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I. Introducción
El principio "in dubio pro actione" no tiene una recepción expresa y textual en la
Constitución Nacional. Sin perjuicio de ello, su aplicación se desprende de una
interpretación razonable de los artículos 18 y 33 de dicho texto fundamental.
Por otra parte, este principio se encuentra receptado en disposiciones más precisas
contenidas en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (1), la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (2), la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (también conocida como Pacto de San José de Costa Rica) (3) y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (4), los cuales son instrumentos
internacionales de derechos humanos que gozan de jerarquía constitucional conforme con
lo dispuesto en el artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional. Con relación a las
normas sobre acceso a la jurisdicción contenidas en estos instrumentos internacionales de
derechos humanos, se ha dicho que:
"(...) constituyen la manifestación positiva del principio [in dubio pro actione], según el
cual en cada caso el juez debe buscar la interpretación más favorable al ejercicio de la
acción, eludiendo siempre su rechazo in limine. Este principio se encamina entonces a no
entorpecer ni obstruir el derecho a la tutela judicial efectiva." (5)
"[l]as garantías a la tutela judicial efectiva y al debido proceso imponen una interpretación
más justa y beneficiosa en el análisis de los requisitos de admisión a la justicia, al punto que
por el principio pro actione hay que extremar las posibilidades de interpretación en el
sentido más favorable al acceso a la jurisdicción" (6) (bastardillas añadidas).
La importancia de este principio fue subrayada por la CSJN, tribunal que en reiteradas
oportunidades señaló que en materia de acceso a la justicia y habilitación de instancia, y
particularmente en lo concerniente a la materia contencioso administrativa, el principio
rector es el de "in dubio pro actione", cuya aplicación tiene por finalidad permitir el acceso
a los tribunales de justicia en procura de garantizar el derecho de defensa. (7)
En línea con la importancia asignada por la CSJN al principio "in dubio pro actione", la
CNACAF expresó que en supuestos de duda acerca de si se encuentran reunidos los
requisitos para habilitar la instancia judicial, debe estarse a favor de tal habilitación. (8)
En razón de lo expuesto, no cabe duda de que el principio "in dubio pro actione" tiene
suficiente recepción en el Derecho argentino y que, por lo tanto, debe ser aplicado
efectivamente por los tribunales de justicia, los cuales no deberán extremar interpretaciones
que impliquen limitaciones o restricciones al acceso a la jurisdicción, máxime en el caso de
normas cuya redacción es ambigua y de contornos imprecisos, como es el caso del artículo
31 de la ley 19.549.
La reforma legislativa apuntada significó una grave alteración de la finalidad para la cual
fue establecido el silencio administrativo, el cual es un instituto que, como ha sido
reconocido por la CSJN y la CNACAF, tiene por objeto proteger al administrado ante la
mora de la Administración al resolver sus peticiones.
En ese sentido, en razón de la modificación legislativa referenciada se dispuso que una vez
vencido el plazo de 45 días hábiles administrativos previsto en el art. 31 de la ley 19.549
para que la Administración Pública resuelva el pedido de pronto despacho formulado por el
administrado en razón de la falta de pronunciamiento sobre el reclamo administrativo
interpuesto (para lo cual el organismo administrativo tiene un plazo de 90 días hábiles
administrativos), el administrado puede interponer demanda judicial dentro del plazo de
caducidad previsto en el artículo 25 de la ley 19.549 y bajo los efectos establecidos en este
último artículo, sin perjuicio de lo que fuera pertinente en materia de prescripción.
La redacción del artículo 31 de la ley 19.549 luego de la modificación legislativa efectuada
por la ley 25.344 es sumamente deficiente, ya que si bien regula el plazo para accionar
judicialmente en caso de configuración de silencio administrativo al resolver un reclamo
administrativo, no permite precisar si aplica el plazo de caducidad del artículo 25 de la ley
19.549 o bien el plazo de prescripción correspondiente. Ello dio lugar a la formulación de
diferentes criterios doctrinarios y jurisprudenciales, los cuales serán reseñados a
continuación.
III.1.1. Doctrina que considera que la redacción del artículo 31 de la ley 19.549 exige la
interposición de la acción judicial, en caso de silencio administrativo, dentro del plazo de
caducidad del artículo 25 de esa ley
Al comentar la actual redacción del artículo 31 de la ley 19.549, Hutchinson señala que,
vencido el plazo que tiene el organismo administrativo para resolver el pedido de pronto
despacho sin que aquél emita resolución expresa, comienza a correr el plazo de 90 días
hábiles judiciales dentro del cual el particular debe interponer la acción judicial. Dicho
autor luego concluye que la reforma de dicho artículo, pese a ser disvaliosa e implicar una
nueva traba para que los particulares puedan acceder a la justicia, no es sin embargo
inconstitucional. (9) En similar sentido se manifiesta Monti. (10)
"(...) sólo conserva la facultad de decidir cuándo requerir pronto despacho después de
vencido el primer plazo para resolver su reclamo, pero una vez que ejerció ese derecho, el
plazo [establecido en el artículo 25 de la Ley N° 19.549] para demandar judicialmente
comenzará a correr automáticamente al vencimiento del término de cuarenta y cinco días
que prevé la norma para la conclusión del trámite del reclamo". (11)
Maizal (13) y Luque (14) remarcan que luego de la reforma del artículo 31 de la ley 19.549,
por la ley 25.344, vencido el plazo otorgado al organismo administrativo para responder el
pronto despacho, sin que recaiga una resolución expresa, comienza a computarse el plazo
de caducidad de 90 días hábiles judiciales para interponer la acción judicial, pero que ello
es una regulación inconstitucional.
