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Lombardo Marchán

Derecho Administrativo II
UCALP

Procedimiento
disciplinario de
agentes públicos en
general (ley 10.430)
Lombardo Marchán
Derecho Administrativo II
UCALP

Introducción.
En la presente monografía vamos a desarrollar el procedimiento disciplinario
del empleo público en la Provincia de Buenos Aires. En primer lugar, debemos
establecer algunos conceptos respecto del régimen disciplinario, para luego detallar
con mayor profundidad al procedimiento propiamente, explicando cada uno de sus
pasos.

Conceptos preliminares.
El procedimiento sumarial es una herramienta administrativa que sirve para
decidir y fundamentar una sanción a un agente; al mismo tiempo, es un carril formal
que garantiza el derecho de defensa del propio trabajador estatal, ya que tiene por
objeto habilitar la sanción, previa acreditación de hechos u omisiones que pudieren
constituir faltas punibles y de todas sus circunstancias. Satisface el interés de la
Administración (y a través de ella, el interés publico), pero garantizando los derechos
fundamentales de los trabajadores estatales.
Como consecuencia de sus funciones constitucionales y legales, el Estado
goza de ciertas prerrogativas que le permiten su desarrollo pleno; son facultades de
actuación que nacen del ordenamiento jurídico. Es lo que llamamos potestad
sancionatoria o disciplinaria. Se trata de la facultad que tiene la Administración de
aplicar sanciones a los administrados, que deriva de su potestad sancionatoria,
otorgada por el ordenamiento al Estado, en tanto se trata del titular del monopolio
legal de la fuerza. Es una manifestación del poder público atribuido por el
ordenamiento en forma previa e independiente de toda relación concreta.
La potestad puede ser ejercida por el Poder Ejecutivo aplicando penas
administrativas y por el Poder Judicial en cuanto a la sentencia a los ciudadanos por
violación del ordenamiento jurídico. El procedimiento disciplinario se da en el ámbito
administrativo y es ejercido por la autoridad pública hacia el interior de su estructura
organizativa. El incumplimiento de los deberes y prohibiciones derivados de la
relación de empleo público genera consecuencias jurídicas de carácter sancionatorio
-obligaciones de reparar o satisfacer el daño causado-. Podemos identificar
diferentes especies de responsabilidad aunque no se excluyen entre si, pudiendo
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acumularse, sin violentar el principio non bis in idem, con fundamento en que en
cada una de las esferas se protegen bienes jurídicos independientes. Ellas son:
- Civil, tendiente a reparar daños patrimoniales ocasionados a terceros por la
actuación u omisión (lícita como ilícita) del Estado.
- Penal, que tiene por objeto punir a aquellos agentes que como autores, cómplices
o instigadores incurrieren en delitos previstos en el Código Penal y sus leyes
especiales, cuando su calidad de funcionario determine o agrave la aplicación de la
figura penal.
- Política, recae en determinados funcionarios de alto rango por motivos previstos en
la Constitución; tiene por finalidad su remoción y permitir su enjuiciamiento por
delitos cometidos o por los daños que hubiere ocasionado.
- Administrativa, nace frente a las irregularidades cometidas por quienes administran
o custodian bienes; se tramita mediante los denominados juicios de cuentas
(interviene el Tribunal de Cuentas de la Pcia. de Buenos Aires y se evalúa la
rendición obligatoria que realizan funcionarios que administran dinero público
provincial o municipal) y juicios de responsabilidad (interviene el Tribunal de Cuentas
y la Contaduría General de la Pcia. y procede cuando existe daño al erario publico,
por culpa o dolo del agente.
- Disciplinaria, procede en el ámbito interno de la organización y es propia y relativa
a la relación de empleo público; puede comprender conductas realizadas dentro
como fuera del servicio, cuando estén previstas por la ley, como las lesivas de la
imagen o del buen funcionamiento del servicio. Tiene por objeto inmediato proteger
el buen funcionamiento de la Administración Pública y, como fin trascendente, la
satisfacción del bien publico por parte del Estado.
El derecho disciplinario administrativo tiene por objeto sancionar aquellas
conductas del agente público que lesionan el buen funcionamiento de la
Administración Pública, y que se originan en la inobservancia de los deberes
inherentes a su calidad de tal o en la comisión de acciones expresamente prohibidas
por la normativa.
La relación de empleo público es aquel contrato administrativo mediante el
cual una persona física se compromete a la realización de una serie de tareas,
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previamente reglamentadas, por las cuales el Estado asume el pago de una suma
de dinero en forma periódica, y con un conjunto más amplios de derechos. La
relación discurre entre derechos, deberes, obligaciones y potestades publicas,
regidos por el derecho publico.
El trabajador del Estado se encuentra alcanzado por los principios
protectorios, originarios del Derecho laboral, incorporados en el bloque de
constitucionalidad (art. 14 bus CNA y tratados de Derechos Humanos). Ahora bien,
la Constitución nacional dispone expresamente que las leyes asegurarán la
estabilidad del empleado público y provincial establece que la carrera administrativa
debe ser legislada con base en la estabilidad del trabajador estatal (art 103 inc. 12).
El paradigma presente es la primacía del Estado por sobre los particulares,
fundado en la superioridad del interés público por sobre los intereses individuales. La
desigualdad que inclina la balanza al poder estatal, está presente también en la
relación del Estado con sus empleados. La paulatina incorporación de los derechos
sindicales a los trabajadores estatales junto con la constitucionalidad de los
derechos sociales fundamentales, puso de relieve la contradicción entre intereses
sectoriales de los empleados públicos y la concepción administrativista de la relación
jurídica que une con el Estado empleador y que sostiene que el empleo público
satisface las necesidades colectivas, por lo que, al organizarlo el Estado con fines de
interés publico justifica desconocer derechos de los trabajadores públicos.
Sin embargo, Cabral -autor que usaremos como referencia- entiende que no
es así, ya que interpretando correctamente no se desprende tal contradicción sino
que se permite la coexistencia pacífica de las prerrogativas estatales, el interés
público, los principios constitucionales y legales protectorios del derecho laboral.
El procedimiento administrativo (y por ende, el disciplinario) se encuentra
alcanzado por las garantías constitucionales de debido proceso y tutela procesal
efectiva. A nivel nacional, surge del preámbulo con “afianzar la justicia” y de las
garantías del debido proceso y defensa en juicio (art 18). El gran cambio normativo
se produjo con la incorporación de tratados internacionales de protección de DD.HH.
Es importante el impacto de la aplicación de arts 8 y 25 de la Convención
Americana de DD.HH. por parte de la Corte Interamericana con sede en San José
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de Costa Rica y la posterior recepción por un criterio interpretativo de la CSJN en


Giroldi (1995), seguido por los tribunales inferiores del ámbito federal de las
provincias (la SCBA interpretó la garantía del debido proceso legal de acuerdo con
los criterios interpretativos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Suárez, Colegio de Bioquímicos de la PBA).
En mayo de 2016 la Corte Interamericana dictó sentencia en el caso
Maldonado Ordoñez vs Guatemala, sometiendo un procedimiento disciplinario al test
de cumplimiento de las garantías del debido proceso establecidas en el art 8 de la
Convención. Declaró responsable internacionalmente al Estado por la violación del
1) derecho a conocer el fundamento de la acusación -art 8.2.b de la Convencion
Americana-; 2) derecho a la defensa -art 8.2.c- y 3) deber de motivación y al
principio de legalidad -arts 8.1 y 9-. Cualquier actuación u omisión de los órganos
estatales dentro de un proceso debe respetar el debido proceso legal y que las
garantías mínimas expresadas en el art 8.2 de la CADH deben respetarse en el
procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya decisión pueda
afectar los derechos de las personas.
Recordaron que el principio de presunción de inocencia constituye un
fundamento de las garantías judiciales y que dichas garantías deben observarse en
los procedimientos en que se determinen o afecten derechos y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. En relación al principio de
legalidad, reiteró que el art 9 es aplicable a la materia sancionatoria administrativa
indicando que es expresión del poder punitivo del Estado y que tiene naturaleza
similar a las sanciones penales en ocasiones, implicando menoscabo, privación o
alteración de los derechos de las personas, consecuencia de una conducta ilícita,
Es indispensable que la norma sancionatoria exista y resulte conocida o
pueda serlo, antes de que ocurra la acción u omisión que la contraviene. La Corte
considera que el principio de legalidad también tiene vigencia en materia
disciplinaria, no obstante su alcance depende de la materia regulada, ya que la
precisión de una norma sancionatoria disciplinaria puede ser diferente a la requerida
en materia penal, por la naturaleza de los conflictos destinada a resolver.
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Encontramos en el art 80 de la Ley de Empleo Público, la consagración plena


del principio nullum crimen sine lege previa respecto de agentes públicos de la
provincia, ya que proscribe la aplicación de sanciones disciplinarias como cualquier
forma de extinción del vínculo por causas y procedimientos que no hayan sido
determinados por la Ley General de Empleo Público y su reglamentación. Exige: la
atribución legal de la potestad disciplinaria, la determinación de los tipos
sancionables y determinación de las sanciones aplicables.

Procedimiento disciplinario en la Provincia de Buenos Aires.


La SCBA sintetiza reconociendo ciertos principios o bases fundamentales que
surgen del ordenamiento constitucional. Ellos son: estabilidad en el cargo, el
derecho a la carrera administrativa, idoneidad para el acceso a la función, el régimen
de incompatibilidades, la negociación colectiva y, respecto del Procedimiento
Disciplinario, la tutela efectiva y el debido proceso frente al ejercicio de la potestad
sancionatoria. El procedimiento disciplinario se rige por normas específicas dentro
de la ley de empleo público 10.430 (arts. 80 a 106 y su reglamentación por decreto
4161/1996), y para aquellas cuestiones no normadas remite supletoriamente al
decreto ley de procedimiento administrativo 7647/70 y la ley procedimientos penales
provincial.
Para dar inicio a un procedimiento disciplinario en materia de empleo público
es necesario que la Administración tome conocimiento respecto de:
1) La existencia de una falta administrativa o la presunta existencia de la
misma, entendida como todo acto u omisión del funcionario que viole deberes
funcionales. La acción disciplinaria es el ejercicio del poder disciplinario que tiene la
Administración Pública para sancionar a sus agentes por los hechos u omisiones
que constituyan faltas administrativas (art 80 LEP). La falta es el presupuesto de
hecho necesario para aplicar la sanción, ya que determina la posibilidad de actuar o
ejercer la potestad disciplinaria. La falta siempre consiste en una violación de un
deber o prohibición legítimamente impuesto.
2) Que sea imputable al agente o empleado. La conducta debe ser atribuible
en autoría al agente que será imputado en el procedimiento disciplinario.
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3) Culpa o dolo. Podemos entender a la culpa como la omisión de aquellas


diligencias o acciones, positivas o negativas, que exigiere la naturaleza de la
obligación y que correspondiesen a las circunstancias de las personas, del tiempo y
del lugar, ya para dar cumplimiento a un comportamiento debido, ya para prever o
evitar un daño. El dolo supone la intención de conseguir el resultado reprochado por
el ordenamiento jurídico manifestado en la conducta del autor que persigue el
resultado previsto en la prohibición. La legislación civil lo regula como vicio de la
voluntad, entendiendo que acción dolosa es toda aserción de lo falso o disimulación
de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la
celebración del acto. La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción
dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación.
4) Extinción del poder disciplinario. La potestad disciplinaria debe estar
presente como exigencia previa al inicio del procedimiento sumarial. Se extingue de
acuerdo a arts 90 y 91, ante:
a) Fallecimiento del responsable.
b) Desvinculación del agente, salvo que la sanción pueda modificar las causas del
cese.
c) Prescripción (1 año para sanciones correctivas y 3 años para sanciones
expulsivas). Si la falta constituye delito, el plazo de prescripción de la acción
disciplinaria será la establecida en el código penal. La ley delega en la
reglamentación el establecimiento de las causales de interrupción y suspensión de la
prescripción.
Las sanciones disciplinarias tienen como finalidad prevenir o reprimir las
conductas violatorias de los deberes y prohibiciones impuestos para procurar el
normal funcionamiento de la Administración o proteger el interés público. Pueden ser
clasificadas en la LEP como:

1. Correctivas (apercibimiento y suspensión): Son preventivas; tienen por objeto


advertir al agente en forma expresa o implícita del riesgo de recibir una sanción más
grave frente a un nuevo incumplimiento.

2. Expulsivas (cesantía y exoneración): Extinguen la relación laboral.


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La ley también identifica causales que habilitan, por un lado, la aplicación de


una sanción correctiva, y por el otro, las que facultan la imposición de una sanción
expulsiva. El art. 82 indica causales de apercibimiento y suspensión:

a) Incumplimiento reiterado del horario fijado por las leyes y reglamentos.

b) Inasistencias injustificadas que no excedan de diez días discontinuos en el lapso


de doce meses inmediatos anteriores y siempre que no configuren abandono de
servicio.

c) Falta de respeto a los superiores, iguales, subordinados o al público.

d) Negligencia en el cumplimiento de sus tareas o funciones.

e) Incumplimiento de los deberes determinados en el art 78 o quebrantamiento de


las prohibiciones establecidas en el art 79, salvo que por su magnitud y gravedad
deban ser encuadradas bajo las figuras de cesantía o exoneración.

El artículo 83 se refiere a causales de cesantía:

a) Abandono del servicio sin causa justificada.

b) Faltas reiteradas en el cumplimiento de sus tareas o falta grave respecto a los


superiores, iguales, subordinados o al público.

c) Inconducta notoria.

d) Incumplimiento de las obligaciones determinadas en el art 78 o quebrantamiento


de las prohibiciones determinadas en el art 79 cuando a juicio de la autoridad
administrativa por la magnitud y gravedad de la falta así correspondiera.

e) Incumplimiento intencional de órdenes legal y fehacientemente impartidas.

f) Inasistencias injustificadas reiteradas que excedan de diez días discontinuos, en


los doce meses inmediatos anteriores.

g) Concurso civil o quiebra no causal, salvo caso debidamente justificado por la


autoridad administrativa.

En el art 84 de explicitan las causales de la más gravosa (exoneración):


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a) Falta grave que perjudique material o éticamente a la Administración.

b) Sentencia condenatoria dictada contra el agente como autor, cómplice o


encubridor por delito contra la administración o delito grave de carácter doloso de
acuerdo al Código Penal.

c) Las previstas en las leyes especiales.

d) Pérdida de la nacionalidad, conforme a las leyes que reglan la materia.

e) Imposición de pena principal o accesoria de inhabilitación absoluta o especial


para la función pública.

Las sanciones correctivas y la cesantía están atadas al incumplimiento de los


deberes y al quebrantamiento de las prohibiciones. El deber jurídico es la imposición
de una conducta, fundada en razones de interés público, derivada de una norma
habilitante, de un contrato o de un acto administrativo. En el art. 78, la LEP dispone
como deberes: prestación de servicios, obediencia, reserva, guardar secreto,
cuidado del patrimonio estatal, comportamiento correcto dentro y fuera del trabajo,
atención correcta a los administrados, mantenimiento de buen trato con los
compañeros, conocimiento de las normas que lo rigen, capacitación, denunciar
irregularidades administrativas que lleguen a su conocimiento, mantener un
compromiso democrático, declarar su patrimonio, excusarse, declarar actividades
laborales, declarar domicilio real, declarar en sumarios administrativos y respetar la
vía jerárquica, sin perjuicio de lo que particularmente impongan las leyes, derechos,
resolución y disposiciones.

Las prohibiciones son omisiones o abstenciones impuestas por el


ordenamiento jurídico al trabajador, que tienen en general finalidad preventiva. El art
79 establece las siguientes: incurrir en incompatibilidades en el ejercicio de su cargo,
percibir beneficios económicos no autorizados, excederse intencionalmente en su
competencia, tener vínculos contractuales en forma directa o indirecta, mantener
vínculos patrimoniales con contratistas estatales o fiscalizados por su dependencia,
expresarse en forma negativa respecto de las autoridades administrativas o de sus
actos, utilizar bienes o servicios del Estado en su provecho, practicar la usura,
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circular o promover suscripciones o donaciones, ejercer actividades comerciales


dentro del ámbito de la Administración Pública, promover o aceptar homenajes,
actuar como gestor o patrocinante en el ámbito administrativo o judicial de tareas a
su cargo, realizar gestiones inherentes a la relación de empleo fuera del canal
jerárquico, usar indebidamente su credencial, exigir adhesiones políticas, religiosas
o sindicales a otros agentes y hacer abandono de sus tareas.

Un aspecto a destacar es lo referido a inasistencias. Para aquellas faltas a


cumplir sus labores injustificadas se disponen sanciones que van de los 5 días de
suspensión hasta la cesantía (art 85). El caso más gravoso para el agente se
constituye cuando incurre en 3 inasistencias consecutivas, sin previo aviso, pues con
la previa intimación podrá ser considerado en abandono de cargo decretándose su
cesantía sin sustanciación de sumario.

Por último, el agente podrá ser sancionado con suspensión de hasta 10 días
sin necesidad de instrumentar el procedimiento sumarial por funcionario no inferior a
Director (art 87). Previamente a la aplicación de la sanción, se hará saber al agente
la falta cometida, la norma transgredida y el derecho a presentar descargo en el
plazo de 3 días.

Procedimiento,
1. Procedimiento sumarial.
El art. 92 es el primero de los artículos de la ley (10.430) que propiamente se
refiere al trámite del procedimiento sumarial, objeto de este trabajo. El artículo
diferencia las autoridades que pueden pedir la instrucción del sumario de aquellas
que pueden ordenarlo. Las que pueden pedir la instrucción serán los titulares de
toda unidad orgánica aprobada por estructura, mientras que la orden del sumario
emana de autoridad cuya jerarquía no sea inferior a director provincial o general con
jurisdicción sobre el órgano o el lugar donde hubiere ocurrido el hecho. La
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sustanciación la realiza la Dirección de Sumarios (dependiente de la Dirección


Provincial de Personal de la Provincia de Buenos Aires).
La reglamentación del art. 92 trata el procedimiento sumarial. Aclara que la
autoridad competente para conocer en el procedimiento sumarial es la Dirección de
Sumarios, especifica una serie de facultades, no todas relativas al procedimiento
sumarial. En el inc. a) se le asigna una potestad funcional al prever dentro de su
atribución de organizar la dirección, la facultad de proponer al Poder Ejecutivo la
creación de organismos internos y en los incs. b), c) y d) se establecen prerrogativas
de instrucción y dirección del procedimiento sumarial. 
En el b), la potestad de designar a los instructores que sustanciarán los
sumarios (y secretarios letrados cuando el instructor lo requiera por la complejidad
de la cuestión o lo justifique el número de sumarios a su cargo). 
En el c) se establece que el Director de Sumarios debe resolver las
cuestiones de procedimiento que surgieren del trámite del sumario; por ejemplo,
puede requerir las aclaraciones pertinentes respecto de la orden de sumario, la
prórroga del plazo del sumario, las suspensiones del sumario por razones
justificadas, el incidente de recusación y la prórroga para el ofrecimiento de prueba.
En el d) del encabezado se le permite al Director de Sumarios requerir
directamente los informes que considere indispensables para la sustanciación del
sumario a cualquier repartición provincial o municipal (con un plazo de cumplimiento
de cinco días para los organismos provinciales). Concuerda con el art. 53 del
decreto-ley 7647. También, en el punto XIVc) otorga la potestad al instructor de
requerir informes indispensables a las reparticiones provinciales sin tener que acudir
a la vía jerárquica; estos deberán contestar en dos días (contados a partir de la
recepción del oficio -punto LXI, también establece la misma potestad, el plazo y dice
que la falta de respuesta es considerada grave, pudiendo pedir un lapso mayor por
razón fundada-).
El Director debe elevar las actuaciones para la prosecución del trámite a la
Junta de Disciplina en caso de proponer sobreseimiento, como dispone el punto
LXXII del inc. 9 o de la conclusión del sumario (reglamentación art. 93). La última
parte del encabezado alcanza al Director con las mismas causales de recusación y
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excusación que para los instructores (punto VII del inc. 4), el incidente tramita por
separado y es resuelto por superior jerárquico (Director provincial de Personal).

