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TEMA 4: ESTEREOTIPOS DE LA VEJEZ

ESTEREOTIPOS

Estudiaremos cómo se forjan los estereotipos y cuáles son los principales con los que carga
la etapa de la vejez, para analizar si hay algo de fundamento en ellos o, por el contrario se
trata de meros estereotipos que, aunque estén profundamente arraigados, precisamente por
serlo y carecer de fundamento real, no pueden sustentarse y existe la posibilidad de
derribarlos, considerando que, del mismo modo que se han forjado, es posible cambiar la
percepción y la imagen, para conformar otra imagen de la misma, más exacta, más real y
más justa, acorde con las nuevas tendencias y los nuevos estudios que existen hoy día
sobre el envejecimiento.

El prejuicio “casi siempre tiene por consecuencia ciertas medidas de discriminación, que
consiste en infligir a determinadas personas un tratamiento inmerecido

A los/as viejos/as muchas veces se les aparta o margina simplemente por ser mayores.

MITO

El concepto “mito”, procede del griego (µυθos– mythos) y se define como: 1. Narración
maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter
divino o heroico. 2. Historia ficticia o personaje literario o histórico que encarna algún
aspecto universal de la condición humana. El mito de don Juan. 3. Persona o cosa rodeada
de extraordinaria admiración o estima. 4. Persona o cosa a la que se atribuyen cualidades o
excelencias que no tiene. Su fortuna económica es un mito.

Una vez producido el enraizamiento de los prejuicios en el pensar y en el sentir, individual y


popular, es dificilísimo arrancarlos de los mismos, pero no es imposible, como veremos en
el siguiente capítulo.

PREJUICIO

El concepto “prejuicio”, proveniente del latín (praedicium –juicio previo, decisión prematura),
se define como:
1. Acción y efecto de prejuzgar.
2. Opinión previa tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”

ESTEREOTIPO

El concepto “estereotipo” proviene del griego (σteρos– stereós, sólido y tú os – týpos,


molde).
La Real Academia Española define estereotipo como:
1. Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable.
2. Plancha utilizada en estereotipia.

Como puede observarse, el “mito” y el “prejuicio” están faltos de realidad, y el “prejuicio” y el


“estereotipo” comparten el hecho de una aplicación machacona. En el caso de los
estereotipos, es muy gráfica la alusión a la “plancha de estereotipia”, que es como una
marca indeleble, igual para todos que se aplica a todos los elementos por igual, en serie,
uno tras otro, sin tener para nada en cuenta las diferencias individuales.

PREJUICIOS EXISTENTES CONTRA LAS PERSONAS MAYORES:

ANCIANISMO

Definido como el fruto de la acumulación de opiniones socialmente negativas acerca de la


vejez y que, como en el vocablo “racismo” refleja reacciones negativas frente a la edad.

Supone un prejuicio activo, basado en el desconocimiento y en la deformación de las


potenciales posibilidades.

Constituye un primer paso hacia la discriminación real de los mayores en la sociedad. Un


ejemplo es la jubilación forzosa a los sesenta y cinco años, sin considerar las capacidades
reales del sujeto.

GERONTOFOBIA

Este es el término con el que se denomina a los prejuicios existentes contra las personas
mayores y que en la práctica acaban actuando en su contra.

Se trata de un prejuicio lo mismo que el sexismo, el racismo, clasismo, etc.

“El Edadismo, tomado del inglés Ageism, es el término que aúna los mitos y estereotipos
asociados al envejecimiento, por razón de la edad, las actitudes y los prejuicios que hay
contra las personas mayores.

Respecto al edadismo parece conveniente destacar que “es una de las formas de
discriminación más insidiosas en las sociedades occidentales que se asocia con las formas
en que el poder se expresa y representa en nuestra cultura. Al analizar el edadismo
existente, - igual que ocurre con el estatus y el prestigio- también varía, según se trate de
hombres o mujeres. Así, las mujeres ancianas sufren una doble discriminación: por ser
mujeres y por ser ancianas”.

Esta discriminación de género, también en lo relativo a la edad, se hace patente con


insistencia en los medios de comunicación. La imagen de la mujer mayor, con frecuencia, es
peor tratada que la del varón. Como ejemplo, dos imágenes propagandísticas, ofreciendo
actividades para personas de una edad avanzada.

