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“El Romanticismo, tantas veces mal definido, no es, después de todo, otra cosa
que el liberalismo en literatura... La libertad en el arte, la libertad en la sociedad,
he ahí el doble fin al cual deben tender, con un mismo paso, todos los espíritus
consecuentes y lógicos; he ahí la doble enseña que reúne, salvo muy pocas inte-
ligencias, a toda esa juventud, tan fuerte y paciente, de hoy; y junto a la juven-
tud, y a su cabeza, lo mejor de la generación que nos ha precedido...”
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lles. Tras la abdicación del rey, ante el temor de que la participación popular
desembocara en el retorno de la república jacobina, los liberales más mode-
rados se apresuraron a otorgar al duque Luis Felipe de Orleans -notoriamen-
te liberal- la corona de Francia.
Luis Felipe, el “rey burgués” -tanto por sus ideas como por su estilo de vi- Ver mapa 3.10: Las
da-, juró la Constitución (9 de agosto de 1830). El nuevo monarca recibía su revoluciones de 1830.
titularidad no por un designio divino ni en una herencia histórica depositada
en su familia, sino de la voluntad de los representantes del pueblo en ejerci-
cio pleno de la soberanía nacional. De este modo, según los principios del li-
beralismo, se volvía a instalar una monarquía limitada sobre la base del su-
fragio restringido. Pero esto también significaba la derrota definitiva de las
aristocracias absolutistas.
La agitación revolucionaria de 1830 no se limitó a Francia, sino que fue
el estímulo para desencadenar otros movimientos que se extendieron por
gran parte de Europa, incluso a Inglaterra, donde se intensificó la agitación
por la reforma electoral que -como vimos- culminó en 1832. Pero los movi-
mientos fueron particularmente intensos en otros países, donde los princi-
pios del liberalismo coincidían con las aspiraciones nacionalistas.
La remodelación del mapa de Europa que había hecho el Congreso de
Viena había unificado a Bélgica y Holanda. Pero todo separaba a los dos paí-
ses, la lengua, la religión e incluso, la economía. En efecto, la burguesía bel-
ga había comenzado su industrialización y reclamaba políticas proteccionis-
tas, mientras que los holandeses, con hábitos seculares de comerciantes,
se inclinaban por el librecambismo. Estas cuestiones, combinadas con el in-
cipiente nacionalismo, fueron las que impulsaron la revolución en Bélgica.
La libertad de prensa y la libertad de enseñanza que reclamaban los católi-
cos -para impedir que el gobierno holandés propagara el protestantismo por
medio de los programas escolares- fueron las banderas de lucha. De este
modo, los belgas proclamaron su independencia y un Congreso constituyen-
te convocado en Bruselas eligió a Leopoldo de Sajonia-Coburgo, su primer
monarca. Era la segunda vez que, en la oleada revolucionaria de 1830, un
rey recibía sus poderes de un parlamento que representaba a la nación.
También en septiembre de 1830 estallaron motines en las ciudades del
centro de Alemania, en noviembre la ola revolucionaria alcanzó a Polonia, y a
comienzos de 1831 se extendió a los estados italianos. Pero estos movi-
mientos fueron sofocados. Los príncipes alemanes reprimieron a los libera-
les y controlaron fácilmente los focos de insurrección. Los revolucionarios
polacos e italianos fueron impotentes frente a los estados absolutistas -Ru-
sia y Austria, respectivamente- a los que estaban sometidos. Las diferencias
dentro de las fuerzas movilizadas, entre la burguesía y las masas populares
por un lado, entre quienes aspiraban a reformas más radicales y entre los li-
berales que aspiraban únicamente a modernizar el sistema político, por
otro, fueron factores que debilitaron a los revolucionarios. Sin embargo,
quedaba el impulso para un nuevo asalto.
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que podrían rechazarla y permanecer al margen de la unión p~rse "federales". Cabe destacar que, a diferencia de la década precedente. el
guida. La Ley Fundamental y la actitud asumida por Las lleras ~xhlben modelo de referencia de estos últimos era más claramente el de Estados
la aún prudente y cautelosa posición del gobierno de Buenos Aires y de Unidos y que las autonomías eran reclamadas ya no para las ciudades,
los. diputados bonaerenses, que predominó en el Congreso durante la sino para nuevos sujetos políticos, constituidos en provindas. Si bien
primera etapa de su desarrollo. esta escisión no se tradujo en la identificación de porteños-unitarios
Sin embargo, la inicial concordia se fue erosionando por diversas ra- versusprovincianos-federales (ambas tendencias tenían defensores· y de-
zones. Por un lado, la creciente independencia de criterio del goberna- tractores en cada territorio) ni en la existencia de una organización en
dor Las Heras irritaba al séquito más cercano a Rivadavia, en particular polos de agregación partidarios que fuera más allá del debate en torno
a los diputados bonaerenses del Congreso Constituyente, que espera- a la forma de gobierno (de hecho, los debates del Congreso muestran
ban proponer al ex ministro de gobierno de Buenos Aires como futuro un complejo mapa de adhesiones y lealtades en el que la independen-
presidente del país constituido. Por otro lado, crecía en Buenos Aires el cia de opinión de muchos diputados frente a determinados proyectos
ambiente belicista frente a la situación de la Banda Oriental, 10 cual vol- puntuales era frecuente), lo cierto es que estas divisiones revelaban la
vía urgente la creación de un poder ejecutivo nacional perma~ente. A creciente polarización del espacio político.
fines de 1825, el Congreso dispuso doblar el número de sus mIembros. En ese contexto, el hecho de que la elite dirigente de la provincia de
Con este gesto los diputados por Buenos Aires buscaron reforzar su Buenos Aires abandonase definitivamente la precaria unidad que había
control y reemplazar así la moderación por actitudes más radicales. La alcanzado con el Partido del Orden -escindiéndose entre quienes apo-
nueva elección favoreció al grupo porteño liderado por Rivadavia, aun- yaban la política rivadaviana y unitaria y quienes se replegaban en la
que permitió también el ingreso de algunos líderes de la oposición por- provincia, bajo el liderazgo del gobernador Las Reras, y veían con ma-
teña, como Dorrego y Moreno, en representación de otras provincias. los ojos la empresa nacionaIizadora de sus antiguos aliados- complicaba
aún más las cosas. Las tensiones latentes terminaron de dividir las opi-
Unitarios y federales niones cuando RivadaVia, tres días después de asumir, presentó al Con-
El 6 de febrero de 1826, el Congreso dictó la Ley de Presidencia, que greso el proyecto de Ley de Capitalización. En él se declaraba a Buenos
creaba un ejecutivo pennanente. Bernardino Rivadavia, recién desem- Aires capital del poder nacional, a la que se subordinaba un territorio
barcado de su viaje a Europa, fue nombrado presidente. A esa altura de federal que iba desde el Puerto de Las Conchas (Tigre) hasta el Puente
los acontecimientos, las tensiones en el interior del Congreso eran evi- de Márquez y desde allí, en línea paralela al Río de la Plata, hasta Ense-
dentes. El vocero de la oposición al grupo rivadaviano en el debate de nada. La provincia de Buenos Aires, separada del distrito federal, se re-
la Ley de Presidencia fue Moreno, quien esgrimió que ésta violaba la organizaba en dos nuevos distritos: la provincia del Salado, con capital
Ley Fundamental por la cual se habían limitado las atribuciones del en Chascomús, y la del Paraná, con capital en San Nicolás. Los impulso-
Congreso. La presidencia nacía como una magistratura destinada a per- res del proyecto debieron enfrentar la oposición del sector federal,
durar en el futuro ordenamiento constitucional, tergiversando de esta cuyo vocero fue Moreno, y la de diputados de distintas provincias, como
manera el propósito original de consenso. Gorriti y Funes, e incluso la del propio Juan José Paso, representante
Rivadavia debió asumir su cargo en un clima cargado de tensiones in- por Buenos Aires, que advertía los efectos perniciosos de privar a la es-
ternas y conflicto externo. Brasil había declarado la guerra en diciem- tructura económica provincial de su tradicional unidad entre ciudad y
bre de 1825, cuando el Congreso aceptó a incorporación de la provin- campaña.
cia oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Por otro lado, la La promulgación de la Ley de Capital en marzo de 1826 terminó ais-
Asamblea replicaba las divisiones de antaño al constituirse ahora dos lando al grupo unitario rivadaviano de sus antiguos apoyos. Por un
partidos con nombre propio: quienes pretendían instaurar una forma lado, al suprimirse las instituciones de la provincia creadas en 1821, y
de gobierno de unidad y centralizada pasaron a ser denominados "uni- quedar disuelta la Sala de Representantes de Buenos Aires y cesante el
tarios", y quienes buscaban organizar una forma de gobierno que res- Ejecutivo provincial ejercido por Las Heras, creció la irritación de mu-
petara las soberanías de las provincias continuaban bajo el nombre de chos de los miembros de la elite política porteña. Mucho más alar-
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mante para los intereses económicos locales fue que la provincia per- provincias, recordando las nefastas experiencias vividas en el Río de la
diera, con la federalización del territorio asignado a la capital, la princi- Plata l~~go de los fallidos intentos de imponer regímenes centralizado-
pal franja para el comercio ultramarino y, con ella, la fuente más impor- r~s: CritIcaron, además, la restricción del régimen representativo, al ex-
tante de recursos fiscales, la Aduana, ahora en manos del gobierno c Ulr del derecho de voto a criados, peones, jornaleros, soldados de lí-
nacional. Así~ pues, a la oposición federal se le unieron los sectores eco- nea y los considerados "notoriamente vagos". Luego de acalorad
nómicamente dominantes de la provincia. Los Anchorena, los Terrero, d~bates, la votación fue concluyente: cuarenta y tres diputados se ex;~
los Rosas, dueños de grandes estancias en la campaña bonaerense, se dle:~n a favor del proyecto, frente a once que se opusieron. La Co~sti
encargaron de levantar petitorios en la campaña para evitar la sanción tuclOn fue sancionada el 24 de diciembre de 1826; en ella se advertía
de la Ley de Capitalización, que reduciría la posibilidad de expandir sus entre muchas otras variaciones, un doble desplazamiento respecto de l~
negocios, en la medida en que los intereses del campo se hallaban ar- aprobada en 1819. Por Un lado , había un camb,·o de nomOInaCIon .• Im-
.
ticulados con los del comercio urbano. Por eso, entendían indispensa- por~~te, con el reemplazo del nombre de Provincias Unidas de Sud-
ble sostener la unidad entre ciudad y campaña, y de este modo defen- amenca por el de República Argentina. Por el otro, frente al silen~io
der el proceso de ocupación y expansión territorial iniciado entonces. respecto de la definición sobre la forma de gobierno en la carta d
De manera que, con la Ley de Capitalización, el grupo unitario que 1819, en el ~tículo? de la Constitución de 1826 se declaraba explícita~
aún dominaba el Congreso se lanzó a concretar su aventura nacionali- mente que la naCIOn argentina adopta para su gobierno la forma re-
zadora, haciendo caso omiso de la creciente oposición de la Asamblea. presentativa republicana~-consolidada en unidad de régimen".
Su próxima tarea era dictar una constitución. A comienzos de 1825, No obstante, la nueva república nacía en un clima político interno y
cuando aún predominaba una actitud moderada en el interior del Con- exte~no, que presagiaba un mal futuro para sus posibilidade: de subsis-
greso, el sector unitario había promovido una consulta a las diferentes tenCIa. En el plano interno, para esa fecha, la reacción en las provincias
provincias para que se expidieran en torna a la la futura organización y~~ estaba en marcha. Desde Córdoba, Bustos lideraba una férrea oposi-
del estado. Las respuestas recibidas, y evaluadas al año siguiente, dieron CIOn a la nueva constitución y a la persona del presidente. Sus intentos
el siguiente resultado: seis provincias se pronunciaron por el sistema fe- de hegemonizar un bloque enfrentado al Congreso y a la política de
deral (Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero, San Juan, Mendoza y Buenos Aires habían fracasado al no obtener el apoyo de las ..
del . . prOVInCIaS
Córdoba, que rectificó un primer dictamen en favor del sistema unita- f Noroeste. Desde La RioJa, Facundo Quiroga mantenía un equilibrio
rioL cuatro lo hicieron por un sistema unitario (Tucumán, Salta,]ujuy avorab~e a~ Congreso, apoyando incluso, a comienzos de 1826, el régi-
y La Rioja) y seis remitieron la decisión del asunto al Congreso (Co- ~en umtano propuesto. Muy poco tiempo después, la relación del rio-
rrientes, Catamarca, San Luis. Misiones, Montevideo y Tarija). La Asam- Jan7.con Buenos Aires exhibió un notable giro que transformó el mapa
blea Constituyente, en la que el sector unitario tenía mayoría, quedaba p.~h~co general. El desenlace se produjo a partir de la conflictiva situa-
como árbitro de la organización definitiva. A tal efecto, se dispusieron ~lOn lnter~a de las provincias de Catamarca y San Juan, en las que dis-
los diputados a estudiar el proyecto de constitución. tI~~ faCCIones se disputaban el poder, y donde participaron luego La
Rio~: y Mendoza. Finalmente, la guerra civil se desató cuando Rivadavia
La Constitución de 1826 enV1~ al ~eneral Lamadrid a reclutar tropas para la guerra contra el
En septiembre de 1826, la Comisión de Negocios Constitucionales dio BrasIl, y este se apoderó del gobierno provincial de Tucumán atra-
a conocer un proyecto. Aunque sus miembros afirmaron haber tomado yend~o bajo su ór.b~~ al gobernador de Catamarca. Facundo QUir~ga se
como base la Constitución de 1819, su centralismo había sido relativa- lanzo con sus mIlIclas so?re Catamarca primero, donde depuso al go-
mente atenuado con la creación, en las provincias, de consejos de admi- bernador, sobre Tucuman luego, venciendo a Lamadrid sobre San
nistración electivos con derecho a proponer ternas de candidatos para Juan, imponiendo un gobernador, y finalmente sobre Santiago del Es-
la designación de los gobernadores por parte de las autoridades nacio- tero, ~ara c~laborar con Felipe Ibarra y derrotar definitivamente a La-
nales. De cualquier manera, los diputados federales argumentaron que madnd. QUlroga se erigió así en el árbitro de las relaciones de poder
la carta orgánica propuesta avasallaba los derechos soberanos de las del Noroeste y rompió definitivamente con Buenos Aires para acercarse
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por fin a Córdoba. A comienzos de 1827, varias provincias (Córdoba, La Una simple y rigurosa federación sería la forma menos adaptable a
Rioja, Santiago del Estero, San Juan) habían rechazado la Constitución nuestras provincias, en el estado y circunstancias del país y mientras el
dictada pocos meses antes y al presidente en funciones, Bernardino Ri- Congreso ha fijado constantemente su consideración en las grandes
vadavia. Entre tanto, el litoral se reacomodaba también al nuevo con- razones, que contradicen una semejante forma, no ha perdido jamás de
texto interprovincial. Santa Fe, gobernada por Estanislao López, dejó vista lo que todo patriota argentino debe reputar como el más grande y
de apoyar a Buenos Aires cuando la posición unitaria del Congreso di- más caro interés de la República: la consolidación de nuestra unión, a la
vidió al Partido del Orden. cual están íntimamente ligadas nuestra prosperidad, nuestra felicidad,
nuestra seguridad, y nuestra existencia nacional. Sí, nuestra existencia,
ciudadanos. No es posible proveer a estos objetos, sino fijando un poder
central; pero un poder bienhechor, capaz de fomentar; e incapaz de
Un poder central y bienhechor contrariar los principios de bienestar de cada provincia. Justo es qUE¡
En el Manifiesto del Congreso General Constituyente dirigido a los corramos en pos de la libertad y de la felicidad, por las cuales hemos
pueblos de la República Argentina se intentaba mostrar las ventajas de la hecho tan grandes sacrificios; pero no corramos tras nombres vanos y
forma de gobierno adoptada: estériles: busquemos en su realidad las cosas. No están en la federación
"En cuanto a la administración interior de las provincias, examinad precisamente los bienes de la libertad y de la felicidad, a que aspiramos:
atentamente todo el contesto de la sección séptima, que establece sus repasad los tiempos, y las naciones, y os presentarán tristes ejemplos de
bases y organiza su régimen, y hallareis todas las ventajas, que han muchas que, gobernadas bajo formas federales, han sido más esclavas
podido ser objeto de vuestros deseos. Quizás excedan las esperanzas de que bajo el poder terrible de los déspotas del Asia. Así sería la nuestra
aquellos mismos pueblos que buscaban exclusivamente en la federación bajo una federación mal organizada. Gravad, ciudadanos, en vuestros
la garantía de Sus intereses locales, Reservando la Constitución a cada ánimos esta profunda verdad: es libre y feliz un gobierno que deriva sus
una de las provincias la elección de sus autoridades, pone en sus manos poderes de la voluntad del pueblo, que los conserva en armonioso
todos los medios de hacer su bien. Quedan constitucionalmente en plena equilibrio y que respeta inviolablemente los derechos del hombre. Juzgad
posesión de sus facultades para procurarse la prosperidad posible. después si tiene estos caracteres el gobierno que os ofrece la
aprovechando los favores de su clima, la riqueza de sus frutos, los constitución presente".
efectos de su industria, la comodidad de sus puertos, y cuantas mejoras
puede pro~eter a un puebla libre la fertilidad del suelo, de mancomún "Manifiesto del Congreso General Constituyente a los Pueblos de la
con la actividad del hombre. ¡Provincias, pueblos, ciudadanos de la República Argentina", 24 de diciembre de 1826, en Emilio Ravignani,
República Argentina! Ved aquí resuelto sencillamente el gran problema Asambleas Constituyerotes Argentinas, tomo 6, 2a parte, Buenos Aires,
sobre la forma de gobierno, que ha inquietada la confianza de algunos, y Instituto de Investigaciones Históricas de la facultad de Filosofía y Letras,
ha suscitado los temores de otros. Vuestros representantes, ligados como UBA, 1939 (el destacado es del texto)."
vosotros a la suerte de la Patria, por idénticos títulos, por iguales
intereses, han entresacado todas las ventajas del gobierno federal, En el plano externo, la situación también era desfavorable: el agrava-
separando sólo sus inconvenientes; Y han adoptado todos los bienes del miento de la situación en la Banda Oriental había llevado a la declara-
gObierno de unidad, excluyendo únicamente cuanto pueda ser perjudicial ción de guerra contra el Brasil. Ésta se produjo luego de la aventura
a los derechos públicos e individuales, Como las abejas industriosas que, -conocida como la campaña de los 'Treinta y tres orientales"-liderada
extrayendo el jugo de diversas flores, forman su delicioso panal, así, por el coronel oriental Juan Antonio Lavalleja, quien desembarcó en la
escogiendo los bienes, y segregando loS males de los diversos elementos costa uruguaya en abril de 1825 y declaró la incorporación de la Banda
de los gobiernos simples, han constituido un gobierno compuesto, Oriental a las Provincias Unidas. Con esta actitud Lavalleja buscaba pre-
conforme a las circunstancias de! país, pero esencialmente libre, y sionar al Congreso reunido en Buenos Aires para obtener una declara-
protector de los derechos sociales. ción contundente respecto de la ocupación brasileña. De hecho, lo 10-
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gró. Los diputados se vieron compelidos a resolver la incorporación de la guerra contra el Brasil
la Banda Oriental a las Provincias Unidas y aclararle al emperador bra- Rivadavia. ya en funciones de presidente, designó al general Carlos de
sileño que tal decisión estaría respaldada por la fuerza. Esto pro~ocó, Alvear jefe del ejército, convertido en Ejército Nacional por ley del
como era de esperar, la declaración de guerra por parte del BrasIl, en Congreso en mayo de 1825. Al almirante Guillermo Brovvn se le enco-
diciembre de 1825. mendó la creación y dirección de las fuerzas navales. Aunque durante
el año 1826 no se llevaron a cabo acciones bélicas decisivas, la,s repercu-
siones de la declaración de guerra se hicieron sentir internamente.
como consecuencia del bloqueo naval impuesto por la escuadra brasi-
los Treinta y tres orientales leña al Río de la Plata. Esto impedía la llegada de barcos al puerto y, en
Luego de controlar parte de la campaña de la Banda Oriental, la . consecuencia. la posibilidad de comerciar con el extranjero, deterio-
campaña de los Treinta y tres orientales, bajo la jefatura de Juan Antonio rando las finanzas tanto privadas como públicas. En febrero de 1827,
Lava1!eja, antiguo oficial artiguista exiliado en las provincias rioplatenses, los ejércitos se enfrentaron en Ituzaingó, donde la derrota brasileña fue
dio lugar a un movimiento de rebelión contra la ocupación brasileña. total. Pero ni este triunfo ni los obtenidos por las fuerzas navales de
Poco después de iniciada la campaña, Lavalleja convocó a los cabildos y Brown en los primeros meses de 1827 fueron suficientes para ganar la
formó un gobierno provisional que se instaló en La Florida. guerra o, al menos, para romper el bloqueo. Mientras tanto, t¡l comer-
cio local se hundía y la crisis se hacía sentir en todos los niveles sociales
repercutiendo en el ya debilitado gobierno central.
Inglaterra, que -ya había enviado una misión diplomática a cargo de
lord Ponsonby para mediar en el conflicto, redobló sus esfuerzos bajo
la presión de los intereses ingleses instalados en el Río de la Plata. que
veían sus negocios arruinados con la prolongación del bloqueo y de
una guerra que, desde el punto de vista bélico, no parecía tener resolu-
ción definitiva en el corto plazo. Inglaterra proponía, como eje de la
negociación. que la Banda Oriental nQ perteneciera ni al Imperio del
Brasil ni a la novel República Argentina: su independencia era conside-
rada la mejor prenda de conciliación entre las fuerzas beligerantes.
Pero el enviado del gobierno, Manuel García, se excedió en sus instruc-
ciones y firmó un acuerd'o preliminar de paz en el que aceptaba la Ín-
corporación de la Banda Oriental al Imperio y la libre navegación de
los ríos. Era un triunfo diplomático absoluto del emperador del Brasil.
De regreso en Buenos Aires, García sometió el acuerdo a la considera-
ción del Congreso y del presidente. En una situación de absoluta debi-
lidad. producto de la oposición de las provincias a la Constitución dic-
tada poco tiempo antes, la guerra civil desatada en el interior y la falta
de apoyo en la misma Buenos Aires, Rivadavia decidió desconocer una
paz tan deshonrosa y renunció a su cargo de presidente en junio de
1827. El Congreso aceptó el rechazo del acuerdo y también su renun-
cia. y designó presidente provisional a Vicente López y Planes.
B Juramento de los treinta y tres orientales. Juan Manuel Blanes, óleo. A esa altura, las divisiones en el interior del Congreso entre unitarios
Museo Nacional de Bellas Artes, Montevideo." y federales se habían trasladado a todas las provincias, alcanzando una
La unidad imposible 161
160 Histor¡a de la Argentina, 1806-1852
La guerra civil
virulencia hasta entonces desconocida. El nuevo presidente pasó a ser
una figura simbólica. Su autoridad no era acatada en las provincias ni el
El legado del fracaso constitucional
Congreso representaba la ''voluntad general" de éstas. Tal descrédito
condujo a la renuncia del presidente provisional y a la disolución del Luego de la disolución del Congreso Constituyente, en junio de 1828 se
Congreso. Ambas autoridades morían de muerte natural y, junto con reunió una convención en Santa Fe, con pretensiones de concretar la
ellas, la última tentativa, durante la primera mitad del siglo XIX, de tarea incumplida Pero la iniciativa quedó frustrada casi de inmediato.
conformar una unidad político-constitucional con las provincias que Las rencillas internas dentro del propio campo federal condujeron a
habían quedado del anterior virreinato. que la convención se disolviera dos meses después. Las provincias regre-
saron, pues, a su anterior condición de autonomía y Buenos Aires vol-
vió a la situación institucional previa a la Ley de Capitalización.
En ese escenario, cabe preguntarse qué había cambiado con la nueva
El tñunfó de Ituzaingó, y después
acefalía del poder central con relación a 1820. En primer lugar, eÍ Ca-
A pesar del optimismo provocado por el triunfo de ltuzaingó, la flota bildo capitalino ya no existía para ocupar provisionalmente el poder. Su
brasileña, estacionada en Montevideo, Colonia y la isla Martín García, supresión,junto a la de la mayoría de los cabildos del resto de las pro-
contaba con ochenta barcos de guerra y más de veinte fragatas, vincias, exhibía una de las transformaciones sucedidas en esos años. Las
corbetas y bergantines. Frente al bloqueo impuesto por Brasil, algunos bases del poder político e institucional se habían reconfigurado al con-
empresarios particulares comenzaron a armar buques corsarios en los formarse las repúblicas provinciales e integrarse los espacios urbanos y
que los tripulantes tenían derecho al botín. La guerra de corso se libró en rurales a través de los entramados jurídicos sancionados durante la dé-
naves pequeñas que actuaban dando golpes sorpresivos. cada. Este proceso mostraba un desplazamiento del poder desde los tra-
dicionales espacios urbanos coloniales hacia un nuevo espacio político
en el que la campaña comenzaba a cobrar mayor relevancia. Las impli-
cancias de ese desplazamiento podían advertirse en distintas esferas.
En el plano de la economía, la desestructuración de los circuitos
mercantiles coloniales con la pérdida del Alto Perú y la declaración del
libre comercio volcaron, visiblemente en el caso de Buenos Aires y más
tarde en el resto del litoral, el motor del crecimiento económico hacia
la prodúcción ganadera destinada al mercado atlántico. En el plano
de la política, el desplazamiento se expresó en todas las provincias.
Desde el punto de vista institucional, los espacios rurales pasaron a te-
ner un estatus de pleno derecho en la representación política que,
aunque minoritaria respecto de las ciudades en muchos casos -como
10 fue en la misma Buenos Aires durante la década de 1820-, ponía en
~videncia la transformación ocurrida desde el período colonial, cuando
las campañas no eran más que territorios dependientes de la jurisdic-
ción de los cabildos. Desde el punto de vista de las prácticas, si bien la
emergencia de caudillos regionales coexistió con el creciente proceso
de institucionalización política, nadie podría negar que, en el nuevo
papel que jugaron después de 1820, se hacía ostensible un cambio sig-
El general Alvear en Ituzwngó (detalle). E. Boutique, óleo. Biblioteca nificativo en la reconfiguración de las bases de poder. En tales transfor-
Nacional, Buenos Aires. I maciones -catalogadas por algunos historiadores como procesos de
162 Historia de la Argentina, 1806-1852 La unidad imposible 163
"ruralización"- se expresan nuevas relaciones entre sociedad, econo- Las elecciones se realizaron en un ambiente de creciente tensión; la
mía, política y territorios_ votación dio.el triunfo al Partido Federal, cuyas filas se engrosaron con
De manera que la nueva acefalía del poder central se produjo en un los disidentes del Partido del Orden. La Sala designó a Manuel Dorrego
escenario muy distinto al de 1$20. Buenos Aires ya había comprendido gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien frente a la acefalía
muy bien las ventajas de la autonomía. Tan eficiente había sido ese del poder central debió asumir- provisoriamente el manejo qe las rela-
aprendizaje que la aventura nacionalízadora del grupo unitario le hizo ciones exteriores, según lo estipulado en la Ley Fundamental dictada
perder a éste el apoyo de sus principales bases de poder entre la elite en 1825 por el Congreso, de reciente disolución. Esto implicó haéerse
política y económica de la provincia. Las provincias, a su vez, comenza- cargo de finalizar la guerra y firmar la paz con el Brasil. El escenario he-
ron a advertir las dificultades de vivir en el marco de una autonomía redado era por cierto muy complejo. A pesar de haber sido uno de los
absoluta, sin recursos con los cuales sos~enerse; la conformación de li- líderes más proclives al desenlace bélico con Brasil y crítico mordaz de
gas interprovinciales evidenciaba tal debilidad. Cualquier pacto que la gestión rivadaviana desde 1824, Dorrego reconocía que no se podía
implicara organizar constitucionalmente el país debía partir de esta prolongar más tiempo la situación de guerra y menos aún la de un blo-
asimétrica correlación de fuerzas. Buenos Aires, a diferencia de 10 que queo absolutamente ruinoso para el Río de la Plata. La propuesta britá-
sucedía en la década revolucionaria, ya no estaba dispuesta a recon- nica de dar la independencia a la Banda Oriental parecía la salida más
quistar su antiguo papel de capital a cualquier precio. Las elites provin- decorosa y la única opción de lograr la paz. Con este propósito, Do-
ciales se debatieron de allí en más dentro del dilema que implicó recla- rrego envió una misión diplomática que, en agosto de 1828, finalmente
mar el autogobierno de sus asuntos locales sin renunciar a que la firmó un tratado de paz sobre la base de la independencia absoluta de
provincia más poderosa decidiera legar la parte más rica de su territo- la Banda Oriental. Así nacía, pues, la República Oriental del Uruguay.
rio para sostenerlas. La firma del tratado disparó conflictos latentes. A la dificil situación
interprovincial y a la división facciosa entre unitarios y federales, se le
Buenos Aires recupera sus fronteras provinciales sumó el descontento de algunos jefes del ejército que lucharon contra
En pos de restituir las instituciones provinciales suprimidas con la Ley el Imperio del Brasil, quienes no le perdonaban a Dorrego la firma de
de Capitalización, se convocó a elecciones para designar a los diputa- un tratado que consideraban deshonroso. Parte del grupo unitario de
dos bonaerenses que debían conformar la Sala de Representantes y Buenos Aires -desplazado del gobierno provincial luego de las eleccio-
elegir nuevo gobernador. Pero el clima electoral ya no era el que rei- nes- aprovechó este descontento para derrocar al gobernador. Lide-
naba a comienzos de la década. La división entre unitarios y federales rado por el general Juan Lavalle, quien, una vez finalizada la guerra,
cristalizada en el Congreso Constituyente se trasladó a la provincia y acababa de bajar con su división del ejército a la ciudad de Buenos Ai-
exacerbó el espíritu de facción, situación que se expresó en el estilo res, se produjo un movimi~~-nto militar de signo unitario que el1 º de di-
adoptado por la prensa periódica yen la creciente violencia e intole- ciembre de 1828 destituyó a Dorrego de su cargo y disolvió la Sala de
rancia que impregnaron los diferentes momentos del acto electoral. Si Representantes electa pocos meses antes. Dorrego debió huir en busca
bien la prensa ya estaba familiarizada con las polémicas y los fuertes de auxilio hacia la campaña, donde se hallaba Juan Manuel de Rosas,
debates en sus páginas, el tono beligerante expresado luego de 1827 comandante de milicias de la provincia de Buenos Aires.
anunciaba una radicalización de las divisiones -tanto en la elite diri- Rosas había sido designado en aquel cargo por el efimero presidente
gente como entre los publicistas que se convertían en sus voceros- Vicente López y Planes y ratificado por Manuel Dorrego cuando fue un-
muy distintas de aquellas que habían segmentado al cuerpo político gido gobernador. Cabe destacar que, hasta la reunión del Congreso
durante la feliz experiencia rivadaviana. Por otro lado, los mecanismos Constituyente de 1824, y más precisamente hasta el debate de la Ley de
utilizados para difundir las listas de candidatos y hacer propaganda Capitalizacíón, Rosas no había ocupado cargos políticos en el gobierno
electoral, así como los que se pusieron en juego en la conformación de ni había mostrado signos de hostilidad hacia la elite gobernante. El rá-
las mesas, la movilización de los votantes y la realización de los escru- pido ascenso de su carrera política comenzó cuando, desplazado Do-
tinios, exhibieron una beligerancia desconocida hasta ese momento. rrego del poder, asumió el doble papel de defensor del orden en la
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164 Historia de la Argentina, 1806-1852 La unidad imposible 165
campaña y árbitro de la conflictiva situación creada entre unitarios y fe- quien finalmente fue capturado. Luego de ciertos desacuerdos sobre la
derales, identificándose cada vez más claramente con los segundos. actitud a tomar frente al prisionero, Lavalle decidió ejecutarlo. El fusila-
miento de Dorrego, el 13 de diciembre de 1828, no hizo más que exacer-
bar los conflictos y dar inicio a una guerra civil que mantuvo en vilo a
Buenos Aires durante más de seis meses. Los unitarios tenían controlada
Atuendo utilizado por los soldados federales la ciudad gracias al apoyo que recibieron de algunas divisiones del ejér-
Los signos de división facciosa comenzaron a expresarse en nuevos cito regular, y los federales dominaban la campaña con sus miliciás. Rosas
símbolos identitarios que penetraban en los distintos estratos sociales. La buscó el apoyo de Estanislao López y, luego de algunos enfrentamientos,
forma de vestirse para ir a votar, ocasión en la que el frac y la levita logró derrotar a Lavalle en Puente de Márquez, el 29 de abril de 1829.
presuponían el voto unitario, mientras que la chaqueta el voto federal, o
las consignas que los sufragantes proclamaban a viva voz Pactos y bloques regionales
-identificándose, en cada caso, con alguna de las dos facciones en El 24 de junio se firmó el Pacto de Cañuelas entre los líderes de lós ban-
pugna ("¡Vivan los federales! ¡Mueran los de! frac y la levita!", "¡Viva dos enfrentados: Rosas y Lavalle. Así, se ponía fin a las hostilidades y se
Dorrego, mueran los de casaca! ¡Viva el bajo pueblo!')- evidencian los· asumía el compromiso de convocar a elecciones para formar nueva Sala
cambios prodUCidos en el universo político. de Representantes, que a su vez designaría al gobernador de Buenos Ai-
res. Lo que no se supo públicamente es que Rosas y Lavalle firmaron
una cláusula secreta en la que se comprometieron a asistir a dichas elec-
ciones con una lista unificada de candidatos que debía intercalar miem-
bros moderados del bando unitario y federal respectivamente. A pesar
de los esfuerzos realizados por los firmantes, dicha lista no fue respe-
tada en los comidos. Los diferentes grupos de la elite porteña se resis-
tieron a tal unificación y se lanzaron a conquistar votos el día 26 de ju-
lio de 1828, cuando se realizaron las elecciones. Como era de esperar,
la violencia estuvo a la orden del día y Lavalle anuló las elecciones. Al
borde una vez más de la guerra civil, se arribó a un nuevo pacto en Ba-
rracas, el 24 de agosto, por el cual ~e nombró gobernador provisorio al
general Juan José Viamonte, un federal moderado que debía hacer
cumplir el Pacto de Caij.uelas.
A esa altura, era el comandante general de la campaña el que se ha-
bía convertido en el árbitro de toda esta conflictiva situación. Luego de
debatir con el gobernador provisorio cuáles serían las medidas más
convenientes, la decisión no fue convocar a nuevas elecciones, sino res-
tituir la misma Junta de Representantes derrocada por el motín militar
del 1Q de diciembre de 1828 para que ésta designara gobernador. Así,
Dibujo coloreado de Durant Brager. ..6 exactamente un año después de su disolución, volvió a reunirse la Sala
y nombró casi por unanimidad (treinta y dos votos sobre treinta y tres
Lavalle, por su parte, luego de hacerse nombrar gobernador a través de diputados) al nuevo titular del poder ejecutivo provincial: Juan Manuel
un mecanismo de dudosa legitimidad (convocó a una asamblea popu- de Rosas.
lar que lo designó a "mano alzada"), delegó el mando en el almirante Mientras Buenos Aires parecía de este modo regresar a un clima de
Brown y salió a la campaña en una implacable persecución de Dorrego, orden, la situación en el interior distaba mucho de ser armoniosa. El
166 Historia de la Argentina, 1806~ 1852
La unidad imposible 167
conflicto interprovincial reapareció una vez más y la guerra civil se rea- Confederación sin Constitución
nudó con especial virulencia. Pese a las victorias militares obtenidas por
Facundo Quiroga luego de oponerse abiertamente a los unitarios, en La Liga del Interior
1829 las provincias del interior estaban lejos de conformar un bloque El vertiginoso éxito obtenido por el general Paz con fuerzas militares
homogéneo. Aunque las provincias andinas -La Rioja, Catamarca y tan reducidas sólo se explica por la debilidad del bloque adversario.
Cuyo- continuaban bajo el control del caudillo riojano, no sucedía lo Paz avanzó militarmente sobre Bustos y obtuvo una victoria decisiva
mismo con Salta y Tucumán. La primera seguía en manos de sectores en San Roque, en abril de 1829. Ésto condujo a Bustos a retirars~ a La
unitarios; en la segunda, el gobernador impuesto por Quiroga, Javier Rioja y a buscar refugio en Quiroga, y le proporcionó a Paz una sólida
López, comenzó a distanciarse de él. En Santiago del Estero, Felipe Iba- base de operaciones, además de la adhesión de las provincias de Tu-
rra mantenía una posición relativamente neutral. mientras que en Cór- cumán y Salta.
doba, Bustos no lograba controlar la situación interna, aunque ratificó En junio de 1829, Facundo Quiroga, quien aún dominaba el frente
su alianza con el riojano. andino, avanzó sobre Córdoba Con una fuerza de unos cinco mil h~m
De hecho, el conflicto abierto ~stalló a partir de la situación cordo- bres. Pese a que el ejército comandado por paz se reducía a la mitad de
besa. Mientras que en Buenos Aires los unitarios liderados por Lavalle efectivos (incluyendo los refuerzos enviados desde Salta y Tucumán), el
habían sido vencidos por las fuerzas federales, el general unitario José general cordobés demostró sus superiores dotes de estratega venciendo
María paz intentó revertir la hegemonía lograda por los federales avan- al caudillo riojano en La Tablada. A comienzos de 1830, Quiroga volvió
zando sobre Córdoba, su provincia natal. En verdad, en 1820, el gene- a invadir Córdoba, pero nuevamente resultó vencido por las fuerzas de
ral Paz, junto con Bustos, había conducido la sublevación de Arequito. paz en la batalla de Oncativo.
Ambos se habían opuesto a enfrentar con su columna del ejército del La principal consecuencia del triunfo del general cordobés fue la
Norte a las fuerzas federales que acechaban Buenos Aires, y habían constitución de un bloque. opositor en todo el interior que, en nombre
acordado instalar en el gobierno cordobés a los jefes de la facción fede- del unitarismo, intentaría erradicar a los federales del conjunto del te-
rallocal que hasta ese momento intentaban aliarse con las fuerzas arti- rritorio. En verdad, ambos bandos eran sumamente heterogéneos: ni
guistas. Pero el acuerdo duró muy poco: Bustos decidió alzarse con el los unitarios liderados por paz tenían fuertes coincidencias respecto de
poder y distanciarse de los federales de su provincia y del general Paz, la futura organización del país bajo un régimen de uriidad, ni menos
quien se identificaba entonces con la fuerza federal local cordobesa. aún acordaban los federales en torno al significado que le daban a este
Más tarde, en la guerra contra el Brasil, paz dirigió una de las columnas ténnino. Tal como demuestra la correspondencia entre Rosas, López y
del ejército; una vez terminado el enfrentamiento, regresó de la Banda Quiroga -principales líderes del federalismo-, eran pocos los puntos en
Oriental, aunque más tardíamente que los dirigentes responsables del común respecto de la futura convocatoria a un Congreso Constituyente
golpe del I "de diciembre de 1828 en Buenos Aires. ya las decisiones que allí,deberían tomarse. De hecho, luego de la diso-
En aquellos años, paz había abandonado su antigua filiación federal, lución del Congreso Constituyente, los términos "unitario" y "federal"
aunque las coincidencias con los unitarios al mando de Lavalle y sus ya no referían tanto a los modelos constitucionales o formas de go-
aliados porteños no eran muchas. Su proyecto era avanzar sobre Cór- bierno en debate COmo a los alineamientos políticos más contingentes,
doba y derrocar a su tradicional rival, el gobernador Bustos. Sin em- que no escondían disputas facciosas o personales. En el marco de ese
bargo, al no encontrar en Buenos Aires el apoyo que esperaba para di- soterrado desplazamiento, los bandos enfrentados en la guerra civil de
cho avance -ya que las fuerzas de Lavalle estaban jaqueadas por los esos años se identificaron respectivamente con unitarios y federales.
federales al mando de Rosas-, el general cordobés conformó un pe- Frente a este nuevo mapa político, al general paz no le quedaban ma-
queño ejército -constituido básicamente por ex combatientes de la gue- yores alternativas que buscar apoyo en las provincias del interior para
rra contra el Brasil- y en abr~l de 1829 avanzó por el sur de Santa Fe neutralizar el avance de las fuerzas federales y consolidar así su autori-
hasta penetrar en su provincia natal. dad en Córdoba. Se lanzó entonces a trascender la esfera provincial, va-
liéndose de las alianzas previas. El general Lamadrid -quien~ como ya
168 Historia de la Argentina, 1806-1852 La unidad imposible 169
se mencionó, había participado en años anteriores en los conflictos del de Quiroga. Habiéndole dichQ que de qué provenía ese miedo, siendo
interior a favor del grupo unitario del Congreso- se apoderó de San así que los cordobeses tenían dos brazos y un corazón como los
Juan y La Rioja, mientras otras divisiones ocuparon Mendoza, San Luis, riOjanos, balbuceó algunas expresiones, cuya explicación queda
Catamarca y Santiago del Estero. El poderío de Quiroga parecía des- absolutamente saber. Me contestó que habían hecho concebir a los
truido frente al avance de Paz. paisanos que'Ouiroga traía entre sus tropas 'cuatrocientos capiangos',
lo que no podía menos que hacer temblar a aquéllos. Nuevo asombro
por mi parte; nuevo embarazo por la suya; otra vez exigencia por la
mía; y fínalmente, la explicación que le pedía. Los 'capiangos' según él,
Facundo Quiroga en las memorias del general Paz o según lo entendían los milicianos, eran unos hombres que tenían la
6n sus Memorias Póstumas, el general paz dejó testimonio de las sobrehumana facultad de convertirse, cuando lo querían, en
"creencias populares" que circulaban en torno a la persona de Facundo ferocísimos tigres, 'y ya ve usted -añadía el candoroso comandante-
Ouiroga: que cuatrocientas fieras lanzadas de noche a un campamento
"En las creencias populares con respecto a Ouiroga, hallé también un acabarán con él irremediablemente'. Tan solemne y grosero desatino no
enemigo fuerte a quien combatir; cuando digo populares, hablo de la tenía más contestación que el desprecio o el ridículo; ambas cosas
campaña, donde esas creencias habían echado raíces en algunas partes empleé, pero Isleño conservó su impasibilidad, sin que pudiese
y no sólo afectaban a la última clase de la sociedad. Ouiroga era tenido conjeturar si él participaba de la creencia de sus soldados, o si sólo
por un hombre inspirado; tenía espíritus familiares que penetraban en manifestaba dar algún valor a la especie para disimular la participación
todas partes y obedecían a sus mandatos; tenía un célebre 'caballo que pudo haber tenido en su deserción; todo pudo ser".
moro' {así llaman al caballo de un color gris} que, a semejanza de la
cierva de Sartorio, le revelaba las cosas más ocultas y le daba los más José María Paz, Memorias póstumas (1855), Buenos Aires, Emecé,
saludables consejos; tenía escuadrones de hombres que, cuando los 2000.1'
ordenaba, se convertían en fieras, y otros mi! absurdos de ese género.
