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¡La tragedia de la inflación no es culpa del dólar!

Luce obligado el asunto. El dólar sigue galopando. Nuevamente el gobierno deberá


tomar medidas para frenarlo. Pero es la inflación el asunto. ¿Quitará más ceros al
bolívar? Deberá crear algo de demanda, por lo que elevará un poquito el salario
mínimo. Aunque, de no crecer el PIB, elevará aún más la inflación. Pero los dueños de
medios, comerciantes, importadores y especuladores, serán más ricos. Las diferencias
sociales se hacen aún mayores.

La situación tiende a ser explosiva. La inflación se llevó el bono de fin de año. La


pobreza se incrementó aún más. Así, de golpe. El breve período de recuperación
moderada de comienzos de año, la dictadura lo echó abajo. Siguió el camino de la
importación. Se prepara para reprimir brotes espontáneos u organizados de protesta.

Aparecen las opiniones de los entendidos del gobierno, afirmando que se trata de la
especulación que se produce en virtud de que el Banco Central de Venezuela drena
divisas de las reservas al sistema bancario y los especuladores las compran para
obtener elevadas ganancias. Los más sesudos chavistas le asignan a las páginas
marcadoras del precio del dólar, la responsabilidad de la subida del precio de la divisa.
Maduro se la asigna a los mayameros.

Sin embargo, el problema es más concreto. Es una tontería afirmar que es producto de
esa sola determinación. Es más, eso de la especulación está presente, pero en forma
marginal. Sería una tontería comprar hoy para vender mañana. Se compra hoy y se
atesora. Se espera. El especulador espera el mejor momento. Pero es un asunto
subalterno.

La inflación y la divisa
La inflación es el resultado de que el dinero representativo, en forma de papel moneda
o electrónico, es mayor que la riqueza que representa. Esa es la razón por la cual Marx
despacha el asunto de manera tan ligera, al afirmar que su valor es inversamente
proporcional a la cantidad emitida. Mientras más se emite con menos valor cuenta.
Baja su poder adquisitivo. Esto es, conduce a la inflación. Se incrementan los precios.
Igual sucede en caso de que se reduzca la cantidad en relación con la riqueza que
representa. Caen los precios se produce deflación. Igual sucede si aumenta la riqueza y
se mantiene la masa monetaria representativa. A la inversa, si disminuye la riqueza,
disminuye el poder adquisitivo del dinero representativo.

La variación de precios no solamente obedece a la inflación o la deflación. También hay


variación de precios, no tan generalizada como con la inflación o la deflación, como
resultado de la composición de capitales o variaciones en las fuerzas de oferta y
demanda.

Luego, lo primero que se debe comprender es que la política económica conduce a la


inflación. La inflación conduce a que el precio de la divisa incremente su precio. El
corolario de esta política, que es el asunto principal, es que la distribución de la riqueza
se hace más desigual, con todo y que puede afectar a algún sector de las clases
beneficiarias del orden. La inflación afecta, principalmente a los trabajadores. Los
dueños de medios se ven favorecidos, sobre todo cuando los efectos sobre la demanda
efectiva no sea tan grande. Es que, en el lapso comprendido entre el estallido de la
espiral inflacionaria y un nuevo aumento de salarios, el dueño de medios obtiene
ganancias extraordinarias.

Por su parte, el gobierno logra recaudar más dinero de los bolsillos de los
demandantes. Con menos valor, pero en una cantidad tal que compensa para destinar
una buena parte para pago de deuda pública. Es que, al aumentar la masa monetaria,
con todo y estar devaluada, se incrementa la recaudación vía IVA y demás tributos.

Con todo, la dolarización se afianza aún más. Es que toda economía que transa
mercancías requiere de un equivalente universal. Requiere de un dinero que pueda
transmutarse en todas ellas con base en proporciones en correspondencia con el valor
específico que poseen. Es expresión de la ley del valor. El bolívar, en las actuales
condiciones, no sirve para eso, por lo que se recurre de manera espontánea al dólar o
a otros signos monetarios que sean dinero mundial. El peso colombiano ha sido usado
eventualmente en la frontera, cuando se fortalece frente al dólar. No es un asunto de
desconfianza. No es un hecho subjetivo. Es que el bolívar no funciona como medio de
cambio, ni para el atesoramiento ni capitalización. Es sustituido por el dólar.

Superada la inflación, bien puede recuperar esa condición, pero requiere de otra
política económica. No precisamente recurrir a la banca internacional va a resolver el
problema. Se resuelve con inversión en el aparato productivo. Con concentración de
capitales mediante la canalización del ahorro social. De allí se puede incrementar la
riqueza, se incrementa la producción. También creando más demanda, lo que supone
más salarios para los trabajadores, de lo seres humanos que crean la riqueza y ponen a
andar el aparato de Estado y los servicios que debe prestar.

Para proteger lo que se tenga en bolívares la gente compra divisas. Eso aumenta aún
más la demanda en relación con esta particular mercancía. De allí que, en estas
circunstancias, puede darse que el incremento del precio del dólar sea mayor que el
incremento de precios de las otras mercancías, con todo y lo que destina el BCV al
sistema bancario. Así, parece terminar el año con un dólar bastante alto y un bolívar
depreciado.

Frente a la inflación, los trabajadores deben reivindicar que de lo que se trata es de


luchar por una nueva distribución de la riqueza. Por un aumento del salario de los
trabajadores. Disminución de la ganancia capitalista y de los importadores e
incremento del salario real.

Luego, la lucha por aumento general de sueldos y salarios, contra la sobreexplotación,


contra la represión y por la libertad de los presos políticos, resultan la plataforma de
los trabajadores. La movilización y demás formas de lucha deben estar integradas en
un plan de acción inmediato. La dirección política debe configurarse a partir del
impulso de un frente común en la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores y
contra la dictadura. Para esa tarea hay condiciones de sobra. Pero lucen lentos los
pasos para armar esa dirección. Son tiempos en los que debemos aventurarnos a
agilizar el paso. El pueblo lo demanda y las condiciones lo permiten

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