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Psicología del envejecimiento.

Beatriz Zegers Prado

• Beatriz Zegers Prado, psicóloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile especialista en Clínica Adulta y
Familiar. Docente y Directora de Investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes.

Introducción

Cuando se estudia la vejez desde la perspectiva de las ciencias humanas y más específicamente de la Psicología del
Desarrollo, se intenta responder a las preguntas si ocurren en ella determinados cambios y también si hay que realizar
ajustes que tienen cierta universalidad, es decir, que permitan caracterizar a la mayoría de los ancianos independiente de
su raza, cultura, condición social, etc.
Contestar las preguntas anteriores no es tarea fácil, toda vez que las ciencias humanas han llegado a establecer que uno
envejece como ha vivido, lo cual significa que cada uno enfrenta de manera singular y única las vicisitudes de este
período, lo cual depende de la historia personal; de la propia biografía. Lo anterior permitiría pensar que no existen
regularidades y cambios que afectarían a todo el grupo etario.
Sin embargo se han descubierto ciertas regularidades que han permitido considerar a la vejez como un período dentro
del ciclo vital de la persona, siendo Erikson uno de los pioneros en considerarla desde este punto de vista.
Podemos preguntarnos qué es la vejez en el contexto del ciclo vital y responderemos sin dudas, que representa la etapa
final de la vida. En tanto seres humanos somos una unidad cuerpo y espíritu, tenemos una existencia temporal, lo cual
quiere significar que nuestra existencia está marcada por un comienzo y también por un fin que es la muerte. Aún cuando
ella puede ocurrir en cualquier momento, desde que nacemos nos encontramos vueltos hacia la muerte , es más
probable que la muerte se presente en la vejez.
A través de este texto queremos entregar una visión comprensiva del envejecimiento normal. Consta de seis partes. En
la primera, se revisa la importancia de la vejez desde la perspectiva del ciclo vital individual; luego, se revisa el concepto
de envejecimiento y sus distintas denominaciones, distinguiendo el envejecimiento normal del envejecimiento patológico.
En la tercera parte, se aborda de una manera sintética las distintas teorías que se han desarrollado para dar cuenta del
envejecimiento biológico y psicológico, para luego analizar in extenso el funcionamiento cognitivo en este período de la
vida. En la quinta parte, se considera el tema de la personalidad envejeciendo y los principales cambios que se han
constatado en ella, para finalizar considerando las tareas del desarrollo; el cumplimiento de ellas permitirá al anciano
comprender el sentido bueno y profundo que tiene este período de la vida.

1. Psicología del envejecimiento

Importancia de la vejez desde la perspectiva del ciclo vital individual

Existen un conjunto de razones existenciales que destacan la importancia de estudiar este período de la vida. Entre ellas
queremos destacar las siguientes:
1. Es un período de la vida que no necesariamente es corto, ya que puede abarcar un quinto o un cuarto de nuestra
existencia, tendencia que aumentará en las próximas décadas . En el año 2000, Estados Unidos y Canadá tenían una
población de 50 millones de personas de 60 años o más y, hacia el año 2025, se estima que sobrepasarán los 98
millones. Por su parte, en el 2000 América Latina y el Caribe tenían 42 millones de adultos mayores. Hacia el año 2020 la
población mundial contará con más de mil millones de persona de edad superior a los 60 años; y más de 700 millones
vivirán en los países en desarrollo o pobres . En Chile, las expectativas de vida de nuestra población también han
aumentado en la última década. Se estima que en Chile la población de 65 años y más se incrementará desde el 10%
determinado en 1990 hasta alcanzar un 16% en el año 2025, esto es, la población alcanzará a cerca de 3 millones de
habitantes. Se trata de un grupo que se mantendrá incorporado en forma activa a la sociedad puesto que un 68% es
autovalente y se encuentra en buenas condiciones de salud, alrededor del 29% se considera frágil y sólo un 3% no
puede valerse por sí mismo .
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La creciente longevidad ha sido causada por cambios tanto en la fertilidad como en la mortalidad debido a que se
incrementa el número de adultos mayores y decrece la tasa de nacimientos. Observamos por ende una inversión de la
pirámide de edades, dado el cada vez más escaso número de personas del grupo de generaciones jóvenes. Como se ha
dicho, nos encontramos en una época de transición demográfica.
2. Es una época que exige ajustes profundos, debido a las numerosas pérdidas que enfrentan quienes envejecen :
pérdida de roles, pérdida de otros significativos, pérdida de habilidades, entre otras. Aún cuando estas pérdidas
conllevan duelos que traen consigo desvinculaciones transitorias, no necesariamente originan depresiones propiamente
tales. La tristeza no es en modo alguno una emoción inherente al proceso normal de envejecimiento.
Y también debido a las respuestas del medio social ante el envejecimiento:
- al deterioro biológico del cual deriva la visión que la vejez es sinónimo de incapacidad. Es la ideología del viejismo que
transmite la imagen de decadencia, de inutilidad, de obsolescencia y rígidez; derivando de ella una actitud fatalista, de
desánimo, de temor, de apatía y resignación que frena la iniciativa e incrementa las posibilidades de declinación por
abandono de la actividad
- al ver la vejez como déficit y declinación se pierde de vista que a cada edad de la vida le corresponden un conjunto de
deberes y derechos y también tareas y fortalezas que previenen el empobrecimiento del medio afectivo e intelectual,
- al considerar que los ancianos se han ganado el derecho a recibir sin dar, desconociendo la dimensión afectiva del ser
humano, excluyéndolo de la vida afectiva y social, definida a partir de una alternancia continua entre el dar y el recibir.
Sólo la reciprocidad permite existir con los demás y comprometerse con lo que pasa alrededor. El adulto mayor es un ser
en el mundo, requiere preocuparse por las personas con las que se encuentra y las actividades que se realizan,
constituyendo un camino para encontrar el sentido , tan decisivo en esta etapa de la vida.
3. Es un período en que el ser humano puede encontrarse consigo mismo, lo que abre la posibilidad de que le ocurran
transformaciones interiores favorables, alcanzando con ello una mayor integración . En este contexto conviene tener
presente la afirmación de K. Abraham quien estableció “que más importante que la edad del paciente era la edad de la
neurosis” como factor predictivo del éxito psicoterapéutico en la adultez mayor. Pero además, es necesario detenerse a
pensar sobre lo que significa haber vivido más . Significa haber vivido más que la mayoría de los seres humanos que los
rodean a la vez que se sabe que el tiempo que queda por vivir probablemente será menor al que han vivido y menor al
de la mayoría de las personas que se encuentran cerca de ellos, aunque parezca algo de perogrullo. Significa haber
realizado un número mayor de acciones, haber tenido más ideas, experiencias, encuentros y desencuentros, haber
enfrentado un mayor número de cambios individuales y también haber observado una cantidad mayor de cambios
sociales y colectivos. Significa haber iniciado proyectos, haberse ilusionado y desilusionado, haber experimentado el
éxito y también fracasos, haber cometido y reconocido errores, seguramente haberse arrepentido y haber realizado
acciones reparatorias. Ser viejo, por lo tanto, no es sólo tener más recuerdos, sino también más experiencias que
interpretar e integrar a fin de darle un sentido a la vida, lo que resulta particularmente importante cuando la muerte
probablemente está más cercana. Por ello es que la vejez, es una época para reevaluar y reinterpretar la propia vida, de
darle coherencia a la propia biografía, corrigiendo, cuando es posible, las impresiones, errores y certezas del ayer. Es el
tiempo de aprender a perdonar.
4. Es el momento para terminar de realizarse. Toda la vida ha sido un empeño por construir el propio ser, la propia
personalidad. Ahora, lejos de cambiarla o de destruirla hay que acabarla: luchando por ser mejores, por conseguir las
virtudes que aún faltan por conquistar, intentando ser un anciano alegre y bondadoso. Es la época de ser generoso y
comprensivo, aunque el egoísmo aceche constantemente a quienes envejecen . En efecto, frente a la vivencia de un yo
que se debilita, los impulsos orientados a la afirmación de sí mismo pueden intensificarse. Las tendencias egoístas se
dirigen a tomar posesión del mundo, tanto de los objetos como de las personas, para usarlos en la consolidación y
expansión de la vida individual. El aumento del egoísmo se asocia con el surgimiento o acentuación de la codicia, la
avidez, la rapacidad, el afán de lucro, la tacañería y avaricia, y el afán de poseer. Debe decirse, sin embargo, que el
egoísmo no es el mejor camino de lucha para expandir los límites del yo y del propio valor, ya que autoriza a
desinteresarse por el mundo de los semejantes. Es así que el egoísmo en esta edad, a menudo tiene un carácter
eminentemente defensivo
5. Es una época en que se cuenta con una disponibilidad de tiempo mucho mayor, lo que facilita la realización de
diversas actividades, cuya importancia resulta principalmente del sentido y significación que tienen para la vida personal .
6. Se trata de un período en el que los valores del espíritu cobran una importancia mayor a la de otras etapas de la vida y
en la que la pregunta por el sentido de la existencia resulta fundamental . Al respecto, Frankl ha dicho que el ser humano
tiende genuinamente a descubrir un sentido en su vida y a llenarlo de contenido. La trascendencia de la existencia
humana es fundamental, ya que en todo momento “el ser humano apunta, por encima de sí mismo, hacia algo que no es
él mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir, o hacia otro ser humano, a cuyo encuentro vamos con
amor. Con el servicio a una causa o en el amor a una persona, se realiza el hombre a sí mismo. Cuanto más sale al
encuentro de su tarea, cuanto más se entrega a su compañero, tanto más es él mismo hombre, tanto más es sí mismo.
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Así pues, propiamente hablando, sólo puede realizarse a sí mismo en la medida que se olvida de sí mismo, en que se
pasa por alto a sí mismo” . De acuerdo a Frankl, existen tres caminos para descubrir el sentido de la existencia: a través
de lo que se hace o mediante las obras (homo faber); la vinculación con otros y el amor (homo amans) y enfrentando
directamente y con paciencia su sufrimiento o dándole el sentido de un sacrificio o de una forma de perfeccionamiento
personal, lo que tiene directa relación con el cómo se soporta algo cuando es imposible evitarlo (homo patiens).
7. Para Juan Pablo II, la vejez puede compararse con la última partitura de una gran sinfonía, en la que resuenan los
grandes temas de la vida humana con potencia. Es tiempo de cosecha, de lo que se experimentó y se logró pero también
de lo que se sufrió y se resistió. Existen valores que indiscutiblemente son propios de la edad avanzada, su específica
distancia que le permite al anciano estar por encima de las cosas, la posibilidad de observar al mundo no solamente con
los ojos, sino que también con el corazón .
8. El adulto mayor puede y debe desempeñar un papel insustituible en una sociedad en continua y rápida transformación
económica y cultural . Al respecto, Pelicier ha afirmado que antiguamente, los ancianos tenían un lugar en el consejo de
la ciudad, cumplían una misión: aportar y decir la sabiduría. Aparentemente nuestras sociedades no tienen ya más
necesidad de la sabiduría, y por tanto de ancianos sabios. Pero tienen siempre y cada vez más, necesidad de testigos. El
individuo de edad es un marcador del tiempo para todos aquellos a quienes antecede. Es una avanzada en nuestro
propio futuro. Se sabe que una cultura que no deja lugar a la mujer no progresa, pero un grupo humano sin marcadores
del tiempo, como son los sujetos de edad, en lo sucesivo y sus hijos posteriormente, no serán plenamente humanos. Se
encuentran en peligro de barbarie. La edad alienta el respeto, es decir el reconocimiento del otro, al mismo tiempo que
de uno mismo, con los mismos derechos y la misma capacidad de sentir. Cuando se pierde tal respeto es un signo de
barbarie. El sujeto de edad está en la cabeza del tren generacional, en el camino de la muerte, indicando no sólo la ruta,
sino que también contribuye al sentimiento de seguridad. Cuando este guía falta, el grupo humano se encuentra
desorientado. El mayor de los males es no saber el origen ni el término de nuestra vida. La vejez se encuentra recubierta
de cicatrices que son también signos para descifrar la vida. El sujeto de edad es un libro, siempre ha desempañado esta
función en las sociedades tradicionales .
9. Finalmente, los ancianos son modelo de identificación y envejecimiento para las generaciones jóvenes. Al respecto,
cabe comentar que el rol de las identificaciones en Psicología del Desarrollo ha sido ampliamente discutido a propósito
de la infancia; sin embargo no puede desconocerse que hay muchas identificaciones que permanecen dormidas y que no
se reactivan hasta cuando ellas son necesarias en la vida adulta . De esta forma, las identificaciones que los niños y
jóvenes introyectan a partir de sus experiencias con los ancianos, sólo se actualizarán cuando ellos mismos alcancen la
vejez. Se trata de un aspecto muy importante de tener en cuenta, toda vez que ello significa además, que tenemos la
responsabilidad de envejecer bien, para transmitir a las generaciones futuras que la vejez puede ser también una época
fecunda.

2. Concepto de envejecimiento

Denominaciones

Si se consideran las denominaciones usadas por diferentes idiomas y las definidas en los diccionarios, se puede
observar que algunos idiomas utilizan sólo una palabra para referirse a él, como ocurre en el griego, donde la palabra
geron encierra significados cronológicos, biológicos y sociales. En hebreo son de uso habitual las palabras kashish,
zakén y yashish. El término senescencia, por su parte procede del latín senescere, que quiere decir alcanzar la vejez. Si
bien entre las dos primeras las diferencias están dadas por matices sutiles, la tercera se refiere indiscutiblemente al
individuo de edad muy avanzada. El idioma inglés, utiliza diferentes términos; entre ellos, encontramos: old age, aging,
old aged, oldness age, senescence. Los franceses, introdujeron un nuevo término tercera edad; y, más recientemente,
cuarta edad. En el idioma español encontramos entre otros: anciano, añoso, longevo, edad provecta, etc. .
Este problema lexicográfico tiene varias caras. Por un lado, la prolongación del promedio de vida y la proporción
creciente de población de ancianos se ha traducido en que hoy sea posible distinguir dos grupos: los viejos jóvenes
(young old), adultos mayores entre los 60-65 y 75 años, sanos y vigorosos, que están buscando caminos que les den
contenido a su vida, y los viejos-viejos (old old), ancianos pasados los 75 años, la mayoría de los cuales requieren
servicios de asistencia y rehabilitación. El primer grupo necesita que la comunidad les brinde la posibilidad de participar
en actividades que les están vedadas actualmente; mientras que el segundo desea que se mejoren los servicios que les
presta la sociedad. Por ende, nos enfrentamos a un problema que prácticamente no existía en la antigua Grecia. No
podemos englobar a toda la población de ancianos bajo un solo nombre, explicándose la adopción en la terminología
francesa de los términos tercera y cuarta edad o la subdivisión de la vejez en dos períodos, ya que permite comprender
mejor, y dar soluciones más adecuadas, a los problemas específicos que plantean ser abordados y resueltos .
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Envejecimiento normal vs envejecimiento patológico

Por otro lado es necesario distinguir entre el envejecimiento normal y el envejecimiento patológico. Estas diferencias se
manifiestan en alteraciones fisiológicas que a su vez se acompañan de modificaciones en la función y estado mental, con
repercusiones en el medio social y en la situación económica del afectado y su familia .
Respecto, del término senilidad, la revisión realizada por Motlis y que considera las opiniones de reconocidos geriatras,
destaca que se trata de un término que se suele usar erróneamente como diagnóstico clínico. Es equívoco porque no
corresponde a ninguna condición definible. Se trata por lo demás de un término peyorativo para significar que el paciente
se encuentra en un estado irremediable debido a su edad avanzada. No distingue entre los procesos patológicos y las
características del envejecimiento fisiológico.
La literatura ha enfatizado la importancia de considerar la edad funcional ya que ella contribuye a distinguir entre el
envejecimiento normal y patológico.

Edad funcional

La capacidad funcional es de gran importancia cuando se considera la población anciana, ya que se relaciona con la
capacidad de adaptación del anciano y el grado de dependencia. Un grupo de expertos del Consejo de Europa (1997)
define el concepto de dependencia como “la situación en que se encuentran aquellas personas que por la falta o la
pérdida de capacidad física, psíquica o intelectual tienen necesidad de una asistencia y/o ayuda importante para las
actividades de la vida diaria” .
La dependencia es también el resultado de un proceso que involucra tres etapas. La OMS en el texto Clasificación
Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías las define como :
- “Deficiencia – o Impairment – es la pérdida de una estructura o función fisiológica o psicológica, por ejemplo, rotura de
fémur y pérdida de visión o aptitud intelectual. Si esta limitación afecta a la capacidad de la persona se pasa a la segunda
etapa del proceso.
- Discapacidad – o Disability - se refiere a la restricción de la aptitud para realizar una actividad en forma normal. La
discapacidad consiste en la imposibilidad de andar, ver o razonar, y si ello no puede compensarse por el sujeto, origina la
tercera etapa del proceso. Si la fractura de fémur se corrige con una prótesis existe una deficiencia pero no discapacidad,
ya que el individuo puede andar.
- Minusvalía – o Handicap – es una situación desventajosa que no permite al individuo el desempeño de su rol social
normal; el no andar impide ir al baño solo, o perder el razonamiento o la memoria origina la pérdida del puesto de trabajo.
Durante la vida se pueden adquirir deficiencias, pero si se corrigen no originan discapacidad para la función o para el rol
social. La dependencia se equipara la minusvalía, pero su caracterización ha sido más técnica para poder intervenir y
compensar las limitaciones que impone”.
El “examen de la capacidad funcional tiene por objeto investigar las posibilidad de desempeñar determinadas funciones
por un órgano, un sistema o un individuo” . El diagnóstico de edad funcional persigue los siguientes objetivos, siendo una
evaluación que se realiza en equipo:
- obtener una imagen holística o global de ese individuo
- establecer las posibilidades de continuar desempeñándose en su medio, a pesar de su(s) invalidez(ces)
- establecer las posibilidades de rehabilitación
- establecer cuáles son las atenciones y servicios médicos y otros que requiere para ser rehabilitado
- si no puede ser rehabilitado, cuál es el tratamiento que necesita, y quiénes son los encargados de realizarlo
- si no puede permanecer en su entorno para ser tratado, cuál será la institución más adecuada para él.
La revisión realizada por Motlis , indica que los primeros estudios en este campo comenzaron con los trabajos llevados a
cabo por Kahn y col. (1960), quienes crearon un cuestionario para investigar la capacidad funcional mental de pacientes
geriátricos. Posteriormente, Katz and Apkom (1963) se preocuparon de la determinación de las funciones biológicas y
social. Los trabajos de Lawton (1972) y de Bloom (1975) dieron las bases a Patlen (1979) para su clasificación, que
comprende:
- capacidad funcional física, independencia en las actividades del diario vivir (AVD); incluye la deambulación, el vestirse,
la ingestión, actividades en el cuarto de baño, control de esfínteres

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- capacidad funcional mental considera la exploración de funciones cognoscitivas (memoria, orientación temporo-
espacial, capacidad de aprender, de calcular, de juzgar)
- capacidad funcional social y actividades interpersonales
- estado de salud
- independencia instrumental en las actividades del diario vivir (AIVD)
- funcionamiento afectivo y movilidad .
Según la capacidad funcional, los ancianos pueden clasificarse en:
- independiente o autovalente

Envejecimiento como declinación, cambio y desarrollo

- Envejecimiento como declinación connota un proceso no exitoso: nuestros sentidos comienzan a perder su agudeza
lentamente, a los 70 años identificaremos el 50% de los olores que reconocemos a los 40. El sueño se hace más débil,
se observa una pérdida de la agilidad en los movimientos. Aparecen olvidos incomprensibles. A los 80 son pocos los que
pueden manejar de noche y a los 90 el 50% no podrá usar el transporte público.
- Envejecimiento como cambio visualiza la vejez con un significado relativamente neutral. Son muchos los cambios que
podemos apreciar en esta edad, por ejemplo en nuestra imagen corporal, forma de valorar los hechos, de vincularnos,
etc. Nuestra capacidad de amar y ser amado no disminuye con los años, tampoco nuestra capacidad de disfrutar.
- Envejecimiento como desarrollo y maduración considera aquellos aspectos de nuestra personalidad que cambian y
mejoran con los años. Así por ejemplo, a. los 70 años a menudo somos más pacientes, más tolerantes y aceptamos
mejor nuestros afectos en nosotros mismos y en los demás. Toleramos mejor las paradojas y apreciamos mejor la
relatividad de los hechos; comprendemos que el presente tiene un pasado, pero también a él le sigue un futuro. Sólo la
experiencia puede aumentar con los años.

