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CAPÍTULO IV

LINGÜÍSTICA DE LA LENGUA Y LINGÜÍSTICA DEL HABLA


Saussure propone hacer una distinción entro lo esencial (la lengua) de lo accesoria (el hable).

El objeto de estudio de la lingüística de Saussure es la lengua, es por eso que la separa del
habla, y así es posible desarrollar una lingüística de la lengua por un lado y una lingüística del
habla por otro.

-La lengua es social porque es un conocimiento o una representación común y compartida por
la comunidad hablante. Mientras que el habla es individual porque involucra a los hechos
individuales de cada hablante en el uso de esa lengua.

-La lengua es psíquica porque es un conocimiento que tiene asiento en la mente-cerebro de los
hablantes, es un conocimiento concreto y no abstracto, aunque se encuentre en la mente.
Mientras que el habla es psicofísica porque implica una codificación en el cerebro (actividad
mental) que constituye una articulación con la participación de los órganos de habla.

-La lengua es homogénea porque es un sistema de signos en el que solo es esencial la unión
del concepto con la imagen acústica. Mientras que el habla es heterogénea porque involucra
aspectos psicofísicos y es de carácter variable.

- La lengua es pasiva porque es una información que el hablante posee y que involucra
procesos psíquicos o mentales e involuntarios del hablante. Mientras que el habla es activa
porque cuando el hablante quiere transmitir algo, trae ese conocimiento que tiene de la
lengua y lo produce, ese acto de producción es voluntario.

ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es


necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero el habla es
necesaria para que la lengua se establezca; históricamente, el hecho de habla precede
siempre, Por último, el habla es la que hace evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas
oyendo a los demás son las que modifican nuestros hábitos lingüísticos. Hay, pues,
interdependencia de lengua y habla: aquélla es a la vez el instrumento y el producto de ésta.

La lengua existe en la colectividad en la forma de una suma de acuñaciones depositadas en


cada cerebro ¿De qué modo está presente el habla en esta misma colectividad? El habla es la
suma de todo lo que las gentes dicen, y comprende: a) combinaciones individuales,
dependientes de la voluntad de los hablantes; b) actos de fonación igualmente voluntarios,
necesarios para ejecutar tales combinaciones. No hay, nada de colectivo en el habla; sus
manifestaciones son individuales y momentáneas.

Se puede conservar el nombre de lingüística para cada una de estas dos disciplinas y hablar de
una lingüística del habla; pero con cuidado de no confundirla con la lingüística propiamente
dicha, ésa cuyo objeto único es la lengua
CAPÍTULO V
ELEMENTOS INTERNOS Y ELEMENTOS EXTERNOS DE LA LENGUA
Tenemos una definición de la lengua en la cual descartamos todo lo extraño a su organismo, a
su sistema, en una palabra y lo que se designa con el término "Lingüística externa". La lingüista
externa, se ocupa de cosas importantes, sobre todo se aborda el estudio del lenguaje.

Todos aquellos puntos donde la lingüista toca la etnología, toda relación que puede existir
entre la historia de una lengua y la de una raza o una civilización. Estas dos historias se mezclan
y guardan relaciones recíprocas. La costumbre tiene repercusión en la lengua, y a su vez, la
lengua es la que hace a la nación.

Llegamos a la conclusión que se refiere a la extensión de la geografía de las lenguas, y su


fraccionamiento dialectal cae en la lingüística externa. Este es el punto en donde la distensión
entre ella y la lingüística interna parece más paradójica: el fenómeno geográfico hasta cierto
punto se encuentra asociado con la existencia de toda la lengua; la realidad es que la geografía
no toca el organismo interno del idioma.

La lingüística interna no admite una disposición cualquiera, nos dice que la lengua es un
sistema que no conoce más que su orden propio y peculiar. Si lo comparamos con el ajedrez
comprenderemos mejor: el que haya pasado de Persia a Europa es de orden externo; interno,
en cambio, es cuanto concierne al sistema y a sus reglas. Si reemplaza unas piezas de madera
por unas de marfil, el cambio es indiferente para el sistema; pero si disminuyó o aumentó el
número de las piezas tal cambio afecta profundamente a la "gramática" del juego. En cada
caso se planteará la cuestión de la naturaleza del fenómeno, y para resolverlo se observará
esta regla: es interno todo cuanto hace variar el sistema en un grado cualquiera.

Esto nos quiere decir que la lingüística interna tiende a tener cierto orden y también ciertas
reglas sobre lengua.

CAPÍTULO VI
REPRESENTACIÓN DE LA LENGUA POR LA ESCRITURA
1. Necesidad de estudiar esta materia.