Similar criterio al expuesto en el párrafo anterior es sostenido por Buján, quien destaca que
la regulación efectuada sobre el silencio administrativo en el artículo 31 de la ley 19.549
luego de la reforma introducida por la ley 25.344 y la consecuente aplicación del plazo de
caducidad de 90 días hábiles judiciales, atentan contra el derecho a peticionar ante las
autoridades públicas en los términos de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre. (15)
En esa misma línea, Soria ha dicho que si bien el texto modificado del artículo 31 de la ley
19.549 es impreciso en cuanto al plazo para accionar judicialmente luego de configurado el
silencio administrativo, por medio de la ley 25.344 se dificultó el acceso del administrado a
la justicia y se premió la inactividad de la Administración Pública, a la cual le conviene,
bajo el nuevo marco legal, no resolver lo peticionado, siendo tal regulación inconstitucional
y además contradictoria con el hecho de que, cuando media un rechazo expreso al reclamo
administrativo, el plazo para interponer la acción judicial no está sujeto al plazo de
caducidad de 90 días hábiles judiciales. (16)
Finalmente, cabe traer a colación la opinión de Canosa y Mihura Estrada, quienes subrayan
la incoherencia de la reforma introducida por la ley 25.344 al disponer la aplicación del
plazo de caducidad del artículo 25 de la ley 19.549 pero señalando que ello es sin perjuicio
de lo que fuere pertinente en materia de prescripción. Sin embargo, más allá de destacar
esta incoherencia, los autores mencionados expresan que de la lectura del artículo 31 de la
ley 19.549 se desprende que, en caso que se configure el silencio administrativo luego de
vencido el plazo para contestar el pronto despacho, la acción judicial deberá ser interpuesta
dentro del plazo de caducidad de 90 días hábiles judiciales, exigencia que reputan
inconstitucional por vulnerar la garantía de tutela judicial efectiva. (17)
III.1.2. Doctrina que afirma que la redacción del artículo 31 de la Ley N° 19.549 establece
que la acción judicial, en caso de silencio administrativo, puede ser interpuesta dentro del
plazo de prescripción
A diferencia de los autores citados previamente, Cassagne y Perrino (18) (cuya postura es
compartida por Lima (19)) sostienen que del texto del artículo bajo análisis se desprende
que no corresponde aplicar el plazo de caducidad regulado en el artículo 25 de la ley 19.549
a los casos en que, interpuesto el reclamo administrativo, medie silencio administrativo. En
ese sentido, estos autores, al señalar que debe aplicarse en estos supuestos el plazo de
prescripción, puntualizan que:
"[l]a redacción [del artículo 31 de la ley 19.549] no es clara y puede generar confusión
pues, no obstante que el legislador reemplazó la expresión 'en cualquier momento' por otra
en la que se exige la presentación de la demanda en 'en los plazos perentorios y bajo los
efectos previstos en el art. 25', la utilización del verbo podrá, más la referencia a los plazos
de prescripción, permitiría sostener que no se aplica el plazo de caducidad cuando se
configura el silencio. De lo contrario, la mención al plazo de prescripción sería
inconsecuente, ya que nunca este lapso será inferior al previsto en el art. 25 de la [ley
19.549].
Frente a la compleja situación expuesta, y con base en el principio in dubio pro actione, es
posible concluir que no corresponde aplicar el plazo de caducidad ante la configuración del
silencio negativo".
En sentido concordante, Gusman (20) y Pozo Gowland (21) también sostienen que en los
casos de configuración del silencio administrativo, el administrado puede interponer la
acción judicial dentro del plazo de prescripción correspondiente, aplicando sólo el plazo de
caducidad de 90 días hábiles judiciales del artículo 25 de la ley 19.549, en los casos en que
el organismo administrativo se haya expedido en forma expresa rechazando el reclamo
impetrado. En esta línea, Jeanneret de Pérez Cortés considera que una exégesis razonable
del artículo 31 de la ley mencionada lleva a concluir que el plazo de caducidad para
accionar judicialmente rige sólo en los casos en que el reclamo es resuelto expresamente,
pues de aplicarse también a los casos de silencio administrativo, se haría jugar esta garantía
en contra del particular y se condicionaría el acceso a la Justicia. (22)
Marcer también descarta la aplicación del plazo de caducidad del artículo 25 de la ley
19.549 a los casos en que, interpuesto un reclamo administrativo, se configura silencio de la
Administración. Así, el citado autor puntualiza, en claros términos, que:
"(...) la norma [se refiere al artículo 31 de la ley 19.549 luego de la reforma de la ley
25.344] no ha establecido un sistema de plazos encadenados por varias razones. En primer
término porque para que pueda aplicarse el art. 25 —al que remite la disposición— se exige
la notificación del rechazo, lo que no podría efectuarse en forma tácita; en segundo lugar
porque el art. 26 de la ley establece que la demanda podrá iniciarse en cualquier momento
cuando el acto adquiera carácter definitivo por haber transcurrido los plazos previstos en el
art. 10 y sin perjuicio de lo que corresponda en materia de prescripción; y finalmente
porque no puede cercenarse un derecho sin que se cumpla con el principio de 'derecho a
una decisión fundada', que surge no sólo del art. 1° de la ley de procedimientos, sino del
propio art. 18 de la Constitución Nacional". (23)
Aberastury, por su parte, considera que sería un absurdo jurídico sostener que el plazo de
caducidad de 90 días hábiles judiciales para accionar judicialmente comience a correr a
partir del momento en que se considere denegado el reclamo administrativo por
configuración de silencio administrativo. (24)
Existe jurisprudencia del Máximo Tribunal federal que resulta útil para determinar los
alcances del artículo 31 de la ley 19.549 con relación al plazo para accionar judicialmente
en caso de silencio administrativo, luego de la reforma de la ley 25.344.
