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TEMA 1. INTRODUCCIÓN: EL DIALECTO MICÉNICO Y EL INDOEUROPEO.

EL PERÍODO
DE LAS TUMBAS DE FOSA EN LA GRECIA CONTINENTAL

2.1. Introducción: algunas cuestiones terminológicas y cronológicas1


Terminología
1
Como sabéis por la planificación del curso, hemos previsto mostraros los
rudimentos de la lengua micénica y acercaros a las gentes que hablaron esa lengua y
produjeron esos documentos. Nosotros los llamamos “griegos micénicos”2 para
diferenciarlos de los habitantes de la Hélade en el I milenio a.C. Lamentablemente,
desconocemos cómo se llamaron a sí mismos estas poblaciones, si es que alguna vez
adoptaron algún tipo de etnónimo. Volveremos sobre esta compleja cuestión más
adelante. Ahora vamos a ver los aspectos más importantes relativos a la cronología, la
cual nos proporciona el marco desde el que estudiamos cualquier cultura, la micénica en
este caso. Sin dicho marco, nos es imposible trabajar.

Cronología

El período histórico del que nos vamos a ocupar se conoce como Edad del
Bronce, que se divide en tres subfases: Antiguo, Medio y Reciente. A comienzos del
siglo XIX, el danés Christian Jürgensen Thomsen, mientras reorganizaba las
colecciones del Museo Nacional de Dinamarca, desarrolló el Sistema de las Tres Edades
y el concepto de evolución progresiva. Poco a poco, su método fue aplicado a toda la
prehistoria europea pero también a los ámbitos mediterráneo y próximo-oriental. La
división de la historia egipcia en los Reinos Antiguo, Medio y Nuevo influenció de
forma especial la visión que se tenía de la cronología en el Egeo, y por ello, se acuñaron
los términos Bronce Antiguo, Bronce Medio y Bronce Reciente. Es en esta fase final en
la que nos centraremos.

Arqueológicamente, el ámbito Egeo se divide en tres áreas geográficas: la Grecia


continental, Creta y las Cícladas. Nos ocuparemos de la primera área en la fase final de

1
Os he señalado en cursiva los conceptos fundamentales del tema.
2
El término “micénico” lo usamos por el primer gran yacimiento de esta cultura que se conoció en
profundidad, Micenas.

©Claudia V. Alonso Moreno


la Edad del Bronce, aunque también haremos extensas referencias, cuando sea
pertinente, a los mundos cretense3 y cicládico.

Figura 1. Tabla cronológica para la Grecia continental.


Según Manning (2010: tabla 2.2.).

Con el término Heládico nos referimos al período cronológico que se corresponde


con el Bronce Reciente en la Grecia continental. A su vez, esta fase se divide en tres:
Antiguo, Medio y Reciente. Podéis ver esto desarrollado en la figura 1. El mundo
micénico, si bien hunde sus raíces en el Heládico Antiguo y, sobre todo, en el Heládico
Medio, se corresponde cronológicamente con el Heládico Reciente, al cual nos
referiremos a partir de ahora como HR. Gran parte de la bibliografía que vais a manejar
está en inglés, y en ella aparece como LH (la abreviatura de Late Helladic). Al HR
también se le conoce simplemente como “período micénico”. Asimismo, el HR está
compuesto de otras tres subfases, nombradas con números romanos: I, II y III. Estas
pueden, a su vez, subdividirse de nuevo; estas subdivisiones se indican con las letras A,
B y C. Podéis tomar como referencia la figura 1 para todo el curso, pero iremos
haciendo referencia al nombre de cada fase y a qué fechas se corresponde.

Hay dos tipos fundamentales de cronología, la relativa y la absoluta. La


cronología relativa se refiere a la ordenación en el tiempo de objetos y acontecimientos

3
También conocido como “minoico”. Esta denominación fue acuñada por el singular arqueólogo Sir
Arthur Evans (1851-1941), y es un derivado del legendario rey Minos de Cnoso.

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en relación con otros del mismo tipo, de tal manera que tal conjunto, contexto, objeto,
etc., es más antiguo o moderno que su equivalente, y así sucesivamente. Por otro lado,
la cronología absoluta es aquella en la que tal conjunto, contexto, objeto, etc., es
situado en una fecha expresada en años de calendario occidental, es decir, en fechas a.C.
o d.C. La antigüedad en años de calendario de lo que queremos fechar puede hacerse
3
mediante métodos histórico-arqueológico (p. e. si un manuscrito proporciona la fecha en
que un objeto fue construido o el año en que tuvo lugar una batalla o un epígrafe nos
dice en qué año del reinado de un emperador se publicó un edicto) y mediante métodos
científicos, como la prueba del Carbono 144. El problema viene a la hora de establecer
esos años. En concreto, para la Edad del Bronce en el Egeo, las fechas absolutas no son
muy fiables. La datación de la erupción del volcán de la isla de Thera5, que tuvo lugar al
comienzo de la Edad del Bronce, es una cuestión todavía polémica, ya que los diversos
tipos de evidencias que se han utilizado para datar la antigüedad de la explosión (los
depósitos de cenizas volcánicas de Groenlandia, las observaciones hechas en los anillos
de crecimiento de los árboles de otras regiones europeas, o un olivo enterrado vivo en la
tefra de la erupción en la misma isla de Thera) apuntan a fechas distintas. La relación de
la cronología egea con la egipcia también es problemática, puesto que la discusión en
torno a las fechas absolutas de la XVIII dinastía egipcia, ca. mediados del siglo XVI
a.C. – comienzos del siglo XIII a.C., afecta directamente al período del que nos
ocupamos. Esto no quiere decir que el ámbito egipcio no sea fundamental para la
cronología egea: p. e. a partir de la presencia de objetos micénicos en Egipto, en
contextos bien fechados por fuentes históricas, y de objetos egipcios en Micenas y
Creta, se realizó el entramado cronológico para todo el período de la Edad del Bronce
Reciente en el Egeo. A este sistema de datación se le conoce con el nombre de
cronología comparada.