Citaré algunos hechos ligeramente, que prueban lo que he indicado. A mediados de 1830, los unitarios victoriosos buscaron institucionalizar
Conversando un día con un paisano de la campaña, y queriendo el éxito obtenido a través de la formación de una liga de provincias que,
disuadirlo de su error, me dijo: 'Señor, piense usted lo que quiera, pero la además de comprometerse a convocar a un congreso nacional para dic-
experiencia de años nos enseña que el señor Ouiroga es invencible en la tar una constitución, le entregó al gobernador de Córdoba el supremo
guerra, en el juego (y, bajando la voz, añadió), en el amor. Así es que no poder militar con plenas facultades para dirigir el esfuerzo bélico y le
hay ejemplo de batalla que no haya ganado; partida de juego que haya retiró a Buenos Aires la' representación de las relaciones exteriores.
perdido; (y, volviendo a bajar la voz) ni mujer que haya solicitado, a quien Quedaban naturalmente excluidas de esta liga Buenos Aires y las pro-
no haya vencido'. Como era consiguiente, me eché a reír con muy vincias del litoral: el país se dividía así en dos bloques antagónicos, que
buenas ganas; pero el paisano ni perdió su serenidad, ni cedió un punto mostraban puntos de debilidad interna.
de su creencia. La Liga del Interior estaba montada sobre un fuerte control militar
Cuando me preparaba para esperar a Quiroga, antes de La Tablada, en cada una de las provincias ganadas a la anterior influencia del caudi-
ordené al comandante don Camilo Isleño, de quien ya he hecho llo riojano, refugiado ahora en Buenos Aires. Esto indicaba la existen-
mención, que trajese un escuadrón a reunirse al ejército, que se hallaba cia de diversos grupos que se oponían a la ocupación. por lo que no les
a la sazón en el Ojo de Agua, porque por esa parte amagaba el resultaba fácil obtener los recursos necesarios para mantener a las tro-
enemigo, A muy corta distancia, y la noche antes de incorporárseme, pas en el terreno: si los ocupantes no gozaban del consenso necesario
se desertaron ciento veinte hombres de él, quedando solamente treinta, de parte de la población, en particular de las elites locales poseedoras
con que se incorporó al otro día. Cuando le pregunté la causa de un de los recursos requeridos, difícilmente podrían consolidar su poder en
proceder tan extraño, lo atribuyó a miedo de los milicianos a las tropas el interior.
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170 Historia de la Argentina, 1806-1852 La unidad imposible 171
Por otro lado, si el dominio federal parecía más sólido en e1litoral, lo dejaría aislado del resto de las provincias. Era preferible, entonces,
no lo era la unión que existía entre sus provincias. En Entre Ríos, la si- ceder en algunos puntos para avanzar en otros.
tuación era de absoluta inestabilidad, dadas las disputas regionales sus-
citadas entre distintos caudillos y grupos de la elite provincial. Santa Fe El Pacto Federal
y Corrientes, aunque más consolidadas internamente, bregaban por El 4 de enero de 1831 se firmó el Pacto Federal. Su misma denomina-
reunir un congreso constituyente que dictara una carta orgánica consa- ción pone de manifiesto, una vez más, el uso indistinto que se hacía de
grando el principio de organización federal. Finalmente, Rosas, a .trav~s los v~ca~los. federal y confedera!. En su artículo lOse estableció que las
de maniobras dilatorias y argumentos que apelaban a la convemenCIa pro~~Ias SIgnatarias expresaban voluntad de paz, amistad y unión, re-
de esperar el "momento oportuno", se negaba de manera categórica a c~~oC1endose recíprocamente libertad e independencia, representa-
reunir dicho congreso. clOn,Y derechos. En el artículo 16, se incluyó una vaga y ambigua refe-
En ese contexto, y como inmediata respuesta al pacto que unió a las ren~l~ respec~o a l.a futura reunión de un congreso -vaguedad ~que
provincias del interior, Buenos Aires retomó la iniciati~ c~n el ob~etivo exlnbIa las reticenCIas de Buenos Aires a concretar la iniciativa-, el cual
de formar una alianza ofensiva y defensiva de las provmc!as del htoral debería adoptar el principio federal. Asimismo, se estipulaba que la
para enfrentar el poderlo del general Paz. Convocó a~í al ~obern~ado.r ~amblea Constituyente debía consultar "la seguridad y engrandeci-
de Santa Fe y a un representante de Corrientes para dISCUtIr los ternu- mIento general de la República, su crédito interior y exterior, y la sobe-
nos de un futuro tratado. En esa discusión quedó de manifiesto la disi- ranía, libertad e independencia de cada una de las provincias". Esta
dencia entre Pedro Ferré, representante de Corrientes, y Juan Manuel convocatoria, así como la facultad de declarar la guerra y celebrar la
de Rosas con respecto a la futura organización del país. Estaba en juego paz y de disponer medidas militares quedaban en manos de una Comi-
la opción de dictar una constitución y sus consecuencias económicas. sión Representativa de los Gobiernos de las Provincias Litorales (con re-
Luego de varias gestiones, en mayo de 1830 se firmó un ~rimer ?,a- sidencia en Santa Fe), integrada por un diputado de cada una de las
tado entre Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes, del que quedo exclUIdo provincias signatarias. El Pacto fue firmado por Buenos Aires, Santa Fe
Entre Ríos, dada la convulsión interna que sufría en ese momento por y Entre Ríos; Corrientes se negó en principio a ser incluida~ por no con-
el alzamiento de López Jordán. Al resolverse la situación entrerriana, se tener el tratado definiciones más contundentes respecto del futuro con-
consideró necesario firmar un nuevo tratado, por lo que los delegados greso. De inmediato, se iniciaron las operaciones militares para vencer
de las cuatro provincias se reunieron en Santa Fe. Comenzaban así las a la Liga del Interior.
tratativas de lo que daría como resultado la firma del Pacto Federal. Allí Estanislao López asumió el mando supremo de las fuerzas federales y
quedaron al desnudo las disidencias entre Corrientes y Bue~os Ai:es. El Rosas comandó la reserva desde San Nicolás. Mientras López rehuía el
delegado correntino, Pedro Ferré, pretendía acelerar lo mas posIble la a
enfrentamiento con paz la espera de los resultados de la ofensiva ini-
organización nacional para lograr con ella una redistribución de los re- ci.ada por Facundo Quiroga en el sur de- Córdoba, el caudillo riojano
cursos aduaneros, garantizar la libre navegación de los ríos Uruguay y hIZO una campaña relámpago y recuperó en pocos días parte del te-
Paraná y establecer cierto proteccionismo económico que evitara la rreno perdido: en marzo tomó Río Cuarto, ganó a su paso la adhesión
ruina de las economías regionales. Santa Fe y Entre Ríos se sentían na- d~ San Luis y conquistó Mendoza. Hacia fines de ese mes~ Quiroga do-
turalmente atraídas por tales planteos, aunque preferían no asumir una mmaba Cuyo: quedaba expedito el camino hacia La Rioja y Córdoba.
postura extrema en pos de mantener una alianza que les ~resultaba be- ~n .ese momento, la suerte le jugó al general paz una mala pasada: de-
neficiosa. Buenos Aires no aceptaba los planteos de Ferre porque con CldIdo a atacar a López, fue tomado prisionero. En campos del Río
ellos veía cuestionados los principios sobre los cuales se montó su cre- Tala, Paz se acercó a un pequeño bosque, convencido de que estaba
ciente poderío económico: el librecambio, su dominio sobre el comer- ocupado por sus propias tropas. Enorme fue la sorpresa cuando descu-
cio exterior y su monopolio aduanero. En medio de este forcejeo, Ro- brió que se trataba de fuerzas enemigas, que no dudaron en tomarlo
sas evaluó el peligro que significaba retirarse de la alianza e inducir así prisionero. Allí comenzó la rápida caída de la Liga del Interior. CorIÍa
a las províncias del litoral a firmar la paz con la Liga del Interior, lo cual el mes de mayo y, a pesar del golpe de gracia que significó atrapar al ge-
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neral Paz, era necesario un ataque frontal a sus tropas para evitar una de la difusión del Romanticismo comenzaría a imponerse este prinCipio,
guerra de desgaste demasiado larga. Lamadrid, quien había reempla- cuya general difusión constituirá el supuesto universal de existencia de las
zado a Paz en la dirección del ejército, fue vencido por Quiroga en la naciones contemporáneas hasta la actualidad. Según su periodización, el
Ciudadela de Tucumán en noviembre de 1831. uso del término "nación" en tiempos de la Independencia y en los años
El desmoronamiento de la Liga del Interior dejó a buena parte del que corren hasta el Pacto Federa! de 1831 responde a una noción que
territorio bajo el control de los tres principales líderes federales: Rosas. presuPo~ía negociar los términos contractuales de una asociación pOlítíca
Quiroga y López. En consonancia con las disidencias internas. durante entre entidades soberanas, con dimensión de ciudad o de provincia. A tal
los años siguientes se disputaron entre los tres la hegemonía regional. efecto, Chiaramonte sostiene que es en esa clave que hay que entender
Quiroga volvía a dominar el frente andino y acrecentaba su tradicional la. conformación de la llamada "cuestión nacional" durante ese período, y
inquina contra el gobernador santafecino; López introducía su cuña en afIrma: "Los que debatían al respecto participaban de un universo cultural
Córdoba, apoyando al nuevo gobernador Reinafé (ya que Bustos había hispanoamericano, con fuerte conciencia de ello, pero pertenecían a t
muerto en su destierro santafecino) y colocaba-en Enn-e Ríos a su acó- sociedades con vida política independiente expresadas en estados que,
lito, Pascual Echagüe; Rosas buscaba consolidar internamente su poder aunque llamados provincias, y con diverso grado de éxito para encontrar
en Buenos Aires, mientras desarrollaba estrategias de alianza en pos de institucionalmente su pretensión estatal, eran también independientes y
convertirse en el supremo árbitro de la futura confederación. soberanas. Y es esta circunstancia, la de la existencia en la primera mitad
del siglo de diversos pretendientes a la calidad de estados libres
autónomos y soberanos que negociaban la Constitución de una 'naCión
rioplatense -una nación en el sentido de darse un mismo conjunto de
Temas en debate leyes y un gobierno común-, !O que la tradición historiográfica elaborada a
Las discusiones entre los principales representantes de las provincias p~rtir de la segunda mitad del siglo olvidará, obsesionada por dibujar los
litorales en ocasión de la firma de! Pacto Federa! han sido analizadas ongenes de la nación en términos de lo que, a partir del Romanticismo, se
desde las nuevas perspectivas historiográficas que cuestionan la entendería por tal: la inserción políticamente organizada en la arena
preexistencia de la nación en la coyuntura revolucionaria y el fenómeno internacional de una nacionalidad preexistente".
del caudillismo como explicación unívoca del proceso de fragmentación Estos postulados renovaron notablemente las vIejas perspectivas
territorial producido a partir de 1820. Se destaca. en este sentido, la heredadas del siglo XIX a la vez que despertaron nuevas discusiones
interpretación ofrecida por José Carlos Chiaramonte acerca de los entre los historiadores. Tales debates giran en torno a si la aceptación de
debates que enfrentaron a Corrientes y Buenos Aires hacia 1831. Allí, !a inexistencia de una nacionalidad argentina antes de la formación del
además de anudarse las pOlémicas en torno a la politica económica y la estado nacional puede' negar la existencia de otras identidades colectivas
posibilidad de constituir una unidad nacional, el autor advierte los cambios que abarquen al conjunto del territorio rioplatense desde el momento
producidos en esa coyuntura. Refiriéndose a la firma del Pacto Federal, mismo de la revolución. Un debate aún abierto que presenta distintas
señala: "Este episodiO muestra que mientras la que había sido la cuna y miradas sobre el problema: mientras algunas interpretaciones enfatizan
más firme sostén de las tendencias centralistas, Buenos Aires. se los aspectos jurídico-políticos o económicos del proceso histórico, otras
refugiaba como ya vimos en el autonomismo, Corrientes, la más tenaz ponen de re~eve sus dimensiones socioculturales.
defensora de su autonomía estatal, había pasadO a convertirse en paladín
de la inmediata organización nacional". Desde esta perspectiva, este viraje Los textos citados corresponden a José Carlos Chiaramonte, Ciudades
en las posiciones no significa, sin embargo, que las demandas de provincias, estados: odgenes de la Nación Argentina, BIblioteca del '
organización nacional por parte de algunas provincias respondieran al Pensamiento Argentino 1, Buenos Aires, Ariel, 1997. 4iT
moderno "principio de las nacionalidades", entendido como el sentimiento
de pertenencia a una comunidad que comparte una misma lengua, Una vez culmina.das las acciones militares) Corrientes advirtió el riesgo
religión, valores y costumbres comunes. El autor sostiene que sólo a partir de quedar exclUIda del Pacto Federal y decidió suscribirlo, un camino
174 Historia de la Argentina, 1806-1852
que más tarde fue imitado por el resto de las provincias. El Pacto se 7. la Buenos Aires federal
convirtió entonces en un nuevo escenario de disputa: esta vez, entre los
líderes federales vencedores. El motivo de debate fue la Comisión Re-
presentativa y las facultades que se le confenan. Rosas se opuso a la con-
tinuidad de la Comisión, ya que no sólo comperla con sus atribuciones
de delegado de las relaciones exteriores, sino que además le quitaba el
control del futuro congreso. Dado que se hallaba reunida en Santa Fe, la
Comisión le daba a López un poder potencial del que Rosas recelaba. La
correspondencia de quien era gobernador de Buenos Aires en esos mo-
mentos revela su hostilidad ante la posibilidad de reunión de un con- En 1829, la Sala de Representantes designó gobernador de la
greso constituyente y las estrategias por él utilizadas con el objeto de di- provincia de Buenos Aires a Juan Manuel de Rosas. Su ges,tión
latar lo más posible su convocatoria. Para ello apelaba al argumento de estuvo marcada por algunos cambios sustanciales, entre los
que las provincias no estaban preparadas para constituirse, afirmaba que que se destacan la delegación de facultades extraordinarias al
era conveniente que se manejaran a través de pactos y tratados parciales poder ejecutivo y la desaparición del Partido Unitario del esce-
recíprocos y enfatizaba la necesidad de lograr una pacificación defini- nario polítiCO provincial. Sin embargo, a partir de 1830, el triun~
tiva Estas premisas mostraban el fuerte interés de Rosas y su séquito más tante Partido Federal porteño comenzó a fracturarse. Este pro-
cercano por seguir monopolizando los recursos porteños en exclusivi- ceso se acentuó cuando Rosas, terminado su mandato, recha-
dad. La puja culminó cuando Rosas decidió retirar el diputado por Bue- zó la reelección y emprendió la Campaña al Desierto, con el fin
nos Aires de la conflictiva Comisión Representativa y no volver a reem- de avanzar sobre la frontera indígena y consolidarla. Entre 1833
plazarlo. La Comisión se disolvió a mediados de 1832. y 1835. los conflictos dentro del Partido Federal bonaerense
A partir de ese momento, la convocatoria a un congreso constitu- alcanzaron una virulencia desconocida, a la vez que se reaviva-
yente quedó bloqueada indefinidamente debido a la tenaz oposición ron los enfrentamientos entre algunas provincias. En 1835, el
de Buenos Aires. Las provincias se rigieron por una laxa organización caudillo riojano Facundo Quiroga, enviado desde Buenos Aires
confederal en la que cada una mantenía, supuestamente, su indepen- como mediador, fue asesinado en una emboscada.
dencia y soberanía, delegando en Buenos Aires la representación de las
relaciones exteriores. No obstante, como se verá luego, se trató de una
confederación bastante peculiar que traducía la asimétrica correlación El ascenso de Juan Manuel de Rosas
de fuerzas entre Buenos Aires y el resto de las provincias, así como los
dilemas que de esa asimetría derivaban. De hecho, al dejar de existir la El Restaurador de las Leyes
comisión representativa, dotaba a una de las provincias firmantes de un En el marco del conflictivo contexto interprovincial ya des-
poder mucho mayor que las otras. Pero no sólo eso. La peculiaridad de cripto, entre 1829 y 1832 se desarrolló el primer gobierno de Rosas en
esa confederación fue que la proclamada soberanía e independencia la provincia de Buenos Aires. Su designación a la Primera Magistratura
de cada una de las partes se vio reiteradamente limitada no sólo por el provincial estuvo acompañada de nuevos rituales públicos tendientes a
manejo que oportunamente Rosas hizo de las relaciones exteriores, exaltar, por un lado, el papel del comandante de campaña en la pacifi-
sino también por la intervención que interpuso en ellas a través de muy cación de la provincia, luego de la guerra interna desatada con el golpe
Q
diversos mecanismos. El Pacto Federal, suscrito entonces como una dell de diciembre de 1828, y a mostrar, por el otro, la hegemonía del
alianza provisoria, se convirtió por la fuerza de los acontecimientos en partido gobernante. Rosas fue presentado ante la opinión pública co-
uno de los únicos fundamentos institucionales que reguló las relaciones mo el defensor de las instituciones ultrajadas por el motín unitario y
interprovinciales hasta la sanción de la Constitución Nacional en 1853. como el único capaz de controlar la conflictiva situación generada en la
provincia luego de la muerte de Dorrego. A tal efecto, la Legislatura
176 Historia de !a Argentina, 1806-1852 La Buenos Aires federal 177
aprobó un proyecto en el que honraba la actuación de Rosas durante Partido del Orden. De manera que todo el esfuerzo del gobierno para
ese período, lo ascendía a brigadier general y le confería el título de controlar ]a oposición tenía lugar en un contexto en el que el Partido
Restaurador de las Leyes. Con ello se buscaba destacar la ruptura pro- Unitario se hallaba absolutamente desarticulado en Buenos Aires. A
vocada por los unitarios al suprimir las instituciones provinciales funda- pesar de los triunfos de la Liga Unitaria del Interior, los principales lí-
das en 1821 y el papel de Rosas, que vendría a restablecerlas según las deres porteños de esa tendencia se hallaban fuera de las fronteras de
leyes fundamentales dictadas durante la década de 1820. la provincia.
En ese clima, los unitarios fueron demonizados y responsabilizados
por todos los males de la provincia. En mayo de 1830, en plena guerra
contra la Liga del Interior, el gobierno de Rosas dictó un decreto que
establecía "que todo el que sea considerado autor o cómplice del su- Los funerales de Dorrego
ceso del día l' de diciembre de 1828, o de alguno de los grandes aten- El coronel Manuel Dorrego había sido fusilado por orden del general,
tados cometidos contra las leyes por el gobierno intruso que se erigió Lavalle en la localidad de Navarro. En diciembre de 1829, sus restos
en esta ciudad en aquel mismo día... será castigado como reo de rebe- fueron exhumados por orden del nuevo gobierno a cargo de Juan
lión, del mismo modo que todo el que de palabra o por escrito o de Manuel de Rosas y trasladados, en una solemne ceremonia, a la ciudad
cualquier otra manera se manifieste adicto al expresado motín". Así, se de Buenos Aires. El funeral duró varios días, ya que el cortejo fúnebre
desconocían las cláusulas de paz firmadas entre Laval1e y Rosas en 1829, recamó diversas iglesias, especialmente preparadas para el evento,
en las que ambos se habían comprometido a respetar una amplia am- donde se celebraron oficios religiosos en honor al ex gobernador federal.
nistía, y se cercenaba la libertad de prensa y expresión. De hecho, du- En la misa llevada a cabo en la Catedral, la urna funeraria fue depositada
rante la gestión de Dorrego, ya se había limitado la libertad de prensa en un catafalco de más de 13 metros de altura, decorado por esculturas
establecida por ley en 1821, tendencia que fue acrecentándose durante dolientes, piras y lámparas ardientes, y enmarcado por colgaduras
el primer gobierno de Rosas. El control que el partido gobernante bus- negras. Dicho catafalco había sido diseñado por el arquitecto italiano
caba sobre cualquier conato de oposición a través de leyes y decretos se Cario Zueehi, llegado a las costas del Río de la Plata a mediados de
complementó con otros gestos que intentaban demostrar la hegemonía 1826 y contratado por el gobierno de Dorrego en 1828 para
del Partido FederaL El más representativo fue el uso de la "divisa desempeñarse como inspector del Departamento de Ingenieros. Pero su
punzó", símbolo de adhesión al federalismo, que consístía en una cinta obra más significativa fue la que desarrolló en los años siguientes como
colorada y ancha de pocos centímetros de largo. que los hombres lleva- escenógrafo urbano, dedicado especialmente a realizar las decoraciones
ban en el pecho o en el sombrero y las mujeres, por lo general, en el ca- efímeras para diversos aconteci~ientos públicos, como las fiestas
bello. Poco después de asumir la gobernación, Rosas dictó un decreto patrias. Entre ellas figura el citado catafalco, destinado a realzar el
por el cual se obligó a todos los empleados públicos de la provincia a acontecimiento pÚblico más imponente de la época. Los funerales de
utilizarla. Con el correr de los años llegó a ser una imposición para Dorrego, que finalizaron con la sepultura de sus restos en el cementerio
todo ciudadano que no quisiera ser tildado de opositor al gobierno ... del Norte (actual Cementerio de la Recoleta), lograron un gran impacto
y sufrir las consecuencias. entre la población. Rosas supo aprovechar la popularidad del líder federal
Cabe aclarar que, a esa altura de los acontecimientos, el Partido Uni- fusilado para inscribir en ella su nueva gestión . ..IJíT
tario de Buenos Aires parecía definitivamente vencido. El fracaso de su
política en el Congreso Constituyente y la derrota sufrida por el movi- Sin embargo, la aparente hegemonía federal en Buenos Aires no conse-
miento de Lavalle habían dejado el camino libre al Partido Federal. guía ocultar los conflictos y disidencias en su seno. Las diferencias entre
Muchos unitarios habían partido a un exilio en el que la nueva Repú~ el grupo federal más antiguo. que había liderado Dorrego, y sus nuevos
blica Oriental del Uruguay ofició de principal receptora, otros se lla- integrantes se manifestaron apenas asumió Rosas. Muchos de los últi-
maron a silencio y no pocos pasaron a engrosar el Partido Federal por- mos provenían de. los sectores económicos dominantes de la provincia,
teño, luego de las divisiones producidas dentro del ya desaparecido que se habían alíneado en este bloque después de la fallida federaliza-
178 Historia de la Argentina, 1806-1852 La Buenos Aires federal 179
ción de Buenos Aires. A pesar de los grandiosos funerales que el nuevo vez lograda la pacificación, estas facultades no fueron renovadas por la
gobernador le brindó a Dorrego al hacerse cargo de la Primera Magis- Legislatura, ni tampoco solicitadas por ninguno de sus miembros.
tratura, la disputa entre ambos grupos se expresó muy rápidamente. El En 1829, apenas Rosas fue designado gobernador, el diputado An-
principal escenario del conflicto fue la Sala de Representantes; la ~ca chorena presentó un proyecto de ley en el que solicitó el otorgamiento
sión, el debate en torno al otorgamiento de las facultades extraordma- de facultades extraordinarias al poder ejecutivo, argumentando supues-
rias al gobernador. tos peligros desde el contexto externo de la provincia. Los éxitos del ge-
neral paz en el interior eran presentados como una fuerte amenaza al
orden interno provincial, lo que volvía necesario afianzar las atribucio-
nes del gobernador por un tiempo limitado. Anchorena se encargó de
justificar el proyecto apelando a diferentes ejemplos históricos en los
que los gobernantes habrian actuado de manera similar (la república
romana era uno de ellos) ya la exaltación de la figura de Rosas, único
capaz -según se desprendía de esta argumentación- de controlar la
conflictiva situación. El primo del gobernador le recordaba a la Sala los
distintos momentos en que Rosas había "salvado" a la provincia del caos
y la anarquía -destacando su participación, y la de sus milicias de cam-
paña,junto a Martín Rodríguez en la resolución de la crisis del año 20-;
buscaba con ello doblegar una opinión que no era unánime.
Una vez concluida la presentación del proyecto, algunos miembros
de la Sala cuestionaron la propuesta. El diputado Aguirre señaló la con-
tradicción de otorgar a Rosas el título de Restaurador de las Leyes para
luego violar las normas en nombre de la amenaza externa a la provin-
cia; el diputado García Valdez destacó el peligro que representaba para
Catafalco diseñado por Garlo Zucchi en la Catedral metropolitana para las garantías individuales ampliar las facultades del gobernador; el di-
los funerales de Dorrego. En el pedestal, ubicado en el crucero central de putado Escola cuestionó el principal argumento de Anchorena, al sos-
la Catedral metropolitana para los funerales de 00rre90, se leía la tener que la amenaza a la provincia no era ni tan grave ni tan inmi-
siguiente inscripción: "Descansa mientras que la República Argentina nente. Tales personajes no pertenecían al derrotado Partido Unitario,
preconiza tus servicios". sino al triunfante federalismo porteño. De hecho, Rosas y su séquito
más cercano debieron enfrentarse desde el momento mismo de la
Las facultades extraordinarias asunción con un Partido Federal fragmentado, reticente a acatar en si-
El otorgamiento de facultades extraordinarías a miembros de los po- lencio los deseos del gobernador. No obstante, luego de dos días de de-
deres ejecutivos que se sucedieron en el Río de la Plata despué~ de la bate, la Sala de Representantes aprobó el proyecto de facultades ex-
revolución no era una novedad: ya había sido ensayado en dIversas traordinarias tal como había sido presentado: se revestía al gobernador
oportunidades, aunque siempre por tiempo limitado, con carácter de de tales poderes por el término de un año, exigiéndosele una rendición
excepción y en circunstancias que supuestamente justificaban su conce- de cuentas ante la Legislatura una vez concluido dicho período. Sin em-
sión. Por ejemplo, en 1813, la Asamblea Constituyente dotó de tales fa- bargo, el día de la votación, no todos estuvieron presentes en la Sala:
cultades al Triunvirato, frente a la amenaza de la guerra contra los rea- doce diputados quisieron demostrar con su ausencia la disidencia al
listas; y en 1820, en medio de la crisis que azotaba a Buenos Aires, la proyecto, iniciándose con este hecho una tensa relación entre el poder
Sala de Representantes otorgó facultades extraordinarias al gobernador ejecutivo y algunos miembros federales de la Legislatura.
Martín Rodríguez hasta tanto cesara la amenaza externa e interna. Una
-~-~
Un nuevo modo de hacer política supuestamente prescindente respecto de la lucha facciosa para extre-
En diciembre de 1832, la Sala reeligió a Rosas en el cargo de goberna- mar el faccionalismo. De este modo, obligó a los unitarios a retirarse
dor, aunque sin acordarle las facultades extraordinarias; éste no aceptó del espacio político y a los federales a disciplinarse tras las condiciones
un nuevo mandato. Los federales opuestos a las facultades extraordina- impuestas por su liderazgo. Pero los problemas surgieron dentro del
rias no cuestionaban el prestigio del gobernador ni su capacidad de li- mismo grupo que lo había encumbrado. Si bien Rosas procuró contro-
derazgo (de hecho, todos aceptaban su candidatura a la reelección), lar al máximo las elecciones y las manifestaciones públicas en todos sus
pero no estaban dispuestos a admitir su ilimitada vocación de poder. De escenarios, no tuvo demasiado éxito puesto que no logró imponer las
manera que, luego de insistir varias veces en el ofrecimiento, la Legis- listas con sus propios candidatos. La dificultad residía en disciplinar a la
latura decidió elegir como nuevo gobernador a Juan Ramón Balcarce, elite dirigente, habituada a disputar los espacios de poder, y renuente
un general que acababa de participar en la guerra contra Paz. a aceptar un liderazgo unipersonal.
En esa coyuntura parecía quedar claro que el liderazgo de Rosas no El! nombre de la restauración de las leyes, Rosas supo aprovechar el
podía ser fácilmente sustituido si se pretendía mantener cierta unidad legado institucional de la época de Rivadavia para poner en funciona-
dentro del Partido Federal. A la vez, era evidente que Rosas intentaba miento un sistema de dominación política que, lejos de sus propósitos
construir dicho liderazgo sobre bases muy diferentes de las que habían originales, lo ubicaba a él como principal-y pretendidamente único-
dominado la lógica de hacer política en los años 20. Colocado por en- depositario -del poder. En la denominación de "Restaurador" con que
cima de las facciones -en pugna y utilizando su prestigio como defensor se presentaba a sí mismo en los papeles públicos se conjugaban nume-
de la seguridad de la 'campaña, había arribado a la posición pública más rosos significados: por un lado aludía a las leyes promulgadas desde la
encumbrada sin contar con un historial que lo colocara dentro de la revolución, que los unitarios habían violado en 1828; por otro, hacía re-
elite que había hecho de la revolución su propia carrera política. Es ferencia a las innovaciones introducidas durante su gobierno; por mo-
más, fue esa misma condición la que hizo valer para convertirse tan rá- mentos parecía designar un orden moral trascendente, mientras que a
pidamente en líder del Partido Federal. La hostilidad de Rosas hacia las veces apuntaba no tanto a la naturaleza de las leyes sino a su implemen-
prácticas encarnadas por la elite dirigente, a través de las cuales sus tación eficaz. Más allá de estos contenidos, la figura del Restaurador de
miembros acostumbraban disputar los espacios de poder luego de de- las Leyes evidenciaba también la convicción de que, restableciendo un
liberar y negociar las listas de candidatos a las elecciones y el reparto de orden legal históricamente existente, que no se correspondía ni con el
cargos, expresa su rechazo a la dinámica de funcionamiento de un régi- antiguo orden colonial ni con el posrevolucionario, sino con lo que re-
men donde predominaba una lógica de negociación interpares. La acti- sultó de la confluencia de ambos luego de dos décadas de vida política
tud de Rosas en los pactos de Cañuel.as y Barracas celebrados en 1828 independiente, era posible alcanzar una gobernabilidad impensable en
evidencia su escasa disposición a ampliar el número de interlocutores el marco de un orden constitucional moderno.
para negociar la salida del conflicto, poniendo en acto una práctica po~ Así, durante la primera gestión de Rosas, la dinámica de funciona-
lítica concebida en términos pactistas. En ella, sólo los líderes visibles miento del régimen político provincial fue mutando. Esto pone en evi- .
de los grupos enfrentados estaban habilitados a definir quiénes ocupa- dencia que dicho régimen no fue el producto de la aplicación de un
rían el poder y bajo qué formas accederían a él; se intentaba, además, proyecto elaborado de antemano, sino de un proceso de construcción
reemplazar un mooo de hacer política basado en la disputa de grupos gradual que debió adaptarse a las cambiantes coyunturas. El desarrollo
por otro fundado en la decisión unilateral y unipersonal de dos indivi- de los acontecimientos y la percepción que de ellos tuvieron los grupos
duos abocados a pactar en nombre de todos. dirigentes jugaron un papel fundamental en la configuración de las
Esta forma de entender el ejercicio de la política fue resistida por prácticas políticas. De hecho, el intento de imponer un modelo político
uno y otro bando. Así lo demostraron las elecciones del 26 de jnlio de basado en la preeminencia del Ejecutivo y en la eliminación de la com-
1829, que fueron anuladas por no haberse respetado la lista única con- petencía electoral y la deliberación pública fue muy resistido en esos
feccionada por Rosas y Lavalle. Esta negativa se puso aún más en evi- años, y debió enfrentarse con otras opciones políticas dentro del propio
dencia cuando Rosas, ungido como gobernador, abandonó la actitud Partido Federal.
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TI
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del asunto de las elecciones, después de las 48 horas, en cuyo término traba escasa adhesión a la sanción de una constitución, tanto a nivel na-
deben pasar a los jueces. etc.? Pero así por este estilo es escandaloso lo cional como provinciaL No obstante, este proyecto no era más que un
que hacen y entretanto los nuestros, como dice Encarnación muy bien, conjunto de principios formulados de manera ambigua, que procuraba
estaban dejándose amarrar con las indicadas leyes. Es preciso detener el movimiento liderado por los cismáticos en favor de una
desengañarse que al pícaro y traidor es necesario hacerle la guerra sin constitución. La propuesta de estos últimos era sancionar una carta or-
pararse en la decencia con que debe hacerse entre caballeros. gánica que, además de garantizar la división de poderes y las libertades
El Gobernador en una que me ha escrito y que no pienso contestar, individuales, estableciera explícitamente que el cargo de gobern~dor
muestra claro el veneno que tiene contra mis amigos, y que es todo de sólo se ejercería por tres años, sin posibilidad de reelección por el tér-
los enemigos. Entre otras cosas graciosas se queja de que no le mandé mino de seis años. Además, el proyecto prohibía específicamente el
a él directamente la correspondencia; pero no lo contará por más que se otorgamiento de facultades extraordinarias al poder ejecutivo, hiriendo
rasque, tanto más cuanto que hace mérito de haber mandado al Señor de muerte la vocación hegemónica de Rosas.
Guido un paquete que por equivocación le llevaron de la administración
de Correos siendo rotulado al Sr. Guido. Por lo visto el mérito será en no la Revolución de los Restauradores
haber cometido la periidia y escándalo de abrirlo. Mas de aquí deduzca Promediando el año 1833, la suerte parecía estar echada. Debían discu-
Ud. que la Administración de Correos tendría orden de mandar al fuerte tirse los dos proyectos de constitución presentados y votarse luego en
todo paquete que fuese mío, quizás para fundar despuéS la queja. una Legislatura con amplia mayoría de federales cismáticos. La disputa
Deduzca también lo conveniente que es la medida de mandar la se expresaba a través de una prensa por completo facciosa: las acusacio-
correspondencia por persona de confianza según queda indicado. nes cruzadas entre diarios adictos al gobierno y periódicos rosistas al-
Basta por ahora, pues que ya es preciso despachar al pobre Rosas que canz9 una virulencia similar a la .desplegada en 1828. En octubre de
no poco tendrá que contarle. 1833, un confuso episodio encendió la llama: el gobierno dispuso una
Expresiones a los amigos y deseando como siempre su completa salud serie de procesos a diferentes periódicos y papeles públicos, incrimi-
mande como guste a su afmo. amigo nando primero al que llevaba el nombre de Restaurador de las Leyes, pas-
Juan Manuel de Rosas" quín de tendencia rosista. La noticia inquietó a algunos habitantes de
los suburbios y de la campaña, porque creyeron que se juzgaría aJuan
Extraído de Marceja Ternavasio, La correspondencia de Juan Manuel de Manuel de Rosas, no al periódico .. Este equívoco fue capitalizado por
Rosas, Buenos Aires, Eudeba, 2005. ¿¡¡¡r los apostólicos, quienes movilizaron a sus seguidores a la Plaza de la Vic-
toria para demostrar su oposición al gobietno. Los rosistas fueron repri-
La derrota de los apostólicos y la suspensión de las elecciones comple~ midos por la policía; conducidos por algunos militare's apostólicos, hu-
mentarias acrecentaron el clima de violencia en la ciudad de Buenos Ai~ yeron a Barracas, donde se organizaron para enfrentar a las fuerzas del
res. Con mayoría de cismáticos en la Legislatura, Rosas corría el serio gobierno, a las que vencieron con rapidez.
riesgo de perder toda posibilidad de recuperar el poder y veía alejarse Este episodio, que se conoce bajo el nombre de "Revolucfón de los
sus expectativas de asumir nuevamente la Primera Magistratura, con las Restauradores", obligó al ministro Martínez y al gobernador Balcarce a
facultades extraordinarias conferidas en su primer gobierno. En ese renunciar. Quedaba demostrado el creciente aislamiento del gobierno,
momento se discutían en la Sala dos proyectos de constitución para la que no contaba ya con el indiscutido apoyo de los diputados cismáticos.
provincia de Buenos Aires, presentados respectivamente por cada uno Balcarce había sido fácilmente influido por su primo, el ministro Martí-
de los bandos enfrentados. Cabe recordar al respecto que la provincia nez, quien se había independizado tanto de la tutela de Rosas, como de
se regía por las leyes fundamentales dictadas después de 1821 y carecía los miembros de la Sala que pretendían limitar la hegemonía de aqué1.
de una carta orgánica, a diferencia de la mayoría de las provincias por En noviembre, la Legislatura designó a Juan José Viamonte en el cargo
entonces. El proyecto presentado por el diputado Anchorena no sus- de gobernador, pues contó con los votos mayoritarios de los diputados
citó un real entusiasmo en su primo,]uan Manuel de Rosas, quien mos~ cismáticos frente al candidato de los apostólicos, el general Pinto.
188 Historia de la Argentina, 1806-1852 l La Buenos Aires federa! 189
Viamonte debió asumir su cargo en un clima poco favorable. Aunque En ese contexto, los federales opositores a Rosas comenzaron a transi-
los lomos negros habían sufrido una derrota con la Revolución de los tar el mismo camino recorrido por los unitarios a partir de 1829: el
Restauradores, mantenían aún mayoría en la Legislatura. El nuevo go- exilio. La provincia de Entre Ríos y la Banda Oriental del Uruguay cer
bernador quiso desarrollar una política conciliadora entre ambos ban- menzaron a recibir a federales disidentes, mientras el gobierno de Via-
dos, tal corno lo había hecho entre unitarios y federales en su interinato monte se debilitaba cada vez más. La violencia llegó a su clímax en abril
de 1829, pero no eran momentos de moderación. Los leales a Rosas, al de 1834, cuando Bernardino Rivadavia regresó a Buenos Aires luego de
advertir la imposibilidad de recuperar el poder perdido a través de las retirarse de la vida política y de un largo exilio en Europa. El ex ·presiM
elecciones, se lanzaron a implementar una nueva estrategia: amedren- dente no fue bien recibido: en medio de amenazas e insultos, debió
tar a los opositores a través de acciones directas. Como su líder estaba abandonar nuevamente el país luego de ser expulsado por el gobierno,
aún en campaña contra los indios, Encarnación Ezcurra se encargó de cuyos miembros fueron presionados para tomar tal decisión. BloM
organizar a algunos fieles seguidores en una suerte de club que adoptó queado políticamente y agotado de enfrentar una gestión plagada de
el nombre de Sociedad Popular Restauradora. Formada en ese mo- dificultades, Viamonte renunció en junio de 1834. f
mento por un reducido grupo de fanáticos partidarios de Rosas, cuyo Una vez alejado Viamonte del cargo, la Sala eligió como nuevo ger
componente popular la distinguía de los clubes o asociaciones creados bernador a Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, dado que la designa-
antes de esa fecha, se constituyó inmediatamente en instrumento de te- ción no incluía el otorgamiento de las facultades extraordinarias, éste
rrorismo político. Sus miembros se dedicaron a dar muestras de apoyo puso en marcha el ritual de la renuncia, tal como lo había hecho dos
al ex gobernador, gritando vivas a Rosas en las calles, concurriendo a la años antes. Dado que la Sala no estaba dispuesta a entregar tales facul-
Sala de Representantes para presionar a los cismáticos, atacando las ca- tades -evitando de este modo reeditar el conflicto suscitado entre 1829
sas de los opositores y llegando incluso a apedrear o balear a algunos de y 1832-, decidió nombrar gobernador a Manuel Vicente Maza, íntimo
ellos. Desde las sombras, la Sociedad Popular intentaba revertir un amigo de Rosas y presidente de la Legislatura. La única función que se
equilibrio político hasta ese momento favorable a los ~ismáticos, ape- le encomendaba al nuevo gobernador era allanar el camino para el re-
lando a la amenaza y la violencia física. greso triunfal de Rosas.
la Campaña al Desierto
Mientras estos episodios se sucedían en el escenario porteño, Rosas se
hallaba en plena campaña de expansión de la frontera. El objetivo de
la empresa era asegurar, mediante una expedición militar, la posesión
pacífica de las tierras gan~das al indio en la década precedente yavan-
zar sobre el territorio situado al norte del Río Negro. En esos años, la
expansión ganadera, facilitada por el fluido vínculo que los grupos
hacendados de la provincia mantuvieron con el comercio internacio-
nal, había encontrado un respaldo explícito por parte del gobierno.
De hecho, la expedición dirigida por Rosas era una muestra más de
este apoyo.
