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UNIVERSIDAD “GRAN MARISCAL DE AYACUCHO”

FACULTAD DE DERECHO
ESCUELA DE DERECHO-NÚCLEO DE SUCRE
UNIDAD CURRICULAR: “MEDICINA LEGAL.”

VIOLENCIA MACHISTA EN NIÑOS, NIÑAS Y


ADOLESCENTES.

PROFESOR: ALUMNOS:
Veruska de Araujo. Lourdes Mercado C.I. 30.204.057
Luisa Lemus C.I. 28.283.668
Adriana Ruiz C.I. 28.499.386

Cumaná, Noviembre del 2022.


INTRODUCCIÓN.

Evolución histórica del maltrato infantil.


Violencia Machista.
Abuso de niños, niñas y adolescentes.
Evolución histórica del maltrato infantil.
La historia del maltrato infantil, entendido como “cualquier daño físico o psicológico
no accidental producido a un menor, ocasionado por sus padres o cuidadores, que ocurre
como resultado de acciones físicas, sexuales o emocionales, de omisión o de comisión, y
que amenazan el desarrollo normal tanto físico como psicológico del niño”, es tan antigua
como la historia de la propia violencia o la propia humanidad; pues la base jurídica que
regía en la antigüedad se basaba en la ancestral ley del Talión, en la que los hijos de los
hombres libres eran considerados como simples propiedades, las cuales se podían
intercambiar, vender y destruir. Desde el código de Hammurabi, que hacía referencia a las
principales materias jurídicas, incluido el derecho familiar (García y Fernández, 1986), y
donde se plasmaron las primeras descripciones de los delitos realizados por menores y sus
correspondientes castigos, hasta los continuos maltratos que sufría por parte de su familia el
emperador Claudio durante su infancia y adolescencia (Moro, 2008), los ejemplos de esta
violencia son infinitos. Esta violencia hacia los menores tenía múltiples fines, desde
enderezar conductas débiles y educar a los jóvenes, (“El látigo es para el caballo, la brida
para el asno, y la vara para la espalda de los necios”, Proverbios 26:3), pasando por ritos
religiosos, como las costumbres de Cartago y las civilizaciones fenicias, en las que se
fomentaba la práctica del infanticidio (Wagner, 1992), o la formación de futuros
ciudadanos útiles para la sociedad como los hábitos de las antiguas polis griegas, en la que
cualquier menor que no pudiera ser útil para la lucha o el trabajo, era eliminado físicamente
por ser considerado un estorbo social (Platón citado en Vergara, 2013). En otras palabras,
prevalecía en el mundo la idea de que el menor no tenía derechos propios, si bien había
ligeras diferencias entre distintas culturas y pueblos, pues algunas sociedades se
caracterizaban por cuidar más a los menores que otras; destacando entre estas últimas por el
nivel de protección a las mujeres y a los menores, la antigua civilización egipcia (Montet,
1958).
Violencia Machista.
Según la Organización Mundial de la Salud, la violencia es el uso intencional del
poder físico o la fuerza, como una amenaza o hechos de daños contra otras personas o hacia
uno mismo, también se puede ser violenta contra grupos de personas o comunidades, estos
daños pueden ser físicos, psicológicos y que pueden llegar a causar hasta la muerte.
El machismo, es la actitud de prepotencia de los hombres respecto de las mujeres. Se
trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra
el género femenino. El machismo es un tipo de violencia que discrimina a la mujer o,
incluso, a los hombres homosexuales. También puede hablarse de machismo contra los
denominados metrosexuales o todo aquel hombre cuya conducta exhibe alguna
característica que suele estar asociada a la feminidad.
La violencia machista se refiere a todas aquellas acciones que contribuyen al
menoscabo sistemático de la dignidad, el estima y la integridad física y mental de las
mujeres, niñas y personas con una identidad de género y/o sexualidad distinta a la
normativa. Es un tipo de violencia estructural, ya que se encuentra presente en todas las
sociedades y todos los espacios sociales, aunque se da en distintos niveles y mediante
diferentes mecanismos dependiendo de diversas cuestiones de raza, clase y pertenencia a
determinado grupo étnico.
Esta violencia es una expresión de la desigualdad que impone el patriarcado y, a su
vez, es el instrumento que garantiza su continuidad. Se arma a través de tres ámbitos: la
violencia simbólica, que genera los prejuicios y el ideario; la violencia estructural, con
todas las instituciones que garantizan la discriminación; y la violencia material, en todas sus
expresiones concretas de violencia directa. Asimismo, es un medio que ayuda a reforzar,
legitimar y reproducir la supremacía de “lo masculino” sobre “lo femenino” y sobre todas
aquellas identidades de género que no se encuentran circunscritas dentro de estas dos
categorías.
Abuso de niños, niñas y adolescentes.
Existe una estrecha relación detectada en las investigaciones entre el maltrato infantil
y la violencia de género, según el último informe de la Delegación del Gobierno contra la
Violencia de Género. Del total de mujeres que han sufrido maltrato físico, sexual o miedo
hacia sus parejas o exparejas y que tenían hijos en el momento de sufrirlo, el 63,6% afirma
que los hijos o hijas lo presenciaron. De éstas, el 92,5% afirman que los hijos eran menores
de 18 años cuando esto sucedió.
Los niños y niñas hijos de víctimas de violencia de género también lo son, aunque en
ocasiones no se les considere como tales. El abuso directo no es la única forma de maltrato
hacia la infancia: ser testigos de estas situaciones también deja una marca tan grave como
un golpe. Cada vez es mayor el reconocimiento de la exposición a la violencia de género
contra la madre como una forma específica de maltrato infantil.
Los estudios realizados sobre mujeres maltratadas concluyen que la exposición de los
niños y niñas a situaciones de violencia de género genera en ellos efectos similares a los
que produce el hecho de ser maltratados directamente, como problemas de internalización
(miedo y retraimiento) y externalización (agresividad).
Existe una relación significativa entre la exposición a estas situaciones violentas y
problemas muy diversos en los niños y niñas: un peor desarrollo académico, más
