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SEMINARIO MAYOR NACIONAL DE LA ASUNCIÓN

INSTITUTO DE TEOLOGÍA
GUATEMALA, C.A

LA EUCARISTÍA COMO ACCIÓN DE GRACIAS,


MEMORIAL SACRIFICIAL Y PRESENCIA REAL

SÍNTESIS DE TEOLOGÍA SISTEMÁTICA


PARA EL PRIMER CICLO DE LOS ESTUDIOS ECLESIÁSTICOS

ALUMNO: MAYNOR RENÉ SANTIZO VÁSQUEZ


ASESOR: PBRO. JUAN GREGORIO MENDOZA ARÉVALO

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN 30 DE NOVIEMBRE 2020


INTRODUCCIÓN

La presente síntesis, “La Eucaristía como acción de gracias, memorial


sacrificial y presencia real”, se desarrolla en tres capítulos, haciendo uso del
método, hermético/analítico se logra desarrollar cada tema con un esquema
común, que busca reafirmar cada una de estas características propias del
Sacramento fuente y culmen de la vida cristina (LG 11). Desde el mandato del
Señor «Haced esto en memoria mía» (1Co 11,24-25), la Iglesia a cuidado de
cumplir este misterio en el que Cristo se hace presente en cada Eucaristía.
Como acción de gracias la Eucaristía, la esperanza cristiana que en la Nueva
Alianza encuentra el cumplimiento y plenitud por medio del sacrificio de Cristo.
La celebración de tan grande suceso, es para el cristiano el centro de fe y de su
caminar. Por medio de este Sacrificio Eucarístico el cristiano se orienta a la
íntima unión con Cristo. Acción de gracias cargada de un valor antropológico
como novedad radical realizada por nuestro Señor. La estrecha e indivisible
relación entre la celebración de la Eucaristía y la transfiguración progresiva en
un camino de conversión.
En cuanto memorial de la Pascua de Cristo, en cada Eucaristía se actualiza la
ofrenda sacramental realizada, haciendo presente y actual. Haciendo memoria
del sacrificio ofrecido de una vez y para siempre en la cruz. De modo que De
este modo la Alianza del monte Sinaí queda totalmente superada y plenificada
por la Alianza del monte Calvario (Cfr. Ex 24,1-8; Hb 9,1-10.18). Un memorial
que invita a reforzar los lazos de comunión entre los hermanos, recordando el
compromiso de cristianos operadores del Reino de Dios.
Partiendo de la promesa de su presencia, finalmente el capítulo III, presenta
desde el testimonio bíblico, el legado de la tradición y las controversias
causadas en la historia de Iglesia por este tema; se presenta que en la conversión
del pan y el vino se da por la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del
Espíritu Santo, Cristo se hace presente y continua en medio del caminar
cristiano. Sin olvidar que Jesús está siempre presente en su Iglesia de diversas
y múltiples maneras.
CAPÍTULO I

Eucaristía es Acción de Gracias

La Eucaristía, al igual que los demás sacramentos de la Iglesia, tiene como


fin primero la santificación de los hombres, la edificación del Cuerpo de Cristo
y dar culto a Dios. Sacramentos que no solo suponen la fe, sino que la fortalecen
y alimentan (Cfr. SC 59). Sin embargo, dentro de los siete sacramentos la
Eucaristía ocupa un lugar único, en cuanto «sacramento de los sacramentos»
(Cfr. CEC 1211), como la define Santo Tomas de Aquino; «fuente y culmen de
toda la vida cristiana» (LG 11), a ella se ordenan y se unen los otros
sacramentos. En ella se realiza la perfecta comunión de vida con Dios y la
unidad del Pueblo, culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por
él al Padre.

1. Etimología
Eucaristía procede del griego ευχαριστια (eucharistia) traducido como acción
de gracias (Lc 22,19; 1Cor 11,24), del vocablo hebreo berekha (bendición) y el
término eulogein (Mt 26,26; Mc 14,22), recuerdan las bendiciones judías que
proclaman las obras de Dios (Cfr. CEC 1328). El uso de eucharistĭa en los
escritos posteriores a los libros del Nuevo Testamento, refiere a la Cena del
Señor. En todos los relatos, tanto los sinópticos y la primera carta a los
Corintios, utilizan eucharistĭa para indicar la acción de Jesús en seguimiento de
la costumbre hebrea de toda comida y en particular de la Cena pascual como
«acción de gracias», anterior a partir el pan se recita esta oración de
agradecimiento y de alabanza a Dios.
CAPÍTULO I: EUCARISTÍA ES ACCIÓN DE GRACIAS 3

Como textos más próximos a la Cena del Señor se presentan las


multiplicaciones de los panes. En el relato de la primera multiplicación es la
misma en la tradición de los evangelios, pero con una terminología distinta, ya
que san Marcos, san Mateo y san Lucas utilizan el verbo eulogein, (Mc 6,41;
Mt 14,18; Lc 9,16), mientras que el paralelo de san Juan (Jn 6,11) emplea el
verbo eucaristein. En el vocabulario del Antiguo Testamento eulogia
corresponde a la bendición (berekha), mientras que eucaristie se utiliza como
acción de gracias. Sin embargo, en el nivel del lenguaje de la primitiva
comunidad, los dos términos son sinónimos.
Las tradiciones de san Mateo y san Marcos en su relato
(Mt 26,26; Mc 14,22), utilizan el verbo eulogein para el pan y eucaristein para
el vino, mientras que la tradición de Antioquia representada por san Pablo y la
tradición lucana utilizan únicamente eucaristein (Lc 22,19; 1Co 11,24), en
ambas se refieren a la bendición y acción de gracias que Jesús dirigió a su Padre
al tomar el pan y vino. Hacia el año 50 en Corinto los dos términos tenían las
mismas probabilidades de imponerse, pero con el correr de la historia se impuso
eucaristie.
En un primer momento con el término eucaristie se identificó a la oración
central de la Celebración (plegaria), seguidamente se le denominó con este
término a toda la celebración (Sacrificio Eucarístico), finalmente se atribuyó a
las ofrendas consagradas (Sacramento de la Eucaristía), como lo afirma San
Justino, «llamamos a este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él
si no cree en la verdad de lo que se enseña entre nosotros» (Cfr. CEC 1355).
Durante muchos años este último significado se puntualizó de tal manera que
desplazó a los dos anteriores.
En la piedad judía las bendiciones, sobre todo en las comidas, proclaman las
obras de Dios; creación, redención y santificación. El cristiano encuentra en la
Eucaristía el sacramento de su salvación, ofreciendo al Padre el sacrificio de
alabanza y acción de gracias por todo lo bueno, bello y justo realizado en la
creación y en la humanidad (Cfr. CEC 1328.1359).
Hoy aún muchas personas cuando se refieren a la Eucaristía remiten
únicamente a la reserva eucarística o al momento puntual de la consagración.
Con la reforma litúrgica se ha logrado recuperar los primeros dos significados
de este término, sobre todo en el lenguaje teológico que remite a toda la
celebración. El sacrificio, presencia y banquete, son el Misterio Eucarístico en
CAPÍTULO I: EUCARISTÍA ES ACCIÓN DE GRACIAS 4

conjunto, por ello no puede caerse en reducciones ni instrumentalizaciones, sino


debe ser vivido en su integridad1.