El proyecto, además de estar solventado por el fisco de la provincia
de Buenos Aires, s,uponía la colaboración de otras provincias amenaz,a-
Retrato de Encarnación Ezcurra. Como esposa de Rosas, se convirtió en das por el avance indígena y del propio gobierno de Chile. La columna
el principal agente electoral de los apostólicos, siguiendo para eUo las occidental debía estar comandada por el general Aldao, la del centro
recomendaciones de su marido, enviadas por correspondencia desde el por el general Ruiz Huidobro, la oriental por Rosas, y Facundo Quiroga
Sur, en plena Campaña al Desierto. sería el comandante en jefe de la expedición. En realidad, poco de esto
190 Historia de la Argentina, 1806-1852 La Buenos Aires federal 191
dina. Las columnas avanzaron por el Oeste hasta la confluencia de los Luego de la firma del Pacto Federal y de la derrota del general Paz,
ríos Neuquén y Limay, y por el Noroeste hasta el no Atuel, donde llega- el orden federal parecía asegurado en todo el territorio. Al igual que en
ron a la división de Aldao, sin que se presentaran mayores dificultades Buenos Aires, los grupos identificados con el Partido Unitario Pabían
desde el punto de vista militar. La expedición fue aprovechada, además, sido desplazados. Pero esta situación no garantizaba la estabilidad. En
para llevar a cabo un relevamiento del terreno recorrido. el litoral, después de la disolución de la Comisión Representativa
La empresa logró incrementar las comunicaciones con Bahía Blanca creada por el Pacto Federal, Estanislao López comprendió que no po-
y Patagones y asegurar las tierras ya conquistadas, a través de una polí- dría extender su influencia sin la anuencia de Buenos Aires. La situa-
tica que combinó la fuerza militar con la negociación pacífica. De he- ción entrerriana le demostraría los límites de su poder en la región.
cho, gracias a las negociaciones de Rosas con las diferentes parcialida- Pascual Echagüe, gobernador de Entre Ríos gracias a la amistad que lo
des indígenas se logró pacificar la frontera por varios años. Aunque unía con López, comenzó a tomar cierta distancia respecto de su pro-
después de 1840 hubo algunos episodios violentos en la línea móvil tector. López no perdió tiempo e intentó persuadir a Rosas de la nece-
que separaba a los indios del mundo de los blancos, fue después de la sidad de promover un cambio en Entre Ríos. Argumentos no le faÍta-
caída de Rosas que el avance indígena se convirtió en una verdadera ban: Echagüe, además de recibir a muchos seguidores del general Paz
amenaza. en su provincia -dándoles no sólo asilo sino haciendo de muchos de
Un año después, la expedición culminó con el retorno triunfal de ellos consejeros políticos directos-, se había convertido también en re-
Rosas. El ex gobernador cosechaba así no sólo el apoyo y agradeci- ceptor de la emigración de los federales disidentes de Buenos Aires. Ro-
miento de los sectores propietarios, sino también los frutos de su aleja- sas, sin embargo, prefirió adoptar una política más cauta, ganándose de
miento del conflictivo escenario político porteño. Al título de Restaura- esa manera la fidelidad del gobernador entrerriano.
dor de las Leyes otorgado en 1829 se le sumó ahora el de conquistador En el interior, la situación era·aún más inestable. Quiroga mantenía
del desierto: comenzaba a consolidarse la tendencia del culto a su per- su influencia, aunque las situaciones provinciales no siempre estaban
sona. El proyecto de erigir un monumento conmemorativo en honor al consolidadas. Su estadía en Buenos Aires desde 1833 le dificultaba el
ejército expedicionario fue utilizado para exaltar la figura de Rosas, control de los conflictos internos de cada región. Las familias y grupos
quien durante el año 1834 se vio favorecido con la sanción de una ley desplazados del poder no siempre aceptaban pasivamente la hegemo-
a través de la cual la Sala de Representantes le concedía en propiedad, nía de los nuevos personajes al frente del gobierno, quienes, en nom-
a él y a sus descendientes, la isla Choele-Choel. Las fiest~s mayas y las bre de su adhesión al federalismo, intentaban hacer su propio juego.
fiestasjulias de 1834 incorporaron un ingrediente nuevo en su organi- Tal era el caso de Córdoba, por ejemplo, donde gobernaba Reinafé.
zación: el homenaje a la expedición de 1833, centrado en la exaltación Después de la derrota del general Paz, la imposición de un caudillo ru-
de la figura de Juan Manuel de Rosas y no en la realización de una gesta ral en la Primera Magistratura cordobesa no dejó de provocar tensiones
colectiva. entre los tradicionales grupos de elite urbanos. En 1833 se organizó
una conspiración contra el gobernador, que no logró derrocarlo; todas
las sospechas recayeron en la Legislatura cordobesa y en el eventual
Un orden inestable apoyo de Quiroga. El riojano no ocultaba su irritacíón frente al acerca-
miento entre Reinafé y el gobernador santafecino.
Un mediador para las provincias en conflicto En el resto de las provincias también se sucedían situaciones conflic-
El gobierno de Maza en Buenos Aires se vio plagado de dificultades. tivas. Quizá la más recordada sea la que tuvo lugar en 1834 entre el go-
Rosas comenzaba a desconfiar de él, creándose a su alrededor un vacío bernador de Salta, el general Pablo Latorre, y el de Tucumán, Aiejan-
político insuperable. El nuevo gobernador no encontraba ministros dis- dro Heredia. En noviembre de aquel año, Heredia le había declarado
puestos a acompañarlo, al tiempo que la derrota de los cismáticos era la guerra a Latorre. El gobierno porteño, en manos de Maza, fue rápi-
total. Bajo ese clima enrarecido, un acontecimiento externo a la provin- damente advertido del conflicto desatado en el interior. Aplicando las
cia precipitó los hechos. cláusulas del Pacto Federal, el gobernador de Buenos Aires decidió
'1 La Buenos Aires federal 195
194 Historia de la Argentina, 1806-1852
1 bernación, no sólo había cambiado el estilo de hacer política, sino que
ofrecer la tarea de mediador a Facundo Quiroga, cuyo prestigio en el se había instalado la convicción de que el orden sólo podía ser federal.
interior era indiscutible. El riojano aceptó el ofrecimiento, entrevistán- Pero se trataba de un régimen federal peculiar. Si bien desde e! punto
dose con Rosas antes de partir a su misión. Rosas, más preocupado por de vista jurídico se consagraba en términos confederales, otorgaba al
evitar una posible alianza entre Quiroga y los gobiernos de las provin- ejecutivo bonaerense facultades -entre ellas la de representac~ón de los
cias del interior que reeditara el debate en torno a la sanción de una asuntos exteriores- para cuya ejecución no debía consensuar con nin-
constitución nacional, insistió en incluir en las instrucciones oficiales la guna representación de las provincias.
mención a dicho problema. Quiroga debía intentar persuadir a los go-
biernos del interior de la inconveniencia de convocar a un congreso,
argumentando que el momento no era oportuno. Poc~ ~tes de pa.r:ir,
Rosas le entregó una carta, donde volvía sobre su pnnclpal obseslOn:
evitar el dictado de una constitución.
Barranca Yaco
Fmalmente, el riojano partió desde Buenos Aires. Al pasar por Santiago
del Estero, supo que el gober~ador salteño había muerto en manOS d~
un movimiento opositor dentro de su propia provincia. Luego de deh-
berar con los gobernadores de Santiago del Estero, Tucumán y Salta, lo-
gró la firma de un tratado de amistad entre las tres ~rovincias. y em-
prendió el regreso a Buenos Aires. A pesar de ha~er sIdo adve:udo de
una posible emboscada en Córdoba, Facundo Qmroga se nego a cam-
biar el itinerario del viaje. Así fue como encontró la muerte en Ba-
rranca Yaco el 16 de febrero de 1835.
Con la tragedia de Barranca Yaco se redefmió súbiran:ente e.l m~pa
político. Por un lado', quedaba vacante el liderazgo regIOnal eJ:rc.ldo Asesinato de Facundo Quíroga en Barranca Yaco. Grabado de época.
por Quiroga en las provincias del interior. En el litoral, las polemIcas
entre Corrientes y Buenos Aires en ocasión de la firma del Pacto Fede- A su vez, la voluntad de muchos grupos provinciales de abandonar esa
ral habían quedado acalládas luego de la derrota del general paz y de precaria condición confed~ral para alcanzar la unidad constitucional,
la creciente hegemonía de Rosas. En Buenos Aires, el tantas veces aven- que en su mayoría proclamaban de carácter federal, se vio constante-
tado fantasma del caos encontró en la muerte del caudillo riojano una mente vetada por la negativa de Rosas y su séquito más cercano a reu-
prueba irrefutable. La Legislatura porteña temió volver a recrear la nir un congreso a tal efecto. De hecho, más allá de los argumentos es--
"anarquía del año 20" o los enfrentamientos de 1828, por lo que es- grimidos, la negativa de Rosas a dictar una constitución nacional no
tuvo dispuesta a renunciar a su iniciativa y protagonism~, y entreg~ a era ajena al ~onsenso existente entre los sectores dominantes de la
Rosas los poderes tantas veces reclamados. Luego de mas de un qUIn- provincia de que, con ella, Buenos Aires perdería el monopolio eco-
quenio de disputas en torno a las atribuciones del poder ejecutivo, la nómico-comercial del que gozaba. Los sectores más vinculados a la ex-
Sala de Representantes volvió a elegir a Rosas como gobernador. ce- pansión ganadera y al comercio internacional no querían renunciar
diéndole no sólo las facultades extraordinarias, sino además la suma ni al ejercicio autónomo de su soberanía ni a los beneficios económi-
de! poder público. ., cos de ella derivados.
A partir de 1835, el orden que se impuso en toda la confederaClon
parecía no reconocer más que un líder indiscutido: Juan Manuel de Ro-
sas. Durante los años transcurridos entre su primera y su segunda go-
T
196 Historia de la Argentina, 1806-1852 I La Buenos Aires federal 197
La república unanimista
. _. . _.~---~_._-~-_ ~ _~_.~----~._._-~~-_ _ -
.. •.. .. -
'7f
I
tes temporales -como sí los había tenido la delegación de las :acu~tades Ahora bien, si la estructura resultante de la confluencia de tan diversos
extraordinarias en su primer gobierno- ni límites en sus atrIbUCIOnes, elementos se resiste a definiciones taxativas, es cierto también que, aún
excepto las recién citadas. De hecho, éstas se convirtieron en instru- aceptando que el rosismo no fue sólo Rosas, el orden instaurado en
mentos de poder en manos de Rosas. La religión católica se erigió"e~ esos años no puede ser estudiado sin contemplar la centralidad de su fi-
una usina proveedora de lenguajes que colaboraron a reforzar el regl- gura. El componente de unanimidad unido a la dimensión plebiscitaria
men unanimista, basado en la idea de que todos y cada uno de los que del régimen -basada en el constante incentivo por parte del gobierno
integraban la comunidad política debían apoyar al gobierno, mientras para movilizar a la población en apoyo del líder federal- hicieron de
que la Federación, identificada como causa nacional, asumió contorn~s Rosas una pieza clave de la nueva legitimidad.
ambiguos en cuyas grietas se consolidó un sistema de poder, centrah- Sin embargo, la unanimidad, tan buscada como proclamada, no
zado en la figura de Rosas, que excedió los límites de las fronteras de pudo imponer un orden exento de conflictos. Por el contrario, todo el
Buenos Aires para extenderse a toda la Confederación. período de hegemonía rosista, que se extendió hasta 1852, estuvo maf"-
Este esquema planteaba desde su inicio una compleja relación entre cado por la inestabilidad, los conflictos bélicos y las disputas políticas.
Rosas y e111amado "régimen rosista". ¿En qué" consistió dicho régimen La extrema faccionalización del período precedente fue más que
para que su calificación derivara de un nombre propio? ¿Qué ~sgos nunca potenciada y convertida en un instrumento de poder a través del
distinguieron al rosismo de 1829 del de 1835? A lo largo de los sIglos cual se intentó anular cualquier tipo de oposición, tanto en el interior
XIX Y XX, la historiografía dio diversas respuestas a esta pregunta: de la provincia de Buenos Aires como en el conjunto de la Confedera-
desde considerar al fenómeno rosista como ejemplo clásico de caudi- ción. Pero ese recurso, que llevó a Rosas a catalogar de "salvajes", "im-
llismo personalista y autoritario, o bien como versión criolla de un dic- píos" e "inmundos"unitarios a cuantos intentaron desafiar su voluntad,
tador moderno, hasta concebirlo como paradigma de un régimen em- fue a la vez un acicate para los opositores que, excluidos del espacio po-
peñado en defender la soberanía nacional. lítico, buscaron derrocar al líder federal apelando a alianzas que invo-
lucraron tanto a grupos descontentos de diferentes provincias como a
gobiernos extrartieros. Resulta dificil, pues, en esta larga- etapa, distin-
guir entre conflictos internos y externos a la Confederación. La con-
Temas en debate fluencia de emigrados opositores en países limítrofes con fuerzas proce-
En los últimos años, gran parte de la historiografía ha revisado los dentes de la Confederación Peruano-Boliviana, de Uruguay, Francia,
tradicionales abordaJes sobre el períodO rosista y ha coincidido en subrayar Inglaterra o Brasil evidencian. tanto la precariedad de las móviles fron-
la clave republicana del régimen. Esto puede leerse tanto en la perspectiva teras de las nuevas repúblicas americanas como la imbricación entre
de un discurso que apeló a los tópicos del republicanismo clásico -cuyas facciones locales y externas.~
ralces se remontan a la república romana- como en la utilización de Tal como se configuró luego de 1835, el régimen rosista recogió ras-
muchos de los instrumentos jurídicos procedentes de las repúblicas gos ya presentes desde 1829, pero fue modificándose de acuerdo con las
modernas inauguradas con las revoluciones atlánticas. Ambas posiciones distintas coyunturas. Sus vaivenes pueden describirse mediante una rá-
son complementarias, porque procuran demostrar que el rosismo no fue ni pida periodización. Entre 1835 y 1839, se asistió al momento de cons~
una tiranía que despreció el sistema institucional republicano en sus trucción de un nuevo orden marcado por el creciente control del espa-
distintas vertientes, ni una repúblíca liberal dispuesta a proteger las cio público y político, sin alcanzar todavía los niveles de violencia y
libertades individuales de los miembros de la comunidad política. Además, ejercicio de la coerción exhibidos entre 1840 y 1842. Los intentos por
porque admiten el alto componente de invención de! rosismo, que consolidar el régimen unanimista y plebiscitario en la primera etapa fue-
combinó elementos de matriz republicana con nuevos dispositivos de ron contestados por movimientos opositores procedentes tanto de la
control y legitimación de! poder, y viejas pr$-cticas y costumbres muy provincia de Buenos Aires como de otras, así como también de emigra-
arraigadas en la sociedad. Tal conjunción vuelve prácticamente imposible dos en países extr~eros. La confluencia de tales movimientos con en-
definir de manera unívoca el fenómeno abierto en 1835.1 frentamientos bélicos en el plano externo -la guerra contra la Confede-
--- -rr
202 Historia de la Argentina, 1806* 1852 Rosas y el -rosjsmo 203
ración Peruano-Boliviana y el bloqueo francés- derivaron en un se- nmesto que allí es universal ese mismo sentimiento que anima a todos
gundo momento, conocido como la «etapa del terror", especialmente ál- los porteños en general". El gobernador había decidido realizar el ple-
gido entre 1840 y 1842. Si bien a partir de esa fecha siguió una etapa de biscito -una práctica por cierto novedosa- para reforzar aún más la le-
mayor calma dentro de la provincia, no ocurrió lo mismo con los con- gitimidad de su designación y la de las atribuciones conferidas. Los re-
flictos interprovinciales y externos. De hecho, el período aquí tratado no sultados fueron aplastantes: más de nueve mil votantes dieron su apoyo
conoció una fase de paz prolongada. Tal vez en este dato resida una de a la ley del 7 de marzo; unos pocos -menos de una decena- votaron por
las tantas paradojas del rosismo: a medida que se sucedían las disputas la negativa. El 13 de abril de 1835, Rosas prestó juramento frente a la
en cada uno de los planos señalados, destinadas a derrocar o al menos Sala de Representantes y asumió el cargo de gobernador.
a socavar el poder de Rosas, el régimen parecía salir cada vez más cons~ Se abría entonces una nueva modalidad para expresar el consenso.
lidado. Tanto fue así que, promediando la década de 1840, la mayona La posibilidad de disentir públicamente, o incluso de manera velada,
-propios y ajenos- creía que dicho sistema estaba destina~~ a perd~rar con el gobierno pasó a ser asunto riesgoso. Los signos de adhesión al
por un largo tiempo; al menos, por todo el tiempo que VIVIera su lidero régimen se multiplicaban: a través del uso de la divisa punzó -obliga-
torio desde 1832 para la población porteña, aunque la presión en
torno a su uso aumentó a partir de 1835-, de una forma de ''vestir fe-
deral", que incluía el tradicional poncho y chaqueta, utilizados básica-
mente por los sectores populares, pero también mediante sombreros,
guantes o peinetones con la estampa de Rosas, o bien la exhibición
de objetos de uso cotidiano como vajilla, monederos y relicarios con
su retrato.
La voluntad de hacer visible el consenso se valió también de otros instru- y conocer quiénes acudían al acto para demostrar públicamente su
mentos, como las elecciones periódicas y las celebraciones festivas. En el adhesión al jefe.
plano electoral, la unanimidad fue producto de una ardua tarea a través
de la cual Rosas logró reemplazar la lógica política instaurada en la
época rivadaviana y vigente hasta 1835, fundada en la deliberación de las
listas de candidatos en el interior de la elite, por un sistema de lista única La lista única
en el que todos debían votar "sin disidencias". El control personal que Carta de Juan Manuel de Rosas a destinatario desconocido, 3 de
Rosas ejerció sobre los actos comiciales -desde la confección de las listas diciembre de 1843:
de candidatos, su distribución entre agentes encargados de movilizar a "Remito a Ud. la carpeta del año pasada en todo lo relativo a las
los votantes, la formación de las mesas, y la imposición de los rituales elecciones para que luego de recibir la presente se ocupe sólo y
que debían acompañar al acto electoral-logró consolidarse recién des- puramente de este asunto; y que en su virtud, mañana lunes haga dar I
pués de 1838. Hasta esa fecha se observan todavía algunas votaciones en principio a la impreSión de [as listas y me las vaya mandando sin un sólo
disidencia con la lista oficial que, aunque muy minoritarias, revelan cier- momento de demora, procediendo Ud. en todo de conformidad a las
tas· grietas en el régimen, que no serian toleradas luego de 1840. órdenes que se registran en la misma carpeta para las ¡¡stas del año
Respetando parcialmente la letra de la ley electoral de 1821, Rosas anterior indicado, de 1842,
continuó celebrando anualmente las elecciones para renovar los dipu- Todo lo que en ella desempeñó el general Edecán On. Manuel Corvalán
tados de la Sala de Representantes. La Legislatura se vació, pues, de ahora debe entenderse mandando cumplir en todo y para todo, al oficial
aquellos personajes que habían hecho de la revolución su propia ca- escribiente Dn. Carlos Reymond, por hallarse aquél enfermo.
rrera política, para acoger a sectores más vinculados al poder econó- Para llenar el vacío que ha dejado el fallecimiento del Coronel On. Antonio
mico-social o a militares y sacerdotes leales al gobernador, todos perso- Ramírez, puede poner al ciudadano On. Tiburcio Córdoba.
najes que operaban casi como una junta electoral de segundo grado, al Va colocado el ciudadano Dn. Juan Alsina en la 8 0 sección, y el
ocuparse de designar -de manera absolutamente previsible- al gober- ciudadano Dn. Miguel Riglos en la 11°, a que aquél pertenecía
nador y renovar sus poderes extraordinarios en cada ocasión. La Sala He mandado hoy el decreto a la imprenta para que se publique en La
perdió su centralidad y, aunque siguió sesionando durante todo el pe- Gaceta de mañana lunes 4, y también lo he mandado al editor del Oíario
ríodo en el que Rosas gobernó la provincia y ejerció la representación de la Tarde para que así mismo sea publicado en el de mañana lunes.
exterior de la Confederación, sus atribuciones se vieron francamente Son las doce de la noche y como nada ha venido de Ud. sobre este
devaluadas. Este particular mecanismo electoral se combinó, además, asunto, considero que Ud. me en~endió ma! ayer o que habrá habido
con los frecuentes plebiscitos realizados durante el período en los que alguna equivocaCión o extravío del oficio de Ud. Quiero decir que
los habitantes de la provincia -organizados por las autoridades menores esperaba las circulares que necesito precisamente para despacharlas
del régimen- reclamaban la reelección de Rosas con la suma del poder antiCipadamente a la campaña porqtle ya el tiempo es corto para las
público. Tales reclamos tenían su origen, por lo general, en el ya men- secciones más distantes, y por eUo mañana mismo luego que reciba las
cionado ritual que incluía la renuncia al cargo por parte de Rosas y su circulares que Ud. me mande las haré marchar; y luego mañana mismo
posterior asunción en nombre del deber y de la razón pública. enseguida si empiezan a venir las listas de las secciones más retiradas
Su obsesión por mantener y controlar la práctica del sufragio expresa las iré también sin demora alguna haciendo caminar con los hombres
la búsqueda de una legitimidad fundada en el orden legal preexistente que para todo tengo desde hoy muy prontos.
y la vocación por hacer del régimen un sistema capaz de singularizar el Así todo quedará bien y no habrá falta pues procediéndose de este modo
mando y la obediencia. Los actos comiciales le servían para reivindicar tendrán lugar sin atraso alguno las elecciones en toda la campaña".
su proclamado apego a las leyes, demostrar -hacia el interior y hacia el
exterior de la Confederación- el consenso del que gozaba, movilizar a Secretaría de Rosas, Archivo del Instituto Ravignaní, 1842-1843, carpeta
un crecido número de habitantes con el objeto de plebiscitar su poder 20, n° 47, legajos 264-65. 4!1'
Rosas y el rosismo 207
206 Histoña de la Argentina, 1806-1852
festaciones escritas fueron sometidas a la censura. Si bien la tendencia
Según revelan diversos testimonios, en varias ocasiones se suspendió a controlar la prensa se había iniciado en 1828, a partir de 1835 se
el acto comicial por mal tiempo y lluvia, desplazándolo a la siguiente reimpuso la vigencia de la ley dictada en 1832 -durante el primer go-
semana, con el objeto de que los sufragan tes pudieran asistir y ratifi- bierno de Rosas- que legalizaba un fuerte control estatal. Con este
car con su presencia la delegación de la soberanía en el cuerpo de re- instrumento en sus manos, el gobierno fue cercenando de manera
presentantes que el gobernador ungía de antemano al confeccionar creciente la libertad de expresión, aunque cabe destacar que hasta
las listas. 1838 existieron ciertas filtraciones. Aun cuando era claro que 'no se
En ese contexto, las abstenciones electorales eran leídas como oposi- toleraban disidencias en los periódicos, es cierto también que todavía
ciones en potencia, prestándose tanta atención a aquellas como a la no se les exigía -como sí ocurrirá después de 1839- reiteradas mues-
participación entusiasta de un nutrido universo de votantes. Las absten- tras de adhesión al régimen. Si en esos primeros años era posible leer
ciones le recordaban a Rosas que su liderazgo no era indiscutido, y lo noticias políticas y comentarios en la prensa circulante, luego se asis-
irritaba enormemente no poder obtener un caudal de votos tal que hi- tirá a una monótona y reiterativa propaganda oficial. Rosas cóntó
ciera olvidar las divisiones que, aunque larvadas, existían en la socie- para ello con un grupo de publicistas y colaboradores encargados de
dad. Si bien la unanimidad lograda era, en gran parte, producto de la editar los periódicos del régimen. Sin duda, el más destacado fue el
amenaza de coerción ejercida por el aparato del estado, expresaba al napolitano Pedro de Angelis, redactor de la Gaceta Mercantil, el perió-
mismo tiempo un apoyo, en especial de los sectores populares, nunca dico oficial más importante de la época, y del.ArchivoAmericano~ publi-
visto en los períodos precedentes. cación trilingüe destinada a mostrar las bondades del régimen a los
Este respaldo se ponía en escena, además, durante las fiestas federa- países y le:ctores extranjeros. Además de este periodismo "culto", Ro-
les, organizadas y celebradas por el gobierno tanto en el ámbito urbano sas buscó la colaboración de periodistas "populares" para difundir
como en el rural para conmemorar diversas fechas, afianzando así la consignas propagandísticas entre estos sectores. En esas páginas se re-
identidad federal y la lealtad a Rosas. Ya no sólo se celebraban las tradi- producían textos en prosa o en verso, escritos en un lenguaje directo
cionales fiestas mayas y juBas, sino también el honor y la gloria de los y fácil de recordar.
generales de los ejércitos que habían defendido la causa federal, o la vi- En sintonía con lo que ocurría en la prensa, las asociaciones de la so-
sita de un líder federal de otra provincia, o el fracaso de algún atentado ciedad civil fueron sometidas a un creciente control, en especial des-
contra Rosas. Otras celebraciones eran usadas para expresar la con- pués de 1839. A partir de entonces, las pocas que funcionaban en la ciu-
tienda principal entre unitarios y federales; por ejemplo, las de Seman~ dad de Buenos Aires movilizaban sobre todo a extrartieros, mientras
Santa, cuando en la quema pública el Judas de trapo adoptaba la vestI- que las creadas durante la época rivadaviana fueron desapareciendo.
menta celeste y las patillas típicas de los unitarios, o los carnavales, Rosas impuso la necesid(ad de autorización previa para realizar cual-
donde se representaba la vejación de los señores de levita y frac ... Así, quier tipo de reunión, y ya en 1837 denunció a los miembros del Salón
pues, se asistió a un cambio profundo en los rituales cívicos, al exa~tarse Literario de Marcos Sastre como enemigos de la Federación. En dicho
hasta el grotesco la figura del gobernador -nunca hubo tal prolIfera- Salón se reunían los jóvenes que conformaron la generación romántica
ción del retrato de un personaje público como en esos años- y al evo- en el Río de la Plata -conocida como la "Generación del 37"-, entre
carse en ellos un orden a la vez republicano y federal, que superaba am- quienes se encontraban Esteban Echeverría, líder del movimiento, Juan
pliamente las fronteras de Buenos Aires. Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Félix Frías, José Mármol y Vi-
cente Fidel López. Había, además, asistentes pertenecientes a la gene-
La intolerancia al disenso ración anterior que,junto a la más joven, debatían las novedades litera-
La contracara del consenso fue la creciente amenaza de castigo a los rias y filosóficas procedentes de Europa,
disidentes. Para ello se apeló a diversos instrumentos de control -so-
bre la prensa periódica, el derecho de reunión, las asociaciones y es-
pacios públicos-, a la depuración de la administración pública y a U?
aparato represivo cada vez más sofisticado. Más que nunca, las manl-
208 Historia de la Argentina, 1806-1852 Rosas y el rosismo 209
por la Mazorca que, como grupo parapolicial, operaba desde las som-
bras, de manera ilegal, y con un vínculo con el gobernador que nunca bilidades militares. Así, las expresiones de disenso fueron gradualmente
llegó a dilucidarse por completo. De hecho, la policía actuaba bajo las erradicadas de la provincia de Buenos Aires, a la vez que se procuró im-
órdenes del poder ejecutivo, que al absorber la suma del poder público poner la unanimidad federal fuera de sus fronteras.
podía decidir ejecuciones a voluntad; la Mazorca, en cambio, lo haCÍa
aparentemente de manera autónoma, lo cual permitió que el gobierno
justificara sus acciones en diversas oportunidades como excesos popu- La Santa Federación
lares, desvinculados de la persona de Rosas.
El orden republicano y federal que el gobierno evocó permanente-
mente a través de sus publicistas en la prensa periódica, en las procla-
mas y mensajes emitidos y en las fiestas federales presentaba significa-
dos diversos. Por un lado, la república pareCÍa a veces reducirse a 16s
contornos de la provincia de Buenos Aires y, otras, extenderse más allá
de sus fronteras. El orden republicano se fundaba tanto en los disposi-
tivos de las mode~nas experiencias atlánticas, con una legitimidad ba-
sada en un régimen representativo con elecciones periódicas, como en
tópicos del republicanismo clásico, según ha destacado Jorge Myers en
su clásico libro Orden y virtud. Éstos pueden reconocerse en el uso de fa-
cultades extraordinarias que se delegaban para salvar a la república, en
el ideal de un mundo ruráJ estable y armónico, en la imagen de una re-
pública constantemente amenazada por grupos de conspiradores iden-
tificados siempre con los "salvajes unitarios", y en la idea de un orden
que debía garantizarse a través de una autoridad destinada a calmar las
pasiones y hacer obedecer la ley.
Ese orden se pro.clamaba federal. y, si bien el componente federal del
rosismo fue siempre impreciso y ambiguo, no quedan dudas de que alu-
Degollamiento de una familia frente al cementerio del Norte. Acuarela día a toda la Confederación. Rosas logró crear un poder de fucto tejiendo
sobre papel. una complicada red de relaciones que le permitió ejercer el control so-
bre los gobiernos provincial~s, al tiempo que, en el discurso político, en-
El ejercicio de la coerción se completaba con el cuerpo de milicias de fatizaba la autonomía de las provincias. Para ello se valió de tácticas que,
ciudad y campaña y con el ejército regular al servicio de la causa fede- transmitidas a través de sú correspondencia o de sus ejércitos, combina-
ral. Ambas instituciones tuvier:on en esos años mayor peso en la cam- ban la búsqueda de consenso a través del VÍnculo personal con goberna-
paña que en la ciudad; el centro más destacado fue el campamento de dores, caudillos O personajes menores, con una fuerte dosis de amenaza
Santos Lugares, cuartel general de Rosas, símbolo de las tropas federa- de coerción si el destinatario de turno no acataba sus directivas. Las fuen-
les que defendían a la ciudad y su gobierno. La población de Buenos tes abundan en intrigas, delaciones, complots y en un uso, por momentos
Aires se vio sometida a una elevada cuota de servicios militares y asistió, sutil, de estrategias discursivas tendientes a engendrar sospechas entre los
como en la época de las guerras de independencia, a una creciente mi- destinatarios de los mensajes, intentando con esto hacer depender sólo
litarización de su vida cotidiana, especialmente entre los sectores popu- del gobernador de Buenos Aires las potenciales relaciones que pudieran
lares. Los ejércitos federales reclutaban soldados en forma constante, entablar entre sí sus interlocutores provinciales. La representación ele-
recayendo sobre los regulares o de línea el mayor peso de las responsa- gida para las fiestas mayas de 1839 expresa el complejo vínculo que unió
a Buenos Aires con el resto de la Confederación durante el rosismo.
212 Historia de la Argentina, 1806-1852 Rosas y e! rosismo 213
Ahora bien, ese localismo que parecía colocar no sólo a Buenos Aires
como ciudad rectora de la Santa Federación, sino a Rosas como su
Un Júpiter desde el Olimpo constructor, se revelaba en toda su potencia al acompañar la tercera
En la celebración del 25 de mayo de 1839, la Pirámide de Mayo erigida fecha inscripta -5 de octubre de 1820- con la imagen de Júpiter como
en 1811 fue engalanada de la siguiente manera: en sus cuatro frentes se emblema de! orden. El momento en que se recordaba tanto la primera
leía Dorrego, Quiroga, López, Heredia. Cuatro representantes del Partido aparición pÚblica de Rosas como el año en el que Buenos Aires supo.
Federal de diferentes provincias, fallecidos en distintas circunstancias: convertir su derrota en victoria, cuando fue pacificada la provincia, se
Manuel Dorrego, ejecutado por el movimiento militar de signo unitario simbolizó con el dios que llevaba en sus manos el cetro del Olimpo y el
liderado por Juan Lavalle en 1828; Facundo Quiroga, asesinado en una rayo. Dos atributos que Rosas pudo finalmente desplegar desde el
emboscada en 1835; Estanislao López, caudillo federal de la provincia de Olimpo de Buenos Aires en 1835 (última fecha evocada) a través de un
Santa Fe, gobernador entre 1819 y 1838, año de su muerte; Alejandro dominio que se basó tanto en el nuevo arte de la política, por medio del,
Heredia, gobernador de la provincia de Tucumán, asesinado en 1838. A US? de la suma del poder público en Buenos Aires y el manejo de las
su vez, en los cuatro frentes de la pirámide figuraban cuatro fechas relaciones exteriores de todas las provincias, como en la utilización de
emblemáticas: 25 de mayo de 1810, 9 de julio de 1816, 5 de octubre de sus ejércitos y milicias que, como el rayo de Júpiter, podían castigar,
1820 y 13 de aben de 1835. amedrentar, amenazar y convencer a todos aquellos que en el territorio
A primera vista, la inscripción con los nombres de los líderes federal(~s de de la Confederación osaran disputarle el dominio.
las provincias exhibía la evocación de la llamada "Santa Federación" al
reconocer en ellos un fuerte protagonismo. Pero este reconocimiento por
parte del gobierno de Buenos Aires hacia las provincias no presuponía
que la antigua capital se colocara en pie de igualdad dentro de la
Federación. En las fechas e imágenes que acompañaron a esos nombres
se vuelve claramente visible el pape! que Buenos Aires se otorgó a sí
misma, y en particular el que se adjudicó Rosas. Si bien figuraban dos
fechas conmemorativas de todo el territorio rioplatense -la revolución de
1810 y la declaración de la independencia de 1816-, las otras dos
fechas inscriptas eran de carácter absolutamente local y porteño: el 5 de
octubre de 1820 marcaba la primera intervención pública de Rosas,
cuando con sus milicias de campaña colaboró con el gobernador Martín
Rodríguez para pacificar la provincia de Buenos Aires, luego de nueve
meses de anarquía, y el. 13 de abril de 1835 recordaba la fecha en la que
Rosas asumió por segunda vez la gobernación de Buenos Aires con la
suma de! poder público. Incluso en las fechas patrias por antonomasia, Plaza de la Victoria en los festejos del 25 de mayo de 1844. Jules
1810 y 1816, Buenos Aires y su gobernador se hacían presentes en la Daufresne y Alberico 1s01a, 1844, litografía. COlecc~ón particular, Buenos
ornamentación de la pirámide introduciendo junto a la primera fecha, la Aires.
figura alegórica de la ley, debajo de la cual se ubicaba la fuerza con los
santos del ejércitc expedicionario de los Desiertos del Sur en 1833-1834 De la imagen de la Atenas del Plata se regresaba así a la de una Roma
comandado por Rosas, y, junto a la segunda fecha, la figura de la republicana. Sólo que, en este caso, a diferencia de la década
independencia representada por el genio de la guerra y de la paz, en revolucionaria, Roma no sólo desplegaba sus ejércitos, sino que se
cuya base aparecía la provincia de Buenos Aires con las armas y los afirmaba sobre la figura de un gobernante con poderes excepcionales,
santos del ejérCito expedicionario. destinado a "salvar" la república de conspiradores y enemigos. l '
214 Historia de la Argentina, 1806* 1852
'1 Rosas y el rosismo 215
I
Así, pues, tanto el uso del término "Federación" como el de "Confedera- B.uen.0s Aires, y más específicamente sobre su Primera Magistratura,
ción" siguieron siendo muy flexibles durante esos años y funcionaron ejercIda a través de un régimen unanimista y plebiscitario centrado en
como una especie de gran paraguas con que reemplazar el vínculo cons- J la figura de Juan Manuel de Rosas. Así, en esta etapa, el gobierno de
titucional que Rosas se negaba a dar al país. Si en el periodo precedente Buenos Aires se lanzó a reconquistar el territorio de la ahora llamada
el gobernador había revelado su reticencia a dictar una constitución, Federación, aunque sin pretender erigirse en capital. Todo 10 contrario:
luego de 1835, el tema directamente dejó de formar parte de la agenda. Rosas se negó sistemáticamente a convocar a un congreso constitu-
Ese ambiguo componente federal presuponía varias cosas. En primer lu- yente, pese a la insistencia de muchos gobernadores y caudillos fede-
gar, un orden supraprovincial que, si bien no se traducía en una consti~ rales de provincia, quienes sin embargo poco a poco fueron acallando
tución nacional, tampoco era reductible al manejo de las relaciones ex- sus voces en pos de la aceptación de ese orden de facto. La provincia
teri.9res por parte del gobernador de Buenos Aires. Aun cuando la podía ser el centro de la Federación, dominar desde su propio escena-
gestión de las relaciones exteriores constituyó para Rosas la cima del sis~ rio al conjunto del país, sin perder por eso los beneficios que deriva-
tema federal que preconizaba, al mismo tiempo fue incrementando las ban de su autonomía. Ser ciudad rectora sin pagar el costo de ser ~a
funciones a su cargo. Esto no siempre se debió a una efectiva delega- pital y evitar repartir los recursos que podía usar la provincia para su
ción de facultades: en muchas ocasiones fue el propio gobierno por- único provecho fueron datos insoslayables a la hora de discutir una
teño el que, fundándose en doctrinas esgrimidas según la ocasión, in- organización nacional.
tervino directamente en asuntos comunes a todas las provincias, entre
los cuales se destacaron, por ejemplo, el ejercicio del derecho de patro- El nuevo orden en las provincias
nato y el juzgamiento de los acusados de crímenes contra la nación. En diciembre de 1835, con el propósito de apaciguar los reclamos, el
A su vez, el componente federal, tal como lo entendía el rosismo, im- gobierno de Buenos Aires sancionó una Ley de Aduana, con la cual se
plicaba la extensión del sistema unanimista impuesto en Buenos Aires a intentaba atenuar los efectos más perniciosos sufridos por las provincias
todo el territorio de la Confederación. Desde la ciudad rectora, ejem- a partir de la vigencia dellibrecambio y negociar así un intercambio
plo de virtud republicana que debían seguir las provincias si pretendían que, aunque seguía siendo desigual respecto de los beneficios obteni-
alcanzar la madurez necesaria para darse una constitución nacional, no dos por Buenos Aires en la medida en que no afectaba el exitoso
se toleraría ninguna administración unitaria. Esta pretensión se hizo rumbo ganadero y exportador de su economía, evitaba que la salida
efectiva a través de una de las atribuciones que se autoadjudicó Bue- constitucional siempre postergada se constituyera en la única alterna-
nos Aires o, más específicamente, su gobernador: el derecho de inter- tiva para lograr la paz con los gobiernos provinciales. El criterio protec-
vención en la organización política de las provincias. Según la teoría cionista utilizado en esta ocasión, ,al establecer aranceles para ciertos
jurídica, la intervención en los poderes políticos de las provincias se productos de importación que podían competir con producciones loca-
produce dentro de un sistema federal de gobierno y no en una confe- les de algunas regiones -incluida Buenos Aires-, revela además el obje-
deración, como se titulaba entonces la liga de las provincias rioplaten- tivo que persiguió el rosismo al intentar dar mayor equilibrio a las ba-
ses o argentinas. De hecho, el Pacto Federal de 1831 no contemplaba lanzas de pago de las provincias, siempre deficitarias. Si bien la ley
tal derecho. Sin embargo. constituyó una práctica muy frecuentada por sufrió varias correcciones a partir de su sanción, y su implementación
Rosas luego de 1835. no cumplió con los objetivos propuestos debido a los conflictos que en-
Si regresamos, entonces, a la imagen de la Pirámide de Mayo, cuando frentó la Confederación luego de 1838, es oportuno subrayar la proyec-
se engalanó para las fiestas homónimas de 1839, se hacen visibles cada ción política que el gobierno pretendió lograr, en especial luego de los
uno de los rasgos descriptos, en especial el desplazamiento que conver- debates generados en ocasÍón de la firma del Pacto Federal de 1831.
tía a Buenos Aires en centro de la Santa Federación. Una federación En este sentido, la Ley de Aduana fue uno de los muchos mecanis-
que no era estrictamente un orden confederal ni un sistema federal de mos utilizados por el gobierno de Buenos Aires para mantener cierto
gobierno, sino una compleja ingeniería política que presuponía un or- equilibrio en el sistema de poder de la Confederación. Claro que no to-
den supraprovincial que reposaba sobre la provincia más poderosa, dos los métodos fueron tan pacíficos y diplomáticos.
216 Historia de la Argentina, 1806-1852
Rosas y Heredia
II Rosas y e! rosismo 217
teatro en que me hallo hace muchos años, ni ver las cosas desde el lugar colocando en las provincias vecinas gobernadores adictos: en Salta a su
en que las estoy viendo. Sea de esto lo que fuera está Ud. en el deber hermano, Felipe Heredia, y en Jujuy -que acababa de separarse como
de dispensarme su indulgencia, pues no obro por otro impulso que el provincia autónoma de la jurisdicción de Salta- a Pablo Alemán. Otro
vivo deseo del acierto en beneficio general del país y particular de Ud., tanto hizo con Catamarca, y en cada una de estas provincias t;:olocó a
que quisiera tuviese el mejor éxito en la importante empresa que le he ministros tucumanos para colaborar con los gobernadores adictos. No
encomendado en nombre de toda la Confederación Argentina. obstante, la desconfianza generada por tales muestras de autonomía y
Que Dios permita a Ud. la mejor salud y acierto alumbrándole la senda poder no impidió que Rosas aceptara el liderazgo de Heredia, más allá
de su marcha pública es el voto de su atento compañero y amigo. de plantear ciertas reticencias.
Juan Manuel de Rosas." En otras provincias, el gobierno de Buenos Aires intervino directa-
mente, como fue el caso de San Juan, donde el gobernador desde 1834,
Extraído de Marcela Ternavasio, La correspondencia de Juan Manuel de Marón Yanzón, fue acusado de unitario y obligado a abandonar el
Rosas, Buenos Aires, Eudeba, 2005 . .JltII" cargo, primero a través de una correspondencia amenazante y, luego,'
de la movilización de los ejércitos. Ejemplos similares abundan en otras
El gobernador de Buenos Aires procuró desde un comienzo extender provincias. En el litoral, la situación se complicó más aún, como COnse-
su dominio sobre las provincias y establecer las bases de la nueva fede- cuencia de la muerte, en 1838, de Estanislao López, paladín del federa-
ración. El caso de Córdoba lo ilustra muy bien. Luego del asesinato de lismo en la región y leal a Rosas -entre otras razones, porque su defici-
Quiroga, Rosas utilizó sus atribuciones como encargado de las relacio- tario fisco sobrevivía en gran parte gracias a, los subsidios enviados
nes exteriores para presionar al gobernador de esa provincia, Reinafé, desde Buenos Aires- y porque la república unanimista se vio asediada
a quien se le atribuía la instigación del crimen del caudillo, a que aban- desde diversos frentes. Sin embargo, a partir de esa fecha, los desafíos
donase el cargo y se sometiera a un tribunal confederaL Luego, no re- al orden rosista, lejos de debilitar al régimen impuesto 'en esos años en
conoció a ninguno de los sucesivos gobernadores nombrados por la toda la Confederación, lo consolidaron en sus aspectos más autoritarios
Sala de Representantes cordobesa y presionó a través de las armas para y a la vez plebiscitarios.
que la designación recayera en el comandante Manuel López, acólito
leal a Rosas durante su larga gobernación de más de quince años en la
capital mediterránea. El gobernador de Buenos Aires se hizo cargo del
juicio a Reinafé y a los imputados del crimen de Quiroga, que culminó
con un castigo ejemplar: todos fueron colgados y exhibidos en la Plaza
de la Victoria, y su imagen, difundida en grabados a cargo de la im-
prenta del estado de Buenos Aires.
