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Atipicidad
Si la tipicidad es un elemento positivo del delito, la atipicidad
entonces se traduce en un elemento negativo, y es fácil
concluir que se da cuando un hecho atribuido a un sujeto no
puede ser objeto de sanción por no encajar dentro de una
descripción penal.
En la enciclopedia Wikipedia se dice que concurre la atipicidad,
porque la ley describe en los preceptos legales la conducta que
por sus causas de origen sea antijurídica y sancionable,
singulariza un supuesto por medio de elementos que deben de
constituir un delito; el cual al no cumplir con lo establecido por
la ley (tipo), automáticamente constituye una conducta atípica
y por ende la esencia del mismo (tipicidad) no encuadra en el
delito en estudio y sin estos dos elementos el mismo no existe,
aunado a que en las conductas del sujeto activo y el pasivo la
tipicidad esta ausente en virtud de que dichas conductas no se
ajustan a los descritos por la ley, por lo que se esta a aplicar las
causas de exclusión del delito.[11]
Lo anterior implica, el operador de la norma tiene comprobado
un hecho, aprecia la conducta a partir de la hipótesis abstracta
que la ley señala y concluye que uno de los elementos y todos
no concurren en el caso concreto, entonces, necesariamente
debe absolver, pues la atipicidad como tal se encuentra
considerada en nuestra legislación como una causa de
exclusión del delito, concretamente en el artículo 15, fracción
II, del Código Penal Federal.
Es ahí donde se hace efectiva la garantía de exacta aplicación
de la ley en materia penal, porque si el juzgador concluye que
no se reúnen los supuestos que se establece en el tipo,
entonces, se encuentra obligado a absolver, al tener prohibición
de sancionar por analogía o mayoría de razón.
antijuridicidad
Según Zaffaroni, la antijuridicidad no surge del derecho penal,
sino de todo el orden jurídico, porque la antinormatividad puede
ser neutralizada por un permiso que puede provenir de cualquier
parte del derecho.
La antijuridicidad consiste en la constatación de que la
conducta típica (antinormativa) no está permitida por ninguna
causa de justificación (precepto permisivo) en ninguna parte del
orden jurídico (derecho penal, civil, comercial, laboral, etc.).
Es decir, como expresa Fontán Balestra, la antijuridicidad es el
resultado de un juicio en cuya virtud se afirma el disvalor
objetivo y substancial de una acción humana, confrontándola
con el ordenamiento jurídico en su totalidad; incluyendo los
principios generales del derecho.
La antijuridicidad constituye la sustancia del delito. El delito es
por esencia un acto contrario al derecho (nullum cirmen sine
iniuria). Por esa causa se puede afirmar que la adecuación
típica constituye un indicio de antijuridicidad, que supone el
enjuiciamiento de una acción, adecuada a un tipo penal, a la luz
de lo que disponen las reglas que integran el ordenamiento
jurídico, y la afirmación de su disvalor.
La antijuridicidad es el resultado de un juicio en cuya virtud
afirmamos la injusticia de una acción concreta.
Causas de justificación
o Agresión ilegítima.
o Agresión ilegítima.
o Robo con fuerza: Por entrada por medios no destinados, por forado,
por rompimiento o fractura, en una casa, departamento u oficina
habitada, o sus dependencias, tanto de día como de noche. También
en un local comercial o industria de noche.
2. Sustracción de menores.
3. Violación.
4. Abuso deshonesto.
5. Parricidio.
6. Homicidio.
Fundamentos
Las críticas a esta justificación se centraron en destacar que no tiene por qué suponer un
fundamento material de la autorización de la defensa particular, y que en multitud de
ocasiones, la ausencia de la protección estatal no indica necesaria y definitivamente la
aparición de una legítima defensa, así como la presencia de tal protección tampoco
supone la imposibilidad de aplicar la figura.
Tesis dominante
La práctica totalidad de la doctrina penalista contemporánea coincide en señalar que la
fundamentación de la legítima defensa se apoya sobre dos pilares, una doble
fundamentación que se centra en el aspecto individual y supraindividual del concepto.
Por un lado, el aspecto individual se centra en señalar que existe una necesidad de
defensa del bien jurídico personal, algo que además de descartar la defensa de bienes
jurídicos colectivos, explica con claridad la importancia que el Derecho da a la
protección del bien de esa naturaleza, que ha sido puesto en riesgo por una agresión
ilegítima.
Respecto al aspecto supraindividual, se afirma que el Derecho busca atacar y frenar las
conductas antijurídicas, las agresiones ilegítimas que ponen en suspenso su soberanía en
las relaciones sociales. La doctrina alemana tiende a usar un principio, según el cual, "el
Derecho no ha de ceder frente al injusto". Entiéndase injusto en el sentido del
componente enumerado en la teoría del delito. Debido precisamente a ese carácter de
injusto, los bienes del agresor pierden importancia con respecto a los del defensor,
quedando parcialmente desprotegidos al no exigirse una
reacción proporcional o subsidiaria.
Cabe destacar que el plano supraindividual supone un efecto disuasorio para aquel que
vaya a agredir el bien jurídico, pues produce un efecto de prevención general, añadiendo
así a la justificación de la figura una nota de carácter funcional.