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Tema 2

Variables y procesos
psicológicos en el deporte

Psicología de la Actividad Física y del Deporte

Rosendo Berengüí Gil


Grado en Psicología
Índice de contenidos

1. Factores determinantes del rendimiento deportivo .................................. 1


2. Características psicológicas y personalidad del practicante .................. 2
2.1 Características psicológicas .................................................................... 2
2.2 Personalidad ........................................................................................... 3
3. Control de la activación .............................................................................. 8
3.1 Arousal, estrés y ansiedad ...................................................................... 8
3.2 Teorías .................................................................................................. 10
3.3 Afrontamiento ........................................................................................ 14
4. Autoconfianza ............................................................................................ 15
4.1 Definición y tipos ................................................................................... 15
4.2 Teorías .................................................................................................. 16
5. Motivación .................................................................................................. 17
5.1 Definición y tipos ................................................................................... 17
5.2 Teorías .................................................................................................. 18
6. Procesos atencionales .............................................................................. 23
6.1 Definición y tipos ................................................................................... 23
6.2 Teorías .................................................................................................. 24
7. Visualización .............................................................................................. 26
7.1 Definición............................................................................................... 26
7.2 Teorías .................................................................................................. 27
8. Referencias bibliográficas ........................................................................ 28
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

1. Factores determinantes del rendimiento deportivo


El rendimiento del deportista está determinado por cuatro grandes factores: físicos,
técnicos, tácticos y psicológicos.

Factores físicos
El deporte lleva asociado un básico y fundamental entrenamiento físico, y sin esa
preparación es imposible lograr rendimiento alguno.

Incluye el desarrollo y potenciación de múltiples condiciones y habilidades, como la


resistencia, fuerza, flexibilidad, coordinación, velocidad, o tiempo de reacción, entre otras
muchas.

Factores técnicos
Cada modalidad deportiva requiere de una serie de movimientos y gestos, que permiten
realizar acciones precisas, por ejemplo, el saque o el revés en el tenis, la técnica en los
saltos y carreras de atletismo, o el toque de balón o el lanzamiento de la falta en fútbol.

Por ello es necesario el aprendizaje de esas destrezas y su posterior perfeccionamiento,


para poder ejecutar con precisión las demandas requeridas de cada modalidad deportiva.

Factores tácticos
La táctica implica la capacidad para analizar, decidir y ejecutar, cada situación deportiva.
En sí, puede ser considerada como la “inteligencia competitiva” o “saber competir”.

Mediante la táctica se combinan los recursos motrices, de forma individual y colectiva, para
solucionar las situaciones de juego que surgen en cada momento (Sampedro, 1999).

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Factores psicológicos
Los factores psicológicos son determinantes en el deporte. De nada sirve ser un deportista
fuerte físicamente, y con gran capacidad técnica y táctica, si después en competición no
se es capaz de, por ejemplo, controlar aspectos como el estrés y la ansiedad, o saber
mantener la concentración.

Entre todos los factores, la esfera mental del deportista es de forma usual, y
desgraciadamente, la menos atendida y entrenada.

2. Características psicológicas y personalidad del


practicante

2.1 Características psicológicas


Las características, procesos y variables psicológicas en el deporte, aquellas que
determinan el rendimiento deportivo, todas las que a priori permiten diferenciar a los
deportistas de mayor nivel de los menos exitosos, o las existentes entre practicantes y
personas sedentarias, han sido clásicamente, y aún hoy día siguen siendo, una de las
principales áreas de estudio en PAFD.

Autores como, por ejemplo, Mahoney, Gabriel y Perkins (1987) planteaban que el
deportista destaca por altos niveles de motivación y confianza, control de ansiedad,
adecuada preparación mental, énfasis del equipo y concentración. También Anshel (2003)
apuntaba a que el deportista exitoso destaca por su alta competitividad, autoconfianza,
expectativas de éxito, dureza mental, adecuado estilo atencional, búsqueda de estímulos,
habilidad para el manejo del estrés y su estilo en la toma de riesgos. Orlick (2003), además
de las anteriores, considera imprescindibles un elevado compromiso, empleo de
visualizaciones positivas, atención dirigida y aprendizaje constante.

Williams y Krane (1998) realizaron una revisión bibliográfica de las investigaciones que han
analizado las habilidades o atributos que determinan el éxito en el rendimiento deportivo, y
encontraron las siguientes características:

- Autorregulación de la activación (para la gestión de energía y relajación.

- Alto nivel de autoconfianza.

- Habilidad para una concentración apropiada y efectiva.

- Uso de la imaginería.

- Establecimiento de objetivos.

- Empleo de técnicas de control del pensamiento.

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- Sentimiento de control sobre el rendimiento y estrategias de afrontamiento.

- Preocupación positiva por el deporte.

- Determinación y compromiso.

- Apropiados planes mentales precompetitivos.

- Desarrollo de planes efectivos de competición.

En este contexto, Vealey (2007) propone un modelo de habilidades mentales básicas,


importantes para el éxito y el bienestar del deportista. Los cuatro grupos de habilidades
importantes son:

• Habilidades fundamentales: motivación de logro, autoconocimiento, pensamiento


productivo y autoconfianza.

• Habilidades de rendimiento: dominio perceptual-cognitivo, focalización atencional y


gestión de la energía.

• Habilidades de desarrollo personal: claridad de autoconcepto, sentimientos de


bienestar, y sentido de relevancia para los otros. Son básicos el logro de identidad
y la competencia interpersonal.

• Habilidades de equipo: liderazgo, comunicación, cohesión y confianza del equipo.

2.2 Personalidad

DEFINICIÓN Y PARADIGMAS

La personalidad es el conjunto de características de un individuo que determinan su forma


peculiar de ajuste al medio. Es aquello que nos define, nos hace únicos y nos diferencia
del resto de individuos.

Puede entenderse como una estructura mediadora entre ambiente y conducta, responsable
del modo individualizado en que responden las personas (Pinillos, 1975), y da cuenta de
las diferencias individuales en los patrones característicos de pensamiento, sentimiento y
comportamiento (Kazdin, 2000).

Son los comportamientos característicos de un individuo, y explica aquella parte de su


conducta que se manifiesta en diferentes situaciones y que permanece casi invariable a lo
largo del tiempo (Fernández et al, 2001).

