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Mujeres desobedientes

de todos los tiempos


Nilda Masci

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Indice:

Prólogo (pág.5)
Presentación (pág. 7)
Introducción (pág. 8)
Capítulo 1: Las mujeres indígenas: curanderas y caudillas de insurrecciones
(siglos XVI y XVII) (pág. 10)
Capítulo 2: Las revolucionarias de mayo y de la guerra independentista (pág. 13)
Capítulo 3: Aportes de las trabajadoras y luchadoras de inicios del siglo XX (pág. 16)
Capítulo 4: Mujeres políticas haciendo política para las mujeres (pág. 18)
Capítulo 5: El feminismo autónomo en Argentina (1980-2002) (pág. 32)
Capítulo 6: Los feminismos del siglo XXI (2002-2013) (pág. 36)
Capítulo 7: Encuentros Nacionales de Mujeres y feminismos (pág. 39)
Capítulo 8: Lucha de las mujeres en la provincia de La Pampa (pág. 43)
Capítulo 9: Movimientos de Mujeres en General Pico (2009-2013) (pág. 48)
Capítulo 10: Epílogo: Límites y desafíos actuales en la región. (pág. 56)
Bibliografía (pág. 57)

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II. P rólogo
por Mónica Molina

La autora de este libro nos invita a recorrer distintos momentos de las luchas de las mujeres.
No se trata de un volumen de historia. Sin embargo, cada capítulo refiere a momentos,
contextos y rupturas que se forjaron a lo largo de un proceso histórico.
Pensaba cómo introducir a ustedes en esta propuesta de Nilda Masci, sin caer solo en una
descripción de cada parte de este libro como anticipo de un devenir cronológico.
Pensaba en las charlas con la autora que antecedieron a estas líneas, cuando me compartió la
idea de escribir el prólogo. Generosidad que agradezco y que, entiendo, también forma parte
del compromiso que nos hermana en las luchas comunes. Aquellas conversaciones estaban
atravesadas por la singularidad de las propias historias, de la experiencia de la militancia
feminista y de las otras militancias políticas. Por ello, resulta inevitable que en este recorrido
que realiza Nilda Masci se vayan plasmando hitos que son relevantes por las rupturas que
provocaron y que, continuamente, nos convocan a hacer un ida y vuelta del presente al pasado,
desde lo personal a lo colectivo.
Sin duda un punto de partida del texto fue la necesidad de reunir a las mujeres, su hacer y decir,
invisibilizado a lo largo de la historia. Una necesidad de contar lo sucedido como cimiento del
presente, su experiencia feminista que recupera la palabra silenciada, subestimada por un
orden establecido desde la perpetuación del patriarcado en nuestro continente, sin dejar de
lado lo inmediato contextual. Una necesidad motivada por la pasión que siempre impulsa
hacia delante, perforando, rompiendo muros que ocultan, que cercenan.
La lectura de este texto nos lleva por Latinoamérica. A lo largo de diez capítulos nos metemos
en la piel de las mujeres indígenas, su sabiduría y sus pesares, como el que terminó con la vida
de Micaela Bastidas, mujer de Túpac Amaru llamado José Gabriel Condorcanqui,
descendiente de los Incas.
“En un intento de dar un castigo ejemplificador a todos/as los sublevados/as: a Micaela le
cortaron la lengua, con la que proclamaba palabras de libertad”. Escogí estas líneas con las que
Nilda Masci señala lo que fue y será para las mujeres una tragedia por su condición de tal. El
patriarcado librará su batalla en los cuerpos de las mujeres, mutilando su palabra, reprimiendo
su sexualidad, inhibiendo su derecho a ejercer el poder.
La autora recupera la incidencia que tuvo la voz de las mujeres en la revolución de Mayo y en
las guerras independentistas, donde la presencia de Juana Azurduy no pasará desapercibida y
sintetiza la acción de otras mujeres. La flor del Alto Perú y sus amazonas serán la contratara
del reposo del guerrero.
Más acá en el tiempo, las mujeres combatientes de la guerrilla en Argentina en la década del 70
serán acusadas de usar a sus hijos/as como escudo humano desde una visión reaccionaria y
machista de quienes llevaron adelante el secuestro y tortura, primero por la triple A –amparada
en el gobierno constitucional peronista de Isabel Martínez de Perón–, luego, a partir del golpe
del 76, en los centros clandestinos de tortura. Allí, los victimarios, nuevamente librarán su
batalla torturando y apropiándose de los cuerpos de las mujeres secuestradas.
Así como el sometimiento ha sido la forma de acallar, las mujeres siempre encontraron los
caminos de resistencia. Consignas como: “Ni dios, ni patrón, ni marido”, de las trabajadoras
anarquistas de principio del siglo pasado sintetizan la decisión política de ruptura de un orden
establecido.
Anarquistas y socialistas dieron una fuerte impronta a los cimientos del feminismo en nuestro
país. Alicia Moreau de Justo, Julieta Lanteri, Cecilia Grierson y otras mujeres con fuerte
vocación política y feminista serán las protagonistas que nos llevarán a recrear las luchas por
alcanzar el sufragio y el acceso a la educación superior en nuestro país, entre otras demandas.
Con el peronismo en el poder, la figura de Eva Duarte fue central en la concreción de una vieja
lucha de las mujeres socialistas: el voto femenino.

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No sin controversias por supuesto de quienes impulsaban este derecho desde mucho tiempo
antes. Aún así, no puede desconocerse esa decisión de concretar la ley que da derecho pleno de
poder elegir y ser elegida; sin embargo no es desde las consignas del feminismo desde donde
se logra.
En todo caso, será parte de las tensiones y disputas que siempre tienen (tenemos) hacia el
interior de los movimientos y grupos de mujeres. Será así hasta nuestros días.
Lo cotidiano nos encuentra continuamente desafiando al sexismo, al machismo que cuela su
presencia lo institucional, social, en las organizaciones políticas, gremiales, ONG´s, antes y en
nuestros días. A través de la lectura de estas páginas Nilda nos convoca, motivada por su
propio compromiso, a dimensionar las barreras que se enfrentaron y aún se desafían desde los
colectivos feministas.
La reiterada expresión de que somos “unas locas”, por aquello que se sale del carril asignado
hegemónicamente a las mujeres se sigue perpetuando. Así nombraron a las mujeres que un día
tuvieron que salir en la búsqueda de sus hijos e hijas desde el interior de sus vidas, las Madres
de Plaza de Mayo, hasta las expresiones más cotidianas para nombrarnos siempre
descalificándonos.
La democracia trajo otros vientos en 1983. Las militantes feministas impulsaron los
Encuentros Nacionales de Mujeres desde 1986. Desde aquél primero que reunió en Buenos
Aires a mil mujeres, el número de participantes ha superado largamente esa cifra a lo largo de
veintisiete Encuentros. Pero tal vez esta gran asamblea nacional sea la expresión más diversa y
genuina, práctica democrática donde la agenda de nuestros derechos cobra relevancia y se
instala pese a la invisibilización que durante años tuvo este cónclave. Con las propias
tensiones en la disputa de poder que las mujeres damos en los lugares desde los que
participamos.
Esos primeros años de democracia trajeron algunas experiencias abortadas luego por el
peronismo neoliberal del menemismo, como el Programa de Igualdad para Mujeres –PRIOM-
o la ley de divorcio vincular durante el gobierno de Ricardo Alfonsín. Por ello, este libro
propuesto por Nilda tiene la virtud de participarnos –a quienes somos parte del ideario y puesta
en acción de los postulados feministas– de una mirada a través del tiempo sobre nuestras
antecesoras; a la luz de esta lectura también podremos redescubrirnos desde cada una de las
trayectorias para analizar el presente. Un presente que implica repensar en cada una de las
agrupaciones y las acciones que en nuestra provincia han surgido recientemente en el tiempo.
Desde su práctica militante feminista, esta propuesta de Nilda, psicóloga, docente jubilada de
la Universidad Nacional de La Pampa, pondrá de manifiesto la necesidad de tomar la palabra y
compartir su mirada sobre el accionar de los grupos y movimientos de mujeres.
Particularmente será este texto una buena excusa para visibilizar el activismo del Movimiento
por los Derechos de las Mujeres y de Tamboras del Viento de General Pico.
Decir aquello que persiste como manifestaciones de la opresión hacia las mujeres es también
hablar del poder. Del poder que somete, pero también del poder que las mujeres vamos
construyendo o podemos construir. Es tomar la palabra para expresar las resistencias a las
violencias en todas sus dimensiones, es continuar insistiendo con la agenda de las mujeres en
la esfera de lo público, es hablar del feminismo y sus formas de construir, pero también acerca
de cómo vamos construyendo poder y de cómo desentrañar los atavismos de los que somos
portadoras aún cuando nos proponemos despojarnos todo tipo de prácticas patriarcales, sea en
el ámbito de lo público como en lo privado.
Nilda nos pone a través de estas páginas en situación sobre las tensiones que producen en la
actualidad las demandas de la ciudad donde reside, pero sobre todo pone en evidencia lo que
todavía está ausente en la esfera del Estado y, por lo tanto, en la sociedad.
Nos encontramos con la autora a través de espacios compartidos, nos convoca desde nuestra
singularidad a la reflexión y a la acción. Una instancia inevitable en quienes somos militantes
feministas.

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III. Presentación:
Esta compilación de textos, artículos, revistas, publicaciones diversas y transcripciones de
documentos de diferentes épocas intentan ser un sesgo acotado de la invisibilizada historia de
las mujeres. Se trata de poner de manifiesto, en cada capítulo, las luchas de distintas
generaciones por su emancipación.
En cada momento histórico se han producido batallas con sus derrotas y victorias. Sin balance
sobre el camino recorrido y sobre el trecho que aún falta transitar, lo importante es que las
mujeres de hoy tomemos una huella ya trazada por nuestras ancestras y construyamos atajos o
desvíos que nos permitan hallar nuevos rumbos, mientras hacemos “camino al andar”.
Es indudable que no se puede eludir la referencia a las congéneres que empezaron a liberarse
hace mucho tiempo y que pudieron modificar la realidad provocando rupturas en las diversas
formas de dominación, conquistando libertades de las que somos herederas desde el punto de
vista social, político y cultural.
Aunque a lo largo de este escrito se mencionan figuras descollantes de la lucha, el énfasis está
colocado en las gestas colectivas y no en las individualidades. Particularmente, el propósito
principal de este trabajo es dar testimonio sobre una experiencia feminista en el norte de la
provincia de La Pampa, en General Pico, en el período que va desde el año 2009 al 2013.
El fin del relato conlleva el anhelo de recuperar la palabra que nos fue expropiada. Ya que la
voz de la mujeres se diluye en el tiempo a través de las anécdotas orales y los artículos
periodísticos, las investigaciones o los análisis de especialistas suelen cometer el desliz de
interpretar quiénes somos y qué hicimos las mujeres desde enfoques androcéntricos.
Por ello es importante retomar la palabra desde las protagonistas. Toda experiencia es única y
personal sin embargo este breve texto, aunque escrito en singular, es en esencia plural y
cuenta una manera peculiar de ir construyendo nuevas identidades, en el margen de la cultura
opresora del patriarcado.
En 2009, cuando un grupo de mujeres nos reunimos por primera vez y dimos origen así al
“Movimiento por los Derechos de las Mujeres”. Comprendimos que muchas leyes
sancionadas a favor de los derechos de las mujeres eran “letra muerta”. Aún reglamentadas no
se aplicaban o solo se ponían en práctica de manera parcializada por parte de los/as
funcionarios/as a cargo de las políticas de género. Conversando, debatiendo y sumando
conocimientos aportados por el feminismo, decidimos constituir una agrupación
independiente para luchar por la aplicación de manera inmediata de esas políticas.
Como suele suceder con personas que se unifican alrededor de una demanda en común, nos
pudimos reconocer en las inequívocas señales que dejaron, en todas nosotras, los mandatos
impuestos por la cultura patriarcal por el solo hecho de ser mujeres, o sea, personas en
situación de desigualdad de derechos. Las condiciones de injusticia suelen crear lazos
solidarios entre los/as que las experimentan. Pero lo que en verdad nos unificó fue el deseo de
cambiar nuestra condición de mujeres sujetadas para transformarnos en seres humanxs libres.
Históricamente y desde hace muchos siglos, las mujeres hemos sido sometidas. Pero también
desde esa misma historia en la que estamos opacadas nos llegan los ecos de rebeldías e
insurgencias. Hubo mujeres que lideraron sublevaciones, resistieron intentos de
avasallamientos, se organizaron, movilizaron y conquistaron leyes en su beneficio.
Soportaron muchas derrotas, pero también lograron importantes victorias.
Los documentos historiográficos dan cuenta de la participación de miles de compatriotas en la
Revolución de Mayo y en las Guerras Independentistas. Muy pocos nombres femeninos y
gestas colectivas quedaron registrados en nuestra falaz y androcéntrica historia oficial. A
partir del siglo XX, hay datos históricos más veraces acerca de las primeras trabajadoras que
protagonizaron luchas por sus reivindicaciones como fueron las sufragistas que vencieron el
prejuicio patriarcal de la supuesta discapacidad femenina para votar.
En la compilación se han incluido, en los capítulos que corresponden a épocas más antiguas,
algunos documentos historiográficos y declaraciones de diversos agrupamientos de mujeres
de la historia contemporánea, con el objetivo de fundamentar los conceptos –siempre
hipotéticos y abiertos a modificaciones– que se presentan en este trabajo.

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IV. Introducción:
Hay dos postulados básicos del feminismo:
*uno afirma que lo privado es público y el otro que las luchas contra el patriarcado destinadas a
lograr derechos son políticas.
*La singularidad individual es una resultante de la cultura, de la sociedad y de la época que
moldean la subjetividad de cada una de las personas, con más fuerza que su historia familiar y
personal.
*La política en sentido amplio, es toda acción de un grupo humano destinada a cambiar el
orden establecido para transformar la realidad. En esencia, más allá de toda retórica discursiva,
se define por los hechos de su campo de acción.
*En casi todos los estamentos del Estado y sus poderes, en las instituciones de diversa índole,
predomina una concepción y un funcionamiento hegemónico y casi monolíticamente
patriarcales que dificultan toda acción para un cambio profundo.

Por ello es que, desde sus inicios en el Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General
Pico, nos planteamos construir una organización horizontal con democracia interna,
consensuando acuerdos para no resentir la cohesión grupal. También decidimos ser autónomas
del Estado, partidos políticos y demás poderes, además de autofinanciarnos como modo de
garantizar la libertad de reflexión y la planificación de actividades.
Se sabe que la ideología patriarcal permea no solo las instituciones sino que ha modelado la
subjetividad de las grandes mayorías. Está arraigada en la crianza, educación, creencias,
costumbres y conductas de la sociedad y se manifiesta en todos los aspectos de la vida
cotidiana. Profundamente incorporada a una ideología o visión del mundo, subyace en el
imaginario colectivo.
Los estereotipos de género, reducidos a la binariedad varón-mujer, desconocen otras
categorías sexuales y orientaciones subjetivas que no coinciden con el sexo biológico y son
evaluadas como anómalas en la medida en que no entran en la norma establecida. Pero también
son estigmatizadas todas las conductas de las personas que no se adecuan rígidamente a los
estereotipos de los géneros categorizados desde el antagonismo y no desde la diferencia. La
consecuencia de este prejuicio es que una mujer no es distinta a un varón si no que implica lo
opuesto y viceversa. Desde este punto de vista, el patriarcado oprime a las mujeres pero
también coloca a los varones en un lugar de dominación que los obliga a obedecer mandatos
hegemónicos ancestrales.
Por ello es tan importante lo que los feminismos han develado: las mujeres estamos sojuzgadas
en casi todas las sociedades y el patriarcado es la ideología que justifica esta desigualdad y la
normativiza como inherente a la condición femenina.
Las antiguas ideologías, entre ellas las religiones, encubren con la falacia de la
complementariedad sexual entre géneros el sometimiento que existe en toda relación de a dos,
en la que un ser humano no puede evitar ejercer poder sobre otro/a. El mito de Adán y Eva
ejemplifica con claridad esta subversión inicial en la historia de la Humanidad: la mujer nace
de una parte del varón y es la culpable, por su sexualidad pecaminosa, de la pérdida del paraíso
terrenal.
El feminismo es, al menos en su versión más radicalizada, una teoría que desafía la
naturalización de una de las opresiones a las que estamos expuestos. Por ello se ha constituido
en una guía válida para orientar la práctica de la política antipatriarcal. Es importante señalar
que también existen otras formas de dominación que padecen sectores importantes de la
sociedad, estigmatizados por el clasismo, el racismo y las discriminaciones jerárquicas que
impone el sistema capitalista.
Existen distintas corrientes dentro de los feminismos, surgidos en diferentes épocas. Por lo
tanto, se puede encontrar en ellos variedad y heterogeneidad de perspectivas pero, también,
una constante: la lucha contra el patriarcado.

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El “feminismo” predominante en las políticas oficiales suele ser “la teoría de género” que
concibe el empoderamiento como cuotas de poder que las mujeres pueden lograr en el seno de
las estructuras políticas tradicionales. Otras vertientes del feminismo cuestionan no
solamente al patriarcado sino también al capitalismo y plantean que hay que luchar
simultáneamente contra todas las formas de dominación, además de la opresión de género.
En el siglo XX el patriarcado se ha potenciado a partir de una alianza perversa con el
capitalismo transnacional. Las mujeres fueron sometidas por su condición de género y
explotadas como mano de obra barata en la producción de riqueza social. En el siglo XXI se
incrementaron todas las dominaciones impulsadas por la política guerrerista llevada adelante
por el imperio de EE.UU. y las grandes potencias mundiales sobre los países dependientes.
En esta batalla que también es cultural se intenta imponer un modelo hegemónico violento,
machista, racista, de exclusión y de intolerancia por lo diferente. Ha habido simultáneamente
una intensificación de la explotación y la pobreza entre las mujeres, a tal punto, de que los
especialistas en ciencias sociales señalan el surgimiento en América Latina de un fenómeno
que han llamado “feminización” de la pobreza.
Pero, al mismo tiempo, la resistencia también se ha feminizado en los últimos veinte años.
Muchas mujeres participan en las protestas callejeras, en las manifestaciones, en las ollas
populares y en los movimientos específicos de género. No solamente impulsan formas de
supervivencia como las huertas comunitarias, recuperan fábricas cerradas, llevan adelante
microemprendimientos diversos, sino que crean organizaciones que tratan de recuperar el
sentido de la solidaridad y de la unión entre iguales, frente a la dispersión y la fragmentación
que intenta imponer el poder político hegemónico a los movimientos sociales. Sería muy
importante que los movimientos populares construyeran una conciencia feminista y que,
entonces, a la par de las luchas por la liberación de las clases sojuzgadas, incorporaran la de la
emancipación de las mujeres –que somos la mitad más uno de la población–.
No se nace feminista. Aprendemos a ser mujeres (diferentes entre sí) en un proceso colectivo
y contradictorio, en el que las otras son una referencia insoslayable tanto en la lucha de
resistencia como en la creación de nuevos lazos solidarios y de hermandad que intentan
reemplazar las falsas antinomias y la rivalidad impuestas por el poder patriarcal.

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Capítulo 1

Las mujeres indígenas: Curanderas y Caudillas (SIGLOS XVI Y XVII)

La investigación historiográfica contemporánea ha puesto de manifiesto la actuación de las


mujeres de los pueblos originarios. Sin embargo, la historia de las indígenas no ha sido
suficientemente explicada. Solamente se sabe que en la época de la conquista española las
estrategias de resistencia cultural llevadas adelante por grandes grupos femeninos se dieron
en dos direcciones. Por un lado, se dedicaban a las prácticas de la adivinación y el
curanderismo y recuperaban de este modo la sabiduría de sus ancestros; y, por el otro, se
integraban a las batallas armadas junto a los demás integrantes de sus pueblos. Los
historiógrafos/as sostienen que estas luchas femeninas tuvieron como objetivo resistir tanto
la dominación de los hombres indígenas como la de los extranjeros; principalmente
combatían las estructuras políticas impuestas por la corona española.
Existe suficiente documentación que atestigua que Micaela Bastidas, mujer de Túpac Amaru,
llamado José Gabriel Condorcanqui, descendiente de incas en el Alto Perú, fue una jefa
política y militar tan importante como su esposo. Integró como su principal asesora el Consejo
de los Cinco y sus actividades incluyeron desde difundir propaganda y entrevistar a otros
caciques hasta reunir tropas y dirigir batallas en momentos claves de la sublevación indígena.
Hubo otras dos mujeres lideresas y muy prestigiosas entre su gente. Una de ellas fue la cacica
Tomasa Titu Condemayta, jefa provincial de Acomayo en el departamento del Cuzco. Ella
asesoraba al matrimonio Túpac Amaru y Micaela Bastidas, en cuestiones de logística militar.
Su mayor victoria fue encabezar un ejército femenino que derrotó a los españoles en el puente
de Pilpinto. La prima hermana del caudillo, Cecilia Túpac Amaru, de veintiséis años, se
reveló como otra revolucionaria de firme carácter que combatió contra los soldados
enemigos, a la par de su parienta Micaela.
Otra de las grandes mujeres de esa época fue una joven de igual edad, Bartolina Sisa,
compañera de Túpac Catari, que desplegó una inteligente estrategia ofensiva cerca de la
ciudad de La Paz: rompió represas que inundaron los puentes e impidieron el ingreso de los
españoles. A su lado en la lucha, estuvo Gregoria Apaza, hermana de Túpac Catari. La derrota
de la resistencia indígena alrededor de 1783 significó la muerte en el cadalso de todos los jefes
y jefas sublevados quienes sufrieron previamente terribles tormentos.
Hay que señalar que el odio racista y el ensañamiento cruel y patriarcal que recayó sobre las
dirigentas mencionadas fue un intento de dar un castigo ejemplificador a todos/as los
sublevados/as. A Micaela le cortaron la lengua con la que proclamaba palabras de libertad,
animaba a los que combatían, propagandizaba la insurrección, instruía sobre las estrategias
militares más eficientes. Luego la mataron a golpes propinados en los senos y en el bajo
vientre, lugar físico y simbólico de “lo femenino”. Fue descuartizada junto a su marido y cada
uno de sus miembros, enviado a las distintas regiones donde se habían iniciado los focos
insurreccionales. Se recomendó también matar a sus hijos hasta la cuarta generación. Las
demás mujeres corrieron suerte parecida a la de Micaela Bastidas y fueron atormentadas y
humilladas por los verdugos antes de sus asesinatos. En De Angelis (1910), puede leerse la
descripción de la ejecución de la lideresa:

Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo, en presencia del marido,
se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el
pescuezo muy delgado no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos,
echándole lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándola patadas en el
estómago y pechos, la acabasen de matar (376).