2. Testimonio Bíblico
La Sagrada Escritura narra la experiencia de un pueblo que tiene clara
conciencia de ser el Pueblo de la Alianza con Dios, realizada en la experiencia
del Éxodo luego del acontecimiento salvador y liberador de Dios, como punto
central de su historia. Estando en el desierto del Sinaí, Yahvé se les revela, y les
da a conocer su nombre, un Dios de ternura y de piedad, lento a la cólera, rico
en gracia y fidelidad (Cfr. Ex 34,6).
La experiencia narrada por la biblia hace rememoración de la Alianza de Dios
con Abraham, de ella nace el sentido de identidad de Israel como Pueblo. Será
precisamente en el Sinaí por medio de Moisés que Dios dará a conocer su Ley
(Cfr. Ex 34,28). La fidelidad les garantiza la promesa de ser poseedores de la
tierra prometida y el ser reconocidos con el nombre que estará sobre cualquier
otro pueblo (Cfr. Dt 27-30).
El desprecio de la Alianza queda manifestado en el culto a los ídolos y en las
arbitrariedades de aquellos que eligen como jefes. Cada una de estas
desobediencias fueron denunciadas por los profetas (Cfr. Dt 4,12; 5,8; Ex 24,4;
Is 44,17; Dn 3,5; Os 3,1; 2R 17,35; Ez 14,3-4; Hch 7,41; Ef 5,5; Col 3,5).
Ante estas terribles consecuencias el pueblo experimenta la impresión de
haber sido abandonado por su Dios. A la vez que llegan palabras de ternura que
desconciertan la situación que están viviendo. «¿No es mi hijo querido Efraín?
¿No es mi niño mimado? ¡Si es mi hijo querido Efraín, mi niño, mi encanto!
¡Después de tanto reprenderle sigo recordándolo todavía! En efecto, mis
entrañas se conmueven, no ha de faltarle mi ternura» (Jr 31,20).
Mensaje de un Dios que no renuncia a su Alianza, en medio de la experiencia
dolorosa del destierro, el Pueblo ve patente la perenne y profunda presencia de
su Señor. Adquieren lentamente la humildad necesaria para descubrir en qué y
cómo se manifiesta la fidelidad de la Alianza que Dios les juró. Atestiguado en
el cambio radical de la situación del pueblo en la época de Josué, de los Jueces
y de los Reyes, el pueblo transforma su corazón de piedra a un verdadero
corazón de carne (Cfr. Ez 36,26).

1
Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 61: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO I: EUCARISTÍA ES ACCIÓN DE GRACIAS 5

En el contexto de esta transformación interior, Israel da gracias ya no por las


circunstancias externas sino por esa relación con Dios. Israel comienza un
camino de vida según la santidad de su Señor. Inicia en este contexto el anuncio
de la Nueva Alianza por el profeta Jeremías. (Cfr. Os 2,21-25; Ez 20,40-41; Jr
31,31-34).

3. Pascua Cristiana
Cada uno de los temas que entretejen la religión judía quedan cumplidos y
sobrepasados por el marco de la Nueva Alianza. Es decir, el éxodo de Jesús, su
muerte y resurrección (Cfr. Lc 9, 31), dando paso a la Pascua Cristiana, que
significa esa salida de esta tierra, el paso de este mundo al Padre, una entrada
en la gloria de la resurrección (Cfr. Jn 13,1).
La acción de gracias judía presentada a Dios tiene ahora una significación
plena en los cristianos, la columna de fuego que iluminaba las tinieblas del
desierto, ahora se ilumina por la verdadera luz, que es Cristo, que se alza sobre
las tinieblas del corazón (Jn 8,12).
Entonan el cántico de Moisés, que también es el canto del Cordero (Cfr. Ap
15,3) el cual celebra la liturgia celeste del Apocalipsis. La síntesis consiste en
la celebración de la Pascua Judía por el Éxodo de Israel y la Pascua Cristiana
que celebra el Éxodo de Jesús.

3.1 Cena Pascual


Los planes salvíficos de Dios, contenían un culto perfecto y definitivo, el cual
representa la plenitud del culto judío, anunciado por Cristo a la samaritana (Jn
4,5-43). En el contexto de la fiesta pascual judía, tiene lugar la “última cena”
celebrada por Jesús (Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,15-20), junto a sus
discípulos. En la profundidad de este acontecimiento, se da la sustitución de la
Antigua Alianza por la Nueva, que llegará a su plenitud en el banquete celestial.
Ubicar la muerte de Jesús dentro del tiempo en que las familias judías acudían
al templo a sacrificar a los corderos para celebrar la Pascua, busca la aplicación
de lo prescrito en las leyes (Ex 12,46; Nm 9,12). Una completa teología del
Cordero Pascual que impregna el cristianismo primitivo. Teología que san
Pablo desarrolla en la carta a los Corintios (Cfr. 1Co 5,7; 11,23-25).
CAPÍTULO I: EUCARISTÍA ES ACCIÓN DE GRACIAS 6

3.2 Las comidas pos-pascuales


La Pascua cristiana tiene su centro en el Misterio de Jesucristo que; desde su
pasión, muerte y resurrección, trae la salvación al mundo entero, es el banquete
de su amor celebrado en cada Eucaristía. En una entrega gratuita, en la que
interviene Dios. Jesús Resucitado sigue apareciéndose a los apóstoles en
diferentes pasajes, en su gran mayoría alrededor de la mesa. Utilizando sobre
todo un lenguaje eucarístico.
Así como en el pasaje de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), la comida
del pescado en el cenáculo con los once (Lc 24,41-43), la referencia de Marcos
en la que los once estaban en la mesa (Mc 16,9-14), la aparición en el lago de
Tiberíades (Jn 21,1-14) y en el libro de Hechos en su última aparición, la
ascensión, que tiene lugar mientras comían (Hch 1,4-12).

4. Encuentro con el Resucitado


El encuentro con el Resucitado, sigue siendo posible. La fe es renovada, para
hacerla más profunda y autentica por medio del acontecimiento pascual, que se
alimenta de la palabra de Dios, no de ideas humanas sino de esa presencia real
en la Eucaristía2. Jesús no está presente en ella como figura histórica, el profeta
de Nazaret, sino como el Señor resucitado.
Celebrar la Pascua es, ante todo, dar gracias por las maravillas de la creación
y de la redención. Eso es precisamente lo que se hace con el Gran Hallel (Sal
136). Jesús lo proclamo con sus apóstoles en la última Cena (Mt 26,30; Mc 14;
Jn7,12; 1Cor 16,34; 2Cor 5,11-13). El Concilio Vaticano II, recuerda que «La
sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es
decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres
por medio del Espíritu Santo» (Cfr. PO 5).
El acontecimiento de la resurrección debe ser aplicado a la vida, como lo
recuerda San Ambrosio a los neófitos «Si hoy Cristo está en ti, Él resucita para
ti cada día»3. San Cirilo de Alejandría, subraya que la participación en los santos
Misterios «es una verdadera confesión y memoria de que el Señor ha muerto y
ha vuelto a la vida por nosotros y para beneficio nuestro»4, una ofrenda donde
se convierte no solo en la victima ofrecida sino también en sacerdote y altar,

2
Cfr. BENEDICTO XVI, Regina Caeli, 6 de abril de 2008.
3
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 14: AAS 95 (2003), 456.
4
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 14: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO I: EUCARISTÍA ES ACCIÓN DE GRACIAS 7

«por la ofrenda de su Cuerpo realizada en la cruz […] se hizo por nosotros


sacerdote, altar y víctima»5.
El Sacrificio Eucarístico está orientado para la íntima unión de los fieles con
Cristo quien se ha entregado por cada uno de nosotros mediante la comunión de
su Cuerpo y su Sangre, «derramada por muchos para perdón de los pecados»
(Mt 26,28), «También el que me coma vivirá por mí» (Jn 6,57). Por ello la
Eucaristía es el verdadero banquete, en el cual es Cristo quien se ofrece como
alimento. Y por medio de esta comunión recibimos no solo su Cuerpo y Sangre
sino también su Espíritu como lo recuerda san Efrén «Llamó al pan su cuerpo
viviente, lo llenó de sí mismo y de su Espíritu. En efecto, es verdaderamente mi
cuerpo y el que lo come vivirá eternamente»6.