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Definiciones actuales conciben el constructo como las causas internas que subyacen al
comportamiento individual y a la experiencia del individuo (Cloninger, 2003), o que es una
variación única individual en el diseño evolutivo general de la naturaleza humana,
expresado como un patrón de desarrollo de rasgos disposicionales, adaptaciones
características, e integración de historias vitales complejas, diferencialmente situadas en
la cultura (McAdams y Pals, 2006).

A partir de las definiciones anteriores, debemos señalar varios aspectos relevantes. En


primer lugar, su singularidad, esto es, la personalidad comprende aquello que diferencia a
las personas. Por ejemplo, unas personas son extravertidas y otras introvertidas, unas son
marcadamente ansiosas y otras presentan un alto grado de estabilidad emocional.
También destaca su estabilidad, que nos indica como la personalidad permanece
relativamente invariable con el paso del tiempo, ya que las personas pueden ir registrando
cambios superficiales, pero usualmente los cambios no son profundos ni alteran
drásticamente su forma de ser. Igualmente importante, es necesario indicar su
consistencia, o la tendencia a mostrar similares comportamientos en situaciones diferentes.
Una persona extravertida tenderá a mostrarse sociable y habladora en todas las
situaciones, al igual que un introvertido manifestará timidez en la mayor parte de contextos
en los que se desenvuelva.

Además, para comprender el concepto de personalidad debemos atender a dos


componentes esenciales que la configuran. Por un lado, el temperamento, el cual
constituye la base biológica de la personalidad, la herencia genética recibida, y que
establece la disposición innata a reaccionar de forma peculiar a los estímulos ambientales.
Por otro lado, el carácter, que son aquellas características de personalidad que han sido
aprendidas en el medio. Por ejemplo, la forma de expresar determinados sentimientos o
de comportarse en diferentes situaciones, han sido en gran parte adquiridos mediante el
aprendizaje.

En el estudio de la personalidad, tradicionalmente tres han sido los paradigmas


explicativos predominantes: disposicional, situacional e interaccionista (Cox, 2009; Vives,
López y Garcés de Los Fayos, 2006).

El paradigma disposicional explica la conducta por aspectos internos y sugiere un concepto


de personalidad como disposiciones del individuo a sentir, pensar y actuar, y es sostenido

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por los teóricos de rasgos. Las teorías de rasgos, asumidas en las perspectivas
conductuales y cognitivas, realizan un planteamiento de la personalidad como:

- Conjunto de rasgos y disposiciones, relativamente perdurables del individuo que se


han consolidado a lo largo del tiempo, hasta constituir un patrón de conducta que
los distingue de otros individuos (Rappoport, 1977).

- Personalidad es aquello que permite predecir lo que una persona hará en una
situación dada, y se relaciona con toda su conducta, tanto manifiesta como interna
(Cattell, 1950).

El concepto central de estas teorías, el rasgo de personalidad, hace referencia a


disposiciones a actuar de una determinada forma, siendo estables, duraderos y constantes
al afrontar diferentes situaciones. Ejemplos de rasgos serían extraversión-introversión o
neuroticismo-estabilidad emocional.

El paradigma situacional considera por su parte que la situación condiciona la conducta,


por lo que el individuo mostrará unos comportamientos u otros dependiendo de la situación
en la que se encuentre (p.ej., tímido en ocasiones y agresivo en el deporte). La conducta
sería explicada por factores externos al individuo, ya que las influencias ambientales y los
refuerzos modelan la manera en que se comportan los sujetos, siendo fundamental en este
contexto la teoría del aprendizaje social de Bandura.

En cuanto al paradigma interaccionista, propone que para determinar la conducta


necesitamos conocer tanto los rasgos psicológicos como la situación específica. Por
ejemplo, un deportista con alta agresividad u hostilidad no demostrará violencia en todas
las situaciones; será en circunstancias donde se produzcan acciones o hechos violentos
cuando su naturaleza se disparará.

Además, los diferentes enfoques teóricos clásicos en psicología han realizado un


acercamiento particular al concepto de personalidad, acorde a sus planteamientos y
supuestos básicos. Así, por ejemplo, el conductismo, basado en el comportamiento
observable, considera que el comportamiento se adquiere mediante el aprendizaje,
minimizando el papel de la personalidad.

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ESTRUCTURA

Un intento sencillo por representar cómo es la estructura de la personalidad es llevado a


cabo por Martens (1975).

Existe en primer lugar un núcleo psicológico, componente más profundo y elemental, el


cual integra las actitudes, valores, intereses, motivaciones, creencias, lo que pensamos
sobre uno mismo, etc. Podría considerarse “el verdadero yo”.

A continuación, existirían una serie de respuestas comunes, que son modos de ajustarse
al ambiente o de reaccionar ante los estímulos del mundo que nos rodea, o la forma en
que habitualmente reaccionamos. Por último, el nivel más superficial son las conductas
relacionadas con el rol, formas de comportarse a partir de lo que se percibe en situaciones
sociales, ya que suelen desempeñarse roles diferentes en situaciones diferentes. También
es el componente más variable de la personalidad.

Figura 1
Estructura de la personalidad (Martens, 1975)

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PERSONALIDAD Y DEPORTE

El estudio de la personalidad en el deporte históricamente ha sido un campo controvertido,


ya que han surgido debates, principalmente entre defensores de una perspectiva crédula
frente a una perspectiva escéptica. También se han discutido los planteamientos de la
hipótesis de desarrollo y la hipótesis de selección, y además se ha prestado atención a la
problemática en cuanto a la metodología de investigación en el campo de la personalidad
y el deporte (Berengüí, 2011).

Desde la perspectiva escéptica se considera que no existen diferencias de personalidad


en el contexto deportivo, realizando al mismo tiempo una crítica a la utilidad de los rasgos
de personalidad para la predicción y explicación de la conducta deportiva, ya que sus
defensores afirman que carecen de uso práctico. Por su parte para los valedores de la
perspectiva crédula, la práctica deportiva se relaciona con un cierto número de rasgos de
personalidad, es decir, los deportistas presentan unas características de personalidad
determinadas que los hacen diferentes de la población no practicante de actividades físico-
deportivas.

Respecto a la hipótesis de desarrollo, ésta mantiene que la actividad deportiva influye sobre
la personalidad del sujeto, ya que es un agente de socialización y favorece una serie de
características personales (por ejemplo, un alumno introvertido lo será menos a causa de
su participación en deportes de equipo). Por otra parte, la hipótesis de selección concibe
que las características de personalidad del alumno hacen que seleccione un deporte y no
otros (por ejemplo, un alumno extravertido busca la práctica de deporte de equipo al poder
estar en relación con otras personas, al contrario que los deportes individuales).