2. Orden de sumario
El punto 1 del inc. I regula los elementos que debe contener la orden de
sumario. Deben consignarse los hechos a investigar en forma clara y precisa; de
poder hacerlo, se debe individualizar a los agentes presuntamente involucrados (de
importancia al hacer valer los actos de trámite sumarial como interruptivos de la
prescripción). Con la orden debe acompañarse copia de los legajos personales de
cada uno de los involucrados, el último domicilio declarado ante la dependencia (art.
78, inc. o de la ley) e informe de concepto realizado por su superior inmediato, que
se expida sobre idoneidad, laboriosidad y conducta. Si el agente no estuviere
trabajando, el informe debe realizarlo el último superior jerárquico que haya tenido; si
no lo hubiere debe recurrirse al superior jerárquico inmediato que pueda cumplir con
el informe y que pudo tener conocimiento del agente, de lo contrario cabe prescindir
de dicho informe.
La orden no puede ser impugnada por los presuntos responsables, pero
igualmente se los debe notificar, rigiendo el decreto-ley 7647/1970 arts. 62-67. El
domicilio, si bien debe tomarse por subsistente el último domicilio, también se debe
notificar en el domicilio real cuando difiere del declarado y la situación es de
conocimiento fehaciente de la autoridad administrativa; la autoridad que emitió la
orden debe comunicarlo a la Dirección de Sumarios (emisor de la notificación). Esto
deriva del punto III, que atribuye al Director de Sumarios competencia para evaluar
la orden y determinar si cumple con los requisitos legales, pudiendo ésta requerir al
emisor de la orden las aclaraciones pertinentes, que deben ser evacuadas dentro de
los dos días de recepcionado el pedido.
Debemos distinguir el procedimiento sumarial de las actuaciones
presumariales, acciones presumariales o información sumaria (inc. primero de la
reglamentación del art. 91, punto I) dentro de las causales interruptivas de la
prescripción. Este tipo de actuación es aquella que llevan a cabo, en general, las
áreas de personal como paso previo a la solicitud de orden de instrucción del
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sumario con el objetivo de investigar y determinar si existen irregularidades que


pudieren dar lugar a la solicitud de actuaciones sumariales.

4. Instrucción del sumario


El inc. 2 punto IV indica que la instrucción del sumario la lleva adelante el
instructor designado por el Director de Sumarios, sin perjuicio que éste deba
intervenir en algunas oportunidades y que determinadas tareas sean realizadas por
un secretario letrado con motivo de la complejidad de la causa y la cantidad de
sumarios a cargo del instructor.

5. Plazos de sustanciacíón de los sumarios


Conforme al punto V, el plazo para la sustanciación del sumario es de 60
días, prorrogable por el Director a pedido del instructor cuando las circunstancias del
caso lo aconsejen; la decisión tiene que plasmarse en un acto fundado. Por el punto
VI  las actuaciones deben ser entregadas al instructor dentro de los 10 días de su
designación (comienza a correr el plazo anterior).
Los puntos VII y VIII disponen causales de interrupción y suspensión del
plazo de sustanciación. Se interrumpe el trámite cuando el expediente sea solicitado
en forma justificada por autoridades administrativas o judiciales que lo requieran en
uso de prerrogativas o deberes establecidos por ley; la solicitud podrá estar
vinculada o no con la cuestión investigada. Por el punto VIII, la suspensión se puede
disponer por razones justificadas, para lo cual debe estar autorizada por el Director,
aplicándose el mismo principio que para la prórroga del punto V.
El punto IX enuncia como una causal de falta disciplinaria la demora
injustificada del sumario, estipulando que el exceso en los plazos no produce la
nulidad de la instrucción. El X establece como plazo supletorio en toda contestación
de vistas o traslados el de cinco días. El punto XI establece una excepción al art 106
(que dispone como principio los términos perentorios que se computan por días
hábiles laborales para la Administración Pública) al disponer que para las diligencias
que deban practicar fuera de la Dirección de Sumarios, se considerarán horas
hábiles las que median entre las 7 y las 20.
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En virtud del XII, el instructor puede habilitar horas y días hábiles cuando las
circunstancias lo requieran (la norma no dispone que deba requerirse al director). Si
bien prevé que la resolución que se dicte puede denegar el pedido, ello tiene su
explicación en que las diligencias que se practiquen pueden ser también a petición
del sumariado o sus representantes, quienes deben solicitar habilitación al instructor
para realizarlas fuera del horario establecido. La resolución es irrecurrible.

6. Instructores
Para llevar adelante la sustanciación del sumario debe designarse un
instructor con -preferentemente- igual o superior a la del sumariado y título de
abogado, escribano o procurador (p. XIII). Se garantiza que no pierda autoridad el
instructor por cuestiones jerárquicas, además de la versación en derecho respecto
de quien debe recabar medios de prueba y realizar la calificación de los hechos para
el dictado del auto de imputación (p. LXX) o propuesta de sobreseimiento (p. LXXII).
El punto XIV asigna al instructor el deber de practicar todas las diligencias
conducentes para probar las conductas presuntamente ilícitas y culpabilidad de los
responsables. Enuncia algunos supuestos en cuatro incisos. El a) le exige instruir el
sumario, y debemos compaginarlo con el b) que exige dictar providencias que
permitan impulsar el procedimiento; le imponen actuar de oficio para la conclusión
del trámite, dictando los actos cuando a él le correspondan y exigiendo a las partes o
a terceros la diligencia de los trámites a su cargo, haciendo cumplir los plazos
legales y reglamentarios.
El c) habilita al instructor a requerir directamente todos los informes que
considere necesarios para el avance del trámite. Remite al p. LXI para el plazo de
contestación (dos días desde la recepción del oficio, pudiendo el receptor pedir
prórroga del plazo al instructor por razones fundadas). La no contestación del
informe por el responsable del organismo constituye falta grave. 
El inc. d) prescribe la obligación de elevar al director el informe final
correspondiente al cierre del sumario, que debe redactar en forma sucinta y clara,
prohibiendo emitir opinión.
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En el punto XV se proscribe al instructor sumariante la realización de


cualquier acto, sin providencia previa que lo ordene. Ante cualquier actuación deberá
contar con un acto previo dictado por sí, por el secretario letrado o por el Director de
Sumarios. El p. XVI incorpora la posibilidad de pedir al Director la designación de
secretarios letrados, cuando lo requiera la complejidad o la cantidad de sumarios
que tenga a su cargo. El secretario puede hacer todas las medidas procesales, salvo
el acto de apertura a prueba de cargo y descargo, el auto de imputación, el acto por
el cual se propicie el sobreseimiento, providencias que deban dictarse con motivo de
peticiones del o los sumariados y el acto de cierre e informe final.
Conforme al p. XVII, el sumariado puede recusar al instructor y al secretario
letrado. También puede pedir la recusación del Director de Sumarios, la de los
peritos designados, de los miembros o del presidente de la Junta de Disciplina. Las
causales de recusación obligan a las autoridades a excusarse. Las causales
enunciadas difieren de la ley de procedimiento administrativo; en su art. 6:
parentesco con el interesado por consanguinidad dentro del cuarto grado o por
afinidad hasta el segundo grado, tener interés en el asunto o amistad íntima o
enemistad manifiesta con el actuante.
En el punto XVII se enuncian las siguientes causales de recusación:
 El parentesco del recusado con los involucrados o denunciantes, hasta el
cuarto grado por consanguinidad y segundo por afinidad (inc a).
 El inc. b) impide actuar a quien es o ha sido denunciado por un delito o falta
disciplinaria por alguno de los involucrados o denunciantes.
 Ser o haber sido denunciador o acusador del que recusa (inc c)
 Podrá recusarse a quien tenga un interés directo o indirecto en el resultado
del sumario, que se manifieste por parcialidad evidente en la investigación
(inc d). Está focalizado a la determinación de responsabilidad disciplinaria del
sumariado. Por ejemplo, concurrencia de ambos a un concurso donde el
resultado excluiría o pondría en peores condiciones al sumariado. El interés
puede ser previo o sobreviniente, la norma exige que se manifieste por
parcialidad evidente en la investigación. 
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 Existencia de causa judicial entre el recusante y el instructor, su cónyuge,


parientes hasta el cuarto grado por consanguinidad y segundo por afinidad
(inc e).
 El inc. f) declara que debe apartarse quien tenga amistad íntima, no sólo con
los involucrados, sino también con los denunciantes, extendiendo el supuesto
respecto del art. 6 del decreto-ley 7647/1970. Esta amistad tiene que ser
intensa y manifestarse por frecuencia en el trato, no resulta causal de
justificación el conocimiento personal que se tengan.
 Enemistad manifiesta o resentimiento por hechos graves y conocidos con
involucrados o denunciantes (inc g). La enemistad debe estar provocada por
hechos graves; se exige demostrar la enemistad, sus motivos y el
conocimiento de éstos por parte de terceros.
 El inc. h) impide a quien fue representante necesario como tutor o curador de
alguno de los involucrados o denunciantes. 
 El inc. i) obliga a apartarse a las autoridades recusadas cuando tengan
sociedad o intereses en común con los involucrados o denunciantes. Pero no
puede encuadrarse como causal la relación que puedan tener las partes, por
la realización de una de ellas de tareas no incompatibles con la función, tales
como un oficio, comercio o servicios, salvo que la conducta de la autoridad
actuante encuadre en el inc. j) y que deba apartarse por su calidad de
acreedor, deudor o fiador de los involucrados o denunciantes. 
 El inc. k) exige la separación de la autoridad recusada cuando haya recibido
beneficios de importancia del imputado con anterioridad a las actuaciones;
debe entenderse por cuestiones ajenas a su desempeño laboral, o se violaría
la prohibición prevista en el inc. a) del art. 79, que proscribe la percepción de
estipendios o recompensas que no sean los determinados por las normas
vigentes o aceptar dádivas u obsequios que se ofrezcan como retribución de
actos inherentes a sus funciones o como consecuencia de ellas.

7. Trámite de la recusación
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La recusación debe ser planteada en la primera presentación que haga el


sumariado (p XVII), se entiende antes de la actuación ante cada autoridad recusada;
la norma prevé como excepción la circunstancia que la causal se produzca por
hechos sobrevinientes. Al denunciante se le otorga un plazo de tres días de haber
conocido los hechos que dan motivo a ésta para efectuar la recusación. Entendemos
que el mismo criterio cabe aplicar para hechos sobrevivientes respecto de la
recusación hecha por cualquiera de los otros legitimados a hacerlo.
El incidente de recusación se debe sustanciar separadamente y el sumario no
debe suspenderse, salvo que corresponda tomar declaración al sumariado, para lo
cual puede designarse un instructor transitoriamente durante el trámite del incidente
de recusación. En el escrito de formulación de la recusación debe ofrecerse toda la
prueba.
De acuerdo con el punto XIX, el incidente de recusación del instructor debe
ser resuelto por Director de Sumarios, quien de dar curso favorable a la causal
dispondrá en el mismo acto la designación de otro instructor o la ratificación del que
se hubiere designado transitoriamente en caso de corresponder; si hubiere
rechazado las causales, devuelve las actuaciones al instructor originario. 
Cuando sólo involucra al secretario permanece el mismo instructor y, en caso
de corresponder, se designará a otro secretario en el mismo acto. En la recusación
del perito, de acuerdo con el p. LV, debe resolver el instructor, y el pedido de
recusación puede ser hecho dentro de los tres días de la notificación o, de tomar
conocimiento de la causa, en el caso del presidente o los miembros de la Junta de
Disciplina, el incidente será resuelto por el reglamento interno de ésta y, en el caso
del director, éste debe ser resuelto por su superior, el Director Provincial de
Personal, por el mismo procedimiento que el de los instructores.

8. Secreto de sumario
El punto XXI dispone que las actuaciones sean secretas hasta que el
instructor finalice la prueba de cargo; el instructor dictará auto de imputación (punto
LXX). El secreto de las actuaciones debe mantenerse siempre que la publicidad
pueda perjudicar el correcto desenvolvimiento; durante toda la etapa instructiva en
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que el instructor procura las pruebas, el sumario permanecería vedado para el


sumariado. Esta solución difiere notablemente con la adoptada por el Código
Procesal Penal.
En el art. 280 del Código Procesal Penal, dispone como principio general el
carácter público de las actuaciones, siendo el secreto una excepción que sólo puede
disponerse en la etapa penal preparatoria cuando ello fuere necesario para la
investigación del hecho y cuando la publicidad ponga en peligro el descubrimiento
de la verdad, entorpezca las diligencias o quite eficacia a los actos, realizados o a
realizarse. La medida sólo puede disponerse por cuarenta y ocho horas, pudiendo
prorrogarse por auto fundado por veinticuatro horas más.
No sólo se permite una participación activa del imputado u otros interesados,
ya que se los habilita a proponer diligencias que el fiscal podrá rechazar
fundadamente, sino que el art. 276 establece el derecho de las partes y sus
auxiliares técnicos para asistir a registros domiciliarios, reconocimientos,
reconstrucciones, pericias o inspecciones, imponiendo la obligación de notificar a las
partes, defensores y mandatarios de las diligencias, salvo el caso de registro
domiciliario. Debemos resaltar también en el art. 60 del Código Procesal Penal, el
derecho a conocer su situación para quien resulte imputado. El imputado, al prestar
la declaración del 308, debe ser informado detalladamente del hecho que se le
atribuye y cuáles son las pruebas existentes en su contra, así también de su derecho
a no declarar, todo bajo pena de nulidad.
Por otro lado, el procedimiento disciplinario el secreto del sumario hasta la
conclusión de la prueba de cargo. Luego, de corresponder, se procede a dictar el
auto de imputación por el que se le da participación al sumariado. Conforme al p.
XXXIII, en la etapa de instrucción sumarial se le toma declaración indagatoria al
inculpado, pero nada se dice respecto de la puesta en conocimiento de los hechos
que se atribuyen y las pruebas existentes en su contra, sólo las garantías que lo
amparan respecto de los efectos de su declaración. Y le permite al declarante
proponer al instructor citaciones y diligencias para la comprobación de las
manifestaciones, que se realizarán si el sumariante las considera conducentes. Este
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derecho se ve opacado si no se permite al agente sumariado conocer las


constancias procedimentales.
Si no se les da traslado oportuno a las partes ¿cómo pueden hacer uso del
derecho de recusar durante la instrucción sumarial? La norma no lo prevé pero si
ello no ocurre puede tomar conocimiento una vez avanzada la instrucción y
presentarse una causa válida de reproche que, frente a los actos consumados,
generaría un manto de duda que empañaría su validez. Por otro lado, el p. LV hace
mención al derecho de recusar al perito dentro de los tres días de “la notificación o
de tomar conocimiento de la causa”, estableciendo luego que la autoridad que lo
designe debe practicar notificación fehaciente al sumariado. Nada se especifica para
el caso de la designación de instructores y secretarios letrados. 
Si bien pueden existir razones valederas para mantener el secreto respecto
del imputado ante las primeras actuaciones, no cabe duda que por lo menos el
instructor debe precisar su identificación al momento de citar al agente sumariado a
prestar declaración indagatoria y, en su caso, señalar la del secretario letrado.
Fiorini destaca que las garantías que rigen el derecho procesal disciplinario
fundamentan dos principios: el derecho amplio de defensa del sumariado y la
imparcialidad del órgano instructor; dentro de las garantías del derecho de defensa,
la notificación previa al sumariado de la designación del instructor para tener
oportunidad de su recusación. El derecho de defensa del agente no debe ser
limitado, debiendo éste tener plena intervención y acceso a las actuaciones, en
especial después que el instructor establezca el capítulo de cargos. Luego determina
varios principios que garantizan el pleno conocimiento de las actuaciones por el
sumariado, como el de limitar el secreto de una parte de la faz sumarial investigativa
al solo efecto de poder actuar con mayor seguridad; o la exigencia en la
“requisitoria”(providencia de imputación) de contener una relación circunstanciada de
los cargos y permitirle al agente sumariado un amplio conocimiento para ejercer su
defensa designando letrado con acceso total al sumario.
Cuando el instructor concluye la prueba de cargo, muchas diligencias fueron
consumadas sin la participación del agente sumariado o su letrado, lo que impide su
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control oportuno, muchas de ellas sin posibilidad de reeditarse 32°, lo que cercena
claramente su derecho de defensa.
La anterior es una solución diferente a la consagrada en el Código Procesal Penal,
como se expusiera precedentemente. Es por ello que las consecuencias del secreto
sumarial, aun cuando al término de dicha etapa se ponga en conocimiento pleno de
lo actuado al agente sumariado, resulta una solución insuficiente para resguardar el
derecho de defensa de éste.
Gordillo exige que el particular, en el caso el sumariado, tenga control de toda
la producción de la prueba, salvo que norma expresa disponga el secreto de parte
de ella, dando el ejemplo de los sumarios administrativos mientras se confecciona la
prueba de cargo, siempre que la restricción sea razonable, ya que de lo contrario
ésta sería inconstitucional. Cita CSJN “Dubois” (1960), donde se considera violado el
derecho de defensa a quien no ha tenido oportunidad de controlar la prueba
producida. En el caso de los sumarios en la función pública exige que las pruebas
testimoniales puedan ser controladas por el interesado y sus letrados, tenga derecho
a formular preguntas, repreguntar en el mismo acto, etc. Señala que resulta
inconstitucional la reserva de sumario mientras se sustancia la prueba de cargo. 
Entendiendo que esta situación se encontraría superada en el ámbito
nacional, al reconocerse la garantía del debido proceso adjetivo prevista en el art. 1,
inc. f) del decreto-ley 19.549/1972, al que remite el art. 29 de la ley marco de empleo
público nacional, entiende que la reglamentación, al apartarse de éste, no sólo es
inconstitucional sino también ilegal. El control de la prueba debe extenderse a la
producción y al conocimiento de sus resultados, porque hace al mejor
esclarecimiento de los hechos y a la adecuada producción de la prueba en defensa
del administrado, fin al que se dirige también el derecho de alegar sobre esa prueba.
Aspectos que no son incompatibles con el carácter instructorio del procedimiento.
García Pullés señala que el derecho a ser oído no se agota con la mera
admisión de un plazo razonable para manifestarse en el procedimiento, cuando esa
oportunidad no es acompañada del previo derecho a informarse sobre los hechos
que se le atribuyen, los cargos que se le imputan y la pruebas que lo acrediten, dice
que ésta es también una exigencia de los pactos internacionales incorporados a la
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Constitución Nacional por su art. 75, inc. 22. La generalización del secreto cercena
el derecho a ser oído si no tiene justificación que lo avale. Observa que no debe
dejarse de lado que la tramitación de algunas investigaciones exige el secreto para
evitar que se perjudiquen pruebas o la aclaración de aspectos que pudieran vincular
a terceras personas, lo que no implica que se constituya en una regla general del
procedimiento de investigación. También señala que el secreto como principio
general colisiona con el anexo VII del decreto 1172/2003 que aprueba el
Reglamento General de Acceso a la Información Pública para el Poder Ejecutivo
nacional, en el que se consagra como principio general el de plena publicidad de los
actos de gobierno respecto de cualquier persona, a diferencia del procedimiento
sumarial que para quien esté involucrado dispone el principio contrario, más aún
cuando está en juego el derecho de defensa que la Constitución Nacional garantiza.
Recordemos que en la provincia de Buenos Aires el derecho a acceder a los
documentos públicos está regulado por la ley 12.475 y su decreto reglamentario
2549/2004.
Propone la sustitución de la regla que dispone el secreto en el caso del
régimen nacional, por una autorización reglamentaria al instructor para que, cuando
fuera estrictamente necesario para la investigación, dispusiere el secreto de las
actuaciones por resolución fundada señalando un plazo expreso. Esto sería una
solución lógica siguiendo una idéntica regla al Código Procesal Penal de la
Provincia, cuyos principios procedimentales pueden servir para llenar las lagunas del
procedimiento disciplinario. La remisión ha sido dispuesta en la reglamentación de la
ley 10.430 en materia probatoria -el p. LXVIII de la reglamentación del art. 92, prevé
aplicación supletoria del Código Procesal Penal en cuanto no se oponga a la
reglamentación-. Responde a la necesidad procedimental de recurrir a principios
semejantes, comunes a través de los cuales se consagran garantías a quienes se
encuentran sujetos a las potestades represivas del Estado. La consagración de la
publicidad del procedimiento como principio general resulta una directriz común
derivada del ejercicio pleno y oportuno del derecho de defensa, como también de la
garantía republicana que exige la publicidad de los actos de gobierno.
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9. Actuaciones en general
Regula diversas disposiciones relativas a la forma de realizar los escritos y
llevar el trámite de las actuaciones. El p. XXII exige que las constancias en el
expediente se hagan preferentemente a máquina, principio que puede
excepcionarse en la realización de actas in situ, en que éstas podrán hacerse en
forma manuscrita. Las diligencias que se practiquen (acta de denuncia verbal,
ratificación de denuncia, sustanciación de prueba, etc.), en virtud del p. XXIII se
exige la realización de acta o certificación, debiendo firmar cada una de las hojas
todos aquellos que participaron en ella; y el instructor debe colocar en cada una los
sellos correspondientes. Si la persona que tiene que estampar la rúbrica no
supiere/no pudiere hacerlo debe suscribirla otro a ruego, dejándose constancia al
pie; si se negare a firmar se procurará documentar el hecho con dos testigos y se
debe requerir la acreditación de identidad de cada uno de ellos como lo exige el art.
31 del decreto-ley 7647/1970. Ante la ausencia de testigos valdrá la constancia del
instructor. Al finalizar, el instructor debe entregar copia certificada a la persona
interesada que lo requiera en todos los casos.
El p. XXIV dispone que el funcionario, instructor o secretario letrado, debe
salvar al pie del acta y antes de las firmas, toda raspadura, error, interlineaciones u
otra alteración de la regularidad del texto,  y tampoco podrán dejar claros ni espacios
antes de la firma, bajo pena de nulidad. El XXV prohíbe el préstamo de las
actuaciones al sumariado o sus representantes, considerando falta grave el retiro de
las actuaciones de la esfera de la Dirección de Sumarios, disponiendo infracción
para quienes faciliten la maniobra. El punto XXVI establece la aplicación supletoria
de la Ley de Procedimiento Administrativo de la Provincia de Buenos Aires, sin
perjuicio que ello deriva del art. 1 del decreto-ley 7647/1970.

