerir alguna base de la aseveración del orige n d ivino y
la garantía de nuestras capacidad es sensoriales y raciona­
les. El amigo d e Silhon, René Descartes, evidentemente
''' Ibid., p p . 228-229. Cf. Jovy. Pasea ! e t Silhon,
. pp. 39 y ss.
;o; S i lhon, I m mortalité. pp. 230-232.
J
¡
f HERBERT DE CHERBl'RY Y JEAN DE SILHON 257
comprendió hasta q ué punto habí a fal l a do aquel intento
por r.e �utar �l e.scepticismo , pues s e dedicó a responde r a
�· l a c n � Is esceptica s uponi endo n o el mejor estado d e co­
sas, smo :1 peor: q u � n uestras facultades son corrompi­
d � s, e nganosas y posiblemente o rganizadas por el d emo­
_
_

niO. ' ' Y Pascal, que al parecer a d miró a S ilhon lo bastante


para tomar algunas de sus ideas, vio que la posibilidad de
refutar al p irronism o d e pendí a del o rigen de nuestra
n atural.eza, y� fuese creada p or un Di os buen o, p or un
dem o m o ma lign o o p or el azar. Tan sól o si p odíam o s es­
tablecer l o prime r o p od ríam o s c onfi a r en n uestras fa­
cultades y, lamentablemente . n o p odíam os hacerl o más
que p or la fe. •x
Au.n . al presenta_r su � m p ortante nueva respuesta al es­
cepticismo, el cogzto. S1lhon no había c omprendido, o la
fuerza de lo que estaba oponiendo, o el carácter decisivo
d e la verdad i nnegable q u e había descubierto. Descartes,
e � d o s � a rt.a s_ en que parece hablar acerca del cogito , de
� I_lhon, md1co lo q u e faltaba allí. Al considerar la suges­
twn de que n uestra existencia p u ede e stablecerse por el
hecho de que respi ramos, Descartes insi stió en que nada
m á s que e l hecho de que pen s a mos e s absoluta men te

1
c ierto. Cual q u ier otra proposición está a bierta a cierta
m
dud a sobre su verd a d . Pero el cogito, indicó Descartes en
u n a c a rta al marq ués de Newcastle o a S ilhon no es "una
realización d e vuestro rac iocinio, n i una lecci Ó n que vues­
1 tros maestros os han dado", sino, antes bien "vuestro e s­
p íritu la ve, la siente y la toca". No se lleg� al cogito so­
Hn

1 bre la base de otras p roposiciones que son menos ciertas


Y más expuestas a la duda, sino que se encuentra la ver­
? ad Y l a fue rza del cogito en uno m ismo. S ilhon, en el me­
¡ JOr d e los � asos, había visto que el escéptico no podía ne­
g� r el cogzto, Y .por tanto no pod ía n ega r que algo e ra
cierto. Pero n o VIO a q uello que sí e ra cierto ' ni lo que e sto
podía mostrar.
" Descartes. Meditarions, I , en OetwTes.
A. T. IX. p p . 13-18.
'" Blaise Pascal, Pensées (Ciassiq ucs Garn i e r), núm. 434, p p . 183-184.
"' Descartes, c arta a Marzo 1638,
•. OctH"res,A. T. II. p p . 37-38.
"'' Desca rtes. carta a •. M arzo o abril 1648, Oeuvres, A. T. V., p. 138.
258 HERBERT DE CHERBURY Y JEAN DE SILHON

Tanto Herbert de Cherb u ry c uant o Jean de Silh on se


esfo rzaro n notablemente elaborando nuevas res puestas a
los nouveaux Py11honiens. Pero a l n o c a ptar tod a la fuerza
de la crisis escéptica, tampoco lograron ofrecer una solu­
ción satisfactoria a ella. El heroico esfue rzo por salvar el
conocimiento humano fue hecho por su gran contemporá­
neo, René Descartes, qu ien vio q u e sólo reconociendo la
repercusión plena y total del p i rronismo completo podía
el hombre estar ca pacitado para hacer frente al grave pro­
blema e n c uestión.
I X . DESCARTES , CONQUISTADOR
DEL ESCEPTICISMO

EN LA réplica de Descartes a l a s obj e ciones del padre


Bourdin, anunció que él e ra el p rime ro de todos los h om­
1> bres en disipar las dudas de l o s escépticos. 1 Más d e un
siglo d espués, uno d e s u s ad m i radore s dij o : "Antes de
Descartes había habido escépticos , pero q ue sólo eran es- l
cépticos. Descartes enseiió a s u época el a rte de h acer
\ q u e e l Escepticismo di era a l u z l a Certi dumbre fil osó- ' ' , 1
1,¡ fic a."�
Este cuadro de Descartes c om o op onente del nouveau
Py11honisme y de su filosofía como un n uevo d ogmatismo
surgido de los abismos d e l a d u d a de sus contemporá neos
escépticos h a recibido poca atenc ión e n la vasta biblio­
grafía dedi cada a los o rígenes y las c aracterístic a s del
carte si anismo. Aunque la i nterpretaci ó n trad icional de
Descartes le vio como el enemigo científico d e l escola sti­
c i s m o y de la orto d ox i a , q u e l uc h a b a por fun d a r u n a
n ueYa época de libertad y de aventura i ntelectual, esto va l
ced iendo grad ualmente ante u n a i nterp retación más con­ '
servad o ra de Descartes , como e l h o m bre q u e trató de
reinstalar l a visión medieval fre nte a la n oveda d ren acen­
tista, y como el pensador q ue trató de descubri r una filo­
sofía adecuad a para la cosmovisión cristiana a la luz de laj
revolución c ientífica del s iglo XVII. a Poc a atención s e ha
p restado a la cruzad a intelectual de Descartes, en fun ción
d e l a crisis escéptica de s u tiempo. Gilson ha indicado q u e
.s
' Descartes, Objelio11es Septimae cum Noti.s A u t hori sit·e Dissertatio de Prima
Pliilosophia, Oeuvres. A. T. VII, p. 550.
2El a bate Fra n<:ois Para d u Ph a nj as, Tlléorie des étres inse11sibles oú Cours com­
plel de Métapliysique, sacrée el profane, mise d la po11.ée de to11t le monde, 3 vols ..
París, 1779, I , p. XX.
" Cf. Étienne Gilson . É tudes sur le róle de la pen.sée médiét·ale dans la fonnation
du systeme ca11ésíen. París, 1930'?, y I,a Liberté chez Descartes el la tliéologie, París,
1913; Gou hier, La pensrc religieuse de Descartes, París, 1 924, y Essais sur Descartes,
e
París, 1949; Koyré, Essai sur l 'idée ele Dieu el les preuves de son eri.stence hez Des­
cartes, París, 1922; y Lenoble, Mersenne Introd u cción '\.,
259
260 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO
\
9
.
/l/ Descartes tomó ideas de Montaigne y de Ch arro n ; B runs-
chvicg mostró que como mej or pueden comprenderse a l-
gunos elementos d e pensamiento cartesiano e s e n compa­
,� raci ón con las ideas expuestas e n l a Apologie de Raimond
·l
¡ Sebond. Pero, con excepción de los rec ientes estudios d e
11
·
Dambska y Gouhier,5 hay pocas o bras q u e traten d e l as
relaci ones del pensamie nto d e Descartes c on e l d e sus
contemporá neos pirrónicos.
En e ontraste e on esto, ve m o s q ue el pro p i o Descartes
expresó gran preoc u p a c i ó n p o r e l escepticismo d e l a
época; que mostró un buen conocimiento d e l o s esc ritos
pirró nicos, antiguos y modernos; que al parecer creó su
filosofía como resultado d e h aber d escubierto el pleno
signi ficado de la cTise pyrrhonienne en 1628-1629, y que
' J proclamó que su sistema era la única fortaleza i ntelectual
capaz de resistir los embates d e los escépticos. Es difícil
saber cuándo y cómo entró en contacto Descartes c on las
ideas escépticas, pero parece haber estado bien familiari­
zado no sólo con los clásicos pirrónicos, s i no también con
la corriente escéptica de su época y su c reciente peligro
para la causa de la ciencia y d e la religión. Escribió e n su
respuesta al padre Bourd i n : "Tampoco debemos pensar
que la secta de los escépti cos está ya extinguida. Florece
hoy tanto como en cualquier momento, y c as i todo el que
cree tener algun a capacidad superior a l a del resto d e la
humanidad, que n o encuentra nada que le satisfaga e n
la fil os ofía c omún, y q u e' n o v e ningun a otra verdad, se re­
fugia en el escepticism o." (l

' Cf. Descartes, Discours de la Métlwde, Texte et commentai?·e par Étienne Gilson,
París. 1947.
donde se dan. por todo el comentario, m u c h as i n dicaci ones acerca
de q ue Descartes se valió de Montaigne y de Charron ; y Leon Brunschvicg, s­ De
--- 11¡_ cartes et Pascal. Lectc11rs de Montaigne ,
N ueva York y París 1944.
Véase también
Ada m. Vie de Descartes.
en Descartes, Oeuvres,
A. T., XII, pp. y 57 131;
y .J. Sirven,
Les Années d'apprentissage de Descartes 1596-1628,
abril, pp. 1928, 259-71.
• Yzydora D ¡¡ m bska, "Med itationes" Descartes n a tle sceptycyzmu francus­
kiego X VII wieku", en Kwartalnik Filozo.ficzny,
XIX, pp. 1950, I-24
(Resumen fran­
cés, pp. 161 - 162);
y Gouhier, " Do u te méthodi q u e o u n égation méthodique? ," en
Études Philosoplliques, 1954, 135-162, Les Premieres pensées de Descartes,
IX., pp. y
a
Contribution l'hi.�toire de l'anti-renaissance,
París, 1958.
Descartes,
• The Seventh Set o.f Objections with the Author's A mwtations thereon,
otherwise a Dissertation concerning First Philosoplzy, en Philosophical Worlcs o.f Des-
DESCARTES. CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 261
Se ha di eh o que el curs o de e stud i o s en La Fleche in­
cluía una c onsidera ción de cóm o la fil osofía a ri stotélica
podía respon d er a los argumentos pirró n icos. 7 Y Desear-
ti\ tes e � �udi� a ! lí d u rante l a � poca en q u e FranGois Veron t fo
'f'l enseno alh filosofi_ a , teologia y, posiblemente, el empleo V
d e los materiales escépticos contra sus advers arios. En H

tempra n a época d e su vid a, Descartes había leído a Cor­


nelio Agrippa, y p a ra la época d e los Discours parece ha-
)}l ber estado bien versado e n los escrito s d e Montaigne y d e
'Y� Ch arro n . n A l replicar a las obj eciones p res entadas por
.�\/ M e rse n n e , h a b í a o bs e rv a d o D e s c a rt e s : " H a c e l a rgo
tiempo que he visto varios libro s escritos por los acadé-
f micos y los e scépticos." 1 0 Durante el periodo d e forma­
ción d e sus conceptos filosóficos, 1628-1637, parece haber 1
,
�\ estud iad o l os Dialogues d'Orasius Tubero, de La M othe
·y Vayer, de 1630, y h aber quedado profundamente pertur- \
Lc\· \ ­
1\ \ hado por e sta obra pirrónica. 1 1 (En rea lidad, e sto le e s-
candalizó casi tanto como cuando, más a d elante, él mismo
� fue acusado d e pirrónico.)
. Des : a rtes n o sól .o c on oció alg o de la literatura escép- T
tica, smo que también tuvo profunda conciencia d e la crise ¡
)� pyrrhonienne c omo c uestió n viva. Ya hemos visto que h a bí a 1
examinado e l i ntento d e solución de Herbert d e Cherbury.'
)!¡ Fue a migo d e Mersenne y de Silhon, que constantemente
planteaban el problema d e responder a los a rgumentos
e scépticos. Y bien pudo l eer sus obras, y sin duda no pudo
cartes, Haldane- Ross ed ., Nueva York, 1955, volumen JI, p. 335. El l atín o riginal
está en las pp. 548-549 de Oeuvres, A.-T. VII.
' Lenoble, Mersenne. p. 1 92. No se ofrece n i nguna prueba de esta afirmac i ón.
e
' Cf. Gilson, Liberté hez Descartes , pp. 6-9 y 13; y Sirven, Amzées d'apprentissage,
pp. 41-45. Después de una m i nuciosísima consideración de las pruebas disponi­
bles, Sirven concluyó que Veron nunca h abía sido el profesor en un curso q ue

".
Descartes sigu i ó en La Fleche.
Desc artes,Oeuvres. A.-T. X. pp. y
63-65 165;
las referencias a Charron y a !lton­
taJgne en el comentario de Gilson sobre el Discours
de Descartes; y Sirven. An­
nées d'apprentissage , 271.
p.
'" Descartes, Reponses de l'avtepr avx secondes objections, Oeuvres.
en A.-T. IX, p.
103.
" Cf. Pintard, "Descartes et Gassendi" pp. 120-122, y los comentarios de Des­
a
cartes sobre un " meschant li vre" en sus cartas 1\Iersen n e de 1630, en Descar­
tes, Oeuvres, A.-T. I, pp. 144-145 y 148-149.
262 DESCARTES, CON QUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

dej a r de oír sus opiniones . Asimismo, las secciones a uto- f/t)


�j biográficas del Discours y sus c a rtas indican q u e alrede- / y
dor d e 1628-1 629 le sorprendió l a gran fue rza del ataque
ri\U
escéptico, y l a necesi d a d d e u n a respuesta n ueva más
y¡ enérgica. A l a luz de este despertar a la amenaza escé p-
. tica, h allándose en París Descartes puso en marcha su re-
�� volución filosófica, descubriendo algo "tan cierto y tan se­
f guro que h asta las suposiciones más extravagantes de los
l , escépticos fueran i ncapaces d e conmoverlo"Y
Por desgracia, n o ten e m os bastante información a cerca
de la visita a París que produj o este trascendental resul­
tado. Pero sí poseemos una clave intrigante y sugestiva.
En algún momento, probablemente hacia finales d e 1 628,
i,, Descartes fue i nvitado a u n a reunión en la casa del nun-
.
-J cio papal, cardenal B agni (a quien el libertin budit Ga-
1- briel Naudé p ronto serviría como secretario). Un gran
número de los más destacados savants d e la época, i ncluso
Mersenne, a sistió para oír una charla de un extraño q uí­
mico, Chandoux, experto en l os metales comunes, que fue
ej ecutado en 163 1 por falsificar moneda. 1 a Chandoux d i o
u n a conferencia que debió de s e r bastante típica d e las
opini ones d e gran parte de la vanguard i a d e l a ép oca,
atacand o a la fil os o fía ese olástica. Se n os dice q u e sus
opini ones s obre el tema e ran similares a las d e B ac on,
Mersenne, Gassendi y H obbes. 14 Y, en esta ocasión, "Chan-
!_,... . doux pronunció un gran d iscurs o para refutar l a manera
en que l a filosofía suel e enseñarse en las escuelas. Hasta
, explicó un sistema bastante común d e fil osofía q ue, según
a firmó, había esta bleci d o , y q u e trat a b a d e presentar
'- como nuevo". � '' Dijese lo q u e dijese Chandoux, ya fuera
pirrónico o materialista, casi tod o el m un d o apl aud ió sus
ideas, excepto Descartes. El cardenal Bérulle, fund ador
de la o rden del Oratorio, lo n otó, y pregun tó a Descartes
" Descartes,Discours de la Métlwde, en Oeuvres, A.-T. VI, p. 32.
Le Grand Dictionnaire histo1-ique, Tomo I II, París, 1759,
'" Véase Louis Moré ri ,
465.
art. Ch andoux (N de), p.
H /bid., 465.
p.
" Adrien Baill c t,
Vie de M. Descartes, Collection Grandeurs, La Table Honde,
París,1946, 70.
p.
DESCARTES, CONQ UISTADOR DEL ESCEPTICISMO 263
qué l e había parecido aquel discurso, "que tanto h a bía
gustado a l p ú blico" . 1 6
Según l a versión q ue ten e m os, Descartes empezó p or
h a b l a r e n fav or d e l a n t i es c o l a st ic i s m o d e Chand o ux . ; .· ,

Pasó l uego a atacar el hecho d e que tanto el orador como J / ,:¿)· 'i
el pú blico estaban dispuestos a aceptar la p robabi l i d ad /! \ �:-'· <\ �

como n orma de la verdad, pues, si así fuera, e n rigor po- \� _, J ;


' ·
dían tomarse falsedades por verdades. Para mostrarlo,
Descartes tomó algunos ejemplos de verd ades supuesta-
mente irrefutables, y mediante algunos argumentos aún
más probables que los d e Chandoux, d emostró que e ra n
falsos. Luego, presentó una muy aparente falsedad, y, me -
,.
diante argumentos probables, l a h izo p a recer una plausi-
ble verd ad. Ante esta evidencia d e cómo "nuestros espíri-
tus son engañados por la probabilidad", los allí reunidos
p reguntaron a Desc a rtes si no h a bía "algunos med ios i n fa-
libles" para evitar estas d ificultad es. Él contestó hablán-
doles d e s u Methode naturelle, y mostrá ndoles q u e sus ¡ ,.., ,
principios "son mej o r establecidos, más ciertos y más na- n ,t ) 1 ·

turales que c ualesquiera otros q ue hayan sido aceptados ¡1 1- \>\ -·

por los sabios". 1 '


/� El cardenal Bérulle, q uizás e l más imp ortante pensa-
VI dor rel igioso d e la Contrarreforma en Francia, quedó m uy
impresionado por l a charla de Descartes y le i nvitó a i r a
verle p ara seguir h ablando del tema. Descartes acudió y
expli c ó al c ardenal por qué c re í a q u e los métodos co­
múnmente empleados e n filosofí a eran i nútiles, y lo que,
e n c a m bio, pensaba q u e debía h a cerse. Bérulle q u e d ó -¡
muy complacido y pidió a Descartes ir y aplicar su método /' ' ·

a los p roblemas a los que se enfrentaba l a humanidad e n


s u s búsq uedas coti d i anas. J H \ ... ..�·

El e p isodio de Chandoux y la reunión con Bérulle bien

,,, !bid., p. 70.


,; Cf. la versión d ad a en B a il let, pp. 70 ss; y l a carta de Descartes a Villcbres­
sieu, 1631, en Descartes, Oeuvres. A.-T. I. p. 213.
'' B a il let, Vie de M. Descm"tes, pp. 72-74. Un a n á l isis de l a i n formación conocida
acerca del asunto Chandoux y de l a s relaciones de Descartes con el cardenal
Bérulle apa recen e n Gou h i e r, "La crise de l a théologi e au temps d e Desca rtes,' '
Rev. de Théol. et de la Phi!.,
IV, 1954,pp. 45-47.
264 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

o���\ pudieron dar ocasión al comienzo d e la búsqueda de Des­


c a rtes. Hay i n d i ca c i o n es d e q u e a n te s d e l p eriodo d e
0¡ 1 62 8- 1 629, no s e había dedicado a l a s c uestio n es metafísi-
cas. 1 n Había llegado a París siendo un j oven c ientífico y
matemá �ico d e éxito, q u e ya h abía mostrad o alguna d e sus
asombrosas capacidades teóricas, llamando así l a aten­
ción de algunos de los hombres más d estacados en aquel
c ampo. En Pa rís vio a Mersenne y probablemente fue in­

--
1
� \1 tra d uc ido e n su c írculo, q u e i ncluía a tod os l os nouveaux
l Pyrrhoniens célebres, y descubrió q u e los mej o res espíri-
l tus de la época o pasaban el tiempo a bogando por el es­
1 : cepti cismo, o a cepta b a n opiniones s i mplemente proba-

\
bies, acaso inciertas, en vez d e buscar la verda d absoluta.
'".� ..

Los e studios filosóficos y científicos q u e h abía realizado


1
en e l colegio, como las n uevas ideas d e sus contemporá­
neos, no le d aban la certidumbre. Tod o estaba expuesto a
cuestión, a d isputa, y meras probabil idades servían como


J ·
f
fundame ntos d e las varias teorías que se l e habían ofre­
cid o . 20 Siendo así, la reunión con Chandoux fue e l micro-
cosmos de la situac ión en q u e se encon traba todo el mundo
cultivado. Allí se hallaban reunidos algunos d e los hom­

G\1
bres más sabios y eruditos d e la época, q ue no dej aron d e
aplaudir a quien critic a ba las ideas a ntiguas y, a cambio,
/ les ofrecía probabilidades. Descartes se levantó p a ra mos­
trarles las enormes consecuencias d e esto, p a ra d arles
u n a lección viva d e escepticismo. Si meras p robabilidades
! ( ¡/. !(
(�\ ríamos la verdad, porq'ue ideas,
servían como base de las entonces nunca descubrí-
ya n o podríamos seguir distin­
�\ n gui endo l a verdad d e l a falsedad . Se había i d o l a n orma,
:....-1: l a regla de verdad. L o que supuestamente habí a l ograd o la
Refo rm a e n materia d e religión (según l os e o n trarre­
formadores franceses), reduciendo todas las ideas a sim­
ples opiniones que debían ser j uzgadas por su p robabili-
' " Cf. Gouhier, Pe11sée mligieuse de Descartes. p. 72; J. M illet, Histoire de Descar­
tes avant 1 637, París, 11l67, p. 160; y l a a fi rmac ión d e Desca rtes e n los Discow·s en
1637, sobre c u ándo empezó a e m plear s u método y a d esarro l l a r s u sistema
en Oeuvres, A.-T, VI, pp. 30-31.
"' C f. La crítica de Descartes d e las varias ra mas de e nseñanza a las que fue
introd ucido en l a escuela, en Discours, Oeuvres, A.-T. VI, pp. 5·10.
265 ..
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO
j
dad, también h a bía ocurrido e n la filosofía y la c ie n c ia. Y
el cardenal Bérulle, que había buscado y e ncontrado una '-¡· \ ,
¡t ((.· ·
n ueva y c la ra vía hacia la verda d religiosa e n sus Médita- 1

tions, supo apreciar y alent a r a un n uevo buscador de la 1


verda d q u e había de constru i r una teoría similar, e n mu- ·1t ·('.1.
chos aspectos , a l berullianismo en filosofía. 2 1 -'" \ '
Descartes se fue de París a H olanda, para elab orar en
l a soledad su solución a la crise pyrrhonienne. En e l Dis­
cuTso del Método nos dice que, aun cuando d e tiempo atrás
había compren d i do que hay d i ficultades e i n ce rtidumbres
q u e pesan sobre el conocimiento humano, n o h ab í a " co­
menzado a buscar el fundame nto d e n i nguna filosofí a más
cierta que la del vulg o hasta a h ora". H asta e ste m omento,
nos d ice Descartes, sólo había confe sado s u ignorancia
"más ingenuamente d e lo que suelen hacerlo los q u e han / (
estudiado u n poco", y había d ud ado d e "muchas cosas que
los d emás sostenían como ciertas".22 En busca d e l a ver-
()l dad, se d i rigió a su retiro en Holan d a , a meditar. Sus po-
V cas c a rtas d e la é poca nos dicen que e staba trabaj a nd o en � \0 /.
un tratado metafísico a ce rca d e la divinidad. De la ciencia
y las matemáticas se había vuelto a la metafísica teol ógica
en busca d e un fundamento inconmovi ble para el c o nocí- . ·,
/ · '·
N miento h u mano. La Refo rma, l a revolución c ientífica y los
lfl '

f\b embates del escepticismo habían hecho desplomarse los an- !' /

Lf¡ tigu o s fun damen t os que s ostenían t od a la estructura de 1 ' ··


las realizaciones i n telectual e s del hombre . U n a n ueva ·

época req uería una base nueva para justifi c a r y garanti­


zar lo q ue se ha bía descubierto. Descartes, siguien d o la
tra d i c ión de los más grandes espíritus medi evales, trató
de aportar esta base a fi rmando l a superestructura, el co- j r

1JJ� nacimiento natural del hombre, sobre el fundame nto más ¡; <:-·
y� sólido posible, el Dios etern o y omnipotente. Había que
superar la c risis teológica mediante una n ueva teología
que s i rviese a un propósito a ntiguo. E l mecanismo teoló­
gico, el teocentrismo de Bérulle, combi n ado con un m ate-
� · Cf. los come ntarios d e Gouh ier sobre Bérulle y Descartes. en su "Crise de la
théologie", p.47.
" Descartes, Discours, Oeuvres, A.·T. VI, p.
30. Todo este pasaj e parece conte·
ner ecos del episodio de Chandoux.
�� 266 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

rialismo racional, aportaría la n u eva roc a para remplazar


a la q u e se había convertid o en lodo, e n arcilla y hasta en
arenas moved izas.
S i la fuga de Descartes a la te ol ogía metafísica h a bía
d e ser s u solución pro p u esta a l d e s p l o m e d el c o n o c i ­
mi ento h u mano en probabilidades, opiniones y d ud a s, e l

��
medi o para lograr q u e la gente viese l a verd adera n atu-
raleza meta físi ca y teol ógic a de la real i d a d h abía de c o � ­
ducirla, primero, a apreciar "la mi s eria del h om bre s m
D i o s " . E l asombro d e los h om bres c ultos q u e s e encontra­
ban en la reunión de Ch andoux pro ba blemente fue una
etapa en el camino hacia e l método de la d u d a . S e h abía
mostrado que lo q u e parecía m á s cierto e ra d u doso. Lo

,1
que parecía más dudoso, podía ser cierto . Se ech aron las
bases de u n escepti c ism o c o mplet o p a ra c on m over a

(
¡ l os oyentes y hacerles buscar l a certi d u mbre abs ol uta .
Un pasaje aut o bi ográ fi c o del DiscouTs parece indicar
\ que fue en 1 628 o 1 629 c uando Descartes comenzó s u revo­
-'/
1
lución filosófica, probablemente aplicando s u métod o d e
la d u d a sistemática a todo el edificio del conocimie nto
humano, para descubri r c ie rtos fun d a me ntos de lo q u e
conocemos. � a E l método, c o m o veremos, comienza s i e nd o
\ J poco m á s q u e u n a refo rzada aplicación sistemática d e las
__... i d ud a s de Montaigne y d e Ch arron . En el DiscouTs, las Medi­

tationes y La RecheTche de la Venté, 2 4 se esboza un proce-


"' /bicL, pp. 30-3L El pasaje no d ej a m uy en claro cómo comenzó Descartes
sino. más bien, que fue entonces �uando e mpezó y q ue el resultado fue volver
dudoso mueho de lo que los filósofos consideraban c i e rt.o.
" Aunque Gouhier y Cassi re r han ofrecido grandes testi m o n i os de q ue esta es

1
una o bra tardía de Descartes. h ay c i e rtas ind icaciones de q u e puede ser tem-
prana , q u i zá d el d ece n i o de 1 630. La h ipótesis del demonio no se presen t a , lo
\ que p a rece sugeri r que la o bra acaso preceda a las ll1editations. A: sim ismo, el
�lÍ/ término " Pyrrhoniens" apareee e n esta o bra, mientra s q u e e n el !J iscours y las
11 /11editatio11S emplea la palabra "Scepti q ues". En algu nas de las p nmeras c a rtas

(i>l La Recherche
de Descartes se d i seuten los "pyrrhoniens". Posteriormente, los personajes de


Dialogues
/
aeaso estén modelados sobre los de La M o t h e Le V ayer.
que Desearles probablemente l eyó en 1 630. ya que tienen nom bres simil ares y
o p i n i ones un tanto parecidas. La Mothe Le V ayer escribió un " D i a l ogue tra itant
d e l a p h ilosophie Sccptiq ue," cuyos personajes son Eudoxus y E festion, m ien­
tras que Descarte d emplea a Pol�·ander, Epistemon y Eudoxus como personajes.
l El a utor tratará en un estud io futuro la cuestión d e l a posible fec h a d e La Re­
cherche. Para las opin iones de Cass i rer, véase su obra "La place de la 'Rech er-
DESCAHTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICI SMO 267

di miento para desarrollar una cTise pyrrhonienne posi ble- A ID


mente más p oderos a aún que l a que ha bía c reado los pi- 11 \
,f ·
rrónicos antiguos o mod e rnos. Partiendo de l a regl a,
no reconoce r n u n c a algun a cosa por c i e rta si no la conocía y o 1(
evi dente m e nte c o m o tal ; es decir, evitar cuidadosamente la
pre cipita c i ó n y la p revención, y no a d mitir en mis j u icios [('
nada que no se presentara tan clara y d i sti nta mente a mi es- ¡ (·
píritu q u e yo no tuviese ninguna o c a s i ó n d e ponerlo e n
duda.2"
Descarte s p asó ent onces a revelar h asta qué punt o p o­

�1
dí an presen tarse o c a siones de dudar. La regla misma es
,. similar a otra , prop u esta an tes por Charron en La Sagesse; +
pero al apli c a rla, Descartes m ostró q u e los niveles d e
d u d a s o bre p a s an , c on m ucho, a l o s simples y ben ignos
hasta entonces introd ucidos por los escépticos. � 6
17 r,,1 L o s d o s prime r o s niveles_ t m: sól o pla nte_an ra z o nes

�.
ru normales p a ra d u d ar. Las I l u s i Ones s e n so n a s , en q u e
tan t o se explaya r o n 1 o s n o uveau:r Py?Th oniens. i n d ican
/,1 que hay cierta ? ase_ p ara cue � ti onar .1 o fi ? edign o o �e �� z de
nuestra exp e n en c 1 a sensonal o rd m a n a . La posibilidad
d e q u e tod a n u estra experiencia sea parte de u n sueño, el
segu n d o nivel, nos permite encon tra r una o c asión para
d udar d e l a real idad de c uales q u i era otros o bj etos q u e
conozcamos, y aun d e la realid a d del propio m u n d o . En \' ,
estos d o s niveles, l os habituales problemas escépti cos n os >
b a stan p a ra d e s c r i b i r u n esta d o d e c o s as e n q u e l a s ·

creencias ha bituales que tenemos respecto a n uestra ex­


periencia o rd i naria pueden ser d u dosas y aun falsas. Y si,
por tanto, apli camos la regl a. pre c isamente estas d os cla­
ses d e dudas "nos llevan d i rectamente a la ignorancia de
Sócrates o a la incerti dumbre d e los pirrón icos, que se
che d e l a Vérité por la lumiére naturellc ' cl ans J 'oeuvre de Desca rtes", en Rn·ue
Pltilosophique de laFm nce et de I'Etmnger. CXXVII. 1939 pp. 261-300: y para la ele
Gouh icr, su o bra "Sur la d ate de l a Hceherche de la Vérité de Descartes", en
Rente d 'Histoire ele la Pliilosophia. 1 1 1 , 1929. pp. 1-24.
''' Desc artes. Discours. en Oeu1 '1'e s. A.-T. V I . p. 1 8.
1 1.
,,; Cf'. Charron . Sagesse. Li bro JI. cap. Sabrié, De l'ltt1nwnisme au mtionalisme.
pp. 303-32 1 ; y Popkin, " Charron y Descartes", Jour., of Phi/os. . LI 1954, p. 832.
r¡ll,��J�"
( . . !7
/ '
268 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

'¡\ parece a un agua tan profunda que nuestros p ies p ie rd en


/i ap oy o".�•
, Per o el siguiente nivel, l a hipótesis d e l d e m o ni o, es
--�;- :\ mucho más eficaz al revelar la incertid umbre d e todo lo
i que c reemos saber. Esta posibilidad revel a de la m anera
/� más sorprendente toda la fue rza del escepticismo y d es­
cubre una base para dudar que, aparentemente, n unca
/Jha _b í a sido s � quier.a soñada antes.2H S i por c a s u a l i d a d
existe u n malzn génze, q u e es capaz de d eforma r o bien _ la
información q u e poseemos, o b i e n l a s fac ultades d e que
f disponemos para evaluarlas, entonces ¿de qué podemos
'

>\) Í estar seguros? Tod a norma, tod a prueba de l o fidedigno


de lo q u e sabemos q u e d a suj e ta a la d u d a , porque la
norma o la aplicación puede estar infectada por el d emo-
,-- nio. En contraste con Silhon y con Herbert d e Cherbury y
con los ari stotélicos, Descartes estuvo dispuesto a consi­
derar l a más radícal y d evastadora de l as posibilidades
\1¡�
escépticas: que no sólo n uestra info rmación es engañosa,

J
iluso �-¡ � e i rrea l, sino que nuestras facultade � , h asta � n l as
1 condi c iOnes mas favorables, pueden ser erroneas . Siendo
·
_
así, e ntonces por muy minuciosámente q u e examm . emos
\ � n ue stra i n fo rmac ión y la eval u e mos, n u n c a podremos
D estar seguros de no ha ber sido desencaminado s por los
Y11
\ únicos medios de que disponemos p ara llegar a l conocí­
j�U
\;- ,n miento. Silban había retrocedido a l borde d e l a posibili­
dad demoniaca, rechazándola como una blasfemi a contra
' n uestro Creador. Pero Descartes había visto que, a menos
� .
\ 1 que l levá semos la fiebre d e la d ud a h asta este supremo
C;¡j n ivel y pudiésemos superarlo, nada podrí a ser c ierto, ya
1 J que siempre h abría allí u n a d ud a obsesionante q u e i nfec­
taría todo lo que sabemos y, e n cierta medida, lo h aría
incierto.

'; Descartes, LaRecl�erche de la vérité par la lumiére nat.ure/.le,


en Oeuvres,
A.-T.-
(\1 X. p. 5 1 2.
¡1. ' ' El profesor Alexandre Koyré ha llamado l a atención haci � e l hech ? d � que
esta n ueva aportación de Descartes a la argumentación escéptica es a tn b Ul d a a
!)\ Monta igne por Pascal en su "Entretien de Pascal avec Saci sur Épictcte et Mon-
l taigne". en OeuJJres de Blai.�e Pascal,
ed itadas por Brunschvicg. Boutroux et Ga-
zier, Grands Ecrivains de la France, Tomo IV, París 1 914, p. 43.
.. DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 269
1
1
Las a brumadoras consecuencias de una fe en el d emo­
nismo, de un escepticismo respecto a n uestras propias fa- 1 . ; • .,
!
·1 c u lta des, fue r o n c l aras p ara Descartes. En e l Discours
había plante a d o una versión m od erad a d e esta clase d e hi-
���
. �/
f�1 '

perpirronismo, pero sin introducir el malin génie. El s i m- · ·

ple hecho d e que n uestros sentidos a veces puedan e rrar,


de q u e nuestra razón a veces pro duzca p aralogismos, y d e
que Descartes, c o m o cualquie r otro, e stuviese suj e t o a
e rror, le llevó a rechazar todo lo que a ntes se había acep-
tado como d emostrativamente c ierto.2n En la Pri mera Me­
d itación, Descartes i ndicó que es posible que "yo me en-
gaüe cada vez que sumo dos y tres, o que cuente los lados
.1 d e un cuadrado. o cuando j uzgo de cosas más sencillas
J aún, si se puede imaginar algo más senc illo q u e esto".ao La
posi bilidad d e que seamos constantemente engaüado s por l r

algún agente maligno p l antea d udas h asta d e las cosas 1 \D �

más evide11tes y de cualesquiera n orma s de evidencia que


tengamos. Como lo viero n Pascal y Hume, se había alean- 1 ·

zado l a cúspide de la duda escéptica.a 1 Una vez sugerido


que lo fidedigno de nuestras fac ultades más racionales 1(
e ra dudoso, el hombre ha bía quedado transformado, d e 1

un depósito d e la verd ad en un pozo d e i ncertidumbre y


\1
d e error.a2 En sus comentarios sobre e l malin génie, e n l a s
conversaciones c o n Burman . se n o s d ice que Desca rtes
notó q u e h abía hecho del hombre un gran dubitativo, ex- \'
poniéndolo a toda o bjeción posible, a tod a razón posible
para dudar.aa Tan sólo c uando el escepticismo fue ra lle-
"' Descartes, Discours. en Oeut•¡·es, A.-T. VI. p. 32.
"" Descartes, Meditations, I en Oeuvres. A.-T. IX, p. 1 6 .
"' Cf. Pascal,Pensées <Ci assiq ues Garnicr), núm. 434; y Hume, Enqtdry concer­
ning Human Umlerstanding. Sclby-Bigge cd., Oxford. 1 95 1 . Scc. XII. pp. 1 49-150.
"' Pascal. Pensées (Class iques Ga m ierl. n ú m . 434. p. 1 84. El finado profesor A.
G. A. Balz me sugirió que la posi b i l i d ad de q u e D ios sea un engai'lador a n a l izada
en la Meditación IV. plante a u n a d ud a aún más trasc endente. y q ue sólo e n este
nh·cJ se vuelven d u dosas n u estras fac ultades racionales. Me p a rece a mí q u e la
h i pótesis del ma n gé11ie
li y la posibilidad del enga1i o de D ios d i fieren en grado
pero no en especie. El demonio tiene suficiente poder para lograr un d erroca­
m iento completo de todas las normas. El D i os engmloso hace la situación cós­
mica .y totalmente irremed i a ble. El pri mero es la miseria del h ombre sin D ios;
el seg undo, la ru i n a etcm a del hom bre s i Dios es el Demonio.
"" Desc a rtes, Entreticn avec Burn1an. yOeuvres
París, 1 937, pp. 4-5; A.-T. V. p. 1 47.
-\
1;�\�
� I ;:�'/
·
270 DESCARTE S, CONQUIST ADOR DEL ESCEPTIC ISMO

vado a este e.xtremo, a e ngen � rar u n a crise pyrrhonienne


m ay o r q u e n mg u n a s o n_ a d a s 1 q m. e ra p o r l o s nouveaux
/ 11 PyTrhoniens, s e podría s uperar l a fuerza d e l esceptici smo.
A menos que estuviése mos d is puestos a buscar la posibi­
lidad d e plantear d ud as hasta el fin, n o podríamo s tener
,

(?\Il
. ._

: '• 1 í;
siqu iera esperanza s de descubrir algun a verd ad limpia d e
toda d ud a o incerti dum ? re.
E n las Regu.lae, term m a d as en 1 628, al parecer ante s
"' :' t del

f, ¡ i ntento de Descartes d e resolver l a crise pyTrhonien ne,


había insistido e n que " sólo l a aritmética y la geo metría
• está n l i bres de tod a mancha de falsed ad y d e incertidum -
,

1 bre", y que la intuición , el concepto i n d ubitante de u n es-


píritu claro y atento, es ciertísima , y que la ded ucción "no
puede ser errónea cuando l a e fe ctú a u n e ntend imi ento
que e n mínimo grado se a racion al".:! ·! Mientras Desc artes
recorría el camino hacia el d emon ismo pasó, como lo ha
r d icho Gilson, "del plano científico a l plano
puramente fi­
. losófico y sustituyó una s imple crítica d e n uestro conoci­
� miento por una c rítica d e n uestros medios de conocer".a 5

1
No es que Descartes n egara o d ud ara de la evidencia de
nuestro conocimie nto matemátic o o del más c ierto sino
que, antes bien, estaba mostrand o que mientras estemos

; \;>
infectados demo n i a � amente , lo q ue n o ? p arec e evidente
\ ' . puede ser fa lso. El simple p unto de partida d e las Regulae,
\, 1! que la razó n, al in tt� ir y d e d u � ir era infalible , Y p or ta n­

1 ;/
_
; . ; t o q u e las matematic as eran mdud ablemente ciertas, es
desafiad o ah ora p or u n <FSceptic ism o d e nuestras fac u lta-
'

des y un e sceptic ism o de nuestra capacida d d e emplearl as.


Mientras podamos ser víctimas de alguna fue rza o
.

1
. .f que, d e propósito , nos . e ngañe, lo que consideramosagente más
cierto, de lo que somos incapace s d e d udar (psicológ ica­
I-r: ente) en re alidad puede ser fa lso o dudoso.a n Al intro d u­
,.-----:
. ·

> )1 'f cir este mvel d e duda, c reando la posibilid ad del


' .
·(' ,_ '..:.;:� ·;· � génie, Descarte s anuló el intu icio n ismo matemático de las
malin
'---} i\ Regulae como base de toda certidum bre. La aise py1·rho-
v
" ' Desc artes, Regulae ad directionem iJ¡genii, en Oeuvres, A.-T. X, pp. 362-3()3, .
Pltilosopllical Worlrs. I, pp. 3-5.
'"' Desearles, Discours, ed. Étienne Gilson. p. 290 del comentario por Gilson.
"" Gouhicr, Essais sur Descartes. pp. 146-148, y 294-296.
J
..,

DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

nienne había s ido l levada a su l ímite ú ltimo. N o sólo h a-


bían q uedado en d u das tod as l a s opiniones y teorías d e !
271
l 1

l o s p e n sa d o re s anteriores, s i n o t a m b i é n las d e l j o ve n
/ .
René Desc artes. Pero d e este viaj e a l a s pro fundid ades
del escepticismo m á s completo, h a bía d e regresar Desear- /·· · ·
tes con u n a n ueva j u stifi cación metafísica y teológica del
{\)�(:,_��_-)
·
mundo de la racio nalidad humana.37 ., · - __

Antes de c onsiderar cóm o, s u puestamente, el m é t od o /


d e l a d u d a d � � e lle � a :n.o � a la certid u_m bre � y n o a u n a /
una posible fuente h i stóri ca d e la h ipóte sis del demonio, y '-ir-­
total s uspenswn d e J UICIO, ·deseo menc wnar b revemente ,
por q u é esta c l ase d e escepticis m o de n uestra s facultades
pudo ser una idea pod erosa y seria e n s u époc a . Uno de
los gra ndes aconte cimie ntos del decenio de 1 630 fue el
j uicio, e n Loudun, de un sacerdote, Grandier, acus ado de
infestar con demonios u n c onvento. El c aso, y las pruebas
presentadas en el j u icio d e Gra n d ie r, e n 1 634, pro d uj e ron
u n gra n interés en lo demoniaco, así c o mo en las normas
'" U n a interpretación completamente contraria de la duda de Descartes y la
naturaleza del si stema c artesi ano aparece en el in teresante artículo d e Willis
Doncy, "The Cartesian Circle", en Journal of the Histortj of Ideas, 1955,
XVI, pp.
324-338, donde se a firma q u e Descartes. a Jo l a rgo de todas sus obras, m a n t uvo,
cr. lasRegulae, la opinión de que nu nca vio la necesi dad de u n a justificac ión
metafísica del e mpleo de la razón, y que el más alto n ivel de d uda planteada,
aun en las Meditatio11s. es con respecto a l a confi a b i l i d ad de l a memoria a ntes
que la verdad de l as ideas c laras y d istintas. En la interpretac ión de Doney, se

�ÍJ-.,,
o frece u n a lectura radi c a l mente d istinta de m uchos de los textos que he c i tado.
No creo yo que pueda d a rse una j ustificación defi n itiva de una interpretación ,
sobre otra, sino q u e hay q u e examinar los pasajes cl ave en cuestión y decidir
qué versión está en mejor armoní a con u n a i n tcrpret� c ión g� neral d � la natura- ·' U

i'
leza y l a estruct u ra de l a filosofía de Descartes. M I S propias op1nwnes _ cstan_ 1

coloreadas, obviamente, a l colocar Jos escritos de las opiniones de Descartes a


l a l u z del tipo d e argumentos escépticos y contra-escépticos por entonces co- \
rrientes y, en términos generales, creo q u e m i i nterpretac ión d e la n a t u ra leza �"�
radical del escepticismo de Descartes e n l a Meditación Pri mera está en .
n í a con los anál i s i s de Gilson, Gouhi cr. Koyré y otros, que dura n te vanas d cea-
armo-
'
\CL.,JC
\.
·

d as han sostenido l a supre m acía de las consideraciones mctafisicas Y teológicas


en la filosofí a de Descartes. (No estoy i ndicando que crea yo que alguna de estas
a u toridades convendrá con mi evaluación de Jos méritos de la respuesta de
Descartes al escepticismo.) Como l o han i n d icado a lgunas c i tas a n teriores, estas
a u toridades encuentran u n desarrollo del escept icismo rad ical con respecto a
l a razón e n elDiscours Meditations
y las q u e va más a l lá d e las opiniones d e las
Regulae y que requiere u n a base para la certi d umbre de la razón h u m a n a , radi­
calmente distinta de la que a n tes fue propuesta.
272 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

de evidencia por las c uales puede j uzgarse d e t ales cosas.