EL MITO DEL ENVEJECIMIENTO CRONOLÓGICO

• Es la idea generalizada, y comúnmente aceptada, que la edad de una persona se mide por
el número de años que ha vivido. Básicamente consiste en la idea de que la ancianidad
comienza a una edad concreta; a los 60 años, a los 65, o los 70 años.
• Esta idea no puede sostenerse porque es conocida “la gran variabilidad que podemos
encontrar en una persona, o entre persona y persona, desde las diversas perspectivas,
fisiológica, cronológica, psicológica y social

• Éste es el más importante de los estereotipos asociados a la vejez y del que en gran parte
derivan los demás. A continuación, lo estudiamos con detalle y después hablaremos de los
diferentes mitos asociados al envejecimiento que hunden en él sus raíces.

DISTINTAS CONCEPCIONES DE LA VEJEZ

• El ser humano en cada etapa de su vida puede realizar la tarea o tareas que se le
ofrezcan como posibilidades y, cuando la persona posee una edad avanzada, tiene el
privilegio de poder compensar las limitaciones que le impone la edad, utilizando
adecuadamente las posibilidades que tiene para ello, pudiendo, por ello, realizar su tarea
también en la última etapa de su vida.

• No parece fácil enunciar una definición de este concepto que sea satisfactoria, porque a la
vejez, como a cualquier otra fase de la vida, es posible contemplarla, al menos, desde tres
perspectivas diferentes:

VEJEZ CRONOLÓGICA:

Viene definida por el hecho de haber cumplido los 65 años.

Toma como fundamento la vejez histórica real, tomando como punto de partida el
nacimiento.

Es importante hacer la distinción entre edad y cohorte: “todas las personas nacidas en la
misma fecha comparten idéntica edad cronológica. La edad cronológica se agrupa en años,
lustros y décadas y así, se considera que tienen la misma edad a las personas nacidas el
mismo año, mientras que pertenecen a una misma cohorte los nacidos en un ámbito de uno
a cinco años.

VEJEZ FUNCIONAL:

Para esta concepción de la vejez, el término viej@ es sinónimo de incapaz o limitado.

• Esta consideración no es aceptable, pues cada vez llegamos a esta etapa en mejores
condicione, por lo que vejez no implica necesariamente incapacidad.

• La vejez humana origina reducciones de la capacidad funcional, debidas al transcurso del


tiempo, como sucede con cualquier organismo vivo, pero tales limitaciones no le
imposibilitan desarrollar una vida plena como persona que vive, no sólo en lo físico, sino,
sobre todo, en lo psíquico y en lo social. Esas limitaciones no tienen por qué incapacitar a la
persona, ya que las barreras a la funcionalidad son, con frecuencia, fruto de las
deformaciones y mitos sobre la vejez, más que un reflejo de deficiencias reales.
VEJEZ, ETAPA VITAL:

Esta es la visión de la vejez más moderna, equilibrada y aceptada unánimemente .

• Reconoce que, con el paso del tiempo, la persona entra en una etapa distinta a las vividas
anteriormente. Desde este punto de vista, la vejez constituye un período semejante al de
otras etapas vitales, como la niñez o la adolescencia, que han sido mucho más estudiadas .

• Posee una realidad propia y diferenciada de las etapas anteriores, limitada únicamente por
condiciones objetivas externas y por las subjetivas del propio individuo.

OTROS MITOS SOBRE LA VEJEZ:

MITO DE LA IMPRODUCTIVIDAD:

• Es la creencia generalizada de un ser improductivo.

• Es un estereotipo muy dañino para la imagen de la vejez, porque induce a la conclusión de


que una persona, cuando llega a la vejez, deja de ser útil a la sociedad. Esta idea está muy
arraigada en el colectivo social, por considerar que las capacidades físicas y mentales de
las personas mayores están mermadas.

• Ello conduce al mito de que las personas mayores de 65 años deben cesar actividad
laboral, a pesar de que existen investigaciones que demuestran que muchos mayores de 65
años pueden seguir desarrollando su trabajo, porque poseen la habilidad, la experiencia y el
conocimiento acerca de la tarea que está desempeñando.

MITO DEL DESASIMIENTO, DESCOMPROMISO O DESVINCULACIÓN:

• Es la falsa creencia de que la retirada progresiva de los intereses de la vida forma parte
necesariamente del proceso normal del envejecimiento.

• Con frecuencia no es que se retiren de los intereses de la vida, es que a costa de que se
les vaya apartando, marginando, mermando en el asunto que sea, ellos mismos terminan
por apartarse, antes incluso, de recibir el "no" más o menos sutil o el desprecio oportuno.

MITO DE LA INFLEXIBILIDAD:

Es la creencia de que las personas mayores son incapaces de cambiar y adaptarse a


situaciones nuevas. Este aspecto, a veces puede tener una base real, porque hay aspectos
en la psicología de los ancianos, que les lleva a mostrarse más conservador@s y más
reaci@s a cambiar de ideas.

