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2.¿De qué manera la distinción entre "dirty work" y "nurturant care" ayuda a explicar la
naturaleza de cuidado?
En cuanto al “nurturant care”, lo primero que tendría que decir es que es una faceta de todo el
proceso de cuidado, por lo que resulta importante tanto estudiar el cuidado “emocional” como
aquel que no lo es. También cabe aquí señalar que la distinción de Duffy (2007) proviene de
pensar el cuidado dentro y fuera del ámbito doméstico/familiar. Aunque considero que toda
relación social conlleva un trabajo emotivo (Hochschild, 2008), por lo que un cuidado
remunerado no tendría por qué pensarse exento de emociones, leo la distinción de Duffy como
un punto de partida para evidenciar las relaciones de poder, las desigualdades o la diversidad de
experiencias dentro de las prácticas de cuidado domésticas/familiares. Tal escenario complejo de
cuidado dentro del hogar o en el ámbito privado, suele ser invisibilizado, además de pensarse
como natural.
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El tema proviene de mi tesis de maestría. Para más detalle véase en Mondragón (2020).
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En la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente (2015) se puede encontrar un
llamado a incluir cada vez más al sector empresarial como socialmente responsable de generar un
ambiente integral de atención a la salud sexual y reproductiva de tal sector. Véase
en:https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/98138/ENAPEA_Marzo.pdf
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Un ejemplo de el traslado de responsabilidades desde las instituciones sociales hacia el ámbito familiar,
es el “pin parietal” en educación sexual y reproductiva en el Estado de Tlaxcala. Véase en:
https://www.lineadecontraste.com/vulnera-derechos-pin-parental-2/.
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Algunos ejemplos nacionales al respecto: para el caso de Chiapas véase en CIESAS/INMUJERES
(2014); Nuevo León véase en De Jesús-Reyes, et. al. (2016); y Morelos véase en Pastrana-Sámano, et.
al. (2020).
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Incluyo un “qué” porque me interesa pensar en las tecnologías como materialidad participante en el
proceso de cuidado.
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Tarea 1 Ivonne Mondragón Segovia
sexualidad adolescente, cómo y por qué debe hacerse, siendo dicha población las primeras que
deberían participar en ello.
El concepto refiere a todos aquellos o aquellas personas que desde una posición de privilegio no
logran reconocer a las y los demás que no se encuentran en las mismas condiciones, por lo que
desarrollan un estilo de vida diferente, desigual y/o injusto. La autora enfatiza la ignorancia de
tales sujetos a la hora de entender su papel en la sociedad y el proceso general de cuidado. Su
irresponsabilidad radica en que no buscan participar en el mejoramiento de las condiciones de
cuidado para todos, y sí proteger su condición privilegiada dentro de ese entramado de
desigualdades.
Para el caso de las adolescentes, quisiera poner sobre la mesa la figura de las y los adultos bajo la
luz del concepto de irresponsabilidad privilegiada. Lo anterior proviene de la relación de cuidado
entre dichos grupos etarios, vista también como relación de poder. En tal caso, las necesidades de
las adolescentes no suelen ser conocidas, aceptadas y/o atendidas, menos aún con la
participación activa de dichas mujeres en el proceso. Por el contrario, se da por hecho que los
maestros o profesionales de la salud -es decir, con cierto grado de experticia- dominan las formas
adecuadas para cuidar de la sexualidad y reproducción adolescente. En cuanto al plano de lo
familiar, las madres y los padres se enfrentan a la elección entre variadas perspectivas, que
pueden empatar o no con sus visiones, valores y deseos. Por último, habría que agregar que si
bien el cuidado de la sexualidad es una dimensión que socialmente se delega a uno mismo
(Lupton, 1999) las adolescentes suelen ser infantilizadas, minimizando su papel dentro del
proceso. Todo ello repercute en la creación de condiciones plenas de atención para las
adolescentes. ¿Qué tanto se piensa en las formas correctas del cuidado sexual y reproductivo de
las adolescentes? ¿Qué tanto se incluye a las adolescentes en el proceso de cuidado?