Algunos proble m a s q u e bien p u d i e ro n o c u rri rse a l a
gen te al conside ra r la c uestión d e si Grandier tenía poder
para infestar a otros con demonios fue ron, s i te nía tal po­
d e r, a) ¿ pod ría ser dete nido a lgún d í a, ya q ue p re sumi­
blemente podía ej erc e r s u fue rza sobre cualquiera q u e
tratase de contener sus n efandas a ctividades? Y , b) ¿ po­
d rí a algun a de sus víctimas p resentar test i m o n i o fi d e­
d igno contra él ya q ue, p resumiblemente, Grandier podía
/ influir sobre ella y e ngañarla? Para eval uar e l testi monio
p re senta do contra Gra n d i e r por los mie m bros del con­
vento, la Sorbona tuvo q u e pronun c i arse s obre el intrin­
cado pro blema de si podía ser vá lido el testimonio pres-
.i, tado baj o j u rame nto por los demo n i o s (e s d ec ir, po r los
1 q ue Grandier supuestamente ha bía introd ucido en sus vícti­
,..( mas). A la luz de este pro blema acerc a d e lo fi dedign o de
·�

; la evidencia, Desc a rtes acaso viera q u e s i pud iere h a ber u n


age nte dem oni a c o e n el m u nd o, aparte del c a s o de Gra n-
�- dier, ello implicaba un serio motivo p a ra el escepti cismo.
Y s i se c onsid era ba el asu nto sobre el plano más general
del ra zonamiento h umano, y no en el caso particular de
las monj as del c onvento d e Loudun, surgía una posibili­
d a d alarm ante, a saber, la de si, lo se pamos o no, todos
podemos ser víctimas de demonismo y ser incapaces de
saber que somos víctimas, por causa del engaño sistemá­
tico ca usado por el age nte diabólico. Un exame n más ex­
te n s o de los pro blemc¡.s d i sc uti d o s por el m u n d o c u l to
como res ultado del j ui c io d e Lo udun puede a rroj a r al-
>\ 1 1 gun a luz so bre la fuente y l a significación, en su época, de
)>
\l ·ft l a gran contribución _d e Descartes a la a rgumentación es­
n· cé ptica.:I H
- Pero v olva m o s al métod o de la duda de Descartes; ¿de
" " Sobre e l proceso de Lou d u n , véase Aldous Huxley,The Devils of Loudun.
Nueva York , 1952, Bayle, Dictionnaire, Correspon­
art. "Grandi er", Mersenne,
dance, IV. pp.192, 198 230,
y 7
y la c a rta de Ismael Bouillard a Gassend i , d e
septiem bre de 1934, Cabinet historique,
publicada p o r P . Tamizey de Larroque en
1897, I-14.
Series II. vol. III, pp. La possession
V é ase t ambién M i c hel de Certea u ,
de Loudun. París1970. Es interesante observar que en Pierre Du Moul i n , Ele­
ments de la logique franc.ois 1625),
(de 12
se da en la p. un ejemplo de un enun­
ciado, "Dios no es un mentiroso ".
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 273
qué mane ra d i fiere de l a s ha bituales argumentaci o n es es­
cépticas de Charron , La Moth e Le Vayer y otros, s al vo en
· su i ngen i o ? La serie d e tipos de duda ofreci d os e n las pre­
senta ciones más s i stem áticas del pirro nismo indican paso
a paso lo d udo so d e las diversas c re encias, opiniones e
ideas q ue tenemos. Cada una d e tales indicaciones, según
la te oría e scépti c a clásica. d e be ir seguida por u n a sus-
1\_ pensión d e j u i c i o sobre la verd ad o falsedad del a sunto
V bajo consideración. Las afirmaciones de l a posición pi­
rrónica d e Montaigne, Ch arron y sus suces ores proponen
una reacc ión más en érgica: q u e las i d eas y opiniones de­
ben ser rechazadas por el espíritu s i son d udosas a un en
el men o r grad o, hasta que este rechazo c ontinu o haga
q u e el esp íritu q ue d e c o nvertid o en una carte blanche .
Go uhier, e n su magnífi c o e importante artículo sobre el
método d e l a dud a, h ace de este proceso de vaciar el espí­

�1 ritu o tro d e los elementos decisivos y metódicos d e Des-


cartes, el m étodo de l a n egación, q ue , segú n afirma, d i fe­
ren c i a el desarrollo cartesi ano de l a d u � a del de los e � ­
cépticos, y nos cond u ce a la conqll lsta_ fm al del escepti­

\ cismo en el cogito. Según Go uhier, al intensificar Desear-


tes e l método de l a d u d a de manera tal que todo a quello
"-.\ q ue, aun e n grado mínimo, esté abierto a cuestión, e s co �­
Y\ sid erado c o mo s i fuese falso, pudo desarrollar u n mediO
para separar lo aparentemente evid ente y c i e rto d e lo
· verd aderamente evidente y cierto. Al hacer tan severa su
pru e ba , cambiando l a o rdinaria duda escépti ca en una
completa negación, Descartes preparó el e sc enario a la
fuerza única y abrumadora del cogito, de modo q ue por
ningún a cto d e vo l untad podamos d ej a r de reconocer su
certi d u m b re . Tan sólo o bligándonos a dudar y a n egar
hasta el mayor grado posible podemos apreciar el c arác­
ter ind r�d a ble del cogito. a H
El méto d o negativo así como el méto d o de la d u d a oc u-
Études Phil., \,/:
"" Cf. Gou h i e r, " Do ute m éthod ique o u négation méthodique·? : ', en '!

IX, pp. 135-162. A este respecto, es interesante que Gassend1, comentando la 1 \-'
Med itación Primera, no p u d i e ra ver por qué Descartes consideraba neees � rio '-
verlo todo como falso, y fi ngir q ue Dios p u d i era ser un embusterv, o que p u d iese
1 estar suelto un demonio, en l ugar de contentarse con indicar qué cosas eran
i
J
1
274 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

rre, h asta cierto punto aunque n o con la misma fuerza im­


pelente , en el pro ceso de eliminac ión m ental propue sto
por algunos de los nouveaux Pyrrhoniens. Pero, como lo vio
Desc artes, q uizá la difere ncia más d ec is iva entre el pro­

j
c ed i m iento d e los e scépticos y el de Descartes se h alla e n
e l propósito con e l cual s e e mplea e l m étod o, y en los re-
sultados q u e se alcanzan c on su uso. Lo s escépticos, segú n
Desca rtes, sólo du dan por perversidad. Son gentes ·' que
[> sólo d ud an por dud ar, y simulan estar siempre inc iertas ' '-10
y o btienen "tan poco de e ste método de fi losofar q ue h a n


estado e n el error tod as s u s vidas y no h a n logrado li be­
rarse de las dudas que ellos mismos han introducido en la
fi losofí a".·' ' Su prete n s ió n d e que a l a l c a n z a r la d u d a
co mpleta y e l vacío mental q u ed arían preparados para
.f rec i b i r la verda d por la Revelación, al parecer n o fue to­
mada muy e n serio por Descartes. Por lo que él pudo ve r
no h abían logrado nada con sus d ud as, y no l o ha bían l o­
grado porque deliberadamente prefelian qued arse e n la
más completa incerti dumbre . Pero , "aunque los p irróni­
cos n o han e ncontrad o n a d a cierto como resultado d e su
duda, esto no sign ifica que no pudie ra n l ograrlo" . .j� S i al­
guien duda para alcanzar la certidumbre, entonces algo
d e importan c i a monumental puede b rotar del método del
escéptico. Como d ij o un c a rtesiano d e l siglo xvm, "el es­
céptico o p i rrónico dud a d e todo porq ue neci amente d e­
sea c e rrar los oj os ante tod a luz", pero dudar como dudó

�,
Descartes " n o es ser p i rrónico sino se r filósofo . No es
quebrantar l a certidumbre h umana, s i n o reforzarla". -1 '1
L o s nouveaux Pyrrhoniens p od ían insistir e n que se les
repre senta ba falsame nte, ya que ta mbién s u o bj etivo e ra
encon trar e l c o nocimiento cierto; pero d eseaban encon­
trarlo milagrosamente, re c i birlo súbita mente de manos d e

� inc iertas. Cf. Gassendi, Objectio11es Quintae. e n Descartes, Oewnes, A.-T. VII p p .
L 256-257.
"' Desc artes, Discours, en Oe11vres, A.-T. V I, p. 29.
" Descartes, The Searc/1 a.fter Truth by tlle Ligllt of Nawre, en Phílos, WoTics of
Descartes, l, p. 320. El texto latino se e ncuentra en Oeuvres, A.-T. X. pp. 519-520.
'" Descartes, carta a • • • , Marzo de 1638, en Oeuvres, A.-T. II, p. 38.
'

"' Para du Phanj as, Thé01-ie des étres insensibles. p. 209.


DESCARTES, CONQU ISTADOR DEL ESCEPTICISMO 275
Dios. Desca rtes, en c ambio, esperaba l oca liza r las verd a­
d e s fu ndame ntales e indudables, l a s bases d e l c o n o c i­
miento humano, dentro d e l espíritu, e nterradas u o cultas
bajo los escombros de prej uicios y o p i n i ones. Esperaba
ubicarl as por el pro ceso mismo de l a d u d a, y no por un
deus ex machina d e s p u é s de d u d ar. Lo s e s c é ptic o s no
c reían que e stuvié semos e n posesión d e alguna verdad
mientras q u e Desc a rtes s e convenció d e que sí l o e stáb a :
mos, p e ro éramos i n c a pa c es d e verla s . D u d a n d o y ne­
gando, aquellas op iniones y c re e ncias q u e de momento
no ? cegaban, d ij o D escartes, podían quedar supri m idas,
deJ a n d o brillar la verdad.
L o que pr oducirá este m o mento d e revelac i ón, e ste re­
c onoci miento de la verd a d cierta y gen u ina e s , para Des­
cartes , el método escéptico propia y d il igentemente a pli­
cad o. La primera e tapa de la duda e ngendra rá una crise
pyrrhonienne. L o s vari os niYeles de d u d a de la Primera
Med itación n os liberará n de todas l as opiniones fal s as y
dudosas, y también nos d ej ará n completamente inciertos
de todo , en u n " d e solado esceptic i s mo". Pe ro p re c i s a­
mente en e ste momento, el más sombrío de todos, y por
que nos hemos hundido en este "pozo de incerti dum b re",
se encuentra la solución en el cogito, y el escepti c ismo
queda completamente derrocado. En e l Discours dijo Des­
cartes,
Resolví hacer como si todas las c osas q u e algún día hubiesen
entrado en m i espíritu no fuesen más c i e rtas que las i lu s i o nes
de mis sueños . Pero inmediatamente después noté que, m ien­
tras q ue así deseaba yo pensar que todo e ra falso, era a bsolu­
tame nte n ecesario que yo, que lo pensaba, fuese algo: y o b­
servando q ue esta verdad, pienso luego existo, e ra tan fi rme y
segura que n i las más extravagantes supo.si ciones de los es­
cépticos serían capaces de q u e b rantarla, j uzgué que podía
rec i birla sin escrú pulos c omo pri mer principio de la filosofía
que yo buscaba.·'4
t.. Jj El proces o mis m o de l levar la duda hasta su extrem o
YJ¡ último � a usa el d errumbe del escepti c i smo c o mpleto; así,
" Descartes, Discours, en Oeuvres, A.-T. VI, p. 32.
276 DESCARTES, CONQ U I STADOR DEL ESCEPTICISMO

el atacante pirrónico se vuelve su propia víctima. El mé­


tod o que supuestamente h a bía de eliminar tod a s l as ma­
nifestaciones de la enfe rmedad del dogmatismo term i n a
p o r elimin arse a sí mismo , al descubrir un a verd a d in­
conmovible que ningún ingen i o escéptico logrará hacer
dudosa ni en el menor gra d o .
El cogito n o funci ona, e o m o han afirmad o algun os c ríti­
c os, c om o c onclusión de un sil ogism o 1 ;¡ (c o m o para Sil­
han), sino como concl usi ón d e l a d u d a . Así como al lleva r
e l escepticismo hasta s u l ímite, el hombre se encuentra

�, ante una verd ad de l a q u e no es siqu iera concebible d u-


1 dar. El proceso de dudar o bl iga a l hombre a reconocer la

l conciencia de sí mismo, lo obliga a ver q u e está d u d a nd o o


pensando y q u e si está a q u í tiene existencia. Ese descu­
brimiento del verdadero conocimiento n o es milagro so, no
es u n acto especial de la Grac i a D ivina. En cambio, el mé­
todo d e la duda es la causa, no la ocasión d e l a adqui si­
ción del conocimiento. Su verdad, como ve remos, es resul­
tado d e la intervención d ivina, pero no de una sú bita y
nueva intervención, sin o, a ntes bien, d e un acto c ontinu o
y perma nente de la Gracia q u e s ostiene nuestr o esp íritu

'
con sus ideas innatas y con su luz natural q ue nos obl iga a
aceptar como cierto aquello d e q u e n o podemos d ud ar.

M
Así, el métod o de la d u d a nos conduce naturalme nte al
cogito, y no sobren aturalmente a la ve rd a d , como a firma­
ban los nouveaux Pyrrhoniens.
El d e s c u bri m i e n t o d e u n a verd a d a b s o l u t a m e n te
cierta, el cogito, puede derrocar la actitud e scéptica d e
q u e todo es incierto pero , a l mismo tiempo, u n a ve rd ad no
con stituye un sistema de conocimiento acerca de la reali­
dad. Para descubrir o j ustificar el conocimiento d e la n a­
turaleza de las cosas hay que con struir u n a serie d e p u en-
" Cf. Descartes, Reponses de l'avtevr avx secondes o¡Jjections. Oe11ncs.A.-T. I X.
pp. 1 10-1 11.Este pasaje parece ser el más c ategórico en favor ele la int erpreta­
ción de Doney, ya q ue Descartes asevera que el conoc i m iento ele la ('X istenl' ia
ele Dios no se req uiere para saber a lgu nas verdades con certidum bre. 1�1 únieo
ejemplo ofrecido es el cogito,
que Descartes insiste en q ue no es la co nclusión
de un si logismo ele la pre m isa mayor, "que todo lo q u e piensa cs. o existe".
Antes b i en, el cogito
se conoce por s i mismo. por "un s i m ple aeto de visión men­
tal".
...
DESCARTES, CON Q U I STADOR DEL ESCEPTICIS MO 277
tes u n a vez q u e l a experi encia del ser confrontad a p o r el
cogito nos h a dado un sólido y fi rme p u nto d e parti d a ; sin
embargo, la única verda d pro d ucida por el método d e la
duda no es u n a pre misa d e la q ue se sigan todas las d e más
verd a d es. Antes bien, e s una base para el discurso racio­
nal q ue hace posible reconocer otra s verd a des. La expe­
rie nc i a del cogito gira en torno a la luz i nterna de tal modo
q ue ahora podemos ver que otra s pro posiciones son cier­
tas. S i n l a d ramática inve rsión d e l a d uda q u e oc urre en
el d es c ubri miento del cogito, no pod ríamos decir s i eran


realmente ciertas a firmac iones como "dos más tres igual a
.. cinco", porque a ú n podríamos cuestionarlas. Lo q u e en
reali d a d logra el cogito a l prod ucir la i lumin ación, es re­
velar tam bién la l a rgamente b u scada norma o crite rio de
verd a d , y con ella la capacidad d e rec onocer otras verda­
des, lo q u e a su vez nos perm ite construir u n sistem a d e
conoc imie nto verda dero de l a realida d . ( A este respecto
es i nteresa nte q u e e n l a pre s e ntación formal q u e h ace
Descartes d e su te oría, como apéndice a l as ré pl icas del


, segu n d o c o nj u nto de o bj e c i o n e s a l a s Meditations, n o
1 o fre c e el cogito c o mo p remisa, a c c i ó n o postul ado, s m _ o
que n o s ofrece el mét od o de l a d uda c om o p roces o men­
tal q u e n os hará p osible decir s i s on c iert os l os axi omas
� y p ostulad os .) .¡¡¡ .


Al i n specci onar esa única verd ad s e enc u entra e l cn-
terio de verd ad. Como h a dicho Descartes acerca del sis-
tema de Herbert d e Cherb ury, sólo s i conocemos una ve r­
d a d p o d e m o s p r o c e d e r a e o n stru i r una t e o ría d e l a
verd a d . Esta m o s segu r os d e la verdad del únic o cas o que
c on oc e m o s sól o p orque es cla r o y d i stint o.
Ciertamente en este p ri mer c o nocimiento no hay nada q u e
me asegure �u verdad, salvo la p e rcepción clara y distinta d e
lo q u e afirmo, q u e en realidad no bastaría para asegurarme
q u e lo q u e digo e s cierto si pudi era ocurrir jamás q u e una

'" Desca rtes, " Ra isons q vi provve nt J 'existence d e Diev & la d istinction q vi est
&
entre ! 'esprit le corps hvmain, d i sposées d 'vne fa<;on geometrique", en Repon­
de
ses /'avtevr av:r secondes objections Oeuvres, A.· T. I X, pp.124-132, esp. pp. 125·
127.
278 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO
cosa que yo concibo tan cl ara y distinta mente p u d i ese ser
falsa; y por consiguiente m e parece que ya puedo esta blecer
como regla general q u e toda s las cosas que perc i b o muy clara
y d istintamente so n ciertasY
En 1 os Principles se explican estas propiedades de cla­
ridad y diferenciación, sie n d o la c l aridad aq uell o que se
encuen tra pres ente y aparente a u n espíritu ate nto, lo q u e
exige n uestra atención mental; y siendo l a d i ferenciación
la claridad q ue diferencia e sta conciencia de tod a s l as
demá s . ·'H El cogito nos desl u m bra tan poderosa mente con
su claridad y su d i ferenciación que no podemos d u d ar de
él. S i algo pudiese s er claro y d istinto y a la vez falso, po­
dríamos ser engañados h asta por el cogito, pero éste n o
p u e d e s e r el caso, c o m o lo revela l a propia experiencia de
ello.
C o n u n criteri o de verd a d , p ode m os d escubrir las pre­
misas de un sistema metafísico de conocimiento verd a­
dero q u e , a s u vez, nos ofrec e la base de un sistema físic o
d e c o n o c i m i en to verd a d ero. El s i stema metafísico n o s
dará u n a j u stificación o garantía d e c riterio. N o sólo so­
mos tales que aceptamos como cierta, c u alqu ier cosa q ue
d e s c u bramos como cl ara y d i stinta, s i n o q u e t a m b i é n
p u e d e mostrarse que, e n realidad , todo lo que e s cl aro y
d i stinto es cierto. Así pues, e l primer paso d e tod o esto es
establecer lo s principios claros y d istintos que nos permi­
ten razonar a parti r de nuestras verda des intelectuales
hacia verd ades acerca de)a realid a d. El axioma d e que l �
reali d a d obj etiva de nuestras ideas req u iere u n a causa e n
q ue esté contenida la misma re alidad, n o o bj etivamente
sino formal o emin ente mente,·'!! nos da el primer y deci �
s ivo p uente desde las verd ades q u e hay e n el espíritu
hasta las verda des acerc a de algo que está más allá de
nuestras propias ideas, el primer puente desde una con-

·" Descartes,Meditations, III, Oeuvres, A.-T. I X , p . 27.


·" Descartes,Les Principes de la Philosophie, Oeuvres, A.-T. IX, Parte I, sec. 45, p.
44.
.,. Descartes, Meditations, III, Oeuvres, A.-T. IX, pp. 32-33, y Reponses de l'avtevr
avx secondes objetions, Ocurres, A.-T. IX, p. 128.
DESCARTES, CONC'UISTADOR DEL ESCEPTICISMO 279

ciencia s u bj etiva de u n a verdad acerca de nuestras i d e as


hasta u n conocimiento d e la realidad. El apoyo q ue nos
o frec e esta etapa i n i cial e n la reconstru cción del verd a­
dero conocimiento, y este entierro del escepticismo es a)
q ue es c laro y d istin to , y b) que e ste axioma e s necesario
s i q ueremos ser c apaces d e conocer a lgo más allá d e l
m u n q o d e n ue stras i d easY'
Ha biénd o n os d a d o un puente de las ideas a l a reali­
dad, é ste se emplea entonces como medio para establecer
l a existencia y la naturaleza de D ios. La idea d e Dios re­
q uiere u n a c ausa q u e tenga al menos l a s mismas prop ie­
d ad es , form a l o e m inentemente, es dec ir, la c ausa como
·-
o bj eto real independ iente tiene al menos las mismas c a­
racterísticas esenci a les d e la idea. Así pues, las perfe c­
c i ones d e n u estra i d e a d e D io.s también tienen que se r l as
perfecciones d e Dios. 5 1 La visión teocéntrica d el cardenal
Bérulle se transforma de i dea e n obj eto, con tod a ve rda d
dependiente d e l a Voluntad d e e sta Deidad omni potente
q u e debe existir como ca u sa de la idea de Él q ue posee­
mos clara y d i stintamente.
Desde el cogito al c riteri o d e verd a d , al vínc ul o q u e
une las ideas e n n uestro espíritu y l a real idad o bj etiva,
finalmente h asta D i o s, Descarte s ha crea do u n a e struc­
tura q u e , a la postre, sostendrá nuestro cono c imiento de
la naturaleza, pero sólo después de haber refo rzado n ues­
tra certid u mbre interna c oncertándola con la Voluntad
Divina. Hay q ue hacer de l a Deidad Omnipote nte la base
final para gara ntizar nuestra certidumbre . Si, c omo lo in­
d ica l a constru cción del puente, estamos ciertos de varias
causas porq u e son claras y distintas, no podemos d ud a r de
ellas por mucho que nos esforcemos ahora que h emos sido

Reponses de l'avtevr av:r secondes objections, Oeuvres,


'"" Descartes, A.-T. I X, pp.
1 27 rdonde Descartes afirmó que d espués de segu ir su método, podría verse que
sus axiomas eran "verda d e ros e i nd u d ables") y 128 (donde es defend i d o el
axioma V, a firmando "hemos de notar q ue la ad misión de este axioma es suma­
mente necesaria por la razón de que debemos expl icar n uestro conoci m ie n to de
todas las cosas, tanto de Jos o bjetos sensorios como de Jos no sensorios").
'1 ·" Descartes,Meditations, Oeuvres,
III, A.-T. IX, pp. 33-36, y
Reponses de l'avtevr
avx secondes objections, Oeuvres, A.-T. IX, p. 1 29 ( Proposition II).
280 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

i lu m i n a d o s p o r e l cogito ; y e s ta c e r ti d u mb re i n terna
acerca de n uestras ideas n os c onvence d e q u e debe haber
un Dios o bj etivo del q ue dependemos por completo para
nuestro ser y conoci miento, y por ta nto, s i n uestra certi­
du mbre intern a se j ustifica o bj etivam ente (o sea, con re­
feren c i a al mundo real) es a lgo q u e depende de Dios y no d e
nosotros.
Esta serie de percataci ones e onduce a un esceptic ism o
más elevado, a u n hiperpirronismo q u e debe ser supe rado
en el c ielo y n o é n el espí ritu del hombre. ¡ Qu i zá s el de­
monismo q u e e n la Med itación Primera destruyó nuestra
fe en la razón sea un a specto del Mundo Divino! Qu izá
qu iere Dios que c reamos; d e hecho, nos obliga a creer
todo tipo d e cosas que son falsas. Quizá Dios es u n e nga­
ñador, un demon io. El c amino que conduce de la d u d a
completa a l cogito y a l a re alidad o bj etiva b i e n puede ser
como el cierre fin al de u n a trampa que nos aparta de todo
conoc imiento salvo el d e nuestra propia e xi sten c i a, y nos
dej a p ara siempre a merced d e u n e nemigo omnipote nte
que desea q u e e rremos en todo tiempo y en todo lugar.
Esta ate rrad o ra p o s i b i l i d a d q u e p o d í a tra n sfo rma r e l
sueño cartesiano d e u n paraíso rac i onal en la tierra, e n
u n infiern o kafkiano e n q u e todos n u e stros intentos por
descubri r e l verd adero conocimiento de la realidad q ue­
d arí an diabólicamente frustrados, req ui ere un exorc ismo
cósmico, una limpia del cieloY
Descartes elimina la p osibilidad d e q u e la Deidad p o­
sea rasgos demoniacos � u brayando el cará cter d e nuestm
idea de Dios. Si l a idea d e Dios n o puede incluir elemen­
tos demoniacos, e ntonces lo que es claro y d i stinto en la
idea también d ebe ser cierto acerca del o bj eto, el propio
Dios.

''' En la répl ica d e Descartes a l a s obj ec io n es presentadas p o r Mersenne. dijo ,

que d espués d e la prueba de l a existencia d e D ios. y d e nuestra percatación de


nuestra total d ependencia de El, l a única manera en q u e podemos arrojar c.l u­
das sobre las ideas q u e concebimos clara y d istintamente es suponer q u e D 1 0s
pueda ser un mentiroso. Y si esta posibilidad fuera seria, entonces no podría­
mos confiar n i en nuestras facul tades ni en nuestras ideas cl ara s y d i sti ntas.
Véase Reponses de !'avtevr avx secondes objections, Oeuvres, A.·T. I X, p. 1 13.
DESCARTES, CONQUI STADOR DEL ESCEPTICISMO 281

Reconozc o c o mo i mposible que Él me engañara nunca, p u e s


en t o d o frau d e y engaño se encuentra alguna imperfección, y
aunq u e puede parecer q u e el poder del engaño e s una m a rc a
de sutileza o d e poder, sin embargo el deseo de engañar sin
duda e s testi monio d e malicia o d e bi lidad, y por consiguiente
no puede encontrarse en Dios.5'1

Descartes n o c o nsideró la p osibilidad de que p u d i era


ser el demonio, y n o D i os, el q ue le h u biese d ado s u idea
d e Dios y q u e lo h abía o bl igado a llegar a conclusiones
a ntidemoniacas acerc a d e la naturaleza moral de l a Dei­
d a d . Pero, con este concepto de Dios, b asado en una idea
clara y d istinta de Él, Descartes estaba preparado ahora
..
p ara marchar triunfalme nte hasta su tierra pro meti d a , el
nuevo mundo del d ogmatismo en que el conocimiento de
l a verd a d y la realid a d podía q u ed ar c ompleta mente ase­
gurado, puesto que " ahora tengo ante mí un camino q ue
nos conduce d e la c o nte mplación del verd adero Dios [ . . ] .

al conoci miento de los demás o bj etos del universo" . 5 4


Por tanto, puest o q ue D i o s n o puede engañar, y Él e s
m i Creador, y yo he sido c reado c o n la fac ultad de j u zgar
q u e tod o lo q u e es cl ara y di stintamente concebido es
cierto, e ntonces mi fac ultad de j uzgar q ueda garantizada.
No sólo tengo que c reer que todo lo q u e perci bo cl ara y
d istintamente es cierto, sino también, por l a Gra c i a d e
Dios e n Su Bondad, q ue es re almente cierto. C o n esta mo­
n u m e n t a l seguri d a d , D e s c artes p u d o e nto nces d i s i p ar
las dudas d e l a Primera Meditación acerca del conocim ien­
to rac ional. Habiendo sido exorc izado el demonio d e los
c i elos y de la tierra , e ntonces n o quedaba ninguna d u d a
acerca d e las verdades d e l a s mate má ticas. Una vez en­
c ontrad o el c riterio de l as idea s claras y distintas, e n la
garantizada probidad de D ios, l as dudas iniciales, e l pi­
rronismo inicial se d esvaneciero n , pues ahora pod ía mos
, .
decir q u é era cierto, q u é constituía evidencia, etc. Desde
aquí, todo e s relativamente seguro y fácil. Las verd ade s
matemáticas son clara s y d istintas. Nos vemos compelidos
''" Desca rtes, Meditations, I V , Oeuvres, A.-T. I X . p p . 42-43.
, , /bid.,
p. 42.
282 DESCARTES, CON Q U ISTADOR DEL ESCEPTICISMO

a c reerlas, y en esta compulsión estamos segu ro s, puesto


que Dios no engaña. La rel ación d e estas verd ades de na­
tura leza también puede ser d escubierta por nue stra con­
fianza en Dios. Pod emos estar segu ros d e q u e existe u n
m u n d o físico a l que se a p l i c a n las verd ades acerca d e l a
pura extensión, ya que Dios n o nos haría c reer e l l o si, en
real i dad, no hubiera u n mundo más allá del alcance de
nuestras ideas.''5
El ateo n o puede tener esta seguri d a d a ce rc a de la
verdad obj etiva de sus ideas claras y d isti nta s, porq u e n o
tiene u n Dios que gara ntice lo que p i e n s a q u e s a b e . Al
responder a la afirmación de Mersenne de q ue un ateo
puede conocer cl ara y d istintamente una verd a d matemá­
tica, declaró Descarte s,
Yo no lo niego; simplemente afirmo que, por otro lado, seme­
jante conocimiento de su parte no puede co nstituir verdadera
cienci a, porque ningún conocimiento q u e p ueda ser d udoso
debe llamarse ciencia. Puesto q u e es, como hemos supuesto ,
un ateo, no puede estar seguro d e no engañarse en las cosas
que le parecen más evi dentes, como ya ha sido s ufic iente­
m ente mostrado ; y si por casualidad no se le o c u rre la duda,
sin embargo puede surgir s i examina la materia, o si otro se
la sugiere ; no puede estar a salvo de ello, a menos q u e pri­
mero reconozca la existencia de un Dios.5 11

P o r tant o , c ualesqu iera q u e sean las verd ades d e q ue


pueda tener conciencia u n ateo, nunca podrá estar com­
pleta mente seguro de que sean ciertas, porqu e nunca po­
drá e rradicar la posi bilidad de que se engañe, por m uy
seguro que se sienta. No puede enco ntrar ningun a garan­
tía o base secular de l a certi d u mbre. En un mundo secular
siem pre exi ste una abru madora posibil i d a d de enga i'i o
demoni aco o de autoengaflo a un en las c o s a s más evid e n­
tes. Así. e n un mundo apartado de Dios, tod a "verdad"
puede considerarse como dudosa (ya que posiblemente pue­ ·

de ser fa lsa), y n o puede d e s c u brirse ninguna "verd a �


dera ciencia". Sólo Dios puede d isipar todas las d u das si
Meditations, V y V I , OelWTes, A.-T. I X, p p . 42-56.
.-. .-, Cf. Descartc's,
''" Descartes, Repo11ses de l'avtev1' avx secondes objections, Oe!WTes A.-T. IX, p. 1 1 1 .
DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO 283

no nos engafla, y por tanto, sólo Dios puede ga rantizar que


las verd ades q ue c onocemos en las matemáticas y l a física
n o son simples aparien cias de verdad en nue stros espíri­
tus. 5 7
Así p u e s , e n suma, desde las pro fu nd idades de l a de­
sesperación de la Meditación Pri mera, Descartes c reyó
q u e h abía logrado d ar un giro c ompleto al esceptic i s mo,
marchando d esde la d ud a completa h a sta l a seguri dad
c ompleta. E ste asom broso cambio d e cosas sólo fue p osi­
ble porque tomando el pirronismo suficientemente e n se­
rio, al d udar hasta los lím ites de la c a p ac idad humana, la
fu e rza d e l cogito p u do s u rgi r c o m o una m a rej a d a , ba­
1'
lTiendo la c1'ise pyrrhonienne y llevando a l a person a re­
cién iluminada a los á mbitos d e una verdad sólida e in­
c o nm ovi ble. Cada etapa en el camin o hacia la verdad
abs ol uta después d e l cogito c onfi rma el escape del escepti­
cismo, y asegura más aún las etapas ya transcurridas. El
criterio condu cía a Dios, Dios a la garantía completa, y la
garantía co mpleta al conocimiento del universo m e cani­
c ista. Sólo habiendo pasado por el valle de la duda c om­
pleta podíamos ser llevados a la paz y la seguridad del
mundo c onte mplado como una teodicea, nuestras ideas y
nuestra s verd ades vistas como jiats d ivinos, garanti zadas
para siempre por n uestra percatac ión de que el Tod opo­
deroso no puede e ngaü ar. Al término de la j o rn ada del
espíritu hasta Dios, Descartes p u d o esc ribir sin vacil ación
en los Principles,
.-, ; Doney ofrece una interpretación totalmente distinta del pasaje acerca del
m atemático ateo. en su "Círculo c artesiano", p. 337. Afirma que Descartes sos­
tiene que el ateo puede tener cierto cono c i miento de verdades aisladas, o ele­
mostrac iones si m ples. pero no pod ía "tener una verd adera certidumbre acerca
de las m atemáticas consid eradas como un cuerpo de proposi c iones verdade­
ras". Sin embargo, me parece a mí que D escartes va m ucho más lejos aseve­
ra ndo q u e el ateo "no puede estar segu ro de no ser engañado en l as cosas q ue le
" parecen más evidentes". Por tanto, ni aun con respecto a verdades aisladas Y
d educciones simples. puede e l ateo estar seguro, ya q u e el demonio no ha sido
e xorcizado de su universo. El ateo sabe que los tres ángulos de un tri á ngulo
equiláte ro son iguales a dos ángulos rectos en u n sentido total mente d istinto
del matemático rel igioso, para q uien este es un conoci miento seguro. El ateo
puede conocerlo en el m ismo sentido en q u e la gente ord i naria sabe q u e la
nieve es blanca. Piensan q ue así es, lo c reen, pero puede ser falso.
284 DESCARTES, CON Q U I STADOR DEL ESCEPTICISMO

Que no podemos errar si sólo damos nuestro asentimiento a las


cosas que conocemos clara y distintamente.

Pero es seguro q u e nunca tomaremos lo falso por verdadero


s i sólo damos nuestro asentimiento a cosas q u e perc ibimos
clara y d istintamente. Pues, como Dios n o es un e ngañador, la
fac ultad de conocim iento q u e Él nos h a dado no puede ser
falaz, como tampoco puede serlo la facultad de la vol untad, al
menos mientras no la extendamos más allá de aquellas cosas
q u e perc i b imos cl aramente [ . . . ] Y a u n si e sta verd ad n o
p u e d e s e r racionalmente demostrada, por naturaleza estamos
d i s puestos a dar nuestro asentimiento a las c osas que perci­
bimos clara mente , de c uya verdad no podemos d udar [mien­
tras las percibimos de esta manera ] . s H

Y pud o decir al estudi ante, Burman, q u e n adie p odía


ser escéptico si c ontemplaba atentamente sus ideas inna­
tas, p orq u e sería imposible dudar de ellas. 5!1
Esta dramática respuesta a la crise pyTrhonienne se e n­
frentó al pro blema que l a Reforma había planteado en s u
nivel m á s profundo y , e n e fecto, ofreció u n a solución d e
refo rmador al nivel d e l conocimiento racional, antes q u e
religioso. El desafío d e Lute ro y d e Calvino h abía d es a­
tado l a búsqueda d e u n a garantía de la c ertid um bre d e
nuestras c reencias y principios básicos . L o s re formados y
sus a dvers arios podían mostrar, unos y otros, q u e l as opi­
niones contrarias n o tenían un fundamento d e fendible y
podían ser infe ctadas por dificultades e scépticas. La ex­
tensión de este tipo d e p roblema al con ocimiento natural
reveló que el mismo tipo de c risis escéptica existía tam­
bién en este á mbito. Podía cuestionarse cualquier fun da­
m e n to fi losófi c o , pues un fu nd amento exigía otro fun­
damento, y así sucesivamente.
L os refo rmados, espec ialmente l os calvin istas, ofre cie­
ron c o mo defensa de sus creencias la idea d e q u e por la
voie d'examen descubriríam o s una verd ad religi osa, l a ver­
d a d e ra fe , q u e revelaría su c riteri o , la regl a de fe, l a
c u a l a s u vez revel aría s u fue nte y garantía, Dios. L a ilu-
''" D escartes, PTinciples, Oeuvres, A.-T. I X , Part. I, sec. 43, p. 43.
"' Descartes, EntTetien avec Bunnan, pp. 4-5, y OeuvTes, A.-T. V, p. 1 46.
DESCARTES, CON Q U I STADOR D E L ESCEPTICISMO

minación q u e había e n e l des c u brimiento de l a verda d re-


ligiosa era d o ble; p o r u n a parte, nos i l u m inaba la verd ad,
y por l a otra, por l a Gracia Divina pod íamos reconocerla
285

l
como verd a d . La i l uminación, la luz i nterna, daba u n a se­
guridad c ompleta, u n a convic ci ón o certidumbre s u bj e-
tiva. Y , segú n afirmaban, l a experiencia misma d e esta '¡
a brumadora segu ri d a d nos convencía de que aquello que
sentíamos tan cierto era tambié n o bj etivamente cierto , es
decir, correspondía al verdadero esta d o de cosas del uni­
verso.li o El h o mbre sabe que ha encon trado la verd adera
fe, y l o sabe p orq u e es l a fe medida p or la regla d e fe ,
la Escritura, que él sabe que es la regla de fe p orque es la
Palabra de D i os, q u e nos ha hecho capaces d e reconocerla
y entenderla. El principio básico e ind iscuti ble es l a cer­
tidumbre s u bj etiva o c onvicción total en l a verd a d rel i­
giosa. Y para garantizar que e sta c ertid umbre compl eta
no sea simplement e un s entimiento personal o locu ra , ha
de mostrar q u e aq uello d e que está seguro es obj e tiva­
mente cierto, y no sólo lo que el hom bre considera s u bje­
tivam ente como ci erto. Así la búsqueda es de "ganchos en
e l c i e l o " p a ra sostener e sta c e rti d u m b re s u bj etiva de
modo q ue p u eda transfo rmarse de una experie ncia i ndi­
vid ual interna en u n rasgo o bj etivo d el mundo. Y, d e al­
guna ma nera, la segurid ad personal q u e se ha encontrad o
en la verd adera fe , y q u e puede comprobarse mediante s u
verdadera regla (de la q u e está subjetivamen te cierto), Y
q ue proviene de Dios, s e transform a, d e su i n cuestio nada
opinión o c reencia en u n a verd ad o bjetiva med i a nte la
experienci a s u bj etiva d e l a iluminación d e l a verd a <;J Y su
fuente. La experien cia religiosa nos convence de c iertas
verd ades rel igiosas y al mismo tiempo verifica las verda­
des, d e modo que é stas son, a l a vez, lo que él cree por
i completo y lo que es verdad. El mismo proceso mental en
1
1 q ue o btiene esta segurida d se trascien de a sí mismo de

·¡ "" Estoy aplicando e l término "cert i d u m bres s u bj et i vas" para a p l i c a rlo a


nuestro propio estado mental, a n uestros propios sentim ie ntos psíq uicos c uando
sabemos o esta mos seguros de q u e , por ejemplo 2 + 2 4. "Verdad o bj e� iva" se
=

refiere a si. independientemente de cómo nos sin ta mos. 2 + 2 en rea l idad es


igual a 4.
t
'. . -
¡ ' f

;r

·. /i
\
286 DESCARTES, CONQUISTADOR DEL ESCEPTICISMO

algu n a manera y le revela a D ios, fuente del aconteci­


miento, que entonces garantiza q u e el conten ido del a con-
tecimiento, las verdades religiosas, n o sólo son c reencias
personales, sino también verdades q u e Él h a ordenado.
\
E n la respuesta de D e s cartes al esceptic i s m o e n e on-
' J tramos el mismo tipo d e d es arrollo d e la Refo rma, y el
,.�'r
mismo intento por obj etivar la certidumbre subj etiva vin-
J
culándola con Dios. La c a rtesiana voie d'examen es el mé-
, · i\ todo de la duda, el examen de lo q ue c reemos. Partiendo
�/\1 del pirronismo p arcial de dudar de lo fid ed igno d e n ues­
• 1 tros sentidos hasta el pirronismo metafísico de la h ipóte-
• 1 J sis del sueño, d u d ando de la re alidad de nuestro c onocí-
. i 1 miento, y pasando al pirronismo total d e la h ipótesis del
' demonio, dudando d e lo fidedigno de n uestras fac ultades
r· · racionales, fi nalmente descubrimos el cogito, verd ad tan
subj etivamente cierta q u e somos incapaces de dudar d e
- : : e !� a en absoluto. Éste es e l primer a specto d e l a i lumina-
/ ; cwn: hay una verd ad. El segundo es l a percatacwn
¡ /f
_ _ de l a \l
G fuente de verdad, d e l a garantía d e verd ad. El cogito nos ·

/' l conduce a l a regla de fe, l a regl a d e Dios, y Dios aporta l a


� seguridad o bj etiva de n uestra c erti d u m bre subj etiva. Ha­
biendo partid o por el camino de la verda d experime n­
tan d o la iluminac ión del cogito, terminamos percatándo­
nos d e que la i n d u dabilidad de tod a s las ideas claras y
disti ntas n o sól o e s un h ec h o psic ológic o q u e aceptam os
y c o n el que vivim os, sin o que es u n hec h o o rden ad o p or
,'•. , Dios y, por tanto, o bj etiva mente cierto . No sólo c reemos y
, , psico-l ógicamente h emos de c reer e n c u alesqu iera propo­
. -l sicio nes clara s y d i stintas, sino q u e ahora estamos garan­
tizados de que a q uello que c reemos corresponde a lo q u e
: o bj etivamente es. Lo q u e y o conozco como cierto e n el
,- mundo de mis ideas (es d e cir, aq uello d e q u e e stoy s ubj e­
tivamente cierto), se convierte en lo q u e es verdad ero en
el mundo re al, independie nteme nte de lo q u e yo pienso,
- siento o creo. Mis verd ades personales se vuelven las ver­
.. \. n dades objetivas conocidas por Dios por causa d e la garan­
. ,--!1 tía d e Dios de q u e lo q u e he de a cepta r como verda dero
l (subjetivam'ente) es verdadero (obj etivamente).
Emplear el sentimiento psic ológi c o de la certi d um bre
DESCARTES, CONQU I STADOR DEL ESCEPTICISMO

subj etiva como comie nzo de la res olución de la crisis e s- /.


c éptica nos haría correr el riesgo d e hacer d ud oso todo �
287


c o n o c i m i ento trans-s ubj etivo. Lutero y Calvino fue ro n
a cusados de d ifundir s u s propias opinio nes personales y
sus sentimientos; d e trata r d e fundar tod a la estructura d e
l a rel igión sobre hechos subjetivos, sobre s u s propias vi-
d a s mentales. Insistiendo en que h ay u n a garantía de q u e
aquello q u e es subj etivamente cierto es verd adero no sólo
p ara el i nd ividuo, sino también a bsoluta y obj etivamente,
los refo rmadores declararon que habían evitad o los pozos
del escepticis mo. Y D esc artes, iniciando s u Reforma d e la
filosofía, h u bo de seguir e l mismo camino. En el drama
del cogito, Descartes " socava las bases del pirronismo". 1; 1
Pero, a fin d e que ésta sea más q u e una historia personal
a cerca d e las i deas de s u espíritu y sus sentimie ntos al
respecto, hubo que vincular la seguri d a d inquebra ntable
d e Descartes con u n a fuente que pu diese garantizar, asi- .
mismo, s u verdad o bj etiva. Para ser victorio so , l o q ue · '
Descartes pensó q u e era cierto t uvo q u e ser c ierto; a q ue- · �

llo de que estuvo subj etivamente c ierto tuvo q u e corres- • :


ponder al estado de c osas obj etivo.
El d e rr o c a m i ent o rev o l u c i o n ari o d e l escepti c is m o,
o bra d e Descartes, y su vindicación del conoci miento o b­
jetivo, ac aso fuesen l a s olución más c ompleta de la crise
pyrrhonienne; pero fue precisamente en el desplazamiento
de certid u mbre subj etiva a verd a d obj etiva donde Descar­
tes y su fi losofía, así como Calvino y el calvinismo, se en­
contraron con la mayor oposición, oposición q u e h abía de
cambiar el triunfo cartesiano en tragedia. Lo s enemigos
combatieron para mostrar que, a unque acaso se hubiese
descubierto una verdad, el heroico esfuerzo de Descartes
no era en realidad n ingún esfuerzo, o bien era un c o m­
pleto fracaso, que d ej a ba sin solución e insoluble la crise
pyrrhonienne e n la base d e toda l a filosofía mod erna.

r.¡ Jean-Baptiste Cochet, La Clef des sciences & des beaux arts, o u l a logique Pa­
rís, 1750, p . 58.
X. DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

D ESCARTES, habiendo presentado s u triunfa nte conqu ista


del dragón escéptico, inmediatamente se vio denunciado
como pel igroso pirrónico y c o mo fracasado d ogmático, cu­
yas teorí as n o e ran más que fantasías e i l u s i o n e s . Los
pensado res ortodoxos y trad icio nales viero n en Descartes
a un vicioso escéptico, porque su método de d ud a negaba
la b ase misma del siste m a tradicional. Por tanto, dij ese lo
que dijese, Descartes fue considera d o como la cul mina­
ción de dos milenios d e p irrónicos, a partir de Pirrón d e
. · l' Elis, todos los c uales h a bían tratado d e socavar los fun-
1. ,-:j damentos del conocimiento racional. Los que tenían in-

