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Blanche Benveniste, Claire.

"La escritura irreductible a un código" en


Ferreiro, Emilia (comp.), Relaciones de (in)dep
(in)dependencia
endencia entre oralidad
or alidad y
escritura, Barcelona, Gedisa, 2002.

1
La escritura, irreductible
a un "codigo"

Claire Blanche Benvenist e

El concepto de "código gráfico"


gráfico" ha tenido un gran éxito entre los docen
tes franceses durante la década de 1970-1980. Se presentaba a la len
gua hablada como un "código oral" oral " y a la lengua escrita como un "códi
go gráfico" y se suponía que ambas "codificaban" el mismo objeto: la
"lengua". Dentro de esta perspectiva, la lengua se consideraba implíci
tamente como un dato previo, presuntamente homogéneo y no sujeto a
la influenc
influencia
ia de los "códigos".
"códigos". La escritura era un simple
sim ple instrumento,
instrume nto,
desprovisto de existencia autónoma y encargado exclusivamente de ha
cer una transposición de la lengua, sin ejercer ninguna influencia sobre
ella. Se trataba de una reducción considerable del rol de la escritura.
En este modo de presentación tal vez existía un artificio didáctico, con
siderado útil para la escuela, pero de ninguna manera podía tomarse
como un análisis serio de lo que constituyen las lenguas escritas (cfr .
Béguelin, 2000).
El concepto de código se adapta al Alfabeto Fonético Internacional1
(IPA, International Phoneti
Phoneticc Alphabet
Alphabet), ), elaborado por los lingüista s
 para hahacer
cer la "nota
"notación
ción"" de las len
lengua
guass que des
describ
criben
en,, y cuyo principio
fundamental consiste en que a cada unidad sonor a de la lengua le co
rresponde un signo gráfico y sólo uno. Pero precisamente existe una
gran diferencia entre hacer la "notación" de una lengua, en este sentido
técnico, y "escribir" una lengua, entendiendo por ello que las escrituras
existen como fenómenos dentro de una sociedad, inmersos en la histo
ria, y que no están fundados sólo en consideraciones té t écnicas de ese
tipo.. Sab
tipo Sabeemos que
qu e la escritura influye en la evolución de las lenguas len guas
(Bubeen, 1935; Desbordes, 1990).
(Bub 1990) . Y conocemos tambié
tambi én que, tanto en el
caso de las sociedades como en el de los individuos, el saber que tene-
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mos sobre esa lengua no es el mismo antes y después de la escritura. gún que el fonema esté situado al principio de la sílaba o entre dos
Una simple "notación" no produciría esos efectos. Me gustaría ilustrar  vocales:
aquí, entre las funciones de l¡i escritura que no pueden reducirse a las
de un código, tres de ellas qu me parecen esenciales: para la pertinen  griego ['grie'io]
cia de la escritura, para la relación con el sentido y para poder conside  grogui {'gro'ii](según el Dictionnaire Le Robert & Collins, 1994)
rar la pertenencia de la lengua a un conjunto cultural más amplio.
Por lo general las escrituras no conservan las diferencias fónicas exis
tentes por debajo del umbral de los fonemas. A causa del conocimiento
l. La función de pertinencia mismo que tienen de la escritura, los adultos alfabetizados están entre
nados para no percibirlas, mientras que los niños todavía las perciben,
¿Qué conserva la escritura dentro del conjunto de lo que escuchamos antes de pasar por el filtro de la escritura. En este nivel se debe plan
"cuando la gente habla"? Sin duda, no todos los fenómenos sonoros que tear el problema para poder determinar si la conciencia de los fonemas
están presentes cuando alguien toma la palabra . Todos ellos constitu (phonological awareness) es anterior o posterior a la adquisición de la
yen en sí una selección y dejan aparte a aquellos fenómeno s que, por eso escritura.
mismo, estamos acostumbrados a considerar "fuera de la escritura". En otro nivel se sitúan las diferencias de pronunciación, según las
 Nos parece natural descartar, como "no lingüísticos", es decir, no perti regiones, el medio social, las generaciones o los usos de la lengua. La ten
nentes para nuestro uso de la escritura, la tos, las risas, la intensidad dencia general de las escrituras, por lo menos dentro de los países-na
de la voz o la carraspera, aunque de hecho las escuchamos. Solamente ciones tal como los concebimos hoy, es no tomar e n cuenta las diferencias
las historietas, que utilizan cierto tipo de escrituras "de segundo grado" regionales y adoptar una especie de punto de vista "panregional" .El re
conservan ese tipo de elementos. Pero, en el caso de las prolongaciones, sultado es que la escritura no refleja nunca la pronunciación de todos y
la altura musical y ·1as aspiraciones, los lingüistas saben que hay que no corresponde exactamente a la pronunciación de nadie. En todas las
actuar con mayor prudencia, pues en numerosas lenguas son fenómenos regiones existen dificultades ortográficas, ya que no se puede escribir
que forman parte del catálogo de elementos pertinentes. Los lingüistas "confiando en el oído", puesto que este se encuentra adaptado a ciertas
que hacen trabajo de campo deben entrenar el oído para escuchar los costumbres regionales.Los ejemplos de regionalismos en la pronuncia
"tonos" en lenguas que les resultan exóticas y para poder atribuir a los to ción son bien conocidos en francés y en español. Los franceses del norte
nos alto, medio, bajo, alto-bajo u otros, el rol que otorgamos en nuestras y los del sur no distribuyen las vocales de la misma manera. Los del
lenguas a las vocales y a las consonantes (Dixon, 1 997). Cuando se toma norte distinguen dos /e/, cerrada y abierta, en final de sílaba, de modo
en consideración un conjuntomuy grande de lenguas, nos damos cuen que la conjunción et y la tercera persona del verbo "ser", est, son pala
ta de que el proceso de seleccionar entre aquello que merece conservar  bras muy distintas. La dist inción entre ellas, am bas con una frecuencia
se y lo que conviene descartar no es una operación trivial para los lin de uso muy alta pero con sentidos muy diferentes, constituye un ele
güistas. Pero, por otra parte, las escrituras son fenómenos sociales que mento esencial para los franceses. Se considera muy grave confundir
con frecuencia evol ucionan más allá del control de los lingüistas, de ma las formas gráficas et y est, ya que al parecer resultaría una confusión
nera tal que lo que la escritura conserva no responde siempre a lo que entre categorías gramaticales fundamentales. Según parece despren
ellos desearían: conocemos una cantidad de escrituras en las que no se derse del conjunto de las gramáticas escolares, estas categorías grama
hace la notación de la altura musical de los "tonos" que, sin embargo ticales se consideran categorías de juicio, de modo tal que confundir en
se consideran pertinentes en esas lenguas (por ejemplo, el caso del sueco, tre et y est podría valorar se como una confusión m ental. En el norte de
que utiliza dos tonos discriminantes, sin registrarlos en la escritura). Francia, es posible enseñar a los niños a deletrear bien estas dos pala
Existe otro nivel de seleción para determinar qué fonemas de la  bras, de muy alta frec uencia, mediante el recurso a la pronunciación:
lengua se conservan en la escritura (Troubetzkoy, 1949). Sabemos que "es et porque pronuncié una [e] cerrada y es est proque pr onuncié una
no todas las variaciones audibles forman parte de ella. Fonológicamente [e] abierta".
existe una sola /r/ en francés, aunque las [r] que se pronuncian en rose, Pero para los del sur, en esa posición sólo existe una única /e/ ce
 prose y port sean muy distinas fisicamente. 2 Postulamos un solo fonema rrada, de modo que et y est se pronun cian de la misma manera, a pesar 
/g/ en el español, aunque pronunciamos dos sonidos, muy distintos, se- de los esfuerzos de los docentes de la región que tratan infructuosa-

