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Distribución de la riqueza, salarios y presupuesto universitario

En el fondo de los debates acerca de estos asuntos, se vienen vertiendo cuestiones


vulgares que terminan por alejar de los intereses de los trabajadores a quienes las
asumen. Es que pelean por salarios, desde parámetros que nada tienen que ver con su
definición científica. Ni siquiera con una perspectiva reformista. Por lo que no logran
ver que los recursos para el pago de salarios se sacan de la producción y distribución
de la riqueza.

De otra parte, desde la Universidad Central de Venezuela, en los prolegómenos de las


elecciones de autoridades y decanos, es poco lo que se presenta como propuesta.
Mientras, prende cada vez más la idea de que quien se siente en la silla de Vargas,
deberá negociar con la dictadura, y que, además, está obligado a adelantar una política
para obtener recursos propios suficientes como para resolver problemas de la
universidad, dado el cerco presupuestario y las limitaciones del ejecutivo y, más en
general, del país.

Ambas cuestiones encuentran en el asunto de cómo se distribuye la riqueza, la


respuesta de cómo obtener los recursos.

Se parte de las mismas consideraciones para atender estos asuntos. En ambos casos se
establece como premisa que no hay dinero. Cuando se trata de incrementar este tipo
de gastos, de salario y de presupuesto universitario se argumenta también que eso
generará inflación.

Las universidades y el cerco presupuestario


En el caso de las universidades, así como salud, y otros servicios, la cuestión resulta
sencilla, toda vez que se trata del presupuesto del Estado. La manera como se
distribuye el presupuesto de ingresos es un asunto un tanto discrecional. Más en un
gobierno de gente de pocos escrúpulos como este. Si en vez de destinar buena parte
del presupuesto de gastos al pago de una deuda, nada transparente, interna y externa,
se canalizara para cubrir el presupuesto universitario, el asunto se solventa en buena
medida. Reducir el presupuesto de defensa y del interior y destinarlo a las
universidades, nos aproxima a la cobertura de la demanda presupuestaria de la
universidad venezolana. Además, si para obtener recursos, se pecha en algo la
realización de plusvalía empresarial y de quienes se hacen de rentas de la usura, de la
renta de suelo, y esto permite más recursos para el ingreso del Estado, no solamente
se cubren estas demandas, sino que no se contribuye con la espiral inflacionaria.

En general, habría que adelantar una política económica basada en la creación de


condiciones para la concentración de capitales. Esto es, canalizar el ahorro social hacia
la inversión productiva. Tasas de interés bajas. Fomento de la industria y la agricultura.
Limitar las importaciones a medios de producción indispensables para el aparato
productivo y mercancías fundamentales para la salud no producidas en el país.
Sustitución de importaciones, en definitiva.
Una política fiscal basada en la producción, lo que permite aumentar la recaudación vía
impuesto sobre la renta. Reducción al mínimo del IVA y, en general, de la presión
tributaria, que no sea la que se pecha a artículos suntuarios.

Todo lo cual parte de salir de la dictadura y que se instaure un gobierno con sentido
nacional y popular.

Por su parte, es fácil de comprender que, durante 2022, buena parte de los ingresos se
usaron para conservar barato el dólar frente a una inflación creciente, para favorecer a
los importadores de baratijas que traen de China, principalmente, detrás de lo cual
están los chavistas y sus socios y testaferros. De allí que se siguen frenando las
posibilidades de crecimiento y desarrollo. Se eliminan las condiciones para crear más
riquezas que sirvan para atender las demandas nacionales y sociales.

Luego, no se resolverán los problemas de la universidad con base en la tendencia


privatizadora. Eso no se debe ni asomar. No es de extrañar que el chavismo tome esas
ideas como principios para lanzar una ofensiva como en otros espacios en los cuales no
solamente se ha privatizado sino también internacionalizado, como es el caso de
Pdvsa.

Por lo que, más que nunca, se debe luchar en defensa de la autonomía universitaria,
entendida como espacio para la búsqueda de la verdad en todas las formas de
expresión de la materia, de lo cual no escapa la sociedad y, más específicamente, la
realidad venezolana. Como centro que permite la libertad de expresión de las ideas
que, en confrontación buscan alcanzar la forma de conciencia más elevada. Donde la
crítica es el arma para la transformación y expresa la conciencia más avanzada de la
sociedad. Por lo que supone que, desde la universidad, es posible levantar un proyecto
de desarrollo nacional soberano y popular, que permita la liberación de las fuerzas
productivas hoy represadas por el chavismo.

Junto a lo cual no se debe descuidar en ningún momento que la universidad debe


seguir siendo pública y gratuita y que el Estado está en la obligación de financiarla,
para que se realice su misión de ser casa del saber científico y el cultivo de lo más
elevado y avanzado de la cultura universal y nacional.