¿Quiénes/qué debería participar en dicho proceso y/o deberían responsabilizarse por ello?.
Siguiendo con el ejemplo, definiría un buen cuidado de la salud sexual adolescente aquel que:
a)Participan las adolescentes activamente en la definición de responsabilidades de cuidado; b) las
y los que participan en el cuidado lo piensan como proceso, reflexionan acerca de qué tan
adecuado es, y les es gratificante hacerlo en el mejor de los casos ; c) se considera la diversidad
de escenarios y necesidades variadas de las adolescentes; d) las instituciones sociales también
participan bajo la tónica de los puntos anteriores, abrazando a las adolescentes como ciudadanas
plenas y con responsabilidades de cuidado.
Ahora, un mal cuidado tendría que ser para nuestro caso, aquel que no cumpla con lo anterior
señalado. Como he mencionado, las adolescentes se enfrentan a que se minimicen sus opiniones
y sentires frente a la figura del adulto, siendo este establecido como mucho más “maduro”
(Daguerre y Nativel, 2006) o “preparado”. Considero que este es un problema clave dentro del
cuidado de la salud sexual y reproductiva.
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Tarea 1 Ivonne Mondragón Segovia
5) ¿Las instituciones son capaces de brindar cuidado de calidad o "buen" cuidado? Justifique su
respuesta
Referencias
CIESAS/INMUJERES (2014) Monitoreo de la atención de la Salud Sexual y Reproductiva en adolescentes
indígenas. San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 103 págs. Disponible en:
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101242.pdf
CONAPO (2016) Situación de la salud sexual y reproductiva. México. 238 págs. Recuperado el 15 de junio del 2019
en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/237216/Cuadernillo_SSR_RM.pdf
Daguerre, A. y Nativel, C. (Edit.) (2006) When children become parents. Welfare state responses to teenage
pregnancy. Bristol University Press. 253 Págs.
Duffy, M. (2007) Doing the dirty work: gender, race, and reproductive labor in Historical Perspective. Pennsylvania
State University.
Figueroa, J.; Stern, C. (Ed.) (2001) Encuentros y desencuentros en la salud reproductiva. Políticas públicas, marcos
normativos y actores sociales. El Colegio de México.398 págs
Hochschild, A. (2008) “La elaboración del sentimiento” en La mercantilización de la vida íntima. Madrid. Katz.
Págs. 129-153.
Juárez, F. y Gayet, C. (2005). Salud sexual y reproductiva de los adolescentes en México: un nuevo marco de
análisis para la evaluación y diseño de políticas. Papeles de población, 11(45), 177-219. Recuperado en 26 de
octubre de 2020, de
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-74252005000300008&lng=es&tlng=es
Lupton, D. (1999) “Risk and the ontology of pregnant embodiment” en Risk and sociocultural theory: new
directions and perspectives. Cambridge University Press. United Kingdom. Págs. 59-86.
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Véase en: https://www.animalpolitico.com/blog-invitado/los-embarazos-adolescentes-frente-al-covid-19/.
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Tarea 1 Ivonne Mondragón Segovia
Mondragón, I. (2020). “La experiencia del embarazo adolescente mediada por Internet: información sobre salud e
incertidumbre”. En: SABIDO, Olga. “Sentidos, emociones y artefactos: enfoques relacionales”. [artículo en
línea].Digithum, n.º 25, págs. 1-12. Universitat Oberta de Catalunya y Universidad de Antioquia. Disponible en
https://www.raco.cat/index.php/Digithum/article/view/373036/466664.
Pastrana-Sámano, Rosalila, Heredia-Pi, Ileana Beatriz, Olvera-García, Marisela, Ibáñez-Cuevas, Midiam, Castro,
Filipa De, Hernández, Aremis Villalobos, & Torres-Pereda, Maria del Pilar. (2020). Servicios Amigables para
Adolescentes: evaluación de la calidad con usuarios simulados. Revista de Saúde Pública, 54, 36. Epub April 06,
2020 de https://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0034-89102020000100231&script=sci_arttext&tlng=es