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8.

Elaboración de una ética del cuidado y la solidaridad


La vulnerabilidad tiene el poder de sacar lo mejor de nosotros mismos, activar los valores más solidos,
ayudarnos a construir redes basadas en la relación y no en la independencia, basadas en el interés por los
demás y no solo por uno mismo.
Para ello es necesario elaborar una ética del cuidado que se acerque a la dimensión personal de la
experiencia de la discapacidad y la vulnerabilidad, de forma que lleve una mayor acción dentro de la
justicia social completada con la solidaridad. Pero algunos advierten que pueden caer en la arbitrariedad,
es preciso reconocer que la ética del cuidado pone de relieve elementos esenciales para la vida moral. Este
cuidado se refiere a la sensibilidad, ante las necesidades y vulnerabilidades del otro concreto, en su
singularidad con quien estamos en la relación. La ética filosófica debe descender del traro que se ha de
proporcionar a quien se hallan en situaciones de dependencia, desde las éticas clásicas a las éticas de
responsabilidad y finalmente a las del cuidado. Y desde la ética debemos aplicar esta perspectiva en la
bioética y la biojuridica, de modo que se concentren exclusivamente en las relaciones de los derechos y
deberes, sino en construir relaciones éticas que fortalezcan en lo posible la vida frágil de las personas.
Mas allá de la alternativa entre deontologismo y teleologismo, principalismo o consecuencialismo, es
necesario promover una praxis ética basada en argumentos, que reivindiquen el derecho y deber de todo
ser humano a tener una vida digna, a partir de los cauces epistemológicos que identifican la bioética y
desarrollo solidario en la llamada bioética global.
9. Desde Latinoamérica: propuesta desde la ética del discurso sobre la pobreza y el desarrollo
económico y social
Dorando J. Michelini ha elaborado una detallada propuesta desde la ética discursiva “Como es sabido, en
Latinoamérica el bienestar de las personas está seriamente afectado. Esto sucede, por ejemplo, en aquellos
lugares en los que no se respeta la dignidad e igualdad de todas las personas ni están aseguradas las
condiciones básicas materiales, sociales y ciudadanas para que todos y cada uno d los individuos puedan
desarrollar sus capacidades. De este modo, las problemáticas de la pobreza y la exclusión, que se han
agravado en América Latina en las últimas décadas, presentan también serios desafíos para la realización
del bien común”.
Pero esto ya no se plantea este desarrollo con una concepción economicista y meramente técnica. “En la
actualidad, al hablar de desarrollo, es necesario tener en cuenta la integralidad de un proceso que incluye
lo económico, lo ecológico y lo cultural, como asi también la dimensión ético-politica. No hay desarrollo
sin eficiencia economica”, pero esta tiene que estar “ético-politicamente orientada al bien comun, y
articulada con la identidad cultural y el cuidado del medio ambiente. Cualquier transformación social de
este tipo implicara llevar adelante una tarea ardua y compleja de redimensionamiento de la economía, la
política y la cultura sore la base de una responsabilidad e interacción, tal como lo exigen los lineamientos
fundamentales de una nueva ética civica”
10. Los pobres en la sociedad del conocimiento
Gilberto Cely, desde Colombia llama a la reflexión sobre la gran responsabilidad que incumbe a la
ciencia, a la tecnología y al científico en su trabajo cotidiano individual, en la configuración de la nueva
sociedad, la sociedad del conocimiento, en la que los pobres son precisamente los marginados
culturalmente. La nueva sociedad del conocimiento tendría que caracterizarse por la solidaridad entre
quienes la conforman, que ayude a superar los fraccionamientos tradicionales, merced a la puesta en
practica de una nueva bioética inspirada en el principio de preservar la vida en todas las formas, incluida
la humana con sus atributos de dignidad e integridad.
Varios de los encuentros académicos sobre bioética han tenido precisamente el objetivo de profundizar en
la vulnerabilidad que supone la falta de educación y de conocimientos como una “problemática que
consideramos apremiante de interés para los países de la región y como aporte a la discusión y a la
construcción de una verdadera ciudadanía social, con una visión integradora de los distintos ámbitos del
saber que confluyen en el ámbito de la bioética”.
11. Efectiva aplicación de los derechos humanos
Con fundamentos en esta ética dialógica, pero más allá de esa reducción de las asimetrías de los
interlocutores, para de la ética y de la bioetica latinoamericana se ha centrado en dos temas: cómo
conseguir una afectiva aplicación de los derechos humanos, especialmente el derecho a la vida y el
derecho a la asistencia justa en la salud, y cómo conseguirlo en una región donde son muy numerosas las
personas vulnerables y las que ya han sido quebrantadas en algunos de sus derechos fundamentales.
La preocupación por los derechos humanos está en el inicio de las primeras publicaciones de bioética en
México, como es el ejemplo de las publicaciones del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
También son recientes visiones globales de la bioetica como una ética de los derechos humanos
fundamentales, como una profundización del principio de justica del principalísimo, con la equidad como