10. Notificaciones, citaciones y emplazamientos


El p. XXVII enumera providencias que deben ser notificadas obligatoriamente:
traslado de la providencia de imputación (p. LXXIII) y el nuevo traslado de las
actuaciones a cada imputado para que alegue sobre el mérito de la producida (p.
LXXX). También las providencias por las que se dispone realización de las pruebas
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ofrecidas en el descargo, las que fijen audiencias de testigos, todas aquellas que
denieguen peticiones de las partes, y las intimaciones.En los restantes casos
quedará a criterio del instructor si la omisión viola el derecho de defensa.
Pueden ser hechas en forma personal, por cédula, telegrama colacionado o
carta documento; cualquier forma de notificación legal fehaciente que realicen los
correos oficiales, es válida. No se enumeran los medios alternativos con carácter
taxativo y expresa, sino que el enunciado dice que la utilización de éstos debe ser
preferente, lo que no descarta otros.
Se estipula también la notificación tácita, presumiendo el conocimiento de las
precedentes cuando consten en el expediente notificaciones personales de
providencias de fecha posterior, similar al Código de Procedimientos Civil y
Comercial de la Provincia de Buenos Aires, en el que se obliga a quien examina el
expediente a notificarse personalmente de todas las resoluciones que exigen
notificación personal o por cédula ,y si no lo hiciere, no pudiere o no supiere firmar,
vale como notificación la atestación de tales circunstancias y la firma del oficial
primero —encargado del cargo en los expedientes— y el secretario.
El p. XXVII, a semejanza del Código Procesal Civil, dispone la forma cómo se
realiza la notificación personal: la diligencia está a cargo del instructor, sin perjuicio
que también permite que se realice por intermedio del jefe inmediato del agente en
el lugar de servicios, quien refrendará el acto de notificación mediante su firma luego
de la del agente, debiendo constar el día. Si la notificación se hace por cédula debe
contener: número de expediente, nombre y domicilio de la persona a notificar y el
carácter del domicilio, transcripción de la parte resolutiva y su motivación, lugar,
fecha y firma del funcionario notificador.
El domicilio puede ser denunciado, real o constituido; el inculpado debe
constituir domicilio en su escrito de descargo y subsiste mientras no se designe otro,
prohibiendo su constitución en oficinas públicas; de no consignarlo, se considerará
como constituido el declarado como real ante la Administración en cumplimiento del
deber del art. 78, inc. o). 
En el caso del domicilio constituido, al diligenciar la cédula, el notificador debe
dejar copia de ésta al interesado o a cualquier otra persona mayor de 18 años que
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manifieste ser de la casa si aquél no estuviere, dejando constancia rubricada del día
y la hora de la entrega. El original debe agregarse al expediente, en ésta debe
dejarse constancia de lo actuado, lugar, día y hora de la diligencia, en este caso, con
firma del notificador y, en caso de haber sido recibida, de quien lo haya hecho. Si el
interesado o el de la casa se negare a firmar, el notificador debe dejar constancia de
ello. Si además se negaren a recibirla, debe fijarla en la puerta del domicilio
constituido, igual que si no hay nadie.
De acuerdo con el p. XXX, si el notificador al concurrir al domicilio constituido
o en su defecto, conforme al p. LXXV, al hacerlo el declarado en cumplimiento del
deber previsto en el art. 78, inc. o) de la ley 10.430, no pudiere realizar la diligencia
por encontrar que es falso, inexistente, por haber sido alterada o suprimida la
numeración, debe dejar constancia bajo firma de lo ocurrido teniéndose por cumplida
la notificación en la sede de la oficina donde se encontrare el expediente. 
Además de la constancia de la cédula que debe agregarse al expediente, el
funcionario que lo tiene a cargo debe dejar nota de dicha circunstancia. En el punto
se dispone que “se reservarán las actuaciones hasta el vencimiento del mismo”, se
debe entender que ello no debe implicar la falta de disposición del expediente a
quien lo solicite, ya que una notificación, no tiene dicha consecuencia.
En el caso del domicilio denunciado, el notificador debe requerir la presencia
de la persona a notificar, y, si bien la norma menciona al interesado, la persona a
notificar puede ser un tercero que no revista dicha calidad. “En caso de encontrarlo,
o en ausencia de éste cualquiera que fuera el tiempo o la causa de la misma,
procederá en la forma señalada para el domicilio constituido”. Se procederá
conforme al trámite previsto para el domicilio constituido tanto cuando se encuentre
a la persona a notificar como cuando encontrare a alguien que manifiesta ser de la
casa y le expresa que éste se encuentra ausente, en dicho caso regiría la
prescripción, ya que es necesario correlacionarla con el párrafo subsiguiente, donde
se prevé el procedimiento a seguir en caso de no encontrar persona alguna en el
lugar o quienes se encontraren en él manifestaren no conocerlo, ya que debe
devolver la cédula informada. Idéntica devolución cabe cuando no encontrare el
domicilio.
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El punto XXXI establece que cuando se hiciera por carta documento o


telegrama colacionado deben contener las enunciaciones fundamentales de la
célula, consignando la parte resolutiva y la motivación del acto. En la carta
documento, el contenido será el mismo pero en el telegrama colacionado faltará la
firma por la forma en que se realiza este tipo de comunicación.
Las oficinas de personal dependientes de la Dirección Provincial de Personal
de la Provincia de Buenos Aires, al tomar conocimiento del cambio de domicilio del
agente sumariado, deben comunicarlo inmediatamente a la Dirección de Sumarios,
señalando el expediente en donde conste la orden de sumario correspondiente a
aquél. Ello sin perjuicio de la denuncia directa que debe hacer el agente en la propia
actuación sumarial.

11. Medios de prueba


Se regulan los distintos medios de prueba que el instructor considere
necesarios para arribar a la prueba de cargo. Enumera algunos medios, pero
pueden admitirse todos aquellos que permitan aportar, en forma lícita, elementos
para arribar a la certeza de los hechos investigados, dependiendo de éstos
determinar cuáles son los medios más idóneos para la investigación.
Debemos resaltar lo dicho respecto de la necesidad de permitir al agente
sumariado la más amplia participación, de la misma manera en que por el art. 273
del Código Procesal Penal lo hace en la IPP. Debe reconocerle el derecho de
proponer diligencias de prueba en la etapa de cargo, no sólo las derivadas de la
declaración indagatoria, tal como lo prevé el p. XXXIII de la reglamentación del art.
92. El instructor debe evaluar su pertinencia y la decisión es irrecurrible.
Este tipo de diligencias debe diferenciarse de aquellas medidas de prueba
que se soliciten con el fin de impedir que el transcurso del tiempo provoque su
imposible realización posterior; en el art. 274 del Código Procesal Penal para los
casos de anticipo extraordinario de pruebas; la denegatoria puede causar gravamen
irreparable, por lo que, en este caso, debe reconocérsele al proponente la
posibilidad de agotar los mecanismos impugna torios administrativos y judiciales
para revertir la situación.
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1. Declaración del inculpado


El p. XXXIII regula la forma en que debe procederse a tomar declaración al
inculpado; debe dejarse constancia en el acta del carácter de la declaración y de las
garantías que lo amparan (derecho a no declarar contra sí mismo e inexistencia de
una presunción en contra por no declarar), además de la falta de exigencia de
prestar juramento o promesa de decir verdad.
Sin embargo, el instructor podrá tomar declaración a quien no obstante no
estar incluido en la orden de sumario, a su criterio pudiera ser responsable del hecho
investigado o existiera estado de sospecha. Esta declaración tiene carácter de
informativa, se toma en las mismas condiciones que al sumariado pero no por ello se
le atribuye el carácter de tal. En el acta debe indicarse el carácter de la declaración y
las garantías con las que cuenta. Lo que no puede hacer el instructor es exigirle a
quien interroga promesa de decir verdad cuando la declaración está dirigida a quien
está sospechado, así como tampoco aprovechar la declaración testimonial realizada
bajo juramento para constituir prueba de cargo para quien resulte posteriormente
imputado.
En virtud del inc. 10 de la reglamentación del art. 92, la orden de sumario
debe mencionar los hechos a investigar y la individualización de los agentes
presuntamente involucrados si los hubiere. Esto implica que puede iniciarse un
sumario aún sin individualización de agentes involucrados, que podrán derivar de las
investigaciones posteriores que en él se realicen. Para que el sumariado adquiera la
condición de tal debe estar incluido en una orden sumarial; de preverse la presunta
participación imputable de un agente en los hechos, el instructor, a través de la
Dirección de Sumarios, debería solicitar a la autoridad competente (no inferior a
Director Provincial o General) con jurisdicción en el lugar donde hubiere ocurrido el
hecho, para que ordene la extensión del sumario respecto de éste. 
La reglamentación prevé posibilidad de tomar declaración a quien no fuere
sumariado, permitiéndole gozar de las garantías propias de éste sin alcanzarlo con
sus efectos; la autoridad competente no podrá dictar respecto de él medida de
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suspensión preventiva o disponibilidad relativa ni tampoco podrá avanzar respecto


de él a la etapa de conclusión de la prueba de cargo. 
Si bien se le reconoce al sospechado similares garantías que al sumariado en
la declaración, la posibilidad de investigar sobre él luego de la declaración, sin que
éste pueda tomar conocimiento de las actuaciones, puede vulnerar su derecho de
defensa. Es muy diferente a la que se produce en el proceso penal entre la
declaración informativa e indagatoria, ya que allí se trata de una diligencia respecto
de quien reviste la misma calidad de imputado, dado que por el art. 60 éste es toda
persona que, en cualquier acto o procedimiento, se lo indique o detenga como autor
o partícipe de la comisión de un delito. Esta condición exige que se lo ponga en
conocimiento de los cargos y conocimientos que se le imputan.
El acta de la indagatoria deberá ajustarse a las normas previstas para dejar
constancia de la declaración testimonial, siempre que ello sea posible. Si el
indagado se niega a suscribir el acta se interpretará como negativa a declarar. Tanto
en la declaración indagatoria como en la informativa puede estar asistido por un
defensor letrado, quien puede presenciar pero no intervenir en la diligencia. El
declarante puede manifestar todo lo que considere conveniente para explicar los
hechos, debiendo el instructor llevar adelante las citas, se entiende de terceras
personas, como otras diligencias que propusiera el declarante, si las estimara
conducentes. La declaración puede ser vuelta a realizar siempre que lo pida el
agente sumariado en cualquier momento del sumario, así también si es pedida por
otros imputados, siempre que lo consintiera el imputado que tuviere que declarar.

2. Prueba confesional (subinciso E, p. XXXIV)


Se establece que ésta hace suficiente en contra del sumariado, sin perjuicio
que por la reglamentación del art. 100 para la valoración del caso, se aplica el
principio de las libres convicciones razonadas, permitir la producción de otras
pruebas y valorarlas en conjunto luego de su producción. Para que tenga validez,
debe haber sido hecha frente al instructor designado en el procedimiento en el que
resultó sumariado el autor de la confesión, no resultando válidas las declaraciones
originadas en otros ámbitos. El hecho confesado debe ser posible y verosímil de
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acuerdo con las circunstancias y condiciones personales del sumariado; y recaer


sobre hechos que éste conozca por la evidencia de los sentidos y no por inducción.
El hecho motivo de la confesión debe estar acreditado, debiendo la confesión
concordar con sus circunstancias y accidentes. La prueba confesional podrá surgir
en la etapa de cargo con motivo de la declaración indagatoria o por presentación
voluntaria del sumariado.

3. Prueba testimonial (subinciso C)


El punto XXXV establece la atribución del instructor para tomar declaración
testimonial a todas las personas que él considere que pueden brindar información
para comprobar los hechos investigados o sus circunstancias, agentes de la
Administración Provincial o no.
Debe designarse fecha para audiencia principal y supletoria. Los testigos
deben notificarse conforme a las previsiones del inc. 7 (Notificaciones, citaciones y
emplazamientos); el p. XXVII inc. c) declara la necesidad de notificar las
providencias que fijen audiencias de testigos de cargo y de descargo. La notificación
podrá ser personal, por cédula, telegrama colacionado o carta documento. Al
sumariado, debe diligenciarse al domicilio constituido; a los testigos, al denunciado
cuando fueren testigos ofrecidos en el descargo o al que se obtuviera el instructor
cuando fueren de cargo.
El p. XXXVI establece que si el domicilio fuere falso o no existiere, el testigo
podrá tenerse por desistido. Se refiere sólo a aquellos testigos ofrecidos por el
sumariado, ya que en caso de ser un testigo convocado por el propio instructor, éste
procurará su declaración obteniendo su domicilio real si resulta un elemento
importante para el esclarecimiento de los hechos investigados. El p. XXXVII
consagra la obligación de los agentes de la Administración a prestar declaración -en
coincidencia con el deber del inc. p) art. 78 de declarar en los sumarios
administrativos o en las informaciones sumarias, salvo que tuviere impedimento
legal para hacerlo-.
En cambio, en el p. XXXVIII, se establece que no existe la misma obligación
de declarar para quienes no fueran agentes de la Administración Pública provincial.
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Si se niega a declarar o manifiesta causal legal para no hacerlo, debe dejarse


constancia en el acta. Si no comparece a la audiencia sin causa alguna, debe
tenérselo por desistido igual en el caso de quien no pudo ser notificado por ser falso
o no exista el domicilio denunciado tal como está previsto en el punto XXXVI.
El p. XXXIX excepciona de la obligación a los agentes enfermos o impedidos
físicamente, quienes lo podrán hacer en el lugar que indiquen, al que debe concurrir
el instructor. Tampoco tienen obligación de comparecer el gobernador de la
provincia, las autoridades mencionadas en el art. 99, inc. b) -ministros, secretarios,
subsecretarios, directores generales o provinciales y demás funcionarios
provinciales de jerarquía equivalente-, quienes deben declarar por oficio, en el que
debe transcribirse el interrogatorio que se le haga. Los funcionarios mencionados,
menos el gobernador, tienen que prestar declaración por escrito dentro de los 5 días
de la recepción del oficio.
Toda persona de más de 12 años puede ser llamada como testigo, aunque
los agentes de la Administración Pública, por el art. 2 inc. b) deberán tener 18 años;
los menores entre 14 y 17 años, podrán ser admitidos en la Administración en
calidad de participantes administrativos, aprendices de oficio, mensajeros o cadetes
de servicios. Un menor impúber, de 12 a 14 años o un menor adulto, puede
testificar, sin perjuicio de la valoración que las autoridades hagan luego de su
testimonio. Pero el límite de 12 años no es absoluto, ya que el punto XL dispone que
si existen causas debidamente fundadas para esclarecer los hechos pueden citarse
menores de esa edad.
En el p. XLI se señalan requisitos propios del acta de la declaración
testimonial, sin perjuicio de los requisitos impuestos por el punto XXIII para toda acta
que certifique o constate diligencias. Exige dejar constancia de nombre y apellido
completo del declarante, edad, estado civil y nacionalidad, número de documento de
identidad y constancia de haber sido confrontado, domicilio real o legal, su profesión,
empleo u oficio. Si fuere un agente de la Administración provincial debe indicarse la
dependencia, su cargo y antigüedad en la Administración.
El p. XLII reglamenta la forma en que debe tomarse el testimonio. Deben ser
interrogados separadamente (no puedan tener contacto quienes ya han prestado
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declaración y quienes no lo hicieron). Deben prestar juramento de decir verdad; si no


lo hacen, no incurrirán en el delito de falso testimonio previsto en el art. 275 del
Código Penal, pero su conducta fraudulenta puede dar lugar a una sanción
procedimental (art. 8o del capítulo IV “Potestad disciplinaria” del decreto-ley
7647/1970) que, si bien hace referencia a los interesados intervinientes, entendemos
que le resulta aplicable por involucrarse en el procedimiento, al afectar el decoro y
buen orden de las actuaciones, como el artículo prevé.
El testigo debe indicar si conoce al imputado, si es pariente y, si lo es, en qué
grado, si es amigo o enemigo, acreedor o deudor, si tiene interés en el resultado del
sumario o si tiene algún otro impedimento para ello. Las preguntas deben ser
hechas en forma clara y precisa (no en forma capciosa o sugestiva); tampoco deben
ser hirientes ni formular amenazas, afectar su intimidad, cuando fueren extrañas al
asunto que se investiga.
El testigo no debe obligarse a contestar en forma precipitada sino que las
preguntas le pueden ser repetidas, siempre que se advierta que no las ha
comprendido. Hay que apreciar la conducta del declarante para verificar si no se
trata de maniobras evasivas. Se permite al testigo dictar sus propias declaraciones,
pero no puede traerlas escritas de antemano. El instructor podrá autorizarlo a
confrontar documentos o notas por requerirlo la naturaleza de los hechos; por
ejemplo, cuando sea necesario que el testigo ubique un lugar en un plano,
reconozca una foto o un documento. El acta debe ser fiel a la declaración. Las
respuestas deben estar fundadas. En virtud del p. XLV, el instructor debe interrumpir
el interrogatorio si el testigo demuestra tener signos de cansancio, disponiendo un
cuarto intermedio hasta que éste se reponga.
Al concluirse el acto, previa lectura del propio testigo y ratificación de lo dicho,
cabe cerrar el acta. Si éste se niega, no puede o no sabe hacerlo, debe leerla el
sumariante en voz alta y clara, dejando constancia de ello en el acta. Si el testigo no
ratifica su contenido o quiere añadir o corregir algo, se debe hacer constar ello en el
acta, agregándolo a continuación.

