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DOCTRINA ADMINISTRATIVA SOBRE

EXEQUATUR
R e co p ila ció n , siste m a tiza ció n y n ota s p o r

A lfredo A r ism e n d i

S U M A R I O : I. C on cep to. II. C on d icion es que d eb e reu n ir la s e n ­


ten cia e x t r a n je r a : A . N o deb e te n e r p o r o b je t o b ien es in m u ebles
situ a d os en la R ep ú b lica . B. D icta d a p o r una a u torid a d ju d ic ia l
com p ete n te. C. D ictad a h a b ién d ose cita d o la s p a rtes. D. L a o b li­
g a c ió n p a ra cu y o cu m p lim ien to se h a y a p r o ce d id o sea lícita en la
R ep ú b lica . E . N o debe con te n e r d ecla ra cio n e s ni d isp osicion es c o n ­
tr a r ia s a l d e rech o p ú b lico in te rio r de la R ep ú b lica . III. S o lic itu d :
A . O b je to B. R eq u isitos, a ) G en eralid a d es, b ) C op ia c e r t ific a ­
da de la sen ten cia, c ) A u to o D e cre to d ecla ra n d o la e je c u to r ia del
fa llo . C. P ru eb a s, a ) De la R e cip ro cid a d , b ) D e la s co n d ic io ­
n es que debe reu n ir la sen ten cia e x tra n je ra . D. Im p ro ce d e n cia ,
a) D iv o rcio de T á la m o , b ) S en ten cia d e p a ís q u e n o a d m ite el
d iv o r c io “ q u oa d v in cu lu m ” . c ) S en ten cia s o b re s e p a ra ció n de cu erp os.

I. CONCEPTO
“ Es el pase que se debe acordar, por el órgano
jurisdiccional competente, a toda sentencia extran­
jera, para que tenga ejecución en el territorio de
la República” .
Véase N" 2.

II. CONDICIONES QUE DEBE REUNIR LA SENTENCIA


Véase Nos. 2, 7, 8, 9, 10y 11.
A. No debe tener por objeto bienes inmuebles situados en la
República.
Véase N9 4, 5 y 9.
B. DICTADA POR UNA AUTORIDAD JUDICIAL
COMPETENTE.
“ Para que pueda otorgarse fuerza ejecutoria en
Venezuela a una sentencia extranjera es condición
indispensable que haya sido dictada por una auto­
ridad judicial competente en la esfera internacio­
nal; y que no se haya arrebatado a Venezuela, la
jurisdicción que le correspondiera, según sus leyes
o los preceptos del Derecho Internacional” .
174 ALFREDO ARISMENDI

1. Según la disposición contenida en el artículo 748 del mismo


Código, para que pueda otorgarse fuerza ejecutoria en Vene­
zuela a una sentencia extranjera es condición indispensable
que haya sido dictada por una autoridad judicial competente
en la esfera internacional; y que no se haya arrebatado a Vene­
zuela la jurisdicción que le correspondiera para conocer del
caso, según sus leyes o los preceptos del Derecho Internacional.
Ahora bien: del propio texto de la sentencia se desprende que
para el momento en que fue intentada la demanda de divorcio,
el domicilio conyugal estaba en la ciudad de Caracas, ya que
en ésta tenía su domicilio el cónyuge demandante,. . .
Al no estar acreditado el domicilio de los cónyuges en la juris­
dicción del Tribunal que dictó el fallo, habría que admitir que
esta circunstancia le niega competencia en la esfera internacional
para conocer de la demanda de divorcio en estudio, y el fallo
pronunciado en tales condiciones no podría tener ejecutoria en
un país extranjero. Esto es lo que establece el Código de Derecho
Internacional Privado (Código Bustamante) del cual es signa­
taria Venezuela, quien hizo reserva de la aceptación de algunos
artículos de ese Código, entre los cuales del 24, que se refiere al
domicilio legal.
La prueba del domicilio de los cónyuges en el país donde ha sido
dictada la sentencia es indispensable, porque conforme a ella
sus tribunales tienen la competencia internacional para conocer
de los juicios de divorcio y, mientras no esté acreditada en el
juicio de exequátur, debe negarse la solicitud y el pase a dicha
sentencia, porque surgiría la posibilidad de haberse arrebatado
a Venezuela la jurisdicción para conocer del juicio,. ..
(Criterio sustentado por la Procuraduría de la Nación en escrito
dirigido a la Corte Federal en fecha 10 de enero de 1957). (P.G.N,.
1957-1958. Informe al Congreso Nacional, págs. 378 y 379,
Caracas).
Véase N» 2, 3, 4, 5 y 13.

2. El estudio de la sentencia a que se refiere la solicitud de


exequátur debe limitarse exclusivamente a un análisis ponderado
que permita averiguar si reúne las exigencias procedimentales
de la legislación venezolana.
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 175

