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Guerra de los diÁdocos: LA BATALLA DE RAFIA.

rendido y muerto
Antíoco III Megas, apodado durante su reinado como El Grande,
rey de Siria desde el año 223 al 187 a. C., segundo hijo de Seleuco
II Calinico, sucedió muy joven a su hermano Seleuco
III Cerauno (226-223 a.C.), siendo este último asesinado en una
expedición en la región del Tauro, enclavada en Asia Menor. Los
primeros años de su reinado fueron muy difíciles, desde su insólita
proclamación, conseguida gracias al apoyo de su pariente Aqueo, a
las inmediatas usurpaciones de Molón, sátrapa de Media, y su
hermano Alejandro, sátrapa de Persia, que se rebeló en
Mesopotamia (222-220 a.C.) y, finalmente, del propio Aqueo en
Asia Menor (220 a.C.).

Ptolomeo IV Filopátor, reinó en el Egipto ptolemaico entre los


años 221 y 204 a.C. Hijo de Tolomeo III y de Berenice, tras la
muerte de su padre, el rey, eliminó a su hermano, y
rival, Magas, asesinado junto con sus partidarios, haciéndose
entonces con el poder en Egipto.
La fortuna le había librado, a su llegada al trono, de problemas
exteriores, pues los siempre rivales
seléucidas Antígono y Seleuco habían muerto y sus
sucesores, Antíoco III y Filipo eran por aquel entonces muy
jóvenes. Confiado en tales circunstancias, condujo al imperio
ptolemaico de manera excesivamente ligera y fastuosa. El carácter
de Ptolomeo resultaba inaccesible para sus cortesanos; este
además era negligente para con las tareas administrativas, pues no
atendió debidamente todas las demandas de los gobernantes de
Egipto durante su reinado. Con los ministros encargados de los
asuntos exteriores se mostraba indiferente. Administró todos estos
asuntos sin interés por culpa de sus indecentes amoríos y sus
continuas borracheras, tuvo por esto no pocas conjuras contra su
vida e integridad imperial. Las dificultades financieras que
atravesaron sus dominios durante su ineficaz gobierno y los
problemas de reclutamiento de soldados griegos se convirtieron en
los principales factores de una profunda crisis gubernamental.
Contemporáneo de Antíoco III,se enfrentó a este en la IV Guerra
Siria.
La infantería seléucida.

Antíoco contaba en su ejército con abundantes mercenarios,


aliados y clientes de Tracia, toda Grecia y Macedonia, también
disponía de infantería ligera en gran número, sobre todo
procedente de Asia Menor. Los asentamientos militares estaban
concentrados en las regiones de Lidia, Frigia y el norte de Siria,
estos últimos estaban ubicados alrededor de la ciudad de
Antioquía, la majestuosa capital del imperio seléucida; también en
el Éufrates superior y la región de Media. Los soldados alistados
poseían kleroi de tierras, como en él ejército de los Tolomeos,
aunque estos últimos fueron llamados katoikoi en vez
de klerouchois.
Como ocurría en el ejército ptolemaico, los colonos seléucidas
estuvieron compuestos en su mayoría por una mezcla de
macedonios y griegos, pero, principalmente, los elementos
macedonios parece que sobre todo se asentaron en las provincias
de Lidia, Frigia y Siria. En el ejército había también persas,
nabateos, misios y otros pueblos anatolios como katoikoi en
Media, sobre todo de origen tracio y persa, también los colonos
hircanianos en Lidia parecen haber sido asimilados en la casta
militar macedonia. El ejército seléucida estaba compuesto
principalmente de falangitas, infantería ligera que incluía
arqueros, honderos, jabalineros y peltastas, junto con caballería
ligera y pesada acompañados por los temibles elefantes de guerra
indios. En total el ejército seléucida de Antíoco contaba con
sesenta y dos mil infantes, seis mil jinetes y ciento dos elefantes. A
continuación conoceremos detalladamente las unidades que
componían la infantería y los elefantes del ejército seléucida:

INFANTERÍA TRACIA.
Los mercenarios tracios portaban un tipo de espada larga y curva
llamada rhomphaia, 1.000 de ellos formaron en el ejército
seléucida en Rafia, fueron mandados por Menedemo de
Alabanda. Una buena parte de estos iban armados con jabalinas y
escudos de forma oval, similares a los tureos pero más pequeños y
livianos. Eran guerreros fieros y mantenían un estilo de lucha
particular, su modus operandi era el siguiente: lanzaban con
legendaria precisión y cadencia sus jabalinas, para acto seguido
blandir sus temibles romphaia, destrozando y arrebatando
escudos, seccionando vientres, extremedidades y pescuezos de los
enemigos, acuchillando salvajemente a hombres y caballos en una
terrible carnicería.

PELTASTAS THUREOPHOROI.
Reclutados para el enfrentamiento en número de 10000 hombres,
formaron en orden abierto en el ala izquierda. Aproximadamente
la mitad, unos 5000, eran oriundos de las ciudades griegas de Asia
Menor, siendo tropas muy polivalentes, equipados como peltastas
medios, estando mejor protegidos que los escaramuzadores ligeros,
portaban un gran escudo oval, el famoso tureo, dos jabalinas de 1,8
m. de longitud y lanzas largas de unos 2,5 m. Otros 5000
tureóforos entre los que se hallaban medos, carmanios y otros
pueblos orientales, portaban jabalinas y lanzas cortas. Eran
liderados por Aspasiano el medo.

