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Preparación Espiritual

Espíritu Santo, condúceme en este camino hacia la Pascua.


Espíritu Santo, llévame a la Buena noticia que hoy escucho.
Espíritu Santo, impúlsame al encuentro con mis hermanos.
Espíritu Santo, sorpréndeme con lo que Jesús
quiera regalarme en este encuentro.
Amén.
Domingo 5 de
marzo de 2023

Segundo domingo de Texto Bíblico Mt 17,1-9


cuaresma. Ciclo A
1
Seis días después, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a su hermano
“Los ojos del Señor Juan, y subió con ellos a una montaña alta. 2 Allí, en presencia de ellos, se transfiguró: su
están puestos en rostro empezó a brillar como el sol y su ropa se hizo blanca como la luz. 3 En esto se les
sus fieles, aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús.
en los que esperan 4
Pedro se dirigió a Jesús y le dijo: «¡Señor, qué bien estamos aquí! Si quieres voy a
en su misericordia” hacer aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Sal. 32 5
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió y una voz que venía de
la nube dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. ¡Escúchenlo!». 6 Al oír la
voz, los discípulos se postraron rostro en tierra llenos de temor.
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7
Jesús se acercó a ellos, los tocó y les ordenó: «¡Levántense, no teman!». 8 Levantaron
la vista, pero no vieron a nadie, sino a Jesús solo.
9
Mientras ellos bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No le cuenten a nadie esta
visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

¿Qué dice el texto?


Lectura
Mons. Damián Nannini:
obispo de la diócesis de Algunas preguntas para una lectura atenta
San Miguel (Argentina);
Licenciado en Sagrada 1) ¿Qué pasó seis días antes; qué dijo Jesús y qué relación tiene con la
Escritura por el Pontificio
Instituto Bíblico transfiguración?
2) ¿A qué apóstoles lleva Jesús con él? ¿Aparecen juntos en otro lugar?
3) ¿Qué hace Jesús en presencia de estos tres discípulos y qué revela de este
modo?
4) ¿Quiénes se aparecen y qué simbolizan o representan?
5) ¿Cómo reacciona Pedro ante esta visión y qué le pide al Señor?
6) ¿Qué simboliza la nube y de quién es la voz que se escucha y qué pide?
7) ¿Qué les pide Jesús a sus discípulos al bajar del monte?

Algunas pistas para comprender el texto:


Mons. Damián Nannini

1
El relato de la transfiguración viene colocado en los tres sinópticos a
continuación del primer anuncio de la pasión y de la exigencia de renuncia total para
seguir a Jesús. En Mateo esta vinculación se hace explícita con la referencia
cronológica con que se inicia el relato: “Seis días después”. Relacionando, por tanto,
la transfiguración con el primer anuncio de la pasión podemos decir que se hacía
necesario que, al menos algunos de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan, los
considerados como columnas en Gal 2,9), tuvieran una experiencia que disipara el
temor y la angustia generados por tal anuncio y, para ello, les concede una visión
anticipada de la gloria prometida después de padecer.
En Mateo estos tres discípulos son los más cercanos a Jesús y aparecen junto
a él en dos momentos claves: la transfiguración y el huerto de los Olivos (cf. Mt 26,
37). Por tanto, estos tres discípulos están asociados a la agonía y a la gloria de
Jesús. Esta asociación de los tres discípulos al misterio pascual es ejemplar para
todos los discípulos de Jesús.
Una vez en el monte, Jesús se transfigura delante de los tres apóstoles. El
término griego que utiliza el evangelio para describir la transfiguración supone una
transformación o cambio de forma, imagen o figura. Referido a Cristo los Padres lo
han entendido como una manifestación de su Divinidad que hasta entonces
permanecía oculta bajo el velo de su humanidad. Esta transformación viene
expresada con dos efectos visibles externos: el rostro brillante como el sol y los
vestidos blancos como la luz. Estás imágenes luminosas recuerdan la forma de
manifestarse la gloria de Dios en el Antiguo Testamento y también nos remiten a la
figura gloriosa de Cristo resucitado. R. Cantalamessa dice acerca de lo que sucedió a
Cristo en su transfiguración: "Jesús, aquel día, en su humanidad ¡entró en éxtasis!
Esta es quizás la categoría menos inadecuada que poseemos para describir lo que
entonces sucedió en Jesús […] Él estaba feliz. La Transfiguración es un misterio de
felicidad divina. Todo el torrente de alegría que fluye entre el Padre y el Hijo, que es
el mismo Espíritu Santo, en esa ocasión "desbordó" el jarrón de la humanidad de
Cristo".
En la escena, junto a Jesús, aparecen Moisés y Elías. Es interesante porque
además de representar la Ley y los Profetas, son dos hombres de oración que
ayunaron durante 40 días y subieron al monte Sinaí para encontrarse cara a cara con
Dios, para ver su rostro (Ex 33,8; 1Re 19,17). De algún modo puede decirse que
alcanzaron la meta de su camino ‘cuaresmal’.
Ante esta escena Pedro reacciona con una auténtica exclamación: "Señor, que
hermoso (kalós) es estarnos aquí". La transfiguración es un misterio de belleza divina,
de esplendor de la verdad y del bien de Dios mismo. Pedro se siente "atrapado" por
esta visión y quiere hacer tres carpas para quedarse allí. Mientras Pedro decía esto
una nube luminosa, signo de la presencia de Dios y del Espíritu Santo, los cubre con
su sombra. Desde allí sale una voz: no hay dudas de que se trata de la voz del Padre.
La Voz de Dios revela quién es Jesús, su Hijo amado y predilecto, y lo que sus
discípulos tienen que hacer: escuchar a Jesús, es decir, obedecerle, seguirle. Es la
misma voz del Padre que se escuchó al salir Jesús del Jordán luego de ser bautizado
1
(cf. Mt 3,17). En ambos casos Dios acredita a Jesús como Hijo con la misma
autoridad que Él tiene. Lo nuevo aquí es el mandato de escucharlo, por lo cual la
palabra del Hijo es ahora la palabra de Dios que hay que escuchar.
El efecto de esta voz sobre los discípulos – caen rostro en tierra y se llenan de
miedo – confirma claramente que se trata de una manifestación de Dios, de una
teofanía.
Luego, cuando el Señor les pide que se levanten y que no teman, ven a Jesús
sólo, desaparecieron las otras voces de Dios, Moisés y Elías, la Ley y los Profetas;
ahora tenemos la Palabra del Hijo como única expresión plena y definitiva de la
voluntad del Padre.
Al final del relato los discípulos son invitados por “Jesús solo” a levantarse y a
no tener miedo. Sigue luego la referencia a la resurrección que le da a toda la
narración el carácter de una gloria pascual anticipada, pero pasajera. Hay que bajar
del monte y seguir el camino del abajamiento propio del hijo del hombre.

