Está en la página 1de 5

Apuntes sobre el duelo en los niños

Existe una carencia, hay pocos recursos para ayudar a los niños a superar una pérdida
significativa.

Los recién nacidos pueden notar esa pérdida (más aún en el caso de lactantes cuya madre
fallece), aunque no entiendan cognitivamente lo que ocurre a su alrededor. Por eso, señala
esta especialista, es importante no alterar sus rutinas, ni dejarles de atender y abrazarles
en todo momento.

A partir de los cuatro o cinco años, añade la especialista, los padres deberían añadir una
explicación verbal, con un lenguaje adaptado a la edad del niños. "Es importante tener claro lo
que les dices, porque los niños son curiosos y la explicación puede derivar en muchos
porqués", aconseja.

Cuatro cosas básicas para comunicar la muerte a los niños.

 La muerte es universal. "Deben comprender que todos nos vamos a morir, pero que es
excepcional en personas jóvenes. Si uno de los dos progenitores muere, la preocupación del
niño será cuándo se va a morir el otro, quién le llevaría a él al 'cole' en ese caso. Por eso es
importante garantizarles sus rutinas y que se sientan arropados".
 La muerte es irreversible. "La metáfora del viaje puede hacer que se queden esperando que
el ser querido vuelva, que se pregunten si va a venir a su cumpleaños...".
 El cuerpo ha dejado de funcionar. "Otras explicaciones habituales, como que el abuelo se
ha quedado dormido, pueden hacer que cojan miedo".
 Los sentimientos no se esconden. "Ellos pueden manifestar su tristeza en forma de rabia o
enfados, por eso es importante hablar con ellos, decirles que les comprendemos, que los
adultos también se sienten mal. Si nos escondemos a llorar, pensarán que es algo malo que
hay que ocultar y harán lo mismo".

"En las terapias les legitimamos el sentimiento de tristeza, les ofrecemos un espacio de
confianza para que se desahoguen", cuenta su psicóloga en la Fundación Mario Losantos del
Campo.

Preparar para la muerte

Precisamente en este sentido, la psicóloga reconoce que las muertes que se pueden 'preparar' o
prever de alguna manera ofrecen una buena oportunidad para ayudar al niño a preparar el duelo;
"aunque a menudo se aparta al niño del proceso de la enfermedad y se le roba la oportunidad de
despedirse".
Díaz Seoane es partidaria incluso de que a partir de cierta edad puedan acceder al hospital a
despedirse de su ser querido. "Los padres deberían prepararles para lo que van a ver, y estar
atentos a sus reacciones, pero el duelo es más fácil en un niño preparado".

P: ¿Cuándo debemos comunicar a un niño una noticia tan traumática como


puede ser la muerte de uno de sus padres?
R: Partiendo del hecho de que nunca es buen momento, no hay que esperar
mucho tiempo para comunicar al niño la muerte de su progenitor. Lo ideal es
que el adulto que se lo transmite sea el otro padre, y que pueda estar lo más
"entero" posible. Pero no siempre se puede conseguir, y la espera y la
incertidumbre si esperamos a que el padre o la madre lo haya superado,
puede ser peor. 

Los niños necesitan saber lo que pasa, se dan cuenta de que algo terrible ha
ocurrido, al ver las reacciones de los adultos, que no están sus padres... 

En ningún caso podemos mentir, le diremos la verdad, de la forma más dulce


posible y adaptando la información a su edad. La gestión del silencio y de la
incertidumbre o las mentiras casi nunca darán buen resultado.

P: Una vez elegido el momento, ¿qué le decimos?


R: Es muy importante no dar más información de la necesaria. A los niños
hay que decirles que la persona en cuestión ha muerto pero no hace falta
darle más explicaciones sobre las causas ni detalles sobre el fallecimiento. No
los necesitan. 

Algo que les ayuda a entender la muerte es hablarles de una mascota, el


típico pez naranja de feria que se les murió. Por muy duro que nos parezca,
los niños tienen que saber que la vida termina.

Independientemente de nuestras creencias religiosas hay que ser claros en el


mensaje, no debemos utilizar aforismos ni metáforas como "se ha ido", para
no crear falsas expectativas sobre la vuelta del ser querido. Los niños, sobre
todo cuando son muy pequeños, no entienden el concepto de no retorno. Por
lo que hay que explicarles que está muerto y que nunca lo volverán a ver. Se
pueden incluir explicaciones religiosas como que está en el cielo... pero hay
que explicarles que el cielo es metafórico, no es un lugar al que nosotros
podamos ir, porque puede ocurrir que algunos niños piensen que va a volver
y eso les puede crear mucha confusión.