INFANTERÍA LIGERA ÁRABE.


Eran unos 10.000 hombres, liderados por Zabdibelo, siendo
colocados en el ala izquierda, aproximadamente el 75% estaba
compuesto por arqueros y el 25% eran jabalineros. Estas tropas
estaban compuestas por guerreros de muchas tribus de
distinta índole, y asentadas cerca de la región donde se llevó a cabo
la campaña. Luchaban en orden abierto y al ser reclutados de
forma apresurada, casi siempre cerca del lugar de la batalla,
contaban con un muy bajo adiestramiento militar. Formaban en
filas de 24 hombres de profundidad. Producto de su escaso
entrenamiento y experiencia en batalla; las tropas de Ptolomeo,
más experimentadas, no encontraron mayor dificultad en hacerlos
retroceder y romper su formación .
FALANGE MACEDÓNICA.
La mayoría de los katoikoi, o tropas regulares, eran solo
movilizados en tiempo de guerra y vivían como colonos en sus
propias tierras en tiempos de paz, excepto en tareas ocasionales,
donde solían actuar como guarniciones en fortalezas. Muchas de
estas tropas regulares habrían servido en las unidades de guardia,
las fuentes sugieren que de esta forma se hacía posible una lealtad
y entrenamiento militar con un mayor nivel y profesionalidad que
la de sus antagonistas ptolemaicos. Participaron en número de
unos 10.000 hombres, siendo comandados por los generales
Nicarco y Teodoto de Etolia. Se dispusieron en filas de 24 hombres
de profundidad. La armadura equipada solía ser el famoso
linotórax, el escudo empleado constaba de unos 60 a 90 cm de
diámetro. Formaron en orden cerrado y portaban una pica,
también llamada sarissa, de unos 6´4 m de longitud y unos 6´5 Kg
de peso.

FALANGE ARGIRÁSPIDA E
HIPASPISTAS.
La falange argiráspida estaba considerada como infantería de élite
y estaba compuesta por 5 quiliarquías en filas de 32 hombres de
profundidad, llevaban lanzas o picas, dependiendo del terreno y el
tipo de tropa al que se enfrentaran, una de las quiliarquías estaba
formada por hipaspistas. En la batalla de Rafia la falange
arigráspida fue también comandada por Teodoto de Etolia y
Nicarco, componiéndose de unos 10.000 hombres, siendo 2.000
de ellos hipaspistas. Esta infantería también recibía el nombre
de escudos de plata, por el color de los mismos, aunque en realidad
solo estaban chapados de plata, o en ocasiones de estaño, que era
más barato y accesible. Sus corazas eran hemitórax, lo que viene a
ser una armadura metálica sobre lino, o linotórax, piezas de
armadura fabricadas de múltiples capas de lino y a veces
reforzadas en la cintura con escamas y placas metálicas. La pica
empleada, de nombre sarissa podía llegar a una longitud de hasta 6
´4 m y un peso de 6´5 kg. Su escudo era de unos 60 cm. de
diámetro. Existe una controversia con los hipaspistas, algunas
fuentes indican que eran una guardia dentro de los argiráspidas,
pero al no aparecer nunca los dos nombres a la vez en los registros
escritos de las batallas, se ha especulado que puedan ser solo
sinónimos y ambos cuerpos fuesen el mismo.

Cuando no estaban en campaña, estas tropas permanecían, en paz,


acuarteladas en diferentes guarniciones, el entrenamiento era
profesional y poseían una alta moral y disciplina militar. Se cuenta
que en la batalla de Rafia fueron "elegidos de todo el reino", según
Polibio, pero también se sugiere que en vez de entre los nativos,
estos fueron escogidos en los asentamientos militares del reino y
quizás entre macedonios y griegos. Algunas veces son referidos
como peltastas de la guardia. Formaban en orden cerrado.

INFANTERÍA MERCENARIA LIGERA: DAHES,


CARMANIOS Y JABALINEROS CILICIOS.
5.000 dahes, carmanios, cilicios y otros pueblos orientales
armados como infantería ligera participaron en la batalla.
Formaron en orden abierto en filas de 8 hombres de profundidad,
equipados con escudos y jabalinas, se situaron en el ala derecha, al
mando de Bitaco el Macedonio.

CARDACES Y LANCEROS LIDIOS.

2500 infantes cardaces formaron en el ala derecha. Esta infantería


aunque oriental, estaban armados como hoplitas, portaban lanza y
escudo grande y vestían linotorax. Los lanceros lidios estaban
equipados de manera más ligera, con lanzas y escudos grandes
pero sin apenas armadura corporal, formaban en número de unos
2.500. Se desconoce si estaban liderados por Bitaco el Macedonio o
algún otro general.

INFANTERÍA MERCENARIA GRIEGA.

