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La literatura infantil y juvenil

La literatura infantil como pasatiempo o forma de recreo queda consolidada en el s.


XVIII con las fábulas de Iriarte y Samaniego
La literatura infantil y Juvenil (LIJ), entendida esta como las obras de creación para
niños y jóvenes (y las escritas por estos colectivos) y exceptuando los textos de
carácter educativo, atraviesa en la actualidad un gran momento. Los organismos
oficiales han tomado conciencia de su importancia en la formación de la personalidad,
como fomentadora de la creatividad y transmisora de valores ; escritores, ilustradores
y editores se han dado cuenta del número potencial de lectores dentro de este
segmento de población y de la exigencia de los mismos y, conscientes de que el
público joven “que no ha sido captado a edades tempranas difícilmente lo será
después”, tienen especial interés en su conocimiento para elaborar una producción
que se adecue al mismo.

Asistimos a la creación de bibliotecas especializadas y en algunas universidades


Aparecen libros y revistas en soporte electrónico y surgen críticos que evalúan este
tipo de obras. Se promueven congresos y se incentiva mediante concursos y premios la
creación para este segmento de población. Las colaboraciones entre los ámbitos
público y privado se materializan en proyectos como el “Servicio de Orientación de
Lectura” o la “Red internacional de Cuentacuentos”.

Algunos historiadores han situado el inicio de “una posible literatura para niños”, en
España, en El Romancero o Los milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo (s.
XII). A lo largo de la Edad Media y el Renacimiento, serán características de este tipo de
literatura, su contenido didáctico, y el público al que se dirige: educadores e hijos de la
nobleza; el LLibre de les bèsties (Ramon Lull) o el Libro del conde Lucanor (Don Juan
Manuel) ejemplifican lo anterior; Aparecen las primeras traducciones de las fábulas de
Esopo. La transición hacia una literatura de entretenimiento se produce en el s. XVI
con los libros de caballería y las vidas de santos, además de recopilaciones de literatura
oral y folklore. Pero la literatura infantil como pasatiempo o forma de recreo quedará
consolidada en el s. XVIII con las fábulas de Iriarte y Samaniego y la aparición del
primer periódico infantil: La gaceta de los niños.

La producción del XIX, fundamentalmente pedagógica y moralista, entre la que destaca


la obra de Fernán Caballero, el el Padre Coloma o Juan Valera dará paso a una época
prometedora como es la primera mitad del siglo XX en la que destaca la obra creativa
de Elena Fortún con su personaje Celia o la literatura de fantasía representada Por
Salvador Bartolozzi. Antonio Robles, marcaría una tendencia renovadora en la época
con una literatura infantil de tintes absurdos; autores de conocido prestigio como
Federico García Lorca o Rafael Alberti escribirían obras de teatro para niños. El resurgir
tras la guerra civil fue difícil pero no estéril; el personaje de Celia convivirá con
Antoñita la fantástica y algunos más. La democracia inaugurará un nuevo periodo de
bonanza cultural apoyado por una protección oficial a este tipo de literatura.

La abundancia de recursos existentes en la actualidad, tanto en papel como en la red


nos ha llevado a la elaboración de esta guía con el fin de hacer una herramienta útil
para padres, profesores y comunidad educativa. Centrada en el ámbito de habla
hispana, recoge los textos impresos más recientes, aunque sin pasar por alto algunos
anteriores a la década de los 90, que resultan imprescindibles, englobando los recursos
sobre literatura infantil de creación y los estudios, en el sentido amplio. En cuanto a las
páginas Web, hemos seleccionado aquellas que nos parecían de mayor interés en
función del organismo que las respalda, la actualización, organización e importancia de
los contenidos. La guía no incluye el cómic, apartado que creemos, requiere un
tratamiento específico.

Concepto de Literatura Infantil y Juvenil

Aunque todavía invisible en muchos aspectos, la literatura infantil y juvenil, es un


elemento clave para fomentar la imaginación y la creatividad a los niños y niñas desde
sus primeras edades. De ahí la importancia que el profesorado conozca su historia, sus
obras, sus autores, sus tendencias.