Por ello, muchos prefieren usar etiquetas cronológicas relativas a la hora de situar
en el tiempo conjuntos, acontecimientos u objetos, esto es, usar los términos HR I, HR
II, etc. en vez de años calendáricos. Por otro lado, muchas veces se prefiere tener en
cuenta la idiosincrasia del lugar que se estudia, y por ello, la tendencia que sigue hoy en
día la investigación es la de la creación de secuencias cronológicas que se refieran a

4
Las cronologías obtenidas por la prueba del Carbono 14 han de ser calibradas para que sean más
fiables, puesto que, en numerosas ocasiones, ofrecen un margen de error considerable.
5
Es la más meridional de las islas Cícladas. También se la conoce como Santorini. Hoy en día es un
pequeño conjunto de islas, formado a partir de la gran erupción.

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niveles hallados en sitios concretos (p. e. Troya VI, Lefkandi I, Lerna V, etc.). En la
web http://www.dartmouth.edu/~prehistory/aegean/?page_id=67 podréis encontrar más
referencias a esta cuestión.

En resumen, estudiaremos el Heládico Reciente, HR, fase que se corresponde con


el Bronce Reciente en la Grecia continental. Esta fase se subdivide a su vez en I, II ó III,
4
subfases que, a su vez, también se fraccionan de forma tripartita. Este es el período
micénico, y ahora vamos a centrarnos en estudiar sus comienzos. Para ello, nos
trasladamos al HR I-IIB.

2.2 El Período de las Tumbas de Fosa o Micénico Temprano (HR I-IIB)


Introducción
Como ya hemos señalado, la cultura que conocemos como micénica comenzó a
desarrollarse ya en el Heládico Medio (HM de aquí en adelante). El desarrollo interno
de estas comunidades, sumado a los contactos con la Creta minoica y las Cícladas,
provocó una evolución de las mismas hacia estructuras socioeconómicas más
complejas, aunque todavía no comprendemos muy bien este proceso. En el HM ya
tenemos estructuras de tipo megaron6 y casas absidales7, así como murallas, como en
Kiapha Thiti en el Ática o en Kolonna VIII-IX en Egina.

6
Término con el que se designa una construcción con una sala cuadrangular, un pórtico que le precede y
una tercera estancia anexa posterior. Está tomado de las descripciones que encontramos en la Odisea de
los palacios de Ulises y Néstor.
7
Este tipo de estructuras desaparecen en el período micénico y reaparecen tras el colapso de los
palacios.

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5

Figura 2. Principales yacimientos del Peloponeso durante el Heládico Medio.

El tipo de enterramiento predominante del HM es el individual en cistas 8, pithoi9


o simples hoyos en el suelo. Hay enterramientos intramuros, bajo los suelos de las casas
o en viviendas abandonadas, pero también necrópolis extramuros y adjuntas a los
asentamientos. No se depositan ofrendas junto a los cuerpos; las copas y jarras que se
han encontrado se corresponden con la práctica de celebrar bebidas comunales durante
los ritos de enterramiento. Tampoco se conocen santuarios. Hacia el final del período,
encontramos túmulos con pequeños grupos de tumbas en el sur del Peloponeso, en la
zona de Mesenia. Desconocemos qué relación unía a los personajes enterrados en estas
estructuras, pero quizás se tratase de grupos unidos por relaciones de parentesco. Es en
estos momentos finales del HM cuando comienzan a aparecer las primeras tumbas de
fosa, muy profundas, que denotan la movilización de una gran cantidad de recursos,
tanto en materiales como en tiempo y personal empleado. Es llamativo el uso de esta
gran cantidad de recursos para un solo uso y cadáver, lo que muestra que el proceso de