Evidencias empíricas

A continuación se reportan algunos hallazgos de investigaciones recientes y que permiten avalar lo antes expuesto. Los
estudios realizados durante los últimos 15 años destruyen muchos mitos respecto del envejecimiento y ayudan a
entender que es lo más destacable acerca del desarrollo tanto en términos de declinación como de desarrollo. Para ello
nos remitiremos a lo comunicado por Vaillant .
Fries (1955) fue uno de los primeros en destacar que la medicina moderna ha agregado vida a los años y no solamente
más años a la vida . En efecto, los avances en la medicina y los cambios en los estilos de vida, han hecho posible que
los sobrevivientes octogenarios tengan mayores probabilidades de estar activos. Así por ejemplo, hacia el final de sus
vidas, un hombre promedio de 85 años habrá estado menos de medio año en una institución, y la mujer promedio de 85
años habrá estado 1.5 años. Entre los 75 y los 84, el 73% de las personas mayores reportan no tener alguna incapacidad
y después de los 85, el 40% de la población permanece completamente funcional. En la última centuria, el número de
años que un individuo vive un retiro activo ha aumentado considerablemente. De esta forma los psiquiatras en el siglo 21
requieren prestar atención no sólo a las enfermedades de los viejos-viejos, sino también a ayudar a un envejecimiento
biopsicosocial exitoso.
El estudio longitudinal de Berlín , recientemente terminado concluye que la vejez no es solamente una fase problemática
de la vida. Tomó una muestra representativa de 516 berlineses entre los 70 y los 100 años. Incluyó 43 hombres y 43
mujeres en 6 cohortes de edad cada 5 años entre los 70 y los 100. Fue un estudio comparativo seccional. Mostró que
después de los 70 años casi todos los sujetos habían sufrido al menos una enfermedad importante y muchos habían
tenido más de cinco y después de los 95, el 50% de los sujetos sufría de demencia, pero se vio que aún la demencia no
es una consecuencia inevitable de la longevidad. La mayoría de los deterioros mentales antes de los 80 años reflejan
una enfermedad y no responden a un proceso normal de desarrollo.
Otro estudio de hombres octogenarios todavía activos mostró que el 76% todavía tenían una compañera sexual y que un
17% todavía tenían relaciones sexuales al menos una vez a la semana.

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Desde el punto de vista del funcionamiento mental, el estudio muestra que los sujetos viejos-viejos (85 a 100 años)
enfrentaban severos stress. Experimentaban pocas emociones positivas, más sentimientos de soledad, al tiempo que
sentían que no eran ellos quienes controlaban su vida sino que los otros. Después de los 90, sólo el 50% sentía que
tenían un confidente. La buena noticia es que aparte de la demencia no aparecían más enfermedades mentales, aún
entre los viejos-viejos. La demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, aún cuando Alzheimer afecta
a la mitad de los centenarios.
Estos hallazgos son confirmados por otros estudios. La mayoría de los deterioros antes de los 80 reflejan una
enfermedad y no un proceso normal de envejecimiento. Schaie señala que virtualmente ninguno de los individuos mostró
un patrón universal de declinación en las cinco habilidades evaluadas, aún a los 80. El CI a la edad de 75 en términos
generales es el mismo que teníamos cuando teníamos 20. Es cierto que después de los 30, nuestra habilidad para
recordar los nombres propios declina, pero ello no predice la demencia.
El estudio McArthur señala por otro lado, que si bien en promedio, los adultos mayores pueden estar tomando entre tres
y ocho remedios diferentes y pueden sufrir de una patología crónica; a pesar de que a los ojos del médico están
enfermos, los ancianos no se ven a sí mismos de este modo. Ello constituye una importante distinción. Subjetivamente,
dos de cada tres personas mayores se perciben a sí mismos como más saludables que sus pares y sólo uno de cada
siete se siente menos saludable.
El análisis multivariado del estudio de Berlín revela que el envejecimiento exitoso se encuentra relativamente libre de los
efectos de la clase social. Lo anterior, en parte debido a que la probabilidad de sobrevida después de los 75 en los
grupos desventajados disminuye. Pero habiendo pasado la barrera de los 75, la declinación del funcionamiento mental y
físico no es más rápida en los grupos más desventajados comparado con los más privilegiados. Entre los 70 y los 100 se
apreció un 30% de declinación en la inteligencia fluida (memoria, dígitos y símbolos), pero los predictores se asociaban a
una pérdida de la agudeza visual y auditiva y no a la clase social.
Al examinar una definición global del envejecimiento exitoso a la edad de 75, el 80% de la cohorte en el estudio de
Berlín, todavía podían considerarse saludables (cognitivamente, activos e involucrados en la vida) o formando parte del
grupo de salud promedio (relativamente sanos, todavía independientes y satisfechos con la vida). A la edad de 95, este
nivel de salud todavía permanecía en el 30% de los sujetos.
Entre los viejos-viejos saludables, se observó un incremento de la fatigabilidad y una reducción de la visión y de la
audición como signos de dificultad y no de demencia. Al parecer una consecuencia inevitable del envejecimiento es la
inexorable declinación de la capacidad vital y la eficiencia de la utilización de oxigenación. Esta declinación comienza a
los 20 alcanzando el 50% a la edad de 75 años.

3. Teorías de envejecimiento

Teorías del envejecimiento biológico

No sabemos exactamente por qué envejecemos, existiendo varias teorías del envejecimiento biológico.
- Teoría genética del envejecimiento: sostiene que las células están programadas para morir y por ende, los límites de la
vida son biológicos e inherentes a las células de que estamos compuestos o al colágeno, la materia proteínica que las
mantiene cohesionadas.
- Teoría de la disfunción celular. Las teorías del error celular, de la disfuncion tóxica celular y de los radicales libres,
conforman tres posturas o hipótesis explicativas del envejecimiento.
- Teoría del error celular postula que con el paso del tiempo, se producen ciertos cambios en el material genético (ADN)
de modo que la célula deja de funcionar. Estos cambios se consideran errores más que incidencias programadas
genéticamente.
- Teoría de la disfunción tóxica celular sostiene que hay una acumulación paulatina de materias extrañas a la célula.
Buena parte de esta materia es venenosa, pero al principio sus cantidades son insuficientes para trastornar la función
celular; sin embargo con el tiempo se acumula hasta que la célula muere. Ello conlleva una disminución en la capacidad
de combatir las infecciones y las enfermedades.
- Teoría de los radicales libres argumenta que a veces se desprenden partes de las células durante el metabolismo
normal. Muchos de estos radicales libres son compuestos químicos muy inestables que reaccionan con diversas enzimas
y proteínas del cuerpo y trastornan la capacidad de la célula de funcionar normalmente. Es así que propone que “el
envejecimiento se produce por una disminución de los mecanismos de defensa de un organismo aeróbico frente a
eventos oxidativos, situación que conlleva un daño descontrolado de las macromoléculas con una consecuente pérdida
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de sus funciones fisiológicas” , planteándose por ejemplo que los radicales libres cumplen un importante rol en el
desencadenamiento de la enfermedad de Alzheimer.
- Teoría de los enlaces cruzados se refiere al proceso por el que se forman enlaces entre las moléculas o sus partes que
cambian las propiedades de las células que las componen y alteran su funcionamiento.
- Teorías orgánicas y sistémicas. Estas teorías plantean que varios sistemas y aparatos del organismo sufren con la edad
cambios que al cabo interrumpen o trastornan su funcionamiento. Plantean que el envejecimiento es resultado de la
disminución de la eficacia de los sistemas que controlan la temperatura, las concentraciones de azúcar en la sangre, etc.
Dentro de ellas la más conocida es:
- La teoría de la supresión del sistema inmunológico. Con la edad el sistema inmunológico se debilita y ya no nos protege
tanto de enfermedades e infecciones, al mismo tiempo que a veces comete errores y toma por invasoras a algunas de
nuestras propias células. Este proceso conocido como autoinmunidad produce anticuerpos que atacan al propio cuerpo.
Harman (1993) afirma que el envejecimiento es esencialmente la acumulación de los cambios que acompañan al paso
del tiempo. Algunos de estos cambios obedecen al ambiente otros a enfermedades y finalmente están aquellos que se
relacionan con procesos innatos de envejecimiento. Más aún, las causas de los cambios de la edad interactúan, de ahí la
importancia de varias explicaciones .

Algunas modificaciones del organismo

Modificaciones en los órganos de los sentidos y de la piel .

Durante el envejecimiento ocurren diversos cambios y alteraciones en los órganode los sentidos. El sistema visual se
compone de un órgano externo, que es el globo ocular, y del centro de la visión, ubicado en el interior de nuestro
cerebro. La parte externa es la que sufre cambios y alteraciones durante el envejecimiento, mientras que la parte central,
rara vez sufre enfermedades. Muchas de las fallas del globo ocular se pueden corregir o aliviar gracias a tratamientos
especializados que mejoran la calidad de vida. Las dificultades en la visión en esta época son causadas por una
enfermedad y no por vejez. Dentro de las más importantes y frecuentes se encuentran: la catarata, la degeneración
macular, el glaucoma y la retinopatía diabética. También ocurren alteraciones atróficas en el tamaño del iris, una
disminución de la grasa del globo ocular, alteración de la configuración de los párpados, atrofia de la conjuntiva. Por otro
lado, a medida que envejecemos, la visión se adapta con mayor lentitud a los cambios entre una zona iluminada y una
más oscura, requiriendo para una visión plena entre un 50 y 70% más de luz que la que necesitan los jóvenes. La
presbicia es la responsable de una disminución en la discriminación visual que puede ser compensada con anteojos.
El sistema auditivo por su parte, se compone de la oreja con su canal auditivo; el oído medio donde se encuentran los
huesecillos de transmisión y el oído interno que incluye el aparato coclear y vestibular, los que se conectan a varios
centros cerebrales. Al igual que la visión, la audición se comienza a afectar con el proceso de envejecimiento a partir de
los cuarenta y cinco años, en forma imperceptible al comienzo, llegándose a una pérdida auditiva producida por cambios
degenerativos en el oído interno –presbiacucia- alrededor de los 65 años. Estos cambios entre otros son: muerte de
células auditivas especializadas, rigidez de las membranas del oído interno, cambios metabólicos locales en el oído. Con
ello la discriminación auditiva disminuye, lo que causa que la persona no entienda lo que se le dice a pesar de escuchar
los sonidos, especialmente en ambientes bulliciosos o cuando varias personas hablan a la vez. El uso de audífonos a
menudo permite paliar estos problemas.
Respecto al gusto, los estudios no son concluyentes en demostrar una disminución de este sentido en los adultos
mayores. Sin embargo, el olfato disminuye rápidamente, después de los 50 años, y se estima que pasado los 80 es un
50% menor. Lo anterior, se traduce en dificultades para reconocer y aceptar una variedad de comidas, contribuyendo con
ello a una mala alimentación, con el consecuente riesgo de desnutrición.
En lo que al tacto y el dolor se refiere, se ha observado que, en general, decae la capacidad de discriminación y la
respuesta del adulto mayor frente al dolor. Ello contribuye que los síntomas de algunas enfermedades se atenúen y que
el paciente consulte en forma tardía al médico, lo que conlleva un riesgo para la vida.
El envejecimiento cutáneo es quizás uno de los cambios más evidentes , sobre todo por las mujeres. Es esperable
encontrar encanecimiento, calvicie, arrugas y una mayor laxitud de la piel debido a una disminución de: el contenido de
agua, el grosor de la piel, producción de sebo, el depósito de colágeno y grasa subcutánea, entre otras. Todo ello vuelve
la piel más seca, áspera y escamosa. Lo anterior ocasiona una reducción de la percepción al tacto ligero y la presión.
Esto contribuye a un retardo en la curación de las heridas y una mayor fragilidad capilar. Dado que los tumores de la piel,
benignos y malignos, son frecuentes a esta edad, se debe consultar frente a cambios de coloración o tamaño de lunares

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o lesiones cutáneas existentes o si aparecen lesiones cutáneas en zonas expuestas al sol. Para cuidar la piel es
necesario evitar la exposición prolongada al sol y usar de preferencia jabones neutros.

Teorías del envejecimiento psicológico

La psicología del desarrollo se nutre de distintas teorías, las cuales parten de diferentes supuestos acerca de la
naturaleza humana. Clásicamente se han distinguido el aporte de cuatro teorías complementarias:
- Teorías madurativas consideran la conducta humana como el resultado del despliegue de características
genéticamente establecidas que se actualizan en interacción con el medio ambiente. Desde esta perspectiva, el
envejecimiento es concebido como un fenómeno biológicamente programado. Es decir, considera que existen factores
encargados activamente de desencadenar la senescencia y la muerte natural.
- Teorías del aprendizaje establecen que la conducta humana es primariamente el resultado de la experiencia. Desde
esta perspectiva, el estudio del envejecimiento pondrá especial atención a las condiciones de vida que rodean al anciano,
estableciéndose que muchas de las conductas negativas que se observan en los adultos mayores son el resultado de
situaciones negativas que los rodean. El énfasis práctico se orientará a tratar de modificar estas condiciones
ambientales, con el fin de lograr que la vejez sea un período satisfactorio de la vida.
- Teorías adaptativas subrayan la interacción entre la persona y su ambiente y por ende, la adaptación al envejecimiento
será el resultado de factores del anciano: personalidad previa, biografía, etc, y las condiciones sociales que le ofrece el
medio en el cual está inserto.
- Teorías psicodinámicas plantean que la conducta humana se encuentra motivada tanto por fuerzas internas como
externas. Desde la perspectiva del envejecimiento, destacan los aportes de E. Erikson, quien establece un conjunto de
tareas y exigencias que son propias de la vejez.
Desde otra perspectiva, se han formulado dos teorías relacionadas con el envejecimiento exitoso; éstas son: la teoría del
retiro y la teoría de la actividad.
- Teoría del retiro: fue descrita por Cumming y Henry en 1961 . Considera el envejecimiento como un proceso de
alejamiento progresivo, mediante el cual las personas de edad van voluntariamente desligándose de sus actividades y
compromisos, perspectiva que es fomentada socialmente al establecer presiones para que las personas al llegar a una
cierta edad se retiren. Postula también, que una mayor preocupación por sí mismo y una menor dedicación emocional
por los demás sería deseable y esperado. Sin embargo, dado que se trataba de una teoría que contradecía los valores
tradicionales americanos, centrados en la actividad y en la implementación de programas sociales orientados a una vejez
activa, se formuló la teoría de la actividad.
- Teoría de la actividad: plantea lo contrario de la teoría del retiro. Es así que afirma que mientras más activa y vinculada
permanezca quien envejece , más exitoso será el proceso. De esta forma lo recomendable sería que al dejar ciertas
actividades se encuentren otras que permitan sustituir las que hay que dejar atrás, sea debido a la jubilación, muerte del
cónyuge, de los amigos o de alguna habilidad particular.
Cabe comentar que la investigación no ha mostrado que alguno de estos patrones sea más exitoso que otro, lo cual
depende en parte de la personalidad previa., de las condiciones de salud, y otras variables.

4. Funcionamiento cognitivo

El estereotipo cultural que plantea que la inteligencia declina a medida que aumenta la edad en función de procesos
biológicos intrínsecos a la edad constituye una visión bastante expandida. En efecto, la idea que formula un modelo
deficitario del desarrollo mental proviene de las primeras teorías e investigaciones, las que han sido cuestionadas por las
realizadas en los últimos treinta años, siendo la respuesta menos definitiva.
Al respecto Hultsch y Deutsch se aproximan a este problema desde tres perspectivas: enfoque psicométrico, enfoque
piagetano, enfoque contextual. Se trata de formulaciones que provienen de la aplicación de diversos sistemas
desarrollados para evaluar el funcionamiento mental.

Enfoque psicométrico

La revisión realizada por Lehr señala que las investigaciones tempranas de Yerks (1921), Willoughby (1927), Conrad
(1933) y Miles (1920-1930) verificaron un considerable descenso del rendimiento intelectual con el aumento de la edad.

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Las advertencias realizadas por estos autores en relación a los factores que podrían explicar este decremento, tales
como: selección de la muestra, experiencia, factores motivacionales y falta de práctica, así como diferencias en los
rendimientos entre distintos subtest, no fueron consideradas.
Posteriormente y con la elaboración de la escala de Wechsler, se popularizó el perfil de facultades que se mantienen con
la edad y aquellas que disminuyen. Ello contribuyó a popularizar un modelo deficitario general del funcionamiento mental
en el envejecimiento.
Ahora bien, la literatura tiene en cuenta nueve puntos de vista que cuestionan este modelo: concepto de inteligencia
general, factor velocidad, capacidades iniciales, escolaridad, entrenamiento profesional, estimulación, salud, biografía,
motivación , las que revisaremos a continuación.

Concepto de inteligencia general

En la medida que existe evidencia que las funciones intelectuales se modifican en el transcurso de la vida de un modo
distinto, un concepto de inteligencia general requiere ser revisado.
La aplicación del método del análisis factorial ha llevado a considerar la inteligencia como una unidad de funciones
primarias relativamente independientes entre si, que actúan conjuntamente en constelaciones específicas para cada
caso, para la solución de problemas específicos.
Ahora bien, desde el punto de vista del envejecimiento, se observa que estas funciones intelectuales, están sometidas a
desplazamientos y reorganizaciones irregulares, es decir, alcanzan su punto máximo en momentos diferentes. Sin
embargo, la mayoría de los autores, tales como Guilford, Thurstone no han incorporado variables del desarrollo en sus
teorías, exceptuando a Cattel and Horn.
Estos últimos autores comprobaron una disminución de todas aquellas funciones que pueden definirse como inteligencia
fluida y un aumento de aquellas facultades y capacidades que se relacionan con la inteligencia cristalizada.
La inteligencia fluida se ha definido como “la capacidad de aplicar las habilidades intelectuales a nuevas situaciones:
comprende el proceso de percepción de relaciones, la formación de conceptos, el razonamiento y la abstracción” . Se
piensa que la inteligencia fluida depende del desarrollo neurológico y por ende, se ve afectada por procesos de deterioro
y enfermedades. Con el paso de los años los efectos biológicos de pérdida se vuelven más evidentes, con lo que este
tipo de inteligencia declina. Se encuentra relativamente libre de la influencia del aprendizaje, la educación o la cultura. Se
evalúa mediante tareas en las que se plantea un problema nuevo o referido a un elemento cultural poco conocido. Por
ejemplo que agrupen letras o números, que recuerden una serie de dígitos o test como el de las Matrices Progresivas de
Raven. Se trata de una inteligencia que refleja procesos de aprendizaje incidental, esto es, desarrollo de un estilo de
pensamiento independiente de un contenido cultural específico.
La inteligencia cristalizada se ha definido como la capacidad para recordar y emplear la información aprendida” .
Depende de la educación y del acervo cultural. Refleja procesos de aprendizaje intencional, esto es, enculturación o
incorporación de conocimientos que se acumulan a través de los años, agregándose información al sistema,
reestructurándose. organizándose y relacionándose de modo diverso, lo que expresaría un aumento de las habilidades
relacionadas con este tipo de inteligencia. Para medirla se emplean pruebas de vocabulario, información general y
respuestas a situaciones y dilemas sociales. Representa el conocimiento adquirido durante la vida y el uso de la
información almacenada y cómo funciona el procesamiento automático, especialmente en tareas complejas como leer,
que exige un gran número de operaciones mentales.