dificultades de integración escolar y percepción de peores relaciones entre estudiantes, una
menor autoestima, problemas de salud física y psicológica e incluso un aumento de
consumo de drogas o el uso problemático y riesgo de adicción a internet y redes sociales.
Consecuencias de la violencia de género en los niños, niñas y adolescentes.
Son los testigos más vulnerables, los que contemplan todo en silencio, callados por el
miedo y preguntándose porqué una de las personas que más quieren maltrata a la otra, y no
solo con violencia física, también con gritos, peleas e insultos. Los niños y niñas que crecen
en hogares en los que se repite la violencia de género presentan a corto, medio y largo plazo
problemas conductuales y emocionales de diversa gravedad
Pedirles que comprendan algo que tan complejo como lo es el abuso, los convierten
en instrumentos de dominio sobre sus madres, donde los hombres suelen usarlos para hacer
chantaje a sus parejas, persiste entre generaciones los malos tratos, los hijos de
maltratadores tienen más probabilidades de serlo y las hijas de padecerlo, provocando
grandes déficits en la calidad de su educación, además de problemas de apego y
dificultades en las relaciones sociales.
El miedo es la característica más común en los niños víctima de malos tratos, ya sean
físicos o psicológicos. Esta sensación domina su día a día y hace que la ansiedad, la
depresión y las conductas retraídas sean una constante en su forma de relacionarse y
encarar los problemas. A grandes rasgos, podemos distinguir varios tipos de problemas en
estos pequeños:
1. Problemas físicos. Los hijos de víctimas de malos tratos presentan
retraso en el crecimiento, dificultad o problemas en el sueño y en la alimentación,
regresiones (como volver a hacerse pis en la cama o chuparse el dedo), menos
habilidades motoras, síntomas psicosomáticos (eczemas, asma) e inapetencia.
2. Problemas emocionales. La ansiedad, la depresión y la ira son
consecuencias inmediatas, pasando a creer que es una forma normal de
comportarse, al no lograr gestionar los sentimientos que se agolpan en su mente,
generando baja autoestima, aislamiento y estrés postraumático.
3. Problemas cognitivos. Todos estos efectos se dejan ver en el
desarrollo del niño no solo a nivel físico, también en el intelectual. Es probable que
padezcan retraso en el lenguaje y dificultades para comunicarse y bajo rendimiento
escolar.
4. Problemas de conducta. La agresividad, la crueldad, las rabietas
frecuentes, la falta de empatía, inmadurez, el déficit de atención y la hiperactividad
son pautas más frecuentes en niños que crecen a la sombra de la violencia. El gran
problema de estos trastornos de conducta es que, de no tratarlos a tiempo, pueden
derivar en otros mayores como la repetición de esos modelos violentos, la
delincuencia o la drogodependencia.
¿Qué tipos específicos de violencia de género pueden sufrir las niñas y
adolescentes?
Entre los tipos de violencia contra las mujeres, los más habituales son la que sucede
en el ámbito privado, el feminicidio, la violencia sexual, la trata de personas, la mutilación
genital femenina, el matrimonio infantil o la violencia online. Sin embargo, cuando el
componente del género y el de edad se unen las víctimas sufren situaciones específicas.
La pandemia ha supuesto un duro golpe para la situación de millones de chicas a
nivel global. Las medidas destinadas a restringir el movimiento para paliar la crisis del
COVID-19, entre otras circunstancias, han hecho aumentar las formas de violencia contra
las niñas, adolescentes y mujeres en todo el mundo.
Las generaciones más jóvenes cada vez son más conscientes de la importancia de la
igualdad y muestran una gran sensibilización hacia las discriminaciones o violencias
basadas en el género. Sin embargo, ha aumentado el número de niñas y adolescentes que
dice haber sufrido violencia sexual, incluyendo situaciones como recibir presiones para
realizar actos sexuales o peticiones de cibersexo online.
Eso no necesariamente quiere decir que haya aumentado la violencia contra las
chicas, sino que ahora es más visible, siendo ellas más capaces de identificarla y denunciar,
es de resaltar que con la educación somos más capaces de ver actitudes que antes
normalizábamos y ver que eso es violencia, que una actitud con una pareja es acoso y una
actitud machista.
Factores de riesgo.
Una variedad de factores a nivel individual, de relaciones, de comunidad y de la
sociedad se intersecan para aumentar el riesgo de que mujeres y niñas sufran violencia.
Estos factores, representados en:
Atestiguar o experimentar abuso desde la infancia (lo que está a asociado a
que en el futuro los niños sean perpetradores de violencia mientras las niñas 
perciban violencia contra ellas).
 Abuso de sustancias (incluyendo alcohol), asociado a una mayor incidencia de la
violencia.
 Pertenencia de las mujeres a grupos marginados o excluidos.
 Limitadas oportunidades económicas, un actor agravante para la existencia hombres
desempleados  o subempleados, asociado con la perpetuación de la violencia; y es un factor
de riesgo para mujeres y niñas, de abuso doméstico, matrimonios forzados, matrimonios
precoces, la explotación sexual y trata.
 La presencia de disparidades económicas, educativas y laborales entre hombres y
mujeres al interior de una relación íntima.
 Conflicto y tensión dentro de una relación íntima de pareja o de matrimonio.
 El acceso inseguro de las mujeres al control de derechos de propiedad y de tierras.
 Control masculino en la toma de decisiones y respecto a los bienes.
 Actitudes y prácticas que refuerzan la subordinación femenina y toleran la violencia
masculina (por ejemplo, la dote, pagos por la novia, matrimonio precoz).
 Falta de espacios para mujeres y niñas, espacios físicos o virtuales de encuentro que
permitan su libre expresión y comunicación; un lugar para desarrollar amistades y redes
sociales, vincularse a asesores y buscar consejos en un ambiente de apoyo.
 Uso generalizado de la violencia dentro de la familia o la sociedad para enfrentar los
conflictos.
Violencia Machista en Venezuela.