De hecho, la muerte del caudillo riojano hahía dejado vacante e11i-
derazgo regional en las provincias del interior. Quien se perfilaba para
sustituirlo era Alejandro Heredia, gobernador de Tucumán desde 1832. I
Heredia, identificado plenamente con el Partido Federal, comenzó sin
J
embargo a tejer tul sistema de alianzas por medio de una estrategia que
no gozaba del beneplácito de Rosas. Ésta consisóa en implementar la
fusión de partidos, lo cual implicaba cierta tolerancia haCia personajes
comprometidos con un pasado tUlitario. De Heredia recelaban Rosas y
otros líderes federales del interior, como Felipe Ibarra, gobernador de
Santiago del Estero, y Estanislao López. de Santa Fe. Todos veían con
algo de alarma cómo, desde Tucumán, Heredia extendía su dominio,
I
I
9. De la república del terror
a la crisis del orden rosista
La república asediada
Tr
222 Historia de la Argent¡na, 1806-1852
De la repúbl¡ca del terror a la crisis del orden rosista 223
alentado por Alejandro Heredia -ferviente partidario del conflicto-,
aceptó el desafio. Aunque Rosas era consciente de que detrás de la pos- cente, con el bloqueo iniciado al puerto de Buenos Aires en marzo de
tura belicista de Heredia se escondía el afán de consolidar su propio li- 1838 los conflictos quedaron anudados. La presencia francesa esti-
derazgo en las provincias del Noroeste, también estaba convencido de muló la esperanza de los unitarios afincados en Montevideo de que el
que Santa Cruz brindaba protección a sus enemigos unitarios. Heredia régimen rosista llegara a su fin: Rivera le declaraba la guerra a Rosas
quedó, pues, al mando del ejército, cuyo papel fue, no obstante, casi por intervenir en la política interna oriental a favor de Oribe, y el lito-
irrelevante en el resultado final de la guerra. La victoria chilena en fun- ral rioplatense se convirtió en un escenario de disputas que jaqueó la
gay en enero de 1839 terminó con la Confederación Peruano-Boli- unanimidad que Rosas intentaba imponer.
viana; Heredia fue asesinado poco antes del desenlace. De hecho, el bloqueo peIjudicaba notablemente los intereses econó-
En tanto, en el litoral se superpusieron varios conflictos simultáneos. micos del litoral. Por eso, las provincias de Santa Fe y Corrientes le re-
En primer lugar, el que debió enfrentar la Confederación frente al blo- clamaron a Rosas por el peIjuicio que les causaba un conflicto origi-
queo francés del puerto de Buenos Aires en 1838. Si bien las razones nado en un problema que comprometía sólo a Buenos Aires. Estanislao
del bloqueo derivaban de un antiguo reclamo diplomático, se cruza- López envió a Domingo Cullen como comisionado para transmitir tales
ron entonces con asuntos de política interna en la República Oriental reclamos e informó de sus gestiones al gobernador de Corrientes, Ge-
del Uruguay y con la acción de los unitarios que se habían exiliado allí. naro Berón de Astrada. Pero López murió en junio de 1838, en medio
El conflicto diplomático respondía a una exigencia del gobierno fran- de las gestiones, dejando como legado un vacío de poder y una gran in-
cés, que desde la década de 1820 pretendía recibir el trato de "nación estabilidad, que Rosas aprovechó para intervenir en la política de la
más favorecida", tal como 10 había obtenido Gran Bretaña en 1825. provincia. Si bien Domingo Cullen fue elegido gobernador por la Sala
Ello implicaba gozar de ventajas comerciales y de la exención de cual- de Representantes de Santa Fe, Rosas desconoció tal nombramiento y,
quier tipo de servicio de armas para los franceses radicados en Buenos en alianza con el gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe, impuso
Aires, exención otorgada durante el gobierno de Lavalle, pero desco- a Juan Pablo López, hermano de Estanislao, como nuevo mandatario
nocida por Rosas ya en su primer gobierno. Desde ese momento, Fran- santafecino. Cunen fue acusado de unitario; en su huida, encontró pro-
cia había presionado para obtener una respuesta favorable a su re- tección en Santiago del Estero con Ibarra. Reparo sin embargo efí-
clamo, hasta que la muerte en una prisión porteña del artista francés mero, puesto que, presionado por Rosas, Ibarra debió entregar a Cu-
Cesar Bacle, a comienzos de 1838, desembocó en el endurecimiento nen, quien fue fus~lado por orden del gobernador de Buenos Aires en
de las posiciones y en el bloqueo. junio de 1839.
Ahora bien, tal como había ocurrido con el conflicto contra el ma- Mientras tanto~ el gobernador de Corrientes, luego de expresar su
riscal Santa Cruz, sospechado de proteger y ayudar a los unitarios, en oposición a la polí rica de Rosas y a los peIjuicios que le traía aparejado
este caso el bloqueo estaba vinculado con la política uruguaya,-puesto el bloqueo francés, y al quetlar aislado, luego de la muerte de López y
que Montevideo se había convertido en el principal destino de los emi- del desplazamiento de Cullen, buscó aliarse con Rivera y con los france-
grados de la Confederación: los unitarios, los federales cismáticos y ses. En este caso, Berón de Astrada no hacía más que retomar viejos re-
muchos otros sospechados de enemistad con Rosas. ¿Cuál era, enton- clamos correntinos, ya expresados por Pedro Ferré en los debates en
ces, la conexión entre estos eventos? En primer lugar, se destaca la cre- torno al Pacto Federal de 1831: la exigencia de la libre navegación de
ciente intervención del gobernador de Buenos Aires en la política los ríos, el reparto de los ingresos de la Aduana de ultramar y la pronta
oriental al apoyar a Manuel Oribe, presidente de la república uru- sanción de una constitución nacional. Pero el gobernador de Corrien-
guaya hasta 1838, con el objeto de que por su intermedio se debilitase tes corrió igual suerte que Cullen: fue vencido y muerto en la batalla de
la presencia y el poder de los emigrados, embarcados en esos años en Pago Largo en marzo de 1839 por las tropas comandadas por el entre-
una fuerte propaganda antirrosista. El opositor a Oribe, Fructuoso Ri- rriano Pascual Echagüe. Ese enfrentamiento dejó como legado no sólo
vera. buscó la protección de Francia para desplazar a aquél del cargo. centenares de correntinos degollados -una muestra de crueldad que
En este punto, si bien el apoyo del gobierno francés a Rivera fue reti- expresaba la extrema virulencia de los conflictos en esos años-, sino
ta..-nbién la creación de un gobierno adicto a Rosas.
224 Historia de la Argentina, 1806-1852 De la república del terror a la crisis del orden rosista 225
La oposición en Buenos Aires de querer asesinar al gobernador. Aunque no existen indicios acerca del
En ese contexto, el líder del movimiento decembrista de 1829, el ge- real asidero de tal sospecha, es oportuno destacar que. si bien los fusila-
neralJuan Lavalle. encabezó una campaña militar para derrocar a Ro- mientos decretados por el gobernador en uso de sus poderes extraordi-
sas c~n el apoyo de los ·emigrados en Montevideo, de Fructuoso Ri- narios ya habían tenido lugar en el escenario público porteño, éste fue el
vera y de Francia. Su campaña comenzó en julio de 1839 desde primer asesinato a cargo de los mazorqueros luego de 1835. El crimen,
Ñlartín García. Si bien el objetivo inicial era desembarcar en Buenos sin embargo, no parece haber sido ordenado por Rosas, lo cual pone. en
Aires, donde esperaba recibir apoyo de una población descontenta, evidencia que, al menos en ese momento, tanto la Sociedad Popular Res-
ansiosa de encontrar un "libertador", decidió penetrar primero en tauradora como la Mazorca podían actuar con cierta autonomía en nom-
Entre Ríos y luego en Santa Fe. Pronto advertiría que ni en estas pro- bre de una ciega defensa de su líder.
vincias ni en la de Buenos Aires encontraría el recibimiento esperado. La Sociedad Popular Restauradora aprovechó este episodio para agi-
Razones no le faltaban a estas poblaciones para adoptar tal actitud, es- tar a la población, en particular a los sectores populares, y avivar la sen-
pecialmente en Buenos Aires, donde se habían vivido otros conflictos sación de peligro para la república y su líder federal, amenazados cons-
no menos virulentos. tantemente por conspiradores unitarios. La prensa periódica y toda la
maquinaria del régimen se puso en marcha para extremar aún más el
faccionalismo e instaurar un clima de terror en la población, dejando
claro cuál sería el destino de quienes desafiaran el poder del goberna-
dor. Las fiestas realizadas para celebrar el fracaso de la conspiración
fueron un vehículo fundamental para exhibir ese espíritu de amenaza,
en un marco de clima festivo.
Pacificada la ciudad, pocos meses después el conflicto surgió en la
campaña de Buenos Aires. Fue justamente en el sur ganadero, en los
partidos de Dolores y Chascomús, base de apoyo del rosismo hasta poco
tiempo antes, donde se generó un movimiento armado contra Rosas.
Para esos hacendados, el bloqueo francés venía a· arruinar sus expecta-
tivas de ganancia basadas en la exportación; y la contribución directa
que el gobierno intentaba imponer amenazaba aún más las esperanzas
de engrosar sus ingresos. Además, el, movimiento contaba con el apoyo
Asesínato de Manuel Vicente Maza. Benjamin Franklin Rawson, 1860, de la supuesta invasión que tealizaría LavalIe desde la campaña de Bue-
óleo sobre tela. Col. Complejo Museográfico Provincial "Enrique nos Aires. Ahora bien, el itinerario de Lavalle cambió sobre la marcha
Udaondo", Buenos Aires. al ingresar por Entre Ríos, y el alzamiento que estalló en el sur bonae-
rense a fines de octubre de 1839, con fuerzas improvisadas formadas
El primero de ellos fue la llamada "conspiración de Maza", en la que es- por milicias, hacendados, peones y grupos indígenas, fue rápidamente
tuvieron comprometidos varios jefes militares. El coronel Ramón Maza, reprimido por los regimientos de frontera y sus cabecillas pasados por
hijo del presidente de la Legislatura de Buenos Aires, era el cabecilla de las armas. Mientras los acusados de "traidores a la patria" eran severa-
este movimiento que, bajo la forma de un alzamiento militar, pretendía mente castigados, los defensores de la Santa Federación comenzaron a
derrocar al gobernador. La conspiración. estuvo lista para junio de 1839, ser premiados, ya no sólo con menciones honorificas, sino con las más
pero una denuncia no sólo la llevó al fracaso, sino que desató una reac- apetecibles recompensas en tierras, confiscadas sin más a los participan-
ción amplificada. Los cabecillas fueron arrestados, Ramón Maza fusilado tes de la rebelión.
por orden de Rosas, y su padre, Manuel Vicente Maza, asesinado por
miembros de la Mazorca, sospechado de participar en la conspiración y
226 Historia de la Argentina, i 806-1852 De la república del terror a la crisis del orden rosista 227
PATRIA! l.lBERTAD!-.
No. l'
-I!!§-',
__ CONSTl't'UCION!
TI ~-
230 Historia de la Argentina, 1806-1852
1I De la república del terror a la crisis del orden resista 231
la máquina infernal
El intento de asesinato a Rosas, que llevó a la Sala a proponer a su hija
como sucesora, se prod!,.Jjo con el envío desde Montevideo de la
llamada Umáqulna infernal", dest'lnada a matar a quien la abriera. La
Imagen de Rosas rodeado de calaveras aparecida en Muera Rosas. recibió Manuela Rosas, quien salvó su vida porque el mecanismo de
Incluida en Rosas en las láminas de El Grito Argentino, Buenos Aires, disparo falló.
1974.
Pacificación y crisis
Ahora bien, el ritual plebiscitario no habría sido lo suficientemente cuadra de la república oriental; como éste se negó, la flota anglofran-
convincente si no le seguía, una vez más, la renuncia tantas veces reite- cesa bloqueó el puerto de Buenos Alres entre 1845 y 1848. Nuevamente
rada por el gobernador -que por otro lado había dado origen a la esce- quedaban anudados los conflictos facciosos internos con los internacio-
nificación de las peticiones- y la exigencia de ser reemplazado. Este nales, y una vez más se vieron deteriorados los negocios de hacendados
gesto, fundado siempre en razones personales y domésticas -vinculadas y comerciantes, las economías provinciales y el fisco de Buenos Aires.
a su salud y necesidad de reposo después de tantos "sacrificios" en la Pero la estrategia de resistir el bloqueo, ya utilizada entre 1838 y 1840,
función pública-, obligaba a la Sala a duplicar la apuesta y a invocar el volvió a dar sus frutos a un régimen que no dejaba pasar ninguna de es-
mandato del pueblo, para que Rosas aceptara el cargo. El ritual de la re- tas ocasiones para convertir las aparentes derrotas en victorias. Con el
nuncia dio lugar a una fórmula intermedia que salvaba la formalidad levantamiento del bloqueo, Rosas logró, entre otras cosas, que frente al
legal-tan cara al Restaurador de las Leyes- al tiempo que perpetuaba constante reclamo de la libre navegación de los ríos, las potencias admi-
la situación de indefinición y, en consecuencia, de reclamo plebiscita- tieran que la navegación del río Paraná era un problema interno/a la
rio: Rosas no aceptaba ser elegido por un nuevo período de cinco años, Confederación.
sino que prorrogaba su mandato por el término de seis meses. A co-
mienzos de 1841, una vez renovada la Legislatura, Rosas aceptó una
nueva prórroga luego de los reiterados pedidos de la Sala y de sus re-
nuncias "indeclinables", ciclo que se repetía en forma anual. El rechazo Combate de Obligado, 1845
a una nueva elección de carácter definitivo -con el respectivo jura- En la batalla de la Vuelta de Obligado, ocurrida el 20 de noviembre de
mento al cargo que establecía la ley- dejaba en vilo a toda la sociedad 1845 en aguas de! río Paraná, se enfrentaron la Confederación y la
política, provocando con ello respuestas cada vez más contundentes de escuadra anglo-francesa. Allí, 1as fuerzas europeas lograron romper el
adhesión personal al jefe de gobierno. Entre ellas, cabe destacar la ela- bloqueo del paso hacia el Norte.
borada en el seno de un grupo de conspicuos federales, quienes luego
de un supuesto intento de asesinato de Rosas, propusieron designar
como sucesora en caso de muerte del gobernador a su hija Manuelita.
Estos devaneos seudomonárquicos, inspirados en una especie de regla
de sucesión hereditaria a la criolla, aun cuando eran rechazados públi-
camente por su principal destinatario, ponen en evidencia el clima vi-
vido en aquellos años.
El orden y la paz alcanzados en Buenos Aires se extendieron al con-
junto de la Confederación. Los conflictos y las mayores amenazas luego
de 1843 estuvieron ubicados fuera de las fronteras de la república una-
nimista. Montevideo fue el centro de una disputa que involucró no sólo
a los exiliados y al gobierno de ese país sino, una vez más, a fuerzas ex-
trar~jeras. El sitio de la capital oriental mantenido por las tropas de
Oribe -que duró nueve años-- estuvo apoyado por la intervención de Combate de Obligado. Manuel Larravide, 1891, óleo sobre cartón.
Rosas al intentar bloquearla con su escuadra. Tal intervención desató la Colección Zurbarán, Buenos Aires. ,1'
reacción de Francia e Inglaterra que, en esta ocasión, decidieron llevar
a cabo un bloqueo conjunto para defender los intereses de los países Así, luego de 1848, el orden federal liderado por Rosas parecía inven-
neutrales, perjudicados en sus negocios con el puerto oriental. En tal cible. Las provincias habían sido gradualmente domesticadas -ya nadie
decisión influyeron las presiones ejercidas por los exiliados antirrosistas se atreVÍa a alzar la voz para reclamar una constitución- y en Buenos Ai-
en Montevideo. Ambas potencias le exigieron a Rosas el retiro de su es- res reinaba una paz que, si bien se asemejaba a la de los cementerios,
236 Historia de la Argentina, 1806-1852 De la república del terror a la crisis del orden resista 237
revelaba también cierta relajación de los controles, producto segura- La idea estacionaria, la idea española, saliendo de su tenebrosa guarida,
mente de la convicción de Rosas y sus más fieles seguidores de haber al- levanta de nuevo triunfante su estólida cabeza y lanza anatemas contra el
canzado la unanimidad tan buscada. Buenos Aires parecía gozar más espíritu reformador y progresivo:
que nunca de ser centro de una república no constituida. Pero su triunfo será efímero. Dios ha querido, y la historia de la
humanidad lo atestigua, que las ideas y !os hechos que existieron
La batalla de las ideas desaparezcan de la escena del mundo y se engolfen por siempre en.el
Así como, en esta última etapa, los desafíos armados al orden rosista abismo del pasado. como desaparecen una tras otra las generaciones.
procedieron de fuerzas externas a la Confederación, los que se libraron Dios ha querido que el día de hoy no se parezca al de ayer; que el siglo
en el plano de las ideas también tuvieron su origen fuera de las fronte- de ahora no sea una repetición monótona del anterior; que lo que fue no
ras. Encarnadas por quienes se habían exiliado, en especial en Uruguay renazca; y que en el mundo moral como en el físico, en la vida del
y Chile, las batallas intelectuales -que por cierto no estuvieron desvin- hombre como en la de los pueblos, todo marche y progrese. todo sea I
culadas de los movimientos militares organizados para poner fin al ré- actividad incesante y continuo movimiento.
gimen- se tradujeron tanto en virulentas diatribas contra Rosas como La contrarrevolución no es más que la agonía lenta de un siglo caduco,
en proyectos de país para cuando la caída del rosismo se concretara. Si de las tradiciones retrógradas del antiguo régimen, de unas ideas que
bien la propaganda antirrosista estuvo liderada, en un principio, por tuvieron ya compjeta vida en la historia. ¿Quién violando la ley de Dios
los emigrados de origen unitario, e incluso por los federales cismáticos, podna reanimar ese espectro que se levanta en sus delirios, envuelto ya
el protagonismo que fueron adquiriendo los jóvenes románticos a me- en el sudario de la tumba? ¿El esfuerzo impotente de algunos espíritus
dida que se vieron obligados a exiliarse fue notorio. En una primera obcecados? ¡Quimera!
etapa, la nueva generación condenó los peores resabios de la herencia La revolución ruge sordamente en las entrañas de nuestra sociedad. Ella
española al tiempo que procuraba diferenciarse de la generación pre- espera para asomar la cabeza la reaparición del astro generador de la
cedente, tanto en términos intelectuales -al recusar la matriz neoclásica patria; ella afila en la oscuridad sus armas y aguza sus lenguas de fuego
y materialista predominante en el período rivadaviano y absorber las en las cárceles donde la oprimen y le ponen mordaza; ella enciende
nuevas ideas del romanticismo, socialismo, sansimonismo y eclecti- todos los corazones patriotas; ella madura en silencio sus planes
cismo, entre otras corrientes- como en términos políticos -al pretender reformadores y cobra en el ocio mayor inteligencia y poderío.
superar la antinomia entre unitarios y federales para proponer una La revolución marcha, pero con griUos. A la joven generación toca
nueva concepción de lo que debía ser la nación-o El tema de la nación despedazarlos y conquistar la gloria de la iniciativa en [a grande obra de
fue central para esa generación, puesto que entre sus principales obje- la emancipación del espíritu americano, que se resume en estos dos
tivos, y en sintonía con los movimientos románticos del Viejo Mundo, problemas: emancipación política y emancipación social.
estaba el de alcanzar un profundo conocimiento de la realidad local en El primero está resuelto, falta resolver e[ segundo."
todas sus dimensiones para definir una identidad nacional, base de sus-
tentación del estado y de un país nuevo como el que se suponía debía Esteban Echeverría, fragmento del Dogma socíafista. Extraído de José
emerger luego de la revolución. Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: orígenes de la
Nación Argentina, Buenos Aires, Arial, 1997. ¿¡¡y
cooperó con los movimientos armados para derrocar a Rosas. A partir de que los que hasta hoy hemos hecho". Pero antes de aceptar la existen-
1842, el grupo comenzó a dispersarse geográficamente: no sólo Chile cia de este misterio, Sarmiento había intentado explicar el fenómeno
pasó a ser uno de los principales receptores de los jóvenes exiliados -aun~ rosista en su célebre ensayo Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo
que muchos quedaron en la más. convulsionada República Oriental, Quiroga, publicado en su exilio chileno en 1845. Entre las claves inter-
como fueron los casos de José Mármol, Bartolomé Mitre y Esteban Eche~ pretativas que ofreció a sus lectores -exacerbadas a través del uso deli-
verría-, sino que algunos comenzaron a emprender viajes más ambicio-- berado de un lenguaje destinado a la propaganda política- se revela la
sos, tanto a Europa como a los Estados Unidos: Domingo Faustino Sar- tensión de quien no podía más que admitir que Rosas era una excep-
miento,Juan Bautista Alberdi yJuan María Gutiérrez, entre otros. ción o una anomalía respecto de esa modalidad de caudillo que parecía
Las experiencias vividas en esas geografias fueron cruciales para quie~ imperar desde tiempo atrás. La diferencia que separaba a Rosas de los
nes estaban atentos a las novedades procedentes de otras latitudes y dis- demás caudillos del interior se plasmaba en el contraste con Facundo
puestos a adoptar aquellas que les resultaran funcionales a los proyec- Quiroga. Mientras Rosas era retratado como quien había sistematizaQ.o
tos de país diseñados en esos años. Para los que recalaron en Chile, la barbarie, premt?ditando todas sus acciones "salvajes" bajo una lógica
como los tres últimos personajes citados, la posibilidad de habitar en un de cálculo en términos de costos y beneficios, Quiroga representaba la
país que había alcanzado la estabilidad política bajo un régimen conser- espontaneidad animal del mundo ruraL Si Rosas simbolizaba la astucia
vador con un alto grado de institucionalización influyó notablemente sofisticada que sólo podía derivar de la civilización, el resultado -esto
tanto en sus perspectivas ideológicas hacia el futuro como en sus posibi- es, el rosismo- era u~ híbrido en el que se fusionaban ciudad y campo,
lídades de sobrevivir en el oscuro presente. Insertós en el aparato buro- civilización y barbarie.
crático chileno y profesionalizados de manera creciente en la actividad Sobre ese híbrido y sobre el diagnóstico de que el orden impuesto
periodística, los emigrados argentinos se destacaron por su capacidad por Rosas dejaba un legado imposible de ignorar debían construirse los
para absorber las más-modernas novedades literarias y filosóficas, 10 proyectos de un país futuro. Sin embargo, para que tales proyectos pu-
que, muchas veces, los llevó a chocar con sus pares chilenos, de un es- dieran encontrar canales de realización era necesario eliminar a quien
tilo cultural más tradicional y católico. Algunas de esas novedades eran dominaba la geografía y el escenario de la nueva y proyectada nación
incorporadas con entusiasmo, mientras que otras generaron una fuerte argentina.
reacción, como fue el caso de las revoluciones europeas de 1848 que,
especialmente en Francia, mostraron un rostro amenazante al expre- la batalla final: Caseros
sarse en un virulento conflicto sociaL Juan Manuel de Rosas fue destituido de su cargo de gobernador y en-
En un contexto tan cambiante a nivel internacional y aparentemente cargado de las relaciones exteriores, de la Confederación en febrero de
estancado en el interior de la Confederación, al promediar la década 1852, al ser derrotado en la'batalla de Caseros por las fuerzas aliadas de
de 1840, la esperanza de ver constituida la nueva nación argentina -ya Entre Ríos, Corrientes, Brasil y Uruguay, comandadas porJusto José de
plenamente madurada como proyecto de aquella generación, más allá Urquiza. Luego de haber dominado la Confederación argentina du-
de las diversas trayectorias individuales de sus miembros - parecía una rante más de dos décadas, su poder se desmoronó por iniciativa de un
quimera. Rosas había impuesto un orden que, según podían advertir líder federal del litoral que desde 1841 gobernaba la provincia de Entre
sus enemigos, no se fundaba sólo en el terror -tal como denunciaban Ríos. Urquiza, representante en su provincia de la unanimidad del régi-
en todas sus diatribas-, sino también en un consenso de difícil explica- men cuando asumió su cargo, se mantuvo leal a Rosas durante el trans-
ción. Sarmiento fue, sin dudas, uno de los que mejor pudo advertir esta curso de la década de 1840. Pero durante ese período, otros cambios
paradoja, cuando, al poco tiempo del derrocamiento del régimen ro- comenzaron a afectar de manera más silenciosa el orden impuesto
sista, afirmó: "Rosas era un republicano que ponía en juego todos los desde Buenos Aires. Mientras que la provincia hegemónica venía expe-
artificios del sistema popular representativo. Era la expresión de la vo- rimentando un exitoso proceso de expansión ganadera, en gran parte
luntad del pueblo, y en verdad que las actas de elección así 10 'muestran. gracias a la crisis que sufrieron con las guerras de independencia y las
Esto será un misterio que aclararán mejores y más imparciales estudios guerras civiles las provincias naturalmente destinadas a vivir un proceso
240 Historia de la Argentina, 1806-1852 De la república del terror a la crisis del orden rosista 241
similar, como eran los casos de Entre Ríos y la Banda Oriental, durante firma de los tratados que culminaron con el bloqueo anglofrancés, Bue-
los años 40, Entre Ríos lograba recuperarse económicamente de la de- nos Aires y el imperio brasileño quedaron libres para enfrentarse en el
vastación sufrida luego de 1810. Tal recuperación actualizó las viejas escenario siempre disputado: la Banda Oriental. Brasil apoyaba al go-
disputas entre la ex capital y el litoral. El monopolio ejercido por la pri- bierno de Montevideo; Rosas, a Oribe. La pretensión de Brasil en su en-
mera respecto al comercio ultramarino, la Aduana y la libre navegación frentamiento con Rosas era mantener asegurada su provincia más me-
de los ríos se convirtió, finalmente, en una de las causas detonantes del ridional, Río Grande do Sul, y lograr la libre navegación del rlo Paraná.
conflicto que derrocó a Rosas. Rosas evaluaba esta pretensión como una muestrámás de las apetencias
del imperio brasileño y de su ancestral deseo expansionista sobre el Rio
de la Plata.
A comienzos de 1851, las tensiones latentes confluyeron en un conflicto
abierto. Al rompimiento de relaciones entre la Confederación Argen-
tina y el Brasil se sumó el pronunciamiento de Urquiza del 12 de mayo
de 1851. Las bases de la coalición antirrosista quedaban configuradas.
Con el pronunciamiento, el gobernador de Entre Ríos aceptó literal-
mente el ritual de la, renuncia, tantas veces escenificado, en el que Ro-
sas declinaba la representación de las relaciones exteriores de toda la
Confederación. Urquiza reasumió tales' facultades, delegadas siempre
en el gobierno de Buenos Aires, y expresó su aspiración de ver consti-
tuido el país. Consciente' de que este gesto significaba una declaración
de guerra al régimen, el gobernador de Entre Ríos esperaba que el
resto de las provincias se unieran a su desafio. Pero sólo Corrientes se
adhirió al pronunciamiento, mientras en Buenos Aires el hecho fue
aprovechado, como tantas otras veces, para reavivar la movilización po-
pular en apoyo a Rosas. Urquizafue tildado de "loco" Yla ex capital vol-
vió a vivir las ya conocidas muestras de adhesión federal.
Sin embargo, esta vez, lejos consolidar el régimen, la alianza de Ur-
quiza con Corrientes y luego con Brasil y Uruguay, sellada a fines de
. mayo de 1851, darla por tierra con un gobierno que hasta poco tiempo
antes parecía destinado a perdurar.
La campaña militar se inició en Montevideo. A esa altura, algunos de
los exiliados, como Sarmiento y Mitre, se unieron al llamado "Ejército
Caricatura de la época. Sátira de Urquiza. Grande" comandado por Urquiza, como también algunos oficiales de--
sertores del e:jército rosista. Sin embargo, a medida que Urquiza se acer-
De hecho, la llamada "guerra grande" en Uruguay y el bloqueo anglo- caba a Buenos Aires, no encontraba más que una actitud hostil por
francés en Buenos Aires habían estimulado la economía entrerriana. parte de los pobladores de la campaña. Rosas no sólo poseía un ejército
Sus estancieros -entre los que se encontraba el propio Urquiza- se ha- muy poderoso, sino que seguía manteniendo en su provincia un apoyo
bían convertido en los proveedores de la sitiada Montevideo. Por ello, incondicional por parte de gran parte de la población. Finalmente, los
el gobernador más poderoso del litoral tenía sumo Ínterés en sostener ejércitos se enfrentaron a 30 kilómetros de Buenos Aires.
el tráfico costero con la capital uruguaya. Por otro lado, desde tiempo
atrás, Rosas mantenía con Brasil una situación conflictiva. Luego de la
,.
De la república del terror a la crisis del orden rosista 243
242 Historia de la Argentina, 1806~ 1852
En esta situación, a principios de este año, una parte del establecimiento, Epílogo
que consistía en una lechería subarrendada, pereció por incendio, con
ganados, útiles, y demás, según lo exp!ica el panfleto adjunto:
Este contraste fue repuesto en parte por el seguro que, si algo me ayudó
para devolver parte del capital invertido, al mismo tiempo me privó de la
principal entrada semanal para atender a !os trabajos y a mis mezquinos
gastos de subsistencia.
Mis apuros, en tal estado, eran ya en el mayor extremo.
En estos momentos pues. el auxilio que VE. ha puesto en mis manos
me ha tranquilizada, cuando con él salgo por ahora de lo más urgente. En 1852,]uan Bautista Alberdi, uno de los más conspicuos re-
De la verdad de este relato y de que hoy mi subsistencia sólo depende presentantes de la Generación del 37, publicó en ValparaÍso Bases y purt-
de mi trabajo personal diario son testigos el vecindario y el país entero tos de partida para la (ffganización política de la República Argentina. En esta
donde resido. Así puede sentir v.E. la conciencia y la satisfacción de que obra, inspiradora de la Constitución sancionada en 1853, afirmaba que
todo auxilio "en mi obsequio es acuerdo de verdadera caridad. en la ya no había lugar para una discusión sobre la forma de gobierno,
puesto que el republic;:anismo se había impuesto en los hechos, y pre-
adversidad de mi destino.
Mi gratitud para mis favorecedores es sin reseNa y nada podrá sentaba la disyuntiva entre "federación" y régimen de "unidad" como
satisfacerme más como poder obtener los medios de llenar mis una herencia del pasado que era preciso conciliar a través de mecanis-
compromisos, y de dar pruebas a V.E. de mi perdurable agradecimiento y mos de ingeniería constitucional. En el plano del régimen político y su
de mis verdaderos deseos de serIe útil.
distribución territorial, Alberdi postulaba que "la federación no será
Juan Manuel de Rosas"
una simple alianza entre provincias independientes", sino que "la Repú-
blica Argentina será y no podrá ser menos de un estado federativo, una
Extraída de MarceJa Temavasio, La correspondencía de Juan Manuel de república nacional, compuesta de varias provincias, a la vez indepen-
Rosas, Buenos Aires, Eudeba, 2005.4l?' dientes y subordinadas al gobierno general creado por ellas".
Si bien la indeten:ninación de los términos "federacíón", "confedera-
El fin del orden rosista abría una nueva etapa. Todo indicaba que, con la ción" y "sistema federal" parecía conservar aún cierta vigencia -puesto
desaparición de quien había obstaculizado la organización constitucio- que tanto el proyecto de constitución presentado por Alberdi en 1852
nal definitiva del país -que luego de tantos avatares parecía haber adop- como la Constitución sancionada en,1853 mantuvieron el nombre de
tado una geografía más o menos estable, identificada desde hacía varios Confederación Argentina utilizado durante el régimen rosista-, no ca-
años con la llamada Confederación Argentina-, el camino hacia su insti- bía duda de que, en ambos casos, se imponía un régimen federal de
tucionalización quedaba allanado. Sin embargo, éste demostró ser más gobierno, a semejanza del modelo de la Constitución Federal de los
sinuoso de lo que predeCÍan las versiones más optimistas. Las dificulta- Estados Unidos de 1787. El margen de autonomía de las provincias
des no derivaron sólo de los enconos y resentimientos, legado de tantos quedaba atenuado por una serie de atribuciones delegadas al gobierno
años de enfrentamientos facciosos y guerras civiles, sino de problemas central mientras que el fuerte presidencialismo era controlado en un
que, con la caída de Rosas, no habían quedado resueltos. Entre ellos, la aspecto fundamental: la Constitución de 1853, en su artículo 29, prohi-
dificil relación de Buenos Aires con el resto de las provincias seguía vi- bió la delegación de facultades extraordinarias y la suma del poder pú-
gente. Los debates abiertos en torno a la organizacíón nacional, aun blico, tanto por parte del Congreso al ejecutivo nacional como de las le-
cuando plantearon nuevos desafíos, no pudieron soslayar el dilema ya gislaturas provinciales a los gobernadores.
configurando con la revolución: defmir la distribución del poder entre Tal exclusión ponía de manifiesto la particular aversión dejada como
territorios ahora dispuestos a formar un estado y una nación argentina. herencia por el pasado inmediato y el dilema de asegurar que el go-
bierno central -y, en especial, el presidente de la república- se convir-
4
El apogeo del mundo burgués (1848-1914)
En la segunda mitad del siglo XIX, el mundo se hizo capitalista y una signifi-
cativa minoría de países se transformaron en economías industriales. Es
cierto que, por lo menos hasta 1870, Inglaterra mantuvo su primacía en el
proceso de industrialización y su indiscutible hegemonía dentro del área ca-
pitalista. La misma industrialización que -como veremos- comenzaba a gene-
rarse en el continente europeo amplió la demanda de carbón, de hierro y de
maquinarias británicas. Incluso, la prosperidad permitía una mayor demanda
de bienes de consumo procedentes de Inglaterra. De este modo, una rama
tradicional como la textil experimentó un notable progreso basado en la ma-
yor mecanización de la producción: entre 1857 y 1874 el número de telares
mecánicos se había elevado en un 55%. La minería y la siderurgia por su
parte también mantenían un elevado nivel de crecimiento: hacia 1870 toda-
vía más de la mitad de la producción mundial de hierro procedía de Inglate-
rra. Esta primacía industrial estaba además complementada con el predomi-
nio en el comercio internacional.
Sin embargo, la posición inglesa parecía amenazada. La misma “revolu-
ción industrial” había desencadenado procesos de industrialización en un
puñado de países europeos como Francia, Bélgica, Alemania, a los que pron-
to se agregarían otros, ubicados fuera de Europa, como Estados Unidos y Ja-
pón. Eran sin duda una minoría de países, en un mundo que continuaba
siendo predominantemente rural, pero sus efectos resultarían notables.
En Francia, durante el período del Segundo Imperio, al calor de la prospe-
ridad económica de los años 1850-1870 y por políticas que la favorecían, la
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unían Dover y Calais; en 1866, Europa y los Estados Unidos; en 1870, la red
llegaba a Oriente. El telégrafo tuvo una indudable importancia política y eco-
nómica. Permitía a los gobiernos comunicarse rápidamente con los puntos
más alejados del territorio y permitía a los hombres de negocios estar al
tanto de la situación de los mercados y la cotización del oro aún en lugares
muy distantes. Pero el uso más significativo del telégrafo ocurrió a partir de
1851, cuando Reuter creó la primera agencia telegráfica, configurando la no-
ticia. ¿Esto qué significaba? Que sucesos que ocurrían en los puntos más
lejanos de la tierra podían estar a la mañana siguiente, en la mesa del de-
sayuno de quien estaba leyendo el diario. De este modo, se daba algo que,
pocos años antes, estaba totalmente fuera de la imaginación de la gente.
La información estaba dirigida además al gran público -favorecida por los
progresos de la alfabetización- que permitía a la gente dejar de vivir en una
escala local, para vivir en una escala mayor, la escala del mundo.
Ver mapa 4.3. El mun-
En síntesis, esta revolución de las comunicaciones permitían transformar
do en movimiento.
al globo en una sola economía interactiva y darle al capitalismo una escala
mundial.
Pero al mismo tiempo el resultado era paradójico: cada vez iban a ser
mayores las diferencias entre aquellos países y regiones que podían acce-
der a la nueva tecnología y aquellas partes del mundo donde todavía la bar-
ca o el buey marcaban la velocidad del transporte. El mundo se unificaba pe-
ro también se agudizaban las distancias.
La expansión del capitalismo industrial también estuvo estrechamente
vinculado con una aceleración del progreso tecnológico. En efecto, cada vez
fue más estrecha la relación que se estableció entre ciencia, tecnología e in-
Ver Unidad 3. dustria. La Revolución industrial inglesa se había desarrollado sobre la base
de técnicas simples, al alcance de hombres prácticos con sentido común y
experiencia; en cambio, en la segunda mitad del siglo XIX, el avance de la
metalurgia, la industria química, el surgimiento de la industria eléctrica se
desarrollaban sobre la base de una tecnología más elaborada. Los “inven-
tos” pasaban ahora desde el laboratorio científico a la fábrica. Dicho de otra
manera, el laboratorio del investigador pasaba a formar parte del desarrollo
industrial. En este sentido, el caso del célebre Louis Pasteur (1822-1895) -
uno de los científicos más conocidos entre el gran público del siglo XIX- es
ejemplificatorio: atraído por la bactereología a través de la química indus-
trial, a él se le deben técnicas como la “pasteurización.”
En Europa, los laboratorios dependían por lo general de las Universidades u
otras instituciones científicas, aunque se mantenían estrechamente vinculados
a las empresas industriales; en Estados Unidos, en cambio, ya habían apareci-
do los laboratorios comerciales que muy pronto hicieron célebre a Thomas Alva
Edison (1847-1931) y a sus investigaciones sobre electricidad. Y esta relación
entre ciencia, tecnología e industria planteó una cuestión fundamental: los sis-
temas educativos se transformaron en elementos esenciales para el crecimien-
to económico. A partir de este momento, a los países que les faltase una ade-
cuada educación masiva y adecuadas instituciones de enseñanza superior les
habrá de resultar muy difícil transformarse en países industriales, o por lo me-
nos, quedarán rezagados. Y esto también permite explicar el atraso relativo que
Inglaterra comenzó a mostrar frente a Alemania donde los estudios universita-
rios fueron claramente orientados hacia la tecnología.
Y la clara vinculación entre ciencia, tecnología e industria también causó
un profundo impacto en las conciencias. La ciencia, transformada en una
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La “gran depresión”
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La Doctrina Monroe, que se expuso por primera vez en 1823, -y que se sintetizaba
en la consigna “América para los americanos”- expresaba la oposición a cualquier
colonización o intervención política de las potencias europeas en el hemisferio oc-
cidental. A medida que los Estados Unidos se fueron transformando en una poten-
cia más poderosa, los europeos asumieron con mayor rigor los límites que se les
imponían. En la práctica, la Doctrina Monroe fue interpretada paulatinamente co-
mo el derecho exclusivo de los Estados Unidos para intervenir en el continente
americano.
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FIELDHOUSE, DAVID decreciente de la tasa de ganancia que se daba en las metrópolis. De este
K. (1977), Capítulo modo, el “capital financiero”, producto de la fusión entre el capital bancario
4: “Interpretaciones políti-
cas, populares y periféricas y el capital industrial intentaba asegurarse el control de los mercados a es-
del imperialismo”, en: Eco- cala mundial. También hubo -y hay- teorías que interpretaban al imperialismo
nomía e imperio. La expan- buscando, sobre todo, criticar la interpretación marxista. Estas trataban fun-
sión de Europa, 1830-1914, damentalmente de negar las raíces económicas del fenómeno para buscar
Madrid, Siglo XXI, pp. 74-
101. explicaciones de otra naturaleza, estratégicas, políticas, culturales e ideoló-
gicas.
Sin embargo, independientemente de las opiniones que pueda provocar
la interpretación de Lenin, resulta indudable que sus mismos contemporá-
neos atribuyeron al imperialismo razones económicas. El británico liberal J.
Hobson (1900) partiendo del subconsumo de las clases más pobres inter-
pretaba al imperialismo como la necesidad de buscar mercados exteriores
en donde vender e invertir. Pero a diferencia de Lenin que presentaba al im-
perialismo un elemento estructural del desarrollo capitalista, Hobson consi-
deraba al fenómeno como una “anomalía” que era necesario corregir a tra-
vés del aumento de la capacidad de consumo de los trabajadores -ligado a
la función decisiva del gasto público- que permitiera un constante crecimien-
to y una regular absorción de la producción sin necesidad de recurrir a la ex-
pansión imperialista.
Como señala Eric J. Hobsbawm, el imperialismo estuvo ligado indudable-
mente a manifestaciones ideológicas y políticas. Las consignas del imperia-
lismo constituyeron -como veremos- un elemento de movilización de los sec-
tores populares que podían identificarse con la “grandeza de la nación
imperial”. Ningún hombre quedó inmune de los impulsos emocionales, ideo-
lógicos, patrióticos e incluso raciales, asociados a la expansión imperialista.