"(...) la conclusión del a quo de considerar que se había operado el plazo de caducidad
frente al silencio del Instituto de Previsión, constituye una decisión de injustificado rigor
formal y comporta una inteligencia de las reglas aplicables contrarias al principio in dubio
pro actione (...). Ello es así, no sólo porque la mecánica aplicación del plazo previsto en el
[artículo 11 del Código Contencioso Administrativo de la Provincia del Chaco] omite
valorar la puntual conducta puesta de manifiesto por la actora, sino porque —además—
premia la actitud negligente de la administración y hace jugar en contra del particular la
figura del silencio administrativo instruida, claramente, en su favor" (destacado añadido).
(a) el principio "in dubio pro actione" incide sobre la interpretación de las normas que
regulan el acceso a los tribunales de justicia, de forma tal que éstas deben interpretarse en
sentido favorable a la habilitación de la instancia judicial y
"(...) aun cuando la nueva redacción del art. 31 Ley de Procedimientos Administrativos,
introducida por el art. 12 Ley 25.344, prescribe un plazo perentorio de 90 días para deducir
demanda en contra del Estado o de sus entes autárquicos, contados a partir de la
notificación al interesado del acto expreso que agote la instancia administrativa o cuando
hubiesen transcurrido 45 días del pedido de pronto despacho (art. 25), tal exigencia no
puede recaer sobre aquellos supuestos en que el cumplimiento de los requisitos de
procedencia de la acción se hubiese configurado antes de la sanción de la nueva ley"
(destacado añadido).
Sin embargo, lo que resulta de interés es la interpretación que la CSJN hace del artículo 31
de la ley 19.549, ya que, según el texto de este fallo, no correspondería sostener que dicha
norma permite la interposición de la demanda judicial dentro del plazo de prescripción
cuando medie silencio administrativo (como sostiene parte de la doctrina reseñada supra y
como se resuelve en ciertos fallos de la CNACAF que se analizarán en el punto siguiente de
este trabajo), sino que aquélla debería interponerse dentro del plazo de caducidad de 90 días
hábiles judiciales, el cual se computaría a partir del momento en que vence el plazo de 45
días hábiles administrativos para resolver el pronto despacho.
Las diversas salas de la CNACAF tuvieron oportunidad de expedirse acerca de los alcances
del artículo 31 de la ley 19.549 luego de la modificación introducida por la ley 25.344.
"(...) si bien la ley 25.344 reformó el art. 31 de la [ley 19.549] en cuanto que frente al
silencio de la administración ahora es necesario demandar en los plazos perentorios y bajo
los efectos previstos en el art. 25, sin perjuicio de lo que fuere pertinente en materia de
prescripción, no ha variado la situación que, tanto la doctrina como la jurisprudencia
mayoritarias sostuvieron en el caso de que el acto denegatorio fuera expreso. Y ello así
pues no puede hacerse decir a la norma lo que la norma no dice, recreando por vía
pretoriana una restricción de los derechos del administrado, con el agravante de que llevaría
al abandono de la valiosa jurisprudencia que, para fundamentar la inaplicabilidad del plazo
de caducidad del art. 25 a la vía del reclamo, sostiene que la vía impugnatoria sólo es
exigible para la impugnación de actos administrativos con actitud legal para crear,
modificar o extinguir derechos, modificando la situación jurídica preexistente, no pudiendo
consecuentemente ser válidamente aplicada, salvo norma legal que así lo disponga, a los
supuestos en que el acto de la administración carezca de esa aptitud para incidir en el status
jurídico del particular, traduciendo tan sólo el criterio negativo de la autoridad del particular
sobre la existencia del derecho reclamado".
El tratamiento dispar de los administrados que se desprende de este fallo, conforme con el
cual el particular cuyo reclamo administrativo no fue resuelto se encuentra en peor
situación procesal para accionar judicialmente que aquél que obtuvo una resolución
administrativa expresa, no parece razonable ya que implica, por un lado, premiar la
morosidad de la Administración Pública y, por el otro, vulnerar la garantía de igualdad
establecida en el artículo 16 de la Constitución Nacional y desnaturalizar la garantía del
silencio administrativo, haciendo jugar ésta en contra del administrado y a favor de la
Administración Pública. Ello así, ya que esta última tendría mayor incentivo para no
resolver los reclamos que se le formulen, toda vez que luego el particular debería accionar
judicialmente dentro del plazo de caducidad de 90 días hábiles judiciales y no dentro del
plazo de prescripción, como si ocurriría en el caso de que hubiera resolución expresa.
"(...) es clara la redacción de la disposición [se refiere al artículo 31 de la ley 19.549, según
la modificación introducida por la ley 25.344], en tanto establece todo un mecanismo
previo a la impugnación judicial, que debe realizarse en caso de que haya, por parte de la
administración, reticencia en resolver y por tanto, silencio, reservando el derecho del
particular, de esperar la decisión que por ley la administración tiene la obligación de dictar,
siempre que no altere el curso de los hechos, ya que en el caso de requerir pronto despacho
a fin de obtener la resolución, se encontraría en la situación de tener que iniciar, al
vencimiento del plazo para dictar resolución posterior a aquél, la demanda ante la justicia,
en los plazos dispuestos por el art. 25 de la [Ley N° 19.549]" (destacado añadido).