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mente de enseñar a distinguirlas para facilitar la ortografía. La con El acento circunflejo no enseña nada a nadie; ni a los latinistas e histo
fusión entre esas dos [e] no es una marca de menor discernimiento que riadores de la lengua (que son conocedores), ni a los ignorantes, que no tie
se verificaría entre la gente del sur, ya que, a la inversa, los del norte nen ninguna capacidad para darse cuenta de lo que hay detrás de este
confunden totalmente las vocales nasales de palabras como brun y brin acento (Cerquiglini, 1995:151).
("color castaño" y "filamento"), en las que cometen cantidades de erro
res de ortografía, mientras que los del sur las distinguen en su pronun- Pero muchos franceses se convencen con facilidad de que, en virtud de
ciación. :· ese acento, efectivamente producen una diferencia en la pronunciación,
El examen atento de la pronunciación de las lenguas obliga enton  porque "es mejor " hacerl a. En la escuela se enseña que también hay que
ces a aceptar la idea de que, en sus realizaciones concretas, una lengua hacer una diferencia en la pronunciación .de palabras como je une y je u
no es homogénea. La heterogeneidad está inscrita en su propia natura ne ("joven" y "ayuno"), cosa que todo el mundo r ealiza con gran diligen
leza. La escritura del francés contemporáneo, como muchas otras e&cri cia, a costa de un gran artificio, cuando se cita este par de palabras. En
turas, ignora esa heterogeneidad. El diferenciar tanto entre et y est, este caso advertimos que el concepto d e pertinencia se ha desplazado, al
como entre un e in, representa así lo que podría ser la pronunciación de  pasar del plano fónico al plano purament e gráfico, hasta tal punto que
una suerte de "locutor ideal", 1que no estaría vinculado a ninguna región la diferenciación gráfica puede llegar a condicionar la percepción fónica.
en particular y que dominaría todas las realizaciones fónicas de la len La tendencia a conservar en la escritura distinciones ya superadas
gua, tanto las del norte como ' las del sur. En realidad, el acceso a la es en la lengua hablada se refuerza cuando la lengua escrita sirve para vin
critura con frecuencia se percibe como el acceso, por lo menos simbóli cular entre sí épocas y regiones alejadas. El español de América no re
co, a la capacidad de trascender las diferencias regionales; sería como nuncia a las diferencias establecidas en la pronunciación de España que
lograr una imagen de la lengua geográficamente homogénea. Pero hay le han servido como referencia en otros momentos:
algo más. La escritura no s.óo conserva huellas de las diferencias de
 pronunciación actuales, sinci también de las pronunciaciones más anti Por ejemplo, aunque el español de Hispanoamérica no tenga en su fo-
nología el fonema interdental fricativo sordo [0] escrito Z, C, en oposición
guas, que ya han caído en desuso. Por lo tanto, también proporciona
con el predorso-alveolar convexo, fricativo sordo [s], escrito S, el contexto
una imagen históricamente homogénea.
ortográfico normativo de toda la comunidad lingüística hispánica no admi
La escritura del francés, del italiano o del español, por lo general se te que voces como azadón, cacería o zapato se escriban como asadón, case
ha basado en la pronunciacióp. de la región más prestigiosa, que servía ría o sapato (Lara, 1997:108, n.19).
como punto de referencia (capital política o cultural). En el transcurso
de la historia, aun cuando alguna diferencia de pronunciación haya En este caso, como en muchos otros del mismo tipo, la diferenciación
quedado abolida en la región prestigiosa, la escritura tiende a conser gráfica ya no tiene nada que ver ni con la pronunciación individual ni
var sus huellas. Y el efecto de esos trazos gráficos es tan fuerte que los con la pronunciación de regiones vecinas. Sólo sirve para fabricar un
usuarios se convencen fácilmente de que se trata de diferencias reales modelo de referencia, situado más allá de la utilización inmediata de la
de pronunciación que tal vez ,ellos no tienen la capacidad de producir,. lengua.
 pero que en otras region es, otras persona s efectiva mente produc en. En
la escritura del francés contemporáneo, existe un "acento circunflejo"
sobre ia vocal a, que distingue gráficamente entre palabras como 2. La relación con el sentido