La violencia de género sigue costando vidas a mujeres en Venezuela. Durante 2021,


el Ministerio Público abrió 209 casos por este delito, con 204 acusaciones, pero no
quedaron esclarecidos los detalles sobre las condenas.

En Caracas, una niña de 13 años fue asesinada por su novio de 17, por celos. Una
mujer recibió dos impactos de bala en el pecho presuntamente realizados por su pareja,
mientras que otra fue asesinada a golpes por su novio.

Todas murieron en una misma semana en Venezuela, donde cada 37 horas ocurre un
femicidio, según la organización Utopix, que monitorea estos temas. De enero a mayo,
muestran las cifras, se contabilizaron 97 femicidios, siete más que el año pasado, que cerró
con 239 mujeres asesinadas.

El fiscal general informó en la presentación de su memoria y cuenta, en abril, que


durante 2021 el Ministerio Público abrió 209 casos por este delito, con 204 acusaciones, sin
precisar detalles sobre condenas.

En esta año 2022, El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ha afirmado
que entre el 1 de enero y el 15 de agosto de este año el Ministerio Público ha recibido 632
denuncias de casos de pedofilia. Asimismo, ha indicado que las regiones con mayor
número de casos son Zulia, Táchira, Carabobo, Caracas y Miranda,.

«Hacemos un llamado a todos los padres, representantes, vecinos, a toda


persona que de manera directa o indirecta conozca de un caso de ataque, de agresión
sexual contra menores de edad, tipificado como pedofilia, en cualquiera de sus variantes, de
manera inmediata hacer la denuncia en los despachos fiscales», ha exhortado.
El pasado 11 de agosto, el fiscal anunció que el Ministerio Público promueve la
campaña «Pedofilia es crimen» con la que busca luchar más intensamente contra este delito
y proteger a los «niños, niñas y adolescentes de los llamados depredadores sexuales, que
pueden poner en riesgo su integridad y seguridad».