La Sala IV resolvió, en los casos "Palacios, Héctor Julio c. Estado Nacional —Ministerio
de Economía— Subsecretaría de Transporte por agua y puertos s/empleo público" (29) y
"Aguilar, Mario c. Estado Nacional - Ministerio de Economía s/empleo público" (30), que
el plazo de caducidad regulado en el artículo 25 de la ley 19.549 es inaplicable en los casos
en que se configura el silencio administrativo ante reclamos formulados por los
particulares, debiendo aplicarse en cambio el plazo de prescripción correspondiente según
la naturaleza de la acción judicial a interponerse.
En ese sentido, la sala sostuvo que la interpretación literal del artículo 31 de la ley 19.549
(luego de la reforma introducida por la ley 25.334) conduciría al absurdo de que el
administrado que interpone un reclamo y luego pide un pronto despacho —no resuelto en
término por el Estado o sus entes autárquicos— estaría conminado a demandarlo dentro del
plazo de caducidad previsto en el artículo 25 de la ley 19.549, por lo que consideró
necesario efectuar una interpretación sistémica con otras normas y alcanzar así un criterio
conciliatorio y armonizante.
"(...) no puede soslayarse que en los caos en que se fijan plazos en el Artículo 25 de la ley
de procedimientos administrativos el dies a quo está dado por la notificación al interesado
del pronunciamiento expreso de la Administración. De esta primera constatación se
desprende que la referencia del Artículo 31 al citado Artículo 25 no podría comprender a
los supuestos de silencio administrativo provocado por la falta de resolución de reclamo
formulado por el órgano obligado a ello, precisamente por la ausencia de notificación de
dicha circunstancia al particular".
"[a] ello debe añadirse lo dispuesto en el Artículo 26 de la citada ley en que se admite que
la demanda judicial podrá iniciarse en cualquier momento cuando el acto adquiera carácter
definitivo por haber transcurrido los plazos previstos en el Artículo 10 y sin perjuicio que
corresponda en materia de prescripción. Vale decir que el criterio de la ley es que se
configura el plazo de caducidad si hubo acto expreso de la Administración. El administrado
cuenta con la posibilidad de iniciar demanda si se configura el silencio negativo, pero —en
este último caso— no se opera en su contra plazo de caducidad alguno mientras la
Administración no se expida, por aplicación del principio garantístico de que el silencio
administrativo opera a favor y no en contra del administrado".
"[r]esulta evidente que una inteligencia del Artículo 31 que obligue al particular a plantear
su demanda en sede judicial en un plazo perentorio y fatal cuando sólo ha recogido el
silencio frente a la reclamación administrativa y no ha sido notificado de decisión expresa
alguna resulta abiertamente contraria a la letra y espíritu del mentado derecho
constitucional y violatorio de los derechos al debido proceso y a la tutela judicial efectiva,
también de raigambre constitucional".
"(...) ante la configuración del silencio administrativo frente a la reclamación efectuada por
un particular no resulta aplicable —a efectos de la admisibilidad de la demanda— el plazo
de caducidad establecido en el Artículo 23 de la Ley N° 19.549, sin perjuicio, claro está, de
lo que corresponda en materia de prescripción".
Se advierte entonces, que la [falta de habilitación de instancia] acusada debe ser rechazada,
toda vez que a pesar de que la inactividad procesal de la actora superó el plazo que prevé el
artículo 25 de la ley 19.549 de acuerdo al art. 31 (...), no se encuentra demostrado
fehacientemente en autos una notificación real a la actora o al menos que la parte interesada
tuvo conocimiento del acto (en este sentido, v. CNFED. Cont. Adm., Sala I, causa n°
19711/01 del 6/08/02). Pues el principio general es que el acto administrativo sólo puede
producir sus efectos propios a partir de la notificación al interesado y constituye un
verdadero derecho de los particulares (...).
Así, en los casos en que se fijan plazos en el artículo 25 de la LNPA el dies a quo está dado
por la notificación al interesado del pronunciamiento expreso de la Administración; en
consecuencia, la referencia del artículo 31 al artículo 25 no podría comprender a los
supuestos de silencio administrativo del órgano obligado a expedirse provocado por la falta
de resolución del reclamo formulado, precisamente por la ausencia de notificación de dicha
circunstancia al particular"
III.2. Doctrina y jurisprudencia relativa a la aplicación del plazo de caducidad para
interponer la acción judicial contra actos administrativos que resuelven expresamente un
reclamo administrativo
III.2.1. Doctrina que considera que el plazo de caducidad para interponer la acción aplica
en los casos de actos administrativos que resuelven expresamente un reclamo
administrativo
Entre los representantes de este sector, cabe mencionar a autores tales como Jeanneret de
Pérez Cortés (32), Gusman (33), Hutchinson (34) y Comadira (35), entre otros.
III.2.2. Doctrina que considera que el plazo de caducidad para interponer la acción no
aplica en los casos de actos administrativos que resuelven expresamente un reclamo
administrativo
Existe un sector de la doctrina que, basado en la deficiente técnica legislativa del artículo
31 de la ley 19.549 luego de la reforma introducida por la ley 25.344, sostiene que no se
alteró el criterio jurisprudencial mayoritario previo a dicha ley (36), según el cual las
acciones judiciales iniciadas contra los actos administrativos que rechazaban expresamente
los reclamos administrativos, no estaban sujetas al plazo de caducidad del artículo 25 de esa
última ley, sino al plazo de prescripción correspondiente a la acción judicial intentada.