En este sentido las normas que sirven de orientación por su con­


tenido claro, diáfano y preciso, son las de los artículos 747, 748
y 749 del Código de Procedimiento Civil, que establece las con­
diciones indispensables que debe reunir toda sentencia extran­
jera para que le pueda ser acordado el pase y tenga ejecución
en territorio venezolano.
Los elementos de juicio que aportan estas normas legales son
de obligatoria observancia y conforme a ellos la Procuraduría de
la Nación fija su criterio al respecto.
De acuerdo con la disposición que sanciona el artículo 748 ejus­
dem, es indispensable para que la sentencia extranjera tenga
ejecutoria en el país, que haya sido dictada por una autoridad
judicial competente en la esfera internacional y que no se haya
arrebatado a Venezuela la jurisdicción que le correspondiera
para conocer según sus leyes o los preceptos del Derecho In­
ternacional.
Estos son requisitos esenciales que influyen, directamente, en la
solicitud de exequátur y en el pase que se invoque para una
sentencia extranjera; y por tanto deben estar acreditados sufi­
cientemente, porque de lo contrario no podría establecerse si
el Tribunal que pronunció la sentencia goza del fuero compe­
tente en la esfera internacional y a la vez que a Venezuela no
se le arrebató su autoridad para conocer del negocio decidido
por dicho fallo.
La competencia en este caso es ratione materiae en lo que res­
pecta a la autoridad del Tribunal para conocer del juicio de
divorcio, por una parte, y por la otra la del fuero en relación
con el domicilio.
El artículo 749 del mismo Código exige que la solicitud de exe­
quátur deberá acompañarse con la sentencia de cuya ejecución
se trate, con la ejecutoria que se haya librado y la comprobación
de las circunstancias enumeradas en los artículos precedentes.
Del texto de la sentencia en análisis surge la evidencia de que
los cónyuges no estaban domiciliados en el Distrito Bravos,
Estado de Chihuahua, de la República Mejicana, pues así se
entiende cuando en lo expositivo del fallo se dice que compareció
el Sr. E. P. M., apoderado de la actora y se sometió expresa­
176 ALFREDO ARISMENDI

mente a la Jurisdicción de dicho Tribunal, y de la confesión


que hace el apoderado cuando dice que “ del matrimonio existe
una hija llamada M. A. A. P., la cual es menor de edad y se
encuentra en el extranjero bajo la guarda y custodia de la
madre” . Igualmente surge esta presunción de no domicilio de
los cónyuges en la República Mejicana, cuando el Tribunal, por
solicitud del apoderado actor, procedió a la citación del de­
mandado mediante edictos “ ya que la actora manifestó que
ignora el domicilio actual del demandado” .
Al no estar acreditado el domicilio de los cónyuges en la juris­
dicción del Tribunal que dictó el fallo, habría que admitir que
esta circunstancia le niega competencia en la esfera internacio­
nal para conocer de la demanda de divorcio en estudio, y el fallo
pronunciado en tales circunstancias no podría tener ejecutoria
en un país extranjero. Esto es lo que establece el Código de
Derecho Internacional Privado (Código Bustamante) del cual
es signataria Venezuela, quien hizo reserva de la aceptación de
algunos artículos de ese Código, entre ellos, el 24, que se refiere
al domicilio legal, con el propósito de mantener y conservar
la autoridad de sus tribunales para conocer de ciertas cuestiones
o negocios, tales como los relativos al matrimonio de venezola­
nos o extranjeros domiciliados en el país. Conforme a esa reserva
tienen vigencia las disposiciones referentes al divorcio.
El artículo 33 del Código Civil Venezolano dispone que la mujer
casada no separada legalmente tiene el mismo domicilio que su
marido, y es, precisamente, el domicilio en territorio venezolano
lo que da la competencia a sus tribunales en la esfera internacio­
nal para conocer de los juicios de divorcio de las personas que
estén domiciliadas en Venezuela. Luego la prueba de que el domi­
cilio de los cónyuges estaba en el país donde fue dictada la sen­
tencia para el momento en que se inició el litigio en análisis es
un requisito sine qua non, no sólo para evidenciar que el Tribunal
que dictó el fallo gozaba de plena competencia, sino a la vez
para probar que a Venezuela no se le ha arrebatado su jurisdic­
ción para conocer del mismo juicio.
(Escrito dirigido a la Corte Federal con fecha 29 de mayo de
1956).
(P. G. N. 1957. Informe al Congreso Nacional, págs. 27 y 28
Caracas).
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 177

3. Por otra parte, el ordinal 29 del artículo 748 establece: “ Que


se haya dictado por una Autoridad judicial competente en la
esfera internacional; y que no se haya arrebatado a Venezuela
la jurisdicción que le correspondiera para conocer del negocio,
según sus leyes o los preceptos del Derecho internacional” .
A este respecto cabe señalar:
l 9) El Artículo 27 de nuestro Código Civil dice: “ El domicilio
de una persona se halla en el lugar donde tiene el asiento prin­
cipal de sus negocios e intereses” ; y el artículo 31 ejusdem:
“ La mera residencia hace las veces de domicilio respecto de las
personas que no lo tienen conocido en otra parte; y, por último,
el artículo 33 del citado Código, en su primera parte, dispone:
“La mujer casada no separada legalmente tiene el mismo domi­
cilio de su marido” .
2?) Del propio texto de la sentencia se desprende que, para el
momento en que fue intentada la demanda de divorcio, el do­
micilio conyugal estaba establecido en la ciudad de Caracas, ya
que en ésta tenía su domicilio el cónyuge demandante, como lo
comprueba el párrafo de la sentencia que se transcribe de segui­
das: “En la ciudad de la Habana, a diez y seis de diciembre
de mil novecientos cincuenta y nueve; el Doctor R. F. V. D., Juez
de Primera Instancia del Este de esta Capital, habiendo visto los
presentes autos del juicio declarativo de mayor cuantía sobre
divorcio con disolución del vínculo matrimonial, establecido por
el señor P. L. R. E., ciudadano cubano y vecino actualmente
de Venezuela, representado y dirigido por la Dra. M. J. L. R.,
contra la señora N. U. P., de su casa y vecina de esta ciudad,
representada y dirigida por el Dr. O. P. F., y , ” . En conse­
cuencia, al no estar acreditado el domicilio de los cónyuges en
la jurisdicción del Tribunal que dictó el fallo, habría que ad­
mitir que tal circunstancia le niega competencia en la esfera
internacional para conocer de la demanda de divorcio que originó
el fallo en estudio, arrebatándole a Venezuela la jurisdicción
que le correspondía para conocer del asunto, de acuerdo a las
disposiciones del Código de Derecho Internacional Privado (Có­
digo Bustamante); y, por tanto, en tales condiciones, dicho fallo
no podría tener ejecutoria en nuestro País por no satisfacer las
exigencias del artículo 748, en su ordinal 29.
178 ALFREDO ARISMENDI

(Criterio sustentado por la Procuraduría de la Nación en escrito


dirigido a la Corte Federal en fecha 16 de Noviembre de 1960).
(P. G. N., 1960. Informe al Congreso Nacional, pág. 504).
C. Dictada habiéndose citado las partes.
Véase Nos. 4 y 5.
D. LA OBLIGACION PARA CUYO CUMPLIMIEN­
TO SE HAYA PROCEDIDO SEA LICITA EN
VENEZUELA.
“ La Ley exige que la obligación para cuyo cumpli­
miento se haya procedido sea lícita en Venezuela
y que la sentencia no contenga declaraciones ni
disposiciones contrarias al orden público o al de­
recho público interior de la República” .