El objeto concreto de nuestro estudio es el producto social depositado en el cerebro de cada


uno, ósea, la lengua. El lingüista está obligado a conocer el mayor número posible de ellas,
para sacar de su observación y de su comparación lo que en ellas haya de universal. La mayor
parte de las lenguas no las conocemos más que por la escritura. En nuestra lengua materna
intervienen los documentos a cada instante, cuando se trata de un idioma hablado a distancia
es necesario acudir al testimonio escrito mayormente a las lenguas que han dejado de existir.

2. Prestigio de la escritura. Causas de su ascendiente sobre la forma oral.

Lengua y escritura son signos distintos, la escritura es la representación de la lengua, la palabra


hablada es al que se constituye por si sola en el objeto de la lingüística. La palabra escrita se
mezcla a la palabra hablada de que es imagen, usurpa el papel principal y da la representación
del signo vocal.
La escritura puede retardar los cambios de la lengua, pero la lengua de ningún modo está
comprometida por la falta de escritura. La lengua tiene una tradición oral independiente de la
escritura, y fijada de muy distinta manera, el prestigio de la forma escrita nos estorba el verla.

La lengua y su escritura

A. En primer lugar, la imagen gráfica de las palabras nos impresiona como un


objeto permanente y solido más propio que el sonido para constituir la unidad
de la lengua a través del tiempo.
B. Las impresiones visuales son más firmes y durables que las acústicas
C. La lengua literaria agrada la importancia de la escritura. Tiene sus diccionarios,
sus gramáticas, la lengua aparece regulada por un código; ese código es una
regla escrita, sometida a un uso riguroso: la ortografía.
D. Cuando hay desacuerdo entre la lengua y la ortografía la forma escrita obtiene
el triunfo porque toda solución que se atenga a ella es más cómoda.

3) Los sistemas de escritura

 El sistema ideográfico, la palabra está representada por un signo único y ajeno al


sonido del que se compone. Ese signo se refiere al conjunto de la palabra y a la idea
que expresa.
 El sistema fonético aspira a reproducir la seria de sonidos que se suceden en la
palabra. Las escrituras fonéticas pueden ser silábicas o alfabéticas, es decir, basadas en
los elementos irreductibles del habla.

Causas de descuerdo entre la grafía y la pronunciación


Las causas son muchas; vamos a detenernos en las mas importantes.

La lengua evoluciona sin cesar, mientras que la escritura tiende a quedar inmutable. Durante
cierto tiempo se modifico el signo grafico para conformarlo a los cambios de pronunciación,
pero luego se renuncia a seguir

La segunda época se tuvo


en cuenta los cambios ocurridos en la pronunciación; una etapa de la historia de la lengua
corresponde en la historia de la grafía.

En el siglo XIV la escritura quedo estacionaria mientras que la lengua seguía su evolución y
desde ese momento ha habido un desacuerdo cada vez más grave entre ambas.

La expresión gráfica oi ha tomado un valor extraño a los elementos que se compone.

¿Por qué se escribe mais y fat lo que los franceses pronuncian Mé y fé? ¿Por qué la C ante e,i
tiene en francés valor de s? porque se han conservado grafías que ya no tienen razón se ser
Otra causa de desacuerdo entre la grafía y la pronunciación: cuando un pueblo toma de otro
su alfabeto, suele suceder que los recursos de ese sistema grafico no se adaptan bien a la
nueva función; por ejemplo, hay que servirse de dos letras para designar un solo sonido.

El rey merovingio chilperico intento añadir a las letras latinas un signo especial para este
sonido; y no tuvo éxito y uso el consagro th. El ingles medieval tenia una e cerrado (por
ejemplo, sed siminiente) y una e abierta (led ´´´conducir); pero como el alfabeto no ofrecía
signo distintos para dos sonidos se recurrió a escribir seed y lead.

En francés, para representar la chicheante s se recurrio al signo doble ch, etc.

EFECTOS DEL DESACUERDO


Sería demasiado largo clasificar las inconsecuencias de la escritura.

Una de las más desdichadas es la multiplicidad de signos para un mismo sonido. Y al revés,
varios valores se representan con el mismo signo. Señalemos, por último, las «grafías
indirectas». En alemán, si bien no hay consonantes dobles en Zettel, Teller, etc., se escribe tt y
ll sólo para indicar que la vocal precedente es breve y abierta. Por una aberración del mismo
género el inglés añade una e muda final para alargar la vocal precedente. Esta e, que afecta en
realidad a la sílaba única, crea una segunda sílaba para el ojo.