Como se verá en los capítulos que siguen, esta postura fue sostenida posteriormente por la
sala III de la CNACAF tanto en "Biosystems S.A. c. Estado Nacional —Ministerio de
Salud— Hospital Posadas s/Contrato Administrativo" como en "Compañía Naviera
Horamar S.A. c. AFIP DGI-VIII-X y XII".
"toda vez que el pedido de reincorporación efectuado por el actor encuadra dentro de la vía
reclamatoria, toda vez que no existe impugnación de acto alguno, no resulta aplicable [la
interposición de un recurso de alzada de acuerdo a] lo previsto en el art. 94, decreto
1759/1972 [contra la resolución que rechazó el reclamo]. Siendo ello así, el dictado de la
resolución RNP 1565/2004 y su notificación mediante carta documento presentada el
17/09/2004 (...) dejó expedita la vía judicial. En ese marco y teniendo en cuenta que la
acción judicial se inició el 04/04/2005 (...) no puede sino concluirse que a ese momento se
encontraba holgadamente cumplido el plazo de caducidad previsto en el art. 25, ley 19.549"
(destacado añadido).
Como se aprecia, en el fallo mencionado se resolvió que, habiendo mediado una resolución
expresa del reclamo administrativo presentado por un particular (puntualmente, un ex
agente público), la acción judicial debió interponerse dentro del plazo de caducidad de 90
días hábiles judiciales previsto en el artículo 25 de la ley 19.549, y no así dentro del plazo
de prescripción, criterio este último sostenido por la Sala IV en caso de configuración del
silencio administrativo, como se destacó previamente en III.1.3.2.3.
"(...) cabe recordar que se debe distinguir entre la vía impugnatoria que presupone el
agotamiento de las instancias administrativas reglamentadas en los artículos 23 y siguientes
de la ley 19.549, cuyo resultado sería necesariamente la declaración de ilegitimidad del acto
administrativo, de la reclamación del reconocimiento de un derecho basada en lo dispuesto
por los arts. 30 y concordantes del mismo cuerpo legal, inclusive en los casos en que
hubiera mediado reclamación administrativa previa, los que no estarían sujetos al plazo del
art. 25 de la citada ley..."
En esa misma causa, la sala 1 destacó (correctamente) la importancia del principio "pro
actione" al momento de resolver la habilitación de instancia, al señalar, con sustento en
numerosos precedentes de la CSJN, la CNACAF y la CNACiv. y Com. Fed., que:
Al resolver en dicho sentido, la sala III sostuvo que una interpretación literal del artículo 31
de la ley 19.549, según la cual regiría el plazo de caducidad del artículo 25 de esa ley luego
de verificado el silencio del organismo administrativo, implicaría que:
"(...) además de transformar al silencio en un deber y soslayar la función de garantía para la
que ha sido diseñado (...) es contraria a la contemplada en la misma ley —en los arts. 10 y
26— para los demás casos" y que, "[p]or otro lado, no guarda coherencia con la finalidad
del plazo de caducidad que es dar certeza a las relaciones jurídicas fijando un límite
temporal para que el acto administrativo (...) quede firme, ya que en supuestos [en los que
se configura el silencio administrativo] no existe acto alguno cuya estabilidad esté en juego,
pues lo que se persigue es el reconocimiento de una situación jurídica preexistente a través
del dictado de una resolución administrativa que así lo disponga o, en caso de omisión del
órgano competente en expedirse, mediante la declaración judicial".
El tribunal destaca que (i) el plazo de caducidad previsto en el artículo 25 de la ley 19.549
comienza a correr a partir de la notificación al interesado del acto administrativo que agota
la vía, el cual no existe en los casos de configuración de silencio administrativo, por lo que
en consecuencia corresponde aplicar dicho lapso solamente en los casos en que recaiga un
acto administrativo expreso y (ii) en los casos de impugnación judicial de actos
administrativos expresos, el decreto 1759/72, reglamentario de la ley 19.549, prevé incluso
una extensión del plazo para accionar si la notificación fuera defectuosa, herramienta legal
que no fue otorgada por la normativa al particular cuyo reclamo no fue resuelto
expresamente. En consecuencia, el tribunal puntualiza que:
"[e]llo atenta contra la garantía de defensa en la medida que el principio 'pro actione' ha
sido soslayado en un caso puntual, colocando en una situación de desventaja al que formula
un reclamo administrativo y trata de urgir la decisión con el pedido de pronto despacho".
"(...) cabe señalar la importancia de distinguir de manera precisa las dos vías reguladas en
el título IV de la [ley 19.549], pues se trata de dos ámbitos diversos y sólo en uno surge la
necesidad —o conveniencia— de sujetar la posibilidad de demandar judicialmente a la
Administración en un lapso de tiempo determinado, por lo que el plazo de caducidad sólo
resulta razonable frente a la impugnación de actos administrativos (es decir, en la vía
impugnatoria), lo que no sucede frente al reclamo previo (o vía reparatoria), pues las
razones de seguridad jurídica que requieren lograr la estabilidad del acto concurren
únicamente en el primer supuesto, mas no en el caso en que, si bien la decisión que recaiga
con motivo de ese reclamo previo constituye formalmente un acto administrativo, su
esencia es diferente en la medida que no importa una modificación del status jurídico del
particular, razón por la cual no está sujeto a los requisitos de impugnación —administrativa
y judicial— de los arts. 23 y 24 de la (ley 19.549]..." (destacado añadido).