Hipoloco de Tesalia lideraba en el ala derecha a unos 5.000


mercenarios griegos de infantería en el campo de batalla, de los
cuales 3000 estaban armados con jabalinas y espadas, sin
armadura corporal y equipados con el pelta, un escudo pequeño y
ligero. Formaban en filas de 24 hombres de profundidad. 2.000 de
los mercenarios formaban en orden cerrado falangita y estaban
equipados como tropas de infantería pesada, similares a las
falanges anteriormente descritas. Llevaban escudos y picas, junto
con linotórax reforzados con escamas de bronce, cascos también de
bronce, mayoritariamente de tipo ático y espadas tipo kopis. Cabe
resaltar que los oficiales iban aún mejor pertrechados con corazas y
espadas de hierro. Estas tropas mercenarias eran veteranas y
profesionales, normalmente no tenían un patrón de uniformidad y
se ataviaban según su poder adquisitivo, gustos personales o
simplemente de lo que conseguían de los despojos de la guerra. En
la batalla de Rafia formaron en filas de 8 hombres de profundidad
por 32 de longitud.

Arqueros cretenses mercenarios.

Arqueros procedentes de Creta, muy apreciados como mercenarios


de élite. Formaron en número de 2.500 efectivos. Estaban
comandados por Celis de Gortina y Euríloco.

Elefantes indios.

Los elefantes indios del ejército seléucida estaban equipados con


torres de madera en sus lomos y pieles con escudos de bronce y
hierro como protección. Eran guiados por un mahout indio, más
dos o tres soldados equipados con sarissas, arcos y flechas y
jabalinas. Los paquidermos más grandes podían también llevar
protecciones corporales de hierro y bronce, sobre todo en la cabeza
y las patas. Formaron en total 102 elefantes indios en el ejército
seléucida
LA CABALLERÍA SELÉUCIDA.

La caballería seléucida, y más concretamente la de la guardia


agema, se dividía en dos unidades, cada una de ellas compuesta
por 1.000 jinetes. La caballería de compañeros también
llamados ile real fueron reclutados en los asentamientos
pertenecientes a las regiones de Siria, Lidia y Frigia, siendo sus
integrantes los más nobles hacendados. Esta fue una tropa
permanente, no en vano eran los descendientes de los compañeros
que sirvieron con Alejandro y tenían sus propios kleroi de tierras
heredadas, probablemente, de sus antecesores. Los heitaroi o
compañeros estaban organizados en una quiliarquía compuesta de
1000 jinetes que formaban 2 hiparquías de 512 jinetes cada una,
estas se dividían a su vez en 8 Oulamoi o Ilai de 64 jinetes.
La segunda unidad de la guardia fue la agema, reclutada entre los
medos y sus vecinos, aunque eran nativos de la zona posiblemente
también tuvieran sus kleroi de tierras. Cualquiera de estos dos
cuerpos podían escoltar al rey en la batalla, y así parece ser que
ocurría cuando en algunas ocasiones ambas unidades eran unidas
y puestas a las órdenes directas del mismo. Durante esta época los
seléucidas aún no acostumbraban a acorazar los caballos,
equipando los jinetes como armas principales el escudo y la lanza.
La guardia agema formó en Rafia, en el ala derecha, en número de
2.000 y fue mandada directamente por Antíoco III en persona.
La caballería estaba encuadrada en oulamoi, esta era la unidad
más pequeña de la caballería seléucida, compuesta de unos
cincuenta jinetes.
La caballería de Antíoco contaba también con jinetes mercenarios
griegos, gálatas y dahes, aunque en las fuentes no se mencionan de
que clase eran, tan solo que eran mercenarios, puede que en su
mayoría estuviese compuesta por jinetes ligeros y medios.  A
continuación conoceremos com mayor detalle a la caballería que
participó en el bando seléucida.

Caballería regular o de ciudadanos.

Estos jinetes iban acorazados o semiacorazados, llevando


armaduras de lino y bronce y cascos. Las monturas iban sin
protecciones. Contaban con una lanza de empuje y espadas. La
mayoría eran reclutados de entre los asentamientos de Media y
Siria, aunque también participaron jinetes mercenarios griegos,
dahes y gálatas. Formaron al mando de Temiso en el ala izquierda,
en número de unos 2.000 efectivos.

Caballería de escaramuzadores miliciana.

La caballería de la milicia estaba compuesta por jinetes ligeros


armados con jabalinas de 1,80 de longitud y escudos de varios
tamaños, la mayoría iban sin apenas protecciones corporales para
facilitar el movimiento rápido, exceptuando los cascos de bronce.
Formaron en número de 2.000 también en el ala izquierda y eran
liderados por Mycius y Antípatro.

Caballería de compañeros o heitaroi.

Tropas de élite procedentes de la nobleza, expertos en complicadas


maniobras tácticas de caballería. Siendo en su mayoría macedonios
provenientes de los asentamientos militares de Siria, Lidia y Frigia.
1.000 de ellos formaron en el ala derecha del ejército seléucida
liderados por el primo del rey, Antípatro. Los jinetes iban bien
acorazados con armaduras y cascos de hierro, como armas
empuñaban lanzas de caballería y escudos pequeños, también
llevaban kopis al cinto.

Caballería de la guardia agema.

Caballería de élite, encargada de proteger al general en jefe del


ejército. La caballería de élite de la guardia agema se hizo más
pesada y acorazada. Participaron en número de 1.000
combatientes, liderados también por Antíoco en persona y su
primo Antípatro. Los jinetes iban fuertemente protegidos y
llevaban una lanza más larga y poderosa, el xyston, aunque en el
período en que acontece la batalla (217 a.C.) aún no era común que
se emplearan a dos manos, portando los jinetes de la guardia
agema un pequeño escudo. Cabe añadir que esta unidad a partir
de la guerra con los partos (212-205 a.C.) se hizo mucho más
pesada, llegando a acorazarse completamente jinete y montura,
surgiendo de esta manera los primeros catafractos en los ejércitos
helénicos.
LA INFANTERÍA Y CABALLERÍA PTOLEMAICA.