4. Careo 
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El p. XLVII del subinciso D) señala la posibilidad del instructor para convocar


nuevamente a los testigos a realizar un careo entre ellos, cuando sus declaraciones
fueran encontradas, siempre que los hechos o circunstancias por ellos expuestos
resultan relevantes para avanzar en la investigación. El p. XLIX prevé el careo entre
inculpados, previendo que se verifica en la misma forma que para los testigos, con la
diferencia que no se les debe recibir juramento de decir verdad. El careo de
inculpados con testigos podrá efectuarse tanto a pedido de los inculpados como de
oficio, pero siempre con el consentimiento de los testigos. En la reglamentación
nada se dice del sumariado, en cambio sí se somete a la voluntad del testigo su
participación en la diligencia.
Si se ausenta alguna de las personas que deban ser careadas, se debe leer a
aquellas que se encuentren presentes la declaración del ausente y las
particularidades por las que se contradice con la de los otros, debiendo consignarse
en el acta las explicaciones u observaciones que se hagan para confirmar o
modificar su declaración anterior. Posteriormente se podrá completar el restante
medio careo. Si se reitera la medida, debería concurrir también el testigo.
El p. XLVIII establece el procedimiento: Luego de la acreditación de las
partes, el cumplimiento de los requisitos de atestación en las actas, el juramento de
decir verdad y las preguntas de rigor, se debe dar lectura a los careados de las
partes de sus respectivas declaraciones que se contradigan entre sí, observándose
la contradicción, para que entre ellos se reconvengan para determinar la declaración
de la verdad; podrán requerir lectura íntegra de las actas. La comunicación debe
hacerse por intermedio del instructor, quien transmitirá a cada declarante las
preguntas, debiendo consignar por escrito las preguntas y respuestas en la forma
más ajustada a la realidad. 
Está prohibido que los declarantes se insulten, amenacen o tengan conductas
no decorosas. Debe dejarse constancia escrita de todas las particularidades que
resulten o puedan resultar convenientes, no sólo restringidas a las circunstancias
contradictorias sino todo aquello que pueda ser importante a la investigación. Al
finalizar el acta los declarantes deben leerla, si alguno de ellos no lo hiciere, no
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pudiere, lo hará el instructor en voz alta y clara, luego debe ser ratificada por cada
una de las partes. Debe ser firmada por todos los intervinientes en todas las hojas.

5. Prueba pericial
Supone la realización de un informe de un experto con conocimientos
científicos, artísticos o prácticos en el cual realiza un análisis o una valoración
técnica respecto de un determinado hecho, conducta, bien, individuo o elemento de
prueba. El p. LI prevé la prueba pericial para la realización de un examen respecto
de una persona o de la apreciación de un hecho o sus circunstancias.
El punto LII dispone como principio que debe nombrarse un solo perito por
cada especialidad, pero cuando la complejidad de la investigación lo exija podrá
nombrarse hasta tres peritos por rama. Las pericias se deben asignar a agentes de
la Administración provincial, aun cuando no estuvieran comprendidos en la ley
10.430, que es lógico en cuanto muchos de los organismos que nuclean personal
especializado técnicamente tienen regímenes especiales. Los peritos deben tener
título siempre que su profesión, arte u oficio esté reglamentado y  lo exija. La
realización de la pericia por el agente de la Administración es una obligación
inherente a su cargo de revista. 
Cuando la Administración no contase con expertos en la rama que se
requiera para analizar los hechos investigados, como excepción, podrá requerir al
Poder Judicial un perito perteneciente a la Dirección General de Asesorías Periciales
(p. LIV). Pero si tampoco contare con peritos especializados puede requerir la
designación a organismos nacionales, haciéndose cargo de los costos que ello
demande.
El p. LV  extiende a los peritos las causales de recusación/excusación de los
instructores. Las partes podrán pedir la recusación del perito dentro de los tres días
de la notificación de designación o si su intervención es posterior o la desconociere,
el plazo debe computarse desde que tome conocimiento de la causa. La autoridad
que designe al perito debe notificar de ello al sumariado: cuando lo hace la
Administración Pública provincial y no cuando deba recurrir al Poder Judicial o a
organismos nacionales; en esos casos, debe ser el instructor quien ponga en
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conocimiento de la designación al sumariado. Transcurrido el plazo de tres días sin


oposición queda firme el nombramiento. Si hubiere oposición, debe tramitar por
incidente separado ante el instructor. Si se le da curso favorable se deben devolver
las actuaciones a la autoridad designante para que nombre a otro perito. La decisión
es irrecurrible.
El punto LVI nos da los requisitos que debe contener el informe. Debe ser
redactado por escrito, aunque el instructor solicite su comparecencia para requerir
explicaciones, si no las pidiere por escrito o con el fin de hacer algún reconocimiento
de lugares, cosas o personas. El perito debe hacer el informe bajo juramento de
decir la verdad, indicación de lugar, fecha y rúbrica al pie. Debe ser presentado
dentro de los seis días de haber sido notificado, pudiendo pedir ampliación por seis
días más, siempre que lo justifique en la complejidad; se permite (por excepción)
que sea la propia autoridad designante quien prorrogue los plazos por causas
fundadas -quizá por la complejidad del asunto cuando se presumiere que exceda los
doce días previstos por la norma- y agotada la prórroga sea dicha autoridad quien
informe la situación, o que los motivos se originen en cuestiones propias del
organismo al que pertenece el perito.
Si dejare vencer los plazos sin solicitar ampliación será considerado incurso
en falta, si además se advierte morosidad, la falta se considerará grave. Producida la
circunstancia el Director de Sumarios debe comunicar lo ocurrido a la autoridad de la
que dependa el perito.

6. Prueba documental
Si bien el documento como escritura representada en papel constituye el
medio documental predominante, el concepto es mucho más amplio, ya que
constituye documento toda cosa representativa. Deben agregarse al expediente
todos los documentos que se presenten durante la instrucción cuando tuvieren
relación con el sumario (p. LVII); se refiere a los documentos escritos,
fundamentalmente de carácter declarativo (forma más frecuente de documentar la
actividad administrativa). Ello no implica limitar el medio solamente a este tipo de
documentos, ya que cabe admitir todo documento que permita coadyuvar a la
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demostración de sus derechos. Es posible presentar los representativos, como


planos, dibujos, fotografías, marcas, señales, amojonamientos, etc.; o declarativos,
guardados en diferentes soportes: escritos, grabaciones sonoras o audiovisuales,
medios informáticos, etcétera.
El criterio para la incorporación de la prueba es amplio, lo que se contrapone
con la previsión relativa a la prueba documental ofrecida con el descargo; allí se
establece que los documentos en poder del imputado deben acompañarse con el
escrito de descargo, si ello no es así debe indicarse en forma precisa dónde se
encuentran. Si son documentos privados, deberá indicar el nombre de la persona y
su domicilio para ser citada a reconocimiento. Si no se cumplen estos requisitos para
los documentos que no estuvieren en su poder, el instructor, previa intimación por
dos días, podrá tener por no ofrecida la prueba. 
Si hubiere documentos que no pueden ser requeridos por el instructor por
estar fuera de su jurisdicción o que no puedan ser agregados, se establece su
compulsa en el lugar donde se hallaren, disponiendo que en caso de ser necesario
se pueden extraer copias certificadas de éstos. En estos casos puede requerirse
directamente copia certificada de los documentos solicitados y en caso de requerirlo,
la instrucción realizar su compulsa. Para la Administración provincial el
requerimiento de documentos por parte del instructor o de sus copias certificadas es
obligatorio, pudiendo en caso de incumplimiento proceder a su secuestro en caso de
ser necesario. Se permite cualquier medio de duplicación para hacer las copias
siempre que se certifique su autenticidad.

7. Prueba informativa
Este medio tiene por objeto recabar un informe a una persona u organismo
respecto de datos o pruebas preconstituidas por su inclusión en bases de datos,
registros legajos en poder del informante.
El instructor puede pedir directamente los informes que requiera la
investigación sin necesidad de hacerlo por la vía jerárquica (p. LXI). Los organismos
de la Administración Pública provincial deben contestarlo en el término de dos días
desde su recepción; su incumplimiento podrá considerarse falta grave. Si para
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contestarlo necesita un lapso mayor, debe fundarlo y comunicarlo inmediatamente al


instructor. 
Si los informes son solicitados a organismos que no pertenecen a la
Administración provincial y fueron ofrecidos por el imputado, el instructor puede
imponerles la carga del diligenciamiento, en cuyo caso tienen diez días para su
sustanciación, bajo apercibimiento de tener a la prueba por desistida. Si el imputado
alega razones fundadas dentro de dicho término, puede solicitar al instructor una
prórroga para su cumplimiento.

8. Prueba de reconocimiento
El instructor puede realizar inspecciones oculares en dependencias o lugares
sometidos a jurisdicción de la Administración Provincial, siendo obligatorio para los
funcionarios a cargo de éstos facilitar el cumplimiento de la medida (p. LXIII). Si los
lugares no pertenecieran a la Administración provincial debe requerirse el
consentimiento del tercero con potestad para permitir su realización. El instructor
debe labrar acta de la diligencia en la que debe consignar todas las circunstancias
necesarias para la investigación; puede acompañársela con la realización de un
plano, croquis, tomar fotografías, tomar elementos de prueba del lugar, utilizar otros
medios de captación de la diligencia tales como grabaciones sonoras o visuales,
concurrir con los peritos para realizar tareas de reconocimiento o exámenes in situ,
etcétera.Conforme con el punto LXV, los inculpados, sus representantes o letrados,
tienen el derecho de concurrencia y participación, en la medida de reconocimiento.

9. Diligenciamiento y disposiciones comunes


Por el punto LXVI Se habilita al instructor a practicar las diligencias de prueba
fuera de la dependencia donde presta servicios a través de otros organismos
provinciales o de las municipalidades (p. LXVI). Deben producirse de inmediato, con
intervención de sus organismos específicos, es decir, las áreas competentes en
materia de personal. La exigencia, que parece surgir del texto de la previsión
reglamentaria respecto de entidades territoriales que no poseen dependencia
jerárquica con la Administración provincial, como las municipalidades, debe
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entenderse como una exigencia al propio instructor, ya que la realización dependerá


de la colaboración de un organismo ajeno al cual no puede obligar por sus propias
disposiciones reglamentarias.
Finalmente, los puntos LXVII y LXVII establecen disposiciones comunes a
toda la regulación en materia probatoria; Se prescribe la irrecurribilidad de las
decisiones de la instrucción relativas a la prueba, limitación que debe ser
interpretada restrictivamente, habilitando a impugnar aquellas decisiones que ponen
en riesgo el derecho de defensa. Por el LXVII se dispone la aplicación supletoria, en
materia probatoria, de las normas del Código de Procedimiento Penal siempre que
no se opongan con lo qué dispone la reglamentación.

12. Conclusión de la prueba de cargo


El inc. 9 regula el cierre de la etapa de cargo de la instrucción y el
levantamiento del secreto del sumario (conforme al punto LXIX). El cierre de esta
etapa implica el dictado del auto de imputación cuando el instructor pudiere
encontrar prima facie acreditada la comisión de la falta administrativa o la
individualización del presunto autor. La norma asigna certeza a las determinaciones
de los hechos y la imputación de responsabilidades que no se compadece con la
etapa en la que se encuentra el sumario y la identidad entre acusador y juzgador
que no se corresponde con el régimen procesal penal. En esta etapa se abre el
debate permitiendo una amplia participación en el procedimiento del imputado.
Encontramos los requisitos para fundar el auto de imputación en el p. LXX.
Respecto de los considerandos, se exige que se relate la exposición metódica de
los hechos, relacionándolos con las pruebas agregadas; también debe mencionar
claramente a los imputados, por sus nombres y apellidos completos, identificando la
participación que cada uno tuviere; asimismo, las circunstancias atenuantes y
agravantes que puedan modificar la responsabilidad, desde una base probatoria
estrictamente, descartando cualquier valoración que vaya más allá de la
comprobación de la falta, también será parte del auto de imputación. 
Su parte dispositiva debe contener: encuadramiento legal correspondiente a
los hechos relacionados y a la sanción disciplinaria que estime aplicable y el
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otorgamiento del traslado para que el o los imputados hagan el descargo y ofrezcan
prueba. El p. LXXI dispone que el auto de imputación resulta irrecurrible, pero el
inculpado puede dejar sentada su disconformidad, la que deberá demostrar a través
de su descargo y la prueba que ofrezca o acompañe para fundar sus dichos.
Si el instructor considerara que de los hechos investigados no surgen
elementos de juicio suficientes, puede proponer el sobreseimiento (p. LXXII), para
lo cual debe elevar las actuaciones al Director de Sumarios. La providencia en que el
instructor exponga sus conclusiones debe contener los requisitos previstos para el
auto de imputación. El Director puede compartir o no la propuesta; de estar de
acuerdo lo remite a la Junta de Disciplina con opinión fundada; caso contrario, lo
devuelve al instructor ordenándole la sustanciación de las medidas de prueba que
considere pertinentes para avanzar con la investigación. Si considera que con los
elementos recabados es suficiente, puede disponer que se dicte auto de imputación
debiendo designar nuevo instructor en el mismo acto.
El sobreseimiento puede ser dictado respecto del hecho investigado o
respecto del inculpado, teniendo en cuenta las causales previstas en el punto I de la
reglamentación del art. 103, y otras derivadas del art. 323 del Código Procesal Penal
en lo que fueren compatibles. Puede suceder que se proponga el sobreseimiento de
alguno de los inculpados y se continúe con el sumario, ya sea para individualizar a
los responsables o en la investigación de otros inculpados; quien se considere
perjudicado por la decisión de exclusión de quien fuere sobreseído debe tener
derecho a impugnarla cuando ella le causare gravamen irreparable. La
reglamentación del art. 100 dispone (de acuerdo con el p. LXXII de la
reglamentación del art. 92), que el sobreseimiento puede ser dictado siempre que no
exista auto de imputación, ya sea con relación a los hechos o a los inculpados.

13. Procedimiento de descargo y derechos de los imputados


El inc. 10 de la reglamentación del procedimiento prevé la segunda etapa del
sumario, equiparable al plenario en el proceso penal a la etapa de debate o juicio.
Se da vista de todo lo actuado al imputado por el término de diez días para que haga
su descargo y proponga pruebas (p. LXXIII). En el caso de pluralidad de imputados,
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los términos del descargo son independientes, por lo que corren para cada uno de
ellos por separado desde el día siguiente hábil al de su notificación. El p. LXXIV
regula los requisitos del escrito de descargo. Establece obligación de constituir
domicilio en forma clara y precisa (rigiendo el capítulo VI del decreto-ley 7647/1970
sobre “Constitución y denuncia de domicilios”, por lo que de acuerdo con el art. 24,
deberá constituirlo en el radio urbano del asiento de la autoridad administrativa). El
domicilio constituido se considerará subsistente mientras no se designe otro,
prohibiéndose su constitución en oficinas públicas de la misma manera que lo
dispone el art. 25 de la ley de procedimiento administrativo provincial. Si no
constituye domicilio debe tener por tal el declarado en cumplimiento del deber
previsto en el art. 78, inc. o) de la ley 10.430. 
En oportunidad de presentarlo, debe ofrecer la totalidad de la prueba, la cual
el instructor puede rechazar siempre que no se refiera a hechos relativos al sumario
y sea manifiestamente improcedente (decisión irrecurrible, mas allá de las
impugnaciones cuando vulnere el derecho de defensa).Pero tanto el Director de
Sumarios al recibir las actuaciones para dictar la resolución final previa a la remisión
a la Junta de Disciplina, o esta última, podrán disponer la producción de la prueba
que el instructor haya declarado inadmisible.
El descargo puede hacerse verbalmente, para lo cual el imputado puede
presentarse en el plazo de diez días desde la notificación, debiendo labrar acta al
respecto, pudiendo ofrecer prueba en dicha oportunidad, lo que debe quedar
también en el acta. Se limita la cantidad de testigos de descargo a no más de cinco,
salvo que en el auto de imputación se reflejare la valoración de un número mayor de
testigos (p. LXXV). Si no se da este supuesto e igualmente presenta más de cinco
testigos, el instructor debe tomar los primeros cinco de la lista presentada y respecto
de los restantes debe dictar siempre providencia fundada, ya sea para rechazar su
declaración o para disponerla con base en la complejidad de los hechos (decisión
irrecurrible aunque reiteramos la prerrogativa en cabeza del Director y Junta de
Disciplina para ampliar o hacer lugar a la prueba denegada). 
Para su notificación debe consignarse en el escrito de descargo, el domicilio o
dependencia administrativa donde se desempeñan los testigos; y deben
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acompañarse los interrogatorios sobre los cuales declararán en forma abierta. Si no


denunciare el lugar donde notificar al testigo o no acompañare el interrogatorio, el
instructor intimará al imputado por un plazo de dos días para que subsane la omisión
(o se tendrá a la prueba por no ofrecida). El instructor podrá modificar el
interrogatorio, desestimando las preguntas que considere improcedentes o realizar
aclaraciones sobre las preguntas, decisiones irrecurribles. Debe fijar fecha y hora de
audiencia principal y supletoria. Si no concurren a ninguna de las dos audiencias, al
día siguiente de la última de ellas el instructor tendrá por desistida la prueba, salvo
que el imputado, el mismo día de la segunda audiencia, se hubiere presentado y
pudiere acreditar razones fundadas. Por el punto LXXVII Se permite a los imputados,
sus representantes/patrocinantes intervenir pudiendo ampliar el interrogatorio -debe
entenderse inclusivo de la posibilidad de repreguntar-.
Respecto de la prueba documental, se exige que los que estén en poder del
imputado sean acompañados con el escrito de descargo, y si no los tuviere deberá
indicar en forma precisa el lugar en donde se encuentren (p. LXXVIII). Si presenta
documentos privados debe individualizar a las personas y sus domicilios, que por su
autoría o participación sean convocadas para su reconocimiento; en caso de no
hacerlo, el instructor debe intimar, por el término de dos días, al imputado para que
subsane la omisión o se los tendrá por no ofrecidos. Si se requiera extraer copias de
los documentos serán a cargo de la Administración, pero si son copias que solicita el
imputado de las actuaciones, él debe hacerse cargo de su costo.
Si el imputado ofreciera prueba pericial y debe recurrir a un perito del Poder
Judicial o de una repartición nacional, los gastos estarán a cargo de la
Administración provincial. Si, en cambio, ofrece perito particular para que actúe en
forma conjunta con los designados, éste estará a cargo del imputado. El perito
privado debe desempeñarse cumpliendo con las mismas exigencias que el oficial.
Su actuación será responsabilidad del imputado y el incumplimiento generará que se
tenga por desistida la pericia privada. Concluida la sustanciación de la prueba de
descargo se corre traslado por cinco días al imputado con el fin de alegar sobre el
mérito de la prueba producida (p LXXX).
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1. Derecho de defensa y contenido del auto de imputación


Dictada la providencia de imputación, se dará vista de todo lo actuado al
imputado por el término de diez días (p. LXXIII), quien debe hacer su descargo y
proponer las medidas de prueba que crea oportunas. El auto de imputación
determina el momento en que se le da amplia participación al sumariado en el
procedimiento, pero para ejercer plenamente su derecho de defensa, debe conocer
plenamente los cargos que se le imputan. No alcanza con acceder a las actuaciones
que pudiere tener el propio imputado o su letrado, ya que debe conocer cuáles son
los hechos y la prueba de cargo, que deben estar claramente especificados en la
providencia de imputación; también respecto de la calificación legal de los hechos (p.
LXX, segunda parte, inc. b reglamentación art 91), sin perjuicio de la decisión
sancionatoria o absolutoria que finalmente adopte la autoridad. En el caso de haber
más de un imputado, los términos serán independientes y comenzarán a correr a
partir del día hábil siguiente en que cada uno se haya notificado de la vista.