"(...) con mayor razón es necesario distinguir el supuesto de inactividad del órgano
competente, pues ningún fundamento de los reseñados concurre para sujetar a un plazo de
impugnación judicial la pretensión de reconocimiento de una situación jurídica anterior
respecto de la cual la Administración no se ha pronunciado" (destacado añadido).
La elogiable resolución de la sala III en el caso bajo comentario constituye una útil
herramienta a favor de los particulares que deban litigar contra la Administración Pública,
ya que proporciona una solución al desequilibrio procedimental y procesal que había
ocasionado la reforma introducida por la ley 25.344, con clara afectación de la garantía de
tutela judicial efectiva.
Si bien esta cuestión había sido objeto de mención en "Biosystems S.A. c. Estado Nacional
—Ministerio de Salud— Hospital Posadas s/Contrato Administrativo", como se destacó
supra, ello no era estrictamente la cuestión a resolver, por lo que la alusión, si bien
importante, no configuraba un precedente jurisprudencial stricto sensu.
Es importante destacar que en esta causa, la acción judicial había sido iniciada con
anterioridad a la entrada en vigencia de la ley 25.344, por lo que, conforme con la doctrina
y jurisprudencia mayoritarias y anteriores a la modificación introducida por esa ley, el
plazo para accionar era el correspondiente a la prescripción y no el de caducidad. Sin
embargo, del texto del fallo bajo análisis no se desprende que la sala III haya tenido
particularmente en cuenta esta situación, puesto que no se indica que la cuestión tuviera que
ser resuelta conforme con el marco legal existente al momento de interponerse la demanda,
por lo que es razonable concluir que su afirmación acerca de la inaplicabilidad del plazo de
caducidad cuando el reclamo administrativo es resuelto expresamente, se entiende referida
al actual texto del artículo 31 de la ley 19.549, máxime si se tiene en cuenta que reitera
argumentos esgrimidos en la causa "Biosystems S.A. c. Estado Nacional —Ministerio de
Salud— Hospital Posadas s/Contrato Administrativo", la cual no involucraba una demanda
iniciada antes de la reforma introducida por la ley 25.344.
VI. Conclusiones
Lo resuelto por la sala III en las causas "Biosystems S.A. c. Estado Nacional —Ministerio
de Salud— Hospital Posadas s/Contrato Administrativo" y "Compañía Naviera Horamar
S.A. c. AFIP -DGI- VIII-X y XII", merece ser elogiado, ya que permite equilibrar la
situación de los particulares en el marco de los juicios contra el Estado Nacional, afectada
luego de la sanción de la ley 25.344.
En efecto, no puede reputarse legítima una norma que, por un lado, premia, mediante el
otorgamiento de un nuevo privilegio propio de un sistema jurídico cada vez más
exorbitante y desbalanceado a favor de la Administración Pública Nacional, la negligencia
y mora de ésta al resolver reclamos administrativos previos interpuestos por los particulares
y que, por el otro, perjudica a éstos al:
(i) vaciar de contenido el derecho que tienen de peticionar ante las autoridades
administrativas, al otorgarle incentivos a éstas para no resolver los reclamos que se le
formulen, toda vez que el silencio administrativo les otorgará ventajas procesales ante un
eventual litigio judicial;
(ii) alterar el sentido y finalidad de la garantía del silencio administrativo que fue creada a
favor de los administrados;
(iii) desvirtuar el sentido y la naturaleza del instituto del reclamo administrativo previo, el
cual fue ideado a los efectos de brindar un ámbito, en sede administrativa, donde los
particulares y la Administración Pública pudieran solucionar sus eventuales conflictos, sin
necesidad de llevar los asuntos ante los tribunales de justicia;
Del mismo modo, resulta irrazonable sostener que la acción judicial contra el acto que
rechaza el reclamo administrativo previo, debe someterse al plazo de caducidad del artículo
25 de la ley 19.549, puesto que, como sostenía la jurisprudencia mayoritaria en forma
previa a la entrada en vigencia de la ley 25.344, la vía reclamatoria tiene características
especiales que ameritan un tratamiento diferente al previsto en esa ley para la vía
impugnatoria. En efecto, la inaplicabilidad del plazo de caducidad respecto de demandas
judiciales contra actos que resuelven expresamente un reclamo administrativo, se sostiene
en el hecho de que en la vía impugnatoria se cuestionan actos administrativos con aptitud
legal para crear, modificar o extinguir derechos, los cuales modifican la situación
preexistente del particular recurrente, a diferencia de los actos dictados en la vía
reclamatoria, pues estos carecen de aptitud para incidir en el status jurídico del
administrado, por lo que sólo traducen el rechazo de la autoridad administrativa respecto
del derecho invocado por el particular en su reclamo. (43)
Por último, es importante acotar que, al margen de lo resuelto en los fallos comentados, la
deficiente técnica legislativa utilizada al modificar el artículo 31 de la ley 19.549, lo cual
genera más dudas que certezas acerca de los alcances de esta norma, no debe redundar en
perjuicio del particular, por lo que debe descartarse cualquier tipo de interpretación que
dificulte el acceso a la vía judicial o establezca requisitos que no estaban previstos
originalmente. (44) En efecto, las dudas generadas por la redacción de dicha norma acerca
del plazo para accionar judicialmente, tanto en caso de silencio administrativo como
cuando media resolución expresa del reclamo, deben disiparse mediante la aplicación del
principio "in dubio pro actione", en virtud del cual deberá estarse a favor de la opción más
favorable al administrado, esto es, la aplicación del plazo de prescripción y no del plazo de
caducidad establecido en el artículo 25 de la ley 19.549.