La infantería pesada de Tolomeo, los Klerouchoi, vivían en sus


tierras en tiempo de paz, siendo los kleroi concesiones de tierra
otorgadas por el gobierno ptolemaico, y únicamente se
movilizaban cuando se declaraba una guerra. Se entrenaban en los
cuerpos de los epígonos, es decir los herederos de Alejandro, estos
era equipados por los arsenales del estado, siendo sus armas muy
similares y estandarizadas. Los caballos pertenecían a su
propietario que generalmente era un hacendado rico o noble
terrateniente y contaban con el mejor entrenamiento. La falange
estaba compuesta aproximadamente por un tercio de soldados
macedonios y dos tercios por griegos de diferentes ciudades. La
Guardia Agema se reclutaba entre los cuerpos de la falange
o Klerouchoi. También la caballería de la casa real se reclutaba
entre los mejores y más nobles de estos, teniendo acceso
los machimoi egipcios a estas unidades de élite si demostraban su
valía en combate. La unidad básica de la falange era
la pentekontarchia o tetrarchia, con 4 filas de 64 hombres, 2 de
ellas formaban la hekatontarchia, compuesta de 128 hombres, a su
vez dos de estas la sintagma,formada por 256 hombres, con su
propio portaestandarte y oficial, 4 sintagma formaban
la chiliarchia (quiliarquía), compuesta por 1024 hombres, bajo el
mando de un chilarcos (quiliarco).

La caballería de Tolomeo, estaba dividida en varios cuerpos, su


unidad básica era la dekades, compuesta por 10 hombres, le
seguía la lochoi de 32, a esta la ilai o oulamoi, de 64, y por último
la hipparchiai de unos 512 jinetes. La caballería pesada estaba
formada en 5 hiparquías con números del 1 al 5 ( los dos primeros
eran propietarios que tenían que poseer 80 acres de tierra, de la
tercera a la quinta fila, propietarios de 100 acres). Por otra parte la
caballería ligera estaba compuesta por 4 hiparquías, siendo cada
una de ellas denominada con los nombres étnicos de cada pueblo
al que pertenecía, bien fueran de origen tesalio, misio o tracio. En
la época que nos atañe contaban con la concesión de 70 acres de
terreno por persona. Recibían del estado el equipo correspondiente
a la clase de combatientes que fueran. A continuación
analizaremos con detalle las unidades que componían el ejército
ptolemaico en la batalla de Rafia.
Peltastas mercenarios: tureóforos, tracios y gálatas.

El ejército ptolemaico también contaba con la versatilidad de los


famosos thureophoroi, equipados de manera similar a los del
ejército seléucida, portando lanza larga, tureo, espada y jabalinas.
Formaron en el ala derecha en número de unos 3.000, con orden
extendido en línea y 8 filas de profundidad. Estaban al mando del
general Sócrates. En el ala izquierda formaban 3.000 tracios en
filas de 12 hombres de fondo. Iban equipados como peltastas,
armados con la temible romphaia, escudo oval más pequeño que el
tureo y jabalinas. También participaron como peltastas un nutrido
cuerpo de mercenarios gálatas en número de unos 6.000 efectivos,
estando 4000 de ellos federados en el Imperio ptolemaico y 2.000
siendo reclutados para la campaña. Los guerreros gálatas iban al
combate semidesnudos cuando actuaban como infantería ligera y
media, con el tórax descubierto y una capa larga ceñida a los
hombros. Armados con lanzas, espadas de hierro y jabalinas,
también empleaban como armas defensivas el scutum céltico y el
tureo. Para la batalla formaron en 12 líneas de profundidad junto
con los mercenarios tracios y eran liderados por Dionisio de Tracia.

Falange griega mercenaria.

Equipados a la manera de los falangitas macedonios, formaron en


número de unos 8.000 en el centro de la formación con 24
hombres de fondo, bajo el mando del estratega Fóxidas. Algunas
fuentes contemporáneas mencionan que la mitad de sus efectivos
podrían haber sido peltastas.

Falange egipcia.

Esta falange, creada en el Valle del Nilo, fue reclutada por primera
vez de entre la población egipcia durante la cuarta guerra siria.
Llamados machimoi-epilektoi, estaban equipados a la manera
macedonia, con la notable diferencia de tener menos
entrenamiento y experiencia y por lo tanto una baja moral y
efectividad en combate. Formaron en líneas de 48 hombres de
fondo, gracias a esta profunda formación pudieron resistir a los
superiores falangitas del ejército seléucida. En Rafia formaron en
número de unos 20.000 efectivos, los cuales eran mandados por el
general Sosibio.

Falange libia mercenaria.

Procedentes del Norte de África, en concreto de la ciudad


helenizada de Cirene, esta falange estaba constituida por libios y
púnicos nativos e iban armados a la manera macedonia. Formaron
en el ala izquierda con una profundidad de 24 hombres por línea y
eran liderados por Amonio de Barca.

Falange macedónica.

