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Toma de la calle, performance y performatividad1

Los feminismos y en general, las luchas de las mujeres deben pensarse en su


pluralidad, en su singularidad y en sus situaciones específicas; y sobre todo,
respetando su alteridad, es decir, su diferencia que no su otredad 2. Convergen, sin
embargo, en la lucha en contra de las diversas formas de exclusión y violencia que
se ejerce sobre los cuerpos, individuales y colectivos, de las mujeres y los cuerpos
feminizados3.Exclusiones y violencias que además producen y reproducen estos
cuerpos como cuerpos disponibles para ser violentados y por lo tanto
constantemente amenazados, con las consecuencias que esto tiene no sólo sobre
los cuerpos individuales o colectivos, sino también sobre las subjetividades.

A lo largo de los últimos años las luchas de las mujeres, entre ellas las de las
más jóvenes, han cobrado una fuerza y una notoriedad excepcionales. Fuerza
que, pese a la gravedad de las violencias que enfrentan, letales en última
instancia, es capaz de alimentar el impulso de seguir luchando, un impulso
siempre asediado por el profundo desánimo e impotencia provocados por la
repetición de los crímenes. En este artículo quiero referirme a un acontecimiento
más o menos reciente que entiendo como una condensación de esta fuerza, o
mejor, algunas de estas fuerzas de lucha. Se trata de la canción y coreografía de
1
Este texto recoge una participación que tuve oportunidad de presentar en el
Museo de la Mujer de la UNAM gracias a la invitación de Lourdes Enríquez
Álvarez, quien coordina el taller “Perspectivas críticas sobre ciudadanía, género,
derechos humanos y desarrollo sostenible”. Fue una de muchas que hemos
tenido, como seminario, en el Museo, y que nos han dado la oportunidad de
discutir colectivamente, con un público amplio y por varios años, algunas
propuestas críticas. El taller tiene lugar el tercer sábado de cada mes. Esta
participación tuvo lugar el 23 de enero de 2021. Todas pueden consultarse en la
página del museo. Este trabajo se realiza en el marco del proyecto “Alteridad y
exclusiones. Los usos de la Teoría Crítica contemporánea en el ámbito de la
palabra y de los cuerpos SEM_01-003_2019, de la FFyL, UNAM, que a su vez es
parte del proyecto “Retórica y filosofía en los estudios del discurso” PAPIIT IG
400321 de la DGAPA, UNAM.
2
Cfr. Martínez de la Escalera, Ana María, “Un estudio de vocabulario: alteridad
(entre creación y formación) en Valle, Ana María [ed.] Alteridad. Entre creación y
formación. Estado de México: Seminario de Imaginario y Experiencia, FES
Acatlán, UNAM, 2012, pp. 33-45.
3
Otros cuerpos de los vivientes, humanos o no, que el discurso falogocéntrico ha
opuesto a la figura del “hombre” para reproducir su dominación y explotación.
intervención “Un violador en tu camino”, que a partir del año de 2019 tomó las
calles y espacios públicos, incluyendo los digitales, en Latinoamérica y a escala
mundial y que ha dejado huella, creo, en muchas memorias individuales y
colectivas.

1. Performance y performatividad

Conviene contar la historia de la intervención. El colectivo Las Tesis recordaba en


diciembre de 2019, que “Un violador en tu camino” fue parte de una performance,
de uno de sus ejercicios de llevar las tesis de autoras feministas a puestas en
escena, en un pequeño formato de tiempo de alrededor de 15 minutos. 4 En este
caso se trataba de la tesis de Rita Laura Segato sobre el mandato de la violación y
la desmitificación del violador como un sujeto que ejerce la acción de violar por
placer sexual5. La tesis iba a ser estrenada el 24 de octubre de 2019 en un
contexto universitario, pero debido al estallido social que comenzó el 18 de
octubre no pudo estrenarse. La canción “Un violador en tu camino” se presentó
como intervención en Valparaíso, por invitación de la compañía teatral “La peste”,
en el contexto de una serie de intervenciones callejeras, el 20 de noviembre. 6 A