2. Disposiciones comunes a la etapa de descargo


En el p. LXXXI se contempla el plazo de gracia: las dos primeras horas del
horario administrativo del día siguiente hábil al del vencimiento. Transcurrido un
plazo con vencimiento, como el descargo, ofrecimiento de prueba o alegato, sin
cumplir con ello, se da por decaído el derecho a ejercerlo. Debemos armonizar lo
dispuesto con la extensión del plazo de gracia a las cuatro primeras horas por la
modificación de la ley 13.708 al art. 69 del decreto-ley 7647/1970.
En virtud del p. LXXXII se prevé la ampliación de los plazos para el descargo
y también para alegar en razón de la distancia (se adiciona un día por cada
doscientos kilómetros o fracción que no baje de cien desde la ciudad en la que se
otorguen las vistas). En el caso del auto de imputación, se notificará en el domicilio
real declarado y, en el caso del traslado para alegar, se notificará en el domicilio
constituido que debe estar en el radio urbano de asiento de la dependencia donde
se lleva adelante la instrucción.
El otorgamiento de representación a abogados podrá realizarse a través de
carta poder con firma certificada ante autoridad administrativa, judicial o policial,
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también podrá hacerse ante el instructor, quien debe labrar acta al efecto (p.
LXXXIII).

14. Cierre del sumario


El p. LXXXIII establece supuestos en los que el instructor puede decretar el
cierre del sumario: cuando el imputado no hubiere presentado descargo y haya
decaído el ejercicio de ese derecho; cuando presente descargo y no ofrezca prueba
a producir; cuando haya alegado sobre el mérito de la prueba de descargo o se le
haya dado por decaído el ejercicio de ese derecho. 
Al decretar el cierre del sumario el instructor debe realizar un informe final
(punto XVI) para luego elevar las actuaciones al Director de Sumarios, previo
dictamen, las elevará a la Junta de Disciplina.

15. La Junta de Disciplina


El art. 93 de la ley 10.430 establece que funcionará una Junta de Disciplina
única y permanente que tendrá carácter de organismo asesor. Es un órgano
colegiado de funciones consultivas y de instrucción. Sus funciones son:
a) Expedirse en los sumarios administrativos, previo al dictado de la resolución por
autoridad competente, aconsejando la sanción a aplicar si hubiere motivo para ello.
b) Expedirse en los supuestos de solicitudes de rehabilitación para ingresar a la
Administración por haber transcurrido el plazo de veda por aplicación de sanciones
de cesantía o exoneración. Presentada la solicitud ante la repartición a la cual
pertenecía, ésta debe remitirla a la delegación de personal correspondiente, quien
previa agregación de los antecedentes del solicitante los remitirá a la Junta de
Disciplina; emitido su dictamen, corresponde decidir al Poder Ejecutivo.
c) Expedirse en los casos en que se requiera su intervención por la autoridad
competente (enumeradas en el art 99).
Por otra parte, tiene funciones con relación a la dirección del proceso.
Conforme los puntos LXXIV y LXXV de la reglamentación del art. 92, puede ordenar
la ampliación de los medios probatorios declarados inadmisibles por el instructor;
acorde al punto III de la reglamentación del art. 96, puede devolver las actuaciones
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al Director de Sumarios antes de emitir dictamen definitivo para que éste produzca
las pruebas que expresamente le indique aquélla. La misma atribución cabe
reconocerle en el caso del sobreseimiento propuesto por el instructor y avalado por
el director de Sumarios (punto LXXII).
De acuerdo a la reglamentación del art. 93 le corresponde expedirse sobre las
conclusiones del sumario, no pudiendo dictarse resolución final sin su intervención.
Su omisión aparejaría la nulidad del acto administrativo sancionatorio. La
participación de la Junta es obligatoria en todos los procedimientos previstos en la
ley 10.430, dado que no se la excluye en ningún momento y en ningún artículo -a
diferencia de la Asesoría General de Gobierno, para las sanciones correctivas o la
Fiscalía de Estado para las cuestiones en las que no haya interés fiscal afectado-.
La junta debe expedir su dictamen dentro de los diez días de recibidas las
actuaciones, salvo que las devolviere con motivo de haber decidido la ampliación
probatoria (p. 1 reglamentación art 96). Emitido el dictamen, el sumario debe ser
remitido a la autoridad que lo ordenó. El dictamen no es vinculante. El punto II de la
reglamentación dice: “en ningún caso serán vinculantes u obligatorios para la
autoridad que habrá de dictar el acto administrativo”. Esto quiere decir que no hay
obligatoriedad de aceptar su contenido pero sí es obligatoria la exigencia de emitirlo.
De todas maneras, para apartarse deberán consignarse fundamentos de hecho y de
derecho.
Fiorini ha destacado la intervención de este tipo de organismos colegiados, si
bien ha considerado que muchas veces se restringen y autolimitan sin razón,
destaca como sus funciones el control de la labor del sumariante y ser órgano de
segunda instancia de las resoluciones denegatorias del instructor —función que en
nuestro ámbito comparte con el director de Sumarios— . Entiende que la junta no
sólo debe determinar la conducta del agente sino también juzgar el procedimiento y
expresar su juicio sobre la conducta del instructor, considera que de esta manera se
pueden purgar las nulidades o deficiencias del sumario en el que le ha
correspondido dictar.
Manuel María Diez considera que la Junta de Disciplina constituye una cierta
garantía del funcionario. Bielsa también lo justifica, tanto a favor del sumariado como
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en beneficio de la propia Administración; en favor del sumariado, por estar integrada


la junta por personas que no forman parte del mismo órgano, que en general altos
funcionarios designados por el Poder Ejecutivo y además por representantes de los
propios funcionarios o empleados, ya sea que estén elegidos por ellos o por el Poder
Ejecutivo.  Quienes califican los hechos tienen mayor responsabilidad moral en un
caso y resultan ser sus pares en el otro. Para la Administración Pública activa es una
ventaja tener el Consejo porque, en las cuestiones graves, instruye y estudia el
procedimiento disciplinario y da dictamen al Poder Ejecutivo, que se limitaría a dictar
la pena o la absolución, lo que le evitaría cuestiones enojosas con motivo del
sumario dentro de su organización.

1. Composición de la Junta de Disciplina


El art. 94 establece que la Junta de Disciplina estará integrada en la forma
que se determine por vía reglamentaria, debiéndose incluir representación gremial,
que deberá ser prevista en todo organismo similar. La reglamentación del artículo
establece:
I. La Junta de Disciplina estará integrada por un Presidente y doce miembros
designados por el Poder Ejecutivo (gobernador). El presidente y seis miembros
serán designados directamente y los restantes lo serán a propuesta de las entidades
gremiales. El presidente y cuatro de sus miembros, como mínimo, deberán ser
abogados.
II. Para ser miembro de la Junta de Disciplina se requiere como mínimo cinco años
de antigüedad en la Administración Provincial y pertenecer a los cuadros de
personal permanente de la misma. Esa antigüedad debe ser inmediata anterior e
ininterrumpida al momento de la designación.
III. Durarán dos años en sus funciones. Si finalizado el período no se hubiere
procedido a la renovación, los miembros actuales continuarán en las funciones hasta
que se efectúen las nuevas designaciones. La norma no prohíbe la reelegibilidad
IV. Mientras el agente se desempeñe en la Junta de Disciplina, esta eximido de
prestar las tareas propias de su cargo, no obstante lo cual se lo considera en
ejercicio activo del mismo. Percibirá los haberes correspondientes a su cargo, a los
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que se adicionará una bonificación equivalente a la suma fijada como gastos de


representación en la planilla anexa salarial para el cargo de Director Provincial o
General, en el caso del Presidente, y de Director, para el resto de los miembros.
V. La Junta de Disciplina proyectará su reglamento interno, el que deberá ser
aprobado por la Secretaría General de la Gobernación.
VI. Dentro de los dos días de radicado un sumario en la Junta de Disciplina, el o los
imputados podrán deducir recusación contra algún miembro y/o el Presidente,
debiendo expresar por escrito la causa en que la fundamenta y ofrecer la prueba
respectiva en el mismo acto. Podrán ser recusados únicamente por alguna de las
causales establecidas en el art. 92, apartado XVII. El Presidente o miembro de la
Junta que se encuentre comprendido en alguna de esas causales de recusación,
deberá excusarse de intervenir. El incidente tramitará en la forma que establezca el
Reglamento interno de la Junta de Disciplina.
La recusación debe realizarse en la primera oportunidad en que toma
conocimiento de su integración, si ésta se modificare en actuaciones futuras podrá
plantear la recusación de los nuevos miembros. En el escrito de recusación, junto
con los fundamentos del pedido debe ofrecerse la prueba, en el caso de tratarse de
documental ésta debe acompañarse en el mismo acto cuando estuviere en su poder.
Rigen las causales previstas para los instructores en el punto XVII de la
reglamentación del art. 92. En cambio, el trámite previsto en el inc. 4, para los
instructores, puntos XVIII y XX; tampoco regirá el XIX, ya que la recusación o
excusación no podrá ser resuelta por el Director de Sumarios, sino que el trámite
será regulado por el reglamento interno de la Junta.

16. Intervención de la Asesoría General de Gobierno y de la Fiscalía de Estado


En conformidad con el art. 95, cuando la falta imputada pueda dar lugar a la
aplicación de sanción expulsiva, debe intervenir la Asesoría General de Gobierno
para que, dentro de diez días emita dictamen. Y se requerirá la intervención de la
Fiscalía de Estado cuando de modo directo existan intereses fiscales afectados
(deberá expedirse dentro del mismo plazo). Ambos organismos podrán recabar
medidas ampliatorias.
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No encuadraría en el supuesto las faltas por problemas propios de su


inconducta, su falta de contracción al trabajo, falta de puntualidad, ausentismos,
conductas privadas que afecten la credibilidad de la Administración, problemas de
trato con sus compañeros, subordinados, superiores o público, en aquellos casos en
que no se produzca siempre que no derivaren en responsabilidad patrimonial hacia
la Administración. No obstante la falta de obligatoriedad, la Administración tendrá la
facultad de requerir dictamen a la Asesoría General de Gobierno para el caso de
sanciones correctivas, así como también respecto de la Fiscalía de Estado, más
cuando tuviere dudas sobre los eventuales perjuicios que la conducta de un agente
pudiere ocasionar a la Administración.
Ambos organismos deben emitir dictamen en el plazo de diez días,
coincidiendo con lo previsto en el art. 1 del decreto 2138/1989. Resulta de
aplicación el art. 2, en cuanto a que el organismo puede continuar con el
trámite si transcurriese el plazo sin haber recibido las actuaciones, previa
certificación del vencimiento sin haberlas recibido. A tal fin, de acuerdo con el
art. 3 podrá enviar copias certificadas a los organismos de control y
asesoramiento reteniendo el original o viceversa, pudiendo, a través de copias
certificadas, requerir la intervención simultánea de los organismos. El art. 4
establece que si el criterio de alguno de los dictámenes de los organismos
fuere total o parcialmente discordante con el acto administrativo que se haya
dictado, el acto administrativo, por haber decidido la Administración sin
dictamen ante el vencimiento del plazo de diez días en los términos del art. 2,
la autoridad que lo emitió deberá dictar nueva declaración o decisión
aceptando o rechazando el criterio.

17. Pase de la causa a definitiva


Por el art. 96, una vez pronunciada la autoridad sumariante, la Junta de
Disciplina (y, en su caso la Asesoría de Gobierno y Fiscalía de Estado), las
actuaciones serán remitidas a la autoridad competente para que dicte la resolución
definitiva con ajuste a lo establecido. En la reglamentación se reitera que  la Junta
de Disciplina deberá expedirse en el plazo de diez días. Cumplido el plazo, las
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actuaciones deberán ser remitidas a la autoridad que ordenó la instrucción del


sumario. En el p. II se reitera que los dictámenes no serán vinculantes u obligatorios
para la autoridad que habrá de dictar el acto administrativo final; para apartarse de
ellos se deberán dar los fundamentos de hecho y de derecho que así lo indiquen. Y
antes de emitir su dictamen definitivo, puede la Junta de Disciplina devolver las
actuaciones a la Dirección de Sumarios para que produzca las pruebas que
expresamente le indique.

18. Suspensión preventiva y disponibilidad relativa


Desde que se ordena la sustanciación de un sumario administrativo, y en
cualquier estado de las actuaciones, la autoridad que lo dispuso puede declarar al
agente presuntamente incurso en falta, en disponibilidad relativa o suspenderlo con
carácter preventivo, por el término de sesenta días, pudiendo ser ampliada por el
Poder Ejecutivo, previo dictamen de la Asesoría General de Gobierno. Se dispondrá
la suspensión preventiva del agente que sufra privación de la libertad ordenada por
autoridad policial o judicial, acusado de la comisión de un delito, de transgresión al
Código de Faltas o simplemente de averiguación de hechos delictuosos. Las
medidas precautorias no implican pronunciarse sobre la responsabilidad del agente
(art. 97)
En la reglamentación se establece que:
I. La disponibilidad relativa puede declararse cuando sea necesaria para esclarecer
los hechos motivo de la investigación o cuando la permanencia del agente sea
incompatible con el estado de autos o con el tipo de tareas que desarrolla. Su
ampliación será dispuesta previo dictamen de la Asesoría General de Gobierno.
II. La suspensión preventiva puede aplicarse cuando la gravedad del hecho aconseje
el alejamiento transitorio del agente del servicio y tendrá una duración de hasta
sesenta días corridos; podrá ser ampliada por el Poder Ejecutivo, previo dictamen de
la Asesoría General de Gobierno. Exceptúase de los plazos precedentes, los casos
de suspensión preventiva como consecuencia de privación de libertad del agente.
III. La autoridad que dispuso las medidas, deberá proceder al levantamiento de las
mismas, tan pronto se hubiere logrado la finalidad que las motivaran.
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IV. Los actos que resuelvan la disponibilidad o suspensión preventiva serán


notificados íntegramente y de inmediato al agente alcanzado por las mismas y
comunicados a la Junta de Disciplina.
V. Contra las resoluciones que dispongan las medidas preventivas proceden los
recursos previstos en el art. 104 de la Ley y de la reglamentación. Según el VI, los
recursos deberán interponerse dentro de los cinco días siguientes al de la
notificación del agente. El acto que resuelva el jerárquico será irrecurrible. Ambos
recursos deberán interponerse fundadamente y por escrito. La situación del recurso
no interrumpe la tramitación del sumario y las medidas preventivas dispuestas serán
mantenidas mientras aquél se resuelva.
VII. Las medidas preventivas que se dicten como consecuencia del procedimiento
sumarial deberán ser comunicadas al organismo sectorial de personal dentro de los
dos días de adoptadas, organismo que controlará los términos de las medidas
preventivas.
El art. 87 contempla dos tipos de medidas cautelares a dictar en el trámite del
procedimiento sumarial. Pueden disponerse en cualquier estado de las actuaciones
ya que su dictado no depende del estadio procedimental sino de la configuración de
los supuestos previstos, pero para ello el inculpado debe tener la calidad de
sumariado (debe haberse iniciado contra él orden de sumario). No podrán dictarse
este tipo de medidas respecto de quienes estuvieren sospechados. 

18.1. Disponibilidad relativa


La disponibilidad relativa ha sido regulada en el art. 13. Se prevén dos
causales: una relativa a una cuestión organizacional, aunque motivada por
situaciones disfuncionales como lo es la intervención de un organismo o
dependencia y la otra referida en el art. 97, dentro del procedimiento sumarial.
Esta última implica el traslado del área donde presta servicios a otra
dependencia u organismo y, de acuerdo con el punto I de la reglamentación, debe
estar fundada en la necesidad de esclarecer los hechos de la investigación o cuando
la permanencia del agente en el lugar sea incompatible con el estado de autos o con
el tipo de tareas que desarrolla. La primera requiere el alejamiento físico del
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sumariado para facilitar la investigación; y la segunda, por razones de decoro según


la naturaleza de la falta, que puede estar vinculada a las tareas habituales que
realiza o, por otras consecuencias que deriven del procedimiento, como la relación
con otros agentes.
Según la reglamentación del art. 13, la medida será dictada por las
autoridades previstas en los incisos a) y b) del art. 99 (el Poder Ejecutivo) cuando la
falta investigada derive presumiblemente en sanción expulsiva o los ministros,
secretarios, subsecretarios, directores generales o provinciales u otros funcionarios
con idéntico rango cuando derivare presumiblemente en sanción correctiva. Estas
autoridades serán las que determinen el destino del agente. La medida no afecta la
foja de servicios del agente, no le produce pérdida de ninguno de sus derechos ni la
percepción de haberes. Debe durar como máximo sesenta días, pudiendo
extenderse por decisión del Poder Ejecutivo (prerrogativa delegada a ministros,
secretarios de la gobernación, titulares de organismos de la Constitución y Asesor
General de Gobierno -inc. 7 del decreto 574/2001-). La ampliación exige un
dictamen previo de la Asesoría General de Gobierno (art 97 y p. I reglamentación),
siendo aplicable el decreto 2138/1989.
Las tareas asignadas deberán guardar relación con el cargo que ocupa y no
se puede afectar el principio de unidad familiar, que se afecta cuando deba
desplazarse diariamente más de sesenta kilómetros de su lugar habitual de
residencia. Aunque nada obsta a que el agente demuestre que una distancia menor,
por las dificultades de acceso afecta tal principio.