8
Láminas de piedra que forman un rectángulo donde se deposita el cadáver.
9
Grandes contenedores de cerámica.

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estratificación social está alcanzando cotas muy elevadas. Sin embargo, el proceso de
formación de la cultura micénica, aunque arranca en estos momentos, no fue uniforme a
lo largo de la Grecia meridional y central. Por ejemplo, ya en el HM II algunas áreas
muestran una gran vitalidad y riqueza, como Kolonna en Egina (que ha proporcionado
una de las tumbas de fosa más antiguas), mucho antes de la explosión demográfica y de
6
la nucleación de asentamientos que vemos en el HM III y el HR I. Para estos primeros
momentos del HR, el grueso principal de evidencias viene de las necrópolis; gracias a la
arquitectura y a los bienes hallados en las tumbas, podemos conocer los niveles de
prosperidad, la complejidad social y las influencias artísticas de las gentes que las
hicieron. Por otro lado, la búsqueda de palacios y de la élite que los dominaba ha
dominado la investigación durante décadas, por lo que los asentamientos más modestos
han recibido menos atención, aunque esta tendencia se está corrigiendo. Cada vez está
más claro que el proceso formativo de los Estado micénicos estuvo influenciado por una
amplia cantidad de factores, incluyendo la competición entre élites locales basada en la
habilidad militar, la capacidad de acumular riquezas y el acceso a las principales rutas
de comercio mediterráneas. El HR I-IIB es el antecedente del período micénico pleno o
palacial; no es necesario que memoricéis toda la terminología, pero hay que tener claro
que es en estos momentos en los que se sientan las bases del mundo palacial micénico.
Veamos ahora todo esto con mayor profundidad.
Desde el HM III y el HR I, la competición entre diferentes comunidades por el
control del territorio se agudizó. El conflicto está reflejado en la extensión de los
enterramientos de alto estatus en tumbas de fosa, cistas y túmulos, que contenían dagas,
espadas, puntas de flecha de obsidiana, placas de colmillos de jabalí (usadas para hacer
cascos) y otros elementos exóticos. Además, estos enterramientos de élite muestran una
progresiva inclusión de cerámicas para el consumo o el almacenaje, probablemente de
productos que eran fruto del control de una producción agrícola centralizada, como vino
y aceite de oliva. Es en estas tumbas donde encontramos los primeros rasgos de cultura
material propiamente micénica, sobre todo a partir del HR I. Están confinadas al
Peloponeso, el Ática y la Grecia central. Estas regiones tuvieron un desarrollo
independiente, con élites locales a la cabeza de las cuales pudo haber habido ya un
único líder. Serán estos módulos regionales los que se amalgamen voluntariamente o
por la fuerza para formar los grandes reinos micénicos de los siglos XIV y XIII a.C.
Los primeros líderes debieron de haber tenido muchas dificultades en afirmar su
posición y en transmitir los derechos adquiridos a un heredero, pero mediante la

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exhibición de fuerza militar y la adquisición de otros roles, fundamentalmente
religiosos, adquirieron prerrogativas políticas que se tradujeron en poder social y
económico. Los paralelos etnográficos nos muestran que el paso de una especial
reputación a una autoridad duradera en el tiempo se consigue mediante:
-Conquista militar.
7
-Establecimiento de alianzas con otros grupos de élite.
-Matrimonios.
-Celebración de banquetes.
-Exhibición de símbolos de estatus.
-Adquisición de un lugar preminente en la celebración de rituales.
-Control de los excedentes agrícolas.
-Control del comercio y las relaciones internacionales.
Como hemos señalado, el registro funerario de la Grecia continental nos ilustra
sobre este complejo proceso, y nos ofrece evidencias de muchos de los rasgos
enunciados más arriba. La aparición de áreas de enterramiento reservadas dentro de
necrópolis o separadas de ellas para grupos de élite es muy significativa. En estos
reservados se incluyen todos los géneros y edades, ya que el énfasis estaba puesto en la
pertenencia a un mismo linaje o grupo familiar y no en otras cuestiones.
Las más famosas son los Círculos de Tumbas A y B de Micenas, todas ellas
tumbas de fosa. También han aparecido tumbas de fosa en el SO de Mesenia, Asine o el
Ática, sin contar el temprano precedente de la tumba de fosa del HM II Kolonna. La
gran riqueza y singularidad de estas tumbas ha dado también nombre al periodo
formativo de la cultura micénica, y por eso lo hemos elegido como referencia del tema,
aunque ya a partir de finales del HM comienzan a aparecer en el continente las tumbas
de tipo tholos y las tumbas de cámara. Ideas locales, tradicionales, e importadas se
mezclan en estos ricos enterramientos. Micenas y Pilo muestran grandes lazos con
Creta, pero también en Laconia, Corinto, Atenas, Maratón, Tebas, Orcómeno, Delfos o
la costa de Tesalia se han encontrado importaciones de la isla. Aparte del Mediterráneo,
el mundo micénico de estos momentos ya se relacionaba con el área macedonia y
albanesa e, incluso, con Italia. Sin embargo, la continuidad de los tipos de tumba, las
costumbres de enterramiento, los tipos cerámicos, las armas, etc., que vemos entre el
HR I y el HM en general, nos muestran que no hubo una nueva población sino un
desarrollo local, cuestión sobre la que ya hemos hablado.

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Nos centraremos ahora en las tumbas de fosa más paradigmáticas, las halladas en
Micenas.

Las tumbas de fosa de Micenas

Figura 3. Principales yacimientos micénicos. En círculos rojos, Micenas y la isla de Egina.

Figura 4. Heinrich Schliemann (1822-1890).

