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El ejército egipcio

Historia
José Miguel Parra Ortiz – Julio de 2003

Seguro que si os digo que en el antiguo Egipto no tenían ejército os costará creerme. Ya me
estoy imaginando vuestras caras de no fiaros nada de nada y un bosque de manos alzadas y
cientos de preguntas: Entonces ¿cómo pudieron conquistar su imperio? ¿En la Biblia no se
habla del ejército de Ramsés II? ¿No hay un montón de relieves en los templos y mastabas
donde se ve a los soldados egipcios atacando a sus enemigos? Vale, lo confieso, es un
pequeño embuste. Los egipcios sí tenían ejército, pero al principio era un ejército un poco
«birria». Cuando digo esto no me refiero a que no fueran buenos soldados, sino al hecho de
que no era un ejército permanente.

Durante los primeros momentos de la historia de Egipto, el Reino Antiguo y el Reino


Medio, es decir, la época de las pirámides, los faraones no disponían de soldados
profesionales. Era como la «mili» de hace unos años, todos eran soldados no voluntarios,
llamados a filas cuando se los necesitaba. Cuando Egipto era atacado o había que organizar
una expedición contra alguno de los enemigos tradicionales de Egipto (los pueblos de
Nubia, Canaán, Libia o los nómadas del desierto), los funcionarios del faraón reunían a un
grupo de hombres y, sin un entrenamiento militar exhaustivo, lo enviaban a cumplir la
misión.

Esto significaba, además, que las campañas militares tenían lugar cuando las condiciones
agrícolas y el clima lo permitían. Por ejemplo, para ir a combatir a Nubia, donde el calor es
enorme, se prefería la época del invierno y la primavera, cuando las temperaturas no eran
tan altas. En cambio, para atacar la zona de Siria-Palestina se elegía el verano, después de
haber recogido la cosecha. Ser soldado y agricultor tenía sus desventajas, sobre todo desde
el punto de vista del ejército. Pero durante la Antigüedad era algo habitual. Durante los
primeros años de la república romana pasó lo mismo y aún así conquistaron un gran
imperio.

Afortunadamente para los egipcios, los pueblos a los que se enfrentaban contaban con el
mismo tipo de formación militar, por lo cual en sus enfrentamientos salían victoriosos casi
siempre. Al menos eso es lo que nos dicen los textos egipcios. Claro, que en muchas
ocasiones leerlos es como pedirle a un hincha de un equipo de fútbol que nos cuente el
partido: la culpa siempre es del árbitro. Este es uno de los motivos por los cuales al leer un
texto histórico hay que analizarlo en profundidad e intentar averiguar la parte de verdad que
contiene.

Pese a todo, no dejéis que os engañe la imagen de un ejército no profesional. Los soldados
egipcios eran capaces de llevar a cabo tácticas y estrategias complejas. Para que os hagáis
una idea, Uni, un funcionario de la VI Dinastía al que el faraón el encargó dirigir una
campaña militar, fue el primer general que puso en práctica una táctica que luego han
venido repitiendo todos los ejércitos del mundo, desde las legiones romanas hasta los
«marines» norteamericanos: un ataque en pinza para rodear al adversario, acompañado del
desembarco de tropas desde barcos de transporte. Exactamente igual que en Normandía
durante la II Guerra Mundial ¡Modernos los egipcios!, ¿a que sí?

Las cosas cambiaron con la llegada del Reino Nuevo (la época de Tutmosis, Tutankhamon,
Ramsés, etc.). Egipto se convirtió entonces en una de las superpotencias de la época y luchó
por la supremacía en el Mediterráneo oriental con los hititas, los mitanios y otros poderosos
imperios. Evidentemente, para enfrentarse con ellos no bastaba con un grupo de soldados
reunidos apresuradamente y sin mucho entrenamiento. Ahora se necesitaba un ejército
profesional y bien preparado.

Estos soldados se entrenaban con dureza y conocemos textos en donde se describen las
caminatas, carreras y sufrimientos de la infantería egipcia. También había cuerpos
especiales; soldados que sufrían un entrenamiento específico en un arma concreta, en este
caso el uso del arco y las flechas. No era el único cuerpo de élite del ejército egipcio, pues
la armada y sus barcos tenían mucho prestigio; quizá más, tenían los encargados de
conducir los «tanques» de la época: el carro tirado por caballos. Sin embargo, estos
animales no eran montados por soldados, por lo cual no existía la caballería. Dirigir y atacar
al enemigo sobre un caballo sin los estribos es muy complicado y es fácil desmontar al
jinete.

En cada carro iba un conductor, encargado de manejar y dirigir la máquina, además de un


soldado que disparaba flechas y lanzaba jabalinas contra los enemigos. El carro de guerra
no fue un invento egipcio. Se trata de un arma que introdujeron en Egipto los hyksos, un
pueblo asiático que llegó a controlar el Delta durante el Segundo Período Intermedio. Esto
quiere decir que los soldados del faraón no eran los únicos que contaban con esta nueva
arma. Los hititas, archienemigos de los egipcios en esta época,también los tenían; pero los
suyos eran un poco más grandes, pues llevaban a tres personas: el conductor, el arquero y
un escudero encargado de protegerlos a ambos de los ataques del adversario.

Al contrario que otros soldados del período, los egipcios no solían vestir armaduras
protectoras, sólo sus espadas, sus lanzas y la típica faldita corta. Por no llevar no llevaban ni
casco. En ocasiones se protegían con camisas de cuero y polainas, pero eran las menos. Su
principal arma defensiva era el escudo: un armazón de madera de forma rectangular con una
parte curva, recubierta con una piel de vaca muy tensa. A pesar de su aparente fragilidad,
era una defensa bastante efectiva contra las armas de la época.

El capitán general del ejército era el faraón y el segundo al mando el visir. Después estaban
los generales y por debajo de ellos otros oficiales, como los comandantes de división, los
portaestandartes, el comandante de los arqueros, los comandantes de los fuertes, etc.
La unidad militar básica era un grupo de cincuenta soldados, dirigidos por un oficial. Cinco
de estos grupos formaban una compañía, dirigida por un comandante con la ayuda de un
escriba militar. Una división, o cuerpo de ejército, estaba compuesta de veinte compañías y
constaba en total de 5.000 soldados, dirigidos por veinte oficiales superiores y un general.
En campaña, los egipcios disponían de cuatro divisiones (las de Ramsés en la batalla de
Kadesh se llamaban: Amón, Ra, Seth y Ptah), lo que significaba 20.000 soldados bien
entrenados y ansiosos por enfrentarse al enemigo.

Terminada la batalla, los egipcios recurrían a un sistema un poco peculiar para conocer
cuantos soldados contrarios habían muerto: les cortaban el pene y luego los amontonaban
para que los escribas recogieran en sus papiros las cifras oficiales de muertos. Y es que
siempre ha ocurrido lo mismo, los generales dirigen las batallas y se llevan la gloria, pero
son los sufridos soldados quienes pierden la vida.

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