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LOS 10 VALORES Icor

iCOR está orientado a la misión que Jesús nos ha encomendado de apoyar a las personas en un
discipulado holístico. Llamar a las personas a convertirse en discípulos de Jesús no es simplemente otro
programa más para la iglesia, sino más bien su misión central. Para hacer justicia a esta tarea, la iglesia
local debe participar activamente en cuatro áreas que ayuden a los jóvenes, así como a cualquier otra
persona, a convertirse en discípulos de Jesús:

La iniciativa iCOR tiene que ver con la misión de Cristo y abraza el concepto de discipulado holístico.
Hacer discípulos de Jesús no es un programa más de la iglesia, sino más bien su misión principal. Con el
fin de cumplir con este cometido, la iglesia local debe ser activa en 4 áreas que ayudarán tanto a jóvenes
como a cualquier otra persona a convertirse en un discípulo de Jesús:

Fomentar las relaciones interpersonales


(p. ej. la convivencia social y espiritual: Hechos 2:46–47; Efe. 4:2–3; Juan 13:34–35)

Fomentar el crecimiento espiritual


(p. ej. 2 Cor. 5:17; 2 Tes. 1:3; Gál. 5:16, 18, 22–23)

Fomentar el cumplimiento de la misión


(p. ej. 2 Cor. 5:18–20; Hechos 9:36, 39)

Capacitar para el ministerio


(p. ej. Jer. 1:7, 9–10; Efe. 3:20–21; 4:7–16; 2 Tim. 2:2; 4:1–2)

«Este concepto de la iglesia como "pueblo de Dios" —como la sociedad nueva de Dios, su familia, su
comunidad— impacta a muchos hoy como la "buena noticia" más emocionante que podrían oír jamás. ¡Y
qué transformación tiene lugar cuando una persona es consciente de que pertenece a Dios y a su pueblo
para siempre! En esta época de aislamiento, el gozo de verdaderamente pertenecer a Dios y de formar
parte de su pueblo en todo el mundo —una pertenencia que no depende de ganarse la aceptación, sino
que depende de recibir y aceptar el amor de Dios— es una de las características más relevantes del
mensaje cristiano de las buenas nuevas».

David Watson, I Believe in the Church (Grand Rapids/Michigan: William B. Eerdmans Publishing
Company: 1978), S. 76.

Sobre la base de investigaciones empíricas, estudios científicos y hallazgos sociológicos, la comprensión


neotestamentaria de la iglesia y los escritos de Elena de White, se han definido diez valores
fundamentales que una iglesia debe desarrollar y evaluar deliberada y continuamente si quiere ser
familia de Dios en el sentido bíblico. Estos valores deben discutirse periódicamente en las reuniones de la
junta directiva de la iglesia y ayudarán a las iglesias a concentrarse en cuestiones fundamentales que
fomentan el crecimiento de la iglesia como hogar espiritual y santuario seguro para personas de todas las
generaciones, culturas y orígenes sociales. Los diez valores de iCOR no son programas adicionales que
una iglesia simplemente deba implementar. Más bien, alimentan el compromiso y la actitud fomentada
por la iglesia de ser familia de Dios y formar una comunidad intergeneracional de creyentes para
satisfacer de manera especial las necesidades espirituales de los jóvenes. Estos valores forman la base
para futuras actividades de la iglesia y ayudan a la iglesia a definir e implementar sus metas individuales.

RELACIONES INTERPERSONALES
1. CONEXIÓN
Dios es amor, y, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, es un ser que se relaciona —de ahí que su iglesia deba
ser un reflejo de su naturaleza. El aprender a relacionarse con los demás de forma saludable es una de
las tareas más importantes y urgentes para la iglesia cristiana, ya que es precisamente el amor profesado
entre los seguidores de Jesús la característica inequívoca de que pertenecen a Dios; es lo que da
credibilidad a su fe.

