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Este documento presenta una historia alegórica sobre un joven forastero y un anciano aldeano que suben juntos una montaña por caminos separados. A pesar de escoger rutas diferentes, el aldeano llega primero a la cima porque no se distrajo con temores e inseguridades, sino que se enfocó en avanzar sin dudar. La historia enseña que al enfrentar retos, es más importante tomar acción que dudar, y que confiar en uno mismo y no distraerse con miedos ayuda a alcanzar metas
Este documento presenta una historia alegórica sobre un joven forastero y un anciano aldeano que suben juntos una montaña por caminos separados. A pesar de escoger rutas diferentes, el aldeano llega primero a la cima porque no se distrajo con temores e inseguridades, sino que se enfocó en avanzar sin dudar. La historia enseña que al enfrentar retos, es más importante tomar acción que dudar, y que confiar en uno mismo y no distraerse con miedos ayuda a alcanzar metas
Este documento presenta una historia alegórica sobre un joven forastero y un anciano aldeano que suben juntos una montaña por caminos separados. A pesar de escoger rutas diferentes, el aldeano llega primero a la cima porque no se distrajo con temores e inseguridades, sino que se enfocó en avanzar sin dudar. La historia enseña que al enfrentar retos, es más importante tomar acción que dudar, y que confiar en uno mismo y no distraerse con miedos ayuda a alcanzar metas
“Es duro fracasar, pero es todavía peor no haber intentado nunca triunfar”. Theodore Roosevelt
Un joven e impetuoso forastero se encontró con un aldeano de 75 años de edad al pie
de una montaña y le preguntó: — ¿Cómo hago para llegar a la cima? El aldeano le respondió: —No lo sé, al igual que tú acabo de llegar. Pero fíjate bien, pues aquí existen dos caminos. Cada uno de nosotros escojamos uno de ellos y subamos—. El forastero, al estar ubicado frente a los dos caminos tenía que tomar una decisión y se llenó de incertidumbres luego de estar pensando cuál camino tomar. El aldeano a manera de motivarlo le dijo: —Escoge uno y yo subiré por el otro…Veremos quién llega primero. ¡Vamos, anímate! El forastero escogió uno de ellos y luego el aldeano el otro. En ese instante empezaron a subir cada uno por el camino escogido. El forastero, luego de una hora escalando, descansando y pensando que había escogido de repente el camino más largo y peligroso, llegó. Pero… ¡Oh, sorpresa! En la cima ya estaba el aldeano. El forastero le preguntó: — ¿Cómo llegaste primero? Seguro te toco escalar por el camino más corto. El aldeano le respondió: —Estos caminos tienen la misma distancia y condiciones. Todos los caminos que suben te llevarán a la cima; yo simplemente decidí subir sin distraerme y sin pensar en lo desconocido, ya que son los temores los que nos generan trabas, retrasos y desánimos. Pero no te preocupes casi siempre pasa esto con muchas personas que intentan subir. El forastero, se dijo: —Que pena: si hubiese estado más seguro de lo que hacía y dejado de lado los temores y distracciones, y aceleraba el paso, hubiera llegado primero o al mismo tiempo que el aldeano. ¡Ya entendí! No perdamos el enfoque real de nuestro objetivo, la inseguridad y las distracciones nos alejan de nuestras metas. Lo importante no es solo pensar en las cosas, sino tomar las decisiones y avanzar: ¡Dar el primer paso! Así se alcanzan los objetivos y se rinde más, superando los miedos y confiando en uno mismo y en lo que se hace. La confianza debe ser utilizada como la habilidad para poder ejecutar acciones sin temor alguno, con la plena seguridad de desempeñarse bien en cualquier circunstancia. Esto impulsará el deseo de asumir cada vez más roles que permitan escalar posiciones competitivas y exigentes. En una de mis primeras presentaciones ante el público debo confesar que estuve nervioso y con temores. Lo bueno de todo es que siempre llevo a alguien a los eventos a los que asisto. En esa oportunidad era mi compañero Manolo Loyola: un muchacho optimista, gracioso, emprendedor. Un hombre feliz y bromista como ninguno, moralmente estable. Me dijo: —No te preocupes; el expositor siempre sabe más que los asistentes. Solo es cuestión de prepararse y dejar de lado cualquier