(5) (5) MANILI, Pablo Luis, "El bloque de constitucionalidad", La Ley, Buenos Aires,
2003-225.
(6) (6) Informe 105/99 de la CIDH en el caso 10.194 "Narciso Palacios - Argentina".
(7) (7) CSJN, "Lof, Casiano c. Provincia de Río Negro", 15 de julio de 2008, Fallos
331:1660; "Elemec S.A. c. Dirección de la Energía de la Provincia de Buenos Aires", 4 de
septiembre de 2001, Fallos 324:2672; "Electroingeniería S.A. c. Dirección de Energía de
Catamarca", 3 de abril de 2001, Fallos 324:1087; "Biain, Abel Rubén y Olivero, Antonio
Jesús c. Instituto de Previsión Social de la Provincia del Chaco s/demanda
contenciosoadministrativa", 18 de julio de 1995, Fallos 318:1349, entre muchos otros.
(8) (8) CNACAF, Sala I, "Young Silvia Norma y otros c. E.N. (Entel Residual)" 15 de
marzo de 2001; Sala II, "Bitar Diana Inés c. E.N —M° Desarrollo Social y M.A.— Consejo
Nac. Menor y Flia.", 13 de mayo de 2003; "Moyano, Raúl Leonardo c. E.N. (Fuerza Aérea
Argentina) s/Personal Mil. y Civil de las FFAA. y de Seg.", 22 de abril de 2003; "Susteras,
Aída Viviana c. E.N. (Min. de Educación y Just.)", 29 de junio de 1993; Sala V, "Polisur
S.A. c. E.N. (PEN) Dto. 434/00 y otro s/proceso de conocimiento", 28 de mayo de 2001,
entre muchos otros.
(10) (10) AA.VV., "La Reforma de la Ley 25.344 y las garantías del administrado", 1ª
parte, Suplemento Actualidad de La Ley, 15 de noviembre de 2001.
(11) (11) SISELES, Osvaldo y VINCENTI, Rogelio W., "La ley de emergencia N° 25.344
y el proceso contencioso administrativo", LA LEY, 2001-F, 1179.
(13) (13) AAVV, "La Reforma de la Ley 25.344 y las garantías del administrado" 1ª parte,
Suplemento Actualidad de La Ley, 15 de noviembre de 2001.
(16) (16) SORIA, Daniel F., "Las vías administrativas previas en el contencioso federal
contra la Administración", en AA.VV., "Derecho Procesal Administrativo. Homenaje a
Jesús González Pérez", Hammurabi, t. 1, Buenos Aires, 2004, p. 847.
(17) (17) CANOSA, Armando y MIHURA ESTRADA, Gabriel, "La Emergencia y una
nueva degradación a la tutela judicial efectiva", ED, 190-732.
(18) (18) AA.VV., "La Reforma de la Ley 25.344 y las garantías del administrado", 1ª
parte, La Ley, Suplemento Actualidad, 15 de noviembre de 2001.
(19) (19) LIMA, Fernando E. J., "El silencio administrativo: problemas actuales", Revista
Electrônica de Direito do Estado", Número 7, Julio/Agosto/Septiembre 2006.
(20) (20) GUSMAN, Alfredo Silverio, "Panorama del derecho procesal administrativo
luego de la ley de emergencia económica", EDA 01/02-516.
(23) (23) MARCER, Ernesto Alberto, "Demandas contra el Estado", Ad-Hoc, Buenos
Aires, 2004, p. 168.
(24) (24) ABERASTURY, Pedro, "La Justicia Administrativa", Lexis Nexis, Buenos
Aires, 2006, p. 181.
(28) (28) Al respecto ver, HUTCHINSON, Tomás, ob. cit. p. 192 y COMADIRA, Julio
Rodolfo, ob. cit. p. 509, quienes recalcan el efecto suspensivo sobre el curso de la
prescripción, derivado de la interposición del reclamo administrativo. Asimismo, se ha
dicho que "[e]l reclamo administrativo, por tener aptitud para constituir en mora al Estado
Nacional deudor, suspende el curso de la prescripción en los términos del segundo párrafo
del art. 3986 del C.C. y, asimismo, ese curso se mantiene suspendido durante el lapso de
sustanciación de las actuaciones administrativas practicadas con intervención de órgano
competente en función de lo previsto en el art. 1º, inc. e), ap. 9 de la ley 19.549,
reanudándose a partir del día siguiente al de la notificación de la resolución administrativa
que rechaza aquel reclamo (esta sala "Sosa", 12/10/95), para interrumpirse, luego, el día de
interposición de la demanda de conformidad con lo establecido en el primer párrafo del art.
3986 del C.C. (esta Sala "Ojeda, Juan E.", 1/6/2006) (CNACAF, sala I, "O. B. c. E.N.-
Gendarmería Nacional s/Personal Militar y Civil de las FF.AA. y de Seg.", 4 de mayo de
2010). En idéntico sentido, se puntualizó que "[s]i bien el texto del art. 1º, inc. e), apartado
9 de la ley 19.549 sólo prevé el reinicio del curso de la prescripción a partir de la fecha en
[que] quedare firme el auto declarativo de caducidad, por extensión corresponde acordar el
mismo efecto —cuanto menos— al acto denegatorio expreso que pone fin al reclamo y
salvo la interposición de recursos que, según el art. 1°, inc. e), ap. 7 de la ley 19.549,
producen la interrupción del curso de los plazos, las actuaciones administrativas practicadas
con intervención del órgano competente sólo 'suspenden' los plazos legales y
reglamentarios)" (CNACAF, sala I, "Ojeda Juan Esteban c. EN-M Defensa-Armada
Argentina-Dto. 628/92 s/personal militar y civil de las FF.AA. y de Seg.", 1 de junio de
2006). Por su parte, la sala IV ha señalado que "[s]i se ha interpuesto un reclamo
administrativo ante el órgano competente —aun cuando el reclamo fuese innecesario por
aplicación de las disposiciones del art. 32 de la ley 19.549 pero no inoficioso por ser una
articulación posible del administrado no prohibida por el ordenamiento procedimental— se
producirá la suspensión de los plazos legales y reglamentarios, inclusive los relativos a la
prescripción (confr. art. 1º, inc. e, ap. 9º, último parte, de la referida ley)" (CNACAF, sala
IV, "Gallardo Hugo Héctor c. Superintendencia de Seguros de la Nación s/juicio de
conocimiento", 17 de noviembre de 1998).