Factor velocidad

El hecho que las primeras investigaciones, en función de los resultados, se interpretara como pérdida de aptitudes
mentales, puede cuestionarse en la medida que la habilidad puede estar presente aún cuando la resolución de una
determinada tarea pueda implicar una mayor cantidad de tiempo.
El adulto mayor demora más tiempo en las actividades del diario vivir; siente que el tiempo le rinde menos que antes.
Esto influye sobre diversos aspectos del comportamiento, como por ejemplo, en el tiempo que necesita para recordar
algún nombre, situación, en la solución de problemas, en la capacidad de combinación, en el proceso de aprendizaje, en
la aptitud psicomotora, y en el tiempo de decisión y de reacción
Diversas investigaciones han mostrado que las personas de mayor edad pueden obtener rendimientos similares,
empleando una cantidad mayor de tiempo. Deutsch afirma que si se suprime este factor, se puede comprobar en
ocasiones, un aumento de rendimiento incluso a los 90 años. Ello llevó a Birren (1965) a concluir que la lentificación del
comportamiento sería un proceso primario del envejecimiento.

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El factor velocidad afecta diversas dimensiones del comportamiento, tales como:
- actualización de la información
- resolución de problemas
- proceso de aprendizaje
- aptitudes psicomotoras
- tiempo de decisión y reacción.
Ahora bien, estas afirmaciones sobre la lentificación general del tiempo de reacción, de elaboración de la información, de
solución de problemas, etc. constituyen una evidencia que apoya el cambio funcional del sistema nervioso central, en
especial del cerebro. Sin embargo Lehr señala que ello puede cuestionarse por cuanto esta lentificación puede obedecer
a motivos diversos, citando entre otros:
- causas sensoriales: hipoacusia, alteración de la visión
- procesos fisiológicos cerebrales: disminución de la capacidad de retención
- tiempo de decisión que puede relacionarse con la creciente inseguridad y desconfianza, disminución del gusto por el
riesgo, problemas relacionados con la habituación y por parte de los jóvenes al gusto de trabajar contra reloj.
Concluye Lehr , diciendo que la lentificación y sus causas no están suficientemente estudiadas y no se ha demostrado
con certeza si se trata de un proceso fisiológico irreversible o si se relaciona con factores psicológicos susceptibles de
reversibilidad.
Por otra parte, hay que tener presente que estudios realizados comprueban que, al eliminarse el factor tiempo, las
personas de más edad muestran capacidades similares a los jóvenes, pudiendo obtener ambos rendimientos similares.
Por ende, es necesario distinguir entre habilidad y agilidad. Entendemos por habilidad, la capacidad para realizar una
determinada tarea, mientras que la agilidad es la destreza y la velocidad con que se ejecuta. Es cierto que con los años,
debido a la lentificación del comportamiento antes comentada, una persona puede volverse menos diestra en la
realización de ciertas actividades que requieren habilidades psicomotoras como coser, bordar, carpinterear, por citar
algunos ejemplos, pero esto no significa que sea incapaz de hacer esas tareas, o que ha perdido la capacidad, lo que ha
perdido es la destreza o agilidad con que antaño las realizaba.

Capacidades iniciales

Los estudios longitudinales permiten cuestionar la afirmación de un modelo deficitario. Así por ejemplo, se ha visto en
seguimiento de grupos de niños y adolescentes hasta los 50 años que la capacidad intelectual no sólo no disminuye sino
que incluso aumenta, planteándose que de existir tal descenso éste sería posterior a los 50 años. Otros estudios han
encontrado que no existe una disminución estadísticamente significativa y que las variaciones individuales en las
capacidades intelectuales entre los 50 y los 61 años pueden explicarse a partir de factores distintos a la edad, como son
las circunstancias profesionales y familiares. Otros estudios han mostrado que las personas que previamente han sido
clasificadas como menos inteligentes presentan un mayor descenso en el rendimiento y que entre aquellas más
inteligentes, revelan escasas variaciones. Se desprende de lo antes dicho la existencia de variaciones individuales en los
cambios de las habilidades intelectuales en el curso de los años.
Las investigaciones longitudinales en síntesis muestran que un deterioro del rendimiento debido a la edad no es la regla
general y que este rendimiento se inserta dentro de las circunstancias sociales y biográficas individuales.

Escolaridad

Cuando se controla el grado de escolaridad de los sujetos se observa que una disminución del rendimiento se explicaría
no sólo por un factor debido a la edad, sino que también, por el nivel de escolaridad. Esta última a su vez, está influida
por el nivel intelectual, en la medida que las personas inteligentes tienen una mayor probabilidad de permanecer en el
colegio que los más desventajados, lo que a su vez eleva la capacidad intelectual.
Lehr destaca asimismo, la importancia que debe dársele a las influencias propias de la edad. Señala que un alumno que
sale en 1970 de la formación básica tiene más conocimientos y con ello una mejor estimulación cognitiva que el que salió
en 1930. La comparación por tanto, entre grupos de edad, debiera ponderar la evaluación de nuestra sociedad y
reconocer que psicológicamente esta estimulación distinta ejerce un efecto más profundo en las épocas tempranas que
en edades más avanzadas.

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Entrenamiento profesional

Diversas investigaciones demuestran que el tipo de actividad profesional puede influir decididamente en modificaciones
intelectuales motivadas por la edad. Se ha demostrado que aquellos grupos a los que se les exige un menor uso de sus
funciones intelectuales, que realizan actividades laborales más monótonas y poco estimulantes, manifiestan un mayor
número de fenómenos de deterioro. Por otra parte, las capacidades intelectuales incluso aumentan cuando la actividad
profesional favorece un ejercicio de dichas funciones.
En este sentido, las diferencias relativas a la edad se pueden considerar también un problema de ejercitación, aún
cuando hay que considerar que las actividades profesionales más exigentes, exigen a su vez una mayor capacidad
intelectual lo que a su vez se relaciona con la escolaridad. En este contexto se ha destacado la importancia que tiene la
hipótesis del desuso. Una disminución del rendimiento no confirma el déficit irreversible, estimando que la falta de
entrenamiento sería más decisiva en la declinación del funcionamiento intelectual que cualquier tipo de procesos
fisiológicos u orgánicos.

Estimulación

Si bien, se trata de un aspecto relacionado con el punto anterior, Lehr señala que habría que investigar la influencia que
la estimulación sensorial y su privación ejercen en la adultez, como un trabajo monótono. Las comparaciones realizadas
entre dos grupos de ancianos permiten concluir que aquellos a los cuales se los anima y estimula a desarrollar la propia
actividad mantienen un rendimiento constante, mientras que en un segundo grupo control se aprecia un significativo
descenso.

Salud

Las investigaciones han mostrado como personas sanas biológicamente obtienen mejores rendimientos que aquellas
enfermas.

Biografía

Además del entrenamiento, de la situación profesional, del entorno estimulante y de la salud, se ha visto una alta
correlación entre la conservación o aumento de la capacidad intelectual con el paso de los años y:
- éxito profesional
- satisfacción general con la vida
- variables de personalidad: nivel de actividad, aptitudes, sociabilidad, etc.
El estudio longitudinal de Bonn mostró la relación existente entre temáticas vitales y rendimiento, observando que
aquellos que ancianos que deseaban ampliar el marco de los intereses, que mantenían una actitud positiva respecto a
logros profesionales, que conservaban sus contactos sociales, obtuvieron altos resultados en test de nivel intelectual.
Observó también, la relación existente con la actitud ante el futuro, encontrándose que aquellos con mejor coeficiente
intelectual, tienden a mostrar una actitud más positiva hacia el futuro que aquellos con una menor capacidad intelectual.
Finalmente se ha encontrado una correlación positiva con las formas en que se organiza el tiempo libre.

Motivación

Diversos autores han señalado que para las personas de edad no consideran los test de rendimiento intelectual como
una situación de competencia, lo cual tiene que ver con el hecho de que los resultados no están ligados con el futuro
profesional. Además, las personas de edad están menos orientadas al rendimiento. Por otra parte, se ha señalado que la
situación de test puede provocar en los ancianos un mayor nerviosismo y excitación lo que aumenta la ansiedad,
afectando los rendimientos. Asimismo, muchas reacciones consideradas “seniles” pueden explicarse como una reacción
de huida u otras formas de defensa ante la angustia y no expresar la presencia de un deterioro mental propiamente tal.

Enfoque Piagetano

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El modelo cognitivo desarrollado por Piaget propone que la estructura cognitiva se modifica en los primeros años de la
vida y plantea que una vez alcanzado el nivel de las operaciones formales no ocurren nuevos cambios cualitativos en
término de emergencia de funciones. Señala también, que el logro del nivel operatorio formal estaría relacionado con
áreas en las que la persona funciona, esto es, dependiendo de las aptitudes y especializaciones, las personas
alcanzarían este nivel en algunas áreas y en otras no.
Al respecto, cabe comentar que investigaciones más recientes, plantean la existencia de una etapa post formal. Al
respecto, Arlin (1975) reportó una habilidad operatoria post formal, fundamentándola tanto en la teoría como en la
evidencia empírica. La identificó como la etapa de definición del problema, esta estructura incluye habilidades de
definición de problema la que se asumen como un nivel de razonamiento más avanzado que el de las operaciones
formales. La etapa de definición de problemas se describe como una etapa creativa que implica la habilidad para
formular nuevas preguntas y descubrir nuevas ideas y métodos.
Aproximaciones más recientes han tomado una perspectiva diferente. En efecto, Richards and Commons (1984) señalan
la progresión desde las operaciones formales a un nivel cualitativamente más alto de pensamiento en la adultez.
Formulan las existencia de tres etapas postformales las que pueden observarse en una pequeña proporción de la
población. Estas tres etapas son identificadas como: nivel sistemático, metasistemático y paradigmático cruzado. A
medida que se avanza en los tres niveles, se hacen cada vez más escasos y se encuentra en una menor cantidad de
personas. Si estos supuestos se prueban cuestionarían la afirmación de Piaget en el sentido de que en la adolescencia
se alcanzaría una forma general de equilibrio que puede concebirse como la meta del desarrollo cognitivo humano, no
modificándose posteriormente en el curso de la vida individual.
Estos investigadores usaron cuatro historias como herramientas de evaluación. Los sujetos tenía que explicar cuales
historias les parecían las más similares y cuales las más disímiles, señalar los motivos y establecer un orden para las
relaciones de los elementos de la historia. Los adolescentes en la etapa de las operaciones formales que no habían
alcanzado el nivel postformal, podían relacionar algunas similitudes y disimilitudes entre estas historias y establecer
algunas relaciones, pero no podían evaluar el grupo de historias, integrarlas e interrelacionarlas como un todo; tenían
dificultades para verlas como un sistema y producir una buena gestalt o visión de conjunto. En el nivel sistemático cada
historia es vista como un todo y se usan posibles relaciones entre los elementos para fines de comparación. En el nivel
metasistemático se crea una estructura que permite comparar las historias entre sí, estableciendo en que se parecen y
en que no se parecen. Finalmente, en el nivel paradigmático se establecen relaciones inter e intra historias de todos los
aspectos de todas las historias, pudiendo además, explicarlas.
Sin embargo las formulaciones relativas a la existencia de un nivel post formal de operaciones se encuentra aún en
estado de hipótesis que requiere de mayor comprobación, no habiéndose aplicado aún para explicar el funcionamiento
intelectual en el envejecimiento. Lo antes dicho nos lleva a volver a Piaget, cuyo modelo constituye una alternativa para
el diagnóstico del pensamiento en la edad avanzada como ha señalado Inhelder , especialmente frente a :
- la necesidad de contar con instrumentos diagnósticos tendientes a analizar los procesos psicológicos en sí mismos y no
sólo a partir de los rendimientos y performance resultante. Los test si bien fortalecen una expresión métrica precisa, no
siempre se sabe que miden. Se requiere de un análisis cualitativo en profundidad más que sólo técnicas de medición, las
que sin este análisis pierden todo su significado
- en el diagnóstico no puede existir un divorcio entre medios pragmáticos y la teoría psicológica, la interpretación debe
ser de conjunto
- una perspectiva unitaria sólo se logrará con una interpretación genética.
En el marco de la investigación cognitiva se pueden citar tres líneas de investigación: evaluación de la noción de
conservación, habilidades operatorias formales y desintegración del razonamiento en casos de demencia senil.

Evaluación de operaciones concretas

Noción de conservación
Se han realizado diversas investigaciones y en general estos estudios muestran como los adultos mayores obtienen
distintos resultados a los más jóvenes. Papalia (1972) aplicó las pruebas de conservación a un grupo entre 6 y 82 años y
obtuvo los resultados que se presentan en el cuadro N° 1:
Cuadro N° 1 Variaciones en las prueba de conservación a través de los años

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Estos resultados llevaron a Papalia a concluir que existe una regresión con la edad a formas menos complejas de
respuesta, especulando que esta regresión es función de un decremento neurológico creciente.
Pruebas de clasificación
Las investigaciones realizadas por Denney han mostrado que los jóvenes y los mayores emplean diferentes criterios de
clasificación. Los adultos jóvenes tienden a emplear criterios perceptuales o conceptuales, mientras que los adultos
mayores tienden a clasificar sobre la base de relaciones funcionales definidas según su experiencia pasada o por la
situación de test. Este tipo de clasificación funcional es también característica de los niños pequeños, lo que ha llevado a
algunos investigadores a concluir la posibilidad de una regresión estructural en la segunda mitad de la vida. Sin embargo,
se ha sugerido que el uso de un criterio complementario constituye una forma más natural de organizar la experiencia y
no necesariamente sería una regresión estructural causada por una degeneración del sistema nervioso central.

Habilidades operatorias formales

Se han realizado pocas investigaciones en esta área. Las que se han realizado sugieren que los adultos mayores se
comportan de un modo cualitativamente inferior a los adultos jóvenes. El uso de las operaciones formales depende
fuertemente del problema particular y de la experiencia del individuo. Los estudios han empleado como problemas
situaciones diarias y formas tradicionales para evaluar las operaciones formales. Estos estudios sugieren que los adultos
resuelven problemas de la vida diaria más fácilmente que problemas formales tradicionales. Sin embargo los adultos en
general, tienen comportamientos más pobres.
Desintegración del razonamiento en casos de demencia senil
Los trabajos de Aujuriaguerra, Trissot y Bellet en la clínica psiquiátrica de Ginebra han mostrado que los ancianos que
padecen de demencia senil razonan de manera análoga a niños de distintos niveles de edad y en la medida que la
desintegración avanza, más se marca una disolución progresiva de las estructuras operatorias.
Ciertos ancianos que sólo están ligeramente deteriorados dominan problemas que exigen poner en juego operaciones
concretas de niveles superiores, pero son incapaces de razonar por medio de operaciones formales; justifican
adecuadamente nociones de conservación de peso, pero muestran fragmentos en operaciones de conservación de
volumen.
Otros ancianos donde los signos neurológicos y los rendimientos en los test muestran un comportamiento dañado,
revelan un deterioro mucho más avanzado. En la anamnesis no hay índices que sugieran la existencia de una debilidad
anterior, evidencian un pensamiento pero-operatorio con pérdida de nociones elementales de conservación de la materia.
La desintegración no afecta la operatividad de una manera homogénea uniforme. Las operaciones relativas a relaciones
espaciales se deterioran más rápidamente que las del tipo lógico-matemático.
También se ha encontrado de un modo más pronunciado que en los débiles mentales, contaminaciones entre formas de
razonamiento de distintos niveles, observándose a veces residuos de tipos de razonamientos superiores al interior de
formas inferiores.
Estos resultados sugieren que:
- la desintegración del pensamiento parece obedecer a leyes que corresponden aproximadamente al menos, al inverso
de la construcción genética
- la construcción operatoria no es sólo un producto cultural y los procesos inversos en casos de demencia senil parecen
ser más o menos dependientes de las leyes que rigen la integración cortical

Enfoque contextual

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Las investigaciones realizadas tanto en el enfoque psicométrico, como pigetano, sugieren que existen ciertas funciones
intelectuales que permanecen estables o aumentan y otras declinan como consecuencia necesaria de los procesos de
envejecimiento. Otras investigaciones han sugerido que el envejecimiento no implica necesaria e inevitablemente un
decremento universal.
Un enfoque contextual enfatiza los determinantes ambientales del funcionamiento intelectual, enfatizándose el potencial
de cambio y la plasticidad de la inteligencia.
Se enfatiza el papel del contexto ambiental histórico en las que el individuo se desarrolló, como vimos a partir de las
objeciones que realiza Lehr.
Ahora bien, se han realizado un conjunto de investigaciones para examinar el rol de los procesos de aprendizaje
evaluando si es posible modificar el funcionamiento intelectual manipulando variables tales como el feedback, la práctica
y estrategias de resolución de problemas. Los estudios relativos al efecto del feedback muestran que el entrenamiento
puede activar estructuras operatorias ya existentes. Se ha evaluado también, el rol que puede tener el instruir
verbalmente acerca de la estrategia a emplear, observándose que la utilidad de la instrucción depende de la tarea de la
que se trate.
Por otro lado, Denney y Denney (1974) usaron una estrategia de modeling para mejorar los rendimientos en una tarea de
identificación conceptual. Se observó por ejemplo, que al presentarse una tarjeta con un número de objetos, debiendo
identificar el objeto elegido por el experimentador, los adultos jóvenes realizaban preguntas más generales, lo que les
permitía excluir a un grupo completo de objetos (ej. ¿se encuentra en la mitad derecha?) resolviendo el problema
rápidamente; los adultos mayores eliminaban los objetos de a uno (ej: ¿es una casa?). Al exponerlos a un modelo que
empleaba estrategias más eficientes, sea formulando preguntas que eliminaban más de un objeto o a través de
verbalizar la estrategia empleada, mejoraba el rendimiento en los adultos mayores.
Finalmente, se han considerado también, lo antecedentes socioambientales. Al respecto se puede señalar que la última
parte de la vida, particularmente el período post retiro se caracteriza por contingencias ambientales que desalientan el
desarrollo de competencias sociales e intelectuales.
En la adultez joven y madura, los roles sociales se encuentran bien definidos, lo que no ocurre en la vejez. Si existe
alguno, este rol es el de persona enferma, y las expectativas son de creciente dependencia e incompetencia. El proceso
se vuelve en una profecía autocumplida que refuerza las conductas incompetentes. Por otro lado, no se pueden
desestimar los factores relacionados con el concepto de sí mismo y la competencia que crea una espiral negativa. Ocurre
con la posición de vulnerabilidad social en la que el individuo anciano se encuentra lo que lo vuelve dependiente de
fuentes externas de autoetiquetamiento y con el etiquetamiento social negativo por parte del grupo al que pertenece el
adulto mayor que lo ve como alguien incompetente. Tampoco se puede desconocer que el grupo lo socializa en un rol
dependiente, el anciano aprende este rol lo que favorece que las actividades previas se atrofien, identificándose y
autocalificándose como enfermo, inadecuado.