A pesar de la disparidad de resultados de investigación encontrados, numerosos estudios


afirman una consistente correlación positiva entre la extraversión y la responsabilidad con
la práctica de actividad física, mientras que esa correlación es negativa con neuroticismo,
ansiedad y depresión. También, y a pesar de la citada discrepancia de resultados,
determinadas investigaciones hallan diferencias de personalidad de los deportistas
respecto a los no practicantes, por ejemplo, mayor extraversión, dureza, autosuficiencia,
autoconfianza, estabilidad emocional, responsabilidad, apertura al cambio, autocontrol,
sociabilidad e independencia, y menor neuroticismo y ansiedad. En determinados casos
también se han señalado, como características de personalidad comunes en el deportista

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de alto nivel, una elevada extraversión, estabilidad emocional, responsabilidad,


agresividad, dureza, baja ansiedad, perfeccionismo, sociabilidad, dominancia y optimismo.

Respecto a los problemas metodológicos en la investigación de la personalidad en el


deporte, García (2010) destaca la gran variedad de teorías e instrumentos en el estudio de
la personalidad, el distanciamiento entre la evaluación y la teoría psicológica, la dificultad
para constituir las muestras de estudio, el empleo en ocasiones de muestras pequeñas, la
falta de replicabilidad de las investigaciones, y que la mayoría de los estudios han sido
realizados con muestras de deportistas norteamericanos. Todo ello provoca problemas
como la imposibilidad de establecer un perfil único y detallado de la personalidad óptima
en el deporte, o la dificultad para realizar comparaciones entre muestras.

3. Control de la activación

3.1 Arousal, estrés y ansiedad

En el deporte, los competidores deben mantenerse dentro de unos límites adaptativos de


activación física y psicológica, que les permitan ejecutar la técnica propia de su disciplina
de forma óptima, y evitando excesos de tensión muscular y gasto inútil de energía. Tres
son las variables fundamentales en este contexto, tomadas a veces como sinónimas, si
bien deben ser claramente diferenciadas.

El arousal es el nivel de activación general física y psicológica del sujeto, que se extiende
por un continuo que va desde estados de sueño profundo a estados de máxima excitación.

Es un concepto neutral a nivel emocional, no llevando asociados componentes afectivos


como emociones o estados de ánimo. Es la interpretación del arousal que hace el individuo
lo que da lugar a emociones específicas. El grado de activación variará de un deportista a
otro, por lo que no se puede generalizar la existencia de un nivel óptimo.

Cada deportista debe adaptar su nivel de activación a sus condiciones personales y a las
características de la situación deportiva a la que se tenga que enfrentar.

Por su parte, el estrés es una respuesta no específica del organismo, con carácter
adaptativo a una determinada situación. Se produce cuando, ante una situación dada, se
produce un desequilibrio entre lo que la persona percibe que son sus capacidades y lo que
el ambiente le demanda (siente que carece de habilidades apropiadas o no dispone de
tiempo).

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El estrés está condicionado por tres variables: el medio externo (situación), la percepción
personal de esa situación y las distintas respuestas que se dan ante ella.

Pueden distinguirse un estrés positivo, o eustress, que mantiene al individuo alerta y


activado dentro de unos límites adecuados, y un estrés negativo, o distress, que
habitualmente asociamos con aquel que afecta las respuestas físicas (malestar estomacal,
dolor de cabeza, exceso de sudoración, falta de energía...) y psicológicas (ansiedad,
insomnio, impaciencia, enfado, irritabilidad, etc.) del individuo.

Mellalieu, Hanton y Fletcher (2009), en el ámbito deportivo aluden al estrés competitivo,


que supone una transacción entre el individuo y las demandas ambientales asociada
de forma primordial y directa con el rendimiento competitivo, y los estresores
competitivos, que son los estímulos o demandas ambientales asociados primaria y
directamente con el rendimiento competitivo.

Por último, la ansiedad es una emoción negativa y desagradable que se caracteriza por
sentimientos ambiguos y persistentes de aprensión y temor; un estado de preocupación o
tensión que generalmente acontece en ausencia de un peligro real o aparente. También
es una respuesta emocional a los estímulos y situaciones estresantes, que se asocia a un
estado de activación fisiológica y cognitiva elevado, y que tiene un claro efecto debilitante
sobre el rendimiento deportivo.

Comprende dos dimensiones fundamentales:

- Ansiedad cognitiva: preocupaciones y expectativas negativas acerca de uno mismo,


el propio rendimiento, y la evaluación de los demás, teniendo en cuenta también la
valoración de la situación y sus posibles consecuencias.

- Ansiedad somática: su manifestación física, e implica la percepción de los


elementos fisiológicos-afectivos de la ansiedad, es decir, indicadores de arousal y
estados desagradables de nerviosismo o tensión.

Además, existen dos tipos de ansiedad básicos:

- Ansiedad rasgo: disposición general o tendencia a percibir las situaciones como


amenazantes y reaccionar a ellas con respuestas de ansiedad.

- Ansiedad estado: estado emocional inmediato, transitorio, y asociado con


sentimientos de temor, preocupación, tensión y excitación fisiológica, determinados
por la situación específica de competición.

Un concepto extendido en el campo del deporte es el de ansiedad rasgo competitiva,


asumida ésta como un rasgo de personalidad relativamente estable, que da cuenta de las
diferencias individuales en la tendencia para percibir una amplia gama de situaciones o
circunstancias de competición como amenazantes, y a responder a las mismas con
estados de ansiedad de intensidad y magnitud desproporcionadas con respecto a la
demanda (Martens, 1977).

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También Endler (1983) diferencia cinco antecedentes o factores que llevan a un aumento
en la ansiedad en anticipación a una situación de logro, o ansiedad estado precompetitiva:

- Miedo al fracaso en el desempeño (e.g. a ser derrotado por un oponente más débil
puede constituir una amenaza para el ego).

- Miedo a la evaluación social negativa (e.g. ser evaluado negativamente por el


entrenador, familia, los espectadores,…).

- Miedo al daño físico (e.g. a ser dañado por un rival o un elemento de juego).

- Ambigüedad de la situación (e.g. no tener control sobre los elementos que influyen
en la competición).

- Interrupción de una rutina ya aprendida (e.g. pedir al deportista que cambie su forma
habitual de hacer las cosas).