4. La Procuraduría considera que en el caso de las solicitudes


de exequátur que han sido sometidas a la consideración de ese
Alto Tribunal se han cumplido los extremos a que se refieren
el artículo 747 y los ordinales l 9, 29 y 39 del artículo 748 del Có­
digo de Procedimiento Civil, pues ha quedado comprobado que
en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico se concede ejecu­
toria a las sentencias firmes pronunciadas por Poderes Judicia­
les de Venezuela, sin previa revisión en el fondo; que dichas
sentencias no versan sobre bienes inmuebles situados en el país;
que los fallos fueron dictados por una autoridad judicial com­
petente en el fuero internacional sin que se le haya arrebatado
a Venezuela la jurisdicción en tal asunto; y que la sentencia
fue pronunciada habiéndose citado las partes conforme a las
disposiciones legales que sobre la materia rigen en el Estado
Libre Asociado de Puerto Rico.
Si bien tales requisitos son indispensables que se cumplan para
que pueda darse pase a las sentencias comprendidas en el exequá­
tur, también es cierto que en esta materia la Ley exige que la obli­
gación por cuyo cumplimiento se haya procedido sea lícita en
Venezuela, y que la sentencia no contenga declaraciones ni dis­
posiciones contrarias al orden público o al derecho público inte­
rior de la República, a tenor de lo que prescribe el numeral 49
del artículo 748 del Código citado y en el caso en estudio es evi­
dente que las sentencias contienen disposiciones que atentan con­
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 179

tra el orden público interno y el cumplimiento de las mismas


tiene base en una causa que no está reconocida por el derecho
venezolano.
En efecto la sentencia que declaró disuelto el vínculo matrimonial
existente entre R. M. M. C. y J. L. A., y reguló las relaciones
paterno filiales, prohibe expresamente a la señora J. L. A., a
quien le fue concedida la patria potestad sobre los menores hijos
de aquel matrimonio, J. V. y R. J. M. A., sacar a dichos menores
de la Isla de Puerto Rico, declarando expresamente el referido
Tribunal que de ser sacados los expresados menores de la Isla de
Puerto Rico se dictará una orden transfiriendo la custodia de
dichos niños al demandante contra-demandado (R. M. M. C .),
a fin de que éste pueda gestionar ante los tribunales del extran­
jero y de Estados Unidos el retorno de dichos niños a la Isla
de Puerto Rico, lo que en efecto así pretende el expresado M. M.
C., al pedir el exequátur de las precitadas sentencias, especial­
mente de la que fue dictada con fecha 11 de julio de 1956, por
la cual el Tribunal acordó que la custodia de los menores hijos
J. V. y R. M. A., pase al padre de éstos, el señor R. M. C., a
todos los fines de Ley, disposición ésta dictada como consecuen­
cia de haberse trasladado a Venezuela la señora J. L. A., junto
con sus referidos menores hijos.
Entendemos que en el caso propuesto se trata de una venezo­
lana, lo mismo que sus menores hijos, y resultaría incalificable
que tales personas no puedan regresar a su hogar y patria co­
mún. La inamovilidad a que ha sido condenada la señora A.
por las sentencias de mención choca no sólo contra el principio
constitucional que no admite penas indefinidas, sino contra el
principio de libertad de transitar, cambiar de domicilio, ausen­
tarse de la República y volver a ella.
(Criterio sustentado por la Procuraduría de la Nación en escrito
dirigido a la Corte Federal en fecha 23 de mayo de 1958).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional, págs. 375
y 376. Caracas).
Véase N9 3.
E. No debe contener declaraciones ni disposiciones contrarias
al Derecho Público interior de la República.
Véase N9 4 y 5.
180 ALFREDO ARISMENDI

III. SOLICITUD.
A. Objeto.
Véase Nos. 2 y 9.

B. Requisitos.
a) Generalidades.
Véase N9 2.
b) Copia certificada de la Sentencia.

La no presentación de la copia auténtica legali­


zada y traducida de la sentencia ejecutoriada cons­
tituye omisión grave de uno de los requisitos exi­
gidos por la Ley a toda solicitud de exequátur.
5. Ahora bien, a pesar de que el exponente expresa en su soli­
citud que acompaña copia auténtica legalizada y traducida al
castellano de la sentencia ejecutoriada que declaró disuelto
por divorcio el vínculo matrimonial, es lo cierto que en el ex­
pediente no aparece la aludida copia, constituyendo esta circuns­
tancia una omisión grave del requisito exigido por nuestra Ley
Procesal, toda vez que sin la presentación de la sentencia cuyo
pase se solicita, la Corte no puede cerciorarse del cumplimiento
de las formalidades exigidas por el artículo 748 del Código de
Procedimiento Civil.
(Criterio sustentado por la Procuradoría de la Nación en escrito
dirigido a la Corte Federal con fecha 17 de noviembre de 1958).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional, p. 375
Caracas).
Véase N9 2.
c) Auto o Decreto declarando la ejecutoria del fallo:

“ Es improcedente la solicitud de exequátur cuando


no está acreditado en forma alguna el auto o decreto
que declara la ejecutoria del fallo” .