En forma general, en las metrópolis, el imperialismo estimuló a las masas -
sobre todo a los sectores más descontentos socialmente- a identificarse
con el Estado, dando justificación y legitimidad al sistema social y político
que ese Estado representaba. Pero esto no implica negar las poderosas mo-
tivaciones económicas de tal expansión. Sin embargo, según Hobsbawm, la
clave del fenómeno no se encuentra en la necesidad de los países capitalis-
tas de buscar nuevos mercados ni de nuevas áreas de inversiones, tal como
sostenía la teoría clásica de Lenin. En rigor, el 80% del comercio europeo -
inmportaciones y exportaciones- se realizó entre países desarrollados y lo
mismo sucedió con las inversiones que se efectuaban en el extranjero. De
este modo, la clave del fenómeno radica, desde la perspectiva de Hobs-
bawm, en las exigencias del desarrollo tecnológico.
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a ser fundamentales para las aleaciones de acero. En este sentido, las mi-
nas abrieron el mundo al imperialismo y sus beneficios fueron suficiente-
mente importantes como para justificar la construcción de ramales ferrovia-
rios en los puntos más distantes.
Independientemente de las necesidades de la nueva tecnología, el creci-
miento del consumo de masas en los países metropolitanos significó la rá-
pida expansión del mercado de productos alimenticios. Y ese mercado se
encontraba dominado por productos básicos como cereales y carne, que se
producían a bajo costo y en grandes cantidades en diferentes zonas de
asentamiento europeo en América del Norte y América del Sur, Rusia, Aus-
tralia. Pero también comenzó a desarrollarse el mercado de los productos
conocidos desde hacía mucho tiempo como “productos coloniales” o de “ul-
tramar”: azúcar, té, café, cacao. Incluso, gracias a la rapidez de las comuni-
caciones y al perfeccionamiento de los métodos de conservación comenza-
ron a afluir los frutos tropicales (que posibilitaron la aparición de las
“repúblicas bananeras”). En esta línea, las grandes plantaciones se trans-
formaron en el segundo gran pilar de las economías imperialistas.
Estos acontecimientos, en los países metropolitanos, crearon nuevas po-
sibilidades para los grandes negocios, pero no cambiaron significativamente
sus estructuras económicas y sociales. En cambio, transformaron radical-
mente al resto del mundo, que quedó convertido en un complejo conjunto de
territorios coloniales o semicoloniales. Y estos territorios progresivamente
se convirtieron en productores especializados en uno o dos productos bási-
cos para exportarlos al mercado mundial y de cuya fortuna dependían casi
por completo. Pero los efectos sobre los territorios dominados no fueron só-
lo económicos, sino que también afectó a la política y produjo un importan-
te impacto cultural: se transformaron imágenes, ideas y aspiraciones, a tra-
vés de ese proceso que se definió como “occidentalización”.
En rigor, el proceso de “occidentalización” afectó exclusivamente al redu-
cido grupo de la “elite colonial”. Algunos recibieron una educación de tipo
occidental conformando una minoría culta a la que se le abrían las distintas
carreras que se ofrecían en el ámbito colonial: era posible llegar a ser profe-
sional, maestro, funcionario o burócrata. Pero la creación de una “elite colo-
nial” occidentalizada también podía tener efectos paradójicos. En este sen-
tido, el mejor ejemplo lo ofrece Mahatma Gandhi: un abogado que había
recibido su formación profesional y política en Gran Bretaña. Sus mismas
ideas y su método de lucha, la resistencia pasiva, era una fusión de elemen-
tos occidentales -Gandhi nunca negó su deuda con Ruskin y Tolstoi- y orien-
tales. Munido de tales instrumentos pudo transformarse en la figura clave
del movimiento independentista de la India. Y su caso no es único entre los
pioneros de la liberación colonial. En síntesis, también el imperialismo creó
las condiciones que permitieron la aparición de los líderes antiimperialistas
y también generó las condiciones que permitieron que sus voces alcanzaran
resonancia nacional.
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produjo el cuadro de Manet, Desayuno sobre la hierba (1863), derivó del con-
traste entre la formalidad de los trajes masculinos y la desnudez de la mu-
jer. Si el mundo burgués, a través de la dualidad permanente entre espíritu y
materia, afirmaba que las mujeres eran básicamente seres espirituales, es-
to implicaba que los hombres no lo eran. De este modo, la atracción física
obvia entre los sexos encajaba dificultosamente en este sistema de valores.
Y la ruptura de estas normas podía llevar a la hipocresía, pero fundamental-
mente a la angustia personal. La represión de los instintos se consideró un
valor elevado sobre el que descansaba la civilización. Y sobre este principio,
Freud construyó su teoría.
Si, como ya señalamos, en el mundo burgués se consideraba que la cien-
cia era la clave de todo progreso y tenía la posibilidad de dar todas las res-
puestas, resultó indudable, durante este período, el descenso del peso de la
religión. Darwin había derrotado a la Biblia. Entre los varones de la burguesía,
el indiferentismo, el agnosticismo e, incluso, el ateísmo eran las actitudes do-
minantes. El progreso implicaba la ruptura con las viejas creencias y con las
Iglesias, consideradas baluartes del oscurantismo y la tradición. De este mo-
do, contra las Iglesias, y fundamentalmente la católica que se reservaba el
derecho a definir la verdad y el monopolio de los ritos de pasajes -como bau-
tismos, casamientos y entierros-, se elevó una ola de anticlericalismo.
En rigor, el fenómeno no fue exclusivo del mundo burgués. Las ideologías
de izquierdas -el marxismo, el anarquismo, el socialismo- compartían este
belicoso anticlericalismo. No fue por azar que un herrero socialista de la Ro-
maña, de apellido Mussolini, llamase a su hijo, Benito, en honor a Juárez, el
anticlerical presidente mexicano. Indiscutiblemente, la religión estaba en de-
clive también en las grandes ciudades que crecían rápidamente y donde, co-
mo las estadísticas lo demostraban, la participación en el culto parecía re-
traerse. No sólo la ciencia había abatido a la teología, sino que las
costumbres urbanas parecían alejarse de las prácticas y la moral religiosa.
Empero, las religiones persistieron. Entre la misma burguesía liberal co-
menzó a registrarse cierta nostalgia por las viejas creencias. En primer lu-
gar, el frío racionalismo liberal no proporcionaba un sustituto emocional al ri-
tual colectivo de la religión. Comenzaron entonces a surgir ciertos
“sustitutos”, como complejos rituales laicos -alrededor del Estado, por
ejemplo- y nuevas formas religiosas, más acordes a los nuevos tiempos. En
este sentido, resulta notable el desarrollo alcanzado por el espiritismo den-
tro del mundo burgués: en una época que descreía de los “milagros”, el es-
piritismo ofrecía la ventaja de asegurar una tranquilizadora supervivencia del
alma, sobre las “bases” de la ciencia experimental. Pero había algo más en
esa nostalgia de las religiones. En el mundo burgués, comenzó a valorarse
el papel tradicional de la religión como instrumento para mantener en el re-
cato a los pobres -y a las mujeres de todas las clases sociales- siempre pro-
clives al desorden. Las Iglesias comenzaron a ser valoradas como pilares de
la estabilidad y la moralidad frente a los peligros que amenzaban el orden
burgués.
Una clase irrumpía en este período como capaz de desafiar al mundo bur-
gués: la clase obrera. Y su importancia no era sólo cualitativa sino también
cuantitativa ya que, entre 1850 y 1880, esta clase representaba en toda Eu-
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ropa entre la cuarta y la tercera parte de la población. Sin embargo, si bien 4.8. La persistencia
con el ocaso del viejo trabajo artesanal y el paso del taller a la fábrica mo- del trabajo artesanal:
trabajo sobre metal,
derna, las condiciones de vida obrera habían tendido a uniformarse, aún se
1879.
trataba, en muchos aspectos y en muchos lugares, de una clase en forma-
ción. Como Federico Engels señalaba en La situación de la clase obrera en
Inglaterra (1845): “La condición proletaria no existe en su forma clásica
completamente acabada excepto en el Imperio Británico y en particular, en
Inglaterra”. En Francia, por ejemplo subsistía con tenacidad un artesanado,
organizado en gremios con costumbres y tradiciones que los constituían en
una especie de microsociedad.
De este modo, si bien era ya posible definir la situación de los obreros
desde el punto de vista económico -formación de un mercado de trabajo
asalariado, concentración en grandes centros industriales, trabajo disciplina-
do a máquina-, desde una perspectiva social, muchos de los trabajadores
aún no podían ser incluidos estrictamente dentro de esa definición económi-
ca de la clase obrera.
Sin embargo, pese a la variedad de situaciones, las condiciones de vida HOBSBAWM, ERIC
tendían a uniformarse: tras varias generaciones, los trabajadores acabaron (1987), Capítulo 9:
“La formación de la cultura
por acostumbrarse a la vida de la ciudad, una vida apartada de las tradicio- obrera británica”, en: El
nes rurales, siendo hijos de obreros y habiendo comenzado a trabajar desde mundo del trabajo, Barce-
su infancia. La clase obrera adquiría cada vez un perfil más definido. lona, Crítica, pp. 216-237.
Pero esta uniformidad no impide distinguir que la misma clase obrera dis-
taba de ser una clase homogénea. En la cúspide parecían ubicarse los obre-
ros “especializados” aquellos capaces de fabricar y reparar las máquinas.
Eran los que indudablemente recibían un mejor pago, los que se encontra-
ban en una mejor posición para “negociar” con los patrones. Muchos de
ellos aspiraban a “mejorar”: obtener las condiciones de vida de la pequeña
burguesía, lograr que sus hijos abandonaran el trabajo manual e ingresaran
entre los trabajadores de “cuello blanco” participando así de los sectores
“respetables”. Y, en efecto, la prosperidad del período, la alfabetización y el
desarrollo del sector terciario les permitió a algunos conseguir, sobre todo
en ciertos países como Inglaterra, lo que era considerado un claro signo de
ascenso social.
Por debajo de los trabajadores especializados, se ubicaba la gran masa
de los obreros y obreras de fábrica, con jornadas de trabajo de 15 o 16 ho-
ras diarias, con situaciones de trabajo precarias, bajo la amenaza de las pe-
riódicas crisis de desempleo. En Francia, por ejemplo, en 1857, la mitad de
los obreros debieron abandonar sus puestos de trabajo, mientras el precio
de los alimentos aumentaba bruscamente a raíz de las malas cosechas.
Dentro de esta masa obrera, tanto en Francia como en Inglaterra, todavía se
registraba una fuerte presencia de mano de obra femenina e infantil. En la
industria algodonera, por ejemplo, las mujeres ocupaban la mitad de los
puestos de trabajo y los niños una cuarta parte.
Pero había además, por debajo de la masa de obreros o obreras de fábri-
ca, un tercer escalón: los recién emigrados del campo. Fue el caso, por
ejemplo, de Irlanda que tras la crisis de la papa (1845) enviaba a Inglaterra
cada año 50.000 trabajadores nuevos. Eran quienes por su indigencia y su
resignación podían aceptar cualquier trabajo, por duro que fuese, a cambio
de un salario irrisorio. Pero, por esto mismo, cumplían un papel fundamental
en el desarrollo del capitalismo industrial: eran quienes, por su constante
oferta de mano de obra barata, contribuían a mantener el bajo nivel salarial.
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Eran muchas veces peones que no tenían un trabajo fijo, trabajaban esporá-
dicamente en la construcción de ferrocarriles, en la excavación de las gran-
des ciudades, en la descarga de navíos.
Indudablemente, en el mundo del trabajo las condiciones de vida eran di-
fíciles. Sin embargo, la prosperidad del período tendió a mejorar relativamen-
te estas condiciones. Hubo progresos en la seguridad e higiene del trabajo,
y comenzó a disminuir el empleo infantil. La jornada laboral tendió a reducir-
se, en parte por las presiones sindicales, pero también porque el aumento
de la productividad permitía que en un tiempo menor los obreros produjeran
más. En Alemania -y esta fue su originalidad- incluso la clase obrera mostra-
ba ventajas decisivas sobre las demás: desde 1880 y 1890 comenzaron a
implementarse sistemas de seguros en relación con situaciones de enfer-
medad, accidentes, invalidez y vejez; aunque también es cierto que la aplica-
ción de esta legislación social vio limitada su aplicación por la falta de ins-
pecciones adecuadas. De un modo u otro, en toda Europa, el capitalismo
desenfrenado tendía a suavizarse: comenzaba a admitirse que un obrero
cansado producía menos valor, que un niño deformado en las minas o en el
trabajo fabril nunca llegaría a ser un eficaz trabajador robusto.
Durante este período también aumentaron los salarios. Si bien para la
masa de obreros y obreras de fábrica este aumento implicó sólo un peque-
ño aumento sobre el costo de vida, benefició notablemente al sector de “es-
pecializados”: entre 1850 a 1865 los salario aumentaron en un 25% mien-
tras que el costo de vida ascendía un 10%. Y en esto, Karl Marx, en una
carta a Engels en 1863, encontraba una de las razones de lo que calificaba
el aburguesamiento de esa “aristocracia” del trabajo que aspiraba a “mejo-
rar”: “La larga prosperidad ha desmoralizado terriblemente a las masas”.
También hubo mejoras parciales en las viviendas y en las ciudades obre-
ras. En Francia, algunos empresarios protestantes de Mulhouse fueron res-
ponsables de la construcción de bloques de casas obreras, cómodas y sa-
nas, rodeadas de jardines. Pero estas expresiones paternalistas -que
también se podían registrar en Alemania- eran excepcionales. Fueron funda-
mentalmente las administraciones municipales -como en el caso de Inglate-
rra- las que empezaron a preocuparse por el urbanismo y a crear instalacio-
nes colectivas -iluminación, limpieza- que introducían progresos en la vida
cotidiana. En síntesis, la mejoría de las condiciones de vida fue indudable
pero también es cierto que fue un movimiento irregular que afectó funda-
mentalmente al sector de obreros “especializados.” Eran muchos los que to-
davía permanecían en el hacinamiento y la inseguridad.
Pese a las diferencias internas que se registran en el mundo del trabajo
¿es posible hablar de los “obreros” como una única clase?, ¿cuál es el ele-
mento que los unifica? Como señala Hobsbawm, pese a estas diferencias,
el artesano “especializado”, con un salario relativamente bueno, y el traba-
jador pobre, que no sabía dónde obtendría su próxima comida, se encontra-
ban unidos por un sentimiento común hacia el trabajo manual y la explota-
ción, por un destino común que los obligaba a ganarse un jornal con sus
manos. Se encontraban unidos también por la creciente segregación a que
se veían sometidos por parte de una burguesía cuya opulencia aumentaba
espectacularmente y se mostraba cada vez más cerrada a los advenedizos
que aspiraban al ascenso social. Y los obreros fueron empujados a esta
conciencia común no sólo por la segregación sino por formas de vida com-
partidas, no sólo en el espacio de la fábrica o el taller sino fundamentalmen-
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PALMADE, GUY (1978): importante cuota de influencia política: en el mundo rural ejercía un sólido
Capítulo 3: “La so- poder de hecho. En Francia, por ejemplo, si bien allí la nobleza había perdi-
ciedad y los grupos socia-
les”, en: La época de la bur- do antes que en otras partes sus privilegios legales, hacia 1870 ocupaba
guesía, Madrid, Siglo XXI, una décima parte de los puestos de alcaldes de pueblo.
pp. 133-164. En la segunda mitad del siglo XIX, la más poderosa e influyente de las
aristocracias europeas era, sin duda, la aristocracia inglesa. Era un grupo
Ver Unidad 3.
que había sabido adaptarse a la nueva situación, y que había hecho un si-
tio a la alta burguesía - a los gentlemen-, conformando poco a poco, sin
descartar diversas vías como la del matrimonio, una nueva elite dirigente
que asumió gran parte de las tradiciones aristocráticas. La aristocracia ale-
mana era mucho más conservadora pero también más débil que la inglesa,
entre ella sólo un grupo contaba, la nobleza prusiana de los Junker que
controlan una importante parte del suelo a donde habían podido introducir
un verdadero capitalismo agrario. Si bien no era una nobleza siempre anti-
gua -algunos burgueses habían logrado introducirse en ella por vía del ma-
trimonio o por compra de tierras- mantenía un cerrado espíritu de casta,
desprecio por la burguesía industrial y liberal, una actitud fuertemente con-
servadora en materia política y religiosa y gusto por el arte militar. Y tam-
bién era la que controlaba gran parte de los puestos de la administración
imperial.
En Francia, la aristocracia constituía una clase heterogénea en la que se
codeaban la nobleza anterior a 1789, con la creada por Napoleón I durante
el Imperio y la más reciente de la Restauración (1815-1830). Incluso, cerca
de ellos se ubicaban aquellos burgueses muy ricos que habían tomado la
costumbre de vivir como nobles: retirados en fincas campestres, transcu-
rrían sus existencias ociosas. Pero si bien el poder efectivo de la aristocra-
cia se había diluido después de 1830, continuaba manteniendo una impor-
tante cuota de prestigio social. De este modo, resultaba casi “natural”
confiarles el destino del país en las horas graves: frente a crisis sociales -
tanto después de la revolución del cuarenta y ocho como de los aconteci-
mientos de la Comuna de París (1871)-, los nobles ingresaron masivamen-
te en las Asambleas nacionales elegidos por el sufragio universal. Incluso,
hacia fines del siglo, si bien ya no ocupaban altos cargos administrativos,
de sus filas se reclutaban oficiales y embajadores.
Como señala Palmade, resulta curiosa esta supervivencia aristocrática
en el mundo burgués. Es tal vez una supervivencia que pone en relieve los
límites de la conquista burguesa. La burguesía experimentaba una especie
de complejo de inferioridad frente a las jerarquías heredadas del pasado. Y
más que derribarlas totalmente buscaba imitarlas e insertarse en ellas.
Aunque la burguesía poseía el poder económico, no titubeaba en conferir a
las antiguas elites cierta delegación del poder político y administrativo. Sin
embargo, tampoco hay dudas de que la aristocracia constituía una clase en
retirada cuya influencia decrecía paulatinamente hacia fines del período.
En la Europa de la segunda mitad del siglo XIX, el mundo campesino con-
tinuaba siendo una sólida realidad. En rigor, la excepción la constituía Ingla-
terra: el campesinado, hacia 1880, constituía sólo un 10% de la población
activa. Allí se había impuesto una empresa agrícola que ya no mantenía nin-
guna relación con las tradiciones rurales sino que era un apéndice del mun-
do urbano e industrial, obedeciendo a las normas de gestión de cualquier
otra empresa. De este modo, Inglaterra abría una vía que habrán de seguir
los países del continente europeo con un siglo de atraso.
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En los últimos decenios del siglo XIX, cabían pocas dudas de que el libe-
ralismo era el programa que se había impuesto en gran parte de Europa Oc-
cidental. Era además el programa que gozaba de mayor prestigio: se lo con-
sideraba una fuerza progresista, la única con posibilidades de éxito para
desplazar a los resabios del tradicionalismo. En rigor, casos como las mo-
narquías absolutas de la Rusia de los Zares y del Imperio austrohúngaro
eran casos extremos, excepcionales, y percibidos como anacrónicos. Pero
también es cierto que en Europa occidental, las fuerzas conservadoras, que
aún mantenían algunas posiciones de poder, no dudaron en alinearse para
atacar al liberalismo, considerado como una doctrina errónea y peligrosa,
que irremediablemente conduciría a la destrucción del orden social.
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Como señala Mommsen, mientras entre fines del siglo XIX y comienzos del si-
glo XX se conformaba la derecha que constituiría la principal amenaza al libe-
ralismo y la democracia, también dentro de la izquierda se agrupaban contrin-
cantes en un número cada vez más considerable. Como en los años
anteriores, las tendencias ideológicas fueron variadas: anarquistas y socialis-
tas, sindicalistas y reformistas debatían ardorosamente las formas que debía
asumir la liberación del proletariado del “yugo” de la sociedad burguesa. Sin
embargo, pronto el horizonte ideológico se clarificó: un socialismo de tipo
marxista se ponía a la cabeza de los distintos grupos de izquierda.
Había, por supuesto excepciones, en España, Italia y Rusia, es decir, so-
ciedades con un fuerte componente rural y escaso desarrollo industrial, el
“socialismo científico” de Marx y Engels, con su profecía del triunfo del pro-
letariado, tenía mucho menos cabida que la imagen de una sociedad des-
centralizada, con cooperativas agrícolas e industriales autónomas. De allí la
persistencia del anarquismo. También Inglaterra constituyó un caso aparte:
tras la derrota del cartismo, el movimiento sindical aspiraba a discretas re-
Ver Unidad 3. formas sin conmover el sistema establecido. Y esta tendencia quedó clara-
mente expresada en la orientación del Partido Laborista, fundado hacia fines
del siglo: política social reformista en el marco del sistema parlamentario y
apoyo recíproco entre partido y sindicatos.
240
El triunfo de Buenos Aires y la construcción del Estado argentino (1861-1880) 341
340 Historia argentina: una mirada crítica
A éste no le gustaban los candidatos que se estaban postulando V. Economía y sociedad (1860-1880)
(Mitre por el Partido Nacionalista, y Alsina, por el Autonomista) y
propuso a Avellaneda, que había hecho una brillante labor como mi- l. La Argentina en el mercado mundial
nistro de Instrucción Pública. Por la presión de Mitre, Avellaneda de-
La Argentina liberal posterior a Caseros había elegido insertarse en
bió renunciar al ministerio para iniciar su campaña por el interior. Al-
el1nercado n1undial a través dellibrecan1bio, con1o productora de ma-
sina se dio cuenta nuevamente de que, siendo su partido casi exclusi-
terias primas e importadora de productos elaborados. En ese momen-
vamente porteño, no podría ganar, y apoyó a.Avellaneda.
to en Europa se estaban desarrollando nuevas transformaciones en la
~n febrero ~e1874 se hicieron las elecciones para diputados, y en
industria, debido a la aplicación para la producción de adelantos cien-
abn_l para pr_es1dente. En las primeras hubo grandes discusiones por tíficos y tecnológicos n1ás o n1enos recientes; esto se conoció como la
las 1rregulandades en los comicios. El fraude y la violencia no eran segunda revolución industrial. La fuerza motriz que había generado el
nuevos en las elecciones. Se dictó una nueva ley electoral en 1873, movimiento de las máquinas de la primera revolución industriat el
donde se establecía que cada unidad, cada parroquia, juzgado de paz vapor, iba a ser reemplazado por la electricidad y el petróleo, aunque
o departamento constituían secciones electorales, donde se inscribían al principio en muy pequeña escala. En los antiguos territorios mexi-
l~s ciudadanos varones 1nayores de 17 años que supieran leer y escri-
canos conquistados por Estados Unidos en la primera mitad del siglo
bir; el voto no era obligatorio, y las mesas receptoras tenían demasia- XIX (Texas y California) se instalaron las primeras refinerías de petró-
das facultades para recibir o rechazar sufragios. El voto se expresaba leo. Las máquinas, de 1nayor precisión y automáticas, aceleraban la
en una boleta blanca donde constaba el non1bre del votante, número producción. Se perfeccionaron los métodos de producción del acero
de il:scripción en el Registro Cívico y a favor de quién se expedía. La por lo que se incrementaron extraordinariamente los productos fabri-
cantidad de sufragantes habilitados eran mínima, teniendo en ·cuenta cados en este 1naterial.
q_ue en ese momento el 77 % de la población era analfabeta (Panettie- Argentina no tenía esta tecnología, ni científicos ni técnicos forma-
n, 1982). El sistema se seguía prestando a maniobras para falsear los dos para estos saberes, y consideraba que dedicarse a la industria era
resultados. un esfuerzo excesivo, que requeriría de1nasiadas inversiones y ningu-
Si. bie~ en las elecciones presidenciales Avellaneda y Mariano na ganancia al principio. Por ello prefirió dedicarse a aquello en lo
Acosta tnunfaron ampliamente, los resultados fueron muy parejos en cual tenía la ganancia asegurada fácihnente: la agroexportación. Para
cuanto a la elección de diputados, y el Congreso tardó demasiado en no quedarse atrás en el uso del vocabulario industriat se hablaba, por
expedirse: la diferencia por la que ganó el autonomismo frente al na- ejemplo, de la "industria pastoril". Alberdi, como la 1nayoría de la
cionalismo era menor a 300 votos. Los nacionalistas comenzaron la gente de las élites dirigentes, propició la economía agropecuaria en
r~belión: José C. Paz publicó un manifiesto revolucionario en sep- aras de la división internacional del trabajo:
tiembre, y distintos militares se sublevaron, entre ellos los generales
Arredondo (Córdoba y Mendoza) y Rivas (en Azul, Buenos Aires). Son las campañas las que tienen los puntos de contacto y mancomuni-
Avellaneda debió asumir el 12 de octubre en medio de la sublevación dad con la Europa industrial, comercial y marítima, que fue la promo-
mitrista: a fines de ese mes el general Mitre se había puesto al frente tora de la revolución, porque son ellas las que producen las materias
primas, es decir, la riqueza, en cambio de la cual Europa suministra a
de: ~-ovimiento. Pero estos generales fueron vencidos por militares
la América las manufacturas de su industria. Las campañas rurales re-
mas JOVenes con nuevas estrategias: el teniente coronel Arias en Bue- presentan lo que Sudamérica tiene más de serio para Europa.
nos Ai::_es y el coronel_Julio A. Roca en el interior del país. El papel de-
sempenado por este ultimo en la derrota de los sublevados es uno de
los factores que lo llevó a su postulación para el siguiente período
presidencial.
El triunfo de Buenos Aires y la construcción del Estado argentino (1861-1880) 343
342 Historia argentina: una mirada crítica
Hasta mediados del siglo XIX resultó relativamente fácil ocupar La industria textil europea, especialmente la inglesa, estaba en ex-
un pedazo de tierra, debido a la existencia de una gran cantidad de pansión. Para proveer a sus industrias, necesitaba grandes cantidades
tierras públicas y a la falta de explotación de muchas tierras con due- de algodón, que importaba del sur de Estados Unidos, y de lana. Ha-
ño, quienes -aunque de mala gana- permitían ocupantes. Después de cia mediados del siglo XIX Argentina estába convirtiéndose en uno de
Caseros, las sucesivas administraciones favorecieron la propiedad sus proveedores de lana: Inglaterra en 1846 importó lana por el valor
de 29 millones de libras esterlinas. Con la guerra civil norteamericana,
privada de la tierra. Aunque algunos presidentes (como Sarmiento y
o Guerra de Secesión entre el este industrial y el sur esclavista y algodo-
Avellaneda) o gobernadores (como Carlos Casares) quisieran desa-
nero, Estados Unidos cesa sus exportaciones de algodón, por lo que
lentar la especulación y fomentar la colonización agraria al estilo nor-
crecen abruptamente las compras de lana argentina por parte de Ingla-
teamericano, el resultado de sus políticas estuvo lejos de aquel. mode-
terra, que en 1865 adquiere lanas por 161 millones de libras (Brai-
lo (Sábato, 1989). Sarmiento, por ejemplo, había propuesto la crea-
ción de centros agrícolas a lo largo del Ferrocarril Oeste, y Carlos Ca- lovsky, 1982).
La ganadería vacuna estaba en expansión, pero más lo estaba ·la
sares quería el asentamiento de población en zonas rurales, pero en
ovina: entre 1852 y 1853 se exportó lana por la cuarta parte del valor
cuarenta años sólo se fundaron las colonias agrícolas de Baradero,
de las exportaciones vacunas; en 1862/1863 ya lo había igualado, y en
Chivilcoy y Olavarría. Las urgencias fiscales llevaban muchas veces a
1872/1873 el valor de la lana superaba entre un 50 y un 60% a las ex-
la venta de las tierras a través de leyes poco elaboradas que en oca- portaciones de origen bovino. La mayor demanda de lanas trajo como
siones ni siquiera traían tantos recursos financieros y sí favorecían a consecuencias que se refinaran las razas y se les dedicaran los mejores
los latifundistas. Los especuladores compraban grandes extensiones campos, con pastos más tiernos, enviando a las vacas a los más leja-
de tierras en regiones de la frontera a muy bajo precio y, cuando és- nos. Se difundió el uso del alambrado, a fin de poder controlar mejor
tas se podían incorporar a la producción gracias a la extensión de las las majadas, y se pobló más la campaña, porque el ganado ovino re-
vías y 1o a las campañas contra los indígenas, las vendían con gran- quiere de mayor cantidad de mano de obra.
des ganancias. Es por ello que estos terratenientes presionaban a los Cuando hubo caída de precios de la lana, como consecuencia de
gobiernos para que pusieran en venta las tierras públicas. crisis europeas o de una mayor oferta por la incorporación de otro país
Hubo leyes de venta de tierras públicas en 1857 (cien leguas cua- productor, el efecto en nuestro país fue o bien mayor oferta de lana
dradas, o sea 2.500 km2), 1859 (otras cien leguas), 1864 (dos millones (para compensar la pérdida por el menor precio), o bien el sacrificio de
de hectáreas, que eran todas las tierras fiscales disponibles dentro de animales para vender sus cueros y sebo.
1~ línea de fronteras, pero el precio era muy alto, por lo que se ven-
dieron pocas), 1867 (casi un millón de hectáreas), 1871 (venta de tie-
rras fuera de la línea de fronteras, sin límite en cuanto a la extensión 4. La Sociedad Rural Argentina
a ~dquirir por cada particular) y 1878 (se ofrecían todas las tierras pú-
blicas, dentro y fuera de la frontera, para financiar las campañas con- Estados Unidos se había convertido en nuestro segundo compra-
tra los indios). Se daba prioridad a los ocupantes para adquirir hasta dor de lanas en importancia. Cuando finalizó la guerra civil nortea-
ocho mil hectáreas, pero el resto iba a remate, pudiendo los compra- mericana con el triunfo del este industrialista, Estados Unidos volvió
dores adquirir hasta treinta mil hectáreas en una misma sección. Con a venderle a Europa su algodón. Ante la crisis de 1866, impuso me-
las ventas de 1871 y 1878 se consolidó la concentración de la propie- didas proteccionistas para favorecer el desarrollo de la producción
d.~d en pocas manos, fenómeno que se dio en gran parte de la exten- ovina, asignando fuertes aranceles aduaneros (1867). Los precios de
swn al sur del río Salado (Sábato, 1989; Barba, 1997; Panettieri, 1982). la lana bajaron. Esta situación perjudicaba nuestra producción lane-
ra, que ya estaba dificultada por la crisis monetaria de 1865166: la
344 Historia argentina: una mirada crítica El triunfo de Buenos Aires y la construcción del Estado argentino (1861-1880) 345
suba del valor del papel moneda argentino había hecho que aumen- ción industrialista. El grupo estaba formado por jóvenes políticos, en
taran los costos con respecto a lo que se podía obtener por la venta general republitanos, que habían formado el Club Electoral: Del Valle,
de la lana en el extranjero, y las ganancias disminuyeran abrupta- Alem, Pellegrini, Rocha. Demostraban que el librecambio era la teoría
mente. que le convenía a Inglaterra mientras sus industrias fueran predomi-
Es por _esto que los ganaderos se plantearon medidas para mejorar nantes, pero que nosotros debíamos ser proteccionistas, como lo fue
y modernizar ~a ~xplotac_ión agropecuaria en nuestro país y lograr un Inglaterra en la época de Cromwell. A fin de sostener esta doctrina,
desarrollo capitalista. A fin de organizarse, fundan en 1866la Sociedad Carlos Pellegrini afirmó, en 1875:
Rural Argentina, con el objetivo de diversificar la producción. Como
resp~esta, se impulsó la industria lechera y la agricultura. Su primer [En el Parlamento Inglés] uno de los ilustrados defensores del libre-
presidente fue José Martínez de Hoz, pero quien n1ás se destacó en el cambio decía: "Que él quería, sosteniendo su doctrina, hacer de la In-
glaterra la fábrica del mundo y de la América la granja de Inglaterra",
se~tor de los nuevos ganaderos fue Eduardo Olivera, su secretario.
y decía una gran verdad, Sr. Presidente, que en gran parte se ha reali-
C?hvera fustigó c?ntra el librecambio -que en realidad siempre había
zado, porque en efecto nosotros somos y seremos por mucho tiempo,
s1do y pronto sena nuevamente la niíl.a mimada de los agroexportado- si no ponemos remedio al mal, la granja de las grandes naciones manu-
res- Y propuso la cría de distintos animales como el cerdo, la cabra de factureras (citado por Galletti, Ibarguren y Mallo, 1970).
~1;gora, aves de corral y gusanos de seda, así con1o también la planta-
Clan de bosques, que ayudaría a proteger la tierra contra la erosión Las industrias tradicionales argentinas en la década del 70 eran la
(~hiara1nonte, 1986). En los Anales, revista de difusión de sus ideas, se saladeril -que siguió exportando tasajo a los países esclavistas hasta
divulgan nuevas técnicas, modos de modernización de las estancias fines del siglo pasado-, la vitivinícola en la región de Cuyo y la azuca-
mestizaje del ganado y soluciones a problemas prácticos de los gana~ rera en Tucumán. La primera estaba en decadencia, porque su produc-
deros. Desde allí se promovió la industrialización de los productos ción era para abastecer un mercado externo cada vez más restringido:
agropecuarios a fin de abastecer el mercado local; se fomentó la ün- la esclavitud se estaba aboliendo en todos los países del mundo, y pa-
portación de maquinarias, equipo y capitales para desarrollar indus- ra los países "civilizados" no era un alimento apetecible. Las otras dos
trias extractivas y la exportación de minerales además de los tradicio- industrias dedicaban su producción al mercado interno. Ninguna de
n~l~~produc~~s agropecuarios (Galletti, Ibarguren y Mallo, 1970), y se las tres formaba parte del Club Industrial que se organizó en 1875 soli-
p1d10 pr~tecCion para la industria ganadera y rebaja de aranceles a sus citando la protección de sus industrias. Éste estaba compuesto por pe-
exportaciOnes. No es que hubieran dejado de ser liberales: esto res- queíl.ísimos industriales, "esforzados artesanos, extranjeros en su ma-
pondía a tma s_ituación transitoria; ni tampoco que estuvieran pensan- yoría, dueíl.os de talleres 1nanufactureros" (Galletti, Ibarguren y Mallo,
do_ e1: c/onvertirse en un país industrial. Pero al menos sus planteas 1970) pertenecientes a los rubros de alin1entación, calzado, vestido (y
~m~c.1d1an con los de aquellos industriales interesados en proteger las también artesanos y profesionales) que se quejaban de la falta de cré-
1nc1p1entes fábricas argentinas. dito por no disponer de la garantía requerida por el Banco. No consti-
tuían un grupo de presión a nivel económico, pero trataron de hacer-
se conocer a través del periódico El industrial. Allí exponían sus pro-
5. Las industrias y el proteccionismo blemas: falta de capitales, exceso de in1puestos, carencia de una edu-
cación técnica, preferencia de los consumidores por los productos ex-
A raíz de la crisis de 1866 se gestó entre los políticos un movimien- tranjeros y ausencia de una política aduanera proteccionista (Galletti,
t~ ~r?~ec~ionista,_ dirigido por Vicente Fidel López, que se opmúa a la Ibarguren y Mallo, 1970).
div1s10n InternaciOnal del trabajo planteada por Inglaterra. López era Entre los pioneros de la industria nacional y socio ftmdador del
desde 1874 el titular de la cátedra de Econo~ía Política en la Facultad Club Industrial, se destaca Bagley, que se había iniciado Inodestamen-
de Derecho (todavía no existía la Facultad de Ciencias Económicas) y te en 1864 con su licor Hesperidina, que vendía junto con galletitas pa-
tanto desde allí como desde su banca en el Congreso defendía la po~i- ra pron1ocionar la bebida (citado por Chiaramonte, 1986).
346 Historia argentina: una mirada crítica
El triunfo de Buenos Aires y la construcción del Estado argentino (1861-1880) 347
actuaciones, y eran castigados por los jefes o el caudillo en caso de sa- VI. Nicolás Avellaneda (1874-1880)
queos o violaciones a la propiedad privada. El caudillo debía procu-
rar que se mantuviera el orden establecido, para preservar la econo- 1. Conciliación y reconciliación en el autonomismo
mía regional. Por eso acusaban con tanta indignación al ejército na-
cional que los iba a reprimir y no respetaba nada. A veces eran tenta- Avellaneda había llegado a la presidencia con el aval de agrupacio-
dos por la paga para ingresar en los ejércitos unitarios o del gobierno nes políticas de diferentes provincias, y del autonomismo p~rte~~- No
nacional, pero también era frecuente que éste no cumpliera luego con formaban un partido político unificado, pero ésa era la asp1racwn de
sus compromisos. Avellaneda, que en su manifiesto del18 de marzo había afirmado que
En la provincia de Buenos Aires no era mejor la situación del gau- se habían refundido en él "importantes y numerosas fracciones políti-
cho. José Hernández, desde el periódico El Río de la Plata (1869), em- cas de Buenos Aires. Podemos ahora llamarnos un Partido Nacional
prende su defensa. Sostiene que hay que subdividir la tierra lo más sin que la geografía nos contradiga" (citado por Pannettieri, 1986).
posible y ocuparse de los pobres; que se deben fomentar también co- Avellaneda logró imponer su autoridad por la fuerza de las armas,
lonias con los gauchos y protegerlos contra el abuso de autoridad que y persiguió en Santiago del Estero a quienes habían sido un baluarte
cometen los jueces de paz o los comandantes de campaña. del nacionalismo mitrista. Sin embargo, para lograr una verdadera pa-
cificación, después de que el Consejo de Guerra condenó a los milita-
res sublevados al destierro, llevó adelante una política conciliadora
10. Los negros de Buenos Aires comenzando por conmutar las penas y luego promulgando una ley de
amnistía a los insurrectos.
En 1853 se había declarado la abolición de la esclavitud, cuando ya El Partido Nacionalista seguía en la oposición y en la conspiración,
los esclavos que existían tenían más de cuarenta años. Los hombres por lo que Avellaneda, de acuerdo con autonomistas moderados (co-
de color sufrieron los mismos abusos que el gaucho, siendo enrolados mo el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Casa:~s),
por la fuerza en las compañías de frontera para defender los intereses trató de limar las asperezas modificando la ley electoral. Se abollo la
de los ganaderos y latifundistas contra los indios. También fueron to- lista única, dando oportunidad a la oposición de obtener bancas en el
mados como soldados para la guerra contra el Paraguay, y sobreviven Congreso a pesar de no tener la mayoría y eligiendo representa~tes
muy pocos: la población de color en Buenos Aires está formada ape- por circunscripciones electorales, lo que le da~a mayores ~porturuda
des a partidos minoritarios que tenían mayona en deterrmnadas loca-
nas por unas seis mil personas. En 1871la fiebre amarilla hace estra-
lidades.
gos entre los más pobres, que tienen peores condiciones de vivienda
Finalmente, el mitrismo aceptó la conctliación. Se levantó el estado
y sanitarias: entre ellos están los negros (Rodríguez Molas, 1984).
de sitio, se reincorporaron los militares separados, e ingresaron alga-
Diezmados por las guerras o las pestes, los que sobrevivieron comen-
binete ministerial de Avellaneda figuras nacionalistas como Gutiérrez
zaron a luchar por sus derechos a través de periódicos como La raza
africana o sea El demócrata negro, o El Proletario. En la Constitución se y Elizalde. .. . . .~ ,
Pero no todos los autonomistas admitieron la conCihacwn: los mas
había reconocido finalmente la igualdad y libertad de todos los habi-
jóvenes y progresistas se separaron del autonomisn:o,_creando el Par-
tantes de la Nación argentina, pero en salones y cafés continuaba la
tido Republicano. Entre sus dirigentes estaban Anstobulo del Valle,
segregación. Actualmente muchos de sus descendientes, mezclados Leandro N. Alem, Roque Sáenz Peña, Lucio V. López, Pedro Goye~a,
por generaciones con otros criollos, mestizos e indios, ya no se distin- José M. Estrada, y contaban con el apoyo de Sarmiento, que afirmaba:
guen del resto de la población nativa.
Las conciliaciones alrededor del poder público no tienen más resulta-
do que suprimir la voluntad del pueblo para sustituirlo por la volun-
tad de los que mandan (nota en El Nacional, citada por Panettieri, 1986).
FRIVOLA Y CASQUIVANA, MANO DE HIERRO EN GUANTE DE SEDA
Una propuesta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina
Waldo Ansaldi*
Estimo conveniente una redefinición teórica del término oligarquía, con el objeto de
convertirlo en un concepto, en una categoría analítica. Consecuentemente, sostengo aquí que:
4) la dominación oligárquica puede ser ejercida por clases, fracciones o grupos sociales
(incluyendo redes familiares) diversos, v. gr., terratenientes no capitalistas, terratenientes
capitalistas, burgueses y/o una alianza de clases o fracciones de ellas;
3) exclusión de los disidentes o de la oposición considerada –con razón o sin ella– radical
o peligrosa y cooptación de los individuos (transformismo molecular) o grupos potables,
moderados o asimilables (transformismo orgánico);
10) frecuente organización del Estado como "Estado capturado", lo que se traduce, entre
otras consecuencias, en un Estado central, más que nacional, cuestión ésta que debe conectarse
con
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Bobbio, Norberto: "Oligarquía", en N. Bobbio y N. Matteucci (dirs.), Diccionario de
política, Siglo XXI Editores, México, 3ª ed., t. II, pp. 1118–1122.
La Argentina oligárquica
(1880-1916)
l. Paz y administración
capitales, de su tecnología, de sus industrias, de sus precios de cmn- e Las montoneras federales ya eran cosa del pasado: por la represión
pra, de sus préstamos y de los intereses fijados para éstos. Por supues- llevada a cabo durante la presidencia de Mitre, los movimientos
to, si se eligió la dependencia era porque le convenía a un importante que hubo en la de Sarmiento y Avellaneda no eran como para po-
sector de nuestra burguesía terrateniente: obtenían grandes ganancias ner en peligro la estabilidad institucional. .,
con facilidad y con poco riesgo. Es por eso que se habla de un nuevo • Se había arrebatado al indígena la inmensa extension de la pampa,
pacto colonial: la antigua sumisión a España se había trocado por otra a necesaria para el proyecto agroexportador que se es~aba desarro-
Inglaterra (Halperín Donghi, 1986). En esta época, Estados Unidos va llando. Faltaba tern1inar de apropiarse de la Patagonia y del Cha-
a luchar a brazo partido para conseguir un lugar en nuestro país, pe- co, para lo cual se dispusieron las fuerzas nacionales. .
ro todavía su influencia va a ser muy limitada. • La inmigración estaba aportando la mano de obra necesan~ par~ el
Sin embargo, no todo le saldrá bien a la oligarquía que es la dueña proyecto agroexportador: el país se autoabasteciendo. ~e trigo, e In-
de los destinos del país: si bien el pacto consistía en que las élites loca- cluso quedaban algunas cantidades para la exportacwn, que pron-
les produjeran las materias primas, los capitalistas extranjeros se van to, con la gran inmigración, se multiplicarían.
adueñando de las actividades vinculadas al transporte y a la comercia- • La crisis económica iniciada en 1873 se había ido superando, Y
lización, y luego también de gran parte de los medios de producción pronto se iniciaría (en 1882) una etapa expansiva sin precedentes.
