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Mentalízate y sincronízate en el negocio

Autor: Freddy Liendo Díaz


Libro “En la línea de batalla”

Seguro has escuchado de Mohamed Ali (exboxeador estadounidense, es considerado


el mejor de todos los tiempos), un hombre mentalizado y enfocado. Cuando el púgil se
encontraba ubicado frente a su oponente, lo observaba, lo analizaba, se concentraba y
antes que enviara el golpe, en su mente ya había noqueado a su contrincante.
¿Cuántos están mentalizados y son capaces de derrumbar a sus competidores?
¿Cuántos están enfocados en sus objetivos institucionales para conseguir la
consecución de las metas?
¿Cuántos están dispuestos a dar el primer golpe o el primer
paso?
“Te va doler… te va doler…”
Al citar al púgil, no podemos dejar de señalar el entrenamiento constante porque
sencillamente en la perseverancia está la fijación de hábitos y con los hábitos, el
enfoque.
Ese era Ali un hombre enfocado. Producto de esa experiencia podemos señalar lo
siguiente: “Hacia donde diriges la mirada y en la manera en que lo veas cierto y posible
de alcanzar, lo conseguirás”. Y cuando tengas que golpear hazlo sin pensar. Enfócate
hacia tu competidor: “Te va doler…, te va doler…”.
Se debe haber escuchado, también, la máxima “quien golpea primero, golpea más
fuerte”. Esa es la filosofía de vida de quienes quieren “comerse” a su competidor. Se
concentran en el enemigo, se mentalizan y de una manera sincronizada se lo van
“comiendo”. Puede suceder que tengamos ciertos reparos en quitarle un cliente a la
competencia. Pero, de seguro, ellos no van a escatimar esfuerzos en quitarte los tuyos.
Son como el cocodrilo: mientras se come a su presa, va llorando.
Los jefes deben buscar sincronizar a los procesos y a los actores de la organización con
los clientes, y esto es, básicamente, relacionar las necesidades de los consumidores
con lo que la empresa ofrece para satisfacerlos.
Siempre que se venda un producto o se salga al campo a conseguir clientes se debe
estar mentalizado en que el producto se va a vender y que se va conseguir la
aceptación del cliente, incluido el precio. No hablamos de claudicaciones ni mucho
menos de capitulaciones del cliente, sino de una aceptación consecuente a la
estrategia predeterminada por el trabajador. Cuando un cliente acepta realizar una
compra es porque se ha conectado no solo a la empresa, sino también al producto
ofrecido. La importancia de estar sincronizados en la uniformidad del intento es
resultado consecuente del profesionalismo y señal de ventaja comparativa sobre los
demás.
Muchos competidores avanzan atacando por todos lados. Es probable que te dañen y
se lleven tus clientes. Pero es bien cierto que no se puede hacer empresa solamente
atacando a la competencia.
La concentración debe llevarnos a uniformizar criterios en el accionar. Esta cualidad
nos lleva a mantener los neurotransmisores equilibrados. Es una habilidad permanente
para conseguir el alineamiento. Alinear primero a la organización es trascendente para
poder alinear a los clientes. Muchos de ellos evalúan a la empresa con la que van hacer
negocio dejando de lado a las empresas inestables y poco sólidas. Por esta razón es
vital mantener sincronizadas las acciones estratégicas con el rol del líder.
A la gente le gusta seguir a las personas ordenadas y cuyo liderazgo es evidente. A las
personas talentosas no les gusta ser dirigidas por alguien poco profesional, falto de
capacidad y sin experiencia: ellos generan resistencia. Lo mismo sucede con los
clientes: ellos siguen a las personas preparadas y muchas veces descartan a las
empresas que representan cuando ven poca preparación y estabilidad. Los clientes
solo escogen a los ganadores.
La sincronización es el accionar de un director de orquesta: los músicos deben saber lo
que tienen que tocar y hacerlo bien, de lo contrario nadie prestara oídos a la ejecución
musical. El liderazgo consiste en hacer que estos músicos se desempeñen
adecuadamente. El líder es el articulador encargado de conseguir una sincronización
total. “Conoce a tu equipo como a ti mismo” es una máxima que deben desarrollar los
líderes.
La mentalización y sincronización es parte de la perseverancia. Para poder estar
concentrados en un objetivo e insistir en su concretización, se tendrán que enfrentar
un sinfín de factores limitantes. Pero solo perseverando se conseguirá el éxito a pesar
de nuestros errores y fracasos; aprendiendo de estos conseguiremos una experiencia
productiva que nos permita reinventarnos. En esta tarea jamás se deja de buscar. No
dejen de jugar con las opciones hasta que consigan lo deseado. Sé un luchador: un
luchador pacientemente perseverante, estable y seguro. Combina estas cualidades con
un enfoque sincronizado: ¡Nada te puede detener! Desarrollarás cualidades superiores
a tus contrincantes y podrás dominar cualquier situación.
Estamos hablando de la importancia de prestar atención a la conexión de la mente y el
cuerpo. Entender la manera cómo este binomio se comunican entre sí hace que
podamos comprender a su vez la frontera entre la decisión y la entrega total para
poder activar la determinación en el avance.