Falangitas pesados, iban armados de forma similar a sus


homólogos seléucidas, eso sí, con menos experiencia en combate.
Siendo los llamados katoikoi, grecomacedonios establecidos en
territorios heredados a cambio del servicio de armas, en pocas
palabras: colonos militares. En Rafia formaron en líneas de 48
hombres de profundidad. Fueron dispuestos en 7 quiliarquías y
después agrupadas en strategiai, cada una con el nombre de su
estrategos. Formaron en el centro del ejército ptolemaico, en
número de unos 25.000 efectivos, liderados por Andrómaco.
Contaban con una unidad de elite, los Argiráspides, de la cual no se
conoce con exactitud el número, esta era mandada por Ptolomeo
de Trasos.

Falange de la guardia agema.

Tropas profesionales de élite. Reclutadas de entre los klerouchoi,


también fueron llamados hipaspistas. Estaban equipados a la
manera macedonia, pero con mayor boato y lujo, contando con
fastuosos adornos de oro y plata. Formaron en el ala izquierda,
constituidos en líneas de 24 hombres de profundidad. Fueron unos
3.000 efectivos en Rafia y eran liderados por Euríloco.
Arqueros mercenarios cretenses.

Eran tropas mercenarias profesionales muy codiciadas y valoradas.


Iban armados con arcos y algunos con armaduras ligeras de cuero
o pieles, aunque lo común era que no llevaran protecciones para
ofrecer una mayor agilidad y rapidez en el campo de batalla.
Escoltaban a los elefantes en el ala izquierda de la formación
ptolemaica. Eran unos 3.000 y fueron comandados por Cnopias el
alarciota y Filón de Cnosos.

Caballería tesalia mercenaria.

Diestros jinetes, eran tropas profesionales procedentes de las


llanuras de Tesalia, cuna tradicional de los mejores jinetes de la
Grecia continental. Iban armados con lanza de 1´80 m de longitud,
dos jabalinas y un escudo grande, como protecciones equipaban
linotorax y algunos protecciones de cuero o corazas de bronce,
también en su mayoría equipaban cascos beocios. Formaron en el
ala derecha en número de unos 2.000, siendo liderados por
Equécrates el tesalio.

Caballería pesada libio-egipcia.

Reclutados de la ciudad de Cirene y los asentamientos de


alrededor, siendo en su mayor parte tropas de guarnición con una
experiencia media en el combate. Formaron en el ala izquierda de
la formación ptolemaica y fueron comandados por el general
Polícrates en número de unos 2.300. Armados con lanzas, espadas
y escudos, iban bien protegidos por linotorax con escamas y
algunos con corazas de bronce junto con cascos del mismo
material.
Caballería pesada de la guardia real ptolemaica.

Eran jinetes de élite profesionales procedentes de la nobleza


ptolemaica. Participaron en el ala izquierda del combate, en
número de unos 700, liderados por el mismísimo Ptolomeo
personalmente. Iban armados con el poderoso xyston y el escudo
pequeño. El jinete estaba fuertemente acorazado, a diferencia de la
montura.

Elefantes de guerra africanos.

Elefantes norteafricanos más pequeños y ligeros que sus


homólogos indios. Iban equipados con una torre de madera con
capacidad para 2 hombres que podían ser arqueros, jabalineros o
piqueros. Eran guiados por un cornaca. Los elefantes solían formar
en los flancos o delante de la caballería e iban escoltados por
arqueros, honderos e infantería ligera, siendo asignado un
pequeño contingente a cada paquidermo. En la batalla formaron
en dos filas y no contaban con la experiencia de los elefantes indios
y sus conductores.

LOS PREPARATIVOS.

Al llegar la primavera, Antíoco y Tolomeo ya tenían a punto los


correspondientes preparativos para la guerra y se aprestaron a
dirimir sus diferencias en una gran batalla decisiva. El ejército
de Tolomeo partió de Alejandría, este contaba con unos efectivos
de 70.000 infantes, 5.000 jinetes y 73 elefantes de guerra.

Avisado de la partida de su rival, Antíoco organizó sus tropas de la


siguiente manera: los dahes, carmanios y cilicios fueron armados
como infantería ligera, en numero de 5.000; estaba al mando de
ellos Bitaco de Macedonia. Teodoto de Etolia, el cual desertó del
bando ptolemaico, estaba al mando de la flor y nata del ejército
real seléucida, armado al modo macedonio. Estando compuesto
por 10.000 soldados, la mayoría de ellos eran los famosos escudos
de plata, también conocidos como argiráspides. La falange, en su
conjunto, constaba de 20.000 hombres, comandada
por Nicarco y Teodoto de Etolia. En el ala izquierda escoltando a
los paquidermos se colocaron los efectivos agrianos, persas, lidios y
carducos, sumando unos 2.500 efectivos entre arqueros,
jabalineros y honderos, a cuya cabeza iba Lisímaco el galo. Seguían
1.000 guerreros tracios, a las órdenes de Menedemo de Alabanda.
Había también medos, cilicios, caducios y carmanios, estando en
número de 5.000 en total, que tenía a su cargo el general
medo Aspasiano. Participaban también árabes procedentes de Siria
y algunas de las gentes vecinas, siendo en total unos 10.000
efectivos, los cuales prestaban obediencia a Zabdibelo. Mandaba a
los mercenarios griegos Hipoloco de Tesalia; y su número era de
unos 5.000. Antíoco disponía también de 2.500 arqueros
cretenses, a las órdenes de Euríloco y Celis de Gortina. El
contingente de caballería contaba en total, con unos 6.000
hombres, 4.000 de ellos al mando de Antípatro, el sobrino del rey,
el resto formaba a las órdenes de Temiso. En total el ejército
de Antíoco III constaba de unos 62.000 infantes, 6.000 jinetes y
102 elefantes.