Qué podemos esperar de la primera reacción de un niño?


Las primeras reacciones pueden ser tremendamente dispares. Van a
depender mucho, de la edad y de las variables de personalidad del
niño. Puede haber niños que se queden en estado de shock, es decir,
que al principio no se den cuenta de lo que está pasando, no lo asuman
y necesiten un tiempo para asimilarlo y empezar a hacer su duelo, sin
embargo, habrá otros niños que de entrada sí se queden
tremendamente afectados.

No podemos pensar que la reacción es siempre la misma, va a


depender mucho del niño. Pero lo que siempre debemos hacer es
respetar los tiempos propios de cada niño. Hay que dar a cada uno el
tiempo que necesite. Lo importante aquí es saber que el duelo tiene
sus fases y que no nos las podemos saltar, todo lleva un determinado
tiempo.
¿Qué otros síntomas puede manifestar a medio plazo?
A corto plazo el niño se puede sentir muy triste, incluso con rabia ante
la perdida del progenitor. Estas reacciones son normales y hay que
permitirles que las expresen. Hay que dejar que el niño llore todo lo
que quiera y exprese sus sentimientos, a medio plazo puede haber
síntomas de regresión y, sobre todo, ese sentimiento de inseguridad.

El niño estará triste y hay que hacerle ver que es normal que se sienta
así. No pasa nada si ve que los adultos también lloran, porque es
normal llorar la muerte de un familiar cercano, sobre todo, en un
primer momento. 

Cuando en un primer momento no lloramos, por lo general, lo que


estamos haciendo es retrasar el duelo.
¿Es bueno que hablemos con el niño del tema?
Es bueno que el niño sienta que siempre que él quiere hablar del tema
puede hacerlo. Y que siempre que quiera expresar "estoy triste" "echo
de menos a mamá/papá"... va a ser respetado y comprendido y le
vamos a decir que, por supuesto, que lo entendemos porque nosotros
también lo echamos de menos. 

Lo que en ningún momento queremos es borrar esa etapa de su vida,


pero el objetivo es que lo integre. El mensaje que le tenemos que dar es
que podemos aprender a ser felices a pesar de estar tristes y echar de
menos a esa persona. La tristeza no debe impedirnos hacer las cosas
cotidianas, el niño tiene que proseguir su vida, debe entender que es
normal que esté triste pero debemos enseñarle que esa tristeza no
debe interferir en su día a día y se traduzca en temas como fracaso
escolar o aislamiento, o dejar de realizar actividades, que es lo último
que queremos que ocurra.

¿Debe el padre/madre pedir ayuda a un profesional?


Efectivamente, hay veces que el que acude y necesita ayuda
profesional no es solo el niño, o niños en caso de que sean varios
hermanos, sino el adulto, al que además de la muerte del familiar se le
suma una carga extra de responsabilidad. 

En estos casos, será fundamental trabajar con ambos, tanto con el


padre como con el hijo. Hay mucho trabajo que se debe hacer de
manera individual tanto con el niño como con el adulto.

¿Qué mensaje positivo lanzaría a un padre/madre que se tenga que enfrentar


a esta situación?
En mi experiencia como psicóloga el mejor pronóstico, es decir, los
niños que mejor salen adelante, son los que cuentan con un adulto
superviviente que supera bien el duelo, tira del niño, trabaja con él, se
muestra comprensivo y fuerte... en esos casos los niños lo superan
antes y sufren menos. 

Cuando el progenitor superviviente, independientemente del rol de


género, no sobrelleva bien el duelo, los niños lo pasan especialmente
mal. Por eso, debemos tener en cuenta que es una responsabilidad
extra que recae sobre dicho progenitor: además, de superar su propio
duelo debe de encargarse él solo de el niño y aportarle los recursos
necesarios para que el niño lo supere.
http://www.elmundo.es/sapos-y-princesas/
2015/03/28/55153c7522601dbe4b8b4582.html

Entre los 6 y 10 años, los niños empiezan comprender que la muerte es algo definitivo,
incluso aunque no entiendan que esto le ocurrirá a todos los seres vivos algún día. Un
niño de 9 años puede pensar, por ejemplo, que si se porta bien o si pide un deseo, su
abuela no se morirá. A menudo, a esta edad los niños imaginan la muerte
personificándola y piensan en ella como "el hombre del saco" o un fantasma o un
esqueleto. Pueden entender mejor la muerte si se les da explicaciones precisas,
simples, claras y honestas sobre lo que ha ocurrido.

También podría gustarte