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En noviembre de 1876, Heinrich Schliemman, que llevaba trabajando en Micenas
de forma legal desde el cinco de agosto de ese año (entre febrero y marzo y de 1874
realizó unas primeras catas, pero eran ilegales), mandó un sensacional telegrama al rey
Jorge de Grecia: “Su Majestad, es un gran placer para mí informarle de que he
9
descubierto las tumbas que, de acuerdo al relato de Pausanias, pertenecen a Agamenón,
Casandra y al resto de sus compañeros asesinados por Clitemnestra y su amante, Egisto,
durante un banquete. Las tumbas estaban en un recinto, dentro de un doble círculo de
piedra, algo que solo pudo haber sido erigido en honor de tan excelsos personajes.
Dentro de las tumbas, he encontrado magníficos tesoros y antigüedades de oro. Estos
tesoros se bastan para llenar un gran museo que se convertirá en uno de los más
famosos del mundo y que atraerá a miríadas de extranjeros a Grecia. Como trabajo solo
por amor a la ciencia, naturalmente no haré ningún tipo de reclamación sobre esos
tesoros y, entusiastamente, los cedo en su totalidad a Grecia. Que estos tesoros sean la
fundación de una inconmensurable riqueza nacional”.
Schliemann se equivocaba en varios puntos, pues ni son las tumbas de esos
famosos personajes ni su cronología es cercana a la de la Guerra de Troya. De hecho, el
controvertido aventurero había dado con unas tumbas mucho más antiguas, de ca. 1650-
1550 a.C., el conocido como Círculo A. Estas tumbas ejemplifican la emergencia
cultural de Micenas en el siglo XVII a.C. Las tumbas, como ya hemos dicho, eran de
fosa. Conviene ahora definir exactamente en qué consiste este tipo de sepultura. Una
tumba de fosa es un enterramiento en cista al que se accedía a través del techo de una
fosa situada a gran profundidad. En las cistas podía acumularse uno o varios cuerpos,
pero no demasiados Los techos de estas tumbas podían hacer hacerse con troncos de
madera, juncos, arcilla o con otras láminas de piedra. Cuando el enterramiento se había
realizado, la fosa se rellenaba con arena y la localización de la tumba se marcaba
colocando en el contorno una línea rectangular de piedras, como en Ayios Stephanos o
en Micenas; en este último lugar, además, las tumbas estaban marcadas por estelas.

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Figura 5. Reconstrucción de una tumba de fosa.

Las grandes estelas de piedra de Micenas estaban talladas en relieve, mostrando


espirales y escenas de caza y lucha. Son imágenes acordes con la información
proporcionada por los ajuares de las tumbas, pues en ambos tipos de documentos
tenemos elementos ligados al carácter marcial y al gusto por la caza (probablemente una
actividad ligada a la exhibición de prestigio personal): en las estelas, como decíamos,
hay escenas de caza y lucha (como podéis ver la fig. 6, donde un hombre en carro ataca
a un enemigo a pie), mientras que en los ajuares hay una gran cantidad de espadas y
dagas. Tened en cuenta que estas armas no eran utilitarias, sino que se realizaron
expresamente como ajuar funerario. Este es un elemento más que denota la elevada
riqueza de los allí enterrados.

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Figura 6. Estela del Círculo A. Muestra el popular motivo de las espirales


y una escena de batalla en la que un carrista derrota a un enemigo a pie.
Museo Nacional de Atenas. Foto de la autora.

El Círculo A era, pues, uno de estos cercados especialmente delimitados y


singularizados en el espacio de la necrópolis, perteneciente a una pujante familia de este
área de la Argólide. Son seis tumbas de fosa construidas muy cerca unas de otras, en
una pendiente rocosa cercana a otros enterramientos del HM. Contenían los restos de
nueve mujeres, ocho hombres y un niño. No son fruto de un único momento de
enterramiento. La tumba más reciente es la I, contemporánea de las primeras tumbas de
cámara de Micenas y ligeramente anterior al primer tholos. El grueso de los
enterramientos se corresponde con el HR IB, el primer período micénico en términos
cerámicos. Son característicos los conjuntos de armas para los hombres y los alfileres y
broches para las mujeres, pero hay muchos otros objetos que aparecen en ambos tipos
de tumbas: cerámica micénica y de importación, muebles, objetos de aseo, vajillas de

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plata, sellos, collares de ámbar traído del Báltico, vasos rituales10… Gran parte de los
materiales provienen de Creta, como el rhyton del asedio, y de las Cícladas. También
hay objetos egipcios. Estos ajuares son impresionantes en calidad y cantidad.
Los objetos cubrían todos los aspectos de la vida del difunto. Muchos, además,
no eran utilitarios, sino que se hicieron específicamente para la tumba, como las armas
12
que antes comentábamos y, sobre todo, el artefacto más característico del Círculo A: las
máscaras de oro (fig. 7) como elemento de individualización del cadáver, práctica que
tiene paralelos en otras áreas cercanas, como los Balcanes, y que a lo largo del tiempo
reaparecerá en la Tracia egea y póntica. No hay elementos cretenses en estas máscaras,
ni tampoco son retratos de los individuos, sino que siguen las líneas generales del
rostro. Las máscaras se atestiguan para seis individuos masculinos, y no se han
documentado para las mujeres. Un niño apareció totalmente cubierto de oro (fig. 8)
pero, lamentablemente, se desconoce su sexo. Las máscaras pertenecen a los momentos
tardíos de vida del círculo. Generalmente hablando, a más reciente es la tumba hay una
mayor concentración de oro. Además, los cadáveres también llevaban pectorales y
diademas de oro.