4
Pais, Ana, Las Tesis sobre “Un violador en tu camino”: “Se nos escapó de las
manos y lo hermoso es que fue apropiado por otras”. Entrevista con el colectivo
Las Tesis. BBC News Mundo, 6 de diciembre de 2019. Web 18 de mayo de 2022.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50690475
5
“En la perspectiva que defiendo, ese acto [la violación], --que no todas las
sociedades contemporáneas ni todas las épocas de nuestra historia perciben o
percibieron como un crimen- no es sencillamente una consecuencia de patologías
individuales ni, en el otro extremo, un resultado automático de la dominación
masculina ejercida por los hombres, sino un mandato. La idea de mandato hace
referencia aquí al imperativo y a la condición necesaria para la reproducción del
género como estructura de relaciones entre posiciones marcadas por un
diferencial jerárquico e instancia paradigmática de todos los otros órdenes de
estatus -racial, de clase, entre naciones o regiones-. Esto quiere decir que la
violación, como exacción forzada y naturalizada de un tributo sexual, juega un
papel necesario en la reproducción de la economía simbólica del poder cuya
marca es el género --o la edad u otros sustitutos del género en condiciones que
así lo inducen, como, por ejemplo, en instituciones totales-. Se trata de un acto
necesario en los ciclos regulares de restauración de ese poder.” Segato, Rita
Laura, Las estructuras elementales de la violencia, 1ª ed., Bernal: Universidad
Nacional de Quilmes, 2003, p. 13.
6
Cfr, Pais, Ana, ibid. Todo el relato que sigue es paráfrasis de la entrevista.
raíz de la difusión de los registros de esta intervención de unas 20 personas, el
colectivo fue invitado a otras regiones de Chile a coordinar la intervención. No
pudo aceptar todas, pero sí la que tuvo lugar en Santiago, el 25 de noviembre,
esta sumó centenas de mujeres. Al poco tiempo hubo contactos con otros países,
como México y Colombia. Fue entonces, relata el colectivo, que decidieron poner
a disposición la base musical y la letra para que cada territorio pudiera
transformarla. A la pregunta de por qué la intervención se convirtió en un
fenómeno masivo e internacional, Las tesis respondieron en varios sentidos, el
primero, en el contexto chileno, la violencia contra las mujeres y disidencias se
había concentrado como violencia de Estado en aquel momento y reavivaba la
memoria de la dictadura militar. Esto hizo que la intervención fuera apropiada
como una canción de protesta (tanto la canción como la coreografía recogen
rasgos de las violencias de la dictadura y en general de la violencia de Estado,
como la tortura de las sentadillas, los ojos vendados o el fragmento, citado con
ironía, del himno de los carabineros chilenos); en un contexto más amplio, la
“viralización” respondería a la otra “viralización” de la violencia sistemática, de las
estructuras (patriarcales, de acuerdo con el análisis antropológico-estructural de
Segato) del Estado Moderno contra los cuerpos de las mujeres y los cuerpos
feminizados, especialmente la violación y la posterior culpabilización de las
víctimas, tanto por parte del estado como por parte de la sociedad, del crimen
cometido en su contra). Finalmente hay una dimensión inexplicable pero
afortunada: “lo cierto es que la performance se nos escapó de las manos y lo
hermoso es que fue apropiado por otras”.

Creo que la expresión “se nos escapó de las manos”, junto con la
caracterización de su expansión en términos de apropiaciones en distintos
territorios, expone el carácter performativo no sólo de la lengua en sus usos
colectivos, sino también de los cuerpos ̶ o de las cuerpas, término que ha servido
para designar nuevas formas de la subjetividad (de las interpretaciones de sí
misma) y de las relaciones y los modos de hacer de las mujeres juntas -, en sus
acciones igualmente colectivas de toma de la calle. Esto es lo que el colectivo
llama “el espacio público expandido” y que no debería reducirse a las ciudades
(sobre todo no debe pensarse desde la oposición ciudad-campo, que es jerárquica
y excluyente) aun cuando esta intervención tuvo lugar inicialmente en las ciudades
chilenas y ocupó mayormente los espacios públicos de las ciudades y de las redes
digitales. En este sentido, su carácter fue masivo e internacional, pero no global.
El acontecimiento de “Un violador en tu camino” puso en esta escena pública
expandida algunas de las fuerzas performativas, diferenciales, de las luchas de las
mujeres en alianza y dio lugar a una masiva experiencia del estar juntas.