18.2. Suspensión preventiva


Implica la separación del agente de sus tareas, pudiendo ser con o sin goce
de haberes, ya que la pérdida de su remuneración no es una consecuencia de la
medida dispuesta, sino que depende de las circunstancias. Aunque el art. 97 ni su
reglamentación prevén la doble alternativa, la suspensión sin percepción de haberes
ha sido prevista en forma implícita en el art. 98 al determinar que cuando se aplicare
sanción correctiva se deben computar los días de suspensión preventiva y si éstos
superan a la sanción le deben ser abonados como si se hubieran trabajado. En el
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segundo párrafo se dispone que cuando la sanción fuere expulsiva no corresponde


al agente percibir los haberes que le hubieran correspondido por la suspensión
preventiva, por lo que aquí también la medida precautoria lo es sin percepción de
haberes.
Las causales para la aplicación de la medida de suspensión preventiva están
previstas tanto en el art. 97. Se debe suspender preventivamente al agente que
sufra detención ordenada tanto por autoridad policial como judicial, ya sea por estar
acusado por la comisión de un delito, de una contravención o simplemente por
averiguación de hechos delictuosos. En el reglamento, en cambio, se consagra una
causal mucho más amplia y genérica vinculada con la naturaleza de la falta
cometida, ya que la medida precautoria puede aplicarse cuando la gravedad del
hecho aconseje el alejamiento transitorio del agente del servicio administrativo. Se
fundamenta en la gravedad de los hechos, y supone que este tipo de medidas se
aplique cuando los hechos investigados presumiblemente aparejen sanción
expulsiva.
La aplicación de estas medidas debe estar en cabeza del Poder Ejecutivo si
entendemos que los hechos pueden dar motivo a sanciones expulsivas como
también en los casos de privación de la libertad. El plazo de duración de la
suspensión preventiva no podrá superar los sesenta días corridos, de la misma
manera que el máximo de la sanción de suspensión prevista en el art. 81. Pero igual
que para la disponibilidad preventiva, el art. 97 y el punto II prevén su prórroga por
parte del Poder Ejecutivo, previo dictamen de la Asesoría General de Gobierno. Se
excepciona del límite a las suspensiones preventivas dictadas como consecuencia
de la privación de libertad del agente.
La medida tampoco puede afectar derechos del sumariado por el solo dictado
de la medida preventiva, porque así como el art. 103 dispone que, cuando la
resolución final absuelva o sobresea definitivamente al imputado le deben ser
abonados íntegramente los haberes correspondientes al tiempo de duración de la
suspensión preventiva, no podrá perder sus derechos a antigüedad ni al ascenso o
promoción, sin perjuicio del art. 89 que suspende hasta tanto se resuelva el sumario,
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reservándose la vacante y accediendo retroactivamente a ella si el resultado le fuere


favorable.

18.3. Disposiciones comunes a ambas medidas


La reglamentación del art. 13 establece que la Dirección de Sumarios debe
priorizar las actuaciones en las que se hayan dictado medidas de disponibilidad
relativa o suspensión preventiva. La reglamentación del 97, p. III dispone que la
autoridad que dictó las medidas será la que deba proceder a su levantamiento tan
pronto se hubiere logrado la finalidad que la motivara. Los actos que establecen
ambas medidas deben ser notificados en forma íntegra y de inmediato al agente,
como también comunicados a la Junta de Disciplina (p. IV). La comunicación implica
posibilidad de emitir opinión en virtud de la potestad de contralor que el organismo
ejerce sobre el sumario y su función consultiva respecto de la autoridad con potestad
sancionatoria. En el caso de los agentes, la notificación debe hacerse en el domicilio
denunciado (art. 78, inc. o), pero si éste estuviere privado de la libertad debe
notificarse en donde se encontrare detenido.
El p. V dispone la impugnabilidad por medio de los recursos del art. 104,
recurso de revocatoria con jerárquico en subsidio o recurso jerárquico directo; en
estos dos últimos casos, cuando la medida sea dictada por una autoridad inferior al
Poder Ejecutivo o quien tenga competencia delegada por éste. Estos recursos, a
diferencia de los casos previstos en el art. 104 (de revocatoria y jerárquico en
subsidio) y su reglamentación (recurso jerárquico directo) deben interponerse dentro
de los cinco días de notificado -en cambio, los otros, a los diez días-. En lo demás
rigen los mismos requisitos, si bien por el art. VI se reitera que deben ser
interpuestos fundadamente y por escrito. El acto que resuelva el recurso jerárquico
es irrecurrible. Ante un recurso jerárquico resuelto no cabe interponer recurso de
revocatoria alguno, siempre que con ello se impida la impugnación judicial de las
decisiones precautorias adoptadas, más aun en nuestra provincia, donde la
pretensión judicial tiene que ser postulada en una demanda y menos aun adscribir a
cualquier idea vinculada a las antiguas doctrinas de la justicia revisora
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18.4. Efectos de la sanción aplicada sobre la suspensión preventiva


— Art. 98, ley 10.430:
Cuando  fuera aplicada sanción disciplinaria correctiva, se le computará el
tiempo que duró la suspensión preventiva, a los efectos del cumplimiento de aquélla.
Los días de suspensión preventiva que superen a la sanción aplicada les serán
abonados como si hubieran sido laborados. En caso de que hubiere recaído sanción
disciplinaria expulsiva, el agente no percibirá los haberes correspondientes al
período de suspensión preventiva (art 98).
En la reglamentación, se establece que el reintegro de los haberes deberá
efectuarse con intereses hasta la fecha del efectivo pago. El art. 98 regula los
efectos que produce la aplicación de las distintas sanciones (correctivas o
expulsivas) sobre el derecho a percepción de haberes. Si fuere una sanción
correctiva, si ésta fuere menor al tiempo de la suspensión preventiva se le debe
pagar los salarios abonados como si hubieren sido trabajados. El reintegro supone la
percepción de intereses hasta la fecha de efectivo pago. Si la sanción es de
suspensión, se le computarán los días en que estuvo bajo la medida preventiva,
descontándolos del de la pena a los fines de su cumplimiento. Si fuere expulsiva,
entonces los días de la suspensión preventiva no deben pagarse.
Si bien las sanciones no tienen efectos retroactivos, el tiempo de la
suspensión preventiva en el caso de la cesantía no podrá ser considerado como en
actividad por no haber sido computado como trabajado, con los efectos que ello
conlleva; tal el caso de la antigüedad a los fines del pago de la bonificación o como
antecedente para la promoción o el ascenso. Por el contrario, en el caso de los días
que excedieron a las sanciones correctivas aplicadas, además de la percepción de
los haberes, deben ser considerados como si fueren trabajados con todos sus
efectos.

19. Autoridades competentes para aplicar sanciones disciplinarias


El art. 99 nos informa quienes son competentes para aplicar las sanciones
disciplinarias:
a) El Poder Ejecutivo, las expulsivas.
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b) Los Ministros, Secretarios, Subsecretarios, Directores Generales o Provinciales, y


demás funcionarios con idéntico rango a los enumerados, las correctivas.
c) Los Directores, o sus equivalentes, las correctivas limitándose la suspensión
hasta un máximo de diez días.
La entidad de la pena impuesta determina la jerarquía del funcionario
habilitado. Sólo el gobernador podrá imponer sanciones expulsivas o sus
consecuencias, tal el caso de la rehabilitación, salvo que éste delegue expresamente
dicha atribución.
El art. 1 del decreto 574/2001 delega en los ministros, secretarios de la
gobernación y titulares de organismos de la constitución y Asesor General de
Gobierno la atribución de disponer el cese del personal, salvo los casos de planta
permanente sin estabilidad y los casos en que la extinción se produzca por
regímenes excepcionales de pasividad anticipada y retiro voluntario (inc. 4), así
también ha delegado la conversión de exoneración en cesantía (inc. 5). El art. 105
de la ley que prevé la revisión de la sanción de oficio o a pedido de parte. También
podría darse el supuesto del art. 91, punto II de la reglamentación, que prevé la
posibilidad de modificar la sanción impuesta en la resolución final del sumario de
acuerdo con el resultado sobreviniente del proceso penal. A través del inc. 6 delegó
la atribución de disponer rehabilitaciones.
La situación es diferente para los titulares de organismos autárquicos, ya que
sólo se dispuso la delegación para ceses puntuales, como los supuestos de renuncia
o fallecimiento, excepto el personal de planta permanente sin estabilidad, tal lo
dispuesto en el art. 2, inc. 2 del decreto 574/2001. Las sanciones correctivas pueden
ser impuestas por ministros, secretarios, directores generales o provinciales, así
como todo funcionario que tenga rango equivalente al de éstos. Cuando no excedan
los diez días de suspensión, pueden ser aplicadas por directores o funcionarios con
cargo equivalente (casos previstos en el art. 87 -procedimiento abreviado-). Un
procedimiento diferente debe aplicarse en el caso de inasistencias injustificadas,
resultando competencia de los directores la aplicación de la sanción prevista en el
inc. a) del segundo párrafo del art. 85, ya que ese inc prevé una pena menor de diez
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días, siendo ésta la de suspensión de cinco días para quien tuviere tres inasistencias
en el término de trescientos sesenta y cinco días.

20. Resolución final


Según el art. 100, el acto administrativo final deberá ser dictado dentro de los
cinco días de recibidas las actuaciones y deberá resolver:
a) Sancionando al o a los imputados.
b) Absolviendo al o a los imputados.
c) Sobreseyendo en el sumario al o a los imputados.
d) Declarando extinguida la potestad disciplinaria de la Administración por alguna de
las causales previstas.
Previo al dictado del acto que resuelva el sumario, el órgano competente
podrá disponer la ampliación del sumario, haciendo clara referencia a los hechos y
circunstancias sobre los que versare.
En la reglamentación del artículo se establece que la resolución definitiva
deberá indicar la norma legal aplicable. Para el análisis del caso se aplicará el
principio de las libres convicciones razonadas. Deberá fundarse en la valoración de
pruebas esenciales y decisivas, sin estar obligada la autoridad administrativa
competente a hacer mérito de toda la producida, pero debiendo tenerla presente en
su totalidad, pudiendo requerir la producción de nuevas medidas probatorias
ampliatorias.
Cuando la Dirección de Sumarios, la Junta de Disciplina, la Asesoría General
de Gobierno y la Fiscalía de Estado coincidan en aconsejar una medida expulsiva,
deberá mediar decreto del Poder Ejecutivo para el caso de disponerse la aplicación
de una sanción más benigna. Asimismo, deberá dictarse decreto del Poder Ejecutivo
cuando exista uniformidad de criterio de los organismos consultivos y el acto
resolutivo se aparte de los mismos. El sobreseimiento será dictado cuando no exista
auto de imputación, sea con relación al sumario o a los sumariados.
. La reglamentación también hace referencia a esta atribución al prever la posibilidad
de requerir la producción de nuevas medidas probatorias ampliatorias de las que se
haya sustanciado en el sumario. Ha sido delegada por el gobernador a ministros,
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secretarios de la gobernación, titulares de organismos de la Constitución y Asesor


General de Gobierno por el art. 1 inc. t del decreto 574/2001 en tanto permite
prorrogar plazos para la conclusión de sumarios administrativos. Debe distinguirse
de la prevista en el punto V del inc. 3 de la reglamentación del art. 92, en cuanto
atribuye competencia al Director de Sumarios para prorrogar el plazo de sesenta
días para la conclusión de sumarios cuando las circunstancias del caso lo
aconsejen.
El art. 100 describe las distintas opciones a las que se pudiere arribar en la
decisión que pone fin al procedimiento disciplinario: sancionar, absolver o sobreseer
al inculpado, o declarar extinguida la potestad disciplinaria de acuerdo con las
causales previstas en el art. 90 (fallecimiento, desvinculación del agente —renuncia,
jubilación ordinaria o por incapacidad, retiro voluntario— o prescripción). Se exige
que en la resolución se indique la norma legal aplicable y que se funde en las
pruebas aportadas en el procedimiento administrativo. La resolución deberá
contener una descripción de los hechos y circunstancias que considere probados,
así también las razones por las cuales no consideraron atendibles las pruebas
decisivas en sentido contrario al resuelto, debiendo concluir sobre la existencia o
inexistencia del hecho, así también determinar con base en ello la participación de
los imputados y, en su caso, su responsabilidad, las eximentes, atenuantes y
agravantes. Estas últimas, siempre que se haya probado la comisión de un hecho
ilícito y la participación de los agentes sumariados. Luego debe señalar la norma
aplicable, es decir, la calificación legal y de corresponder, la sanción, la absolución,
el sobreseimiento o la declaración de extinción de la potestad disciplinaria.
Además debe cumplir con los requisitos de lugar, fecha y firma del funcionario
competente, como también con los requisitos formales de registración e impresión
de los sellos correspondientes de seguridad e identificación de funcionarios y
actuaciones.

20.1. Valoración de la prueba


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La reglamentación del art. 100 prevé que el criterio para valorar la prueba es
el de libres convicciones razonadas, en idéntico sentido al art. 5 del decreto-ley
7647/1970. Puede considerarse equiparable al de sana crítica, e intermedio entre el
de pruebas tasadas y el de íntimas convicciones. 
El tercer párrafo de la reglamentación del art. 100 dispone que, en caso de
coincidencia entre las opiniones de la Dirección de Sumarios, de la Junta de
Disciplina, de la Asesoría de Gobierno y de la Fiscalía de Estado, aconsejando una
medida expulsiva y la del organismo competente de dictar una más benigna, deberá
exigirse decreto del Poder Ejecutivo, la autoridad con atribuciones para dictar este
tipo de medidas. Entendemos que también podrán hacerlo las autoridades con
competencia delegada previstas en el art. Io del decreto 574/2001.
De la misma manera debe dictarse decreto del Poder Ejecutivo o resolución
de las autoridades delegadas cuando los organismos preopinantes hayan coincidido
de manera uniforme en sus criterios y el acto resolutivo se apartare de éstos.

20.2. Principios aplicables para la apreciación de la falta


Los derechos disciplinario y penal comparten principios generales, muchos de
ellos derivados de la propia Constitución. Sin embargo, cada uno tiene sus propias
modulaciones y otros principios propios del derecho penal resultan inaplicables;
abordaremos algunos de ellos.
 Aplicación del principio de ley más benigna
La doctrina ha entendido que este principio no tiene aplicación en el derecho
disciplinario, así también lo ha hecho la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En
“Pereiro de Buodo” expresó: “Se ha dicho que la regla de la ley penal más benigna
—art. 2 CPen.— rige en materia penal y no cuando se controla el ejercicio del poder
disciplinario (sentencia del 8/8/1985 en la causa Caputo, Luis v. Resolución Consejo
Nacional de Educación); que la falta de interés social para perseguir el
esclarecimiento de un delito después del transcurso del término que la ley prefija,
fundada en la presunción de haber desaparecido los motivos de la reacción social
defensiva, no rige en el ámbito disciplinario administrativo, en el que prima lo
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atinente a la aptitud para la correcta prestación del servicio público que conviene con
el adecuado mantenimiento de la disciplina”.
En sentido contrario, la Suprema Corte provincial ha resuelto en “Ambrosio” la
aplicación del principio de la ley más benigna para hacer valer el régimen
prescriptivo previsto en una norma vigente ex post facto por aplicación de los
principios del derecho penal.
 Principio de prohibición de aplicación de leyes ex post facto
La vigencia de este principio en el derecho administrativo sancionador dio lugar a
posiciones divergentes. Por un lado, aquellas posturas que consideran
aplicable en forma estricta el principio nullum crimen nidia pena sine lege.
Canasi considera que deben aplicarse de la misma manera que en el derecho penal
administrativo y en el Código Penal; Fiorini lo acepta en el procedimiento
disciplinario, no por aplicación de principios de derecho penal sino como derivación
del valor justicia; así también García Pullés considera que la tipicidad resulta una
exigencia derivada del principio de legalidad, sin perjuicio de la habilitación legal a la
Administración para precisar y completar los tipos infraccionales. Manuel María Diez,
si bien destaca la falta de tipicidad de las faltas disciplinarias, pese a su adscripción
a la inclusión del régimen disciplinario al derecho administrativo, considera que no
puede aplicarse sanción alguna sin texto legal expreso que la consagre por
aplicación del principio penal de que no existe pena sin ley.
Otras posturas flexibilizan la aplicación de los principios nullum crimen y nulla
poena sine lege;l Bielsa entiende que no son de aplicación estricta en el derecho
disciplinario. Benjamín, Villegas Basavilbaso, quien expresó que en caso de no
preverse expresamente una transgresión puede recurrirse analógicamente a la pena
correspondiente a la transgresión más inmediata que sí se encuentre regulada; en
caso de no existir ley disciplinaria, los límites deben buscarse en los principios
generales que rigen la función o empleo públicos.
Marienhoff señaló que estos principios no tienen la rigidez que tienen en el
derecho penal sustantivo; a falta de normas que establezcan las sanciones se puede
recurrir a los principios generales del derecho para establecerlas. Sin embargo,
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exige norma expresa para aplicar la sanciones de multa o que dé privación de la


libertad por entender que tienen sustancia penal.
René Goane considera inaplicables los principios propios del derecho penal o
la posibilidad de recurrir analógicamente a éstos, sin perjuicio de lo cual, ante la
regulación legal expresa de deberes y sanciones, éstos deben ser respetados por la
Administración por tratarse de función administrativa reglada. Así también no podrá
aplicarse sanciones de arresto o privación de la libertad por integrar la zona de
reserva legal si no están normativamente previstas.
Comadira adscribe a las posiciones que limitan la flexibilidad de los principios
de nullum crimen y nulla pena sine lege previa frente a sanciones de multa y arresto
por integrar la zona de reserva legal, pero entiende que también debe extenderse a
aquellas que ponen fin al vínculo o lleven a ello.
La SCBA, en causa 51661, resolvió por mayoría aplicar ex post facto un
régimen disciplinario sobreviniente respecto de los agentes del propio Poder Judicial.
Hubo un voto mayoritario y otro minoritario respecto del régimen aplicable con
relación al instituto de la prescripción de la acción y de la sanción, así como sus
causales de suspensión e interrupción. En el voto a la primera cuestión, el Dr. San
Martín rechazó la aplicación de los principios generales del derecho penal y recurrió
al art. 171 de la Constitución provincial y al art. 16 del Código Civil sobre la manera
de fundar las sentencias, aplicando en el caso a la órbita administrativa el art. 4023 y
su régimen de suspensión e interrupción del Código Civil.
En cambio, el Dr. Hitters, al tratar la primera cuestión —voto mayoritario—
entendió que en el caso debía aplicarse el sistema disciplinario dictado con
posterioridad a la fecha de comisión de la falta como a la fecha de cese del acto
sancionado. Frente a una laguna normativa, el voto minoritario recurrió a las normas
y principios del derecho civil, en cambio, el mayoritario decidió recurrir al régimen
vigente ex post facto. Es dable destacar que ninguna de las dos posiciones
interpretó que el ejercicio de la potestad disciplinaria resultaba imprescriptible, como
parece hacerlo el otro voto minoritario.
Con relación a la aplicación de este principio al derecho disciplinario, es
necesario diferenciar las situaciones en que ya existe régimen sancionatorio
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regulado de las que no lo hay. En el primer caso debe prohibirse la aplicación de


leyes ex post facto, ya que las condiciones o la calificación de una falta deben ser
apreciadas teniendo en cuenta que el agente valoró ejecutar su conducta en función
de las consecuencias de aquel momento, así también si se pregona la inaplicabilidad
del principio de ley más benigna; tampoco puede agravarse la situación de un
agente sumariado por un régimen sobreviniente, sin perjuicio de que el segundo sea
condicionante del primero, tal como ocurre en el derecho penal en que se aplica la
ley más favorable pero está prohibido aplicar la ley más gravosa.
En cambio, consideramos que en los casos en que no existe régimen
aplicable, la demarcación previa del ámbito de actuación permitirá clarificar tanto la
actuación de quien detenta el poder como del sumariado, quien tendrá seguridad y
certidumbre respecto del proceso y las garantías que posee. Entendemos que para
ello resulta razonable recurrir al régimen disciplinario que por afinidad pueda
aplicarse, sin perjuicio de las garantías que derivan de los principios generales del
derecho administrativo y represivo (fundamentalmente en resguardo del debido
procedimiento adjetivo) en lo que fueren compatibles con la naturaleza propia del
derecho administrativo disciplinario. En su defecto, podría recurrirse a las normas de
un régimen disciplinario general sobreviniente, no obstante lo cual su aplicación al
caso antecedente debe quedar sometida al control de razonabilidad.