6. Asimismo encontramos en el estudio de la sentencia que


no está acreditado en forma alguna el auto o decreto que de­
clare la ejecutoria del fallo ni el texto de las leyes en que se
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 181

funde dicha providencia, prueba ésta que debe hacerse en forma


auténtica y legalizada por autoridad competente, circunstancia
que induce a considerar que la sentencia no es definitivamente
firme y ello se opone a su ejecución en el país.
(Escrito dirigido a la Corte Federal con fecha 29 de mayo
de 1956).
(P. G. N., 1957. Informe al Congreso Nacional, p. 28 Caracas).
Véase N? 2

C) PRUEBAS
Véase: Nos. 2, 4, 5, 10 y 15.
a) De la Reciprocidad.
“ La circunstancia de que en el país de donde pro­
cede el fallo, concede ejecución, a las sentencias
firmes pronunciadas por los Poderes Judiciales de
Venezuela, sin previa revisión del fondo, ha de ser
comprobada, mediante instrumento auténtico debi­
damente legalizado.
Es impropia la solicitud de exequátur cuando la
declaración prestada para comprobar la reciproci­
dad, es demasiado abstracta” .

7. Los artículos 747, 748 y 749 del Código de Procedimiento


Civil Venezolano, contienen las disposiciones que rigen la materia
relativa al exequátur de las sentencias extranjeras en Vene­
zuela; en consecuencia, en primer término, hay que precisar si
en el presente caso se ha dado cumplimiento a las formalidades
estatuidas en ellos.
El primer requisito exigido por nuestra Ley Procesal es el de
la reciprocidad (artículo 747 del Código de Procedimiento Civil);
en efecto, dice el artículo 747 lo siguiente: “ Sólo las sentencias
dictadas en países donde se conceda ejecución a las sentencias
firmes pronunciadas por Poderes Judiciales de Venezuela, sin
previa revisión en el fondo, podrán declararse ejecutorias en la
República. Tal circunstancia deberá probarse con instrumento
fehaciente” . En relación con tal exigencia, cabe señalar que, del
estudio practicado en los recaudos producidos por la solicitante,
182 ALFREDO ARISMENDI

aparece una declaración jurada formulada por dos abogados in­


gleses, quienes, en su carácter de expertos legales, hacen constar
que “ los Tribunales ingleses reconocerán como teniendo validez
extraterritorial cualquier sentencia de divorcio que sea también
reconocida como válida por los tribunales del País del domicilio,
aún cuando esos Tribunales hayan o no pronunciado ellos mismos
la sentencia” . A ese respecto, la Procuraduría de la Nación
observa que tal declaración presentada por la solicitante con
el objeto de probar la reciprocidad exigida por el citado artículo
747, no satisface el requisito antes mencionado por ser demasiado
abstracta, ya que no establece la razón en que fundan sus testi­
monios, es decir, si la expresada reciprocidad está acordada por
un texto legal expreso o es una regla de derecho consuetudi­
nario o una práctica jurisprudencial; circunstancia necesaria
para que pueda ser apreciada la prueba testimonial. Por último,
cabe señalar que los abogados declarantes no hicieron constar
que el reconocimiento del efecto de los fallos venezolanos en el
plano internacional por parte de su país de origen tiene lugar
sin previa revisión en el fondo, circunstancia ésta que, en razón
de su importancia, debe ser comprobada.
(Criterio sustentado por la Procuraduría de la Nación en escrito
dirigido a la Corte Federal en fecha 20 de diciembre de 1960).
(P. G. N., 1960. Informe al Congreso Nacional p. 505 Caracas).
Véase N’ 2.
8. Del examen de la sentencia en estudio aparece que no está
acreditada fehacientemente la reciprocidad que el Estado Ita­
liano reconoce a las sentencias firmes ejecutoriadas, dictadas
por autoridades judiciales de Venezuela, sin ser revisadas en el
fondo. Mal puede el solicitante pretender que tal circunstancia
está acreditada suficientemente con el texto certificado de los
artículos 796, 797 y 798 del Título 7", Libro IV del Código de
Procedimiento de la República Italiana, cuya copia ha sido to­
mada del expediente de la solicitud de exequátur para sentencia
italiana de separación de cuerpos, formulada por la señora M.
N. de D., donde aparece la sentencia pronunciada por esta Hono­
rable Corte con fecha 13 de abril de 1956, cuando esos preceptos
nada dicen de la reciprocidad que pide el artículo 747 del Có­
digo de Procedimiento Civil Venezolano, y sólo se refieren a
los requisitos y trámites de procedimiento a cumplirse en Italia
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 183

por los magistrados y personas que deseen obtener exequátur


y ejecución de una sentencia en esa República.
En el caso de autos se trata de una separación de cuerpos por
mutuo disenso del matrimonio contraído entre los ciudadanos
italianos doctor M. C. y señora R. P. acordada por el Tribunal
Civil de Roma el 14 de marzo de 1956.
De su contexto aparece que los cónyuges para esa fecha estaban
domiciliados en Roma, circunstancia que le da al Tribunal com­
petencia en la esfera internacional para el conocimiento de dicho
asunto, porque el hecho del domicilio de las partes, entre todos
los efectos jurídicos que puede producir, está el de establecer el
domicilio conyugal, lo cual confiere el fuero rationae Ioci al Tri­
bunal Italiano, dándole competencia y jurisdicción para conocer
y decidir la separación de cuerpos tratada en la sentencia de
autos.
No estando evidenciada en el expediente la prueba de la reci­
procidad como lo ordena el artículo 747 ejusdem, el pase debe
ser denegado, ya que en tales condiciones no puede tener eje­
cutoria en el país.
(Escrito dirigido a la Corte Federal en fecha 12 de julio de 1956).
(P. G. N., Informe al Congreso Nacional, págs. 30 y 31 Caracas).
9. Nuestro Código de Procedimiento Civil, señala en sus ar­
tículos 747, 748 y 749, las condiciones indispensables que debe
reunir toda sentencia extranjera para que pueda serle otorgado
el pase. Precisa, por tanto, analizar las circunstancias del caso,
según aparecen de la documentación aportada por el solicitante,
a fin de verificar si están cumplidos los requisitos mínimos se­
ñalados por la Ley Venezolana, y si, por tanto, debe o no ser
otorgado el exequátur objeto de la solicitud.
De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 747 del Código antes
citado, sólo puede concederse el pase a fallos procedentes de
países que a su vez otorguen ejecución a las sentencias firmes
pronunciadas por autoridades judiciales de Venezuela sin previa
revisión en el fondo; y esa circunstancia debe ser comprobada
por la persona que solicita el exequátur mediante instrumento
auténtico debidamente legalizado, a tener de lo dispuesto por
el artículo 747 ejusdem. Se trata, pues, de una condición o requi­
184 ALFREDO ARISMENDI