En un manifiesto de reciente publicación Las tesis vuelven sobre la intervención, y


sostienen:

La masiva reapropiación de esta intervención es algo que a la fecha nos


sigue impactando enormemente. No fue algo que buscáramos, que
imagináramos siquiera. Una total y completa sorpresa que, si bien por un
lado es maravillosa, por otro lado es muy preocupante. Maravillosa porque
ahora nos sentimos parte de una red subterránea de mujeres y disidencias
que no responde a fronteras nacionales, culturales ni idiomáticas. Esta
potencia es hermosa, un verdadero regalo. No obstante, también nos
demuestra que el problema es transversal, que la violencia sexual, así
como todas las violencias propias del patriarcado, como ya dijimos, son
globales.7

Y un poco más adelante:

La repercusión alcanzada por nuestra intervención tiene que ver,


probablemente, con que compartimos la violencia hacia los cuerpos
feminizados. Tanto a mujeres como a disidencias nos atraviesan estas
violencias patriarcales, violencias inscritas en nuestros cuerpos y cuerpas.
De ahí la necesidad de denunciar las violencias estructurales en países de
distintos continentes y, en este caso, performativa y performáticamente. 8

7
Lastesis Colectivo. Quemar el miedo. Un manifiesto. México: Planeta,
2021.,pp.108-109
8
Ibid., p. 109
Sin duda en este acontecimiento el performance, práctica artística que para el
colectivo es una tarea de activismo, cobró una fuerza performativa extraordinaria y
tuvo efectos inesperados.9 Uno de ellos es la manifestación de lo que el colectivo
llama “la potencia de una red subterránea de mujeres y disidencias capaz de
operar al margen de fronteras nacionales, culturales o idiomáticas”, es decir, una
fuerza del estar juntas al margen o frente a algunas de las instancias de exclusión
política y social más importantes, lo cual es fundamental para los feminismos y las
luchas de las mujeres. La preocupación del colectivo sólo confirma la tesis del
carácter global de las violencias patriarcales 10. Y sin duda compartir las marcas de

9
Hay que entender la performatividad más allá de la primera formulación de
Austin, quien quiso excluir de su análisis todo uso “no serio” del lenguaje,
incluyendo las prácticas escénicas, la poesía, etc., todo uso citacional del
lenguaje. Esta exclusión del campo de análisis de la citacionalidad, se postula en
las conferencias de Austin sin éxito, pues ella es constitutiva del funcionamiento
de toda forma de comunicación, como lo mostró la deconstrucción derridiana.
Derrida emplea el término “iterabilidad” para nombrar el modo de operar de toda
forma de la comunicación y de la experiencia: una repetición que siempre es
repetición de una cita insertada en un nuevo contexto (nunca completamente
determinable), que es absolutamente singular en cada acto de repetición y que
además está siempre expuesta a la alteridad, es decir a la producción azarosa de
nuevos efectos de sentido o nuevos efectos sobre los cuerpos. Efectos
incalculables, inesperados. Cfr.Derrida, Jacques, “Firma, acontecimiento,
contexto” en Márgenes de la filosofía
10
Desde el análisis antropológico de herencia estructuralista, del cual proviene el
concepto de “patriarcado”, las violencias son, precisamente, estructurales. Yo
diría, sí, hasta donde se han extendido los efectos de los procesos coloniales de
Occidente, incluyendo la colonización de lengua y de pensamiento. Hay otras
formas de organización social, política y económica, comunitaria, que tienen sus
propias historias y memorias (formuladas en lenguas indígenas en Latinoamérica)
que han sido blanco de estas violencias, que han logrado sobrevivir a los procesos
genocidas del ejercicio colonial del poder, y que no son necesariamente
analizables desde las categorías occidentales, falogocéntricas, articuladas en
oposiciones conceptuales binarias, excluyentes y jerárquicas. Las propuestas más
recientes de Segato, gracias al intercambio con comunidades indígenas y con
mujeres que “caminan juntas”, han subrayado la importancia de aprender de estos
modos de organización, específicamente de los modos de intercambio político,
comunitario, y de las prácticas comunales de justicia. Cfr., por ejemplo, Lang,
Miriam y Segato, Rita, Justicia feminista ante el estado ausente: un debate
urgente. Reflexiones sobre estrategias frente a la violencia patriarcal, Luchadoras,
7 de julio de 2021. Web 18 de mayo de 2022.
https://luchadoras.mx/justicia-feminista-ante-el-estado-ausente-un-debate-urgente-
reflexiones-sobre-estrategias-frente-a-la-violencia-patriarcal/
las violencias inscritas en los cuerpos y cuerpas y la necesidad de denunciarlas
son condiciones de las luchas. Pero creo que hay algo que falta en esta
explicación. La intervención, cuando se les escapó de las manos a Las Tesis,
cuando se diseminó, cayó no sólo en las manos de las mujeres marcadas por la
violencia, sino en otros colectivos y colectivas de mujeres y activismos que
estaban trabajando de manera organizada en ese mismo momento, con sus
propias experiencias y memorias de lucha. De otra manera hubiera sido imposible
la apropiación de la intervención, en tan poco tiempo. Lo que se comparte no sólo
son las experiencias de la violencia, sino las experiencias de las luchas
específicas en su contra. La potencia de la red se alimenta así de experiencias
anteriores de luchas, colectivas y singulares de las mujeres. Conjuga luchas
presentes, algunas de ellas, pero desde luego, no todas. Y abona a una apuesta
por el provenir. Esta es la estructura temporal de la performatividad. Finalmente, la
ocasión y el azar hicieron también su parte de trabajo.