El camino hacia Rafia.

Tolomeo marchó hacia la fortaleza de Pelusio y, de momento, se


detuvo en esta plaza. Esperó a los rezagados, distribuyó víveres a
su ejército, movió su campo, y continuó avanzando paralelamente
al monte Casio y al lugar llamado el Báratro, así llamado porque
era considerado una especie de infierno en la tierra, debido a que
es muy desértico y baldío. No obstante, el ejército ptolemaico lo
atravesó en cinco días y acampó a 50 estadios de distancia de
Rafia, a unos 25 Km de la actual Gaza, en la moderna frontera
entre Egipto y Palestina, esta se encontraba junto a Rinocolura, la
primera ciudad de Celesiria para los viajeros procedentes de
Egipto. En el mismo momento, Antíoco se presentó con sus
fuerzas, este acudió a Gaza, donde hizo descansar a su ejército, y
después reemprendió lentamente la marcha. Rebasó la ciudad
aludida, Rafia, y acampó, ya de noche, a unos 10 estadios del
enemigo. Inicialmente, los ejércitos estaban a esta distancia
cuando acamparon unos frente a otros. Pero al cabo de unos días,
Antíoco, con una doble intención, ocupó una posición más
estratégica para infundir ánimo a sus propias tropas, acercando su
campamento al de Tolomeo, ahora ambos atrincheramientos se
encontraban a no más de 5 estadios el uno del otro. Ya entonces
fueron muchos los choques que se produjeron entre forrajeadores
y aguadores de ambos bandos, al tiempo que se libraban pequeñas
escaramuzas entre ambos ejércitos, tanto de infantería como de
caballería.

En este tiempo, Teodoto intentó un golpe audaz, al modo etolio, no


desprovisto de coraje. Por su anterior servicio y convivencia con el
rey Tolomeo, conocía perfectamente las costumbres de este, su
género de vida. Antes de las primeras luces del alba se introdujo,
con dos hombres más, en el campamento de Tolomeo. La
oscuridad hacía aún su rostro irreconocible. Tampoco por el
vestido ni por la silueta podía nadie distinguirles, debido a lo
abigarrado de las indumentarias de aquel campamento. Por las
escaramuzas que se libraban a muy poca distancia, en los días
anteriores, Teodoto había procurado averiguar cual era la tienda
del rey y, ahora, se dirigió audazmente hacia ella. No le reconoció
ninguno de los hombres con los que se cruzó. Irrumpió en la tienda
en la que el rey acostumbraba a recibir a las audiencias y a comer,
registrándola de cabo a rabo, pero no dieron con el monarca,
porque Tolomeo no descansaba en esa tienda, levantada solo para
recepciones y el aparato real. Hirió a dos hombres que
descansaban allí, incluso dio muerte al médico real, Andreas, y se
retiró, sin correr ningún peligro, a su propio campamento: solo le
increparon algo cuando traspasó el atrincheramiento de vuelta a
sus posiciones, pero ya era demasiado tarde y le dio tiempo a huir.
Si se atiende a su audacia, cumplió bien su propósito, pero falló en
sus previsiones, puesto que no había averiguado correctamente el
lugar de descanso del monarca, de haber conseguido su intrépido
objetivo podría haber evitado un mayor derramamiento de sangre
por ambos ejércitos e incluso haber cambiado el curso de la guerra.

La batalla.

Ambos reyes, acampados ya durante cinco días uno frente al otro,


estaban dispuestos a decidir por las armas quien era el dueño de la
vital región de la Celesiria, corría el 22 de Junio del año 217 a.C.
Tolomeo ordenó salir a sus tropas del campamento y así mismo
Antíoco sacó las suyas para oponérsele. Ambos monarcas situaron
frente a frente sus falanges con sus tropas escogidas al modo
macedonio. Las dos alas de Tolomeo presentaban la siguiente
disposición: Polícrates con su caballería lideraba el ala izquierda.
Entre este y la falange, estaban los cretenses, en contacto con la
caballería. A continuación seguía la agema real.

Después venían los peltastas a las órdenes de Sócrates y, junto a


ellos, los africanos armados al modo macedonio, osease, como
falangitas, aunque de forma más ligera. En el ala derecha se
encontraba Equécrates el tesalio liderando un nutrido contingente
de caballería, a su izquierda formaban los fieros mercenarios galos
y tracios.

A continuación seguían los mercenarios griegos, liderados por


Fóxidas y junto a ellos formaba la numerosa y novata falange
egipcia.