sito que, aun cuando no es intrínseco del fallo, sino inherente


al país del cual éste procede, es de cumplimiento ineludible para
que pueda la Corte entrar a analizar el fondo mismo de la
cuestión.
En el caso presente la parte interesada, para comprobar la cir­
cunstancia ante aludida o sea la reciprocidad del país de origen,
que es la República de Méjico, en cuanto al otorgamiento de
exequátur a las sentencias dictadas en Venezuela, produjo en
autos una copia certificada expedida por el Secretario de la
Corte Federal y tomada de un expediente similar, contentiva de
una declaración escrita rendida en la Ciudad de Méjico, en el
año de 1953, por los señores G. H. S. y E. de G. C., quienes,
sin juramento, dicen ser abogados mexicanos en ejercicio, y
afirman constarles que en la República de Méjico se concede
ejecución a las sentencias firmes pronunciadas en la República
de Venezuela sin revisión del fondo de las mismas.
El documento referido contiene, en seguida de la declaración
del primero de los nombrados deponentes, una nota del Consulado
General de Venezuela en Méjico, que, de acuerdo con la forma
acostumbrada para este género de actuaciones, dice textualmen­
te: “ Se legaliza la firma que antecede del señor G. H. S., para
entonces abogado, sin prejuzgar acerca de ningún otro extremo
de fondo ni de forma” . Y una nota idéntica aparece al pie de la
declaración del señor E. de G. C.
Al analizar el instrumento en referencia, tanto en sus condi­
ciones meramente formales como en su contenido intrínseco,
surgen las consideraciones siguientes:
El Código de Derecho Internacional Privado (Código Bustaman-
te) estatuye en su artículo 409 que: “La parte que invoque la
aplicación del derecho de cualquier Estado contratante en uno
de los otros, o disienta de ella, podrá justificar su texto, vigen­
cia y sentido mediante certificación de dos abogados en ejercicio
en el país de cuya legislación se trate, que deberá presentarse
debidamente legalizada” .
Según la letra y el espíritu de la cláusula transcrita, se trata
de una prueba testimonial que ha de ser administrada y apreciada
en el ámbito internacional, para comprobar circunstancias de
tan elevada transcendencia como son el texto, la vigencia y el
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 185

sentido de una ley extranjera; y esa transcendencia sube de


punto cuando, como en el presente caso el asunto en cuestión
atañe directamente al orden público interno.
Al acatar, pues, la norma internacional, que señala un precepto
de índole general, es necesario velar celosamente porque al propio
tiempo sean cumplidas todas y cada una de las disposiciones
específicas de la legislación positiva nacional que interesan al
orden público interno, como son las que se refieren a la materia
del divorcio. Aplicando este criterio al punto concreto que nos
ocupa, vale decir, al procedimiento que ha de adoptarse para
comprobar, en el caso de una solicitud de exequátur, para una
sentencia extranjera de divorcio, la reciprocidad de la legis­
lación del país donde fue pronunciado el fallo, la prueba tes­
timonial prevista en el ya citado artículo 409 del Código Bus-
tamante, debe ser evacuada y producida en el expediente con
la más estricta sujeción a las normas procesales aplicables, así
en cuanto a la calidad de los testigos como respecto a las for­
malidades de la prueba misma. Analicemos, pues el instru­
mento presentado por el solicitante para producción de esta
probanza.
Se observa en primer lugar que, como ya se ha dicho, se trata
de una copia certificada, tomada de otro expediente, de una
declaración escrita rendida en Méjico, en el año de 1953, por
dos personas que dijeron ser abogados en ejercicio. Tratándose
de una circunstancia de hecho susceptible de variar en el tiempo,
no es eficaz como medio probatorio un testimonio rendido con
una anterioridad de tres años; pues aún en el supuesto de que
tal testimonio hubiese sido válido para el momento en que fue
otorgado, existe un razonable margen de posibilidad de que la
situación haya cambiado desde entonces, bien por una reforma
de la Ley positiva mejicana, o por alguna otra razón. Por con­
siguiente, esa sola circunstancia bastaría para hacer ineficaz
el testimonio traído por el actor al expediente, si no adoleciese,
además, de otras deficiencias que pasamos a analizar.
Uno de los elementos esenciales para la validez de la prueba tes­
timonial es el juramento de los testigos. En el caso presente,
sin embargo, los declarantes no fueron juramentados razón por
la cual el instrumento analizado carece de la fuerza probatoria
que en nuestro sistema procesal tiene la prueba testimonial.
186 ALFREDO ARISMENDI