tache I tache (mancha  I tarea) La relación con el sentido se instala en la escritura junto con el concepto
 patte I pate (pata I masa) ·. de "estabilidad", a partir del momento en que los usuarios se preocupan
f l  por encontr ar en las grafias una represen tación estable de los sentid os.
Este acento (al que Cerquiglini, 1995 denomina "el acento del recuer El primer paso en este camino es aquel que instaura una separación en
do"), correspondía en determinada época a la pronunciación de una "[a] "palabras" gráficamente separadas unas de las otras por un blanco. Los
 posteri or", distinta de la simple a ("[a] anterior"). En la actualidad, muy  blancos permiten recon ocer al s ustanti vo "fiesta" c omo una palabra ais
 pocos franceses hacen esa difüren cia en su pronun ciació n: lada siempre igual a sí misma, aunque por lo general se pronuncie sim
 plement e como un fragment o de un grupo nominal , al que se le adjunta

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.l
un artículo o algún otro elemento determinativo: una + fiesta, la +fiesta, tienen marcas regulares.Todas las observaciones muestran que las pau
cuál fiesta, mi fiesta, sin ninguna separación fónica entre los elementos sas que se hacen al hablar espontáneamente no se corresponden con los
constitutivos del grupo. signos de puntuación (Blanche-Benveniste, 1998). Más bien ocurre a l a
 Nada equivalente se encuentra e n el nivel de lo oral, e n el cual las inversa: cuando se lee en voz alta un texto con puntuación, el lector trata
 palabras no están separadas entre sí por ninguna señal en particular. de hacer corresponder los signos de puntuación con pausas de diferente
El concepto de "palabra", como tal, sin duda surge en parte de nuestros nivel. La dicción de los textos leídos no es la de los textos producidos en
hábitos gráficos (Béguelin, 2000). Según este criterio, los historiadores forma espontánea.
nos enseñan a distinguir diferentes concepciones de la escritura a lo El conjunto de procedimientos establecidos por los escribas hasta el
largo de la historia. Hacia fines del siglo VII y comienzos del vin, los es siglo lX ha suscitado una idea nueva acerca de las relaciones entre len
cribas anotaban todos los elementos juntos en una escritura continua, la gua escrita y lengua hablada, totalmente condicionada por la evolución
 scriptio co ntinua, que se presentaba sin separación entre las palabras: histórica :

Quisenimhaecdiligenteretintellegenteraduert ensnonagnoscatinXto
Hacia el siglo IX, lectores y escribas habían llegado a percibir el medio
(San Agustín, De Ciuitate , ipanuscrito copiado alrededor del 429, citado por 
escrito como una manifestación autónoma del lenguaje, que era captado
M. B. Parkes, 1992: 277) . ,:;
tanto por el ojo como por el oído (M. B. Parkes, 1992: 34).