2 Efectos de sentido, efectos sobre los/las cuerpas, fuerzas de porvenir

Cito ahora la letra de la intervención para comentar algunos de sus procedimientos


o tecnologías y efectos específicos. Antes de ser apropiada (traducida y
recontextualizada) decía así:

El patriarcado es un juez,
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que no ves.

El patriarcado es un juez,
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que ya ves.

Es feminicidio.
Impunidad para mi asesino.
Es la desaparición.
Es la violación.
Y la culpa no era mía,
ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía,
ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía,
ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía,
ni dónde estaba ni cómo vestía.

El violador eras tú.


El violador eres tú.
Son los pacos.
Los jueces.
El estado.
El presidente.

El estado opresor es un macho violador.


El estado opresor es un macho violador.
El violador eras tú.
El violador eres tú.

Duerme tranquila, niña inocente,


sin preocuparte del bandolero,
que por tu sueño dulce y sonriente
vela tu amante carabinero.

El violador eres tú.


El violador eres tú.
El violador eres tú.
El violador eres tú.

El primer efecto de sentido que es a la vez efecto sobre las subjetividades y los
cuerpos, creo, el más evidente, fue la exposición enfática y la no aceptación de
eso que se ha llamado “revictimización”, o una de las formas de esta: la
culpabilización de la víctima por el crimen cometido en su contra. Culpabilización
que es al mismo tiempo condición de posibilidad de las violaciones, cuando se
considera, como lo hace Segato, que esta obedece a un mandato de
masculinidad; pero también cuando se considera, desde otro punto de vista, que
los cuerpos de las mujeres y los cuerpos feminizados, y entre ellos los de los
sectores más pobres, indígenas o negros, los de las más jóvenes, han sido
producidos como cuerpos que están ahí para ser violentados. En el primer caso la
violencia obedece a un mandato, en el segundo, la violencia se ejerce
simplemente porque es posible. Me preocupa, respecto de la primera postura, que
puede ofrecer una especie de coartada para los violentadores, pero también que,
desde el punto de vista estructural del que parte, al considerar el género (la
asignación de género) como la instancia paradigmática de todos los otros órdenes
de exclusión (racial, de clase, etc) tiende a homogeneizar los cuerpos sobre los
que se ejerce la violencia. Es decir, a no tomar en cuenta la sobredeterminación
de la violencia sobre algunos cuerpos marcados sin duda por el género, pero
también por estas otras exclusiones racistas, clasistas, etc. Dejo esta como una
cuestión pendiente para desarrollar más extensamente en otro lugar. En
cualquiera de los dos casos, hay figuras específicas de lo masculino y de lo
femenino (en el segundo relacionadas con otras figuras de la exclusión como
“indio” o “indígena”) que determinan las posiciones en el ejercicio de la dominación
y de la violencia sobre los cuerpos y que determinan también, como sabemos,
todas las modalidades de uso de la palabra y de la acción, y de la aparición en
espacios y tiempos asignados a segmentos específicos de la población. La
culpabilización, como muy bien sabemos, se justifica la mayor parte de las veces
en el desacato a esta asignación de espacios y tiempos “¿Que hacías/n ahí, a esa
hora, sóla/s, así vestida/s, seguramente estabas borracha/drogada, etc.? Pero el
desacato no es condición necesaria, como se muestra en la frase: “No te hagas,
seguramente te gustó”, que más bien apela a las figuras naturalizadas de lo
masculino y femenino.