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La otra forma de resistencia estuvo a cargo de las curanderas y hechiceras. Su estrategia fue
huir con otras campesinas hacia la puna o a la parte más altas de las montañas, para no
relacionarse con los conquistadores. La mayoría de ellas eran mujeres solas, al margen de
estructuras familiares. Estas mujeres elaboraron una ideología religiosa de adoración a las
huacas (lugares de culto) que promovía el celibato para evitar el sometimiento masculino.
Solían usar bebidas, muñecos e ídolos indígenas para invocar a ciertas figuras andinas
ancestrales como el Inca y la Colla. Fueron catalogadas de brujas, por los españoles. Las
mujeres las consultaban para obtener “filtros eróticos” que administraban a través de tés y
otros brebajes. Pretendían, así, tener mayor influencia sobre los varones dado el predominio
de relaciones violentas entre los dos sexos.
Los administradores políticos de la Colonia levantaron tribunales inquisitoriales en el Alto
Perú y en las regiones del Tucumán y Santiago del Estero y condenaron a tortura y muerte a
muchas hechiceras, acusadas de “privar de juicio” a los hombres y de asesinarlos con sus
conjuros. En verdad la hechicería fue una forma de resistencia a la religión católica, impuesta
por los invasores, la cual colisionaba con las creencias y cosmovisión de los pueblos
indígenas. También fue un intento de apaciguar la violencia étnica y patriarcal que ejercían
contra las mujeres los colonizadores españoles.
Aunque los focos insurreccionales más importantes se dieron en la región del Alto Perú las
sublevaciones y la ideología religiosa de las hechicerías y los rituales a los dioses y diosas
ancestrales llegaron a lo que es actualmente el noroeste y nordeste de nuestro país y se
propagaron entre las etnias de los tobas y los wichis o “matacos” (indómitos).
Se conoce poco acerca de las jerarquías existentes entre las comunidades indígenas.
Seguramente había castas y desigualdades sociales importantes. Se sabe que entre los incas
era común el intercambio de mujeres, ofrendadas como prendas de paz, en los armisticios con
otros pueblos con los que habían existido conflictos. Es dudoso que las mujeres prestaran su
consentimiento o estuvieran de acuerdo con tal costumbre. En el actual territorio argentino,
entre las diversas etnias que poblaron el noreste como los guaraníes y tobas, el noroeste como
los wichis y chiriguanos o el sur en el que se asentaron los mapuches, la organización social
era patriarcal y, por ende, los varones tenían varias concubinas pero las mujeres carecían de
este privilegio.
En síntesis, la hipótesis de igualdad social y sexual entre las comunidades originarias de
América no tiene demasiada validación documental. Pero se puede sostener, con rigor, que la
violencia de la conquista española fue el primer genocidio cometido contra los pueblos
nativos de América ya que aniquiló a millones de personas. La imposición de una cultura
diferente tampoco se hizo por las vías de la persuasión, sino de la persecución y el castigo a las
creencias de los pueblos del continente y, de este modo, se profundizaron las desigualdades
existentes. Un documento historiográfico elevado por militares en la frontera de Salta afirma:

el Comandante D. Cristóval Lopez y Comandante de armas D. Gregorio Zegada


habían logrado avanzar á dichos matacos y apresar el número de 65 bien armados,
12 pequeños y doce mugeres, la vieja que traían por adivina y que los conducían a la
ciudad. Pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de
asegurarlos y transportarlos al interior de la provincia sin un crecido costo de la real
hacienda, y que en caso de traerlos era inevitable escapándose uno ú otro se
volviesen a sus países y sirviesen estos de guía para conducir a los otros por estos
caminos que hasta hoy los tienen ignorados con lo que tendrían en continua
alteración esta ciudad y finalmente la intención de estos fue la de ayudar a los tobas
(…) y que su subsistencia sería sumamente perjudicial, los mandé pasar por las
armas y dejarlos pendientes de los árboles en los caminos, para que sirva de terror y
escarmiento a los demás y se ha visto el fruto, pues los tobas han dado muestras de
arrepentimiento, y se han vuelto la mayor parte de ellos á su reducción.
(De Angelis,1910. 518).

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Mujeres rebeldes en la sociedad colonial

La corona española impulsó la instauración de los usos, costumbres, modas e instituciones que
regían en la metrópoli. Estableció diferencias de castas según la posesión de riquezas e impuso
el prejuicio racial del prototipo español. La población predominante eran los blancos y, en
número muy inferior, negros, mulatos y mestizos despreciados porque contravenían el deseo
de los colonizadores de lograr una sociedad en la que primara la “pureza racial”.
Las mujeres de las etnias eran abusadas sexualmente y sometidas a servidumbre, también sus
patronas españolas y criollas sufrían todo tipo de restricciones a derechos y libertades. Desde
el Concilio de Trento, la Iglesia había intensificado las prohibiciones de toda índole contra las
mujeres, impidiendo el matrimonio entre parientes. Los padres imponían de acuerdo a los
mandatos eclesiásticos, su voluntad a las hijas y arreglaban casamientos por razones de
conveniencia económica, linaje o riqueza del marido.
Las actividades de evangelización difundidas en toda la colonia contaron a posteriori con la
adhesión y participación de un número importante de mujeres. De esto se desprende que eran
de las pocas actividades permitidas. Las que no se casaban ingresaban a los conventos para
huir de matrimonios forzados.
Promediando el siglo XVIII, estas costumbres empezaron a perder vigencia y muchas mujeres
se animaron a romper con los mandatos familiares y religiosos y culturales. Entre las rebeldes
más notorias, estuvieron: La Maldonada, Ana Díaz y Catalina de Euraso. De la primera cuenta
la anécdota que huyó a las tolderías no se sabe si por hambre o enamorada de algún varón
guaraní. Años después regresó y el castigo fue ser atada a un poste en el medio del monte, cerca
del arroyo que atraviesa la llanura bonaerense, para morir devorada por las fieras. Pero pudo
liberarse de sus ataduras y escapar. Los habitantes en su homenaje pusieron de nombre al río, el
Maldonado.
Otra mujer desobediente fue Ana Díaz, la viuda de un expedicionario, quien logró que el
gobierno colonial le permitiera vivir del comercio e instaló una pulpería, el primer negocio
dirigido por una mujer. Hasta entonces las mujeres no habían podido participar de ninguna
actividad lucrativa ni disponían de economía alguna de su propiedad.
Catalina de Euraso era monja y decidió huir del convento. Disfrazada de varón recorrió Chile y
Perú. Se convirtió, sin que se sepa cómo, en soldado y llegó hasta la región de Tucumán. Solía
protagonizar riñas y se dice que cometió asesinatos. Condenada a muerte, consiguió salvarse y
lograr a su regreso la protección de un obispo que le permitió volver al convento del que
huyera y permanecer allí hasta su muerte.
Un caso pretendidamente paradigmático convertido en leyenda fue descripto por el cronista
de época Ruy Díaz de Guzmán para unir dos moralejas: el rechazo “al salvaje” y la
importancia de la fidelidad conyugal. La anécdota refería que Lucía de Miranda quien vivía
con su marido en 1532 en Sancti Spíritu fue raptada por los indígenas.
El cacique Mangoré murió durante el ataque al fuerte y su hermano Siripo en venganza se llevó
cautiva a Lucía. El marido intentó rescatarla pero, sorprendido en las tolderías, se le perdonó la
vida con la condición de no tener contacto con su mujer. Como no pudo mantener su promesa y
los encontraron juntos, murió lanceado y su mujer quemada en la hoguera. Obviamente estas
fábulas inventadas por los españoles fueron un intento de desprestigiar a los indígenas
atribuyéndoles una ferocidad que no tenían y demostrar la importancia de la fidelidad de parte
de las mujeres.

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C apítulo 2
Las revolucionarias de Mayo (Siglos XVIII Y XIX)

El siglo XIX se inició con grandes transformaciones. La más importante fue la Revolución de
Mayo que terminó con el sistema colonial en el año 1810. El proceso revolucionario enfrentó
a la sociedad entre los partidarios de la monarquía y los patriotas que, inspirados en la
Revolución Francesa de 1789, sustentaban ideales de libertad, igualdad, fraternidad y querían
romper con la dependencia española. Estas disputas también dividieron a las mujeres quienes
se politizaron rápidamente y cuyas acciones han sido poco investigadas. Se sabe que se
diferenciaron en ropajes y peinados según sus convicciones políticas a favor o en contra de la
corona española y participaron activamente de reuniones, conspiraciones, alianzas políticas y
batallas militares.
Una de las protagonistas de las actividades revolucionarias fue Ana Perichón, aunque nunca
se supo con certeza si estuvo del lado de los criollos o a favor de la monarquía. Tenía veintiún
años y había sido esposa de un capitán que intervino en las invasiones inglesas llamado
O'Gorman. En la época pre-revolucionaria se convirtió en la concubina del virrey Liniers, lo
que le valió el rechazo de casi toda la sociedad.
Se supone que en verdad conspiraba a favor de los criollos y se cree que fue quien entregó a
Liniers para su ejecución por parte de los revolucionarios. Luego, tuvo que exiliarse en Río de
Janeiro por sospechas de traición a España. Años después regresó a Buenos Aires, pero los
integrantes de la Primera Junta que no confiaban en ella la obligaron a una especie de exilio
interior. Se fue a vivir a las afueras de la ciudad donde se dedicó a la crianza de sus hijos. Una
de las nietas, años más tarde, también se perfilaría como una gran transgresora: Camila
O´Gorman quien entabló una relación amorosa con el cura vasco Ladislao Gutiérrez y ambos
fueron fusilados por orden del gobierno de Rosas.
Otra mujer destacada fue Mariquita Sánchez cuya familia se opuso tenazmente al casamiento
con Thompson. Se hizo famosa por su belleza y por las fiestas que daba en su mansión aunque
su tarea principal fue recaudar fondos para comprar armas que entregaba a los criollos.
También en las tertulias que organizaba se debatían las ideas de la Revolución Francesa y la
necesidad de lograr la independencia del virreinato. En ellas participaban revolucionarios
antimonárquicos que luego fueron conocidos como los más insignes patriotas de la
Revolución de Mayo.
Hubo muchas otras mujeres cuyas opiniones tuvieron influencia en el convulsionado clima
revolucionario. Por ejemplo, Flora Azcuénaga que reclamaba la constitución de lo que luego
fue la Primera Junta de gobierno o las esposas de los Balcarce, Bernarda Rocamora, María
Buchardo y Trinidad Mansilla, artífices de actividades políticas seguidas por muchos
adherentes a sus ideales y propuestas.
También se rebeló a los mandatos patriarcales una sobrina de Rosas, María Josefa Ezcurra,
quien casada con un realista por presión de la familia, pero enamorada de Manuel Belgrano,
marchó al Norte con el ejército. Regresó al sur cuando Belgrano ordenó el éxodo jujeño y tuvo
un hijo de ambos cerca de Santa Fe a quién llamó Pedro Pablo que fue registrado como
huérfano. Luego Juan Manuel de Rosas y su mujer, Encarnación Ezcurra, anotaron al niño
como propio, para tratar de disimular lo que en la época era una afrenta al honor familiar.
Casi todas las mujeres cuyas identidades trascendieron pertenecían a un sector social
privilegiado en el Virreinato del Río de La Plata. Pero no fueron las únicas que lucharon por
sus convicciones. Hubo verdaderas heroínas que se involucraron en la acción directa y en las
batallas más duras contra los invasores. Cientos de anónimas mujeres de los sectores pobres
en condiciones muy adversas lavaban, cocinaban, limpiaban los cuarteles y los fortines, pero
también tomaban los fusiles y disparaban cuando era necesario.

13
Entre las guerreras más destacadas se menciona a Manuela Pedraza que ejerció una notable
resistencia en las invasiones inglesas. Muchas acompañaban a los soldados, a veces como
concubinas o esposas pero otras combatían junto a los hombres, vestidas con uniformes
militares. La negra María Remedios del Valle ingresó al Ejército con su marido e hijos. Fue
herida en Ayohuma y perdió a su familia en los combates. Se le otorgó el grado de capitana y,
sin embargo, apenas ocupa un humilde segundo plano, en la historia patria.

Guerreras de la independencia
Una mención aparte merecen sin lugar a dudas las dos mujeres que descollaron en las
prolongadas y cruentas guerras independentistas: Juana Azurduy de Padilla y Magdalena
Güemes de Tejada. Juana Azurduy nació en Chuquisaca en 1780 en la frontera entre lo que es
hoy la provincia de Salta en el límite con Bolivia, llamada también Charcas o La Plata. Fue,
como su marido Manuel Padilla, una audaz dirigente de tropas formadas por mestizos e indios
en el Alto Perú. Perdió a sus cuatro pequeños hijos en una huida penosa provocada por la
derrota de su batallón llamado Los Leales. Perseguidos por los realistas, se dispersaron a
través de valles y quebradas, sin hallar alimentos ni refugios y sufrieron las inclemencias del
clima, sed y hambre. Acosados sin tregua por los enemigos y por las enfermedades endémicas
de la región, los cuatro hijos (dos varones y dos niñas) contrajeron paludismo y su
desnutrición los llevó a la muerte.
Los Padilla y “los arribeños” altoperuanos tenían como táctica de combate muy efectiva la
guerra de guerrillas con emboscadas y posterior dispersión de sus tropas que desaparecían en
las irregularidades de una región que conocían palmo a palmo. Pero el ejército de “los
abajeños”, formado mayoritariamente por gente de Buenos Aires, tenía otras tácticas de lucha
al modo de los españoles, cuerpo a cuerpo. Este fue uno de los motivos por el que las
relaciones entre los hombres del ejército patriótico sureño y los guerrilleros altoperuanos se
fue deteriorando poco a poco.
La falta de apoyo en tropas y el desprecio manifiesto de los combatientes que dirigían el
ejército desde el sur crearon fricciones entre unos y otros. El único “abajeño” que jamás los
abandonó fue Manuel Belgrano. Admirado por la hermosura y el espíritu revolucionario de
Juana le regaló su espada y fue el que intercedió para que el Poder Supremo le otorgara el
grado de teniente coronela. También tuvo Juana un gran aliado y amigo en Simón Bolívar y en
la peruana María Sáenz compañera del patriota venezolano.
Juan Hualparrimachi fue un joven cholo, hijo natural del virrey de Potosí Francisco de Paula y
Sanz –que se decía era hijo ilegítimo del rey Carlos IV– y de una mujer indígena descendiente
del Inca Huáscar. Ella fue abandonada por el español y murió cuando Juan era un niño. Juan
José Castelli al entrar con sus tropas al Alto Perú fusiló a De Paula y Sanz. El joven odiaba a
los españoles tanto por su historia personal como por ser invasores crueles. Pronto, se
convirtió en el guerrero predilecto del matrimonio Padilla por su valentía y lealtad. Pero el
cholo también tenía dotes para la poesía y escribía en quechua con gran talento, seguramente
inspirado en el amor secreto que sentía por Juana. Joaquín Gantier tradujo este poema de
Hualparrimachi:

¿Es verdad amada mía que dijiste,


me voy muy lejos para no volver?
Enséñame ese camino, que adelantándome,
lo regaré con mi llanto.

14
Cuando me digas del calor del sol,
mi llanto en nube convertido te hará sombra.
¡Hijo de la piedra! ¡Hijo de la roca!
¿Cómo me has dejado?

Nunca se le otorgó importancia en la historia de la independencia a la imponente tropa de


amazonas que formó Juana Azurduy y las contundentes derrotas que infligieron a los realistas
en el norte del Virreinato. Juana era admirada por su gente como la Pachamama que había
renacido montada y armada para luchar por los más pobres y por la libertad.
No se la valoró en su tiempo, ni después. Murió el 25 de mayo de 1862 con más de ochenta
años, en la miseria, solo acompañada por un hijo adoptivo y olvidada por los sucesivos
gobiernos de los que no pudo lograr una pensión. Fue enterrada en una fosa común, sin
ninguna ceremonia.
Martín Güemes en Salta había formado un ejército similar al de los “arribeños” con gauchos
pobres y bravíos e indios indómitos para combatir a los españoles en el norte. Tal decisión
convirtió a sus familiares en enemigos ya que eran hacendados ricos vinculados por sus
intereses a la corona española.
Güemes integró con un gesto de solidaridad y respeto a Juana Azurduy a su ejército, cuando
esta, despojada de sus bienes y fortuna, se refugió en Salta perseguida por sus enemigos del
Alto Perú. Se dice que hubo entre ambos una relación amorosa que nunca se comprobó, pero
es muy posible dado que Martín Güemes era un hombre muy seductor y un combatiente de la
talla de Manuel Padilla. Martín Miguel de Güemes se convirtió en un controvertido personaje
tanto por su guerra contra los realistas, como por sus amores con muchas mujeres. Se supone
que en una escapada para verse con una amante fue emboscado por sus enemigos.
Gravemente herido, huyó a caballo hacia el río Arias donde fue auxiliado por su médico y
soldados; sin embargo, solo sobrevivió una semana, murió desangrado por su condición de
hemofílico, a los 37 años, en El Chamical, el 17 de junio de 1821.
Magdalena Güemes de Tejada, apodada Macacha, fue una de las principales colaboradoras de
su hermano Martín, tanto en sugerencias sobre las tareas específicas de la política, como
también en consejos sobre las escaramuzas y emboscadas típicas de la guerra de guerrillas que
desgastaban a las tropas realistas. Este estilo de combate era similar al de los Padilla. Se sabe
que la batalla de Salta y el resonante triunfo de Belgrano el 20 de febrero tuvieron relación con
la fuerte alianza que estableció con los caudillos norteños, en contra de las órdenes militares
emanadas desde Buenos Aires.
Magdalena Güemes de Tejada sobrevivió a su hermano largo tiempo ya que falleció a los 78
años, en 1876. Ninguno de dos los hermanos, salvo en la provincia de Salta, han tenido en la
historia de la nación la importancia que se le otorgó a hombres como Belgrano o San Martín
aunque ambos jugaron un rol decisivo en la derrota de los realistas en el norte argentino.
Pero ni las mujeres que combatieron, ni las más privilegiadas desde el punto de vista
económico, ni las más humildes lograron franquear el muro patriarcal que en 1821 otorgó el
voto universal a los varones. La población femenina quedó excluida y no llegó a la condición
de ciudadanía por ser considerada incapaz de elegir a sus representantes. Los ideales
libertarios de Mayo no alcanzaron a las mujeres.

15
C apítulo 3
Aportes de trabajadoras y luchadoras del Siglo XX

El desarrollo capitalista de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX creó un amplio
movimiento obrero en Argentina. En este desarrollo tuvo vital importancia la llegada de
europeos al país. La inmigración aportó los primeros artífices de las organizaciones de los
trabajadores que se expandieron rápidamente entre 1915 y 1930, año en el que se produjo el
Golpe de Estado de Uriburu. El movimiento anarquista fue central en los primeros años del
siglo en relación con las luchas obreras. Los principales centros anarquistas se dieron en el
oeste bonaerense como Trenque Lauquen, Bahía Blanca, en ciudades como Rosario, La Plata
y Mendoza y en varias localidades de la región pampeana: General Pico, Salliqueló, Huinca
Renancó, General Acha, Quemú-Quemú, Santa Rosa.
En La Pampa, la desocupación a partir de 1915 alcanzó niveles dramáticos. La clase
trabajadora estaba formada por hacheros, bolseros, braceros y luego se sumaron los
ferroviarios. Casi todos desocupados y mendigando comida empezaron a organizarse a través
de los grupos anarquistas.
La Federación Obrera Ferrocarrilera surge en 1912 después de una huelga de fogoneros y
maquinistas. Los ferroviarios crearon el gremio “La Fraternidad” y desarrollaron un paro que
duró cerca de veinticuatro días en 1917. Es importante señalar que esta lucha coincide con la
Semana Trágica de 1919, el fusilamiento de peones en la Patagonia, convalidada por el
gobierno de Hipólito Yrigoyen y la huelga de La Forestal.
En el plano internacional en 1917 en Rusia triunfaba la primera revolución obrero-campesina
y popular en el mundo. En EE.UU. se llevaba a cabo el proceso contra los anarquistas Sacco y
Vanzetti que fueron condenados a muerte por la justicia del incipiente Imperio.
Los anarquistas tuvieron como métodos de lucha la acción directa: la huelga, el boicot, el
sabotaje. Sus periódicos se llamaron Pampa Libre, La Protesta y La Batalla. También se
imprimieron folletos como “Hijos del Pueblo” y “Madre Tierra”. Sus concepciones eran
marxistas en cuanto a la necesidad de la lucha de la clase obrera contra la burguesía y el
capitalismo. Se definían a favor de un comunismo libertario sin Estado y autogestionario.
Descreían de la política del sistema y de los políticos a los que consideraban meros
administradores del Estado capitalista.
La FORA reivindicaba un sindicalismo ideológico cuyo objetivo era sentar las bases para
“construir la nueva sociedad de los libres donde cada uno produzca según sus fuerzas y
consuma según sus necesidades”, definición que coincide con los postulados de Marx sobre el
comunismo como una etapa superior de la sociedad socialista. La sociedad de los productores
debería implantar el socialismo previa destrucción de las instituciones de la burguesía.
Además de enemigos del capitalismo, del estado y de la iglesia, propiciaban la educación y la
cultura como herramientas de cambio de la conciencia del pueblo. Abogaban por la propiedad
colectiva de la tierra y los medios de producción, contra la propiedad privada. Es importante el
énfasis que lxs anarquistas pusieron en la cultura popular: fomentaron la lectura, la educación
y las artes y crearon bibliotecas y grupos teatrales con la convicción de que el teatro era tan
eficiente en la creación de conciencia en el pueblo como las publicaciones libros o
manifiestos. Cada pueblo debería constituirse en una comuna y funcionar de manera
autogestionaria. Obviamente participaron mujeres de estas organizaciones, quizás no en gran
número, pero muy destacadas en la importancia de sus reivindicaciones. Empezaron a escribir
en la prensa anarquista: Virginia Bolten, Teresa Corporaletti, Ana María Mazzone y Pepita
Guerra. Aunque no tenían una concepción acabada de la discriminación de género, culpaban
al capitalismo de la opresión de las mujeres. Y calificaban al sometimiento sexual como
resultado del egoísmo de los hombres. Consideraban al matrimonio como una institución
burguesa que prostituía a las mujeres y estaban a favor del amor libre de las parejas.
También consideraron importante el control de la natalidad.
16
En la primera década del siglo XX se destacan mujeres como Rosa Dubosky, Juana Rouco
Buela, María Collazo, entre otras. Entre 1930 y 1950 militantes como Rosa Dubosky, Luisa
Michel, Ana Mazzoni, Ema Goldman y una veintena de anarquistas lanzan una lucha por la
emancipación social, personal y sexual de las mujeres. Surgen asociaciones y grupos
informales femeninos. Y se crean dos periódicos: La Voz de la Mujer dirigido por Virginia
Bolten y Nuestra Tribuna en el que escribía Juana Rouco Buela.
Una de las agrupaciones femeninas anarquistas “Las Libertarias” convocaba a las mujeres
proletarias a unirse contra la clase burguesa explotadora. El agrupamiento “Alacalá del
Valle” en 1907 se convirtió en el Centro Femenino Anarquista. Las militantes convocaban a
resistir el yugo representado por el padre, el marido, el patrón y el cura. Este lema ha llegado
hasta la actualidad y suele percibirse en las consignas de muchas jóvenes de los movimientos
de mujeres: “Ni dios, ni patrón, ni marido”.
Como actuación colectiva femenina se puede destacar la huelga ferroviaria de 1917. Ante la
llegada de una locomotora con vagones llenos de policías antimotines, mientras los hombres
levantaban e incendiaban las vías férreas, las mujeres con los hijos en sus brazos se sentaron
en las vías, para impedir el paso de la máquina y su carga represora.
El escritor Jorge Etchenique reproduce en su libro Pampa Libre lo que puede considerarse
una síntesis de las ideas y los sentimientos de los y las anarquistas: el himno revolucionario
“Hijo del Pueblo”:

Hijos del Pueblo, te oprimen cadenas


Y esa injusticia no puede seguir
Si tu existencia es un mundo de penas,
Antes que esclavo, prefiero morir
Esos burgueses, asaz egoístas,
que así desprecian a la humanidad
serán barridos por los anarquistas
al fuerte grito de libertad
¡Ah!
Rojo pendón
No más sufrir
La explotación
ha de sucumbir
Levántate pueblo leal,
al grito de revolución social
vindicación
hay que pedir
sólo la unión
lo podrá exigir
Nuestro pavés
no romperás
torpe burgués
¡atrás, atrás!
los corazones obreros, que laten
por nuestra causa, felices serán,
si entusiasmados y unidos combaten,
de la victoria la palma obtendrán
Los proletarios a la burguesía
han de tratarla con altivez
y combatirla también con porfía
por su malvada estupidez
Autor: Rafael Carratalá Ramos

17
C apítulo 4
Mujeres políticas, haciendo política para mujeres

Los socialistas de manera similar a los anarquistas también habían iniciado la organización de
los trabajadores. En tanto el anarquismo había ganado adeptos entre los obreros más humildes
y los pobres el socialismo conquistó adherentes entre los intelectuales, sectores medios y
empleados categorizados.
Sin dudas la figura femenina más relevante del Partido Socialista fue Alicia Moreau, nacida en
Londres el 11 de octubre de 1885, hija de un comunero que después de la derrota de la Comuna
en París, tuvo que exiliarse primero en Inglaterra y luego en Argentina. Fue la impulsora de la
creación del Centro Femenino Socialista que planteó la convocatoria a un primer Congreso
Femenino que se realizó en 1910. Estuvo al frente de la publicación Revista Humanidad
Nueva. El objetivo era divulgar las ideas del socialismo y tratar temas de cultura general.
Múltiples fueron sus iniciativas y propuestas feministas. Algunas llegaron al Congreso y
terminaron aprobadas o rechazadas dependiendo de la composición política
mayoritariamente conservadora o progresista en el parlamento argentino.
En la conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo se realizaron dos congresos
de mujeres. En uno de ellos se nuclearon las mujeres anarquistas, socialistas y librepensadoras
que impulsaban reformas y derechos a favor de las clases humildes y de las mujeres. En el otro
se aglutinaron las mujeres vinculadas a la clase que ejercía el poder, a la Iglesia y al
conservadorismo: reivindicaban el papel de las mujeres como madres y su vocación de poner
a sus hijos al servicio de la patria cuando el Estado lo demandara. En las grandes familias de la
oligarquía de la época, era común que los numerosos hijos que tenían fueran destinados a la
carrera militar o al sacerdocio.
Además de los dos congresos mencionados hubo otro de universitarias, convocado por el
Centro Socialista Femenino, el Centro Feminista y la Liga de Mujeres Librepensadoras. Un
conjunto de mujeres como Cecilia Grierson que fue la primera médica argentina, Julieta
Lanteri también médica, la propia Alicia Moreau, a las que se sumaron figuras como María
Abella Ramírez, Ernestina López, Elvira Rawson, Petrona Eyle, Carolina Muzzillo y Juana
Beguino, denunciaron allí las condiciones sanitarias deplorables en las que vivían las familias
trabajadoras y la desprotección de la infancia. Se logró unanimidad en la petición de la
reforma del Código Civil para la sanción de la ley de divorcio, pero la propuesta de voto
femenino no logró el mismo consenso.
En 1919 Julieta Lanteri creó el Partido Feminista Nacional. Era italiana y se nacionalizó como
argentina. Como tal ciudadanía no definía sexos para ejercer el voto, se postuló como
candidata a diputada, en una acción simbólica de repudio a la negativa del Congreso de
permitir el sufragio femenino. Su audaz iniciativa fue un artilugio jurídico para demostrar la
importancia de la acción política por fuera de lo que establecían las legislaciones vigentes en
la época.
En todo este período hubo intensos debates sobre la necesidad de la reforma del Código Civil
para que las mujeres pudieran disponer de sus bienes sin pedir permiso al cónyuge, por la
patria potestad y demás demandas elevadas por los congresales progresistas. El Golpe de
Estado de Uriburu apoyado por las Fuerzas Armadas reaccionarias del país, que derrocó al
presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, provocó un retroceso en todos los derechos
civiles políticos, sociales y por supuesto la invalidación de las medidas destinadas a avanzar
en la ampliación de los derechos de las mujeres. Entre 1930 y 1940 Alicia Moreau siguió
alentando a las agrupaciones femeninas pro-sufragio pero, en 1936, el inicio de la
Guerra Civil Española, que enfrentó a los republicanos antifascistas con el
franquismo, priorizó en todos los partidos, agrupaciones y movimientos democráticos
las tareas de solidaridad con los milicianos españoles, y se dejó de lado
momentáneamente las demandas de las mujeres por sus derechos.

18
Algunas anarquistas, socialistas y comunistas fueron a España a luchar contra Franco en los
distintos frentes de la resistencia republicana. La derrota de las milicias antifascistas provocó
no solo la muerte de cientos de militantes si no también una contraofensiva conservadora y
pro-fascista en Europa y en Argentina.
Los grupos conservadores en nuestro país intentaron retrotraer la situación de las mujeres a
1869 y despojar a la población femenina de todo tipo de derechos. En 1936, en respuesta a esta
nueva oleada política antidemocrática las mujeres de los distintos agrupamientos se unieron
para crear la Unión Argentina de Mujeres (U.A.M.).
Una escritora como Victoria Ocampo de un sector privilegiado y sin ser feminista participó de
las movilizaciones contra las medidas retrógradas que pretendía votar el Congreso que
finalmente desistió a causa de la masiva resistencia de la mayoría de mujeres organizadas, con
el apoyo de intelectuales y artistas muy prestigiosas.
El Partido Comunista Argentino se había creado en enero de 1918 como un desprendimiento
del socialismo, en una versión radicalizada. Por la influencia e impacto causados por el
triunfo de la clase obrera en Rusia en 1917, los partidos integrantes de la Internacional
Comunista agruparon importantes sectores de trabajadores, estudiantes e intelectuales, en
casi todos los países de Europa y también en Argentina y Latinoamérica. Se declaraban
marxistas por su concepción a favor de la lucha de clases como el motor de la historia. Además
estaban organizados en células al estilo leninista.
La constitución del Partido en grupos pequeños organizados sobre todo en las fábricas,
intentaba repetir el esquema del partido bolchevique. El funcionamiento era democrático en
los debates, pero centralizado en las decisiones tomadas por mayoría, por el Comité Central.
Su objetivo, como otrora los anarquistas, fue la lucha contra el capitalismo y la destrucción
del poder burgués para construir un socialismo al modo de la Unión Soviética, república que
lideraba la Internacional Comunista.
Después de la derrota de los republicanos por el franquismo en la que murieron militantes
argentinos que habían integrado las Brigadas Rojas Internacionalistas, la estrategia política
del Partido Comunista fue constituir con otros sectores políticos democráticos y progresistas
alianzas amplias y las mujeres fueron quienes asumieron la responsabilidad principal de
llevar adelante esa tarea.
Las Juntas para la Victoria fueron agrupaciones que tenían como fin colaborar en las tareas de
repatriación, ayuda médica, reinserción laboral y social de los ex-milicianos y sus familias.
Se crearon en todo el territorio alrededor de ciento veinticinco Juntas que después ampliaron
sus actividades a tareas comunitarias educativas, culturales y políticas entre los sectores
populares. Las Juntas se desarrollaron desde 1941 a 1943 (fecha, esta última, en que otro
Golpe de Estado declaró ilegal al P.C. que debió seguir funcionando en la clandestinidad,
restringiendo al máximo sus actividades y cuidando que sus militantes no fueran detenidos
por la policía).
De todas maneras aunque las mujeres integraron esas organizaciones, no cuestionaron las
pautas patriarcales si no el imperialismo mundial y al capitalismo, causante, en cada país, de
la explotación y el sometimiento de hombres o mujeres de la clase trabajadora y de otros
sectores populares.
Hay que rescatar para la memoria feminista colectiva a Fanny Edelman recientemente
fallecida en Buenos Aires a los cien años, sin haber dejado de militar para su partido el P.C.A.
un solo día de su larga y heroica vida. Siendo muy joven integró las Brigadas Rojas
Internacionales en la Guerra Civil Española. Sufrió después del triunfo del fascismo un difícil
retorno a Argentina por demás peligroso.
En España se hizo amiga de grandes artistas y poetas comunistas como Federico García
Lorca, Miguel Hernández y Antonio Machado. Fue representante argentina de la Federación
Democrática Internacional de Mujeres (FDIM) en Alemania, durante un período prolongado.
En los últimos años de su vida se volvió feminista: leyó, debatió, escribió textos sobre el tema
y trató de difundir este punto de vista entre los militantes de su organización y la dirigencia del
Partido, en el que estuvo, hasta su muerte, como Presidenta Honoraria.

19
La derrota de las milicias antifascistas provocó no solo la muerte de cientos de militantes si no
también una contraofensiva conservadora y pro-fascista en Europa y en Argentina.
Los grupos conservadores en nuestro país intentaron retrotraer la situación de las mujeres a
1869 y despojar a la población femenina de todo tipo de derechos. En 1936, en respuesta a esta
nueva oleada política antidemocrática las mujeres de los distintos agrupamientos se unieron
para crear la Unión Argentina de Mujeres (U.A.M.).
Una escritora como Victoria Ocampo de un sector privilegiado y sin ser feminista participó de
las movilizaciones contra las medidas retrógradas que pretendía votar el Congreso que
finalmente desistió a causa de la masiva resistencia de la mayoría de mujeres organizadas, con
el apoyo de intelectuales y artistas muy prestigiosas.
El Partido Comunista Argentino se había creado en enero de 1918 como un desprendimiento
del socialismo, en una versión radicalizada. Por la influencia e impacto causados por el triunfo
de la clase obrera en Rusia en 1917, los partidos integrantes de la Internacional Comunista
agruparon importantes sectores de trabajadores, estudiantes e intelectuales, en casi todos los
países de Europa y también en Argentina y Latinoamérica. Se declaraban marxistas por su
concepción a favor de la lucha de clases como el motor de la historia. Además estaban
organizados en células al estilo leninista.
La constitución del Partido en grupos pequeños organizados sobre todo en las fábricas,
intentaba repetir el esquema del partido bolchevique. El funcionamiento era democrático en
los debates, pero centralizado en las decisiones tomadas por mayoría, por el Comité Central.
Su objetivo, como otrora los anarquistas, fue la lucha contra el capitalismo y la destrucción del
poder burgués para construir un socialismo al modo de la Unión Soviética, república que
lideraba la Internacional Comunista.
Después de la derrota de los republicanos por el franquismo en la que murieron militantes
argentinos que habían integrado las Brigadas Rojas Internacionalistas, la estrategia política
del Partido Comunista fue constituir con otros sectores políticos democráticos y progresistas
alianzas amplias y las mujeres fueron quienes asumieron la responsabilidad principal de
llevar adelante esa tarea.
Las Juntas para la Victoria fueron agrupaciones que tenían como fin colaborar en las tareas de
repatriación, ayuda médica, reinserción laboral y social de los ex-milicianos y sus familias. Se
crearon en todo el territorio alrededor de ciento veinticinco Juntas que después ampliaron sus
actividades a tareas comunitarias educativas, culturales y políticas entre los sectores
populares. Las Juntas se desarrollaron desde 1941 a 1943 (fecha, esta última, en que otro
Golpe de Estado declaró ilegal al P.C. que debió seguir funcionando en la clandestinidad,
restringiendo al máximo sus actividades y cuidando que sus militantes no fueran detenidos
por la policía).
De todas maneras aunque las mujeres integraron esas organizaciones, no cuestionaron las
pautas patriarcales si no el imperialismo mundial y al capitalismo, causante, en cada país, de
la explotación y el sometimiento de hombres o mujeres de la clase trabajadora y de otros
sectores populares.
Hay que rescatar para la memoria feminista colectiva a Fanny Edelman recientemente
fallecida en Buenos Aires a los cien años, sin haber dejado de militar para su partido el P.C.A.
un solo día de su larga y heroica vida. Siendo muy joven integró las Brigadas Rojas
Internacionales en la Guerra Civil Española. Sufrió después del triunfo del fascismo un difícil
retorno a Argentina por demás peligroso.
En España se hizo amiga de grandes artistas y poetas comunistas como Federico García
Lorca, Miguel Hernández y Antonio Machado. Fue representante argentina de la Federación
Democrática Internacional de Mujeres (FDIM) en Alemania, durante un período prolongado.
En los últimos años de su vida se volvió feminista: leyó, debatió, escribió textos sobre el tema
y trató de difundir este punto de vista entre los militantes de su organización y la dirigencia del
Partido, en el que estuvo, hasta su muerte, como Presidenta Honoraria.

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Las Mujeres en el período del primer gobierno peronista

El triunfo del peronismo, en 1945, colocó a Juan Domingo Perón en el gobierno y a Eva
Duarte en el centro de la escena política. De origen humilde, su palabra implacable contra la
oligarquía y los conservadores, su personalidad carismática y las obras que realizó a favor de
los sectores más empobrecidos le permitió convertirse en “la abanderada de los humildes”.
El peronismo y Evita despertaron importantes adhesiones entre las mujeres de los sectores
populares y tuvieron menor impacto en las capas medias de la población. La política de
redistribución del ingreso, la exaltación de la clase obrera como la fuerza productiva más
importante, las múltiples actividades a favor de los sectores populares convirtieron al
peronismo no sólo en un partido si no en un fenómeno social de masas.
Obviamente las feministas, no habían apoyado la fórmula Perón-Quijano que ganó las
elecciones. No obstante, en 1947, a partir de una propuesta de Eva Perón que se puso al frente
de la campaña a favor del sufragio, el Congreso votó mayoritariamente esta medida, mientras
una multitud entre la que había muchas mujeres, la aclamaba frente al balcón de la Casa
Rosada. La ley 13.010 habilitó el voto femenino y aunque en su discurso Evita mencionara a
las luchadoras y antecesoras de esta propuesta, las mujeres de los otros partidos no expresaron
su adhesión ya que sospechaban que ese voto quedaría cautivo del peronismo.
Al final de la década, Eva Perón creó el Partido Peronista Femenino y fue su presidenta. La
rama femenina del Partido tuvo su propia organización, no interactuaba con los varones y
tenía sus propias Unidades Básicas que realizaban tareas políticas, culturales y artísticas. Pero
sobre todo fomentaban las actividades manuales tradicionales como corte y confección,
dactilografía y taquigrafía. El discurso peronista oscilaba entre situar a las mujeres como
centro del hogar y, al mismo tiempo, como partidarias fervorosas del liderazgo de Juan Perón,
alentadas por la prédica de su mujer, Evita.
En 1951 el peronismo ganó en casi todos los distritos por un alto porcentaje de votos, y llevó
una importantísima cantidad de mujeres al Parlamento: seis senadoras y veintitrés diputadas.
Pero la oposición casi no presentó candidaturas femeninas. En 1954 se sancionó la ley del
divorcio sin gran fundamentación. En todo caso no se puede afirmar con seguridad que la
medida haya tenido la intención de favorecer los derechos de las mujeres.
En tanto las mujeres de los partidos no peronistas, como socialistas, radicales y comunistas, se
organizaron a través de la U.M.A. (Unión de Mujeres de la Argentina) que se constituyó en
1947 sobre los grupos que previamente habían sido parte de las Juntas para la Victoria.
Su revista Nuestras Mujeres alentaba a la participación política sin descuidar las tareas de la
maternidad y priorizaba el apoyo a los trabajadores en conflicto. Las urgencias de la política
siempre relegaban las demandas por los derechos específicos como género femenino. Así
sucedió con el intento del gobierno de Perón de enviar tropas argentinas a la guerra de Corea.
Esta decisión provocó grandes movilizaciones alentadas por los partidos de izquierda, la
U.M.A. e importantes sectores populares que levantaron las banderas de la paz y la
neutralidad de Argentina en conflictos de esta índole.
Otro grupo de opositoras se nucleó en la U.C.R. Con el liderazgo de Arturo Frondizi; este
partido se dividió formando dos grupos: la U.C.R.P. (Unión Cívica Radical del Pueblo) y la
U.C.R.I. (Unión Cívica Radical Intransigente). Muchas de las mujeres que se integraron a este
nuevo partido habían estado previamente en las Juntas para la Victoria y en la U.M.A. Una
activista importante fue una joven radical llamada Clotilde Sabattini, hija de un ex gobernador
de Córdoba. Cuando Frondizi ganó las elecciones presidenciales, Sabattini ocupó el cargo de
Presidenta del Consejo Nacional de Educación.
Más allá de ese lugar, esta mujer padeció al extremo de la violencia machista. Se había casado
a los diecisiete años a despecho de su familia con un millonario escritor y excéntrico de treinta
y cinco años, llamado Raúl Barón Biza. Después de varios años de matrimonio en un
inesperado ataque de odio machista, Barón Biza le arrojó ácido sulfúrico a la cara y se suicidó
con un disparo.

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La joven perdió un ojo, la nariz y quedó desfigurada. Años más tarde Clotilde se mató
tirándose desde el piso en el que vivía en la ciudad de Buenos Aires. Poco tiempo después, dos
de sus tres hijos también se suicidaron. El patriarcado se cobró varias víctimas en la familia de
una paradojal luchadora por los derechos de las mujeres.
A posteriori otras mujeres provenientes del radicalismo aportaron a los derechos de las
mujeres. La Unión Cívica Radical no se ha caracterizado por valorar los logros de las
referentes que han aportado a los derechos de las mujeres a través de sus militantes,
particularmente identificadas con el feminismo. En octubre de 1983, Ricardo Alfonsín dio su
último discurso de campaña antes de ser elegido presidente de la Nación, dijo ante una
multitud esperanzada antes los nuevos aires de la incipiente democracia:

Las mujeres argentinas que sufren todavía las consecuencias de esta sociedad
anticuada y machista que ni siquiera le confiere la posibilidad de compartir la patria
potestad de sus hijos.

Este discurso fue la antesala para que dos mujeres radicales, Florentina Gómez Miranda y
Margarita Malharro de Torres fueran impulsoras de legislación que modificaría la vida de las
mujeres. Por un lado, Florentina Gómez Miranda, diputada entre 1983 y 1991, se adelantó a
un debate que persiste hasta nuestros días, presentó en 1989 un proyecto de ley sobre
despenalización del aborto en casos de violación.
Florentina siguió la tradición de la su familia de origen radical, había nacido el 14 de febrero
de 1912 en Olavarría, Provincia de Buenos Aires. De profesión abogada y maestra tuvo una
intensa labor parlamentaria en los primeros años de la democracia. Presentó más de 150
proyectos, entre los que trascendieron el de autoridad compartida del padre y la madre,
pensión al viudo y a la cónyuge divorciada, igualdad de los hijos/as matrimoniales y
extramatrimoniales, pensión a la concubina/o y el derecho de la mujer a seguir usando el
apellido de soltera luego de casada.
El divorcio vincular vino a transparentar la situación de miles de parejas y sentar una posición
desde el Estado frente a la iglesia católica con la sanción de la ley en 1985.
En 1991, fue Teresa Morini, primera diputada radical electa en 1973, quien corrió por los
pasillos del Congreso para que los proyectos de la Ley de Cupos se convirtiera en ley en 1991,
con el apoyo de sus pares peronistas y de la red de Mujeres Feministas. El proyecto de la ley de
cupos garantizaba la participación de las mujeres en cargos expectantes y estaba a punto de
perder estado parlamentario, cuando las mujeres se sublevaron a las decisiones partidarias y
avanzaron con la ley. La iniciativa contaba desde 1989 con las firmas de Florentina en la
cámara baja y de Margarita Malharro de Torres en el senado, dos años antes estaba a punto de
perder estado parlamentario.
Teresa Morini les dijo en la cara a sus pares varones en la sesión del 7 de noviembre: "Son una
manga de brutos". Es interesante la votación de esa sesión, mientras que la UCeDé y Fuerza
Republicana votaron negativamente; el diputado del socialismo Luis Zamora fue uno de los
tres que se abstuvo argumentando: que las mujeres “no tienen tiempo para hacer política, dado
que viven totalmente explotadas”, según la versión taquigráfica.
Llegando casi a los cien años, Florentina, fiel a sus convicciones, decía: “Digo lo que pienso y
hago lo que digo”.

Documentación historiográfica
Un fragmento inicial del discurso de Eva Perón sobre el voto femenino y el comienzo
de la Declaración del Primer Congreso realizado por la U.M.A. ilustran las posturas de
las mujeres de la época:

- Discurso de Eva Perón pronunciado el 23 de setiembre de 1947 en Plaza de Mayo


(compilado por el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas del Congreso):

22
Mujeres de mi Patria:
Recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación, la ley que consagra
nuestros derechos cívicos. Y la recibo ante vosotras, con la certeza que lo hago en
nombre y representación de todas las argentinas. Sintiendo jubilosamente que me
tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.
Aquí está hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una
larga historia de lucha, de tropiezos y esperanzas.
¡Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores,
pero también alegre despertar de auroras triunfales! Y esto último que traduce la
victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses
creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional, solo ha sido
posible en el ambiente de justicia, de recuperación y de saneamiento de la Patria,
que estimula e inspira la obra del General Perón, líder del pueblo argentino.

- Otro documento importante fue la declaración emanada del Primer Congreso de


la U.M.A. en agosto de 1946:

En el primer congreso de la U.M.A. realizado los días 13,14 y 15 de agosto de 1946


en Avellaneda, provincia de Bs. As., entre otras cosas se estableció el
reconocimiento de los derechos de la mujer obrera con el principio de igual salario
por igual trabajo.
Este Congreso hizo suyo el anhelo de las obreras que constituyen la mitad del
proletariado argentino de que sean tenidas en cuenta para incorporarlas a la
dirección de sus respectivas organizaciones sindicales y así se lo solicitaron a la
Asociación Obrera Textil, integrada por el 70% de mujeres.
También la U.M.A. apoya calurosamente el pedido de las obreras rurales para que
les sea entregada la bonificación de $0,60 por bolsa de maíz recolectada y la
participación de los obreros rurales, campesinos y demás fuerzas progresistas de
nuestro país en el Consejo Económico Nacional. Se dirigió también a la Federación
Agraria Argentina para exigir el justo reclamo de los obreros rurales.
También en este Congreso la U.M.A. se expidió por los derechos de las trabajadoras
del servicio doméstico, de las empleadas, mujeres profesionales, las amas de casa,
la carestía de la vida y la falta de vivienda. Un documento de la U.M.A. sostiene
:“este Congreso, que ha visto y sentido palpitar el gran anhelo de paz de la mujer
argentina, que ya es tradicional y que se ha traducido siempre en las luchas de
nuestras mayores, cuando bregaban por darnos una patria sin el vasallaje español,
resuelve: repudiar las pretensiones del imperialismo yanqui o inglés, que a través de
sus planes Truman, Marshall y Clayton pretenden infiltrarse en nuestra economía
para dirigir y convertir nuestro ejército en un instrumento para llevar a cabo sus
planes y desatar en el mundo una nueva masacre, convirtiendo nuestra patria en un
país colonial y dependiente.