3.2 Teorías

TEORÍA DEL IMPULSO O DRIVE

Figura 2
Teoría del Drive

La clásica teoría de Spence y Spence (1966) plantea una relación directa y lineal entre
nivel de activación y el aprendizaje o el rendimiento. El rendimiento deportivo (P) es el
resultado de una función entre el hábito (H) y el impulso (D):

P=HxD

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En esa función H significa la dominancia de las respuestas correctas (acierto) o incorrectas


(fallo), mientras D es la intensidad del comportamiento. Un aumento del arousal va
asociado a una probabilidad de emitir respuestas dominantes. Por ello los deportistas de
mayor nivel o habilidad verán aumentar su rendimiento conforme aumenta su activación.

HIPÓTESIS DE LA U INVERTIDA

Por su parte Yerkes y Dodson en 1908 establecen que la relación entre el


desempeño y la activación es, al contrario que la teoría anterior, curvilínea y no
lineal.

Conforme aumenta el nivel de activación aumenta el rendimiento, hasta llegar a un


punto determinado (N.O.A.= nivel óptimo de activación) a partir del cual mayores
incrementos en la activación llevan ligados deterioros en la ejecución.

Cada habilidad deportiva necesita un nivel óptimo, ya que a medida que aumenta
la complejidad de una habilidad, la cantidad de activación precisa para un
rendimiento óptimo disminuye. También debe atenderse al nivel de habilidad,
puesto que el nivel óptimo para un principiante debe ser mucho menor que para un
experto en la misma tarea. Cox (2009) expone gráficamente dos ejemplos de
ambos planteamientos.

Figura 3
Hipótesis de la U invertida

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Figura 4
U invertida para diferentes habilidades

Figura 5
U invertida para diferentes niveles

TEORÍA DE LA CATÁSTROFE

Fazey y Hardy (1988) afirman que pequeños aumentos en la activación no conllevan


disminuciones graduales en el desempeño, sino reducciones catastróficas. Las variables
del modelo son: ansiedad cognitiva, activación fisiológica y rendimiento.

La ansiedad cognitiva es el factor decisivo para determinar si los cambios en el rendimiento


serán suaves y pequeños, intermedios, o abruptos y grandes.

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Figura 6
Teoría de la catástrofe

En condiciones de baja ansiedad cognitiva, es decir, cuando el deportista no está


particularmente preocupado, se cumple la hipótesis de U invertida.
Sin embargo, cuando los deportistas experimentan altos niveles de ansiedad cognitiva, un
pequeño aumento en la activación más allá del nivel óptimo puede provocar una caída
dramática en el rendimiento.

TEORÍA DE LA ZONA INDIVIDUAL DE FUNCIONAMIENTO ÓPTIMO (IZOF)

Para Hanin (1989) el nivel óptimo de ansiedad de estado para un deportista puede ser
diferente del que es óptimo para otro.

La zona de funcionamiento óptimo (IZOF) es el nivel óptimo de ansiedad de estado


precompetitiva del deportista, más o menos el 0,5 de la desviación estándar estimada de
la población. Para detectarla, se identifica el nivel ideal del deportista y alrededor se crea
una banda de ansiedad.

El mejor rendimiento se produce cuando la ansiedad se encuentra dentro de esa zona, en


oposición a otro nivel de ansiedad “moderado” (hipótesis de U invertida). El deportista debe
consecuentemente ajustar su ansiedad para que caiga dentro de su IZOF. Como ejemplo,
si un deportista presenta una ansiedad de estado óptima precompetición de 60, su Zona
de Funcionamiento Óptimo será de 56 a 64. Puede observarse en la siguiente figura la
diferencia la IZOF entre los deportistas A y B.

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Figura 7
IZOF

3.3 Afrontamiento

El afrontamiento o coping son “aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales


constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas
externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos
del individuo” (Lazarus y Folkman, 1986).

Surgen dos orientaciones en su estudio:

- Enfoque de rasgo: los sujetos tienen estilos de afrontamiento estables, y afrontan


cada contexto haciendo uso de sus estrategias personales preferidas, las cuales se
mantienen relativamente fijas en el tiempo y las circunstancias.

- Perspectiva interaccionista: proceso dinámico que implica interacciones entre el


ambiente interno (creencias sobre uno mismo, metas y valores) y externo (la
situación) de una persona.

En cuanto a las estrategias de afrontamiento, los individuos suelen hacer uso de


estrategias centradas en el problema, mediante las cuales se busca el alivio de los
estímulos ambientales que causan la respuesta al estrés y las emociones negativas, y
estrategias centradas en la emoción, que sirven para regular las emociones con objeto de
reducir o controlar el distrés cognitivo.

Al mismo tiempo, las personas difieren en cuanto a estilos de afrontamiento, ya que estos
suelen ser de abordaje (enfrentarse directamente a las situaciones estresantes) o de
evitación (rechazar, reprimir o evitar el problema).

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En cuanto a las técnicas para el control de la activación, que suelen trabajarse de forma
primordial para que sirvan al deportista para el afrontamiento del estrés y emociones
negativas, por un lado, existe un conjunto de técnicas para la reducción de la ansiedad
somática o física, entre las que destacan la relajación progresiva, control de la respiración
y la biorretroalimentación, entre otras. Por otra parte, se hace uso de técnicas para la
reducción de la ansiedad cognitiva, destacando la respuesta de relajación, el
entrenamiento autógeno, el entrenamiento cognitivo-afectivo del estrés, y la inoculación de
estrés.

4. Autoconfianza

4.1 Definición y tipos


La autoconfianza es la convicción que una persona tiene de que puede llevar a cabo las
habilidades necesarias (físicas y mentales) para ejecutar con éxito la conducta requerida
para producir un determinado resultado (Vives y Garcés de los Fayos, 2006).

También se concibe como la percepción que tiene la persona sobre si su capacidad es


suficiente para enfrentarse a una determinada tarea y sobre si los resultados que obtendrá
serán positivos. Es la creencia o grado de certeza en que se dispone de los recursos
internos, o habilidades particulares, para lograr el éxito, en concreto y en este ámbito, en
el deporte.

Según Vealey (2009) una adecuada autoconfianza aporta una serie de beneficios, como la
activación de emociones positivas, mejoras en la concentración, una mejor adecuación de
las metas, el aumento del esfuerzo, afecta las estrategias de juego y el rendimiento, y
propicia un momento psicológico más óptimo.

También son propuestos diferentes tipos de autoconfianza (Vealey, 2009):

- Autoconfianza de resultado: confianza en ganar.

- Autoconfianza de rendimiento: actuar exitosamente en relación a ciertos


estándares.