. clin aciones escépticas y q u e n o d e se a ban c o n s i derar a


Desc artes como uno d e los suyos , q u i si eron m ostrar que
no h a bía lograd o nada, y q u e todas s u s afirmaciones n o
pasaban de ser opiniones, no certid u m bres. A s í p u e s , re­
futaron todo avance más allá d e l cogito (y hasta el propio
cogito), para hundir al heroico Descartes en u n pozo de
incertid umbre . Los dogmáticos intensificaron su ataque
con tra la Meditación Primera, pues e n ella se encontraba
el más poderoso argumento p irrónico q u e , u n a vez admi­

.
ti do, bien sabían que nunca podría ser supe rado. Los es­
cépticos atacaron el resto de l as Meditadones como d udoso
non-sequ.itur de la Med itación Pri mera . En ambos lados ' el


m i s mo tipo de bombard e o q ue había red ucido a lo s re-
fo rma dores a p i rró n i c o s se desencadenó, n ueva mente,
con tra los nuevos dogm á ticos, contra el San Jorge q u e
" asegura ba haber d ado m uerte al dragón escéptico. El paso
de la certi dumbre subj etiva a ce rca d e las ideas d el espí­
ritu a la ve rda d o bjetiva en el mundo rea l fue negado, y
hasta se m ostró q ue el punto de partida no e ra más q u e la
opinión de un hombre. S i la opinión d e Calvino era insufi­
ciente para establecer la verda d religiosa, l a opinión de
Descartes era igualmente insuficiente para establecer la
verdad filosófica.
288
DESCARTES, "SCEPTIQUE M ALGRÉ LUI " 289

Casi i n m e di atame nte después de l a pri m era p u blica­


c ión de l a filosofí a d e Descartes s u rgieron crític o s para
acusar al a utor de h aber unido su suerte a la de los pirró­
nicos. Comenzando con Pierre Petit y e l padre Bourd i n , en
Fra n c i a , y c on Gisbert V oeti u s y M a rti nus Sch o o c kius
e n Utre cht, se hiz o l a acusación d e que Descartes se h a bía
desembarazado d e demasiadas cosas para empezar, adop­

(
ta n d o u n e sc e pt i c i s m o d e l q u e n o p o d í a s u rgir n a d a
cierto. C o n s u método de d ud a , h abía echado por l a bord a
' toda la evidencia a ceptable que poseíamos. Había recha­
I'Y zado el sentido común, la experiencia Y la a utori d a d ; por
1' 1 tanto, había eliminado toda posibili dad de q u e h u biese
u n fu n d a me nto seguro para n u e stros conoc imientos. Y
como tal escepti cismo no sólo e ra peligroso para la fi loso­
fía, sino también para la religión, había que destruir al
escéptico y ateo Descartes. '
Ya en 1638 ene o ntram os un crític o n o identificad o es­
cribiendo a Descartes para quejarse d e que las regla s d e
su momle y s u méthode s on demasi a d o escé pticas y que,
c omo las d u d as de los pirrón icos, n o cond ucirían a n in­
guna verd ad básica.� Durante el mismo periodo, Petit es­
c ribió sus o bj eciones, tratando de m o strar q u e Desc artes
había i nvertido tod o el proceso de c onocer las cosas y, en
e fe cto, las h aría i n c ognoscibles.:' Po r desgr acia, se h an
perd ido las q uej as d e Petit acerca del métod o de l a duda.
Pero la parte q u e poseemos ind i c a el p unto de vista general
desde el c ua l se argüía q u e Desc artes e staba poniéndolo
todo en duda. El argumento de Petit fue que el conoci­
miento más elevado y final que pode mos tener es e l cono-

' Adrien Baillet . en su obra La Vie de M. Des Cartes, París, Hi!l l , 2a. Part. p. 92,
i n formó q ue Voet ius consideraba su cruzada contra Descartes como u n a de­
fensa de la re ligión, en oposición a "un escéptico y un ateo". Voetius hasta trató
de h acer que Mersenne u n i era sus fuerzas con él, y a que lwbía h a bl a do tan
franca mente en contra del escepticismo y del ateísmo.
" Carta d e S. P. a Descartes, feb. 1638, en Descartes, Oeuvres, A.-T. I, pp. 5 1 1 -
517 .
" Las obj eciones de Pierre Petit fueron tomadas d e un manuscrito que se en­
cuentra en l a B i bl i otheq u e N ationale, por Cornélis d e Waard, en su o bra "Les
objections de Pierre Peti t contre le Discours et les Essais de Descartes", Revue
de Metaplzysique et de Mora/e, XXXII ( 1 925), pp. 53-89.
290 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LVI"

cimi ento de Dios que, desde n uestro punto de vista, es el


menos claro y el más i n d i stinto . Hemos d e c omenza r con
la info rmación d e que d isponemos e n n uestro estado ac­
tu al, los hechos d e la experiencia s ensorial, q u e son los
más claro s para n osotros, y a p arti r d e ellos edificar nues­
tro c onocimi ento. S i p rimero tenemos q u e conocer a Dios
para esta r s eguros d e algo más, todo lo q u e conocemos
será arroj ado a l a duda, y será imposi ble el conoc imiento
auté ntico, ya q u e se encuentra más allá d e n uestra s capa­
c i d a d e s limitadas y fi ni tas d e compre n d e r a lgún día a
Dios por medios racionales:1
El padre B ourdin. d e stacad o profes or j esu ita de París,
empleó la Meditación Pri m e ra y parte de la Segunda c omo
base para lanzar un ataque y mostrar que el método d e
Descartes era el d e un escépti c o a bsol uto y , po r tanto,
n unca podría conducir a ninguna certi d u m bre sino, por lo
contra rio, sólo podría d estru i rl a. Las c ríticas de Bourdin,
procediendo de un miem bro d e la ord en q u e le había en­
s e ñ a d o , p reo c u p a ro n gra n d e mente a D e s c a rtes. En s u
carta de protesta a l provi ncial de los j e s u itas, padre Di­
net, Descartes se indignó contra Bourdin, por sus impro­
perios. por sus denuncias y por su condenación d e Descar­
tes e n clase. Pero Descartes afirmó q u e el cargo central
de Bourd in era q ue el a utor de las Meditations se ha bía
permitido excesivas dudas; "sólo ha o bj etado en mí q u e
h e llevado la duda demasiado lej os".5
La críti ca de B o urd i n,, tal c o m o aparece en las Séptimas
objeciones a l as Meditations, se p ropone poner e n ridículo
las ideas d e Descartes p resentándolas de manera chusca.
Pero , aun cuando Bourd i n a menudo e s culpable de mala
interp retación, mala representación y e rrores al citar, su
ataque al método d e la d ud a y las opiniones positivas d e­
sarrolladas inmediatamente a continuación del cogito, sí
indicó algunos d e los pro blemas que, en efecto, reduj eron
el esfuerzo cartesiano al p i rronismo. Los d os cargos prin-
' De Waard, "Les Obj ections de Picrrc Pctit", pp. 72-75.
Descartes tc11Ía una
opinión muy p obre de esta crítica, C f. ibid.,
p. 64.
:. Descartes, earta a Dinet, en Philosopllical Works,
I l , p. 354. El original l a t i no
se encuentra en Oeuvres,A.-T. VII, p. 573.
DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" 291
cipales son, primero, que el método c a rtesiano es ente ra­
mente n egativo, pues a rroj a a lo lejos todos los med i os an­
teriores de buscar la verd ad, y no ofrec e nada e n su l ugar;
y segundo, q ue por su carácter n egativo, el método es in-
capaz de llegar a n i nguna certid u mbre. .
La primera acusación queda resumida en este pasaJe
conmovedor:
[El Método ] nos arrebata nuestros anteriores instrumentos; y no
trae ningunos para ocupar su lugar. Otms sistemas tienen fórmu­
las y si/,ogismos lógicos y métodos seguros de razona?', siguiend.o
los cuales, como el hilo de Ariadna, encuentran la manera d e saln·
de los laberintos y de desenmdar fácil y seguramente asuntos que
son intrincados. PeTO este nuevo método, poT lo contrario, desfí­
gum las antiguas fórmulas, y al mismo tiempo palidece a ':'te un
nuevo peligm, amenazado por un maligno EspÍ1itu de su zn �e.n­
ción, teme lo que es temible, y duda de si se trata de un delzno.
OfTecedle un silogismo; queda atemorizado, tanto más cuanto
mayor sea. " Quizá, dice, ese espíritu me engat'ia. ¿El menor? se
alarma y dice que es dudoso. ¿Y si estoy soñando? ¿Cuán a me­
nudo no han paTecido cieTtas y claras las cosas a un so1iador q �ie
:
una vez pasado el sueiio, Tesultan falsas?" Finalmente, ¿ q ué dzra
el método en cuanto a conclusión? RetmcedeTá igualmente, como
si todas fueran trampas y Tedes. ¿No creen las peTSonas delimntes,
los nz1ios y los locos que razonan de manera excelente, aunque les
falte todo lo parecido al sentido y al juicio? ¿Y si lo mismo me ha
ocurrido a mí? ¿Y si ese Espíritu maligno me echa polvo a los
ojos? Es malvado, y yo aún no sé si Dios existe y puede conteneT �
este engafíador. ¿ Qué haríais aquí? ¿ Qué haceT, cuando tal m�­
todo declara y obstinadamente mantiene que es dudosa la necesz­
dad de la conclusión, a menos que sepáis antes con certidumbre
que no estáis so1iando ni estáis locos, sino que Dios existe, es digno
de fe y ha contenido aquel espíritu maligno? ¿ Qué hacer cuando el
método repudie tanto la materia como la forrna de este silogismo?
-"Es lo mismo decir que algo está contenido en el concepto de
natumleza o de alguna materia y decir que esto es verdad de tal
mate1ia. Sin embargo la existencia, etc." ¿ Qué decir de otras cosas
de esta índole? Si le apremiáis, dirá: "Aguardad hasta que yo sepa
que Dios existe y hasta que yo vea que el Espíritu maligno está
encadenado." Pero replicaréis: "Esto al menos tiene la ventaja de
que, aun cuando no plantea silogismo, con toda seguridad evita
292 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

todas las falacias." Esto es capital: ¡Para que e l niño no tenga


catarro, le quitaremos la nariz! ¿Podrian otras madres encontrar
mejor manera de sonar la nariz de sus hijos? 6

El métod o , según B ourd in, rec h aza t o d o s l o s instru­


f'
mentos de la filosofía anterior, especi almente los del aris­ '

totelismo. Pero, cuando toda l a información sensoria y el


silogismo se vuelven dudosos, ¿qué nos q ue d a ? Cualquier
medio posible que p ud iésemos e mplear para o btener co­
nocimiento puede ser atacado por los problemas sensoria­
les, el problema de los sueños o l a hipótesi s d e l demonio.
El método d e Descartes puede salvarn os de e rrar pero,
i nsiste Bourdin, también nos impedirá conocer. Los anti­
guos métodos, de los que se b urló Desc artes, han s i d o
puestos a prueba, y encontrado bastante ciertos. Lo q u e
n o s ofrece en su lugar es un método completamente des­
tructivo, y también expuesto a l a duda. Los motivos q u e
Descartes ofreció para d u d ar, s u s niveles d e escepticismo,
pueden ser desafiados . ¿Estamos c iertos d e que los senti­
dos e ngañan ? ¿ De q ue p u e d e n c on fu n d i rs e el s ueño y
l a vigi lia? ¿ De que puede h a ber un demonio? La eviden­
cia presenta d a por Descartes es sumamente dudosa. Con­
siste e n seúalar lo q ue ocurre o c asionalmente , o cómo se
comportan los enfe rmos y los locos. S i no estamos real­
mente seguros d e estas mismas d u d as, ¿ por qué abando­
nar el camino probado y cierto, para arroj arnos de c abeza
e n un pirronismo total del que n o puede seguirse nada
ciert o ? 7
El segund o argumen t o es que, una vez aceptad o el es­
cepti cismo completo d e l a Meditación Primera, el méto d o
de Descartes no puede cond ucir a ninguna verd a d cierta
porq u e ha n egado toda posible vía hacia l a verdad . La
conqu ista del pirronismo en l a Meditación Segu nda es un
fraude y un engaúo por causa del suicida procedimiento del
método [por causa] de la forma en que se aparta de toda espe-

" El padre Bou rd in, tal como fue citado en Descartes, The Seventlz Set ofObjec­
tio!ls, en Phi/os. Woi-J¡s, II, pp. 318·319; Oeuvres, A.-T., VII, pp. 528·529.
' Bourd in, en Descartes, Philos. Worlcs, II, pp. 273-274 y 318, Oeuvres, A.-T., VII,
pp. 469-470 y 528.
D ESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRE LUI" 293

ranza de alcanzar la luz de la verdad. 8 Un a y otra vez, B o u r­


d i n examinó y reexaminó e l cogito y las "verdades" q u e se
seguían d e él, para mostrar al a dvenedizo Descartes q u e
nada de e sto podría q uedar intacto después d e habe rse
ado ptado el método de l a d u d a . Podía mostrarse que c a d a
p a s o dado por Descartes e n u n a d irec ción positiva e ra
dudoso según s u s propias regl as, ya q ue podía estar e nga­
i1ado, o podía e star soi1ando. Tod o lo q ue le pare cía cla �o
y d i stinto a Descartes podía no serlo, s i s e tomaba en seno
el métod o de l a d ud a . Una vez que hemos supuesto l a po­
sible imprecisión de nuestra razón, n uestros senti d o � o
n uestros pri n c i pios, nos d a mos cuenta de que cualqmer
conclusión a l a q ue ll eguemos puede ser errónea, por m uy
poderosamente que se nos hubiese impuesto, o por mucho
q u e c re a mos e n ella. Por tanto, el cogito n o esta blece n a d a
d e q u e p o d a m o s e s t a r a b so l u t a m en te seguro s q � e e s
j
c ierto, n i tampoco n inguno d e los argume ntos q ue VIenen
d espués d e él, ya que todos ellos pueden volverse d u�o � o s ,. ,
'1
t a n sólo red iscutiendo l a s razo nes para dudar, y aphcan­
dolas a estos puntos.!l 1
S i el padre B ourd i n atacó el rechaz o d e Descartes del 1
m ét,)do fi losófi co aceptado, tratando d e mostra r q u e el
innovador h a b í a caído e n u n a trampa escépti c a d e su
i
propia invención, sus adve rs ario s más n otorios, Voetius Y 1
Schoockius desarrol l aron esta línea d e crític a hasta un
grado may ¿ r aún. Por mucho que Desc � rtes se h� b i e� e
1
sentido perturbado por la s ai1a del jesmta de Pans, a u n 1
m á s le sorprend ieron l o s desahogos d e los caballe : os d :
Utrecht. Gisbert Voetius e ra el rector d e l a gran umvers i­
d a d holandesa de aquella ciudad, y Schoockius e ra s� d is­
c ípulo. Ambos se s i ntieron tentados, primero, a l i_ mpiar su
i nstitución de toda influencia cartesian �, pues allí e nse­
i1 a b a u n o de los primero s c onversos d e Desc artes, R�­
gi us. 1 0 Después de limpiar la U niversidad de aquel peh-

• Bourd i n , en Descartes,Philos. Works, Oeuvres,


I I , p. 3 1 9 , A.-T., V I I , p. 529.
" Bourd i n , en Descartes, II, pp. 287-305 Y 319·320;
Philos. Worlcs, Ocurres, A.-T ..
VII, pp. 488-509 y 529-530. .
' " Para detal les sobre esta cuestión, véase la carta de Descartes a Dmet, en
Pililos. Wo1·lcs, II, pp. 361·376;Oeuvres,
A.-T., VII, pp. 582-603. Para información
294 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

gro inmediato, procediero n a extender la crític a al a utor


de a q uella n ueva fi losofía, publicando u n ata q u e a la teo­
ría cartesiana.
En 1 643, estos d os h ol a n deses publicaron u n a o bra ,
Admiranda Methodus Novae Philosophiae Renati Des Cm-tes,
que, al parecer, era princi palmente obra d e Voeti us. 1 1 En
el prefacio, Descartes es relacionado con algunos d e los
enemigos más peligros os de l a religión: l os escéptic os,
l os s ocini o s y l os ate osY Lueg o, e n el texto, Descartes es
acusad o de haber ad optad o el m od o de vida d e l os p irróni­
c os, y de prese ntar un argu mento i n adecuad o tant o e ontra
el escepticism o cuanto c ontra el ateísm o. 1 a P o r ú ltim o, en
l a cuarta sección, se plantea l a c rítica decisiva : q ue l a fi­
l os ofía de Desc artes c o n d u ce d irectamente a u n tip o d e pi­
rronismo llamado semiescepticismo, "semi" porque Des­
cartes hace algunas afirmaciones positivas. ("En realidad,
no deseo yo que n uestro a migo , René, sea públicamente
escéptic o ; basta c o n q u e l o s e a en se c re t o . ") 1 4 C o m o
Bourdin, afi rman que el método d e la d u d a socava todas
n uestras bases seguras p ara el c onoci miento, como n ues­
tros sentidos, n uestro j u ic i o y n uestra d ependen c i a d e
Dios. A l hacer q u e l a s d ific ultades que ocurren a l c onocer
se a p l i q u e n también a lo fid e digno d e l c o n o c i m i e n to
mismo, Descartes ha hecho q u e todo se vuelva d ud oso. Los
aristotélicos, como Schoockius y Voeti us, asegura ban que
existen pro blemas en el intento d e alcanzar la verd ad y el
conoci miento cierto, per<;> (decían) si aceptamos los me­
dios d e que d isponemos, a partir de nuestra info rmación
sensorial, y así sucesivamente, e ntonces podremos pro­
ceder con éxito. En cambio Descartes (en su opin ión) to­
maba los pro blemas tan seriamente q u e destruí a las úni­
cas vías que tenemos p ara eliminarlos; por tanto, termi-
acerca de las opin iones y de las c a rreras d e Voctius y Schoockius, veásc Paul
Dibon. La Philosophie néerlandaise au sieclc d'or,Tome 1, Amsterd a m 1954, y C.
Lou isc Thijssen-Schoutc, Nederlands Cartesianisme, Amsterdam, 1954.
" Martinus Schoockius y Gisbert Vocti us, Admiranda Methodus Novae Philo-
sophiae Renati Des Cartes,
' Ultraiecti , 1643.
" /bid.,p. 2.
"' /bid.,
pp. 30 y 172-180.
" /bid.,p. 254.
DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ L U I" 295

n ab a enseñando tan sólo el escepticismo o la d uda c o m­


pleta. 1 5
E s intere sante n otar q u e nueve a ü os d espués, c ua n d o
Schoocki us escribió u n estudio en grande escala sobre el
esceptic ismo, e n q u e examinó la h istoria d e e ste m ovi­
miento, sus principios y las bases para d errocarlo, D e � ­
c a rtes no fue vilipendi ado como pirrónico. Buscó las ral­
ees d e l e s ce p ticismo en el pensamie nto pres ocrá t i c o .
Luego, basándose m u c h o e n material tomado de Sexto ,
Schoockius estudió el desarrollo de l as i d eas académicas
y pirrónicas. Entre los escépticos modernos, mencionó a
Nicolas de Cusa, Sánchez, Cornelius Agrippa y Gassendi,
mencionando también a Francesco Pico en l a sección d e
q uienes h a bían escrito contra el e scepticismo. l fl E n el � s­
tudio de las resp uestas al escepticismo, p resentó el cogzto,
como una verd ad q u e los escépticos no podían evitar. 1 7
Sin embargo, Schoockius d i o grandes d etalles p ara m os­
trar que el cogito n o es la verd a d más básica, sin o q ue
p re s up o n e o tras, l os pri n c i p i o s d e l a sana meta fí s i c a
tra d ic i onal. 1 H Y , en s u p r op i o análisis y rechaz o d e l es­
cepticis m o , q u e va d i rigi d o c ontra l o s argu ment o s d e
Sexto, presenta una respuesta aristotélica e n que, c on tra
la te orí a c artesiana, hace de la validez de la información
sens oria l a afirmación básica. 1 !1
L o s a d ve rsari os tra d i c i onalis tas d e Desc artes i n s is­
tieron e n el tema de q ue Descartes, i ntenci onalmente o
n o había c rea d o c on s u mét o d o u n esceptic ism o t otal. Re­
chazaba la vía aristo télica del c o n o c i miento, d ud an d o,
primero , d e la fuente de t od a n uestra i nformación, l os
sentid os; y, segund o, de l os básic o s principi os y verda­
des p o r l os q u e raz onam os. Mediante el e mple o d e este mé­
t od o, el c on ocimient o más claro y más san o que p oseem o s
e s arr oj a d o a u n l a d o e o m o i n c i e rt o y p o s i b l e m e n te

" !bid., pp. 245-254. .


' " Martinus Schoockius, De Scepticismo Pars Prior, sive Libri Quatuor, Gronm-
gcn , 1652, Lib. 1, pp. I-76.
" /bid., Lib. I I , pp. 88-89.
'"!bid., Lib. I I, pp. 90-99.
'"!bid., Lib. I I I-IV.
296 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

fal s o . Un a vez realizad o esto, n o q u ed an m ed i os para al­


c a n zar alguna verd ad i n d uda ble, p orq u e s e han s u pri­
mid o l os datos, l os principi os y las n ormas q u e l o s h om­
bre s siempre han emplead o.
Desea rtes se s u blevó e o ntra e sta c ríti c a , protestan d o
violentamente p o r las a c usaciones d e esc epticismo he­
chas por el padre Bourd i n y por Voetius.�0 No sólo repre­
sentaban falsamente s u s opiniones (afirmó), sino q u e no
comprendían q u e los principios q u e ellos mismos estaban
usando, los de la filosofía escolástica, estaban expuestos a
c ue stionamiento, y q u e sólo después d e haber rec h azado
tod o s los principios d ud osos pod ía el h ombre proceder al
descubrimiento de algo q ue fue ra c ierto . � 1 Sin embargo,
sus adversarios pudiero n señ alar, y s�ñalaro n , q u e s i to­
dos los principios conocidos e ra n tan d u d o so s c om o lo
afi rmaba Descartes e n la Meditación Primera , e ntonces
no q uedaba ningún medio y n ingu n a esperanza de salir
j a m á s de la desesperaci ó n escéptica q u e Descartes h abía
intro d ucido. E n u n d i álogo pirrónico, escrito al final del
siglo X V I I por el j esuita francés Gabriel Daniel, se hace
mostrar a Aristóteles que Descartes h a bí a n egado que la
evidencia pudiese ser tomada c omo signo de verd a d , ya
que, según la Meditación Primera "dos más tres igu al a
cinc o" p od í a ser fals o. Y Daniel arguyó q u e el escepticis­
mo dem oniac o que precedía al cogito s oc avaba e l val or de
verd ad de la n orma (ya que l a aceptación de ella p odía ser
resultad o de una acción d e m oniac a), e invalidaba la prue­
ba d e que Di os existe, ya que est o depende de que la
norm a sea fidedigna . E n realid ad, n un c a podíamos saber
si Dios o el demonio (cualquiera q u e fuese l a fue nte) ha­
bía h echo de cogito, ergo sum u n a proposición verdadera o
falsa. Así pues, Daniel hace decir a Aristóteles después d e
"' El último oponente fue el q u e , a l parecer, m á s l e a burrió. Cf. l a c arta d e
Descartes a Colvius, 2 3 de abril d e 1 643, en Oeuvres, A.-T., III, p . 647, d on­
de Desc artes d ice que d espués de leer la Admirauda, "Dejé los ciclos por u n os
pocos días. y gasté un pedazo d e papel tratando de d e fenderme de l a s i nj usti­
cias que se me h ac ían en l a tierra".
Epístola Renati Des CQ1tes ad Celeben'imum Vi111m D. Gisbertum
" Descartes,
Voetium, Oeuvres.
en A.-T., VII B. pp. 1 69- 1 7 1 ; y c arla a D inet, en
Philosophical Worlcs,
Oeuvres,
II, pp. 358-359, A.-T. VII, pp. 578-580.
DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI'' 297

c ontemplar el de bate e scéptico resultante de tomar en se­


rio la Med ita ción Primera: "Sobre su Princ i pio, d u d aré,
no sólo como Escéptico, sino que ahora d udaré en serio . "2 2
S i los trad ic ionalistas trataron d e c o m batir a Desc artes
p ro b a n d o q u e la M e d i ta c ión Pri m e ra soc avaba t o d o ,
c reando u n a total e i n cu rable crise pyrrhonienne, otro s d e
tendencias m á s escépticas s e concentra ron e n l a resolu­
ción, e n el n u evo d ogmatismo que , supuestamente, brota­
ría de la ilumi nación del cogito. Est os pensad ores i nten­
taron m ostrar que las supuestas verd ades de la fil os o fía
c a rtesi a n a p od ían v olverse d u d osas media nte las m i s­
mas dudas q u e Descartes había introducid o desde el prin­
¡. cipi o , y q u e c a d a pa s o dad o después de la dramática reve­
lación del cogito h abía de ser a band onad o, h asta q u e el
triunfo de Descartes se c onvirtiera en traged i a . T o d a s las
ve rd ades abs olutas, ci ertas, cl aras y d i stintas, t od o el her­
m os o s i ste m a de m e c a n i sm o te océ ntri c o s e c onvertía
simplemente e n las opini o nes y engaü os de René Descar­
tes. L o s p u e n tes q u e , s u p u esta mente, c o n e c t a b a n l a s
certid u m bres s u bjetivas del aut or c on las verdades o bje­
tivas acerca d e este univers o d ivinamente d irigi d o , q ue­
d aban d e m ol i d os, y se m ostra ba q u e Descartes nunca p o­
d ría dar un p a s o e o n segu ri d a d más allá d e l cogito, si
acas o p odía l legar hasta allí.
Sin entrar en l a c ríti c a del cogito , princ ipalmente la
desarrollada por el p irroniano de finales del s iglo x vn, el
o bispo Pierre Daniel Huet (quien d isecó el comienzo de la
Medita c i ón Segu n d a con tal h ab i l i d a d q u e fin a l m e nte
transfo rmó el pienso, luego existo en pienso, luego quizás
existo),�=� las o bjeciones presentadas por Gassendi y Mer­
s enne � 4 bastaro n para derrocar o hacer d udosas las mo-
" Gabriel Daniel, A Voyage to the World ofCanesius, traducido por T. Taylor, 2"
cd., Londres, 1 694, p. 84. El m étodo de Desca rtes se estudia en l a s pp. 76-92.
"' Cf. Pierre-Danicl Huet Censum philosophiae ca1tesianae, París 1 689, y
Cen­
sure de la reponse faite par M. Regis au libre intitulé Censura Philosophie Canesia­
nae, par Theocrite De La Rache, Seigner de Pluvigny, Bi bl iothcque Nationalc Me.
Fr. 14703, n ú m . 3. cap. I. fols. 22-1 13.
,., Aun c uando e l segu ndo conj unto de objeciones a parece como s i lo h u biera
compilado Mersenne, bien puede ser de él, pues refleja su "escepticismo miti­
gado".
298 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

n umentales conclusiones a las q u e h a bí a llegado Descartes.


Un tema c entral de estas críticas consiste e n c uestionar si
el h echo de que Descartes a fi rmara e star seguro, percibir
clara y d istintamente que l as proposi ciones q ue o frecía
eran verd ad, basta ban para hacerlas verdad. Q u izá, sugi­
rieron, pese a lo q ue Descartes crea de esta s proposicio­
, ,', '
nes, aún puedan ser fal s as .
Gassen d i se explayó l argam ente en sus o bj ec i ones a l
viej o argumento d e l o s Contrarrefo rmad ores, de q u e el
mundo está lleno de locos q ue está n a bsolutamente cier­
tos, pero que ta mbién está n errados y, por i mplicación,
q u izás el gran René Descartes es uno más de estos i n for­
tunados i nd ividuos. Al considerar el criterio c artesiano
d e la verdad, q ue todo lo que es clara y d i stintamente
perc i bido es ci erto, Gassend i indicó, primero, que muchos
grandes espíritus que a parentemente veían cl ara y d istin­
t a m e n t e a lg u n a s c o s a s , h a b í a n c on c l u i d o q u e n u n c a
p od ríam os estar segur os d e q ue algo fuera c iert o. En se­
gun do lugar, nuestra experiencia personal debe c a usar­
nos algun as preocupaciones, pues muchas cosas q u e e n u n
momento creímos percibir clara y d istintamente, y acep-
f tamos como ciertas, tuvimos q u e rech azarl as después. Lo
�Vl único que parece ser cla ro, distinto y cierto es q u e lo q ue
J le p arece a alguien, así le parece. Hasta en matemáticas,
algunas proposiciones que fueron consideradas como cla­
ras y d istin tas h a n res ultado falsas. Las interm i n a bles
controversias q ue se desarrollan en el m un d o s ugiere n, e n
tercer lugar, q u e cada persona piensa que percibe clam y dis­
tintamente aquella pmposición que defiende. 25 N o se trata de
que estas personas sólo estén simuland o que re almente
creen en las proposiciones que a rguyen , sino de q ue está n
tan seguras que afrontarían l a m uerte por sus opiniones.
Por tanto, lo q u e esto parece indicar es que la clari d ad y
d i stinción son normas i n adecuadas para d eterminar lo
q u e es verdad, a menos q u e haya una n orma m á s para d is-

"' Gassend i, J Q(
T w Fifth Sei Objections, en Descartes, Philos. Works, II, p. 1 52. El
estud i o d e este t ema aparece en las pp. 151-152. El origi n a l l atino se encuen tra
en las Oeuvres de Descartes,A.-T., V I I . pp. 278-279.
DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" 299

tinguir l o q u e es rea l mente cl aro y d istinto d e l o q ue sólo


parece serlo.26 (Esto, desde luego, generaría l a necesi d a d
d e un n úmero infinito de criterios para distinguir lo q ue
pa1·ece ser real mente claro y d istinto y l o que realmente es
claro y d i stinto, y así sucesivamente .)
El argu ment o aquí p lantead o p or Gassendi es, en e sen­
cia, el m ismo q ue d i rigentes católicos como San Francisco
d e Sales emplearo n para atacar a los reformadores. S i la
posición de alguien s e basa en l a segu ridad subjetiva de
q ue ti e n e razón, ¿no puede, en realidad, estar e q uivo­
cado ? Lo s calvinistas insistían en que l a luz interna, o la
c u a l i d a d c o m p u lsiva de la verd a d los dej a b a a bsoluta­
mente segu r o s . Per o l os e ontrarre formad ores a rguye­
ron que e s t o n o basta, pues siempre es p osi ble q ue aquell o
q u e consid era mos q u e es verdad, q u e sentimos que d ebe
ser verd a d , y c o n si d e ramos i n d u d able y así, s u c e s iva­
mente, pueda n o ser más que una fantasía n uestra. Todo
lo que los refo rmadores tienen que ofrecer es lo que Cal­
vino piensa q ue es verdad, lo que Lutero piensa que es
verdad, y 1 o q u e c a d a m i e m b r o individual piensa q u e
es verd ad. Per o, p or m uy seguros que t od os ell os s e sien­
tan, sól o están midiend o la verd ad p or sus propias segu­
rid ades priva das. a m e n os que, de alguna manera, 1 o­
gren fo r m a r u n a regla de q u e a q u e l l o de q u e e s t á n
seguros e s re alme nte ciert o . 2 7
C om o Gassendi h a b í a tratad o de m ostrar. l a reforma fi­
losófica d e Descartes se sostenía o c a í a en este m i s mo
punto . Descartes contraatacó insistiendo, al principio, e n
q u e n o le importaba lo q u e pudiesen creer varias perso­
nas, o c u á n fi rmemente lo creyeran puesto que, " n unca
podrá probars e q u e perciben cl ara y distintame nte lo que
tan pertinazme nte afirmaban" . 2 8 S i personas serias y sin
prej uicios se toma b a n la mol estia , siempre podrían d i s-
"' Gasse ndi, Fij!11 Objections. en Descartes. Phi/os. Works. Il, p. 1 52; y Descartes,
Oeuvres , A.-T. V I I , pp. 278-279.
tados en el cap. I V.
" Cf. los a rgumentos de San Fra ncisco de Sales contra los Reformadores, ci­

The AuthouT's Reply to tlw


'' Descarte s, Fi}!/1 Set ofObjections,
en Pililos. WoTks.
II, p. 214, y
Oeuvres, A.-T ..
V I I . p. 361 .
300 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

tinguir por sí mismas lo q ue sólo pensaban q u e percibían


c l a ra y d i stintamente , de lo q u e , en realidad, sí perci­
bían.� !! Aquellos infortunados que no perciben nada clara
y d i stintamente tendrían q u e segu i r s i e n d o e s cé p ti c o s
hasta alcanzar esta experiencia. Pero, una v e z q u e lo lo­
gren , sus d udas se evap orarán por completo "pues por el
simple hecho de ha ber percibido algo claramente podrá n
d ej a r de dudar y d e s e r escépticos". :l o
T o d o est o n o resp onde al p r o blema s i n o q ue, c om o la
sol u c ión de los c alvin istas, n o e s más q ue u n a reiteración
de l a idea d e q u e la certi d u m bre subjetiva es verd adera, y
todo el q u e l a experimente creerá esto. Tan sólo reafirma
el argumento de Descartes d e que hay a lgo en l a claridad
y d i sti n c ión de u n a i d e a o p roposición q u e impone u n
asentimiento completo, y e l hom bre sabe inmediatamente
cuándo se encuentra a nte este tipo d e situación. La com­
pulsión natural y abrumadora d e asentir a l as i d eas claras


y d istintas se convierte e n garantía última de s u verdad.:1 1
! Al h acer de esto l a gara ntía d e la verdad, Descartes pa-
rec e estar su brayando aún más l a experiencia s u bj etiva y
psicológi c a como base d e l a c erti d u m bre, y n o a lgunos
rasgos o bj etivos d e las ideas o de aquello a lo q ue p uedan
refe ri rse. Mientra s el argumento en pro del c riterio de
clari d a d y distinción está fundado básicamente en l a con-
ciencia intuitiva y la experiencia de hallarse ante algo de
que no podemos d ud ar, e ntonces puede aplicarse la o bj e­
ción d e Gassendi y el ataque d e los contrarreformadores,
que a rroj a n dudas sobre e l fu ndamento d e la filosofía car­
tesiana. Puede c uestio nars e cada principio c entral intro-

'" !bid., Philos. WoTks, OeuvTes,


II, p. 226, y A.-T., VII, p. 379. Craig Bl'Ush p iensa
que Descartes puede escapar de l a devastación med i a n te esta o bjeción. Véase
su o b raMontaigne and Bay/e, p. 1 71-n. l .
'1"
Descartes, Seventh Set of Objectious. Phi/os. WoTks.
en I I . p. 279. y
Oe?wres.
A.-T., VII, p. 477.
'1 1
Descartes, PTinciples, Oeuvres,
Parte I, sec. 43, en A.-T. IX, B, p. 43. " Po r natu­
raleza estamos tan d ispuestos a dar nuestro asentim iento a las cosas q u e perci­
bimos cl aramen te, que n o podemos d u d a r d e su verd ad." Véase también Bene­
dictus d e Spi noza, The Principies qf' DescaTtes Philosophy (La Salle, I II, 1 943), Parte
I, pro p. XIV, p. 46; y Descartes, Repouses de l'avtevr avx Secondes objectiom, en
Oeuvres, A.-T. IX, A, pp. 1 1 3-1 14.
DESCARTES, " SCEPTIQU E MALGRÉ LVI" 301

d ucido por Descartes como claro y d istinto: ¿Es realmente


cierto, o simplemente Desc artes piensa q ue e s cierto ?
Para fortificar s u p osición, Descarte s pasó d e la segu­
ridad s u bj etiva del i ndividuo en la norm a a h acer de Dios
el j uez, que podía confirmar y garantizar la regla d e ver­
d a d , y l a s verd ades medidas por l a regla. Pero tanto Mer­
senne como Gassendi plantearon d evastadoras obj e c iones
a la manio bra filosófica q u e transformaba esta segu ridad
s u bjetiva personal d e certidumbre e n verdad o bjetiva, o b­
j e c iones a las que sólo podía respo n derse conced iendo
que en u n sentido fund amental, el sistema cartesiano no
había s uperado ni podía superar l a c1'ise pyrrhonniene. De
manera similar, los críticos escépticos emplearon el lla­
mado c írculo de Arnauld para m ostrar q u e la garantía o b­
j etiva de la N ueva Filosofía segu ía expuesta a cuestiona­
miento.
Mcrs e n n e p l a nteó l a pregunta de si e ra segu r o q u e
Dios no puede mentir o engaflar, e indicó que, en opinión
de algunos teólogos del pasado, Dios ya lo ha bía hecho.
Aun si Dios n o era u n engaüador, q u i zá s nosotros n os en­
gai'iábamos a nosotros mismos en l as m ejores condiciones,
ya q u e somos falibles. Pues, ¿qué evidencia hay de que no os
engai'iáis y no podéis engañaros en aquellas mateTias de que
tenéis un conoci1niento elaTO y distinto ? ; :1� c om o o tr os l o ha­
bían i n d i c a d o , hay p e rs o n a s q u e h a n sido e ngai'i a d a s
a cerca d e c u esti ones q u e pensaban p ercibir tan claramente
conw el sol. A menos q ue pueda mostra rse que e l principio
d e clari d a d y d i sti nción e s real mente claro y distinto y
cierto, d e modo que n o podamos ser engai'iados o e nga­
ñarnos a nosotros mismos aplicándolo, no podenws estable­
ce?- qu.e hay una posibilidad de certidumbre hasta cierto grado
relacionada con vuestros pensmnientos o con los pensamien­
tos de la espede humana. : J : J
C om o répl ica a este rechaz o ta nt o d e l criteri o c om o de
s u garantía de la probidad de Dios, Desc artes trató la o b­
j e ción como ataque básico a la posibilidad misma de q u e

'1 ' 111e rsenne, Secondcs Ubjections, en Descartes, OeuvTes, A.-T. I X, A , p p . 99-100.
a:¡ !bid., p. 1 00.
302 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

alcanzásemos el conocimiento verdadero . Qu izá l a s ver­


d ades q ue aceptamos porque son claras y d istintas n o sean
ciertas. Pero n uestras concepciones c laras y d istintas no
pueden ser engañosas porq u e Dios es perfecto, y n o puede
ser u n engañado r (lo cual sabemos por n uestra c lara y d is­
tinta idea de Dios). Una vez c onvencidos de l a existencia ¡
d e Dios, las extremas dudas y problemas planteados en l a 1
Meditación Primera d e b e n desaparecer pues, según Des­
cartes, ha encontrado "la q u e m e parece [¡una buena a cti­ t
tud escépti ca!] la única base en q ue puede descansar la
certidumbre h umana".:l -1 La explicación de lo q u e es este 1
fundamento de toda certi d u m bre res ulta, realmente , d e lo 1
l
1
más revelador.
¡
Para empezar, directamente pensamos q u e p e rc i bimos co­ 1
rrectamente algo , y espontá neamente nos p e rsu adi mos de
q u e esto es cierto. Además, si esta convicción es tan poderosa !
1
que no tenemos razones d e d udas concernientes a la verdad
1
de la que nos hemos persuadido, no queda nada más q u e ave­ 1
riguar; tenemos a q u í toda l a c e rti d u m bre q u e ra zonable­

1
m ente pueda desearse. ¿ Qué nos i mporta, si por casualidad
alguien finge q u e eso, la verdad d e la que estamos tan fi rme­
m ente persuadidos, p arec e ser falsa a D i o s o a un ángel y p or
tanto, absol utamente hablando, es falsa? ¿Qué oídos d ebemos
prestar a aquella falsedad a bsoluta , cuando nosotros de nin­ 1

1
guna manera creemos que existe y ni aun sospechamo s de su
existencia? Hemos adoptado una convicción tan fue rte que
nada puede removerla, y esta persuasión es ' claramente lo '

mismo q u e una certidumbre perfecta.:15


En el planteamient o mism o del argu ment o, Descartes l
había reconocid o que existe un tipo de pro blema escép­ l
1
tico respecto a la índole de certid um bre que podemos al­
canzar. Este pro blema, lo deseara Descartes o n o , permite
la constru c ción d e u n p o s i ble estado d e c o s a s e n q ue
puede ser falso todo nuestro conocimiento más s eguro. Si 1
A.