Las mujeres políticas no fueron feministas en un sentido cabal, pues aún no había surgido el
feminismo como una disciplina de las Ciencias Sociales que incluyera categorías nuevas de
análisis como “patriarcado” o “poder patriarcal” que ayudaron a develar las causas de las
desigualdades que padecen las mujeres desde hace varios siglos.
En todos los partidos, las militantes jugaron un papel subordinado al de sus compañeros que
no las incorporaron a cargos de dirigentes ni facilitaron su actividad, pero no obstante ese
límite lograron la sanción de importantes leyes a favor de sus congéneres. Además, pudieron
aportar a la creación de conciencia entre las trabajadoras y de un sentimiento de rebeldía
contra la opresión capitalista.

23
El golpe de Estado de 1955 o la “Revolución Libertadora”

Los sectores conservadores estaban en contra de las concesiones realizadas por el peronismo a
la clase trabajadora. Los desplantes de Eva Perón a las mujeres de la oligarquía ganadera le
habían granjeado el odio de ese grupo adinerado, clasista y privilegiado. Hubo otras dos
acciones que provocaron la irritación de la clase dominante y del clero: la ley de divorcio que
contrariaba a los sectores más importantes de la Iglesia católica y la quita del subsidio del
Estado a la educación privada y confesional. Lo que probablemente quiso detener la derecha
conservadora a través de hacerse nuevamente del poder político fue la radicalización de las
demandas populares a partir de las exigencias de diversas organizaciones que exigían al
peronismo más medidas en contra de los grupos privilegiados de la economía y la ampliación
de conquistas laborales y derechos para la mayoría trabajadora.
La violencia del Golpe de Estado dirigido por Eduardo Lonardi y el contraalmirante Isaac
Rojas se visibilizó en los enfrentamientos armados entre las distintas fuerzas del Ejército,
leales al gobierno, y las que respondían a los golpistas. El pueblo que salió a la calle a favor del
gobierno constitucional fue bombardeado por los aviones en Plaza de Mayo y murieron cerca
de quinientos ciudadanos indefensos.
La mayoría de los partidos políticos y en especial la cúpula de la Iglesia Católica apoyaron
inicialmente el Golpe de Estado. El Partido peronista fue proscripto por dieciocho años. Se
clausuró el Congreso y se prohibió la actividad de los partidos populares. Hubo incluso una
propuesta de volver a la Constitución de 1853. La C.G.T. fue intervenida y se persiguió a todos
los que intentaron concurrir a reuniones estudiantiles, políticas, culturales y de cualquier
índole de las que se sospechara tuviesen algún intento de oponerse a la Dictadura militar.
En 1956 un grupo de treinta dos militares y civiles dirigidos por el general Juan José Valle
intentó enfrentarse con esta junta militar represora. Fueron fusilados sin siquiera juicio
sumario y arrojados a los basurales de José León Suárez. Un tiempo después el periodista y
escritor Rodolfo Walsh, asesinado posteriormente por la dictadura de 1976, escribió sobre
este suceso en Operación Masacre. Los adversarios del Golpe de Estado, llamaron
“revolución fusiladora”, nombre que sustituyó el de “libertadora” elegido por los golpistas del
55 para justificar el derrocamiento del que calificaban como un “tirano”, el presidente Juan
Domingo Perón.
Antes y después de 1955 las mujeres se habían dividido en peronistas y antiperonistas. La
crítica más fuerte que se le hacía a este movimiento social y político desde los partidos de
derecha era su demagogia y populismo, características que aplicaban a todas las medidas
realizadas a favor de la clase obrera. En cambio, la izquierda lo tildaba de gobierno
nacionalista-burgués que utilizaba un discurso de izquierda pero aplicaba una política que no
modificaba las causas estructurales de la pobreza, ni tocaba los intereses de la Sociedad Rural,
ni de las grandes corporaciones empresariales foráneas o nacionales.
El anti-peronismo aglutinó a personas que de otro modo jamás hubieran estado juntas, como
los liberales y los adherentes al socialismo y al comunismo. Pero esa unidad duró poco
tiempo. La represión de la dictadura hizo que los/as militantes de los partidos de izquierda
pronto empezaran a cuestionar al poder militar al tiempo que demandaban que cesara la
persecución a los peronistas proscriptos y a los militantes de los demás partidos populares.
Desde el punto de vista de la situación de la población femenina, es importante destacar que el
desarrollo y la expansión industrial en el país, coincidente con la etapa del fin del primer
peronismo, había incorporado a muchas mujeres al trabajo en el sector industrial y fabril, lo
que les permitió salir del espacio doméstico y ganar un salario que, aunque inferior al de los
varones, les garantizó mayor independencia económica.
El otro gran cambio en las décadas 1950 y 1960 es que numerosas jóvenes de los sectores
medios y en menor medida de las clases populares accedieron a los estudios universitarios.

24
La rebelión estudiantil de los “morados”
El presidente Arturo Frondizi tomó en 1958 una medida antipopular que provocaría grandes
movilizaciones juveniles en las principales ciudades de todo el país. En ellas participaron
varones y mujeres casi todos universitarios e importantes contingentes de alumnos/as
secundarios/as. El episodio se conoció como la lucha de “laicos vs. libres” y surge a partir de
la decisión de crear y subsidiar universidades privadas confesionales en desmedro de la
educación pública, gratuita y laica o no religiosa.
Los/as jóvenes partidarios/as de la educación laica (que dio origen a la Franja Morada)
llevaron adelante importantes debates sobre la necesidad que el Estado incrementara el
presupuesto para educación pública, en vez de hacer concesiones a la cúpula eclesiástica. Se
levantaron de nuevo las reivindicaciones de la Reforma de 1918 cuando la juventud
universitaria de la época de Hipólito Yrigoyen, dirigida por el líder estudiantil Deodoro Roca
después de masivas marchas de estudiantes y obreros, instauraran los concursos públicos por
oposición y antecedentes para cubrir los cargos de profesores, la autarquía financiera y el
cogobierno estudiantil en las Universidades Nacionales.
El revolucionario movimiento estudiantil de 1918 y el “Manifiesto Liminar” habían logrado
cambios radicales en las universidades al barrer de los claustros el oscurantismo religioso y la
mediocridad en el nivel académico de los docentes y al abrir las casas de estudios superiores a
la clase trabajadora que hasta ese entonces estaba en cierta medida excluida. Este movimiento
iniciado en la Universidad de Córdoba se extendió a las demás universidades del país y, luego,
a toda América Latina.
Los/as estudiantes, que participaron en 1958 recuperando los principios de la Reforma de
1918 a través de los debates y manifestaciones, tomaron conciencia del papel de la educación
pública en su formación académica, del rol del Estado y de los intereses en pugna entre los
grupos conservadores y las instituciones democráticas. La constitución de centros
estudiantiles pudo garantizar la formación política y el funcionamiento democrático de las
escuelas medias y las universidades nacionales y el logro de mayores derechos al
estudiantado. Quedó como materia pendiente la incorporación de las jóvenes estudiantes a
cargos dirigenciales a los que no pudieron acceder, pese a haber luchado codo a codo, en las
calles, con sus compañeros varones.

Las mujeres militantes de las décadas de 1960 y 1970


El contexto latinoamericano y argentino estuvo marcado por acontecimientos internacionales
de gran importancia. Uno de ellos fue la guerra desatada por el imperialismo de Estados
Unidos en 1965 contra Vietnam, un pequeño país asiático en el que tenía intereses económicos
aunque el pretexto fuera combatir el comunismo.
Este genocidio consistió en una desmesurada guerra de invasión decidida por la
administración de John Kennedy en la que se utilizaron marines y bombardeos a mansalva
que provocaron terribles masacres en la población civil, de varones y mujeres de todas las
edades. En ese cruento conflicto bélico el Imperio ensayó un arma nueva, el napalm o “fósforo
blanco”, ácido incendiario que quema el cuerpo en instantes, así como en la Segunda Guerra
Mundial había experimentado con la bomba nuclear en Hiroshima y Nagasaki.
Lo inesperado y novedoso es que al final de esa larga y terrible guerra, el pueblo
vietnamita derrotó a los invasores.
Ambos fenómenos modificaron profundamente la subjetividad de la generación que había
sido criada y educada solo para casarse, tener hijos y realizar tareas de “amas de casa”,
encerradas en sus hogares, sin ningún otro objetivo en sus vidas que la reproducción y crianza
de los hijos y el cuidado de los maridos.

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Después se supo que los marines tenían como práctica habitual, en sus momentos de
descanso, el abuso sexual y la violación de niñas y mujeres vietnamitas. También oficiaron la
trata compulsiva en los prostíbulos que organizaron para el uso exclusivo de las tropas
estadounidenses.
En los principales países del mundo se realizaron durante el tiempo que duró el intento de
exterminio del pueblo vietnamita, gigantescas movilizaciones que reclamaban el cese de la
aventura bélica en Vietnam. Cuando fue imposible negar el “regreso sin gloria” de los
soldados de EE.UU. porque los medios de comunicación fotografiaban todos los días los
ataúdes envueltos en la bandera norteamericana, importantes sectores estadounidenses –en
particular jóvenes y mujeres– protagonizaron manifestaciones para exigir la rendición
incondicional de sus tropas, el regreso al país, el cese de la guerra y la firma de la paz con el
gobierno vietnamita.
Un movimiento importante post-guerra que decantó fue el de los “hippies”. Esa generación
juvenil no solo se opuso a las guerras que su país provocaba en distintos lugares del mundo
sino que además se pronunció por un modo de vida opuesto al que preconizaba el capitalismo.
En el seno del Imperio, levantaron las banderas de la paz, contra el consumismo, la propiedad
privada, la explotación de los seres humanos y la depredación del medio ambiente.
Promovían la vida social libre en comunidades en contacto con la naturaleza, el
autoabastecimiento a partir del trabajo con la tierra, la propiedad social, la división igualitaria
de tareas entre los sexos y el amor libre de las parejas. Acuñaron una cultura propia contra la
sociedad de consumo, en especial a través de la música folk y el rock. Transformaron la
estética: ropas sueltas, de colores, similares en varones y mujeres, tejidas, cosidas y
elaboradas por sus propias manos. El movimiento trascendió su país y se extendió a jóvenes
de todo el mundo. También en Argentina se organizó un gran movimiento con características
similares a las del país del norte.
Otros sucesos internacionales que impactaron en la subjetividad de lxs jóvenes de los 60-70
fueron las luchas liberadoras e independentistas de Asia, África y América Latina con el
resonante triunfo, en Cuba, de la primera revolución antiimperialista y socialista, en el año
1959. Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y, en particular, el Che Guevara se convirtieron en los
líderes de un amplio espectro político juvenil en Latinoamérica.
Los partidos de izquierda, centros estudiantiles, gremios, movimientos sociales, artistas,
intelectuales y muchos jóvenes independientes en los que alentaba un fuerte sentimiento
antiimperialista tomaron como ejemplo la Revolución Cubana. Difundieron y exaltaron los
ideales y la epopeya de los revolucionarios que habían tomado el poder político, apoyados por
miles de luchadores del pueblo de Cuba.
La Revolución Cubana de 1959 como antes la Revolución Rusa de 1917 despertaron en
muchos sectores populares, sobre todo juveniles, el anhelo y la convicción de que era posible
derrotar al Imperio en los países del continente sudamericano. En tanto el Che desde sus
discursos en congresos internacionales alentaba esa esperanza que más tarde intentaría
concretar en Bolivia donde fue asesinado por las fuerzas armadas de ese país, a los 39 años de
edad en 1967.
Los cubanos dieron a conocer al mundo los secretos de la lucha guerrillera en Sierra Maestra
y la preparación previa al asalto de Moncada. Se difundieron las acciones y reflexiones de sus
dirigentes revolucionarios. En la década del 60-70 proliferaron en nuestro país las
organizaciones que pretendían transformaciones anticapitalistas y antiimperialistas y la
primera experiencia socialista en la América Latina y caribeña.
Es importante señalar que entre el movimiento hippie que aglutinaba a muchas mujeres y las
agrupaciones que se consideraban revolucionarias casi no hubo contactos importantes. El
dogmatismo y el sectarismo que caracterizaba a algunas importantes formaciones de
izquierda, dificultaron la articulación táctica con sectores más amplios de la juventud, no
incluida en partidos políticos. En algunas organizaciones de izquierda la importancia
asignada a las reivindicaciones de las mujeres se limitaba a tener en cuenta los escritos de
Rosa Luxemburgo sobre la necesidad de su liberación como género oprimido además de la de
clase social, pero se suponía que era una tarea para después de la revolución.
26
En tanto estas agrupaciones esperaban que las mujeres se adecuaran a un estilo de hacer
política subordinado a las decisiones de los hombres que en mayor número integraban las
direcciones de los partidos o movimientos. No se cuestionaban el orden patriarcal en el que
funcionaban. Se valoraba a una mujer por ser el apoyo eficaz del dirigente. O por animarse a
luchar al modo de los compañeros. Solo en casos excepcionales, las militantes tenían un
cargo directivo. La subestimación del aporte femenino era evidente en la delegación dentro
del partido o agrupación de tareas de menor importancia, como atender la tesorería, la
librería, repartir folletos, volantes o periódicos en cuya elaboración casi nunca participaban o
quedarse en su casa cuidando los hijos, mientras sus esposos asistían sin límites horarios a
reuniones, alianzas y decisiones importantes en el contexto de la política partidaria.

El Golpe de Estado que derrocó al presidente Arturo Illia


En 1966 las Fuerzas Armadas obligaron a renunciar al presidente radical Arturo Illia y
colocaron en el poder al General Juan Carlos Onganía, que repitió como todos los gobiernos
militares el estilo represor y persecutorio de hacer política contra el pueblo, no solo
hambreando a los trabajadores si no deteniendo y encarcelando militantes populares. En los
años del onganiato (1966-69), sin embargo, en medio de grandes luchas de los trabajadores,
se fue construyendo un sindicalismo de liberación muy fuerte, centralizado por gremios
combativos y clasistas como SITRAC-SITRAM, Luz y Fuerza, en Córdoba y otros puntos
neurálgicos del país.
Poco antes del fin de la década habían formado entre todos los gremios combativos a nivel
nacional, la C.G.T. de los Argentinos, dirigida por Raimundo Ongaro y paralela a la
tradicional oficialista y claudicante. Dirigentes de la clase obrera industrial adherentes a una
izquierda clasista o combativa como Oscar Smith y Agustín Tosco y muchos más que
compartían “la corriente sindicalista de liberación” lideraron no solo al movimiento obrero si
no a un arco político-social opositor a Onganía, que incluyó hasta sectores de las clases
medias que no soportaban más el gobierno militar.

Del Cordobazo a las luchas por el Poder Popular


En 1969 después de un conjunto de paros y movilizaciones cada vez más contundentes, la
indignación popular estalló en una verdadera pueblada, conocida como el “Cordobazo” y
tuvo réplicas en las principales ciudades del país. En Córdoba trabajadores y estudiantes con
el apoyo de las clases medias se organizaron y levantaron barricadas contra las fuerzas
represivas que fueron sobrepasadas por la acción de miles de hombres, mujeres y jóvenes que
combatieron con hondas y piedras, contra la infantería, la policía montada y todas las fuerzas
policiales desplegadas para sofocar la rebelión.
El gobierno movilizó al ejército que ocupó las calles, pero los soldados se negaron a disparar
contra el pueblo. Este fue el comienzo del fin de la dictadura militar de Onganía. El general
Lanusse, que lo sucedió, se vio obligado a llamar a elecciones generales y a bajar el nivel
represivo de su accionar, a causa del grado de organización y resistencia que había en casi
todo el país y el clamor generalizado de elegir, en votaciones democráticas, un gobierno
constitucional.
Al mismo tiempo, a fines de los años 70, se había intensificado la radicalidad de los
movimientos populares armados.

27
El sector juvenil del peronismo, que luego conformaría Montoneros, tuvo como preludio la
masacre de Ezeiza en el retorno de Perón al país, orquestada por la derecha del propio partido,
y la desilusión que los llevó al abandono de la Plaza cuando su líder los desconoció como
fuerza integrante del Justicialismo. Su muerte en 1973 y la asunción de Isabel Martínez,
rodeada por grupos de ultraderecha comandados por López Rega, cerró las expectativas de la
Juventud Peronista acerca de la posibilidad de lograr cambios radicales por la vía electoral.
En este aspecto coincidieron a través de la FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) con los
militantes que provenían de otros partidos políticos de origen marxista, como el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (P.R.T.) el FAR, FAS y diversas organizaciones de
izquierda que consideraban que la única lucha efectiva contra el imperialismo y el capitalismo
era a través de la constitución de grupos armados para la toma del poder político con el fin de
lograr la liberación social, la independencia del Imperio y la construcción del socialismo en
Argentina.
En tanto los y las jóvenes coreaban “Evita, Guevara, la patria liberada” en gigantescas
manifestaciones contra el gobierno de Isabel Martínez de Perón, López Rega armaba, desde el
Ministerio del Interior, las bandas de secuestro y exterminio de la militancia, como la Triple A
(Alianza Anticomunista Argentina). Iniciaba, así, una escala de crímenes políticos que
preanunciaban lo que después de 1976 sería conocido como Terrorismo de Estado, a través de
las desapariciones, torturas y crímenes en los Centros Clandestinos de detención. Estas
bandas, formadas por los servicios de inteligencia y grupos parapoliciales dirigidos por las
fuerzas armadas, fueron preparadas por militares estadounidenses para la batalla contra las
rebeliones populares.
Estos grupos empezaron entre 1974- 1976 a asesinar a los dirigentes más importantes de los
distintos partidos políticos, agrupaciones estudiantiles, gremiales sociales y a personas
destacadas de la cultura sospechadas de ideas de izquierda o, en el lenguaje castrense,
“subversivas”. Las principales acciones terroristas de los “grupos de tareas” estuvieron
dirigidas primero a desmantelar las organizaciones guerrilleras más importantes, por ejemplo,
Los Uturuncos, formada en 1959 por sectores juveniles de la resistencia peronista, en el límite
entre Tucumán y Santiago del Estero.
Con especial saña la gendarmería desmanteló la guerrilla de origen marxista, en Orán (norte
de Salta), una zona selvática, húmeda y caliente, cercana a la frontera con Bolivia, elegida por
un conjunto de cubanos-argentinos que planeaban hacer la “revolución continental” para
posibilitar un cambio en América Latina. Apresados por los gendarmes la mayoría de los
militantes fueron torturados y, después, asesinados, entre ellos, Jorge Ricardo Masetti,
conocido como “Comandante Segundo”, periodista de Prensa Latina, amigo del Che Guevara
y uno de los hombres más importantes de esa legión de combatientes.
Dado el hermetismo con el que funcionaron los grupos clandestinos armados, es difícil saber
si las mujeres que participaron tenían tareas diferentes a las de sus compañeros. Pero su
número era importante: casi el 40%. Por testimonios posteriores, parecería que el principal
objetivo en el que todos se centraron fue la preparación político-militar para la toma del poder,
con la convicción guevarista de que “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”.
El Golpe de Estado de 1976 fue un operativo pergeñado en el Pentágono de EE.UU. para toda
América del Sur con epicentro en Chile y Argentina. Se trató de una guerra contra las
insurrecciones populares en ascenso, que utilizó el terrorismo de Estado para abortar procesos
que podrían haber devenido en verdaderas revoluciones que tomaran el poder político con un
firme sentido antiimperialista.
En nuestro país dejó, como se sabe, la secuela de 30.000 detenidos-desaparecidos, miles de
exiliados y el descabezamiento de los partidos revolucionarios. Y se instauró, en grandes
sectores de la población a través del miedo y de una colosal batalla ideológica, la creencia de
que los cambios radicales son imposibles, que el capitalismo es eterno y el imperio,
invencible.

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Desde una perspectiva feminista es importante señalar que los genocidas de la dictadura del
76 se ensañaron con las mujeres militantes. Sabemos por los testimonios de los/as
sobrevivientes en los juicios a las Juntas Militares que las torturas fueron atroces para
todos/as. Pero mucho mayor fue la crueldad ejercida contra las mujeres quienes padecieron
abusos y violaciones sexuales.
Las embarazadas se vieron obligadas a parir en soledad, sin ayuda ni médicos, en condiciones
totalmente inhumanas donde solo contaron con la solidaridad de las otras detenidas. Dos
grandes dirigentes revolucionarias que alentaban a sus compañeras de cautiverio fueron
Alicia Eguren y Norma Arrostito, ambas mantenidas largo tiempo en situación de
desaparecidas para ser fusiladas posteriormente por los militares genocidas.
El odio machista de los verdugos contra las militantes los llevó al extremo de la humillación y
el odio a través del despojo de sus hijos recién nacidos que se convirtieron en parte del botín de
guerra. Estos también “desaparecieron” al ser privados de su identidad y esta es otra de las
tantas dolorosas secuelas que aún padecemos después de más de treinta años.

La Primera Resistencia a la Dictadura fue femenina:


Las Madres de Plaza de Mayo

El primer desafío al proceso militar lo encabezó un pequeño grupo de mujeres solas, casi
todas “amas de casa”, sin militancia ni formación política, que se plantearon como objetivo
averiguar el paradero de sus hijos/as desparecidos/as. El pueblo las bautizó Madres de Plaza
de Mayo. Ellas siempre dijeron que políticamente, habían sido paridas por sus hijos/as.
No fueron adherentes al feminismo, pero se constituyeron como un grupo autónomo,
solamente de mujeres. Enfrentaron a la Junta Militar terrorista junto a algunos organismos de
Derechos Humanos que las acompañaron en una larga lucha llena de obstáculos. Pero las
decisiones y actividades que llevaron adelante siempre las tomaron entre ellas sin delegar
tareas en ninguna organización o en dirigentes de otras agrupaciones.
Crearon una manera de hacer política diferente a la de la militancia tradicional: salieron a la
plaza más emblemática del país a expresar su resistencia a través de rondas colectivas y
silenciosas con los pañuelos en la cabeza que simbolizaron los pañales de sus hijos/as. No
transaron nunca con los militares. Cuando conseguían alguna audiencia, iban con una sola
demanda: conocer el destino de sus familiares desaparecidos.
En este prolongado itinerario fueron politizando su accionar: empezaron a exigir juicio y
castigo a los responsables del genocidio y aparición con vida de los secuestrados y confinados
en los campos de concentración. Se negaron a aceptar la versión de los militares que les
proponían la resignación de dar por muertos a sus hijos; exigieron conocer el paradero de los
desaparecidos para no entrar en complicidad con el ejército, que aviesamente insistía en que
las desapariciones eran “ajustes de cuentas” entre militantes o exilios voluntarios de
desertores de sus organizaciones.