Resulta imposible amar a Dios a la vez que se ignora al otro. La comunidad cristiana se debe construir y
vivir: es mucho más que simplemente asistir juntos a un programa espiritual a una hora y en un lugar
determinados. Las iglesias que implementan el valor de conexión promueven de forma deliberada que se
relacionen entre sí las diferentes generaciones, culturas y clases sociales, además de conectar a las
personas tanto dentro de la iglesia como fuera de ella. Esto es especialmente importante para los
jóvenes, ya que es fundamental para el desarrollo de su fe que se relacionen no solo con sus iguales, sino
también con los miembros adultos de su iglesia.

2. CUIDADO Y CARIÑO
El cuidado y el cariño genuinos suplen la mayor parte de las necesidades básicas de las personas.
Podemos crecer en confianza y abrir nuestros corazones cuando nos sentimos amados y aceptados. Las
iglesias iCOR cuidan de las personas y proveen una comunidad de apoyo porque se han comprometido a
amar como Cristo nos ama, y se involucran en el ministerio de restauración y reconciliación. Al verse
enfrentados a tantos retos y necesidades de desarrollo durante la adolescencia, los jóvenes necesitan
vivir en una comunidad de fe que les brinde amor, cariño y apoyo. A los jóvenes no les importa cuánto
sabes hasta que sepan cuánto te importan.

Las iglesias iCOR actúan de forma deliberada al ofrecer su apoyo para el desarrollo de la fe de modo que
los jóvenes puedan decir: «Esta es mi iglesia». El cariño y el cuidado genuinos tienen que ver con la
oración intercesora pero también con propuestas prácticas de apoyo y de ayuda. Las iglesias iCOR son
sensibles a las necesidades espirituales y también a las demás necesidades de los jóvenes y de cualquier
otro miembro sencillamente porque les importa.

3. PARTICIPACIÓN
La participación en la iglesia genera un sentido de pertenencia y ayuda a las personas a sentirse
identificadas con la misma y con su misión. Esto es especialmente importante para los jóvenes. Los
jóvenes tienen muchas ideas, opiniones y energía, pero a menudo no se les da la posibilidad de aplicarlas
en la iglesia. Hay estudios que demuestran que la iglesia es relevante para los jóvenes – pero, ¿acaso son
ellos relevantes para la iglesia? En 2007, la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día hizo
la siguiente declaración: «Las razones más frecuentemente citadas por las personas que abandonan la
iglesia local tienen que ver con las relaciones interpersonales, la falta de un sentido de pertenencia, y la
falta de compromiso y de participación en la iglesia local y su misión.» (GC Executive Committee, 2007,
paragraph 5) [Conferencia General, Comité Ejecutivo, párrafo 5] Las iglesias harían bien, por tanto, en
animar a los jóvenes a ser partícipes y a dar forma y vida a la visión y la misión de la congregación.

CRECIMIENTO ESPIRITUAL
4. ADORACIÓN
En pocas palabras, la adoración no es un programa sino una actitud. La adoración es la manifestación del
Evangelio y de la verdad bíblica en el día a día. La realidad de Dios no solo se proclama sino que se
celebra y se vive en la comunidad de los hijos de Dios en cualquier lugar y en cualquier momento en el
que se reúnan, aunque se experimenta de forma especial el sábado. Las iglesias iCOR procuran
proporcionar experiencias de sábado verdaderamente significativas de forma deliberada y preparan
programas de sábado que involucren y entusiasmen a los jóvenes. Elena G. de White indicó que «las
reuniones del sábado… [pueden llegar] a ser los ejercicios más formalistas, desagradables, faltos de
atracción y, para los jóvenes, los más incómodos de todos los ejercicios… Las reuniones de testimonios y
todos los demás cultos religiosos debieran proyectarse y dirigirse de tal modo que no sólo sean
provechosos sino a tal punto agradables que sean positivamente atrayentes.» (Joyas de los Testimonios
Vol. 2, p. 440). El ambiente y la actitud de las personas al adorar es más importante que los elementos en
sí de los servicios de culto. Algunos estudios demuestran que el experimentar una adoración genuina y
gozosa que se manifieste al cantar, al tocar instrumentos, al orar y al proclamar a Dios con admiración
tiene un gran impacto en la vida espiritual de los jóvenes.