fundamental por encima de la eficiencia del sistema de salud, por ejemplo.
Para ello la erradicación de la pobreza y el desarrollo económico y social son el primer paso
imprescindible. Algunas propuestas van en la línea de apoyar la equidad en las reformas de los sistemas
de salud, otras van directamente a la fundamentación: la justicia se entiende como solidaridad y
directamente en la lucha contra la exclusión derivada del neoliberalismo.
12. Una bioética de liberación e intervención
Es conocida la fundamentación de Dussell como una ética de la liberación, en Argentina, que parte de la
crítica a la ética dialógica, por considerar que el dialogo racional se efectúa como una gran disparidad en
Latinoamérica, no es un diálogo entre iguales, y las “formas de vida intersubjetivamente compartidas”
parten de las injusticias radicales. Para Dussell la política es la primera filosofía, una ética-política de
liberación, que evite el silenciamiento de los oprimidos, que es el colmo de la “asimetría antidialógica”:
“la dinámica de los derechos humanos tiene en su punto de arranque en el reconocimiento del otro cono
interlocutor válido al que se le reconoce el derecho de la palabra, al que por tanto hay que abrigarle lugar
en los procesos políticos dialógicos para que efectivamente pueda decirla”.
En bioética esta corriente se ha desarrollado sobre todo en Brasil, y en algunos casos ha dado lugar a la
elaboración de propuestas de una bioética de intervención, directamente en el campo político y de
reformar de los sistemas de salud. Volnei Garrafa comenta: “El desafío de transformar la ética de la
responsabilidad en medidas prácticas, a través de políticas públicas oportunas y acciones técnicas
adecuadas, podría constituirte en un fuerte vehículo movilizador en busca de la ciudadanía a través de la
materialización de la salud como un derecho de todas las personas indistintamente”.
13. Bioética de protección de los vulnerables
También desde Brasil y Chile ha surgido la propuesta de una bioética de protección de los vulnerados y
empoderamiento de los vulnerables: “La bioética de protección, entendida como un nuevo abordaje que
debe ser aplicado en los países en desarrollo, quiere, sobre todo, normativizar las practicas humanas,
anticipando e incentivando los efectos positivos y los pueblos, de modo que se prescriban los actos
considerados correctos y se proscriban los incorrectos, dentro de la realidad latinoamericana, con niveles
de desigualdad vergonzoso y con dolencias propias del subdesarrollo aliadas a patologías de países
desarrollados”.
La propuesta mas detallada de una de la proyección es la de Kottow: “Toda ética aspira a realizar la
justicia social y la equidad entre las personas. La historia muestra que esta propuesta es utópica y está, en
la época actual, más lejos que nunca de cumplirse. El ciudadano moderno se ve privado de los resguardos
sociales que habían sido conquistados a lo largo de los siglos, cayendo en un estado de inseguridad y
desamparo, con riesgos de marginación y exclusión. Reconociendo las inequidades existentes, la ética de
protección se propone paliarlas mediante el desarrollo de actitudes personales de amparo y programas
sociales de resguardo.”
Conclusión
La visión de bioética de la calidad de vida en Latinoamérica, no puede ser solo un modo de determinar la
proporcionalidad o no de un tratamiento médico, o de delimitar desde la economía los grados de pobreza
o riqueza de algunos grupos sociales distribuidos en quintiles. Lo que importa es el contexto de vida que
deben tener los seres humanos, que se nos presenta como exigencia moral a cada uno.
La calidad de vida es parte de la dignidad de la persona, y por ello, es una finalidad. En ella se
fundamenta un deber ético de ayudar a los demás, para que se dejen de estar vulnerados en sus derechos y
necesidades básicas, para que sean menos vulnerables, y para que disfruten de la mejor situación de
libertad posible, de vida autónoma plena.
En los países se debe avanzar en el respeto de la autonomía de las personas, profesionales de la salud y
pacientes. Y parte de este respeto es el deber ético de promover su competencia como agentes morales,
mediante una solidaridad personal, institucional y social, que lleve a la inserción de los mas vulnerables y
a conseguir su efectico empoderamiento para llevar adelante sus ideales de vida buena, con una
solidaridad y una beneficencia no paternalistas.
La bioética como interdisciplina puede ayudar a enfrentar los temas más apremiantes en nuestros países,
que hacen referencia a “la equidad en el acceso a bienes y servicios, la necesidad de armonizar tradiciones
diversas en la superior síntesis del panamericanismo, la constante necesidad de reformar y transformar
instituciones”.
La ética de la salud debe partir del punto de que exista una inequidad ya al nacer, por las enfermedades o
predisposiciones genéticas, las condiciones materiales de la gravidez y el parto, las condiciones de la
familia, el lugar y la clase social en las que se nace y se crece, y la fortaleza de las instituciones de salid
del país donde se vive. La indigencia implica por un lado una degradación en las condiciones de vida, y
en general la destrucción de la vida individual y grupal, y por el otro, una revisión radical de la
autocomprensión que el individuo tiene de si mismo, persona que tiene el derecho a la dignidad y el deber
de la responsabilidad”.

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