(tierras, minas, fábricas). Según Halperín Donghi, en ciertas áreas de
An1érica, "ya hacia 1910, la alianza entre intereses metropolitanos y Pese a que Roca no tenía oposición -contaba con el apo~o de l.a ~i
clases altas locales ha sido reemplazada por una hegemonía no com- ga de Gobernadores de todo el país y había venc~do la res~s-tei:cia ~e
partida de los primeros". Y, para peor, las nacientes clases medias (sur- Buenos Aires-, prefirió reforzar su poder por medio de un eJercito au~
gidas, entre otros factores, de la inmigración y de la escolarización de más eficaz y adicto (para lo cual repartió tierras públicas e~tre los ofi-
grandes masas de población) solicitan, cada vez con mayor presión, la ciales que participaron en las campañas), y del avasallar~nento de l.as
participación en el poder político. Las clases altas, al fin de este perío- autonomías provinciales, centralizando aún más la ~utondad. de~ EJe-
do, van a tener que conceder una paulatina democratización. cutivo y consolidando el Estado nacional. Las. eleccwnes ~e siguieron
asegurando por medio del fraude y la violencia, y el Pa~tld~ ~utono
mista Nacional (PAN) se convirtió en una suerte de partido unico, do-
2. El régimen roquista minado por el presidente de la nación (Tur, 1971!. . , .
El Estado fuerte en manos de una oligarquia probntanica era la
Roca llegó al gobierno para consolidar ese futuro brillante que la condición necesaria para la expansión de los capitales ingleses en
oligarquía creía que tendría en sus manos para siempre. Era el proyec- nuestro país. Inglaterra lo apoyó con sus préstamos, que eran p~rt~ de
to de las élites que habían llevado a Sarmiento, Mitre y Avellaneda al la doble política imperialista: exportación de capita~es y for~a.lecimien
poder, y que a esta altura tenía ya muchos inconvenientes soluciona- to de los Estados nacionales incondicionales. Sarmiento, cntico ya del
dos, o en vías de solución: régimen en esta etapa, lo definió interpretando el lema "Paz Y Admi-
nistración" como "Empréstitos y remingtons".
• Se aprobó la cesión del municipio de Buenos Aires como Capital
Federal de la República Argentina. La capital de la provincia de
Buenos Aires sería una ciudad fundada a tal efecto: la ciudad de La 3. El proyecto de la generación del 80
Plata, cuya piedra fundamental fue colocada por el gobernador
Dardo Rocha en 1882. Estuvo lista como para que las autoridades Se conoce como generación del 80 a tm grupo de periodistas, po~íti
provinciales se trasladaran en abril de 1884. En 1887 se amplió el cos, escritores y científicos que comenzaron a destacarse en esta de~a
distrito de Capital Federal, cediendo la provincia los municipios de da. Si bien siguieron teniendo influencia personalidades de generacio-
Belgrano y San José de Flores, que pasaron a integrarse al área me- nes anteriores como Sarmiento (de importancia en el Consejo General
tropolitana. de Educación, quien murió en Paraguay en 1888), Mitre (que siguió en
374 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 375
periodismo, participando en la política y escribiendo historia hasta su nantes. Según Osear Terán (Terán, 1987), "el positivismo configuró la
muerte, en 1906) y Vicente Fidel López (continuó también con la re- matriz mental dominante durante el período 18.80-1910", aunque exis-
dacción de historia y falleció en 1903), ya no tenían un rol directivo. tiera una gran superposición de ideologías, y tomó el rol activo de le-
Entre los principales representantes de la denominada generación 11
gitimar un Estado fuertemente centralizado, consolidando la idea de
del 80" figuran Julio A. Roca, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana y nación. El pensamiento cientificista del positivismo no dejó de lado el
Roque Sáenz Peña, que llegaron a la presidencia; Eduardo Wilde, Mi- análisis de las trabas que se oponían al progreso, pero las diagnostica-
guel Cané, Onésimo Leguizamón, que defendían una política laicizan- ba teniendo en cuenta que la sociedad era un organismo vivo, y las di-
te; Pedro Goyena y José Manuel Estrada, que se distinguieron por su ficultades, enfermedades. Uno de los factores sociales que explicaban
defensa ~el catolicismo ante las leyes laicas; José María Ramos Mejía, el atraso era el racial: el evolucionismo darwinista aplicado a la socie-
Agustín Alvarez, Carlos Octavio Bunge y José Ingenieros, que se ins- dad humana creaba los argumentos racistas de la supervivencia de las
cribieron dentro del positivismo argentino; Aristóbulo del Valle y 11
razas más fuertes y de la influencia negativa de las razas inferiores",
Leandro N. Alem, que pasaron a la oposición del régzinen, fundando la como la negra, la indígena o sus variantes mestizas.
Unión Cívica Radical. De todos modos, el pensamiento racista no era unánime. Uno de
No todos los miembros de esta generación pensaban lo mismo; es los más preclaros pensadores americanos, el cubano José Martí, ya en
más, algunos se diferenciaban bastante, teniendo posiciones políticas esa época sostenía lo que hoy está comprobado científicamente: la ra-
confrontadas. Pero tenían algunas características comunes, como una za humana es una sola. Y afirmaba que las cuestiones raciales no tie-
ideología liberal en lo económico, acordando en la modernización del nen sentido, porque no hay razas, sino sólo modificaciones del hom-
país y en su inserción en la economía mundial teniendo un papel bre: "Enfermizos pensadores ... atan y enredan razas que no existen
agroexportador. En cuanto a lo político, la mayoría sentía que el papel más que en el papel" (citado por Stabb, 1969).
directivo debía seguir pasando por pocas manos, defendiendo una
postura oligárquica, para lo cual se continuaba empleando el fraude.
Otros sentían que estos métodos que llevaban a una democracia restníz- 4. La transformación argentina y los intereses extranjeros
gida no eran propios de una sociedad que se estaba modernizando, y
propugnaban una apertura electoral: algunos, pensando que de todos El proyecto agroexportador estaba inserto dentro de la economía
modos conservarían el poder (los notables); los otros, teniendo como mundial: proveer de materias primas a los países industrializados, ya
o?Jetivo que .el poder cambiase de manos, ampliándose la participa- sea para sus industrias o para su alimentación y contribuir como mer-
Cion a las recientemente surgidas clases medias. Quienes pensaban así cado a las compras de sus productos manufacturados. Pero necesitá-
recién lograron imponerse al final del período liberal conservador, para bamos transformarnos y modernizarnos para poder cumplir con ese
transformarlo en otro de democracia de masas. papel. Las innovaciones se fueron dando durante treinta años: la uni-
El positivismo1 (actitud filosófica que procura atenerse a los datos de ficación del país, con la pacificación a la fuerza bajo la ideología libe-
la experiencia y se opone al empleo ilimitado de la razón) vigente en ral; la conquista de nuevos territorios para expandir la agricultura y la
Europa se dio tanto en la Argentina como en otros países latinoameri- ganadería; el ferrocarril, para que la explotación de tierras con produc-
canos, cumpliendo el papel de interpretar a nuestra realidad nacional tos para la exportación fuera rentable; la inmigración, para que hubie-
y fundamentando ideológicamente la hegemonía de las clases domi- ra gente que trabajase esas tierras, instalar y manejar los ferrocarriles
y las nuevas herramientas y maquinarias que ayudaban a una mayor
producción. Todo con el concurso de los intereses europeos y nortea-
mericanos: los préstamos para equipar el ejército, los fusiles reming-
l. Sistema formulado por A. Comte, según el cual el hecho es la única realidad científica
ton para someter a los indígenas y a los rebeldes en general, los ferro-
Y la filosofía es la ciencia que coordina los resultados de las ciencias particulares (Biagini e~ carriles fabricados por los ingleses con la nueva tecnología siderúrgi-
Di Tella, 1989).
ca de la segunda revolución industriat las empresas comerciales y na-
La Argentina oligárquica (1880-1916) 377
376 Historia argentina: una mirada crítica
vieras, los bancos y las nuevas compañías que se instalaban de acuer- tencia fueron los argentinos, porque los ii1gleses seguían ganando con
do a la exportación de capitales del recienten1ente surgido capitalismo el transporte (Panettieri, 1986).
financiero oligopólico.
6. La red ferroviaria
5. El frigorífico: el retorno del vacuno
Los ferrocarriles experimentaron un crecimiento explosivo a partir
Las exportaciones de lana habían crecido, pero los precios habían de 1880: de 2.313 km la red ferroviaria pasó a tener 9.432 km en 1890
bajado. Por su mayor requerimiento en el exterior, en nuestro país la y 16.562 en 1900. La mayoría del kilometraje estaba ubi~ado en la re-
oveja había desplazado a1 vacuiLo de las mejores tierras, las más cerca- gión pampeana, convergiendo en forma de embudo hacm los puertos
nas al puerto. Pero esta situación empezó a cambiar cuando surgió el de Buenos Aires y Rosario, y algunas líneas hacia Bahía Blanca. J?u-
sistema de conservación por medio del frío. El primer buque frigorífi- rante la presidencia de Juárez Celman se privatizaron los ferrocarnles
co arribó a nuestra costa en 1876, y comenzó la transformación de que estaban en manos del Estado: el de la provincia de Santa F~. . a una
nuestra ganadería. Se inició un proceso de desmenízización: se comen- empresa francesa, y tanto el Andino y Central Norte (de la Nacio~) co-
zó a criar ovejas Lincoln, más importantes por su carne que por su la- mo el Ferrocarril Oeste (de la provincia de Buenos Aires) se enaJena-
na, en lugar de las Merino (para lana), que fueron desplazadas a laPa- ron a w1 consorcio británico. Esta transferencia del transporte estatal a
tagonia. compañías extranjeras perjudicó al país, ya que _ror un lado. aumenta-
Al principio el buque frigorífico empleaba un sistema de enjdado a ron las tarifas y los productos del interior (por eJemplo los vinos cuya-
cero grado, y a veces, si se producían demoras, se podía echar a per- nos) no pudieron competir con los extranjeros en la región dellit~ral;
der la carne; luego se inventó el congelado a temperaturas de menos por otro lado, el gobierno garantizó ganancias a las empresas pnva-
treinta grados, y se fue perfeccionando el sistema. Entre 1882 y 1884 se das, y éstas abultaban las cuentas de los gastos para que siempre los
instalaron tres frigoríficos: en San Nicolás (de capital argentino), en números les dieran a su favor.
Cainpana y en Avellaneda (ingleses). En esa prin1era etapa se prefirió
el ganado ovino por ser más convenientes los animales pequeños. Sin
embargo, todavía era más importante la exportación de tasajo de los 7. 1nmigración y expansión triguera
saladeros a países esclavistas y de ganado en pie a países limítrofes.
Cuando se cerró el mercado brasileño, se empezó a mestizar el gana- La expansión de las áreas cultivadas se desarrolló as~ciada a las ~o
do vacuno con la raza Shorthorn, y comienza la exportación de gana- lmuas agrícolas, y éstas se desarrollaron donde los gobiernos provin-
do en pie a Europa. Recién después de 1900 -cuando Inglaterra cierra ciales las protegieron: en Santa Fe, sur de Córdoba y E~t~e. ~íos. En
la in1portación de ganado en pie aduciendo una enfermedad vacw1a, Buenos Aires, los ganaderos estaban en contra de la subdivlsion de las
y sólo pern1ite animales congelados-, se instalan otros cinco frigorífi- tierras para la agricultura. En cambio, en Santa Fe ~abía. en 1889 n:ás
cos en nuestro país. Las exportaciones de la industria frigorífica, las de doscientas colonias agrícolas que cultivaban casi la mitad del tngo
carnes envasadas y el ganado en pie tuvieron el apoyo del gobierno, del total de la producción nacional. Fue desde el puerto de Rosario
con exenciones impositivas. En esta segunda etapa se emplazaron fri- que comenzó la exportación de trigo en 1878. Luego fueron s~rgiendo
goríficos norteamericanos, con mejores técnicas de congelado, aprove- allí mismo molinos harineros (casi todos a vapor), que fabncaban la
chamiento íntegro del animal y fabricación de subproductos; para li- harina cerca de las chacras, para facilitar el transporte.
quidar a la con1petencia inglesa y criolla, pagaron mayores precios por La transformación agrícola en la provincia de Buenos Aires se rea-
el ganado en una "guerra de las carnes", hasta que hicieron un acuer- lizó cuando se refinó el ganado vactmo, requiriendo mejores pasturas,
do en 1911 con porcentajes de los distintos sectores (con mayor pro- alambrados, aguadas, etcétera, comenzando las prácticas agrícolas ex-
porción para los norteamericanos). Los que perdieron en esta campe- tensivas con los alfalfares para alimentar los ganados, y continuando
378 Historia argentina: una mirada crítica
La Argentina oligárquica (1880-i916) 379
con el ~rigo. E~ poco más de diez años Buenos Aires pasó de cultivar ciques Calfucurá y Mariano Rosas, y llevándose los restos (por un in-
del1.8 Yo del tn?o (1895) al41 % (1908). Al implementarse un sistema
terés "científico") al museo de La Plata. Calfucurá era el que le había
r~tativo ~e cu~tivos para aprovechar mejor el suelo, también se empe-
solicitado a su sucesor no entregar Carhué; Mariano Rosas, el que ha-
zo a cultivar ~Ino (como oleaginosa) y avena (para forraje).
bía advertido: Hermano, cuando los cristianos han podido, nos han muer-
. Gran cantidad de c~lonos no accedían a la propiedad de la tierra,
lí
9. Los ingenios tucumanos bamos a la industritZ!ización porque nos conformábamos con proveer
materias primas y la democrtZcitZ lzbe;nl que pregonaban se practicaba
En Tucumán (provincia de la que son oriw1dos Roca y Avellaneda) sólo en fonna restringida. Entre los aspectos que sí se llevaron ade-
los grandes propietarios de ingenios son ayudados por una política lante, están algunos que habían comenzado a ser puestos en práctica
crediticia y aduanera que contribuye a su crecimiento, así como a la por Rivadavia, pero luego se frenaron, como la seculariztZción2 en los
progresiva monopolización del rubro: finalmente, en 1894 la produc- cementerios y la centralización de diversas instituciones en el Estado.
ción supera al consumo interno. El Centro Azucarero Argentino, que La Iglesia estaba encargada de registrar los nacimientos, las defun-
nuclea a los dueños de los ingenios, logra tarifas ferroviarias reduci-
ciones y los matrimonios; los maestros debían ser católicos, puesto
das. Con tanta protección del Estado, las ganancias son muy grandes.
que la enseñanza de la religión era obligatoria en las escuelas (excep-
Los pequei\os productores se transforman en simples proveedores de
to en las privadas, por lo que distintas colectividades extranjeras te-
caña para los ingenios; los cañeros trabajan en condiciones infrahuma-
nas, con salarios bajísimos, de sol a sol, sin atención médica y en for- nían sus escuelas particulares, donde se diftmdía su propio culto). Es-
Ina estacional. El pago con bonos a ser canjeados por mercadería en tas funciones, que ya existían en algunas instituciones provinciales,
proveedurías de la empresa los convierte en mano de obra semiescla- pasaron al Estado nacional: la Ley de Registro Civil (octubre de 1884)
va. Entre los trabajadores hay indios traídos de la Patagonia, además hizo que una institución nacional, con delegaciones provinciales, se
de gente del noroeste. hiciera cargo de la inscripción de los nacimientos y las defunciones;
la Ley de MtZtninonio Ciwl (1888) obligó a que los casamientos también
se realizaran por el registro civil. Por pocos votos, no se aprobó la ley
10. El desarrollo mendocino de divorcio, que sí se estableció en el Uruguay. El proceso de secula-
rización no fue tan completo en nuestro país como para separar Esta-
A la zona cuyana fueron a establecer sus bodegas muchos inmi- do e Iglesia, y el presidente de la república debió ser católico hasta la
grantes italianos, que se debieron esforzar para sacar gana~1cias: sus reciente reforma constitucional de 1994.
productos competían desfavorablemente en Buenos Aires con los im- La Ley 1420 de Educación Común estableció, entre otras disposicio-
portados, debido a las altas tarifas ferroviarias. Los bodegueros com- nes, la enseñanza laictZ (es decir, no religiosa, lo que no es lo mismo
pran uva a los propietarios que no tienen posibilidad de industriali- que "atea"). En algunas provincias se habían dictado leyes de educa-
zarla, pero no existe la concentración monopólica y el desarrollo tan ción, pero no había ninguna en común para toda la nación. Las pro-
notorio que se da en Tucumán. Sin embargo, aumentan mucho las vincias del litoral (no así las del interior, más conservadoras), que es-
áreas sembradas y los vinos mendocinos van ganando el mercado in- taban recibiendo un gran caudal inmigratorio, consideraban necesa-
terno.
ria una ley que estableciera la enseñanza laica en las escuelas del Es-
tado. En la década de 1860, en Santa Fe se había llevado adelante una
política secularizadora (que pasaba al Estado instituciones o tareas que
antes estaban en manos de la Iglesia, disminuyendo su poder y con-
11. la política laicista y la educación
trol sobre la soCiedad civil), pero después se había retrocedido en ese
aspecto (Puiggrós, 1996).
l. La centralización secularizadora
9. Los ingenios tucumanos bamos a la industrialización porque nos conformába1nos con proveer
materias primas y la democracia liberal que pregonaban se practicaba
En Tucumán (provincia de la que son oriundos Roca y Avellaneda) sólo en fonna restringida. Entre los aspectos que sí se llevaron ade-
los grandes propietarios de ingenios son ayudados por una política lante, están algunos que habían comenzado a ser puestos en práctica
crediticia y aduanera que contribuye a su crecimiento, así como a la por Rivadavia, pero luego se frenaron, como la secularizaczon2 en los
progresiva monopolización del rubro: finalmente, en 1894 la produc- cementerios y la centralización de diversas instituciones en el Estado.
ción supera al consumo interno. El Centro Azucarero Argentino, que La Iglesia estaba encargada de registrar los nacimientos, las defun-
nuclea a los dueños de los ingenios, logra tarifas ferroviarias reduci- ciones y los matrhnonios; los maestros debían ser católicos, puesto
das. Con tanta protección del Estado, las ganancias son muy grandes.
que la enseñanza de la religión era obligatoria en las escuelas (excep-
Los pequeños productores se transforman en simples proveedores de
to en las privadas, por lo que distintas colectividades extranjeras te-
caña para los ingenios; los cañeros trabajan en condiciones infrahuma-
nían sus escuelas particulares, donde se diftmdía su propio culto). Es-
nas, con salarios bajísimos, de sol a sol, sin atención médica y en for-
tas funciones, que ya existían en algunas instituciones provinciales,
Ina estacional. El pago con bonos a ser canjeados por mercadería en
pasaron al Estado nacional: la Ley de Registro Civil (octubre de 1884)
proveedurías de la empresa los convierte en mano de obra semiescla-
va. Entre los trabajadores hay indios traídos de la Patagonia, además hizo que una institución nacional, con delegaciones provinciales, se
de gente del noroeste. hiciera cargo de la inscripción de los nacimientos y las defunciones;
la Ley de Matninonio Ciwl (1888) obligó a que los casamientos también
se realizaran por el registro civil. Por pocos votos, no se aprobó la ley
1O. El desarrollo mendocino de divorcio, que sí se estableció en el Uruguay. El proceso de secula-
rización no fue tan completo en nuestro país como para separar Esta-
A la zona cuyana fueron a establecer sus bodegas muchos inmi- do e Iglesia, y el presidente de la república debió ser católico hasta la
grantes italianos, que se debieron esforzar para sacar gana~1cias: sus reciente reforn1a constitucional de 1994.
productos competían desfavorablemente en Buenos Aires con los im- La Ley 1420 de Educaczon Comzin estableció, entre otras disposicio-
portados, debido a las altas tarifas ferroviarias. Los bodegueros com- nes, la enseñanza lml..'a (es decir, no religiosa, lo que no es lo mis1no
pran uva a los propietarios que no tienen posibilidad de industriali- que "atea"). En algtu1as provincias se habían dictado leyes de educa-
zarla, pero no existe la concentración monopólica y el desarrollo tan ción, pero no había ninguna en común para toda la nación. Las pro-
notorio que se da en Tucumán. Sin embargo, aumentan mucho las vincias del litoral (no así las del interior, más conservadoras), que es-
áreas sembradas y los vinos mendocinos van ganando el mercado in- taban recibiendo un gran caudal inmigratorio, consideraban necesa-
terno. ria una ley que estableciera la enseñanza laica en las escuelas del Es-
tado. En la década de 1860, en Santa Fe se había llevado adelante una
política secularizadora (que pasaba al Estado instituciones o tareas que
antes estaban en manos de la Iglesia, disminuyendo su poder y con-
11. La política laicista y la educación
trol sobre la soCiedad civil), pero después se había retrocedido en ese
aspecto (Puiggrós, 1996).
l. La centralización secularizadora
2. La oposición católica está en discordancia con las presiones del sector católico conservador,
y continúa difundiendo sus opiniones sobre educación a través de El
Si bien la Iglesia como institución tomó una postura conservadora Nacional. ,
Í·
y opositora a las leyes que incrementaban el poder del Estado en des- El ministro de Educación, Pizarra, convocó a un Congreso Pedagógi-
medro de su área de influencia, no todos los católicos lo eran: había co, que se reunió en 1882 y fue inaugurado por el nuevo ministro que
n1uchos que estaban de acuerdo con una política más tolerante, más lo reemplazó, Eduardo Wilde. En realidad, el gobierno prefería no
progresista, que tuviera en cuenta los problemas de la sociedad. Sin debatir sobre enseñanza laica o religiosa, pero al ser planteada en el
e1nbargo, las voces católicas que más resonaron fueron las antagonis- Congreso la eliminación de la enseñanza del catecismo en las horas de
tas al proyecto oficial: Félix Frías, José Manuel Estrada, Pedro Goyena. clase, el sector católico se retiró al perder la votación. Se debatieron,
Los grupos católicos se expresaron a través de los periódicos La Unión entre otras propuestas, aspectos sobre centralización y descentraliza-
y La Voz de la Iglesia, y fundaron la Asociación Católica de Buenos Aires. ción de la enseñanza, el papel del gobierno nacional, las provincias y
Al ser la ley de educación nacional, no se pudo imponer directa- las municipalidades, la formación de los docentes, modalidades que
mente en el resto de las provincias, y la Iglesia presionó para mante- incorporaría el sistema educativo, salud y mobiliario escolar y la inje-
ner la enseñanza religiosa. En Córdoba, monseñor Clara, del obispa- rencia del Estado en los libros de lectura (Puiggrós, 1996). La ley 1.420
do, prohibió a los católicos enviar a sus hijos a la Escuela Normal don- de Educación Común, laica, gratuita y obligatoria se aprobó en junio de
de había maestras nortean1ericanas (no católicas); al ser separado Cla- 1884. La educación sería obligatoria para los niños de seis a catorce
ra por el gobierno, el delegado apostólico monseñor Matera intervino años de edad, se propiciaba la enseñanza mixta, se suprimían los pre-
en Córdoba, apoyando lo actuado por Clara. Tras un cruce de notas, mios y se desterraban los castigos aflictivos y humillantes, así como se
Matera fue expulsado por el gobierno, así como fueron suspendidos el imponía la vacunación antivariólica. En la ley se privilegió la centrali-
obispo de Salta, los vicarios de Santiago del Estero y de Jujuy, y los zación de la educación y su subordinación a la burocracia, a través de
profesores universitarios que habían protestado por la medida (entre un sistema de inspección. Organismos que no estaban dentro de ese
los que se encontraba José Manuel Estrada). La ruptura de relaciones esquema, como las sociedades populares de educación y las biblioteLtzS po-
con el Vaticano duró dieciséis años, hasta que fueron recompuestas en pulares, eran promovidos por la ley pero como organismos comple-
la segunda presidencia de Roca. mentarios. No se ocupó de la Enseñanza Media, que quedó sin una le-
gislación específica.
En 1885 se sancionó la ley Universitaria, n° 1.579, conocida como Ley
3. El Congreso Pedagógico y la Ley de Educación Avellaneda porque fue él quien la propulsó. Introducía los principios
de autonomía universitaria (aunque en forma parcial), la elección de
Si bien el ministro de Instrucción de Avellaneda había visto la ne- autoridades por parte de la comunidad universitaria, la formación de
cesidad de hacer una ley de educación acorde al modelo educativo li- una Asamblea Universitaria y de un Consejo Superior. El Poder Ejecu-
beral que se estaba difundiendo en el mundo (por el cual se establecía tivo Nacional conservaba para su manejo importantes atribuciones le-
una educación gratuita, obligatoria y laica), la necesidad fue imperio- gislativas, financieras y políticas.
sa cuando se capitalizó la ciudad de Buenos Aires y el gobierno nacio-
nal debió ocuparse de las escuelas que en 1880 entraban bajo su órbi-
ta. Continuaba rigiendo la ley de enseñanza de 1875, por la cual la 4. Debates en torno a la educación técnica
educación primaria era gratuita y obligatoria. Como primera medida,
el gobierno de Roca creó un Consejo Nacional de Educación y Sarmien- En la década del 80, mejorada la situación de los sectores agroex-
to, que hasta ese momento era Director General de Escuelas de la pro- portadores, había decaído el ímpetu proteccionista de la década ante-
vincia de Buenos Aires, pasa a ser Superintendente de Escuelas del rior, y no se fomentaba la industria. Sin industria, no tenía sentido la
distrito federal. Sarmiento luego se retira de la función pública porque enseñanza técnica. Sin embargo, el ministro Manuel Pizarra quiso di-
384 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 385
versificar los estudios secundarios, estableciendo escuelas de enseñan- quienes se beneficiaron extraordinariamente por su cercanía al poder,
za técnica y profesional en edificios diferentes de los orientados hacia ya sea mediante leyes que favorecían sus negocios, o directamente por
lo humanístico. Le solicitó asesoramiento a Sarmiento, superintenden- corrupción. Dio lugar a las privatizaciones de los ferrocarriles y otros
te general de Escuelas, pero éste desestimó el proyecto: emprendimientos del Estado:
[Argentina] no será en largo tiempo país industrial. Fáltanle brazos, La industria privada construye y explota sus obras con más prontitud
instintos o tradiciones industriales, carbón, caídas de agua y leña como y economía que los gobiernos, porque no se encuentra trabada como
motores. Cuando una industria ofrece utilidad se piden por el correo éstos por la limitación de los presupuestos y por las formalidades lega-
las máquinas y los maquinistas sobran para montarlas[ ... ] Una fábrica . les que impiden aprovechar los momentos oportunos y tomar con ra-
que se instale, construirá y compondrá máquinas de vapor sin necesi- pidez disposiciones convenientes (citado por Floria, y García Belsunce,
dad de que sean argentinos el director o los obreros mecánicos (citado 1971). '
por Tedesco, 1982).
Se privatizaban las empresas, pero el Estado seguía otorgando nu-
Sarmiento consideraba que era mejor invertir el dinero en asilos merosas concesiones para construir ferrocarriles, todas con garantía
para niños y jóvenes vagabundos y huérfanos. Pizarra insistió en su estatal de ganancias aseguradas, liberación de impuestos y cesión de
proyecto, pero tanto él como la solicitud de Roca en 1899 de que estu- tierras fiscales (Brailovsky, 1982). Según afirma Ricardo Caillet-Bois, el
vieran ligados la educación y la economía, creando escuelas prácticas, monto de la deuda interna y externa era importante, y su estado era
fueron desoídos por las cámaras. caótico en el momento de traspasarle el poder Roca a Juárez Celman,
pese a que el primero había afirmado que el país se hallaba en la eta-
pa más brillante de su historia (citado por Panittieri, 1986). Se fomen-
tó la especulación, y se aumentaron los empréstitos solicitados, ganan-
111. La Revolución del 90 do con ello un núcleo reducido de intermediarios y comisionistas.
Después de la caída del presidente, el Weekly Bulletin de Londres reve-
l. El Unicato de Juárez Celman ló que la Casa Baring le había pagado a Juárez Celman 100.000 libras,
y 80.000 a su ministro Wilde para obtener el contrato de obras sanita-
Cuando finalizaba la presidencia de Roca, en Buenos Aires prefe- rias (citado por Tur, 1971). Las consecuencias negativas de la política
rían un candidato porteño: Dardo Rocha, gobernador de Buenos Aires de esta oligarquía fueron concentrando las críticas opositoras a fines
y fundador de La Plata. Pero Roca impuso a su concuñado, el cordo- de la década del80.
bés Miguel Juárez Celman, que asumió en 1886. Éste había tenido fun-
ciones en la política provincial cordobesa, tomando medidas liberales
y secularizadoras, y luego pasó a ser senador nacional. Roca, conoci- 2. La crisis
do como "El Zorro// por su astucia, pensaba seguir manejando los hi-
los del poder a través del Partido Autonomista Nacional. Pero Juárez La especulación desenfrenada y la constante emisión de billetes es-
Celman quiso tomar también el control del PAN, por lo que se encon- taba produciendo inflación, pero no se tomaron medidas contra la
tró con la resistencia de Roca. Juárez Celman removió a los goberna- misma, porque beneficiaba a los exportadores agropecuarios, quepa-
dores provinciales que no le eran adictos, como en Córdoba, Tucumán gaban de este modo más barata la mano de obra. En la Bolsa de Co-
y Mendoza, desplazando las élites roquistas. Roca se alejó entonces mercio se especulaba con las acciones y el oro, que subían y bajaban,
del gobierno y del país, y Juárez Celman se transformó en el"único", enriqueciendo a algunos y quebrando las fortunas de otros. Cada vez
por lo cual su régimen se denominó popularmente Unkllfo. era mayor el monto de valores negociados: 1886, 177 millones de pe-
Si bien su política en líneas generales continuó con la trazada por sos; 1887,254 millones; 1889,432 millones (Brailovsky, 1982). Se hacían
Roca, se movió con un reducido círculo de influencias y favoritos, maniobras financieras para tratar de engañar a una mayoría, jugando
386 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 387
públicamente al alza de las acciones y clandestinamente a la baja, y ga- tóbulo del Valle (que representaba a sectores ganaderos, algunos ex re-
nar con la diferencia. En un momento el escándalo fue tal que el go- publicanos, no roquistas) y Leandro N. Alem (que era el portavoz de
bierno clausuró la Bolsa en 1889 mediante la policía armada con la pequeña burguesía urbana y estaba respaldado por orilleros). Tam-
remingtons. bién había otros opositores: los grupos católicos, contrapuestos a la
Los bancos contribuían a la situación, porque cada provincia y ca- política laicista, como Pedro Goyena y José Manuel Estrada, y los mi-
da grupo financiero tenía su propia máquina de imprimir billetes con tristas.
garantía de la nación; las emisiones eran autorizadas por el gobierno Un grupo de avanzada, constituido por jóvenes universitarios y
aun sin tener el debido respaldo en oro, porque se otorgaban présta- profesionales, formó la Unión Cívica de la Juventud con un mitin en el
mos a sus amigos. El dinero se aplicaba muchas veces a la especula- Jardín Florida (calles Florida y Córdoba) en septiembre de 1889. En
ción en tierras, cometiéndose en numerosas oportunidades fraudes. menos de un año pudieron juntar en un acto más de diez mil adheren-
Las condiciones para la crisis estaban dadas en la Argentina, cuan- tes (según algunas fuentes, al desfile concurrieron unas 30.000 perso-
do se desató en Europa. Una de las afectadas por la crisis fue la Baring nas), y el13 de abril de 1890 se constituyó la Unión Cívica como parti-
Bros. de Inglaterra, que se encontró en serias dificultades financieras y do político moderno. Quitaron "de la Juventud", formando una junta
consultiva con algtmos personajes famosos, entre los que se contaban
presionó a la Argentina para que le pagase lo adeudado. Al importar
Mitre, Bernardo de Irigoyen y Vicente Fidel López, una junta ejecuti-
Europa alimentos baratos, habían bajado los precios también de los
va presidida por Leandro N. Ale m, y una de propaganda,. con Luis
productos agrícolas de allá y también disminuyeron los salarios. La
Sáenz Peña. Querían sufragio sin fraudes ni violencias, verdadera au-
explotación que se estaba dando hacia la clase obrera y campesina eu-
tonomía para las provincias, plena vigencia de la Constitución. Como
ropea por parte de los grandes capitales, hizo que muchos optasen por
sabían que con ese gobierno sus objetivos nunca se cumplirían, se de-
emigrar hacia América en general, o se vieran involucrados en am-
dicaron a conspirar contra él. La crisis económica que se desató preci-
plios movimientos de protesta social. pitó el desencadenamiento de la revolución.
En 1890, los precios de nuestros productos de exportación bajaron
abruptamente (un 35 %) mientras que los de los artículos industriali-
zados se mantuvieron o subieron; si bien el monto total de las expor- 4. La revolución: un triunfo roquista
taciones no bajó tanto, esto se debió a que aumentaron muchísimo las
cantidades exportadas. El déficit comercial se seguía cubriendo con la El general Manuel J. Campos debía ser el jefe militar de la revolu-
contratación de nuevos empréstitos. ción. Una vez triunfante, las autoridades serían Alem como presiden-
El gobierno se justificó argumentando que la crisis era producto de te y Mariano Demaría como vicepresidente. Mitre, que prefería no ver-
los desajustes producidos por el vertiginoso progreso económico, la se involucrado en nuevos levantamientos en contra del orden estable-
expansión excesiva del crédito y la especulación. cido, optó por irse del país mientras se desarrollaba la revolución. No
estaba de acuerdo con Alem, ya que éste pertenecía al ala intransigen-
te del partido, y Mitre era conciliador.
3. La Unión Cívica La rebelión comenzó el26 de julio, pero no salió como estaba pre-
vista. Falló la conducción de Campos, quien fue acusado de haber he-
La política oligárquica de Juárez Celman había ido unificando a la cho un acuerdo con el mitrismo y 1o con Roca y Carlos Pellegrini (vi-
oposición de la pequeña, mediana y alta burguesía; las clases obreras cepresidente de Juárez Celman) quienes no estaban de acuerdo con el
se encontraban ausentes de este movimiento, comenzando huelgas en presidente y se verían muy beneficiados con su caída. Cerca de mil
contra de la carestía de la vida, la desvalorización del peso y las abru- personas estaban en la sublevación, entre civiles (que se distinguían
madoras jornadas de trabajo. A las reuniones en contra del juarismo por el uso de boinas blancas) y militares. Allí, por algún motivo, Cam-
asistían algunos grandes estancieros (como Pereyra Ira ola o Anchare- pos no atacó a las fuerzas gubernamentales, sino que los intimó aren-
na) que se sentían identificados con las denuncias efectuadas por Aris- dirse. La parálisis de los "rebeldes" llevó al ejército que defendía lapo-
388 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 389
sición oficial a la victoria, conducidos por el general Levalle (ministro décadas del siglo XX por nacionalistas xenófobos.
de Guerra) y Carlos Pellegrini. Hubo más de cien muertos y cientos de
heridos; los sublevados debieron firmar la capitulación. Si no podemos levantar ahora al pueblo de su postración, es porque no
Desde el Senado, se forzó la renuncia del desprestigiado Juárez hay pueblo. Los 200.000 extranjeros que residen entre nosotros no son
Celman. El senador Pizarra expresó que "¡La revolución está vencida, pueblo (El Nacional 7 de febrero de 1879).
pero el gobierno ha muerto!" Juárez Celman tardó unos días en acep-
El pueblo judío esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acu-
tar lo inevitable, pero finalmente renunció, el6 de agosto de 1890. Asu- mulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un
mió el mando su vicepresidente, Carlos Pellegrini, que debía completar ideal que baña escasamente el Jordán, y a la que no piensan volver ja-
el mandato hasta 1892. Julio A. Roca fue su ministro del Interior. Ha más[ ... ] ahora mismo, en la bárbara Rusia, como en la ilustrada Prusia,
sido un triunfo para ambos, sin haberse comprometido en contra de se levanta un grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogi-
las instituciones. do y carece del sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego a la
tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde
quiera que se producen (El Censor, 1886).
IV. Inmigración y política Estos conceptos venían de Europa, en donde se estaba formando la
base ideológica de la cual surgiría Hitler. Sarmiento no era el único
l. La inmigración no deseada que opinaba así; José Manuel Estrada y Julián Martel (en su obra La
Bolsa, que retrata el clima vivido en la crisis del 90), acusaban a los ju-
Los estadistas querían inmigración europea. Pero, después de díos "dueños de las finanzas". Ricardo Rojas, en su prólogo a Condi-
treinta años de política inmigratoria, entre la inmensa cantidad de in- ción del extranjero en América (1928), afirma elogiosamente:
migrantes que estaba llegando, había muchos "indeseables". ¿Por
El mismo que antes censuró nuestros defectos sociales en el indio, en el
qué? Los motivos variaban según el gusto. En ese momento, en Euro-
gaucho, en el español y en el criollo de las ciudades, para abrir paso a
pa se difundían las teorías raciales justificadas "científicamente" en el la inmigración, tuvo la suficiente libertad mental y acierto político pa-
darwinismo y en el evolucionismo cultural, que hablaban de "razas ra censurarlos en el "gringo", cuando la emigración ya realizada plan-
inferiores". Eran falsas, pseudo científicas, pero en ese momento mu- teó nuevos problemas morales a la nacionalidad argentina.
chos creyeron en esas teorías que respaldaban la dominación de un
grupo humano por otro. Unos hablaban contra los inmigrantes italia- Según Alberdi, no se debía buscar pobladores de la Europa del sur
nos y españoles, por ser más incultos; otros defendían justamente esa (España e Italia) porque esos vendrían solos; había que "hacerse po-
inmigración y atacaban la de los grupos que no tenían la misma reli- blar de preferencia por la Europa del Norte, si aspira a ser libre y rica.
gión que la mayoría de los argentinos (judíos o protestantes). Otros, Debe buscar su educación y desarrollo liberal en el trato saludable y
protestaban porque los inmigrantes no eran empleados sumisos sino fecundo de la Europa del frío". Antes de la conquista de Roca, había
altivos y orgullosos (no como "los viejos criados fieles que entreví en afirmado: "En vez de dejar esas tierras a los indios salvajes, que hoy
los primeros años en la casa de mis padres" o como "aquellos esclavos las poseen, ¿por qué no poblarlas con alemanes, ingleses y suizos?".
emancipados que nos trataban como a pequeños príncipes", según Las consecuencias de no llevar un control sobre los inmigrantes
Miguel Cané). Muchos, porque entre ellos venían sindicalistas, socia- que llegaban, eran negativas: "poblar es asolar".
listas y anarquistas a concientizar a los demás obreros, perturbando la
paz de los patrones con sus reclamos. Algunos, como Sarmiento en su Poblar es apestar, corromper, embrutecer, empobrecer el suelo más ri-
vejez, consideraban que tanta cantidad de inmigrantes podía poner en co y más salubre, cuando se le puebla con las inmigraciones de la Eu-
peligro nuestra nacionalidad. Sus argumentos, reunidos en el libro ropa atrasada y corrompida. Aunque la Europa sea lo que hay de más
Condición del extranjero en América, fueron utilizados en las primeras civilizado en la tierra, no es civilizado por eso todo lo que es europeo.
388 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 389
sición oficial a la victoria, conducidos por el general Levalle (ministro décadas del siglo XX por nacionalistas xenófobos.
de Guerra) y Carlos Pellegrini. Hubo más de cien muertos y cientos de
heridos; los sublevados debieron firmar la capitulación. Si no podemos levantar ahora al pueblo de su postración, es porque no
Desde el Senado, se forzó la renuncia del desprestigiado Juárez hay pueblo. Los 200.000 extranjeros que residen entre nosotros no son
Celman. El senador Pizarra expresó que "¡La revolución está vencida, pueblo (El Nacional 7 de febrero de 1879).
pero el gobierno ha muerto!" Juárez Celman tardó unos días en acep-
El pueblo judío esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acu-
tar lo inevitable, pero finalmente renunció, el6 de agosto de 1890. Asu- mulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un
mió el mando su vicepresidente, Carlos Pellegrini, que debía completar ideal que baña escasamente el Jordán, y a la que no piensan volver ja-
el mandato hasta 1892. Julio A. Roca fue su ministro del Interior. Ha más[ ... ] ahora mismo, en la bárbara Rusia, como en la ilustrada Prusia,
sido un triunfo para ambos, sin haberse comprometido en contra de se levanta un grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogi-
las instituciones. do y carece del sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego a la
tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde
quiera que se producen (El Censor, 1886).