5. ENSEÑANZA
Los jóvenes buscan enseñanzas bíblicas sensatas y profundas, así como predicaciones y sermones que
toquen de lleno la realidad que viven. El estudio Valuegenesis Europe (VGE) indica que la predicación que
alcanza a los jóvenes constituye su experiencia eclesial más concluyente. Es ocho veces más probable
que los jóvenes permanezcan en la iglesia si consideran que los sermones tienen algo que ver con sus
vidas y si sienten que tocan sus corazones. Los jóvenes están buscando valores cristianos y creencias
adventistas basadas en la Biblia y que sean cristocéntricas y desean que se enseñen de forma relevante.
Las iglesias que se comprometen a comunicar el Evangelio y la Verdad bíblica de tal modo que sea
relevante tienen mayores probabilidades de ser relevantes para los invitados. Son sensibles y están
abiertas a las necesidades espirituales de sus jóvenes, y se dirigen a ellos en los momentos de adoración,
en la Escuela Sabática y en otras actividades.

MISIÓN
6. SERVICIO
La iglesia «ha sido organizada para servir.» (La Educación, p. 242.4). Esta es una declaración básica de
Elena G. de White acerca de la función de la iglesia en este mundo. La iglesia es una comunidad que sirve
a los demás con amor y cariño. El servicio es importante porque es una expresión de la vida que Dios
había pensado para nosotros. El servir a las personas es una manera de restaurar el sentido básico de la
vida. A los jóvenes les gustaría ver que nuestra fe en Dios tiene algún impacto y que nuestras
comunidades de fe marcan la diferencia en la sociedad. Están deseosos de involucrarse en proyectos de
evangelismo y en actividades misioneras significativos para producir un impacto en las vidas de las
personas. De ahí que a la gente joven no solo se le pida que se involucre en lo que se está haciendo, sino
que además ayude en la creación y en la planificación de dichas actividades y proyectos en su iglesia
local. Los jóvenes que sirven junto al resto de generaciones se sienten más identificados con su iglesia y
con nuestra fe adventista. En general, siguen a Jesús con entusiasmo y tienen ganas de compartir su fe
con sus amigos y con otras personas.

7. RECONCILIACIÓN
Cuando la evangelización se lleva a cabo en el contexto de la reconciliación se pone a Jesús en el centro,
se actúa con respeto y se tienen en cuenta a las personas. Como embajadores de la reconciliación, somos
«constructores de puentes» que, como representantes de Jesús, invitamos a las personas a reconciliarse
con Dios. Bajo el estandarte de la reconciliación, todo lo que hagamos en cuanto a evangelización está
supeditado a la misión de curación y restauración de las relaciones con Dios. Nos centraremos en ayudar
a las personas a encontrar su forma de reconectar con nuestro Padre amante. Las iglesias que están
comprometidas con el «ministerio de reconciliación» son conscientes de que solo es posible invitar a las
personas a que se reconcilien con Dios si se vive un espíritu de reconciliación en la iglesia. Lo esencial es
restaurar las relaciones. En última instancia, la misión en el contexto de la reconciliación deja bien claro
que las Buenas Nuevas están intrínsecamente ligadas al mensajero y a la forma en la que se vive el
evangelio de forma práctica en la iglesia. Por tanto, todos los miembros son llamados a ser embajadores
de Jesús y a vivir el evangelio.

CAPACITACIÓN
8. MENTORING
Jesús fue un mentor para sus discípulos, del mismo modo que Moisés lo fue para Josué, y Bernabé para
Pablo y Marcos.