4.1 Alabanza y acción de gracias


El salmo 115 es para la Iglesia un texto eucarístico el cual los cristianos han
utilizado a lo largo de su tradición, desde el apóstol San Pablo. Un salmo que
expresa la oración de acción de gracias confiada en la esperanza, dirigida a
Aquel que jamás abandona a su pueblo ni en las situaciones más difíciles. Dios
no es indiferente ante el drama de su criatura, sino que rompe sus cadenas (Cfr.
Sal 115,16).
San Basilio Magno en su homilía sobre este salmo expresaba; «Reconociendo
que el Señor se ha entregado a sí mismo en redención en lugar de todos nosotros,
y, buscando entre todas las cosas que le pertenecen, no sabe cuál don será digno
del Señor. “¿Cómo pagaré al Señor?”. No con sacrificios ni con holocaustos...,
sino con toda mi vida»7.
Cuando el creyente se encuentra con la Eucaristía implica su realidad
concreta y la misma hace posible que se transfigure progresivamente. Como lo
expresa perfectamente el Papa Benedicto XVI, «Aparece aquí todo el valor
antropológico de la novedad radical traída por Cristo con la Eucaristía: el culto
a Dios en la vida humana no puede quedar relegado a un momento particular y
privado, sino que, por su naturaleza, tiende a impregnar todos los aspectos de la
realidad del individuo»8.

5
Cfr. MISAL ROMANO, Prefacio pascual V.
6
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 17: AAS 95 (2003), 456.
7
BENEDICTO XVI, Audiencia general, 25.02.2005.
8
BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis, n.71: AAS 99 (2007), 143.
CAPÍTULO I: EUCARISTÍA ES ACCIÓN DE GRACIAS 8

Dios hecho hombre en Jesús, permite captar el significado profundo de su


entrega, un gesto de amor que revela su deseo de orientar al mundo hacía sí. «y
esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el
camino sobre la tierra»9. Por medio de acciones concretas, haciendo fecundo el
amor recibido en un donarse a los demás.
En cada una de las Eucaristías luego de la consagración y las palabras
“Mysterium fidei”, pronunciadas por el ministro, se responde «Anunciamos tu
muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!»10, proclamación que
expresa el compromiso verdadero de trasformación de cada participante, siendo
en cada momento de su vida cristiana una real Eucaristía.
«¡Ven, Señor Jesús!» (Cfr. Ap 22,20), es la expresión escatológica que, como
fruto de la transfiguración de la propia existencia, invita a la transformación del
mundo según el Evangelio. Impulsa nuestro camino histórico, dejando una
semilla de esperanza viva en las labores cotidianas en crecimiento del Reino11.

9
FRANCISCO, Carta Enc., Lumen Fidei, n. 18: AAS 105 (2013), 586-587.
10
Formula primera IGMR 151.
11
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 20: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO II

Eucaristía memorial sacrificial

1. Memorial de la pascua de Cristo


La confesión de la Iglesia sobre el único y verdadero sacrificio es aquel que
realizo Jesús, quien poco antes de retornar de donde había venido «ofreció a
Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y vino» (DZ 938). Y
a sus apóstoles les mandó: «Hagan esto en memoria mía» (Lc 22,19), porque el
«verdadero y único Sacerdote, […] al instituir el sacrificio de la eterna alianza,
se ofreció a sí mismo al Padre como víctima de salvación y nos mandó perpetuar
esta ofrenda en conmemoración suya»12.
Es así como la Iglesia, cada vez que celebra el acontecimiento pascual,
actualiza y presencializa la obra redentora de aquél que por amor se entregó a
los hombres. A esta acción se le denomina memorial teniendo como raíz el
término hebreo zkr.

1.1 Etimología
Del hebreo Zikkaron, el término memorial definía el recordatorio que se
plasmaba en un libro o cuaderno. Para los hebreos era una pequeña porción de
pergamino en la que se escribían palabras seleccionadas de la Ley (Ex 13,9-16),
que eran utilizadas en las ceremonias religiosas (Ex 28; 12,29; 30,16; Lv
2,2.9.16; 6,15). En la versión griega de los LXX, el término se traduce como
anamnesis, el cual es utilizado en cinco ocasiones, (Lv 24,7; Nm 10,10; Sal

12
PREFACIO I de la Eucaristía
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 10

38,1; 70,1; Sb 16,6). En el Nuevo Testamento se utiliza el término mnemosynon


en tres textos (Mt 26,13; Mc 14,9; Hch 10,4), también anamnesis en otros seis
textos (Mt 11,21; 14,72; 1Cor 4,17; 2 Tim 1,6; 2Cor 7,15; Hb 10,32).

1.2 Vinculaciones en el Antiguo Testamento


Cuando se habla de memorial en el AT, se hace referencia a la acción
salvadora de Dios en la historia del pueblo, en su liberación por medio de
palabras y de ritos. Implica en primer lugar el recuerdo del poder de la liberación
de Egipto, de la alianza de pertenencia como pueblo elegido y de su promesa de
protección, junto al compromiso de fidelidad realizado (Cfr. Est 9,27-28; Ex
12,14; 13,3; Dt 16,1-3).
El memorial se lleva a cabo en la cena pascual judía llena de signos como; el
pan ázimo y las copas, en el cual también se contempla el sacrificio de un
novillo. «Ofrenda de alabanza, espiritual, pura y santa, que será superada y
plenificada en Jesucristo (Cfr. Hch 13,15; Sal 116, 13.17; 1P 2,5; Mi 1,11)»
(Cfr. CEC 1330). En el conmemorar se celebra y se evoca la promesa de
salvación, en una reciprocidad de pertenencia entre Dios y el hombre, liberación
y fidelidad de la mano.

1.3 De la Alianza Antigua a la Alianza Nueva


La nueva y definitiva Alianza se cumple en el misterio de la obediencia de
Cristo hasta su muerte en Cruz (Cfr. Flp 2,8; Mc 15,37; Lc 23,46) y es la muestra
de amor más radical realizada en este admirable Misterio. En su entrega se
manifiesta el sentido salvador de su muerte y resurrección. Su muerte violenta
fue transformada en un acto supremo de amor para la humanidad, es la Alianza
del amor sellada con su propia vida entregada por la salvación de todos.
Las ofrendas expiatorias del pasado resultaban ser imperfectas, Dios no se
complace en los sacrificios humanos, ni de los ofrecidos por los sacerdotes
judíos y gentiles. Por eso era necesario una forma nueva de ofrecer a Dios la
acción de gracias, la cual se concretizará no solo con el sacrificio de Cristo en
la cruz sino, con la perenne operatividad divina presente en el sacrificio
incruento de la Eucaristía. Al pan que se ofrecía en la cena pascual judía, Él
agrega la novedad de la vinculación con su cuerpo entregado y a la copa de vino
su derramamiento de sangre en la cruz. De este modo la Alianza del monte Sinaí
queda totalmente superada y plenificada por la Alianza del monte Calvario (Cfr.
Ex 24,1-8; Hb 9,1-10.18).
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 11