Figura 7. Máscara de Agamenón. Heinrich Schliemann bautizó así a esta icónica pieza
hallada en el Círculo A. Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Foto de la autora.

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En singular, rhyton; en plural, rhyta.

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Figura 8. Objetos de oro hallados en el Círculo A. En el centro, mortaja de oro de un


bebé. Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Foto de la autora.

French (2005: 43) señala un aspecto muy interesante sobre la elección de una
tumba de fosa y no un tholos, más monumental, para el enterramiento: las tumbas de
fosa debían ser construidas en vida del primer ocupante, y por ello eran una proyección
de riqueza e imagen definitiva. Hay que imaginar el momento de la inhumación del
difunto, totalmente cubierto de oro, y rodeado por sus familiares, que liderarían los ritos
religiosos y que, probablemente, también irían ricamente engalanados mientras el resto
de la población los contemplaba. Gracias a este control del aparato religioso y al
ensalzamiento de la especial relación de esta familia con los dioses, se irracionalizaba la
coerción sobre la población. La misma construcción de las tumbas nos muestra que
estas gentes controlaban la mano de obra del lugar: una única fosa conllevaba el trabajo
de unas diez personas en unos días.
Es probable que fuera esta misma familia o sus descendientes los que se
enterraran en tholoi en las siguientes generaciones y se hicieran con el control de
Micenas por las razones que vamos a ver ahora.
El doble muro circular techado con lajas de piedra que delimitada el círculo no es
una construcción de la misma época que las tumbas. En la primera mitad del siglo XIII
a.C., el Círculo A se quedó incluido dentro de la ciudadela, justo al lado de la Puerta de

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los Leones, ya que la nueva muralla incluyó esta área. Hubo que hacer un grandísimo
esfuerzo antieconómico para hacer esto, por lo que se ve la gran importancia ideológica
que tenía la inclusión del Círculo A en la ciudadela. La zona de las tumbas se limpió y
se construyó este doble vallado. La intención sería, sin duda, monumentalizar el área y
mostrar algún tipo de vínculo entre los gobernantes de Micenas en esos momentos y las
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gentes allí enterradas. ¿Quizás eran miembros de la misma dinastía? Además,
probablemente en el Círculo A se celebraría algún tipo de culto a los ancestros. Esta
área siempre permaneció en el imaginario griego como una zona especial: lo prueban
que se hallara una cerámica de época arcaica con la inscripción “Al héroe” y que no se
construyera nada encima. Pausanias, en el siglo II d.C., situó aquí las tumbas de los
asesinados por Clitemnestra, y por ello Schliemann creyó haber encontrado la tumba de
Agamenón.
Pero el Círculo A no estaba solo. En la parte baja del yacimiento, justo al lado del
actual aparcamiento, George Mylonas descubrió en 1951 el conocido como Círculo B.
Si bien tiene esta denominación, el Círculo B es más antiguo que el A. Este grupo de
tumbas hunde sus raíces en el HM III, aunque llegó a convivir con su homólogo durante
una generación. En el interior del círculo había 25 tumbas con 35 individuos. De estas,
14 eran de fosa, siendo estas las más recientes de la estructura, pertenecientes al HR I.
El lugar fue abandonado sin más como sitio de necrópolis y, aunque también se han
hallado en estas tumbas ricos ajuares (entre ellos, una máscara de electro, una aleación
de oro y plata que se da de manera natural en algunos ríos anatolios), no es nada
comparable a lo que vemos en el Círculo A. En los momentos en que mayor riqueza en
forma de oro se está acumulando en el Círculo A, el B ya estaba en desuso. Además,
tras su abandono, y a diferencia de lo que pasó con el Círculo A, el lugar fue olvidado.
Los micénicos de los siglos XIV y XIII a.C. desconocían su existencia, y cuando se
construyó el tholos de Clitemnestra, la estructura rompió parte del Círculo B y no se le
dio ninguna importancia.
El modo de enterramiento en ambos círculos era muy similar. Los individuos eran
inhumados, usualmente boca arriba. Además, en cada fosa podía colocarse más de un
difunto, una costumbre que difiere claramente del enterramiento individual del HM. Los
cuerpos eran cubiertos con sudarios a los que se cosían láminas de oro. Los sudarios no
se han conservado, pero sí las láminas, que tienen agujeros para ser cosidas a la ropa.
También hay evidencias de que en los círculos se realizaba algún tipo de banquete