La memoria

“La memoria representa la capacidad de fijar los acontecimientos vividos por un individuo y evocarlos en un momento
dado, en función de su mejor adaptación y creatividad” . Representa la historia de las experiencias personales tal cual
están inscritas en el cerebro. Como sabemos, tiene un componente neurofuncional básico, así como bases bioquímicas;
se organiza en forma integrada e integradora en ciertos sectores concretos del encéfalo, donde se llevan a cabo los
procesos de codificación o regristro verbal o en imágenes, almacenamiento y evocación.
Si bien la memoria es una unidad funcional, se ha distinguido entre tres sistemas diferentes: memoria sensorial, memoria
reciente o de corto plazo y memoria remota o de largo plazo. Por ello es que con respecto a la memoria, el
funcionamiento de las personas de edad avanzada varía mucho.
Las diferencias entre estos tres sistemas de memoria se presentan en el cuadro N° 2
Cuadro N° 2 Sistemas de Memoria

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Del cuadro precedente se desprende que con el envejecimiento se observa una pérdida de memoria reciente, hecho que
puede ser interpretado como el primer signo de deterioro. Esto es en parte cierto, pero estas fallas pueden verse
agravadas por diversas variables como: falta de atención, disminución del interés, distracción o impaciencia, síntomas de
stress y angustia, sentimientos depresivos o cansancio, uso de alcohol y alimentación deficiente, problemas de agudeza
visual o auditiva, automedicación.
Por otro lado, se ha establecido que existe mayor probabilidad de que se almacene información en la memoria de largo
plazo si: ésta es novedosa, la cantidad no es muy grande, la persona participa activamente en el proceso de registro, y el
recuerdo es significativo para ella .
Para quienes trabajan con adultos mayores es muy importante conocer la existencia de diversas técnicas o estrategias
que ayudan a mejorar la memoria, conocidas como nemotecnias. Se trata de técnicas que las personas normales usan
de modo natural, aún cuando hay personas que necesitan aprenderlas y ejercitarlas, con lo que su capacidad de recordar
aumenta significativamente. Se pueden agrupar según si se relacionan con procesos psicológicos (asociación,
imaginación o visualización mental, observación activa y elaboración), con modificación de estímulos y cambio ambiental
y técnicas apropiadas para recordar un conjunto de información (método de historia, agrupación de información,
formación de siglas o categorización) .
Siempre que un adulto mayor presente fallas de memoria es importante que se realice un diagnóstico de las causas
realizado por un especialista, intentando corregirlas en la medida que sea posible.

5. La personalidad envejeciendo

El estudio de la personalidad envejeciendo ha sido difícil de abordar para la Psicología, en la medida que plantea
importantes problemas de tipo metodológico, como son el aislar los cambios de personalidad debido al paso del tiempo
de aquellos que se deben a cambios en el medio ambiente, acontecimientos históricos y enfermedad.
Las investigaciones realizadas por Neugarten y el grupo de Chicago en la década de los 60, señalan que los cambios de
la personalidad envejeciendo pueden agruparse en torno a dos grandes dimensiones: cambios de naturaleza
intrapsíquica y cambios socioadaptativos .

Cambios de naturaleza intrapsíquica

Las investigaciones muestran consistentemente que a medida que el ser humano alcanza la segunda mitad de la vida se
produce un cambio en la orientación de la personalidad, la que desde una orientación extravertida, se va volviendo

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crecientemente introvertida . Esto es, a partir de la adultez madura el hombre se vuelve cada más responsivo y atento a
la estimulación que proviene de su mundo interno. Lo antes dicho se asocia también con el hecho de que las personas
ancianas, contrario a lo que se pensó, pueden beneficiarse muchísimo de procesos psicoterapéuticos, dado que el
incremento en la capacidad de introversión se vincula también al mejoramiento en la capacidad de insight . La mayor
capacidad para penetrar en el inconsciente puede expresarse también, ocasionalmente, en el florecimiento de la
creatividad .
La introversión en la vejez se encuentra muy ligada al incremento de la reminiscencia dice Salvarezza , definiendo la
reminiscencia como el acto o el hábito de pensar en las propias experiencias pasadas y relatarlas, lo que tendría un valor
positivo en el logro de la integridad, tarea central del desarrollo psicológico en este período de la vida, según lo ha
establecido Erikson .
La reminiscencia tiene la cualidad de ser un control yoico dice Salvarezza, esto es, es una forma de defensa tanto frente
al mundo interno como hacia el medio social. La persona de edad se enfrenta con el problema de mantener su
autoestima frente a los cambios en sus capacidades, debe mantener el control frente a la tristeza y la depresión que
puede resultar de las pérdidas personales, debe encontrar formas de contribuir a la sociedad de manera significativa, ya
que forma parte de ella. Se ha visto que la reminiscencia ayuda a la persona mayor a mantener un sentido de
continuidad entre el pasado y el presente, entre el afuera y el adentro . Conserva así el sentido de identidad en un mundo
que le resulta cada vez más ajeno, al tiempo que contribuye a mantener el sentido de mismidad a través de recordar
hechos, relaciones y sentimientos.
La reminiscencia también favorece la reflexión acerca de la propia vida con el objeto de resolver, reorganizar o reintegrar
aquello que aproblema o preocupa.
De lo antes dicho se desprende que ésta es una actitud que debe estimularse y que de hecho se estimula a través de
una modalidad terapéutica que se conoce como terapia de revisión de vida . Para cualquier persona resulta más o menos
importante revisar la propia historia, tomar perspectiva acerca de ella y encontrar, clarificar, profundizar en el sentido de
las experiencias acumuladas. Evaluar el sentido y propósito de nuestra existencia son materias importantes de revisión.
A medida que nos aproximamos a las etapas finales, necesitamos creer que la vida ha tenido un propósito o ha
impactado de alguna manera en el mundo. Conocer de manera más profunda nuestra vida, puede contribuir de manera
significativa al bienestar de los momentos finales. Se ha visto que la reflexión acerca de la propia vida ayuda a:
- incrementar el sentimiento de poder e importancia
- reconocer estrategias adaptativas pasadas y aplicarlas a situaciones actuales
- reconociliarse con el pasado y resolver resentimientos y sentimientos negativos
- reencontrarse con intereses o hobbies de antaño
- modificar planes y escoger nuevas actividades
Volviendo a Neugarten y a los cambios en la personalidad envejeciendo, la autora señala que se produce un cambio
desde un enfrentamiento activo al ambiente a una aproximación pasiva. Estos cambios pueden interpretarse como una
preparación vital para enfrentar la parte final de la vida y relacionarse con el proceso biológico en la medida que implica
una readecuación del impulso vital. Se manifiesta en la conducta, en una preferencia por actividades y estilos de vida
más tranquilos y reposados, disminuyendo el estilo emprendedor.
La literatura plantea que en esta edad aparecen nuevos temores, temores que estarían directamente relacionados con la
anticipación de situaciones negativas que afectan a las personas ancianas. El contenido de ellos resultan distintos a los
de otras edades de la vida. En efecto, surge el temor a la soledad, a ser abandonados y otros relacionados con la
autoconservación. Cuando estos temores se agudizan en grado extremo pueden expresarse en avaricia, sobrevaloración
de la comida, de lo que se tiene .
Es esta una época en que las exigencias adaptativas se exacerban. El yo debe luchar y mantener un óptimo equilibrio
entre las presiones y tensiones externas y las internas. Adaptarse a los cambios corporales, a las pérdidas de lo que
hasta ahora ha constituido el mundo objetal (personas significativas).
Si bien resulta difícil generalizar, dicen Zinberg and Kaufman , los modos de defensa más propios del envejecimiento,
esto es, las formas a través de las cuales el yo se protege de manera no consciente de la angustia (sea ésta originada en
causas internas o externas), serían: la regresión, el aislamiento y la negación.
A través de la regresión se activan formas de adaptación que en el pasado resultaron efectivas. Es así que a partir del
empleo de este mecanismo, un anciano puede aceptar volverse dependiente de alguien frente a limitaciones reales que
surjan de una enfermedad. Al aceptar la dependencia podrá establecer una relación más tranquila y apacible con quien
se haga cargo de él, al tiempo que puede continuar siendo independiente en otras áreas. Sin embargo, cuando la
regresión se activa, existiendo conflictos no resueltos, el estado regresivo puede resultar inaceptable ya sea para el
anciano, como para las personas que se encuentran próximos a él.
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El aislamiento por su parte, permite enfrentar situaciones y afectos que de otro modo la persona no podría tolerar. Tal
vez no sería posible sostener conversaciones acerca de la muerte y las enfermedades sin un elevado grado de
aislamiento, conversaciones que si no se vuelven en obsesiones morbosas, pueden volverse beneficiosas.
La mayor capacidad de aislamiento no se encuentra dentro del control voluntario y por lo tanto, puede extenderse a
muchos aspectos de la vida. Ello puede transmitirse a amigos y familiares como un frío distanciamiento que dificulta que
la persona de edad pueda mantener relaciones estrechas, generando un círculo vicioso de represalias y nuevos
distanciamientos.
La negación a esta edad parece ser selectiva, en especial en relación con las fantasías. Los ancianos aceptan de mejor
grado sentimientos que en los jóvenes pueden resultar inaceptables como la envidia y la agresión. Al parecer se aceptan
más fácilmente los de naturaleza agresiva que los sexuales, posiblemente porque hay más hechos irritantes que
plancenteros. En esta edad además, se teme menos al juicio ajeno. Sin embargo, la negación puede ser un mecanismo
de defensa útil frente al envejecimiento. La resignación que muchos muestran frente a signos más o menos evidentes de
deterioro físico, constituyen una evidencia del uso de mecanismos de aislamiento y negación. Cuando se da una
negación selectiva por ejemplo, es posible admitir ciertos recuerdos y otros no. Permite escuchar y ver lo que se quiere.

Cambios socioadaptativos

Los trabajos de Neugarten ya aludidos, han demostrado que la forma en que las personas se adaptan a su vejez no
difiere significativamente con el paso de los años, esto es, aquellas personalidades con mayor fuerza del yo en épocas
anteriores, probablemente se adaptarán mejor que aquellas que han mostrado dificultades.
Dicho en otros términos, la personalidad previa y la situación de vida parecen ser más determinantes en dar cuenta como
la persona se adapta al envejecimiento que los cambios que ocurren en la personalidad como consecuencia del paso de
los años como ha afirmado Thomae . Es así que para este autor la personalidad se constituye en una variable
mediacional en cualquier edad, incluyendo la vejez.
Desde el punto de vista de la personalidad, la capacidad de adaptación a la vejez se asociaría a la habilidad y aptitud
para:
- sintetizar y reorganizar la experiencia
- aprender a manejar mejor la energía
- compensar la disminución de las agudezas perceptivas
- dirigir la propia vida de acuerdo con ciertos propósitos
- tolerar a la angustia y la frustración
- sentir satisfacción con la vida.
Los estudios epidemiológicos revelan que la depresión no aumenta entre los individuos mayores. De modo similar, la
literatura muestra que la felicidad y satisfacción con la vida permanece estable después de la mitad de la vida, siendo el
mejor predictor de la felicidad en un septuagenario los rasgos de extroversión y bajo neuroticismo, los que permanecen
estables a través de la vida adulta. Después de los 40, el temor a la muerte disminuye gradualmente y la creencia en una
vida después de la muerte aumenta.
Los cambios en las estrategias de enfrentamiento en los adultos mayores en el estudio de Berlín entre los 70 y los 95 son
fascinantes. A medida que avanzan los años, aumentan la espiritualidad y la serenidad. Por serenidad entendemos fe,
aceptación y permitir que otro se preocupe o se haga cargo. La estrategia de “giving up” o búsqueda de información era
más común entre los viejos jóvenes, mientras que la estrategia budista de percibir la vida “ser sin significado” era
preferida por los viejos-viejos. Las estrategias adaptativas no cambian entre los 70 y los 80 .
Los dos predictores psicosociales más importantes del envejecimiento exitoso fueron el alto nivel educacional (lo cual
refleja probablemente rasgos de autocuidado y plenitud tanto como clase social) y contar con una red social familiar
extensa.
Un estudio prospectivo del envejecimiento exitoso, desarrollado en la Universidad de Harvard, siguió dos cohortes de
adolescentes hombres (237 estudiantes de college y 332 corecity jóvenes) durante 60 años hasta su muerte. Se les
realizó un examen físico completo cada cinco años y datos psicosociales cada dos años. Las variables predictoras
evaluadas a la edad de 50 incluyeron seis variables que reflejaban factores no controlados: clase social de los padres,
cohesión familiar, depresión mayor, longevidad de los antepasados, temperamento infantil y salud física a la edad de 50
años y siete variables que reflejaban en parte el control personal: abuso de alcohol, cigarro, estabilidad familiar, ejercicio,
índice de masa corporal, mecanismos de adaptación y educación. Las seis variables de término, elegidas para evaluar el
envejecimiento exitoso a la edad 70-80 años incluyeron cuatro variables evaluadas objetivamente: salud física, muerte e
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inhabilidad antes de los 80, apoyo social, y salud mental y dos variables de autoevaluación (actividades instrumentales el
la vida diaria y disfrute con la vida) .
Los resultados del análisis multivariados del estudio que estamos comentando sugieren que un buen y mal
envejecimiento a la edad de 70-80 años puede ser predicho por variables evaluadas antes de los 50. Al controlar las
siete variables sobre las cuales existe algún control personal, la depresión es el único predictor no controlado que afecta
la cualidad del envejecimiento subjetivo y objetivo.Uno tiene más control personal sobre su salud biopsicosocial después
del retiro de lo que se había reconocido previamente.
Particular significación en este contexto adquieren los postulados de la teoría cognitiva del envejecimiento de Thomae
que plantea:
1. La percepción de los cambios, más que los cambios objetivos, se relacionan con los cambios del comportamiento.
Esto es, sólo si el cambio es percibido afectará el comportamiento; la intensidad, forma y dirección tendrá el mismo
sentido del cambio percibido. Se ha demostrado por ejemplo, que la expectativa de la menopausia, más que la
menopausia misma activa la crisis climatérica. La forma en que se percibe el status de jubilado en los años anteriores a
la jubilación, más que el hecho mismo de la jubilación, es lo que determina como la persona se adapta a la jubilación.
2. Todo cambio en la situación del individuo es percibido y evaluado en términos de las preocupaciones y expectativas
dominantes del individuo. Dicho de otra manera, la actitud hacia el propio envejecimiento está determinada por la
percepción del estereotipo social del envejecimiento. La satisfacción de las necesidades y preocupaciones relacionadas
con las necesidades financieras, físicas y de afiliación hacen más fácil al individuo percibir la situación de envejecimiento
como amistosa, equilibrada y abierta a los cambios y a la expansión de la actividad. La percepción del envejecimiento
como hostil aumenta la probabilidad de que la adaptación sea dificultosa.
3. La adaptación al envejecimiento es un balance entre las estructuras cognitivas y motivaciones del individuo. La
adaptación al envejecimiento será posible si la situación en la que se encuentra el anciano (incluyendo los cambios que
trae el envejecimiento) puede ser percibida en forma coincidente con el estado motivacional del individuo. De esta forma
ninguna teoría de la disminución de los compromisos o de la desvinculación, ni ninguno de sus derivados puede ofrecer
una alternativa para el envejecimiento exitoso. Cabe recordar sin embargo, la gran cantidad de variaciones
interindividuales en los estilos de vida.
Otra teoría interesante es la formulada por Peck, quien señala que en la adultez tardía es necesario realizar tres tipos de
ajustes o adaptaciones:
1. Trascender la autodefinición dada por los roles laborales : las personas jubiladas, en especial, necesitan redefinir sus
méritos como seres humanos. Necesitan explorarse a sí mismas y encontrar otros intereses que reemplacen a los
intereses centrados en el trabajo que hasta ahora habían dirigido y estructurado su vida. Es así como las personas tienen
mayor probabilidad de permanecer vitales e insertos en el mundo si pueden estar orgullosas y valorarse a sí mismas más
allá de su trabajo. Necesitan reconocer que su yo es más amplio y diverso que la suma de los roles laborales.
2. Trascender al cuerpo: la disminución de la energía física crea la necesidad de una segunda adaptación: superar la
preocupación por la condición corporal y encontrar otras fuentes de satisfacción. Cuando la felicidad en la vida se ha
puesto en el bienestar físico, las enfermedades, molestias y dolores pueden generar sentimientos de desesperanza y de
ineptitud. Es así que aquellos adultos mayores que centran su vida en las relaciones interpersonales y en actividades
para las cuales no se requiere estar en óptimas condiciones de salud se adaptan mejor al envejecimiento. Se trata de
una actitud que requiere desarrollarse en la edad adulta temprana, aún cuando es en la vejez que ésta se pone a prueba.
De allí la importancia que las personas cultiven a lo largo de la vida las facultades mentales y sociales, junto al cultivo de
las habilidades físicas.
3. Trascendencia del yo: probablemente es ésta la adaptación más dura y crucial para las personas de edad avanzada,
requiriendo ir más allá de las preocupaciones personales a través de contribuir al bienestar de los demás.
Quienes fracasan en estos tres ajustes o adaptaciones vivirán preocupados por su pasado laboral, por su cuerpo y por
ellas mismas.

6. Tareas del desarrollo

Un concepto importante dentro de la Psicología del Desarrollo es el de tareas del desarrollo. A cada etapa o período le
corresponden un conjunto de tareas, las que en la medida que se satisfacen traen el bienestar al individuo y le permiten
como consecuencia de ello, un mejor cumplimiento de las tareas subsiguientes. Dado que la vejez es el último período
del ciclo de la vida, el cumplimiento de las tareas propias de éste, traerá como consecuencia que el anciano comprenda
el sentido bueno y profundo que tiene este período de la vida, pero además de comprenderlo se trata que se esfuerce
por realizarlo.
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Sólo envejece como es debido quien acepta interiormente el envejecimiento, señala Guardini . Se desprende de lo antes
dicho que la primera tarea de esta etapa de la vida es aceptar interiormente el envejecimiento, esto es, los cambios y
modificaciones en la conducta y el comportamiento que le plantean modificaciones en los estilos de vida.
En el contexto de las tareas del desarrollo resulta particularmente útil revisar las líneas del desarrollo (concepto acuñado
por Anna Freud al revisar el desarrollo infantil) y que Colarusso y Nemiroff amplían cuando se trata de revisar el
desarrollo en las etapas ulteriores de la vida. Distinguen las líneas del desarrollo y enuncian los principales ajustes que
es necesario realizar y que se presentan en el cuadro N° 3:
Cuadro N° 3 Tareas del Desarrollo en la Vejez

El cuidado del cuerpo

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A pesar de los cambios físicos antes descritos, la mayoría de las personas de edad avanzada se mantienen en buenas
condiciones de salud. En efecto, los datos del U.S. Bureau of the Census (1992) muestran que tres cuartas partes de las
personas de 65 a 74 años son funcionalmente independientes, y dos terceras partes de las de 75 años o más tienen un
estado de salud bueno, muy bueno u óptimo. Ello significa que la mayoría de las personas de más de 65 años de edad
no tienen que limitar ninguna actividad importante por razones de salud. Sólo después de los 85 años, más de la mitad
de la población reporta tener tales limitaciones.
No obstante lo anterior, las enfermedades crónicas (artritis, hipertensión, insuficiencias cardíacas, problemas orto-
articulares, diabetes, etc) se vuelven más frecuentes con la edad y pueden ocasionar incapacidad. Si bien la mayoría de
las personas de la tercera edad tienen al menos una condición crónica, mientras ésta no es severa puede manejarse
para que no interfiera con la actividades diarias .
La probabilidad de que una persona sea razonablemente saludable y se adapte a la edad adulta tardía depende en
general del estilo de vida y que hayan observado y continúen observado prácticas de autocuidado, definido éste como “el
conjunto de actividades que realizan las personas, la familia o la comunidad para asegurar, mantener o promover al
máximo su potencial de salud” .
El conocimiento relacionado con el cuidado de la salud y la prevención del riesgo a enfermar es fundamental en toda
época de la vida, pero en especial en la vejez, dado que la vulnerabilidad es mayor en esta edad. Esto motiva a las
personas a asumir responsablemente su cuidado a través de la práctica de hábitos de vida saludables, cuya instauración
requiere de voluntad y firme decisión, así como también de disciplina y constancia.
A continuación revisaremos algunos de los principales hábitos de autocuidado; específicamente nos referiremos a los
hábitos de alimentación y salud oral, ejercitación física, sueño y reposo, así como también los hábitos higiénicos y el
cuidado de la piel. También se revisará el tema del uso de medicamentos.