Una Alianza nueva y definitiva, por medio de un sacrificio perfecto, sin


mancha e ilimitado como Dios mismo: «Este sacrificio es tan decisivo para la
salvación del género humano, que Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padre
sólo después de habernos dejado el medio para participar de él, como si
hubiéramos estado presentes»13.
La Nueva Alianza sellada por Cristo es vivida continuamente por la Iglesia,
al hacerla presente por medio del Santo sacrificio, a éste no se le añade nada,
sino se actualiza perpetuamente en el tiempo. Como lo expresa muy bien san
Juan Crisóstomo «Nosotros ofrecemos siempre el mismo Cordero y no uno hoy
y otro mañana, sino siempre el mismo. Por esta razón el sacrificio es siempre
uno sólo»14. De modo que en cada Eucaristía se presenta el idéntico sacerdote,
la idéntica víctima, pero con un modo distinto de ofrecerle.
Jesús continúa ofreciéndose al Padre por nosotros en cada una de las
Eucaristías. En cada una se confiere la gracia y en ella se hace presente el autor
de la misma. Por medio de la novedad pascual de la Redención, en el único
sacrificio de salvación, el mundo y el hombre son restituidos en Dios, como el
fundamento del valor sacrificial de la Eucaristía.

2. Sacrificio del calvario y la Eucaristía


Cristo quiso dejar a la Iglesia un signo visible de la entrega que ha realizado
y «en el que se representase aquél sacrificio cruento que había de realizar una
vez en la cruz» (DZ 940). San Pablo indica que cada vez que se coma de este
pan y se beba de este cáliz, se anuncia la muerte del Señor hasta su definitiva
venida (Cfr. 1Cor 11,26). El sacerdote primario siempre es Cristo que se sirve
del ministro de la Iglesia. Cada Eucaristía es un único y actual acto sacrificial
para la glorificación de Dios, para la acción de gracias y para la expiación de
los pecados.
Por medio del misterio Eucarístico se representa el sacrificio de la Cruz de
manera admirable, que se consumó de una vez para siempre en el Calvario.
Jesucristo, al instituir el Misterio Eucarístico, sancionó con su sangre el Nuevo
Testamento, cuyo Mediador es Él, como en otro tiempo Moisés había
sancionado el Antiguo con la sangre de los terneros (Cfr. Ex 24,8)15.

13
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 11: AAS 95 (2003), 456.
14
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 12: AAS 95 (2003), 456.
15
Carta Enc. Mysterium Fidei, n. 4: AAS 57 (1965), 753-774.
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 12

«El acontecimiento pascual y la Eucaristía que lo actualiza a lo largo de los


siglos tienen una «capacidad» verdaderamente enorme, en la que entra toda la
historia como destinataria de la gracia de la redención»16. Por ello la raíz
primaria de la Eucaristía es la auto donación de Cristo, «Él nos ha amado
primero» (1Jn 4,19), una realidad que en el origen de la Iglesia muestra una
precedencia no sólo cronológica sino también ontológica de habernos amado
primero.

3. El sacrificio y su actual celebración


Aquel mandato de realizar sus gestos y palabras hasta su vuelta (1Co 11,26),
sigue vigente y se realiza no en modo mimético sino en sentido de memorial,
porque no es un simple recuerdo, sino la actualización sacramental bajo las
especies que por el oferente perfecto se ofrece a Dios, para la remisión de los
pecados y la obtención de gracia para avanzar en el camino de la santidad.
Por eso, participar del memorial en la acción litúrgica significa asumir la
condición del Maestro que siendo Dios se abaja para lavar los pies de los suyos
(Cfr. Jn 13,14-15); de esta manera, por la fuerza que otorga la Eucaristía, el
cristiano puede testimoniar la novedad extraordinaria del Sacrificio de Jesús en
su gloriosa Pascua.
Además, por este memorial se anticipa la garantía de la gloria futura ante el
misterio de fe Mysterium fidei, al que en cada Eucaristía inmediatamente luego
de la consagración la asamblea proclama: «Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!».

3.1 In persona Christi


La riqueza de la Eucaristía se halla en los gestos y las palabras que el
sacerdote que preside la asamblea litúrgica, en nombre de Cristo hace presente
y operante la Pascua del Señor Jesús. Y como bien lo declara San Juan
Crisóstomo «cualquiera que sea el oferente, Pablo o Pedro; es la misma que
Cristo confió a sus discípulos, y que ahora realizan los sacerdotes; esta no es,
en realidad, menor que aquélla, porque no son los hombres quienes la hacen
santa, sino aquel que la santificó. Porque, así como las palabras que Dios

16
Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 7: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 13

pronunció son las mismas que el sacerdote dice ahora, así la oblación es la
misma»17.
Cuando la asamblea del pueblo de Dios se reúne para celebrar la Eucaristía,
necesita del sacerdocio ministerial quien ofrece el sacrificio in persona Christi
en nombre de todo el pueblo, mientras los fieles en virtud de su sacerdocio real
concurren a la oblación (Cfr. LG 10). Este ministerio implica la respectiva
sucesión apostólica del ministro, en sacramental identificación con el Sumo y
Eterno Sacerdote, autor y sujeto del sacrificio que no puede ser substituido.
Cristo es sacerdote, víctima y altar, el mediador entre Dios Padre y el pueblo
(Cfr. Hb 5,5-10), además es la víctima de expiación (Cfr. 1Jn 2,2; 4,10). Nadie
puede decir «esto es mi cuerpo» y «éste es el cáliz de mi sangre» si no es en el
nombre y en la persona de Cristo (Cfr. Hb 8-9).
La misión del sacerdote no tiene por objeto las cosas humanas y transitorias
por muy importantes que estas sean, sino las cosas divinas y eternas, como lo
indica san Pablo (Cfr. Hb 5,1). Como sucesor de los apóstoles el sacerdote eleva
al cielo la ofrenda pura profetizada por Malaquías (Cfr. Mal 1,11). Una
verdadera acción sacrificial, con una eficacia real de reconciliación y salvación.
San Agustín recuerda que el sacerdocio es amoris officium, el oficio del buen
pastor, que da la vida por las ovejas (Cfr. Jn 10,14-15)18.

3.2 Acción pneumatológica


En la Eucaristía una de las partes más importantes es la anáfora en la que
junto a las palabras pronunciadas por Cristo en la última Cena, se encuentra la
epíclesis, la invocación al Padre para que haga descender el don del Espíritu
sobre las ofrendas del pan y el vino. Aquel Espíritu presente y actuante en la
vida y misión de Cristo, fue enviado por el Padre y el Hijo para la continuación
de la obra salvífica.
Sobre todo, se hace memoria del Espíritu enviado por el Padre y el Hijo como
don escatológico invocado para la transformación de los dones como también
por la transformación de la misma comunidad que celebra en caridad y en el
amor. Expresado perfectamente en la Plegaria Eucarística II, «Por eso te
pedimos que santifiques estos dones por la efusión de tu Espíritu [...] (y después

17
Carta Enc. Mysterium Fidei, n. 5: AAS 57 (1965), 753-774.
18
Ext. Apost. Postsinodal, Sacramentum Caritatis, n.23: AAS 99 (2007) 143.
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 14

de la consagración) Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue


en la unidad a cuantos participamos del cuerpo y sangre de Cristo».