- Confianza autorreguladora: autorregular y manejar los pensamientos y emociones,


así como también recuperar las óptimas condiciones anteriores demostrando
resiliencia.

- Autoconfianza física: ejecutar las habilidades físicas, lograr niveles de adaptabilidad


y entrenamiento, y aprender habilidades nuevas necesarias para obtener mejores
resultados en su deporte.

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Algunas estrategias para mejorar la autoconfianza pueden ser (Vives y Garcés de Los
Fayos, 2006) un entrenamiento eficaz a nivel físico, técnico, táctico y psicológico, plantear
la práctica de forma que se consigan progresivamente éxitos y ejecuciones correctas, el
establecimiento de objetivos, la planificación de la actuación y sus posibles dificultades, el
empleo de la visualización, el establecimiento de rutinas previas, el modelado, control del
pensamiento y autodiscurso, mantener la percepción de control sobre la situación, trabajar
sobre la base de recursos y límites actuales, obtener feedback de fuentes diversas, atender
a los aspectos que dependen de nosotros mismos, controlar las percepciones de éxito y
las atribuciones, y valorar y controlar las situaciones potencialmente estresantes, entre
otras.

4.2 Teorías

TEORÍA DE LA AUTOEFICACIA

La teoría de Bandura (1986) ha sido la teoría más ampliamente utilizada para investigar la
autoconfianza en el deporte y en el rendimiento motor. Establece que la autoeficacia es la
percepción de la propia capacidad para realizar una tarea de forma exitosa, y es una forma
de autoconfianza específica de la situación.

Desarrollada dentro del marco de la teoría cognitiva social, plantea la autoeficacia como un
mecanismo cognitivo común para mediar la motivación y el comportamiento de las
personas. El juicio de las personas acerca de su capacidad para desempeñarse en
determinados niveles afecta su comportamiento (es decir, la elección de actividades, el
esfuerzo que se pone en la actividad, la persistencia, etc.), sus patrones de pensamiento y
sus reacciones emocionales en situaciones exigentes. Sin embargo, la autoeficacia es un
factor determinante de la conducta, sólo cuando existen incentivos adecuados y las
habilidades necesarias.

Plantea tres principios básicos:

- Influencias interrelacionadas entre estados fisiológicos, conductas, cogniciones y


ambiente, para determinar el funcionamiento del individuo.

- Reciprocidad triádica: interacción mutua entre factores personales, ambientales y


conductuales.

- Papel central del pensamiento autorreferente y las creencias de autoeficacia en el


modelo, y su capital influencia en el funcionamiento psicosocial, actuando como
determinantes próximos de la motivación, cognición, afecto y acción.

Además propone cuatro elementos poderosos para el desarrollo de la autoeficacia,


concretamente, el desempeño exitoso (los éxitos conseguidos previamente nos hacen ser
confiados en el futuro), la experiencia vicaria o modelado (observar la conducta idónea de

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otros y pensar que se puede conseguir su reproducción), la persuasión verbal (que otros
insistan o convenzan al sujeto de poder realizar la acción), y el estado fisiológico (las
sensaciones físicas actúan como indicadores de en qué grado podemos estar confiados
en ejecutar óptimamente).

MODELO DE CONFIANZA DEPORTIVA

Vealey (1986) desarrolló un modelo de autoconfianza interactivo en el deporte. Parte de


que existen dos tipos de confianza:

- Autoconfianza Estado: creencia sobre la habilidad personal para rendir


óptimamente en una situación específica o en un momento particular.

- Autoconfianza Rasgo: asumida como un rasgo de personalidad perdurable,


y que representa las percepciones que los individuos suelen poseer acerca
de su capacidad para tener éxito en el deporte.

La autoconfianza estado y la autoconfianza rasgo están positivamente correlacionadas. La


autoconfianza estado es un mediador básico de la conducta, y estaría determinada por la
de rasgo y la orientación competitiva, que influirían y serían influidos por los resultados
obtenidos. Los deportistas orientados a la tarea presentan una mayor confianza.

Basado en la creencia de que el éxito significa cosas diferentes para diferentes individuos,
Vealey reconoció la necesidad de incluir en su modelo una construcción, la orientación
competitiva, como una manera de operativizar el éxito. La orientación competitiva es un
constructo disposicional que indica la tendencia a esforzarse por lograr cierto tipo de meta
en el deporte, que demuestre competencia y éxito.

Por ello señala que existen dos tipos de orientación competitiva del deportista: a la tarea
(al rendimiento, al buen desempeño) o a los resultados (ganar). A pesar de que los
deportistas pueden perseguir ambos objetivos, a través de sucesivas experiencias
deportivas pueden llegar a estar orientados a unos u otros de forma determinante.

5. Motivación

5.1 Definición y tipos

La motivación es un constructo que describe las fuerzas internas y/o externas que
determinan la iniciación, dirección, intensidad, y persistencia del comportamiento
(Vallerand y Thill, 1993). Es un proceso o estado interno que activa, energiza, impulsa la
acción o el comportamiento, y determina su intensidad y dirección, abarcando además el
grado de activación y la persistencia en dicha acción (Hagger y Chatzisarantis, 2005).

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La motivación es una variable psicológica que mueve al individuo hacia la realización,


orientación, mantenimiento y/o abandono de las actividades físicas/deportivas, y suele
estar determinada por la asociación cognitiva que el sujeto hace de las diferentes
situaciones (si es positiva, mayor motivación; si es negativa, menor motivación; si es
neutra, dependerá de la construcción cognitiva que realice por la influencia del entono y de
sus propias convicciones), en función de una serie de factores (individuales, sociales,
ambientales y culturales).

Tradicionalmente han sido propuestos dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca.

La motivación intrínseca se refiere al impulso de la persona para llevar a cabo una actividad
por y para sí mismo, y el placer y la satisfacción que se derivan de su realización. Se asocia
con mayor disfrute de la actividad, una más fuerte deportividad y una menor probabilidad
de abandono de la actividad o el deporte.

La motivación extrínseca implica que se está involucrado en la tarea en gran medida como
resultado de factores externos, y se participa en las actividades como un medio para
alcanzar un fin y no por el propio bien personal. Los motivadores extrínsecos son factores
que influyen en la persona, ya sea porque ofrecen una recompensa por el comportamiento
(dinero, trofeos, el elogio y otras formas de aceptación social de los demás) o porque
proveen algún tipo de castigo o sanción en caso de no realizar el comportamiento.