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Obediencia debida, Punto final e Indulto

Para los sectores democráticos que habían apostado en 1983 al gobierno radical de Raúl
Alfonsín, primer presidente elegido por el voto popular después de la dictadura, y para las
Madres, fue una gran decepción la firma del decreto de “punto final y obediencia debida”
concedido a las Fuerzas Armadas que habían participado en la represión ilegal.
La ultraderecha jaqueó al gobierno a través de varios amotinamientos encabezados por los
“carapintadas” hasta lograr su capitulación en la Semana Santa de 1986. El presidente
desactivó la movilización popular que saliera a respaldarlo con un discurso breve y
apaciguador en el que aseguró que la “casa estaba en orden”. Una importante cantidad de
militantes del campo popular interpretaron que el sentido de su frase significaba una
conciliación con los principales represores a través de un decreto que los exculpaba de toda
responsabilidad en el genocidio.
El presidente Menem que sucedió en el gobierno a Alfonsín ofreció a las Madres un pacto
perverso para apaciguar sus exigencias: grandes sumas de dinero como indemnizaciones y
suponía la aceptación de la muerte de sus hijos. La mayoría se negó bajo la expresión: “la
sangre derramada no será negociada”. En tanto, en nombre de la reconciliación nacional, el
presidente de las “relaciones carnales” con los EE.UU. y las privatizaciones a ultranza
exigidas por el F.M.I. que dejaron millones de desocupados en el país, decretaba el indulto
otorgando impunidad total a los genocidas, tanto a los jefes máximos como a los subalternos.
Un aporte muy importante de Las Madres a la conciencia colectiva fue la conversión de la
demanda individual de “aparición con vida” de cada hijo o hija, a la socialización de la
maternidad a partir del reclamo por la aparición con vida de la totalidad de los /las detenidos-
desaparecidos/as. La otra medida importante fue la articulación, sin perder su independencia,
con otros sectores políticos democráticos.
La tarea de las Madres y de Abuelas con la ayuda invalorable de los organismos de derechos
humanos permitió desnudar la maraña del terrorismo de Estado, descubrir la existencia de las
cárceles clandestinas, de las torturas a las que fueron sometidos los desaparecidos, del robo de
bebés y los nombres de muchos de los responsables que luego fueron llevados a juicio con los
testimonios recopilados por la CONADEP y otras organizaciones.
A la medida de “punto final y la obediencia debida” decretados por Alfonsín y al indulto
otorgado por Menem, las Madres le opusieron la política de Memoria, Verdad y Justicia y
lograron en las cortes jurídicas internacionales que las desapariciones se declararan crímenes
de lesa humanidad y, por tanto, imprescriptibles. En una expresión muy sintética: “Ni olvido,
ni perdón: aparición con vida”.
Una victoria más de su batalla ha sido la reciente decisión política asumida por el gobierno
kirchnerista de llevar adelante los juicios contra los principales culpables del terrorismo de
Estado y sus cómplices de menor jerarquía. Aún faltan muchos más a ser juzgados, sobre todo
los civiles, entre los grandes empresarios de las multinacionales, los accionistas de la
Sociedad Rural, también del capitalismo nativo y el papel de los medios de comunicación
monopólicos que justificaron el accionar del terrorismo de Estado. Todavía queda pendiente
la apertura de los archivos de la Junta Militar para averiguar quiénes, cuándo y dónde se
llevaron a los militantes secuestrados.
La otra gran tarea reparadora la realizaron y la siguen llevando adelante las Abuelas a través
de la recuperación de los nietos nacidos en cautiverio. También es una asignatura pendiente
hallar a la mayoría de los niños/as re-victimizados/as a partir de las adopciones ilegales y la
anulación de su verdadera identidad por parte de los apropiadores.
Si bien la mayoría de las Madres y Abuelas no adhirieron al feminismo, hicieron política de
una manera novedosa y desde su condición de mujeres. Aportaron saberes importantes a la
conciencia popular más allá de sus divergencias internas por distintas interpretaciones del

30
momento político e histórico como la asociación Línea Fundadora, en la militó Laura
Bonaparte y que hoy continúa Nora Cortiñas, que mantuvo su autonomía. El grupo de
Madres, dirigido por Hebe de Bonafini y de Abuelas, personificada en Estela de Carlotto, se
han integrado al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner otorgando al oficialismo la
opción de hacer una política de Estado, sobre derechos humanos.
Como fuere Madres y Abuelas son ya el símbolo de la resistencia a la dictadura más feroz que
padecimos los argentinos y su lucha, un ejemplo para las generaciones venideras. El
reconocimiento de nuestro pueblo a su trayectoria se suele manifestar en un gesto colectivo
de respeto, cuando marchan por las calles. La gente se abre en semicírculo para darles paso
mientras les expresan una conmovedora rima repetida desde hace años: “Madres de la Plaza,
el pueblo las abraza”.
En los últimos tiempos algunas de ellas como Nora Cortiñas han manifestado su adhesión al
feminismo y exigen la apertura de los archivos de la Dictadura como objetivo final.

31
C apítulo 5

Breve reseña del feminismo autónomo


en Argentina entre 1980-2001.
Hacia los finales de la Dictadura militar cuando se luchaba por la derogación de las leyes
represivas y los mínimos derechos civiles, se iniciaban los primeros movimientos feministas
autónomos que sumaron otros derechos como el de la patria potestad compartida y el uso de
anticonceptivos.
Estos movimientos se vincularon a los demás organismos de derechos humanos, a los partidos
políticos, al Estado y a distintas organizaciones en América Latina.
En el año 1984, por primera vez, las feministas dejaron de reunirse en lugares cerrados para
conmemorar, en las calles, el 8 de marzo. Además, en esta década, se logró la sanción de
algunas leyes como la igualdad de los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio, la patria
potestad compartida por padre y madre, el convenio sobre igualdad de oportunidades para
trabajadores y trabajadoras, el derecho a pensión del cónyuge en matrimonios de hecho. En el
gobierno de Raúl Alfonsín se creó la Secretaría de la Mujer reemplazada después por el
Consejo Nacional de la Mujer.
Una primera agrupación que surgió se llamó “Asociación de Trabajo y Estudios de la Mujer 25
de noviembre” (ATEM), en abril de 1982, muy vinculada a Madres, Abuelas de Plaza de Mayo
ya Familiares de Detenidos-Desaparecidos, denunció las torturas ejercidas contra las mujeres,
como una síntesis de acumulación de todo tipo de violencia contra el género femenino.
Es ATEM quien inicia la publicación de la Revista Brujas, en la que se pronuncia contra el
neoliberalismo, la prostitución, la trata de mujeres, la violencia, la discriminación laboral y los
femicidios y a favor de los derechos humanos, la anticoncepción, al aborto. Se abordó, sobre
todo, temáticas sobre feminismo y sexualidad y legislación vigente en materia de derechos de
las mujeres. También incluyen temas sobre encuentros latinoamericanos y del Caribe, el
movimiento amplio de mujeres, entre otros.
En 1986, comienza a editarse Cuadernos de Existencia Lesbiana y se conforma, en 1988, la
Comisión por el Derecho al Aborto.
Otros espacios feministas surgidos en la década fueron: Lugar de Mujer, Indeso-Mujer (1984,
Rosario), La Chancleta (1985), Alternativa Feminista (1984), Libera, Prisma, Mujeres en
Movimiento, Centro de Apoyo a la Mujer Maltratada, El Taller Permanente de la Mujer, la
revista Feminaria dirigida por Lea Fletcher (en 1988), Las Azucenas (en homenaje a Azucena
Villaflor una de las madres desaparecidas por acción del infiltrado Alfredo Astiz) de La Plata.
Los primeros encuentros de mujeres feministas de América Latina y el Caribe, en 1981,
permitieron impulsar acciones colectivas. De ellos surgieron fechas emblemáticas como el 25
de noviembre, Día de Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, y el 28 de septiembre, Día por
la Despenalización del Aborto; además de ser el paso necesario para el primer Encuentro
Nacional de Mujeres, en 1986.
Aunque es importante el accionar colectivo, vale mencionar a estas pioneras que siguen casi
todas ellas en plena actividad, tratando de concretar sus demandas desde hace más de treinta
años: Nélida Koffman, Hesperia Berenguer, Adriana Rofman, Nélida Luna, Marta Fontenla,
Sara Torres y Magui Bellotti, todas ellas creadoras de ATEM.
El contexto histórico-político-social, en la década de 1990, se caracterizó por el predominio
del capitalismo financiero o neoliberalismo a través de la acentuación de las políticas
privatizadoras de exclusión impulsadas por el gobierno de Carlos Menem, pero ya iniciadas
por la gestión de Martínez de Hoz como ministro de economía, en el Golpe de Estado
perpetrado por la Junta Militar de 1976.
La ola neoliberal colocó en el centro de la política el mercado. El objetivo fue la acumulación
de capital en muy pocas corporaciones, la mayoría multinacionales.

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La cultura neoconservadora mercantilizó todos los aspectos de la vida y provocó secuelas
como la feminización de la pobreza y la sobrecarga de trabajo para las mujeres por la
desocupación de los varones.
La privatización de los servicios de educación y salud y la pérdida de fuentes laborales
hicieron que, en los barrios más populosos, muchas mujeres se vieran compelidas a realizar
tareas para sobrevivir como los comedores comunitarios, ollas populares, ferias de trueques,
servicio doméstico por horas y con pagos exiguos a capricho de los empleadores. Hubo un
sensible aumento de la prostitución como otros aspectos más de la mercantilización. La
sexualidad de las mujeres obligadas a prostituirse pasó de ser además de un mercado de
esclavas dominado por los proxenetas a un negocio próspero pactado tácitamente con los
prostituyentes.
En las clases medias la cultura neoliberal se evidenció en el sometimiento de un importante
sector de mujeres a un ideal estético inalcanzable, propagandizado por la televisión en cientos
de espectáculos que exhibían cuerpos y rostros de artistas de la farándula e intentó imponer
como modelo a seguir, para el éxito en la vida, las pautas estéticas del patriarcado. Los medios
monopólicos pusieron de moda las dietas, gimnasias, operaciones estéticas, uso de siliconas y
demás productos casi todos dañinos para la salud de las personas. La bulimia y la anorexia se
convirtieron en las nuevas enfermedades psicosociales inducidas por la masividad de la
propaganda a favor del consumismo de todo tipo de mercancía inventada por la maquinaria
enajenante del capital financiero.
Contradictoriamente en tanto se eliminaban derechos, el Estado más hablaba sobre políticas
de género. Sin embargo casi todas las demandas feministas pasaron a un segundo plano. El
único derecho que tomó la prioridad fue el de la ley de cupos, impulsada por las mujeres
insertas en partidos políticos. Los organismos internacionales, como el BID y el Banco
Mundial, reemplazaron los movimientos de mujeres por las ONG que se transformaron en las
únicas interlocutoras, con los Estados, sobre políticas públicas. Las feministas autónomas
fueron desplazadas por funcionarias y “oenegeistas”.
Estas organizaciones intentaron diluir las acciones emprendidas por el feminismo, cambiando
inclusive el lenguaje para neutralizar las demandas. Así el “derecho al aborto” reclamado en
1987 se convirtió en “derechos reproductivos”; la violencia contra las mujeres se transformó
en “violencia familiar” y la “perspectiva feminista” se travistió como “perspectiva de
género”. Todo ello provocó un retroceso importante en el feminismo autónomo que perdió el
espacio público previamente logrado y sufrió un estancamiento en los debates teóricos.
Una corriente de renovación se constituyó a partir de la inclusión de la perspectiva lesbiana,
surgida alrededor de 1985 a través de grupos mayoritariamente de jóvenes que cuestionaron la
heterosexualidad obligatoria y el ocultamiento de las otras sexualidades por parte de la
sociedad y aún de las propias feministas. El nacimiento del movimiento LGBTT (Lesbianas,
gays, bisexuales, transexuales y travestis) y de las corrientes queer, es decir, la irrupción de
otras sexualidades o de la diversidad, provocó cuestionamientos y discusiones muy intensas
dentro del movimiento feminista y una apertura a otros paradigmas acerca de la sexualidad y
el modo de “ser mujeres”. “Las Lunas y Las Otras” fue el primer grupo de lesbianas que se
hizo visible y se vinculó al feminismo autónomo. La primera presentación pública de Las
Lunas y Las Otras fue en San Bernardo en el V Encuentro Feminista de Latinoamérica y el
Caribe. El activismo lésbico feminista retomó la experiencia iniciada por los primeros
Cuadernos de Existencia Lesbiana de Ilse Fusková, Adriana Carrasco y otras que reclamaban
salir a las calles aumentar su visibilización
Durante veinte años aportaron diversas actividades como debates reflexiones, folletos,
revistas, talleres, y también enfatizaron el arte como forma de expresión de las ideas del
feminismo. Las creaciones de una de las fundadoras de este nuevo espacio, Silvia Palumbo
Jaime han logrado amplia repercusión.

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Aunque vive en Lincoln (provincia de Buenos Aires) recorre el país y el mundo sembrando a su
paso grupos sonoros feministas que otorgan una gran fuerza a los movimientos de mujeres que
se vinculan a las Tamboras.
Se trata de lograr, según Palumbo, síntesis artísticas feministas con intervenciones callejeras o
también en espacios cerrados que provocan un impacto estético importante. Su primera
creación fue La Banda de Las Caramelitas en Calzas. Después surgirían la Lesbianbanda,
Mujeres en Bandada, La Banda Lavanda que integra a diferentes grupos como Tummbanda
(Buenos Aires), Las Desbandadas (Bahía Blanca), las feministas de Los Toldos o Liberbanda,
las Tamboras de Santa Rosa (La Pampa) y las Tamboras del Viento de General Pico (La
Pampa), entre otras. Palumbo afirma que las mujeres a través del retumbo de los tambores
experimentan un sentimiento de empoderamiento que, además, eleva su autoestima individual
y facilita el ensamble grupal. Otras producciones estéticas de Palumbo son los poemas y
canciones que suele cantar en sitios públicos a través de recitales.
En 1995 se llevó a cabo la apertura de la Librería de Mujeres que cuenta con alrededor de diez
mil libros escritos por y para las mujeres.
En 1999 hubo un gran debate sobre la prostitución tratando de recuperar para la cultura
feminista la adhesión de nuestro país al abolicionismo del año 1949 que establece la no
represión de las personas en situación de prostitución, pero sí la persecución penal de rufianes,
proxenetas y tratantes. También la sanción a los prostituyentes.
Hay que destacar que las cuatro temáticas que constituyen el eje de los feminismos
contemporáneos son: la lucha por el aborto legal, gratuito y seguro; las leyes contra el
proxenetismo y la trata de personas; la creación de espacios que contengan a las mujeres
víctimas de la violencia machista y, por último, la inclusión de las orientaciones sexuales
diversas por la educación sexual obligatoria en las escuelas, a través de la ESI (Educación
Sexual Integral).
Un acontecimiento renovador dentro de las corrientes feministas se produjo en el año 2000
cuando las feministas autónomas recuperaron la iniciativa en la lucha cooptada por las ONGs y
decidieron realizar una acción colectiva frente al Librería de las Mujeres en la calle
Montevideo que se denominó Peatonal Feminista.
También comenzaron a participar con más intensidad los primeros grupos queer y del LGBTTI
(de la diversidad sexual).
La cuestión de la prostitución surgió con fuerza en tres momentos: en 1991, en oposición a su
reglamentación; en 1996, por la eliminación de los edictos policiales en la Constituyente de la
ciudad de Buenos Aires y, en 1999, en la primera reforma del Código Contravencional. Esta
cuestión estuvo en debate en el 10º Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Buenos Aires
y se sigue debatiendo en 2014.
En 1997 empezaron a irrumpir en los Encuentros Nacionales de Mujeres los grupos
conservadores de la iglesia católica tratando de boicotear los talleres en los que se trataba la
cuestión del aborto. También se intenta deslegitimar la esencia del espacio, cuando se pretende
hegemonizarlo desde una militancia de izquierda sectaria que no comprende que el ENM es
horizontal, pluralista y abierto. La línea de acción política se construye entre todas y no se
puede imponer desde concepciones partidarias en un afán por radicalizarlo, sin respetar el
proceso de construcción inherente a este tipo de movimientos.
Volviendo a los orígenes, es importante mencionar que la capacidad de articulación regional se
manifestó en noviembre de 1990 cuando se realizó el V Encuentro Feminista Latinoamericano
y del Caribe en San Bernardo (Buenos Aires). De allí, surgió la propuesta de establecer el 28 de
septiembre como día por la Legalización del Aborto en América Latina y el Caribe.
A nivel del Estado se creó, en 1991, el Consejo Coordinador de Políticas de la Mujer
dependiente de la Presidencia de la Nación que en 1992 se transformó por decreto en el
Consejo Nacional de la Mujer.
En diciembre de 1994 se sancionó la ley 24.417 de protección de la violencia familiar en el
país.

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La imposición de las ONGs en reemplazo de las dirigentes genuinas del feminismo fue un
intento de cooptación del potencial transformador de las organizaciones de mujeres que
rápidamente retomaron la iniciativa política, poco antes del derrumbe del gobierno de
Fernando De La Rúa. La rebelión popular de diciembre de 2001 que determinó el final de su
mandato marcó un importante punto de inflexión en la política y modificaciones sustanciales
en los movimientos de mujeres.

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C apítulo 6
Los feminismos del Siglo XXI: 2002-2013
El gobierno kirchnerista que asumió el poder en el año 2003 tomó un conjunto de
medidas, creó organismos y nombró funcionarios/as para llevar adelante la política
pública de género en las dependencias del poder ejecutivo, legislativo y judicial.
En la Corte Suprema se incorporaron dos mujeres con el rango de ministras, que se
comprometieron a cumplir con la eliminación de la violencia contra la mujeres: Elena
Highton de Nolasco que tiene a su cargo la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) y
Carmen Argibay que creó la Oficina de la Mujer y es su responsabilidad representar a la
Corte ante los otros poderes del Estado, para coordinar la aplicación de la ley 26.485
sancionada en marzo de 2009 de “protección integral para prevenir, detectar y erradicar
la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollan sus relaciones
interpersonales”.
Esta ley, reglamentada por decreto en 2010, es aplicable a todo el territorio nacional,
salvo a las normas de carácter procesal que son privativas de cada provincia. Por lo
demás obliga a los poderes del Estado, sean nacionales, provinciales o municipales a
“transversalizar” la aplicación de la ley, tomando todas las medidas necesarias para su
aplicación como parte de sus políticas públicas relativas “al género”.
En el ámbito del Ejecutivo se crearon instancias tales como:
1) Un programa para las víctimas de todo tipo de violencias, en el área del Ministerio de
Justicia, bajo la dirección de Eva Giberti, con una Brigada Móvil para la atención de
casos de violencia familiar y sexual.
2) En agosto de 2008 se creó la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las Personas
Damnificadas por el Delito de la Trata, en el área de la Jefatura de Gabinete del
Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de La Nación, por la resolución
N° 2149 .
3) En el Ministerio de Salud se organizó una línea de atención y asesoramiento sobre
temas de salud donde se puede denunciar la violencia sufrida en ese aspecto. También
se creó un programa de Salud Sexual y Procreación Responsable.
4) En febrero de 2011, en el ámbito del Ministerio de Justicia, se creó una Comisión
Coordinadora de las sanciones contra las violencias sufridas por las mujeres, como
parte de la aplicación de la ley 26.485.
No puede dejar de mencionarse la modificación impuesta por el Parlamento al Código
Penal que derogó la figura del avenimiento o reconciliación de la víctima con el
victimario, en marzo de 2008, por ley 26.738. Este cambio se produce después del
femicidio de la joven pampeana Carla Figueroa por parte del marido y los jueces que
accedieron a la aplicación de tal medida fueron duramente cuestionados.
Asimismo se han puesto en funcionamiento comisiones como el Consejo Nacional de
la Mujer y sus correspondientes Consejos Provinciales, al igual que las Comisiones
municipales provinciales y nacionales de políticas de género. También se han agregado
en distintos lugares del país, Comisarías y Casas o Refugios para la contención de las
mujeres víctimas de violencia machista. Existe, además, una Oficina de datos
estadísticos e investigaciones, el Observatorio de la Violencia contra las Mujeres, que
depende del Consejo Nacional y debe velar por el cumplimiento efectivo de la ley
26.485 en todo el territorio nacional.
Es necesaria una reflexión crítica sobre estos organismos de reciente creación. Aunque
han otorgado un marco legal y normativo importante, es de difícil cumplimiento ya que
el Estado no logra una coordinación adecuada de las distintas áreas creadas, por varias
causas, entre otras, por inversión de recursos humanos y financieros insuficientes o por
escaso compromiso con el problema de los funcionarios/as que tienen a su cargo llevar
adelante las políticas diseñadas previamente.

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Queda claro que el movimiento feminista no puede resolver lo que son tareas indelegables del
gobierno que parece tener limitaciones para llevar a la práctica una política integral y
articulada a favor de los derechos de las mujeres. Lo cierto es que pese a tantos organismos y
comisiones, la violencia patriarcal se ha incrementado al punto tal de que una estadística de La
Casa del Encuentro dio a conocer la escalofriante cifra, en 2013, de doscientas noventa y cinco
mujeres asesinadas por parejas o ex parejas. En Argentina se comete un femicidio cada 35
horas.
Es muy dificultosa la aplicación de las leyes sancionadas. Subsiste, en las comisarías y
fiscalías donde las mujeres realizan las denuncias, una subestimación hacia ellas a las que a
veces se re-victimiza al quedar desamparadas después de hacer la denuncia. Suelen carecer de
la protección de otras instituciones que debieran contar con equipos interdisciplinarios que se
encarguen de asesorar y apoyar a quienes no tienen otra alternativa que huir del hogar.
En cuanto al grave problema de la trata y la prostitución, se han observado en el último tiempo
operativos resonantes en los que se pudieron desmantelar muchos prostíbulos, detener a
proxenetas y regentes/as y rescatar a mujeres en situación de prostitución pero, al mismo
tiempo, subsisten muchos más prostíbulos bajo otros rubros y los inspectores que debieran
controlar, no lo hacen. Del mismo modo, los detenidos suelen recuperar la libertad, con el
amparo de funcionarios judiciales cómplices de esta actividad delictiva que sigue
incrementándose.
La resolución del Ministerio de Educación de implementar la Educación Sexual Integral (ESI)
también es otro paso adelante en materia de derechos de las mujeres, jóvenes y niños. Pero la
aplicación de tales programas no son considerados de importancia por muchos directivos de
instituciones escolares que no estimulan a los maestros a cumplir con esta actividad. Por otra
parte, los docentes tampoco han sido previamente capacitados para abordar una modalidad
educativa tan compleja, que además se le suma a las múltiples tareas que ya desarrollan.
Hay que destacar como un logro fundamental en el terreno de los derechos civiles –muy
resistida por los sectores conservadores del clero y aún por una minoría de parlamentarios– la
sanción del matrimonio igualitario que otorga a las personas del mismo sexo iguales derechos
que los que tienen los matrimonios heterosexuales. También en el mismo sentido es relevante
la sanción de la ley de identidad de género que permite a los grupos pertenecientes a la
diversidad sexual contar con un documento que valida la identidad genérica elegida.
En los Encuentros Nacionales y desde todas las corrientes de los feminismos hace muchos
años se sintetiza la demanda de aborto legal a través de una consigna claramente gradual:
“educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
Esto da cuenta de que el aborto no es una opción libremente elegida si no la última alternativa
para millones de mujeres que mueren por abortos clandestinos. El Estado no ha dado aún
respuesta a esta demanda. En cuanto a la implementación en los hospitales del aborto legal hay
una negativa rotunda. Inclusive legisladoras/es que han estado de acuerdo con llevar al recinto
parlamentario muchas leyes a favor de los derechos de las mujeres se resisten a apoyar su
legalización.
Desde corrientes religiosas y conservadoras se ha logrado implantar en el imaginario de miles
de personas que existe una línea divisoria entre pro-abortistas o gente que prioriza la vida de la
mujer por sobre la del feto y los/las antiabortistas que están “a favor de la vida” (del feto) por
sobre la vida de las mujeres. En el núcleo de esta cuestión convergen creencias, convicciones e
intereses antagónicos unidos a políticas de Estado que casi siempre promueven la
reproducción como un bien en sí misma.
Se supone que es bueno alentar la maternidad en cualquier situación y que es malo
desalentarla, sin que el contexto tenga relevancia.
Las religiones y algunas teorías pretendidamente científicas fundamentan que la vida
humana se inicia en el embrión o en el óvulo fecundado por el espermatozoide.