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funerario cuando se realizaba el enterramiento, puesto que se han documentado vasos
rotos y huesos de animales en la tierra que rellenaba las fosas.
Las relaciones entre ambos círculos son intensas. ¿Eran dos familias pero unidas
de alguna forma que se nos escapa? ¿El Círculo A representa a la rama de una próspera
y amplia familia que logró imponerse por su cuenta? Lo que sí sabemos es que, en una
15
generación, ambos círculos están en pleno funcionamiento y que, si bien el A sobrevivió
más en el tiempo, en el momento en que ambos fueron contemporáneos, estaban a la
vista el uno del otro. Lo que una familia hiciera en el A se vería en el B y viceversa. Los
círculos apuntan a la existencia de un poder basado en la familia, no unipersonal, y en el
control por la riqueza agrícola y de las importaciones, así como a la competición entre
estos grupos emergentes que finalmente, llevaría a la anulación de un grupo por el otro.
No hay que destacar que ambos grupos tuvieran algún tipo de relación; estaríamos, por
tanto, ante el lento proceso de definición de una dinastía. La aparición paulatina de
familias que habían acumulado una gran riqueza en esta zona oriental de la Argólide no
es casual: es una llanura muy fértil que habría dado una gran cantidad de excedentes y
desde ella se accede a uno de los mejores puertos de la fachada oriental del Peloponeso.
El paso al Egeo y a Creta desde aquí era fácil en relación con la costa abrupta
occidental. Creta sería el lugar que los habría enriquecido, y ellos habrían canalizado
materias primas del interior, como cereal, y se habrían involucrado en la búsqueda de
materias primas con Sicilia e Italia. La precocidad con que los micénicos se convirtieron
en los principales vectores de circulación de este comercio tiene mucho que ver con este
proceso de formación de élites y, ulteriormente, de estructuras estatales. En otras
palabras, había capacidad de creación de excedentes y de ponerlos en movimiento.
La gestión eficiente de los recursos que tenían disponibles es incontestable. Al
final, un único grupo, con residencia en la cumbre de Micenas, habría triunfado sobre el
otro y, paulatinamente, el poder habría evolucionado hacia formas monárquicas.

El Heládico Reciente II (HR II)


La estratificación de la sociedad micénica se completó en el HR II, pero, de
nuevo, había una fuerte variación regional. Algunas áreas estaban densamente pobladas
con asentamientos independientes que se consolidaron como entidades que competían
por el territorio. Estas entidades estarían comandadas por grandes familias o jefes con
sede en un pequeño número de grandes asentamientos, donde encontramos tumbas de
tipo tholoi. El proceso de competición entre estas entidades llevó al triunfo de unas

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sobre las otras. Así, por ejemplo, el centro de Pilo se impuso sobre el resto de pujantes
asentamientos de la zona de Mesenia, que le habrían cedido su autonomía. Parece ser
que en este caso habría existido un palacio monumental en Ano Englianos (Pilo) desde
el HR I. Una organización similar de pequeños asentamientos que después se
consolidaron como entidades políticas es evidente también en la Argólide y la Laconia
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del HR II, pero el resultado final habría sido distinto: mientras que en la Argólide
tenemos para la fase posterior diversas estructuras palaciales, en Laconia no surgió
ningún palacio, aunque esto se encuentra actualmente en revisión, ya que se han
encontrado tablillas en el yacimiento de Ayios Vasilios muy recientemente. Aparte, en
Laconia se desarrollaron prósperos centros no palaciales, como el Menelaion,
establecido desde el HM II, o Vaphio, donde se ha encontrado una gran tumba de tholos
construida durante el HR II.
El contacto cultural con los palacios minoicos es de gran importancia para la
adquisición de riqueza por parte de los micénicos, como ya hemos visto para el caso de
los círculos de tumbas de Micenas. Asimismo, la influencia cretense llevó a la
adaptación de la tecnología y de las prácticas necesarias para la formación del sistema
palacial. Sin ir más lejos, los griegos micénicos usaron la escritura Lineal B, heredera de
la Lineal A cretense: de hecho, se cree que fue en Creta, y en concreto en Cnoso, donde
adquirieron este conocimiento, alrededor del HR II. El efecto de este estímulo puede
verse en la cultura material, que incluye tanto objetos terminados como materias primas,
que se utilizaron para marcar el estatus sociopolítico. Al mismo tiempo, se aprecia en la
adopción, imitación y adaptación de los estilos minoicos que acompañan a una
verdadera explosión de las artes pictóricas, en contraste con las tradiciones visuales del
HM, en esencia anicónico. Por ello, en estos momentos tempranos de la cultura
micénica es difícil diferenciar un arte micénico de su original minoico, aunque los
motivos heládicos están siempre presentes. El significado de esta iconografía para los
micénicos se nos escapa, siendo muy difícil aislar creencias propiamente micénicas.
Como veremos en el tema 4 con más detalle, el mundo simbólico y religioso cretense
también influyó fuertemente a estos ámbitos de la cultura micénica.
También hay que enfatizar la importancia de la isla de Egina, posiblemente el
canal de comunicación entre Creta y las Cícladas y la Grecia Central y Meridional.
Además, la isla de Egina es el claro ejemplo de un desarrollo cultural continuado desde
el HM al HR. Egina muestra fuertes lazos con el continente hasta el HR III. Las islas de