Por último, se observa, que, según el texto de la nota del Cónsul


de Venezuela, el testimonio no fue evacuado ante dicho fun­
cionario, ni éste declara conocer a los deponentes, ni constarle
que son abogados en ejercicio; y simplemente se limita a ma­
nifestar que “ Se legaliza la firma que antecede” . En la evacua­
ción de pruebas testimoniales por ante los funcionarios consu­
lares, éstos desempeñan funciones notariales y por tanto, para
que tales instrumentos tengan validez probatoria deben satis­
facer por lo menos los mismos requisitos que se exigen cuando
el acto se realiza ante notario o juez. El simple reconocimiento
de la firma que suscribe un documento sólo obra en
contra de la persona que hace el reconocimiento; y no puede
pretenderse que haya de comunicar al documento mismo fuerza
probatoria respecto a terceras personas acerca de los hechos
afirmados o negados por su otorgante.
Hay otra circunstacia que juega un papel relevante en el pre­
sente caso, el artículo 409 del Código Bustamante consagra la
posibilidad de comprobar, mediante dos testigos que sean abo­
gados en ejercicio en el país de que se trate, el texto, la vigencia
y el sentido de una ley determinada; en el presente caso los
testigos no han rendido declaración acerca de cual es el texto
y el sentido de la Ley vigente en su país en materia de ejecución
de sentencias extranjeras, sino que se han extendido a hacer
una interpretación abstracta de esa misma ley para establecer,
sin dar razón alguna para ello, que de acuerdo con esa legislación
se concede en Méjico el pase a las sentencias extranjeras sin
revisión en el fondo. De modo que los declarantes han ido mucho
más lejos de lo que en realidad puede ser materia de una prueba
testimonial, para establecer una verdadera apreciación de ca­
rácter esencialmente jurídico; vicio que no se subsana por el
hecho supuesto de que los declarantes sean abogados, ya que
no por serlo dejan de ser testigos, aparte de que su condición
de abogados no aparece comprobada.
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, se considera
que el instrumento presentado por el solicitante a objeto de
comprobar el requisito establecido por el artículo 747 del Có­
digo de Procedimiento Civil adolece de defectos de forma y de
fondo, que le hacen ineficaz para el fin perseguido, y por tanto
debe ser desestimado.
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 187

(Escrito presentado a la Corte Federal con fecha 7 de noviembre


de 1956).
(P. G. N. 1957. Informe al Congreso Nacional, págs. 31 y 32,
Caracas).

10. El artículo 747 del Código de Procedimiento Civil concreta­


mente señala, como una de las condiciones esenciales para que
pueda otorgarse el pase en Venezuela a una sentencia extran­
jera, que el país de donde procede el fallo, a su vez “ . . . conceda
ejecución a las sentencias firmes pronunciadas por poderes judi­
ciales de Venezuela, sin previa revisión en el fondo” ; circuns­
tancia ésta que ha de ser comprobada en cada caso mediante
instrumento auténtico debidamente legalizado, conforme al ar­
tículo 749 ejusdem.
Es conveniente observar que la disposición del ya citado artículo
749 en cuanto a la comprobación de los requisitos que han de
ser satisfechos, es categórica y terminante al establecer que esa
comprobación ha de ser hecha en cada caso mediante instru­
mentos auténticos y legalizados. No basta, pues, la mera afir­
mación de que en un caso similar haya sido comprobada la
reciprocidad; y lo que es más, tampoco sería suficiente la pre­
sentación de una copia certificada del fallo en el cual se dio por
comprobada la reciprocidad del país de origen,. . .
(Criterio sustentado por la Procuradoría de la Nación en oficio
de fecha 31 de mayo de 1957 a la Corte Federal).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional págs. 379
y 380, Caracas).
11. Se observa, sin embargo, que en el caso analizado, aún cuan­
do la peticionaria afirma en su solicitud que por el texto de la
sentencia de divorcio consta, entre otras cosas, “ que en la Re­
pública de Guatemala se expiden y ejecutan los fallos firmes
dictados por los Tribunales de la República de Venezuela sin
previa revisión de fondo” , ello no es cierto, ni puede serlo, pues
tal circunstancia no puede comprobarse por medio de una sen­
tencia de divorcio. En efecto: El fallo que pone fin a un litigio
de cualquier naturaleza no puede tener otro valor probatorio
que el referente al fondo mismo de la controversia judicial y
a la decisión recaída en ella, mas no puede producir evidencia
respecto a circunstancias de hecho y de derecho extrañas a la
188 ALFREDO ARISMENDI

cuestión debatida en el proceso. Por lo demás, el texto de la


sentencia a que nos venimos refiriendo no contiene ninguna re­
ferencia a la reciprocidad de la República de Guatemala en
cuanto al otorgamiento de ejecutoria a las sentencias dictadas
por los tribunales de Venezuela. De todo lo cual se infiere que
no está satisfecho, en el caso de referencia, el requisito estable­
cido por el artículo 747 del Código de Procedimiento Civil en
concordancia con el N- 749 ejusdem.
(Criterio sustentado por la Procuraduría de la Nación en oficio
de fecha 12 de febrero de 1957, dirigido al Presidente de la Corte
Federal).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional, págs. 380
y 381, Caracas).
12. El documento presentado por las partes interesadas con el
fin de comprobar la circunstancia antes aludida o sea recipro­
cidad del país de origen, que es la República Federal Alemana,
en cuanto al otorgamiento de exequátur a las sentencias dictadas
en Venezuela, consiste en una certificación expedida por un No­
tario Público de la ciudad de Hamburgo, sobre la declaración
jurada rendida ante él por dos abogados alemanes, quienes tex­
tualmente declararon lo que sigue “ Aseguramos de propia cien­
cia que una sentencia firme de divorcio pronunciada por un tri­
bunal venezolano, por la cual se divorcia (¿) el matrimonio de
ciudadanos alemanes domiciliados en Venezuela se reconoce en
la República Federal de Alemania caso que se ha observado en
las leyes alemanas” .
Ahora bien: Conforme a las normas fundamentales del Derecho
Administrativo y del Derecho Procesal, la comprobación del con­
tenido de un instrumento legal debe ser hecha mediante cer­
tificación expedida conforme a la ley del país de origen. No
obstante, como es sabido, el Código de Derecho Internacional
Privado (Código Bustamante), del cual es signataria Venezuela,
pero no la República Federal Alemana, establece en su artículo
409 lo siguiente: “La parte que invoque la aplicación del derecho
de cualquier Estado contratante en uno de los otros, o disienta
de ella,, podrá justificar su texto, vigencia y sentido mediante
certificación de dos abogados en ejercicio en el país de cuya le­
gislación se trate, que deberá presentarse debidamente lega­
lizada” ..
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 189