Hábitos alimenticios y salud oral

No quedan dudas que comer es una de las necesidades más básicas que tienen los seres vivos, es un hecho primario o
elemental, requiere ser satisfecha para asegurar la sobrevivencia, para crecer, producir energía, mantener la actividad,
coordinar y regular los procesos orgánicos, para el funcionamiento cerebral, etc..
Los cambios a nivel metabólico, que se traducen en un metabolismo más lento, el deterioro del sentido del gusto y el
olfato, la disminución del reflejo de la sed, problemas dentales, dificultades para comprar o preparar alimentos,
disminución de los ingresos, son entre otros, los factores que dan cuenta de porque las personas mayores no se
alimentan como deberían hacerlo. Los adultos mayores deben procurar que su dieta sea equilibrada, es decir que
contenga los distintos tipos de nutrientes que el organismo necesita; esto es, no importa que se coma menos, si la dieta
es saludable. Así también es necesario cuidar la salud de los dientes ya que la pérdida de ellos o problemas en las
encías y piezas dentales puede restringir la ingesta de alimentos duros de masticar, sustituyéndolos por otros más
blandos y a veces menos nutritivos.
Por otro lado, dado que comer es un acto de comensalidad y es un acto cuyo significado trasciende la mera satisfacción
de necesidades biológicas, es importante que los adultos mayores procuren comer en compañía y en una atmósfera
agradable, ya que ello ayuda a una buena digestión y satisface otras necesidades. Los estados emocionales ansiosos e
irritables tienen un efecto inhibitorio en la digestión.

Ejercitación física

Desde los tiempos antiguos que el ser humano ha sabido la importancia que tiene la actividad física para la salud
orgánica y mental. Sin embargo, muchas personas de edad avanzada piensan que “a su edad” el ejercicio físico no es
necesario. Quienes así piensan caen en un profundo error, la necesidad de actividad física no disminuye a medida que
se envejece y, muchas veces, la declinación física asociada al envejecimiento es más bien consecuencia de la
inactividad y no causa .
Particular importancia tiene para las personas con hábitos de vida sedentaria que desarrollen los hábitos de realizar
actividad física (prácticas deportivas, gimnasia, caminar) de manera regular. Se han señalado los siguientes beneficios
de la ejercitación física en esta edad:
- proporciona energía
- constituye una forma de pasar el tiempo realizando una actividad de manera agradable
- ayuda a mejorar la autoestima y la salud mental, reduciendo el stress y la tensión y favoreciendo las condiciones para
que el sueño sea más reparador
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- mejora la digestión y disminuye el estreñimiento
- mejora la circulación sanguínea .
Dentro de las prácticas de autocuidado recomendables en esta área se han señalado:
- realizar alguna actividad física programada a lo menos tres veces a la semana
- resistir la tentación de quedarse en cama porque hace frío o sentado en un sillón
- buscar amigos que realicen la misma actividad física o inscribirse en una actividad programada fuera de la casa
- intentar aprovechar al máximo las oportunidades de caminar, en lugar de hacer todo en auto
- estar atento a las limitaciones y no hacer ejercicios hasta el agotamiento
- escoger actividades físicas que produzcan bienestar y agrado
- realizar un chequeo médico antes de inicar un programa de actividades físicas

Hábitos de sueño y reposo

La vida transcurre en períodos alternados de actividad y reposo, ritmos que se deben respetar por cuanto el reposo
restituye el equilibrio y ayuda a eliminar los productos de desecho del organismo. Cuando hablamos de descanso no
necesariamente nos estamos refiriendo a la inactividad, ya que con frecuencia el cambio de una actividad a otra
proporciona tanto o más relajación que estar sentado o acostado sin hacer nada.
Las personas tienen distintas necesidades en lo que a las horas de sueño requerida se refiere, sin embargo, a medida
que los años avanzan éstas tienden a disminuir. De allí que de lo que se trata es que cada cual duerma regularmente
una cantidad de horas de acuerdo a sus necesidades personales, dependiendo también de cómo se duerma y de si al
despertar uno tiene la sensación de haber descansado o no. La falta de sueño disminuye la eficiencia, causa irritabilidad,
fatiga y puede originar otras alteraciones que afectan la salud mental.
Dentro de las prácticas de autocuidado relacionadas con el sueño se han señalado las siguientes:
- mantener la habitación ventilada y a una temperatura agradable
- respetar las horas de sueño manteniendo un horario para acostarse y dormir
- evitar usar ropa de cama demasiado pesada, ya que limita las posibilidades de movimiento
- mantener un ambiente ojalá libre de ruidos
- evitar cenar próximo a la hora de dormir
- no consumir bebidas estimulantes antes de acostarse (té, café, coca-cola)
- evitar ver televisión cerca de la hora de dormir, en especial programas de violencia
- beber leche caliente porque ayuda a conciliar el sueño .

Hábitos de higiene y el cuidado de la piel

Mantener la higiene corporal es importante no sólo para la salud corporal, sino que también por cuanto las personas
mayores se deben respeto a sí mismas y a los demás. Andar limpio y cuidado se vincula también a la estética y
contribuye a mejorar la autoestima. Además estos hábitos se relacionan con el cuidado de la piel, la cual como hemos
visto sufre transformaciones y cuando no se cuida apropiadamente, origina lesiones. El baño regular ayuda a eliminar las
células corporales que se están renovando, mantiene el tono muscular y mejora la circulación sanguínea y el uso de
jabones y cremas apropiadas, favorecen la hidratación de la piel .

Uso de medicamentos

Dado las enfermedades crónicas que afectan a muchas personas mayores, es frecuente que en esta edad se tomen
diversas medicinas. Al mismo tiempo, no podemos desconocer que la práctica de la automedicación se encuentra muy
extendida, aún cuando a menudo no estamos conscientes de los riesgos que ella conlleva. Veíamos al revisar el tema de
la memoria, como muchas veces, los problemas de memoria que reportan las personas mayores se deben al uso de
determinados fármacos no indicados por el médico. Sin embargo, es éste uno de los efectos que hay que prevenir.
Además es necesario que las personas sepan que determinadas drogas en interacción con otras, pueden ser nocivas,
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por lo que siempre que se consulta a un médico, este debe conocer exactamente los medicamentos que las personas
están usando, así como también las dosis. En algunos casos ésta puede ser insuficiente y en otras constituir una
sobredosis. Debido a los cambios en el metabolismo que ocurren con la edad, lo apropiado para una persona de 50 años
no lo es para otra de 70 u 80.

Enfermedad

“Vivir es, para todo hombre, algo más que una tarea biológica. No se vive simplemente, porque se vegeta. Vivir es
hacerse presente en el mundo y para los demás. Es moverse. Es tener ilusiones. Es soñar. Es participar en la tarea de
construir y ser construido” .
Sin embargo, estas frases encierran la posibilidad de hacer lo que uno quiere, la posibilidad de dedicarse a las tareas y
quehaceres de la vida cotidiana, la vida familiar, el trabajo diario, la preocupación por los seres queridos, la amistad
compartida, etc .
En todos los momentos de la vida, la persona quiere vivirla en plenitud, siente que debe dar una respuesta y buscar un
sentido; respuesta que tiene que crear y sentido que tiene que desentrañar. La enfermedad es una situación que
remueve nuestra experiencia vital. La indefensión en que se encuentran permite a los enfermos contemplar ciertas
realidades de la existencia humana con mayor claridad de lo que puede ser dado a los sanos.
Es distinto contemplar la enfermedad desde fuera que desde dentro. Cuando se la contempla desde fuera es la gente la
que se enferma, volviéndose en una realidad impersonal que no afecta experiencialmente. Distinto es el caso, cuando
uno está enfermo, ya que entonces, uno se siente implicado en la situación y la vida cambia, imponiendo una valoración
de la persona humana que no se fundamenta en la utilidad pragmática, en la capacidad productiva o en el prestigio
social. Naturalmente que dependerá de la enfermedad de que se trate; en muchas ocasiones, es necesario recurrir y
aceptar los servicios de otras personas, a veces, incluso para los cuidados más íntimos. Frecuentemente, se tiene la
sensación de representar una carga para los demás. Los proyectos y los sueños quedan truncados, pudiendo provocar
un proceso de introversión, de concentración y hasta de aburrimiento. Claro está, que existen posibilidades de
distracción: la lectura, la radio, la televisión, la visita de un familiar, de un amigo .
Como se enfrenta la enfermedad, dependerá, sin duda, del temperamento, de la personalidad y de la sensibilidad de
cada uno. La enfermedad puede representar un período de crisis, una experiencia fuerte, un tiempo privilegiado para la
reflexión. Rotas nuestras seguridades, la respuesta se hace urgente para seguir gustando o no, o al menos, soportando
la vida .
Cuando no hay respuesta, el absurdo y el sin sentido anegan la existencia. Lo más frecuente que surja la rebeldía ante el
dolor y el sufrimiento. La irritabilidad, la protesta y la susceptibilidad se vuelven en la respuesta habitual, volviendo al
enfermo inaguantable para sí mismo y para los demás .
Que distinto es, en cambio, la realidad de la enfermedad, cuando el enfermo tiene una respuesta ante el dolor, el
sufrimiento, la debilidad y aun el aislamiento. El enfermo entonces, vive su enfermedad como un misterio, que ha de
esforzarse en desentrañar y asumir en el sentido global. Está convencido de que el dolor humano en el que vive no tiene
por qué estar ligado a la amargura. Está convencido de que necesita fortaleza de espíritu para penetrar el sentido de la
vida en el dolor. Necesita luz. Necesita gracia. Y también necesita ayuda de alguien que hubiese pasado la experiencia
del dolor y hubiera penetrado su sentido, que pudiera iluminar con su experiencia la experiencia del enfermo. El médico,
el psicólogo requieren ser expertos en el dolor, con su experiencia, tienen que ayudar a los enfermos, no sólo
técnicamente, sino, ante todo, humanamente. Los creyentes miramos a Cristo, El, fue un experto en el sufrimiento, El nos
puede enseñar a vivir en medio del dolor con la misma actitud con la que El vivió. El, el primer profeta en el dolor, puede
ser luz para nuestros pasos en el caminar por las sendas de la enfermedad. Jesús conoció la angustia, la tristeza, la
soledad, la tentación de desesperanza, nuestros sufrimientos los ha llenado con su presencia .

Dolor

Vivimos en una cultura donde el sufrir no es popular. El dolor es hoy un dis-valor. No existe un motivo para soportarlo,
sino medios técnicos para combatirlo. Al hacerlo, se ha caído en una trampa peligrosa: pensar que somos capaces de
erradicarlo de nosotros, lo cual es sencillamente imposible . Resulta sin embargo paradójico constatar, que los métodos y
técnicas para evitar el sufrimiento, sólo disminuyen la capacidad para aguantarlo .
La vigencia de estas actitudes, generalizadas a nuestro alrededor, hace más necesaria que nunca la respuesta a
preguntas tales como: ¿qué sentido tiene el dolor? ¿sirve para algo? ¿puedo hacer con él algo más que huir de él?
¿acaso puede tener algún sentido una vida llena de sufrimiento? .

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Quien ha soportado un período de dolor intenso probablemente se ha hecho, en silencio o abiertamente preguntas como
las anteriores, ya que su presencia ha interrumpido la sensación normal de salud y requiere de respuestas. El significado
del dolor no parece un problema en tanto la medicina entregue una explicación tranquilizadora y una curación mágica.
Pero cuando los tratamientos fallan o las explicaciones resultan inadecuadas, el ser humano se enfrenta a la pregunta
por su significado, de allí que se haya afirmado que su presencia, es casi siempre una oportunidad de encuentro con el
significado, es una instancia de combates interpretativos, como lo ilustran el Libro de Job y La muerte de Iván Ilych de
Tolstoi, o bien Crimen y Castigo de Dostowiesky, donde se describe el peso de la culpa, del dolor psíquico. No es
sencillamente un hecho biológico, sino que está impregnado de significado social y religioso . Cuando no se acierta
integrar el dolor en una estructura de sentido, entonces el dolor se transforma en sufrimiento .
Es posible observar como la experiencia del dolor se sitúa en un continuo limitado por dos estados opuestos. En uno, el
dolor está lleno de un significado total; en el otro, en lugar de un significado que le dé plenitud, aparece como una
situación, a menudo, de desolada carencia de significado, como una intrusión casi no advertida en la vida cotidiana,
como algo que pasa por la vida. Esta falta de significado sin embargo, permite reconocer las ocasiones cuando, el dolor
empieza a adquirir un significado crucial y complejo. El dolor tiene una naturaleza cambiante, puede adoptar un nuevo
significado o perder, volver a ganar o transformar el significado que poseía en un momento determinado .
Si bien el dolor parece una experiencia eminentemente solitaria, quizás nunca estemos más solos que cuando nos
invade un dolor grave, es también, profundamente social, dado que se construye en gran parte, con la cultura de la cual,
en el dolor, nos sentimos excluidos o apartados. Por otra parte, el dolor está a veces tan profundamente ligado con la
cultura histórica dentro de la cual ocurre que un extraño puede hallarlo por completo incomprensible. Es así que su
comprensión es casi análoga del modo en que comprendemos el mundo. Puede revelar valores y creencias que
ignorábamos poseer. Cuando se está inmerso en él, el dolor puede reordenar las prioridades, mostrando lo que
verdaderamente importa .
El sufrimiento es aquello contra lo cual yo, al menos de momento, nada puedo hacer, porque es precisa y justamente
aquello que no queremos.
La condición de homo patiens es aún más clara si se considera que la salud y la enfermedad son dos etapas sucesivas
de las que toda vida humana se compone, salva casos más bien excepcionales. La salud es la armonía del alma, la
armonía psicofísica del yo y su cuerpo. En Medicina se ha definido como el silencio de los órganos, la enfermedad
proclama la presencia del cuerpo, como una de las formas privilegiadas en la que éste se nos hace presente, reclamando
la atención. El dolor viene a recordar al hombre lo limitado de su ser, lo proyecta hacia sí mismo y también, es el
megáfono que Dios usa para hablarnos . Pero la dimensión humana del sufrimiento no se agota en el padecimiento
físico, psíquico, sino que hay un espacio del sufrimiento que es de naturaleza espiritual .
Antropológicamente, el dolor tiene dos funciones primarias :
El dolor es el momento dramático de nuestra existencia
Para saber qué hacer con el dolor hay que aceptarlo como algo que está ahí, que hay que encarar: es el momento
dramático de la existencia, en el sentido de su expresión artística y no teatral. Las culturas de todos los tiempos han
sabido asumirlo como drama, y lo han transformado en actitudes, gestos y ritos dramáticos, adecuados a la gravedad del
suceso, que sirven de cauce para expresar los sentimientos que en estas situaciones nos embargan, como es el duelo
por el daño sufrido, en especial la muerte, que se lleva a cabo al vestirse de luto, llorar y condolerce. Todo esto también
se puede cantar y expresar musicalmente, hay muchas obras artísticas dramáticas que narran y representan situaciones
intensamente dolorosas, y las reacciones de los hombres ante ellas.
El dolor destroza la ilusión de que todo marcha bien, nos pone en situación dramática. Quien se sobrepone a su dolor,
quien acepta esta situación convierte el hecho en una tarea: la de reorganizar la propia vida con esa dramática verdad
que se ha hecho presencia. La enfermedad es una tarea, porque me encuentro con la responsabilidad de decidir lo que
voy a hacer con ella. El dolor es una prueba para la existencia humana, ante ella el hombre se ennoblece y se fortalece o
se desmorona.
Al sufrir una enfermedad, un cautiverio, un ultraje o una desgracia no somos libres de sufrirlos o no, puesto que vienen
impuestos, pero si podemos adoptar una actitud positiva o negativa, de aceptación o rechazo frente a él. En esa libertad
radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor, el volvernos más libres de las circunstancias externas, nos ayuda a ver
el verdadero valor e importancia de las cosas y personas y por ende, nos ayuda a madurar .
El dolor nos purifica y nos eleva
La primera función no puede separarse de la elevación o purificación que trae consigo. El hombre doliente experimenta
con más intensidad que los demás la faceta de la finitud, lo que le permite comprender, porque cuenta con un nuevo
prisma, lo verdaderamente importante y lo que no lo es, en el plano corporal y espiritual. Nos coloca en una posición
superior, dado que aprendemos a renunciar a aquello que en la nueva situación no podemos tener. Relativizamos la

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importancia de satisfacciones y necesidades que creíamos irrenunciables pudiendo incluso llegar a prescindir de ellas y
somos capaces de aguantar más allá del límite de lo que nos creíamos capaces de aguantar.
En los momentos dramáticos, casi todo nos parecerá una tontería, algo que no vale la pena. El dolor eleva al hombre por
encima de sí mismo porque le enseña a distanciarse de sus deseos, “...el dolor frustra la falsa autosuficiencia que
debiera verdaderamente tener – “la fortaleza que, si el cielo se la dio, puede llamarse suya”: porque entonces, en
ausencia de todo motivo y apoyo meramente natural, actúa solamente en virtud de esa fortaleza que Dios le confiere a
través de su sometida voluntad” .
La segunda función por tanto ayuda a tomar en serio aquello que verdaderamente lo es. Las personas que han sufrido
tienen una conciencia más profunda y real de sí mismos y de lo que les rodea, son más serenos y se alteran con
dificultad, son más “dueñas de sí mismas”.
Analizadas estas dos funciones podemos descubrir el sentido del sufrimiento. Para afrontarlo o sufrir con sentido,
debemos trascenderlo, por eso requiere de que sufra por algo o alguien. No puede por ende, ser un fin en sí mismo. Es
decir, el sentido del dolor es el motivo y el fin por el cual aceptamos padecerlo. En los dolores meramente naturales los
padecemos porque tenemos voluntad de vivir. El sufrimiento interior causado por la voluntad de otros o por la necesidad,
basta la voluntad de vivir para padecerlos: necesitamos integrarlos en una tarea en la cual adquieran sentido,
necesitamos verlos como parte del camino que nos lleva a la meta que nos hemos propuesto alcanzar sobre todo, los
sobrellevamos gustosamente cuando los convertimos en medio para hacer felices a las personas amadas, aceptamos
nuestro dolor para que ellas se vean libres de él, para volver a su lado, y que vuelvan a tenernos para sí. Amor es
sacrificarse. Lo que da sentido al dolor es el amor.
Juan Pablo II en su Carta Apostólica Salvifici Doloris afirma que el sufrimiento es necesario para liberar amor en el
hombre. En efecto, la esencia del sufrimiento se puede entender únicamente por el amor; del amor redentor de Cristo,
expresado a través del sufrimiento y muerte; El estuvo además constantemente cerca del mundo del sufrimiento humano.
Quienes padecen junto con Cristo, que buscan y encuentran el sentido de su sufrimiento en la unión con el sufrimiento de
Cristo, y que al final descubren, en su sufrimiento, “la paz interna, e incluso una alegría espiritual”. Por eso en los
sufrientes se encuentra una fuerza particular: para ellos mismos, para sus propias debilidades y para la debilidad de
otros, para las debilidades y carencias del mundo. Para el cristiano, el modelo de la actitud contemporánea frente al
sufrimiento es la misericordia samaritana. En el capítulo séptimo de la citada Carta el Papa lo recuerda en los siguientes
términos: Un samaritano piadoso es cada hombre que se detiene ante el sufrimiento del prójimo, cualquiera que éste
sea...Es esto una apertura de una disposición interna del corazón, que también tiene su expresión emocional. Un
samaritano piadoso es cada hombre sensible al sufrimiento ajeno, hombre, que “se conmueve” con la infelicidad del
prójimo .
No podemos terminar el análisis de este tema sin una referencia al quehacer del psicólogo, quien en su práctica
profesional, especialmente clínica, se encuentra una y otra vez con el sufrimiento humano. Ante este encuentro no cabe
otra actitud que acompañar, cuidar, fortalecer, curarlo y ayudar a que le encuentre el sentido en la medida de lo posible.
Se trata pues de un llamado, de una vocación, que exige todo nuestra fidelidad, nuestro respeto, revelándose de manera
clara y directa el llamado al amor al prójimo.