En cuanto a los elefantes africanos de Ptolomeo, colocó a 40 de


ellos en el ala izquierda, que era donde el rey iba a combatir
personalmente; los 33 restantes formaron delante del ala derecha,
a la altura de la caballería mercenaria. Antíoco, por su parte,
dispuso en vanguardia delante del ala derecha a 60 de sus
elefantes, mandados por su amigo de la infancia, Filipo. En este ala
también se dispuso el, con el firme objetivo de trabar combate
personal con Ptolomeo. Detrás de los elefantes colocó en formación
lineal a 2000 jinetes al mando de Antípatro, dispuso también a
otros 2000 en ángulo recto con ellos. Al lado de la caballería, situó,
de frente, a los habilidosos arqueros cretenses. Alineó a
continuación a los mercenarios griegos apoyados por 5000
hombres armados como falangitas ‘’a la macedonia’’ a las órdenes
del macedonio Bitaco. Emplazó en el extremo del ala izquierda a
2000 jinetes liderados por Temiso, junto a estos situó a los
cardaces y lanceros lidios y a continuación a la infantería ligera, en
número de unos 3000, mandados por Menedemo. Seguían los
cilicios, medos y carmanios y luego los árabes y sus pueblos
vecinos en contacto ya con la falange. Al resto de los elefantes
Antíoco los mandó formar delante del ala izquierda, estos eran
conducidos por Músico, que anteriormente había sido paje real en
la corte seléucida.

Ordenados de esta manera los dos ejércitos, ambos reyes


recorrieron sus líneas frontales, acompañados de los oficiales y los
cortesanos. Habían depositado sus máximas esperanzas en las
falanges, y fue ante estas formaciones donde pusieron el máximo
ardor en sus arengas. Ante los falangitas
de Tolomeo hablaron Andrómaco, Sosibio y la hermana del
rey, Arsínoe; ante las de Antíoco, Teodoto y Nicarco, siendo
los oficiales mencionados los que mandaban. El contenido de las
alocuciones de guerra vino a ser en ambos casos muy similares.
Ninguno de los dos monarcas podía aducir a ninguna hazaña
brillante realizada por ellos: por el simple hecho de que hacia muy
poco tiempo que habían asumido sus respectivos imperios; por lo
tanto intentaron infundir en sus falanges coraje y aliento
recordándoles la gloria de sus antepasados y las gestas realizadas
por personajes de antaño. Pero, por encima de todo, proponían las
máximas recompensas para el futuro tanto a los oficiales como a
los soldados, para invitarles y exhortarles de esta manera, a que en
la batalla inminente se comportaran de manera noble y varonil.
Todo esto y otras cosas por el estilo lo decían montados a caballo;
hablando en persona o por medio de intérpretes. Y cuando en su
marcha, Tolomeo y su hermana, alcanzaron el extremo izquierdo
de toda su formación, y Antíoco, con su escuadrón real, el
derecho, se dio la señal de inicio del combate, y los elefantes de
ambos ejércitos comenzaron la batalla.

Fase I.

No fueron muchas las bestias de Tolomeo que se trabaron en


combate con los elefantes contrarios; los hombres que luchaban
desde las torres se batieron espléndidamente: peleaban casi cuerpo
a cuerpo con sus lanzas y se herían mutuamente. Pero aún fueron
más bravos los elefantes, que arremetían con inusitado furor y se
embestían de frente. Estas fieras luchaban de la siguiente manera:
se entrelazaban y cruzaban sus colmillos mutuamente, se
empujaban con violencia apoyándose firmemente en el suelo, hasta
que una de las dos superaba a la otra en potencia y le echaba la
trompa a un lado. Cuando ya conseguía girarle la trompa y lograba
llegar al flanco expuesto, solo entonces la hería con los potentes
incisivos, no de otro modo que un toro con los cuernos. Allí la
mayoría de los elefantes de Tolomeo se acobardaron ante la
lucha, que es lo que suele ocurrir con los elefantes africanos. Pues
no soportaron ni el hedor ni el griterío, sino que horrorizados ante
la talla y la potencia de los elefantes indios huyeron al instante.
Desbaratadas sus líneas, presionaron sobre sus propias
formaciones, y entonces la guardia real de Tolomeo empezó a
ceder, oprimida por las fieras, mientras Antíoco desbordaba con
sus jinetes la línea de los elefantes y mandaba cargar sobre la
caballería mandada por Polícrates. Al mismo tiempo, delante de
la línea de los elefantes, los mercenarios griegos próximos a la
falange atacaron a los peltastas de Tolomeo y los forzaron a
retroceder; cabe resaltar que los elefantes africanos en su huida
también habían desorganizado por la zona las líneas de estos
peltastas.

El ala izquierda de Tolomeo  terminó cediendo íntegramente,


aplastada tal como se ha descrito. En este momento de la
batalla, Arsínoe, la hermana de Tolomeo, se puso al frente de las
tropas que cedían y, con los cabellos sueltos en un alarde de
desesperado valor y osadía, les suplicaba a los hombres que
reemprendieran la lucha, al tiempo que prometía a cada soldado 2
miras de oro.

El general Equécrates, que estaba al mando del ala derecha


ptolemaica, de momento se limitaba a observar el choque de las
alas citadas, pero cuando vio que la polvareda se levantaba en
dirección hacia él, y que sus elefantes no se atrevían, ni mucho
menos, a atacar a los enemigos, ordenó a Fóxidas, comandante de
los mercenarios griegos, que acometiera al enemigo que tenía
enfrente. Fóxidas liderando a su caballería y el contingente
apostado detrás de los elefantes, se puso fuera del alcance de las
bestias enemigas; acosó a la caballería rival por el flanco y por la
retaguardia y la puso rápidamente en fuga. Fóxidas y los suyos
lograron poner en fuga a buena parte de la infantería enemiga, en
un alarde de valor y tenacidad, cayeron sobre los árabes y los
medos, y les obligaron a volver la espalda y a huir
atropelladamente. De modo que el ala derecha de Antíoco vencía,
pero la izquierda era derrotada.