Quis enim haec diligenter e't intellegenter aduertens non a noscat in Cristo A partir del momento en que los usos escritos de la lengua adquieren
En efecto, ¿quién no reconocería estas cosas en Cristo, al considerarlas en autonomía, evolucionan muy rápidamente y asumen direcciones dife
detalle y con entendimiento? rentes según las lenguas y los países. Para determinadas escrituras,
más allá de la notación de los sonidos, se trata de tomar en cuenta las
Los escribas irlandeses, explica Parkes (1992:23), son los que, a partir  significaciones. Se abre paso una tendencia a mantener estables las sig
del siglo VII, han comenzado a copiar los manuscritos latinos dejando de nificaciones, por la necesidad de mantener "la misma escritura"  para
lado la scripti o continu a que habían encontrado en los modelos antiguos. los "mismos sentidos". A menudo no resulta muy claro y preciso qué se
Establecieron entonces separaciones gráficas basándose en el análisis entiende por "mismo sentido". Pero a sí es como sejustifica, en el saber 
en "partes del discurso" que daban los gramáticos latinos: a cada parte  práct ico, la superioridad de lo escrito sobre lo hablado: aun cuando lo
del discurso gramatical (sustantivo, pronombre, verbo, adjetivo, adver oral varíe, hasta el punto en que un mismo sentido se encuentre distri
 bio, pr eposici ón, conjun ción, interje cción) le corres ponde una separac ión  buido entre dos pronun ciacion es diferent es, le cor respon de a la escritu 
gráfica. Se trata de una nueva concepción de la escritura que exige un ra recuperar la estabilidad.
mínimo de conocimientos giamaticales, sin correspondencia con el uso Un primer nivel de observación es el que los lingüistas denominan
de la lengua oral. ·· el de la "alomorfía". Esto significa que , para una misma unidad de sen
Otra etapa de la escritura comienza en el momento en que se esta tido (morfema ) , encontramos variaciones en la forma según el entorno.
Las escrituras conservan o no esas diferencias , según su tipología y se
 blecen los signos de puntuación y las mayúsculas al comienzo de la ora
ción. Hasta el siglo vn, parecía evi dente que le correspondía al lector ha gún reglas muy complejas que han adoptado a lo largo de la historia .
cer las pausas en el texto esci:ito, no a quien copiaba los manuscritos. Los Por ejemplo, en inglés, el artículo indefinido se escribe a delante de una
escribas sólo ponían sig nos de puntuación para se parar los versículos en consonante y an delante de vocal:
el texto bíblico o las rúbricas en los libros jurídicos y científ icos. Todo
a napkin, a promise
cambia a partir del momento' en que comienza a manifestarse una preo
an apron, an ant
cupación por la legibilidad de los textos para un público más amplio y
cuando se insertan signos (puntos, comas, etcétera), con la función de  pero la escritur a no retien e la variación en la pronunciación del art ícu
manifestar por escrito este ti' p
. o de delimitaciones . Estos signos se desa lo definido the , aunque, en las mismas condicion es, esa diferencia es
rrollan lentamente en el transcurso de la historia y se estabilizan con la muy sensible:
difusión de los textos im presos, en el siglo XVI. No existe nada equivalen
te en la lengua oral corriente, en la cual los límites de las "oraciones" no