Estas grafías irracionales todavía corresponden a algo de la lengua; pero otras no


corresponden a nada. El francés actual no tiene consonantes dobles, salvo en los futuros
antiguos mourrai, courrai; sin embargo, la ortografía pulula de consonantes dobles ilegítimas
(bourru, sottise, souffrir, etcétera).

Como no está fijada y como busca su regla, la escritura vacila; de ahí esas ortografías
fluctuantes que representan los intentos hechos en diferentes épocas para figurar los sonidos.
Así en ertha, erdha, erda, o bien en thrī, dhrī, drī del antiguo alto alemán, th, dh, d representan
seguramente un mismo sonido; ¿pero ¿cuál? Imposible saberlo por la escritura. Y de aquí
resulta la complicación de que, ante dos grafías para una misma forma, no siempre es posible
decidir si se trata realmente de dos pronunciaciones. Los documentos de dialectos vecinos
escriben la misma palabra unos con asca otros con ascha; si los sonidos son idénticos, es un
caso de ortografía fluctuante; si no, la diferencia es fonológica y dialectal. O, por último, se
trata de dos épocas sucesivas; si en inglés encontramos primero hwat, hweel, etc., después
what, wheel, etc., ¿estamos ante un cambio gráfico o un cambio fonético?

La conclusión evidente de todo esto es que la escritura vela y empaña la vida de la lengua: no
es un vestido, sino un disfraz.

Otra conclusión es que cuanto menos representa la escritura lo que debe representar, tanto
más se refuerza la tendencia a tomarla por base; los gramáticos se encarnizan en llamar la
atención sobre la forma escrita. Psicológicamente esto se explica muy bien, pero tiene
consecuencias molestas. El empleo que se hace en francés de las palabras «prononcer» y
«prononciation» es una consagración de ese abuso y trastrueca la relación legítima y real que
existe entre la escritura y la pronunciación. Cuando se dice que es necesario pronunciar una
letra de tal o de cual manera, se toma la imagen por el modelo.

Estas ficciones se manifiestan hasta en las reglas gramaticales, por ejemplo, la de la h en


francés. En francés hay palabras con vocal inicial sin aspiración, pero que han recibido una h
por recuerdo de su forma latina; así homme (ant. ome), por causa de homo. Pero hay otras,
procedentes del germánico, en las que la h ha sido realmente pronunciada: hache, hareng,
honte, etc. Mientras la aspiración subsistió, esas palabras se plegaron a las leyes relativas a las
consonantes iniciales, y se decía deu haches, le hareng, mientras que, según la ley de las
palabras que comienzan por vocal, se decía deu-z-hommes, l'homme. En aquella época, la
regla «delante de h aspirada no se hacen ni el enlace (fr. liaison) ni la elisión» era correcta.
Pero en la actualidad esa fórmula carece de sentido: la h aspirada ya no existe, a menos que se
llame así a esa cosa que no es un sonido, pero ante la cual no se hace ni enlace ni elisión. Es,
pues, un círculo vicioso, y la h no es más que un ente ficticio, surgido de la escritura.

Lo que fija la pronunciación de un vocablo no es su ortografía, es su historia. Su forma, en un


momento dado, representa una etapa de la evolución que está forzado a seguir, evolución
regulada por leyes precisas. Cada etapa puede ser fijada por la precedente. Lo único que hay
que considerar, y lo que más se olvida, es la ascendencia de la palabra, su etimología.

Entonces la imagen visual llega a crear pronunciaciones viciosas: lo cual es, en realidad, un
hecho patológico. Eso se ve con frecuencia en francés. Así, para el apellido Lef èvre (del latín
faber) había dos grafías, una popular y sencilla Le-fèvre, otra culta y etimológica Lef èbvre.
Debido a la confusión de u y v en la antigua escritura, Lef èbvre se leyó Lefébure, con una b
que nunca había existido realmente en la palabra y con una u procedente de un equívoco.
Pero en la actualidad esa forma se pronuncia realmente.

Es probable que tales deformaciones se hagan cada vez más frecuentes, y que se pronuncien
cada vez más las letras inútiles.

Estas deformaciones fónicas es verdad que pertenecen a la lengua, pero no resultan de su


juego natural; se deben a un factor que les es extraño. La lingüística debe someterlas a
observado en un compartimiento especial: son casos teratológicos.

(se entiende por teratología a la disciplina científica que, dentro de la zoología, estudia
criaturas anormales, es decir. Aquellos individuos naturales en una especie que no
corresponden al patrón común)

(el estudio de los defectos congénitos y su etimología se denomina teratología. El termino


teratógeno proviene del griego teratos, que significa monstruo)

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