3.3 Efectos y eficacia del sacrificio eucarístico


El sacrificio Eucarístico contiene efectos particulares porque es el sublime y
perfecto acto oblativo de alabanza y de acción de gracias y porque quien se
ofrece es el mismo Cristo, victima sin mancha, ofrenda perfecta en el amor.
Incluso cuando se celebra la fiesta de un santo, no se ofrece a ellos sino a Dios,
con el fin de dar gracias por la gratuidad divina, que nunca abandona a sus hijos
en el peregrinar de la vida, sino que los empuja con su fuerza convocados a la
caridad por la fe y animados en la esperanza. La misma celebración eucarística,
donde se anuncia la muerte del Señor, y su gloriosa resurrección como prenda
de la gloria futura, es esperanza, en el sufragio por los difuntos, para que una
vez purificados, lleguen a la visión beatífica de Dios (Cfr. Rm 5,2; Tt 2,13).
Y es eficaz porque actúa ex opere operato al ser acto personal de Cristo, el
ministro de la Iglesia solo es sacerdote por participación del único sacerdocio
de Cristo. Pero también actúa ex opere operantis porque es un acto celebrativo
coordinado por el sacerdote celebrante y de los fieles. En palabras de Benedicto
XVI: «La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos
solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la
dinámica de su entrega»19, proporciona la gracia de la penitencia, provoca la
remisión de las penas temporales de acuerdo a la disposición de cada uno para
su recepción.

3.4 Sacrificio y asamblea sacerdotal por el bautismo


El Concilio Vaticano II se ha preocupado siempre por la activa, plena y
fructuosa participación del Pueblo de Dios, como la verdadera asamblea
sacerdotal que ofrece juntamente con el sacerdote la hostia inmaculada20. Con
el Bautismo el cristiano se incorpora a Cristo y en la participación del Sacrificio
eucarístico se renueva y consolida. La unidad con el cuerpo de Cristo, como
bien lo recuerda san Pablo «Y el pan que partimos ¿no es comunión con el

19
Carta Enc. Deus caritas Est, n. 13: AAS 98 (2006), 228.
20
Cfr. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,
Instr. Redemptionis Sacramentum, 2004, 36-42: AAS 96 (2004), 561-564.
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 15

cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo
somos, pues todos participamos de un solo pan» (1Co 10,16-17).
La unión con Cristo, que es don y gracia para cada uno, hace que en Él
estemos asociados también a la unidad de su cuerpo que es la Iglesia.
Consolidación realizada en el bautismo mediante el don del Espíritu Santo (Cfr.
1Co12,13.27). Realidad que San Juan Crisóstomo detallaba perfectamente
«Como el pan es sólo uno, por más que esté compuesto de muchos granos de
trigo y éstos se encuentren en él, aunque no se vean, […] de la misma manera,
también nosotros estamos unidos recíprocamente unos a otros y, todos juntos,
con Cristo»21.

3.5 El Sacrificio y el compromiso Social


Los evangelios narran los sentimientos de Cristo por los hombres, de modo
muy particular por aquellos que sufren y los pecadores (Cfr. Mt 20,34; Mc 6,54;
Lc 9,41). Al mismo tiempo que nos hace testigos de la compasión divina por
cada uno de nuestros hermanos, naciendo de esta manera el servicio de la
caridad, la cual «consiste precisamente en que, en Dios y con Dios, amo también
a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco»22.
Por ello las comunidades al celebrar la Eucaristía deben ser más conscientes
de que el sacrificio de Cristo debe impulsarles a hacerse pan partido para los
demás. Como lo remarca el Santo Padre, diciendo que el culto que agrada a
Dios es «cuando allí llevamos los intentos de vivir con generosidad y cuando
dejamos que el don de Dios que recibimos en Él se manifieste en la entrega a
los hermanos»23.
Santo Tomas de Aquino, al cuestionarle sobre las acciones más grandes que
puede presentarse a Dios, respondía; «No adoramos a Dios con sacrificios y
dones exteriores por él mismo, sino por nosotros y por el prójimo. Él no necesita
nuestros sacrificios, pero quiere que se los ofrezcamos por nuestra devoción y
para la utilidad del prójimo»24. Una vida marcada por la búsqueda de la paz y la
justicia.
Lamentablemente el mundo de hoy está plagado de «numerosas formas de
injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo
21
Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 23: AAS 95 (2003), 456.
22
Carta Enc. Deus caritas est, n. 18: AAS 98 (2006), 232.
23
FRANCISCO, Ext. Apost., Gaudete et exultate, n. 104, 2018.
24
FRANCISCO, Ext. Apost., Gaudete et exultate, n. 106, 2018.
CAPÍTULO II: EUCARISTÍA MEMORIAL SACRIFICIAL 16

económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso


matar al hombre»25. Es allí donde el sacrificio cristiano toma sentido, como nos
recuerda la palabra de Dios, «Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los
enfados e insultos y toda maldad» (Ef 4,31), no devolver «a nadie mal por mal»
(Rm 12,17), a no querer hacerse justicia «por vuestra cuenta» (v.19), y a no
dejarse vencer por el mal, sino a vencer «al mal con el bien» (v.21).
El papa Benedicto XVI recuerda que «Cristo, por el memorial de su
sacrificio, refuerza la comunión entre los hermanos y, de modo particular,
apremia a los que están enfrentados para que aceleren su reconciliación
abriéndose al diálogo y al compromiso por la justicia»26. Porque el sacrificio de
Cristo es misterio de liberación que nos interpela y provoca continuamente, a
caminar como operadores del Reino.

25
FRANCISCO, Carta Enc., Fratelli Tutti, No. 22, 2020.
26
Ext. Apost. Postsinodal, Sacramentum Caritatis, n. 89: AAS 99 (2007) 143.
CAPÍTULO III

Eucaristía Presencia Real

1. La promesa de su presencia

1.1 Testimonio Bíblico


El testimonio bíblico recoge el deseo de Jesús por seguir presente en la
historia de la Iglesia (Mt 28,20). Aquellos que durante la vida pública del
Maestro desearon verle con una corona terrena, Él les reprende y les invita a
buscar aquello que les de la vida eterna y ese será el pan verdadero que baja del
cielo (Jn 6,25-35). Cristo se hace en la Eucaristía «pan de vida» (Jn 6,35.48),
«pan vivo» (Jn 6,51).
Con la fuerza divina de sus palabras, Jesús convierte el pan y el vino en su
persona sacrificada. Con el término “cuerpo”, como traducción semítica Cristo
le da un significado más allá de referir a una parte del hombre, sino el hombre
entero en su corporeidad concreta. Y la “sangre” presentada como la substancia
de la vida, ya que para los semitas significa el ser vivo unido a la sangre, sobre
todo cuando el sufre una muerte violenta, designa su persona en el estado de
derramamiento de sangre (Cfr. Dt 12,23; Lv 17, 11-14; Gn 4,10; 2M 8,3; Mt
27, 4-25).
Tanto impacto produjo en los discípulos de Jesús, como para la concepción
judía, la afirmación «comer mi cuerpo y beber mi sangre» (Cfr. Mt 26,26.30;
Lc 22,15-20; 1Co 11, 23-25), que incluso algunos de sus discípulos pensaron
en abandonarle. En la discusión con los judíos, Jesús les hace ver que no fue
Moisés quien les dio el pan de vida, sino el Padre es el único que da el pan
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 18

verdadero, que da la vida al mundo (Cfr. Jn 6,31-34). Posteriormente se


atribuirá ser Él ese pan verdadero (Cfr. Jn 6,35).
San Pablo ha dejado el testimonio de esa presencia real y somática de Jesús,
cuando en sus enseñanzas aclara que el pan partido y el cáliz bendecido son
participación «Koinonia» en el cuerpo y la sangre de Jesús, también cuando
deriva de la unidad de todos los cristianos como un solo cuerpo de que todos
comen un mismo pan, exhortando a una recepción digna del cuerpo de Cristo y
finalmente cuando compara la cena del Señor con los banquetes en los
sacrificios judíos y paganos. (Cfr. 1Co 10,16; 10,17; 11, 27-31; 10, 18-22).