(31) (31) Al actuar de esta manera, la sala IV se adecuó a la doctrina de la CSJN según la
cual la declaración de inconstitucionalidad de una norma es un acto de suma gravedad que
debe considerarse como ultima ratio de la función judicial y que, por lo tanto deben
buscarse otras vías que permitan salvaguardar los derechos o garantías constitucionales
comprometidos ("Massolo, Alberto José c. Transporte del Tejar S.A.", 20 de abril de 2010,
Fallos 333:447; "Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica c. Marini, Carlos Alberto
s/ejecución", 13 de mayo de 2008; "Rinaldi, Francisco Augusto y otro c. Guzmán Toledo,
Ronal Constante y otra s/ejecución hipotecaria", 15 de marzo de 2007, Fallos 330:855,
entre muchos otros).
(32) (32) JEANNERET DE PEREZ CORTES, María, ob. cit.
(36) (36) CSJN, "Peña, Hugo Alberto y otros c. Fundación Miguel Lillo", 25 de noviembre
de 2003, Fallos 326:4711 (esta causa fue resuelta luego de entrada en vigencia la ley
25.344, pero al haber sido iniciada con anterioridad a ello, el Máximo Tribunal resolvió en
base al texto de la ley 19.549 previo a la modificación introducida por la ley 25.344) y
"Mackentor S.A. c. OSN s/daños y perjuicios", 27 de junio de 1989, Fallos 312:1017 (en
esta causa, el citado tribunal aplicó el principio "in dubio pro actione" para concluir que la
vía reclamatoria no estaba sujeta al plazo de caducidad del artículo 25 de la ley 19.549);
CNACAF, sala I, "Nobile, Jorge Jacinto c. A.N.S.S.A.L. s/empleo público", 20 de febrero
de 1997; sala II, "Almeida, Ascensión Hilda c. Estado Nacional - Ministerio de Educación
s/Empleo Público", 22 de junio de 1997; sala V, "Pirrera José R. c. E.N. - Armada Arg.
s/contrato administrativo", 10 de noviembre de 1997 y "Husen Mirta Silvia y otras c.
Estado Nacional - Mº de Cultura y Educación de la Nación s/empleo público", 6 de abril de
1998, entre muchos otros.
(37) (37) SORIA, Daniel F., ob. cit., pp. 847 y 848.
(42) (42) En este punto cabe traer a colación lo dicho por Luqui, quien, al cotejar el
silencio administrativo en la vía impugnatoria y la vía reclamatoria, señala que "(...) si para
impugnar ante la justicia los actos administrativos, luego de agotada la vía administrativa
por aplicación del silencio, el plazo de caducidad no comienza a correr por denegatoria
tácita, resulta incomprensible establecerlo para las demandas no impugnatorias, que en su
mayoría tienen un contenido patrimonial. Donde verdaderamente existe un interés del
Estado por la certeza de las situaciones jurídicas, es en la impugnación de los actos
administrativos, pues está directamente comprometido el interés público", para luego
subrayar que "[c]on la reforma [introducida por la ley 25.344] se da el absurdo de que,
cuando existe silencio administrativo en el agotamiento de la instancia administrativa, no
comienzan a correr los plazos de caducidad, y cuando el mismo silencio se opera en la
reclamación administrativa previa seguida del pedido de pronto despacho, que no se exige
en las acciones impugnatorias, comienza a correr un plazo de caducidad —no previsto antes
por norma alguna— a partir de operarse el silencio" (LUQUI, Roberto Enrique, ob. cit. p.
236). En similar sentido, LIMA, Fernando E. J., ob. cit; SORIA, Daniel Fernando, ob. cit.
p. 846 y CANOSA, Armando y MIHURA ESTRADA, Gabriel, ob. cit.
(44) (44) Al respecto, se debe tener presente que se ha dicho que "[c]orresponde tener por
habilitada la instancia judicial a pesar que el accionante dedujo la demanda cuando todavía
las actuaciones administrativas estaban en plena sustanciación, porque la ley 24.447
implica un severo régimen que causó comprensible perplejidad entre quienes se
consideraban titulares de créditos contra el Estado, lo que llevó a que intentaran diversas
vías, incluso la demanda judicial para no ver perjudicados los derechos respectivos, y si
bien es cierto que, rectamente interpretada, aquella ley no impone iniciar acciones
judiciales no expeditas, también lo es que es 'la apuntada incertidumbre justificó en alguna
medida que se procediera como en este caso, además en que dicho régimen debe ser
interpretado estrictamente a favor del mantenimiento de tales derechos'..." (CNACAF, Sala
II, "IBM Argentina S.A. c. Estado Nacional - UBA s/Contrato administrativo", 23 de
septiembre de 2002; comillas simples añadidas).