"Al hablar de literatura infantil, el peso de la balanza debería recaer en el primer


término de la expresión, en el aspecto estrictamente literario. De lo contrario, si se
comienza a separar terrenos, si se considera que el adjetivo infantil pesa más que todo
lo demás y que escribir para niños es algo totalmente específico, entonces mal
asunto".

(Atxgaga, Bernardo. Alfabeto sobre literatura infantil. Valencia. MediaVaca, 1999)

Si bien hoy es comúnmente aceptada la opinión de que debe haber una literatura
específicamente infantil "...con obras que reúnan unas condiciones adecuadas a la
mentalidad de los niños, tanto en la forma como en el contenido e intención", la
creación literaria para niños y niñas ha sido tradicionalmente infravalorada y
considerada como un género menor, incluso se hablado demasiadas veces de la
invisibilidad de la literatura infantil.

En este sentido se expresa Juan Cervera, cuando dice: "Durante largo tiempo la
literatura infantil ha tenido consideración escasa e incluso algo peyorativa. Se han
discutido y hasta negado su existencia, su necesidad y su naturaleza. En el momento
actual nadie se atreve a negar su existencia y su necesidad, aunque lógicamente
abunden las discrepancias en torno a su concepto, naturaleza y objetivos...".
Una de las dificultades aludidas, radica en la propia diversidad de los materiales que
son susceptibles de ser albergados bajo el concepto de literatura infantil:
 Los escritos de carácter literario dirigidos al público infantil.
 Las obras literarias inicialmente no creadas para los niños, pero de las que éstos
se han ido apropiando.
 Las manifestaciones procedentes de la tradición oral y la lírica popular:
cuentos, rimas, adivinanzas, trabalenguas, fórmulas de juego, retahílas,
canciones...
El concepto de la literatura infantil tiene que ser, por tanto, amplio para no dejar fuera
ninguna de las manifestaciones aludidas. Sin embargo, es necesario establecer unos
límites a esta concepción amplia que vendrán marcados por el componente literario:
no toda publicación para niños/as es literatura.

Otro aspecto muy discutido es la relación entre la literatura infantil y la pedagogía. La


literatura infantil se mueve en un difícil equilibrio entre lo literario, que ha de ser lo
sustancial, y la necesaria adecuación al lector/a, pero sobre todo, no se olvide, debe
ser literatura.

Dar respuesta a las necesidades del público infantil y tener en cuenta su particular
estadio evolutivo definen y condicionan a la vez la naturaleza de esta literatura. Las
primeras obras destinadas a la infancia, que no pueden considerarse producciones
propiamente literarias, tuvieron un carácter meramente instructivo.

Durante los siglos XVIII y XIX es apreciable también una fuerte carga de didactismo y
una intención moralizante en las producciones literarias para niños/as. Hay divergencia
entre especialistas a la hora de establecer los orígenes de la literatura infantil,
inclinándose unos por el siglo XVII, con los Cuentos de Perrault, y otros por el siglo XIX,
con los Cuentos de la infancia y del hogar, de los Hermanos Grimm.

A finales del pasado siglo y principios del siglo XX el auge de la burguesía, y la diferente
concepción de la infancia, marca en Europa un punto de inflexión en la creación para
niños/as, alejándose del didactismo de otros tiempos. Tras la Segunda Guerra Mundial
esta evolución del libro infantil se hará más patente, tomando clara conciencia
diferenciadora entre lo didáctico y lo literario.

Este desarrollo y evolución de la literatura infantil tuvo, no obstante, en la escuela, y


de manera especial en los movimientos de renovación pedagógica, unos grandes
aliados y valiosos agentes promotores del cambio. En la actualidad la literatura infantil
está integrada plenamente en el medio escolar y allí ha encontrado un gran espacio
promotor, aunque también obstáculos, como la excesiva instrumentalización del libro
infantil.

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