1.2 Tradición
Es la presencia real de Jesús Resucitado en las especies, no simbólicamente,
sino como una realidad permanente desde «el momento de la consagración y
dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo esta todo
entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus
partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo» (CEC 1377).
La conversión del pan y el vino se da por la eficacia de la Palabra de Cristo
y de la acción del Espíritu Santo, como lo recuerda San Ambrosio; «La palabra
de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las
cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas
su naturaleza primera que cambiársela» (CEC 1375). Y san Ambrosio dice;
«Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido,
sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera
a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta
cambiada» (CEC 1375).
Los santos padres recuerdan como lo hace San Ambrosio dirigiéndose a los
neófitos, como una aplicación del acontecimiento de la resurrección a su vida:
«Si hoy Cristo está en ti, Él resucita para ti cada día. Y san Cirilo de Alejandría,
a su vez, subrayaba que es una verdadera confesión y memoria de que el Señor
ha muerto y ha vuelto a la vida por nosotros y para beneficio nuestro»27.

1.3 Controversias Eucarísticas


La historia está marcada por discusiones del tema, que el Sínodo Romano de
1079, defiende la identidad del cuerpo eucarístico con el cuerpo histórico de

27
Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 14: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 19

Cristo. Ante las negaciones de Berengario de su presencia real, en el cual se le


invita a hacer su confesión de fe en este misterio. De los siglos IX al XI se dan
tantas polémicas en parte por las distinciones que dieron durante esta época; por
un lado, el corpus triforme, que separaba el cuerpo físico histórico, el cuerpo
sacramental y el cuerpo eclesial. Pero también se daba la distinción dúplex
corpus, diferenciando entre el cuerpo histórico y el eucarístico como figura.
Fue en este momento que el concepto substancia adquirió fuerza para explicar
las tres maneras diversas de ser y estar de Jesús; con su existencia terrena, su
glorificación celeste y en su sacramentalización eucarística. Más tarde ante las
afirmaciones de Lutero, Zuinglio y Calvino, el tema tendrá que ser tratado en el
Concilio de Trento con la siguiente declaración:
«Si alguno […] negare aquella admirable y singular conversión de toda la
sustancia del pan en el cuerpo y de toda la sustancia del vino en la sangre,
permaneciendo sólo las apariencias de pan y de vino, conversión que la Iglesia
católica llama muy a propósito transustanciación, sea anatema» (DZ 884).
Condenando de este modo la consustanciación.

2. Verdadera comida y verdadera bebida


Jesús está siempre presente en su Iglesia de diversas y múltiples maneras,
pero sobre todo en la acción litúrgica; en su palabra, en el sacrificio ofrecido,
en la persona del ministro y sobre todo bajo las especies eucarísticas (Cfr. SC7).
«En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están contenidos verdadera, real
y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de
nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero» (CEC 1374).
Su presencia en el sacramento de la Eucaristía de manera especial, es
denominada «real» como explica San Pablo VI, «no por exclusión, como si las
otras no fueran reales, sino por antonomasia, porque es también corporal y
substancial, pues por ella ciertamente se hace presente Cristo, Dios y hombre,
entero e íntegro»28.Y en su tiempo aporta San Cirilo de Jerusalén, «No veas en
el pan y en el vino meros y naturales elementos, porque el Señor ha dicho
expresamente que son su cuerpo y su sangre: la fe te lo asegura, aunque los
sentidos te sugieran otra cosa»29.

28
Carta Enc. Mysterium Fidei, n. 5: AAS 57 (1965), 753-774.
29
Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 15: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 20

3. Real y sustancial presencia


Como anamnesis la celebración Eucarística es la presencia actual de la acción
del sacrificio de Cristo, la cual empezó con la encarnación y llegó a su
culminación en la cruz, en la muerte y en su glorificación. El Resucitado está
presente en el sacramento eucarístico por la transustanciación. Esta es la fe de
la Iglesia: «por la consagración del pan y del vino se realiza la conversión de
toda la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo, y toda la sustancia
del vino en toda la sustancia de su sangre» (DZ 739).
En la transubstanciación hay una conversión de las sustancias de pan y vino,
en una operación divina, dejan de ser especies sin que represente aniquilación
de las mismas, sino que los accidentes, signos visibles de pan y vino, son
asumidos por la realidad absorbente de un tercer elemento.

3.1 El Espíritu Santo y su acción en la Eucarística


La Iglesia expresa profunda y ampliamente su concepción acerca de la
Eucaristía, en la sagrada liturgia. Tanto con su palabra, el pan y el vino, el Señor
ofrece los elementos esenciales del culto nuevo. La Iglesia llamada a celebrar
día tras día el banquete eucarístico, introduce el sacrificio redentor en la historia
de los hombres y lo hace presente sacramentalmente.
El papel del Espíritu Santo en el desarrollo de la liturgia, parte de su acción
santificadora, la cual hace que todo lo que es intervenido por Él sea santificado
y transformado totalmente, como se lee en el testimonio bíblico.
El consolador es el primer don para los creyentes actuante desde el momento
de la creación, y plenamente presente en toda la existencia del Verbo encarnado,
en su encarnación, al inicio de su misión, en este mismo Espíritu actúa, habla y
se llena de gozo y por Él se ofrece a si mismo (Cfr. Gn 1,2; Mt 1,18; Lc 1,35;
10,21; Mt 3,16; Hb 9,14).También será por medio del don de su vida en el
misterio pascual y el Espíritu que infunde a los suyos, haciéndolos participes de
su propia misión (Cfr. Jn 16,7.13; 20,21-22; Hch 2,1-4).
Es así como se comprende de mejor manera el papel decisivo que tiene en la
Celebración Eucarística, por medio del Espíritu es que Jesús se hace presente
por medio de la transustanciación, ya que es Cristo mismo, quien en virtud de
la acción del Espíritu se hace presente y operante, en la anáfora cuando junto a
las palabras pronunciadas por Cristo en la última Cena, la epíclesis, como
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 21

invocación al Padre, para que haga descender el Espíritu para que el vino y el
pan se conviertan en el cuerpo y sangre de Jesucristo30.
Precisamente en la Eucaristía permanece presente el descenso de Jesús del
cielo, en su encarnación para la entrega del sacrificio, también ella ejerce con
su eficacia la ascensión de Jesús, en cuanto esta posibilita la misión del Espíritu
y con ello la cena sacramental. Pues lo que en él comunica verdaderamente la
vida es, no la carne en cuanto tal, sino el Pneuma unido con ella, con lo cual se
significa lo divino de Jesús (Cfr. Jn 6,57ss; 6,62-63; 7,39; 16,7; 1Co 15,45).
En la comunión del cuerpo de Cristo somos fortalecidos con ese Espíritu de
Dios, como lo expresa el Misal Romano, «fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un sólo
cuerpo y un sólo espíritu»31. El mismo Espíritu que se infunde en el bautismo y
que se imprime como sello en el Sacramento de la Confirmación.