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the napkin, the promise mente ha sido criticada con mucha fuerza. S. Auroux, por ejemplo, se
the apron, the ant asombra de que puedan tratarse esos sistemas gráficos como si fueran
naturales para los usuarios, incluso innatos, sin tomar en cuenta las
En la escritura del francés se unifican los alomorfos en lo posible, para grandes dificultades que supone dominar sistemas ortográficos tan
lo cual se agregan cantidades de "letras mudas". Así, en un gran núme complicados como el del francés:
ro de casos, la consonante final de los adjetivos, que sólo se pronuncia
en el femenino, como ocurre en grise, plate, grande (seguida facultati Dos lingüistas generativistas de la escuela de Chomsky] legitiman indirec
vamente por una "e muda"), se conserva sin embargo en la escritura del tamente el inmovilismo y la selección social que hace posible toda ortogra
masculino, donde no se la pronuncia, con el estatuto de consonante fia complicada y obsoleta (Sylvain Auroux, 1998:289).
muda, gris, plat , grand .
En un nivel menos académico, la búsqueda de formas subyacentes más
 bien ha si do interpr etada como l a preocupaci ón por un retorno "a las
 femenino masculino
fuentes" de la lengua, en particular a las fuentes etimológicas. En este
grise plate grande gris plat grand caso, la evolución de la lengua puede percibirse com o un mal, que borra
[griz] [plat] . [grad] [gri] [pla] [graJ los "sentidos verdaderos" y confunde las significaciones, si estas llegan
a pronunciarse de la misma manera. La escritura interviene para re
 parar los daños provocados por la historia. A partir de la Alta Edad Me
El resultado que produce esta consonante final es hacernos pensar que la dia, las decisiones tomadas respecto de los homónimos son muy revela
raíz de la palabra, a un cuando cambie en el habla, por lo menos tiene una doras de esta preocupación. Isidoro de Sevilla, que enseñaba durante el
forma gráfica estable. Por l o,demás, esto es lo que se enseña en la escue siglo vn, incitaba a sus alumnos a distinguir muy bien entre las  pla
la: decimos que "el femenino se forma a partir del masculino, agregándo  bras latinas que se escribían de modo diferente pero que se confund1an
le una e". De modo que los adjetivos se presentan con una forma básica en la pronunciación (cfr. R. Wright, 1982:265). Gracias a las faltas de
estable, a la cual se le agregit gráficamente la "e" del femenino. Esto no ortografía que cometían los alumnos, y gracias a las reprimendas del
corresponde a lo que ocurre Jn la pronunciación, pues lo que hacemos es  profesor, sab emos que, en esa época, tanto al hablar como al leer en la
 pronun ciar el masculin o acortan do fónicam ente la forma del femenin o. tín se pronunciaba [a] tanto la preposición lati na ad como la conjunción
Sobre este concepto de estabilidad de los morfemas se ha basado la at. Y se pronunciaba [ o] tanto el adverbio de negación haud como la con
idea de que existen formas "subyacentes" que la ortografia pone de ma  junción aut.
nifiesto (Chomsky y Halle, 1968: 49):
ad, at = [a]
La represe ntación subyacente manifiesta una regularidad estructural haud, aut = [o]
que no siempre resulta evidente a partir de la forma fonética {...) Con fre
cuencia la ortografia señala: dentro de los morfemas aquellas regularidades En ese caso la diferencia era entonces puramente ortográfica, como lo es
estructurales que no necesariamente resultan evidentes en el nivel fonéti hoy en español entre ha y a. Falta saber si el sentido era distinto para los
co (S. Schane, 1968: 16-17). alumnos. En realidad, los alumnos se confundían y, al mezclar las for
mas gráficas, parecía que también mezclaban los significados. El profe
Este concepto de "forma subyacente" permitía magnificar la función sor había renunciado a lograr que pudieran distinguir estas for:rnas oral
analítica de la ortografía: mente. Pero pensaba que, al conservar estas distinciones en la lengua
latina escrita, aunque no podía mantener las pronunciaciones, por lo me
[...] la ortografia convencionál es [...] un sistema casi óptimo para la represen nos conservaba los distintos significados (y esto era lo más importante).
tación léxica de las palabras inglesas (Chomsky y Halle, 1968: 49). Durante la década de 1960, cuando comenzaron a instalarse las
nuevas escrituras para lenguas que no las habían tenido hasta ese mo
Este tipo dejustificación, que subestimaba el  peso de los factores histó mento, E.  Nida señaló que los usuari os de determin adas lengu as del
ricos presentes en la constitución de las diversas ortografias, posterior- África, a quienes los lingüistas habían propuesto escrituras que respe-