Fase II.

Entretanto las falanges, que ya no contaban con la protección de


las alas, permanecían intactas en medio de la amplia llanura; sus
esperanzas sobre el desenlace final eran
inciertas. Antíoco pugnaba todavía con el fin de explotar su éxito
en el ala derecha. Tolomeo, por su lado, que se había retirado
detrás de la protección de su falange, se adelantó entonces por el
centro; su aparición llenó de pánico al enemigo e infundió gran
empuje y coraje a sus hombres. Los generales
ptolemaicos Andrómaco y Sosibio se lanzaron al instante al
asalto con sus lanzas en ristre, acompañados de gran parte de la
caballería. Las tropas de élite sirias resistieron algún tiempo; las
mandadas por Nicarco retrocedieron prontamente y se retiraron
del combate. Antíoco, general aún joven e inexperto, suponía que
por haber vencido él en su ala, la victoria ya era completa, y
acosaba a las tropas enemigas que huían. Pero al final, uno de sus
capitanes, de más edad y experiencia, le detuvo, y le hizo ver como
la polvareda levantada iba desde la falange hacia su propio
campamento.

Antíoco comprendió entonces lo sucedido, e intentó volver


raudamente otra vez al lugar de la lucha con su escuadrón real.
Comprobó que todos los suyos habían huido, y entonces se replegó
hacia Rafia, convencido de que en la parte que dependía de él se
había triunfado; la derrota se debía a la cobardía y a la vileza de los
demás generales. De modo que la falange de Tolomeo, la
caballería de su ala izquierda y su cuerpo de mercenarios lograron
la victoria y, en la persecución subsiguiente, mataron a muchos
enemigos. Tolomeo se retiró acto seguido y pasó la noche en su
campamento. Al día siguiente recogió sus muertos y los enterró,
despojó a sus enemigos, levantó el campamento y se dirigió a
Rafia. Después de la fuga, Antíoco quería acampar fuera de esta
ciudad, tras haber juntado nuevamente a los que habían huido en
la batalla. Pero la mayoría se había refugiado en la población, cosa
que le forzó a entrar y pasar la noche en la propia ciudad. A las
primeras luces del alba hizo salir a la parte que se salvó de su
ejército y se dirigió a Gaza, donde estableció su campamento.
Desde allí envió legados para tratar la recuperación de sus
muertos; logrando pactar una tregua con el enemigo para
enterrarlos, las bajas de Antíoco fueron poco menos de 10.000
hombres de infantería y más de 300 de caballería; junto con más
de 4.000 prisioneros.

Durante el combate perdió 3 elefantes y, posteriormente, se le


murieron 2 más a consecuencia de las heridas recibidas en
combate. En el bando de Tolomeo murieron 1.500 hombres de
infantería y 700 de caballería: le mataron 16 elefantes y la mayoría
de los restantes se los arrebató el enemigo, aunque esto último es
discutible según las fuentes. Este fue el desenlace de la batalla
librada en Rafia entre los dos reyes más poderosos de Asia y África
por la posesión de la región de Celesiria.

EL RESULTADO.

Después de haber recogido a sus muertos, Antíoco se retiró a su


país con su ejército; Tolomeo tomó de inmediato Rafia y el resto
de ciudades circundantes; todas las poblaciones rivalizaban para
adelantarse a las vecinas en pasarse a su bando, o reintegrarse a él.
Las gentes de estas tierras eran proclives a los reyes de Egipto
desde siempre, por lo que parecía natural que se coronara, hicieran
sacrificios y levantaran altares a Tolomeo.

El rey Antíoco llegó a la ciudad que lleva su nombre, Antioquía, y


envió sin dilación como delegados a la corte de Tolomeo, a su
sobrino Antípatro y a Teodoto, con el fin de negociar un tratado
de paz, pues temía una incursión del enemigo, y la reciente derrota
sufrida hacia que recelara de su propio pueblo; le angustiaba
también la revuelta de Aqueo en Asia Menor, y que no se
aprovechara de esta debilidad temporal. Afortunadamente para
el, Tolomeo ya no pensaba en nada de esto, antes bien, satisfecho
por aquella victoria inesperada y, en suma, por haber adquirido
Celesiria sin imaginárselo siquiera, ahora no era contrario a la paz,
sino partidario de ella más de lo debido; le arrastraba a ello sin
duda su vida siempre indolente y depravada, incapaz de soportar
los sacrificios de una prolongada campaña bélica. De modo que,
cuando se le presentó Antípatro, primero pronunció algunas
amenazas y reproches por la conducta de Antíoco, pero se animó
a pactar una tregua por un año y envió a Sosibio, con los
embajadores para que ratificaran lo acordado.

Tolomeo pasó tres meses en Siria y en Fenicia, la región llamada


Celesiria, para poner en orden las ciudades recién conquistadas;
después dejó allí a Andrómaco de Aspendo como gobernador
militar de las regiones citadas y partió con su hermana y amigos
hacia la capital, Alejandría. Había puesto un final a la guerra que
resultaba sorprendente a los habitantes de su reino, que no habían
confiado en la victoria, pues conocían los corruptos hábitos de la
vida del monarca. Antíoco, por su parte, se aseguró de la tregua
con Sosibio y se dedicó enteramente, según su primer propósito, a
los preparativos para poner fin a la revuelta de Aqueo.

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