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Área: Desarrollo personal, ciudadanía y cívica (Desarrollo Personal y Psicología)

Docente: Jose Luis Oscco Injante

RELACIONES DE RESPETO CON EL ADULTO MAYOR


En esta ficha aprenderemos a evaluar las creencias y valoraciones culturales y sociales
que podrían reforzar conductas discriminatorias hacia determinados grupos vulnerables.
Asimismo, expresaremos puntos de vista razonados sobre las consecuencias de
nuestras decisiones en situaciones de exclusión social y propondremos acciones
basadas en principios éticos.

1. RECONOCIENDO MI ENTORNO: ¿RELACIONES SALUDABLES O


EXCLUYENTES?
En toda comunidad, en todo barrio, en todo distrito, en toda ciudad, encontramos
personas que, por las razones que fueran, inspiran cierto temor y propician que un grupo
de personas, a veces considerable, tomen distancia o busquen la forma de evitarlas. En
algunos casos, algunas personas mayores entran en este grupo. En este tipo de casos
es difícil reconocer qué tanto de lo que se dice es cierto y qué tanto podría ser producto
de la imaginación o de la exageración. Cuando carecemos de información, tenemos una
visión negativa del envejecimiento que tienen o tendremos todas las personas.
2. ANALIZANDO MI POSICIÓN FRENTE A UN CASO DE EXCLUSIÓN
No siempre actuamos de la misma forma con todos los adultos mayores. Algunos
inspiran respeto; otros, temor; otros, lástima. Por ello, es importante reconocer qué
justificaría comportamientos que podrían contribuir a su exclusión.
Debemos remarcar que la exclusión social se suele manifestar cuando sentimos temor,
rechazo o incomodidad relacionados con una categoría social (edad, color de piel,
procedencia, género, orientación sexual) o condición social (forma de ser, mostrarse o
vivir). Esto propicia una situación de estigma social que puede expresarse en:

• Restringir a una persona la integración a un espacio de interacción social.


• Ignorar consciente o inconscientemente a una persona.
• Hostigamiento directo (comentarios hostiles, insultos) o indirecto (hablar a las
espaldas, gestos).
• Usar apelativos o diminutivos para establecer cierta distancia en la interacción o
intercambios de ideas, posiciones, valoraciones. Estos suelen estar vinculados
directamente con la categoría o condición social.
Lamentablemente, como vemos, la edad puede ser un motivo para estigmatizar a las
personas e impedirles que vivan con dignidad. Como veremos, esto se debe a que el
proceso de envejecer trae consigo temores vinculados a la soledad, la falta de utilidad
y problemas físicos o psicológicos. Si a ello se le añade algún vínculo con otra categoría
social que provoca rechazo o temor, se puede incrementar o remarcar una situación de
estigma social.
3. SER ADULTO MAYOR HOY
En sociedades modernas, ser adulto mayor es un problema muy serio por causa de un
estereotipo social denominado “edadismo”: presuponer las potencialidades de una
persona, además de sus posibles limitaciones y riesgos, por la edad que asumimos que
podría tener. Esto expresa un interés por evaluar qué tan funcional puede resultar una
persona para los propios intereses y los de la sociedad.
El edadismo expresa una visión “utilitaria” del adulto mayor. Podemos pensar en un
“abuelito” o en una “abuelita” como carga debido a una suma de factores: asumimos
que su rol en casa tendrá que ser pasivo y limitado.
Sin embargo, muchos de ellos y ellas pueden resultar ideales cuando se trata de cuidar
a los nietos, ya sea para que les compartan sus saberes e incluso para que los padres
puedan seguir trabajando con total normalidad. El problema parece ser la proyección
que las personas hacen de sí mismas y el trato que, seguramente, han podido ver de
las personas mayores a lo largo de su vida. Esto fortalece prejuicios y estereotipos.
Así como las sociedades modernas, que se basan en un sentimiento de utilidad y de
sobrevaloración de la eficiencia juvenil, pueden relegar, en algunos casos, el rol de
adultos mayores, también debemos reconocer que en el Perú tenemos comunidades
que valoran los saberes ancestrales que dichas personas han cultivado a lo largo de su
vida.
4. ENFRENTANDO ESTEREOTIPOS Y PREJUICIOS
El edadismo conlleva a atribuir otros estereotipos vinculados a la salud física y mental
de los adultos mayores:

• Respecto a la salud física, se atribuye que son “achacosas”: paran enfermas,


con múltiples dolencias y deben requerir cuidados constantemente.
• Respecto a la salud mental, se atribuye que la ancianidad es un periodo similar
a la niñez. Esto expresa posiciones paternalistas; es decir, no se les consulta y
se atribuye que su razonamiento puede ser “cerrado” o “repetitivo”.
• Otro estereotipo, relacionado con el anterior, expresa que una persona anciana
no puede seguir aprendiendo, pues tiene ideas muy fijas “que nadie podrá
sacarle de la cabeza”.
• Respecto a la salud mental, también se atribuye que tendrán tendencia a mostrar
mal carácter, a quejarse por cualquier cosa y a actuar impulsivamente o con
agresividad.

5. ¿QUÉ PUEDO HACER PARA SER MÁS JUSTO CON LOS ADULTOS MAYORES?

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