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Por:
Empezó a laborar como preceptor del marqués de Annandale entre 1745 y 1746,
para posteriormente tomar el cargo de secretario del general St. Clair, entre 1746 y
1748, del que se destaca por su acompañamiento en la misión diplomática a Viena y
Turín. Asimismo, fue normado como bibliotecario en el Colegio de Abogados de
Edimburgo, donde emprendió la redacción sobre una historia de Inglaterra, la cual
publicó entre los años 1754 y 1672 en varias entregas.
Hacia el año 1763 consideró y aceptó la invitación de lord Hertford para hacer
parte de la embajada de París. En esta ciudad tuvo la fortuna de residir hasta el año
1766, donde se relacionó con Jacques Rousseau. En 1769, hizo un giro definitivo en su
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vida: se habría regresado totalmente a Edimburgo con el fin de disfrutar de los bienes
que le habían dejado sus previos cargos, así como sus obras.
Contexto histórico
Por tal razón, Ordieres (2018), considera que el autor puede ser comprendido, al
tiempo, como escéptico, utilitarista, sentimentalista, cognitivista, entre otras. Sin
embargo, si se precisa en la época en que vive y desarrolla su pensamiento podemos
encontrar que:
Hume en un principio está de acuerdo con esta teoría, sobre todo en la evidencia
de la existencia, sin embargo, lo que realmente cuestiona son derivadas o aprendidas
tales distinciones, considerando si ellas se dan de la razón pura o de un sentimiento
moral. Hume opta por la segunda, justificándolo de la siguiente manera:
Del mismo modo Hume lo justifica como se sigue: Los sentimientos morales no
parecer ser una fuerza ciega de la naturaleza, de otra manera, no sería reprobable ni el
vicio ni la virtud, ya que serían el resultado de una respuesta no voluntaria, tan natural
e imprevisible como la de los animales. ¿Acaso estarías enojado con el chimpancé por
su mailicia o con el tigre por su ferocidad? (Hume, 1964).
Para Hume el sentimiento moral emerge de las pasiones. Éstas no son dadas
espontáneamente, sino que obedecen a una forma de ser de la naturaleza humana,
propio de ella. Por ejemplo, los sentimientos son dados a todos los animales, tanto los
humanos como los no humanos, pero los animales contienen en sí un sentimiento
ligado al “instinto natural”, el cual no está mediado por actos de conciencia que regulen
el comportamiento, cosa que sucede con el sentimiento moral, el cual es dado a los
humanos.
Así pues, el sentimiento moral no puede surgir del instinto natural, él contiene
especialidad y trascendencia. Pues, de otra manera, los animales (que son capaces de
tener sentimientos), podrían tener sentimientos morales. No obstante, Hume considera
a los seres humanos como los únicos que pueden tener éstos sentimiento, que,
además, hace parte de su esencia misma.
Ante ello, la diferencia de este tipo de sentimientos (el moral), ante otros
sentimientos (el instintivo), y la forma en cómo surgen, el autor las resumen como se
sigue: Si la virtud y el vicio vienen determinados por el placer y el dolor, entonces esas
cualidades tendrán que surgir en todos los casos de las sensaciones, de modo que
cualquier objeto –animado o inanimado, racional o irracional– podría llegar a ser
moralmente bueno o malo por el solo hecho de poder producir satisfacción o malestar
(Hume, 2011).
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Con los argumentos dados sobre ciertas teorías de suposiciones acerca del
pensamiento filosófico de Hume, es menester establecer la importancia de conocer el
contexto histórico del autor para así, evitar caer en anacronismos y tergiversaciones
que siguen hoy día recorriendo los pensamientos de muchos intérpretes. La filosofía de
Hume se encuentra sustentada, de forma genérica, en la crítica hacia el racionalismo y
la existencia de ideas innatas. A partir de este postulado, se concibe que el
conocimiento humano emerge únicamente de la experiencia, colocando al
razonamiento inductivo1 y la creencia en la causalidad, por fuera de la razón.
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Este tipo de razonamiento concibe que la verdad de las premisas apoya la conclusión,
pero no la garantiza. Aquí se coloca la razón por un lado y por otro, la experiencia. Es
decir, el razonamiento que se hace surge de la experiencia. El problema radica en sus
conclusiones, pues no abarca la totalidad de los hechos, solo considera una parte para
establecer resultados. Un clásico ejemplo de razonamiento inductivo sería: Todos los
cuervos observados hasta el momento han sido negros. Por tanto, todos los cuervos
son negros.
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es dado por la relación entre impresiones e ideas. Es decir, nuestro entendimiento hace
una configuración a partir de impresiones (recibidas o dadas por la experiencia), que
abarcan pasiones, sensaciones y emociones, concebidas y caracterizadas por su
fuerza y vivacidad. En este ámbito, Hume sostiene que desde las impresiones surgen
otras imágenes más tenues denominada ideas, “copias de las impresiones” (Hume,
1992, p. 160).
Por tanto, las ideas que nuestro entendimiento hace, son causa de las
impresiones recibidas. En palabras de Hume (1992):
Tal como lo expone el autor, la fuerza con que el entendimiento recibe las
impresiones se convierten en ideas. Éstas son de dos tipos: simples y complejas, y son
dadas sus categorías por la fuerza y vivacidad con que se perciben. Al respecto, las
ideas simples son unidades que no tienen división, cosa que no sucede con las
complejas, pues ellas son la representación de las que ideas que son analizadas.
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Caso contrario sucede con las ideas complejas. Hume le otorga a la imaginación
la capacidad de formular ideas complejas, ya sea combinando ideas simples o
asociando. Las asociaciones están determinadas por el principio de atracción 2 (o
asociación), desde el cual Hume lo sustenta bajo tres leyes fundamentales: 1. Criterio
de semejanza, 2. Contigüidad espacio y tiempo, y 3. Causa y efecto.