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Para las disciplinas de las Ciencias Sociales, el ser humano no es lo mismo que el zigoto u
óvulo fecundado. Ni siquiera al nacer el neonato es estrictamente persona, dado que la
humanización consiste en un proceso evolutivo que sólo se desarrolla en la relación con los
adultos con los que el recién nacido interactúa: padres, familia, otros niños, escuela e
instituciones educativas diversas.
Para las Ciencias Sociales este mito es solo un invento del patriarcado sostenido en la religión
para justificar el sometimiento y la Biblia está muy lejos de ser un libro revelador de verdades.
Para la psicología, la antropología, la sociología y demás disciplinas humanísticas, hasta los
avances madurativos que parecen inherentes a la especie, como la marcha erecta o el lenguaje
(que incluye la capacidad de pensar) no se producen automáticamente por un despliegue del
bagaje genético sea hereditario o natural de cada sujeto.
Es imprescindible la matriz extrauterina de la cultura, que intermedia entre el niño y el adulto,
otorgue a los sujetos infantiles la capacidad de incorporar las pautas culturales y sociales de su
ambiente.
Estas disciplinas que así conceptualizan el origen del humano/a (nacido del útero de las
mujeres, no de la costilla de una varón) no suelen trascender los ámbitos universitarios ni
llegan a los sectores populares con la celeridad que lo hacen las doctrinas religiosas y pseudo-
científicas repetidas por multitud de medios de comunicación masivos que ocultan la verdad,
desinforman y manipulan la opinión pública. Las creencias religiosas subrepticiamente
intentan ocupar un lugar que no les corresponde en la fundamentación de derechos sociales,
civiles y políticos.
Además de esta diferencia conceptual acerca del origen del ser humano y su devenir, la cultura
ha sacralizado el rol maternal al punto tal de que si no se es madre casi no se es mujer. Hay una
identificación de “la naturaleza” femenina con la maternidad, creencia compartida casi
universalmente por varones y mujeres. Por este motivo, sólo se concibe como una anormalidad
que una mujer decida no tener hijos.
También se ha ocultado que no siempre la maternidad tuvo la misma importancia. En la Edad
Media los niños eran numerosos, cohabitaban con los adultos y no eran objeto de un interés
especial. Si morían se los enterraba en patios y jardines sin ceremonia alguna. Asimismo, el
infanticidio se convirtió en un hábito tan común que el Estado tuvo que recurrir a una creación
cultural como la existencia del “instinto” maternal para preservar la vida de los más pequeños.
La infancia como etapa importante de la vida de los sujetos pertenece a la época histórica de la
Modernidad, a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Lo que llama la atención es que nunca
se estableció la vigencia del “instinto” paternal del que los varones parecen liberados a los
fines prácticos de asumir a su voluntad la paternidad, crianza y educación de su descendencia
biológica.
Por lo tanto, el derecho al aborto significa instalar como tema controversial las diferencias
entre los cuerpos sexuados de los varones y mujeres, poner en crisis el dominio patriarcal sobre
las mujeres concebidas como receptáculos de la vida humana y como parte de las pertenencias
de los hombres (padre, marido, iglesia, estado).
Durante siglos las mujeres fueron expropiadas de sus cuerpos por otros y por lo tanto el
derecho a la autonomía, el decidir sobre ellas mismas, supone provocar una ruptura con un
mandato ancestral que está en el centro conceptual de la misoginia inherente a la ideología del
patriarcado. La posesión de una persona por otra con más poder está naturalizada desde hace
casi dos mil años.
La fecundidad de las mujeres está también en el capitalismo al servicio del poder político que
promueve la reproducción como una herramienta para aumentar la mano de obra para explotar.
Por tal motivo, el derecho al aborto implica lograr consensos muy difíciles habida cuenta del
antagonismo histórico e ideológico que conlleva.
Deconstruir concepciones arraigadas durante siglos es una tarea pendiente y, por lo antes
expuesto, de difícil resolución.

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C apítulo 7

Encuentros Nacionales de mujeres y feminismos

Los Encuentros Nacionales son parte de una práctica social que hace veintiocho años
consecutivos se realiza en Argentina. Desde el primero se han llevado registros sistemáticos
de las reflexiones y conclusiones que se sintetizan en los distintos talleres que son difundidas
después, aunque no siempre llegan a todas las participantes por problemas de organización.
En los cuadernillos figura: el discurso inaugural, un índice de las distintas comisiones, los
nombres de las integrantes que se hicieron cargo de la organización del evento, el tema a tratar
en cada una de ellas, con las coordinadoras y secretarias designadas más las conclusiones de
los debates de cada taller. También se transcriben repudios, saludos y propuestas. Al final hay
un balance de los ingresos y egresos que insumió el Encuentro y agradecimientos a las
instituciones o personas que prestaron su apoyo y colaboración.
El origen de esta singular experiencia puede rastrearse en las décadas de 1970-1980 cuando
empezaron a surgir grupos de autoconciencia. Eran reuniones de mujeres para tratar diferentes
problemáticas que posibilitaron la creación de espacios propios en los que podían expresarse
libremente, contar intimidades y analizar su vida cotidiana para tomar conciencia del proceso
social, político y cultural que parecía ser la causa de sus problemas individuales.
A partir de estas reuniones, en los 80, surgieron los Encuentros Feministas de América Latina
y el Caribe a través de los que se vincularon diferentes grupos femeninos de distintos lugares
del continente, para compartir opiniones, en espacios más amplios y diversos.
El poner en común experiencias, intercambiar puntos de vista, cuestionar lo dado como
“natural” (por ejemplo, la maternidad) hizo que las mujeres iniciaran un análisis reflexivo y
minucioso de las imposiciones sociales y de su impacto en sus vidas personales. Se dieron
cuenta de que los cambios tenían que “empezar por casa”; lo que se transformó, con el tiempo,
en una consigna básica del feminismo: “lo personal es político” y así lo comprendió la
mayoría.
En el segundo Encuentro de 1982, las feministas incluyeron la categoría de “patriarcado” para
explicar el sexismo presente en la sociedad. En estas multitudinarias reuniones, las mujeres
empezaron a relatar sus vivencias de opresión: trabajo doméstico no reconocido, menor
salario por igual trabajo, muertes por abortos clandestinos, violencia machista, negación de
derechos, subestimación de sus personas, maltratos y prohibiciones, prostitución casi
obligada como salida de la pobreza y demás injusticias que provocan dolor, rabia y
humillación. Estas han sido y son parte de las narraciones que revelan situaciones que se
pueden generalizar a casi todas las participantes.
Desde los sentimientos expresados y el razonar sobre los motivos de los problemas, se han ido
entretejiendo lazos fructíferos entre el feminismo y la práctica social de las mujeres. Los
talleres funcionan con temáticas muy diversas en los que se respeta la horizontalidad, la
autogestión, la democracia interna y el pluralismo. Van muchas mujeres independientes y
otras que pertenecen a gremios, partidos políticos o movimientos diversos y la premisa es
respetar la metodología instaurada a través de los años.
Se han ido incorporando temas nuevos a los talleres dependiendo de la aparición de diferentes
contextos políticos y sociales y sus problemáticas. Así a los temas más tradicionales como
Mujer y Trabajo, Infancia y Adolescencia, Política, Salud, Sindicalismo, se han incorporado
temáticas relativas a las mujeres aborígenes, adicciones, cárceles de mujeres, comunicación
alternativa, ecofeminismo, mujeres en situación de prostitución, solidaridad e integración
latinoamericana y muchas más.

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Es importante destacar el funcionamiento de cada taller en los que se da un debate ordenado,
cada persona previamente solicita permiso para intervenir a la coordinadora, mientras las
secretarias graban o toman nota fiel de las intervenciones. Siempre surgen mujeres que
participan por primera vez y necesitan contar sus historias particulares, pero las
coordinadoras tratan de lograr una superación de las anécdotas individuales para que todas
puedan razonar sobre los problemas generales.
En estos veintiocho años se han ido perfilando ejes centrales de la agenda del ENM como son:
la lucha contra la violencia machista, el aborto legal y gratuito y el desmantelamiento de las
redes de trata y prostitución. Se han instaurado, además, campañas nacionales y muchas
propuestas han sido elevadas a legisladores/as para ser aprobadas en el parlamento nacional.
El momento más impactante del Encuentro es la marcha multitudinaria por las calles de la
ciudad, en la que se cantan consignas que rápidamente son coreadas por todas y los
“escraches” a través de pintadas en los lugares donde están simbolizados el poder político y
patriarcal como son comisarías, poderes judiciales, diversas corporaciones y la Iglesia.
Históricamente esta institución ha sido adversa al reconocimiento de derechos de las mujeres.
Sus representantes colocan en las catedrales un vallado protegido por la policía y grupos de
varones que rezan, imperturbables, el “Ave María”, mientras las mujeres manifiestan a viva
voz sus protestas y demandas, sintetizando opiniones y conceptos en frases breves y
esclarecedoras. En relación al aborto alguno de los cantos pronuncia: “Si el Papa fuera mujer,
el aborto sería ley” o “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto
legal para no morir”. El repudio al papel conservador y antidemocrático que ha tenido en
nuestro país la Iglesia Católica se expresa en una oración contundente: “Iglesia, basura, vos
sos la Dictadura”. A sabiendas del intento del poder eclesiástico de legislar sobre derechos
civiles, surgió la consigna: “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”. Por otra parte,
vinculada a la violencia de género se canta: “Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de
matar/golpear”.
Los grafitis que rápidamente inundan las paredes contienen leyendas que expresan las ideas
esenciales de las feministas. Una de ellas dirigida a desmentir el mito de Adán y Eva afirma:
“Yo no nací de tu costilla. Vos naciste de mi útero”. Otra: “El violento no es un enfermo. Es un
hijo sano del patriarcado”. Estas pintadas de denuncia suelen ser borradas por orden de los
Municipios con un blanqueo de paredes, al día siguiente del Encuentro. Pero quedan
testimonios en fotografías, filmaciones y relatos orales y escritos que son replicados luego por
las participantes y publicados o comentados en todo el país.
Salvo excepciones, los periódicos provinciales y nacionales relativizan la importancia de la
marcha y no publican las conclusiones de los ENM que se dan a conocer a través de la lectura
en las plazas públicas en la mañana de clausura de los Encuentros.
La mayoría de los periódicos y los sectores sociales conservadores hacen hincapié en la
desprolijidad de las paredes y calles que provocan las manifestantes. Estos comentarios
intentan desprestigiar el ENM y a veces casi “criminalizar” algunas conductas de grupos
juveniles que en ocasiones han insultado a los militantes católicos que rezan el “Ave María”.
Lo que ocultan celosamente, cuando deploran la “agresividad” de las mujeres, es la violencia
sistemática que ha recaído sobre ellas por culpa de la institución más corrupta y falaz que
durante siglos ha sostenido el patriarcado y el sometimiento del género femenino desde el
miedo y la culpa, la persecución y el aval tácito de lograr obediencia a través del castigo
emocional de las mujeres.
El impacto que causan estas marchas en la subjetividad de las participantes de las que son
protagonistas únicas es inolvidable. La conmoción que provoca la fuerza de la multitud, las
emociones, el entusiasmo y el ímpetu en los cánticos son vivencias inenarrables. Quiénes
fueron una vez, quieren volver.
Ello explica en parte, la cantidad de mujeres que, superando todo tipo de obstáculos año
tras año, recorren más de medio país para arribar a la provincia convocante a reunirse
y abrazarse con las compañeras de distintas regiones de Argentina y de América
Latina.
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Las banderas verdes que simbolizan la Campaña por el aborto legal, el color lila del
feminismo, los hermosos matices del arco iris en la “wipala” de las mujeres
originarias, las franjas coloridas de la diversidad sexual y de género, el ritmo profundo
de los repiques de Las Tamboras que suelen tocar durante la marcha y las peñas
nocturnas donde se despliegan dramatizaciones teatrales, danzas, bailes y canciones
transforman estos encuentros de protesta, denuncia y propuestas en una fiesta en la
que suele estallar la alegría y el potencial contenido en la rebeldía de las mujeres.

Un Movimiento de impacto Latinoamericano

Los Encuentros no tienen parangón en América Latina; sin embargo, el androcentrismo


político social y cultural del poder político no ha dado relevancia a un movimiento social
único en la región. El Movimiento de Mujeres es parte de un poder popular que viene
creciendo “desde el pie”. La relación con los otros movimientos sociales en algunos casos es
estrecha y en otros, inexistente pues subsisten resistencias para incluir a las mujeres por parte
de dirigentes de movimientos populares aunque hay algunos que han empezando a articular
con las organizaciones feministas populares.
Obviamente existen insuficiencias internas a superar, como es la parcializada coordinación en
la red de información entre los diversos grupos y una escasa difusión y lectura de las
propuestas. También sería deseable lograr la nacionalización e internacionalización de
campañas como por ejemplo las destinadas a exigir la libertad de las dirigentes que soportan
situaciones de persecución política en sus países de origen por ser mujeres y militantes.
Unificar y coordinar los reclamos otorgaría más fuerza a todas las organizaciones de mujeres
en cada lugar. Seguramente estas limitaciones serán resueltas en el proceso de debate de los
Encuentros.
Hay otros obstáculos internos más complejos a partir de la persistente aparición de grupos,
cada vez más agresivos, organizados por la Iglesia para contraponerse al reclamo del aborto, o
integrantes de algunas conducciones gremiales que afirman que la “prostitución es trabajo” y
polemizan en los talleres planteando posturas irreconciliables y por tanto rupturistas.
En este capítulo se omiten las conclusiones de los talleres como así también la documentación
inherente a lo antes expuesto pues están al alcance de quienes tengan interés en conocer sus
contenidos en los cuadernillos difundidos en todo el país. Se transcribe, a continuación, el
texto de finalización del Encuentro de Bariloche del año 2011 en el que se expresan parte de
los sentidos que sustentan estas reuniones.

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A las mujeres del País:

La comisión organizadora reafirma el valor del esfuerzo de encontrarnos desde la


diversidad, con todas nuestras diferencias y nuestros acuerdos, éste es el espacio
que tenemos y entendemos que hay que defender y así lo hicimos el conjunto de las
mujeres.
Porque defenderlo significa fortalecernos en el camino a conquistar nuestros
derechos.
Porque las que hemos participado en los encuentros sabemos lo que significa para
nuestras organizaciones y nuestros pueblos.
Pero sobre todo y fundamentalmente reconocemos los procesos emancipatorios que
vive cada mujer que participa de los encuentros.
Porque algo cambia en cada mujer que participa.
Mujeres: hicimos latir el corazón de este encuentro, colmamos los talleres
soberanos, democráticos, pluralistas y horizontales.
La presencia de miles de mujeres se manifestó en una marcha pacífica, alegre,
inclusiva, en la cual se expresaron nuestras luchas y dolores.
En Bariloche continuaremos siendo parte de las luchas contra la impunidad, la
corrupción y la represión policial.
Decimos basta a las redes de la trata y al encubrimiento por parte de los
funcionarios gubernamentales.
Basta de la entrega de la tierra a monopolios y terratenientes nacionales y
extranjeros.
Basta de violencia contra las mujeres.
Basta de explotación sexual y laboral.
Mañana 11 de octubre último día de libertad de los pueblos originarios, junto al
pueblo mapuche, decimos:
-Por cada una que cae, diez nos levantaremos.
-Diez veces estamos vivas.
-Diez veces, venceremos.
Les deseamos un buen regreso y agradecemos los esfuerzos que cada una ha
realizado desde su lugar para estar presentes en Bariloche, nos reencontraremos en
el 27° Encuentro Nacional de Mujeres, en Posadas, Misiones.”

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C apítulo 8
La lucha de las mujeres en la provincia de La Pampa
Aunque en este capítulo se mencionan importantes antecedentes de luchas dirigidas por
mujeres en la provincia durante el transcurso del siglo XX y XXI, el acento está colocado en
las agrupaciones que pusieron en primer plano los derechos de las mujeres como objetivos de
la organización y al feminismo como autodefinición. Este es el caso, en la década de los 90 del
movimiento “Mujeres por la Solidaridad”.

El documento fundacional sostiene:


“Acerca de nosotras: Mujeres por la Solidaridad está constituido por mujeres que
provenimos de distintos sectores sociales, políticos y sindicales de la ciudad de Santa
Rosa, capital de la provincia de La Pampa.
Esta organización surgió en 1996 ante la necesidad de un grupo de mujeres de lograr
un espacio de expresión, discusión, debate y realización de acciones concretas sobre
la problemática de la mujer en nuestra provincia.
Nos definimos como un grupo de acción política, heterogéneo en la caracterización
profesional, política, ideológica y sexual de las integrantes, autónomo
económicamente, sin pertenencia partidaria, con organización horizontal,
comprometido con las demandas del feminismo como sistema de ideas y movimiento
político integral que propugna cambios en las relaciones sociales, eliminando
jerarquías y desigualdades entre los sexos.
Nuestro encuadre en el feminismo lo podemos explicar desde un concepto que Diana
Maffía expone en su trabajo “Contra las dicotomías: feminismo y epistemología
crítica”, cuando establece que el feminismo es la aceptación de tres principios: uno
descriptivo, uno prescriptivo y uno práctico.
Descriptivo: “en todas las sociedades las mujeres están peor que los varones”,
podemos mostrar estadísticamente que, en todos los grupos sociales, las mujeres
están peor que los varones.
Prescriptivo: “no es justo que esto sea así”. Una afirmación prescriptiva no nos dice
lo que es sino lo que debe ser, lo que debe ocurrir, lo que está bien y lo que está mal, no
lo describe sino que lo valora.
Práctico: compromiso para evitar que esto ocurra. Es un compromiso moral para
evitar que sistemáticamente ocurra una diferencia jerárquica entre varones y
mujeres por el mero hecho de ser varones y mujeres.
En este análisis de los estereotipos culturales acerca de lo femenino y lo masculino
surgen las dicotomías como par de conceptos exhaustivos, excluyentes y
sexualizados, se establece que la relación femenino/masculino está jerarquizada y
que ubica a las mujeres en posición de inferioridad respecto de los varones.

El concepto de ciudadanía para “Mujeres…” también es clave: partiendo del presupuesto que
lo que define la ciudadanía, son los derechos humanos y la democracia entendidos como la
participación en la esfera pública, las mujeres en tanto estemos recluidas en el ámbito
doméstico, no somos ciudadanas plenas. Por lo tanto el objetivo es lograr derechos civiles y
políticos, violados por acción del Estado. Y derechos económicos, culturales y sociales
omitidos por parte del Estado. Una parte se relaciona con políticas nacionales en la década y se
tradujo en la creación de instituciones de género y la ley de cupos y otras fueron avances a
nivel provincial, como la ley de “Procreación Responsable”. Entre 1997-99 por iniciativa de
Marta Turín se creó el Consejo Provincial de la Mujer de la que fue su primera secretaria.
También se establecieron numerosas Áreas de la Mujer, en Municipios y Comisiones de
Fomento, pero dentro de una política tradicional que no llegó a incorporar la “perspectiva de
género”.

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A partir de la vigencia de la ley de cupos la Legislatura, en 1995, quedó integrada por
18 varones y 8 mujeres provenientes del P.J., la U.C.R., la Alianza, Frente País
Solidario y Frente de la Gente (FreGen). En los últimos años se ha incrementado la
participación femenina en la Convención Constituyente, en cargos representativos,
como es la Legislatura y, también, en los Concejos Deliberantes del interior, como
asimismo, en dos Ministerios el de Educación y el de Bienestar Social y varias
subsecretarías. La vice-gobernación estuvo ocupada por una mujer entre 2003-2007 y
en la actualidad.

Antecedentes de luchas de mujeres en La Pampa


En la década de 1990, el deterioro de las condiciones de vida provocados por el neo-
liberalismo movilizó a los gremios docentes e integrantes de cooperativas, casi todas
integradas por mujeres. El resultado fueron dos puebladas: una en Victorica y la otra en Telén
por la suspensión de los ramales del ferrocarril. Además, la Municipalidad de General Acha
fue ocupada por la arbitraria adjudicación de viviendas con protagonismo mayoritario de las
mujeres. Muchas que provenían de militancias diversas en la época de la Dictadura asumieron
la defensa de la Escuela Pública y se incluyeron también en las comisiones vecinales.
En Victorica se organizó un importante movimiento que tuvo trascendencia nacional: el
Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha que, ante la desocupación de los varones de
la familia y el peligro de perder los campos, se pusieron al frente de la defensa de sus tierras y
lograron evitar que los Bancos, con los que tenían deudas, se las remataran.
Otra organización relevante fue la Agrupación de Amas de Casa de Santa Rosa, que enfrentó
con protestas, la carestía y el aumento de la canasta familiar. Las integrantes distribuyeron
entre la población volantes y folletos con el logo de una olla y una escoba. También realizaron
entrevistas a funcionarios y otros representantes políticos y lograron ubicar a una delegada en
la conducción de una Cooperativa de Electricidad local. Sostuvieron un programa radial
durante un año y medio. La UMA (Unión de Mujeres Argentinas) envió una delegada y
decidieron participar en el V Encuentro Nacional de Mujeres en 1990. Acompañaron la
huelga de los trabajadores de Salud Pública. Mantuvieron una olla popular y organizaron
numerosas conferencias y charlas para el 25 de noviembre día de la No-violencia hacia las
mujeres. Aunque después el grupo se desarticuló, algunas de las integrantes se reinsertaron en
las Comisiones Vecinales y en la Cooperativa Popular de Electricidad.
En el año 1991 se creó el Programa Provincial de Procreación Responsable (Nº 1363). El
motivo que esgrimió su autora, la diputada justicialista Silvia Gallego, fue que su estrecho
contacto con las mujeres de los sectores populares la había sensibilizado ante la cantidad de
muertes sufridas por abortos ilegales. A sabiendas de los escollos que debería superar aún
dentro de su Partido, decidió comunicar su proyecto cuando estuvo terminado y a poco de
finalizar su mandato.
El intento de empezar a aplicarla soportó muchos obstáculos. Fue necesario aclarar que no
tenía relación con los abortos, explicitar que el dispositivo DIU tampoco era abortivo. Hubo
importantes enfrentamientos con la cúpula eclesiástica y también con el sector médico
hegemónico que, en el ámbito de la salud pública, suele colocar sus creencias personales por
encima de los derechos de las mujeres.
Pese a la existencia del Consejo Provincial de la Mujer, creado en el ámbito del Ministerio de
Bienestar Social en 1992, esta institución ha estado ausente en temas cruciales como los
derechos sexuales y reproductivos, casos de violencia machista y, obviamente, en los
reclamos de despenalización y legalización del aborto. Nunca fue protagonista en las
cuestiones de género. En todo caso logró un grado de visibilización de las mujeres del interior,
a partir de la creación de las Áreas de la Mujer, dentro de los municipios.