4. Presencia e implicación doxológica

4.1 El pan y el vino, shekina de Cristo


Al convertirse en el Cuerpo y sangre de Cristo, los signos del pan y vino
siguen significando la bondad de la creación. «Así, en el ofertorio, damos
gracias al Creador por el pan y el vino (Cfr. Sal 104,13-15), fruto "del trabajo
del hombre", pero antes, "fruto de la tierra" y "de la vid", dones del Creador»
(CEC 1333). «La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que
"ofreció pan y vino (Gn 14,18), una prefiguración de su propia ofrenda»32.
Jesús está bajo cada una de las especies entero, de manera que no puede
argumentarse una presencia incompleta separada en cada una de ellas. De
manera que al comulgar el cuerpo de Cristo no significa de ningún modo que
en él no esté la sangre también. Como se afirma el Catecismo, «Cristo está todo
entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus
partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo» (CEC 1377).

30
Cfr. Ext. Apost. Postsinodal, Sacramentum Caritatis, n. 13: AAS 99 (2007) 143.
31
PLEGARIA EUCARÍSTICA III, Misal Romano.
32
Cfr. PLEGARIA EUCARÍSTICA I O CANON ROMANO, 95; Misal Romano.
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 22

4.2 Perennidad de la estancia de Cristo


Luego de la transustanciación en la consagración Cristo permanece presente
en las sagradas especies que se conservan mientras subsistan las especies del
pan y el vino. Esta presencia deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a
la comunión sacramental y espiritual33.
El culto de adoración a la Eucaristía se da no solo durante la celebración, sino
también fuera de ella, es por ello que la Iglesia usa el sagrario en primer
momento para mantener a Jesús reservado para ser llevado a los enfermos, «el
sagrario estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para
que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misma. Por la
profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia
tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo
las especies eucarísticas» (CEC 1379).
Existe la permanencia de esta presencia en la vida y testimonio de cada
cristiano, de modo que «la comunión con la Carne de Cristo resucitado,
vivificada por el Espíritu Santo y vivificante, conserva, acrecienta y renueva la
vida de gracia recibida en el Bautismo» (Cfr. PO 5). Como lo dice el Señor,
«Quien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6,56). Es
por ello que en la Eucaristía se patentiza la unión a él, así como lo manifiesta
san Pablo «Yo estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, sino que Cristo
vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de
Dios, que me amó y se entregó por mí» (Ga 2,19-20).

5. Presencia que invita a la misión

5.1 El testimonio eucarístico


El culto que agrada al Señor implica la disponibilidad interior y la
manifestación externa en el testimonio alegre y convencido ante el mundo de
una vida cristiana coherente. El comportamiento filial hacia Dios exige la
fraternidad con el prójimo, como en el Padre nuestro cuando se implora el
perdón de las ofensas a Dios, es necesario que el cristiano para ser digno de
recibirlo, tener el compromiso de perdonar a quienes antes le han ofendido.
Este testimonio llevado a su nivel más elevado es considerado como la
cumbre del nuevo culto espiritual que se expresa en el don sí mismo, hasta el

33
Cfr. Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, n. 25: AAS 95 (2003), 456.
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 23

martirio. «Se puede recordar, por ejemplo, el relato del martirio de san Policarpo
de Esmirna, discípulo de san Juan: todo el acontecimiento dramático es descrito
como una liturgia, más aún como si el mártir mismo se convirtiera en
Eucaristía»34. Y así el ejemplo de los innumerables santos y santas de Dios que
han ofrendado sus cuerpos como ofrenda agradable. Hay que recordar que no
se requiere la prueba del martirio para un culto agradable a Dios, sino un
corazón contrito y sincero.

5.2 Misión y Eucaristía


El amor que se nos comunica de Dios, es celebrado en la Eucaristía y no es
válido guardarlo egoístamente, pues este exige por su naturaleza que sea
comunicado a los demás, «Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para
que estéis unidos con nosotros» (1Jn 1,3a). La Eucaristía no es solamente la
fuente y culmen de la vida cristiana sino también de la misión a la que esta
llamada.
La misma institución que realizó Jesús, anticipa el centro de su misión; «Él
es el enviado del Padre para la redención del mundo» (Cfr. Jn 3,16-17: Rm
8,32), no se puede ir a la mesa eucarística, y salir sin ese impulso que parte del
corazón de Dios mismo y que tiende a llegar a todos los hombre35.
A diferencia de los otros sacramentos en la Eucaristía, Jesús sale al encuentro
no solo en el poder santificador del signo sacramental, sino en sí mismo. No
solo se da la gracia, sino al Autor de la gracia misma. «Dios no solamente está
frente a nosotros, como el totalmente Otro. Está dentro de nosotros, y nosotros
estamos en él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a
los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la
medida dominante del mundo»36.
Un llamado actual al seguimiento del resucitado puesto que «no se comienza
a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con
un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva»37.
El santo padre el Papa Francisco recuerda que «en la eucaristía, Él quiere
comunicarnos su amor pascual, victorioso. Si lo recibimos con fe, también
34
Cfr. Ext. Apost. Postsinodal, Sacramentum Caritatis, n. 85: AAS 99 (2007) 143.
35
Cfr. Ext. Apost. Postsinodal, Sacramentum Caritatis, n. 84: AAS 99 (2007) 143.
36
L'OSSERVATORE ROMANO, edición en lengua española, 26 de agosto de 2005, p. 13.
37
Carta Enc. Deus caritas Est, n. 1: AAS 98 (2006), 228.
CAPÍTULO III: EUCARISTÍA PRESENCIA REAL 24

nosotros podemos amar verdaderamente a Dios y al prójimo, podemos amar


como Él nos ha amado, dando la vida»38. Y en esa capacidad de amar se mide
la calidad de vida cristiana, «en esto conocerán todos que sois discípulos míos:
si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13,35). Es así que el impulso
misionero es parte constitutiva de la forma eucarística de la vida cristiana.

38
PAPA FRANCISCO, Audiencia General, 22 de noviembre 2017.
CONCLUSIONES

Al haber abordado el tema de la Eucaristía, como el centro de todo el


caminar cristiano, se entremezclan posturas y afirmaciones que a lo largo de
la historia de la Iglesia han ido creando polémica y controversia, sin
embargo, gracias a ellas se pueden ahora desarrollar los puntos esenciales
tratados en la anterior síntesis.
Primero, el Sacramento Eucarístico es la muestra real y viva de la fidelidad
de Dios para con sus creaturas por medio de la celebración de un sacrificio
de alabanza y acción de gracias. Hecho hombre en la kénosis, permite
adentrarse en el significado profundo de su entrega como gesto de amor, con
el ferviente deseo de orientar a la humanidad hacia sí.
Segundo, la Iglesia en la celebración del acontecimiento pascual, actualiza
y presencializa la obra redentora denominándole memorial, luego de una
extensa y polémica historia de controversias que llevaron a tener la doctrina
que hoy conocemos.
Tercero, la acción de Espíritu desde la vida y misión de Jesús, ha sido
enviado para continuar la obra salvífica, por medio de su intervención en
cada una de las Eucaristías en el momento de la epíclesis, como don
escatológico, en búsqueda de una transformación de la humanidad.
Finalmente, a través de este desarrollo temático, se remarca la importancia
de la teología eucarística y su estudio, no solo como reflexión sino como un
verdadero encuentro presencial con aquel que se entregó totalmente. Cuidar
el aspecto central dentro de la formación de los miembros de la Iglesia, el
poder valorar y profundizar cada una de las características propias de la
Sagrada Eucaristía, como acontecimiento pascual celebrado, un encuentro
interpersonal que permanece y la respuesta en el culto y adoración que se
prolonga.
SIGLAS Y ABREVIATURAS