temor—. En verdad, tenía razón. Un expositor es tan bueno como tan buena es su preparación. Mientras más preparado estés, más seguro te sentirás: rendirás mejor. La seguridad y la decisión tienen también una gran contribución. La gente debe confiar en sí misma. Hay que quitar el miedo a los trabajadores. En el mercado cada vez hay más competencia y con ellos llegan algunos mercenarios. No hablo de enfrentarlos, hablo de superarlos. Las ventas cada vez son más complejas. El temor o el miedo ya no caben en los negocios. Se requiere creer más en uno mismo y en lo que se hace, enfrentando con valor y constancia los retos que se nos presentan. Necesitamos gente aguerrida, fuerte y segura. Gente que suba firme la cima. ¡Los negocios necesitan gente con coraje! El coraje es una fuerza interior que te permite alcanzar tus ideales y objetivos. Todo ser humano cuenta con ella en menor o mayor grado. Hay que hacer que fluya, que se exteriorice para que se pueda apreciar la grandeza de las aspiraciones. Los temores son producto de la inseguridad y estos te conducen a errores. Tenemos que cuidar al cliente interno para poder cuidar, a su vez, al externo. Los vínculos se fortalecen al interior de las empresas y se perfeccionan en el exterior, con el trato al cliente. Se tiene que construir vínculos entre el trabajador y los clientes. Se debe crear relaciones duraderas con amplio sentido participativo que provoquen intereses similares, que a su vez combatan los miedos que es en donde se cultivan los desánimos. Hay que mantener el control y combatir el descontrol. Hablamos de nexos o lazos vigorosos que permitan superar debilidades. Existen tres debilidades a superar: el dolor, el temor y los prejuicios. 1. Superar el dolor. - El dolor no es permanente; solo estará presente si tú lo permites. El dolor, como cualquier obstáculo, se supera con firmeza y serenidad. Era la mañana del 14 de marzo de del año 2010, cuando ingresé de emergencia al Hospital de Cutervo. Aquejado por un dolor que empezaba en el estómago, se trasladaba hacia la cintura y terminaba sintiéndolo por todo el cuerpo. Luego de unos análisis, el médico de turno me indicó que se trataba de una obstrucción intestinal. Me dijo que ya habían atendido estos casos y que no me preocupara, con una operación se solucionaba. Ya caída la tarde se apersonó otro médico de turno. Al conversar con él —y de acuerdo a su experiencia— me indicó que se trataba de una adherencia producto de la operación que tuve hace años. En suma, se me presentaban dos opciones: 1.- Si me intervenían quirúrgicamente se generaba un riesgo porque la operación anterior del apéndice se complicó con una peritonitis que me ocasionó 14 puntos en el estómago (alguien se olvidó un algodón dentro de él). Con el transcurrir del tiempo esto había generado estrías internas —según el médico. Otra operación más las incrementaría. En conclusión, la solución era cuestión de tiempo bajo el riesgo de un retorno de nuevas adherencias. 2.- Que me levantará de la cama con el dolor que tenía y me pusiera a caminar hasta conseguir, con los movimientos, que las adherencias se vayan desprendiendo. Opté por esta segunda alternativa. La ayuda de los sedantes hacía que no perciba el dolor. Estuve caminando durante un día y nada. El dolor empezó a crecer: ya los calmantes no tenían efecto. No avise al médico. Sabía que me llevarían inmediatamente a la sala de operaciones. Luego de una rápida y profunda reflexión decidí seguir caminando con el dolor y el pedestal en donde tenía el suero con una sonda hasta la vena en la mano y otra sonda que habían ingresado por mi nariz hasta el estómago. Caminaba con el dolor cada vez más intenso, pero seguía firme y sereno. Y así fue. Durante tres días y tres noches deambulé por los pasadizos de la zona de emergencia del hospital, totalmente doblegado por el dolor, pero por ratos firme; tenía esperanza de que este agudo dolor desaparezca, pero regresaba nuevamente. El primer día, el dolor fue insoportable; el segundo día empezaba a convivir con él y el tercer día sabía que el dolor estaba allí, pero ya no lo sentía tanto. Al cuarto día el dolor disminuyó y empezaron a desprenderse las adherencias, poco a poco, hasta mi total recuperación. Caminé y caminé —como les dije—: firme y sereno. ¿Qué se aprende de esta experiencia dolorosa? No importa que tanto camines con el dolor o lo que cueste llegar a un objetivo, lo importante es que tengas la voluntad, la serenidad y la firmeza para hacerlo. Día a día la competencia es más fuerte y despiadada. Tenemos que lidiar con esta realidad. No estamos solamente en una carrera de velocidad, sino también de resistencia. 