Meditación ¿Qué me dice el Señor en el texto?

En el evangelio de hoy Jesús invita a tres de sus discípulos a subir al monte


elevado y se transfigura delante de ellos y les permite tener una experiencia de gran
gozo y consolación. También nosotros, en nuestro camino cuaresmal, somos
invitados a subir un poco para ponernos por encima de todo el trajinar cotidiano y
encontrarnos con el Señor transfigurado en la oración. Porque la oración es un medio
necesario, es como la ventana abierta a esa realidad definitiva que anhelamos:
nuestra transformación en Dios.
En nuestra oración estamos llamados a revivir la experiencia de la
transfiguración de Jesús que vivieron los discípulos; a encontrarnos con Cristo
glorioso y resplandeciente que llenará de luz nuestra inteligencia y de calor nuestro
corazón al punto que, como Pedro, querremos permanecer allí.
Al respecto, nos dice el Papa Francisco: “No hemos estado en el Monte Tabor,
no hemos visto con nuestros propios ojos el rostro de Jesús brillando como el sol. Sin
embargo, a nosotros también se nos ha dado la Palabra de salvación, se nos ha dado
fe y hemos experimentado la alegría de encontrarnos con Jesús de diferentes
maneras. Jesús también nos dice: «Levantaos, no tengáis miedo» (Mateo 17, 7). En
este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se oscurece por las
preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos: no tengo tiempo para rezar,
no puedo hacer un servicio en la parroquia, responder a las peticiones de los
demás... Pero no debemos olvidar que el Bautismo que recibimos nos hizo testigos,
no por nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu”, (ángelus 8 de marzo de 2020).
La oración del cristiano tiene como punto necesario de partida la escucha de la
Palabra de Dios, de Jesús. Este es el mandato de la voz del Padre que resonó en el
monte de la transfiguración: escucharlo, obedecerlo, seguirlo.
Por su parte esta experiencia de Jesús transfigurado tiene para nosotros un
valor pedagógico excepcional al igual que lo tuvo para los tres discípulos. Como bien
nota el Papa Francisco en su mensaje de cuaresma para este año: “Al final de la
subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les
concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz
que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de
1
esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos
hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de
montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el
sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que
valga la pena […] La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la
gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está
orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para
vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección”.
Así como el domingo pasado se nos presentó la necesidad de la lucha contra
la tentación, de la renuncia a lo que pueda apartarnos del camino de Dios; en fin, nos
invitó a asumir la cruz como dimensión fundamental de la existencia cristiana. Hoy
Jesús quiere hacernos partícipes de su gloria, de su transfiguración, de su felicidad y
gozo fruto de su relación con el Padre. Se nos presenta, por tanto, la dimensión
gozosa, triunfal, de la existencia cristiana, que es una dimensión tan esencial como la
cruz. Más aún, es la que da sentido a la misma. Por tanto, en nuestro camino
cuaresmal, el Señor transfigurado y la Voz del Padre, nos confirman y alientan a
continuar hasta el final.

Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:

1. ¿He tenido alguna experiencia fuertemente consoladora de la presencia luminosa


del Señor en mi oración?
2. ¿He experimentado algún cambio o transformación en vida como fruto de la
oración perseverante?
3. ¿Qué voces escucho y sigo en mi vida? ¿A quién me pide el Padre que escuche
con preferencia?
4. ¿Dónde y cómo puedo escuchar a Jesús?
5. ¿He logrado comprender que la cruz es el único camino hacia la gloria?

Oración ¿Qué le respondo al Señor que me habla


en el texto?
Gracias Jesús por transfigurarte.
Gracias porque me invitas a la oración.
Quiero escucharte sin prisa, con atención.
Que no me deje arrastrar por las cosas que el mundo me ofrece.
Sólo Vos puedes transformarme.
Quiero cargar mi cruz para seguirte.
Sólo ese es el camino hacia la gloria.
Vayamos juntos.
Amén

¿Cómo hago propias en mi vida


Contemplación las enseñanzas del texto?

Jesús, que tu transfiguración me aliente a la oración. Solo así podré vivir


transfigurado.

¿A qué me comprometo para


1
Acción demostrar el cambio?

Durante esta semana me propongo fijarme un tiempo y un lugar para la oración. Elijo a
alguien para invitar y compartirla.

Bitácora de grandes Lectionautas


“La oración dilata el corazón, hasta el punto de hacerlo capaz de
contener el don que Dios nos hace de Sí mismo”, (Santa Madre Teresa de
Calcuta).

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