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Opiniones diversas
Entonces, se trata de un problema relativo. Concreto. Esto es,
está sujeto a determinaciones económicas, políticas y sociales. También
es una cuestión cruzada por las posiciones de las clases sociales y sus
expresiones políticas. Los partidos de los obreros asumen el asunto
desde la perspectiva de las leyes de la población y de los intereses
políticos de la clase. Los sectores medios, desde la perspectiva
individualista de la decisión sobre su cuerpo por parte de cualquier
mujer y la angustia de la familia de caer en el tobogán hacia la pobreza.
De allí que prevalece la consigna escéptica: “Aborto libre para no morir,
anticonceptivos para no abortar”. Hasta incluso tratar de obviar la
división natural del trabajo. Los sectores oligárquicos se inscriben en la
perspectiva de Roberto Malthus en sus expresiones modernas, aunque
propician el incremento de oferta de fuerza de trabajo. Cuestión
contradictoria, ya que buscan atemperar los problemas sociales que
crea el incremento desmesurado del ejército de reserva, con todo y que
ello redundaría en la caída del salario.
En cualquier caso, la decisión individual está cruzada por
intereses colectivos, sociales. De allí que haya diferencias y matices en
relación con este asunto. Las hay en la atención positiva. Pero, en
general, parece prevalecer, entre quienes se identifican con el aborto
como un derecho democrático, la posición de la defensa de la decisión
individual, aunque también los hay quienes opinan que la cuestión
debe atenderse desde una perspectiva más amplia, toda vez que esto
está ligado a las leyes de la población y la distribución de la riqueza, y
las contingencias que atentan contra el crecimiento demográfico. Es que
este asunto del aborto como un derecho generalizado, su asunción
desde una perspectiva individual y abstracta, marca una delgada franja
divisoria con el neomalthusianismo. Son varias las políticas
adelantadas por varios países al respecto. Los chinos aplicaron la
norma, a costa de sanciones severas de no acatarse, de que cada familia
podía concebir un solo hijo.
Es una tradición en la economía el tratamiento de este asunto.
Smith y Malthus observaron posiciones distintas al respecto. Smith y
Ricardo afirmaron que cuando los salarios se elevan tiende a aumentar
la población. A la postre se puede crear demanda suficiente, con todo y
el incremento vegetativo. Por lo que no trae mayores consecuencias ya
que el asunto se reduce al desarrollo económico. Si algo corrobora la
historia es que la fatalidad de Malthus no encuentra ningún asidero. De
allí que los principales países capitalistas buscan el crecimiento de la
oferta de fuerza de trabajo en sus economías. Propician la inmigración.
Alemania, Francia, principalmente, reciben millones de migrantes de
Turquía, Europa del este, del mundo árabe, una fuerza de trabajo más
barata que la propia. Lo que a la postre permite frenar la caída de la
cuota media de la ganancia. Éste es un hecho objetivo.
Quienes se asumen de izquierda, en la defensa de este derecho,
parecen olvidar la tradición marxista. Aunque Marx nunca fue de
izquierda, salvo en su período hegeliano. Es que uno de sus grandes
descubrimientos fue el de la formación del ejército industrial de reserva.
Ese remanente que se hace crónico, como resultado del incremento de
la composición de los capitales. Ese asunto no se detiene por más
abortos que haya.
No hablamos del derecho individual al aborto —o interrupción
voluntaria del embarazo (IVE)— cuando la preñez es el resultado de una
violación o cuando se trata de la transmisión de enfermedades ya
contraídas, entre otras razones.
Este asunto del aborto, en abstracto, bien puede ser atendido con
base en la persuasión para evitarlo. Sobre todo, en sociedades en las
cuales se requiere de mayor población.
Las políticas de reproducción limitadas son el resultado de las
relaciones capitalistas. Difícil hablar de tales en el feudalismo. Menos
en el esclavismo y las sociedades despóticas. Relaciones sociales en las
cuales es fundamental la reproducción. Con el capitalismo aquello es
un asunto que se inscribe en las leyes de la población y su atención
busca atemperar el problema explosivo que crea. Cuestión que traemos
a colación, toda vez que este derecho para nada atiende los males de las
relaciones imperantes. Nada de lo cual niega el derecho democrático del
aborto como decisión individual, lo que resulta un debate, si no se toma
en cuenta las políticas reproductivas que demanda la sociedad.
La ley en favor del aborto, del reconocimiento del derecho
individual de toda mujer para ejercerlo, así como la despenalización del
aborto y la salud sexual y reproductiva, no suponen en lo absoluto la
disminución de los grandes problemas sociales que sufren las
trabajadoras y las obreras. La lucha por condiciones para la
reproducción, del principio de igual trabajo igual salario, que permita
condiciones cada vez más elevadas, son algunas de las perentorias
demandas como clase creadora de toda riqueza. Se inscriben todas
estas luchas en ese torrente que busca escribir la historia de un mundo
mejor.
Carlos Hermoso
Caracas, 11 de octubre 2021