Relaciones familiares

Nacemos, crecemos, vivimos e incluso morimos dentro de una familia. En la vejez, la familia es la institución social que
puede dar la comprensión y el afecto que necesita el anciano. Es el lugar donde puede expresar sus sentimientos,
sentirse perteneciendo y unido por lazos de responsabilidad mutua, lo que le otorga confianza y seguridad.
No existe una única manera de conformar una familia, distinguiéndose entre familia nuclear, familia extensa. Lo peculiar
de la familia nuclear del anciano es que se encuentra en una etapa avanzada de su ciclo vital, los hijos, ya adultos,
generalmente se han independizado y han conformado sus propias familias nucleares, quedando en el hogar la pareja o
uno de los cónyuges viudos. En muchos casos, sin embargo, la fuerza de las circunstancias los obliga a renunciar a su
independencia y allegarse en los hogares de otros parientes (hijos, hermanos), lo que ocurre, principalmente, con las
mujeres solas y las de edad muy avanzada. Sin embargo hay que tener presente, que los ancianos están más a gusto
viviendo en su propio hogar, ya que esto les permite mantener su forma habitual de vida, experimentando menos
conflictos. Por el contrario, los que viven de allegados son los que sufren más problemas .
Las relaciones familiares en esta época de la vida varían de acuerdo a los siguientes factores .
- Vejez percibida como positiva: cuando el acento se pone en los rasgos positivos de la tercera edad, la actitud normal
será la de pensar que es un privilegio darle a los que envejecen lo que necesitan, devolviéndoles la mano por lo que ellos
dieron y aún dan.

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- Vejez percibida como negativa: cuando la vejez es percibida en términos negativos, es muy posible que hacerse cargo
del que envejece se considere como una responsabilidad pesada, que tiene muy pocas retribuciones. En estos casos, es
frecuente que los familiares experimenten culpas y sentimientos ambivalentes.
- Anciano acepta su envejecimiento: cuando quien envejece acepta el envejecimiento, tendrá una actitud positiva hacia
los demás, lo que redundará que sea grato estar en su compañía.
- Anciano no acepta su envejecimiento: cuando quien envejece no lo acepta, tenderá a adoptar actitudes negativas hacia
los demás, se volverá quejumbroso, resentido y amargado, lo que a su vez, genera una actitud de distancia y evitación
de parte de los familiares.
- Biografía individual: si los ancianos fueron padres afectuosos y preocupados, pueden esperar algo similar de sus hijos,
haciéndose cierto el dicho que dice se cosecha lo que se ha sembrado.

Viudez

Para muchos adultos, las consecuencias psicosociales de la viudez incluyen un intenso duelo emocional, pérdida de
apoyo social y emocional y pérdida de apoyo instrumental y material. La mayoría de los viudos se vuelven a casar,
mientras que las viudas tienden a permanecer solas.
Las viudas tienen que aprender a funcionar en su propia casa sin la presencia de su marido. La adaptación a estos roles
requiere resiliencia, resolución creativa de problemas y una fuerte creencia en el propio bienestar. Además del duelo en
sí mismo, enfrentan numerosos estresores que desafían los recursos adaptativos. Los estudios sobre los cambios en la
situación económica muestran que ellas experimentan marcadas fluctuaciones en sus recursos financieros durante años.
Cuando no han trabajado, muchas no cuentan con habilidades para trabajar y se sienten inseguras respecto del trabajo.
A veces se encuentran desinformadas respecto de cómo usar los beneficios sociales para satisfacer sus necesidades. La
mayoría de las mujeres siente que la pérdida del esposo es una pérdida de apoyo emocional.
Si bien el proceso de duelo suele ser prolongado y doloroso, la mayoría lo enfrenta exitosamente, alcanzando altos
niveles de independencia y autonomía .
Encuentran apoyo de sus hermanos, hijos y amigos. Las hermanas en especial, pueden llegar a ser una llave de apoyo
emocional tanto directo como instrumental .
Respecto de los viudos, se ha encontrado que ellos tienden a sufrir de intensa depresión luego de la muerte de sus
esposas. Tal vez porque los hombres en los matrimonios tradicionales descansan fuertemente en sus mujeres tanto para
el apoyo instrumental en lo que a manejo de la casa se refiere, y apoyo socio/emocional en actividades sociales. Ello
puede traducirse en la búsqueda rápida de una nueva pareja para casarse. Los estudios realizados muestran que a los
dos años de la viudez, 61% de los hombres y 19% de las mujeres se habían casado o habían iniciado una nueva relación
romántica. En el caso de los hombres los ingresos y el nivel educacional fueron los mejores predictores de encontrarse
nuevamente casados. Una nueva relación se asoció positivamente al bienestar psicológico considerándosela como una
estrategia positiva de enfrentamiento (Schneider et al. 1996) .
La mortalidad entre los hombres viudos fue mayor que entre las mujeres, elevándose el porcentaje sobre todo dentro de
los primeros seis meses de la viudez. Todo parece indicar que el proceso de duelo aceleró el curso de enfermedades
preexistentes, incrementando además las tasas de suicidio, accidente y muertes relacionadas al uso excesivo de alcohol
(Martikainen and Valkonen, 1996) .

Abuelidad

La abuelidad es un concepto acuñado por Paulina Redler , argentina y que se refiere a una fase del desarrollo, aludiendo
al significado psicológico que puede tener para la organización psíquica el tener un nieto y ser y amarse a través de los
nietos. En efecto la situación vital característica del período que sigue a la edad media de la vida puede caracterizarse
como una en la cual se producen importantes pérdidas de representaciones del sí mismo (distanciamiento o pérdida de
seres queridos: padres e independencia de los hijos; disminución o cese de la actividad laboral o de otros roles sociales,
cambios en la intimidad conyugal, lo que exige una reorganización psíquica y en la que las nuevas relaciones posibles,
desempeñan un importante papel. Es así que el ser abuelo proporciona una importante oportunidad de unificar aspectos
perdidos a través de una relación amorosa actual. La abuelidad no es sólo una relación del abuelo con el nieto, sino que
también del abuelo consigo mismo y los demás miembros del grupo familiar.
Ahora bien, la autora analiza la abuelidad atendiendo a dinámicas narcisistas y también edípicas.

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Dinámicas narcisistas

De acuerdo a lo planteado por Freud en su obra “Introducción al Narcisimo” , en el ser humano existen dos funciones
importantes: la primera se relacionaría con su propia existencia y la segunda tendría que ver con el hecho de que es un
eslabón en una cadena que lo sobrevive. Ahora bien, creo que una consideración integral del ser humano no permite
reducir la existencia a estos dos aspectos o funciones, sin embargo no es posible minimizar el rol que desempeñan los
nietos en las dinámicas narcisistas.
Al respecto, hombres y mujeres, cuyos hijos no tienen descendencia, comunican de una u otra forma los sentimientos
penosos que esta falta les produce, lo que provocaría un daño en su autoestima, en la medida que el anhelo de
inmortalidad del yo no se cumpliría. El nieto constituye una evidencia que la inmortalidad puede lograrse a través de una
promesa de inacabable descendencia.
Es así que el nieto constituiría para Redler una identificación especular seductora que permite el cumplimiento del deseo
de inmortalidad, posibilitándole desmentir la idea de la muerte. La presencia en el nieto de rasgos semejantes a sí mismo
o al propio hijo, o a las imágenes parentales de su propia infancia, aumentarían su eficacia salvadora. Sin embargo, el
nieto le señala al individuo el paso de los años en su hijo, y en consecuencia, en sí mismo, aumentando su conciencia de
que no es inmortal. Hace desaparecer la idea de completud y se transforma en un mensajero no terrorífico, sino que
admitido de la muerte. Esta aceptación implica atravesar crisis y duelos que reactivan o reestructuran a su vez otros más
alejados. Es a través de esta resignificación y resolución que logra una posición distinta, ubicándose en la multifacética
identidad del abuelo.
Desde esta perspectiva, el nieto es al mismo tiempo, promesa de vida como de muerte y de allí que la relación pueda
estar cargada de ambivalencia. Desde las vivencias narcisistas, lo hace oscilar entre el cumplimiento del deseo narcisista
del tiempo no transcurrido y la evidencia del tiempo vivido en la perspectiva del paso aún por vivir.
El amor hacia el nieto es un amor que presenta muchas características del amor narcisista, ya que se ama
narcisistamente a otros cuando:
- se ama a sí mismo (como abuelo)
- se ama a lo que uno fue (padre del niño dependiente- lugar actual del hijo- niño lleno de potencialidades amado por los
padres)
- se ama a lo que se querría ser (hijo/nieto)
- se ama a la persona que fue parte de sí mismo (hijo e hijo de su hijo)
Por todo ello, es una relación que puede vivirse con gran dependencia, pues es el otro, quien a través de lo que hace,
que lo completa, creando conciencia de su incompletud, lo que lo vuelve más dependiente. Ello le da a este sentimiento
hacia el nieto un carácter de ambivalencia: amor y agresividad. Este último aspecto predominará en la medida que se
vuelva en una relación que amenaza al yo o le recuerda demasiado los aspectos deficitarios en el caso en que el nieto
deja de colmar o contradice las expectativas puestas en él por el abuelo.

Dinámicas edípicas

Para Redler , el vínculo abuelo-nieto, no sólo reproduce vicariamente los vínculos anteriores padre-hijo, hijo-padre, nieto-
abuelo, sino que los resignifica. En la medida que el nieto es una parte de otro que fue de uno, produce un
desplazamiento del núcleo original de la conflictiva edípica y en este sentido, los sentimientos de rivalidad y celos,
propios de esta problemática y presentes en la relación paterno-filial, transforman la relación con el nieto en menos
ansiosa.
Contribuye a lo anterior, el hecho de que cuando se es abuelo, generalmente la persona suele estar aliviada de las
preocupaciones inherentes a la paternidad y a las pesadas y agotadoras y responsabilidades.
Como ha dicho Kernberg , se ha dicho que nietos y abuelos se entienden porque tienen un enemigo común. Por otro
lado, el contacto habitualmente limitado entre abuelos y nietos fortalece la mutua idealización, desplazándose o
escindiendo la hostilidad hacia la generación que los separa. Sin embargo y conjuntamente a lo anterior, la ubicación
como abuelo, requiere empatía con el padre, lo que le exige identificarse con el hijo.
De esta forma, la relación con el hijo y los aspectos familiares y sociales con él relacionados, estimulan y producen
sentimientos que aportan a la conservación de la autoestima. Lo anterior dado que, a través del nieto se conecta con
aspectos del mundo que no ha transitado o ya no transita, a la vez que lo ayuda a protegerse de descompensaciones
sintomáticas surgidas de la situación de perdida característica de la edad, a través de una relación afectiva positiva. Pero
también, en la medida que se introduce como un tercero en la relación paterno-filial y por las características de la misma,
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lo ayuda a reconocer diferencias y admitir sus aspectos carenciales sin los sentimientos intensos de las relaciones de
tipo edípico.
La relación abuela-nieta contribuye por otro lado a aminorar sentimientos de pérdida en la mujer, por la pérdida de su
capacidad reproductiva, al permitirle atender al nieto como abuela, ejerciendo de esta manera su función materna
perdida con el crecimiento de los hijos y en el hombre proporciona un camino de compensación sublimatoria de la
paternidad.
Finalmente, Kernberg , señala la importancia de esta relación en nuestra adaptación al proceso de envejecimiento, en la
medida que las identificaciones de la infancia con el abuelo, se reactivan en la edad media, cuando se toma conciencia
del paso del tiempo.
Desde otra perspectiva, la investigación corrobora las formulaciones antes señaladas, como lo son los trabajos de
Neugarten y Weinstein (1964) . Al respecto, estos investigadores entrevistaron a 70 parejas de abuelos y evaluaron:
- el grado de conformidad con el rol de abuelo encontrando que 2/3 de ellos se sentían satisfechos y que el tercio que
señalaron dificultades, comunicaron tener sentimientos negativos, dado la dificultad para verse ellos mismos como
abuelos, o bien debido a que existían conflictos con sus hijos, originados sea en la forma del cuidado o de la interacción
con los nietos
- el significado del ser abuelo, encontrando la existencia de diferentes significados para diferentes personas, los que se
presentan en el cuadro N° 4:
Cuadro N° 4 Significados del ser abuelo

Se distinguen cinco estilos a través de los cuales se ejerce el rol, distinguiendo cinco estilos:
- formal: actuar el rol según la prescripción. Abuelos que manteniendo el interés por el nieto, sólo ocasionalmente le dan
un trato especial. Los abuelos formales dejan la paternidad a los padres (31-33%)
- informal (fun-seeking): este rol se caracterizaría por la informalidad y el contacto juguetón. Los nietos son vistos como
una fuente de satisfacción placentera y el énfasis de la relación se pone en la satisfacción mutua (29-24%)
- sustituto paterno: la abuela asume la responsabilidad por el cuidado mientras la madre trabaja (14-0%)
- receptáculo de la sabiduría familiar: en estos casos el abuelo dispensa recursos y habiliddes especiales. Padres e hijos
subordinados a la autoridad del abuelo
- figura distante: relación benevolente, pero poco frecuente.
Encontraron que el primero era más frecuente en los mayores de 65 años y el segundo de estos estilos, en los abuelos
menores.
Por su parte, las investigaciones que estudian el impacto de los abuelos en los nietos han encontrado variaciones según
la edad (Kahana and Kahana, 1970) :
- los niños de 4-5 años valoran a los abuelos por motivos egocéntricos por lo que les dan en términos de amor, comida y
regalos
- los de 8-9, 11-12: además de motivos egocéntricos, los valoran por características de la personalidad del anciano y por
lo que hacen en común.
Funciones del ser abuelo

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- Gratificadora: que surge de una relación afectiva positiva con el nieto, en la que se expresan sentimientos de ternura y
preocupación. Este tipo de relación permite al abuelo fortalecer su autoestima y compensar insatisfacciones.
- Reparadora: que se cumple cuando el abuelo repara en el nieto aquellos aspectos de la relación con sus hijos que no
fueron satisfactorias, compensando frustraciones y carencias pasadas y presentes. Es el caso de padres estrictos que se
transforman en abuelos benévolos y condescendientes.
- Identificación: el abuelo se constituye en una imagen de identificación para los nietos, aprendiendo éstos a través de la
relación, como se ejerce el rol de abuelo y se prepara para su propio envejecimiento.
- Portavoz de los valores del pasado y transmisores de las tradiciones: el abuelo transmite los valores del pasado a las
nuevas generaciones y es también el transmisor de la historia y tradiciones familiares. Es necesario que la familia tenga
raíces que, de ser posible, se afiancen en el pasado. Una familia sin tradiciones es una familia a merced del viento. Si no
las recibiera de generaciones pasadas, el padre y la madre tienen que ir poco a poco creándolas y enraizándose en
costumbres que den cohesión y unidad. Se trata de conquistas que van ampliando el patrimonio espiritual de la familia.
Sabiendo dar protagonismo a los padres, deben ser los que entreguen a las generaciones futuras estas valiosas
herencias históricas. Hacen de puente entre el pasado y el presente, tratando de comunicar la sabiduría adquirida, a
fuerza de los años, a las generaciones jóvenes. Transmiten sucesos, criterios de vida, opiniones, puntos de vista,
costumbres de familia, todo un bagaje de conocimiento que puede aportar mucha luz a la vida familiar .
- Ultima función generativa: el abuelo expresa la permanencia humana a través de las generaciones, mediante la entrega
de sí mismos en el cuidado de la vida de las futuras generaciones .
Las funciones anteriormente descritas se aplican también a los bisabuelos.

La jubilación

Etimológicamente, jubilación proviene del latín jubilatio-onem que significa acción o efecto de jubilar o jubilarse. La
palabra jubilar proviene del latín jubilare que quiere decir eximir de servicio, a aquellas personas que desempeñan algún
cargo civil, por razones de ancianidad o imposibilidad física, señalándose pensión vitalicia o recompensa por los servicios
prestados . Pero, también viene de júbilo, definido en el Diccionario de la Real Academia Española, como viva alegría y
especialmente la que se manifiesta con signos exteriores. Esta última acepción constituye muchas veces una ironía, ya
que para muchos la nueva situación no ayuda a disfrutar de esa alegría viva; muy por el contrario, es frecuente que el
anciano se suma en un sentimiento de humillación constante, de relegación y aislamiento de la sociedad y de la familia .
Se puede afirmar que la jubilación por vejez es un derecho que poseen las personas luego de cumplir un número
determinado de años de servicios .
El proceso de jubilación posee una serie de etapas que están influídas por factores personales, económicos y sociales y
se dividen en:
IMAGEN
La prejubilación es la fase en que los trabajadores contemplan la posibilidad de jubilarse, sea remota o en los momentos
cercanos a la edad normal de jubilación. Ahora bien, la prejubilación remota se inicia dos décadas antes, con la
preparación de los planes económicos complementarios de la seguridad social obligatoria y afecta a las personas de
ingresos elevados que deseen ahorrar para su futuro. La prejubilación próxima comprende los cinco o menos años
previos a la edad de jubilación y se relaciona con el conjunto de actividades, intereses y ocupaciones que la persona
realiza a objeto de prepararse para la jubilación. Se trata de una etapa muy importante, ya que se ha visto que la
anticipación o preparación a la jubilación es un importante factor que facilita el desarrollo de una actitud positiva ante este
hecho.
La jubilación es la fase en la que ésta ya se ha realizado, distinguiéndose la fase de desencanto y de reorientación .
Respecto de la primera, inicialmente se observa lo que se ha llamado luna de miel. En ella el jubilado realiza una serie de
actividades que el trabajo le había impedido realizar o bien, la persona se dedica a no hacer nada y disfrutar del
descanso que no había podido disfrutar mientras estaba ocupado . Se trata de alternativas que se disfrutan durante
algunos meses, pero luego sobreviene el desencanto, en el cual la persona experimenta la realidad de la jubilación con
todas sus consecuencias psicosociales.
La fase de reorientación es aquella que se caracteriza por la creación de nuevos vínculos y lazos y se toma conciencia
de lo que conlleva la jubilación. Se reorganiza la vida a partir de diversas actividades de manera de lograr la
estabilización.
Frente al proceso de jubilación, el anciano puede adoptar tres posturas: desaparecer, cristalización y adaptación . En la
primera postura la persona jubilada se retira totalmente de las actividades laborales y sociales lo que conduce a la