44
Sin embargo, aunque sus funciones primordiales son asesorar al gobierno en cuestión de
políticas destinadas a las mujeres, no se observa la incorporación de tal “perspectiva” en su
accionar, no cuentan con infraestructura propia ni personal específico y la mayoría de los
intendentes no apoyan sus gestiones, por mínimas que sean.
Han resultado escasas sus intervenciones y propuestas de implementación de políticas
públicas de género, no se visualiza una política del Estado provincial al respecto, ni tampoco
se asigna la partida presupuestaria para su efectivización, lo que convierte a tal política en un
conjunto de discursos sobre los derechos de género pero con el contraste de que sus acciones
tienen poca efectividad.
Lo más importante que se ha realizado han sido cursos, talleres y seminarios pero sin una
programación ni planificación que dé continuidad a estas capacitaciones y/o algunas
actividades para fechas importantes como el Día Internacional de la Mujer. Pero predomina la
discontinuidad y casi siempre están vaciadas del contenido específico que, en cambio,
propone el feminismo. Suelen, además, tener poco impacto sobre la ciudadanía y pocas veces
llegan a los sectores de las mujeres pobres.
En tanto los movimientos de mujeres y los feminismos han seguido una ruta autónoma. Aun
valorando el logro del cupo femenino del 30% para los cargos electivos en candidaturas de los
partidos políticos, estas agrupaciones tienen una concepción que va más allá de la
participación político-electoral .Conciben la política como una práctica apropiadora de
derechos, y gestora de nuevos derechos.
Si bien es importante la promulgación de leyes, son las prácticas políticas y su nuevo lenguaje
los que desnaturalizan el sometimiento, denunciando las relaciones asimétricas entre los
géneros. Al reclamar derechos surgen en la agenda pública las mujeres como “nuevas sujetas
sociales y políticas” y cuestionan el lugar de personas de segunda categoría con el objetivo de
lograr una ciudadanía plena que es una gran deuda de la democracia.

Explotación sexual y Trata de mujeres en Santa Rosa


Un hecho inédito fue la cuestión de la trata de mujeres y la prostitución en Santa Rosa. Durante
la gestión de Francisco Torroba (FREPAM), se creó la Subdirección de Políticas de Género
del Municipio de la que se hizo cargo la licenciada en Comunicación, Mónica Molina. En
medio de un gran debate entre los ediles, el Concejo Deliberante sancionó, en mayo de 2009,
la ordenanza Nº 3941 que impidió la renovación de licencias a locales que, se sabía, ejercían la
prostitución de manera encubierta. Santa Rosa solicitó la adhesión de las localidades del
interior a tal ordenanza. Algunas acordaron adherir pero otras optaron por el silencio. En
General Pico se resolvió no otorgar más licencias ni renovar las existentes para actividades
vinculadas a la prostitución, bastante tiempo después, en al año 2013. No obstante, es de
público conocimiento que, en forma encubierta, subsisten estas actividades con la
complicidad de funcionarios del poder judicial y la policía.
La prostitución ha sido definida por investigadoras y específicamente a partir de los aportes de
la Campaña Abolicionista como una forma de mercantilización y esclavitud de los cuerpos de
las mujeres en la que se sintetizan todas las formas de la violencia patriarcal. Este enfoque se
constituyó en el fundamento de la ordenanza Nº 3941.
El triunfo del partido Justicialista en la provincia y en la capital pampeana, trajo un cambio en
la gestión. Hubo cambios de funcionarias y la subdirección de Políticas de Género dejó de
estar a cargo de Mónica Molina. Como consecuencia, en la actualidad se carece de registros
fieles acerca de la continuación de las tareas vinculadas a la desarticulación de las redes
prostituyentes. La Subdirección, ahora con rango de Dirección y también el Consejo
Provincial de la Mujer están a cargo de funcionarias que han abandonado la impronta
feminista y participativa que otorgó Molina a su breve pero eficaz paso por la función
pública.

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Durante los años 2010 y 2011 por iniciativa y organización de la Subdirección de Políticas de
Género del municipio santarroseño, y en el marco de su Plan de Acción, se llevaron adelante en
el mes de abril los Encuentros Provinciales de las Mujeres. Un espacio de participación
horizontal, que tomó como referencia la modalidad de funcionamiento de los Encuentros
Nacionales de Mujeres. Con la gestión justicialista asumida en diciembre de 2011 perdieron la
impronta democrática con la que habían surgido. Estos Encuentros había logrado durante sus
primeras ediciones la participación de más de cuatrocientas mujeres en cada uno ellos, con la
existencia de una veintena de talleres coordinados por el Instituto Interdisciplinario de la
Mujer de la Universidad Nacional de La Pampa, dirigido por María Herminia Di Liscia.
Durante dos días, luego de contar la presencia de importantes referentes feministas y de la
lucha de las mujeres, cada Encuentro funcionaba en talleres durante dos días. A su término, las
mujeres provenientes de todas las localidades de la provincia, de Río Colorado (Río Negro), y
algunas que llegaban de Buenos Aires marchaban a la plaza San Martín donde se daba lectura a
las conclusiones. Los documentos con demandas y propuestas eran remitidos con
posterioridad a los distintos organismos que tuvieran competencia en las temáticas que se
había trabajado. También eran material de consulta para el diseño de la planificación anual de
la Subdirección organizadora.
En 2012 con las nuevas autoridades municipales, el Encuentro apenas logró una participación
de unas ciento cuarenta mujeres y, en el 2013 solo reunieron alrededor de cien mujeres que se
limitaron a escuchar conferencias de especialistas en recintos cerrados. Con esta metodología
se disminuyó notablemente la participación protagónica del conjunto de mujeres. Las
integrantes que asistieron, habituadas al debate crítico, al intercambio de opiniones ideas,
experiencias y conclusiones en comisiones o talleres, se desanimaron. A esto se le suma que las
políticas de género en los últimos dos años en la provincia han perdido capacidad de
convocatoria y han dejado de lado las movilizaciones en la esfera pública que siempre han sido
el sello distintivo de las políticas feministas y de las agrupaciones de mujeres.
Por otro lado y siguiendo un camino independiente, los movimientos feministas como Mujeres
por la Solidaridad y otros han promovido en 2013 un importante actividad organizada por la
Campaña Abolicionista Nacional en Santa Rosa, que tuvo como objetivo primordial apoyar a
la madre de Andrea López y a su abogado en el juicio que se iniciará en 2014 contra su presunto
asesino, Víctor Purreta.
Es importante mencionar algunos conceptos del abolicionismo, y más en un momento en el
que hay presiones internacionales para que el proxenetismo se convierta en un empresariado
que sostiene, como el narcotráfico y la venta de armas, la economía neoliberal de países ricos
en todo el mundo. La feminista británica Sheila Jeffreys, en su libro La industria de la Vagina,
afirma que el negocio prostibulario a fines de los ochenta comenzó un proceso que lo convirtió
en un sector del mercado. La prostitución se globalizó e industrializó comercializando la
subordinación femenina e incentivando la trata, el tráfico y la esclavización de miles de
mujeres a escala internacional. Ello explica los intentos en muchos países de transformar la
prostitución en un trabajo “socialmente necesario”. En este punto de vista se inscriben los
estados proxenetas y algunos gremios como ciertas filiales de CTA que han sindicalizado a las
mujeres en situación de prostitución.
También en el año 2013 por iniciativa de una agrupación feminista del Centro de Estudiantes
de la Facultad de Ciencia Humanas, Cardo Ruso, se convocó a un Encuentro Independiente de
mujeres, en el que hubo una convergencia de los diversos movimientos de la provincia, la
participación de investigadoras del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de Género y un
importante aporte de jóvenes que otorgan un nuevo matiz generacional al movimiento
histórico pampeano.
El año 2013 terminó con un acto en Santa Rosa convocado por los integrantes del Colectivo por
la Democracia y la Paz en el que participaron el Desayunador comunitario Villa Germinal, el
Movimiento Popular Pampeano por los Derechos Humanos, el Foro Pampeano por el Derecho
al Aborto, Mujeres por la Solidaridad, el Foro Pampeano por la Niñez y Adolescencia, la
Agrupación Feminista Cardo Ruso, la subcomisión vecinal Andrea López del Plan 5000, al

46
que se sumaron las agrupaciones de General Pico, como el Movimiento por los Derechos de
las Mujeres, Tamboras del Viento, MTD, A.T.E., CORPICO e independientes.
Valorando la continuidad de la estabilidad constitucional durante 30 años en Argentina y
evaluando un grave hecho político a fines de diciembre como fue el sedicioso
acuartelamiento de la policía en distintas provincias que extorsionó a toda la población por
aumentos salariales, se organizó en Santa Rosa una marcha desde la Plaza San Martín hasta el
Monumento a la Memoria en el Centro Recreativo Don Tomás. El objetivo fue, por un lado,
reivindicar los 30 años de democracia y señalar las deudas pendientes en relación a los
derechos de las mujeres. Y por el otro, hacer público el repudio al acuartelamiento policial
desestabilizador del Estado democrático.
Como reivindicación de género, se reiteró el derecho al aborto gratuito y legal en los
Hospitales en el contexto de la “despenalización y legalización y una aplicación integral y
universal de legislación que garantice políticas públicas de acceso a la educación sexual, la
anticoncepción y el derecho a decidir” (Diario La Arena, 16 de diciembre de 2013). La
marcha fue acompañada por las Tamboras del Viento de Pico y la tarea propagandística de
cartelería y afiches desplegada en las paredes de la ciudad, con consignas feministas
realizadas por las militantes santarroseñas de Cardo Ruso. También es importante destacar la
existencia de asociaciones feministas poco visibilizadas pero de gran importancia en los
sectores populares donde desarrollan sus tareas, como la Biblioteca Popular “Teresa Pérez”,
el Desayunador comunitario de Villa Germinal, la subcomisión Vecinal “Andrea López” del
Plan 5000 y otras organizaciones pequeñas o grandes que luchan por los derechos de las
mujeres en La Pampa.

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C apítulo 9
Movimiento por los derechos de las mujeres (General Pico)
Los fundamentos, principios y objetivos de este Movimiento han sido explicitados en la
Introducción, por lo que en este capítulo se realizará una reseña de las actividades más
importantes llevadas a cabo en función de los fines mencionados y se pondrán de relieve las
dificultades que hemos hallado en nuestros intentos de lograr la aplicación en Pico de políticas
relacionadas con nuestros derechos. También se incluyen análisis sobre el modo de
funcionamiento del Movimiento que en algunos aspectos se ajusta al de las demás
agrupaciones feministas y en otros no. Ya que tratamos de crear modos de accionar inherentes a
las características de una agrupación con una gran variedad de integrantes. Esto requiere de
debates colectivos y acciones singulares para lograr consensos.
El Movimiento por los Derechos de las Mujeres nació el 25 de noviembre de 2009 en
conmemoración del Día Internacional de la No-violencia hacia las Mujeres a través de una
actividad en la Plaza Seca de General Pico. Previamente habíamos organizado dos
conferencias sobre trata y prostitución con Mónica Molina, la subdirectora de Políticas de
Género de Santa Rosa. También habíamos mantenido reuniones con Mujeres por la
Solidaridad (Mirta Fiorucci, Laura Iglesias, Erica Montaña, Sara Vidart, Mónica Rodríguez,
entre otras compañeras) y con el Foro Pampeano liderado por Cristina Ércoli para conocer sus
organizaciones, objetivos y trayectorias.
La primera tarea concreta que nos dimos fue solicitar al Concejo Deliberante un Refugio para
mujeres víctimas de violencia machista. Para ello presentamos, en conmemoración del 8 de
marzo, una solicitud con más de ochocientas firmas a las autoridades municipales. La repuesta
del Concejo fue la constitución de una Mesa –luego llamada Comisión de Políticas de Género–
integrada por concejalas, abogadas, asistentes sociales y empleadas del Municipio. También se
sumaron psicólogas del Hospital, personal de la Comisaría 4°, dos fiscales del poder judicial,
mujeres de la iglesia evangélica, personas independientes y la totalidad del Movimiento por
los Derechos de las Mujeres en ese momento: Aixa Fayolle, Ana Ferraris, Adriana Longoni,
Andrea Talone, Claudia Giacobbe, Paula Félix, Anaclara Félix, Nilda Masci, Olga Pérez,
Sonia Moreira, Silvia Ramos y más tarde se agregaría Nerina Bracconi.
Durante los primeros años realizamos actividades conjuntas; la más importante fue una
campaña sobre violencia de género a través de un volante que se adjuntó a las facturas de los
impuestos municipales y llegó masivamente a la población piquense. Sobre la misma temática
se difundieron spots publicitarios por las radios. También se implementaron talleres con
especialistas en “perspectiva de género” casi exclusivamente para empleados/as de la
Municipalidad, la justicia y los integrantes de la Comisión sin extensión al conjunto de la
sociedad, en general, ni a la población femenina, en particular.
Durante ese tiempo enviamos notas y solicitudes a todos/as los/as referentes más importantes
de la provincia sobre la necesidad de poner en práctica políticas contra la violencia hacia las
mujeres. Tuvimos varias reuniones con la representante del Consejo Provincial de la Mujer y
aún con la vicegobernadora Durango. Es más, llegamos con otras tantas notas, a las
funcionarias de nivel nacional.
En tanto, desde el Municipio, se puso en marcha, con la participación de un número importante
de personas, un taller de dos años de duración, desde 2011 al 2013 coordinado por la licenciada
en psicología, Laura Piñero, propuesto y sustentado a través se gestiones realizadas por la
diputada Fernanda Alonso. Los fundamentos epistemológicos desde los que se abordaron los
temas fueron planteados desde la teoría de género. Hubo debates interesantes y participación
de la mayoría de las integrantes del Movimiento por los Derechos de las Mujeres, pero antes de
culminar la mayoría del Movimiento decidió dejar de participar en el Taller coordinado por
Laura Piñero por divergencias en cuanto al modo de entender las tácticas para llevar adelante la
lucha por los derechos de las mujeres.

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En este sentido, es importante detenerse en los sustentos que nos distanciaron del Taller.
Las diferencias fueron con el enfoque de género de la coordinadora que evaluamos
antifeminista. Planteó una política gradualista y de persuasión como táctica a seguir ante
funcionarios patriarcales, propuesta muy diferente a nuestro criterio sustentado en el
feminismo, acerca de que las demandas se tienen que realizar en el espacio público y desde la
movilización de las mujeres, sobre todo, después de haber insistido sin mayores resultados en
diversas instancias de diálogo con funcionarios/as.
Otro punto controversial con las autoridades municipales se suscitó a partir del femicidio de
Carla Figueroa sobre el que hubo profusa información en los medios locales y nacionales lo
que exime de dar detalles del hecho. Lo relevante fueron los efectos en el plano jurídico y en la
subjetividad de los habitantes de General Pico. Se sabía que Marcelo Tomaselli estaba preso
por una denuncia de Carla Figueroa de haber sido violada y, luego, amenazada por quién era su
pareja. Es más, apareció un video en los medios difusión –después de su muerte– que mostraba
a la joven de espaldas en el que contaba, mucho tiempo antes, su drama a unos periodistas y
afirmaba que las autoridades policiales nunca tomaron por válidas sus denuncias.
El juez Jensen, a cargo del caso , ignoró la “perspectiva de género”, subestimó la historia de
violencia en la que se desarrolló la vida de la joven desde niña y los antecedentes del detenido
de haber abusado sexualmente de Carla y aplicó la figura del “avenimiento” (reconciliación)
que terminó en el otorgamiento de la libertad al abusador para formalizar un matrimonio que
desde el feminismo solo puede concebirse como una relación perversa entre víctima y
verdugo, facilitado por los funcionarios judiciales que no supieron anticipar el casi seguro
desenlace fatal de tan absurda figura jurídica.
La venganza por haber estado detenido y haberse convertido por culpa de su pareja en, según
el propio Tomaselli, “la señora de los presos” fue indudablemente el móvil principal para
asesinarla. La premeditación unida a la crueldad del crimen entendido desde “la perspectiva
de género” por los fiscales, determinaron, como sanción para el acusado, la condena de prisión
perpetua.
El debate que tomó dimensión nacional acerca del anacronismo de la figura del avenimiento
permitió que se la eliminara del Código Penal. Los jueces Flores y Jensen fueron sometidos a
sendos juicios por mal desempeño en sus funciones, pero sobreseídos finalmente por el poder
político del partido gobernante en la provincia, que puso en evidencia su complicidad con el
poder judicial.
Apenas se supo sobre el femicidio, el Movimiento por los Derechos de las Mujeres lanzó como
propuesta al Concejo de la Municipalidad, la realización de un acto en la plaza pública
exigiendo juicio y castigo para tan aberrante delito. La respuesta fue negativa. Un concejal
incluso nos conminó a no ir a la plaza porque afirmó tener información policial acerca de
infiltrados que iban a provocar desmanes en la vía pública.
El Movimiento decidió de manera autónoma llevar adelante una actividad en la plaza San
Martín y hacer público un documento. Fue decisiva la presencia de compañeras de Santa Rosa
que se sumaron solidariamente a través de un nutrido grupo de Tamboras. Convocamos
alrededor de trescientas personas, que se fueron uniendo mientras marchábamos por las calles,
exigiendo juicio y castigo para el responsable del asesinato de Carla Figueroa y jury a los
jueces del Tribunal de Impugnación Penal, Gustavo Jensen y Carlos Flores.
Una declaración de Mónica Molina por la Subsecretaría de Políticas de Género de Santa Rosa
repudió el fallo judicial y exigió sanción a los responsables políticos y judiciales. En la
movilización estuvieron presentes integrantes de la CTA local y de otros movimientos sociales
además de los familiares de Carla Figueroa.
Su hermana, Soledad Reynoso, agradeció el públicamente el apoyo recibido. La inexplicable
ausencia de la Comisión de Políticas de Género a esta actividad marcó la separación entre esta
Comisión y el Movimiento por los Derechos de las Mujeres.

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Previamente habíamos decidido ampliar nuestras demandas a otros aspectos vinculados a los
derechos de las mujeres sin dejar de lado el objetivo de conseguir un Refugio. Trazamos una
agenda propia pero tomamos en cuenta fechas claves de conmemoraciones señaladas por las
agrupaciones de mujeres y los feminismos.
Al comienzo de la creación de la Comisión, en el año 2010, algunas de las actividades
propuestas por el Movimiento contaron con el apoyo y/o auspicio de esta Comisión, por
ejemplo, el taller sobre Violencia coordinado por la promotora territorial Sonia Velázquez,
desarrollado en el salón municipal. También la invitación a Lohana Berkins, dirigente de la
agrupación ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad de Travestis y Transexuales) y
fundadora de la cooperativa textil “Nadia Echazú” donde trabajan personas que dejaron la
prostitución gracias a la tarea realizada por esta dirigente. Berkins, en una charla muy amena
dada en el Centro Cultural Maracó, se refirió a su trayectoria, mencionó la marginalidad en la
que tuvo que vivir durante largos años de su vida, pero destacó los derechos ganados a través de
su lucha y la de sus compañeras.
No es el fin de este capítulo detallar cada tarea del Movimiento pero sí mencionar la orientación
general de las actividades. En el transcurso de esos tres años nos relacionamos con otros
agrupamientos de mujeres de la provincia (Santa Rosa, Eduardo Castex, Victorica, Winifreda).
También articulamos con la Campaña Nacional Abolicionista de la Prostitución. Y asistimos a
las reuniones a las que nos convocaron las autoridades vinculadas a políticas de género y a otras
solicitadas por nosotras con el Intendente y con Acción Social.
Al mismo tiempo, iniciamos una tarea de formación en el grupo a través de lecturas y debates.
Comenzamos a participar de los Encuentros de Mujeres de la provincia realizados en Santa
Rosa y de los Encuentros Nacionales de Mujeres en Posadas, Bariloche y San Juan.
En General Pico fuimos organizadoras, desde el año 2009, de las actividades de los 25 de
noviembre, Día Latinoamericano de la No- violencia hacia las Mujeres, y de los 8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer, con la asistencia de movimientos sociales afines, en el espacio
público. En cada acontecimiento vinculado a la violación de derechos de las mujeres nos hemos
pronunciado fijando nuestra postura a través de documentos publicados en los distintos medios
de comunicación.
Lo que la Comisión de Políticas de Género del Municipio ha evaluado –y que difiere con
nuestro criterio, como un avance importante desde su surgimiento a la fecha en relación a los
derechos de género– ha sido la habilitación de una Comisaría de la Mujer (en la Seccional
cuarta) a cargo de la comisaria Vanina Fileni y una asistente social. Toda mujer violentada
puede radicar la denuncia y ser acompañada al hospital, si fuera necesario, para que el médico
forense confirme lesiones, previamente a su presentación en la Fiscalía. En el poder judicial se
ha formado una Oficina de Atención a las Víctimas, pero de todo tipo de delito, no
específicamente sobre violencia contra las mujeres. Según sostienen las autoridades de la
Comisión de Políticas de Género y de Acción Social de General Pico, han establecido una “ruta
crítica” (diseñada a través del Taller de Laura Piñero) que empieza con la denuncia en la
Comisaría de la Mujer y sigue con la asistencia al hospital, luego a la Fiscalía y, por último, está
la posibilidad de albergar a las víctimas de violencia en el Hogar de Madres Solas. En versión de
las autoridades, en cada uno de estos sitios hay un equipo “de contención” para las mujeres.
Nosotras ponemos en duda la eficacia de tal “ruta crítica” por la cantidad de denuncias que
testimonian coincidentemente no haber hallado las respuestas adecuadas en estos lugares y,
como consecuencia, estas mujeres quedaron desamparadas después de asentar la denuncia.
Como en otros lugares del país la restricción de acercamiento dictada por la justicia que prohíbe
al victimario acercarse a doscientos metros de la casa de la víctima casi nunca se cumple ya que
no hay responsables que controlen la efectividad de tal medida; de este modo, solo logra
incrementarse la vulnerabilidad de la denunciante.
Con respecto a este tema, finalizando el año 2013, antes de las votaciones de las PASO, el
Movimiento decidió tener encuentros con los diversos partidos políticos para indagar sobre sus
propuestas acerca de los derechos de las mujeres. Todos, excepto el PRO de Mac Allister que no
asistió a reunión alguna, presentaron distintas medidas en sus plataformas, aunque en la
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mayoría de los casos, un tanto parcializadas.
Por nuestra parte, les hicimos entrega de un proyecto elaborado por el Movimiento con un
enfoque integral contra la violencia machista, que ineludiblemente incluye una casa, refugio
o albergue con un equipo interdisciplinario que cuente con un/a asistente social, psicólogo/a,
abogado/a querellante que puedan actuar representando a la mujer vulnerada ante la justicia,
hasta que ella esté en condiciones de hacerlo personalmente.
En tanto y siguiendo con nuestra agenda, el 10 de diciembre de 2012 realizamos un mural en
homenaje a Carla Figueroa, en el primer aniversario de su muerte, con la colaboración de la
Corriente Nacional Martín Fierro, el dibujante piquense Joan Delgado y la artista plástica
Bibiana Tittarelli junto a otros jóvenes de los movimientos sociales de Pico. Al cierre se
realizó un emotivo acto en el que habló Soledad Reynoso y dos compañeras del Movimiento
quienes solicitaron el enjuiciamiento de los responsables judiciales y políticos del femicidio.
En octubre de 2012, otro femicidio, que conmovería a la sociedad de Pico y terminaría por no
dejar dudas sobre el entramado de complicidades entre el poder judicial, el poder político y la
policía, fue la violación y asesinato de la niña de doce años Sofía Viale. Al igual que en el caso
de Carla, se conocen todos los detalles, ampliamente difundidos por los medios de
información, por lo que se pondrá el énfasis en cuatro situaciones puntuales:

1º) Las hipótesis elaboradas por los responsables judiciales sobre el caso, la
investigación y procedimientos policiales.
2º) La rebelión popular de la familia y los vecinos ante el hecho.
3º) La repercusión en la sensibilidad y conciencia de los/as ciudadanos/as de nuestra
ciudad.
4º) El accionar del Movimiento por los Derechos de las Mujeres y otras agrupaciones
feministas de La Pampa.