MITO DE LA SENSIBILIDAD Y LA ENFERMEDAD:

Consiste en la identificación de la vejez como sinónimo de enfermedad. Está basado en


achacar al envejecimiento la pérdida de memoria, la disminución de atención y la aparición
de episodios confusionales. Sostiene que en la vejez lo normal es que se produzcan los
síntomas de deterioro cognitivo senil. Sin perder de vista las naturales modificaciones
morfológicas, fisiológicas, bioquímicas y psíquicas que el paso del tiempo va generando,
estos episodios son producto de accidentes cerebrovasculares, de lesiones cerebrales y
otros que, aunque es verdad que con frecuencia acompañan al envejecimiento, no son
producto del envejecimiento, ni patrimonio exclusivo suyo. Lo que ocurre es que se asocian
a él.

MITO DE LA SERENIDAD:

• Al contrario que los anteriores mitos, el de la serenidad puede considerarse como un mito
“positivo” de la vejez, ya que concibe una imagen positiva de la misma. Esta creencia
percibe a las personas mayores como en un estado de tranquilidad permanente y es
mencionado como mito de la vejez por Jesús Sánchez Caro y Francisco Ramos; sin
embargo otros autores no lo mencionan.

• En contraste con los anteriores mitos, éste sitúa al anciano en una especie de “paraíso
terrenal”, aunque los mismos autores que lo mencionan indican que es fácil ver a los
mayores sometidos a una situación de estrés provocado por situaciones difíciles que les
rodean, como enfermedades crónicas, jubilación, pérdida de seres queridos y soledad y que
“todo ello origina mayor tendencia a la ansiedad, a la depresión y a la pena e
inevitablemente, a la disminución de la autoestima, resultante además de su peor estatus
social.

MITO DE UNA MAYOR RELIGIOSIDAD:

Es la creencia de que las personas, a medida que se van haciendo mayores, se van
haciendo más religiosos. Francisco Verdú Garrido afirma que “el sentido religioso está más
afincado en la persona mayor que en otras edades. Al margen de sus creencias y de sus
credos, al margen de la crisis de fe en las edades juveniles o adultas, la realidad es que
según pasan los años y si se ha vivido una experiencia religiosa, ésta queda en el
subconsciente y vuelve a aflorar como una necesidad, como un agarradero fuerte en
momentos de debilidad psíquica o vital.

MITO DE QUE NO SE ENFRENTAN A LOS CAMBIOS DEL ENVEJECIMIENTO:

Este mito está relacionado con el de la “inflexibilidad de los ancianos”. Consiste en la


creencia de que las personas mayores no aceptan el envejecimiento y los cambios de
distinto tipo que conlleva.

MITO DE LA DECADENCIA INTELECTUAL:

Uno de los tópicos más difundidos es que la inteligencia se deteriora con la edad. En este
sentido, estudios, coinciden en afirmar que la inteligencia no está solamente relacionada
con la edad, sino también con factores ambientales, sobre todo con el nivel cultural de la
persona.
MITO DE LA SOLEDAD Y AISLAMIENTO:

Es la idea, bastante extendida, de que las personas mayores no tienen relaciones sociales y
están aisladas y deprimidas.

MITO DE LA SEXUALIDAD, EN DOS DIMENSIONES:

Entre los mitos más conocidos y más extendidos socialmente, se encuentra el relacionado
con la sexualidad. Pero al hablar de este mito, es necesario hacerlo atendiendo a una doble
vertiente:

a) El desinterés por la sexualidad. Viene a decir que en la vejez desaparece el interés por la
sexualidad. Esto no es cierto. Como en otros aspectos, hay que atender a las diferencias
personales, porque no todos son iguales: puede haber algunos mayores que, efectivamente
disminuyan en su deseo o actividad sexual, pero las relaciones sexuales pueden
mantenerse a lo largo de toda la vida y no perderse el interés sexual (salvo que haya
imposibilidad derivada de enfermedades incapacitantes, fármacos que intervengan en la
disminución del deseo sexual, etc.).

Es verdad que con el envejecimiento se producen cambios fisiológicos, pero es cuestión de


adaptarse a estos cambios e ir encontrando otros modos de satisfacción igualmente
gratificantes para la pareja, y mantener una actitud positiva ante la sexualidad.

