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TEORIAS POLITICAS Y DEMOGRAFICAS

CONTEMPORANEAS
CONCEPTOS

TEORIA POLITICA

La Teoría Política es reflexionar sobre cómo los seres humanos deberíamos


ordenar nuestra convivencia en sociedad. En este sentido, la tarea de la
Teoría Política es precisar conceptos políticos fundamentales, aunque
controversiales, tales como libertad, igualdad, democracia, justicia, bien
común, etc. y examinar cuáles instituciones y prácticas políticas conducen a
su realización.

TEORIA DEMOGRAFICA

Las teorías demográficas pretenden explicar los patrones del crecimiento de


la población en diversos países del mundo dando cuenta de la estructura y
la dinámica de la población y estableciendo leyes o principios que regirían
esos fenómenos.

TEORIAS DEMOGRAFICAS NATALISTAS


EL NATALISMO EN FRANCIA
Francia es el país natalista por antonomasia. El descenso de su fecundidad
es muy precoz (se inicia prácticamente tras la revolución de 1789) y pronto
aparecieron voces que, desde asociaciones familiares, cuadros medios de la
administración, profesiones liberales u órganos estadísticos, veian esa
evolución como un peligroso desarme nacional. De las ideas se pasó a los
grupos y asociaciones con objetivos políticos, y pronto fue el Estado francés
el que adoptó medidas natalistas, muchas de las cuales perduran hasta hoy.
En realidad ya se habían aprobado leyes natalistas mucho antes en forma de
edictos reales. Los reyes franceses llevaban más de un siglo promoviendo el
matrimonio y las grandes descendencias}

Pero fueron los miedos provocados por la revolución francesa, el rápido


descenso de la fecundidad posterior, y el cerco militar de las monarquías
absolutas colindantes, los que configuraron una visión de la política
demográfica patriótica que perdura hasta el siglo XX.

En 1896 se fundase la «Alliance nouvelle contre la dépopulation», que se


convertiría más tarde en «L’Alliance nationale pour l’acroissement de la
population française». Es la primera asociación familiar de envergadura. La
iniciativa corresponde al médico y estadístico J. Bertillon (junto a
André Honnorat y Charles Richet) y perdura hasta nuestros días.

La primera guerra mundial y el natalismo


El pensamiento demográfico de principios de siglo está directamente ligado
al pensamiento e intereses de los Estados nacionales modernos, nacidos
con las revoluciones burguesas del XIX. Sus protagonistas forman parte de
las élites políticas de ese momento.

El peculiar género gráfico sirvió para ilustrar el vínculo entre el natalismo y


la defensa nacional, incluso a nivel popular. Durante la guerra se hizo común
que las postales intercambiadas por los soldados y sus allegados tuviesen
motivos patrióticos y moralizantes. Miles y miles de postales tuvieron por
tema el vínculo entre la victoria militar y el cumplimiento del deber patriótico
a través del matrimonio y la procreación.

EL NATALISMO SOVIÉTICO Y LA MADRE HEROÍNA


Marx criticó reiteradamente a Malthus por la manera de tratar la variable
demográfica en el famoso Ensayo sobre la Población; la pobreza y el hambre
no podían explicarse por la «presión» demográfica; su auténtica causa,
pensaba Marx, era la desigual distribución de la riqueza. El comunismo,
igualitario, podría alimentar cualquier tamaño poblacional. Por otra parte,
tampoco el natalismo, la posición opuesta, podía ser asumido por el
marxismo, un movimiento de clase e internacionalista, sin motivos teóricos
para favorecer la mayor natalidad de un país frente a la de otros. Pero ésta
es sólo la teoría.
De hecho, poco después de la revolución soviética el aborto libre empezó a
ser asociado con la URSS, porque fue probablemente el primer país en
legalizarlo (1920). Las ideas igualitarias en materia de género, además, se
tradujeron en políticas como la promoción del trabajo extradoméstico
femenino o la legalización y extraordinaria agilización de los divorcios. Todo
ello puede sonar a maltusianismo, pero lo cierto es que se hacía al margen
del efecto que pudiese tener en la natalidad o en el crecimiento poblacional,
y que se justificaba por la búsqueda de la igualdad (recuérdese que en
países como Francia, Italia, Suíza o Bulgaria las mujeres no tuvieron derecho
a votar hasta después de la segunda guerra mundial) .
Pero la segunda guerra mundial produjo en la URSS el mayor número de
bajas de los experimentados por cualquier país participante (hay quien las
evalua en 25 millones, entre soldados y civiles), y el régimen soviético no
tuvo reparos en desmarcarse del marxismo ortodoxo, reacciono a las
políticas demográficas, y fomentar la natalidad. Se puso fin a las anteriores
facilidades para el divorcio, el aborto, la igualdad laboral de las mujeres o el
conocimiento, producción y uso de anticonceptivos, y se emprendieron
medidas de fomento de la natalidad, prácticamente calcadas a las del resto
de natalismos europeos. La justificación fue la misma: el patriotismo y las
necesidades militares. Una de tales medidas fue la implantación de una
condecoración a las madres especialmente prolíficas.