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::r·

taban adecuadamente la relación grafema-sonido, manifestaban una ooruga, booruga = él llegará, ellos llegarán
tendencia a modificarlas sigliiendo una dirección más morfológica. Entre (la primera o- marca la persona, la segunda, el tiempo
otros ejemplos, proporciona el de la lengua yipounou , hablada en Guinea. futuro)
Allí la marca de tercera persona, equivalente a él, ella en singular, y a
ellos, ellas en plural, se adjunta al verbo como un prefijo. Marca perso En esta lengua jamás se pronuncian dos vocales idénticas seguidas. Sea
nal, marca de tiempo y verbo se escriben en una sola palabra. Cuando que se escriba e o ee, eso da exactamente lo mismo para la pronunciación.
la marca temporal comienza con consonante, como ocurre en el caso del El procedimiento sólo sirve para destacar la existencia gráfica de mar
 pasado, gráfica mente se distin guen muy bien los tr es compon entes: cas de persona y de tiempo. Por lo tanto, se trata de un procedimiento
típico de aquellas escrituras "morfologizantes" que implican un mínimo
amaruga: él llegó de conocimiento gramatical de la lengua para poder escribir. Es previ
bamaruga: ellos llegaron sible que los usuarios que no hubiesen efectuado el análisis gramatical
necesario cometerán "faltas de ortografía". Y, sin embargo, los creado
res de estas escrituras habían previsto un sistema de correspondencia
 persona + tiempo + raíz del verbo "fonográfica", con lo cual creían que se evitaba toda intrusión de la or
 pasado "llegar"
tografía. Pero, con frecuencia, las "nuevas" escrituras, basadas desde su
3ª sing a · + ma + ruga inicio en un estricto principio de equivalencia entre sonidos y grafías,
3ª pl. ba •. + ma + ruga experimentan "distorsiones" morfológicas de este tipo.
Cuando el sistema gramatical de la lengua, marcado en la escritu
ra, cambia durante el transcurso de la evolución histórica, se presentan
Pero cuando la marca de tiempo comienza con una vocal, por ejemplo [i] varias orientaciones posibles: la escritura puede cambiar, para adap
en el presente y [u] en el futuro, las dos vocales de tiempo y de persona tarse a los nuevos sistemas o, a la inversa, tratar de conservar el siste
se fusionan. Ya no se las distingue en la pronunciación: ma antiguo, creando así una oposición entre la gramática de lo escrito y
la de la oralidad. También puede llegar a establecerse sobre la base de
[a] e [i] dan [e] diversos compromisos. Quisiera dar aquí un ejemplo simple de la mar
[a] y [u] dan [o] ca de plural en el francés, el de los sustantivos como ami.
Para el plural, estas palabras adoptan una marca gráfica final -S,
En un primer momento, el resultado se ponía por escrito teniendo en que, a primera vista parece semejante a la del español o del portugués:
cuenta esa fusión en la graf{a, de modo que la escritura reflejaba muy
de cerca la pronunciación: Un ami, deux amis ami + s
..,¡,·
Un amigo, dos amigos amigo + s
erugi, berugi = él llega, eilos llegan (e- es a la vez la persona y el tiempo Um amigo, dois amigos amigo + s
 presente)
oruga, boruga = él llegará, ellos llegarán ( o- es a la vez la persona y el Pero, en el francés contemporáneo, esta -S final no corresponde a nin
tiempo futuro) guna pronunciación.  Ami y amis se pronuncian de la misma manera.
Son conocidas las etapas de la evolución histórica que han llevado a que
Sin embargo, los usuarios han introducido un cambio, en apariencia
se "borrara" la pronuncia ción de esa -S final (Y. Ch. Morin, 1986, 1991).
mínimo, pero que representa: otro sistema de escritura. Han elegido un
Sabemos que se pronunciaba como [s] aproximadamente hasta el si
 procedi miento que permitía. que existieran gráficamente, sin confun
glo XIV, que posteriormente desap areció y que, hasta el siglo XIX, esa -S
dirse, las marcas de personils y las marcas de tiempos Para lograrlo, gráfica había dejado una huella que se traducía en el alargamiento de
simplemente duplican la voal y escriben:
la vocal precedente, de modo que se pronunciaba ami con una [i] breve
en singular, y amis con una [i] larga en plural (Chervel, 1977). Hoy no
eerugi, beerugi = él llega, ellos llegan
(la primera e- marca la persona, la segunda, el tiempo queda nada de eso, aunque se continúa escribiendo la -S en plural. El
 presente) . resultado de esta evolución, y de otros desarrollos para lelos en el caso de