Salario
En el caso de los salarios se dice que no hay con qué producir los aumentos, del salario
mínimo y de los trabajadores públicos, en virtud de que ello crearía inflación. O que los
recursos no alcanzan dada la crisis producto del bloqueo del imperialismo
estadounidense. De allí la merma de los ingresos petroleros.

Hay economistas opositores que ubican que ciertamente el gobierno no cuenta con los
recursos. Otros indican que sí los hay. Sacan cuentas de los ingresos en petróleo, oro y
de más exportaciones y los ingresos que deparan para la República.

Pero, no es necesario sacar cuentas. No hace falta ubicar que sí hay ingresos. Eso sirve
para graficar que en realidad sobra dinero. Sucede en casi cualquier economía del
planeta: sí hay para más salarios. Más en Venezuela. Con todo y el desastre creado por
el chavismo.

Hay que establecer que la crisis no conduce a que no se produzca más riqueza. Ha
mermado, pero se sigue produciendo. Ha mermado la producción petrolera. Pero se
produce oro, diamantes y otros minerales preciosos y algunos de los más importantes
como para ser materias primas de los procesos fundamentales de la industria pesada.
De la producción de oro, diamantes y rodio, no hay información oficial. Es un asunto
que el chavismo presenta como secreto de Estado. Pero algo de ingresos debe haber
más allá de lo que se roban.

Pero, más allá de eso, hay cuestiones elementales de la producción capitalista que nos
indican que sí hay cómo aumentar el salario de los trabajadores productivos. Esto es,
de los que producen riquezas y servicios para los empresarios. Es que se trata de la
clase obrera más explotada de América Latina y de las primeras del mundo entero.
Luego, bien pueden los capitalistas al menos cumplir con lo contemplado por la
Organización Internacional del Trabajo para la determinación del salario. Pero el afán
de lucro de los dueños de medios parece no colocarlos siquiera en las condiciones de
la esclavitud antigua, cuando el esclavista le aseguraba los medios de vida suficientes a
ese medio de producción parlante en que era convertido el esclavo. El despotismo
capitalista en Venezuela, ha creado estas condiciones, sobre todo con la eliminación de
las prestaciones sociales y la bonificación con que les pagan los capitalistas a los
obreros. Con todo, es mucho más lo que reciben los obreros en la empresa privada en
relación con lo que perciben los empleados públicos. Con tan elevada tasa de plusvalía,
bien pueden los capitalistas aumentar el salario a condiciones dignas. Con ello, se
incrementaría la capacidad de consumo social y de allí la ventaja de ampliar el
mercado para, a su vez, acrecentar la oferta.

Parece existir una confabulación entre la dictadura y los empresarios para mantener
por debajo de las condiciones mínimas de reproducción el salario de los obreros. En
eso han sido consecuentes. Buscan la dictadura y los empresarios, mantener esa
ventaja comparativa tan cara para el capital.

En relación con los empleados públicos la cuestión es relativamente más sencilla. Se


trata de los trabajadores improductivos, de los que no producen plusvalía, pero ponen
en funcionamiento el andamiaje estatal, que contempla todos los servicios públicos
como educación y salud, cuyo salario debe aproximarse a los que producen plusvalía.
Su salario proviene del presupuesto del Estado.

Hay que tener presente que el presupuesto de ingresos del Estado es el resultado de
los aportes de quienes producen la riqueza, esto es, del hombre trabajador. Los
obreros de la fábrica, los que extraen minerales del suelo, del subsuelo, que producen
servicios privados, entre otros, producen plusvalía. Una parte de ella va a parar al
Estado en forma de impuesto sobre la renta. El IVA, buena parte proveniente de los
trabajadores, de todos los trabajadores, también va a parar a manos del Estado. La
presión tributaria se suma. Es la que pagamos todos por timbres fiscales, licores y
cigarrillos, entre otros. Pero todos esos recursos, en última instancia provienen del
trabajo obrero. Es que el salario de quienes laboran en la administración pública sale
de la plusvalía.

Luego, en el presupuesto de gastos se establecen las prioridades. Para la dictadura, el


pago de deuda, externa e interna, es la primera prioridad. Le siguen defensa e interior.
De allí que se trata de una puja, una lucha la que deben librar los trabajadores todos
para que la riqueza se reparta con base en las necesidades sociales y nacionales. Para
eso hay librar la batalla.