_
nudo
'" Descartes, Reponses de l'm•tevr avx Secondes Objections, en Oeuvres,
p . 1 13. Deseartes o bserva aquí que "pereibo que aún estáis enredado en las
A.- T . IX,

d i fic ultades � u e. yo planteé en la M e d i tación Primera, y q ue, c re í h a be r supri­


en las SigU ientes Me d i taciones con s u ficiente c u i da do".
1
"'' !bid., pp. 1 1 3-1 1 4.
DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" 303

e s posible q u e las verdades d e q u e estamos más persua­


didos sean falsas d e a cuerd o con alguna norma absoluta,
e ntonces, ¿ po demos estar j amás seguros de que a q uello
q u e s u bj etivamente hemos de aceptar c omo c ierto e s o b­
j etiva o a bsol u tamente cierto ? Aquí, Descartes introd u ce
¡ e sta posibilidad escépti c a, y a la vez reconoce que n o h ay
1 . manera d e eliminarl a. Todo l o q u e tene mos es " una con­
"-1 vicción tan fue rte" q u e la duda es i mposible p ara noso­
t /ll. tros, y esto es lo que constit uye nuestra certidumbre . Pero
1 mientras sea posible q u e tal creencia, persuasión o c on­
vicción no corresponda con las verdades d ivinamente or­
1
l
d e n adas o c on ocidas, t od o l o q u e sabe m os o cre e m o s
p odrá ser fal s o . A l c omienz o de s u c on q u ista d e l esce pti­
1 cismo, Descartes había in sistido en q u e d ebíamos recha­
¡
1 zar cualesqu iera proposiciones si teníamos alguna razón
!
1
para dud ar. Aquí se presenta una razón monumental p ara
d u d a r; a saber, q u e h asta d onde podemos decir, a pesar
1 de tod a s l a s seguridades que poseamos o sintamos s u bj e­
1 tivamente, todo lo q u e s abemos o creemos puede ser falso

1
" a bsolutamente h a b l a n d o " . La norm a absoluta, la q ue
emplean Dios o u n á ngel puede d ar resultados d i ame­
tra l mente opuestos a los de nuestra norma de clari d a d y
d istinción. Así, Desc artes, i nvoluntari amente, h a permi­
tid o que se i ntroduzca una cuña q ue separa nuestras ver­
dades conocidas subj etivamente, garantizadas por nuestra
fe n atural, o c onvi c c ión completa, de las verdades o bj eti­
vas del m undo de Dios. Ya no podemos tener ningun a ga­
rantía de q u e los dos tipos de verda d se corresponden.
Habiend o d es arr ollad o e ste escepticism o e ompleto d e n­
tro d e s u sistema, Descartes arguye, en s u réplica a Mer­
senne, q u e esto no e s d e impo rtancia, pues ten emos toda
l a s eguri d ad que los hombre s razonables pueden desear.
Nuestra c erti d umbre s u bjetiva basta, porque es, en reali­
dad, todo lo q ue j am á s tendremos. No podemos saber si
n u e stras verd a d e s son verd a de ra s o fa lsas " ab s o lu ta­
mente hablando"; y como n o podemos saberlo y no cree­
mos en la posibilidad de q u e lo que sa bemos pueda ser
falso, podemos olvid arnos de ello y q uedar satisfe chos con
nuestras verdades, cuya certidumbre está asegurad a por
304 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

nue stra compl eta convicción o fe en ellas, y por nuestra


incapacidad psicológic a para d udar d e ellas.
D e sc artes h a bí a c o menza d o s u c on q u i sta del p irr o ­
nismo insistiendo en q ue todo a q u e l l o q u e e n el menor
grad o sea d udoso puede ser tratado como s i fuese falso, y
debe ser compl etamente rechazad o . Pero después d e este
a s o m bro s o p ri n c i p i o , te rm i n ó d i c i e n d o q u e h e m o s d e
aceptar lo q u e n o s ve mos o bligados a creer c o m o verda­
d ero y cierto, aunque pueda ser realmente falso. Q uizá
por haber comprendido c u á n baj o había caído, desde las
altu ras empíreas del verd adero conoci miento en su con­
cesión a s u amigo Mersenne, Descartes trató, e n los co­
mentarios s igu ientes, de recobra r s u elevada posición,
pero sólo logró reforzar el fund amenta l p ro blema escép­
tico que había sido revelado en su sistema. Trató d e ar­
gü i r que la certid u m bre compl eta podía encontrarse e n
las percepciones cl aras del intelecto , c o m o el cogito. Ase­
veró que en c u anto tratáramos de d u d a r de e llas, encon­
tra ríamos q u e ha bíamos de creer que e ra n ciertas. Esta
situa ción sólo s u rge con respecto a las ideas cl aras y d is­
ti ntas del inte l ecto. (Por consiguiente , la gente que e stá
segura de toda c lase de otras cosas, completamente se­
gura, no i mporta, pues no está basando su s egurid ad en el
fun d amento d e toda certidum bre .) Mas, a pesar d e lo q u e
Descartes d iga, esto sólo muestra , e n el mej o r d e los ca­
sos, que h ay pro posiciones de las que n osotros, con nues­
t ra s h u m a n a s fac ultad es y l i m i tac i ones, re a lmente n o
p od e m os d u d ar. Las prop osici ones pueden segu ir siend o
fal s a s según las n ormas de Di os. Ent onces, Descartes tra­
tó d e eliminar esta p osibilidad asegurand o , "tamp oc o a q u í
h a y d i ficultad, aunque alguien p u e d e fingir q ue l a verd ad
le p a rezca falsa a Dios o a un á ngel , porque l a evidencia
de n u estra percepción no nos p e rm i te prestar n inguna
atención a semej ante ficción " .:lo Así pues, aun cu ando po­
d a mos plantear u n a razón para dudar d e tod as n uestras
percepciones clara s y d i stintas, no podemos tomar en se­
ri o esta razó n, por c a us a de la repercusión a brumadora de
,
"" Ibid., p . 1 14.
�, DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

estas percep ciones. N uestra certidum bre subj etiva e s tan


grande q ue p o r n u estra constitución somos i ncapaces d e
305

pensar e n l a posibilidad de que aquello que c onocemos


sea o bj etiva o a bsolutamente falso. Una vez que Desc a rtes
ha plante ado las cosas de esta manera, se vuelve claro
q u e no h a podido m atar al. dragón escépti co porque, po­
d a rnos c o n s i d e rarl a p s i cológi c a mente o no, existe u n a
d ud a i n c urable dentro de su sistema, q u e para siempre l e
i mped i rá establecer algún conocimiento cierto e n el sen­
tido de un conocimiento necesario a ce rc a de la reali d a d .
Este p u n t o se vuelve m á s n otable e n l os c omentari os
de Descartes a las o bj eciones de Gassendi, cuando se e n­
frenta a la q u e llama "objeción d e o bj eciones" que, aun­
q ue no l a atrib uye a Gassendi, o bserva que es m uy similar
a las críticas d e Gassendi. Esta o bj eción consiste e n q u e ,
q u izá, todo n uestro conocimiento m atemáti c o , a u n q u e
claro y d i stinto, no s e relaciona c o n nada fuera del espí­
ritu y, por tanto, tod a la física cartesiana p uede ser imagi­
n a ri a y fictic i a . Descartes i nterpretó e sto como equiva­
lente a l a s ugestión general d e q ue todo lo que podemos
e nten d e r o c o n ce b i r e s simpl e me n te una creación d e
n uestro espíritu y n o tiene relación con l a realidad.:1 7 A
menos q u e pueda excluirse esta posibilidad, nos vere mos
enredados e n otra forma d e la crise p yrrhoniene, e l se-
p- gundo nivel de escepticismo de l a Meditación Primera, ya
que, aun s i a ceptáramos n uestras percepciones cl aras y
d i stintas como verd aderas, nunca podríamos decir s i eran
verdadera s acerca d e algo, más que nuestros pensamien­
tos. Por tanto, n uestro propio conocimie nto se red uciría a
declaraciones a ce rc a de cómo nos p arecen l a s cosas, o
q u é pensamos d e ellas. Pero seríamos incapaces d e cono­
cer nada del universo o bjetivo, d e las cosas en sí mismas.
La respuesta de Descartes a l a " obj eción de objeci o­
nes" consi ste en señalar las aterrado ra s consecuencias
q u e se seguirían de tomar esto e n s erio. S i llegara el caso
de que todo l o q ue j amás pudiésemos conocer fuesen los

'" Descartes, Lettre de Monsieur Des-Cartes á Monsieur C.L.R. en Oeuvres, A . -T.,


IX A. p p . 2 1 1 -212.

D i) }l'J;.CA'o �
') � p � p. � j ft? ,
306 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

pensamientos d e nuestros espíritus, q u e pudiésemos ha­


ber inventado, "se sigue que n o existe n ad a que podamos
comprender, concebir o i m agin ar, o ad mitir como cierto, y

i.
q u e hemos de cerra r la puerta a l a razón, y c ontentarno s con
ser monos o loros, y d ej a r d e ser hombres".:I H Pues esto es,
precisamente, lo que los pirrónicos afirman q u e tiene q u e
o c u rrir. H e m o s d e c e rrar l a puerta a l a razón po rq u e
s �:m1os compl � ta1:nente ir�c apaces de encontrar alguna c e �­
p tl � u m bre � bJ �tlva , a �gun p u e n te e ntre n u e stro c o n o c i­
miento s u bJetivo, por m d u d a ble q u e sea , y el conocimie n­
to del mundo re al . Desc a rte s h a bía constru ido tod o s s us
es � abones a parti r del cogito hacia el criterio, hacia el
axwma claro y d istinto q u e nos permitía razonar a partir
del contenido de una idea h asta s u causa real, hasta Dios,
y hasta la verdad acerca del universo . La "obj e c ión de o b­
j e c iones " indicaba q u e toda esta estructura ra ci onal p o­
d í a no ser más q u e u n c o nj u n to de c re e n c i a s q u e n o s
veí a m o s o bl igad o s a a c e ptar c o m o c ie rtas, q u e n u n c a
podríamos relacionar con algún mundo real fuera de noso­
tros, que no era ningun a garantía como verd a d absoluta.
D e s c a rtes, e l s u p u e s t o e o n q u i s t a d or d e l e s c e p ti c i s­
m o, sól o p odía c o ntemp l a r s u n ueva e inminente crise
pyrrhoni.enne, y declamar, a la manera de Casandra, c u á n
c atastrófi c o s e r í a q u e e s ta c r i s i s no p u d iera evitars e .
Pero, p or desastrosa q u e pud iera ser, Descartes n o n o s
había dej ad o me d i os en s u s istema fil osófic o p ara preve­
nirla. Sól o p odía anun <; iar q u e él n o cedería y que, para
bien o para mal, j usti ficad o o n o, se prop onía s osteners e
e n s u segu ri d a d p e rs o n a l , c o m p l et a m e nte s u bj et i v a .
C o m o 1 os calvini stas, estaba d i spuesto a desafiar l a e on­
denación eterna p or causa d e s u certi d u m bre s u bj etiva,
de las verd a des de las q u e esta b a pers on almente c onven­
c ido (aun c uando pud iesen ser falsas o imaginarias).
Otra manera en q u e l os adversari o s escépti c o s ataca­
ron el "tri unfo " cartesiano, d iciendo que e l sistema de
Descartes dej aba en d u d a s i p odríamos ten er u n conoci­
miento obje � ivo a cerca del mund o real, c onsistió en embe-
" " !bid.. p. 212.
DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" 307
]7 llecer e l a rgumento l l amado el "c írc ulo de Arnauld" . El
proble 1_11 a . escé p tico a q u í i mplícito queda bien expresado
e n el Dzccwnano de Bayle,:111 donde éste d ic e de Desc a rtes:
U n o d e los primero s princ i pios del rac ioc inio, d espués d e
que el _ habla _ d udado de todo, parece ser demasiado circula r
para poder constru i r sobre él con seguri dad; pues él e stá en
pro de demostrar el Ser de un D i os a p a rtir de la Verd a d de
� � estras fa cultades, ":! la ve :dad de nuestras facultades a par­
tu del Ser de u n . Dws. Mas le valdrí a h a ber supuesto q ue
nuestras fac ultades eran ciertas; pues siendo los i nstrum e n­
t� s de q u e nos valemos e n todas nuestras pruebas y ded u c­
ciOnes, a menos que supongamos q u e son ciertos' nos e ncon­
tramos paralizados y n o podemos i r más lej os en n uestras
pruebas. Así pues, el modo de suponer parece más rac i o n a l
q u e el d e d u d a r. � 0

Arn a u l d h a b í a i n d i c a d o la a p a re n te c i rc u l a r i d a d
d.e establec� r el c riterio de ideas claras y d i stintas a par­
ti.r de la e x istencia de un Dios n o engai'iador, y l a existen­
� l a de esta Deidad a partir de n uestra s claras y d istintas
Ideas de ÉI. ·1 1 La versión escéptica simple mente extiende
la dific ultad, afirmando q u e primero d e bemos emple ar
n uest �·as fac .ultades p ara probar q u e Dios exi ste , p e ro
q.ue solo h a biendo esta blecido esta prueba podemos d e cir
s.1 l as fac ultades eran fidedign as. Por tanto, tan sólo come­
ti endo petición de principio sobre si n uestras fac ultades
son seguras para nosotros, podremos j ustificar algún d ía
el conocimien to o btenido por ellas.��
" " Esto aparece e n la edic ión inglesa, en d i ez vol úmenes. del Diccionario d e
Bay�e, en el artículo sobre "Caries <René Des)" q ue no e s de Bayl e. L a parte
.
aqu¡ anal1zada fue tomada de la obra escéptica de Thomas Ba ker, Re.f1ections on
Learmng. (4". edición) Londres 1708, 73.
p.
Dictionm·y,
'" Bayle, edición inglesa, Lon d res,1734-1-740,
art. "Cartes <René
Des)", Rem. AA.
Qu trie es Objections'
" Anta i n e Arn a u l d , a m en Descartes 'OeuvrcsA . -T. I X A . p
' ' ' .

166.
" Sobre l a respuesta un t a n to d esconcertante de Descartes a la acusación d e
A :·na·uld, Y sobre s u a lí rmación de q ue en rea l idad no ocurre ningún círc ulo.
;� Répon�es de l'avte�r avx Quatriémes Objections, Oeuvres,
ase Desc a rtes, en A.-T.,
· 189-190.
A., pp. Gou h 1er ha publlcado recien temente una interesante defensa
de Descartes en este punto, en los Études Philosophiques. (1956) ,
XI "La vérae ité
308 DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LVI"

L o s a dversari os, tant o tradici onalistas e o m o escépti­


cos, arguyeron que, d ad o el p un to de vista c artesiano, la
d u d a completa, cada paso podía refutarse, de modo q u e �1
progreso del espíritu hacia Dios se convertía en una sene
de pasos dudosos, cada uno más d udoso que s u predece­
sor h asta culminar no e n una completa garantía de todo
lo � nte rior, sino en u n círculo vicioso, q u e viciaba toda ·

fuerza que pudiese haber existido e n e l primer . r ? zona­


miento . Las d udas d e la Meditación Primera debilitaban
las pretensiones acerca del crite rio , lo que a su vez hacía
dudosa la prueba de l a existencia de Dios, l o que a su vez,
dej a b a en duda la afirmación de q u e Dios no es un e nga­
ñ a d o r. Y si e sto ú l t imo no q ue d a ba e s ta b l e c i d o c o m o
completamente cierto, e ntonces no p o d í a darse la garan­
tía final de Dios a todos los pasos o, al menos, no se l a
podía conocer rac ionalmente.
El punt o deci siv o que había que ganar, pero que .n o se
podía ganar, era el primer p uente a partir del cogzto, la
doctrina de las ideas claras y d i stintas, e l criterio del que
dependían todos los pasos siguientes. Arn a u l d , c u ? n.d .o
llegó a escribir l a Lógica de P01t-Royal, vio q u e l a posibili­
dad misma de alc anzar j amás algún conocim iento o bjetivo
dependía de mantener e ste vínc u lo de la cert � d um bre
s u bj etiva y l a verdad o bjetiva acerca d e l a realidad. De
otra manera, por m uy seguro s que estuviésemos ? e a lgo,
estaríamos irremediable me nte perdidos e n la cnse pyrr­
honienne.
Y este principio [Todo lo que está contenido en la idea clara y
di.stinta de una cosa puede ser afirmado ciertamente de tal cosa l
no puede d isputarse sin destruir toda la evidencia del cono­
cimi ento humano y establecer un ridículo p irronismo, pues
sólo podemos j uzgar de las cosas por las ideas q u e tenemos
de e l las, ya que no poseemos medios de concebirlas más que
hasta el p unto en que están en nuestros espíritus, y en que
están allí por sus ideas. Ahora bien, si los j uicios q u e hace ­
mos al considerar estas ideas no conciernen a las cosas en SI,_
sino tan só � o a n uestros pensamientos [ . . . ] e s o bvio q ue no
d i v i n e d a n s l a Méditation V . " p p . 296·31 0 Véase ta m b i é n Doney, "The Carte s i a n
Circle".
D E SCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LVI" 309

tendríamos conocimiento de las cosas, sino tan sólo de n ues­


tros pensamientos. Por consigu iente, no conoceríamos nada
d e las cosas d e que estamos convencidos d e conocer con toda
certidu mbre, sino q u e sólo sabremos q u e pensamos que son
tales y tales, lo q ue ciertamente destrui ría todas las c i e n­
cías.·"'

Per o si la e onqu ista c a rtesia n a del pi rr onism o depen­


día de establecer el c ri terio de las ideas cl aras y d istintas,
y su uso como p uente d e las ideas a la realid a d , a q u í es
pre c i same nte donde sus a dversarios habían hecho retro­
ceder a Descartes al m á s completo escepticismo. El pro­
ble ma está cl aramente expuesto en los c omentarios d e
Malebran che s obre e l pasaje antes citad o , d e la Lógica de

1
Port-Royal. El gran oratoriano procl amó q u e esta opinión
"establece ento nces este ri dículo p irronismo , puesto q u e
s u prin cipio p uede ser re futa d o , y p o r buena ra zón " . 1 ·1
Pue d e argü irse que e l principio sólo es verdad ero si las .J
cosas e n re a l i d a d se conforman a n u e stras i deas, pero
"eso es lo q u e n o es seguro". No tenemos manera de saber 1
por adel antado, como los escépticos sie mpre lo han d icho, .J
si n uestros pensamientos se conforman a l a rea lidad; · · a sí J
pues, n o es cierto que l a cosa se co nform a a vuestra idea,
sino tan sólo q u e vos pensáis así". ·15 Mientras tratemos d e .(
razon ar a p artir d e nuestras ideas y h a c i a l a s cosas, esta­ 1
re mos atrapados en u n a crise pyrrhonienne. Tod o lo q u e
podremos hacer será re iterar u n a y otra vez que c reemos
que son c iertas nuestras i d eas de la realidad, que c re e­
mos esto por c o mpleto, pero n u n c a podremos a segura r
más q u e nos parece ser el caso que l o q u e percibimos
clara y d isti ntamente es cierto en re alidad. S i en re alidad
es así, será para si empre un mi sterio.
Así p u e s , de t o d a s part e s . l o s fi lós o f o s a t a c a r o n el

·"' Arn a u l d.La Logique 011 /'art de pc11ser. e d i t a d o por L . B a rré, París, 1859. Par!.
I V. cap. VI. p. 329.
"' N i cholas Malc bra nchc. Rcpon.�e du Pi!re Malebm¡¡cl!e. Prestre de l 'Omtoire. a l.
la tmisieme lettre de M. Anulllld. Docteur de Sorbonne, touchant les idées & les plai­
sirs, e n Receuil de toutes les réponses du P. Malebrancl1e á 111 . Amauld, Tomo I V . L.
Parí s . 1709, p. 5 1 .
"' lbid., p p . 5 1 -52. L a c i t a l'st ú en l a p . 52.
310 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGR É LUI"
1
1
tri u n fo c arte s i a n o , p a ra convertirlo e n un p i rro ni sm o ,
1
1
m uy a s u pesar. S i s e tomaba e n serio l a Meditación Pri­
mera, argüían q u e n ad a se podría segu i r de ella. Si co­
menzábamos con l a Meditación Segu n d a , con el cogito po­
d ría socavarse todo paso ' ad elante, y todo el bello s i stema
q ue d a ría red u c i d o s i m plem ente a la o p i n i ó n de René
Descartes, que nunca podría d eterminar s i era cierta. En
cad a vuelta del camino, el dragón escéptico que, supues­
tamente , Desc artes h abía matado, se l evantaría a atacarlo.
!
.

Así como Fran<:ois Veron ha bía red ucido a los refo rmad o­
res a un estado de desesperación escéptica, sosteniendo
un l i bro c uyo significado n o podían sond ear y c uya verd ad
n o podían esta blecer, así los advers arios d e Descartes tra­
taro n de red ucir al padre de la Modern a Filosofía a un
hom bre q u e, en el mej o r de los casos, tan sólo tenía c ono­
c i mi ento y experiencia del cogito; pero n unca podría des­
c u b rir lo que esto signi fi c aba, o por q u é e ra c ierto, o q u é
otra cosa era cierta. T o d o camino q u e siguiera h a c i a o
c�Bsde el cogito conducía d irectamente al más c ompleto pi­
rronismo.
Descartes trató de e ontraatacar, insistiend o , p or una
parte, en que los principios q u e le habían l levado al ver­
d a dero conocimiento n o podían c uestionarse y, por otra,
en q u e no pod ían tomarse en serio las d u da s de la Medi­
tación Primera . Pero sus adve rs arios mostraron una y otra
vez q u e las d i fic ultades e sc épticas normales podían pl an­
tea rse contra las realizaciones constructivas d e Descartes,
y que empleando el método de la duda cartesiana, se po­
día desafiar todo lo que h a bía surgido d espués del cogito.
O bien Descartes había tomado d emasiado en serio a los
escé pticos, o no los había tomado lo ba stante e n serio. O
bien se h abía unido, sin d a rse c uenta, a sus filas, o bien
no h a bía establecido su filosofía sobre u n fu nd amento tan
sólido que no pudiese ser q u e brantado por alguno de los
gam bitos h abituales del arsenal de Sexto Empírico.
Descartes pr otestó, a legand o q u e su fase escéptica sól o
era fingi d a, •que nunca había tenido las d ud a s d e l a Medi­
tación Primera, y q ue n i ngun a persona seria, atenta y sin
p rej uicios podía ten erl as, mientra s tuviese conciencia de
1
1 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI" 31 1

1 algunas ideas claras y d istintas:H• Las d ud as, d ijo, estaban

1
allí por s u e fe cto terapéutico y d ramátic o , para hacer q u e
e l lector viera l a debilidad de lo que c reía hoy, y luego l a
fuerza d e l o s principios d e Descartes. No tenía ninguna
intención d e inculcar el escepticismo, pero e sta ba i m i­
tando l a enfe rmedad para mostrar con m ayor e nergía c uál
e ra su c ura . 4 7 El hecho mismo de q ue h ubiese llega d o a
conclusiones positivas mostraba q u e no consideraba todo
.
como d u d oso:'H
Per o la insistencia de Descartes e n sus n obles inten­
ciones y logros no res uelve el problema. Aparezca por l o
que aparezca l a Meditación Primera, si se l a toma e n serio
lleva el avanc e del pirronismo h asta tal punto que no es
posi ble responderle. No sólo han quedado eliminad o s los
procedi mien tos dudos os, sino también todos los procedi­
mi entos posibles. Como sabi amente o bs e rvó Hume u n si­
glo después,
Existe una especie d e escepticismo, antecedente a todo estu­
dio y toda filosofía, muy inculcado por Descartes y por otros,
como preservativo soberano contra el error y el j ui cio prec i­
pitado. Rec o mienda una d ud a un ivers a l , no sólo de tod a s
n u estras anteriore s o p in i o ne s y princ i p i o s , s in o t a m b i é n
de nuestras fac ultad es mismas, de c uya veracidad, según d i­
cen, hemos d e asegurarnos por u n a c a d e n a d e razonamien­
tos, ded ucidos de algún principio o riginal q ue no puede ser
falaz n i engaü os o. Per o no hay tal p rincipi o original que ten­
ga una prerrogativa p or encima de l os demás, que sea evidente y
p ersuasivo ; o s i l o h u bi ere no podríamos i r un paso más a llá
más q u e por el empleo de esas mismas fac ultades de las q ue ,
·• n Descartes, Seventh Ser of Objections, en Phi los. Works, J I , p . 279, Oeuvres, A.-T.,
VII, pp. 476-477; y Entretien �vec Bunnan, pp. 4-5.
" Descartes, Troisieme Objections faites par Pn celebre Philosophe Anglois, avec
les 1·ésponses de l'auteur, en Oeuvres, A.-T., IX A, pp. 1 33-1 34. Seventh Set o.f Objec­
tions, en Phi/os. Works, I I . p. 277 y Oeuvres, A.-T., V I I , pp. 473-474; Letter lo Dinet,
en ?hilos. Works, I I , p. 355. y Oeuvres, A.-'1'., VII, pp. 573-574. y Notes Di1·ected
against a ceTtain Programme published in Belgiwn, en ?hilos. \Vorlcs, I, p. 448. y
Oellvres, A.-T., V I I I B, p. 367; y Johann Clau berg, Opera O mnia P/zilosophica, A m s­
terd a m , 1 69 1 , pp. 1 3 1 ss. Véase también Gou h i er, "Duote méthod i q ue ou néga­
tion méthod i q u e ? " , pp. 1 57-1 62.
·lh
Descartes , Seventh Sel o.f Objeclions, en Pililos. WoTks, I I , p. 333, y Oeuv1·es,
A.-T., VII, p. 546.
312 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

s upuestamente, debemos d esconfiar. Por tanto , la d u d a carte­


siana, si fuese posible alcanzara a alguna criatura h umana
(como clara mente no e s e l caso) sería absolutamente incura­
ble; y ningún razonamiento podría llevarnos nunca a un es­
tado de seguridad y convicción acerc a de nada. ·111

P osibleme nte p or estar cansad o d e explicar p or q u é


había planteado las d udas q u e pl anteó, Descartes, e n u n a
carta a l a princesa Isabel, observó q u e aun c u a n d o creía
que era necesario pasar por todo a q uello una vez en la
vida, no había q u e q u e d arse e n tales c uestiones todo el
tiempo. 5°
Así pues, a Descartes le q uedó sólo esta alternativa : o
bien había propuesto u n método para desc u brir l a c erti­
d u m bre a bsoluta, método q u e c o n q u i staría al e s cepti­
cismo tomándolo en serio, o sólo era u n dogmáti c o más
q u e se negaba a cuesti o n ar sus principios y no podía esta­
blecerlos. En el primer caso, le gustara o no, e ra arroj ado
a u n a c1'ise pyrrhonienne, y n o podía escapar, e n re alidad,
del escepticismo q u e su método había e ngre nd rado. E n el
segundo, n unca había comenzado siqu iera a responder al
pirronismo, porq ue, como tantos d e sus contemporá n eos,
no h a b í a visto q u e c a d a d o g m a q u e a c e p t a b a e s ta b a
abierto a toda pregunta, a menos q u e p ud iese d a r eviden­
cia de él. Todo lo que Descartes podía hacer, a la p ostre,
era apelar al hecho de q u e no podía dudar de sus dogmas;
por tanto, se veía o bl iga,d o a c reer que e ran ciertos y, más
adelante , te ndría q u e insistir en que e ran ciertos. En este
punto, el escéptico Sorbiere n egó toda conexión entre las
glorias del nouveaux Pyrrhonisnw y el d ogmatismo d e René
Descartes, supu estame nte construido contra e l escepti­
cismo.
No b asta, c o m o l o sabéis bien, Monsieur, p a r a merecer e l
modesto nombre de escéptico o d e académi co, q u e algui e n
haya dudado una sola v e z en s u v i d a , n i que h aya supuesto
ese terrible tumulto de opiniones, del que ha afirmado que se
Enqui1·y Conceming Human UndeTslanding.
Sec. X I I . pp. 1 49-150.
'" H u me. e d itado p o r Sel by-Bigge,

''" Descartes, carta a E l i s a lwth, 28 d e j u n i o de 1643, en Oe1wTes, A.-T., I I I , p . 69.


DESCARTES, "SCEPTIQUE MALGRÉ LUI'' 313

salvó median te una p u rga u n iversal y mediante u n derroca­


m i ento total de todas n uestras ideas, q u e e s completam ente
i mposible, o del que sería m uy d i fícil que la razón h umana se
recobra ra. No e s neces a ri o hacer tanto para ser considerado
e scéptico, p e ro ello d e be h a cerse d e m a n e ra más seria y
constante . La Epojé debe toma rse e n p eq u e ñ as dosis, y debe
e mplearse para l a salud d e l espíritu, como remedio dulce y
benigno q u e nos salva d e opiniones mal d i rigidas, y no como
veneno que lo e rradica todo, h asta los pri meros principios de
n uestro racioci nio.'' 1

En el esfuerzo y el fracaso de Descartes tratando de re­


solver la crise pyrrhonienne se encuentra u n a de las cues­
tiones deci sivas del pensami ento moderno. La controve·r­
sia d e la Reforma había abierto u n a c aj a de Pand ora, a l
buscar el fu ndamento d e l conocimiento c ierto. El res u r­
gimiento d e l escepticismo griego, e l redesc u brimiento d e
Sexto Empírico, habían chocado con l a búsqueda de l a
certidum bre. Y cada b a n d o p o d í a valerse de l a s armas p i ­
rrónicas para socavar l a b a s e racio nal de l a s aseveracio­
nes del otro. Cada bando podía obligar a l otro a apoyar s u
argumento e n u n a creencia o causa inj ustificable, d e l a
q u e sólo podía decir q u e c reía q u e tenía razón, pero n o
podía probarlo. L a extensión d e este pro blema, d e l a re li­
gión a l a fi losofía, produjo el esfuerzo heroico d e Des­ 1
carte s. L o s nouve aux Pyrrhoniens, así e o m o Descarte s,
m ostrar o n que las afirmaci ones básicas de la fil os o fía
arist otélica estaban sujetas a l a duda, pero l o s escépti­
c os y l os esc olástic o s m ostraron q u e también p odían
plantears e dudas acerca del cartesian ism o . Tan t o la fil o­
s ofí a tra d i c i onal c o m o el n uev o siste m a se basaban, a
la p ostre, en u n c o nj unt o indefendi ble de sup osic i ones,
aceptada s sól o p or fe .
Descartes, e o ntempland o el pr ogres o del pirronism o ,
pudo ver q u e sus contemporáneos no h abían matado a l il

dragón liberado de los textos d e Sexto Empírico, porq u e


habían s u bestimado l a fuerza del monstruo. La única ma-
1

'" Samuel Sorbi ere, LettTe et DiscouTs de M. SoTbieTe suT diverses matieTes curieu­ !l
ses,
:1
París, 1 660. pp. 690-69 1 .

;1

:J
314 DESCARTES, " SC E PTIQUE MALGRÉ LVI"

nera de matar al dragón sería poder d escubrir u n a verdad


tan indudable que n ingú n p irronismo, humano o d iabó­
l i c o , pudiese quebrantarla. Así, el cogito m ató al mons­
truo, y triunfó sobre tod a duda. Pero , ¿ se podía enco ntrar
u n a garantía del cogito y de las consecuencias desarrolla­
d a s a partir de él? Ambos podían ser indudables, pero,
¿ era n así porque yo lo pienso así, o porque lo so n ? en el
primer caso, como d espués l o indicó Malebranche, nos
e n c o ntra mos d e regre s o a l p i rro n i s m o . E n e l segundo
caso, estamos de vuelta e n u n dogmatismo indemostrable.
Tod o el esfu erzo de Descartes por sustanciar l a segund a
alternativa, o b i e n abandonaba el tri u n fo so bre el escep­
ticismo negando la fue rza d e las dudas originales, o a nun­
c i a ba el fracaso, al no poder mostrar que el cogito era más
que subj etivamente cierto (como en sus respuestas a Mer­
senne y Gassend i), concediendo así q u e su s i stema n o era
sino otro conj unto más d e premisas, regl as y conclusiones
indemostradas o indemostrables. También los p ue nte s de
la certidum bre subjetiva a la verd a d o bj etiva resultaron
sólo subjetivamente ciertos.
La vict oria de la Meditación Segu n d a requería el h i­
perpirron i smo d e l a p rimera . Pero e ntonces, esto h ace
imposible el triunfo . Sin embargo, el abandono de las d u­
d as iniciales transforma a Descartes de conquistador del
escepticismo en otro dogmático más, que será de stru ido
por los escé pticos de l a segunda mitad del s iglo XVII: Huet,
Fo ucher, Bayle y Glanvill. Descartes no p u do sostener s u
plena perc ata ción d e l pro blema planteado por el nouveau
Py1-rhonisme y a la vez su solución. Mientras p u do ver c uán
d evastadoras eran las d i fic ultades planteadas por Sexto y
sus d iscíp ulos modernos, los pro blema s d e lo fided ign o de
n uestra información y n uestras fac ultades, de l a realidad
de n uestro conocimiento, y del criterio, se aisló de c ual­
quier otra soluc ión aparte de la verd a d cierta, cogito ergo
sum. Pero en c uanto perd i ó s u visión escéptica de la Medi­
tación Primera (si en realidad lo hizo), entonces s u reali­
zación pudo ser socava d a por los argu mentos de los nou­ \ )
veaux pyrrhoniens y por sí mismo.
Después de Descartes, la fil os ofía m oderna ha trata d o
DESCARTES, " SC E PTIQUE MALGRÉ LUI" 315

de enfrentarse a la crise pyrrhonienne. Si alguien trataba de


olvidarl a , dej a ría t od a s sus sup osici ones básicas y t o­
d a s sus conclusiones a biertas a la d u d a , para q u e las ata­
c a ran algunos n uevos p irrónicos. Vivir con la crisis s igni­
ficaba a ceptar que en u n s entido funda mental, nue stras
creencias básicas no tienen fundamento y deben ser acep­
tadas por fe , ya sea animal, rel igiosa o c i ega. Podemos o b­
servar e insistir en q u e a u n con e l más c ompleto escepti­
c i s mo, c ontamos con una certidum bre q ue nos capacita a
o btener u n tipo d e conocimi ento y d e entendimiento.
Pascal s u b rayó esta situación, atra p a d o entre u n p i­
rronismo total q u e n o podemos evitar, y una natura l eza
que, no o bstante, nos o bliga a creerY Hasta el más escép­
ti c o de todos los pirrónicos, el gran Pierre Bayle, rec ono­
ció, "yo sé demasiado para ser pirrónico, y sé d emasiado
poco para ser dogmático".'•:! Una vía importante para re­
solver esto en los siglos XVII y x vm fue el desarrollo del
· ·escepticismo m i tigado". Esta sol ución, formulada en e m­
brión por Castalión y Chillingworth, y con d etalle p o r
Mersenne y Gassendi, sería desarrollada más aún por los
escépticos Fo ucher, Glanvill y, fi nalmente David H ume.
Mostrarían u n a vía por l a cual el pirronismo teórico podía
reconciliarse con nuestro s medios prá cticos para dete r­
m i n a r verd a d e s a d e c u a d a s a l o s p ro p ó s i to s h um a n o s .
Otros pod í a n retroceder, h orrorizados, ante el rá pido pro­
greso del p i rronismo,5·1 y d iscutir c u lta mente acerca d e la
fue nte de esta monstruosidad, sobre s i Job, Salo món o el
Diablo l a h a bían engendrado .55 Pero el pirro nismo segu i­
ría siendo u n fantasma q u e rec orría l a filosofía e uropea

''' Pascal,Pensées, Bru nsch v i cg ed., n ú ms. 374, 387, 395, 432 Y 434.
'·" DisseTtationes Anti-Baelius,
C i tado en Christoph, Matt. Pfa ff. Tu b i nga , 1 7 1 9, I ,
pp , 3n-4n.
'' ' Véase, por ej emplo, l a crítica del Scepticismus debellatus, d e V i l lemandy, en
la 1-Jistoire des Ouvmges des Savans, f'eb, 1 697, pp. 240-250, esp. pp. 241 -242.
DesseTtationes duae CJUarum prior de Scepticismo pro­
...... Cf. Gabriel W e d d e rkoff.
fano et sacm praecipue Temo11strantiwn . . . posterior de Atheismo praeprimis Soci­
nianorum, Argentora t i , 1665, p. 3 . J o h . V a l e n t B u tzer, Q.D.B.V. de Scepticorum
Praecipuis 1-Jypothesibus, Kiloniens, 1 706, p. 4 ("El primer a utor del escept i c i s m o
es e l d em o n i o"), y E frain C h a m bers, Cyclopaedia, V o l . I l , Lo n d re s , 1 743, art.
"Scepti d sm ".
316 DESCARTES, " SCEPTIQUE MALGRÉ LUI"

mientras los filósofos l uchaban por encontrar u n a manera


de superar por c ompleto la d u d a teórica, o p o r descubrir
cómo aceptarla sin destru i r toda certid um bre humana. 56

:. n Para u n a preve rev i s i ó n d e l c u rso d e l escept i c i s m o d e s d e l a é p o c a d e Des·


cartes hasta Bayle, véase Pop k i n . "The H igh Road to Pyrrh o n i s m " en American
Philosophical Quartc1·/y, I I , 1 965, pp. 1 - 1 5.
XI. ISAAC LA PEYRERE Y LOS COMIENZOS
DEL ESCEPTICISMO RELIGIOSO

PARA SEGUIR d elineando e l drama de l a epistomológica


c1'ise pyrrhonienne, hemos de o bservar l a batalla q u e e sta­
lló entre los últimos cartesianos y los últimos e scépti cos,
especialmen te Simon Fou c he r, Pien·e Daniel Huey y Pie­
rre Bayle. También podrí a mos seguir los temas escépticos
conforme e ntra ron e n l a filosofía inglesa por la vía d e
Ho b bes, Boyle y Loc ke, el escepticismo maduro d e Glan­
vill, y luego los esfu erzos heroicos d e Berkeley por refutar
el e scepti cismo , y el d esplome de sus e sfue rzos en e l pi­
rro nismo de H u me.
T od o esto ha sid o estud ia d o, al men os en parte, p or mí
mismo y por otros. Otro escepticismo igu a l mente sign i fi c a­
tivo, q u e brota de a lgu nas de las mismas raí c e s y q ue
forma un a specto c rític o del pensamiento modern o, d esde
la Ilustración, e s el esceptici smo religioso: l as dudas con­
cernientes a l a verd a d d e los elementos básicos de la tra­
dición j udeo-cristiana.
Ya hem o s vist o q ue desde l a é p oca en q u e por primera
vez se levantó u n a oposición a l escepti c i smo epistemoló­
gico de l a varied ad Sexto-Monta igne-Charron, se d ijo q u e
dudas de c arácter tan fun damental conduc irían a l a s d u­
das acerca de l a religión. Se acusó d e ateos a los escépti ­
c o s , aun c u a n d o nadie p u d o m ostrar u n a doctrina reli­
giosa ortodoxa o c reen c i a que los escépticos negara n . El
rui doso ataque de Garasse s imple mente produj o la m á s
enérgica defensa d e l pirronismo c ristiano, obra del d iri­
gente j ansenista Saint-Cyran . 1
El problema c rític o pr ovendría de otra fuente, l a apli­
cación del méto d o "cartesiano" c i entífi c o a l a p ropia Bi­
blia, originalme nte c o n fi n e s re ligiosos espe c i a l e s . La 11
Pers ona a q uien se a c re dita haber comenzado l a modern a !.1
:{
' Véase l a s o bras d e Garasse, d is c u t i d a s e n e l cap. V I , pp. 1 1 4- 1 1 6; y l a res­
Puesta de J e a n Duvergier du H a u ra n n e ' s (Sai nt-Cyra n), pp. 1 1 6- 1 1 8. IJ

IL.
317

¡, l. ..',
1:
¡
¡,
l• !
318 I S AAC LA PEYR E RE

c rítica bíblica (y escéptica) es Isaac La Peyrére ( 1 596?-


1676). La Peyrére llegó a París e n 1640, y fue secretario del
Príncipe de Condé; conoció a los más d estaca � os pensa­
dore s de la época, incluso los nouveaux Pyrrhonzens. '!' uvo
estrechas relaciones con Mersenne, Grocio, Gassendi, La
Mothe Le Vayer, Patin, Boulliard y H ob bes, así como con
d estacadas figuras de l os Países Baj os, c om o Claude Sau­
maise, d e Leyden y Ole W orm y Th omas Bangius, d e Di na­
ma rca . �
E n l os l i br os se describe frecuentemente a La Peyrére
como ateo . :1 Paul Kristeller y yo h emos tratado de mostrar
q u e el término "ateo" a finales del siglo XVI y c omienzos
del s iglo x vii se emplea peyorativamente, y realmente no
d es c ribe l a posición de nadie s i los " ateos", s u p uesta­
mente, negaban la existencia de Dios y la visión j udea­
c ri sti ana de la naturaleza y el desti n o del h om bre . Los
críti c o s hicieron di stintas interpretaci ones y plantear on
dive rsas dudas acerca de c iert os aspect os d e la verd ad d e
la hist oria religi osa en general. Per o el ateísm o c _o m o _n e­
gac ión de la existencia d e u n D i os activ o e n l a h1st ona Y
c o m o negación del relat o bíbli c o c om o cuadro verdadero
de cóm o empezó la hist oria y de sus pr ogre s os, e s una
idea de mediad os del sigl o x vii q u e se d esarr olla a partir
de las herej ías de La Peyrére y d e su escepticism o aplicad o
a 1 os materiales religi os o s . 4
L a Peyrére p a rec e h a ber estado lej o s d e s e r at�o
1

( 1 596'? - 1 676), Thése d e 3 <' m e


' El c ua d ro más detallado de la vida de La Pcyrcre aparece en Jean-Paul Od­
dos, Recherches sur la vie et l'oeuvre d'Isaac La Peyrere
Cyc le, Grenoble, 1 974; véase t a m bi é n Pintard,Le Libertinage érudite, pp. 355-36 1 ,
379, 399, 420-424, y 430, y R . H. Po p k i n . "The Marra n o Thcology o f Isaac L a Pe­
yrcre" en Studi Intemazionali di Filosofía, V. 1 973. pp. 97-126.
" Más temprano en s u carrera, e n 1626, fue acusado d e ateísmo e i m p i ed a d ,

la a c usación. C f. Bibli othcq uc N a ti onalc Ms. Fonds. Fra n <: a i s 1 5827, fols. 149 Y
pero fue absuelto p o r el Sínodo Reformado Francés. N o h a y i n formes acerca d e

162. Véase la i nterpretación de D o n Ca me ro n Allen, The Legend ofNoah, Urbana


1 963, p p . 86-90, y 1 30-137, David R . Mckec. " I saac d.e l a Peyrére, a Precursor o f the
eightccnth Ccn tury Critica! Dcists", e n Publications of the Modern Languages As­
sociation, LIX, 1 944, pp. 456-485; y Pintard, LeLibertinage érudit, páginas c it a d a s en
la n o t a 2. ,
' Paul Oskar Kristcllcr, "The Myth of R c n a i ssancc Ath c i s m a n d t h c Fre n c h
Tra d i ti o n of Free Thought", en Journal of the History of Philosophy, V I , 1 968.
I SAAC LA PEYR E RE 319

c uando desarro lló esta visión . Procedía d e u n a familia


ca lvinista d e B u rdeos, y e n sus años mozos tuvo dificulta­
des con e l sínodo calvinista . Los documentos son dema­
siado vagos p ara saber q ué d octrina, supuestam ente, sos­
tuvo . Fue acusado d e ateísmo y d e impied ad, pero e n 1 626
fue absuelto, c o n el enérgico apoyo d e s esenta pastores .
Para 1640 y 1 64 1 ya h abía escrito sus d o s grandes obras,
Du Rappel des Juifs y Prae-Admnitae. 5 Tomando e n conside­
ración las o bras e n gen eral, además de la corresponden­
cia re lacionada y los manuscritos inéditos, cre o que he­
mos de llegar a la conclusión de q u e La Peyrére sostuvo
una teología mesiánica insólita, pero no que fuera ateo.
Cierta mente n o creía e n algunas d e las doctrinas claves
del j udaísmo o e l cri stianismo, pero e ra un místico c re­
yente en su p r o pia te ol ogía n (derivada e n parte de Gui­
llaume P o stel) . í
Entre l a s m u c h a s tesis herétic a s d e La Peyrére ( m á s
adelante, abj u ró d e m á s d e c ien) se hallaban sus afirma­
ciones de que Moisés no e scribió el Pentate uco, que no
poseemos n ingún t exto pre ciso de l a B i blia, q u e h u b o
hombres a ntes d e Adá n , q u e la B i blia sólo es l a historia
de los j udíos y n o la h istori a d e toda la h u manid ad , que el
Dil uvio sólo fue u n acontecimiento local d e Palestina, que
el mundo podía s eguir d u rante u n period o d e tiempo in­
definido, q u e la única h istori a significativa es l a de los
judí os, q u e l a h istoria d e los j ud íos c omenzó con Adán , Y
que l a historia j udía se d ivide en tres grandes periodos : a)
la e l e c c i ó n d e l o s j ud í o s , q u e c u bre e l periodo d e s d e
Ad á n hasta Cristo, b) el rechazo de l o s j udíos, que c ubre e l
peri o d o d e s d e Crist o h a sta m e d i ad o s d e l sigl o V I I , y
e) el llamad o a l os j ud í os q u e esta ba a p u nt o d e ocurrir;