En 1944 el régimen de Stalin creó el título de Madre Heroína y la Orden de la


Gloria Maternal. Esta última tenía tres clases, según se hubiesen tenido 7, 8
o 9 hijos. Pero la mayor gloria la otorgaba la Orden de Madre Heroína,
destinada a todas las madres con 10 o más hijos (naturales o adoptados). Se
concedió a casi medio millón de mujeres, y se otorgaba y simbolizaba
mediante una medalla específica

Este honor suponían algunos privilegios, como en la pensión de retiro o en


ciertos servicios públicos y comidas, pero su carácter era, sobre todo,
propagandístico, sin que se pueda afirmar que su concesión, que sólo
ocurría tras cumplir un año de vida el décimo de los hijos, hubiese influido
realmente en los comportamientos reproductivos de las mujeres soviéticas.
EL NATALISMO EN ESPAÑA
El natalismo en España inicio con el golpe de Estado de 1936. La conjunción
de tradicionalismo, catolicismo de Estado y nacionalismo fascista conformó
una ideología demográfica en la que la familia ocupaba un lugar central para
aumentar las tasas de natalidad. En 1938, todavía en plena guerra el bando
franquista aprueba una ley de subsidio familiar que contempla préstamos a
los recién casados así como premios a las familias numerosas. En la
postguerra se creó el plus familiar, que las empresas unían a la masa salarial
para distribuirlo entre los trabajadores en función del número de hijos, a
condición de que la esposa no tuviese empleo extradoméstico. Ninguna de
estas políticas tuvo el efecto deseado; la dura postguerra desanimaba a los
habitantes del país tanto a los matrimonios precoces como a la procreación
numerosa. Fue la emigración en masa, lo que vino a cambiar las políticas
natalistas
RUMANÍA, NATALISMO FEROZ
En la Rumanía de los años sesenta, tras muchos años
de neomalthusianismo oficial, Nicolai Ceaucescu decidió que el país se
había equivocado. Como en tantos otros países comunistas en la época del
baby boom, se había favorecido el control de la fecundidad, legalizado el
aborto (que se practicaba de forma gratuita y en clínicas estatales) y la
producción e importación de nuevos anticonceptivos, agilizado el divorcio,
fomentado la igualdad laboral y familiar entre sexos.
Pero el posterior descenso de la fecundidad fue interpretado como una
catástrofe nacional, y en 1966 el régimen se decantó por el natalismo, inició
una campaña intensa y coercitiva, con medidas radicalmente opuestas a las
anteriores. Algunas de las más llamativas fueron las siguientes:
 Prohibición de los anticonceptivos, que no podían fabricarse ni
importarse desde otros países
 Prohibición del aborto para todas las mujeres con menos de cuatro hijos o
menos de 45 años
 Obligación de exámenes ginecológicos mensuales que detectasen
cualquier intento de impedir el embarazo (se llegó al extremo de
implantarlos en las propias empresas donde hubiese trabajadoras).
En efecto, al cabo de un año la natalidad se había duplicado, pero el impacto
fue sólo momentáneo y a los pocos años la población había adoptado otros
medios para reducir la natalidad, como el tradicional retraso del matrimonio
o simplemente la renuncia a casarse, pero también mediante abortos
ilegales, frecuentemente sin equipamiento ni atención médica que
incrementaron notablemente la mortalidad femenina.
En las últimas décadas el natalismo experimenta una evidente recuperación,
de la mano del creciente conservadurismo internacional y del resurgir de los
discursos ultranacionalistas, al que se suma la tradicional oposición al
aborto, los anticonceptivos o la igualación de la mujer por parte de algunas
de las más importantes confesiones religiosa

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