IV. Inmigración y política Estos conceptos venían de Europa, en donde se estaba formando la
base ideológica de la cual surgiría Hitler. Sarmiento no era el único
l. La inmigración no deseada que opinaba así; José Manuel Estrada y Julián Martel (en su obra La
Bolsa, que retrata el clima vivido en la crisis del 90), acusaban a los ju-
Los estadistas querían inmigración europea. Pero, después de díos "dueños de las finanzas". Ricardo Rojas, en su prólogo a Condi-
treinta años de política inmigratoria, entre la inmensa cantidad de in- ción del extranjero en América (1928), afirma elogiosamente:
migrantes que estaba llegando, había muchos "indeseables". ¿Por
El mismo que antes censuró nuestros defectos sociales en el indio, en el
qué? Los motivos variaban según el gusto. En ese momento, en Euro-
gaucho, en el español y en el criollo de las ciudades, para abrir paso a
pa se difundían las teorías raciales justificadas "científicamente" en el la inmigración, tuvo la suficiente libertad mental y acierto político pa-
darwinismo y en el evolucionismo cultural, que hablaban de "razas ra censurarlos en el "gringo", cuando la emigración ya realizada plan-
inferiores". Eran falsas, pseudo científicas, pero en ese momento mu- teó nuevos problemas morales a la nacionalidad argentina.
chos creyeron en esas teorías que respaldaban la dominación de un
grupo humano por otro. Unos hablaban contra los inmigrantes italia- Según Alberdi, no se debía buscar pobladores de la Europa del sur
nos y españoles, por ser más incultos; otros defendían justamente esa (España e Italia) porque esos vendrían solos; había que "hacerse po-
inmigración y atacaban la de los grupos que no tenían la misma reli- blar de preferencia por la Europa del Norte, si aspira a ser libre y rica.
gión que la mayoría de los argentinos (judíos o protestantes). Otros, Debe buscar su educación y desarrollo liberal en el trato saludable y
protestaban porque los inmigrantes no eran empleados sumisos sino fecundo de la Europa del frío". Antes de la conquista de Roca, había
altivos y orgullosos (no como "los viejos criados fieles que entreví en afirmado: "En vez de dejar esas tierras a los indios salvajes, que hoy
los primeros años en la casa de mis padres" o como "aquellos esclavos las poseen, ¿por qué no poblarlas con alemanes, ingleses y suizos?".
emancipados que nos trataban como a pequeños príncipes", según Las consecuencias de no llevar un control sobre los inmigrantes
Miguel Cané). Muchos, porque entre ellos venían sindicalistas, socia- que llegaban, eran negativas: "poblar es asolar".
listas y anarquistas a concientizar a los demás obreros, perturbando la
paz de los patrones con sus reclamos. Algunos, como Sarmiento en su Poblar es apestar, corromper, embrutecer, empobrecer el suelo más ri-
vejez, consideraban que tanta cantidad de inmigrantes podía poner en co y más salubre, cuando se le puebla con las inmigraciones de la Eu-
peligro nuestra nacionalidad. Sus argumentos, reunidos en el libro ropa atrasada y corrompida. Aunque la Europa sea lo que hay de más
Condición del extranjero en América, fueron utilizados en las primeras civilizado en la tierra, no es civilizado por eso todo lo que es europeo.
390 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 391
Para las élites también fue negativa la inmigración en cuanto a que rio general a José Ingenieros. En su programa mínimo figuraba la lu-
sus hijos, ya argentinos, les estaban cuestionando el privilegio de go- cha por la jornada de ocho horas, mejores condiciones de trabajo, su-
bernar solos el país, muchos de ellos, educados por la escuela pública presión de impuestos indirectos (que gravan a toda la población, y que
y que habían ascendido socialmente debido a su constante trabajo. por consiguiente son más perjudiciales a los más humildes), estableci-
miento de impuestos a la gran propiedad y a la herencia, s.eparacjón
entre la Iglesia y el Estado, ley de divorcio y, finalmente, la "disolución-
2. Los socialistas en la Argentina del ejército y la entrega de armas al pueblo" que luego fue retirada del
programa. ·
También el socialismo fue introducido en nuestro país como un re- En 1904 Alfredo Palacios se convierte en el primer diputado socia-
flejo del pensamiento europeo. Cuando en Europa se estaba difun- lista en la historia argentina, electo gracias a que la ley electoral vigen-
diendo el socialismo utópico en la primera mitad del siglo pasado, Este-
te en ese momento establecía la representación por circunscripciones
ban Echeverría publicó su Dogma socialista (más que socialista, asocia- electorales, y él salió elegido por el distrito de La Boca (con gran can-
cionista, propio de los reformadores sociales de esa época). Con el sur- tidad de inmigrantes y descendientes de los mismos). En 1912, con la
gimiento del socialismo cientfflco (en 1848 se publica la primera edición
Ley Sáenz Peña, el Partido Socialista obtuvo dos bancas en la Cámara
del Manifiesto Comunista de Marx y Engels), sus ideales de una socie-
de Diputados: Alfredo Palacios y Juan B. Justo; en 1913 otras dos ban-
dad más justa para las clases trabajadoras fueron adoptadas por algu-
cas, y en 1914 lograron mayoría en Capital Federat con siete cargos.
nos intelectuales como Juan B. Justo y José Ingenieros, y por n1J.mero- Pero en el interior del país su doctrina no estaba difundida entre los
sos inmigrantes. El socialismo había surgido como respuesta a la ex- trabajadores, la mayoría nativos. Sin embargo, su victoria causó gran
plotación que los industriales ejercían sobre los obreros; sus adeptos alarma entre las élites dirigentes: los senadores (entre ellos un radicat
rechazaban la propiedad individual de los medios de producción y los José C. Crotto) se reunieron para tratar de buscar soluciones. Se pro-
abusos a los que los trabajadores eran sometidos por los capitalistas, y puso revisar la universalidad del voto establecido en la Ley Sáenz Pe-
luchaban por mejores condiciones de trabajo y de vida. En 1864 Marx ña, y calificar el voto de los extranjeros nacionalizados. Finalmente, es-
fundó en Londres la Pnínera Internacional, asociación de trabajadores tas reformas nunca fueron tratadas (Panettieri, 1896).
para difundir el ideario socialista y coordinar el accionar de las fuer-
zas obreras de todo el mundo. Las diferencias con Bakunin (fundador
del comunismo anárquico o anarquismo) hizo que ésta -se disolviera. La
3. Los anarquistas
Segunda Internacional surgió en París en 1889, sosteniendo la participa-
ción de los socialistas como partido político dentro de las reglas de
El anarquismo -que seguía los postulados de Bakunin- se comenzó
juego democrático: así se formó la socialdemocracia europea, de donde a difundir en nuestro país aproximadamente en 1870, entre los obre-
abrevó nuestro Partido Socialista, fundado en 1896.
ros de las "sociedades de resistencia", gracias a la propaganda de los
Antes de 1870 se destacó el periódico El Proletario; después, en destacados anarquistas europeos Enrico Malatesta y Pietro Gori. Con-
1890, el Club Socialista Alemán Vorwiirts fundó el Comité Internacional
sideraban que los socialistas, que confiaban en la acción legislativa,
Obrero, que ese año celebró por primera vez el acto del 1o de mayo en
eran "reformistas" no revolucionarios, por lo que pensaban que su ac-
nuestro país con la presencia de unos dos mil trabajadores. Se fundan
tuación dentro del campo "burgués" del Congreso era una traición al
en esta época los periódicos El Perseguido y El Obrero, correspondien-
proletariado. Ellos optaban por la acción directa y por la huelga gene-
tes a dos tendencias obreras distintas. En 1894 el médico socialista
rat a la que consideraban el método más eficaz para lograr sus objeti-
Juan B. Justo produce el periódico La Vanguardia, comenzando a orga-
vos. Trataban de que los obreros se organizacen en sindicatos o gre-
nizar el Partido Socialista en Argentina. Con las características de los
mios, "para combatir con.éxito a la clase capitalista".
partidos políticos modernos, se aprobó en un congreso la declaración
Su lucha era internacional: sostenían que "las fronteras· que sepa-
de principios y el programa mínimo, y se eligió como primer secreta- ran a los pueblos no tienen razón de ser para los que no reconocen otra
392 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 393
patria que el mundo entero, para los que no ven en los hombres naci- se difundió entre los trabajadores argentinos a principios de este siglo.
dos en otros países, enemigos, sino hermanos" (Matsushita, 1986). Disidentes con los socialistas, pensaban que ;¡los sindicatos y no el
Las diferencias entre los grupos anarquistas, socialistas y sindica- partido político son el arma principal de la lucha proletaria". A dife-
listas retardaron la organización del movimiento obrero. rencia de los anarquistas, les parecía válida la acción política para lu-
Las élites dominantes consideraban al anarquismo más como una char por mejores condiciones de trabajo -presionando para conseguir
"lacra social" que como una ideología política. En Europa y en los Es- leyes laborales-, pero sólo como un medio, sin comprometer la actua-
tados Unidos, los anarquistas habían asesinado, mediante atentados, a ción de los sindicatos con la lucha parlamentaria ni ser condicionados
primeros mandatarios de varios países entre 1881 y 1901 (el zar de Ru- por los partidos políticos. Es decir que "los sindicalistas no confiaban
sia, el presidente francés, la emperatriz austríaca, el rey italiano y un tanto en el parlamento como los socialistas, pero tampoco aceptaban
presidente norteamericano); aquí los anarquistas habían hecho atenta- el antipoliticismo del anarquismo, asumiendo una postura intermedia
dos, fracasando en el intento contra algunos presidentes, pero logran- entre ambas tendencias" (Matsushita, 1986). Esta corriente quiso unir
do su objetivo contra el coronel Ramón Falcón (quien murió junto a su al movimiento obrero, tratando de atenuar la lucha entre anarquistas
secretario), quien había sido responsable de la represión en Buenos Ai- y socialistas para lograr conquistas entre todos. Con este objetivo se
res. celebró un congreso en 1907, pero los anarquistas lo hicieron fracasar.
Dos años más tarde, se logró congregar varias entidades autónomas
con la UGT, por lo que se pasó a denominar CORA (Confederación
4. Las primeras organizaciones sindicales Obrera Regional Argentziza), pero la mayoría de los anarquistas siguió
en la FORA. La fusión de ambas entidades se logró recién en 1914, ba-
A fines del siglo pasado, nuestro país tenía un limitado pero inci- jo este último nombre y con predominio sindicalista.
piente desarrollo industrial. Tal como estaba ocurriendo en Europa,
los trabajadores comenzaron a agremiarse para protegerse entre ellos,
defender los salarios y mejorar las condiciones de trabajo. La primera 5. La Ley de Residencia
entidad obrera en Buenos Aires fue la Sociedad Tipognfjica Bonaerense
(1857) que veinte años más tarde dio lugar a la Unión Tipogrtfjica. Ésta En 1902 se organizó la primera huelga general. La respuesta del go-
organizó en 1878 la primera huelga de repercusión en el país. bierno (que había empleado en numerosos casos la represión violenta)
Pronto surgieron otros gremios, que fundamentalmente eran de fue primero declarar el estado de sitio y luego legislar en contra de los
ayuda mutua, aunque a fines del siglo se multiplicaron las huelgas. inmigrantes que habían participado de la huelga. Por la Ley de Reszden-
Entre las asociaciones constituidas en la década del 80 estaban la cia el Poder Ejecutivo tenía la atribución de expulsar del país a los ex-
Llnión Obreros Panaderos, Sociedad de Obreros Molineros, Unión Oficiales tranjeros que perturbaran el orden público, y de impedir la entrada a
Yeseros, Sociedad Obreros Tapzceros, Sociedad de Mayorales y Cocheros de aquéllos que por sus antecedentes pudieran ponerlo en peligro.
Tranvías, Sociedad de Resistencia de Obreros Marmoleros, La Fraternzdad El diario La Prensa, en 1903, comentó la forma en que actuaba Roca
(conductores y foguistas ferroviarios). En la década siguiente comen- con respecto a los obreros, contradiciendo lo que afirmaba en sus dis-
zaron las tentativas de reunir los sindicatos en una central obrera, con cursos.
la Federación de Trabajadores de la Región Argentziza (1891); tanto éste co-
mo otros intentos tuvieron efímera duración. La Federación Obrera Ar- Afirma el Presidente en su mensaje que el Gobierno aplicó con la ma-
gentina (FOA) creada por los anarquistas en 1901, cambió su nombre yor moderación el estado de sitio y la ley de extrañamiento, cuando los
por el de FORA (le agregó la palabra "Regional") en 1904. Los socia- hechos que son de notoriedad pública deponen que esas medidas fue-
ron en sus manos instrumento de terror, que la policía esgrimió, en
listas fundaron la UGT ( Llnión General de Trabajadores), pero en 1906
cumplimiento de órdenes superiores, con la arbitrariedad ~ás extre-
fueron desplazados de la conducción por los sindicalistas.
mada; cuando se impidió en absoluto el ejercicio del recurso de habeas
Los sindkalistas constituyeron una tercera corriente ideológica que
394 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 395
cOJpus, garantía suprema de la libertad individuat y se sustrajo de la no también "toda asociación o reunión de personas que tenga por ob-
jurisdicción de los jueces establecidos por la Constitución a los que jeto la propagación de las doctrinas anarquistas o la preparación e ins-
eran objeto de las persecuciones gubernamentales; cuando se probó en tigación a cometer hechos reprimidos por las leyes de la N ación, y la
repetidas ocasiones que los expulsados eran hombres tranquilos y la- autoridad local procederá a la disolución de las que se hubiesen for-
boriosos, arraigados de largos años en el país, padres de hijos argenti- mado e impedirá sus reuniones". Asimismo, se establecía la pena de
nos, y a pesar de todo se les arrancó de sus hogares y se condenó a sus muerte para los delitos que hubiesen producido la muerte, graduán-
familias a la más espantosa miseria; cuando muchos de los que sufrie- dose el resto de las condenas a reclusión entre uno y veinte años de
ron los rigores de esa ley de excepción acreditaron, al llegar a los pun-
prisión (Salas,1996).
tos de destino, que habían sido víctimas de una negra injusticia, y sus
clamores provocaron en todos los países cultos un movimiento univer-
sal de protesta; y cuando la crueldad y las arbitrariedades llegaron a tal
extremo que los mismos órganos oficiales hubieron de reconocer que la
ley adolecía de defectos, que convenía corregir, para cohonestar de es- V. La expresión de la nueva sociedad
ta suerte el uso apasionado y violento que se había hecho de sus dispo-
siciones draconianas (citado por Panettieri, 1982). l. La pintura
Hacia fines del siglo XIX muchos de los artistas formados en Euro-
6. La Ley de Seguridad Social (1910) pa estaban de regreso en la Argentina. La tendencia de ese momento
era mostrar temas de historia, de género costumbrista, de crítica so-
La celebración del 1° de mayo de 1909 terminó en una masacre cial. Muchas son pinturas realizadas en Europa, donde se daba un rea-
(ocho obreros muertos y cientocinco heridos). Los trabajadores res- lismo atenuado, alejado del impresionismo.
pondieron inmediatamente con una huelga general de siete días, y en Entre estos artistas se encuentra Reina/do Giudici (1853-1921) de
noviembre un anarquista asesinó al encargado de la represión, coronel quien una de las telas más recordadas es La sopa de los pobres (1894,
Ramón L. Falcón. El gobierno, que estaba preparando los festejos pa- MNBA). Esta obra fue pintada en Venecia, y antes de regresar a Bue-
ra la gran conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo, nos Aires obtuvo varios premios en Europa. Representa a un grupo de
no quería complicaciones, por lo que declaró el estado de sitio y habi- personas de diversas edades compartiendo una humilde comida ga-
litó un buque de la Armada como prisión para activistas políticos. nada con el duro trabajo. L~ego Giudici se dedicó a temas históricos y
Alentó los atentados contra los periódicos de izquierda La Protesta gauchescos, y a paisajes de las sierras de Córdoba. En un momento de
(anarquista) y La Vanguardia (socialista), pese a que este último había crisis, con huelgas y anarquismo, en que los inmigrantes se concentra-
rechazado la violencia como método de lucha (Salas, 1996). ban en Buenos Aires y sus alrededores, era importante volver a temas
La CORA llamó a la huelga general para forzar la derogación de la heroicos para afirmar la nacionalidad y lograr que los inmigrantes y
Ley de Residencia. Esto no se logró. Por el contrario, con la excusa de sus hijos (ya eran el34% de la población) se identificaran con su nue-
una bomba que fue colocada en el Teatro Colón (que según algunas va patria. ·
versiones de la época, habría sido colocada por el oficialismo para jus- Eduardo Sívori (1847-1918); hijo de comerciantes, se inició tardía-
tificar las leyes represivas), se sancionó rápidamente la Ley de Segurz'- mente en la pintura. Luego del primer aprendizaje en Buenos Aires,
dad Social. Entre los proyectos presentados en el Congreso, algunos viajó a París en donde residió durante ocho años. Allí pintó Le lever de
proponían que ntoda persona que profese ideas avanzadas en materia la bonne (El despertar de la criada, 1887, MNBA), donde una mujer
de organización social y anarquistas, sindicalistas" debían registrarse desnuda está retratada de forma naturalista, sin estilización, sentada
en la Policía; si no lo hacían, podían ser desterrados o ir prisioneros sobre la cama y comenzando a vestirse. Sívori donó esta tela a la So-
entre diez y veinte años. La Ley de Seguridad Social que se aprobó, ciedad Estímulo de Bellas Artes, pero no pudo ser exhibida pública-
más "moderada", no sólo prohibía la entrada de anarquistas al país si- mente para no provocar escándalo.
402 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 403
se ridiculiza el personaje y el acento del italiano (que habla el cocoli- VI. Desarrollo y crisis de la política oligárquica
clze), del español y del turco.
Carlos Mauricio Paclteco (1881-1924) introducirá en su sainete Los l. Presidencia de Carlos Pellegrini
disji-azados el personaje patético, el anti-héroe que deberá usar una
máscara para sobrevivir. Dará un paso hacia el grotesco, en cuyo gé- A fin de asegurarse la estabilidad de su gobierno, Carlos Pellegrini
nero se destacará Armando Discépolo (1887-1971). Él tomará estos mis- integró su gabinete con conocidas figuras de distinta extracción: el ex
mos personajes del sainete pero con una función trágica. Estos inmi- presidente Julio A. Roca (PAN), Levalle (el general que derrotó a la re-
grantes viven situaciones dramáticas en sus miserables entornos, en volución radical), José María Gutiérrez y Eduardo Costa (dos viejos
su lucha por sobrevivir, y también surgen conflictos generacionales mitristas), y el anciano historiador y economista Vicente Fidel López,
con los descendientes que buscan integrarse a una clase media na- cuyo hijo estuvo en la revolución. Para mostrar su buena voluntad ha-
ciente. cia la Unión Cívica, el Congreso aprobó el proyecto de ley de amnistía
Discépolo escribe su primera obra en 1910, Entre ellzierro, que es- para los revolucionarios presos presentado por Dardo Rocha.
trena Pablo Podestá. Hasta 1934 estrenará casi una obra por año, al- A fin de superar la crisis económica y pagar la deuda externa, Pe-
gunas en colaboración con su hermano Enrique Santos y con Rafael J. llegrini reunió a comerciantes, banqueros y estancieros y les solicitó
de Rosa. Entre sus obras más conocidas están los sainetes Mustojá y un empréstito interno, para devolver a corto plazo:
Babzlonia y los grotescos Mateo/ El organito/ Stifano y Relojero. Después
Necesitamos de ocho a diez millones de pesos para pagar en Londres
de 1934 se dedicó a la dirección escénica. Ausente durante años de las el 15 del corriente mes, es decir, de aquí a nueve días, el servicio de la
carteleras porteñas, se revalorizó su obra en las décadas del 70 y 80 deuda exterior y la garantía de los ferrocarriles: en el Banco Nacional
debido a nuevos intereses sociales y nuevas concepciones estéticas. no· tenemos nada; si no pagamos seremos inscriptos en el libro negro
de las naciones insolventes. Sólo la ayuda de todos los que están en
condiciones de hacerlo puede salvarnos: ¡reclamo de Uds. esta ayuda
7. El nacimiento del cine en nombre de la patria! Se trata de una contribución inmediata y reser-
vada, porque si divulgamos lo que pasa, agravaríamos con elpánico,
En 1896 se proyectaron en el Teatro Odeón de Buenos Aires las pri- hasta hacerlo incurable, el mismo mal que tratamos de remediar.[ ... ] El
resultado de la suscripción me dirá cuál es la confianza que inspiro y
meras películas de los hermanos Lumiere. El negocio del cine estaba
determinará mi aceptación o renuncia del gobierno (citado por
a cargo de comerciantes extranjeros quienes en 1897 proyectaron La Brailovsky, 1996).
bandera argentina, la primera película hecha en nuestro país. Durante
un decenio se filmaron actualidades tales como visitas oficiales, festi- Brailovsky supone que esta suscripción debe haber resultado un
vidades y tomas de paisajes. negocio redondo para quienes participaron en la misma, porque no
El cine con argumento comenzó con El fusilamiento de Don-ego en fueron publicadas las condiciones en que los particulares hacían este
1908, hecho al estilo de los dramas históricos que venían de Francia e préstamo al Estado, y porque logró convencer "en media hora" a los
Italia. El éxito de esta película mostró las posibilidades comerciales magnates, recaudando mucho más de lo solicitado.
del cine y se instaló el primer estudio. Para no gastar dinero hasta superar la crisis, se suspendieron las
La primera guerra mundial (1914-1918) trajo aparejada la menor obras públicas, como las del puerto de Buenos Aires, la apertura de
entrada de la producción cinematográfica europea, con lo cual hubo Avenida de Mayo, los edificios del Congreso y del Correo, y la exten-
más demanda del mercado argentino. Nobleza gaucha (1915), tomada sión de líneas ferroviarias (Panettieri, 1986).
de un episodio del Martín Fierro, tuvo buenas ganancias y alentó la Entre las medidas positivas adoptadas estuvo la fundación del Ban-
incipiente industria. co de la Nación Argenttíza, que resultó estatal y no privado porque en
medio de la crisis no hubo financistas argentinos ni extranjeros que
404 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 405
quisieran poner capital. Creó la Caja de Conversión para regular la ri- concurre Hipólito Yrigoyen, aclarando que va a título personal, sin re-
queza pública. Rescindió el contrato de obras públicas, que había fir- presentar a su partido), pero no se ponen de acuerdo. Yrigoyen mani-
mado Juárez Celman de forma poco conveniente para el erario nacio- festó que la reunión no tenía sentido y que lo único que debía hacer el
nal, así como también canceló las concesiones ferroviarias cuyos con- gobierno era garantizar la libertad electoral.
cesionarios no habían cumplido con algunas cláusulas del contrato. Surgió en ese momento el Partido Modernista con algunos ex auto-
También sacó de la venta las tierras públicas de la Patagonia. Por su nomistas, varios de ellos antiguos juaristas; su líder era Roque Sáenz
actuación en la presidencia, a Pellegrini (apodado u el Gringo" por ser Peña. A los dirigentes del PAN no les gustó esto, y Roca negoció con
hijo de un italiano) se lo apodó u piloto de tormentas". el padre de Roque, Luis Sáenz Peña, para que éste se presentase como
candidato de la conciliación (acuerdo Roca-Pellegrini-Mitre). Al acep-
tar, su hijo renunció a su propia postulación. A fin de asegurar el re-
2. Las maniobras de Roca y la Unión Cívica Radical sultado de las elecciones, y acusando a los radicales de conspirar en
contra del gobierno, Pellegrini impone el estado de sitio, manda dete-
La Unión Cívica había surgido en oposición a Juárez Celman, al- ner a todos los jefes radicales (menos a Yrigoyen), junto con los mili-
bergando en su seno a distintos sectores, entre ellos al conciliador mi- tares sospechosos de conspiración, y clausura periódicos y revistas sa-
trismo. Leandro N. Alem quería diferenciar el accionar de este nuevo tíricas. Así las cosas, el radicalismo se abstiene y triunfa la fórmula del
partido político de la política de los antiguos clubes, y evitar al mismo acuerdo, Luis Sáenz Peña-José Evaristo Uriburu.
tiempo los manejos de Roca. Por ello sugirió que se reuniera una Con-
vención Nacional en Rosario para designar a los futuros candidatos
para las elecciones presidenciales de 1892. La fórmula votada de este 3. La débil presidencia de Luis Sáenz Peña
modo fue Bartolomé Mitre-Bernardo de Irigoyen.
Como tenían posibilidades de· triunfar, y Roca quería evitar una Luis Sáenz Peña asumió en 1892 sin un partido político que lo res-
ruptura en la oligarquía que favoreciera justamente esa victoria, tuvo paldara, fruto de un acuerdo entre notables. Como presidente real-
wi.a reunión con Mitre donde le manifestó que el roquismo estaba de mente no tuvo poder, y es por eso que existió durante su gobierno una
acuerdo con su candidatura, pero no aceptaban la de Bernardo de Iri- figura similar a la de un primer ministro, encargado de la formación
goyen; el autonomismo proponía, en cambio, a José Evaristo Uriburú. del gabinete. Pero ni siquiera esta figura tuvo estabilidad: Quintana
El sector liderado por Alem se opuso al acuerdo concertado por el ocupó el cargo en dos oportunidades, Miguel Cané apenas unos días,
mi trismo. En junio de 1891 se hicieron dos reuniones paralelas, que se- y quien más se destacó en esa función fue Aristóbulo del Valle. Ha-
llaron la división de la Unión Cívica: biendo participado en la Revolución del90, Pellegrini supuso que es-
te personaje moderado de la oposición tendría el apoyo de cívicos y
• El mitrismo, que al aceptar el acuerdo conformó la Unión Cívica radicales. Del Valle solicitó la colaboración de ambos grupos, pero los
Nacional y proclamó la fórmula a Mitre-Uriburu. Se los denominó radicales se negaron a formar parte del gabinete, por querer acceder al
u cívicos". poder sólo a través de elecciones limpias (o de una urevolución", si lo
• La intransigencia, no acuerdista, dio origen a la Unión Cívica Radi- anterior no era posible).
cal; y eligió como candidatos a Bernardo de Irigoyen y Juan M. Ga- La situación del país era inestable, plagada de rebeliones provincia-
rra. Sus partidarios fueron apodados u radicales". les. Cuando, en julio de 1893 Leandro Alem fue electo senador por Ca-
pital Federal, el radicalismo supuso que ahora tendría la suficiente
Al haber dos fórmulas, iba a existir lucha electoral entre partidos, fuerza como para triunfar en una revolución.
que era lo que Roca quería evitar. Sin contar con el apoyo de muchos Las sublevaciones radicales empezaron en distintos puntos, triun-
autonomistas e incluso de algunos mitristas, Mitre renuncia a su can- fando en San Luis y en Santa Fe (tras una cruenta lucha, con cien
didatura. Pellegrini hace una reunión de notables en su casa (a la que muertos y muchos más heridos); en Buenos Aires, la situación fue más
406 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880-1916) 407
complicada, y Del Valle logró neutralizarla. provincia de Buenos Aires. Hay que tener en cuenta que dos grandes
Los revolucionarios tomaron preso a Pellegrini, pero Yrigoyen or- figuras (Del Valle y Alem) habían muerto en 1896. Gran parte de los
denó liberarlo. Los radicales le propusieron a Del Valle formar parte radicales estuvo de acuerdo con las paralelas (especialmente el mode-
del golpe, nombrándolo como presidente del nuevo gobierno, pero rado Bernardo de Irigoyen, llamado coalicionista), pero Hipólito Yri-
Del Valle no aceptó: uNo doy el golpe de Estado porque soy un hom- goyen se opuso. Debido a la intransigencia de muchos radicales y a
bre de Estado" (Floria y García Belsw1Se,1971). Sin embargo, debió re- los manejos de Pellegrini, la política de las paralelas fracasó: con el
nunciar a su ministerio Qunto con los demás miembros del gabinete) acuerdo de Pellegrini, Bernardo de Irigoyen fue elegido gobernador
por la oposición de Pellegrini y de Sáenz Peña. de la provincia de Buenos Aires, pese a que no tenía mayoría propia
Quintana asumió la función, y se encargó de la represión, impo- (habían ganado los cívicos).
niendo nuevamente estado de sitio, interviniendo las provincias su- La Unión Cívica Radical había dejado de existir, pero sus adeptos
blevadas y venciendo las nuevas insurrecciones radicales en Santa Fe continuaban nucleados en torno a Hipólito Yrigoyen, quien se encar-
y Tucumán (producidas en septiembre). Cuando hubo elecciones los gó de reorganizar el radicalismo constituyendo el Comité Nacional
radicales triunfaron en Catamarca y Buenos Aires (1893 y 1894), pero en 1904 y preparando la revolución de 1905.
no pudieron asumir al ser anuladas en el primer caso, y hecho un Gracias a sus maniobras, Julio A. Roca fue elegido sin problemas
acuerdo en el Colegio Electoral (elecciones indirectas) en el segundo. para una segunda presidencia, teniendo como vicepresidente a Quir-
Tras esto, el radicalismo vuelve a la conspiración. Cuando se proyecta no Costa. Te1úa mayoría propia en el Congreso: de 120 diputados, 80
en el Congreso la ley de amnistía para los radicales presos, ~áenz Pe- eran del PAN.
ña renw1cia porque no acepta amnistiar a los revolucionarios.
El conflicto con Chile no se había solucionado con el acuerdo firma-
El vicepresidente José Evaristo Uriburu asume la presidencia hasta
do en 1881, que el gobierno chileno había aceptado presionado por la
completar el mandato (1898). Durante su período, se realiza el Segun-
Guerra del Pacifico o Salitrera que estaba llevando contra Bolivia y Pe-
do Censo Nacional (1895), donde se vio que la población se había dupli-
rú.3 Las diferencias por la Puna de Atacama habían sido resueltas du-
cado desde la realización del primero, constituyendo los inmigrantes
rante el gobierno de Luis Sáenz Peña, dividiéndose el territorio de
casi w1 tercio del total de los habitantes. Con esos datos, se reforma la
Atacama por los más altos puntos de la cordillera. 4 Pero con respecto
Constitución (1898) para modificar la base de habitantes por diputado
a la delimitación del sur, donde se había acordado que la frontera pa-
(33.000 y fracción mayor de 16.500), y darle elasticidad a esta propor-
ción de acuerdo a futuros censos. saría por í/las altas cumbres que dividan aguas", la divisoria de aguas
no coincidía con las altas cumbres al sur del paralelo 40°. Los argen-
tinos tomaban como base a las vertientes que cayeran de las altas
4. El conflicto con Chile y la segunda presidencia de Roca cumbres, y los chilenos a la divisoria de aguas, quedando en disputa
94.000 km2 • Durante la presidencia de Uriburu se resolvió que la rei-
La nueva elección presidencial estuvo atravesada por el conflicto na de Inglaterra arbitraría si los peritos Francisco P. Moreno (argenti-
con Chile, que Roca supo aprovechar a su favor para ser nominado no) y Diego Barros Arana (chileno) no llegaban a entenderse. Mien-
candidato del PAN. En 1898los postulantes de este partido eran Ro- tras tanto, comenzaba la carrera armamentista entre Chile y Argenti-
ca y Pellegrini, pero debido a la posible guerra, y con la gran habili- na. En nuestro país se procedió a modernizar el ejército creando la Es-
dad de Roca para dirigirla y 1o negociar las condiciones de paz, Pelle- cuela Superior de Guerra que contaba con asesores alemanes (1899), de
grini le cedió el lugar. modo que numerosos oficiales viajaron a Alemania para perfeccio-
Mitre no estaba de acuerdo con una segunda presidencia de Roca, narse. En 1901 el Congreso sancionaba la Ley Orgánica del Ejército
y propuso a través del diario La Nación una "acción paralela" de la que imponía el servicio militar obligatorio o conscripción.
oposición, mediante el acuerdo entre cívicos y radicales. Esto fue cono- El presidente chileno Errazuriz era pacifista, aunque estaba pre-
cido como la política de las paralelas: los radicales impondrían su can- sionado por un importante sector belicista. Para forzar un acuerdo,
didato a presidente (Bernardo de Irigoyen) y los cívicos el suyo en la Roca le propuso un encuentro en el sur al que concurrieron ambos
410 Historia argentina: una mirada crítica La Argentina oligárquica (1880·1916) 411
alguien se levanta en ese momento y pregunta: ¿y de qué manera se va micios honorables. "Si el gobierno nos da garantías concurriremos a
a realizar ese programa? ¿Es acaso cobijando todas las oligarquías y las urnas."
aprobando todos los fraudes y todas las violencias?, ¿es acaso arrebatan- Enfermo de cáncer, Sáenz Peña debió delegar el mando en nume-
do al pueblo sus derechos y cerrando las puertas de toda reclamación? rosas oportunidades en su vicepresidente, hasta que murió en 1914.
Sin embargo, su obra más trascendental, llevada adelante a través de
Pero Pellegrini murió al mes siguiente, repentinamente (julio de tres proyectos de ley, fue concretada en febrero de 1912, con la promul-
1906). Ese año también murieron otros notables: Mitre en enero, Quin- gación de la Ley 8.871 de voto universal, secreto y obligatorio, conoci-
tana en marzo, Bernardo de Irigoyen en diciembre. Esto fue aprove- da como Ley Sáenz Peíia.
chado por Roca para perjudicar al Presidente: el accionar de los legis- La última ley electoral aprobada había sido la de 1903, por la cual
ladores roquistas en contra del Poder Ejecutivo inmovilizó el Congre- se había estable~ido que podía ser elector todo argentino mayor de 18
so. No daban quórum5 ni aprobaban el presupuesto. Figueroa Alcorta años de edad o ciudadano naturalizado que no tuviese incapacidades
optó por clausurar las sesiones extraordinarias; al negarse a hacerlo legales y estuviera inscripto en el Registro Cívico Nacional. Se imple-
los legisladores, intervino con el jefe de policía (Ramón Falcón) cerran- mentaba de este modo un padrón permanente, que se actualizaría ca-
do el Congreso. Los gobernadores de las provincias, temiendo tam- da cinco años. Se le entregaba al sufragante una libreta con varias ho-
bién la intervención, optaron por obedecer al Presidente, quien ahora jas en blanco, que era obligatoria para el desempeño de empleos pú-
sí tenía n1ayoría (1908). Figueroa Alcorta se abocó así a preparar los ac- blicos. En cuanto a los distritos electorales, proclamaba el sistema uní-
tos por el Centenario de la Revolución de Mayo, programado desde nominal: se dividía el territorio en tantas circunscripciones como can-
que asumió el poder. Quería mostrar al mundo que Buenos Aires era didatos a diputados hubiese, votándose de este modo sólo uno por cir-
la "París de Sudamérica" invitando a distintas autoridades a los feste- cunscripción. Éste fue el sistema por el cual Alfredo Palacios salió ele-
jos (concurrió sólo la Infanta Isabel de Barbón, tía del rey español Al- gido diputado por La Boca. Sin embargo, tuvo poca duración, cam-
fonso XITI) y a numerosas personalidades de las artes, ciencias y letras, biándose tras tres elecciones nuevamente por el sistema de pluralidad
realizando distintas exposiciones y ceremonias durante el año, ubican- de sufragios (cada distrito presentaba la lista completa de diputados,
do monumentos en distintos puntos del país y modernizando la ciu- y ganaba la lista que obtuviera mayor cantidad de votos).
dad de Buenos Aires. Para tener tranquilidad con respecto a la oposi- La Ley Sáenz Peña buscó perfeccionar este sistema. Por un lado, el
ción de los anarquistas y sindicalistas, optó por una represión brutal y padrón electoral se confeccionaría sobre la base del registro militar
un estado de sitio que duró cinco meses. Sin embargo, la iluminación (votaban sólo los varones). Por otro, el Poder Judicial Federal era el
de los edificios públicos sólo fue parcial, ya que fue saboteada por los que debía organizar y supervisar las elecciones. El sistema elegido fue
trabajadores eléctricos (Salas, 1996). de lista incompleta, mediante el cual se le daba un tercio de las bancas
a la minoría, siempre que hubiera tenido al menos un 25% de los vo-
tos. Es decir, ya la lista que obtenía el primer lugar no tenía todos car-
6. La Ley Sáenz Peña gos, sino que se admitía en parte al partido que salía segundo. Y, para
"crear al sufragante", ya que el pueblo, acostumbrado a que su volun-
El candidato de los notables triunfó sin oposición: los radicales pro- tad no era decisoria, no concurría a votar, se impuso el voto obligato-
clamaron la abstención electoral. Roque Sáenz Peña asumió el 12 de rio. El voto optativo o voluntario favorece a las oligarquías, ya que los
octubre de 1910, con Victorino de la Plaza como vicepresidente. Le ha- partidos con considerables medios económicos pueden movilizar ma-
bía propuesto a Yrigoyen integrar su gabinete con dos ministros radi- yor cantidad de votantes, haciéndolo sólo con los que son adeptos.
cales, pero él no aceptó, diciendo que no buscaba ministerios s.ino co- Esta ley se hizo pensando en que de este modo el radicalismo, ob-
teniendo la minoría, integraría el gobierno y dejaría de molestar con
4. Mayoría absoluta (la mitad más tmo) del total de los miembros de las cámaras, reque-
revoluciones. Cuando Sáenz Peña dijo "Quiera [mi país] votar", nun-
ridos para poder sesionar. ca pensó que sus opositores ganarían las elecciones.
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vieron un alto impacto en ciertas elites ilustradas que ya hacia 1918 comen-
zaron a incorporar a su lenguaje términos psicoanalíticos. Y este éxito se
debió no sólo a esta intención de develar lo oculto, de rescatar la importan-
cia de la irracionalidad, sino también porque Freud incluyó, como punto cen-
tral de su teoría, otra de las problemáticas que preocupaba a sus contempo-
ráneos: la sexualidad. Freud fue percibido como aquel que rompía con los
tabúes sexuales, que indagaba en un campo de la conducta humana que
también pertenecía al campo de lo oculto.
Si la aparición del psicoanálisis, con su eje en la importancia de la irra-
cionalidad, es uno de los indicios de la crisis de la identidad de la sociedad
burguesa, otro indicio de esta crisis lo encontramos en los desarrollos de la
sociología, a partir de los primeros años del siglo XX. Dos fueron los nom-
bres de los sociólogos más significativos: Emile Durkheim (francés) y Max
Weber (alemán). La principal pregunta que, cada uno por su lado, intentaba
responder fue ¿cómo mantienen la cohesión las sociedades cuando desapa-
recen de ellas los antiguos elementos de cohesión, como, por ejemplo, la
costumbre? La pregunta estaba referida precisamente a las sociedades de
masas y la preocupación fundamental era tratar de mantener bajo control
los cambios sociales, cómo manejar las situaciones de “anomia”, es decir,
de falta de normas. Y no es casual que ambos, Durkheim y Weber -pese a
ser hombres manifiestamente ateos- hayan centrado sus estudios en el te-
ma de la religión, para sostener que toda sociedad necesitaba de una reli-
gión o de un sustituto de religión para poder mantener su cohesión.
En síntesis, fue esta crisis de la identidad social lo que llevó a la espera de
un colapso expresado en la guerra o en la revolución y ambas llegaron final-
mente: la guerra en 1914 y la revolución en 1917. De allí la percepción de es-
tos años como una ruptura, como el fin de una época y el comienzo de otra.
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había limado las rivalidades, había puesto límites a la expansión. Sin embar-
go, la lógica de la acumulación capitalista era diferente a la lógica de la po-
lítica. La acumulación capitalista implica la ausencia de todo límite. Para la
Standard Oil, por ejemplo, su expansión dependía del control del petróleo es-
té donde esté, independiente de todo control diplomático y de toda zona de
influencia. La Standard Oil no buscaba petróleo en las zonas de influencia,
sino que procuró que el Estado estableciera su zona de influencia allí donde
hubiera petróleo. Dicho de otra manera, los antiguos límites impuestos por
la diplomacia tendían a desaparecer.
Dentro de esta lógica, la rivalidad de Gran Bretaña y Alemania se intensificó Ver mapa 5.1. La gran
cuando Alemania no respetó sus viejos límites de potencia continental y co- guerra
menzó la construcción de una gran armada que fue percibida como una
amenaza por el Imperio británico. En medio del clima de nacionalismos triun-
fantes, esta pérdida de límites transformó a las viejas rivalidades entre paí-
ses (como por ejemplo la de Francia y Alemania después la guerra de fran-
coprusiana) en dos bloques rígidos y cada vez más hostiles: por un lado,
Gran Bretaña, Francia y Rusia; por otro, Alemania y el Imperio Austro-Húnga-
ro (posteriormente durante el transcurso de la guerra, Estados Unidos e Ita-
lia se habrán de agregar a los primeros y Bulgaria y el Imperio otomano, a
los segundos).
En medio de una creciente tensión internacional, la crisis de los Balca-
nes encendió la pólvora. En 1908, el Imperio austro-húngaro había anexado
las provincias servias de Bosnia y Herzogovina. El 28 de junio de 1914, el
archiduque Francisco Fernando, sobrino del emperador Francisco José y he-
redero del trono, fue asesinado en Sarajevo, por los nacionalistas servios. El
incidente llevó entonces a que el Imperio austro-húngaro declarase la guerra
a Servia. Crisis políticas semejantes ya habían ocurrido y se habían zanjado
con pactos diplomáticos más o menos satisfactorios para las partes afecta-
das. Pero las intenciones de las cancillerías europeas de lograr un nuevo
equilibrio no funcionaron. Sería además demasiado simplista pensar que los
gobiernos estaban ansiosos por ir a la guerra para superar sus problemas
internos (en Francia, el debate por el servicio militar; en Inglaterra, la cues-
tión irlandesa). Lo cierto es que los países europeos se vieron atrapados en
una dinámica que los llevó a un enfrentamiento de proporciones inéditas.
Rusia, sostenida a su vez por las diplomacias británica y francesa, decla-
ró su apoyo a Servia. De este modo, el 28 de julio de 1914 cuando las tro-
pas imperiales atacaron el territorio servio, comenzaba la guerra, conocida
por sus contemporáneos como la Gran Guerra. Sólo en dos semanas cinco
millones de hombres habían sido movilizados, agrupados en unidades milita-
res, equipados para la guerra y enviados a las fronteras, en medio de un cli-
ma de patriotismo casi religioso. Las pocas voces que llamaban a la paz no
fueron escuchadas sino incluso violentamente silenciadas: Jean Jaurés, ca-
beza del Partido Socialista francés, fue asesinado por un fanático naciona-
lista (julio de 1914).