'· U n a carta d e Gabriel Naudé al card e n a l Barberini e n 1641. Bibl. Vat. Barbe­
Prae-Adamitae
rin i . Latín 647 1 , fo l. 22 v , i n d i c ó q ue el ya h a bía s i d o completad o,
Y como e l cardenal Riehelieu l o había pro h i bi d o , l a gente estaba tratando de
obten e r ej e m p lares d e él.
" Cf. Popk i n , "The Marrano Theo logy of Isaac La Peyrcre".
' La deuda d e La Peyrcre a Postel y l a s i m i l i t u d de su m e n saj e u n ivcrs a l i sta
será n estud i a d o s en un vol u m e n que está s i e n d o prepara d o por l a Profa. Marion
Dani e l s Kuntz y por mí m i smo.
320 1 SAAC LA PEYRERE

q u e e l Mesías esperad o p or l os j ud í o s e staba a punt o d e


ap arecer y . p or últi m o , q ue t od o e l mund o s e s alvará ,
haya creí el o 1 o que haya c reíd o .
N o se c o n oce el ord e n e n q u e L a Peyrere estableció su
teología, pero al parecer la teoría preadamita y l a teoría
de l o s orígenes poligénicos de la h u man i d a d fuero n tem­
pranos ingredientes. La Peyrere ya tenía completo su ''sis­
te ma de teol ogía basado en l a suposición d e que h u bo
hombres antes de Adán" c u a nd o llegó a ser miembro ac­
tivo de los libe1tins ém.dits, e n 1 640 y 1 64 1 . Se valió de tes­
timonios científicos e hi stóricos o bteni dos de otros para
apoyar su argumento. s Fue esto lo que desencadenó un
verd a d ero esce pti c i s m o a c e rc a del c o n o c i m iento re l i­
gi oso.
Antes de c o ncentrarn o s en l os esfuerz os de La Peyrcre,
que desembocaron en Spinoza y en la modern a c ríti c a bí­
blica, deseo esbozar breveme nte la q ue cre o q ue fue s u
verd adera teología. El p unto clave d e s u visión teo lógica
es la centralidad de la h istoria j udía e n e l mundo. La teo­
ría preadamita que, como vere mos, fue el abora d a en los
términos del texto bíblico, d e documentos hi stóricos pa­
ganos y de datos antropológicos de s u época, tiende bási­
camente a separar a los preada mitas (qu e los a barcan a
todos, salvo a los j u d íos) d e los j udíos. E l mundo preada­
mita era un mundo hobbesiano -mal igno, brutal y li mi­
tado-, en que no ocurría nada importa nte . C u ando Dios
creó al primer j ud ío comenzó la Histori a Divina. Y a un­
q u e sólo los j udíos actuaban aquí, el resto de la humani­
dad participaba en esto por " imputación místi ca". En la
' A l parecer. La Peyrére s e ¡)reocupó por saber si la m ujer d e Caín había sido
desce n d i ente d e Adún y Eva. Véase s u " Proeme" a T o
A /¡e logical Syst.em ll ¡Hm
tlle
Pres11pposition tlwt Men 1cere bcfore Adam, (la segunda parte deMcn bcfore AdamJ.
Pme Adamit.ae
(n.p. 1 656), y (n. p., Amsterd a m 1 655).
Al d esarrollar su argumento. espec i a l mente en el Li bro 1 1 1 , La Peyrére citó
materiales q u e o btuvo de Bou l l i ard, Gassend i , La Mothe Le Vayer. y especial­
mente d e J u lius Scal liger y Claude Sau ma ise. Acerca de sus fue n tes antiguas y
mod e rn as, véase Popkin. "The Development of Religious Scepticism and In-
11 uence o f Isaac La Pevrere's Pre-Adam ism and Bi ble Crit icism" en C/assica/
l1lf7ttences on Euí·opean Culture, AD 1 500- 1 700, Cam bri dge, 1 976; y Anthony Graf­
ton, "Joseph Scal iger and H istorical Chronology: The Rise and Fall of a Disci­
pline", en i ry
H sto and e Tll o¡·y. XIV, 1 975. esp. pp. 1 76- 1 7 7 y nota 83.
ISAAC LA PEYRERE 321

p �·i mera etapa d e la histo ri a j udía -la e l e cción de los j u­


d w s , d e s d e A d a_ n h a sta Cri sto- l a B i b l i a sólo está h a­
blando, estri cta mente, d e h echos de los j udíos. Por tanto
el Diluvio sólo o currió en Palestina. E l sol sólo se d etuv�
donde estaba Josué, etcétera.
En la segunda etapa de l a hist o ri a j ud ía, l os j ud í o s fue­
�·on rechazados. Desde Jesucri sto h asta la actualidad, los
_ ya no son los portadores de la h istoria d ivin a . Se
J U d iOs
h an ent �·on : ado g: ntiles en el á rbol j u d ío.u Y ahora, por
fm_ , los J Ud i Os seran llamados. Se volverá n j udíos cri stia­
nos, reconstruirán Palesti na, que será l a corte d el Mesías
j u d ío , el c u a l gobern a rá al mundo j un to con e l rey de
Fra ncia. 1 0
E n este breve esb o z o d e l a te ol ogía d e La Peyrere p o­
d e ;'Ti os d i scernir cómo s urgieron sus mayores he rej ías. E n
pn mer l u gar, d ado q u e otros q u e l e í a n l a Biblia n o la
veían como la veía La Peyrere, tuvo q u e n egar q ue fuera
o_b ra mosaica, así como imputar l a precisión d e l texto.
(Este no es el o rden en que desarrolló sus p untos.) ¿ Cómo
sabe mos que Moisés e s e l a utor del Pentateuco? "Así se
nos dice, pero n o lo creen tod os. Estas Razones me hic ie­
r? n creer que a quel � os Cinco Li bros no s o n l os Originales, .1
smo que fuero n copiados por otros."1 1 El testimonio de La
� eyrere, base de la m oderna crítica bíblica, h a bía de se­
n a l a r los c o nfl i ctos y repeti c i o n e s d e l texto, espec i a l ­
'r:ente l a sección q u e supuestamente fue escrita p o r Moi­
ses ac erca de l a muerte de Moisés. Concluyó La Peyrere:
"No he d e mol estar mucho más al lecto r para pro bar u n a
c � s a qu � e n sí es bastante evi dente: q u e l o s primero s ,¡
C m c o Lib ro s de la Biblia n o fueron escritos p o r Moisés ' '1
como se c reyó. Tampoco debe asombrarse nadie por esto
cuando l e a muchas cosas confusas y d esordenadas, defi� 1
" Esta teoría j u d eo-céntrie a se desarrolla principal mente en los
Libros IV v V 1
delPTae-Adami tae. •

. ":. Esta es l a tesis central de


Du Rappel des JuUs, ¡1
a l IJn al del Li bro V del 1¡
París, I643. Queda resumida
Pme-Ad mitae.
" La Peyrcre,
. Men before Adam, Libro III, cap. 1 , pp. 204-205. Como existen
1' � rJada Pme-Aclam itae,
s impresion es del sería i n ú ti l dar las referencia s del ori­
gJ � al. Se le puede encontrar fú c il mente, ya que el orden
llll s mo en l a traducci ón inglesa que en el origi nal d e los capítulo' es el
latino.
322 I S AA C LA PEYR E RE

c ie ntes y osc uras, muchas cosas omitidas y mal colocadas,


si considera que sólo son u n montón de copias c onfusa­
mente sacadas." 1 �
P or l o general, s e d a c réd i t o a Th omas H o bbes, e n el
Leviatán, por h a be r sido el primero e n negar q ue el Penta­
teuco h ubiese sido escrito por Moisés. La fec h a del texto
de Ho bbes es 1651, diez años d e spués de q u e La Peyrére
había escrito su o bra, y Hobbes es mucho más c au teloso,
pues dice: "Pero aunque Moisés n o compiló e stos l ibros
por c ompleto, y en la forma en q u e los tenemos, sin em­
barg o sí escribió t od o l o que s e dice que escribió allí. " 1 a
La importancia de c u esti onar q ue M oisés fuese el au­
tor d e la Biblia para el j u dea-cristianismo es e no rme, s i se
le toma en serio. En primer l ugar, la garantía ú ltima d e la
información revelada e s q u e procede de Moisés, q u ie n
la rec i bió del pr opi o D i os. Si se rompe el eslabón c on M o i­
sés, de allí puede segu irse un grave escepti cismo respecto
al conocimiento religioso. S i Moisés no e s el autor bíblico,
ento nces, ¿q uién fue, y qué a utoridad tiene p ara garanti­
zarnos la veracidad de lo q u e d i c e ?
El desafí o a l a a utenti c i d a d del tex t o bíblic o tiene si­
milares res ultados escépticos. S i alguien d u d a d e l a au­
tenti cidad de u n pasaj e , ¿ me d i ante qué n orma j ustifica la
aceptación de cualqu ier otro pasaj e ? La Peyré re aseveró
que l a Biblia era i mprecisa al afirmar q u e Adán había
sido el primer ho mbre , imprecisa al a firmar q u e todos los
seres h umanos que hoy · ha bía e n la tierra e ra n descen­
d ientes de los siete supervivientes del D iluvio d e Noé. La
Peyrére basó su carg o d e i n a utenticidad e n testi m oni o s i n­
tern o s de l a Biblia, acerca d e gentes q u e n o descienden d e
Adán, c om o Lilith y la m ujer d e Caín; en el testi m o n i o
de l a historia pagana en relación con la histori a bíbl ica y,
finalmente, en los descubrimientos de p ueblos y c ultura s
de todo el m u n d o , efectu ados en l o s siglos xvi y XVII, q u e
parecían n o tener algun a re lación con e l m un d o bíblico. ¡.¡
" lbid., Libro I I I , c a p . 1, p . 208.
Leviathan, Part. I I I , c a p . X X X I I I , p. 369 en la e d i c i ó n de Mo­
'
"' Thomas Hob bcs,
l esworth d e English Works of Thomas Hoblles, Lon d re s , 1 839, Vol. I I I .
Pme-Adamitae.
" V é a nse los l i bros I-IV d e l
I SAAC LA PEYR E RE 323

E sta clase d e inc onsecuencia i ntern a ya era c on o c i d a


m u cho antes d e L a Peyrére, incluso el hecho de q u e Moi­
sés no podía h a be r escrito acerc a de s u p ropia muerte. (El
descubrimiento por lo gen eral se le atri b uye al rabino Ibn
Ezra, del siglo X II. ) E n 1 632, el maestro de Spinoza, e l ra­
bino Menasseh ben Is rael, publicó el primer volumen d e
u n a obra, E l Conciliador, e n q u e presentó vario s pasaj e s
supuestamente contradictori os d e l a Escritura, y ofre c i ó
toda suerte de vías p o r l a s c uales podían reconcili arse l o s
pas ajes sin plantear d ud as acerca d e l a propia Biblia. 1 5
L o q u e Menasseh esta ba haciendo era típico d e la trad i­
ción ra bínica así como d e l a tradición d e los Pad res d e l a
Igle sia. E s o bvio que La Peyrére n o dese a ba una vía p a ra
armonizar la Escritura con sus d atos. Antes bien, trataba
d e plantear una básica índole de escepti cismo religioso
acerca de l a Escritura p ara justificar sus propias opinio­
nes religi osas.
El testi m oni o de la hist o ria pagana había s i d o e on o­
cid o , desde l uego, por los j ud íos y los cristianos de la an­
tigüedad. Sabían que los egipcios, los griegos, los babilo­
nios afirm a ban, todos ellos, tener una h istoria de mucho
mayor d u ración q ue la h istoria bíblica. La respuesta de
un bando a tod os esto s datos fue desarrollada y c l a ra­
mente expu esta por San Agustín y por Judah Ha-Levi, a
saber, que todas estas c ulturas mentían en sus pretensio­
nes d e antigüedad, y como n o ha bían con ocido la revela­
ción, no s a bían re almente de qué s e trataba. 1 6
En lugar d e explica r a sí l a s c osas, L a Peyrere aunó 1 o s
datos históricos paganos c o n los nuevos d atos d e l o s ex­
ploradores, y sostuvo que so bre la base d e todo esto, la
hipótesis pread amita (que n i ega una básica afirmac i ó n
bíblica) es la m ejor manera de reconciliar l a Escritura
con los d atos conocidos acerca de la h u manidad. Los me-

"' Menasseh b e n I s rael, Conciliado¡·, Frankfort-Amsterdam 1632. Las p a rtes


q ue q ue d a n fu eron p u bl ic a d as h asta 1 6 5 1 .
l3 o bre l a s � i s c u s i o nes a nteri ores d e la teoría pre-a d a m i t a , v é a s e Pop k i n ,
1 h e Pre-A d a m 1te Theory i n t h e Rena i Rsance," e n Edward P . Maho ney, e d .
. . . ,"'

Phi­
losophy and Humanism, Renaissance Essays in Honor of Paul Oskar Kristeller, Lei­
den , 1 976, pp. 50-54.
324 ISAAC LA PEYRERE

xicanos y los chinos tienen d atos q u e m uestran q u e sus


h istorias son anteriore s a l a h isto ria bíblica. Las varied a­
des d e la especie h u mana plantean u n a genuina pregunta
sobre si todos pudiero n tener un antecesor comú n en los
siete sobrevivientes del Diluvio. Una explicación poligé­
nica tendría más sentido, según La Peyrére. No sólo re­
conciliaría los d atos con la Biblia: también haría posible
c onvertir a los chinos, los mexicanos, etc., que sabían q ue
s u propia histori a era anterior a la B i blia. 1 7
La Peyrére desarr olló s u argu ment o escépti c o c om o
medio d e j u stificar s u p ropia teo ría mesiánica acerca del
llamado d e los j ud íos y l a llegada d el Mesías j udío. Quizá
n o comprendió las implicaciones escépticas de lo que es­
taba diciendo, aunque sus amigos a seguran que se las ha­
bían hecho notar. 1 H Después de mostrar su man uscrito a
vari os sabios d e Francia, Holanda y Escandinavia, y aña­
dido n uevos testi monios tomados d e sus viajes, l ll mostró la
o bra a la reina Cristin a de Suecia, quien después de su
abdicación vivía e n Bru s elas, al lado de La Peyrére.� 0 A la
reina Cristina le encantó l a o bra y, o bien pidió a La Pe­
yrére que la publicara, o bien p agó la p u blicación. � 1 La
Peyrére se dirigió a Amsterd am, y su versión de cómo se
publicó el libro res ulta más cómica, aunque pro bablemen­
te men os precisa. Dij o q u e n o tuv o ninguna c u lpa de las
c osas que ocurrieron. Al llegar a Amsterdam, h u b o de
llevar consigo el manuscrito porque no conocía ningún lu-

" L a Peyrére, "A Discourse upon the twelfth, thirteenth, and fourteenth ver­
ses of the Fifth Ch apter of the Epistle of the Apostle Paul to the Romans", en
Mcn before Adam, especia l m ente cap. V I I I , pp. 22 y cap. xxvi. pp. 60-6 1 .
' " Cf. Popkin, "Th e Marra n o. Theology of Isaac L a Peyrcre", pp. 1 04-1 05. Ismael
Boulli ard a fi rmó, después de que fue publicado el l i bro, que h a bía aconsejado a
La Peyrcre no i mprimirlo. Véase s u c arta a Portnero, 3 ele diciembre ele 1655.
Bibliothéque N ationale Fonds fra n<; a i s 1 3041 , fo l. 179.
'" Popkin, "Marrano Theology", pp. 1 04- 1 05 y notas, correspondientes.
"' Le Duc d ' Aumale, Histoire des Princes de Candé, Tomo VI, París, 1892, p . 699;
y Popkin. "Marrano Theology", p. 1 05 y nota 55.
" Sven Stolpe, Christina of Sweden. Nueva York, 1 966, p. 130. El autor a firma
que cuando la rei na Cristina leyó el m anuscrito el e La Peyrére, "convenció al
a utor d e manda'rlo imprimir s i n d emora" Píntarcl, en Le Liberti.nage Érudit, pp.
399 y 4 2 0 indica q u e Cristina fue responsable de l a p u bl icación del Prae­
Adamitae.
ISAAC LA PEYRERE 325

gar donde pudi era d ej arlo . En Amsterd a m , dij o , "topé c on


una muched umbre de impresores" que deseaban publicar
s u obra. Como el manusc rito e ra vol u minoso y no podía
ll � varlo por d o q u ie r i ba , pero tenía m i edo d e perd e rlo,
diJO La Peyrére, "me encontré o bligado por ello a valerme
de l a bondad de los impresores de Amste rdam, y de l a li­
be rtad que tenía para publicar la o bra".��
E l libr o a pareció e inmed iatam ente fue denunciad o en
Holanda, Bélgica y Francia. Si La Peyrére no vio las i m­
plicaciones esc épticas de s u teo ría, los c ríti cos sí las vie­
ron . La primera condenación provino del presi dente y del
Consej o d e Holand a y Ze landia, el 16 de noviembre de
1655 (unos ? o s meses d espués d e l a aparición d el li bro); el
Pme Adamztae e s acus ado de escandaloso, falso, contra rio
a la Pal a bra de Dios, y peligroso para el Esta do. �=: En Na­
mur, donde por entonces vivía La Peyrére, el o bispo, el
día de la Navi d a d d e 1 655, hizo condenar a La Peyrére en
tod a s las iglesias de s u diócesis "como c a lvinista y como
j ud ío".�·� E n e l año siguiente a l a publicación del libro se
escri biero n al men os doce respuestas y, durante el s iglo
sigu iente fue c reciendo la lista d e "refutaciones".�5
La.s refutaci ones, e o m o l a del ministr o pr otestante de
Gr o n i ngen, S a m u e l D e s m a re t s , s u bray a ban e l h ec h o
de q ue todas las aut ori dades -j udías, católicas y p r otestan­
tes- disentían de La Peyré re.��> Desmarets tambi é n afirmó

" " L a Peyrére, a


Lettre de la PeyTi:!Te Philotíme.
París, 1 658, p p . 1 1 4 - 1 1 8.
"' Conde n a del presi dente y el Consej o ele Holancl a/Zelancl ia. La Haya, 26 d e
.
noviem bre de 1 655. L a British Libra!)' posee u n a copia ele este documento.
a
" Lettre Philotime. de La Peyrcre, pp. 1 23-124. La o bra también fue conde­
nada en Roma y París. El c a rdenal Grimalcl i dijo q ue era "un livre tTes penzicieux
lpaTce) que la doctrine qu'il co11ticnt est damnab/.c, contraire a la parole de Díeu & á
l'Esc1'iptuTe Sainte'', Bibl. Nat. Col., B a l uze 325, fol . 63-66.
El m igo de La Peyrére, Gi lles Menage, le p i d i ó enviarle e ! l ibro "a\'ant q u i ' i l
. ITI�I S en l u m iére", Menagiana. Tomo I I I , París, 1 729, p . 68.
fut
"·' No se ha logrado compilar n inguna l i sta c o m pleta ele refutaciones. Además
de l as obras totalmente dedicadas a refu tar e l Pme-Adamitae. existen secciones
en una gra n variedad d e obra s teológicas, h istóricas y lílosóficas, que ofrecen 1
1
resp tlestas.
.
"' Samuel Desmarets. Refutatio Fabulae Pme Adamiticae, Gron ingen, 1 656, q u e
l l. ene d o s ediciones. Esta fue l a ú nica crítica a l a que respondió La Peyrére, e n
1
u n a obra inédita q u e el Prof. P a u l D i bon y y o n o s proponemos e d i ta r.
1

¡..
.

.
'
'

.
326 ISAAC LA PEYRE RE

q u e e n las opiniones d e L a Peyrére había un peligro para


la sociedad, porq u e ya se h a bía d escubi erto una secta de
pre adamitas e n Amsterdam. La a firmación de l a existen­
cia de esta secta también se ha encontrado en enciclo pe­
d i as posteriores, aunque no hay n i nguna prueba de que la
secta existiera . 2 7
L os aut o res de l a s prim eras refutaci ones estaban más
escandalizados por el rec h azo de l a Palabra de Dios, por
La Peyrére, que por las i mplicaciones escépticas de sus
opiniones. Pero muy pronto, especialmente después de que
Spin oza se valió de l a c rític a bíblica d e La Peyrére, fue
cl aramente visto el aspecto escéptico. Desde antes, el ge­
neral de l os j esuitas p u d o decir a La Peyrére q u e él, e l
general, y el Papa se h a bían reído m u c h o al l e e r el Prae­
Adamitae. � 8 El tono gen eral de la mayoría de las primeras
refutaci ones, desde la d e Gr o c i o en 16 43 2 !' e onsiste e n
afirmar q u e l a s opiniones d e La Peyrére constituyen u n
gran peligro para la rel igión, y son contrarias a las d e l o s
Padres de la Iglesia, d e tod o s los Docto re s e n teologí a d e
la E d a d Media, de todo s los estudiosos cristianos, de tod a s
las creencias y de todos los rabinos, desde l o s tiempos tal­
múdicos hasta la actualidad. Unos c uantos críticos trata­
ron de detallar el peligro en cuestión.
El gran erudit o bíblic o Richard S i m on, q u e c on o c í a
bien a L a Peyrére y parecía gustar de s u compañía e n e l
Oratorio, en su c orrespondencia c o n La Peyrére c a s i n o
parece sorprendido por l,as i d e a s d e éste. En una carta d e l
2 7 d e mayo de 1670, dice Simon, c o m o casualm ente, "me
parece a mí que vuestras reflexiones arrui nará n por c o m-

21 Esto aparece en la Encyclopedíe, d d


d e D i d e rot, art. " Pré-Ad a m ites".
Journal de voyage Paris et Londres, oct.
d
" Citado en Christ i an Huygens,
1 660-Mai Le Sejour de Cllístían Huygens Pm·is.
1 66 1 , y en H. L. Brugma n , París,
1 935 en tra d a del 21 de febrero de 1 6 6 1 . La Peyrére dijo a Huygens lo q u e l e
h a bía d i cho e l G eneral d e l a o rd e n j e s u i t a c ua n d o éÍ s e h a l l a ba en Roma.
Dissertatio altera de origine Gentium Americanarum adversus ob­
� � � H ugo Gro c i o ,
tmc:tatorem (n.p. 1643), pp. 1 3-14. Al p a re c e r, se l e mostró a Gro c i o un m a n u s ­
c r i t o a n terior d e l padre Mersenne, q u i e n a d m iró l a o bra d e L a Peyrére, i n c l u s o

Prae-Adamitae (p.
s u teología.
La Peyrére respond i ó a Grocio en el L i b ro IV, cap. X I V, del
275 de Men Befare Adam).
1
1
¡

I SAAC LA PEYR E RE 327

pleto la rel igión cristiana". :l o Un lector hostil, si·r Matthew


H a l e , h i zo una a fi rm a c ió n más e n é rgi c a . Dij o q u e l a
creencia e n q u e l a interpretación que d ab a La Peyrére a
la B i blia "era ci erta, n o sólo debilitaría necesari amente
sino que d errocaría la a utoridad y la infalibilidad de l a ;
Sagradas Escrituras".: 1 1 Y el escritor católico de enciclo­
pedias teológicas, Lo uis Ellies-Du Pin, d e cl aró, "de tod as
las paradoj a s que se han presentado en n uestro siglo ( X V I I)
no h ay n i nguna, e n mi opinión, con mayor tem erid a d n i
m á s peligr osa q u e l a opinión de q u ienes s e han atrevid o
a n egar q u e M oisés fue el autor del Pentateuc o". a 2 Ellies­
Du Pin enumeró a H o bbes, La Peyrére, Spin oza y Richard
Simon como q uienes sostenían e sta opinión. aa Ellies-Du
Pin vio cl aramente el escepticismo que res ultaría acerca
de la religión revelada, y c onsideró esto como la mayor
amenaza escéptic a de la época. Por otra parte, el e ru dito
bíblico protestante Louis Cappel (a quie n La Peyrére ha­
bía c o n s ultad o), insi stió e n que si l a E s c ritura no e ra
completamente clara, entonces era posi ble cualquier in­
terpretación, y d e allí resultaría un pirronismo total. Y, s i
l a i n te rpretación d e l a Escritura tan sólo e ra h umana, en­
tonces se seguiría de allí un e scepti c ismo completo. a 4
Un siglo d espués, uno de los más destacados escépticos
en materi a de rel igión, Tom Paine, p udo m irar hacia atrás
Y conte mplar los e fectos monumentales d e dudar de q u e

" " Carta d e R i c h a rd S i mon a La Peyrére, e n Simon, Lettres clwisies de M. Simon,


Túmo II, Rotterd a m 1 702, pp. 12- 1 3.
"' Sir Matthew Hale, The Primiti1Je Orígination of Manlcind, Lond res, 1677, p .
185.
"� Lo u is Elli es-Du Pin, Nouvelle Bibliotheque des Auteurs Ecclesíastiques . 2" e d .
T o m o 1 , París , 1 6 9 0 , p. 4.
"" lbid. , p. 30.
,_, Lo u is C a ppel. Theses theologicae de sumo controversiaríum judice, Sahn { Se­
da n], 1 635, sect. X XX I V, p. 107 y sect. lXXXIX, p. 1 09 . Arcanum punct.otionis revela­
XII,
tu m < n . p . 1 624), L i bro I I , cap. reprod u c i d o en Commentarií et notae criticae in
Vet us Testamentum Amsterd a m , 1689, p. 794 ss., y Crítica adversus injustem censo­
;�;�justa defensio en Crítica sacra, e d i ta d o por Vogel, H a l le , 1 755-1 786. Tomo I I I, p.
Po r � enal arme estos pasaj es , y por permitirme ver una p a rte de s u estud i o a ú n
Esto: agra d e c i d o al profesor Jcan-Pierre Pittion, de Tri n i ty College, Dublín,
_lne_
dito, acerca d e Louis Cappel .

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328 ISAAC LA PEYR E RE

Moisés fuese el a utor de la Biblia. ''Qu itas d e l Génesis l a


cre e ncia e n q u e Moisés fue su a utor, ú n i c a e n q u e se ha
basado la extraña creencia de q ue es l a Palabra de Dios, y
del Génesis no queda más que u n anónimo libro de cuen­
tos , fá b u l a s y a b s urd o s , t ra d i c i o n a l e s o inve nta d o s , o
abie rtas me ntiras. " a �.
Un p olem ista j u d í o , D avid Levi d e L o n d res, q uien d i s­
c utió contra Joseph Priestley y Tom Paine, a firmó e n s u
segun d a respuesta a Priestley q u e " s i u n j ud í o pone e n
d u d a l a a uten ti c i d a d d e cualquieT parte d e l Pentate uco,
observando que una parte es a uténtica, es dec ir, q u e fue
entregad a por Dios a Moisés, y q u e otra parte n o es autén­
ti ca, ya no es consid erado como j udío, es dec ir, como ver­
dadero creyente" . Más adelante insistió Levi en que todo
j ud í o está obligado, de a cuerdo con el O ctavo Artículo (de
los tre ces principios de Maimónides) "a creer que tod a la
ley de c inco li bros [ . . . ] proviene de Dios" y fue e ntregada
por Él a Moisés. Levi sostuvo q ue los cristi anos de bían
encontrarse e n l a misma o bligación a nte los testa mentos
Antiguo y Nuevo, pues " si alguna parte fuese d e mo strada
espu ri a u n a sola vez, se a briría la puerta a otra y a otra,
sin fin". :lti
Resulta difícil saber si La Peyrére c om prendió el fan­
tá stico potencial escéptico de sus i deas. Dura nte toda su
vida estuvo dedicado a expresar sus opiniones mesiáni­
cas. Cuando, en 1 6 5 6 , se enfrentó a una oposi ción com­
pleta del mundo acadé 1p ico y teológic o , trató d e dej ar pa­
sar la tormenta e n Bélgica pero, en cambio, fue arrestado
por o rden del arzo bispo d e Malinas. Langu ideció e n la
cárcel, y s u p oder os o patr o n o, el Príncipe de C ondé, n o
p u d o lograr s u liberación. Alguien indicó a La Peyrére
q u e si se c onvertía al catolicismo y ofrecía presentar una
d i s c u lpa, en persona, a l papa Alej andro VII, l o libera­
rían . :1 7 Como habile corte sano, él tomó e n serio la sugestión
"'' T h o m a s P a i n e , The Age of Reason, Part t. he Second, being an Invest.igation of
Tme and Fabulous Theology, Londres, 1795, p. 1 4 .
"" D a v i d Lev�. Letters to Dr. Priestley in A nswer to his Letters to the Jews, Part 1I,
occasioned by Mr. David Levi's Reply to the Former Part, Lo n d res, 1 789, pp. 1 4- 1 5.
" ' Popki n , "Marrano Theo logy", p. 1 07, y las notas 73 y 74. M i e n tras se e ncon-
ISAAC LA PEYR E RE 329

y actuó en consecuencia, c a mbió de religión y se dirigió a


Ro m a , donde s u amiga, l a reina Cristina, acababa d e lle­
gar como la c onvers a más importante de la época. La Pe­
yrére d ij o después q ue e l Papa lo recibió cord i alme nte,
d i c i e n d o " a b r a z a d a e st e h o m b re q u e e s a nt e ri o r a
Adán" .:IH Luego, se dio ayud a académica a La Peyrére p a ra
pre parar s u retra ctación. E l 1 1 de marzo de 1757, e n pre­
sencia de los cardenales Barberini y Albizzi, de rod illas
ante el Pap a a bj u ró sus errores.:�:'
D e su retractación s e eleva un tufill o d e insinceri d a d .
' ' (
L a Peyrére c u l p ó d e s u teoría preadamita a su e d ucación
calvinista. Los ca lvinistas sólo a ceptan l a a utori d ad d e l a
razón, del espíritu interno o d e la lectura de la Escritura.
La Peyrére ins istió e n que d urante todo el tiempo en q u e
fue c alvin i sta, t uvo q u e a ceptar l a teo rí a pread amita, ya
que convenía mej o r con l a recta razón y con el sentido
natural d e l a Escritura y su conciencia individual.·10 Sus
a dversarios declararo n que su interpretación iba en opo­
sición a la de todos los rab inos, de todos los Pad re s d e la
Iglesia, y d e todos los Doctores d e la teología. Pero l a opo­
sición no presentó ninguna otra prueba contra s u teoría :
n i a rgumentos n i textos d e l a Escritura:' ' Luego, d ij o La
Peyrére, p a ra j u zgar si é l tenía razón o si l a tenían sus
adversarios, e ra necesario encontrar alguna autori d a d o
j uez. (La Peyrére estaba actuando dentro de l os l ímites de
la l ucha e ntre c atólicos y calvinistas por la regla d e fe.)
¿Qu ién, ap arte del Papa, podía ser esta a utori d a d o j uez?
' ' S u v o l untad será mi razón y mi ley." ·' 2 La Peyrére de­
claró entonces q u e estaba dispuesto a a bj u rar l a teoría
pre a d am ita y sus muchas otras herej ías, aunque también
insistió e n que n o había n ad a c ontrario a l a razón o a la
Escritura e n sus ideas a nte riores_ S i el Papa decía que sus
tra b a e n l a c á rcel, u n a c a rta papal d ec l a ró q ue L a Peyrére era " u n heri t iq u e
a
.
detestable", e f. La Peyrére, Lettre Philotime,
rJ .
p. 1 30.
" ' Esto aparece en la b i ografía de La Peyrcre q u e R i c h a rd Simon escribió
Lettres clwisies,
Para c i erto M.Z.S., en S i m o n , Tomo I I , pp. 24-25.
Le Libe7-tinage émdit,
"'' P i n tard, p. 422, b a s a d o en los docum entos de Cond é .
..., L a Peyrcre,Apologie de La Peyrere, París, 1 663, p p . 1-7.
" Ibid.,
a
pp. 42-43.
.. , La Pcyrcrc, Lettre Philotime, p. 1 39.
330 ISAAC LA PEYRE RE

ideas eran falsas, e ntonces La Peyrére a bj uraría d e ellas.


Pero también afirmó, mientras " aceptab a " la condenación
d e s us ideas por el Papa , que s u teoría pread amita y tod o
y l o q u e entrañaba con stituía u n medio excelente d e re­
c o n ciliar la antigua h istoria pagana c o n l a h istoria bí­
blica.� a Su teoría también d ej aba l ugar a los orígenes d e
l o s d iversos pueblos encontrados p o r todo el mundo. E n
realidad, L a Peyrére d ij o después de s u abj urac i ó n q u e s u
teoría p readamita era c o m o l a teoría c o p e rn i c a n a . N o
alteraba 1 o s hech os d e l mund o ; sól o c ambiaba la forma
de evaluarl o s . ·'·'
C o m o ve re m os, La Peyrére a l p a re c e r n o c a m b i ó d e
i d eas, sino q u e siguió escé ptico acerc a d e la B i blia h asta
el fin de su vida. En lo q ue siguió fi rme fue en su mesia­
nismo. En s u Epistola ad Philotinum d e spués de explicar
por qué e staba desautorizando sus opiniones calvinistas,
volvi ó a exponer la visi ó n m e s i á n i c a de Du Rappel des
Juifs, insistiendo en q ue n o estaba lej os el tie mpo en q ue
se un i e r a n j u d í o s y c ri s t i a n o s . S i n e m b a rg o , a fi rm ó
q u e esta vez el gran ac ontecimient o n o sería prod ucid o
p o r el rey de Franc ia, s i n o p or su nuev o amig o , el papa
Alej a ndro VII. El papa Alej a n d r o e om pletaría 1 o inic ia­
d o p or Alej andro Magn o, presumiblemente unir a t od a
l a h u m a n i d a d . M e d i a n te interpreta c i o n e s c a b a l í s ti c a s
enc ontró a ún m á s raz ones d e p or q u é Alej andro VII se­
ría el instrumento esc ogi d o p or D i os. Esta o bra term i n a
c on un maravill os o c � a d r o d e t od a s l a s gra n d es c osas
q ue ocurrirán c uand o l os j ud í o s se c onviertan, y j ud í os
y cristian o s se u n an .�"
Al parecer, el Papa q uedó tan impre s i onad o p or l a a b­
j uración d e La Peyrére q u e le o freció u n a prebenda si se
"' Cf. L a Peyrére, Recueil des /ett7·es escrites ci Monsieur le Comte de la Suze, pom·
/'obliger par misan ci se jai1·e Catholique, París, 1 66 1 , pp. 55-62 Y 1 0 1 - 1 12, d o n d e La
Ap�logie. pp. 40-58, y Lettre ci Philotime, pp. 1 1 1 - 1 1 3 .
Pevrére e n u m e ra l a s o p i n i on e s q u e a h ora a bj u ra . Véase t a m b i é n La Peyrére,

C u a n d o La Peyrére se convirtió a l c a to l i c is m o , se d i j o q u e t a m bién se c o nver­


tiría un buen n ú mero de prote s t a n tes. E l c o n d e de Suze p a re c e haber s i do el

ci
ú n i co converso.•
Lettre Philotíme, Apu/ogie,
ci
" La Peyrére, pp. 1 05-107; y pp. 20-23.
.,, La Peyré re, Lettre Philotime, pp. 1 42-1 68.
ISAAC LA PEYR E RE 331

q ue d a ba en Roma. �6 La Peyrére pro b a b lemente por pru­


d e n cia prefirió volver a París y a s u protector, el Príncipe
d e Cond é . Llegó a ser b i bliote c a rio d e Condé, a sí como
hermano l a i co en u n semin ario de los o ratorianos, cerca
d e Pa rís. E n s u reti ro monástico, se n o s dice q ue La Pe­
yré re pasaba la mayor p arte del tiempo estudiando la Bi­
blia, en busca de más material e n pro de su teoría prea­
d a mita, y retocando s u Rappel des Juifs. 47 Publicó algun a s
o bras sobre s u conversión, una c arta a l C o n d e d e Suze, en
que le a p re m i a ba a converti rse a l cato l icismo, y un l i bro
a c e rca d e Islandia, q u e h a bía escrito mucho antes. � 8 E n
pri vado, d i s c utía sobre sus teorí as y b u s c a ba algun a ma­
nera de p u blicarlas. Sus amigos reconocieron que seguía
teniendo l a ca beza ocupada por la teoría preadamita. 4 !'
E l más gra n d e e rud it o bíblic o d e l a é p oca, el padre Ri­
c h a rd S i m o n , fue compaüero del Oratorio y conoció m uy
bien a La Peyrére . Simon y La Peyrére d i s c utiero n s o b re
las extra ü a s teorías d e este últi mo, por c a rta y pers o n al­
mente. E n u n a carta en que ofrecía l a biografía de La Pe­
yrére, Simon escribió q ue tod o lo q ue La Peyrére hacía e n
su retiro rel igioso era l e e r e l texto d e l a B i blia para con­
fi rmar ciertas visiones que h abía ten i d o acerca de l a ve­
nid a de un n uevo Mesías q u e resta blecerí a la nación j ud ía
en Jerusalén!'0 Las cartas d e Simon a La Peyrére en 1 670
ind i c an q ue este último estaba constantemente en busca
de n u evos testimonios e n favor de l a teoría preadamita.
Descubrió que Maimónides mencio n a ba un grupo, los sa­
beos, que a fi rmaban que Adán tenía p a d res y procedí a de
·"' Lettres clwisies,
R ichard S i m o n , c a rta a M. Z.S. To m o 1 1 , p p . 24-25.
., Véanse las se i s cartas el e Richard S i m o n a La Peyrére, 1 670-1671 en Lettres
choisies, To m o I I , pp. 1-23 y Tomo IV, pp. 36-45; y La c a rta el e S i m o n a M.Z.S.,
Tom o I I , pp. 24 y ss.
'" La Apologie de La Peyrére fu e p u b l i c a d a d u rante este periodo, así c o m o l a
carta al Con d e de S u z e . L a obra acerca d e I s l a n d i a , Relation d'Isla¡¡de, París,
Re/ation dH Groen/and.
c o m o c a rtas a Fra n c: o i s d e L a M o t h e Le Vayer. Estas o bras fu e ron c o m p u estas
1663 complementa l a an terior París, 1647, escritas a m b a s

d u ra nte la perm a n e n c i a de La Peyrére en Esc a n d i n avia, 1 644-1647, haciendo d e


é l l a principal a u toridad d e la época sobre l o s esq u i m a l e s .
.,, S i m o n , y e l i n formante d e Bayl e , Jean Morin d u Sandat (Dictionnaire, de
Baylc a r t . Peyrére, I s aac La . Rem. B . ) .
'" Ésta es la c a rta a M.Z.S. Tomo I I.
332 I SAAC LA PEYH E RE

l a I n d i a . Descu brió u n rel a to en q ue se a firma b a q u e


A d á n murió d e gota, y l a gota e s u n a enferme d a d here d i­
tari a. Encontró, asimismo, u n a afirmación c a balístic a de
q u e Adán tuvo un maestro, y otra musulmana d e q u e ha­
b í a n existi d o unas cuantas personas antes q u e A d á n . S i­
mon h abía tenido que reconvenirlo, h aciéndole ver lo q u e
v a l í a aquella informac i ó n . 5 1
La Peyrere trató de h acer llega r sus opini o nes al pú­
blico esc d biendo n otas de p i e de página d e l a trad ucción
francesa, hecha p or Michel d e Marolles, de la B i bl i a . En
las primeras partes d e l Génesis, La Peyrére puso n otas a
tod o s los pasaj e s que i n d i c a ban q u e existiero n hombres
a ntes d e Adán. Pero a íi. a d i ó a s u primera y larga nota al
respecto :
Esta opinión siempre es rechazada, aunque q u ienes desean
e stablecerla no están d i spuestos a hacerlo contra la a utori­
dad de la Sagrada Escritura, a la que tienen tod o el respeto
q ue le d e ben. Pero, habiend o j uzgad o l a Iglesia de otra m a­
n e ra, se someten a sus decretos, y a l a s ideas de todo s los
Padres de la Iglesia.52

A pesar d e t od o, La Peyrére c ontinuó c on sus n otas,


afirmando que el D i l u vio s ó l o h a b í a s i d o un accnteci­
miento local, que no todas las personas d e l mundo podían
ser supervivientes del D i l uvio, y así por el estil o . Cada vez
q u e La Peyrére establecía un p unto, aíi.adía q u e aceptaba
la o p inión ortodoxa. P�se a s u ca utelosa formulación, la
o bra fue s uprimida antes de ser totalmente i mpresa. Tod o
l o q u e queda d e ella es l a tra d ucción y las n otas, h asta el
Levítico 2 3. 5:1

'' ' Cf. las eartas de S i m on a La Peyre re , 1 670- 167 1 . Lett1·es clwisics, Tomo I I , p p .
1 -23, y I V p p . 36-45. L a cuestión d e q u e A d á n hu b i ese m u e rto d e g o t a ya h a bía
aparecido e n Pme-Adamitae.
Le Livre de Genésc,
''' M i c hel d e Marolles. p . 2.
''" Hay ej emplares de esta rara o bra en l a B i b l i o t h eq u e N a t i o n a l e y l a B ri t i s h
Memoires poHr
a
Li brary. Aparecen detalles acerca d e s u supresión e n N i ceron,
servir l'lliswire des ilommes illustres. To m o XX, París, 1 732, p . 43. A u n q u e Maro­
lles h a bía dado a La Pcyrcre c i ertos d a tos que a p a re c i eron e n Pme-Adamitae.
Marolles no ace ptó l a teoría y a fi rmó que era contrad ictoria. Cf. Michel d e Ma­
ro lles, Memoires, Amsterd a m , 1 755, p p . 63-70, y 234-236.
ISAAC LA PEYH E HE 333

E n 1670-1 6 7 1 , La Peyrére c o mpu s o u n a nueva verswn


de Du Rappel des Juifs, que espera ba p u blicar. La envió a
R i c h ard S i mon, quien l e d ij o q u e la o b ra no podía p u bli­
c a rse, e n p a rte porq u e contenía la teoría pread amita y en
p a rte porq ue contenía una teoría de d o s Mesías, que s ería
re c h a z a d a tanto por j u d íos c o m o p o r c ri st i a n o s y q u e
" de stru i rí a co mpletamente la religión cristia n a " . 5·1 D e s­
p u é s de oír tan sincera opinión, La Peyrcrc modifi c ó el
m a n uscrito y l o envió al censor, q u ien lo rechazó, nega n d o
su a uto rización para publicarlo.55 L a Peyrére volvió a al­
te rar el m a n u scrito e n 1 673 , pero no l ogró conmover al
c e n s or. E l a utor h i z o e nto n c e s u n a c ol o s a l c o n c e s i ó n .
A b a n d o n ó l a teoría p re a d a m i t a , pero soste n i e n d o s us
i d e a s mesiánicas acerca del Llamado d e los J u d íos e i n d i­
cando q u e esta idea era más i m portante para él q u e la
anterior.''n
La Peyrcre fa lleció a c omienz os de 1 676. Rich ard Si­
mon dij o q u e e n el O ratorio La Peyrére n o había h e c ho
n a d a q u e h ic i e ra d ud a r de la p u reza d e su rel igión. Por
otra parte, un amigo de La Peyrére , Jean Franc;ois M o ri n
d u Sandat, escri bió a Pierre Bayle q u e L a Peyrere e ra
muy supe rficial mente p a pista, pero en cambio estaba m uy
lleno d e s u i d e a de los p readamitas, q u e en secreto h a bí a
seguido d i s c utie n d o con sus amigos hasta su muerte. Mo­
rin c o n c l uyó s u i n forme d ic iendo: " La Peyrere e ra el me­
jor y el más d ulce de los hombres, que tranq u il amente
cre í a en m uy pocas cosas".57 Simon oyó decir que La Pe­
i
yrére, en su lecho de muerte, ha bía sido apremiado a re­
tractarse de sus teorías preadamita y mesiánica, pero h a-

... , La Peyrcre envió a S i m o n su m a n u scrito en mayo d e 1670. Simon le d ij o q u e


Lettres clwisies.
n a i m po s i b l e d e i m p ri m i r. en Tomo J I , p p . 12-13.
:,:, A este res pecto. ,·é ase S i mo n , c a rta a 1\LZ.S., Tomo J I , p. 26.
·,.; El m a n u s c ri t o de e s t a i n teresante obra se encuen tra en la colección d e l
Pr í n c i pe de Condé. e n Chanti lly. M s . 1 9 1 (698). S i m o n i n d i c ó q u e L a Peyrere
t e n í a m iedo de q u e . d e s p u é s de su d i m i s i ó n . l o s padres d e l Ora torio sacri fi c a­
ra n su obra a Vulcano. Por t a nto, el m a n u scrito fue a p a rt a do, en la b i b l i oteca
LettTes clwisics.
del Prí n c i p e de Condé. S i m o n , II, p. 26.
Dictionnai1·e.
''' C i t a d o en Bayle. art. Peyrere. I sa a c La. Hem. B. El orig i n a l se
u
l' ll c u e n t ra en la B i bl i oteca Heal de Copen hagc. en l a colección de c a rtas a Ba·
.
.l·lc .
J
1
334 ISAAC LA PEYR E RE

bía lograd o evitarlo y fi nalme nte, pro fi ri ó las palabra s de


sH
.
la carta a San Judas, Hi quaecun que ignorant blasphe ment.
Despué s de la muerte de La Peyrére , u n o d e sus a mig os
escribió este epitafio:
Aquí yace La Peyrére, aquel buen israelita ,
h ugonote, católico, finalmente preadamita
cuatro religio nes le pluguieron al mismo tiempo
y s u indiferencia fue tan insólita .
q u e después de ochenta años, y d e q u e tuvo q u e elegir
el Buen Hombre partió, sin escoger n inguna de ellas.:;u

Muy gra nde fue la inf1uencia de La Peyrére. Durante


otros cien años siguieron surgiendo re futaciones a sus ideas.
Almas intrépidas tomaron algun os aspectos de sus opi­
n i ones. y algunas de éstas fue r o n abrazadas p o r q u ie­
nes trata ban de justificar el rac ismo en e l Nuevo Mundo. n o
Podría hacerse una lista q u e incluiría a un grupo suma­
mente heteróclit o, desde Rich ard Sim on, Spin oza y Vi c o ti l
hasta los antro pólogos d e los s iglos xvm y xix, nt h asta Na­
poleón Bonaparte, 6:1 y h asta el profesor Alexander Win­
chell de los Estados Unidos, que e n 1880 escribió una o bra
i ntitulada Preadamitas o demostración de la existencia del
''" Citado e n l a carta de S i mo n a M .Z.S. Lettres choisies, Il, p. 30.
Menagíana,
"' Citado e n G i l les Ménage. París y A m sterd a m , 1 7 1 5, Vol. I I I , p . 69.
The
';" El más ant iguo q u e he p o d i d o encontrar h a s i d o e n Morgan Godwyn,
Negro's and Indían's Advocate, Londres, 1680, d o n d e describe la teoría preada­
m i ta u t i l izada por plantador es de V i rginia para j ustifi c a r sus o p i n i o n es d e los
posterior del
africanos . Los estudios enu meratlos en la nota 62 a n a l i za n e l uso
pread a m ismo e n la teoría y la práctica rac i sta.