 Principio de presunción de inocencia


Cabe aplicar el principio de presunción de inocencia en el procedimiento
disciplinario, ya que constituye un derecho fundamental de naturaleza constitucional
derivado del art. 18 de la Constitución Nacional. Debemos diferenciar este principio
del de in dubio pro reo, ya que el primero parte de un estado de inocencia del
inculpado, en el que el órgano a cargo de la investigación debe procurar todas las
pruebas de cargo para demostrar la comisión de la falta y la responsabilidad del
inculpado, sin que éste tenga obligación de procurar prueba para demostrar su
inocencia, sin perjuicio que luego de presentada la prueba de cargo deba presentar
la que considere necesaria para desvirtuar ésta. El principio in dubio pro reo se
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aplica al momento de valoración o apreciación probatoria; cuando exista una duda


razonable sobre la conducta a juzgar, ello debe jugar a favor del sujeto investigado.

20.3. Criterios para la elección y graduación de la sanción.


Las sanciones disciplinarias se encuentran tipificadas en nuestro
ordenamiento jurídico provincial pero para su aplicación es necesario calificar la
conducta. La autoridad debe determinar entre las alternativas previstas en la norma
cuál es el tipo de sanción aplicable y, en el caso de la suspensiva —salvo el caso de
inasistencias injustificadas por estar tasada—, graduar su extensión.
La doctrina en general ha atribuido potestad discrecional a la Administración,
para apreciar la gravedad de la falta, para evaluar entre un máximo y un mínimo con
base en agravantes y atenuantes o para aplicar la escala de sanciones prevista
normativamente; la Administración actúa discrecionalmente graduando la sanción y
teniendo en cuenta la gravedad de la falta, antecedentes del agente y, en su caso,
los perjuicios causados; se ha sostenido que la valorización de los hechos y del
quantum de la sanción es, por lo general, de competencia discrecional de la
Administración salvo expresa imputación del ordenamiento jurídico, en cuyo caso se
convierte en reglada; también que el ejercicio de la potestad sancionadora es
discrecional en cuanto a su intrínseca decisión meritoria, y que si bien la norma
determina la falta, las sanciones y el procedimiento, la imputación concreta, la
valoración, caen en la esfera de la discrecionalidad.
García Pullés distingue los siguientes supuestos en los que se habla de
discrecionalidad: 
1) para sancionar o no hacerlo: sería contrario al principio de legalidad. La
Administración no tiene la potestad de optar por sancionar o no; sería como
facultarla a incumplir la ley. Si la Administración tuviera necesidad de suspender la
ejecución del acto, en el ámbito nacional debería recurrir al art. 12 del decreto-ley
19.549/1972; para inaplicarla por razones de oportunidad, mérito o conveniencia
debe existir autorización legal explícita
2) en la elección del tipo de sanción: respecto del régimen nacional no puede
predicarse una potestad discrecional ya que se da una correspondencia explícita
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entre infracción y sanción, salvo en el caso de apercibimiento y suspensión respecto


de las cuales podría argumentarse la supuesta opción discrecional
3) en la concreción del tipo infraccional: no se daría una determinación
discrecional del tipo infraccional, sino la aplicación de un concepto jurídico
indeterminado 
4) en la determinación del quantum de la sanción en el caso de la suspensión:
existiría potestad discrecional para determinar la extensión.
En el caso de la provincia, la ley ha determinado las faltas que se
correlacionan con cada tipo de sanción. Los supuestos de hecho que constituyen el
antecedente de las infracción son conceptos vagos, abiertos que, como ya dijimos
precedentemente, responden a la dinámica propia de la actividad organizacional; sin
embargo, esta cualidad no implica que sean indeterminables, ya que pese a su gran
laxitud tienen un sentido interpretativo que debe ser precisado por tratarse de
conceptos jurídicos indeterminados423, tal como lo expusiera Fernando García
Pullés.
Esta cualidad repercute no sólo en la determinación de la falta sino también en la
aplicación de la sanción, ya que los distintos tipos previstos en la ley 10.430 no son
alternativos sino que forman parte de una escala graduada conforme a la gravedad
de las infracciones, por lo que la determinación del alcance del hecho ilícito permitirá
precisar la sanción aplicable.
Aun en el caso del art. 82, en el que se prevén las conductas pasibles de sanción
correctiva sin distinguir en qué casos cabe aplicar apercibimiento y en cuál debe
aplicarse la suspensión, corresponde tener el mismo razonamiento, ya que entre
ellas hay una diferencia de entidad, mucho mayor que la que hay entre la cesantía y
la exoneración; de igual manera cabe predicar del quantum a determinar en una
sanción suspensiva, ya que éste deberá graduarse en función de la importancia de
la falta cometida.
Eduardo García de Enterría424 distingue, en todo concepto jurídico indeterminado,
un núcleo fijo o “zona de certeza”, una zona intermedia o de incertidumbre o “halo
del concepto” más o menos precisa, y una “zona de certeza negativa”. En la primera
y en la última caerían, respectivamente, todos los supuestos sobre los que no caben
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dudas de su inclusión o exclusión; en cambio, en el “halo conceptual” habría un


“margen de apreciación” que no otorga libre voluntad a la Administración sino que,
en virtud de las dificultades cognitivas e interpretativas de la ley en su aplicación a
los hechos, le asigna el beneficio de la duda. Distingue aquellos casos en que los
conceptos
jurídicos indeterminados incorporan conceptos de experiencia, de los que contienen
conceptos de valor y expresa que, en este último caso, es cuando la apreciación de
la Administración tiene una presunción a su favor, lo que no excluiría el control
judicial sino que limitaría sus posibilidades al control de los límites y excesos en que
aquélla podría incurrir. Entiende que este margen de apreciación no es identifiable
con la discrecionalidad, ya que por más difusos que sean los límites de un concepto,
siempre hay un criterio para saber hasta dónde llegan esos límites y ese criterio lo
proporciona el núcleo.
La diferencia entre discrecionalidad y concepto jurídico indeterminado es que, en el
segundo, la Administración no tiene libertad para elegir entre varias alternativas, si
algún margen tiene es de carácter interpretativo, producido por la extensión en los
límites de un concepto, es por ello que la posibilidad de probar la inadecuación de la
calificación no difiere de los supuestos en que la conducta fuere precisa y la sanción
tasada —tal el caso de las inasistencias injustificadas—, la diferencia está en la
mayor complejidad probatoria y en la presunción interpretativa a favor de la
Administración.
Esta presunción debe ser abordada a través del tamiz que conforman los principios
generales del derecho425, sobre todo el principio de razonabilidad —y sus
subprincipios: adecuación, necesidad, proporcionalidad426—, de la misma manera
que en el caso del control de la discrecionalidad427, la diferencia entre uno y otro
está en que en el caso de los conceptos jurídicos indeterminados éstos servirán para
acotar una zona de incertidumbre sobre la apreciación de los hechos; en cambio, en
la discrecionalidad, para controlar un ámbito de libertad valorativa, luego de
precisados los hechos determinantes y controlada la legalidad de los elementos
reglados.
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21. Extensión de la sanción expulsiva


rt. 101, ley 10.430:
El agente que tenga dos o más cargos y fuera objeto de sanción disciplinaria
expulsiva en alguno de ellos, cesará sin sumario en los demás. La sanción de
cesantía o exoneración respecto de un agente que estuviere desempeñando más de
un cargo se extiende a todos los que desempeñe en la Administración Pública
provincial.
Rige en aquellos casos de desempeño de dos o más empleos en forma legítima, por
ser compatibles entre sí, por excepcionar el principio general consagrado en el art.
53 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires.
Dichas excepciones fueron reglamentadas por el art. 2o del decreto- ley 8078/1973
—modificado por la ley 13.644—428, en el que no sólo se consagra la excepción
constitucional del magisterio en todos sus niveles, preescolar, primario, medio,
superior y universitario; sino que se agrega una causal no prevista en la
Constitución, dando respuesta a la dinámica propia que la realidad imprime al texto
constitucional, al prever la superposición de cargos de los profesionales de la
medicina, cuando ello sea indispensable por la especialidad o por carencia de otro
profesional, siempre que no hubiere incompatibilidad horaria.
Para aplicar la sanción extintiva en forma extendida no resulta necesario que todos
los cargos se encuentren sujetos al mismo régimen, sino que el requisito es que
pertenezcan a la Administración Pública provincial, lo que es lógico, dado que el
régimen docente está regulado por ley 10.579 y la carrera médico hospitalaria por la
ley 10.471.
Daisy Baro429 observa que cuando una misma falta se extiende a las distintas
relaciones de empleo que el agente mantiene con la Administración estaríamos ante
situaciones jurídicas separables, por lo cual el principio non bis in idem jugaría de
modo independiente en cada uno de dichos cargos, lo que por ende implicaría el
ejercicio de una potestad disciplinaria diferenciada.
Entendemos que en el caso de tratarse de empleos desempeñados en la
Administración Pública provincial, en virtud de lo normado en el art. 101 de la ley, la
situación jurídica debe apreciarse como única, por lo que la extensión o los efectos
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en cada uno de los cargos podrán ser contemplados como una circunstancia
agravante, pero no separables. De ello se deriva que no cabe generar sumarios
diferentes para su abordaje, circunstancia que también se deduce de la redacción de
la norma, al establecer que la extensión de la sanción expulsiva se produce sin
necesidad de sumario. Por otra parte esta posición se adecúa en mejor medida a los
principios de eficacia, economía y celeridad en el trámite, sin perjuicio de resultar
aplicable el principio non bis in idem extensivo a la imposibilidad de procesar a un
agente dos veces por el mismo hecho430, garantía que debe preservarse al
contemplar las distintas circunstancias que motivan la medida expulsiva respecto de
uno u otro cargo.
22. Reincidencia
— Art. 102 de la ley 10.430:
A los efectos de la graduación de las medidas disciplinarias que deban aplicarse, se
considerarán reincidentes a los que durante el término de dos años inmediatamente
anteriores
a la fecha de comisión de la nueva falta, hayan sido sancionados con penas
correctivas.
El concepto de reincidencia en el derecho disciplinario no apareja otras
consecuencias expresas, a diferencia del derecho penal431, que la de agravar la
calificación de la pena, ya sea para elegir un tipo sancionatorio o para graduar la
extensión de la sanción de suspensión.
Para que se produzca reincidencia el agente debe haber cometido una nueva falta
dentro del plazo de dos años desde el momento en que éste mismo ha sido
sancionado con penas correctivas.
El artículo sólo hace referencia a penas correctivas porque son las únicas que
permiten medir la gravedad a futuro para aplicar una nueva sanción, ya que la figura
que debe aplicarse cuando quien fue cesanteado o exonerado decide ingresar
nuevamente a la Administración es la rehabilitación prevista en el art. 3o, inc. a), de
la ley y su reglamentación; allí se tendrán en cuenta las sanciones no aplicadas por
haberse determinado a posteriori del cese y anotadas en el legajo, a los fines de
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evaluar el pedido, pero ello constituye una figura diferente a la reincidencia como
agravante.
El artículo no exige que ésta haya sido aplicada ni que se encuentre firme, por lo que
en principio se exige reincidencia ficta432 y no real433, a diferencia de la solución
prevista para el derecho penal en el art. 50 de su Código434, es decir, para que se
produzca debe haberse dictado sanción sin necesidad de que ésta se haya
consumado; por otra parte entendemos que no es necesario que ésta esté firme, ya
que en derecho administrativo rige el principio de ejecutoriedad como regla, sin
perjuicio que de acuerdo con el punto I de la reglamentación del art. 104, por decreto
4161/1996, los recursos proceden con efecto suspensivo, ya que agotada la vía
renace la ejecutoriedad, sin perjuicio de las posibles cautelares dictadas en instancia
judicial .
La figura debe distinguirse de la reiteración, distinción que explicamos al comentar
las causales de cesantía previstas el art. 82 de la ley.
Si bien las dos parten del mismo género, la primera se configura por la comisión de
faltas independientes, simultáneas o sucesivas con anterioridad al dictado de una
sanción; podríamos decir que habría concurso real de faltas que deben calificarse
conjuntamente y la segunda se produce por cometer una falta luego de dictada una
sanción por otra antecedente y su consecuencia constituirá agravante de otra.
La reiteración puede constituir también agravante de una sanción o condición para la
configuración de una falta, como la prevista en el art. 83, inc. b), con sanción de
cesantía, al prever como causal de ésta “la comisión de faltas reiteradas en el
cumplimiento de sus tareas..pero en todos los casos el plazo para considerar una
falta antecedente será de un año por ser éste el plazo de prescripción previsto.
El plazo para computar las sucesivas faltas que configuran la reiteración difiere del
de la reincidencia; en el primer caso, cabe tener en cuenta el plazo de
prescripción435 de un año contando desde la fecha de comisión de la falta previsto
para las sanciones correctivas en el art. 90, inc. c), punto I, ley 10.430, a diferencia
del plazo de dos años de la reincidencia, contado desde el dictado de la sanción
precedente.
23. Reintegro de haberes en caso de resolución favorable
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— Art. 103, ley 10.430:


Cuando la resolución final del sumario absuelva o sobresea definitivamente al
imputado, le serán abonados íntegramente los haberes correspondientes al tiempo
que duró la suspensión preventiva, con la declaración preventiva, con la declaración
de que no afecta su concepto y su buen nombre.
— Reglamentación del art. 103 por decreto 4161/1996:
I. Los haberes a que se refiere el art. 103 de la ley serán abonados conforme lo
establecido en el art. 98 de esta reglamentación.
II. El sobreseimiento que se dicte como decisión de un sumario administrativo,
puede ser provisorio o definitivo, total o parcial.
III. Procederá el sobreseimiento definitivo:
a) Cuando resulte evidente que no se ha cometido el hecho que motivará el sumario.
b) Cuando acreditado el hecho, el mismo no constituya falta administrativa:
c) Cuando aparezca indudable la falta de responsabilidad del agente.
IV. Procederá el sobreseimiento provisorio.
a) Cuando no resulte suficientemente acreditada la comisión del hecho origen del
sumario.
b) Cuando el hecho haya sido suficientemente acreditado, pero no existan motivos o
causas suficientes para responsabilizar a agentes de la administración pública
provincial.
c) Cuando se encuentre pendiente resolución ejecutoria en causa penal y no existan
motivos o causas suficientes para responsabilizar a agentes de la administración
pública provincial.
V. Conversión del sobreseimiento provisorio en definitivo.
Si hubiera personal involucrado, la autoridad competente deberá convertir el
sobreseimiento provisorio en definitivo cuando no se produzcan nuevas
comprobaciones en los siguientes plazos:
a) A los seis (6) meses, si se tratara de faltas administrativas a las que puedan
corresponder sanciones correctivas.
b) Al año, si se tratara de faltas administrativas a las que puedan corresponder
sanciones expulsivas.
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Los plazos se computarán a partir de la fecha en que se dictó el acto administrativo


que resuelva emitir sobreseimiento provisorio. La conversión del sobreseimiento
provisorio en definitivo, deberá ser dispuesta por la misma autoridad que dictó aquél.
El art. 103 de la ley establece la obligación de la Provincia de abonar los haberes
que no fueron pagados cuando el agente haya estado bajo medida provisional de
suspensión preventiva si en el acto que ponga fin al sumario es sobreseído o
absuelto.
Este artículo debe ser complementado con el art. 98 de la misma ley y su
reglamentación, ya que por la primera se establece que éstos le deben ser
abonados como si hubieran sido trabajados, sin perjuicio que ello implica la
percepción de todos los conceptos que hubiere percibido si hubiere estado
trabajando, el tiempo de la suspensión preventiva debe ser. computado como
servicio activo, por lo que, tal como se explicara al comentar el art. 98, resulta
computable a los fines de la antigüedad, tanto para el cobro del adicional
correspondiente como en su consideración para una promoción o un ascenso. La
reglamentación del art. 98 exige que se le abonen intereses hasta la fecha de su
efectivo pago.
La última parte del art. 103 de la ley exige que el acto administrativo resolutorio
contenga, respecto de quien ha sido eximido de responsabilidad, una declaración en
la que se exprese que las actuaciones sumariales no afectan su concepto y buen
nombre.

24. Sobreseimiento
Está regulado en el art 103 punto II del art. 103, que se refiere a la  posibilidad
de concluir el sumario con anterioridad del auto de imputación. El instructor es quien
puede proponerlo (p. LXXII de la reglamentación del 92) y el momento hasta el cual
puede dictarse es cuando no exista auto de imputación (reglamentación del art.
100). Tenemos diferentes tipos de sobreseimiento (p. II de la reglamentación del art.
103). Puede ser definitivo o provisorio, total o parcial.
Provisorio o definitivo: en el provisorio, el estado del sumariado es precario,
pudiendo revocarse por la aparición de nuevos elementos de la investigación; en el
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segundo, el sumario debe concluir y el sobreseimiento adquiere estabilidad. En el


Código Procesal Penal tenemos el archivo y el sobreseimiento, transcurrido un
determinado lapso, el primero puede derivar en el segundo, de la misma manera que
el provisorio en definitivo.
Absoluto o parcial: depende de los alcances de éste respecto de cada
imputado, es deicr, si extingue su condición de sumariado respecto de una falta o de
todas por las que se lo inculpa en el sumario.
En cuanto a los supuestos de procedencia del definitivo, será cuando resulte
evidente que no se ha cometido el hecho que motivó el sumario, cuando se cometió
pero no encuadra en ningún supuesto de los previstos como falta y cuando el
inculpado no tenga responsabilidad alguna en el hecho (p. III reglamentación 103).  
Consideramos que deben contemplarse otras causales previstas en el art. 323 del
Código vigente (como la extinción de la acción) en el caso de la disciplinaria por
algunas de las causales previstas en el art. 90 de la ley o cuando se haya
constatado la existencia de una causal de justificación, imputabilidad, inculpabilidad
o excusa absolutoria, válidas en el ámbito disciplinario, siempre que se lo haga antes
del auto de imputación. 
Las causales pueden dividirse según tengan en miras el hecho o el inculpado;
en el primer caso, los supuestos de inc. a) y b) del punto III, en cambio, el inc. c) y
las causales del Código Procesal Penal, citadas en el segundo.
El p. IV de la reglamentación del art. 103, establece cuáles son las causales
para dictar el sobreseimiento provisorio: 
a) el hecho no haya sido suficientemente acreditado; 
b) el hecho haya sido, pero no surjan elementos que demuestren motivos o
causas suficientes para imputar a ningún agente de la Administración provincial; 
c) en caso de encontrarse pendiente resolución ejecutoria en causa penal y
no existan motivos o causas suficientes para responsabilizar a agentes de la
Administración Pública Provincial. La resolución ejecutoria en causa penal debe ser
entendida como sobreseimiento provisorio en dicha sede (por ser ejecutoria no
resulta impugnable no tratándose de otro tipo de resolución no firme). 
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Ya que no se encuentra regulado el sobreseimiento provisorio en el Código


Procesal Penal, entendemos que debe reemplazarse por el archivo, tal el caso de
los arts. 56 bis y 268.
Como es común que el procedimiento disciplinario marche en paralelo con un
proceso penal abierto por los mismos hechos, corresponde compatibilizar los
diferentes plazos para la conversión del sobreseimiento provisorio en definitivo; en el
punto II de la reglamentación del art. 91, dispone que en los casos en que la causa
penal se encuentre pendiente y no surja probada responsabilidad disciplinaria en las
actuaciones administrativas, se puede dictar resolución subordinada al resultado de
aquél. Dependerá del estado del procedimiento disciplinario dictar sobreseimiento o
absolución, conforme se haya emitido o no auto de imputación, que tendrá carácter
de condición resolutoria hasta la conclusión de la causa penal.
El p. V de la reglamentación del art. 103 establece los plazos para conversión
de sobreseimiento provisorio en definitivo cuando no se produzcan nuevas
comprobaciones. Es de seis meses para las sanciones correctivas y de un año para
las expulsivas. Se computa desde que se dictó el acto de sobreseimiento provisorio
y el definitivo debe ser dictado por la misma autoridad que dictó aquél. La autoridad
competente dependerá de la sanción que presumiblemente pudiere aplicarse.
La limitación para dictar el sobreseimiento como autoridad competente a los
directores o funcionarios equivalentes competentes (inc. c del art. 99) resulta lógica,
ya que sólo pueden aplicar sanciones correctivas que no superen los diez días de
suspensión, que en todos los casos tienen un procedimiento abreviado; el
sobreseimiento es una disposición propia del procedimiento sumarial ordinario.
Cuando no determine la inexistencia del hecho o que disponga que la
conducta investigada no constituye falta, sólo extingue el procedimiento respecto del
inculpado a cuyo favor se dicta; no puede favorecer a otros presuntos responsables. 