Y la culpabilización se establece en el imaginario colectivo y en la subjetividad de


las mujeres violentadas para reforzar la violencia.

Los versos

Y la culpa no era mía,


ni dónde estaba ni cómo vestía.

El violador eras tú.


El violador eres tú.

logran romper la secuencia de este refuerzo, mediante distintos procedimientos o


tecnologías:
La repetición en el canto, sumada a la base rítmica, la rima y la coreografía, y su
conservación en la memoria individual, como una especie de “música de fondo”
que permanece después de la intervención y que también permanece en las
memorias colectivas, discursivas y corporales;
La colectivización, que refuerza la verdad de la denuncia y a la vez la transforma
en una práctica gozosa.
La interpelación directa al violador o los violadores ya ausentes (eras tú) y
potenciales (eres tú), que es un acto de denuncia y a la vez de acusación, ejercicio
colectivo liberador, que por cierto provocó, como era de esperarse, reacciones
violentas por parte de los interpelados.

Por otra parte, hubo una apropiación en los activismos mexicanos, que modificó la
estrofa del himno de los carabineros y que a mi parecer es una marca de la
apuesta por el porvenir de las luchas de las mujeres:

La estrofa original era esta cita:

Duerme tranquila, niña inocente,


sin preocuparte del bandolero,
que por tu sueño dulce y sonriente
vela tu amante carabinero.
Y se modificó así:
Duerme tranquila, niña inocente
Sin preocuparte del agresor
Que por tu sueño dulce y sonriente
Hoy tus hermanas toman (tomamos) acción

Esta apropiación, creo, condensa el sentido de la lucha y la apuesta por el


porvenir de la intervención, a las que me refería antes. No sólo la intervención es
un movimiento de ruptura con el refuerzo de las prácticas violentas en distintas
instancias: prácticas discursivas, ejercicios en contra de los cuerpos de las
mujeres, formas de producción de subjetividades sujetas o sometidas, si se
prefiere. Es la propuesta de un porvenir más justo para las más jóvenes, para las
que vienen. Responde a dos demandas distintas “esto tiene que parar”, por una
parte, por otra “no se debe repetir”. Las luchas de las mujeres han dejado, entre
otras muchas enseñanzas, la de la colectivización. Se hace colectivo el duelo, se
hacen colectivas las experiencias traumáticas, para aligerar sus efectos
paralizantes. Y se colectiviza también la responsabilidad hacia las más pequeñas
y las que están por venir. Una responsabilidad que se asigna de manera
absolutamente injusta a las madres en nuestras sociedades contemporáneas. De
aquí que cuando no se culpabiliza a la víctima directa de su violación, por ejemplo,
se responsabiliza a su madre por no haberla educado/cuidado bien.

La lucha colectiva en los distintos movimientos ha puesto en práctica este


pensamiento de y por las que vienen. Aquí las hermanas mayores, las hermanas
de todas, son la figura de esta lucha por todas las que vendrán. En otros
momentos, han sido la figura de las madres, las madres de la Plaza de Mayo, o
las madres buscadoras de desaparecidas y desaparecidos que buscan a las hijas
e hijos de todas. O las abuelas. Mediante la astucia de la lengua, estas figuras
extraídas de la familia nuclear, capitalista (por lo menos en nuestra herencia
colonial lingüística), -hermana, madre, abuela- se politizan para romper con el
mismo esquema que ha producido el sometimiento de las mujeres y la posibilidad
de violentarlas. Politizarse es aquí compartir las relaciones, los trabajos y las
responsabilidades, las luchas y también el goce de estar juntas.

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