Y
ial
¡;' Acerca de S i m o n y V i c o , v é a s e Po p k i n , " B i b l e C r i t i c i s m a n d S o c
Science", Bastan Studíes in the Philosoph¡¡ of Science,
e n X I V , p p . 344-345 3 47-350
y notas.
La i n nuencia d e La Peyrcre sobre Spinoza se d iscute más a d e lante, así como
Spinoza;
en m i articulo "La Peyrére and Spinoza", e n R. Shohan y J . B i ro . eds.
New Pe1·spectives, Norman, Okla., 1978, pp. 177- 1 95.
Philosophy
"' Véase Popkin, "The Philosophic al Bases of Modern Racism". e n
and the Cit•ilizing Arts Essa¡¡s presented to Hcrbert Sclmcidcr on his eíghtiet/1
W.
birthda¡¡, e d i ta d o por Craig Walton y J o hn P. Anton. Athens, Oh i o 1 974, pp. 1 26-
165: y "Spccu lativc B i ol ogy a n d Rac i s m : Pre-A d a m i s m i n Early N i n eteenth Cen­
tury American Thought", en Pl1ilosophia, VIII, 1 978, 205-239.
¡;" Cf. Popkin, l'La Peyrcre, the
Abbé Grégoirc a n d the J cw i s h Question in the
Eighteenth Century", en Studíes in Eighteenth Century Culture, Vol. I V 1 975, pp.
209-222.
I SAAC LA PEYR E RE 335

hombre antes de A dán, con fotografías d e algunos pre a d a­


mitas.64 La tarea d e evaluar la influe n c i a de La Peyrére
será p arte de otro estudio. 65 Aqu í d eseo mostrar su p apel
al i nspirar y desarrollar e l escepticismo religioso. A me­
d i a d o s d e l s iglo XIX dijo el reverendo Thomas S myth, "sin
e m bargo, c ua nd o en l o s tiempos modernos l a i n fidelid a d
trató d e levantar s u s d o m i n ios so bre l as ruinas d el c ri s­
tia nismo, Voltaire, Rousseau, Peyrére y s u s seguidores in­
tro d ujeron la teoría d e una d iversidad o riginal d e raz a s
h u manas, p a ra socavar así la verd a d y l a inspiración d e
las S agra d a s Escrituras".66
E l papel d e La Peyrére al causar nuevas d u d as acerc a
de l a Biblia a umentó básicamente p o r s u inf1 uencia sob re
R i c h a rd S i m o n y s obre S pi noza. Simon conoció bien a L a
Peyrére e n l o s años en q u e estaba tra baj ando en s u Histo­
¡·ia Critica del Antiguo Testamento (publ i c a d a inicialmente
en 1 678) . 6 7 Con u n conocimiento mucho m ayor d e los d o ­
cumentos, d e los i d i o ma s en que e sta ban escritos, d e l a
historia d e l o s j u d íos, d e las prim eras Iglesias y de otra s
s e c t a s d el C e rc a n o Orien te, S i m o n empezó a e m p l e a r
t o d o este m a terial como mazo contra l o s calvinistas q u e
afirma ban o btene r s u verdad religiosa tan sólo d e l a B i ­
b l i a . S imon planteó toda clase de d ificultades escépti c as
acerca de e va l u a r los o rígenes del texto bíblico, l a a uten ­
tic i d a d d e l texto a ctual y e l signifi ca do d e este texto. E n
p a rte , S i m o n p l anteó u n gen u i n o p i rro n i smo h i stóri c o
acerca d e l a Bi blia (q ue también s e apl ic a rí a a cualquier
otro d ocumento). E n s u d e fensa contra l a s protestas c a u-

,;, El l i b ro de W i nchell q u e pri mero fue p u b l i c a d o en Chicago en 1880 y d e s­


pués rei mpreso d o s veces, o frece, a nte la págin a q ue l leva el título, fotografías
de preada m i tas. Las fotos son de un d ravidiano, un mongol, un negro, un e s q u i ­
mal, u n hotentote, u n papú y un a borigen a u st ra l i ano.
ur.
Estoy preparando u n vol u men sobre La Peyrére y la h i storia d e l a teoría
Pread a m ita.
,;u E l revere n d o Thom a s Smyth, The Unity of the Human Races proved to be the
Doctrine of Scripture, Reason and Science, Ed i m b u rgo, 1 85 1 , p . 35.
';' S i m o n c u l p ó a La Peyrére por l a s herejías de Spinoza . "Il !Spinoza] ne par6it
pas méme qu'il ait fait beaucoup de reflexion sur la matiére qu'il traitoi't, s'é tant
contenté souvcnt de suivre le Systéme mal digére de la Peyrére Auteur des Préadami­
tes ", e n R i c h a rd S i m o n , De l'Inspiration des Livres Sacrés, Rotterdam, 1687, p . 48.
336 I SAAC LA PEYR E RE

sadas por sus l i bros, Simon insistió en q u e creía q ue el


verd adero texto bíblico h ab í a sido d ivina mente insp irado,
pero no sabía c u á l de las versio nes actuales e ra la así ins­
pira d a. Simon también sostuvo q u e el texto bíblico no p o­
día ser de Moisés, y q ue muy p robablemente h abla _
� Ido
escrito d uran te u n largo periodo, q u izá c erca de ochocien­
tos a ños. Desde e ntonces se le ha bían hecho copias y a d i­
ciones, y e n é l s e había intro d u c i do tod a clase de er: ore � ,
glosas, variantes, etc. Para Simon, l a tarea d e l e studiO cri­
tico era tratar de separar el Mensaj e D ivino de l as varia­
ciones y adiciones h u man as. La o b ra de S i mo n reveló las
a brumado ra s d i fi c u l t a d e s e p i s temol ó g i c a s e h istóri c a s
q u e h ay e n tratar d e ap artar l a d i � en.sión h u i? a � a d e la
divina. Aunque Simon n o comp artw m el mes1amsmo de
La Peyrére ni el naturalismo de Spinoza, y aunque parece
haber creído que rea lmente h abía un Mensaj e Divi no, sus
esfue rzos ayu daro n gra n d e me nte a transfo rmar el estud i o
de la rel igión en un t e m a secular. S u erudición bíblica
ayu d ó a d i fundir e l estu d i o científico de l a B i blia. Cuando
su e rudición s e combinó con un e scepti cismo a cerc a d el
conoci miento rel igioso, y después con el n aturalismo spi­
nozista, de allí s urgió una i n cre d u lidad en la religión tra­
d icionai.HH
De l os c onte mp orá n e o s d e La Peyrére, al q ue más p a-
re ce h a b e r i n fl u i d o fue a S p i n o z a . S p i n o z a poseyó e l
Prae-Admnitae m' y e m pl e ó fragment o s d e é l e n s u Trac­
tatus-Theologico-Politicus. 7 11 La Peyrére estuv o e n Ams­
terd a m d urante seis m e s e s e n 1 655, p o c o antes d e q u e

n ' Acerca d e l a teoría d e S i m o n , véase


Pop k i n , " B i b l i cal Criti c i s m a n d Social
y and t h e Sc i e n t i fí c Revol � ­
Science ", pp. 347-350 y notas; y "Scepli cism, Theolog
tion in the Sevente enth C e n t u ry". en Problems in the Pl1ilosophy of Sc1ence. edi­

t a d o p o r r. Lakalos y A. M u sgrave, A msterd a m . 1 968, p p . 23-25.


n" Véase la l i s ta de los l i b ros de Spi noza
Die Lebensges­
en J ac o b Fre u d e n l h a l ,
cllic/He Spinoza's, Le i pzig, 1899; Item 54 es " Prae-A d a m i t a e 1 655".
Spinoza's
Strauss.
' " Para una l i sta de algu n o s de sus " p ré stamos". véase Leo
Critique of the Bibl.e , N ueva York, 1 965, p. 264 y 327. El tercer capítulo de este
y concl uye, como
e st u d i o está d e d icado a a n a l i zar la a po rtación de La Peyrére.
lo h e m o s hecho .yo y Hans .J oac h i m Schoeps ( e n Philosemitismus in Barolc. Tubin­
teoría d e La Peyrére e s básicam ente la d e u n Marrano ,
gen, 1 952, p . 3-1 8). q u e la
p i o La Peyrére
e s d ec i r, d e u n j ud ío c o nverti do al cristi a n i s mo. y q u e el pro
proba blemente era marra n o .
I S AA C L A PEYR E RE 337

S p i noza fuese excomulgado por la S i nagoga d e Amster­


d am. Hasta a h o ra , n o se h a n encontrad o pruebas d e q ue
s e conocie ran. 7 1 (Muy poco se s a be de S pinoza en este pe­
riodo.) El maestro de Spinoza, Menasseh ben Israel, ad­
miró gra n d e mente Du Rappel des Juifs, de La Peyrére, y en
u n a obra escrita en febrero d e 1 655 incl uyó al a utor d e ta l
o bra entre u n o d e los muy pocos que s a bían d e l a i nmi­
ne � te venida d el Mesías. 7 2 Un d oc umento escrito por el
amrgo d e Mesasseh, Paul Felgenhaue r, indica que tan t o
é l c om o Menasseh h a b í a leíd o el Prae-Adamitae d e L a
Peyrére antes de su p u bl ic ación, y que Felgenhauer bus­
có l a ayu d a d e Menasseh para o rganizar una d i sputa pú­
blica c o n La Peyrére. ;a N o h ay pruebas d e que la d isputa se
e fe c tuara , pero ta nto Menasseh como Felgenhauer escri­
bieron refutaciones d e l Prae-Adamitae. 74 Todo esto mues­
tra que las te orí as de La Peyrére fuero n conocidas y en­
e ontra r o n l a op osi ción de un o de l os d irigentes de l a
c o munidad j ud í a d e Amsterda m. 7;;
La pri mera c ondenación del Prae-Admnitae oc urrió en
Holanda. En vista del n ú mero de condenaciones y refuta­
ciones apare c i d a s en 1 655- 1656, La Peyrére, para cuando
fue arre stado, d ebió d e ser uno d e los a utores más cono­ :.1
cidos d e E u ropa. Y parece probable q u e un j oven intelec­
tual re bel d e como Spinoza se h ubiese i nteresado en d es­
c u brir de q ué trata ba todo aquel escándalo. Lo que hace
" L a ú n i ca i n formación acerca d e l a esta d í a d e L a Peyrére en Amsterd a m
pro v i e n e d e u n a carta q u e escribió a Ismael B o u l l i ard d e l 1 6 de fe brero d e 1 661 .
La ú n i c a persona a q u ien La Peyrere d i ce h a ber v i sto fue al secretario d e l a
Que/ques lettres inédites
a
R e i n a de Polon i a . C f. Ph i l i ppc Tamizcy d e Larroque,
d'Isaac de la Peyrere Boulliau, París y B u rdeos 1878, p. 24

&
" Carta d e Menessah bcn Israel del 1 de febrero de 1 655, publicada en Pa u l
Felge n h a uer,Bonum Nunciam Israeli quod offertur Populo Israel Jwiae in hisce
temporibus 11 0Vissim us de MESSIAI-I. A m sterd am , 1655, pp. 89-90.
Anti.-Prae-Adamitae,
"' Véase el " Beschl uss" a Felge n h a uer, pp. 89-90.
" ElAnti-Prae-Adamitae i d e n t i fi ca d o en la nota anterior es de Felgenhau er.
En él, Fclgen h a u e r a rguyó q u e sólo Jesucristo era pre a d a m i t a , ya q ue era a n te­
rior a todos los hom bres y posterior a e l los.
M e n a sseh ben I srael e n u m e ró e n s u Vindiciae Judaeorum ( Lond res 1656) e n s u s
o b r a s q ue e s t á n " l istas para l a prensa", p. 4 1 .Refutatio libri qui titulus Prae­
Adamitae. Esta o b ra nunca apareció, n i se ha en contrado su manuscrito.
11
"' C f. Popk i n , "Menasseh ben Israel and I s a ac La Peyrere", Pn Studia Rosent­
lialia, VIII. pp. 59-63.
338 I SAAC LA PEY RE RE

parecer esto mucho más p robable es el reciente d e s c ubri­


miento, por el finado I. S. Révah , de la exc o m un i ó n d e
Spinoza. Révah e ncontró q u e tres personas fueron . exco­
mulgadas en l a misma semana en Amsterd a m : Spmoz � ,
Juan d e Prado y Daniel Ribera , todos los cuales e ran ami­
gos. 76 Prado era d iez años mayor q u e Spinoza, y Ribera
era c oetá neo suyo. Al parecer, Prado se h abía vuelto un
irre ligioso l i brepen s a do r a ntes de s alir d e Esp aña e irse a
Hol a n d a. H abía escrito u n a o b ra, d e l a q u e n o se h a en­
contrado ningún ejemplar, afirmando q ue la ley de l a na­
turaleza tiene preceden c i a sobre la ley d e Moisés. (Exis­
ten dos re futa c io nes d e e sta o bra, por Isaac Orobio de
Castro, por las q u e podemos saber cuáles er� n l a s afi rma­
c i ones de Pra d o . ) 7 7 Aún se encuentran registr o s d e l os
cargos e investigaciones d e Pra d o y de Ribera , pero n a d a
en contra de Sp inoza. Prad o tomó temas d e L a Peyré re; a
saber' s u afirmación d e q u e e l m u n d o era eterno, y d e q u e
la h i s toria h umana e s m á s antigua q u e l a h i storia j udía.
Al exponer este último argumento, Prado s e apoyó e n u n o
d e l o s puntos d e L a Peyrére, según e l c u a l l a h i storia
c h i n a tiene al menos diez mil años de a ntigttedad. 7 8 Oro­
bio de Castro, en una de sus respuestas a Prado, le acusa
d e p adecer la misma demencia d e q uienes afirman q u e ,
aun c uando es c ierto q u e Dios creó al u n i vers o , e s t a crea­
ción ocurrió h ace miles y miles de años, y no en el periodo
en q ue creemos sobre la base de la B i b li a . 7 11
Las tesis de La Peyr.ére p arecen h aber desempe ñ a d o
u n p apel e n aquella excomunión. Spinoza escribió u n a
réplica a l a excomunión. L a réplica creció, h asta conver­
tirse finalmente en el Tractatus. E n é l e mpleó m aterial de
La Peyrére , para redondear s u d es afío a l a B ibli a. A.sí, La
Peyrére a c a s o i n fl uy e ra d i re c t a m e n te sobre S p m o z a
desde l a época d e su excomunión.

m e n t s sur l ' i n c royance d ' Amsterd a m a l ' é p o q u e d e l'exco m m u n ication d e S p i ­


' " I . S. Réva h . "Aux Origi n e s d e l a R u p t u re S p i n o z i e n n e ; N o u ve a u x d o c u ­

noza", e n Revue, des études juifs. Tomo I I I (XXII I ) , 1 964, p p . 370-373 Y 391-408.
" I. S Révah, Spinoza et Juan de Prado, París, La Haya 1 959, e s p . pp. 84-153.
'" Révah, "Aux origines d e la R u p t u re S p i n ozienne", pp. 378 y 393.
'" Révah, Spinoza et Juan de Prado, p . 43.
I SAAC LA PEYR E RE 339

S i n embarg o , c om o se ha indicad o , La Peyrére s iguió


siendo creyente, en su extraño tipo de mesianismo. S p i­
noza (y Prado) -l o sabemos por u n espía español q u e es­
tuvo con ellos e n un club d e d i s c u s i o n e s teológi c a s e n
1658-1659 s o stuvieron q u e " D i o s existe pero s ó l o filosófi­
camente " . 80 E l resto d e la carrera de S p i no za consistió en
e l aborar l a s implicaciones de esta a firmación, mientras
d e sarro l l a b a a l a vez, un escepticismo total, de la varie­
dad acadé mica, contra l a religión tra d i ci o n al.

" " Ré\·ah , Spinoza et Juan de Prado, pp. 3 1-32 y 6 4 (donde aparece e l texto
e n es pañol).
XII. EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO
DE SPINOZA

a a la reli ­
L A POS ICI O N d esa rro llad a en el des afío d e Spi noz ace rca de
ept icis mo
gió n rev ela da a barc a un com ple to esc
ie nto reli gio so, esc ept icis mo
las a firm acio nes del con ocim a d u d a , ha sta una
q u e a men udo va m á s allá d e la merpin oza ante l a reli ­
S
abi erta negativ a. El esc ept icis mo de e en el Tractatus­
e bás icam ent
gió n revela da, que apa rec
The olog ico- Pol itic us, el apé ndi ce
al Li bro I de la Étic a y al­
de las ide as de Isa ac
gun as de sus cartas, cre ce al co nta ctométo d o c arte sian o al
La Pey rér e y de su apl icac ión del e, el res ulta do es una
con oci mie nto revela d o . Com o se sab es del con oci mi ent o
crít ica d eva stad ora d e l as pre ten sion ros o en los últi mos
mb
revela do, que ej erc ió u n efe cto aso
mod ern o en pro ces o de sec u-
tre s sigl os sob re el hom bre
lari zac ión . épt ic o d e las a firm a-
Al tiem p o que Spi n oza era tan esc
com ple tam ent e an­
cion es de con ocim ien to reli gios o, era rac io nal " , es d e c ir,
ties cép tico res pec to al " con oci mie nto
la met afís ica y l as mat emá tica s.
e l a d e u n fi deí sta
Est a acti tud , exa ctam ent e opu esta d c a l , no nec e sa­
a, Pas
com o el con te mp orá n e o de Spi noz
lida muc hos pen sa­
d,
ri ame nte es esq u izofrén ica. En rea
a Spi noz a por h abe r
dore s mod ern os ren d i rían homenaj e
rac io nal es o c ien tífi­
sid o el pri mero en ap Ú car mé tod os
ible me nte des truc ­
cos a la reli gión , con res ulta dos pre decmis mo s mé to d o s al
s
tivo s , y por neg ars e a apl ica r esto
mun do c ient ífic o o rac ion al q u e , en c iert a man era , se jus-
tifi c a por sí mis mo . su verdad , de la
O bvia men te, Spi n oza cam bió l a sed e de
en las mat emá tica s y
reli gión al c o n ocim ien t o rac i o nal
u e com enz ar con u n
l a m etafísic a. Par a hac er esto tuv o q mac ione s del c ono ­
aná lisi s sum ame nte crít ico d e las afir
pre fac io d el Tra ctat us,
cim ien to r.el igio so rev ela do. En el ien dec idie ra q u e l a
Spi no za afirmó q u e ant es de que algu
34 0
EL ESCEPTICISMO y EL ANTIESCEPTICISMO DE S PINOZA 34 1
Escritura era c i � rta y d ivina, a la luz d e la razón h a b 1' d
hacerse u n e stncto e s : ruti nio d e esta a firmación. 1 H :ch�
el exa men, se . descu bnrá ''que la Biblia d ej a l a razón a b­
solut? � ente li bre , q u e n o tien � nada e n común c o n l a fi­
l � sofia, d � h e cho, q u e Revelación y Filosofía se e n c uen­-
tl an en mveles
. . .
totalmente d istintos" · � S pm
' oza m o s t rara
q ue est� � Igmflca q u e no h ay conteni d o cognoscitivo en la
Revelacwn. � �sarr� lla s u argumento, parci almente , em-

;
ple � n d o la cntica b1blica de Isaac La Pevrére y . t.
���� cando e l m étod o cartesiano a las c �Iesti on � :���� i ��
L � inv � stiga : �ón d e Spin oza c omienza an a lizand 0 una
ba..-. sr � a a fi rmacwn d e conocimiento de l a trad r· · o- n J· U d eo­
· . ��
c n strano-islámica ' la d e l a profecía · La d e rrmcron d e e ste
fenor� e n o es q u e " pro �ecía o revel ación es conocimi ento
-

segm o revelado por Dws al h om bre" · a Per·o , ¿· q u e t 1' p o d e -

c ? nocr. · � mer
· · -.

: to puede ser? El conocimi e nto natural o rd ina-


. esta a b ierto a todos. Lo adqu irimos por nuestra s facul­
no
tad e s, q u e d epe �1den d e nuestro . co ? oci miento d e D ios y
? e Sus leyes . ete 1 1_1 a � . 6. Es el con ocmuento profético alguna
r ndole de � o no c r m rento se creto y especial, que n o nos
l le.ga a traves de nuestras faculta des? Después d e anal izar
c, Ui dadosame nte tod as las posibilidades, Spinoza concluyó
q u e tod os l �s pr� fet �s, excepto Cristo , h a bían estado e m­


pl eando s u r m agmación y no esta ba n d ando i n fo rm a c ión
f gn �s c �. trv. � de que n o d i � p ? ngan t od o s medi ante e l em-
eo e a s �� ultades recibidas de Dios. Afirmar q u e lo
que les . ? c u rrw a los profeta s para d arl es su s up uesta in­
.
fo rmacwn es, d e algu n a m anera, el res ultado del poder de
.
�r. os. n o d r ce nada, p � rq u e t o d o s l os a c ontecim ient o s ' i n­
cl u� o tod � el ; onocum ento hum � no, son re sultado del 0_
d e r � e D w s . . Por t � n to, "se srgue del último c a p í t �lo
(ac. e r ca d e la profecra) q ue, como he d icho, los profetas
' Bcncd i c t u s de S p i 11 o za. p
pem Q uotquot reperta sunt . ed i tad o por J. V a n Vlo-
t e n. �, .J . 1, · N. Land.
p . 1 9 1 4 . Tractat us Tlieo/o ico­
�II.I I�l �. 9 Tl!e Cl!ief Works of Benedict Spinoza. Trad ucido por R. �. 111 .
To m u s sec u n d u s . La Haya.
P · 8 ., cÚ!
E� :' es . UC\. � . \ ork.
1 955. Tmctatus. p. 8.
;. Tra d u c c � � n de Elwcs, p. texto l a t i n o . p.
9; 90.
; �aducc �� n de Elwcs. p. 1 3. 93.
texto l a t i n o p.
, f¡ a cJ u c c wn de Elwcs. p.25. 106 .
texto l a t i n o . p.

J.
342 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

fueron dotado s de u n a i magin ación insólit amen�e vívid a, Y


n o d e espírit us insólit amente perfec tos". 5 S p m o za tam­
bién s ugirió que ese tipo d e imagin ación " era volubl e e
.
mconst ant e " . 6
- ?. S P l-
·
Ent onces, ¿ q ué p odem o s aprend er d e l a · p r o fecw
noza excluy ó el conoci miento de los fen ó me � n s natura les
y espiritu ales, ya que podemo s o btenerl o m e d iante proce­
sos inte lectual es n ormal e s . Por o tra parte, el pr_? greso
imagin ativo "por su propi a n aturale za, no a barca nmgun a
certidu mbre d e verd a d , como el que está implíc ito e � toda
idea c lara y d i stinta sino que requiere algu n a razon e x­
trínseca para asegur� rno s de s u realida d o bj etiva". 7 �Aquí
e mp ieza a parecer q u e S p inoza está aplican do e l metodo
cartesia no al conocim iento bíblico, y emplea ndo, como lo
hace en este mismo capítulo , l a razón d e La Peyrére p ara
d ud a r d e l texto de la E scritura .)
La profec ía por fe, afirmó ent onces S p � n oz a , n o n os da
n i ng u n a c e rti d u m b r e , y a u n l o s p ro p i.o s p r o fe !a s , d e
acuerd o c o n la Biblia, tuviero n q u e pedir u n a senal del
cielo para estar seguros d e q u e habían recibid o un . men­
saje d ivino. "A este respec to, e l conoci miento ¡;> rofé.tico es
inferior al conocim iento n atural, q u e n o n ecesita m nguna
señal." 8 E n e l m ej o r de l os c asos, el con ? cimien to � rofé­
tico eral moralm ente cierto, n o matem áticam ente c1ert � ,
l o q u e segú n explicó Spinoza signific aba q u e �1- conoci­
miento del profeta n o s e seguía de la percepc wn d e la
cosa sino que se basaba e n l a s señales d ad a s a l pro feta.u
Y é st as variaban d e acuerd o con l as opinione s y la c ap a­
cidad d e cada profeta. Así, u n a señal q u e h abría conven­
cido a un p rofeta n o necesari amente convenc erí a � otr.os.
Luego, Spinoza pasó a las afirmaci ones y expene ncias
profétic as opuestas , valiénd ose de algu ? os _de _los a tos de �
_
La Peyrére , y denigran d o ma s l a profecw b i b h � a . L a p ro­
fecía nunca dio más c ultura a los profeta s, s m o que los
' Tra d ucción de Elwes, p . 27, texto latino, p. 107.
• Tra ducción de Elwes, p. 25, texto l atino, p. 107.
7 Traducció.n de Elwes, p. 28, texto l atino, p. 108.
• Traducción de Elwes, p. 28, texto l atino, pp. 108-1 09.
u Traducción de Elwes, pp. 29-30, texto l atino, pp. 1 10-11 1 .
E L ESCE PTICI SMO Y EL ANTIE SCEPTICISM O DE
SPINO ZA 343
dej? con sus opin ione s ante riore s y, por tanto
, no esta mos
e i ntele cto." 1 o
o bliga dos a c o n fiar e n ellos en c uesti on e s d
Desp ués d e escu driñ a r las afirm acio n e s d
e vario s profe­
t�s, Spin oza resu mió su argu ment o de q u e los
p rofet as no
tiene n un C _? noci mien to espe cial, sino q u e Dios
adap taba
sus revel acw nes al ente ndim iento y l a s opin
P!'o �etas. Ésto s era n igno rante s d e la cien
ione s de los
c; I m iento mate m � tico, y soste nían opin ionecia s
y del cono ­
enco ntra d as.
, Por tanto , se sigue que
p or ning una mane ra hemo s de
busc ar cono ci m i ento e n los pro fetas , s e a de los
fenó meno s
natu rales , s e a de l os espir itual es." I I
. La profecía, u n a d e l a s princ ipale s p reten si o nes reli­
gios as de ! � onoc imie n to so bre las que s e
cado t � o � og1c o de l a B i. blia,. basa el sign ifi­
qued a redu cida por Spin oza a
l a s O I? I ? I on e s , c aren te s d e inter és, d e algu
nas pers o n a s
q u e VI VIer on h a ce m u c h o tie mpo . Mien tras
. Spin oza esta ba
re d ucien do tan d esen vueltamen te el cono cimi
. ento profé ­
tic o a una opin ión, much os teólo gos de Hola nda,
Fra n c i a e
Ingla terra esta ban inici ando un n uevo y vital
movi mien to
al desc � brir la c la ve p ara interpreta r las p
ro fecía s d e
l a Escn tura. Isaac Newt on perte necía a este
es � a ba segur o d e q ue, u n a vez descu biert a l a
grupo q u e
c l ave , po­
dna �nos c omprende r l as pro fecía s, espec ialme nte
las de
D�m el Y del l ibro de l a Reve lació n, q ue aún no se
h an c um­
plido . � � Segú n Spin oza, q u e debi ó estar ente ra
d o de este
gran inte rés en las interpreta ciones profé ticas
entre los
teólogos q u e l o rode aban , los res ultad os de tales
inves ti­
gaci � �es no p o dí a n pro d ucir ningú n cono cimie
nto c o g­
nosc itivo , p ues tal cono cimie nto sólo podí a obten
erse p o r
med i o d e l a razó n .
.si la p r o fecía n o produ cía e on ocimi ento espec ial, 1 o s
milagros, segun d o balua rte de l a religi ó n revel ada,
sólo
1 11

;; Tradu cción de Elwes ,, p.p. 40,


Trad ucción de Elwes 33, texto latino, p. 1 13.
texto l atino, p. 120
Esta esc u e l a de teólogo s i nglese s y hol andese s. tuvo
���h M e� e, Clavis Apocalyptica, C a mbridge, 1632. Mucho s suimport base teórica e n Jo­
antes teólogo
c;;J d the A �oc�lypse of St. John, Londres, 1733,ations
g eses, Incl uso Isaac Newto n, en sus Observ
upon the Prophecies of Daniels
y Willia m Whisto n, el suceso r d �
ewto n , Siguier on el marco interp retativ o establ ecido
por Mede.
344 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

nos daban información e rrónea y motivo d e superstic i ó � .


Antes d e examinar los casos d e acción supuestamente mi­
lagrosa, Spinoza arroj a d ud as sobre l a posibi � i d a d de los
milagros e n gene ral y de una d iv i n a ley especial conocida _
_
m e d iante la i nfo rmación religio s a . E n e ste últ1 ?'1 o c aso,
Spi noza afirmó q ue la ley divina natura l es " u n � versal o
común a todos los hombres, pues l a hemos d e d u c ido de la
natu raleza humana unive rsal", ' a y q ue tal ley " n o depende
de l a verdad de algun a narra c i ó n h i stórica, c u a l q u i � ra
q u e sea, pues esta ley d ivina sola mente es compre e d i d � � �
,
por l a c o n s i d e ra c i ó n d e l a n atura l e z a h u m an a . , Po1
tanto, ninguna ley especial, como l a ley mo � a �_ ca, d e be
buscarse por medios no ra cionales. Las leye � d ivmas p a � a
los h ombres sólo pueden enco ntrarse a p artir d el estudiO
de l a naturaleza h u m a n a .
Respect o a l os m i lagr o s , emplead os p or t� ntos teól og ? s
como prueba de un re i n o so bre natural, Spi noza fue mas
allá d e l a simple posición escéptica q u e se n_ a prese � ta da
en el siglo siguiente por David Hume. H ume arguyo q � e
era e xtremad amente impro b a ble o inverosímil q ue algun
hecho fuera un milagro . S p in o za arguyó s encilla J?e':te lo
_
q u e e q uivalió a una afirm a c i ó n académ1 � a esc � ptica, a
sabe r, q u e la oc urrencia d e milagros era Imposible. Las
leyes universales de la n aturaleza fue ro n d ecretadas po r
Di o s ; , ;; "n o se puede c o ntravenir la n aturaleza, ya q u e si­ _
- l
gue un orden fij o e i n m uta bl � " . ti Así p ues, n o p uede h a­
ber excepc i o n e s a l o rd e n d 1vm o n a tu ral. S ol o p u e de
h aber ign orancia d e l o . q ue está pasand o, debi_ d o a nues­
tra falta de c on ocimient o ele l os aspe c t o s del orden. C o m o,
supuestamente, h e mos el e co mprenderlo mediante un en­
ten d imiento racional ele D ios y de la naturaleza, no puede
h ab e r verdaderos milagros . ( S i los h u b iera, estaríamos v � ­
vie n d o e n un mundo desordenado y c aóti co.) De allí se si­
gue o bvia mente que no podemos conocer l � natur ale za Y
_
l a e x istencia y l a provid e n c i a de Dios a partir d e mi lagros,
"' Tra d u c c i ó n de Eiwes, p. 61, texto l a ti n o, p. 137.
" Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 61, texto latino, pp. 1 37 - 1 38.
"' Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 83, texto latino, p. 1 58.
"' Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 82, texto latino, p. 1 57.
E L E SCEPTICISMO Y. E L ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 345
s i n o q ue p o d e m os conocerlos p o r un e ntend i miento d e l
orden fijo e i n m utable d e l a naturaleza. 1 7 Despué s d e elu­
c i d a r la c uestión de l o s milagros en general, Spinoza p a só
a explicar los s u p uestos m ilagros bíbl i c o s en p articul ar.
Después de negar o s oc avar las afirm a c i ones de q u ie­
nes d i cen h a be r encontrad o tipos especiales de verdad e n
l a B i blia, e n e l capítulo s iete Spínoza s e enfrentó d i rec­
tamente a l pro blema d e i n terpreta r la Escritura. Algunas
personas, i n d i c ó , " s u e ñ a n q u e los m i s terios m á s p ro ­
fu nd os yacen o c u l t o s en la Biblia, y s e extenúan e n l a in­
vestiga c i ó n de e s t o s a bs u rd o s " . 1 H E n v e z d e tratar d e
i nterpretar l a Escritura d e esta manera, Spin o za t o m ó
l a al tern ativa m á s rad i c al : el emple o del mét od o cartesia­
n o . " Puedo res u m i r l a c ue stión d ic ie n d o q ue el méto d o
de interpretar la Escritura n o difiere mucho del método d e
inte rpretar la naturaleza; en realidad, e s c asi el mismo . " 1 !1
Para Spinoza, e l métod o p a ra inte rpretar l a naturaleza es
bá sic amente el méto d o c artesiano. Por consiguiente, lo q ue
sig u e en el análisis d e l a B i blia por Spinoza es u n a c o m b i­
nación de bastantes p untos escépticos, to m ados muchos d e
ellos de La Peyrere, además d e un análisis c artesiano d e l a
Escritura.
Es imp o rta nte n otar q ue Descartes y sus segu i d ores tu­
vieron m u c h o c ui d ad o d e l i mitar el d o m i nio en que e ra
útil el méto d o c a rtesiano, y d e excluir s u e mpleo e n l a
teol ogía y l a religión. E l p ro p i o Descartes sie mpre re s­
pondió a las acusaciones d e que e ra infiel e n sus opinio­
nes religiosas insi stie n d o e n que n o trataba de temas reli­
giosos, y q u e aceptaba sin d iscusión las opiniones d e la
Igl e s i a catól ica.� o Pascal leyó de esta man era a Descartes
Y lo censuró por tratar tan sólo d e l Dios de los filósofo s ,
no del D i o s d e Abraham, I s a a c y J a c o b. � '
" Trad u c c i ó n d e Elwes, p. 85, texto l a t i n o , p p . 1 59-160.
" T ra d u c c i ó n de Elwes, p . 99, texto l a t i n o , p . 172.
' " Tra d u c c i ó n d e Elwes, p. 99, texto l a t i n o , p. 172.

y d i ri g i d a " A l s a p i e ntísmo e i l u s trísmo Decano y a


"' Véase, por ej e mplo, l a carta d e D e scartes a Jos Doctores de l a Sorbon a ,
antepuesta a l a s Meditations,
los Doctores d e la Sacra fac ultad d e teología", Haldane-Ross, Vol. I , pp. 133-137;
A.-T., Vol. VII, pp. 1-6 . 1
Oeuvm� complétes, París, 1 963, p re fa c i o de H e n ri Go u h i er, y notas
1
" Pascal,

1
1

346 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

D u rante larg o tiemp o , l os h ist oriad o re s d e l a fil os o fía


supusiero n que l a revo l ución cartesiana conduciría, au­
tomática o necesari amente, a l a i rre ligión, y que las razo­
nes d ad as por Descartes para rechazar el escolasticismo
ta m bi é n s e a p l i c ar í a n a l rec h a z o de la v i s i ó n j ud ea ­
cristiana d e l mundo . Por otra parte, e stud iosos franceses
H d e l siglo xx, como Gilson, Gouhier y Koyré _ n o� h a n h e c �10

'
\
, l
;. )!' comprende r l a posibil i d a d d e q u e cartesianismo y c :Is-
tianismo s ean compatibles, y q u e e l propio Descartes bien
pudo ser u n pensador r� l igioso q ue tratara d e u � ir l a rel i­
gi ó n y l a n ueva c i e n c i a e n u n a n u e v a re l a c w_ n a rm o ­
, / niosa.2 2
L os advers ari os de Descartes, espec ial me nte entre 1 os
\ j es u itas y los calvinistas, viero n impli_c a c io n e s pot� �� i al­
; mente peligrosas, si se aplicaba s � método a l a r� lig: o n Y
l a teoría.� a Ni Descartes n i l o s miembros d e l a s igUiente
', gen e ración que se consideraron c a rtesi a l?' o s h i c i e �o � tal

·
_
1 aplic ación, e insistiero n e n q u e sus opmwnes rehgwsas
1 eran ortodoxas.�4

Spin oza fue el primer o e n d ar e l p a s o rad i c a l de apli­


car s u versión d e l carte s i a nismo tanto a l a teología como a
la escritura , con terribles resultados. Como s e h a d ich o e n
el ú ltimo c apítul o , l a pri m e ra o p i n i ó n d e Spinoza q u e c o ­
nocemos e s l a afirmación d e Prado y s uya pro p i a de q ue

d e L o u i s La fu m a , "Le M é m o ri a l " , p . 6 1 8, " D i e u d ' A b ra h am , D i e u d ' I s a a c ,


D i e u d e J acob, n o n des philosophes et des savants".
" Cf. Etienne Gilson, Études sur le róle de la pensée médiévale dans laformation _du
e D
systeme cartésian, La Liberté hez escartes et la théologie;
y Henri Gouh ier, "La Cnse
de la Théologie a u temps de Descartes, y La Pensée religieuse de Descartes; Y Ale­
e
Essai sur l'idée de Dieu et les p1·etwes de son existence hez Descart�s.
"1 Véase, p � r ejemplo, las críticas a Descartes, por e l padre jesuita Bo � rdm Y
xander Kovré
por los calvin i stas Martino Schook y Gisbert Voetius. La crítica d e Bou rd m a pa­
rece e n "Obj ectiones Septimae, c u m notis autho ris" A.-T., Vol. VII, pp. 451-561 . Las
críticas de Schook y de Voetius aparecen e n Admiranda methodus novae phi.loso­
phiae Renati DesCartes. . . .
'"' La respuesta de Descartes al p a d re Bourd i n aparece en "ObJ ect1ones Septl­
mae c u m notis a uthoris", A.-T., Vol. VII, pp. 451-561 , y la c arta q u e contien e las
q uejas de Descartes al padre Dinet, el provincial de los jesuitas, A-T., yo!. VII, PP·
563-603. Su respuesta Schook y Voetius apa rece en "Epí stola Renati DesCartes ad
Celeberremium virum. D. G isbert u m Voet ium", A.-T., Vol. V II -2, París, 1 965.
Cartesi a n os como Geu l i n cx, Arn a u l d , Malebranche y Bernard Lamy a firmaron
ser, todos ellos, católicos ortodoxos.
EL ESCE PTICI SMO Y EL ANTI ESCE PTICI SMO DE
SPINO ZA 347

esto a J r.
Dios exist e, p e ro sólo filosó ficam ente. 2 5 Toma n d o
d o fi- �\
pe c h o, el m é to d o para estud iar a Dios s ería un méto
losófi co. No q u e d a espac io para estud i a rl o en térmi nos
de
Revel ación o d e d atos supue stame nte so brena turale s. Por
tanto , el m étod o d e Spino za para estud i ar algo, desar ro
llo
d e l méto d o c a rtesi ano, tamb ién s e apli c a a l pro p i
o D i o s.
S obre esta base avan zó Spin oza p or l a Bibli a
exam i­
nand o las a firma cione s d e l a Escr itura p ara ver '
d � � cuer? o con u n a n á l i si s racio nal ba sado e n
s i estab an
. cl aras y
d istm tas ! d e as d e Dws o d e l a natu ra l e z a . Ya q ue , afirm ó,
la m ayon a de los tema s tocad os en la B i bl i a n
o pued en
d e m o stra rse , e nton ces ti enen q ue ser i n te rpret
ados en
i stóri c a - Y
otros térm i n o s , p o r ej empl o, fil o l ógic a m ente h
n: ent� . psico lógic amen te, o en térm inos d e co � ocim
. iento l ",
Cienh fico. Esto pued e exp l icar p o r q u é aparecen tales co- 1
"
sas e n el l i bro, y por q u é algun as pers o n a s pueden creer
­
las, a un cuand o n o pod amos saber si son c iertas . Como
es T
e v i d e n te , S p i n o z a pront o tra n s fo rm ó l a E s critu ra
d e
fuent e d e conoc imien to e n o bj eto d e conoc imie nto 'm e
­
d i a n te l a a p l i c a c ión d e l a s n orma s c a rtesia nas. L � Es­
critura q ue d a así red uc i d a a un extra fi o escri t o de l os
he bre os, d e h ace un o s d os m i l a ü os, y a s í se l e d e b e
'
c omp re n d er. 2 n J
T oman d o litera lment e las afirm aci o ne s d e l a Escri tura
Y j uzgán dola so bre la base de i d e a s c laras
y d istint as d e
Dios Y d e l as l eyes d e l a naturaleza , S p i n oza pregu ntó s i
es te p ro c e s o n o s d a a l g u n a i n fo rm a c i ó n d e m o stra
ble­
ment e cierta o m oralm ente ci erta a cerc a de l a rea l i d
ad.
Lo más q u e p u e d e encon trars e en l a Escri tura, segú
n es­
tas n o rmas, son básic as verda des moral es, q ue ta mbién
p ueden descu bri rse por medi o de un exam en fi l o
( � a m bién p o d ía apren derse much o acerc a d e lo
sófico . � '
que hi­
Ciero n y pensa ron los antigu os h e breos, pero esto perte-
" Cf. nota 79, cap. X I .
"' Spinoza .Tractatus, "De Interpretatione Scripturae",
caput, VII, y caput VIII, "In
quo ostendi ture, Pen tateuch on et l i bros Josuae
, J u d icum, Rut. Samucl is, et Regum
n on esse autogra pha, Deinde i n q u i ri tu r,
fu: n. nt, an unus tantum , et q u i n am", a n eoru m o m n i u m Scripto res p i u res
_ Traduc ción de Ehves, pp, 98-132.
. . Trad ucción de Elwes, pp. 1 00-101, 1 19, 1 75- 1
1 90, 237-243 . y 247-248.
8 1 y 186-187; texto latino, pp. 1 73,
348 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE S PI NOZA

\ J! necía al estudio d e la historia, no al entendimiento de l a


/ · realidad.) � x
En el imp ortantísi m o capítul o xv d e l Tmctatus, intitu­
lado " En q ue se muestra q ue la teología no es servidora
li.. de l a razón, ni la razón de l a teologí a : definición de la
razón que nos capacita a aceptar la a utori d a d de la B i-
' blia", Spinoza puso en claro los resultados d e s u análisis.
Empezó por bosq uej ar u n a alternativa que luego rech aza­
rí a e ntre escepti cismo y d ogmatismo. En este contexto,
Spinoza afirmó q u e la visión escépti c a d e c í a q u e l a razón
había de ser o bl igada a convenir con l a Escritura. Esto
equivale a negar l a ce rti d umbre de la razón. La otra o p i-
·� ,.! nión, el dogmatismo, sosti ene q u e "el s ign ificado d e la Es­
/ 1 critura debe ser o bligado a convenir con la razón".�:'
1 Spin oza e onsideró q u e la visión d ogmática e staba re -
1¡ 1 pre sentada por Maimónides y sus seguidores, q u e altera-
' ' ron y aun violaro n el significado literal de l a Escritura .
Ree s c ri b i e ron o re interpretaron pasaj es p ara h acerles
corresponder con las normas racionales. Spinoza insistió,
de manera casi fundamentalista, en q u e cada texto debe
to marse por su valor aparente.
Para Spin oza, el re sultad o n e t o de su métod o de inter­
pretación de la Escritura es q u e muchos pasaj e s senci­
llame nte n o tienen sentido. En l ugar d e e nga ü a r, como
Spinoza afirmó q u e lo h abía hecho Maimónides, ao había
otra posibilidad, al menos igualmente p e l igro s a : l a de
acomodar la razón a la Escritura. Ésta, l a visión escéptica,
d estruiría todas las normas racion ales (ya q u e l a razón
ten d rí a que adaptarse a un texto n o racional, la Escri­
tura). " ¿ Q u ién, que no esté d esesperado o loco, desea d e s­
pedirse de l a razón, o despreciar las artes y las ciencias, o
negar la certid umbre de l a ra zó n ? " :t t
Spin oza res olvió ent onces el p r o blema en c uestión in­
sistiendo en que h abía que separar la filosofía y l a teolo­
, gía, e n lugar de a comod arl a una a la o tra . La filosofía se
'" Tract.atus, caps. \'1 1- X I I I .
'
"" Tra d ucción de Elwcs, pp. 1 1 4- 1 1 8 y 1 90- 1 9 1 ; texto l a t i n o , pp. 186-189, y 250-25 1 .
' " Tra d u cción de Elwes, p. 1 90, texto latino, p. 250.

" ' Trad ucc ión de Elwes, p. 1 97 ; texto latino, p. 256.


EL ESCEPTI CISMO Y EL ANTIESC EPTICISM O DE SPINOZA
349

j uzga por n o rm a s racion ales, por ideas c l a ras y d i stinta s.