Aquel principio, según el cual al capitalista no se le pueden colocar barreras para la


explotación obrera, dizque ahuyenta la inversión, se ve desmentida por siglos de
luchas entre el capital y el trabajo. Con todo, siempre el capitalista se ha mantenido ya
que de allí obtiene su ganancia a costa del sudor obrero. El otro principio de las clases
dominantes de que la deuda hay que honrarla a costa del sudor obrero, también se ve
desmentida por siglos en los cuales la deuda pública es mejor negocio ya que se
socializa su pago, independientemente de que la hayan usado para otros fines o se la
hayan robado, como en efecto sucedió con buena parte de ella.

El por venir

Estas son circunstancias que deberán atender quienes buscan asumir la vanguardia de
los trabajadores y, por otro lado, ser autoridades universitarias.

Han de enfrentar una dictadura que ha logrado lo que la oligarquía no alcanzó con los
gobiernos anteriores. Hasta producir una constitución liberal, como se expresa en el
articulo 301. Pero llena de promesas. Derechos que son conculcados dada la dinámica
del capital y de un Estado semicolonial y dependiente, que es afianzada por la
constitución y las leyes. Es lo que conduce a la sociedad a un despiadado proceso de
centralización de los capitales que han convertido a Venezuela en el país más desigual
del planeta, como lo reseña Encuesta nacional de condiciones de vida (Encovi).

Ya los trabajadores públicos no tienen para trasladarse a sus centros de trabajo. No es


el paro que van a decretar. Es que no tienen para el pasaje. Nuevamente vamos
camino a la eliminación de los sueldos y salarios de la administración pública. Los
policías y guardias nacionales incrementarán la matraca para hacerse de ingresos que
les permite vivir en mejores condiciones. Los funcionarios públicos de taquilla, harán lo
propio. Pero la gente que vive de su salario, que no se pervierte, no podrá cumplir con
sus funciones. Los docentes a todo nivel, no podrán atender a los alumnos. En los
hospitales ya la cosa se hace de emergencia.

Sin embargo, los dirigentes gremiales que representan a los obreros y los trabajadores
públicos en el tal diálogo tripartito, no es mucho lo que tienen que ver con la pelea en
desarrollo. Poco saben de la unidad que se viene fraguando. De su dinámica y de su
configuración. Por lo que, sin excluir a nadie, sin crear barreras que impidan la más
amplia unidad, los sectores más avanzados, los que no vacilaron a la hora de desplegar
las fuerzas trabajadoras al campo de batalla, deben incidir en el terreno de la
negociación, por muy escabroso que sea ese escenario. Ya se asomó eso de un salario
de emergencia. No es de descartar que el gobierno y los empresarios les tomen la
palabra para correr la arruga, o dejar anclado el salario a ese monto, quien sabe hasta
cuándo. Ideas que surgen sin consultar a las bases de los trabajadores ni a quienes
dirigen el combate.

Otro asunto es la urgente necesidad de combinar las formas de lucha que se


correspondan con el momento. Ya lo vienen haciendo. Seguro que la creatividad y el
análisis del nivel de disposición de la gente a asumirlas, permitirá marcar un ritmo en
ascenso hasta alcanzar los logros planteados. Todo, dentro de una estrategia cuyo
objetivo es obtener un salario que exprese una nueva distribución de la riqueza, que
arranque algo de plusvalía a los capitalistas, de renta a la usura bancaria, de renta a los
que se benefician de la renta del suelo y que fuerce a modificar el presupuesto de
gastos de la dictadura en favor de las cuestiones sociales…

Los universitarios se enfrentan a un desafío luego de más de una década en que se


cancelaron los procesos electorales para implantar un nuevo criterio acerca de la
definición de comunidad universitaria, aprovechando la cosa para avanzar en su
estrategia intervencionista. De ese proceso debe salir algo más avanzado de lo que
hay. La universidad debe asumir el protagonismo que le corresponde con el saber cien
tífico y la crítica a lo establecido, marcando rumbos hacia un estadio de mayor
desarrollo nacional.

Los trabajadores deben afianzar la estrategia de hacer valer el artículo 91 de la


constitución, unido al impulso de la consigna: por escala móvil de salarios. Inscrito
todo, en un nuevo reparto de la riqueza. Menos para los dueños del capital, la usura
bancaria y los grandes comerciantes. Menos para gastos militares y de seguridad del
Estado. Menos para pago de deuda. Más para salarios y universidades.

Allí se resume la política para el momento. Sirve para agitar en torno de los intereses
genuinos de los trabajadores. Pero, a su vez, permite educar a la clase. Le brinda
mayores perspectivas estratégicas que apuntan a hacer valer la perspectiva de que el
fin del trabajo asalariado, de la esclavitud capitalista, es una necesidad y una
posibilidad histórica.

Carlos Hermoso
Caracas, 12 de febrero de 2023

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