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muerte social. Sin embargo, hay muchos adultos mayores que están obligados a permanecer activos laboralmente, por la
necesidad de contar con ingresos, aunque física y psicológicamente no se sientan en condiciones de hacerlo, este grupo
adopta lo que se ha definido como la postura cristalizada. Es la adaptación a la jubilación la que permite cambiar desde
una postura de de-socialización que conduce a la muerte social por una re-socialización, que implica una nueva
programación del tiempo libre, sea comprometiéndose en nuevas actividades recreativas, culturales o sociales.
El problema de la adaptación al retiro y la jubilación constituye un problema propio de la sociedad industrial. Trae consigo
una serie de efectos psicosociales como consecuencia de la pérdida de la identidad funcional y ocupacional que se tenía.
Surgen una serie de tareas: adopción de un nuevo rol con las nuevas expectativas de comportamiento; modificación del
curso diario de la vida, hasta ahora organizado en torno a la actividad laboral lo que conlleva un aumento del tiempo libre;
reestructuración de la vida social, lo que incluye redefinir las relaciones familiares; redistribución de los gastos por
modificación en los recursos económicos por disminución de los ingresos si no se han hecho las previsiones necesarias;
desplazamiento de los compromisos e intereses personales del mundo del trabajo al del tiempo libre , así como también
una readaptación de la vivienda . En muchos casos, ante el fracaso en la realización de estos ajustes, el anciano se ve
inmerso en un proceso de aislamiento progresivo que es conocido como de-socialización .
De allí que se señale que la adaptación al retiro y la jubilación constituye una importante tarea del desarrollo cuya
resolución exitosa depende de múltiples factores . Se señala la particular importancia que tendrían las expectativas,
intentando mostrar la investigación como la anticipación del status de retiro facilitaría la adaptación a esta nueva
condición. Es así que se trata de un proceso que depende de la edad, variando los actitudes hacia la jubilación
dependiendo de la proximidad del hecho vital, siendo más negativas justo en el período de pre-jubilación próxima. Por
otro lado se ha visto que existe mayor disposición a retirarse antes de tiempo entre los obreros, siendo menor entre los
empleados. El grado de actividad física desempeñada en la actividad laboral un factor asociado al deseo de retirarse
prematuramente. También se ha encontrado que mientras mayor sea el grado de vinculación con la empresa, más difícil
puede resultar la jubilación. Respecto del grado de satisfacción profesional, se ha visto que aquellos sujetos
descontentos con su actividad laboral a la edad de 50-55 años presentan una actitud más positiva hacia la jubilación, lo
que se invierte después de los 60. De forma tal que aquellos contentos con sus logros profesionales, así como con su
situación laboral, tienden a mostrar una actitud más positiva. Los aspectos financieros también son un factor a tener en
cuenta. Si bien el factor económico per-se no determina la actitud hacia la jubilación, si incide cuando la actividad
profesional no signifique nada más que un medio de obtener alguna remuneración o gratificación económica; primando
en estos casos una actitud positiva hacia la jubilación comparado con cuando las actividades laborales representan una
importante fuente de satisfacer necesidades sociales y espirituales. En estos casos, las actitudes hacia la jubilación
suelen ser más negativas. Finalmente el modo de vivir la vida diaria y como se emplee el tiempo libre, como son las
relaciones familiares no influyen en la actitud hacia la jubilación en los 50-55 (prejubilación remota) aunque serían
factores decisivos de la adaptación al retiro una vez que la jubilación se produce.
En cuanto a la adaptación al retiro, se han identificado también un conjunto de factores . En efecto se ha visto que
aquellos que participan activamente en la decisión de jubilar muestran una mejor adaptación. Así también, se ha visto
que es más probable que las personas con mayor nivel educativo y status social tengan menos dificultades para
adaptarse a la jubilación. Relacionado con lo anterior se sabe que las personas intelectualmente más capaces se
adaptan mejor a la jubilación, lo que se ha relacionado con flexibilidad, amplitud de intereses y mejor integración social.
Por otro lado, la flexibilidad en los roles que se observa en los niveles socioeconómicos altos haría que la adaptación a la
jubilación sea menos crítica desde el punto de vista de la relación conyugal. Finalmente, se ha visto que en general, la
mujer se adaptaría mejor a la jubilación que los hombres, hecho que se ha explicado a partir de que la mujer tiende a
tener una menor vinculación con el trabajo. Es más difícil para la mujer que el motivo central de su vida se organice en
torno al trabajo. Por otro lado, después de la jubilación continuaría manteniendo un rol con expectativas claramente
definidas como es el ser dueña de casa. No ocurre esto en el caso de los hombres sino que habría una pérdida de su rol
tradicional como trabajador.
Cabe comentar por otro lado que mientras más se asocie la jubilación con prejuicios, ideas de deterioro, bancarrota o
muerte social, más difícil es adaptarse a ella. Es claro por tanto que una imagen positiva ante la jubilación en especial y
hacia el envejecimiento en general favorece una jubilación exitosa.

Tiempo Libre, Ocio, Actividades

El tiempo reviste varios significados para la experiencia humana que lo identifica con diversos nombres, reflejo de su
percepción subjetiva y diferencial. El tiempo humano es uno y limitado. Las divisiones “naturales” del tiempo serían
aquellas basadas en los ciclos planetarios: el día, el año, las estaciones. Pero, la sociedad califica cada forma de vivirlo
de maneras diferentes: ocio, trabajo, descanso, cuyo significado ha variado a través de la historia .

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El concepto de tiempo libre aparece sólo cuando las condiciones sociales lo posibilitan debido a la reducción de jornadas
laborales y ampliación del tiempo disponible. El tiempo libre es aquel que resta luego del trabajo, del descanso y de las
actividades necesarias para la vida física y las obligaciones familiares y sociales. Puede llenarse de diversas formas.,
existiendo una variedad ilimitada de actividades difícilmente clasificables. La variedad de actividades de ocio está
limitada sólo por la creatividad humana, cuando se realizan en el tiempo libre se caracterizan por su libertad, el sujeto
decide por sí mismo el ritmo empleado y no se ejecutan por una finalidad económica. En ellas aparece la diversidad y
libertad de la elección humana en toda sus profundidad, apenas condicionada por factores externos. En otras áreas de la
experiencia humana (educación, trabajo) el individuo se halla sujeto a una oferta y posibilidades que la sociedad en la
que vive le ofrece, lo que no ocurre en las actividades realizadas en tiempo libre, ya que cualquier tema puede ser objeto
de actividad, siempre que no choque con obstáculos personales, barreras físicas, de conocimientos, o limitación de
medios .
La cantidad de tiempo libre varía a lo largo de la vida, en la infancia y la adolescencia resulta muy amplía, se reduce al
entrar a la vida laboral, para volver a ampliarse en la jubilación.. Si el jubilado no se ha preparado para utilizarlo
significativamente, puede transformarse en una amenaza más que en una liberación, ya que dispondrá de ocho diarias
adicionales más las invertidas en transporte y actividades para-laborales. El tiempo libre si no se llena con significado
para la persona puede ser una pesada carga .
El tiempo libre puede ser percibido con un significado positivo o negativo, según las condiciones en que se encuentre la
persona y el medio al cual pertenezca. Así por ejemplo, es muy distinto percibirlo como un espacio para el descanso,
para el desarrollo personal, para cultivar los vínculos o como un tiempo a llenar. Por otro lado, será valorado de modo
distinto si la persona se encuentra saludable y plenamente autónomo, sus intereses son variados y cuenta con recursos
económicos aceptables, que si se encuentra limitado física y/o psíquicamente, sus intereses son restringidos y su
condición económica es insuficiente para satisfacer aún sus necesidades más básicas.
La variedad de actividades posibles para personas mayores es prácticamente la misma que para cualquier otra edad,
con la característica de que ahora se dispone de mayor tiempo y ellas se pueden escoger entre las siguientes, según la
clasificación propuesta por Moraga y que se presentan en el cuadro N° 5 :
Cuadro N° 5 Clasificación de actividades

El juego
Liberados de las obligaciones que conlleva el trabajo productivo, el adulto mayor tiene una gran cantidad de tiempo
disponible para realizar aquellas cosas que mientras se mantuvo activo no pudo. Cuando se produce la jubilación, la
mayoría no se inquieta sobre como va a ocupar el día. Sin embargo a medida que se sucede el tiempo, muchos
comienzan a experimentar una sensación de inutilidad, de “estar de más”, de aburrirse. Quienes así piensan olvidan la
importancia que desempeña el juego en todas las épocas de la vida. El ser humano no es sólo homo sapiens, homo
faber, sino que también homo ludens, esto es, un hombre que juega .
El juego se ha definido como aquella actividad que no tiene otro fin que el divertirse, siendo por ende, esencialmente
distinta al trabajo. En ellas la persona invierte su tiempo libre de manera voluntaria para divertirse. Se trata de una acción
que tiene un carácter esencialmente placentero, que no responde a una necesidad física ni a un deber moral. Tampoco
es una tarea, permite ejercitar las habilidades físicas, cuando se realizan juegos de ejercicio físico, destacando en este
contexto la creciente popularidad que han adquirido las competencias entre seniors y el desarrollo de deportes llamados
de la edad media, como por ejemplo el golf. Otros son juegos mentales, cuando se ocupan funciones intelectuales o
actividades ficticias a base de imaginación e identificación. Se trata por tanto de un tipo de actividad que ayuda a sustituir
el tiempo que hasta ahora se ha dedicado a juegos de ejercicio físico, en la medida que la habilidad para realizarlos
disminuye con los años. Los juegos sociales se juegan con un grupo y se pueden compartir afinidades, hay que respetar
reglas y códigos. En muchas ocasiones el juego significa una oportunidad de competir, de superarse, como dice el dicho
en la mesa y en el juego se conoce al caballero.

La integridad

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De todas estas tareas, no quedan muchas dudas que la más importante y de la cual se desprenden prácticamente todas
las otras, es la tarea de la integridad que se encuentra estimulada por el creciente incremento de la introversión.
De acuerdo a Erikson, la integridad es un sentimiento de coherencia y totalidad que sólo se logra como consecuencia del
paso de los siete estadios o etapas de la vida; es la aceptación de un ciclo vital único y propio y de las personas que han
llegado a ser significativas . Implica una nueva manera de amar a los propios padres, aceptar que uno es responsable de
su vida, junto con el respeto por los diversos estilos de vida, pero también estar dispuesto a defender la dignidad del
estilo personal.
Sheehy piensa que el logro de esta tarea es un trabajo de integración. Es la capacidad que permite lograr que los
distintos momentos de la vida armonices, de forma tal que no existan incongruencias. Se trata de alcanzar la integración
emocional de los distintos roles e identidades en las que uno se ha apoyado desde la adolescencia a la edad media.
Significa responder a la pregunta relativa a nuestra esencia, lo que queremos que quede de nosotros después de nuestra
muerte. Para la autora es la búsqueda de nuestra autenticidad, de nuestra verdad más propia, la cual no puede ser
impuesta por nadie, ni nadie puede culparnos por haberla logrado o no.
Respecto de la integridad, se ha visto que el cumplimiento de esta tarea sería más posible en personas:
- con una historia vital poco traumática
- que hayan establecido relaciones amorosas y de respeto que amortiguen las contradicciones y ambivalencias de esta
etapa
- características del tiempo histórico en el cual toca vivir; esto es , el contexto social, económico, político y cultural en el
que se inserta la vida personal
Las circunstancias anteriores permitirían enfrentar los conflictos propios de la edad con un mínimo de ansiedad. Serían
personas que contarían con un uso flexible de las defensas, toda vez que una historia vital poco traumática favorece el
desarrollo de un yo fuerte. En este tipo de personas la interioridad adquirirá la forma de reminiscencia.
La reminiscencia, hábito al cual nos referimos anteriormente constituye una actividad mental organizada que permite
reafirmar la autoestima a través de ofrecer una posibilidad de enfrentar los problemas específicos de la edad a saber:
- mantener la autoestima frente a la disminución de capacidades
- controlar la tristeza y depresión ocasionada por pérdidas personales
- contribuir a la sociedad a través de mantener el sentido de identidad frente a un mundo que resulta cada vez más ajeno
La integridad se logra como resultado de haber resuelto las tareas de los siete estadios previos descritos por Erikson
(confianza básica vs. desconfianza; autonomía vs. vergüenza; iniciativa vs. culpa; industriosidad vs. inferioridad;
identidad vs. difusión de identidad; intimidad vs. aislamiento y generatividad vs. estancamiento). Las personas que logran
la integridad se han ocupado de los otros a través de la vida y también, del mundo y se han adaptado a triunfos y
también a desengaños. Son personas dispuestas a defender la integridad y la dignidad de su propio estilo de vida, contra
todas las amenazas, dice Salvarezza .
Erikson ha destacado tres fuerzas psicosociales o cualidades del yo, las que se desprenden de las tareas de los 8
estadios de la vida del hombre. Estas son : esperanza, fidelidad y cuidado. Destaca el autor, la correspondencia que se
puede encontrar entre estas tres fuerzas y las virtudes teologales: esperanza, fe y caridad.
La esperanza surge de la tarea del ler. Estadio: confianza vs. desconfianza básica, siendo la cualidad más primaria de
todas las cualidades humanas. La esperanza es la raíz del desarrollo yoico, lo que confiere al futuro anticipado libertad
que invita a saltar expectante. Esto requiere contar con la confianza básica y se vincula al sentimiento de filiación.
La fidelidad surge de la tarea de la identidad vs. confusión de la identidad de la adolescencia. Fidelidad es una capacidad
superior a la confianza en otros y en uno mismo. Se trata de ser confiable y ser capaz de comprometer la propia lealtad a
una causa. La fidelidad también se entiende como memoria creadora del futuro. La falta de fidelidad dará por resultado
actitudes sintomáticas generalizadas como la rebeldía. Se trata de una fuerza íntimamente vinculada a la vocación,
recordando en este contexto lo que etimológicamente quiere decir: llamado. En la vejez corresponde preguntarse como
nos hemos enfrentado con esta llamada que decidió nuestra vida y por la cual nos toca ahora agradecer. Pero además
significa detenerse a analizar como hemos ido respondiendo a las llamadas particulares para tareas nuevas. Tal vez
ahora no se nos llame para nada espectacular o tal vez sí, pero también puede ser que se nos esté llamando a
compensar por lo que no hicimos, a enmendar finalmente vicios inveterados o apegos desordenados, a mejorar la
calidad de nuestras relaciones con Dios y con el próximo .
La fuerza del cuidado surge de la resolución de la tarea de la generatividad vs. autoabsorción. Cuidado es el impulso a
abrigar y a acariciar lo que en su desamparo emite señales de desesperación.

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Si bien el cuidado se vincula íntimamente con la tarea de la adultez madura que es la generatividad, por su vinculación
con la paternidad, el anciano no puede para madurar, renunciar a ser padre. Debe continuar entregando sus fuerzas y su
tiempo a la tarea de engendrar hijos espirituales, en el más amplio sentido de la palabra, dándose totalmente. Se trata de
una tarea que se realiza desde la intimidad espiritual, porque generatividad e intimidad son crisis y soluciones
correlativas. Se trata de continuar cuidando a aquellos por los que uno ha aprendido a preocuparse.
Los adultos mayores pueden y necesitan mantener una función generativa de gran estilo, no se puede vivir la vejez sin
ese mínimo compromiso vital que es necesario para mantenerse vivo. La falta de compromiso vital conduce a un
rememorar nostálgico y a un estancamiento que se vincula al duelo por el tiempo perdido, autonomía debilitada,
generatividad descuidada, iniciativa abandonada, intimidad faltante .
La contrapartida es el rechazo, la no disposición a incluir personas o grupos en la preocupación generativa de uno. No se
preocupa por no preocuparse de ellos.
Los adultos mayores deben estar dispuestos a transformarse en modelos numinosos a los ojos de la próxima generación
y actuar, como transmisores de valores e ideales. Se trata de cuidar el autoritarismo, el uso mezquino y no generativo del
poder.
De la antítesis de la integridad vs. desesperación, madura la sabiduría. Erikson la define como la preocupación informada
y desapegada por la vida misma, frente a la muerte, que se opone al desdén, contraparte antipática de la sabiduría. El
desdén vendría a ser la reacción ante el sentimiento de un creciente estado de acabamiento, confusión y desamparo .
Baltes et al. (1992) ha caracterizado la sabiduría a partir de cinco características :
- conocimiento factual acerca de asuntos fundamentales de la vida, tales como conocimiento general de la condición
humana y conocimiento específico acerca de los hechos vitales, su ocurrencia relacionada con la edad y el curso
esperado e inesperado de los mismos
- conocimiento procedural, que incluye estrategias y formas de aproximarse al manejo e interpretación de los asuntos
pasados, ligándolos al pasado, presente y futuro
- contextualización en el ciclo vital: aproximación a los problemas con el convencimiento de que los hechos se enmarcan
dentro de un contexto mutidimensional, incluyendo relación a la edad, definición cultural, relación con roles, marco
sociohistórico y que ellos toman un significado a partir de distintos dominios, especialmente familiar, laboral y tiempo libre
- relatividad de valores y metas vitales, lo que le permite a las personas apreciar diferencias entre los individuos y
sociedades, al tiempo que conservan la habilidad para preservar cierto núcleo de valores universales
- reconocimiento y manejo de la incertidumbre, incorporando el darse cuenta que el futuro no puede ser enteramente
predecible y que muchos aspectos del pasado y del presente no serán totalmente conocidos. A esto se suma la habilidad
de manejar y enfrentar la incertidumbre
Cuanto más hondamente ocurra la aceptación del envejecimiento, cuanto más honda sea la comprensión del sentido de
la vejez, cuanto más se considere la verdad, tanto más auténtica y valiosa se hace esta etapa de la vida.
La vejez es vida de una índole y valor particular. La muerte es el valor terminal de la vida, algo que en nuestra época se
ha olvidado. Los antiguos hablaron del arte de morir, queriendo decir que hay un modo auténtico y un modo inauténtico
de morir. La muerte es la realización última de la forma de la existencia.
Al aceptar la muerte como parte del ciclo vital se altera la relación con los más jóvenes, se pierde el rencor frente a una
vida que se escapa y la envidia contra quienes todavía la tienen, disminuye. El anciano que acepta su envejecimiento y
con él la muerte, aprende a amar a la juventud e intenta ayudarles, por cuanto experimenta una solidaridad con la causa
misma de la vida .
El que envejece como es debido se hace capaz de entender el conjunto de la vida, ve las conexiones, reconoce como se
determina mutuamente las diversas condiciones, logros, ganancias, pérdidas, gozos, carencias, surgiendo así esa
admirable trabazón que llamamos una vida humana, esto es la sabiduría. Mientras el hombre se encuentra planeando,
luchando y esperando en la corriente de la vida que se apresura en su avance, no ve la vida completa. Dicha
contemplación sólo ocurre bajo la presión del límite, cuando el fin se acerca, cuando se empieza a mirar hacia atrás.
Entonces se comprenden las relaciones, si se tiene el valor para querer ver lo que hay y honradez para querer ver
solamente lo que es verdad .
Las cosas y hechos de la vida inmediata pierden su apremio. Cede la violencia con que pretenden ocupar el espacio de
los pensamientos y la capacidad de sentimientos del corazón. Se hace trivial lo que antes tenía importancia, otras cosas
que se habían tenido por fútiles aumentan en seriedad y capacidad iluminadora. Se modifica la importancia de las cosas
y se hace evidente una nueva escala de valores.
La sociedad debería dar al hombre que envejece la posibilidad de cumplir como es debido la vejez.