El enfoque significa concentrar toda nuestra atención en los objetivos y acciones para
conseguir su realización. Los jefes y trabajadores enfocados tienden a ser más
organizados, menos reactivos, concentrados y altamente apasionados. Lo que a su vez
genera que sean visionarios y consecuentemente luchadores.
Cada vez que vez que se sufre de una tensión emocional, nuestra mente envía señales
a nuestro cuerpo, las cuales activan reacciones físicas. Si algo nos perturbador, la
reacción es agresiva. Si algo es favorable, la reacción es calmada y razonable.
Por ejemplo, cuando existe una amenaza como la perdida de trabajo o de clientes, la
probabilidad de que se genere una reacción química en tu cuerpo es alta. Con el
autoanálisis o autocrítica constructiva hace que se pueda controlar cualquier impulso
que viene de la mente y se pueda capitalizar esa cualidad en favor de los
resultados.
La mente también necesita estar ejercitada y debidamente controlada. Puede que se
genere una cierta “debilidad mental” en la ausencia de este control. Muchas veces se
producen por convicciones equivocadas o limitaciones mentales. Lo cierto es que las
convicciones movilizan energías que se mueven por todo el cuerpo y hacen que el ser
humano sea perseverante, arriesgado, intrépido, audaz, entre otras cualidades.
Te comento sobre ese fenómeno muy conocido, llamado “el sueño”. Cuando estás
inmerso en él, percibes que es una realidad porque sientes que la estás viviendo. No
piensas que es un sueño porque estás convencido de esa realidad. Pero, lo cierto es
que estás soñando. La mente juega un papel importante y el estado de ánimo
contribuye a que este sea un sueño agradable o se convierta en una pesadilla.
¿A que quiero llegar con estos dos casos: el consciente y el inconsciente? A que la
mente en ambos extremos trabaja con las creencias. No importa los escenarios en
donde te desenvuelves, tienes que aprender a creer. Esa capacidad de creer en algo
tiene el poder de movilizar o inmovilizar a las personas. Es importante que las
creencias y convicciones tengan asideros valiosos para la entrega de resultados,
manteniendo un alto grado de enfoque.
Nuestras creencias encierran un inmenso abanico de opciones que nos permiten elegir
lo más conveniente y favorable. Si creemos que algo va a suceder, y nos mentalizamos
en ello, sucederá. Nuestras creencias atraen lo que nuestra mente focaliza. Lo filtra,
procesa y ejecuta. Creer en que no vas alcanzar los objetivos, o algún ideal, es lo que
genera la “debilidad mental”. Creer que sí se puede genera el fortalecimiento de la
mente.
Otro elemento que se complementa es la visualización. Por ejemplo, hacer visible una
imagen predeterminada aún no visible o un concepto de lo que se pretende alcanzar.
La mente requiere la mayor tranquilidad posible y hay que librarla de cualquier
interrupción que pueda que pueda afectar nuestra concentración. Es recomendable
despejarse, o liberarse, de cualquier pensamiento ajeno a lo que se pretende
visualizar. Se dice que todo en la vida se entregó para ser alcanzado y utilizado, solo es
cuestión de desear alcanzarlo.
Por ejemplo, si quieres que Katherine sea la mujer de tu vida, tienes que visualizar esa
situación. Luego mentalizarte por alcanzarla y trabajar las estrategias de manera
ordenada. Hay que decirnos a nosotros mismos: ¡Sí lo puedo hacer! Solo los débiles
mentales te pueden decir “tú no llegarás a la meta”. Que nadie te quite tus
aspiraciones, mucho menos tú mismo. Muchas veces la frase “hay que ser realistas” es
una traba mental para los que no son capaces de soñar y alcanzar sus metas. Por
descabellada que sea la imagen para los demás, tienes que seguir confiando en tus
creencias.
Cuando organicé el tercer evento de “Emprendedores de éxito” ya había visualizado el
Auditórium del Colegio San Luis Gonzaga de Ica lleno de gente y, con esto en mente,
trabajé en su organización. Algunos de mis compañeros y jefes de otras áreas dudaban
de que pudiera llenarlo. No te preocupes con 300 personas será suficiente — me
decían. Les respondí: ¡No, yo sé que asistirán más de 800 personas! Otros me decían
asistirán 200. Les respondí: No, irán más de 800. No tenía dudas porque estaba
convencido, lo que si me preocupaba eran mis compañeros que no tenían confianza en
mis capacidades. Llegó el día del evento y los asistentes fueron más de mil. Si hubiera
escuchado a mis compañeros, quizá los resultados hubieran sido como ellos
negativamente pronosticaban. Pero no solo basto estar convencido: me mentalicé y
enfoqué en esos resultados.
Aprendí que el problema no es la actitud de la gente, sino la reacción que pueda
causar en los demás. Si me hubiera dejado llevar por el conformismo o lo negativo de
mi entorno, no hubiera podido mentalizar y visualizar el escenario lleno de gente. Que
nadie limite tus aspiraciones; nadie tiene el derecho de decirte que no puedes
alcanzar tus ideales, ni tú debes permitirlo. Todos tenemos un grado de rebeldía.
Seamos rebeldes cada vez que un “débil mental” nos quiera transferir sus limitaciones.
Mentalizarse con un ¡Sí se puede! Es una frase de convicción que juega a favor de los
ganadores.

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