AAS = Acta Apostolicae Sedis Jc = Jueces


AG = Ad Gentes Jn = Evangelio según San Juan
Ap = Apocalipsis Jr = Jeremías
Apost. = apostólica Lc = Evangelio según San Lucas
CEC = Catecismo de la Iglesia LG = Lumen Gentium
Católica Lv = Levítico
Cfr. = Confrontar Mc = Evangelio según San
Col = Epístola a los Colosenses Marcos
Con,=Concilio Mt = Evangelio según San Mateo
Denz = Denzinger Nm = Números
Dn = Daniel Os = Oseas
Dt = Deuteronomio PO = Presbyterorum Ordinis
DV = Dei Verbum Pr = Proverbios
DZ = Denzinger Rm = Epístola a los Romanos
Ecum. = Ecuménico Sal = Salmos
Ef = Epístola a los Efesios Sb = Sabiduría
Enc. = encíclica SC= Sacrosanctum Concilium
Ex = Éxodo Si = Sirácida
Exhort. = Exhortación Tt = Epístola a Tito
Ext. = Exhortación V. = Versículo
Ez = Ezequiel 1Cor = Primera epístola a los
Flp = Epístola a los Filipenses Corintios
Ga = Epístola a los Gálatas 1Jn = Primera epístola de San
Gn = Génesis Juan
Hb = Epístola a los Hebreos 2Cor = Segunda epístola a los
Hch = Hechos de los Apóstoles Corintios
Is = Isaías 2M = Libro segundo de los
IGMR = Institución General del Macabeos
Misal Romano 2P = Segunda epístola de San
Jb = Job Pedro
BIBLIOGRAFÍA

1. SAGRADA ESCRITURA

BIBLIA DE JERUSALÉN, Desclée de Brouwer, Bilbao 20094.

2. FUENTES MAGISTRALES

CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Const. Dogm. Sacrosanctum Concilium, (4


de noviembre de 1963) AAS 56 (1964) 94-138.
——––, Lumen gentium, (21 de noviembre 1964) AAS 57 (1965) 5-75.
______, Dei Verbum, (18 de noviembre de 1965), AAS 58 (1966), 817-834.
——––, Nostra Aetate, (28 de octubre de 1965) AAS 58 (1996) 740-744.
JUAN PABLO II, Catecismo de la Iglesia Católica, (31 de febrero de 1992): AAS
148 (1992), 80-90.
L'OSSERVATORE ROMANO, EDICIÓN EN LENGUA ESPAÑOLA, 26 DE AGOSTO DE
2005, P. 13
DENZINGER, H.J.D., Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de
rebus fidei et morum, Friburgo, 195530, trad. español, RUIZ BUENO, D.,
El Magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones y
declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres, Barcelona,
1955.
DEZINGER, E., El magisterio de la Iglesia, Traducción de RUIZ BUENO, D.,
Barcelona, 1963.

3. MAGISTERIO PONTIFICIO

BENEDICTO XVI, Audiencia general, 25.02.2005.


BENEDICTO XVI, Carta Enc. Deus caritas Est, (25 de diciembre de 2005): AAS 98
(2006), 228.
28

BENEDICTO XVI, Ext. Apost. Postsinodal, Sacramentum Caritatis, (22 febrero


2007): AAS 99 (2007), 143.
BENEDICTO XVI, Regina Caeli, 6 DE ABRIL DE 2008.
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS,
Instr. Redemptionis Sacramentum, 2004, 36-42: AAS 96 (2004), 561-
564.
FRANCISCO, Audiencia General, (22 de noviembre 2017), Ciudad del Vaticano.
FRANCISCO, Carta Enc., Fratelli Tutti, (3 de octubre 2020), Ciudad del Vaticano.
FRANCISCO, Carta Enc., Lumen Fidei, (29 de junio 2013): AAS 105 (2013), 586-
587.
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Vaticano.
JUAN PABLO II, Carta Enc. Ecclesia de Eucharistia, (16 OCTUBRE 2002): AAS 95
(2003), 456.
PABLO VI, Carta Enc., Mysterium Fidei, (3 de septiembre de 1965): AAS 57
(1965), 753-774.
PABLO VI, Constitución Apost., Missale Romanum, (3 de abril de 1969): AAS 61
(1969), 217.

4. BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

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BASURKO, X., Para Comprender la Eucaristía, Ediciones Verbo Divino, Navarra
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BOROBIO, D., Eucaristía, Madrid, 2000.
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LEVORATI, A.J., Comentario Bíblico Latinoamericano. Antiguo Testamento,
pentateuco y textos narrativos. Vol. I, Navarra 2005.
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SAYÉS, J.A., El Misterio Eucarístico, Madrid 2003.
CEPEDAL, T., Curso de Biblia. Claves para leer el Libro Sagrado, Covarrubias,
Madrid 20065.
JACOB, E., Teología del Antiguo Testamento, Marova, Madrid 1969.
29

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 3
Capítulo I 2
Eucaristía es Acción de Gracias 2
1. Etimología.……………………………………………………...…….2
2. Testimonio Bíblico………………………………………............…...4
3. Pascua Cristiana…………………………………………….……….5
3.1 Cena Pascual……………………....……….....................................5
3.2 Las comidas pos-pascuales……………………………..…….....…6
4. Encuentro con el Resucitado…………………………………...…...6
4.1 Alabanza y acción de gracias………………………………...…….7
Capítulo II 9
Eucaristía memorial sacrificial 9
1. Memorial de la pascua de Cristo…………………………………...9
1.1 Etimología………………………………………………...…….…9
1.2 Vinculaciones en el Antiguo Testamento………………………...10
1.3 De la Alianza Antigua a la Alianza Nueva…………………….…10
2. Sacrificio del calvario y la Eucaristía……………………..….…...11
3. El sacrificio y su actual celebración…………………….…........…12
3.1 In persona Christi…………………………………….…………...12
3.2 Acción pneumatológica………………………………..….…..….13
3.3 Efectos y eficacia del sacrificio eucarístico…………….….…......14
3.4 Sacrificio y asamblea sacerdotal por el bautismo………….……..14
3.5 El Sacrificio y el compromiso Social……………………….…….15
Capítulo III 17
Eucaristía Presencia Real 17
1. La promesa de su presencia………………………………….....…17
1.1 Testimonio Bíblico………………………………………….…....17
1.2 Tradición………………………………………………………....18
30

1.3 Controversias Eucarísticas………………………………….….…18


2. Verdadera comida y verdadera bebida………………..……….…19
3. Real y sustancial presencia…………………………………….......20
3.1 El Espíritu Santo y su acción en la Eucarística……………….…..20
4. Presencia e implicación doxológica…………………………….…21
4.1 El pan y el vino, shekina de Cristo…………………………….....21
4.2 Perennidad de la estancia de Cristo……………………………....22
5. Presencia que invita a la misión…………………………….....….22
5.1 El testimonio eucarístico………………………………………....22
5.2 Misión y Eucaristía……………………………………………....23
CONCLUSIONES 25
SIGLAS Y ABREVIATURAS 26
BIBLIOGRAFÍA 27

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