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El desdén es la contraparte antipática de la sabiduría, reacción ante el estado creciente de acabamiento, confusión y
desamparo y ante el hecho de percibirlo en los otros. El peligro es el dogmatismo o pseudo integración compulsiva.
Hay ancianos que ven en cada dolor, en cada signo de decadencia o limitación física, un atropello, un asalto, una
humillación y una pérdida intolerable. Pero también hay quienes logran adoptar un punto de vista más positivo sobre este
asunto y pueden decir, al igual que el escritor francés Paul Claudel Ochenta años. ¡No queda nada de la vista, de los
oídos, de los dientes, no quedan ni piernas ni pulmones!. Y cuando ya se ha dicho todo y se ha hecho todo ¡que bien se
siente uno sin estas facultades! .
La diferencia entre estas dos actitudes es la que existe – como ha dicho el cientista social Robert Peck- entre la
preocupación del cuerpo y la trascendencia del cuerpo, la diferencia que existe entre enfrentarse al envejecimiento físico
como un enemigo o como una fuerza dominante, con la cual debemos llegar a algún tipo de entendimiento. Ante los
mismos daños, un pesimista se verá a sí mismo como medio muerto e incapaz de nada, un optimista se verá a sí mimo
como en envidiables condiciones y capaz de todo y un realista estará consciente de la pérdida de sus capacidades, pero
sabrá lo que es capaz de hacer con las que le quedan .
No todos son capaces de enfrentar del mismo modo su propio envejecimiento. Están las personas capaces de captar el
significado de la vejez en el transcurso de la existencia humana, que la viven no sólo con serenidad y dignidad, sino
como un período de la vida que presenta nuevas oportunidades de desarrollo y compromiso. Sin embargo, también
existe un grupo – muy numeroso en nuestros días – para los cuales la vejez es un trauma. Se trata de aquellos que
asumen actitudes que van desde la resignación pasiva hasta la rebelión y rechazo desesperado. Personas que al
encerrarse en sí mismas y colocarse al margen de la vida, ponen en marcha el proceso de la propia degradación física y
mental .
Como ha dicho Erikson el viejo puede volverse o desear volverse demasiado viejo demasiado rápido o seguir siendo
joven demasiado tiempo. Mantenerse activo y empleando las fuerzas y habilidades que todavía se dispone; valorar la
propia experiencia, constante actualización de la conciencia vocacional, renovación y purificación de las motivaciones
vocacionales, crecimiento en la vida del espíritu son algunos de los desafíos más importantes.
Aprender a envejecer conlleva aprender a vivir sin más; es hacer plenamente real el significado que tiene la palabra viejo
en la lengua kowarega, en la que ser viejo significa ser muy hombre, no en el sentido de super hombre, sino más bien
hombre en superlativo. Se es hombre en superlativo si se ha sabido y se ha podido llevar a cabo el proyecto de la propia
existencia .
Sabio es quien sabe del final y lo acepta, no quiere decir que se alegre, sino que implica una disposición cada vez más
sincera a aceptar lo que tiene que suceder.
Se trata de una consciencia creciente de lo que pasa y también de lo que no pasa, lo cual se aumenta en la medida en
que se acepta la transitoriedad, lo cual se vincula con el incremento del sentimiento religioso en esta edad.

La muerte

El estudio de la muerte puede hacerse desde distintas perspectivas: para la biología es muy importante considerar los
criterios que la determinan para así poder establecer la muerte clínica; la psicología se preocupa de estudiar como
evoluciona el concepto de muerte, los temores y angustias que se vinculan a ella y que impacto produce sobre la
persona el saber que va a morir, así como también conocer las reacciones de aquellos que son próximos; la sociología
se preocupa del impacto para la sociedad; la teología la estudia desde la perspectiva del concepto religioso de una vida
posterior; la filosofía trata de responder porque mueren las personas y cual es su significado; la economía el costo de los
rituales de entierro, por ejemplo; el derecho la certificación que atestigua la muerte, los derechos de sucesión; la
estadística nos proporciona datos de frecuencia, circunstancias, etc.

Perspectiva antropológica

La muerte es un hecho natural porque vida y muerte forman parte de un ciclo necesario, y es antinatural pues implica
perder un bien precioso que es la vida, porque es privación del bien que hace posible todos los demás bienes: la vida y el
ser .
Desde la perspectiva antropológica es posible distinguir entre la muerte pequeña y la muerte grande .

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Durante muchos años los hombres consideraban esencial para tener una muerte humana, tener conciencia de que se
estaban muriendo; sin embargo, hoy día, no sólo se oculta que alguien se está muriendo, sino que además se desea una
muerte rápida, ojalá no dolorosa, expresando así su deseo de no enterarse de que ello le está ocurriendo. Frente al
moribundo, procuramos arrebatarle su propia muerte; tratando de impedirle cualquier sufrimiento lo mantenemos
medicado. Al hacerlo no sólo le evitamos la angustia y el dolor, sino que impedimos que se de cuenta y que asuma libre y
responsablemente lo que le está sucediendo. Frente a la muerte de un ser humano, la sociedad se preocupa establecer
las causas de ella, quedando en el olvido el cómo lo hizo. Este modo de morir es además, según Rilke la muerte
pequeña. Se trata de un suceso irrelevante para la sociedad y el universo. Dado que es sumamente desagradable que
alguien muera, nadie repara mucho en ello o bien se la oculta. Sin embargo, esta forma de morir trivializa al hombre y le
niega un destino, porque ignora su dignidad y personalidad irrepetible .
Frente a la muerte pequeña se opone la muerte grande. En efecto, la conciencia de la propia muerte, el modo humano de
morir empieza por asumir el hecho dramático de la existencia, transformándose en una necesidad. La vida se tiñe con la
visión de su final y de su término. A partir de la conciencia de finitud de la propia vida, ésta se vive de dos modos, según
se trate de la muerte propia o de la ajena . Nos interesa en este texto, detenernos en la muerte propia.
La experiencia subjetiva de la muerte comienza por experimentarla como término y final de la propia vida. Se asume
entonces y se contempla de manera consciente lo que ha sido la propia vida, se la posee y se la valora. La vida lograda
produce, en el momento del morir, el sentimiento de que lo vivido ha tenido un sentido, que la tarea ha sido cumplida,
muriendo en paz consigo mismo. Este trance exige una preparación, ya que es una situación única, porque no sólo se
hace un balance de la propia vida, sino porque además nos sitúa en el umbral del más allá, entendiendo bien en qué
consiste morir. Hoy no se enseña a buen morir .
Pero además, cuando el final se proyecta sobre la propia vida, ésta se vive de manera diferente. Cuando el fin se niega
en el presente, éste se absolutiza y se pierde la capacidad de integrar cada acto y experiencia como parte del narrativo
de nuestra vida. Nacimiento, vida y muerte constituyen el comienzo, desarrollo y fin de la narración. La conciencia de que
nuestras intenciones y acciones de corto plazo se relacionan con otras de largo plazo, se constituyen en un desafío para
el hombre configurar una vida digna de ser narrada; por la misión que llevó a cabo, por la fidelidad al llamado vocacional,
por la irradiación que ésta ha tenido en la vida de los demás y en la sociedad. La vida adquiere entonces, dirección,
unidad, coherencia y continuidad. La pregunta por lo que es bueno para cada uno se orienta a plantearse cómo puede
acrecentarse la unidad de la propia vida y no empeñarse por alcanzar la plenitud .
Desde una perspectiva religiosa, especialmente cristiana, la muerte sin embargo, no es un mal absoluto, sino relativo. Se
trata de una pena, de un justo castigo, un mal no previsto originalmente. La sufrimos para restaurar el orden primordial
que nosotros mismos quebrantamos. Al verla así, se abre un espacio a la esperanza de inmortalidad que embarga al
hombre. El dolor y la muerte adquieren un sentido . Pero también, asumimos que no podemos disponer de nuestra vida
como nos plazca. Así como no somos dueños del origen de nuestra vida, tampoco lo somos de nuestra muerte.
Desconocemos el momento, el lugar, las circunstancias en que ella ocurrirá, lo cual incrementa nuestra conciencia de
que debemos estar siempre preparados. El verdadero cristiano se encuentra siempre dispuesto a comparecer ante Dios.

Desarrollo de un concepto de muerte

El desarrollo de una perspectiva de la muerte es un proceso continuo que comienza en la infancia y no se resuelve
totalmente hasta la adultez tardía.
El concepto de muerte en el niño muestra una progresiva evolución de acuerdo a las etapas del desarrollo cognitivo
descritas por Piaget. Se han identificado cuatro parámetros para realizar este análisis: irreversibilidad, universalidad,
cesación de funciones y causalidad .
Desde el punto de vista de la irreversibilidad, los niños pequeños ven a la muerte como un fenómeno temporal, reversible
y la consideran como un estadio o etapa de la vida, lo que se explica en parte, por las creencias animistas propias de la
comprensión de la causalidad de los preescolares y por otra, porque aún no han establecido categorías diferenciales
entre vida y muerte, tampoco han adquirido el concepto de para siempre. La muerte es para los niños de esta edad, una
continuación de la vida, análoga al sueño y por ello, se puede despertar de ella; es como un viaje del cual se puede
regresar; una partida o una separación. Las personas, en la mente del niño, no desaparecen simplemente, sino que
deben estar viviendo en otro lugar o se encuentran lejos porque se han ido a vivir a un cementerio. Puede ser también
que la analogen al estar enfermo.
En un segundo momento, la comprensión de la muerte se relaciona con la cesación de funciones. A pesar de que en
esta etapa, el niño continúa describiéndola a partir de la vida, piensa que cuando alguien se muere tiene un menor nivel
de actividad o vitalidad. Una persona muerta está menos viva, no posee todas las capacidades humanas o éstas

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muestran un nivel menor de funcionamiento. Es así que los niños refieren que los muertos escuchan menos o ven peor,
no están tan hambrientos como si estuvieran vivos. Progresivamente comprenderán que con la muerte se detienen las
funciones más básicas observables: comer, hablar, moverse; más tarde se darán cuenta que la respiración se detiene,
que las personas muertas no pueden escuchar ni crecer, aún cuando continúan pensando que los muertos sueñan.
Más adelante, la muerte para el niño es un fenómeno que le ocurre a otros, pero no es algo que le puede pasar a él u a
otras personas cercanas y significativas, lo que se explica en parte por su egocentrismo y omnipotencia. Cree que
algunas personas no van a morir simplemente porque él no desea que se mueran. La falta de reversibilidad de su
pensamiento le impide aplicar a sí mismo experiencias con la muerte que puede haber tenido.
Antes de que los niños puedan entender la muerte como un fenómeno universal e inevitable, creen que hay ciertas
acciones que se pueden realizar para evitarla. Se la puede eludir siendo inteligente, teniendo suerte, siendo cuidadosos
al atravesar la calle, etc. Los niños creen que los muertos se hacen pequeños; su causalidad mágica hace que se sientan
responsables de sus fantasías, pudiendo interpretar la muerte de otros como resultado de éstas. Así podrá interpretar la
muerte de un familiar como causado por el deseo de aquél de castigarlo porque estaba enojado. Progresivamente sus
explicaciones comenzarán a incorporar elementos y causales más realistas y específicas, como: violencia, desastres,
accidentes o una enfermedad.
La muerte puede ser algo que los atormenta mucho dado las concepciones y fantasías antes comentadas, así la vida en
la tumba puede ser poco grata; los muertos pueden estar aburridos, solos, les gustaría salir porque el ataúd está cerrado
con llave, etc.
En el niño de edad pre-escolar las preocupaciones se centran más que en el propio morir en la muerte de la madre, con
el consecuente temor de ser abandonado. Este temor a la separación parece ser mayor en aquellos niños que
efectivamente han sido abandonados por períodos prolongados en sus primeros años de vida.
En la edad escolar, los niños tienen una visión más realista de ella (Anthony, 1972). Si bien el concepto de la propia
muerte y la formulación de una conceptualización de la muerte se articula crecientemente mejor entre la temprana y
tardía adolescencia .
El tema de la muerte personal es específico de la adultez, de la consciencia normativa precipitada por el reconocimiento
y aceptación de lo inevitable de la muerte personal. En la edad media la persona reconoce que ha vivido ya la mitad o
más de su vida. Hay más en su pasado que en su futuro. El tema de la muerte se hace crecientemente concreto en la
medida que los padres y parientes mayores mueren; la consciencia de lo inevitable hace que la muerte se conciba de
modo general o un acontecimiento que se experimenta en términos de la pérdida de otro, transformándose en un asunto
personal. El grado en que la persona está satisfecha con su contribución al desarrollo de las futuras generaciones
determina el monto de ansiedad que se experimenta hacia la muerte en esta etapa.
Idealmente, durante la vejez, la preocupación yoica por la muerte disminuye. Las personas llegan a aceptar su propia
vida y comienzan a ver la muerte como una parte natural de la vida. En la medida que se ha aceptado la propia vida se
acepta su término sin desaliento. No implica el deseo de morir sino la aceptación del hecho de la muerte. Requiere un
gran monto de valentía enfrentarse al hecho de la propia muerte, y al mismo tiempo, vivir los días que faltan con
optimismo y entusiasmo .

Reacciones psicológicas ante el diagnóstico de muerte

La psiquiatra austríaca E. Kübler-Ross es, quizás, la autora que en forma más sistemática y profunda ha explorado, tanto
las reacciones psicológicas frente a la muerte, así como las actitudes profesionales y familiares frente a la enfermedad
crónica y la muerte de pacientes y parientes, respectivamente. En su libro describe una sucesión de etapas de reacción a
la muerte que son, hoy día, ampliamente aceptadas.
Se distinguen las siguientes cinco etapas de enfrentamiento a la muerte:
- Negación: al recibir la persona la noticia que tiene una enfermedad incurable y que sus días están contados, responde
con sorpresa e incredulidad. Expresiones del tipo ¡No puede ser! son frecuentes, y la reacción psicológica de negación,
rechazando consciente o inconscientemente la información objetiva recibida y actúa como si nada le sucediera. Se
supone que los exámenes son un error de laboratorio o corresponden a otra persona; se duda del médico y se piden
segundas opiniones. La negación puede en algunos casos ser adaptativa para el paciente de no aceptar de buenas a
primeras un diagnóstico y buscar otras opiniones y le permite también enfrentar situaciones personales, familiares o
laborales pendientes. Sin embargo, cuando la reacción es extrema, la persona se siente omnipotente y a veces curada,
sin estarlo. La puede llevar a mantener niveles de actividad excesivos, se alimente de manera inadecuada, que no

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acepte tratamientos. En la mayoría de los casos, se sale de esta fase más o menos rápidamente y sólo una minoría de
pacientes se aferra a una negación patológica de la realidad.
- Enojo o rabia: la persona reconoce la existencia de la amenaza o inminencia de la muerte, pero externaliza dicha
reacción atribuyendo la culpa de lo que acontece a otros. Afirmaciones del tipo ¿por qué yo?, sentimientos de hostilidad,
resentimiento y también envidia se manifiestan. Se molesta con familiares y otras personas cercanas, pensando que no
la impulsaron a consultar en el momento de los primeros síntomas. Que acudió a un profesional que no reconoció
inicialmente la seriedad de la situación y por ende se le atribuye la responsabilidad. Para el profesional es difícil manejar
al paciente en esta etapa. Se torna exigente, o rebelde para tomar sus medicamentos y seguir las indicaciones médicas.
Que discute los procedimientos de laboratorio o terapeúticos de modo a veces poco razonable. El paciente se siente en
una situación injusta y mira con rabia y a veces envidia a los familiares que prosiguen su vida habitual. Generalmente
esta fase de enojo y rebeldía es transitoria.
- Negociación: la persona cambia de estrategia, y en vez de pelear con Dios, o con el destino, recriminándoles la
injusticia de haber sido él el escogido entra a regatear la extensión de su vida, pidiendo un mayor período de sobrevida.
“si sobrevivo por un año, o por un mes, prometo comportarme bien, o contribuir a tal obra de caridad. Muchas veces
coloca una fecha límite de significación biográfica: el matrimonio de un hijo, la finalización de una empresa, una obra
artística. A veces no confía esto a su médico sino a un sacerdote o amigo cercano. Puede recuperarse en forma
impresionante para quienes conocen su estado de salud, pero desplomarse de dolor después del evento en cuestión. Es
de breve duración y no se da necesariamente en todos los casos.
- Depresión: la persona acusa el impacto emocional de la realidad de la cercanía de su muerte, ante la cual ahora se
rinde. Muchas veces aparece cuando los mecanismos anteriores no se pueden mantener más (negación, externalización
y postergación). La persona presenta una incapacidad funcional más o menos marcada. Muchas personas llegan y se
quedan en dicha etapa: una de las principales razones para consultar al especialista de salud mental en enfermos
terminales son por lo tanto formas crónicas o arrastradas de depresión. Una intervención psicoterapéutica en tales
momentos puede producir un profundo alivio, al permitirle a la persona abrirse en relación a sus temores, preocupaciones
y sensación de estar librando una batalla perdida.
- Aceptación: sea a través de una intervención profesional, sea por una evolución espontánea, la persona acepta que la
muerte es inevitable y quizás necesaria. La persona puede mirar con más tranquilidad lo que viene y hacer planes
realistas para su familia. Las personas religiosas se preparan para este tránsito.
Para las personas que rodean al enfermo, puede ser difícil entender su desapego y ensimismamiento. Al aceptar la
muerte, surge un desinterés por personas o situaciones muy queridas. El paciente gusta entonces de hallarse sólo o en
contacto con la naturaleza, o en los entornos donde pasó buena parte de su vida. Cuando está hospitalizado, muchas
veces pide el alta para retornar a su hogar. Hay que distinguir entre el paciente que no quiere luchar cuando tiene buenas
posibilidades objetivas de sobrevida, o el que no quiere prolongar la espera de lo inevitable. Aún en dicha etapa se
mantiene cierta esperanza. La posibilidad de recuperación basada en la aparición de una nueva droga o en una cura
milagrosa, en nuestra experiencia se mantiene en la mayoría de los casos, explicando recuperaciones dramáticas en
personas, muchas veces no entendibles para la ciencia médica.
Las investigaciones realizadas han mostrado que no existe un patrón único y típico de este proceso. Algunas alternan
entre la aceptación y la negación. Entienden su situación pero caen en períodos de no creencia, otros mueren
encontrándose aún en etapa de negación o rabia. Se trata de una secuencia que no es fija, pero es un modelo útil para
considerar las dinámicas del proceso yoico al enfrentar la muerte. La capacidad de confrontarse con la realidad de la
muerte puede verse como una profunda ocasión para nuevos insights .

Temor a la muerte

Diversos investigadores han considerado las fuentes de la ansiedad personal acerca de la muerte y los cambios en la
preocupación con la muerte en distintas edades. Es así que se ha visto que los temores predominantes en la edad
preescolar se relacionan con la separación, a fines de la edad preescolar y en la edad escolar, los temores se vinculan a
la mutilación y también en la edad escolar se aprecian temores a la muerte de personas cercanas más que a la propia
muerte. Si bien los ancianos tienden a pensar más frecuentemente acerca de la muerte, que los adultos jóvenes, no
parecen más asustados. Kalish and Reynolds, 1976, realizaron una investigación con 400 personas que muestra lo
anterior y que se presenta en el cuadro N° 6:
Cuadro N° 6 Actitudes antes la muerte según edad

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Estos autores encontraron en el grupo sobre 60 años que era más probable que ellos murieran en un futuro cercano;
conocían más personas que habían muerto, que habían visitado el cementerio o asistido a algún funeral. Era más
probable que hubiesen realizado arreglos específicos relacionados con su muerte, incluyendo la compra de un espacio
en el cementerio y haber realizado arreglos para su funeral.
La muerte parece ser menos amenazante para los mayores en parte porque son más religiosos y pueden encontrar
consuelo en la creencia de una vida posterior; pueden aceptar su propia vida y las decisiones realizadas y se encuentran
más familiarizados con la muerte, han tenido más oportunidades de experimentar la muerte de otros y se han preparado
más para su muerte, realistamente esperan morir en un futuro cercano
Los temores a la muerte personal son naturales y normales y se relacionan con el proceso de morir y a las
consecuencias. Dentro de las preocupaciones en torno a la muerte se teme a estar solo, tener dolores, que otros vean el
sufrimiento y perder el control del cuerpo y de la mente. Respecto a las consecuencias se encuentran temor a lo

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desconocido, a la pérdida de identidad (las personas se van a olvidar de mi), el duelo que otros experimentaran, la
descomposición del cuerpo, el castigo en la vida futura (Kravetz, 1983, Conte et al., 1982) .

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