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los adjetivos y de los verbos, es que en el francés contemporáneo existen En la misma región, nos señalan los observadores de la época, cum le-
dos gramáticas del plural, una para la lengua hablada y otra para la es  gibus ("con las leyes") o ab regibus ("por los reyes") se leían como si es
crita (Blanche-Benveniste, l997). El singular y el plural se escriben en tuvieran escritos con leis, a reis. Los pedagogos se preocupaban espe
forma muy diferente. En la lheve oración siguiente, por ejemplo, en el cialmente por aquello que interpretaban como un "-bus silencioso"
francés hablado la diferencÍ entre el singular y el plural sólo es per (Wright, 1982: 170) que parecía indicar, entre los usuarios, la pérdida
ceptible por la diferencia entre los determinativos nominales un y deux. total de lo que constituía una declinación latina. Ahora bien, la decli
En el francés escrito, se agregan cuatro marcas gráficas, en el sustanti nación era considerada como un elemento clave de la gramática lati
vo amis, en los adjetivos espagnols y gentils y en el verbr venaient: na, incluso señalaba su superioridad sobre las lenguas romances que
comenzaban a surgir. Esas lenguas, consideradas "vulgares" en gran
Un ami espagnol tres gentil venait a la maison medida por esa misma razón , se han desarrollado sin ningún equiva
Deux ami§ espagnol:;¡ tres gmtil venaient a la maison lente del "-bus latino'', ni en lo escrito ni en lo oral. Pero este punto
constituyó el motivo de una importante ruptura entre el latín y las
Los usuarios que no dominaA bien la ortografía, tanto niños como adul lenguas vulgares.
tos en estos casos cometen cantidades de errores ortográficos, y los do
cetes compiten para encontrar recursos ingeniosos que les permitan a
los alumnos interiorizar la necesidad de utilizar estas grafías. Después 3. La escritura como medio de pertenencia cultural
de haber pasado por una enseñanza escolar que insiste ampliamente
sobre el uso de esas marcas ortográficas, y que hasta las constituye en Cuando Olson declara que la lengua escrita suele servir de modelo para
indicios importantes de juicio lógico, los franceses quedan convencidos la lengua hablada (Script te nds to provide a model  for  speech, 1994:
de que la única gramática legítima del plural es la de la lengua escrita. 263), se refiere sobre todo al modelo de conformidad no rmativ a. Es cierto
Los psicolingüistas, que no poseen una sólida formación en historia de que la escritura ha servido históricamente y todavía sirve hoy para es
la lengua, por lo general están absolutamente convencidos de esto y tablecer el conjunto de las normas que rigen los usos de la lengua. Lara
muy raramente llegan a la hipótesis de que en la lengua hablada exis destaca que obras como los diccionarios monolingües, aun cuando se
te un sistema gramatical del plural diferente del de la lengua escrita.  presenten con otros objetivos, tienen como función esencial la de fijar la
Lo que convierte a este problema del plural en algo mucho más in  pronunciación de las palabras:
teresante, es que se está extendiendo a otras dos lenguas romances, el
español (Wright, 1982: 38) y el portu gués (Scherr e, 1988, Scherrey Naro, Enseñar la pronunciación aceptada es el uso principal de un dicciona 
1998), en las cuales la pronunciación de la -S final tiende a perderse, en rio, además de la explicación de las palabras (John Walter , 1755, citado por
determinadas condiciones y en ciertas regiones del mundo. Los pedago Lara, 1997).
gos descubren horrorrizados que hoy se enfrentan al mismo problema
que tienen los franceses. •
Pero esta función de modelo va bastante más allá. Con mucha mayor
Existe un importante antecedente histórico: la pérdida de la decli frecuencia de lo que se cree, la lengua escrita impone pronunciaciones
nación latina en las lenguas romances. Los historiadores de estas len que no hubieran existido en las realizaciones puramente orales. Los
guas saben que, hasta el siglo IX, se hablaba el latín sin pronunciar las historiadores nos enseñan de qué modo, en la Europa del siglo VIII, los
desinencias. Hay testimonió,s de que, en el territorio del Reino de Ara  poder es políti cos han emprendido la gran reforma de la lengua latina
gón, los finales gráficos -mn;; -em quedaban reducidos en la pronuncia (Banniard, 1988). Encargada a Alcuino a partir del 787, y conocida con
ción a [o, e] (R. Wright, 1982: 51): el nombre de "reforma carolingia", esta modificación tenía como objeti
vo reformar la pronunciación del latín tal como se utilizaba en la ense
Latín escrito totum. lwminem ueritatem ñanza, la religión, las ciencias y la filosofía. A partir de ese momento, el
Pronunciación [todo¡'.' [omne] [verdade] latín ya no debía pronunciarse del modo que los usuarios habían adop 
tado, con sus propias reglas de pronunciación, sino según las grafías
Otros testimonios nos indican que los finales gráficos del dativo y el más clásicas:
ablativo plural en -ibus tampoco aparecían en la pronunciación latina.

