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I. Introducción
a) En esta intervención nos referiremos a la figura de la licencia, que en la dogmática no
llega a constituir una categoría analítica, en orden a establecer si resultaría de su esencia
el carácter reglamentario o el carácter contractual.
b) Motiva este interés la circunstancia de que si bien tradicionalmente en nuestro medio,
las actividades que se prestan mediante la figura de la licencia, tales como radiodifusión,
servicio de taxis, caza y pesca, portación de armas, conducción de vehículos, etc., son de
naturaleza reglamentaria; sin embargo, se han dado supuestos también de “licencias
contractuales”.
Como ejemplo de ello, puede citarse, en materia de telecomunicaciones, el así denominado
“Contrato de Licencia”, recientemente suscrito entre el Estado Nacional y las Licenciatarias
del Servicio Básico Telefónico, con el objeto de adjudicarles a éstas, licencias sin límites
temporales para la prestación del servicio de telefonía fija local (esto es no interurbano),
larga distancia nacional e internacional y transmisión de datos, en las regiones donde
JGUIDOI. SM
ORGE ANTIAGO TAWIL
URATORIO
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Entre el 8 octubre y el 8 de noviembre, según lo establezca la Secretaría de Comunicaciones, ver Decreto Nº
264/98, Art 1º.
2
Ver Resolución de la Secretaría de Comunicaciones Nº 280/95 (B.O. 11/12/95)
3
En este sentido, José Canasi recuerda que Joaquín V. González encuadra esa reglamentación como el uso del
poder estatal de la “alta policía” (Cfr. Canasi, José Tratado de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1976, Vol.
CONTRATOS ADMINISTRATIVOS
III, p. 172). Asimismo, puede verse al respecto Cassagne, Juan Carlos La Intervención Administrativa, Buenos
Aires, 1992, p. 77 y ss.; sobre el origen del concepto y sus diversas aplicaciones: Legarre, Santiago “Los orígenes
históricos del concepto de “poder de policía”, ED 23/4/99; Muratorio, Jorge I. «Algunos aspectos del Poder de
Policía Municipal (Con especial referencia a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires)», ED 30/12/93.
4
García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón Curso de Derecho Administrativo, 4ª Ed., Madrid,
1997, T. IIº, pp. 137/139 y 148/149.
5
Esta posición es superadora de la complejidad ínsita en la doctrina que distingue “derechos preexistentes” de
“intereses legítimos preexistentes”, como es el caso, por ejemplo, de Sandulli en el derecho italiano, quien
vincula aquella clasificación con la licencia -“licenze”- de tal modo que, en el primer caso ésta sería una
especie de la figura genérica de la autorización -declarativa de derechos-; y en el segundo -donde menciona la
“licenza di commercio, porto d’armi”-, “licenze in senso tecnico”, se confiere un nuevo derecho (Cfr. Delpino,
L. y Del Giudice, F. “Diritto amministrativo”, pp. 312/329).
6
Barra, Rodolfo C. “Hacia una interpretación restrictiva del concepto jurídico de servicio público”, LL 1982-B,
p. 365; Ariño, Gaspar Economía y Estado, Buenos Aires, 1993, pp. 349/350. Salomoni sostiene que en nuestro
sistema jurídico, desde siempre ha existido titularidad estatal de servicio público (Salomoni, Jorge Teoría General
de los Servicios Públicos, Buenos Aires, 1999, p. 158 y nota 71).
7
Mairal, Héctor “La ideología del servicio público”, Rev. de Der. Adm., Buenos Aires, 1994, p. 398 y nota 185.
Sobre la relación entre la titularidad estatal de los servicios públicos y la Constitución Nacional nos hemos
ocupado en el Capítulo IIIº de nuestro trabajo «La Regulación constitucional de los servicios públicos en la
Reforma de 1994», en ob. conj. dirigida por el Dr. Juan Carlos Cassagne, Estudios sobre la Reforma Constitucional,
Ed. Depalma, Buenos Aires, 1995, esp. pp. 101 a 110.
8
Principio general establecido en el Art. 944 del Código Civil.
9
Corte Suprema Justicia de la Nación, Fallos: 296:726; Procuración del Tesoro de la Nación, Dictámenes:
199:412; 206:218.
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Y ese derecho es “declarado” a través de los distintos actos en que se expresa el poder de
policía. La “autorización”, expresión más típica (10) y genérica (11) de ese poder, concreta
un derecho delimitado o limitado administrativamente.
2. Respecto de los derechos que titulariza el Estado, estos pueden transferirse en su
ejercicio a los particulares, a través de una “delegación” consentida de cometidos
administrativos, por medio por ejemplo de la “concesión de servicios públicos”, que es
el contrato administrativo típico y constitutivo de derechos.
Así, pues, en una aproximación general, podemos destacar que las expresiones caracte-
rísticas del poder de policía –autorización– y del servicio público –concesión–, permiten
declarar o constituir derechos, según éstos los titularicen los particulares o el Estado.
Y el poder de policía, que permite declarar derechos, es de naturaleza típicamente
reglamentario, a tal punto que Jéze sostiene que “la competencia de policía no puede
quedar obligada por un contrato” (12).
Por su parte, el servicio público, a través de la concesión permite constituir derechos de
origen y naturaleza contractual, siguiendo en el punto la posición de Marienhoff (13).
10
Grecco, Carlos M. y Muñoz, Guillermo A. “La precariedad en los permisos, autorizaciones, licencias y
concesiones”, Buenos Aires, 1992, p. 84.
11
García de Enterría, y Fernández, ob. y lug. cits.