El primero, opera cuando se intenta recordar, por ejemplo, una pintura vista.
Aquí, la mente se intenta remontar directamente al cuadro que pensamos cada vez que
lo recordamos. La segunda, se entiende en dos aspectos. Por un lado, se refiere a una
contigüidad espacial. Por ejemplo, cuando una persona nos cuenta una situación dada
en su casa, la mente intenta representar todo el escenario tal y como lo percibe. Por
otro lado esa ley se concibe en la temporalidad: cuando alguien referencia un acto del
pasado, puesto que en nuestra mente no se imagina de forma aislada, sino que, una
vez presente, empiezan a mostrarse, mentalmente, sucesos dados para el mismo
tiempo. La tercera, se utiliza cuando sucede un accidente. La mente inmediatamente
busca un origen o causa que haya llevado a ese efecto.
y conexiones mentales establecidas por las experiencias del sujeto. Así pues, es
manifiesto la incidencia e importancia que Hume le hace al empirismo, pues les otorga
a las impresiones un rol fundamental en el conocimiento humano, el cual lo rige,
principalmente por sensaciones que se conjuran en la mente, creando así diferentes
estados frente a una idea: la cual, muy continuamente depende del ritmo particular de
la experiencia.
Así pues, hemos abordado la filosofía de forma general de Hume. La teoría del
conocimiento, que es su legado más importante dentro de sus preceptos y del
empirismo, abarcando y sosteniendo su visión de la filosofía. Lo que nos queda en
adelante será, tratar sobre sus concepciones con la ciencia y la moral. Las cuales, en la
mayoría de su fundamentación se basa precisamente en la teoría del conocimiento, la
visión respecto a la filosofía y el contexto.
Al inicio de esta obra, se crítica al racionalismo moral para luego poder plantear
lo que sería la doctrina del emotivismo moral, propia de Hume. En ese sentido, ¿qué
plantea la moral? Ésta se considera, dentro de la filosofía, como el conjunto de criterios
que determinan la valoración de lo que es correcto y de lo que es incorrecto. Mediante
esos juicios, se hace un intento por incidir tanto en nuestra conducta, como en la de los
demás. La moralidad, bajo esta lógica, pretende dirigir las actuaciones de los seres
humanos en general, y sentenciarlos depende de ciertos criterios.
La moral tiene la finalidad de facilitar el criterio que permite distinguir, las cosas
que se deben hacer (virtud), y lo que se debe evitar (vicios), para conseguir tanto el
bien personal como el común y la felicidad. Ante ello, Hume piensa en la
fundamentación que conlleva a concebir las actuaciones de esa manera. ¿De dónde
vienen y bajo qué sustento se fundamenta la moral? ¿por qué como humano apruebo
ciertos fenómenos y rechazo otros? Dentro de las investigaciones filosóficas del autor,
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halla el origen de tales acciones en el racionalismo moral, y de ahí basa su crítica hacia
esta doctrina.
Así pues, la experiencia es el principio del que emergen todas las ideas
concebidas en nuestra mente, por tanto, las ideas morales (al igual que las demás
ideas), tienen su fundamento en la experiencia. Es decir, cuando se emite un juicio
axiológico, no se hace por ideas innatas o preconcebidas con las que el ser humano ya
viene preparado para hacer uso de sus juicios. Por el contrario, la visión que arroja la
filosofía moral de Hume indica que primero se debe experimentar un evento para saber
y por ende decidir sobre su valor moral.
Se debe sentir para saber si algo es bueno o malo y, asimismo, ese sentir nos
mueve e impulsa a hacer cosas. Lo que nos impulsa a actuar, son las pasiones y
emociones con la que se llega al sentir, a los sentimientos. Así, las cosas para la
filosofía moral cambian. El sentimiento placentero, será la virtud, mientras que lo que,
respecto al vicio, son experiencias de nuestros sentimientos hacia algo que sea
desagradable. Hume manifiesta lo anterior como se sigue:
Ante los postulados dados por Hume sobre las emociones y los juicios de
aprobación o desaprobación que emite cada individuo a partir de su experiencia, es
probable que se considere esa teoría como relativista y egoísta, pues si el acto o
movimiento que se hace con base en los sentimientos individuales, para hacer una
acción solo basta con el propio juicio. No obstante, Hume observó la probabilidad de
que su teoría fuese interpretada de esa manera y consideró una cualidad humana para
evitar caer en relativismo.
Esa cualidad es la simpatía. Ésta antepone los sentimientos de los demás ante
los sentimientos propios. La simpatía impulsa al individuo a compartir y entender las
ideas de los demás, sin importar cuan símiles o distante sean. Esta cualidad mueve
internamente pasiones respecto a eventos que pasen exteriormente. Por ejemplo, se le
concede una beca a un amigo íntimo para estudiar en el exterior, se aprueba una ley
que protege a los discapacitados o se le otorgó un permio a un primo por mejor
actuación.
Estas premisas, si bien no compete a una primera persona sino a una tercera, se
relaciona con la vida personal de uno, y la simpatía hace alegrías por los logros de
otros. Ahora bien, ante la calificación particular del sentimiento moral que se había
otorgado por las pasiones y emociones individuales, con la cualidad de la simpatía, ese
calificativo cambia.
Consideraciones finales
decir, ese sentimiento antepone muchas veces la felicidad y el placer que se le genera
a un tercero sobre el propio.
REFERENCIAS
Hume, D. (2014). Investigación sobre los principios de la moral. (3ra ed.). Alianza
Editorial.