La teologí a d e be j uzgars e por su realiza c i ón signi ficativa
la enseüa nza de p i e d a d y o bedien cia. No p uede o frecer n Í
ofrec e prue bas d e l a verd a d d e sus prescri pcione s. La teo­
logí a , si se mantie ne en e ste papel, estará d e ac uerdo c o n
la razón, p ue s lo q u e p ide a la gente h acer y creer e stá
a p oy a d o p o r la e vi d e n c i a fi l o s ó fi c a . La verd a d de l a s
prescri p <: iones t � ol ? gicas será decidi da p o r l a filosofí a, y
l a teo l ogi a p o r s i nus m a n o puede ser consid era d a verd a­
dera n i falsa.
Est o cntra ü a u n a especi e de escept icism o t otal acerca
de la te ol ogía y la religi ó n . Sus p r op osici ones están fue­
ra de lo c ogn oscitiv o (sa lv o las q u e s o n ap oyad as p or l a fi­
l ? s ofía). Es i n úti l cuesti o n a r o aun d ud a r d e las p r o p osi­

l
c i ones te ológicas o religi osas, pues están fuera del ámbito
donde tien en perti nencia estos actos menta les. Así como
los I? O sitivis ! a s , a comi � nzos de este siglo, d eclara ron q u e
.
el d i s c urso etico y el disc urso estético era n no cognosc iti­
vos Y n o esta ban a b i e rto s a pregunt as acerca de la verd a d
o falseda d d e l a s afirmac iones d e valor, d e manera simi­
lar Spinoza h a b í a socava d o e l poder de la teología y de la
reli�ión supri m i é ndolo de tod a d iscusión filo sófi c a (en e l ¡;
sentid o ge ne ral e n que S p i noza e mplea e ste términ o) 0 ! ;
. . )
cognosc itlvame nte s ignifica tiva.
D e s p u é s d e h a b e r d egra d a d o fu n d a rn e n t a l m e nte l a
teología y l a rel igión, y de h aberlas expulsa do d e l mundo
raci o n al, Spinoza trató de h a cer p arecer q u e aún q uedaba
u n gra n papel q u e desemp eüar a l a teología y la religión .
Puso fin al c a pítulo x v d ec la rando:

Antes de segui r adelante, q uiero decir expresame nte (aunqu e


y a l o h e d i c h o antes) q u e y o considero m u y grande la utili­
dad o la necesidad de la Sagrada Escritura o la Revelación.
Pues así como no podemos percibir por la luz natural de la
razón q u e l a obediencia es e l camino de salvación, y sólo so­
n� os e nse ? ados por l a revelación q u e así es por gracia espe­
cial de Dws, que nuestra razón no puede alcanzar, así se si­
gue q ue la B i blia h a dado u n gran consuelo a la h umanidad.
Todos somos capaces de obedecer, mientras q u e sólo h ay muy
pocos, comparados con e l c ú m u lo d e la humanidad, q ue pue-
350 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

d e n adquiri r el hábito d e la virtud con l a sola g� í a de l a r�zón


sin ayuda exterio r. Ergo, si no h u biésemos t� mdo el t� stlmo­
nio de l a escritura, dudaríamos de la salvacwn _ de casi todos
los hombres.:12

El análisis de la Biblia p or Spin oza, empleand o puntos


escé pticos de La Peyrére acerca de q u e su a u to r . fue � a
\ ,,, Moisés, etc., y aplicando e l método cntico _ _ d e l a c i e!'l c i a
-· c a rte s i a n a a l conte n i d o d e l d oc u m ento, d e � : mpe!'_l o . un
papel vital en el desarr� l l o d e la mo � e r!l a c n �1 c a bibhc � .
Spin oza n egó q ue h u b i es e e n l a B 1 b h a alg � n n�e n s �J �
especial q ue n o pudiese aprenderse p or m?d1 o s I l osofi- �
- c os. E insistió en que gran parte de la B I_ ? ha I? O � I a : oro­
p renderse mej or en l os términ os de la h ist o n a J U ? I a , la
_ _ _
psic o l ogía primitiva y temas similare �� La extens10n de
la met o d o l ogía cartesiana a la evaluac10n del marc o d e l a
_
Escritura para interpreta r al h ombre y su lug � r en e l um­
vers o llevó a Spin o za a c oncluir que la Escnt � ra n o t : ­
- - í a c a b i d a en e l mund o i ntelectu a l . En c a m b 1 o, l � B I -
n
b l i a t a n sól o era fuente de a c c i ó n m o r a l p ara qmenes
inte lectualmente no eran capaces d e d i stinguir la base
raci onal de l a c on d ucta h u mana.
.
P or extrema q ue pueda p arecer la p osic ión d � S p u � oza,
al sacar l a s cuestiones religiosas del á mbito epistemH � o Y
_
hacer de s u eval uación e i nterpretación l a tar� a del CI�n­
tífico moral, sin embargo e l más grande estu ? IOso bibhc _
?
d e finales d e l s iglo xvn, e l padre Richard S I � on, � d op to
muchas de las técnicas 'd e Spinoza para la cr�_ tiCa b1b I � a.
_ cntzca

La primera o bra importante de Simon, La hzstona
del Antiguo Testamento ( 1678), recorrió la historia de los
d o c u mentos conforme pasaro � d e ! os tiei?� os antiguos _ a
_
la actualidad, explorando l a histona fllologiCa d : l os t : x­
tos h e breo y griego y la a ntropología de los a ntiguos J U­
díos. Simon fue un estud i o so mucho más completo q u e su
amigo La Peyrére o q u e Spinoza. Insistió e n que n o : st � ba
tratando de crear un pirron ismo acerc a del texto bibhc o,
pues estaba seguro de q ue e n l a � iblia h abí � un mensaJe _
si el texto 'era correcta y apropiadamente mterpretado.
'" Trad ucción d e Elwes, pp. 1 92 - 1 99; texto latino, pp. 257-258.
EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 351

Las ta re a s d e c o rrección y comprensión adecuada podían


d u ra r etern a me nte, p e ro eso no anulaba la existencia d el
mensaj e d i vi n o . Cuando Simon fue ac u s ado d e spinozista,
rep licó q u e estaba de a cuerdo con el método de estud io
bíblico d e Spinoza, p e ro n o con s u concl usión.:13
Otros n o p u d i e r o n q ued arse tan tra n q uil os. Las impli­
cac iones revo l ucion arias d e la crítica b í blica d e Spinoza
fu e ro n i n m e d i a t a m e n t e o bv i a s . E l Tractatus, c o m o e l
Pme-Adamitae d e q u i n c e añ os antes, fue p r o h i bi d o e n
Holanda. (Muy p o c o s l i bros tuvieron esta d istinción en Ho­
l a n d a en el siglo X V I I. ) Circuló con títulos falsos, c o m o
Traitté des céremonies superstitieuses des Juifs. :14 So bre l a
base d e l l i bro, Spinoza fue atacado como a rchiateo. Al p a­
rec e r se c a n s ó d e los ata q ues y d e c i d i ó no p u blicar l a
Ética cuando l a terminó e n 1 675, porq u e n o q uiso verse
a rrastra d o a una l u c h a con l os pastores l o cales. :15
Algu n o s d e l os advers ari os de Spin oza, que e staban se­
guros de que el cartesiani smo conduci rí a a la infidelidad
y al ateísmo, encontraron e n Spinoza u n a prueba d e sus
tem o res. Por ej emplo Henry More, después de romper con
Descartes, estuvo seguro d e que l a teoría de éste n o e ra
más q ue u n a forma d e infidelidad. Dij o h a ber oíd o q u e e n
·Ho l an d a h a bí a c a rtesianos q u e " s e burla ban de la reli-

"" Acerca de S e A. Bern us, Richa rd Simo n et son


Vieux Testa ment , Li maouns a, nvéas , 1 869, Lo u i s I . Bred vol d , Tl!e Intel
Histoire Critique du
Dryden, Ann Arbor, 1 959,n eesp. pp. 98-10 7; Pau l Haza rd, La Crise
lectual Milieu of John
européenne, París JJI,
de la conscience
sur RichaTd Simon, et1 935; D é c i m a parte , cap. pp. 184-2 02; Henry Marg ival, Essa
la critique biblique en France au XVII' siecle, París, 1 900; J e a ni
Ste i n m a n n , RichaTd Simo n et les
La opin ión
origines de l'exégése biblique, París, 1 960.
h a bitua l de S i m o n acerc a de Spin
oza cra " Sp i noza a ptl avan cer d a
s o n l i vre p l u sie u rs c h oses verit ns
a bles, q u ' i l aura m e m e prise s
il en a u ra tiré d e s cons eq uen d e n o s A u teurs m a i s
tion des Lit>res SacTés, ces fa usse s et i m pies, " Rich ard
p. 43. Una razón de los m a lo s
De l'lnspira­
Simo n,
Simo n, era q ue S p i n oza "ne paró resu ltado s de Spin oza , segú n
mat iere qu'i/ tmto s'eta nt contenté it, meme qu'il ait fait beacoup de rejlexion sur la
Peyrere Autc ur desft,PTéa dam ites" ,
souvent de suivre le Systéme mal digeré de La
s i n c l uyen La Clef du Sanc tuaire,
p. 48.
'" Otro s título
esprit des-in teressséfalsoSUT les matiéres plus importantes au ysalut Reflexions curieuses d'un
fuero n p u bl i c a d a s e n 1678,
p e ro n o s e
. Todas estas o bra s
d a e l l ugar d e p u b l icaci ón.
" ' Véas e la c a rta d e S p i n oza
a Olde nburg, Vera no de 1 675. Tra
wes, Vol. 11, pp. 296-2 97, carta d ucció n d e El­
XIX (LX V I I I); texto latino , Vol.
I I I , pp. 2 1 8-219.
IESC EPT ICISM O DE S PINO ZA
352 EL ESCE PTI CISM O Y EL ANT

gión y era n ateo s".a o Lue go lleg ó "SpEl ino za, prim ero j � dío_,
l ueg o c a rtes i a n o y aho ra ate o':- :1 •7 _ b1b '!rD:ct atu s, a firm o
More atac aba las bas es d e l a reh gwn hca . _ .

oc � rrió que , d esd e ante s d e l a p ubl icac


. a, ��c ión d e l a Et�c a,
hos com pre n­
con su mad ura metafís ica nat ura listreli. gwn reve la d a era
die ron que el esce ptic ism o ante la s� percat aro n d e que
exp líc ito en el escrito d e � p i�oz a, yana l a vali. dez o la u ­
esta man era de trat ar l a Bib lia neg . El Tmctatus mas

por tanc ia de l a trad ició n j ud ea-c rist iana
\ 1 tota lm� I�te n uev a. d e
/ 11 l a É tica adm itirí an una perspe ctiv al den un � w c o m o m! s e­
1
.

1· exp erie ncia hum ana . L o q ue Pas ca Spm oza � ra libe ­


ria del hom bre sin el Dio s bíbl ico, p ara mie do Y l a
raci ón del espí ritu hum ano de las cad ena s del
sup erst ició n. e los val ores del
El esce ptic ism o d e Spin oza ace rca d1a _ de se: rempla ­
mun d 0 bíb lic o, y su ide a d e cóm o hab
l� o mas alla de
zad o por el hom bre rac i o nal, esta ban dmuc _
XVII . Ano s
lo que pod ían ace ptar los pe? sado res .m sultoo la pala ':Jra
el sigl
des pué s de la mue rte d e Spm oza, fueo p ara � ue algm e�
"spi nozi sta" . Se nec esit ó c asi un sigl segm dor de S I­
pud iese deci r sin corr er ri�s gos que eraan as �e la Ilus ti?
noza . Per o algu nas de l as figu ras alemn e n difi. ulta d s.�· �
ción q ue afirmaro n esto aun se met ier� q u e Spm � �
oza . era
El muy tole ra nte Pierre B ayle asev eromét odo � otal men t�
un ateo siste mát ico que emp leab a un era "un libro p � rm­
nue vo". aH Y, segú n B ayle , e l Tmctatus del ate1 smo
c ioso y dete stab le"·1 0 q uE) c o nten ía las sem illas
de la Ética. . . . _

L o que Spi n oza real izó resp ecto � la _ rm� ligw co ,


� reve lad.a
111 ag � osti ­
no pue de llam ars e esce ptic i s mo p irro
la lab or d e Spm oza
cism o su vers ión te ológ ica. Parte de d u d a s d e La Pey rére
c o n s istió en l leva r a d e la nt e las
"" Henry More a Robe rt Boyl e , c a rta 4
d e l d e d i c ie m bre ( 1 670'?),
en The Wor!cs
1772, Vol. V I . p. 51 4 .
o{ Robert Bo¡¡le,edita do por Thom as B i rch, Lon d res,
'17
!bid.. loe. cit. . g de ·
lén. Véase el art i c u l o so b re Lessm
"" Como o c urrió a Les s i ng y J erusa
!
Enc¡¡clopedia of Philoso Jil¡¡, 1:' ,� 443 -446. .
c o m w n zo del arti c u l o "S P i-
Vol. p.
Henry Chad wick, en la
" " Pie rre Bayl e . Dictionnaire historique et c71llque,
..
·In
noza" .
Ibid.,
el texto princ ipal antes de la Obser
vacw n E.
EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPTNOZA 353
a cerca del texto bíblico. Pero mucho más de tal labor con- 1
sistió e1_1 _ negar el contenido cognoscitivo de la Escritura
en funcwn d e pro fecías, milagros o cosas similares. Esto
f(i¿)

pudo ser clasificado como escepticismo n egativo o como
esce p ticismo a cadémico. Spinoza no sólo dudó de las pre­
ten swnes de verdad de l a Escritura: las n egó, s alvo como
mensaje moral. En esta n egativa, ya no tiene sentido con­
siderar las a firmaciones d e l a religión revelada como
verdaderas o falsas. Están fuera del ámbito donde puede n
aplicarse l a prueba y l a duda. Se l e s pued e estudi ar como
parte d e l a historia d e l a e stupidez humana, por l o q ue
rep resentan h is tóric a , s o c i ológi c a o p sicológicam ente,
pero no se les puede estudiar por su verdad o falsedad.
La negativa del val or de la religión revelada pr onto fue
llamada "escepticismo", y pronto hubo teólogos comba­
tiendo a los escépticos y los infieles. Es probable que la
aplicación más común q u e hoy se da al término "escép-
tico" sea al i ncrédulo e n materia de rel igión:1 1 En este
sentido, si se toman en c uenta las condiciones del último
�árrafo, creo yo j usto considerar a Spinoza como escép-
tic o en materia d e religión, aun c uando sus opiniones fue-
sen mucho más allá d e l a d uda, hasta llegar a la completa
n �gativa. S i Spinoza fue un escéptico irreligioso, en cam-
bw fue notablemente aescéptico o antiescéptic o en los
campos d e l conocimiento científi co y filosófi co. Como tra-
taré d e d e mostrarlo, ésta n o es señal de i n consecuencia
sino que, a ntes bien, a ba rca una d e las afirmaciones bás i�
cas del conocimiento d e Spinoza, q u e se aplica a todos l os
temas, incluso el de la religión.
Es obvi o q u e Spin oza pasó much o tiemp o s obre las Me-
ditations de Descartes y sus Principles, y por tanto n o pudo
dej ar de e ntrar en contacto con ideas escépticas y con el 1 /

,
.. '1Thi!·d International Dictionary, d e Webster, d a como u n o de los tres signi­
El
a person mar!ced by skeptici.sm regarding re/igion or reli-
f z c a d o s de "escéptico":
. ¡ .r
91ous pnnc1ples: and one of the three meanings of "skepticism" (persona marcada
l o s tres signifi cados d e "esceptic i s m o " "duda concern iente a los pri n c ipios rel i ­
Por escepticismo e n c uestión d e religión o d e principios religi osos" ; y uno d e

giosos búsicos ( c o m o i n m o rta l i d a d , providencia, revelación, pero n o necesaria­


mente negativa de el los).
354 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTIC ISMO DE SPINOZA

problema plantead o por los escépticos. Aparte d e l o q u e


apre n d i ó d e Descartes acerc a d e escepticism o, Spinoza
· ¡ tuvo conciencia al menos d e una fuente escéptica clásica,
-· 1 -. Sexto Empírico, al q u e c ita e n u n a de sus cartasY Pierro
Di V o na, en su artículo " S p inoza e lo scett i c i s mo clas­
sico", exploró la posibilidad d e q u e Spinoza conociera
o tras fuentes. D i Vona consideró más probable q u e Spi­
noza h u biese conocido a Cicerón o a D i ógenes Laerc i o a
q u e h ubiese conocido a Sánchez, Montaigrie o Charron.4a
Para nuestros fin es, n o i m po rta c u á nta lite ratura e s­
céptica conoció Spinoza, ya que s u visión m uy negativa s e
fun d a , básicamente, en términos de los conce ptos c arte­
sianos en Los principios de la filosofia cartesiana, y en otras
partes plantea los mismos o s i m ilare s p untos. Conside­
rando la gravedad de la crise pyrrhonniene d e mediados
d e l s iglo XVII, y especialmen te su gravedad p ara Descar­
tes, resulta un tanto sorprenden te ver l a calma con q u e
Spinoza l e h izo frente, y l a facilidad c o n q u e pensó disi­
p arla . El problema del e s c epticismo a pare c e a l m e n o s
una v e z en l as o bras principales d e Spinoza. Pienso y o
q ue s u concepto del pro blema puede d iscern irse empe­
zando con Los Principios de la filosofía cartesiana ( 1 666),
examinando lo q u e d ij o Spinoza y lo q u e dijo Descartes
sobre el mismo pro blema.
Al c omienzo d e l os Principios, Spin oza o mitió l a d u d a
c a rtes i ana como u n o d e l o s m e d i o s d e Desc a rtes p a ra
buscar la verdad. 4 .1 Spinoza dijo q u e e l efecto d e l méto d o
de Descartes era q u e "empre nd i ó reducirl o tod o a la d u d a
n o c o m o escéptic o q u e n o a p re h e n d e otr o fi n q u e l a
d u d a misma, sin o para liberar s u espíritu d e t od o prej u i­
c i o". 4;' Se n os dice que Descartes espera ba d e s c u brir l os
" Carta LX (LVI) a H ugo Boxel, La Haya 1 674, traducción de Elwes, Vol. I I , p .
387; texto latino, Vol. I I I , p . 1 9 1 .
Rivista critica di Storia
"' Piero d i Vona, "Spinoza e J o scett i c i s mo c l assico", en
della Filosofia, Anno 1958, fase. I I I , p p . 291-304.
P1-inciples o.( the Philosopl1y qf René Descartes, Earlier Philosophi­
" S p i n oza, en
cal Writings, tra d u c i do por Fran k A. Hayes, Ind ianapolis, 1 963, p. 1 3, texto la­
I io.
ti no, Vol. I V , p.
Principies Descartes Philosophy,
,, S p i n oza. o.f Trad ucción de Hayes, p. 13; texto
latino, Vol. IV, p. 1 1 0.
EL ESC EPT ICIS MO y E L
ANT IESC EPTI C I SMO DE
SPIN OZA 355
fun d am ent os firm es e i n c on
n o p odr ían e l u d i rl o s i é l s
ver d a d e r o s p rin ci p i o s d e l
' bl
e ���� � \;;:t �� �

o .
; uia, q ue
es 1 os
c on oci. mie .
n t o d e be n ser tan
c l a r o s Y c i e rt o s u e n .
a l l á de t o d o az r o � ����
esi ten pr ueba , deben estar m á s
p u e d a ser p r o bad o s i n e l l o � � .u e b n s e r . tales . q ue n a d a
?�
e
pri nci pi o s (y a la cat á str o fe j s a la e � I sten cia de tale s
n te ect ual S I n o l os hay ) a l a
que ape lará s · oza en sus
c os, esc ara m u ��� esca �am u z a s c o n l os esc é pti -
b atalla s e o n ell os ��� � ��
q u e r� � l i d ad n o enta b l a gr d
q e PIIme tod a s l a s d u d a s a rte
an es
sian as es q u e e on ocem o s " q ue l c ­
a fac ult ad d e dis ting u i r 1 o
verd a der o d e 1 o fal s o 0
��
1 � ? s. h a sid o dad a p o r un D i os
s u p rem am e n t e bu en f
�� lld ic para engaii.a rn os" .H A
an a l iza r est o Sp in oz
de l a certid u �1 bre .

eJ o en e a r o su bas e fun dam ent l
al

Pue s, com o es o bvi o p o r tod o lo


d e tod a la c ues tión es éste q u e

q e ya se h a d i. c h o , el pivote
p o em os .Co rma r u n con cep to
d e Dio s que nos d ispo ne d � tal
i ? éntica c a us a , sup oner q u e es
e �:��:�!
u e no pode m os, con
com o que no lo es,
smo que nos compele a a firm ar q
u e es ente r� m ente veríd i c o.
P e ro c uand o nos h e m os form ado
l a razó n d e d uda r de las ver dad
.
sem e ant� Ide a, se sup rim e
.
i
es ma ema tica s; pue s ent on­
ces , vol vam os a d ond e olva
d a r de cualqu iera de es � ���:
m o s n u e stro s espírit us para d u -
s, com o e ? e l caso de n ues tra
exi ste nci a, n o enc ontram
es ente ram ente c i e rto. 4 H
��
q u e nos I mpi. da con clui r que

ca ·� i�� ; �
'
o
n
si u
u o
� : :� �� �·
e nte p rese ntan � o la te o
p re e �1tac wn.
h a ce
ría de D es­

o
tra l i d a d de la ide a de lOS . f .bvi a la cen -
: . · .
rgi1 I r c o n qm ene s niegue n q u e
I rm a q ue n o tien e o bj eto
tie n en l a ide a . E s com o
rat a r de ens eii.a r los col ore s a
q ue est emo s d i s p ues tos a con un ciego. " Per o, a me nos
si der ar a e sta s Pe rs on a s
com o u n a n ue va esp ecie ani ma
l , a me d w . .
h o m b res Y bru tos pre sta rem . : am mo ent re
' os poc a a tenc wn a sus pal a-
.
"' S p i n oza, Prin
" !bid ., Tra d u c ccipi es. Tra d u c c i ó � d e. I-J_ayes, �- 1 3 ; texto l a ti no . Vol. I V, p . 1

" !bid., Trad u c c i ón d e Hay�: · p. 207 ,· texto l a t.ll1 o, Vol. I V . p . 1 1 4.


i ó n d e Ha y

11.
P· , t ex t o l at111 o. Vol . IV, p. 1 1 6.

j
356 EL ESCEPTICISMO y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

bras · " ·l!l


La centralidad . vue 1 ve a m ostrarse. t egra ncuand o Spi-
noza p resenta 1 as �ro � o siciones que m l a filosofí .a
de Descartes. El_ � c IteriO d e 1 rda d "to d o lo que perci-
· to , y no es ;�
bimos clara Y distmtamente � iertd" sigue de " Dios e s
a bsolutame�te cier un engan- ador" · s o Descarte s
se había valido d e aque cn · o para demostrar que Dios
l ' t
no era un enganador._ En el ��ndo de Spinoza, la idea de
Dios excluye e l e ngano Y garan fIza que las i deas claras Y
_
d istintas son c i � rtas .
En el propi_ o mtento d e S pn. � oz a P or desarrollar meto-
Teforma del entendmuento), despues d ;� �
do l óg icam en te su _fil_os o fía (el m � o n c u Tratado sobTe la
d
. be r de s a rrolla o
s � método pa ra d_e � c � br ir la ve rd: d C I �t� se d etuvo a
considerar la posibilidad d � que ú n e � ra a lgún es­
céptico q u e d udara de n ues ra verdad % ásica Y d e tod a s
ando tal v ¿ rda d como
las de d uc c io nes q ue hace � ? s,
n uestra norma; e ntonces o I e n � �
e es tar d i sc ut ien do d e
mala fe , o ha b re mos d � c o n fes: r �� : h a hombre s con ah-
soluta c � gue �a m� nt � ' a t a � de bid a a ma l as

i
con � e p cw.�es, e s eci_r, : al � n a influencia extern a. 5 ' La
clasificacwn . d e l escep i c. o como � mentalmente c iego ya
h abía aparecido en lo� rzn �. pws . de la filosofía caTtesiana.
Quisiéramos saber _que prue o día dar S pinoza, además
de apelar a l a clanda d Y certI du mbre que para é l tenían
varia s verdades.
Spin oza obviamente · quedó perp_leJ. o . a n t e s � s upue s t o
escéptico. Paso a d ecir d u e . n o podia a fIrmar m d udar d e
-
nada. Ni siquiera pudo ecir que no sabía nada · e n reali-
dad "debiera queda rs e mudo por temor d e s u � oner ca­
sua imente a lgo q l! e tuviera el sabor d 1 d ad " 52 Si es­
tos e scépticos "megan, conce d en ° . co� t :a��� en, �o saben
lo q ue n iega � , conceden o co �t_r! ���n
ben ser considerados como a u o

� �
=o ��ad�inte ue de-
ca -
rentes d e inteligencia"· sa
'
"' Ibid Trad u c c i ó n d e Hayes, p. 33, tex t o a tino Escolio a Pro p. V I , p. 1 26.
1
� Principies, Part I, Prop. X I I I Y X I V .
'

: On the � mp rove !��:� 0i/i�� �1;�:��t�:�d"


''" S p i oza
,, , S p i no � a Tra d u c c i ó n de Elwes,
Vol. n , p. I 7 ; texto a mo,
1 t Trac s te l :::��tione, V o l . J , p.
14.
" Ibid., loe. cit.
''" 1 bid., loe. cit.
EL ESC EPT ICIS MO Y EL
AN TIE SCE PTI CIS MO DE
SPI NOZ A 357
En t od os l os c om en tari o
e n c o ntr am o s b á s i ca m e n t es uden Sp in oza has ta est e p u n t o,
a cer ca d e l a me nta lid ad y del c aa rgu m en to a d hom i n e m
du bitati vo ; Sp ino za a ú n d e be en rác ter del esc épt ico o el
tos del esc ép tic o, ya sea qu e ést e fre nta rse a los arg um en­
de a firm ar o d e ne gar. Má s ade lanse enc ue ntra en pos ici ón
ten dim ien to, Sp ino za pu so en te, e n l a Refonna del en­
cla ro
''Po r tan to no po de mo s a rro ja r d ud lo q u e est ab a en j ueg o.
ide as me dia nte l a sup osi ció n as sob re las verda de ra s
me nti ros a q ue n o s d ese nca mi na d e qu e ex ist e u n a de i d a d
Só lo po de mo s sos ten er sem ej an en lo q u e e s m á s cie rto .
ten em os un a ide a cla ra y dis tin '' te hip óte sis m ien tra s no
mo s sob re l a ide a d e Di os, sab ta. ·
H Cu an d o ref lex i on a­
un en ga ña do r, con l a mi sm a cer em os qu e Él no pu ed e ser
mo s qu e la sum a d e los áng ulo s de tid um bre con qu e sa be ­
dos á ngu los rec tos . Sp ino za, tam un tri áng ulo es igu al a
tendimiento, de sde ña la po sib bié n en l a Ref orm a del en­
la verda d con duz ca a un a reg res ilid ad de que la bú squ eda d e
de un mé tod o, . y d e bu sca r un mé ión infi n ita de bú squ eda
mé tod o, etc . Spi noz a ins isti ó en q u tod o p a ra enc ont rar el
e
Par a des cub rir l a verdad , n
o hay nec esi dad d e otr o mé
para des cu bri r t a l mé to d o ; n to d o
i de u n tercer mé tod o para des
c u bri r e l segund o, y así i n fin ­
itam ente . Por sem eja nte s pro
d i m ien tos n unc a lleg arí am ce­
os a n ing ún con oci mie nto
verdad o , en rea lid ad, a nin gún de la
El i nte lec to, por s u fue rza i nnacon oci mie nto en abs olu to[ . . ]
ta, hac e por s í mis mo ins tru ­
.
me nto s inte lec tua les, con l o
cua l adq uie re fue rza para de­
sem peñ ar otr as ope rac ion es inte
lec tua les , y de est as ope ra­
cio nes o btie ne, n uev am ent e,
i nst ru me nto s fre sco s, o el pod
d e llev ar m á s a del ant e s u s inv er
est
dua lme nte h asta lleg ar a la cús iga cio nes , y así pro ced e gra ­
pid e de la sab id uría .55
En sus o bra s p ost eri ore s, el Tmcta
noz a pus o má s e n cla ro sus raz one tu.s y la Éti ca, Spi ­
cep tici sm o com o pos ibi lid ad ser ia s par a rec haz ar el e s­
en el m und o rac iona l
, ., Ibid ., Tra d ucci ón d s, p . 30; text o l at i n o, p. 2 5 . .
' ' !bid., Tra d ucci ón d ee Elwe
Elw es, pp. l l- I2, text o latin
o, I,
dece r a l Prof. J. N. Wat kins p p. 1 0 - 1 1 . Dese o agra ­
de l a Lon d o n Scho ol of Eco
serv ar la i m port a ncia d e n o m ic s e l h acer me o b ­
e s t o s pas ajes .

'r

358 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

de la filosofía. (Debe notarse q u e Spinoza d iscutió p o c a s


veces e l escepticismo, y c uando lo hizo, por lo general fue
c om o un " aparte".) En el Tractatus, al tratar de la prueb a
d e l a e x i s t e n c i a d e D i o s , S p i n oz a c o m i e n z a d i c i e n d o :
" C o m o l a existencia d e D i o s n o e s evidente"5n y 1 ueg o
añade una nota importante, q u e aparece a l fi nal d e l l ibro,
donde dice: "Dud amos de la existencia de Dios, y por con­
sigu i ente de todo l o d e m á s, mientras no tenemos una i d e a
cl ara y distinta d e D i o s , sino t a n sólo u n a idea confu s a .
Pues así como el q u e n o c o n o c e correctamente l a natura­ 1'
le za de un triángulo, no s a be q u e sus tres ángulos son
iguales a dos á ngulos rectos, así el q ue concibe confu s a­
mente la naturaleza d ivina n o ve q u e está e n l a naturaleza
d e Dios existir." Al final d e l a n ota declara Spinoza q u e
cuando s e vuelve claro p ara n osotros q ue Dios e xiste n e­
cesariamente y q u e "to d a s nuestras concepciones a bar­
can e n sí mis � as la naturaleza d e Dios y son concebidas a
través d e ella, finalmente vemos que todas nuestras ideas
adecuadas son ciertas" (las c ursivas son m ía s).57
Así p ues, el h ombre p u e de ser y es un escépti c o c om­
pleto h asta que tenga u n a idea clara y d i stinta d e D i o s .
Tod o e s d udoso (o confu so) s i n la idea d e Dios. Spinoza
comparó constantemente la situación con l a matemáti c a ,
donde, si n o tenemos u n a i d e a c lara y d istinta de u n tri á n­
gulo, n o p odemos saber q u é otras propiedades tiene e l
triángu l o. Per o, c on la i d e a de Di os, l a situación e s much o
más importante, ya q u e todas n uestras i d e a s cl aras " a ba r­
can e n sí mismas l a n at uraleza d e Dios" y son concebidas
a travé s de Él. Y es por el conocimiento d e Dios como
sabemos q u e todas nuestras ideas adecuadas son ciertas.
Por tant o, antes de e on ocer l a idea de D i os s o m o s o p o­
demos ser e scépticos de tod o . Pero p ara supe ra r esta te­
rrible situación no requerimos los heroicos esfuerzos d e
Descartes, sino tan sólo u n esfuerzo racional, y un sentido
racional de lo q u e es claro y c ierto, o claro y d isti nto. S p i­
noza prosigue en e l texto d e l Tractatus,

''" Spinoza, Tr�ctatus, Trad u c c i ó n de Elwes, p . 84, texto l at i n o. I I p. 1 59.


" Tractatus, Traducción d e Elwes, p . 270; texto latino, II, p. 3 1 5.
E L E S CEP TIC ISM O Y E L ANT IESC EPT ICIS MO D E
SPIN OZA 359
�La exi ste ?c i a d � Dio s) d e be i n fe rirs e n ece
I dea s tan fi nn e e m co n tr sari am ente d e
�ver ti.ble m ent e cie rtas q u e no pue de
postu la rs e m ser con ceb ido nm
.
I m p ugn arl a [com o el dem onw . gún pod e r l o sufi ci ent e p ara
de Des cartes 0 su D i os eng aña
d o r). D e ben apa re e rn o con ­
� � tal c e rtid um bre cua ndo i n fe ri­
mo s d e ella s l a exi sten cia de Dio s, s i deseamos pon er nue
co;1.cluszón más allá del
. stra
alcance de la duda [las
c u rsiv as
� mas ); pue s si pud iér� mo s percib ir q u e tale s
I m p ugn ada s P�r algu n pod er cua ide as pod ían !��
ve :d a d , d u d a n amo s d e n ues tra lqu iera , d uda ríam os de s u
. . con clu sión ,
exis ten cia d e Dw s, y nun ca pod ríam os esta r a sab er, d e lsaH
cier tos d e nad a.
Ad em ás d e o fre e r e l a rgu me
n
tro fe, o sea , s i. pud�i � sem os d uda t o a p art ir de la c atá s-
. r de la ver dad fun dam en­
tal d e q u e D 1 0 s exi ste , n o pod
ría mo s e sta r seg uro s d e
n a d a , � nos ver ía mo s red cid
. � os a ser esc éptico s, Spi noz a
t � m bie n p res ento_ una tes is cen
. tra l de s u teo ría d e l con o­
cim ien to. Tod
? � ono cim ien to pro ced
n ues tro con ocu u e nto d e l a exi sten e 0 es val ida do p o r
� . cia d e Dio s. E ste fun ­
d a m ent � l con oci mie nto se val ida a sí mis mo , ya q u e
t �o sen t� d o rac ion al no pue de man n ues ­
ten er el pos i ble gam ­
bit? esc eph. c de q ue Dio s sea un
? e nga ñad or si con oce mo s
la I d e � d e D10 s, Y no se nos pue
de o blig ar a una infi nita
de có � o 1? sab e mos . Est a ide a exc \
:egr es � on _ a cerc a
mm edi ata me nte las pos ibil . ida des luy e
por c a us a � e cóm o es la i d e a , o por
esc épt icas cartes ian as
cau sa d e lo que l a i d e a
exp r� sa. S I n o ten emo s u n a i d e a
. clara d e Dio s, e nto nce s
� o solo es pos ible el esc ept icis mo, sino q u e tal es
tmo d e l ho :nbr e, ya q u e en esta situ el d e s­
ació n "nu nca pod rí a­
mos esta r c i e rtos d e n a d a".
Por ta nto el e sce ptic ism o es al
. : m ism o tiem po pos ibl e y
e
� � esa no SI n o se tien e u n a idea clara de Dio s. E l esce
�I Cism o n o es res ulta do d e trop os o argu men p­
.
Igno ran c i a . N o e s refu tad o sino , ant tos, sino de l a
es bie n, rem p l aza do
por l a s tra � cen den tale s con sec uen
c i as d e ten er una ide a
cia r � d e D os. Y sem ej ant e i dea
� exc luy e las sigu ien tes
con s i d e ra c J O n e s e s c é p t i c a s de D e
s c arte s , de que D i o s

' " Tractatus, Trad ucció n d e E l wcs, pp. 84-85; texto latin o,
I I , pp. I59- I 60.
360 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

puede ser un enga ñ ador. La ide a � l � ra y a d e c u a d a de Dios


.
inmediatamente elimina e sta p o s 1 b 1 h d a d . ,
E l escéptic o t od avía puede preguntar: " ¿ Com o sabeis
_ .
1
,.
1

q u e vuestra idea de Dios es cl ara y cierta, o verd adera Y


.
a d e c u ad a ? " La idea, p a ra Spinoza, a l p arecer debe vali­
d arse a sí misma. Será "tan firme e incon trovertible � ente
cierfa, que ningú n poder podrá postul arse o conc � b1rse lo
sufi c i e nte p ara i mpugn a rl a". La pers o n a q u e l l:1 P ugn a
la i d e a de D i o s es simplemente ign orante y e n rea li d ad n o
sabe cómo es l a idea. La persona q u e s í tiene l a idea com­
prend erá que es cierta y n o puede ser fa lsa, por muchas
consideraciones escépticas q u e se intro duzcan. Y una de
las razones de que no pueda ser falsa e s el a rgument� ba­
sado e n l a catástrofe, a saber, que esto y todo l o dema s se
volve ría incierto.
Cerca del fin d e l Li bro II, l a Ética se e n frenta más ex­
tensa mente al escepticismo, d iagnosti c a ndo que � e debe a
ignorancia. La Proposición LXI � I d ice " e l q u e tiene una
.
idea verd a dera ' sabe a l mismo tiempo q u e tiene una I d e a
verdadera y no puede d u d a r d e l a verd a d d e e l l o " . En u n a
nota a esta proposición d ij o Spinoza:
Nadie que tenga una idea verdadera ignora q u e la idea ver­
dadera implica l a suma c e rtidu mbre ; e n e fecto, tener una
idea verdadera n o significa nada más que conocer una cosa
perfe ctamente, o sea lo mejo r posible ; n i nadie, por cierto,
.
puede dudar de e sta cosa a no ser q u e crea que la Idea es
algo mudo como una piqtura sobre una tabla y no un m� � o
d e l pensar, a saber, e l entender mismo; y p regunt? , ¿quien
puede saber q u e entiende u n a cosa a no ser que e � ti� nda an­
tes l a cosa? Esto es, ¿ q u ié n puede saber que esta cierto ? e
u n a cosa a no ser q u e antes e sté cierto de esa cosa? Ademas,
¿ q u é puede darse más claro y m á� cierto, c o � o norma de la
verdad, que la idea verd adera? Sm d u ? �· asi com.? la luz se
manifiesta a sí misma y manifiesta las timeblas, asi la verdad
es norma d e sí y de lo falso.5n

Spin oza se deshi z o de u n a de las c u e sti ones básicas


que genera b a n escepticismo en Montaigne, y que Desear-
''" Spi noza, Ethica, Trad u c c i ó n d e Elwcs, p p . 1 14-1 15; texto latino, pp. 1 07-1 08.
EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 361
tes trató d e supera r. Una idea no es un o bj eto inerte q ue
tratamos d e e va l u a r m e d iante n o rmas q ue , a s u vez, re­
q uieren j ustificación. S p i n oz a insistió en q ue u n a idea e s
un modo d e pensar, c uya verd a d o false d a d s e muestra . N o
se req uiere n inguna i n fi nita regresión de métod os, porq ue
tene r una i d e a verd a d e ra e s lo mismo q ue conocer a lgo
perfectamente, y esto se muestra por las facultades natu­
rales del i ntelecto . No es p osible un problema escépti co
porque sabemos, y s a bemos que s a bemos, o bie n estamos
e ? la igno ra n c i a . E l escéptico que desea d ebatir a Spinoza
simplemente será envia d o a pensar en s i conoce o c o m­
prende a lgo perfectamente (lo que equivale a un conoci­
miento c la ro y cierto); si d u d a d e tener semej ante conoc i­
miento, e ntonces se le despide como a un ignora nte q ue n i
siq u ie ra s a be l o q ue e s esencial para e l d e bate.
Para Spin oza, n o se necesita ninguna l a rga y e l a b ora d a
prueba contra los escépticos, ya q ue está afirmando, e n
contraste c o n Descartes, q ue el h e c h o m i s m o de compren­
der, como tal, nos da conciencia de que c onocemos y q u e
conocemos q u e conocemos. A u n cuando e l escéptico a l e­
gue q ue tal persona p u e d e estar e rra d a , Spinoza insiste
\
en q u e esto sería imposible s i la p e rsona tuviese una i d e a
clara y cierta. Sería s u propia norma. Como i n d i c a n algu­ '1
n as d e las citas ante riores, la a ltern ativa es, para Spinoza ,
o b i e n conocer a D i o s y a todo lo q ue se s igue de tal cono­
c i m i ento, o n o conocer n a d a . Y p uesto q u e conocemos
algo, como q ue un tri á ngulo es igual a dos á ngulos rectos ,
una verd a d p u e d e mostrarse e n e l a cto d e conocerl a, y n o
h e m o s de preocuparnos p o r e l escepti c i s mo sino, a ntes
bien, por analizar nuestra verd ad p ara desc ubrir l o que l a
h a ce verdadera, a sa ber, Dios. E l escépti c o no sabe n ad a ,
y a q u e tiene tod as s u s s up u e stas d udas. S e encuentra e n
un e s t a d o d e ignora n c i a q u e s ó l o puede c urar una ge­
n u i n a experien c i a de conocimiento . Puede e ncontrarse e n
el estado d e suspender e l j u icio, l o q u e significa "que n o
p e r c i be a d e c u ad a m e n te e l a s u n to e n c u e stión " . 60 E n
cuanto l o h aga, a bandon ará s u escepticismo.

"" Ethics, Trad ucción d e Elwes, p. 1 24; texto latino, I , p. 1 17.

