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Respaldar y controlar el desarrollo del niño como alumno y ofrecerle preparación para la
escolarización.
Todos estos objetivos responden a necesidades básicas de la infancia que la familia tiene que
satisfacer e inciden de forma global en todas las áreas del desarrollo del niño: cognitiva,
psicolingüística, afectiva, social, etc. Ahora bien, para poder satisfacer adecuadamente esas
necesidades, la educación familiar se basa en la existencia de una serie de condiciones que
permiten el cumplimiento exitoso de su tarea educadora.
Importancia de la educación familiar
La educación es un tema que compete a todas las personas y no precisamente a quienes están
cubriendo un programa o un plan de estudios, es parte de la cultura que viven todas las familias y
que de manera consciente o inconsciente refleja un resultado. Los marcos normativos de
educación están enfocados a hacer de esta algo gratuito y obligatorio, y ha sido considerado como
un impulso al “cambio”, sin embargo, la universalización de la educación limita a una igualdad
social que condiciona las áreas de oportunidad de las personas, actualmente se está en un
constante cambio y diversos fenómenos captan la atención y desvían los intereses de los
estudiantes, es por eso que es conveniente educar desde la familia, para una sociedad
democrática tomando como base el espíritu crítico y el empleo de los valores universales.
La familia, sin duda, es el sustento del desarrollo de todas las personas, contribuye a la formación
del temperamento y carácter de sus descendientes, la crianza define la inteligencia y la autoestima
de las personas, es por ello que se sugiere que haya un vínculo estrecho con la manera de educar,
ya que es lo único que puede generar un cambio de pensamiento, de cultura y de sociedad. El
rendimiento escolar no solo es una buena nota, mejor dicho, tiene que ver con las capacidades,
habilidades e intereses que fomentan el desarrollo de las personas, con la mejora de
competencias psicológicas y afectivas.
De acuerdo a distintos factores, las familias han sido cambiantes en los últimos años, se ha roto la
idea del modelo tradicional y se ha dado cabida a nuevos modelos familiares, esta evolución da
pauta a cierta debilidad en los consensos sociales, pues es un proceso de adaptación que no
siempre se efectúa de forma efectiva, y es en este punto en donde cabe señalar que los centros
educativos solo se limitan a moldear a personas con realidades distintas, la familia es un factor que
fortalece o bien vuelve vulnerable al sujeto principal, poco se habla de la educación afectiva
comparando con las necesidades que se derivan de ella, una interacción sana (en familia) es
garantía del éxito educativo, mismo que se traduce a la disposición que se tiene para crear un
nuevo aprendizaje a través de distintos medios.
La solución a los conflictos que en este momento enfrenta el sector educativo tales como,
deserción escolar, falta de control emocional, adicciones, rezago educativo, entre otros, se
soluciona por medio de un trabajo colaborativo entre la familia como base de todo individuo, el
estudiante como actor principal, y la escuela como el escenario en donde se sitúan algunas
funciones complementarias de la educación; es una formación fundamental que debe estar
sustentada a partir de la esencia de persona en su totalidad y no como la visión de formarse para
valer algo que ya está implícito por el hecho de existir.
La familia es la base del amor y seguridad que permite conducirse a las personas de una manera
sana y productiva.
Profundizando en esta cuestión encontramos que las condiciones necesarias son las siguientes:
Modelos de iniciación a la vida social por impregnación. Los padres son unos modelos
preeminentes y exclusivos durante los primeros años de vida.
Una adecuada organización ambiental tanto física como temporal. El desarrollo del niño
precisa de un ambiente suficientemente rico en estímulos y unas condiciones especiales y
temporales adecuadas y bien estructuradas (horarios de comidas, orden, etc.).
Si tomamos como referencia el apoyo afectivo por un lado y por otro el nivel de control y
supervisión de los padres podemos delimitar cuatro estilos educativos:
ESTILO CARACTERÍSTICAS REPERCUSIONES
Poco uso del castigo y la autoridad Muestran más conductas agresivas y caprichosas
b) Con respecto a las prácticas educativas familiares que nos permiten valorar el papel de la
familia en la adaptación de los hijos al desarrollo escolar. Un buen funcionamiento interno de la
familia garantizan una adecuada y óptima adaptación del hijo a la escuela. Situación que se puede
ver muy beneficiada si además los padres participan activamente en la vida de la escuela.
Por otro lad, el análisis de las características familiares de aquellos niños que se adaptan mejor a la
escuela y que tienen un buen rendimiento académico nos puede servir para formular prácticas
educativas más adecuadas en la preparación del niño al entorno escolar:
Uso del lenguaje: suele utilizarse un lenguaje más elaborado, más descontextualizado o
abstracto, vocabulario más rico, más complejidad gramatical y enunciados más largos. Los
padres animan al niño a que lo utilice, a que haga inferencias, reconstruya
acontecimientos pasados. Esta utilización del lenguaje estimula en el niño el desarrollo de
determinadas habilidades cognitivas muy adecuadas para afrontar las tareas escolares.
En resumen y para concluir, animen a que nuestros niños y adlescentes asuman responsabilidades
y a que sean independientes en pequeñas actividades cotidianas.
Es la materia que nos enseña los valores de la familia y de tratar a las personas ciudadanas de
buena manera, también la autoestima, la identidad sexual, el desarrollo y la adolecensia para
ayudarnos a pasar esta etapa de la vida.
La familia es el núcleo social natural donde se moldea la conciencia individual del ser humano. En
este proceso es mucho más impactante la influencia del ejemplo que de la palabra. Cada grupo
familiar imprime en sus hijos la huella que, según el criterio de los padres, juzgue más
convenientes. No hay recetas a seguir en este delicado proceso de formación. Cada gesto, cada
acto, cada palabra se traduce en un modelo que será adoptado por los hijos. De allí deriva la
delicadeza del compromiso y la tarea de ser padres. En la práctica, este proceso es desvirtuado por
la influencia de diversos factores.