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Egina, Citera y Keos jugaron un papel fundamental en el desarrollo de los centros
micénicos continentales.
El progresivo proceso de centralización de estas entidades políticas continentales
y el considerable aumento de los recursos que gestionaron a lo largo del HR II hizo que
fuera necesaria una burocracia administrativa. Las elites emergentes que tenían acceso a
17
los excedentes agrícolas, la riqueza generada por el comercio y que controlaban la mano
de obra especializada estaban en la posición perfecta para consolidar su poder y crear
nuevas formas de afirmar su posición, que ya sería hereditaria. Crearon centros
sociopolíticos estratificados horizontal y verticalmente de acuerdo con la especificidad
de cada grupo social. Estas son las bases que explican el surgimiento de los palacios
continentales. En otras palabras, estamos en el momento de surgimiento de los Estados
micénicos.

Hábitat del HR I-II


No hay muchos asentamientos excavados para este período aparte de Micenas,
Asine, el Menelaion de Esparta o Tirinte. Gracias a estos yacimientos, sabemos que es
un momento de experimentación arquitectónica. No hay muchas evidencias sobre
murallas; en su lugar, la distribución de cementerios extramuros y de tumbas tipo tholos
sugiere que la ocupación del territorio era dispersa. En Micenas, un edificio central
ocupaba la cima de la ciudadela; esta estructura fue destruida por fuego, y junto a los
escombros, se encontraron cerámicas de muy alta calidad, fragmentos de fresco con
decoración vegetal, muchos huesos de animales y grandes cantidades de ostras y
mejillones. Hay hasta otros dos asentamientos documentados en la zona, uno en Panagia
y el otro en Pezoulia. En Tirinte, las construcciones del período no seguían ningún tipo
de plan organizado, y se hicieron con escombros, aunque en el HR IIB los edificios ya
se hicieron de forma ordenada. No hay evidencias del uso de sillares de piedra o de
entramados de madera, aunque los fragmentos de fresco más antiguos pertenecen a esos
momentos finales.
En Tsouginza, la antigua Nemea, tenemos restos de edificios del HR I. En el
edificio oeste se encontró un hogar circular y un depósito de vasos para bebida que
hablan de la realización de banquetes colectivos.
El edificio conocido como Menelaion, situado a las afueras de Esparta, Laconia,
es una gran mansión cuyo diseño es el precedente del de los palacios micénicos del

©Claudia V. Alonso Moreno


período subsiguiente. Allí se encontró cerámica de alta calidad, similar a la que en esos
mismos momentos había en el palacio de Cnoso.
En Pilo, Mesenia, los edificios del HR I se construyeron con sillares de piedra
caliza, y se disponían alrededor de un patio.
Poco más hay que destacar sobre el hábitat del período.
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Mundo funerario del HR I-II


Si bien veremos en detalle el mundo funerario micénico en el tema 4 del temario,
es momento de señalar algunas de las innovaciones que se dieron en este campo en el
HR I-II. A comienzos del HR I tuvo lugar un cambio importante, pues aparecieron dos
nuevos tipos de tumba: el tholos y la tumba de cámara. Ambos tipos son sepulturas
colectivas, y por tanto, son el culmen de una evolución que ya percibíamos en las
tumbas de fosa: el triunfo del enterramiento colectivo sobre el individual. Estas son sus
características:
-Tumba de tholos11. Este tipo de tumba constaba de un pasillo (dromos) que daba
acceso a la entrada de la tumba, marcada por jambas (stomion), que, a su vez, llevaba a
la cámara funeraria circular El stomion podía tener un triángulo de descarga. La cámara
funeraria estaba construida con sillares de piedra colocados en líneas paralelas,
simulando una gran bóveda. La bóveda estaba cubierta por un gran túmulo de tierra.
Eran sepulturas para el grupo familiar. Este tipo de tumba aparece a finales del HM en
el área de Mesenia, y a partir del HR II aparece fuera de esta región. En el HR IIB llega
a Acarnania y Tesalia. Está muy influenciado por los túmulos del período precedente,
aunque se cree que también hubo inspiración cretense. En la región de la Mesará en
Creta, en el Minoico Antiguo y Medio, se realizaron tumbas de tipo tholos. El problema
es que esta tradición no continuó, y, de todas formas, estas sepulturas carecían de
dromos, stomion y túmulo. Por ello, la tendencia predominante en la investigación es la
que cree que el tholos es la monumentalización de los túmulos del HM que contenían
tumbas de un mismo grupo familiar.
-Tumba de cámara. También constan de dromos y stomion, pero la cámara
simplemente se tallaba en la roca. Las cámaras no eran nunca circulares. Aparecen al
mismo tiempo que los tholoi, es decir, a finales del HM – comienzos del HR I. Los
ejemplares más antiguos son los de Epidauros Limera y Volimidia, en el sur del

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Tholoi en plural.

