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Antijuridicidad

Es uno de los elementos esenciales del delito desde el punto de vista jurídico. La antijuridicidad, junto
con la tipicidad y la culpabilidad, constituyen el tríptico sobre el que se asienta el concepto del delito
como conducta típica, antijurídica y culpable. Consiste en la condición o calidad que tiene el hecho típico
que lo hace contrapuesto al ordenamiento jurídico; es decir, para que un hecho sea delito debe ser
antijurídico, lo que equivale a ser contrario a derecho. La base de la antijuridicidad está en que el
resultado del hecho delictivo es un desvalor de un bien jurídico; es decir, de un interés, individual o
social, jurídicamente protegible. En cuanto a la culpabilidad penal, hay que señalar que es el elemento
jurídico del delito consistente en el reproche por la conducta del sujeto que pudo haber actuado sin
lesionar criminosamente un bien jurídico. Esta valoración del particular contexto en que se desenvuelve
la conducta típica nos introduce en una instancia posterior de la estructura del delito: el plano de la
antijuridicidad, contraído al examen de la presencia eventual de causas de justificación y sus elementos
correspondientes, de tal modo, que la conformidad o contrariedad a Derecho de la conducta en
cuestión dependerá de la concurrencia o no de las mismas. La idea de una situación de peligro para
bienes jurídicos que genera, al tiempo, una situación de conflicto de intereses jurídicamente protegidos
constituye el presupuesto común de las causas de justificación. La concreta confrontación de intereses
debe ser resuelta por el Derecho sobre la base de un proceso de ponderación que compara, por un lado,
el desvalor de la conducta lesiva realizada y, por otro, la tendencia de esta a la salvaguarda de un interés
en peligro. El Derecho se inclina por el interés que prevalece por su mayor importancia, de tal manera,
que autoriza la conducta típica si se dirige a la salvaguarda de este a costa de sacrificar el de menor
valor, pues ese menoscabo será el requerido para la salvación del interés del amenazado por la situación
de peligro. Como se comprobará en el estudio particular de las mismas, no todos los elementos que las
componen tienen idéntica relevancia: unos revisten una importancia nuclear, mientras que otros
ocupan un papel secundario o complementario. La ausencia de un elemento de carácter secundario
podrá determinar la apreciación de una causa de justificación incompleta, que conlleva un considerable
efecto atenuante de la pena esto lo encontramos en el artículo 21. 1º del Código Penal. A la hora de
diferenciar algunas de las categorías eximentes de la responsabilidad penal que se contienen en el
artículo 20 del Código Penal, en concreto, la justificación y la exculpación, es importante aclarar qué
efectos jurídicos particulares despliegan las causas de justificación.En primer lugar, si concurren todos
sus requisitos, las causas de justificación eliminan la antijuridicidad de la conducta típica realizada en su
seno, afirmando, con ello, la conformidad a Derecho de la misma, y por ende, su impunidad

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