25. Impugnabilidad de la resolución sancionatoria


Contra los actos administrativos que impongan sanciones disciplinarias, el
sancionado puede interponer recurso de revocatoria, con el jerárquico en subsidio,
ante el mismo organismo que lo dictó, dentro del término de los diez días siguientes
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al de su notificación. Deberá fundarse, debiendo rechazarse el mismo sin más


trámite si se omitiera tal requisito (art 104).
Sólo prevé al recurso de revocatoria con jerárquico en subsidio; sin embargo,
dispondrá del recurso de revocatoria y del jerárquico directo (último párrafo del punto
V de la reglamentación del 104). El recurso debe interponerse dentro del plazo de
diez días de notificado, a diferencia del previsto para las medidas precautorias del
art. 97, que es de cinco días conforme al p. VI de la reglamentación. 
En la reglamentación:
I. Tratándose de sanciones correctivas, los recursos procederán siempre con
efecto suspensivo. En las medidas expulsivas será facultativo del Poder Ejecutivo
disponer la suspensión de su aplicación cuando mediare recurso contra la sanción.
Hace excepción al principio del art. 98 del decreto-ley 7647/1970 en cuanto a
que el recurso no suspende la ejecutoriedad del acto administrativo salvo decisión
de la propia Administración, ya que los recursos contra sanciones correctivas
procederán siempre con efecto suspensivo; y, en el caso de las expulsivas, la
suspensión del efecto del recurso podrá ser dispuesta por el Poder Ejecutivo. En
este último caso deben regir los fundamentos previstos en el art. 98 del decreto-ley
7647/1970, por ser de aplicación supletoria al régimen de empleo público.
La competencia para suspender el recurso contra medidas expulsivas ha sido
delegada por el gobernador en ministros, secretarios de Gobierno, titulares de
organismos de la Constitución y asesor general de Gobierno (inc. 8 art. 1 del decreto
574/2001). Atento a que las sanciones expulsivas deben ser dictadas por el
Gobernador o por la delegación prevista en el art. 1 inc. 4 decreto 574/2001, por
ministros, secretarios de la gobernación, titulares de organismos de la Constitución y
asesor general de Gobierno, el único recurso posible es el de revocatoria.
Sin embargo, por el art. 14, inc. 1.a), ley 12.008 (Código Procesal
Contencioso Administrativo), el acto definitivo de alcance particular, cuando fuere
dictado por la autoridad jerárquica superior con competencia resolutoria final o por el
órgano con competencia delegada, agota la vía por sí para acceder a la justicia
contencioso administrativa, por lo que no es necesario interponer recurso de
revocatoria contra dicha decisión; su interposición es potestativa, lo que implica que
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de ser presentado interrumpe el plazo de caducidad previsto en el art. 18 del Código


Procesal Contencioso Administrativo de la Provincia de Buenos Aires hasta el día
siguiente de la fecha de notificación de la decisión cuando le resulte desfavorable.
II. En los casos en que para fundar un recurso se pida vista de las
actuaciones, automáticamente se operará la suspensión de los términos recursivos
desde la fecha de solicitud hasta que la vista sea otorgada.
Establece la suspensión automática del plazo para interponer cualquiera de
los recursos previstos, la extensión de la suspensión va desde el día de la
presentación hasta el día en que la vista sea otorgada.
La solicitud de vista implica el acceso irrestricto o el conocimiento pleno de las
actuaciones que afectan al agente, le permite un acabado conocimiento para ejercer
su derecho de defensa. La reglamentación garantiza el acceso a la totalidad de las
actuaciones a partir del traslado del auto de imputación (p. LXXIII de la
reglamentación del art. 92), y debe mantenerse al otorgar la vista prevista para
acceder a las actuaciones con el objeto de fundar el recurso. La vista debe ser
otorgada por la autoridad a cargo del expediente, la que ha dictado la medida; en el
caso de las sanciones expulsivas, de acuerdo con el art. 99, inc. a), el gobernador o
las autoridades a quien delegó dicha atribución por decreto 574/2001; en caso de
medidas correctivas, por el inc. b) de dicho artículo.
La vista para acceder a las actuaciones con el fin de impugnar el acto
sancionatorio debe ser pedida por escrito, al hacer mención a la suspensión
automática de los términos desde la fecha de “solicitud”. Pero debemos entender
que este trámite debe ser una excepción, ya que, abierto plenamente el expediente
al conocimiento de las partes a partir del auto de imputación, la vista debe ser
otorgada en forma automática sin necesidad de pedido de ésta. La mención en este
solo artículo al otorgamiento de vista de las actuaciones no debe ser interpretado en
el sentido de limitar el derecho que tiene el agente sumariado de acceder al
expediente en toda oportunidad, ya que rige el principio del art. 11 del decreto-ley
7647/1970 -permite a la parte interesada, su apoderado o letrado patrocinante el
acceso al expediente en todo su trámite, con excepción de aquellas oportunidades
en que se determine el secreto de las actuaciones-.
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La petición del pedido de vista no asigna atribución a la autoridad competente


para otorgarla o no, sino para que determine el tiempo por el cual cabe asignarla, de
acuerdo con las características del expediente. La norma exige la petición expresa
de vista con el fin de preparar el recurso contra la decisión sancionatoria, pero la
solicitud es para acceder a determinados días de vista y que la autoridad determine
cuáles serán, no para decidir si ella corresponde. El plazo de la vista debe ser
establecido por la resolución, en su defecto debe regir el de cinco días previsto en el
punto X de la reglamentación del art. 92.
El pedido debe ser seguido de un acto que resuelva la petición y supone un
lapso, lo que derivaría, en caso de no asignarle algún efecto al primer acto, que
corrieran los plazos para interponer el recurso, por ello se le asigna al pedido efectos
suspensivos, que se mantendrá hasta que ésta sea asignada y hasta que termine su
plazo. La suspensión implica que para determinar el plazo con el que cuenta el
sancionado para presentar su recurso debe contarse el tiempo desde el día
siguiente al de la notificación del acto hasta el día anterior al de presentación de la
vista y, luego, el plazo posterior a dicha vista.
Gordillo entiende que no tienen que otorgarse “términos” para la vista, ya que
paralizaría las actuaciones durante el tiempo que lleve su resolución, considera que
las vistas tienen que darse sin término y sin suspender el trámite del expediente, lo
que redunda en mejor interés tanto para la Administración como para el
administrado, como consecuencia de ello la vista tiene que ser permanente no
asignándole a su pedido efectos suspensivos, salvo en el caso de la vista durante el
plazo para recurrir.
III. Las medidas preparatorias de decisiones administrativas, informes,
dictámenes, vistas y providencias, disposiciones o resoluciones que se dicten
durante la sustanciación de los sumarios, que por sí mismas no impliquen la
aplicación de una sanción disciplinaria, no son recurribles, salvo disposición expresa
en contrario.
Debemos separar aquellos actos de tipo consultivo preparatorio, que si bien
son obligatorios, no son vinculantes, en los que lógicamente se dispone su
irrecurribilidad en idéntico sentido al regulado en el art. 87 del decreto-ley
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7647/1970; de aquellas otras providencias de trámite, ya sea interlocutorias o de


mero trámite que lesionen, afecten o amenacen un derecho o interés jurídicamente
tutelado, respecto de las cuales cabe reconocer la posibilidad de interponer recursos
(art. 86 del decreto-ley 7647/1970 de aplicación supletoria).
IV. Los recursos previstos en el art. 104 funcionarán y se interpondrán en
forma autónoma uno del otro, a opción del interesado.
Los recursos de revocatoria y jerárquico se pueden interponer en forma
autónoma uno del otro, a opción del interesado.
V. El recurso de revocatoria llevará implícito el jerárquico en subsidio.
Rechazada la revocatoria se notificará la denegatoria y la concesión del recurso
jerárquico. Recibidas las actuaciones por el superior, se notificará al recurrente la
radicación, poniendo en conocimiento del recurrente que podrá en cuarenta y ocho
horas ampliar o mejorar sus fundamentos. A falta de ampliación o mejora de la
fundamentación se tratará el recurso jerárquico con los argumentos de la
revocatoria. La interposición del recurso de revocatoria fuera del plazo establecido
hará caer también el recurso jerárquico. Si se opta en forma autónoma por el recurso
jerárquico, deberá interponérselo en los plazos y con las formalidades previstas para
el de revocatoria, fundarse en el mismo escrito y presentarse dentro de los diez días
de la notificación, así también debe presentarse ante la autoridad que dictó el acto
impugnado, quien debe elevarlo al superior, como dispone el art. 92 del decreto-ley
7647/70. Y es aplicable lo dispuesto en el art. 93 de la ley de procedimiento
administrativo, en cuanto a la posibilidad de recurrir directamente al superior para
que se aboque al conocimiento y decisión del recurso.

26. Revisión de la sanción.


En cualquier tiempo, el agente sancionado o de oficio, el Estado, podrá
solicitar la revisión del sumario administrativo del que resultara pena disciplinaria,
cuando se aduzcan hechos nuevos o circunstancias sobrevinientes susceptibles de
justificar la inocencia del imputado. Cuando se trate de agentes fallecidos, podrá ser
requerida por el cónyuge, descendientes, ascendientes, hermanos o la persona que
comprobadamente hubiera convivido en calidad de cónyuge, o de oficio por la
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misma Administración. Deberán acompañarse los documentos y pruebas en que se


funda la revisión: en su defecto, será desechada sin más trámite. No constituyen
fundamento las simples alegaciones de injusticia de la sanción (art 105).
La posibilidad en caso de fallecimiento del agente excepciona el principio de
personalidad del contrato de empleo público, y tiene por finalidad resguardar el buen
nombre y honor, declaración que debe hacerse constar en forma expresa en el acto
absolutorio (art. 103), así como también la eventual indemnización derivada de la
anulación del acto. 
Se exige que se aduzcan hechos nuevos o circunstancias sobrevivientes
susceptibles de justificar la inocencia del imputado, como puede ser el hallazgo de
nuevos documentos o que no tenían en su poder, testimonios declarados falsos,
retractaciones, supuestos de violencia sobre testigos. Cabe utilizar la misma
herramienta para hacer valer la sentencia absolutoria en sede penal cuando se haya
probado que los hechos que dieron motivo a la sanción resultaron inexistentes,
como contracara de la provisoriedad de la resolución absolutoria en el procedimiento
sumarial mientras esté abierto proceso penal. Podrá servir como parámetro para
determinar las causales, los supuestos previstos en el art. 118 de la ley de
procedimiento administrativo provincial.
El recurso debe ir acompañado de documentos y pruebas, de lo contrario
será desechado sin más trámite. No es suficiente alegar la injusticia de la sanción,
pues no sirve para reeditar un control de razonabilidad por el que se permita
demostrar la arbitrariedad, desigualdad o desproporción de la sanción aplicada.
Bielsa previó como causal de extinción de las medidas disciplinarias a la
revisión y distinguió si ella se produce por motivos de ilegalidad o por acto
discrecional. Si existe ilegalidad (casos en que el acto ha sido irregular, por vicios
graves en el procedimiento o porque la pena es excesiva o injusta), la ilegalidad
tendrá efectos retroactivos tanto respecto del sueldo como de su derecho al ascenso
en lo que respecta a la antigüedad; aún es válido cuando no se pretenda la
reincorporación, para defender indirectamente el derecho jubilatorio o recuperar los
aportes jubilatorios. Si fue discrecional, no tendría efectos retroactivos y puede
fundarse en motivos de orden moral o político (especie de amnistía).
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Fiorini, al referirse al recurso de revisión como causal de extinción de las


sanciones, señaló que la res judicata que asegura la inmutabilidad de la sentencia
no rige para los actos administrativos que repugnan toda injusticia en la actividad
administrativa.

27. Términos en el procedimiento disciplinario


— Reglamentación del art. 106 por decreto 4161/1996:
Son horas hábiles las comprendidas dentro del horario establecido por el Poder
Ejecutivo con carácter general para el funcionamiento de la Administración.
Los plazos se tendrán por cumplidos por el transcurso del término conferido, salvo
renuncia expresa efectuada por escrito por el titular del derecho.
Toda presentación fuera de término será rechazada por la instrucción sin más
trámite, sin perjuicio de su agregación a autos.

El art. 106 establece como principio general que los plazos en el capítulo
destinado a regular el régimen disciplinario son perentorios y se computan por días
hábiles laborales, salvo en los casos en que se establezca un tratamiento distinto.
Ello implica que el solo transcurso del tiempo produce la caducidad del derecho que
se ha dejado de usar pasándose a la etapa siguiente.
De acuerdo con la reglamentación, los días y horas tienen que ser los que
rijan en forma general para los empleados públicos provinciales y no, los
correspondientes al área u organismo en particular, salvo disposición en contrario. El
decreto 786/1991 establece el régimen de jornadas y horarios unificado para la
Administración Pública en la provincia de Buenos Aires, regulándose a través de
decretos particulares supuestos de excepción.
El segundo párrafo de la reglamentación establece que los plazos se tienen
por cumplidos por el transcurso del término, salvo renuncia expresa efectuada por
escrito por el titular del derecho. El término de los plazos vinculados al régimen
disciplinario puede estar referido a los previstos para la comisión de determinadas
infracciones, a los plazos del procedimiento sumarial en sí o al plazo de prescripción
de la acción disciplinaria.
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La potestad disciplinaria es un deber de la Administración, por el que no


puede renunciar a los términos previstos en la norma. El mismo deber exige a la
Administración Pública cumplir con los plazos procedimentales, el impulso de oficio y
la búsqueda por sí de la verdad objetiva. Rige el capítulo IX del decreto-ley
7647/1970 (arts. 48 a 61)
El instructor tiene el deber de impulsar de oficio las actuaciones (p. XIV de la
reglamentación del art. 92). Si bien luego de la prueba de cargo el procedimiento se
bilateraliza, en esta etapa tampoco está en juego la prueba de cargo de la
Administración, ni la que el instructor decida que se sustancie. Distinta es la
situación de la parte, ya que los plazos corren en su contra; por ser cargas
procesales, su incumplimiento le genera la pérdida del ejercicio de algún derecho.
El incumplimiento de los plazos por la Administración no le hace perder
derechos, la solución frente a ello es la utilización de herramientas para superar la
mora como la vía de silencio administrativo (art. 79 del decreto-ley 7647/1970, art.
16 del Código Procesal Contencioso), el amparo por mora (art. 76 del Código
Procesal Contencioso), o en sede administrativa la avocación por el superior (art. 93
del decreto-ley 7647/1970).
La figura del silencio en el trámite sumarial se encuentra acotada, ya que no
es posible sustituir a la Administración en su potestad de calificar la falta y aplicar la
sanción; podría ser utilizado en instancia recursiva cuando la autoridad competente
ya haya dictado sanción en los términos del art. 79 de la ley de procedimientos.
La Administración está facultada para prorrogar los plazos a pedido de parte
(art. 73 del decreto-ley 7647/1970), salvo en los casos de interposición de recursos
(art. 74). Así también la modificación del vencimiento de los plazos procesales se
puede producir por la interposición de recursos administrativos, incluso cuando
fueren mal calificados o tengan vicios formales de importancia secundaria o sean
presentados ante órgano incompetente por error justificable. 
Los plazos procesales son perentorios, se consuman a su vencimiento, salvo
que la Administración haya dispuesto su ampliación o el administrado (agente) lo
cumpla aunque sea en forma defectuosa, tal el caso de la presentación de recursos.
Si bien en general los términos corren en contra, hay plazos que la ley permite
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prolongar a favor del agente, como en el art. 75 de la ley de procedimiento


administrativo o el pedido de vista p. II de la reglamentación del art. 104.
Pero el art. 106 no se refiere a la renuncia de estos plazos, ya que no apareja
ninguna consecuencia perjudicial para los derechos del sumariado ni ventaja para la
Administración. Dentro de los términos procedimentales cuya renuncia hace perder
derechos al sumariado, podemos mencionar el previsto para interponer recursos
contra el acto sancionatorio, ya que si no es impugnado, éste quedará firme. No es
necesario que el sumariado preste consentimiento expreso para ello, ya que el mero
transcurso del tiempo otorga firmeza al acto. También podríamos encontrar ejemplos
de renuncia expresa de plazos en el desistimiento de la prueba ofrecida, lo que
produce la extinción de los plazos conferidos para su producción o en la renuncia
expresa del derecho a alegar, por lo cual no es necesario esperar al término de
cinco días previsto.
Tampoco son ejemplos válidos, ya que el artículo de la reglamentación hace
mención a la renuncia a los efectos producidos por el cumplimiento del término
conferido, es decir, la renuncia se tiene que producir una vez transcurrido el plazo:
“Los plazos se tendrán por cumplidos por el transcurso del término conferido, salvo
renuncia expresa efectuada por escrito por el titular del derecho”, y en los casos
descritos la renuncia debe ser antes o durante el plazo procedimental.
Adquiere sentido si entendemos que el derecho al que se renuncia es el de
hacer valer el plazo de prescripción de la acción disciplinaria (art. 90, inc. c). Se
produce de pleno derecho por el simple transcurso del tiempo, pudiendo renunciar a
dicho plazo, según la norma, sólo en forma expresa, constituyéndose a partir de
dicho momento en causal interruptiva de la prescripción de la acción disciplinaria. La
renuncia no se puede presumir, por lo que la participación en el sumario sin haber
opuesto la prescripción no puede ser entendida como una renuncia tácita al plazo
transcurrido y tampoco la consecuente aceptación del ejercicio del poder
disciplinario. 
El solo transcurso del procedimiento no hace perder al agente el derecho para
hacer valer la prescripción cripción al impugnar la sanción o al interponer pretensión
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anulatoria en sede judicial, ya que es aquí donde rige la exigencia del art. 3962476
del Código Civil.
La reglamentación del art. 106 establece que las presentaciones efectuadas
fuera de término deben ser rechazadas por la instrucción, no obstante lo cual no
deben ser desglosadas y se agregarán a las actuaciones. Su incorporación al
expediente permitirá al instructor tenerlas en cuenta en tanto resulten útiles a la
investigación, consecuencia de los principios de impulsión de oficio y de búsqueda
de la verdad material.

Bibliografía.

- Cabral y Schreginger, “El régimen de Empleo Público en la Provincia de Buenos


Aires”, Abeledo Perrot, 2009

- Cabral, Pablo Octavio. Artículo “Procedimiento disciplinario en materia de empleo


público en la provincia de Buenos Aires”. Revista Derechos en Acción Nº 10 Verano
2018/2019.

- Instituto SCBA, “El procedimiento sumarial en la provincia de Buenos Aires”, link


https://vimeo.com/236617290

- Ley 10.430

- Luna, Gabriela Sánchez. Artículo “Reseña: Cuestiones de potestad disciplinaria y


derecho de defensa, Buenos Aires, Ediciones Rap, SA, 2010” publicado por la
Asociación Internacional de Derecho Administrativo en 2011.

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