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Literatura Infantil
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Didáctica de La Lengua y La Literatura III
Literatura Infantil
responder a los centros de interés y a la libre elección de los destinatarios. Esta es una
literatura específicamente adecuada para la infancia y la juventud.
¿Cómo surge?
La literatura infantil apareció como género independiente de la literatura en la segunda
mitad del siglo XVIII y evolucionó hacia el siglo XX.
En la Edad Media y Renacimiento se da inicio al libro y al didactismo, en esta época
eran pocos los adultos y niños que tenían acceso a los libros y la literatura. Leer era un
privilegio, la cultura se hallaba recluida en palacios y monasterios, los pocos libros a
los que se tenía acceso estaban marcados por un gran didactismo que pretendía
inculcar buenas costumbres y creencias religiosas. A comienzo del siglo XIX, el
romanticismo y su exaltación del individuo favorecieron el auge de la fantasía. En
cuanto a la literatura popular se recuperaron antiguas leyendas para los niños. Los
grandes escritores de este siglo son: Jacob y Wilhelm Grimm, los mismos escribieron
sus cuentos para la infancia y el hogar (1812-1822) en los que aparecen personajes
que se harían famosos en todo el mundo: Pulgarcito, Barba Azul, Blancanieves, o
Cenicienta o Caperucita, que ya se conocían del siglo anterior.
Cecilia Bohlde Faber (1796 y 1877) es una de las primeras personas que se preocupa
por la literatura infantil en este país. Recogió el folcloro infantil y leyendas y cuentos
populares y lo fue publicando en un periódico para niños. En 1851-1915 publico la
colección de cuentos para niños Lectura recreativa, entre ellos se encuentra El Ratón
Pérez. También escribió una novela histórica muy didáctica e idealizada dirigida a los
niños, Geromín. En 1876 se creó la editorial de Saturnino Calleja, que editó casi todo
lo que se escribía para los niños en el mundo.
La ávida respuesta de los niños amitos y cuentos de hadas hizo suponer que sus
mentes poseían una ilimitada capacidad de imaginación y que podían pasar sin
ninguna dificultad de la realidad a la fantasía.
Entre los grandes protagonistas de la literatura infantil universal aparece también
Pinocho del escritor italiano Carlo Collodi, un muñeco de madera que termina
convirtiéndose en un niño de carne y hueso, como símbolo de la evolución hacia la
toma de conciencia por parte del niño.
En el siglo XX la literatura infantil adquirió, por fin, su autonomía en este siglo. La
psicología del niño, sus intereses y sus vivencias son tenidas en cuenta por los
escritores que elaboran mucho más sus personajes les dotan de vida interior y les
hacen crecer a lo largo de la obra. Escritores como Gianni, Rodari, O Erich Kastner,
han revolucionado la literatura infantil, con su creatividad y su fantasía. Por otra parte,
Elena Fortun fue la autora que abrió las puertas de la realidad en la literatura infantil.
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Literatura Infantil
En sus libros aparecían personajes y situaciones que los jóvenes lectores podían
reconocer fácilmente en su vida cotidiana. La guerra civil española (1936-1939) trunco
el camino iniciado por estos autores y hasta los años cuarenta no aparecieron nuevos
escritos. En la década de 1975 a 1985 se produjo en España el llamado boom de la
literatura infantil y juvenil, en el curso del cual surgen los nombres más significativos
de la actualidad: Fernando Alonso, con El hombrecito vestido de gris (1978); Consuelo
Armijo, creadora de unos personajes fantásticos, Joan Manuel Guisbert, entre otros.
- Los temas, con los cuales el niño debe estar íntimamente identificado. De o a 3
años: temas monográficos y realistas: casa, escuela y familia; o libros para
manipular, libros de juego visual. De 3 a 6 años: anécdotas correspondientes a
experiencias vividas, que los protagonistas sean animales o niños en quienes
se puedan reconocer, personajes y situaciones fantásticas: brujas, hadas y
gigantes; cuentos clásicos y populares o textos pesados especialmente para la
lectura y la escritura. De 6 a 8 años cuentos de fantasía e imaginación con
unidad temática.
- El lenguaje y el estilo, debe ser asequible pero a la vez mágico. Las
descripciones claras, agiles y cortas. El vocabulario variado, preciso, adecuado
e imaginativo, así como también sencillo y con frases cortas.
- Estructura, tiene que ser simple y lineal, es decir, con planeamiento, nudo y
desenlace. Esta estructura lineal puede ser normal, acumulativa y circular.
- Espacio, este debe ser reconocible para el niño. Tiene que haber referencia a
aquellos lugares que les resulten familiares.
- El tiempo, debe ser fijo, es decir, no se puede estar saltando de presente a
pasado o futuro.
- Los personaje, deben resultar familiares para el niño y sentirse identificado con
el protagonismo.
- Formato y edición, los libros deben ser resistentes y flexibles con imágenes y
letras grandes y llamativas. Las páginas pueden tener troquelados, texturas,
etcétera.
- Valores, se deben tratar conceptos universales y positivos, como el auto
concepto y la autoestima y entre otros.