El 31 de octubre de 2012 después de dos meses de infructuosa búsqueda de la niña Sofía Viale,
desaparecida a pocas cuadras de su casa, fue el azar quién permitió encontrarla. A través de
otro delito cometido por Janssen (intento de violación de Micaela de 14 años) la familia hizo
la denuncia y en el allanamiento al domicilio del violador la policía encontró, en el patio de la
casa, el cadáver de Sofía Viale.
Este nuevo episodio de abuso, más el hallazgo de la niña, provocaron una estallido de
indignación en los vecinos del barrio quienes intentaron quemar la vivienda de Janssen,
oportunamente “salvado” por la policía de la Comisaría Cuarta que reprimió con balazos de
goma la movilización espontánea. La gente respondió con pedradas contra el centro policial
donde paradójicamente funciona la oficina de atención a las mujeres víctimas de violencia
machista.
Las hipótesis judiciales y de la policía impregnadas de argumentos falaces y patriarcales (la
niña se habría fugado con un muchacho, los abuelos la habrían secuestrado, los padres eran
sospechosos, etc.) hasta los erráticos rastrillajes por zonas alejadas dan la impresión de un
intento de encubrimiento, dado que la policía sabía que allí vivía un violador reincidente, pero
reservó esa información y de esta manera actuó para protegerlo.
La indignación se hizo extensiva a gran parte de la ciudadanía que se autoconvocó
masivamente. Cerca de tres mil personas se agolparon frente a los Tribunales para a exigir
inmediato juicio y castigo a Janssen. Allí se pintaron paredes y calles que acusaban de
complicidad a los poderes judiciales y policiales o, en el menor de los males, de negligencia e
inoperancia. Se sospecha que jugó, en sus hipótesis, la desvalorización de la víctima y de su
familia por tratarse de personas de un sector popular.
La familia y los padres de Sofía a posteriori iniciaron rondas en la plaza San Martín, para velar
por el cumplimiento del juicio a Janssen ya detenido por las autoridades. Acompañando
algunas de estas vigilias, estuvimos las mujeres del Movimiento. De nuevo las integrantes de
la Comisión de Políticas de Género se ausentaron.

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El conjunto de agrupaciones de mujeres de la provincia elaboramos un documento colectivo
responsabilizando de las muertes de Sofía, Carla y de la desaparición de Andrea López a los
tres poderes del Estado y exigiendo juicio político o jury, según correspondiera, al Ministro de
Gobierno, César Rodríguez; al Jefe de policía, Ricardo Baudaux; al Jefe de la Unidad
Regional II, Fabio Caimari; al Procurador General, Mario Bongianino y al Jefe de Fiscales de
General Pico, Carlos Salinas, por incumplimiento de sus deberes de funcionarios públicos al
no aplicar las leyes sancionadas y las políticas de género en la jurisdicción de La Pampa.
En dicho comunicado además reclamamos: la urgente declaración de la Emergencia Nacional
contra la violencia de género, la instalación de refugios o albergues para las víctimas, el
cumplimiento en los hospitales del protocolo de abortos no punibles, la adhesión a la campaña
por la interrupción voluntaria del embarazo.
Firmamos dieciocho organizaciones de mujeres de toda la provincia: Movimiento por los
Derechos de las Mujeres de General Pico; Foro Pampeano por el Derecho al aborto seguro,
gratuito y legal; Mujeres por la Solidaridad de Santa Rosa; Mujeres del Encuentro; Renacer de
Eduardo Castex; Mujeres en Movimiento de Winifreda; Secretaría de Género de la Facultad
de Ciencias Humanas; Biblioteca Popular “Teresa Pérez”, Agrupación Entropía de la
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales; Movimiento Pampeano por los Derechos
Humanos; Tamboras de Santa Rosa; Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de la
Universidad Nacional de la Pampa, Desayunador de Villa Germinal; Cátedra Extracurricular
de Educación Sexual Integral de la Facultad de Ciencias Humanas; Integrantes de la Red
PAR, Mujeres autoconvocadas contra la Violencia de Género; Desayunador de Villa Parque;
Mujeres de Victorica. El documento fue publicado el 25 de noviembre de 2012 en los
periódicos de la provincia en conmemoración del Día de la No-violencia hacia la mujer.
Los responsables judiciales fueron sobreseídos. Solamente Carlos Salinas impelido a
renunciar, optó por jubilarse. En cambio, fue detenido y sigue preso Rubén Reynoso, un joven
vecino de Sofía a partir de pruebas sospechosas de ser falsas, acusado de intentar prender
fuego al Comisaría Cuarta. La Fiscalía encontró a Janssen culpable de violación y femicidio y
lo condenó a prisión perpetua, con la absolución de su mujer, María Ángeles Dupuy, que a
criterio de las autoridades demostró no saber nada del hecho.
De nuevo el poder judicial puso en evidencia su relación corporativa con el poder político y el
sesgo patriarcal y “clasista” de profundo desprecio a los sectores populares y aún más si se
trata de mujeres. Solo esa presunción explica la negligencia en el accionar judicial y policial,
la impunidad a los responsables máximos, la sanción leve a Salinas si se la contrasta con la
dureza de la detención de un hombre solo culpable de haberse indignado por el asesinato a una
niña inocente y reaccionado contra la represión policial.
En mayo de 2012 los concejales de General Pico, después de dos años de haberse solicitado su
adhesión a la ordenanza vigente en Santa Rosa, aprobaron por unanimidad la clausura de los
cabarets en General Pico habida cuenta de considerarlos facilitadores de la prostitución.
Destacaron en la resolución la tarea previa de concientización llevada adelante por la
Comisión Municipal de Políticas de Género y el Movimiento por los Derechos de las Mujeres.
Obviamente apoyamos esta medida pero advertimos en un comunicado que ello no significa
que la prostitución no se siga ejerciendo bajo otros rubros y reiteramos que además es
necesaria una salida laboral para las mujeres en tal situación dado que es la pobreza y la falta
de trabajo una de las causas principales por la que tantas mujeres terminan siendo víctimas de
las redes de proxenetismo.

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E l nacimiento de las Tamboras del Viento

En la Introducción de este texto hay una breve explicación acerca del surgimiento de
Tamboras que nuclea actualmente alrededor de veinte personas y se ha incorporado a casi
todas las actividades propuestas desde el Movimiento. También organizan eventos por su
cuenta, libremente. Es una asociación independiente que se expresa a través de los ritmos de
tambores como forma privilegiada de manifestarse y también lo hacen por medio de
consignas, canciones, coreografías, dramatizaciones o “puestas en escena” creadas
grupalmente.
La Asociación tiene como compromiso realizar una práctica por semana, siguiendo las
indicaciones de la profesora de música María José Pérez, aunque en el último tiempo se ha
decidido rotar la dirección de los ensayos para no depender de una sola persona. La toma de
decisiones es a veces por consenso y otras por mayoría y minoría, dada la cantidad de gente
que asiste a las reuniones en las que rara vez está la totalidad del grupo. Han elaborado además
un reglamento que, aunque flexible, normativiza su accionar. Tal flexibilidad –quiénes no
podían asistir a tres prácticas consecutivas no intervenían– se acordó teniendo en cuenta que
la mayoría de las integrantes son jóvenes que trabajan y tiene hijos pequeños a su cargo y no
pueden a veces cumplir con esta exigencia. En tales casos como así también con las nuevas
compañeras que se van sumando una tambora “madrina” con más experiencia les ayuda a
aprender los ritmos para la intervención en el espacio público.
La primera actividad de Tamboras del Viento –nombre aprobado por todas después de varias
propuestas– fue en ocasión del 8 de marzo de 2013 en la conmemoración del Día
Internacional de la Mujer. Se decidió hacer un homenaje a la memoria de las dos víctimas de
femicidio en Pico Carla Figueroa y Sofía Viale y por la desaparición de Andrea López. La
presencia de los familiares de Sofía quienes acompañaron esta marcha desde la estación de
trenes hasta la Plaza Seca, con las mujeres vestidas de negro, fue emocionante para unas y
otros. Se exigió además juicio político a los funcionarios del poder político, judicial y policial
responsables de incumplimiento de sus deberes.
No es tampoco el objetivo de este apartado detallar cada participación de Tamboras, pues han
sido múltiples, como la inauguración de la calle 117 (bis) de Bº Rucci denominada, a partir de
marzo de 2013, Diagonal “Julieta Lanteri” a partir de la propuesta realizada por una vecina de
la cuadra e integrante del Movimiento, en ocasión de cumplirse 140 años de su nacimiento.
Lanteri, ya nombrada en el capítulo sobre las mujeres sufragistas, fue, según el discurso leído
por Paula Félix en la inauguración, “una de las pioneras del movimiento feminista en
Argentina, la sexta médica en obtener su título en el país y la primera mujer que votó en
Latinoamérica”.
También Tamboras estuvo presente en actividades meramente artísticas en la Peña Española
y se involucró en los actos conmemorativos del 24 de marzo en repudio al aniversario del
Golpe de Estado de 1976 en la Plaza de la Memoria junto a otras organizaciones sociales y en
las escalinatas de la Municipalidad a la par de la Corriente Nacional Martín Fierro.
En el Hospital Centeno, bajo la lluvia, reclamaron, con carteles en la espalda y a través de
consignas, la aplicación del protocolo de abortos no-punibles. Estas prácticas ginecológicas
solo son realizadas por una médica en tanto lxs ocho restantes se escudan en “la objeción de
conciencia” y se ubican, de esta manera, por sobre los derechos a la salud que asiste a las
mujeres, para justificar el no cumplimiento del protocolo.
Una de las intervenciones más significativas fue la del 31 de agosto de 2013 realizada a un año
del asesinato de Sofía Viale en Barrio Ranqueles. A la mañana las mujeres del Movimiento, la
Corriente Nacional Martín Fierro con la invalorable colaboración de los artistas plásticos
Maité y Joan Delgado pintaron un mural en la base del tanque de agua ubicado en la entrada
del barrio (calles 40 y 33).
A la tarde, la intervención de las Tamboras, primero con las bocas tapadas con cinta de

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embalar y después de arrancarse las mordazas coreando “¡Basta!”, reunió cerca de cien
vecinos que se concentraron junto a los familiares de Sofía. En el acto, hablaron integrantes
del Movimiento que desplegaron carteles y repartieron folletería sobre los derechos que nos
asisten a todas las mujeres.
Los familiares de la niña denunciaron el mal desempeño de los funcionarios públicos y la
madre del vecino Rubén Reynoso habló sobre la detención del joven. Como es habitual, casi
no hubo representantes del Concejo Municipal, salvo la presencia, por decisión personal, de
las concejalas Silvia Carballo y Paola Assone.
Para el 11 de noviembre, fiesta del aniversario de General Pico, en el predio del Paseo de los
Inmigrantes, se decidió, sin invitación previa, participar tocando los tambores y denunciar la
violencia de género y la falta de medidas para erradicarla por parte de las autoridades
municipales, con las que nos reunimos en diversas ocasiones sin resultados concretos. En las
dos ocasiones que en el transcurso del año 2013 pudimos sentarnos, en audiencias largamente
esperadas, a dialogar con ellos/as su actitud fue la de negar la gravedad de la violencia en
nuestra localidad y subestimar el pedido de instalación de un Refugio. Después de la última
reunión con Daniel López en Acción Social, publicaron una nota –que habían elaborado
antes– en los diarios locales, en la que deslegitimaban nuestro planteo. No faltó tampoco la
opinión calumniosa que afirma que nos fuimos insultando. No es verdad, lo que sí es cierto es
que nos levantamos antes de terminar el encuentro porque sentimos que se nos maltrató.
Una experiencia muy importante para Tamboras fue la participación en el Encuentro Nacional
de Mujeres en San Juan a fines de noviembre. Las piquenses estuvieron en los debates de los
talleres, en las actividades artístico-culturales que se desarrollaron en las plazas y en las calles
y hasta se animaron a tocar en la multitudinaria marcha de finalización de las jornadas, por las
calles de San Juan.
Se logró en esos días de intenso compartir con otras compañeras una relación de
confraternidad con las integrantes de los movimientos de Santa Rosa con las que en la plaza de
Realicó (dado que el regreso coincidió con el 25 de noviembre Día de la No-violencia hacia las
mujeres) se improvisó una intervención en la Plaza. De esta manera, se culminó con los tres
días de lucha nacional por los derechos de las mujeres de todo el país y de las compañeras de
América Latina que todos los años se hacen presentes, solidariamente.
A mediados de diciembre de ese año acaeció la trágica muerte de una integrante del
Movimiento y de Tamboras a causa de un accidente automovilístico: Silvia Nora Ramos,
militante del Partido Socialista, ex concejal, recientemente elegida presidenta de la Cámara de
Comercio de Pico e integrante de la Asamblea por el Retorno del río Atuel. Su desaparición
física fue un golpe muy doloroso para familiares, amigos y para las compañeras de los dos
agrupamientos. Como ella hubiera deseado, mientras los hijos llevaban su tambor en brazos,
transformamos nuestra pena en sonidos de surdos, repiques y redoblantes y despedimos a
Silvia.
Tamboras del Viento es un grupo de mujeres que va reinventando ritmos variados y coreando
consignas o canciones feministas. Han dado visibilidad, sonoridad y colorido a los reclamos
del Movimiento. Este aporte de mujeres casi todas jóvenes es muy importante porque sabemos
que hace falta tener conciencia feminista para desafiar el sentido común dominante del
patriarcado, en el espacio privado y en el público, en una sociedad muy conservadora como la
de General Pico.
Como enseñara Silvia Palumbo, “empoderarse” es sentir que se puede. Para ello, están los
surdos de sonidos graves vinculados a la Madre Tierra. Los repiques que responden como el
viento y los redoblantes que suenan a la lluvia que serenamente cae sobre la tierra. Esta
conexión con la cultura ancestral y con la Naturaleza es parte de una subjetividad que en un
proceso se deberá complementar con los sueños de libertad y emancipación, en batallas
contundentes contra el patriarcado.
Aún hay algunas limitaciones en el grupo que impiden llegar a los sectores de las mujeres en
riesgo y más vulnerables. En tanto se ha logrado una mayor articulación con los movimientos
de mujeres de Santa Rosa, de otros lugares de la provincia y del país, a través de encuentros

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que fueron más frecuentes en el 2013 que en años anteriores. Es necesario adquirir mayores
saberes sobre la amplia y compleja problemática de la mujer. La creación de vínculos de
hermandad y afecto son parte de un proceso colectivo de conocimiento y sensibilización, pero
también es menester un ejercicio cotidiano individual e íntimo para desterrar el “estereotipo”
de mujer sometida y/o desvalorizada que rivaliza con las demás, en vez de sentir, en ellas a sus
pares.
El Movimiento tiene vinculaciones con otros grupos y personas de manera individual como
los que mantenemos con la artista Diana Santos. Con su colaboración hemos podido
incursionar en el arte de la plástica y diseñar una mujer-mariposa que permanece intacta en
una vidriera de la Terminal de ómnibus de General Pico. También contamos con el apoyo de
los jóvenes dibujantes de la Corriente Nacional Martín Fierro, sin los que no hubiéramos
podido hacer los murales en homenaje a Carla y a Sofía. Muy especialmente valoramos el
acercamiento del conjunto musical “Las Amazonas” que suelen participar de actividades
organizadas por el Movimiento porque se sienten consustanciadas con nuestros objetivos. Las
reconocemos como un talentoso grupo femenino artístico de la comunidad píquense y con una
de sus integrantes, Marcela Ruiz, hemos compartido hermosas veladas peñeras y musicales.
Muchas mujeres se van animando a involucrarse en actividades como la fotografía, gracias a
las que compartimos maravillosas imágenes de lunas en todas sus fases, soles, amaneceres y
atardeceres pampeanos y paisajes muy bellos. Este desarrollo ha permitido la participación en
fiestas populares a través del teatro comunitario del Barrio “El Molino” y poder descubrir de
esta manera distintos modos de hacer feminismo, a través de otras actividades artísticas.
Una última articulación que seguramente será fructífera para unos y otras la establecimos con
los compañeros del Frente Darío Santillán que plantean converger con nosotras en actividades
conjuntas ya que se definen como antipatriarcales.
Hasta aquí la compilación. El recorte obligado de este tipo de textos seguramente ha dejado
afuera las anécdotas más interesantes que serán motivo para otra publicación. Llegamos, pero
seguimos. Continuaremos luchando, demandando, repicando, marchando, cantando, tocando
y batallando. Quizás, alguna noche, haciendo realidad una de las canciones de Palumbo “en el
borde de la luna, ya nos verán pasar”.

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Capítulo 10
E pílogo: limitaciones y desafíos
Seguramente el Movimiento y Tamboras están en una etapa de proceso inicial, aún sin
consolidación. Hay limitaciones pero también fortalezas en las dos agrupaciones de mujeres
de General Pico.
Entre las fortalezas se pueden mencionar:

· Haber sido pioneras de dos movimientos feministas,


· Conseguir su visibilización en el espacio público,
· Las numerosas gestiones ante las autoridades para articular un circuito efectivo contra
la violencia,
· La instalación del debate en parte de la sociedad, de los reclamos por la aplicación de
los derechos de las mujeres,
· La invitación a conferencistas de excelente nivel a dar información sobre la
problemática de género,
· La participación de la mayoría de las integrantes del Movimiento en los ENM,
· El acompañamiento a familiares de los dos femicidios ocurridos en Pico,
· El asesoramiento a mujeres víctimas de violencia machista,
· El intento de articulación con otros espacios feministas de la provincia de La Pampa,
· Los actos y murales en conmemoración de las muertes de Carla Figueroa y Sofía Viale
o para fechas importantes en la agenda feminista como el 8 de marzo y el 25 de
noviembre.
· Comunicados en los diarios sentando posturas sobre distintas situaciones de
vulneración de los derechos de las mujeres.

Las limitaciones están relacionadas con la dificultad para consolidar un proceso de formación
interna, cuyo objetivo sería afianzar convicciones más profundas que se conviertan en una
guía certera para la planificación de acciones, sistematización de una agenda propia y
modificación de las identidades de cada una y de todas. Es indudable que falta desarrollar un
proceso y se necesita un tiempo de debate imprescindible para lograr definiciones más
precisas tanto teóricas como prácticas sobre “política feminista”. Se sabe que algunos
feminismos son solo “a cuotas” en el logro de derechos. Los feminismos pueden llegar a
superar diferencias partidarias pero no ideológicas en el sentido de cosmovisión y proyecto
personal y colectivo en la sociedad y en el mundo.
Los desafíos a futuro tienen que ver con la continuidad de la lucha feminista y son formulados
a modo de preguntas:
¿Son necesarias coordinaciones estables con los variados espacios feministas de la región y
del país?
¿Es ineludible un cambio profundo en la autopercepción de cada una de nosotras, para
potenciar la lucha feminista?
¿Tiene el feminismo potencialidad suficiente para modificar la realidad si no vincula su lucha
por liberarse de la opresión de género, con otros movimientos que luchan contra las distintas
dominaciones?
¿Los actores o sujetos históricos de la política en el campo popular tienen que incorporar el
antipatriarcado como condición para articular con los movimientos de mujeres?
¿Las organizaciones feministas pierden su independencia cuando coordinan acciones con
colectivos de varones anti-patriarcales?
¿Se puede lograr la emancipación de las mujeres de la opresión como género, sin destruir todas
las otras formas de la dominación?
Las respuestas a estos interrogantes las dará el tiempo. Otro Tiempo.

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Bibliografía

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Taller de Arte para Mujeres del Barrio Escondido, Barrio “Los hornos” y Fonavi 42. Revista
Mujeres con Alta Voz. Santa Rosa, noviembre de 2011.

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Ilustración de tapa:
Belén Morteyrú
Se terminó de diagramar, imprimir y armar en la
Editorial Independiente kexploten Lunas,
Santa Rosa, La Pampa, julio de 2014

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La editorial independiente Kexploten Lunas surge de un taller de arte para
mujeres que funciona en la Biblioteca Popular Teresa Perez del barrio
Escondido de Santa Rosa.

Este grupo de mujeres nos encontramos hace 7 años en el taller


experimentando a través del arte.
Hace 4 años que intentamos profundizar en conceptos y producciones
literarias, seguramente alentadas por el espacio de la Biblioteca y por el
incentivo que recibimos de autoras y autores pampeanos con quienes
experimentamos intercambios sumamente enriquecedores.
Apropiarnos de la palabra ha sido significativo y nos ha dado la posibilidad
de decir, de denunciar, de validar nuestras voces, de comunicarnos desde un
lugar muy íntimo y a la vez de todas con el resto de la sociedad.
Lo que tenemos para decir es importante, da cuenta de nuestro lugar en el
mundo y con la editorial “Kexploten Lunas” y nuestros libros artesanales
hemos encontrado la manera de ampliar nuestra llegada a muchas más
personas, a muchos lugares, contagiando a muchas otras voces, habilitando
la posibilidad de la palabra también.
El taller de los martes sigue siendo el espacio de trabajo, el lugar donde se
crea, se arreglan o se modifican cosas, se toman decisiones, se gestiona, se
manufactura, se diseña, se diagrama, se lee, se escribe, se proyecta y donde
nos encontramos.
En este espacio el diálogo y la organización son la fuente de alimento y de
búsqueda en la construcción colectiva y el eje del mismo es la participación
de todas las que intervenimos en las creaciones.
Ensayamos con nuestras producciones y también nos animamos a editar la
obra de otras personas que pretenden hacer que sus producciones circulen de
manera libre, tal vez por otros lugares, otros ámbitos menos estructurados,
otros escenarios y por muchas manos. Creemos que podemos compartir la
idea de poner las voces en alta voz y animarnos y animar a otras personas a
expresarse.

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