5.2 Teorías

TEORÍA DE LA ATRIBUCIÓN

Las atribuciones son las explicaciones, o la búsqueda de las causas, que las personas dan
al comportamiento o a los eventos que suceden en sus vidas. Es el acto de asignar o
imputar una característica o motivo a uno mismo o a los demás.

La Teoría de la Atribución de Heider (1958) y Weiner (1972) pretende explicar cómo los
sujetos atribuyen las causas de su éxito o fracaso a varias fuentes. Esas fuentes se
caracterizan de acuerdo a tres continuos bipolares: locus de control o causalidad interno-
externo, estabilidad-inestabilidad, controlabilidad-incontrolabilidad.

 Locus de control: es la localización percibida sobre el origen de control del


comportamiento, y puede ser interno o externo.

- Externo: cuando la persona percibe que las fuerzas que controlan lo que
ocurre en su vida están fuera de sí mismo, ya sean otras personas o fuerzas
abstractas sobre las que tiene poca o ninguna influencia. Por ejemplo, se
puede atribuir un resultado a que el árbitro le ha perjudicado, que había malas
condiciones meteorológicas, que la tarea era muy difícil, o que simplemente
se ha tenido buena suerte.

18
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

- Interno: verse a uno mismo como responsable del propio destino, y creer en
la propia capacidad para controlar los acontecimientos. En este caso, el
deportista considera que el resultado ha sido causa de su propia capacidad o
el esfuerzo que ha puesto. Atribuciones de este tipo conducen a mayor
motivación y autoestima que las externas.

 Estabilidad: se refiere a si las causas del rendimiento cambian con el tiempo. Por
ejemplo, la capacidad o habilidad personal y la dificultad de la tarea son
relativamente estables, en comparación con la suerte y el esfuerzo, que son
inestables.

 Controlabilidad: grado en que la persona percibe poder ejercer control o influencia


personal sobre el resultado. Así, el esfuerzo que se imprime en una actuación es
algo que se encuentra bajo control del deportista, mientras que la mala climatología
o la suerte son factores que se escapan de su control.

Figura 8
Dimensiones en la Teoría de la Atribución

La capacidad es vista como una atribución interna y estable para el resultado, mientras la
dificultad de la tarea se ve como externa y estable. El esfuerzo se clasifica como interna e
inestable, y la suerte como externa e inestable.

19
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

Por tanto, las atribuciones que se realizan afectan a la motivación ya que esta aumenta al
conseguir el éxito y el deportista cree poseer control sobre los hechos y realiza atribuciones
internas y estables, mientras que disminuye cuando, tras el fracaso, las atribuciones son
inestables y externas.

TEORÍA DE LA MOTIVACIÓN DE LOGRO

La teoría de Atkinson (1957) y McClelland (1961) pretende explicar por qué algunas
personas están más motivadas por el logro que otras, entendiéndose ese logro como
conseguir lo que se intenta o desea. En el deporte se está motivado por el propio deseo
de tener éxito, pero también es posible rehuir determinados eventos o situaciones por el
deseo de evitar el fracaso. Nuestra decisión individual de participar e involucrarnos en el
deporte en el deporte está establecida en buena medida por la fuerza relativa de estos dos
factores.

Plantea la teoría que la motivación de logro es un rasgo de la personalidad, tendiendo los


individuos dos disposiciones que les hacen perseguir dos tipos de logro: conseguir el éxito
y/o evitar el fracaso. Para algunos deportistas el deseo de tener éxito es mucho mayor que
el miedo al fracaso, y por ello es alta su motivación hacia el rendimiento. Pero, por otro
lado, para determinados deportistas el miedo al fracaso es el factor más importante, siendo
baja su motivación al rendimiento.

Junto a los factores de personalidad, la situación también es fundamental, específicamente


la probabilidad de conseguir el éxito o fracaso y el incentivo asociado a ellos. La interacción
entre personalidad y situación proporciona la explicación de la motivación de logro, ya que
el sujeto se encamina a la búsqueda de éxito o evitación del fracaso a partir de su
percepción de probabilidad de éxito/fracaso en la tarea, y el valor que otorga a la tarea. Si
un deportista percibe alta probabilidad de éxito y las recompensas asociadas son
importantes, lo más probable es que exista alta motivación.

Figura 9
Teoría de la motivación de logro

20
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

TEORÍA DE LA AUTODETERMINACIÓN

La Teoría de la Autodeterminación (Deci y Ryan, 1985) es una macroteoría que parte con
el objetivo de examinar los eventos que promueven y mantienen la motivación intrínseca,
resaltando la importancia del desarrollo y funcionamiento dentro de los contextos sociales,
y ha analizado el grado en el que las personas actúan por su propia iniciativa y alineados
con sus valores.

La autodeterminación es el proceso por el cual las personas controlan su propio


comportamiento, actuando sobre la base de creencias, valores y principios personales, en
lugar de normas o reglas impuestas desde el exterior.

Dentro de la teoría de la autodeterminación, surgieron varias perspectivas, siendo las más


relevantes la teoría de la evaluación cognitiva, la teoría de las necesidades psicológicas
básicas y la teoría de la integración organísmica.

Para la teoría de la evaluación cognitiva (Deci y Ryan, 1985; 2002), los niveles de
motivación hacia una tarea dependen de las circunstancias creadas por el entorno y de la
evaluación que realice el sujeto. Esa evaluación cognitiva implica un primer proceso
relacionado con la necesidad de autonomía, esto es, la percepción de locus de causalidad,
y si el deportista percibe que la tarea es controlada por fuentes externas, la motivación
intrínseca disminuye, y por el contrario, mejorará al percibir que la tarea es controlada por
fuentes internas, por el propio deportista. Un segundo proceso se relaciona con la
competencia percibida, aumentando la motivación intrínseca al percibir el deportista que
es competente en la tarea, o disminuyendo al no sentirse competente.

Respecto a la teoría de las necesidades psicológicas básicas (Deci y Ryan, 2000;


2002), se afirma que para mantener una óptima motivación el deportista debe sentir
cubiertas tres necesidades psicologías básicas: la necesidad de autonomía (el deportista
siente que inicia las propias acciones, de acuerdo con sus propios valores, en lugar de ser
controlado por fuerzas externas y presiones internas); la necesidad de competencia
(sentimiento de eficacia en las interacciones con el medio social, y oportunidades para
ejercitar y expresar las capacidades personales); y la necesidad de relación (sentimiento
de aceptación personal por las demás personas significativas, cuidar a los demás y sentirse
cuidado).