1
1
362 EL E SCE PTICISMO Y EL ANTIESCEPTI CISMO DE SPINOZA

Spin oza n o ve al escepticism o c om o un fantasma q u e


reco rra l a filosofía europea. L a s citas q u e h e e mpleado
son casi l a totalidad de s u análisis del asunto . A d i feren­
cia de Descartes, que t uvo que abrirse paso a través d : l
escepti cismo, luchando para llegar a u n a verdad ? ogma­
tic a , Spinoza simpleme nte comenzó con una segunda � e n
q u e s u sistema e ra cierto, y en q ue tod o e l q u_e no viera
esto o bien e ra ciego a l a verd a d (como h ay ciegos a los
colores) o bien e ra un ignorante. Se p u e de ayud ar al igno­
rante h ac i éndole mej o ra r su e ntend i m iento, y conocer
algo clara y ciertamente, o adecuadamen �e .
El d ogmati sm o epi stem ológi c o de S p m oza probable­
mente es el m á s alej a d o d e l escepti c i s m o de tod as l a s
n uevas filosofías del siglo x vii. Es una gen u i n a teoría an­
tiescé ptica que trata de e rrad icar la posibil id ad o el ab�
surd o de dudar o de suspender el j uicio. Spinoza comenzo
s u s i stema en el p unto al que otros estab a n tratando de
llegar después de haber supera d o l a a m_ enaza escép tica.
_
Spinoza eliminó a los escépticos propomendo, e n pnmer
· ' l ugar, el axioma "una i d e a verdadera debe c orr� s �on der a
_
s u id eal u objet o"f> 1 (l as c ursivas s on m ías), e m si stlend o
después e n que la gente tiene i d e as c ie rtas. La evidenc i a
de esta última afirmación se d e b e a la experiencia perso­
n a l ; de la pri mera, no dice n a d a s alvo q u e es un axioma. Y
como axioma elimina l a necesidad de tender puentes d e
l a s ideas a l o s o bjeto s .
Para Spin oza n o h ay , verdader_os escé p ti c os, s i n o _sól o
ignorantes. Con s u enorm e segundad, basad � e n su . I d e a
clara y cierta , y verd ad e ra y adecuada d e D w s , Spm � z a
p ud o responder a s u e x d iscípulo, A l b � rt B u r?h : q m � n
h a b í a preguntad o , " ¿ Cómo yo [Spinoza] s e q u e m i fllosofla
es l a mej or entre tod a s l as que se h a n enseñado en . el
mundo?" ' 61 diciendo, "no presumo haber fun d a d o la meJ o r
filosofía; sé que compren d o l a verd adera filosofí a " . 6:1 S i s :
l e pregunta a S pinoza cómo s a be esto, s u respuesta sera
"' Este es el sexto a x i o ma d e l primer l i bro de la Etíca de Spin oza.
"" C a rta d e S p i noza a Al bert B u rgh, 1675, trad ucción d e Elwes, Vol. JI, p . 4 1 6;
texto l atino, I I I Epistola LXXVI, pp. 232-233.
'"' Ibíd.,Tra d ucción de Elwes, p. 4 1 6 ; texto l atino, I I I , p. 233.
EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTIC I S MO DE SPINOZA 363

q u e lo s a b e del mismo modo que sabe q u e los tre s á ng u l os


d e un tri á ngulo e q u ivalen a dos á ngul os rectos ; " q u e e sto
es suficien te n o será negado por nadie c uyo cerebro esté
sano y q u e n o vaya soñando con espíritus malignos q ue
nos inspiran i deas tanto falsas como verd aderas. Pues l a
verdad e s e l índice d e s í misma y d e l o q ue es fal so".64
El radical antiescepticism o de Spin oza acerca del e o­
n o c i miento refo rzó s u esceptic i s mo a c e rc a del c o n o c i ­
miento religio s o . B a s a d o en la verdadera y adecuada i d e a
d e D i o s , q u e e s clara y o bvia c uando s e l a entiend e , es
evidente q u e Dios n o p uede ser la figura represe ntad a en
la religión popular. Pudo d ecirse que l o s j uicios de D i o s
tra s c i end e n , con mucho, n uestro enten d i m iento. " Esto, s i n
d ud a , h u bi era s i d o l a única c a u s a de q u e l a verd ad q u e­
d a ra etern am ente oculta al género humano, si la mate m á­
tica, q u e n o trata de los fin es, sino tan s ó l o de l as esen c i a s
y propiedades d e las figuras, n o h ubiera mostrado a l o s
h om bres otra n orma d e l a verdad." 6'' N uestras ideas c l a­
ra s y ciertas muestran q ue Dios n o tiene motivos, ni actúa
p ara alcanzar fines. N o hay propi ed ad es d e valor en la na­
turaleza, q u e D i os esté tratando de a u mentar. Todas l a s
aberraciones q u e l a gente d i c e a e ste respecto
Muestran s u ficientemente que cada uno j uzga de las cosas se­
gún l a disposición de s u cerebro o , más bien, toma las afe c ­
c iones de su imaginación por l a s cosas mismas. P o r l o que n o
es extrail o (para observar también esto de paso) que entre los
h o mbres h ayan nacido todas esas controversias que conoce­
mos y de ellas finalmente e l escepticismo [ . . . ] los h ombres
j u zgan de las cosas según la disposición de su cerebro y m á s
b i e n l a s i maginan q u e l a s entienden. E n e fe cto, si las enten­
d i esen, y testigo es l a matemática, aun cuando no atrajeran a
todos, al menos los convencerían.66
Así p ue s , p a ra S p i n oza las e o ntr overs i a s rel igi o s a s
causadas p o r l a ignorancia de l a i d e a de D i o s conducían
'" !bid., Tra d u c c i ó n d e Elwes, pp. 4 1 6-4 1 7; texto latino, I I I , p. 233.
"'' S p i noza,É tica, Tra d ucc ión de Elwes, p. 77; texto l a t i n o I , p. 69. (Esta c i ta , y
É tica.)
la s i g u iente , v i e n e n d e l apén d i c e al l i bro I, de la
"'' !bid., Tra d u c c i ó n de Elwes, p. 80; texto l a t i n o pp. 7 1 -72.
364 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

al escepticismo. Si la gente enfo c a ra el pro blema primero


a través de las ideas matemáti c a s y luego a través d e l co­
nocimiento de Dios, vería c u á n falsa y cuán estúpida e s la
rel igión popular. Por tanto, el completo dogmatismo de
Spin oza j ustifica u n a d ud a y fi n almente una nega c i ó n
de la religión p opular.
Spin oza pensó haber enc o ntra d o una manera de aca­
bar con toda la fue rza del e scepticismo mientras desarro­
llaba un (o el) sistema compl etamente cierto de filosofí a .
El d i o s de su filosofía echarí a las bases de un rad ical e s ­
cepticismo o negativa de l a rel igión popular, así c o m o de
los sistemas teológicos d e l j ud aí smo y el cristia nismo. E l
Dios d e s u sistema, u n a vez conocido, n o s daría un ba­
luarte contra todo desafío escéptico, ya q ue el desafío se­
ría clasificado como caso de ignorancia o d e ceguera a la
verd a d . Los escépticos p o d rían e star pl antea n d o estas
pregunta s : " ¿Cómo sabéis q u e X es cierto? " ; Spinoza d i ría
que l a ve rdad es índice d e s í misma, d e modo q ue la pre­
gunta se debe a ignora n c i a o a e stup idez.
El h iperrac ionalismo y el antiescepticismo d e Spinoza
sólo fuero n atacados por u n escéptico. (Por supuesto, s u
escepticismo hacia la religión revelada fue atacado por
los teólogos de toda Euro p a .) Pie rre Bayl e, en e l Diction­
naiTe historique et critique d edicó s u artículo más l argo, q ue
en re alidad podría ser todo un l i bro, a Spinoz a . fl 7 Este a r­
tículo habitualmente es glosado como un simple mal en­
ten d i miento de las categorías de Spinoza , pero B ayle no
era ho mbre para leer mal, intencion almente, a sus adver­
sarios. Hacer j usticia al ataque de B ayle a Spinoza reque­
riría un artículo muy exte n so , si n o todo un libro . Para
nuestro propósito actual, pienso yo, uno de sus p u ntos es
interesante, a saber, que el racion alismo de Spinoza j usti­
ficarí a las conclusiones más irracionales. En las observa­
ciones Q y T, Bayle trató de mostrar que si Spinoza h u­
biese d iscutido lógicamente h abría visto que no h ay filó­
sofo q u e tenga menos razones para negar l a existencia de

' " El a rtículo, además d e s u s extensas y nu merosas notas d e p i e d e pág i n a ,


ocupa cerca d e trescien tas pági nas o rd i na rias.
EL ESCEPTICISMO Y E L ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA 365

l o s espíritus y d el i nfi erno q u e el pro p i o Spinoza. B ayle


i ntentó m ostrar que, de l a n aturaleza i l i mitada de la d e i ­
d a d spinozista, se seguía q ue Él podía (y e n realidad lo
h abía h e c h o) c rear e spíritus, d e m onios, etc., así como u n
i n fi e rn o . El punto de Bayl e pare c e consistir e n q u e la ló­
g i c a d e l a posición d e S p inoza n o puede excl u i r n a d a
c o m o posible componente d e l mundo. 6 ¡¡ P o r tan to, el tan
d e c a n t a d o ra c i o n a l i s m o de S p i noza terminarí a j u s t i fi­
cando todo tipo de irra c i o n al ismo.
E l spin ozism o s o brevivió a Bayle y a m uc h os otros ata­
cantes. El e scepticismo h ac i a la religión, a unado a un an­
ti e s c e p ti c i s m o dogmático acerca del c o n oci m i e nto , s e
convirtió e n modelo p a ra muchos d e los d eístas ingleses y
pensadore s d e l a Ilustra c i ó n fra n cesa q u e profundiza ro n
e n los muchos puntos escépticos planteados por La Pe­
yrere y por Spinoza, ha sta llegar a un p un to en q u e creye­
ron haber abolido la religión tra d icion al, y trataro n d e
hacerlo pol íti c amente d urante el Reino d el Terror. tw Por
ej e mplo, D ' Holbach pudo a rgüir dogmátic a mente en favor
de u n a metafísica natura l i sta mientras e s cri bía Los tTes
impostoTes, Moisés, Jesucristo y Mah01na. 7 0
La c o mbinación de esceptic ism o religi o s o y metafís i c a
dogmátic a formó la p o s i c i ó n d e m u c h o s hombres d e l a
Ilustración. Hubo q u e esperar a H u m e p a ra q u e apare­
ciese algui e n q u e era a l m i s mo tie mpo e s céptico religioso
y escéptico e p istemológico. El escepticismo religioso fo­
mentado por La Peyrére y S pinoza d o m i n ó la posición d e
l a vanguard i a e n Ingl aterra, Francia, y d e s p ués Alemani a .
'" B ayle,Dictionnaire, art " S p i n oza", o bservac i ones Q y T.
•H• Desde 1 792, e l go bierno revo l u c i o n a r i o de Fra n c i a trató de e l i m i nar todas
las fo rmas d e religión trad i c i o n a l . El a bate Henri Grégo i re, que l u ch ó por la
" l i berté d e s c u ltes", a fi rm ó que esta s u pre s i ón era u n experi mento d e a d m i n i s­
trac i ó n soc i a l p a ra c re a r la sociedad d e ateos q u e h a b í a descrito Pierre Bayl e,
soc i e d a d que s e ría más moral que u n a sociedad d e cristi a nos. Cf. Grégoire, Dis­
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366 EL ESCEPTICISMO Y EL ANTIESCEPTICISMO DE SPINOZA

En e l curso de un siglo y medio d e escepticismo religioso


las defensas habituales de la rel igión reve l ad a qued aron
seriamente d ebilitadas. Sus partidarios fue ro n o bl igados
a a rgüir a partir de l a fe , a pesar de l a crític a e scéptica,
como lo mostraron Hamann, Lamennai s y Kierkegaard . La
dramática historia de cómo el Mundo Occidental perd i ó
s u i n ocenc i a rel igiosa queda, pues, íntimamente relacio­
nada con e l sentimiento y el a uge del escepticismo reli­
gioso e n los siglos xvn y xvm. La aplicación d e l escepti­
cismo renovado a algunas de las afirmaciones básicas d e
l a s tradiciones rel igiosas j u d ea-cristianas d emostró s er
uno d e los usos más devastadores de las armas escépticas.
El carácter y l a calidad de la creencia rel igiosa fue ro n
gravemente desafiados, y e l tipo d e creen c i a q ue pudo so­
brevivir a este desafío estuvo basado, cada vez más fre­
cuentemente, e n una posi c i ón escéptica y fideísta. Y este
desafío ha seguido siendo, aun e n e l último c uarto del si­
glo x x , una de las cuestiones rn.ás importantes a las q u e
tiene q u e enfrentarse todo creyente rel igioso. El p aso d e l
escepticismo epistemológico a l escepticismo rel igioso h a
planteado alguna s d e l a s preguntas básicas q u e h an dado
forma a n uestra búsqued a del conocim i e nto, tanto en l a
ciencia como en l a rel igión.
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-- , Py1-rlwniarum Hypotyposeon, B i b l i ote c a N a c i o n a l , M a d ri d , Ms.
101 12, fo l s . 1-30.
ÍNDICE DE NOMBRE S

A br a h a m : 345, 346n B a l z a c , Jean Lo u i s G u e z d e : 1 49,


Ad a m , An ta i ne : 1 46n 154, 155n, 1 85 , 245
A d a m , C h a rl e s : 1 49n, 2 1 ln , 248n, Bangius, Tho m as : 3 1 8
260n B a r b e r i n i , C a rd e n a l Franc e s c o :
Ad á n : 319, 320, 320n, 322, 329, 331, 148, 319n, 329
33211
Bayle, Pierre: 1 6 , 19, 40n, 41n, 50,
Barts c h , Gerh a rd : 365n
Agrippa von Nettesheim, Henric u s
Corne l i u s : 49, 53n, 54n, 55, 55n, 56, 52n, 74. 74n, 1 1 4, 131, 131n, 1 45 ,
56n, 57n, 78, 1 46, 165, 261, 295 146, 162, 21 1 , 307n, 3 1 5 , 3 1 7 , 333,
Agustín, S a n : 1 1 , 12, 14, 19, 20, 7 3 , 333n, 352, 352n, 364, 365, 365n
1 2 1 , 182, 191, 325 Becker, Bru n o : 3&t
A l b izzi, Carden a l : 329 Bell a rmino, R o berto, S a nto: 1 1 8
Berkeley, George: 159, 3 1 7
Berm u s , A . : 35 1 n
Alej andro Magno : 330
Alej a n d ro VII, Papa ( m i e m bro d e
l a fa m i l i a Bo rgi a ) : 327-330 Berr, Henri: 16&t, 220n
Algazc l: 44 Bérulle, C a rd e n a l Pierre de : 1 00,
A l l e n , D o n C a m e r o n : 99n, 3 1 8n , 136, 261n, 262n, 262, 263, 263n, 265,
365n 265n, 279
An axágoras: 60n Beza, Teodoro d e , : 33, 34, 57
Antioco de Asc a l á n : 12 Bierling. Frie d ri c h : 52
Anto n , John P.: 334n Birc h , Tho m a s : 352n
Arc e s i l a o : 12, 1 3, 62, 73, 79, 210n Blanchemain, Prosper: 60n
Arq uímede s : 1 1 3 Bloch, Olivier: 1 6&2, 220n, 222n
Aristóteles : 45, 48, 4Bn, 59, 63, 63n, Boaistuau, Pierre: 68
76, 92, 97, 1 12, 1 23, 134n, 1 39, 143, Boas, George: 66n, 18Bn
1 5 1 , 1 6 1 , 162, 1 6 3, 1 66, 1 74, 1 75, 188, Boase, Alan M . : 101n, 1 13n, 1 36n,
190, 192, 198, 205, 221 , 234, 296 149n, 1 85n, 2 46n
A rn a uld Anto i n e : 1 49, 154, 170, 301 , Boc h a rt, Sam u e l : 125n
307, 307n, 346n Bod i n , Jean: 9!1n, 1 3!1n, 1 39
A u bert, J o h n : 64 Bonap arte, Napoleón: 334
A u b rey, J o h n : 1 1 6, 1 16n Bosc, J ac q u e s d u : 154n, 1 72n, 20 1 ,
A u m ale, le D u c d ' . : 324n 224, 2241!
A uris pa, Giova n n i : 47 Bo u c h a rd , Jean-J a c q u e s : 145, 1 69
A u vray, L.: l lOn Boucher, Jean : 1 84, 184n, 187
Aymonier, C am ille: 97n, l l Bn B o u i l l a rd . Ismael: 1 43n, 2 72n, 3 1 8,
320n, 324n, 337n
Bacon, Fra n c i s : 79, 80, 141 , 1 47, 152, Bo u l l i e r, D a v i d -Ren a u d : 3!1n, 4(),
198, 198n, 209, 241, 262 42, 42n
B agn i , C a rd e n a l J e a n-Fra n c o i s : B o u rd i n Pierre: 259, 260, 290, 292,
144, 1 48, 262 293n, 294, 296
Bagot, Jean: 1 9 1 Boxe l , H ugo: 354n
B a i f, Jean-Anto i n e : 6 4 , 6 5 , 6 6 Boyle, Robert: 3 1 7, 352
B a illehache, J e a n : 1 25n B re d v o l d , Lo u i s : 4%, 1 3 1 n, 1 33,
B a i l l et, Adrie n : 262n, 289n 133n
B aker, Tho m a s : 307n Bremo n d , Henri: l l On
Balz, A. G. A . : 269n Brett, Georgc S . : 2 1 &2
391
392 Í NDICE DE NOMBRES
Brow n e , W.: 1 16 Cond é, Prí n c i p e d e : 318, 328,
B r u e s , Guy d e : 55n, 60, 63, 64, 6 4n 331 ,
333n
Brugm an, H. L . : 326n C o n d il l a c , E t i e n n e B o n n e t d e :
B r u n o , Giord a n o : 7 1 , 71n 229, 229n
Brunsc hvicg, León: 99n, 260, 260n, Co n d o rcet, Mari e J e a n Anto i n e
3 1 5n Ni­
c o l a s C a ritat, M a rq ués d e : 229,
B r u s h , C r a i g B . : 83n, 96n, 1 62n, 229n
223n, 300n C o p é rn i c o , N i c o l á s : 92, 1 0
7 , 158,
B u c k l ey, George T.: 59, 59n 1 60, 1 79
B u d é , G u i l l a u me : 60- 6 1 , 6 1n Copl esto n, Frc d erick : 98
B u n e l , Pierre : 57, 83, 84 Cora l n i k, A . : 80n
B u rgh, Albert : 362, 362n Corn eto, C a r d e n a l Adri ano d i :
57
B u r m a n , Fran c i s : 269, 3 1 1n Cotin , C h a rl e s : 186, 1 86n
B u rtt, E d w i n A.: 228n C re m o n i n i , Cesa re : 145
B usson, Henri: 52n, 57, 59, 59n, 67, Crist i n a , Re i n a : 324, 324n, 328
67n, 68, 69, 97, 97n, 1 1 7n, 145n, Cyra no de Bc rge rac, Savie n :
145n
154n
B lltzer, Joha n n es V. : 315n C h a d w i c k , Hen ry: 352n
Ch a m ber, J o h n : 139, 1 39n
Cagn a t i , Mars i l i o : 72, 72n C h a m bers , E p h ra i m : 315n
Caín: 320n, 322 C h a n d o u x , N . d e : 262, 263, 264,
Calvin o, J u a n : 19, 20, 31 , 31n, 33, 39, 265n ,
266
1 19 , 1 20, 1 2 1 , 179, 284, 287, 298, 299 Cha net, Pier
re: 1 86n, 187, 189, 1 89n
C a m pa n e l l a , To m m a s o : 50, 202, 227, C h a n t a l , Cel se-B é n igne : 135n
228n, 229 C h a r bo n n e l , J. Rog er: 145n
C a m u s, J e a n Pierre: 1 0 1 , 1 1 1 , 1 1 2 , C h a rro n , J e a n : 1 0 1 , 1 09n
1 1 3n, 1 1 4, 120, 135, 1 3 7 , 144, 1 5 8 Cha rro n , Pierr e: 1 0 1 , 102, 102n,
C a p p e l Lo u is : 327, 327n 103,
103n, 104, 105, 1 05n, 106, 106n, 1 07,
C a rn é a d e s : 1 1 , 12, 34, 62, 73, 7 9 , 107n , 108, 108n, 109, 109n, 1 1 0, 120,
2 1 2n, 226 122n , 1 25, 134, 1 34n, 135, 136, 136n
C a rré, Mayri c k H . : 231n ,
144, 146, 1 47 , 148, 150, 156, 162,
C a rro l l , Ro bert T.: 226n 169,
1 74, 177, 1 78, 1 79, 1 80, 1 8 1 , 260, 26 1
C a rva l h o , Joaq u i m de: 74n, 75n ,
266, 267, 273, 3 1 7, 354
C a s a u b o n , Isa a c : 73n C h e r b u ry, Herb ert vé ase Herb
, ert
C a ss i rer, Ernst : 57n, 99n, 266, 267n E d w ard
Cast a l i ó n , S e ba st i á n : 33, 33n, 34, Ches n e a u , C h arles (J u l ien-E ym
35n, 36, 37, 37n, 38, 57, 225, 315 a rd
d 'Ang e rs) : 8, 19, 1 09 , 109n
C aste l l a n i , G i u l io: 50 , 154,
1 54n, 1 85, 1 85n
C a u s s i n , N i c o l a s : 136 C h i l l i n gw o rth , W i l l i a m : 40,
Cazac, Henri : 75n, 81n 40n,
1 1 6 , 20 1 , 225, 225n, 226, 226n, 315
Ciceró n, Marco Tulio: 1 1 , 12, 15, 44, Cho uct, J.: 46
53, 53n, 56, 57, 58n, 6 1 . 62, 65, 67, 68,
79, 1 9 1 , 354 Daill é, J ean: 126, 127, 1 27n, 1 28,
C l a u bere. J o h a n n : 3 1 l n 129,
Clean te s: 92
· 130, 1R7
D a m bs k a , Izy d o ra : 260, 260n
C l i ffo r d , Mart í n : 42 D a n i e l , Ga bri e l : 168, 169n
Coc h e t, J e a n : 287n
De Certe a u , M i c h e l : 272n
Coll i n s , James : 228n
Ded i e u , Jose ph: 60n, 1 36n,
Colv i u s (An d re a s Kolff): 295n 185n
De la To ison, N i c h o l a s : 47n
Comte , Augus te: 199
Dem ócri to: 138, 205
Í N D ICE DE NOM BRE S
393
Den is, J a c q u e s : 1 45n
E n ri q u e I I I : 134
Des B a rre a u x, J a c q u e s V a l l é e
: 146, E n ri q u e I V , de
146n N a va rra: 83, 1 0 1
E p icte to: 268n
Desc arte s , Re n é : 1 7, 45, 50, 80,
8 1 , E p i c u ro : 63, 162 ,
144, 149, 152, 1 6 1 , 195, 202, 2 1 3 , 215, 167
Era smo , D e s ideri o : 15,
22 1 , 227, 228n, 229, 229n, 230, 231, 22, 26, 27,
2 7n, 28, 29, 30, 31, 35,
239, 242, 244, 244n, 245, 246n, 248, 37, 39, 43, 87,
97
248n, 2 5 1 , 253, 256, 257, 258, 259,
Est ien ne, H e n ri : 46,
259n, 260, 260n, 2 6 1 , 261n, 262, 69, 70n
E uc l ides : 1 5 1
262n , 263, 263n , 264, 264n, 265,
E v a : 320n
265n, 266, 2 6 6n, 267, 267n , 268,
Ezr a , R a b i n o i bn : 323
268n, 269, 269n, 270, 2 7 0n, 271,
271n , 272, 2 7 2n, 273, 273n , 274,
F a bri , Fil ipp o: 49n
274n , 275, 275n , 279, 279n , , 50
2 8 1 , Fa bri ciu s, J. A . :
281n, 283, 283n, 286, 287, 288, 289, 46n , 47
Fel gen ha u e r, Pa u l : 337
290, 291 , 293, 294, 295, 296, 297, , 337n
298, Fere t, Aba te P.: 129n
299, 300, 30 1 , 302, 303, 304, 305,
Fer gus on, Rob ert: 1
305n, 306, 307, 307n, 309, 310, 31 32n
1 , Ferry, Pa u l : 130 ,
3 1 2, 3 1 3 , 314, 345, 346, 346n, 351, 130 n
F i l e l fo, Fra n c esc o: 47
353, 354, 356, 359, 360, 361, 362
Fl u d d , Ro be rt: 141 , 1
Desm a rets, S a m u e l : 325, 325n 6 7n, 21 3n
For mey , J. H . S . : 98n
De Waar d, Co rn é l i u s : 289n
Fo u c h e r, S i m o n : 314 ,
D 'Hol bac h , B a ró n Pa u l H. D 315 , 3 1 7
. : 365, Fra me, Do n a l d M.: 82n
365n , 83n
Fra nck , A d o l p h e : 78n
D i bon, Pa u l : 294n
Fra n c isco d e Sal es,
D i d erot , D c n i s : 326n S a n : 100 , 1 1 1 ,
1 1 8, 1 1 9n, 1 35, 135n, 299
D inet, J a c q u e s : 290n, 293n , 299n
Fre ude nth a l , J aco b:
Diod ati, E l i e : 1 72n, 221, 221n, 336n
231n ,
239n , 240
16, 44, G a l i leo Gal i l e
Ga leno : 53
D i ógcn es Laerc io : 1 1 , 12, 1 5,
5 1 , 52, 52n, 53, 56, 60, 65, 67, 68, 79, i : 158, 1 74, 202, 223,
224, 227, 228, 228n, 229
1 9 1 , 354
G a l l a n d , P. : 63, 63n
D ióge nes de S i n o pe : 210, 2
11 Gar asse , Fra n c o i s : 1
D i Vo n a , Pier ro: 354, 354n 10n , 136n, 1 77,
1 77n, 178, 1 78n, 1 79, 1 80,
D o n ey, W i l l i s : 271n , 308n 181, 181n ,
1 82, 183, 204, 3 1 7
D o rmy, H. B . : 103, l l On, 1 35
Gari n , Euge n i o : 49n
Dré ano , A b a te Mat urin
: 99n Gas sen d i , Pet ru s : 1 6,
Du M o u l i n , Pier re: 124, 1 24n 45, 50, 1 4 1 ,
141n , 142, 144, 154, 158,
D u P e r ro n , C a r d e n a l J a 159, 1 6 1 ,
cques 1 6 1n, 1 62, 1 6 2n, 1 63, 1
D a vy : l l On, 1 1 8, 120, 1 34, 1 34n, 63n, 1 64,
1 82 1 64n, 1 65, 1 65n, 1 66,
D u Ple ix, S c i p i o n : 194n 1 66n , 1 67 ,
1 67n, 1 68, 1 68n, 169, 1 70,
Du V a i r, G u i l l a u m e : 109 1 7 1 , 1 74,
199, 202, 2 1 0, 212, 2 1 4n,
D u verg ier, Jean Hau rann 2 1 6, 2 1 7,
e (Sa int 2 1 7n, 2 1 8, 2 1 8n, 2 1 9 ,
Cyr an): 1 36 , 1 36n, 180, 21 9n, 220 ,
181, 181n , 220n, 221, 221n , 222, 222
1 82 , 1 82n, 183, 3 1 7, 317n n, 227 , 230 ,
239 , 240, 240n, 241 , 242
, 242n, 260 ,
262 , 295, 297 , 297n, 298
E c k , J o h a n n : 23, 23n, 24 , 298n, 299 ,
299n, 300, 3 0 1 , 305, 3 1 4,
E l l ies-D u Pin, Lo u i s : 327, 315, 3 1 8
327n Gen t ile, Gio va n n i : 72n
Elw es, R. M . : 341n, 342n
, 343n, 344n, Geu l incx , A rn o l d : 346n
345n
Gia n n i n i, To m a sso :
139n
394 ÍNDICE DE NOMBRES

G i l s o n , E t i e n n e : 259, 259n, 2 7 0 , H u et , Pierre-Dan i e l : 1 6, 123, 1 23n,


270n, 346n 297, 297n, 1 4
Giran, Etienne: 3 7n H u m e , Davi d : 1 6 , 2 1 , 98n, 99, 99n,
G l a n v i l l , Joseph: 42, 42n, 70n, 142, 1 23n, 1 24, 124n, 1 55, 159n, 1 68, 31 1 ,
3 1 4, 315 315, 3 1 7, 344, 365
God wyn, Morgan : 334n H u x l ey , A l d o u s : 272n
Gontery, P.: 1 1 8, 120, 123n Huygens, C h risti a n : 326n
Goron , Genevieve: 70n
Go u h i er, Henri : 1 1 7, 1 69n, 1 80n, Irarte, J . : 79n
259n, 260, 260n, 27In, 273, 273n, Isaac: 345, 345n, 346n
346 Isal u l , Princ e s a : 3 1 2
G o u rnay, Marie de Jars : 1 34, 1 35,
1 38, 1 48, 185 J ac o b : 345, 346n
Grafto n , Anthony, 320n Jerusalem, K a r l : 352n
Gra n d i e r, Urban: 271, 272, 272n J e s ú s : 321 , 341 , 365
Gray, Floyd : 102n Jos u é : 321
Gree nwood , Tho mas: 67n, 68, 68n Jovy, Ernest: 246n, 256n
Gtego i re, Henri : 334n J u d a s , S a n : 334
Gregory, Tulio: 168n J u l i e n -E y m a rd d ' A n ge r s . V é a se
Gre n i e r, J e a n : 154, 154n, 155n, 156, Chesn eau, C h a rl e s (J u l i e n ­
156n Eymard d ' Angers)
Gri m a l d i , c a rd e n a l : 325n J u ri e u , Pien·e: 19, 124n
Gro c i o , H ugo: 318, 326, 326n
G u i l lo ton, Vincent: 1 73n K a h l e , L. M.: 156, 156n
Kant, E m m a n u e l : 1 7 , 50
H a a g, E m i l e : 32n, 120n Ke lsey, Fran c i s W.: 231n
Haag, E u gene: 32n, 120n Kepl er, Jo h a n n u s : 1 7 4
Hale, Matthew: 327, 327n I<:i bre, Pe a rl : 51n
Halevi, J u d a h : 144, 323 Kie fl , F. X.: 1 65n
Ham a n n , J. G.: 366 Kierkegaard, Sore n : 16, 1 7 , 19, 20,
Hartley, Davi d : 229n 99, 9�1, 154, 156, 366
H a rtn ack, Dan i e l : 80n Koyré, Alexand re : 1 67, 220n, 25�1,

Kristel l e r, P a u l 0 . : 318, 31 8n, 323n


Hayer, H u m bert: 42 268n, 346, 346n
Hayes , Fra n k A . : 354n
H azard , P a u l : 351n Kuntz, Marion D a n i e l s : 31�1
Herbert, Edward, Lord Herbert d e
C h e r b ury: 202, 221, 230, 231n, 232, Lachevre, Fréd éric: 1 77n
232n, 233, 233n, 234, 234n, 236, Lafu m a, Lo u is: 346n
236n, 237, 237n, 238n, 23�1 , 240n, Lakatos, Imre: 336n
241 , 242n, 245, 256, 266, 268, 277 Lame n n a i s , Fe l i c ité Ro bert d e : 366
Hervet, Gen tian: 45n, 49, 56, 69, 70n, La Moth e Le V ayer Franco i s : 1 42 ,
72, 1 1 6, 1 1 7, 1 1 7n, 1 32, 1 46 1 42n, 1 48, 149, 150, 150n, 1 5 1 , 152,
Hess , Ge rhard : 166 152n, 153n, 154, 155, 155n, 156, 157,
H eyd o n , Christopher: 139, 140n, 1 77 1 69 , 1 70, 1 72, 1 74, 197, 213, 2 1 3n,
H i rs c h , E l i s a beth Feist: 37n 214, 220

· Lan d , J . P. N . : 341n
H o b b e s , Tho m a s : 2 1 4, 2 1 4n, 3 1 7 , Lamy, Bern ard : 346n
3 1 8, 321, 327 ·

Home, Henry (Lord Ka mes): 22�1 Langi u s , W i l h e l m (Lang, V i l l u m )


Horow itz, Maryanne C . : 109, 1 0�1 1 43, 1 43n
H u art, C l a u d e : 4 7, 47n La Peyrere, Isaa c : 1 7, 1 44, 154, 1 74,
ÍNDICE DE NOMBRES 395

200, 201 , 318, 318n, 3 1 9 , 319n, 320, Mauthner, Fritz: 55n


320n, 3 2 1 , 322, 323, 324, 324n, 325, M a z a ri n o , J ul e s , C a r d e n a l : 1 35 ,
325n, 326, 326n, 327, 328, 328n, 329, 135n, 1 44, 1 48
32�1, 330, 330n, 331 , 331n, 332, Me Colley, Grant: 228n
332n, 333, 333n, 334, 334n, 335, Me Kee , D avid R.: 318n
335n, 336, 336n, 337, 338, 339, 340, Me Kerrow, Ro n a ld B . : 46n
341 , 345, 349, 350, 352, 365 Mede, J o s e p h : 343n
La Pl acette, Jean: 38n, 40, 41n Mel l izo, C a rlos: 75n
Lau n oy, J e a n : 1 70 Memm i u s , Henri: 69
L a u re n c i o , J o h : 46n Menage, G i l l es: 325n, 334n
Le C a ro n , Lo u i s : 60, 60n Men asseh ben Isra e l : 323, 323n, 337
Lecler, Joseph : 177n, 1 80n Menén de z y Pelayo, Maree l i n o: 75n
Lee, S id ney: 231n Mersenne, Marin: 16, 45, 80, 141, 1 43,
Le Ferron, Arno u l d (Du Ferron): 1 43n, 1 6 1 , 167, 1 83, 187, 192, 198,
57, 5 7n 198n, 20 1 , 202, 202n, 203, 203n, 204,
Lefran c . Pierre: 47n 204n, 205, 206, 207, 208, 208n, 209,
Le i b n i z, Gottfried : 50, 80n, 132n 209n, 2 1 0, 2 1 0n, 2 1 1 , 2 1 1n , 2 1 2 ,
Le Loyer, Pi erre: 140, 1 40n, 1 77 , 212, 212n, 2 1 3, 2 1 3n, 2 1 4, 215, 2 1 6 , 2 1 6n,
212n 217, 2 1 9 , 221 , 222, 227, 230, 2 42 , 26 1,
Le n o bl e , A bate Robert: 1 70n, 201n, 262, 262n, 280, 297, 30 1, 303, 315,
21 1n, 223n, 259n 318
León X, Pa pa: 23 M i l l , John Stu art: 1 65, 201
Lessing, Gotthold Ephrai m : 352n M i l l et, J.: 2 72n
L'Esto i l e , Pierre d e : 135n Moisés: 3 1 9 , 320, 32 1 , 322, 327, 336,
Le vi, Davi d : 328, 328n 338, 365
Lil i th : 322 M o l i é re J e a n - B a ptiste Poq u e l i n :
Lim bruc k, E l a i n e : 98n 5 2 , 52n, 1 45
Lind e bo o m : 3 7n M o ntaign e , Michel d e : 1 6, 28, 35, 49,
Lipsio, J usto: 72 50, 50n, 53, 56, 60, 60n, 68, 74, 78, 80,
Locke, J o h n : 236, 236n, 237n, 3 1 7 8 1 , 81n, 82, 82n, 83, 83n, 84, 85, 86,
Loren a , Carl os, Card e n a l d e : 6 6 , 70, 87 , 88, 89, 90, 9 1 , 93, 95, 95n, 96, 97,
117 9 7n, 98, 98n, 99, 9�1, 100, 101 , 101n,
Loyo l a , Ign a c i o , S a n : 25 1 02, 102n, 103, 106, 109, 1 1 0, l l On,
Luc i a n o : 53 1 1 1 , 1 1 1n, 1 1 2, 132, 133, 1 34n, 1 35,
L u l l ier, Fra n c o i s : 169, 1 6�1 135n, 1 36, 1 37, 138, 1 38n, 1 44, 1 45,
Lutero, Martín : 19, 22, 23, 23n, 24, 1 47 , 147n, 1 49, 149n, 1 56, 1 57, 1 62,
24n, 25, 26, 27, 28, 28n, 29, 30, 3 1 , 1 69, 1 7 4, 1 84, 188, 1 88n, 1 9 7, 226,
1 19, 226, 284, 287, 299 246, 247, 250, 260, 266, 273, 3 1 7
M o n tu c l a , J e an-Eti e n n e : 1 43n
Mah o m a : 365 More, Henry : 351 , 352, 352n
M a h o n ey, Edward P. : 323n Moreau, Joseph: 79n
M a i m ó n i d e s , Mo isés: 328, 33 1 , 348 M o réri, Lo u i s : 262n
M a l d o n at, J u a n (M a l d o n ad o ) : 83, Mo rize , An d ré : 1 72:n
1 18, 133, 133n M o rn a y ( P h i l l i p e d e ) s i e u r d e
M a l e br a n c h e , N i co l á s : 309, 309n, Pleissis-Marly: 103
314, 345n, 346n Morph os, Panos P. : 54n, 5�1, 64n,
M arándé, Leo n a rd : 1 44, 158, 1 5 8n, 65n
159, 159n, 1 7 4 M u s grave, A J a n : 336n
Margarita, Re i n a : 101 Mu tsch m a n n , Herm a n n : 45n
M a ro l l es , Michel d e : 332, 332n
396 ÍNDICE DE NOMBRES

Nashe, Tho m a s : 46n Pico d e l l a M ir a n d o l a , Giovan n i : 50,


N a u d é , Gabrie l : 1 44, 145, 1 45n, 1 46, 50n, 1 40
146n, 154, 157, 169, 244, 246, 262 P i n t a rd , Re n é : 1 45n, 1 49n, 1 5 5 ,
N a u e rt, Charles G. Jr.: 56, 56n 155n, 1 5 6 , 1 5 6n, 1 6 1n, 168, 1 69 ,
Newc a s tle, W i l l i a m, M a rq ué s d e : 20311, 246n, 3 1 8n
257 Pirrón de E l i s : 1 3, 52, 52n, 89, 139,
Newto n , Isa a c : 224, 343, 343n 153, 162, 288
Nicero n , Jea n-Fra ncois: 332n Pittion, Jean Pierre : 327n
Nicetas: 92 Pl atón: 59, 62, 65, 66, 139, 205, 243,
N i c o l a s de C u s a , C a rd e n a l : 1 4, 1 39 , 24311
295 Pl u tarco: 72, 73, 1 86 , 1 88
N i c o l e , Pierre: 40, 40n Pol e , C a rd e n a l Reg i n a l d o : 57, 58
Nicot, J e a n : 64 Po mponazzi, Pietro: 1 45
Nizo l i u s , Mariu s : 50 Po pkin, R i c h a rd H . : 47n, 99n, 1 06n,
Noé: 322 107n, 1 17n, 155n, 1 72n, 2 1 6n, 267n,
323n, 327n, 32Bn, 333n, 334n, 336n
Pop p i , Anto n i o : 49n
Oc h i no , Bernard ino: 102, 102n
Portn ero: 324n
Oddos, Jean-Pa u l : 3 1 8n
Poste ! , G u i l l a u m e : 3 1 9, 3 1 9n
Ogier, Franc o i s : 1 36, 1 76, 176n, 1 77,
Prado, J u a n d e : 338, 338n, 339, 339n,
178, 1 78n 346
Olaso, Eze q u i e l : 5311
Priestley, J o s e p h : 328, 328n
Old e n b u rg, Henry: 351n Pybra c i l , Henri c u s Fabri : 163n
Olsch k i , Leo n a rdo : 228n
O rc i b a l , J e a n : 1 80n R a be l a is, Fra n c o i s : 5 1 , 51n, 52,
Oro b i o d e Castro, Isa a c : 338 52n
Owen, J o h n : 75n
Rale igh, S i r W alter: 46n
R a m u s , Peter: 63, 64, 64n
Pa blo d e Tarso, S a n : 20, 88, 150, 153 Regius, Henricus: 293
Paine, Tho m a s : 328n Réva h , l. S.: 338, 338n, 339n
Pa r a c e l s o ( T h eo p h r a s t u s v o n Ribera, D a n i e l : 338
Hohenheim): 92, 107, 158 Rice, Eugene F. J r. : l lOn
Para d u Phanj as, Abate Francois: Rice, J a m e s V . : 144n
259n, 274n Riche l i e u , Armand Jean d u Ples­
Pa s c a l , B i a s : 16, 19, 20, 99, 99n, 154, sis, C a rd e n a l : 1 49, 158, 180, 245,
1 70, 225, 246n, 253, 255, 269, 269n, 246
315, 3 1 5n, 340, 345, 352 Roc h e m a il let, Gabriel Michael d e
Patín Guy: 142, 1 42n, 144, 145, 1 46n, l a : 1 02, l l On
147, 154, 157, 158, 169, 192, 3 1 8 Roc hot, B e r n a rd : 1 6 1n, 167n, 168n,
Pattison, Mark: 7311 220n, 223n
Peiresc , Nicolás C l a u d e Fabri d e : Ronsard, Pie rre d e : 64, 65
163n Rossi, Mario: 231n
Pel l ison-Fontainier, Pa u l : 40, 40n Ro u s se a u , J e an-Jac q ues: 335
Perren s , Francois-Tommy: 1 45n
Petit, Pien·e: 289, 289n S a br i é , J e a n - B a ptiste: 102n, 107n
Pfaff, C h ristopher Matthew: 3 1 5n S a d o l e t o , J a c o po , C a r d e n a l : 5 8,
Pie, Pierre: 1 42n ' 58n, 59, 59n, 60
Pico d e l l a Mirandola, Gian Fra n ­ S a i n c t-Gelays, M e l i n d e : 60n
c e sc o : 47, 48, 49, 56, 68, 140, 294, S a i n t-Cyran. Vé ase Du Vergier, J. H.
295 Sa inte-Beuve, C h a rles A . : 147
ÍNDICE DE NOMBRES 397

S an c he z , Tho m a s : 74n Sprat, Tho m a s : 173, 1 73n


S a n ford , J a m e s : 54n Sta n l ey, Tho m as: 47, 47n
S au m a is e , C l a u d e : 3 1 8 Sta u d l in, C a rl Friedrich: 50, 50n,
S avo n arol a , Girolamo: 48, 48n 8 1 , 8l7z, 98n
S c al iger, J u l i u s: 320n Ste i n ma n n , J e a n : 351n
S c h i ff, M a ri o : 134n Sto l pe, Sve n : 324n
S c h m itt, C h a rles B . : 46, 46n, 47, 47n, Strathmann, Ernest A . : 46n
48n, 50, 50n, 1 15 , 1 1 5n Stra u ss, Leo : 336n
Sc h n e id e r, Hcrbert W.: 3 34n Stro w s k i , Fortu n a t : 49, 49n, 55n,
Sc ho eps-J a n s J o a c h i m : 336n 76n, 244, 24�2, 246, 24&1
S c h o o c k i u s , M a rt i n u s : 2 89 , 292, S u ze , Conde d e : 330n, 331, 331n
293n, 294, 294n, 295
Se bo n d , R a i m o n d d e : 83, 84, 84n, 85 Talon, Omer: 61-63
Senchct, E m i l i e n : 79n Ta m i zey, de Laro q u e , Ph i l i p p e :
S e rge a n t, J o h n : 122n 337n
S e rvet, Miguel: 3 1 , 33 Taylor, Arc h e r: 14&2
Sexto E m pírico: 14, 15, 16, 22, 25, Taylor, T.: 297n
25n , 36, 40, 44, 45, 45n, 46, 46n, 47, Tert u l iano: 150, 155
48, 49, 50, 5 1 , 56, 57, 67, 68, 69, 69n, Teofrasto: 1 39
7 1 , 71n, 72, 73, 79, 83, 95, 1 1 1 , 1 1 2, Thompson, C ra ig R.: 27n
1 1 211 , 1 1 6, 1 1 7, 1 32, 137, 1 46, 147, Thornd ike, Lynn: 139n
1 48, 149, 1 50, 158, 162, 1 63, 1 63n, Thyssen-Sc h o ute, C. Lo u ise: 294n
1 64, 164n, 1 72 , 1 88, 1 9 1 , 195, 197, T i l e n u s , D a n i e l : 231n
206, 207, 208, 2 1 7, 225, 231 , 295, 310, Til lotson, J o h n : 225, 226n
3 1 3, 3 1 7 , 353, 354 Timón, 13
S h u ttleworth, J. M.: 232n Tisserand, Ernest: 149n, 156, 156n
S i l h o n , J e a n d e : 245, 246, 246n, 247, To ffa n i n , G i u seppe: 58n
248. 248n, 249, 249n, 250, 250n, 25 1 , Tra i n e , Pa u l : 1 4&2
251n, 252, 252n, 253, 253n, 254, Turretin, J. A . : 3Bn
254n, 255, 256, 257, 258, 26 1 , 268,
274, 276 V a l e n c i a , Ped ro : 73, 73n
S i m o n , R i c h a r d : 327, 3 3 1 , 3 3 1n , Van Vlote n , .J. : 341n
332n, 333, 33311, 334, 334n, 350 Varró n : 212n
S irve n , J . : 260n Ve ro n , Fra n <; o i s : 120, 1 20n, 1 2 1 ,
Smyth, Tho m a s : 335, 335n 1 2 1n, 122, 1 22n, 124, 12�2, 125, 1 26,
Sóc rates: 1 86, 186n, 267 127, 127n, 1 28, 128n, 129, 129n, 1 30,
S o rn a n , A l fred : 1 02 1 30n, 131, 26 1 , 261n, 3 1 0
Sorbiere , S a m u e l : 47, 142, 144, 158, V i a u , Théo p h i l e de: 146, 146n, 1 77,
166, 166n, 172, 2 1 4, 214n, 3 1 2 1 77n
S o r e l , Ch a rl e s : 1 9 2 , 192n, 1 9 3 , 193n, Vico, Giova n n i Battista: 334, 334n
194, 194n, 195, 195n, 196n, 2 1 4 Villebress ie u , Etienne d e : 263n
Sorta is, G a s t o n : 164n, 2 1 4n Vill e m andy, Petrus: 3 1 5n
S p inoza, Bened ictus d e : 16, 1 7, 320, Villey, Pierre: 50, 50n, 60n, 67, 68,
327, 334, 336n, 335, 335n, 336, 336n, 111
337, 337n, 338, 338n, 339, 340, 341 , Vicente d e Pa u l , San: 100
342, 343, 344, 345, 346, 347, 348, 349, Voe t i u s , G i s b e rt: 289, 289n, 2 9 3 ,
350, 350n, 35 1 , 352, 353, 354, 354n, 293n, 294, 294n
355, 355n, 356, 357, 357n, 358, 359, Vo l t a i re , Franc;ois M a ri e Aro u e t
359n, 360, 3 6 1 , 36 1n, 362, 362n, d e : 99, 99n, 1 45, 155, 1 70, 334, 335
363, 364, 365
398 ÍNDICE DE NOMBRES

W a l d m a n , Theodore: 226n W i l k i ns, J o h n : 226n


Walton, Craig: 334n W i n c h e l l , Alexan d e r: 334, 335n
Watkins, J. N . : 357n Worm, Ole: 3 1 8
Weber, Alfred : 98, 98n
Wedd e rkoff, Gabrie l : 315n
Yves d e Pa rí s : 1 9 0 , 191n
Wein stein, Don a l d : 48n
Wh iston, W i l l i a m : 343n
W h i te , Tho m a s (Thos, A l b i u s): 42n, Z a m be l l i , Pao l a : 53n
70 Zei tl i n , J acob: 84n
Wil b u r, Earl Morse: 37n Zenón: 92, 124, 210
W i l d , Ulric h : 80n Zwingl io, U l rico: 1 1 9
ÍNDICE GENERAL

Reconocimientos . 7
Prefacio . . . . . 11

l. La crisis intelectual de la Reforma 22

n. El resurgim iento d e l esce ptic i s m o griego en el


siglo X V I . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · 44

III. Michel de Montaigne y l o s " n o u ve a ux pyrrho-


n iens". . . . . . . . . . . . . . . 82

IV. La influenc i a d e l nuevo p i rro n i s mo 115

V. Los " l i be rtins érudits". . . 1 44

VI. Comienza el contraataq u e . 176

VII. El esceptic ismo constructivo o m i tigad o . 201

VIII. Herbert de Cherbury y Jean de S ilthon . 231

IX. Descartes, c o n q uistador d e l escepticismo 259


X. Desc a rtes, " s9e �tiqu e IDé!lgré l u i '. ' . . . . .
....e,.. F t:-:,.. _, to e -w ../�7-t... crc :tr
._ . 288

'
XI. Isaac l a Peyrére y los c o mienzos d e l e's cepti­
c ismo religioso . . . . . . . . . . . . . . . . 317

XII. El escepticismo y e l antiesceptic ismo d e Spi­


noza . 340

Bibliografía . . . 367

Índice de nombres 39 1

399
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