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“Acudid a las armas [...] con la solemne y poderosa serenidad con que la justicia
empuña su espada. “
Aunque el reinado de Isabel II consiga afianzar el liberalismo y dejar atrás las ideas
absolutistas, el descontento de la oposición progresista ante la fatal gestión de la
monarca, desencadenará la Revolución de la Gloriosa en 1868. Derrocando así a su
reina e iniciando un nuevo periodo en la historia de España: el Sexenio Democrático.
Mediante la Constitución de 1869, se constata este triunfo, dando paso a una época de
búsqueda de un nuevo rey, elegido por primera vez de forma democrática, Amadeo de
Saboya. La muerte de Prim lo dejará sin apoyos y le hará abandonar, iniciando así la
Primera República. Marcada por el continuo cambio de presidencia, agravará los
problemas del país y mostrará la incapacidad de los españoles para gobernarse.
El ansia imperialista y la desunión política pasan factura al gobierno isabelino que se ve,
poco a poco, sin apoyos. La burguesía y las clases populares se unen en contra del
pobre sistema económico. Debido a la crisis, se tenía intención de un nuevo golpe de
Estado como era habitual, pero la unión popular le hizo adquirir un matiz
revolucionario. La oposición al agotador partido moderado (demócratas y progresistas,
dirigidos por Juan Prim) firman en 1866, el Pacto de Ostende, estableciendo un nuevo
modelo político aprobado por unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio
universal.
“La Nación Española y en su nombre las Cortes Constituyentes elegidas por sufragio
universal (…) decretan la siguiente Constitución.”
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Pablo Fazio Arrabal – 2ºA Bachillerato
La coalición de centro gana las elecciones que comienza a buscar un nuevo monarca y
las Cortes, a crear la Constitución de 1869, aprobada el 1 de junio. Será la más
democrática del siglo y supondrá un nuevo comienzo en la política liberal española.
Destaca la ampliación de derechos, entre ellos, el de asociación, prensa, enseñanza y de
libertad de culto. El Nuevo Estado se define como una monarquía parlamentaria,
proclamando la soberanía nacional y la división de poderes:
- Juan Prim –
La principal misión del gobierno era encontrar un candidato idóneo para España que
convenciera a todos los sectores políticos, así como el apoyo internacional. Cada fuerza
política tenía un aspirante distinto y la elección resultó muy difícil.
Los carlistas apoyan a Carlos VII, nieto de Carlos María de Isidro, que reclamará
sus derechos y encenderá otra guerra civil: la Tercera Guerra Carlista.
Los moderados apoyan a Alfonso en el que abdica Isabel II. Gracias a Cánovas
del Castillo, se crea el partido alfonsino. Recibió el apoyo de la aristocracia, el
clero, una parte del ejército, el Papa y Napoleón III.
Los unionistas proponen al Duque de Montpensier, cuñado de Isabel II. Este
pierde toda oportunidad de llegar al trono matando en duelo a Enrique de
Borbón.
Los progresistas apoyan a Leopoldo de Hohenzollern Sigmaringen.
Los iberistas, que buscan la unión con Portugal, propusieron al rey de Portugal
Luis I e incluso a su padre Fernando II.
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Pablo Fazio Arrabal – 2ºA Bachillerato
El último candidato propuesto por Prim era Amadeo de Saboya. Aparte de su juventud
y la necesidad urgente de la figura real, no estaba mal visto por ninguna potencia
europea, por lo que será aceptado finalmente.
“Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados
tan valientes como sufridos, sería el primero en combatiros; pero todos los que, con la
espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son
españoles.”
-Francisco Pi y Margall-
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Pablo Fazio Arrabal – 2ºA Bachillerato
En julio de 1873, el presidente Pi y Margall se opuso a sofocar las revueltas por las
armas y dimitió. Fue sustituido por Nicolás Salmerón (julio-septiembre de 1873). Inició
la acción militar contra los cantones. Salmerón dimitió a principios de septiembre al
sentirse moralmente incapaz de firmar las penas de muerte impuestas por la autoridad
militar contra los principales activistas del cantonalismo.
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Pablo Fazio Arrabal – 2ºA Bachillerato
6. CONCLUSIÓN.
El periodo del Sexenio revolucionario, marcado por el exilio borbónico, el reinado
democrático de Amadeo de Saboya y la I Primera República, fue una etapa que hizo ver
la ingobernabilidad del pueblo español y puso en duda el sistema político y económico
del país. Continuó el desarrollo liberal de las fases anteriores con una ampliación de
derechos y la resolución del tan anhelado sufragio universal. Supuso una revolución
social, resaltando la necesidad de la simbiosis de una monarquía borbónica firme y un
sistema de gobierno adecuado, dando paso así a la Restauración borbónica, en la
figura de Alfonso XII; y el turnismo propuesto por Cánovas del Castillo.