Además de a sus padres, los jóvenes necesitan a adultos que sean modelos relevantes para sus vidas. Las
iglesias iCOR no solo incentivan relaciones intergeneracionales informales, sino que además asignan
mentores para que acompañen a los jóvenes en su crecimiento y desarrollo espiritual. La Encyclopedia of
Formal Education [Enciclopedia de la Educación Reglada] expone: «La definición clásica del mentoring es
la de un guía de más edad y con mayor experiencia que por un lado recibe la aceptación del joven y por
otro lado le ayuda y le acompaña en su transición a la madurez mediante el binomio de apoyo y desafío.
En este sentido, se trata de una relación de crecimiento en la que se inicia al joven en la edad adulta.»
(Kate Philip, August 2000). Los mentores ayudan a los jóvenes a crecer espiritualmente y a enfrentarse a
los retos y desafíos de la vida. Hay estudios que demuestran que es menos probable que los jóvenes que
se relacionan y que conversan con adultos cariñosos se involucren en actividades de riesgo. Además, es
más probable que los adolescentes que tienen buenas relaciones con los adultos sirvan a otros.

Por tanto, en la iglesia, los mentores pueden ayudar a niños, adolescentes y jóvenes, así como a nuevos
miembros bautizados y a invitados, a crecer espiritualmente y a lidiar con los desafíos de la vida. Del
mismo modo, los jóvenes pueden convertirse en mentores de personas mayores.

9. FORMACIÓN
El aprendizaje es una parte fundamental de la vida. Si se deja de aprender, uno se estanca.

Jesús inspiraba respeto como Rabí, es decir, como maestro, así que podemos considerar a sus discípulos
como sus estudiantes. La palabra griega para discípulo (mathetes) tiene su origen en el campo de la
educación. Los seguidores de Jesús son personas que siempre están inmersas en un proceso de
formación, ya que la formación promueve el crecimiento. El objetivo final de la escuela de Jesús la acción
y no solo las palabras y el conocimiento.

Dado que la formación capacita a las personas para que crezcan y se desarrollen, la iglesia debería ser un
lugar de aprendizaje para todas las generaciones. Los jóvenes no son los únicos que necesitan una
formación continua y estructurada, además de apoyo por parte de la iglesia. Las iglesias que le dan gran
importancia a la formación están comprometidas con proporcionar la oportunidad de crecimiento a
todos sus miembros en diferentes ámbitos: en comprensión, en la potenciación de los dones de cada
persona y en el servicio para el Señor. Por ello se esfuerzan por animar y apoyar a sus miembros para
que participen en oportunidades de formación tanto internas como externas. El progreso de una
comunidad de fe se fundamenta en la consciencia de que nunca dejamos de aprender.

LIDERAZGO
Una iglesia estratégica y orientada a la consecución de objetivos no se limita a centrarse en los procesos
administrativos. En su lugar, cumple con su misión de forma deliberada y se centra en la formación
continua, el progreso y el crecimiento en todas las áreas. Tiene o desarrolla una visión y una misión para
la comunidad local. En todo momento, busca involucrar a todos sus miembros —también a los jóvenes—
en el desarrollo, el análisis y la evaluación de la visión y de los objetivos.

De forma constante, le recuerda a todos en la iglesia cuál es la visión. Además, incorpora a los jóvenes en
las posiciones de liderazgo de la iglesia. Se sabe que una iglesia toma en serio a sus jóvenes cuando los
integra en las posiciones de responsabilidad. El involucrar a los jóvenes en el liderazgo hace que sientan
que forman parte del proyecto de la iglesia y por ende produce un cambio positivo que permitirá que
ésta sea dinámica y orgánica.

Un liderazgo basado en valores también se centra en la inclusión activa y deliberada así como la
evaluación de los valores iCOR en las actividades regulares de la iglesia.

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