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En realidad, se esperaba que la guerra fuera muy breve. Cada uno de los
Estados Mayores había preparado un plan ofensivo que les permitiera ganar
una batalla decisiva en el menor tiempo posible. Pero en contra de lo espe-
rado, tras la batalla del Marne (septiembre de 1914) que estabilizó el frente
occidental, la guerra se prolongó hasta 1918. La moderna tecnología -la
aviación fue empleada en los últimos años del conflicto- o, para suplirla, in-
mensos contingentes de soldados (como los ocho millones de rusos en el
frente oriental) constituyeron la maquinaria más mortífera conocida hasta el
momento. De este modo, el fin del largo conflicto bélico mostraba a una Eu-
ropa destruida, con campos calcinados, ciudades desvastadas y una pobla-
ción marcada por la muerte: la guerra había cobrado más de ocho millones
de vidas.
Indudablemente, la vida en las trincheras para los hombres que habían
estado en el frente había sido muy dura. Pero la guerra también había afec-
Ver imágenes 5.1. y
5.2. sobre Las formas tado profundamente a la población civil. Y a medida que pasaba el tiempo y
de la vida cotidiana las condiciones se volvían cada vez más difíciles, las consignas nacionalis-
durante la guerra tas que habían apoyado al conflicto se volvían cada vez más vacías de con-
tenido. Para mantener la maquinaria bélica, los gobiernos necesitaban con-
trolar todo el aparato productivo. La economía de guerra implicó entonces
una estricta planificación -que se dio en Alemania en su máxima expresión-
que supeditaba el abastecimiento de la población a las necesidades del
frente. Pero también el bloqueo económico fue un arma de guerra. No sólo
se buscaba dificultar el aprovisionamiento de repuestos y suministros milita-
res al enemigo, sino también la extensión del hambre entre los civiles como
eficaz medio de desmoralización. La situación era tal que hasta para los
propios jefes militares resultaba evidente que no se podía sostener por mu-
cho tiempo el esfuerzo que la guerra implicaba: las protestas no tardarían
en llegar. Y así fue. Es cierto que, desde el punto de vista de la política in-
terna, los gobiernos trataron de mantener la paz interior para canalizar todas
las energías disponibles hacia la guerra. Pero esto no impidió que desde la
izquierda, se tratara de canalizar el descontento. En tal clima, en 1917, en
Rusia, estallaba la revolución: era el primer desafío abierto al capitalismo.
Las peores pesadillas de la burguesía parecían haberse cumplido.
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Ver Unidad 4. ese clima, en 1897, se fundaba el Partido Obrero Socialdemócrata ruso que
aspiraba, como su modelo alemán, a transformarse en un gran partido de
masas.
En 1905 estalló el movimiento que llevó a algunos teóricos del marxis-
Ver Unidad 4. mo, como Rosa Luxemburgo, a analizar el carácter revolucionario de las
huelgas. En efecto, en enero de 1905 (el “domingo sangriento”) una masiva
manifestación fue reprimida duramente por las tropas zaristas: el saldo fue
más de cien muertos y miles de heridos. La indignación provocó una ola de
huelgas en las ciudades y levantamientos campesinos. Carecían de objeti-
vos claros, pero una resolución de la Universidad de San Petesburgo -apro-
bada por unanimidad por alumnos y profesores- se los proporcionó: se exi-
gía la convocatoria a una asamblea constituyente, libertad de prensa,
derecho de asociación y de huelga.
Mientras el movimiento de protesta se profundizaba -comenzaron a orga-
nizarse los primeros soviets, es decir consejos elegidos por los trabajadores
en las distintas fábricas-, una serie de derrotas durante la guerra ruso-japo-
nesa mostraba las deficiencias internas del aparato estatal, sin que el go-
bierno zarista se atreviese a emplear la fuerza para reprimir. Ante la situa-
ción dada, el zar Nicolás debió hacer algunas concesiones, incluida la
formación de la Duma, la asamblea legislativa. Sin embargo, la composición
de esta permitía comprobar la ruptura entre la autocracia y la sociedad. La
elección -179 representantes del Kadete, 94 representantes campesinos,
18 socialdemócratas y solo 15 fieles al zarismo- mostraba el abismo que
se abría entre la Duma y el Zar. Ante la situación, Nicolás II no dudó. Una
vez que hubo contado con capacidad represiva, disolvió la Duma para convo-
car otra de clara composición aristocrática (1907).
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pobres urbanos era conseguir pan y de los obreros, mayores salarios y jorna-
das de trabajo reducidas. Y en cuanto al 80 por ciento de la población rusa
que vivía de la agricultura reclamaba, como siempre, la tierra. Y todos coin-
cidían en el deseo de que concluyera la guerra.
En contra de la imagen de Lenin que construyó la mitología de la guerra 5.4. Lenin, líder revo-
fría -que lo presentó como un hábil organizador de golpes de estado-, el único lucionario, se dirige a
una audiencia cada
capital con que contaban los bolcheviques fue el conocimiento de estas aspi-
vez más amplia desde
raciones que les indicó cómo proceder. (Incluso cuando Lenin comprendió un camión, 1917.
que los campesinos deseaban la tierra, aún en contra del programa socialis-
ta, no dudó en comprometerse con el individualismo agrario). Las consignas
“Pan, Paz y Tierra” y “Todo el poder a los Soviets” articulaban las difusas as-
piraciones de las masas. De allí que los bolcheviques de Lenin pudieran cre-
cer de unos pocos miles en marzo, a casi 250.000 en julio de 1917.
En el mes de octubre, el afianzamiento de los bolcheviques en las princi-
pales ciudades rusas, especialmente en Petrogrado y en Moscú, y el debili-
tamiento del Gobierno Provisional -sobre todo cuando debió recabar el apo-
yo de las fuerzas de los soviets para sofocar un intento de golpe
encabezado por un general monárquico- llevó entonces a la decisión de la
toma del poder. El comité central de los bolcheviques aprobó la insurrección
armada y se constituyó un Buró político -integrado entre otros por Lenin, Sta-
lin y Trotsky- responsable de llevarla a cabo. Pocos días más tarde, en una
rápida operación, cuidadosamente planificada, los bolcheviques ocuparon
los principales centros de poder de Petrogrado, y se hicieron del control ab-
soluto de la capital. En rigor, dado el vacío existente, se trató más de ocupar HOBSBAWM, ERIC
el poder que de tomarlo. Como señala Hobsbawm, hubo más heridos duran- (1995), Capítulo 2:
te el rodaje de Octubre, el gran film de Eisenstein (1927) conmemorativo de “La Revolución Mundial”,
la revolución, que en el momento de la ocupación del Palacio de Invierno. en: Historia del Siglo XX,
1914-1991, Barcelona, Crí-
Para los bolcheviques había sido muy fácil derrocar al Gobierno Provisional. tica, pp. 62-91.
Sustituirlo, establecer un control efectivo sobre el caos en el que estaba su-
mido el vasto territorio, y establecer un nuevo orden iban a resultar tareas
mucho más complejas.
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torios que significaban las tres cuartas partes de recursos mineros. (Si bien
también es cierto que la derrota alemana a fines del mismo año hizo que se
paliaran parcialmente esas condiciones).
Frente a la situación de inestabilidad, ganar la guerra a los enemigos in-
ternos se había transformado en el objetivo principal, aunque para ello se
sacrificaran algunos de los principios revolucionarios. Trotsky organizó el
Ejército Rojo según los más estrictos criterios de disciplina, pues era la efec-
tividad lo que contaba. A su vez, el poder político se desplazó desde los So-
viets -teóricamente los órganos supremos-, al Partido Bolchevique, y dentro
de él, a un reducido núcleo con Lenin a la cabeza. De este modo, el nuevo
régimen iba en marcha hacia un Estado autoritario, fuertemente centraliza-
do, inflexible con quienes discutían su estrategia, sus tácticas y sus medios.
Pero también había otras dificultades. El total desorden de la economía con-
dujo a adoptar, desde 1918, drásticas medidas que posteriormente se cono-
cieron como el “comunismo de guerra”. Se nacionalizó la industria y todo el
aparato productivo y la asignación de la mano de obra quedó bajo la depen-
dencia de las necesidades del Estado. Para muchos, este “comunismo de
guerra” significaba un avance hacia el socialismo, en la medida que la eco-
nomía ya no dependía del mercado. Sin embargo, tras la guerra civil, esta
imagen utópica chocó con la realidad de una economía devastada.
De este modo, hacia 1921, la NEP (Nueva Política Económica) introducía
cierta flexibilidad anteponiendo la mejora de las condiciones de vida, aun-
que para ello debiera recurrir a la admisión de algunas fórmulas de propie-
dad privada y de mecanismos de mercado. En síntesis, la NEP constituyó
una forma de compromiso entre la industria nacionalizada y las explotacio-
nes campesinas privadas. Se trataba fundamentalmente de generar estímu-
los a la agricultura: los campesinos luego de pagar al Estado un impuesto
en “especie” podían vender en el mercado. Esto incluso constituía un estí-
mulo para la industria liviana. Pero el proceso de recuperación económica
que se había iniciado se vio ensombrecido por el comienzo de la larga y fa-
tal enfermedad de Lenin (mayo de 1922).
5.5. Stalin (Josip Vis- La ausencia de Lenin había permitido a Stalin convertirse en una figura
sarionovich Djgassh-
dirigente dentro del Partido Comunista de modo tal que, tras la muerte del
vili, 1879-1953).
fundador de los bolcheviques (1924), pudo ascender al poder, desde donde
profundizó la vía autoritaria.
El problema que se debía afrontar era indudablemente el de la industriali-
zación. En 1927, la ruptura de relaciones con Gran Bretaña y la amenaza de
la guerra centró la atención en la defensa militar, y las necesidades de rear-
me reforzaron la causa de un rápido desarrollo de la industria pesada. Tam-
bién se planteaba el problema de la desocupación, cuya principal causa era
la superpoblación rural. La solución parecía residir en la creación de nuevas
empresas industriales que absorbieran la mano de obra desocupada.
310
Capítulo 9
l. Yrigoyen en el gobierno
El país quiere una profunda renovación de sus valores éticos; una recons-
titución fimdnmentn/ de su estructuro moral y material vaciada en el mol-
de de sus virtudes originarios[ ... ] La Unión Cívica Radical es la Nación
misma bregando desde hace veinticinco años por libertarse de gobier-
nos usurpadores y regresivos. Es la Nación misma, y por serlo, caben
en ella todos los que luchan por elevados ideales que animan sus pro-
pósitos y consagran sus triunfos definitivos. Es la Nación misma que
interviene directamente en la lucha cívica con el propósito de constituir
un gobierno plasmado según sus bases institucionales constitutivas,
sus principios y sus idealidades (citado por Del Mazo, 1983).
[... ] pedir ahora lo elemental en materia de libertad y garantías electo- 2. Las elecciones de 1916
rales es una intransigencia tan grande, y una temeridad tan imperti-
nente, que ya no puede hacerse con la sencillez de los tiempos viejos. La Ley Sáenz Peña había permitido el triunfo radical en algunas
Para tan poca cosa es necesario titularse radicales. 1 provincias, y el socialista en Capital Federal (en 1913 y 1914). Pero es-
te último partido -que se había escindido dando lugar al Partido So-
Esta política de no elaboración de un programa específico, ni si- cialista Argentino de Alfredo Palacios- no tenía posibilidades de
quiera económico, generó opositores dentro del mismo partido; en triunfar en el interior del país, y sí lo tenían la UCR y el partido con-
1909, un disidente, Pedro Malina, había afirmado: servador.
La UCR tenía fuerza en las clases medias urbanas y rurales del li-
Somos individualistas y socialistas, federalistas unitarios, liberales y toral -especialmente de la región cerealera-, así como también en las
conservadores, creyentes y descreídos, religiosos y ateos. ¿Qué vínculo dos provincias más industrializadas, Mendoza y Tucumán; contaba
nos une entonces? En la actualidad no tenemos más que éste: el odio a además con algunos votantes de clase obrera. Los conservadores do-
la camarilla gobernante, todos nuestros discursos lo respiran. ¿Qué ha- minaban las demás provincias del interior y los sectores ganaderos. El
ríamos si mañana llegáramos al gobierno? Desgarrarnos, por una par-
problema para estos últimos fue que se presentaron divididos: el
te; exhibir en las alturas nuestra: pobreza o divergencia de doctrina y
conservar por otra el régimen existente con hombres nuevos (Panettie-
Partido Demócrata Progresista (que surgió de la Liga del Sur y conta-
ri, 1986). ba con distintas fuerzas conservadoras, como los partidos Liberal y
Autonomista de Corrientes, Partido Popular y Unión Conservadora
Yrigoyen le había respondido que no hacía falta un programa toda- de Mendoza, Concentración de Catamarca) con la fórmula Lisandro
vía, porque lo importante era regularizar la cuestión institucional: de la Torre-Carbó, y el partido conservador de Buenos Aires, que pen-
saba captar a los disidentes radicales santafesinos y maniobrar con los
Tal es el estado actual de la República, y extraviados viven los que pi- demócrata progresistas.
den programas a la Causa Reivindicadora, como exigencia legal y co- Las elecciones fueron reñidas, y a pesar de que Yrigoyen salió pri-
mo sanción de justicia; me hace el efecto del mandatario pidiendo ren- mero, no contaba con la mayoría absoluta en el Colegio Electoral. Pe-
dición de cuentas al mandante o el reo interrogando y juzgando al juez. ro los disidentes radicales dieron sus votos a Hipólito Yrigoyen, y se
El funcionamiento regular de las instituciones, repito, es lo fundamen- frustró el intento conservador de estar nuevamente en el poder. Yrigo-
tal de esta hora, y el día en que se obtenga, el mismo Partido Radical yen-Luna asumieron el mandato el12 de octubre de 1916.
(de ello soy un convencido propagandista) concretará más su progra-
ma inicial con fórmulas que, traducidas en funciones de gobierno de le-
galidad, que entonces han de existir, pueden ser benéficas, mientras
que ahora resultarían inocuas o contraproducentes al no armonizar con 3. La minoría en el Congreso
el conjunto.
Yrigoyen llegó al gobierno pero no al poder, ya que respetó al Con-
Probablemente Yrigoyen temía que, si definía el programa, no cap- greso. que le era adverso. En 1916 sólo había cuarenta y cinco diputa-
taría todo el electorado necesario para llegar al gobierno. De hecho, dos radicales contra setenta opositores, y cuatro senadores contra
una vez en el gobierno, las medidas adoptadas hicieron que una par- veintiséis. Si bien aumentó la proporción de radicales en las elecciones
te del radicalismo se fuera diferenciando, hasta escindirse en 1924. para diputados de los años siguientes, tuvo la oposición del Senado, y
sin ambas cámaras no se podían sancionar leyes. Sabiendo que el go-
bierno radical con pocos fondos estaría limitado, el Congreso domina-
do por conservadores le negó dinero para proporcionar créditos a los
agricultores, e incluso hubo años en que directamente no se aprobó el
l. Rndietlf significa drástico, extremista
presupuesto anual; Yrigoyen se tuvo que arreglar utilizando el dinero
424 Historia argentina: una mirada crítica
Las primeras presidencias radicales (1916-1930) 425
por simple resolución del gabinete. De los 89 proyectos de ley eleva- 4.281 violaciones a leyes laborales. No se tenían en cuenta muchas le-
dos al Congreso en su primera presidencia, sólo fueron aprobados 26, yes sancionadas durante ese siglo, como la de descanso dominical, tra-
algunos tras mucha insistencia, otros eran asuntos no tan importantes bajo de mujeres y de menores, etcétera.
para su política. Es por ello que afirmaba que a su gobierno deberían Con relación a los gobiernos anteriores, Yrigoyen cambió el trato
juzgarlo no sólo por los hechos sino también por las intenciones. con los gremios, intentando el diálogo y el arbitraje. Algunos autores
señalan el hecho de que trató de evitar la violencia, y otros afirman
que sólo empleó el diálogo donde le convenía ganar los votos obreros;
4. Intervenciones a las provincias
que no hizo lo mismo con gremios cuya mano de obra era mayorita-
riamente extranjera, o militante socialista o anarquista. Finalmente, es-
Una de las promesas electorales era el respeto por las autonomías tán los que señalan que su buena voluntad fue quebrada por la erup-
provinciales. Una vez en el mando, sostuvo que el respeto debía ser ción de numerosos réclamos, que transformaban la vida argentina en
hacia los pueblos, no hacia los gobiernos, y por consiguiente tenía la un caos, y debió obedecer a las presiones de los poderosos, que que-
obligación moral de proceder a la tarea reparadora que se había pro- rían intervenir para calmar la situación: de 80 huelgas que hubo en
puesto: que hubiera elecciones limpias, sin fraudes. Para ello era nece- 1916 (con 24.321 huelguistas) se pasó al año siguiente a 138 (con
saria la intervención de las provincias, a fin de garantizar la libertad 136.062 huelguistas) y en 1919 a 367 (con 308.967 adherentes). Los nú-
electoral. Intervino provincias por decreto en unas quince oportunida- meros bajaron drásticamente cuando comenzó a aplicarse la represión.
des; apenas cuatro veces las intervenciones fueron h~chas por ley, es Las huelgas que comenzaron a probar la paciencia de Yrigoyen
decir, constitucionalmente. Para intervenirlas, Yrigoyen lo hacía du- fueron la de la Federación Obrera Marítima (1916) y la de los ferrovia-
rante la época de receso del Congreso, entre el1 o de octubre y el 30 de rios (1917) donde se aplicó el arbitraje, favoreciendo a los trabajado-
abril; los interventores debían normalizar la situación, convocar a co- res. Cuando, en ramales ferroviarios ingleses, empeoraron las condi-
micios y acatar su resultado, sea cual fuere: lo que interesaba era aca- ciones de los trabajadores y se lanzaron a la huelga, la patronal creó
tar la soberanía popular. Por estas medidas fue muy criticado por sus una Asociación Nacional del Trabajo, a fin de defender sus propios in-
opositores. tereses, y se contrataron rompehuelgas, comenzando la represión más
sistemática.
En diciembre de 1918 comenzó la huelga en los talleres metalúrgi-
5. La política laboral: entre la protección y la represión cos Vasena, que culminaría en la denominada Semana Trágica en enero
de 1919. El origen de la protesta estuvo en el hecho de que, cuando au-
La política radical fue reformista, pero no al punto de transformar mentó el precio de las materias primas, los patrones bajaron los suel-
las estructuras sociales del país. Se intentó mejorar, mediante la inter- dos para mantener sus ganancias. Los obreros exigían aumento de
vención del Estado, la situación social de las clases desprotegidas, sueldo, jornada de ocho horas, pago de horas extras, abolición del tra-
aunque con reformas parciales: se sancionaron la ley de alquileres, le- bajo a destajo (por cantidad de producción realizada) y reincorpora-
yes de jubilación para algunos sectores (bancarios, servicios públicos ción de compañeros despedidos por realizar actividad es gremiales.
y reforma de la de los ferroviarios; no todos gozaban de este benefi- Los directivos contrataron rompehuelgas y matones armados para
cio); ley de trabajo a domicilio (1918); reglamentación del pago de sa- evitar la huelga. Los carros con materiales eran custodiados por poli-
larios para que se realizara en moneda nacional (1925); prohibición de das, y en un tiroteo murió uno de ellos, por lo que las "fuerzas del or-
trabajo nocturno en las panaderías (1926); jornada laboral de ocho ho- den" les prepararon una emboscada. Una enorme multitud acompañó
ras (1929). Existió la intención de dictar un código de trabajo, pero los el entierro de los sindicalistas muertos, pero fue atacada a tiros desde
distintos proyectos no fueron sancionados por el Congreso. Además, los talleres; muchos grupos reaccionaron violentamente, y la ciudad
constantemente los empresarios violaban las leyes obreras: solamente fue un caos durante una semana, hasta que se desató la represión con-
en 1928 en Capital Federal, el Departamento de Trabajo comprobó junta de policías, bomberos armados y ejército. La respuesta obrera
426 Historia argentina: una mirada crítica Las primeras presidencias radicales (1916-1930) 427
fue la huelga general, pero la violencia costó la vida a cientos de per- carne, por lo que casi la mitad de la tierra destinada a cereales fue de-
sonas. Los empresarios armaron, con el consenso y el entrenamiento dicada a los alfalfares (para alimento vacuno). Muchos campesinos
del ejército, bandas parapoliciales que atacaron a rusos y judíos en ge- debieron emigrar a las ciudades.
neral, acusándolos de umaximalistas" (comunistas) y a catalanes, por En 1919la Federación Agraria encabeza una huelga en la zona mai-
11
ser anarquistas". Estos grupos se organizaron luego en la Liga Patrió- cera, por los bajos precios y un gran excedente, pidiendo la rebaja en
tú.:u Argentina. Sus integrantes fueron reclutados entre los sectores me- los arrendamientos y la división de la tierra (Cavilliotti, CEAL). Entre
dios, y la consigna era la defensa del orden, de la propiedad y de la na- los huelguistas había jornaleros anarquistas, y chacareros que no lo
cionalidad, entendida ésta con un criterio xenofóbico y excluyente. eran. La fuerte represión del gobierno se desató con la excusa de que
Otras situaciones de represión indiscriminada del Ejército y de gru- eran llmaximalistas", pero después de esto el Congreso sancionó en
pos civiles armados se dieron con las huelgas en las compañías que- 1921 una Ley de Arrendamientos que tenía en cuenta la mayoría de los
bracheras La Forestal (en el Chaco santafecino) y Las Palmas (Chaco) y reclamos de los colonos.
en las de la Patagonia entre 1920 y 1921.
Yrigoyen había contado con los votos de los colonos, y trató de sa- Según Martínez Sarasola, al tratar de hacer una política novedosa,
tisfacer sus reclamos solicitando fondos para programas de coloniza- dirigida a los sectores sociales tradicionalmente marginados, también
ción en tierras del Estado, así como también un banco del Estado que los indígenas fueron tenidos en cuenta. Se fomentó la explotación de
ayudara a resolver los problemas de los agricultores, pero dijimos que sus productos textiles, se habló de la ureparación cultural", y en el Có-
no contó con el aval del Congreso para los créditos. Lo más importan- digo de Trabajo presentado en 1921 se protegía el trabajo indígena,
te en este sentido fue la creación en 1920 de un Banco Hipotecario víctima de numerosos abusos, y se establecía que no se debería hacer
Agrícola, a fin de que los colonos pudieran adquirir, a través de prés- ninguna diferencia entre los trabajos del indio y el de los restantes
tamos, campos en los territorios nacionales (Rack, 1991b). Entre los ob- obreros. Sin embargo, hemos visto que el Código de Trabajo no fue
jetivos que se había propuesto Yrigoyen estaban: aprobado; el proyecto específico con relación a las comunidades indí-
genas fue vuelto a presentar en 1927, señalándose los padecimientos
• Detener la dilapidación de la tierra pública. 11
que sufrían los indios explotados por empresarios sin escrúpulos que
• Proceder al rescate de la que había sido ilegítimamente enajenada.
aprovechan su trabajo sin darles otra paga que la de unos cuantos li-
• Defender del despojo, en todo el país, al productor de las pequeñas
tros de alcohol" y de las mujeres, sometidas a la trata de blancas. Tam-
explotaciones (Del Mazo,1983).
poco fue aprobado.
Es decir que frenó la entrega indiscriminada de las tierras públicas
a grandes terratenientes y recuperó millones de hectáreas que no ha-
bían sido vendidas correctamente (la mayoría situadas en la Patago- 8. La Reforma Universitaria
nia), a través de un decreto donde se establecía la caducidad de las
concesiones violatorias de la ley. Además, dispuso el estudio agronó- En 1918 había tres universidades nacionales (Buenos Aires, Córdo-
mico de la tierra, para que el gobierno conociera la calidad y caracte- ba y La Plata), y dos provinciales, que entre 1920 y 1922 pasarían a ser
rísticas de la tierra pública. nacionales: la de Tucumán y la del Litoral. A principios de siglo se ha-
Pero vimos que el gobierno no pudo satisfacer inmediatamente a bían fundado los primeros centros de estudiantes en la Universidad
los colonos, y la situación era difícil para ellos (según Romero, el go-
11
de Buenos Aires: en Medicina (1900), en Ingeniería (1903) y en Dere-
bierno fue poco sensible a sus reclamos"). Durante la Primera Guerra cho (1905); la FUA (Federación Universitaria Argentina) se concretó en
Mundial disminuyeron los pedidos de cereales y aumentaron los de 1918, nucleando a las distintas federaciones y organizaciones estu-
428 Historia argentina: una mirada crítica Las primeras presidencias radicales (1916-1930) 429
gociar con los obreros que eran argentinos, y no tanto con gremios que 2. El HDía de la Raza"
tenian mayoría de extranjeros,
Entre quienes soste1úan postulados nacionalistas, estaban los que De acuerdo con la postura de sectores que decían tener la verdad
atacaban la "dependencia del extranjero" como Ricardo Rojas, que re- sobre la naturaleza e identidad del ser argentino, se instituyó el "Día
chazaba "el abyecto vasallaje de nuestras clases intelectuales". Tam- de la Raza". Hoy se sabe que ese concepto está equivocado, porque la
bién Manuel Gálvez empezó a sentir que "gobernar es argentinizar". raza humana es una sola2 y además se acepta que una celebración de
Fueron dando los pasos iniciales del nacionalismo de derecha que ha- estas características es arbitraria y excluyente de muchos grupos hu-
ría eclosión después, al tocar temas como tradición, hispanidad, espín._ manos que, o estaban desde antes que los españoles, o vinieron poste-
tualidad y orden. riormente a poblar nuestra tierra, por lo que se trata de cambiarle el
Se comenzó a hablar de "antiimperialismo", lanzando fundamen- sentido.
talmente los dardos contra Estados Unidos, porque el comercio con es-
te país nos resultaba desfavorable en la balanza comercial; aunque el
volumen de intercambio con Inglaterra era muy importante, al menos 3. Economía y nacionalismo
ésta nos compraba carnes y cereales, equilibrando la balanza.
La encarnación chauvinista de la nacionalidad se plasmó en la Liga a) Las repercusiones económicas de la guerra en la Argentina
Patriótica Argentina, dirigida por Manuel Carlés y surgida en enero de
1919, con la violenta represión a los obreros en la Semana Trágica. Su La política exterior independiente de Yrigoyen quedó sólo en el
extremismo intolerante era para salvar "el Orden y la Tradición Nacio- plano de las relaciones internacionales; el radicalismo no pudo y 1o no
nal", de acuerdo a los criterios de los grandes propietarios. supo escapar de la dependencia económica europea y de los efectos
Hacia fines de la década de 1920 surgen los denominados naciona- negativos de la guerra.
listas "de derecha": · Si bien al principio de la guerra mundial Argentina estaba en un
momento de depresión económica debido al descenso de los precios
[... ]un conjunto heterogéneo de grupos culturales y políticos, que com- de los productos de exportación y la paralización en un primer mo-
parten algunos elementos político-ideológicos comunes, tributarios de mento de todo el comerCio exterior, poco a poco la situación se fue re-
ideas europeas, cuya difusión realizan principalmente a través de es- cuperando. Los ciclos económicos fueron primero de depresión, entre
critos y publicaciones periodísticas. Todos ellos se caracterizan por su 1913 y 1917, seguida por un ciclo de recuperación y auge hasta 1921,
oposición al proceso de modernización iniciado en 1880, su crítica al una nueva recesión hasta 1924, y nueva expansión que duró hasta
sistema liberal, al positivismo y al socialismo, su exaltación de la nacio- 1929, año en que comenzó la gran crisis.
nalidad y su adhesión al catolicismo (Piñeyro, 1997).
El auge a que los precios de las exportaciones aumentaron por la
Publicaban sus ideas en La Nueva República (diciembre de 1927) y demanda de los beligerantes. Las inversiones británicas habían cesado
Criterio (marzo de 1928). Entre sus representantes podemos mencionar
a Leopoldo Lugones, Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Juan E. 2. El18 de agosto de 1964, 22 estudiosos de todas las partes del mundo suscribieron
Carulla y César Pico. De este núcleo emergerán, unos años más tarde, tmánimemente tma declaración de la UNESCO sobre las razas, que sostiene~ entre otros
los primeros historiadores revisionistas. poshtlados, que todos los seres humanos vivientes pertenecen a una única especie denomi-
Elitistas y despectivos hacia las clases obreras, muchos nacionalis- nada Horno Sapiens y descienden de un tronco común. Queda en controversia la cuestión
de la manera y el momento en que se habrían diversificado los diferentes grupos humanos.
tas de derecha identificaron "democracia de masas" con "demagogia", Las diferencias entre los seres humanos se deben a diferencias en la constitución heredita-
y consideraron al radicalismo como una administración de "plebe- ria y a la acción del ambiente sobre el potencial genético. La mayor parte de estas diferen-
yos", por lo que apoyaron e incluso participaron del golpe militar con- cias dependen de la interacción de las dos clases de factores mencionadas. Existen claras di-
ferencias físicas medias entre las poblaciones que viven en diferentes regiones del globo.
tra Yrigoyen. En este aspecto coincidían con los conservadores. Muchas de ellas son de naturaleza genética y consisten, a menudo, en variaciones de fre-
cuencia de los propios caracteres hereditarios.
432 Historia argentina: una mirada crítica Las primeras presidencias radicales (1916-1930) 433
por completo durante la guerra, disminuyendo la participación del ca- e) La intervención del Estado en empresas
pital extranjero con relación al nacional en nuestra economía, pero au-
mentando en proporción las inversiones norteamericanas, especial- Yrigoyen quiso desarrollar una política nacionalista tratando de
mente en la industria frigorífica, beneficiada por la demanda crecien- que el Estado tuviera participación directa en sectores clave de la eco-
te de la guerra. Sin embargo, en la postguerra -a partir de 1921- dis- nomía, como los transportes (ferrocarriles y flota mercante) y el petró-
minuyó la demanda por la acumulación de stock en Europa, por lo leo. Su proyecto de creación de una Flota Mercante fue reiteradamente
que bajaron los precios de los vacunos. boicoteada en los aspectos más importantes por el Congreso, y sólo
logró iniciarla, con la compra de algunos barcos para el transporte ce-
b) La protección a la industria realero.
Con respecto a los ferrocarriles, dispuso la caducidad de las conce-
Durante la guerra aumentaron muchísimo los precios de los pro- siones ferroviarias que no habían cumplido con los contratos; debido
ductos manufacturados, y al mismo tiempo no alcanzaban a cubrir a las presiones nacionales y extranjeras, sólo pudo limitar su expan-
nuestras necesidades. Esto hubiera sido una buena oportunidad para sión futura y controlar los aumentos de las tarifas, para que su activi-
desarrollar nuestra industria, pero ésta era dependiente de las máqui- dad no fuera perjudicial a los intereses nacionales.
nas y los insumas importados. En 1918 se prohibe la exportación de Se preocupó por extender los ramales ferroviarios a aquellas zonas
metales no trabajados y chatarra, a fin de cubrir la materia prima para que lo necesitaban para el desarrollo regional. Con el fin de estimular
la industria nacional, ya que las metalúrgicas estaban siendo perjudi- la producción del noroeste, comenzó la línea de Salta a Antojagasta (Chi-
cadas por la falta de materia prima y de equipos. Además, el gobierno le), que pasando por San Antonio de los Cobres, llegaría al paso fronte-
lanzó una campaña publicitaria a fin de modificar los hábitos de con- rizo de Huaytíquina; luego se modificó este recorrido, llegando a Socom-
sumo de la población, que estaba acostumbrada a los productos ex- pa (el recorrido que actualmente hace el tren a las nubes). También pro-
tranjeros. Gracias al "proteccionismo objetivo de la guerra" (Cavilliot- yectó la construcción del trasandino del sur, uniendo Bahía Blanca con
ti, CEAL), crece fundamentalmente la industria alimenticia (frigorífi- el sur de Chile, vía Zapa/a, bordeando el lago Nahuel Huapi.
cos y molinos), la ganadera (lanas y cueros), la textil y la mecánica. La Respecto del petróleo, impulsó la producción a fin de competir con
disminución notoria de la importación de carbón inglés para las má- · el importado; dio mayor importancia a la Dirección General de Petróleo,
quinas a vapor trajo como consecuencia la producción de carbón vege- que en 1922 se transformaría en Yacimientos Petrol(feros Fiscales (YPF).
tal en Santiago del Estero y Chaco; así como el desarrollo de la explo- Durante la presidencia de Alvear, YPF se desarrolló gracias a la direc-
tación petrolera. Esta política proteccionista estaba de acuerdo con las ción del coronel Enrique Mosconi. En 1929, durante la segui:tda presi-
aspiraciones de la UIA (Unión Industrial Argentina) que quería aran- dencia de Yrigoyen, se construyó el primer oleoducto en Comodoro
celes sólo para los productos que compitieran con los nacionales. En Rivadavia, proyectando su llegada a Bahía Blanca. En su segundo
1923 las importaciones de productos extranjeros volvieron a alcanzar mandato, Yrigoyen propuso el monopolio estatal del petróleo, proyec-
el nivel anterior a la guerra; Alvear siguió entonces por un tiempo con to que tuvo la oposición de los norteamericanos (especialmente de la
el proteccionismo, aumentando derechos de aduana, pero más tarde compañía petrolera Standard Oí!) y de sus aliados vernáculos. El incre-
esta política fue abandonada. De todos modos, aun sin una política in- mento de la producción nacional posibilitó que YPF regulara el precio
dustrial, la industria continuó en crecimiento, en muchos casos debido del petróleo, obligando a las empresas extranjeras a bajar el precio del
a la inversión de capitales extranjeros, primordialmente norteamerica- litro de nafta. La política petrolera nacionalista fue una de las princi-
nos. Éstos invirtieron en nuevas ramas, como productos químicos o pales causas del derrocamiento de Yrigoyen.
petróleo, así como también compraron empresas locales que antes per- En cuanto a las tierras ptíb!ícas, hemos visto que recuperó tierras del
tenecían a los ingleses. Exportadores agropecuarios diversificaron su Estado y controló su venta.
producción con la industria, como Bunge y Born, que instaló primero
la fábrica de pinturas Alba, y unos años más tarde la textil Grafa.
434 Historia argentina: una mirada crítica Las primeras presidencias radicales (1916-1930) 435
• los yrigoyenistas, calificados como personalistas por los opositores. Los antipe:sonalistas votaron por la fórmula Leopoldo Me/o- Vicente
• los antipersonalistas, al que adhirieron conservadores y el sector eli- Gallo (Frente Unico); con el apoyo de Alvear, de los conservadores y de
tista del Partido Radical. un sector de los socialistas, pensaban que tendrían el triunfo asegura-
do. Yrigoyen -acompañado en la fórmula por Francisco Beiró-, tenía ya
En 1923 Alvear parecía inclinado hacia los antipersonalistas, con su 76 años; su abrumador triunfo (cercano al60% del total de los votos)
ministro del Interior Vicente Gallo (que encabezaba la línea opositora desconcertó a los opositores. En su primer gobierno había obtenido el
junto con Leopoldo Mela). voto mayoritario de las clases medias; ahora ganaba también los de la
Al dividirse el partido radical, y salir del mismo los antipersonalis- clase obrera. Esto había sucedido porque los obreros pudieron compa-
tas-formando en 1924la Unión Cívica Radical Antipersonalista-, Alvear rar ambos tipos de gobiernos radicales, y quisieron frustrar la reacción
preHrió quedarse dentro de la UCR: no quiso emplear los métodos de oligárquica. El sector conservador, que criticaba las consecuencias de-
nombramientos en cargos a antipersonalistas ni intervenir la provin- mocratizantes de la Ley Sáenz Peña, poco a poco se puso a preparar el
cia de Buenos Aires, ya que había criticado esto mismo en Yrigoyen. golpe.
Por ello, Gallo renunció, y Alvear quedó en el medio de ambas postu-
Ya por entonces el Congreso estaba lleno de chusmas y guarangos
ras.
inauditos. Se había cambiado el lenguaje parlamentario usual, por el
habla soez de los suburbios y los comités radicales. Las palabras que
soltaban de sus bocas esos animales, no habrían podido ser dichas nun-
3. El Contubernio
ca ni en una asamblea salvaje del África o del Asia. En el Congreso ya
no se pronunciaban solamente discursos, sino que se rebuznaba
Los antipersonalistas se aliaron en el Congreso a los conservadores y·
(Bosch, citado por Quattrochhi-Woisson, 1995).
a los socialistas, todos opuestos a Yrigoyen. Esta alianza fue denomi-
nada por ellos Concordancia, pero los radicales la denominaron Contu- La UCR contaba con la mayoría de las bancas de diputados (91 a
bernio, que significa "confabulación", o "componenda" con fines poco 67) pero la minoría en Senadores (donde había siete radicales, nueve
honorables. En las elecciones para diputados nacionales de 1926 se conservadores, nueve antipersonalistas y un socialista). Al principio la
unieron también radicales de las provincias que se habían enemistado
con Yrigoyen, como el sector de los Cantoni en San Juan y el de los
Lencina en Mendoza. El Contubernio logró mayoría en once distritos,
pero la UCR ganó en Capital Federal, Buenos Aires, La Rioja y Cata- . 3. En 1915 Alfredo Palacios había fundado el Parttdo Socia/istn Argentino, que se di-
suelve en pocos años; Palacios retorna al PS en 1931. En 1918 otro grupo de expulsados
marca, demostrando que seguía siendo la principal fuerza política.
del PS por estar en disidencia con la conducción del partido, forman el Parfldo Socinlista
El Partido Socialista sufre las consecuencias de la participación en el Internacionn/, que apoyaba a la revolución rusa de 1917 y que más tarde formaría el Par-
Contubernio: el grupo que favorecía dicha política (conocido como "los ttdo Comunista.
438 Historia argentina: una mirada crítica Las primeras presidencias radicales (1916-1930) 439
actitud fue de normal cooperación para la sanción de leyes como la dos los diferentes de ser los causantes de sus males) y el engrandeci-
de jornada legal de trabajo, previsionales y de censo ganadero nacio- miento externo como nación o imperio. Los nacionalismos se convier-
nal, pero luego comenZaron a trabar la labor del Congreso, quedando ten en monstruos de intolerancia y en justificación de cualquier acto
sin sancionar leyes como las de defensa sanitaria, un convenio comer- discriminatorio.
cial con Inglaterra y el proyecto de nacionalización del petróleo. Para
lograr mayoría en el Senado y destrabar las leyes necesitaba contro-
lar las legislaturas provinciales. Pero la forma en que se hizo no me- 3. ¿Qué hizo Yrigoyen frente a la crisis?
reció la aprobación de la mayoría: en Mendoza, el líder Carlos W.
Lencinas fue asesinado (Rock, 1991b), y con respecto a los senadores La Caja de Conversión era la institución donde se podían cambiar
sanjuaninos, éstos fueron impugnados tras un largo y arduo debate los "pesos papel" por "pesos oro", es decir, ca~nbiar billetes por me-
en el Congreso. Estaba próximo a tener la mayoría en el Senado, por tálico. Había estado cerrada desde la Primera Guerra Mundial, pero
lo que se proyectaba para 1931 volver a votar las leyes sobre naciona- en el gobierno de M.T. de Alvear se había reabierto. ¿Qué hacían con
lización del petróleo. Y los sectores ligados a los intereses norteame- eso los capitalistas? Pedían préstamos en nuestros bancos, porque la
ricanos no estaban dispuestos a permitirlo. Cada vez era mayor el tasa de interés era baja, compraban dólares u oro, y lo transferían a
descrédito que se le endilgaba a las acciones yrigoyenistas en los me- cuentas bancarias en el extranjero (por ejemplo en Nueva York, don-
dios, acusándolo como mínimo de ineficiente, sino de corrupto. de el interés era mucho mayor). El efecto era negativo para el país: se
descapitalizaba. Los norteamericanos, retiraron los capitales inverti-
dos entre 1927 y 1928, y los volvieron a invertir en Estados Unidos, en
2. La crisis económica de 1929 el fenómeno de "repatriación de capitales". Nuestros burgueses, sin
pensar en nuestro país, también hicieron lo mismo. Por eso Yrigoyen
La gran excusa para el golpe de Estado fue la inoperancia del vie- en 1929 cerró nuevamente la Caja de Conversión, a fin de que cesara
jo presidente Hipólito Yrigoyen frente a la crisis económica que está- la evasión especulativa.
bamos sufriendo en la Argentina. En realidad ese problema no era un Pero Yrigoyen, en un gran escándalo público, fue acusado por sus
producto nuestro, sino una consecuencia de la situación de los países compatriotas de no saber nada de economía, y Federico Pinedo -que
más poderosos. luego, en 1933 y en 1962, sería ministro de Economía- protestó por la
En los Estados Unidos, hasta 1929 la especulación había sido el medida, diciendo que la crisis mundial estaba a punto de ser supera-
gran negocio: cada pequeño ahorrista invertía en acciones en la Bolsa da. Nada más lejos de la realidad.
de Nueva York, tratando de ganar con el alza de las mismas. Pero el
alza era ficticia, hasta que se derrumbaron los precios, todos trataron
de vender al mismo tiempo y los bancos quebraron por no disponer
de fondos. La ola expansiva de las quiebras llegó a Europa, y con ella V. Arte y cultura en este período
los suicidios, el hambre, la desocupación, la mortalidad infantil y el
aumento de las enfermedades endémicas en todo el mundo. l. Los "Artistas del Pueblo"
Se temió con esto un estallido mundial del comunismo, por la can-
tidad de huelgas y la situación favorable para la explosión social, y Apartándose de la tónica de "Nexus" (ver capítulo anterior), otros
los líderes del mundo capitalista reaccionaron con desesperación e pintores buscaron propuestas más progresistas, como Ramón Silva,
irracionalidad, fomentando el fanatismo y la violencia como válvula Walter de Navazio y Valentín Thibon de Libian. Estos pintores, cuya
de escape a las tensiones sociales, la expansión del país hacia otras posición era contraria a la Academia, mostraron una actitud más in-
fronteras, la búsqueda del enemigo interno (acusan a los judíos y ato- trospectiva, desligándose de los temas del pasado histórico. Trabaja-