En cuanto a la teoría de la integración organísmica, Deci y Ryan (1985) sugieren que la


motivación comprende un continuo que oscila entre la desmotivación (falta de deseo de
realizar una actividad o participar en ella), y la motivación intrínseca (participar o realizar la
actividad por el mero disfrute intrínseco). En medio del continuo hay diferentes niveles de
motivación extrínseca, y conforme nos movemos a lo largo del continuo la motivación se
convierte cada vez en menos extrínseca y más autodeterminada.

Los deportistas motivados intrínsecamente exploran el entorno, no buscan la gratificación


externa, persiguen el dominio de las habilidades deportivas para su progreso personal más

21
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

que la victoria sobre el rival, y sentirse bien a través de esa mejora de habilidades. Mientras,
los deportistas motivados extrínsecamente buscan la aprobación o evitar la desaprobación
de los demás, y necesitan recompensas externas (premios, gratificaciones) para continuar
con su actividad.

Figura 10
Orientaciones motivacionales en la teoría de la autodeterminación

Resulta básico que el deportista se perciba competente en la tarea ya que, de lo contrario,


la motivación intrínseca disminuye y puede conducir a la desmotivación o el abandono
deportivo.

Las recompensas adquieren un importante papel, pudiendo tener función de información


(si son concedidas para retroalimentar al deportista sobre su actuación) y de control (para
controlar la conducta del deportista). Una recompensa para controlar el comportamiento es
probable que disminuya los sentimientos de autodeterminación y el deseo de realizar la
conducta, mientras que aquellas recompensas que proporcionen información de
autocompetencia mejorarán la motivación intrínseca.

TEORÍA DE METAS DE LOGRO

Según Nicholls (1989) los individuos tienen disposiciones de personalidad en relación a


situaciones de logro, las cuales nos pueden dirigir a la competición o bien a la maestría.
Los deportistas ven su habilidad o éxito, en base a dos tipos de dichas disposiciones:
orientados al ego y orientados a la tarea.

En la orientación al ego el éxito es considerado como el logro de resultados de rendimiento


como ganar, y el deportista busca demostrar su capacidad en relación con los demás. Los
comportamientos que se consideran relacionados con esta orientación incluyen una
percepción de alta capacidad y la selección de actividades en las que la persona siente
que podrá demostrar una capacidad superior en comparación con otros.

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Psicología de la Actividad Física y del Deporte

En la orientación a la tarea el éxito es considerado como el logro de resultados personales,


como aprender nuevas habilidades o mejorar. Es una orientación autorreferencial, donde
el deportista está centrado en la mejora y el dominio de habilidades. Los comportamientos
característicos asociados con una orientación a la tarea son la persistencia, esfuerzo
óptimo, elección de actividades moderadamente desafiantes, y la selección de elementos
competitivos que permitan retroalimentación sobre el desempeño.

Las orientaciones de logro de los objetivos han sido probadas como influyentes sobre
constructos motivacionales como intención, esfuerzo y autoeficacia, así como constructos
conductuales como persistencia, adherencia y rendimiento deportivo.

Pero además de estar orientado al ego o a la tarea, es importante conocer la situación o


las características del contexto que percibe el individuo, ya que cada situación puede ser
diferente, y el deportista está inmerso en un clima motivacional, que es el ambiente que
predomina en el equipo, y el mensaje positivo o negativo que trasmiten los entrenadores,
los padres o la institución deportiva. Existen dos tipos de clima motivacional, uno de
implicación al ego, basado en el resultado, y un clima motivacional orientado a la tarea, en
el que predominan el aprendizaje y la diversión.

6. Procesos atencionales

6.1 Definición y tipos


La atención es la facultad perceptiva que nos permite seleccionar y focalizar algunas
características de nuestro ambiente al tiempo que descartar otras, asumiendo que la
atención es dirigida, al ocuparnos de aspectos que tienen lugar tanto fuera de nosotros
como internamente.

Es un proceso psicológico que permite al individuo establecer contacto con los estímulos
más relevantes de la situación en el momento presente, omitiendo o eliminando aquellos
otros que no son importantes o pertinentes para la tarea (Dosil, 2009).

El rendimiento efectivo exige que la atención del deportista sea dirigida de forma selectiva
en personas, circunstancias y otros factores pertinentes al mismo tiempo, excluyendo
aspectos irrelevantes.

Existen cuatro tipos de atención (Memmert, 2009):

 Orientada o dirigida: dirección hacia los estímulos destacados o los detalles


destacados de un estímulo.
 Selectiva: centrar la atención en un objetivo particular, en lugar de otro/s, en un
punto específico en el tiempo.
 Dividida: prestar atención del sujeto en dos o más fuentes de información.

23
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

 Sostenida: implica el mantenimiento de la atención en un estímulo o punto


determinado durante un período prolongado de tiempo.

Por su parte, la concentración es la habilidad para centrar o focalizar la atención en eventos


sensoriales y/o mentales, o la habilidad para canalizar el esfuerzo mental en la tarea,
ignorando las distracciones (Schmid y Peper, 1998). Además, debe cumplir dos requisitos:
atención a las señales pertinentes y mantenimiento del foco atencional.

Los problemas atencionales más comunes en competición suelen ser (Núñez y Martín-
Albo, 2004): la atención a señales distractoras externas (como público, adversarios, o el
árbitro) y que pueden producirse por causas como el aburrimiento, enfado o precipitación;
y atención a señales distractoras internas al deportista: pensamientos disociativos,
pensamientos excesivamente analíticos sobre la ejecución, o atención a sucesos pasados
y/o futuros.

6.2 Teorías
TEORÍA DEL ESTILO ATENCIONAL

La teoría atencional más ampliamente extendida en el campo del deporte es la propuesta


por Nideffer (1976), que afirma que nuestra atención (los procesos cognitivos por los cuales
nos orientamos y mantenemos el enfoque en fuentes particulares de información) se puede
medir en términos de dos dimensiones fundamentales:

• Amplitud: se refiere a la tendencia a prestar atención a una amplia gama de


información, o en su lugar, centrarse muy estrechamente en una fuente de
información concreta. Por ello, la concentración puede ser amplia o estrecha, según
la percepción de más o menos estímulos o eventos.
• Dirección: indica hacia dónde se dirige la atención, pudiendo ser interna (dirigida a
los propios pensamientos, sentimientos y experiencias, o el estado físico) o externa
(focalizada en acontecimientos alrededor del sujeto, lo que sucede alrededor).

