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En una ocasión, con unos amigos y mi hermano Stalin, hicimos una tanda en la
que teníamos que juntar el dinero necesario para comprar el libro de nuestro
agrado. Como yo era el organizador, el primer número fue para mi y, entonces,
compré el tomo dos de sus “Cuentos Completos”; sólo alcanzamos a comprar dos
libros, el mío y el de Diego, que por ese entonces su obsesión era por Mario
Benedetti y se compró sus “Cuentos Completos”; ya que nadie más pudo juntar
para pagar la tanda, tuvimos que, como compensación, prestarnos los libros para
que los leyeran quienes no habían podido comprar alguno, mi hermano Stalin y
Vladimir, al final nos quedaríamos con nuetro respectivo libro.
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes
ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les
cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen
firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se
dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad». Y sueñan
toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están
invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los
cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y
son como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.”
Creo haber curado un poco mi lado cronopio, aunque en ocasiones se deja ver un
poco y me hace la vida divertida.
“[…] Grosso modo sabemos muy bien que la novela es un juego literario
abierto que puede desarrollarse al infinito y que según las necesidades de la
trama y la voluntad del escritor en un momento dado se termina, no tiene un límite
preciso. Una novela puede ser muy corta o casi infinita,[...]”
Leí la biografía que hizo Mario Goloboff en la que presenta a un Cortázar muy
humano, sensible con las causas nobles o con las que él creía que eran las
causas nobles; siempre enseñando con mucha humildad a sus alumnos,
explicándoles los por qués de las cosas. Su pasión por los libros, casi sus únicos
amigos, y por la fantasía, que para él era parte de la realidad:
Con el paso del tiempo me doy cuenta que Cortázar significó mucho para mí, aun
no completo la colección, creo que mi obsesión disminuyó, pero no mi gusto por
sus libros y aún sigo su invitación a fantasear otros mundos con mucha realidad,
mucha fantasía de la mano de la reelectura de Cortázar.