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En la
planificación y modernización de la ciudad de Madrid que intento transformar en una ciudad más
presentable, prohibiendo que se arroje basura en las calles, pavimentando las mismas, iluminación y
construcción de edificios públicos y privados, vigilancia nocturna que llevaron a mejorar notablemente
el aspecto urbano. Se promulgo también un edicto en la vestimenta a fin de mejorar el orden público y
evitar el contrabando. Para esta población urbana se insistió en mantener un abastecimiento suficiente
de grano con precios controlados.
Lo primordial de su programa de renovación era reordenar las finanzas del gobierno, revisando las
cuentas del Tesoro peninsular y colonial con el propósito de racionalizar las finanzas españolas. Se
ejerció una presión renovada sobre las propiedades de iglesia debido al aumento de las mismas y los
bajos impuestos sobre estos latifundios, con un tratado de 1737, donde las adquisiciones serian
sometidas a impuestos, con esto se ponía un freno a la mano muerta religiosa proporcionando así al
sector privado los recursos necesarios en tierras cultivables para responder mejor a las demandas.
Además como era objetivo inmediato de Madrid liberarse de las restricciones económicas
tradicionales que afectaban a los alimentos en cuanto a los precios oficiales y el monopolio de ofertas,
Esquilache comenzó a importar grano para abastecer la ciudad, donde el acaparamiento y la
especulación de los precios se disparaban cuando disminuía la oferta local. Esta medida amenazaba
limitar los enormes beneficios obtenidos por los mayoristas de granos.
2-El detonante del motín fue un edicto de algunas prohibiciones en la forma de vestir; capas largas y
sombreros de alas anchas con los que se ocultaban artículos de contrabando, pero las acusaciones
contra Esquilache eran múltiples: la pérdida temporal de la Habana, la reorganización burocrática que
desplazaba a funcionarios públicos leales, elevados precios de alimentos, mejoras urbanas
atolondradas y mala administración de la justicia. Datos existentes permiten concluir que el motín se
planifico aprovechando la coyuntura de los precios elevados ya que este motín constituía la
culminación de las presiones metropolitanas y coloniales. Los disturbios de 1766 fueron producto de
una conspiración, ya que el edicto que debió haber sido revisado por los alcaldes de Las Casas y Corte y
fue promulgado sin su respectiva revisión. Diego de Rojas y Contreras era el gobernador del Consejo de
Castilla, tenía responsabilidad en la seguridad de Madrid y era cómplice en la redacción, edición y
puesta en marcha del código de vestimenta. Había aconsejado al rey que aceptara la destitución de
Esquilache y un indulto general. En realidad las pruebas vinculan a los miembros de la burocracia,
iglesia, gremios cofradías y congregaciones en los disturbios de Madrid. El problema era establecer la
responsabilidad individual y colectiva del Consejo y la Sala porque Rojas y Contreras encarnaba los tres
pilares del antiguo régimen, aristocracia, clero y burocracia, la confrontación con esas elites podía
sacudir la autoridad ya frágil de la monarquía.