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LA TRANSICIÓN
POLÍTICA
Con el fallecimiento de Franco, se había contemplado que la sucesión iba a consistir en que el
Rey Juan Carlos I se sentaba en el trono y el Presidente del Gobierno era nombrado mediante
cauces del momento (el Jefe del Estado elegía entre los miembros del Consejo del Rey). Hubo la
posibilidad de nombrar a Arias Navarro, pero la situación se hace insostenible y este dimite. Se
procede, por tanto, a la elección de un nuevo Presidente del Gobierno. Torcuato Fernández
Miranda, muy monárquico, presidía el Consejo del Reino y dijo que ya había cumplido la labor
que el rey le había encomendado: ya había manejado la situación para cumplir con sus deseos,
que era nombrar a Adolfo Suárez González Presidente del Gobierno a primeros de julio de 1976.
Este nombramiento fue el inicio oficial de la Transición.
Las elecciones no fueron constituyentes, pero los resultados reales fueron que todos los partidos
reclamaron la necesidad de una Constitución. Incluso Fraga admitió la necesidad de la elaboración
de la misma. En septiembre de 1977 inicia su andadura una ponencia de siete diputados para
elaborar un anteproyecto de la Constitución. Había otras alternativas, como que Adolfo Suárez
hiciera la Constitución con su gobierno. Sin embargo, prevaleció la ponencia de siete diputados,
todos parlamentarios. Esta ponencia tenía tres de UCD (José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo, Gabriel
Cisneros Laborda y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón), uno del PSOE (Gregorio Peces Barba),
uno del PCE (Jordi Solé Tura), uno de AP (Manuel Fraga Iribarne) y uno del nacionalismo
moderado (Miguel Roca i Junyent). Hábil y leal decisión política llevó a que el PSOE renunciara un
puesto en esa ponencia y se lo dejara a AP para integrar a la derecha más extrema, residual del
franquismo. Se generó un espíritu de camaradería institucional entre Los Siete Magníficos que
culminó en un borrador (que fue llevado a la prensa), anteproyecto de Constitución que se elevó al
Congreso y después al Senado (por donde pasó por Comisión y Pleno en ambas cámaras). Fue un
proyecto muy sui generis, pues normalmente las Constituciones se hacen tras un proceso de ruptura,
en asamblea única, sin responsabilidad parlamentaria y salvador de la nación. Aquí, se
compatibilizaron las primeras medidas políticas de lo que sería un régimen pluralista y democrático
con lo que era la creación de la Constitución. Finalmente, pasó por una Comisión Mixta Congreso-
Senado. Así se elaboró la Constitución que luego se pasó en referéndum (06-12-1978) muy
favorablemente a la Constitución. AP en su gran mayoría votó en contra (por los nacionalismos)
pero otros votaron sí (hubo un gran esfuerzo por integrar a sectores medios políticos franquistas).
Tras la publicación de los resultados del referéndum y sometimiento del texto al rey para su
promulgación y publicación, entró en vigor de la Constitución. Entonces, había dos alternativas:
seguir con el mismo Parlamento o convocar Cortes. Se prolongó brevemente la vigencia de mandato
de las Cortes y, mientras, se convocaron elecciones municipales para Abril de 1979 (PSOE y PSP se
fusionaron) donde los partidos de izquierda sobresalieron (PSOE y PCE). Una vez que ya había un
tejido municipal que había pasado por las urnas, Adolfo Suárez disolvió las Cortes y se convocaron
las primeras elecciones de la democracia constitucionales. Estas fueron un triunfo de la izquierda,
pero no lo suficiente como para gobernar. Ahí se descubrió a Felipe González, que acabaría por ser
Presidente del Gobierno. Fue, por tanto, un proceso evolutivo en que se midieron mucho los pasos,
pues en esas fechas seguía habiendo miedo de un eventual golpe de Estado militar (y con razón,
pues el 23-F acabó sucediendo). Se sucedieron nuevas elecciones el 28 de Octubre de 1982, en las
que ganó Felipe González: esto marca el fin de la Transición, pues se había elegido
democráticamente a un partido de izquierdas.
RASGOS GENERALES Y
CONTENIDO BÁSICO
1. Proceso constituyente sui generis: esta transición política desde un régimen autoritario a un
régimen moderadamente democrático no tiene parangón. Las Constituciones no se suelen hacer
por un Parlamento Bicameral, con un gobierno de un solo partido no mayoritario, en un proceso
muy largo (casi dos años), y sobre todo con consenso. La palabra consenso quería aludir a un
modo singular de actuar caracterizado porque, frente al actual mayoría versus minoría, todas las
fuerzas políticas intentaron encontraran medidas que no solo encontraran un respaldo superior a
la mitad + 1 (que pasaba, normalmente, en casi todos los aspectos de la Constitución), sino que
se modificaban para que hubiera acuerdo con el mayor número
posible de gente. Esto es muy loable, pero técnicamente acarreó muchas debilidades. Una de
ellas es que, con mucha frecuencia, el debate parlamentario no se celebraba en el Congreso,
sino en restaurantes, reservados, despachos donde había reuniones de los parlamentarios de
más peso para ir pactando y salir con la fórmula idónea (caso de Antonio López Pina y la
moción de censura constructiva; no se puede entender la Constitución por el diario de
sesiones). El segundo problema del consenso es que, en ocasiones, padece la precisión
terminológica de la Constitución. A veces, hay cosas que no tienen toda la lógica que
deberían: el exponente más claro de esto es que en muchos sitios se dicen cosas
contradictorias. Otro ejemplo es la figura de la Ley Orgánica, que es una figura intermedia
dentro del esquema lógico de normas (Constitución, (LO), ley/decreto-ley, decreto). Se la
llamaba ley orgánica porque organizaba algo, pero en la actualidad si una ley es LO, se sitúa
en general por encima o por lo menos en una categoría de ley diferente que el resto de leyes
que no son la Constitución y ha de ser aprobada por mayoría absoluta. Las Leyes Orgánicas
tienen rasgos materiales (contenidos de las leyes) y formales o procesales (votadas en su
totalidad por el Congreso con mayoría absoluta, 176). Fue un invento de Peces Barba para
garantizar que en una serie de temas cruciales fuera necesario la mayoría absoluta en el
Congreso de los Diputados. 2. Longitud: la española es una Constitución larga. En América
Latina hay constituciones incluso
más largas, pero suelen tener alrededor de 100 artículos, y la nuestra tiene 169. 3. Rigidez: uno de
los temas peor resueltos en la Constitución es su reforma. Se dice que una Constitución es
rígida cuando es difícil de reformar. La nuestra es absurdamente rígida. Hay dos maneras de
reformarla, una moderadamente sensato (mayoría parlamentaria de 3/5 y va a referéndum si
el 15% de los escaños lo piden) y otro rígido (con disolución de Cortes). Suele haber dos
tipos de reforma, pero ambas suelen ser más sensatas que estas. Por ejemplo, se declaró que
la forma política del Estado Español es la monarquía parlamentaria, pero se pasaron
inconscientemente (es una de las partes más rígidas de cambiar siendo un sistema propio del
doctrinarismo del XIX). 4. Ideas esenciales: artículo I y II de la Constitución son las grandes
definiciones del Estado Español, y tenemos que aprenderlas de memoria. El tercero habla de
la descentralización: en la práctica se han alcanzado grandes niveles de descentralización
(competencialmente muy parecidos a una federación) En España, aunque no tanto como
para la secesión.
ESTRUCTURA DE L CONTENIDOS
ESTRUCTURALES CE 1978