Surge, en primer lugar, la cuestión de si, no siendo la República


Federal Alemana signataria del mencionado Código de Derecho
Internacional Privado, es aplicable al caso analizado el procedi­
miento que dicho Código establece para la comprobación del texto
de la Ley extranjera; o si por el contrario, esa comprobación
debe hacerse mediante una certificación oficial emanada de las
autoridades competentes de la República Federal Alemana. Por
cuanto es éste un punto de interpretación sobre cuya solución
no existe precedente judicial conocido, la Procuraduría de la
Nación se limita a plantearlo, dejando su solución al criterio de
la Honorable Corte Federal.

A este respecto la Procuraduría se permite observar lo siguiente:


La declaración de los dos abogados alemanes por la cual los
solicitantes tratan de probar la reciprocidad, es demasiado abs­
tracta ya que no establece la razón en que fundan su testimonio,
es decir, si la expresada reciprocidad está acordada por un texto
legal expreso, o es una regla de Derecho Consuetudinario o una
práctica jurisprudencial; circunstancia ésta necesaria para que
pueda ser apreciada la prueba testimonial. Por otra parte, con­
viene observar que según el texto de la referida declaración,
en la República Federal Alemana solamente se concede el pase
a las sentencias venezolanas por las cuales sea disuelto el vínculo
matrimonial de ciudadanos alemanes domiciliados en Venezuela,
lo que quiere decir que a una sentencia de divorcio de ciudada­
nos venezolanos dictada por un tribunal venezolano le sería ne­
gado el exequátur, y tal criterio es inconciliable con la regla
establecida en el artículo 747 del Código de Procedimiento Civil.
Esta apreciación queda corroborada con la lectura misma de la
sentencia en estudio, en la cual se ha aplicado el Derecho Vene­
zolano o estatuto personal por tratarse de ciudadanos venezola­
nos, circunstancia ésta que crea un grave problema a los efectos
de la reciprocidad, por cuanto en Venezuela la institución del
divorcio es de orden público y se rige por la ley territorial con
prescindencia de la nacionalidad de los cónyuges. De modo pues,
que, ni aún tratándose de sentencias de divorcio de ciudadanos
alemanes, pronunciadas por tribunales venezolanos, podrían ser
materia de exequátur en la República Federal Alemana, en virtud
de que, en todo caso, los tribunales venezolanos aplicarían la
ley venezolana y no el Derecho Alemán.
190 ALFREDO ARISMENDI

(Criterio sustentado por la Procuraduría de la Nación en escrito


de fecha 15 de julio de 1958, dirigido a la Corte Federal).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional, págs. 381
y 382, Caracas).
b) De las condiciones qué debe reunir la sentencia extranjera.
Los requisitos, de conceder ejecutoria a las sen­
tencias firmes pronunciadas por los Poderes judi­
ciales de Venezuela sin previa revisión en el fon­
do; de que la misma no verse sobre bienes inmue­
bles, situados en el país; de que fue dictada por
una autoridad judicial competente en el fuero in­
ternacional y de que fue pronunciada habiéndose
citado las partes, son indispensables que se com­
prueben, en forma auténtica legalizada por la auto­
ridad competente, para que pueda darse ejecutoria
en la República a la sentencia objeto del exequátur.
Véase Nos. 2, 4, 5 y 13.
D. Improcedencia.
Véase Nos. 1, 4, 8, 11 y 15.
a) Divorcio de Tálamo.
“ No es procedente otorgar el exequátur a senten­
cias en las cuales se concede el llamado “ Divorcio
de Tálamo” , por cuanto no equivale al divorcio re­
conocido por la ley venezolana, ni tampoco a la se­
paración de cuerpos” .
13. Se observa, asimismo, que en la parte dispositiva del fallo,
dice el sentenciador lo siguiente:
.fallamos que debemos conceder y concedemos a la actora
X X el divorcio de tálamo, mesa y habitación de su marido XX,
por tiempo indefinido, o sea, por mientras el demandado no pueda
demostrar ante el Ordinario que dentro de tres años consecutivos
ha proporcionado a su mujer e hijos aquellos alimentos a que
por lo natural viene obligado” . Por el párrafo transcrito se ob­
serva que, aún cuando en él se dice conceder a la demandada al
“ divorcio de tálamo, mesa y habitación” , el fallo no solamente
carece de los efectos jurídicos del divorcio “ quod vinculum”
admitido por nuestro Derecho, sino que ni siquiera alcanza los
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 191