12
Jèze, Gastón Principios Generales del Derecho Administrativo, T. III, 3ª Ed., París, 1926, p. 515. Agrega el
autor que la circunstancia de que el acto sea provocado por el particular no lo transforma en contrato, como
tampoco la aceptación de cargas derivadas del mismo.
13
Marienhoff, Miguel S. Tratado de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1989, T. III-B, p. 601.
14
Marienhoff, Miguel S. Los privilegios en el derecho público, E.D. 162-1200.
15
Art. 15, inc. 7º, de la Ley Nº 23.696.
16
Art. 17, inc. 5º, de la Ley Nº 23.696. En el mismo sentido, pero sin agotar la enumeración, se encuentra el
“Proyecto de Ley de Concesiones, Licencias, Permisos y Figuras Vecinas”, cuya elaboración fuera encomendada
por la Res. del Ministerio de Justicia Nº 421 del 10/12/97.
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Veamos.
1. La Licencia como Permiso
a) Marienhoff, en concordancia con el esquema del Art. 17, inc. 5º, de la Ley Nº 23.696,
considera a la licencia como una figura jurídica ambigua, que fluctúa entre la concesión
y el permiso, pero más cercana a éste, de modo que, por el carácter precario y revocable
del mismo, no resultaría una figura apta para la prestación de servicios públicos (17).
La identificación de la licencia con el permiso también es señalada en determinadas
previsiones normativas por García de Enterría y Fernández en España (18).
Tal identificación, en general, entendemos que podría tener base en el derecho
administrativo francés de fines del siglo pasado y principios del presente, que
fundamentalmente asimilaba licencia y permiso de ocupación de la vía pública, a la vez
que esto último estaba estrechamente ligado con los servicios públicos (19).
b) En esta posición, de identificarse la licencia con el permiso, la misma, de acuerdo con
el régimen que en el derecho administrativo se ha delineado para aquél, sólo generaría
en favor del particular un “derecho imperfecto” o simple situación precaria, de tolerancia;
no sería un contrato; sería revocable en cualquier momento por justa causa; y se destinaría
a situaciones de poca significación jurídica, económica y social, de modo que resultaría
impropio en esa figura el otorgamiento de privilegios temporarios a los que se refiere el
Art. 75, inc. 18 de la Constitución Nacional (20).
c) Por eso Marienhoff, con buen criterio, desaconseja su uso para el servicio público, aún
cuando ha existido y existe previsión de “permiso de servicios públicos” (21).
2. La licencia como concesión
Advertido de lo anterior, Cassagne (22) sostiene que la licencia es más estable que el
permiso; aún cuando tampoco configuraría una autorización, en tanto, si bien no es por
sí contractual, al no existir un derecho preexistente, no sería por tanto declarativa de
derechos.
Por tanto, en su opinión, la licencia sería constitutiva de derechos, de modo que si resultara
de origen contractual y vinculada a un servicio público, sería una especie de concesión
de servicios públicos, aún que con modalidades propias (23).
17
Marienhoff, “Los privilegios...”, cit.
18
García de Enterría y Fernández, ob. cit., T. IIº, p. 135.
19
Jèze, ob. cit., T. III, pp. 255/258, 261/262.
20
Marienhoff, Miguel S. Permiso especial de Uso de Bienes del Dominio Público, Buenos Aires, 1996.
21
En el derecho francés, Trotabas, citado por Jèze, entiende derivar de un pronunciamiento del Consejo de
Estado que la respectiva ley preveía que la distribución del servicio público de energía eléctrica podía hacerse
mediante “concesión” ó “permiso” (Jèze, ob. cit., p. 421, nota 104). Asimismo, en nuestro derecho existe
previsión genérica de otorgar “permisos para la explotación de servicios públicos” en el Art. 15, inc. 7º, de la
Ley Nº 23.696; figura también receptada por el “Proyecto de Ley de Concesiones, Licencias, Permisos y Figuras
Vecinas”, antes mencionado.
22
Cassagne, Juan Carlos “El servicio público y las técnicas concesionales”, L.L. 1995-C-1174.
23
Cassagne, “El servicio público y las técnicas concesionales”, cit.
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Sin embargo y dejando a salvo la autoridad de las opiniones en otro sentido, entendemos
que bien podría identificarse a la licencia con la autorización propia del poder de policía
(24), en tanto la misma, conforme las clasificaciones anteriormente expuestas en el presente,
configuraría un supuesto de actividades que iure proprio titularizan los particulares, a
partir de la delimitación administrativa de derechos.
Luego, como la autorización, la licencia resultaría declarativa de derechos y de carácter
principalmente reglamentaria.
Serviría como técnica declarativa de derechos que podremos denominar “servicios públicos
impropios” o “actividades de interés público” (25) y equiparar a las “public utilities” del
modelo norteamericano (26), o a las licencias del derecho inglés (27).
Esto la diferenciará de la concesión, donde el derecho es titularizado por el Estado, quien
delega su ejercicio —y ello constituye un derecho— a favor del particular, por lo cual es
eminentemente contractual.
24
La equivalencia entre licencia y autorización habría sido sostenida por Bielsa (Cfr. Salomoni, ob. cit., pp. 348/
349).
25
En ellas la titularidad de la actividad, el derecho a su ejercicio, es de los particulares, no del Estado (Cfr.
Cassagne, “La intervención...”, pp. 41/45).
26
Mairal, “La ideología...”, cit.
27
Budassi, Iván Fernando “Licencias y Concesiones. Un estudio comparativo entre los sistemas del Reino Unido
y la Argentina”, Rev. de Der. Adm., Buenos Aires, 1997, Nº 24/26, pp. 233/234.