La interacción de las dimensiones de amplitud y dirección da lugar a cuatro subtipos de


concentración de la atención: amplia-interna, amplia- externa, estrecha-interna y estrecha-
externa.

Lógicamente, hay momentos en el deporte en que es beneficioso centrarse de forma


estrecha y en otros es preferible un enfoque más amplio. Por ejemplo, los jugadores de
tenis deben ser capaces de centrarse estrechamente en la pelota, pero también usar un
enfoque amplio para establecer la forma en que el oponente se mueve, para planificar su

24
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

próximo golpe. Del mismo modo, a veces es importante centrarse en uno mismo y otras
veces es más importante centrarse en los eventos externos.

Figura 11
Dimensiones en la Teoría del Estilo Atencional

Una breve descripción de los cuatro tipos citados es expuesta por Mora et al. (2000):

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Psicología de la Actividad Física y del Deporte

7. Visualización

7.1 Definición

Al referirnos a la visualización, comprobamos como existe una amplia terminología a la


hora de atender al concepto: visualización, imaginería, práctica imaginada, ensayo mental,
entrenamiento ideomotor, modelado en imaginación, práctica encubierta o ensayo
simbólico.

La visualización es un proceso interno consciente, en el cual se pueden imitar experiencias


reales en ausencia física de experiencias perceptivas y sensoriales (Richardson, 1969).

Según Morris et al. (2005) la imaginería, en el contexto del deporte, se puede considerar
como la creación o recreación de una experiencia generada a partir de información de la
memoria, con la participación de características cuasi-sensoriales, cuasi-perceptuales y
cuasi-afectivas, que está bajo el control volitivo de quien imagina, y que puede ocurrir en
ausencia de los estímulos reales antecedentes que normalmente se asocian con la
experiencia real.

Puede ser asumible tanto como un proceso como una habilidad, y tiene múltiples usos,
como la adquisición de nuevas habilidades físicas o mentales, el entrenamiento de
habilidades físicas y/o mentales previamente adquiridas, o contribuir al aprendizaje de
nuevas estrategias.

Tres son sus características básicas:

- Son construcciones multisensoriales que permiten traer a la mente experiencias en


ausencia de objetos, acontecimientos y/o experiencias.

- Viveza: a mayor número de modalidades sensoriales implicadas, más vivida es la


experiencia mental resultante.

- Controlabilidad: una óptima visualización requiere un alto grado de control o


facilidad para manipular las imágenes mentales.

Al mismo tiempo en su empleo hay dos perspectivas:

- Interna: el deportista imagina situaciones o ajustes particulares experimentados a


través de sus sentidos, observando como propio espectador.

- Externa: el deportista se observa desde fuera, realizando las acciones específicas


como las otras personas o él mismo le verían.

En la práctica imaginada, como técnica o aplicación particular, los deportistas entrenan sus
habilidades simbólicamente, antes de ejecutarlas realmente. Es una forma sistemática de
ensayo encubierto a través del cual los sujetos se imaginan realizando una acción, sin

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Psicología de la Actividad Física y del Deporte

abordar los movimientos físicos reales involucrados (Moran, 2004), y es una técnica versátil
en la cual los deportistas son guiados para crear imágenes mentales en las cuales son
integrados múltiples sentidos (Brewer, 2009).

Resulta útil y eficaz en cualquier etapa deportiva (desde el deporte infantil al alto
rendimiento), y tanto al comienzo del aprendizaje como en fases más avanzadas de
perfeccionamiento.

Para que resulte eficaz se requiere cierta rodadura en cuanto a práctica física, y por ello
los deportistas más experimentados obtienen un mayor provecho de la práctica mental,
tanto en tareas cognitivas como motoras.

También está comprobado como la combinación de práctica mental y entrenamiento físico


resulta más eficaz que únicamente realizar entrenamiento físico, al tiempo que la práctica
mental por sí sola no obtiene mejores resultados que el entrenamiento físico. Además han
sido probadas las consecuencias positivas de la práctica mental sobre variables como la
autoconfianza, la motivación, la concentración, o en la regulación de la activación.

7.2 Teorías

Al referirnos a la visualización, comprobamos como existe una amplia terminología a la


hora de atender al concepto: visualización, imaginería, práctica imaginada, ensayo mental,
entrenamiento ideomotor, modelado en imaginación, práctica encubierta o ensayo
simbólico.

TEORÍAS PSICONEUROMUSCULARES

Sostienen que los movimientos o acciones en la imaginación producen inervaciones


musculares similares a los utilizados en el movimiento real, suscitando un patrón de
movimientos débiles y localizados de los músculos. Esa actividad muscular podría
proporcionar información cinestésica al ejecutante que le permitiría hacer ajustes a esa
habilidad en ensayos futuros.

TEORÍAS DEL APRENDIZAJE SIMBÓLICO

Desde este planteamiento, las imágenes funcionan como un modelo mental que podemos
utilizar más adelante, es decir, una codificación simbólica de la información, favoreciendo
esa práctica mental tanto la codificación como el ensayo de los elementos clave de la tarea.

TEORÍA BIO-INFORMACIONAL

Desde la teoría de Lang (1979) se plantea que una imagen es un conjunto de proposiciones
organizadas de manera funcional y almacenadas por el cerebro.

Esas proposiciones pueden ser de dos tipos:

27
Psicología de la Actividad Física y del Deporte

- Proposiciones estímulo: describen las características del escenario a visualizar.

- Proposiciones respuesta: describen las respuestas del visualizador frente a un


escenario particular, y son designadas para producir actividad psicológica.

La imaginería no sólo permite ensayar lo que se hará en ciertas situaciones, sino que
también conduce a la posible medida de los cambios psicofisiológicos, asociados con la
respuesta y el significado, provocados por la situación que se imagina.

MODELO DE TRIPLE CÓDIGO

Según Ahsen (1984) la clave está en la importancia del significado de la imagen. Su teoría
integra tres componentes: las imágenes, las respuestas somáticas (como la atención
óptima o la activación), y el significado de la imagen al sujeto.

Cada imagen tiene una significación particular para cada individuo, componente crucial ya
que, por ejemplo, la imagen que forma un deportista de una situación puede provocar
ansiedad y estrés, mientras que para otro deportista la imagen de la misma situación puede
evocar confianza.

Cada uno puede integrar su historia personal al contenido y al tratamiento de dichas


imágenes, y por ello un mismo conjunto de instrucciones puede tener distintas
consecuencias según quién las reciba.

8. Referencias bibliográficas

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