2. Superar el temor.- Existen barreras en donde no invertimos el suficiente esfuerzo y tiempo para derribarlas, dejando de construir puentes con nuestras habilidades y destrezas. Las destrezas, con una dosis de coraje, son un componente para que continúe su secuencia la cadena de valor que haga desaparecer cualquier temor. Muchos vendedores dicen: ¡No, ese cliente tiene el negocio surtido; ya no desea más dinero! ¡No, ya lo visité hace un mes!, ¡No, no es mi cliente objetivo! Suena como si la palabra NO estuviera adherida a sus mentes. Quien piensa y actúa así está muriendo: es un vendedor acabado, ya que está lleno de temores. Pero no todo está perdido… Existe lo que los científicos denominan la “atracción negativa” y otros, la “atracción de los opuestos”. Un claro ejemplo son los imanes. La experiencia demuestra que polos del mismo tipo se repelen y polos opuestos, se atraen. Los temores son opuestos a tu tranquilidad, pero muchas veces están cerca de ti cada vez que te acercas a un peligro o amenaza. Tienes que convivir con ello buscando evitarlos como una acción para alejarlos. Arroja las cosas negativas que conviven contigo. Es una lucha interna que muchas veces no enfrentamos y esto nos genera malestar. En el plano laboral se manifiestan a través de sentimientos de frustración, exceso de trabajo, sentimientos de inferioridad, presión, etc. Muchos declinan en la lucha y se repliegan a su zona de confort para no comprometerse con mayores retos o responsabilidades. Por eso es muy necesario dominar las emociones, para poder evitar cualquier tipo de dependencia. ¡Prepárate para esa lucha interna! Recomendaciones para poder desprender el imán que te ata a cosas negativas -Lucha por superar cualquier debilidad -Sé feliz por sobre todas las cosas -Honra a tu trabajo como a ti mismo -Remplaza pensamientos negativos por positivos -No te sientas ni más ni menos que nadie, pero sin perder el norte. -Piensa que todo es posible y que eres un hacedor de cosas. -Utiliza la fuerza necesaria para romper cualquier barrera; la resiliencia es una cualidad que todos los seres humanos poseen como fuerza interior. -Cree en ti y en lo que haces. -Ama. 3. Superar los prejuicios. - Se tiene que aprender a romper los límites del status quo. No se puede vivir con las trabas de los demás. Los cambios traen consigo dolor, temor y prejuicios. Lo sabemos. Entonces hay que levantar el pie y avanzar. Hay gente que han superado muchas cosas y trabas en el camino y se ha sobrepuesto a situaciones adversas. La experiencia de Richard Branson con Virgin Group, Jef Bezzos de Amazon, Lorenzo Servitje de Bimbo, Howar Shulz de Starbucks, Gastón Acurio con sus restaurantes, es un claro ejemplo de que ¡SÍ SE PUEDE! La gente tiene que encontrar algo atractivo, algo diferente que los acerque como el imán: puede ser un buen liderazgo, una acertada motivación, una adecuada retribución. Algo que los movilice. CINCO Tareas básicas que impulsan a la acción: 1. Asignación de labores importantes que hagan que se sientan importantes. 2. Empoderamiento. Que sientan que confías en ellos. 3. Reconocer sus iniciativas e incentivarlos a seguir haciéndolo. 4. Entregarles herramientas que les sean útiles. 5. Hacer que la gente se sienta parte de la empresa. Se habla de motivar, pero extendiendo la mano. Así el equipo avanza sin que claudique ninguno de sus miembros. Recordemos que los equipos avanzan en función al más débil. La gente debe encontrar espacios donde desarrollar sus habilidades y destrezas, las que, a su vez, les ayuden a concretar sus aspiraciones. No es una tarea fácil en razón a que se encuentra en la línea delgada que divide el éxito con el fracaso. Los límites no llegan con la gente, llegan con sus creencias y sus actitudes. Somos los seres humanos los que creamos los prejuicios y somos quienes también podemos destruirlos.