de la separación de cuerpos; ya que la autorización concedida


a la cónyuge demandante para vivir separada de su esposo no
es definitiva, sino que está condicionada a un hecho que depende
absolutamente de la voluntad de este último, como es el de su­
ministrar alimentos a ella y a sus hijos en el término de tres
años consecutivos. De tal suerte que el efecto jurídico de tal
fallo es únicamente el de suspender la obligación de la mujer
a hacer vida en común con su marido, en tanto éste no cumpla
la suya de suministrarle alimentos para ella y sus hijos.
Es obvio, pues, que a una sentencia de tal naturaleza no puede
otorgársele ejecutoria en Venezuela, no ya como sentencia de
divorcio, sino tampoco asimilándola a una simple separación de
cuerpos, pues ello equivaldría a otorgarle carácter y efectos
jurídicos distintos y mayores que los que tiene' conforme a la
Ley española, y atentaría contra el orden público interno de la
República. La veracidad de este último aserto se pone en evi­
dencia al considerar la posibilidad de que una vez otorgado el
pase en Venezuela a dicho fallo asimilándolo a una sentencia
de separación de cuerpos, convertible por tanto en divorcio a
los dos años, sea luego revocado en España el fallo que decla­
rara el divorcio, por haber cumplido el cónyuge ulteriormente
su obligación sobre el suministro de alimentos.
Por lo demás, de lo expuesto se infiere que el fallo en referen­
cia no causa ejecutoria en España y por ende sería absurdo
acordar ese efecto en Venezuela.
Se advierte, en fin, que la sentencia sobre la cual versa la soli­
citud de exequátur fue pronunciada por el Tribunal Eclesiástico
de la Diócesis de Barcelona (España); y esa circunstancia hace
necesario que la parte interesada compruebe en autos la com­
petencia de dicho Tribunal en la esfera internacional para co­
nocer y decidir en los juicios de divorcio y de separación de
cuerpos, a fin de dar cumplimiento a lo estatuido por el ordinal
2? del artículo 748 del varias veces mencionado Código de Pro­
cedimiento Civil, en su primera parte.
(Criterio sustentado por la Procuradoría de la Nación en oficio
de fecha 31 de mayo de 1957, dirigido al Presidente de la Corte
Federal).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional. Págs. 377
378, Caracas).
192 ALFREDO ARISMENDI

b) Sentencia de país que no admite el divorcio “ quoad vincu-


lum” .
“ No es otorgable en la República, el exequátur a
una sentencia de divorcio dictada por un país, cuya
legislación no admite el divorcio “ quoad vinculum” .
14. . . .Y como hemos dejado expuesto, Italia no admite el
divorcio, circunstancia que nos induce a considerar que la sen­
tencia de separación de cuerpos en estudio no tiene los mismos
efectos que produce una sentencia similar pronunciada por
poderes judiciales del país, y de acordarse a esta sentencia
el pase solicitado, la misma no tendría ninguna eficacia a los
efectos de su conversión en divorcio en Venezuela, por que no
es posible darle mayor alcance que el que le reconoce la lex
fori del tribunal que la dictó, en fuerza de lo que dispone el
artículo 52 in fine del Código Bustamante.
Las anteriores consideraciones nos las sugiere el hecho de que
el interés que pueda tener el Dr. M. C. al proponer la demanda
de exequátur sea el de procurarse con el pase y ejecución de
la sentencia de separación de cuerpos, una causal de divorcio,
puesto que si del texto de la misma aparece que el matrimonio
no ha procreado hijos y carece de bienes de fortuna, ningún
otro efecto produciría en Venezuela como no sea el que se deja
anotado.
Por otra parte, de consumarse tal efecto y los cónyuges obtu­
vieran el divorcio por sentencia disolutiva del matrimonio, dicha
sentencia no produciría ningún efecto en Italia, ni para pro­
ducir cosa juzgada ni para obtener el exequátur, porque se
refiere a la disolución del vínculo matrimonial de ciudadanos
italianos, lo que es opuesto a las leyes de orden público de aquél
país. Y es evidente que en cuestiones de tal índole y cuando
los sujetos de la relación jurídica son nacionales de un país que
niegue el divorcio, no puede pensarse en que habría reciprocidad
para tales fallos pronunciados por Autoridades Judiciales Ve­
nezolanas.
(Escrito dirigido a la Corte Federal con fecha 12 de julio
de 1956).
(P. G. N., 1957. Informe al Congreso Nacional. P. 29, Caracas).
Véase N? 13.
DOCTRINA ADMINISTRATIVA 193

c) Sentencia sobre separación de cuerpos.


“ No debe concederse ejecutoria a una sentencia ex­
tranjera sobre separación de cuerpos mientras no
se compruebe de manera fehaciente que el fallo
causa ejecutoria en el país donde fue dictado” .

15. Es decir que la sentencia de separación de cuerpos no


causa una verdadera ejecutoria, en tanto quede a merced de
los interesados la posibilidad de reconciliación. Y si tal ocurre
con respecto a una sentencia judicial de separación de cuerpos
sobrevenida como resultado de un procedimiento judicial con­
tencioso, y en un país que admite el divorcio con efecto diso­
lutivo, con mayor razón habrá de tener vigencia el mismo prin­
cipio cuando se trata de una separación por mutuo disenso,
ocurrida en un país cuya ley positiva establece la indisolubi­
lidad del vínculo matrimonial. Tales consideraciones conducen
a la conclusión de que no debe concederse ejecutoria a una
sentencia extranjera sobre separación de cuerpos mientras no
se compruebe de manera fehaciente que el fallo causa ejecutoria
en el país donde fue dictado, o sea, que no hay posibilidad de
que quede sin efecto por voluntad de los interesados, o por otra
causa. La validez de este argumento se pone de relieve al
considerar que, una vez otorgado el exequátur en Venezuela y
luego de transcurrido el término que señala el ordinal 7" del
artículo 185 del Código Civil, cualquiera de los cónyuges puede
obtener la declaración del divorcio, y ulteriormente contraer
nuevas nupcias en Venezuela. En tales circunstancias, ni la decla­
ratoria del divorcio, ni el matrimonio contraído en Venezuela,
tendrían validez en el país de origen; por tanto, si la separación
de cuerpos llegare a quedar sin efecto a causa de una eventual
reconciliación, se produciría una situación gravemente conflic­
tiva, con evidente lesión para el orden público interno de nuestro
país.
(Criterio sustentado por la Procuradoría de la Nación en es­
crito dirigido a la Corte Federal con fecha 31 de diciembre
de 1957).
(P. G. N., 1957-1958. Informe al Congreso Nacional, P. 463,
Caracas).
Véase Nos. 6, 8, 13 y 14.

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