El objetivo es concientizar a la población sobre la necesidad e importancia de


proteger a los niños, niñas y adolescentes contra este flagelo llamado pedofilia, que es una
cuestión transcultural, una cuestión ajena a la idiosincrasia, a la identidad venezolana.

Violencia de género: tipología de maltratadores y gravedad de sus actos.

Si bien las clasificaciones tradicionales hacen referencia a la naturaleza de la


conducta y/o sus efectos; otros estudios han propuesto distintas clasificaciones en función
de características propias del agresor, la gravedad de los actos que producen o las
probabilidades de que estos sucesos ocurran. La existencia de grupos de maltratadores en
función de la gravedad de la violencia y el riesgo de las víctimas de padecer sus actos son :

A. Maltratadores de bajo riesgo: caracterizados por ejercer una violencia de baja


gravedad y que es poco frecuente, con poca o nula presencia de psicopatología y,
generalmente, sin historia delictiva.
B. Maltratadores de riesgo moderado: ejercen una violencia algo más frecuente y de
gravedad media y presentan niveles psicopatológicos moderados o altos.
C. Maltratadores de alto riesgo: se caracterizan por desplegar una violencia más grave
y de mayor frecuencia, que presentan niveles altos de psicopatología y que, además,
suelen tener una historia delictiva.

Respecto las variables vinculadas a la violencia grave, éstas tienen que ver con diferentes
dimensiones:

A. El perfil del agresor: Celotipia y posesividad, consumo de drogas, historial


delictivo, etc.
B. Variables socioeconómicas y contextuales: problemas económicos, falta de apoyo
social, separación reciente, etc.
C. Características de las víctimas de violencia: Edad muy joven, personalidad muy
dependiente, etc.

Factores de Protección.
Entre los factores de protección que pueden reducir el riesgo de que mujeres y niñas
sufran violencia figuran:
• Educación secundaria completa para niñas, niños y adolescentes.
• Autonomía económica de las mujeres y acceso a entrenamiento de sus capacidades,
crédito y empleo.
Normas sociales que promuevan la equidad de género.
• Servicios que articulen respuestas con calidad (servicios judiciales, servicios de
seguridad/protección, servicios sociales y servicios médicos) con dotación de personal con
conocimientos, capacitación y entrenamiento adecuado.
• Disponibilidad de espacios seguros o refugios.
• Acceso a grupos de ayuda.
Es importante recordar que el riesgo y factores de protección no son causas
directamente relacionadas pero están correlacionadas. Así, por ejemplo, que un muchacho
sea testigo del abuso de su madre por parte de su padre no necesariamente lo convertirá en
un perpetrador en sus siguientes años de vida; ni el hecho de que una mujer tenga alto nivel
socio económico y educativo la hace inmune a la violencia doméstica. La violencia contra
mujeres y niñas es un fenómeno social, económico y cultural complejo.

CONCLUSIÓN
La violencia vicaria es un tipo de violencia machista que convierte en víctimas a los
familiares de la mujer a quien el agresor quiere hacer daño. Normalmente, los
protagonistas suelen ser los hijos de estas mujeres, los más pequeños de la familia.
Aunque el daño se ejerce directamente sobre los menores, el objetivo final es hacer
daño a la mujer y es una de las formas más crueles de la violencia machista.

La mayor parte de las veces es el propio padre quien ejerce este tipo de violencia,
haciendo daño a sus propios hijos para vengarse de su pareja o ex-pareja. El
desenlace suele ser el asesinato de los menores y, a veces, el posterior suicidio del
homicida.
La violencia vicaria también se puede manifestar haciendo daño a mascotas u
objetos preciados de la mujer, así como realizando amenazas. Este tipo de violencia
machista es “la forma más grave de hacer daño psicológico a la mujer que sufre
violencia de género” según un informe realizado por Rosa Giuralt Martínez, fiscal
delegada de violencia sobre la mujer de la Fiscalía provincial de Valencia.
Los maltratadores que ejercen este tipo de violencia convierten a los hijos o a esas
víctimas colaterales en “objetos para seguir manipulando, controlando y
maltratando a la mujer, aún fuera de una relación sentimental o matrimonial”

BIBLIOGRAFÍA
Aguilar, D. (2009). La infancia víctima de violencia de género. En III Congreso del
Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género. La valoración del riesgo de las
víctimas. Madrid: Consejo General del Poder Judicial.

Alcántara, M.V., López-Soler, C., Castro, M. y López, J.J. (2013). Alteraciones


psicológicas en menores expuestos a violencia de género: Prevalencia y diferencias de
género y edad. http://dx.doi.org/10.6018/analesps.
Amar, J. y Berdugo, M. (2006). Vínculos de apego en niños víctimas de la violencia
intrafamiliar. Psicología desde el Caribe, 18, 1-22.

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