Otro estereotipo negativo muy extendido y muy relacionado con este de la sexualidad en los
ancianos, es el de la “fealdad de la vejez”. Generalmente se considera a la juventud como
“bella” o “bonita” y todo lo concerniente a la vejez como “feo”

b) El viejo verde. También es muy frecuente, y un tópico, muy extendido, referirse a la


sexualidad de los mayores como algo patológico y perverso, y lo que es peor: con mofa y
desprecio. Esto ha ocurrido desde los primeros años de la historia hasta hoy que sigue
sucediendo: El filósofo griego Aristófanes, fustiga la lubricidad de los viejos de una manera
mordaz, porque para el anciano ha pasado ya la edad del amor físico, porque su fealdad
hace repugnante cualquier idea de ayuntamiento carnal, pues “la vejez está en las
antípodas del erotismo, y el simple pensamiento de que un viejo pueda aún sentir deseo
basta para hacerlo repugnante a los ojos de un griego, para quien belleza, juventud y amor
son indisociables.

MITO DE LA VEJEZ DESGRACIADA Y SOBRE-VALORACIÓN DE LA JUVENTUD:

Estas dos concepciones se refuerzan mutuamente. Mientras se carga a la vejez con una
serie de connotaciones negativas que la convierten en una etapa previsiblemente
desgraciada y sin posibilidades de vivirla satisfactoriamente, se produce una
sobrevaloración de la juventud, presentando esta etapa como la más positiva, envidiable y
deseable; llegando, incluso, a la exageración y a la idealización de la misma.
Realmente este mito es una consecuencia de los otros “mitos” acerca de la vejez que
hemos mencionado. La sociedad actual concede mucha importancia a la imagen física y
social que aporta la juventud, la belleza, la salud, etc., y ello influye muy negativamente en
la vivencia psicológica que se hace del proceso del envejecimiento, y en ello tienen mucho
que ver los medios de comunicación.

MITO DE ESTAR MALHUMORADOS:

Esta connotación sostiene la idea de que, con la edad se producen modificaciones en el


carácter de las personas que provocan que se hagan irascibles, maniáticos, gruñones, etc.,
de forma que la convivencia con ellos resulta difícil.

Hay que reconocer que, a veces, las personas mayores pueden tener mal humor, y este mal
humor puede entenderse por las situaciones adversas que con frecuencia les rodea; es
quizá una forma de rebeldía ante lo que no les gusta, ante lo que no pueden controlar, ante
la merma de sus capacidades, etc., pero esto mismo le puede suceder a cualquier persona
de otro colectivo, como por ejemplo el conocido mal humor de las personas que padecen
del estómago.

MITO DE LA SABIDURÍA:

Viene a decir que tod@s son sabios.


Es una creencia de tipo positivo, pero es igualmente errónea. No todos los ancianos son
sabios. Es verdad que han adquirido una experiencia a lo largo de la vida, innegable y que
les aporta un bagaje importante a la hora de enfrentarse a las dificultades, a los juicios, a las
decisiones, a poder dar un consejo a otras personas en situaciones delicadas, etc., pero no
puede generalizarse por ello que todas las personas mayores son sabias, serenas,
imparciales, emisoras de juicios justos y salomónicos.

CONCLUSIÓN:

A la vista de los trece estereotipos descritos, considerando el fundamental de ellos el del


envejecimiento cronológico, porque realmente engloba a todos los demás, y a la vista de la
definición de “estereotipo” de la RAE, ofrecida en las primeras líneas de este capítulo, nos
consideramos totalmente de acuerdo con lo siguiente: “En primer lugar, creemos que no es
del todo cierto, o que no debe serlo, el carácter inmutable que la definición de la RAE otorga
a los estereotipos. Si bien son difíciles de cambiar, no podemos concebirlos como
inmutables puesto que nos llevaría a un callejón sin salida donde la educación no tendría
cabida. Asimismo, los estereotipos son construcciones sociales, es decir, realizadas por
personas, por lo que de la misma manera que se pueden crear se pueden eliminar, aunque
requieran un esfuerzo mayor. La segunda matización que creemos conveniente realizar a
esta concepción tiene que ver con la falta de conexión con la realidad que caracteriza a los
estereotipos, puesto que son imágenes erróneas o distorsionadas que no se corresponden
con la realidad. Y en tercer lugar, se caracterizan por estar tan implícitos en las convicciones
sociales que resulta muy difícil su identificación”. Es necesario también concluir que la
imagen que, en muchas ocasiones se ofrece de las personas mayores y el trato de esa
imagen por parte de los medios de comunicación, está tan arraigado en nuestra sociedad,
que, aunque es inadmisible, en muchas ocasiones es difícil detectarlo, porque se ve como
algo “normal”, y si este hecho se produjera en el trato de imagen de cualquier otro colectivo,
inmediatamente se llenarían las calles y la opinión pública de manifestaciones y protestas;
sería un escándalo. Pero estamos tan acostumbrados a las imágenes negativas de la vejez,
que, aunque sean injustas o sin base real, no nos salta a la vista

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