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A cada letra de la página había que darle un sonido, y este sonido esta lin, 2000), las personas piensan que hablan con "palabras" separadas,
 ba es pecificado. De este modo Alcuino había enseñado a recitar en latín, so que utilizan realmente "oraciones" al hablar y que colocan puntos, ma
 bre la base de las formas escritas, y de este modo sus clérigos tenían que yúsculas, comas y comillas en sus enunciados, "aun cuando no los escu
leer en voz alta en la iglesia (R. Wright, 1982: 105). chemos" (Blanche-Benveniste, 1997). Muy a menudo, con total buena
fe, se asombran de que los niños no sepan de entrada qué es una pala
Con esta "renovación", basa1da en un tipo de pronunciación que hoy ca  bra o un a oración, puesto que para ellos la existencia de estos fenóme 
lificaríamos como "pronunciaciones ortográficas", este latín artificial nos es anterior a toda idea de adquisición de la escritura. Hasta pueden
volvía a ligarse directamente con el latín antiguo, sin tomar en cuenta considerar que los niños padecen graves deficiencias intelectuales
los siglos que lo habían hecho evolucionar hacia las "lenguas vulgares". cuando no entienden rápidamente el funcionamiento de los plurales or
A  partir de esta filiación cultura l, la Iglesia extraerí a determin ada can- tográficos del francés, puesto que en su opinión esos plurales preexisten
tidad de argumentos decisii.os. . , . a toda realización de la lengua, escrita o hablada, e incluso a cualquier 
De un modo mucho meD;()S sl8tematico, encontramos un eco de estas contingencia histórica. Sólo los docentes perspicaces saben que, para lo
 práctica s en la historia rec.inte del francés. Durante el transcurso del grar que los niños franceses adquieran la práctica de las marcas orto
siglo XIX, cuando la escolar¡,Qad obligatoria difundió la lengua oficial en gráficas, es necesario construir junto con ellos esa noción de plural,
todo el territorio, también ilp.puso una pronunciación nacional, a través  puesto que no tienen esa experien cia a partir de la lengua que hablan
de la escritura. Pero, al producirse este pasaje, muchas personas que no (Jaffré, 1999:30).
conocían la pronunciación exacta de las palabras, la calcaron de la or Sabemos que la escritura desempeña un papel fundante en el pro
tografía, con lo cual crearon 'lortografismos" que quedaron establecidos, a ceso de estabilizar la lengua materna y para lograr su anclaje en la his
 pesar de las protes tas de lQs purista s (V. Buben). El fenómeno se ex toria (Lara, 1997). Gran parte de las filiaciones c ulturales debid as a la
tendió a muchas de las consonantes escritas que se consideraba elegan lengua provienen de la escritura. Pero también sabemos que el doble
te no pronunciar en la leng\ia hablada, pero que se impusieron al final  juego de la lengua escrita y de la hablada puede llevar a conductas es
de las palabras, como por ejemplo.las L y las C consideradas "mudas" en: quizofrénicas. Esto vale particularmente para una lengua escrita como
la del francés, que conlleva una pesada carga gramatical, sin equiva
gril, hamac, lente en la oralidad. Los gramáticos antiguos tenían mucha conciencia
de este fenómeno. Veamos lo que escribía Louis Meigret, en 1530, des
o en medio de palabras delánte de consonante, como la P de:  pués de haber intentado infructuosament e simplificar la parte grama
tical de la ortografia francesa:
sculpter, dompter.
Escribimos una lengua que ya no está en uso, y usamos una lengua que
Incluso más allá de las realizaciones efectivas en la pronunciación, lo no tiene ninguna escritura en Francia (citado  por Cerquiglini, 1996:71).
que se afecta es la representación total de la lengua. La representación
escrita de la lengua elimina las soluciones heterogéneas y la diversidad
inherentes a las formas habladas. A tal punto que, para una persona Conclusión
acostumbrada a reflexionar solamente sobre su lengua escrita, toda di
versidad le resulta sospechosa, mientras que para una persona que no El concepto de "código escrito" ha reducido la función de la escritura a
sabe escribir, la diversidad s la regla: la de un simple instrumento de transposición de la oralidad. Se trataba
de una perspectiva estrechamente tecnológica, que dejaba de lado todo
En la escritura existe una forma y sólo una que sea adecuada para una
 palabra . Lo que ignoran las personas no habituadas a la escritura es la
el peso que la historia y la cultura han ejercido sobre nuestras escritu
constitución de Ja palabra escrita (L. Bloomfield, 1927). ras. No obstante, cuando se estudia la historia del desarrollo de lo es
crito, nos asombra la importancia que tienen esos factores. Pero no sólo
A partir del momento en que los usuarios han interiorizado el funcio con estos argumentos se puede atacar el concepto de "código gráfico".
namiento de la lengua escrita, ya sólo pueden representa r su lengua ha- Basta observar el comportamiento de personas poco habituadas a leer y
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 blada a través de ese  prisaja. En su saber práctico corriente (Bégue- a escribir, niños y adultos, para poder elaborar hipótesis totalmente dis-

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¡!
tintas (Ferreiro, 1991). La r:epresentación de la lengua escrita que adop
tan estas personas no es la de un simple instrumento de transposición
de la oralidad. Se trata delacceso a un uso de la lengua en el que deben
 prevalecer las cualidades formales y culturales que no aparecen en "la
lengua de todos los días". .El concepto de "código", que se consideraba
funcional, no permite garantizar este tipo de funciones.

Notas

l. Este alfabeto fue propuesto en 1925 por la Conferencia de Fonética cele 


 brada en Copenhague y completado luego en diversas ocasiones, a medida que
lo requerían las necesidades de la descripción.
2. Algunos niños a quienes se les propone que "creen" símbolos para escri
 bir, antes de haber llegado a la edad de la escritura alfabética, crean símbolos
distintos para estas diferentes [r].

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