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El cuento infantil
Los cuentos son manifestaciones de narrativas breves, de origen popular, por lo tanto
son anónimos y como toda manifestación de literatura popular, se hicieron para instruir
a las generaciones venideras en ideologías, creencias, valores, entre otros. El
lenguaje del cuento es propio de la literatura popular: sencillo, concreto, repetitivo y
familiar. Hoy podemos decir, que sirven para distraer y entretener a los más pequeños.
Al narrarlo, se debe poner especial énfasis para hacerlos más interesante, es muy
importante modular la voz según el contenido, así como cambiar el timbre para los
diversos personajes. Los primeros cuentos de que se tenga noticia tuvieron origen
hace más de cuatro mil años, los cuales no habían sido pensados específicamente
para la niñez.
Lo más relevante del origen y evolución de los cuentos infantiles sucede a partir del
año 1697, con la temática de los relatos de tradición oral (Perrault), los cuentos como
“La bella durmiente” y “La cenicienta”, a partir de esta época, podrían encuadrarse en
la categoría de cuentos maravillosos. En 1812, podríamos incluir a los cuentos de los
hermanos Grimm, dentro de los cuentos folklóricos, ya que se trataban de historias
antiguas de la tradición oral de su país. Años más tarde, aparecen por primera vez los
cuentos con desenlace triste (Andersen), caracterizados como fantásticos. Así
mismo, surgen los cuentos compuestos por ideas e imágenes disparatadas, es decir
contrarias a la razón. En 1882 comenzaron a publicarse las aventuras, desecándose
“Pinoccho”.
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Para los lectores de siete años aproximadamente, los libros tienen que tener una
buena historia que esté acompañada por ilustraciones. Todavía en esta etapa, la
narración debe cuidar la unidad de línea argumental, con secuencias bien definidas,
evitando los niveles superpuestos. El lector es inquieto, impaciente, imaginativo, puede
armar en su mente escenas de gran fantasía, siempre que pueda contar con los
elementos necesarios. Lo perturban las contradicciones entre el texto y las
ilustraciones o los cabos sueltos en una historia. Se identifica con los personajes, tiene
un enorme sentido de la justicia y necesita gratificación cuando aparecen elementos
dolorosos.
Los libros para niños a partir de 9 años no necesitan tanto de las ilustraciones para
interesarlos aunque pueden ser parte de mensajes a decodificar. Inclusive el texto
combinado con la gráfica tipo historietas es muy popular en esta edad. Los cuentos o
novelas con capítulos cortos son propicios para esta etapa.
Importan mucho los personajes en los que proyectan sus afectos y con los que
fabrican ídolos. En esta etapa se dan contrastes muy grandes ente los niños: gran
capacidad de lectura o mucha dificultad para aceptarla, debido a que es la más
vulnerable a las influencias del medio.
A partir de los once años los libros presentan como características, tener gran
equilibrio en su texto, economía en las palabras y un buen ritmo. La extensión puede
variar.
El lector aprecia el dramatismo y no tolera sensiblerías, ni una historia rosada en la
que se elude la realidad. Es romántico, impaciente, no acepta palabras de más.
Aprecia la buena ilustración, es capaz de disfrutar estéticamente un libro, y de
quererlo. Puede llegar a tener escritores e ilustradores favoritos. Es amigo de lo
terrorífico y de lo monstruoso pero con una intuición estética. Es buen crítico y rechaza
las historias sin sostén lógico. Puede divertirse con un disparate y con la sátira ya que
está empezando a criticar el mundo que lo rodea.
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suele perseguir objetivos más concretos, de ámbitos más reducidos y a veces dentro
de ideologías no compartidas por todos. Razones por las cuales su vigencia, en el
tiempo y en el espacio, está más amenazada que la del tradicional
En cuanto a los signos y símbolos: El cuento tradicional debe apoyar su actualidad
en la interpretación simbólica de sus elementos componentes. No hacerlo así ha
supuesto el rechazo de quienes en ocasiones ven en él el reflejo de épocas pasadas
cuyos esquemas sociales o mentales se quieren prolongar injustificadamente. Pero
hay que reconocer que precisamente la incapacidad para pareja interpretación
simbólica acarreará a la larga el descrédito de algunos cuentos actuales y precipitará
su caducidad. Y cuanto más concretos sean sus signos y sus contenidos, más
rápidamente envejecerán.
En cuanto al contenido: Los cuentos tradicionales, al ofrecer escenas de la vida de
otras épocas, provocan en gran medida y de forma natural el distanciamiento, tan
buscado por Brecht en sus creaciones dramáticas. La interpretación de la parábola y
los juegos de la fantasía encuentran en ellos amplio campo, sin duda no siempre
aprovechando en toda extensión. El cuento actual, por el contrario, persigue la
identificación de personajes y circunstancias mucho más próximos al mundo del niño
de hoy, con intención más inmediatamente realista y concienciadora, y en
consecuencia, elimina lo maravilloso que tanto pesa en el cuento de hadas.
Actividad
Se distribuirán diferentes libros de cuentos para que las alumnas del Profesorado de
Educación Primaria los clasifiquen por grado, dependiendo de las características
desarrolladas durante la clase.