©Claudia V. Alonso Moreno


Peloponeso. Este tipo de tumba sobrevivió al colapso de las administraciones micénicas
ca. 1200 a.C. Aunque se creía que las tumbas de cámara eran propios de gentes con un
estatus menor que aquellos que usaban los tholoi, se ha llegado a la conclusión de que
las preferencias regionales influyen mucho a la hora de encontrar un tipo y otro de
tumba en un lugar. Por ejemplo, en Tebas, Beocia, no tenemos tholoi, sino solo tumbas
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de cámara, incluso para aquellas que se cree que pertenecieron a la realeza local.
Los tipos de ajuares más comunes son: cerámica (tanto vasos rituales como de
almacenamiento), armas, objetos de importación y figuritas desde el HR IIB en
adelante.
En este período se realiza una inversión en la construcción de las tumbas y en el
depósito de ajuares en las mismas sin precedentes. Abundan la diversidad y las modas
regionales en la construcción de las tumbas. El ritual funerario era elaborado, y hay
evidencias de enterramientos secundarios. Como los túmulos y las tumbas de fosa, estos
tipos de tumbas estaban diseñados para ser abiertos periódicamente para la deposición
de más difuntos y para la celebración de diversos rituales en honor de los antepasados
allí enterrados.
Los enterramientos podían realizarse colocando al muerto directamente sobre el
suelo de la tumba, depositándolo en pozos o cistas construidos para tal fin en las
cámaras o metiéndolos en grandes tinajas de cerámica (pithoi).

Cultura material: la cerámica del HR I-II


La tradición cerámica continental incluye cerámicas continentales pero también
influencias minoicas, cicládicas y de la isla de Egina. La distintiva cerámica del HR I
lustrous dark-on-light (son vasos decorados en negro brillante sobre fondo pálido, pero
lo encontraréis así en la bibliografía) se habría desarrollado en Laconia como resultado
de la influencia cretense, que llegaría fácilmente a la zona a través de la isla de Citera;
desde allí se habría extendido al resto del Peloponeso, en especial a la Argólide. Sin
embargo, a lo largo de este periodo esta cerámica es minoritaria con respecto a las que
siguen las pautas del HM. La cerámica micénica aparece en las Cícladas desde el siglo
XVI a.C., evidenciando la eficiencia de las redes comerciales tempranas de los
micénicos.

©Claudia V. Alonso Moreno


Las interacciones con el mundo egeo
En Akrotiri, en la isla de Thera, las miniaturas de la Mansión Oeste muestran
guerreros, que muchos investigadores piensan que son micénicos. Están organizados en
tropas, portan largas espadas, lanzas, escudos cuadrados (del tipo “torre”) y cascos de
colmillos de jabalí, característicos de la cultura micénica. Así pues, parece que desde
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comienzos del II milenio a.C., los griegos continentales estuvieron en contacto con otras
comunidades egeas. En las tumbas de fosa de Micenas se ha encontrado orfebrería de
las islas egeas, pero también sellos minoicos y otros realizados al estilo minoico pero
adaptado a los gustos de la Grecia continental. De las islas y de Creta, como ya hemos
señalado a lo largo del tema, también se importaron grandes cantidades de cerámica.
Estos vasos, probablemente, también contenían sustancias típicas de estos lugares, como
perfumes, especias u otros materiales.

Los micénicos en Cnoso


Durante el HR I-II, numerosas destrucciones tuvieron lugar en Creta. Tras ellas,
el control micénico se expande por el sur del Egeo y los productos micénicos comienzan
a aparecer con mayor asiduidad en el Mediterráneo oriental. Parece ser que los
micénicos ser hicieron con el control de las rutas comerciales. En el HR II, la cerámica
micénica se convierte en el producto de lujo por excelencia más allá de Grecia, y
alcanza Creta. En el puerto de Iraklio (Poros-Katsambas) se han hallado numerosas
tumbas con armas, y en Archanes se han documentado tumbas de fosa.
En el palacio de Cnoso, en el HR II-IIIA, aparecen grandes cantidades de
cerámica micénica y de tumbas de cámara con enterramientos donde se pone énfasis en
la capacidad bélica y cinegética del individuo (aparecen en la bibliografía como Warrior
Graves). Este fenómeno también se documenta en Archanes, Festo y La Canea.
Aunque estamos ante tipos de tumbas continentales (tumbas de fosa, de cámara y
tholos) que incluían ajuares típicos de la Grecia micénica, el debate de si estamos ante
conquistadores continentales o élites locales fuertemente micenizadas y que se estaban
ajustando a las nuevas condiciones socioeconómicas del Egeo continúa. En cualquier
caso, la influencia continental en la isla fue progresiva, hasta que llegó el momento que
una administración griega se instaló en Cnoso y produjo algunos de los más tempranos
documentos en Lineal B. Casi con toda seguridad, fue allí donde los griegos adquirieron
el conocimiento de la escritura, vital para la formación del sistema administrativo
micénico. No es casualidad que el progresivo control micénico sobre las islas del Egeo,

©Claudia V. Alonso Moreno


especialmente Rodas, y el surgimiento de los palacios en Grecia sea simultáneo con el
establecimiento de una dinastía griega en Cnoso.
Este período abarcado en este tema finaliza en la Grecia continental con la
emergencia de los palacios.

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©Claudia V. Alonso Moreno

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